suplemento cultural contenido 19-01-13

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Maracay, Sábado 19 de enero de 2013 Crónicas del Olvido El imaginario del origen ALBERTO HERNÁNDEZ Vuelan fronteras de un país cuyo falso centro está en nosotros que quién sabe dónde estemos. El norte está en el sur, este y oeste se confunden, el sur se pierde entre la bruma y dentro lo más vivo es la mentira. Ida Vitale 1.- D el origen, la sombra que nos lleva y nos desaparece. En un lugar se aventura el origen, inventamos el ima- ginario, el país o la mentira de un polvo de tierra sin peso. Las entrañas de la memoria transitan sin averiguar colo- res, la ortografía de los ríos o la religión del horizonte. Se verifican los sonidos in- teriores, una frontera borra- da a mano, la misma que se mueve con el tiempo, el per- dido hace horas por la in- transigencia y el desvío de la mirada. De lejos colmamos el alma de tierra y grumo. Alistamos los recuerdos, sorteamos el lugar que habremos de tener hasta la muerte y dejamos atrás la lectura del que fuera inocente. ¿Dónde nos quedan los puntos cardinales? ¿En el poema, en la palma de la mano, en la pisada que ahue- ca en silencio? Suficiencia la que nos em- barga al retorno: los mismos pasos, la hartura de los es- pacios imaginados, el ave que herimos de una pedrada, el sabor del alimento y el agua derramada tantas veces para limpiarnos el cuerpo y la sombra. Venimos de ninguna parte, de aquella que ignoramos o sabemos cierta en la confu- sión. Y nos instalamos incó- modamente en un viaje de paisajes borrosos, los mismos que hacen cuadro con aquel "quién sabe dónde estemos". Pero volvemos a la noche, al ámbito de la palabra y el sue- ño. Con Gerbasi redundamos y nos apeamos de la bestia mañosa. Venimos de tantas noches porque sabemos de muchas muertes. Las que nos sobran, las que a diario nos anuncian en las calles y calle- jones del miedo. 2.- Cuando la muerte existe, ya no existimos; cuando existimos la muerte no existe. Epicuro. Descreemos del sitio donde hemos caído. Para mirarnos de otra muerte, nos mordemos la carne. Regresamos mudos a la sombra del padre, a la mirada frágil de una mujer que desti- nó la vida a confirmar su con- ciencia épica. Un ensayo peregrino del lu- gar donde brillan los huesos que dejaremos regados en el camino. Pulidos por los ele- mentos, por la muerte que no existe, sin vernos el esquele- to. La muerte nos anda por la piel y nos olvida. Existimos en la tensión de la distancia: nos dejamos ir abrigados por ecos y susurros. El árbol de la existencia cumple el ciclo del viento. Una lectura raigal: tenemos tierra en los ojos, el corazón es sólo una bomba que no siente. Sólo el lugar donde estuvimos por vez primera se atasca en la memoria, de allí el fuego im- penitente de tornar el poema una revelación, un espejismo. Una mentira. Un país que no existe, como la muerte. Sánchez Peláez lo hace mu- jer a través del aire, el agua y el olvido. Elena también vio la guerra en su propio terruño, y no tuvo corazón para ex- traérselo frente a la pila de ca- dáveres quemados. Hay dos mujeres: Elena y sus elemen- tos y la Helena, la subastada, la rescatada, la griega. Se imagina la muerte, la existimos en creer que ésta es. Merecemos, entonces, la ago- nía, para dejar constancia de que vamos al mismo lugar, al origen. Al morir nacemos des- de la podredumbre. 3.- ¿Qué ojos no han mirado el sitio donde sólo es posible re- velarnos como restos de ba- rro, madera, vega sigilosa donde el animal acuático en- torpece nuestro tránsito por la única confesión que no ha- cemos? Otro ha muerto en nuestro lugar, lo calumniamos en la caja del viaje, y nos mi- ramos en los párpados cerra- dos de quien lleva carta de presentación a lo desconoci- do. La alteridad carga el reca- do: nos vamos al lugar dejado por el que silenciosamente "decidió" percibir primero el imaginario invisible. ¿Qué polvo nos percibe, el quevediano? De muerte ena- morada estamos hechos. El lugar nos selecciona, nos re- vela sus adentros, donde sólo cabemos en silencio, atados a un bocado de tierra, a una bocanada de muerte, que es decir el silencio mordido por la mueca final. El lugar sigue allí, con los huesos de lo que callamos. 4.- Pero tendremos otros ojos para mirarnos, para desnu- darnos y deshacernos de la desmemoria, de aquello que dejamos a un lado, lo que ol- vidamos en el quicio de una tarde y dejamos que el moho de las horas borrara de nues- tro empequeñecido horizon- te. Alguien se sienta en la mis- ma silla de aquellos que no es- tán, de aquellos que son sólo un pedazo de imagen en me- dio de la embriaguez o de la dulzura del sueño. De aquellos que se aparecen bajo el sol y caminan a nuestro lado. Final- mente, son calcinados por la luz, empujados hacia la som- bra que se mueve bajo un ár- bol mudo y reseco. Por esos lados está el lugar, el sitio que acumulamos en las sienes y amamos hasta atur- dirnos. El sitio que no casi no frecuentamos, el mapa que se nos rompe a cada paso. El pa- pel que nos nombra y nos con- firma la legalidad en esta tie- rra que pisamos y maltrata- mos. El origen nos reclama. Nos limita: ya no somos de allí, de esa costra de tierra, de ese barro y germinación del día con que amanecemos... que- damos intactos en la vieja foto. Pero no somos los mismos. Hemos regresado al futuro. Allá, donde queda el estanque hay una sombra nominada por la boca de quien invisible pisa su propia ausencia. En caso de andar de puntillas, queda saber si es posible acallar tanto silencio.

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Maracay, Sábado 19de enero de 2013

Crónicas del OlvidoEl imaginario del origen

ALBERTO HERNÁNDEZ

Vuelan fronteras de un paíscuyo falso centro está en

nosotros que quién sabe dóndeestemos. El norte está en el sur,

este y oeste se confunden, elsur se pierde entre la bruma y

dentro lo más vivo es la mentira.Ida Vitale

1.-

Del origen, la sombra que nos lleva y nos desaparece.

En un lugar se aventurael origen, inventamos el ima-ginario, el país o la mentira deun polvo de tierra sin peso.Las entrañas de la memoriatransitan sin averiguar colo-res, la ortografía de los ríos ola religión del horizonte.

Se verifican los sonidos in-teriores, una frontera borra-da a mano, la misma que semueve con el tiempo, el per-dido hace horas por la in-transigencia y el desvío de lamirada.

De lejos colmamos el almade tierra y grumo. Alistamoslos recuerdos, sorteamos ellugar que habremos de tenerhasta la muerte y dejamosatrás la lectura del que fuerainocente. ¿Dónde nos quedanlos puntos cardinales? ¿En elpoema, en la palma de lamano, en la pisada que ahue-ca en silencio?

Suficiencia la que nos em-barga al retorno: los mismospasos, la hartura de los es-pacios imaginados, el aveque herimos de una pedrada,el sabor del alimento y elagua derramada tantas vecespara limpiarnos el cuerpo yla sombra.

Venimos de ninguna parte,de aquella que ignoramos osabemos cierta en la confu-sión. Y nos instalamos incó-modamente en un viaje depaisajes borrosos, los mismosque hacen cuadro con aquel"quién sabe dónde estemos".Pero volvemos a la noche, alámbito de la palabra y el sue-ño. Con Gerbasi redundamosy nos apeamos de la bestia

mañosa. Venimos de tantasnoches porque sabemos demuchas muertes. Las que nossobran, las que a diario nosanuncian en las calles y calle-jones del miedo.

2.- Cuando la muerte existe, ya no

existimos; cuando existimos lamuerte no existe.

Epicuro.

Descreemos del sitio dondehemos caído. Para mirarnos deotra muerte, nos mordemos lacarne. Regresamos mudos a lasombra del padre, a la miradafrágil de una mujer que desti-nó la vida a confirmar su con-ciencia épica.

Un ensayo peregrino del lu-gar donde brillan los huesosque dejaremos regados en elcamino. Pulidos por los ele-mentos, por la muerte que noexiste, sin vernos el esquele-to. La muerte nos anda por lapiel y nos olvida. Existimos enla tensión de la distancia: nosdejamos ir abrigados por ecosy susurros.

El árbol de la existenciacumple el ciclo del viento. Unalectura raigal: tenemos tierra

en los ojos, el corazón es sólouna bomba que no siente.Sólo el lugar donde estuvimospor vez primera se atasca enla memoria, de allí el fuego im-penitente de tornar el poemauna revelación, un espejismo.Una mentira. Un país que noexiste, como la muerte.

Sánchez Peláez lo hace mu-jer a través del aire, el agua yel olvido. Elena también vio laguerra en su propio terruño,y no tuvo corazón para ex-traérselo frente a la pila de ca-dáveres quemados. Hay dosmujeres: Elena y sus elemen-tos y la Helena, la subastada,la rescatada, la griega.

Se imagina la muerte, laexistimos en creer que ésta es.Merecemos, entonces, la ago-nía, para dejar constancia deque vamos al mismo lugar, alorigen. Al morir nacemos des-de la podredumbre.

3.-¿Qué ojos no han mirado el

sitio donde sólo es posible re-velarnos como restos de ba-rro, madera, vega sigilosadonde el animal acuático en-torpece nuestro tránsito porla única confesión que no ha-

cemos? Otro ha muerto ennuestro lugar, lo calumniamosen la caja del viaje, y nos mi-ramos en los párpados cerra-dos de quien lleva carta depresentación a lo desconoci-do. La alteridad carga el reca-do: nos vamos al lugar dejadopor el que silenciosamente"decidió" percibir primero elimaginario invisible.

¿Qué polvo nos percibe, elquevediano? De muerte ena-morada estamos hechos. Ellugar nos selecciona, nos re-vela sus adentros, donde sólocabemos en silencio, atadosa un bocado de tierra, a unabocanada de muerte, que esdecir el silencio mordido porla mueca final. El lugar sigueallí, con los huesos de lo quecallamos.

4.-Pero tendremos otros ojos

para mirarnos, para desnu-darnos y deshacernos de ladesmemoria, de aquello quedejamos a un lado, lo que ol-vidamos en el quicio de unatarde y dejamos que el mohode las horas borrara de nues-tro empequeñecido horizon-te. Alguien se sienta en la mis-

ma silla de aquellos que no es-tán, de aquellos que son sóloun pedazo de imagen en me-dio de la embriaguez o de ladulzura del sueño. De aquellosque se aparecen bajo el sol ycaminan a nuestro lado. Final-mente, son calcinados por laluz, empujados hacia la som-bra que se mueve bajo un ár-bol mudo y reseco.

Por esos lados está el lugar,el sitio que acumulamos en lassienes y amamos hasta atur-dirnos. El sitio que no casi nofrecuentamos, el mapa que senos rompe a cada paso. El pa-pel que nos nombra y nos con-firma la legalidad en esta tie-rra que pisamos y maltrata-mos. El origen nos reclama.Nos limita: ya no somos de allí,de esa costra de tierra, de esebarro y germinación del díacon que amanecemos... que-damos intactos en la vieja foto.Pero no somos los mismos.Hemos regresado al futuro.Allá, donde queda el estanquehay una sombra nominadapor la boca de quien invisiblepisa su propia ausencia.

En caso de andar de puntillas,queda saber si es posible acallar

tanto silencio.

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Vuelve 'Proa': Rescate de la revista literariafundada por Borges

Contenido Maracay, Sábado 19 de enero de 201310

MAURICIO VICENT

En julio de 1924 el escri-tor argentino Jorge LuisBorges regresó a Buenos

Aires después de su segundoviaje a Europa, de un año deduración. Tenía 25 años y vol-vía a casa con la cabeza llenade ismos y pájaros literarios,aunque ya por entonces sehabía alejado del vanguardis-mo ultraísta y exploraba otrosterrenos más jugosos, como elcriollismo urbano y la cons-trucción de una mitología delo propio, junto al redescubri-miento de los clásicos anti-guos y modernos. Borges ha-bía editado ya Fervor de Bue-nos Aires (1923) y antes im-pulsó la publicación de lashojas de Prisma y la revistaProa en su primera etapa (tresnúmeros, entre 1922 y 1923),plataforma del ultraísmo enAmérica. Sin embargo, cuan-do en agosto de 1924 él yotros tres jóvenes escritoresargentinos -Alfredo Brandán,Ricardo Güiraldes y PabloRojas Paz- refundan Proa, ini-cian una aventura literaria devanguardia que iría muchomás allá de la influencia ul-traísta y que, en sus 15 núme-ros y dos años escasos devida, dio cabida en el mismoespacio a corrientes luegoirreconciliables.

Este legado "inclusivo" deProa acaba de ser rescatado enuna cuidada edición facsimi-lar a cargo de Anthony Stan-ton y Rose Corral, investiga-dores del Centro de EstudiosLingüísticos y Literarios delColegio de México. Además dereproducir los 15 números dela segunda etapa de Proa consus portadas originales, losacadémicos realizan un ensa-yo introductorio en el que rei-vindican la importancia de lapublicación en aquellos mo-mentos de efervescencia cul-tural, cuando varias pequeñasrevistas, a cada cual más ico-noclasta y excluyente, pugna-ban por hacer valer su voz ysu respectivo ismo a amboslados del río de la Plata.

En 1924 acababa de apare-cer el periódico Martín Fie-rro, "demoledor en su irreve-rencia y en su afán crítico",según Stanton. Lo curioso,

afirmó, es que "los mismosescritores argentinos colabo-raban en los dos lugares,pero el carácter de lo que pu-blicaban era distinto en cadacaso". "En la segunda Proabrilla el arte de evitar las po-lémicas y su afán de cons-trucción plural, rasgos que laalejan de la típica revistavanguardista, que suele prac-ticar un sectarismo dogmá-tico", indica Corral.

Pero ¿quienes eran los co-laboradores de Proa? Desdeluego, los escritores argenti-nos y americanos más valio-sos del momento, empezan-do por Borges y los otros di-rectores de la revista, además

de Macedonio Fernández,Roberto Arlt, Neruda o Vi-llaurrutia, también Lorca,Ramón Gómez de la Serna,Guillermo de Torre o Benja-mín Jarnés, entre los españo-les, y representantes delneosimbolismo francés (hayespléndidos poemas de JulesSupervielle, Saint-John Per-se y Jules Romains).

Para ilustrar sus páginashace caricaturas y grabadosNorah Borges (hermana delescritor), y también el pintorargentino Xul Solar saluda "laaventura y la hazaña" de laaparición de Proa con uncuadro del mismo nombre.En el óleo aparecen "tres

Grabado de Norah Borges, hermana del escritor, publicado en el número 1 de la revista, en agosto de 1924

hombres, lanzas en mano,colocados en la proa de unbarco y dispuestos a enfren-tar las adversidades que lesesperan en alta mar: serpien-tes erguidas, amenazadoras,y ondas dentadas", una bue-na metáfora del espíritu de lapublicación, creen los auto-res del ensayo, que destacanla carta enviada por los di-rectores de Proa a un grupode escritores latinoamerica-nos en 1925 "Trabajamos enel sitio más libre y más durodel barco, mientras en los ca-marotes duermen los bur-gueses de la literatura".

"Hay un afán claro de tras-cender el vanguardismo cos-

mopolita y acceder a una mo-dernidad universal desde lascondiciones específicas de lacultura local", aseguran Stan-ton y Corral. En aquellos añoslos distintos ismos eran radi-calmente iconoclastas y pro-movían la experimentación,la ruptura. Y en su mismo tí-tulo, Proa, asume ese espíritupionero, pero "lo maravillosoes ver cómo en su travesía larevista fue dando a conocer unenorme universo que puedeconcebirse como un espejo dela modernidad: el romanticis-mo visionario (en los poemasde Marechal), la metafísicacriolla de Macedonio Fernán-dez, la narrativa de las orillasde Buenos Aires que empezóa fraguar Roberto Arlt, elamericanismo estético de Güi-raldes, ciertas nostalgias pos-modernistas, el neosimbolis-mo francés, los poemas crea-cionistas del chileno JuanMarín, la nueva vanguardia deNeruda. En un momento losdirectores de la revista dicenque el único ismo que rige subrújula es el individualismo".

Joyas en Proa hay muchas.La traducción de Borges dela última página del Ulises ysu ensayo pionero sobre laobra de Joyce, o su proyec-to criollista -del que luegorenegaría- presente en el tex-to La pampa y el suburbioson dioses, publicado en elúltimo número de la revista.En él declara "En cuatro co-sas creemos: en que la pam-pa es un sagrario, en que elprimer paisano es muy hom-bre, en la reciedumbre de losmalevos, en la dulzura gene-rosa del arrabal". Otras per-las son las prosas de Mace-donio o los versos precocesde Raúl González Tuñón, quepublica un poema de am-biente prostibulario, MaipúPigalle, "sorprendente nega-ción del tango, escrito a los19 años", cuenta Stanton. Laedición facsimilar, una cola-boración de la Bibliteca Na-cional de Buenos Aires y laFundación Jorge Luis Bor-ges, pretende que Proa zar-pe de nuevo para rescatar sulegado y también, aseguranStanton y Corral, "para ofre-cer a los lectores un abanicode obras perdurables, mu-chas tan frescas hoy como lofueron ayer".

Page 3: Suplemento Cultural Contenido 19-01-13

Maracay, Sábado 19 de enero de 2013 Contenido 31

Kafka: La solución a un enigma FERNANDO BERMEJO RUBIO

Todo el mundo, incluyen-do al gremio de la críticaliteraria, cree saber qué

cuenta Franz Kafka en Latransformación(¡no La meta-morfosis!), el relato conside-rado obra emblemática de laliteratura moderna y cuyocentenario acabamos de cele-brar: Gregor Samsa se meta-morfosea en un bicho-insec-to, conjurando así el carácterabsurdo y opaco de nuestracivilización. Pero ¿y si todo elmundo estuviera equivocadoy no hubiera aquí nada grotes-co ni inescrutable?

¿Se han preguntado algunavez por qué, si la intención deKafka hubiera sido narrar lametamorfosis de un hombreen insecto, se nos habla de susangre y su carne, de sus lá-grimas y su risa, de su cuello ysus orificios nasales, de su po-sición erguida y de sus discur-sos? Extraño insecto, a fe mía.¿Por qué los familiares se re-fieren a su posible"mejoría",por qué su madre le llama "midesdichado hijo", por qué suhermana entra en su habita-ción a horas fijas para venti-larla y alimentarlo, por quétodos se santiguan ante su ca-dáver? ¡Sorprendente manerade tratar a un monstruoso bi-cho! Si los kafkólogos tuvieranrazón, el judío de Praga seríaun escritor incompetente.

Pero si prescindimos de lasupuesta metamorfosis y lee-mos con atención, hallamosuna narración perfectamenteinteligible, que tiene comoprotagonista a un hombre in-genuo y emocionalmente frá-gil que se pliega en demasía alos intereses de su familia einterioriza los juicios ajenoscon excesiva facilidad. La his-toria -que tiene su verdaderocomienzo cinco años atrás,cuando se produce la quiebradel negocio paterno-revela unhogar infame donde Gregor esvíctima de una familia ociosay sin muchos escrúpulos, a laque mantiene mientras se des-loma trabajando. Este hombreagotado un día cae enfermo, y-entreviendo que, para los su-yos, vale solo mientras les sir-ve- comienza a percibirse talcomo los otros le verán: comoun bicho, un ser insignifican-te y deleznable. Y, en efecto,aunque Gregor se debate en-tre la autoafirmación y la su-

misión, el rechazo que sufre lehará asumir paulatinamente lavisión de sus verdugos, segúnla cual él -la víctima-es un sermiserable, nada sino un bicho.

Ahora bien, ¿quién noscuentaesta historia? Aunque elrelato está narrado en tercerapersona, en realidad la voznarrativa no es omnisciente,sino que refleja una perspec-tiva limitada, que coincideesencialmente con la del pro-pio protagonista. ¡Esto signi-fica que La transformaciónestá contada en la perspecti-va de una víctima! Si un se-cuestro fuese narrado por unaquejado del síndrome de Es-tocolmo, o un abuso sexualpor alguien bloqueado por

una dependencia emocionalhacia su agresor, ¿cuánta ver-dad cabría esperar de seme-jante narración?

Precisamente aquí se des-peja la solución al enigma,pues cuando la propia víctimallega a compartir la visión delcírculo victimario la verdadmisma desaparece, imponién-dose como "verdad" una ver-sión distorsionada en la que lavíctima es presentada comoun ser infrahumano. Los nazisllamaban "bichos" a los judíos.Durante el genocidio ruandés,los hutu llamaban a los tutsiinyenzi ("cucarachas").

Esta completa sustituciónde la verdad por la mentiravictimaria ha sido magistral-

FERNANDO BERMEJO RUBIO es doctor en Filosofía y máster en Historiade las Religiones. Autor de, entre otros, El maniqueísmo. Estudiointroductorio (Trotta, 2008) y coautor de Textos gnósticos. Bibliotecade Nag Hammadi (3 vols. Trotta, 1997-2000).

mente reflejada por Kafka enLa transformación. De estemodo se entiende el relato entoda su complejidad, así comoel hecho aleccionador y terri-ble de que, si bien este estáplagado de indicios de la ge-nuina humanidad del protago-nista, apenas nadie repare enellos. Como en el célebre ex-perimento en el que la presen-cia de un gorila no es percibi-da por los espectadores quetienen su atención fija en elmovimiento de una pelota, elser humano resulta invisible

para quienes están obsesiona-dos con las vicisitudes delpresunto insecto. Las implica-ciones para nuestra herenciacultural son tan inmensascomo inquietantes.

Kafka sondeó el mal que rei-na en nuestro mundo y losmodos en que pasa inadverti-do. Recién cumplidos los cienaños de su despertar literario,deberíamos desechar de unavez la cháchara del "absurdo"y lo "ininteligible", y comen-zar a reconocer en su obra unadespiadada lección de lucidez.

Page 4: Suplemento Cultural Contenido 19-01-13

Maracay, Sábado 19 de enero de 201332 Contenido

El cuerpo de la transparenciaROSANA HERNÁNDEZ PASQUIER

PRONÓSTICODEL TIEMPOLa estación es un oráculonombra en lengua de montañasazoteas y patiosEs femenina en lo apacibleciclón en el torrenteen el descenso ángelParece de charolmas el astro mora en otraslatitudesLa cascada es una circulacióninteriorsu diástole late en los rinconesde la casasentimos su rugirEn este invierno que no cesaestán contenidos tus vocablosHemos comenzado a despertara tu conocimiento

PEQUEÑOCONOCIMIENTOANTEDILUVIANOLa vida puede vislumbrarseen la gota de aguaElla contiene brotes y lumbrerasembarcación para este tránsitoPor ella la casa del Arco Irisprolonga su colay llega la luz de la alianza al ojodistraídoNosotrosseres de su temploatlantes perdidosen el sueño errado de la ciudadpoco entendemos de sutransparencia

ARCANO DE TODOSLOS DÍASAjenos transitamos tus paredesel rumor de tus corrientesaletargaTímidosevocamos tu antiguoconocimientoDónde el ánfora que contienetu sabiduría luminarLa presencia viene por el ansiaentras en el cuenco de lasmanospara apagar en este ocasoel sol de la sed

INFINITA POSIBILIDADEl descenso trae la música de inviernosu tono de letaníacae sobre la lámina de zincEl sauceun pequeño diluvioafianza sus raícesEl arco del paraíso afloraentre jazmines y árboles de mangoEl Caribe es tu reinobajo tu aguacerose guarece la llama de todos los patiosel miedo o la infinita llama del verde quenos atraviesade tu centro salió un muro de rugidos

LENGUAJE DEL MERCURIOLos espejosno son como estas aguasHablan de visionesde la costa de lo /reflejable/La fragilidad vive atrapada en sus cristalesHabla del otro que fuimosalucinado por el brillo del azogueoscurecido en su mar de intimidadQué habita el pulimentode ese metal que nos duplicaEn los espejos hay un temblor de aguaque siempre nos detienea Omar Gutiérrez peña

DESEQUILIBRIOLos signos de las aguas estanca-dasson ajenos a su naturalezaEn sus bordes jadea la extinciónDetenidassu código es distintosu número es finitoCaen las cartas de su encierroDentroun aleteo de pez nos trastocaEs la última actuacióny sin comprender el insondableencantamientola inclinación ante ellases el gesto de la despedida