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CRÍTÍCÚN, 78, 2000, pp. 5-28. Supervivencias humanísticas en la España tridentina de finales del siglo xvr. el caso de la Biblioteca escurialense* François Géal École Normale Supérieure, Paris A Paloma Bravo, agradeciéndole su segunda lectura Con la fundación de El Escorial, la Biblioteca real anhelada por parte de la élite intelectual se hace realidad. Una de sus particularidades, en efecto, es no haber sido mera proyección ideal, al contrario de otras figuras analizadas en mi Tesis doctoral sobre el imaginario de la biblioteca en la España del siglo de Oro 1 . Las realizaciones filipinas, en parte fieles, en parte infieles a los textos programáticos de Páez de Castro, Cardona o Agustín, son el resultado de reflexiones complejas que no permiten disociar fácilmente los elementos epistemológicos de las cuestiones ideológicas y políticas. Los historiadores no carecen de argumentos para hacer de El Escorial una fortaleza ideológica incomprensible fuera del contexto tridentino.¿No fue colocada la primera piedra del monumento el mismo año que se concluía el Concilio de Trento 2 ? ¿No quería subrayar Felipe II, ante todo, su posición eminente al frente de la nueva Cruzada 3 ? La vigorosa proclamación de una ideología acreditada en particular por el * Una versión primitiva de este texto fue presentada el 25 de enero de 1999 en el Seminario de la Casa de Velázquez dedicado al tema: «Espiritualidad tridentina y representaciones literarias y artísticas». 1 Figures de la Bibliothèque dans l'imaginaire espagnol du Siècle d'Or (Paris, Champion, 1999). 2 Cf. en particular A. Frémaux: «Sobre la significación tridentina del monasterio de San Lorenzo de El Escorial», en Hommage à A. Joucla Ruau (Paris, Les Belles-Lettres, 1975, pp. 117-136). 3 Como lo nota M. Fernández Alvarez, en la terminología monárquica no se alude a la noción de Palacio sino a la de «casa y monesterio de San Lorenzo el Real»: éste ocupa un modesto lugar en la prolongación del espacio religioso (Felipe II y su tiempo, Madrid, Espasa-Calpe, 1998, p. 910).

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CRÍTÍCÚN, 78, 2000, pp. 5-28.

Supervivencias humanísticasen la España tridentina de finales del siglo xvr.

el caso de la Biblioteca escurialense*

François GéalÉcole Normale Supérieure, Paris

A Paloma Bravo, agradeciéndole su segunda lectura

Con la fundación de El Escorial, la Biblioteca real anhelada por parte de la éliteintelectual se hace realidad. Una de sus particularidades, en efecto, es no haber sidomera proyección ideal, al contrario de otras figuras analizadas en mi Tesis doctoralsobre el imaginario de la biblioteca en la España del siglo de Oro1. Las realizacionesfilipinas, en parte fieles, en parte infieles a los textos programáticos de Páez de Castro,Cardona o Agustín, son el resultado de reflexiones complejas que no permiten disociarfácilmente los elementos epistemológicos de las cuestiones ideológicas y políticas.

Los historiadores no carecen de argumentos para hacer de El Escorial una fortalezaideológica incomprensible fuera del contexto tridentino.¿No fue colocada la primerapiedra del monumento el mismo año que se concluía el Concilio de Trento2? ¿Noquería subrayar Felipe II, ante todo, su posición eminente al frente de la nuevaCruzada3? La vigorosa proclamación de una ideología acreditada en particular por el

* Una versión primitiva de este texto fue presentada el 25 de enero de 1999 en el Seminario de la Casa deVelázquez dedicado al tema: «Espiritualidad tridentina y representaciones literarias y artísticas».

1 Figures de la Bibliothèque dans l'imaginaire espagnol du Siècle d'Or (Paris, Champion, 1999).2 Cf. en particular A. Frémaux: «Sobre la significación tridentina del monasterio de San Lorenzo de El

Escorial», en Hommage à A. Joucla Ruau (Paris, Les Belles-Lettres, 1975, pp. 117-136).3 Como lo nota M. Fernández Alvarez, en la terminología monárquica no se alude a la noción de Palacio

sino a la de «casa y monesterio de San Lorenzo el Real»: éste ocupa un modesto lugar en la prolongación delespacio religioso (Felipe II y su tiempo, Madrid, Espasa-Calpe, 1998, p. 910).

6 F R A N Ç O I S G É A L Criticón, 78,2000

culto de las reliquias4, se expresa también, mutatis mutandis, mediante los librosconservados allí.

Se ignora a menudo la presencia, en El Escorial, de varias colecciones distintas.Almela, autor de uno de los primeros textos dedicados a la Fundación5, enumera cinco«bibliotecas». Hay, primero, los tres elementos constituyentes de lo que va a formar elcentro de mi exposición, o sea: la Biblioteca escurialense propiamente dicha o «salaprincipal», única en estar decorada con frescos y en haberse conservado intacta hastanuestros días6; una sala alta situada encima; otra sala adyacente, reservada a losmanuscritos7. Y hay, luego, la Biblioteca Coral de la Basílica y la «librería particular delcanto del Seminario», con la existencia de más de 200 cantorales magníficamenteiluminados8. Y eso que Almela no toma en cuenta las bibliotecas individuales de losmonjes, ni la colección personal del rey, de carácter casi exclusivamente devoto, algosemejante a la de un clérigo medio'...

Elementos todos que, sin embargo, se tienen que situar en su contexto particular yque, conviene señalarlo de antemano, no pueden agotar el significado de la empresabibliotecaria en El Escorial.

UNA I N S T I T U C I Ó N AL SERVICIO DE UNA P O L Í T I C A DE P R E S T I G I O

Un competidor directo : la Vaticana

En primer lugar, la empresa real participa de un enfrentamiento político general queopone al monarca español a la mayor parte de los príncipes europeos: se manifiestarespecto a la Librairie edificada por Francisco I, que Páez, además, no dejaba demencionar para provocar los celos de Felipe II e incitarle a crear una similar ; se expresatodavía más respecto a la Biblioteca del Papado con el cual el Rey Prudente mantendrá

4 Cf. M. Moran y F. Checa: El Coleccionismo en España (Madrid, Cátedra, 1985, pp. 173-178 ypassim).

5 Descripción de la octava maravilla del mundo..., por Juan Alonso de Almela, «médico, natural y vecinode Murcia», manuscrito de 1594 (ed. G. de Andrés: Documentos para la historia de El Escorial, t. VI, ElEscorial, 1962, p. [39]-98).

6 Sin embargo en 1872, un incendio, al producir numerosas infiltraciones, acarreó importantesdesperfectos en los frescos del centro de la sala, que se habían conservado íntegramente hasta el momento.Cf. C. García-Frías Checa: La pintura mural y de caballete en la biblioteca del Real monasterio de El Escorial(Madrid, Editorial Patrimonio Nacional, 1991, p. 59).

7 A partir de 1587, estas dos salas fueron adornadas con más de 160 retratos mandados desde Roma porel Dominico Alfonso Chacón, y que representaban esencialmente a santos y papas. El detalle de las entregassucesivas indica el progresivo aumento de la proporción de retratos de papas y santos en detrimento de loshombres famosos. La mayor parte quedó destruida en el incendio de 1671, pero conservamos un esquema delas modificaciones realizadas en 1614 en la sala de los manuscritos por Alaejos, entonces al frente de laBiblioteca.

8 (Descripción de la octava maravilla del mundo..., p. 61).9 41 de los 42 volúmenes conservados en la habitación real tenían un carácter religioso, según G. Parker:

Philip ¡I (Boston-Toronto, J. H. Plumb General Editor, The Library of world biography, 19782, p. 54). En lacláusula n° 9 del Codicilo del Testamento (1597), apuntaba el monarca que estas obras debían «qued[ar] enlos mismos lugares para el dicho Príncipe y sucesores» {Testamento, ed. M. Fernández Álvarez, Madrid,Editora Nacional, 1982, p. 87). Como me lo sugiere con razón R. Saez, el «gran proyecto» no anula a losdemás. Existía también una biblioteca particular para la Botica; cf. A. Bustamante: La octava maravilla delmundo (Estudio histórico sobre El Escorial de Felipe II), Madrid, Editorial Alpuerto, 1994, p. 282.

LA BIBLIOTECA ESCURIALENSE 7

relaciones tensas durante la mayor parte de su reinado. La Real Biblioteca, émula de laVaticana, tiene un carácter de desafío frente a las realizaciones romanas con relación alas cuales cobra sentido : la mera contemporaneidad de la amplificación de la Vaticanapor Sixto V no deja de ser elocuente1". De esa rivalidad tenían plena conciencia loscoetáneos : los autores españoles que aludan a la Real Biblioteca se apoyaránsistemáticamente en una comparación con la Vaticana, más allá de la referenciaobligada a los modelos de la Antigüedad. Así ocurre con estas «Coplas dichas en loordeste monasterio de San Lorenzo el Real, que se hicieron en la Universidad de Alcalá deHenares»:

El monarca del mundo en la famosacasa, para que más se aventaje,le puso, entre mil raras cosas, cosaque del un polo al otro se nombrase,y fue una librería maravillosacon quien la Vaticana atrás quedaseen Roma, y en Egipto según creolo que encargó Demetrio Tolomeo1 !.

El vínculo original entre biblioteca y poder

Se trata de la reactualización de un esquema muy antiguo. En Alejandría, el afán desentar su poder en la posesión del escrito formaba el núcleo de la empresa fundadoradel Museion, instrumento político-cultural para los Ptolomeos12 y que tropezaría mástarde con la competencia de Pérgamo.

10 Empezaron las obras en 1587 y en 1589 se comenzó a pagar las pinturas, puntualiza R. LópezTorrijos («Humanismo y tradición. La decoración de la Real Biblioteca», en Felipe II y el arte de su tiempo,Fundación Argentaría-Visor Dis., 1998). Dentro de la abundante historiografía acerca de la evolución de laBiblioteca vaticana, remito también a A. Dupront: «Art et Contre-Réforme. Les fresques de la Bibliothèquede Sixte V», Mélanges d'archéologie et histoire, XLVIII, 1931, p. 282-307; P. Petitmengin: «Recherches surl'organisation de la Bibliothèque vaticane», Mélanges de l'Ecole Française de Rome, LXXV, 1963, p. 561; yJ. Bignami Odier: La Bibliothèque vaticane de Sixte IV à Pie XI (Cité du Vatican, 1973).

1 ! Texto citado en las Memorias de Fray Juan de San Jerónimo sobre varios sucesos del reinado de FelipeII, que la muerte del memorialista, prior del Monasterio, en 1591, sitúa poco antes de esta fecha (ed. M.Salva y P. Sáinz de Baranda, en Colección de Documentos inéditos para la Historia de España, t. VII,Madrid, Imprenta de la viuda de Calero, 1845, p. 274). De la misma manera, escribe Sigüenza: «Muchositalianos que han visto la Vaticana de Roma, que es tan excelente (anda ya hecho un libro grande della,porque no se hagan largos estos discursos) y otras muchas de Italia y Francia y otros Reynos, la estiman yreconocen por cosa excelente» (Historia de la Orden de San Jerónimo [1600-1605], ed. de J. Catalina García,Madrid, N.B.A.E., t. XII, 1907-1909, p. 579).

12 Según Ch. Jacob, «La Bibliothèque d'Alexandrie perpétuait sur un mode symbolique le rêveconquérant et œcuménique d'Alexandre qui voulait maîtriser le monde, de l'Extrême-Orient à l'Occident»(«La leçon d'Alexandrie...», Autrement: «La Bibliothèque. Miroir de l'âme, mémoire du monde», CXXI,avril 1991, p. 24). En la antigua China, «chaque fondateur de dynastie [...] dès son installation au trône, faitprocéder au récolement de la Bibliothèque et à l'acquisition systématique de textes», subraya J.-P. Drège: LesBibliothèques en Chine au temps des manuscrits (jusqu'au Xe siècle), Doctorat d'État, Univ. Paris VII, 1988(Lille, A. N. R. T., 1989), p. 16 sq. En cambio, cada una de estas dinastías se acaba inexorablemente con unadestrucción de biblioteca; el emperador Yuan (552-554) hizo destruir la suya frente a la amenaza enemiga...

8 F R A N Ç O I S G É A L Criticón, 78,2000

Aquel vínculo entre biblioteca y poder(es) cobró una nueva dimensión con lo queLucien Febvre llamaba la «civilisation de l'écrit»13. Muy pronto, en este campo comoen otros, Italia se beneficia de una experiencia única en Europa, experiencia a la vezconceptual y política —en el sentido etimológico del término— con la aparición, en elsiglo xv, de un nuevo modelo de biblioteca, gracias a príncipes-mecenas como losMedici o los Sforza en torno a los cuales se desarrollan academias eruditas ; así fuecomo se instauró una especie de «acoplamiento» auténtico pero a menudo ambiguoentre aristocracia del saber y aristocracia del poder, ambas al servicio una de otra14.Este nuevo modelo que se difundió rápidamente por la Hungría de Mathias Corvin o laFrancia de Francisco I se extendió con mayor o menor fuerza y amplitud por todos lospaíses europeos15. En este contexto hay que situar la edificación de la Biblioteca delEscorial y la importancia creciente que iba a tener dentro de la Real Fundación.

El auge de la Real Biblioteca

LA DISTANCIA ENTRE PLANOS INICIALES Y REALIZACIONES FINALES. En los planosiniciales de Juan Bautista de Toledo, está previsto que lo que todavía no es sino merabiblioteca conventual se sitúe en la zona del convento. Su sucesor Juan de Herrera nosólo va a duplicar la zona dedicada a la colección, sino conferirle una situaciónprivilegiada : localizada en el primer piso, da a la fachada principal (fig. l)u.

En este considerable cambio de estatuto, es preciso ver una inflexión nacida de lavoluntad de Felipe II. Desde el año 1565, había empezado a juntar decenas de libroscon destino a la futura Biblioteca17. Un mensaje dirigido a su embajador en Francia,

13 Cf. las obras clásicas de M. Mac Luhan: La Galaxie Gutenberg. La genèse de l'homme typographique,trad. fr. (Paris, Gallimard, 1977, 2 vols.) y E. Eisenstein: La révolution de l'imprimé à l'aube de l'Europemoderne, trad. fr. (Paris, La Découverte, 1991). Para R. Chartier, después de Gutenberg, «l'entière culturedes sociétés d'Occident peut être tenue pour une culture de l'imprimé, puisque les produits des presses n'ysont point réservés, comme en Chine ou en Corée, aux seuls usages des administrations du prince, maispénètrent tout l'écheveau des relations sociales, portent les pensées et les plaisirs, s'installent au for privécomme sur la place publique» (Les usages de l'imprimé..., Paris, Fayard, 1987, p. [1]).

14 Cf. a este respecto M.-M. Fragonard: «L'Europe humaniste», en Le grand atlas des littératures(Encyclopa:dia Universalis France S. A., 1990, p. 210-211). Construida bajo los auspicios de un Médicis(Julián, futuro papa Clemente VU), formando parte de las instituciones públicas florentinas —menospropiedad personal del príncipe que posesión estatal destinada a permanecer—, la Laurenziana es un ejemploperfecto de estas nuevas configuraciones. Edificada en 1534 por Miguel Ángel, constituye además una etapadecisiva en el acceso de la biblioteca a una arquitectura propia; R. Wittkower hace un relato detallado de laevolución de los proyectos sucesivos en su artículo: «Michelangelo's Laurenziana», Art Bulletin, XVI, 1934,pp. 123-218. Un amplio Salone iluminado por quince ventanas de cada lado sustituye el modelo basilicaltradicional: J.-F. O'Gorman emplea el término hall para definir el nuevo modelo creado (The architecture ofthe Monastic Library in Italy, 1300-1600, New York University Press, 1972).

15 Inglaterra se quedará durante bastante tiempo al margen de este movimiento, exceptuando lacolección del Duque de Gloucester, y seguirán predominando las colecciones eclesiásticas y universitarias.

16 La Real Biblioteca cobró este nuevo aspecto en 1573, obedeciendo así a un esquema arquitectónicotípicamente español, según A. Bustamante García (La octava maravilla del mundo..., p. 656). Según el mismoautor, esta disposición se documenta por primera vez en la Biblioteca del Colegio de Santa Cruz deValladolid.

17 Se entregan provisionalmente a los monjes que los guardan en sus celdas, o se depositan en edificiospróximos a la Fresnada, aldea situada cerca del Monasterio. Cf. el relato detallado de Ch. Graux en su

LA BIBLIOTECA ESCURIALENSE 9

dos años más tarde, cuando más de un millar de obras han sido ya reunidas, demuestraque la idea de una biblioteca reservada únicamente a las necesidades monásticas ha sidoabandonada :

[•••] es una de las principales memorias que aquí se pueden dejar, así para el aprovechamientoparticular de los religiosos que en esta casa hubieren de morar, como para el beneficio públicode todos los hombres de letras que quisieren venir a leer en ellos18.

EL RÁPIDO DESARROLLO DE UNA POLÍTICA DE ADQUISICIONES. Para realizar esteambicioso proyecto, nuestro monarca, que se las da de generoso mecenas, lanza unacampaña de adquisiciones de dimensiones nacionales e internacionales. Dentro de lapenínsula, la mayor parte de las mejores colecciones privadas19 —como por ejemplo lade Páez, provista de valiosos manuscritos árabes— se encaminan a El Escorial, y portodas partes en Europa, se echa mano de los agentes de la Monarquía Católica paradescubrir obras de valor. Así, el embajador en Venecia Guzmán de Silva participaactivamente en esa amplia junta de libros, proporcionando al rey los catálogos de lasprincipales bibliotecas italianas20 o aprovechando las expediciones a Oriente21.Aquellas acciones de gran envergadura posibilitadas por la hegemonía española marcanuna continuidad frente a los consejos dados por Páez y Cardona. Para dicha causa, seutilizan medios poco recomendables, y una personalidad ilustre de la que volveremos ahablar, Arias Montano, puede vanagloriarse en su correspondencia de engañar a loslibreros flamencos comprándoles obras destinadas a la Real Biblioteca pero que fingeadquirir para sí mismo22.

Todos estos libros van a sumarse al importante fondo personal del rey, quedesempeñará el papel de nidal, según la expresión de Sigüenza, en la primera entrega

clásico Essai sur les origines du fonds grec de l'Escurial, épisode de l'histoire de la Renaissance desLettres en Espagne (Paris, F. Vieweg, 1880, p. [353]).

ls* Carta del 28 de mayo de 1567, citada en la revista augustiniana La Ciudad de Dios, CXCVII, 2-3,mayo-diciembre 1984, n° extraordinario en el IV centenario de la terminación del Monasterio de SanLorenzo el Real de El Escorial, p. 246. Cabe insistir aquí en las nociones de «memoria» y «provechopúblico», que ya formaban el meollo del Memorial de Páez.

19 Con escasas excepciones como las de Fernando Colón o de Zurita.2 0 Dichos catálogos van a ser objeto de considerable interés: en la Ambrosiana, fundada a principios del

siglo XVII, se evitará cuidadosamente poner a disposición del público la lista de los fondos, no con el objetivode impedir la lectura de libros heréticos (que no se encuentran allí), sino para precaverse contra la avidez delmonarca español o del virrey de Milán. Cf. a este respecto A. Hobson: Grandes Bibliothèques, trad. fr. (Paris,Stock, 1971, p. 194).

2 1 Cf. Ch. Graux: Essai sur les origines..., pp. 117-118.2 2 Cf. la Correspondencia del Doctor B. Arias Montano con Felipe II, el secretario Zayas y otros sujetos

desde 1568 hasta 1580, ed. Marqueses de Pidal y de Miraflores y M. Salva, en Colección de Documentosinéditos para la historia de España, t. XLI, (Madrid, s. n., 1863), passim. Semejante política resultóglobalmente fructífera, aunque fuera sometida, como en otros campos, a vacilaciones: a veces, una excesivameticulosidad llevaba a Felipe II a descuidar trámites más sencillos y entonces corría el riesgo de que lesuperaran los competidores. Así, la colección del cardenal Sirleto, rica de 5.000 obras, que el rey hubieracomprado, de seguir el consejo de Alfonso Chacón, se quedó finalmente en Roma a falta de decisión rápida.Cf. sobre este tema C. von der Osten Sacken: El Escorial. Estudio iconológico, trad. esp. (Madrid, Xarait,1984, p. 97).

10 FRANÇOIS GÉAL Criticón, 78,2000

oficial de junio de 157523, a lo cual se añadirá pronto la colección más importantedesde un punto de vista cuantitativo y sobre todo cualitativo : la de Diego Hurtado deMendoza, en gran parte formada en Venecia. Un segundo hito se sitúa en 1587 con laintegración de la biblioteca de Antonio Agustín, última gran adquisición en toda lahistoria de la Biblioteca24. Aunque muy somera, esta reseña de la historia de suformación25 indica ya el vínculo predilecto, casi exclusivo, que existe entre la Bibliotecay su Fundador.

L A H E R E N C I A H U M A N Í S T I C A

Precisamente, si Felipe II se convenció de la necesidad de una gran Biblioteca, fueante todo porque cuadraba con sus gustos personales y las aspiraciones de susallegados.

Nacimiento y auge de una pasión

Si los Reyes Católicos habían formado ya una colección de obras no desdeñable26, siel gusto de Carlos V por la lectura es harto conocido, no se puede realmente asociar aninguno de estos personajes con el concepto de biblioteca27. Un interés marcado por lascolecciones —armas28, pinturas y sobre todo libros— constituye desde muy tempranoun rasgo de Felipe II29. El humanista Calvete de Estrella, su ayo más influyente en estecampo, le había comprado gran cantidad de obras, de las cuales buena parte, impresasen el extranjero en la mayoría de los casos, quedó finalmente prohibida por laInquisición30. También es probable que el primero de sus viajes al extranjero, entre

2 3 En realidad, la entrega oficial, en presencia de un notario, sólo se verificó en mayo de 1576, como lorelata C. von der Osten Sacken Sacken (El Escorial..., p. 99). Se trataba de 4.546 obras, puntualiza estahistoriadora, cifra que no engloba sólo los fondos primitivos de Felipe II, como lo afirma M. FernándezÁlvarez (Felipe II y su tiempo... p. 907), sino también otras aportaciones externas (en particular, a partir de1558, Felipe heredó los libros de María de Hungría, su tía, los de su padre y los de la reina doña Juana).

2 4 Al principio del siglo xvn, se abandonó la búsqueda de libros, aunque se produjeron tres aportacionesimportantes: los manuscritos árabes robados al sultán de Marruecos Mulay Zidan en 1614; las obrasconfiscadas a Alfonso Ramírez de Prado; y el legado del Marqués de Liche, formado en gran parte a partir delos restos de la Biblioteca del Conde-Duque de Olivares, bajo el reinado de Felipe IV.

2 5 Apoyándome en una larga lista de trabajos, a veces antiguos, me refiero más ampliamente a estacuestión en el capítulo 3 de mi Tesis doctoral (Figures de la bibliothèque...).

2 é Cf. M. Moran y F. Checa: £/ Coleccionismo en España..., p. 38 sq.2 7 Un inventario de 1545 menciona, al lado de valiosos relojes, algunas obras, pero éstas parecen tener

valor material más que intelectual. Cf. F. Checa: Felipe II, mecenas de las artes (Madrid, Nerea, 1992, p. 21).2 8 Felipe II organizó esta colección como un auténtico museo, en un edificio especial ubicado ante el

Alcázar madrileño.2 9 Esta pasión por los libros contrasta también con la actitud de sus sucesores, en particular Felipe IV,

quien dispondrá de una importante biblioteca privada, pero prefiriendo la pintura y el teatro.3" Sobre el papel fundamental de Calvete, cf. J. L. Gonzalo Sánchez-Molero: ha «Librería rica» de Felipe

II. Estudio histórico y catalogación (Ed. escurialenses, 1998, p. 50 sq.), que constituye el mejor estudio, hastala fecha, de la colección primitiva del príncipe, abarcando el periodo 1535-1559. El afán básicamentepedagógico, al principio, da paso, a partir de 1545-1547, a una motivación enciclopédica que se apoya en laBiblíotheca Universalis de Gesner. «Entre 1541 y 1547, Calvete de Estrella había adquirido, en una actividadfrenética, cerca de mil títulos, distribuidos en unos seiscientos volúmenes» (p. 54). Pero más que su volumen—ya importante para la época— es el lujo de las encuademaciones y todavía más el contenido de estacolección reunida en la Torre del Alcázar de Madrid, lo que nos importa: aunque la presión inquisitorial no

LA BIBLIOTECA ESCURIALENSE 11

1548 y 1551, con destino a los Países Bajos pero pasando también por grandes ciudadesitalianas, desempeñó un papel importante : el itinerario no comprendía Florencia,Roma o Venecia, pero sí Milán o Mantua, donde triunfaba el mecenazago de losGonzaga, y el Príncipe iba acompañado por grandes bibliófilos tales como GonzaloPérez, Antonio Agustín, o Francisco de Mendoza31.

Al donar a El Escorial la mayor parte de su biblioteca personal de la cual habíaredactado o por lo menos revisado y anotado un catálogo, que desdichadamente seperdió^ Felipe II señala su preocupación por los libros. Va a ocuparse personalmentede las transacciones relativas a la compra (más o menos forzada) de bibliotecasprivadas, demostrando por esta tarea un interés cada vez más patente33. Con todarazón puede escribir José Luis Gonzalo Sánchez-Molero :

el «rey de los papeles» se configura], además, como el «rey del libro o el papel impreso», conunos conocimientos sobre su biblioteca y sobre el libro en sí que desmienten el supuesto afándiletante o de mero coleccionista bibliófilo que pudiera serle atribuido34.

El «brain-trust» de Felipe 11

También, hace falta insistir en la influencia determinante de parte de las élites cultascon las que Felipe II, lejos de actuar como un déspota solitario, se cuidó de consultar.Páez o Cardona se dirigían al rey motu proprio para sugerir la creación de unaBiblioteca real u ofrecer soluciones : el monarca completa su información solicitando el

fuera entonces tan fuerte como lo sería a partir del índice de Valdés de 1559, Calvete era consciente delpeligro que suponía la índole erasmista y la nota heterodoxa de estas adquisiciones, ya que solía disfrazar loslibros «dudosos» como ediciones aldinas (ibid., p. 71).

3 1 Cf. C. García-Frías Checa: La pintura mural..., pp. 18-19. Por lo menos esta influencia sobre losgustos del monarca es patente en el campo artístico: de ahí su afán por llegar a ser, dentro de la catolicidad,el mayor mecenas de su tiempo, lo que explica que El Escorial fuera también, ya en época del monarca, unextraordinario museo.

32 Este catálogo, evocado por Sigüenza (Historia de la Orden..., p. 587), fue repertoriado por Alaejos alprincipio del siglo xvn. Las hipótesis de los eruditos de nuestro siglo nos hunden en un auténtico vértigoborgesiano: ¿desapareció en el incendio de 1671, como sugiere Antolín y Pajares (La Real Biblioteca delEscorial, Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia el día 5 de junio de 1921, El Escorial,1921, pp. 22-23)? ¿Existía todavía a mediados del siglo xix, como supone Graux, apoyándose en eltestimonio de Gachard? J. L. Gonzalo Sánchez-Molero opina que la hipótesis de Antolín es correcta y que noexiste en la actualidad ninguna copia de dicho catálogo. Para decidir qué libros debían ser entregados a laFundación, el monarca había ideado un sistema de signaturas o signos que conocemos gracias a Sigüenza, unsistema que influyó en la manera posterior de inventariar los libros recibidos (La «Librería Rica» de Felipe//..., pp. 32-33). «Cuando hay alguna duda, es Felipe II quien la resuelve, no sus secretarios, no susGuardajoyas, él mismo responde, demostrando no sólo su implicación en todo lo relacionado con su librería,sino también su autoridad en todo lo concerniente a la materia. No era ésta tarea propia para un Monarca:ser bibliotecario, pero Felipe II la desempeño con agrado» (ibid., p. 83).

3 3 El 25 de febrero de 1572, el secretario Antonio Gracián le escribía al embajador en Venecia Guzmánde Silva: «cada día veo que recibe [el reyj más gusto dello y esta semana pasada me mandó desde el Pardoembiase aquí unos libros que se han tomado del almoneda del Conde de Luna en León, en que ay algunoscuriosos, y se holgó y entretuvo allí algunos ratos con ellos» (citado por Ch. Graux: Essai sur les origines...,p. 119, n. 1).

3 4 La «Librería rica» de Felipe II..., p. 39.

12 F R A N Ç O I S G É A L Criticón, 78,2000

parecer de otros especialistas, esos «intelectuales al servicio del poder» de los que hablaFernando Checa35.

Para limitarme a un solo ejemplo, citaré el de Ambrosio de Morales. Consultadodesde 1566, subraya la importancia de una selección cualitativa que debe tomar encuenta, ante todo, los manuscritos «originales»36. En mayo de 1572, cuando leencargue la misión de estimar los bienes culturales de los establecimientos eclesiásticosen Asturias, León y Galicia, el rey se acordará de las enseñanzas de su consejero: susinstrucciones repiten con los mismos términos los temas en que éste hacía hincapié37.

Un contenido enciclopédico

ÍNDOLE DE LOS FONDOS CONSERVADOS. La mera contabilización de las coleccionesentregadas a El Escorial, al poner de relieve nombres como los de Páez de Castro,Hurtado de Mendoza o Agustín significa implícitamente que se iba a tomar en cuentatodo un legado humanístico reunido por aquellas eminentes personalidades, y hace dela Real biblioteca una «biblioteca de bibliotecas del Renacimiento español», comoescribe Fernando Checa38.

Desseo juntar una copiosa librería de todo género de buenos libros, en todas lenguas yFacultades, y la principal parte della (como tengo entendido) ha de ser de los escriptos demano y raros, principalmente de alguna antigüedad, assí griegos como latinos, y de otraslenguas39,

manifestaba con audacia Felipe II, en 1572. Desde este punto de vista, se observó laidea típicamente humanística de Páez de un saber enciclopédico capaz de abarcar todoslos campos del conocimiento.

LA CLASIFICACIÓN DE ARIAS MONTANO. La clasificación operada a partir de 1577-78por Arias Montano, nombrado Librero mayor4", sigue la misma pauta. Procede de unadivisión en 64 categorías realizada en cada uno de los idiomas después de separarimpresos y manuscritos, lo cual nos introduce en la totalidad multicolor de un saberuniversal. Dotado de inmenso interés epistemológico, pone en tela de juicio la jerarquíatradicional que otorgaba una preeminencia absoluta a la Teología.

3 í Felipe ¡I, mecenas de las artes.,., p. 15. Al contrario de lo que dice este autor, nada permite afirmarque el texto de Páez sea fruto de una consulta. Me parece ser más bien un aviso espontáneo.

3 6 «[...] muchos originales de mano antiguos y muy escogidos». Este «Parecer sobre la librería para ElEscorial» es citado por Ch. Graux (Essai..., pp. 32-34). Los términos utilizados pertenecen al léxico de lacaza y dicen el carácter voluntarista de la empresa: «darse han los avisos que conviene usar en esta caca parabolver con mucha presa de ella » (mío el subrayado).

3 7 «[...] reconozcáis los Libros así de mano, como de molde, antiguos, raros y exquisitos», citado enViaje de Ambrosio de Morales por orden del Rey D. Phelipe 11 a los Reynos de León, y Galicia, yPrincipado de Asturias, reed. facsímil de la ed. con notas de Henrique Flórez (1765), Madrid, El bibliófilo,1985, p. 3.

3 8 Felipe II mecenas..., p. 385.3 9 Carta a Guzmán de Silva del 20 de abril de 1572 citada por G. Antolín y Pajares: La Real

Biblioteca..., p. 39. R. Saez me hace constar un interesante traslado semántico: la expresión «buenos libros»designa habitualmente obras de devoción.

40 Cf. el importante libro de B. Rekers: Benito Arias Montano, trad. esp. (Madrid, Taurus, 1973).

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La extraordinaria cultura de este políglota hacía de él una autoridad suprema paralos monjes-bibliotecarios4!. Además, en virtud de su experiencia censoria] —se sabe queademás del gran proyecto de Biblia políglota llevado a cabo bajo su dirección en eltaller de Plantin42, fue él quien se encargó de redactar el nuevo índice reservado aFlandes43— Arias Montano pudo obtener del Inquisidor General un permiso especialpara expurgar los fondos de El Escorial sin que interviniera la Suprema.

Originalidad de los elementos arquitectónicos e iconográficos

LA DIMENSIÓN SIMBÓLICA DE LA DISPOSICIÓN ARQUITECTÓNICA. ES cierto que eledificio que abriga la Biblioteca no está aislado del resto de los edificios, tal como lodeseaba Cardona, y que ninguna señal exterior anuncia su presencia44; pero su estrechaintegración en el entorno arquitectónico permite precisar su función (fig.l).Complemento imprescindible del Colegio instalado dentro de la Fundación a pesar delas reticencias de los Jerónimos, la Biblioteca contribuye a darle sentido45. Aun nacidode la impulsión tridentina, sus Constituciones establecían en efecto una enseñanzacuidada de las tres lenguas (hebreo, griego, latín)46 : una de sus funciones sería formarfuturos eruditos capaces de manejar la Biblioteca.

Más aún, está colocada la Biblioteca en la encrucijada de la vida colegial y de la vidamonástica, simbólicamente ideada como punto de encuentro, si no entre lo sagrado y lo

4 1 En particular San Jerónimo y más aún Sigüenza, su sucesor a partir de 1592.4^ La empresa era patrocinada por un monarca deseoso de sacar provecho de ella en términos de

«imagen». El éxito de la operación impulsó a Felipe II a otorgarle a Plantino el monopolio de la edición deobras litúrgicas en la Monarquía Católica; en contrapartida, el monopolio de la venta lo tuvieron losJerónimos del Escorial, con Ja condición de que reservaran la mitad de los beneficios a la compra de librospara la Real Biblioteca. Sobre este punto, cf. L. Gil Fernández: Panorama social del humanismo español(1500-1800) (Madrid, Tecnos, 1997, p. 572).

4 3 Realizando este índice en colaboración con los teólogos de Lovaina, había aprovechado la ocasión, enrealidad, para salvar gran cantidad de obras prohibidas en el catálogo de Valdés...

4 4 Este esquema se opone al de la Marciana, en Venecia, que el Senado decidió edificar, a partir de 1536,al lado del palacio ducal. Dando a la Piazzetta, escenario de fiestas y representaciones, se impone por eldecorado de su fachada, rematada con estatuas de dioses antiguos.

4 5 Según A. Bustamante García, existe un vínculo de causa en la aparición de estas dos entidades: «[•••] laBiblioteca, organismo que surgirá cuando el concepto de Colegio adopte la forma definitiva» (La octavamaravilla..., p. 79), aunque S. Blasco Castiñeyra subraya su probable ausencia en la mente de los Jerónimos,cuya influencia en el desarrollo de la Biblioteca fue de lo más limitada («Los Jerónimos y los orígenes de laBiblioteca de El Escorial», en El libro antiguo español y otros estudios bibliográficos, al cuidado de M. L.López-Vidriero y P. M. Cátedra, eds. Univ. Salamanca-Patrimonio Nacional-Soc. Esp. de Historia del libro,1996, pp. 13-27).

4 6 C. van der Osten Sacken hace hincapié en la importancia de la teología escolástica en el programa deestudios de los colegiales (£/ Escorial..., pp. 93-94), y según S. Blasco, se orientaba, por lo menos al principio,hacia una formación exclusivamente clerical («Los Jerónimos...», p. 26). Sin embargo, ella misma constataque los Jerónimos se incorporaron, aunque de modo parcial y tardío, al movimiento cultural. Ya lo habíasubrayado J. Zarco Cuevas: «La Biblioteca y los bibliotecarios de El Escorial», La Ciudad de Dios, año 45,vol. 141, núm. 1249, junio de 1925, pp. 320-334 y sobre todo B. Rekers {Benito Arias Montano...). Éstepone el acento en las actividades exegéticas de un pequeño núcleo de monjes —Sigüenza, Alaejos, etc.— entorno a Arias Montano, quien durante algún tiempo profesó griego y hebreo en el Colegio. Dichasactividades se prolongaron hasta la muerte del bibliotecario Lucas de Alaejos.

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profano, por lo menos entre la esfera del estudio y la de la oración47. Dentro de uncomplejo arquitectónico multiforme capaz de preservar la autonomía de varias zonasdistintas, enlaza estas distintas funciones sin dejar de conservar, como dice ManuelFernández Alvarez, su «personalidad propia»48.

EL ECLECTISMO ICONOGRÁFICO. Se vuelve a encontrar esta voluntad sincrética en losfrescos de la sala principal, que ya han sido objeto de varias descripciones esmeradas49,pero cuyo sentido no siempre ha sido comprendido correctamente. Ante todo, cabesubrayar que la presencia de una iconografía dentro de la Real Biblioteca no es nadasorprendente : cualquier Biblioteca importante, desde el siglo xv hasta el xvm, integrael fondo y clasificación de los libros en el marco de un decorado más o menoselaborado50.

El eje mayor de este programa, que está fechado en la última fase de la construcción(aquellos frescos se realizan entre 1586 y 1592, mientras el resto del Monasterio estáprácticamente terminado desde 1584), es la representación de las siete Artes liberales,enmarcadas en las dos extremidades por la Filosofía y la Teología [fig. 2)51. El esquemade las Artes liberales participa de una tradición a la vez antigua y duradera en lasparedes de las bibliotecas europeas : se han conservado cuatro alegorías de las siete queadornaron, muy temprano, la de la Catedral de Le Puy, en Francia; y para tomar otroejemplo, hispánico éste, se sabe que los canónigos de la Catedral sevillana que habíanheredado los fondos de Fernando Colón mandaron pintar en 1562 un decorado—desgraciadamente ya no existe—, que volvía a utilizar, aunque para completarlo, estemismo esquema de las siete Artes52.

4 7 Para Sigüenza, la Biblioteca corre pareja con la Basílica, en la medida en que son los dos únicos sitiosde acceso general, factores de unidad y a un tiempo de delimitación espacial: «Estas dos pieças adunan todoel edificio y ellas mismas le dividen. Hazen poniéndose por medio, que los unos no estorven a los otros, y quequando fuere menester como moradores de una casa se comuniquen y concurran en uno» (Historia de laOrden..., p. 570). Este rasgo lo subrayan con razón C. García-Frías Checa (La pintura mural..., pp. 42-43) yA. Bustamante García (La octava maravilla..., p. 656).

4 8 Felipe 11 y su tiempo..., p. 101.4 9 Cf. M. Moran y F. Checa: El Coleccionismo en España... (pp. 97-106); C. von der Osten Sacken: El

Escorial... (p. 116); M. Scholz-Hànsel: Eine spanish Wissenchaftsutopie am Ende des 16 Jahrhundests(Münster, Verlag, 1987); F. Checa: Felipe II, mecenas de las artes... (pp. 380-401); y sobre todo ladescripción exhaustiva de C. García-Frías Checa: La pintura mural... (pp. 99-157). Sin embargo, el texto deSigüenza sigue ofreciéndonos una base decisiva, en la medida en que dedica largas páginas a los elementospictóricos imprescindibles para situar mejor el imaginario de los autores del programa.

50 Sobre aquellos «catalogues en images», escribió André Masson unas obras valiosas, en particular: Ledécor des Bibliothèques (Genève, Droz, 1972).

51 Significativamente, se pintó la alegoría de la Teología por el lado del Convento, mientras la de laFilosofía se dispuso por el lado del Colegio: «A la parte del Convento se puso la Teología, teniendoconsideración que aunque en el Colegio se estudia lo uno y lo otro, es más a propósito atribuyrles laFilosofía, porque allí comiençan los religosos siendo mancebos los estudios, entrando por la Dialéctica [...]»,justifica Sigüenza (Historia de la Orden..., p. 572).

5 2 Cf. J. M. Serrera: «Un precedente del programa iconográfico de la Biblioteca de El Escorial: el de labiblioteca capitular y colombina de la Catedral de Sevilla», en Real Monasterio-Palacio de El Escorial,estudios inéditos en conmemoración del IV centenario del Centro de Estudios históricos (Madrid, C.S.I.C,1987, pp. 1[57]-166). Otro precedente español: la bóveda de la Biblioteca de Salamanca pintada por

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Además, en El Escorial, los elementos que se añaden a la serie principal modifican susentido de propedéutica al estudio de las Ciencias sagradas que tenía según la tradiciónmedieval. Lo que llama la atención es el carácter ecléctico y polimorfo de un programaque define menos una «historia de la ciencia», como afirma Fernando Checa53, que unespacio donde vienen idealmente a tomar sitio las distintas edades de la tradicióncultural (antigua, medieval, moderna) que se entremezclan y responden, gracias a unasutil dosificación entre retratos, alegorías y figuras simbólicas.

Una discreta evocación del patrimonio nacional pone de relieve a varios autoreslatinos de origen español (Séneca, Quintiliano) y también a la ilustre figura de Nebrija;pero lo más notable es que las figuras dominantes provienen, por un lado, del AntiguoTestamento —de lo cual, según Julián Gallego, hay escasos ejemplos en España en lossiglos xvi y xvn— (por ejemplo : «David exorcizando por medio de música a Saúl», o«Ezequías enfermo e Isaías señalando el prodigio del reloj de sol de Acaz»)54, y porotro lado, elemento aún más digno de consideración, de la Antigüedad greco-latina (porejemplo, «La Escuela de Atenas con Zenón y Sócrates»-55, «Cicerón defendiendo a CayoRabirio», etc.).

Sigüenza se dedicará a una vigorosa apología de los elementos paganos dentro de laBiblioteca, justificándolos por la índole real de la libería y por el papel particular de éstaen la economía general de la Fundación :

Algunos han querido reprehender que en esta librería ay mucho desto poético y gentil, yparéceles que en librería no sólo Christiana, mas aun de convento de religiosos, y Gerónimosno avía de aver nada desto, ni oler a cosa profana, todo avía de ser figuras y imágenes desantos, historias del viejo y nuevo Testamento, sin mezclar Sacra prophanis. Razón es deignorante o hypócrita. A cada cosa se ha de guardar su decoro. [...] Las librerías son apotecasy tiendas comunes para toda suerte de hombres y de ingenios ; los libros lo son y assí lo hande ser las figuras [...]. Esta librería es Real, y han de hallar todos los gustos como en mesaReal que los assíenta56.

Nos encontramos tanto más lejos del rigor formal del resto de la Fundación cuantoque grutescos, máscaras y figuras de animales fantásticos añaden impresiones de alegríay ligereza, en un asombroso contraste del que todos los visitantes pueden dar fe.

Felipe II maestro de obras

La hipótesis sustentada por quienes le deniegan a Felipe II cualquier responsabilidaden este programa iconográfico —tanto si se la atribuye principalmente a Arias

Fernando Gallego en los años 1480, que comportaba, según el testimonio de Münzer en 1495, una serie desiete Artes, de la que tampoco, desafortunadamente, queda nada.

53 Felipe II mecenas..., p. 385.5 4 Visión y símbolos en la pintura española del siglo de oro (Madrid, Cátedra, 19913, p. 178). Sin

embargo, cabe tener en cuenta la difusión de las imágenes antiguotestamentarias mediante la estampa. Sesabe que Arias Montano había traído de los Países Bajos gran cantidad de grabados de este tipo.

55 Puede tratarse de una reminiscencia del decorado de la Stanza della Signatura en el Vaticano,atribuido en su mayor parte a Rafael, una sala destinada a albergar una de las jurisdicciones más importantesdel papado y que probablemente le sirvió durante algún tiempo de Biblioteca a Julio II.

5 6 Historia de la Orden de San Jerónimo..., p. 577.

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Montano, según Bataillon, a Herrera, según Taylor, o a otros como Sigüenza, queafirma ser su autor57— me parece indefendible. En El Escorial todavía más que en otraspartes, el monarca estaba poco dispuesto a aprobar lo que no le gustaba : Greco loexperimentó a pesar suyo, mientras que Arias Montano, que se sintió varias vecesamenazado por el Santo Oficio a causa de su interés por la exégesis, gozó hasta el final,así como su discípulo Sigüenza de la plena confianza del soberano58.

T O D A UNA V I S I Ó N DEL M U N D O . . .

Más aún, es la Biblioteca toda una representación de la manera con que el monarcaconcibe su misión.

Una representación mediatizada de la monarquía

Los SIGNOS DE LEGITIMACIÓN DEL PODER. La creación de la Real Biblioteca acelerauna lenta evolución epistemológica que tiende a la «reducción» de toda biblioteca a noser más que una suma organizada de obras^9. Por cierto, se conservaron algunos rasgospropios de la biblioteca-museo que proyectaban Páez o Cardona, como lo confirma lapresencia de instrumentos científicos y curiosidades60, pero su papel resultabasecundario. Al apartar los documentos administrativos y colocarlos en Simancas61,símbolo de la separación entre memorias administrativo-políticas y memoriasculturales, se siguió la misma pauta62. No significaba de ningún modo la desapariciónde los signos del poder monárquico dentro de la Biblioteca. Allí se encontraban variosmapas de provincias vinculadas con la Corona63 o los emblemas de la victoria deLepanto ; haciendo eco a la famosa Sala de Batallas (representación de la victoria

5 7 R. Taylor apoya su argumentación, en particular, en unas anotaciones de mano de Herrera. Lo ciertoes que Sigüenza no pudo estar en el origen de todos los elementos, dado las críticas que formula frente aciertas figuras como Mileso (Historia de la Orden..., p. 577).

5 8 Benito Arias Montano.... Esta apertura intelectual no pudo manifestarse sin la aprobación al menosimplícita de un soberano empeñado en intervenir en los más mínimos detalles de la Fundación. Un esbozo deTibaldi dedicado a la Gramática, que se conserva en el British Muséum, comporta observaciones manuscritasde Herrera que sugiere retoques con la siguiente justificación: «ansí lo manda su Magestad» (citado por J.López Gajate: «Los frescos de la biblioteca escurialense: la Retórica», La Ciudad de Dios, CCI, 3, 1988,p. 638, n. 1).

5 9 «[...] lo principal y lo que en librerías es el fin y la substancia son los libros y el assiento y ordendellos», escribe Sigüenza (Historia de la Orden..., p. 584).

6 0 Sigüenza coloca estos objetos, repartidos esencialmente en la «sala alta» y la sala reservada a losmanuscritos, en la categoría «cosas movibles», transferibles de un sitio a otro (Historia de la Orden..., p.584). Es tardía su ubicación en la Biblioteca: la mayor parte de los instrumentos científicos no se encuentranallí hasta 1597.

6 1 Según G. Antolín y Pajares (La Real Biblioteca del Escorial...), ya antes de la redacción del Memorialde Páez, Felipe II había decidido obedecer la voluntad de su padre tocante a la fundación del Archivo deSimancas.

6 2 Esta separación se irá haciendo general en la Europa del siglo xvn. En 1630, el Papa Urbano VIHsepara definitivamente la sala de Archivos de la Biblioteca adyacente. En cuanto a los naturalia y artificialia,su presencia en las bibliotecas seguirá siendo la norma incluso hasta el siglo xix.

6 3 Hace falta puntualizar, sin embargo, que la mayor parte de los mapas figuraban en la galería real,situada en el extremo este del palacio. Sobre este punto cf. F. Checa: Felipe II, mecenas de las artes..., p. 247.

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contra los Moros en la Higueruela), no dejaban de desempeñar una función delegitimación política64.

IMPORTANCIA DE LAS MEDIACIONES. A pesar de las similitudes iconográficas de detalleque se pueden observar entre la Vaticana realizada por Sixto V y la Real Biblioteca—por ejemplo la escuela de Babilonia con Daniel—, cabe subrayar ante todo lasdiferencias. En la Vaticana, los frescos asocian estrechamente el progreso de las Letras—mediante la fundación de grandes bibliotecas65— al triunfo de la Iglesia, condensadoa través de la historia de los principales Concilios66 : el Papado está en el centro deaquel himno67. Al contrario, la exaltación de Felipe II y la monarquía española seproduce esencialmente a través de mediaciones68 de tipo simbólico o gracias aelementos de carácter histórico y mitológico69.

6 4 Lo explicita así el texto de Almela: «hay también dos grandes fanales de bronce de la galera real de laarmada del gran turco, que por memoria allí se trajeron y pusieron» (Descripción de la Octava maravilla delMundo..., p. 58-61, mío el subrayado). El cap. XXII, titulado: «De la celebradísima librería de esta excelentecasa», es dedicado a la Real Biblioteca. La presencia —aun limitada— de estos signos dentro de la Bibliotecallama la atención.

6 5 Aquí tenemos uno de los primeros ejemplos en que la iconografía bibliotecaria —empezando por laAntigüedad judía y pagana: Bibliotheca Hebraea, Bibliotheca Babylonica, Bibliotheca Atheniensis,Bibliotheca Alexandrina..., para terminar con la Bibliotheca Apostolorum (ordenando san Pedro conservarlos libros santos) y la Bibliotheca Pontificium (afirmación de la permanencia de la tradición apostólica yescripturacia)— otorga un lugar preponderante a todo un metadiscurso sobre la biblioteca.

6 6 Todas aquellas figuras se ponen al servicio de una amplia escenificación, típica de un contextoideológico particular; no olvidemos el furor de Sixto V con respecto a las estatuas paganas del Capitolio, nisu afán de rematar las columnas Trajana y Antonina con los apóstoles Pedro y Pablo. A juicio de A. Dupront,los frescos de la Vaticana fueron realizados por artistas desprovistos de originalidad, supeditado cualquiervalor estético a la sola función ideológica («Art et Contre-Réforme...», p. 299).

6 7 No sólo la «Biblioteca» que remata la serie es la Bibliotheca Pontificium, sino que se observa, desde laentrada, esta «mise en abyme» que supone la conmemoración de la fundación de la nueva Biblioteca —serepresenta a Sixto V examinando el plano que le propone su arquitecto Fontana—, y asimismo 18 escenashistóricas, a los lados y en los lunetos, representan los favores otorgados por Sixto a Roma. Este modelo sesituaba en una continuidad: Sixto IV, en 1475, pretendía ya perpetuar en las paredes de su nueva Bibliotecael acontecimiento de la fundación, en un esquema de autoglorificación. (Cf. P. Fabre: «La Vaticane de SixteIV», Mélanges d'archéologie et d'histoire, XIV, 1895, pp. 455-484).

6% Este rasgo puede relacionarse sin duda con la negativa del monarca de redactar Memorias y surechazo de ser objeto de una «vida oficial».

6 9 El uso de la mitología no tiene nada sorprendente en la iconografía de las bibliotecas: consideremos elejemplo fundador de la Biblioteca de la Catedral en Siena, cuyas paredes, decoradas por Pinturicchio aprincipios del siglo xvi para el futuro papa Pío III, enseñan a sirenas y centauros retozando al lado de faunosy ninfas audazmente abrazados. Cf. A. Cecchi: La librairie Piccolomini de la Cathédrale de Sienne (Firenze,Scala, trad. fr., 1982). Este modelo se va difundiendo cada vez más a través de las bibliotecas italianas yeuropeas en el transcurso del siglo xvi. La Marciana, decorada hacia 1556-1557 bajo la dirección deSansovino y Tiziano, dedica todo un ciclo a la representación de la historia mítica de la humanidad (configuras de Saturno, Prometeo, de los Gigantes, etc.), en un esquema ascensional de inspiración platónica:precisamente, figura Platón a la entrada de la Biblioteca y lleva la mirada del espectador-lector hacia laSabiduría representada en el techo del zaguán. Cf. N. Ivanoff: La librería marciana, arte e iconología(Firenze, L. S. Olschki, 1967), y M. Zorzi: La librería di San Marco: libri, lettori, societa nella Venezia deiDogi (Milano, Amoldo Mondadori, 1987). Se vuelve a encontrar aquellos temas, en la misma época, en laBiblioteca del monasterio de San Giorgio Maggiore, decorada bajo los auspicios de su abad Stefano Cattaneoda Novara. Éste llegará a ser después abad de San Giovanni de Parma, cuya biblioteca, a partir de 1573, seráadornada con figuras mitológicas y emblemas copiados en particular de Alciato, sin dejar de integrar temas

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La disposición de las obras cuyo canto dorado se ofrece a la vista, si bien variosmotivos prácticos pueden justificar esta presentación70, pone de realce la noción de oro(color y materia preciosa al mismo tiempo), aludiendo de modo a la vez metafórico ymetonímico a la idea de tesoro71. Su elegancia da fe de la búsqueda de un orden lujosopero desprovisto de cualquier superfluidad72. Las variaciones que permite lamultiplicidad de maderas no dan lugar a un despliegue aparatoso, pero tampoco dejande recordar la cantidad de territorios sometidos a la Monarquía Católica.

De la misma manera, la preponderancia de un estilo emparentado con el dórico —elorden heroico—, una de las manifestaciones arquitectónicas más patentes de lainfluencia vitruviana en El Escorial73, vuelve a encontrarse en los mismos armarios de laBiblioteca dibujados por Juan de Herrera. Detalle revelador: la presencia de pequeñosobeliscos con bolas encima de las columnas, parecidos a los que se ven desde fuera,participa de la insistencia en la idea de majestad : estos elementos figuran en efecto en larepresentación de la «Gloria de los príncipes» que propone Ripa74.

En un artículo famoso75, René Taylor asimilaba El Escorial a un «edificiohermético». A pesar de las objeciones de George Kubler, este aspecto estáindudablemente presente en los frescos de la Biblioteca76. Se sabe que la colección de su

históricos contemporáneos (batalla de Lepanto...) y grabados contemporáneos (algunos tomados delApparatus de la Biblia Políglota de Arias Montano, editada en 1572). Cf. A. Masson (Le Décor desBibliothèques..., pp. 76-78) y R. López Torrijos («Humanismo y tradición...», pp. 128-129).

7 0 Es más fácil la lectura del título impreso en el canto, y es menor el deterioro cuando se coge unvolumen. Sobre aquellas prácticas habituales en el siglo xvi, cf. A. Labarre: «Le rangement des livres au XVIe

siècle: orientations de recherches», en Les espaces du ¡ivre, IIe Coll. de l'Institut d'études du livre (Paris, 6-8juin 1980, ex. ronéotypé, p. 37a-37d).

7 1 Jerónimo de Sepúlveda utiliza la expresión ascua de oro en su Historia de varios sucesos y de las cosasnotables que han acaecido en España en otras naciones desde el año 1584 hasta el 1603 (Ms de 1604 ed. porJ. Zarco Cuevas en Documentos para la historia del Monasterio de San Lorenzo el Real de El Escorial, t. IV,Madrid, 1924, p. 371-72). Asimismo, la insistencia en la noción de joya, cuya pureza tiende a alcanzar la delespejo, está en el centro de la descripción de Sigüenza: «un [...] coco de lindo jaspe colorado, de un pie y másen alto, con tanto polimento, que puede servir de espejo» (Historia de la Orden..., p. 571). Ya no es un libroparticular lo que se asemeja a un diamante, conforme a una metáfora tradicional, sino la Biblioteca enconjunto, convertida en espléndido estuche: «Lo que antiguamente se solía hazer para un libro estimado ycomo joya preciosa que se presentava a un Príncipe, que era guardarlo en caxas o arcas de ciprés, o cedro, sevee aquí como cosa ordinaria para todos» (ibid.).

7 2 Sigüenza ve allí una especificidad de la Real Biblioteca: «hase procurado que tengan todos una mismaenquadernación, y que hagan proporcionados y buenos tomos, lo que creo yo que hasta agora no se ha hechoen ninguna de las librerías de que tenemos noticia» [Historia de la Orden..., p. 590).

7 3 El edificio recupera el principio vitruviano que hace del monumento arquitectónico un símbolopredilecto de la autoridad del príncipe: se percibe como explicitación del poderío del constructor, plasmadogracias a la perennidad de la piedra. En el importante fondo dedicado a teoría artística y arquitectónica en laReal Biblioteca, lo mismo que en la biblioteca privada de Herrera, ocupaba Vitruvio un sitio de excepción,como lo ha demostrado A. Bustamante García: «Las teorías artísticas en la Real biblioteca de El Escorial», inReal Monasterio-Palacio de El Escorial.,., pp. [127]-134).

7 4 Iconología, trad. esp. (Madrid, Akal, 1987,1.1, p. 461).7 5 «Arquitectura y Magia. Consideraciones sobre la idea de El Escorial», Traza y Baza, VI, 1975, pp. 5-

62, en particular p. 53 sq.7 6 Building the Escorial (Princeton University Press, 1982).

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arquitecto77 contaba con varias obras de carácter esotérico y, como ha subrayadoMaría Calí78, el afán de Felipe II por dirigir la cruzada antirreformista no contradecía labúsqueda de un ambiente intelectual hermético. Así, a los Gimnosofistas, magosorientales que filosofan con números en la arena, hacen eco las figurasantiguotestamentarias de «Daniel aprendienco la lengua y la ciencia caldea» y más aúnla de «Salomón descifrando enigmas con la reina de Saba»: la asimilación del monarcay su Fundación a la figura de Salomón y su Templo encuentran aquí una magníficaformulación79. Asimismo, el «Hércules Gálico, con cadenas de oro y plata saliendo desu boca» remite al poder monárquico80 a la par que hace eco a la elocuencia deMercurio, también representado81. El uso constantemente polisémico de tales figurassubsume la dimensión política bajo un universo intelectual elevado a una potenciamítica.

La fundón compensatoria de la Biblioteca

A ojos de un monarca acomplejado por la figura paterna y las hazañas de suhermanastro, las Letras van a perfilarse cada día más como un sucedáneo satisfactoriode las proezas militares que España y él mismo ya no están en condiciones de realizar.

Dentro de un monumento que participa de una fantasmagoría asimilable a la utopíade la ciudad ideal82, la Biblioteca, cuya terminación constituye el remate de las obras deEl Escorial —con excepción del Panteón, acabado sólo en la época de Felipe IV—,parece expresar deseos de tonalidad más bien regresiva : las líneas curvas de la bóveda,a semejanza de un cuerpo materno, hacen de ella un lugar idóneo para el despliegue deun imaginario protector. La Biblioteca repite el aislamiento voluntario de la Fundacióncon la mediación protectora del saber. En el corazón del Monasterio-fortaleza, es éstaun espacio idílico de silencio ajeno a las épocasg3.

7 7 Cf. F. J. Sánchez Cantón: La librería de], de Herrera (Madrid, C. S. I. C , 1941), y F. Checa: Felipe II,mecenas de las artes..., p. 316. En cambio, según J. L. Gonzalo Sánchez-Molero, de los 200«libros herméticos de Felipe II» mencionados como tales por Taylor, en realidad muy pocos le pertenecieron(La «Librería rica»..., p. 24).

7 8 Da Michelangelo all'Escorial, Torino, Einaudi, 1980, p. 232.7 9 Un retrato de Lucas de Heere se titula precisamente: «Felipe II como Salomón». La concepción del

Escorial como construcción derivada de proporciones divinas alimentaba abundantemente la reflexiónarquitectónica, como subraya F. Marías en El largo siglo xvi (Madrid, Taurus, 1989, p. 538 sq.).

8° Esta interpretación adquiere mayor fuerza tomando en cuenta la presencia de Atlas: Hércules y Atlasson dos imágenes privilegiadas de la dinastía de los Habsburgos (cf. C. von der Osten Sacken: El Escorial...,p. 116).

8 1 Hércules Gálico, personaje ya mencionado por Alciato, se volvió a utilizar en las obras de variosautores de emblemas, como por ejemplo Bocchi, en sus Symbolicarum quaestionum, Hbri quinqué (Bononiae,in aedibus novae Academiae Bocchinae, 1574, p. XIII sq.). Pero su presencia en las paredes de la RealBiblioteca es tanto más interesante cuanto que se trataría del único ejemplo documentado en la iconografíaespañola del siglo xvi, según R. López Torrijos {La mitología en la pintura española del Siglo de Oro,Madrid, Cátedra, 1985, p. 128).

8 2 Remite a ello el concepto de universo a la vez cerrado y centrado (en la medida en que el Escorial,Palacio-Monasterio, geográficamente situado en el corazón de España, corrobora la función de su capital,Madrid).

8 3 Una de las características de la utopía es precisamente este «emborronamiento» del eje temporal: elpresente se convierte en eternidad. Cf. a este propósito Cl.-G. Dubois: Problèmes de l'XJtopie (Paris, Minard,Archives des Lettres Modernes, n° 85,1968, passim).

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Un arquetipo gubernamental

Más aún, la Biblioteca le da a Felipe II un esquema ideal a partir del cual puedemodelarse su concepto del ejerció del poder. Lo que al principio no era más que unpasatiempo llegará a ser, poco a poco, el fundamento de una imagen que el rey elaboray quiere dar de sí mismo. Lejos de actuar sólo «à l'imitation des autres souverains et parmode», como pensaba Graux84, Felipe II hizo de la Biblioteca un asunto personalporque su representación del poder, fundada en el control de los documentos escritoscentralizados en torno a su persona85, entroncaba con el modelo de una prácticalibresca.

¿Fue Felipe II un lector tan asiduo en esta Biblioteca como lo había sido en sucolección madrileña primitiva, según Sigüenza86? Para Henry Kamen, le faltó tiempopara entretenerse en ella87. Pero más que la realidad de estas lecturas, es la imagendesarrollada y asumida por el monarca la que importa : a la idea casi sacrificial de laconducta espiritual de la Monarquía —que traduce la austeridad monacal de losapartamentos reales—, se superpone la figura mítica del erudito88. Su habilidadconsistirá en forjar, a partir de lo que podía considerarse como una debilidad, unaimagen real donde encontrará narcísicamente su punto de referencia. Esta relación a larealidad mediatizada por el escrito define una imagen centrípeta del poder que hace deEl Escorial una especie de anti-Versalles89, aunque Felipe II transpone el modelo delretiro paterno de modo grandioso : con los cuatro libros que acompañaron al

84 Essai sur le fonds grec de l'Escurial..., p. 49-50.85 Aquel dominio lo reforzaba el hecho de que el monarca fuera el único en conocer todos los

pormenores de los asuntos que examinaba. El vínculo establecido por Braudel entre uso del escrito y entradaen la modernidad no debe esconder las lentitudes acarreadas por el nuevo sistema, en la medida en quesemejante control ralentízaba la toma de decisiones, como me sugiere R. Saez. Cualesquiera que sean lasinterpretaciones que se le puede dar al fenómeno, la obsesión de Felipe II por el escrito parece designar, portransparencia, una fobia de la oralidad. Acerca del tópico, forjado ya en época de Felipe II, de rey papelero, eincluso de rey cagatintas, cf. el precioso libro de F. J. Bouza Álvarez: Del escribano a la biblioteca (Madrid,Síntesis, 1992, p. 76 sq.).

86 «[...] la misma librería del Rey don Felipe segundo nuestro fundador, que tenía en su Palacio, en quemuchas vezes se holgaba de leer y se entretenía el tiempo que le quedava de tantas y tan grandes ocupacionesen exercicio tan importante a los Reyes» (Historia de la Orden..., p. 587).

8 7 «It is likely that the king had little time for prívate reading» (Philip of Spain, Yale Univ. Press, NewHaven-London, 1997, p . 197).

88 G. Parker pinta al soberano pasando la mayor parte del día leyendo o redactando notas y cartas(Philip //..., p. 36).

89 Sigüenza era muy consciente de este aspecto al hacer esta comparación: «Los mismos Reyes y Altezas,retirados y solos (...) como águilas en las rocas inaccesibles» (Historia de la Orden..., p. 570). F. Checasubraya cómo la arquitectura, en particular gracias a la ausencia de puerta principal, participa de esta idea demajestad fundada en la ocultación (Felipe 11, mecenas de las artes..., p. 190 y 231). Esta dimensión secreta,hasta esotérica, se percibe también en su contemporáneo Francisco I de Médicis, como lo demuestra Ph.Morel: «Le Studiolo de Francesco I de Medici et l'économie symbolique du pouvoir au Palazzo Vecchio», enSymboles de la Renaissance, t. II (P. E. N. S., 1982, pp. 185-206). A partir del siglo XVII, los signos semodificarán por completo y el poder tenderá a exhibirse.

LA BIBLIOTECA ESCURIALENSE 21

Emperador en su última morada, contrasta una Biblioteca que ocupa, sola, unasuperficie dos veces mayor que el minúsculo Palacio de Yuste90.

Estatuto paradójico de la Real Biblioteca

En su definición de la Biblioteca real ideal que proyectaban, Páez o Agustínplanteaban el concepto de acceso público como una prioridad; el primero soñaba converla edificar en una gran ciudad universitaria tal como Valladolid. Esta esperanzaquedó frustrada: para desempeñar su papel de utopía compensatoria y paradigma en elarte de gobernar, la Biblioteca tenía que permanecer difícilmente accesible.

¿En qué pararon los piadosos votos formulados por Felipe II en 1567 ? Parece que elconcepto de «Biblioteca pública» apenas tiene sentido dado el carácter si no privado,por lo menos reservado, de tal Biblioteca. El aislamiento geográfico de El Escorial91

contradecía a priori la idea de una institución pública, incluso si se puede considerar,como Geoffrey Parker, que a los Jerónimos les incumbió gran parte de responsabilidaden su parsimoniosa utilización, en la época del Rey prudente y todavía más después desu muerte92. La ausencia de protección de la mayor parte de las obras sugiere un accesoa los libros de lo más limitado93 : la sala principal no parece haber sido concebida comoespacio de lectura sino más bien como prestigiosa sala de depósito que se enseñabasistemáticamente a los huéspedes extranjeros y se guardaba celosamente el resto deltiempo. En vida del mismo monarca, la Biblioteca del Escorial prácticamente no fueningún lugar de estudio, excepto para el reducido grupo de personalidades encargadasde administrarla94; menos aún fue un centro destinado a difundir los resultados de lostrabajos eruditos que se llevarían a cabo entre sus paredes95, al contrario de lo que

9 0 M. Fernández Álvarez opone, con mucha razón, la soledad casi completa de Carlos V en Yuste y lasoledad «artificial» de su hijo que se retira en el Escorial no para renunciar al poder sino al contrario paraejercerlo mejor {Felipe II y su tiempo..., pp. 914-915).

9 1 Es una gran diferencia con la Real Biblioteca francesa, que no permaneció durante mucho tiempo lejosde la capital: en 1567, Ramus le había pedido a Catalina de Médecis que transfiriera los libros de la colecciónde Fontainebleau a París, citando el ejemplo de sus antepasados Cosme y Lorenzo de Médícis «qui neplacèrent point leur Bibliothèque dans leurs ravissantes maisons de campagne toscane mais en plein milieu dela cité de leurs aïeux» (citado por A. Hobson: Grandes Bibliothèques..., p. 130 sq.).

9 2 Philip IL.., p. 46.9 3 Almela insiste en el afán del monarca por preservar las obras: «no quiere su Majestad que tengan

cadenas ni manezuelas, como se usa en otras librerías, sino que sean bien encuadernados en becerro coloradoy en tablas o gruesos papelones, porque de esta suerte durarán más, con una grande excomunión de GregorioXIII contra los que algún libro de ella sacaren o hurtaren» (Descripción de la octava maravilla del mundo...,p. 59). Dicha explicación no agota el significado de tal elección... Añadamos de paso que el actual sistema depuertas cerradas, con rejillas doradas, se instaló sólo en el siglo xvm, durante el reinado de Fernando VI.

94 A los monjes-bibliotecarios, venía a sumarse alguún que otro erudito, en particular con motivo de laredacción de catálogos. Sobre este tema, cf. en particular G. de Andrés: «Cartas inéditas del humanistaescocés David Colville a los monjes Jerónimos del Escorial», Boletín de la Real Academia de la Historia,CLXX, 1, 1973, pp. 83-155.

9 5 La Carta de Fundación del 22 de abril de 1567 no menciona ninguna biblioteca, como lo constata F. J.Campos y Fernández de Sevilla («Carta de Fundación y Documentos de San Lorenzo el Real», en La Ciudadde Dios..., n° extraordinario cit.). En mi Tesis doctoral, había formulado la siguiente hipótesis: se habríaconsiderado inútil precisar lo que parecía evidente; en la tradición medieval, cualquier monasterio comprendeuna biblioteca y se cita a menudo el refrán: claustrum sine armario, quasi castrum sine armamentario(literalmente: «un monasterio sin biblioteca es como un campo sin abastecimiento»). Pero es muy posible que

2 2 F R A N Ç O I S G É A L Criticón, 78,2000

afirma Carmen García-Frías Checa96. Esto va emparejado con las negligencias delmonarca acerca de la producción contemporánea : mientras Francisco I había instituidodesde 1537 el depósito legal, no fue ninguna prioridad para Felipe II97.

De modo que, en algunos aspectos, esta Biblioteca constituye una coartada quedisimula imperfectamente las insuficiencias monárquicas. Al colocar las obrasprohibidas en la sala alta, el rey hace de la Real Biblioteca, en un sentido, el único sitiode España donde es posible leerlo todo. Pero Felipe II considera indispensable defendera la nación del peligro, y el derecho de gozar de esta transgresión se reserva al monarcay a sus allegados. Fuera, dominará la censura y triunfará el maltusianismo intelectual.Una sátira anónima dirigida hacia la Fundación, en los años 1580, no perdona a laBiblioteca :

¿Qué puedo más decir de los hombres, si aun los mismos libros se hacen allí salvajes, huyendode la vista de los hombres doctos, escondiéndose por aquellos encantados caxones de lainvisible Librería?98

Permanencia de la herencia humanística

Sin embargo, conviene matizar este punto de vista. Primero, no hay que olvidar lalentitud de la evolución de las instituciones bibliotecarias en Europa. Hace falta esperarhasta el principio del siglo xvn, en Italia, con la Angélica y la Ambrosiana, y hasta lamitad del siglo, en Francia, con la Mazarina, para que aparezcan los primeros rasgosanunciadores de las futuras Bibliotecas nacionales99. De modo que la timidez de losadelantos españoles, en un contexto ideológico poco favorable al libro, es relativa: afinales del siglo xvi, la Real Biblioteca era probablemente una de las mejores, cuandono la mejor de Europa100.

Segundo, aunque parece haber cobrado un aspecto sublimatorio cada vez másmarcado frente a los desengaños de una personalidad cuyas tendencias hipocondríacas e

no sea ésta la razón más importante... Aquella misma lógica explicaría que se abandonara también unproyecto al que tenían mucho apego Páez y Cardona: el de instalar un taller de imprenta en el Escorial. Todoparece sugerir que no fue por temor a que se perjudicara a las industrias locales, como lo pensaba Antolín(La Real Biblioteca de El Escorial..., p. 109).

9 6 La pintura mural..., p. 28.9 7 Hace falta esperar el reinado de Felipe III, en 1619, para que se instituya el principio del depósito

obligatorio de un ejemplar de cada obra nueva. Sólo considero aquí la afirmación teórica: en la realidad, elsistema no se hará efectivo antes de mucho tiempo en España. F. de los Santos, en su Descripción delmonasterio del Escorial, evocará las negligencias de esta política de adquisiciones: «si se huvieran cobradocon cuydado otros libros de los que se imprimen en España, a que tiene derecho esta casa, fuera mayor el n°[...]. En esto ha ávido descuydo, y assí ay pocos modernos» (BNM, Ms. 888, f. 88v°). Cf. sobre el tema F.Checa, Felipe II, mecenas de las artes..., pp. 378-379.

98 Este texto lo cita J. Zarco Cuevas: Los Jerónimos de San Lorenzo el Real de el Escorial, Discurso leídoante la R. A. H. en la recepción pública del 1ro de junio de 1930 (El Escorial, 1930, pp. 109-112; mío elsubrayado). A través del léxico de la novela de caballerías, es una Real Biblioteca encantada la que se nossugiere aquí. En una carta de 1576 ó 1577, Zapata, aconsejándole a Agustín que no ceda sus libros, utilizauna imagen similar: «No quiera V. S. meter en tan gran piélago los suios, que no se hecharán de ver y seperderán con los demás, quicá antes que seangozados» (citado por Ch. Graux, Essai..., p. 35, n. 1).

9 9 Y eso que el acceso sigue muy reglamentado (la Angélica es asequible casi sólo a juristas yeclesiásticos) y los horarios de apertura limitados (la Mazarina sólo abre una vez a la semana, al principio).

100 Su equivalente francés no cuenta más de 4.500 obras en época de Enrique IV.

LA BIBLIOTECA ESCURIALENSE 23

incluso fetichistas no se pueden pasar por alto, y aunque no se acabó sino en los últimosaños de su reinado, la Biblioteca no se puede comprender sin el afán creador del que fueobjeto la Fundación en conjunto. Si el Renacimiento italiano había renovado laarquitectura e iconografía de la Biblioteca y constituyó, a nivel europeo, el mayorparadigma en términos de concepto101, seguía conservando el sistema de librosencadenados a pupitres dispuestos perpendicularmente a la sala. En El Escorial, loslibros liberados de sus cadenas ocupan el perímetro de un espacio ya vacío en su centro,de una amplitud no habitual para la época102 : el saber accede en su globalidad a larepresentación visual. Al contrario de lo que se ha dicho a veces, esta organizaciónhabía tenido antecedentes en Europa y hasta en España103, pero allí por primera vez seutilizó este esquema a tan gran escala. Había nacido un paradigma que definía para lasbibliotecas una configuración espacio-arquitectónica que no tardaría en llegar a serpreponderante en Europa104.

Emparentada con otros grandes proyectos enciclopédico-políticos del reinado deFelipe II —las famosas Relaciones topográficas o también la empresa de descripciónnaturalista encargada a Francisco Hernández—, no se limita a una hábil recuperaciónde la función ornamental del saber. Figura impuesta de cualquier apología de lamonarquía filipina105, no sólo tiene un papel de prestigio sino que encuentra su

1 0 1 La cuestión de las bibliotecas italianas está en el mismo corazón de las conexiones de los humanismositaliano y español, como lo subraya R. López Torrijos («Humanismo y tradición...», pp. 125-126): eldenominador común más evidente entre personalidades como Páez de Castro, Zurita, Hurtado de Mendoza oAgustín son las estancias que realizaron en Italia, en particular con motivo del Concilio de Trento. En Romao Venecia, frecuentaron varias academias importantes y visitaron las más bellas colecciones de la época. Estahistoria cultural, con un examen detenido del papel de hombres como Alfonso Chacón, amigo de AriasMontano, está todavía por escribir...

1 0 2 54 metros de largo por 9 de ancho y 10 m de alto. C. García-Frías Checa añade que «el cuerpotransversal de la Biblioteca es mayor que el espacio que ocupa la fachada (41 m. de largo), produciéndose uncierto contraste no visible al exterior» {La pintura mural..., p. 212, n. 23). Hoy estamos acostumbrados aespacios muchos más amplios, pero es importante referirse a los hábitos mentales de la época para evitaranacronismos.

1 0 3 La Biblioteca de los papas de Aviñón, según un inventario de 1349, ya se ordenaba parcialmente deesta manera, lo mismo que la del Palacio de Urbino. P. S. Morrish lleva toda la razón al indicar que si laBiblioteca de Felipe II hubiera sido la primera en innovar en este sentido, los testimonios de loscontemporáneos lo hubieran subrayado y no es el caso («JohnWillis Clark revisited: aspects of early modemlibrary design», Library History, III, 1,1974,pp.87-107). Cincuenta años antes, según parece, Fernando Colónalineaba ya sus libros siguiendo esta disposición.

1 0 4 Este sistema tardará en imponerse definitivamente, sin embargo, incluso a nivel de las coleccionesprivadas. Por lo menos lo ha podido comprobar en el caso francés P.-M. Grinevald, al estudiar:«l'emplacement des livres au xvnP siècle dans les Bibliothèques privées à Besançon» (en Les espaces dulivre..., pp. 13-30 bis).

105 Muy temprano se le fue concedido a la Biblioteca un sitio privilegiado dentro de Ja larga tradiciónditirámbica que hizo del Escorial, edificado en un tiempo récord, si se considera la época, el lugar, ladificultad de transporte de los materiales o los cambios al frente de la empresa... (Véase a este respecto D.Bayón: «L'Escorial est-il bien espagnol?», en Annales: Économies, Sociétés, Civilisations, 1,1962, pp. 23-45).Hemos mencionado ya el texto de Almela {«Descripción de la octava maravilla del mundo...»): un poco mástarde, Lucas de Alaejos, futuro bibliotecario, redactaba también un texto titulado: La octava maravilla delMundo en seis discursos. La misma expresión se volverá a utilizar en el siglo siguiente por Francisco de losSantos en su Descripción breve del monasterio de S. Lorenzo el Real del Escorial, única maravilla del mundo(l*ed.: 1657).

2 4 F R A N Ç O I S G É A L Criticón, 78,2000

equilibrio en la síntesis de auténticas aspiraciones intelectuales y de la representación deun ideal del ejercicio del poder. Más allá del ambicioso afán de reactualizar el viejoparadigma platónico del rey-filósofo106, va a convertirse en una expresión simbólicaadecuada del imaginario filipino. Nada extraño tiene, a este respecto, la presencia deAlfonso el Sabio en el tramo dedicado a la Astrología: triple homenaje a la monarquíaespañola, a la ciencia «nacional» y a la bibliofilia107.

Por fin, frente a una postura política e ideológica visible por todas partes en ElEscorial, y en particular a través de los programas iconográficos previstos para laBasílica108, la Real Biblioteca desempeña un notable papel de contrapeso109. Mejor quecualquier otro elemento de la Fundación, simboliza la permanencia de toda unaherencia humanística en plena Contrarreforma.

O quizá sería necesario volver a definir el término Contrarreforma de manera másamplia de lo que se suele hacer. A Marcel Bataillon, dos grandes coetáneos de Felipe IIle sugirieron estas palabras significativas:

Fray Luis de León es, con Arias Montano, el hombre que mejor nos hace comprender elsecreto de la Contrarreforma. Si ésta fue tan fuerte, no lo debe precisamente al aparatoinquisitorial de que se rodeó : lo debe sobre todo a la parte que supo conservar de aquelespíritu en el cual consistió, años atrás, el gran atractivo de la revolución religiosa ; de aquelespíritu que Erasmo había predicado antes que Lutero [...]110.

Veo en estas palabras una invitación a matizar la oposición demasiado simplistaentre un polo humanístico representado por la Biblioteca y un polo tridentinorepresentado por la Basílica, y, por lo tanto, trato de ofrecer una lectura del plano de laFundación más coherente y, espero, más fiel a las intenciones filipinas que lainterpretación de Cornelia von der Osten Sacken cuando recalca que su proximidad alos altares le da a la Biblioteca un carácter de «cuerpo de guardia»111. El eje oeste-estelleva a la sala del trono pasando por aquellas dos entidades de suma importancia, laBiblioteca y la Basílica, verdadera columna vertebral del edificio112. Dicho eje define unrecorrido iniciático que empieza dentro de la Biblioteca, conservatorio de los saberes

1°6 Como me lo sugiere Ch. Aguilar-Adam, también se tendría que relacionar esta problemática con elideal de «rey-sabio» expuesto en la mayoría de los textos de educación del príncipe en la época de Felipe II(en las obras de Osorio o Torres, entre otros), tratados que se apartan de la tradición tomista.

1 0 7 F. Delpech me señala el parentesco entre los proyectos enciclopédicos de Alfonso X y los de Felipe II.En la primera Crónica General, se alude a un rey más o menos mítico, inspirado en modelos hebraicos, quecopia en un libro el saber que acaba de descifrar en 72 columnas de bronce.

108 «Las ideas humanistas presentes en la Biblioteca desaparecen aquí por completo; el hombre apareceen su más ínfima colocación y en su vertiente más mísera», subraya F. Checa a propósito de aquellosproyectos que finalmente no llegaron a realizarase (Felipe II, mecenas de las artes..., p. 401).

1°9 Se contrapone directamente a la Biblioteca coral así como a la mini-colección privada ubicada en lahabitación del monarca. Comparto totalmente la opinión de F. Checa cuando dice: «Si bien normalmente sehabla del Monasterio como prototipo de edificio contrarreformista y tridentino, un examen detallado de losmuchísimos elementos que lo componen ha de matizar estas afirmaciones: en El Escorial se desarrollan todauna serie de contrastes y oposiciones» («Capricho y fantasía en El Escorial», Goya, XVI, 1980, p. 333).

110 Erasmo y España (México-Madrid-Buenos Aires, F.C.E., 1966, p. 769).i n El Escorial..., p . 102.1 1 2 La expresión es de C. Sánchez Rodríguez [Perfil de un humanista: Benito Arias Montano, Huelva,

Diputación Provincial, 1996, p. 133).

LA BIBLIOTECA ESCURIALENSE 25

universales, y continúa por el Patio de los Reyes, al que presiden las figurasantiguotestamentarias anunciadoras del Nuevo Testamento en el orden teológico y de ladinastía de los Habsburgos en el orden político. No se puede negar que en la Basílica seexaltaban simultáneamente la Verdad católica y los cuerpos gloriosos que Felipe IIproyectaba depositar en ella; pero tampoco se puede olvidar, en una primera etapadecisiva, el legado humanístico, objeto de un verdadero himno como tal, más allá decualquier objetivo anti-reformista.

Detalle altamente significativo: al contrario de la disposición actual, no una sino dosentradas respectivamente situadas en el testero contiguo al Colegio y en el otro,contiguo al Convento, permitían acceder a la Biblioteca, con lo cual se tiene quematizar el carácter «obligatorio» de una trayectoria en sentido único desde el poloprofano hasta el polo sagrado113. No importa tanto la finalidad ascensional de laFilosofía a la Teología, mediante las Artes liberales, como la exaltación de todas lasdisciplinas intelectuales dentro de un auténtico Templo del saber.

La expresión «cristianización de la sabiduría antigua», aplicada por la mayor partede los autores a la Real Biblioteca114, sólo es aceptable si se le quita cualquier tonalidad«integrista» y si se hace referencia, con ella, al pleno reconocimiento de todas lasformas de prisca theologia valoradas como tales. A mi parecer, se avendría más a losimaginarios de la biblioteca de la primera mitad del siglo xvn, cuando la Compañía deJesús, en su afán por ocupar el sitio más eminente al frente de la reconquistacontrarreformista, ponga todo su esfuerzo no ya en «recuperar» el legado humanístico—sería demasiado peyorativo— sino en volver a apropiárselo: lo atestiguarán de modopatente, en España, el Musei sive bibliothecae libri quattuorns de Claude Clément o elCriticón de Gracián. En El Escorial, hay que poner el acento en el segundo término dela expresión, haciendo hincapié en la excepcional valoración humanística de que haconservado la memoria este unicumU6 llamado Real Biblioteca...

1 1 3 Cf. A. Bustamante García (La octava maravillla..., p. 656). Al descuidar este detalle, a mi parecer sefalsea la perspectiva, como cuando F. Checa escribe: «[...] este interesante programa que exige, para sucomprensión, el leerse según se entra por la puerta de !a Biblioteca, al de la Teología» («El lugar de los libros:la Biblioteca de El Escorial», en El libro antiguo español y otros estudios bibliográficos..., p. 112).

114 F. Checa, entre otros («El lugar de los libros: la Biblioteca de El Escorial»..., p. 109).115 Lyon, J. Prost, 1635.J1* Cf. A. Bustamante (La octava maravilla..., p. 656). La Real Biblioteca, en su mera dimensión

iconográfica, se queda mucho más próxima al esquema fundamentalmente profano que caracteriza a laMarciana, realizada más de treinta años antes.

26 FRANÇOIS GÉAL Criticón, 78, 2000

Fig. 1: PJano del palacio-monasterio de El Escorial.

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Fig. 2: Disposición de los frescos de la sala principal de la Biblioteca escurialense.

(según M. Scholz-Hànsel, Eine spanische Wissenschaftsutopie am Ende des 16 Jahrhunderts, Munster, Verlag, 1987)

COLEGIO

PHILO-SOPHIEAristó-

telesPlato

SokratesSéneca

8.

Schulevon

Athen

8.1.

Daniel

1.3.A. Donatus

A. deNebrija

1.1.GRAM-MATIK

1.M.T.Varro

S. Pom-pejus1.2.

Turmbau

1.4.

HerculesGallicus

2.3.M.T.

CiceroF. Quinti-

lianus2.1.

RHE-THORIK

2.IsokratesDemos-

tenes

2.2.G.

Rabirius2.4.

Hl. Am-brosius

3.3.Prota-goras

Orígenes

3.1.DIALEK-

TIK

3.MelissosZenon

3.2.Zenon

3.4.

Gymnoso-phisten

4.3.Jordanus

SaxoXeno-krates4.1.

ARITH-METIK

4.Archytas

TarentinusBoethius

4.2.Salomón

4.4.

Orpheus

5.3.AmphionOrpheus

5.1.MUSIK

5.JubalPytha-goras

5.2.David

5.4.

Archi-medes6.3.

Alcha-bitius

Aristarchos

6.1.GEOME-

TRIE

6.

Archi-medesRegio-

montanus6.2.

À Priester6.4.

KônigHiskia

7.3.Euklid.

J. Holy-wood

7.1.ASTRO-LOGIE

7.PtolemàusAlfons X.

7.2.D. Areo-

pagita7.4.

CONVENTO

Konzilvon

Nicàa

9.1.

THEO-LOGIE

AmbrosiusAugustinus

Hiero-nymus

Gregor.9.

28 FRANÇOIS GÉAL Criticón, 78,2000

GÉAL, François. «Supervivencias humanísticas en la España tridentina de finales del siglo xvi: elcaso de la Biblioteca escurialense». En Criticón (Toulouse), 78, 2000 pp. 5-28.

Resumen. Emparentada con otros grandes proyectos enciclopédicos del reinado de Felipe II, la Bibliotecaescurialense —elogiada en su tiempo en cualquier apología de la Monarquía Católica— no se limitó a unahábil «recuperación» del saber en el marco de la adhesión a los decretos tridentinos. Frente a una posturaideológica visible en la mayor parte del palacio-monasterio, desempeñaba más bien un notable papel decontrapeso, signo patente de la permanencia de toda una herencia humanística en plena Contrarreformaespañola: al encontrar su equilibrio en la síntesis de la representación de un ideal del ejercicio del poder y deauténticas aspiraciones intelectuales, la Real Biblioteca se convirtió progresivamente en la expresiónsimbólica adecuada de un imaginario filipino polifacético.

Résumé. Apparentée à d'autres grands projets encyclopédiques du règne de Philippe II, la Bibliothèque del'Escurial —figure obligée, en son temps, de toute apologie de la Monarchie Catholique— est irréductible àune habile «récupération» du savoir dans le cadre de l'adhésion aux décrets tridentins. Face à une positionidéologique perceptible à travers la plupart des éléments du palais-monastère, elle joue avant tout un rôle decontrepoids remarquable, signe évident de la permanence de tout un héritage humaniste en pleine Contre-Réforme espagnole: trouvant son équilibre dans la synthèse de la représentation d'un idéal de l'exercice dupouvoir et d'authentiques aspirations intellectuelles, la Bibliothèque royale allait devenir l'expressionsymbolique adéquate d'un imaginaire philippien complexe.

Summary. Related to the other great encyclopédie projects of the reign of Philip II, the Escorial Library —inits time an essential figure of every justification of the Catholic Monarchy— cannot be reduced to a skilful«récupération» of knowledge in the context of support for the tridentine decrees. The library, in the face ofan ideological position which can be discerned within most of the éléments of the monastery-palace, playsabove ail the part of a remarkable counterweight, a clear sign of the persistance of an entire humanisthéritage at the height of the Spanish Counter-Reform: finding its own equilibrium by means of a synthesis ofan ideal représentation of the exercice of power and that of authentic intellectual aspirations, the RoyalLibrary was to become the symbolic expression of the Philippian complex of projected self-representations.

Palabras clave. ARIAS MONTANO, Benito. Artes liberales. Biblioteca(s). CARDONA, Juan Bautista.Contrarreforma. Escorial. Felipe II. Hermetismo. HERRERA, Juan de. Humanismo. Iconografía. PÁEZ DECASTRO, Juan. SIGÜENZA, José de. Vaticana (biblioteca).