supervivencia en el amazonas

9
SUPERVIVENCIA EN EL AMAZONAS Nico León Marina Garcia Eric León Júlia López

Upload: others

Post on 16-Jul-2022

4 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: SUPERVIVENCIA EN EL AMAZONAS

SUPERVIVENCIA

EN EL AMAZONAS

 

 

                                                                                                 Nico  León  

                                                                                           Marina  Garcia  

                                                                                         Eric  León  

                                                                                     Júlia  López  

Page 2: SUPERVIVENCIA EN EL AMAZONAS

NOTICIA

DESAPARECE UNA FAMOSA PSICOLOGA

Cristina Blum practicaba paracaidismo cerca del Amazonas.

Cristina Blum, una importante psicóloga de Rio de Janeiro, despareció el 3 de Agosto en el Amazonas mientras practicaba paracaidismo. Esto ocurrió porque una ráfaga de viento la desvió de su punto de aterrizaje.

Estuvo desaparecida durante seis días y fue rescatada por unas exploradoras de su misma ciudad.

La famosa psicóloga ha explicado que tuvo que enfrentarse a distintos peligros, cómo por ejemplo al ataque de un grupo de mandriles. Después de pasar una meticulosa revisión médica, Cristina ya descansa en su casa.

10/08/15, Jack Thomson

Page 3: SUPERVIVENCIA EN EL AMAZONAS

ENTREVISTA  

Hoy entrevistamos a Cristina Blum, una famosa psicóloga, que desapareció cerca del Amazonas cuando estaba practicando paracaidismo, se desvió por una ráfaga de viento.

- ¿Cómo te sentiste en las primeras horas después del aterrizaje? Pensaba que estaría cerca de alguna ciudad o poblado, o que me rescataría temprano algún avión. No me desesperé.

- ¿Cómo te alimentaste durante los días que estuviste desaparecida? Escalaba árboles para coger sus frutos y bebía agua del río, comprobé que me sentaba mal por lo tanto procuré beber la mínima agua posible.

- ¿Pensaste en algún momento que te ibas a volverte loca? Soy una mujer bastante tranquila, así que hasta el tercer día no me empecé a preocupar, los siguientes días fueron muy duros psicológicamente, hablaba con los animales, esos días sí que me volví loca.

- ¿Pudiste rescatar algún objeto que te ayudara a sobrevivir? Sí, tenía mi teléfono móvil, aunque no tenía batería, pero lo usaba para romper algunas frutas. También tenía mi reloj y use el paracaídas para hacer una hamaca y poder dormir bien alejada de los peligros de la tierra.

- ¿Cómo te sentiste el primer día en el Amazonas? Me sentí muy sola, sin saber qué hacer, con miedo a los animales nocturnos y manteniendo la esperanza de que me iban a rescatar pronto.

- ¿Cómo te protegiste de las altas temperaturas? Las altas temperaturas no era lo que más me preocupaba, sino la humedad porque me sentía pesada y me pesaba el cuerpo, y cuando hacia humedad me dolían los huesos.

Page 4: SUPERVIVENCIA EN EL AMAZONAS

- ¿Cuál fue el peor momento mientras estabas perdida? En el quinto día, un grupo de mandriles me persiguió durante aproximadamente 15 minutos. Sabía que si paraba de correr me matarían, y cuando encontré un lugar seguro al lado de un árbol donde no me veían me escondí.

- ¿Tienes alguna herida? Tengo bastantes, ya que me caí muchas veces, escalando árboles también me hacía daño porque las plantas me cortaban.

- ¿Qué sentiste cuando fuiste rescatada? Sentí un gran alivio y estuve satisfecha de haber sobrevivido durante 6 días en el Amazonas yo sola, enfrentándome a todos los peligros.

- ¿Por quién fuiste rescatada? Me encontré a un grupo de exploradoras. Eran de mi ciudad y me llevaron hasta el punto de encuentro donde les iba a recoger un avión de vuelta a la cuidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Page 5: SUPERVIVENCIA EN EL AMAZONAS

Estaba a punto de saltar, había un poco de brisa. El piloto me advertía de que era peligroso saltar, pero aun así lo hice.

Mientras estaba suspendida en el aire, una fuerte ráfaga de viento me desvió de mi punto de aterrizaje. Al impactar perdí un poco el conocimiento, pero pude ver que me encontraba en un bosque profundo y lleno de árboles.

Al principio me desesperó la idea de quedarme atrapada en aquella selva, pero en aquel momento estaba segura de que me vendrían a rescatar. No podía estar más equivocada.

Deberían ser aproximadamente las 7 de la tarde ya que veía desaparecer el sol por encima de la copa de los árboles. Hacía mucho calor y la humedad me calaba hasta los huesos. A causa de esto el pelo se me encrespó, suerte que estaba sola y nadie me veía. Me hice una coleta y me puse a dormir.

Esa noche me desperté un par de veces a causa del hambre, pero no me atrevía a comer nada ya que no sabía si era saludable o no. La barriga me rugía con rabia.

Me desperté, me costó asimilar que estaba perdida en medio de la selva. Mire el reloj y me di cuenta de que era pronto y que tenía que ponerme a hacer alguna cosa, y como aun tenia energía suficiente pensé que estaría bien investigar la zona. Empecé a caminar sobre media mañana, hacía mucho calor pero podía aguantar. Me puse a pensar en mi estado de forma, y me di cuenta de que mis sesiones en el gimnasio estaban dando sus frutos. La travesía duro unas tres horas, estaba agotada, tenía sed, hambre… Después de cruzar un denso muro de vegetación verde y húmeda, me tope con un inmenso rio. Al principio pensé que mi mente me estaba jugando una mala pasada. Parpadee un par de veces sin creérmelo. Pero al final me di cuenta: estaba frente al gigantesco rio Amazonas.

Mi instinto me guio directamente a tomar un sorbo de agua. El gusto era especial, no era como el del agua embotellada de ciudad. Eso me calmo mucho la sed y me recobro las fuerzas. Levante la vista y en la copa de un árbol encontré frutas de distintos tamaños y sabores. Fui a coger la que mejor aspecto tenia para mi gusto. Era como una especie de manzana pero con escamas y tenían una textura y un sabor delicioso. La arranque de su lugar de origen: un árbol muy bajo y de dimensiones pequeñas. Al principio no sabía cómo comérmela, no sabía si tenía que quitarle esas escamas para poder morder esa jugosa fruta. Finalmente la partí con las manos y la devoré en unos pocos segundos. No quise comer más, ya que no sabía como mi organismo reaccionaría a un alimento al que no estaba acostumbrado.

Después de haber descansado un poco y reponer fuerzas, me dispuse a volver donde tenía mi pequeña nueva casa.

3 horas después, me encontraba de nuevo en mi punto de aterrizaje. Allí estaba mi paracaídas y la pequeña acumulación de hojas que había usado para dormir la anterior noche. Mirando esas hojas me puse a pensar: “si tendré que pasar aquí mas noches, almenos dormiré cómoda”. Así que improvise una hamaca con las cuerdas i la tela del paracaídas. Al acabar, me sentí muy

Page 6: SUPERVIVENCIA EN EL AMAZONAS

satisfecha. Después de esto, me estiré en mi nueva cama para reponerme de aquellas tres horas caminando. Todo iba genial, pensaba que en cualquier momento… pero de repente, sentí un dolor muy fuerte en el estomago.

Al principio pensé que era culpa de aquella extraña fruta que comí unas horas antes, pero después de reflexionar, me di cuenta de que era por el agua del rio. Al no ser un agua muy habitual i no estaba del todo limpia, mi cuerpo no la aceptó muy bien.

Sin saber cómo, me desperté al día siguiente sin ningún dolor. Ni siquiera sabía como había acabado dormida. El día transcurrió muy rápido, explore un poco sin alejarme mucho del lugar en el que dormía. Empezó a llover fuertemente mientras caminaba, e intente resguardarme debajo de algún árbol. Había tenido mucha suerte de que solo lloviera un día, ya que en la selva Amazónica suelen haber muchas precipitaciones.

Hice marcha atrás para volver al lugar del que venía. Caminé por debajo de los árboles para intentar mojarme lo menos posible. Todo iba bastante bien, ya que conseguí no mojarme demasiado. En un instante sentí un fuerte escalofrío en mi espalda, escuche que la vegetación se movía con delicadeza. No me atreví a darme la vuelta, aunque ya me imaginaba lo que me esperaba. Después de unos 10 segundos que parecieron minutos, me giré. Un grupo de numerosos mandriles habían seleccionado su nueva presa: esa era yo. Por instinto empecé a correr todo lo rápido que pude, aunque las gotas de lluvia impactándome en los ojos me limitaban la visión, en cualquier momento podría estrellarme contra algún árbol. No miré hacia atrás en toda la persecución, pero me percaté de que también había un par de esas bestias corriendo y saltando por los arboles.

Sin darme cuenta, acabe en el mismo sitio del que había salido al principio, donde estaba mi improvisada cama. De reojo vi que un árbol se había levantado un poco del suelo y podía esconderme debajo de sus raíces. Sin pensar en que insectos o animales podría haber allí abajo, me lancé.

Los mandriles intentaron morderme las piernas con rabia, a pocos centímetros de ellas. Nunca había experimentado un miedo tan profundo, el de saber que aquella mañana podría convertirme en la comida de un grupo de feroces mandriles. Sus caras desprendían odio, durante largos minutos insistían en intentar agarrarme. Por un momento dude en si me querían para comer o solo para matarme.

La lluvia cesó. Los mandriles haría una hora que se había ido, pero yo tenía miedo de salir de mi escondite. El sol se dejó ver después de que las nubes desaparecieran, y los primeros rayos de sol penetraron debajo de aquel gran árbol caído. Vi que a mí alrededor tenía bastantes insectos, incluso alguno quiso subir por mi brazo. No me dio asco, ni miedo, ya que los insectos no me asustaban. Tenía hambre, y pensé que comerme alguno me iría bien… pero la verdad es que no tenía muchas ganas.

Salí de aquel árbol con miedo. Cuidadosamente mire a mi alrededor. Estaba sola otra vez. La hamaca que construí estaba completamente mojada, la puse a secar bajo aquel abrasador sol.

Page 7: SUPERVIVENCIA EN EL AMAZONAS

Esa tarde pasé mucha hambre, pero ideé un plan para el próximo día. Por la mañana saldría en dirección al rio, donde había encontrado todos esos alimentos. Cogería algunas provisiones y pondría rumbo a lo desconocido, intentando encontrar algo o alguien que pudiera sacarme de allí. Seguidamente improvisé una bolsa con los restos del paracaídas, en ella guardaría mis provisiones.

Me costó dormir. Tuve que volver a hacerme una cama con hojas del suelo, y eso no me ayudaba nada. También pensaba todo el tiempo en si de verdad era necesario salir en busca de la salvación. ¿y si no encuentro a nadie?, ¿y si alguien viene a buscarme aquí? ¿y si los mandriles o algún otro animal me ataca de nuevo?. Finalmente me dormí.

Los rayos de luz de aquel nuevo día me despertaron. Recé para que no lloviera y para que no hubiera contratiempos. Me levanté, estiré los músculos, cogí mi bolsa empecé a marchar. Intenté recordar el camino que había trazado dos días antes. Fue bastante difícil ya que todo era igual: arboles, arboles y más arboles. Esta vez tardé 4 horas y media en llegar al rio. Al ver toda esa fruta se me hizo la boca agua y corrí rápidamente a comer algunas. Arranqué unas cuantas de los arbustos y me las puse en la bolsa. Esperaba que me duraran para todo el camino.

Me encontraba frente al rio y tenía mucha sed, pero decidí que lo mejor sería no arriesgarme de nuevo. No quería sufrir de nuevo aquel dolor de estomago. Mi otra preocupación era para que lado caminar: ¿Izquierda o derecha? Todo se veía igual al horizonte. Decidí caminar hacia la izquierda, ya que me transmitió más seguridad.

Camine y camine por la orilla del inmenso amazonas durante horas. Me dolían los pies y tenía muchas ampollas, pero prefería no quitarme los zapatos ya que aquel suelo tenía muchas piedras y no quería clavarme ninguna. También tenía sed, en algún momento me maree, supongo que de la deshidratación y del sofocante calor que hacía. Finalmente cedí a mi instinto y bebí un sorbo de agua, la mínima. Eso me dio suficiente fuerza para seguir caminando.

El tiempo transcurría muy lento, pero poco a poco se fue haciendo tarde. Seguía caminando como podía, y finalmente me rendí. Tenía sueño. Ni siquiera era oscuro, pero me tiré al lado de un árbol y me dormí, sin pensar en que estaba indefensa ante cualquier bestia.

Esta vez me desperté muy temprano, prácticamente el sol no había salido, solo asomaba por encima de los arboles un poco de luz. Por un momento me pareció oler a fuego y oír algunas voces. Pensé que estaba soñando. Grite y busque entre los arboles algún signo de vida. De repente, algo me golpeó por detrás y caí en el suelo, casi perdiendo la consciencia. Vi a unos hombres, deberían ser aproximadamente cinco, acercándose hacia mí con lanzas y cuchillos. Sentí mucho miedo, pensaba que moriría allí mismo.

Cuando los hombres quisieron cogerme para llevarme, aparecieron dos mujeres chillando y dirigiéndose a aquellos miembros de alguna extraña tribu en un idioma que yo no conocía. Les ofrecieron algo a cambio de que me dejaran, y los hombres aceptaron. Me desmaye.

Page 8: SUPERVIVENCIA EN EL AMAZONAS

El fuerte sonido de un helicóptero aterrizando me despertó. No lo podía creer: ¡Estaba salvada! Las mujeres que me habían rescatado eran unas exploradoras muy famosas expertas en la selva amazónica. Sabían hablar las diferentes lenguas de las tribus de aquel lugar y por casualidad me encontraron.

Al llegar a la ciudad, el helicóptero aterrizó en el tejado de un edificio muy alto. Me bajaron del vehículo dos hombres en una camilla, aun estaba un poco aturdida, pero recuerdo escuchar el sonido de las cámaras y los flashes. Me llevaron directa a un hospital, donde me hicieron una meticulosa revisión médica para ver si todo estaba correcto. Estuve ingresada durante 3 días.

Al salir del hospital, muchas cámaras de fotografías y de video me enfocaban. Mucha gente de diferentes cadenas de televisión querían entrevistarme, pero dos policías me ayudaron a llegar al coche que me llevaría a casa. Días después acepté alguna entrevista en televisión y para algún diario. Lo que más me gustó fue hacer un anuncio para un parque de aventuras llamado “amazonas park”, que estaba inspirado en mi desafortunada aventura.

Pasaron días y días, y poco a poco las cadenas de televisión y los diarios se fueron olvidando de mi. Ahora vivo tranquila y felizmente casada con mi mujer. Aunque algunas noches me despierto sudando soñando con mandriles.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Page 9: SUPERVIVENCIA EN EL AMAZONAS