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56 EPS ¿Superada u olvidada la crisis argentina? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero hay un signo esperanzador: Punta del Este, el balneario uruguayo donde los argen- tinos más pudientes acudían a pasar el verano, comienza a recuperar el esplen- dor y el bullicio de los viejos tiempos. Por Francesc Relea. Fotografía de Darío Berman. MODA Y PLAYA. Pancho Dotto regenta una conocida agencia de modelos en Punta del Este. Aquí posa con algunas de las candidatas a triunfar este año en la playa que lleva su nombre, Dotto Beach. Las revistas acuden a la cita.

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Page 1: ¿Superada u olvidada la crisis argentina? Nadie lo sabe a ...€¦ · contraste con los elevados índices de cri-minalidad de los países vecinos y de toda la región, es una razón

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¿Superada u olvidada la crisis argentina? Nadie lo sabe a ciencia cierta, perohay un signo esperanzador: Punta del Este, el balneario uruguayo donde los argen-tinos más pudientes acudían a pasar el verano, comienza a recuperar el esplen-dor y el bullicio de los viejos tiempos. Por Francesc Relea. Fotografía de Darío Berman.

MODA Y PLAYA. Pancho Dotto regenta una conocida agencia de modelos en Punta del Este. Aquí posa con algunasde las candidatas a triunfar este año en la playa que lleva su nombre, Dotto Beach. Las revistas acuden a la cita.

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tchegaray conoce bienla evolución de los distintos públicos quevisitan Punta del Este, el balneario uru-guayo a media hora de Buenos Aires enavión, que ha vivido los estragos de la gra-ve crisis del país vecino. Personaje poli-facético, aventurero y organizador de fies-tas, Etchegaray es un gran vendedor de larecuperación de Punta del Este. Despuésde la grave crisis económica de los últimosdos años y de una recesión de varios más,los argentinos con recursos han vueltoeste verano a su destino preferido paradescansar, divertirse y ostentar.

El cambio se veía venir antes de empe-zar la temporada, con la construcción denuevos hoteles, edificios de lujo y unos pre-parativos desconocidos desde hacía años.Todos querían creer que había llegado lahora de la reactivación y que tenían que es-tar listos para recibir una avalancha de tu-ristas, los de toda la vida y los de nueva ge-neración. En efecto, a partir del día de Na-vidad, la imagen de Punta del Este setransformó por completo en cuestión deuna semana, con escenas que parecían ol-vidadas: playas, hoteles y restaurantes re-pletos, bullicio en las calles y atascos en lacarretera. Ha sido el mejor enero de los úl-timos cinco años, con el 80% de las propie-dades en alquiler ocupado durante todo elmes, según los responsables del Centro In-mobiliario de Maldonado.

Como en los viejos tiempos, la mayoríade los vehículos que circulan este veranopor el centro turístico tiene matrícula delpaís al otro lado del río de la Plata. “Sietede cada diez turistas son argentinos. Lasestimaciones para febrero auguran unboom tras varios años de crisis”, diceLeandro Pauletti, jefe de asesores del Mi-nisterio de Turismo de Uruguay. Para loscomerciantes, la diferencia de este año, sin

duda la más relevante, es que no sólo haaumentado la afluencia de gente, sino tam-bién el consumo. En algunos estableci-mientos, las ventas se han disparado has-ta el 100%, y este incremento en una tem-porada tan corta como la de Punta del Estees explosivo.

“En diciembre, mis ventas fueron es-pectaculares”, confiesa la estadounidenseDarreline Haynes, propietaria de una tien-da de ropa. “Ahora los uruguayos se han es-pabilado a la hora de aumentar los alquile-res de viviendas”, añade. Esta americanade Dallas descubrió Punta del Este en 1983de la mano de su marido, uruguayo, a quienconoció en Washington. Los dos trabajabancomo economistas en el Fondo MonetarioInternacional (FMI). Los primeros años, lascosas fueron bien, y Haynes llegó a regen-tar cinco tiendas en Montevideo y Puntadel Este. Pero en 1995 comenzó la recesióny, uno tras otro, tuvo que cerrar cuatro desus establecimientos. “No acumulamos losuficiente para superar la crisis, a pesar deque los dos somos economistas. Estos paí-ses de América Latina no respetan las leyesde la economía”, dice Haynes.

La crisis argentina se sintió con mu-cha intensidad en Uruguay en los últimosdos años. El año 2002 fue para olvidar, y en2003, la temporada estival se acabó el 15 deenero. En los peores momentos de la deba-cle económica y social, Buenos Aires vivióuna ola de inseguridad y de rumores quepresagiaban asaltos y saqueos en los ba-rrios ricos por parte de turbas enardeci-das. Los más temerosos trasladaron provi-sionalmente a sus familias a Punta delEste, un refugio fuera del alcance de la vio-lencia. Las escuelas quedaron desborda-das porque no tenían capacidad para ad-mitir a tantos niños.

La seguridad reinante en Uruguay, encontraste con los elevados índices de cri-minalidad de los países vecinos y de todala región, es una razón de peso que atraemás que nunca a los ricos. En Punta delEste se exhiben sin temor joyas, relojes ybolsos que sus propietarios no se atrevena mostrar en ciudades como Buenos Aires

o São Paulo. Coches deportivos y motos degran cilindrada con matrícula argentinahan salido este verano de los garajes en losque eran celosamente guardados a la es-pera de mejores tiempos.

Nombres populares del espectáculo yla farándula argentinos, así como empre-sarios de renombre, tienen casa en algu-nos de los barrios más caros, como Be-verly Hills y Punta Piedras. Hay mansio-nes que parecen sacadas de la serietelevisiva Ricos y famosos, donde el céspedde los jardines está mejor cuidado que enun campo de golf, los garajes albergan va-rios coches caros y el personal de servicioabunda sin restricciones. El poderío eco-nómico vuelve a mostrarse en Punta delEste sin rubor. “En la primera semana deenero había más de 300 millones de dóla-res en aviones privados en el aeropuertode Laguna del Sauce”, dice Alfredo Etche-garay. Los 500 amarres del puerto están alcompleto este verano, con embarcacionesque superan el millón de dólares. “Antes,el crecimiento dependía de Argentina y unpoco de Brasil, pero ahora está en un granporcentaje en manos de europeos, nortea-mericanos, canadienses, colombianos, quegastan hasta 20 veces más de lo que con-sume un turista argentino”.

Punta del Este renace con la llegada delprimer turista cuando despunta el veranoaustral, el 21 de diciembre, y muere de nue-vo cuando se levanta la última sombrilla,antes de que asome otoño. Es una tempo-rada extremadamente corta, de la que lospuntaesteños tratan de sacar el máximoprovecho a base de subir los precios. Estelugar recibe más de 350.000 visitantes a lolargo del año. Las previsiones para estatemporada llegan a 200.000 turistas. Los in-gresos brutos por el turismo ascienden a149 millones de dólares. Cuando el últimoestablecimiento de verano cierra sus puer-tas, Punta del Este se vacía y se reencuen-tra a sí misma con los 60.000 habitantesque residen aquí todo el año. Como Alfre-do Etchegaray, Darreline Haynes o el ar-tista Carlos Páez Vilaró, que a sus 80 añoses todo un símbolo de este centro turístico.Sin duda, la obra más conocida del pintor,

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“Aquí todo es lindo, muje-res, casas, jardines, gentebien vestida, gusto refinado”

EXTRANJEROS Y FAMOSOS. Darreline Haynes, a la izquierda, norteamericanay dueña de una tienda de ropa en Punta del Este, confirma la bonanza de latemporada. A la derecha, arriba, vista de playa Parador. Abajo, Roberto Giorda-no, organizador de desfiles de moda, junto al actor argentino Gabriel Corrado.

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“Sin una ley que se cumpla,¿en cuántos años se puededestruir un lugar así?”UN RITUAL. Cada día, al caer la tarde, los visitantes acuden a Casa Pueblo, unacreación del artista Páez Vilaró, para admirar la puesta del sol en el mar.

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escultor y escritor es Casa Pueblo, uno delos experimentos arquitectónicos más in-teresantes del lugar. “Me apoyo en los pro-yectos, que son los que me mantienen convitalidad y fuerza y me hacen olvidar laedad que tengo”, dice. En una vida marca-da por la búsqueda y la aventura, Páez Vi-laró recorrió los cinco continentes en susmúltiples viajes, en los que conoció perso-najes que han hecho historia. Le gusta re-cordar los nombres de Picasso, Jean Coc-teau, Astor Piazzola, Brigitte Bardot, Ale-jo Carpentier, Alexander Calder, OscarNiemeyer, Vinicius de Morães, Ernesto Sá-bato y Fidel Castro, entre otros.

Ubicado en un paraje paradisiaco lla-mado Punta Ballena, Casa Pueblo es unconjunto de casas blancas incrustadas enun acantilado como una nave con la proaapuntando al océano. El poblado nació afinales de los años cincuenta, a partir delsueño de Páez Vilaró de fundar un movi-miento cultural para los visitantes y ha-bitantes del lugar. El artista quería cons-truir su casa “para vivir y pintar en si-lencio con la música del mar y recibir alos amigos en un lugar que no había sidotocado por el pavimento ni por las edifi-caciones de altura ni por el adefesio”. Enaquellos tiempos, la tierra costaba cuatropesos el metro cuadrado, “el valor de unpaquete de cigarrillos”. Con un grupo deamigos uruguayos y argentinos creó unasociedad para construir un proyecto quemuchos creían disparatado y que se haconvertido en una de las señas de identi-dad de Punta del Este.

En Casa Pueblo se han alojado acto-res, millonarios, políticos y famosos designo diverso. Actualmente, a la hora dela puesta de sol acuden cada tarde nume-rosos visitantes para contemplar junto alartista cómo el astro rey se adentra en elmar. Es un ritual que Páez Vilaró cultivay reivindica para proteger su refugio.“Ésta es una zona muy especial”, dice.“Tengo miedo, porque el progreso llega. Yahora viene el turismo del miedo, que traea la gente hacia la seguridad. La vida espara disfrutarla en libertad, y en este sen-tido creo haber dado con un sitio donde

no tienen cabida los fabricantes del can-dado y la reja de seguridad”.

Punta del Este fue primero un balnea-rio de pocas familias argentinas que ve-nían y se conocían entre sí, a principiosdel siglo XX. Pero ya en la década de loscincuenta comenzó a hacerse más conoci-da a escala internacional cuando Mauri-cio Litman, un argentino interesado enhacer negocios inmobiliarios con estas tie-rras a valores muy bajos, las urbanizó yconstruyó el Cantegril Country Club, co-menzó a traer artistas internacionales yorganizó el primer festival de cine de Pun-ta del Este. Del esplendor de aquellos añosdestacan las fiestas amenizadas por or-questas como la de Mario César, a la quese sumaron las figuras de Pérez Prado, Xa-vier Cugat y Abbe Lane, Cab Calloway yLalo Echegoncelay.

El Festival Internacional de Cine, quearrancó en la misma década, dio un im-pulso decisivo a las posibilidades turísti-cas. Uruguay no tenía tradición de indus-tria cinematográfica, lo que no supusoobstáculo alguno para la Comisión Nacio-nal de Turismo y el Country Club. La pri-mera edición, en febrero de 1951, contó conla participación de Dino de Laurentiis, Al-berto Lattuada, Carlo Ponti, Silvana Man-gano, Joan Fontaine, Gerard Philipe, Ma-rio Moreno (Cantinflas) y John Derek, yatrajo a enviados de más de 30 medios decomunicación de todo el mundo.

La política también llegó a Punta delEste con la celebración del Consejo Inte-ramericano Económico y Social (CIES), enmarzo de 1961. Fue el primer foro políticointernacional realizado en el balneario, yasistieron líderes y periodistas de todo elplaneta. Gracias a la habilidad del presi-dente uruguayo de la época, Eduardo Víc-tor Haedo, la cumbre permitió sentar en lamisma mesa dos años después de la revo-lución cubana a representantes de la Ad-ministración estadounidense y del Go-bierno de Fidel Castro, cuyo representan-te fue Ernesto Che Guevara.

“Aquí todo es lindo, mujeres especta-culares, casas hermosas, jardines fastuo-

sos, gente bien vestida y gustos refinados”.Ésta es la descripción que hace del mundoideal de Punta del Este Carlos Manzi, di-rector y promotor de la revista-guía quecada temporada da cuenta de las noveda-des de lo que ocurre en el mundo del show-business de este centro turístico.

Ciertamente, Punta del Este no es con-cebible sin las mujeres hermosas que dedía pueblan las playas y al caer la noche sedejan ver en los locales de moda. Los pro-motores de diverso pelaje y las agencias demodelos se han encargado de convertir al-gunas playas en pasarelas donde las chicasson el mejor reclamo para la firma de con-tratos publicitarios. Como siempre, no fal-tan los tiburones que tratan de pescar antetan preciado botín. Aquí llegan las top mo-dels y las que aspiran a serlo algún día. Elveterano Pancho Dotto, argentino de ori-gen italiano, está al frente de la agencia demodelos que más ruido hace cada veranoen Punta del Este desde hace 16 años. Ro-deado de un ramillete de jóvenes bellezas,se pasea por la playa que lleva su nombre–Dotto Beach– en un vistoso montaje pu-blicitario que combina sesiones fotográfi-cas y desfiles con relaciones públicas dealto nivel en las que las jóvenes repartenbesitos y simpatía.

“Las chicas se bajan de los autos y des-filan con remeras, juegan al voleibol o alfútbol; nuestro desfile es desde lo cotidia-no, se trata de compartir con la gente undía de playa. Las chicas mías son cerca-nas; por ejemplo, cuando Pampita [la mo-delo más solicitada] va a la playa, puedepasar una, dos y hasta tres horas dandobesos al público, pero luego se tiene que irporque eso te agobia”.

Dotto se presenta como el descubridorde los mejores valores, como Valeria Maz-za, la modelo argentina de mayor proyec-ción internacional, aunque en este caso elpeluquero y organizador de desfiles Ro-berto Giordano asegura que él la vio pri-mero. “La formé durante siete años, luegola envié a trabajar a Milán y Japón, y des-pués la Ford de Nueva York me la pidió”,dice Dotto. “Yo descubrí a Valeria Mazzacuando tenía 14 años”, replica Giordano.

“Casa Pueblo es una zonamuy especial. Tengo miedoporque el progreso llega…”

UN RINCÓN PARADISIACO. Carlos Páez Vilaró (izquierda) es pintor, escritor yun símbolo en Punta del Este. Él es el creador de Casa Pueblo, un conjunto decasas blancas incrustadas en un acantilado en Punta Ballena, que nació en losaños cincuenta. Escena de la Rambla y surfistas en playa Bikini, a la derecha.

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“La traje de la provincia de Paraná, cuan-do desfilaba con el colegio. Esa cara valemiles de dólares”, le dijo a la popular pre-sentadora de televisión Mirtha Legrand.

El peluquero argentino promuevecada año el desfile de modelos en Puntadel Este que se ha convertido en un clási-co del verano y que acapara la mayor aten-ción de la televisión y de las agencias depublicidad. Poco importa la ropa y lamoda en este evento, aquí lo único quecuenta son los encantos naturales del cen-tenar de modelos, citadas con nombre yapellido por el presentador. “Ivana Sacca-ni es la revelación”, dice Giordano a tra-vés del micrófono. “Alucinante. Es la mo-delo de la tierra de Eva Perón. Atención,Junin”. Y ahí aparece Ivana, de 20 años yunos ojos verdes impactantes. La chica nopasa inadvertida en la pasarela ni fuera deella. Desde hace cinco años acude cada ve-rano a Punta del Este. “Soy del interior dela provincia de Buenos Aires. Conocí aPancho Dotto y me fui a vivir a la capital,en un apartamento que tiene para las mo-delos. Fui con mi mamá, y desde los 15años trabajo con él”, explica. “En Puntadel Este pueden surgir oportunidades queen Buenos Aires te pierdes. Hay muchosclientes que vienen de fuera, puedes con-seguir muy buenos contratos. Es impor-tante para la carrera de modelo estar aquíporque la temporada de verano se haceacá. Todas las revistas vienen”.

Giordano sostiene que Punta del Estevuelve a ser el destino preferido de los ar-gentinos “que han hecho bien los debe-res”, pero no de los políticos que teníangrandes mansiones. “Éstos han desapare-cido de escena porque no tienen cómo jus-tificar su patrimonio y son censurados porla prensa y tienen el repudio social”.

El negocio inmobiliario permitió laconstrucción de los grandes edificios quehicieron de la península una pequeña Mia-mi, y dio trabajo a muchas familias en unpaís eminentemente agrícola y ganaderoy con una cierta porción de servicios fi-nancieros, pero que nunca tuvo una in-dustria pesada. Actualmente, el turismorepresenta una parte muy importante de

los ingresos uruguayos. La construccióndel hotel Conrad, con su gran casino, mo-dificó la vida de Punta del Este en los últi-mos seis años. El recinto mastodónticofrente a la zona conocida como La Mansagenera espectáculos, fiestas y otras activi-dades que consiguen mantener una ocu-pación aceptable durante todo el año. “Laciudad ya no muere totalmente durante elinvierno”, dice Carlos Manzi.

La novedad de este año ha sido la inau-guración del hotel de cinco estrellas Ci-priani Resort, con 88 habitaciones, 12 sui-tes y la suite Cipriani (5.500 dólares la no-che). Con una inversión de 40 millones dedólares, el hotel provocó protestas de gru-pos de vecinos de la zona contra la cons-trucción de una doble vía en la carretera,que consideraban como una imposición delos responsables del hotel.

Lejos del bullicio de los grandes hote-les y de las playas convertidas en escapa-rates publicitarios está José Ignacio, unantiguo pueblo de pescadores que ha lo-grado resistir las embestidas de la especu-lación inmobiliaria. Aquí llegó en el año1965 el argentino Carlos Alberto BusquetLlorens, descendiente de catalanes origi-narios del poblado pirenaico de Tuixent.Pionero en su época, Carlos Alberto com-pró 1.500 hectáreas de campo en la estan-cia Medellín, en las proximidades de JoséIgnacio. Era una zona de difícil acceso, yaque no existía todavía el puente sobre lalaguna de José Ignacio, a la que acudíanalgunos pescadores de tiburones.

En 1984, los Busquet decidieron intro-ducir el polo en Punta del Este, y para elloconstruyeron dos campos para la prácticade este deporte junto a la laguna José Ig-nacio. Más tarde se abrieron otras cuatrocanchas. Los torneos internacionales quese celebran desde mediados de los añosochenta han convertido la estancia Me-dellín “en la capital del polo de verano deAmérica del Sur”, asegura Carlos Busquet(hijo). “Durante siete años organizamosexhibiciones con los mejores jugadores delmundo. Era un verdadero espectáculo quereunía a unas 5.000 personas por partido”.

Hasta que estalló la crisis en Argentina.“Aquí sólo corre el viento”, es el lema

que promueve la intendencia de José Igna-cio para advertir a los visitantes de que enesta localidad el sosiego es el bien más pre-ciado. En busca de la calma y el anonimatoque todavía se preservan en este pueblo de60 habitantes han comprado casa el escri-tor británico Martin Amis y la actriz fran-cesa Dominique Sanda. “Después de viajarpor muchas partes y trabajar en muchos la-dos, José Ignacio es el lugar que elegí paravivir”, dice el uruguayo Martín Pittaluga,hijo de diplomático y propietario del res-taurante La Huella, inaugurado hace tresaños junto a la playa más bella del pueblo.Esta temporada se ha convertido en uno delos locales de moda de Punta del Este, conabundancia de gente guapa. Terrible con-tradicción para los dueños de La Huella,que dicen suspirar por la paz que reinabaen José Ignacio mientras su negocio atraea más y más turistas. “No queremos quenos vaya tan bien”, asegura Pittaluga. Paraél, “la verdadera esencia de este lugar seencuentra fuera de temporada”.

José Ignacio mantiene su encanto ori-ginal gracias a la firme actuación de la in-tendencia municipal que elabora las nor-mas de funcionamiento a partir de las pro-puestas de la comisión de vecinos. Estáprohibido construir hoteles, discotecas,pubs y locales ruidosos; no está autoriza-da la venta ambulante ni la actuación deun circo; no hay permiso para las motosde agua y los vehículos en la playa; se haneliminado los tendidos eléctricos; las faro-las están a media altura, “para poder verlas estrellas”, y las distintas empresas in-mobiliarias han acordado no colocar nin-gún cartel con el texto Vendo. En 1993, laintendencia frenó la construcción de unaobra, con plano aprobado, por rebasar ellímite de seis metros de altura. El casollegó a juicio, que ordenó bajar el techo.Fue la primera vez que una obra se para-lizó por orden municipal en Punta delEste. “Sin una política y una verdadera re-glamentación que se cumpla, ¿en cuántosaños se puede destruir un lugar comoéste?”, se pregunta Martín Pittaluga. ●

“La verdadera esencia de este lugar se encuentra fuera de temporada”

BUENOS TIEMPOS. “Las estimaciones para febrero auguran un ‘boom’ turísticodespués de varios años de crisis”, dice Leandro Pauletti, jefe de asesores delMinisterio de Turismo de Uruguay. Arriba, jugadores de polo en Medellín Polo yuna vista de Punta del Este tomada desde el hotel Conrad. Al lado, el puerto.