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Sujeto, Máscara, Pragmatismo (Una noción de la verdad en la gerencia)

Morayma Hernández C Profesora de FACES - UC

Candidata a Doctor Ciencias Sociales Resumen Una reflexión sobre la noción de la verdad en la gerencia, pasa por plantear el problema del pragmatismo y de la máscara en el sujeto. En tal sentido este trabajo aborda dicha noción a través de la vinculación que se encuentra entre estos conceptos. Se presentan algunos temas que pueden contribuir con dicha reflexión: pragmatismo y filosofía, Nietzsche y el pragmatismo, y máscara y gerencia. Palabras Clave: Verdad, Sujeto, Pragmatismo, Máscara. Abstract A reflection on the notion really in the management it goes to outline the problem of the pragmatism and the mask in the fellow. In such a sense, this work approaches this notion through the finking that is among these concepts. Some topics are presented that they can contribute with this reflection: pragmatism and philosophy, Nietzsche and the pragmatism, and mask and management. Key words: Truth, Fellow, Pragmatism, Mask INTRODUCCIÓN Unas u otras teorías siempre han coexistido. En la esfera académica donde quienes enseñan, investigan y escriben encuentran que pueden hacerlo en mejor forma si enriquecen su perspectiva para lograr acercarse a la complejidad de las organizaciones, en vez de adoptar una visión miope y recortada. En la esfera del sector productivo y del Estado, quienes administran de tiempo atrás utilizan su recursividad para acudir a las ideas y las técnicas que han desarrollado unas y otras teorías así como a su propia experiencia. El problema en ese plano es pragmático: acudir a aquellas técnicas que resuelvan los problemas a mano y que "produzcan resultados". Este trabajo surge de la inquietud de intentar contribuir con el planteamiento de una reflexión epistemológica, en un área que por lo general se ocupa de la acción, es decir, se empeña en establecer cómo producir y cómo obtener resultado; rechazando la pregunta del ¿por qué?.Se

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busca, reconocer e identificar a través de dicha reflexión que la teoría de la administración está constituida sobre la base del pensamiento pragmatista y que éste es uno de los principios que la rige en contradicción con los principios universales "libertad, justicia y equidad" que paradójicamente reconoce como propios, al igual que el resto de la sociedad moderna; cuando no es posible el sostenimiento de estos principios en convivencia con el pragmatismo. Se trata también, de plantear el desenmascaramiento del enmascaramiento en la gerencia, donde es necesario indagar las posibilidades de un "devenir en la gerencia", donde el pragmatismo puede resultar ser una limitación a romper, para que ese líder del cual habla la gerencia desde hace tiempo, sea en palabras de Nietzsche un hombre feliz, capaz de superar la excesiva conciencia histórica y tomar decisiones que lo convierta nuevamente en merecedor de su destino. Es de acuerdo a Nietzsche plantear la posibilidad de la liberación del sujeto o el desenmascaramiento del enmascaramiento según Gianni Vattimo. El hilo conductor de este trabajo pasa por considerar la noción de verdad en la gerencia, en este sentido, es necesario recordar que un nuevo tipo de conciencia histórica, tanto refleja como universal, apareció durante la ilustración y se ha convertido en dominante desde la Revolución Francesa. Los hombres y mujeres de occidente se embarcaron en una comprensión de su época en términos, de su calidad como producto de la progresión histórica del mundo, en la que cada etapa contenía sus propias posibilidades y limitaciones como su invalidación por parte de una etapa nueva. El universalismo reflejo ha convertido la verdad en "verdad histórica", robando así el mundo de lo eterno, lo infinito, sin ser capaz de apagar la sed de certitud tanto en el mundo interno como externo. La conciencia histórica moderna abarca inherentemente esta paradoja dual, así como los intentos de vivir con ella y soportarla con orgullo. En este trabajo, se utiliza la hermenéutica para intentar revisar desde una perspectiva filosófica la noción de verdad que tiene la gerencia. Se hace una interpretación y entendimiento de algunas obras: de Gianni Vattimo, Friedrich Nietzsche:", J Dewey, William James, Richard Rorty y Germán Cano. Pragmatismo y Filosofía Para Richard Rorty (consecuencias del pragmatismo: 1996, 19), la teoría pragmatista acerca de la verdad nos dice que la verdad no es la clase de cosa sobre la que quepa esperar una teoría de interés filosófico. Para los pragmatistas "verdad" es simplemente el nombre de una propiedad que todos los enunciados verdaderos comparten, lo que tienen en común: "Bacon no escribió las obras de Shakespeare", `Ayer llovió", "Es mejor hacer el amor que la guerra", "Dos más dos es igual a cuatro". Los pragmatistas dudan que haya mucho que decir sobre este rasgo común, al igual que dudan que haya mucho que decir sobre el rasgo común que comparten acciones moralmente encomiables como que Susa deje a su marido, que América intervenga en la guerra contra los nazis y se retire de Vietnam, que Sócrates no escape de la cárcel Creen que ciertas acciones son buenas y que, bajo determinadas circunstancias, merece la pena realizarlas, pero dudan que haya algo general y útil que decir sobre lo que lo hace buenas. Aseverar cierta oración- adoptar la disposición a aseverarlas, adquirir conscientemente una creencia- son acciones justificables y dignas de elogio en determinadas circunstancias. Los pragmatistas (Ibídem, p.20) piensan que la historia de los conatos de aislar lo Verdadero o lo Bueno, o de definir los términos "verdadero" o "bueno", refuerza su sospecha que todo lo que se haga en dicha área carece de interés. Ni qué decir tiene que las cosas podrían haber sido distintas.

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La historia de estos conatos y de sus críticas viene a ser la historia del género literario que llamamos filosofía, el género que Platón fundara. De modo que los pragmatistas consideran que la tradición platónica ha dejado de tener utilidad. Ello no significa que dispongan de una nueva serie de respuestas no- platónicas a las preguntas platónicas, lo que más bien creen es que deberíamos dejar de formular esas preguntas de una vez por todas. Pero al sugerir que no formulemos preguntas acerca de la Verdad o de la Bondad no apelan a una teoría de la naturaleza de la realidad o del conocimiento por lo cual -no existen cosas tales- como Verdad o la Bondad. Ni tampoco defiende -aunque no la rechazan- una teoría "relativista" o "subjetivista" de la Verdad o Bondad. La verdad según el pragmatismo no ha de concebirse como una copia fiel de una realidad inmutable. La verdad es relativa; es lo que se revela útil en función de los intereses de una forma de vida. Si los intereses cambian, lo que era verdad puede pasar a ser falso, es decir, no vital, incluso inviable. La verdad es instrumental y operatoria en función de objetivos y necesidades de los individuos, de las organizaciones y del medio que evolucionan. Toda verdad es una ruta que se traza a través de la realidad; pero alguna de esas rutas les hubiéramos podido imprimir una dirección diferente si nuestra atención se hubiera orientado en un sentido diferente o si hubiéramos apuntado a otro tipo de realidad. Poseer pensamiento verdadero es, en rigor, poseer instrumentos preciosos para la acción (James: 2000,p.81). Para James, la verdad no es una categoría teórica situada fuera de la categoría práctica del bien. La verdad es una suerte de bien: es aquello cuyo uso resulta bueno para una forma de vida Para la gerencia, la cual, se empeña en establecer cómo producir y cómo obtener resultado, rechazando la pregunta del por qué, no es importante interrogarse sobre la verdad que sustenta sus decisiones en cuanto éstas sean útiles a sus propósitos de producción y alcanzar sus metas. Y como dice William James: "¿Qué importancia tiene una discusión sobre ideas filosóficas, que nunca ocasionan una diferencia apreciable en nuestra conducta.?. ¿Qué sirve llamarlas verdaderas o falsas cuando no producen diferencias en la practica? (2000,p.16). Podría pensarse que la posición de los pragmatistas es análoga a la de los laicos que insisten en que la investigación en torno a la naturaleza o a la voluntad de Dios no nos lleva a ninguna parte. Dichos laicos no afirman exactamente que Dios no exista; no tienen claro lo que significaría afirmar su existencia y por consiguiente tampoco ven por qué negarla. Tampoco tienen una visión particularmente herética y estrambótica de Dios. Se contentan con dudar que tengamos que usar el vocabulario de la teología. De igual manera, los pragmatistas intentan una y otra vez encontrar la manera de formular observaciones antifilosóficas en un lenguaje no filosófico. Pues se enfrentan a un dilema: si su lenguaje es demasiado ajeno a la filosofía, demasiado "literario", se les acusará de estar hablando de otra cosa; si es demasiado filosófico encarnará presupuestos platónicos que imposibilitarán que el pragmatista formule la conclusión deseada. ¿Será este el miedo de la gerencia?. La gerencia teme utilizar un lenguaje que lo aleje de su concepción técnica, que la identifique con otros símbolos, que se le acuse que su comunicación no sea eficaz., por eso hablan y escriben tanto sobre ella: "La comunicación eficaz", "Aumente la eficacia comunicacional, La organización y la comunicación eficaz", etc....... Rorty dice- " Participar en una conversación no es lo mismo que colaborar en una investigación y desde un punto de vista educativo, en oposición al epistemológico o tecnológico, la forma en la que se dicen las cosas es más importante que la posesión de las verdades. (1979:325). Todo esto se complica aún más por el hecho de que para los pragmatistas como Rorty "filosofía" como "verdad" y "bondad", es un término ambiguo. Sin mayúsculas, "verdad" y "bondad"

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nombran propiedades de las oraciones, o de las acciones y de las situaciones. Con mayúsculas, son nombres propios de objetos: metas o cánones que pueden amarse de todo corazón y con toda el alma, objetos de preguntas últimas. En este sentido los pragmatistas afirman que la mejor esperanza para la filosofía es abandonar la práctica de la filosofía. Creen que para decir algo verdadero, de nada sirve pensar en la Verdad, como tampoco sirve de nada pensar en la Bondad para actuar bien, ni pensar en la Racionalidad para ser más racional. Por el momento la descripción del pragmatismo que hace Rorty no ha tenido en cuenta una importante distinción. Dentro de la filosofía ha habido una tradicional diferencia de opinión sobre la naturaleza de la Verdad, una batalla entre (en palabras de Platón) dioses y titanes. Por un lado estaban los filósofos transmundanos, como el mismo Platón, alimentados de esperanzas últimas. Éstos insistían en que los seres humanos eran únicamente dignos de autorrespeto porque tenían un píe más allá del espacio y del tiempo. Del otro lado, sobre todo después que Galileo mostrase cómo los hechos espacio- temporales podían subsumirse bajo el tipo de elegantes leyes matemáticas cuya aplicación Platón sospechaba limitada al otro mundo, estaban los filósofos (Hobbes y Marx, por ejemplo) que insistían en que el espacio y el tiempo constituyen la única realidad que hay, y que la Verdad es la correspondencia con esa realidad. En el siglo XIX, esta oposición cristalizó en una oposición entre la filosofía trascendental y la filosofía empírica, entre platónicos y positivistas. El pragmatismo dice en su defensa borrar la distinción trascendental / empírico poniendo en duda la presuposición común por la que establecerse una odiosa comparación entre ambos tipos de verdades. Para el pragmatismo (y del mismo modo para la gerencia), las oraciones verdaderas no lo son porque correspondan a la realidad, de modo que no hay por qué preocuparse de qué tipo de realidad, de haber alguna, corresponden a determinada oración; no hay por qué preocuparse de lo que la "hace" verdadera. Al igual que no hay necesidad de preguntarse, una vez que uno ha resuelto cómo debe actuar, si hay algo en la realidad que convierta esa acción en la acción correcta, porque la acción correcta queda determinada por su utilidad (William James). La acción correcta para la gerencia también queda determinada por su utilidad. Una decisión de la gerencia es verdad en la medida que contribuye con el logro de las metas de la organización. William James define a lo verdadero como: "el nombre de todo aquello cuya creencia demuestra ser beneficiosa, y además por razones definidas y señaladas." En opinión de James, "verdadero" se asemeja a "bueno" o a "racional" en cuanto a noción normativa, como un cumplimiento que se hace a las oraciones que también lo hacen. Para James, creer que la Verdad está "ahí fuera" cuadra perfectamente con la concepción platónica según la cual el Bien está "ahí fuera". Para la gerencia la verdad está en los resultados de sus acciones: en el incremento de sus ventas, de sus utilidades y en general de su eficacia. Para Rorty preguntar por la verdad de la concepción pragmatista de la verdad (tema que en sí mismo carece de interés) equivale pues a preguntar si vale la pena promover una cultura postfilosófica. No se trata de preguntar por el significado de "verdadero", ni de preguntar por los requisitos que debe cumplir una filosofía del lenguaje idónea, ni de preguntar si el mundo existe con independencia de nuestras mentes, ni tampoco de preguntar si los eslóganes del pragmatista "la gerencia eficaz" reproducen las intuiciones de nuestra cultura. No hay para Rorty manera de zanjar el debate entre el pragmatista y su oponente apelando a criterios válidos para ambas partes. Nos hallamos ante uno de los debates de todo o nada.

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Nietzsche y el pragmatismo Richard Rorty ha tematizado con cierto éxito la supuesta relación entre las consecuencias derivadas de adoptar una postura postnietzscheana en filosofía con la tradición pragmatista antiplatónica. La figura de Nietzsche es utilizada, en esta narrativa neopragmatista, desde una doble vertiente. Por un lado en nivel epistemológico, las similitudes entre el pensador alemán, Dewey y James, en relación con sus críticas a las metáforas oculares que han reinado en la visión fundamentalista de la filosofía occidental, servirían para realzar ese viraje pragmático que ha asumido una posición social en nuestra contemporaneidad. En última instancia, esto conllevaría la conciencia de un "fin de la historia" postfilosófico. Podría decirse, desde esta perspectiva rortiana que la historia del movimiento filosófico ha venido marcada por una "pragmatización"gradual de la filosofía y que Nietzsche, James y Dewey representarían así, tres críticas paralelas al pensamiento metafísico y sus afanes especulativos. Sin embargo, por otro lado, desde esta perspectiva rortiana, Nietzsche representaría ese lado desesperado y vanguardista, aún no suficientemente pragmatista, y por ende peligroso, en su filosofía moral y social. Con un grave problema: éste presuntamente compartiría con Marx la obsesión rousseauniana de "revolución total". De ahí que Rorty crea (una vez desengañado de las ilusiones objetivistas) que Nietzsche debería haber dado el paso definitivo al pragmatismo que, obviamente, sí dieron Dewey y James: ofrecer esperanza y buscar la oportunidad que la humanidad prosperase sin buscar esa guía que emana de una presunta fuente externa. De este modo, los pragmatistas (y Nietzsche, a su modo) nos habría felizmente liberado de lo que R. Bernstein llama la "ansiedad cartesiana", una singular enfermedad filosófica que nos habría conducido a esas alternativas dicotómicas que todavía gobiernan nuestros planteamientos (objeti-vismo- relativismo, fundamentalismo-nihilismo). Hay que resaltar que Nietzsche no va a concebir ninguna primacía del "conocer" sobre la categoría básica de la interacción organismo- mundo. No es ninguna casualidad comprobar cómo, muy unida a su visión de la vida, va a plantear su problematización pluralista del valor. Vivir es valorar, por tanto, valorar va a depender del tipo de voluntad que quiere. De aquí las críticas nietzscheanas al concepto tradicional de teoría como un simple mirar lo que siempre es, ese ser siempre necesario e imperecedero. Perdido definitivamente, en efecto, cualquier resto de pureza, la nueva reconstrucción filosófica ha de hacerse cargo de esa terrenal `serpiente" de la vida. Y es que, como decía William James: la huella de la serpiente humana se halla en todas las cosas. Sin duda, después de este planteamiento, uno de los ejes de la singladura intelectual de Nietzsche será su crítica a la moral o, lo que es lo mismo, su crítica a un planteamiento- dogmático- de la verdad disociado de la praxis y de la "impureza" del interés, lo cual, no se debe confundir con la relación verdad - utilidad que hacen los pragmatistas. De esto se deduce obviamente que su posición va a disolver y declarar carente de sentido la tradicional distinción entre teoría y praxis. En concreto, el centro de las críticas nietzscheanas (y aquí cabe conectar su postura con algunas de las conclusiones pragmatistas) es la concepción tradicionalmente asociada a la tesis aristotélicas que comprende la teoría como un "indagar" que no está al servicio de ningún tipo de interés preestablecido, sino que éste surge en el transcurso de la vida. "¡No hay que vivir con dos medidas.....! No es posible diferenciar la teoría de la práctica!, ni a corto, ni a mediano, ni a largo plazo, no sujeto, pues, a ningún tipo de necesidad, es decir, en tanto que responde a la pura necesidad de saber, al puro goce de entender como actividad plena-mente humana y libre". (Nietzsche: 2000, 452).

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Los intereses no sólo no son así negativos y distorsionantes influencias para la posibilidad del conocimiento, sino que comienzan a ser vistos y apreciados como condicionantes imprescindibles. De ahí que este impulso desinteresado hacia una supuesta verdad haya de ser comprendido como una "pulsión" de apropiación y dominio interesado: de acuerdo a este impulso se han desarrollado los sentidos, la memoria, los instintos..., la reducción más rápida de los fenómenos, la economía, la acumulación de experiencias. En realidad, por todo ello, Nietzsche participaría en cierto modo de esa tesis pragmatista que manifiesta que es más en el vocabulario de la práctica que en el de la teoría, más en el de la acción que en el de la contemplación, donde se puede decir algo "provechoso" acerca de la verdad. Un análisis de la gerencia desde la crítica Nietzscheana, en cuanto al concepto tradicional de teoría como un simple mirar y su crítica a la moral, es inevitable asociar, que la ética de la gerencia está directamente vinculada al comportamiento del gerente, (quien en analogía, salvando las diferencias, sería el sujeto en Nietzsche, en Vattimo, en Dewey, en Rorty, en James).No es suficiente que la gerencia exhiba un discurso cargado de los valores que la identifican, su comportamiento debe ser consistente con ese discurso. La moral de la gerencia no está en lo que dice ser, sino en lo que hace y es ahí precisamente donde se presenta la ambigüedad y el problema ético si su acción queda determinada por la utilidad de sus decisiones. No olvidemos que Nietzsche intenta cuestionar que la verdad y el conocimiento presuntamente útiles sea siempre benéfico o totalmente valiosos en el contexto cultural, y recordemos que para William James "la huella de la serpiente humana se halla en todas las cosas". La gerencia no es la excepción. Ser y apariencia el problema del sujeto, el problema de la gerencia. ¡Máscara del sujeto, máscara de la gerencia!. Máscara y Gerencia Esta crítica a la moral, que hace Nietzsche, lleva también a plantear el problema de la máscara en la gerencia, el cual, según Gianni Vattimo: es el problema de la relación entre ser y apariencia (1989, p.14). Si bien Nietzsche, tal como señala Gianni Vattimo , no hace mención directa a este término, el mismo aparece en sus obras a través de muchos otros conceptos: ficción, ilusión, verdad devenida fábula, que son empleados en general para definir y debatir el problema de la relación del hombre con el mundo de los símbolos. Hoy por lo demás- dice Vattimo- los incluso demasiado numerosos esfuerzos de leer a Nietzsche, sobre todo a la luz de la problemática hermenéutico- lingüística, han hecho que se actualice este problema, que si como es obvio no había podido pasar nunca del todo a segundo plano en la literatura sobre Nietzsche, aquí había permanecido comúnmente en una posición subordinada, confundido con frecuencia en el interior de perspectivas que pretenden acentuar en él sobre todo el aspecto del moralista, del crítico de la costumbre y de las hipocresías de la mentalidad tradicional, en suma una temática exclusivamente de desenmascaramiento. Hablar de máscara es hablar del problema de la moral. El problema de la máscara está asociado al problema de la decadencia del hombre planteado por Nietzsche, donde la vida presente se caracteriza como decadencia. La definición más generalizada de la decadencia, desde el punto de vista nietzscheano, es la que se percibe como ausencia de una unidad estilística (En consideraciones intempestivas II ).-Dice Vattimo- no se trata, como aclara Nietzsche, la falta de belleza a modo de no correspondencia a algún canon formal; sino de la relación forma - contenido, interiorexterior, ser- parecer. El hombre de su

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tiempo (y especialmente el alemán) se le aparece caracterizado por la total ausencia de una coherencia entre forma y contenido, por lo que necesariamente, ante todo en tal hombre y después en el filósofo que lo observa, la forma no puede aparecer más que como disfraz. El disfraz es algo que no nos pertenece por naturaleza, sino que se asume deliberadamente en consideración de algún fin, impelidos por alguna necesidad (se asume el papel de gerente). En el hombre moderno, el disfraz es asumido para combatir un estado de temor y de debilidad. La enfermedad histórica, eso es el conocimiento exasperado del carácter devenido y deviniente de todas las cosas, ha vuelto al hombre incapaz, verdadero discípulo de Heráclito (Nietzsche: Consideraciones intempestivas II1),de crear verdaderamente historia, de producir eventos nuevos en el mundo. Esta incapacidad es miedo de asumir responsabilidades históricas en primera persona, inseguridad de las propias decisiones. Mientras con énfasis se habla como nunca antes de la "personalidad libre", ni se ven personalidades, y menos personalidades libres, sino sin excepción hombres universales medrosamente arrebujados. Nadie expone ya su persona, sino que se disfraza de hombre culto, de erudito, de poeta o de político. Cuando uno toca tales máscaras, creyendo que toman en serio la cosa y nos hacen la comedia.... Se queda de pronto con nada más que un montón de trapos y retazos. El disfraz nace, pues, de la inseguridad, la cual, para el hombre moderno, tiene específicas raíces en el exceso de cultura histórica y en el afirmarse del saber científico como forma espiritual hegemónica. Además, disfraz, significa asunción de máscaras convencionales, anquilosadas (Vattimo: 1998: p.20). El intelecto, como medio de asegurar la supervivencia del individuo, donde desarrolla sus principales fuerzas es en el fingimiento; pues, éste es el medio por el cual sobreviven los individuos débiles, menos robustos, a los que está vedado luchar por su existencia con cuernos o recia dentadura de fiera. Mientras Nietzsche en la Segunda Intempestiva, la máscara y el disfraz son considerados, sobre todo en el plano "moral", como indicio y a la vez consecuencia de una ausencia de unidad estilística, es decir de carácter y de fuerza, en el ensayo sobre la verdad el discurso es extramoral; considera el surgir de ciencia como sistema de ficciones excogitadas por el intelecto para garantizar la supervivencia del animal en medio de una naturaleza hostil, y ante todo en la disputa con otros individuos de su misma especie. Lo que interesa aquí, sin embargo, es ver cómo la ficción, en su acepción más general, que cubre a la vez el acto de camuflarse y de excogitar ficciones útiles como los conceptos científicos, está en cualquier caso ligada al temor, a la inseguridad, a la lucha por la existencia (Vattimo).Esto lo asocia indudablemente con una visión pragmatista. Para Vattimo, si bien tanto El Nacimiento de la Tragedia como la Segunda Intempestiva ve el mundo de lo que se ha llamado la máscara mala como un determinado mundo histórico de lo sucedido en la época trágica, caracterizado por el racionalismo optimista Socrático y por anquilosamiento de la ficción en verdad (y el consiguiente surgir de la mentira), esta historicidad sigue siendo, un problema en la medida en que el anquilosarse de la ficción parece conectarse con toda forma de sociedad. Las obras que Nietzsche elabora entre los años 1876 y 1882, es decir, aquella que van desde Humano, Demasiado Humano hasta la Gaya Ciencia, y que por lo tanto constituyen la preparación de Zaratustra, se pueden leer e interpretar unitariamente como una reanudación y un desarrollo de este problema, que es, además, el de la decadencia y de la posibilidad de una renovada civilización trágica, es decir, de un proyecto de renovación

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puramente estético o estetísta que no representan vías para salir del mundo de la decadencia porque forma parte de él. Para Vattimo la generalización de la noción de decadencia, y el abandono, por insuficientes, de las dos soluciones, que por comodidad se les da el nombre de metafísica y estética, explican el tono aparentemente ambiguo de estas obras, en las cuales Nietzsche se presenta como un crítico despiadado de las hipocresías y máscaras que toma la civilización occidental decadente, y sin embargo, al mismo tiempo, como el heredero de esta civilización, que considera las equivocaciones como una necesaria premisa para su propia liberación. Pero esta ambigüedad que señala Vattimo es precisamente lo que motiva a indagar sobre el problema de la máscara, llámese esta máscara mala, máscara buena, soluciones metafísicas o estéticas en la sociedad, específicamente en este caso en la gerencia de nuestras organizaciones. Lo que importa, lo que se hace urgente, y en esto se guarda coincidencia con Vattimo, es preguntarse desde qué punto de vista es posible tomar conciencia de la decadencia y también preparar su superación. Humano Demasiado Humano y las obras que se conectan con ella, hasta La Gaya Ciencia, son para Vattimo - formas de apropiación de la historia de la civilización decadente en dos sentidos: en cuanto constituyen una reconstrucción de tipo fenomenológico (aún cuando, en un sentido diametralmente opuesto a la fenomenología hegeliana) y en cuanto, en tal reconstrucción, la conciencia fenomenológica de Nietzsche se descubre y se siente como perteneciente, ella misma, a la decadencia, planteando por lo tanto de manera novedosa, no ya teórica ni sólo estética, la cuestión de la superación. Es así como se encuentra en este grupo de obras un doble orden de palabras: a) generalización y profundización del concepto de decadencia en el plano del contenido, sobre todo, las alusiones esbozadas en Sobre la Verdad y la Mentira son desarrolladas en toda una serie de análisis de la relación entre estructura social, por un lado, y moral y metafísica por el otro; b) enfoque del problema del método, es decir, del modo de salir de la decadencia. Nietzsche en Humano Demasiado Humano está caracterizado por la temática del "desenmascaramiento". Por eso, a la luz del problema de la máscara y del desenmascaramiento, estos escritos aparecerán como la etapa decisiva que permite el pasaje desde el sueño dionisiaco del Nacimiento de la Tragedia, y de los otros escritos de la juventud, a la teorización del eterno retorno y del superhombre. Para Vattimo el desenmascaramiento perseguido por Nietzsche en estas obras es, en sustancia, una especie de reducción al absurdo de la civilización de la decadencia y de sus modos de razonar; algo como lo que será el "nihilismo cumplido" en La voluntad de poder.Una práctica de verdad ascética que va acompañada por una cierta transforma-ción del sujeto que pregunta. Como dice el bello aforismo Mudar la Piel:"La serpiente se muere cuando no puede mudar de piel. Igualmente, los espíritus a los que se les impide cambiar de opinión, dejan de ser espíritus". (Nietzsche, 1996: 573). Explorar la posibilidad de la liberación del sujeto de la gerencia pasa por plantear el problema de la ética, abordados en la problemática de la moral y del desenmascaramiento, cuyo hilo conductor parece ser el pragmatismo. Ese pragmatismo que paradójicamente los delata a través de sus máscaras y acciones. Si bien la superación del sujeto de la gerencia no es a través de la estética, se podría pensar en escenarios donde la liberación de este sujeto le permita la afirmación de una voluntad de poder capaz de transmutar los valores que lo hacen un hombre débil, donde el pragmatismo, resulte una limitación a romper; donde es necesario preguntarse si es posible ser pragmatistas y seguir siendo profesionales. Se trata de la contienda entre Sócrates y los tiranos, entre los amantes de la argumentación y los amantes de la retórica del autoengaño. (Rorty, 1996: 250).

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