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“Su corazón se modeló sobre una rueda”: las mujeres entre la ideología y la vida en el pasado nórdico* Liv Helga Dommasnes Dones i activitats de manteniment en temps de canvi Barcelona, 24-26 de novembre de 2005 Treballs d’Arqueologia 11, 2005 91 Resum: L’article tracta sobre el paper de les dones, i dels homes, a l’Edat del ferro nòrdica des del 200 d.C. aproximadament fins a l’època vikinga. És un llarg període de desenvolupament intens i d’innovació però estudiat sobretot en la seva primera part, quan sembla haver-se succeït canvis fonamentals. Es revisa la documentació procedent de les sagues, comparant-la amb la de les tombes, les cases i les granjes de l’Edat del Ferro, amb especial atenció a l’associació entre dones, cases i túmuls allargats. Aquesta relació s’analitza mitjançant els conceptes de canvi i manteniment. També es qüestiona la distinció entre les esferes ritual i domèstica com a escenaris del manteniment. Per acabar, s’aborda també la qüestió d’atribució de gènere a conceptes centrals utilitzats en la teoria sociològica i al seu paper en el manteniment dels nostres passats esbiaixats pel gènere. Resumen: El artículo trata sobre el papel de las mujeres –y de los hombres– en la Edad del Hierro nórdica desde aproximadamente 200 d.C. hasta la época vikinga. Es un largo período de intenso desarrollo e innovación. Sin embargo, se presta una mayor atención a su primera parte, cuando parecen haber sucedido cambios fundamentales. Se revisa la documentación procedente de las sagas comparándola con las tumbas, las casas y las granjas de la Edad del Hierro, deteniéndose de forma especial en la asociación entre mujeres, casas y túmulos alargados. Esta relación se analiza mediante los conceptos de cambio y mantenimiento. También se cuestiona la distinción entre las esferas ritual y doméstica como escenarios del mantenimiento. Por último, se aborda también la cuestión de dar género a conceptos centrales utilizados en la teoría sociológica y a su papel en el mantenimiento de nuestros pasados, sesgados por el género. Abstract: The paper will address the roles of women –and men– in the Nordic Iron Age from approximately 200 AD through the Viking Age. The entire period is one of intense development and innovation. Special attention will be paid to the first part, however, when fundamental changes seem to have taken place. I shall examine the testimony of the saga literature compared to that of Iron Age burials and houses or farm sites. Attention is drawn to an association between women, long houses and long barrows. This relationship is analysed through the concepts of change and maintenance. Further, the distinction between ritual and domestic spheres as arenas for maintenance activities is questioned. Finally I shall touch upon the gendering of central concepts u sed in social theory and their roles in the maintenance of our gender biased pasts. *Traducción del inglés de Sandra Montón Subías y Marina Picazo Gurina.

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“Su corazón se modeló sobre una rueda”: lasmujeres entre la ideología y la vida en el

pasado nórdico*Liv Helga Dommasnes

Dones i activitats de manteniment en temps de canviBarcelona, 24-26 de novembre de 2005Treballs d’Arqueologia 11, 2005

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Resum: L’article tracta sobre el paper de les dones, i dels homes, a l’Edat delferro nòrdica des del 200 d.C. aproximadament fins a l’època vikinga. És un llargperíode de desenvolupament intens i d’innovació però estudiat sobretot en laseva primera part, quan sembla haver-se succeït canvis fonamentals. Es revisala documentació procedent de les sagues, comparant-la amb la de les tombes,les cases i les granjes de l’Edat del Ferro, amb especial atenció a l’associacióentre dones, cases i túmuls allargats. Aquesta relació s’analitza mitjançant elsconceptes de canvi i manteniment. També es qüestiona la distinció entre lesesferes ritual i domèstica com a escenaris del manteniment. Per acabar, s’abordatambé la qüestió d’atribució de gènere a conceptes centrals utilitzats en la teoriasociològica i al seu paper en el manteniment dels nostres passats esbiaixats pelgènere.

Resumen: El artículo trata sobre el papel de las mujeres –y de los hombres– enla Edad del Hierro nórdica desde aproximadamente 200 d.C. hasta la épocavikinga. Es un largo período de intenso desarrollo e innovación. Sin embargo, sepresta una mayor atención a su primera parte, cuando parecen haber sucedidocambios fundamentales. Se revisa la documentación procedente de las sagascomparándola con las tumbas, las casas y las granjas de la Edad del Hierro,deteniéndose de forma especial en la asociación entre mujeres, casas y túmulosalargados. Esta relación se analiza mediante los conceptos de cambio ymantenimiento. También se cuestiona la distinción entre las esferas ritual ydoméstica como escenarios del mantenimiento. Por último, se aborda tambiénla cuestión de dar género a conceptos centrales utilizados en la teoría sociológicay a su papel en el mantenimiento de nuestros pasados, sesgados por el género.

Abstract: The paper will address the roles of women –and men– in the NordicIron Age from approximately 200 AD through the Viking Age. The entire periodis one of intense development and innovation. Special attention will be paid tothe first part, however, when fundamental changes seem to have taken place. Ishall examine the testimony of the saga literature compared to that of Iron Ageburials and houses or farm sites. Attention is drawn to an association betweenwomen, long houses and long barrows. This relationship is analysed through theconcepts of change and maintenance. Further, the distinction between ritual anddomestic spheres as arenas for maintenance activities is questioned. Finally Ishall touch upon the gendering of central concepts u sed in social theory andtheir roles in the maintenance of our gender biased pasts.

*Traducción del inglés de Sandra Montón Subías y Marina Picazo Gurina.

Hávamál es noruego antiguo.Significa “dichos del SerSuperior”. El Ser Superior eneste caso se supone que esOdín, el dios más importante delantiguo panteón noruego.Hávamál es un texto de la AltaEdad Media que divulga conoci-mientos de la época y, en parti-cular, códigos de comportamien-to entre las clases educadas.Escrito en Islandia en el sigloXIII, se supone que refleja losvalores y normas de laEscandinavia Medieval, inspira-dos en los ideales vikingos pre-cristianos.

En este texto se menciona a lasmujeres. Hay una estrofa com-pleta que dice así (según unatraducción reciente de CarolyneLarrington):“Nunca hay que fiarse de laspalabras de una joven,ni de lo que diga una mujer;porque su corazón se modelósobre una rueda,y el engaño se esconde en sussenos.”

Parece evidente que tales pala-bras debieron pronunciarse enun contexto enormementepaternalista. Los estudiososmodernos han intentado suavi-zar la expresión, aduciendo queel poeta se refería a que el cora-zón giraba sobre una rueda,posiblemente una rueda de alfa-rero, debía de ser muy frágil y

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necesitaba un cuidado especial(Holm-Olsen 1975).

Por mucho que se quiera enten-der este pasaje en particular,tan sólo es uno de un total de164 en un poema hermoso y deuna gran fuerza, influido tantopor los valores cristianos comopor la religión pagana. Su moralse suele describir como pragmá-tica. Yo la encuentro en ocasio-nes terriblemente ideológica.

Los primeros restos arqueológi-cos de la cultura noruega1 apa-recen unos 1000 años antes queel poema de Hávámal y lo hacenen el noroeste de Escandinavia,el punto de partida del ejemploque trataré en este artículo. Mecentraré en la relación que exis-te entre el trabajo de manteni-miento realizado por las mujeresy las ideologías contemporáneasy utilizaré fuentes históricas,literarias y arqueológicas. Tresconceptos teóricos serán la guía,a veces silenciosa, de este tra-bajo: el punto de vista (stand-point), la costumbre (habitus) ylos márgenes del tiempo (edgesof time).

Antecedentes: la evidenciamás antigua de la presenciagermánica en el Oeste deNoruega

El término “germánico” en sí yaes controvertido, pues conlleva

la polémica de si la cultura ger-mánica se desarrolló localmenteo fue producto de la inmigraciónde otros pueblos. Desde unpunto de vista arqueológico, lacuestión es muy relevante enNoruega. Debido a la falta dehallazgos materiales, se desco-noce la cultura de la Edad deBronce y de la Edad de Hierroprerromana en la mayor partedel país, sobre todo en las regio-nes del oeste y del norte. Losanálisis botánicos, junto conunos pocos hallazgos arqueológi-cos indican que sí vivió genteaquí y que había algún contactocon las regiones del sur. Pero noexiste un acuerdo general sobre

si estas partes de Noruega2 tam-bién formaban parte de los com-plejos culturales que definían laEdad de Bronce del norte y laEdad de Hierro del sur deEscandinavia. Los hallazgos sondemasiado escasos y dispersospara formarse una opinión firme.Concretamente, hasta hace pocose conocían muy pocos lugareshabitados, y aún menos auténti-cos poblados. Las casas, junto aun gran número de tumbas conimportantes ajuares, aparecencon mayor frecuencia tan sólo apartir del año 200 d.C., que es elpunto de partida de esta historia.

Especialmente en el oeste deNoruega, las primeras tumbasgermánicas, identificadas porsus ofrendas funerarias, corres-pondían a mujeres (Figura 1).Ésta es también la primera vez3

que se puede reconocer el géne-ro en las tumbas. Tumbas mas-culinas con ajuares similarestienden a darse una o dos gene-raciones más tarde. Desde estemomento, el género parecehaber jugado un papel impor-tante como principio estructuralde la sociedad.

Poco después de la aparición delos primeros enterramientosgermánicos, la granja basada en

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Fig. 1. Pendiente de oro de una tumbafemenina, aprox. 200 a.C.. © BergenMuseum/Svein Skare.

la explotación agropecuaria sehabía convertido en la unidadbásica de la estructura social yeconómica de la sociedad deloeste de Noruega. Los túmulosfunerarios se situaban en la pro-pia granja, no demasiado lejosde las casas (Figura 2). Las tum-bas tenían normalmente bastan-tes ofrendas, lo cual sugiere quequienes se enterraban en ellasdebían ser los propios granjeros,y, en algunos casos, las amas decasa. Esta tradición formó labase o el elemento dominantede la próspera cultura vikingaque vino a continuación.

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Seguidamente, voy a discutir eldesarrollo dentro de este entor-no cultural, centrándome en lainteracción entre estas comuni-dades y otras de distinta afilia-ción cultural. En general, laépoca entre aproximadamentelos años 200-1000 d.C. parecehaber sido de constante innova-ción y conflictividad en Escandi-navia. Este período culminó enla expansión vikinga y, poste-riormente, el mini imperionoruego de la Alta Edad Media,que incluía las islas atlánticas4.¿Se trató de un logro exclusiva-mente masculino?

Fig. 2. Túmulo funerario de la primera Edad del Hierro. © Bergen Museum/LivHelga Dommasnes.

Mantenimiento y cambio,algunas consideracionesbásicas

El mantenimiento se ha relacio-nado constantemente con lasmujeres, tanto en el pasadocomo en el presente. Ideológica-mente, esta asociación tiene quever, por supuesto, con el modoen que pensamos tanto en lasmujeres como en el manteni-miento. En general, el conceptode mantenimiento incluye todasaquellas actividades necesariaspara seguir funcionando cadadía. El mantenimiento tiene quever con preservar el statu quo,es todo lo que por definición noes innovador, aunque resulte amenudo un trabajo duro y ago-tador en que la perseverancia esel principal requisito. En las cul-turas occidentales, como míni-mo, nunca se le ha dado dema-siado valor al mantenimiento. Amenudo se lo asocia con la esfe-ra doméstica, y no con la esferapública o la religiosa, tal comolas entendemos. El manteni-miento es femenino.

El cambio, por el contrario, seasocia conceptualmente con eldesarrollo, concebido como unaevolución lineal hacia solucionesaún mejores. El cambio es inno-vador. En muchos casos, el cam-bio también es intencional. Es elcaso, por ejemplo, de los cam-bios en el ámbito cultural, en

oposición al natural. El cambiose asocia a menudo con elpoder: las personas poderosaspueden ver realizados sus pro-pósitos y llevar a cabo cambiosimportantes. Aunque sabemossobradamente que algunos cam-bios no son positivos, y otrosparecen no tener ninguna causa,uno siempre tiende a buscarexplicaciones, a menudo en tér-minos de poder y personas.

En muchos sentidos, cambio ymantenimiento son conceptosopuestos. El cambio es dinámi-co, intencional, poderoso, positi-vo: masculino.

Mantenimiento, cambio ypuntos de vista

¿La gente de la Escandinaviaoccidental valoraba el manteni-miento y el cambio tal como lohacemos nosotros? A continua-ción me centraré en el análisisde las actividades relacionadascon el mantenimiento, quemayormente constituyen un tra-bajo femenino, a través delestudio de granjas y tumbas. Loharé viendo qué ocurre en dis-tintas esferas de la vida durantela Edad de Hierro nórdica y pres-tando especial atención a larelación entre vida cotidiana eideología.

Considerar el cambio y el traba-jo de mantenimiento implica por

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consiguiente no sólo una pers-pectiva diferente. En muchoscasos también significa adoptarun punto de vista totalmentenuevo, integrando las perspecti-vas y valores de quienes no tení-an el poder para definir talesvalores y recompensas por símismos. En nuestro caso esnecesario recordar el sesgo exis-tente en la evidencia arqueológi-ca, que tiende a favorecer a lasclases altas, o al menos a losgranjeros y cabezas de familiabien establecidos, sesgo que esnecesario tener en cuenta.

Las unidades domésticas enla primera Edad de Hierro

Si volvemos a fijarnos en lasunidades domésticas de la pri-mera Edad de Hierro de laNoruega occidental, veremosque las casas siempre formabanparte de las granjas. La granjaautosuficiente, independiente y,muy a menudo, aislada fue elasentamiento típico de estazona de Noruega, probablemen-te desde aprox. 200 d.C. hastafinales del siglo XIX, cuando laindustrialización cambió comple-tamente este panorama. Estagranja era la unidad económicay social básica de la sociedadnoruega y estaba estrechamen-te vinculada a la familia, o ætt.

El modelo más cercano paracomprender la vida en la granja

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lo encontramos en las sagasislandesas. Aunque describanhistorias ficticias escritas en laAlta Edad Media, contienen refe-rencias que indican que la tradi-ción se remonta a los tiempos ypaisajes que dejaron atrás losinmigrantes, muchos de los cua-les procedían del oeste deNoruega, a finales del siglo IX yprincipios del X.

Basándonos en las sagas, pode-mos asumir que una granja nor-mal no sólo albergaba al granje-ro, su esposa y sus hijos, sinotambién a algunos parientes ysirvientes, a unos cuantos traba-jadores de la granja y a su fami-lia, a esclavos y, a menudo, ainvitados. Algunas granjaspodrían haber sido centros deactividades especiales, como elcomercio o las incursiones en laépoca vikinga. Es necesariotener en cuenta que la vida en lagranja era la única alternativahasta que empezaron a desarro-llarse los primeros mercados enla época vikinga. Todo lo nece-sario para la vida tenía que pro-ducirse, almacenarse y redistri-buirse dentro de la estructura dela granja, y todo el mundo quevivía allí tenía que participar enel trabajo.

Una de las sagas familiaresislandesas, la saga Laxdøla,habla sobre la división del traba-jo por género entre el granjero y

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su esposa: un buen día de tra-bajo sería aquel en el que elmarido hubiese matado a unhombre, mientras su esposatejía una bufanda de doce alen5.En realidad, lo que se asume esque el granjero era el responsa-ble del trabajo en el exterior,mientras que la esposa era res-ponsable de todo lo que seencontraba puertas adentro,hecho que simbolizaban las lla-ves en su cinturón. La unidaddoméstica estaba integrada pormuchas personas; en ella, lastareas se distribuían probable-mente según la edad y el rango.

Rigstula

No hay por que temer a la afir-mación de que, en la vida real,el mantenimiento lo llevan acabo tanto los hombres como lasmujeres.

Las sociedades germánicas y,más tardes, las sociedadesnoruegas estaban estratificadas,basadas en familias. Esto sedescribe en otro poema medie-val, el Rigstula6. Rigstula, o Lalista de Rig, es la historia de loque sucedió cuando uno de losdioses, Heimdallr (también lla-mado Rig), visitó a los humanos,y de cómo aparecieron las clasessociales: siervos, granjerosindependientes y aristocracia.

Para el asunto que nos concier-

ne, adquiere un interés particu-lar la descripción del trabajo querealiza cada uno de estos gru-pos. Los siervos llevaban a cabotareas pesadas y sucias al airelibre, esparciendo estiércol en elcampo, cuidando cerdos y con-duciendo rebaños de cabras. Lasmujeres siervas servían comidassencillas, poco elaboradas.

Los granjeros independientesgozaban de una mejor situación.A los hombres de esta clase selos describe enfrascados en acti-vidades que tienen que ver conel trabajo de la madera, como latala al aire libre o la construc-ción de casas. También domesti-caban bueyes y araban, mien-tras que las mujeres se ocupa-ban de la costura y de servir lacomida.

La pareja aristocrática empleabasu tiempo en lo que podríamosllamar actividades de ocio. Dehecho, a la mujer aristocráticase la describe haciendo muy po-ca cosa, excepto poner la mesacon lino y plata y servir abun-dantes y exquisitas comidas. Lasactividades masculinas de estaclase social consistían en cazar,practicar deportes y combatir.

Lo primero que se observa es ladivisión de lo que he llamado,por falta de un término mejor,de clases sociales. Lo segundoque debe destacarse es que, con

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la excepción de servir comida,en el trabajo entre esclavos noexistían diferencias de género.En esta sociedad, la diferenciade género era una cuestión declase social. En la Lista de Riglas diferentes clases se mues-tran viviendo en distintos luga-res. En la realidad, probable-mente y en la mayoría de loscasos las dos clases inferiores

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compartían la misma granja, oincluso, si ésta era grande, viví-an en ella los tres grupos.

La evidencia arqueológica:los enterramientos de laEdad de Hierro

En cuanto a las costumbresfunerarias, hay un rasgo que seha convertido en una auténtica

Fig. 3. Fusayola y llaves procedentes de una tumba femenina. © BergenMuseum/Ann-Mari Olsen.

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característica noruega a lo largode los siglos: la costumbre deenterrar a los muertos conherramientas, aparentementerelacionadas con el trabajo rea-lizado en vida. En el períodovikingo, ciertos tipos de herra-mientas eran incluso más comu-nes en las tumbas que las joyasy las armas. Esto constituye unasólida prueba —¿o no?— de losdistintos tipos de trabajo quellevaban a cabo las mujeres ylos hombres respectivamente, almenos en el estrato superior ymedio de la sociedad, ya que enlas tumbas del estrato más bajono se depositaban herramientas.Resulta posible interpretar lapresencia de estas herramientascomo parte del ajuar personal,necesarias para que los muertosdesempeñasen en la otra vidalas mismas funciones que enésta. Si las herramientas de lastumbas reflejan el trabajo y lasresponsabilidades en la vida,tienden a confirmar el retratoque se aprecia en las sagas,donde las mujeres trabajan encasa, de puertas adentro, mien-tras los hombres lo hacen en elexterior, como agricultores, car-pinteros, constructores de bar-cos, herreros, guerreros ycomerciantes (Figura 3). Tam-bién habría áreas que incluiríantanto a hombres como a muje-res, pues son comunes en lastumbas de ambos (utensilios decocina o agrícolas como, por

ejemplo, hoces). Las pesas debalanza también son bastantecomunes en las tumbas demujeres, lo que indica su partici-pación en el comercio. Tambiénse han constatado algunas fle-chas para cazar y una herra-mienta para construir barcos(Dommasnes 1982; Stalsberg1996).

Trabajo textil

El único tipo de herramientas,aparte de las armas de combate,que se halla con exclusividad enlas tumbas de un único sexo sonlos utensilios utilizados paratejer. Los peines de cardar lana,los husos, las agujas de tejer,las pesas de telar y las agujasde coser se hallan únicamenteen las tumbas de mujeres,donde constituyen una de lasofrendas funerarias más comu-nes. Creo que podemos asumirsin miedo a equivocarnos que eltrabajo textil no era únicamenteun privilegio femenino o un tra-bajo de mujeres. También erauna de las formas en que seconstruía la feminidad, en térmi-nos modernos. La mayoría deestas tumbas estaban destina-das a mujeres de clase alta. Sirecordamos la Lista de Rig vere-mos que es el ama de casa de lagranja quien cose y teje.

La Lista de Rig no hace menciónal bordado, aunque sabemos

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Fig. 5. Reconstrucción de las granjas de Ullandhaug. © Arkeologisk museum iStavanger/Terje Tveit.

Fig. 4. Bordado de Oseberg. © Kulturhistorisk Museum, University of Oslo /EirikIrgens Johnsen.

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que se trataba de una técnicaconocida, al menos entre la aris-tocracia. Esta pieza (Figura 4)pertenece al enterramiento deOseberg, al este de Noruega,cuya cámara de madera se hadatado en el 834 d.C.(Christensen et alii 1992). Másadelante volveré a referirme aeste enterramiento.

El trabajo textil, de este modo,cubría un amplio espectro:desde las necesidades básicas(como las velas de los barcos yla ropa de abrigo) a delicadosbordados y cintas tejidas queexigían mucho tiempo. Pareceque había diferencias jerárqui-cas entre las mujeres en cuantoa quién hacía qué en el trabajotextil. La producción textil parauso doméstico también puedeconsiderarse como una tarea demantenimiento, aunque en oca-siones gozara de mayor presti-gio, ya que producía resultadostangibles y duraderos. General-mente, las habilidades textileseran muy valoradas porqueresultaban fundamentales, yaque, en un clima nórdico, la ropade abrigo es indispensable.

Las excavaciones de lasgranjas

La mayoría de las granjas que sehan excavado pertenecen a losperiodos romano y de la épocade las migraciones. Normalmen-

te, había dos casas muy gran-des, y, quizás, una más pequeña(Figura 5). También había áreasde cultivo dentro de las granjas,zonas fuera del cercado dondepacían los animales. En lascasas grandes suele haber unapuerta para que entrasen lasvacas. Normalmente, el análisis de losasentamientos de la Edad deHierro se centra en la propiagranja como unidad social o eco-nómica, o en las casas comoestructuras arquitectónicas.Mucha menor atención se haprestado al trabajo y a la vidaque tenía lugar en ellas, con laposible excepción del análisis delas habitaciones y de sus funcio-nes. Si una se lo mira desdedentro, por así decirlo, lo prime-ro que observará es que partede la casa (ésta tenía una longi-tud de 47 metros (Figura 6)estaba destinada a los animales.El resto podía ser una gran sala,a menudo con varios hogares.

Los hallazgos en este tipo decasas son escasos: algunas pie-zas de cerámica cerca de loshogares, husos y pesas de telarcerca de las paredes. En todoslos casos, se trata de artefactosmás asociados con las mujeresque con los hombres, y confir-man nuestras sospechas de queel interior de la casa era undominio de las mujeres. Pero loque también nos muestran los

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hallazgos es que parece haberhabido un espacio común devivienda para hombres y muje-res, que incluiría también, en lamayor parte de los casos, a sier-vos y esclavos. Todo el mundonecesitaba un lugar donde cobi-jarse durante los largos y fríosinviernos. Los diversos hogaresdaban luz para las actividadesinvernales de ambos géneros.Los hombres debían repararherramientas y utensilios, lasmujeres probablemente hilaban,tejían, cosían y cocinaban.

Rituales y mantenimiento enel entorno doméstico

La gente de la Edad de Hierro enel norte tenía que ser autosufi-ciente. Al contrario que las gen-tes de climas más cálidos, nopodían pescar y cosechar a dia-rio. Cada otoño, podríamos decirque la naturaleza se cerraba. Loque no tuvieras guardado enton-ces, ya no podrías conseguirlohasta el año siguiente. El amade casa estaba a cargo de la

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economía doméstica, era res-ponsable de conservar y gestio-nar las reservas de comida paraun gran número de personas, deforma que durase todo el invier-no, con algunos extras para oca-siones especiales, si era unacasa señorial. También habíaque pensar en las pieles y lostextiles. Si no lo hacía bien, seproduciría una crisis, ya que nohabría adonde ir a por provisio-nes, ni siquiera para los ricos. La“crisis de primavera” es unaexpresión que ha mantenidohasta nuestros días, un recuerdode las condiciones del pasado. Elama de casa tenía el destino dela casa en sus manos.

Las sagas también dicen que lasmujeres cuidan a los ancianos ysanan a los enfermos. Estepapel como curanderas podríaestar representado en la tumbade una mujer enterrada enKvåle, en el oeste de Noruega,durante la época de las migra-ciones, pues al lado de su cabe-za se encontró un hacha de pie-

Fig. 6. Planta deuna de las casas

alargadas,Ullandhaug.

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dra, dos trozos de cristal deroca, dos trozos de sílex, variaspiedras pequeñas blancas yredondas, etc. Posteriormente,la tradición popular ha utilizadoestas piedras como proteccióncontra la brujería y el diablo.

La vida rural en el pasado nórdi-co es un ejemplo más de la inte-rrelación existente entre la esfe-ra de lo sagrado y lo profano. Ellugar central que ocupaban enlas granjas las tumbas con susofrendas de herramientas así loindica, como se ve en las casasde la época de las migraciones.En una fosa junto a uno de loshogares grandes de una deellas, se halló una daga depedernal de la Edad de Bronce.Esconder algo antiguo en la casaes habitual en muchas granjasde la Edad de Hierro. Con todaprobabilidad se trata de un actoritual, una forma de mantenerseen contacto con el pasado, o de“cerrar el círculo” temporal,desde el nacimiento hasta lamuerte y el renacimiento, en loque se podría definir vagamentecomo un culto a la fertilidad.

La fertilidad resulta fundamentalpara el mantenimiento de la vidaen la naturaleza y, por supuesto,entre la gente. De algún modo,creo que pasaba lo mismo entodas las culturas preindustria-les y se puede observar enmuchos de los actos de las gen-

tes. En algunos casos no puedehaber duda de la intención.Nuevamente debemos dejarnosguiar por la antigua literaturanoruega, a través del Volseto-tten, o el verso corto acerca deVolse. A primera vista, es unahistoria escrita en la Alta EdadMedia, que narra cómo el reyOlav (que murió en 1030) visitóuna granja solitaria en algúnlugar del norte de Noruega. Allípresenció como unas mujeresrealizaban un ritual de fertilidadvenerando a Volse. Dos historia-dores de la religión (Steinsland yVogt 1991) han analizado eltexto y han llegado a la conclu-sión de que sus orígenes seremontan a los tiempos paga-nos. En la versión antigua, elvisitante era Odín, dios supremodel panteón noruego. La funciónde la historia era probablementemantener un equilibrio entreintereses en conflicto.

¿Y quién era Volse? Resulta queVolse era el falo de un caballosacrificado, conservado y vene-rado por las mujeres de la gran-ja. Al anochecer, se mostrabaVolse a los miembros de la uni-dad doméstica. La historia nosdice que a los hombres les eraindiferente, aunque tambiénpodía provocarles hostilidad. Dehecho, Odín, el visitante, seenojó tanto que agarró a Volse ylo lanzó para que se lo comieranlos perros.

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La historia probablementerecuerda un conflicto entre cul-tos, uno antiguo mantenido porlas mujeres y otro más recienterepresentado por el dios guerre-ro (ása) Odín y su religión deguerra con la que se identifica-ban los hombres. El ama de casalideraba el culto a Volse, aunqueuna anciana esclava parecehaber tenido una relación muyestrecha con el culto.

¿Hay alguna prueba material deeste culto doméstico de la Edadde Hierro? Pues sí, la hay. Esteutensilio de hueso (Figura 7),interpretado como un cuchillo oraspador, se halló en la tumbade una mujer en Fløksand, alnorte de Bergen. Tiene una ins-cripción rúnica, linalaukar, lino ycebollas. Parece ser que enmuchas partes de Europa, tantoal lino como a las cebollas se lesatribuían poderes de proteccióny conservación. Quizás el Volsepodría haber ido envuelto enuna toalla de lino con cebollas

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para evitar su deterioro. Tal vezen este caso, esta ama de casadel siglo IV y también líder delculto recibió este utensilio comoofrenda para la otra vida. Unutensilio parecido con una ins-cripción similar, aunque un siglomás moderno, fue hallado enTysnes, algo más al sur.

Me atrevo a sugerir que, puestoque los cultos a la fertilidad soncasi universales, este tipo derituales debían ser un punto deencuentro de las mujeres de dis-tintas tradiciones durante elperíodo Romano, representandoun interés común y un aspectoen que se sentían superiores alos hombres y sus costumbres.Las recién llegadas podríanhaber contribuido al culto tantocon las runas como con las téc-nicas de conservación basadasen costumbres del sur, hechoque habría reforzado su autori-dad como cabezas de la casa. Enun tiempo relativamente corto,la tradición que representaban

Fig. 7. Inscripción rúnicade Fløksand. © BergenMuseum/Ann-Mari Olsen.

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las recién llegadas se convertiríaen un elemento dominante en lamezcla que evolucionaría a loque conocemos como culturavikinga. No se conoce la razónpor la que algunos de los diosesantiguos (de la familia Vanir)sobrevivieron y se convirtieronen dioses de la fertilidad en elpanteón vikingo dominado porlos Ása.

¿Existió una relación ideoló-gica entre las casas y lastumbas?

Las granjas, las casas queencontramos en su interior ymuchas de las tumbas con ajua-res a las que me he referidoanteriormente pertenecen laépoca de las migraciones, cuan-do las nuevas modas, las nuevascostumbres funerarias y los nue-vos dioses se habían convertidoen dominantes, o cuando menosponían en cuestión las viejascostumbres. Como ya he men-cionado, las tumbas se situabanen un lugar preeminente en lapropia granja: los antepasadosformaban parte de la granja.Entre estos antepasados habíamuchos hombres y cierta canti-dad, que variaba de la cuarta ala décima parte, de mujeres.

Teniendo en cuenta esta propor-ción, resulta interesante revisarlas características exteriores delas tumbas. En el oeste de

Noruega, las tumbas estánsituadas en la parte interior delas granjas. Los túmulos suelenser circulares, aunque tambiénse hallan con regularidad túmu-los alargados. Si se observa estefenómeno, resulta evidente quehay una estrecha afinidad entrelos túmulos alargados y losenterramientos de mujeres. Seha sugerido (Farbregd 1988;Gustafson 1993) que los túmu-los alargados simbolizan lascasas largas de las granjas, elmundo cotidiano de la mujer.Aunque, a fin de cuentas, sólounas pocas mujeres eran ente-rradas en túmulos alargados. Elsimbolismo tiene que ir más alláde casas. Se ha sugerido queestas mujeres eran sacerdotisasal servicio de Frøya, el dios de lafertilidad Vanir. La inclusión delmundo femenino en el lenguajefunerario, por así decirlo, es encualquier caso una evidenciaclara de la importancia ideológi-ca del trabajo doméstico de lasmujeres, y tal vez también, delmantenimiento del equilibrioentre las fuerzas en conflicto dela vida y la muerte.

La asociación entre las casas delas granjas y las tumbas es recu-rrente: con bastante frecuencia,en distintas partes de Escandina-via, descubrimos que los túmu-los funerarios se construyensobre casas recientemente aban-donadas. Es lo que ocurre en

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Ullandhaug, donde se construye-ron dos túmulos alargados en elinterior de una casa que se habíaabandonado poco antes. Quienesconstruyeron la tumba debíansaber que allí había habido unacasa. ¿Se pretendía quizássubrayar la relación entre lostúmulos (alargados) y las casas(alargadas)? ¿Albergaban lastumbas (con muy pocos hallaz-gos) a los antiguos residentes?¿O se pretendía enfatizar la con-tinuidad entre el pasado y el pre-sente, mediante elementos per-tenecientes al mundo de lasmujeres?

Un ejemplo muy conocido delpapel central de las mujeres enlos rituales funerarios es la his-toria narrada por Ibn Fahdlan,mensajero del califa de Bagdad,quien presenció un enterramien-to vikingo en Rusia en el año

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922. El protagonista principal deeste entierro, aparte del falleci-do, fue una mujer anciana,denominada el Ángel de laMuerte. Esta mujer preparóropas nuevas para el fallecido,un mercader vikingo, y lo amor-tajó. A su vez, se eligió a unajoven esclava para que murierajunto a su amo. A las dos hijasdel Ángel de la Muerte se lesencomendó la tarea de vigilarque no escapara. En un momen-to dado, cuenta Ibn Fahdlan, selevantó a la joven en el aire y sele pidió que dijera qué podía veren el otro mundo (se suponíaque había recibido poderes declarividencia y, por consiguiente,se convertía en mediadora entreel reino de los vivos y el de losmuertos). Tras mantener rela-ciones sexuales con varios de loshombres, el Ángel de la Muertela estranguló y la depositó en la

Fig. 8. Tapiz de latumba de Oseberg. ©K u l t u r h i s t o r i s kMuseum, Universityof Oslo /Eirik IrgensJohnsen.

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tumba, que en este caso era unabarca funeraria, para que fueseincinerada.

En relación a lo dicho, podemosobservar el tema de las muje-res y los barcos en este tapizprocedente del riquísimo ente-rramiento de Oseberg, en el surde Noruega (Figura 8). Esteenterramiento de clase altapara dos mujeres se remonta alaño 834 d.C. Tal vez no sedebería considerar este tapizúnicamente como un delicadoobjeto decorativo. Parece muyposible que este tema no seafortuito, sino que muestre laescena de un entierro —unaprocesión con varias mujeres alfrente. Así pues, constatamosun importante papel de lasmujeres en contextos funera-rios en distintos lugares y perí-odos (Ingstad 1982).

El último enterramiento que he-mos comentado fue un aconteci-miento público de gran categoría,diferente en este respecto a losmuchos enterramientos localesque parecen haberse convertidocada vez más en una parte de lavida local de las granjas a lo largode muchos siglos. Pero vemosnuevamente que los vikingosveían relaciones entre la vida y lamuerte. Las mujeres eran absolu-tamente esenciales para mante-ner el equilibrio y evitar que lospoderes destructivos dominaran.

La interpretación: aprendiza-je, mantenimiento y cambio

Los procesos culturales que tení-an que llevar al norte y el oestede Escandinavia del anonimatoen su época y su posterior invi-sibilidad arqueológica hacia unrico periodo de las migraciones yal posterior desarrollo expansivovikingo, parecen haberse inicia-do a mediados del períodoromano, en torno al 200 d.C. Enla región que he estado tratandohasta ahora, el oeste deNoruega, los primeros indiciosde este cambio están relaciona-dos con mujeres extranjeras o,al menos, con mujeres con untipo diferente de joyas. Pormucho que me hubiera gustadoque las mujeres pasaran a ser,por ejemplo, mercaderes inde-pendientes, me parece más sen-sato aceptar el testimonio de laspocas fuentes escritas quehablan del papel de las mujeresen el establecimiento de alian-zas matrimoniales en el entornode las familias adineradas.Resulta plausible que las tumbasricas del último período romanoy de la época de las migracionescorrespondan a tumbas demujeres que se habrían utilizadopara establecer alianzas con lastribus germánicas de más al sur. Estas novias, a quienes acompa-ñaban criadas y sirvientas, pro-bablemente eran mujeres debuena cuna y no participaban en

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cualquier tipo de trabajos.Posiblemente, estas mujeresextranjeras tratarían de encon-trar un equilibrio entre su cultu-ra propia y la nueva. Mujeres yhombres se mueven de formadistinta en los paisajes cultura-les. El modo en que algunasmujeres se adaptaron a los nue-vos entornos culturales en laAlta Edad Media, debió crearuna serie de nuevos escenariospara el intercambio de técnicasy conocimientos en unas comu-nidades de trabajo estrecha-mente relacionadas. En unmundo sin escritura, la relaciónpersonal era la única forma deaprender. La presencia de muje-res de distintas tradiciones cul-turales debía ser la única opor-tunidad que tenían los nativosde descubrir nuevos incentivos,y debemos creer que teníanganas de aprender. Según loshallazgos (y siguiendo la inter-pretación sugerida) las noveda-des extranjeras debieron alcan-zar a gran cantidad de granjasdel oeste de Noruega más omenos al mismo tiempo. Elimpacto colectivo debió ser degran calado.

La granja era la unidad básicade la sociedad de la primeraEdad de Hierro. Se desconoce eltipo de autoridad, de haberla,que ejercían jefes locales en losdiferentes territorios, al igualque sucede con su género, si

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examinamos únicamente la evi-dencia arqueológica (Hjørungdal1991). No hubo una autoridadcentral hasta la época vikinga.En mi opinión, la influencia delas mujeres que dominaban lasgranjas, esta unidad social bási-ca, debe haber sido muy impor-tante en el desarrollo de lassociedades nórdicas.

Como ya se ha mencionado, lospoemas de Edda y las sagasislandesas describen los matri-monios como alianzas entrefamilias, convirtiendo a la noviaen el eslabón de conexión entrela familia de su marido y la suya.El regalo de bodas, el hei-manfylgja (la dote), seguía per-teneciendo a la mujer durantetodo el matrimonio, y represen-taba su seguro en caso de con-flicto. También les daba a lasmujeres cierto poder de nego-ciación, ya que si cogía su dine-ro y se marchaba podía poner ala familia del marido en unasituación difícil. Sin olvidar queno se pueden utilizar mecánica-mente las sagas medievalescomo evidencia de lo que ocurríaen tiempos anteriores, sí quepueden llevarnos a preguntar-nos dónde y cuándo se originóesta costumbre.

Los textiles y el manteni-miento ideológico

No resulta fácil mostrar un

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ámbito específico donde los tra-bajos cotidianos de las mujeresmarcasen la diferencia. Desdeun punto de vista arqueológico,gran parte del trabajo de lasmujeres se hacía con materialesperecederos, como ocurre con elhilado y el tejido. Ambos sontambién ejemplos de trabajocualificado que requería un largoproceso de aprendizaje.

Los textiles se conservan mal.De hecho, contamos con muypocos restos de lo que fue, juntocon la cocina, el trabajo másimportante de las mujeres. Lospocos que tenemos procedentesdel oeste de Noruega demues-tran la existencia de técnicasvariadas y son de una calidadmuy alta (Bender Jørgensen1986). Se ha sugerido que laropa que conocemos como “fri-sia” se realizaba en realidad enel oeste de Noruega (ibid.). Eneste caso habríamos pasado dela producción para el manteni-miento a una producción para elcomercio. ¿Cómo explicar sinoaquella exquisita banda tejidapara una capa masculina quedata del 400 d.C.? Una costureramoderna con experiencia necesi-ta casi una hora por milímetropara copiarlo (Bender Jørgensen,comunicación personal).

Al otro lado del espectro, encon-tramos las velas de los barcos.Los vikingos utilizaban grandes

velas cuadradas de lana. Se hacalculado que la preparación deuna sola vela podía comportarcinco años de trabajo. Era unode los objetos más caros de cual-quier expedición vikinga. La par-ticipación de las mujeres en supreparación queda plasmada enel poema Huvudlausn, que seremonta aproximadamente alaño 1000 d.C.: “La vela tejidapor mujeres ondeaba en el más-til del barco” (Bender Jørgensen1999).

Donde los textiles eran realmen-te indispensables, sin embargo,era en la vida cotidiana, comoprotección contra el frío y la llu-via. La elaboración de los texti-les cotidianos y conservarlos enbuen estado supuso el punto departida que luego permitiódesarrollar y refinar las técnicasnecesarias para los otros tiposde textiles mencionados ante-riormente. No es de extrañarque los utensilios para tejer ehilar sean unas de las herra-mientas que se han hallado másfrecuentemente tanto en lasviviendas como en las tumbasde mujeres. Tal vez mi colegaestaba en lo cierto cuando sugi-rió que la presencia tan regularde fusayolas en las tumbas demujeres de clase alta a partir dela época romana tenía un signi-ficado simbólico más profundo,refiriéndose al papel de la mujeren la continuación de la vida y

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en el orden del mundo(Høigaard Hofseth 1985). En unentorno donde se concebía eltiempo como algo circular, afir-ma, el huso podría haber sido unsímbolo del círculo constante delnacimiento, la muerte y la reno-vación de la vida. Al hilo de suargumento, podríamos sugerirque dentro de esta forma depensamiento, ciertas áreas deltrabajo de mantenimiento tam-

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bién podrían tener un significadosimbólico. De hecho, parecehaber existido una fuerte cone-xión entre el trabajo de mante-nimiento y el poder ideológico.

En la cosmología noruega, elpropio mundo era concebidocomo un disco circular con unárbol gigante, Yggdrasil, en elcentro (Figura 9). Cerca de estecentro vivían los dioses. La

Fig. 9. Unarepresentación de

la cosmovisiónvikinga.

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gente vivía en la zona media,mientras que los gigantes y lostrolls vivían más cerca delborde. Y bajo el árbol, se noscuenta, estaban sentadas tresnornas, hilando el hilo de lavida. Las nornas de la mitologíanoruega antigua eran seressobrenaturales, doncellas encar-gadas de los destinos de diosesy de humanos.

Algunas reconsideracionessobre el mantenimiento, elcambio, las mujeres y loshombres

De nuestro análisis sobre elmantenimiento y el cambiopodemos apuntar lo siguiente:el trabajo de mantenimientopudo ofrecer una oportunidadpara desarrollar y cultivar algu-nas técnicas hasta el punto deque se convirtiesen en bellasartes y abonar el terreno para elcambio. En la mayoría de loscasos, estos cambios se produ-cen a largo plazo, son lentos ypuede que ni siquiera sean vis-tos como tales por quien loslleva a cabo. En la vida real, lalínea que separa la continuidaddel cambio suele ser muy fina. Elcambio lento es el cambiocomún, posiblemente la formafemenina del cambio.

En mi opinión, tal vez tendría-mos que reconsiderar los con-ceptos de mantenimiento y cam-

bio cuando los aplicamos asociedades con conceptos detiempo diferentes al nuestro yrepensar los valores asociados alconcepto de tiempo. Si lo que sepretendía era no perturbar el cír-culo del tiempo, el mantenimien-to, incluso cuando era repetitivoy aburrido para nuestra forma depensar, podría haberse valoradomucho simplemente porque eranecesario, en la vida cotidiana yen la ideología, para evitar cam-bios drásticos.

Los cambios drásticos y repenti-nos suelen ser negativos paralas mujeres, como ocurre porejemplo cuando son víctimas dela guerra. A pesar de ello, loshistoriadores, que trabajan conun tiempo lineal, tienden a con-siderar el cambio repentinocomo un gran logro, necesariopara el desarrollo de las socieda-des. El cambio positivo repenti-no tiene un sesgo masculino. Aveces, las mujeres también hansido agentes activos en talescasos. La sociedad vikinga es unejemplo: ¡Sin velas ni ropas deabrigo impermeables, no habríahabido viajes a ultramar, nicomercio, ni razzias, ni descubri-mientos! Pero para poder darsecuenta, hay que mirar más allá yconsiderar el trabajo lento ypaciente.

Y volviendo al Hávamál: su cora-zón se modeló sobre una rueda.

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Yo sugiero que tal rueda no erapara nada un torno de alfarero,sino una fusayola (Figura 10).Las encargadas de hilar eran lasmujeres, que no eran frágiles,sino lo bastante fuertes y pode-rosas como para gobernar susdestinos. Sin duda, esta fuerzatambién se dejaba sentir en lavida cotidiana, donde podríanhaber utilizado el heimanfylgja(dote) al mismo tiempo queadquirían habilidades técnicas yestrategias de poder proceden-tes de la asociación ideológicaentre estas habilidades y la con-tinuación de la sociedad y lavida. Echadle la culpa al destinoo a la manipulación de las muje-res: en cualquier caso, el arre-bato del poeta se convierte asíen un signo de frustración anteel poder de las mujeres y sufalta de sumisión.

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Notas:

1 Ésta es una cuestión compleja queno entraré a discutir en profundidadaquí.2 Y el norte de Suecia.3 Con unas pocas excepciones de laEdad de Bronce.4 Órcadas, Zetlandia, Hébridas.5 Antigua unidad de medidaequivalente a 0,6275 m 6 No se sabe de qué época es elRigstula. Se han sugerido hipótesisque le ubican desde el siglo IX alsiglo XIII.

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