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S. Martini Stella Martini E l s e n s a c i o n a li s m o y l a s a g e n d a s s o c i a l e s d i á l ogo s de l a comuni cac i ón Profesora en la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Investigadora en el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la misma Facultad. Dirección: Uriburu 950 piso 6. (1426) Buenos Aires. E-mail: stemar1@ibm.net 54 55

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ni Elsensacionalismo y las agendas sociales

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Profesora en la Carrera de Ciencias de la Comunicación de laFacultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

Investigadora en el Instituto de InvestigacionesGino Germani de la misma Facultad.

Dirección: Uriburu 950 piso 6. (1426) Buenos Aires.E-mail: [email protected]

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Bajo un cielo gris avanza ungrupo de unos cuarentahombres y mujeres en proce-sión. Los rezos, casi comoletanías, se mezclan con lossollozos entrecortados de lamujer joven que lleva el crucifijode algo más de un metro. Latristeza y la desazón son lasmarcas predominantes. Laimagen corta ahora a los piesque avanzan penosamente sobreel barro de una calle que permitesuponer una zona muy pobre.Los pies se arrastran, envueltosen un calzado miserable, sedeforman en la marcha, y el rezo,ahora casi ininteligible, es elúnico sonido ambiente. Planodel rostro de la mujer que llevael crucifijo. Los ojos, bajos yenrojecidos por el llanto quedificulta sus palabras. “Mi hijta,yo sólo quiero a mi hijita... Queme devuelvan a mi hijita... No sé

dónde está... ella me necesita”,musita la joven ante un micró-fono, y su entonación y susrasgos delatan la procedenciaboliviana. Plano al Cristocrucificado. Silencio. Luego alrostro angustiado de la madre, yfinalmente plano general.

Este relato quizás más propio delmelodrama cinematográfico, dela telenovela o de ciertas formasde la non-fiction es en realidadparte de un bloque de unnoticiero televisivo, de horariocentral -siete de la noche- en unode los canales nacionales de aire,que se emite diariamente desdela ciudad de Buenos Aires. Lacobertura se incluyó en unaserie iniciada en los medios unosdías antes. En aquel momento,en la puerta de un hospitalmaterno-infantil de la ciudad deBuenos Aires, una jovenboliviana que ha llevado a su hijade pocos meses a revisiónmédica, se da cuenta de queolvidó algo dentro delnosocomio. Una desconocida seofrece a cuidar de la criaturadurante unos minutos parafacilitar su trámite. Cuando lamadre vuelve, la mujer y la bebahan desaparecido. El director delhospital aclara que el hechoocurrió puertas afuera de lainstitución pública, por lo que laúnica responsable es la madre.

La marcha que registra lacámara televisiva -aproximada-mente tres minutos del bloqueinformativo- es una de lasúltimas noticias que apareceráen los medios nacionales acercadel hecho. El caso, ocurrido haceunos ocho meses, y aún noresuelto, desaparece de lasagendas periodísticas a poco de

haberse instalado (suele sernoticia en pocas líneas demanera esporádica cuando secelebran misas para pedir por laaparición de la niña). El conjuntode la cobertura, aunque remitea un crimen muy grave, ofrecepocos datos a la opinión pública,se explaya en imágenes sensa-cionalistas, tanto en la prensagráfica como en la televisiva, yse diluye, sin una propuesta dediscusión desde los medios, enla casi mítica serie “robo debebés” que, en nuestro paísafecta especialmente a lossectores más pobres.

La cobertura de este caso es unamuestra de la tendencia cada vezmás afianzada en los medios deinformar a través de moda-lidades dramáticas de laenunciación que intentan causarimpacto en el público desde laescenificación, la impresión, ylas sensaciones. Este tipo dediscurso sensacionalista -queavanza por sobre las tradicio-nales formas de la gráficapopular- aunque ha hecho de latelevisión su soporte privi-legiado- tiene su desarrollocreciente también en vastossectores del periodismo gráfico.Las retóricas del sensaciona-lismo, que son la razón de lostalk shows y de la denominada“televisión basura”, refuerzanuna etapa caracterizada por unaamplia exposición de laprivacidad y una crecienteopacidad en la administraciónde los asuntos públicos.

Pero no sólo es la cuantificacióndel fenómeno, la vertiginosaexpansión que remite a unaagenda distributiva y diría másexactamente una agenda

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estilístico-discursiva de losmedios informativos lo quealienta esta discusión. Aquí loque también está planteando unnudo problemático, en losplanos político, periodístico yepistemológico, es la cuestióndel significado de esta manerade producir y consumirinformación. El sensacionalismoparece favorecer la percepcióndel mundo en términos deconmoción permanente, conmo-ción que, se asume, dificultaríala identificación, conocimiento ydebate sobre los conflictoscontemporáneos. El fenómenose cierra de este modo sobre larecepción y sobre la función dela información pública en lasociedad.

La verificación del sensacio-nalismo, como discurso domi-nante en la construcción de mu-chos temas en medios que seproponen como “serios” desdesus contratos de lectura o con-tratos mediáticos, advierte tam-bién sobre cambios fuertes en larelación entre el periodismo y elpúblico y en el significado de latriangulación información-reali-dad-ciudadanía, y pone en discu-sión los conceptos mismos denoticia y de noticiabilidad.

El caso del robo de la beba enlas puertas de la MaternidadSardá, cubierto en lugardestacado en todos los soportesmediáticos durante los primerosdías, forma parte del conjuntoque tematiza las problemáticasdel individuo común en laagenda de los medios. Si bien eldelito sufrido es muy grave,como fue cometido sin violencia,

hay menos posibi-lidades de color en lacobertura periodís-tica, lo que obliga a untratamiento de lainformación queexplote el costadodecididamente lacri-mógeno del episodio.Desde un principio,las declaraciones deldirector del hospitaldeslindando respon-sabilidades, y elcarácter de extranje-ras (y pobres) de lasvíct imas permiten

aumentar el sensacionalismo dela cobertura, que adquieremarcas singulares.

Son la figura y el discursofemeninos los que protagonizanla escena de la información ypermiten el desarrollo de unacobertura centrada en laexpresión del dolor sinvergüenza y el reclamo de laaparición de la criatura que esparte de su mismo ser. Se reúnendos significantes fuertes ennuestra cultura: la condición dela madre y la fortaleza quesupera al mismo dolor causadopor la pérdida del hijo e impulsaa continuar la búsqueda. Desdela significación posible femi-neidad-maternidad, planteadadesde los pares fragilidad-fortaleza, y victimización-padecimiento, el discurso puederecurrir a la nota de color sinproblemas: mucha tristeza yestupor, muchas lágrimas, altasdosis de suspiros y ojos más queenrojecidos, dificultades en laexpresión y en la relación con lasinstituciones que hacen aún másevidente la intencionalidad decausar impacto. La matriz

melodramática permite eldespliegue de la información amodo de relato-búsqueda (quequeda inconcluso ante laopinión pública) y construye unmundo posible basado en unalógica binaria inapelable.

Pero donde quizás esta serienoticiosa articula con máscerteza la operatoria deverosimilitud es en el habla dela protagonista, que recorretodas las notas televisivas.Desde un habla diferente denuestra pronunciación dialectal,la mujer boliviana casi no lograhacerse entender. La diferenciadialectal parece entoncesconstruida en términos dedificultad, también de pobreza,y la ecuación es alarmantementesimplificadora y discriminatoria.Permite al mismo tiempodestacar las marcas evidentes dela diferencia: la ropa, el calzado,el rostro, el entorno, los vecinos,la cultura. La hiperobservación,que es la demora de la cámaraen la escena y los sonidos,facilita el logro del efecto delejanía.

Se puede asumir que lapropuesta es mostrar antes queaportar o demostrar, o conmo-ver antes que reflexionar sobreproblemáticas que cruzan losámbitos privado y público, y quemuestran la relación inevitableentre el delito y ciertos aspectoscríticos de las instituciones de lasalud, la seguridad y la justiciaen relación con la pobreza, yremiten también a la situaciónprecaria de los migrantesllegados a la Argentina desdepaíses vecinos. La coberturaelude ese marco contextual delhecho y no discute, por ejemplo,

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s las escasas posibilidades que lasdos víctimas, madre e hijabolivianas y pobres en laArgentina, tenían y tienen derecibir la atención merecida porparte de la policía, la justicia, laasistencia social y las auto-ridades competentes. Esto es, semuestra pero no se explica, ni seabre a la discusión la condiciónde indefensión y angustia de lamadre que las imágenestelevisivas traducen.

También se puede asumir que elperiodismo pretende plantear lareflexión y el debate desde laconmoción. Lo que parece estarrespaldado en el uso cada vezmás frecuente de la dinámica delcaso, las formas narrativizadas,el cruce de anécdotas y laconstrucción de representa-ciones binarias que se inscribenen los pares Bien y Mal en latematización de aconteci-mientos que tienen comoprotagonistas a individuoscomunes o públicos que hansido violentamente victimados.

Se hace referencia aquí al casoperiodístico, en los términos enque lo plantean Aníbal Ford yFernanda Longo, como una“nueva forma de non-fiction enlos medios periodísticos yaudiovisuales” (1999:250), queremite a “un ‘suceso’ individualo microsocial construidonarrativamente” (1999: 256).

Varios son los riesgos delrecurso excesivo a la casuísticacomo manera de poner enescena problemas de interéspúblico y de la narrativizaciónque la acompaña. Más allá dedemostrar la crisis de lasinstituciones, esta forma habla

de un contrato de lecturaconfuso, ya que “el crecimientode la casuística en los medios,su avance sobre otros niveles”está produciendo “...elreemplazo de la narración dezonas que durante el desarrollode la modernidad fueronelaboradas, en términosgenerales, mediante génerosdiscursivos fundamentalmenteinformativos y argumentativos”(1999: 265-6).

En el caso antes planteado, si lainformación se construye deforma impactante es porque eltema lo es y porque reactualizala serie del robo, desaparición omuerte de un hijo, serie que llegaincluso a constituir en la prensalo que Furio Colombo (1997)denomina “leyendas metropoli-tanas”. Por eso están dadostodos los elementos que puedenllegar a constituirse en caso. Haytambién algo más, ya que otrodato irrumpe en la seriecentrada en el drama personalde la joven madre, la desapa-rición, las lágrimas, el cuerpodestrozado desde adentro. Eldiscurso sensacionalista da unavuelta de tuerca sobre sí mismoy, al aceptar las palabrassancionatorias -condenatorias-del director del hospital,convierte de manera implícita ala víctima en victimario, o almenos en cómplice involuntaria.Con lo que el dolor y la angustiaquedan en parte suspendidos oal menos se desplazan hacia otrotipo de sentimiento ya que lamadre habría facilitado el delito.El sufrimiento equipara a sufalta, falta que inscribe el hechoen el plano universal -lamaternidad responsable- y leresta, aparentemente, responsa-

bilidad al Estado, las institu-ciones y la sociedad. Ladiscusión implícita en lasnoticias remite al mandatosagrado de la maternidad. Perolos motivos de una falta tal secruzan con la condición depobre y de extranjera (boliviana)de la protagonista de losacontecimientos, ecuación queconnota la dificultad para llevara cabo la tarea resguardadora deuna madre para con su hijopequeño. La cobertura noticiosadice, también implícitamente, delos riesgos de la credulidadunida a la ignorancia, y se haceeco y contribuye a la natu-ralización del discurso oficial.Las fuentes oficiales, sobrerre-presentadas, legitiman y sonlegitimadas a la vez por eldiscurso mediático.

Así, el padecimiento quereprodujo la cobertura televisivaantes descrita se entronca conla ignorancia que aparece,construida en términos tanto deexotismo como de intenciónuniversal moralizante, perosiempre por fuera de lainscripción y las explicitacionesen las series sociales y culturalescorrespondientes.

Pero ese calvario representadotambién construye imágenesque permiten la interpretacióndesde la metonimia porque,aferrada al crucifijo, la mujerpide a la justicia divina lo quetendría que poder demandar a lajusticia humana. La “incapa-cidad” (¿imposibilidad?) deencauzar su reclamo en losámbitos correspondientes y elhecho de realizar una marcha dereclamo en tono religioso, laconstituyen en un personaje

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mediático exótico: una creyenteque se sustenta en ciertasformas de la religiosidad popu-lar, frecuentemente ubicadas enlas fronteras de la superstición,tanto por los relatos ficcionalescomo por los informativospintoresquistas y hasta porciertos discursos sociales.

Y es justamente en este puntodonde se articula con fuerza elsensacionalismo con lasdiferentes formas en queaparecen las agendas de lasmigraciones, las de la pobreza,a nuestro país. En el marco de lamundialización de las imágenesy las comunicaciones -fenómenoque permitiría una gran ventanaabierta al mundo, por tanto elconocimiento de muchos ydiferentes otros- con un procesode integración como el Mercosuren marcha, y en medio de unasituación gravísima de crisis queacrecienta las brechas entreriqueza y pobreza en el mundoy en América Latina, la prensaargentina no encuentra aún ellugar adecuado donde agendarlas problemáticas de pobreza,expulsión y migraciones.

Las migraciones provenientes depaíses vecinos son agendaerrática en los medios argenti-nos y los migrantes sontematizados en ocasiones en queresultan victimarios o víctimasen alguna situación delictiva. Enenero de este año, intentandodespegarse del discurso oficialque impulsó dos semanas depersecución de los migrantesque están en condición deilegalidad en el país, los mediosno lograron constituir unaagenda que impulsara el debatesobre el tema en la sociedad. La

información sobre los sucesosvarios se cruzó con notas decolor, decididamente sensacio-nalistas, referidas a los pesaresde algún migrante en condiciónde ilegal, que trabaja hones-tamente y que no puede, porrazones económicas, completarla documentación de laresidencia, o la denuncia de lasituación de ilegalidad en quemuchos de ellos viven ennuestra ciudad en formaprecaria. Datos incompletos,reconstrucción de “héroes”, losmigrantes sufridos, honestos, ytrabajadores -que no explotados-frente a algunos que, desde lassombras en que se dibuja elmundo del delito, perjudican lavida normal de sus conna-cionales. Un silencio acerca delas causas de la expulsión de suspaíses de origen, y datos que noterminan de cerrar sobre lasdificultades para tramitar lospermisos de residencia en laArgentina.

En todo caso, las repre-sentaciones de los migrantespobres en nuestra prensa reúnenla condición de diferencia con elriesgo y hasta el delito. Latriangulación diferencia-peligro-delito se ensambla perfec-tamente con la visión sensacio-nalista que los medios constru-yen en el espacio público. El pun-to de partida es la diferencia quese explica una y otra vez en tér-minos esencialistas, por tanto deexotismo. Desde una concepciónque relata la identidad como unatributo esencial de una nación-un ser nacional, el que sea, do-tado desde las raíces telúricasde ciertos rasgos distintivos casiinefables-, los medios avanzanen la construcción de otros exó-

ticos suspendidos en la lejaníacasi imposible de verificación. Yel exotismo vende. De una u otraforma los personajes exóticosdespiertan la curiosidad portodo aquello que se encuentratan alejado del sentido común,de un discurso verosímilmentenaturalizado. Y vende porque losotros lejanos, tan diferentes anosotros, protagonizan hechoscoloridos, pintorescos, aterro-rizadores o moralizadores. Elsensacionalismo mediático pare-ce, en ese sentido, heredero delpintoresquismo con que cons-truye la alteridad la novela deaventuras o el relato de viajerosdecimonónicos, y reafirma, entiempos de crisis, los imagina-rios xenófobos (Baczko: 1991;Martini y Halpern: 1998).

De este modo, la noticia quehace de la joven madre bolivianaun manojo de tristeza, aferradaa un crucifijo que metaforiza sucalvario, la convierte enpersonaje tanto universal -lamadre doliente- como exótico -una representante de unacultura que cruza sufrimiento yreligiosidad supersticiosa-. Ladoble atribución de extranje-ridad y de pobreza explicarían ladificultad de la protagonista delhecho para funcionar en estasociedad moderna. Y pone comointertexto posible la cuestión dela nacionalidad y el naciona-lismo como “artefactos cultu-rales de una clase particular”(Anderson, 1993: 21). Se articulaasí con la presuposición deriesgo, “no supo cuidar de suhija”, y de delito, “favoreció elcrimen que sufre”. En todo caso,la sociedad puede conmoverseante su situación, o puedealarmarse, por eso el tema se

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s agenda fuertemente anclado enla nota de color inquietante.

El discurso sensacio-nalista no es una no-vedad. A través de élse desplegó desde laconsolidación de laprensa gráfica, a finesdel siglo pasado, untipo de discurso y unavisión del mundo cer-canos a los sectorespopulares. Relaciona-do con el melodra -ma teatral d iec io -

chesco, y con sus herederos, elfolletín, la novela sentimental yla novela negra del siglo XIX, elsensacionalismo cubrió páginasy páginas de los periódicos cer-canos a los sectores popularesy relató los dramas sociales y elmundo del crimen especialmen-te. La consolidacion de los me-dios en este siglo legitimó la exis-tencia de un periodismo popu-lar centrado en un modelo queretoma matrices de la culturapopular, donde la información secruza con las impresiones, y quetal como lo señala Sunkel (1992),recurre muchas veces a las for-mas de una matriz simbólico-dramática, que construye la rea-lidad en términos de escenariodonde se desarrolla el drama, lapasión del hombre.

El sensacionalismo en la prensapopular pone en juego lossentimientos y el cuerpo, yrescata los códigos de unpúblico que, ubicado lejos de lasesferas del poder, prefiere elrelato periodístico que resultemás cercano a sus luchas y a sucotidianidad.

Pero en la actualidad se asiste aun desplazamiento del lenguajesensacionalista a todos losámbitos informativos. No setrata ya de una matriz enraizadaen las tradiciones populares.Desde la propuesta deimpresionar a la sociedad, elmodelo que se reitera enpantallas y páginas informativasconserva y exacerba un estilo yaacuñado por un sector de laprensa popular, pero proponeotra visión del mundo. Losmedios son la ventana al mundoy allí lo que hay es espectáculoque está a la venta.

Atravesado por las lógicas delmercado, el imperativo delmarketing y la crisis política einstitucional, el fenómeno delavance del sensacionalismo seinscribe en la explosiónmediática, fruto del desarrollotecnologico, de la globalizaciónde las comunicaciones y de laconcentración empresarial. Losmedios se consolidan como unnegocio altamente rentable sientretienen. La activa circu-lación de flujos informativos entiempo real convierte así a losciudadanos en inevitablesconsumidores de noticias que sesustentan en los golpes de efectopropios de las formas en que sepublicita cualquier artículo deconsumo en el mercado. De estamanera la información se incluyeen la programacion global delentretenimiento y queda puessometida a las leyes que rigen eléxito y el fracaso en el mercadomediático.

Se trata de una información que,alterando las rutinas del trabajode la producción periodística yproponiendo otra manera de

percibir el mundo, forma partede lo que ha dado en calificarsecomo sociedad del infoentre-tenimiento. En este contexto,por ejemplo, en Argentina desdeel mes de abril se levantaronvarias horas diarias deinformación en tres de las cincotelevisoras de aire nacionales,Canal 2 América Televisión,canal 9 Azul Televisión y Canal11 Telefé (los dos últimossuprimieron directamente sunoticiero de horario central -ocho y siete de la nocherespectivamente-, con altamedición de rating para unservicio informativo televisivosin embargo) y un canal denoticias por cable, La Red, quepasaría a estrenarse en lospróximos meses como un canaldestinado íntegramente alenretenimiento. La naturaliza-ción de la concepción de latelevisión como espacio para elentretenimiento, unida a laconcentración empresaria y losintereses económicos en juego,han diluido todo debate sobreeste fenómeno hasta elmomento.

Si la noticia es espectáculo ycomo tal, mercancía a la venta,la categoría de ciudadano quedaen crisis y las formas depercepción de la realidad sealteran. La advertencia es acercade un fenómeno que aparece amodo de bisagra en la estructurade las sociedades, ya que “estastendencias en la infocomuni-cación, paralelas o emparen-tadas con los caminos socio-económicos y tecnológicos,descolocan al sujeto en cuantoconstructor de sentido y no sólociudadano o sujeto ético y legal.También lo hacen en sus

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sistemas lógicos, cognitivos,perceptuales, de ‘pensamiento yacción’” (Ford, 199: 111).

La información percibida comosensación, a través de unareiteración de golpes de efecto,dificultaría la participaciónciudadana en la cosa pública ypondría en riesgo la salud de lademocracia, en tanto los efectosaún no sistemáticamentemedidos en los públicos refierena hartazgo ante la visibilidadextrema y la sangre, y hastaapatía ante la reiteración delespectáculo cotidiano de lacatástrofe y el escándalo. Unacantidad apreciable de sondeosde opinión en nuestro país, enlos Estados Unidos y en variospaíses europeos evidenciancierta fatiga en el público anteuna información sensacionalistay escéptica. En tal sentido,Aníbal Ford advierte que lacultura del infoentretenimientopuede llegar a constituirse en “elcertificado de ...defunción de lainformación como un servicio alciudadano” (1999: 110).

Entran en crisis, al mismotiempo, los conceptos de loprivado y lo público, en tanto elsensacionalismo necesita de laintromisión en la vida privada delos individuos, sean victimarioso víctimas, para asombrar ysumar puntos de rating. Asíentendida, la privacidad sedespliega de manera procazsobre el espacio público, seconfunden los ámbitos, se olvidatoda regla de ética periodísticareferida al resguardo y cuidadode lo que no puede ser público.En la última semana de mayo,por ejemplo, en un episodiotriste y violento ocurrido en una

zona semi rural de la localidadde Chascomús, a unos cienkilómetros de la ciudad deBuenos Aires, cinco hermanos,entre ocho y trece añossecuestraron amenazando conuna tijera a una compañera dela escuela de sólo nueve años, ala salida de clases. La llevaron auna zona de monte cercana, lepegaron, le cortaron el cabello eintentaron ultrajarla con un palo.Tal como lo dispone lalegislación del país, los menoresculpables quedaron bajo elcuidado de sus padres en sucasa, donde fueron entrevis-tados por los diferentes medios.La televisión puso en escena alos acusados, quienes con unasuerte de arrepentimientomezclado con justificación (lacompañera atacada no erasimpática con ellos) exhibieronsu privacidad que, si bien sesupone protegida por las leyes,no parece protegida por losmedios. De igual forma,entrevistaron durante un largorato, aunque de espaldas a lacámara, a la víctima, quienlloraba acongojada en brazos desu madre, luciendo su cabezarapada a medias. Las coberturasconstruidas resultaron estre-mecedoras. Una vez más ganópuntos de rating el sensacio-nalismo. Los rostros angustiadosde los padres de la víctima, lascalles de tierra y la humildad dela vivienda, lo exótico del paisajedesolado donde la niña fuevictimizada, los rostros azora-dos de los mismos acusadosconstruyeron el escenario delespectáculo mediático. Pero elefecto de confusión que permiteafianzar la representación de lasociedad, a partir de dosabsolutos, el Bien y el Mal -en

términos melodramáticos-,justos y pecadores, normalidady desvío -en el sentido de lacriminalística tradicional-, seune a la pregunta de hasta dóndese puede avanzar en la mostra-ción de la privacidad, del dolory de la intimidad. El resto eshorror, alarma, incomodidad,reclamo de mayor seguridad.

La espectacularidad construidapor la información mediáticaalcanza su punto más alto deexpresión en la televisión, dondese conjugan la imagen, el textoverbal y el sonido con un altoefecto de verosimilitud. Seproduce en muchos casos unaverdadera escenificación de unhecho a través de la puesta enpráctica de la teatralidad ,entendida como “ilusiónperfecta, lo que nos permiteconsiderar como real el mundocreado por la escena...” y comola “utilización pragmática delinstrumento escénico, demanera que los componentes dela representación ponen demanifiesto y fragmentan lalinealidad del texto y de lapalabra” (Pavis, 1983, 470-1).

El relato informativo compartecon el relato de ficciónjustamente el que se trata derelatos, se cuenta algo. Peromientras en la ficción el textoconstruye un mundo absolu-tamente imaginado y puederecurrir a estrategias, tantoespaciales como temporales,que desarman y rearticulan lanarración y los mismos hechosnarrados, en el relato perio-dístico hemos de suponer que eltexto es deudor de un mundoreal y de un mundo de referenciaque, tal como señala Rodrigo

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s Alsina, permiten la verificacióny la verosimilitud (1996: 187). Enese sentido, las lógicas de lanarración en la informaciónperiodística que, como en laficción, siguen estando orde-nadas a causar sorpresa en elpúblico, se encuentran cons-treñidas por el conjunto demediaciones de la intertex-tualidad, porque la informaciónestá puesta para construirsentido sobre la realidad. De allíque el acento esté puesto, enapariencia, en las modalidadesdiscursivas. Pero si reconoce-mos que el contrato de lectura,basado en las modalidades de laenunciación, transmite ideo-logía, podemos enfocar lacuestión del sensacionalismo demanera más productiva yacertada.

El significado detantas coberturasnoticiosas sensacio-nalistas desplaza demanera imperceptible-y quizás no porvoluntad del mismoperiodismo- la res-ponsabilidad de lasinstituciones y de lasociedad en su con-junto a las formas delcalvario individual.Construye una escenadonde se representael melodrama media-do y reformulado,naturalmente, por las

propuestas del periodismo de finde siglo, la inscripción de loscasos en las agendas mediáticascorrespondientes, los supuestosatribuidos a la competencia delpúblico, la legitimación del

periodismo, tantas veces, como“cuarto poder” y hasta lasrepresentaciones propias delcronista ocasional.

Pero la escenificación de acon-tecimientos notables o impresio-nantes en clave sensacionalistano puede ir más allá de esa mos-tración de sufrimientos y culpas,en todo caso bucea en los pro-blemas personales o familiaresde los delincuentes y las vícti-mas, alienta una denuncia bienintencionada, interpela en casosresonantes al poder público, yluego se diluye. Se trata, las másde las veces, de relatos cruzadossin un desenlace. Por tanto, lainstalación como tema en el de-bate ciudadano -si se produce-responde más a las lógicas delcomentario, entre indignado yreceloso. La indignación y el te-mor de una sociedad no alcan-zan quizás para que una proble-mática se agende en la sociedady desde allí se exija su tratamien-to, previa instalación de mayorvigilancia, es decir, la particula-ridad que conmociona y despier-ta indignación e inseguridadvuelve a la sociedad, de la queestuvo discursiva-mente separa-da, en forma de relato, de mito.Por eso puede afirmarse que eltratamiento de un caso comoexótico o patológicamente des-viado, estimulado a través de lasretóricas del sensacionalismo,favorece la instalación de narra-tivas de explicitación que remi-ten a la necesidad de mayor con-trol sobre la sociedad o sobreciertos grupos de la sociedad.

Aquí importa recordar las difi-cultades de la construcción “ob-jetiva” de la realidad, rotundabandera que los medios infor-

mativos despliegan como discur-so primero de autole-gitimación.El problema de la voz autoriza-da es tema de debate yproblematización profunda en elámbito de las ciencias sociales,(Clifford: 1995; Mumby: 1997,entre otros) y las mismas re-flexiones pueden aplicarse alcampo de la autoridad periodís-tica. La concepción de la noticiacomo “reflejo” o “espejo” de larealidad, sostenida todavía porparte de amplios sectores delperiodismo, dificulta el aborda-je correcto de este problema enel momento del newsmaking. Yel tratamiento sensacionalistade la información acentúa aúnmás este problema. Los térmi-nos absolutos y dicotómicos enque se construye la realidad y lafuerza testimonial de los elemen-tos que causan impacto -una lá-grima en un rostro ajado, unahabitación destrozada, un cadá-ver mutilado, una calle mancha-da de sangre, el relato de dolorpor la pérdida o el horror anteel abuso sufrido- funcionancomo rasgos que contribuyen ala verificación de verdad necesa-ria a todo relato autosuficientey con pretensión de objetividad.Pero en la construcción plantea-da opera la dialéctica de la para-doja. Un relato informativo queofrece al espacio público la ver-sión sensacionalista de unaconte-cimiento es una apela-ción irrefutable a la emotividaddel receptor, y es justamente elefecto de la conmoción el quedificulta el distanciamiento delobjeto que posibilite la inscrip-ción en las agendas corres-pondientes y su discusión.

Pero también hay que señalarque la noticia sensacionalista

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trabaja sobre más de una serie,y diferentes propósitos, entérminos de expectativas delpúblico: la información, laenseñanza, la dramatizacion, elhedonismo, como lo señalaJorge Rivera para el cuentopopular (1985:9). La certeza esque todos estos propósitostienen lugar en una realidadconsiderada espectacular.

Las agendas de la violencia y dela criminalidad, del desvío y lacorrupción, inundan en estosmomentos los medios informa-tivos argentinos. Más allá de losniveles de coincidencia de lainformación periodística y larealidad, el conjunto construidoen los planos temáticos yatributivos aportan a unarepresentación casi insopor-table de la sociedad que, en lapráctica, ha llevado a lainterpelación ciudadana de lasinstituciones de seguridad, lajusticia y el gobierno en suconjunto y a la constitución deasociaciones y grupos informa-les de vecinos para salvaguardarpropiedades y vidas. En unproceso neto de retroalimen-tación, los medios construyenlas agendas del riesgo y laviolencia en términos deatribución sensacionalistasagendas que se reiteran lasveinticuatro horas del día desdelas pantallas de aire y por cable.A la vez, el público construye elsentido de la información -unidoa sus experiencias cotidianas ydirectas- y exige lo mismo que seplantea en la informaciónperiodística: mayor seguridad,esto es, control, vigilanciaadecuada, mayor represión ymás dureza en la legislacióncorrespondiente.

La escenificación ysobreexposición de laviolencia, el crimen, lasangre, el padeci-miento, las lágrimas yla desesperación delos individuos, y enespecial de losindividuos comunes,ocupan un espaciocuantitat ivamenteimportante en losdiferentes formatosperiodísticos en laactualidad. El cuadrose completa, en losdos últimos años, es-

pecialmente en la Argentina, conla cobertura de la violenciarelacionada con la corrupción yel poder. El discurso sensa-cionalista relata tanto historiasde los ciudadanos anónimoscomo de los que son públicos yconocidos. En este contexto, nosólo la violencia criminal lograuna cobertura sensacionalista:todo conflicto puede serrelatado desde la retóricasensacionalista y desde losdiferentes formatos informa-tivos. Aquí se verifica ya lainstalación de una tendencia queafecta a casi todos los productosinformativos.

Si el sensacionalismo estádejando de ser la marcaexclusiva del periodismo decorte popular y se desplaza, conla agilidad de las commoditiesculturales, hacia los soportesmediáticos que aún se proponenen su contrato de lectura comoserios y/u objetivos, cabríapreguntarse, en primer término,sobre los efectos en las

estructuras noticiosas básicas.Tal como lo vemos, el fenómenoatraviesa el análisis de lossignificados mediáticos y losdiscursos periodísticos e instalael debate también en la mismateoría sobre el periodismo. A laluz del sensacionalismo, que esun registro discursivo, perotambién una naturalización delsentido del conflicto y de laviolencia en nuestras socie-dades, hay que preguntarseentonces por el mismo conceptode noticia y el privilegio deciertas marcas que hacennoticiable un acontecimiento,por el papel de las agendasperiodísticas, las temáticas y lasatributivas, en relación con lavida cotidiana, las formas depercepción de la realidad, losimaginarios sociales y la opiniónpública.

La información periodística sedistingue en el campo de lostipos de información porquepermite a los individuos, en elámbito público y privado, lapercepción y conocimientocotidianos de la realidad y laposibilidad de organización de lavida. Si bien los sujetos seinforman, tanto desde losmedios como por fuera de ellos,complejidad social, mundiali-zación de los flujos comu-nicacionales y globalización delos conflictos y de sus efectosconstituyen el conjunto queposibilita hablar de los medioscomo soportes informativosprivilegiados. Por eso, la carac-terización de la noticia comomediación -interpretación yelaboración- de un aconte-cimiento, en tanto cambio oruptura, en cualquier ámbito, seresignifica en términos cuali-

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s tativos de la mano de la imagentelevisiva, y en el contexto de lasociedad del infoentrete-nimiento. Cuando el aconte-cimiento es relatado en losmedios, lo vivido se transformaen representado y el aconte-cimiento es aprehendido segúnlas categorías del relatoperiodístico. Y como ningunanarración puede ser aconte-cimiento mismo, en el caso de lanoticia de corte sensacionalistase construye un relato que esuna versión espectacularizadade la realidad. Las estrategias delrelato sensacionalista apuntan aun mundo representado regidopor el impacto emocional,destinado a impresionar. Todanoticia se estructura como el“relato-búsqueda”, sobre el ejedel deseo, y para que unahistoria se dé a leer comoposeedora de sentido, o tieneque ser interpretada por el quela cuenta, o tiene que cruzarsecon un contexto que la inviste deintencionalidad. La construcciónde la información desde losresortes del sensacionalismoapela, quizás más que en otroscasos de discurso periodístico,a las representaciones y lassupuestas expectativas de lospúblicos, más que a la relaciónentre las agendas de la sociedady las agendas periodísticas entérminos de debate público.

Los criterios de noticiablidad,que están en relación con elcontrato de lectura del medio ylas modalidades de la circu-lación de la información en laactualidad, privilegian entoncesciertas características en unhecho. Centrada en el valoremocional de un aconte-cimiento, la noticiabilidad

responde tanto a novedad eimprevisibilidad como a impactosobre la sociedad. Se afirmaademás, el criterio que exige alhecho gravedad unida a lacatástrofe (individual o social).El relato sensacionalistaprivatiza la información públicay podría leerse como una suertede instalación de la necesidad desupervivencia en un contextomarcado por la desviación. Seasume que la informaciónconstruida para impresionardificulta o de alguna maneraobtura el debate público. Elcruce entre sensaciones exacer-badas y reflexión, esto es, elcruce entre las formas narrativasy las formas argumentativas,redunda en una instalacióndefectuosa de un tema o unproblema en el debate social. Lapregunta que queda es ¿lainformación ha de cumplir unafunción en pro del interéspúblico, o acaso sólo es otraforma de entretener a través deuna realidad entendida comoespectáculo?

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