sousa santos para una democracia de la alta intensidad

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ECUADOR Debate CONSEJO EDITORIAL José Sánchez-Parga, Alberto Acosta, José Laso Ribadeneira, Simón Espinosa, Diego Cornejo Menacho, Manuel Chiriboga, Fredy Rivera Vélez, Marco Romero. Director: Primer Director: Editor: Asistente General: Francisco Rhon Dávila. Director Ejecutivo del CAAP José Sánchez Parga. 1982-1991 Hernán Ibarra Crespo Margarita Guachamín REVISTA ESPECIALIZADA EN CIENCIAS SOCIALES Publicación periódica que aparece tres veces al año. Los artículos y estudios impresos son canalizados a través de la Dirección y de los miembros del Consejo Editorial. Las opiniones, comentarios y análisis expresados en nuestras páginas son de exclusiva responsabilidad de quien los suscribe y no, necesariamente, de ECUADOR DEBATE. © ECUADOR DEBATE. CENTRO ANDINO DE ACCION POPULAR Se autoriza la reproducción total y parcial de nuestra información, siempre y cuando se cite expresamente como fuente a ECUADOR DEBATE. SUSCRIPCIONES Valor anual, tres números: EXTERIOR: US$ 45 ECUADOR: US$ 15,50 EJEMPLAR SUELTO: EXTERIOR US$. 15 EJEMPLAR SUELTO: ECUADOR US$ 5,50 ECUADOR DEBATE Apartado Aéreo 17-15-173B, Quito-Ecuador Telf: 2522763 . Fax: (5932) 2568452 E-mail: [email protected] Redacción: Diego Martín de Utreras 733 y Selva Alegre, Quito. PORTADA PuntoyMagenta DIAGRAMACION Martha Vinueza IMPRESION Albazul Offset <O caap IISSN-1012-1498!

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Soussa porpone una nueva forma de pensar el hacer democratico.

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Page 1: Sousa Santos Para Una Democracia de La Alta Intensidad

ECUADOR

DebateCONSEJO EDITORIALJosé Sánchez-Parga, Alberto Acosta, José Laso Ribadeneira,Simón Espinosa, Diego Cornejo Menacho, Manuel Chiriboga,Fredy Rivera Vélez, Marco Romero.

Director:Primer Director:Editor:Asistente General:

Francisco Rhon Dávila. Director Ejecutivo del CAAPJosé Sánchez Parga. 1982-1991Hernán Ibarra CrespoMargarita Guachamín

REVISTA ESPECIALIZADA EN CIENCIAS SOCIALESPublicación periódica que aparece tres veces al año. Los artículos yestudios impresos son canalizados a través de la Dirección y de losmiembros del Consejo Editorial. Las opiniones, comentarios y análisisexpresados en nuestras páginas son de exclusiva responsabilidad dequien los suscribe y no, necesariamente, de ECUADOR DEBATE.© ECUADOR DEBATE. CENTRO ANDINO DE ACCION POPULARSe autoriza la reproducción total y parcial de nuestra información, siemprey cuando se cite expresamente como fuente a ECUADOR DEBATE.

SUSCRIPCIONESValor anual, tres números:EXTERIOR: US$ 45ECUADOR: US$ 15,50EJEMPLAR SUELTO: EXTERIOR US$. 15EJEMPLAR SUELTO: ECUADOR US$ 5,50

ECUADOR DEBATEApartado Aéreo 17-15-173B, Quito-EcuadorTelf: 2522763 . Fax: (5932) 2568452E-mail: [email protected]ón: Diego Martín de Utreras 733 y Selva Alegre, Quito.

PORTADAPuntoyMagenta

DIAGRAMACIONMartha Vinueza

IMPRESIONAlbazul Offset

.....J

<O caap IISSN-1012-1498!

Page 2: Sousa Santos Para Una Democracia de La Alta Intensidad

ECUADORDEBATE 80Qui to-Ecua dor, Agosto del 2010

PRE SEN TA CION / 3-6

COYUNTURA

Diálogo sobre la coyuntura: Vicisitudes del presidencialismo y de la intervención estatal / 7-22El desarrollo del mercado de valores en el Ecuador: Una aproximaciónLuis Rosero / 23-34Conflictividad socio-política: Marzo – Junio 2010 / 35-44

TEMA CENTRAL

¿Más allá de la democracia representativa procedimental?Carlos de la Torre / 45-62Para una democracia de alta intensidadBoaventura de Sousa Santos / 63-76El presidente Rafael Correa y su política de redenciónPilar Pérez Ordoñez / 77-94Apuntes sobre la polarización política en Venezuela y los países andinosMargarita López Maya / 95-104La nueva izquierda indígena-nacionalista en BoliviaSofía Cordero / 105-120Una democracia de rostro populistaPatricio Moncayo / 121-136

DEBATE AGRARIO

Movilización campesina en la costa (1950-1963)Hernán Ibarra / 137-148

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ANÁLISIS

Crítica, política, modernidad (Bolívar Echeverría y el marxismo)Rafael Polo Bonilla / 149-154Gabinetes itinerantes, enlaces ciudadanos y consejos comunalesJaneth Patricia Muñoz / 155-178El secuestro, un nuevo rostro de la vulnerabilidad del migrante centroamericano en MéxicoRodolfo Casillas / 179-196Poder, dependencia y pobreza: invisibilización en el África subdesarrolladaGermán Carrillo García / 197-218

RESEÑAS

Petropolítica. Una teoría de la gobernanza energética / 219-220Historia del Ecuador en contexto regional y global / 221-228

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as perspectivas epistemológica,teórica y política están muy co-nectadas, en estos retos que

identificamos para la reconstrucción deuna utopía crítica, para pasar de una teo -ría crítica monocultural a otra multicul-tural, para distinguir entre objetividad yneutralidad, para pasar de la problemá-tica estructura-acción a la problemáticaacción conformista-acción rebelde, paraanalizar la cuestión del poscolonialismo,y también la de los dos sistemas de per-tenencia jerarquizada que existen en elcapitalismo. De estas problemáticas re-sultaban unos retos importantes para lateoría: una concepción amplia del podery de la opresión; los seis espacios-tiempoestructurales y sus formas de poder; laequivalencia entre el principio de igual-dad y el principio de diferencia, dondehallamos dos sistemas: el de la desigual-dad y el de la exclusión, así como lamezcla que existe entre los dos. Noshemos referido a las formas de acción, y

a continuación vamos a concentrarnosun poco más en la cuestión de la accióninstitucional y la acción directa. Por otrolado nos referimos también a la emer-gencia del Foro Social Mundial y la ne-cesidad de un nuevo internacionalismodescentralizado, pluricultural.

Éstas son las exigencias teóricas delas que venimos, y debemos ver cuálesson las consecuencias políticas y cuálesson los instrumentos con que contamos.El mensaje ha sido siempre que necesi-tamos de un conocimiento muy sofisti-cado y exigente porque tenemos queconocer muy bien la tradición y almismo tiempo contestarla, enfrentarla einnovar a partir de esa tradición. RobertoFernández Retamar, un gran crítico lite-rario cubano, acostumbra decir que no-sotros tenemos una doble tarea, sobretodo a partir de la situación poscolonial:por un lado la de conocer muy bien elcentro hegemónico y por otro la de co-nocer muy bien la alternativa al centro

Para una Democracia de Alta IntensidadBoaventura de Sousa Santos

La necesidad de reinventar la teoría de la democracia supone una crítica a la democracia debaja intensidad. Una alternativa contrahegemónica debe articular la representación y la parti-cipación. Todo ello implica una relación entre Estado, partido y movimientos sociales. Sinembargo, entre los movimientos sociales surgen dinámicas polanizadoras que deben enfren-tarse con pluralidades despolarizadas que abran un debate fructífero sobre la transformacióndemocrática de la sociedad.

L

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hegemónico. O sea: debemos generar undoble conocimiento que es exigente paratodos nosotros y sobre todo para los jó-venes científicos sociales de hoy.

¿Qué instrumentos tenemos? En rea-lidad, contamos sólo con instrumentoshegemónicos para intentar enfrentartodo eso, porque los conceptos para en-frentar lo nuevo, la discontinuidad, laruptura, la revolución, no los tenemoshoy. Los instrumentos hegemónicos quetenemos son las semánticas legítimas dela convivencia política y social: la lega-lidad, la democracia, los derechos hu-manos. Esto es realmente lo que tenemoshoy para enfrentar todos esos retos deque hablamos hasta ahora.

Es un problema complicado, porquesi son instrumentos hegemónicos, pordefinición no van a resolver nuestras in-quietudes, nuestras aspiraciones, y novan a conseguir lo que queremos lograr,que es una sociedad más justa, reinven-tar la emancipación social. Entonces te-nemos que hacer un doble trabajo. Porun lado, intentar ver si los instrumentoshegemónicos pueden ser utilizados deuna manera contra-hegemónica: si po-demos desarrollar un concepto contra-hegemónico de legalidad, de derechoshumanos y de democracia. Y por otrolado ver si en las culturas y en las formaspolíticas que fueron marginadas y opri-midas por la modernidad occidental –muchas de ellas en el mismo Occidente,porque la modernidad occidental estáhecha de muchas modernidades, una delas cuales dominó a todas las otras- po-demos encontrar embriones, semillas decosas nuevas. Un doble trabajo de ar-queología: en esas ruinas de destruccióny en los instrumentos hegemónicos quetenemos.

En este sentido, voy a concentrarmeen la cuestión de la democracia. Vamos aver cuál era la situación de la democraciaen los años sesenta. En ese momento lateoría de la democracia tenía algunas ca-racterísticas, sobre todo vista desde unaperspectiva crítica. En primer lugar habíavarios modelos de democracia: estaba lademocracia representativa liberal, la de-mocracia popular, la democracia partici-pativa, la democracia de los países quese desarrollaban a partir del colonialismo.Había, por lo tanto, una variedad grandede modelos democráticos.

En segundo lugar, la discusión cen-tral de la teoría crítica – de la teoría de lademocracia en general, Robert Dahl, Ba-rrington Moore – era la cuestión de lascondiciones de la democracia: el granproblema de discusión en ese entoncesera por qué la democracia sólo era posi-ble en un pequeño rincón del mundo, enun pequeño número de países. La res-puesta era porque allí existían condicio-nes para ello: sociales, políticas,económicas. Se hablaba, por ejemplo,de una reforma agraria como condiciónpara crear una población ciudadana parala democracia o de la necesidad de de-sarrollar a las capas medias como unaforma de estabilizar la democracia; ytales cosas no existían en la mayoría delos países, no se podía discutir la demo-cracia.

Por otro lado había una tensión crea -tiva entre democracia y capitalismo, por-que la democracia era un proceso que através de la metáfora del contrato socialluchaba por una inclusión más amplia.El contrato social ha sido siempre selec-tivo, ha excluido a mucha gente y mu-chos temas, pero desde el siglo XIX lalucha política es de alguna manera por

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la inclusión en el contrato. Los obreros,las mujeres, los inmigrantes, las mino-rías, a veces las mayorías étnicas, todosestaban en una lucha por la inclusiónque presentaba una característica: invo-lucraba alguna redistribución social, quese daba en la forma de derechos econó-micos y sociales. Y por eso el contratosocial es la posibilidad de hacer algunaredistribución. Pero al capitalismo no legusta la redistribución, y se produce unatensión.

La tensión creativa entre regulacióny emancipación, que es epistemológica,es teórica y también política. Y el con-trato social regula la tensión entre regu-lación social y emancipación, entreorden y progreso. En este contrato haydos grandes principios, el de igualdad yel de libertad, y la distinción entre lasfuerzas políticas que aceptan el juegodemocrático – porque está todo el ca-mino de los anarquistas y del socialismorevolucionario que no aceptan estejuego – es entre los demoliberales, queprivilegian el principio de la libertad, ylos demosocialistas, que intentan perse-guir los dos principios al mismo tiempo(por eso los demosocialistas son más fa-vorables a mayores concesiones a lasclases obreras, a la construcción del de-recho social, etc.).

La cuarta característica de este mo-delo, que está centrado en el Estado, espensar que éste es la solución y la socie-dad es el problema. La sociedad es pro-blemática porque hay crimen, hayprostitución, hay escasez de vivienda,hay toda una desestructuración que la re-volución industrial creó y el Estado debesolucionar. Y a este Estado se lo quieredemocráticamente fuerte para produciruna sociedad civil fuerte. O sea: hay una

simetría entre una sociedad civil fuerte yun Estado democráticamente fuerte, nohay contradicción. Éste es un modeloque asienta sobre muchos presupuestos,pero lo que debemos entender es que loque pasó con esta posición del Estadocomo solución. Hay dos procesos muyclaros.

Uno es la socialización de la econo-mía, que va a ser algo novedoso en elcentro y también en los países semiperi-féricos de América Latina y de Asia, Indiaes un ejemplo muy importante en estecaso: mostrar que la economía no es so-lamente capital, factores de produccióny mercado. La economía es tambiéngente, trabajadores, familias, necesida-des, aspiraciones, deseos, pasiones, quedeben ser regulados de alguna manera, yeso es el proceso de socialización de laeconomía. El segundo proceso es la po-litización del Estado. Si para los conser-vadores tenía simplemente el rol deestablecer y mantener el orden públicoy defender la soberanía nacional, paraestas concepciones demoliberales y de-mosocialistas no es así, y la politizacióndel Estado va a consistir en la producciónde cuatro bienes públicos fundamenta-les. El primero es la identidad nacional:los himnos, la educación, las historiasnacionales, el modo en que aprendemosa ser argentinos, brasileños, portugueses.El segundo es el bienestar individual ycolectivo, la idea del bienestar social quees parte del contrato. El tercero es la se-guridad individual y colectiva. Y elcuarto es la soberanía nacional.

Este modelo entró en una crisisenorme en los últimos veinte años y ana-lizaremos muy brevemente lo sucedido.Lo primero es que de todos los modelosde democracia que había permaneció

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sólo uno: la democracia liberal, repre-sentativa. Las otras formas de democra-cia desaparecieron, no se habla más deellas. Así pues la primera idea que lesquiero comunicar es que así como tene-mos biodiversidad y vamos perdiéndola,yo pienso que en los últimos 20 añosperdimos “demo-diversidad”: perdimosla diversidad de formas democráticas al-ternativas, donde el juego, la competen-cia entre ellas de alguna manera dabafuerza a la teoría democrática.

En segundo lugar lo que pasó es quela tensión entre capitalismo y democra-cia desapareció, porque la democraciaempezó a ser un régimen que en vez deproducir redistribución social la des-truye. Es el modelo neoliberal de demo-cracia que va a ser impuesto por elConsenso de Washington. Una demo-cracia sin redistribución social no tieneningún problema con el capitalismo, alcontrario, es el otro lado del capitalismo,es la forma más legítima de un Estadodébil. Esta es la razón por la cual elBanco Mundial y el FMI proponen e im-ponen esta forma de democracia. Enton-ces, con la falta de redistribución social,esta discrepancia entre experiencias yexpectativas va a colapsar. De hecho,nuestra definición de sociedad en lasciencias sociales, la más sencilla y máscompleta al mismo tiempo, dice que esun conjunto de expectativas estabiliza-das: es recibir el salario a fin de mes, esel ómnibus que llega a una hora deter-minada, es la expectativa estabilizada.

Lo que hoy está ocurriendo es quepara mucha gente no hay expectativasestabilizadas, y por eso he dicho que es-tamos en la crisis del contrato social, es-tamos expulsando gente de la sociedadcivil al estado de naturaleza, que era el

estado previo al de la sociedad civil paraLocke, para Hobbes y para Rousseau. Es-tamos hablando de la mayoría de la po-blación mundial, en algunos países más,en otros menos: puede ser 60%, 30%,pero eso es lo que está pasando en elmundo en este momento, con el mante-nimiento de la democracia política re-presentativa sin redistribución social. Miprimer diagnóstico radical de nuestra si-tuación presente a nivel mundial es quevivimos en sociedades políticamente de-mocráticas pero socialmente fascistas. Osea: está emergiendo una nueva formade fascismo que no es un régimen polí-tico sino un régimen social. Es la situa-ción de gente muy poderosa que tieneun poder de veto sobre los sectores másdébiles de la población.

Cuando digo crisis del contrato so-cial algunos pueden señalar que esto escontradictorio, nosotros miramos los in-formes del Banco Mundial, nuestraprensa, y se está hablando siempre decontractualismo. Esto no tiene nada quever con el contrato social, es el contrac-tualismo individual entre partes que tie-nen poderes muy distintos, y que a mijuicio crea una forma de fascismo social,el fascismo contractual. En el libro Rein-ventar la democracia reinventar el estadodistingo cinco formas de fascismo social.Lo importante ahora es ver cómo elhecho de que se pasa muy fácilmente delsistema de desigualdad al sistema de ex-clusión está produciendo una situaciónnueva, que es ésta de tener brutales de-sigualdades sociales que son invisibles,que están aceptadas, que están naturali-zadas, aunque la idea democrática, el Es-tado democrático se mantiene.

Por eso entramos en un proceso enel que el neoliberalismo no tiene nada

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que ver con el liberalismo del siglo XIXsino con el conservadurismo de esesiglo, pero a su vez es nuevo: en el sigloXIX el conservadurismo quería crear unmarco jurídico para los negocios, paragarantizar la propiedad individual, lasobligaciones contractuales, y defender lasoberanía nacional. El nuevo conserva-durismo ha desechado el concepto desoberanía nacional; el nacionalismo delos conservadores no existe más. El tercerefecto de esta crisis es que en veinte añosesa fórmula del Estado como solución yla sociedad como problema se invirtió.Ahora la sociedad civil es la solución y elEstado es el problema. Y esto pasó casidesapercibido para mucha gente: “el Es-tado es ineficiente”, “el Estado es lacausa de todos los problemas”, etcétera.

El otro factor fue que el Estado, alcontrario de ser el espejo de la sociedadcivil, es ahora su opuesto: para criar unasociedad civil fuerte tenemos que tenerun Estado débil, no puede ser que un Es-tado democráticamente fuerte conduzcaa una sociedad civil fuerte. Entonces estonos lleva a otra característica importanteque se desdobla en dos, y es lo que llamola desnacionalización del Estado por unlado – o sea, el Estado cada vez más ges-tionando las presiones globales- y la de-sestatización de la regulación social. ElEstado deja de tener el control de la re-gulación social, se crean institutos paraello, y el Estado se convierte sólo en unsocio, no tiene el monopolio de la regu-lación social. Por eso vamos a tener elproblema de la relación entre reguladoresy des-regulados, y frecuentemente los re-gulados son rehenes de los reguladores.

Este primer diagnóstico es duro, perome parece que tiene que ver claramentecon la crisis del modelo. Otros aspectos

que no vamos a poder desarrollar en sutotalidad son el fascismo social que noes producido por el Estado pero tiene lacomplicidad del Estado, y el nuevo Es-tado de Excepción. En conclusión, deesta situación resultan algunas cosas queson retos para nosotros si queremos rein-ventar una práctica y una teoría política.Primero porque vemos que en el pri-mado del Derecho que se anuncia portodos lados – la reforma del sistema ju-dicial, la centralidad de los tribunales,etc. – se consagra al Derecho pero se“desconsagran” los derechos: los dere-chos sociales y políticos.

La segunda es la emergencia de unconstitucionalismo global de las empre-sas multinacionales, que va por encimade las leyes nacionales y las viola fre-cuentemente, pero tiene prioridad sobreellas como antes la ley constitucionaltenía prioridad sobre las leyes ordinarias.Y de todo esto resulta lo que yo llamouna democracia de baja intensidad: vi-vimos en sociedades de democracia debaja intensidad. El problema pasa porcomprender que la democracia es partedel problema, y tenemos que reinven-tarla si queremos que sea parte de la so-lución. Por ejemplo, lo que sería un idealdemocrático según Rousseau (siemprehay que distinguir la democracia comopráctica de la democracia como ideal),es muy interesante: Rousseau decía quees democrática solamente una sociedaddonde nadie sea tan pobre que tenga quevenderse ni nadie sea tan rico que puedacomprar a alguien. En nuestras socieda-des hay de hecho mucha gente que tieneque venderse y mucha gente que tienedinero para comprar a esa gente.

Estamos muy lejos de ese ideal de-mocrático, y por eso hay que ver si po-

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demos crear una contra-hegemonía.Pero no es fácil en este momento, nuestropropósito y mi tesis central es que tene-mos que reinventar la demo-diversidad.La perdimos, pero quizás eso no es tanirreversible como la biodiversidad; pro-bablemente es posible reinventar y re-construir algunas de estas formas dedemodiversidad. Y la principal de ellasque voy a proponer es la relación entredemocracia representativa y democraciaparticipativa. Las razones por las cualestenemos que ver esta solución contra-he-gemónica parten de un análisis rigurosoen cada país de la democracia de baja in-tensidad, que se presenta de varias ma-neras pero tiene en general – y por esovamos a tener que construir alternativasa partir de eso – algunas característicasque es importante rever.

La primera es que este modelo sefunda en dos mercados: el mercado eco-nómico, donde se intercambian valorescon precio, y el mercado político, dondese intercambian valores sin precio: ideaspolíticas, ideologías. Lo que estamosviendo hoy es que estos dos mercados seconfunden cada vez más, estamos en-trando en un proceso donde solamentetiene valor lo que tiene precio, y por lotanto el mercado económico y el mer-cado político se confunden. Con eso senaturaliza la corrupción, que es funda-mental para mantener esta democraciade baja intensidad porque naturaliza ladistancia de los ciudadanos a la política:“todos son corruptos”, “los políticos sontodos iguales”, etc., lo cual es funcionalal sistema para mantener a los ciudada-nos apartados. Por ello la naturalizaciónde la corrupción es un aspecto funda-mental de este proceso.

Este modelo tiene dos piernas: la de-mocracia representativa es, por un ladoautorización y, por otro, rendición decuentas. En la teoría democrática origi-nal estas dos ideas son fundamentales:autorización porque por el voto yo auto-rizo a alguien que decide por mí, peropor otro lado él tiene que rendirme cuen-tas. Lo que está pasando con este modeloes que sigue habiendo una autorizaciónpero no hay rendición de cuentas; en eljuego democrático actual cuanto más sehabla de transparencia menos transpa-rencia hay. Entonces, dado que la rendi-ción de cuentas no tiene lugar, laautorización entra en crisis a través dedos patologías muy fuertes: la de la re-presentación – los representados no sesienten representados por sus represen-tantes – y la de la participación – absten-cionismo muy frecuente: “no voy aparticipar porque mi voto no cuenta”- ,o porque “sucede siempre lo mismo”.

Éstas son, a mi juicio, las condicio-nes dentro de las cuales tenemos que en-contrar alguna alternativa. La situaciónde que partimos es realmente con estascaracterísticas generales realmente muydifícil: una ciudadanía bloqueada, en lamedida que a mucha gente – que es lacaracterística del sistema democráticorepresentativo – no se le garantizan lascondiciones de participación, o sea, quese basa en la idea de participación perono garantiza sus condiciones materiales.Por ejemplo, tres condiciones son fun-damentales para poder participar: tienesque tener tu supervivencia garantizada,porque si estás muriendo de hambre novas a participar; tienes que tener un mí-nimo de libertad para que no haya unaamenaza cuando vas a votar; y final-mente tienes que tener acceso a la infor-

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mación. Me parece que con esta ciuda-danía bloqueada se está trivializando laparticipación; participamos cada vezmás en lo que es menos importante,cada vez más somos llamados a teneruna opinión sobre cosas que son cadavez más triviales para la reproduccióndel poder.

Y esto es algo que también me pareceimportante: hay un nuevo proceso de“asimilacionismo” que se ejerció en rela-ción a los indígenas y ahora se expandea toda la sociedad, y que consiste en par-ticipar sin poder discutir las reglas de par-ticipación. Entonces, a partir de aquítenemos que desarrollar otro modelo de-mocrático que logre de hecho venceresta situación. En la democracia repre-sentativa nosotros elegimos a los quetoman decisiones políticas; en la demo-cracia participativa, los ciudadanos deci-den, toman las decisiones. Pero estapolarización debe ser matizada: primero,la democracia representativa tiene tam-bién una parte de participación. El votolo es, pero es una participación compleja,porque conlleva la idea de renuncia a laparticipación, y por eso es limitada. Lademocracia participativa, al revés, tam-bién tiene delegaciones y formas de re-presentación: hay concejales, haydelegados. Todos los estudios que tene-mos sobre los presupuestos participativospor ejemplo, aún a nivel local, como enPorto Alegre, muestran claramente quetodas las formas de democracia partici-pativa tienen también elementos de re-presentación.1

Veamos cuáles son las condicionespara poder efectuar esta complementarie-dad, que no es de ninguna manera fácil.Pienso que ella conlleva tres problemas:la relación entre Estado y movimientos so-ciales; entre partidos y movimientos so-ciales; y entre los movimientos socialesentre sí. Son las tres vías donde se puedeconstruir una articulación entre democra-cia representativa y democracia partici-pativa que quizás constituya la creaciónde una forma de complementariedad. Loscaminos de complementariedad entreambas son muy complejos, no estoy di-ciendo que sea fácil realizarla en ningúnlugar. Si miramos la situación por ejem-plo de los partidos y los movimientos, en-frentamos en muchos países una situacióntotalmente hostil a la complementariedad:los partidos tienen un fundamentalismoanti-movimientos sociales, piensan quetienen el monopolio de la organizaciónpolítica de los intereses, y que los movi-mientos sociales no son representativos.Cuando estaba haciendo mi trabajo de in-vestigación en Porto Alegre, entrevisté alos diputados y senadores principales queme decían: “mira, yo he sido elegido por40.000 votos, ¿cuánta gente va a una reu-nión de asamblea? ¿1000, 2000 perso-nas?, entonces soy más representativo,hay más personas”. La idea de represen-tación es muy compleja, y más si existeeste fundamentalismo, que es muy claro.En Ecuador; por ejemplo me di cuenta dela distancia entre los partidos de izquierday los movimientos sociales como el de losindígenas. Hay una hostilidad de princi-pios que hay que sobrepasar.

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1 Ver mi libro Democracia y Participación: El ejemplo del presupuesto participativo en Porto Alegre. Quito:Ediciones Abya-Yala, 2004.

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Existe otro fundamentalismo, inversoa éste, el fundamentalismo anti- partidospolíticos de los movimientos sociales,que es la idea de que los movimientossociales tienen que ser totalmente autó-nomos porque la alternativa es coopta-ción, que significa la destrucción delmovimiento; tienen la idea de que no esposible la relación entre partidos y mo-vimientos. Pero entonces no es posibleuna articulación entre democracia re-presentativa y participativa, porque la re-presentativa está dominada por lospartidos, y la participativa está dominadapor los movimientos sociales y las aso-ciaciones barriales, de vecinos, etc. Si nohay una articulación política entre lasdos no es posible una articulación entredemocracia representativa y participa-tiva. Hay que vencer realmente estos dosfundamentalismos.

Y hay otro obstáculo: los partidos pri-vilegian totalmente la acción institucio-nal, dentro del marco legal, dentro delparlamento, etc. Los movimientos socia-les, al contrario, se dividen entre los queusan más la acción institucional y losque usan más la acción directa, pero losmás importantes normalmente usan lasdos. Hay una tensión entre partidos quese valen de la acción institucional y mo-vimientos que muchas veces recurren ala acción directa. Y ésta es a mi juiciouna de las razones más persistentes quedificultan enfrentar esta complementa-riedad.

Por otro lado, también podemosdecir que los partidos tienden a homo-geneizar sus bases sociales, les gustacada vez más hacerlo a través de lo quellamamos la pérdida de ideología en lasemergencias de las que son parte. Los

movimientos, al contrario, tienen temasespecíficos, trabajan sobre la diferenciacultural, la diferencia sexual, la diferen-cia territorial, trabajan con otros con-ceptos que son distintos. Hay una nuevacultura política que tenemos que inven-tar que pasa exactamente por vencerestas dificultades. ¿Cómo se hace esto?Mostrando en la práctica las ventajas deuna articulación. Hay muchas experien-cias en el Sur donde la democracia par-ticipativa emerge como presupuestoparticipativo, como el referéndum o lasconsultas populares, como concejos so-ciales o de gestión de políticas públicas– como en Brasil, donde son muy fuer-tes en este momento- y se comienza aver una complementariedad. Aún es li-mitada, porque las experiencias que te-nemos de articulación entre democraciaparticipativa y representativa son a nivellocal. Tenemos aquí un problema de es-cala: cómo desarrollar esta complemen-tariedad a nivel nacional y global.

Cuando el Partido de los Trabajado-res (PT) de Brasil llegó al poder, muchosestábamos involucrados en proponerideas para una democracia participativa,para un presupuesto participativo a nivelde la unión federal. Y discutimos ideasinteresantes, porque no puede ser lomismo que en una ciudad, tiene quetener otra forma, pero es posible. Dehecho el PT en el gobierno desechó to-talmente la posibilidad de una democra-cia participativa en el nivel nacional.Entonces lo que tenemos es esto: una de-mocracia participativa en el nivel locallogra articular autorización con rendi-ción de cuentas, crea realmente unatransparencia, limita la corrupción – dehecho eso está demostrado – y logra re-

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distribución social. Se puede probar queen las ciudades en América Latina y enEuropa donde hay un presupuesto parti-cipativo son ciudades con redistribuciónsocial.

Pero el problema es este: podemostener ciudades más justas pero las socie-dades a nivel general siguen siendo cadavez más injustas, porque el nivel local nologra una articulación nacional. Los par-tidos podrían desarrollarla, pero no lohacen. Este es uno de los límites más per-sistentes que tenemos, pero empiezan aser claras algunas cosas muy importan-tes en esta articulación: la democraciaparticipativa logra ampliar la agenda po-lítica. Hay muchos problemas en los par-lamentos de América Latina y Europa, eneste momento en que estos surgen direc-tamente de las luchas populares, de losmovimientos sociales.

La participación de los partidos esreal mente importante si éstos tienen cre-dibilidad en sus países. El problema esmuy claro: la articulación democraciaparticipativa/representativa exige la cre-dibilidad de los partidos. Y los partidospueden sustentar una agenda políticamejor que los movimientos, porque elproblema de los movimientos sociales esque en determinado momento tienen unaactividad enorme, están todos los días enla prensa, en el mes siguiente ya no están,están en reflujo, la gente ya no va a lasreuniones o a las asambleas. Esta idea desustentabilidad de la movilización es unproblema muy serio en muchos países,porque para que se logre una continui-dad, una participación, tiene que haberarticulación política; si no la hay tenemosestas dos inercias de las que hablábamosantes: por un lado la inercia y el reflujo

de los movimientos sociales que no lo-gran multiplicarse y densificar la lucha, ypor otro lado los partidos que se mantie-nen como eran antes y no cambian ennada sus políticas.

A mi juicio este es el reto que tene-mos hoy para sobrepasar estos proble-mas, y cuando se resuelve se logranmuchas cosas. Por ejemplo, trabajandocon experiencias concretas, se nota quelos partidos, al tener vocación de poder,suelen trabajar bien la cuestión de losdesequilibrios dentro del espacio pú-blico, porque compiten por el poder: noquieren transformarlo, quieren tomarlo.Los movimientos sociales, al contrario,saben que muchas veces las formas deopresión vienen del Estado pero vienentambién de actores económicos y socia-les muy fuertes, por lo que la distinciónentre la opresión pública y la opresiónprivada no es demasiado importante. Lossindicatos, por ejemplo, tienen una ex-periencia notable de lucha contra acto-res privados: los patrones y las empresas.Entonces, hay aquí también en este pro-ceso una capacidad enorme de ampliarla lucha contra la opresión. Y en los paí -ses donde la democracia participativa seenraíza en las experiencias que tenemos,permite de hecho que se desarrolle eneste momento una lucha más ampliacontra diferentes formas de opresión.

Hay factores que favorecen la emer-gencia, y por eso está apareciendo enmuchos países. El primero es que los par-tidos políticos están perdiendo el controlde la agenda política: nunca los partidospolíticos incumplieron tanto sus prome-sas electorales cuando llegaron al podercomo en estos momentos. Uno de los es-tudios más interesantes es mirar los pro-

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gramas de los partidos y después su prác-tica política. Ha sido siempre así, peroahora todavía más, porque hay una pre-sión de la globalización neoliberal queno puede entrar en la agenda política deun partido. Ninguno de ellos puededecir: “cuando llegue al poder voy a se-guir totalmente las instrucciones del BMy del FMI, porque si dice esto no va atener votos, ya que la gente sabe las con-secuencias de eso. Tiene que decir queva a dar más empleo, educación, salud,etc., pero cuando llega al poder no hacenada de eso. Este incumplimiento haceque la deslegitimación de los partidossea cada vez más grande en un númerocada vez mayor de países.

Esa pérdida del control de la agendapolítica solamente se puede recuperar através de los movimientos populares. Nome parece que pueda ser de otra formaque a través de una presión desde abajo.Esto viene de los movimientos, y tieneotra característica: tiene que ser legal eilegal. No puede ser una lucha institu-cional solamente, tiene que ser unalucha institucional y una lucha directa.Además, en algunos contextos tiene queser cada vez más directa, porque con lacriminalización de la protesta se está re-duciendo la posibilidad de una luchainstitucional, y si ésta se reduce tenemosque abrir espacios para la posibilidad deuna lucha directa, ilegal y pacífica. Loque estoy tratando de sugerir es que te-nemos que crear una dialéctica entre le-galidad e ilegalidad, que de hecho es lapráctica de las clases dominantes desdesiempre: usan la legalidad y la ilegalidadcuando les conviene.

Por eso no puede haber un feti-chismo legal. Yo que trabajo mucho lacuestión del sistema judicial – como so-

ciólogo del Derecho- en varios países deAmérica Latina y África se que esta ten-sión es necesaria. De hecho, todos losmomentos fundantes de la democraciahan sido ilegales: huelgas, protestas yhasta funerales. Por ejemplo, en Áfricadel Sur uno de los movimientos funda-dores de la nueva democracia fueron losfunerales de los negros asesinados. Ile-galizados por el apartheid, fueron unacto fundador de pertenencia: “ya queno podemos pertenecer en vida pertene-cemos juntos en la muerte”. Esto es unacosa que viene de muy lejos. ¿Ustedessaben cuáles fueron las primeras mutua-lidades de los trabajadores que se crea-ron en el siglo XIX en Europa? Eran paracomprar un cajón cuando moría el tra-bajador, para los funerales; o sea, el tra-bajador no tenía dignidad en vida, peroquería tener dignidad en la muerte. Y to-davía hoy en algunos países hay mutuali-dades de funerales. Esto fue la creatividadde las luchas por la supervivencia degente que estaba excluida totalmente delcontrato social, y por eso esta mezcla delegalidad e ilegalidad es para mí muy ne-cesaria y muy fuerte.

Claro que la relación entre Estado ymovimientos, y entre partidos y movi-mientos, depende de algo que yo llamolas condiciones de oportunidad política.No podemos generalizar estas condicio-nes: hay condiciones políticas donde lasclases que están en el poder son muy re-presivas, muy monolíticas; hay otrasdonde son más abiertas, menos monolí-ticas, y hay mucha competencia entreellas. Cuanta más competencia entre eli-tes más grietas se abren para que porellas entren el movimiento popular y lademocracia participativa. Y aquí lo queme impacta más es que los movimientos

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por separado no ven las posibilidadesque tienen a su alcance: no aprovechanlas oportunidades.

Esto es lo que debemos analizarsobre la relación movimientos-movi-mientos. Si los movimientos se van amantener separados – feministas de unlado, obreros de otro, indígenas de otro,ecologistas de otro, derechos humanosaquí, asambleas barriales allá – sin arti-culación, no iremos muy lejos. Hay de-masiadas teorías de separación y muypocas teorías de unión, por una tradiciónnefasta, a mi juicio, en la política de iz-quierda: que politizar una cuestión espolarizar una diferencia. Para nuestratradición politizar significa polarizar.Dentro de los movimientos, de las clasespopulares, hay que buscar otra culturapolítica, que tiene que basarse en lo quellamo pluralidades despolarizadas.

Hay una discrepancia total entre lapráctica y la teoría de la izquierda y delos movimientos en América Latina: quepara una teoría ciega, la práctica es invi-sible, y para una práctica ciega la teoríaes irrelevante. Eso es lo que ocurre hoy yhay que superarlo. Si ustedes miran lascondiciones de los movimientos veránque ellos parten de esta polarización ytambién de otra cosa: nunca como hoyen el pensamiento de izquierda hubo unadiscrepancia tan grande entre las posibi-lidades de corto plazo y las incertidum-bres de largo plazo. Antes hablábamos desocialismo o barbarie, ahora pasamos ahablar de que otro mundo es posible. Laapertura es totalmente distinta, el largoplazo es muy inclusivo pero muy vagotambién. Hay que concentrar esta condi-ción que es problemática y permite to-davía una despolarización. Al analizar

los textos de toda la reflexión de la iz-quierda desde el siglo XIX se ve muy cla-ramente que las polarizaciones incidíansobre todo en el largo plazo. Hubo algu-nas en el corto plazo. Por ejemplo, en laPrimera Guerra Mundial los obreros sedividieron entre los que estaban a favorde la guerra y los que estaban en contra,pero las grandes divisiones son de largoplazo.

Creo que hoy hay condiciones paravencer algunas cuestiones que parecenmuy tenaces. De alguna manera lo quevoy a proponer de las pluralidades des-polarizadas parece que ir en contra deun nuevo extremismo que existe dentrodel pensamiento crítico. Hay tres extre-mismos, que a mi juicio, son muy nefas-tos. Uno es sobre el sujeto histórico: elextremismo entre los que siguen cre-yendo que es la clase obrera el sujetohistórico y los que creen que es la mul-titud. Es un extremismo mucho másgrande que hace 30 años, cuando se dis-cutía qué era la clase obrera, si la pe-queña burguesía era parte de ella, cuálera el papel de los campesinos, quiéneseran los aliados. Ahora es entre el ex-tremo de la clase obrera y el de la multi-tud. Marcos dice: “personas comunes, ypor lo tanto rebeldes”. Michael Hardt enImperio dice – y lo dijo en el FSM 2005–“todos somos comunistas”.

Este extremismo, a mi juicio, ridí-culo, está intentando confundir las cosasporque es totalmente irrelevante. Antes,las facciones dentro de los partidos co-munistas, socialistas, eran divisiones quetenían consecuencias políticas: unopodía ser echado de un partido o podíamorir. O sea: el extremismo, las posicio-nes distintas, tenían consecuencias. Hoy

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no tienen consecuencias, es un extre-mismo tan grande como inconsecuente,falto de relevancia. Lo mismo sucedecon las formas de organización: o tene-mos las tradicionales de partidos y sindi-catos, o todo es espontáneo, no puedehaber una organización porque si la hayno hay democracia directa, y si no haydemocracia directa no hay movimientopopular puro. Este extremismo es a mijuicio totalmente irrelevante pero creamuchos debates que no son productivos.

También hay otro extremismo, que espensar que, por un lado, es necesariotomar el poder y por otra parte, gentecomo Holloway, por ejemplo, que dice:“no, no tenemos nada que ver con elpoder, no hay que tomar el poder, hayque ignorarlo”. Sigue siendo muy difícilencontrar un camino intermedio, ysomos varios los que estamos buscandootra vía, en la que la cuestión no estomar o no tomar el poder sino transfor-marlo, y sobre todo a partir de un prin-cipio que es fundamental: en todas lasluchas los conflictos están determinadospor las clases o grupos dominantes.Cuando les hablo del uso contra-hege-mónico de un instrumento hegemónico,parto de los términos del conflicto, por-que no está en la agenda política unatransformación global. Es decir, estamosen un momento, en un período de tran-sición que es demasiado tardío para serpos-revolucionario y demasiado prema-turo para ser pre-revolucionario.

Esta es una situación que conllevatoda esta tensión y oportunidad creativaque tenemos para poder construir una al-ternativa democrática. Por eso pienso queen estas condiciones tenemos que partir

de los conflictos. ¿Cómo se mide el éxitode una lucha? Por su capacidad de cam-biar los términos del conflicto. Por ejem-plo, los indígenas han visto cómo su éxitova de pequeñas luchas culturales hacia ladefensa de la autodeterminación, de laautonomía. Las luchas se articulan cam-biando los términos. Esta pluralidad des-polarizada que les propongo tendrámuchas consecuencias, y pienso que elForo Social Mundial es un embrión derea lidades donde podemos empezar a veralgunas de estas despolarizaciones, plu-ralidades que son despolarizadas. Y aquíconcluyo mi exposición: si empecé epis-temológicamente con la Ecología de losSaberes termino con las pluralidades des-polarizadas. O sea: el lado político de unaepistemología de los saberes es la incom-pletitud de propuestas políticas y la nece-sidad de unirlas sin una teoría general.

El concepto de pluralidades despola-rizadas tiene una serie de condiciones delas que no voy a hablar aquí, pero tienesobre todo esta necesidad de una inteli-gibilidad, una articulación de accionescolectivas cada vez mayor. Esto estáemergiendo en muchos movimientos: enel movimiento feminista, en el movi-miento indígena, etc. Hay cosas que sontotalmente novedosas, por ejemplo en mipaís el movimiento sindical apoya al mo-vimiento gay y éste tiene mucha presen-cia en las manifestaciones; hace 20 añoslos sindicatos nunca hubieran partici-pado de una marcha de orgullo gay, alcontrario, eran totalmente anti-gay y ha-cían una articulación con la iglesia cató-lica más conservadora. Hoy estasarticulaciones son posibles. Para quepuedan ser posibles sin una teoría gene-

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ral que diga cuál es lo más importante, esnecesario lo que les proponía el primerdía: el procedimiento de la traducción.

Se trata de crear inteligibilidad a tra-vés de la argumentación, porque a pesarde todas las dificultades que enunciamosal comienzo -es un camino que no esbrillante, que no tiene recetas listas, quees reversible - es una de las tradiciones fi-losóficas más interesantes. Qué pasa conla argumentación: yo estoy a punto deser convencido por un argumento perotú me dices una cosa que me ofende yme salgo de allí. Cuando no tienes unconocimiento demostrativo tienes un co-nocimiento argumentativo, toda la posi-bilidad de comprensión es rica pero es

reversible, porque hay que conducirla deuna manera que no te expulse del pro-ceso argumentativo.

Y no es fácil, porque hay un pro-blema de lengua, hay un problema depoder de argumentación, hay una historiapor detrás de los movimientos. Por ejem-plo en mi práctica de llevar a sindicalis-tas a hablar con las feministas, muchasveces los sindicatos piensan: “nosotrossomos el verdadero movimiento social ytoleramos un poco la presencia de uste-des”. ¿Y cómo pasar de la tolerancia alrespeto mutuo, recíproco? Es un procesopolítico, nada se consigue de hoy paramañana. De hecho, la paciencia de lautopía es infinita.

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