sombras en las microfinanzas

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  • 8/4/2019 Sombras en Las Microfinanzas

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    Dossieres EsF. N 3, octubre de 2011

    SombraSenlaSmicrofinanzaS

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    CONSEJO EDITORIALJos ngel Moreno - CoordinadorMara Eugenia CallejnMarta de la CuestaLuis Enrique AlonsoJos Manuel Garca de la Cruz

    Raquel MarbnCarmen Valor

    Edicin a cargo de:Raquel Marbn y Jos ngel Moreno

    COLABORADORES EN ESTE NMEROJos ngel Moreno,Economistas sin Fronteras yUNED

    Raquel Marbn, Universidad Complutense deMadrid

    Antonio Vives, Cumpetere y Stanford UniversityCarlos Gmez Gil, Universidad de AlicanteRosario Rodrguez, Universidad Rey Juan Carlos

    y CUNEF

    Presentacin: Sombras en las micronanzas

    Los retos del sector micronanciero

    La responsabilidad social de las entidadesnancieras: micronanzas

    Negocios inclusivos, micronanzas y usureros

    Precauciones y cautelas en los microcrditos

    como instrumentos de desarrolloEl libro recomendado: El boom de lasmicronanzas en Amrica Latina.

    Para saber ms

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    NDICE:

    Los textos de este dossier reejan exclusivamente la opinin de sus autores, que no tiene por qu coincidir con la posicin institucional de EsF al respecto.

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    SombraS en laS microfinanzaSJos ngel Moreno, Economistas sin Fronteras y UNED

    PRESENTACIN

    La celebracin de la V Cumbre del Microcrdito(Valladolid, 14-17 de noviembre de 2011) brinda un buen

    pretexto para reexionar sobre la actividad micronanciera.Una actividad que surge en la dcada de 1970 con la

    pretensin de ayudar a personas pobres del mundo

    pobre (excluidas de la banca convencional) a mejorarpaulatinamente sus condiciones de vida a travs del accesoa productos nancieros especcos y en muy pequeacuanta: fundamentalmente, pequeos crditos destinados aactividades productivas (microcrditos).

    Inicialmente de la mano de organizaciones sin nimo debenecio y pronto con un notable apoyo de organismos

    pblicos nacionales y, sobre todo, de la cooperacininternacional, el crecimiento de las micronanzas ha sidoespectacular: de una situacin prcticamente testimonial ensus comienzos ha pasado a atender a decenas de millonesde clientes (llegando incluso a sectores desfavorecidosde pases ricos), en el marco de una impresionantetransformacin, que las ha convertido en una industriacrecientemente compleja, con productos y servicioscada vez ms diversicados y en la que operan -directao indirectamente- gran cantidad de agentes: ONG,cooperativas, entidades micronancieras con estatuto

    bancario, bancos y cajas de ahorros convencionales,agencias de desarrollo nacionales, de otros pases ymultilaterales, redes de entidades micronancieras, fondosde inversin, entidades de capital riesgo, empresas deseguros, rmas consultoras, agencias de evaluacin ycalicacin

    No es extrao, por eso, que se hable de esta evolucincomo de un xito rotundo: no slo por las cifras de clientes

    conseguidas, sino tambin porque muchas entidadeshan demostrado indudable capacidad de gestin y desostenibilidad y, sobre todo, porque parece que han sidorealmente tiles para ayudar a sus clientes a mejorar susituacin, para promover el emprendimiento e incluso

    para dignicar la condicin de la mujer (aunque, como serecuerda en este Dossier, son efectos que distan de estartodava sucientemente contrastados). Ha generado ademsun descubrimiento revolucionario para el sector nanciero:que los pobres pueden ser muy buenos clientes de lasentidades nancieras. Frecuentemente, mejores que losclientes con mayores ingresos: devuelven ms puntualmentey mejor sus crditos, soportando condiciones de precios y

    plazos ms exigentes.

    En denitiva, un sector todava en proceso deconsolidacin y de maduracin, pero que ha experimentadouna expansin intensa y que incluso, en opinin de muchos,ha impulsado una nueva forma de entender la luchacontra la pobreza y el fomento del desarrollo: una va deintervencin basada en el mercado, en la sostenibilidad yen la capacidad de gestin, huyendo de las aproximaciones

    basadas en la donacin y en los recursos pblicos. Comomuchos expertos la denominan, una autntica revolucinmicronanciera.

    Pero siempre la realidad es ms compleja de lo que parece.Tambin en este caso. Algunas noticias difundidas a lo largode este ao sobre los dramticos efectos de una presuntadureza excesiva de ciertas entidades frente a deudores

    morosos en India y toda la polmica generada en torno aGrameen Bank lo han puesto de actualidad. A examinaralgunos aspectos de ese lado oscuro (inevitable en toda

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    iniciativa social) se dedican los artculos que componeneste Dossier: en general, sin nimo de cuestionar en su razel fenmeno micronanciero (si bien el ltimo artculo

    presenta un planteamiento ms decididamente crtico).

    Ante todo, no puede olvidarse que el xito conseguido esslo relativo y que las micronanzas no han podido llegarms que a una fraccin (signicativa, pero minoritaria)de la poblacin mundial de menores ingresos. Por eso,un reto esencial del sector es incrementar decididamentesu clientela: aumentar su alcance, para poder tener unaincidencia ms relevante en su lucha contra la pobreza yla exclusin nanciera. Algo que exigira una profunda

    transformacin en sus estructuras, para poder superar losobstculos que frenan su expansin.

    A ello se reere Raquel Marbn en el primero de losartculos que componen este Dossier, con una especialatencin a los marcos reguladores y a la innovacintecnolgica, crucial para superar el dcit de eciencia(verdadero taln de Aquiles del sector). Pero su artculo

    apunta tambin un problema diferente y no menos msgrave: el alejamiento paulatino de muchas entidadesmicronancieras de su n social, orientndose haciasectores y productos que posibilitan mayor rentabilidady olvidando a veces a la poblacin que ms las necesita;lo que, en la jerga del sector, se denomina desvo de lamisin. Un desvo que se constata en algunas entidadesa medida que se profesionalizan, aumentan de dimensiny mejoran su gestin y su rentabilidad, olvidandolos objetivos fundacionales y convirtiendo en n lamaximizacin del benecio, cuando en las micronanzas nodebe ser ms que un medio: el instrumento que asegure lasostenibilidad de las entidades para que puedan desplegar ydesarrollar su misin a lo largo del tiempo.

    Es el problema al que dedican su atencin central los dosartculos siguientes. El de Antonio Vives (una persona de

    referencia obligada en el mundo de la responsabilidad socialempresarial de Amrica Latina), adems de recordar quemuchas de las pretendidas virtualidades del microcrdito no

    estn todava sucientemente probadas, alude bsicamentea un aspecto crucial de este desvo: los precios excesivosque en ocasiones pueden imponer algunas entidadesaprovechando la escasa competencia y consiguiendorentabilidades extraordinarias. Algo frente a lo que el autor

    propone algunos requisitos especcos para toda entidadmicronanciera que pretenda desarrollar su labor coneciencia y, al tiempo, de forma responsable y tica.

    El artculo siguiente, obra de quien rma estas lneas(Jos ngel Moreno), plantea una reexin similar, peroenmarcando las micronanzas en el ms amplio contextode los negocios inclusivos dirigidos a la llamada base de

    la pirmide. Un mundo donde tampoco es oro todo lo quereluce y en el que muchas empresas han encontrado unaestupenda veta de negocio (lo que en s mismo no es nadamalo), pero disfrazando a veces de responsabilidad sociallo que en muchas ocasiones son prcticas empresarialesmuy discutibles, orientadas no ya a hacer negocios conlos pobres, sino a costa de los pobres; y a veces, conrentabilidades estratosfricas. Algo que se produce tambin,

    como antes se apuntaba, en el mundo de las micronanzas:y no slo en pequeas entidades micronancieras que sedesvan de su misin al calor irresistible de las ganancias,sino tambin en entidades nancieras convencionales,rmas aseguradoras, cadenas comerciales y otras grandesempresas, que han encontrado en el solidario campo delas micronanzas un espacio y un disfraz perfectos paraconseguir benecios inalcanzables en otros segmentos delnegocio.

    Como antes se avanzaba, el ltimo artculo, de CarlosGmez, extiende (y endurece) la crtica a otros aspectos dela actividad micronanciera, denunciando la utilizacinideolgica indiscriminada de los microcrditos comomecanismo de cooperacin internacional avalador de un

    proceso de globalizacin desregulado coherente con lospostulados del neoliberalismo. Un mecanismo basado

    en la conversin de los pobres y excluidos en clientesnancieros y que, en su opinin, quiere presentar elendeudamiento masivo de la poblacin ms vulnerable

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    como la solucin a los problemas de la pobreza y elsubdesarrollo en el mundo, pero que puede tener efectosindirectos contrarios a los perseguidos, en la medida en que,segn el autor, aumenta la vulnerabilidad, la dependenciay el empobrecimiento de esos sectores. Estaramos, desdeesta perspectiva, ante uno ms de los muchos embatesque pretenden ubicar en el mercado toda posible va demitigacin de los problemas econmicos de nuestro mundo:embates que, aunque tengan una ecacia muy discutibleen esa misin, la tienen en cambio muy intensa en lacreciente mercantilizacin de la vida que vehiculizan. Y queson utilizados como alegato ideolgico para debilitar las

    polticas pblicas.

    Como es habitual, se complementan los artculos con laresea de un libro destacado sobre el tema central. En estecaso, corre a cargo de Rosario Rodrguez, que comenta

    El boom de las micronanzas en Amrica Latina: unlibro colectivo publicado por el Banco Interamericanode Desarrollo en el que se analiza la muy positivaevolucin que, en trminos generales, han experimentado

    las micronanzas en la regin. El libro, no obstante,tiene mucho inters desde la perspectiva que preside esteDossier porque, como bien destaca la resea, recuerdaalgunos de los aspectos problemticos mencionados:la incapacidad del sector micronanciero para llegar aamplias capas de la poblacin ms desfavorecida, la fuertedependencia de muchas entidades de la cooperacin, lanecesidad de ampliar las fuentes de nanciacin, la ofertade productos, la base tecnolgica y la eciencia, as como,muy especialmente, la necesidad de una mayor y mejorregulacin que proteja a los clientes, posibilite una mejorgestin e impida distorsiones que -como las que en algncaso se mencionan a lo largo de este Dossier- puedenacabar generando graves problemas para la poblacin msnecesitada.

    Finaliza el Dossier con la tambin habitual seccin

    documental Para saber ms, en la que se recoge unanutrida bibliografa general sobre las micronanzas, ascomo una amplia seleccin de enlaces de inters.

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    Son muchos los estudios que han demostrado que lasmicronanzas son una importante herramienta en la luchacontra la pobreza, desempeando un papel clave en lainclusin social y nanciera, especialmente en los pases endesarrollo.

    Este xito ha ido acompaado de un enorme crecimientodel sector, que ha pasado de atender en torno a 140 mil

    prestatarios en el ao 1997 a ms de 67 millones deprestatarios en el ao 2009 (Informe Cumbre Microcrdito,2009).

    Sin embargo, y a pesar de todo, actualmente este sectorpodra estar alejndose del n social para el que fuecreado, dejando de otorgar crditos a la poblacin ms

    pobre para atender a una capa intermedia de pobreza, esdecir, personas que estn excluidas del sector nanciero,

    pero que no se encuentran entre la poblacin ms pobre(CGAP, 2001; Robinson, 2001; Marbn, 2008; Goldbergand Karlan, 2006). La realidad micronanciera estevolucionando. Hasta hace poco tiempo, las micronanzaseran exclusivas de organizaciones sin nimo de lucro yde cooperativas con una orientacin social. Sin embargo,en los ltimos aos han aparecido nuevos agentes en elsector, tales como los bancos comerciales, que incluyen

    como parte de su actividad los servicios micronancieros,y otros modelos de IMF (instituciones micronancieras)creadas recientemente para atender a las personas excluidasnancieramente que no se encuentran entre la poblacinms pobre. Estos nuevos agentes, especialmente los bancoscomerciales, ven en las micronanzas una oportunidad paracrecer. Aunque estas organizaciones demandan que algunascuestionen cambien en el sector, por ejemplo que losgobiernos favorezcan una regulacin adecuada que propiciesu crecimiento.

    En aquellos pases donde el sector micronanciero haalcanzado cierta madurez, se han elaborado estos marcosreguladores adaptados al mismo. Regulacin que tiene porobjetivo proveer un espacio regulatorio explcitamente

    para las micronanzas donde pueda incrementarse elvolumen de los servicios nancieros prestados y elnmero de clientes atendidos. Algunos autores ven unagran oportunidad en la regulacin para que las ONG setransformen en una nueva entidad jurdica que les permitaacceder a capital (Khandler, 2005), ganar legitimidad,aumentar el nmero de empleados y clientes o la entrada denuevos socios, adems de ofrecer servicios nancieros msall de los prstamos.

    El crecimiento del sector, la entrada de nuevos agentesy, por supuesto, los nuevos marcos reguladores hantransformado el panorama en el que est inmerso el sector.

    Esto nos lleva a plantearnos una pregunta: cules son losprincipales retos a los que se enfrenta hoy en da el sectormicronanciero?

    Sin duda, son muchos los retos y se pueden analizar desdediferentes perspectivas. A continuacin vamos a tratar dedar algunas pinceladas sobre los ms relevantes:

    1. Alcance frente a sostenibilidad. La entrada de nuevosagentes (especialmente del sistema nanciero tradicional),la presin de las agencias internacionales de cooperaciny desarrollo o, incluso, los inversores estn transformadola realidad del sector. Hoy en da parece imposible pensaren una IMF que no tenga por objetivo la sostenibilidad.Sin embargo, son muchas las voces que consideran quecentrarse en la sostenibilidad puede llevar implcito dejarde atender a la poblacin ms vulnerable. Otorgar crditosa los ms pobres lleva aparejado unos costes que podranrepercutir sobre la rentabilidad de las IMF y, por tanto,

    LOS RETOS DEL SECTORMICROFINANCIERORaquel Marbn Flores, Universidad Complutense de Madrid

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    podra darse el caso de que alguna organizacin deje deatender a los ms pobres para poder ser rentable y conseguirfondos que la permitan seguir operando. Este reto, sersostenible sin dejar de un lado el alcance, parece estarmuy presente en el sector y seguir siendo el objetivo para

    todas aquellas organizaciones interesadas en captar fondosexternos.

    2. Innovacin tecnolgica. Hasta hace muy poco, lainnovacin tecnolgica no era una prioridad para el sector.Sin embargo, en la ltima dcada han surgido algunasexperiencias relativamente exitosas, como por ejemplola conocida como banca mvil. La alianza entre algunas

    IMF y algunas compaas telefnicas, en regiones comofrica, han propiciado la creacin de nuevos productosmicronancieros basados en la telefona mvil. Aunquetodava queda mucho camino por recorrer, estos productosy servicios no son estrictamente micronancieros y debenmejorar, pero se ha abierto una puerta a la innovacin.Dicha innovacin puede llegar a repercutir directa oindirectamente en la reduccin de los costes inherentesal sector, especialmente en aquellas regiones donde

    existe una baja densidad de poblacin. En esta lnea, lainnovacin tecnolgica puede ser una aliada para crearnuevos productos o servicios micronancieros que ayudenal acceso a nuevos prestatarios o simplemente a mejorar lagestin de las propias instituciones micronancieras.

    3. Marcos reguladores. La adecuacin de un marcoregulador para el sector ha sido y sigue siendo una demanda

    por parte de muchos de los agentes que operan en l. Sinembargo, muchas de estas regulaciones se han enfocado ala eciencia o a la competitividad del sector y no siemprese ha prestado suciente atencin a la proteccin delconsumidor (prestatario). No podemos olvidar que estesector est atendiendo a una poblacin realmente muyvulnerable, y los programas micronancieros deberanestar diseados para fomentar la inclusin social e incluso

    nanciera de este colectivo, pero esto no es siempre as.Muchos de los prestatarios son analfabetos o apenas sabenleer o escribir; esto les convierte en un colectivo que

    difcilmente se puede defender ante polticas poco ticasque pueden llevar a cabo algunas IMF. No son tantos loscasos en los que las IMF han traspasado estos lmites,imponiendo tipos de inters elevadsimos o polticas muyagresivas contra los clientes morosos. Pero an as, las

    regulaciones deben velar por este colectivo: proteger elinters de los prestatarios debe ser uno de los ejes centralesde las regulaciones del sector.

    Estos retos perlan una realidad que est cambiando agran velocidad. Y, aunque parece difcil establecer cules el papel que debera desempear cada uno de losagentes que operan en el sector, todos ellos, Estado, IMF,

    agencias de cooperacin internacional e incluso inversores,tienen la responsabilidad de que los productos y serviciosmicronancieros tengan por objetivo nal ayudar a la

    poblacin ms pobre, fomentando su inclusin social ynanciera.

    Bibliografa

    CGAP (2001), Comercializacin y desvo de la misin. La transformacinde las micronanzas en Amrica Latina, Estudios Especiales, 5,Washington, DC, CGAP, marzo 2001.Goldberg, N. (2005), Measuring the impact of micronance: taking stockof what we know, Grameen Foundation USA, www.grameenfoundation.orgGoldberg, N. and Karlan D. (2006), The Impact of Micronance: A Reviewof Methodological Issues, Financial Access Initiative and Innovation forPoverty Action, www.nancialaccess.org.Informe Cumbre Microcrdito (2009). Informe del Estado de la Campaa

    Microcrdito, localizable en: http://www.microcreditsummit.org/state_of_the_campaign_report/Khandler, S. R. (2005), Micro-nance and Poverty: Evidence Using PanelData from Bangladesh, Workd Bank Economic Review, 19 (2), 263-286.Lewis, J. C. (2008), Microloan sharks, Stanford Social InnovationReview, summer 2008, 54-59Lauer, K. (2008), Transforming NGO MFIs: Critical Owneship Issues toconsider, Occasional Paper, 13, Washington DC, CGAP, June 2008.Marbn, R. (2008), Estudio de los principales programas de micronanzasdesarrollados e implantados en el Sur de la India, Revista de EconomaMundial, 18, 255-266.

    Robinson, M. S. (2001), The Micronance Revolution, The World Bankand Open Society Institute.

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    En muchas de las presentaciones orales y escritas de lasinstituciones nancieras sobre su responsabilidad socialomos y leemos que una parte integral de sus actividadesson las micronanzas. Consisten en el otorgamiento de

    pequeos crditos para las poblaciones de menores ingresosy, en general, para las poblaciones no bancarizadas o con

    poco acceso a los servicios nancieros. De esta manera, sealega, se ofrecen productos que la poblacin necesita y se

    permite a estos grupos acceder al crdito para mejorar sucalidad de vida.

    Lamentablemente para muchas instituciones nancieras,especialmente para las dedicadas a las micronanzas, pareceque les basta con tener un programa de micronanzas. Su

    responsabilidad social parece que termina all. El objetivoes laudable, pero el problema es la implementacin. Laresponsabilidad social se ejerce a travs del diseo y gestindel programa.

    Es una aseveracin muy repetida que los microcrditosen particular reducen la pobreza, y de all buena parte desu responsabilidad social. Supuestamente, permiten a losgrupos de menores ingresos obtener recursos para efectuarinversiones y as romper el crculo vicioso de la pobreza.Se han efectuado muchos estudios tratando de demostraresto, lamentablemente con pobres resultados. El supuestoimplcito de que estos grupos tienen caractersticas deemprendedores es generalmente invlido. La gran mayorade los microcrditos se toman para suplir deciencias inter-temporales en los ujos de caja familiar, para permitir elconsumo adelantado o para efectuar pagos previos al recibo

    de ingresos. Otros los utilizan para inversiones en capitalde trabajo (microcomercio) o en capital jo (pequeosequipos). Estas microempresas, por su misma naturaleza

    y el entorno en que operan, suelen ser de subsistencia,con mnimas capacidades de crecimiento, con mnimacompetitividad, generalmente en el mismo ramo que elvecino, sin sinergias. La aseveracin de que un programade micronanzas contribuir a la reduccin de la pobrezadebe ser todava probada.

    Son estos problemas responsabilidad de las institucionesnancieras o de los gobiernos? Claro est que losgobiernos tiene la responsabilidad de crear el entorno macroy microeconmico conducente a la fructicacin de lasinversiones de los microempresarios y de las actividades delas instituciones nancieras. Adems de la responsabilidadde la regulacin efectiva y eciente. Pero las instituciones

    nancieras tienen la responsabilidad de asegurar que suscrditos son utilizados efectiva y ecientemente. La granmayora slo se preocupa de que le devuelvan el crdito,con elevados intereses, alegando grandes riesgos y elevadoscostos de transaccin. En el caso de clientes con pocaeducacin nanciera, esto es sencillamente irresponsable.

    El argumento del elevado riesgo ha sido desbancadoen mltiples estudios, demostrando que los clientesdel microcrdito son mejores pagadores que los mstradicionales. El poder de la institucin nanciera vis avis estos clientes es inmenso. El argumento del elevadocosto de transaccin es ms vlido, ya que requiere unamayor intensidad de gestin y tiene muy pocas economasde escala. De all la prevalencia de crditos grupales, congaranta colectiva, para asegurar el pago y reducir costos.

    Es el uso del crdito responsabilidad de las institucionesnancieras? S lo es, porque este negocio se lleva a cabocon poblaciones muy poco capacitadas para la gestin de

    LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DELAS INSTITUCIONES FINANCIERAS:MICROFINANZAS (1)Antonio Vives, socio principal de Cumpetere y profesorconsultor de Stanford University

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    de 600.000 clientes. Su rendimiento sobre el capital excedael 50%, cuando en la banca tradicional no superaba el 10%.Los dueos decidieron salir a bolsa, no para aumentar elcapital y as extender su cobertura, sino para vender el 30%de sus acciones y transformar en efectivo las ganancias

    contables. La emisin tuvo una sobre-subscripcin de 12veces. Los aportes originales de capital de US$6 millonesse haban convertido en US$125 millones de valor enlibros a travs de ganancias contables, y se convirtieronen US$1.500 millones a travs de la valoracin en la

    bolsa. Los accionistas tuvieron un rendimiento del 100%anual compuesto, durante cada uno de los siete aos dela existencia de la nanciera. Todo ello gracias a tasas de

    inters superiores al 100% y a que los pobres pagan. Quinpag por estas extraordinarias ganancias de los accionistas?

    Es esto legal? SI, Es tico? NO. No es que tenga nada demalo ganar dinero legalmente, pero hay maneras y maneras.La emisin tuvo como objetivo capturar la alta valoracinde la micronanciera en el mercado, bajo la expectativa deganancias extraordinarias, basadas en tasas de inters muy

    elevadas. Pero lo que cobraban no era ilegal, ya que no estregulado. Siempre se ha argumentado, correctamente, queel control de las tasas de inters coartara severamente elcrdito. Pero, cual es la alternativa? Y la responsabilidadsocial dnde est? Aparentemente, para los promotores erasuciente con dedicarse al microcrdito, con ello cumplansu labor ante la sociedad y se vanagloriaban de ello. stafue una excelente oportunidad perdida de crear, con parte delas ganancias extraordinarias, por ejemplo, una fundacin

    para la educacin nanciera de los microempresarios. Y,obviamente, de reducir voluntariamente las tasas de inters.

    Pero, se han preocupado las micronancieras delimpacto que sus costos de transaccin tienen sobre susclientes o simplemente traspasan esos elevados costos?Las micronancieras dirn que eso es problema delmercado competitivo en que operan. Pero el mercado

    NO es competitivo, con todo lo que se quiera decir. Elpobre cliente (en el sentido amplio de la palabra) notiene conocimientos de nanzas, no es sucientemente

    los recursos nancieros (no es que el resto de la poblacinest en mucho mejores condiciones en esto!). Recordemosque el uso de algunos productos nancieros sosticadosest restringido por ley, en algunos pases, a inversionistascalicados. Es posible vender un coche a quien no tiene

    licencia de conducir?

    Esta situacin ha quedado muy en evidencia en varioscasos recientes. Estos casos nos dan lecciones para laresponsabilidad social de las instituciones nancieras engeneral y para las micronancieras en particular.

    El primero es la crisis del sistema de micro nanzas

    del 2010 en el estado de Andhra Pradesh, en la India,que surge como consecuencia de que algunos clientesno pudieron pagar las elevadas tasas de inters de los

    prstamos, lo que llev a muchas familias a la ruina y a ladesgracia y, en algunos casos, al suicidio. Esta situacinfue lamentablemente exacerbada por algunos polticosoportunistas, que sugirieron no pagar los crditos hastaque se arreglara la situacin. Al interrumpirse el ujo a las

    micronancieras, se cerr la renovacin de los crditos,eslabn fundamental del negocio, y se abri un crculovicioso virulento. Buena parte de las elevadas tasas deinters se debe a los elevados costos de transaccin en

    prstamos muy pequeos con intensidad en supervisindirecta. Sin embargo, parte de estas elevadas tasas sedebe al poder cuasi-monoplico de algunas nancieras. Elhecho de que una de ellas fue al mercado de capitales conuna emisin de acciones que hizo millonarios a algunosde sus accionistas, perjudic la imagen pblica de estasinstituciones. Un problema de responsabilidad empresarial.

    El otro caso ocurri antes en Amrica Latina, en el ao2007, e ilustra dramticamente la capacidad de abusosdel poder en estas instituciones. En este caso, aparte de

    protestas aisladas de algunos expertos en el tema, no huboreaccin de los clientes ni de polticos. Fue el caso de una

    micronanciera con una posicin en un gran mercadourbano que era monoplica, cobrando tasas de inters enexceso del 100% anual, aun con una mnima mora, con ms

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    sosticado como para ir de nanciera en nanciera a verquin le da mejores condiciones. Sabe distinguir cualesson las mejores condiciones? Y si lo logra averiguar, nohay que preocuparse, las nancieras se encargarn decomplicarlo para que as no sea.

    Lo del mercado competitivo en las micronanzas es todavauna falacia en la mayora de los pases en vas desarrollo,y aun en algunos pases desarrollados. Su regulacin esrelativamente deciente, y cuando la hay, es una regulacinms ligada a la estabilidad del sistema nanciero que ala proteccin del consumidor contra los abusos. Y aqu el

    problema es de precio y de responsabilidad del producto.

    Adems de las responsabilidades tradicionales de todaempresa, cules son las responsabilidades especcas a lasmicronancieras? En realidad, la gran mayora son comunescon las de cualquier institucin nanciera, solo que msintensas, ms sociales, ms solidarias. stas se tienenque adecuar al mercado que cubren, que suele ser pococompetitivo y con clientes con muy pocos conocimientos

    nancieros. De la discusin anterior se desprendenlas siguientes responsabilidades especcas, que sloenumeraremos para no extendernos:

    - Dar la nanciacin que el cliente necesita y slo la que elcliente necesita.- Como el cliente NO suele saber lo que necesita, hay quedarle educacin nanciera sobre su necesidad de recursos ysobre su uso responsable.- Y la responsabilidad ms importante, reducir el costodel dinero a travs de la eciencia en la intermediacinnanciera mediante:Captacin a bajo costo: a travs del control de riesgosnancieros y en cartera, la mezcla de fuentes de fondos,

    el buen gobierno corporativo, la responsabilidad (tica ytransparencia) y el reporte de cumplimiento de objetivos.Bajos mrgenes de intermediacin: a travs de la ecienciaen la gestin, el uso de tecnologas, la seleccin de y elapoyo a clientes y el manejo de la liquidez.Colocacin efectiva: para la mxima recuperacin y la

    reduccin de los incobrables y de la mora.

    Este caso de las micronanzas nos ilustra acerca de laresponsabilidad que deben tener las mismas institucionesen dos reas que los vigilantes de la RSE suelen ignoraro suponer que otros las cubren: responsabilidad del

    producto que se vende y de su precio. En estos aspectos, lasmicronancieras estn muy retrasadas. Y si no lo hacen por

    su propia cuenta, habr que recurrir a regulaciones.

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    No es responsabilidad social tener programas demicronanzas, es responsabilidad implementarlos encondiciones responsables.

    (1) Es importante distinguir entre programas de microcrdito, donde la

    actividad es nicamente el otorgamiento de microcrditos (con captacinde fondos en los mercados de inversionistas, donantes y otras instituciones)

    y los programas de micronanzas, que incluyen adems servicios de

    ahorro (captacin de fondos de los mismos clientes, adems de los

    mencionados) y productos nancieros ms completos, como microseguros

    o microleasing. Los servicios de micronanzas suelen cubrir un mayor

    espectro de las necesidades de estos grupos. En este artculo cubrimos

    mayormente los problemas del microcrdito.

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    neGocioS inclUSiVoS,

    microfinanzaS Y USUreroS (*)

    Jos ngel Moreno, Economistas sin Fronteras y UNED

    Aunque no sean la panacea universal contra la pobreza conque sus apologetas las presentan, un considerable segmentode la opinin experta considera que las actividadesempresariales dirigidas a personas desfavorecidas puedenconstituir una forma clara de ejercer la responsabilidadsocial de la empresa. Una lnea de actividad de gran

    potencial positivo para esas personas y que, bien diseaday gestionada, puede ser tambin muy positiva para la

    empresa.

    Recordemos brevemente de qu hablamos: de actividadesde negocio (por tanto, con nimo de benecio: noes accin social) que se concretan en el desarrolloy/o comercializacin de productos y servicios (aveces, en condiciones diferencialmente favorables)orientados especcamente a personas de muy bajos

    ingresos, inevitablemente mal atendidas por los canalesconvencionales del mercado y a las que dichos productos oservicios pueden prestar una especial utilidad.

    En su forma ms cannica, es lo que -en expresin dequien pasa por ser su inventor, el profesor C. K. Prahalad(1)- se ha denominado negocio dirigido a la base de la

    pirmide (BDP): es decir, focalizado a los segmentos de lapoblacin que integran los estratos inferiores de la pirmidedemogrco-econmica. Segmentos que, como es biensabido, constituyen una inmensa mayora de la poblacinmundial (no menos de 4.000 millones de personas).

    En este sentido, la caracterstica ms destacada, y elprincipal valor, de este tipo de actividades es que pretendencombatir la pobreza y mejorar la calidad de vida decolectivos de muy bajos recursos a travs de mecanismos

    de mercado, de medios comerciales, alejndose as de lasmetodologas tradicionales basadas en las polticas pblicasy/o en la subvencin y la lantropa. Es decir, creando valor

    compartido tanto para la empresa como para los colectivosa los que el negocio se dirige.

    Segmentos normalmente desatendidos por la empresaavanzada ante su escasa capacidad de compra, pero que-como muchos investigadores y no pocas experienciasempresariales han venido mostrando en los ltimos aos-

    pueden constituir un mercado rentable para las empresas

    que sepan entender adecuadamente sus necesidades y seancapaces de ofertarles productos y servicios claramentetiles y en condiciones satisfactorias: convirtindoles -comoasegura Prahalad- en consumidores activos, informadosy participantes y contribuyendo con ello a mejorar suscondiciones de vida.

    Es un modelo de negocio dirigido a mbitos donde

    frecuentemente no llega el mercado o donde slo lleganempresas tradicionales o informales, casi siempre deforma muy deciente y frecuentemente con condicionesabusivas. Pero que puede ser perfectamente asequible

    para muchas empresas avanzadas e incluso convertirse enun elemento clave de su actividad. Todo, siempre que laempresa sea capaz de adecuar su actividad a las necesidadesy condiciones de la BDP. Si lo consigue, no slo lograrniveles de rentabilidad positivos, sino que puede encontraren ello una potente va de innovacin y de expansin.

    Pero, como suele suceder, no todo en este mbito estan idlico como a veces se pinta. Ciertamente, son yanumerosos los casos que demuestran que la BDP puedeser un nicho perfectamente generador de rentabilidad parala empresa: otra cosa es que esa rentabilidad sea siemprecompatible con la responsabilidad social.

    En efecto, el xito econmico de estas modalidades denegocio viene siendo tan llamativo en los ltimos aos

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    que, como un dulce e inmenso panal, est atrayendo deforma extraordinaria el inters de muchas empresas: yen muchos casos, de empresas poco preocupadas por latica o la responsabilidad social. Tiburones disfrazados delntropos que han tomado buena nota de que en los pobres

    late un inesperado potencial de benecios y que estnengrosando sus cuentas de resultados con actividades que,an reclamndose alineadas con esta losofa, poco tienenque ver con los objetivos que la inspiran. Tiburones, params inri, que no pocas veces justican sus negocios conuna empalagosa, farisaica y estomagante retrica de tica,compromiso social y preocupacin por los pobres de latierra.

    A este respecto, debe diferenciarse, ante todo, entreempresas que simplemente venden sus productos oservicios a personas de bajos ingresos (algo, por otra parte,que no constituye ninguna novedad) y aquellas actividadesempresariales que se dirigen a estos colectivos queriendoal tiempo satisfacer necesidades sociales importantes yayudarles a mejorar su calidad de vida.

    Es algo que vienen denunciando desde tiempo atrsdiferentes autores y organizaciones sociales, que, enmuchos casos, van ms all, sosteniendo que para queel negocio BDP sea responsable y til para los colectivosdesfavorecidos hace falta que tome en consideracin otrasdimensiones, aproximndose a las personas necesitadasno slo en su calidad de clientes (2). Dimensiones queconvertiran esas actuaciones en verdaderos negocios

    inclusivos y que, muy sintticamente, pueden resumirse enlas siguientes:

    1. Los productos o servicios deben tener alta calidad,precio bajo y condiciones muy adecuadas para la poblacinpobre, lo que implica que deben estar especialmentediseados para ella, ser accesibles y estar absolutamentefocalizados hacia sus necesidades. Desde luego, no se trata

    de ofrecer productos convencionales rebajados o versionessimplicadas (y peores) de los productos habituales.2. Los negocios inclusivos deben tratar de satisfacer

    necesidades reales de la poblacin pobre, y no generarnecesidades articiales o no bsicas que pueden acabarempeorando su calidad de vida.3. La utilidad social slo es posible a travs de la formacin,del incremento de las capacidades y del empoderamiento de

    la poblacin a la que se dirige el negocio.4. Este tipo de estrategias slo consiguen ser viables ysocialmente tiles si se basan en una metodologa decooperacin integral (lo que algunos autores llamancocreacin), particularmente con la poblacin beneciariay con agentes locales, pero tambin con instituciones

    pblicas y organizaciones sociales que centran susactuaciones en la defensa de la poblacin foco del negocio.

    5. El negocio slo puede ser real y ecazmente inclusivosi trata de incorporar a la poblacin foco no slo en sufaceta de cliente, sino tambin -y muy especialmente- en eltrabajo, el suministro y la distribucin, generando empleo,actividad y renta. Factores, por otra parte, imprescindibles

    para hacer posible un consumo sostenible en dichapoblacin. Sin olvidar las virtualidades que puede tenerla inclusin a travs del consumo, cada vez es mayor el

    nmero de autores que insisten en que lo verdaderamentesignicativo para reducir la pobreza -es casi una tautologa-es incrementar la capacidad de generar ingresos (3). Desdeeste punto de vista, los negocios inclusivos se puedendenir como modelos de negocio que incluyen a los pobresen el lado de la demanda como clientes o consumidoresy en el lado de la oferta, como empleados, productores odueos de empresas, en distintos puntos de la cadena devalor (4).

    No todas las frmulas de negocio dirigidas a colectivosde baja renta que pretenden (por su prestigio o por puraestrategia comercial) adornarse con la vitola de estacorriente cumplen con estos requisitos. Y cuando desdela empresa se contempla a la BDP, como sucede condemasiada frecuencia, slo como un nuevo campo deactuacin de sugestivo potencial de benecio, los resultados

    pueden ser ciertamente positivos para las empresas (y nosiempre), pero desde luego no lo son tanto para las personasnecesitadas a las que se enfocan. A veces, incluso, son

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    abiertamente perniciosos: porque generan necesidadesarticiales y superuas (comercializando productosclaramente innecesarios para las personas de muy bajarenta), porque aprovechan la falta de competencia y su

    poder de mercado para imponer precios abusivos, porque

    impulsan el sobreendeudamiento de los clientes y porque,en denitiva, en no pocos casos acaban propiciandoempeoramientos claros en las condiciones de vida de los

    presuntos beneciarios de su actividad.

    El caso de las micronanzas

    Por si no lo hubieran adivinado ya, es algo que merece

    recordarse en este Dossier porque tiene una especialincidencia en la actividad micronanciera.

    Una actividad con resultados difcilmente cuestionables(aunque no deje de haber posturas muy crticas) en susobjetivos de ayudar a las personas de muy bajos ingresosal emprendimiento y a mejorar su calidad de vida y queha alcanzado en pocos aos (poco ms de treinta) una

    expansin que slo puede calicarse como espectacular(ms de un centenar de millones de clientes).

    Ha sido tambin este xito (al menos comercial) la causade una intensa atraccin hacia el sector de oferentes de

    procedencia crecientemente diversa: en ocasiones, entidadesnancieras convencionales o liales suyas, pero tambinentidades micronancieras (EMFs) con desmedido afn decrecimiento, nancieras, rmas de consumo, cadenas de

    electrodomsticos y un largo etctera. Entidades que, enocasiones, buscan benecios extraordinarios aprovechandomercados de insuciente competencia, fuerte demanda,escasa formacin y dbil o inapropiada regulacin.

    Suelen ser, por otra parte, entidades que disponen deun nivel de recursos y una capacidad de expansin yde atraccin de capital -en base a las rentabilidades que

    consiguen- mucho mayores que la generalidad de lasinstituciones micronancieras. Entidades que, frente alalto coste y la severidad de anlisis de los microcrditos

    tradicionales (dirigidos a actividades productivas),captan clientes concediendo fcil nanciacin de consumo(muchas veces, comercializada bajo la denominacinde microcrditos), impulsan un peligrossimosobreendeudamiento, actan con criterios decididamente

    cortoplacistas, en absoluto forman (como lo hacen lasbuenas EMFs) a los clientes (sino que se aprovechan de subaja formacin) e imponen siempre que pueden precios devrtigo (en algn pas latinoamericano se han alcanzadoen aos recientes tipos de inters entre el 80 y el 100%; yms en ventas a plazos). Todo ello posibilitando beneciosautnticamente espeluznantes en ciertos casos.

    Como ha escrito Damian von Stauffenberg (Presidentede MicroRate), estamos ante autnticos animalescon colmillos que se ponen el traje de ovejas de lasmicronanzas. Animales eros que, en palabras deMuhammad Yunus, estn conduciendo al microcrditoen la direccin del usurero, cuando debera tratar deayudar a los pobres a salir de la pobreza protegindoles delos usureros, no creando otros nuevos. Es decir, cuando

    -como ha sealado Carmen de Velasco, Directora de lared micronanciera Promujer- los objetivos deben sercompletamente diferentes: bajar las tasas de inters a unmnimo que garantice la sostenibilidad institucional (5).sa, no lo olvidemos, ha sido la conviccin fundamentalde las entidades micronancieras no empresariales (queson las que han impulsado el xito del sector): que larentabilidad no es el objetivo, sino slo un instrumento parala sostenibilidad de las entidades. Y est por ver que sin ese

    fundamento este sector pueda funcionar con xito de formasostenida en el tiempo.

    Ntese que todo lo anterior hace referencia a entidades(muchas, recientes en el sector) en las que primala rentabilidad por encima de su misin social: una

    primaca, en general, extraa a la mayora de las entidadesmicronancieras. No debe verse en ello, por tanto, una

    crtica indiferenciada a las micronanzas. Muy al contrario,lo que se pretende destacar es el peligro que produceel inters empresarial hacia determinados nichos de la

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    BDP cuando ese inters depende exclusivamente delalto benecio potencial. Cuando esto sucede, no slo se

    producen situaciones puntuales escandalosas: la propiacompetencia induce dinmicas perversas y el olvido de la

    presunta nalidad social, impulsando subidas generales de

    precios y endurecimiento creciente de las condiciones, ascomo un frecuente deterioro de la calidad de los productos.Un fenmeno, lo que a veces se olvida, que en buena partese ha producido por el propio descontrol de un mercadorelativamente joven y muy expansivo, caracterizado

    por insucientes (cuando no inexistentes) mecanismosadecuados de regulacin y supervisin: los problemastpicos derivados del rpido crecimiento en un marco no

    controlado(6)

    .

    Ciertamente, la sostenibilidad empresarial exigerentabilidad; y la expansin de las micronanzas requiereatraer inversores, para lo que es necesario exhibir nivelesde benecio sugerentes. Pero la evidencia emprica muestraque en este sector son muy graves los riesgos que segeneran para la sociedad y para los sectores desfavorecidos

    cuando la rentabilidad deja de ser el instrumento dela misin social y se convierte (como en la actividadempresarial normal) en una simple va de enriquecimiento.Y toda empresa que se autoproclame responsable nodebera olvidar que -como ha sealado J. Lewis, Director deMicroCredit Enterprises- hay algo indecoroso cuando losmuy ricos obtienen ganancias innecesariamente excesivasde los intolerablemente pobres (7).

    En estas condiciones, llamar a estas prcticas negociosinclusivos no deja de ser un eufemismo, cuando noalgo mucho peor: porque no son sino viejas formasde explotacin de las personas de muy bajos recursos,insoportablemente envueltas ahora en el ropaje

    presuntamente innovador de la responsabilidad social. Msque negocios inclusivos, puros y duros negocios a costade los pobres. Malas prcticas, recordemos, que, como

    es evidente en la actividad empresarial convencional, noes posible combatir sin el auxilio de una regulacin y unasupervisin ms exigentes.

    (*). Este artculo es una versin ampliada y sensiblemente

    modicada del artculo El negocio socialmente responsable: los

    peligros de la impostura que el autor escribi para el colectivo

    Alternativa Responsable y que se publico en Expansin el 22 de

    octubre de 2009.

    (1). G. K. Prahalad, La fortuna en la base de la pirmide, Ariel,

    2005.

    (2).Son muy representativos de este cuestionamiento A. Karnani,

    Misfortune at the Bottom of the Pyramid, Greener Management

    International, 2007, o The Mirage of Marketing to the Bottom of

    the Pyramid, California Management Review, 49:4; as como S.

    L. Hart (ed.), Sustainability Changes and Solutions at the Base of

    the Pyramid: Business, Technology and the Poor, Kandachar andHalme, 2008.

    (3). Vid al respecto los artculos citados de Karnani o B. Fitch y L.

    Sorensen, The case for accelerating prot-making at the base of

    the pyramid, Journal of International Development, 2007, 19.

    (4). C. Valor (coord.), Empresa energtica y ODM: benchmark

    internacional, Fundacin Carolina, 2010. El captulo 2 (Negocios

    inclusivos) es un muy buen resumen del estado de la cuestin.

    Textos recientes de utilidad sobre el tema y con esta perspectiva

    son S. L. Hart, op. cit.; E. Simanis y S. L. Hart, The Base of the

    Pyramid Protocol, Cornell University, 2 ed., 2008; F. Casado,

    A. Lariu, J. Mutis y P. Schez, Desarrollo de negocios en los

    pases de bajos ingresos, Universidad Pompeu Fabra, Ctedra de

    Responsabilidad Social Corporativa, Documento de trabajo n 5,

    diciembre de 2009; P. Mrquez, E. Recco y G. Berger, Negocios

    inclusivos. Iniciativas de mercado con los pobres de Iberoamrica,

    Banco Interamericano de Desarrollo, 2010, y H. Ancos, Negocios

    inclusivos y empleo en la base de la pirmide, Ed. Complutense,

    2011.

    (5). Todos estos comentarios se recogen en Compartamos IPO:

    Micronance Doing Good, or the Undoing of Micronance,

    Microcredit SummitE-New, vol. 5, Issue 1, July, 2007, y son

    comentarios ante la oferta de acciones que realiz la entidad

    micronanciera mexicana Compartamos el 20 de abril de 2007,

    que levant una fuerte polmica en el mundo de las micronanzas.

    (6). A. Martnez, Yunus: tres problemas, cuatro pecados, El Pas(suplemento Negocios), 27 de marzo de 2011.

    (7). Recogido en el documento citado en nota 5.

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    Los microcrditos estn de moda y su utilizacinindiscriminada en los discursos y en los mismos proyectosde solidaridad internacional parece un signo de modernidadincuestionable, que est siendo ampliamente respaldado

    por instituciones nancieras, bancarias y multinacionalesextraordinariamente poderosas. Sin embargo, sin negar

    validez a las posibilidades que pueda tener un instrumentode este tipo, debemos cuestionar la utilizacin ideolgicaindiscriminada que se viene haciendo en torno a losmicrocrditos para desvirtuar algunos de los grandesdilemas que mantienen abiertas las polticas de cooperacininternacional, avalando con ello la expansin de un procesode globalizacin sin normas y facilitando as la extensin dealgunos de los pilares bsicos del neoliberalismo.

    El endeudamiento masivo de la poblacin ms vulnerableno puede presentarse como la solucin a los problemas dela pobreza y el subdesarrollo en el mundo, y mucho menoscomo una muestra extrema de libertad y progreso, comocon frecuencia se escucha. Ms bien, parece que asistimosa un proceso de extensin de la economa bancaria ynanciera entre los sectores ms pobres, curiosamente losque han estado excluidos de la misma hasta la fecha, lo que

    se ha dado en llamar capitalismo descalzo. Difundir laidea de que los pobres pueden gastar indenidamente msde lo que realmente tienen genera una falsa comprensinde las verdaderas causas de los desequilibrios sociales yeconmicos en el mundo y la manera de abordarlos, perotambin de la arquitectura global por la que se avanza.

    Precisamente, el discurso emergente de los microcrditos

    se cimenta en la idea de que es el mercado, en este casoel mercado bancario, el que se tiene que encargar dela pobreza, siendo el mejor instrumento para reasignar

    ptimas condiciones de vida para los pobres del planeta,transformando as las polticas mundiales de cooperacinen una simple insercin de los pases en desarrollo en unliberalismo econmico asimtrico que ha generado tancolosales desigualdades en el reparto de los ingresos y enel acceso a los bienes pblicos esenciales. Bueno ser, por

    tanto, que revisemos los fundamentos tericos sobre los quese extienden los microcrditos, intentando conocer algunosde los riesgos de stos como instrumentos de desarrollo

    para los pobres.El argumento de que contra la pobreza no hay nada mejorque crditos trata de romper el compromiso poltico y moralde la AOD, pretendiendo encubrir las verdaderas causasque estn en la base de la pobreza y el subdesarrollo en elmundo y convirtiendo a los pobres en responsables ltimosde su situacin. Al mismo tiempo, sirve para anular las

    polticas de cooperacin internacional, transformndolasen polticas de bancarizacin y convirtiendo la pobrezainmensa en deuda eterna, ya que a mayor nmero de

    pobres, mayor nmero de crditos concedidos, con lo queaseguramos una clientela prcticamente ilimitada que

    permita engrasar un sistema capitalista que habr entrado

    as hasta en los pases ms empobrecidos.

    La transformacin de pobreza en deuda, como pretenden losdefensores de los microcrditos, se apoya en un darwinismosocial bajo el cual aquellos que estn en situacin ms

    precaria y vulnerable lo estn porque no han querido opodido endeudarse. Es el avance de una cultura basada enel dinero donde todo tiene un precio, pudindose comprar y

    vender, generando una monetarizacin de la pobreza querompe las redes de solidaridad tradicionales. Es la esenciadel neoliberalismo, que sostiene una situacin imaginaria

    PRECAUCIONES Y CAUTELASEN LOS MICROCRDITOS COMOINSTRUMENTOS DE DESARROLLOCarlos Gmez Gil, Universidad de Alicante

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    sus familiares y parejas. Para muchas mujeres, asumirmicrocrditos supone por tanto una sobrecarga aadidaen sus ocupaciones domsticas, ya de por s enormes,elevando las tensiones en el cuidado y la educacin desus hijos, algo que siempre recae nicamente sobre sus

    espaldas, convirtindolas en endeudadas simplemente paraalimentar, cuidar, alojar, educar y vestir a ellas mismas,a su descendencia, a sus parejas, maridos e incluso a lafamilia suya o de su compaero. No es por ello casual que

    buena parte de los microcrditos otorgados a las mujeresde escasos recursos supongan una extensin ms de susactividades domsticas y familiares, lo que se reeja en lanaturaleza de los proyectos puestos en marcha por ellas,

    esencialmente vinculados a la cocina, la costura y laslabores del hogar. Suponen as un elemento de transmisinde elementos de dominacin de gnero.

    A la luz de todo ello, todo indica que el movimiento que seest desplegando alrededor de los microcrditos supone un

    paso ms en la expansin del capitalismo global. En estecaso, el proceso tiene la virtualidad de dirigirse hacia lossectores ms pobres y vulnerables, habitualmente alejadosde la globalizacin neoliberal al no ser potencialmenteatractivos para las corporaciones empresariales ynancieras, introducindoles en la bancarizacin a travs deun producto diseado especcamente para ellos.

    Con frecuencia, los microcrditos se nos presentan comoinstrumentos repletos de virtudes y de xitos, a pesarde que todo ello est an por demostrar. Su pretendida

    capacidad instrumental para eliminar la pobreza parecems encaminada a vaciar las responsabilidades polticase institucionales que existen en su mantenimiento queen ofrecer transformaciones sustanciales que mejoren elacceso a bienes pblicos globales por parte de los msdesfavorecidos y aumenten el compromiso activo de losgobiernos y pases ms ricos con su eliminacin. Ciertoes que el mayor xito de los microcrditos se ha situado,

    hasta la fecha, en la articulacin de propuestas alternativasque permitan proporcionar mecanismos nancieros nuevosa disposicin de los sectores ms desfavorecidos y en

    bajo la cual toda aquella persona que quiera puede saliradelante y prosperar en una economa de mercado hecha

    para emprendedores y valientes. Claro que esta mximano sirve en una sociedad profundamente desigual comola nuestra, porque las condiciones de partida no son las

    mismas para todos, ni tampoco lo son los medios quetenemos a nuestro alcance; y en mucha menor medida,

    para dos terceras partes de la poblacin que viven enuna situacin de pobreza extrema, sin tener cubiertas lasnecesidades bsicas ms elementales.

    El endeudamiento hace mucho ms vulnerables a quienesmenos tienen, acentuando su precaria situacin y su

    necesidad acuciante de comida, educacin, salud bsica oatencin social, ya que, al asumir un crdito, se encuentranante una mayor inestabilidad vital. Sin tener satisfechasunas necesidades elementales, un crdito signicaexponerse an ms a las inclemencias sociales y dedicarsu vida a satisfacer las deudas asumidas para tener almenos una rendija abierta de cara a un futuro incierto, porsi necesitan pedir ms dinero; algo que debera tenerse encuenta siempre en una intervencin con microcrditos hacialos pobres.

    Ningn pas, ninguna agencia de cooperacin y ningunaIMF ha podido demostrar hasta la fecha de forma empricael impacto positivo de los microcrditos en la reduccinde la pobreza sobre amplias capas de su poblacin ms

    pobre. Hasta el punto que los datos y las cifras que manejanparten de la apreciacin, sumamente estrambtica, de

    que todo aquel que solicite un microcrdito abandonaautomticamente su situacin de pobreza por el solo hechode pasar a ser deudor.

    Mucho ms delicado an es su impacto sobre la mujer.Pretender que las mujeres sean clientes privilegiadas delos microcrditos es aumentar la responsabilidad que yatienen sobre sus espaldas e intensicar las situaciones

    de abuso que se mantienen en muchas sociedades sobretodas ellas, en tanto que son las que con su esfuerzo,trabajo y preocupacin vienen luchando por mantener a

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    los pases del Sur. Sin embargo, es necesario todava untrabajo mucho mayor en la puesta en marcha de frmulassolidarias, avanzadas y capaces realmente de apoyar asectores alejados del acceso a la nanciacin, sin la gravosacarga de la deuda que estos grupos sociales no pueden

    asumir como una nueva y pesada losa en su ya esforzadavida.

    Por el contrario, buena parte de los microcrditos se handiseado como instrumentos de un mercado neoliberaly global avanzado, como instrumentos pensados por y

    para los ricos, capaces de generar espacios clientelares,de dependencia y control sobre grupos vulnerables; como

    frmulas nuevas de nanciacin para ONG y grupos depoder que vacan toda la carga de injusticia e iniquidad querodea la existencia de la gigantesca pobreza que se mantieneen buena parte de la humanidad hoy da; convirtiendo aestos sectores marginales en culpables de su situacin porno haberse entregado en manos de un capitalismo globalque sustituye a las personas por endeudados, generandouna espiral de darwinismo social que lleva a suponer quetodo aquel que mantiene su situacin de pobreza es porquequiere, al no haber solicitado un crdito.

    Posiblemente tengan que explorarse nuevas frmulasde economa social, formas comunales de produccin,sistemas avanzados de cooperativas y sociedades

    productivas, medidas para fomentar empleo pblico desdelas administraciones descentralizadas y desde aldeasy ncleos rurales. En denitiva, frmulas nuevas para

    generar riqueza y desarrollo que no pasen necesariamentepor el endeudamiento y el empobrecimiento generalizadocomo nico designio hacia el que todos avanzamosirremediablemente.

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    Este interesante libro recoge la experiencia de distintaspersonas que han desarrollado su trabajo, y en algunos casosocupado puestos relevantes, en el Banco Interamericanode Desarrollo (BID) -varias, en el Fondo Multilateral deInversiones (Fomin) del BID-, institucin que ha brindadoapoyo directo y decisivo a las micronanzas durante lasltimas tres dcadas. Cada captulo est escrito por distintosexpertos en el tema, haciendo un recorrido a lo largo desus distintos pasajes por la industria de las micronanzasen Amrica Latina, en continuo proceso evolutivo desdesu origen, as como por sus actores ms importantes, quehan sido en trminos generales consecuencia de alguno delos fenmenos conocidos como upgrading, downscaling ogreeneld (1).

    En el mundo actual de complejas deniciones, la obracomienza centrndose en la sencillez y claridad de ladescripcin del Banco Interamericano de Desarrollo alhacer referencia a las micronanzas desarrolladas enLatinoamrica como el conjunto de servicios nancierosdestinados principalmente a las microempresas y a sus

    propietarios, operadores y empleados. Como punto

    de partida esclarecedor, los autores hacen hincapien diferenciar el microcrdito de las micronanzas,rerindose el primer trmino especcamente al

    EL LIBRO RECOMENDADO:MARGUERITE BERGER, LARAGOLDMARK & TOMS MILLER-SANABRIA (EDS.), EL BOOM DE LASMICROFINANZAS EN AMRICA LATINA:

    EL MODELO LATINOAMERICANO

    VISTO DESDE DENTRO, BANCOINTERAMERICANO DE DESARROLLO,2007Rosario Rodrguez, Universidad Rey Juan Carlos (Madrid) yCUNEF

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    orientadas a las micronanzas: ONG, entidades nancierasno bancarias especializadas y bancos. Los dos ltimosconcentran la mayor cantidad de clientes, generan un mayornmero de microcrditos y tienen potencial interno superior

    para asegurar el xito, dada su capacidad de innovacin,

    exibilidad y orientacin al cliente; esto les permite tenermejores condiciones para hacer frente a las dicultades quese presentan en el sector de bajo ingreso.

    Hacia la mitad de la obra, tratan los autores con aciertouno de los problemas sustanciales de las entidadesmicronancieras actuales, cual es que las evaluacionesde riesgo de crdito en las micronanzas dieren de los

    anlisis tradicionales empleados en los bancos comerciales,al no disponer en tales casos de elementos sucientes paraestimar el valor de los activos de la empresa o de los bienes

    personales, en la mayora de las solicitudes, inexistentes.En Latinoamrica, como en otros lugares, se ha llegado ala conclusin de que es esencial contar con una amplia basede datos de clientes y de historiales de operaciones para eldesarrollo de modelos predictivos.

    Probablemente la mayor aportacin del texto respectoa la evolucin futura de las micronanzas es su slidaconviccin de que el crecimiento de la industriamicronanciera en la regin ha de apoyarse en unaregulacin que favorezca la proteccin de los depositantesy el acceso al crdito de las empresas ms pequeasy personas sin fuentes formales de ingreso. Para ello,sealan, es vital que desde los organismos pblicos

    centrales se impulse la creacin de una infraestructura queincluya centrales de riesgo y agencias de informacin decrdito que faciliten el conocimiento del historial crediticiodel potencial cliente. De esta manera, las entidades podrncontar con una informacin ms amplia para alimentar susherramientas de scoring y lograr una gestin del riesgo msefectiva.

    El criterio desarrollado en el libro participa plenamente dela tendencia a nivel global segn la cual la gestin de lasmicronanzas ser cada vez ms exitosa en la medida en

    otorgamiento de prstamos en pequeas cantidades paraactividades productivas, mientras que el segundo lo hace auna serie de servicios nancieros de pequea cuanta queincluyen entre otros crdito, ahorro, seguro y transferenciade remesas.

    Se resalta en los primeros captulos la evidencia empricade que, con tasas de crecimiento en torno a los dos dgitos,las micronanzas representan el segmento de ms rpida

    progresin en los servicios nancieros de Amrica Latinay el Caribe. Actualmente, la prctica destaca por suintegracin en el sistema nanciero formal, consolidndosecomo una de las frmulas ms rentables en la regin y

    englobando un amplio potencial de crecimiento, al estarla mayor parte de la poblacin ubicada en la base de lapirmide econmica y no haber tenido acceso a esteinstrumento en toda su capacidad.

    Es bien conocido por el lector interesado en el tema quelas micronanzas en Amrica del Sur se han caracterizado

    por nanciar proyectos comerciales a la poblacin nobancarizada, aqulla que no cumple con las condicionesrequeridas para poder acceder a los servicios que ofreceel sistema nanciero formal; igualmente, se dene por suexibilidad en adaptarse a las demandas de los clientes,concentrados en su mayora en reas urbanas. Sin embargo,el texto muestra el ngulo particular de cmo en la zonalatinoamericana no se ha hecho suciente nfasis en lacaptacin de depsitos bancarios, lo que ha llevado en lamayora de los casos a una gran dependencia de prstamos

    y aportaciones de capital de las ONG, organizacionesmultilaterales y entes pblicos para la nanciacin desus operaciones, limitndose entonces abruptamente sucapacidad de crecimiento.

    En este punto es importante recordar que no existe unmodelo nico en la regin y que en cada pas se handesarrollado prcticas que se adaptan a la realidad

    econmica, nanciera, social y regulatoria inherente alentorno donde se desenvuelven. En Amrica Latina hoy daencontramos fundamentalmente tres tipos de instituciones

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    que los procesos estn apoyados por el desarrollo de nuevastecnologas que disminuyan los costos operativos para hacerel manejo de pequeas sumas de dinero ms rentables y asu vez sean viables desde el punto de vista de gestin delriesgo. De igual forma, la direccin de las entidades habr

    de tener en cuenta que las tecnologas de la informaciny la comunicacin son tiles en tanto estn alineadas conun enfoque centrado en el cliente, para que la prctica seasostenible en el largo plazo.

    Compartiendo la senda trazada por otros destacadosescritores sobre el tema, los autores de El boom de lasmicronanzas: el modelo latinoamericano visto desde

    dentro nos dan nalmente algunas recetas para lograr quela industria micronanciera se consolide en la regin: lasentidades que operan en este segmento deben ampliar susfuentes de nanciacin dentro del sector privado, de formaque su actividad no dependa de donantes circunstancialesy se pueda garantizar la continuidad del negocio a lo largodel tiempo. Han de aumentar tambin la eciencia ycompetitividad, en un mercado cada vez ms demandado

    por entidades externas, al tiempo que amplan el espectrode operaciones hacia zonas rurales de los pases con mayorextensin territorial, sin limitarse nicamente a la actividaddel microcrdito, diversicando la oferta de productos yservicios y fomentando el ahorro de los clientes.

    Ciertamente, hemos de reconocer que en la prctica elsistema nanciero de Amrica Latina y el Caribe no tienemayor relevancia en la vida de gran parte la poblacin, por

    lo que las micronanzas constituyen una alternativa idneapara la nanciacin del tejido productivo de una regincon un inmenso potencial econmico. Con las experienciasrecabadas por los autores de este libro auspiciado por elBID y puestas a disposicin de los lectores, se da un pasoms en el crecimiento y consolidacin de un modelo que

    para pasar a otra dimensin requiere de un compromisodecidido por parte del sector privado y un marco regulatorio

    apropiado.

    (1). El upgrading implica la transformacin de las ONG de

    microcrdito que operan fuera del mbito regulado en nuevas

    instituciones nancieras que se someten a la supervisin del

    regulador local. En algunos pases se est experimentando con

    xito una segunda generacin de upgrading, segn la cual las

    entidades nancieras se estn convirtiendo en bancos universalescon fuerte participacin en el mercado micronanciero.

    Downscaling es el proceso por el cual bancos comerciales

    y otras instituciones nancieras amplan el alcance de sus

    operaciones, desarrollando nuevas unidades de negocio

    encargadas de atender el mercado de las micronanzas a n de

    aumentar la rentabilidad de la institucin, diversicar la oferta

    de productos y mercados y extender sus iniciativas de carcter

    social.El greeneld es la creacin de instituciones totalmente nuevas,

    normalmente con el apoyo de redes internacionales.

    PARA SABER MS

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    micronanzas en Amrica Latina y el Caribe:www.eiu.com

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    Planet Rating: www.planetrating.com

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    Dossier n. 3, octubre de 2011:Sombras en las micronanzas