sola gracia

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Sola Gracia Los evangélicos no niegan la Gracia más que la iglesia de la Edad Media negaba la doctrina Biblica. Los evangélicos no quieren ser heréticos. El problema es que, aunque afirmamos la Gracia de Dios en teoría, la negamos por negligencia. No nos parece un asunto importante. Cuando los reformadores dijeron “Sola gratia”, ellos estaban diciendo que los pecadores no tienen ninguna garantía de que Dios no los condene por sus pecados y que, si el los salva de sus pecados es solamente porque le place hacerlo y no por otra razón. Hoy, grandes cantidades de evangelicos destruyen esta doctrina por suponer que los seres humanos son basicamente buenos; que Dios le debe a todos una oportunidad para ser salvos, y que, si somos salvos, en el análisis final es debido a nuestra buena decisión de recibir lo que Jesús nos ofreció. Esto es porque la doctrina de la elección es rechazada por muchos. No les parece equitativo. Pero tan pronto como introducimos la doctrina de la equidad, introducimos un estándar de derecho por el cual Dios ha de salvar a todos o al menos les da a todos la misma oportunidad de salvarse. Y eso no es Gracia!! Si Dios fuese motivado solo por lo que es correcto, ninguna consideración sería posible, ni siquiera Cristo se hubiese sacrificado y todos seríamos condenados al infierno. Esto es porque “no hay justo, ni aún uno, no hay quién entienda, no hay quien busque a Dios” (Romanos 3:10-11) Aquí está la forma en como la Alianza de las Iglesias Confesantes explicó el problema en la declaración de Cambridge, el informe preparado por pastores y líderes de iglesias en 1996: La confianza sin garantía en la habilidad humana es un producto de la caída de la naturaleza humana. Esta confianza falsa ha invadido el mundo evangélico.

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Page 1: Sola Gracia

Sola Gracia

Los evangélicos no niegan la Gracia más que la iglesia de la Edad Media negaba la doctrina Biblica. Los evangélicos no quieren ser heréticos. El problema es que, aunque afirmamos la Gracia de Dios en teoría, la negamos por negligencia. No nos parece un asunto importante.

Cuando los reformadores dijeron “Sola gratia”, ellos estaban diciendo que los pecadores no tienen ninguna garantía de que Dios no los condene por sus pecados y que, si el los salva de sus pecados es solamente porque le place hacerlo y no por otra razón. Hoy, grandes cantidades de evangelicos destruyen esta doctrina por suponer que los seres humanos son basicamente buenos; que Dios le debe a todos una oportunidad para ser salvos, y que, si somos salvos, en el análisis final es debido a nuestra buena decisión de recibir lo que Jesús nos ofreció.

Esto es porque la doctrina de la elección es rechazada por muchos. No les parece equitativo. Pero tan pronto como introducimos la doctrina de la equidad, introducimos un estándar de derecho por el cual Dios ha de salvar a todos o al menos les da a todos la misma oportunidad de salvarse. Y eso no es Gracia!! Si Dios fuese motivado solo por lo que es correcto, ninguna consideración sería posible, ni siquiera Cristo se hubiese sacrificado y todos seríamos condenados al infierno. Esto es porque “no hay justo, ni aún uno, no hay quién entienda, no hay quien busque a Dios” (Romanos 3:10-11)

Aquí está la forma en como la Alianza de las Iglesias Confesantes explicó el problema en la declaración de Cambridge, el informe preparado por pastores y líderes de iglesias en 1996:

“La confianza sin garantía en la habilidad humana es un producto de la caída de la naturaleza humana. Esta confianza falsa ha invadido el mundo evangélico. Aparecen ideas como el evangelio de auto-estima y auto suficiencia, el evangelio de salud y prosperidad, el evangelio que se ha convertido en un producto para vender y pecadores que se han convertido en consumidores que quieren comprar el producto, la fe cristiana considerada como verdadera no porque sea verdad absoluta sino porque es un método que funciona. Estas actitudes silencian la doctrina de justificación, no importa el compromiso o la doctrina oficial de nuestras iglesias.

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La gracia de Dios en Cristo no es solamente necesaria sino que es la única causa suficiente de salvación. Confesamos que todo ser humano nace espiritualmente muerto y por consiguiente es incapaz de aún cooperar con gracia regenerante.”

La declaración añade estas solemnes afirmaciones y negaciones:

“Reafirmamos que en salvación somos rescatados de la ira de Dios solamente por su gracia. El trabajo sobrenatural del Espíritu Santo es el que nos trae a Cristo a través de liberarnos de nuestra esclavitud del pecado y resucitarnos de la muerte espiritual a la vida espiritual.”

“Negamos que la salvación es de alguna manera el resultado de trabajo humano. Métodos humanos, técnicas o estratégicas de por sí mismas no pueden producir esta transformación. Fe no es producida por nuestra naturaleza humana no regenerada.”

Hoy las iglesias evangélicas necesitan recapturar estas fuertes convicciones sobre la Gracia. Porque si no lo hace, no solo está fallando en encontrar la teología verdadera, sino que está fallando en ser una iglesia verdadera. Está negando el evangelio.

Sublime Gracia o Aburrida Gracia

Si yo les preguntase, ¿cuál es el himno cristiano que ha tenido más versiones a lo largo de la historia, cual me dirían? Si: adivinaron, Sublime Gracia, la canción escrita en 1779 por John Newton:

"Sublime gracia del Señor que a un infelíz salvó. Yo ciego fui, más veo hoy. Perdido y Él me halló.”

La Sublime Gracia del Señor realmente es Sublime. Es lo más sublime en el universo, más sublime que cualquier cosa imaginable, llámese el Mar, el Espacio o Agujeros Negros. Pero como todas las cosas que nos son familiares, la mayoría de las personas ha perdido esa habilidad de fascinarse con la Gracia del Señor. Alguna vez dijo J.I. Packer que la Sublime Gracia se ha transformado para mucha gente en una “Aburrida Gracia”.

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¿Cómo puede ser eso? ¿Cómo puede una doctrina que fue cardinal en la Reforma Protestante y ha causado una verdadera fascinación en los cristianos por siglos pasar a ser aburrida? Si hablas a gente de iglesia acerca del presupuesto operativo del próximo año, lo encontrarán interesante. Pueden interesarse en programas sociales o construir una nueva edificación para una escuela. Puedes hablarles acerca del último partido de futbol o del movimiento de la Bolsa de Valores o de la política nacional o internacional. Pero intenta discutir sobre la Gracia de Dios y descubrirás que repentinamente los llevas a un campo que sale de sus capacidades. No te contradecirán. Te escucharán pero no contribuirán nada a la conversación. A menudo te encontrarás solo con miradas en blanco. ¿Qué pudo causar tanta indiferencia, aún entre personas que regularmente van a la iglesia?

Packer sugiere que se falla en entender cuatro grandes verdades que la doctrina de la Gracia presupone: 1) La pecaminosidad del pecado, 2) El Juicio de Dios, 3) La inhabilidad espiritual del hombre, 4) La soberana libertad de Dios.

La pecaminosidad del pecado:

Es una triste, dañina y malvada característica del pecado no reconocer cual serio es y lo excusamos por tratarlo ligeramente. Aquellos quienes han entendido la santidad de Dios y la naturaleza de su Gracia los pecadores a pesar de nuestros pecados no hacen esto. Como el arrepentido publicano que no se atrevía a levantar la mirada hacia Dios y clamaba por misericordia “Dios, sé propicio a mí, pecador.” Ellos no tratan el pecado como si no tuviera consecuencias.

El rey David es un ejemplo en el Antiguo Testamento. Después de que el ha reconocido su pecado a través de las palabras del profeta Natán, David escribió una emotiva confesión de pecado que conocemos como el salmo 51. Comienza con un llanto por misericordia, seguido inmediatamente por un vivido reconocimiento de su transgresión. En el versículo 1 David usa tres palabras para expresar la inmensurable maravilla de la Gracia de Dios: “piedad”, “misericordia”, “multitud de tus piedades” o como traduce la King James “misericordia”, “amor perfecto”, “compasión”. En los versículos 1 y 2, el usó tres palabras para expresar la pecaminosidad del pecado.

La primera palabra es “rebelión” (peshah). Esta palabra se refiere a “cruzar un límite prohibido”, con el pensamiento de que es una seria

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transgresión. Creo que podríamos recordar el episodio cuando las fuerzas militares colombianas, en cabeza del Ministro de Defensa y el Presidente de la Republica bombardearon el campamento de las FARC que se encontraba a unos pocos metros de la frontera colombo-ecuatoriana, del lado de Ecuador. Ustedes recordarán la indignación internacional que causó este episodio, incluso sonaron vientos de guerra. Bueno, lo que hemos hecho contra Dios es algo muchísimas veces graves que eso. Hemos cruzado los límites de su Ley moral y en consecuencia no es que Él esté indignado con nosotros o que haya vientos de guerra, es que estamos en guerra abierta y franca con El. Dice Alexander Maclaren que “no es simplemente, entonces, que vamos en contra de alguna propiedad abstracta, o rompemos alguna ley impersonal de la naturaleza cuando lo hacemos mal, sino que nos rebelamos contra un soberano legítimo.”

La segunda palabra es “maldad” (hawon). Esta palabra denota una perversión innata, lo que llamaríamos el “pecado original” o nuestra corrupción radical. Para dar a entender la idea, es la misma Palabra que utiliza David en el versículo 5, cuando dice que en “maldad he sido formado,Y en pecado me concibió mi madre”.

La tercera palabra es “pecado” (kjattaá) que significa “quedarse corto” o “errar el blanco”. Hemos perdido el blanco de la perfección de Dios, nos quedamos cortos de la misma manera en cuando una flecha no pega en la diana. Esto es tan cierto del pecado que incluso perdemos nuestra propia marca, ya que por el pecado nunca acertaremos a nuestro objetivo.

Estas tres palabras aparecen de nuevo en los versículos 3, 4, 5, 9 y 13; donde es claro que se refieren al error personal de David: “mis rebeliones”, “lo malo”, “mis pecados”. Estas mismas palabras son usadas en los versiculos 1 y 2 del Salmo 32, otro salmo de confesión; es de anotar que la Nueva Versión Internacional no traduce la palabra iniquidad en el vv.1 de este salmo, sino la palabra “pecado” para traducir tanto “hawon” como “kjattaá”. El apostol Pablo cita estos versículos en Romanos 4 como parte de su enseñanza acerca de como nuestro pecado es imputado a Cristo, para que no nos sea contado a nosotros; y su justicia nos sea imputada, de tal modo que podamos ser justificados ante Dios:

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Rom 4:7-8 “Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos.Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.”

La naturaleza del pecado ha dejado a todos en un deplorable estado ante Dios, un estado que Pablo introduce en el capitulo 3 versículo 9 diciendo que los judios no son mejores que los gentiles ni viceversa. En cambio todos estamos bajo pecado, y por consecuencia todos estamos sujetos a la ira y el juicio del Dios tres veces santo. Anteriormente Pablo había explicado en el capitulo 1 como la raza humana había caido cada vez más bajo en el pecado debido a su rebelión contra Dios. Ahora Pablo, citando los salmos 14:1-3 y 53:1-3 muestra la evaluación de Dios sobre la situación:

Rom 3:10-11 “Como está escrito:No hay justo, ni aun uno;No hay quien entienda,No hay quien busque a Dios.”

1. No hay justo : En la primera parte del pasaje, el apostol escribe sobre la naturaleza moral del hombre y concluye que la raza humana no es justa. Esto no significa que nosotros somos un poco menos justo que lo que se necesita para ir al cielo. Esto significa que desde la perspectiva de Dios los seres humanos no son justos para nada, esto es, que lo satisfaga. Somos tal vez justos en nuestros propios ojos y a veces aún en los ojos de otras personas, si no nos conocen muy bien. Pero no tenemos ninguna justicia en absoluta. Todas nuestras comparaciones con otras personas nos deberían llevar a apreciar la Sublime Gracia salvadora de Dios.

2. No hay quien entienda : El segundo pronunciamiento que el apostol Pablo hace sobre los seres humanos es que ninguno entiende las cosas espirituales. Esto se refiere a una falta de percepción espiritual y no a una mera falta de conocimiento humano. Si pensamos en el nivel de los seres humanos comparando el entendimiento de una persona con el de otra, podemos ver que algunas personas tienen buenas mentes y obviamente entienden grandes y complicadas cosas, y somos impresionados por eso de tal manera que pensamos que tienen una

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gran condición espiritual. Necesitamos leer que, en lo concerniente a los asuntos espirituales, nadie entiende realmente a Dios... ni lo busca.Pablo nos da su propio comentario de a que se refiere cuando nos dice “no hay quien entienda” en los dos primeros capitulos de 1 Corintios. Los corintios era más griegos. Ellos estaban orgullosos de su herencia cultural y apreciaban la sabiduría de sus excepcionales filosofos (gente como Socrates, Platón, Aristoteles). Pablo les recordó, sin embargo, que cuando el fue con ellos no trató de impresionarlos con su sabiduría; sino más bien se propuso, estando entre ellos, no saber de cosa alguna sino de Jesucristo y de éste crucificado, por el poder mismo del evangelio. El explicó su decisión de dos maneras.

Primero, la sabiduría humana manifiesta su debilidad en la medida en que conocemos a Dios:1Co 1:18-21 “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito:Destruiré la sabiduría de los sabios,Y desecharé el entendimiento de los entendidos.¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.”

Al hacer esta acusación, Pablo solo estaba haciendo eco de lo que los griegos habían concluido por si mismos. Los filosofos sabían que ellos no habían podido descubrir a Dios por medio de su filosofía.

La segunda manera en que Pablo explicó su decisión de no saber de cosa alguna sino de Jesucristo y de éste crucificado es mediante su afirmación de que las realidades espirituales solo pueden ser conocidas por el Espiritu de Dios “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” (1 Co 2:14).

Esto no significa que una persona no pueda tener un entendimiento racional del cristianisnmo. Un estudiante puede entender la teología cristiana tan bien como cualquier otra área del conocimiento. Un filosofo puede comprender y racionalizar la idea cristiana de Dios. Un historiador

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puede comprender los sucesos que llevaron a la reforma protestante y aún más, explicar lo que es la justificación por fe. Pero, esto no significa que estas personas crean lo que bien entienden, no son cambiados ni mucho menos salvos por esto. Si les preguntaras su opinión sincera sobre esto, seguramente dirían que es lógico pero que es un sinsentido. Es en este sentido que ellos no son “espirituales” estan incapacitados para entender el cristianismo.

3. No hay quien busque a Dios: Habiendo hablado de nuestras fallas morales e intelectuales, Pablo se mueve a la voluntad misma del hombre y concluye apropiadamente que “nadie busca a Dios”“Pero yo lo busco” es la primera respuesta que recibimos. “Lo he buscado toda mi vida. Nací en un hogar bautista; pero no pude encontrar a Dios en mi iglesia bautista; así que me fuí a una iglesia presbiteriana. Cuando vi que ahí no podría encontrar a Dios, me fui a una iglesia episcopal; y a través de los años he recorrido todo tipo de iglesias: luterana, pentecostal, metodistas, independientes. Pero sigo sin encontrar a Dios”.Este tipo de personas, no buscan a Dios; más bien están corriendo de El; es como si cada vez que Dios se acercara, el se va y probablemente cuando termine de recorrer todas las denominaciones y sectas que tenía a su alcance, verá si en su primera iglesia no queda algún viejo conocido para volver... y volver a empezar.Esto es lo que un ser humano pecador no regenerado hace. Así que no nos sorprendamos de que aquellos que no han sido justificados, no han nacido de nuevo, no puedan entender las cosas espirituales y fallan en apreciar la Gracia de Dios. De hecho, este tipo de personas al final de sus vidas, como muy tarde, terminarán odiando en forma abierta a Dios, resentidos por que Dios no ha derramado su Gracia en ellos. Pero lo que si no podemos entender es que tantos cristianos genuinos que deberían entender la naturaleza, gravedad y horror de sus pecados, fallan en sentirse conmocionados y por tanto encuentra la gracia aburrida.

Inhabilidad espiritual del hombre:

Nuestra cultura nos ha enseñado que para la humanidad “todas las cosas son posibles”. Así, que el pensamiento de que necesitamos la gracia de Dios para establecer una relación correcta con el nos parece errado. Asumimos que siempre será posible para nosotros reparar

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nuestra relación con el Todopoderoso. Si es necesario, construiremos y cuidaremos esa relación en su debido momento.

Aquellos quienes piensan así, fallan en apreciar otra verdad biblica: la inhabilidad, incapacidad, depravación o corrupción espiritual del hombre o, como le llamaría Lutero “De servo arbitrio” o la “esclavitud de la Voluntad”. Esta es la verdad que subyace en el fondo de lo que ha dicho Pablo en Romanos 3:11 “No hay quién busque a Dios”. La razón por la que nadie busca a Dios es que, sino es por el trabajo previo que Dios hace en el corazon de un individuo, esta persona no podría buscar de Dios -porque no quiere-. Este asunto ha sido discutido ampliamente en la historia de la iglesia. Fue el asunto principal de la controversia entre Agustín de Hipona y Pelagio, entre Lutero y Erasmo de Rotterdam y entre los seguidores de Jacobo Arminio y los seguidores de Calvino. Sin embargo, la más profunda y significativa obra que recoge la doctrina sobre la depravación total y la esclavitud de la Voluntad del hombre fue escrita por Jonathan Edwards en un tratado llamado “La libertad de la Voluntad”.

La primera cosa que hizo Edwards fue definir la Voluntad. Nosotros pensamos que la Voluntad es aquello que nos hace tomar decisiones. Sin embargo, Edwards vió que esta definición es inexacta y en cambio, define la voluntad como “aquello con lo que la mente elige”. A simple vista no hay mucha diferencia entre estos conceptos; pero si hay una y bastante grande: Lo que significa es que, lo que elegimos, no está determinado por la voluntad en sí misma, como si está fuera una entidad aparte de nosotros, sino que elegimos con la mente, lo que significa que nuestras elecciones están determinadas por aquellos en lo que pensamos o más deseamos.

Edward continua su exposición hablando de lo que el llama “motivaciones”. Anota que la mente no es neutral; a menudo nuestra mente se basa en un complejo sistema de decisiones que compara diferentes opciones y elige la que le parece mejor. Si una persona piensa que un curso de acción es mejor que otro y aún así elige la alternativa menos deseable, esa persona sería irracional. Esto significa que la voluntad es siempre libre de elegir lo que la mente piensa que es lo mejor.

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Pero ¿Que piensa nuestra mente que es lo mejor? Aqui llegamos al fondo del asunto. La mente de un pecador nunca piensa que seguir u obedecer a Dios es una buena opción. Su voluntad es libre de escoger a Dios. Nada lo detiene. Pero su mente no considera el someterse a Dios como la opción más deseable. Por esa razón, el se aparta de Dios, aún en esos momentos cuando el evangelio es presentado sabiamente. Las personas no quieren a Dios como su Señor soberano. Ellos no quieren que sus pecados naturales sea expuestos. Sus mentes están equivocadas en esto, desde luego. El camino que eligieron es en realidad el camino de la alienación y la miseria, cuyo fin es la muerte. Pero los seres humanos piensan que el pecado es mejor debido a que ellos lo escogieron. Por tanto, a menos que Dios no cambie la manera en que pensamos -lo que hace en el milagro del nuevo nacimiento- nuestras mentes siempre nos dicen que nos apartemos de Dios y es precisamente lo que hacemos.

Las personas que rechazan esto argumentan que “Pero seguramente la Biblia dice que cualquiera que vaya a Jesús podrá ir a el. ¿No nos invita Jesús a ir? ¿No dice Jesús 'cualquiera que viene a mí yo no le echo fuera'? (Juan 6:37)” Si, eso lo dice Jesús, pero esa es una parte del punto. Ciertamente, cualquiera que quiera ir a Jesús podrá ir a el. Por eso es que Edwards insiste en que la voluntad no está aprisionada. ¿Pero quien es el que quiere ir? La respuesta es: Ninguno, excepto aquellos en quienes el Espiritu Santo ha efectuado la obra irresistible del nuevo nacimiento de tal manera que, como un resultado de este milagro, los ojos cegados de la espiritualidad del hombre natural y la mente depravada del pecador son abiertos para ver la verdad de Dios, y aceptar al Señor Jesucristo como Salvador. Esto muestra que muy pocos cristianos profesantes en nuestros dias, incluyendo la vasta mayoría de evangelicos, cree o entiende que es otra razón, posiblemente la mayor razón, porque ellos encuentran la gracia aburrida.

Juicio de Dios: Muchos de nuestros contemporaneos, aún cristianos, han perdido la capacidad de apreciar la ley de causa y efecto, incluyendo en esto el ámbito moral. Así, un juicio de Dios al final de la historia, cuando el pecado sea condenado, les parece una fantasía. ¿Es fantasía? ¿O es en realidad la cosa más razonable en el universo? Podemos aproximarnos a estas preguntas a través de tres grandes parabolas del Señor Jesus sobre el juicio que se encuentran en Mateo 25: La parabola de las diez virgenes, la parabola de los talentos, y la parabola de las ovejas y los cabritos. Cada una tiene puntos similares , de tal manera

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que el efecto de las tres parabolas nos lleva a cuatro grandes conclusiones:

1. Habrá un dia de juicio para todas las personas: Este primer punto es tan obvio de la enseñanza de la Biblia y de nuestra experiencia de vida que parece casi infantil extendernos en el. Pero debemos explicarlo, precisamente porque la gente piensa que el juicio final es una fantasía, una de las cosas más irracionales en el mundo.

¿Que piensa la mayoría de la gente cuando habla sobre la muerte? Muy probablemente no quieren pensarlo, les asusta la idea de la muerte y de no tener certeza de que, si hay algo más allá del ataud. Si hablan sobre el tema, asumen que algo hay más allá pero lo piensan en buenos terminos; y una minoría piensa de algo como una continuación de esta vida tal como la conocemos o, si no es así, piensan que es algo mejor. Muy pocos consideran que hay algo horrible. Ellos no pueden imaginar a Dios, como un Dios de juicio.

Nuestros contemporaneos son irracionales en esto, asi como en otros asuntos espirituales. Estamos en un mundo malvado. Ni los pecados son juzgados en este mundo ni las buenas acciones recompensadas. El justo debe sufrir y el culpable debe ser libre. Si esto es un universo moral, esto es, si es creado y gobernado por un Dios moral, entonces debe haber un juicio en el más allá en el cual esta situación se invierta: los buenos prosperan y los malvados son castigados.

En la mayoría de los volumenes de escatología, hay tres grandes puntos de enfasis: el regreso de Cristo, la resurrección y el juicio final. Pero de los tres, el unico que es meramente racional, meramente lógico hasta para un inconverso, es el último; porque (hablo como un inconverso) no hay razón para que Jesús regrese. El vino una vez y fue rechazado, ¿para que va a regresar?, lo mismo sucede con la resurrección, piensan: si esto es todo lo que hay ¿para que me preocupo? Al final “polvo eres y en polvo te convertirás” (Gen 3:19) ¿Para que debería esperar yo algo más? No hay nada de logico en pensar en estos dos asuntos. ¿Pero el

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juicio? Esa es la cosa más lógica del universo. Las tres parabolas narradas por el Señor Jesucristo son claras con respecto a la existencia de un juicio final.

En la primera parabola el novio regresa repentinamente y las mujeres que no están listas para su venida son excluidas de la fiesta de bodas (Mateo 25:10)

En la historia de los siervos, el amo regresa a pedir cuentas a sus siervos y el malvado es condenado: “Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 25:30)

En la historia final, el rey separa a las ovejas de los cabritos y envía al malvado al “al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” y a los justos a “heredar el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”.

2. El juicio se basará en nuestras buenas obras o la falta de ellas: Este es un punto especialmente sorprendente para los protestantes. Se nos ha enseñado que la salvación es por gracia a través de la fe sin obras y, el juicio está basado en lo que las personas han hecho o no han hecho. En el primer caso, es el error de las virgenes insensatas de no prepararse para la venida del Señor. En el segundo caso es el desuso de los talentos dados a los siervos por su amo. En el tercer caso es el cuidado o negligencia con aquellos que estuvieron hambrientos, sedientos, como extranjeros, desnudos, enfermos o en prisión. Esto parece equivocado a los protestantes porque se nos ha enseñado que el juicio se basará en si creimos o no en Cristo como nuestro Salvador.

La Salvación es por fe, desde luego. Estas parabolas no lo niegan. Pero hay un punto que anotar que a menudo descuidamos: nuestra fe no es una fe muerta. La fe salvifica debe ser activa. Enseñando esto, Jesús anotaba lo mismo que Santiago, quien dijo “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada

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día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.” (Stg 2:14-17).

¿Significa esto que somos salvos por obras después de todo?¿Se equivacaron los reformadores? No, pero está claramente expresado en las Escrituras que las obras siguen a la fe si hemos sido verdaderamente regenerados. Esto significa que hay un vinculo inquebrantable entre lo que pensamos y lo que hacemos. Aquellos quienes han nacido de nuevo piensan diferente a quienes no lo han sido, precisamente porque ellos han sido regenerados; las personas regeneradas empezarán a vivir en pos de la moralidad superior de Cristo. Nadie cree en Cristo si no le ha sido dada una nueva naturaleza, y aunque la nueva naturaleza no se muestra asimisma por completo de una vez, si somos justificados, tendremos e iremos mostrando incremmentalmente los frutos de justicia que se derivan del perdón, como el perdón o el servicio a los demás, tanto como Dios ha perdonado y hecho la buena obra en nosotros. No somos justificados por obras. Pero sino hacemos buenas obras, no podemos decir que estamos justificados: no somos cristianos.

3. Ninguna de nuestras excusas tendrá algún peso ante Dios: Tal como leimos en las parabolas, encontramos que las personas que fueron confrontadas por el Señor dieron varias excusas para justificarse asi mismos, tal como la gente hace en su impiedad hoy en día. El hombre que tenía un talento y lo escondió, explicó que el no hizo nada más porque el conocía la naturaleza de su amo muy bien “Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.” (Mat 25:24-25) El hombre aseguró conocer el carácter de su amo como excusa para dejar de hacer lo que su amo deseaba. Fue una excusa tonta, pero mucha gente hace lo mismo. Ellos usan la justificación teológica para excusar su falta de cuidado al obrar y perseverar. Usan el

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conocimiento de la predestinación como excusa para dejar de evangelizar. Usan la perseverancia como una excusa para ser flojos.

El amo dijo al siervo que si el hubiese conocido el carácter de su amo, el debería haber trabajado tanto más duro. El también lo llamó “Siervo malo y negligente” (malvado debido a su excusa injustificada y negligente porque esa fue la causa real de su falta de empeño) Si analizamos estos estandares, ¿cuantas personas malvadas conocemos en las iglesias? ¿Cuantos negligentes hay entre nosotros?

La tercera parabola muestra otra excusa. En esa parabola, los malvados son juzgados porque no tuvieron cuidado de sus hermanos cristianos. Pero ellos respondieron “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?” Ellos se quejaron de que no vieron a Jesús en quienes estaban necesitados. Para Jesús esta no fue una excusa. El dijo “De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.”

Puedes mantenerte dando excusas a otras personas (tu jefe, tus padres, tu pastor). Pero no puedes excusarte a ti mismo ante Dios. El apostol Pablo escribió que en el dia del juicio “toda boca se cerrará y todo el mundo quedará bajo el juicio de Dios;” (Rom 3:19). Cuando el juez tome asiento, no habrá una sola protesta.

4. Muchos que son condenados serán sorprendidos con el resultado: He estado en pequeñas fiestas sorpresa donde la persona para quien la fiesta que se le estaba dando era una verdadera sorpresa. Usualmente no ha sido así, porque se han dado cuenta de los preparativos o alguién les ha contado la sorpresa. Pero a veces la sorpresa resulta. Cuando leo estas parabolas me doy cuenta que habrá una terrible sorpresa para muchos en el dia del juicio y no será una sorpresa fingida. Muchos estarán asombrados y se desmayarán en el juicio de Cristo.

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Esto lo vimos en cada una de las parabolas. Las cinco mujeres que son dejadas afuera tocaron a la puerta y gritaban “Abre la puerta para nosotras”. Se sorprendieron cuando vieron que la puerta no estaba abierta. El hombre que enterró el talento estaba igualmente sorprendido, tanto como los “cabritos” que han fallado en servir a otros tal como habrían servido a Cristo. Ellos dicen “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?” Ellos insinuan que habrían hecho todo lo necesario si tan solo hubiesen visto a Cristo, pero porque no lo vieron no podían imaginar porque ellos son juzgados. En vez del juicio, estas personas esperaban ser recompensadas.

Aquí, supongo, está el perfecto retrato de la visible pero incredula iglesia, un retrato de mucho que en su vida exclamaron “Señor, Señor”, pero no hicieron las cosas que Jesús dijo y al final perecieron. Nosotros no diríamos esto si el Señor no lo hubiese dicho primero, pero en su autoridad debemos decir que muchas congregaciones que dicen ser cristianos y muchos que dicen ser cristianos, suponiendo que todo está bien con sus almas, serán sorprendidos en el dia del juicio. Si personas como estas serán expulsadas de la presencia de Dios, deberiamos entonces tomar en serio las palabras del apostol Pedro cuando dijo “tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección;” (2Pe 1:10). Pedro dijo como debe ser hecho “Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.” (2Pe 1:5-8). El enfásis del apostol Pedro está en ¡hacer!

La libre soberanía de Dios:

En estos dias de multiples “derechos” humanos, la mayoría de la gente asume que Dios les debe algo -la salvación o al menos una oportunidad

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de salvación. Pero lo cierto es que Dios no nos debe nada. El muestra un favor inmerecido hacia muchos, pero no es su obligación. Si el estuviese obligado a ser “gracioso”, la gracia no sería Gracia y la salvación podría basarse en el merito humano, en vez de “Solo por Gracia”.

Cuando decimos que Dios no está obligado a ser “gracioso” estamos hablando sobre la Gracia Soberana de Dios y cuando hablamos sobre la Gracia Soberana de Dios no hay mejor pasaje en la Biblia para describirla que Efesios 1. La mayoría de los cristianos tienen la percepción de que Pablo empieza a enseñar sobre la Gracia en Efesios 2. De hecho, muchos han memorizado Efesios 2:8-9, donde describe la Gracia. Lo que la mayoría no entiende es que el significado de la Gracia en esos versículos se encuentra bien definido por todo lo que ha dicho previamente en el capitulo 1. El capítulo 1 trata sobre la Gracia Soberana de Dios de principio a fin.

¿Cual es la diferencia entre Efesios 1 y 2? Ambos capitulos utilizan la palabra Gracia 3 veces , pero en el capitulo 1 lo hace desde la perspectiva de Dios, mostrando que somos salvos debido a que Dios quiso, mientras en el capitulo 2 lo hace desde nuestra perspectiva, mostrando como ese decreto de Dios impacta al creyente. Lo importante es que Pablo empieza con Dios. Es más, al principio con Dios, el apostol subraya el rol de cada persona de la Trinidad en esta obra.

1. El rol de Dios el Padre: Elección . “Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él. En amor nos predestinó* para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad, para alabanza de su gloriosa gracia, que nos concedió en su Amado.” (Efe 1:4-6 NVI) Estos versículos son una de las más fuertes expresiones de Gracia Soberana en las Escrituras, que nos enseña que las bendiciones de la Salvación vienen a algunas personas porque Dios ha determinado desde antes de la creación del mundo estas bendiciones para nosotros.

Muchas personas hoy no gustan de esta doctrina porque piensan que no es justa. Algunos la rechazan abiertamente. Otros la admiten pero la niegan en la practica al decir que lo que está diciendo es que la elección de Dios se basa en el

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preconocimiento -como si en un futuro pudieramos hacer algo bueno, siendo que nacemos depravados, crecemos depravados, llevamos una vida depravada y morimos depravamos, sino conocemos a Cristo, claro está. Otros tantos ignoran la doctrina. Pero es dificil ignorar la elección, desde que es encontrada a lo largo de toda la Biblia en muchos pasajes criticos. Sin la elección soberana de Dios de pecadores para Salvación, la Gracia está vacia de su significado.

2. El rol de Dios el Hijo: Redención. La elección no es solo lo que Dios hace como expresión de su Gracia en la Salvación. Siguiendo el patrón trinitario en este capítulo, vamos ahora con la doctrina de la redención. Lo que Dios ha hecho a través de Jesucristo es redimir a sus elegidos, lo que procede de su Soberana Gracia. “En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia que Dios nos dio en abundancia con toda sabiduría y entendimiento.” (Efe 1:7-8)

La redención está particularmente asociada con Jesucristo. El termino redención procede del ambito comercial y nos da la idea de “una compra en un supermercado, de tal forma que el objeto es liberado de ese sitio”, y Jesús efectuóo esta compra e hizo la obra de liberación por y para nosotros muriendo en nuestro lugar. El punto es que somos descritos como esclavos del pecado, inhabilitados para liberarnos por nosotros mismos del estado pecaminoso y de la corrupción. En vez de liberarnos, nos arrastramos en los placeres del mundo para nuestros cuerpos y nuestras almas, llamese sexo, fama, placer, poder, salud. Por estas cosas, millones de personas venden sus almas eternas y perecen. Pero Jesús entró al supermercado como nuestro redentor. Jesús ofrece el precio de su sangre. Dios dice “vendido a Jesús por el precio de su sangre”. No hay oferta más alta que esta. De esta forma, nos hacemos su posesión para siempre.

El apostol Pedro escribe en 1Pe 1:18-19 “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles,

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como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”.

3. El rol de Dios el Espiritu Santo: Llamado eficaz. La tercera expresión de la Gracia Soberana de Dios en nuestra Salvación enfatizada en Efesios 1 es la obra del Espiritu Santo, quien aplica al individuo la salvación planeada por Dios el Padre y llevada a cabo por Dios el Hijo (Efe 1:11-14) “En Cristo también fuimos hechos herederos,* pues fuimos predestinados según el plan de aquel que hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad, a fin de que nosotros, que ya hemos puesto nuestra esperanza en Cristo, seamos para alabanza de su gloria. En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido. Éste garantiza nuestra herencia hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios,* para alabanza de su gloria.”

A primera vista, la palabra “elegido” en el versículo 11 parece describir lo mismo que Pablo dijo sobre la elección del Padre en el versículo 4. Pero la idea es realmente diferente. En el versículo 4, la elección del Padre está antes que todo. En el versículo 11, “elegido” se refiere a lo que los teologos denominan el llamado efectivo del Espiritu Santo, que sigue y está determinado por el ejercicio de la Voluntad Soberana de Dios en la elección.

La gran fotografía biblica de la Gracia del llamado de Dios a un pecador muerto a la vida es probablemente Jesús resucitando a Lazaro de entre los muertos, registrado en Juan 11. Cuando regresó a Betania por petición de las hermanas del difunto, a él le fue dicho que Lazaro había estado muerto por 4 dias y que estuvo casí putrificandose: “Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.” (Jua 11:39). Lo que es una descripción gráfica del estado de nuestra degradación moral y espiritual a causa del pecado. No había nada que pudieran hacer por Lazaro en esta condición. Su situación no era simplemente seria o

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grave; era desesperanzadora. ¡Pero no para Dios! “Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible” (Mat 19:26). Así, habiendo orado, Jesús lo llama diciendo en vv. 43 “Lazaro, ven fuera” y el llamado de Jesús le da vida al difunto, tanto como la voz de Dios creó el universo de la nada.

Esto es lo que hace el Espiritu Santo a los pecadores moribundos hoy. El espiritu de Dios obra a través de la predicación de la Palabra para llamar a la Fe a aquellos a quienes el Padre ha escogido previamente para salvación y por quienes Jesús murió especificamente. Aparte de estas tres acciones de Gracia -el acto de Dios en la elección, la obra de Cristo en su muerte y la operación del Espiritu Santo en el llamado- no hay salvación para nadie. Pero debido a estas acciones -debido a la Gracia soberana de Dios- aun el más blasfemo de los rebeldes se arrepiente de su insensatez y encuentra a Cristo.