gracia 04 gracia y obras

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GRACIA Y OBRAS, 1 GRACIA Y OBRAS, 1 La vida eterna tiene carácter de rec pensa, de premio. El hombre solo no l podría conseguir. Pero el Señor ha qu rido hacer al hombre capaz de adquir un verdadero derecho a la recompensa cho lo poseen los que siguen a Cristo, los que unid e y el amor, procuran ser “otro Cristo”, y por tant a mérito a ese derecho al premio. Tiene por objeto erna, como los dones de la gracia en el camino de l n. Gr 52 de 75

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GRACIA Y OBRAS, 1GRACIA Y OBRAS, 1

La vida eterna tiene carácter de recom-pensa, de premio. El hombre solo no lapodría conseguir. Pero el Señor ha que-rido hacer al hombre capaz de adquirirun verdadero derecho a la recompensa.

Ese derecho lo poseen los que siguen a Cristo, los que unidos a Élpor la fe y el amor, procuran ser “otro Cristo”, y por tanto hijosde Dios.

Se llama mérito a ese derecho al premio. Tiene por objeto tanto lavida eterna, como los dones de la gracia en el camino de la santi-ficación.

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GRACIA Y OBRAS, 2GRACIA Y OBRAS, 2

CCE 2006: “El término ‘mérito’ designa en general la retribucióndebida por parte de una comunidad o una sociedad a la acción deuno de sus miembros, considerada como obra buena u obra mala,digna de recompensa o de sanción. El mérito corresponde a lavirtud de la justicia conforme al principio de igualdad que la rige”.

El origen del mérito puede ser simplemente lacondición de la persona o sus obras. Una per-sona merece que se le trate con la consideracióndebida; merece tener acceso a los medios indis-pensables para vivir como tal. Quien desempeñaun trabajo merece el sueldo justo.

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Ni por la condición personal ni por las obras sepuede hablar de mérito como derecho estrictoante Dios, pues falta el principio de igualdad.“Entre Él y nosotros, la desigualdad no tienemedida, porque nosotros lo hemos recibido todode Él, nuestro Creador” (CCE 2007).

Pero “Dios ha dispuesto libremente asociar al hombre a la obrade su gracia. La acción paternal de Dios es lo primero, en cuantoque Él impulsa, y el libre obrar del hombre es lo segundo, encuanto que éste colabora, de suerte que los méritos de las obrasbuenas deben atribuirse a la gracia de Dios en primer lugar, y alfiel, seguidamente” (CCE 2008).

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El mérito de nuestras obras procede de que somos hijos de Dios, ypor tanto se realizan en el ámbito de la intimidad con Él. “Lagracia ha precedido; ahora se da lo que es debido (...). Los méritosson dones de Dios” (San Agustín, Sermón 298).

CCE 2011: “La gracia, uniéndonos a Cristo conun amor activo, asegura el carácter sobrenaturalde nuestros actos y, por consiguiente, su méritotanto ante Dios como ante los hombres. Lossantos han tenido siempre conciencia viva deque sus méritos eran pura gracia”.

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El hombre justificado merece por susbuenas obras: el aumento de la graciasantificante, la vida eterna, y el aumentode la gloria.

La gracia santificante, en cuanto participación en la vida divina,no puede aumentar por otro procedimiento que el de la libre deci-sión divina, que quiere “darse” más al alma si ésta correspondea las gracias previas.

Cuando hacemos, movidos por la gracia, un acto de fe o de amor,merecemos un aumento de las virtudes sobrenaturales y de losdones del Espíritu Santo, y Dios nos lo concede.

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La gracia es la incoación de la gloria. La vida eterna es recompensadefinitiva para quienes llegan al momento de la muerte en graciade Dios.

Se puede merecer también el aumento de gloria: existen diversosgrados de gloria.

CCE 2010: “Los mismos bienes temporales,como la salud, la amistad, pueden ser merecidossegún la sabiduría de Dios. Estas gracias y bie-nes son objeto de la oración cristiana, la cualprovee a nuestra necesidad de la gracia para lasacciones meritorias”. Se pueden también mere-cer a favor de los demás las gracias útiles parasu conversión y santificación.

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Requisitos para merecer: a) vida tempo-ral (el tiempo de merecer termina con lamuerte); b) acción libre y buena; c) estadode gracia (obrar en todo por amor a Dios).

Ser sobrenaturalmente bueno es mucho más que ser humanamentebueno, pero lo incluye. La gracia no actúa de espaldas a la realidadfísica, psicológica y moral de la persona.

“Dios nos quiere muy humanos (...). El precio de vivir en cristianono es dejar de ser hombres o abdicar del esfuerzo por adquirir esasvirtudes que algunos tienen, aun sin conocer a Cristo (...), que esperfectus Deus, perfectus homo” (San Josemaría, Amigos deDios 75).

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CCE 1804: “Las virtudes humanas son actitudes firmes, disposicio-nes estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la vo-luntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones yguían nuestra conducta según la razón y la fe. Proporcionan facili-dad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena. Elhombre virtuoso es el que practica libremente el bien. (...) Seadquieren mediante las fuerzas humanas”.

Las virtudes humanas son el fundamento de lassobrenaturales. Por otra parte, las sobrenaturales,que se difunden con la gracia en el alma, purifi-can y elevan las humanas; les dan arraigo y faci-litan su adquisición y desarrollo.

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GRACIA Y OBRAS, 9GRACIA Y OBRAS, 9

Por una parte, la madurez humana supone la con-junción de madurez en el entendimiento (capacidadde juicio), en la voluntad (tomar decisiones y per-severancia) y en los afectos (estabilidad de ánimo).

Por otra parte, la madurez humana se eleva a madu-rez sobrenatural por la gracia.

La gracia, por la virtud de la fe eleva al entendimiento a una com-prensión sobrenatural de Dios, que se extiende de un modo u otroa todas las cosas. Eleva la voluntad (principalmente por la caridad)a querer conforme a la Voluntad divina. Perfecciona los afectos,para hacer posible llegar a tener los mismos sentimientos del Señor.

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