sobre los fundamentos internacionales de la política argentina

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 SOBRE LOS FUNDAMENTOS INTERNACIONALES DE L A POLÍTI CAARGENTINA: TEORÍ A Y REALI DAD Roberto Miranda * RESUMEN: Toda política exterior tiene fundamentos teóricos que la sostienen. En América Latina hubo teoría internacional que fue fuente de inspiración de las relaciones exteriores de varios países. A pesar de los numerosos cambios que impuso la posguerra fría y la globalización, algunos países conservaron y actualizaron esta inspiración. En otros países, como la Argentina, los enfoques desti- nados a impulsar las políticas exteriores prefirieron adaptar los viejos conceptos de la teoría latino- americana a los paradigmas clásicos de las relaciones internacionales, como el realismo y el insti- tucionalismo neoliberal. En este trabajo se analizan estas adaptaciones, y se deducen algunas conclusiones frente a la necesidad de la Argentina de contar con una concepción teórica para soste- ner la orientación de su política exterior. Palabras clave:  política exterior – periferia – autonomía – teoría. ABSTRACT: On the International Fundamentals of Argentina: Theory and Reality There are underlying theoretical fundamentals that serve as support for foreign policies. Latin America was once a provider of an international theory that became a source of inspiration for many coun- tries. Despite the endless changes brought about by the cold post-war and globalization, some coun- tries preserved and updated such inspiration. In other countries, such as Argentina, all approaches aimed at the promotion of foreign policies were based on adaptations of traditional principles of Latin American theory to the classical paradigms of international relations, e.g. realism and neoli-  beral insti tution alism . The aim of this paper is to a nalyze said a daptat ions an d to pr ovide some conclusions for Argentina’ s critical need for a supporting theory to guide its foreign policy. Key words: foreign policy – periphery – autonomy – theory I. Introd ucció n Sin duda que la vertiginosidad de los acontecimientos mundiales de fines del siglo XX y de principios del nuevo, se ha transformado en una presión muy fuerte para los países latinoamericanos y sus respectivas diplomacias. Los cambios provocados por estos acon- tecimientos a menudo han superado los debates políticos y académicos que ellos mismos originaron, hasta el punto en el cual muchas veces resultó difícil la toma de decisiones en torno a estos cambios. Obviamente la Arge ntina no ha estado ajena a esta realidad y su política exterior dio cuenta de ello. En este sentido, la relación entre la política exterior argentina y la realidad 47 INVENIO Noviembre 2005 *.  Roberto Miranda es Doctor en Relaciones Internacionales (Universidad del Salvador), investigador del CONICET y docente de la Universidad Nacional de Rosario y de la Universidad Nacional de La Plata. Es además autor de numerosos libros y artículos. E-mail: [email protected] 

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Toda política exterior tiene fundamentos teóricos que la sostienen. En América Latinahubo teoría internacional que fue fuente de inspiración de las relaciones exteriores de varios países.A pesar de los numerosos cambios que impuso la posguerra fría y la globalización, algunos paísesconservaron y actualizaron esta inspiración. En otros países, como la Argentina, los enfoques destinadosa impulsar las políticas exteriores prefirieron adaptar los viejos conceptos de la teoría latinoamericanaa los paradigmas clásicos de las relaciones internacionales, como el realismo y el institucionalismoneoliberal. En este trabajo se analizan estas adaptaciones, y se deducen algunasconclusiones frente a la necesidad de la Argentina de contar con una concepción teórica para sostenerla orientación de su política exterior.

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  • SOBRE LOS FUNDAMENTOS INTERNACIONALES DE LA POLTICA ARGENTINA:

    TEORA Y REALIDAD

    Roberto Miranda*

    RESUMEN: Toda poltica exterior tiene fundamentos tericos que la sostienen. En Amrica Latinahubo teora internacional que fue fuente de inspiracin de las relaciones exteriores de varios pases.A pesar de los numerosos cambios que impuso la posguerra fra y la globalizacin, algunos pasesconservaron y actualizaron esta inspiracin. En otros pases, como la Argentina, los enfoques desti-nados a impulsar las polticas exteriores prefirieron adaptar los viejos conceptos de la teora latino-americana a los paradigmas clsicos de las relaciones internacionales, como el realismo y el insti-tucionalismo neoliberal. En este trabajo se analizan estas adaptaciones, y se deducen algunasconclusiones frente a la necesidad de la Argentina de contar con una concepcin terica para soste-ner la orientacin de su poltica exterior.

    Palabras clave: poltica exterior periferia autonoma teora.

    ABSTRACT: On the International Fundamentals of Argentina: Theory and RealityThere are underlying theoretical fundamentals that serve as support for foreign policies. Latin Americawas once a provider of an international theory that became a source of inspiration for many coun-tries. Despite the endless changes brought about by the cold post-war and globalization, some coun-tries preserved and updated such inspiration. In other countries, such as Argentina, all approachesaimed at the promotion of foreign policies were based on adaptations of traditional principles ofLatin American theory to the classical paradigms of international relations, e.g. realism and neoli-beral institutionalism. The aim of this paper is to analyze said adaptations and to provide someconclusions for Argentinas critical need for a supporting theory to guide its foreign policy.

    Key words: foreign policy periphery autonomy theory

    I. Introduccin

    Sin duda que la vertiginosidad de los acontecimientos mundiales de fines del sigloXX y de principios del nuevo, se ha transformado en una presin muy fuerte para los paseslatinoamericanos y sus respectivas diplomacias. Los cambios provocados por estos acon-tecimientos a menudo han superado los debates polticos y acadmicos que ellos mismosoriginaron, hasta el punto en el cual muchas veces result difcil la toma de decisiones entorno a estos cambios.

    Obviamente la Argentina no ha estado ajena a esta realidad y su poltica exterior diocuenta de ello. En este sentido, la relacin entre la poltica exterior argentina y la realidad

    47INVENIO Noviembre 2005

    *. Roberto Miranda es Doctor en Relaciones Internacionales (Universidad del Salvador), investigador del CONICETy docente de la Universidad Nacional de Rosario y de la Universidad Nacional de La Plata. Es adems autor denumerosos libros y artculos. E-mail: [email protected]

  • internacional ha puesto al descubierto un aspecto que, precisamente, fue eclipsado por lavertiginosidad de los acontecimientos y sus consecuentes cambios, pero cuya vigencia esinnegable. Se trata de los fundamentos tericos que han sostenido tanto las actitudes, percep-ciones y acciones de la poltica exterior argentina, como las cuestiones que estuvieron endiscusin a propsito de las visiones y conductas de esta poltica.

    La Argentina se ha caracterizado por tener polticas exteriores sin una determinadaconcepcin terica. Hubo una poca en la que la Argentina quiso definir la orientacin de supoltica exterior junto al surgimiento y evolucin de la teora internacional latinoamericana,la cual apareca como una alternativa vlida frente a los paradigmas que entonces se plan-teaban en los pases desarrollados. Sin embargo no pudo ser. La realidad estableci otro curso,y slo quedaron los conceptos tericos claves. Ms recientemente, hubo enfoques tericosque retomaron estos conceptos, aunque lo hicieron desde un criterio intelectual muy parti-cular. En este caso, la realidad tambin impuso su curso. Pero ms all de la concordancia ono entre los supuestos tericos de estos enfoques y la realidad, lo cierto es que esta realidadpuso en evidencia los problemas sobre el uso de los conceptos claves de la teora internacio-nal latinoamericana para fundamentar la poltica exterior de un pas como la Argentina.

    En este trabajo se analizan algunos de estos problemas tericos teniendo en cuentalas definiciones del pasado, ya que sobre la experiencia reciente del uso de los conceptosoriginales se debera hacer teora para que la Argentina cuente con una orientacin de pol-tica exterior.

    II. Cepas interdisciplinarias

    Hacia fines de los cincuenta y principalmente durante los sesenta, el pensamientolatinoamericano comenz a tener en cuenta el papel que desempeaban las relaciones inter-nacionales en la sociedad y economa de los pases de la regin. La etapa de la coexistenciapacfica en el marco de la Guerra Fra tuvo varios aspectos singulares que la distinguieronen la historia del siglo XX. Uno de estos aspectos fue la aparicin del conflicto Norte-Suren los primeros lugares de la agenda mundial, prcticamente disputndole prioridades ypolticas a la competencia militar y estratgica que en ese momento se daba entre los bloquesoccidental y comunista.

    A pesar de la vigencia que en esa poca tena el realismo como paradigma de lasrelaciones internacionales, el pensamiento latinoamericano hizo consideraciones muyespecficas sobre la poltica mundial, en algunos casos teniendo en cuenta los supuestostericos de Hans Morgenthau, y en otros casos alejndose de estos supuestos. La visinlatinoamericanista, que fue crtica de las relaciones internacionales, apunt a la economamundial y al capitalismo como los motores principales de las profundas diferencias entrelos pases del Norte y los del Sur. Este punto de vista fue una epistemologa distinta paraanalizar y explicar cmo la tensin entre desarrollo y subdesarrollo afectaba lo que era elpresente de Amrica Latina y lo que iba a ser el porvenir de la regin. Entonces, el lengua-je de la fuerza, propio de la bipolaridad, era contrarrestado por el de la desigualdad mundial.

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  • Las definiciones de la Comisin Econmica para Amrica Latina (CEPAL) y de lateora del desarrollo, no slo quebraban las concepciones clsicas de la economa y neocl-sicas del comercio internacional, sino tambin introducan el concepto centro-periferiacomo pieza fundamental para la interpretacin de las razones de la desigualdad mundial,al menos desde la perspectiva latinoamericana. Por cierto, la utilizacin de este conceptoestuvo emparentado con las teoras internacionales del estructuralismo y del marxismo1.Pero tambin es cierto que una cosa era el sentido que estas teoras enhebradas en mbi-tos acadmicos del Norte le daban al concepto centro-periferia, y otra cosa era el sentidoque se le pretenda dar desde las mismas realidades latinoamericanas.

    En este caso, el concepto centro-periferia fue considerado por la teora cepalinacomo un obstculo para el desarrollo de Amrica Latina, es decir, como un conceptoclave para la explicacin econmica del deterioro de los trminos de intercambio y delas importaciones que los pases del Sur deban hacer de productos cargados de valoragregado y de tecnologa de los que, obviamente, estos pases no disponan. Si bien lateora del desarrollo, al aplicar el concepto centro-periferia no consider profundamen-te la dimensin externa de Amrica Latina, logr que los anlisis sobre la regin comen-zaran a tener en cuenta que las desigualdades entre las economas nacionales formabanparte de un esquema de relaciones en el que era ineludible la evaluacin de la variablecontexto internacional.

    Justamente, desde el impulso del enfoque cepalino y luego a partir de la crtica almismo, se puso el nfasis en el papel que socialmente representaba la periferia en la expan-sin capitalista mundial, sintetizado en la reiterada expresin de que el subdesarrollo eranecesario para el desarrollo. De este modo, desde el cuestionamiento que la teora de ladependencia le hizo a la visin inaugurada por Ral Prebisch, el concepto centro-perife-ria fue acompaado por la ponderacin del trmino periferia, en tanto era lo que movili-zaba la insatisfaccin intelectual y poltica latinoamericana por las diferencias entre elNorte y el Sur en el sistema econmico mundial. La ponderacin del trmino periferia sebas en que la nocin de dependencia era inherente a este trmino como una nocin socio-poltica, no precisamente limitada a la mirada econmica.

    La idea de un cambio revolucionario originalmente sugerida desde la teora de ladependencia para revertir el subdesarrollo latinoamericano, luego fue relativizada por elmismo Fernando Cardoso cuando ley la imposibilidad de obviar el capitalismo y plantesustituir la propuesta de un desarrollo capitalista autnomo por un desarrollo depen-diente asociado. La modificacin que impuls esta lectura estuvo relacionada con la nocinde dependencia a la que se consider como parte fundamental de una estructura de domi-nacin poltica mundial. Por el hecho de ser una dominacin poltica ms que econmica,Cardoso seal que desde la periferia deban tenerse en cuenta dos conclusiones relacio-nadas entre s: por un lado, que era intil confrontar con la estructura mundial, y por elotro, que esta estructura al ser dinmica provocaba diferentes niveles de dependencia quela hacan incierta y hasta contradictoria.

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  • III. Teora internacional latinoamericana

    Tanto la economa que impulsaba la teora del desarrollo como la sociologa delenfoque dependentista, facilitaron los anlisis de Amrica Latina desde el punto de vistade las relaciones internacionales. La periferia no fue leda como un objeto de las polticasde poder, de acuerdo a lo que induca a pensar el realismo internacional. Es decir, no fuevista como una condicin que enmarcaba resignacin porque se careca de poder. Tampocofue leda como un requisito que alentara el pesimismo porque, estructuralmente, la perife-ria era sinnimo de indefensin. El pensamiento latinoamericano de las relaciones inter-nacionales entendi que la periferia tena alternativas, no slo para cambiar las percepcio-nes que se manejaban en torno a ella, sino tambin para proponer otro tipo de relacionescon el mundo.

    Entre las alternativas, el pensamiento latinoamericano privilegi el concepto deautonoma, en tanto concepto generoso y posible para los pases perifricos decididos aafrontar la lgica del poder, que en ese momento implicaba el conflicto Este-Oeste, comoas tambin la lgica estructural representada por la tensin Norte-Sur. En verdad, el opti-mismo terico de la alternativa autonomista se encontr con escenarios favorables en losprimeros aos de los setenta, principalmente por las debilidades que en esa poca tuvieronlas economas ms avanzadas del mundo y por los progresos polticos alcanzados por elMovimiento de Pases No Alineados (NOAL). De esta forma, periferia y autonoma fueronejes organizadores de la teora internacional latinoamericana.

    Helio Jaguaribe (1969, 1979) fue uno de los exponentes ms destacados de estateora. Desde la sociologa, Jaguaribe perge una visin que no sobreestim el conceptode autonoma. En primer lugar, porque Jaguaribe subray que la autonoma era relativa ala convergencia de factores domsticos e internacionales, en tanto estructurales comofuncionales. De manera que despej todo intento de hacer de la autonoma un mito paralos pases perifricos. En segundo lugar, porque hizo hincapi en que el logro de objetivosautonomistas por parte de los pases perifricos no significaba que, automticamente, estosobjetivos iban a ser siempre permanentes, advirtiendo en consecuencia que debanexistir condiciones polticas para sostenerlos.

    Pero el aspecto decisivo de la visin jaguaribeana, fue el afirmar que slo un pasviable poda determinar su autonoma, siempre y cuando este pas supiera conducir laspermisividades que daba el marco externo. En esta direccin, el Estado fue enunciado porla teora como el agente bsico e insustituble destinado a generar los recursos y las capa-cidades para que, desde la viabilidad nacional, el pas perifrico pudiera diferenciarse inter-nacionalmente a travs de cuotas de poder propio.

    El otro exponente destacado de la teora internacional latinoamericana fue JuanCarlos Puig (1971. 1980. 1984) que, por supuesto, tuvo amplias coincidencias con la pers-pectiva de Jaguaribe. En realidad, ambos acadmicos ensayaron un pensamiento terico yuna propuesta poltica complementaria y, al mismo tiempo, sinrgica. Una diferencia entreambos escap al dominio de uno y otro, y fue que Puig no tuvo la incidencia en los mediospolticos, burocrticos y acadmicos de la Argentina, que s en cambio supo tener Jaguaribe

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  • en Itamaraty, las clases dirigentes y los centros universitarios de Brasil2. Las historias deambos pases son suficientemente explicativas de esta diferencia. Pero la diferencia msntida y contundente surge de comparar los desarrollos que tuvieron las respectivas polti-cas exteriores en los ltimos cuarenta aos.

    El postulado principal de Jaguaribe de que los espacios autonomistas slo son posi-bles a travs de la viabilidad nacional de un pas perifrico, estuvo ligado a la hiptesisfundamental de Puig de que la reduccin de las dependencias econmica, militar y tecno-lgica de este pas es proporcional al aumento de su autonoma poltica3.

    Desde la ciencia poltica y el derecho internacional, tambin Puig busc no sobre-valorar el concepto de autonoma. Por un lado, desbarat la idea de la poca de que unEstado por ser formalmente independiente era autnomo en su poltica exterior, como astambin descart la presuncin de que la autonoma exista por el slo hecho de enunciar-la desde el discurso y de definirla desde la gestin. Por otro lado, y en relacin directa conlo precedente, Puig sostuvo que la autonoma era una construccin eminentemente polti-ca, ya que el desarrollo de este concepto pasaba por el compromiso que las clases dirigen-tes deban tener con ella a travs, tanto del control institucional del proceso de toma dedecisiones, como de la estructura estatal, siendo esta una herramienta indispensable parael relacionamiento internacional de un pas perifrico.

    IV. Factor cambio y cambios epistemolgicos

    Amrica Latina no estuvo ajena a los cambios del mundo de los ochenta. Uno delos fenmenos que tipificaron estos aos fue la fragmentacin del Sur. El NOAL entr endeclinacin por errores propios y por la diplomacia del Norte, y algunos pases perifri-cos, sobre todo asiticos, se desvincularon de los principios por los cuales se haban movi-lizado en los cincuenta y sesenta. Hubo una suerte de dispersin perifrica y algunos paseslatinoamericanos, como Mxico y Chile, buscaron independientemente la conexin con elNorte4. Obviamente que percibieron la venida de un mundo diferente y creyeron en laobsolescencia de los objetivos y expectativas que el Sur haba enhebrado en los setenta.En realidad, la dispersin perifrica fue el abandono que algunos pases del Sur hicierondel segmento comn para impulsar polticas particulares, en algunos casos pensando enlo que en su momento Cardoso haba definido como desarrollo dependiente asociado.

    La globalizacin en toda su magnitud y, principalmente, la universalizacin delmercado, tuvieron que ver con la fragmentacin del Sur. Por un lado, Richard Rosecrance(1987) represent esta universalizacin a travs del estado comercialista e implcita-mente le quit valor al trmino periferia, hasta el punto que este trmino tenda a serdiluido en los anlisis y comentarios del momento realizados desde mbitos latinoame-ricanos. Por otro lado, la debilidad del poder sovitico y su posterior desaparicin descom-primieron el concepto de autonoma surgido, justamente, en el clima de la Guerra Fraque haba sido un clima negativo para los pases latinoamericanos. De este modo, tantola economa globalizada como el vaciamiento de contenidos que impuso la posguerra

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  • fra, neutralizaron el papel organizador que tenan la periferia y la autonoma en la teorainternacional latinoamericana.

    Por ello, no fue casual que hacia fines de los ochenta y durante los noventa se gene-ralizara la creencia poltica y acadmica de que los conceptos de periferia y autonoma eranvetustos de acuerdo a cmo haban sido definidos primigeniamente. En primer lugar, porquese haba erigido un modelo unipolar de orden internacional basado en la hegemona norte-americana contra la que no se poda confrontar en trminos polticos y estratgico-milita-res. En segundo lugar, porque la economa mundial estaba regida por un solo patrn deacumulacin cuyas reglas de juego impedan la diversificacin productiva y la configura-cin de alternativas financieras y comerciales5. En tercer lugar, porque las relaciones pol-ticas parecan estar guiadas por un solo aspecto: la habilidad y destreza para negociar. Eneste sentido, el encolumnamiento del discurso tanto poltico como acadmico detrs deldiscurso econmico, represent acabadamente la creencia de que periferia y autonomahaban pasado a ser conceptos histricos.

    Sin duda que la globalizacin instal escenarios diferentes para los pases perif-ricos, y uno de estos escenarios fue el de presentar el conflicto Norte-Sur como una contro-versia hbrida en la que los pases latinoamericanos, por ejemplo, no deban quedar atra-pados. En cambio, se apostaba a que los pases perifricos aprovecharan las supuestasbondades de la globalizacin. A esto se asociaba la reivindicacin del realismo como lateora internacional por excelencia despus de la culminacin del conflicto Este-Oeste y,sobre todo, luego de sus consecuencias polticas y diplomticas.

    En estos contextos, la condicin perifrica fue vista de una manera distinta y elencuadramiento de la autonoma pas por criterios que, en algn caso, coincidieron mode-radamente con la teora internacional latinoamericana original, y en otro caso estos crite-rios estuvieron en el reverso de esta teora. Pero desde la ltima dcada del siglo XX, deun modo u otro, la teora internacional latinoamericana dio un salto conceptual y adaptsus enfoques a los parmetros que, manejados en mbitos acadmicos de los pases centra-les, regan las explicaciones de entonces: por un lado, siguiendo supuestos realistas, y porel otro, ensamblando aspectos del institucionalismo neoliberal6. En la Argentina hubo enfo-ques movidos por estos parmetros relacionados con una y otra explicacin terica.

    V. Adaptaciones tericas y debate

    Una de las adaptaciones de la teora internacional latinoamericana estuvo vincula-da a lo que pretendi ser una concepcin de la poltica exterior argentina. Esta concepcin,esbozada por Carlos Escud (1992. 1995), busc adaptarse a las distintas variantes delrealismo y engendr lo que llam realismo perifrico. A la periferia la analiz como unacondicin fatal para la Argentina, porque a partir del diagnstico de cmo el militarismohaba dejado al pas en 1983, Escud sostuvo que este pas no poda desarrollar polticasde poder sin poder7. Por ello, desde esta perspectiva entendi que el nico poder vlidoera el que disponan, precisamente, los pases poderosos. De manera que el realismo

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  • perifrico plante que para tener poder la alternativa de un pas latinoamericano era la dealinearse polticamente con la potencia dominante.

    Es obvio que este supuesto difera notoriamente de la autonoma heterodoxa impul-sada por la teora internacional del pasado latinoamericano8. Cuando Puig sealaba que laformulacin de objetivos autonomistas deba reconocer y aceptar el papel estratgico-militar de la potencia dominante, estuvo muy lejos de insinuar un seguidismo poltico conesta potencia porque la heterodoxia implicaba decisiones que relacionaran desprejuiciada-mente al pas con todos los actores internacionales, y que esta relacin tena que ser funcio-nal a los intereses convenientes para el desarrollo nacional. A propsito de esto, Jaguaribe(2000), en un escrito contemporneo, se encarg de destacar que tanto Brasil como laArgentina eran pases que, por su historia y por sus caractersticas, no podan renunciar adisponer de un bien escaso que le permita la condicin perifrica y que era, justamente,el de construir autonoma poltica.

    Est claro que la categora autonoma poltica concebida por Puig y Jaguariberespondi en gran medida a las necesidades de la Guerra Fra, y que en la globalizacin,inundada por los negocios comerciales y financieros de carcter transnacional, esta cate-gora no encontraba asidero. No fue casual entonces que el realismo perifrico utilizaraterminologa del realismo clsico, pero no orientado a la cuestin poltica, ya resuelta porel enfoque escudeano a travs del alineamiento con el poderoso, sino destinada a definir elconcepto de autonoma en el marco global de las relaciones econmicas internacionales.

    As, dentro de la lgica del realismo clsico, la ecuacin poltica costo-beneficiofue aplicada por el realismo perifrico a la cuestin econmica, y la autonoma fue vistacomo una inversin que deba realizar la Argentina mediante una correcta y acrtica adap-tacin a las reglas y condiciones creadas por la globalizacin. El Estado propuesto por elrealismo perifrico era un estado negociador. Es decir, un Estado con capacidad denegociacin acorde a las idas y venidas de los factores de la globalizacin, de las oportu-nidades que brindaban a los pases perifricos y al mismo tiempo de las restricciones queimponan a estos pases, pero siempre en clave econmica despojado de un perfil de iden-tidad poltica.

    En este sentido, el realismo perifrico enarbol un concepto de autonoma polti-camente anmico, y ello significaba el desvnculo del Estado hacia lo que deba hacer queera conducir los intereses nacionales y determinar estrategias de supervivencia y expan-sin para un pas de menor desarrollo como la Argentina. Por lo tanto, la autonoma noera un concepto destinado a sellar espacios internacionales propios a travs de iniciativassurgidas de una orientacin de Estado y de la participacin de diversos actores domsti-cos, en realidad era un concepto de gestin determinado por la obsesin de la eficacia y,sobre todo, por la obtencin del xito. Esta concepcin sobre la autonoma despejada devalores polticos pretendi eliminar confrontaciones que para el realismo perifrico resul-taban perjudiciales de cara a las relaciones econmicas internacionales, cuando las defi-niciones de Jaguaribe y Puig en torno a la autonoma poltica no planteaban el choque conlos pases centrales, sino algo distinto como la diversificacin de las vinculaciones exter-nas por fuera de las necesidades y urgencias de estos pases, muchas veces por caso

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  • Estados Unidos portando problemas de agenda diferentes a los de las agendas de lospases latinoamericanos.

    La otra adaptacin de la teora internacional latinoamericana estuvo relacionada conlos supuestos y elementos del institucionalismo neoliberal basados, fundamentalmente, enlas lneas tericas tendidas tanto por la interdependencia compleja como por el neo-institu-cionalismo internacional9. Esta adaptacin, enhebrada por Roberto Russell y Juan Tokatlian(2001), hizo hincapi en el concepto de autonoma con un tratamiento diferente al que origi-nariamente le haban dado a este concepto tanto Jaguaribe como Puig. Russell y Tokatlian,en este caso de manera similar a Escud, interpretaron que la teora autonomista lea al mundocomo un diseo hostil de los pases centrales destinado a anular a los pases perifricos, cuan-do en verdad no era as. Jaguaribe, por un lado, plante que la buena relacin con las poten-cias era un factor funcional y clave a la construccin autonomista, y Puig, por otro lado, alsubrayar la necesidad de desideologizar la comprensin de las condiciones objetivas delmundo real, insinu que no haba posibilidad alguna de ignorar lo que Kenneth Waltz llamala estructura del sistema internacional moldeada por las potencias del status quo.

    Contrariamente a Escud, Russell y Tokatlian analizaron la condicin perifricadel Cono Sur con un criterio optimista en la medida en que los pases de esta regin busquenasociarse para manejar, conjuntamente, las situaciones que ellos mismos generan entre sy con terceros, como as tambin las que provocan terceros y que impactan en sus socie-dades y economas nacionales. De esta forma, segn este criterio, los pases perifricosasociados entre s tendran ms posibilidades de lograr autonoma que si se lo propusieranaisladamente desde posiciones independientes. Por ello, el enfoque en cuestin lleva pornombre autonoma relacional, tratando de darle otro sentido a la impronta nacional dela poltica autonomista de un pas conosureano.

    Para la autonoma relacional, tanto la participacin conjunta de pases latinoame-ricanos en medios multilaterales con posturas comunes, como la alternativa de compartirsituaciones regionales y procesos de integracin, deberan ocupar un lugar decisivo y hastaexcluyente en la formulacin de las polticas exteriores de cada uno de estos pases.Obviamente que este punto de vista, referenciado en el institucionalismo neoliberal, tieneque ver con percibir a la cooperacin interdependiente, a los regmenes internacionales ya las instituciones intergubernamentales, como espacios hechos a la medida de las accio-nes que pueden llegar a desarrollar los pases perifricos integrados entre s. Cabe sealarque la teora autonomista original no descart las estrategias multilaterales, como tampo-co la integracin regional, y en esta direccin los anlisis y las propuestas contemporne-as de Jaguaribe son un claro testimonio al respecto, aunque en cada escrito poniendo elnfasis en los aspectos polticos de la cooperacin intraperifrica, diferencindose de lossupuestos de la autonoma relacional.

    La autonoma relacional no ha sido pensada en clave poltica. Las reglas forma-les e informales de los diversos medios de institucionalizacin internacional a menudo noson tenidas en cuenta por los actores estatales, paradjicamente artfices y supuestos garan-tes de estos medios. En el caso de los pases perifricos, esta indisciplina habitualmentese produce cuando estn en juego cuestiones polticas, ms concretamente las orienta-

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  • ciones y objetivos de las polticas exteriores de estos pases, generando por otra partemayores consecuencias negativas que si se tratase de pases centrales. De esta forma, elconcepto de autonoma queda subordinado al grado de institucionalizacin que logren lospases perifricos y, sobre todo, a la voluntad de estos pases de seguir las reglas a las que sedeben por estar relacionados entre s a travs de sistemas de cooperacin o de integracin.

    La relacin de cooperacin poltica, sobre todo de coordinacin poltica que noes de coordinacin de posiciones porque estas conservan su independencia sin perderseen una decisin colectiva e irrenunciable, tiene una complejidad para el concepto de auto-noma perifrica distinta a la que tiene la relacin de cooperacin econmica, en la cuallos intercambios y las transacciones difcilmente tiendan a poner en riesgo principios eidentidades conectados a la nacionalidad, cultura y seguridad. Por ello, la autonoma rela-cional ha sido pensada ms en clave econmica que poltica.

    Por otra parte, la subordinacin de logros autonomistas, o de su incremento, a manosde los avances posibles en torno a la relacin de cooperacin poltica entre pases perif-ricos, puede retardar el formato heterodoxo propio de cada uno de estos pases, sabiendode las dificultades del subdesarrollo, de sus inestabilidades y, especficamente, de las dife-rencias de viabilidad nacional que existen en el Cono Sur, a excepcin de que en nombrede la autonoma relacional algunos de los actores regionales pretenda reforzar sus objeti-vos polticos nacionales.

    VI. La experiencia argentina

    Sin duda que los cambios que se fueron dando en el mundo desde los inicios dela teora internacional latinoamericana hasta el presente, le han restado base emprica aalgunas de las consideraciones realizadas por esta teora10. La posguerra fra y la mismaglobalizacin, han configurado escenarios inimaginables para quienes intentaron unaexplicacin de relaciones internacionales desde Amrica Latina con propuestas destina-das a las polticas exteriores de los pases perifricos. Los temas como el surgimiento delos pases emergentes, o bien el ascenso de las potencias regionales entusiasmadas conlograr alcance global, son ejemplos de una base emprica no tenida en cuenta por la teoraoriginal. Otro caso, que no slo ha impactado en la teora latinoamericana sino en todaslas concepciones clsicas de las relaciones internacionales, fue el predicamento que enlos ltimos tiempos tuvieron en estas relaciones las vinculaciones entre actores no esta-tales en el marco de la lgica transnacional.

    Por estas y otras razones, la teora latinoamericana oscil hacia definiciones queayudaran a explicar la nueva base emprica y, sobre todo, a formular propuestas para lospases perifricos acordes a esta base. Por cierto que el concepto de periferia no fue descar-tado por los enfoques tericos esbozados desde fines de los ochenta, ya que la periferiasegua siendo una condicin objetiva de la realidad del conflicto Norte-Sur, aunque esteconflicto adquiri otra complejidad poltica y econmica sobre la cual, precisamente,aquellos enfoques hicieron sus consideraciones. Pero tambin es cierto que en estas consi-

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  • deraciones, el concepto de periferia dej de ocupar el lugar prevalente que la teora latino-americana original le haba adjudicado. Sobre esto mucho tuvo que ver que los nuevosenfoques se hicieran en base a los parmetros internacionalistas del realismo y del institu-cionalismo neoliberal.

    En cambio, el concepto que sigui ocupando un lugar clave en las adaptacionesque los enfoques contemporneos realizaron alrededor de los mencionados parmetros,fue el concepto de autonoma11. Esta situacin es observable en las teorizaciones que sehicieron en torno a la Argentina.

    En el caso del enfoque del realismo perifrico, el concepto de autonoma, si bienno fue un concepto sustancial, tuvo una magnitud importante por su sesgo economicistaen sintona tanto con toda la lnea terica esgrimida, como con la situacin de la Argentinaque se planteaba a principios de los noventa. Este enfoque, en verdad, reforz la condicinde pas perifrico porque eliminaba posibles espacios tendientes a reducir la dependenciapoltica, teniendo en cuenta la obviedad de que esta nocin era opuesta a la autonoma. Demodo tal que este realismo, formulado desde la condicin perifrica, consista en encua-drar lo que entenda por autonoma en lo que era el mejoramiento de las relaciones econ-micas internacionales de la Argentina, como nico medio posible para morigerar o salirdel subdesarrollo. Desde una mirada diferente, el enfoque de la autonoma relacional pensa la condicin de pas perifrico de un modo positivo a partir del imaginario de la coope-racin internacional y del papel de las instituciones intergubernamentales. La asociacinentre pases perifricos fue vista como un medio ms que necesario para generar autono-ma comn, suponiendo por ejemplo que Argentina y Brasil iban a simplificar lacomplejidad de sus respectivas polticas exteriores a travs de frmulas de cooperacininterestatal y de procesos de integracin regional.

    Uno y otro enfoque terico contrast con diferentes realidades. Las consecuenciasde estos contrastes fueron diversas, pero cabe sealar dos conclusiones esenciales. Por unlado, que la autonoma poltica, para la Argentina, todava sigue siendo un requisito de suestatura internacional, ya que el valor de esta autonoma se ubica en una escala de mayorenvergadura a la de los aciertos y desaciertos del pas en las relaciones econmicas con elmundo. Por el otro, que en las polticas exteriores del Cono Sur aun perduran aspectosprofundamente diferenciadores entre ellas, ms all de los caminos asociativos transitadospor los pases de la regin y de la ilusin de que la Comunidad Sudamericana de Nacionesno slo sea un sello internacional. Sobre estas conclusiones es mucho lo que se puede anali-zar. Pero en este espacio es posible subrayar que estas conclusiones se han transformadoen un desafo para la poltica exterior argentina.

    Entre otras cosas, porque as como los cambios que se dieron en el mundo desdelos inicios de la teora internacional latinoamericana le quitaron sustento emprico a aspec-tos de esta teora estimulando nuevos enfoques al respecto, de la misma forma algunosde los cambios externos generados en torno a la Argentina desde los noventa hasta elpresente por ejemplo, la poltica regional desarticularon supuestos de estos enfoquesrelacionados con las adaptaciones que realizaron, en un caso con el realismo y en el otrocon el institucionalismo neoliberal.

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  • Al margen de lo que pas en la Argentina democrtica, y de lo que experiment elpas con el manejo de las relaciones exteriores, la bsqueda de los fundamentos de su pol-tica internacional no puede esquivar dos cosas. En primer lugar, as como en su momentoperiferia y autonoma fueron ejes organizadores de la teora internacional latinoamerica-na, actualmente en el debate en torno a la situacin de la Argentina en el mundo, sobrevue-lan ambos conceptos sean cuales fueren las definiciones que se postulen para ellos. Sobretodo porque el concepto de periferia representa una condicin objetiva, histrica y presen-te, inevitable en las proporciones de las relaciones internacionales contemporneas, mien-tras que el concepto de autonoma justamente en el caso argentino es una condicinsubjetiva librada a voluntades polticas e intereses nacionales.

    En segundo lugar, es cierto que las polticas exteriores aplicadas y que estuvieroninspiradas en marcos tericos clsicos como el realismo y el institucionalismo neoliberal,ameritan una evaluacin y un balance como tales. Pero tambin es cierto que estas polti-cas trascendieron a los gobiernos que las implementaron, y sus supuestos tericos de unmodo u otro han quedado anclados en las clases dirigentes y en distintos mbitos buro-crticos y acadmicos con la pretensin, desde la diversidad y la oposicin, de influir enla orientacin de la poltica exterior argentina, que como poltica pblica, posterg inde-terminadamente una decisin sobre esta orientacin.

    VII. A modo de cierre

    Por cierto, los enfoques que reinterpretaron los conceptos de periferia y autonomaen la Argentina tuvieron una actitud superadora con respecto a las teorizaciones de lossesenta y setenta. Esta actitud represent una importante actualizacin de los menciona-dos conceptos con respecto a la relacin entre teora y realidad. Indiscutiblemente, esto hasido un signo muy positivo para la poltica exterior argentina, hurfana de concepcionestericas y de discusiones distantes de lo efmero y del golpe meditico. Estos enfoquesbuscaron algo diferente, no tanto en el anlisis, como s en las propuestas. Para ello seapoyaron en elementos fundamentales de teoras pensadas en pases centrales, lo cual enri-queci la perspectiva por el soporte epistemolgico que tienen estas teoras en el campodel conocimiento de las relaciones internacionales. Sin embargo, el apoyo que estos nuevosenfoques experimentaron en torno al realismo o al institucionalismo neoliberal fue signi-ficativo, porque sus concepciones sobre periferia y autonoma estuvieron determinadas porestas teoras de pases centrales, a pesar de que los animaba la realizacin de un planteoindito para la Argentina.

    Por mltiples combinaciones, las adaptaciones no tuvieron la correspondencia emp-rica deseada, aunque esta conclusin analtica escapa a los objetivos del presente trabajo.Lo que aqu s se subraya es que las mencionadas adaptaciones han aportado y aportanclaramente al debate sobre la orientacin de la poltica exterior argentina. Principalmentea la necesidad de que este debate provoque consensos indispensables para la toma de deci-siones en un segmento estratgico del pas de cara al futuro. Pero en base a la experienciade estas adaptaciones es posible realizar una observacin.

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  • Las viejas definiciones de los conceptos de periferia y autonoma deberan ser reivin-dicadas, no por su impronta histrica, sino precisamente por el valor terico que tienenpara la poltica exterior de un pas como la Argentina. Sobre todo el concepto de autono-ma. Como ejemplo, vale la reivindicacin de las viejas definiciones de este concepto, conalgunas contramarchas, que viene haciendo Brasil desde principios de los ochenta carac-terizando su poltica exterior como una poltica que ha sabido manejar su propia orienta-cin autonomista en cada uno de los contextos internacionales que afront. Jaguaribe hasido testigo de la realidad de su teorizacin, que al momento de actualizarla no se sali delmolde original. Por otra parte, la trayectoria internacional de Brasil no signific que sudiplomacia ignorara las teoras surgidas y sostenidas en los pases centrales, sencillamen-te fue el resultado de la rutina de construir polticas que, en mayor o en menor medida,segn las circunstancias, tuvieron como referencia inclume al pensamiento autonomista.

    En la Argentina, la reivindicacin de las viejas definiciones de la autonoma nosera otra cosa que la de teorizar independientemente como hace cuarenta aos, en lugarde insistir en las adaptaciones conceptuales. Esta teorizacin no implica bajo ningn puntode vista dejar de reconocer, sistemticamente, los paradigmas vigentes en el conocimien-to de las relaciones internacionales y los modelos polticos que rigen estas relaciones.Diferente a la experiencia brasilea, la Argentina debe desactivar la mezcla terica quefundamenta su poltica exterior. Sobre todo porque conspira contra el correcto manejo quela poltica exterior debera hacer de los contextos internacionales con los que la Argentinaest relacionada. Justamente, el manejo de los contextos externos de la Argentina muchasveces no tuvo la velocidad de respuestas frente a los cambios que se dieron en estos contex-tos. El no tener velocidad de respuestas ante los cambios externos es un claro testimoniode la falta de una base terica que inspire polticas. Por ello, un buen comienzo para ir enhe-brando esta base es absorber las viejas definiciones autonomistas, abandonar los aspectosextemporneos de esta concepcin e impulsar una nueva teorizacin que fundamente laorientacin de la poltica exterior, acorde a cmo est la Argentina en el mundo y a lasexpectativas que debera tener de acuerdo a su identidad.

    Recibido: 29/07/05. Aceptado: 27/08/05

    NOTAS

    1. A pesar de los denominadores comunes, es posible sealar entre otros dos aspectos que diferencian a lateora internacional del estructuralismo, como combinacin marxista y neomarxista, de la perspectiva latino-americanista. Ver: Muoz, Heraldo (1978). Uno de los aspectos es el pesimismo del estructuralismo, ya queconsidera que las condiciones objetivas del conflicto Norte-Sur, para los pases subdesarrollados, son insupe-rables sin un cambio revolucionario. Otro aspecto de esta teora es sostener que el conflicto Norte-Sur se basaen estructuras de dominacin y reproduccin impuestas por los pases desarrollados que resultan imposiblesde ser manejadas desde la periferia. Samir Amin (1997), con su tesis de los cinco monopolios, trata de demos-trar la dificultad del Sur para revertir las estructuras y mecanismos a travs de los cuales los pases desarro-llados dominan al Tercer Mundo.

    2. Ver: Mara Soares de Lima (1992. 1994). Amado Cervo (2001).

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  • 3. Sobre la hiptesis, ver: Roberto Miranda (2003).

    4. Entre otras cosas, Mxico fue preparando su abandono del Grupo de los 77 para finalmente incorporarse a laOrganizacin para la Cooperacin y Desarrollo Econmicos (OCDE). Por su parte Chile, a travs de la pol-tica econmica del gobierno de Augusto Pinochet, no slo se desinteres de la Comunidad Andina de Nacionesy de la regin, sino tambin dise una estrategia de insercin en el Norte desconociendo el discurso de pocasanteriores. Ver: Manfred Wilhelmy y Roberto Durn (2003).

    5. Ver: Arturo Guilln (2004).

    6. El vaco de una produccin independiente se pona de manifiesto en estudios sobre el estado de la cuestinde la teora de relaciones internacionales, realizados en mbitos acadmicos de pases desarrollados, ver:Salomn Gonzlez (2002).

    7. Ver: Carlos Escud (1989).

    8. Sobre aspectos de debate, ver: Alejandro Simonoff (2003).

    9. Robert Keohane y Joseph Nye (1988). Robert Keohane (1988). Robert Keohane (1993). Al respecto es inte-resante el debate planteado por Robert Jervis (1999).

    10. De los intentos acadmicos por darle continuidad a la teora autonomista a la luz de los cambios, es posiblesealar: Luis Dallanegra Pedraza (1985). Guillermo Figari (1985).

    11. Por ejemplo: Juan Tokatlian y Leonardo Carvajal (1993). Gehard Drekonja-Kornat (1993). Juan Tokatlian(1996).

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