SOBRE LA MORALSimón Córdova UrdanetaSantiago de León de Caracas, 21 de febrero de 2015

Como todo principio, iniciemos con el concepto. “Moral es  una  palabra  de  origen latino,   que  proviene  del   términos moris (“costumbre”).   Se   trata  de   un conjunto de creencias, costumbres, valores y normas de una persona o de un grupo social,  que funciona como una guía para obrar. Es decir, la moral orienta acerca de las acciones que son correctas (buenas) y cuáles son incorrectas (malas)”. 1

De acuerdo con la definición anterior, obrar de buena o mala manera es un binomio que se contrapone en los hombres y mujeres de manera inmediata y a conveniencia según las circunstancias. Ninguna persona es propensa a actuar la mayor parte de las veces de buena manera y viceversa ya que la dinámica de nuestros ritmos de vida nos obliga en ocasiones, a aparentar ser lo que los demás quieren que seamos y no lo que en realidad somos para de esta manera, poder sortear una cantidad mesurable de obstáculos.

En el terreno político, el cuál he transitado desde hace unos cuantos años, la “doble moral” es condición necesaria para mantenerse a flote y evitar ser flanco de ponzoñosos ataques. Ella va pareja y muy emparentada con la enmascarada hipocresía cargada de entelequias con fines destructivos; propios de los que no tienen escrúpulos (amorales e inmorales) con tal de alcanzar sus objetivos y metas.

No obstante, en lo que al terreno personal se refiere, las enseñanzas familiares en el seno del hogar son piedras sólidas como pedernal, impermeables a toda prueba de tentaciones aunque muchas veces sucumbimos ante ellas.

La enseñanza de principios éticos y morales en el hogar nunca se pierde ya que se erigen como atalayas ante los ataques que deberemos enfrentar toda la vida.

A su vez, la terna: honradez, ética y moral triangulan el molde que el ser humano debe perseguir para alcanzar su paz interior y a la vez, convivir con sus semejantes. Por su parte, las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad van de la mano con lo supracitado ya que ellas son enaltecedoras del espíritu atormentado del hombre y en definitiva; conjugando la fe, la esperanza, la caridad, la honradez, la ética y la moral es altamente probable que el género humano se conduzca para lustrar decorosamente su vida y la de sus semejantes.

1 http://definicion.de/moral/. Bajado el 21 de febrero de 2015.

En otro orden de ideas, Juan Jacobo Rousseau exaltó el poder moralizador de la ley y

es aquí donde la moral debe tener su asidero. Las leyes se hacen para cumplirlas y respetarlas pero todos, de una u otra manera las hemos transgredido. Bajo estas circunstancias, ¿somos inmorales o se nos puede endilgar como tales?. Desde mi perspectiva y experiencia dependerá de quien nos increpe al respecto ya que el que viste bajo el manto de la moralidad es un personaje que a todas luces no merece siquiera prestarle atención, ¿para qué preocuparnos de nuestra reputación?. Ahora bien, si ese persona “inmoral” tiene poder en amplio y suficiente, lamentablemente seremos aplastados y etiquetados de toda clase de improperios y hasta de anatemas diría yo. El poder mal utilizado corrompe al hombre y quien en su génesis fue una persona correcta y digna de seguir e imitar, muchas veces termina siendo no sólo odiado, no; peor aún, olvidado ya que el vulgo es vengativo y mal juez.

En resumen, la moral viene de crianza y se fortalece por convicción en nuestro transitar de vida y la nobleza de nuestro carácter es quien la cultiva y enaltece.

Debemos ser en lo posible asertivos de pensamiento, palabra y acción y esa cualidad se logra con la práctica diaria de principios éticos y morales y con nuestra manera de conducirnos. Se pone a prueba ante situaciones álgidas, tentadoras y que nos arrinconan. Es en este estadio donde nuestro carácter debe ser baluarte e imponerse ante cuestiones informes con miras a ser honesto consigo mismo y con los demás.