so ñ arno cuesta nada

SOÑAR NO CUESTA NADA 8va Versión 17 de Noviembre de 2005

Guión: JÖRG HILLER

TÍTULO SOBRE FONDO NEGRO:

“Esta historia está basada en hechos reales ocurridos en Colombia entre Abril y Mayo de 2003”

FADE IN:

1. CARRETERAS DE COLOMBIA. EXT. DIA.

Un bus intermunicipal recorre varios lugares del colorido paisaje nacional: valle, páramo, altiplano. Escuchamos el radio del bus, sintonizado con bastante distorsión en una emisora nacional…

LOCUTOR DE EMISORA En Colombia son las cinco y treinta, y estas son las noticias… La Agencia de Noticias del Ejército Nacional informó hoy que continúa la búsqueda de los tres ciudadanos norteamericanos que fueron secuestrados por las autodenominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC hace unos días, después de derribar la avioneta en que se movilizaban sobre una zona selvática del país…

FUNDE A:

2. CARRETERA RURAL. CRUCE DE CAMINOS. EXT. DIA.

Ahora una destartalada chiva llega a un cruce de caminos, de ambiente húmedo y medio selvático; se interna en un pequeño caserío donde se divisa algún movimiento de personas y vehículos camperos. Las paredes de las casas están invadidas de graffiti alusivos a la guerrilla y las autodefensas.

LOCUTOR DE EMISORA (En off)

…el Ejército dice que no descansará hasta dar captura a los secuestradores y liberar a los ciudadanos extranjeros.

(Pasa sin pudor a noticias deportivas) Y en otras noticias, la Selección Colombia obtuvo anoche en Asunción un valioso empate en las eliminatorias al Mundial de Alemania 2006. Después de comerciales

SOÑAR NO CUESTA NADA guion

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ampliaremos esta importante noticia…

2 A. CARRETERA RURAL. CHIVA. EXT. DIA.

Comienzan a sonar comerciales, el sonido de la emisora se va disipando mientras vemos que de la chiva se apean unas pocas personas con enseres como bultos, canastos, gallinas, hasta un perro. Entre las personas vemos a una mujer de unos veinticinco años, HERLINDA, que va con su pequeña hija de cinco años, SIMONA, de la mano. Las dos lucen desubicadas, es claro que no son de esta zona, y todo les resulta extraño.

SIMONA Mami… ¿ya llegamos?

HERLINDA No, Simona, todavía nos falta un rato de viaje.

SIMONA Tengo hambre…

Ella la mira con ansiedad en su rostro. En sus manos acusamos una carta manuscrita, que incluye una especie de mapa dibujado a mano.

CORTE A:

3. CASERÍO. TIENDA MISCELÁNEA. INT. DIA.

Es una tienda bastante pequeña y modesta, posiblemente la única de todo el caserío, atendida por un señor mayor que está contando unos dólares que tiene en la mano. Éste se los da a un muchacho.

TENDERO Tenga, mijo, va al pueblo y me los cambia por pesitos. En sencillo mejor.

El muchacho sale con los dólares, se cruza con Herlinda que toma un pan de una pila que hay en una canasta. Revisa las monedas que trae mientras el tendero los observa a ella y a la niña. Herlinda se acerca a pagar. El tendero agarra una bolsa plástica, empaca dos panes más y se la entrega a Herlinda. Ella sorprendida se va a rehusar, pero...

TENDERO (Sonriendo)

Tranquila, llévelos, mi señora, la casa invita. No me diga que no, son para la nena.

Herlinda toma la bolsa, conmovida, sonríe triste pero agradecida.

HERLINDA Señor, necesito llegar a la vereda de Coreguaje. ¿Cómo


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hago?

Se hace un silencio mortal en la tienda. El rostro del tendero se ensombrece.

TENDERO ¿Para qué quiere ir a ese sitio, mi doña? Esa es zona roja, está plagada de guerrilla, de paracos, mejor dicho, hay pa todos los gustos… yo no le recomiendo que se asome las narices por allá.

HERLINDA Yo se que está peligroso, pero… (Aprieta la carta que tiene en las manos) tengo que llegar a ese sitio, es muy importante.

TENDERO Pues ahí el amigo tiene un jeep, de pronto la puede llevar.

Señala a un hombre en la puerta de la tienda, que bebe una cerveza. Es de baja estatura, malencarado y curtido por el sol. Ha escuchado la conversación.

CONDUCTOR WILLYS Yo máximo la puedo dejar como a veinte kilómetros de ese sitio, mi señora. Y le cuesta treinta mil pesos.

Herlinda se siente desfallecer. No tiene esa cantidad. Saca el poco dinero que tiene en la cartera, unos billetes viejos y arrugados y unas monedas. Se las enseña al conductor.

HERLINDA Esto es todo lo que me queda…

El conductor cuenta el dinero. En su rostro vemos que es muy poco.

CONDUCTOR WILLYS No sé, mi señora, me la pone difícil… es que irme allá a exponerme por tan poquito… ¿qué tal que caiga en un retén de los guerrillos?

HERLINDA (Suplicante)

Señor, vea, de por Dios, hágame el favor, mire que llevo dos días de viaje, ya llegué hasta aquí, ahora no me puedo devolver…

El conductor la mira dudando. Simona interviene, le hala la manga al conductor.

SIMONA Por favor, señor, no sea malo, llévenos… yo quiero montar


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en jeep.

El conductor mira a Simona de reojo y no puede evitar enternecerse. Suspira y mira el dinero que le dio Herlinda.

CORTE A:

4. CARRETERA DESTAPADA. JEEP. EXT. DIA.

Herlinda y Simona van en el asiento trasero del jeep que comienza a devorar la inclemente carretera selvática. En la radio del jeep se escucha un vallenato distorsionado. Simna mastica el pan que le dio el tendero del caserío mientras mira por la ventana. Herlinda luce pensativa y preocupada. Mira la carta y el mapa que tiene en sus manos. Abre la carta, se queda mirándola, y comienza a releerla mentalmente.

HERLINDA (Leyendo en off)

“Herlinda, perdóneme por no haberle podido contar nada de esto en persona, como debiera de ser. Han pasado muchas cosas, y ya es bueno que las sepa todas, de la boca mía y no de de otros… lo primero que tenía que decirle, es que esa los ahorros de seis años que teníamos guardados se perdieron…

Mientras continuamos oyendo la lectura de la carta, escuchamos que la voz de Herlinda es relevada por la de su esposo, HELMER PORRAS.

PORRAS (Off)

“mejor dicho, yo los perdí…”

DISUELVE A:

5. PUEBLO. LOTE VACÍO. EXT. DIA.

Intercalado con lo anterior vemos apartes de esta escena. PORRAS, un hombre boyacense, de unos veintiséis años, corte de pelo a ras que delata que es militar, aun cuando ahora lo vemos en ropa de civil. Porras llega a un lote vacío, con una carpeta con documentos bajo el brazo. Mira la tierra bajos sus pies, y sonríe contento.

PORRAS (Off)

“…yo quería darles una sorpresa a usted y a Simona, por eso usé los ahorros para comprar una tierrita a la salida del pueblo…

Pero de repente se encuentra con un hombre vestido con una ruana, que sostiene una escopeta y lo mira amenazante. Porras le enseña los documentos. El hombre los mira, se


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ríe lacónico y le devuelve la carpeta a Porras, que apenas mira los documentos, impotente y con un tremendo vacío en el estómago.

PORRAS (Off)

“… pero me estafaron, me robaron toda la plata y se volaron. Nunca pude encontrar al tipo al que le había dado todos nuestros ahorros… Por favor perdóneme que no fui capaz de decírselo en ese momento. No fui capaz de decepcionarla… no quería que se desilusionara de mi…”

Porras se restriega el rostro y se enjuaga los ojos que tiene llenos de lágrimas de rabia.

CORTE A:

6. CIUDAD. WHISKERÍA LAS PANTERAS. INT. NOCHE.

Encontramos a Porras con sus tres amigos soldados: VENEGAS (acuerpado, con el rostro lleno de cicatrices de guerra y aspecto peligroso) LLOREDA (raquítico, desgarbado y de aspecto enfermizo) y PERLAZA (bajito, enjuto y bastante feo) tomándose una cerveza en un lugar de prostitutas de la ciudad. Dos docenas de muchachas agraciadas y vestidas vaporosamente se pasean de un lado a otro en busca de gente con dinero. Algunas de ellas bailan con sus clientes en la pista.

LLOREDA Oiga, Porras, Perlaza nos contó lo que le pasó con el lote que había comprado. Qué cagada.

PERLAZA Ese es mucho infeliz el que lo estafó así, hermano. No hay derecho.

Porras no dice nada, solo baja el cabeza, apesadumbrado.

VENEGAS (Cruento)

Si yo me encontrara a ese hijueputa, le meto un tiro en las huevas y lo miro desangrarse mientras me ruega que lo termine de matar…

Todos lo miran un poco aterrados.

PORRAS Estaba pensando en ir a hablar con mi mayor, a ver si de pronto me hacía un préstamo hasta el día de pago.

VENEGAS No, hermano, mi mayor qué le va a prestar, si ese tipo es


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más amarrado que maleta e loco. Olvídese.

Revisan sus botellas, ya se ha acabado la cerveza.

PERLAZA ¿Nos alcanza para otra ronda?

Todos se revisan los bolsillos, las billeteras, sacan unas pocas monedas y billetes de dos mil pesos.

VENEGAS Alcanza para dos. Mejor que nada.

PERLAZA (Llama una mesera) ¡Niña! ¡Dos frías!

Una voluptuosa mesera con una cortísima falda les recoge las botellas. Todos menos Porras se le quedan mirando el trasero.

VENEGAS ¿Sí ve? Ese es el problema de venir aquí a Las Panteras, que se llena uno los ojos, y uno todo vaciado, sin plata ni para olerle una tetica a estas bellezas…

PERLAZA (Buscando con la mirada)

Ya en cualquier momento empieza el show de Dayana. Lo vemos y nos vamos.

De repente se acaba la música bailable, bajan las luces y se encienden otras de color rojo intenso. Se hace silencio por un momento, todos los comensales dirigen sus miradas hacia el escenario que queda al fondo de la pista de baile. Una escultural morena aparece en el escenario, todas las luces y las miradas se posan sobre su esbelta figura.

PERLAZA (Deslumbrado, muerto de amor) ¡¡Dayana!!

Comienza a sonar una sugestiva canción por los altoparlantes del local. La despampanante DAYANA ligera de ropas, comienza a hacer un strip tease. Es todo un show, que todos los ojos del local ven con deseo. Pero el más deslumbrado de todos es Perlaza, que se abre paso entre los clientes del lugar para acercarse más a la tarima y ver a Dayana más de cerca. Dayana baila sensualmente y comienza a quitarse prendas. Se desprende del top, lo zarandea y finalmente lo lanza al público. Perlaza se lanza a atraparlo pero no está totalmente a su alcance y tiene que tirarse sobre varias personas para conseguirlo. Aterriza sobre unos jóvenes que se ve que se creen de mejor familia, y


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que están muy bebidos. Estos se molestan.

JOVEN Ey, ey, ¿qué le pasa, amigo? ¡No muestre tanta hambre, mijo!

Los jóvenes rodean a Perlaza de forma amenazadora. Este tiene el top de Dayana en la mano y lo aprieta como protegiéndolo.

JOVEN 2 Este por el peluqueado debe ser soldado…

Los muchachos comienzan a empujarlo buscándole camorra. Hay tensión en el bar, aunque la música y el strip tease sigue.

JOVEN 3 ¿Qué pasó, muertodiambre? ¿Está buscando pelea, o qué?

PERLAZA

¡Dejen de joder y váyanse a la mierda!

JOVEN 1 ¡Uy, qué machito el soldadito de la patria! A ver, gonorrea, sin fusil ¿cómo va a hacer pa´ defenderse?

El joven empuja a Perlaza contra una mesa, logrando que éste rompa varios vasos que había sobre ella. Los muchachos se ríen. En ese momento aparece Venegas, con aire de camorra.

VENEGAS ¡¡Ey!! ¡Pilas que este man no vino solo!

Los muchachos se voltean a verlo, y no alcanzan a reaccionar. Venegas arremete ferozmente contra uno de ellos, y le propina un tremendo cabezazo en la nariz que lo deja knock out de inmediato. De inmediato los otros corren a pegarle a Venegas, Perlaza lo ayuda, comienza una tremenda gresca entre los soldados y los jóvenes de buena familia. Venegas parece un toro, y arremete contra ellos. Más y más personas se suman a la pelea. Se apaga la música, Dayana detiene el strip tease y sale a refugiarse. Llegan los porteros a detener a los camorristas. Porras trata de intervenir para que no se maten…

PORRAS ¡Paren! ¡Paren, carajo, no más!

Pero sus gritos son apenas susurros en medio de la tremenda batahola que se ha armado en Las Panteras.

CORTE A:


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7. CIUDAD. FACHADA WHISKERÍA LAS PANTERAS. EXT. NOCHE.

Un nutrido grupo de porteros tienen agarrados a los soldados y a los jóvenes y los expulsan a las malas del local. Ellos caen en plena calle.

PORTERO

¡¡Y cuidadito se les ocurre volver por aquí!!

Les cierran las puertas. Todos se ponen de pie como pueden. Venegas se lanza sobre los jóvenes para seguir pegándoles, pero Porras lo alcanza a atajar. Los jóvenes, asustados, se van corriendo lejos de Venegas. Ya a prudente distancia le lanzan improperios:

JÓVENES ¡Hijueputas soldados! ¡Malparidos! ¡Ojalá y la guerrilla les de chumbimba!

PORRAS (Firme)

Ya, no les paren bolas a esos gomelos de mierda. Somos soldados, carajo, miren la imagen que estamos dando…

VENEGAS Siempre pasa la misma joda cuando venimos a ver a su famosa Dayana, Perlaza.

Perlaza tiene el top de lentejuelas de Dayana en la mano, lo guarda cuidadosamente en un bolsillo del pantalón. Luego se limpia la sangre que le sale de la boca.

PORRAS Sí, hombre, ¿cuándo se le va a quitar la verraca obsesión que tiene por esa mujer?

PERLAZA Pues sí, pero ¿qué hago, si me gusta más que cualquiera otra mujer en el mundo? Estoy enamorado, Porras, así como usted de su señora…

VENEGAS Esa mujer es puta fina, hermano, nunca va a ser la mujer suya, métase eso en la cabeza.

PERLAZA ¡Yo daría todos los millones del mundo por estar con ella!

VENEGAS Sí, los millones. Pero no tiene ni mil pesos para coger un bus al batallón.

PERLAZA


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Pues no, pero ¿quién quita que algún día tenga la plata para sacarla de este antro y hacerla mi mujer?

VENEGAS Siga soñando, huevón.

PERLAZA Soñar no cuesta nada.

PORRAS (Interviene)

¡Ya, no jodan más! Mejor arranquemos ya pa´l batallón, que toca caminar y mañana nos toca chupar monte, que está hasta las tetas de guerrilla.

7 A. CALLES DE LA CIUDAD. EXT. NOCHE.

Los soldados caminan por las oscuras calles de la ciudad en dirección a la salida de la ciudad. Los vemos en silencio y cabizbajos.

FUNDE A:

8. SELVA. EXT. MADRUGADA.

Aun no ha salido el sol entre la tupida maleza de la húmeda e inhóspita selva. Todo es oscuridad. Escuchamos repetidas ráfagas de fusil que disparan en medio de la noche. Descubrimos a una docena de soldados vestidos con trajes camuflados que avanzan agachados entre los arbustos mientras persiguen a una columna guerrillera, que les devuelve el fuego.

TE SOLÓRZANO ¡¡¡Equipo A avanzar!!!

Los disparos de los fusiles enemigos se perciben como ráfagas de luz en medio de la oscuridad. Los soldados, entre los que reconocemos a Venegas, quien toma la delantera disparando como loco sobre los invisibles guerrilleros. Detrás de Venegas corren unos seis soldados, entre ellos Porras y Perlaza. Vemos a Lloreda mucho más atrás, muerto de susto, escondido entre unos arbustos.

VENEGAS ¡¡Granada!! ¡¡Cúbranse!!

Los soldados se tiran al suelo, se escucha el tremendo estallido de una granada de fragmentación. Un soldado que no alcanzó a lanzarse a tierra recibe una esquirla en el hombro y cae a tierra herido y gritando de dolor.

PORRAS ¡Hombre herido! ¡Cataño, hombre herido!


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El soldado CATAÑO, que es el enfermero de combate, se acerca corriendo agachado a atenderlo, se le ve muerto de miedo. Mientras, hay más intercambio de disparos, por un momento solo se escuchan tiros que van y vienen de todas direcciones, explosiones, es tremendo caos. Los soldados avanzan valientemente por entre los árboles que reciben los disparos de la columna guerrillera.

CORTE A:

9. SELVA. TRINCHERA. EXT. MADRUGADA.

Porras y Perlaza llegan hasta una trinchera natural donde se refugian del fuego enemigo. Sobre sus cabezas zumban los disparos de los fusiles enemigos. Los dos jadeantes, sus cuerpos rebosantes de adrenalina.

PERLAZA (Jadeante y asustado)

¡Mierda, son muchos! ¡Y están armados hasta el culo! ¿Le ha dado a alguno?

PORRAS No sé, creo que sí, pero no se ve nada en esta oscuridad…

PERLAZA Yo creo que nos tienen rodeados, hermano, la estoy viendo grave…

PORRAS (Decidido)

Pues yo sí no me pienso dejar matar hoy. A Herlinda y a mi hija no les sirvo de cadáver…

Porras recarga su fusil, toma aire, y sale de la trinchera corriendo y disparando. Perlaza lo observa. Mete la mano dentro de un bolsillo de su uniforme y saca el top de lentejuelas.

PERLAZA ¡Porque nos volvamos a ver, Dayanita! ¡Ahí voy, mamita!

Perlaza besa el top, se lo guarda de nuevo y sale detrás de Porras dando un grito de guerra y disparando. Vemos de nuevo a los soldados que avanzan entre los disparos y las explosiones. La batalla es cruenta.

VENEGAS (Off) ¡Están retrocediendo, mi teniente! ¡Huyen como ratas!

TE SOLÓRZANO ¡Fuego y movimiento, soldados! ¡Vamos por ellos!


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Los soldados corren a perseguir a la columna guerrillera, aún no cesa el fuego.

CORTE A:

10. SELVA. QUEBRADA. EXT. MADRUGADA

Los soldados corren fuera de la maleza y llegan a una quebrada de aguas caudalosas, la cual es atravesada por un puente colgante. No hay rastro de los guerrilleros.

SOLDADO

¡Por el puente!

Algunos soldados se disponen a cruzar el puente, pero la voz de Venegas los detiene.

VENEGAS ¡Alto, esperen! ¡No se suban a esa hamaca!

Todo el mundo queda quieto ante la advertencia. Venegas y el teniente se acercan al puente y lo observan. Perlaza y Porras llegan detrás.

TE SOLÓRZANO ¿Qué pasa, Venegas?

VENEGAS Esta hamaca está minada, mi teniente. Ellos cruzaron y la activaron del otro lado. Ahí se ven clarito los cables… (Señala) El que cruce ese puente es hombre muerto.

Efectivamente, se alcanzan a percibir los cables escondidos entre las cuerdas del puente colgante. El teniente mira la quebrada. Es demasiado caudalosa para cruzarla a nado.

TE SOLÓRZANO Malparidos. ¡Se nos volaron! ¡Mierda, tres semanas siguiendo a estos infelices y otra vez se nos fueron!

VENEGAS Mi teniente, para solicitarle, ¿cuál es el afán de perseguir esta columna? (Le señala una insignia en el pecho) ¿Es pa ganarse otra gris, o es que hay algo más?

El teniente se tensiona ante la pregunta, y prefiere ignorarla.

TE SOLÓRZANO Cataño, ¿qué pasó con el soldado herido?

CATAÑO Nada grave, mi teniente, una herida superficial no más.

TE SOLÓRZANO


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Bien. Cabo Suárez, organice la gente y la seguridad.

Los soldados asienten y se repliegan. Baja un poco la tensión, al menos están vivos. El cabo SUAREZ, se acerca al teniente.

SUAREZ Mi teniente, como a trescientos metros hacia el norte me pareció ver una construcción entre la maleza.

TE SOLÓRZANO (Se queda pensando)

¿Será el campamento de esos hijuemadres? Vamos allá.

CORTE A:

11. SELVA. CAMPAMENTO. EXT. DIA.

Ya despunta el sol cuando el pelotón de soldados de la compañía Destroyer avanza pesadamente hasta la construcción camuflada entre la maleza que vio Cataño. Efectivamente, allí se erige un campamento madre de la guerrilla, abandonado. Es inmenso y muy bien construido. Revive la tensión. Todos a la expectativa.

TE SOLÓRZANO Parece abandonado. (A sus soldados) Entremos, pero revisen cada centímetro, puede que todavía haya gente, o que esté minado!

Varios soldados, entre ellos Porras, Venegas y Perlaza se disponen a cumplir la orden. Con sus fusiles preparados se disponen a requisar las diferentes barracas.

TE SOLÓRZANO (Mirando los árboles circundantes)

¡Revisen el perímetro! ¡Atención a las copas de los árboles, que puede haber francotiradores!

Otros soldados se disponen a revisar el perímetro del campamento.

CORTE A:

12. SELVA. CAMPAMENTO. BARRACA COCINA. INT. DIA.

Porras, Lloreda y otros soldados entran cautelosamente a lo que es la barraca que funciona como cocina del campamento. Revisan con cuidado que no haya nadie escondido allí. Al entrar se llevan una desagradable sorpresa: en el suelo de tierra de la cocina hay clavadas varias estacas de madera, que en sus puntas tienen ensartadas cabezas de monos.

LLOREDA


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(Asustado) ¿Mierda, qué es esto?

Todos observan con prevención y asco la dantesca imagen de las cabezas de mono ensartadas en las estacas.

PORRAS Son cabezas de micos. Debe ser que los matan para cocinarlos.

Cataño, el enfermero, se acerca donde hay un fogón y una olla. Levanta la tapa de la olla, dentro hay un cadáver de mono descabezado, desnudo y cocinado.

CATAÑO Tal cual, Porras, este debe ser el desayuno de hoy. (Bromeando) ¿A quién le provoca mico con aguaepanela?

Cataño saca el mico de la olla de una pata y lo enseña a los otros. Lloreda sale corriendo para trasbocar afuera. Todos lo miran con aún mayor asco.

CORTE A:

13. SELVA. CAMPAMENTO. CAMBUCHE. INT. DIA.

Los soldados Venegas y Perlaza registran un cambuche que está desolado. Levantan improvisadas bancas de madera, mesas. En un rincón encuentran unos baúles de madera.

PERLAZA Mire ahí, Venegas…

Venegas salta sobre los baúles. Los abre.

VENEGAS ¡Intendencia!

Venegas produce gran cantidad de material de intendencia del baúl. Linternas, baterías, y algunos uniformes camuflados.

VENEGAS Pilas, camuflados, linternas…

PERLAZA (Revisando ansiosamente)

Pero nada de lo bueno.

VENEGAS No, aquí no, pero…

Venegas repara en un plástico tapado con tierra en el suelo del cambuche. Corre hasta él.


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Destapa el plástico descubriendo un hueco en la tierra. Una sonrisa se dibuja en su rostro. Aún no vemos de qué se trata.

VENEGAS Aquí guardaban los jugueticos…

Perlaza se asoma a mirar. Su rostro no se emociona.

PERLAZA Ah, pero nada de lo bueno…

Vemos ahora que se trata de una buena cantidad de fusiles AK47 y cajas de munición. Venegas y Perlaza sonríen.

PERLAZA Camine, toca avisarle a mi teniente.

CORTE A:


Ponen los fusiles AK47 al suelo. El teniente Solórzano los observa interesado.

TE SOLÓRZANO AK47, buena incautación, con esto sí le vamos a coger vara a mi mayor. Ahí para que mi mayor se ponga contento. Organícenlos y cuéntenlos, para informar al batallón.

VENEGAS

También hay material de intendencia, y camuflados.

TE SOLÓRZANO ¿Y algo de lo bueno?

PERLAZA

No, mi teniente.

En ese momento aparece Porras y Lloreda, cargando un par de costales llenos de cosas. Lucen emocionados.

PORRAS ¡Nosotros sí encontramos!

Todos los soldados se acercan a mirar, curiosos. Porras y Lloreda vacían los costales en el suelo. Aparecen entonces una buena cantidad de jabones de olor, desodorantes roll on, crema dental y papel higiénico. Los soldados, como niños en una piñata, se lanzan a por los implementos de aseo desesperadamente. El teniente se va quedando por fuera de la


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repartición.

TE SOLÓRZANO ¡Dejen algo, ole… a ver, que yo soy su comandante! ¡Esta joda parece una piñata! ¡Un jaboncito, por lo menos!

Porras le lanza algo al teniente, que lo agarra al vuelo. En un par de segundos ya no queda rastro de nada.

PERLAZA (Feliz con una crema dental y un jabón en las manos)

¡Esto sí es lo bueno…! Déjenme un rollito de papel, por favor, que no tengo nada. ¡Por favor!

Pero no logra hacerse al preciado papel higiénico. Los soldados se apartan con los tesoros que han obtenido. Se van oliendo hasta la saciedad los jabones, los desodorantes, que parecen sacados del paraíso. Mientras los vemos, escuchamos al teniente Solórzano en off dando el parte del hallazgo por radio…

TE SOLÓRZANO (En off, por radio)

… Fortaleza, Destroyer reporta el hallazgo de un campamento narcoterrorista abandonado. Se incautaron 53 fusiles referencia AK47 y 93 cajas de munición para el mismo… también material de intendencia…

CORTE A:

15. SELVA. CAMPAMENTO. CHOZA. INT. DIA.

El radio ha sido instalado provisionalmente en una choza del campamento. Allí se encuentra el teniente Solórzano dando el parte al batallón.

MAYOR LOAIZA (Por radio)

Y en qué estado se encuentra la tropa, teniente.

El teniente mira por la ventana del cambuche a lo lejos a sus soldados tirados en el suelo, agotados y en muy mal estado.

TE SOLÓRZANO Pues mi mayor, actualmente el estado de la tropa no es el mejor que digamos. Tenemos epidemia de diarrea, unos seis soldados tienen paludismo. Para solicitarle, mi mayor, lo mejor sería relevar esta tropa. Esperamos órdenes.

El teniente se queda esperando a que el mayor le de sus órdenes.


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CORTE A:

16. SELVA. CAMPAMENTO. ALREDEDORES. EXT. DÍA.

Encontramos a Perlaza en cuclillas, defecando cerca de un arbusto. Vemos el dolor en su rostro.

PERLAZA Juemadre diarrea tan macha… y yo sin papel…

Lo sorprende la voz del soldado Lozano, que aparece allí.

LOZANO Perlaza…

PERLAZA Oiga, lanza, respete, ¿no ve que estoy cagando?

LOZANO Mi teniente mandó formar.

Lozano regresa a buen paso. Perlaza, apurado, toma su machete, se corta un pedazo de pañoleta y con ella se dispone a limpiarse.

CORTE A:


El teniente está frente a sus soldados, formados en desorden frente a él. Algunos de ellos están tirados en el suelo, sudorosos, afectados por el clima, por las enfermedades. Lloreda, que luce cansado, no puede evitar abrir la boca para dar un gran bostezo.

TE SOLÓRZANO (Burlón)

Soldado Lloreda, cierre la boca, que de pronto se le mete una verga voladora.

Lloreda cierra la boca de inmediato, mientras los soldados del pelotón se ríen de la ocurrencia del teniente.

TE SOLÓRZANO Soldados, vamos a quedarnos en este campamento un par de días, pero luego tenemos que empezar a desplazarnos por seguridad ¿entendido?

VENEGAS Mi teniente, ¿y es que no piensen sacarnos de aquí?

TE SOLÓRZANO


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Mi mayor Loaiza me acaba de informar que no hay condiciones climáticas para venir a recogernos.

Esto causa comentarios entre las filas. El teniente recompone el orden.

TE SOLÓRZANO La vida militar es de sacrificios, soldados. Eso ya lo saben.

PORRAS Mi teniente, permiso para hablar.

TE SOLÓRZANO Qué pasa, Porras.

PORRAS Mi teniente, el problema es que los víveres ya se nos agotaron. Apenas tenemos un poco de arroz y no más.

TE SOLÓRZANO Pues tocará salir a cazar el almuerzo.

Venegas de una se interna en la maleza blandiendo su fusil.

TE SOLÓRZANO Mucho cuidado, que puede haber minas en el perímetro…

CORTE A:


Una olla de los guerrilleros hierve con un mono cazado dentro. Alrededor de la olla están esperando los soldados con caras largas e insatisfechas. Se escucha una emisora en el radiecito de pilas de Lloreda, con bastante interferencia. En la radio, unos locutores intercambian opiniones a cerca de la situación del país.

LOCUTOR 1 Hay noticias de orden público: el Ejército informó el hallazgo de un campamento de la guerrilla en zona selvática del Caquetá… durante la persecución de la columna de la guerrilla que secuestró a los tres ciudadanos norteamericanos de la avioneta.

LOCUTOR 2 Ya llevan varias semanas y nada que dan con ellos.

Los soldados se timbran.

PERLAZA ¡Mierda, esos somos nosotros!


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PORRAS ¿Estamos tratando de rescatar a unos gringos?

La tropa mira fijamente al teniente Solórzano. El teniente incómodo, se pone de pie como para irse disimuladamente.

VENEGAS Mi teniente, ¿estábamos arriesgando el pellejo por unos gringos? Pensábamos era que estábamos detrás de la guerrilla…

TE SOLÓRZANO Claro que estamos detrás de la guerrilla, soldado, ellos tiene secuestrados a los gringos. Nuestras órdenes eran rescatarlos.

El teniente se retira prudentemente.

PERLAZA Qué tal lo de los gringos, no joda… es como en esa película, la del soldado Rallan, que mandan un pelotón de 15 soldados pa rescatar a un solo huevón. Al final salvan al Rallan, pero los matan a casi todos…

Los soldados lo miran sombríos.

PERLAZA ¿No la vieron?

Más silencio. Perlaza se da cuenta que mejor se calla. Escuchamos de nuevo a los locutores en el radio.

LOCUTOR 1 Pues esperamos el ejército cumpla, y que muy pronto puedan rescatar a los ciudadanos norteamericanos sanos y salvos.

LOCUTOR 2 Le tengo una noticia positiva para nuestro país, y tiene que ver con Shakira.

LOCUTOR 1 ¿Qué pasó con Shakira?

LOCUTOR 2 Pues que anoche se celebraron los premios MTV, y la barranquillera resultó galardonada en tres categorías, mejora artista latina femenina, mejor video, y…


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No alcanzamos a escuchar el final, porque Venegas se ha parado rabioso, ha cogido el radiecito, y lo ha lanzado lejos entre la maleza.

LLOREDA

¡¡Qué hace, Venegas, mi radio!!

El radio se pierde entre las copas de los árboles.

VENEGAS Nosotros acá llevados del hijueputa, y esos periodistas de mierda exigiendo que cumplamos… ¡como si fuera tan fácil!

Lloreda sale a buscar su radio. Venegas mira la olla.

VENEGAS Listo el rancho… ¿quién quiere arroz con mico?

Absolutamente nadie se entusiasma, pero resignadamente sacan el menaje y hacen fila para pasar a comer arroz con mico.

CORTE A:

19. SELVA. CAMPAMENTO. EXT. NOCHE.

Ha caído la noche en el campamento. La tienda de campaña de Perlaza se abre intempestivamente, y éste sale corriendo de ella, agarrándose el estómago adolorido.

PERLAZA

Ayayayayayaya…

Doblado sobre el vientre, se aleja corriendo del campamento, para buscar un sitio donde aliviarse.

CORTE A:

20. SELVA. CAMPAMENTO. ALREDEDORES. GUACA. EXT. NOCHE.

Perlaza se interna en los matorrales cerca al campamento. Va con cuidado, por si hay minas antipersonales. Encuentra un arbusto propicio para evacuar. Saca una linterna con filtro (roja) que enciende y sostiene en su boca para iluminarse. Se baja los pantalones, se acurruca, y comienza a defecar. Suelta un suspiro de alivio. Se revisa el uniforme, saca el top de Dayana, le da un beso y lo guarda como el tesoro que es para él.

PERLAZA

Figuró pañoleta otra vez.

Perlaza toma el machete que lleva al cinto, y se corta otro pedazo de la pañoleta del


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uniforme. Una vez logra cortarlo, clava el machete en el suelo a su lado, y sin esperarlo, escucha un “click”. Se queda helado, pensando que le dio a una mina.

PERLAZA

Ay, jueputa…

Se queda muy quieto, apretando el top de lentejuelas, esperando que algo pase, que algo estalle… pero no pasa nada. Entonces se espabila, se mueve muy despacio. Revisa el terreno donde clavó el machete.

PERLAZA

No es una mina…

De nuevo clava el machete y de nuevo se repite el sonido metálico. Con gran curiosidad, comienza a excavar en el lugar utilizando el machete, luego las manos. Descubre una tapa de plástico, con un anillo metálico, y un polvo blanco alrededor. De repente se acuerda que no se ha limpiado. Lo hace con el trozo de pañoleta, y continúa excavando, hasta sacar una caneca de metal de unos 70 centímetros de altura. Perlaza, respirando agitadamente, la mira por unos momentos. Nervioso, revisa que no haya nadie cerca. Al ver que no hay moros en la costa, toma el machete y destapa la caneca. Se queda mirando el interior con ojos abiertos como platos.

PERLAZA (Atragantado)

Ah gran hijueputa…

CORTE A:

21. SELVA. CAMPAMENTO. TIENDA. INT. NOCHE.

En una tienda de campaña encontramos a Porras, Venegas y Lloreda, acostados, pero sin poder conciliar el sueño. Muy bajito suena música en el radiecito de Lloreda, que pudo recuperarlo.

LLOREDA (Mal)

Por qué putas no nos sacarán de este infierno…

PORRAS Moral, Lloreda. Toca tener paciencia.

LLOREDA ¿Paciencia? No, mi hermano, yo ya la perdí toda… además estoy cagado del hambre.

VENEGAS ¿Quién le manda a hacerle el feo al arroz con mico?


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LLOREDA (Con náuseas)

No me acuerde de eso, ¿sí?

En ese momento los interrumpe Perlaza, que entra muy agitado a la tienda. Viene sin aire, de haber corrido.

PORRAS ¿Qué fue, Perla?

VENEGAS ¿Se encontró la Patasola, o qué?

PERLAZA

No, algo mucho mejor.

Ante los ojos aterrados de sus amigos, Perlaza saca de su uniforme varios fajos gruesos de billetes de cincuenta mil pesos. A cada uno le lanza de a dos fajos. Ellos los reciben, pero los miran como si fueran objetos de otro planeta.

PERLAZA

Una propinita para ustedes, muchachos. No se la gasten todo en trago.

Todos se incorporan, impávidos, mirando los fajos, no lo pueden creer.

PORRAS Perlaza, ¿qué es esto?

PERLAZA ¡Plata, mi hermano, plata, no me diga que de tanto tiempo metido en el monte ya no la reconoce! Platica, papá, pa ustedes. (Saca del uniforme sus fajos) Tranquilos, que yo tengo lo mío.

LLOREDA (Revisando como loco sus fajos)

¡Pero… aquí hay un resto de billete, Perlaza, estos son millones!

PERLAZA Millones, sí, pero bastantes millones. Haga de cuenta que es un bono pensional de parte de la guerrilla.

VENEGAS Espere, ¿de dónde la sacó, Perlaza?

PERLAZA


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(Baja la voz) ¡Pues me fui a cagar, y por ahí donde me agaché, de pura chiripa me encontré una caleta de los guerrillos, llena, llenita de fajos de plata! Me traje lo que me cupo, pero allá todavía quedó más billete.

Todos se miran sin habla. Venegas mira sus fajos de dinero, sonriente y muy exaltado.

VENEGAS ¡Mi amá dice que la plata es la mierda del diablo… eso es que no conoce aquí a mi lanza, Perlaza, que caga plata!

Perlaza y Lloreda ríen, mirando su dinero, celebran, abrazan a Perlaza.

LLOREDA ¡Gracias, mi hermano!

VENEGAS ¡Se ganó el cielo, malparidito!

Porras muy serio le regresa el dinero a Perlaza.

PORRAS Perlaza, usted hizo un hallazgo, hay que reportárselo a mi teniente.

Perlaza, Venegas y Lloreda se quedan mirando a Porras, que les mantiene la mirada muy serio y convencido.

LLOREDA Porras, hermano…

PORRAS Todo, las caletas de los guerrillos que uno encuentra toca que reportarlas. Y esa plata no la podemos coger. Venga, vamos a informarle a mi teniente.

Porras se pone de pie, con la intención de salir, pero Venegas lo retiene del brazo.

VENEGAS Aguante, aguante, Porras… no le vamos a decir nada a mi teniente, no todavía…

PORRAS

Pero es que…

Venegas le clava una mirada preventiva y le aprieta el brazo. Porras siente un escalofrío que le pasa por el cuerpo.


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VENEGAS Perlaza dice que allá quedó plata. ¿Quién quita que haya más caletitas por ahí? Eso donde hay una, hay más… Mañana vamos a ir los cuatro solitos al sitio a ver qué. Todavía no le vamos a decir nada a mi teniente ¿estamos?

Porras piensa en revirar, pero la mirada fría de Venegas lo atemoriza.

VENEGAS ¿Estamos, mi hermano?

Porras asiente quedo. Venegas sonríe y le da una cachetadita afectuosa, pero no sin algo de fuerza. Todos menos Porras regresan a sus fajos. Venegas le da un beso a los suyos. Comienzan a contar la plata, totalmente extasiados…Porras apenas los mira prevenido.

CORTE A:

22. SELVA. CAMPAMENTO. ALREDEDORES. GUACA. EXT. MADRUGADA.

No ha salido el sol aún cuando Porras, Perlaza, Venegas y Lloreda regresan al lugar del hallazgo. Sacan de nuevo la caneca. Venegas ansioso la destapa. Ven asombrados que los fajos de billetes que aún están ahí.

VENEGAS ¡Mierda, Perlaza, aquí todavía hay un montón de billete!

PERLAZA Yo les dije…

LLOREDA (Emocionado)

¡Varios milloncitos sí quedan…! ¡Ay, vida hijueputa, plata, platica, venga pa acá!

Como buitres se lanzan sobre los billetes para guardárselos. Venegas le va a tirar uno a Porras, pero él hace un ademán de que no.

PORRAS

No, gracias.

VENEGAS Como quiera, Porritas. Nadie lo va a obligar a salir de pobre.

Lloreda y Perlaza felices con el dinero. Venegas se termina de guardar los fajos, vacía la caneca. Se pone a mirar el terreno circundante con mirada analítica.


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VENEGAS Ojo por donde pisan que este terreno está minado. Buena vaina…

LLOREDA ¿Buena vaina?

VENEGAS Claro, eso quiere decir que esta canequita no es la única que hay por aquí enterrada…

Venegas comienza a dar pasos hacia unos matorrales, vigilando donde pisa. Los otros lo siguen a cierta distancia. Venegas sonríe codicioso.

VENEGAS ¡Lanzas, esto está lleno de marcas! Miren, miren…

Venegas señala unos matorrales, toma en sus manos las hojas, que están blancas en las puntas.

VENEGAS Vean, los guerrillos pintan las puntas de las hojas con pintura, para marcar la caleta…

Venegas se lanza sobre la mata, la arranca de un solo golpe, y comienza a escarbar con su machete. Lloreda y Perlaza lo ayudan, hasta que sacan otra caneca azul. La destapan y encuentran más fajos de billetes. Sus ojos desorbitados y sus sonrisas lo dicen todo. Ríen como desquiciados triunfantes.

LLOREDA ¡Esta joda está llena de plata!

Miran a su alrededor nerviosos y exaltados, presienten que hay mucho más.

VENEGAS ¡Lanzas, estamos parados encima del banco de las FARC!

Los tres se lanzan raudos a cavar en la tierra alrededor, con sus machetes, buscando desesperadamente más canecas enterradas. Porras apenas los mira, y al final se decide a ayudarlos.

PERLAZA

¡Busquen, busquen, que seguro hay más!

Venegas deja un hueco en la tierra donde no encontró nada. A unos metros ve el tronco que un árbol que aparentemente está marcado con pintura.

VENEGAS


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¡Allá hay una!

Lloreda va a correr en esa dirección, pero Venegas lo detiene.

VENEGAS ¡¡Lloreda!! ¡¡Pare!!

Lloreda se queda quieto. Mira el árbol sin ver nada raro.

LLOREDA ¿Qué pasa?

VENEGAS

Cúbranse.

Los demás obedecen. Venegas agarra una tapa de una de las canecas y la lanza como un frisbee sobre el terreno en frente. La tapa cae sobre unas hojas, y…

CORTE A:

23. SELVA. CAMPAMENTO. EXT. MADRUGADA.

Un estallido en la distancia despierta a los soldados que dormían en el campamento. Los centinelas se alistan. Hay conmoción en el lugar, los soldados, que no saben qué pudo ser la explosión, se apresuran a coger sus armas y a ponerse las botas. Los soldados salen a cubrir posiciones listos a disparar.

CENTINELA ¡Mi teniente, hubo una explosión!

TE SOLÓRZANO ¡Ya la oí, hombre! (Grita) ¡¡Suárez, verifique con su escuadra donde fue la explosión, los demás a posición listos a reaccionar!

Los centinelas corren hacia el lugar de la explosión. El teniente y los demás soldados se aprestan a seguirlos.

CORTE A:

24. SELVA. CAMPAMENTO ALREDEDORES. GUACA. EXT. MADRUGADA.

Los soldados están tirados en el suelo y se levantan aun aturdidos por la explosión. En ese momento llegan los centinelas corriendo, detrás de ellos el teniente. Se percatan de la situación.

TE SOLÓRZANO Mierda, un campo minado…


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El teniente enfrenta a Porras, Venegas, Perlaza y Lloreda, que lo miran muy nerviosos.

TE SOLÓRZANO Soldados, ¿se puede saber qué hacen fuera del perímetro? ¡Se han podido matar en este campo minado!

Pero antes de que cualquiera pueda contestar, comienza a caer sobre el lugar una lluvia de pequeños trozos de papel, como confeti. Todos miran en silencio hacia el cielo, de donde caen los pedacitos de papel que se posan sobre las cabezas y los hombros de los militares. El teniente alarga la mano, le cae un trocito de papel. Lo mira detenidamente.

TE SOLÓRZANO ¿Qué es esta joda?

Los soldados se acercan a la mano del teniente. El soldado centinela, LOZANO, da su opinión…

LOZANO Parece como un ojo, mi teniente.

Efectivamente, el pedacito de papel tiene un ojo pintado. El teniente abre ojos como platos.

TE SOLÓRZANO ¡Este ojo es del man que sale en los billetes de veinte… este, este loco, el de los billetes de veinte!

LOZANO

¡¡Está lloviendo plata, mi teniente!!

Todos miran la lluvia de pedacitos de papel sobre sus cabezas, boquiabiertos. El teniente mira interrogante a Lloreda y a Perlaza.

PORRAS Mi teniente, parece que las minas están protegiendo una… caleta con plata de la guerrilla…

El teniente analiza el terreno, se da cuenta que lo han removido

TE SOLÓRZANO Y ustedes estaban buscando la plata, ¿no? ¿No pensaban informar?

PERLAZA

Claro que sí, mi teniente, ya íbamos a eso…

TE SOLÓRZANO ¡Venegas, revise el área, no sea que haya explosivos! (A los


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soldados) ¡Muchachos, saquen machetes, palas, lo que haya, vamos a remover este terreno, pero ya!

Los soldados no tienen que recibir la orden dos veces. Los que tiene machetes arrancan a cavar, otros se ponen a cavar con las manos.

FUNDE A:

25. SELVA. CAMPAMENTO ALREDEDORES. GUACA. EXT. DÍA.

En un collage de imágenes, vemos a los soldados de la Destroyer como locos que remueven la tierra del lugar. Arrancan arbustos, abren la maleza. Buscan con gran esfuerzo, y poco a poco van encontrando una y otra y otra caneca: azules con pesos colombianos, y otras amarillas con dólares.

TE SOLÓRZANO

(Se acerca a verlos y se queda sin aliento) ¡Estos son dólares…! ¡Dólares, jueputa!

Cada minuto se oye un “aquí hay una!” y al rato “aquí hay otra!”. Entre más encuentran, con más tesón buscan.

En cuestión de una hora aparece el sol completamente y los vemos completamente sucios de tierra, sus dedos sangran, pero absolutamente nada los detiene en su labor de cavar y sacar canecas. De una docena pasan a dos, a tres, a cuatro docenas de canecas, que van apilando juntas en el centro del perímetro. En menos de nada vemos una pila de canecas llenas de billetes.

FUNDE A:

26. SELVA. CAMPAMENTO. ALREDEORES. GUACA. EXT. DÍA.

Un par de horas después vemos el montón de canecas con dinero. Han sacado más de cincuenta canecas. El terreno circundante ha sido cavado casi en su totalidad. Los soldados, extenuados, sudorosos, se han ubicado al lado del montón de dinero y lo miran como hipnotizados. Sus rostros son de incredulidad. Lo que tienen frente a sus ojos es una fortuna como nunca la soñaron.

PERLAZA (Con la voz cortada)

Esto sí es mucha, mucha cantidad de plata en la vida, mi teniente.

TE SOLÓRZANO Y lo que nos falta sacar todavía... (Grita triunfante) ¡Oído comandos: quebramos a la guerrilla!

Aullidos y aplausos de todos, emocionados.


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LLOREDA Pero… ¿qué tal que les de por volver por su billete….?

Todos se miran entre sí, emocionados, pero de repente tensos.

VENEGAS Que vengan. Aquí los recibimos a plomo.

FUNDE A:

27. SELVA. CAMPAMENTO. EXT. DÍA.

Los soldados descargan las canecas con el dinero en el centro del campamento. Venegas se lanza sobre las canecas, coge los billetes, se los restriega por la cara, los lame.

VENEGAS ¡¡Somos ricos, juemadre, ricos!! ¿Yo que pensaba que el Mono Jojoy era un hijueputa? ¡Qué va, es un bacán, mire la propinita que nos dejó!

Venegas emocionado agarra el fusil de algún centinela que tiene al lado. Comienza a hacer disparos al aire.

VENEGAS ¡¡Mono: gracias, malparido, nos volviste ricooos!! ¡¡Estamos pichos de plata!!

Varios soldados lo agarran y le quitan el fusil a Venegas. Porras se acerca al teniente, que mira la escena pensativo.

PORRAS Permiso para hablar mi teniente… este hallazgo toca reportarlo al comando del batallón, ¿no?

Se hace un pesado silencio en las filas. El teniente, tenso, mira de reojo a Porras, que no le quita la mirada de encima.

PORRAS

Esta plata hay que entregarla al comando.

VENEGAS Párela ahí, lanza, ¿usted qué es lo que está diciendo…? (Se acerca a Porras) esta plata no la vamos a entregar, esta plata es de nosotros.

PORRAS Es un hallazgo de material del enemigo. Hay que reportarla.


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CATAÑO ¿Pa qué? Pa que se la queden otros más vivos que nosotros, y no nos den ni un peso a nosotros, nooo…

PERLAZA ¡Si acaso nos darán una medalla, pero pa lo que sirven las verracas medallas!

LLOREDA

Con una medalla no se compra una mierda.

El volumen de los murmullos entre la tropa sube. El teniente continúa en silencio.

VENEGAS Mi teniente, esa plata era de los guerrillos asesinos esos, usted sabe que es plata sucia, de droga, de secuestro, de muerte… ¡Ellos la dejaron tirada, nosotros la encontramos, punto, ya no es de ellos, es de nosotros, carajo!

Casi todos los soldados apoyan a Venegas.

LOZANO ¡Si reportamos la plata, se la roban unos políticos que ni prestaron servicio, ni tienen ni idea de lo que es esta verraca guerra…!

PERLAZA Nosotros somos los que estamos aquí chupando bala, arriesgando la vida por el país… ¡nosotros nos merecemos ese billete!

PORRAS Pero es botín de combate, mi teniente, lo correcto es que le informemos al batallón.

VENEGAS (Interrumpe)

Qué va, sapo, lo correcto es que seamos ricos.

Ahora sí se arma la batahola. Todos los soldados de acuerdo en apropiarse el dinero. Porras tratando de hacerse oír para dar sus razones. El teniente continúa en silencio, sin decir una palabra. De repente Lloreda muestra un fajo de dólares que ha cogido de una caneca amarilla.

LLOREDA Yo no se, pero esta plata verde no son pesos, no se usan aquí en Colombia. Si esta plata no sirve aquí, ¿entonces qué tiene de malo que nos los repartamos?


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Todos se quedan mirando a Lloreda asombrados de su absurdo razonamiento. Pero nadie dice nada, voltean a mirar al teniente.

TE SOLÓRZANO (Haciéndose el tonto)

Buen punto, soldado Lloreda, por fin le pegó a una. (A viva voz) Atención compañía ¡vamos a repartir el botín de guerra!

Todos dan un grito de júbilo menos Porras, que se queda mirando al teniente extrañadísimo. El teniente le evita la mirada.

PERLAZA Mi teniente, pero ¿solo vamos a repartir los dólares?

TE SOLÓRZANO Vamos a repartir dólares, euros, pesos, bolívares, yenes, lo que haya en esas canecas, soldado. Y ya no contesto más preguntas. Mar.

CORTE A:

28. SELVA. CAMPAMENTO. BARRACA. EXT. DÍA.

Se ha improvisado una tienda para el dinero. Lo han sacado completamente de las canecas, y se ve en su verdadera dimensión: montañas y montañas de fajos de billetes. Lloreda y el soldado Lozano cuentan un montón de dinero bajo la supervisión del teniente. Los demás soldados alrededor, en ansiosa espera.

LLOREDA (Terminando de contar)

¡Doscientos ochenta… doscientos noventa… mi teniente, en este morro hay trescientos millones de pesos…!

El teniente y los soldados ven que es apenas un morrito y que les falta contar al menos cien veces lo mismo. Hay murmullos de exaltación en las filas.

TE SOLÓRZANO (Atragantado)

Nos podemos pasar el resto de nuestras vidas contando esta plata… y no sabemos cuando nos vengan a recoger…

LOZANO Mi teniente, yo de pelao en mi pueblo trabajaba pesando bultos de papa en la plaza. Yo puedo decir si dos bultos pesan lo mismo…

TE SOLÓRZANO


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¡No me diga, soldado Lozano, nos resultó la “báscula humana”! Pues hagámosle. Un bulto de trescientos millones para cada quien, y luego repartimos los dólares. ¡A ver, empiece! (A los soldados) ¡Atención, compañía, formar en fila india, vamos a repartir la paga!

No ha terminado de decirlo cuando todos los soldados se agolpan a hacer la fila india.

SOLDADOS (Ad lib)

¡No empujen, yo estaba primero!

Lloreda junta fajos en un costal, y el soldado Lozano carga con cada mano uno, para comparar el peso.

LOZANO (A Lloreda)

Póngale más… otro poco más… eso, por ahí…

Le entregan el montón de dinero al primer soldado de la fila, que es Perlaza. Este sale feliz con su botín. No lo puede creer. Grita de alegría.

PERLAZA (Agradece al cielo)

¡Gracias, Chuchito lindo! ¡¡¡Gracias!!!

Se repite la operación. Uno a uno van pasando los soldados, reciben su pequeña fortuna y salen extasiados cargando sus billetes. También reparten los dólares. Finalmente llegan al último de la fila: Porras. Le van a dar su montón, pero él lo rechaza:

PORRAS Yo no voy a coger esa plata.

De repente se hace un denso silencio en la barraca.

TE SOLÓRZANO (Lo encara muy serio)

¿Cómo así que no, soldado Porras?

PORRAS Yo no quiero ser parte de esto. Usted sabe que no podemos quedarnos con esa plata, mi teniente. Eso no es honrado.

TE SOLÓRZANO ¡Ay, qué pena, su santidad!

PORRAS Si nos robamos esa plata no somos más que los guerrillos


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que matan y secuestran. Vamos a ser los típicos colombianos corruptos, ladrones…

TE SOLÓRZANO ¡Silencio, soldado! ¿A mi no me viene a decir ladrón, ni deshonesto ni nada, me oye? Si usted no quiere recibir su plata, la que se ha ganado por comer mierda en esta jungla como todos nosotros, ¡pues allá usted, lanza! ¡¡Y ojo va a decir algo de esto, ¿me oyó!?

Porras no le baja la mirada, valientemente.

PORRAS ¿Lo tomo como una orden, mi teniente?

TE SOLÓRZANO Sí, soldado, le estoy ordenando que se calle.

Porras sencillamente asiente, da media vuelta, y se retira. Los demás soldados se quedan mirándolo cómo se va sin un solo peso.

FUNDE A:


Más tarde, a punto de atardecer en la jungla. Hay un hoguera prendida. Se vive un ambiente de fiesta en el campamento. Todos los soldados están escondiendo sus fortunas en sus morrales, entre las hamacas, o en los cambuches, etc. Hay risas y comentarios por lo bajo… Los soldados besan sus billetes, otros los huelen, otros se los restriegan en la cara, en los brazos, los lanzan al aire y los cogen de nuevo. Aparece Lloreda llega con su modesta camarita fotográfica a tomarle fotos a sus lanzas.

LLOREDA ¡Una foto, millonarios, que esto hay que recordarlo pa toda la vida!

Los soldados se abrazan unos a otros, posando para la cámara de Lloreda. Este dispara el flash y toma varias fotos a grupos de soldados que saltan felices, cantan, gritan y enseñan su dinero a la cámara, triunfantes y llenos de sí mismos. Flash viene y va en medio de la selva. Porras mira la escena por unos instantes, y luego se retira fuera del campamento.

SOLDADOS (Ad lib)

¡Somos ricos, ricoooos! ¡Viva el ejército! ¡Viva Colombia!

Lloreda llega a la tienda donde están Venegas y Perlaza. Se hace al lado de ellos.

LLOREDA


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¡El que tenga plata que sonría!

Los tres sonríen jubilosos. Lloreda alarga la mano con la cámara, la apunta hacia ellos y toma una foto de los tres.

PERLAZA Como es la vida, ¿no? Nosotros en este monte buscando a los americanos, y vea, (Muestra un fajo de dólares) ¡encontramos a los “americanos”!

LLOREDA

¡Nunca soñé con ver tanta plata junta en mis manos!

VENEGAS ¡Pues creálas, Lloredita, creálas, que usted ahora es rico, mi hermano, millonario como cualquier político, o cualquier hijo de papi!

LLOREDA ¡O cualquier cabecilla de la guerrilla! ¡Bueno, esos ya no, esos ahora quedaron pobres como nosotros antes!

Los tres ríen histéricos. LLOREDA (Besa sus billetes)

¡¡Los amo, los amo muchísimo, mis billeticos divinos, papacitos!!

PERLAZA Oiga, y… ¿Porras? No lo he visto hace rato.

VENEGAS Cogió para allá, fuera del campamento.

CORTE A:

30. SELVA. CAMPAMENTO ALREDEDORES. EXT. NOCHE.

Porras se encuentra sentado solo, fumándose un cigarrillo a escondidas mientras observa el jolgorio que hay al lado de los restos de la fogata ya apagada. Llega Lloreda, tiene un pesado morral al hombro, y está oliendo un fajo de dólares que trae en la mano. Se sienta al lado de su amigo.

PERLAZA El olor de harta plata junta es lo más rico que hay, ¿no cree, Porritas?

PORRAS


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No sabría decirle.

PERLAZA Mire, le traje algo.

Perlaza regresa el fajo de dólares al morral, vemos que en éste hay una gran cantidad de fajos. Se lo entrega a Porras.

PERLAZA Lo que sobró de la repartición mi teniente me lo dio a mi por haber sido el primero en encontrar plata… es para usted, lancita. Hay como doscientos mil dólares ahí mal contados… cójalos…

Porras no mueve un músculo.

PERLAZA Mire que me costó harto meterlos en el morral este. Me tocó sacar todas las cartas de amor que le he escrito a mi Dayanita. (Le alarga el morral) Agarre, hombre, no se haga insistir.

PORRAS Yo no soy un ladrón, lanza.

PERLAZA ¿Y a quién le va a estar robando? Esta plata ya no era de nadie… por eso la cogimos nosotros, que sí la necesitamos, ¿o no? ¿Usted es que no la necesita o qué?

Porras callado. Perlaza saca el top de lentejuelas de Dayana y se lo enseña.

PERLAZA Yo por lo menos sí, mi hermano, necesito estos millones para sacar a Dayana de puta y hacerla mi mujer, sólo mía, me entiende… eso de pobre no lo voy a lograr, en cambio con plata sí. (Besa el top) ¡Por eso la cojo, porque me va a solucionar la vida, como se la puede solucionar a usted! ¿No necesita esta plata para recuperar lo que le robaron del lote, para responderle a su mujer?

PORRAS ¡Pues claro que la necesito, pero esta no es la forma de conseguirla, así no se hacen las vainas!

PERLAZA ¿Entonces cómo? ¿Rompiéndose el espinazo el resto de su vida? Así nunca va a conseguir nada. Piénselo, lancita.


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PORRAS No tengo nada que pensar, llévese eso. Nos vamos a meter en un problema por esto, y ahí sí, de la risa al llanto…

Perlaza agarra el morral, se pone de pie.

PERLAZA Usted sí se pasa de buena persona, Porritas… pero ¿será que eso sí le sirve de algo? Le guardo el morral en la tienda, por si cambia de idea...

Perlaza regresa al campamento, dejando a Porras solo y sumido en sus pensamientos.

CORTE A:

31. SELVA. CAMPAMENTO. EXT. NOCHE.

Los soldados echados en el suelo alrededor de la hoguera apagada. Lucen como embriagados, pero por supuesto, no han tomado una gota de alcohol.

CATAÑO Esto es un regalo de la virgen, nos tuvo en cuenta por lo que es semana santa. Es que mi virgencita no se olvida de sus soldados. (Se echa la bendición)

SOLDADOS ¡Buena esa, virgencita! ¡Eres una bacana, mamacita!

VENEGAS ¡Como quisiera tener una botella de guaro en mis manos, pa tomármela fondo blanco!

PERLAZA ¡Fresco, lanza, que cuando volvamos, se puede comprar tres bares enteros si quiere!

VENEGAS No, yo apenas salga de aquí, lo primero que voy a hacer es pedir la baja.

LLOREDA ¿Verdad? Yo pensaba que a usted le gustaba la milicia.

VENEGAS Pues claro, me gusta la milicia, por eso voy a pedir la baja, pa poder irme de una a la escuela militar a pagar mi carrera de oficial. Es que ya me mamé de ser soldado profesional. ¡No… yo voy a ser es teniente, y en unos añitos, general, y


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ahí sí me voy a dedicar a darle chumbimba a esos vergajos guerrillos hasta borrarlos de este país…!

LLOREDA Yo... (soñando) lo primero que voy a hacer cuando lleguemos al batallón, es pedir la baja. Y luego voy a coger mi billete y me voy a comprar una camioneta de esas gigantes, con las llantas bien gruesas, pa salir a la calle, y que todo el mundo me coja respetico, carajo… ya me imagino yo por la ciudad en mi nave… (hace ademán de estar manejándola) ¡¡¡bbbrrrrmmmmmm… bbbbrrrrrrrrmmmmmm!!!

Todos se quedan mirando las copas de los árboles de la selva, sumidos en sus pensamientos y los sueños que cumplirán cuando regresen a la civil.

FUNDE A:

32. SELVA. CAMPAMENTO. TIENDAS. EXT. NOCHE.

Horas después encontramos a los soldados dormidos en sus hamacas colgantes de los árboles. Todos duermen con sonrisas en sus rostros. Los fajos de billetes les sirven de almohadas y descansan sobre ellos. Entramos a la tienda de Porras, Venegas, Lloreda y Perlaza, donde los amigos están durmiendo. Lloreda ronca, y vemos que tiene dulces sueños, pues habla dormido:

LLOREDA ¡¡Bbbbrrrrrmmmmmm! Quiten de ahí, peatones de mierda…!!

El único que no duerme es Porras, a quien vemos acostado, pero con los ojos abiertos, expectante, pensativo y sobre todo, preocupado...

FUNDE A:


Al día siguiente, el ambiente en el campamento ha cambiado totalmente: los soldados están extasiados, felices con sus fortunas, la que cuentan una y otra vez. Nadie hace actividades militares. Todos descansan y se sienten millonarios. Escuchamos la canción que sirve de fondo musical para el show de Dayana en Las Panteras en el radiecito de pilas de Lloreda. Este está con Venegas y Porras y Perlaza descansando junto a sus bolsas de dinero. Perlaza tararea la canción…

PERLAZA (A sus amigos, soñando)

Esta es la canción del show de mi Dayanita, pero cuando yo llegue, se la va a bailar solamente a este pecho.


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Todos asienten. En eso aparece el soldado Cataño y aborda a Lloreda.

CATAÑO Oiga, Lancita, venga le digo, ¿cuanto pide por el radiecito?

LLOREDA

No lo estoy vendiendo, lanza.

CATAÑO Pero todo tiene un precio en la vida. Le doy doscientos mil.

Todos se quedan aterrados mirando a Cataño.

PORRAS Ese radio nuevo vale por ahí sesenta mil pesos.

CATAÑO Por eso, le sale buen negocio, ¿sí o qué? Doscientos. Bueno, pa no discutir, le doy trescientos.

LLOREDA

No, hermano, no lo quiero vender.

CATAÑO Venga, le doy un millón.

LLOREDA No, no me insista…

CATAÑO ¡Cinco millones! Ahí está. Cinco millones por el radio que vale sesenta mil.

LLOREDA (Asombrado)

A ver la plata…

Cataño saca unos fajos, cuenta por encima, y le da a Lloreda.

LLOREDA ¡Suyo!

Lloreda le pasa el radiecito a Cataño, que lo coge como si fuera el máximo tesoro del universo.

CATAÑO (Mientras se retira)

¡Gracias, lanza!


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LLOREDA (A los otros, emocionado)

¿Vieron la tumbada que le pegué? ¡Cinco millones de pesos por ese radio de mierda!

VENEGAS ¡Buena, Lloredita, no resultó tan pendejo como parecía!

PORRAS Claro que usted se quedó con un montón de papel que en esta selva no sirve pa nada. En cambio Cataño tiene música...

Ante estas palabras, todos se desinflan. A lo lejos oyen como Cataño cambia la emisora y pone una de rock duro, y se va feliz oyendo ruido estridente.

CORTE A:


En un montaje de imágenes con el fondo de la música rock, vemos como el campamento se ha convertido en un centro de comercio. Los soldados, ávidos de usar sus millones, ofertan por las cosas de los otros: lapiceros, cantimploras, gorras. Fajos de billetes van y vienen… Marcamos los centinelas pendientes de la seguridad del perímetro.

SOLDADOS (Ad lib)

Le doy tres millones por la gorra. – Que sean cuatro. – ¡Listo, téngalos! – Le compro esa pasta de dientes. – Le vale cinco millones. – Veálos…

Vemos a Perlaza que compra varios rollos de papel higiénico y luce feliz.

PERLAZA Le doy seis millones por el papel higiénico. A millón el rollo, pa que no peliemos.

El soldado Lozano ha montado una “oficina” de cambio de dólares.

LOZANO ¡Se cambian dólares! ¡Pesos por dólares, aquí!

Unos soldados curiosos se acercan a mirar.

CATAÑO ¿Cómo así, lanza, pa qué va a querer uno cambiar los pesitos por esos billetes?


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LOZANO Porque en la civil valen más, lanza, y aquí pesan menos. Usted lleva la misma plata, pero carga menos peso.

SUÁREZ (Mirando los dólares)

Estos billeticos verdes son lindos, yo cambio unos pa guardar de recuerdo.

LOZANO El cambio es a dos mil trescientos pesos por dolarete.

Los soldados sacan su dinero para cambiarlo, otro se acercan. El negocio promete. Lozano va haciendo cuentas marcando la tierra con un palo.

FUNDE A:

35. SELVA. CAMPAMENTO. BARRACA. INT. DÍA.

En una barraca unos soldados están realizando un juego de póquer. Las cartas se ven raídas y llenas de moho, pero en el centro del juego hay una buena cantidad de fajos de billetes. Entre los que juegan está Lloreda, y un soldado malencarado, SUÁREZ, el aguatero.

SUÁREZ Voy otros doscientos mil.

SOLDADO 1

¡Voy!

LLOREDA Yo también.

SUÁREZ Pero pongamos esta vaina más interesante… (agarra un gran fajo de billetes) ¡Voy cinco millones!

Tensión en el ambiente, pero los demás soldados se miran y no se amilanan.

SOLDADO 1 Voy con cinco… y diez más.

LLOREDA ¡Voy con quince!

La pila de dinero en el centro del juego crece aún más.

FUNDE A:


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Volvemos con el soldado Lozano, que ha hecho su agosto cambiando dólares. Un soldado se acerca a cambiar.

SOLDADO 3 Lanza, para cambiar unos pesos.

LOZANO Claro, el cambio está a dos mil ochocientos.

SOLDADO 3 ¡Pero esta mañana estaba dos mil trescientos!

LOZANO Pero subió, hermano, ¿qué hago? Si no le gusta, pues no cambie. Pero lo quiero ver caminando por esta jungla con todos esos billetes…

SOLDADO 3 (Resignado)

Tenga, cámbieme cincuenta millones…

Lozano sonríe y hace cuentas con el palito en la tierra.

FUNDE A:

37. SELVA. CAMPAMENTO. BARRACA. INT. DÍA.

Más tarde, retomamos la partida de póquer. Lloreda ha tenido su tarde de suerte, pues frente a él se apilan la mayor cantidad de fajos de dinero. A Suárez en cambio solo le quedan un par de fajos, y se le ve de muy mal genio. Hay tensión. Solo juegan Lloreda y Suárez.

SUÁREZ

Voy diez millones.

LLOREDA ¿Seguro, mi cabo? Mire que es lo último que le queda… no bote toda la plata…

SUÁREZ

Cállese la jeta, ¿va o no va?

Lloreda revisa sus cartas. Pone los fajos correspondientes en el centro.

LLOREDA Voy.


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SUÁREZ (Destapa sus cartas)

Trío de reinas.

Lloreda mira la mano de Suárez, sonríe y destapa la suya.

LLOREDA Trío de reyes. ¡¡Gané!!

Suárez mira la mano de Lloreda sin poder creerlo. Los demás soldados que miraban el juego murmuran por lo bajo.

SUÁREZ ¡Vida hijueputa! ¡¡Usted es un suertudo de mierda, Lloreda!!

LLOREDA

Pues sí… así es la vida, mi cabo…

Sintiendo el ambiente enrarecido, Lloreda agarra el dinero del centro rápidamente, se lo guarda donde puede y sale del cambuche, bajo la mirada de odio de Suárez.

FUNDE A:


Un grupo de soldados, que se ve demacrados y hambrientos, recorre la cocina de los guerrilleros en búsqueda de algún rastro de comida.

PORRAS Aquí ya no queda nada para comer. Solo huesos de mico.

CATAÑO Yo no quiero comer más mico. Los ricos no comemos mico.

VENEGAS Cuando regrese a la civil, me voy a comprar la lechona más gorda que haya en la región, la sacrifico y me la como yo solito, carajo…

LOZANO ¡Yo daba hasta diez millones por un pedazo de chicharrón peludo en este momento…!

PORRAS Sí, sueñen todo lo que quieran, pero tenemos que ver qué


42

comemos ya, porque si no, no llegamos vivos a la civil.

VENEGAS Pero no más mico, hay que cambiar el menú… (Se le ocurre algo) Yo se qué puede ser, pero necesitamos cigarrillos.

CORTE A:


Venegas acompañado de otros soldados, abordan al soldado Mora, que está sentado en el suelo haciéndole aseo al fusil.

MORA (Nervioso)

¿Cigarros? No, ya no me quedan…

VENEGAS No hable mierda, lanza, que aquí huele a cigarro recién fumado.

MORA Solo me quedan tres, ¡y no se los voy a regalar a ustedes!

VENEGAS ¿Pero quien dijo regalar? No señor, acaso cree que somos unos muertosdiambre? Se los vamos a comprar, lanza. Diez mil dólares por los tres cigarros.

Con el rostro de aturdimiento del soldado Mora…

CORTE A:

40. SELVA. PALMERAS. EXT. DÍA.

Partimos de los tres cigarrillos que Venegas sostiene en la mano. Una columna de hambrientos soldados lo sigue. Venegas mira los árboles.

CATAÑO ¿Y ahora qué vamos a hacer con los cigarrillos más caros del mundo? ¿Comérnoslos?

VENEGAS (Señala una palma)

¡Una palma! Aquí debe haber mojojoys.

CATAÑO ¿Mojojoys? ¿Como el Mono Jojoy?


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VENEGAS Sí, de ahí viene le viene el nombre. Bueno, lanzas, alguien se tiene que trepar a la palmera con los cigarrillos…

Perlaza ya se ha subido a la palmera, cigarrillo en boca. Desde el suelo lo observan Venegas, Porras y los demás.

VENEGAS ¡Busque un hueco en la palma y sóplele humo del cigarro y esté pilas a lo que salga!

Perlaza le sopla humo del cigarrillo al hueco. De éste comienza a salir una masa amorfa. Es un gusano de buen tamaño.

VENEGAS ¡Es un mojojoy! ¡Sáquelo, lanza, con fuerza!

Perlaza, asqueado, agarra el gusano y comienza a sacarlo. Mide unos quince centímetros y es grueso. Perlaza lo saca todo y lo lanza al suelo. Los soldados miran impresionados como el gusano se retuerce. Venegas lo agarra y le quita la cabeza de un mordisco. El gusano está lleno de líquido por dentro que Venegas bebe con ganas.

VENEGAS

¡Aaaah!

Todos lo miran con gesto de asco absoluto.

CORTE A:

41. SELVA. CAMPAMENTO. FOGATA. EXT. DIA.

Partimos de la hoguera, donde se disponen a cocinar una docena de mojojoys que han capturado y que se retuercen.

PORRAS No hay madera para prender la hoguera. ¿Quién me acompaña a traer?

Pero nadie está de ánimo para regresar a la selva.

CATAÑO Espere, lanza, tenemos otra forma de encender fuego…

Saca unos billetes de veinte mil pesos, y les prende fuego con un encendedor. Los echa en el lugar de la fogata.

CATAÑO Mire cómo queman de bien. Mejor que la madera.


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Otros soldados apoyan. Comienzan a sacarse fajos de los bolsillos del camuflado, y los añaden al pequeño fuego que ha iniciado. El fuego comienza a avivarse. Venegas saca los mojojoys del costal de dinero, los ensarta vivos en palos para asarlos y los reparte a los soldados. Estos se disponen a cocinar. Porras los mira sin poder creerlo…

PERLAZA

(Brinda con el mojojoy) ¡Por los nuevos millonarios!

VENEGAS Porque nunca más en la vida tengamos que comernos una porquería de estas.

TODOS ¡Salud!

Cada quien muerde su gusano. Les sale el líquido interior, el cual beben como si fuera agua. A continuación proceden a asar los gusanos en el fuego. Lloreda conteniendo el asco pone su mojojoy al fuego y lo mira retorcerse y tostarse bajo la llama…

LLOREDA ¿Cuándo será que nos vamos a poder ir de aquí a disfrutar de nuestro billete? ¿Cuándo, ah?

Se escucha música de rock que proviene del radiecito del soldado Cataño.

FUNDE A:

42. SELVA. CAMPAMENTO. TIENDAS. EXT. NOCHE.

La compañía duerme, pero se siente la tensión. Los centinelas vigilan. Vemos a los soldados en las hamacas, al lado de sus billetes, sus ojos cerrados. De repente se escucha un ruido que proviene de la maleza afuera. En menos de un segundo, todos los soldados se levantan de un salto, y toman sus fusiles. Nos damos cuenta que su sueño era ligero y estaban alertas. Quedan pendientes de si el ruido se repite, pero no se escucha nada más. Se miran entre ellos, y vuelven a recostarse. La paranoia en el campamento es absoluta…

FUNDE A:

43. SELVA. CAMPAMENTO ALREDEDORES. EXT. DIA.

Han pasado varios días. Perlaza se encuentra a unos metros del campamento, en cuclillas, defecando. Ha terminado el asunto. Saca de su bolsillo su último rollo de papel, al que no le queda nada. Rompe el tubo, y usa los pedazos de cartón. Pero le hizo falta más.

PERLAZA

Mierda… ¿y ahora?


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Mira a su alrededor, como buscando hojas, pero todas las matas que lo rodean son de hoja pequeña. Finalmente se le ocurre algo, saca de su bolsillo un billete de cien dólares y se lo queda mirando meditabundo…

FUNDE A:


Retomamos el sitio de la hoguera, la cual se encuentra apagada. Se ven algunos rastros de billetes quemados. A su alrededor vemos a varios soldados tirados en el suelo. Lucen mal, barbados, sucios, enfermos, extenuados, afectados por el hambre, el calor, la humedad y el saberse millonarios pero no poder gastarse el dinero. Los ánimos se notan muy caldeados. Suárez busca agua en su cantimplora.

SUÁREZ ¡Jupeuta, no hay agua! ¿A quién le tocaba ir por agua?

LOZANO ¡A su madre!

Suárez enfrenta a Lozano.

SUÁREZ ¿Qué le pasa, gran guevón?

Suárez le tira la cantimplora a Lozano con violencia, pero este la esquiva y golpea a Lloreda que estaba recostado adormilado. Lozano se pone de pie listo a devolver el golpe. Porras interviene.

PORRAS ¡Ya, cálmense! ¡Todos estamos mamados!

En ese momento escuchan un sonido que viene a lo lejos. Es un helicóptero que surca los cielos. Los soldados se ponen de pie.

VENEGAS

¡¡Helicóptero!!

Comienza a hacerle señas al helicóptero. Agitan sus brazos, sus camisas blancas, lo que encuentran. Algunos tratan de subirse a las copas de los árboles.

SOLDADOS (Ad lib)

¡¡¡EEEY!!! ¡¡Estamos aquí!! ¡¡Sáquennos!! ¡¡¡EEEY!!!

Pero el helicóptero pasa de largo sin detenerse. Se pierde en el cielo azul.

VENEGAS


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(Furioso) ¡Se fue! ¡¡Se fue, hijueputaaaa!! ¡¡Vuelvaaaa!!

Venegas, como un loco, agarra su fusil, lo carga y se dispone a disparar al cielo. Algunos soldados tienen que lanzarse sobre él para evitar que dispare. Le quitan el fusil.

PORRAS ¿Está loco, lanza?? ¿Qué tal que todavía haya guerrillos por ahí esperando para emboscarnos? ¡Cálmese!

VENEGAS ¡Puta, es que no aguanto más! ¿Es que se olvidaron de nosotros, nos van a dejar morir en este infierno? ¡No, yo no pienso podrirme aquí en el culo del mundo, no señor, y mucho menos con toda la plata que tengo!

Los demás soldados apoyan a Venegas. Los ánimos se caldean peligrosamente. En ese momento regresa Perlaza.

PERLAZA ¡De nada nos sirve la verraca plata si no podemos gastárnosla! ¡No sirve ni pa limpiarse el culo!

Todos miran a Perlaza, confundidos por esas palabras. Él se rasca el trasero.

VENEGAS Yo ya me mamé, no doy más, o me sacan de este roto a las buenas, o a las malas… ¿dónde está mi teniente…?

Venegas va hacia las afueras del perímetro a buscar a Solórzano. Varios soldados lo siguen, muy encendidos. Porras sale detrás de ellos por si acaso.

PORRAS Venegas, ojo con lo que va a hacer…

CORTE A:

45. SELVA. ALREDEDORES. EXT. DIA.

El teniente, quien también luce mal y cansado, regresa de inspeccionar el terreno con un par de soldados. Uno de ellos carga el radio. Son sorprendidos por Venegas y el grupo de soldados alterados. Venegas encara a Solórzano con respeto pero vehemencia. Tensión.

VENEGAS ¡Mi teniente!

TE SOLÓRZANO ¿Qué pasa, Venegas?


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VENEGAS Para solicitarle que llame al comando del batallón pa que nos recojan ya… no queremos estar aquí ni un minuto más.

TE SOLÓRZANO ¿Y qué creyó, Venegas, que yo estoy feliz acá de muchas vacaciones en este monte infecto? Ya he llamado treinta veces a mi mayor, pero todavía no pueden venir por nosotros.

VENEGAS Mire, mi teniente, ¡en mi morral tengo más de cuatrocientos mil dólares, yo no me voy a podrir con ellos en esta maraña!

TE SOLÓRZANO ¡Ya les dije que no hay orden de sacarnos de aquí! ¡Mar!

Solórzano aparta a Venegas y sigue su camino hacia el campamento, pasando de largo a buen paso. Venegas y los soldados se quedan allí con los ánimos muy caldeados.

VENEGAS ¡Vida hijueputa!!

PORRAS Cálmese, lanza, ya oyó, toca esperar.

Venegas empuja a Porras: no es el mismo de antes, está zafado, como loco.

VENEGAS ¡Ábrase! ¡Yo no voy a esperar más, a mi me sacan porque me sacan!

Sin más formula de transición, Venegas desenfunda le quita el seguro a su pistola 9mm, dispuesto a disparar, todos se cubren. Suena un disparo y un grito de dolor. Todos voltean a mirar al teniente, pensando que está herido, pero el teniente está ileso. Quien gritó fue Venegas, que está tirado en el suelo con una pierna empapada en sangre.

PORRAS ¡Mierda! ¡Hombre herido! ¡Médico!

Porras se agacha de inmediato para auxiliar a su amigo.

VENEGAS (Jadeando)

Tiene un hombre herido, mi teniente, ¡mande por el helicóptero…!


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El teniente lo mira sin poder creer lo que hizo. Llega corriendo Cataño el médico y corre a atender a Venegas. El teniente nervioso analiza rápidamente la nueva situación, piensa…

TE SOLÓRZANO ¡Maldita sea, soldado!

Solórzano toma una decisión, va hasta el radio y lo opera.

TE SOLÓRZANO Fortaleza . Destroyer. Fortaleza – Destroyer.


Siga, Destroyer…

TE SOLÓRZANO Mi mayor, (mira a Venegas) hay un hostigamiento del enemigo, tenemos un hombre herido… solicito nos desalojen del área de inmediato…

CORTE A:


Los soldados corren dando la buena noticia a los demás.

SOLDADOS (Ad lib)

¡¡Vienen por nosotros!! ¡¡Nos largamos de aquí!! ¡¡Vienen los blackhawks!!

Felices, los soldados se abrazan como futbolistas que acaban de marcar el gol de la victoria.

PERLAZA ¡Ahora sí, por fin, ricos! ¡Ricoooos!

Gran bullicio: gritan, bailan unos con otros, ríen y lloran de felicidad. Pero de repente reaparece el teniente Solórzano, gritando:

TE SOLÓRZANO ¡¡EY!! ¡¡Atención!!

Por fin logra que los soldados hagan silencio, y le pongan atención.

TE SOLÓRZANO ¡Tenemos un lío! (Se hace silencio) ¡Mi mayor me acaba de informar que por lo del hallazgo de los AK47, es casi


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seguro que nos hagan una requisa general en el aeropuerto!

PERLAZA ¿Requisa? ¿Por qué?

TE SOLÓRZANO Por si de pronto alguien se guardó un AK47, o munición… el caso es que nos van a requisar, y nos van a encontrar esto…

El teniente saca un fajo de billetes de un bolsillo. Los soldados mudos, aterrados.

SUÁREZ (Con la voz quebrada)

Mierda, ¿qué vamos a hacer?

TE SOLÓRZANO ¡Pues esconder la plata donde no se las vayan a encontrar! ¡Pero ya, ya, ya, porque en media hora están aquí los blackhawks!

Los soldados abren sus equipos de campaña para ver cómo esconden la plata.

CORTE A:

47. SELVA. CAMPAMENTO. TIENDAS. EXT. DIA.

En un montaje rápido vemos a los apurados soldados agarrando desesperadamente sus voluminosos fajos de billetes y tratando de esconderlos donde pueden. Los meten en dobles fondos de los morrales, en el fondo de las gorras. Otros los enrollan y los meten en sus cantimploras vacías, o incluso dentro de los cañones de los fusiles y en los cargadores junto a las balas. A Perlaza lo vemos quitándose la ropa y enrollando billetes para meterlos en todos los sitios posibles.

Hay desesperación y agobio en las filas. Es claro que todos los fajos no se pueden esconder. El teniente llega para apurarlos. Se oye el ruido de los helicópteros a los lejos.

TE SOLÓRZANO ¡Mierda, ya están aquí los helicópteros! (A grito herido) ¿Listo el helipuerto?? Hagan una hoguera, ¡pero moviéndolo!!

Los soldados salen corriendo con sus morrales cargados de dinero y sus fusiles hacia el claro.

TE SOLÓRZANO

¡¡Rápido, soldados, rápido!!


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De repente vemos a Lloreda, que camina de un lado a otro desubicado, como buscando algo.

CORTE A:

48. SELVA. HELICÓPTERO BLACK HAWK. EXT. DÍA.

Dos Blackhawks surcan los cielos sobre la espesa maleza. Los pilotos de un Black Hawk se acercan al lugar donde están los soldados. Buscan el lugar exacto donde se encuentran.

PILOTO 1 (Señala un lugar)

¡Ahí…! ¡Una columna de humo…!

Efectivamente se ve una columna de humo que sale de un pequeño claro. Es un humo de color verdoso.

PILOTO 2 (Por radio)

Base, encontramos el lugar donde están la Destroyer, nos disponemos a aterrizar en un claro. Fuera.

CORTE A:


Vemos la hoguera que han encendido en medio del claro para señalar su locación. Los soldados le están echando billetes para avivarla.

TE SOLÓRZANO Vamos, vamos, capitalicen ese fuego…

Lloreda llega corriendo, trata de evitar que echen la plata al fuego.

LLOREDA ¡¡No, no quemen esa plata!!

TE SOLÓRZANO (Lo agarra y lo quita)

Quite de ahí, soldado, esos son pesos que estaban podridos. No podemos dejar rastros, ¿entiende?

Lloreda desconsolado mira cómo los soldados terminan de echar los fajos de dinero al fuego. Los dos helicópteros se disponen a aterrizar en el claro cerca de allí.

TE SOLÓRZANO ¡¡Al claro, ya!! ¡Lo que se quedó se quedó!! ¡Seguridad! ¡Seguridad!


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Los helicópteros se disponen a aterrizar. Los soldados corren al claro.

CORTE A:

50. SELVA. CLARO. HELICÓPTERO BLACK HAWK. EXT. DÍA.

Uno de los helicópteros ha aterrizado. Porras y Lozano suben a Venegas que se queja por la herida. Otros soldados suben un costal con todos los fusiles AK47. Los demás soldados van subiendo y se acomodan en el helicóptero como pueden. Lucen muy pesados, casi no caben, nadie dice nada, hay mucho nerviosismo. El teniente se sienta al lado de los pilotos.

TE SOLÓRZANO (Agitado)

Gracias a Dios vinieron por nosotros, mi capitán. ¿Vamos para el aeropuerto?

PILOTO 1 No, teniente, estos dos Blacks tienen otra misión más urgente… la orden del comando es dejar la compañía en carretera, para que continúen a pie hasta el aeropuerto militar…Sólo podemos llevar el material de guerra confiscado y los heridos…

TE SOLÓRZANO Mierda... (Preocupado) ¿Mi capitán, usted sabe algo de una requisa que le piensan hacer a la compañía?

PILOTO 2 Eso dicen, que los van a requisar apenas lleguen, por lo de los AK47 que confiscaron… No se habrán cogido alguno, porque se envainan…

TE SOLÓRZANO Cómo se le ocurre, mi capitán, mis hombres no son ningunos rateros, ninguno se cogería un fusil de esos. Y para solicitarle, mi capitán, que despeguemos, porque esto por aquí no es muy seguro.

50 A. SELVA. CLARO. HELICÓPTERO BLACK HAWK. EXT. DÍ A.

Lloreda no se ha subido al helicóptero. Sigue en el claro, confundido, sin saber si subirse o no. Porras, desde el helicóptero, lo llama:

PORRAS

Lloreda, qué pasa, ¡¡súbase!!

LLOREDA


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¡No… no, no! ¡¡Yo no me puedo ir!!

Porras se baja del helicóptero, va por Lloreda, lo agarra del uniforme, y se lo lleva a la fuerza al helicóptero. Lo obliga a subir. El piloto comienza la maniobra de despegue, pero el helicóptero está más pesado de lo que se pensaría. Despega con dificultad, y se aleja por encima de las copas de los árboles.

CORTE A:

51. SELVA. CLARO. HELICÓPTERO BLACKHAWK. EXT. DIA.

Los helicópteros se alejan del claro en medio del humo de la hoguera avivada con dinero, y emprenden el recorrido hacia la carretera.

PILOTO 2 Estamos con sobrepeso, teniente…

TE SOLÓRZANO (Evasivo)

¿En serio, mi capitán? Muy raro porque esta tropa viene ligera...

Vemos los rostros silenciosos de los soldados, que van abrazando los morrales que contienen sus fortunas. Por fin la compañía Destroyer abandona la selva…

FUNDE A:

52. BLACKHAWK. EXT. DÍA.

Helicóptero en vuelo. El teniente toma el radio, y se comunica.

TE SOLÓRZANO Fortaleza – Destroyer, Fortaleza – Destroyer. Informo Fortaleza me encuentro en el QTH indicado. Solicito instrucciones.

MAYOR LOAIZA (Por el radio)

Erre, Destroyer, la tropa debe seguir a pie a partir de ahí; en el aeropuerto militar los recogen los Hércules para traerlos a San Vicente. Cambio.

TE SOLÓRZANO Mi mayor, para solicitarle, nos están dejando a más de ochenta kilómetros del aeropuerto… El trayecto es demasiado largo, y la tropa está agotada… cambio…

MAYOR LOAIZA


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(Por el radio) Eso lo se, lanza, pero los Black Hawks tienen que salir ya para dar apoyo a otra tropa que está en hostigamiento. Solo tienen orden de traer los AK47 y los soldados que estén heridos de gravedad. Arranque a pata. Además, esa tropa tiene que venir ligera, ¿no?… Cambio…

El teniente mira a sus soldados, a reventar de fajos de billetes en morrales, uniformes y botas.

TE SOLÓRZANO Erre, y QSL, mi mayor… cambio…

MAYOR LOAIZA (Por el radio)

Arranquen entonces. Necesito esa tropa aquí en el batallón en máximo tres días, ni uno más. Quedamos QAP.

El teniente cuelga el radio, suspira muy preocupado.

CORTE A:

53. BLACKHAWK. EXT. DÍA.

En el otro blackhawk, que está aterrizando, Venegas acompañado de sus amigos. Su pierna vendada. Porras muy preocupado, le habla casi al oído a Venegas.

PORRAS

Usted está loco, Venegas, ¿cómo se fue a meter un tiro? Eso es inutilización voluntaria, lanza, es un delito, lo pueden envainar...

VENEGAS No, pues de nada por sacarlo del monte, gran güevón. (Nervioso, en voz baja) Lo del tiro me importa un culo, digo que fue un accidente y ya. Lo que me tiene jodido es que me vayan a encontrar la plata…

PERLAZA Seguro que no, hermano, tranquilo… Todo va a salir bien. Pilas, no se gaste todo el billete en trago, deje algo pa lo de su carrera de oficial…

VENEGAS De una… Los veo en el batallón. No van a desertar por el camino, cabrones…

PERLAZA


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Cómo que desertar, lanza, qué va… no porque ahora seamos ricos vamos a dejar de ser soldados. ¡Todo bien, nos vemos en la ciudad, y salimos los cuatro a beber, pero no cerveza, sino un trago bien caro, de los que bebe la gente bien…! Póngale la firma, Venegas…

Porras y Perlaza chocan manos con Venegas. El helicóptero aterriza. Porras, Perlaza y Lloreda, que sigue como un zombie, se bajan. El helicóptero despega una vez más y se pierde en los cielos.

CORTE A:

54. CARRETERA DESTAPADA. EXT. DIA.

Los soldados están organizados en dos columnas con distancias. El teniente reunido con los comandante de escuadra, Suárez y Lozano.

TE SOLÓRZANO Atención, vamos a avanzar en dos hileras, manteniendo distancias de cinco metros entre hombre y hombre.

LOZANO (Interviene)

Mi teniente, para solicitarle… ¿vamos a marchar hasta el aeropuerto? ¡Eso está lejísimos, y esta plata pesa demasiado…!

SUÁREZ Es verdad, mi teniente, ya no tenemos agua, ni comida, no vamos a llegar nunca…

TE SOLÓRZANO ¡Y si nos quedamos aquí hablando mierda, menos! ¡Tenemos cinco días para llegar al aeropuerto militar para que nos recojan los Hércules…!

El teniente los mira fijamente. Se para en la mitad y a viva voz:

TE SOLÓRZANO Vamos a hacer una cosa… cada uno de ustedes tiene su plata, cada quien sabe para qué le alcanza… aquí nadie nos está viendo… si alguien no quiere caminar a la base, si alguien quiere desertar y no regresar al batallón… que salga ya de la fila y se abra.

Hay murmullos y nerviosismo en las filas.

TE SOLÓRZANO


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Es el último chance… al que lo haga, lo entiendo, y no le va a pasar absolutamente nada… me tocará reportarlo como desertor en el comando, pero ahora mismo se puede ir si quiere, y deja de ser soldado para el resto de su vida… ¿Quién se apunta?

Los soldados se miran entre sí, pero absolutamente nadie sale de la fila. El teniente orgulloso de sus soldados.

TE SOLÓRZANO Bien. Avancemos que si no, no vamos a llegar juntos.

Los soldados comienzan a andar en formación de tres columnas. Se nota el peso que llevan encima, pero nadie se queja más.

FUNDE A:


El sol caliente inclemente la superficie arenosa de la carretera por la cual vemos avanzar a la compañía Destroyer. Los soldados han caminado por horas y ya se ven enfermos, sudorosos, agotados. Un campesino con un burro los ve pasar pesadamente. El soldado Lozano, que es el que viene más cargado, se siente desfallecer. Exhausto, se cae de espaldas y queda sentado con su equipo como espaldar. Sin embargo, la compañía no se detiene. Porras se regresa para ayudar a Lozano, toma su equipo y su fusil y le ayuda a cargarlo.

FUNDE A:


Han pasado horas de caminata y el sol ha cambiado de posición. La tropa luce aún peor. Perlaza camina al lado de Porras. Lozano ya camina por su propia cuenta y con su equipo y fusil.

PERLAZA Lanza, estoy que me muero de sed…

PORRAS ¿No le queda agua en la cantimplora?

PERLAZA En mi cantimplora hay como cien mil dólares, pero ni media gota de agua…

Porras saca su cantimplora y se la pasa a Perlaza, que bebe un poco. Continúan caminando. De repente, a lo lejos, Porras divisa un reflejo.


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PORRAS Algo brilla por allá mi teniente.

TE SOLÓRZANO

Sí, ¿qué será…?

PERLAZA Es como… ¿un techo de zinc? Mierda, es… una casita, un kiosco… (se adelanta corriendo, mira de nuevo) ¡Tiene un letrero, jueputa, es una… tienda!

La palabra “tienda” hace que toda la tropa se torne frenética. Se les abren los ojos como platos, comienzan a andar raído hacia donde brilla el tejado de zinc.

CORTE A:

57. CARRETERA DESTAPADA. TIENDA. INT. DIA

Una escuadra de soldado entra a la tienda del camino, mientras otra presta seguridad. La tienda es atendida por una TENDERA de unos setenta años, que se lleva el susto de su vida al ver llegar la turba de soldados desaforados.

TENDERA Buenos días, qué se les ofre…

Los soldados, al ver las gaseosas, el agua, los paquetes de comida, piden todos al tiempo…

SOLDADOS (Todos al tiempo, como locos)

¡Tres gaseosas! - ¡Agua! - ¡Jugo! ¡Déme todos esos paquetes! ¡Rápido, señora!

La pobre señora no sabe ni por donde empezar, los soldados casi se le van encima, ella va sacando lo que puede de las alacenas, destapa botellas y se las pasa. Los soldados se apresuran a beber desaforadamente lo que la viejita les da. Para ellos es como volver a vivir. Les regresa el alma al cuerpo. Piden más y más.

TENDERA (Agobiada trata de llevar cuentas)

¡Dieciséis doscientos, diecisiete quinientos… ay, Virgen, ya perdí la cuenta…!

Perlaza se le acerca, saca un fajo de billetes del fondo de su gorra, saca varios billetes de veinte mil y se los da a la señora.

PERLAZA Por la cuentas no se preocupe, mi señora, tenga por


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adelantado… ¡Hoy invita el Mono Jojoy!

Otros soldados también se acercan y le dan billetes a diestra y siniestra. La vieja coge todos los billetes, emocionada, y los guarda en el escote.

TENDERA (Feliz)

¿Qué más se les ofrece, muchachos?

Los soldados van pidiendo más y más cosas de comer y beber y se atiborran. Comen como posesos el demonio, se dan el banquete del siglo. Perlaza toma unas empanadas grasosas que parecen del siglo pasado y se las lleva a Porras, que es el único que no ha comido.

PERLAZA Tenga, lancita, sin pena, o no me va a decir que está a dieta....

Porras, agradecido, sonríe y le recibe a Perlaza. Come y bebe.

TE SOLÓRZANO (A la tendera)

Bueno, muy rica la entrada, mi señora, pero ¿qué hay de almuerzo?

TENDERA Allá al lado tengo un corral con unas gallinas, pero están viejitas, no sé…

CORTE A:

58. CARRETERA DESTAPADA. TIENDA. CORRAL. EXT. DIA.

Tres soldados se lanzan a capturar a las pobres gallinas que huyen despavoridas, y logran escapárseles por el momento. Cataño trata de agarrar una, pero se tropieza y se va contra la madera del corral. A pesar de la debilidad, los soldados corren como atletas y se lanzan al suelo para agarrarlas de las patas. Finalmente las logran atrapar. Dan un grito de triunfo…

SOLDADOS ¡¡¡¡Sancochoooo!!!!

CORTE A:

59. CARRETERA DESTAPADA. TIENDA. INT. DIA.

Partimos de una olla vieja llena de agua hirviendo. Es un sancocho de gallina. Patas y picos de gallina sobresalen del agua.


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Los soldados comen con mucha hambre . Mastican los pedazos de gallina como el manjar más suculento. Chupan los huesitos. En una esquina encontramos a Porras que mira el espectáculo en silencio mientras come su ración de sancocho y siente que las fuerzas le regresan al cuerpo. Termina de comer, y se pone de pie.

PORRAS (A la tendera)

Mi señora, ¿dónde queda el orinal?

TENDERA En la parte de atrás, mijo. ¿Necesita papel?

PORRAS

No, gracias.

Porras agarra su morral, y se dirige a donde le señaló la tendera. Va algo nervioso, vigilando que nadie lo esté mirando ni lo acompañe…

CORTE A:

60. CARRETERA DESTAPADA. TIENDA. INT. DIA.

La última escuadra que almorzó sale de la tienda. De postre, van comiendo galletas, chocolatinas, etc.

CATAÑO

¡Qué banquetazo, compadre…!

El teniente y otros soldados le están dando una propina a la tendera. Le pasan billetes de veinte mil pesos y hasta dólares. Ella radiante, les recibe todo lo que le dan.

TENDERA (Con ojos aguados)

¡Gracias, muchachos! No sabía que en el ejército les pagan tan bien…

Los soldados se miran entre sí.

TE SOLÓRZANO Ya ve que sí, mi señora. Hasta luego, cuídese y gracias por su atención.

TENDERA ¡Que mi Dios los lleve, y vuelvan por aquí cuando quieran, esta es su casa!

La tropa reanuda la marcha, pero ahora están mucho más animados y han recuperado fuerzas. Van caminando en dos columnas. Perlaza, Lloreda y Porras caminan juntos.


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PERLAZA Es que con plata en la vida la cosa sí es muy distinta, ¿sí o no, lanzas?

Ni Lloreda ni Porras le contestan. Siguen su camino en silencio. El rostro de Lloreda es adusto y contenido…

FUNDE A:

61. CARRETERA RURAL. EXT. NOCHE.

Ha caído la noche sobre la carretera desolada y sobre la tropa que no se ha detenido. El teniente habla con el mayor Loaiza por radio.

TE SOLÓRZANO Mi mayor, actualmente nos acercamos al corregimiento de Tres Troncos… cambio…


¿Apenas, teniente? ¡A ese paso no van a llegar nunca! En dos días tienen que estar aquí, o va a pasar algo grave ¿entendido? Quedamos QAP.

TE SOLÓRZANO (Cuelga, rabioso)

¿Y cómo vamos a hacer?? ¡Caminando nunca vamos a llegar en cuatro días!

La tropa sigue avanzando y de repente llegan a un lugar donde están estacionados varios camiones viejos. Es un paradero para camioneros. Los soldados se quedan mirando los camiones.

CORTE A:

62. CARRETERA RURAL. PARADERO. INT. NOCHE.

El teniente entra al desvencijado paradero, donde hay unos camioneros tomando cerveza. Los soldados prestan seguridad mientras otros aprovechan para aprovisionarse de agua, comida y golosinas. El teniente se acerca a una mesa donde están reunidos los conductores, entre ellos encontramos al conductor del Jeep Willys que después transportará a Herlinda. El olor de los soldados castiga las narices de los conductores.

CAMIONERO 1 (En voz baja)

¡Uf, estos soldados sí huelen a puro monte…!

CONDUCTOR WILLYS


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Huelen como a mico. TE SOLÓRZANO

Buenas noches, señores…

Los camioneros lo miran con cierta desconfianza.

TE SOLÓRZANO Era para pedirles un favor… mi tropa necesita llegar al aeropuerto militar lo antes posible. No será que ustedes nos podrían llevar en sus camiones…

CAMIONERO 1 Qué pena con usted, mi comandante, pero es que estamos en nuestra zona de descanso, no nos vamos a ir de aquí pa llevarlos a ustedes, y menos tan lejos…

CONDUCTOR WILLYS Además, es un peligro, ¿qué tal que nos pare la guerrilla? Imagínese la balacera, y uno ahí en medio del fuego cruzado. Yo no me le mido a eso.

El teniente le hace una seña a varios soldados, que se acercan. Los soldados sacan una gran cantidad de fajos de billetes de veinte mil y los ponen en la mesa.

TE SOLÓRZANO ¿Y si les pagamos la carrera?

Los conductores se quedan atónitos ante la cantidad de dinero sobre la mesa.

CORTE A:

63. CARRETERA RURAL. CAMIÓN. EXT. NOCHE.

Uno de los viejos camiones traquetea por la carretera, iluminándola con sus faros. En la cabina encontramos al conductor, y junto a él, a Perlaza, Porras y Lloreda con todo su equipo. Lloreda sigue en su ensimismamiento. Porras adormilado. Perlaza pendiente de la carretera, sonriente, en su mano tiene el top de Dayana.

CONDUCTOR 1 (A Perlaza)

Oiga, soldado, venga le digo, ¿ustedes acaban de salir del monte, verdad?

PERLAZA (Lo mira desconfiado)

Ajá…


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CONDUCTOR 1 ¿Y entonces de dónde sacaron tanto billete…?

PERLAZA

Eso fue que se nos apareció la Virgen por allá y nos lo dio.

CONDUCTOR 1 ¿La Virgen?

PERLAZA Sí, hermano, la Virgen María, ella nos hizo el milagrito, por lo de la Semana Santa… pero si no cree en la Virgen, allá usted.

Con eso deja zanjada la conversación. El conductor queda con todas sus preguntas sin responder.

CORTE A:

64. CARRETERA RURAL. EXT. NOCHE.

Una caravana de camiones recorre la carretera. Transportan a los soldados de la compañía Destroyer en los platones. Allí les toca compartir el espacio con las cargas de los camiones: bultos de papa, de cebolla, marranos, vacas, etc. Los soldados se acomodan y comienzan a adormilarse. Van abrazados a sus morrales y a sus pequeñas fortunas…

FUNDE A:

65. CARRETERA RURAL. CRUCE DE CAMINOS. EXT. DIA.

Cuando despunta el día, la caravana de camiones continúa su trayecto hacia el aeropuerto militar. Pasa por el cruce de caminos y frente a la tienda miscelánea donde antes viéramos a Herlinda y a Simona. De nuevo apreciamos los graffiti alusivos a la guerrilla y a los paramilitares.

FUNDE A:

66. CARRATERA RURAL. CASERÍO. EXT. NOCHE.

Los camiones se han detenido momentáneamente en un caserío. El teniente se come un buñuelo con gaseosa sentado en la cabina de uno de los camiones. Porras se le acerca. Los soldados han descendido de los camiones y otros están prestando seguridad otros comprando en la tienda.

PORRAS

Mi teniente, para solicitarle…

TE SOLÓRZANO


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¿Qué quiere, Porras…?

PORRAS Es que ya estamos llegando al aeropuerto militar, y sería muy raro que nos vieran llegar en estos camiones… de pronto es mejor caminar lo que falta… Así también podemos cuadrar mejor el tiempo para llegar apenas vayan a salir los Hércules, y de pronto evitamos la requisa…

TE SOLÓRZANO (Se queda meditando)

Tiene un punto, soldado… (Al cabo Suárez) Infórmele a la gente que continuamos a pie.

Porras se va a retirar, pero el teniente lo detiene.

TE SOLÓRZANO Oiga, soldado… ¿y a usted qué más le da la requisa si usted no cogió plata?

PORRAS (Nervioso)

Si nos cogen, nos cogen a todos, mi teniente, no me la van a rebajar a mi solito.

Porras se retira.

FUNDE A:

67. CARRETERA RURAL. EXT. MADRUGADA.

El sol sale una vez más para alumbrar a los soldados de la compañía Destroyer que avanzan lentamente por la carretera medio pavimentada. Un desvencijado letrero a un lado del camino anuncia: “AEROPUERTO MILITAR”. Al pasar, los soldados miran el letrero con mucho nerviosismo y expectativa. Vemos que aprietan los uniformes llenos de dinero y en sus mentes se preguntan qué irá a suceder. El teniente Solórzano toma el brazo de Lloreda, que tiene reloj de pulsera, y revisa la hora. Vemos el rostro adusto de Lloreda, que camina en silencio, aún como un androide…

CORTE A:

68. AEROPUERTO MILITAR. EXT. DIA.

Los aviones de guerra Hércules están estacionados en la primitiva pista del pequeño aeropuerto militar en plena zona de conflicto. El CAPITÁN CAMACHO en camuflado y una escuadra de policías militares esperan la llegada de la compañía Destroyer. Ésta hace su llegada a la pista. Tensión. El teniente forma a sus soldados frente al capitán. El capitán acusa el fuerte olor de la tropa recién salida del monte.


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TE SOLÓRZANO (Haciendo el saludo militar)

Buenos días, mi capitán, el teniente Solórzano, comandante de la contraguerrilla Destroyer, me presento con la novedad de un soldado herido el cual fue transportado al batallón Cazadores para ser atendido.

CAPITÁN CAMACHO ¡Casi no llegan, teniente! Los esperábamos anoche. (A los soldados) ¡Compañía Destroyer, a discreción! (Al teniente) Teniente, prepare a sus compañía para una requisa general.

Gran tensión en las filas. Los soldados se miran entre sí. Los atraparon.

CORTE A:

69. AEROPUERTO MILITAR. EXT. DIA.

Minutos después los policías militares están dispuestos a proceder con la requisa a los soldados de la Destroyer, que no han movido un dedo para mostrar el contenido de sus morrales.

TE SOLÓRZANO Mi capitán, para solicitarle, es que mi mayor Loaiza quiere la compañía lo antes posible en el Cazadores, no alcanzamos a hacer la requisa…

CAPITÁN CAMACHO Tengo órdenes de hacerla, teniente, me dicen que hubo una incautación… ¿no?

TE SOLÓRZANO (Atragantado)

¿Incautación?

CAPITÁN CAMACHO ¿No encontraron unos fusiles AK47?

TE SOLÓRZANO Ah, los fusiles, claro, afirmativo mi capitán.

CAPITÁN CAMACHO Por eso, hay que requisar a esta tropa, no se que alguien se haya cogido un fusil de esos.

TE SOLÓRZANO Mi capitán, yo ya requisé la tropa antes de salir, lo único que traen son latas vacías, yo le aseguro que…


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CAPITÁN CAMACHO ¿Bueno, teniente, dígame a ver, cuál es el problema con la requisa? Se va a hacer y punto, esas son las órdenes. (A los soldados de la Destroyer) Pelotón, atención ¡fir! ¡Formación de revista! Desequiparse. Mar.

Los soldados se miran y se disponen a hacerlo muy lentamente. Pero entonces Porras se les adelanta a todos, da un paso al frente y con mucha energía:

PORRAS ¡Como ordene mi capitán!

Se para frente al pelotón, vacía su morral en el suelo. Caen unas latas, ropa sucia, un cuaderno y otras cosas personales. El olor de las cosas que han estado en el monte por semanas es insoportable. Los PM no se acercan de a mucho. Mientras todos lo miran, Porras se quita el uniforme, lo tira al suelo con las cosas del morral y queda en calzoncillos. Levanta los brazos para que lo requisen. El capitán le hace una seña a un PM, que se acerca y requisa a Porras, aguantando el terrible olor que despide.

CAPITÁN CAMACHO ¿Está limpio?

PM (Asqueado)

Pues limpio no está, mi capitán, pero no tiene nada…

CAPITÁN CAMACHO Procedan con los demás.

La PM se dispone a requisar al soldado Lozano, que viene cargadísimo de fajos de billetes en su uniforme, pero en ese preciso momento entra comunicación al radio de la Destroyer. Es el mayor Loaiza.


Destroyer - Fortaleza.

TE SOLÓRZANO Recibido Fortaleza, siga para Destroyer.

MAYOR LOAIZA (Por radio, interrumpe)

Solórzano, ¿dónde está? ¡No lo veo aquí en el batallón que es donde debería estar ya!

TE SOLÓRZANO Mi mayor, la compañía está en el aeropuerto militar, nos estamos demorando por una requisa que va para largo…


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cambio…

MAYOR LOAIZA ¡No no! ¡Necesito esa tropa aquí ya! ¡¡Embarquen los Hércules y salgan ya, los quiero ver aquí en una hora!! ¿Entendido?

El teniente mira al capitán, que ha escuchado la transmisión. El capitán encara a la Destroyer.

CAPITÁN CAMACHO Teniente Solórzano, embarque su tropa raídamente en el avión.

TE SOLÓRZANO Como ordene mi capitán. ¡A la dere! Por la izquierda y por la derecha... ¡embarcar!

CORTE A:

70. AEROPUERTO MILITAR. AVIÓN HÉRCULES. EXT. DIA.

Los soldados se están subiendo rápidamente al Hércules. Se sientan y abrochan sus cinturones. Lloreda se abrocha, pero lo seguimos viendo desubicado, en otro mundo.

TE SOLÓRZANO Rápido, rápido.

Llega Porras corriendo, cargando como puede el morral y las cosas que sacó. Todos lo reciben agradecidos.

TE SOLÓRZANO Cierren esa puerta, nos fuimos.

Se cierra la puerta del Hércules, el avión se dispone a despegar. Nos quedamos con Lloreda, que tiene la mirada perdida en el espacio.

CORTE A:

71. AVIÓN HÉRCULES. EXT. DIA.

El avión ha despegado. Los soldados aplauden aliviados, gritan de júbilo, chiflan.

TE SOLÓRZANO ¡¡Porras, buena esa, soldado, se merece una medalla!! ¡Menos mal que usted no había cogido ni un peso!

Porras no dice nada, todavía agitado.


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TE SOLÓRZANO ¿Y ese olor a mierda que le sintieron a su ropa y sus vainas?

PORRAS Anoche que viajé en el camión de marranos, mi teniente.

TE SOLÓRZANO Pero yo no le siento ningún olor…

PORRAS

Porque usted huele igual, mi teniente.

Todos se ríen exaltados, como soltando todos los nervios que tienen. El teniente palmea a Porras afectuosamente.

PERLAZA ¡Nos salvamooooos!!

LOZANO ¡Somos los soldados más ricos del mundo, carajooo!!

Todos gritan felices. Es una verdadera fiesta en el Hércules. Comienzan a cantar el Himno del Ejército a todo pulmón, extasiados.

SOLDADOS ¡Gloria! Gloria al soldado, y qu su fama corra...

De repente la canción es interrumpida por los gritos de Lloreda: LLOREDA

¡¡CÁLLENSE!!

Lloreda, que ha estado y luce como un poseso, se desabrocha el cinturón, se pone de pie de un salto, se quita una granada de fragmentación del uniforme y agarra el seguro, dispuesto a quitárselo… Todos quedan mudos y petrificados.

LLOREDA (Salido de casillas)

¿QUIEN HIJUEPUTAS ME ROBÓ MI MORRAL??? ¿DONDE ESTA MI PLATA???

CORTE A:

72. AVIÓN HÉRCULES. CABINA. EXT. DIA.

El copiloto ve la situación en la parte trasera del Hércules, muerto de susto, informa al piloto.


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COPILOTO ¡Mierda, un soldado se tostó y va a hacer explotar una granada!!!

PILOTO ¡¿QUÉ?!

COPILOTO ¡Está como loco, nos va a hacer explotar en pleno aire!!

PILOTO ¡Mierda, nos vamos a matar todos! ¡¡Y no hay pistas por aquí… jueputa, comienzo el descenso de emergencia…!!

El piloto comienza a descender el avión.

CORTE A:

73. AVIÓN HÉRCULES. EXT. DIA.

Continúa la situación de peligro, Lloreda amenazando con la granada volar el avión. Porras trata de razonar con Lloreda.

PORRAS ¡Lloreda, lanza, qué hace, guarde esa granada, nos va a hacer volar a todos!

LLOREDA ¡PUES VOLAMOS TODOS A LA MIERDA SI NO ME DEVUELVEN MI PLATA!

PERLAZA (Tratando de calmarlo)

Tranquilo, Lloreda, cálmese, ¿de qué plata habla?

LLOREDA ¡¡DE MI PLATA, ALGUIEN ME ROBÓ MI MORRAL CON TODA LA PLATA, NO TENGO NI UN COCHINO PESO, SOY IGUAL DE POBRE QUE SIEMPRE, PORQUE ME ROBARON! DEVUÉLVANME LO MÍO O NOS MORIMOS TODOS AQUÍ!!

CATAÑO ¡Mire, Lloreda, yo le doy mi plata, pero por favor, guarde esa granada!

LLOREDA ¡¡NO QUIERO SU PLATA, QUIERO LA MÍA!! ¡SI YO


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NO VOY A DISFRUTAR MI PLATA, NO LA DISFRUTA NADIE, CARAJO, VIDA CABRONA, VAMOS A VOLAR Y NOS VAMOS TODOS JUNTOS PARA LA MIERDA, LO JURO QUE SÍ!!!

TE SOLÓRZANO ¿¿Quién putas cogió la plata del soldado???

Todos miran al cabo Suárez.

SUÁREZ ¡Yo no fui, yo esa plata me la encontré por ahí tirada!

TE SOLÓRZANO Devuélvale la plata al soldado, cabo, ¿no ve que nos va a mandar a la mierda a todos?

SUÁREZ ¡No, ni mierda! ¡Esa plata es mía! ¡Y ese huevón no es capaz de soltar esa granada!

LLOREDA ¡¡YO NO SOY NINGÚN HUEVÓN!!

De repente, de la nada, Perlaza, Porras y otro se lanzan sobre Lloreda, lo tiran al suelo del avión y comienzan a forcejear con él.

CATAÑO ¡Nos morimos!!

CORTE A:

74. AEROPUERTO MILITAR. PISTA. EXT. DIA.

El avión Hércules aterriza en el aeropuerto militar. Se detiene y de inmediato se abre la puerta trasera. Todo dentro del avión está en una tensa calma, como si nada hubiera pasado, solo se escucha el sollozar de Lloreda, que viene escoltado por Porras. Los dos se bajan del avión antes que los otros. Alguno se le acercan con la intención de molerlo a golpes, pero Porras se interpone.

PORRAS (Enérgico)

¡Atrás, atrás!

Porras lo baja del avión, ante la mirada de todos.

CORTE A:


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75. BATALLÓN CAZADORES, ENFERMERÍA.

A través de una videocámara televisión vemos que se está transmitiendo en directo desde la enfermería del Batallón Cazadores. Una bonita y sonriente presentadora muestra a unas reinas departamentales dándole regalos a los soldados heridos.

PRESENTADORA Hoy estamos transmitiendo desde la enfermería del Batallón Cazadores, donde las reinas departamentales se han hecho presentes para entregarles regalos a los soldados heridos en combate…

Vemos las reinas en medio de soldados descamisados y vendados que sonríen a la cámara emocionados. Ellas les entregan anchetas y otros regalos. Entre los soldados vemos a Venegas, acostado en una camilla. La presentadora se acerca a él.

PRESENTADORA ¿Soldado, cómo se siente que las reinas hayan venido hasta aquí a visitarlos?

VENEGAS ¡Muy bien, están todas muy agraciadas y muy elegantes! (Coge el micrófono) ¡De paso quiero mandarle un saludo a mi mamá y a mi hermano Jeremías, que apenas me den salida me voy pa allá, que les tengo una sorpresa que ni se la sueñan! ¡Que voy a pedir la baja, y me voy a la capital a hacer la carrera de oficial, que ya conseguí la plata…!

La presentadora recobra el micrófono a la fuerza y se aparta de Venegas.

PRESENTADORA (Sonriendo)

Gracias… esto ha sido todo desde el Batallón Cazadores, sigan ustedes en estudio. (Una pausa, y luego se le borra la sonrisa) Corta. Listo, larguémonos de aquí…

CORTE A:

76. BATALLÓN CAZADORES. ENFERMERÍA. EXT. DIA.

Las reinas oyen esto, y aprovechan para salir corriendo del lugar a toda prisa de la enfermería. Los soldados las despiden, mientras se deleitan mirándoles el trasero. Les silban y les lanzan piropos. La presentadora y el camarógrafo desaparecen. En diez segundos es como si nunca hubiesen estado allí. Porras y Perlaza aparecen en la entrada de la enfermería. Venegas los ve y se alegra enormemente.

VENEGAS ¡Lancitas!!! ¡Ja, qué alegría verlos, por fin, carajo, casi no


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llegan, ustedes sí son flojos pa caminar!

Ellos se acercan a darle un emotivo abrazo.

PORRAS ¿Cómo sigue, Venegas?

VENEGAS Pues con una pata jodida por un rato, pero me dieron otra pa´mientras tanto...

Venegas les enseña una muleta que le dieron. Luego les pregunta en voz baja:

VENEGAS ¿Y la platica? ¿Se las pillaron?

PERLAZA No, logramos llegar con ella y ya la escondimos en el alojamiento. Pero le cuento que nos salvamos porque mi Dios es muy grande. Lloreda casi nos mata en el avión…

Venegas queda a la expectativa. Vemos que algunos de los otros heridos y enfermos están pendientes de la conversación…

CORTE A:

77. BATALLÓN CAZADORES. OFICINA. INT. DIA.

En la oficina de la psicóloga del batallón encontramos a Lloreda, que ya se ha serenado, y responde las preguntas de la psicóloga.

LLOREDA Ya le dije, doctora, ya estoy bien… no me pasa nada…

PSICÓLOGA ¿Pero entonces qué fue lo que le dio en el avión, por qué reaccionó de esa manera? Le cuento que ha podido causar la peor tragedia aérea de la historia del Ejército, soldado.

LLOREDA Yo sé, mi doctora, pero es que… después de tantas semanas en el monte, comiendo mico, enfermo de diarrea, uno se pone mal, y yo, pues me hacía falta mi familia, y por eso estallé… pero ya estoy bien… de verdad que sí…

La psicóloga lo mira fijamente y suspira dudando.

CORTE A:


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78. BATALLÓN CAZADORES. ALOJAMIENTO. INT. DÍA.

Lloreda regresa al alojamiento, cabizbajo. Entra, y siente que alguien cierra la puerta detrás de sí. Mira y se da cuenta que toda la compañía está allí reunida con el teniente, y lo estaban esperando. Lloreda muy nervioso.

TE SOLÓRZANO ¿Qué pasó, soldado?

LLOREDA No les dije nada, mi teniente, se lo juro… no dije nada de la plata…

El teniente lo analiza, y decide creerle.

TE SOLÓRZANO Sí, me imagino que si les hubiera dicho algo, ya estarían aquí los PMs volteando este alojamiento patas arriba.

El teniente le lanza un morral a Lloreda. Dentro hay una gran cantidad de fajos de billetes.

TE SOLÓRZANO Ahí está su plata.

LLOREDA (Baja la cabeza, arrepentido)

Mi teniente, yo…

TE SOLÓRZANO Cierre la boca, que de pronto se le mete otra verga voladora.

Hay risas apagadas. Lloreda ríe también aliviado. El teniente se dirige a toda la compañía en voz baja:

TE SOLÓRZANO Escondan bien toda la plata, que nadie la vaya a ver, ¿entienden? Yo voy a ir a hablar con mi mayor Loaiza, a ver si nos da salida y la podemos sacar de aquí…

El teniente sale del alojamiento, decidido. Gran expectativa.

CORTE A:

79. BATALLÓN CAZADORES. OFICINA MAYOR. INT. DIA.

El teniente de pie frente al mayor Loaiza.


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MAYOR LOAIZA ¿Salida? No, teniente, la Destroyer no tiene salida. ¿Para qué los mandé a traer si les voy a dar salida? Continúe…

TE SOLÓRZANO Pero mi mayor, para solicitarle… si no es una salida, al menos autorícenos un permiso por un día…

MAYOR LOAIZA Que no, hombre, no insista. La compañía tenía la misión de rescatar a los gringos, y los dejaron ir… no los voy a recompensar… no lograron nada allá en el monte, la misión falló…

TE SOLÓRZANO ¡Mi mayor, puede que se nos hayan volado con los gringos, pero créame que le dimos a las FARC donde les duele…!

MAYOR LOAIZA ¿Cómo así?

El teniente lo mira contenido, aguanta las ganas de decirle todo lo que hicieron en el monte.

TE SOLÓRZANO Les quemamos un campamento, les incautamos los AK47… desactivamos un montón de minas personales, caminamos ochenta de kilómetros para llegar a tiempo, la tropa está con la moral baja, están enfermos, es sólo un permiso por el resto del día, para que puedan mandar a lavr la ropa… mañana los tiene aquí a mediodía, mi mayor… ellos se lo van a agradecer…

El mayor se lo queda mirando, sin saber qué decidir.

CORTE A:

80. BATALLÓN CAZADORES. BAÑO. INT. DIA.

Los soldados de la Destroyer y algunos de otras compañías están desnudos en las duchas por fin, quitándose el olor y la suciedad de semanas de selva. Los de la Destroyer murmuran entre ellos en voz baja.

LOZANO Ojalá que nos den la salida, no aguanto estar aquí, siento que todo el mundo me mira…

PERLAZA


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Yo me quiero ir a ver a mi Dayana…

LLOREDA Y yo a comprarme mi camioneta…

Los soldados de otras compañías paran oreja y algo alcanzan a escuchar. De repente entra el soldado Cataño corriendo y con noticias.

CATAÑO ¡La Destroyer tiene permiso de un día! ¡Mi teniente ordenó formar en tres minutos en la plaza de armas, que pilas con lo que sabemos!!

Gritos de júbilo y vivas en el baño. Los soldados de la Destroyer salen corriendo desnudos en estampida fuera de las duchas, ni se acuerdan de cerrar las llaves de agua. Salen volando a vestirse.

CORTE A:

81. BATALLÓN CAZADORES. ALOJAMIENTO. INT. DÍA.

A puerta cerrada, los soldados corren a sacar los fajos de billetes de entre los colchones, en los baúles, de los cañones de los fusiles, y a esconderlos en tulas con uniformes sucios. Se apresuran, nadie habla, todo es exaltación. El único que no manipula dinero es Porras quien, silencioso, empaca su ropa. El teniente Solórzano entra, cierra la puerta y se dirige a los soldados.

TE SOLÓRZANO Oído, muchachos, salen como si nada. Y pilas, nadie se vaya a voltear, porque con uno que se destape, caemos todos. ¿Entendido??

SOLDADOS Como ordene, mi teniente.

CORTE A:

82. BATALLÓN CAZADORES. ENTRADA. EXT. DÍA.

Vemos a los soldados vestidos de civil, marchando fuera del batallón bajo órdenes del teniente. Al hombro cargan las aparatosas tulas con uniformes sucios, que en el fondo están llenas de fajos de billetes. La columna pasa frente a los soldados de la Policía Militar que vigilan la salida. Hay tensión y nerviosismo por el último escollo a superar.

La columna marcha fuera del batallón. Se cierra la reja.

TE SOLÓRZANO Compañía Destroyer: ¡ALTO! ¡A discreción! (En voz


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baja) Mañana los espero aquí a las mildoscientas. (Orgulloso) ¡Pelotón retirarse!

SOLDADOS ¡Viva Colombia!!!

Los soldados rompen filas, felices y triunfantes. Por fin lo lograron, salen corriendo rápidamente hacia la carretera y se repliegan en grupitos de amigos. Dos PMS centinelas del batallón los miran extrañados y comentan:

CENTINELA Oiga, lanza, estos de la Destroyer están más raros que un marrano a cuadros. No es normal ponerse tan feliz por sólo un día de permiso…

Nos quedamos con Perlaza, Lloreda, Venegas y Porras.

PERLAZA ¡Mierda, lo logramos, ahora sí somos ricos, nadie nos va a quitar esta platica!

VENEGAS ¡Esto amerita celebrar, vamos a la ciudad!

LLOREDA ¡Sí, sí, yo tengo que hacer unas compritas que tengo pendientes!

PERLAZA ¡Yo también! (Mira la hora) La flota debe estar pasando por ahí en quince minutos…

LLOREDA ¿Flota? Cual flota, yo soy millonario, papá, yo no monto en flota, ni me junto con la plebe. ¡Más bien pare un taxi!

CORTE A:

83. CARRETERA A LA CIUDAD. TAXI. EXT. DÍA.

Los cuatro amigos van en el taxi, jubilosos, con la adrenalina a tope. Perlaza, Venegas y Lloreda hablan todos al tiempo, se atropellan, contándose ad lib todos los planes que tienen. El conductor del taxi los mira por el retrovisor, extrañado de lo que hablan los soldados. Porras va en el asiento de adelante, mirando por la ventana, callado.

LLOREDA Me imagino que nuestra primera parada será las whiskería Las Panteras.


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VENEGAS Sí, sí, yo necesito echarme un polvo con mucha urgencia!

PERLAZA No señor, no podemos ir todavía.

VENEGAS ¿No va a ir a rescatar a “su” Dayana?

PERLAZA Claro, pero todavía no, necesito hacer un par de cosas primero… como comer.

VENEGAS Uy, sí, yo tengo una hambre cabrona.

Siguen hablando todos al tiempo, hasta que reparan en el silencio de Porras.

PERLAZA Oiga, Porritas, lanza, fresco que usted va en el plan, nosotros le prestamos, ¿oye?

PORRAS (Sonríe)

Tranquilos, que lo único que necesito es papel y esfero para escribirle a Herlinda… no alcanzo a ir a visitarla al pueblo en sólo un día…

LLOREDA Qué vaina, le toca esperar a la próxima licencia…

Venegas le da una palmadita afectuosa a Porras.

VENEGAS Ay, mi hermano, usted sí es que se pasa de honesto, ¿no? Hay poca gente como usted, Porritas… No lo envidio, pero lo admiro, lanza.

Porras asiente quedo, y sigue mirando por la ventana en silencio.

CORTE A:

84. CIUDAD. CALLE. EXT. DÍA.

El taxi llega a la ciudad. El taxista anuncia:

TAXISTA Llegamos, caballeros… son quince mil pesitos…


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Venegas saca unos fajos de billetes y se los pone en el bolsillo de la camisa. El taxista queda anonadado.

VENEGAS Hagamos una cosa, lanza: tenga esta platica, y se queda con nosotros todo el día, qué dice, ¿le alcanza?

TAXISTA (Revisando los billetes)

Claro que me alcanza muchachos, con el mayor gusto se les atiende.

Ellos se miran entre sí y sonríen, sobrados y llenos de sí.

CORTE A:

85. MONTAJE. CIUDAD. CASA DE CAMBIO. EXT. DÍA.

Vemos un montaje de las correrías de los cuatro soldados en la gran ciudad. Primero llegan a una casa de cambio. Al hombro llevan un morral que luce pesado. Vienen comiendo empanadas, pasteles y tomando gaseosa. Una dependienta atiende detrás de un vidrio de seguridad.

PERLAZA Buenas, señora, ¿nos podría cambiar unos dólares por pesos?

DEPENDIENTA ¿Cuánto van a cam…

Se queda muda al ver que frente a ella se acumulan cerros y cerros de billetes de cien dólares que los soldados van sacando del morral. La mujer se queda petrificada.

PERLAZA Usted tiene esa maquinita pa contar plata, ¿cierto?

CORTE A:

86. CIUDAD. CONCESIONARIO AUTOMÓVILES. INT. DÍA.

Los cuatro amigos en un fino concesionario de carros. Lloreda llega hasta la camioneta más ostentosa e impresionante de todas.

VENDEDOR Muchacho, esa camioneta vale ciento treinta millones de pesos.

LLOREDA Bueno, la llevo puesta.


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Lloreda toma el morral y saca los fajos de dinero correspondientes a los ciento treinta millones, se los entrega al vendedor, y le encima un fajo menor.

LLOREDA Ciento treinta… y le encimo medio millón para usted si me tiene la camioneta lista para mañana.

CORTE A:

87. CIUDAD. TIENDA DE ELECTRODOMÉSTICOS. INT. DÍA.

Venegas se mira en un televisor de treinta pulgadas de pantalla plana que tiene una cámara de video conectada.

VENEGAS A mi papá y a mi hermano les va a encantar este aparato, ahí van a poder ver bien los partidos de la selección… y cuando yo sea coronel y salga por televisión dando el parte, diciendo que matamos a ciento cincuenta guerrilleros y capturamos otros doscientos…

Venegas saca dinero y se lo pone en la mano al sorprendido vendedor de la tienda.

CORTE A:

88. CIUDAD. TIENDA DE ZAPATOS. INT. DÍA.

Ahora encontramos a los cuatro amigos en una zapatería donde venden los últimos modelos de zapatos deportivos. Todos menos Porras están sentados en las sillas para medirse los zapatos, en olorosas y rotas medias, probándose todo tipo de zapatos deportivos. Las muchachas que atienden tienen que aguantar el fuerte olor que despiden los golpeados pies de los soldados.

VENEGAS Estos “Níque” me gustan… son suavecitos… Llevo cuatro pares de los mismos, por si se me gastan… Pero empáqueme el izquierdo, porque solo me puedo poner el derecho por ahora...

CORTE A:

89. CIUDAD. FACHADA TIENDA DE ZAPATOS. EXT. DÍA.

Media hora después, los soldados salen de la tienda de zapatos cargando una bolsa llena de lo último en marcas de zapatos deportivos. Vemos sus pies: ahora ya no calzan zapatos viejos, si no Nike y Adidas nuevecitos y resplandecientes. Vengas solo usa el zapato derecho. Vamos a la tienda, en la puerta están las vendedoras. En sus manos vemos billetes y los zapatos viejos y raídos de los soldados. Ellas los miran subirse en su taxi


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personal. El taxi va abarrotado de bolsas y cajas de diversos almacenes.

VENDEDORA (A otra)

¿Soldados con plata? Eso sí está muy raro, mija…

CORTE A:

90. CIUDAD. ALMACÉN DE ROPA. INT. DÍA.

Ahora el grupo de soldados está en los camerinos de un elegante almacén de ropa. Un gay muy forrado los atiende. Ellos visten ropa nueva y vistosa y la lucen frente a los espejos del lugar. Dan vueltas, se revisan cómo les ajusta en el trasero, ponen actitud de personas elegantes. El gay los atiende, les trae más y más ropa, le da opiniones ad lib. Perlaza especialmente se preocupa por verse bien.

GAY Esta camisa es de la última colección, te queda divina… te horma precioso en los hombros…

Mientras tanto, vemos a Lloreda que se prueba diferentes lentes de sol, sombreros de ala ancha y guantes de conducir y se mira en un espejito. Hace ademán de ir manejando.

LLOREDA ¡Bbbrrrrmmmmmm!!!

Venegas escoge ropa para su familia. Aborda a una clienta estrato seis que está allí mirando ropa.

VENEGAS Disculpe, es que usted es como del tamaño de mi hermana Lourdes… ¿se podría poner esta blusita así por encima, a ver qué tal le queda?

La clienta, asustada, acepta y se pone la blusa por encima.

CORTE A:

91. CIUDAD. SALÓN DE BELLEZA. INT. DÍA. (MONTAJE)

Partimos de los aporreados pies de Perlaza a los cuales les están haciendo la pedicura. Porras mira a sus amigos que se han tomado el salón sólo para ellos. Todas las estilistas trabajan para ellos. Venegas y Perlaza tienen mascarillas de pepino en la cara, les hacen masajes, en fin, el tratamiento de belleza completo.

Lloreda aparece en bata y con el pelo mojado, pues le estaban haciendo el shampoo antes de cortarle el pelo. Ve un frasco de perfume en una estantería, lo abre y lo huele. Se echa en las axilas, en el pelo. Se queda mirando el frasco, lo destapa del todo y se bebe un


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trago largo. Porras corre a detenerlo. Lo lleva al baño a vomitar mientras lo regaña por animal.

CORTE A:

92. CIUDAD. RESTAURANTE FINO. INT. DÍA.

Los cuatro soldados ahora en el restaurante más elegante de la ciudad. Los vemos peluqueados y con sus rostros limpios. Meseros en frac pasan de un lado a otro atendiendo a la distinguida clientela, que solo tiene ojos para los cuatro soldados. Se escuchan murmullos por lo bajo mientras ellos comen toda clase de viandas exóticas que han ordenado: carnes, mariscos, pasta, etc. Un mesero elegante los atiende de muy buena gana.

VENEGAS ¿Usted qué pidió, Porras?

PORRAS

Espagueti al burro.

VENEGAS Lanza, venimos al mejor restaurante de la ciudad, ¿y a usted le da por pedir carne de burro? ¡No sea huevón! Ya le dijimos que nosotros lo invitamos, hombre… pida algo decente…

Siguen comiendo afanados, muertos de hambre. Los meseros los siguen atendiendo.

LLOREDA ¿Cual es el trago más caro que tiene aquí?

MESERO Champaña Moet Et Chandon.

LLOREDA Listo, lancita, tráigase un petaco de esa vaina pa probarla.

MESERO Viene en botellas...

LLOREDA Yo se, mano, ¿fue que me vio cara de inculto, o qué? Traiga cuatro botellas, una para cada uno. Pero ya.

MESERO Como ordene. (Sale raudo)

Porras luce preocupado. Apenas si ha probado bocado.


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PERLAZA Bueno, “caballeros”, hoy nos hemos dado el día que nos merecemos, ¿o no? Y para mi todavía falta lo mejor, espero que me acompañen en una misión que tengo esta noche…

Saca de su bolsillo el top de lentejuelas de Dayana y lo enseña a sus amigos.

CORTE A:

93. CIUDAD. WHISKERÍA LAS PANTERAS. ENTRADA. INT. NOCHE .

Los cuatro amigos irrumpen en las whiskería en medio de la música. Vienen con sus nuevas pintas, peinados y actitud ganadora. Los porteros, las prostitutas y los comensales se los quedan mirando asombrados.

PERLAZA ¡Buenas noches, hagan el favor de salir, esta noche hay una fiesta privada!

Los porteros y una señora que es la dueña de la whiskería, se acercan a ellos.

DUEÑA A ver, ¿qué es lo que está pasando, qué se creyeron ustedes? ¡Se van!

Venegas toma el morral y saca unos fajos de billetes.

VENEGAS Buenas, mi señora, queremos alquilar el sitio solo para nosotros cuatro, todo incluido…

La señora asombrada toma los fajos de billetes. Mira al portero y cambia radicalmente de actitud:

DUEÑA Sáqueme a todo el mundo, Fermín.

PORTERO Como diga, doña Ligia. (En voz alta) Señores, se acabó el servicio por esta noche, hay una fiesta privada, gracias por venir…

Se oyen quejas y silbidos, pero los porteros comienzan a sacar a todo el mundo. Entre los que salen, vemos a los jóvenes con los que se habían peleado antes. Los soldados los miran sobrados.

VENEGAS ¡Un dos tres mar de aquí, gomelitos! ¡Chao!


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Perlaza mira por todas partes tratando de ubicar a Dayana.

PERLAZA (A la dueña)

Doña, estoy buscando a Dayana…

DUEÑA Dayana está arriba en los reservados, atendiendo a un cliente.

Perlaza sale corriendo escaleras arriba, con el morral al hombro.

CORTE A:

94. CIUDAD. WHISKERÍA LAS PANTERAS. RESERVADO. INT. NOC HE.

Dayana se dispone a atender a un señor gordo y malencarado. Ella está desnuda, y el hombre se está quitando los pantalones cuando irrumpe en el cuarto Perlaza. Dayana y el cliente se sorprenden.

CLIENTE ¡Oiga, oiga, qué hace, esta pieza está ocupada!

Perlaza saca unos fajos de dinero del morral y se los entrega al cliente.

PERLAZA Sí, disculpe, señor, tenga esto por sus molestias, y ahora piérdase.

El cliente, confundido, recibe el dinero, duda por un momento, pero luego se pone los pantalones y sale corriendo del sitio. Perlaza se queda mirando atónito a su adorada Dayana, quien desnuda luce más impactante que nunca. Ella lo mira como bicho raro…

PERLAZA Dayana…

DAYANA Sí, soy Dayana, ¿y usted quién carajos es…?

PERLAZA (Le da la mano, y muy marcial)

Mucho gusto, soldado profesional Perlaza Romero Justo Alberto, para servirle…

Se dan la mano en un cuadro un poco absurdo.

DAYANA Bueno, soldado, ¿y por qué se mete aquí así, sin avisar, y le da plata a mi cliente pa que se vaya? Si quiere un servicio,


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le toca que hable con doña Ligia y cuadre una cita…

PERLAZA No, no venía por un servicio… venía a pedirle por favor que… deje esto de ser puta y se case conmigo.

Dayana lo mira como si el pobre muchacho se hubiera enloquecido del todo, pero Perlaza está firme en su propuesta.

CORTE A:


Los clientes ya han abandonado el lugar, sólo quedan Venegas, Lloreda, Porras, el taxista y las prostitutas del lugar.

VENEGAS ¡Abran trago y pongan música pa bailar!

Empieza a sonar música salsa. Venegas saca billetes y los tira al aire.

VENEGAS ¡A ver, muchachas, a ganarse la propina!

Las chicas corren a recoger los billetes como buitres, cuando los han cogido todos, se acercan a los soldados, para divertirlos.

PROSTITUTAS (Ad lib)

¡Papitos! ¡Vengan pa acá!

Comienzan a bailar. Venegas tira la muleta por ahí y se apoya en un par de muchachas para bailar con ellas. Lloreda inmersa feliz su nariz en los prominentes pechos de una prostituta más voluptuosa. Tres muchachas se acercan a Porras, que se ha sentado en la barra a tomarse una cerveza y mirar el show.

CHICA Papito, camine bailamos…

PORRAS Soy soldado…

CHICA Por eso, déjese atender…

PORRAS No, gracias, los de la plata son mis lanzas…

Las muchachas, decepcionadas, se retiran y van donde el taxista.


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CHICA ¿Y usted? ¿Es soldado?

TAXISTA (Aprovechando)

¿Yo? Yo sí, sí, claro, (imita un saludo militar) ¡atención firrrr!

Ellas se abalanzan sobre él, y comienzan a acariciarlo. Porras desde la barra mira con gesto adusto toda la situación.

CORTE A:

96. CIUDAD. WHISKERÍA LAS PANTERAS. RESERVADO. INT. NOC HE.

Retomamos a Perlaza con Dayana, que ante la sospecha de locura del soldado, se ha cubierto con una sábana rosada y busca la manera de salir huyendo.

DAYANA (Muerta de susto)

Por favor, no me haga nada, no me vaya a pegar… yo voy a salir de aquí, y…

PERLAZA ¡Dayana, yo no estoy loco!

DAYANA No, no, yo no he dicho eso, por favor cálmese, no se me ofusque…

PERLAZA (La toma de los brazos y la encara)

Dayana, óigame, yo se que esta vaina suena muy rara… pero créame, vine a pedirle que se case conmigo porque la quiero, la he querido siempre, usted es la mujer que yo siempre me he soñado, la que quiero tener a mi lado…

Perlaza saca el top de lentejuelas y se lo muestra. Ella se sorprende.

PERLAZA Esto que es suyo estuvo conmigo en el monte… por el recuerdo de usted es que yo me he mantenido vivo, con la idea que la iba a volver a ver y le iba a pedir que fuera mi mujer… porque usted es la mujer más linda y más divina de la tierra, y la única razón que yo tengo pa estar vivo es por usted…

Dayana lo mira, de alguna manera conmovida por las palabras del soldado.


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DAYANA Juemadre, en veinte años nadie me había dicho una cosa de estas…

PERLAZA Pues yo se lo digo, y se lo repito, porque la quiero, de verdad, y quiero sacarla de ser puta, que no se lo tenga que dar a nadie por plata nunca más en su vida… yo quiero que usted sea una dama, una mujer bien, y que me de el chance de ser el hombre pa usted…

DAYANA Pero qué quiere, ¿que me case con usted? Y de qué vamos a vivir, si usted es un soldado muerto de hambre… no vamos a llegar ni a la esquina, hombre…

Perlaza toma el morral y lo vacía en la cama del reservado. Hay una cantidad impresionante de fajos de dinero. Dayana se queda boquiabierta.

PERLAZA Yo creo que con esto nos alcanza pa empezar…

Dayana mira el dinero, mira a Perlaza, tiene la cabeza hecha un lío. No acierta a decir nada.

PERLAZA Esa plata es para que no tenga que venderse nunca más… ¿qué me dice, me acepta?

DAYANA (Asiente con la cabeza)

Gracias, muchas gracias… (no sabe como se llama)

PERLAZA Justo.

DAYANA … Justo…

Dayana se lanza sobre él, emocionada, lo abraza con ojos aguados. El abrazo es fuerte, Perlaza siente que todos sus sentimientos por ella afloran, le acaricia el pelo, los hombros, comienza a besarla en los labios y ella se deja.

PERLAZA ¡Dayanita, mi amor…!

Perlaza la besa como loco, la manosea fuera de control. La sábana que cubría a Dayana cae al suelo y ella queda desnuda frente a él. Perlaza, esclavo de la pasión, se lanza sobre


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ella y caen en la cama, sobre los fajos de billetes, y se disponen a hacer el amor salvajemente encima del dinero…

FUNDE A:

97. CIUDAD. WHISKERÍA LAS PANTERAS. EXT. NOCHE.

Tres de la mañana. El local está apagado, la música se ha extinguido. Encontramos a Venegas, Lloreda y Porras en una mesa llena de botellas de whiskey fino vacías, dormitando, agotados y borrachos. Algunas muchachas los acompañan, pero están en igual estado. Perlaza baja las escaleras en calzoncillos. En su rostro tiene una sonrisa de oreja a oreja, se ve radiante y triunfador. Se acerca a la mesa donde están sus amigos.

VENEGAS ¿Y qué, como le fue con su Dayana?

PERLAZA Demasiado bien, lanzas, Dayana me dio el sí…

LLOREDA ¿Se la comió?? ¡Buena esa, cumplió su sueño!!

PERLAZA ¡Respetico, lanza, que Dayana no es una puta cualquiera! Me dio el sí de ser la mujer mía… Ya les mandaré las invitaciones pal casorio…

VENEGAS (Burlón)

¿Casorio? Pero van como rápido, ¿no?

PERLAZA ¿Pa qué esperar? Esa es la mujer que yo he querido siempre. (Bebe un trago de whiskey) Lanzas, esto sí es la vida que nos merecíamos por todos los servicios prestados a la patria, ¿sí o pa qué?

VENEGAS ¡Sí, brindo por eso!

Chocan botellas de whiskey y beben.

LLOREDA Hasta que por fin nos cambió la vida. Ahora sí voy a poder pedir la baja para dedicarme a lo que más me gusta: no hacer ni mierda.

VENEGAS


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Ahora sí tenemos posición y nos respetan como tiene que ser, como militares que somos, carajo… ya se están dando cuenta que no somos unos huevones muertos de hambre…

Los cuatro se quedan en silencio, bebiendo y disfrutando su momento de gloria. Perlaza pone la botella vacía en la mesa, junto a las otras, y se dispone a regresar al reservado.

PERLAZA Me perdonan, pero tengo que subir… para el repitis…

Todos ríen. Perlaza sube las escaleras rápidamente. Porras también se pone de pie con intención de salir.

VENEGAS ¿Y usted pa donde va, lanza? Tranquilo, que esta es su casa, no se tiene que ir.

PORRAS Voy a hacer una llamada afuera. (Se toca los bolsillos) ¿Alguien tiene una moneda?

Todos se parten de la risa. Venegas le da un billete de cincuenta mil pesos.

VENEGAS ¿Quién va a tener monedas, hombre?

PORRAS Bueno, afuera consigo. Hasta luego…

Porras se queda mirando a sus amigos por un instante en silencio.

PORRAS Nos estamos viendo. Cuídense mucho.

VENEGAS Eh, pero este se despide más que novia fea. ¡Adiós, mi amor, nos vemos!

Porras sonríe y sale de la whiskería.

CORTE A:

98. CIUDAD. CABINA TELEFÓNICA. EXT. NOCHE.

Porras está en un teléfono público viejo y destruido. Solo tiene una moneda para la llamada.

PORRAS ¿Aló? (Se emociona) ¡Herlinda, mi amor, qué hubo!


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Perdóneme por despertarla, no la pude llamar antes…

CORTE A:

99. PUEBLO. CASITA. CUARTO. INT. NOCHE.

Herlinda, en camiseta de dormir y en su cama, habla con su esposo. Vemos que estaba durmiendo.

HERLINDA Helmer, mijo, ¡qué alegría oírlo! Estaba pendiente de las noticias, pero no habían dicho nada de ustedes… ¿Cómo está?

PORRAS Bien, mi amor, bien, no se preocupe por mi… ¿y Simona?

HERLINDA Ella bien, dormidita, estuvo como con una gripa ayer, pero está mejorcita ya… ¿de dónde me llama?

PORRAS Estoy en la ciudad, a la compañía le dieron permiso, pero sólo de un día, (con tristeza) entonces no pude coger para el pueblo a visitarlos…

HERLINDA Tranquilo, mijo, que usted sabe que aquí lo apoyamos, y lo esperamos lo que haga falta, me alegra es que esté sano y salvo… Ay, mijo, hay una cosa urgente, lo del arriendo de este mes, no me alcanzó la plata para pagarle al dueño, ¿será que entonces saco de la corporación?

PORRAS ¡No! (Agobiado) No, mija, espéreme unos diítas, yo levanto la plata, pero no toquemos los ahorros, ¿sí?

Mientras vemos que Porras y Herlinda continúan hablando, escuchamos de nuevo las líneas de la carta de Porras en su propia voz…

PORRAS (Off)

“…esa noche que la llamé de la ciudad, tampoco tuve valor para contarle lo que había pasado con nuestros ahorros y que estábamos en la quiebra…”

FUNDE A:

100. CARRETERA RURAL. PARADERO. INT. AMANECER.


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Regresamos al presente, el jeep recorre una carretera destapada al amanecer. Herlinda lee mentalmente la carta de su esposo. Simona va dormida junto al regazo de su madre. Escuchamos las líneas de la carta ahora en voz de ella.

HERLINDA (Leyendo, en off)

“…perdóneme, yo le fallé y no tuve cara para admitírselo…”

Herlinda, con ojos aguados, se da cuenta que Simona duerme y suspende por un momento la lectura de la carta. Acaricia el pelo de su hija, tristemente. El jeep llega al mismo paradero de camiones al que antes llegaran los soldados a pie. El conductor del jeep frena y se detiene del todo.

CONDUCTOR WILLYS Bueno, mi señora, yo hasta aquí llego…

HERLINDA Pero necesito seguir más…

CONDUCTOR WILLYS Yo no le jalo más, de ahí paelante es bajo su cuenta y riesgo... mucha suerte… ojalá que no la secuestre la guerrilla…

HERLINDA (Ofuscada)

Pues ojalá me secuestraran, así al menos les toca darnos comida. Yo no tengo ni para eso…

CORTE A:

101. CARRETERA RURAL. PARADERO. EXT. AMANECER.

Herlinda carga a la dormida Simona, mientras habla con un viejo dueño de una zorra, una carreta vieja tirada por un caballo aún más viejo y enfermo.

ZORRERO ¿Hasta la vereda del Coreguaje, mi doña? ¿Y eso para qué tiene que ir allá?

HERLINDA No, yo tampoco sé… pero tengo que llegar… señor, ¿no me puede llevar?

ZORRERO Pues yo voy a unos diez kilómetros de allá, lo más que puedo hacer es acercarla. Y toca viajar de noche, para no ir


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a coger un retén.

HERLINDA Está bien… me sirve, muchísimas gracias… Dios se lo pague…

CORTE A:

102. CARRETERA DESTAPADA. ZORRA. EXT. DÍA.

La carreta avanza lentamente por la polvorosa carretera destapada. El zorrero conduce su caballo. Herlinda va detrás de él, con Simona dormida en su regazo. Saca la carta de nuevo, y revisa el mapa que viene con la parte escrita. Guarda el mapa y continúa leyendo donde interrumpió antes…

HERLINDA (En off)

“Los que sí estaban pero felices eran mis lanzas, Venegas, Perlaza y Lloreda. Estaban que no se cambiaban por nadie, con toda la plata, y el respeto que se habían ganado…”

FUNDE A:


Vemos a Venegas y Lloreda durmiendo en la mesa de la whiskería. La voz que lee la carta cambia a la de Porras.

PORRAS (En off)

“…pero la cosa no les iba a durar mucho, porque a la mañana siguiente ya todo empezó a complicarse…”

CORTE A:

104. BATALLÓN CAZADORES. COT. INT. AMANECER.

Apenas ha salido el sol. En el Centro de Operaciones Telefónicas del Batallón Cazadores, un cabo está encargado de las comunicaciones del batallón. Entra una llamada telefónica y contesta.

CABO Centro de Operaciones Batallón Cazadores, buenos días. (Pausa) Sí, señorita, cómo no…

CORTE A:

105. BATALLÓN CAZADORES. PLAZA DE ARMAS. INT. DÍA.


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El mismo cabo que contestó el teléfono antes acomete al Mayor Loaiza en la plaza de armas.

CABO Mi mayor, buenos días, para solicitarle…

MAYOR LOAIZA ¿Qué pasa, cabo?

CABO Mi mayor, es que acaba de entrar una L500, era una mujer, no dijo el nombre, pero llamó a hacer una denuncia muy grave sobre un soldado…

MAYOR LOAIZA (Timbrado)

¿Qué denuncia?

El cabo se dispone a informarle al mayor.

CORTE A:

106. CIUDAD. CALLES. CAMIONETA. EXT. DÍA.

Un poco más tarde vemos a Lloreda con gafas oscuras, conduciendo su camioneta nueva, que acaba de recoger. Escucha música en el radio.

LLOREDA ¡Hmmm, el olor a carro nuevo es lo más arrechante que hay…!

Le sube el volumen al radio, canta la canción a todo pulmón. Acelera feliz por las calles de la ciudad, zigzagueando imprudentemente entre los carros, y pitándole a los lentos.

LLOREDA ¡Muévanlo!

Le bota la camioneta a un taxi, que pega el frenazo y lo deja seguir. Lloreda se muere de la risa y se siente triunfante.

LLOREDA ¡Ahora sí, jueputa, van a empezar a respetar a Silvio Lloreda!

CORTE A:


La impresionante camioneta de Lloreda se estaciona frente al batallón. Se baja con


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actitud sobradora. Se quita los lentes oscuros y se dispone a entrar. Los PMs de la entrada lo miran sorprendidos a él y a la camioneta.

LLOREDA Está bacana, ¿sí o qué?

PM ¿Suya?

LLOREDA ¿De quién más? (Pone la alarma y el bloqueo central) Permisito, voy a cambiarme para ir a formar.

Muy orondo entra al batallón. Un SARGENTO encargado de la entrada toma su radio, y avisa:

SARGENTO Mi mayor, ya llegó uno de los soldados de le Destroyer… llegó en una camioneta Gran Cheroqui nueva… cambio…

MAYOR LOAIZA Agárrenlo…

El sargento hace una seña a los PMs.

CORTE A:

108. BATALLÓN CAZADORES. OFICINA ESTADO MAYOR. INT. DÍA.

Lloreda está muy azarado frente al mayor Loaiza. Está siendo custodiado por dos PMs.

LLOREDA Le juro que no se nada, mi mayor, yo no se de qué plata está hablando usted…

MAYOR LOAIZA ¿No? ¿Y entonces de dónde sacó esa camioneta que parqueó afuera?

LLOREDA No, pues, la compré con unos ahorritos que tenía, de lo del sueldo…

El mayor no puede evitar partirse de la risa. Se abre la puerta y el sargento que vimos antes en la entrada, entra a la oficina.

SARGENTO Mi mayor, ya requisamos las cosas del soldado, pero no


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encontramos nada raro…

Lloreda respira por un momento aliviado. Pero entonces el sargento enseña la cámara de fotos de Lloreda.

SARGENTO Esta cámara fue lo único… parece que tiene rollo…

MAYOR LOAIZA Sáquelo y mándelo a revelar…

Lloreda atragantado, mira su cámara, y recuerda…

CORTE A:

109. FLASHBACK. SELVA. CAMPAMENTO. EXT. NOCHE.

Volvemos a ver el momento en que Lloreda llega con su pequeña camarita fotográfica a tomarle fotos a sus lanzas.

LLOREDA ¡Una foto, millonarios, que esto hay que recordarlo pa toda la vida!

Los soldados se abrazan unos a otros, posando para la cámara de Lloreda. Este dispara el flash y toma varias fotos a grupos de soldados que saltan felices, cantan, gritan y enseñan su dinero a la cámara, triunfantes y llenos de sí mismos. Flash viene y va en medio de la selva, sin que a nadie le importe.

SOLDADOS (Ad lib)

¡Somos ricos, ricoooos! ¡Viva el ejército! ¡Viva Colombia!

CORTE A:

110. BATALLÓN CAZADORES. OFICINA ESTADO MAYOR. INT. DÍA.

El sargento sale de la oficina presto a revelar el rollo. El mayor enfrenta a Lloreda, que ahora está muerto de nervios.

MAYOR LOAIZA Mire, soldado, ya nos han informado de las andanzas de la Destroyer en la ciudad, es solo cuestión de tiempo antes de que yo me averigüe que fue lo que pasó allá en el cerro donde estaban. Si habla ahora, si me da nombres, a lo mejor podemos negociar algo los dos… Créame, no le conviene enfrentarse a un juicio militar, puede pasar muchos años en la cárcel…


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Lloreda lo mira en silencio, muy angustiado.

CORTE A:


Venegas llega en el taxi que alquilaron el día anterior. A su lado va la caja del televisor. Se va a despedir del taxista, cuando se queda mirando algo que sucede a la entrada del batallón: unos PMs han abierto la camioneta de Lloreda y la requisan de arriba abajo.

VENEGAS ¡Mierda, la camioneta de Lloreda…!

Aguza la vista y corrobora su sospecha: la están requisando. Venegas se azara.

VENEGAS (Al taxista)

¡Hermano, sáqueme de aquí, espiche esa chancleta, no me puedo bajar acá y menos con este televisor! ¡Hágale!

El taxista arranca y se pierden antes de que los vean los PMs.

CORTE A:

112. CIUDAD. WHISKERÍA LAS PANTERAS. RESERVADO. INT. DÍA .

Descubrimos a Perlaza dormido patas arriba en la desordenada cama del reservado. Dayana no se ve por ninguna parte. Perlaza abre un ojo y trata de ubicarse.

PERLAZA Buenos días, mi amor…

Nadie le responde. El se pone de pie, buscándola pero no está en la habitación. Perlaza tiene un mal presentimiento. Busca su dinero, pero todos los fajos de dinero han sido recogidos y no hay dinero a la vista.

PERLAZA Mierda… la plata…

Se pone de pie de un salto. Aun aturdido y torpe busca debajo de la cama, en el baño, pero no hay rastro de la plata ni de Dayana.

CORTE A:

113. CIUDAD. WHISKERÍA LAS PANTERAS. INT. DÍA.

Perlaza baja sin camisa y corriendo agitado al bar de la whiskería. Allí se topa con la dueña, que supervisa el aseo del local.


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PERLAZA Doña… ¿no ha visto a Dayana?

DUEÑA Sí, se fue esta mañana temprano… me renunció, dijo que ya no iba a trabajar más, la vergaja esa. Le dejó fue esto…

La dueña le pasa una servilleta a Perlaza, donde Dayana le ha escrito unas pocas líneas.

PERLAZA “Perlaza… gracias por ayudarme a dejar la prostitución, pero no puedo casarme con usted. Tengo novio, y a usted no lo quiero. Perdóneme, que ojalá le vaya bien en la vida. Por favor no me busque. Dayana”.

Perlaza se queda mirando la servilleta como si no pudiera creerlo. Se ha quedado atónito. De repente irrumpen en el local seis PMs blandiendo sus armas. La dueña da un gritico asustada y se quita del camino.

PM ¡Ahí está! ¡A tierra, soldado!

Perlaza, que luce como anestesiado, mira como los PMs le apuntan con pistolas 9mm, y se abalanzan sobre él, lo hacen poner de rodillas y le ponen esposas en las muñecas.

PM Queda arrestado, soldado… (A los otros) ¡Registren el sitio!

CORTE A:

114. CIUDAD. CASA DERRUÍDA INT. DÍA.

Encontramos a Venegas inmerso en una casa abandonada y derruida. Allí afanosamente ha abierto la carcaza del televisor y vacía el contenido del morral dentro. Fajos y fajos de billetes quedan dentro del televisor.

VENEGAS Aquí no la van a encontrar…

Cierra la tapa del televisor, le aprieta los tornillos con una navaja. Mete una nota que ha escrito, y cierra la caja.

CORTE A:

115. CIUDAD. AGENCIA DE MENSAJERÍA. INT. DÍA.

Una dependienta atiende a Venegas.


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DEPENDIENTA AGENCIA ¿Qué contiene la caja?

VENEGAS Un televisor no más… Necesito que llegue mañana, no importa cuánto valga.

DEPENDIENTA AGENCIA Con gusto.

La dependienta anota un par de cosas. Dos empleados alzan la muy pesada caja y la pone en una banda transportadora. Venegas ve como la caja se va. Una vez se ha ido, se queda pensativo.

VENEGAS ¿Y ahora? (Duda) No, jueputa, espero que ese huevón de Lloreda no haya soltado la lengua…

Sale de la agencia afanado.

CORTE A:

116. CIUDAD. FACHADA AGENCIA DE MENSAJERÍA. INT. DÍA.

Venegas sale de la agencia, con tan mala suerte que se topa con una camioneta del ejército, donde transportan a Perlaza. Los PMs en la camioneta lo ven.

PM

¡Ahí hay otro de la Destroyer! ¡Cójanlo!

Venegas trata de salir corriendo, pero con su pierna enyesada no llega muy lejos antes de que le den alcance y lo apresen. Venegas que parece demente, trata de defenderse con la muleta, la blande como si fuera un fusil, pero no puede evitar que lo cojan.

CORTE A:

117. BATALLÓN CAZADORES. ALOJAMIENTO. INT. DIA.

Una docena de PMs entran al alojamiento de la compañía Destroyer. El mayor entra después de ellos, dando órdenes a viva voz.

MAYOR LOAIZA ¡Registren todo! ¡Pongan esto patas arriba si toca… cualquier billete, moneda, peso dólar, que encuentren ahí me lo traen!

Los soldados arrasan con el lugar, voltean catres, quitan colchones, fuerzan los candados de los baúles, registran todo. Vacían el contenido de los baúles en el centro del


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alojamiento.

CORTE A:

118. CIUDAD. HOTEL ELEGANTE. BAÑO TURCO. INT. DÍA.

Descubrimos al teniente Solórzano en toalla en un baño turco, acompañado de tres gordos bigototes que a todas luces son hombres de negocios. Beben cerveza y hablan.

HOMBRE DE NEGOCIOS 1 Entonces ¿le interesaría invertir en certificados de término fijo, teniente?

TE SOLÓRZANO Sí, sí, me interesa, yo de eso no se mucho, por eso los llamé. Me sobra por ahí una platica y quería ponerla a producir...

HOMBRE DE NEGOCIOS 1 ¿Y como de cuanta “platica” estamos hablando?

TE SOLÓRZANO Como un millón...

HOMBRE DE NEGOCIOS 1 ¿Un millón de pesos?

TE SOLÓRZANO De dólares.

Automáticamente los tres hombres de negocios se atoran con sus cervezas. Como pueden se componen y disimulan su asombro.

HOMBRE DE NEGOCIOS 1 Le tengo un portafolio de negocios que le puede interesar... ¿cuando vamos al banco?

Pero de repente se sobresaltan al oír unos ruidos. Se trata de cuatro PMs que han entrado al baño turco a sacar al teniente.

TE SOLÓRZANO ¿Qué pasa??

PM Venga con nosotros, mi teniente.

Le quitan la cerveza de la mano, lo aferran de los brazos y lo van sacando del sitio ante los infructuosos quejidos del militar y la sorpresa de los gordos hombre de negocios. A uno de ellos se le caen su toalla al suelo.


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119. PUEBLO. CASITA. INT. DÍA.

Tocan insistentemente a la puerta de la casa de Porras. Herlinda abre extrañada, y entonces irrumpe media docena de soldados de la policía militar. Empiezan a registrarlo todo.

HERLINDA ¿Qué pasa, qué están haciendo??

Un sargento PM se le acerca.

SARGENTO PRIMERO ¿Usted es Herlinda Dulce, la esposa del soldado Helmer Porras?

HERLINDA Sí, primero, ¿qué pasa?

SARGENTO PRIMERO ¿Dónde está el soldado Porras?

HERLINDA En el Batallón Cazadores.

SARGENTO PRIMERO No, mi señora, no me haga perder tiempo, Porras tuvo salida ayer, pero no regresó al batallón hoy. ¿Dónde está?

HERLINDA (Desubicada)

No sé, no tengo idea, él llamo en la madrugada, pero no dijo que iba a venir ni nada… ¿me puede decir qué es lo que pasa?

SARGENTO PRIMERO Pasa que su esposo se evadió… es un ladrón y traidor a la patria, señora.

HERLINDA Mi esposo no es ningún ladrón ni ningún traidor, señor, Helmer es la persona más honesta y recta que hay y él adora el ejército, él nunca se evadiría, ¡Eso es mentira!

Mientras vemos que los PMs siguen requisando la casa de Porras, escuchamos sus palabras:

PORRAS (En off)


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“…Cuando presentí que nos iba a coger, pensé mucho si me entregaba o no, pero al fin decidí que no, por lo menos por ahora no… ya sabrás por qué… Hace ya tres días que me evadí, y te estoy escribiendo esta carta para mandarte unas instrucciones. Es peligroso lo que te pido, por eso mejor no le digas nada a nadie. Necesito que vayas a un lugar… te hice un mapa…”

FUNDE A:

120. CARRETERA DESTAPADA. YE. ZORRA. EXT. DÍA.

Ya es de día cuando retomamos a Herlinda y Simona en la zorra, transitando un paisaje semiselvático. Simona va sentada al lado del zorrero, mirando el caballo. Herlinda tiene el mapa en sus manos y lo analiza en silencio. La zorra se detiene frente a una Y en el camino.

ZORRERO Mi doña, yo aquí cojo pa la derecha, pero usted tiene que seguir por la izquierda.

Herlinda asiente. Guarda el mapa y se baja de la zorra con Simona.

HERLINDA Señor, muchas gracias por traernos hasta acá, ojalá algún día le pueda pagar.

ZORRERO Tranquila, ojalá que encuentre lo que busca…

El zorrero arranca. Herlinda y Simona también se ponen en marcha por el camino de la izquierda.

CORTE A:

121. CARRETERA DESTAPADA. TIENDA. EXT. DÍA.

Después de caminar algunos kilómetros bajo el sol inclemente, Herlinda y su hija llegan a una tienda con techo de zinc que hay a un lado de la carretera. Herlinda mira el mapa que tiene en la mano, coteja algo y luego lo guarda. Entran y los recibe la tendera que atendió a los soldados días antes.

TENDERA Bien pueda siga, mi señora. A la orden. (Viendo a Simna) Ten bella la niña…

HERLINDA Gracias, doña. (Se sienta con Simona) Quería hacerle una


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pregunta: ¿por aquí no ha pasado un soldado en estos días?

TENDERA Hace como diez días vino fue un pelotón completo, y eso arrasaron con todo, limpiaron la tienda… y me pagaron lo más de bien, viera, me dejaron propina y todo, los muchachos… ¿Qué se van a tomar?

HERLINDA No, nada, mi doña, sólo quería un poco de agua para la niña.

TENDERA Claro, ya le traigo…

La tendera va por el agua. Herlinda se queda mirando un viejo televisor con muy mala señal que tiene la tendera, y donde están dando un boletín de noticias…

CORTE A:

122. NOTICIERO.

Un presentador de noticias anuncia un boletín especial. Vemos imágenes genéricas de incautaciones de caletas por el Ejército.

PRESENTADOR Atención que hay noticia de última hora. El comandante del Ejército, general Ospina, acaba de revelar que hace aproximadamente dos semanas fueron halladas en zona selvática del país varias caletas enterradas pertenecientes a las FARC. En estas caletas se guardaba dinero proveniente de las actividades ilegales del grupo subversivo, y se calcula que podría haber cerca de 42 millones de dólares en total: es decir que sería la mayor incautación efectuada a este grupo en la historia. Sin embargo, este hallazgo no fue informado en su momento por los efectivos del Ejército que lo realizó. Al parecer, los soldados se apropiaron y repartieron el dinero para su uso personal, y decidieron ocultar el descubrimiento. Pero al final todo se develó. El Comandante del Ejército se pronunció acerca de las medidas que se tomarán con dichos soldados:

COMANDANTE EJÉRCITO Estos soldados le fallaron al país. Cometieron los delitos de peculado y apropiación indebida. Son traidores a la patria, y como tales serán juzgados con todo el rigor por la justicia penal militar.


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CORTE A:

123. BATALLÓN CAZADORES. CUARTO INTERROGATORIOS. INT. DÍA.

En un televisor observamos las palabras del comandante del Ejército. El mayor Loaiza está con Venegas en un cuarto de interrogatorios. Venegas está esposado y con ropa de reo militar. En sus ojos notamos rastros de locura.

MAYOR LOAIZA Usted me decepcionó, Venegas. Usted parecía ser un verdadero soldado, con verdadera mística militar, pero no es más que un ladrón… nunca debió coger esa plata…

VENEGAS Pues la cogí, y la volvería a coger. Yo no iba a informar esa plata pa que otros se la quedaran y ahí sí todos callados y aquí no pasó nada…

MAYOR LOAIZA Pues muy buena decisión, soldado, se acaba de cagar su carrera como militar. Y no solo por la plata, sino por el tiro que se metió voluntariamente en la pierna, soldado...

Venegas queda sorprendido y mudo ante estas palabras.

MAYOR LOAIZA ¿Qué creyó, que se iba a inutilizar para obligarme a mandarle los helicópteros y nadie se iba a enterar? No, soldado, esas cosas tarde o temprano se saben... así que va a pasarse una temporada encerrado, y cuando salga, a buscar trabajo en la civil.

Estas palabras terminan de masacrar a Venegas, que contiene unas lágrimas de rabia.

VENEGAS (Compungido)

No me pueden hacer esto, ¡yo voy a ser un oficial del Ejército!

MAYOR LOAIZA Deje de soñar con los huevos del gallo, Venegas. Del Ejército olvídese. Aquí no hay espacio para traidores…

Venegas se pone de pie de un salto, salido de casillas, casi como un demente. Un par de PMs tienen que controlarlo.

VENEGAS


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¡Llevo cuatro años en el Ejército, patoneándome la cabrona selva, echando bala, ahora no me pueden echar como a un perro, esto es todo lo que yo se hacer, no me pueden sacar, esto es mi vida, jueputa, yo voy a ser oficial…!!!

Los PMs lo obligan a sentarse de nuevo. Venegas rompe a llorar de rabia e impotencia. Patea una silla que sale a volar lejos.

MAYOR LOAIZA ¡No más de este espectáculo de quinta, compóngase, carajo! Pare de berrear, y más bien cante lo que necesito saber… ¿dónde está la plata que se robó??

VENEGAS Mi mayor, yo no tengo ninguna plata... ¿y sabe qué? Si lo tuviera, tampoco le diría dónde está.

CORTE A:

124. CALI. CASA VENEGAS. INT. DÍA.

El papá y el hermano de Venegas han desempacado el televisor que él les envió. El hermano, emocionado lo conecta, mientras el papá lee la nota escrita que mandó Venegas.

HERMANO VENEGAS Se lució mi hermanito con este televisorzote, ¿sí o no? ¡Está legal! Vamos a ver qué tal entra la señal…

El hermano enciende el televisor y empieza a jugar con la antena buscando señal. Al fondo, con interferencia, vemos al Comandante del Ejército diciendo sus palabras.

PAPÁ VENEGAS Espere, mijo, su hermano puso aquí que no lo fuéramos a prender hasta que él llegue…

HERMANO VENEGAS ¿Y por qué?

De repente, el televisor hace corto y comienzan a saltar chispas.

PAPÁ VENEGAS ¡Cuidado, esa joda va explotar!

Papá e hijo buscan refugio. Del televisor salen más y más chispas. La luz de la casa se baja. Finalmente el televisor explota y comienza a incendiarse vorazmente. Todos los billetes comienzan a quemarse…


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CORTE A:

125. BATALLÓN CAZADORES. CALABOZO. INT. DÍA.

En el calabozo del batallón encontramos a casi todos los soldados de la compañía Destroyer: Lozano, Cataño, Suárez todos vestidos con uniforme habano de detenidos. En un rincón vemos al teniente Solórzano, con rostro de rabia. En otro rincón encontramos a Venegas, y a su lado, a Perlaza, quien es el único que esboza una sonrisa mientras mira hacia el infinito.

VENEGAS ¿Y me puede decir por qué la cara de pastel, lanza? ¿No se ha dado cuenta que nos van a mandar a Tolemaida a podrirnos en una cárcel por quién sabe cuánto tiempo?

PERLAZA Estaba pensando en mi Dayanita…

VENEGAS ¿Su Dayanita?? Huevón, esa perra lo vendió, se robó su billete, ¿y usted feliz pensando en ella?

PERLAZA Hermano, a fin de cuentas cumplí mi sueño, que era estar con ella, con la mujer que yo deseaba, así fuera una sola vez…Créame que fue la noche más bacana de toda mi vida… bien vale todos los millones que me costó…lo tenaz hubiera sido morirme sin haberla tenido…

Venegas se aparta de él. En ese momento escuchan unos pasos por el corredor de los calabozos. Unos PMs abren una reja y sacan a Lloreda.

PM Soldado Lloreda Silvio… Venga con nosotros.

Todos los soldados de la Destroyer se acercan a las rejas de las celdas para ver pasar a un taciturno y lloroso Lloreda, que camina cabizbajo y avergonzado el corredor hacia la salida. Nadie dice nada, solo lo miran fijamente. Lloreda no es capaz de decir nada. Al pasar frente a la celda donde están Venegas y Perlaza, los mira por un momento, como pidiendo perdón con los ojos, pero Venegas le devuelve una mirada gélida. Lloreda sale del calabozo escoltado por los PMs…

CORTE A:

126 A. BATALLÓN CAZADORES. ENTRADA. EXT. DÍA. (OPC IONAL)

Lloreda es escoltado hasta la salida y es subido a un jeep militar. El vehículo arranca y se lo lleva. Lloreda, sintiéndose el peor de los traidores, se da vuelta para mirar por última


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vez el batallón donde dejó a sus amigos.

CORTE A:

126. CARRETERA DESTAPADA. TIENDA. INT. DÍA.

Volvemos con Herlinda en la tienda, ha terminado de ver la alocución del comandante del Ejército en el televisor, donde han pasado a una noticia light sin mayor trascendencia.

PRESENTADOR En otras noticias, la cantante colombiana Shakira logró cuatro premios en la entrega de…

Herlinda tiene los ojos aguados del dolor. La tendera también ha visto la noticia y ha quedado aterrada.

TENDERA ¡Con razón que tenían como tanta plata esos soldados…!

La tendera le da el agua a Simona, que la bebe con ganas. Herlinda tiene en sus manos la carta de Porras. La mira y mentalmente lee las últimas líneas.

PORRAS (En off)

“Cuando llegue a la tienda de techo de zinc, busque el sitio que le marco en el mapa…”

HERLINDA (A la tendera)

Doña, ¿el baño es atrás?

TENDERA Sí, por allá.

HERLINDA Espérame, Simona, ya vengo…

Herlinda sale hacia la parte trasera de la tienda, donde está el orinal.

CORTE A:

127. CARRETERA DESTAPADA. TIENDA. PARTE DE ATRÁS. EXT. D ÍA.

Herlinda sigue el mapa de Porras. Hay una X marcada en cierto lugar. Herlinda deduce que es al lado del orinal. Herlinda guarda el mapa, analiza el terreno, y se da cuenta que hay un lugar donde la tierra ha sido removida. Herlinda se agacha y comienza a escarbar con las manos, sin saber qué va a encontrar. Al remover la tierra, finalmente encuentra un morral camuflado allí enterrado. Revisa que nadie la esté viendo, y saca el morral del


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hueco. Lo abre, y siente que el corazón le da un vuelco en el pecho al ver el contenido: montones y montones de fajos de billetes de cien dólares. Es toda una fortuna.

HERLINDA (Casi sin voz)

Dios mío…

En off escuchamos de nuevo la voz de Porras.

PORRAS (En off)

“Al final no pude aguantar la tentación e hice lo mismo que todos mis lanzas…”

CORTE A:

128. FLASHBACK. CAMPAMENTO. TIENDAS. EXT. NOCHE.

De nuevo vemos el momento en la tienda, cuando todos duermen menos Porras.

LLOREDA ¡Bbbbrrrrrmmmmmm! ¡Quiten de ahí, peatones de mierda…!!

Porras se pone de pie tratando de no hacer ruido, y busca el morral que le ofreciera Perlaza. Lo encuentra, lo abre y lo revisa. Está lleno de dólares. Lo duda por un momento, pero al final, lo coge y lo guarda.

PORRAS (En off)

“… cogí lo que no era mío. No fui capaz de dejarlo ahí, sabiendo que esa plata la necesitaban usted y Simona…

CORTE A:

129. FLASHBACK. CARRETERA. TIENDA. INT. DÍA.

Volvemos a revivir el momento cuando la compañía está de festín con sancocho de gallina en la tienda. Porras termina de comer, y se pone de pie. Vemos que tiene el morral en sus manos.

PORRAS

Mi señora, ¿dónde queda el orinal?

CORTE A:


Herlinda sentada en el suelo con el morral en su regazo. No sabe si reír o llorar. Toma de


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nuevo la carta de Porras y relee las últimas líneas…

HERLINDA (En off)

“Ahí se lo dejé, sólo espero que llegue usted primero, y lo encuentre antes que nadie… Porque todo se descubrió y me tocó que huir como un delincuente. Soy un ladrón. Un ladrón que roba a ladrón, pero ladrón. Perdóneme por no ser el hombre honrado que usted siempre pensó que yo era. Y perdóneme por dejarla sola con Simona, pero me toca que evadirme por un tiempo…

CORTE A:

131. OFICINA DE CORREOS. INT. DÍA.

Vemos al soldado Helmer Porras vestido de civil en una oficina de correos de un lugar caluroso que no identificamos plenamente. Luce triste y nostálgico. Mete en un sobre de correos la carta y el mapa que luego le llegarán a Herlinda. Cierra el sobre y se lo da a una señorita para que lo diligencie.

PORRAS (En off)

“…es mejor que no sepa dónde estoy, y ojalá más adelante cuando las cosas se calmen, pueda yo regresar y nos volvamos a ver los tres… La adoro, un beso a Simona, no se olvide de destruir esta carta… Helmer…”

La mujer que atiende la oficina le cobra a Porras el envío. Él saca su ajetreada billetera, apenas tiene un billete y unas cuantas monedas. Le entrega todo el dinero que tiene a la señorita y se queda sin nada. Agradece, y se dispone a salir cabizbajo.

CORTE A:


Herlinda termina de leer con ojos aguados, arruga la carta en sus manos, con rabia y tristeza y se limpia una lágrima en su mejilla…

CORTE A:

133. CARRETERA DESTAPADA. TIENDA. INT. DÍA.

Momentos más tarde, encontramos a Herlinda que está con Simona sentada en una mesa de la tienda. Terminan de comerse un sancocho. En el regazo de Herlinda yace el morral camuflado. Ella luce muy triste, Simona ausente de toda la situación. Herlinda saca un billete de veinte mil pesos.


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HERLINDA Muchas gracias, mi doña, delicioso el sancocho… mire (Le entrega el billete) tranquila, quédese con las vueltas…

TENDERA Muchas gracias.

La tendera recoge los platos vacíos y se va a la parte trasera de la tienda. SIMONA

Mami… ¿cuándo vamos a ver a mi papá?

HERLINDA (Con un nudo en la garganta)

No, Simona, hoy no lo vamos a ver, yo pensé que sí, pero al final no va a poder venir…

SIMONA ¿Está en el batallón?

HERLINDA (Asiente)

Ajá… SIMONA

Me hace mucha falta.

HERLINDA A mi también, mi amor. Pero no te afanes, que ya dentro de poco nos va a visitar otra vez…

Simona sonríe y sale corriendo a perseguir unas gallinas en el corral de la tienda. Herlinda la mira conmovida, y triste, pues sabe que la verdad es que tal vez no vuelva a ver a su esposo nunca más…

FADE OUT

RUEDAN CRÉDITOS FINALES

SECUENCIA DE CRÉDITOS

MIENTRAS RUEDAN LOS CRÉDITOS DE LA PELÍCULA Y ESCUCHAMOS EL HIMNO DEL EJÉRCITO CANTADO POR EL CORO DEL EJÉRCITO, VEMOS UNA A UNA LAS FOTOS REVELADAS QUE TOMARA LLOREDA CON SU CÁMARA DE FOTOS LA PRIMERA NOCHE EN QUE LOS SOLDADOS DE LA DESTROYER FUERON MILLONARIOS.

LOS VEMOS POSANDO PARA LA CÁMARA, MUERTOS DE LA RISA,


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EXTASIADOS ENSEÑANDO SU DINERO, CANTANDO EL HIMNO DEL EJÉRCITO, BESANDO SUS BILLETES O LANZÁNDOLOS AL AIRE PARA HACER LLUVIA DE DINERO. VEMOS DE NUEVO LOS ROSTROS FELICES DEL TENIENTE SOLÓRZANO, LOS SOLDADOS LOZANO, CATAÑO, VENEGAS, LLOREDA, PERLAZA Y AL FINAL NOS QUEDAMOS CON EL ROSTRO DE HELMER PORRAS, QUE AUNQUE NO TIENE DINERO EN SUS MANOS, NO PUEDE EVITAR SONREÍR, CONTENTO DE VER A SUS AMIGOS, POR UNA VEZ EN LA VIDA, PLENAMENTE FELICES…

FIN

so ñ arno cuesta nada

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