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LEGE GORDAILUA: BI-335/98Gurekin kontaktatu nahi

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La historiografía oficial se ha ocupado de elaborar un discursolegitimador del denominado proceso de transición democrática.Se trata de un discurso que responde a una clara intencionali-dad política de legitimar y justificar el orden establecido por laconstitución de 1978. Dicho discurso ha servido para moldearla conciencia colectiva de la sociedad para, así, remodelar sumemoria histórica con el propósito de ajustarla a los interesesdel sistema político imperante. Como consecuencia de estoaún hoy resulta inaceptable el cuestionamiento de dicho dis-curso, de tal forma que quien lo hace es difamado y persegui-do. La razón es bien simple: el cuestionamiento de la historio-grafía oficial, que presenta el establecimiento de la constituciónde 1978 como la expresión de una transición modélica a lademocracia, significa, en definitiva, el cuestionamiento de lossupuestos consensos que forjaron el orden que aún hoy impe-ra en el Estado español, y consecuentemente la estructura deintereses que gobierna a la sociedad.Pero la transición, y más concretamente la aprobación de la

constitución de 1978, no fue otra cosa que la prolongación yperpetuación del régimen franquista bajo la forma política delparlamentarismo. En este sentido cabe decir que el franquismosimplemente fue reformado, y por ello adaptado a las condicio-nes políticas, sociales, económicas y geopolíticas del momentoa través de la redacción de la constitución de 1978. No se pro-dujo en ningún caso una ruptura con el régimen anterior. Deesta manera el régimen constitucional surgido en 1978 heredótodo lo sustancial del franquismo: policía, ejército, tribunales,sistema económico, servicios secretos, clase política, leyes,burocracia estatal, etc. En esencia puede afirmarse que laconstitución de 1978 significó un lavado de cara para el régi-men dictatorial, lo que sirvió para crear una nueva legitimidadtanto a nivel doméstico, mediante una ardua campaña propa-gandística dirigida a manipular a la opinión pública para conse-guir su aceptación del nuevo orden de cosas, como a nivelinternacional para facilitar la definitiva integración del Estadoespañol en el sistema internacional, y más concretamente enlas Comunidades Europeas.De hecho la llamada transición fue iniciada y ejecutada por el

propio franquismo, es decir, por elementos destacados delrégimen franquista que eran conscientes de que el sistemapolítico instaurado tras la guerra civil estaba amortizado, y queera imposible su continuidad con la forma histórica que conser-vó durante el tiempo que Franco ocupó la jefatura del Estado.Así es como nos encontramos con que el sucesor de Franco,el monarca Juan Carlos I, en coalición con diferentes dirigentesfranquistas y bajo la tutela de EEUU, contribuyó a crear lascondiciones políticas necesarias para generar un nuevo con-senso político y social mediante la reforma del franquismo através de la redacción, promulgación y aprobación de la consti-tución de 1978. Esto es lo que explica que ya muerto el dicta-dor las cortes franquistas decidieran hacerse el harakiri parafacilitar el establecimiento del parlamentarismo mediante ladenominada reforma política.La adopción del parlamentarismo fue una forma de integrar a

ciertos grupos sociales y políticos en los procesos de decisiónpolítica de los que hasta entonces habían permanecido exclui-dos. Esto es lo que ocurrió, por ejemplo, con la llamada oposi-

ción política compuesta por partidos políticos y sindicatos. Deesta manera sus dirigentes fueron cooptados e integrados enlas instituciones que pasaron a gestionar junto a los antiguoslíderes franquistas. Estos fueron los llamados consensos de latransición articulados en la constitución de 1978 y en los famo-sos pactos de la Moncloa. Con todo ello el sistema de domina-ción se dotó de una mayor legitimidad, al mismo tiempo que, alcontentar a los dirigentes de la antigua oposición política alfranquismo, las masas eran dirigidas hacia las institucionesparlamentarias y la paz social garantizada.El sistema de dominación únicamente se abrió a la participa-

ción e incorporación de sectores políticos y sindicales que has-ta entonces habían sido reprimidos. Indudablemente esto su-puso una mayor legitimación del propio sistema, pero en esen-cia nada importante fue cambiado debido a que la constituciónde 1978 siguió excluyendo a la sociedad de la participación enlos procesos de decisión política que, al igual que durante elfranquismo, permanecieron en manos de una minoría mandan-te.Así pues, no hay que olvidar que la propia constitución fue

redactada por un grupo de políticos elitistas salidos en su ma-yor parte del franquismo, régimen en el que habían hecho ca-rrera política. Fueron los mismos que garantizaron que el or-den constituido permaneciera en manos de la misma minoríadirigente, y que a ella se incorporaran los integrantes de la elitesubalterna que hasta entonces se habían agrupado en la lla-mada oposición al franquismo.Suele aducirse que el régimen constitucional tiene mayor legi-

timidad que el franquista en la medida en que la constitución

La pervivencia del franquismo a través de laConstitución de 1978 y su régimen parlamentarista

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fue sometida a referéndum, y por ello ratificada por la socie-dad. Sin embargo, se obvia por completo que los referéndumsno son otra cosa que un instrumento de todos los regímenesdictatoriales utilizado para confirmar la voluntad de las elites.En esencia el referéndum es la forma de represión dictatorialmáxima y más dura al restringir la expresión de la voluntadpopular a una pregunta que sólo admite como posibles res-puestas un Sí o un No, lo que, a su vez, impide la justificaciónde cualquiera de ambas respuestas y con ello explicar quéquiere cada persona que se manifiesta en un sentido o en otro.Además de esto se trata de una pregunta formulada por lapropia elite dominante, y que por ello está redactada en fun-ción de sus propios intereses y pretensiones políticas para, así,determinar al mismo tiempo la respuesta que espera conse-guir. Por otro lado tampoco puede olvidarse la consiguientecampaña propagandística desencadenada desde las propiasinstituciones para manipular a la opinión pública, y de estemodo forzar su voluntad con el propósito de obtener el corres-pondiente resultado deseado. Asimismo, no hay que perder devista que este tipo de procesos están sometidos a la supervi-sión de los aparatos de coerción del Estado, es decir, policía,tribunales, burocracia, ejército, etc., lo que sirve para coaccio-nar la voluntad de la sociedad. Por todo esto cabe decir que elreferéndum fue realizado en unas condiciones de ausencia delibertad para la sociedad, sin olvidar, como acaba de apuntar-se, que por sí mismo ya constituye un instrumento empleadopara reprimir la voluntad de la población al cual, dicho sea depaso, recurrió el franquismo y otros regímenes abiertamentedictatoriales para confirmar la voluntad de sus máximos gober-nantes. No se entiende que si realmente la constitución de1978 consagró un orden político diferente del franquismo laelite de este régimen continuara dirigiendo el país, y que lo-grarse perpetuarse en los altos estamentos del poder estable-cido. Descubrimos, entonces, que las mismas familias políticasque gobernaron durante el franquismo lo siguieron haciendodurante el período constitucional hasta la actualidad, y que laconstitución de 1978 únicamente fue el marco jurídico que ga-rantizó esa misma continuidad. Si las estructuras de poder delfranquismo permanecieron intactas en su mayor parte, al mis-mo tiempo que sus respectivas denominaciones eran cambia-das para dotarles de un barniz de novedad y legitimidad, nomenos importante es constatar que quienes gobiernan esasestructuras salieron directamente del régimen franquista y enmuchos casos fueron premiados por el régimen constitucional.Los ejemplos que muestran que la elite dominante española

del franquismo se ha perpetuado y reproducido bajo el régimenconstitucional son incontables, a pesar de lo cual mencionare-mos unos pocos que sirvan como muestra de ese proceso detransferencia generacional del poder. En el seno de la clasepolítica encontramos a Soraya Sáenz de Santamaría, hija delgeneral falangista José Antonio Sáenz de Santamaría que du-rante el franquismo comandó la coordinación de las fuerzasimplicadas en la represión política tras la guerra civil, y mástarde fue nombrado director de la Guardia Civil por el PSOE enla época de los GAL. José Bono, hijo de un alcalde franquista.María Teresa Fernández de la Vega, hija de Wenceslao Fer-nández de la Vega quien desempeñó cargos de responsabili-dad en el sindicato vertical habiendo sido condecorado por elpropio régimen con la medalla al mérito en el trabajo en el 32ºaño de la sublevación militar del 18 de julio. Rafael Vera queprocede de una familia vinculada al sindicato vertical en tanto

que su padre ejerció como perito agrícola y jefe de servicio delGrupo Sindical de Colonización. José Barrionuevo, ministrosocialista durante la época de los GAL, perteneciente a unafamilia de la nobleza carlista, dirigió en su época juvenil lasactividades escolares del Sindicato de Estudiantes Universita-rios (SEU) de la Falange durante el tiempo que cursó estudiosde derecho en la Universidad Complutense de Madrid. Tam-bién militó en el carlismo, alcanzando el grado de alférez en elTercio de Requetés Nuestra Señora de la Paloma de Madrid.Asimismo, fue jefe de gabinete del vicesecretario general delMovimiento, obteniendo también en su proximidad alrégimen franquista una plaza en el Cuerpo Superior de Ins-

pectores de Trabajo y Seguridad Social (ITSS), hasta que en1979 quedó en excedencia especial para ocupar cargos públi-cos.En general la UCD y Alianza Popular, hoy Partido Popular,

fueron partidos organizados y dirigidos por antiguos franquistasque rápidamente se reconvirtieron, bajo los nuevos vientospolíticos que soplaban en España, en reputados demócratas.Sin embargo, en el estamento militar antiguos militares fran-quistas permanecieron en sus puestos e incluso fueron ascen-didos. Este es el caso de Álvaro Lacalle Leloup que inició sucarrera militar en la guerra civil al alistarse como voluntario enlos tercios del requeté, y que durante la dictadura ocupó dife-rentes cargos de responsabilidad en el gobierno. A pesar deestos antecedentes no dejó de ascender en la cúspide del po-der militar hasta llegar a presidir en 1982 la Junta de Jefes deEstado Mayor (JUJEM), lo que más tarde le llevaría a ser pre-sidente del Comité

Militar de la OTAN. Recibió numerosos reconocimientos delrégimen del 78 como el fajín de general de cuatro estrellas en1999. Otro caso es el de Javier Calderón que llegó al serviciosecreto del Alto Estado Mayor en 1971 para, años más tarde,llegar a la secretaría general del CESID. Tal es así que en unmomento en el que esta institución careció de director entrefinales de 1980 y principios de 1981

Calderón ostentó la máxima responsabilidad operativa, loque le vincularía más tarde al golpe de Estado del 23-F en elque el servicio secreto participó activamente a través de susagentes. Nada de esto impidió que alcanzase el generalato yque con el primer gobierno del PP llegase a ser director delCESID. Pero lo mismo habría que decir de otros militares ymandos policiales como José Luis Cortina, Manuel GutiérrezMellado, Manuel Ballesteros García, etc.

Vemos, por tanto, que las estructuras de poder del régi-men franquista se han mantenido y desarrollado en el régi-men constitucional, y de igual modo su elite dirigente ha pervi-vido gracias al relevo generacional efectuado por sus descen-dientes los cuales, como era de esperar, han aprovechado lasposiciones de poder de sus familias para hacer carrera en lascondiciones políticas creadas por la constitución de 1978. Entérminos generales el régimen constitucional no es otra cosaque la reformulación y renovación del régimen franquista enunas condiciones de desarrollo histórico cualitativamente dis-tintas, y ello ha permitido que el sistema dominante haya pervi-vido con sus correspondientes relaciones de explotación y do-minación, además de perpetuar a las familias que integran laelite mandante. Así las cosas, se entiende perfectamente queen la actualidad se celebre con tanta pompa el famoso día dela constitución de 1978, pues es justamente la que consagró elmarco jurídico que dio continuidad al franquismo bajo una for-

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ma histórica distinta, al mismo tiempo que garantizó que suelite dirigente conservase en sus manos los principales resor-tes de poder del Estado. Mientras tanto la sociedad permane-ce, al igual que en el franquismo, en un permanente estado depostración, apartada de cualquier ámbito de decisión política yen todo dependiente de la elite dominante que gobierna suvida.Ante una situación como esta la solución no pasa, como des-

de las instancias del orden establecido tratan de hacer creer,por el cambio de las caras de quienes ocupan los puestos mi-nisteriales en el gobierno central, ni tampoco por la puesta enmarcha de un nuevo proceso constituyente que dé lugar a laredacción de una nueva constitución. Nada de esto desharía

las estructuras de poder en torno a las que se articula el actualsistema de dominación junto a sus consecuentes relaciones deexplotación, de tal forma que tampoco impedirían la existenciade una clase dominante que impusiese sus intereses al conjun-to de la población. Por el contrario la única salida que existepara poner fin a esta situación es la formación de un movimien-to popular encaminado a desencadenar una revolución socialque rompa con el orden constituido, que ponga fin a las estruc-turas de poder que oprimen al pueblo para, de esta manera,caminar por la senda de la construcción de una sociedad sinclases, libre y autogestionada, y por tanto sin Estado, propie-dad privada y trabajo asalariado.

ESTEBAN VIDAL

Para escapar de su mi-serable suerte, el pue-blo tiene tres caminos:dos imaginarios y unoreal. Los dos primerosson la taberna y laiglesia. El tercero es laREVOLUCIÓN SOCIAL.

Mijail Bakunin

¡Que prosiga el espectáculo!THE SHOW MUST GO ONModesta tentativa de explicación de un mundo que escapaa la razónEl reino totalitario de la economía global se descompone y

numerosos son los indicios que hacen visible el proceso dedesguace abierto por las maniobras tendentes a garantizar elsuministro mundial de petróleo, adaptarse al cambio climáticoo controlar la población: el estallido de la burbuja inmobiliaria,el capitalismo verde, el perfeccionamiento técnico de la vigilan-cia, el fin brutal de la llamada “primavera árabe”, la proclama-ción del Estado Islámico, las guerras periféricas, la decadenciade la socialdemocracia, la crisis de los refugiados, el auge dela extrema derecha y del ciudadanismo, el referéndum en elReino Unido para salir de la Unión Europea, la veloz involuciónturca tras el golpe de Estado y, last but not least, el recientetriunfo de Trump en las elecciones presidenciales de los Esta-dos Unidos. Hechos diversos pero innegablemente relaciona-dos por un hilo conductor que se está haciendo visible. Aun-que el espectáculo se haya fusionado con la realidad hasta elpunto de hacerla irreconocible, las ataduras que manteníanfirme la unión han empezado a soltarse, dejando que aflorencontradicciones con vías de escape variables, puesto que de-penden de condiciones locales. La democracia liberal es unfantasma. La olla donde se cocían los lugares comunes de lacorrección política se ha derramado, por lo que ya no hay“líneas rojas” en el espectáculo y con tal de que prosiga, todo

vale. El espectáculo se ha desbocado. Las consecuenciasinesperadas de treinta años de progresión y dominio absolutodel capitalismo se presentan confusamente en forma de crisisaparente, espectáculo de la ruptura que, evidentemente, no seorienta hacia la causa de la libertad y la conciencia. El régimenabsoluto de la mercancía no tiene nada que temer por eselado: el proletariado ha ido de derrota en derrota hasta su des-clasamiento final. Cuando el espectáculo integrado flojea, nadaocurre de acuerdo con sus reglas acostumbradas, pero nadaes fruto del azar, las cosas son como es lógico que sean, dadala realidad que simplemente comienza a manifestarse de formauna pizca más verídica.De la crisis, en parte real, en parte simulada, emergen extra-

vagantes figuras, nuevas expresiones políticas y programasinvolutivos con alto contenido nacionalista, xenófobo, racista yautoritario, signos de un fenómeno bautizado en los mediosespectaculares como “furia populista”. Todas sus variantesconvergen hacia regímenes regresivos que apelan a los instin-tos y pulsiones más sórdidas de las masas, cuando no al mie-do, poderoso factor de domesticación y servidumbre. Las elitesllevan la delantera, por eso los antagonismos son desplazadoshacia objetivos espurios. Se reconstruye la figura del enemigofrente al cual conseguir la adhesión de la mayoría abstracta –lanación, la gente, la ciudadanía, el pueblo- que no es el mismoen todos los lugares. En unos es mayormente el “terrorista”, el“violador” o el “traficante”; en otros, a escoger entre la amena-

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za rusa, el expansionismo chino, el fundamentalismo islámico,el emigrante indocumentado, la derecha o la izquierda neolibe-ral, el neofascismo... Ante un espectáculo disperso, un enemi-go polimorfo. El capitalismo no tiene otra forma de superar suscontradicciones que jugando con ellas. El derecho penal delenemigo contribuye. No cabe duda de que, habiendo experi-mentado los límites demasiado cortos de un crecimiento expo-nencial y un desarrollismo “sostenible”, ahora que la jerarquíaeconómico-militar se encuentra en pleno proceso de reordena-ción planetaria, las potencias en competición apuestan por undesarrollismo sin trabas ecológicas a la sombra de un Estadopolicial proteccionista.La economía de mercado ha dejado de apoyarse en un siste-

ma unificado de dominio, y la forma espectacular integrada quele correspondía ha entrado en quiebra. Las masas perjudica-das por la mundialización se resisten a desempeñar el rol quese les asignaba en el juego de las apariencias, pues no sesienten bien representadas por los actuales dirigentes. En con-secuencia, la dictadura de la mercancía ya no puede defender-se de manera unitaria, mediante la fidelidad a la casta político-social tradicional, apoyada por las elites financieras a través delos medios de comunicación (todos en poder de los bancos).No obstante, el espectáculo de la descomposición no es ladescomposición del espectáculo. El empobrecimiento galopan-te, los distintos actores en escena y la profusión de solucionesimposibles están dando lugar a un espectáculo desordenado.El espectáculo se está diversificando frenéticamente para vol-ver a ser creíble, incluso al precio de ponerse en evidencia: suautonegación forma parte de su naturaleza. Por desgracia,para un público educado íntegramente en la sumisión a la pan-talla y al supermercado desde hace al menos cuatro o cincogeneraciones, la negación del espectáculo no es más que susustitución por otro. Las masas, que han dejado de creer ensus líderes habituales, sin tradiciones emancipadoras a las queacogerse, sin memoria de las luchas pasadas, sin experienciaen la que basar su opinión y sin mecanismos para manifestar-la, solamente desean seguir a quien les asegure su adicción alconsumo con plenitud y seguridad. En su insubordinación, nopretenden más que una obediencia mejor recompensada. Poreso, el espectáculo del líder providencial, de la fórmula mila-grosa y del partido de la salvación, se impone. Las redes“sociales” ayudan lo suyo. Donde no existe la voluntad de abo-lir la esclavitud, a lo máximo que se aspira es a un cambio deamos, a poder ser, tecnológicamente asistido, lo que no esóbice para que se produzcan movimientos cuyos componentestratan realmente de escapar al consumismo y la informatiza-ción de la vida prescindiendo de guías y timoneles. Sin dudaen ese rechazo espontáneo del espectáculo se hallan elemen-tos de cultura contestataria, algo necesario para la constituciónde una comunidad de combate.Es el fin del ciclo industrialista iniciado en la posguerra mun-

dial, que la contaminación, el agotamiento de recursos, la neu-rosis consumista, la deuda de los Estados y la desigualdadexacerbada no paraban de anunciar. Estamos asistiendo a lairrupción social en plena confusión de los sectores damnifica-dos y olvidados por la economía autónoma, clases mediasasalariadas empobrecidas, agricultores agobiados, trabajado-res precarios urbanos, jubilados con escasa pensión, hipoteca-dos sin fondos, minorías étnicas o religiosas marginadas, co-munidades agrarias machacadas con planes desarrollistas,

inmigrantes que huyen del hambre, refugiados de guerras civi-les, etc. Los intereses de todos ellos son distintos y no tienenintención de ir demasiado lejos, pero confluyen en el rechazodel sistema tal como es en la actualidad: rechazo de la política,de las elites financieras, de las metrópolis, de los medios infor-mativos, de la libre circulación de personas... pero no del es-pectáculo. El ganador es el que consigue una mayor audiencia.Como nadie puede erigir su interés particular en interés detodos, ni puede evitar su transformación en imagen, el empujede cada sector puede ser neutralizado al contraponerse unarepresentación con las demás, antiguas o recién llegadas. Deuna u otra forma, el resultado no es otro que la exhibición de-leznable, la impostura ceremonial, el enroque fronterizo, ladesmovilización y la deriva autoritaria. Esto es, el populismoaislacionista, el integrismo liberal o el ciudadanismo de izquier-da combinados, tanto da, los tres siguen siendo el sistema. Lademocracia directa, la confraternización universal, la solidari-dad comunitaria y el ardor combativo, quedan como al princi-pio, ausentes, salvo en algunos casos afortunados que duranlo que duran: Kabilia, Rojava, Oaxaca, el Valle del Cauca, elpueblo mapuche, los suburbios brasileños... En el resto delmundo, el espectáculo quiere que las figuras de la descompo-sición sean todavía el objeto mayor de deseo dentro de unasociedad sometida. Sin embargo, la aparición de resistenciasconstantes indica que, sin demasiada memoria y, por consi-guiente, con poca lucidez, la lucha por la emancipación conti-nuaLos nuevos aires de la industrialización del mundo son cada

vez más espesos y contaminados, consecuencia de la des-agregación del capitalismo global que, a pesar de los pesares,sigue empeñado en huir hacia adelante. Hoy en día, no podría-mos calificar sino de desorden general el estado en el que seencuentra. Cada vez son más los que cuestionan la necesidadde las exigencias que emanan de sus altas esferas, pero sinquerer salirse de su ámbito. No existen lazos de unión lo bas-tante fuertes como para mantener una semblanza de ordencreíble, pero todo el mundo teme al caos. En tales circunstan-cias, la división se profundiza, cada elemento busca salvarsepor sí mismo y se distancia de los demás, aunque sin dar nun-ca el paso decisivo. Los cimientos que soportaban el peso delsistema neoliberal al completo ya no se sostienen, las leyesque le servían de base han perdido vigencia, pero a pesar dela amenaza de hundimiento los inquilinos no tienen fuerza sufi-

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ciente para cambiarlas. El orden mundial ha dejado de existirunificado y cada fragmento intenta seguir por su cuenta sinpoder lograrlo. La situación final es la de un desconcierto in-terno que gracias a un relativo estancamiento del derrumbeconserva las apariencias de firmeza. Un poder socavado des-de dentro que ya no puede justificarse como un bien necesario,se justifica, a lo sumo, como un mal menor, como algo a lo queaferrarse ante un futuro que se vislumbra inevitablemente peor.Por suerte, hay minorías que no comulgan con esas ruedas demolino.Dada la dificultad de formarse a partir de la crisis una fuerza

histórica capaz de oponerse con razones y efectivos suficien-tes a las fuerzas del orden descoyuntado, si una indignaciónviolenta y un espíritu colectivista no lo remedian, la perspectivaque se contempla no puede ser otra que la de una adaptación

de las masas a las condiciones catastróficas en constante pro-gresión. Nuevas demagogias salvacionistas, bien en la líneadel tranquilizador “aquí no ha pasado nada que no pueda arre-glarse”, bien en la de la prédica apocalíptica del “o nosotros, oel diluvio”, van a ocupar el espacio sonoro de la incomunica-ción. Flamantes showmen de la política nos obligarán a apre-tarse el cinturón y maestros posmodernos nos enseñarán téc-nicas de acoplamiento al desastre mientras permanecemossordos, ciegos y, por encima de todo, dormidos, ante todo loque ocurre a nuestro alrededor. Por el bien de la dominación,el espectáculo debe proseguir, a no ser que el ruidoso resplan-dor de la miseria contemporánea nos alcance, nos despierte,nos ilumine y nos meta en cólera.

REVISTA ARGELAGA, 17 de noviembre de 2016.https://argelaga.wordpress.com/

A pesar de que el proyecto de ley de “abuso sexual” prepara-do por 6 diputados del AKP Partido Justicia y Desarrollo) ypropuesto el 17 de noviembre está ahora retirado, es importan-te comprender qué significa para nosotras mujeres esta pro-puesta, que ha sido confrontada por protestas de mujeres des-de que apareció. Dicho proyecto rebajaba la edad mínima deconsentimiento sexual de 15 a 12 años y proponía establecerlas bases para: la impunidad de autores de acoso y violaciónactualmente en el juzgado y en el futuro con pleitos criminales;la exculpación de los crímenes sexuales; la absolución de losautores de acoso y violación en el caso de que se casasen conla niña de la que habían abusado; la exposición de las niñas alacoso y la violación a la edad de 12 años y la existencia dedesposadas infantiles. La retirada del proyecto esta mañana,por un lado, llegaba a ser uno de los más sólidos ejemplos quedemuestran que nosotras mujeres llegamos a ser libres resis-tiendo y, por otro lado, demostraba las políticas evasivas delEstado.Las políticas estatales de género están, además, ignorando la

identidad y el cuerpo de las mujeres y están modeladas con laintención de crear la “sociedad conservadora”. Introducir elcontrol de la natalidad en la agenda diciendo “es un pecado” yprohibir el aborto diciendo “es una masacre” son, por supuesto,políticas de población por su cuenta. Pero, además de esto,todas esas políticas están relacionadas con la intención de laautoridad del AKP de crear y dejar crecer una sociedad con-servadora.El Estado que está interesado en "proteger" a la mujer que

entrega "mucho" o a la mujer que es obligada por la prohibicióndel aborto a entregar después de estar embarazada por viola-

ción por un lado conserva la identidad “suprimida” de la mujery, por el otro lado, conserva la autoridad del hombre, a travéspolíticas de población y el cuerpo contra la mujer.El Estado que prohíbe las calles hoy utilizando el “estado de

emergencia” como excusa, está ejecutando políticas de asaltodirectamente contra la lucha de las mujeres, clausurando aso-ciaciones de mujeres, arrestando y torturando a mujeres queluchan contra el patriarcado. El Estado que basa su existenciaen su masculinidad y las leyes del Estado, deviene un ataquetotal contra nuestra vida, la vida de las mujeres.A pesar de que el Estado propuso inicialmente nuevas leyes

para absolver a los autores de acoso y violación y luego lasretiró, está atacando nuestras vidas ejecutando todas sus polí-ticas sobre las mujeres. Nosotras, “Mujeres anarquistas”, sabe-mos que nuestra emancipación ni está relacionada con leyesque proponga el Estado y luego retire, ni con sus castigos, nicon su pretendida justicia. Nosotras sabemos certeramenteque el proyecto de ley sobre “abuso sexual” será revisado ypropuesto algún tiempo después e incluido en la agenda denuevo con nuevas propuestas que intenten asaltar nuestrasvidas.Por lo tanto, enfatizamos una vez más que el único camino de

nuestra existencia contra el Estado, el cual sustenta su exis-tencia destrozando nuestras vidas, es a través de estar organi-zadas y nuestra lucha. Contra el Estado con sus leyes, prohibi-ciones y pretendida justicia, la cual espera que le roguemos,resistiendo y llegando a ser libres para crear una nueva vida;estamos llamando a todas las mujeres para que luchen hastaque destruyamos el patriarcado y el Estado.

Llamamiento de la organización “Mujeres anarquistas” contra los intentos del Estado turco de crear nuevasleyes sobre el acoso sexual.

El Estado, es violación

¡Larga vida anuestra lucha!¡Larga vida ala solidaridad

de las mujeres!

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A QUÉ NOS ENFRENTAMOSDonald Trump ha sido elegido como cuadragésimo quinto

presidente de los Estados Unidos. Como revolucionarios/asestamos comprometidos/as con un mundo que no tiene cabidaen las preferencias de Trump o Hillary Clinton. Sabemos queClinton habría continuado construyendo un mundo para la cla-se dominante y probablemente no habría hecho nada significa-tivo por la gente común. Sin embargo, es imposible negar queTrump y su vicepresidente Mike Pence representan un fuerteempujón al racismo, misoginia y autoritarismo que debe serresistido incondicionalmente. Nos recuerda los tiempos de losdictadores, en particular el de los fascistas alemanes e italia-nos que fueron llevados a la victoria por una avalancha racistae insurgente en las urnas de todo el país.Aunque estos sean tiempos difíciles, no podemos permitirnos

abandonarnos a la desesperación y el lamento por muchotiempo. Debemos luchar contra el miedo que nos atenaza, y elmiedo que Trump perpetuará.No hay forma de eludirlo. DEBEMOS organizarnos.Trump ha sido claro. Utilizará el movimiento que gira en torno

a él para promover una plataforma supremacista blanca. Des-mantelará las conquistas de los trabajadores y los oprimidos.Él y Pence son enemigos jurados de las mujeres, personas decolor, inmigrantes indocumentados, gente queer, y de la iz-quierda y progresistas en general. No responderán a las crisisecológicas del cambio climático y la extinción de especies, sinomediante la adopción de políticas que las empeoren.Aunque la elección de Clinton aseguraba la continuidad de las

deportaciones, de las guerras, de la creciente desigualdad deingresos, de los asesinatos policiales, del robo de tierras indí-genas y de todos los males crónicos del capitalismo neoliberal,de Trump podemos esperar nuevos y mayores peligros. Losmigrantes se enfrentarán a amenazas en todos los frentes –apesar de que Obama deportó más migrantes que todos lospresidentes del siglo XX juntos. Se promete iniciar una violentacampaña contra los inmigrantes, dirigida especialmente a lowmexicanos, musulmanes y árabes. Si bien el neoliberalismo hasido desacreditado en gran parte, queda por ver si Trump po-drá reemplazar al actual régimen económico por su agendareaccionaria racista, o si la clase capitalista lo combatirá. Sinembargo, claramente podemos esperar que las débiles protec-ciones ambientales que existen se retiren, dando lugar a uncambio climático en espiral, llevando a más compañías ener-géticas a destruir todavía más la tierra indígena en el futuroinmediato y acelerando en décadas la posible extinción de lavida en nuestro planeta. Podemos esperar la cancelación delos derechos en torno al aborto. Podemos esperar que muchosmás pobres mueran por falta de atención médica adecuadacon la revocación de Obamacare. Del Departamento de Justi-cia de Trump podemos esperar un clima represivo más severocontra movimientos sociales como Black Lives Matter. Pode-mos esperar que Trump se integre en una alianza internacionalde estadistas autoritarios y populistas de extrema derecha –desde Vladimir Putin hasta Aurora Dorada en Grecia, MarineLe Pen en Francia y Geert Wilders en los Países Bajos– y queempeore la opresión israelí a los palestinos, que colabore con

Bashar al-Assad para aplastar las revoluciones siria y rojava-na, y desencadene guerras sin precedentes que bien puedenrevasar el umbral nuclear.Quizás uno de los cambios más importantes es que bajo la

presidencia de Trump, la extrema derecha seguirá creciendohasta convertirse en un movimiento más organizado y podero-so, y tendrá espacio para actuar. La violencia racista, sexista,transfóbica, homofóbica y xenófoba aumentarán a medida quereciban sanción estatal. Con un gran número de blancos gana-dos de manera aterradora para el supremacismo blanco, hayun terreno fértil para que la derecha fascista se expanda.La guerra no es una alternativa, está sucediendo mientras

hablamos. Nuestra única alternativa es decidir si vamos a lu-char o no.NUESTROS PROXIMOS MOVIMIENTOSLa revolución no puede ser una idea abstracta o una meta

distante, un sujeto de discusión de intelectuales con la cabezaen las nubes. Debe ser un movimiento vivo que traiga esperan-za y victorias a nuestras comunidades, lugares de trabajo yescuelas. Nuestra revolución no será un evento único y espec-tacular, sino un proceso que ya ha comenzado. Las reunionesde vecinos/as, las marchas, las huelgas, los bloqueos, las ocu-paciones, la defensa física de las clínicas de aborto y la resis-tencia física a racistas y neonazis son sólo algunas de las tácti-cas que podemos emplear. La parte importante es que las per-sonas comunes y corrientes se unan, para construir el poderdesde abajo que de ningún modo descansa en las manos dealgún partido corrupto de Washington.

Nuestra estrategia se apoya en la unión de estas accionesdirectas, ya que las urnas no son una defensa contra el fascis-mo y el odio, ni tampoco el Partido Demócrata. Estamos vien-do que las victorias que hemos ganado a través de duras lu-chas podrían muy bien ser revertidas. Nuestra única oportuni-dad es construir un movimiento que dependa del poder de lagente.Una estrategia para defender nuestras comunidades y desa-

fiar a Trump comienza con nosotros, los/as trabajadores/asexplotados/as. Juntos/as configuramos la solución a Trump y alos mayores problemas del capitalismo, el patriarcado y la su-premacía blanca. Algunos sectores de las clases dominantespueden compartir nuestro deseo de deshacernos de Trump,pero sólo para que puedan poner a otro capitalista en la CasaBlanca y luego hacer que pasemos de nuevo por este ciclo decrisis. Si bien podemos terminar caminando con estas perso-

Una respuesta anarquista a la elección de TrumpNoviembre rojo, noviembre negro

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nas en las calles durante los próximos cuatro años, sabemosque nuestros aliados son aquellos que también trabajan paraconstruir el poder autónomo de las clases explotadas, no aque-llos que quieren que fijemos nuestras esperanzas en los candi-datos políticos .

Debemos impulsar una mayor unidad de los movimientos so-ciales de la clase obrera. Tenemos que llegar a otros que es-tán creando organización en nuestras áreas y hablar con ellospara trabajar conjuntamente. Debemos impulsar a las organi-zaciones de movimientos sociales de las que formamos parte—como sindicatos, agrupaciones de Black Lives Mat-ter y organizaciones de derechos de las personas inmigrante–para organizar en cada ciudad cumbres por la planificación delapoyo mutuo y la coordinación de la oposición a Trump. Deaquí al 20 de enero, debemos organizar la mayor cantidadposible de debates y coordinación nacional entre movimientossociales y organizaciones revolucionarias. Debemos planificarprotestas masivas el día de la toma de posesión de Trump ydebemos ver estas protestas como herramientas organizativaspara continuar construyendo la unidad y atraer a la gente a laorganización cotidiana en nuestras comunidades, donde real-mente estaremos construyendo un poder de largo plazo quesea una amenaza para el Estado.Nuestra organización debe consistir en construir espacios

donde las personas puedan tener discusiones políticas abier-tas, comenzar a hacerse con el control y crear sus propiosmovimientos democráticos de masas. Debemos esforzarnospor organizar asambleas vecinales y comunitarias: bases denuestro poder colectivo contra el Estado y el capital.Mientras tanto, debemos enfrentarnos a la violencia de extre-

ma derecha; buscando y acallando cualquier organización fas-cista que levante la cabeza. A largo plazo, sin embargo, ten-dremos que hacer mucho más para socavar la base política de

Trump y la extrema derecha organizando a los trabajadoresblancos para que abandonen su apoyo a la supremacía blancaen favor de la solidaridad de clase. Esto significa que los revo-lucionarios blancos deben dedicar mayores esfuerzos más enla organización de los blancos y en la reconstrucción de losmovimientos sociales que pueden organizar a los blancos nosólo en torno a las necesidades que comparten con la clasetrabajadora de color, sino también alrededor de las demandasde libertad de las personas de color. En la actualidad, la mayo-ría de nuestros camaradas están concentrados en centros ur-banos tradicionalmente progresistas y altamente educados. Alargo plazo, debemos poner más recursos en el desarrollo debases para la política revolucionaria en las zonas rurales, en elsur y en el medio oeste.Necesitamos construir el poder del pueblo desde abajo, resis-

tir a las políticas de Trump directamente, crear espacios dondesus directivas no serán obedecidas. Si nos quedamos quietos,sólo podemos esperar nuevas generaciones de gente comoDonald Trump.A medida que nos organizamos contra Trump, también debe-

mos luchar contra la tendencia a querer resolver este problemaa través de la política electoral. En todo caso, esta elección hademostrado que los demócratas neoliberales están obsoletos,que nunca podrán darnos lo que necesitamos. Olvidémoslos.Mirando hacia el futuro, no podemos permitirnos el lujo de te-ner más falsas esperanzas, y no podemos volver a aceptar elmenor de dos males –porque ahí es donde nos tienen venci-dos. La mejor oportunidad que tenemos es volvernos hacianuestras comunidades, escuelas y lugares de trabajo y empe-zar a construir el poder popular.La Black Rose/Rosa Negra Anarchist Federation por sí sola

no puede crear este movimiento, pero podemos ser parte deél. El martes, Trump ganó la elección, pero ahora la gente de-be recuperar sus ánimo y lucidez mental.¡Con amor y rabia!#DontMournResist #NoMorePresidents

BLACK ROSE ANARCHIST FEDERATIONFEDERACIÓN ANARQUISTA ROSA NEGRA

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Frente a comunistas y otros/as izquierdistas, entiendo la revo-lución como socialista/anarquista, y su resultado es una socie-dad sin clases y no jerarquizada.El desarrollo del capitalismo, la extensión de la globalización,

el rápido incremento en la cantidad de clase trabajadora y laaparente crisis económica que, a menudo, se ha confundidocon crisis capitalista tornan obsoletas las viejas teorías sobre larevolución. No es que la revolución no haya sucedido, sinoque, de hecho, si la revolución en los países industrializadosavanzados no ha sido abortada, ciertamente ha sido pospuestapor mucho tiempo.El capitalismo, por sí mismo, ha creado muchos grupos entre

izquierdistas, socialistas, libertarios y feministas que están sir-viendo al sistema en vez de combatirlo. También ha creadohuecos, lugares como mercado barato, utilizando temas denacionalismo, terrorismo, racismo, fascismo y religión, paracrear diferentes tipos de guerra entre seres humanos. Hacien-do todo esto se ha expandido y conseguido renovarse. Elloprueba que el capitalismo no está “cavando su propia tumba”sino que, de hecho, la está cavando para nosotros/as y que escapaz de crear crisis, a menudo para hacer nuestro movimien-to más y más débil.Además, el capitalismo en los países muy industrializados,

desde hace mucho tiempo, ha desactivado todas las herra-mientas como huelgas, manifestaciones, protestas que habíansido utilizadas por la clase trabajadora y el resto como herra-mientas de lucha. Estas tácticas, de hecho, están funcionandoahora en las manos del sistema en vez de contra él.Anteriormente ya he escrito bastante sobre esto. Por lo tanto,

estoy intentando no repetirme aquí y prefiero dirigirme directa-mente al asunto.Dos visiones sobre el origen de la revolución y su triunfo:Primera: revolución a través de un partido de vanguardia,

golpe militar o elección de un sistema parlamentario. Esto sig-nifica que la revolución sucede desde lo alto de la sociedad yel resultado de cualquiera de ellas es más o menos igual. Lahistoria prueba que estas revoluciones, en cualquier lugar quehayan sucedido, no sólo han fallado, sino que, de hecho, hancreado desastres y desilusiones para las personas. Tambiénprueba que imponer la teoría sobre las realidades es equivoca-do y origina catástrofe.Segunda: preparación para realizar la revolución a través de

la auto-organización no jerárquica, independiente y radical engrupos, comités, asambleas en todos los ámbitos: política,economía, cultura, educación, sociedad, clima y ecología. Laauto-organización en las fábricas, granjas, servicios públicos,mercados, escuelas, universidades y otros lugares de trabajoes crucial. Estos grupos, en su inicio, trabajan para conseguirlas necesidades diarias y empoderar el rol y la independenciade los/as individuos/as. Después, trabajan en la construcciónde un movimiento a nivel local, a escala nacional a través delas redes sociales y las asambleas de personas en los barrios,villas, ciudades y urbes. Se unen para lanzar sus actividades através de la acción directa utilizando la democracia directa.Después de empoderarse y establecer su auto-administraciónpueden desafiar al Estado y a todos/as sus administradores/as

y acercarse a su estrategia principal.En mi opinión, mientras vemos al Estado como al principal

centro de toda la fuerza del país, en este caso es práctico ysensato tener el mismo punto de vista para los países indus-trializados más avanzados, como EE.UU., Canadá, Australia,Rusia, Japón y los países occidentales como centro del mun-do. Este centro, con sus instituciones financieras, tiene unaenorme fuerza política y económica sobre el resto del mundo,especialmente los países poco o nada desarrollados, que sonlas bases principales para aquellos. En este caso colapsar esteCentro con la teoría de “la revolución debe ser de abajo a arri-ba” debería iniciarse en los países que están protegiendo ypreservando los intereses de los países industrializados avan-zados. Esto no significa que las manifestaciones, protestas,huelgas, ocupaciones y revueltas no sucedan en los paísesindustrializados. Por el contrario, mientras haya explotación,esclavitud laboral, desigualdad e injusticia social, éstas causa-rán, ciertamente, una reacción en contra. De todas maneras,cuando las personas no tienen intención de organizarse por símismas, no tienen un plan a largo plazo, esas herramientas delucha son sólo vías temporales para alcanzar los objetivos ac-tuales –incluso si todas esas acciones son para mantener loque se ha conseguido previamente–. Luego esas actividadesno logran grandes cambios; de hecho, traen desilusión a laspersonas.Lo que hace a este Centro tan fuerte es la existencia de paí-

ses poco o nada desarrollados, donde los primeros mantienenel terreno rico proveyendo trabajos baratos, materiales baratose, incluso, son mercados lucrativos para los primeros. Cuandola dependencia política y económica del Centro y viceversatermina (en otras palabras, cuando las bases son destruidas)la parte alta de la estructura colapsa también.Hay algunas áreas sociales en las sociedades menos desarro-

lladas que poco o nada existen en los países industrializadosavanzados, siendo suelo fértil para una revolución:· Relaciones sociales. En estos países el capitalismo no ha

alcanzado cada aspecto de la vida del/la individuo/a, que viveen una muy buena relación social y cuyos contactos son máshumanos y menos materiales. Las agencias del Estado desig-nadas para ayudar y apoyar a los/as pobres o desempleados/as tampoco existen, u ofrecen muy pequeña ayuda. Y, tam-bién, en caso de desastres naturales o por acción humana, lacarga completa recae en los hombros de las personas mismas

¿Dónde es más deseable que suceda la revolución: enpaíses desarrollados o en países en vía de desarrollo?

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y sus comunidades. Ellas ayudan al/la otro/a moralmente, fi-nancieramente, recolectando cosas y mostrando solidaridad.Así, en breve, las personas de estas sociedades confiaráncompletamente en sí mismas y en la comunidad, más que enel gobierno, para satisfacer sus necesidades, cuando afrontanlos desastres o cuando tienen tiempos de felicidad. En estospaíses todavía se mantienen algunas bases simples de viejacomunidad. En cierto grado todavía en algunos lugares estaspersonas viven y trabajan colectivamente. Sus conversacionesson sobre política y los problemas suceden en sus comunida-des y fuera, concerniéndoles a ellas. En una sociedad comoésta los contactos y el establecimiento de relaciones entre indi-viduos en sus lugares de trabajo, en sus vecindarios, en lasciudades, en las universidades y en otros lugares es muy fácil.Las personas ahí hablan sobre sus necesidades diarias; deba-ten y discuten sobre los temas relacionados, tomando decisio-nes sobre éstos. Confían unas en otras, luego es fácil paraellas juntarse para realizar el trabajo y las actividades comu-nes, y pueden comprometerse a hacerlos/as. Por supuesto,estos pueden ser mucho más fáciles si las personas se organi-zan ellas mismas para los diferentes asuntos, tomando decisio-nes y llevándolas a cabo. Ciertamente, esto es más sencillo derealizar en las pequeñas aldeas que en las grandes aldeas, enlas ciudades que en las urbes. La auto-organización a travésde la construcción de grupos locales y asambleas de personashace a las personas trabajar y vivir colectivamente, de unamanera más cómoda y práctica.· Los puntos débiles del capitalismo. Es bastante claro que

alcanzar objetivos y victorias fáciles siempre sucede desde elpunto más débil del sistema. También es claro que el puntodébil aquí son los poco o nada industrializados países y suscomunidades, por los “suelos fértiles” que en el anterior puntodescribo. Mientras en estas sociedades la mayoría de las per-sonas no han devenido en robots, sus palabras y conversacio-nes no son todavía sobre las últimas modas; modelos del dife-rente consumir, todavía se mantienen como seres humanos.

En estos lugares el esfuerzo y la preparación para la construc-ción de cooperativas, tratando de vivir juntos, deseando com-partir sus necesidades sociales y económicas, son sencillos.En tales lugares las aldeas, el campo y las ciudades pequeñasson menos dependientes de las grandes ciudades y el libremercado. En estos países y sus sociedades, si las personas sedirigen a sí mismas, son capaces de obtener todas las necesi-dades vitales e, incluso, herramientas simples como medioseconómicos de agricultura y ecología. Si no pueden obteneralgunas de sus necesidades, pueden conseguirlas a través deprocesos de intercambio vía redes sociales o sus asambleas.No hay duda de que, en los países en el mundo donde las per-sonas permanecen pobres, éstas se guían a sí mismas. Lo quehace a estos países y sus sociedades ser pobres son los/asricos codiciosos/as y las élites, el Estado, la corrupción, lasestructuras sociales que funcionan sobre la base de clases yjerarquías que implementan políticas y planes de economíaneo-liberal.El proceso de vencer al capitalismo, el proceso de finalizar

con la dependencia del/la uno/a por el/la otro/a es lento; largocamino, pero muy sólido. Su victoria completa y la expansióndel experimento depende de la solidaridad internacional delibertarios/as y anti-autoritarios/as y, también, de que suceda elmismo proceso al menos en algunos países…La existencia de una sociedad jerárquica y de clases, de-

sigualdad, injusticia, pobreza, guerra y más nos deja con sólounas pocas opciones: sentarnos y no hacer nada, esperar alpartido de vanguardia, el golpe militar o la elección“democrática” (la mayor mentira de la historia). Este últimocamino es más peligroso que sentarse y no hacer nada, por-que casi siempre intensifica los desastres. Simplemente, pe-lear de nuevo contra el sistema mediante la construcción degrupos locales independientes, radicales y no jerárquicos. Éstaes la base real y la esperanza real para la futura revolución.

ZAHER BAHER, noviembre de 2016www.Zaherbaher.com

Un enfoque anarco-comunista de las recientesprotestas en Rumanía

En resumen, somos de la opinión de que estamos asistiendoa una guerra por el poder dentro del Estado, entre represen-tantes de la clase política y poderosas instituciones del Estado,pero entendemos que esta guerra no aporta nada interesantepara la clase obrera y su proceso de emancipación. Desdenuestro punto de vista, los actores principales de estas protes-tas son: por un lado los numerosos miembros de la llamadaclase media, el presidente Iohannis (Partido Nacional Liberal),y algunas de las instituciones represivas del Estado, como elservicio secreto, el DNA (Departamento Nacional Anti-corrupción); y por el otro lado el PSD (Partido Social Demócra-ta) y la clase política en su conjunto.La razón por la que decimos que se trata de una guerra que

involucra a toda la clase política, y no sólo al PSD, es porqueentendemos que la lucha se lleva a cabo en esos términos, apesar de la oposición entre los partidos por razones de intere-ses electorales. Consideramos que se trata de una lucha entrefacciones rivales porque los cambios legislativos realizados porel partido gobernante están tratando de eliminar algunos instru-mentos jurídicos que han sido utilizados por las instituciones

represivas antes mencionadas para ejercer el control sobre lospolíticos durante la última década, en muchos casos a travésde actuaciones abusivas.Al mismo tiempo, no negamos el hecho de que entre la gente

que protesta en las calles se puedan encontrar muchas perso-nas pertenecientes a la clase obrera, muchos desposeídos y,en general, personas que no pueden ser consideradas como„ganadoras” tras la transición al capitalismo de mercado. Larazón de esto podría encontrarse en la intoxicación de los me-dios de comunicación y el discurso pro-capitalista que ha domi-nado a la sociedad rumana durante los últimos 27 años. Otrofactor que se puede tomar en cuenta, y que no puede ser igno-rado, es la falta total de una alternativa creíble capaz de apo-yar la causa de la clase trabajadora. Muchas de las declaracio-nes y acciones son definitivamente inconsistentes en este mo-mento, y por esta razón no podemos expresar un enfoque final,capaz de tener en consideración todos los factores.Clase media; “la hermosa juventud”(Este término se utiliza regularmente para describir a los jóve-

nes de clase media que son presentados como los garantes

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del futuro del país, moviendo el país en una dirección positiva,europea y occidental. Opuesto a este segmento social encon-tramos uno formado por pensionistas pobres y personas consubsidios, asociados en masa con la época „comunista”, y queconstituyen la base electoral del PSD)La clase media rumana está compuesta por segmentos de la

población que tienen un nivel de vida por encima de la media,que tienen la esperanza de alcanzar un nivel de vida similar alde sus homólogos en el mundo occidental y que generalmentesuscriben toda la percepción de progreso que representa lacultura capitalista colonial occidental. Aunque muchos de ellossiguen siendo esclavos asalariados, algunos, no todos, tienenla posibilidad de acumular una cantidad importante de capital.Su traición de clase se manifiesta en sus aspiraciones de unir-se a las filas de la burguesía, con la que se identifican plena-mente. Su conciencia de clase se podría resumir en su interésen ser burguesía, o un estrato ligeramente inferior dentro de laburguesía.Otro rasgo importante de la clase media rumana es su total

desprecio hacia las masas obreras y los pobres, que asociancon el „comunismo” (capitalismo de Estado) y la escasez mate-rial. Dentro de las filas de esta clase, los elementos más acti-vos son los occidentalizados (desean un país como occidente),que a menudo se describen por su afiliación tanto a corpora-ciones multinacionales que operan en Rumania como al com-plejo industrial de las ONG, donde los salarios están por enci-ma de la media.El PSD es un partido político que no difiere de manera impor-

tante de otros partidos europeos que reivindican una tradiciónsocialdemócrata (una tradición reformista y capitalista, peroésta es una discusión completamente diferente). Difícilmentese puede decir que el PSD es un partido más corrupto, o quees profundamente diferente de otros partidos, tanto en el pasa-do como en el presente. Porque no queremos hablar del PSDcomo un partido neoliberal (aunque sí lo es), en el sentido deque un partido político se ocupa más de los intereses del capi-tal que de los trabajadores. Nunca pasó al contrario, ya que lasexcepciones pre-neoliberales en los llamados Estados occi-dentales de bienestar, tuvieron sólo que ver con las condicio-nes históricas en que se encontraba el capitalismo al final de laSegunda Guerra Mundial. Nos referiremos, por tanto, al PSDcomo un partido político cuya base electoral tradicional secompuso de grandes secciones de la clase obrera y de lossectores más desposeídos de la sociedad rumana.Heredero del Frente de Salvación Nacional (descendiente del

partido Comunista Rumano de la época comunista), el PSD, aligual que otros partidos, permitió el proceso capitalista de acu-mulación primitivo que comenzó tras el derrocamiento del anti-guo régimen, una vez que el país avanzó hacía una economíacapitalista de mercado. Durante el gobierno del PSD se produ-jeron muchas privatizaciones, se crearon nuevos mercadospara inversiones, se realizaron muchos despidos y se hicieronrecortes en gasto social. Desde este punto de vista, es difícilseñalar diferencias claras entre el PSD y otros partidos gober-nantes en los años 90, considerando que ésta fue la línea prin-cipal adoptada por todos los gobiernos: preocuparse en promo-ver los intereses del capital (especialmente del capital extranje-ro) e ignorar totalmente la creciente precariedad de la claseobrera.Hay muchas razones por las que la PSD tiene tanto apoyo

entre la clase obrera. Una de ellas es, por supuesto, el hechode que no hay otra alternativa práctica que pueda, al menos,ofrecer la ilusión de centrar su discurso en el interés de lasclases bajas. Otra podría ser la buena infraestructura organiza-tiva que tiene el PSD en las zonas urbanas y rurales más po-bres del país. Dicho esto, pensamos que es posible identificaralgunas diferencias entre los partidos, aunque no sean muyprofundas. Esto se puede revelar mejor cuando tomamos enconsideración el discurso público del antiguo gobierno tecno-crático (noviembre de 2015 a enero de 2017) frente al expresa-do por el PSD (al menos el que tuvieron durante la campañaelectoral).

El gobierno tecnocrático, dirigido por un burócrata europeomuy bien pagado, se opuso al aumento del salario mínimopropuesto por el PSD (que iba a incrementarse a unos 920 lei,unos 200 euros netos, siendo uno de los más bajos de Europa)y también dijo que la clase obrera rumana sale demasiadocara, por lo que los salarios deberían ser alrededor de 2 lei pordía (50 céntimos de euro) como en otros países subdesarrolla-dos o en vías de desarrollo. Sin embargo, el PSD prometió enla campaña electoral un aumento en los salarios y pensiones, ytambién la creación de otros programas sociales – uno muyimportante consistiría en proporcionar una comida caliente pordía para cada alumno de Educación Primaria (Rumanía tieneuno de los índices de pobreza infantil y pobreza extrema másaltos de Europa). A pesar de estas promesas, el PSD no abor-dó muchos asuntos especialmente importantes para su baseelectoral, sino que buscó obtener apoyos de votantes tradicio-nales de la derecha prometiendo recortes en impuestos y con-tribuciones, e incluso la eliminación absoluta de algunos.Esta estrategia resultó efectiva, por lo que en las últimas elec-

ciones el PSD superó los límites de su base tradicional y logróobtener votos de poblaciones urbanas, con mayor formación,que previamente estaban fuera de su alcance (un factor impor-tante que colaboró pudo ser la amenaza de escasez que estáempezando a hacerse sentir en partes de la población queantes se consideraban a salvo de los estados de ánimo delcapitalismo). Lejos de representar un tipo local de oposición alrégimen neocolonial que domina a la población, el PSD podríapercibirse por las instituciones extranjeras que gobiernan defacto al país como algo menos agradable en ciertos momentos,

Imágenes utilizando un eslogan del fascismo rumano previoa la 2ª Guerra Mundial y anterior. Este eslogan se ha conver-tido en la forma favorita de los manifestantes de protestarcontra el gobierno socialdemócrata. Dice “La Peste Roja”

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respecto a un gobierno directo de derecha (o tecnocrático)dispuesto a centrar su discurso en los intereses del capital y laclase que en su mayoría representa esos intereses.Otra estrategia del PSD consistía en hacer un llamamiento

nacionalista y conservador dirigido tanto a las partes explícita-mente reaccionarias de la población, como a una clase obreraque en este momento está lejos de comprender las diferentesdivisiones internas y jerarquías que se imponen y reproducenpara beneficio de la clase gobernante.Es por esto que no deberíamos estar tan sorprendidos por el

apoyo del PSD a la asociación filo-fascista Coalición por laFamilia, cuyo presidente ya expresó su apoyo a una nociónconservadora de la familia, de la que se excluye el matrimonioentre personas del mismo sexo e incluso la posibilidad de for-mar parejas de hecho entre adultos no heterosexuales.En pocas palabras, el PSD es un partido aliado del capital,

tiene un fuerte sabor nacionalista y conservador, y no cuestio-na ni trata de oponerse a las instituciones y estructuras de po-der extranjeras, OTAN, FMI, UE, que han convertido al país enuna neocolonia. Es especialmente esclarecedor el caso de laEmbajada de los Estados Unidos, que no duda en pedir expli-caciones a los políticos locales cada vez que se percibe unaamenaza a los intereses americanos en el área.Al mismo tiempo el PSD tiene un discurso que a veces puede

ser traducido en políticas sociales que no se pueden encontrardel lado de los partidos de derecha y que a veces pueden traeralgunos beneficios mínimos temporales para la clase obrera(por ejemplo, subidas salariales).Lucha contra la corrupción, Iohannis y Estado de derechoUna parte principal de la ideología de la lucha contra la co-

rrupción es la evolución de Rumania hacia una economía capi-talista de tipo occidental y los inconvenientes que deben com-batirse. Lo que estamos tratando de decir es que el principaldiscurso parte del supuesto de que la mejor manera de lograrel desarrollo del país es limitar su infraestructura industrial,rebajar su mano de obra cualificada y educada, mantener alpaís atractivo para las inversiones extranjeras (a través de unode los salarios más bajos de Europa) y reducir o eliminar im-puestos sobre los beneficios obtenidos en el país que luegoson exportados a los países occidentales.Lo que estamos describiendo aquí es el tipo de capitalismo

colonial que gobierna el país, en el que la corrupción es vistacomo un obstáculo importante para alcanzar ese tipo de capi-talismo occidental. La mayoría de los partidarios de la ideolo-gía de “lucha contra la corrupción” pertenecen a la clase me-dia, esa parte privilegiada de la población que considera laanticorrupción de una forma política, ya que es un conceptodesarrollado bajo el gobierno de Băsescu (Partido DemócrataLiberal) como principal fuente del bienestar.Durante sus diez años de mandato, 2004 a 2014, se destaca

la formación más reconocible de un segmento de clase media,al mismo tiempo que las inversiones extranjeras por empresasmultinacionales comienzan a crecer. Algo que, sin embargo, setradujo en más pobreza para gran parte de la población. Y quegeneró, además, un mayor éxodo laboral, de nuevo en benefi-cio del capital occidental, que ganó muchísima mano de obrabarata, a merced de la ola de inmigración tras el colapso de losregímenes anteriores en Europa del Este.A nivel ideológico, la clase media vincula la brutalidad del pe-

ríodo de transición hacia un tipo de economía capitalista de

mercado de los años 90 (un período de acumulación primitivacapitalista que se tradujo en el simple y llano robo de la riquezapública por propietarios privados) con la corrupción de los regí-menes políticos que gobernaron el país en ese período.Si bien entre 1996 y 2000 el PSD no formaba parte del go-

bierno, sigue siendo considerado como el principal responsa-ble de ese período oscuro. Al mismo tiempo está vinculado alrégimen pre-90 y es considerado por tanto un obstáculo para eldesarrollo capitalista. El discurso de la clase media tiende adelimitarse al PSD, considerando a su base como ignorante,precaria y expuesta a todas las faltas del capitalismo, y por lotanto enemiga de los valores europeos (capitalistas) del Estadode Derecho y de la cultura occidental, que se consideran fuen-te principal de bienestar.Al involucrarse en “obsequios electorales”, el PSD está tratan-

do de ocultar su propia corrupción y desprecio por estos valo-res europeos, haciéndose culpable de atacar el bienestar delas partes privilegiadas de la población (impidiendo el procesode acumulación de capital a través de su corrupción e incom-petencia, y dirigiendo los fondos al gasto social en lugar deinvertir en la infraestructura necesaria para la explotación capi-talista).El actual presidente Iohannis (Partido Nacional Liberal), por

otra parte, es considerado el representante más elevado de lacultura occidental y la civilización. Alemán, antiguo alcalde deSibiu y ex-profesor de educación superior y tutor por excelen-cia (cuando se le preguntó cómo se las arregló para recaudarsuficiente dinero para comprar sus seis casas trabajando en elsector público, respondió que ofreció una gran cantidad detutorías; a diferencia de otros maestros menos afortunados), esvisto como el perfecto opuesto Dragnea, presidente del PSD, ysu base electoral embrutecida. Dragnea, por lo tanto es consi-derado como un símbolo provinciano, balcánico, corrupto, des-pótico e incivilizado.Iohannis es el defensor del camino europeo de Rumania, el

garante del estado de derecho, de la lucha contra la corrupcióny de la asociación estratégica con el imperio fascista ameri-cano. Básicamente Iohannis es el enemigo de todas aquellascosas que impiden el proceso de acumulación capitalista yfrenan los intereses imperialistas. Eso sí, ni de lejos estamosdiciendo que Dragnea sea algo así como un defensor de lalucha obrera por la emancipación. Dragnea, así como toda laclase política, representa los intereses de la burguesía. Peroes en este tipo de términos, o similares, en que se expresanlos representantes de la clase media.La clase obreraA diferencia de muchas personas que constituyen el mundo

minúsculo y sobre todo irrelevante de la izquierda rumana,declaramos que para la clase obrera la lucha anticorrupción noes importante, al menos no en el sentido de liberarse de laexplotación capitalista y de la dominación estatal. Cuando bajoel disfraz de la lucha contra la corrupción somos espectadoresde una lucha por el poder entre diferentes tendencias del Esta-do; cuando no importa quién gane esta batalla puesto que losintereses del capital y la burguesía son los importantes; cuan-do sabemos que, en el mundo capitalista, los gobiernos no sonotra cosa que comités para el manejo de los asuntos de la cla-se gobernante; entonces declaramos que la emancipación dela clase obrera sólo puede venir de la propia clase obrera. Laclase obrera necesita desarrollar la conciencia de su propia

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condición y luego tiene que organizarse -tanto en el lugar detrabajo como en sus propias comunidades- para poner fin a ladominación de clase de la burguesía.El llamado Estado de Derecho no es más que la expresión

política del orden social actual, un orden que se basa en elsufrimiento, las tragedias, la pobreza, la explotación y la pre-sión aplastante que millones de personas sufren cada día en elinterior del país, al igual que miles de millones de personas aescala global. Desde el punto de vista de la clase obrera, elcapitalismo es el sistema más corrupto para su extorsión dia-ria, a través de la explotación de la fuerza de trabajo, esclavi-tud asalariada que hace víctimas a todos los trabajadores. Elpapel histórico del Estado es el de asegurar la continuación dela sociedad de clases y la reproducción del capitalismo, asegu-rar que una clase es capaz de vivir del trabajo de la otra clase,hacer todo lo posible para complacer a las élites. Es por elloque nuestro objetivo es que la opresión política del Estadodesaparezca al mismo tiempo que la explotación capitalista.Por tanto, sólo podemos contemplar cómo en esta lucha por el

poder entre la clase política y las instituciones represivas delEstado, las partes privilegiadas de la clase media toman bandodel lado de estas últimas. Los manifestantes no tienen reticen-

cias en demostrar su apoyo a un conjunto de institucionescompletamente antidemocráticas y carentes de transparencia,como el DNA (Departamento Anticorrupción).De alguna manera esto nos hace preguntarnos si su despre-

cio por el voto popular que llevó al PSD al Gobierno, junto conotros partidos políticos que podrían ser favorables a implemen-tar ciertas medidas „populistas” (gasto social, aumento de sala-rios), no podría ser visto como una aversión por algunas“deficiencias” de la democracia burguesa, como por ejemplo elsufragio universal. De hecho, se han escuchado muchas vocesen los últimos días llamando a quitar el derecho a voto a lapoblación más pobre, que precisamente constituye la mayoríade los votantes del PSD. Desde una perspectiva ideológica,podríamos preguntarnos si detrás de esta afirmación de la cla-se media no se puede ver una tendencia histórica hacia el fas-cismo y el autoritarismo de esta clase, tendencia que se expre-sa a través de un profundo desprecio por las personas querepresentan a una clase que se considera inferior (obreros ypobres) hacia los que siempre apuntan cada vez que conside-ran que sus privilegios están en peligro.Fuente: https://iasromania.wordpress.com/2017/02/06/the-

rule-of-law-and-the-working-class/

El anarquismo que viene¿Quién puede anticipar cómo será el anarquismo que viene?

Nadie, por supuesto. Sin embargo, sí existe una razón de princi-pio que nos permite afirmar con total seguridad que ese anar-quismo que viene, y que ya está asomando su rostro, será ne-cesariamente diferente del anarquismo que hemos heredado yque hoy conocemos.En efecto, el anarquismo no es tan solo una formidable exigen-

cia de libertad, quizás la más extrema de todas las que se hanformulado, sino que también consiste en el pensamiento políticode la crítica de la dominación, junto con la práctica política de lalucha en su contra. Es, por lo tanto, en el seno de las luchascontra la dominación en cualquiera de sus formas donde estese fragua y donde adquiere buena parte de sus características.Ahora bien, como los dispositivos de dominación se van trans-

formando en el transcurso del tiempo histórico, resulta que,para no perder eficacia, también se modifica correlativamente loque se opone a ellos, lo que les planta cara, incluida la luchaque desarrolla el anarquismo. Lo curioso es que como conse-cuencia de esa inevitable modificación de sus prácticas antago-nistas también se modifica el propio entramado teórico del anar-quismo. La razón no es otra que la peculiar simbiosis que esteestablece entre la teoría y la práctica, entre la “idea” y “la ac-ción”, y que implica, necesariamente, que si la acción se modifi-ca, la idea no pueda permanecer estática, porque una parte delo que la constituye, es decir, una parte de ella misma, que noes otra que la práctica, se ha modificado.Por consiguiente, en la medida en que los dispositivos de do-

minación se van modificando, resulta que el anarquismo queviene será necesariamente distinto del actual. Es más, pode-mos afirmar, no ya por una razón de principio, sino por unaconstatación de tipo puramente empírico, que el anarquismoque viene no solo será diferente del actual, sino que, además,será muy diferente. El motivo es que los cambios sociales quese avecinan, y que ya están empezando a acontecer, son de talmagnitud que sus efectos sobre el anarquismo solo pueden serde un enorme calado, situándolo frente al reto de tener que

reinventarse a sí mismo.El ejercicio creativo que consiste en imaginar cómo será el

anarquismo del futuro es, sin duda, encomiable, sin embargo,dudo mucho que dejar volar libremente nuestra imaginación seael mejor camino para intentar acercarnos a la forma que podríatomar esa reinvención. Porque si la forma del anarquismo queviene va a depender, en parte, de cómo serán los dispositivosde dominación a los que se enfrentará y de cómo será el mundoen el que se insertará, lo que precisamos para acercarnos alanarquismo del mañana es interrogar ese mundo que viene apartir de las líneas evolutivas que ya se están dibujando en elseno de la realidad actual.Ahora bien, si queremos captar los rasgos que están emergien-

do, debemos entender que los cambios que experimenta elmundo desde hace ya algunas décadas, lejos de representar unconjunto de modificaciones menores, dispersas e inconexas,anuncian e inician un auténtico cambio de época y una verda-dera discontinuidad histórica.En efecto, todo indica que ya hemos emprendido el camino

que conduce, a la vez, hacia una nueva era capitalista, haciauna nueva era tecnológica, y hacia una nueva era ideológica.Esos tres grandes acontecimientos están estrechamente entre-lazados, están anudados en una relación sinérgica, se poten-cian mutuamente y constituyen en realidad tres facetas de unmismo fenómeno global.Así que, sin pretender trazar, ni siquiera con trazos gruesos, un

diagnóstico del presente, creo que bien vale la pena detenernossobre ese cambio de época que se está gestando, porque esaes la mejor manera de acercarnos al contexto en cuyo seno seconstituirá el anarquismo del mañana y en el que se fraguaránsus rasgos.La mutación del capitalismoPara empezar por la primera de esas grandes mutaciones,

veamos qué es lo que está pasando con el capitalismo. Pero,eso sí, dejando previamente bien claro, que la destrucción delcapitalismo es una exigencia irrenunciable para una corriente

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política que se define por su lucha contra la dominación bajotodas sus formas, incluida, por lo tanto, la explotación laboral. Yeso implica que el anarquismo, tanto el actual como el que vie-ne, no puede, bajo ningún concepto, dejar de luchar para salirdel capitalismo.Pues bien lo que está pasando con el capitalismo es que, des-

mintiendo los doctos augurios que anuncian repetidamente sucrisis terminal, su gran colapso, el capitalismo sigue demostran-do, como lo ha hecho sobradamente en el pasado, su enormecapacidad de regeneración. Una capacidad perfectamente evo-cada por la metáfora de esa hidra a la cual le crecen varias ca-bezas por cada una que se le corta.Es obvio que, siendo capaz, como lo es, de nutrirse de aquello

mismo que se le opone, el capitalismo se adapta y se transfor-ma con una temible eficacia, y está operando hoy una autenticarenovación que lo aleja considerablemente de sus formas ante-riores.Por supuesto, su motor sigue siendo el mismo: apropiación de

la plusvalía, maximización del beneficio, y mercantilización detodo lo que pueda ser mercantilizado. Sin embargo, sus meca-nismos, su funcionamiento, sus características, todo eso estácambiando.Por ejemplo, la nueva modalidad del capitalismo se muestra

especialmente apta para extraer beneficios de los grandes flu-jos, ya sean flujos financieros o flujos de información, entreotros. Así mismo, resulta que la producción de valor ya no des-cansa exclusivamente sobre el trabajo, y aunque la explotaciónde la mano de obra sigue siendo escandalosa esta ha perdidogran parte de su centralidad.De hecho, son todas las actividades de la vida cotidiana las

que ese capitalismo de nuevo cuño convierte en fuente de be-neficio, procurando construir, en lugar de simplemente buscar,los sujetos que resultan más adecuados para proporcionarleganancias. Se trata, para él, de producir subjetividades que seacoplen perfectamente a su lógica, y que faciliten su funciona-miento tanto en el campo del consumo como en el del trabajo.Se trata de construir la forma de ser, la forma de sentir, dedesear, de pensar, de relacionarse, de las personas, y, paraello, debe infiltrar y colonizar nuestros deseos, nuestro imagina-rio, nuestras motivaciones, nuestras relaciones sociales y, endefinitiva, nuestro modo de existencia.Así, por ejemplo, en el ámbito laboral el capitalismo procura

sacar provecho de todas las facetas de la persona contratada,no se limita a utilizar sus habilidades técnicas o su fuerza detrabajo, sino que intenta movilizar la totalidad de sus recursos,desde sus motivaciones, sus deseos, sus angustias, sus recur-sos cognitivos, y hasta sus lazos afectivos.Y eso es posible gracias a la constitución, a lo largo del último

siglo, de un considerable volumen de saberes expertos sobre elser humano. Tanto en el plano biológico: gestión de la vida,como en el plano psicológico: producción de subjetividades, yen el plano colectivo: gestión de poblaciones.Ni siquiera la libertad queda al margen de esas operaciones.

Esta se utiliza hoy como un instrumento de sometimiento y, porejemplo, las estructuras jerárquicas se flexibilizan para incre-mentar la sumisión de los sujetos o el rendimiento de los traba-jadores. Porque resulta que gobernar, gestionar, y hacer traba-jar en nombre, pero sobre todo en base, a la libertad, permiteconseguir que sean los propios gobernados y los propios traba-jadores quienes contribuyan a mejorar los mecanismos median-

te los cuales son gobernados y son explotados.Por otra parte, en la actual globalización, la impresionante ubi-

cuidad del capitalismo significa que ya no existe exterioridadcon relación a él, que ya no hay un “afuera” del capitalismo, niespacialmente, ni socialmente. Este ha colonizado todo el pla-neta, e incluso sus alrededores, impregnando todos los engra-najes de la sociedad, todas las facetas de nuestra vida cotidia-na, y hasta nuestra propia subjetividad. Con lo cual, el capitalis-mo ya no representa solamente un sistema económico particu-lar, sino que se ha convertido en una forma de vida que tiendehacia la hegemonía.Por fin, resulta que si sus relaciones con el poder político siem-

pre fueron muy estrechas, hoy está suplantando el propio poderpolítico. Como muy bien lo señala El comité invisible, el poderpolítico se ha desplazado desde los Parlamentos, convertidosen simples teatros donde se representan comedias, hacia lasgrandes infraestructuras de la economía capitalista. Hoy, elpoder está inscrito en ellas, y son, por ejemplo, las vías y lasredes de comunicación y de transporte, transporte de personas,de mercancías, pero también de energía, o de información, lasque conforman materialmente el sistema de dominación esta-blecido. No es necesario que nadie nos ordene nada, nos en-contramos materialmente atrapados en esas infraestructuras ynuestra dependencia de su buen funcionamiento es total. Conlo cual, para cambiar la sociedad y para salir realmente del ca-pitalismo de poco sirve quemar los Parlamentos si no se des-mantelan, también, esos macro-dispositivos tecnológicos.Pues bien, en definitiva, es esa nueva modalidad de capitalis-

mo la que está construyendo el escenario en el que se inscribiráel anarquismo que viene. Y si este ya no podrá luchar contra élcomo luchaba antes, y si parte de las características del anar-quismo provienen precisamente de esa lucha, está claro que elsimple hecho de que vaya a seguir luchando contra las nuevasmodalidades del capitalismo lo cambiará necesariamente deuna forma muy importante.La era internetLa segunda gran mutación que se está produciendo consiste,

como bien sabemos, en que estamos entrando de lleno en laera informática y, de hecho, no se puede entender el actualcapitalismo sin la irrupción de la revolución informática. Sin esarevolución no se habría podido constituir la nueva era capitalis-ta, la explotación de los grandes flujos que antes he menciona-do no alcanzaría la magnitud ni tendría la forma que reviste hoyen día, y la actual fase de la globalización ni siquiera habríapodido acontecer. Esta no sólo representa la extensión mundialdel mercado capitalista y de su lógica productiva, sino que tam-bién instaura un nuevo orden económico que se caracteriza,entre otras cosas, por la extraordinaria densificación y por lafulgurante rapidez de las interconexiones.Ahora bien, por importante que sea su papel en la reconfigura-

ción del capitalismo no es sólo en el campo de la economíadonde la informatización generalizada del mundo ha abierto unanueva era. En la medida en que se trata de una tecnología pro-ductora de tecnologías la informática transforma, no uno, sinomúltiples planos del mundo.Basta con pensar, por ejemplo, en el impulso que ha dado a la

ingeniería genética, con lo Post-humano como horizonte nomuy lejano, o como ha ayudado a renovar la conducción de laguerra, mediante la creciente sofisticación tanto del armamentocomo de la estrategia militar (Drones, misiles auto-guiados,

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ataques cibernéticos, sin olvidar la renovación del espionaje y,más globalmente, de la inteligencia militar).Si bien todas esas transformaciones posibilitadas por la infor-

mática son de primera importancia para configurar el mundoque nos espera, hay una de ellas que merece una atenciónmuy especial, la que atañe al nuevo tipo de control social quese está instaurando y que está propiciando el auge de un totali-tarismo de nuevo cuño.Vigilancia generalizada, total transparencia, completa trazabili-

dad, acumulación ilimitada de datos, constante cruce de losmismos, análisis sistemático del ADN, derecho que se arrogael Estado de escudriñar nuestra vida privada o, lamentable-mente, auto-exposición voluntaria y pormenorizada de nuestracotidianidad. Como bien sabemos, gracias a la informática,todas nuestras acciones, e incluso nuestros silencios y nues-tras no-acciones, aquellas que nos abstenemos de realizar,dejan unas huellas que son cuidadosamente archivadas parasiempre, y exhaustivamente tratadas por los servicios estatalesasí como por grandes empresas privadas.Con lo cual, no son sólo factores políticos los que hacen que

el futuro se anuncie tan densamente cargado de amenazastotalitarias. En efecto, el principal peligro totalitario no radicatanto en el auge de los sectores de extrema derecha, como enlos múltiples dispositivos tecnológicos vinculados a la informáti-ca que se encuentran esparcidos por todo el mundo y que es-tán tejiendo esa tela de araña del totalitarismo donde poco apoco van quedando atrapadas nuestras vidas.A la vista de las transformaciones que está potenciando, en-

tiendo que no constituye ningún despropósito afirmar que lacolonización del mundo por la informática, que incluye peroque no se limita a la llamada era Internet, va a imprimir, nece-sariamente, nuevas características a un anarquismo que ten-drá que afrontar ese entorno y desenvolverse en su seno.Una nueva era ideológicaNo sólo cambia el mundo social y tecnológico, también está

mutando una esfera ideológica que se venía definiendo estosúltimos siglos por la amplia adhesión al discurso construido porla Ilustración y por su adopción como fundamento de la legiti-midad de una época, la Modernidad, en la que aún seguimosinmersos, pero de la que ya hemos iniciado nuestra salida.En efecto, hoy se acepta de forma cada vez más generalizada

que las grandes narrativas de la Ilustración ya no son creíbles,y que las meta-narrativas de la emancipación, del progreso, dela razón triunfante, del Proyecto a realizar, de la Ciencia inte-gralmente beneficiosa, de la Esperanza en un Futuro siempremejor, etc. se enfrentan a demasiados argumentos críticospara que puedan seguir fundamentando y legitimando el credode la época en la que vivimos.Siempre y cuando no tiremos el bebé con el agua del baño —

porque es evidente que la Ilustración distaba mucho de ser unbloque homogéneo, y porque algunos de sus principios repre-sentan logros fundamentales — sólo cabe aplaudir el desman-telamiento crítico de la gran narrativa de la Ilustración y de lastrampas que nos tendía. Sin embargo, resulta mucho más difí-cil evaluar el relato que está llamado a sustituirla para legitimarla nueva época que está emergiendo, porque ese relato aúnpermanece incipiente y confuso.No obstante, entre los elementos de ese relato que comienzan

a dibujarse cabe señalar la aceptación generalizada de la in-certidumbre como principio sustitutivo de las certezas firme-

mente fundadas y fundadoras, o la sustitución de los valorestrascendentes y absolutos por criterios pragmáticos con ciertoaroma relativista, o la recomposición de los valores moralesinscritos en la cultura occidental afín de responder, entre otrascosas, a la irrupción cada vez más probable de la condiciónPost humana anunciada tanto por la ingeniería genética comopor la eugenesia positiva, y también por el implante intracorpo-ral de chips RFID y otros dispositivos informáticos.Formas actuales del anarquismoCreo que queda bastante claro que el contexto en el que que-

dará insertado el anarquismo que viene será eminentementediferente del contexto en el que ha estado operando hasta ha-ce poco, lo cual, no puede sino modificarlo sustancialmente.Algunas de esas modificaciones ya están empezando a tomar

forma, así que, para vislumbrar, aunque sea confusamente, losrasgos del anarquismo que viene puede resultar bastante útilobservar el actual movimiento anarquista, y en especial sucomponente más juvenil. Ese componente representa una par-te del anarquismo contemporáneo que ya manifiesta ciertasdiferencias con el anarquismo clásico, y al que me he referidoa veces con el nombre de “neo-anarquismo”.Lo que podemos observar en el momento presente es que,

tras un larguísimo periodo de muy escasa presencia internacio-nal del anarquismo, lo que está emergiendo y está proliferandode forma bastante llamativa en todas las zonas del mundo, sonunos colectivos variopintos, preocupados por temáticas muyvariadas, unos colectivos diversos, fragmentados, fluctuantes,y a veces efímeros, pero que participan en todas las movidascontra el sistema, y a veces incluso las desencadenan. Sinduda, esa fragmentación se corresponde con algunas de lascaracterísticas del nuevo contexto en el que estamos entrandoy que está posibilitando una nueva organización de los espa-cios de la disidencia. La realidad actual, que se está volviendo,literalmente, “movediza” y “liquida”, exige, sin duda, unos mo-delos organizativos mucho más flexibles, más fluidos, orienta-dos por simples propósitos de coordinación para realizar tareasconcretas y específicas.Así que las redes que surgen de forma autónoma, que se auto

-organizan, que se hacen y que se deshacen en función de lasexigencias del momento, y donde se establecen alianzas pun-tuales entre colectivos, constituyen probablemente la formaorganizativa, reticular y viral, que prevalecerá en el futuro, ycuya fluidez ya está demostrando su eficacia en el momentoactual.Lo que parece predominar en esos colectivos de jóvenes

anarquistas es la voluntad de crear espacios donde las relacio-nes estén exentas de las coacciones y de los valores que ema-nan del sistema social vigente. Sin esperar a un hipotéticocambio revolucionario, se trata para ellos de vivir desde ya tancerca como sea posible de los valores que ese cambio deberíapromover. Eso pasa, entre muchísimos otros comportamientos,por desarrollar relaciones escrupulosamente no sexistas des-provistas de cualquier rastro de patriarcalismo, inclusive en ellenguaje, o por establecer relaciones solidarias que escapenpor completo de la lógica jerárquica y del espíritu mercantil.También pasa, y eso es muy importante, por el peso que se

otorga a aquellas prácticas que rebasan el orden de la meradiscursividad. Se enfatiza así la importancia del hacer y, másprecisamente, del “hacer conjuntamente”, poniendo el acentosobre los efectos concretos de ese hacer y sobre las transfor-

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maciones que propicia.En esos espacios, los conciertos, las fiestas, las comidas co-

lectivas (veganas, por supuesto), forman parte de la actividadpolítica, al igual que las enganchadas de carteles, que las ac-ciones en los barrios, que las charlas y los debates, o que lasmanifestaciones, a veces bastante contundentes. En realidad,de lo que se trata es de conseguir que la forma de vida sea ensí misma un instrumento de lucha que desafíe el sistema, quecontradiga sus principios, que disuelva sus argumentos, y quepermita desarrollar experiencias comunitarias transformadoras.Es por eso que, desde el nuevo espacio libertario que se estátejiendo en múltiples lugares del mundo, se desarrollan expe-riencias de espacios autogestionados, de economía solidaria,de redes de apoyo mutuo, de redes alternativas de alimenta-ción, de intercambio y de distribución. El acierto en este puntoes total, porque si el capitalismo se está convirtiendo en unaforma de vida es obvio que es en ese preciso terreno, el de laforma de vida, donde debe situarse parte de la lucha para des-mantelarlo.Se está configurando de esa forma un amplio tejido subversi-

vo que proporciona a las personas unas alternativas antagóni-cas con las que ofrece el sistema, y que, al mismo tiempo,ayuda a cambiar la subjetividad de los participantes. Este últi-mo aspecto es muy importante porque existe una concienciabastante clara de que, al estar formateados por y para estasociedad, no tenemos más remedio que transformarnos a no-sotras mismas si queremos escapar de su control. Lo cual sig-nifica que la desubjetivación se percibe como una tarea esen-cial de la propia acción subversiva.Por fin, no resulta nada infrecuente que el espacio alternativo

de carácter anarquista confluya con movimientos más amplios,como los que se movilizan contra las guerras, o contra lascumbres, y que de vez en cuando ocupan las plazas reencon-trando principios anarquistas tales como la horizontalidad, laacción directa, o la suspicacia frente a cualquier ejercicio depoder. De hecho, se podría considerar que esos movimientosmás amplios, que no se auto-definen, ni mucho menos, comoanarquistas, representan lo que en algún momento he califica-do como anarquismo extra-muros, y prefiguran algunos rasgosdel anarquismo que viene.Junto a esos colectivos de jóvenes anarquistas, otro fenó-

meno subversivo que responde a las características tecnológi-cas del momento actual y que enriquece tanto las prácticasrevolucionarias como el imaginario correspondiente, consisteen la aparición de los hackers, con las prácticas y con la formade intervención política que les caracterizan.

En un libro reciente se señala acertadamente que si lo quefascina y atrae nuestra atención son las macroconcentracio-nes (las ocupación de las plazas, las protestas contra las cum-bres etc.), sin embargo, es en otros lugares donde se está in-ventando la nueva política subversiva: esta es obra de indivi-duos dispersos pero que forman colectivos virtuales: los ha-ckers.Al analizar sus prácticas el autor precisa que el valor de su

lucha reside en que ataca un principio fundamental del actualejercicio del poder: el secreto de las operaciones del Estado,una zona de caza estrictamente reservada y totalmente opacaa los ojos no autorizados, que el Estado guarda para sí soloLos activistas recurren a una práctica del anonimato y de laeliminación de rastros que no responde a las exigencias de laclandestinidad, sino a una nueva concepción de la acción polí-tica: la negativa a constituir un “nosotros” heroicamente y sacri-ficialmente enfrentado al poder en una lucha cuerpo a cuerpo ya cara descubierta. Se trata, en efecto, de no exponerse, dereducir el costo de la lucha, pero sobre todo de no estableceruna relación, ni siquiera conflictiva, con el enemigo.El invariante anarquistaAl lado de sus inevitables diferencias con el anarquismo clási-

co, una segunda consideración que podemos adelantar, tam-bién con total seguridad, es que para seguir siendo “anar-quismo” en lugar de pasar a ser una cosa distinta, el nuevoanarquismo deberá conservar algunos de los elementos consti-tutivos del anarquismo instituido. Son esos elementos los queconstituyen lo que me gusta llamar “el invariante anarquista”,un invariante que aúna el anarquismo actual y el del futuro, yque seguirá definiendo, por lo tanto, el anarquismo que viene.De hecho, ese invariante está compuesto por un pequeño

puñado de valores entre los cuales figura en lugar privilegiadoel de la equalibertad, es decir, la libertad y la igualdad en unmismo movimiento, formando un único e inextricable conceptoque une, indisolublemente, la libertad colectiva y la libertadindividual, a la vez que excluye totalmente la posibilidad deque, desde una perspectiva anarquista, se pueda pensar lalibertad sin la igualdad, o la igualdad sin la libertad. Ni la liber-tad, ni la igualdad, amputadas de su otra mitad, caben en unplanteamiento que siga siendo anarquista.Es ese compromiso con la equalibertad el que sitúa en el co-

razón del invariante anarquista su radical incompatibilidad conla dominación bajo todas sus formas, así como la afirmaciónde que es posible y, en cualquier caso, intensamente desea-ble, vivir sin dominación. Con lo cual, el lema “Ni mandar niobedecer” forma parte de lo que no puede cambiar en el anar-quismo para que este no deje de ser anarquismo.

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Así mismo, también se desnaturaliza el anarquismo si se lepriva del conjunto formado por la unión entre la utopía y el de-seo de revolución, es decir, por la unión entre la imaginaciónde un mundo siempre distinto del existente, y la voluntad deacabar con este último.Otro de los elementos que está inscrito de forma permanente

en el anarquismo es el compromiso ético, especialmente laexigencia ética de una consonancia entre la teoría y la prácti-ca, así como la exigencia de una adecuación entre los mediosy los fines. Eso significa que no se pueden alcanzar unos obje-tivos acordes con los valores anarquistas tomando unos cami-nos que los contradigan. Con lo cual, las acciones desarrolla-das, y las formas organizativas adoptadas, deben reflejar, ya,en sus propias características, las finalidades perseguidas,deben prefigurarlas, y esa prefiguración constituye una autenti-ca piedra de toque para enjuiciar su validez. En otras palabras,el anarquismo solo es compatible con políticas prefigurativas, ydejaría de ser anarquismo si abandonase esa exigencia.Por fin, tampoco se puede seguir hablando propiamente de

anarquismo si este renuncia a la fusión entre la vida y la políti-ca. No debemos olvidar que el anarquismo es simultáneamen-te, y de manera indisociable, una formulación política, pero

también una forma de vida, pero también una ética, pero tam-bién un conjunto de prácticas, pero también una forma de ser yde comportarse, pero también una utopía. Eso implica unaimbricación entre lo político y lo existencial, entre lo teórico y lopráctico, entre la ética y la política, es decir, en definitiva, unafusión entre la esfera de la vida y la esfera de la política.Para seguir siendo “anarquismo” el “anarquismo que viene” no

podrá prescindir de ninguno de esos componentes.Tomás Ibáñez

Publicado en Libre Pensamiento núm.88.

La mayoría de movimientos sociales tiende a reproducir en sudiscurso la idea de “crear comunidad”1. Cuando los sueñosrevolucionarios chocan con la realidad también es, hacia lacreación de comunidades alternativas, hacia donde se dirigenlas expectativas. A su vez, en los ambientes revolucionarios sehabla insistentemente, pero de forma vaga, de levantar“comunidades de resistencia” (haciendo más hincapié, en lapráctica, en el primer término que en el segundo). Se hace sinconcebir, casi nunca, que este mito de nuestro imaginario co-mún tiene sus límites. Esto no significa que lo considere algonegativo ni un elemento a desterrar, pero sí a cuestionar, areplantear sus aparentes certezas.Durante el siglo XIX much@s de l@s primer@s socialistas

desarrollaron, tanto en el plano práctico como teórico, modeloscomunitarios idílicos de implantación inmediata; todos fracasa-ron. Tanto los inspirados en Owen, Saint Simon, Cabet o, in-cluso el modelo más libertario de Fourier, corrieron la mismasuerte. Josiah Warren, considerado el primer anarquista cons-ciente de Norteamérica, participó en una de esas primerascomunas owenistas estadounidenses y el resultado fue el de-sencanto total por su parte y abrazar un concepto individualistasobre la interactuación social que él llamaba la “desconexión”.Según su opinión, la gente era más feliz cuanto más indepen-diente era y más libre se sentía en sus hábitos, cuanto másdesconectada estaba de estructuras generales. Esto no quieredecir que Warren rechazara los lazos sociales; sólo considera-ba que reglar todos los aspectos de la vida de los/as miembrosde una comunidad conducía a la muerte de la misma.2

Muchas décadas antes que él, e incluso antes de que se die-ran las primeras experiencias comunitarias utópicas decimonó-nicas, William Godwin ya había alertado de estos excesos.Godwin, que en su “Investigación sobre la justicia políti-ca” (1.793) defiende precisamente un modelo de vida basadoen la propiedad colectiva, considera que esta forma de propie-dad no puede suponer comunalizar también usos y costum-bres. Para él la propiedad común no debe significar obligatoria-

mente comedores, horarios, trabajos y pensamientos tambiéncomunes3. La propiedad colectiva debe inspirar, sin renunciar alos vínculos sociales, a la independencia de espíritu. Algo muyparecido defendería casi un siglo después Oscar Wilde en suensayo “El alma del hombre bajo el socialismo” (1.890)4.Los experimentos comunitarios que se dieron a finales de ese

siglo XIX y principios del XX también fracasaron. Estos fueron,en su mayoría, de corte libertario y se extendieron por Italia,España, sobre todo Francia y también los países sudamerica-nos más afectados por la migración europea (como Argentinao Brasil). Desde los primeros ejemplos de mano de personajescomo Fortuné Henry hasta la popularización de los llamados“medios libres” que se extenderían hasta finales de la Belleépoque, l@s anarquistas pusieron mucho de su esfuerzo enestas experiencias. Muy pocos consiguieron asentarse en eltiempo y la mayoría se fueron destruyendo más por la accióndisolvente interna que por la represión del Estado.Uno de los ejemplos mejor documentados fue el de “La Ceci-

lia” (1.890-1.894), un experimento sui generis, pero muy para-digmático hecho, en su mayoría, por migrantes italianos/as enun paraje aislado de Brasil. Explicar los pormenores de la vidacomunitaria de esta comuna daría para varios artículos y no esmi intención. Baste con explicar que a nivel personal se produ-jeron muchas de las contradicciones de nuestros ambientesactuales, no sólo a nivel de celos y mezquindades, sino a lahora de forzar a la gente a experimentar situaciones amorosaso emocionales para las que no estaban preparada (como sieso significara obtener algún tipo de pedigrí evolutivo revolu-cionario). A nivel social y económico, el egoísmo, la vagancia,la insolidaridad, el autoritarismo, también hallaron brecha.¿Nos extraña? Una comunidad humana se compone de viciosy virtudes humanas. Ponerle el adjetivo anarquista a algo nosirve como si fuera un fetiche animista que sacudir delante dela cara para espantar a los malos espíritus.Estamos educad@s como estamos y, aunque hayamos queri-

do eliminar muchas de las influencias del medio, eso no quiere

Los límites de la comunidad

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decir que lleguen a desaparecer del todo. Un ambiente creadocon fines libertarios no puede blindarse ante la autoridad que lerodea ni depurar a golpe de decreto el autoritarismo que susmiembros llevan inserto. Y aunque se pudiera, ¿qué saldría deeste espacio hermético?Ya Élisée Reclus en su breve, pero genial, texto “Las colonias

anarquistas” (1.900), nos advertía de todas estas circunstan-cias. Apuntaba: “[…] ¿Crearán l@s anarquistas Icarias para suuso particular del mundo burgués? Ni lo creo ni lo deseo. […]Sostenidas por el entusiasmo de algún@s, por la belleza mis-ma de la idea dominante, pudieron durar algún tiempo esasempresas, a pesar del veneno que las consumía lentamente;pero a la larga hicieron su obra los elementos disgregantes, ytodo se hundió por su propio peso, sin necesidad de violenciaexterior. […] El aislamiento no queda impune: el árbol que setrasplanta y que se pone bajo cristal, corre peligro de perder susavia, y el ser humano es mucho más sensible aún que laplanta. La cerca puesta alrededor de sí por los límites de lacolonia es letal; se acostumbra a su estrecho medio, y de ciu-dadan@ del mundo que era, se empequeñece gradualmente alas mínimas dimensiones de un/a propietari@; las preocupa-ciones del negocio colectivo que lleva entre manos, estrechansu horizonte; a la larga se convierte en un/a despreciable gana-dinero”5.Estas cosas que señala Reclus, ¿se diferencian en algo de lo

que hemos visto en todas las comunas modernas, desde lashippies en los años 60 y 70 del s. XX hasta las contemporá-neas? Es imposible que algo se reproduzca siempre, cierta-mente, por que sí.Podríamos pensar que el problema es la gente ideologizada;

que con personas libres de taras políticas sería distinto. Perono; los problemas son exactamente los mismos: menos sofisti-cados a nivel retórico, pero idénticos.La cuestión es que, aun cuando consiguiéramos crear una

sociedad perfecta, ¿qué ocurre con el resto de la sociedad?Aún no se ha resuelto el problema planteado por Bakunincuando exponía que no se puede ser libre rodeado de es-clav@s6. Una micro-sociedad aislada con un funcionamientolibertario perfecto sería, a niveles generales, muy poco liberta-ria. Un grupo de estrech@s “gana-dineros”, como decía Re-clus, obsesionad@s por sacar a flote el pequeño negocio fami-liar y que convertirían la comunidad en una empresa con for-mato de sociedad limitada. Quizás 15 personas vivan un espe-jismo de libertad, pero 7.000 millones seguirán reptando exac-tamente igual que siempre.¿Hay que eliminar toda intención de crear comunidades en-

tonces? No va mi discurso por el lado de las aseveraciones.Recuerdo cuando Kropotkin definía la propuesta libertaria en laEnciclopedia Británica (1.905) y hablaba de comunas autóno-mas de distintos tamaños y, si se deseaba, temporales. Re-cuerdo también la idea de las “asociaciones de egoístas”7 deStirner. E, incluso, los ejemplos de vida de personajes comoThoreau, que huían de las ciudades y que colocaban en suscasas sólo tres sillas: “una para la soledad, la segunda paralos/as amigos/as y la tercera para la sociedad”8. Ninguno sabíaqué depararía el futuro, como no lo sabemos ninguno/a denosotros/as. Discutir el mejor modelo basándonos en la teoríaes estúpido y estéril. Sólo la práctica lo zanjará. Este texto ha-bla, por tanto, de lo que la experiencia, histórica y personal, meha demostrado.

Una comunidad, si quiere subsistir, debe evitar enredarse enlo que yo llamo “la política de lo imposible”. Hay cosas que unacomunidad puede votar en asamblea por mayoría, incluso con-sensuar, pero si lo aprobado escapa de lo posible no se cum-plirá. Votar por mayoría absoluta que mañana vamos a levitarno nos levantará un centímetro del suelo. La comunidad nopuede abordar asuntos que se escapan a su control. Si acuer-da, por ejemplo, un horario de ruidos tendrá que ver la predis-posición real de l@s comunad@s hacia dicho acuerdo, la ca-pacidad comunitaria de hacerlo cumplir y las consecuencias deun posible incumplimiento. Si el análisis nos indica que no hayposibilidad real de hacer cumplir lo que se ha acordado, másvale ni proponerlo. Y esto entronca con tomar decisiones sobreética y moral y la esfera privada del domicilio y las costumbres.Por mucho que determinados hábitos molesten y desagraden,hay cosas cuyo cumplimento no puede constatarse. Y aunquese pudiera, ¿es deseable? Para conseguirlo habría que poneren marcha una repugnante y pesada maquinaria represivasemejante a la del Estado, o una labor de pedagogía y autofor-mación que, con suerte, de funcionar, nos llevaría décadas.Hay elementos en los que la comunidad debe reconocerse,aunque sea temporalmente, incompetente.Con respecto a l@s individu@s que la componen o rodean, la

comunidad sólo puede abordar aquellos asuntos que afectan alcomún, que implican a la mayoría o que, directamente, la ame-nazan o ponen en peligro. Mientras eso no ocurra debe inhibir-se.Sobre esto recuerdo un ejemplo ocurrido en la acampada del

15-M de Las palmas. Se hizo una asamblea promovida por la“Comisión de respeto” para ver la forma de evitar que una per-sona con actitudes “inconvenientes” (motivadas por abuso dedrogas y problemas mentales serios) accediera a la plaza. To-das las voces hablaban de expulsión y “patrullas de control”.Cuando me tocó tomar la palabra planteé dos objeciones: pri-mera, el dilema moral de la exclusión, de barrer bajo la alfom-bra aquellos problemas que nos incomodan tal y como haceesa sociedad capitalista que tanto nos desagradaba; segunda,aunque se aprobara por mayoría impedirle participar, ¿cómollevar dicha resolución a la práctica? Una plaza es un espaciopúblico al que no se puede impedir el acceso. ¿Crear una poli-cía del 15-M que vigilara constantemente el perímetro? Y deponer en marcha esa aberración, ¿recurrir a la violencia si elindividuo cruzaba el cordón? Llamé la atención sobre el hechode que los/as mismos pacifistas que censuraban la autodefen-sa ante las agresiones policiales aprobaran la violencia a lahora de “protegerse” de una persona acuciada por múltiplesenfermedades mentales y sociales. Propuse entender la situa-ción del aludido y proponerle, ya que le interesaba el movi-miento, alguna ocupación y forma de implicarse. Como le gus-taba pintar, le propuse encargarse de diseñar la cartelería yestuvo dedicado a eso durante varias semanas, hasta pocoantes del desalojo. No fue una panacea, pero los problemas deconvivencia se redujeron.Siempre habrá individu@s disruptiv@s, elementos que sabo-

tean desde dentro. La comunidad debe plantearse qué herra-mientas tiene para enfrentarse a estas situaciones y si puedeaplicarlas sin convertirse en el mismo modelo autoritario quecondena. Debe estudiar si el/la individu@ es permeable a lapersuasión o a la pedagogía, si se requieren medidas sancio-nadoras (una vía peligrosa que no conoce techo y que no se

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aplica con palabras9) o si hay que recurrir a la expulsión. Y,sobre todo, si tiene posibilidad de aplicar alguna de esas medi-das. Debe plantearse, también, cuál es la proporción real delos elementos disruptivos. Una comunidad donde la mayoríasabotea ya no es una comunidad y lo mejor es abandonarla.La comunidad10 debe dejar de verse como un ente con vida

propia, supra-humano. Es sólo una estructura inánime queexiste gracias a quienes la componen. Su naturaleza, si esnegativa o positiva, está determinada por la calidad humana desus componentes. Hay que contemplarla como un cuerpo quenunca es el núcleo de sí mismo; ese cuerpo se compone decélulas y, para bien o para mal, son ellas las que determinan elestado de salud o enfermedad de dicho cuerpo. El cuerpo pue-de eliminar una célula maligna, extirpar un cáncer, pero nopuede hacerlo sin auto-mutilarse.La vida en comunidad es un fenómeno social que parece in-

cuestionable; cuestionarlo sería tanto como enredarse encuestionar si el ser humano es sociable o no por naturaleza.No me interesa ese debate desde que era adolescente. Meinteresa cuestionar sólo los límites del modelo, las fronterasque no puede cruzar sin arriesgarse a morir (desgraciada-mente, matando).Después de todo lo dicho no creo conveniente, en relación a

los proyectos sociales, contemplar la constitución de comuni-dades como un fin en sí mismo. La comunidad es un medio,para contrastar las propias teorías, para ponerlas a prueba,para hacerse fuertes, para ejercitar la convivencia, para crearestructura y tejido, para sacar músculo en la práctica cotidianay común del día a día; todo muy importante, pero sigue siendoun medio y no una meta. Ver la creación de comunidades co-mo nuestro fin último es como invertir todas nuestras fuerzasen arreglar un vehículo, en engrasarlo y prepararlo, en hacerde él un objeto digno de exposición, pero sin ser capaces nun-ca de arrancarlo, bien porque se ha convertido en un artículodecorativo inutilizado para la automoción, bien porque tenemosmiedo a que se deteriore durante el viaje. Me viene a la menteel llamado “Proyecto A” promocionado por Horst Stowasser enNeustadt (Alemania) a finales del s. XX. Es un ejemplo, unademostración de capacidad, una experiencia con muchas lec-ciones válidas, pero verla como el objetivo sería, en mi opinión,errar el disparo. Es un proyecto que, justamente, representa loque acabo de comentar: la necesidad de fortalecer la herra-mienta, de crear una estructura poderosa, sin darse cuenta deque se puede perder la perspectiva al transformar una parte enel todo. Es el ejemplo de lo que pasa cuando se subvierten lostérminos, cuando los métodos pasan a ser las finalidades y losrecursos sustituyen a los objetivos. Se daba ingenuamente porsentado que el proceso revolucionario se produciría per se consólo reforzar la red autogestionaria, que el conflicto con la au-toridad vendría dado, de forma inevitable, con el propio creci-miento del proyecto. La verdad es que el poder suele tolerarcualquier proyecto paralelo mientras ocupe todo el tiempo delos implicados y no tenga la intención de interferir en el funcio-namiento del status quo de forma directa. A veces hasta loalienta, dejando que nos agotemos, que nos demos solos elbatacazo o que hagamos de nuestro proyecto el objetivo denuestra vida en vez de un simple elemento para ayudarnos acambiarla. Al final, los participantes acaban obsesionados porel buen funcionamiento del proyecto, por mantener su estabili-dad, por perfeccionarlo y mantenerlo libre de alteraciones. Ya

sólo interesa el proyecto en sí y para perpetuarlo se sacrificatodo, hasta la finalidad inicial que le dio vida. Los anhelosemancipadores del comienzo han desaparecido, eclipsados, yya sólo queda el propio objeto que hemos creado: el huerto, lafábrica, la comunidad, como receptáculo de todas nuestrasexpectativas. El medio para mejorar la vida se ha convertido enla vida misma. Debía ser un simple escalón más hacia la libe-ración, pero en vez de eso se ha convertido en una escalerasin principio ni fin: una escalera de caracol que gira sobre sí yque acaba justo donde empieza, incapaz ya de llevarnos aninguna parte fuera de sí misma. Un sucedáneo aceptable dela emancipación.En consecuencia, si queremos crear comunidades, a un nivel

reducido (anarquistas) o grandes comunidades de resistencia,amplias (ahora y de cara al futuro), con proyección en nuestrosbarrios, tenemos que quitarnos de encima la mitificación comu-nitaria. En común sólo se puede dirimir los asuntos que afectenal conjunto, pero tratar de regular aspectos de la esfera pura-mente personal o imponer patrones conductuales o prácticascolectivas que la propia comunidad no demanda, es la mejorforma de crear crispación y desafección en la comunidad. Esun fenómeno que no catalogo de positivo o negativo, pero delque me he dado cuenta: cuando hemos okupado una o doscasas dentro de un edificio no okupado y l@s realojad@s hansabido adaptarse ha habido pocos problemas de convivencia.Cada vecin@ ha sido autónom@, ha regulado su propia vida yla interactuación se ha limitado a asuntos comunes. Nadie hainterferido en la vida de nadie. Cuando hemos okupado man-zanas y edificios enteros y las asambleas no han sabido limi-tarse a tomar decisiones sobre lo que afecta al conjunto y hantratado de cuestionar lo que cada uno hace en su casa sólo hahabido fracasos y conflictos. Podríamos pensar que es unacuestión proporcional: a menor contacto menos desencuen-tros. Y, sin dejar de ser cierto, tiene también mucho que vercon las atribuciones de la comunidad y su tendencia a extrali-mitarse en pos de una perfección imposible e inalcanzable.El anterior ejemplo es extrapolable a casi cualquier situación.

En nuestros medios hablamos de comunidad como en las se-ries y películas norteamericanas: un conjunto amorfo y superiora los individuos que la componen. Ser un/a “miembro respeta-ble de la comunidad” equivale a respetar normas cuya natura-leza y funcionalidad desconocemos, y esto no suele ser nideseable ni bueno. Una comunidad no puede entrometerse enla dimensión puramente individual –mientras no afecte al con-junto– por mucho que le agrade o disguste lo que se muevadentro de dicha esfera. El esfuerzo de l@s participantes nodebe ser tanto “crear comunidad”, “sentí-miento colectivo”,“pertenencia al grupo”, como reforzar el criterio propio, la capa-cidad de criticar y disentir. Ya he dicho en alguna ocasión quesi hoy en día somos insolidari@s no es por individualismo sinopor gregarismo; por adaptarnos a la insolidaridad imperante,por ser como todo el mundo. Ser solidari@, sin competir nisacar tajada, es minoritario y está mal visto.A niveles de moral superficial puede que no (“no matarás”),

pero sí a nivel de moral profunda (“sé político, policía o militar ysé respetado por matar”).En una comunidad hay que tratar de fortalecer la independen-

cia de criterio, el querer colaborar por convicción y no por iner-cia, el saber llevar la contraria cuando la comunidad se equivo-ca. Ninguna de nuestras comunidades, ni siquiera las liberta-

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rias, ha sabido hacer esto. Han tratado de forzar la uniformidadde hábitos y una armonía ficticia dada por la semejanza y nopor la diferencia. Incluso hace falta individualidad para detectarpronto la muerte del proyecto, para saber cuándo se vive enuna comunidad y cuándo en otra cosa impulsada por las ganasde unos pocos y lastrada por la desidia y vagancia de una ma-yoría. También es necesaria para detectar cuándo la comuni-dad se resigna con su condición de medio (para facilitar la vidade sus participantes, para armarnos de cara al acontecimientorevolucionario) y cuándo no, y se revuelve hasta convertirse enel fin de todo esfuerzo (cuando exige que se trabaje sólo por ypara la comunidad y no asume ser el trampolín que nos permi-ta transitar a otros estadios revolucionarios).Pensar por un@ mism@, saber oponerse al número, generar

disenso, sentirse dueñ@ de la propia vida es el precio quetoda comunidad humana debe estar dispuesta a pagarle a susmiembros si quiere permanecer sana, construirse con perso-nas reales y no ser una simple abstracción ajena a los seresconcretos que deberían darle vida.La comunidad que no entienda esto corre el peligro de crear a

sus propios refractarios y que se cumpla lo que anunciabaRenzo Novatore: “cualquier sociedad que construyas debetener sus límites”11.

Ruyman RodríguezNotas:1. A lo largo de este texto, cuando aludo al término comunidad, lo hago

principalmente para referirme, más allá de su sentido general, a las comunasalternativas creadas en los márgenes de la sociedad capitalista (desde lasutópicas del s. XIX hasta las hippies de la segunda mitad del s. XX), queaspiran a la demostración práctica de un modelo social teórico. Tienden, portanto, a la estabilidad. No confundir con las comunidades creadas en situa-ción, buscada o no, de conflicto, desde la de los diggers ingleses del s. XVIpasando por la Revolución española de 1936 hasta experiencias más actua-les como la zapatista. Estas comunidades tienden a ser de otra naturaleza:

no aspiran al aislamiento y su aspecto experimental necesita más la irradia-ción y el contagio, el movimiento, que la conservación estática.2. “[El gobierno de la combinación] tiende a postrar al/la individu@ y redu-

cirl@ a mera pieza de una máquina; involucrando a otros/as en la responsa-bilidad de sus actos y responsabilizándol@ a él/ella, a su vez, por los actos ysentimientos de sus asociad@s; que, de esta manera, vive y actúa sin con-trol sobre sus propios asuntos, sin poseer ninguna certeza sobre el resultadode sus acciones y casi sin un cerebro que se atreva a usar por su propiacuenta; y que, en consecuencia, nunca llega a conocer los grandes propósi-tos para los que la sociedad ha sido expresamente formada.” (Warren, Mani-fiesto, 1841).3. “[…] Nuestro sistema de propiedad igualitaria no requiere ninguna espe-

cie de superintendencia ni de coerción. No hay necesidad del trabajo encomún, ni de comidas en común, ni de almacenes comunes. Estos son méto-dos erróneos, destinados a constreñir la conducta humana, sin atraer losespíritus. Si no podemos ganar el corazón de las gentes en favor de nuestracausa, no esperemos nada de las leyes compulsivas. Si podemos ganarlo,las leyes están de más. Ese método compulsivo armonizaba con la constitu-ción militar de Esparta, pero es absolutamente indigno de personas que sólose guían por los principios de la razón y de la justicia. Guardaos de reducir al@s hombres/mujeres a la condición de máquinas. Haced que sólo se gobier-nen por su voluntad y sus convicciones. ¿Para qué han de instituirse comi-das en común? ¿Acaso he de sentir hambre al mismo tiempo que mi ve-cin@? ¿He de abandonar el museo donde trabajo, el retiro donde medito, elobservatorio donde estudio, para presentarme en un edificio destinado arefectorio en lugar de comer donde y cuando lo exige mi deseo?” (Godwin,op. cit.).4. “Con la abolición de la propiedad privada tendremos, entonces, un verda-

dero, hermoso, sano individualismo” (Wilde, op. cit.).5. Reclus, op. cit.6. Mijaíl Bakunin, El principio del Estado, 1871.7. Max Stirner, El único y su propiedad, 1845.8. Henry David Thoreau, Walden o La vida en los bosques, 1854.9. Esta vía abre la puerta al aforismo de Friedrich Nietszche: “Quien pelea

con monstruos corre el riesgo de convertirse en uno” (Más allá del bien y delmal, 1886).10. Sus miembros más bien, pues la comunidad ni piensa ni siente ni hace

nada por sí misma, es sólo un agregado de individuos/as.11. Renzo Novatore, “Il mio individualismo iconoclasta” [en Iconoclasta!],

enero de 1920.

Márgenes estrechos para la disidenciaEn el mundo en el que vivimos la conciencia de determinadas

situaciones a veces implica un ahogo constante y profundo.Cada vez hay menos margen para la oposición, para el conflic-to, aquel que es real, sobre lo esencial y que pone en juego alsistema (es decir, aquel conflicto que deriva de cuestionar elparadigma vigente, por ejemplo, la propiedad privada). Abun-dan, en cambio, muchas «discusiones» banales entre políticosprofesionales acerca de temas realmente intrascendentes ysobre los que ellos tienen muy poca potestad de decisión entérminos efectivos. La calle se hace eco de estas discusiones, ya esto se le llama «hablar de política». Discusiones en lugar deconflictos, puro espectáculo frente a la interpelante realidad.Hablando de realidades y ficciones, el Ayuntamiento de Barce-

lona se está poniendo las pilas últimamente en materia de vi-vienda. A raíz de la aprobación de la nueva ley de vivienda dediciembre de 2016, se pretenden impulsar una serie de medidaspara garantizar el acceso o el mantenimiento de la vivienda enlos próximos 10 años a los habitantes de la ciudad: ayudas parapagar los alquileres, subvenciones para rehabilitaciones, pisosde protección oficial, promoción de la co-vivienda … Así, aun-que determinadas de estas medidas puedan representar unaayuda en momentos puntuales, cabe preguntarse: ¿cuál es laverdadera cara de estas políticas? Y sobre todo, ¿cómo nos«ayudan» a medio plazo o, por el contrario, sirven para enmas-carar las causas profundas y las soluciones radicales que tene-

mos que afrontar en la época que nos ha tocado vivir? Nos gus-taría hacer una reflexión más amplia al respecto.La estrategia por parte de las instituciones desde el 15-M es

muy clara y evidente. Una vez los que estaban fuera están den-tro, ¿qué más podemos pedir? Cuando la balanza se inclinódesde el “no nos representan” al “que nos representen mejor»,se supone que sólo podemos esperar que este mejor quieradecir que jugarán a nuestro favor. Pero el frente de la viviendaha sido uno de los más activos y persistentes desde el 15M,porque en sus diversas peculiaridades sigue siendo una fuentede conflicto urgente para muchas personas. Así, las movilizacio-nes y acciones por esta cuestión han continuado con fuerza ycon diferentes estrategias, desde las que contemplan la accióndirecta expropiadora hasta las más legalistas, de las que ahorael Ayuntamiento hace bandera.La vieja socialdemocracia de la nueva políticaLa nueva política que tanta tinta y saliva hace correr a aquellos

que se llenan la boca con ella, consiste básicamente en intentarhacer reflotar las cenizas de la vieja socialdemocracia. Esta,históricamente, y también ahora, trata de no tocar los cimientosde la estructura de barbarie y desigualdad en la que vivimosestablecidos sino simplemente destinar una parte exigua de losrecursos que puede conseguir a raíz de estar “en el poder” agestionar la miseria. Por muy encomiable que esto pueda ser, lalucha necesaria en nuestros tiempos no es esta. Llevamos de-

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masiados años poniendo parches y edulcorando la catástrofe yestá claro que esta no la evitaremos si no cuestionamos debase el funcionamiento que lo provoca (el sistema Estado-Mercado y los valores asociados a él de pasividad, competen-cia, egocentrismo, máximo beneficio...) y empezamos ya aconstruir una nueva forma de vida. Si bien es cierto que en lasituación de desamparo y desestructuración social a la que he-mos llegado, a algunas personas las políticas socialdemócrataslas pueden ayudar temporalmente, debemos ser conscientes deque éstas sólo contribuyen a medio plazo a alargar la agonía yapuntalar el sistema. Como dice la conocida frase: “Pan parahoy, hambre para mañana».Pacificación y represiónLo que es verdaderamente importante para mantener las diná-

micas del sistema en el caso de la vivienda, en términos gene-rales, es promover la pacificación del conflicto. Los intentos demediación de la administración en este sentido se presentancomo una solución, la actuación del policía bueno contra el poli-cía malo (los bancos, los fondos «buitres», las inmobiliarias…)en este juego de máscaras que enturbia las conciencias popula-res.Pero su objetivo real es pacificar, como decíamos, evitar una

situación demasiado dramática que pueda propiciar la autoges-tión popular de este ámbito de la vida tan fundamental como esel hogar. Por un lado, la estrategia pasa por calmar los ánimosa través de «solucionar» temporalmente las necesidades mate-riales de las personas hasta que sólo queden luchando los«irreductibles» -aquellos que se movilizan por conciencia políti-ca y social más allá de sus necesidades concretas individuales-oponiéndose a aceptar según qué tipo de medidas que resultancontraproducentes para la autonomía y la libertad. Estos últimosserán reprimidos, como ha ocurrido con el movimiento de vi-vienda en la ciudad de Turín)1. Por otra parte, los casos de oku-paciones masivas en que se pone más en tela de juicio la pro-piedad privada en desuso, ponen sobre la mesa de maneramuy clara que la principal voluntad de las instituciones es auto-legitimarse y legitimar el sistema establecido, y que no prime laautogestión popular a menos que sea a través y con autoriza-ción de sus leyes, aunque parezca una contradicción en térmi-nos. Los desalojos masivos de centros sociales que albergabana refugiados en Grecia son ejemplo de ello. La protección de lapropiedad privada es la norma legal que da cobertura a accio-nes bárbaras como estas, pero la norma invisible y aleccionado-ra es evitar a toda costa los ejemplos vivos de autoorganizacióny autogestión popular de las necesidades básicas. Porque siperdemos el miedo en esto, que nos mantendrá ligadas a laobediencia de sus códigos y normas inhumanas. El caso de laComunidad «La Esperanza» de Gran Canaria es un ejemploparadigmático de ello, no exento, claro, de represión2.¿Burocratizar o autogestionar?Frente a una problemática real que nos afecta a muchas perso-

nas, podemos decidir tomar las riendas de la lucha o dejarla enmanos de las administraciones «públicas» e incluso no hacernada y esperar que la «mano invisible» del mercado siga sucurso. Estamos tan triturados como personas y como colectivi-dad que parece que pocas posibilidades nos quedan más queel sufrimiento individual y la pasividad más absoluta, o bien pe-dir y reivindicar que alguien haga algo para nosotros. Al fin y alcabo, el Estado democrático y de derecho debería servir paraalgo, ¿no? Al menos eso defienden los promotores de las insti-

tuciones establecidas y los que cree en ellas.Si nos dejaran «solos», después de todo lo que nos han des-

pojado a lo largo de los últimos dos siglos, tendríamos posibili-dades reales de autogestionarnos? Algunos ejemplos actualessugieren que si3, a pesar de numerosas dificultades, productosobre todo de limitaciones humanas y relacionales. En Canariasla lucha mediante la acción directa expropiadora ha recogidomuchos más éxitos en número que el trabajo de las administra-ciones y plataformas de tipo más legalista de todo el Estadojuntas4. Pero para ello se necesitan personas con dedicación,con iniciativa, con voluntad y fortaleza. Con capacidad de convi-vir y cuidarse. Sólo asumiendo fortalecernos y responsabilizar-nos de las situaciones de vida en que nos encontramos, tanto anivel personal como colectivo, podremos avanzar hacia algosustancialmente mejor que el orden establecido.Desnaturalización y cooptaciónLo que no hagamos nosotros, alguien tendrá que hacerlo por

nosotros. Y lo que hacemos nosotros, también. Así, si creamosoficinas de expropiación popular (OEP), las instituciones promo-verán leyes de expropiación forzosa e inventarán sus oficinasde vivienda pública. Duplicando estructuras, cooptando a losmarginados y a la disidencia -pero no a los más marginados nilos más disidentes, sino a aquellos recuperables, los que sólonecesitan un pequeño impulso para seguir manteniéndose aflote-, profesionalizando el activismo, pretenden acabar contoda iniciativa de auto-organización popular real.Otro ejemplo reciente de este tipo de políticas, más allá del

ámbito de la vivienda, son las subvenciones a la creación de“ateneos cooperativos» a golpe de talonario por toda Cataluña5.Promocionando desde arriba lo que sólo puede surgir de la vo-luntad y la fuerza de los de abajo, este tipo de cosas buscandesnaturalizar los movimientos y las prácticas, vaciándolas to-talmente de contenido al presentar proyectos similares en apa-riencia pero totalmente opuestos en funcionamiento y objetivos(en este caso los «ateneos cooperativos» se entienden comouna herramienta para crear puestos de trabajo, y aquí se quedael asunto. El cooperativismo mercantil se acaba convirtiendotambién en una herramienta hermosa para lavar la cara al siste-ma y hacer pasar gato por liebre, más allá de la retórica de con-tinuidad histórica gloriosa con los ateneos obreros que se pue-da utilizar)6.Por lo tanto, vemos con estos ejemplos que la nueva táctica

del sistema para renovarse resulta ser mucho más la coopta-ción que la represión abierta y explícita. La cooptación, el bie-nestar dado, la autogestión subvencionada, hace mucho másdifícil la rebelión, a no ser que se mantenga un nivel de concien-cia muy elevado y unos fines estratégicos y pragmáticos muyclaros que pudieran darle la vuelta (y este no es el caso hoy endía, desgraciadamente).Legitimarse y deslegitimarCon este tipo de políticas se hace patente que cada vez hay

más asfixia de la disidencia y de todos aquellos que apostamospor una vida libre. Si os lo damos todo, nos dicen, de que osquejáis. Con la entrada en las instituciones oligárquicas y lasescasas medidas que se pueden impulsar desde allí nos pre-tenden hacer creer que ya está todo listo, consiguiendo así des-legitimar las luchas populares que buscan ir más allá, es decir,construir una vida diferente en un marco diferente, y no vender-se el futuro a cambio de pasatiempos envenenados. Con suspolíticas no crean un nuevo imaginario social sino que de hecho

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hacen más y más presente y más real y más legítima la necesi-dad del Estado para proteger a las personas de los males del“sector privado”, así como para gestionar la miseria social. Esimportante tener en cuenta que aunque los resultados de laspolíticas institucionales sean muy escasos, con poca inversión ysin tocar nada esencial del marco actual consiguen legitimarse,básicamente a base de propaganda y de su capacidad de vi-sualizar y organizar el trabajo de quienes vivirán de ser gestoresde las miserias de los demás. No obstante, en términos reales,cuantitativos, no pasarían ni siquiera la prueba de la suficiencia,pero es altamente improbable que alguien se dedique a investi-garlo y comprobarlo.Mantener las aparienciasOtro resultado buscado de estas medidas paliativas es edulco-

rar la realidad, mantener a la gente en las ciudades con unasituación menos decadente a costa de subvenciones que es-condan lo obvio: cada vez es más difícil vivir en el sistema ac-tual y del sistema actual. Es como cuando en los años 70 delsiglo XX la economía parecía que no podía crecer más y lasélites decidieron suprimir el patrón oro y acelerar la deuda paragenerar la ficción de la abundancia, ficción que en determinadosmomentos nos ha explotado en la cara.Lo que interesa a las dinámicas del sistema actual es que a

pesar de la catástrofe en la que estamos inmersos, se manten-ga en lo posible una apariencia de normalidad. Como diceRuymán Rodriguez, quieren que pasemos de ser potencialesrevolucionarios a indigentes tranquilos. Quieren una sociedadde indigentes tranquilos, por eso ya no se habla tanto de exclu-sión social sino de exclusión habitacional / residencial por ejem-plo, para fragmentar la opresión. Ahora puedes ser un excluidototal en algunos ámbitos pero tener casa. Como también pue-des tener un trabajo totalmente precario pero en las estadísticascontribuyes a bajar los índices de desempleo. Al banco le in-teresa más darte un alquiler social de 50 euros y que dejes dequejarte y luchar, que no realmente el dinero que deja de perci-bir. Le interesa más hacerte callar y no perder legitimidad, queno el dinero. Los factores inmateriales más que los materiales.La apariencia, pues, acaba siendo más importante que la reali-

dad. Esto lo saben los inversores, debes «dar confianza». Tam-bién lo saben los psicólogos: haz «como si» y acabarás siendolo que quieres.¿Cómo romper el cerco?¿A qué nos podemos oponer? El aro es cada vez más estre-

cho. Intentan hacernos creer que vivimos en el mejor de losmundos posibles cuando de hecho no paramos de perder más ymás autonomía, y más capacidades.¿Qué podemos hacer?Primero de todo, aprender a cuestionar la normalidad, quitar el

polvo de debajo de la alfombra de la realidad establecida. Recu-perar una forma inocente de estar en el mundo, que no ingenua,para no dar por supuesto el sistema actual y su barbarie. Com-binar la aceptación firme del mundo en el que vivimos con elcuestionamiento imprescindible que nos recuerda lo que debe-ría ser, lo que podría ser.Por otra parte, contribuir a aumentar el nivel de conciencia de

más personas que puedan comprometerse y arriesgarse a pro-poner y vivir en una nueva realidad, sin perder los vínculos conquien actúa más por pura necesidad porque no le queda otra, oporque así lo decide (estar en segunda línea). También tejerpuentes con personas del entorno donde nos encontramos que

se ven afectadas en su propia piel por las dinámicas que denun-ciamos y que para ellas la lucha es una cuestión irrenunciable yde sentido común más que de ideología (7).Igualmente resulta fundamental para las dinámicas presentes

de asimilación no dejarse cooptar, siempre mirar en cada mo-mento cuáles pueden ser los puntos de conflicto, los huecosdonde puede crecer y florecer la disidencia. Estar atentos a lasnecesidades a las que el sistema no da o no puede dar res-puesta, mutando rápido porque esto va cambiando. Estar alertaa la realidad y saber detectar los campos minados antes de quesean desactivados por la legalidad vigente. Sin embargo, latáctica del conflicto constante seguramente no será suficientepara evitar las dinámicas asistenciales y la posibilidad de con-vertirse en simple gestora de los males del sistema. Será nece-sario mantener viva la llama del espíritu de disidencia y darlevías concretas de salida, diversidad de tácticas que pueden ircambiando en función del lugar y el momento, pero que sonparte de un mismo camino del que debemos intentar no perderel norte, forjando una estrategia conjunta más allá de los ámbi-tos concretos de acción tales como el frente de la vivienda.Para cualquiera de estas cosas es asimismo imprescindible un

cambio de valores y de prioridades, al menos entre algunossectores de la población que pueden ser los más dinámicos.Mientras la búsqueda de estabilidad, de seguridad, de normali-dad, etc. sea más importante que la libertad, de conciencia so-bre todo, y material también, en forma de autogestión, no haynada que hacer. Deberíamos vivir como si no pudiéramos per-der nada, o como si lo que pudiéramos perder no tuviera tantovalor -perder el miedo a la muerte sería también importantepara la revolución-. Corremos el riesgo de que la comodidadnos entierre vivos8.

LAIA VIDALFuente: http://integralivital.net/2017/02/11/marges-estrets-per-a-la-dissidencia-catcast/

NOTAS1 El movimiento de lucha por la vivienda en Turín ha sido desactivado de esta

manera, con una táctica de suspensión administrativa de los desahucios. 13personas que se resistían a aceptar esta «solución» han sido detenidas en losúltimos tiempos. Aquí se puede escuchar una charla donde se explica estalucha.2 https://anarquistasgc.noblogs.org se pueden encontrar varios artículos

sobre los intentos de desahucio en la Comunidad y https://anarquistasgc.noblogs.org/post/2016/02/02/nuevo-juicio-contra-ruyman-rodriguez/ sobre la represión directa a personas como el activista RuymánRodríguez.3 El barrio de Errekaleor, en Vitoria-Gasteiz, donde conviven más de 180

personas, es una muestra de las posibilidades de la acción directa y la auto-gestión.4 Desde 2012 más de 300 okupaciones y 1.000 familias realojadas.5 La convocatoria se puede encontrar aquí.6 Ateneos como La Base o La Baula, que han adoptado el adjetivo de

«cooperativos» pretenden ir mucho más allá de esta herramienta institucionaly mercantilista y, aunque alojen proyectos productivos, la lógica es comunita-ria y pro-comunal, y la visión va mucho más allá de crear puestos de trabajo.7 En la ZAD de Francia se da una situación de tríada en este sentido, entre

activistas, campesinos que ya habitaban los terrenos okupados y personasexcluidas del sistema.8 Sin embargo es importante ver hasta qué punto podemos cortar los ama-

rres que nos sostienen de manera que no potenciemos más el caos que impe-ra y que estamos tratando de evitar. Es importante que las deserciones y lasluchas se afronten con amor y apoyo comunitario. Una reflexión en este senti-do se puede encontrar aquí. También es importante aprovechar nuestros«privilegios» en las «zonas peatonales del capitalismo» para contribuir a larevolución y no meramente para renegar de ellos y pasar a engrosar las filasde desarraigo y desamparo de una mayoría cada vez mayor.

Page 24: · sistema económico, servicios secretos, clase política, leyes, burocracia estatal, etc. En esencia puede afirmarse que la constitución de 1978 significó un lavado de cara para

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