sida y drogadicción dos figuraciones de lo enfermo

15
Sida y drogadicción: dos figuraciones de lo enfermo. "¿Qué pasa sobre el cuerpo de una sociedad? Flujos, siempre flujos (…) Una sociedad puede codificar la pobreza, la penuria, el hambre. Lo que no puede codificar es aquella cosa de la cual se pregunta al momento que aparece: ´ ¿Que son esos tipos ahí?´ En un primer momento se agita el aparato represivo, se intenta aniquilarlos. En un segundo momento, se encuentran nuevos axiomas que permitan, bien o mal, recodificarlos.” Gilles Deleuze Entre flujos y sustancias. La inmunilogía, la genética, la biología celular, tienden cada vez más a erigir su imperio sobre los flujos. Flujos habitados por sustancias que portan una fenomenología química capaz de inteligir cualquier devaneo de la carne. Este talante microbiológico de la vida entroniza una mirada sobre el cuerpo que lo lleva a ocupar un lugar de ausencia como campo de elaboraciones sensibles más allá de los órganos y la carne. No hay más goce o placer, no hay dolor capaz de sobrepasar la frontera de la piel: sólo carne interior, tejidos no expuestos, reacciones: tripas y sus aconteceres químicos, dolor y placer celular. Para el albor médico de nuestra era, los sujetos cada vez pasan a ser entendidos más

Upload: alex-medina

Post on 12-Jan-2016

221 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Sida y drogadicción dos figuras de la enfermedad contemporánea

TRANSCRIPT

Page 1: Sida y Drogadicción Dos Figuraciones de Lo Enfermo

Sida y drogadicción: dos figuraciones de lo enfermo.

"¿Qué pasa sobre el cuerpo de una sociedad? Flujos,

siempre flujos (…) Una sociedad puede codificar la

pobreza, la penuria, el hambre. Lo que no puede

codificar es aquella cosa de la cual se pregunta al

momento que aparece: ´ ¿Que son esos tipos ahí?´ En

un primer momento se agita el aparato represivo, se

intenta aniquilarlos. En un segundo momento, se

encuentran nuevos axiomas que permitan, bien o mal,

recodificarlos.”

Gilles Deleuze

Entre flujos y sustancias.

La inmunilogía, la genética, la biología celular, tienden cada vez más a erigir su imperio

sobre los flujos. Flujos habitados por sustancias que portan una fenomenología química

capaz de inteligir cualquier devaneo de la carne. Este talante microbiológico de la vida

entroniza una mirada sobre el cuerpo que lo lleva a ocupar un lugar de ausencia como

campo de elaboraciones sensibles más allá de los órganos y la carne. No hay más goce o

placer, no hay dolor capaz de sobrepasar la frontera de la piel: sólo carne interior, tejidos no

expuestos, reacciones: tripas y sus aconteceres químicos, dolor y placer celular. Para el

albor médico de nuestra era, los sujetos cada vez pasan a ser entendidos más como un saco

de palpitaciones y reacciones químicas subepidérmicas, y su cuerpo, como una

territorialidad donde diferentes tipos de sustancias fluyen entre lo pernicioso y lo saludable.

Sin embargo ese albor no es célibe, debe anudarse a una época que ostenta el derecho a la

diferencia, consecuencia ya hartamente mercantilizada que dejó la llamada posmodernidad.

En este sentido las paradojas no se hacen esperar: se ciernen estratos que anudan la

hipertrofia uninteligible de la ciencia con el formato de lo diverso. La idea del cuerpo es

sostenida por genes y sustancias que explican la diferencia o similitud establecidas entre un

cuerpo y otro, llevándolas a terrenos equívocos, disyuntivos, aporéticos. La anormalidad es

suplantada por información congénita que explica el sufrimiento humano. La enfermedad

sería pues el límite de lo diverso, el eslabón final donde lo infeccioso desmonta cualquier

Page 2: Sida y Drogadicción Dos Figuraciones de Lo Enfermo

tipo de igualdad, ocultándose en el discurso de la tolerancia. Todo pasa por el visto bueno

de lo científico, hasta la diferencia misma. Así pues, podemos preguntarnos sobre ¿cómo es

posible pensar la trama que se cierne entre el aparente reconocimiento de lo diverso y el

incremento incontrolado de la verdad unívoca de las ciencias? ¿A partir de qué

cualificaciones de flujos y sustancias está cernida la frontera entre lo sano y la enfermedad?

¿Qué delimitaciones van atravesando los flujos entre un terreno de existencia y otro, entre

la homeostasis médica y el caos deseante, entre el cuerpo que goza en su propia acritud y

la inexorable degeneración que lo habita y que es la misma que la medicina combate?

En el contexto de este entramado, la enfermedad, vista sólo como una escritura

degenerativa que habita la carne, sigue siendo el estatuto por excelencia donde es posible

que ocurran choques de flujos entre sustancias que defienden la vida y otras que la

desdibujan. Sustancias diseminadas a través de los devenires fluctuantes que un virus

impone. Sustancias en batalla: las que degeneran y las que curan. Flujos en pugna: los que

salvan al cuerpo y los que lo atrofian. La acometida farmacéutica cernida sobre la

enfermedad, sería una extensión de estos campos de flujo y sustancias en disputa. Se van

descubriendo nuevas sustancias capaces de hacer frente a lo patógeno. No obstante existen

vicisitudes que atraviesan los flujos, o más bien se deja de lado la inmensa diversidad de

tipos de flujos que a toda enfermedad le concierne. Los flujos corpóreos se entrelazan con

flujos deseantes, históricos, económicos; se yuxtaponen, se oponen, se enredan: hacen

equívoca la disputa entre las sustancias, tensionan el binarismo entre lo sano y lo patógeno.

Y a la par que ocurre esto, la enfermedad y la salud desbordan las entrañas, sobrepasan la

piel, van más allá de la carne, se tienden sobre el cuerpo complejo y caótico del mundo.

Con el sida se inaugura la enfermedad como riesgo mundial. El virus se disemina por la

esfera terráquea mediante flujos incontenibles. El nomadismo que se inaugura con la

llamada globalización, no sólo llevan consigo el ansiado capital, sino también la semilla de

un síndrome mortal. Los cuerpos portadores se encontraban ya marcados por la diferencia,

clasificados y excluidos (al mismo tiempo que deseados) por el Estado Nación y por sus

herramientas científicas. Cuerpos que llevan consigo la marca del placer y del goce:

homosexuales, heroinómanos, prostitutas. Cuerpos considerados móviles, prófugos, sin

ataduras sociales. Cuerpos fluctuantes, cuerpos consumistas. Ese cuerpo que es también el

Page 3: Sida y Drogadicción Dos Figuraciones de Lo Enfermo

del drogadicto, cuerpo desatado, insaciable. Cuerpos pre-enfermos. La enfermedad

entonces será la marca del cuerpo cerrado, individualidad encarnada, donde lo patógeno

viene siempre de fuera; pero al mismo tiempo ese cuerpo será entonces un contenedor

persistentemente vacío, siempre a la expectativa de ser llenado; donde el deseo se torna

necesidad. La in-corporación como un ímpetu de la época.

Drogas, virus (veneno etimológicamente), dos riesgos para el cuerpo. Tanto para el

individual y biológico, como para el cuerpo social. Sustancias móviles, que atraviesan

fronteras corporales y nacionales. Pandemias y narcotráfico, dos amenazas que intensifican

las respuestas globales. La prevención como paradigma, que delega la responsabilidad del

Estado hacia el individuo para que evite su autodestrucción (el cuerpo es de cada

individuo), siendo que al mismo tiempo es permitida la intervención de la fuerza pública,

local, nacional o internacional, para combatir ese mal para la salud pública (ese cuerpo

indivudado ahora le pertenece al Soberano). Hacer vivir y hacer morir.

El sida y la drogadicción representan sin duda dos paradigmas contemporáneos de lo

enfermo bajo esta idea de enfermedad que excede la carne. No basta con decir que el sida

como tal irrumpe después de que el vih logra introducir su virulencia en el interior del

cuerpo, el sida derrumba las paredes cutáneas, introduce estigmas, secrecía, discriminación;

pero también territorios mutantes de existencia, flujos que van más allá de impedir o

posibilitar el desarrollo de un virus. Flujos también de tipo corpóreo que se intercambian, se

contagian, se otorgan: anales, vaginales, fálicos, orales, intravenosos, intersanguíneos.

Flujos que se desdoblan mucho más allá del matraz o el consultorio médico, ligados al

goce, al placer, al deseo, a la angustia, al devenir ontológico mismo. El paradigma

inmunológico no sólo se cierne sobre el cuerpo; las defensas, esta vez sociales, se defienden

contra la animalidad del cuerpo, que va más allá de su registro biológico. En el caso de la

drogadicción ocurre algo más o menos similar: los flujos deseantes quedan reducidos a

flujos perniciosos de conducta, de posibles campos de riesgo, de reproducción filogenética

del vicio; esto último muy a pesar de la cada vez más importante presencia del saber sobre

el cerebro, mismo que ha descubierto la sustancia que provoca la conducta autodestructiva

del adicto, y hasta se ha inventado una vacuna. El gen: lo diverso concentrado en lo

universal del soma.

Page 4: Sida y Drogadicción Dos Figuraciones de Lo Enfermo

Pero es en este panorama donde el cuerpo aparece también como territorio en pugna. Es en

sus propios flujos donde se excede y se abre, donde aparece como desbordante, como

inaprensible por el poder que lo produce y lo socava. Donde el placer y el goce se deslizan

por fuera de la piel y se concretizan en actos, en palabras, en prácticas, en movimientos, en

gestos. El cuerpo como un lugar ilocalizable, que se abre y se expande, que no deja de

moverse y de crear. El drogadicto y el sidoso como figuraciones cinceladas finamente por

el poder, pero que se desmoronan al toparse con sujetos vivientes, con esos cuerpos llenos

de dolor, placer y deseo; y que a su vez, generan otros bordes, otras superficies, amorfas,

irregulares, porosas; pero que constituyen otras estéticas, otras formas de aprehender ese

mundo global y moderno que intenta capturarles.

A partir de lo anterior y en un diálogo evocado desde cierta configuración de lo

enfermo compartido por el sida y la drogadicción, ¿cómo es posible pensar entonces este

encuentro entre sustancias que habitan, entran o son exiliadas del cuerpo, y los tipos y

horizontes de flujos a las que se ven emparentadas estas sustancias bajo el marco de lo

enfermo, en el caso de la experiencia mexicana? ¿Qué territorios de existencia se ponen en

juego o están es disputa cuando no hay plena correspondencia entre la cualidad de las

sustancias y las bifurcaciones en razón de las cuales los flujos emergen? ¿Qué lugar juega

ahí la biopolítica como trazo que delimita la enfermedad en oposición a lo sano? Al final

tal vez toda la experiencia hipermoderna remita al encuentro siempre equívoco, infinito y

caóticamente multiplicado, entre flujos y sustancias; y la enfermedad, diseminada y

descompuesta en el interior de ese encuentro, se convierta en el paradigma bajo el cual los

umbrales de existencia quedarán irresolubremente determinados.

Drogas, ley, infección.

Las drogas y los flujos representan dos elementos que en los últimos años han estado

ligados a la historia de México. El territorio mexicano fue durante muchos decenios el

eslabón clave que el flujo de la droga venido desde Sudamérica debía tomar en cuenta

para allanar el camino hacia el principal consumidor de drogas al Norte. Sin embargo, con

el pasar de los años, los flujos de droga que pasaban por aquí se distendieron, hicieron

equívoca su marcha, su destino y su origen. Alguna porción de ese gran flujo de droga se

quedaba en México, y por otro lado, ocurrió que una gran parte de la misma droga

Page 5: Sida y Drogadicción Dos Figuraciones de Lo Enfermo

exportada a Estados Unidos tenía el sello de producción mexicana. Surgieron los cárteles

mexicanos que en alguna medida le arrebataron a Colombia el monopolio ilegal de la

droga. En lo que corresponde a ese flujo que se iba enraizando en México, las gélidas cifras

iban hablando del crecimiento de un consumo de drogas que ocurría a la par del

crecimiento de la población joven. Las drogas ya no sólo fue un asunto de tráfico sino que,

por mandato semántico y político de la Organización Mundial de la Salud, se transformó en

un problema de salud pública. No, la droga no es sólo la sustancia, la droga es el mar de

sentidos que, como en el caso del sida, no sólo concierne a la inmersión de una sustancia

perniciosa, virulenta en el cuerpo; la droga parece no ser más que la carne de la voluntad

insensata de un sujeto que se introduce la propia nocividad en el cuerpo, la droga contiene

el flujo de la ilegalidad.

Desde este lugar es posible pensar en una singularidad biopolítica que anuda el malestar

moral y político del cuerpo social, con una emanación patógena en el cuerpo cuantitativo de

la población. Se regresa al viejo estatuto donde la enfermedad no solo es celular sino

también moral, sólo que ahora bajo la luz poblacional de la epidemiología. Como ejemplo

de esto, en el sexenio pasado de la presidencia mexicana se abrió una llamada guerra

contra el narcotráfico, que dejó miles de muertes, al mismo tiempo que las fronteras norte y

sur del país se reforzaron bajo encomiendas estadounidenses. La frontera con aquella

potencia mundial también ha determinado las acciones contra el sida. México dio una

respuesta institucional al virus relativamente rápida con respecto a los otros países

latinoamericanos (dos años después del primer caso reportado en el país), la cual consistió

en ubicar a los grupos de riesgo. Esto debido a que los Estados Unidos de Norteamérica

veían su frontera sur como un peligro potencial. El riesgo es gestionado por el poder,

mediante cálculos probabilísticos, y como resultado de estos: programas, siempre fallidos,

de prevención. Los flujos, tanto de virus como de drogas, son previstos como riesgos y de

ahí su necesidad de contenerlos, de inmovilizarlos y codificarlos mediante estrategias

geopolíticas. Pero también esa gestión de la vida está acompañada por una administración

de la muerte. El tráfico de droga que pasa por debajo del agua, va acompañado de la

posibilidad de matar y desaparecer sin consecuencias jurídicas ni políticas. Mientras que los

fármacos antirretrovirales son retenidos y distribuidos de acuerdo a las normas del

Page 6: Sida y Drogadicción Dos Figuraciones de Lo Enfermo

mercado: una mano invisible (¿La del Estado? ¿La de la moral? ¿La del género?) decide

quién es digno del tratamiento y de la vida.

Bajo este contexto es que una investigadora del Instituto Nacional de Psiquiatría comenta, a

propósito de la naturaleza cerebral del adolescente:

“A esa edad el cerebro está enfocado exclusivamente a las emociones y así se mueve, la

parte cognitiva se desarrolla hasta los 20 o 22 años. Si queremos prevenir el problema (de

adicciones) en este sector de la población apoyados sólo en la parte conceptual, sin

atender la emoción, no tendremos éxito porque biológicamente no están preparados para

eso”

De acuerdo a esta lógica, la más eficaz medicina contra la enfermedad de la drogadicción,

pasa por los marcos de lo jurídico. La ley debe convertirse en un paliativo contra las

debilidades intrínsecas del cerebro, contra su “inmadurez cognitiva”. En este sentido el

cuerpo del drogadicto se convierte en la extensión de la ilegalidad, no hay soberanía sobre

él, la droga lo tiene ocupado; una sustancia todopoderosa fluye por él bajo el signo de una

débil (enferma) voluntad que le deja traspasar las fronteras cutáneas. Lo criminal trasciende

en lo enfermo, en la medida en que se transgreden dos fronteras: la de la ley y con ella la de

los países y sus soberanías, y la epidérmica de los cuerpos. Lo conceptual se convierte en

ley y lo emocional establece lazos con la criminalidad. Todo se trata de posibles flujos

económicos y orgánicos, de conceptos no vinculados a la emoción de drogarse, a no ser que

ésta implique un dato objetivo más. Se establece un flujo de incuestionable sapiencia entre

dos cerebros supuestamente maduros -cada cual con sus argumentos extraídos de diferentes

lugares- : el del jurisprudente y el médico: ley y enfermedad, política y vida.

Epílogo.

Bajo una experiencia de terapia grupal un sujeto con VIH contaba que a pesar de sus

múltiples intercambios sexuales, no fue sino hasta que se enamoró y decidió tener una

relación estable, que el virus irrumpió en su cuerpo; y es en este sentido que expresa: “para

mí el virus es el resultado del amor”. ¿Cómo la prevención sanitaria puede contener el

amor? ¿A qué lógica corresponde éste? La idea de retomar este testimonio no es la de

enarbolar un discurso amoroso sobre el vih, ni de hacer una romantización del amor

Page 7: Sida y Drogadicción Dos Figuraciones de Lo Enfermo

(Debemos recordar que “el eros” es también intervenido fuertemente por los dispositivos de

poder), sino la de mostrar, en este caso, al amor mismo como un exceso devenido de una

subjetividad; campo perenemente equívoco para toda comprensión inmunitaria. Amor que

disloca la figuración de lo enfermo al trazar un camino incomprensible de bienestar que al

confrontarse con el territorio de la sanidad médica puede tornarse aberrante, si se considera

que para ésta el virus no significa otra cosa que un intruso nefando que habita el cuerpo

orgánico, mientras que en el código del deseo subjetivo de este sujeto representa una dádiva

amorosa. El par enfermedad-muerte clausura los sentidos y cierra el cuerpo sobre sí mismo

como garante de la individualidad, por el contrario el amor convierte al cuerpo en un

territorio de existencia compartido; los límites de éste son burlados por las fuerzas del

placer y de los flujos, que no responden a una economía mercantil de las sustancias, sino a

un desbordamiento de la propia materialidad. El vih comúnmente asociado a la sexualidad

y a la muerte (dupla surgida en la modernidad) nos recuerda también que el cuerpo es el

lugar de encuentro con los otros, que el cuerpo es vulnerable a la muerte y lo es también al

amor. O mejor dicho, el amor vulnera ese cuerpo individuado, lo abre, lo expone, lo

transforma; al mismo tiempo que lo sitúa; pues el cuerpo al hacer el amor siempre “está

aquí”, no es por lo tanto un cuerpo codificable en números o en verdades.

En el caso de las drogas ¿Bastaría con decir que todo se reduce a una muerte dosificada, a

un deseo por una inexistencia suministrada? ¿Qué no es más que la posibilidad de estar o

no estar demasiado (dependiendo de la droga que se trate) a través de las porosidades y

orificios del cuerpo? ¿Todo debe ser voluntad insana, enfermedad? El drogarse mismo tiene

que involucrar estéticas de la existencia. Amor, odio, necesidad… ¿No hay amor al cuerpo

cuándo se le suministra la sustancia que llega a necesitar? ¿No hay algo de odio cuando el

mismo cuerpo llega a menguarse por efecto de la droga? No basta decir enfermedad para

capturar las tempestades del deseo. No hay conducta que por más perniciosa que sea no

soporte el avatar de una sustancia deseante. No es que la droga se haya apoderado del

cuerpo, sino que el cuerpo ha extendido sus redes subjetivas hacia la droga, prótesis líquida,

gaseosa o sólida, a la que se vincula, y que al fin y al cabo es inocente de cualquier

malignidad a la que sea atribuida, es una sustancia y ya, víctima de su toxicidad, viva

cuando habita una materia vibrante, mutante en tanto se vuelve un atributo para el cuerpo

(En cambio la política no es inocente). ¿Acaso no la droga, el virus y los fármacos (drogas

Page 8: Sida y Drogadicción Dos Figuraciones de Lo Enfermo

legales) no son ya en sí una materialización del cuerpo? No sólo en tanto se incorporan a él,

sino como una extensión, un desdoblamiento del mismo; un excedente que a la vez que

codifican: las conductas, las identidades, los órganos y las sustancias; también movilizan,

extienden, dislocan. Pues tanto el vih como la droga no sólo infectan al cuerpo con un

componente mortífero; de igual manera se transmiten de un cuerpo a otro: placer, goce,

amor, vida. Lo que nos obliga a repensar la dicotomía entre salud y enfermedad, y en

última instancia, entre vida y muerte.

Alberto Alejandro Medina Jiménez y Héctor Rubén Zapata Aburto.

Bibliografía consultada:

AGAMBEN, Giorgio. Profanaciones. Adriana Hidalgo Editora. Buenos Aires. 2005.

__________ Lo abierto. El hombre y el animal. Adriana Hidalgo Editora. Buenos Aires. 2002.

ALARCÓN, Donato. PONCE, Samuel. (Comp). El sida en México. El Colegio Nacional. México. 2003.

BONGERS, Wolfgang (comp). Literatura, cultura y enfermedad. Argentina. 2006.

BUTLER, Judith. Mecanismos psíquicos del poder. Ed. Cátedra. Madrid. 2001.

_____________ Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del “sexo”.

Paidós. Argentina. 2002.

DELEUZE, Gilles. Derrames entre el capitalismo y la esquizofrenia. Cactus. Buenos Aires. 2005.

DELEUZE, Gilles y GUATTARI, Felix. El Anti Edipo. Capitalismo y Esquizofrenia. Piadós. Barcelona.

1985.

______________________________ Mil mesetas. Pre-textos, Argentina, 2002.

Page 9: Sida y Drogadicción Dos Figuraciones de Lo Enfermo

DERRIDA, Jacques. “Retóricas de la droga”, consultado en

http://www.jacquesderrida.com.ar/textos/droga_retoricas.htm

ESPOSITO, Roberto. Comunidad, inmunidad y biopolítica. Ed. Herder. España. 2009.

__________ Bios. Biopolítica y filosofía. Amorrortu. Buenos Aires. 2011.

__________ Immunitas. Negación y protección de la vida. Amorrortu. España. 2005.

FOUCAULT, Michel. Microfísica del poder. Las ediciones de la piqueta, Madrid .1979.

_____________La vida de los hombres infames. Altamira. Buenos Aires. 1996.

_____________Defender la sociedad. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2000A.

_____________Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber. Siglo XXI. México. 2007

____________ Historia de la sexualidad II. El uso de los placeres. Siglo XXI. México. 2007.

GARCÍA, Alexander. La discordia del sida. Cómo se piensa y se habla acerca de un virus. Anaya &

Mario Muchnik. Madrid. 1995.

GRANADOS, José. “Determinantes sociales de la política de salud en el combate del VIH-SIDA en

México”. Revista Argumentos. No. 38, UAM X. México 2001.

GUATTARI, Felix Y ROLNIK, Suely. Micropolítica. Cartografías del deseo. Traficantes de sueños,

Madrid. 2006.

HARAWAY, Donna. Ciencia, ciborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza. Ediciones Cátedra.

Universidad de Valencia. Instituto de la mujer. Valencia. 1991.

HARO, Jesús. (Comp) Epidemiología sociocultural: un diálogo en torno a sus sentidos, métodos y

alcances. Buenos Aires. 2011.

MERUANE, Lina. Viajes virales. La crisis del contagio viral en la escritura del sida. Fondo de Cultura

Económica. Chile. 2012.

Page 10: Sida y Drogadicción Dos Figuraciones de Lo Enfermo