ser humano abierto futuro de la resurreccion

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EL SER HUMANO COMO SER ABIERTO AL FUTURO DE LA RESURRECCIÓN La teología de la Iglesia hace tiempo que ha superado una concepción dualista de la persona, en términos generales, aunque habría que particularizar. Sin embargo, en la tradición mayoritaria de los miembros de la Iglesia se sigue transmitiendo una concepción dualista de la persona, según la cual el ser humano es un compuesto de dos realidades autónomas: cuerpo y alma. En esta concepción dualista es sin lugar a dudas el alma la que ha tenido el privilegio de ser considerada como la parte superior y espiritual de la persona. El cuerpo, como la materia de la persona era considerado como un “depósito” transitorio del alma, mientras llegaba la muerte. En esa tradición lo verdaderamente importante, la persona se lo jugaba a nivel de lo que se consideraba espiritual, teniendo en el olvido la corporeidad humana. La teología de la Iglesia, aunque ha superado esta concepción, en lo general, a la hora de aplicarlo a la resurrección no deja de tener, en algunos casos, un dejo de semi-dualismo, en el sentido de que a la hora de la muerte lo que resucita y va donde Dios es el alma, en el caso de la salvación y el cuerpo espera el final de los tiempos para ser rescatado. Aunque se da una revaloración del cuerpo al final de los tiempos, no se da a la par del alma, como si se fuera persona sólo con el alma a la espera de un cuerpo definitivo. Aquí vale la pena recordar lo que decía santo Tomas en el sentido de que solo el alma no es persona, ni solo el cuerpo es persona. La cuestión sería plantear la razonabilidad de esta propuesta ante otras y no contra otras propuestas que afirman que con la muerte todo el hombre, alma-cuerpo es glorificado por obra de Dios. En estas propuestas se asume la totalidad de lo humano, pero no de la misma manera. No al dualismo La Gaudium et Spes número 14 afirma que el hombre es uno en cuerpo y alma, con lo que podemos afirmar que desde la teología se pasa de la concepción de que el hombre tiene cuerpo y alma a la concepción de que el hombre es en cuerpo y alma. Somos seres que nos percibimos simultáneamente como carne animada o como alma encarnada. No nos concebimos como cuestiones separadas (mi cuerpo come, mi alma estudia, p.e.). Ambas cuestiones se remiten al sujeto único. Por lo tanto, toda acción es un nudo de relaciones bio- psico-somático-sociales.

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EL SER HUMANO COMO SER UNITARIO

Ser integral abierto al futuro

EL SER HUMANO COMO SER ABIERTO AL FUTURO DE LA RESURRECCIN

La teologa de la Iglesia hace tiempo que ha superado una concepcin dualista de la persona, en trminos generales, aunque habra que particularizar. Sin embargo, en la tradicin mayoritaria de los miembros de la Iglesia se sigue transmitiendo una concepcin dualista de la persona, segn la cual el ser humano es un compuesto de dos realidades autnomas: cuerpo y alma. En esta concepcin dualista es sin lugar a dudas el alma la que ha tenido el privilegio de ser considerada como la parte superior y espiritual de la persona. El cuerpo, como la materia de la persona era considerado como un depsito transitorio del alma, mientras llegaba la muerte. En esa tradicin lo verdaderamente importante, la persona se lo jugaba a nivel de lo que se consideraba espiritual, teniendo en el olvido la corporeidad humana.

La teologa de la Iglesia, aunque ha superado esta concepcin, en lo general, a la hora de aplicarlo a la resurreccin no deja de tener, en algunos casos, un dejo de semi-dualismo, en el sentido de que a la hora de la muerte lo que resucita y va donde Dios es el alma, en el caso de la salvacin y el cuerpo espera el final de los tiempos para ser rescatado. Aunque se da una revaloracin del cuerpo al final de los tiempos, no se da a la par del alma, como si se fuera persona slo con el alma a la espera de un cuerpo definitivo. Aqu vale la pena recordar lo que deca santo Tomas en el sentido de que solo el alma no es persona, ni solo el cuerpo es persona. La cuestin sera plantear la razonabilidad de esta propuesta ante otras y no contra otras propuestas que afirman que con la muerte todo el hombre, alma-cuerpo es glorificado por obra de Dios. En estas propuestas se asume la totalidad de lo humano, pero no de la misma manera.

No al dualismo

La Gaudium et Spes nmero 14 afirma que el hombre es uno en cuerpo y alma, con lo que podemos afirmar que desde la teologa se pasa de la concepcin de que el hombre tiene cuerpo y alma a la concepcin de que el hombre es en cuerpo y alma.

Somos seres que nos percibimos simultneamente como carne animada o como alma encarnada. No nos concebimos como cuestiones separadas (mi cuerpo come, mi alma estudia, p.e.). Ambas cuestiones se remiten al sujeto nico. Por lo tanto, toda accin es un nudo de relaciones bio-psico-somtico-sociales.

Esto no niega que haya actos que pudiramos llamar como ms especficamente espirituales o corporales, pero no hay actos puramente espirituales o corporales. En este sentido podemos afirmar con la Biblia que el hombre es alma y que el hombre es cuerpo a condicin de que cuando decimos alma no la entendamos como espritu puro y que tampoco entendamos al cuerpo como mera materialidad (carne).

Sin embargo, cuando decimos soy en cuerpo y alma puede resultar ambiguo pues pareciera que objetivamos dos realidades que los distancia del sujeto, pero no es as, pues el espritu no se puede expresar sin el cuerpo y el cuerpo no es un trampoln de expresin espiritual: es el modo de ser del espritu, por lo que la corporalidad es esencial al espritu y por lo mismo al ser humano. Uno sin el otro o uno sobre el otro impiden la autorrealizacin plena del sujeto. Ambos elementos son estructurales al ser humano y no precisamente bajo la modalidad de uno junto al otro, como realidades que se suman.

Lo anterior nos lleva a afirmar que con la resurreccin es todo el sujeto el que es recuperado, pues, p.e. si concebimos al cuerpo como principio relacional, cmo sera posible la relacionalidad con Dios comunin-, sin un principio relacional? Y para nuestro caso este principio (cuerpo) no es accesorio o prescindible, pues sin el cuerpo no somos. La resurreccin no anula la relacionalidad, sino que la realiza y la lleva a su plenificacin.

Frente a lo anterior debemos recordar que no todo lenguaje alma-cuerpo es dualista, pues una cosa es distinguirlos formalmentel y otra es numerarlos como dos cosas sumables. Por lo tanto, el dualismo tiene que ver con el modo de interpretar su relacin, no con el hecho de afirmar los dos conceptos.

Pero hablar del hombre como SER UNO no debe llevarnos al monismo: no somos ngeles venidos a menos ni tampoco monos con xito. Esto es, ni puro espritu degradado, ni un animal optimizado (ni pura biologa, ni pura conciencia).

En el hombre se da la sntesis de las dos realidades que se unen sustancialmente, aunque sean diferentes y distinguibles.

En resumen: el hombre no es ni slo cuerpo ni slo alma. El hombre no es un cuerpo ms alma como dos entidades completas y sumadas, es todo entero y al mismo tiempo lo uno y lo otro, ms no son idnticos entre s.

Si esto es as, cuando hablamos de la resurreccin de los muertos (personas) no podemos pensar que su identidad material no ser reconocida finalmente, sino tan solo su identidad espiritual. Si el ser humano es una unidad (de relaciones bio-psico-somatico-sociales), es desde esa identidad una que es reconocido finalmente.

Resultara absurdo que al final solo una dimensin de la criatura fuera digna de ser reconocida para la vida definitiva. Si as fuera, qu sentido tiene la lucha por la vida material? Pero si decimos que s tiene sentido, pero que al final lo que queda es lo espiritual como superior a lo material, entonces el reconocimiento de que s tiene valor no pasa de ser una declaracin que al final no tiene ningn peso.

EL HOMBR ES ALMAEl concepto alma es otra protoplabra de difcil definicin. Autores como Popper, Zubiri, Pesch..., usan otros trminos para denotarlo: conciencia, mente, psiqu, espritu porque dicen que se ha abusado del trmino alma al grado que su credibilidad est deteriorada.

Aunque en teologa el trmino es insustituible por los mnimos antropolgicos que contiene y que son inegociables para la fe cristiana. Un mnimo irrenunciable es que por alma significamos la absoluta singularidad del ser humano y su apertura constitutiva a Dios (lectura creyente).

La vemos como capacidad de referencia a Dios, al amor eterno. El hombre-mujer en tanto alma debe aprender de Dios cul es su destino, porque SOMOS participacin del Espritu Divino.

El alma, trascendencia del mundo

El hombre-mujer, ser del y en mundo, es tambin frente al mundo pues lo trasciende de forma que l y el mundo no forman un nosotros. El hombre-mujer capta el mundo, sin ser captado por l, aunque est ligado a l, aunque sea la casa donde l es.

El hombre-mujer es el nico ser endmicamente insatisfecho, no circunscrito, es el nico capaz de esperanza. Entre hombre-mujer y mundo hay un ajuste-desajuste que siendo en l y de l, se impulsa a trascenderlo (no slo desajuste crnico) en vez de reposar en l.

El alma y la trascendencia en el espacio.

No somos seres para la muerte, aunque morimos totalmente. Nos sabemos temporales y con todo, se desea lo eterno.

Para los cristianos la resurreccin viene a responder a este anhelo que brota de lo ms profundo de lo humano.

EL HOMBRE ES CUERPODefinirnos en tanto que cuerpo es ambiguo, porque el que define entra en la definicin y es objeto y sujeto a la vez. Lo que podemos hacer es tan solo hacer un acercamiento fenomenolgico.

Ser en y del mundo

Ser es diferente de tener o estar; pues es constitutivo, por lo que estar y ser en el mundo, no es un ser arrojados, no es violento, nos es natural, constitutivo. No estamos en el exilio, sino en casa.

El mundo nos saca del lmite de nuestra piel. Es como un cuerpo ensanchado del hombre. Si se quiere al hombre, se quiere al mundo, pues sin l, el hombre es impensado. El mundo, en tanto no ajeno o extrao no debe ser indiferente al individuo.

Ser en el tiempo

En tanto que somos cuerpo estamos inmersos en el tiempo. Somos temporales en ese sentido, por lo tanto no podemos disponer en un solo acto nuestra realizacin como en un solo golpe. Nuestra condicin es itinerante (somos viabilidad). En este sentido no es tpico el irnos haciendo progresivamente (somos ms proyecto que hecho).

Mientras no lleguemos a nuestro trmino, nada est inexorablemente ganado o perdido, pues no hemos logrado nuestro semblante definitivo, nuestra identidad acabda. En este caminar no resulta razonable un caminar para caminar, cuyo final no existe, pues la identidad temporal sera slo ser caminantes sin un destino definitivo. Al postular la resurreccin como final realizador, como meta regalada, la posible ambigedad de la vida (ser posiblemente realizadora o no) pierde tal ambigedad y slo queda la realizacin. La resurreccin dice a la vida que tiene futuro y que ese futuro no es indeterminado, sino plenitud, acabamiento y no slo crecimiento y maduracin.

Ser mortal

Con la muerte nos sustraemos al espacio y al tiempo, ambas dimensiones constitutivas de lo humano en su integridad, lo cual quiere decir que la muerte es el fin del hombre entero, pues suponer que el cuerpo es el que muere no es hacer justicia a la idea de que el hombre es cuerpo y regresaramos a una concepcin dualista. La muerte afecta a lo constitituvo del hombre (cuerpo-espacio-tiempo). Pero si queda muerto para la muerte, qu sentido tiene vivir personal y comunitariamente, qu sentido tiene la historia y la naturaleza? Qu valor tienen las personas? Son reductibles a la nada?

En tanto que la persona es un ser mortal, la resurreccin al menos viene a dar respuesta a cuatro cuestiones importantes: el sentido de la vida, de la historia, de los impertativos ticos y sobre el valor de la persona. La muerte aniquila todo?

Expresin comunitaria del yo

Por el cuerpo se da la mediacin del encuentro, de la manifestacin del yo uno.

En la teologa esto se ha trabajado con la idea del rostro: El que me ha visto a m, ha visto al Padre (Jn 14, 9) y el que ve al otro lo ve a l (Mt 25, 35 ss). De manera que la forma cristiana de ver al otro, es viendo en l a Cristo, de no ser as se est viendo algo, pero no a alguien. Sin cuerpo se pierde esa dimensin de ser persona.

Eplogo

El que hoy revaloremos a la persona cuerpo-alma y el abandono secular del cuerpo puede llevarnos a exagerar su recuperacin. Por ejemplo, hoy asistimos a una revaloracin monista del cuerpo, adems de una revaloracin selectiva. Se adula el cuerpo joven, bello, atltico, sano, etc. de la beatiful people. No se acepta al cuerpo con sus lmites: se finge atemporal, ascptico, atltico, siempre joven y sano...

Esta rehabilitacin del cuerpo muestra una antropologa donde el hombre es ante todo cuerpo y por lo mismo solo puede confiar en el aerobic, la cosmtica, la ciruja ... Nuestra rehabilitacin del cuerpo pasa por la resurreccin y no es un asunto de cosmtica. Para el cristiano esto debiera resultar extrao, pues no tiene sentido rehabilitar algo rehabilitado de antemano para la resurreccin. La fe en la resurreccin y no este culto pagano es la forma de fidelidad a ste y lo ms eficaz contra su depreciacin, lo cual no puede significar su descuido, sino mantenerse en la mejor condicin para una finalidad mayor y por una finalidad mayor, no algo meramente monista.

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