sentipensar con la tierra

190
Nombre del artículo 1

Upload: yakir-sagal

Post on 01-Sep-2015

54 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Sentipensar con la tierra

TRANSCRIPT

  • Nombre del artculo 1

  • Arturo EscobAr2

  • Sentipensar con la tierra

  • Sentipensar con la tierraNuevas lecturas sobre desarrollo,

    territorio y diferencia

    Arturo EscobAr

  • Coleccin Pensamiento ViVoEdiciones UNAULAMarca registrada del Fondo Editorial Ramn Emilio Arcila

    Sentipensar con la tierra. Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia

    Arturo Escobar Universidad Autnoma Latinoamericana UNAULA

    Primera edicin: noviembre de 2014ISBN: 978-958-8869-14-8Hechos todos los depsitos que exige la Ley

    Revisin acadmica y coordinacin de la coleccin:Marta Cardona LpezDocente de la maestra en Educacin y Derechos humanos. Escuela de Posgrados

    Diseo, diagramacin e impresin:Editorial artes y letras s.a.s.

    Hecho en Medelln - Colombia

    Universidad Autnoma LatinoamericanaCra. 55 No. 49-51 Medelln - ColombiaPbx: [57+4] 511 2199www.unaula.edu.co

    306E74s

    Escobar, Arturo

    Sentipensar con la tierra. Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia/ Arturo Escobar--Medelln: Ediciones UNAULA, 2014 184 p. (Coleccin Pensamiento vivo) Incluye bibliografa ISBN: 978-958-8869-14-8

    I. 1. DESARROLLO ECONMICO 2. TERRITORIO 3. GLOBALIZACION 4. CULTURA 5. ONTOLOGA

    II. Escobar, Arturo

  • Ac nacimos, ac crecimos, ac hemos conocido qu es el mundo

    (Lideresa afrocolombiana, Tumaco, Nario)

  • Contenido

    Introduccin ...................................................................................13Hacia los Estudios del pluriverso ..................................................20Agradecimientos ..........................................................................22

    El desarrollo (de nuevo) en cuestin: algunas tendencias en los debates crticos sobre capitalismo, desarrollo y modernidad en Amrica Latina ..................25

    Del desarrollo al postdesarrollo ..........................................26Genealoga del desarrollo (1951 2000) ................................26El postdesarrollo como concepto y prctica social (1991-2010) ....................................................................................30La nueva trama de las perspectivas crticas sobre el desarrollo ...................................................................................33La globalizacin en crisis .........................................................33Se abre el espacio para la descolonizacin? .......................36Cinco tendencias en los estudios crticos del desarrollo (y ms all de estos) ...............................................37Modernidad/colonialidad/descolonialidad .............................41Alternativas al desarrollo ........................................................43Transiciones al postextractivismo ..............................................45Discursos sobre la crisis del modelo civilizatorio ....................46Comunidad, relacionalidad, pluriverso ...................................50

  • Arturo EscobAr10

    El sistema comunal ......................................................................51Entramado comunitario y sociedades en movimiento ..........52El feminismo comunitario ..........................................................55Las ontologas relacionales y el pluriverso ..............................57Algunas anotaciones finales .......................................................61El fantasma de la modernidad ..................................................61Dos ausencias: lo afro y el gnero ............................................63La sustentabilidad: convergencia de lneas de trabajo? ......65

    Territorios de diferencia: la ontologa poltica de los derechos al territorio ...............................................67

    Territorio, ancestralidad, cosmovisin y vida ..........................70Yurumangu, Curvarad, La Toma: tres breves recuentos ....70Territorialidad, ancestralidad y mundos .................................75Territorios de diferencia: territorio, territorialidad y territorializacin ........................................................................79El surgimiento del territorio en Amrica Latina ..................79La ecologa poltica del PCN de Colombia ...............................84Geo-grafas, r-existencias y territorios ......................................90La ontologa poltica de los derechos al territorio (con Mario Blaser y Marisol de la Cadena) ..............................94Algunas definiciones ..................................................................94Aprendiendo a navegar el potrillo: una ontologa relacional en el Pacfico sur .........................................................98Ontologas relacionales: perspectivas territoriales, ms all de la cultura..............................................................103La creencia en el individuo, en la economa y en lo real: la ontologa dualista de la modernidad .................111Ontologa poltica, conflictos ambientales y transiciones al pluriverso ..........................................................118Dinmicas territoriales, extractivismo y conflictos ambientales y sociales en territorios afrodescendientes ......118Breve nota sobre el concepto y la problemtica de las transiciones y las alternativas al desarrollo ..........................123

  • Nombre del artculo 11

    A manera de conclusin: ocupaciones, perseverancias y transiciones ..................................................132

    Transiciones: un espacio para la investigacin y diseos hacia el pluriverso ....................................................137

    Propuesta de trabajo ..................................................................137Introduccin y objetivo del proyecto ......................................137Breve descripcin del proyecto................................................138Algunas advertencias ................................................................143Apndice I. Breve explicacin de trminos ............................145El pluriverso y los estudios pluriversales ...............................145Transiciones y activismo(s) de transicin(es) .........................148El diseo y las comunicaciones para el pluriverso ...............150Apndice II. Por qu Colombia? .............................................153Dos estudios regionales iniciales .............................................153

    Referencias bibliogrficas ....................................................157

    Publicaciones del autor ...........................................................167

  • Introduccin

    El presente libro recoge dos ensayos escritos entre el 2011 y el 2013, y una breve propuesta de investigacin hacia el futuro que surge de los mismos. Los textos constituyen nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia, y contribuyen a delinear un campo que provisionalmente denominamos como ontologa poltica.1 Como veremos en el segundo ensayo, el concepto de ontologa poltica busca resaltar tanto la dimensin poltica de la ontologa como la dimensin ontolgica de la poltica. Por un lado, toda ontologa o visin del mundo crea una forma particu-lar de ver y hacer la poltica; por el otro, muchos conflictos polticos nos refieren a premisas fundamentales sobre lo que son el mundo, lo real y la vida; es decir, a ontologas. La ontologa poltica busca entender el hecho de que todo conjunto de prcticas enacta un mundo, aun en los cam-pos de la ciencia y la tecnologa; los cuales se presuponen neutrales y libres de valores, adems de universales. Una pregunta fundamental para la ontologa poltica es enton-

    1 Digo denominamos, porque es parte de un proyecto conjunto con los antroplogos Mario Blaser (Universidad Memorial de New Founland, St. Johns, Canad) y Marisol de la Cadena (Universidad de California, Da-vis). Ver Agradecimientos.

  • Arturo EscobAr14

    ces: qu tipo de mundos se enactan a travs de qu conjunto de prcticas, y con qu consecuencias para cules grupos particulares de humanos y no-humanos.

    Tomados como un todo (y especialmente en el caso del segundo), los textos incluidos buscan invertir la lgica esta-blecida en las jerarquas del conocimiento. Plantean que las propuestas de algunos movimientos sociales (indgenas, afrodescendientes, ambientalistas, campesinos y de muje-res) sobre las cuestiones de tierra y territorio estn a la van-guardia del pensamiento sobre estos temas (y de algunos otros, tales como la autonoma alimentaria, por ejemplo, y los modelos alternativos de desarrollo), y que no son reza-gos del pasado, ni expresiones romnticas que la realidad se encargar de desvirtuar. La mayora de los conocimientos expertos desde el estado y la academia sobre estos temas, por el contrario, son anacrnicos y arcaicos, y solo pueden conducir a una mayor devastacin ecolgica y social. Han dejado de estar a tono con los tiempos. Acaso Hay algo ms anacrnico que las llamadas locomotoras del desarro-llo, verdadera metfora para la revolucin industrial del Siglo XIX y nada apropiada para las necesidades del Siglo XXI?

    Para no ver esta lectura del lugar de los movimientos sociales en el espectro del pensamiento como utpica y ro-mntica, es necesario ubicarla en tres dimensiones: prime-ro, la dimensin de la tierra. El calentamiento global es solo la punta del iceberg de la crisis ecolgica que amenaza la vida en el planeta. En este contexto, si consideramos el hecho bsico e ineluctable de que todo ser vivo es una expresin de la fuerza creativa de la tierra, de su auto-organizacin y constante emergencia, incluyendo por supuesto a los hu-manos, aquellas visiones del territorio y de la vida que par-ten de esta conviccin como las de los pueblos tnicos que enfatizan la defensa de la madre tierra, entre otras, pueden fcilmente verse como futuristas, como sintoniza-das con el sueo de la tierra.

  • Introduccin 15

    Segundo, la crisis ecolgica y social tambin ha llevado a muchos visionarios a proponer una transicin ecolgica y cul-tural profunda hacia rdenes socio-naturales muy diferentes a los actuales como nico camino para que los humanos y los no-humanos puedan finalmente co-existir de forma mutuamente enriquecedora, transcendiendo los modelos de la modernidad capitalista de acuerdo a los cuales lo hu-mano se construye a expensas de lo no-humano. Estos dis-cursos de transicin estn surgiendo con fuerza hoy en da en muchos espacios, tales como: la ecologa, las ciencias de la complejidad, la espiritualidad, el pensamiento alternati-vo del desarrollo y la economa, la academia crtica y, por supuesto, en muchos movimientos sociales que imaginan una verdadera transicin civilizatoria. Identificar la pro-duccin de conocimiento por parte de los movimientos como pensamiento de avanzada tiene mucho sentido en este contexto, pues muchos activistas estn produciendo imaginarios de transicin.

    Tercero, la misma crisis ecolgica y social est llevando a muchos/as pensadores/as y movimientos a enfatizar la re-localizacin de la alimentacin, la economa, y muchos otros aspectos de la vida social como contra-propuesta a la globalizacin basada en los mercados dominados por grandes conglomerados corporativos. Este paradigma de la re-localizacin, como es bien sabido, es el fundamento de muchas propuestas campesinas y tnico-territoriales sobre la alimentacin y la economa, por ejemplo, en el campo de la resistencia a los tratados de libre comercio. En resumen, si las perspectivas para las polticas rurales ofrecidas por el estado y la mayor parte del sector privado y hasta de la academia reflejan los valores de un mundo que se cae a pedazos, las de los movimientos representan la defensa de la vida y la esperanza de otros mundos posibles. Estos trabajos buscan entonces invertir la evaluacin usual del conocimiento: por un lado, hacer visibles y valorar los co-

  • Arturo EscobAr16

    nocimientos otros de los movimientos sociales; por el otro, al hacerlo, contribuir al debate sobre otras polticas rurales, sociales, ambientales y culturales posibles.

    Estos textos, finalmente, tambin se inspiran en el con-cepto de sentipensamiento popularizado por el maestro Or-lando Fals Borda (1986), y que aprendiera de las concepcio-nes populares ribereas de la Costa Atlntica. Sentipensar con el territorio implica pensar desde el corazn y desde la mente, o co-razonar, como bien lo enuncian colegas de Chiapas inspirados en la experiencia zapatista;2 es la forma en que las comunidades territorializadas han aprendido el arte de vivir. Este es un llamado, pues, a que la lectora o el lector sentipiense con los territorios, culturas y conocimien-tos de sus pueblos con sus ontologas, ms que con los conocimientos des-contextualizados que subyacen a las no-ciones de desarrollo, crecimiento y, hasta, economa.

    El primero: El desarrollo (de nuevo) en cuestin: algunas tendencias en los debates crticos sobre capitalismo, desarrollo y modernidad en Amrica Latina pone al da las discusiones sobre desarrollo, postdesarrollo y alternativas al desarrollo en Amrica Latina durante la ltima dcada. As, al inicio repaso las discusiones acadmicas sobre el desarrollo y el postdesarrollo y recorro terreno ya conocido, inclu-yendo la crtica cultural y posestructuralista al concepto de desarrollo de la dcada de los noventa y la propuesta del postdesarrollo como concepto y prctica social, desde en-tonces hasta el presente.

    Luego hago una breve discusin de los aspectos ms so-bresalientes de la coyuntura actual como trasfondo de las tendencias terico-polticas ms recientes; a continuacin,

    2 Ver el hermoso libro producido por Xochitl Leyva y colaboradores de la Red de artistas comunitarios, comunicadores, y antroplogas/os de Chi-apas: Tejiendo nuestras races (San Cristbal de las Casas: Universidad de las Ciencias y Artes de Chiapas, 2011, (http://jkopkutik.org/sjalelkibeltik/).

  • Introduccin 17

    examino las cinco tendencias que considero las ms nove-dosas en los estudios crticos del desarrollo en Amrica Latina en los ltimos aos; las cuales incluyen: el pensa-miento decolonial, las alternativas al desarrollo, las tran-siciones al postextractivismo, la crisis y cambio de modelo civilizatorio y varias perspectivas interrelacionadas que se centran en la relacionalidad y lo comunal.

    Para finalizar hago unas reflexiones cortas sobre temas acotados (la modernidad, la invisibilidad de lo afro y el g-nero y la sustentabilidad); adems de hacer una distincin entre dos concepciones de cultura: la cultura como estruc-tura simblica (la acepcin ms antigua y aceptada, tanto en la antropologa y los estudios culturales como en las po-lticas culturales del estado); y, la cultura como diferencia radical (concepcin emergente). La cultural como diferen-cia radical se relaciona con trminos tales como civiliza-cin, cosmovisin, diferencia epistmica, y lgicas comunitarias, todas las cuales complejizan la nocin ms acotada de cultura como estructura simblica. El propsito principal de esta distincin es posicionar el segundo con-cepto como posible plataforma para pensar y actuar en el campo de cultura y desarrollo. Clarificar esta diferencia, argumento, pudiera tener implicaciones ticas, polticas y prcticas significativas.

    Se sugiere que la nocin de cultura como estructura sim-blica contina albergando la creencia de un mundo nico que subyace a toda realidad un mundo constituido de un solo mundo. En el fundamento de esta creencia hay dos grandes procesos interrelacionados: ciertas premisas ontolgicas sobre lo que constituye lo real, especialmente la unicidad del mundo natural; y, procesos histricos de poder que han permitido a esta concepcin de Un Mundo naturalizarse y expandirse a todos los espacios socio-natu-rales. A pesar de que las luchas y procesos que se siguen dando en nombre de la cultura como estructura simblica

  • Arturo EscobAr18

    incluyendo el multiculturalismo, hibridacin de identi-dades, luchas contra la discriminacin, etc. siguen siendo importantes, cada vez son ms claros sus lmites para ima-ginar futuros distintos y para alimentar el pensamiento de las transiciones.

    La nocin de cultura como diferencia radical, por el contrario, se basa en el cuestionamiento de los dualismos constitutivos de las formas dominantes de modernidad y de la idea de un mundo hecho de un solo mundo. Para substanciar esta proposicin, el texto propone la nocin de ontologa como alternativa a cultura como espacio para pensar los complejos procesos de disputa entre mundos a los que asistimos hoy en da. Una concepcin de onto-loga que permita mltiples mundos nos llevar, como veremos, a la nocin del pluriverso y a enfatizar las onto-logas no dualistas o relacionales que mantienen muchas comunidades. En sus movilizaciones, muchos pueblos in-dgenas y afrodescendientes en Amrica Latina estn po-niendo de presente la existencia de lgicas relacionales y propiciando lo que llamaremos la activacin poltica de la relacionalidad.

    El segundo: Territorios de diferencia: la ontologa poltica de los derechos al territorio fue preparado con dos propsitos en mente: como documento de trabajo para el segundo ta-ller del proyecto: Escalas de gobernanza, Las Naciones Unidas, los estados y los pueblos indgenas. Auto-determinacin en tiem-pos de globalizacin (Sogip), de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Pars (junio de 2013),3 y para el Foro internacional: Otras economas posibles para otros mundos po-sibles, organizado por el Proceso de comunidades negras de Colombia (Cali, julio de 2013). Igualmente lo present en el Foro internacional: Poltica rural: riesgos, retos, y perspectivas, organizado por la Contralora delegada para el sector agro-

    3 Ver http://www.sogip..fr/?lang=es

  • Introduccin 19

    pecuario de la Contralora General de la Repblica (octubre de 2013).

    El ensayo propone que los derechos de los pueblos in-dgenas, campesinos y afrodescendientes a sus territorios pueden ser vistos en trminos de dos grandes procesos en-trelazados: la problematizacin de las identidades nacionales, con el concomitante surgimiento de conocimientos e iden-tidades indgenas, afrodescendientes y campesinas; y la problematizacin de la vida, en relacin con la crisis de la bio-diversidad, el cambio climtico y el incremento del ritmo de la devastacin ambiental por las industrias extractivas.

    Ambos procesos convergen en las conceptualizaciones y prcticas de los territorios mantenidos por comunidades y sus organizaciones tnico-territoriales en muchas partes del mundo. El trabajo desarrolla una perspectiva de ontolo-ga poltica del territorio. Al interrumpir el proyecto globali-zador neoliberal de construir Un Mundo (capitalista, liberal y secular), muchas comunidades indgenas, afrodescen-dientes y campesinas pueden ser vistas como adelantando luchas ontolgicas; es decir, como involucrando la defensa de otros modelos de vida. Dichas luchas pueden ser interpre-tadas como contribuciones importantes a las transiciones ecolgicas y culturales hacia un mundo donde quepan mu-chos mundos, o sea, al pluriverso. Se ilustra el argumento referenciando las propuestas de algunas organizaciones tnico-territoriales de comunidades afrodescendientes, particularmente del Proceso de comunidades negras de Colombia (PCN). En estas encontramos un sofisticado pen-samiento producido alrededor de la radicalizacin de sus luchas por el territorio y contra la avalancha desarrollista, armada y extractivista de la ltima dcada.

    Finalmente, la propuesta de investigacin que cierra el libro, llamada simplemente Transiciones propone la crea-cin de algo que por lo pronto denomino como espacio para pensar las transiciones; ms que un centro o instituto, la

  • Arturo EscobAr20

    nocin de espacio (que tiene cierto uso en los campos del arte y el diseo, lo cual le confiere un carcter algo ms abierto y experimental) pretende la creacin de una pla-taforma (o quizs una ontologa como se entiende este concepto en el campo digital, tal como en la llamada web semntica) para la construccin de pensamiento, investiga-cin y praxis para las transiciones hacia el pluriverso. Uno de los objetivos del espacio sera contribuir a la creacin de lxicos para las transiciones y propiciar una visin del diseo como praxis crtica para las transiciones (diseo on-tolgico).

    La propuesta igualmente sugiere dos ejercicios regiona-les concretos para poner en marcha el proyecto: uno para el valle geogrfico del ro Cauca y otro para el Pacfico. Como la propuesta sugiere, estas regiones (como sin duda mu-chas otras regiones del mundo) pueden ser re-imaginadas como espacios perfectamente propicios para las transicio-nes a modelos completamente diferentes de regin. La pro-puesta ha sido acogida inicialmente de forma generosa por el Grupo Nacin/Cultura/Memoria (grupo de Colciencias albergado en el Departamento de Historia de la Universi-dad del Valle-Cali). Es, sin embargo, una propuesta abierta a muchas voces y esfuerzos. Transiciones sera uno de los medios para avanzar en el proyecto terico-poltico de los estudios del pluriverso, con el cual termino esta introduc-cin.

    Hacia los Estudios del pluriversoPara terminar, y sin elaborar mucho la idea, debo resal-

    tar que estos textos tambin contribuyen al proyecto colec-tivo que hemos estado desarrollando con los colegas men-cionados sobre Estudios del pluriverso. Estos estudios surgen del afn de la academia crtica de acompaar las luchas de aquellos mundos que buscan perseverar, en medio de las intensas arremetidas uni-mundistas de la globalizacin

  • Introduccin 21

    neoliberal. Se orientan, por un lado, a presentar alternati-vas viables al discurso y prcticas del mundo nico para aquellos uni-mundistas modernos ya cansados de sus va-cas narrativas universalistas; y, por el otro, a entender los mltiples proyectos basados en otros compromisos ontol-gicos y formas de mundificar la vida, y las muchas maneras como estas luchas debilitan el proyecto del mundo nico y al mismo tiempo contribuyen a ampliar sus espacios de re-existencia.

    La gran diversidad de luchas por defender paisajes, montaas, bosques, semillas, ros, territorios, pramos; y, por supuesto, otras formas humanas de construir el mun-do son testimonios elocuentes de la crisis del Mundo-Uno: moderno/capitalista, secular, racional y liberal con su insis-tencia en la ilusin del progreso y el desarrollo, en el que el consumo individual y la competitividad del merca-do se convierten en la norma y medida del actuar humano.

    Estos Estudios son necesariamente inter-epistmicos; es decir, parten de la premisa de que hay muchas configura-ciones del conocimiento y el saber, ms all del conocimien-to consagrado como tal por la academia. Problematizan las ontologas dualistas modernas y se abren a las ontologas relacionales que, como la tierra misma, caracterizan los mundos de muchos pueblos con apego al lugar y al te-rritorio. Los Estudios del pluriverso, debe aclararse, no son aplicables solo a grupos tnicos o a contexto rurales. En la medida en que todas y todos habitamos el pluriverso, a to-das y todos nos competen, especialmente a aquellos/as que vivimos en los mundos urbanos ms densamente indivi-dualizados, tales como las clases medias.

    Quiero tambin dejar en claro que no buscan reempla-zar los estudios crticos del capital y la modernidad desde los campos ms establecidos de la economa poltica, los es-tudios culturales o la ecologa poltica. Son un intento de llegarle a las mismas preguntas y procesos, pero desde una

  • Arturo EscobAr22

    perspectiva diferente: la de la ontologa poltica. Si bien to-dos estos diversos tipos de anlisis son complementarios en muchos aspectos, podran presentar tensiones en otros, pero pienso que en todos los casos estas pueden ser cons-truidas como tensiones productivas. En ltima instancia, todos los campos de estudio en cuestin se refieren a lu-chas vitales por la multiplicidad de formas que puede to-mar la vida y que, claramente, los rebasa.

    Los Estudios del pluriverso buscan iluminar aquellos mun-dos y conocimientos de otro modo que existen en nuestro medio o a aquellos que, as sea entre claroscuros y neblinas conceptuales y prcticas, podamos adumbrar como posi-bilidades para la re-existencia. No hay una sola nocin del mundo, de lo humano, ni de lo natural que pueda ocupar por completo este espacio de estudios. Aunque apoyndo-se en las tradiciones y tendencias crticas de la academia, los estudios pluriversales tendrn que labrar sus propios derroteros, ms all de la academia; quizs con aquellos humanos y no humanos con los sueos la Tierra, de los pueblos y de los movimientos que, desde una relaciona-lidad profunda, insisten contra viento y marea en imaginar y entretejer otros mundos. Quisiera pensar que los textos aqu recogidos proporcionarn pistas para este proyecto, necesariamente colectivo.

    AgradecimientosMis principales agradecimientos van para Marta Cardo-

    na Lpez, integrante del colectivo de la maestra en Edu-cacin y Derechos humanos de la Escuela de Posgrados de la Universidad Autnoma Latinoamericana de Medelln. Su propuesta de iniciar una coleccin de Pensamiento vivo desde nuestro Continente como herramienta esencial para la pedagoga crtica universitaria del presente es algo que denota una gran visin del trabajo intelectual como cons-truccin de un espacio terico-poltico para la transforma-

  • Introduccin 23

    cin de la sociedad, de las condiciones de la vida y, en lti-ma instancia, de los mundos. Gracias, igualmente, a Irne Bellier, directora del Laboratorio de Antropologa de las Instituciones y las Organizaciones Sociales del Ehess, por la invitacin inicial que me motivara a escribir el texto sobre Territorios de diferencia: la ontologa poltica de los derechos al territorio.

    Son muchas las personas a quienes tendra que agra-decer en este libro; sin embargo, solo podr mencionar las ms directamente implicadas en su escritura. Primero, al Proceso de comunidades negras (PCN), por brindarme la oportunidad de co-laborar con su pensamiento y con sus luchas por ya dos dcadas. Gracias al Palenque del Alto Cauca del PCN, en particular por permitirme participar en el espacio de algunos de sus proyectos durante los ltimos dos aos y pensar otros en comn; gracias, en especial, a Marilyn Machado en este sentido y a Francia Mrquez y otros compaeros de la comunidad de La Toma y del Norte de Cauca por compartir sus anlisis del conflicto en la regin.

    Intercambios asiduos por correo electrnico durante los primeros seis meses del 2012 con un grupo compues-to por: Carlos Rosero y Jos Santos (PCN), Gladys Jimeno, Ada Sofa Rojas Sotelo, Amanda Romero y Patricia Botero, me sirvieron mucho para clarificar los complejos procesos acaecidos en Colombia recientemente. Gracias a Carlos por circular documentos claves y por sus claros anlisis; a Sofa por su informacin y anlisis sobre la minera; y, a Patricia por la interlocucin comprometida sobre dinmicas del co-nocimiento.

    Las conversaciones con Carlos Walter Porto Gonalves y Catherine Walsh sobre territorio y diferencia (Chapel Hill, abril de 2013) fueron esclarecedoras para el segundo ensa-yo. Intercambios con Daro Fajardo Montaa, Elosa Ber-man, Anthony Dest, Ulrich Oslender e Hildebrando Vlez,

  • Arturo EscobAr24

    durante el 2013, tambin fueron fructferos en relacin con cuestiones territoriales y ambientales en Colombia. Igual-mente agradezco a Charo Mina Rojas, Joseph Jordan y Gimena Snchez del Afro-colombian solidarity network (Washington, DC) por la informacin y las discusiones de contexto y accin en temas afines; y, a Libia Grueso (PCN), Enrique Leff, y Eduardo Restrepo por discusiones de dis-tintos aspectos sobre territorio, medio ambiente y el Pac-fico a lo largo de los aos.

    Considero que estos textos son, tambin, parte de una conversacin sostenida por cerca de cinco aos con varios colegas sobre la relacionalidad y las transiciones, entre los cuales destaco a: Mario Blaser, Marisol de la Cadena y Eduardo Gudynas. Gracias, igualmente, a Cristina Rojas (Universidad de Carleton, Ottawa) y Michal Osterweil (Chapel Hill) a este respecto.

  • El desarrollo (de nuevo) en cuestin: algunas tendencias en los debates crticos

    sobre capitalismo, desarrollo y modernidad en Amrica Latina4

    Por ms de sesenta aos Amrica Latina ha vivido go-zado y sufrido quizs los avatares del pensamiento y la prctica del desarrollo. Aunque esta vivencia siempre ha tenido como fuente importante y referente inevitable los procesos econmicos, culturales y de produccin de cono-cimiento de las metrpolis (antes: pases del Centro, hoy: el Norte global), el desarrollo siempre se ha vivido y rein-ventado con sus propias inflexiones en nuestro Continente. No es muy diferente hoy en da, aunque, como veremos, podra pensarse que el ltimo lustro est marcando una verdadera reinvencin del discurso y abriendo rutas para, tal vez, ir ms all de este en forma decidida.

    Es habitual identificar retricamente el inicio de la poca del desarrollo con el famoso discurso de posesin del Pre-sidente Truman del 20 de enero de 1949, cuando anunci al mundo la nueva doctrina del trato justo para las que, des-de entonces, fueron vistas como reas subdesarrolladas.

    4 Este texto fue preparado para la Carta latinoamericana, publicacin virtual del Consejo Latinoamericano de Ecologa Social, Claes, de Montevideo.

  • Arturo EscobAr26

    En la visin de su famoso Punto IV, la clave para reprodu-cir en el mundo entero las caractersticas de las sociedades avanzadas (altos niveles de industrializacin y urbaniza-cin, tecnificacin de la agricultura, rpido crecimiento de la produccin material y los niveles de vida, y adopcin ge-neralizada de la educacin y valores modernos) era una juiciosa combinacin de capital, conocimientos expertos y tecnologa. En pocos aos, este sueo recibi el respaldo universal de los poderosos del mundo; no solo esto, por varias dcadas pareci volverse hegemnico en la vida eco-nmica, social y cultural de muchos pueblos (Esteva, 1992; Escobar, 1996). Hoy en da pareciera que se avizora, final-mente, el fin de esta era.

    La primera parte de este ensayo repasa brevemente las discusiones acadmicas (y, en menor grado, polticas) sobre el desarrollo y el postdesarrollo. La segunda analiza algunos aspectos resaltantes de la coyuntura actual como trasfondo. La tercera aborda las cinco tendencias que con-sidero ms novedosas en los estudios crticos del desarro-llo en Amrica Latina en los ltimos aos. Estas incluyen: el pensamiento decolonial; las alternativas al desarrollo; las transiciones al postextractivismo; la crisis y cambio del modelo civilizatorio; y varias perspectivas interrelaciona-das que se centran en modelos de la relacionalidad y lo comunal. Y, la cuarta recoge unas cortas reflexiones finales sobre temas acotados (modernidad, la invisibilidad de lo afro y el gnero, y la sustentabilidad).

    Del desarrollo al postdesarrolloGenealoga del desarrollo (1951 2000)Desde el punto de vista de la genealoga del pensamien-

    to y de la sociologa del conocimiento, la era del desarrollo puede ser vista como marcada por cuatro grandes fases. A lo largo de los primeros cincuenta aos (1951-2000), la con-ceptualizacin sobre el desarrollo en las ciencias sociales atraves por tres momentos principales correspondientes

  • El desarrollo (de nuevo) en cuestin: algunas tendencias... 27

    a tres orientaciones tericas contrastantes: la teora de la modernizacin en las dcadas de los cincuenta y sesenta, con su teora aliada de crecimiento econmico; la teora de la dependencia y perspectivas relacionadas en los aos se-senta y setenta; y las aproximaciones crticas al desarrollo como discurso cultural en los aos noventa. A estas tres fa-ses podra sumarse una cuarta, definida por la primaca de la visin neoliberal de la economa y la sociedad; la cual, ms que una nueva etapa per se, produjo un debilitamiento y abandono parcial del inters en el desarrollo como tal. Repasemos brevemente cada una de estas fases.

    La teora de la modernizacin inaugur, para muchos tericos y elites mundiales, un perodo de certeza bajo la premisa de los efectos benficos del capital, la ciencia y la tecnologa. Desde esta perspectiva, el desarrollo ine-vitablemente se lograra si los pases seguan las prescrip-ciones trazadas desde las grandes instituciones como el Banco Mundial, y si aplicaban con ahnco toda la gama de conocimientos que a partir de los aos cincuenta empez a producirse en las universidades del Centro y, con el paso del tiempo, en las de la periferia. La categora de moder-nizacin en este contexto de los cincuenta y sesenta, se re-fera primordialmente a la transformacin inducida de las sociedades tradicionales en sociedades modernas (a la USA). Al final del cuento, todos seramos ricos, racionales y felices.

    Esta certeza sufri su primer golpe con la teora de la de-pendencia, la cual planteaba que las races del subdesarro-llo se encontraban en la conexin entre la dependencia econ-mica externa (dependencia de los pases de la periferia de los del centro) y la explotacin social interna (especialmente de clase), no en una supuesta carencia de capital, tecnologa o de los valores modernos. Para los tericos de la dependen-cia el problema no resida tanto en el desarrollo, sino en el capitalismo; es decir, el desarrollo y la modernizacin se lograran con la transformacin de las sociedades de capi-

  • Arturo EscobAr28

    talistas en socialistas.5 En los aos ochenta y, especialmente, en los noventa, un creciente nmero de crticos culturales en muchas partes del mundo empezaron a cuestionar el concepto mismo del desarrollo. Dichos crticos analizaban el desarrollo como un discurso (la categora del momen-to) de origen occidental que operaba como un poderoso mecanismo para la produccin cultural, social y econmica del Tercer Mundo: este fue el tercer momento.

    Estos tres momentos pueden ser clasificados, de acuer-do con los paradigmas originarios de los cuales emergie-ron como: teoras liberales, marxistas y postestructuralistas, respectivamente. Si para los primeros la pregunta funda-mente era (y sigue siendo, aunque con actores econmi-cos diferentes del estado en un papel ms central): cmo puede la sociedad desarrollarse a travs de la combinacin de capital y tecnologa, y de acciones estatales de poltica econmica y social; para los segundos era: cmo ha fun-cionado el desarrollo como ideologa dominante y cmo puede el desarrollo ser desligado del capitalismo, para as propender por un desarrollo de corte socialista (o social-demcrata al menos). Para los postestructuralistas la pre-gunta clave era bien diferente: cmo llegaron frica, Asia, y Amrica Latina a ser representados (inventados) como subdesarrollados y cmo ha funcionado el discurso del desarrollo para moldear la realidad de estos pases de for-mas particulares. En otras palabras, cmo ha operado el desarrollo como estrategia de dominacin cultural, social, econmica, y poltica? Las implicaciones de este giro en la

    5 El enfoque de la teora de la dependencia fue sin duda ms comprehen-sivo que el de la modernizacin, en el sentido de que su anlisis de la dependencia estructural, siguiendo la orientacin marxista, requera no solo un anlisis global; sino de las interrelacionas econmicas, sociales y polticas. Es an interesante leer el Captulo 2 del clsico de Cardoso y Faletto (El anlisis comprehensivo del desarrollo, 1971) desde esta perspectiva. Una obra importante relacionada con el tema y de fuera del continente es la escrita por Amin (1975).

  • El desarrollo (de nuevo) en cuestin: algunas tendencias... 29

    pregunta bsica, como veremos en el siguiente aparte, fue-ron ms profundas que los cuestionamientos anteriores.6

    Es til mencionar brevemente los argumentos de esta ltima escuela ya que de all surgira el concepto de postde-sarrollo que har carrera ms adelante y que estara retor-nando hoy en da. Estos pueden ser resumidos en los si-guientes puntos:

    Comodiscurso,eldesarrollosurgiaprincipiosdelperodo posterior a la Segunda guerra mundial, si bien sus races yacen en procesos histricos ms profundos de la modernidad y el capitalismo, fue durante ese perodo que todo tipo de expertos empezaron a ate-rrizar masivamente en Asia, frica y Latinoamrica, dando realidad a la invencin del tercer mundo.

    El desarrollo hizo posible la creacin de un vastoaparato institucional a travs del cual el discurso se convirti en una fuerza social real y efectiva transfor-mando la realidad econmica, social, cultural y pol-tica de las sociedades en cuestin. Este aparato com-prende una variada gama de organizaciones; desde las instituciones de Bretton Woods (Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional) y otras organiza-ciones internacionales (sistema de la ONU), hasta las agencias nacionales y locales de planificacin y desa-rrollo.

    Puededecirsequeeldiscursodeldesarrollohaopera-do a travs de dos mecanismos principales: la profe-sionalizacin de problemas de desarrollo, incluyen-do el surgimiento de conocimientos especializados, as como vastas reas del saber para lidiar con todos los aspectos del subdesarrollo; y, la institucionaliza-cin del desarrollo y la enorme red de organizaciones

    6 Para una discusin ms exhaustiva de las fases del desarrollo y del concep-to de postdesarrollo, vase Escobar (2005).

  • Arturo EscobAr30

    arriba mencionadas. Estos procesos facilitaron la vin-culacin sistemtica de conocimientos y prcticas (for-mas de conocer y de poder) por medio de proyectos e intervenciones particulares.

    Finalmente, el anlisis postestructuralista destac laexclusin de los conocimientos, las voces y preocupa-ciones de aquellos quienes, paradjicamente, debe-ran de beneficiarse del desarrollo: los pobres de Asia, frica y Latinoamrica.7

    El postdesarrollo como concepto y prctica social (1991-2010) Imaginar el final del desarrollo de una u otra ma-

    nera fue el corolario casi que natural de la tarea decons-tructiva de los noventa. De todas estas, quizs el concepto del postdesarrollo, aunque controvertido, ha sido el ms duradero y pudiera estar resurgiendo en la dcada actual. Veamos de qu se trata. Como ya se mencion, el postde-sarrollo surgi del anlisis del desarrollo como conjunto de discursos y prcticas que tuvo un impacto profundo en la manera en que Asia, frica y Amrica Latina llegaron a ser consideradas como subdesarrolladas y tratadas como tales.

    7 Como para las escuelas anteriores (modernizacin y dependencia), sera imposible resear las obras principales y las diferencias entre estas. Men-cionar que se trata (como con las otras dos escuelas) de un grupo grande y heterogneo de autores/as, solo algunos/as de los/as cuales pueden ser considerados/as postestructuralistas, mientras otros/as no. Muchas/os se consideraran crticos/as culturales. La mayora proviene de pases del Sur global, especialmente el Sur de Asia (Nandy, Kothari, Shiva, Vishvana-than) y Amrica Latina. Varios/as han estado vinculados/as con el trabajo de Illich (Esteva, Sachs, Rahnema y Robert) o han mantenido vnculos con movimientos sociales. Para una discusin de este enfoque y bibliografa, vase Sachs (1992); Escobar (1996). Si considerramos el campo de la te-ora social como un todo, diramos que esta tercera escuela tiene vncu-los, adems de con el posestructuralismo foucaultiano, con la teora anti y postcolonial, los estudios culturales y ciertos post-marxismos como los de Laclau y Mouffe (1985).

  • El desarrollo (de nuevo) en cuestin: algunas tendencias... 31

    En este contexto, el postdesarrollo intentaba designar por lo menos tres objetivos interrelacionados: primero, la necesidad de descentrar el desarrollo; es decir, de despla-zarlo de su posicin central en las representaciones y discu-siones sobre la realidad social en Asia, frica y Amrica La-tina. Un corolario de esta primera meta era abrir el espacio discursivo a otras formas de describir esa realidad, menos mediadas por las premisas y las experiencias del desarro-llo. Segundo, al desplazar al desarrollo de su centralidad en el imaginario discursivo, el postdesarrollo sugera que efectivamente era posible imaginar el fin del desarrollo. En otras palabras, identificaba alternativas al desarrollo, en lugar de alternativas de desarrollo (tales como desarrollo participativo, sostenible, a escala humana, etc.; las cuales, desde la perspectiva del postdesarrollo, eran consideradas como parte del mismo universo discursivo), como una po-sibilidad concreta. Tercero, el postdesarrollo buscaba en-fatizar la importancia de la transformacin de la configu-racin particular de conocimiento y poder establecida por los conocimientos expertos. Con este fin propona que las ideas ms tiles acerca de las alternativas podran ser obte-nidas de los conocimientos y prcticas de los movimientos sociales, ms que de los flamantes expertos formados en las grandes universidades del mundo.

    Es justo decir que el postdesarrollo tuvo poca trayectoria y repercusin en Amrica Latina, ms all de crculos aca-dmicos e intelectuales, con la excepcin parcial de Mxico y Colombia. Sin embargo, formulado inicialmente a co-mienzos de los noventa, y diseminado en algunos textos en el Continente, no ha pasado del todo desapercibido.8 Este

    8 Segn los editores del Postdevelopment reader (Rahnema y Bawtree, eds. 1997), la palabra postdesarrollo se utiliz por primera vez en 1991 en un coloquio internacional celebrado en Ginebra. El autor de este artculo lo us por primera vez ese mismo ao en Caracas en un encuentro sobre pensamiento crtico latinoamericano organizado, entre otros, por Edgardo

  • Arturo EscobAr32

    concepto podra ser un caso ms, en la historia intelectual Latinoamericana, de as idias fora do lugar, debate fa-mosamente lanzado por el brasilero Schwartz a comienzos de los setenta (aunque seguido ms en los estudios litera-rios y culturales que en las ciencias sociales). El concepto de postdesarrollo podra sugerir una variante interesante del debate de aquellas ideas que tienen una productividad restringida en su momento y que bien pueden desaparecer o reactivarse en el futuro.

    Entonces, qu podemos decir sobre la nocin de postdesarrollo despus de esta revisin, quiz demasiado apresurada y parcial, de las tendencias acadmicas? Hay algunas cuestiones que se pueden destacar en relacin con la utilidad de la nocin en la actualidad. Creo que el n-cleo de la nocin sigue siendo vlido, es decir: la necesi-dad de descentrar el desarrollo como un descriptor so-cial; el cuestionamiento de las prcticas de conocimiento del desarrollo; y la crtica del postdesarrollo a las ideas de crecimiento, progreso y modernidad. Dicho esto, una de las principales consecuencias del postdesarrollo queda aparentemente sin solucin desde este marco: la nocin de alternativas al desarrollo.

    No solo el proyecto del desarrollo sigue viento en popa, sino que parece haberse vuelto ms fuerte desde mediados de la dcada del noventa. Como Esteva, uno de los crti-cos ms lcidos y persistentes del desarrollo, planteara en su anlisis ms reciente: el desarrollo fracas como un proyecto socio-econmico, pero el discurso del desarrollo an contamina la realidad social. La palabra permanece en el centro de una poderosa pero frgil constelacin se-

    y Luis Lander y Margarita Lpez Maya. Ver Escobar (1991); este ensayo fue publicado en 1992 en ingls bajo el ttulo de Imagining a postdevelop-ment era? Critical thought, development, and social movements, en la Revista: Social text). Hay varios libros en castellano sobre el tema, particularmente, de Colombia, Mxico y Espaa.

  • El desarrollo (de nuevo) en cuestin: algunas tendencias... 33

    mntica (2009, p. 1). A pesar de una serie de crisis, los dis-cursos emergentes y los retos poltico-culturales concretos parecen jugar a favor de mantener vivo los imaginarios del postdesarrollo y de alternativas al desarrollo. Esta es la posibilidad que pudiera estar surgiendo ahora con fuerza, y a la cual dedicaremos el resto de este breve ensayo.

    La nueva trama de las perspectivas crticas sobre el desarrollo

    La globalizacin en crisisBien conocida es la caracterizacin de los ochenta como

    una dcada perdida para Amrica Latina. Dicha dcada represent el periodo ms virulento del reduccionismo de mercado con sus concomitantes tecnologas poltico-econ-micas, tales como: el ajuste estructural, las privatizaciones, liberalizacin de mercados, desmantelamiento de polticas sociales, etc. Como es bien sabido, casi todos los pases de la regin siguieron de alguna u otra forma estas polticas del llamado Consenso de Washington hasta finales de los noventa.

    Durante este tiempo pareciera que el inters en el de-sarrollo se hubiera desvanecido a favor de la accin de los mercados, aunque, como bien lo apuntan Gudynas y Acosta, bajo las reformas neoliberales de mercado el n-cleo bsico desarrollista persisti y se acentu (2011, p. 74). Es mucho lo que se ha escrito ya sobre estas dos dcadas, especialmente desde una perspectiva de economa poltica marxista. Esta crtica sigue siendo importante, pero insufi-ciente para dar explicacin a nuevas tendencias tanto en la prctica social como en el campo de las ideas. Si bien los ochenta y noventa dieron paso a la era de la globalizacin y a los anlisis liberales y marxistas sobre esta, pareciera ahora ineludible aceptar que, dicha globalizacin y sus di-versos imaginarios, estn en crisis.

  • Arturo EscobAr34

    El mundo ha cambiado enormemente desde mediados de la dcada del noventa. Desde una perspectiva de los es-tudios del desarrollo, a mi manera de ver, los cinco factores ms relevantes en esta transformacin han sido: primero, el enorme papel asumido por China y en menor medida la India y Brasil, o en general el bloque BRIC en la econo-ma global; segundo, los reajustes en la geopoltica mundial sucedidos a raz de los ataques contra el World trade center en Nueva York del 11 de septiembre de 2001 y la poste-rior invasin de Irak en marzo de 2003; tercero, el fin del llamado Consenso de Washington, es decir, el conjunto de ideas y prcticas institucionales que gobernara la economa mundial desde la dcada del setenta, ms comnmente conocido como neoliberalismo (ahora reemplazado por el llamado Consenso de los commodities, a discutirse ms adelante).

    El desmantelamiento del socialismo realmente existente y de las economas de planificacin centralizada puede ser citado como un cuarto factor; dado que, a pesar de que se inici en la dcada de los ochenta, se convirti en irrever-sible en los noventa. El quinto factor es la crisis ambiental, finalmente trada a la luz pblica en los debates nacionales y mundiales por las cumbres de la ONU sobre el cambio climtico mundial y la convergencia cientfica en torno a los hallazgos del Panel Intergubernamental de Expertos so-bre el Cambio Climtico (IPCC). La crisis ecolgica tiene el potencial para desestabilizar cualquiera de los marcos de desarrollo existentes en la actualidad si se toma en serio, lo cual est precisamente pasando en varios lugares de Am-rica Latina.

    Ha habido, por supuesto, muchos otros cambios im-portantes en la economa mundial, la geopoltica y la con-ciencia global desde la dcada de los noventa, algunos de los cuales se han hecho ms visibles en aos recientes. La explosin de la conectividad facilitada por las nuevas tec-nologas digitales de informacin y la comunicacin (TIC)

  • El desarrollo (de nuevo) en cuestin: algunas tendencias... 35

    establecida firmemente como un tema acadmico por la triloga de Castell sobre la Sociedad de la informacin, publicada en la segunda mitad de la dcada de los noventa (vase especialmente Castells, 1996) se ha convertido en un punto de referencia obligatorio para muchos trabajos del desarrollo y para los movimientos sociales, a pesar de que la mayora de la gente del mundo todava carece de acceso a tales bienes y servicios. La crisis econmica que comenz en 2007 que caus el colapso de las instituciones financieras y la burbuja inmobiliaria y la recesin en las bolsas de valores, principalmente en el Norte, tuvo impor-tantes consecuencias a nivel mundial en trminos de des-aceleracin de la actividad econmica, disponibilidad de crdito y comercio internacional. Muchos pases en el Sur global registraron un aumento significativo de la pobreza y el desempleo y la consiguiente disminucin del crecimien-to econmico (los pases de Amrica Latina con gobiernos progresistas son una excepcin parcial).

    Mientras que para algunos crticos la crisis anunciaba el final del capitalismo financiarizado, instituciones como el Banco Mundial pretenden estar repensando la globa-lizacin post-crisis a travs de estrategias convencionales para impulsar la competitividad de las exportaciones, en particular para el caso de frica. Est claro que las prin-cipales instituciones internacionales de crdito no tienen ideas nuevas para enfrentar la problemtica del desarro-llo despus de este trance, como tambin lo demuestra la continua crisis de la zona del euro. El aumento de los fun-damentalismos religiosos en muchas regiones del mundo, incluyendo los Estados Unidos, debe ser citado como una de las transformaciones ms relevantes: en algunos pases supone la resistencia a las polticas post 11 de septiembre y el rechazo de la modernidad al estilo occidental.9

    9 Ver el Prefacio a la segunda edicin de La invencin del desarrollo, para ms detalle sobre esta seccin (Escobar, 2012a).

  • Arturo EscobAr36

    Se abre el espacio para la descolonizacin? Si los ochenta representaron la dcada perdida en trmi-

    nos sociales y econmicos, los noventa lo fueron en trmi-nos de produccin de conocimientos crticos en el campo del desarrollo; pues, como han argumentado varios au-tores, las academias de la regin parecieran haberse aco-modado a las realidades de la globalizacin a partir de los mercados y, en general, al modelo neoliberal durante el pe-riodo. Desde finales de los noventa y a travs de la primera dcada del milenio pareciera haberse reactivado el espacio del pensamiento crtico en la regin y, hasta cierto punto, una radicalizacin de la prctica social, particularmente, a partir de los movimientos sociales y, en algn grado, desde los gobiernos progresistas.

    Bien sabido es que Amrica Latina fue un epicentro mundial de perspectivas crticas en dcadas anteriores (el desarrollismo crtico de la Cepal en los cincuenta y sesenta; as, como la teora de la dependencia, la teologa de la libe-racin, la investigacin accin participativa y la educacin y comunicacin popular bajo la influencia de Freire y Fals, en los sesenta y setenta). Al comenzar el milenio, y despus de las dos dcadas perdidas, pareciera que el Continen-te surge de nuevo con fuerza como la fuente ms clara de pensamiento contra-hegemnico, o alternativo, a nivel glo-bal. Las condiciones y las temticas son sin duda diferentes, aunque hay importantes continuidades.

    Es un momento lgido, el cual dos de los exponentes ms activos en los debates sobre desarrollo Gudynas y Acosta (2011) caracterizan como de renovacin signifi-cativa. Mientras que Acosta (2010) resalta que con el Buen Vivir, aunque una oportunidad por construir, estaramos emprendiendo el camino hacia el postdesarrollo; Gudynas enfatiza el cuestionamiento ms decidido de las alternati-vas al desarrollo, esto es, alternativas en un sentido ms profundo, que busca romper con bases culturales e ideo-

  • El desarrollo (de nuevo) en cuestin: algunas tendencias... 37

    lgicas del desarrollo contemporneo, y a apelar a otras imgenes, metas, y prcticas (Gudynas y Acosta, 2011, p. 75). Para Svampa, las luchas socio-ambientales alrededor del extractivismo han actualizado un conjunto de debates nodales que atraviesan el pensamiento crtico latinoameri-cano, respecto de la concepcin del desarrollo, de la visin de la naturaleza, y de lo indgena y lo nacional-popular en la construccin nacional y continental (2012, p. 25).

    Lo que queda claro es que para estos autores as como para muchos otros representados en la valiosa coleccin editada por Massuh (2012); los mltiples volmenes co-editados por Acosta y Martnez para Abya-Yala a partir del 2009 (2009a, 2009b); los volmenes publicados con parti-cipacin de Claes y Gudynas, algunos de los cuales sern reseados ms adelante; y, la riqusima produccin bolivia-na se palpa la efervescencia conceptual y de prctica so-cial en diversos espacios ligados, de una u otra forma, con el desarrollo.

    Cinco tendencias en los estudios crticos del de-sarrollo (y ms all de estos)10

    Sera imposible resumir con justicia la riqueza de pers-pectivas, acciones y tendencias que han surgido en este l-timo periodo. Tomadas como un todo, y de nuevo desde la perspectiva de la genealoga del pensamiento crtico y la sociologa del conocimiento, resaltara cinco reas nove-dosas adems de dos cambios fundamentales en las condi-ciones epistmicas de produccin de conocimiento crtico.

    Entre las reas ms interesantes, en la opinin de este autor, estn las siguientes: un marco terico consistente

    10 La presentacin y el anlisis de cada rea es mnima por lo pronto como lo son las referencias bibliogrficas, las cuales ya son vastas en todos los casos (con excepcin parcial de la ltima temtica a ser tratada). Una fuen-te importante de orientacin activista para muchos de estos debates es la revista: Amrica Latina en movimiento (www.alainet.org).

  • Arturo EscobAr38

    y fuerte: la llamada perspectiva de modernidad, colonia-lidad y descolonialidad (MCD), especialmente su nfasis en la descolonizacin epistmica; un imaginario terico-poltico: las alternativas al desarrollo acompaado de la conceptualizacin del Buen Vivir (BV) como la expresin ms clara de dicho imaginario emergente; una propuesta terico-prctica de transformacin econmica y social: las transiciones al postextractivismo; un discurso aparente-mente antiguo, pero en proceso de renovacin y concre-cin: la crisis del modelo civilizatorio; y, finalmente, una postura terica pero con gran resonancia en la prctica po-ltica de los movimientos, articulada alrededor de la rela-cionalidad y lo comunal, incluyendo las perspectivas del pluriverso.

    Descolonizacin epistmica; alternativas al desarrollo y BV; transiciones al postextractivismo; crisis civilizatoria y alternativas a la modernidad; y la lgica de lo comunal, la relacionalidad, y el pluriverso: estas son cinco reas emer-gentes, sin duda interrelacionadas de mltiples maneras que no alcanzamos a analizar en estas pginas; las cuales estn trazando sus trayectorias intelectuales y polticas por los vericuetos epistmicos y sociales (culturales y polticos) del Continente y tejiendo un paisaje diferente de pensa-miento, campos de estudio, y procesos polticos y cultura-les al que prevaleciera hasta hace un par de dcadas.

    A este paisaje diferente apuntan los dos cambios en las condiciones de produccin de conocimiento. El primero es que el rango de productores de conocimiento se ha ex-pandido mucho ms all de la academia. Hoy en da un creciente nmero de investigadoras/es, activistas e intelec-tuales por fuera de la academia estn respondiendo a la ur-gencia de ofrecer interpretaciones alternativas del mundo, incluidas a las del desarrollo. En este sentido, las comple-jas conversaciones que se estn dando entre muchos tipos de productores de conocimiento en todo el mundo son en

  • El desarrollo (de nuevo) en cuestin: algunas tendencias... 39

    s mismas una condicin esperanzadora para el anlisis cr-tico del desarrollo en la actualidad. Esta urgencia implica no solo la necesidad de transformar los lugares y el conte-nido de la teora, sino su misma forma. Esta tendencia es particularmente aguda en el campo de estudios sobre mo-vimientos sociales y en los estudios sobre las transiciones, en los que la propia investigacin de los activistas y su pro-duccin de conocimiento se estn volviendo centrales para entender lo que son los movimientos, por qu se movilizan y los tipos de mundos que desean construir.

    El segundo cambio est relacionado con este, pero es ms difcil de ver para los acadmicos: que la teora social contempornea se est quedando corta en imaginar tanto las preguntas que habra que hacerse sobre las problemti-cas claves del presente, como posibles respuestas a estas. Ya pueden verse claramente las fisuras y limitaciones en la Gran tabla de la teora social, aun en sus variantes ms iluminadas, como pasa con los tericos franceses e italia-nos de moda, por interesantes que sean, y sus cultores crio-llos. El corolario ms importante de estos dos cambios es la necesidad de establecer nuevas condiciones y espacios de conversacin entre academias crticas, intelectuales/artistas independientes, e intelectuales/activistas de los movimien-tos sociales. Estos ltimos parecieran estar liderando este proyecto, de hecho; lo cual es una de las condiciones ms esperanzadoras, en cuanto a la produccin de conocimien-to se refiere hoy en da.

    Una ltima anotacin antes de resear muy breve-mente cada una de las cinco reas. Es indudable que no todas constituyen el mismo tipo de entidad, ni responden a las mismas dinmicas o a los mismos intereses. Algunos (MCD) podran caracterizarse como programas de investi-gacin, otros (transiciones al postextractivismo) como pro-gramas/proyectos de investigacin-accin, en el sentido de que surgen y se orientan en buena medida a transformar

  • Arturo EscobAr40

    imaginarios y prcticas sociales concretas (especialmente en la minera). Un tercer tipo caera entre ambos (ejem-plo: comunidad y pluriverso), mientras el debate sobre lo civilizatorio pareciera ser, hasta ahora, ms un posiciona-miento poltico-cultural que un programa de investigacin o investigacin-accin per se, aunque se han dado algunos pasos al respecto. Sociolgicamente hablando, el panorama es algo desordenado y confuso, pero esto, lejos de ser un obstculo, es ms bien un reflejo de la dinmica en cuestin y de lo que est en juego. Lo que s me parece claro es que un dilogo ms sostenido entre estas tendencias podra ser til en estos momentos, tanto para aclarar y enriquecer las propias posiciones como para crear sinergias.

    Sera posible argumentar que, tomadas como un todo, las nuevas tendencias y las nuevas condiciones epistmicas constituyen lo que otrora se denominara postdesarrollo, especialmente aquello de descentrar el desarrollo, por un lado, y cambiar las condiciones epistmicas del deba-te por el otro? Quizs, y aunque la pregunta pareciera ser evidente resulta relevante. Escuchemos de nuevo a Gudy-nas y Acosta: El Buen Vivir representa una alternativa al desarrollo, y por tanto expresa una de las respuestas po-sibles a las crticas sustanciales del postdesarrollo (2011, p. 78). Svampa sugiere una tipologa til en trminos de los debates en esta rea: el neodesarrollismo neoliberal, el neodesarrollismo progresista, y la perspectiva postdesarro-llista (2012, p. 26). Esta situacin induce una fractura al interior del campo del pensamiento crtico (Svampa, 2012, p. 25); en la que las posiciones postdesarrollistas nuclean una diversidad de corrientes con ambiciones descoloniza-doras, que apuntan a desmontar y desactivar, a travs de una serie de categoras y conceptos-limites, los dispositivos del poder, los mitos y los imaginarios que estn en la base del actual modelo de desarrollo. (Svampa, 2012, p. 51).

    Sea como fuere, el momento actual s pareciera ser uno de verdadera reinvencin, para retornar al dictum de

  • El desarrollo (de nuevo) en cuestin: algunas tendencias... 41

    Gudynas y Acosta as bien los diversos caminos que pu-diera tomar sean sin duda inciertos. No sobra aclarar que estas disputas epistmicas van cada vez ms de la mano con luchas concretas de diversos grupos. A nivel social, los nombres de Bagua, Conga, Santurbn y Marmato, La Toma (paradigmtica lucha afro contra la minera a gran escala en el Norte del Cauca, Colombia), Tipnis, Yasun, etc. reverbe-ran en todo el Continente con nuevas tonalidades (donde lo anticapitalista resuena tanto como lo ambiental, lo cul-tural, lo comunal y hasta lo civilizatorio y lo espiritual); sin olvidar, por supuesto, Porto Alegre; y, las repetidas cum-bres de los pueblos, de organizaciones indgenas y afro, de soberana alimentaria y de cuestiones ambientales (Rio + 20), durante los ltimos diez aos.

    Modernidad/colonialidad/descolonialidad Tres lustros despus de su surgimiento, ya hay muchas

    genealogas, mapas, caracterizaciones, crticas de lo que en este texto he llamado el Programa de investigacin en modernidad/colonialidad/descolonialidad, o MCD, o pen-samiento decolonial. No es este el espacio para hacer una revisin ni de los mapas ni de la MCD y las crticas a este.11 Baste mencionar que desde una perspectiva acadmica cri-tica, el MCD ha sido quizs el marco interpretativo ms vi-sible que haya surgido en los aos 2000 en dicho espacio. Asociado principalmente con los nombres de Anbal Quija-no, Walter Mignolo, Enrique Dussel, Catherine Walsh y Ed-gardo Lander, el MCD representa en cierta forma un ejem-plo clsico del surgimiento de una perspectiva o paradigma nuevo y su diseminacin a travs de una red de autores/as,

    11 Una reciente cronologa, por un grupo de la Patagonia, se encuentra en: http://www.ceapedi.com.ar/encuentro2012/. Esta guarda bastante relacin con la sugerida recientemente por unos de los miembros princi-pales del grupo, Mignolo (2010). El Vol. Editado por Lander (2000) sigue siendo la obra colectiva ms citada de este grupo. Ver especialmente la Introduccin.

  • Arturo EscobAr42

    publicaciones formales e informales, conferencias, debates internos y externos, la introduccin de un lxico o conjunto de categoras, y posicionamientos individuales y colectivos.

    Puede considerarse un marco consistente y elegante, de nuevo, desde la sociologa del conocimiento, con catego-ras fundacionales tales como: colonialidad del poder, co-lonialidad del saber y del ser, descolonizacin epistmica, sistema-mundo moderno/colonial; as, como una caracte-rizacin novedosa de la historia larga del Continente (re-interpretacin de la conquista) y del eurocentrismo como forma de conocimiento fundante de dicho sistema-mundo. Aunque con races en la gran ola de produccin intelectual en el Continente de los sesenta y setenta ya mencionada, tambin se diferencia de esta en varios aspectos claves: a) Aborda el concepto de modernidad de una manera no-vedosa, crtica y decidida; b) identifica la descolonizacin epistmica (del espacio de produccin del conocimiento) con dominio crucial de lucha y de transformacin del mun-do; ergo, c) hace un esfuerzo valioso por ir ms all de las perspectivas intra-europeas e intra-modernas sobre la mo-dernidad y la realidad es decir, por superar el eurocen-trismo. En resumen, el MCD puede ser visto como un marco de teora social fuerte con una orientacin cultural y epistmica determinante.

    Con el correr de los aos, el pensamiento decolonial se ha abierto a otras problemticas no consideradas en la pri-mera dcada: el gnero, la naturaleza, la interculturalidad y la colonialidad, ms all de Amrica Latina. A medida que el grupo de autores/as se ha ido expandiendo y una genera-cin de intelectuales y activistas jvenes entran en escena, surgen nuevas orientaciones y se responde a algunas de las muchas crticas. Es apropiado decir, sin embargo, que la fal-ta de relacin directa con luchas y con situaciones concre-tas, con contadas excepciones y el lenguaje academicista que sigue caracterizando a la mayora de sus textos sigue

  • El desarrollo (de nuevo) en cuestin: algunas tendencias... 43

    siendo una de las crticas ms acertadas a esta perspectiva. Sin embargo, es indudable que el cuerpo conceptual que este grupo ha introducido ha permeado en alguna medida las otras cuatro perspectivas que veremos a continuacin, y encuentra eco en algunos movimientos sociales.

    Alternativas al desarrolloLa nocin de una alternativa a la idea misma del desa-

    rrollo (aunque, como se explic en la primera parte, lleva algn tiempo en los archivos del pensamiento crtico) pa-reciera estar emergiendo como una propuesta fuerte, parti-cularmente en el trabajo realizado por Gudynas y Acosta y sus colaboradores en Ecuador, Per y Uruguay, aunque el concepto se discute en mbitos acadmicos e intelectuales/polticos en muchos otros pases, como: Colombia, Mxi-co y Bolivia. El Buen Vivir incluyendo su papel en las Constituciones de Ecuador y Bolivia ha sido, sin lugar a dudas, el detonante ms importante para esta discusin, seguido de cerca por los debates sobre los derechos de la naturaleza (DN). Cada tema de estos (BV, DN, y alterna-tivas al desarrollo) merecera un captulo especial (libros enteros han sido escritos sobre los primeros dos).

    Solo alcanzaremos a mencionar en este aparte que esta tendencia propone un cuestionamiento radical al ncleo duro de ideas asociadas con el desarrollo (crecimiento, progreso, reformas de mercado, extractivismo, incremento desmedido en el consumo material individual, etc.); recoge anlisis basados en los saberes y movimientos indgenas; identifica la necesidad de ir ms all de los saberes occiden-tales (por tanto, vislumbra una crtica a la modernidad de origen europeo, aunque an algo tmida, comparada con el MCD y el discurso de crisis civilizatoria); y recupera las discusiones sobre BV y DN como plataforma poltica para la construccin de alternativas al desarrollo (Gudynas y Acosta, 2011, p. 73). Antes que intervenciones aisladas, el BV y los DN deben considerarse en el contexto de toda una

  • Arturo EscobAr44

    gama de innovaciones pioneras, incluyendo el replantea-miento del Estado en trminos de plurinacionalidad, de la sociedad en trminos de interculturalidad, una nocin am-plia e integral de los derechos y un modelo de desarrollo reformado, cuyo objetivo es precisamente la realizacin del BV. Todas estas innovaciones deben ser consideradas como multi-culturales, multi-epistmicas y, en trminos de pro-cesos de construccin poltica, profundamente negociados y a menudo contradictorios (Gudynas y Acosta, 2011; Esco-bar, 2012a).

    Es claro, sin embargo, que el BV constituye un desafo a nociones de desarrollo de larga data. Este regreso de las alternativas al desarrollo (Gudynas y Acosta, 2011, p. 75), en otras palabras, habla de alternativas en un sentido ms profundo (Gudynas y Acosta, 2011, p. 75). Apelando a la colonialidad del saber, ubica esta profundidad en el terreno de la cultura, los imaginarios y las ideas. Su anlisis detalla-do y erudito de la trayectoria del BV y los DN en Ecuador y Bolivia, por otro lado, lleva a estos autores a encontrar soporte para sus tesis principales en las racionalidades, propuestas y luchas de grupos y movimientos indgenas y las sofisticadas propuestas de sus intelectuales (adems de surtirse de una variedad de bebederos tericos eclcticos, incluyendo la ecologa).

    Es importante resaltar el nfasis de este grupo en la relacin entre discusin terica y prctica social; es decir, el hecho de que las alternativas conceptuales tienen que contribuir a dar respuestas a los problemas urgentes que el desarrollismo actual no resuelve. Su propuesta de alter-nativas al desarrollo es tanto una crtica al desarrollismo como un ensayo de alternativas (Gudynas y Acosta, 2011, p. 82), lo cual constituye un esfuerzo realmente encomiable para superar prcticas epistemolgicas de academicismo, vanguardismo, etc. A este objetivo precisamente apunta la siguiente rea de trabajo, tambin asociada con este grupo, la de alternativas al extractivismo.

  • El desarrollo (de nuevo) en cuestin: algunas tendencias... 45

    Transiciones al postextractivismoUna marca de los discursos de la transicin (DsT) actuales

    es su empeo en promover una transformacin cultural e institucional que implique una transicin a un mundo diferente.

    As, aunque los DsT surgen de muchas partes del mundo y dominios del saber y de la prctica social, hay una clara diferenciacin entre los discursos de transicin que ema-nan del Norte y aquellos que surgen del Sur global. En el Norte, quizs de los DsT, el ms visible es el Decrecimien-to, pero hay toda una serie de propuestas e imaginarios sobre la transicin que habra que considerar, tales como: El gran giro (de la ecloga de sistemas y budista Joana Macy), la Gran iniciativa para la transicin (Great transi-tion initiative, Instituto Tellus), o La gran obra hacia una era Ecozoica (inspirada por el telogo y eclogo Thomas Berry), entre otras. A estos debe sumarse, entre otros, algu-nos dilogos inter-religiosos, algunas conversaciones en el mbito de las Naciones Unidas, el concepto del antropoce-no, etc.

    En el Sur global, los DsT tienen otros nfasis: una ver-tiente particularmente importante en Sur Amrica son las transiciones al postextractivismo (TsP), sobre las cuales se profundizar ms adelante. Lo que quisiera resaltar es la importancia de establecer puentes entre los DsT del Norte y los del Sur, no solamente para ganar en perspectiva sino para difundir los DsT con un sentido radical de la poltica. Aunque no puede haber un marco nico ni general para la prctica poltica de las transiciones, estos puentes entre dis-tintos tipos de activismo para las transiciones son cruciales hoy en da, dado el carcter global de muchos de los proce-sos dominantes que motivan a hablar de estas.12

    12 El movimiento en torno a la idea de dcroissance, degrowth, o decre-cimiento ha crecido y se ha diferenciado enormemente desde que fue-ra planteada inicialmente por Serge Latouche en Francia. Hay una vasta

  • Arturo EscobAr46

    Discursos sobre la crisis del modelo civilizatorioAlgunos movimientos y debates intelectuales de Am-

    rica Latina intuyen medidas posibles para alejarse del modelo civilizatorio de la modernidad eurocentrada, la modernizacin y el desarrollo globalizado. En cumbre tras cumbre de pueblos indgenas, afrodescendientes, mujeres y campesinos, la crisis del modelo civilizatorio occidental es invocada como la causa ms importante de la actual crisis global de clima, alimentacin y pobreza. Un cambio hacia un nuevo paradigma cultural y econmico es reconocido, tanto necesario como activamente en construccin. De he-cho, algunos/as intelectuales de pueblos originarios vin-culan la ofensiva poltica de los pueblos con un nuevo proyecto de civilizacin (Mamani, 2005 y 2006). Si bien el nfasis en una transicin a nivel de todo el modelo de la sociedad es ms fuerte entre algunos movimientos indge-nas; tambin se encuentra, por ejemplo, en redes agroeco-lgicas, para las cuales solo un cambio hacia los sistemas agroecolgicos de produccin de alimentos localizados, nos puede sacar de la crisis climtica y alimentaria (ejem-plo: Va campesina).13

    produccin en Italia y Catalunya, especialmente. Hay un grado de hetero-geneidad en las propuestas, dependiendo de si el mpetu es ms poltico o econmico, o si se aplica a los pases de altos ingresos (Europa) o de ms bajos ingresos, tales como Amrica Latina. El aspecto ms relevante de este movimiento para nuestros propsitos es que las diversas propues-tas comparten la crtica al exceso de consumo y al crecimiento econmico como meta y, por ende, la necesidad de cambiar la lgica del desarrollo hacia una menor produccin y menor consumo en lnea con los lmites ecolgicos del planeta, una mayor igualdad social, y la solucin de los problemas de la pobreza. El grupo ICTA (Institut de Cincia i Tecnologia Ambientals) de la Universitat Autnoma de Barcelona, http://icta.uab.cat/) est produciendo quizs los trabajos ms interesantes a este respecto. Ver, por ej., los nmeros especiales de la revistas Futures (Vol. 44, nmero 6, 2012), Journal of Cleaner Prodution (No. 38, 2013), y Ecological Economics (Vol. 84, diciembre del 2012), todos dedicados al concepto de decrecimien-to por autores de este grupo.

    13 Vase la edicin N 453 de Amrica Latina en movimiento (marzo de 2010) dedicada a las Alternativas civilizatorias, http://alainet.org/publica/453.phtml. Un foro acerca de Perspectivas sobre la Crisis de la civilizacin en

  • El desarrollo (de nuevo) en cuestin: algunas tendencias... 47

    En muchos de estos discursos, las alternativas tienen que ser necesariamente anti-capitalistas pero no solamente esto: tienen que afirmar la vida en todas sus dimensiones, como lo sugieren las formas de existencia de las comunida-des y pueblos campesinos e indgenas del Sur global. Como lo afirma Santos: tenemos en el Continente un debate civi-lizatorio. No es simplemente unan transicin del capitalis-mo al socialismo, es una cosa mucho ms amplia o distinta por lo menos (2010, p. 451; ver tambin Lander, 2010), la cual involucra mltiples concepciones de la nacin, la natu-raleza, la economa, el tiempo y la ciudadana. Propositiva-mente, se presentan las cosmovisiones y prcticas de comu-nidades indgenas, afro y campesinas como contribucin a las bases para un modelo civilizatorio alternativo (Chope-huanca, 2010).14 Se busca, en otras palabras, recuperar el sentido de la vida.

    Las ciencias sociales han sido reacias al concepto de ci-vilizacin, por considerarlo homogeneizante, esencialista y ahistrico.15 Hay buenas razones para ello. Sin embargo, el concepto no carece de precedentes importantes. El ms elocuente de estos es la impresionante obra del antroplo-go Mexicano Guillermo Bonfil Batalla, particularmente su libro Mxico profundo. Una civilizacin negada (1991). Escri-biendo a mediados de los ochenta anticip, con claridad, el concepto de colonialidad del saber y desarroll una serie de conceptos matriz civilizatoria, desindianizacin, proyec-to civilizatorio, etc. de corte anti-esencialista, en los que el de civilizacin adquiere un carcter profundamente histrico, pluralista, negociado y siempre cambiante; pero,

    el enfoque de los movimientos, con participantes de varios continentes, se celebr en el Foro social mundial en Dakar (6 a 11 febrero, 2011), coordi-nado por Roberto Espinoza, Janet Conway, Jai Sen y Carlos Torres.

    14 Ver el No. 452 de Amrica Latina en movimiento (2010), sobre Sumak Kaw-say: Recuperando el sentido de la vida.

    15 Y obviamente como reaccin a obras conservadoras como el libro de Hun-tington sobre el choque de civilizaciones.

  • Arturo EscobAr48

    sin negar la coherencia de dichas matrices a lo largo de las historias.

    El objetivo del libro es precisamente explicar la coexis-tencia, a lo largo de los siglos, de dos civilizaciones dos modelos y proyectos de sociedad la mesoamericana y la occidental, y la forma en que el Mxico imaginario (occi-dental) se impone progresivamente sobre el Mxico pro-fundo, correspondiendo a dos civilizaciones diferentes, nunca fusionadas aunque si interpenetradas (Bonfil, 1991, p. 14). Es necesario aclarar que el Mxico profundo no son solo los indgenas (muy diversos entre s), sino todos aque-llos grupos que crean y recrean otras prcticas culturales y formas de ser y saber. Para Bonfil, podra decirse, que solo dentro de la civilizacin occidental puede hablarse de M-xico como subdesarrollado.

    Mejor que seguir por el camino de la occidentalizacin forzosa, habra que reconocer que las diferencias entre cul-turas, cuando pertenecen a civilizaciones distintas, son di-ferencias profundas (Bonfil, 1991, p. 232), y caminar hacia un futuro de esperanza por una senda pluritnica desco-lonizadora. El corolario es que hay que modificar sustan-cialmente la manera en que occidente est implantado en la sociedad y la cultura de Mxico (Bonfil, 1991, p. 235), re-forzando las comunidades locales y recuperando el control de la produccin cultural a este nivel, para luego abordar la reconstitucin del estado.16

    Quizs la discusin ms interesante sobre el dilogo de civilizaciones desde una perspectiva de los pueblos opri-midos es la del siclogo poltico hind Nandy (1987, 2012). Todo dilogo de culturas, para Nandy, tiene que comenzar con las categoras de la vctima, incluyendo sus concepcio-

    16 Concluye el autor: el problema de la civilizacin no puede ser visto como un problema intrascendente o en todo caso postergable dadas las circun-stancias actuales porque en l se define el modelo de sociedad que va-mos a construir (Bonfil, 1991, p. 246).

  • El desarrollo (de nuevo) en cuestin: algunas tendencias... 49

    nes alternativas de libertad, compasin, justicia, etc., ya que estas categoras desechadas contienen pistas cruciales para entender el lado reprimido del mundo. Mientras que toda cultura debe renovarse a partir de una crtica interna ha sido, precisamente, el occidente la que ha abdicado a esta tarea por su dependencia de una ciencia que pretende totalizar la consciencia humana. No es posible un dilogo efectivo con aquellas culturas que reclaman un monopolio sobre las formas de entender la compasin, la tica, la de-mocracia, la razn. Ms aun, es frecuente que la cultura con el lenguaje ms asertivo del dilogo (en trminos racio-nales o cientficos) termina imponindose en el llamado dilogo.

    El dilogo se convierte as, desde su inicio, en la forma de ganar la batalla. Las visiones del mundo de los dbiles son as devaluadas, y se muestra a estas culturas como in-capaces de tolerar o ejercitar el pensamiento analtico de occidente). Para Nandy, es necesario pensar de nuevo en qu tipo de tradiciones pueden ser tiles hoy en da como herramientas para la crtica, dado que la ciencia claramente ha perdido su poder para ser un aliado contra el autorita-rismo. Cmo pueden las periferias, los subalternos, usar sus tradiciones como punto de partida para la crtica so-cial? Las tradiciones de las que hablo involucran la iden-tificacin, dentro de estas, de la capacidad para la auto-renovacin a travs de la heterodoxia, la pluralidad, y la disensin dice Nandy (1987, p. 120). Y contina: implica la capacidad de ser abierta y auto-reflexiva sin ser excesiva-mente auto-consciente (Nandy, 1987, p. 120). Esta actitud lleva a desmitificar la modernidad sin re-mitificar las tradi-ciones, permitiendo el uso crtico de la modernidad den-tro de las tradiciones. De nuevo, sera importante que las academias crticas hagan eco de concepciones como las de Nandy y Batalla y contribuyan a articularlas y ponerlas al da en la teora y la prctica.

  • Arturo EscobAr50

    Comunidad, relacionalidad, pluriversoEsta quinta rea es en realidad un conjunto de lneas

    de trabajo. Podra decirse que muchos pueblos de distintas culturas (o civilizaciones) han mantenido las prcticas de comunidad, relacionalidad y pluriverso vivas a lo largo de los siglos, ciertamente en Amrica Latina desde la conquis-ta. As lo reconoce, por ejemplo, el pensamiento tradicional Nasa: la palabra sin accin es vaca. La accin sin palabra es ciega. La palabra y la accin fuera del espritu de la comunidad son la muerte. Aunque es bien sabido que la antropologa y la teora social contempornea (postestructuralista o post-moderna) son tambin reticentes al uso de comunidad, por razones similares a civilizacin, es cada vez ms evi-dente que este concepto est surgiendo con fuerza en la l-tima dcada desde diversos espacios epistmico-polticos, incluyendo: intelectuales y activistas indgenas y afrodes-cendientes especialmente en Mxico, Bolivia, Ecuador, Co-lombia y Per; intelectuales y acadmicos vinculados con movimientos, especialmente indgenas y en menor medida afros y campesinos; los feminismos decoloniales; y, de al-gunos espacios acadmicos con races en la antropologa, la ecologa y la filosofa.

    Aqu presentaremos cuatro lneas estrechamente rela-cionadas. Tomadas como un todo, estas cuatro lneas abren el espacio para pensar y posicionar polticamente la rela-cionalidad y lo comunal como respuesta a las formas moder-nas liberales, estatales y capitalistas de organizacin social. Desde esta perspectiva, las luchas populares surgen de la materialidad histricamente sedimentada y de las formas culturales de larga data de los grupos en estas involucra-dos. Trtese de los zapatistas en Chiapas o las comunidades autnomas de Oaxaca, las luchas aymaras en Bolivia o las movilizaciones afro o Nasa en Colombia, estas perspectivas buscan hacer visible el hecho de que detrs de todas estas

  • El desarrollo (de nuevo) en cuestin: algunas tendencias... 51

    luchas hay toda una forma diferente de ver y organizar la vida, que aqu indexaremos como ontologas relacionales y como la lgica de lo comunal.

    El sistema comunalEn Bolivia, no es raro encontrar que las movilizaciones

    indgenas y populares de la ltima dcada son analizadas en trminos de una dinmica comunal subyacente. Para una de las propuestas ms articuladas, con el concepto de comunal o comunitario hacemos referencia a la propiedad colectiva de los recursos combinada con la gestin y utili-zacin privadas. [] En contraste con las sociedades mo-dernas, las sociedades indgenas no han reproducido los patrones de diferenciacin ni la separacin entre dominios (polticos, econmicos, culturales, etc.) [] El poder no est en manos del individuo ni de un grupo especfico, sino de la colectividad [] el representante manda porque obedece (Patzi, 2004, pp. 171, 176; ver tambin Patzi, 2010).

    La propuesta del sistema comunal propende por el des-plazamiento progresivo de la economa capitalista y de la democracia liberal representativa para dar paso a formas comunales de economa y autogobierno, as como el esta-blecimiento de mecanismos de pluralismo cultural como base para una genuina interculturalidad entre los diversos sistemas culturales.17 La comunidad es teorizada como una entidad profundamente histrica, heterognea y atravesa-da por el poder, contrario a lo que pudieran pensar los aca-dmicos hipercrticos que tienden a descalificar cualquier

    17 Patzi es claro al sealar que el sistema comunal no se basa en la exclusin de ningn grupo. Lo comunal utiliza los avances del conocimiento tec-nolgico de la sociedad liberal, pero los subordina a su lgica; en el pro-ceso, el sistema comunal mismo se vuelve ms competitivo y justo. Tal propuesta no pretende una nueva hegemona, sino el fin de la hegemona de cualquier sistema. Para alcanzar esta meta, se requiere una transicin histrica, durante la cual coexistirn los sistemas liberal y comunal, como etapa hacia la sociedad comunal (2010).

  • Arturo EscobAr52

    mencin de lo comunal como romntico, localista o esen-cialista.18

    Entramado comunitario y sociedades en movimientoUn segundo concepto que resaltaremos es el de entra-

    mado comunitario, propuesto recientemente por Raquel Gutirrez Aguilar, como una nueva forma de potenciar el pensamiento crtico. En un trabajo reciente, esta auto-ra propone una distincin y antagonismo entre en-tramados comunitarios vs. coaliciones de corporaciones transnacionales. Por el primer trmino quiere decir la multiplicidad de mundos de la vida humana que pueblan y generan el mundo bajo pautas diversas de respeto, cola-boracin, dignidad, cario y reciprocidad, no plenamente sujetos a las lgicas de la acumulacin del capital aunque agredidos y muchas veces agobiados por ellas (2012, p. 3). Es un concepto

    suficientemente general que no universal como para abarcar los lazos estables o ms o menos permanen-tes que se construyen y se reconstruyen a lo largo del curso de cada vida concreta, entre hombres y mujeres

    18 En torno al trmino comunal hay importantes diferencias entre los di-versos intelectuales y los movimientos sociales bolivianos. Desde princi-pios de la dcada de 1980, el Taller de Historia Oral Andina (THOA) est embarcado en un importante proyecto centrado en la reconstitucin del ayllu. El THOA enfatiza la reconstitucin del ayllu, un proceso que abarca la totalidad de la experiencia social, cultural y territorial de los mundos indgenas, con el potencial para un verdadero Pachakuti, volviendo a cen-trar la existencia en el vivir bien. Esta visin sostiene la importancia de los territorios ancestrales de los aymaras y quechuas (ayllus, markas y suyus) y la armona entre todos los seres. Esta lnea de trabajo se aparta de lo comunal. Podra decirse que las perspectivas del ayllu y lo comunal, en su conjunto, constituyen una de las lneas de trabajo ms interesantes en el continente; incluye el valioso trabajo de intelectuales aymaras tales como Pablo Mamani, Simn Yampara, Julieta Paredes y Marcelo Fernndez Osco; as, como discusiones acadmicas sobre la forma ayllu y la forma estado, el liberalismo y sus alternativas (Silvia Rivera Cusicanqui, Javier Medina, Ral Prada, Raquel Gutirrez Aguilar y Ral Zibechi). Para una lista parcial de referencias en esta rea, ver Escobar (2010).

  • El desarrollo (de nuevo) en cuestin: algunas tendencias... 53

    especficos [] Tales entramados comunitarios [] se encuentran en el mundo bajo diversos formatos y di-seos: desde comunidades y pueblos indgenas, hasta familias extendidas y redes de vecinos, parientes y mi-grantes desparramadas en mbitos urbanos o rurales; desde grupos de afinidad y apoyo mutuo para fines es-pecficos, hasta redes plurales de mujeres para la ayuda recproca en la reproduccin de la vida [] son las di-versas y enormemente variadas configuraciones colecti-vas humanas, unas de larga data, otras ms jvenes, que dan sentido y amueblan lo que en la filosofa clsica se ha designado como espacio social-natural (Gutirrez, 2012, p. 3).

    Este concepto podra decirse hace parte de una constela-cin de investigaciones y textos de la autora y otros autores como Mamani, Patzi, Zibechi y el Colectivo Situaciones, en los que el concepto de lo comunal haba tenido algn de-sarrollo desde mediados de los 2000. La experiencia bolivia-na (especialmente las insurrecciones en El Alto 2000-2005) y, en menor medida, en Mxico han sido clave para el de-sarrollo de este marco interpretativo. Las luchas se ven en trminos de auto-organizacin enfocada en la construccin de formas de poder no estatales, las cuales se manifiestan como microgobiernos barriales o antipoderes dispersos; es decir, una territorialidad alternativa a la del Estado (Mama-ni, 2005, 2006; Zibechi, 2006). Son tipos de lucha que no as-piran a tomar el poder; sino a reorganizar la sociedad sobre la base de las autonomas locales y regionales, y que se ca-racterizan por la activacin de relaciones sociales y formas de organizacin no capitalistas y no liberales.

    Esto tambin se ha dado en reas urbanas, donde las formas comunales han sido o pueden ser reconstituidas (El Alto) sobre la base de principios similares de territorialidad. El objetivo no es lograr el control del Estado, sino orga-nizarse como los poderes de una sociedad otra (Zibechi, 2006, p. 75), o, en palabras de Mamani, comprometerse con el

  • Arturo EscobAr54

    Estado, pero solo para desmantelar su racionalidad y as imaginar otro tipo de racionalidad social (2008, p. 25). Se-gn esta interpretacin, lo que est en juego en la oleada de insurrecciones son sociedades en movimiento ms que movimientos sociales (Zibechi, 2006; Gutirrez, 2008). Esto implica una valoracin positiva del carcter desarticulador de las luchas; es decir, su funcin de subvertir las formas de poder instituidas y naturalizadas (Gutirrez, 2008). De esta interpretacin surge una cuestin fundamental, la de ser capaz de estabilizar en el tiempo un modo de regulacin que est fuera, contra y ms all del orden social impuesto por la produccin capitalista y el Estado liberal (Gutirrez, 2008, p. 46).

    Lo que subyace a esta ltima posibilidad, no siempre clara (aunque implcita) en Gutirrez y Zibechi cuyo an-lisis sigue ms centrado en el capital, es toda una dimen-sin que por ahora llamaremos cultural y ms adelante, ontolgica (relacionada con la dimensin civilizatoria). Esta dimensin la trae a colacin sin titubeos Esteva en su enriquecedor trabajo sobre movimientos autonmicos en Chipas y Oaxaca. Para Esteva, el proyecto de muerte del estado-capital debe ser y est siendo resistido por formas de democracia radical, la que se ha practicado desde tiem-pos inmemoriales en las comunidades indgenas y en ba-rrios populares urbanos (2012, p. 245); o sea, las formas propias y autnomas de gobierno practicadas consuetudi-nariamente por las comunidades a contrapelo de las insti-tuciones dominantes (Esteva, 2012, p. 246).

    Se trata de una reorganizacin de la sociedad desde los tejidos propios de la gente [] un tejido social vigoroso que se define por la comunalidad, una forma de ser en que la condicin comunal, el nosotros, forma la primera capa del sentido de la existencia propia (Esteva, 2012, p. 269). Este proyecto solo puede hacerse en el seno de entidades rea-les, como la comunidad (Esteva, 2012, p. 248). Desde all se

  • El desarrollo (de nuevo) en cuestin: algunas tendencias... 55

    iran repensando se estn repensando en los territorios Zapatistas y las comunidades autonmicas de Oaxaca la relacin campo-ciudad, la comida, el conocer, el sanar, el habitar y, por supuesto, la economa. Para los modernos, esto implica replantearnos de manera profunda la forma en que hemos sido construidos como individuos consumis-tas y competitivos, a medida que el mbito de la