seminario cultura y desarrollo - unesco€¦ · el seminario cultura y desarrollo: aplicación de...

177

Upload: dangduong

Post on 20-Sep-2018

220 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Seminario Cultura y Desarrollo:aplicación de indicadoresCiudad de México, octubre de 2012.

Consejo Nacional para la Cultura y las Artes Secretaría de CulturaCONACULTA del Distrito Federal Consuelo Sáizar Nina Serratos Zavala Presidenta Secretaria Coordinadora del Fondo RegionalMario Antonio Vera Crestani para la Cultura y las Artes (FORCA)Director General de Vinculación Cultural Zona Centro

Coordinación del SeminarioIrene Gálvez Becerra

Proyecto apoyado por el Programa del Fondo Regional para la Cultura y las Artes, Zona Centro (FORCA) 2012, y coordinado por la Coordinación de Vinculación Cultural Comunitaria de la Secretaría de Cultura del Distrito Federal.

Los planteamientos expresados no reflejan necesariamente las opiniones de las instituciones que integran el FORCA Zona Centro. Las propuestas planteadas son responsabilidad exclusiva de los autores.

Derechos reservados. Los contenidos de esta memoria pueden ser reproducidos siempre y cuando se cite la fuente original.

Índice

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCOOmar López Olarte

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenesOlga Nirenberg

El Balanced Scorecardy las organizaciones culturalesCarolina Asuaga

El Buen Vivir: Aplicación práctica en políticas culturales en el Ecuador, una propuesta de indicadores básicosIván Fernández Espinosa

Evaluar las políticas de juventud(es) desde un enfoque de lo culturalPatricio Chaves Zaldumbide

4

43

76

89

133

Presentación 3

Aplicación de indicadores en el estudio del consumo de bienes culturalesLuz María Ortega 105

Factores críticos para el desarrollo de Sistemas de Información CulturalAlfonso Castellanos 118

Complementariedad de las herramientas para elanálisis de lo culturalAna Cecilia Montilla 127

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo localVíctor Manuel Quintero 139

El Seminario Cultura y Desarrollo: aplicación de indicadores, se realizó por tercera ocasión consecutiva en octubre de 2012 en el Museo José Luis Cuevas de la Ciudad de México, para dar continuidad a un proyecto que inició en el 2010 en la Secretaría de Cultura del Distrito Federal, con el apoyo del Fondo Regional para la Cultura y las Artes de la Zona Centro.

Conscientes de la importancia del tema dentro del ámbito público y la necesidad de construir indicadores que midan el impacto de políticas y programas culturales, este espacio de reflexión, desde su origen, fue creado para conocer enfoques y metodologías de estas herramientas de evaluación.

Ante la aceptación e interés en el tema por parte de funcionarios de la zona centro del país, académicos, estudiantes y gestores culturales, en el 2012, el Seminario se propuso difundir marcos teóricos, ejercicios y prácticas en la aplicación de indicadores que se desarrollan en países iberoamericanos como Colombia, Ecuador, España, Uruguay, Argentina y México.

En esta edición, se difundieron propuestas innovadoras para la puesta en marcha de indicadores que han generado instituciones como la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, así como organismos académicos, públicos y no gubernamentales; nuevas visiones articuladas desde Latinoamérica, como el concepto del Buen Vivir, así como investigaciones en torno a Sistemas de Información llevadas a cabo en Centro y Sudamérica.

Este material ofrece las exposiciones que desarrollaron especialistas en las conferencias realizadas en octubre del 2012. Omar López Olarte, explica la Batería de Indicadores UNESCO en Cultura para el Desarrollo, una herramienta que pretende ser una guía para los países interesados en construir indicadores; Olga Nirenberg y Patricio Chaves teorizan en torno a la generación de indicadores para proyectos de intervención orientados a jóvenes, y Carolina Asuaga aborda la necesidad de retomar herramientas e indicadores de gestión empresarial para las organizaciones culturales.

Por su parte, Iván Fernández expone el concepto del Buen Vivir y su aplicación en políticas culturales en Ecuador; Luz María Ortega propone una serie de indicadores para estudiar el consumo de bienes culturales; Víctor Manuel Quintero, realiza un recorrido histórico sobre los conceptos de cultura y desarrollo. Sobre Sistemas de Información Cultural, Alfonso Castellanos Ribot, y Cecilia Montilla, argumentan la importancia de éstos y su función en la generación de indicadores.

Esperamos que este documento sea una contribución para adquirir conocimiento en torno al tema, un asunto de enorme relevancia para mejorar la toma de decisiones en el ámbito, la planeación y evaluación de proyectos y programas; para demostrar el valor económico y social de la cultura, así como su aporte innegable al desarrollo y bienestar de las personas.

Presentación

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO1

Introducción

En la actualidad se hace visible en organismos internacionales y en instancias nacionales de varios países, la necesidad de incorporar a la cultura en las estrategias de desarrollo. Desafortunadamente, la inexistencia o precariedad de información sobre las contribuciones e interrelaciones de la cultura con el desarrollo han influido en que la primera se encuentre aún marginada en las estrategias del segundo. Por ello la actual urgencia y creciente demanda de herramientas que permitan pasar de los discursos a la práctica y superar las dificultades encontradas en esta materia.

En este artículo se presentarán algunas reflexiones en torno a la elaboración de estadísticas que se aproximen a las contribuciones de la cultura al desarrollo y sus interrelaciones. Esto se hará tomando como base el enfoque teórico y metodológico de la “Batería de Indicadores en Cultura para el Desarrollo” (BICD) propuesto por la UNESCO. La BICD es una iniciativa, liderada por el Sector de la Cultura1 de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que busca ofrecer una herramienta estadística de sensibilización dirigida a instancias nacionales e internacionales del desarrollo. Los 22 indicadores de la BICD tratan de mostrar las relaciones y contribuciones de la cultura al desarrollo y de afianzar el papel de ésta en sus estrategias.

Este proyecto2 se ha desarrollado a través de la elaboración y el ajuste de una metodología de construcción de indicadores que ha sido implementada y probada en 11 países con especial énfasis en los que tienen una renta media, media baja y baja3 . Actualmente los indicadores de la BICD se encuentran en el proceso final de ajuste y mejoramiento En el primer semestre del año 2013 se difundirá la metodología definitiva y los resultados obtenidos.* Economista, asesor de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para Colombia, país donde se aplica la Batería de Indicadores en Cultura para el Desarrollo. El artículo fue elaborado por Omar López y tuvo aportes de Guiomar Alonso Cano de la Sección de la Diversidad de Expresiones Culturales (DCE) de UNESCO.1 Sección de la Diversidad de Expresiones Culturales (DCE) que acoge la Secretaría de la Convención sobre la Protección y la ¨Promoción de la Diversidad de Expresiones Culturales. 2 Financiado con el apoyo de la agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) en el marco de la Estrategia de Cultura y desarrollo de la Cooperación Española 20073 Bosnia-Herzegovina, Burkina Faso, Camboya, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Egipto, Ghana, Namibia, Uruguay y Vietnam. Los avance del proyecto se pueden encontrar en www.unesco.org/culture/CDIS

Omar López Olarte *

4

Quien escribe este artículo participó en las diversas reuniones de expertos, coordinó la primera fase de implementación en 2011 en Colombia4, y ha llevado a cabo aportes al equipo de la UNESCO5 en la elaboración y ajuste del marco metodológico, principalmente en los temas económicos.6

Este artículo7 corresponde a una lectura que el autor hace de la BIDC a partir de la experiencia en su implementación en Colombia, con la intención de que el presente texto sea útil para las iniciativas nacionales, regionales y locales que planean construir indicadores culturales y buscan crearlos desde la óptica de la cultura y el desarrollo.

La BIDC es una metodología de construcción de indicadores concebida para ser aplicada en el plano nacional. Sin embargo, una de las lecciones aprendidas al implementarla ha sido que algunos aspectos de su enfoque pueden ser convenientes para iniciativas que se llevan a cabo en otros niveles territoriales al interior de los países e incluso para evaluar políticas, programas y proyectos culturales específicos.

Un tema muy importante a considerar es que México (donde se hizo la presentación que da sostén a este texto y al que principalmente va dirigido) cuenta con una amplia gama de instituciones culturales nacionales, estatales y municipales; posee un marco normativo extenso en materia de cultura; cuenta con una trayectoria considerable de políticas culturales; y ha desarrollado estadísticas sobre el tema. Esto nos muestra que es un país con recorridos implícitos y explícitos en la incorporación de la riqueza y con una gran diversidad cultural en las estrategias nacionales de desarrollo. Seguramente son muchos los desafíos en este campo, pero estos trayectos institucionales son una base fundamental para cualquier iniciativa que se haga sobre cultura y desarrollo en este país.

5

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

4 Participa igualmente en la alineación de los resultados de la primera fase test (2011).5 Trabajo de investigación aplicada liderado por Guiomar Alonso Cano y Melika Medici Caucino dentro de la Sección de la Diversidad de Expresiones Culturales (DCE). Este trabajo ha asociado desde 2009 un largo abanico de más de 90 especialistas en cuestiones de cultura y desarrollo y estadísticas, incluyendo Chris Madden, Alfonso Morrone o David Throsby.6 La dimensión económica es una de las siete dimensiones propuestas por la BICD.7 Los términos empleados en este informe y la presentación de los datos que en él aparecen no implican, de parte de la UNESCO, toma alguna de posición en cuanto al estatuto jurídico de los países, territorios, ciudades o regiones, ni respecto de sus autoridades, sus fronteras o límites. Lo expuesto toma como referente central la el manual metodológico de la BIDC de la UNESCO y la experiencia de su implementación en distintos países.. Las ideas y las opiniones expresadas son las del autor y no reflejan necesariamente el punto de vista de la UNESCO.

Los avances estadísticos en cultura se evidencian en la existencia del Sistema de Información Cultural del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), en los atlas de infraestructura cultural que se han desarrollado a lo largo de los últimos años, en la encuesta nacional de consumo y prácticas culturales, en la encuesta nacional de lectura, en los estudios de medición económica de las industrias del derecho de autor, entre otros.

El hecho de que este documento se elabore en el contexto de la tercera edición de un seminario dedicado al tema de indicadores culturales liderado por la Secretaria de Cultura del Distrito Federal, resalta los progresos de México en el tema.

Consecuentemente México es un país en el que existen recorridos no sólo en la discusión sobre estadísticas culturales sino también en su desarrollo e implementación. México ha sido un referente importante en el desarrollo de sistemas de información y estadísticas culturales en América Latina al lado de países como Argentina, Chile y Colombia.

Este recorrido hace que algunos de los temas y propuestas de la BIDC no sean nuevos y que algunos cuenten con avances como en el caso de la infraestructura cultural, el patrimonio, los consumos y prácticas culturales. Esta condición es una ventaja en el caso de que este país decida implementar la BIDC, pues contará con las estadísticas e información disponible y de fácil acceso para varias sub-dimensiones de la Batería. Esto es algo que no sucede en muchos otros países de desarrollo medio y bajo , en los que la generación de estadísticas de cultura y de otros ámbitos es aún precaria o inexistente8 . Tanto la aplicación de la BIDC, como sus bases conceptuales y metodológicas pueden reforzar los avances realizados en México, así como trazar nuevos campos de conceptualización y exploración de estadísticas que reflejen las contribuciones y relaciones entre la cultura y el desarrollo.

I. Conceptos sobre las relaciones entre Cultura y Desarrollo

Un tema de vital importancia en el desarrollo de estadísticas es la claridad del marco conceptual que las sostienen. Las relaciones entre cultura y desarrollo son variadas y complejas como la posibilidad de obtener información y datos de ellas. A continuación se plantea un marco conceptual tentativo que expone de manera sintética definiciones, conceptos y algunas de las relaciones entre cultura y desarrollo que ofrece un panorama general que puede ser punto de partida para la elaboración de un marco conceptual definitivo.

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

6

8 Uno de los grandes aportes de la BICD en estos países ha sido precisamente lanzar un proceso de colecta de estadísticas básicas necesarias para la construcción de los indicadores.

Una vez expuesto esto, se enunciará el marco adoptado por la BIDC, la cual aborda varios aunque no todos los temas expuestos. La BICD se concentra en algunas de las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de su enfoque particular, alcance y necesidades pragmáticas.

II. Nociones de cultura y desarrollo

El primer aspecto para abordar el desarrollo de estadísticas sobre cultura, es aclarar cuáles son las definiciones de cultura y desarrollo que se adoptarán. Ambos conceptos tienen un rango amplio de posibilidades, desde perspectivas tanto semánticas, discursivas hasta políticas, poderes e intereses desde los cuales se desarrollan. A continuación, se plantean definiciones que surgieron de consensos articulados en distintas agencias internacionales, las cuales tienen el objetivo general de mejorar el bienestar colectivo de los países en condiciones de equidad.

Un marco de referencia que ofrece definiciones sobre el campo cultural para desarrollar estadísticas es “El Marco de Estadísticas Culturales”9 (MEC) de 2009 del Instituto de Estadísticas de la UNESCO. Este manual establece conceptos y estructuras para abordar el desarrollo de estadísticas culturales y ofrece recomendaciones para la medición de las dimensiones económicas y sociales del sector cultural10. Esta guía ofrece una definición amplia de cultura y otra que cubre aquellas actividades que forman parte de dominios culturales.

En su definición amplia, la cultura abarca los rasgos, creencias, convenciones, formas de convivencia, costumbres, imaginarios, sistemas de valores y prácticas simbólicas colectivas e individuales en un grupo. El marco plantea también una definición más restrictiva y pragmática de los dominios culturales, según la cual éstos cubren un conjunto de actividades humanas, bienes y servicios culturales, cuya razón de ser consiste en crear, expresar, interpretar, conservar y transmitir contenidos simbólicos11. Estos dominios están conformados por actividades, prácticas e industrias que se agrupan en las siguientes categorías: patrimonio cultural y natural; patrimonio cultural inmaterial; presentaciones artísticas y celebraciones; artes visuales y artesanías; libros y prensa; medios audiovisuales e interactivos; diseño y servicios creativos.

7

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

9 http://unesdoc.unesco.org/images/0019/001910/191063s.pdf 10 También presenta la identificación del sector cultural en clasificaciones internacionales como la CPC, la CIIU y la CIUO.11 Según las definiciones de la Convención por la Diversidad Cultural de la UNESCO, las actividades y bienes y servicios culturales son aquellos cuya función específica es la de trasmitir o generar expresiones culturales. La inclusión de actividades humanas y productos en este conjunto no sólo exige que generen procesos de significación simbólica y contengan valores culturales sino que éstos deben constituir su esencia.

El MEC propone dominios relacionados con la cultura, que aunque no pertenecen en esencia a ésta, tienen elementos de ella. Estos son el turismo, los deportes y la recreación. También propone dominios transversales: la educación y capacitación; la archivística y la preservación; el equipamiento y materiales de apoyo. El domino particular del patrimonio inmaterial se plantea tanto como cultural como transversal.

Dicho marco propone ciclos a través de los cuales se manifiestan y desarrollan estos dominios12. En cada uno de ellos se desarrollan actividades, bienes y servicios en un ciclo que abarca la creación, la producción, la difusión, la exhibición y la transmisión de contenidos culturales.

En varios ámbitos académicos y organismos internacionales existe un consenso en la definición de desarrollo como un proceso integrado de expansión de libertades, las cuales permiten tener el tipo de vida que los individuos y comunidades valoran y tienen razones para valorar. Desde esta perspectiva el desarrollo es un proceso encaminado a mejorar la calidad de vida de los individuos que contribuye a eliminar las fuentes de privación de estas libertades. Conlleva la generación de oportunidades que hacen posible que los individuos tengan estas libertades, así como la promoción y defensa de los derechos y deberes que posibiliten su expansión. Abarca por lo tanto, las capacidades de sujetos y comunidades para ampliar sus oportunidades, incrementar su bienestar, además de enfrentar y orientar los procesos de cambio individual y social.

Las dos definiciones de cultura planteadas por el MEC funcionan para abordar las relaciones con el desarrollo desde esta perspectiva. Una definición plantea dominios y ciclos culturales, por lo cual es pragmática y permite aproximarse a las dinámicas de las actividades prácticas y productos culturales con relación al desarrollo. Existe una gran cantidad de interrelaciones entre la cultura (en su sentido amplio) y el desarrollo. En esta relación, obtener información y datos factibles conlleva dificultades y complejidades pero dada su importancia ameritan un esfuerzo de aproximación. Sobre este punto vale la pena resaltar que implícitamente cuando se abordan los dominios culturales se cubren aspectos de la cultura en su sentido amplio. Por ejemplo, tanto la producción como el consumo de productos culturales, no sólo conllevan prácticas simbólicas sino muchas veces imaginarios y sistemas de valores.

8

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

12 Dentro del Marco de Estadísticas Culturales, UNESCO 2009, pág. 19-22.

En la BIDC se hace uso de ambas definiciones. Una buena parte de sus dimensiones toma la definición de dominios (concentrándose principalmente en los culturales y parcialmente en algunos transversales y relacionados) y en otros, busca cubrir algunas de las interrelaciones entre la cultura y desarrollo.

III. Relaciones entre cultura y desarrollo13

a) La cultura como una parte constitutiva del desarrollo

¿Cuáles son esas relaciones que existen entre el desarrollo y las nociones de cultura? En varios estudios y documentos oficiales, en ámbitos internacionales y nacionales se ha postulado a la cultura como un fin y un medio del desarrollo. En algunas de estas iniciativas se ha establecido que las libertades culturales son igual de importantes que las libertades económicas, sociales y políticas. En el Informe de la Comisión Mundial Cultura y Desarrollo de la UNESCO “Nuestra Diversidad Creativa” (1996) se enuncia que “La libertad cultural estimula la creatividad, la experimentación, y la diversidad que son fundamentos mismos del desarrollo”14.

La cultura también influye en la formación de las razones de los elementos que se valoran. Como lo destaca este informe:

“La libertad es un elemento esencial de la cultura, en particular la libertad de elegir los valores que uno cree deber defender y la existencia a la que uno debe aspirar”15.

Los derechos y oportunidades de tener las costumbres, creencias y modos de vida; de manifestar y producir expresiones culturales; de participar en prácticas culturales y acceder a bienes y servicios culturales y a su diversidad; de valorar, proteger y disfrutar el patrimonio, contribuyen a mejorar y a enriquecer el bienestar y la calidad de vida individual y colectiva.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) llama la atención en la nueva forma de entender a la cultura. Con la asesoría de expertos y a través de un marco teórico elaborado por Amartya Sen (uno de los teóricos más importantes sobre desarrollo) este organismo dedicó su informe mundial de 2004 para abordar el tema.

9

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

13 Esta sección esta largamente inspirada en los documentos de trabajo realizados en el marco de la investigación preliminar de la BICD, especialmente su marco analítico y la revisión de la literatura especializada. (Literature Review, February 2010 www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/HQ/CLT/pdf/Conv2005_CDindicators_Literature.pdf)14 UNESCO/UN. Informe de la Comisión Mundial Cultura y Desarrollo “Nuestra Diversidad Creativa”, 1996. 15 Ibid.

El estudio titulado, “La libertad cultural en el mundo diverso de hoy” expone que la cultura es constitutiva del desarrollo junto con otros componentes tradicionalmente considerados esenciales, tales como los económicos, sociales y políticos. No sólo plantea esta forma de concebir a la cultura, sino que hace énfasis en la necesidad de que los países incluyan a la cultura dentro de sus programas y políticas encaminadas a influir en el desarrollo humano.

“La libertad cultural es clave para que las personas puedan vivir de la manera que desean. El progreso de la libertad cultural debe ser un aspecto primordial del desarrollo humano y esto requiere ir más allá de las oportunidades sociales, políticas y económicas, puesto que éstas no garantizan la libertad cultural.”16

b) La cultura como un componente instrumental del desarrollo

Otro tema enunciado en estos estudios e informes es que la cultura además de ser constitutiva del desarrollo, también tiene un papel instrumental en sus componentes económicos, sociales y políticos. Tal y como lo plantea Sen, la cultura en su sentido amplio tiene el potencial de marcar la diferencia en el trabajo ético, la conducta responsable, la motivación emprendedora, la dinámica gerencial, las iniciativas empresariales, el deseo de tomar riesgos, entre otros factores que inciden en el desarrollo económico. Esto no quiere decir que unas culturas inciden en el desarrollo económico y otras no, como el determinismo cultural lo afirma. El informe mundial del PNUD desbarata los mitos creados por estas posturas y argumenta que las culturas tienen el potencial de influir positivamente en el desarrollo económico en interacción con otros ámbitos, como el desarrollo institucional, social y los derechos humanos.

La cultura comprendida como las convenciones, formas de convivencia y costumbres de un grupo o una sociedad, tiene una influencia considerable en las dinámicas del comercio y en la inversión internacional y son elementos que inciden en el desarrollo económico de los países. Por ejemplo, las negociaciones e intercambios de transacciones entre agentes de distintos países, están mediadas por las culturas que subyacen en ambos países. La cultura es un factor que afecta las demandas de ciertos productos de consumo. Quienes encontraron una demanda satisfactoria de su producto en un país, en el momento de querer introducirlo a otro país, deben tomar en cuenta la cultura local. Este fenómeno puede darse igualmente al interior de una nación, cuando existen diferencias culturales marcadas entre regiones.

10

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

16 Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Informe Sobre Desarrollo Humano “La libertad cultural en el mundo diverso de hoy”, 2004.

Los dominios culturales son instrumentales del desarrollo económico, pues varias de las actividades que la constituyen (como son la industria editorial, los conciertos, la televisión, las artesanías, el diseño, o el turismo generado por acervos patrimoniales, entre muchos otros) generan ingresos, empleo y comercio exterior y por lo tanto, inciden positivamente en el crecimiento económico y la reducción de la pobreza.

La función instrumental de la cultura en el desarrollo social se observa en el hecho de que los rasgos, creencias, convenciones, costumbres, imaginarios, sistemas de valores y prácticas simbólicas colectivas influyen y son afectadas por componentes de la cohesión social, como la confianza, la solidaridad, la tolerancia, la reciprocidad y la solidaridad entre individuos de una comunidad, grupo o sociedad. Por esto, la cultura tiene el potencial de afectar positivamente procesos comunitarios e interacciones sociales en el capital social de las comunidades, lo cual es en sí mismo un fin y un medio del desarrollo. Los cambios en las prácticas y procesos culturales pueden también modificar positivamente el empoderamiento de la mujer en ámbitos sociales, económicos y políticos y por ende la equidad de género, lo cual es un componente que también es instrumental y constitutivo del desarrollo.

La cultura también tiene el potencial de incidir positivamente en el ámbito político. Los procesos culturales pueden influenciar en las interacciones civiles, en actividades y discusiones políticas. Dentro de las formas de convivencia, costumbres e incluso las prácticas simbólicas colectivas de las comunidades, muchas veces, surge la necesidad de generar espacios de participación para la toma de decisiones, o para construir, modificar o fortalecer las prácticas políticas que rigen a una comunidad. Igualmente la cultura desde esta perspectiva, puede no sólo afectar positivamente los mecanismos de participación ciudadana, sino también de fomentar la formación ciudadana.

c) El papel instrumental de otros componentes del desarrollo en la cultura

Algo en común de los elementos y dinámicas propias del desarrollo son sus interrelaciones. Las formas a través de las cuales la cultura forma parte del desarrollo no son la excepción. Hemos visto que la cultura tiene el potencial de afectar positivamente los componentes económicos, sociales y políticos del desarrollo. Los efectos positivos también se dan en sentido contrario: esas otras dimensiones tienen también el potencial de afectar positivamente a la cultura.

11

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

Aspectos económicos como la especialización del trabajo, el intercambio a través del mercado, la innovación tecnológica y la productividad, han influido a lo largo de la historia en la evolución de la cultura y pueden influir en que exista una mayor cantidad de bienes y servicios culturales, disminuir costos, incidir en la generación de nuevos productos culturales e incluso, en la calidad técnica de algunos de ellos.

Los avances sociales en los campos de la educación y la salud pueden afectar la ampliación de capacidades y acceso a contenidos culturales. La asociatividad y reciprocidad pueden influir en evitar aspectos como la discriminación cultural. Los mecanismos de participación política tienen el potencial de generar espacios propicios para la generación de nuevas formas de valoración cultural y para la defensa y promoción de los derechos culturales.

d) Las tensiones en las relaciones entre la cultura y los demás componentes del desarrollo

Lo expuesto no necesariamente quiere decir que las interrelaciones entre la cultura y los demás componentes del desarrollo sean siempre positivas en ambos sentidos. En los vínculos que existen entre estos campos suceden tensiones y se generan efectos perjudiciales. Por ejemplo, la concentración que sucede en algunos mercados de las industrias culturales puede generar efectos negativos en la diversidad cultural. Hay estructuras de algunos mercados culturales17 que hacen que en ciertos mercados existan bajas remuneraciones y condiciones de empleo inestable. Dinámicas de mercado pueden conducir a la banalización de contenidos, generar barreras para la diversidad cultural y provocar una asignación ineficiente de recursos.

En el campo social se pueden dar tensiones entre culturas cohesionadas socialmente que excluyen a otras culturas o; también puede suceder que estructuras sociales enfaticen discriminaciones hacia culturas minoritarias. En varias regiones del mundo existen culturas hegemónicas y socialmente cohesionadas que excluyen a grupos poblaciones con otras culturas (fenómeno que se observa en el rechazo que ciertas poblaciones originarias de países desarrollados tienen con poblaciones migrantes provenientes de países en desarrollo). Se pueden dar prácticas culturales que generan inequidades de género y modos de vida y costumbres que promuevan la indiferencia o el clientelismo en el ámbito político.

12

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

17 Como el alto nivel de riesgo de que ciertos productos culturales, tengan demandas que permitan cubrir los costos o la imposibilidad de que la tecnología entre en algunos eslabones de producción de las artes escénicas (enfermedad de costos).

IV. La aproximación de la BIDC a las relaciones entre cultura y desarrolloa) Marco normativo que fundamenta la BIDC

Todas las interrelaciones (tanto positivas como negativas) descritas en los párrafos anteriores visualizan la importancia de la cultura en el desarrollo. Muestran que la cultura es un eje central de este último en articulación, con todos sus demás componentes. Evidencian a su vez, la necesidad de que la cultura sea incluida en las estrategias de desarrollo en el plano internacional y nacional, de tal manera que las libertades culturales se garanticen en igualdad de condiciones para los distintos grupos poblaciones; para que la diversidad cultural no tenga privaciones y se enriquezca; y para que el capital cultural pueda sacar a flote todo su potencial para incidir positivamente en el desarrollo económico, social y político.

Esta necesidad de incluir la cultura en las estrategias de desarrollo, supone la urgencia de obtener información y estadísticas que evidencien, exploren y evalúen todas estas relaciones, así como las complejidades y desafíos que esto supone.

La BIDC es una iniciativa que va en esta dirección. Sus objetivos se relacionan explícita e implícitamente con las interrelaciones descritas y nacen de la necesidad de obtener información sobre ellas. El fundamento de este proyecto está establecido en documentos e instrumentos internacionales liderados por la misma UNESCO y otras instancias de Naciones Unidas, en las que se menciona esta necesidad de incorporar la cultura en las estrategias de desarrollo.

Específicamente, el proyecto, se sitúa bajo la égida del artículo 13 de la Convención por la Diversidad Cultural de 2005 de la UNESCO que se refiere a la integración de la cultura en el desarrollo sostenible, pero también y en el 19, el intercambio, análisis y difusión de información18. También se sitúa bajo las diferentes resoluciones de La Asamblea General de Naciones Unidas de 2010 adoptó una resolución específica sobre cultura y desarrollo (AG NU 65/1)19 y en las conclusiones de la Cumbre de Naciones Unidas sobre los Objetivos del Desarrollo del Milenio de 2010 se anunció la importancia de la cultura para el desarrollo y su contribución.20

13

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

18 La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), se ha esforzado durante las últimas década en visibilizar y sensibilizar estas relaciones entre cultura y desarrollo y ha promovido a través de sus convenciones, resoluciones, declaratorias, acciones y programas, líneas de acción para promover y fortalecer estos vínculos en áreas como las expresión culturales, el patrimonio material e inmaterial, las industrias creativas y la diversidad cultural19 En esta resolución se establece que “La cultura es un componente esencial del desarrollo humano, constituye una fuente de identidad, innovación y creatividad para las personas y para la comunidad y es un factor importante en la lucha contra la pobreza y la implicación en los procesos de desarrollo”.20 Batería de Indicadores en Cultura para el Desarrollo : Manual Metodológico © UNESCO 2013 (en imprenta)

b) Objetivos de la BIDC

Con base a estos lineamientos, la BIDC busca sensibilizar y concientizar a los agentes no culturales que inciden y toman decisiones sobre el desarrollo (a un nivel internacional y nacional) sobre las contribuciones potenciales de la cultura en el desarrollo. Con ello espera abogar por la promoción de una mejor integración de la cultura en el diseño de las estrategias de desarrollo y su introducción en políticas y programas concretos sobre desarrollo existentes. De igual manera, pretende ofrecer información que determine cuánto han avanzado los países en la promoción de los derechos culturales y cómo han contribuido en el diseño, promoción y fortalecimiento de políticas culturales.

Su primer objetivo es aproximarse y demostrar los resultados positivos que la cultura genera en el desarrollo (su contribución a los procesos de cambio económico y social, así como su capacidad de interactuar con el desarrollo, mejorando el impacto de las intervenciones que se hacen en este campo). Su segundo objetivo, es identificar los desafíos y las oportunidades de la situación actual de los países, en la protección y promoción de los acervos culturales, los derechos culturales y la diversidad cultural, como componentes esenciales del desarrollo sostenible.

Estos objetivos cubren una parte de las interrelaciones descritas entre cultura y desarrollo en las secciones anteriores. Buscan por un lado, demostrar y abordar los roles instrumentales de la cultura en los componentes económico y social del desarrollo y por otro, identificar los desafíos y oportunidades existentes en los países con respecto al papel constitutivo de la cultura en el desarrollo.

En este sentido, y tomando como referente teórico “Nuestra Diversidad Creativa”, el informe de la Comisión Mundial Cultura y Desarrollo de 1996, la BIDC limita su campo a dos tipos de interacción descritos y cubiertos por sus objetivos22. Por ejemplo, aborda tan sólo el papel instrumental de la cultura en el desarrollo económico desde la perspectiva de la generación de ingreso y empleo de las actividades culturales23. De ahora en adelante nos referiremos principalmente a los dos objetivos de la BIDC desde las siete dimensiones establecidas en su marco analítico inicial24. Antes de ello, es importante recalcar que el rango de posibles objetivos y aproximaciones para el desarrollo de estadísticas que se pueden desprender de la relaciones entre cultura y desarrollo es más amplio.

14

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

22 Así, y de momento se hace la opción, de no explorar el papel transversal de la cultura en tanto que instrumento o medio para conseguir otros objetivos de desarrollo, como por ejemplo en cuestiones de salud o de medio ambiente, aspectos, que podrán ser explorados más adelante.23 Cubrir los otros tipos de relación, requiere de exploraciones teóricas avanzadas aún no desarrolladas y abordarlas probablemente requiera de procesos complejos de recolección de información.24 http://www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/HQ/CLT/pdf/Conv2005_CDindicators_Analytical_es.pdf

Este artículo enfatiza que las dimensiones del BIDC pueden ser un punto de partida para las aplicaciones que se pueden desarrollar al interior de los países. También es relevante señalar que las otras interrelaciones descritas no cubiertas por este proyecto pueden servir como base para nuevas exploraciones en el desarrollo de estadísticas.

c) Alcance de las dimensiones de la BIDC

La BIDC no fue diseñada para ser una batería de indicadores que evaluara programas o proyectos concretos. De acuerdo a sus objetivos y alcance, fue concebida como una investigación que pretende obtener información sobre una serie de temas dentro de cada una de sus dimensiones de manera general y a un nivel nacional. En algunos de los temas cubiertos corresponde más una evaluación del desempeño general de un país con relación a sus avances en la promoción de cultura como componente esencial del desarrollo. En otros temas busca mostrar el potencial de la cultura para contribuir al desarrollo económico y social. Es hasta cierto punto, un estado general del arte.

La batería busca obtener información, crear conocimiento y establecer relaciones entre fenómenos de la cultura y el desarrollo con el propósito de que sus resultados sirvan para incidir en el diseño, promoción y ajuste de estrategias y políticas de desarrollo que permitan identificar necesidades de política cultural. Por lo tanto, no pretende evaluar líneas de acción de programas y políticas específicas. Por esto, sus dimensiones no están regidas por líneas de acción o políticas concretas, sino que llevan implícitas hipótesis en cada una de ellas sobre las contribuciones y relaciones entre la cultura y el desarrollo.

d) Dimensiones de la BIDC

A partir de su marco analítico25, la BIDC propone siete dimensiones en las cuales se ubican distintos tipos de interrelaciones entre cultura y desarrollo. Éstas son: la dimensión de gobernanza e institucionalidad; la dimensión económica; la dimensión social; la dimensión sobre educación; la dimensión de las comunicaciones; la dimensión del patrimonio y la dimensión de la equidad de género. En cada una se plantean sub-dimensiones o variables y se propone una serie de indicadores con sus respectivas fórmulas.

15

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

25 Batería de Indicadores en Cultura para el Desarrollo : Manual Metodológico © UNESCO 2013 (en imprenta)

Un aspecto muy importante de resaltar, es que, más allá de la aproximación particular de cada dimensión, la matriz global de resultados permite una lectura cruzada entre indicadores que hacen posible una visión y un análisis conjunto. Hace posible también el análisis de temas transversales que son clave, como los derechos culturales. Ofrece una visión global de las relaciones entre cultura y desarrollo así como articulaciones y vínculos existentes entre diferentes áreas y dimensiones.

Es conveniente señalar que los indicadores propuestos en algunas dimensiones son comúnmente concebidos y utilizados desde otras perspectivas distintas a las culturales. Es el caso de algunos indicadores propuestos en las dimensiones de comunicación, educación y género.

En la BIDC estos indicadores se leen desde la perspectiva de las relaciones entre cultura y desarrollo así como desde una visión conjunta que posibilite lecturas transversales.

En el manual metodológico que la UNESCO publicará en 2013, aparecerán para cada una de estas dimensiones, los marcos teóricos y las justificaciones, las fórmulas detalladas de los indicadores, las fuentes de información y las sugerencias para la lectura de los mismos. A continuación y tomando como base el manual metodológico de la BICD se describirán las dimensiones de manera general. En cada dimensión no sólo se exponen brevemente los indicadores y justificaciones, las definiciones de los indicadores y sus posibles interpretaciones26,también se ofrecerán sugerencias para iniciativas que tengan la posibilidad de ahondar en la construcción de estadísticas.

1. La dimensión económica27

En esta dimensión de la BIDC lo importante es demostrar la contribución del sector cultural al desarrollo económico. Se aproxima al rol instrumental de la cultura en el desarrollo económico a través de tres variables: el aporte de las actividades culturales al valor interno bruto de los países; el empleo generado en ocupaciones culturales y los gastos de los hogares en bienes y servicios culturales.

16

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

26 El autor agradece el equipo UNESCO la posibilidad de compartir en primicia el resultado del trabajo de investigación aplicada en torno de la BICD que se ha efectuado desde 2009 y en especial su manual metodológico.27 Batería de Indicadores en Cultura para el Desarrollo : Manual Metodológico © UNESCO 2013 (en imprenta)

17

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

Desde hace varios años se han realizado estudios sobre el aporte de la cultura al producto interno bruto y a la fuerza laboral total en varios países y regiones del mundo. Estas investigaciones se hicieron desde distintos intereses, definiciones y métodos. Los puntos de partida de estas iniciativas han sido variados: los derechos de autor, las industrias creativas y distintas formas de entender las industrias culturales. A pesar de sus diferencias, la gran mayoría de estos estudios han logrado demostrar los aportes significativos de las actividades culturales en la generación de ingreso y empleo de los países. Por ejemplo, de acuerdo al informe, “La Economía Creativa”28 de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (2007), las industrias culturales aportaron un estimado del 3.4% al Producto Interno Bruto mundial, lo que equivale aproximadamente a 1. 629 trillones de dólares.

La BIDC incorporó estas variables, pues son una aproximación clara y contundente del papel instrumental de la cultura en el desarrollo económico. En una gran cantidad de los países de renta media y baja -en los cuales este proyecto hace énfasis- aún no se han realizado estudios de este tipo. En estos casos, la Batería brinda una aportación nueva en este campo. Por otra parte, ofrece un referente metodológico común, que hace posible comparaciones entre los países que la implementen.30

Una característica de las mediciones de estas variables es su complejidad metodológica, debido a la dificultad de identificar al sector cultural en las clasificaciones y las fuentes disponibles. Gracias a la informalidad en la que se desarrollan estas actividades en muchos países y a las características propias de los servicios culturales, su medición se torna difícil.31 La cultura a su vez, no sólo genera ingresos y empleo a través de actividades directamente consideradas como culturales, sino que también genera efectos indirectos e inducidos en otros sectores de la economía.

Dadas las restricciones de recursos y tiempos, la BIDC no pretende cubrir todos los desafíos que conllevan una medición exhaustiva de estas variables. Adopta así una postura pragmática que se aproxima al fenómeno. Aunque su método y alcance no abarca al sector entero, tiene el potencial de ofrecer resultados concluyentes que ponen de manifiesto a la cultura en términos de desarrollo económico.

28 UNCTAD, The Creative Economy (2008), pág. 25.29 En valor americano.30 Esta fue una demanda planteada por los países que participaron en la primera fase.31 Por ejemplo, la no permanencia de muchas de las actividades culturales.

1.1 El valor agregado cultural

El indicador central de la BIDC sobre el valor agregado es el porcentaje del aporte al PIB de las actividades culturales. Se incluyen actividades estrictamente culturales y otras transversales que forman parte de sus cadenas productivas. En estas últimas, la BIDC hace énfasis en las actividades del sector editorial y de la telecomunicación. La BIDC no es exhaustiva en la medición de las actividades informales, tan sólo pretende cubrir los datos disponibles en fuentes oficiales como el Sistema de Cuentas Nacionales o las oficinas de impuestos. Como mencionamos, aun con estas limitaciones, la batería puede ofrecer resultados concluyentes. Por ejemplo, en la primera implementación de la BIDC en Colombia, el cálculo del aporte de la cultura al PIB- utilizando este método- pasó del 2.78% al 3.21% en el periodo 2005-2008.

En los países en donde se aplique la batería y se tenga posibilidad de profundizar en esta variable, las desagregaciones sectoriales y las construcciones de series de tiempo que permitan comparaciones en el tiempo pueden ser de gran utilidad para el diseño de políticas. Usualmente las que tienen un mayor peso son las grandes industrias culturales como la televisión, la prensa y la radio y (en algunos países) el sector editorial.

Es importante observar las dinámicas de otros sectores de la cultura (relativamente emergentes) que aunque no generan valores agregados significativos como esas otras grandes industrias, pueden presentar tendencias crecientes. Industrias culturales y creativas tienen un gran potencial en las economías actuales, por ello es relevante obtener y abordar información sobre éstas para enfocar políticas de promoción y apoyo.

Un aspecto a considerar es la comparación de los valores obtenidos con otros sectores de la economía para comprender su magnitud. En la primea fase de la batería se constató que el aporte del PIB a la cultura en Ecuador fue equivalente a la contribución de la refinería de petróleo al PIB.32 Algo muy importante es contrastar este resultado con la financiación pública dedicada a la cultura.33

18

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

32 Un sector con peso significativo en la economía de este país.33 La financiación pública en cultura -que se relaciona con la dimensión de la BIDC sobre institucionalidad y gobernanza- conlleva a su vez una gran cantidad de complejidades para su medición. En la siguiente sección se mencionará brevemente porque sucede esta complejidad.

Sin abarcar la totalidad de la financiación pública, puede ser relevante contrastar el aporte de la cultura con el PIB y con otros elementos de financiación disponibles como la participación asignada a los ministerios, secretarías o consejos de la cultura en el total de lo asignado a las demás entidades centrales de un país. Por ejemplo, en la primera fase de la BIDC en Colombia, se observó que el aporte exclusivamente cultural (que no incluye ni las actividades conexas, ni las actividades culturales informales, ni todas las actividades del gobierno en cultura34) es mucho mayor que la participación de lo asignado a cultura, deporte, recreación, producción y emisión por medios de comunicación en el Presupuesto General de La Nación.35 La diferencia se apreció también en la participación del presupuesto del Ministerio de Cultura en el total de lo asignado a todos los ministerios. Esto permitió inferir que la inversión pública en cultura no corresponde con el impacto que generan las actividades culturales en la economía, ni con todas las necesidades culturales identificadas al abordar las otras dimensiones de la BIDC.

1.2 El empleo cultural

El indicador escogido por la BIDC para abordar el empleo cultural es el porcentaje de las personas con ocupaciones culturales del empleo total de la población. Esta estadística se concentra en las personas que tiene ocupaciones culturales y su construcción requiere obtener datos de las encuestas de hogares sobre empleo. Abarca a las personas que trabajan tanto en industrias culturales como en otras industrias y permite por lo tanto, identificar el empleo que la cultura aporta a las industrias no culturales, como sucede en casos como el diseño y el arte visual.

El empleo cultural cubre también universos no cubiertos por este enfoque como las personas con ocupaciones no culturales en industrias culturales, o el empleo que se genera en sectores como la hotelería y el turismo como efecto indirecto de acervos culturales. De nuevo, por razones pragmáticas, la BIDC se concentró sólo en abordar las ocupaciones culturales, lo cual permite cubrir una parte importante del empleo generado por el sector.

19

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

34 Tampoco incluye las artesanías ni los efectos indirectos del turismo cultural.35 Tanto en la participación presente como en el total, se incluyen las transferencias y se excluye la deuda.

Es importante recalcar, que tanto en países que implementen la BIDC como en otras iniciativas que se aproximen a este tema, el cruce de la variable sobre ocupaciones culturales con otras variables que ofrecen las encuestas de hogares de empleo, permiten no sólo demostrar la importancia de la cultura en el desarrollo económico, sino también diseñar políticas dirigidas a mejorar las condiciones de los trabajadores culturales. Estudios realizados en algunos países muestran que en los trabajos culturales existe una mayor flexibilización; una mayor participación de personas con contratos de corto tiempo y tiempo parcial; y con trabajos secundarios (pluriempleo).36 De igual manera se ha demostrado que las distribuciones estadísticas del ingreso recibido por personas con ocupaciones culturales son sesgadas, debido a que sólo unos pocos reciben altos ingresos (los artistas best sellers)37 mientras la mayoría reciben ingresos por debajo del promedio.

1.3 El gasto cultural

El porcentaje del gasto de los hogares en actividades, bienes y servicios culturales del gasto total de los mismos, es otro indicador propuesto en esta dimensión, muestra la dinámica económica de los bienes y servicios culturales que se transan en mercados finales y nos dice qué tanto los recursos generados en el sector provienen directamente de los ingresos de los hogares.38 Es un indicador económico pero también permite aproximarse al acceso cultural que sucede en los mercados.

Es posible enriquecer el análisis de esta variable por medio de su desagregación según los tipos de productos culturales y su cruce con variables sociales y económicas tales como los niveles de ingreso y los niveles educativos; así como la ubicación del gasto de acuerdo a zonas geográficas y distinciones entre las zonas rurales y urbanas. El gasto cultural tiende a concentrarse, tal y como se observó en el caso colombiano, en los hogares urbanos con mejores niveles de ingreso y educativos. Esta información es relevante para el diseño de políticas culturales.

20

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

36 BENHAMOU Françoise. Artists’ labour markets. En: Ruth Towse (ed.) Handbook of cultural economics, p. 69 – 75. Norfolk England. Edward Elgar Publishing, 2003. y ALPER, Neil y WASSALL, Gregory. Artist’s careers and their labor markets. En: Throsby David and Ginsburgh, Victor (ed.), Handbook of the economics of art and culture, Vol. 1, p.763-906, 2006. THROSBY, David. A Work-Preference Model of Artist Behavior. In: A. Peacock and I. Rizzo (ed.). Cultural Economies and Cultural Policies, p 69-80. Boston, Kluwer Academic Publishers, 1994.37 ROSEN, S. (1981). The Economics of Superstars. American Economic Review No. 71. p. 845-858.38 No ofrece un panorama completo de todo el gasto que se realiza en cultura, el cual también abarca gastos como los realizados por el Estado en servicios culturales que se ofrecen gratuitamente, ni tampoco los gastos que financian la publicidad.

1.4 Algunos desafíos en esta dimensión

Cabe señalar que las posibilidades, tanto nacionales como locales, que se pueden explorar para abordar las contribuciones de la cultura en la generación de ingresos, empleo y gasto son amplias. Existe la posibilidad de hacer mediciones rigurosas de la producción y el gasto cultural tanto privado como público a través de la implementación de Cuentas Satélite de Cultura; algo que ya se ha realizado en algunos países. Existe un manual metodológico para la implementación de estas cuentas en países latinoamericanos que ofrece, no sólo las bases para la construcción de estas cuentas, sino también una gran cantidad de conceptos útiles para la construcción de estadísticas económicas de la cultura.

Se pueden construir estadísticas de impacto económico de acervos patrimoniales o manifestaciones culturales particulares que incluyan efectos indirectos e inducidos. EI Instituto de Estadísticas de UNESCO (UIS) publicó hace poco, un estudio que recoge la gran mayoría de métodos existentes para la medición de la contribución de la cultura en la economía, el cual puede ser referente importante para cualquier iniciativa que profundice en el tema.

2. La dimensión de gobernanza e institucionalidad39

Esta dimensión hace referencia a la cultura como parte constitutiva del desarrollo. Busca evaluar y analizar los mecanismos institucionales que favorezcan los derechos culturales que promuevan la diversidad y fomenten la cultura como parte esencial del desarrollo. Aborda los compromisos y resultados en materia de gobernanza e institucionalidad cultural a través del grado de acción de las autoridades públicas en la formulación e implementación de marcos normativos, políticos e institucionales. Cubre también la disposición de infraestructuras culturales y los espacios para participar en procesos mediante los cuales se formulan e implementan las políticas culturales y se reconozcan y apliquen los derechos culturales. Su finalidad es identificar los desafíos, las deficiencias y las potencialidades institucionales que tiene la cultura para el desarrollo nacional y local.

21

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

39 Batería de Indicadores en Cultura para el Desarrollo : Manual Metodológico © UNESCO 2013 (en imprenta)

2.1 Índices de normatividad, institucionalidad y políticas

Para cubrir los marcos normativos, institucionales y políticos de protección y promoción de la cultura, los derechos culturales y la diversidad cultural, la BIDC propone la construcción de dos índices: uno que aborda el desarrollo del marco normativo y otro que se aproxima al marco político e institucional. Cabe aclarar que el primero estudia el grado en el que instrumentos jurídicos internacionales (con incidencia en el desarrollo cultural, los derechos culturales y la diversidad cultural) hayan sido ratificados y/o adoptados por los países y el grado en que la legislación y reglamentación nacional promueve (a través de la intervención del Estado y otras partes interesadas) los sectores y procesos culturales.

El índice de desarrollo del marco político e institucional abarca, por un lado, los objetivos, las orientaciones fundamentales, las estrategias y lineamientos prioritarios de las autoridades públicas destinados a proteger, fortalecer y promover procesos culturales; por otro lado, se enfoca en las principales características del sistema político-administrativo a cargo de la implementación del marco normativo y la formulación, aplicación y gestión de las políticas culturales. Abarca el tipo de organismos, el rango jerárquico, las principales competencias y el grado de descentralización, entre otros.

2.2 Infraestructura cultural

El indicador propuesto sobre infraestructuras culturales se enfoca en su repartición en las unidades político-administrativas inmediatamente inferiores al nivel estatal central (departamentos, estados o provincias) y su contraste con la población que reside en estos niveles. Busca con ello evaluar el grado de equidad regional. Cubre tres categorías de equipamientos e infraestructuras: los museos; las bibliotecas y mediatecas y los espacios de exhibición dedicados a las artes escénicas.

2.3 Participación de la sociedad civil

La participación de la sociedad civil en la gobernanza cultural se hace a través de un índice que se aproxima al grado de promoción de la participación de los representantes de los profesionales del sector cultural y las minorías en los procesos de formulación y ejecución de políticas, medidas y programas culturales que les conciernen.

22

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

Este índice se aproxima a las oportunidades ofrecidas a la sociedad civil (en particular a los profesionales del sector cultural y a las minorías) para participar en los procesos de formulación y ejecución de políticas, medidas y programas culturales que les conciernen, a nivel tanto nacional como regional/municipal/local.

2.4 Algunos desafíos en esta dimensión

Los índices que esta dimensión aborda son interesantes y novedosos. Los listados de instrumentos, normas, políticas y mecanismos a través de los cuales se construyen, permiten hacer una aproximación sobre cuánto ha avanzado un país en la implementación de instituciones que promocionen la cultura como un componente esencial del desarrollo. En aquellos países en donde el desarrollo institucional es aún débil, estos indicadores pueden servir de alarma y ser el punto de partida para asumir desafíos.

Las iniciativas que profundizan en esta dimensión pueden abordar estadísticas para evaluar las capacidades de gestión de las instituciones dedicadas a la cultura. La eficacia, pertinencia de la gestión a través de la cual estas instituciones y mecanismos cumplen sus funciones, es un tema de vital importancia para su desarrollo. Es de gran relevancia generar indicadores que permitan monitorear y evaluar el capital humano encargado de la gestión y administración pública de la cultura y que tome en cuenta sus particularidades y complejidades. Los niveles de participación, la permanencia, el alcance, la capacidad de decisión de los espacios de participación de agentes culturales, pueden ser campos de exploración. Es pertinente la elaboración de indicadores de monitoreo y evaluación de los programas y proyectos concretos que se gestan en éstos.

Uno de los campos de exploración en esta dimensión es la cuantificación de la cantidad de gasto e inversión pública en el sector y sus mecanismos de financiación. Esta información permite saber si las instituciones y normas cuentan con los recursos necesarios para cumplir sus objetivos. La medición de la totalidad de esta financiación puede ser muy compleja en varios países debido a los distintos niveles administrativos en los que se manifiesta. De igual manera puede haber entidades públicas cuya función principal no es cultural y llevan a cabo actividades de promoción cultural.

Asimismo, abre la posibilidad de que existan exenciones y exoneraciones de impuestos, bien sea para el mecenazgo y patrocinio de actividades culturales, como los dirigidos directamente a industrias culturales. Lo que el Estado deja de recibir por estos tratos tributarios preferenciales es también una forma de financiación pública indirecta.

23

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

Un posible camino en el abordaje de este tema es la gradualidad: cubrir distintas capas de la financiación a través de fases.

Finalmente, cabe resaltar que los indicadores relevantes para la política sobre infraestructura cultural claramente van más allá de su cuantificación, ubicación geográfica y contraste con la población. Para iniciativas en el plano nacional que tengan más tiempo y recursos son también oportunas estadísticas sobre acceso y usuarios; dotaciones y colecciones; tamaños y aforos de los espacios; los tipos de servicios que se ofrecen y la conectividad a internet y el uso de tecnologías.

3. La dimensión social40

La libertad de acceder a las actividades y al consumo de bienes y servicios culturales, así como al desarrollo de prácticas culturales, tiene el potencial de incidir en la calidad de vida de los individuos y, por ende, en el desarrollo. Esta dimensión mide los niveles de participación en la vida cultural y las posibles fracturas o exclusiones existentes, con la intención de evaluar y aproximarse al nivel de vitalidad cultural, a la apropiación social de las actividades culturales y a las divisiones o exclusiones al interior de una sociedad. En este sentido se aproxima al grado en el que las sociedades son capaces de promover la libertad de participar en la vida cultural y vivir la vida que se quiere de acuerdo con aquello que se tiene razones de valorar. Se aproxima también al nivel de confianza, apertura a la diversidad y tolerancia de la población y de esta manera busca proveer una comprensión de lo niveles de interrelaciones al interior de una sociedad.

3.1 La participación en actividades culturales y actividades culturales identitarias

La participación en actividades culturales es un tema social cubierto por una cantidad considerable de estudios, tanto nacionales como particulares, en varios países. Las fuentes empleadas son usualmente encuestas especializadas sobre consumos y prácticas culturales y tiempo de ocio. Estas encuestas comúnmente ofrecen una gran cantidad de información relacionada con variables sobre la participación y el acceso a tipos de actividades, productos culturales, hábitos, comportamientos y tipos de prácticas. No hay duda de la relevancia de las estadísticas que se obtienen de estas encuestas para el diseño de políticas culturales. La BIDC prioriza y se concentra en dos indicadores que se obtienen con variables que normalmente se pueden conseguir a través de encuestas especializadas o mediante encuestas realizadas en los hogares sobre calidad de vida o tiempo de ocio.41

24

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

40 Batería de Indicadores en Cultura para el Desarrollo : Manual Metodológico © UNESCO 2013 (en imprenta)41 Que usualmente desarrollan institutos de estadísticas nacionales.

El indicador propuesto por la BIDC para enfocarse en el tema es “el porcentaje de la población que ha participado en al menos una actividad cultural fuera del hogar en los últimos 12 meses”. En un mismo indicador se incluyen todos los tipos de consumos culturales que se realizan fuera del hogar. Abarca, por lo tanto, el número de personas que asistieron al menos una vez al cine, algún festival, teatro, danza, concierto, lugares patrimoniales, parques culturales e históricos, museos, galerías y ferias artesanales.

Los productos culturales a los que la población tiene más acceso son la televisión, radio, prensa y cada vez más, a los contenidos culturales en internet. Se consideró relevante concentrarse en el consumo fuera del hogar, dado que implica la elección de salir de casa para atender una actividad cultural particular y tiene una dimensión pública y social pues conlleva espacios físicos en los que sucede un cierto grado de interacción social. Actualmente la política cultural de los países se enfoca en atender la oferta que suple estas demandas fuera del hogar y por lo tanto, permite aproximarse a la demanda que están teniendo los servicios y acervos que son tanto apoyados como promovidos. Un aspecto muy importante para analizar este indicador es enfocar la atención en el reverso de su resultado; es decir, en la población que no ha asistido al menos a una actividad cultural fuera del hogar. En la primera fase de la batería en Colombia, en el 2008, el 29 % de la población no asistió en los últimos 12 meses al menos a una actividad cultural fuera de casa. Al desagregar el indicador según las participaciones en los distintos tipos de actividad que componen el indicador, el porcentaje de no asistencia en los últimos 12 años fue superior al 73% para cada tipo de actividad, lo que refleja una baja participación. Sin duda, un objetivo de la política cultural es que los individuos y comunidades tengan libertad para elegir las expresiones y contenidos que sean razones de vivir y valorar. El objetivo, probablemente no sea llegar a que al menos un 100% de personas asista a los diferentes tipos de actividad cultural que se dan fuera del hogar en los últimos 12 meses pero quizá sí tomar este indicador y plantearse metas en el mediano plazo, donde se obtenga alrededor del 50% de asistencia a cada una de las actividades.

El otro indicador propuesto es “el porcentaje de la población que ha participado en actividades culturales identitarias fuera del hogar en los últimos 12 meses”. Se incluyen prácticas y la asistencia a actividades de carácter simbólico que se realizan fuera del hogar como son los festivales locales o nacionales, las celebraciones comunitarias de eventos históricos y culturales, los ritos, los eventos y las ceremonias.

25

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

La relevancia de enfocarse en esta clase de actividades está en que tienen el doble efecto de incidir en la libertad de individuos y comunidades, de acceder a contenidos culturales y a su vez en que algunas de ellas son medios de expresión cultural y revitalización del patrimonio inmaterial.

3.2 Confianza y autodeterminación

Las otras variables de esta dimensión se aproximan a las relaciones entre la cultura y el capital social. Un primer indicador aborda el grado de confianza al interior de una sociedad frente a la población con otras culturas. Ofrece información sobre el nivel de confianza hacia personas con orígenes culturales diferentes y de esta manera hace posible un análisis de los niveles de tolerancia y de respeto a la diversidad. Permite determinar si las diferencias se perciben como algo ajeno e inaceptable o como experiencias que enriquecen la vida de todos. Otro indicador trata el grado de confianza interpersonal con la intención de analizar las aptitudes hacia la tolerancia y cooperación entre los miembros de una sociedad y su capital social.

Estas variables aparecen en los estudios sobre capital social que se hacen alrededor del mundo como “Las encuestas de valores o encuestas Gallup”. La BIDC propone estos dos indicadores para aproximarse de una manera muy general a las relaciones entre cultura y confianza.

Finalmente, la BIDC en esta dimensión propone un indicador sobre la percepción de la libertad de autodeterminación de los individuos que se obtiene también en las encuestas de capital social y valores existentes. Muestra qué tanto las personas piensan que tienen control de su vida. Se aproxima a los niveles de implementación del derecho individual a la autodeterminación, es decir, poder vivir la vida que se escoja de acuerdo a sus valores y creencias. Evalúa con ello el sentido de empoderamiento y las posibilidades de los individuos de decidir y orientar su desarrollo. Esta autodeterminación individual está relacionada con las libertades que permiten tener la vida que las personas valoran y tienen razones para valorar. Es un indicador en el que convergen todos los componentes del desarrollo pues es una forma de aproximarse a qué tanto las personas pueden elegir el modo de vida que desean tener.

26

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

3.3 Algunos desafíos en esta dimensión

Las posibilidades de exploración de la participación en actividades y prácticas culturales son amplias. En aquellos países en donde no se han desarrollado encuestas de consumos y prácticas culturales su puesta en marcha es sin duda un paso importante para aproximarse al tema. Estas pesquisas pueden desarrollarse en un nivel nacional y otro local. Es importante contrastar todas estas estadísticas de participación con información sobre infraestructura y oferta, para identificar vacíos y necesidades. Son también de gran utilidad este tipo de encuestas para poblaciones focalizadas atendidas por programas y proyectos particulares. La posibilidad de recurrir a metodologías cualitativas como la de grupos focales, complementa estas encuestas y profundizan en los comportamientos y motivaciones.

Un campo de exploración son las encuestas particulares sobre el comportamiento del lector y hábitos de lectura, no sólo de impresos sino también de contenidos en medios digitales e internet. La lectura tiene un peso considerable en el desarrollo de capacidades para potenciar y enriquecer la calidad de los individuos y por ende, el desarrollo, pues no sólo es un eje central en la formación del capital humano sino también un vehículo para conocer códigos y contenidos culturales que pueden incidir positivamente en la construcción de ciudadanía. Estadísticas en este campo son vitales para aproximarse a las relaciones entre cultura y desarrollo.

Es conveniente recalcar la relevancia de cruzar las variables de participación y acceso cultural con otras de carácter social, demográfico, económico y geográfico que permitan identificar disparidades y exclusiones, así como la identificación de los factores que las afectan. Visibilizar patrones y relaciones entre la participación cultural y el nivel educativo, las ocupaciones, la edad, la ubicación geográfica y los niveles de ingreso hace posible identificar necesidades y desafíos en este campo. En este sentido, es importante subrayar que las inequidades sociales se relacionan con las exclusiones e inequidades en el acceso a un conjunto importante de actividades culturales.

Las posibilidades de iniciativas que profundizan en las relaciones entre cultura y los componentes sociales del desarrollo están en la identificación de más variables e indicadores que se identifiquen en las encuestas sobre capital social; o en el desarrollo de instrumentos específicos, bien sea cualitativos y/o cuantitativos -nacionales o locales- que logren demostrar cómo las prácticas culturales, valores y actitudes impactan en el sentido de inclusión, cooperación y empoderamiento de los individuos y las comunidades.

27

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

4. La dimensión sobre educación42

Las interrelaciones entre educación y cultura pueden ser contundentes para lograr impactos en el desarrollo. La generación de capacidades para comprender y participar de la diversidad, para canalizar y revitalizar la expresión cultural y la apropiación social y salvaguardia del patrimonio, es un elemento sustancial del desarrollo. A partir de esta premisa, la BIDC propone indicadores en esta dimensión que hagan posible un análisis de la prioridad acordada por las autoridades públicas para el desarrollo de un sistema educativo que valore la interculturalidad, la diversidad cultural y la creatividad; promocione la apreciación de la cultura entre el público; incida en la creación de públicos informados; e influya en el empoderamiento cultural de sus ciudadanos y la promoción de una clase creativa competitiva.

4.1 Índice de escolaridad

El primer indicador de esta dimensión es el “índice de escolaridad media de la población con edades comprendidas entre 17 y 22 años ajustado en función de las desigualdades existentes”. Se construye con dos variables: la media de los niveles de educación alcanzados por la población en este rango de edad, y con una penalización o ajuste que tome en cuenta a la población que tiene estas edades con menos de cuatro años de escolaridad. Evalúa la implementación del derecho cultural a la educación en lo que respecta a la educación primaria y secundaria básica. Se aproxima al grado en que los niños y jóvenes tienen la posibilidad de beneficiarse de espacios positivos de interacción e integración social en igualdad de condiciones y acceder a los conocimientos, valores y aptitudes necesarios para contribuir al desarrollo de su sociedad, así como a su propio desarrollo personal continuo.

Detrás de la propuesta de este indicador subyace la idea de la interrelación entre la educación escolar y las capacidades para gozar una mayor diversidad cultural. Varios estudios han mostrado que un mejor nivel educativo conlleva a un mayor gasto en cultura, a una participación en actividades culturales fuera del hogar u al uso de Internet y lectura. 43 Un mayor capital humano escolar no sólo tiene el potencial de generar mayores ingresos para que las personas realicen gastos en cultura sino que también permite tener mayores capacidades para comprender y disfrutar actividades y productos culturales.

28

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

42 Batería de Indicadores en Cultura para el Desarrollo : Manual Metodológico © UNESCO 2013 (en imprenta)43 Esa hipótesis podría ser probada en estudios futuros a través de ejercicios econométricos.

Una gran cantidad de población no puede participar de muchas actividades culturales porque no tiene los ingresos ni las capacidades para poder disfrutarlos debido a un bajo nivel educativo. Con esto no se está diciendo que el nivel educativo sea el único factor que influye en las preferencias por los consumos culturales y las capacidades para su comprensión, pero sí que es un elemento que tiene un peso importante. Estas interrelaciones entre educación y cultura enfatizan la pertinencia de la inclusión de este indicador en la BIDC.

4.2 Plurilingüismo y educación artística en la educación secundaria básica

Otro tema cubierto en esta dimensión es la prioridad del sistema educativo en la valorización de la interculturalidad, la diversidad cultural y la creatividad en la educación secundaria básica. Un indicador es el porcentaje anual de horas escolares dedicadas a promover el plurilingüismo respecto al total de horas anuales de instrucción, dedicadas a lenguas en los dos primeros cursos de secundaria (grados 7-8). Abarca el grado de promoción del plurilingüismo en la educación secundaria básica como la aproximación al análisis de los niveles de fomento de la interculturalidad, así como de la valoración y entendimiento de la diversidad cultural a escala tanto nacional como internacional.

El otro indicador en este tema, es el porcentaje de las horas de instrucción anuales medianas dedicadas a la educación artística en los dos primeros cursos de la escuela secundaria (grados 7-8).

Se aproxima al grado en el que la educación artística es valorada en la educación secundaria básica y analiza también los niveles de fomento a la creatividad, los talentos creativos y la formación de públicos educados para la apreciación de las expresiones culturales.

Buenas capacidades de razonamiento abstracto, uso del lenguaje, conocimiento de las ciencias y de análisis, son parte esencial de la calidad de la educación escolar, pero también lo son las capacidades para desarrollar y comprender prácticas culturales y artísticas. Mejorar las capacidades para mejorar la participación cultural tanto en el corto como en el mediano y el largo plazo, no sólo impacta positivamente en el aumento de la cobertura, los niveles educativos alcanzados y la calidad de la educación: también por la incorporación de la formación artística en la educación escolar. Por ello, la relevancia de este indicador.

29

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

4.3 Formación cultural terciaria

La BICD se aproxima al desarrollo de capacidades que afectan directamente la expresión cultural a través de un indicador sobre estudiantes vinculados a la educación terciara en áreas relacionadas con la cultura. Es un indicador que abarca el grado de coherencia y cobertura del sistema educativo nacional, técnico y terciario, en el ámbito de la cultura. Evalúa el grado en que el sistema de educación nacional público y privado dependiente del gobierno es suficientemente completo a la hora de proponer a los profesionales presentes y futuros diversos tipos de formación (tanto técnica y profesional como terciaria o superior) para las diversas áreas culturales. Se busca tener indicios sobre los niveles de inversión por parte de las autoridades públicas en miras de potenciar el surgimiento de una “clase creativa” dinámica y competitiva. El indicador aborda la existencia de instituciones educativas, tanto públicas como privadas dependientes del gobierno, de educación técnica o profesional y terciaria o superior en las siguientes áreas: patrimonio, música, artes plásticas, visuales y aplicadas, gestión cultural y cine e imagen.

4.4 Algunos desafíos en esta dimensión

Las estadísticas que profundicen en esta temática pueden consistir en aproximarse también a otros tipos de formación en la etapa escolar que incidan en el desarrollo de capacidades para el desarrollo social y cultural. Por ejemplo, indicadores que aborden la enseñanza de prácticas y capacidades de lectura, tanto de libros en su sentido tradicional, como de lecturas a través de las nuevas tecnologías; el desarrollo de capacidades analíticas y críticas de contenidos audiovisuales; la formación en ciudadanía y el respeto de las instituciones; o la formación en ética que fomente valores como el respeto a la diferencia y a las minorías y valores sociales como la confianza y la reciprocidad.

Pueden incidir en el desarrollo cultural, la creación de instrumentos que permitan evaluar el impacto de modelos de caso donde se utilizaron estrategias de formación en todos estos campos, así como indicadores obtenidos con información de encuestas de consumos y prácticas culturales, que muestren las relaciones entre consumos, motivaciones y prácticas culturales con las trayectorias educativas de formación en las artes y los otros tipos de educación descritos.

30

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

Un tema relevante del cual obtener información en el ámbito de formación en profesionales de la cultura, es la relación entre los graduados y las ocupaciones posteriores, lo cual permite hacer un análisis sobre la oferta y la demanda laboral del sector y la pertinencia de los programas existentes así como la identificación de necesidades de nuevos programas o de un mayor número de estudiantes en programas relacionados con sectores particulares. Estudios recientes han mostrado en ciertos países la existencia de una sobre oferta de creadores en algunos sectores culturales y una demanda no satisfecha de trabajadores aptos para desempeñar labores técnicas en eslabones particulares de las cadenas productivas de las industrias culturales.

5. La dimensión de las comunicaciones44

Esta dimensión evalúa en qué medida se promueve una interacción entre la cultura y la comunicación. Aborda el respeto y promoción del derecho a la libertad de expresión, entendida como pilar del desarrollo de sociedades participativas y abiertas, y condición de un entorno favorable para la creatividad y la diversidad cultural. Asimismo trata la promoción para acceder a las tecnologías digitales, y en particular a internet, que están modificando considerablemente los modos de comunicación entre las personas y las formas de acceso, creación, producción y difusión de las ideas, informaciones y contenidos culturales. Mide también la diversidad de contenidos en los sistemas públicos de radio y televisión que propicien una participación cultural discrecional basada en opciones, así como el acceso a espacios de difusión para promover diversos productos culturales y en particular, a las producciones y contenidos locales.

Al contemplar dichos aspectos de la interacción entre la cultura y la comunicación, esta dimensión tiene por objeto comprender mejor los resultados positivos de esas relaciones y analizar en qué medida éstas contribuyen a promover los derechos culturales y al desarrollo inclusivo y sostenible.

5.1 Libertad de expresión

El primer indicador de esta dimensión es el índice de libertad en la prensa escrita, en la radio y la televisión y en los medios basados en internet. La existencia de medios de información libres, independientes y pluralistas es esencial en toda sociedad para garantizar la libertad de opinión y expresión, así como la libre circulación de información, ideas, conocimientos y contenidos culturales.

31

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

44 Batería de Indicadores en Cultura para el Desarrollo : Manual Metodológico © UNESCO 2013 (en imprenta)

Este indicador evalúa la existencia de un entorno favorable a nivel jurídico, político y económico, el funcionamiento de medios de información libres y, por consiguiente, el grado en que se garantiza el derecho a la libertad de expresión a escala nacional. Una ventaja de este indicador es que se encuentra disponible para una gran cantidad de países en un estudio que realiza el Freedom Press House. Esta investigación muestra no sólo las estadísticas sino también un marco de interpretación para determinar si los países deben considerarse libres, parcialmente libres, o no libres.

La BIDC también propone un indicador complementario, el cual cubre los marcos normativos y la opinión de expertos, a partir de los cuales se construye tanto el índice descrito como la percepción de la población en general. El indicador es el porcentaje de la población que cree que la libertad de prensa está plenamente garantizada en su país. Las fuentes de información en este caso son las encuestas realizadas en los hogares. Con este indicador se espera proporcionar información adicional y complementaria a la evaluación sobre la libertad de la prensa, de la difusión por radio y televisión y de los medios basados en internet, incluyendo una dimensión subjetiva centrada en la percepción de la libertad de expresión. El objetivo de este indicador es, por consiguiente, apreciar hasta qué punto las personas sienten que pueden ejercer su derecho a la libertad de expresión.

5.2 Uso de internet

La BIDC propone el indicador “porcentaje de usuarios de internet” como medida de aproximación para evaluar el grado en el que se promueve y está democratizado el uso de las tecnologías digitales a nivel nacional. Esta línea parte de la hipótesis de que una mayor utilización de las nuevas tecnologías -por parte de sectores cada vez más amplios de la población- tiene el potencial de contribuir al desarrollo social, cultural y económico. Por lo tanto, es otra forma de aproximarse a la capacidad de la población de un país para acceder a contenidos culturales y creativos y desarrollar nuevas formas de creatividad y participación. Indirectamente se aproxima al nivel de las inversiones públicas y privadas destinadas a crear un contexto propicio para el desarrollo de una sociedad basada en el conocimiento por medio de la mejora de las infraestructuras, reglamentaciones, políticas y medidas diversas encaminadas a garantizar un acceso asequible, fiable y libre a las nuevas tecnologías.

32

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

5.3 Diversidad cultural en la televisión

Con el fin de obtener información sobre la diversidad cultural que fluye por las grandes industrias culturales audiovisuales -medios de comunicación- la BIDC se concentra en la diversidad de contenidos de ficción en la programación de la televisión pública. El indicador seleccionado es la “proporción del tiempo dedicado anualmente a la difusión de programas televisivos de ficción nacionales, con respecto al total del tiempo dedicado anualmente a la difusión de programas de ficción en los canales de televisión públicos de acceso libre y gratuito”. Esta proporción muestra el grado de promoción y de oferta de obras de ficción nacionales - incluidas las realizadas en coproducción- en el marco de los servicios públicos de televisión abierta. Esto permite apreciar el apoyo proporcionado por el sector público al desarrollo de la industria audiovisual nacional, de los contenidos y expresiones culturales locales y de la variedad de opciones que puede disponer el público en el plano nacional.

Las estadísticas sobre la diversidad de contenidos en la producción, difusión y exhibición (oferta) y en el acceso (la demanda) a productos culturales son de gran conveniencia para las políticas encaminadas a fomentar la diversidad cultural de los países. En cada uno de los sectores que conforman la cultura se podrían construir indicadores que se aproximen a la diversidad cultural en la oferta y la demanda. Este puede ser uno de los principales desafíos del desarrollo estadístico cultural en los países. El Instituto de Estadísticas de UNESCO -UIS- publicó en 2011 una propuesta metodológica que propone índices que cubren conceptos centrales para abordar la diversidad como son la varianza, el balance y la disparidad, la cual puede ser un referente importante de futuras iniciativas en este campo.

6. La dimensión del patrimonio

La gestión, protección, conservación, recuperación, salvaguardia, sostenibilidad y divulgación del patrimonio material e inmaterial es un uno de los ejes centrales de la protección y promoción de la cultura, los derechos culturales y la diversidad cultural. Las libertades y derechos de valorar, proteger y disfrutar los acervos y las manifestaciones patrimoniales son elementos esenciales del desarrollo. Por esto, la inclusión de esta dimensión en la BIDC es de gran relevancia. La guía metodológica de esta dimensión está aún en proceso y no se han difundido las versiones definitivas de los indicadores escogidos.

33

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

Una de las explicaciones del proceso largo que ha requerido esta dimensión es la dificultad para encontrar indicadores que sean relevantes, cuya lectura sea fácil y que se puedan construir en fuentes secundarias existentes en el marco de los tiempos y recursos establecidos por el proyecto.

En la primera fase, se manifestó el interés por aproximarse al grado de voluntad política y compromiso de las autoridades públicas en la conservación, salvaguardia y valorización del patrimonio material e inmaterial de un país. En este sentido se trató de hacer una aproximación a las políticas públicas, los recursos y los compromisos encaminados a garantizar la sostenibilidad del patrimonio cultural.

La información básica para abordar este tema son los registros oficiales del patrimonio material e inmaterial en el ámbito nacional, los cuales se aproximan de manera general al nivel de institucionalidad que existe en este ámbito y al tipo de patrimonio que es valorado en los países. Otra información cubierta fue la financiación pública destinada al patrimonio, pero su medición tiene las mismas complejidades como medir la financiación pública general en cultura, e incluso mayores debido a que ésta conlleva mayores desagregaciones para su identificación. Una vez que se publique la versión final de la metodología, se podrá tener acceso a los indicadores fijados para la nueva fase.

Antes de explicar la siguiente dimensión, cabe señalar que las estadísticas que profundizan en las relaciones entre el patrimonio cultural y el desarrollo no sólo tienen la posibilidad de indagar en el compromiso de las autoridades públicas para con el patrimonio material inmaterial. Otro ámbito que se puede explorar en esta dimensión es la apropiación social del patrimonio. De acuerdo a las nuevas nociones de patrimonio, las comunidades juegan un papel protagónico no sólo en la valoración de su patrimonio sino también en la gestión, protección, conservación, salvaguardia, promoción y divulgación del mismo.

Estadísticas que se acerquen a este tema pueden ser relevantes. Por ejemplo, sería interesante aproximarse a los niveles de involucramiento de las comunidades en la gestión del patrimonio, los niveles de participación y acceso, la valoración social, histórica, económica y cultural que las comunidades, los expertos y la sociedad en general, hacen de los acervos y las manifestaciones patrimoniales. Existen métodos que la economía de la cultura ofrece para abordar estas valoraciones del patrimonio, como son las valoraciones contingentes, las valoraciones de costos de transporte, de precios hedónicos, entre otros.

34

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

7. La dimensión de equidad de género45

La equidad de género es un aspecto esencial del desarrollo sostenible. La igualdad de oportunidades sociales, económicas, políticas y culturales para que toda la población pueda gozar de libertades en estos campos sin ninguna discriminación es una de las metas centrales. Reducir las inequidades entre mujeres y hombres es una de las líneas de acción centrales de los países para cumplir con estos objetivos. Ciertos valores y aptitudes culturales pueden incidir en que la discriminación contra mujeres persista, pero otros pueden influir para que se reduzca y desaparezca.

En todos los casos, los valores y aptitudes culturales son permeables a las políticas y medidas activas en favor de la equidad de género y no son estáticos sino que evolucionan. Incluso, la cultura y la equidad de género tienen el potencial de reforzarse mutuamente. Por ejemplo, la equidad de género en aspectos sociales puede contribuir a generar nuevas dinámicas de expresión cultural o hacer que los accesos y las demandas de bienes y servicios culturales se amplíen. Las mujeres pueden jugar roles que antes no tenían en la generación de valores y modos de vida y por lo tanto afectar y enriquecer prácticas culturales.

La premisa que sostiene la inclusión de esta dimensión en la BIDC, es que el respeto y la valorización de la equidad de género “es un cuestión de respeto de la dignidad humana, de disfrute de los talentos disponibles en todas las instancias de la sociedad, y de hacer uso del espectro total de puntos de vista, trabajos y desafíos para alcanzar una verdadera vida cultural”.46

En esta dimensión la BICD busca medir el grado en el que la igualdad de género es percibida como importante en las estrategias de desarrollo nacional, del respeto de los derechos humanos (incluidos los derechos culturales) y de la construcción de una sociedad abierta e inclusiva. Esto se hace a través de indicadores que muestran qué tanto las mujeres y hombres disfrutan de igualdad de oportunidades en dominios clave de la esfera pública (educación, política, participación en la fuerza laboral) y el grado en que las actitudes individuales son favorables a la igualdad de género.

35

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

45 Batería de Indicadores en Cultura para el Desarrollo : Manual Metodológico © UNESCO 2013 (en imprenta)46 Cliché, “Women and cultural policies”, 4.

La BIDC se aproxima a la valorización que los países hacen de la igualdad de género a través de políticas, intervenciones e inversiones específicas que influencien en actitudes y precepciones sobre esta equidad. Está también interesada en medir cómo estas intervenciones se relacionan o distancian con las situaciones reales y las percepciones de inequidades de género. Al abordar las correlaciones o vacíos entre las valoraciones públicas y las percepciones sobre igualdad de género, abordar ambos temas permite percibir cómo los valores culturales y actitudes pueden influenciar positivamente en favor de la igualdad de género.

El nivel de valorización de la igualdad de género en una sociedad determinada, se hace a través de un indicador que contiene información sobre diferencias entre mujeres y hombres, en los dominios políticos, laborales, educativos y la violencia contra la mujer. El indicador se construye con datos e información sobre los niveles educativos alcanzados, la participación en el mercado laboral, el sistema de representación de género en el sistema político, y la legislación nacional relacionada con la violencia contra la mujer.

A través de la interacción de estas variables, este indicador examina el grado en el que mujeres y hombre disfrutan las mismas oportunidades y derechos para hacer parte de la vida cultural social y económica de un país y se aproxima al grado en el que la igualdad de género es valorizada como un derecho humano y un factor de desarrollo que aporta en la construcción de sociedades abiertas e inclusivas.

El otro indicador comprende las percepciones sobre la igualdad de género. Mide qué tanto la igualdad de género es percibida positivamente y apoyada entre los miembros de una sociedad. El indicador se construye con preguntas que provienen de la Encuesta de Valores, relacionadas con precepciones sobre el desempeño de mujeres y hombres en el trabajo, en la educación y en espacios políticos.

El contraste entre este indicador y el anterior, permite evaluar las diferencias existentes en la valorización de igualdad de género, entre la legislación pública e inversiones, y entre las precepciones individuales sobre el tema. Las brechas pueden mostrar que existen otras instituciones informales como prácticas culturales y sociales de exclusión que generan esas inequidades de género.

36

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

Finalmente, sobre esta dimensión es posible profundizar en los dos temas cubiertos por los indicadores, e indagar con mayor detalle en las relaciones entre la cultura y las brechas entre ambos campos. Es también de gran relevancia en todas las estadísticas que se desarrollan en las dimensiones descritas, hacer desagregaciones según sexo que permitan identificar si en el campo cultural existen inequidades y exclusiones de género.

Un tema que vale la pena resaltar sobre las relaciones y tensiones entre la equidad de género, la cultura y el desarrollo social y económico, es el embarazo en edades tempranas en poblaciones con menores ingresos. Este fenómeno tiene un impacto contundente en la propagación de la pobreza en países de renta media, media baja y baja. Los cambios educativos y culturales pueden tener el potencial de incidir en una disminución de este fenómeno y por tanto, estadísticas que se aproximen a estas interrelaciones serían de gran relevancia.

V. La BIDC como posible punto de partida para iniciativas estadísticas sobre cultura y desarrollo

Aunque la BIDC tenga un carácter nacional y su enfoque pertenece más al ámbito de la investigación que al de la evaluación, hemos visto que las propuestas y planteamientos que se hace en cada una de las dimensiones expuestas pueden servir de base para desarrollos estadísticos que se lleven a cabo en niveles territoriales menores al interior de los países. Sus aproximaciones pueden servir también como un insumo para la evaluación de proyectos y programas culturales determinados.

Vimos que los criterios de selección de las variables e indicadores que se proponen en cada dimensión de la BIDC, están mediados no sólo por la necesidad de cubrir sus objetivos, las contribuciones y relaciones que se pretende abordar, sino también por criterios pragmáticos de que los indicadores sean factibles, sólidos, sencillos y de fácil lectura, además de que la información obtenida provenga de fuentes secundarias dentro de los países en los que se aplica. En varios de los “países objetivo” de la BIDC, los datos son escasos, fragmentarios y/o parciales, y por ende selecciona indicadores posibles y que cumplan con el objetivo de mostrar las relaciones que se pretende cubrir.

Otro aspecto a tomar en cuenta, son las restricciones de los recursos y los tiempos contemplados para su implementación. Los indicadores seleccionados se rigen bajo estos parámetros, son consistentes y se aproximan a los fenómenos abordados. Sin embargo, pudimos apreciar que sus dimensiones pueden ser abordadas, exploradas y profundizadas con más detalle, a través de desarrollos estadísticos que tengan otros criterios de aplicación y menos restricciones de tiempo y recursos.

37

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

En algunos países en donde existe información disponible en fuentes secundarias, parece que es posible probar indicadores alternativos, desagregaciones y cruces con otras variables relevantes, para comprender detalladamente los fenómenos abordados en cada dimensión. Si una iniciativa tiene la posibilidad de producir información de fuentes primarias, se podrían abordar métodos que cubran universos más amplios e indicadores que den cuenta de fenómenos más detallados. Como mencionamos, varias de las sub-dimensiones propuestas por el BIDC conllevan dificultades y desafíos metodológicos.

Este proyecto resuelve y propone caminos para abordarlos, pero iniciativas que cuenten con una mayor cantidad de tiempo y recursos disponibles, podrían ir más allá y encontrar e implementar métodos y procesos que asuman desafíos metodológicos no cubiertos o resueltos por la BIDC. Pueden también hacerlo gradualmente a través de etapas que se acomoden a las restricciones de recursos que se tengan en los distintos periodos de desarrollo.47

Todo lo anterior nos muestra que más allá de los alcances de su implementación, la BIDC puede ser también un referente útil para la elaboración de indicadores y desarrollos estadísticos que tengan la posibilidad de aproximarse a las relaciones entre cultura y desarrollo desde una perspectiva más amplia; que se lleven a cabo atendiendo necesidades particulares; que se realicen desde otros instancias territoriales; y que utilicen enfoques más detallados o a un nivel micro.

Es importante señalar que las dimensiones de la BIDC que se aproximan a determinar qué tanto los países avanzan en la promoción de los derechos culturales -es decir las que abordan a la cultura en su papel constitutivo del desarrollo- cubren estadísticas culturales que varios países48 han desarrollado para evaluar sus proyectos y programas, así como para identificar necesidades en las políticas. Es el caso de las estadísticas relacionadas con infraestructura cultural y participación cultural (encuestas de consumo cultural).

Esto nos muestra que las estadísticas culturales son una fuente y un punto de partida para los países que cuentan con estos avances y que decidan utilizar la BIDC, además pueden ser tomadas e interpretadas como herramientas útiles para que la cultura sea incorporada en estrategias nacionales de desarrollo.

38

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

47 Se aconseja en este sentido tomar contacto directamente con el equipo UNESCO de la BICD para compartir enfoques desarrollados en otros países y alinear resultados ([email protected] y [email protected])48 Que cuentan con institucionalidad y políticas culturales.

REFERENCIAS

Alper, N. y Wassall, G. (2006). “Artist’s careers and their labor markets”. in: Throsby David and Ginsburgh, Victor (ed.), Handbook of the economics of art and culture, Vol. 1, p.763-906.

Banco Mundial (2011). “Measuring legal gender parity for entrepreneurs and workers in 128 economies”. Woman, Business and the Law.

Becker, G. S. (1996). Accounting for tastes. Harvard University Press.

Benhamou Françoise (2003). “Artists labour markets” en: Ruth Towse (ed.) Handbook of Cultural Economics, p. 69-75. Edward Elgar Publishing, Norfolk England.

Cameron, S. (1990). “The demand for cinema in the united kingdom” Journal of Cultural Economics, number 14, p. 35-47.

Canclini García Néstor (1999). Las industrias culturales en la integración latinoamericana, Editorial Eudeba, Buenos Aires.

Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, UNCTAD. “The Creative Economy Report”, 2008.

Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de Chile, Los trabajadores del sector cultural en chile. Estudio de caracterización. Departamento de estudios y documentación. Convenio Andrés Bello, 2004.

Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, CONACULTA, “Encuesta nacional de prácticas y consumo cultural”, 2004.

Dupuis, Xavier. (2009). Política tributaria y democratización de las prácticas culturales: la prueba de los hechos. La economía del espectáculo. Una comparación internacional. Editorial Gescenic Barcelona.

Encuesta mundial de valores (wvs, por sus siglas en inglés) en: http://www.worldvaluessurvey.org

39

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

Freedom House, “índice de libertad de prensa”, en: www.freedomhouse.org

Hodgson Geoffrey M. (1997). “La ubicuidad de los hábitos y las reglas”, artículo originalmente publicado en el Cambridge Journal of Economics 21, 6, 663-684. Traducido por Alberto Supelano y Carolina Esguerra. Universidad Externado.

Jutting J. P, Morrisson C., Dayton-Johnson J., Drechsler, (2009). Measuring Gender Inequality: introducing the gender institutions and development data base (GID). OECD Development Center, Working Paper No. 247.

Libreros Marion, López Omar (2009). Cuenta Satélite de Cultura. Manual metodológico para su implementación en Latinoamérica. Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo, AECID, Convenio Andrés Bello, Bogotá, p. 231.

López O.L. (2008). El hábito de lectura en Colombia desde la teoría del capital de consumo, 15th International Conference of the Cultural Economists.

Mcdonald, G. (1988) “The economics of raising stars”. American Economic Review no. 78, p. 155-166.

Ministerio de Cultura de Colombia, Fundalectura, la Cámara Colombiana del Libro y el Centro Regional para el Fomento al Libro en América Latina y el Caribe, CERLALC. Hábitos de lectura, asistencia a bibliotecas y consumo de libros en Colombia, 2005.

Organización de Naciones Unidas, ONU. Conclusiones de la Cumbre de Naciones Unidas sobre los objetivos del desarrollo del Milenio, 2010.

Organización de Naciones Unidas, ONU. Adopción por parte de la asamblea general de naciones unidas de una resolución específica sobre cultura y desarrollo, 2010.

ONGS OXFAM, Casa de la mujer, Sisma mujer, Colectivo de abogados José Alvear Restrepo. Violencia sexual en contra de las mujeres en el contexto del conflicto armado colombiano: 2001-2009, 2011.

Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura UNESCO.

40

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura UNESCO, Convención para la protección y promoción de la diversidad de expresiones culturales, 2005.

Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO. Informe de la Comisión Mundial Cultura y Desarrollo de la UNESCO “Nuestra diversidad creativa”, 1996.

Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO. Marco de estadísticas culturales, instituto de estadísticas, 2009.

Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO. Measuring the diversity of cultural expressions applying the stirling model of diversity in culture, instituto de estadísticas, 2010.

Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO. Measuring the economic contribution of cultural industries:a review and assessment of current methodological approaches,2012.

Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO. World culture report, cultural diversity, conflict and pluralism, 2000.

Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO. World culture report, culture creativity and markets,1998.

Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO. World report, investing in cultural diversity and intercultural dialogue, 2009.

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD. Informe sobre Desarrollo Humano 2004: la libertad cultural en el mundo diverso de hoy, 2004.

Rosen, S. (1981). “The economics of superstars”. American economic review No. 71, p. 845-858.

Sen Amartya (2004). how does culture matter? in: Vijayendra Rao and Michael Walton (Ed.) Culture and public action. Stanford, Stanford University Press.

41

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

Sen Amartya (2000).Libertad y desarrollo. Editorial Planeta.

Smith, Thomas (1998). The addiction to culture. Association for Cultural Economics International en Barcelona, p. 14-17.

Sudarsky John (2005). Measures of the social capital in Colombia, Encuesta de Valores (wvs por sus siglas en ingles). Centro Nacional de Consultoría.

Throsby, D. (1994). “The production and consumption of the arts: a view of cultural economics”, Journal of economic literature.

Throsby, David and Hollister, Virginia. (2003). Don’t give up you day job: an Economic study of professional artists in Australia. Sydney: Australia Council, p. 145.

Throsby, David (1994). A work-preference model of artist behavior. in: a. Peacock and i. Rizzo (ed.). Cultural economies and cultural policies, p 69-80. Boston, Kluwer Academic Publishers.

42

Reflexiones para abordar estadísticas sobre las relaciones entre cultura y desarrollo a partir de los avances de la Batería de Indicadores C+D UNESCO

2 Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

Olga Nirenberg *

I. Intervenciones sociales1

Significado

El concepto de intervención social comprende un abanico amplio de iniciativas y acciones que se realizan en diferentes niveles y que pueden variar desde proyectos locales, comunitarios, hasta políticas y programas de gobiernos nacionales, provinciales/estatales o municipales/distritales, así como iniciativas de organismos o agencias de cooperación internacional, de organizaciones no gubernamentales y de empresas. Pueden referirse a distintos campos o sectores, como los de cultura, salud, educación, desarrollo social, desarrollo económico o productivo, trabajo, medio ambiente, vivienda, seguridad, entre otros.

En síntesis, por intervención social se entiende un conjunto de actividades que reúne las siguientes características básicas:

• Se realiza de manera formal u organizada, es decir, programada, acorde con supuestos conceptuales, según una teoría del cambio.

• Responde a necesidades, disconformidades o situaciones problemáticas, priorizadas y definidas socialmente, que no pueden ser satisfechas o superadas en forma individual.

• Se orienta al cambio, a transformar situaciones insatisfactorias hacia modelos deseables.

• Aspira a una legitimación pública o social.

Se interviene para cambiar, transformar, mejorar situaciones o modos de realizar acciones que no resultan satisfactorias o efectivas.

* Doctora en Ciencias Sociales. Miembro fundadora y directiva del Centro de Apoyo al Desarrollo Local, CEADEL, desde 1986 hasta la fecha. Actualmente, en el marco de un convenio entre CEADEL y UNICEF Argentina, coordina el Proyecto de Autoevaluación de la Calidad Educativa (IACE) en escuelas públicas primarias y secundarias de Argentina.1 Este texto constituye la base sobre la cual realicé mi ponencia en el Seminario Cultura y Desarrollo: aplicación de indicadores, celebrado en la Ciudad de México el 4 y 5 de octubre de 2012, organizado por la Secretaría de Cultura del Distrito Federal.

43

La aspiración de las intervenciones para una legitimación pública o social tiene que ver con el hecho de que las necesidades y situaciones problemáticas, así como las modalidades propuestas para su alivio o resolución, sean consideradas asuntos de responsabilidad pública o social. En consecuencia, requieren de regulación o involucramiento de los poderes públicos y/o el de la sociedad.

Los enfoques actuales en las intervenciones sociales combinan tanto la satisfacción de las necesidades fundamentales como el respeto por los derechos generales y específicos, que agregan la exigibilidad de su cumplimiento por parte tanto de los Estados como de las demás instituciones garantes. En ese sentido, toda intervención social debe contribuir a disminuir brechas existentes entre grupos poblacionales que conforman una sociedad, en el acceso y utilización de los bienes y servicios de interés social y cultural. Ahí reside el criterio de equidad.

Para lograr avances en la equidad no son aconsejables las modalidades asistenciales / paternalistas, sino aquellas que aseguren el protagonismo y empoderamiento de los propios destinatarios.2

Atributos deseables de las intervenciones sociales

No importa cuál sea la índole de la intervención (política, plan, programa, proyecto) o el campo temático al que se refiera, hay algunos atributos que deberían caracterizar su gestión. Estos son, básicamente:

• Carácter integral: implica adoptar miradas amplias y abordajes holísticos, superadores de los modelos restringidos que al momento de afrontar la solución de un problema ponen el foco sólo en determinados factores, dejando de lado otros. Significa considerar los fenómenos desde una perspectiva multidimensional y tomar en cuenta los factores relevantes –negativos y positivos– relacionados con la problemática en cuestión.

44

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

2 Se aclara que en este texto se da por sentada la orientación hacia el logro de la equidad en materia de género y se usa sólo el tradicional masculino genérico para no dificultar la lectura fluida y comprensiva. Esta decisión se funda, por un lado, en el hecho de que los lingüistas no se han puesto de acuerdo acerca del uso del “o/a” o de la “@” para denotar lo femenino/masculino y, por otro, en las recientes recomendaciones al respecto del Prof. Ignacio Bosque, de la Real Academia Española, en su artículo “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer” (www.rae.es).

• Carácter equitativo: ya se anticipó que toda intervención social debe procurar disminuir las brechas existentes entre diferentes segmentos poblacionales de una sociedad, en cuanto al grado de satisfacción de sus necesidades fundamentales, específicamente en su acceso a los bienes y servicios.

• Carácter preventivo, promocional, no exclusivamente asistencial o reparador: significa tomar en cuenta las características procesuales en la construcción de los problemas y daños y la ventaja de su temprana solución para una mayor eficacia en términos de resultados positivos y menor costo final. Esto implica que se incluyan los diferentes planos o eslabones de la acción: promoción, prevención, asistencia y rehabilitación.

• Articulación entre actividades, programas y/o proyectos que se orientan a una misma población y/o problemática: es necesaria para evitar acciones fragmentadas o sin relaciones entre sí, para aprovechar la sinergia que puede producirse cuando las acciones son articuladas, coordinadas o complementarias.

• Carácter asociativo de la gestión y conformación de redes entre organizaciones y actores diversos: esas articulaciones deben ser previstas desde la formulación, lo que implica la presencia de intenciones o compromisos interinstitucionales previos a su ejecución, que luego serán concretados durante la implementación.

• Carácter participativo: implica el involucramiento de los actores significativos en los procesos de la gestión, principalmente de la población destinataria.

Esos atributos deberían ser tomados en cuenta en los diferentes momentos del ciclo de la gestión de las intervenciones: al planificar, al ejecutar y al evaluar. Nos detendremos brevemente en algunos.

Los enfoques promocionales tienen que ver con anticiparse a los daños o problemas mediante la transferencia de capacidades a los propios actores para que puedan controlar los factores que inciden, ya sea obturando o facilitando, en el logro de su calidad de vida y la satisfacción de sus necesidades. El concepto de promoción se vincula con el concepto más actual de empoderamiento, proceso por el cual las personas o los grupos adquieren mayor control sobre el desarrollo de sus vidas, así como mayor autodeterminación.

45

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

Ambos términos se refieren a la toma de conciencia de los factores que influyen sobre el curso de vida y la asunción de cierto poder de decisión sobre el propio destino, para alcanzar mayores grados de control de esos factores. Implica llegar a grados más altos de autonomía y libertad por parte de los grupos y los individuos.

La multidimensionalidad de las problemáticas socioculturales motiva que las respuestas apropiadas deban adquirir cualidades intersectoriales e interdisciplinarias. La intersectorialidad significa el compromiso de varios actores institucionales, para desarrollar un trabajo coordinado entre diferentes áreas sectoriales, con vistas a objetivos comunes, acordados entre todos. La interdisciplina es un concepto más ligado al conocimiento y al ámbito académico, pero al igual que la intersectorialidad, cuestiona los criterios de causalidad lineal o única y procura evitar la fragmentación de los fenómenos por conocer o abordar.

La gestión asociativa se refiere a la planificación y gestión compartida, con objetivos comunes, entre organizaciones estatales y organizaciones de la sociedad civil, para solucionar problemas sociales en un espacio territorial o poblacional definido. Es una forma progresiva –ascendente– de participación, en primer lugar porque en la base es donde se formulan y priorizan las propuestas que las autoridades de gobierno tomarán en el marco de mecanismos vinculantes. En segundo lugar, porque la participación no sólo se da en los inicios del proceso de formulación de las políticas, en forma de expresión de necesidades y demandas, sino también en los demás momentos del ciclo: determinación de las estrategias y líneas de acción, realización de las actividades, monitoreo, ajustes y evaluación.

El trabajo en red es una estrategia vinculatoria, de articulación e intercambio entre instituciones y/o personas, que deciden asociar voluntaria y concertadamente sus esfuerzos, experiencias y conocimientos para el logro de fines comunes. Las redes son organizaciones heterárquicas, es decir que existen varios centros de poder o nodos (no uno sólo); es una forma de organización social más adaptativa y eficaz que las estructuras jerárquicas tradicionales. Las entidades que integran la red no pierden su propia identidad o misión, sino que se vinculan con las demás en torno a cuestiones específicamente acordadas.

La participación es un concepto emblemático y polisémico –por su carga simbólica y por los diferentes significados que se le atribuyen de acuerdo con características sociales, económicas, políticas, culturales, etarias, de época, de género, etcétera – pero parece haber coincidencia en que participar es estar involucrado, tomar parte o influenciar los procesos, las decisiones y las actividades en un contexto o campo de acción en particular.

46

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

Las razones para la participación de los individuos en la sociedad global, en particular en la gestión de intervenciones son de tres tipos: en primer lugar, las axiológicas o basadas en valores; en segundo lugar, las epistemológicas, referidas a la producción de conocimiento válido y, por último, las pragmáticas, vinculadas a la eficacia de las intervenciones que procuran transformar situaciones, concepciones y comportamientos de las personas (Nirenberg, Brawerman y Ruiz, 2003).

En cuanto a los motivos axiológicos, la participación es un valor social deseable, un derecho humano que debería ser respetado y ejercitado, pues todas las personas deberían tener la posibilidad (voluntaria, no coercitiva) de tomar parte en aquellas decisiones sobre cuestiones que pueden afectar su vida actual o futura.

Con referencia a los fundamentos epistemológicos, la participación de todos los que están involucrados en un determinado contexto permite un mayor conocimiento acerca de esa realidad y sobre el modo más efectivo para intervenir en ella, para introducir cambios o mejoras. Es conveniente que las diferentes personas involucradas puedan expresar sus propios intereses y preferencias, así como sus conocimientos y puntos de vista acerca de las problemáticas y sobre las estrategias más eficaces y recomendables para solucionarlas. Esto permite enriquecer el conocimiento técnico con el saber popular o tradicional y viceversa.

En cuanto a las razones pragmáticas, se supone que la viabilidad y efectividad de las intervenciones será mayor si los actores implicados participan desde el principio y en todas las etapas de la gestión: desde el diagnóstico, la detección y priorización de problemas y necesidades, la toma de decisiones acerca de qué acciones implementar, la ejecución de las actividades, el seguimiento y la evaluación (Nirenberg, Brawerman y Ruiz, 2003). Se puede afirmar, de acuerdo con Alejandro Pizzorno (1976), que las intervenciones participativas permiten generar sistemas de solidaridad que operan sobre la estructura y los valores de sistemas de intereses diversos. Explica el autor que esto origina procesos que pueden denominarse de “formación de áreas de igualdad”. Dado que el sistema de intereses es una estructura de desigualdades, se conforma un “sistema de solidaridad” que actúa por sobre esa estructura, en la medida que en un área de acción, por mínima que sea, las desigualdades son “negadas” (suspendidas o puestas entre paréntesis). La solidaridad se concreta a partir de la organización como asociación entre “iguales” frente a objetivos y actividades específicas.

47

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

Según Pizzorno, cuando a ese quehacer se lo convierte en “demanda”, ya se ha tomado conciencia de él como “derecho” y se lo ha transformado en una práctica de igualitarismo en el campo de la política. Pero no se trata sólo de la voluntad o disposición de los destinatarios de las intervenciones para participar, también es necesario que los contextos y las organizaciones ofrezcan posibilidades y promuevan la participación. Para ello se requeriría descentralizar los núcleos de poder existentes en las instituciones con las que los destinatarios se vinculan; por ejemplo, los establecimientos educativos o los de salud deberían incorporar la mirada y la voz de los destinatarios para generar así nuevas formas de vinculación entre ellos y los planteles o recursos humanos. Surge con claridad que no son cuestiones sencillas, ya que las instituciones sectoriales (así como algunas organizaciones de la sociedad) son tradicionalmente jerárquicas. Además, nadie cede poder en forma espontánea y eso no sucederá solo por legislarlo, decretarlo o normatizarlo en forma “vertical” (Nirenberg, 2003). Si lo dicho es cierto para la población general, cuanto más para los segmentos juveniles, sobre todo aquellos de sectores pobres, que padecen la “doble vulnerabilidad” de ser jóvenes y pobres.

En las intervenciones u organizaciones que brindan servicios o bienes sociales, es particularmente relevante incluir el punto de vista de los destinatarios3 en los procesos evaluativos referidos a la calidad de los bienes o servicios recibidos. Es recomendable incluir estudios específicos sobre conformidad o satisfacción con los servicios. Sin duda esos estudios habilitan un cierto grado de participación –brindar opiniones–, pero es deseable la profundización de la participación de los actores no sólo en los momentos evaluativos sino también en los distintos momentos de la gestión.

En especial, en el caso de la población juvenil, el involucramiento de los jóvenes en intervenciones participativas tiene un carácter netamente promocional, dada la influencia positiva que ello implica para el desarrollo de ciudadanía y su constitución como actores sociales, ya que produce efectos (inmediatos y de largo plazo) altamente positivos. Se produce en los jóvenes que participan de ese tipo de intervenciones una toma de conciencia de los factores que influyen sobre el curso de sus vidas y por ende hay una asunción de poder de decisión sobre el propio destino, alcanzando así mayores grados de control de tales factores. Por lo tanto permite conseguir grados más altos de autonomía y libertad. La hipótesis es que luego pueden reflejar los procedimientos y las interacciones igualitarias en otros espacios ampliados de la vida pública, promoviendo así democratización.

48

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

3 Según los ámbitos se los denomina también “usuarios”, “beneficiarios”, “clientes”.

II. Evaluación de intervenciones sociales

Significado de la evaluación

De acuerdo con la definición del Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española (22ª edición) evaluar, significa señalar, estimar, apreciar, calcular el valor de algo. Ahora bien, en la literatura especializada existen numerosas definiciones sobre la evaluación, en las que aparecen algunos denominadores comunes: que constituye un proceso riguroso y sistemático, que tiene, en general, un carácter retrospectivo,4 que permite emitir juicios valorativos fundamentados acerca de las intervenciones y que ayuda a tomar decisiones sobre bases más sólidas y racionales.

Con el fin de una mayor amplitud o inclusividad hemos adoptado la siguiente definición:

El meollo de la evaluación es la emisión de las conclusiones, que denominamos juicios valorativos fundamentados, sobre las actividades (propuestas o realizadas) y los resultados (presumibles o concretados) de las intervenciones. Esto implica valorizar (medir o apreciar)5 si se ejecutan (o se ejecutaron o se presume que se ejecutarán) las actividades de acuerdo con lo programado, si los resultados obtenidos (o esperados) se corresponden con los objetivos y las metas propuestos. Implica, también, valorar la medida en que ha mejorado (o es presumible que mejorará) la situación de los destinatarios de las acciones como producto de la intervención desplegada o propuesta.

49

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

La evaluación es una actividad programada de reflexión sobre la acción que ya fue desarrollada, que está en desarrollo o que se propone desarrollar. Esa reflexión se lleva a cabo mediante procedimientos sistemáticos de obtención, procesamiento, análisis e interpretación de información diversa y comparaciones respecto de distintos parámetros. Su finalidad central es emitir juicios valorativos fundamentados y comunicables sobre los procesos, resultados e impactos (previstos o ya obtenidos), y así formular recomendaciones que posibiliten decisiones para la mejora de la acción. (Reformulada de Nirenberg, Brawerman y Ruiz, 2000).

4 Como se verá en este capítulo, la excepción son las evaluaciones con foco en la formulación (o “ex ante”).5 Según el Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española (22ª edición), “medir” es comparar una cantidad con su respectiva unidad, y “apreciar” significa reconocer y estimar el mérito de alguien o algo. En las actividades evaluativas no se trata tan solo de medir (acción que se expresa en lenguaje numérico) sino, sobre todo, de apreciar el valor de algo (que se expresa semánticamente, en lenguaje verbal).

Para evaluar, es necesario hacer comparaciones sobre la base de las cuales se emiten los juicios. Estas pueden realizarse respecto de aquello que constituye lo deseado, lo previsto, en suma, las metas que se habrán definido previamente. Pero también hay comparaciones entre las situaciones o los estados actuales (por ejemplo, de grupos poblacionales) respecto de sus situaciones o estados pasados, para saber qué y cuánto cambió y poder emitir un juicio acerca de si la situación está mejor, peor o igual. Esa comparación respecto de sí mismo en el tiempo suele ser –sobre todo en los primeros tramos de la ejecución de una intervención– más relevante que la que se realiza en relación con estándares. Esto se debe a que a pesar de que se concluya que se está lejos aún de lo deseable, la situación puede haber mejorado bastante debido a la gravedad del punto de partida o situación inicial –línea de base– y eso es en sí valioso y estimulante para los que ejecutan las acciones, ya que la evaluación les demuestra los logros obtenidos y les permite reprogramar sobre mejores bases.6

La fundamentación de los juicios valorativos dependerá de la consistencia y confiabilidad de la información –cuantitativa y cualitativa–7 disponible o que se recoja, para lo que se requiere de abordajes metodológicos adecuados, de técnicas apropiadas y del diseño y aplicación de instrumentos idóneos y precisos.

Pero si la evaluación culminara con la emisión de juicios valorativos, por mejor fundamentados que estuvieran, resultaría insuficiente para mejorar la gestión y sus resultados. Por eso es necesario formular, además, recomendaciones pertinentes y viables que permitan tomar decisiones orientadas a ajustar y mejorar la acción futura, para así incidir más eficazmente en las situaciones que se procuran transformar.

O sea que la evaluación sirve para detectar los problemas, pero, a la vez, para recomendar medidas que permitan resolverlos. De este modo, supera el rol de mero enjuiciamiento y adopta una función pedagógica, útil para el aprendizaje a partir de la experiencia, para la planificación/programación y la mejora de la gestión. Por cierto, la evaluación también identifica aquellas acciones que logran efectos y resultados positivos y significativos, sobre las que se recomendarán estrategias de fortalecimiento o continuidad en su implementación.

50

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

6 Existen otros parámetros comparativos, como por ejemplo: otras intervenciones o instituciones similares, el promedio nacional o provincial / estadual, etc. Véase Nirenberg, Brawerman, Ruiz, 2003.7 Por información cuantitativa se entiende aquella que se expresa en cifras absolutas o relativas y que es pasible de operaciones algebraicas o tratamiento estadístico; por ejemplo, tasa de mortalidad infantil en un territorio dado, o matrícula escolar de una jurisdicción. Por información cualitativa se entiende aquella que se expresa semánticamente, por ejemplo, la contenida en documentos programáticos, relatorías de talleres, leyes, discursos, entre otros.

Tipos de evaluación

Existen diversas formas de clasificar los tipos de evaluación. Una de ellas, que ya es antigua, aunque no del todo superada, distingue entre evaluaciones cuantitativas y cualitativas, según el peso relativo de las técnicas y el tipo de información que utilizan. No haremos mayores referencias al respecto, dado que nuestra propuesta es realizar triangulaciones de diferentes técnicas en toda evaluación.

Otra forma de clasificar tipos de evaluación es según quiénes evalúan; así, suelen diferenciarse:

• Evaluación externa, cuando el o los evaluadores son externos a la intervención y a la organización responsable.

• Evaluación interna, cuando el o los evaluadores si bien pertenecen a la organización responsable no se han involucrado en la intervención.

• Autoevaluación, cuando es realizada por los propios actores que se involucraron en la intervención.

• Evaluación mixta, que combina momentos de autoevaluación, de evaluación interna y de evaluación externa.

• Evaluación participativa, se refiere en especial a las evaluaciones que se realizan con participación de los actores implicados, en especial, de los destinatarios de las acciones.

Cada modalidad tiene ventajas y desventajas; por ejemplo, es frecuente afirmar que la organización ideal es aquella que se evalúa a sí misma y que nadie mejor que su personal para conocer los objetivos, la metodología, los destinatarios, así como la dinámica cotidiana de las actividades, en suma, para captar la racionalidad interna de la organización o intervención. Es innegable el hecho de que si la evaluación es realizada por los propios actores implicados, será más viable la utilización posterior de los hallazgos evaluativos y la adopción de las medidas correctivas recomendadas. Pero su principal obstáculo deriva del hecho de ser juez y parte. En tal sentido, la crítica más frecuente es que los valores, las creencias, los intereses y compromisos personales atentarían contra una apreciación imparcial, impersonal e independiente de la propia acción desarrollada.

51

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

Por el contrario, suele suponerse que el evaluador externo no tiene intereses creados –supuesto que casi nunca es correcto–, y se afirma (a nuestro entender acertadamente en este caso) que trae una experiencia mayor o diferente sobre el tema, así como conocimientos no existentes en la organización. Las debilidades estarían en las tensiones que pueden generarse entre evaluadores y evaluados, ya que estos últimos pueden dificultar el acceso a información relevante, obstruir la captación de los factores en juego y la racionalidad interna de la intervención. No menos importante aún, provocarían resistencias por parte del personal para aceptar los resultados o las recomendaciones que pueden poner en cuestión o pretender modificar sus objetivos, metas y líneas de acción.

Es dudoso que la evaluación externa implique mayor garantía de objetividad, independencia e impersonalidad, pues hay que reconocer que los evaluadores externos traen, además de sus diferentes saberes, orientaciones y preferencias ideológicas y teóricas propias, ciertos compromisos con quienes los contratan, lo cual puede empañar la supuesta objetividad de su labor.

Una solución ecléctica es la evaluación mixta, en la que participa un equipo constituido por evaluadores externos e internos, que trabajan a veces en forma conjunta y otras veces, en forma independiente. Asimismo, implica combinar momentos de autoevaluación con otros de evaluación externa, donde esta última toma como insumos relevantes los hallazgos que brinda la primera.

Es aconsejable incorporar en la programación de una evaluación acuerdos y negociaciones entre todos los actores implicados, en torno a sus propósitos y diseño. También incluirlos en las etapas de análisis e interpretación de la información, así como en la formulación de las recomendaciones. Sólo así se podrá hablar genuinamente de evaluación participativa.

Otra clasificación es según los momentos del ciclo de la gestión en que se evalúa o los principales focos considerados. Así, pueden reconocerse las siguientes:

• Evaluación diagnóstica, también denominada determinación de necesidades, diagnóstico de la situación inicial, línea de base.

• Evaluación ex ante, con foco en la formulación.

52

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

• Evaluación durante la ejecución, con foco en procesos (o actividades), también denominada de seguimiento o monitoreo.

• Evaluación final o ex post, con foco en resultados (al finalizar o a poco de terminar una intervención).

• Evaluación de impacto (con foco en efectos más distanciados en el tiempo, en el espacio o en otros niveles de la acción).

Esta última tipología refleja la conveniencia de que el proceso evaluativo acompañe las diferentes etapas de la gestión de las intervenciones, desde su formulación, durante la ejecución y hasta la culminación.

El rigor metodológico: la triangulación

Es mediante un conocimiento fundado en información confiable y actualizada cómo se pueden caracterizar y recortar los problemas, ubicarlos en los respectivos espacios territoriales, de modo tal de plantear las acciones apropiadas para producir transformaciones (en las concepciones, en los comportamientos o las prácticas de las personas, en las estructuras y desempeños de las instituciones, en las condiciones de vida de los individuos o las familias, etc.), y así mejorar la situaciones problemáticas detectadas y priorizadas.

Aún persisten intensos debates respecto del uso de los métodos cuantitativos o cualitativos en torno a la obtención de información y, en especial, acerca de la evaluación. Suele asociarse la evaluación o la investigación cuantitativa al paradigma positivista de la ciencia y se la identifica con el enfoque hipotético-deductivo. Utiliza una lógica basada en diseños experimentales o cuasiexperimentales. Enfatiza la estandarización, la precisión, la objetividad y la confiabilidad de la medición así como la replicabilidad y la generalización de los resultados. Predomina el lenguaje numérico y el uso de los métodos de análisis estadístico.

Por su parte, la perspectiva cualitativa intenta recuperar el contexto y las dimensiones humanas de las situaciones consideradas. Suele realizarse en medios “naturales”, como establecimientos escolares, de salud, centros comunitarios o vecindarios. El investigador o evaluador8 es el principal “instrumento” de recolección y quien analiza los datos.

53

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

8 Se hace referencia a un individuo o a un equipo, según corresponda.

Se enfatiza la descripción sobre los patrones cotidianos de conducta y su significado desde la perspectiva de quienes son estudiados. Considera relevantes los procesos sociales en lugar de concentrarse sólo en los resultados. Se utilizan diversas técnicas de recolección de datos, algunas más, otras menos estructuradas y fundamentalmente se utiliza el lenguaje de las palabras (por encima del numérico) y un enfoque más inductivo en el análisis de datos.

La estrategia cualitativa brinda valiosa información sobre las experiencias de las personas, su organización y las circunstancias del entorno, que fortalecen u obstaculizan el éxito de una intervención. Busca comprender mejor la realidad desde diferentes perspectivas y entender los comportamientos en sus respectivos contextos y cotidianeidades, con énfasis en cómo interpretan las personas la información y cómo ellas interactúan con los profesionales en sus relaciones específicas.

El rigor en la producción y utilización de información cualitativa es tan relevante y viable como en la de carácter cuantitativo. También en aquella es necesario identificar en forma clara y adecuada los objetivos, seleccionar el muestreo (intencional) de los sujetos, definir y describir el método de investigación y el modo como se realizará el análisis de los datos.

Pero no se trata de contraponer uno con otro método, sino de complementarlos. La combinación de ambos métodos en investigación o evaluación permite la consecución de objetivos múltiples, atendiendo tanto a los procesos como a los resultados de una intervención. Asimismo, enriquece los hallazgos al profundizar en los motivos de las asociaciones que pueden encontrarse entre variables cuantitativas y al sugerir hipótesis para explicar la variabilidad entre individuos o grupos. Permite, también, abordar la cuestión de las creencias y actitudes de la población, difíciles de ser reflejadas cuantitativamente, dando vida a los datos. Facilita, además, la triangulación y acrecienta la comunicabilidad de los resultados. Para producir información válida y confiable es muy importante la decisión acerca de las técnicas y los instrumentos que se utilizarán (en función de las respectivas dimensiones, variables e indicadores seleccionados). No sólo se requiere utilizar técnicas e instrumentos de diseño adecuado, sino también poner sumo cuidado en los procesos de aplicación, de modo que la información obtenida tenga validez, es decir, que se refiera a las cuestiones que interesan y no a otras, que mida aquello que procuran medir en el caso de cuantificaciones, y que permita apreciar y emitir juicios fundamentados sobre aquello que se procura comprender o explicar, en el caso de cualificaciones. 54

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

Deben pautarse procedimientos ajustados en los diseños (incluyendo pruebas piloto y ajustes), así como en las aplicaciones. En ese sentido, es ineludible la capacitación de quienes intervendrán en las etapas de aplicación de los instrumentos respectivos.

Uno de los aspectos positivos que introdujo la discusión entre métodos cuantitativos y cualitativos ha sido la resignificación de las cuestiones de la validez y confiabilidad. Así, se las asoció a los instrumentos utilizados y se agregó la consideración de otros aspectos vinculados a los valores de los investigadores o evaluadores y de los “investigados” o “evaluados”. De este modo, se incluyeron el contexto de producción del conocimiento y las cuestiones relacionadas con la ética. Esto indica que se han sometido a revisión los criterios tradicionales de rigor y se están incorporando otros.

Los métodos cualitativos pueden asegurar el rigor, aunque de modo diferente al de los métodos cuantitativos (Patton, 2002). La explicación de los criterios de selección de participantes e informantes (más que la búsqueda de representatividad estadística), la aclaración de los valores e intereses del evaluador o investigador y del modo como el contexto incide en ellos, la socialización del proceso de análisis e interpretación, constituyen formas de considerar el rigor.

El consentimiento informado (es decir, la aceptación de las personas indagadas a responder o participar de una investigación o evaluación); la transparencia en cuanto a los procedimientos así como la consideración de los derechos y deberes de todos los que se involucran en el proceso; el anonimato y el cuidado en reducir las asimetrías en la relación entre quienes evalúan/investigan y los que son indagados (máxime cuando existen distancias etarias, educativas o sociales), son formas de introducir la ética en los procesos de producción de información.

Son muy importantes la capacidad, sensibilidad e integridad de los evaluadores o investigadores. A esto debe añadirse la cuestión de la subjetividad en el proceso evaluativo o a la hora de recoger, sistematizar e interpretar información. La corrección de la subjetividad individual se encuentra en la “intersubjetividad”, mediante la incorporación de los diferentes actores en distintos momentos del proceso evaluativo (multiactoralidad), generando espacios de confrontación y reflexión conjunta, para permitir acuerdos –no siempre consensos– sobre distintos aspectos y, en particular, sobre los juicios valorativos fundamentados.

55

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

Jürgen Habermas (1982) contrapone la modalidad colectiva de generación de conocimiento a la que se realiza en forma aislada o individual, que corre el riesgo de la subjetividad individual, no sometida a crítica. Denomina a esas formas o procedimientos colectivos como “creación de campos epistemológicos de intersubjetividad”. Sostiene que la ciencia, incluso en el enfoque positivista, carece de objetividad absoluta, lo cual no impide procurar alcanzar el máximo rigor posible, aun sabiendo que será inalcanzable el absoluto.

Un dispositivo que permite mayor rigor y corrección de la subjetividad individual es la triangulación. El concepto proviene de la geometría euclidiana, del postulado que afirma que, conocidas tres medidas interrelacionadas de un triángulo, como por ejemplo dos ángulos y la distancia entre los mismos, es posible calcular las otras distancias y ángulos. Bajo ese postulado, ya en el año 150 a.C. se calculó la distancia entre la Tierra y la luna. La triangulación se usa desde la antigüedad en la navegación marítima y en la estrategia militar; si una embarcación conoce dos puntos de referencia y la distancia entre ellos, puede conocer en forma bastante exacta la posición de otra embarcación. En las ciencias sociales se intenta algo similar: mejorar la exactitud o precisión de los juicios y aumentar la confiabilidad de los resultados a través de la recolección múltiple de datos sobre el mismo fenómeno, desde diferentes perspectivas, métodos o técnicas.

La triangulación supone la utilización de diferentes técnicas y fuentes para evaluar los mismos fenómenos o aspectos de la realidad a través de operaciones convergentes, en el sentido de síntesis y complementación metodológica. También se habla de triangulación cuando la evaluación es realizada por un equipo multidisciplinario y multiactoral en el que “se cruzan” los criterios y puntos de vista de cada uno. Con esto se procura mayor confiabilidad de la información obtenida, mayor entendimiento de los fenómenos en estudio, reducción de sesgos propios de cada técnica, de cada fuente y cada profesional, así como la validación de las apreciaciones evaluativas. En resumen, una manera “ampliada” de entender la triangulación es la consideración conjunta y/o complementaria de una diversidad de:

• Tipos de evaluación (según quiénes la realizan, así como según momentos y focos).• Abordajes (cuantitativos y cualitativos).• Indicadores.• Técnicas.• Disciplinas.• Actores.

56

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

Pero se aclara que, en la evaluación y en la investigación, el rigor no se limita a la elección de las técnicas o de los indicadores, o a determinar los pesos relativos de los métodos cualitativos y cuantitativos, sino que depende en general de la calidad de las decisiones que se adoptan en los diferentes momentos por los que se atraviesa en el proceso de evaluar. En tal sentido, importan las decisiones y el rigor que se aplique durante todo el proceso, especialmente en los momentos de:

• Definición y recorte del problema u objeto por investigar o evaluar.• Elección y explicitación del marco conceptual sobre el tema (o teoría del cambio).• Determinación de las dimensiones, variables y los indicadores.• Selección de las técnicas que se utilizarán para obtener información.• Diseño de los instrumentos. • Realización del trabajo de campo para recopilar y recoger9 información (donde se

incluye la capacitación de quienes aplicarán los instrumentos).• Procesamiento, análisis e interpretación de los datos y resultados obtenidos.• Preparación de los informes para la socialización de los resultados.

Diseño de la evaluación: modelo evaluativo

El término “modelo evaluativo” se refiere al producto principal que se obtiene de la etapa de diseño de una evaluación; es muy utilizado en la jerga de los evaluadores y vale la pena detenerse para precisar su significado.

La palabra “modelo” se utiliza en el sentido de una construcción basada en hipótesis teóricas sobre el funcionamiento de una realidad compleja, para su mejor comprensión y para provocar intervenciones eficaces que produzcan transformaciones deseables. Se trata de una abstracción, una representación, que se construye para comprender y explicar una realidad compleja; el modelo no es la realidad, pero facilita su comprensión, de modo de poder intervenir en ella.

Las tres partes básicas que deben incluirse en un modelo evaluativo son:

I. Precisiones conceptuales1. Marco teórico general.2. Dimensiones, variables e indicadores: definiciones conceptuales y operativas.

9 La acción de “recopilar” se refiere a la información secundaria y la de “recoger”, a la información primaria, en tanto que la de “obtener” engloba a ambas.

57

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

II. Aspectos metodológicos1. Abordaje metodológico general.2. Técnicas sugeridas y detalle de instrumentos (anexos).3. Fuentes.4. Actores participantes.5. Cronograma de aplicación y focos.

III. Matriz síntesis del modelo evaluativo

Se podrá agregar un instrumento valorativo, para así adjudicar puntajes a las dimensiones y variables consideradas en el modelo, a fin de obtener cuantificaciones y también, en ciertos casos, rankings.

En primer lugar, un modelo evaluativo contiene la teoría del cambio que subyace en la intervención que es el objeto de la evaluación. Eso implica un razonamiento sencillo que conduce a pensar que si se llevan adelante ciertas acciones, con diversos recursos y en determinadas circunstancias, se obtendrán los resultados esperados, en cuanto a superar o contribuir a solucionar situaciones problemáticas. Lo que el modelo debe poner en evidencia son justamente esas cuestiones: los supuestos, los requerimientos contextuales, las cuestiones estructurales necesarias y los procesos o líneas de acción que se deben desarrollar para obtener los resultados esperados.

En otras palabras, siempre se parte de un marco conceptual para abordar una situación de la realidad frente a la cual se formula y realiza una intervención, así como toda vez que se diseña una evaluación. Es decir, hay un modo de pensar, describir y explicar por qué sucede el problema priorizado y por qué y cómo se puede transformar esa situación problemática. Es importante que se enuncien estos marcos conceptuales y las teorías del cambio que sustentan las intervenciones y las evaluaciones.

Además, las intervenciones suelen enmarcarse en lineamientos políticos más generales que aportan tanto a su formulación como al diseño de su evaluación. También es importante tomar en cuenta los marcos legales que brindan soporte al marco conceptual y a la teoría del cambio de la intervención correspondiente.

Esas cuestiones integran lo que resumidamente se denominó “aspectos conceptuales del modelo”, los cuales tienen una estrecha relación con las características del objeto de la evaluación, o sea que diferirán si se trata de un programa cultural, educativo, de salud, de desarrollo productivo, de empleo, de medio ambiente, de seguridad, entre otros. 58

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

Se infiere que un modelo evaluativo pondrá en evidencia el “estado del arte” o avance del conocimiento en el campo respectivo, así como las políticas y legislaciones que le dan soporte. Merece advertirse que, en algunos campos de conocimiento, en especial en las disciplinas sociales, no hay una sola corriente teórica en vigencia sino varias, a veces complementarias pero otras veces contrapuestas. En ese caso se deberá fundamentar por qué se adopta/n alguna/s de las existentes.

En síntesis, el marco conceptual incluirá, en primer lugar, la teoría o concepción global del cambio vinculada a la propuesta general de intervención. Asimismo, se darán las definiciones o precisiones conceptuales para cada una de las dimensiones y variables que se incluyan en el modelo evaluativo, teniendo en cuenta que cada una podrá referirse a diferentes campos del conocimiento, con distintos grados de avance. Eso significa que para cada dimensión se explicitará la “teoría” respectiva o la concepción del cambio particular que cada una supone.

Determinación de las dimensiones, variables e indicadores

La determinación de las dimensiones de la evaluación es el paso conceptual más definitorio del diseño. Esa es una tarea que quienes evalúan deberían realizar en acuerdos conceptuales y operacionales con los responsables de la formulación y operación de la intervención correspondiente, pues son estos últimos quienes saben qué se propone la acción, aunque a veces no tengan tan claro el modo de lograrlo (a lo cual podrá contribuir el proceso evaluativo, formulando las preguntas apropiadas y respondiéndolas con fundamentos sólidos).

Las principales dimensiones (o ejes analíticos) que incluirá la evaluación deberían corresponderse con las líneas de acción y las estrategias planteadas por la respectiva intervención, si es que esta fue formulada adecuadamente, es decir, si fue formulada de acuerdo con la lógica de la planificación/programación y en consonancia con el estado del arte en el campo de conocimiento particular acerca del problema abordado.

Para determinar acertadamente las dimensiones evaluativas, los evaluadores deben utilizar criterios clasificatorios apropiados, arte que depende no sólo del conocimiento que tengan acerca de las disciplinas metodológicas, sino de la experiencia acumulada a lo largo de sus trayectorias profesionales, y por qué no, también de ciertos rasgos de la personalidad de quienes tienen responsabilidades en el diseño.10

10 Respecto de esas habilidades clasificatorias, se aconseja la lectura de “El idioma analítico de John Wilkins”, de Jorge Luis Borges (1952), donde afirma que “[…] notoriamente no hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural. 59

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

Hay ciertas dimensiones que constituyen el meollo del modelo evaluativo, que pueden denominarse sustantivas porque hacen referencia a los propósitos medulares de la intervención. Existen otras dimensiones que no tienen que ver en forma directa sino mediata con los contenidos sustantivos de la intervención; son las que se vinculan con líneas de acción de tipo instrumental, que constituyen medios para el desarrollo de las sustantivas, como las relativas al gerenciamiento (por ejemplo, la conformación y coordinación de los equipos de trabajo, la capacitación de los recursos humanos, la administración, el modo de financiamiento, entre las más comunes), las que pueden denominarse instrumentales o gerenciales.

Por otra parte, ya se aludió al hecho de que existe apreciable desarrollo teórico acerca de la gestión de intervenciones sociales, en el sentido de que se deben adoptar modalidades promocionales, integrales, sinérgicas, participativas, asociativas, multiactorales, multidisciplinares, así como orientarse a la equidad. Esos atributos de la gestión implicarán dimensiones específicas que se denominan estratégicas o de atributos. Las dimensiones instrumentales o gerenciales y las estratégicas o de atributos deberían considerarse en todo modelo evaluativo, más allá de cuáles sean las dimensiones sustantivas correspondientes.

Las dimensiones se especificarán en variables de menor complejidad, que a su vez requerirán de un proceso de operacionalización, mediante la selección de los indicadores apropiados.

Según el Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española, 22ª edición, “variable” se refiere a algo que varía o puede variar, algo inestable, inconstante y mudable. En matemáticas, se refiere a una magnitud que puede tener un valor cualquiera de los comprendidos en un conjunto. En Wikipedia se explica que una variable es un símbolo que representa un elemento o una cosa no especificada de un conjunto dado. Lo contrario de una variable sería una constante.

En cuanto al término “indicador”, según ese mismo diccionario, se entiende la posibilidad de mostrar o significar algo con indicios y señales. En Wikipedia, se explica que indicador (o hipótesis indicadora), en epistemología, es una proposición que relaciona un fenómeno observable con un hecho no observable y sirve, por lo tanto, para “indicar” o sugerir la existencia de un fenómeno o algunas de sus características.

60

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

Teniendo en cuenta esas significaciones, consideraremos como definiciones de variables e indicadores, en el campo de la evaluación, las siguientes:

Las variables son conceptos11 que aluden a atributos, estados o situaciones de objetos o sujetos que cambian en cantidad y/o cualidad, debido a la influencia, intencional o no, de otras variables (o intervenciones).

Los indicadores son medidas o apreciaciones de fenómenos, eventos, situaciones, condiciones; también son variables, pero más concretas, de menor nivel de abstracción o generalidad, medibles, tangibles u observables. Son algo manifiesto, registrable, que brinda información sobre algo que no es manifiesto ni directamente registrable, por eso se dice que especifican las variables, son “marcadores” de cambios en ellas.

La determinación de las variables correspondientes a una dimensión se realiza teniendo en cuenta los aspectos estructurales y procesuales necesarios para alcanzar el resultado específico que implica la dimensión (recuérdese que este último será coincidente con el objetivo de la respectiva línea de acción). Por ello, el evaluador deberá preguntarse constantemente (a sí mismo y a los que tienen la responsabilidad de programar y ejecutar) ¿de qué depende el logro de tal objetivo?,12 pregunta cuya respuesta no es otra que el detalle de las actividades, las estructuras y los recursos requeridos, que se programaron (o debieron haberse programado), de acuerdo con la respectiva teoría del cambio. Y la evaluación revisará, por un lado, si tales actividades estuvieron bien planteadas, y por otro, si están siendo ejecutadas correctamente en la medida que se orientan hacia el logro de su objetivo. Asimismo, la evaluación buscará conocer cuáles fueron los obstáculos o las causas de fracasos para ver cómo superarlos en el futuro o en otros contextos.

Las variables se operacionalizan mediante los indicadores que se determinen como apropiados en cada caso, para poder apreciar o medir la variable respectiva.

Son muchos quienes creen que es posible evaluar con sólo elegir indicadores adecuados y explicitar los medios con los que se obtendrá la información respectiva. Sin embargo, aunque los indicadores son un paso muy importante en el proceso de diseño de un modelo evaluativo, no constituyen el único, ni siquiera el más relevante: los pasos previos y los que le siguen, son de tanta o mayor relevancia y tan o más definitorios que aquel.

61

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

11 Según el Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española, 22ª edición, un concepto es una idea que concibe o forma el entendimiento, o bien otra acepción: Pensamiento expresado con palabras.12 Nótese que esa misma pregunta ¿de qué depende…?, si se la relaciona con el propósito más general de la intervención, es también útil para la determinación de las dimensiones evaluativas.

Un ejemplo muy utilizado para comprender el sentido de los indicadores y su vínculo con las variables que especifican es el de la temperatura corporal en relación con la enfermedad. La marca superior a 37º en el termómetro (temperatura corporal por encima de lo normal) indicará presencia de enfermedad (que es la variable); algo que ese indicador no podrá indicar es el tipo de enfermedad de que se trata, para lo cual son necesarios otros indicadores (llamados “signos o síntomas” en medicina).

Aunque no con propósitos exhaustivos, se sugiere la siguiente tipología de indicadores y variables:

62

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

Tipo de variables/ indicadores

Ejemplos

1. De estructuras

Adecuación de las plantas físicas a los destinos proyectados.Cantidad y adecuación de los equipamientos a los destinos de uso. Suficiencia y adecuación del plantel de recursos humanos (cantidad y perfiles de formación y experiencia).Existencia y actualización de reglamentaciones y normas de procedimientos.Existencia y adecuación de sistema de registros de destinatarios y actividades.

2. De procesos

Actividades de capacitación realizadas (talleres, cursos, cantidad de horas docentes según disciplinas o temas).Actividades de comunicación social llevadas a cabo (materiales comunicacionales de distinto tipo diseñados y distribuidos).Actividades efectuadas de asistencia técnica a recursos humanos.Controles de salud realizados.Registro diario de actividades.

3. De resultados

a. De productos

Materiales didácticos producidos. Documentos elaborados. Sedes/locales construidos.Cobertura o alcance logrado con las actividades (asistentes a talleres, personas capacitadas…).

b. De efectos

Cambios en: - Conocimientos/concepciones de los destinatarios. - Comportamientos de los destinatarios.- Estructuras de las organizaciones participantes.- Dinámicas/desempeños de las organizaciones participantes.

Fuente: Adaptado de Nirenberg, Brawerman y Ruiz, 2000

Pese a las dificultades para el cumplimiento de todos los requisitos en la elección de buenos indicadores, se resumen esquemáticamente las características que idealmente deberían reunir.

63

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

c. De impactos

Otros cambios en:• Población que fue cubierta por el programa en momentos posteriores,

alejados en el tiempo.13 • Otras poblaciones o en otras localizaciones.• Modos de trabajar de otras organizaciones no intervinientes en forma

directa.• Políticas públicas.

13 Por ejemplo, los programas de apoyos nutricionales en edades tempranas producen impactos posteriores positivos en desarrollos físicos, educacionales y psíquicos de adolescentes y adultos. También los programas de retención de adolescentes en el sistema educativo para la terminación del ciclo secundario, producen impactos que no se limitan a la escolarización en sí, sino que influyen también en la disminución de maternidad/paternidad adolescente, en menor riesgo de adicciones y en demorar la nupcialidad o la conformación de núcleos familiares propios.

Validez El indicador debe hacer referencia a aquello que realmente procura medir o apreciar.

Confiabilidad El valor del indicador permanecerá estable, ante diferentes “mediciones” o “recolecciones” bajo las mismas circunstancias y al mismo tiempo en las mismas poblaciones. En el caso de indicadores cualitativos, expresados verbalmente, esa expresión verbal preservará el sentido de lo declarado, no lo distorsionará.

Especificidad El indicador debe reflejar solo los cambios en la cuestión o factor bajo análisis, y no otros.

Sensibilidad Capacidad para registrar los cambios que se producen en la cuestión o el factor bajo análisis, por más leves que sean.

Representatividad Todas las cuestiones e individuos que se esperan cubrir son comprendidas por el indicador.

Claridad El indicador debe ser simple y fácil de interpretar, sin ambigüedad.

Accesibilidad Los datos que se requieren para su interpretación deben ser de fácil disponibilidad.

Utilidad La utilidad del indicador puede ser percibida como un “marcador” de progreso hacia los objetivos o de logro de resultados intermedios o finales.

Ética La recolección de información como su procesamiento y difusión resguardarán los derechos de las personas al anonimato y a elegir si dar o no la información (consentimiento informado).

Fuente: Adaptado de Nirenberg, Brawerman y Ruiz, 2000

Respecto de las variables y los indicadores considerados habrá que detallar las técnicas, los procedimientos e instrumentos requeridos para obtener la información que permita emitir el juicio valorativo fundamentado. Sin duda, deberán implementarse registros adecuados, dado que los que se llevan regularmente en las instituciones u organizaciones no siempre satisfacen las necesidades evaluativas. Asimismo, es recomendable que se realicen algunos estudios o relevamientos especiales en momentos determinados, como encuestas a los destinatarios o beneficiarios, entrevistas a los actores significativos en el nivel operativo, solicitudes de informes especiales a los gerentes, etcétera.

Los indicadores permiten organizar la obtención de información, mediante la confección de instrumentos que facilitan la estandarización requerida, tanto para comparaciones en diferentes momentos como cuando existen diversas localizaciones donde se realiza el registro o la recolección. Vale aclarar que la especificación final de los indicadores se realiza al momento de diseñar los respectivos instrumentos.

Una de las razones para diseñar el modelo evaluativo tempranamente, aún antes de comenzar la ejecución, es la de desarrollar los instrumentos y mecanismos de registro, de modo que su utilización forme parte de las tareas propias de los equipos que ejecutan las actividades. Es decir, la obtención de información para la evaluación debería constituir una más de las rutinas propias de las intervenciones.

Preguntas orientadoras

Entendida la evaluación como una instancia de enseñanza-aprendizaje, el método socrático es el que resulta aconsejable desde el punto de vista pedagógico: es haciendo preguntas correctas y esforzándose por responderlas con razonamientos, fundamentos y evidencias, como se llega a aprender la esencia y el funcionamiento de las cosas. Es cierto que esa postura parece hoy día muy racionalista; “quién sepa lo que es bueno, también hará el bien”, decía Sócrates (Platón, 1984). Con su afirmación quería

64

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

Sinergia El indicador podrá especificar o referirse a más de una variable al mismo tiempo.

Costo La recolección de la información y su procesamiento es razonable y posible en función del presupuesto disponible, la utilidad esperada y su sinergia.

Replicabilidad Su utilidad no se limita a una intervención, sino que puede ser útil para otras, en otras localizaciones; permite comparaciones posteriores.

expresar que los conocimientos correctos conducen a acciones correctas. Si bien hoy debe desconfiarse de esa aseveración, sí es posible afirmar –por la contraria– que el desconocimiento suele llevar a acciones incorrectas. La razón –cartesiana– no es el único camino, ni alcanza para el conocimiento correcto, ni este basta para actuar bien. Sin embargo, no puede negarse que la razón es necesaria, y para razonar deben plantearse las preguntas correctas y encontrar las respuestas mejor fundamentadas, con las mejores razones. Claro está que para actuar bien, además del conocimiento apropiado, se necesita de la motivación y de los valores éticos de sustento.

La claridad en la determinación de las dimensiones, las variables y los indicadores permite formular las preguntas correctas, que podrán ser respondidas mediante la obtención de la información apropiada; el análisis de las respuestas a tales preguntas permitirá la emisión de los juicios valorativos fundamentados.

Esas preguntas orientadoras se refieren a las variables y a cada uno de sus indicadores. De las preguntas se deducen variables e indicadores y viceversa, de las variables e indicadores surgen preguntas, en un intenso proceso de feedback.

Si bien es cierto que con solo definir las variables y los indicadores para las dimensiones correspondientes ya sería suficiente, las preguntas orientadoras tienen la utilidad de constituirse en una “ayuda memoria”, de tono más coloquial, para los que tienen responsabilidades en los diferentes momentos del proceso de aplicación evaluativa. Asimismo, servirán luego de guía para escribir el informe evaluativo, pues este deberá contener, como mínimo, las respuestas apropiadas a esas preguntas orientadoras.

Matriz síntesis evaluativa

Es posible esquematizar los pasos descriptos hasta aquí en una matriz que sintetizará el modelo evaluativo, incluyendo, mediante formulaciones sintéticas, los siguientes aspectos: dimensiones, variables e indicadores para cada dimensión, técnicas y fuentes para obtención de la información y preguntas orientadoras. Podrá agregarse, si se lo considera útil, la periodicidad sugerida para la recolección de la información relacionada con cada indicador o variable. Cada uno de esos aspectos será el título de las columnas de la matriz. Se aconseja, para simplificar el diseño, hacer subtablas para cada una de las dimensiones.

65

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

El objeto de esa matriz es dar a entender, en forma sintética e interrelacionada, cuáles aspectos se evaluarán, cómo (y eventualmente cada cuánto) se medirán o apreciarán y qué respuestas deberá dar, como mínimo, el informe evaluativo. Las definiciones y explicaciones acerca de esos aspectos –dimensiones, variables e indicadores, por un lado, y las técnicas y fuentes por utilizar, por otro– deberán expresarse en forma más amplia y comprensible en el capítulo conceptual y metodológico que se incluya en el modelo evaluativo. El formato de la subtabla por cada dimensión sería:

Síntesis del proceso evaluativo

Los pasos del proceso evaluativo, que deben ser cuidadosamente programados, son básicamente los siguientes cuatro, que a su vez pueden desagregarse en varios más:

1. Diseño/formulación del modelo evaluativo (incluye los instrumentos). 2. Aplicación evaluativa (trabajo en campo y en “escritorio” para la obtención, el

procesamiento, el análisis y la interpretación de la información de todo tipo).3. Redacción del Informe evaluativo (incluye los acuerdos con autoridades e

interlocutores diversos).4. Socialización (“devolución” y difusión) de los hallazgos evaluativos

El proceso puede verse esquemáticamente:

66

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

Dimensión:Variables / indicadores Técnicas /

InstrumentosFuentes / Actores Preguntas

orientadoras

Dimensiones – Variables – Indicadores

Preguntas orientadoras

Instrumentos

Obtención y procesamiento de información

Análisis e interpretación de la información obtenida

Respuestas = juicios valorativos – Recomendaciones

Socialización de hallazgos evaluativos

DISEÑO

APLICACIÓN

INFORME

DIFUSIÓN

Aspectos éticos

En forma muy resumida, reiteraremos algunas cuestiones éticas a tomar en cuenta por la evaluación tanto en sus propios procesos y a la vez incluirlas como dimensiones o variables en las intervenciones que son objeto de evaluación:

• Respeto y promoción de los derechos humanos generales y específicos consagrados en resoluciones internacionales y adoptados por el país.

• Consentimiento informado en los relevamientos.• Devolución a los actores de los hallazgos evaluativos.• Contribución a la reducción de brechas (procurar mayor equidad).• Alejamiento de características clientelares, inclusión de formas promocionales

(empoderamiento). • Orientación a las necesidades y demandas de las poblaciones destinatarias.• Transparencia, comunicabilidad y adecuación a los valores culturales.

III. Sobre la población juvenil14

Dado que lo que nos ocupa son evaluaciones (indicadores) de intervenciones orientadas a jóvenes en cuestiones relacionadas con la cultura, es necesario conceptualizar, aunque sea mínimamente, ese segmento poblacional.

Subsisten discusiones acerca de los límites de edad de la población juvenil. Si bien no es suficiente, la cuestión etaria es importante tanto para identificar los principales problemas como para diseñar estrategias de intervención. Esos límites son socioculturales antes que exclusivamente etarios; se trata de construcciones sociales que varían histórica y culturalmente. Gran parte de la literatura considera jóvenes a quienes están comprendidos entre los 14 (o 15) y los 24 años; también pueden diferenciarse subgrupos: de 14 (o 15) a 18 y de 19 a 24 años.15

Suele identificarse a ese segmento como una espera, transición o moratoria entre la infancia y la adultez, definida ésta por atributos como la autonomía económica, la diferenciación de la familia de origen y la posibilidad de conformar una propia, la capacidad de sostenerse responsablemente a sí mismo y a los hijos, etc. Esa perspectiva

67

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

14 Esta sección es una apretada síntesis; para mayores precisiones, véase Nirenberg, 2006.15 Los enfoques promocionales y preventivos recomiendan empezar lo más temprano posible, por lo que actualmente se está trabajando con niños y preadolescentes, desde los 8 años, (por ejemplo, en acciones de prevención en temas de salud reproductiva y en particular en enfermedades de transmisión sexual y VIH/sida).

transicional ha sido criticada, por un lado porque no da cuenta de las nuevas formas de constitución de los grupos familiares o uniones (alejados de la tradicional familia nuclear constituida por madre, padre, hijos), ni de las relaciones afectivas y de poder internas, vinculadas a la fuente de los ingresos familiares y que se plasman diferencialmente en los grupos de pobreza. Por otro lado, los cambios constantes y la rapidez de los progresos tecnológicos obligan también a los adultos (no sólo a los jóvenes) a una formación y aprendizaje permanente a lo largo de la vida, para adecuarse en forma eficaz a los contextos cambiantes, en un proceso continuo de aprendizaje y de formación de la subjetividad e identidad humanas.

Puede conceptualizarse la etapa juvenil en el marco del actual enfoque del curso de vida, el cual afirma que la trayectoria global en la vida de las personas (desarrollo personal) puede entenderse como una particular combinación entre las trayectorias específicas que les toca transitar. Estas últimas son las que transcurren en un ámbito o esfera de la vida, tal como la familiar, educativa, laboral o profesional, sexual reproductiva, deportiva, artística, entre otras. Eso da cuenta de las influencias mutuas entre las trayectorias específicas y las transiciones o eventos específicos ocurridos en cada una, así como sus repercusiones en la globalidad del desarrollo personal; por ejemplo: fracasos escolares inciden negativamente en las trayectorias laborales; embarazos tempranos no deseados inciden también de modo negativo en las trayectorias educativas, etcétera.

En cuanto a las influencias positivas, ya se anticipó que la participación de los niños, adolescentes y jóvenes en intervenciones sociales produce un impacto positivo en su desarrollo integral y su constitución como actores sociales. Su involucramiento protagónico tendrá efectos (inmediatos y de largo plazo) en la adquisición de conocimientos, habilidades, actitudes, hábitos y comportamientos positivos para su salud y bienestar, así como para su “empoderamiento” y formación ciudadana. Es en tal sentido que se afirma que involucrarse en intervenciones participativas tiene un carácter promocional.

Considerar la juventud exclusivamente como etapa preparatoria para la vida adulta constituye una visión reduccionista, que deja de lado los derechos de los niños y jóvenes, al considerarlos carentes de madurez social e inexpertos. Eso implica negarles reconocimiento como sujetos sociales, prolongando la dependencia infantil, limitando la participación y profundizando la distinción-oposición entre menores y adultos (Krauskopf, D. 1999).

68

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

El enfoque de género toma en cuenta las especificidades de la mujer y del varón adolescente o joven e introducen nuevas distinciones conceptuales. Los procesos de socialización y construcción de la subjetividad, como muchas de sus prácticas, presentan diferencias entre varones y mujeres en la mayoría de las sociedades.

El enfoque de derechos, superador de la visión puramente transicional y problemática de la juventud, identifica a ese segmento poblacional como actor estratégico para el desarrollo colectivo y reconoce su valor por la flexibilidad y apertura a los cambios, como expresión clave de la sociedad y la cultura global, con capacidades y derechos para intervenir protagónicamente en su presente, construir democrática y participativamente su calidad de vida y aportar al desarrollo social (Krauskopf, 1999).

La juventud es vivida de maneras diferentes según sea el sector socio–económico de pertenencia y los contextos culturales donde se ubica; son significativos tanto el abandono de la escuela y la incorporación temprana al mundo del trabajo, como los roles preestablecidos, las valoraciones y expectativas diferentes para mujeres y varones. Aunque debe reconocerse que la subjetividad juvenil, si bien encuadrada en los contextos históricos y culturales que la modelan, comparten, como colectivo, un discurso globalizado–mediático que influye significativamente. De tal modo, sin desconocer las especificidades de los jóvenes que habitan en zonas rurales, también debe reconocerse que comparten con sus pares urbanos un similar discurso mediático, siendo interpelados como consumidores o abriéndoles nuevos deseos.

El concepto de juventud suscita valoraciones sociales contrapuestas en la mayor parte de las sociedades occidentales: la que deviene de la “patologización” de esa etapa de la vida y la convierte en depositaria o causa de distintas problemáticas y la que las corrientes posmodernas y mediáticas entronizan como modelo corporal, ideal de potencia y capacidad vital.

Gran parte de esas sociedades miran a los jóvenes como “peligrosos” (sobre todo si pertenecen a estratos sociales desfavorecidos) y muchos de ellos construyen su identidad desde ese discurso social que así los define. Sin embargo, a través de diversas experiencias locales, pudo visibilizarse las condiciones en que surgen abiertamente sus fortalezas y potencialidades, que implican habilidades para adecuarse creativamente, e introducir cambios en sí mismos y en sus entornos (familiares, institucionales y comunitarios).

69

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

Entre esas fortalezas y potencialidades se destacan: sus capacidades para superar barreras económicas, sociales y psicológicas, la capacidad de emprendimiento, de generar actividades productivas, la adopción de posturas críticas y a la vez propositivas, la predisposición para promover cambios, la voluntad de intervenir con protagonismo, la avidez para aprender y aprovechar oportunidades, la fuerza numérica que aportan, su alta sensibilidad estética, la solidaridad y lealtad (sobre todo con sus pares).

Esas experiencias locales tuvieron como común denominador, más allá de sus diferentes temáticas, la apertura de espacios donde los jóvenes podían expresar sus necesidades, expectativas, temores, donde además se escuchaban sus propuestas y necesidades y se las incorporaba al trabajo formativo, confiando en su capacidad para comprender situaciones complejas y para tomar decisiones adecuadas en conjunto con adultos referenciales. Se observó que esos espacios privilegiaron las instancias y dinámicas grupales.

Dentro de la estrategia grupal, la interacción entre pares tiene un peso particular ya que los propios jóvenes suelen convertirse en agentes multiplicadores que detectan los problemas de sus compañeros y pueden brindarles apoyo, orientarlos para buscar ayuda y contribuir a la resolución de sus problemas específicos.16

Resulta aconsejable entonces que el diseño de políticas y programas consideren la juventud como un conjunto poblacional heterogéneo, si bien con riesgos o problemas reconocibles, también con fortalezas y potencialidades, las que permiten conducir hacia un desarrollo positivo, tanto de sí mismos como de sus entornos sociales.

IV. Sugerencias de dimensiones, variables e indicadores sobre jóvenes

Solo a título de ejemplo, se listan a continuación algunas dimensiones y variables / indicadores a considerar en las evaluaciones (diagnósticas, de procesos y de resultados) sobre la situación de poblaciones juveniles en territorios acotados (país, provincias/estados, municipios/distritos, comunas). Algunas son muy usuales, otras no tanto como sería deseable (Nirenberg, 2006). Se reitera que no se pretende exhaustividad.

70

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

16 Se denomina a esa modalidad “trabajo entre pares”, recomendable para toda intervención con población juvenil. Se refiere al trabajo que realizan los jóvenes entre sí, donde hay algunos que son específicamente capacitados para desarrollar actividades promocionales o de capacitación, y que coordinan, capacitan o concientizan a sus pares en ciertos temas (salud sexual, alimentación, deportes, cultura, etc.). Suele tratarse de jóvenes aventajados, (en comparación con los destinatarios principales de la intervención, por ser de edades mayores, pertenecer a estratos socioeconómicos más altos y/o por haber alcanzado mayores niveles educativos), que apoyan a sus pares desaventajados en ciertas cuestiones.

Aspectos sociodemográficos

Situación actual y evolución (serie de últimos censos) por tramos etarios (14 a 18 y 19 a 24 años) y sexo:

• Población joven, cantidad y porcentaje de la población total. • Población joven según condición urbano o rural.• Jóvenes migrantes, según nivel educativo y lugar de origen; cantidad y porcentaje

de la población total. • Emigración joven según nivel educativo y destino. • Pobreza juvenil: jóvenes bajo línea de pobreza y/o indigencia y/o con necesidades

básicas insatisfechas; cantidad y porcentaje de la población total. • Jóvenes que viven en hogares monoparentales; cantidad y porcentaje de la

población total.• Jóvenes que no estudian ni trabajan; cantidad y porcentaje del total de jóvenes.• Jóvenes en situación de calle; cantidad y porcentaje del total de jóvenes.• Jóvenes en situación de reclusión; cantidad y porcentaje del total de jóvenes.

Situación educativa• Jóvenes según nivel de estudios alcanzado, actual y evolución, por tramos etarios

y sexo: o Primario (completo o incompleto).o Secundario (completo o incompleto).o Superior (completo o incompleto).

• Matrícula y trayectorias educativas según niveles (primario y secundario). o Tasa de escolarización.o Repitencia. o Sobreedad. o Abandono.o Estudiantes que trabajan.o Estudiantes embarazadas o madres / padres.

Situación de salud Situación actual y evolución (vg. serie de últimos censos) por tramos etarios (14 a 18 y 19 a 24 años) y sexo:

• Problemas prevalentes de salud. • Primeras tres causas de muertes.

71

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

• Primeras tres causas de egresos hospitalarios. • Partos de mamás menores de 14 años y de 15 a 18 años en relación con el total de

partos. • Consumos de alcohol, tabaco y sustancias psicoactivas. • Edad promedio de inicio de relaciones sexuales.• Uso de condón en las relaciones sexuales.• Hábitos alimentarios.

Situación laboral de los jóvenes

• Edad promedio de ingreso al mundo laboral, por sexo. • Tasas de empleo y desempleo juvenil, específicas por tramos etarios (14 a 18 y 19

a 24 años) y sexo. Comparación con las tasas, por sexo, de la población general.• Población activa juvenil en relación con la población activa total.• Tipo predominante de ocupación juvenil (calificaciones, formalidad, continuidad,

etc.), según sexo tramo etario.

Uso del tiempo “libre”17

Situación actual y evolución por tramos etarios (14 a 18 y 19 a 24 años) y sexo:

• Horas diarias promedio que ven TV; programas preferidos.• Lectura de libros, tipo y frecuencia. • Lectura de medios gráficos (diarios, revistas); tipo y frecuencia. • Utilización de Internet (email, chat y navegación), como “diversión” y como

“recurso académico”. Horas diarias.• Utilización de redes sociales (facebook, twitter). Horas diarias.• Uso de celular (comunicaciones de voz, mensajes de texto). Horas diarias. • Escucha de música; tipo y horas diarias.• Involucramiento en grupos juveniles, según tipo y frecuencia.• Realización de actividades deportivas, tipo y frecuencia, • Realización de actividades recreativas, tipo y frecuencia. • Reuniones / charlas con amistades; frecuencia.• Salidas a locales nocturnos para bailar; frecuencia.• Consumo de películas; género y frecuencia• Concurrencia a museos; frecuencia.• Concurrencia a bibliotecas; frecuencia.• Concurrencia a centros culturales; frecuencia.

72

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

17 Varios de los aspectos considerados en este ítem se denominan actualmente “consumos culturales”.

• Concurrencia a representaciones teatrales; frecuencia.• Concurrencia a festivales musicales; tipo y frecuencia.

Participación juvenil

• Ámbitos de participación de jóvenes, según sexo y tramos etarios (14 a 18 y 19 a 24 años):

• En áreas o programas del gobierno.• En centros de estudiantes (según nivel educativo).• En organizaciones de la sociedad civil (según que estén dirigidas por adultos o

por jóvenes. • En partidos políticos. • Parlamentos o consejos juveniles.• Comisiones juveniles sobre temas específicos.• Formas de participación = profundidad (según temáticas / sectores), según sexo

y tramos etarios (14 a 18 y 19 a 24 años):• Expresan inquietudes, intereses, conocimientos, opiniones y/o puntos de vista (a

través de encuestas, talleres, etc.).• Llevan a cabo actividades específicas, como recursos humanos por ejemplo:

promotores (voluntarios o no).• Proponen nuevas actividades o recomiendan cambios en las actuales. • Discuten e influencian en los procesos de decisión.• Toman decisiones y asumen responsabilidades. • Proponen y desarrollan sus propios sub-proyectos. • Reclaman a las autoridades acerca de sus derechos. • Gestan y/o son miembros activos de organizaciones. • Institucionalización de la participación juvenil: • Formalidad:

Regularidad, continuidad o frecuencia con que ocurre. Adjudicación de espacios físicos e instancias estructurales. Establecimiento de reglas procedimentales.

• Continuidad o sustentabilidad: Acciones de abogacía (existencia y características). Legislación (existencia y características). Organizaciones, redes conformadas. Recursos adjudicados (en especial, financieros = presupuesto).

• Efectos de la participación juvenil: cambios en concepciones, actitudes, conocimientos, hábitos, conductas / desempeños y/o vínculos en:

73

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

• Los jóvenes protagonistas (o destinatarios directos) de las acciones.• Sus familias.• Sus grupos de pares.• Otros actores.• La comunidad en general.• Las intervenciones donde ellos se involucran (efectividad).• Las organizaciones involucradas (sus estructuras y dinámicas).• Las políticas públicas.

Oferta institucional

• Educacional:o Establecimientos educativos según modalidad y niveles.o Espacios destinados a bebes / niños de alumnas madres.

• De salud:o Establecimientos según niveles de complejidad. o Atención a adolescentes sin acompañamiento adulto.o Entrega de métodos anticonceptivos. o Consejerías (servicios de orientación) para jóvenes, según temas que abordan.

Cantidad y utilización.

• De formación para el trabajo.• Centros deportivos, clubes.• Bibliotecas.• Museos, centros culturales. Cantidad, utilización y conformidad• Ciber cafés. • Cines y teatros.• Locales de música, bailables. • Programas gubernamentales o no, orientados a jóvenes (por sexo y grupos etarios):

educacionales, de salud, de formación para el trabajo, deportivos, artísticos, culturales, otros.

Se especificará para cada programa: título, dependencia institucional, temática, población objetivo, cobertura geográfica y poblacional, requisitos de inclusión, objetivos y actividades, metodologías de gestión, duración; asimismo, la conformidad de la población cubierta.

74

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Borges, J. L. (1952). El idioma analítico de John Wilkins, en “Otras inquisiciones”, Buenos Aires, SUR.

Habermas, J. (1982). Conocimiento e interés, Buenos Aires, Taurus.

Krauskopf, D. (1999). Participación social y desarrollo en la adolescencia. UNFPA. San José, Costa Rica.

Nirenberg, O. (2006). Participación de adolescentes en proyectos sociales: aportes conceptuales y para su evaluación, colección Tramas Sociales vol. 39, Buenos Aires, Paidós.

Nirenberg, O. (2003). El rol del Estado para la participación social en la evaluación: el caso del sector salud, trabajo presentado en el VIII Congreso del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo –CLAD–, Panamá; Cuaderno de CEADEL nº 36.

Nirenberg, O. Brawerman, J. Ruiz, V. (2003). Programación y evaluación de proyectos sociales. Aportes para la racionalidad y la transparencia, colección Tramas Sociales, vol. 19. Buenos Aires, Paidós.

Nirenberg, O.; Brawerman, J y Ruiz, V. (2000). Evaluar para la transformación: innovaciones en evaluación de programas y proyectos sociales, colección Tramas Sociales, vol. 8, Buenos Aires, Paidós.

Patton, M. Q. (2002). Qualitative Research and Evaluation Methods, Thousand Oaks, California, Sage Publications, 3ª edición.

Pizzorno, A. (1976). Introducción al estudio de la participación política, Buenos Aires, SIAP, Planteos.

Platón (1984). Apología de Sócrates, Buenos Aires, EUDEBA.

75

Evaluación de intervenciones orientadas a jóvenes

3 El Balanced Scorecard y las organizaciones culturales

Carolina Asuaga *

Antecedentes en la gestión de organizaciones culturales

La aplicación de herramientas vinculadas a la gestión empresarial en el sector no lucrativo es un tópico que despertó el interés de la academia a partir de la publicación de Anthony y Herzlinger en el año 1975. Ésta dio el puntapié inicial para el surgimiento de diversas propuestas para aplicar en la órbita pública los mismos sistemas de control de gestión que utilizan las empresas, adaptándolas a las características que definen a las organizaciones no lucrativas, tanto públicas como privadas.

Sin embargo, la práctica no demostraba los avances de la academia y las organizaciones no lucrativas continuaban gestionándose sin las herramientas apropiadas, limitándose fundamentalmente a efectuar cálculos de costos y control presupuestal. En la década de los noventa surgieron publicaciones relativas a la gestión de las organizaciones no lucrativas en las cuales se incorporan los conceptos de misión, visión, planificación estratégica y medición de objetivos, recomendando el uso de indicadores. Sin embargo, los avances en esa época también tuvieron mayor lucimiento en el ámbito académico que en la práctica.

Al iniciarse el siglo XXI, el sector público comenzó realmente a incorporar el manual metodológico del Management. Hoy en día las organizaciones públicas cuentan con técnicas para la implementación, gestión y evaluación de sus planes estratégicos, los cuales poseen una administración similar a las de las empresas privadas en lo relativo al control de gestión, por ejemplo, en el sector hospitalario.

Con respecto al sector cultural, la incorporación de herramientas de gestión no ha sido ni ágil ni sencilla, en especial en las organizaciones pertenecientes a la órbita pública. La explicación del porqué de las resistencias radica en que tradicionalmente la asociación entre finanzas y cultura se ha considerado como un riesgo para la autonomía artística de las organizaciones.

* Docente en la Universidad de la República Uruguay. Ha realizado instancias de docencia e investigación en el ámbito de la Gestión Cultural y Economía de la Cultura en universidades de Argentina, Brasil, Chile, España, Francia e Italia. Su investigación más reciente trata sobre la implementación de la Cuenta Satélite de Cultura para Uruguay.

76

En contraposición, la utilización de indicadores ha sido un tópico en que el sector ha mostrado interés, tal como queda de manifiesto al observar, no sólo la profusa bibliografía que trata sobre indicadores culturales, sino también los múltiples cursos, talleres y seminarios que tratan la temática.

Sin embargo, la mayoría de los indicadores definidos están relacionados a las políticas culturales, intentando efectuar mediciones sobre la eficacia, eficiencia y equidad de éstas, siendo menor el interés en indicadores referidos exclusivamente a la gestión de organizaciones culturales. Sobre estos últimos, los indicadores que suelen utilizarse tratan cuestiones generales y básicas, dando una lectura fundamentalmente ex post, y no es usual encontrar publicaciones en las que se destaquen indicadores vinculados a la estrategia y a las áreas claves de una organización. Este hecho puede explicarse en que un gran porcentaje de las publicaciones tienen su origen en la economía de la cultura y no en la administración o en la contabilidad de gestión como disciplinas de base.

Los indicadores de gestión y el Balanced Scorecard

Los Performance Indicators son definidos por el diccionario técnico de Oxford como las principales medidas del éxito de una compañía, que se determinan y monitorean para asegurar el éxito de la misma a largo plazo, ayudando a establecer claramente las fuerzas y debilidades de dicha compañía. No existe una traducción precisa del término “performance” al español, por lo tanto se traduce como las expresiones comportamientos, rendimientos, funcionamientos, resultados, y se equipara al término “performance indicators” al de indicadores de gestión, indicadores de desempeño o indicadores estratégicos. Estos indicadores pueden ser (al igual que cualquier indicador) tanto de tipo cualitativo (encuestas al público, al personal, entre otros) como de tipo cuantitativo, y dentro de estos últimos puede distinguirse entre monetarios (costos, ingresos, inversiones) y no monetarios (cantidad de quejas procesadas, número de notas de prensa).

Cabe destacar que gran parte de los que la literatura denomina indicadores de gestión, son simples indicadores, ya que no brindan una idea de actuación o desempeño, sino que simplemente exponen una cifra cuantitativa sin mayor relación con la estrategia de la organización. Para que un indicador pueda considerarse “de gestión” (en el concepto de performance indicators definido) debe estar vinculado a la estrategia de una organización y servir como herramienta de gestión, cumpliendo las finalidades de información para un monitoreo del desempeño.

77

El Balanced Scorecard y las organizaciones culturales

En 1992 surgió el Balance Scorecard, cuya traducción en español es Cuadro de Mando Integral (en adelante CMI) ideado por Kaplan y Norton (Kaplan y Norton, 1992). El CMI es un cuadro basado en indicadores estratégicos para la evaluación de la gestión empresarial desde diversos ángulos, modificándose el concepto tradicional de control, ya que el CMI sitúa en el centro la estrategia, proporcionando un marco, una estructura y un lenguaje para comunicar la misión y la estrategia por medio de un conjunto coherente de indicadores de gestión.

Su principal ventaja consiste en que la necesidad de definir los indicadores que conformarán el cuadro, obliga a un análisis formal y explícito en los planes de acción de una organización en post del logro de sus objetivos. Esto se deriva a partir de las relaciones causa- efecto, que son la base fundamental del modelo.

Al momento de diseñar la estrategia, es fundamental identificar una relación causal entre las acciones que se esperan realizar y los resultados que se pretenden alcanzar, en relaciones del tipo “Si A, entonces B”, siendo A un plan de acción y B un objetivo. Deberán definirse entonces indicadores de causa o inductores, para evaluar el plan de acción (A), e indicadores de efecto o resultados, para evaluar los resultados alcanzados (B). Por ejemplo, si uno de los objetivos de una organización es reducir la rotación del personal, ya que el número de renuncias es mayor que en las de otras empresas del ramo, los indicadores: “número de renuncias; renuncias período n/ renuncias período n-1; número de faltas sin aviso; llegadas tarde”, pueden ser indicadores de resultado o efecto, y mostrar qué tan cerca de cumplir los objetivos se encuentra la organización.

Los dos primeros son indicadores ex post, mismos que se obtendrán luego de finalizar un periodo, mientras que los otros son indicadores que se monitorearán más asiduamente, incluso diariamente, de forma tal que posibilite tomar medidas correctivas a tiempo, incluyendo cambios drásticos en el plan establecido para reducir la rotación del personal si éste no es eficaz. Pero lo realmente complejo es definir cuáles van a ser las acciones que realizará la empresa para detener la rotación y cómo va a medir el correcto desarrollo de las mismas.

78

El Balanced Scorecard y las organizaciones culturales

La disminución de la rotación no sucederá porque los encargados de dirigir la organización así lo deseen, por el contrario deberán implementarse planes para lograrla y estos planes no deben ser casuales sino causales, de forma tal que asegure la concreción del objetivo. Dependiendo de la identificación del porqué de la rotación (por ejemplo, que se deba a bajos salarios, horario de trabajo inapropiado, falta de capacitación del personal, trabajo insalubre, mal ambiente laboral) se deberá diseñar el plan de acción a seguir.

Indicadores del tipo: “incremento de salarios, número de cursos dictados al personal, temperatura de la planta industrial, calidad de los uniformes y hasta el número de horas de música funcional” pueden ser indicadores de causa o inductores. Los fundamental es identificar las relaciones causa-efecto, las que van a ser propias de esta organización y generalmente no extrapolable a otras. Nótese que por cada plan de acción (A), puede haber varios indicadores de actuación.

El CMI muestra una visión integradora de la empresa y su estrategia, así visualiza a la organización desde cuatro perspectivas:

• La perspectiva financiera o del accionista, que se centra en la obtención de éxito financiero, por lo que los indicadores definidos desde esta perspectiva son los indicadores tradicionales y surgen de datos del sistema de contabilidad.

• La perspectiva del cliente, que analiza la forma en que la empresa debe presentarse ante el cliente, identificando los segmentos de clientes y de mercado por los que competirá la organización. Esta perspectiva suele incluir indicadores que muestran la satisfacción del cliente, la captación de nuevos clientes, la lealtad de éstos o la cuota de mercado en los segmentos seleccionados, entre otros. Esta perspectiva traduce la estrategia en objetivos sobre clientes y segmentos de mercado, siendo éstos los que definen los procesos de marketing, logística, entre otros.

• La perspectiva de los procesos internos del negocio, que muestra en qué procesos críticos internos se debe buscar la excelencia a efectos de satisfacer a clientes y accionistas. Los objetivos e indicadores de esta perspectiva se derivan de estrategias explícitas para satisfacer las necesidades de los clientes. Cabe destacar que una diferencia fundamental entre los sistemas tradicionales basados en indicadores y el CMI, es que los primeros -aún cuando incorporen medidas no financieras, como por ejemplo mediciones de calidad- siguen basándose en la mejora de los procesos ya existentes.

79

El Balanced Scorecard y las organizaciones culturales

El CMI suele, en cambio, identificar nuevos procesos en los que la organización deberá ser excelente para satisfacer los objetivos financieros y del cliente.

• La perspectiva del aprendizaje y crecimiento, es aquella en la que se identifica la infraestructura que la empresa debe construir para crear una mejora y un crecimiento a largo plazo, ya que usualmente, la tecnología y capacidades disponibles no son suficientes. Se identifican en esta perspectiva tres fuentes de crecimiento principales: los recursos humanos, los sistemas de información y los procedimientos y rutinas de la organización.

Estas cuatro perspectivas también se vinculan con relaciones causa efecto, entendiendo, por ejemplo y de modo simplificado, que si se cuenta con recursos humanos formados y motivados se facilita tanto la mejora de los procesos de la organización como la creación de nuevos procesos, lo que implicaría una mejor satisfacción del cliente y/o captación de nuevos mercados, lo cual se reflejaría en una mejora en la perspectiva financiera y por ende, una mayor rentabilidad para los accionistas, tal como se muestra en la siguiente figura:

Figura 1: EL CMI de Kaplan y Norton

Fuente: Elaboración propia con base en la propuesta de Kaplan y Norton, 199280

El Balanced Scorecard y las organizaciones culturales

FINANCIERA

CLIENTES

PROCESOS INTERNOS

APRENDIZAJE Y CRECIMIENTO

El CMI es una excelente herramienta al servicio de la planificación estratégica, y su diseño implica la necesidad de definir los planes de acción, posibilitando la comunicación de la estrategia, fundamentalmente por los indicadores de causa, ya que si sólo se consideraran los resultados sin los inductores de actuación, no se explicitaría la forma en que se planea lograr los objetivos.

El Balanced Scorecard y las organizaciones culturales

Con respecto a las entidades no lucrativas, el éxito y la buena gestión de las mismas, está asociado con brindar los mejores servicios a la comunidad con los recursos disponibles. Es por eso que el CMI se transforma, ya que en las organizaciones no lucrativas la perspectiva financiera no se situará por encima de las demás, atendiendo a que el objetivo primordial es la satisfacción de las necesidades de la sociedad, por lo que la perspectiva del “cliente” será entonces la dominante. Diversos autores, entre ellos los propios Kaplan y Norton, años después de haber presentado el Balanced Scorecard, señalaron la problemática en la identificación del cliente en el sector no lucrativo (Kaplan y Norton, 2001), ya que quien paga el servicio no tiene porqué ser el beneficiario. ¿Quién es el cliente de un hospital? ¿El enfermo, la comunidad, el Ministerio de Salud? Esto lleva a que la perspectiva del cliente se divida en perspectivas paralelas, las que generalmente incluyen la perspectiva del usuario y la de la comunidad.

Con respecto a la adaptación del CMI a las organizaciones culturales existe escasa bibliografía al respecto. Asuaga y otros autores (2007), en una adaptación para organizaciones culturales1 sostienen que deben considerarse los siguientes elementos:

• Políticas culturales: las políticas culturales persiguen a menudo objetivos múltiples y se encuentran en conflicto entre sí (por ejemplo, elevar la calidad y facilitar el acceso) y suelen ser comunes para todo el sector cultural. Desde la órbita pública, no es usual que exista una política para museos tendiente a diversificar el público con el objetivo de democratizar la cultura, o para teatros tendiente a aumentar la calidad y erudición del repertorio.

Esto acarrea dos problemas, el primero es que las políticas culturales, al abarcar varios sectores de la cultura, suelen estar poco definidas; el segundo, es la dificultad para evaluar el cumplimiento de dichas políticas considerando el conflicto principal-agente.

81

El Balanced Scorecard y las organizaciones culturales

1 Técnicamente, en la publicación citada se adecuó el CMI para teatros públicos. Al ser una publicación de la misma autora, en este artículo se toman los conceptos principales de la obra citada y se generalizan a toda organización cultural, tanto pública como privada.

Efectivamente en las organizaciones culturales, sean teatros, museos o bibliotecas, al igual que en otros sectores culturales, los intercambios entre los agentes (públicos o privados) se articulan a partir de niveles de información asimétricos y con conflictos evidentes entre objetivos.

Los intereses de los directores de teatros y museos, de músicos, actores, artistas plásticos, responsables políticos de las instituciones, donantes, espectadores, visitantes y ciudadanos, muestran la complejidad de las relaciones y los conflictos del principal-agente. El dilema mayor se presenta ante la voluntad del principal para evaluar y controlar si se cumplen los objetivos (habitualmente poco precisos) para los que proveen los fondos públicos sin interferir en la libertad creativa, artística o cultural de los agentes, pero al mismo tiempo evitando que los teatros y museos se mantengan cautivos de los intereses de determinados agentes (sean éstos de actores, artistas, directores de orquesta, curadores, críticos o grupos de influyentes de usuarios).

Las políticas culturales deberán ser el marco en el cual encuadrar la estrategia de una organización cultural pública. Es por ello que la primera interrogante a plantearse por la dirección de dicha organización debería ser: ¿cómo traducir las políticas culturales a la actividad artística y cuáles son las posibles estrategias? Asimismo, es de orden una evaluación posterior de la estrategia que permita, tanto a los directores de las organizaciones culturales públicas como a los responsables políticos, tomar mediadas correctivas e incluso cambios en la estrategia planteada.

• Peculiaridades de la demanda: el sector cultural tiene una particularidad propia y es la existencia de una demanda social, ya que beneficia no sólo a los que ven o pagan por las producciones artísticas, sino que beneficia también al resto de los consumidores, que no necesariamente desean contribuir a su producción (artes escénicas) o a su preservación (museos). Una sala teatral pública, un museo, una biblioteca o un festival, pueden tener un valor de prestigio positivo atribuido por los no usuarios y, en casos individuales, incluso por gente sin interés alguno por las artes.

La razón reside en que estas instituciones conservan y promueven el sentimiento de identidad regional o nacional. Otro tema a plantearse es que el número de espectadores o visitantes anuales no coincide con el de personas sobre las que ha recaído el servicio público en el año, ya que los mismos suelen repetirse.

82

El Balanced Scorecard y las organizaciones culturales

Asimismo, el precio de la entrada, que suele ser el determinante principal de la demanda en otros sectores de la economía, no lo es en los productos culturales, ya que la demanda de estos productos tiene un comportamiento inelástico con respecto al costo, en especial las artes escénicas. El segundo interrogante a plantearse por la dirección de una organización cultural pública es entonces: ¿qué actividades se realizarán y a qué público están dirigidas?

• Financiación: al igual que en lo que sucede en el sector público, el presupuesto es, sin duda, el instrumento básico de control y gestión por encima de cualquier otro estado financiero. Se da entonces que el límite de actividades que se llevarán a cabo no vendrá dado por la correcta ejecución de las políticas culturales planteadas, sino por las restricciones que imponga un presupuesto en el que se deberá priorizar y seleccionar qué programación y qué nivel de gastos son posibles de llevar a cabo con los recursos disponibles.

Esta restricción presupuestal se vuelve fundamental al momento de identificar los procesos críticos en los que se debe buscar la excelencia, a efectos de satisfacer a los usuarios. El impacto cultural no será el mismo si se sustituye una orquesta sinfónica por una de cámara, si se contratan actores de bajo perfil, o si las obras que componen una exposición temporal no son atrayentes. Es entonces que los mecenazgos o patrocinios se vuelven fundamentales a la hora de decidir una producción artística y la existencia o ausencia de éstos puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso de un proyecto cultural.

Ahora bien, la calidad de una obra teatral, concierto o espectáculo de danza medidos en términos de prestigio de actores, músicos y bailarines, o la notoriedad de los artistas plásticos y técnicas expositivas para las exposiciones permanentes y temporales, son a su vez fundamentales para la captación de patrocinios.

El CMI de una organización cultural pública, deberá transformarse, considerando las variables antes expuestas si se pretende lograr no sólo un conjunto coherente de indicadores, sino también un Sistema de Gestión, que ayude a comunicar y poner en marcha la estrategia de la organización.

83

El Balanced Scorecard y las organizaciones culturales

El modelo propuesto, implica definir cinco niveles de perspectivas, las que se muestran gráficamente en la siguiente figura:

Figura 2: Adaptación del CMI a las organizaciones culturales públicas

Fuente: Adaptación Asuaga et al, 2007

La Perspectiva de las políticas culturales proporciona una herramienta apta a nivel político para evaluar el cumplimiento de las políticas públicas, al tiempo que obliga a la organización a enmarcar su estrategia en el contexto de la misma. Nótese que esta perspectiva no se deriva solamente de la del espectador/visitante, también es efecto de la Perspectiva de la Demanda Social.

En un segundo nivel, la perspectiva del cliente se abre en tres distintas y paralelas: la Perspectiva del Espectador/Visitante no difiere de la perspectiva del cliente tradicional, pero se adiciona la Perspectiva de la Demanda Social, más compleja de evaluar, en la que se contempla el deseo del no usuario, traduciendo la estrategia en un objetivo social diferente. Al mismo nivel, pero en un cariz diferente, se incluye la Perspectiva de Patrocinios y Mecenazgos. Las relaciones causa efecto tienen aquí un doble sentido, ya que la excelencia en los procesos internos es causa y consecuencia de la existencia de los patrocinios. Se optó por no incluir ésta en una Perspectiva Financiera Tradicional, sino dentro de la perspectiva del cliente, bajo el entendido que las empresas patrocinadoras conforman un segmento de mercado por las cuales competirá la organización, siendo

84

El Balanced Scorecard y las organizaciones culturales

VISITANTE / ESPECTADOR

PRESUPUESTO

APRENDIZAJE Y CRECIMIENTO

PROCESOS INTERNOS

DEMANDA SOCIAL PATROCINIOS MACE NAZGOS

POLÍTICAS CULTURALES

necesario medir la satisfacción de dichas empresas patrocinadoras, la captación de nuevas empresas o la lealtad de las mismas.

Las Perspectivas de Procesos Internos y de Aprendizaje y Crecimiento no varían de las perspectivas tradicionales definidas por Kaplan y Norton, pero se incorpora a la base del CMI la Perspectiva del Presupuesto. La evaluación de la eficiencia alcanzada en el cumplimiento de los programas y objetivos planteados con fondos públicos, es un factor crucial en la gestión de una organización cultural pública. Las implicaciones financieras de la enfermedad de los costos de Baumol2, llevan a afinar la mirada sobre el presupuesto, ya que los ingresos por ventas de entradas o taquilla no suelen ser significativos y la mayor fuente de financiación de estas organizaciones es la proveniente del presupuesto.

En cuanto a la adecuación del CMI a las organizaciones culturales de la órbita privada, la perspectiva de políticas culturales no corresponde y se eliminará de la cima. Situación similar sucede con la perspectiva de la Demanda Social, la que puede o no existir. Habrá que analizar las características de la organización cultural y fundamentalmente determinar su principal fuente de financiación. Si se trata, por ejemplo, de un museo financiado por una fundación, la Perspectiva del Presupuesto continuará en la base. Si se financia por medio de los visitantes o espectadores y los patrocinios y mecenazgos, la perspectivas del presupuesto no corresponde, aunque no por ello deben desatenderse la gestión financiera, ya que el principio de eficiencia debe continuar rigiendo, lo que implica alcanzar los objetivos a los menores costos.

Aunque cada organización deberá analizar sus características, se muestra a continuación un ejemplo de diseño de CMI para organizaciones culturales privadas no lucrativas:

2 Sobre la enfermedad de los costos y sus críticas véase Asuaga et al, 2005.

85

El Balanced Scorecard y las organizaciones culturales

Figura 3: El CMI en organizaciones culturales privadas no lucrativas

Fuente: Elaboración propia

Es preciso señalar que la Perspectiva Financiera se muestra de forma vertical, acompañando el resto de las perspectivas. Aunque tanto la captación de espectadores/visitantes como de patrocinios y mecenazgos posibilitan un incremento financiero, al ser una organización sin fines de lucro, los mismos se vuelcan en las Perspectivas de Procesos Internos o en la de Aprendizaje y Crecimiento.

Cuando se trata de organizaciones culturales con fines de lucro, como por ejemplo las producciones de Broadway, compañías cinematográficas o televisivas, el CMI no difiere de lo planteado originalmente por Kaplan y Norton para el sector empresarial.

La implementación del Balanced Scorecard

Aunque actualmente organizaciones como el British Museum ya cuentan con su Cuadro de Mando Integral, es de esperar que aún falte tiempo para que el CMI se convierta en una herramienta de uso común para la gestión de las organizaciones culturales. Sin embargo, aunque las organizaciones no dispongan de un CMI, sí pueden utilizar sus principios a las hora de definir indicadores, procurando establecer relaciones causa-efecto.

Por ejemplo, si el objetivo de un museo es incrementar el número de visitantes a sus exposiciones temporales, entonces no es complejo el diseño de los indicadores de resultado o de efecto, pudiéndose tomar por ejemplo: “el número de visitantes a exposiciones temporales; visitantes temporales/visitantes totales; visitantes temporales/visitantes colección permanente”. Sin embargo, y tal como se expuso, los indicadores de actuación o inductores dependerán de cuál sea el plan de acción por el que opte el museo.

El Balanced Scorecard y las organizaciones culturales

86

VISITANTE / ESPECTADOR

APRENDIZAJE Y CRECIMIENTO

PATROCINIOS MACE NAZGOS

PROCESOS INTERNOS

FINA

NC

IERA

La Economía de la Cultura ha sostenido sistemáticamente que el precio de la entrada no es una barrera de acceso, por lo que una política de reducción de precios no parece una acción que incremente los visitantes, o lo que es lo mismo, no genera una relación causa-efecto. Dependiendo de la estrategia que decida emplear la organización para lograr su objetivo, indicadores de actuación tales como: “el número de horas abierto al público viernes y sábados; gastos en publicidad; número de acuerdos con otros museos; número de técnicas expositivas innovadoras; captación de patrocinadores”, entre un sin número de ejemplos posibles, medirán si el plan propuesto fue correctamente ejecutado, así como comunicarán la estrategia a los diferentes miembros de la organización y de la sociedad en caso de tratarse de museos públicos.

Reflexiones finales

A nivel empresarial, la definición de misión, visión y plan estratégico se encuentra cada vez más presente en las empresas del siglo XXI y suelen formar parte de la presentación institucional de las organizaciones. Sin embargo, en gran número de casos no dejan de ser declaraciones de intenciones que luego no se viabilizan y ni siquiera son correctamente comunicadas al personal. Asimismo, el fracaso empresarial no suele deberse a una mala definición de la estrategia, sino a una incorrecta planificación e implementación de la misma.

A nivel de Ministerios de Cultura, Secretarías de Cultura u organizaciones culturales, la incorporación de estos conceptos ha sido escasa, pero las tendencias muestran que, poco a poco, estas instituciones están recorriendo el camino.

Las políticas culturales basadas en la premisa de la democratización de la cultura por medio de subvenciones de precios, han demostrado que son ineficaces en términos económicos al no cumplir con sus objetivos y son las políticas públicas menos equitativas, tal como ha sido demostrado sistemáticamente por la Economía de la Cultura. Esto lleva a que tanto los responsables de las políticas culturales como de la dirección de museos, teatros, bibliotecas y otras organizaciones culturales públicas, deben ser rigurosos al momento de dar cuenta de su gestión.

87

El Balanced Scorecard y las organizaciones culturales

La implementación de un CMI que permita comunicar, supervisar y evaluar la estrategia por la que ha optado una institución, es un camino que tarde o temprano llegará a las organizaciones culturales públicas, facilitándoles el logro de sus objetivos y permitiendo una rendición de cuentas más sencilla, objetiva y comprensible para los ciudadanos, quienes en entornos democráticos, deberían juzgar en última instancia tanto las políticas culturales como la gestión de las organizaciones financiadas con dinero público.

REFERENCIAS

Anthony, R y Herzlinger, R (1975). Management control in nonprofit organizations. Homewood, IL: R. D. Irwin.

Asuaga C, Cambeiro P y Cami M, Mouradian I. (2007). “Gestión de teatros públicos: Una adaptación del Cuadro de Mando Integral” Revista Quantum Vol. II Nº 1 (Octubre 2007).

Asuaga C, Lecueder M y Vigo, S (2005). “Las Artes Escénicas y la Teoría General del Costo”. Anales del IX Congreso del Instituto Internacional del Costos.

Kaplan, R y Norton D (1992). “The Balance Scorecard- Measures that drive performance”. Harvard Business Review. Enero-Febrero.

Kaplan R.S. and Norton D.P. (2001). “Transforming the Balanced Scorecard from Performance Measurement to Strategic Management: Part 1”, Accounting Horizons. Vol.15, No.1, March.

88

El Balanced Scorecard y las organizaciones culturales

4 El Buen Vivir: aplicación práctica en políticas culturales en Ecuador, una propuesta de indicadores básicos

Iván Fernández *

Introducción

Después de dos décadas de políticas neoliberales bajo la batuta del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, hacia finales de la década de los noventa e inicios del siglo XXI, la mayor parte de los países latinoamericanos sufrieron desastrosas consecuencias económicas y sociales: mayor endeudamiento externo, desequilibrios monetarios, hiperinflación, incremento de la pobreza y de la exclusión social, millones de desocupados emigraron hacia Estados Unidos y Europa para buscar trabajo en condiciones precarias y el poder del Estado se redujo al mínimo para que el capital operara sin control en un supuesto “libre mercado”.

En el caso de Ecuador la crisis se proyectó hacia el ámbito político. Entre 1996 y el 2006 sucedieron seis cambios de gobierno debido a la presión de grandes movilizaciones populares, entre las cuales destacó el movimiento indígena, que demandó un cambio en las políticas neoliberales en favor de un proyecto que partiera del reconocimiento de la diversidad cultural, además de promover la equidad y la inclusión social.

En este contexto, desde inicios de la década de los años noventa, cuando predominaba el enfoque neoliberal en las políticas públicas en América Latina, dirigentes de los movimientos sociales (filósofos, sociólogos, antropólogos y economistas) realizaron importantes aportes al pensamiento latinoamericano “desde adentro”, es decir, pensando los problemas del desarrollo a partir de nuestras propias características y especificidades, no sólo para superar el enfoque neoliberal que causaron impactos negativos en los pobres y en los excluidos de siempre, sino para encontrar aproximaciones certeras a las palabras de desarrollo y progreso en las lenguas indígenas y sus cosmovisiones.

* Sociólogo, con maestría y doctorado en Ciencias Sociales, consultor de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Docente en la Universidad Central del Ecuador.

89

Síntesis conceptual del buen vivir

Dada la crisis de paradigmas después de la caída del muro de Berlín y el fin del “socialismo real”, la búsqueda de alternativas al neoliberalismo fue enriquecedora; la teoría crítica del desarrollo fue la que mayores aportes hizo. En los países andinos, los vocablos desarrollo y progreso no encontraron en ninguna lengua indígena equivalencias que reflejaran ese sentido occidental de crecimiento alrededor de la posesión de bienes materiales:

“Los conceptos que se barajaron para encontrar una aproximación al progreso/desarrollo fueron sumak kawsay (buen vivir) en quichua, suma qamaña (vivir bien) en aymara y ñandereko (buen vivir) en guaraní. Si bien entre las distintas voces indígenas existen diferencias de matiz, lo llamativo fue encontrar la similitud de sentidos que denotaban un ideal de vida que no escinde al hombre y a la naturaleza, por un lado, y, por otro, que entre la vida material de la reproducción y la producción y la vida social y espiritual había una interconexión inseparable: hombre/mujer y naturaleza son parte de la madre tierra (Pacha Mama) y entre ambos se establece una comunión y un diálogo mediado por una ritualidad que entiende a la naturaleza como algo sagrado”.1

Desde la cosmovisión aymara, suma qamaña se traduce de la siguiente forma:

• Suma: plenitud, sublime, excelente, magnífico.• Qamaña: vivir, convivir, estar siendo.

Entonces, la traducción de suma qamaña que más se aproxima es vida en plenitud. Actualmente se traduce como “Vivir Bien”.

Por otro lado, la traducción del kichwa o quechua es de la siguiente manera:

• Sumak: plenitud, sublime, excelente, magnífico, hermoso, superior.• Kawsay: vida, ser estando.

90

El Buen Vivir: aplicación práctica en políticas culturales en Ecuador, una propuesta de indicadores básicos

1 Alcoreza, Prada Raúl (2011). “El Vivir Bien como Modelo de Estado y Modelo Económico” en: Mas Allá del Desarrollo. Fundación Rosa Luxemburgo, Ediciones Abya Yala, Quito, Ecuador, pág. 228.

Por lo tanto, Sumak Kawsay es el proceso de vida en plenitud. La vida en equilibrio material y espiritual. La magnificencia y lo sublime se expresa en la armonía, en el equilibrio interno y externo de una comunidad.2

Los principios de esta plenitud son:

• Solidaridad social, puesto que se parte del supuesto de que el ser humano sólo puede lograr esa plenitud con sus semejantes, es decir en comunidad.

• La reproducción de la fuerza de trabajo y el cuidado de la familia como responsabilidad familiar, colectiva y pública.

• Complementariedad, que es el supuesto de la interdependencia humana entre seres que son diferentes, que tienen capacidad y atributos también diferentes, lo cual enriquece la interacción y es la base del aprendizaje común.

• La producción en el marco de respeto y armonía con la naturaleza que incluye el trabajo mismo.

• Que la naturaleza es sagrada y que los pactos con ella se renuevan a través de la ritualidad.3

Desde la perspectiva histórica, el Sumak Kawsay ha subsistido en la memoria histórica de las comunidades indígenas de la región andina como un sentido de vida, una ética que ordena la vida de la comunidad.

“En tiempos de las sociedades originarias precolombinas, no sólo servía para organizar a la comunidad, sino a toda la sociedad, incluso al Estado mismo. Esta última característica, obviamente, no sobrevivió tras la destrucción de los estados precolombinos por la conquista y posterior colonización. Por siglos el Sumak Kawsay fue rescatado y practicado por las familias, el Ayllu, la comunidad; y es justamente de aquí donde los actuales movimientos indígenas retoman y reivindican este principio como perspectiva ética-civilizatoria”.4

91

El Buen Vivir: aplicación práctica en políticas culturales en Ecuador, una propuesta de indicadores básicos

2 Mamani, Fernando Huanacuni (2010). Vivir Bien/Buen Vivir; Filosofía, políticas, estrategias y experiencias regionales. Edición del Instituto Internacional de Integración del Convenio Andrés Bello. Bolivia, pág.15.3 Ibid, pág. 230.4 Simbaña, Floresmilo (2011). “El Sumak Kawsay como proyecto Político”. En: Mas Allá del Desarrollo. Fundación Rosa Luxemburgo, ediciones Abya Yala, Quito, Ecuador, pág.220.

Como nuevo paradigma en construcción se debe diferenciar que ni el Producto Interno Bruto, ni el paradigma del desarrollo sostenible, ni las metas sociales minimalistas de “combate a la pobreza” constituyen los horizontes esperados para delinear y definir el mediano y el largo plazo. El Buen Vivir, más allá de la expectativa de cumplir con determinados satisfactores, tiene una perspectiva de cambio social: la perspectiva de un Estado capaz de garantizar aquellas condiciones básicas de reproducción de la vida de su población y que tal reproducción no atente ni pone en riesgo la regeneración de la biodiversidad natural. Cambiar el sistema de mercado por un sistema que reivindique el derecho a la vida: la prioridad por el sustento, la reproducción y la subsistencia es el sentido de la opción del vivir bien que da soporte ético al modelo de Estado Plurinacional.

El Buen Vivir como objetivo ideal de desarrollo (inclusive como una alternativa al desarrollo) constituye una nueva perspectiva de encarar, orientar e imaginar el futuro. No se trata de un simple cambio semántico o discursivo, supone una serie de implicaciones conceptuales y programáticas:

• El desarrollo ya no es ni único, ni universal sino plural: el desarrollo es comprendido como integral, capaz de abarcar situaciones no homogéneas para incorporar aspectos desde lo cultural, económico, político y social.

• El desarrollo ya no es una finalidad meramente cuantitativa, es un proceso cualitativo que debe considerar el disfrute de la población de bienes materiales, la realización subjetiva, intelectual y espiritual. En esa medida, orientaciones y sentidos no utilitarios adquieren una centralidad al unísono con el acceso a servicios: el goce colectivo, la capacidad de diálogo intercultural y la identidad cultural como elemento fundamental para la comprensión de lo “común”.

• El individuo deja de tener centralidad para dar prioridad a la convivencia, la interacción, el diálogo intra e intercultural. La convivencia entre seres humanos se vuelve primordial y no descansa su bienestar en la explotación de los otros, menos aún en la exclusión cultural de los pueblos indígenas.

El Buen Vivir es una manera distinta de concebir el mundo, pasa del androcentrismo al cosmocentrismo, es crítico a la modernidad y al capitalismo. Es por ello un paradigma que ve desde otra faceta la producción, la distribución, el consumo, así como otras redes de relaciones sociales. La premisa del Buen Vivir está fundada en la seguridad de que el ser humano no puede vivir sin ser parte de la comunidad y al margen de

92

El Buen Vivir: aplicación práctica en políticas culturales en Ecuador, una propuesta de indicadores básicos

la naturaleza. En suma el Buen Vivir es la defensa de la vida, de la naturaleza como un hogar sagrado donde convivimos y reproducimos nuestras vidas.5

El origen del Buen Vivir o Vivir Bien es claramente andino y debe ser entendido como un concepto plural, ya que asoman distintos contenidos que reflejan diferencias tanto culturales como territoriales. No se puede usar el concepto del Buen Vivir sin tener presente esta complejidad antropológica.

Para concluir esta síntesis destacamos lo dicho por Alberto Acosta, Presidente de la Asamblea Constitucional que aprobó la Constitución del Ecuador en el año 2008:

“El Buen Vivir es una propuesta en construcción…el concepto del Buen Vivir no sólo tiene un anclaje histórico en el mundo indígena, se sustenta también en conceptos ecológicos, feministas, humanistas. “

El Buen Vivir se proyecta, entonces, como una plataforma para discutir respuestas urgentes frente a los devastadores efectos del cambio climático y de la crisis económica mundial.

Asumir el Buen Vivir como un objetivo estatal y de gestión gubernamental, como se ha hecho en las constituciones de Bolivia y Ecuador, es un acto profundamente descolonizador pues, por un lado, reconoce que la fuente de este concepto nos viene de la cosmovisión indígena e inspira y recrea otro sentido de convivencia plurinacional para convertirse en el rumbo que orienta nuestra convivencia social, económica, política y cultural.

Por otro lado, ese Vivir Bien o Buen Vivir, pugna por convertirse en un centro desde donde encontremos acuerdos mínimos; no se trata de una propuesta homogeneizadora ni tampoco etnocéntrica y ni mucho menos debiera ser androcéntrica: alrededor del taipi (lugar central) la pluralidad trenza sus alternativas de vida de acuerdo a sus propias cosmovisiones, de acuerdo a las múltiples interpretaciones del pasado y a los parámetros culturales de los pueblos.

93

El Buen Vivir: aplicación práctica en políticas culturales en Ecuador, una propuesta de indicadores básicos

5 Alcoreza, Prada Raúl, Ob. cit. pág. 235.

El Buen Vivir en la constitución del Ecuador

Después del triunfo de Rafael Correa donde asumió la presidencia de la República de Ecuador en el 2007, mediante una alianza de movimientos sociales del centro hacia la izquierda, la primera propuesta de campaña a cumplir fue organizar una Asamblea Constituyente que elaborara y aprobara una nueva constitución política del Estado, que expresara la filosofía y principios del proyecto político triunfante. Toda constitución sintetiza un momento histórico de un país; en toda constitución se cristalizan procesos sociales acumulados y en ella se plasma una determinada forma de entender la vida. Una constitución, sin embargo, no hace a una sociedad, es la sociedad la que elabora la constitución y la adopta casi como una hoja de ruta.

La constitución del Ecuador, con sus 444 artículos, rompe la concepción clásica de ser un ejercicio de jurisprudencia o de derecho constitucional y se proyecta como un medio para dar paso a cambios estructurales que se demandan desde la sociedad. Se establece que El Ecuador es un Estado de derechos y se enfatiza en el carácter integral de los mismos, al reconocerlos como interdependientes y de igual jerarquía. Por lo tanto los derechos del Buen Vivir ocupan la misma jerarquía que otro conjunto de derechos, los que se refieren a los derechos de las personas y grupos de atención prioritaria, comunidades, pueblos y nacionalidades, participación y de la naturaleza. Todo este conjunto de derechos tiene un correlato en una sección dedicada a las responsabilidades.

En la Constitución se indican dos campos principales de acción en un mismo nivel de jerarquía: por un lado el “régimen del Buen Vivir” y por otro lado, el “régimen de desarrollo”. Este último es definido como: “El conjunto organizado, sostenible y dinámico de los sistemas económicos, políticos, socio-culturales y ambientales que garantizan la realización del Buen Vivir, del sumak kawsay” (artículo 275). Se postula una directa vinculación entre las estrategias de desarrollo a seguir y todos los derechos.

En concreto, el “Buen Vivir requerirá que las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades gocen efectivamente de sus derechos, y ejerzan responsabilidades en el marco de la interculturalidad, del respeto a sus diversidades y de la convivencia armónica con la naturaleza” (Art. 275).

94

El Buen Vivir: aplicación práctica en políticas culturales en Ecuador, una propuesta de indicadores básicos

De esta manera, en el caso ecuatoriano queda claro que la conquista del Buen Vivir está directamente vinculada con el conjunto de derechos y que éstos, para cristalizarse, exigen cambios sustanciales de las tradicionales estrategias de desarrollo, las que, en realidad, deben ser conceptualmente y estructuralmente superadas. Esta es, sin lugar a dudas, una propuesta de vanguardia que tensiona el concepto de desarrollo en tanto opción post-desarrollista a ser construida: el Buen Vivir.6

Los elementos del Buen Vivir (en cuanto derechos) se plasmaron en 99 artículos específicos de la constitución ecuatoriana que abordan expresamente dicha cuestión: 23 artículos sobre el tema en el Título II, capítulo segundo, referidos a agua y alimentación (artículos 12 y 13), ambiente sano (14 y 15), comunicación e información (16 al 20), cultura y ciencia (21 al 25), educación (26 a 29), hábitat y vivienda (30y 31), salud (32), trabajo y seguridad social (33 y 34).

En el título VII se plasma el Régimen del Buen Vivir (como políticas públicas) que engloba 76 artículos del 340 al 394, inclusión y equidad (340 al 342), educación (343 a 357), salud (358 a 366), seguridad social (367 a 374), hábitat y vivienda (375 y 376), cultura (377 a 380), cultura física y tiempo libre (381 a 383), comunicación social (384), ciencia, tecnología, innovación y saberes ancestrales (3385 a 388), gestión del riesgo (389 a 390), población y movilidad humana (391 y 392), seguridad humana (393) y transporte (394).

En cuanto a los derechos culturales, en la constitución del Ecuador se establece específicamente:

• Art.21.- Las personas tienen derecho a construir y mantener su propia identidad cultural, a decidir sobre su pertenencia a una o varias comunidades culturales y a expresar dichas elecciones; a la libertad estética; a conocer la memoria histórica de sus culturas y al acceso a su patrimonio cultural; a difundir sus propias expresiones culturales y tener acceso a expresiones culturales diversas. No se podrá invocar la cultura cuando se atente contra los derechos reconocidos en la constitución.

6 Acosta, Alberto (2010). El Buen Vivir en el camino del Post-desarrollo. Ediciones Abya Yala, Quito, Ecuador, pág. 12. Alberto Acosta, ex Presidente de la Asamblea Constituyente del Ecuador).

95

El Buen Vivir: aplicación práctica en políticas culturales en Ecuador, una propuesta de indicadores básicos

• Art. 22.- Las personas tienen derecho a desarrollar su capacidad creativa, el ejercicio digno y sostenido de las actividades culturales y artísticas, y a beneficiarse de la protección de los derechos morales y patrimoniales que les corresponda por las producciones científicas, literarias o artísticas de su autoría.

• Art. 23.- Las personas tienen derecho a acceder y participar del espacio público como ámbito de deliberación, intercambio cultural, cohesión social y promoción de la igualdad en la diversidad. El derecho a difundir en el espacio público las propias expresiones culturales se ejercerá sin más limitaciones que las que establezca la ley, con sujeción a los principios constitucionales.

• Art. 24.- Las personas tiene derecho a la recreación y al esparcimiento, a la práctica del deporte y al tiempo libre.

• Art. 25.- las personas tienen derecho a gozar de los beneficios y aplicaciones del progreso científico y de los saberes ancestrales.

En el título VII se establece lo que constituye el Régimen del Buen Vivir y en el ámbito de la Cultura se establece lo siguiente:

Art. 377.- El sistema nacional de cultura tiene como finalidad fortalecer la identidad nacional; proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales, incentivar la libre creación artística y la producción, difusión, distribución y disfrute de bienes y servicios culturales y salvaguardar la memoria social y el patrimonio cultural. Se garantiza el ejercicio pleno de los derechos culturales.

Art.378.- El sistema nacional de cultura estará integrado por todas las instituciones del ámbito cultural que reciben fondos públicos y por los colectivos y personas que voluntariamente se vinculen al sistema. Las entidades culturales que reciben fondos públicos estarán sujetas a control y rendición de cuentas.

El Estado ejercerá la rectoría de sistema a través del órgano competente, con respeto a la libertad de creación y expresión, a la interculturalidad y a la diversidad. Además será responsable de la gestión y promoción de la cultura, así como de la formulación e implementación de la política nacional en este campo.

Art. 379.- Son parte del patrimonio cultural tangible e intangible relevante para la memoria e identidad de las personas y colectivos, así como objeto de salvaguarda del Estado entre otros: 96

El Buen Vivir: aplicación práctica en políticas culturales en Ecuador, una propuesta de indicadores básicos

1. Las lenguas, formas de expresión, tradición oral y diversas manifestaciones y creaciones culturales, incluyendo las de carácter ritual, festivo y productivo.

2. Las edificaciones, espacios y conjuntos urbanos, monumentos, sitios naturales, caminos, jardines y paisajes que constituyan referentes de identidad para los pueblos o que tengan valor histórico, artístico, arqueológico, etnográfico o paleontológico.

3. Los documentos, objetos, colecciones, archivos, bibliotecas y museos que tengan valor histórico, artístico, arqueológico, etnográfico o paleontológico.

4. Las creaciones artísticas, científicas y tecnológicas.

Los bienes culturales patrimoniales del Estado serán inalienables, inembargables e imprescriptibles. El Estado tendrá derecho de prelación en la adquisición de los bienes del patrimonio cultural y garantizará su protección.

Art. 380.- Serán responsabilidades del Estado, velar mediante políticas permanentes, por la identificación, protección, defensa, conservación, restauración, difusión y acrecentamiento del patrimonio cultural tangible e intangible, de la riqueza histórica, artística, lingüística y arqueológica, de la memoria colectiva y del conjunto de valores y manifestaciones que configuran la identidad plurinacional, pluricultural y multiétnica del Ecuador.7

Ahora bien, la propuesta de derechos culturales y los lineamientos de políticas públicas que se establecen en la constitución, se les da operatividad a través del Plan Nacional de Desarrollo para el Buen Vivir.

El Plan Nacional de Desarrollo para el Buen Vivir 2009 – 2013, construyendo un Estado plurinacional e intercultural (Ecuador)

En el marco del Plan Nacional de Desarrollo del Ecuador se establecen 12 objetivos nacionales. Ahora bien, el objetivo 8 plantea: “Afirmar y fortalecer la identidad nacional, las identidades diversas, la plurinacionalidad y la interculturalidad”.

7 Constitución de la República del Ecuador – 2008. Asamblea Nacional. Quito, Ecuador.

97

El Buen Vivir: aplicación práctica en políticas culturales en Ecuador, una propuesta de indicadores básicos

Al asumir el mandato constitucional de reconocimiento y afirmación de la plurinacionalidad y la interculturalidad de la sociedad ecuatoriana, el Estado adopta una concepción de cultura amplia e incluyente. Dicha cultura recoge concepciones que dan cuenta de la multiplicidad de universos simbólicos, expresados en las diversas memorias históricas, así como en las prácticas de vida de los pueblos y nacionalidades que viven en el país y, al mismo tiempo, reconoce las prácticas de grupos culturales que emergen como resultado de las transformaciones sociales contemporáneas.

Esta nueva perspectiva permite examinar otras formas de diversidad, tales como la diversidad regional, de género y sobre todo, analizar la capacidad de cada una de ellas para contribuir y aportar a la construcción de relaciones de convivencia, equidad, diálogo y creatividad.

Entendida de este modo, la interculturalidad aparece como una apuesta al futuro que, junto con el reconocimiento de la plurinacionalidad y el Buen Vivir, tiene la capacidad de lograr acuerdos entre actores culturales, sociales, políticos e institucionales diferenciados. Su acción está encaminada a la construcción de una sociedad incluyente, solidaria, recíproca, capaz de fundamentar una propuesta de desarrollo a largo plazo, que permita enfrentar los desafíos de la globalización y sus contradicciones en la actual crisis mundial.

Políticas:• Apoyar la construcción de la sociedad plurinacional e intercultural dentro de

relaciones de reconocimiento de la diferencia y el respeto mutuo, bajo los principios del Buen Vivir.

• Superar las desigualdades sociales y culturales garantizando el acceso cultural de toda persona o colectividad a participar y beneficiarse de los diversos bienes y expresiones culturales.

• Impulsar el conocimiento, la valoración y afirmación de las diversas identidades socioculturales de los distintos pueblos y nacionalidades que conforman el Ecuador, así como la de los y las ecuatorianas que residen fuera del país, en atención al fortalecimiento de la identidad ecuatoriana.

• Impulsar y apoyar procesos de creación cultural en todas sus formas, lenguajes y expresiones, tanto de individuos como de grupos y comunidades.

98

El Buen Vivir: aplicación práctica en políticas culturales en Ecuador, una propuesta de indicadores básicos

• Promover y apoyar procesos de preservación, valoración, fortalecimiento, control y difusión de la memoria colectiva e individual y del patrimonio cultural y natural del país, en toda su riqueza y diversidad.8

Los indicadores culturales del Buen Vivir: una propuesta en construcción

Con base en este nuevo paradigma de desarrollo es importante entender que tanto Bolivia como Ecuador son sociedades en transición, las cuales están atravesando profundos procesos de transformación social e institucional posneoliberal, teniendo como horizonte la construcción de un Estado plurinacional e intercultural.

En este contexto, el primer problema que se plantea es ¿cómo traducir en indicadores un enfoque cualitativamente diferente a los conceptos tradicionales de cultura? Recuérdese que para el Buen Vivir no es lo cuantitativo un indicador de bienestar, sino aspectos cualitativos, por ejemplo, el reconocimiento de la diversidad cultural, la solidaridad, el convivir en armonía con la naturaleza, el respeto a los saberes ancestrales y las cosmovisiones diferentes, el diálogo intercultural y la protección del patrimonio cultural tangible e intangible.

Para el Sumak Kawsay, la cultura es toda la vida social en toda su complejidad, su reproducción vinculada a la naturaleza y cada una de sus dimensiones o derechos que son inseparables. ¿Como medir la libertad de expresión lingüística, la libertad para viajar, la libertad de culto para las principales religiones, la tolerancia cultural, la etnicidad, los idiomas oficiales, el uso de idiomas nativos y los principales dialectos hablados, la educación intercultural y la participación cultural? en definitiva, ¿qué indicadores nos pueden evidenciar el fortalecimiento de las identidades culturales, que incluyan sus cosmovisiones, sus formas de organización comunitarias, sus fiestas y ritos, su música y vestimentas y todo ello de manera inseparable de su Pacha Mama?

Quizá lo más adecuado es identificar un conjunto de dimensiones culturales y, bajo un enfoque constructivista definir los indicadores relacionados a cada uno de sus ámbitos.

Se propone las siguientes dimensiones para entender este complejo proceso de transición hacia la sociedad del Buen Vivir:

8 Plan Nacional de Desarrollo para el Buen Vivir 2009-2013. Construyendo un Estado Plurinacional. SENPLADES, Quito, Ecuador, 2009. También ver en: www.senplades.gob.ec

99

El Buen Vivir: aplicación práctica en políticas culturales en Ecuador, una propuesta de indicadores básicos

I. Marco institucional

• La nueva constitución vigente en el Ecuador establece la creación de un Sistema Nacional de Cultura y un Ministerio de Cultura, el cual contiene un Ministerio Coordinador de Patrimonio. Por tanto, se necesitan indicadores para cada ámbito institucional y sus responsabilidades.

• En este mismo ámbito, se ha producido una reforma presupuestaria y una reasignación de recursos, por tanto se hace necesario medir la inversión cultural y sus impactos correspondientes, sobre todo en el marco de los pueblos afro descendientes, montubios y nacionalidades indígenas.

• También existe una Agenda del Sector Cultura que, desde el Ministerio Coordinador de Patrimonio, coordina todos los temas del patrimonio cultural y la interculturalidad que ejecutan los Ministerios de Cultura, Turismo, Ambiente, Educación y Deportes. En este ámbito se deberá seleccionar los indicadores de gestión más importantes.

• La UNESCO está brindando cooperación técnica al Ministerio Coordinador de Patrimonio y al Instituto Nacional de Patrimonio Cultural para implementar un sistema integrado y georeferenciado de información cultural. Estamos en la etapa de definición del software y la estructura de los indicadores a partir de las experiencias de varios países de la región.

• El Ministerio de Cultura del Ecuador, con el apoyo técnico del Sistema de Información Cultural de las Américas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y bajo la coordinación de Alfonso Castellanos Ribot, experto en indicadores culturales, acaba de publicar el Atlas Cultural del Ecuador (www.sicla.org), que contiene una serie de indicadores y mapas sobre la diversidad cultural y lingüística, el inventario del patrimonio cultural, la infraestructura, medios y equipamiento.

II. Derechos Culturales

• La Constitución del Ecuador establece específicamente al menos los siguientes derechos culturales, sobre los cuales es importante definir los indicadores que correspondan para velar por su cumplimiento y evolución:

100

El Buen Vivir: aplicación práctica en políticas culturales en Ecuador, una propuesta de indicadores básicos

• Derecho a construir y mantener su propia identidad cultural, a decidir sobre su pertenencia a una o varias comunidades culturales y a expresar dichas elecciones; a la libertad estética; a conocer la memoria histórica de sus culturas y a acceder a su patrimonio cultural; a difundir sus propias expresiones culturales y tener acceso a expresiones culturales diversas (Art.21)

• Las personas tienen derecho a desarrollar su capacidad creativa, el ejercicio digno y sostenido de las actividades culturales y artísticas, y a beneficiarse de la protección de los derechos morales y patrimoniales que les corresponda por las producciones científicas, literarias o artísticas de su autoría (Art. 22)

• Las personas tienen derecho a acceder y participar del espacio público como ámbito de deliberación, intercambio cultural, cohesión social y promoción de la igualdad en la diversidad, además del derecho a difundir en el espacio público las propias expresiones culturales que ejercerá sin más limitaciones que las que establezca la ley, con sujeción a los principios constitucionales (Art.23)

• Las personas tienen derecho a la recreación y al esparcimiento, a la práctica del deporte y al tiempo libre (Art. 24)

• Las personas tienen derecho a gozar de los beneficios y aplicaciones del progreso científico y de los saberes ancestrales (Art. 25)

Desde esta perspectiva, se puede hacer una aproximación a los indicadores que serían adecuados a las políticas culturales del Buen Vivir:

• Número de registros de patrimonio cultural tangible e intangible, según pueblos y nacionalidades indígenas del Ecuador.

• Número de espacios públicos para actividades culturales en funcionamiento.

• Número de eventos interculturales por temas realizados.

• Número de encuentros interculturales de integración y número de participantes según su diversidad cultural.

• Es importante pensar en indicadores sobre el uso de lenguas maternas, fiestas populares y saberes ancestrales.

El Buen Vivir: aplicación práctica en políticas culturales en Ecuador, una propuesta de indicadores básicos

101

III. Batería de indicadores sobre Cultura y Desarrollo

El Ecuador fue seleccionado por la UNESCO, dentro del grupo conformado por diez países para llevar a cabo el proyecto “Batería de Indicadores sobre Cultura y Desarrollo”, el cual establece los siguientes indicadores para las siete dimensiones:

1. Cultura y Economía:

2. Cultura y Educación

3. Cultura y Participación Social

4. Cultura y Patrimonio

El Buen Vivir: aplicación práctica en políticas culturales en Ecuador, una propuesta de indicadores básicos

1. El Valor agregado de las actividades culturales2. El empleo en la Cultura3. Gastos en bienes y servicios culturales en el hogar

1. Invertir en capital humano2. Promover la apreciación y la valorización de la diversidad cultural(Enseñanza en lenguas y artes impartidas en la escuela) ( tres opciones)3. Invertir en profesionales culturales altamente capacitados

1. La participación en actividades culturales2. La aversión o desconfianza de otras culturas y la confianza

interpersonal3. La libertad de autodeterminación

1. La protección del patrimonio cultural2. La valorización del patrimonio cultural

102

5. Cultura y Comunicación

6. Cultura y Gobernanza

7. Cultura y Gobernanza

En este momento, un informe preliminar de la Batería de Indicadores en Cultura para el Desarrollo en Ecuador, auspiciado por la UNESCO, está en fase de ajustes metodológicos, el cual pronto será publicado.

103

El Buen Vivir: aplicación práctica en políticas culturales en Ecuador, una propuesta de indicadores básicos

1. La libertad de expresión (regulación y práctica)2. Generar un entorno propicio para la comunicación (acceso a

contenidos digitales 3G)3. La diversidad cultural de los medios de comunicación (producciones

cinematográficas locales en emisiones y distribución nacional)

1. La consagración de los derechos culturales y la promoción de la cultura en el plano normativo2. Las capacidades institucionales3. La infraestructura cultural4. La participación de la sociedad civil en la elaboración e implementación de políticas culturales

1. La igualdad de capacidades para participar en la cultura2. La igualdad de oportunidades para acceder a las instituciones, recursos y servicios públicos

REFERENCIAS

Acosta Alberto (2010). El Buen Vivir en el camino del Post-desarrollo. Ediciones Abya Yala, Quito, Ecuador. Batería de Indicadores de Cultura y Desarrollo – Ecuador, Informe Técnico preliminar. Oficina de UNESCO – Quito, 2012.

Constitución de la República del Ecuador (2008). Gráficas multimedia. Quito, Ecuador.

Mamani; Huanacuni Fernado (2010). Vivir Bien/Buen Vivir; Filosofía, políticas, estrategias y experiencias regionales. Edición del Convenio Andrés Bello, Bolivia.

Nueva Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia. Asamblea Constituyente, octubre 2008. La Paz, Bolivia.

Plan Nacional para el Buen Vivir 2009-2013 Construyendo un Estado Plurinacional e Intercultural. SENPLADES, Quito – Ecuador.

Prada Alcoreza Raúl (2011). “El Vivir Bien como modelo de Estado y modelo Económico”. En: Más allá del Desarrollo. Fundación Rosa Luxemburgo, Ediciones Abya Yala, Quito, Ecuador.

104

El Buen Vivir: aplicación práctica en políticas culturales en Ecuador, una propuesta de indicadores básicos

5 Aplicación de indicadores en el estudio del consumo de bienes culturales

Luz María Ortega Villa *

Consideraciones iniciales

En esta colaboración, más que profundizar en los aspectos teóricos y de contextualización, mismos que han sido abordados por otros investigadores con excelencia y profundidad desde diversas perspectivas, se ofrece una serie de consideraciones prácticas que han sido aplicadas en la elaboración de indicadores como parte de los ejercicios de investigación, con el fin de que sean útiles para los gestores y promotores culturales.

En este caso, los ejemplos son producto del trabajo de investigación que en materia de consumo de bienes culturales se ha llevado a cabo en la ciudad de Mexicali, Baja California, auspiciado en una primera etapa por la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) y el Instituto de Cultura de Baja California (ICBC), y en un segundo momento, por la UABC únicamente.

Para iniciar, es conveniente hacer un breve recordatorio acerca de lo que es un indicador y sus condiciones de construcción, para luego explicar someramente las etapas que constituyen lo que se denomina operacionalización de conceptos, que constituye la base para la definición de indicadores –cuantitativos o cualitativos– de aquello que se busca conocer.

De acuerdo con Aguado y colaboradores (2008), los indicadores son:

“…medidas en el tiempo de las variables de un sistema que nos dan información sobre las tendencias de éste, sobre aspectos concretos que nos interesa analizar”.1

Sabiendo que una variable es una propiedad que puede variar [de ahí su nombre] y cuya variación es susceptible de medirse u observarse2 se puede entender, entonces, que un indicador es, precisamente, la expresión de lo medido u observado en la variable de interés. Por ejemplo, si el propósito es saber cuál es la asistencia a una temporada de presentaciones teatrales, la variable “asistencia” puede medirse a través del indicador que es “el número de personas que acuden al evento”.* Investigadora y docente de la Universidad Autónoma de Baja California.1 Aguado, I., Barrutia, J. y Echebarría, C. (2008). Métricas para el desarrollo sostenible. XI Jornadas de Economía Crítica, Bilbao, 27 – 29 de marzo, pág. 3.2 Hernández, R., Fernández, C., Baptista, P. (2003). Metodología de la investigación. Editorial Trillas, México, pág. 143. 105

Desde un punto de vista semiótico, el indicador puede equiparse a un signo indexical o índice, en tanto que “su significante es contiguo a su significado o es una muestra de él”3. De este modo, si el humo es índice de que algo se está quemando porque se desprende la combustión (es una muestra de ella, es inseparable de ella), el indicador de una variable es la manifestación perceptible de que esa variable está presente.

Como antecedente, cabe recordar que todo indicador tiene un referente, que puede ser desde un marco conceptual o un marco interpretativo hasta una política cultural (Carrasco, 2006), de modo que se ha de explicitar también cuál es ese marco referencial. En el ejemplo de la temporada teatral pudiese tratarse de un referente económico que busca determinar si la obra ha sido comercialmente exitosa, o bien, corresponder a otro marco referencial en el que el acceso de la población a la oferta artística sea el propósito, independientemente de las ganancias económicas. En estos dos casos un mismo indicador puede servir para propósitos diferentes.

Una vez hechas estas aclaraciones se describirá brevemente lo que, a partir de la experiencia propia, se ha identificado como las fases del proceso de elaboración de indicadores.

Delimitar el concepto

Si bien en el ejemplo de la asistencia al teatro se entiende a qué se alude con el concepto «asistencia», es indispensable definir claramente aquello que se pretende estudiar, analizar, observar o medir. De ahí que el establecimiento de indicadores empieza por la definición del concepto, que puede tomarse de quienes han trabajado en el tema, ya que no necesariamente se trata de crear una conceptualización, sino que lo importante es tener claro a qué se refiere aquello que estamos nombrando.

En el caso de los proyectos de investigación sobre consumo de bienes culturales en sectores populares de Mexicali, dado que el concepto de “consumo cultural” ampliamente utilizado a partir de la obra El consumo cultural en México (García Canclini, 1993) no satisfacía las condiciones de claridad necesarias para una adecuada operacionalización, se decidió elaborar un concepto alternativo a éste, que, eliminando del consumo el adjetivo cultural, se enfocara en éste como un “…conjunto de procesos socioculturales de apropiación y usos de los productos” (Canclini, 1993) y delimitara

Aplicación de indicadores en el estudio del consumo de bienes culturales

3 Sebeok, T.A. (1996). Signos. Editorial Paidós, Barcelona, España, página 47.

106

más claramente el tipo de productos consumidos, que son, en este caso, los bienes culturales.

Para no repetir el proceso de conceptualización, que ha sido explicado en publicaciones anteriores (Ortega, 2009, 2011), basta decir que el consumo de bienes culturales quedó definido como “…conjunto de procesos socioculturales de apropiación, uso y recepción de los bienes producidos en el campo de la producción cultural…”, y que, para fines prácticos, los servicios fueron asimilados en el término bienes.

Identificar las dimensiones del concepto

Un segundo momento es el de identificar las dimensiones del concepto que se pretende operar. Esta es una labor que requiere reflexión sobre los alcances del concepto, no existe una fórmula única. Hay casos afortunados en los cuales la definición elaborada por alguien es tan detallada que deja ver las dimensiones del concepto, pero no siempre es así.

En el ejemplo del apartado anterior, el consumo de bienes culturales involucra tres aspectos: la apropiación, el uso y la recepción de los bienes producidos en el campo de la producción cultural. A partir de ellos se pueden hacer algunas preguntas que nos guíen hacia las dimensiones que pueden identificarse en el concepto. Por ejemplo: ¿quién realiza esa apropiación, uso o recepción? ¿Cuáles son las diferencias entre esos tres aspectos? ¿Cuál es la base de esas diferencias?

Para poder contestar habría que definir nuevamente lo que se entiende en cada uno de esos aspectos. Así, “apropiarse”, en tanto tomar propiedad, implica actos expresos por parte del consumidor para lograr ese fin, como pueden ser comprar, intercambiar o hasta robar; pero puede también incluir actos de otras personas, que tienen como resultado que el bien pase a ser propiedad de quien lo consume, como el que sea heredado o que haya sido un regalo.

De modo similar, se puede describir la recepción a partir de la activación de los sentidos, gracias a los cuales se perciben los estímulos provocados por una actividad cultural que por sus características no puede ser propiedad del sujeto, como es el caso de las presentaciones escénicas.

Aplicación de indicadores en el estudio del consumo de bienes culturales

107

Esas dos actividades (apropiarse y recibir) pueden ser captadas por alguien que observe al sujeto. Sin embargo, un observador externo difícilmente podrá dar testimonio del uso que se haga del bien cultural, ya que éste implica que las capacidades del bien (en este caso un bien cultural, forma simbólica) son aprovechadas para el logro de un fin (Dorantes, 1971). Ante esto surgen las siguientes preguntas: ¿cómo se aprovecha la capacidad de significar que tiene un bien cultural? ¿Qué hacen las personas con su significado?

El uso implica que el significado sea incorporado a la vida cotidiana del individuo que lo ha consumido, lo cual puede tardar mucho tiempo. Es, por ejemplo, el caso del significado de un poema, que si bien es decodificado en su sentido denotativo, puede ser interpretado en sus connotaciones hasta mucho tiempo después de que fue leído porque resuena en el receptor cuando una experiencia le hace rememorar tal poema. De este modo, se pueden identificar dos dimensiones del concepto: objetiva y subjetiva (ver cuadro 1).

Pongamos ahora por caso el concepto de Desarrollo Humano que se utiliza en el informe de 1990 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el cual establece que:

El desarrollo humano es un proceso en el cual se amplían las oportunidades del ser humano. En principio, estas oportunidades pueden ser infinitas y cambiar con el tiempo. Sin embargo, a todos los niveles del desarrollo, las tres más esenciales son disfrutar de una vida prolongada y saludable, adquirir conocimientos y tener acceso a los recursos necesarios para lograr un nivel de vida decente. Si no se poseen estas oportunidades esenciales, muchas otras alternativas continúan siendo inaccesibles.

Pero el desarrollo humano no termina allí. Otras oportunidades, altamente valoradas por muchas personas, van desde la libertad política, económica y social, hasta la posibilidad de ser creativo y productivo, respetarse a sí mismo y disfrutar de la garantía de los derechos humanos.

El desarrollo humano tiene dos aspectos: la formación de capacidades humanas (tales como un mejor estado de salud, conocimientos y destrezas) y el uso que la gente hace de las capacidades adquiridas para el descanso, la producción o las actividades culturales, sociales y políticas. Si el desarrollo humano no consigue equilibrar estos dos aspectos puede generarse una considerable frustración humana (ONU, 1990, p. 34).

Aplicación de indicadores en el estudio del consumo de bienes culturales

108

En el último párrafo de esa definición se establecen dos aspectos para el desarrollo humano: la formación de capacidades humanas y el uso que la gente hace de esas capacidades. Nuevamente se puede preguntar por ejemplo: ¿quién se encarga de la formación de esas capacidades? Tal vez, rápidamente, se conteste que es responsabilidad del propio sujeto, pero ¿y si en el contexto no hay condiciones para que pueda hacerlo? ¿Cómo mejorar el estado de salud si no hay una clínica cerca?

Se observa entonces que habría que involucrar a agentes externos al sujeto. El otro aspecto se refiere al uso que los individuos hacen de sus capacidades, y ¿a quién involucra? pues sólo a los individuos.

Esos dos aspectos corresponden a dos dimensiones: la primera implica procesos externos al individuo (como serían los esfuerzos gubernamentales por elevar el grado de escolaridad de la población), mientras que la segunda dimensión involucra a la persona misma, a sus acciones.

En el concepto de “consumo de bienes culturales”, se identifica la dimensión objetiva y subjetiva. En la dimensión objetiva se incluyen la apropiación y la recepción, pues involucran acciones que se manifiestan de manera más o menos tangible; en la dimensión subjetiva se ubica el uso, que se relaciona con el significado que el bien cultural entrega a quien lo ha consumido y que es entonces asimilado. Debido a la dificultad que entraña abordar la dimensión subjetiva, para los fines de la investigación se decidió abordar el consumo de bienes culturales a partir de la apropiación y la recepción.

Describir las acciones involucradas

Dicen Hernández y colaboradores (2003) que “…una definición operacional especifica qué actividades u operaciones deben realizarse para medir una variable o para recolectar datos o información respecto de ésta…”. Por ello, en esta fase lo que se busca es precisamente especificar qué se hace, qué actividades se realizan cuando está en operación el concepto.

En el cuadro 1 se han enlistado, a manera de ejemplo algunas de esas acciones que efectúan en las categorías enunciadas, como la adquisición, compra, regalo o posesión, que corresponden a la apropiación; mientras que a la recepción corresponden procesos en los que intervienen los sentidos, a través de los cuales se perciben las formas simbólicas (o conjuntos de ellas).

Aplicación de indicadores en el estudio del consumo de bienes culturales

109

Si se tiene dificultad para describir la acción puede pensarse, primero, en el verbo que le corresponde (“adquirir”, por ejemplo) y a partir de él llegar a su “acción o efecto de…”, como dice el diccionario (adquisición es la acción y efecto de adquirir).

Las acciones de las personas son una forma de evidencia privilegiada, que también pueden ser actos de habla (como opinar sobre un tema) o expresiones gestuales (como en los casos en que se lleva a cabo una observación etnográfica) y hasta la proxemia.

Cuadro 1. Operacionalización del concepto «consumo de bienes culturales».

Aplicación de indicadores en el estudio del consumo de bienes culturales

DefiniciónConjunto de procesos socioculturales de apropiación, uso y recepción de los bienes producidos en el campo de la producción cultural

Dimensiones CategoríasIndicadores

Se manifiesta por ¿De qué?

Objetiva

Apropiación(bienes en sentido estricto; mayor tangibilidad)

AdquisiciónCompraRegaloPosesióno bien:AdquirirComprarRecibir como regaloPoseer (tomar en propiedad)

CD de músicaPelículas en video o CDObra plásticaLibrosPeriódicosRevistas…

Recepción(menor tangibilidad; servicios)

Percepción por la vía sensorial

VerOírTocar(Oler)(Gustar)

Presentaciones escénicas (danza, teatro)PerformancesEmisiones radiofónicasEmisiones televisivasConciertosCine

Subjetiva

Uso(utilidad del bien, como signo)

Incorporación del significado a la vida cotidianao bienRecordar el significadoAplicar el significado a situaciones de la vida diariaAprovechar el significado en la elaboración de otras formas simbólicas.

Del significado

(La evidencia del uso puede tardar años en manifestarse)

110

Determinar el objeto directo de las acciones

Una vez definidas las acciones, se puede terminar por establecer un indicador haciendo algunas preguntas con base en las acciones que involucra el concepto operacionalizado. Esto es, se puede preguntar por el objeto directo de los verbos que corresponden a las acciones descritas. Recuérdese que gramaticalmente se denomina objeto directo a la persona, animal o cosa en quien recae la acción del verbo. Por ello, las preguntas son del tipo ¿a quién o qué se lo hace?

Por ejemplo, tratándose de la apropiación se puede preguntar: ¿qué es lo que se adquiere? ¿Qué es lo que se compra? ¿Qué es lo que se regala? En el caso de la investigación sobre consumo de bienes culturales también se tuvo que definir qué eran los bienes culturales (ver Ortega y Ortega, 2005). En el cuadro 1 se muestran solamente algunos ejemplos de los que pueden ser comprados, regalados o ¿por qué no? hasta heredados, como son los CD de música, las películas, las obras plásticas y los libros.

Así, una vez que se identifica el verbo (comprar) y el objeto directo (libros) se ha llegado a uno de los indicadores de consumo de bienes culturales (“comprar libros”). A partir del cuadro 1 se pueden deducir otros indicadores como: ver películas en el cine, oír música en conciertos, ver televisión, etc.

Lo que sigue, entonces, es establecer la temporalidad que sea de interés para la investigación; en este caso, el periodo en que se ha realizado, por ejemplo, la compra de libros, de modo que la pregunta en un cuestionario podría ser: ¿cuántos libros compró usted el año pasado? Esta pregunta se puede responder numéricamente, desde cero hasta la cantidad que sea la respuesta.

Para ilustrar mejor, vayamos de nuevo al concepto de Desarrollo Humano. En la primera parte de su definición dice: “las oportunidades de los individuos”, que pueden ser de muchos tipos, han sido delimitadas a las que se consideran esenciales y que se relacionan con la salud (vida prolongada y saludable), la educación (adquirir conocimientos) y el ingreso (acceso a recursos necesarios para lograr un nivel de vida decente).

Aplicación de indicadores en el estudio del consumo de bienes culturales

111

Para encontrar los indicadores de estas categorías cabe preguntarse: ¿es el estado de salud algo que se puede constatar materialmente? (Sí) ¿Cómo se puede conocer acerca de la educación de una persona? (Por su nivel de escolaridad) ¿Es posible establecer de manera concreta cuál es el ingreso de un individuo? (Sí, expresado en pesos y centavos).

En esos tres casos, al ser afirmativas las respuestas, podemos establecer que las oportunidades así operacionalizadas, tienen una expresión objetiva y claramente mensurable. Por ejemplo, a través de los datos sobre morbilidad y mortalidad de un país, por el número de años escolares que en promedio cursa un persona de ese país, y por el salario promedio o la proporción del Producto Interno Bruto (PIB) que le corresponde a cada habitante, que serían los indicadores que permiten conocer no sólo si los individuos tienen salud, educación e ingreso, sino también evaluar si esos niveles han mejorado con los años o compararlos entre países.

Indicadores en estudios cualitativos

Al estudiar el consumo de bienes culturales no sólo se llevó a cabo una etapa cuantitativa (que implicó realizar una encuesta sobre frecuencia, diversidad y volumen de consumo de bienes culturales) también en un segundo proyecto, los resultados de la encuesta dieron pie a preguntarse por qué el consumo de bienes culturales se presentaba escaso o muy centrado en ciertos tipos de actividades. Así al retomar las propuestas teóricas que han hecho diversos autores en esa materia, se postularon varias premisas, entre las cuales se cuenta la relativa a que en el consumo de bienes culturales se aplican estrategias de valoración simbólica a los bienes culturales, esto con base en lo que explica Thompson.

Para este autor, el valor simbólico es conceptualizado como el valor “…que tienen los objetos en virtud de las formas y la medida en que son estimados por los individuos que los producen y reciben” (Thompson, 2002, p. 230). En nuestro caso, la valoración simbólica consiste en el proceso por el cual tanto quien produce el bien cultural como quien lo recibe, le adscriben a éste un determinado valor simbólico.

Dado que los individuos que producen y reciben formas simbólicas (aquí, bienes culturales) comúnmente se dan cuenta de que aquellas están sujetas a procesos de valoración, dice Thompson (2002), que pueden poner en marcha estrategias orientadas a aumentar o reducir el valor (económico) de una forma simbólica. Así, si adaptamos la definición al caso que nos ocupa, podremos entender que una estrategia de valoración

Aplicación de indicadores en el estudio del consumo de bienes culturales

112

simbólica será un conjunto de prácticas orientadas a aumentar o reducir el valor simbólico de un bien cultural (ver cuadro 2).

Como los individuos productores y receptores de bienes culturales poseen recursos (capitales) en mayor o menor medida, mismos que se encuentran ubicados en posiciones específicas en un campo de interacción, las estrategias de valoración que aplican se pueden caracterizar, según Thompson (2002), de acuerdo a tres posiciones básicas: dominante, intermedia o subordinada.

Las estrategias de valoración simbólica típicas de quien ocupa una posición dominante son la distinción, la burla y la condescendencia; quienes ocupan posiciones intermedias pueden poner en marcha la moderación, la pretensión o la devaluación; en tanto que quienes se ubican en posiciones subordinadas utilizan la viabilidad, la resignación respetuosa y el rechazo. Al adaptar la descripción que hace Thompson (2002), se pueden describir dichas estrategias aplicadas a los bienes culturales de la manera siguiente:

Los individuos en posición dominante poseen o tienen acceso a recursos de capital de varios tipos, y pueden buscar distinguirse de quienes ocupan posiciones subordinadas al otorgar valor a bienes culturales inaccesibles para quienes poseen menos capital; pueden también hacer mofa de los bienes culturales producidos o consumidos en los estratos inferiores; o bien, pueden mostrarse condescendientes respecto de ellos, y de esta manera afirmar la posición dominante del que las está valorando mediante esta estrategia.

Por su parte, quienes ocupan posiciones intermedias tienen entrada a ciertos tipos de capital, o pueden tener un acceso muy limitado a los capitales que acceden quienes pertenecen a un estrato dominante. Las estrategias de valoración simbólica a las que pueden recurrir apuntan, por ejemplo, a otorgar más valor a aquellos bienes culturales que les permiten utilizar su capital cultural pero manteniendo sus limitados recursos económicos; pueden, también, pretender ser lo que no son con el fin de llegar a posiciones superiores o pueden también despreciar los bienes culturales producidos o consumidos desde una posición superior, con lo que buscan ubicarse por encima de ella.

Aplicación de indicadores en el estudio del consumo de bienes culturales

113

Finalmente, quienes se ubican en posiciones subordinadas poseen menos recursos y sus oportunidades de alcanzarlos son más restringidas que en los casos anteriores. Al estar más preocupados por su sobrevivencia que los individuos situados en los otros dos niveles, le dan mayor valor simbólico a los objetos prácticos y funcionales, que además estén al alcance de sus recursos y que les rindan mayores beneficios por su dinero (viabilidad). Asimismo, pueden reconocer a los bienes culturales producidos o consumidos como superiores y valiosos, dignos de respeto, pero aceptar que están fuera de sus posibilidades (resignación respetuosa); en el extremo, quizá lleguen hasta a rechazar o ridiculizar los bienes culturales producidos o consumidos por individuos en posiciones superiores.

No es posible medir estas estrategias en el sentido cuantitativo, pero sí son susceptibles de ser identificadas en los actos de los individuos que las ponen en marcha. Por ejemplo, tratándose del estudio en consumo de bienes culturales, la situación de entrevista, que es un diálogo entre el investigador y el entrevistado, permite observar los gestos, inflexión de voz, expresiones verbales y movimientos del cuerpo que adopta el entrevistado cuando se refiere a un tipo u otro de bienes culturales.

En el cuadro 2 se han esquematizado las estrategias de valoración simbólica y se han identificado para ellas dos dimensiones: las de la comunicación verbal y la no verbal. Si bien no es posible a priori enlistar la serie de expresiones verbales, gestos o posturas que pueden corresponder a una estrategia o a otra, sí se puede hacer una vez realizada la entrevista, cuando se hayan registrado para cada individuo entrevistado, los gestos, palabras, actitudes que denotan, por ejemplo, rechazo, condescendencia, burla, etc. Esto es posible dado que en la situación de entrevista ambos participantes comparten un contexto en el que hay códigos comunes, así el entrevistador puede entender esas expresiones.

“Esas cosas” (refiriéndose a las actividades culturales) manifiestan la lejanía que tiene el entrevistado con respecto a aquello a lo que hace referencia, o bien, cuando se le preguntó si regalándole boletos iría a una función de teatro (algo que nunca han hecho), el haber respondido “a lo mejor”, acompañando la respuesta con una mueca de disgusto, puso en evidencia que más que duda, se trataba de un rechazo.

En el caso de indicadores cualitativos no se trata tanto de medir sino de registrar la presencia de la variable de interés, como fue el caso al interpretar los indicadores a fin de encontrar en su significado las estrategias aludidas.

Aplicación de indicadores en el estudio del consumo de bienes culturales

114

Cuadro 2. Operacionalización del concepto “estrategias de valoración simbólica”.

Conclusiones

La elaboración de indicadores es un procedimiento necesario y útil para abordar el estudio de la realidad ya que permite “recortarla”, es decir, delimitar los aspectos que interesa investigar o sobre los cuales se busca conocer su presencia, así como la medida o la intensidad con que se presentan.

Al elaborar indicadores es menester tener claro el marco interpretativo en que éstos se insertan, ya que las decisiones sobre cuáles de ellos son los más aptos para revelar una determinada variable frecuentemente dependen de dichos marcos de referencia.

En el caso de los indicadores sobre cultura y desarrollo (motivo del seminario) se han logrado avances tanto en la explicitación del marco interpretativo como en la operacionalización de los dos conceptos eje, a la vez que se han definido las siete dimensiones en que tales conceptos pueden ser abordados, lo que ha resultado en una Batería de 20 indicadores que la misma Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO (2011) reconoce. Este es apenas el primer paso dentro de un proceso que busca integrar la cultura en las estrategias de desarrollo nacional.

115

Aplicación de indicadores en el estudio del consumo de bienes culturales

Definición conceptual: Conjunto de prácticas orientadas a reducir o aumentar el valor simbólico de una forma simbólica.

DimensionesIndicadores

Se manifiesta como: A través de:

Comunicación verbal

Comunicación no verbal

DistinciónBurlaCondescendencia

ModeraciónPretensiónDevaluación

ViabilidadResignación respetuosaRechazo

Expresionesverbales utilizadas Inflexiones de voz

GestosPostura del cuerpo

Así, se deja abierta la oportunidad para que cada país, de acuerdo con sus características, desarrolle otros indicadores a niveles de mayor especificidad, a fin de que esa batería sea un apoyo para la toma de decisiones locales y al mismo tiempo un instrumento de evaluación de los logros a escala mundial.

116

Aplicación de indicadores en el estudio del consumo de bienes culturales

REFERENCIAS

Aguado, I., Barrutia, J. y Echebarría, C. (2008). Métricas para el desarrollo sostenible.XI Jornadas de Economía Crítica, Bilbao, 27 – 29 de marzo.

Carrasco, S. (2006). “Medir la cultura: Una tarea inacabada”. Periférica, 7, 1-26.

Dorantes, A. (1971). Elementos de economía. Con problemas económicos, políticos y sociales (6ª ed.). México: Herrero.

García Canclini, N. (1993). El consumo cultural en México. México: Conaculta.

Hernández, R., Fernández, C., Baptista, P. (2003). Metodología de la investigación. México: Trillas.

Organización de las Naciones Unidas (ONU). (1990). Informe sobre desarrollo humano 1990. Bogotá, Colombia: Tercer Mundo Editores.

Ortega, L.M. (2009, julio-diciembre). “Consumo de bienes culturales. Reflexiones sobre un concepto y tres categorías para su análisis”. Culturales, V (10), 7-44.

Ortega, L.M. (2011). Cerca y lejos. Aproximaciones al estudio del consumo de bienes culturales. México: Miguel Ángel Porrúa-UABC.

Ortega, L.M. y Ortega, G. (2005.). Donde empieza la carne asada. Consumo de bienes culturales en sectores populares de Mexicali, B.C. Mexicali: UABC.

Sebeok, T.A. (1996). Signos. Barcelona: Paidós.

Thompson, J. (2002). Ideología y cultura moderna. México: UAM-X.

UNESCO “Culture for Development Indicador Suite”. 1. Analytical Framework, 2011. Disponible en: www.aecid.es.

117

Aplicación de indicadores en el estudio del consumo de bienes culturales

6 Factores críticos para el desarrollo de Sistemas de Información Cultural

Alfonso Castellanos Ribot *

La cultura se incorporó a las políticas públicas, después de otros campos de la política social, como la educación y la salud, por ello la práctica de sistematizar la información cultural a nivel nacional e internacional es reciente.

En México, el desarrollo de Sistemas de Información Cultural se remonta al año de 1991, cuando Guillermo Bonfil, en el seminario de estudio del Centro Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), creó el Sistema Nacional de Información Cultural (SNIC) con un grupo de investigadores, entre los que figuraban Jorge González y José Amozurrutia.

Con este antecedente, surgió el Sistema de Información para la Planeación y Evaluación de las Políticas Culturales (SIPEC) en la Coordinación Nacional de Descentralización del CONACULTA, coordinado por Lucina Jiménez. Más tarde el SIPEC habría de convertirse en Sistema de Información Cultural (SIC), el cual continúa operando hasta la fecha.

A nivel latinoamericano, México jugó desde principios de los noventa un papel de liderazgo al tratar de impulsar el desarrollo del Sistema de Información Cultural de Latinoamérica y el Caribe (SICLaC), aprobado en 1992 por el Foro de Ministros de Cultura y Encargados de las Políticas Culturales de la Región durante su quinto encuentro en Caracas.

Aun cuando los resultados para concretar un sistema latinoamericano fueron escasos, desde entonces el tema de los Sistemas de Información Cultural ha tenido una presencia constante en los foros regionales de cooperación cultural y en la agenda de políticas culturales en América Latina.

* Antropólogo social, ha impulsado diversos Sistemas de Información Cultural en México y Latinoamérica. Actualmente es coordinador General del Proyecto del Sistema de Información Cultural de las Américas y el Atlas de Infraestructura Cultural de las Américas, impulsado por el Banco Interamericano de Desarrollo.

118

Recientemente, en la declaración de Ministros Iberoamericanos de Cultura (Salamanca, 2012) se estableció como acuerdo lo siguiente:

“… la coordinación de la puesta en marcha del Observatorio Iberoamericano de la Cultura, con la participación activa de los responsables de la información estadística cultural de cada país, y especialmente la de los diversos sistemas subregionales de información estadística existentes (SIC SUR, SICA), para que defina una metodología compartida sobre qué indicadores son de interés común y sobre cómo deben construirse”.

Es así que disponemos, tanto en México como en América Latina, de una experiencia acumulada de casi dos décadas en el tema del desarrollo de Sistemas de Información Cultural. Actualmente se considera vigente en el terreno de las políticas públicas. A lo largo de las próximas páginas mencionaré algunos factores que a mi juicio han influido de manera crítica en el éxito o fracaso de algunos esfuerzos dirigidos en esa dirección.

1. Existencia de áreas especializadas que faciliten la continuidad de programas y proyectos

Una de las condiciones más importantes para el éxito de un SIC es el hecho de que constituya en sí mismo o forme parte de una unidad administrativa especializada, con las funciones de generar, recopilar, difundir y analizar información cultural.

Generar información relevante y confiable lleva tiempo y recursos. La creación de un área especializada en el tema, facilita la continuidad necesaria para que los proyectos alcancen su grado de maduración y generen resultados. Esto, desde luego, no exime a los sistemas de la necesidad de arrojar resultados concretos y productos específicos en plazos razonables. De hecho, para poder argumentar en favor de la continuidad institucional es necesario tener claro qué resultados se van a obtener, en qué plazos y con qué fines. Es conveniente, en ese mismo sentido, plantearse etapas con diferentes productos que respondan a las necesidades de las instituciones y el resto de los agentes del sector.

Francia fue probablemente el primer país en contar con una unidad de este tipo, al crear el Departamento de Estudios y Prospectiva (DEP) a principios de los años sesenta en el Ministerio de Cultura.

119

Factores críticos para el desarrollo de Sistemas de Información Cultural

Con el paso del tiempo varios países han creado sus respectivas oficinas encargadas de estas tareas, las mismas que han adoptado distintos modelos administrativos. En términos generales, la mayor parte de éstos funciona bajo alguno de los dos modelos que se mencionan a continuación:

• Una unidad adscrita directamente al Ministerio de Cultura, como el DEP de Francia, que no sólo recopila información, sino que realiza sus propias investigaciones y las encarga a otras instituciones.

• Una unidad adscrita al Instituto Nacional de Estadísticas con responsabilidad exclusiva en el tema cultural y con un esquema de administración en el que participa directamente el Ministerio de Cultura y, en ocasiones, otros agentes del sector como cámaras empresariales y organismos de derechos de autor (tal es el caso de Canadá, Australia, Nueva Zelandia y, a nivel provincial, de Quebec).

En algunos países el énfasis se sitúa en generar la información y ponerla a la disposición de la sociedad, en tanto que en otros se asume también la responsabilidad de elaborar el propio análisis de las cifras.

Sin embargo, no se trata de modelos puros, ni de las únicas áreas encargadas de generar y procesar la información cultural sino que, cada vez más, interactúan con universidades y centros de investigación superior, organismos internacionales, revistas, consultoras privadas, asociaciones civiles, observatorios, agrupaciones gremiales y redes entre otros interlocutores, configurando esquemas bastante complejos para el procesos de generación, recopilación, difusión, análisis e interpretación de la información cultural en cada país.

En México la Coordinación de Estrategia y Prospectiva se creó en el 2003 como área que alberga al Sistema de Información Cultural y que tiene responsabilidades específicas en la recopilación y el análisis de la información. A partir de ese momento se generaron una serie de productos, como el Atlas de infraestructura cultural de México (2003), la Encuesta nacional de prácticas y consumo culturales (2004) y la Encuesta nacional de lectura (2006). Más adelante se publicó la segunda versión del Atlas de Infraestructura y Patrimonio Cultural de México (2010) y se dieron a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales (2010).

120

Factores críticos para el desarrollo de Sistemas de Información Cultural

En el 2007 la Coordinación de Estrategia y Prospectiva dependió de la Secretaría Ejecutiva y posteriormente modificó su nombre al de Coordinación de Desarrollo Institucional.

En América Latina actualmente operan al menos los siguientes sistemas de información cultural:

• Sistema de Información Cultural de la Argentina. Secretaría de Cultura (Argentina)

• Sistema Nacional de Información de Colombia. Ministerio de Cultura (Colombia)

• Sistema de Información Cultural Costarricense. Ministerio de Cultura y Juventud (Costa Rica)

• Sistema de Información Cultural. Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (Chile)

• Sistema de Información Cultural. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (México)

• Sistema de Información Cultural. Ministerio de Educación y Cultura (Uruguay)

• Sistema de Información Cultural del Mercosur que reúne a los países de esa agrupación.

La mayor parte de estos sistemas datan de los últimos diez años, el caso de México es el pionero por su antigüedad y continuidad. Recientemente, en el 2008, surgió el Sistema de Información Cultural del Mercosur como un esfuerzo conjunto multinacional.

Todos estos sistemas operan en internet y manejan acervos diversos de información que incluyen bases de datos y directorios sobre instituciones, infraestructura, festivales, premios, estímulos; estadísticas propias y provenientes de otras fuentes; investigaciones y estudios propios; centros virtuales de documentación que reúnen información de interés generada por otras fuentes; boletines de novedades y seguimiento de noticias, por sólo mencionar algo de lo más relevante y común en varios de los sistemas mencionados.

En países de América Latina se desarrollaron durante algún tiempo casos de éxito cuya experiencia se perdió por la falta de continuidad en instituciones y programas.

121

Factores críticos para el desarrollo de Sistemas de Información Cultural

Por ejemplo, el Sistema de Información Cultural que fue desarrollado en Guatemala a principios de la década pasada en el Ministerio de Cultura y que sistematizó un acervo importante de información que estaba accesible en línea al menos hasta el año 2007, se perdió por no haber renovado el pago del hosting correspondiente en un servidor comercial.

Recientemente la Fundación Interamericana de Cultura y Desarrollo con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo inició el proyecto del Sistema de Información Cultural de las Américas / Atlas de Infraestructura Cultural de las Américas. En su primera etapa, que incluyó a Costa Rica, Ecuador, Jamaica y Perú, el proyecto tuvo como resultado un sistema en internet con una base de datos geo-referenciados de los cuatro países (www.sicla.org) y la publicación en papel del atlas de infraestructura y patrimonio cultural para cada uno de ellos.

2. Uso de marcos de referencia y metodologías comunes

La utilidad de los Sistemas de Información Cultural depende, en buena medida, de la posibilidad de establecer comparaciones, ya sea a lo largo del tiempo o entre diferentes unidades geográficas de análisis (países, estados, municipios o ciudades) o bien entre dominios o subsectores de actividad. Es por ello que el uso de metodologías comunes ayuda a maximizar las posibilidades de la comparación, dándole mayor utilidad a la información recopilada.

En ocasiones se han criticado algunos marcos conceptuales por haber sido formulados a partir de criterios eurocentristas y se señala que no reflejan adecuadamente las condiciones de las culturas de los países en desarrollo. En ese sentido es conveniente buscar un balance entre la flexibilidad necesaria para resolver problemas específicos en determinado momento y mantener un grado de comparabilidad de la información cultural entre distintos países y a lo largo del tiempo.

Una herramienta útil para avanzar en el desarrollo de metodologías y herramientas comunes es el Marco de Estadísticas Culturales de UNESCO (2009) misma que fue resultado de un amplio proceso de análisis, discusión y consulta que involucró un gran número de instituciones y especialistas de distintas regiones del mundo.

122

Factores críticos para el desarrollo de Sistemas de Información Cultural

Dicho marco propone como dominios centrales los siguientes: patrimonio cultural y natural, representación y celebración, artes visuales y artesanías, publicaciones, medios audiovisuales e interactivos y servicios creativos y de diseño. Adicionalmente plantea como dominios transversales, el patrimonio intangible, la educación y formación, así como preservación y archivo.

El MEC UNESCO 2009 representa un marco de referencia con las ventajas que se nombran a continuación:

• Es una herramienta para conceptualizar las estadísticas culturales.• Proporciona definiciones estándar para generar información comparable a nivel

internacional.• Tiene un enfoque comprensivo, flexible y pragmático.• Maximiza la posibilidad de utilizar instrumentos estadísticos existentes.

El MEC UNESCO 2009, ha sido usado por varios países y regiones como referencia para sus propios sistemas de estadísticas culturales. Tal es el caso de ESSnet Culture, la Red Europea de Sistemas de Estadísticas Culturales, que se ha planteado como objetivos establecer un sistema permanente y comparable de información cultural estadística y definir indicadores relevantes que reflejen la diversidad cultural de Europa. Por su parte, Canadá reformuló recientemente su Marco de Estadísticas Culturales tomando también como referencia el MEC UNESCO 2009.

3. Establecimiento de alianzas y redes

a) Institutos Nacionales de Estadísticas

Aun cuando en diversos países no les corresponde de manera directa dicha función, los institutos nacionales de estadística pueden jugar un papel central en el desarrollo de los sistemas de información cultural, tanto por la posibilidad de aprovechar para fines culturales los instrumentos estadísticos existentes, como por la necesidad de incorporar en algunos de ellos temas específicamente culturales y, desde luego, por la conveniencia de realizar proyectos conjuntos entre las instituciones estadísticas y las culturales, como la Cuenta Satélite de Cultura.

De hecho, considerando el alto costo de los instrumentos para recolectar información estadística, como es el caso de los censos y las encuestas, las instituciones culturales requieren negociar con las autoridades de este campo y ser cuidadosos de que la

123

Factores críticos para el desarrollo de Sistemas de Información Cultural

definición de cultura que se adopte esté reflejada en las metodologías generales de clasificación que las instituciones emplean. En correspondencia, en el momento mismo de construir la definición de cultura, ésta deberá formularse de manera tal, que pueda ser expresada en términos de las clasificaciones estadísticas que emplean los institutos nacionales.

Existen diversas fuentes estadísticas que los INE’s levantan y publican regularmente y que no siempre son explotadas para fines de análisis cultural. Entre las que se dispone en México cabe mencionar las siguientes:

• Censos de Población y Vivienda• Censos Económicos• Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo• Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares• Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo• Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información

en los Hogares • Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas

El anuncio en México del establecimiento del Comité Técnico Especializado de Información Cultural y la firma del convenio entre el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI) y el CONACULTA para la realización de la Cuenta Satélite de Cultura representan avances importantes en esta materia.

b) Instituciones estatales de cultura

Así como resulta indispensable mantener una relación estratégica con el Instituto Nacional de Estadística hay otras instituciones y agentes con los cuales también es prioritario colaborar, de ser posible desde el inicio mismo de la integración del sistema.

En el caso de México, los institutos y secretarías de cultura de los estados representaron aliados centrales en el desarrollo del SIC prácticamente desde su formación. No es casual que el Sistema de Información del Programa de Escuelas de Calidad (SIPEC) haya surgido en la Coordinación Nacional de Descentralización y que desde el principio el proceso de recopilación de información haya sido descentralizado. Este espíritu pudo profundizarse con el desarrollo de la plataforma de internet del sistema que permitió la captura descentralizada de la información a partir de nodos en cada uno de los Estados.

124

Factores críticos para el desarrollo de Sistemas de Información Cultural

c) Centros de investigación y educación superior

Otra alianza que se ha desarrollado en menor medida en México, pero que tiene un enorme potencial, es con instituciones de educación e investigación superior. Cabe recordar que tanto la Encuesta nacional de prácticas y consumo culturales (2004) como la Encuesta nacional de lectura (2006) se realizaron a través de un convenio con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Pero más allá de esta colaboración es provechoso promover una relación más cercana entre el SIC y diversos centros de investigación, nacionales y estatales, a fin de propiciar el análisis de la información desde diferentes perspectivas y modelos interpretativos. Un papel destacado en este terreno lo pueden jugar los diversos programas de posgrado que existen en varios estados del país sobre gestión cultural y otros temas afines.

4. Evaluar la confiabilidad y relevancia de la información para la formulación de políticas

Por más confiable y pormenorizado que sea, cualquier ejercicio de recolección de información ofrece un reflejo imperfecto e incompleto de la situación. Tan importante es recolectar información cultural y ponerla al alcance de sus posibles usuarios, como evaluar de manera constante su validez, confiabilidad y relevancia. La utilidad de cualquier ejercicio de esta naturaleza se pone en riesgo si no contiene internamente un mecanismo de evaluación de la calidad y pertinencia de la información que se recopila.

La información no debiera recogerse como un fin en sí mismo, sino con el propósito de orientar decisiones, de afectar a las políticas. En ese sentido, los sistemas de información cultural y sus productos deben arrojar luz en torno a las líneas de acción, a los objetivos y a las metas de las políticas públicas en materia de cultura. Si lo que se mide no tiene ningún interés o relevancia para los grandes temas de la política cultural es muy probable que acabe siendo un esfuerzo desperdiciado.

Reconocer la utilidad de la información y emplearla adecuadamente exige, a la par, reconocer sus limitaciones guardarse de pensar que “los datos hablan por sí mismos” y que la información es algo externo al observador, que sólo hay que recolectar. Debemos, en cambio, estar conscientes de que la interpretación de una situación o fenómeno empieza en la etapa misma de la recopilación de la información, en el momento justo en que se define qué se va a recolectar y bajo qué marco clasificatorio. Lo que uno puede percibir está definitivamente influenciado por el marco mediante el cual uno elige aproximarse a los hechos.

125

Factores críticos para el desarrollo de Sistemas de Información Cultural

El proceso de interpretación con el que se le confiere un significado a la información va más allá de su recolección. Ésta nos proporciona una imagen incompleta e imperfecta de las situaciones y hay límites a lo que podemos interpretar a partir de un conjunto de datos, de manera que es crítico evaluar la calidad de la información disponible y considerar las implicaciones de sus limitaciones para fines de análisis.

5. Tan importante es reunir la información como difundirla y usarla para lograr un análisis

Los sistemas de información constituyen herramientas para el conocimiento y la acción. Recolectamos información y la sistematizamos para obtener un mejor conocimiento de las situaciones que se nos presentan e incidir sobre ellas en función de ciertos propósitos. Los SIC representan un componente para realizar un diagnóstico y orientar la toma de decisiones de los distintos agentes sociales que intervienen en el ámbito de la cultura.

En el caso de las instituciones públicas responsables del diseño y ejecución de las políticas culturales, los SIC apoyan desde la definición de los objetivos que se persiguen y las metas que se pretenden alcanzar hasta la evaluación de los resultados que se obtienen. En esta medida constituyen instrumentos muy valiosos, tanto para alcanzar un mejor desempeño institucional, como para la rendición de cuentas ante la sociedad sobre los resultados que se obtienen con el uso de los recursos públicos. Los SIC pueden contribuir a que se genere una discusión pública mejor informada sobre temas de relevancia nacional y para contar con argumentos sólidos que permitan gestionar recursos públicos y privados para financiar políticas y llevar adelante proyectos.

126

Factores críticos para el desarrollo de Sistemas de Información Cultural

7 Complementariedad de las herramientas para el análisis de lo cultural

Ana Cecilia Montilla Rugeles *

Desde hace más de una década se ha insistido en la pertinencia de crear sistemas nacionales de información cultural, no sólo en México sino en múltiples foros internacionales. En este sentido, los avances que podemos detectar, que se han impulsado desde distintos organismos internacionales, son dispares y sus esfuerzos han sido atomizados. Sin ir muy lejos, la construcción de Ecosistemas de Información Compleja en Centroamérica apoyados por la Agencia Española de Cooperación Internacional AECID, se acompañó por otros proyectos similares, que aparecieron en la misma región más o menos al mismo tiempo, apoyados por otros organismos, pero que finalmente dependían de fondos de la AECID, por lo que queda más claro el fenómeno de atomización de los esfuerzos y de los logros que finalmente se han visto reflejados.

A pesar de este fenómeno, es importante considerar que se ha notado el impacto que el uso de información sistematizada y comparable puede tener en el diseño de políticas públicas, en la asignación de presupuestos para el sector cultural y también en la cada vez más consistente discusión sobre estos temas en los distintos medios de comunicación, en las academias y en espacios de gestión cultural. Esto refuerza la idea de que construir información y conocimiento es primordial para comprender, aprehender y fortalecer al sector cultural.

Algunos de las reflexiones que han surgido en este proceso tienen que ver con distintos proyectos que actualmente conviven, tales como SICSUR, el Atlas Cultural de las Américas y los Ecosistemas de Información Compleja (ESICs) en Centroamérica. En esencia todos son diferentes, aunque tienden a lo mismo: construir conocimiento.

* Coordinadora del proyecto Ecosistemas de Información Cultural Compleja en Centro y Sudamérica, iniciativa apoyada por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Directora de Educación Artística y Servicios Culturales en el Instituto Queretano de Cultura.

127

Quizá valga la pena destacar algunas verdades de perogrullo, a saber:

“Los sistemas de información cultural son herramientas que permiten registrar, resguardar, sistematizar, explotar y gestionar datos para construir conocimiento. Esta información aporta elementos para la toma de decisiones, permite la negociación de recursos, la evaluación y diseño de políticas públicas, y sin duda es un espacio para el resguardo, intercambio, difusión y promoción de los recursos culturales, a través de ella, se posibilita la visualización y el aprovechamiento de la información para la comprensión del fenómeno cultural desde sus propias particularidades”.1

Verdades que una vez enumeradas nos permiten ubicar cada proyecto, de los mencionados, a partir de sus características propias e intentar visualizar la pertinencia de cada uno en un afán por entenderlos desde su complementariedad.

Los Ecosistemas de Información Compleja (ESICs) son espacios donde interactúan datos de origen distinto, desde información primaria y secundaria en adelante, que propician el acercamiento a perspectivas diferentes del mismo fenómeno complejo que es la cultura: su dimensión humana, su dimensión patrimonial material e inmaterial, su dimensión económica y lo que podemos saber al cruzar estos datos.

En estos ecosistemas la participación de expertos, investigadores, gestores culturales en el análisis, explotación y reflexión sobre la información, permite generar otros niveles de profundidad en el conocimiento y en la comprensión de los impactos y las tendencias prospectivas de las políticas públicas. Son herramientas donde la información se mantiene actualizada regularmente y donde es posible percibir y aprovechar el carácter dinámico de la misma. Para mantener vigente la información se trabaja con redes humanas, se programan eventos regulares para recuperar datos y se propician los espacios para que los observatorios dedicados al tema puedan explotar todo lo que se ha logrado sistematizar.

Todo esto sucede en una plataforma informática en internet que permite gestionar la información y que provee herramientas para hacer análisis estadístico, graficar y proyectar el contenido en distintos displays idóneos para una visualización objetiva y precisa. Son sistemas georeferenciados, interrelacionales y, además, permiten el acceso remoto no sólo a los datos almacenados, sino también a la posibilidad de modificar, complementar, enriquecer y actualizar la información. El proyecto de los ESICs ha sido apoyado desde su inicio por la AECID y por los países centroamericancos involucrados: Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Panamá y Honduras.

1 Extracto de las conclusiones del Taller de Armonización de la Gestión Cultural en Centroamérica realizado en Antigua, Guatemala, 10 y 11 de noviembre del 2011.

128

Complementariedad de las herramientas para el análisis de lo cultural

De estos sistemas se pueden extraer fotografías instantáneas de un cierto momento histórico y en una determinada posición geográfica, si además la plataforma de gestión permite hacer interacción entre varios sistemas, podemos construir un documento que permite visualizar de forma simultánea varios países y si en la construcción de los indicadores se ha trabajado sobre una línea base, entonces se pueden comparar de manera casi automática varios segmentos de información.

El Atlas Cultural de las Américas es un producto similar al que describo y es un proyecto de la Fundación Cultural del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con algunos países seleccionados, en este caso para la primera etapa fueron Costa Rica, Haití y Perú. Se determina el momento del corte de información y se produce un documento impreso con mapas, cartografías y datos estadísticos sobre los países que han construido información de forma estandarizada, comparable y oportuna. Este ejercicio se puede hacer de forma repetida cada cierto tiempo y esto da la posibilidad de hacer análisis de tendencias y de prospectiva.

Generalmente estos sistemas escogen algunos indicadores que pueden ser relevados de manera consistente y regular, porque se construyen en todos los países a partir de ciertos catálogos internacionales y generalmente reflejan datos socioeconómicos y de patrimonio edificado. En casi todos los casos se toman indicadores de las distintas cámaras de empresarios sobre todo de las industrias creativas, de comercio exterior y de censos económicos, así como de censos poblacionales. Su objetivo es dejar impreso un momento de la historia de varios países y generar documentos útiles para los análisis comparativos entre otros.

Desde hace algunos años se ha desarrollado un sistema de indicadores culturales denominado SICSUR que recoge información de todos los países miembros del Mercosur. Esta información se gestiona a través de una plataforma informática, cada país sube su información sobre una línea base de indicadores que han determinado idóneos, tanto por su consistencia como por su relevancia, sobre todo para los países miembros y sus programas conjuntos. También genera mapas y cartografías de manera dinámica y pueden ser visualizados en internet en un ambiente amigable que permite ver y comparar de manera ágil, distintas perspectivas del desarrollo cultural de los países miembros.

Ahora bien, hacer una reflexión sobre los diferentes modos de gestionar la información y compartir algunas consideraciones puede ser útil para pensar en la complementariedad de los mismos.

129

Complementariedad de las herramientas para el análisis de lo cultural

Un sistema de indicadores culturales, a la manera del SIC SUR, es un espacio de recopilación de información sobre actividades económicas relacionadas directa o indirectamente con la cultura. Es decir, con información producida (información primaria) por otros sectores, SIC SUR ofrece la posibilidad de cruzar datos y apreciar mejor el impacto que la cultura tiene en la economía de los países socios. Por ejemplo, SIC SUR nos puede indicar, entre otras cosas, si la producción editorial de la Argentina es mayor que la de Chile o si Venezuela invierte más dinero en la producción cinematográfica que Brasil o si elementos culturales que se identifican como parte del comercio exterior de un país producen cifras económicamente significativas para el Producto Interno Bruto. Además cuenta con una interfaz muy bien diseñada, desde el punto de vista gráfico, y la información geoferenciada nos ubica en las cartografías de una manera grata, amigable y rápida.

En general, la información que ofrece un sistema de indicadores como el mencionado es cuantitativa y de gran importancia para la elaboración de informes sustentados en datos duros, para la demostración de que la inversión en cultura tiene un retorno significativo en la economía de las naciones, para el análisis y evaluación de políticas públicas, entre muchas cosas más.

Un ecosistema de información cultural produce información primaria, además de aprovechar la que existe. Es decir, un Ecosistema de Información Compleja (ESIC) puede informarnos que en determinado país hay más bibliotecas que en otro, o que se invierte más dinero en apoyos a creadores que en otro, además de eso, un ESIC nos ofrece la posibilidad de enriquecer estos datos cuantitativos con un entorno cualitativo, el cual brinda un enfoque completamente distinto a la información, además de ser una herramienta para salvaguardar el patrimonio inmaterial con singular eficacia.

Por ejemplo, me puede decir que México tiene 364 variantes lingüísticas ofreciendo un indicador cuantitativo, también es capaz de decir qué tipo de variante es, su familia lingüística de origen, cuáles etnias la hablan, dónde están ubicadas, qué tipo de artesanía realizan, cómo son sus fiestas rituales, qué alimentos consumen y cómo los preparan, sus tradiciones y saberes de padres a hijos a través de la tradición oral, su historia y mil aspectos más de enorme valor para entender lo que realmente significa la diversidad cultural. Todo esto acompañado de grabaciones de audio, videos, fotografías y textos narrativos que ayudan a complementar la información.

130

Complementariedad de las herramientas para el análisis de lo cultural

Ambos sistemas son complementarios y son necesarios. En el primer caso se puede comenzar a trabajar con los datos que producen los censos nacionales, los censos económicos, las cámaras editoriales y/o de comercio, las instituciones de comercio exterior, entre otras y en el segundo caso, además de trabajar con todo lo mencionado anteriormente se trabaja también en la generación de información primaria, se produce así la información a través de investigaciones de todo tipo, se sistematizan los datos que no han sido procesados por otras organizaciones, particularmente con aquella información sensible, de gran contenido simbólico, que afianza las identidades, el sentido de pertenencia, el patrimonio inmaterial que en muchos casos no puede ser cuantificado y que es de enorme valor, entre otras cosas, para el fortalecimiento de los tejidos sociales.

No hay duda de que cualquier tipo de información puede convertirse en un indicador, puede cuantificarse, contarse, y felizmente esos datos sirven para hablar en códigos comprensibles para quienes toman decisiones en torno a presupuestos nacionales, además son de enorme utilidad para demostrar que la cultura sí es un sector productivo que tiene que ser tomado en cuenta a la hora de repartir recursos. Recordemos también que la construcción de indicadores culturales es un mandato acordado por los países miembros de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) al considerar que son herramientas de gran eficiencia para demostrar impactos económicos, por lo que este tipo de sistemas son de primordial importancia.

Ahora bien, no hay que olvidar otra verdad de perogrullo y es que alrededor de un dato cuantitativo existe un contexto cualitativo que va más allá de lo estadístico. También vale la pena resaltar que la construcción de la información en los ESICs proviene principalmente de la participación de las redes tanto sociales como institucionales, por lo que éstas se convierten en herramientas para atender otro de los compromisos de UNESCO, en donde los países firmantes de la convención de salvaguarda del patrimonio inmaterial han acordado “definir los distintos elementos del patrimonio cultural inmaterial presentes en su territorio, con participación de las comunidades, los grupos y las organizaciones no gubernamentales pertinentes”.

Estas consideraciones ayudan a comprender que los ESICs parten de construir una estructura sostenible en cada país, una estructura que garantiza la permanencia de estos procesos de investigación y sistematización a través de la creación de redes humanas capacitadas y sensibilizadas para valorar en su justo sentido la importancia que tiene salvaguardar la memoria, registrar sus variaciones y resguardar el patrimonio.

131

Complementariedad de las herramientas para el análisis de lo cultural

Es una estructura flexible y viva, capaz de percibir los cambios que vive la cultura en su carácter de concepto dinámico, es una estructura que tiene como fin último generar y sistematizar información, labor con la que el sector cultural estará en deuda desde siempre.

En los dos casos, el enorme trabajo de identificar información primaria o construirla, estandarizarla, sistematizarla, procesarla, resguardarla y ponerla al servicio del sector cultural, es una tarea necesaria y valiosa. Es importante comprender que construir indicadores económicos o sistematizar información sobre patrimonio inmaterial no son labores excluyentes, todo lo contrario, son complementarias y son imprescindibles.

Entender esta premisa básica permitiría avanzar en la priorización de las etapas para construir conocimiento sobre el sector cultural, es decir que antes de poder hacer un sistema de indicadores propios para la cultura, se requiere construir la información primaria; antes de tener productos publicados se deben generar las estructuras que nos permitan tener esos productos, no una sino muchas veces, no en un momento políticamente importante, sino en cualquier momento y con aplicaciones diversas más allá de aquellas que circunstancialmente hacen valiosa la información.

Finalmente, cualquier esfuerzo tendiente a la generación de conocimiento debe ser fortalecido y su continuidad debe ser garantizada, ya que será una herramienta privilegiada para comprender en su justa dimensión lo que se ha denominado como desarrollo cultural.

132

Complementariedad de las herramientas para el análisis de lo cultural

8 Evaluar políticas de juventud (es) desde un enfoque de lo cultural

Patricio Chaves Zaldumbide*

El título de este artículo dio origen a una conferencia que presentamos en el marco del Seminario Cultura y Desarrollo: aplicación de indicadores, organizado por la Secretaría de Cultura del Distrito Federal, el 4 y 5 de octubre del presente año. Es un tema que nos motiva a reflexionar respecto de un vínculo teórico-práctico que nos ha preocupado desde hace varios años: la relación entre políticas de juventud y políticas culturales.

En la presentación partimos de tres interrogantes fundamentales que se sintetizan en este breve artículo: a) ¿cuáles son los conceptos claves que permiten articular y vincular al tema de las juventudes con el de la cultura? b) ¿cómo asumir las políticas de las juventudes desde una lectura de lo cultural? c) ¿qué preguntas claves permiten evaluar las políticas de juventud desde una perspectiva de lo cultural?

Conceptos claves para vincular juventudes y cultura

Para poder establecer los vínculos teóricos entre cultura y juventudes (en plural) es preciso partir del concepto amplio de cultura de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), es decir asumirla como el conjunto de rasgos distintivos, espirituales, materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias (UNESCO, 1982). Más aún, es muy útil para este fin, el concepto que propone García Canclini (Canclini,1987) acerca de lo cultural, es decir que, además de los rasgos y las expresiones subyacentes tras la cultura, son relevantes los procesos que permiten identificar, describir y explicar el aparecimiento, los cambios e incluso la desaparición de esas manifestaciones y expresiones culturales.

* Director del Centro de Gestión Integral y Participativa, GESIP. Consultor, docente y especialista en planificación y evaluación.

133

Derivados de estos dos conceptos (cultura en el sentido amplio y lo cultural como proceso), es factible afirmar que las categorías como identidad, subjetividad y diversidad son claves para entender la relación entre cultura y juventudes. Ningún otro grupo social expresa tanto su subjetividad, requiere de la necesidad de construir su (s) identidad (es) y reclama tanto el respeto a la diversidad como los y las jóvenes. En ese sentido, estas categorías son centrales para valorar una política de la juventud desde una perspectiva de “lo cultural”.

El enfoque de las políticas de juventudes para una lectura desde lo cultural

Asumimos a la política pública como un proceso por medio del cual un conjunto de actores sociales (estado, sociedad civil o comunidades organizadas) se proponen intervenir sobre la realidad social –expresada a través de una problemática- desplegar su subjetividad y construir una alternativa a la imagen social vigente.

En el caso específico de las políticas de juventud (o mejor dicho juventudes) se trata de un proceso cuyas acciones y estrategias están orientadas a transformar las condiciones de vida de las poblaciones jóvenes, permitir el despliegue de la subjetividad social de estos grupos y facilitar la construcción creativa y autónoma de sus múltiples identidades y proyectos de vida.

Desde esta perspectiva, una política de juventud construida desde un enfoque de lo cultural implicaría (MDS, 2011):

a. Que la política se sustente en el enfoque de derechos de los y las jóvenes. Es decir, no asumir a las y los jóvenes como población en riesgo o como grupo-problema, sino desde un enfoque que los asuma y conciba como sujetos de derechos con plena capacidad para ejercer ciudadanía en el presente. En este sentido, la política de juventudes desde lo cultural tiene como objetivo promover la vigencia plena de sus derechos políticos, sociales, económicos y culturales con la finalidad de propiciar su desarrollo integral y el ejercicio pleno de su ciudadanía.

134

Evaluar políticas de juventud (es) desde un enfoque de “lo cultural”

b. Que la política aborde a las poblaciones jóvenes desde un criterio de diversidad. Los y las jóvenes no constituyen un grupo homogéneo. Estos presentan diferencias en términos de clase social, localización urbana o rural, sexo, edad, contexto social, económico y son una expresión de diversas identidades culturales, étnicas, de género, entre otras. Hay múltiples formas de vivir el ser joven y estas abarcan la realidad en su complejidad y multidimensionalidad.

c. Que la política tenga un carácter intergeneracional. La identidad y las condiciones de vida de los y las jóvenes se construyen también con el mundo adulto. Por ello, las estrategias de la política deben orientarse también a los adultos, porque ellos inciden (positiva o negativamente) en sus condiciones de vida, pero, también porque el diálogo inter-etario permite construir una realidad más inclusiva.

d. Que la política esté sustentada en el diálogo intercultural. La política debe ser construida con base en la participación de las distintas identidades juveniles: étnicas, sexuales, de género, culturales, urbano-rural, entre otras. Asumir lo cultural como proceso de construcción de las identidades, de las subjetividades, de lo simbólico y de lo creativo de las juventudes sobre la base de la multiculturalidad.

Algunas interrogantes claves para evaluar las políticas de juventud desde lo cultural

Evaluar una política implica un proceso de investigación, análisis y retroalimentación de los procesos, los resultados e impactos de las acciones de la política con el fin de generar procesos de aprendizaje de todos los actores involucrados en dicha política.

En ese sentido, los indicadores son rastros, señales o huellas que nos dicen cómo se comporta una determinada realidad (Chaves, 1997). Los indicadores son construcciones sociales que permiten contrastar (en referencia a un parámetro social previamente construido) cómo se comporta el programa o la política pública que evaluamos. Los indicadores requieren de preguntas e interrogantes claves que formuladas con una intencionalidad concreta, permitan analizar e interpretar una determinada realidad.

135

Evaluar políticas de juventud (es) desde un enfoque de “lo cultural”

A continuación proponemos algunas interrogantes que nos permitirán valorar una política pública de la (s) juventud (es) desde un enfoque o una perspectiva de lo cultural, considerando las nociones de subjetividad, identidad, diversidad y creatividad.

• ¿Cuál es el imaginario social con respecto de las juventudes que subyace en la política pública que se evalúa? ¿Se asume a los jóvenes como víctimas, como victimarios, como población en riesgo o como sujetos de derechos?

• A partir de la concepción de juventud que subyace en la política, cuál es el enfoque de la misma ¿Es una política orientada a la represión, a compensar o subsidiar una población en riesgo? o ¿es una política integral orientada a resguardar y promover los derechos de las poblaciones jóvenes a las cuales atiende?

• ¿Es una política que se sustenta en miradas más integrales de la realidad de las juventudes y busca trascender los sectores tradicionales (salud, educación, vivienda, empleo, trabajo, etc.)?

• ¿Es una política que asume y analiza a las poblaciones jóvenes desde una perspectiva de diversidad (juventudes en plural) tratando de romper las miradas y la intervención homogeneizadoras (asumir a la juventud como una población sin diferencias)?

• ¿Asume la política que la diversidad implica resguardar las diferencias entre grupos juveniles pero sobre la base de que todos estos grupos tengan las mismas posibilidades y puntos de partida para expresar sus diferencias identitarias (diversidad no implica desigualdad)?

• ¿La planeación, ejecución y evaluación de la política promueve y se sustenta en la participación de los grupos juveniles a los cuales quiere atender? ¿Está orientada o prevé procesos que promuevan la construcción autónoma de los proyectos de vida de los y las jóvenes?

• ¿La política considera, promueve y se desarrolla sobre la base de los códigos de los propios jóvenes (lenguajes semánticos, corporales y culturales)?

136

Evaluar políticas de juventud (es) desde un enfoque de “lo cultural”

• ¿Permite y promueve la expresión de las múltiples identidades juveniles de los grupos con los cuales trabaja?

• ¿Promueve el diálogo, el trabajo productivo y progresivo de convivencia entre las distintas identidades y culturas juveniles?

• ¿La política prevé acciones orientadas a otros grupos etarios que trabajan con los y las jóvenes, tratando de promover un diálogo inter-generacional?

• ¿La política promueve espacios de creatividad de los y las jóvenes?

137

Evaluar políticas de juventud (es) desde un enfoque de “lo cultural”

REFERENCIAS

UNESCO. Declaración de México. Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales. (MONDIACULT). México 1982.

García Canclini, Néstor (2006). Diferentes, desiguales y desconectados: mapas de la interculturalidad. Barcelona. Editorial GEDISA.

Chaves, Patricio, Novacovsky, Irene y otros; (1999). “Gestión Integral de Programas Sociales Orientada a resultados: Manual metodológico para la planificación y Evaluación de programas Sociales”. UNESCO, SIEMPRO. Fondo de Cultura Económica. Brasil.

Cohen Ernesto, Franco, Rolando (1988). “Evaluación de Proyectos Sociales”. ILPES. Grupo Editor Latinoamericano. Buenos Aires.

Cook.T.D, Reichardt. Ch. (1982). “Métodos cualitativos y cuantitativos en investigación evaluativa”. Morata. Madrid.

De Zubiría Samper, Sergio, et al, (2001). “Conceptos Básicos de Administración y gestión Cultural”, Cuadernos de Iberoamérica, Organización de Estados Iberoamericanos, OEI, Madrid.

Ministerio de Desarrollo Social de la República Argentina (MDS). Lineamientos para una Política de Juventud en la Argentina de Hoy. DINAJU. MDS, Buenos Aires, 2011.

138

Evaluar políticas de juventud (es) desde un enfoque de “lo cultural”

9 Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

Víctor Manuel Quintero*

139

Presentación El texto está estructurado alrededor de tres ejes temáticos: las escuelas de pensamiento, las políticas públicas y la evaluación. En primera instancia, se presentan seis escuelas de pensamiento sobre los procesos de evaluación que han venido surgiendo cronológicamente en los últimos setenta años. Igualmente, se analizan diferentes posturas sobre el desarrollo desde las propuestas economicistas tradicionales hasta los planteamientos contemporáneos de desarrollo humano sostenible, de base y local. Esta primera área temática culmina con el establecimiento de las conexiones existentes entre la dimensión cultural y el desarrollo. Un segundo tema fundamental de la ponencia se centra en precisar los conceptos y métodos esenciales relativos a las políticas públicas y a las políticas culturales. Por último, el tema de la evaluación y el análisis de las políticas culturales, se desarrolla alrededor de dos preguntas esenciales: qué evaluar y cómo evaluar, concretando un sistema de evaluación para gobiernos locales y casas de cultura, centrado en la formulación de diferentes indicadores culturales, en especial los relativos a la gerencia de organizaciones propias de esta dimensión. 1. Enfoques de evaluación Desde la administración de organizaciones culturales, entendida como conjunto de acciones destinadas a lograr una efectiva combinación de medios (humanos, físicos, tecnológicos y financieros), con el propósito de que políticas, planes, programas y proyectos culturales cumplan sus objetivos y contribuyan al fin propuesto, se enfatizan las competencias de promotores y gestores culturales. Desde enfoques tradicionales propios de microeconomía aplicada, ingeniería industrial, administración y desarrollo organizacional, las funciones de una persona gerente son: planear, dirigir, organizar y evaluar. Ahora bien, desde propuestas contemporáneas de enfoques de calidad total, a toda persona gerente le compete planear, hacer, valorar y ajustar.

* Economista, docente en la maestría de Gestión Pública en la Universidad Santiago de Cali, Colombia.

De las competencias, funciones y/o responsabilidades de la administración cultural surge con un alto grado de relevancia para este proceso la acción de Evaluar-Valorar, entendida como un componente fundamental de la esencia del ser humano, lo cual le posibilita el perfeccionamiento de toda actividad propiciando juicios de valor sobre qué se hace y cómo se hace. La evaluación como acción pensada, como disciplina sólo surge a partir de los años treinta del siglo pasado y se consolida después de la segunda guerra mundial. Desde entonces se viene configurando todo un cuerpo teórico referencial, destacándose a continuación cinco enfoques diferentes (UNICEF, 1998). • De Resultados • De Rendición de cuentas • De Evaluación democrática • De Evaluación formativa • De Capacidades y Oportunidades

a. Enfoque de resultados. Es la primera generación de evaluadores y surge con ingenieros y gerentes en las décadas de los cincuenta a los setenta, fijando como objetivo de la evaluación, medir los resultados de políticas, planes, programas y proyectos, para los cuales establece mecanismos e indicadores de eficacia, eficiencia, efectividad. b. Enfoque de rendición de cuentas. En la década de los ochenta surge una segunda generación de evaluadores desde agencias de Naciones Unidas y organizaciones de desarrollo, fijando como objetivo de la evaluación, dar cuenta a gobiernos y donantes en qué y cómo se utilizan las contrapartidas. Para tal fin se impulsan conceptos como: accountability, responsabilidad social, transparencia y marco lógico.

c. Enfoque de evaluación democrática. En las últimas décadas también ha surgido una forma de entender la evaluación como medio de empoderamiento, fijando así una dimensión política de la evaluación, desde una perspectiva de transformación, con el objetivo de generar, en las comunidades, competencias para expresar sus sentimientos sobre procesos y resultados, promoviendo el derecho a explicar su propia experiencia en relación con políticas, planes, programas y proyectos.

140

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

La evaluación democrática, la evaluación personalizada, “revela” la importancia de procesos y resultados en la vida de los participantes. Las preguntas motivadoras de la evaluación no son tanto sobre políticas y proyectos, sino sobre las personas (grupos de interés) y el significado que para ellas ejercen, es decir, sobre el sentir y el sentido de políticas y proyectos sobre la vida, sobre la cotidianidad. Desde este enfoque, alimentado de las propuestas de investigación-acción, la evaluación es una conversación entre muchos por la cual se dialoga y se generan acuerdos y negociaciones, donde las comunidades participan cualificadamente en la toma de decisiones, en procesos y en resultados. d. Enfoque de evaluación formativa. Una cuarta generación de evaluadores toma fuerza desde la década del 1990, fundamentada en las propuestas de evaluación formativa e investigación evaluativa, entendiendo la evaluación como el proceso para la adquisición y construcción de saberes, cuyo fin es la comprensión y el aprendizaje, desde una forma crítica y propositiva. En la sociedad del conocimiento se requiere una evaluación que dé cuenta de los saberes que dejan políticas, programas y proyectos. e. Enfoque de capacidades y oportunidades. Alimentado por posiciones contemporáneas sobre teorías para el desarrollo, surge el enfoque de evaluación de capacidades y oportunidades. Sobre éste, Amartya Sen plantea:

“Parece razonable que nos alejemos de un enfoque que se concentra en los bienes como tales, a uno que se concentre en lo que los bienes hacen por los seres humanos” (Sen, 2000).

Desde allí, las capacidades se refieren a lo que personas, familias, grupos y comunidades son capaces de ser y hacer con los bienes y servicios entregados, en este caso, por las políticas culturales. Complementariamente, las oportunidades son condiciones que permiten a las personas realizarse utilizando las capacidades desarrolladas. Lo que interesa, desde este enfoque de evaluación, son las realizaciones que logren las personas, lo que la gente pueda pensar y hacer, a partir de los productos y servicios generados por la política, plan, programa o proyecto cultural.

2. Enfoques de desarrollo Desde los primeros asentamientos en aldeas alrededor del Éufrates, quizás 10 mil años atrás, ha primado la noción de desarrollo entendida como acumulación, riqueza,

141

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

progreso, crecimiento y prosperidad. Esta concepción se centra en el excedente económico, es decir, de una producción que supera la demanda, el consumo; es este excedente el que permite acumular riqueza y generar dicho crecimiento. En 1776, Adam Smith escribió: “La Naturaleza y causa de la riqueza de las naciones”. Desde entonces, y a lo largo de aproximadamente 250 años, los economistas clásicos y neoclásicos han promulgado etapas universales para el desarrollo: La división del trabajo y su especialización por regiones y personas incrementa la productividad de la mano de obra. Este incremento en la productividad aumenta el ingreso y la inversión tecnológica, por ende, la misma productividad. Estos conceptos tradicionales de desarrollo parten de una visión materialista, capitalista y etnocentrista, fijando profundos limitantes a la teoría económica para explicar el desarrollo, concibiéndolo como un estado a alcanzar y no como un proceso continuo y permanente, el cual va cambiando a medida que la sociedad evoluciona, generando así la necesidad de escuchar otras interpretaciones, otras propuestas, que desde diferentes disciplinas, y en forma sistémica, aportan a la comprensión y fijación de políticas sobre el desarrollo, dando origen al concepto de desarrollo social. En la perspectiva del Desarrollo Social, el criterio de desarrollo económico ha evolucionado desde las propuestas sobre el Estado de Bienestar a la de enfoques de derechos, libertades, calidad de vida, vida digna y vivir bien. A este respecto es pertinente retomar los aportes de comunidades indígenas bolivianas al foro virtual, sobre este tema, promovido por IDEAS (2008). Para ellos, el planteamiento del Vivir Bien postula una visión cosmocéntrica respetando la diversidad e identidad cultural; es “vivir bien entre nosotros”, lo cual es diferente del “vivir mejor” occidental, que es individual. Aunque durante todos estos milenios, desarrollo y acumulación de riquezas materiales han sido sinónimos, igualmente han existido otros pensamientos alternos. En la Grecia presocrática los sofistas plantearon que “la medida es el hombre”, y pese al paso de los siglos no lo hemos olvidado. En la contemporaneidad, las propuestas desde el desarrollo humano marcan otros rumbos, otras formas de pensar y entender el mundo. Profesores como Amartya Sen y Manfred Max-Neef nos ilustran el desarrollo, concebido como la expansión de las capacidades y posibilidades de las personas para satisfacer adecuadamente sus necesidades fundamentales y que consideran importante.

142

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

El desarrollo, además de salud y educación, requiere un nivel de vida digno y libertad política que permita a las personas expresar sus identidades y que ellas hagan y sean lo que valoren para sus vidas. Ahora bien, políticas, programas y proyectos no sólo deben propender por un desarrollo humano sino que éste debe ser ante todo sostenible. Es en 1987 que la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo presenta el concepto de desarrollo sostenible: es decir, un desarrollo que busque satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras. Desde allí, se entiende la sostenibilidad como un proceso permanente de adaptación y de equilibrio entre las necesidades presentes y futuras. Las propuestas culturales, su formulación, ejecución y operación no pueden financiarse generando una deuda económica, social o ambiental a ser pagada por otras generaciones. Complementariamente, la sostenibilidad se apoya en lineamientos referentes a la equidad, la democracia, la participación y la concertación. Un enfoque integral de la sostenibilidad considera un desarrollo económico con justicia social y fortalecimiento de la democracia, cuyo reto sea crecer y modernizarse para lograr el bienestar humano, preservando el ambiente y respetando la diversidad cultural. Entonces, es fundamental tener siempre en cuenta que los procesos de desarrollo que agotan los recursos, que los utilizan mal o los sobre utilizan, estarán violando los derechos de las generaciones futuras. Paralelo a las concepciones de desarrollo humano sostenible, y a raíz de la creciente importancia de los procesos de descentralización y la participación comunitaria, surgió el concepto de desarrollo de base, haciendo énfasis en empoderar a las personas excluidas tradicionalmente por las propuestas y beneficios de los modelos de desarrollo, así como también sus organizaciones con el fin de que puedan ser agentes de su propio destino. Para alcanzar estos propósitos se impulsaron, desde gobiernos, agencias de desarrollo y organizaciones de la sociedad civil, programas de capacitación, financiación, y desarrollo empresarial pero con acciones aisladas y centradas en comunidades empobrecidas, viéndose la necesidad de superar la fragmentación y desconexión de las organizaciones de base con otros actores sociales y las instituciones públicas, surgiendo así las propuestas de desarrollo local que promuevan la articulación e inclusión política, económica, social y cultural de personas, grupos, comunidades y territorios históricamente segregados, lo cual permite llevar a una escala mayor el desarrollo de base.

143

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

En concordancia con dichos planteamientos, el desarrollo local se enfrenta básicamente a dos retos. En primera instancia, promover la formación de capacidades colectivas de las personas hasta ahora excluidas por la sociedad, en materia de construcción de ciudadanía y participación en espacios de concertación donde se orientan las soluciones a sus problemas socioeconómicos y políticos. Complementariamente, las estrategias del desarrollo local requieren promover la creación y fortalecimiento de alianzas, entre sectores gubernamentales y no gubernamentales, para adelantar procesos orientados al bien común, que garanticen la concertación entre los diferentes agentes de desarrollo (Villar, 2004). Desde este concepto de desarrollo, se concibe el desarrollo local como un proyecto de territorio concertado por los actores locales, con el propósito de elevar la calidad de vida de sus habitantes de una manera sistemática y creciente (Enríquez, 2006). En este sentido, lo local es un espacio para coordinar y articular las organizaciones de base entre sí y éstas con gobiernos y agentes de desarrollo con el fin de generar bienes y servicios colectivos y públicos que contribuyan a niveles crecientes de equidad e inclusión. 3. Cultura y desarrollo La gran ausente de las propuestas sobre desarrollo ha sido la dimensión cultural, lo que hace necesario que la teoría y la política de desarrollo incorporen a la cultura a los análisis económicos, políticos, sociales y ambientales. Desde 1982, cuando se realizó la Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales en Ciudad de México, diferentes foros, conferencias y comisiones han resaltado la importancia de la dimensión cultural en el desarrollo. El Informe de la OCDE sobre Cultura y Desarrollo Local (2000), el Informe de Desarrollo Humano de 2004, así como La Agenda 21 de la Cultura (2009), por mencionar solamente tres de la creciente literatura al respecto, señalan el puesto que la dimensión cultural ha alcanzado en los diferentes enfoques del desarrollo, ya sea desde actividades artísticas y culturales convencionales o bajo nominaciones más recientes de empresas culturales, industrias culturales o industrias creativas, expresiones recogidas últimamente en las estadísticas propias de los aportes de la dimensión cultural al producto interno bruto de regiones y países. Desde allí, se invita a instancias internacionales, nacionales y locales a impulsar propuestas que promuevan las expresiones culturales, al abordar el tema del desarrollo, pues, en la contemporaneidad, se requiere concebir dichas propuestas en concordancia con el modo de vida, mentalidades, formas de producir, de relacionarse

144

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

y de comunicarse según contextos y poblaciones. Se destacan a continuación tres citas relevantes al respecto: “La adopción de las políticas que reconocen las diferencias culturales es el único enfoque sostenible para el desarrollo de sociedades diversas” (Informe sobre el Desarrollo Humano-2004). “Diseñar políticas que no limiten la cultura a las artes y el patrimonio. Que tengan en cuenta los diversos estilos de vida, cosmovisiones y hábitos culturales” (Conferencia Intergubernamental sobre Políticas Culturales para el Desarrollo. Estocolmo, 1998). “Reconocer la fuerza creativa de las comunidades locales y el potencial de la imaginación creativa como pilar del desarrollo económico y humano” (Instituto Humanista de Cooperación al Desarrollo. Holanda, 2005). A propósito, el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, citado por Kliksberg (2010), conceptualiza que: “estos aspectos de la cultura favorecen el desarrollo económico y social, por lo tanto es preciso descubrirlos, potenciarlos y apoyarse en ellos. Hacer esto con seriedad requiere replantear la agenda del desarrollo, de una manera más eficaz, pues se tomarán en cuenta potencialidades de la realidad que son de su esencia y que hasta ahora han sido generalmente ignorados...”. En síntesis, la dimensión cultural de los pueblos puede ser palanca fundamental del bienestar humano. Por el contrario, su desconocimiento o destrucción, puede crear obstáculos enormes en el camino hacia el desarrollo. En este sentido, en los últimos años se ha venido construyendo una propuesta metodológica basada en el concepto de capital social, donde se establecen nuevos criterios de valoración del desarrollo tales como identidad, confianza, cooperación, comunidad, normas de reciprocidad, los cuales moldean actitudes y valores basados en la cooperación y ayuda mutua. Para Putnam (1993), precursor del capital social, éste está fundamentalmente conformado por: • Grado de confianza existente entre los actores sociales de una sociedad • Normas de comportamiento cívico practicadas • Nivel de asociatividad.

145

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

De igual forma, el capital social, a través de la cultura, está ligado al concepto de cohesión social. La identificación con formas de gobierno, con expresiones culturales y con comportamientos sociales, la identificación hace la sociedad más cohesiva. En este sentido, el capital social juega un papel importante en superar las fallas del mercado a través de acciones colectivas y el uso comunitario de recursos. Desde esta perspectiva, las interrelaciones entre cultura y desarrollo son de todo orden. Aparecen como elementos silenciosos e invisibles, pero definitivamente relevantes, los cuales están involucrados en el concepto de capital social, donde el entorno cultural es el mejor escenario para comprender los potenciales factores o barreras culturales, que pueden ayudar al desarrollo, haciéndose fundamental examinar las prácticas culturales que logren facilitar o dificultar el alcance de mayores niveles de calidad de vida, de desarrollo humano, de vida digna, de bienestar. 4. Políticas públicas En el campo administrativo se entiende por política las directrices que orientan a un grupo de personas o una organización específica. Cuando instituciones, organismos u oficinas del poder público promueven y cumplen políticas, éstas reciben el nombre de políticas públicas. En resumen, la voz política designa toda actividad dirigida al logro de un objetivo determinado. La historia de la administración de lo público está ligada con las diferentes formas de gobiernos, de Estados, pero Von Justic en el siglo XVIII, Weber en el XIX y Taylor en el XX son quienes dan origen a una primera doctrina de la administración pública, centrada en la aplicación de los conceptos de burocracia y administración científica al aparato estatal. En los años ochenta, desde concepciones neoliberales, aparece el concepto del New Public Management, promulgando la teoría del buen gobierno.

Contemporáneamente, desde la globalización, aparecen otras propuestas de la administración de lo público, promoviendo la gobernanza donde otros actores sociales entran a participar en la gestión de lo público con una visión estratégica concertada, propiciando que las demandas ciudadanas encuentren respuesta estatal, básicamente con un enfoque político de derechos humanos.

146

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

Desde allí pueden destacarse tres escuelas de la administración de lo público:

• Administración por objetivos • Administración por planes • Administración por políticas públicas.

La administración por objetivos propone gobernar por leyes y bajo criterios de eficacia y eficiencia, indicadores de resultado y gestión, e instrumentos como análisis de sistemas e investigación de operaciones que controlen la buena administración pública, siempre en un marco jurídico que la regule. Con la postguerra, en los años cincuenta, la Organización de Naciones Unidas impulsa una propuesta basada en los Planes de Desarrollo, con la orientación del economista sueco Myrdal y todo el apoyo del gobierno americano. Surge así, la administración por planes, que consolida la New Public Management y sus propuestas de Gestión Pública, en que diferentes agentes políticos asumen una administración de lo público con mayor rigurosidad y creatividad, y hay una participación creciente de la sociedad civil en la exigencia y la fiscalización de la cosa pública, basada en logros y resultados calificados. Con la globalización vienen nuevas ideas, nuevas perspectivas de gobierno, relativas a un nuevo orden social basado en unas nuevas relaciones Estado-economía-sociedad, y aparece la Gestión Pública Estratégica desde la gobernanza (Varela, 2008), con su propuesta de Administración por políticas públicas-gobernar por políticas con el fin de que el gobierno cumpla con el deber de solucionar situaciones socialmente problemáticas en forma creativa, proactiva, crítica y concertada con diferentes actores de la sociedad, para lo cual la gestión pública (Pérez, 2006):

• Observa y plantea la situación socialmente problemática para gestionar que se lleve a cabo la agenda política.

• Hace que se proponga la política pública. • Gestiona la implementación, el seguimiento y la evaluación de la política

pública. • Gestiona hasta que se dé con la política pública a la problemática socialmente

identificada.

147

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

En tal sentido, las políticas públicas toman en la actualidad una importancia fundamental en la gestión pública y aunque encontramos una gran cantidad de definiciones, para efectos de esta ponencia, se entiende por política pública “las actuaciones de los gobiernos y de otras agencias del Estado, orientadas a resolver una situación socialmente problemática, o a un principio o valor considerado como esencial a ser vivido por los diferentes grupos poblacionales, para los cuales se movilizan recursos institucionales y ciudadanos” (adaptado de Cuervo, 2007). Existe una gran heterogeneidad, clasificación y tipologías de políticas públicas, pero la establecida por Lowi se ha constituido como referente fundamental. Inicialmente, él considera que toda política pública traduce una voluntad explícita o implícita del gobierno/Estado, que incide sobre la conducta o la acción de los individuos, actuando sobre ellos directa o indirectamente a través de la sociedad en su conjunto (Vargas, 2005). Desde esa generalidad se clasifican las políticas en cuatro grupos principales (Lowi, 1972): a. De acción directa en los individuos

• Política distributiva. Transferencias de recursos a ciudadanos, empresas, asociaciones o colectividades locales. (Industrias culturales).

• Políticas reguladoras o reglamentarias. Esencialmente dirigidas al orden público. (Promoción de valores y conductas).

b. De acción indirecta en los individuos

• Política redistributiva. Suministro directo de servicios públicos como educación y servicios sociales en general. (Seguridad social de gestores)

• Políticas de infraestructura. Creación de condiciones materiales para la producción, obras públicas, desarrollo regional. (Bibliotecas municipales)

5. Políticas culturales

Las políticas culturales son un tema relativamente reciente, aunque el interés por hacer o dejar hacer de los gobiernos en materia cultural, ha estado siempre presente en las diferentes administraciones de turno. Al consolidarse la conquista española en la época colonial, la dimensión cultural aparece ligada a las instituciones educativas y, en especial, a la Iglesia. Las reformas borbónicas del siglo XVIII impulsaron proyectos pedagógicos y científicos de gran importancia, creándose las primeras bibliotecas, museos e imprentas (Bravo, 2009).

148

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

En América Latina, por ejemplo, entre 1538 y 1812 se crearon 30 universidades, surgen academias de arte, colegios de letras y conservatorios de música (Canelas, 2009). Los movimientos independentistas de principios del siglo XIX, con la construcción de los Estados Nacionales, establecieron en el continente importantes instituciones culturales que fomentaron la geografía, la educación, las letras, la música, las artes plásticas y la historia (Jiménez, 2009), pero todo esto enmarcado desde un carácter clasista con una población de más de 70% de analfabetas que permanecían al margen de toda oferta cultural oficial. En las primeras décadas del siglo XX irrumpieron en el continente movimientos políticos y sociales de corte nacionalista, reivindicando indígenas, campesinos, gauchos y obreros, que significaron avances en reformas educativas y proyectos culturales con especial significado político, educativo y cultural. Es de destacar, por ejemplo, cómo la Revolución Mexicana, a través de las propuestas de José Vasconcelos impuso una propuesta cultural desde la educación, la alfabetización, la formación estética, el aprendizaje de oficios y las reglas básicas de la salud (Jiménez, 2009). A medida que transcurrió el siglo XX, el proyecto educativo y cultural empezó a tomar forma en el continente americano, promoviendo conceptos de justicia social, desarrollo económico y participación política, y se establecieron las bases de las instituciones culturales que, a nivel nacional, regional y local, van a permitir la promoción de políticas que cristalizan el pensamiento y la acción gubernamental de la dimensión cultural en estos países. En las últimas décadas del siglo XX, el sector cultural fue tomando cuerpo y empezó a independizarse de los Ministerios de Educación, con especial apoyo de organizaciones internacionales como la UNESCO y la OEI, que permitieron la inserción de la cultura en la agenda política de los gobiernos, facilitando así la construcción de políticas culturales como tales (Rey, 2009). “Entendemos por políticas culturales el conjunto de intervenciones realizadas por el Estado, las instituciones civiles y los grupos comunitarios organizados a fin de orientar el desarrollo simbólico, satisfacer las necesidades culturales de la población y obtener consenso para un tipo de orden y transformación social” (García Canclini, 1997).

149

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

Entiéndase por políticas públicas culturales el:

“Conjunto de principios, prácticas y presupuestos que sirven de base para la intervención de los poderes públicos en la actividad cultural, radicada en su jurisdicción territorial, con el objeto de satisfacer las necesidades sociales de la población en cualquiera de los sectores culturales” (UNESCO, 1982). La concepción de estas políticas públicas, en muchos países latinoamericanos, fue establecida, en una primera generación, de forma sectorial, lo cual permite la gestión de la cultura por áreas, destacándose al menos las siguientes (Rey, 2009): • Las prácticas artísticas • El pensamiento y las memorias • Sentidos, visualidades y comunicaciones • Promoción cultural • La escena internacional y la cooperación.

En la contemporaneidad se han venido replanteando estas clasificaciones, incorporando la dimensión cultural con otras políticas públicas en contextos globales, desde una concepción de transversalidad y materializadas en líneas de acción, orientadas por ministerios, secretarías y casas de cultura, destacándose al menos las de: • Formación • Memoria • Organización • Diversidad • Creación • Investigación • Descentralización • Comunicación

El siglo XXI, irrumpe en las políticas públicas, lo que podría denominarse una tercera fase de las políticas culturales, haciendo énfasis en las políticas territoriales donde las iniciativas locales promovidas por sus propios gestores, creadores, líderes sociales y políticos, dan cuenta de sus necesidades, expectativas y propósitos, generando el diseño de políticas públicas culturales desde lo local, pero en estrecha relación con lo nacional y con el mundo globalizado.

150

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

El surgimiento de las políticas culturales territoriales nace de las teorías críticas del desarrollo, en contra del discurso desarrollista dominante y vertical, donde las políticas públicas se venían definiendo por fuera del contexto. Bajo esta nueva concepción, se promulga la formulación de las políticas culturales desde el territorio, desde lo local, donde adquieren gran importancia los gobiernos municipales y las casas de cultura como instancias fundamentales para movilizar habilidades y recursos, materializando los enfoques de participación ciudadana y descentralización administrativa, auspiciando una mayor inclusión de lo local en la toma de decisiones (Mota, 2011).

Esta nueva forma de entender el papel de la cultura y el desarrollo local, permite convertir agentes y agencias territoriales en los protagonistas de la definición de sus procesos de desarrollo, acorde con las necesidades y posibilidades de los habitantes de los municipios, concibiendo una descentralización, no desde la normatividad, sino en concordancia con necesidades y posibilidades del territorio. En la contemporaneidad, las políticas públicas culturales, desde el desarrollo local, se facilitan aún más con las tecnologías de la informática y la comunicación, que propician mecanismos de interlocución de la participación ciudadana con los gobiernos locales, mediante redes sociales virtuales y formales que amplían el diálogo, permitiendo la concertación de políticas públicas y aumentando la representatividad, la legitimidad y la confianza de las personas en sus gobiernos y en la democracia, a través de la horizontalidad de la acción pública, donde los movimientos sociales inciden directamente sobre las decisiones de lo público (Del Tronco, 2011). 6. Control, evaluación y análisis de políticas culturales

En la literatura propia de políticas públicas se hace una diferencia entre control, evaluación y análisis de políticas públicas. En primera instancia, el control de las políticas públicas se ejerce por instancias que garantizan que la administración, la contratación y la ejecución de las políticas públicas se realice en concordancia con la normatividad vigente, apareciendo instituciones denominadas auditorías, contralorías, personerías y similares. Es necesario diferenciar entre evaluación y análisis. La evaluación es indispensable para el análisis, por cuanto suministra información necesaria para éste, mientras que la evaluación puede existir sin el análisis (Salazar, 2009). La evaluación tiene un carácter más descriptivo, mostrando lo que sucedió, mientras que el análisis se centra en la explicación de por qué se hizo lo que se hizo y por qué resultó lo que resultó.

151

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

Si se adelanta evaluación o análisis de la política pública depende, en gran medida, del interés de quien promueve dicha acción. Podría decirse que la evaluación está orientada más por el interés de informar y, en ese sentido, es una evaluación sumativa, mientras que el análisis está orientado por un interés de aprender, de cambiar, de entender, de replicar, lo cual, en la literatura, se conoce como evaluación formativa. Establecida esta diferenciación, el análisis de políticas públicas es un proceso interdisciplinario que utiliza múltiples métodos de investigación y de argumentación (Thoemig, 1985), generando interpretaciones sobre las acciones gubernamentales, donde la retórica de Aristóteles y las técnicas y lógicas argumentativas sustentan las conclusiones de las mismas. 6.1 Qué evaluar

Para Aguilar (2009) el foco de atención del análisis de las políticas públicas se centra en:

• Eficacia social: valoración de la situación social deseada establecida como objeto de la acción del gobierno.

• Eficiencia económica: valoración de las acciones y recursos necesarios para cumplir los objetivos.

También puede señalarse que en el Ciclo de la Política Pública, establecido por Jones en 1970, se propone una descomposición de la política pública en cinco fases referidas al desarrollo de dicha política, ciclo que incluye desde la identificación de la situación socialmente problemática, inscripción en la agenda pública, su formulación, implementación y evaluación, y aunque la fase de la evaluación está considerada por Jones como la última fase, ésta puede ser concebida como transversal, lo cual permite evaluar la eficacia social y la eficiencia económica de todas y cada una de las diferentes etapas que componen dicho ciclo (Roth, 2009).

Complementariamente, para Aguilar, el análisis de las políticas públicas agrupa cuatro tipos de análisis:

• Análisis jurídico: legalidad de la política pública • Análisis económico: valoración del empleo de los recursos públicos • Análisis organizacional-administrativo: valoración de la normatividad, estilo de

dirección, sistema de trabajo y cultura organizacional • Análisis politológico: valoración de la aceptación o rechazo por parte de los

sectores de la sociedad (Aguilar, 1992 y 2009)152

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

Adicionalmente, podría decirse que el qué evaluar depende, en gran medida y según planteamientos tradicionales de la evaluación, de los momentos o fases de la misma, surgiendo así la evaluación exante, la evaluación concomitante y la evaluación expost. La evaluación y análisis en la etapa exante de la política pública puede orientar su valoración, al menos, desde los siguientes criterios: • Factibilidad • Pertinencia • Coherencia • Eficiencia • Eficacia • Efectos/impactos.

Bajo estos criterios, la evaluación exante puede centrar su objeto de análisis en alguna de las siguientes temáticas:

• Del problema a la situación socialmente problemática (quiénes y desde qué puntos de vista promovieron que una situación fuera considerada un problema político)

• Diagnóstico y línea de base (pertinencia y relevancia de la información sobre el problema)

• La agenda pública (discusiones, controversias y opiniones) • Las propuestas de solución • La alternativa • La formulación de la política • La toma de decisiones.

A su turno, la valoración concomitante o en curso puede orientarse y centrar su objeto de análisis en realizar el monitoreo de la implementación de la política pública y, específicamente, la brecha entre lo enunciado y lo implementado, para lo cual puede valorar, al menos, algunos de los siguientes elementos:

• Estructura administrativa (suficiencia y coherencia) • Promoción y divulgación • Insumos (equipo de trabajo, físico-técnico y presupuesto, desde los criterios

153

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

de suficiencia, oportunidad, pertinencia y grado de utilización) • Procesos (actividades, métodos, técnicas e instrumentos) • Resultados intermedios (avances, dificultades)

Por último, la valoración expost se centra en aplicar propuestas de evaluación, tanto cuantitativa como cualitativa, valorando: • La gestión (procesos y recursos) • Resultados (productos, efectos e impactos) • Nivel de satisfacción de beneficiarios (capacidades y posibilidades) • Aprendizajes (personales, organizacionales, regionales)

6.2 Cómo evaluar En los últimos setenta años, ha surgido un abanico significativo de diferentes enfoques o marcos de análisis que permiten valorar las políticas públicas, diferentes posturas epistemológicas que representan corrientes universales de pensamiento, aplicadas a una unidad de análisis específica como son las políticas públicas. El primer referente conceptual nace con las propuestas establecidas por Harold Lasswell en el texto La orientación hacia las políticas, publicado en 1951 e iniciando así el área de la ciencia política (Policy sciences). Para este autor, los dos criterios fundamentales de la valoración de la política pública son la dignidad humana y los valores democráticos. Para él, la sociología, la economía y los conocimientos académicos en general, desde la interdisciplinariedad, deben ser puestos al servicio de los gobiernos, para que éstos resuelvan problemas con buenas políticas bajo la concepción de una acción pública democrática.

A partir de este autor aparecen diferentes enfoques de evaluación y análisis de la política pública, los cuales, esquemáticamente, pueden agruparse alrededor de tres corrientes de pensamiento:

• Positivismo • Ciclo de la política pública • Racionalismo • Neopositivismo / neoinstitucionalismo • Análisis institucional y Desarrollo (IAD)

154

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

• Coaliciones • Enfoque de redes • Enfoque referencial • Teoría crítica / construccionismo • Enfoque narrativo

6.2.1 Enfoques desde el positivismo a. Teoría Clásica - Ciclo de Políticas Públicas. Es Jones quien, en 1970, propone, bajo la influencia del neopositivismo, que el análisis de políticas públicas es subdividido en cinco etapas, las cuales pueden ser estudiadas separadamente (problema y agenda, soluciones, toma de decisión, implementación, evaluación). Por treinta años este enfoque permitió la evaluación de políticas públicas en Estados Unidos y Europa, y la formulación de teorías parciales para cada una de las secuencias del proceso (Roth, 2010). b. Enfoque racional cuantitativo. A partir de los años sesenta y setenta, irrumpen con una fuerza extraordinaria desarrollos teóricos influenciados desde el positivismo y su pretensión de objetividad científica, rompiendo abruptamente con las propuestas de Lasswell y promoviendo posturas tecnocráticas y técnicas de ingeniería política, las cuales fueron adoptadas por instancias gubernamentales e internacionales reclamándolas como la postura oficial para la evaluación de las políticas públicas: igualmente, gran parte de los trabajos de consultoría se siguen realizando también en esta perspectiva.

Desde este enfoque racional neopositivista de analizar las políticas públicas, aparece la medición de resultados como el elemento central de la evaluación, donde los criterios de costo-beneficio, eficacia, eficiencia e indicadores cuantitativos son los que priman en estas prácticas y donde las metodologías cuantitativas de evaluación experimental, semi experimental y cuasi experimental son la única forma de establecer, con exactitud y rigurosidad, el valor de una política pública. En este sentido, el pensamiento económico ejerce una hegemonía sobre la evaluación de la política pública, ejemplarizada en la teoría de la elección racional, la teoría de juegos y la Escuela de Public Choise del profesor Buchanan de Virginia Tech.

155

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

6.2.2 Enfoques institucionalistas Desde los años ochenta, se viene desarrollando un conjunto no heterogéneo de propuestas de evaluación de políticas públicas, las cuales pueden ser inscritas dentro del denominado enfoque institucionalista integrando (unos más, otros menos) factores de tipo institucional a las explicaciones basadas en los factores objetivos tradicionales, planteados desde el positivismo. En tal sentido, son enfoques que integran los análisis económicos, la eficacia y la eficiencia, con el papel que juegan las instituciones en el análisis de las políticas públicas con una cargada influencia de las corrientes neoliberales de los años ochenta, para quienes era necesario reformar las instituciones políticas planteando que “las instituciones cuentan”. Es importante establecer que, para esta escuela, las instituciones no se limitan a la estructura formal de las mismas, sino que incluyen la cultura organizacional, los procedimientos, las rutinas, las creencias, los paradigmas y cómo éstas influyen en el pensamiento y en la acción de las personas y del Estado, tomando así el nombre de neoinstitucionalismo. Es necesario destacar que los enfoques desde el neoinstitucionalismo han primado en muchos países latinoamericanos en centros de investigación, expertos de evaluación y en los denominados Think Tanks quienes en gran forma monopolizan los contratos que el Estado genera para evaluar políticas públicas en el continente y donde las facultades de economía llevan la vocería, subordinándose, en gran medida, a los gobiernos de turno, desde una perspectiva de la ingeniería de las políticas públicas propia del pensamiento construido desde el consenso de Washington y en las reuniones posteriores de los gobiernos iberoamericanos. Desde esta corriente de pensamiento, podrían destacarse al menos cuatro enfoques que se describen a continuación: a. Análisis Institucional y Desarrollo (IAD). Elinor Ostrom, Premio Nobel de Economía 2009, analiza la forma como las instituciones afectan los comportamientos individuales de los actores, tanto individuales como colectivos, en el marco de una política pública, influenciados desde tres vectores específicos: las reglas de los participantes, el contexto donde se mueven y las particularidades culturales de dichos actores.

156

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

b. Enfoque de coalición. Al comienzo de los años ochenta, Sabatier propuso el Advocacy coalition, donde la información técnica, relativa a las situaciones socialmente problemáticas propias de las políticas públicas y los sistemas de creencias de actores públicos y privados, periodistas, investigadores y analistas se conjugan en coaliciones que permiten valorar las políticas públicas y su dinámica, mediante “comunidades de política que todos ellos integran”. Si los valores fundamentales de los miembros de la coalición cambian o el contexto cambia, cambian las políticas y, por ende, su análisis. c. Enfoque de redes. Este enfoque se centra en la valoración de los arreglos políticos administrativos, estableciendo que las políticas se formulan por fuera de las instituciones gubernamentales, en instancias políticas informales, debilitando la gobernabilidad y la legitimidad del Estado, surgiendo así el término gobernanza, es decir, el gobierno compartido con otras instituciones. d. Enfoque referencial. Para el analista francés Fierre Muller, las políticas públicas son un constructo social, donde se conjugan tres elementos fundamentales: la racionalidad o creencias de los actores, la efectividad de la administración pública y las redes de políticas públicas donde juegan un papel fundamental los “mediadores” (empresarios, políticos y brokers), quienes en foros o comunidades de políticas públicas le dan la significancia a las mismas. Es desde esta conjugación de factores que la sociedad construye la realidad sobre la cual la política pública interviene. 6.2.3 Enfoques subjetivistas En los años ochenta y noventa, bajo la influencia de posturas postpositivistas centradas en Kuhn, Popper, Habermas y Foucault, surgen propuestas cuestionando los enfoques racionales en la evaluación de las políticas públicas, su discurso desarrollista dominante y vertical, y promoviendo la valoración desde una diversidad de criterios y variables cualitativas, pluralistas y comprensivas, reivindicando, además, la interdisciplinariedad donde los elementos extra-racionales o racionales, como las motivaciones y la creatividad, hacen que los problemas propios de la política pública no puedan ser valorados en laboratorios con su pretendida objetividad o neutralidad científica (Roth, 2009).

157

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

Desde la denominada teoría crítica irrumpen enfoques de evaluación de políticas públicas que promueven “el giro argumentativo o interpretativo”, planteando que el análisis de políticas públicas requiere de una metodología diferente a la científica tradicional, pues éstas no pueden ser evaluadas ni invalidadas como la teoría científica hace desde los métodos experimentales cuantitativistas mecanicistas. Si para la corriente de pensamiento neopositivista y, específicamente, para los enfoques neoinstitucionales, “las instituciones cuentan”, para los enfoques subjetivistas “las ideas cuentan”. Si para el positivismo la realidad existe, para el construccionismo la realidad es socialmente construida. Para los enfoques subjetivistas, el análisis de la política pública es fundamental entenderlo desde causalidades múltiples cualitativas, comprensivas, donde el discurso, los relatos, las narraciones y las propuestas de la teoría argumentativa y retórica de Aristóteles estructuran el discurso público desde la democracia deliberativa y participativa, y con argumentos persuasivos interpretan y valoran los diferentes momentos, efectos e impactos de las políticas públicas, dándole un rostro humano a la evaluación y al análisis. Para esta corriente de pensamiento, existen, al menos, tres autores fundamentales. En primera instancia Emery Roe (1994) quien insiste en la importancia de los valores, las ideas y las representaciones en el estudio de las políticas públicas, las cuales deben ser consideradas como “relatos” (Roth, 2010), donde lo narrativo toma un grado significativo de importancia en la construcción social de la realidad, que refleja las controversias sobre la política pública, según las creencias de los diferentes actores, agentes, políticos y funcionarios públicos en general. Es Roe quien construye, para la realización de un análisis narrativo de las políticas públicas, una cadena cognitiva que integra relato-contra relato-meta relato replanteamiento, cadena que se obtiene mediante la realización de entrevistas abiertas y el análisis de los discursos de los diferentes agentes del desarrollo, donde el analista de políticas públicas es igualmente un participante de los relatos mismos.

De igual importancia es Giandomenico Majone (1997), quien considera que el racionalismo científico no puede explicar completamente las decisiones humanas y las pruebas científicas sobre el valor de las políticas públicas, retomando la teoría argumentativa y retórica de Aristóteles, bajo el contexto contemporáneo de la participación ciudadana en una democracia deliberativa, donde los debates sobre la política pública irrumpen con una importancia mayor.

158

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

En tercera instancia, Pierre Bourdieu (1997) permite, desde sus análisis, ponerle límites al subjetivismo absoluto, considerando que el individuo tiene “una autonomía limitada” y, en tal sentido, su capacidad de construir la realidad social está igualmente construida socialmente en un espacio y en un tiempo que lo autolimita y lo determina. El autor de esta ponencia, dado el carácter y la esencia de las políticas públicas culturales, considera los enfoques interpretativistas metodológicamente pertinentes para el análisis de este tipo de políticas, donde los relatos y las narraciones obtenidas mediante entrevistas abiertas, el análisis de los discursos de los actores y la controversia que ellos generan, son evidencias fundamentales, las cuales, trianguladas con estadísticas y evidencias científicas, permiten una comprensión más holística y pertinente de las políticas que inciden sobre lo simbólico, ámbito esencial de la dimensión cultural.

7. Sistema de evaluación

Desde la teoría general de sistemas se puede entender por Sistema “Una unidad constituida por elementos interrelacionados con un objetivo común o finalidad, el cual pertenece a una totalidad mayor” (Latorre, 1996). Desde esta perspectiva se concibe el Sistema de Evaluación como una herramienta que permite a autoridades municipales, casas de cultura, organizaciones, grupos y ciudadanos en general, conocer la marcha de políticas, programas y proyectos culturales, valorar el nivel de cumplimiento de los objetivos propuestos, e identificar y seleccionar la información que posibilita tomar decisiones, aplicar correctivos, reconocer impactos y sistematizar experiencias. La característica fundamental del sistema de evaluación para políticas culturales aquí concebido es el de ser un sistema de sistemas, constituido por tres subsistemas esenciales: • Sistema de indicadores • Sistema de información • Sistema de comunicación

En primera instancia, el sistema de indicadores precisa los patrones de valoración que permiten el acopio de datos y opiniones sobre temas de importancia para la gerencia, interventoría y/o auditoría de las políticas culturales.

159

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

A su turno, el sistema de información tiene por objeto organizar, analizar y distribuir la información que se está evaluando, de manera que se pueda facilitar la toma de decisiones, la visualización de efectos e impactos, la sistematización de la experiencia durante el seguimiento (evaluación en curso) y la evaluación final (evaluación expost); reconstruyendo y/o incorporando la información básica de la etapa de preparación y formulación (evaluación exante). El sistema de comunicación ofrece la posibilidad de retroalimentación entre los grupos de interés, generando espacios de reflexión sobre procesos, resultados y experiencias, y de construcción de saberes temáticos, organizacionales y comunitarios. 8. Indicadores culturales

Los gobiernos locales, las casas de cultura, y los grupos en general deben contar con el sistema de evaluación antes descrito para que participen en forma democrática en la planeación, seguimiento y evaluación de las políticas culturales territoriales, donde el sistema de indicadores culturales es la herramienta fundamental para recoger datos y opiniones sobre las propuestas relativas a la dimensión cultural. Pueden distinguirse, al menos, cuatro tipos de indicadores culturales: • Indicadores estructurales o de contexto • Indicadores sectoriales • Indicadores de calidad • Indicadores de gestión cultural

a. Indicadores estructurales o de contexto. Están referidos al contexto, tanto espacial como poblacional, en donde se inscribe la dimensión cultural, permitiendo valorar el aporte de la cultura al desarrollo y donde aparecen indicadores relativos a la calidad de vida, al desarrollo humano y a las categorías y variables socioeconómicas propias del desarrollo en general.

160

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

b. Indicadores sectoriales. A este nivel es necesario distinguir entre tres tipos de indicadores culturales: • Indicadores de oferta cultural • Indicadores de industrias y empresas culturales • Indicadores de consumo cultural.

c. Indicadores de calidad. A partir de los enfoques de calidad total aparecen los denominados indicadores de calidad, los cuales, aplicados a la dimensión cultural, permiten concertar criterios de qué se entiende por una organización cultural de calidad, tal como se establece para los procesos de acreditación y certificación de cualquier tipo de organización en la contemporaneidad.

d. Indicadores de gestión cultural. Estos indicadores culturales permiten recoger datos y opiniones sobre la eficacia, la eficiencia y la efectividad de las diferentes organizaciones culturales sean estas públicas, privadas o comunitarias.

8.1 Indicadores para la gestión cultural Para acompañar la gerencia de organizaciones propias de la dimensión cultural se utilizan dos tipos de indicadores básicos: • Indicadores de Resultado • Indicadores de Gestión

Los indicadores de resultado permiten recoger datos y opiniones que facilitan la evaluación de los resultados, éxitos, sueños y objetivos, pudiéndose subdividir en tres niveles específicos, que determinan la eficacia de las políticas culturales. • Indicador de Producto • Indicador de Efecto • Indicador de Impacto

Los productos son los resultados específicos que las propuestas del sector cultural se comprometen a entregar a gestores y creadores, como bienes y servicios, según la calidad y cronograma preestablecidos durante los procesos de la evaluación exante de la propuesta.

161

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

Desde allí, los indicadores de efecto, son los resultados que miden las contribuciones de la política cultural, una vez que creadores, gestores y público hayan hecho uso de los bienes y servicios entregados. Podría decirse entonces que un efecto es “producto de los productos”, los cuales pueden ser positivos o negativos. De igual forma, los indicadores de impacto son los resultados y contribuciones de las propuestas culturales al cumplimiento de la misión, objetivo superior y/o objetivo de desarrollo. Podría decirse que los Impactos son “los efectos de los efectos”, que se dan en el largo plazo y que implican transformar estructuras y símbolos en los usuarios, los grupos y la sociedad. Además de los indicadores de resultado, el sistema de indicadores culturales cuenta con los indicadores de gestión, los cuales permiten dar razón del grado de eficiencia de la política, programa o proyecto que se está acompañando, entendiendo por esto el grado de cumplimiento de las actividades y el grado de utilización de los recursos para la consecución de los objetivos. Los indicadores de gestión propios del sistema de indicadores, recogen información en relación con: • Las actividades (cumplimiento, pertinencia y calidad) • Los recursos (humanos, físicos y financieros) • Los tiempos (duración y puntualidad)

8.2 Utilización del indicador Podría decirse que un indicador nunca cambia. Como patrón de valoración permanece constante durante todo el ciclo de la política cultural. No se puede iniciar midiendo, evaluando, valorando con un patrón específico y cambiarlo durante el proceso. Los indicadores permiten construir datos; es decir, valores que toma la variable al aplicar el indicador en diferentes momentos. De esta manera, se puede decir que el mismo indicador se aplica al menos en tres momentos diferentes: • En la preparación: Estatus o línea de base • En la formulación: Meta o situación deseada • En la ejecución y operación: Avances y resultados a la fecha

162

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

El Estatus o línea de base es el valor de la variable antes de iniciar la política cultural y pertenece al árbol de problemas, al diagnóstico, al análisis situacional, o a la situación socialmente problemática. A su vez, las metas son los valores deseados para las variables relevantes a la propuesta y cuantifican, en el tiempo, los objetivos establecidos para la misma. Un tercer momento donde se aplica el mismo indicador es durante el monitoreo y evaluación de los resultados parciales y finales, entendiendo por éstos el valor de las variables a medida que la política se desarrolla. 8.3 Evaluación para el aprendizaje Cada vez es más claro que políticas, programas y proyectos culturales no sólo entregan productos y resultados, sino también saberes sobre el área donde están inscritos. Una tendencia creciente entre evaluadores es la de propiciar que la función básica de control asignada tradicionalmente a los procesos de evaluación se convierta en un proceso cognitivo generador de saberes temáticos, organizacionales, comunitarios, territoriales. Para tal fin se requiere que gobiernos municipales, casas de cultura, grupos y organizaciones, puedan aprender a pensar evaluativamente, promoviendo entre funcionarios, integrantes y beneficiarios, así como entre los habitantes en general, conceptos, métodos e instrumentos propios del pensamiento evaluativo; igualmente la utilización de las evaluaciones, la información que ellas arrojan, pero sobre todo la lógica de reflexionar evaluativamente, requisito fundamental para las organizaciones inteligentes, para los territorios de aprendizaje en su proceso de creación y consolidación de capital intelectual, base de la sociedad del conocimiento a la que hoy pertenecemos. El ciclo de aprendizaje anteriormente descrito produce saberes en los diferentes niveles y agentes, los cuales pueden clasificarse en cuatro (4) áreas o ejes temáticos: • Aprender a Ser • Aprender a Hacer • Aprender a Aprender • Aprender a Olvidar

Aprender A Ser. Aprender a ser es transformarse a sí mismo continuamente, es el cambio de comportamiento, es el analizar crítica, permanente, y grupalmente los paradigmas, los mapas mentales, tanto de los individuos como de las organizaciones y de la comunidad, siendo necesario, como lo establece el profesor Senge (2008),

163

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

crear nuevas visiones, estructuras, puntos de vista, modelos mentales. Son modelos mentales compartidos desde una visión de colaboración y comunicación, que exige una transformación mental de personas y organizaciones. Aprender A Hacer. El aprender a hacer, el saber hacer tiene su ámbito en los aprendizajes sobre el cómo, sobre la eficacia, sobre mejores procesos, mejores métodos, sistemas, instrumentos, operaciones; en síntesis, sobre la eficiencia interna, donde el aprendizaje propicia la sostenibilidad cognitiva referida muchas veces a las “mejores prácticas”. Para el caso específico de las políticas culturales con enfoque de desarrollo local, se impulsa la idea y el método de Aprender a hacer desde el territorio. Aprender a Aprender. Una tercera área o eje temático del Aprendizaje, desde una perspectiva de Gestión del Conocimiento, es el concepto de aprender a aprender, entendido como los procesos, formas o modos a través de los cuales se crea, construye, aumenta, organiza, utiliza y difunde saberes alrededor de valores y acciones. Aprender a aprender implica desarrollar espacios, promover procesos, conceptos, métodos e instrumentos, así como también generar apoyos administrativos, técnicos y financieros para que personas, equipos, y organizaciones de gobiernos locales, de casas de cultura y grupos en general, funcionen en el marco de una cultura para el aprendizaje, para el conocimiento. Aprender a Olvidar. Por último, es necesario aprender a olvidar. Los procesos de innovación, de mejoramiento continuo, de búsqueda de la excelencia requieren que instancias y regiones aprendan a olvidar valores, actitudes, prácticas, saberes que limitan el desarrollo personal, organizacional y de la región. Para que los individuos modifiquen su estilo de aprendizaje, el aprendizaje mismo y por ende sus mapas mentales, es fundamental adoptar la propuesta de aprender-desaprender. “Proceso por medio del cual se trata de revisar, reconfigurar y transformar conocimiento acumulado aprendido con anterioridad, pero que ya no es útil o pertinente” (Mezones, 2008). El desaprender es un acto voluntario, el cual abre a las personas la posibilidad de entrar en contacto con valores, principios, estilos de vida y tecnologías que de otra manera no se hubieran vivido o experimentado.

164

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

9. Observaciones finales A través de esta ponencia se fueron ensamblando diferentes posturas sobre los temas centrales de: evaluación, desarrollo, políticas públicas y cultura, surgiendo, en primera instancia, temáticas fundamentales para ser evaluadas en las políticas culturales y cómo éstas podrían ser abordadas desde diferentes enfoques pertinentes a lo local, a lo regional. Igualmente, a través de la ponencia se propuso para gobiernos locales, casas de cultura, organizaciones y grupos culturales, la forma de establecer un sistema de evaluación que les permita la planeación, monitoreo, seguimiento, evaluación y sistematización de políticas, programas y proyectos culturales, mediante el diseño y la implementación de tres subsistemas específicos: de indicadores, de información y de comunicación, que les facilite darse cuenta y dar cuenta de avances, logros y dificultades de las propuestas locales relativas a la dimensión cultural, haciendo énfasis sobre la importancia de la generación de aprendizajes desde dichos procesos. Se requiere ahora, en el futuro inmediato, agregar valor a lo aquí planteado, al menos desde tres consideraciones complementarias. En primera instancia, es fundamental enfatizar el análisis de las políticas públicas culturales desde un enfoque de derechos; esto es, desde los derechos culturales donde la identidad, la diversidad, el disfrute, el libre desarrollo de la personalidad y la creatividad, se convierten en criterios fundamentales para entender las políticas públicas culturales en los territorios. Igualmente, las propuestas sobre indicadores culturales dado que se refieren a bienes, servicios y campos simbólicos, requieren ser complementados desde propuestas de indicadores estéticos cualitativos que den cuenta de los valores sociales, las formas de comportamiento y las transformaciones de personas y grupos que conforman la sociedad, la cultura y el territorio. Por último es importante insistir en la necesidad de construir paradigmas teóricos desde epistemologías latinoamericanas, que permitan valorar las especificidades de las políticas culturales en concordancia a las particularidades de la diversidad de grupos que habitan el continente, bajo propuestas cada vez más intersectoriales, interdisciplinarias que vinculen la cultura con lo económico, lo social, lo político y lo ambiental desde perspectivas de largo aliento.

165

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

REFERENCIAS Abelló, Ignacio de Zubiría, Sergio, Sánchez, Silvio (1998). Cultura: teoría y gestión. Ed. Uninariño. Pasto Acosta, María Teresa (2006). Procesos y elementos intangibles en la evaluación de proyectos sociales. Tesis de grado. Universidad de los Andes. Bogotá. Acuña, Carlos H. (Compilador) (2007). Lecturas sobre el Estado y las políticas públicas: Retomando el debate de ayer para fortalecer el actual. Gabinete de Ministros de la Nación. Argentina. Aguilar, Astorga y LIMA, Facio, (2009). ¿Qué son y para qué sirven las Políticas Públicas? en Contribuciones a las Ciencias Sociales. Aguilar Villanueva, Luis F. (2009). Marco para el análisis de las políticas públicas. En, Política Pública y democracia en América Latina. Del análisis a la implementación. Instituto Tecnológico de Monterrey. México. Alcaldía Mayor de Bogotá - Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte (2011). Derechos culturales en la ciudad. Aragón Rivera, Efraim. (2008). Estado, política económica y social en Colombia de 1990-2002: Un modelo singular en América Latina. Universidad Santiago de Cali. Cali. Arboleda V. Germán. (2008). Evaluación de Políticas Públicas. AC Editores: Cali. Ballén, Rafael. (2007). Ilegitimidad del Estado. Reforma radical o revolución de la diversidad. 2 ed. Temis: Bogotá. Banguero, Harold. (2004). Teoría y práctica de la Gestión Municipal. En el contexto de un modelo descentralizado de administración pública. Unidad de Artes Gráficas Facultad de Humanidades Universidad del Valle: Cali.

Bardach, Eugene (2008). Los ochos pasos para el análisis de Políticas Públicas. Un manual para la práctica. CIDE: México.

166

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

Barbero, Jesús Martín (2006). Memorias - Conferencia sobre sostenibilidad. Ministerio de Cultura. Bogotá. Barbero, Jesús Martín (1987). De los medios a las mediaciones. Barcelona. Barranco, Francisco Javier (2007). Marketing Político. Ediciones Pirámide: Madrid. Blanchard, Ken y O´Connor, Michael. (1997). Administración por valores. Grupo Editorial Norma. Santafé de Bogotá. Bobbio, Norberto. (2010). Estado, Gobierno y Sociedad. Fondo de Cultura Económica. México. Bolívar, Edgar (2006). Aspectos socioeconómicos del sector cultural. Secretaría de Cultura Ciudadana. Municipio de Medellín. Bravo, Marta Elena (2009). Políticas culturales en Colombia. En: Canelas, Antonio. Publica Universidad Nacional de Colombia-Medellín. Canelas, Antonio. Bayardo, Rubens (2009). Políticas culturales en Ibero-América. Publica Universidad Nacional de Colombia-Medellín. Castaño, Germán de Jesús. Compilador. (2007). Filosofía del derecho. Derechos fundamentales estudio de casos. Universidad Santiago de Cali: Cali. Cohen, Ernesto y Franco, Rolando (1992). Evaluación de proyectos sociales Siglo XXI. Santafé de Bogotá. Comisión de Cultura, de Gobierno Locales Unidos -CGLU (2009). Cultura, Gobiernos locales y objetivos de desarrollo del milenio. Barcelona. Convenio Andrés Bello. Ministerio de Cultura (2000). Un estudio sobre el impacto económico del sector cultural en la comunidad andina. Informe de avance. Resumen ejecutivo. Santafé de Bogotá,

Coyuntura social No. 3. (1990) Indicadores Sociales. Cultura. Fedesarrollo, Ser. Bogotá.

167

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

Cuervo, Jorge Iván, et.al. (2007). Las políticas públicas: entre los modelos teóricos y la práctica gubernamental (una revisión a los presupuestos teóricos de las políticas públicas en función de su aplicación a la gestión pública colombiana). En. Ensayos sobre Políticas Públicas. Universidad Externado de Colombia: Bogotá. Cuervo, Jorge Iván, (2007. La definición del problema y la elaboración de la agenda. En, Ensayos sobre Políticas Públicas. Universidad Externado de Colombia: Bogotá. Del Tronco, José (2011). El ciclo de políticas públicas como proceso de representación política. Profesor. FLACSO México. V Coloquio Internacional sobre políticas públicas. Medellín. Departamento Nacional de planeación. Proyecto de modernización de la administración financiera del sector público: BIRF Y FONADE. SINERGIA. (1996). Hacia una gestión pública orientada a resultados. Lito Camargo: Bogotá. Diccionario de políticas públicas (2009). Universidad Externado de Colombia: Bogotá. Didriksson, Axel y Herrera, Alma (2005). La nueva responsabilidad social y la pertinencia de las Universidades. UNAM. México. Drucker, Peter (1996). Su visión sobre: la administración, la organización basada en la información, la economía, la sociedad. Bogotá. Fleury, Sonia (1998). Política social, exclusión y equidad en América Latina en los años noventa. Seminario sobre Política Social, Exclusión y Equidad en Venezuela. Caracas Venezuela. Foucault, Michel (1984). Las palabras y las cosas. 15 ed. Siglo veintiuno editores: México. Freire, Paulo (2006). Pedagogía del oprimido. 56 ed. Siglo veintiuno editores: México. Freire, Paul (2005). Pedagogía de la autonomía. Planeta. Bogotá.

Freire, Paul (1978). La educación como práctica de la libertad. Planeta. Bogotá. García Canclini, Néstor (1995). Consumidores y ciudadanos. Grijalbo, México.

168

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

Fundación Friedrichebert de Colombia-Fescol y el Instituto Nacional de Recursos Naturales Renovables y del Ambiente-INDERENA (1986). Política ambiental y desarrollo. Un debate para América Latina. Bogotá. Fundación Centro de Estudios. Escuela para el Desarrollo, CESDE (2009). Crisis del modelo neoliberal y desigualdad en Colombia: dos décadas de políticas públicas. Ediciones Desde Abajo: Bogotá.

Gobernación de Antioquia (2006). Plan Departamental de Cultura 2006-2020, “Antioquia en sus diversas voces”, Medellín, Gobernación de Antioquia, Universidad de Antioquia. Godelier, Maurice (1975). Racionalidad e Irracionalidad en Economía. 5 ed. Siglo XXI Editores. México. Grindle, Merilee S. (2009). Brecha de la implementación. En, Política pública y democracia en América Latina. Del análisis a la implementación. Instituto Tecnológico de Monterrey, México. Guerra, Emilio (1990). La Política de planificación familiar en México. Universidad Autónoma Metropolitana, México Jiménez, Lucina (2009). Políticas culturales en México; una encrucijada por descifrar. En: Canelas, Antonio. Publica Universidad Nacional de Colombia-Medellín. Khadem, Riaz (2000). Sistema de Indicadores. Memorias conceptuales y metodológicas. Corporación Consorcio para el Desarrollo Comunitario. Santafé de Bogotá. Khadem, Riaz (1999) Función de Evaluación. Fundación Corona. Santafé de Bogotá. Khadem, Riaz y LORBER, Robert (1998). Administración en una página. Santafé de Bogotá. Kliksberg, Bernardo (2000). Capital social y cultura. Claves olvidadas del desarrollo. Paper No. 29. INTAL. INDES/BID. Washington. Koppe, Agostinho, del Rio, Luis, Machado, Dagoberto (2010). Relações de consumo globalicao. Educs Brasil.

169

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

Latorre, Emilio (1996). Teoría general de Sistemas. Aplicada a la solución integral de problemas. Universidad del Valle. Santiago de Cali. Lasswell, Harold (1951). La orientación hacia las políticas. En: Aguilar Luis F. El estudio de las políticas públicas. Porrúa, México. Londoño, Guillermo (2005). Evaluación - Gestión e Indicadores. Ponencia Simposio Internacional Indicadores Universitarios. Universidad del Rosario, Bogotá. Lora, Eduardo (2009). Técnicas de medición económica. 4 ed. Alfaomega. Bogotá. Lowi, Theodore (1964). Políticas públicas, estudios de caso y teoría política. En: Aguilar Luis F. La hechura de las políticas. Porrúa, México. Mcklinley, Terry (1999). Medida de la contribución de la cultura al bienestar humano: los Indicadores Culturales del Desarrollo. En: Informe mundial sobre la cultura. UNESCO. Majone, Giandomenico (2005). Evidencia, argumentación y persuasión en la formulación de políticas. Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración Púbica, A.C. Fondo de Cultura Económica: México. Mariñes, Freddy (2011), Hagamos entre todos la Política Pública. Tecnológico de Monterrey, México. Mariscal, José Luis (compilador) (2007). Políticas culturales. Una revisión desde la gestión cultural. UDGVIRTUAL. México. Martínez N., Freddy y Garza C. Vidal. Coordinadores (2009). Política Pública y democracia en América Latina. Del análisis a la implementación. Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. México. Max-Neef, Manfred (1986). Desarrollo a escala humana: una opción para el futuro. CEPAUR - Fundación Dag Hammarskjold. Planeta. Bogotá. Medellín, Pedro (2004). La política de las políticas públicas: propuesta teórica y metodológica para el estudio de las políticas públicas en países de frágil institucionalidad. Chile. Serie: Políticas Sociales, No. 93. CEPAL.

170

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

Meny, Ives. Thoenig, Jean-Claude (1992). Las Políticas Públicas. Barcelona, Editorial Ariel. Ministerio de Cultura República de Colombia (2009). Compendio de políticas culturales. Un Ministerio de puertas abiertas. Bogotá. Mokate, Karen Marie (2001). Eficacia, eficiencia, equidad y sostenibilidad: ¿qué queremos decir? Series Documentos de Trabajo I-24. Washington, D.C. Mota, Laura (2011). Participación y políticas públicas en el camino al desarrollo local y el logro de los objetivos del milenio. Universidad Autónoma del Estado de México. Ponencia. V Coloquio Internacional sobre Políticas Públicas. Medellín. Mulller, Pierre (2010). Las Políticas Públicas. Universidad Externado de Colombia: Bogotá. Niño, Raúl (2008). Cognición y subjetividades políticas. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá. Niño, Raúl (2006). Indicadores estéticos de cultura urbana. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá. Parsons, Wayne (2009). Políticas Públicas. FLACSO. México. Pattanaik, Prasanta (1999). Indicadores culturales del bienestar: algunas cuestiones conceptuales. En: Informe mundial sobre la cultura UNESCO. Pérez, Víctor Manuel (2006). Seminario Análisis de Gobierno y Políticas Públicas. Escuela Superior de Administración Pública, Facultad de Postgrados: Bogotá. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (2004). Desarrollo humano 2004. La libertad cultural en el mundo diverso de hoy. México. Putnam, Robert (1993). The prosperous Community: Social Capital and public Life. The American Prospect No. 13. Quintero, Víctor Manuel. (2010). Impacto social. Feriva, Cali.

171

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

Quintero, Víctor Manuel (2002). Evaluación de proyectos sociales. Construcción de Indicadores. 4 ed. Fundación Fes. Cali. Quintero, Víctor Manuel. (2008). Evaluación y aprendizaje organizacional. Texto para el Curso Aprendizaje y Cambio Organizacional del Instituto Latinoamericano para el Desarrollo Social-INDES, Quintero, Víctor Manuel (2001). Indicadores para la gestión cultural. Ponencia. II Encuentro Nacional de Indicadores de Gestión Cultural. Medellín. Quintero, Víctor Manuel (2001). Indicadores Culturales Normativos. Ponencia. II Encuentro Nacional de Indicadores de Gestión Cultural. Medellín. Quintero, Víctor Manuel (1999). Administración de Organizaciones Culturales. Revista Gestión y Desarrollo. No. 3. Universidad de San Buenavaentura. Cali. Rabotnikof, Nora (2005). En busca de un lugar común: El espacio público en la teoría política contemporánea. Universidad Nacional Autónoma de México: México. Ramírez, Juan Carlos (2000). Desarrollo económico, social y cultural. Ponencia Seminario Internacional sobre Economía y Cultura. Bogotá, Redeamérica (2006). Sistema de Evaluación del desarrollo de base. Bogotá. Restrepo Domínguez, Manuel Humberto (2006). Derechos humanos, Capitalismo global y políticas públicas. Universidad Tecnológica y Pedagógica de Colombia: Tunja. Restrepo Domínguez, Manuel Humberto (2006). Teoría de los derechos humanos y políticas públicas. Universidad Tecnológica y Pedagógica de Colombia: Tunja Rey, Germán (2009). Las políticas culturales en Colombia: la progresiva transformación de sus comprensiones. En: Ministerio de Cultura Compendio de políticas culturales. Un Ministerio de puertas abiertas. Bogotá. Rossi, Andrea. Zaqvala, Luis Eduardo (2010). Políticas Públicas y Derechos Humanos en México. EGAP. Monterrey.

172

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

Roth Deubel, André-Noel (2010). Enfoque para el análisis de Políticas Públicas. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá Roth Deubel, André-Noel. (2009). Políticas públicas. Formulación, implementación y evaluación. Cómo elaborar las políticas públicas. Quién decide. Cómo realizar. Quién gana o pierde. Ediciones Aurora: Bogotá. Roth Deubel, André-Noel y Wabgou, Maguemati. Compiladores y Editores. (2009). Las políticas públicas de las diversidades: identidades y emancipación. Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales. Instituto Unidad de Investigaciones Jurídico-Sociales Gerardo Molina -UNIJUS: Bogotá. Rueda, María Clara. (1993). Indicadores de actividad cultural. Fedesarrollo. Bogotá. Salazar V., Carlos. (2009). Políticas Públicas & Think Tanks. 2 ed. Fundación Konrad Adenauer Stiftung: Bogotá. Sarrano, José Fernando, et.al. (2010) Panorama sobre derechos sexuales y reproductivos y políticas públicas en Colombia. Universidad Nacional de Colombia. CLAN. Rio de Janeiro. Saussois, Jean-Michel (2009). ¿Evaluación de las políticas públicas? El caso de la Ley Lang en Francia. En, Política pública y democracia en América Latina. Del análisis a la implementación. Instituto Tecnológico de Monterrey. México. Sen, Amartya. (2010). La idea de la justicia. Editorial Penagos. México. Sen, Amartya y Kliksberg, Bernardo. (2009). Primero la gente. Una mirada desde la ética del desarrollo a los principales problemas del mundo globalizado. Temas Grupo Editorial. Buenos Aires. Sen, Amartya. (2006). Desarrollo y libertad. 8 ed. Planeta: Bogotá. Sen, Amartya (1999). Cultura, libertad e independencia. En: Informe Mundial sobre la Cultura. UNESCO. Sen, Amartya. (1998). Bienestar, justicia y mercado. Paidós, I.C.E. de la Universidad Autónoma de Barcelona. Barcelona.

173

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

Senge, Peter M. et.al (1998). La Quinta Disciplina en la práctica. Granica. Barcelona. Senge, Peter M. (1998). La Quinta Disciplina. Granica. Barcelona. Stonner, James A. y Freeman, Edward (1994). Administración. 5 ed. Prince Hall. México. Sunkel, Guillermo. (1999). El consumo cultural en América Latina. Convenio Andrés Bello. Santafé de Bogotá. UNESCO (1994). Desarrollo económico sostenible. Avance sobre el Informe Brundtland. Tercer Mundo Editores. Bogotá. UNICEF (1998). Evaluación democrática. Oficina regional para América Latina y el Caribe. Bogotá. Universidad del Valle. Facultad de Ciencias de la Administración. (2003). Cuadernos de Administración Políticas Públicas, Referentes conceptuales y estudios sectoriales. Cali. Universidad Externado de Colombia (2007). Ensayos sobre Políticas Públicas. Universidad Nacional Abierta y a Distancia-UNAD. (2010). Cátedra Latinoamericana Orlando Fals Borda. Capítulo permanente Cátedra de los Pueblos Originarios. Bogotá. Urrea, Fernando. (1997). Elementos para el diseño de una política social contra la pobreza en Cali. Cali. Valencia, Fernando (1992). Los Sistemas de Información. Administración de las Operaciones. Fundación Fes. Cali Con formato: Español (México)

Varela B. Edgar. (2008). Desafíos del interés público. Identidades y diferencias entre lo público y lo privado. Programa Editorial Universidad del Valle: Cali. Varela B. Edgar. (2007). La Soberanía transformada. Ecoe Ediciones-Universidad del Valle: Cali.

174

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local

Varela B. Edgar. (2006). Visiones manageriales sobre el funcionamiento público. La teoría de la burocracia revisitada. Pliegos Administrativos y Financieros. Universidad del Valle. Facultad de Ciencias de la Administración: Cali. Varela B. Edgar. (2005). La mercantilización de lo público. Ensayos sobre gestión y políticas públicas. Universidad del Valle. Facultad de Ciencias de la Administración: Cali. Vargas V. Alejo (1999). El Estado las políticas públicas. Almudena Editores: Bogotá. Verdugo m., Mario y García g. Ana María (1999). Manual de Derecho Político. Las fuerzas políticas y los regímenes políticos. Tomo II. Colección Manuales Jurídicos: Santiago de Chile. Villar, Rodrigo (2004). Orientaciones estratégicas para la promoción del desarrollo de base. Colección Construir Juntos. Cuadernillo 2. Programa de Construcción de Capacidades Institucionales. RedEAmérica. Bogotá. Vos, Rob. (1995). Hacia el mejoramiento del sistema de indicadores sociales para América Latina. Institute of Social Studies y Banco Interamericano de Desarrollo BID, Washington. Vos, Rob, et. al. (1994). Pobreza, Ajuste y Equidad. Consejería Presidencial para la política social, Corporación S.O.S. Colombia y Centro de Investigaciones para el Desarrollo CID, Santafé de Bogotá. Vos, Rob (1992). Hacia el mejoramiento del sistema de indicadoras sociales para América Latina. Institute of Social Studies y Banco Interamericano de Desarrollo BID, Washington. Wiesner D. Eduardo. (1997). La efectividad de las políticas públicas en Colombia. Un análisis neo institucional. TM Editores, Departamento Nacional de Planeación: Bogotá.

175

Evaluación de políticas culturales con enfoque de desarrollo local