seminario 2011 - archidiocesis de madrid

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a fiesta de San José, desde tiempo inmemorial, nos recuerda la Campaña del Día del Seminario y evoca nuestra gratitud y emoción contenida por el regalo que el Señor nos ofrece a través de la vida y el minis- terio de los sacerdotes de nuestra Diócesis. El sacerdote, aunque algunos no acierten a valo- rarlo adecuadamente, es sin duda un verdadero “valor ecológico” no sólo para la Iglesia sino también para el mundo. El sacerdote es un regalo, un verdadero don de Dios que nos colma con su GRACIA, repartiendo a manos llenas el “pan de la Palabra”, el “pan de la Eucaristía”, el “pan de la Misericordia”, el “pan de la Fraternidad”, el “pan de la Solidaridad”… Cuesta imaginar que algún día no muy lejano pudiera haber jóvenes que no se estremecieran ante tantos hombres y mujeres “hambrientos”, “sedientos”, “rotos”, “vacíos”, “deshabi- tados interiormente”… y se negaran a escuchar la voz de Dios que les invita per- sonalmente a ser su “cire- neo”, a cargar como Él con las miserias ajenas para que puedan sentirse y saberse realmente sanados, perdonados, amados y lle- nos plenamente de Dios. Esperamos que el lema y el cartel de la Campa- ña –donde la imagen de Cristo crucificado la conforma la fotografía de algunos seminaristas- favorezca el des- pertar vocacional en este año tan significativo en el que seremos anfitriones de tantos jóvenes que buscan en Cristo el sentido y la ple- nitud de su vida. ¡Dios sigue susci- tando en cada comunidad cristiana, colegio, movi- miento, cofradía o grupo apostólico sacerdotes que sean capaces de ofrecer su propia vida para hacer creíble a Dios en el mundo! ¡Bastaría con sólo descubrirlos e invitarles…! Gracias, de ante- mano a las familias, cate- quistas, educadores, ani- madores juveniles, consa- grados, sacerdotes…, por servir de mediación cualifi- cada para despertar, acompañar y discernir la vocación de aquellos que el Señor ha elegido a su servicio y hacerles descu- brir y valorar el don inmen- so que tal elección supone para la edificación de la Iglesia. De 2º Domingo de Cuaresma año XVI · número 849 · 20/3/2011 interés ara ayudarnos a comprender y a vivir este tiempo de Cuaresma, la liturgia nos propone la lectura del Evan- gelio que nos relata el episodio de la Transfiguración. Los evangelios sitúan la Transfiguración de Jesús (Mateo 17, 1-9) en un momento decisivo de su vida. Jesús acaba de ser reconocido como Mesías por sus discípulos (Mateo 16, 13-20). Ante la pregunta de Jesús: “Vosotros, ¿quién decís que soy yo? Tomando la palabra Simón Pedro, dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Y, para que no haya dudas sobre la naturaleza de su ser de Mesías “desde entonces comenzó Jesús a manifes- tar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusa- lén para sufrir mucho de parte de los ancia- nos, de los príncipes de los sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y al tercer día resu- citar”. De esta forma Jesús vincula, y así se lo manifiesta a sus discípulos, su mesianismo con la figura del Siervo de Yahvé (Isaías 53). En este contexto, los evangelistas nos relatan que: “Seis días después tomó Jesús a Pedro, a Santiago y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto. Y se transfiguró ante ellos”. Jesús, el Mesías, toma a tres testigos (Pedro, Santiago y Juan) para revelarles cómo se va a realizar su obra. Será glorifica- do, transfigurado, resucitado, pero previamente deberá “pasar” (Pascua) por el sufrimiento y la muerte. La transfigu- ración vendrá, vedlo y experimentadlo en este momento, pero como culminación de la Pasión y Muerte. Estos tres testigos de su Transfiguración serán los mismos que Jesús llevará consigo, no mucho tiempo después, para que tam- bién estén presentes en su agonía (Mateo 26, 37). Es como si Jesús quisiera robustecer su fe en Él, como Mesías, para que no se escandalicen ante su Pasión y Muerte, haciéndo- les experimentar previamente su Gloria, mediante su presen- cia en su Transfiguración: “Brilló su rostro como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se le aparecie- ron Moisés y Elías hablando con Él”. La Ley (Moisés) y los Profetas (Elías) corroboran, con su presencia y conversa- ción, que Jesús es el Mesías, según había sido anunciado por la Ley y los Profetas. Y lo que la Ley y los Profetas habí- an anunciado es lo que Jesús explicará a aquellos dos dis- cípulos que iban camino de Emaús, después de su resurrec- ción: “¿No era preciso que el Mesías padeciese esto y entra- se en su gloria? Y comenzando por Moisés y por todos los profetas les fue declarando cuanto a Él se refería en todas las Escrituras” (Lucas 24, 26-27). Los discípulos (y ¿quién no?), acogían con entusias- mo cualquier manifestación de la gloria de Jesús: “Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: Señor ¡qué bien estamos aquí!”. Pedro, con su entusiasmo y espontaneidad, ya se había lanzado, unos días antes, a declararle Mesías, para, poco tiempo después, envalentonado quizá porque Jesús le había llamado “Piedra” sobre la que “edificaré mi Iglesia”, ante el anuncio de su Pasión, se pasa varios pueblos cuan- do “Tomándole (a Jesús) aparte se puso a amonestarle, diciendo: No quiera Dios, Señor, que esto suce- da”. A lo que Jesús, con extraordinaria dureza, replicó:”Retírate de mí, Satanás, tú me sirves de escándalo, porque no sientes las cosas de Dios, sino las de los hombres” (Mateo 16 22- 23). Lo que no impidió que Jesús, fiel a su pro- mesa de que Pedro sería, a pesar de todo, la “Piedra”, la “Roca”, invitara a este mismo Pedro, a quien acababa de llamar “Satanás”, a acompañarle en su Transfiguración. Alli “los cubrió una nube resplandecien- te, y salió de la nube una voz que decía: ‘Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi compla- cencia: escuchadle”. Recordemos que, casi palabra por palabra, esta misma voz se oyó con ocasión del Bautismo de Jesús: “Vió abrír- sele los cielos y al Espíritu de Dios descender como paloma y venir sobre él, mientras una voz del cielo decía: ‘Este es mi hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias’” (Mateo 3, 16-17). La voz que le identificó como Mesías, Hijo de Dios, en su Bautismo, le vuelve a identificar en su Gloria, como preludio de su Resurrección. Y, en esta segunda ocasión, la voz añade; “Escuchadle”. Es decir, no desoigáis su mensaje. Seguidle, si queréis participar de su gloria. Jesús, prudente, en repetidas ocasiones prohíbe a sus discípulos que hablen de lo que han visto u oído. Así, tras la confesión de Pedro de que Jesús era el Mesías:”Ordenó a los discípulos que a nadie dijeren que Él era el Mesías”. (Mateo 16, 20). En este caso, sin duda, por- que la gente, sin descartar a sus propios discípulos, iba a interpretar de manera errónea su mesianismo, como mesia- nismo triunfante, político, liberador del yugo de Roma. Por las mismas razones, sin duda, al bajar del monte de la Trans- figuración “les mandó Jesús diciendo: No deis a conocer a nadie esta visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos”. Si Jesús se llevó a los tres para que fue- ran sus testigos en la Transfiguración, era porque también iban a ser sus testigos en su Agonía. Sólo de esta manera podrían soportarla y entenderla. La Agonía de Jesús culmi- na en la Transfiguración, en la Resurrección. No suprime el dolor, pero le da sentido. Este es el sentido de la Cuaresma en la perspectiva de la Pascua de Resurrección. San Miguel Arcángel La voz de la parroquia La Transfiguración P PORQUE NO SIENTES LAS COSAS DE DIOS, SINO LAS DE LOS HOMBRES A. O. aviso s DÍA DEL SEMINARIO 2011 L Conferencia Episcopal Española Todos los viernes de Cuaresma se ade- lanta el rezo del Rosario a las 18 h., para rezar el Vía Cru- cis a las 18:30 h. Los viernes son días de abstinencia. aviso 1 Tiempo de Cuaresma «El sacerdote es un don del corazón de Cristo: un don para la Iglesia y para el mundo» (Benedicto XVI, Ángelus 13.06.10). «El sacerdote, regalo de Dios para el mundo». Este es el lema que, parafraseando la frase de Benedicto XVI, anima la jornada del Día del Seminario de este año. El eslogan puede resultar algo manido, dado por descontado; una obviedad sobre la que no merece la pena detenerse. No obs- tante la posibilidad de esta inmediata impresión, quizá sea hoy más que nunca necesario afirmar que el sacerdote representa para el mundo una acción de Dios en la que se refleja su predilección amorosa por los hombres. Esta verdad, llamada a animar el ejercicio del ministerio e interiorizarse en quienes se preparan para recibir el sacramento del orden, exige su proclamación constante, sobre todo en un mundo que ni parece necesitar ni soli- cita este «regalo».

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Page 1: SEMINARIO 2011 - Archidiocesis de Madrid

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De

2º Domingo de Cuaresma

año XVI · número 849 · 20/3/2011

interés

ara ayudarnos a comprender y a vivir este tiem

po deC

uaresma, la liturgia nos propone la lectura del E

van-gelio que nos relata el episodio de la Transfiguración.Los evangelios sitúan la Transfiguración de Jesús

(Mateo 17, 1-9) en un m

omento decisivo de su vida. Jesús

acaba de ser reconocido como M

esías por sus discípulos(M

ateo 16, 13-20). Ante la pregunta de Jesús: “Vosotros,

¿quién decís que soy yo? Tomando la palabra

Sim

ón Pedro, dijo: Tú eres el M

esías, el Hijo

de Dios vivo”.

Y, para que no haya dudassobre

la naturaleza

de su

ser de

Mesías

“desde entonces comenzó Jesús a m

anifes-tar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusa-lén para sufrir m

ucho de parte de los ancia-nos, de los príncipes de los sacerdotes y delos escribas, y ser m

uerto, y al tercer día resu-citar”.D

e esta forma Jesús vincula, y así se lo

manifiesta a sus discípulos, su m

esianismo

con la figura del Siervo de Yahvé (Isaías 53).

En este contexto, los evangelistas nos relatan

que: “Seis días después tom

ó Jesús a Pedro,

a Santiago y a Juan su herm

ano, y los llevóaparte a un m

onte alto. Y se transfiguró ante

ellos”.Jesús, el M

esías, toma a tres testigos

(Ped

ro, S

antiago y

Juan) p

ara revelarles

cómo se va a realizar su obra. S

erá glorifica-do,

transfigurado, resucitado,

pero previam

ente deberá

“pasar” (Pascua) por el sufrim

iento y la muerte. La transfigu-

ración vendrá, vedlo y experimentadlo en este m

omento,

pero como culm

inación de la Pasión y M

uerte. Estos tres

testigos de su Transfiguración serán los mism

os que Jesúsllevará consigo, no m

ucho tiempo después, para que tam

-bién estén presentes en su agonía (M

ateo 26, 37). Es com

osi Jesús quisiera robustecer su fe en É

l, como M

esías, paraque no se escandalicen ante su P

asión y Muerte, haciéndo-

les experimentar previam

ente su Gloria, m

ediante su presen-cia en su Transfiguración: “B

rilló su rostro como el sol, y sus

vestidos se volvieron blancos como la luz. Y

se le aparecie-ron M

oisés y Elías hablando con É

l”.La Ley (M

oisés) y losP

rofetas (Elías) corroboran, con su presencia y conversa-

ción, que Jesús es el Mesías, según había sido anunciado

por la Ley y los Profetas. Y

lo que la Ley y los Profetas habí-

an anunciado es lo que Jesús explicará a aquellos dos dis-cípulos que iban cam

ino de Em

aús, después de su resurrec-ción:“¿N

o era preciso que el Mesías padeciese esto y entra-

se en su gloria? Y com

enzando por Moisés y por todos los

profetas les fue declarando cuanto a Él se refería en todas las

Escrituras” (Lucas 24, 26-27).

Los discípulos (y ¿quién no?), acogían con entusias-m

o cualquier manifestación de la gloria de Jesús: “Tom

ando

Pedro la palabra, dijo a Jesús: S

eñor ¡qué bien estamos

aquí!”. P

edro, con su entusiasmo y espontaneidad, ya se

había lanzado, unos días antes, a declararle Mesías, para,

poco tiempo después, envalentonado quizá porque Jesús le

había llamado “P

iedra” sobre la que “edificaré mi Iglesia”,

ante el anuncio de su Pasión, se pasa varios pueblos cuan-

do “Tomándole

(a Jesús)aparte se puso a am

onestarle,diciendo: N

o quiera Dios, S

eñor, que esto suce-da”. A

lo que Jesús, con extraordinaria dureza,replicó:”R

etírate de mí, S

atanás, tú me sirves

de escándalo, porque no sientes las cosas deD

ios, sino las de los hombres” (M

ateo 16 22-23). Lo que no im

pidió que Jesús, fiel a su pro-m

esa de que Pedro sería, a pesar de todo, la

“Piedra”,

la “R

oca”, invitara

a este

mism

oP

edro, a quien acababa de llamar “S

atanás”, aacom

pañarle en su Transfiguración.A

lli “los cubrió una nube resplandecien-te, y salió de la nube una voz que decía: ‘E

stees m

i Hijo am

ado, en quien tengo mi com

pla-cencia:

escuchadle”.R

ecordemos

que, casi

palabra por palabra, esta mism

a voz se oyócon ocasión del B

autismo de Jesús: “V

ió abrír-sele los cielos y al E

spíritu de Dios descender

como palom

a y venir sobre él, mientras una voz

del cielo decía: ‘Este es m

i hijo muy am

ado, enquien tengo m

is complacencias’” (M

ateo 3, 16-17). La vozque le identificó com

o Mesías, H

ijo de Dios, en su B

autismo,

le vuelve a identificar en su Gloria, com

o preludio de suR

esurrección. Y, en esta segunda ocasión, la voz añade;“E

scuchadle”. Es decir, no desoigáis su m

ensaje. Seguidle,

si queréis participar de su gloria.Jesús, prudente, en repetidas ocasiones prohíbe a

sus discípulos que hablen de lo que han visto u oído. Así,

tras la

confesión d

e P

edro

de

que

Jesús era

elM

esías:”Ordenó a los discípulos que a nadie dijeren que É

lera el M

esías”. (Mateo 16, 20). E

n este caso, sin duda, por-que la gente, sin descartar a sus propios discípulos, iba ainterpretar de m

anera errónea su mesianism

o, como m

esia-nism

o triunfante, político, liberador del yugo de Rom

a. Por

las mism

as razones, sin duda, al bajar del monte de la Trans-

figuración“les m

andó Jesús diciendo: No deis a conocer a

nadie esta visión hasta que el Hijo del hom

bre resucite deentre los m

uertos”. Si Jesús se llevó a los tres para que fue-

ran sus testigos en la Transfiguración, era porque también

iban a ser sus testigos en su Agonía. S

ólo de esta manera

podrían soportarla y entenderla. La Agonía de Jesús culm

i-na en la Transfiguración, en la R

esurrección. No suprim

e eldolor, pero le da sentido. E

ste es el sentido de la Cuaresm

aen la perspectiva de la P

ascua de Resurrección.

SanMiguel

ArcángelLa

vozde

laparroquia

La Transfiguración

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PORQUE

NO

SIEN

TESLAS

COSAS

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DIOS,

SINO

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o o

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tante

la

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ilidad

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med

iata

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pre

sió

n,

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sea hoy m

ás q

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afirm

ar

que el

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re

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el

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o una

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n la

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ilecció

n

am

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, llam

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terio

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n

quie

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n p

ara

recib

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acra

mento

del

ord

en,

exig

e

su

pro

cla

mació

n

consta

nte

, sob

re

tod

o e

n u

n m

und

o q

ue n

i pare

ce n

ecesita

r ni s

oli-

cita

este

«regalo

».

Page 2: SEMINARIO 2011 - Archidiocesis de Madrid

ueridos herm

anos y her-m

anas,La

Cuaresm

a es

uncam

ino, es acomp

añar aJesús q

ue sube a Jeru-

salén, lugar del cum

plim

iento de

su misterio d

e pasión, m

uerte yresurrección; nos recuerd

a que la

vida cristiana es un “cam

ino” que

recorrer, que consiste no tanto en

una ley que ob

servar, sino la per-

sona mism

a de C

risto, a la que

hay que encontrar, acoger, seguir.

Jesús, de hecho, nos d

ice: “El

que

quiera

venir d

etrás d

e m

í,q

ue renuncie

a sí

mism

o, q

uecargue con su cruz cad

a día y m

esiga" (Lc 9,23). E

s decir, nos d

iceq

ue para llegar con É

l a la luz y ala alegría d

e la resurrección, a lavictoria d

e la vida, d

el amor, d

elb

ien. Tamb

ién nosotros deb

emos

tomar la cruz d

e cada d

ía, como

nos exhorta una bella p

ágina de

la Imitación d

e Cristo: "C

arga contu cruz y sigue a Jesús; así iráshacia la vid

a eterna. Él fue d

elan-te,

llevando

su

pro

pia

cruz y

murió p

or ti en la cruz para q

ue túlleves tu p

ropia cruz y estés d

is-p

uesto a morir en ella. P

orque si

mueres con É

l con Él igualm

entevivirás. Y

si eres su socio en lap

ena tamb

ién lo serás en el triun-fo” (L. 2, c. 12, n. 2). E

n la Santa

Misa

del

Prim

er D

om

ingo

d

eC

uaresma rezarem

os: “Oh D

iosnuestro P

adre, con la celeb

raciónd

e esta Cuaresm

a, signo sacra-m

ental d

e nuestra

conversión,conced

e a tus fieles crecer en elco

nocim

iento

del

misterio

d

eC

risto y de d

ar testimonio d

e élcon una d

igna conducta d

e vida”

(Colecta). E

s una invocación que

dirigim

os a Dios p

orque sab

emos

que sólo É

l pued

e convertir nues-tro corazón. […

]E

n los dom

ingos de C

ua-resm

a, de form

a muy p

articularen este año litúrgico d

el ciclo A,

somos introd

ucidos a vivir un iti-

nerario bautism

al, casi a recorrerel cam

ino de los catecúm

enos.Las Lecturas q

ue escucharemos

San

Mig

uelArcángel en los p

róximos d

omingos y a las

que os invito a p

restar especial

atención, se toman p

recisamente

de la trad

ición antigua, que acom

-p

añaba al catecúm

eno en el des-

cubrim

iento del B

autismo: son el

gran anuncio de lo q

ue Dios ob

raen

este S

acramen-

to, una

estupend

acateq

uesis b

autis-m

al dirigid

a a cada

uno de nosotros. E

lP

rimer D

omingo, lla-

mad

o D

omingo

de

la tentación, porq

uep

resenta las

tenta-ciones d

e Jesús enel d

esierto, nos invi-ta a renovar nuestrad

ecisión

definitiva

por D

ios y a afrontarcon

valor la

luchaq

ue nos espera p

arap

ermanecerle fieles.

Siem

pre

está d

enuevo

esta necesi-

dad

de la d

ecisión,d

e resistir al mal, d

eseguir

a Jesús.

En

este d

om

ingo

la

Iglesia,

tras hab

ero

ído

el

testimo

niod

e lo

s p

adrino

s y

catequistas, celeb

rala elección d

e aque-

llos que son ad

miti-

dos a los S

acramentos P

ascuales.E

l Segund

o Dom

ingo es llamad

od

e Ab

raham y d

e la Transfigura-ción. E

l Bautism

o es el sacramen-

to de la fe y d

e la filiación divina;

como A

braham

, pad

re de los cre-

yentes, tamb

ién nosotros somos

invitados a p

artir, a salir de nuestra

tierra, a dejar las segurid

ades q

uenos hem

os construido, p

ara volvera p

oner nuestra confianza en Dios;

la meta se entrevé en la transfigu-

ración de C

risto, el Hijo am

ado, en

el que tam

bién nosotros nos con-

vertimos en “hijos d

e Dios”. E

n losd

omingos sucesivos se p

resentael B

autismo en las im

ágenes del

agua, de la luz y d

e la vida. E

l Ter-cer D

omingo nos hace encontrar a

BE

NE

DIC

TO X

VI:

EL R

EC

OR

RID

O B

AU

TISM

AL D

E LA

CU

AR

ES

MA

LunesMartes

MiércolesJuevesViernesSábado

212223242526

SSeegg

uunn

ddaa llee

ccttuu

rraaLectu

ra d

e la

seg

und

a c

arta

del a

sto

l san P

ab

lo a

Tim

ote

o. 1

,8b

-10

.

Querid

o herm

ano:

Tom

a parte en lo

s duro

s trabajo

s del E

vangelio

,seg

ún la fuerza de D

ios.

Él no

s salvó y no

s llamó

a una vida santa, no

po

r nuestros m

éritos, sino

po

rque, d

esde tiem

po

inmem

orial, D

ios d

ispuso

darno

s su gracia, p

or

med

io d

e Jesucristo; y aho

ra, esa gracia se ha

manifestad

o al ap

arecer nuestro S

alvado

r Jesu-cristo

, que d

estruyó la m

uerte y sacó a la luz la

vida inm

ortal, p

or m

edio

del E

vangelio

.

Palab

ra de D

ios

EEvvaann

ggeelliioo

Lectu

ra d

el s

anto

evang

elio

seg

ún s

an M

ate

o 1

7, 1

-9.

En aq

uel tiemp

o, Jesús to

consig

o a P

edro

, a Santiag

o y a su herm

ano Juan y se lo

s llevó ap

arte a unam

ontaña alta.S

e transfiguró

delante d

e ellos, y su ro

stro resp

landecía co

mo

el sol, y sus vestid

os se vo

lvieron b

lancos

com

o la luz.

Y se les ap

arecieron M

oisés y E

lías conversand

o co

n él.P

edro

, entonces, to

la palab

ra y dijo

a Jesús:-«S

eñor, ¡q

ué bien se está aq

uí! Sí q

uieres, haré tres tiendas: una p

ara ti, otra p

ara Mo

isés y otra p

ara Elías.»

Tod

avía estaba hab

lando

cuando

una nube lum

inosa lo

s cubrió

con su so

mb

ra, y una voz d

esde la nub

ed

ecía:-«É

ste es mi H

ijo, el am

ado

, mi p

redilecto

. Escuchad

lo.»

Al o

írlo, lo

s discíp

ulos cayero

n de b

ruces, llenos d

e espanto

.Jesús se acercó

y, tocánd

olo

s, les dijo

: -«Levantaos, no

temáis.» A

l alzar los o

jos, no

vieron a nad

ie más

que a Jesús, so

lo. C

uando

bajab

an de la m

ontaña, Jesús les m

andó

: -«No

contéis a nad

ie la visión hasta q

ueel H

ijo d

el hom

bre resucite d

e entre los m

uertos.»

Palab

ra del S

eñor

PPrriimm

eerraa

lleeccttuu

rraaLectu

ra d

el lib

ro d

el G

énesis

. 1

2, 1

-4a.

En aq

uellos días, el S

eñor dijo a A

bran:

-«Sal d

e tu tierra y de la casa d

e tu pad

re,hacia la tierra q

ue te mostraré.

Haré d

e ti un gran pueb

lo, te bend

eciré, haréfam

oso tu nomb

re, y será una bend

ición.B

endeciré a los q

ue te bend

igan, mald

eciréa los q

ue te mald

igan. Con tu nom

bre se b

ende-

cirán todas las fam

ilias del m

undo.»

Ab

ran marchó, com

o le había d

icho el Señor.

Palab

ra de D

ios

Palabra

deDios

VerbumDei

LunesMartes

Miércoles

JuevesViernesSábado

212223242526

San

Filemón

Santa

LeaSanto

Toribiode

Mogrovejo

SantaCatalina

deSuecia

Anunciacióndel

Señor

San

Braulio

Dan

9,4-10/Sal78

/Lc

6,36-38Is1,10.16-20

/Sal49

/Mt23,1-12

Jer18,18-20

/Sal30

/Mt20,17-28

Jer17,5-10

/Sal1

/Lc

16,19-31Is7,10-14;8,10

/Sal39

/Heb

10,4-10/Lc

1,26-38Miq

7,14-15.18-20/Sal

102/Lc

15,1-3.11-32

Lunes21,

20:00Funeral

porRafael

Cortés

PérezMiércoles

23,19:00

1 erAniversario

deHolm

esdel

Cam

poJueves

24,19:00

Funeralpor

AntonioRom

eroRam

írez

la Sam

aritana (cfr Jn 4,5-42). Com

oIsrael en el É

xodo, tam

bién nosotros

en el Bautism

o hemos recib

ido el agua

que

salva; Jesús,

como

dice

a la

Sam

aritana, tiene un agua de vid

a, que

extingue toda sed

; y este agua es sum

ismo

Esp

íritu. La

Iglesia en

esteD

omingo

celebra

el p

ri-m

er escrutinio

d

e lo

scatecúm

enos y durante la

semana

les entreg

a el

Sím

bolo: la P

rofesión de

la fe, el Cred

o. El C

uartoD

omingo nos hace refle-

xionar sobre la exp

erien-cia

del

“ciego d

e naci-

miento" (cfr Jn 9,1-41). E

nel B

autismo som

os libe-

rados d

e las tinieblas d

elm

al y recibim

os la luz de

Cristo

p

ara vivir

com

ohijos d

e la luz. Tamb

iénnosotros d

ebem

os apren-

der a ver la p

resencia de

Dios en el rostro d

e Cristo

y así la luz. En el cam

inod

e los

catecúmenos

seceleb

ra el segundo escru-

tinio. Finalmente, el Q

uin-to D

omingo nos p

resentala resurrección d

e Lázaro(cfr

Jn 11,1-45).

En

elB

autismo hem

os pasad

od

e la muerte a la vid

a ysom

os hechos

capaces

de

gustar

a D

ios,

de

hacer morir el hom

bre viejo p

ara vivird

el Esp

íritu del R

esucitado. P

ara loscatecúm

enos,

se celeb

ra el

tercerescrutinio y d

urante la semana se les

entrega la oración del S

eñor, el Pad

re-nuestro. […

.]Q

ueridos am

igos, en este cami-

no cuaresmal estem

os atentos a aco-ger la invitación d

e Cristo a seguirlo d

eun m

odo m

ás decid

ido y coherente,

renovando la gracia y los com

prom

i-sos d

e nuestro Bautism

o, para ab

an-d

onar el

homb

re viejo

que

está en

nosotros y revestirnos de C

risto, para,

renovados, alcanzar la P

ascua y pod

erd

ecir con san Pab

lo “no vivo yo, esC

risto q

ue vive

en m

í” (G

al 2,20).

¡Buen cam

ino cuaresmal a tod

os vos-otros ¡G

racias!

TAMBIÉN

NOSOTR

OS

SOMOS

INVITAD

OSA

PARTIR

,A

SALIRDE

NUESTR

ATIE

RRA,

ADEJA

RLAS

SEGURIDADES

QUENOS

HEM

OS

CONSTR

UIDO

SSaallmm

oo rree

sspp

oonn

ssoo

rriiaall..

32

, 4-5

. 18

-19

. 20

y 2

2.

QU

ET

UM

ISE

RIC

OR

DIA, S

OR, V

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