se publica 30 céntimos - ddd.uab.cat · prisa moderna, a la prisa de 1926: año de la "t. s....

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Se publica los Jueves 30 céntimos Ritmos de cabaret En defensa del "charleston" El "Hiaríeston" nació en Norteamérica, en las simpáti- cas tierras de la democracia, donde todo lo turbulento y desen- frenado tiene sede y asiento, y, casi siempre "partida, de La patria del "Ford" y de los negros musicales, nos in- vadió con otra de sus ¿escacharrantes 'patentes: el "charleston". Baile, danza, frenesí y ejercicio gimnástico, todo en uno. "Cas-can" febril: deseo ntorsionado, ritmo físico y capaz de poner hormigueo y sobrealiento—auti después y a pesar del té con pastas y demás naderías—a nuestros "pollos corte pa- quidermo". Y no digo nada acerca del efecto que debe pro- ducir en nuestras mu jure; tus de purpúrea boca. El "paquidermo" arrastra del delicado brazo, tostado por el sol en la pista de "tennis", a la "nena", que viste de un modo raro, y, arrancándola de la silla se lanza con su presa al "charleston". Como si dijéramos: ¡se tira de cabeza al mar! Un. salto a la derecha, otro salto a Ja izquierda, este último de menos alcance. El mérito de dichos saltos consiste en darlos de costado y con las piernas abiertas. Luego se imitan ¡os movimientos de un novel sobre cubierta de un balandro en dia de marejada. Después se ejecutan variadas poses de gimnasia, se levantan ios brazo-; agitándolo! como las alas de una paloma o cualquier otro volátil herido, se mueve la cabeza.... etc., etc. Pues bien, pocos halles han sido tan combatidos) ¡ y en realidad, no 'hay razón para tal combate, y sobre todo, cuando ü mujeres admirables, síntesis de la Venus, con melena curta y labios de púrpura, y en cuya linea no caben desquiciamientos posibles, con o sin "charleston". Nuestras mujercitas 1926, nuestras mujer citas "últimas", que lloran ante la «roerte de Rodolfo Valentino, nuestras mu- jercitas que llevan sus ojos aureolados de "fard-Indicn", no podían bailar más iiue el "cliarleston". Estos hombres "últimos", de pantalones amplios, con cue- llo minúsculo, corbata a rayas, y e! cabello ordenado y bri- 1 fuerza de líjamelo 110 podían bailar más que el "char- leston". Y ese baile nervioso y ultramoderno, con ritmo de y debe de ser de hoy... y de mañana. ¿Por qué? Por una sencillísima razón: lo moderno "debe" de ir acom- |i.LÍIIII!,, áe lo moderno. "Charleston", ABo 1926. Anotemos bien Ja fecha del año. Que en la palpitante actualidad reside precisamente el encanto j la ",!( i'ih-.i " del "efearteaton". Es el baile de hoy. De 1926. Y no se diga que ente baile es absurdo. ¿Absurdo? Todo lo contrario. Precisamente, es el baile que corresponde a Ja prisa moderna, a la prisa de 1926: año de la "T. S. H." y del "feminismo". Y dicho sea de paso, que eso del feminismo ya empieza a cansar a la opinión pública y que va pasando de moda. En buena hora. [Ahí es nada queier igualar la Condi- ción política, social, económica, y, y... de la mujer con la del hombre! Preferimos, en todo momento, a la mujer mujer, a la mujer muñeca, a la mujer frivola y que baile el "charleston", a la mujer sabíhonda y feminista. • i-ir que el "charleston" paca la mujcrc¡la bella e ideal de hoy, con su breve boca bermeja, dibujada con arte en forma de corazón. ¡Lo moderno debe de ir acompa- . nado de lo moderno! Si los labios modernos cantan con ritmo de cabaret, con ritmo moderno, los pies modernos—breves los de ellas, es- condidos los de ellos bajo los amplios vuelos del pantalón "Oxford"—deben* bailar la danza moderna, con ritmo y con .indores! de hoy: el "charleston"; y debiéndose hacer lo posible para que en el ambiente de la sala en donde se baija. flote un deseo tácito de anulación de la realidad, como un ardiente y justo deseo de olvido hacia las verdades míse- ras de la existencia. Pocos bailes han tenido tantos enemigos como el "ohar- leston". Cuando no se han encontrado otros argumentos se lia dicho de él que perturbaba las funciones deí corazón, que dificultaba la circulación de la sangre, que perjudicaba el desarrollo muscular. La higiene, la estética, 1a moral, todas estas palabras han servido para combatir esta danza, rego- cijo de los yanquis e importada del Nuevo Mundo para que la bailen los del Viejo Continente. La Prensa lo ataca, los moralistas dicen pestes de él... No comprendemos tanto em- peño desplegado contra ese baile. No comprendemos en que puede ser más idiota el agitarse del brazo de una mujercita que dar vueltas con ella como una peonza o el desmadejar los pasos afiligranados de na "minuet". El baile no es mis que una ficción, un remedo del amor, un aperitivo. El baile no es un placer. Es un pretexto para disimular muchas veces el tedio, y la música que le marca el ritmo, se ha de basar en ello. Distraerse, eso es todo. En realidad, los moralistas que combaten el "charleston" y el "tango" — veremos si también tendrán qué decir del "black-bottom"—deben ser gente que necesitan aperitivos y reforzantes cerebrales. El baile, como todas las cosas, y el " charleston", como todos los bailes, es un problema de libertad. Bailemos... Que el "charleston" nos llama con su voz poli- fónica, con su sonora y vibrante voz actual. Señores y sefio- rilas: ;A bailar el "charleston"!, que es el emblema de nues- tra generación, que .parece un cuerpo sin alma, y que es, tal vez, un alma sin cuerpo, que busca errante una encarna- ción definitiva, FEDERICO WüST BERDAGUER Revolucionarios constipados Un periódico madrileño pregunta qué hacen las izquierdas. ¡Donosa interrogación! [También es lurmor el del colega! ¡Qué quiere que hagan las izquierdas? Nada. Lo que lian hecho siempre. Estar duermes. Tocar el violón. Cantar ende- chas a la Niña. Esperar, como decía Ruiz Zorrilla, que el presenbe de nuestras ansias nos lo traigan los lo envíen de París un una :•.: Esto es todo lo que hacemos, lo que somos capaces de lireai nuestra minerva queda aliento. Ni para romper los viejos Idea rerbafes tenemos alma. Seguimos en el siwiu veinte mascando los tópicos manidos, viviendo del trasnochado lirismo del diez y nueve. Todo ae renueva en torno nuestro menos nosoWos. Se suce- den en el mando guerras, revoluciones, catástrofes; y nos- otros... ¡tan fresquetes! Dios ponga donde no hay. O mejo. dencia y esta paciencia que' No pasaremos con fila a la histeria como héroes. Pero podemos pasar a la sp Y la cu. ; Sfl con Dios y salvar el alma. Y entregar la piel al curtidor en una pieza, sin una falta, sin El cielo no nos llama a su gloria por la vía estrecha, por la senda pina. No Jo podemos remediar. Somos reflexivos, sesudos, sor- dos como moluscos a la reclamación del ideal, a las'exigen- cias y derechos del ideal. No conocemos, no hemos conocido nunca, no estamos aque- jados de esa terrible dolencia ibseniaoa que se llama fiebre de justicia, que padece un personaje de " E l pavo silvestre". Somos construciivos, grandes hombres de orden en el fondo, M¡a el pueblo, la estridencia y la protesta y la subversión que de todo él emerge y surge. Somos incapaces de Lina crisis ,!I- nervios. X,.- miciliado en la zona templada de las ideas, en la isla de la El equilibrio, el justo medio, gozan de nuestra predilección, de todas nuestras simpatías. La pachorra, la flema, que de- cían era británica, se ha heoho liberal, democrática. Estamos enervados. Somos unos abúlicos, letra sin espí- ritu, letra anestesiada, gente anfibia, incolora, inodora e insí- pida. Votaremos si a mano viene ai candidato que se presente por el distrito; elegiremos procurador en el Consejo o repre- sentante en Cortes. Pero de ahí no pasamos. Ese es todo nuestro programa. A más no llega nuestra fortuna ideal, nuestra capacidad de sacrificio. ¡Y aún nos preguntan que qué hacemosl Descansamos. Dormimos. ¡Les parece a ustedes poco? Descansamos de la enorme fatiga de vivir, del gran dolor de no hacer nada. Cabildeamos, charramos, hacemos la verdulera. Para lo escépticos que nosotros somos, aun es demasiado. Y hasta extraño parece que seamos capaces de tamaño es- fuerzo, de rendimiento tan largo. Después de eso, que nos dejen en paz. No estamos para libros de caballerías. Somos filósofos realistas, no filósofos me(a[i-i, ,,-. No necesitamos mentiras vitales, la ilusión de la existen- cia para subsistir. Constituimos la inexplicable paradoja de ser, sin el deseo, la gana y el apetito de ser y de afirmarnos y explayarnos que forma la esencia misma de la vida. ÁNGEL SAMBLANCAT Ricciotti Garibaldi estaba al servicio de la policía fascista y había simulado un atentado El coronel Rkciotti Garibaldi, que hace unos años aban- donó Italia a consecuencia de una disputa con Mussoüm, ha sido convocado por el com ;, Niza, para que explique sus relaciones con algunos refugiados italianos. I 1 1. cuno del interrogatorio, que ha durado día y noche, ha jurado por gu honor que ha sido leal para 1 políticos. Ha reconocido, sin embargo, haber cometido "al- iii|iruden'cias". Ha confesado sus relacione» con el cuestor de la policía de Roma. El coronel ha tenido que reconocer que habia recibido del comendador La Polla, en Niza, el 24 de ootubre, una suma de 100.000 francos y que no eran éstos los prin que recibía de la policia italiana, a la que había pedido una suma global de 400.000 francos. —"Pero mi actitud, por extraña que parezca, eswoi justificación"—ha asegurado. En el momento de salir para París lia declarado a un periodista que después de explicarse ante las autoridad! , -ra lavarse en público de la odiosa acusación, Contra la cual protesta con toda energia. I . ; : ' . . no oculta lo que piensa de su comf) Garibaldi. Para Triaca, Garibaldi ora un agí del que hace <:••• ta época reunió fondos para organizar una I Roma; la marcha no tuvo Iti^ar y • ireCÍÓ en forma sospechosa. En Niza se sabe ¡o que hay de cierto respecto al prelen- ] i 1 -. • complot, contTa MttteoMni de Sievoli y Ctttaaeo, La policia italiana, sab •:,<, con- que pretendió ponerse en relación 1 • una conversación i.-, llevó a París ;i Fernando Sicvuli, al que presentó a los república- n,.,.- i-,.,iim un hombre de quien res;,. Sin embargo, Sievoli mostraba tan vivo interés en conocer la dirección en Roma de varios significados adversario* del fascismo, que despertó sospechas, asi como Garibaldi, y tuvo ), donde ha sido detenido. Los republicanos italianos vieron el pasaporte de Sievoli en manos de Garibaldi, el cual estaba encargado de renovarlo, y entre los papeles encontrados al emisario fascista La Polla, figura este mismo pasaporte, lo que parece constituir una prueba de las relaciones que mantenía el coronel Garibaldi ri.n !o« confidentes de la policía, italiana. El italiano Fernando Sievoli, a quien se acusa de entrar en Italia para asesinar a Mussolini, en compañia de otro lla- mado Cattaneo, estaba empleado en la casa de Santi Gari- baldi, hermano del coronel y dormia en la oficina, cuya guar- dia nocturna le estaba confiada. Era poco comunicativo y no recibía a nadie. El domingo por la noche, los porteros del inmueble vieron salir a Sievoli con dos desconocidos y anoche ignoraban aún lo que había La infancia del "Duce" Un documento interesante acaba de ser descubierto en Forli (Italia), que por las circunstancias políticas que atraviesa aquel país dan palpitante interés. Se trata de una solicitud dirigida hace treinta año* al pre- fecto de la villa, en la que una institutriz poÍH se la subvencione para que su hijo, a la sazón de doce años de edad, pueda continuar sus estudios. Firma la demanda "Rosa Maltodoni Mussulini". El hijo para quien esta señora pM< Benito Mussolini, el actual dictador de Italia. El texto lleva fecha de 30 de noviembre de 1K05 y e.-tá concebido en estos términos: " Las que sufre mi familia son tan considera 1 , forzados a interrumpir los estudios de nuestro hijo, de doce años de edad, que actualmente sigue los cursos i, Normal, y en el que a juzgar por los testimonios de su profesor pueden cifrarse esperanzas en su porvenir." La solicitud fué rechazada con fecha 30 d r de 1896.

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Page 1: Se publica 30 céntimos - ddd.uab.cat · prisa moderna, a la prisa de 1926: año de la "T. S. H." y del "feminismo". Y dicho sea de paso, que eso del feminismo ya empieza a cansar

Se publica

los Jueves

30 céntimos

Ritmos de cabaret

En defensa del "charleston" El "Hiar íes ton" nació en Norteamérica, en las simpáti­

cas tierras de la democracia, donde todo lo turbulento y desen­frenado tiene sede y asiento, y, casi siempre "partida, de

La patria del " F o r d " y de los negros musicales, nos in­vadió con otra de sus ¿escacharrantes 'patentes: el "charleston".

Baile, danza, frenesí y ejercicio gimnástico, todo en uno. " C a s - c a n " febril: deseo ntorsionado, ritmo físico y capaz de poner hormigueo y sobrealiento—auti después y a pesar del té con pastas y demás naderías—a nuestros "pollos corte pa­quidermo". Y no digo nada acerca del efecto que debe pro­ducir en nuestras mu jure; tus de purpúrea boca.

El "paquidermo" arrastra del delicado brazo, tostado por el sol en la pista de " tennis" , a la "nena" , que viste de un modo raro, y, arrancándola de la silla se lanza con su presa al "charleston". Como si dijéramos: ¡se tira de cabeza al mar! Un. salto a la derecha, otro salto a Ja izquierda, este último de menos alcance. El méri to de dichos saltos consiste en darlos de costado y con las piernas abiertas. Luego se imitan ¡os movimientos de un novel sobre cubierta de un balandro en dia de marejada. Después se ejecutan variadas poses de gimnasia, se levantan ios brazo-; agitándolo! como las alas de una paloma o cualquier otro volátil herido, se mueve la cabeza.... etc., etc.

Pues bien, pocos halles han sido tan combatidos) ¡ y en realidad, no 'hay razón para tal combate, y sobre todo, cuando

ü mujeres admirables, síntesis de la Venus,

con melena curta y labios de púrpura, y en cuya linea no caben desquiciamientos posibles, con o sin "charleston".

Nuestras mujercitas 1926, nues t ras mujer citas "ú l t imas" , que lloran ante la «roer te de Rodolfo Valentino, nuestras mu­jercitas que llevan sus ojos aureolados de "fard-Indicn", no podían bailar más iiue el "cliarleston".

Estos hombres "úl t imos", de pantalones amplios, con cue­llo minúsculo, corbata a rayas, y e! cabello ordenado y bri-

1 fuerza de líjamelo 110 podían bailar más que el "char-leston". Y ese baile nervioso y ultramoderno, con r i tmo de

• y debe de ser de hoy.. . y de mañana. ¿Por qué? Por una sencillísima razón: lo moderno "debe" de ir acom-|i.LÍIIII!,, áe lo moderno.

"Charleston", ABo 1926. Anotemos bien Ja fecha del año. Que en la palpitante actualidad reside precisamente el encanto j la ",!( i'ih-.i " del "efearteaton". Es el baile de hoy. De 1926. Y no se diga que ente baile es absurdo. ¿Absurdo? Todo lo contrario. Precisamente, es el baile que corresponde a Ja prisa moderna, a la prisa de 1926: año de la " T . S. H . " y del "feminismo". Y dicho sea de paso, que eso del feminismo ya empieza a cansar a la opinión pública y que va pasando de moda. En buena hora. [Ahí es nada queier igualar la Condi­ción política, social, económica, y, y. . . de la mujer con la del hombre! Preferimos, en todo momento, a la mujer mujer, a la mujer muñeca, a la mujer frivola y que baile el "charleston", a la mujer sabíhonda y feminista.

• • i-ir que el "char les ton" paca la mujcrc¡la bella e ideal de hoy, con su breve boca bermeja, dibujada con ar te en forma de corazón. ¡Lo moderno debe de ir acompa-

. nado de lo moderno! Si los labios modernos cantan con ritmo de cabaret, con

ritmo moderno, los pies modernos—breves los de ellas, es­condidos los de ellos bajo los amplios vuelos del pantalón "Oxford"—deben* bailar la danza moderna, con ri tmo y con

• .indores! de hoy: el "char les ton"; y debiéndose hacer lo posible para que en el ambiente de la sala en donde se baija. flote un deseo tácito de anulación de la realidad, como un ardiente y justo deseo de olvido hacia las verdades míse­ras de la existencia.

Pocos bailes han tenido tantos enemigos como el "ohar-leston". Cuando no se han encontrado otros argumentos se lia dicho de él que perturbaba las funciones deí corazón, que dificultaba la circulación de la sangre, que perjudicaba el desarrollo muscular. La higiene, la estética, 1a moral, todas estas palabras han servido para combatir esta danza, rego­cijo de los yanquis e importada del Nuevo Mundo para que la bailen los del Viejo Continente. La Prensa lo ataca, los moralistas dicen pestes de él... No comprendemos tanto em­peño desplegado contra ese baile. N o comprendemos e n que puede ser más idiota el agitarse del brazo de una mujercita que dar vueltas con ella como una peonza o el desmadejar los pasos afiligranados de na "minuet". El baile no es m i s que una ficción, un remedo del amor, un aperitivo. El baile no es un placer. Es un pretexto para disimular muchas veces

el tedio, y la música que le marca el r i tmo, se ha de basar en ello. Distraerse, eso es todo.

En realidad, los moralistas que combaten el "char les ton" y el " t a n g o " — veremos si también tendrán qué decir del "black-bottom"—deben ser gente que necesitan aperitivos y reforzantes cerebrales.

El baile, como todas las cosas, y el " charleston", como todos los bailes, es un problema de libertad.

Bailemos... Que el "char les ton" nos llama con su voz poli­fónica, con su sonora y vibrante voz actual. Señores y sefio-r i las : ;A bailar el "charleston"! , que es el emblema de nues­tra generación, que .parece un cuerpo sin alma, y que es, tal vez, un alma sin cuerpo, que busca errante una encarna­ción definitiva,

F E D E R I C O W ü S T B E R D A G U E R

Revolucionarios constipados Un periódico madrileño pregunta qué hacen las izquierdas.

¡Donosa interrogación! [También es lurmor el del colega! ¡ Q u é quiere que hagan las izquierdas? Nada. Lo que lian

hecho siempre. Estar duermes. Tocar el violón. Cantar ende­chas a la Niña. Esperar, como decía Ruiz Zorrilla, que el presenbe de nuestras ansias nos lo traigan los lo envíen de París un una :•.:

Esto es todo lo que hacemos, lo que somos capaces de

• lireai nuestra minerva queda aliento. Ni para romper los viejos Idea rerbafes tenemos alma.

Seguimos en el siwiu veinte mascando los tópicos manidos, viviendo del trasnochado lirismo del diez y nueve.

Todo ae renueva en torno nuestro menos nosoWos. Se suce­den en el mando guerras, revoluciones, catástrofes; y nos­otros. . . ¡tan fresquetes!

Dios ponga donde no hay. O mejo.

dencia y esta paciencia que ' No pasaremos con fila a la histeria como héroes. Pero

podemos pasar a la sp Y la cu. ; Sfl con Dios y salvar el alma.

Y entregar la piel al curtidor en una pieza, sin una falta, sin

El cielo no nos llama a su gloria por la vía estrecha, por la senda pina.

N o Jo podemos remediar. Somos reflexivos, sesudos, sor­dos como moluscos a la reclamación del ideal, a l as ' ex igen­cias y derechos del ideal.

No conocemos, no hemos conocido nunca, no estamos aque­jados de esa terrible dolencia ibseniaoa que se llama fiebre de justicia, que padece un personaje de " E l pavo silvestre".

Somos construciivos, grandes hombres de orden en el fondo,

M¡a el pueblo, la estridencia y la protesta y la subversión que de todo él emerge y surge.

Somos incapaces de Lina crisis ,!I- nervios. X,.-miciliado en la zona templada de las ideas, en la isla de la

El equilibrio, el justo medio, gozan de nuestra predilección, de todas nuestras simpatías. La pachorra, la flema, que de­cían era británica, se ha heoho liberal, democrática.

Estamos enervados. Somos unos abúlicos, letra sin espí­ritu, letra anestesiada, gente anfibia, incolora, inodora e insí­pida.

Votaremos si a mano viene ai candidato que se presente por el distrito; elegiremos procurador en el Consejo o repre­sentante en Cortes. Pero de ahí no pasamos. Ese es todo nuestro programa. A más no llega nuestra fortuna ideal, nuestra capacidad de sacrificio.

¡Y aún nos preguntan que qué hacemosl Descansamos. Dormimos. ¡Les parece a ustedes poco?

Descansamos de la enorme fatiga de vivir, del gran dolor de no hacer nada.

Cabildeamos, charramos, hacemos la verdulera. Para lo escépticos que nosotros somos, aun es demasiado.

Y hasta extraño parece que seamos capaces de tamaño es­fuerzo, de rendimiento tan largo.

Después de eso, que nos dejen en paz. No estamos para libros de caballerías.

Somos filósofos realistas, no filósofos me(a[i-i, ,,-.

No necesitamos mentiras vitales, la ilusión de la existen­cia para subsistir.

Constituimos la inexplicable paradoja de ser, sin el deseo, la gana y el apetito de ser y de afirmarnos y explayarnos que forma la esencia misma de la vida.

Á N G E L S A M B L A N C A T

Ricciotti Garibaldi estaba al servicio de la policía fascista y había simulado un atentado

El coronel Rkciot t i Garibaldi, que hace unos años aban­donó Italia a consecuencia de una disputa con Mussoüm, ha sido convocado por el com ;, Niza, para que

explique sus relaciones con algunos refugiados italianos. I 1 1. c u n o del interrogatorio, que ha durado día y noche,

ha jurado por gu honor que ha sido leal para 1 políticos. Ha reconocido, sin embargo, haber cometido "a l -

iii|iruden'cias". Ha confesado sus relacione» con el cuestor de la policía de Roma.

El coronel ha tenido que reconocer que habia recibido del comendador La Polla, en Niza, el 24 de ootubre, una suma de 100.000 francos y que no eran éstos los prin que recibía de la policia italiana, a la que había pedido una suma global de 400.000 francos.

—"Pero mi actitud, por extraña que parezca, eswoi justificación"—ha asegurado.

En el momento de salir para París lia declarado a un periodista que después de explicarse ante las autoridad!

, -ra lavarse en público de la odiosa acusación, Contra

la cual protesta con toda energia. I . ; • : • • ' . •

. no oculta lo que piensa de su comf) Garibaldi. Para Triaca, Garibaldi ora un agí del que hace <:••• • • ta época reunió

fondos para organizar una I Roma; la marcha no tuvo Iti^ar y • ireCÍÓ en forma sospechosa.

En Niza se sabe ¡o que hay de cierto respecto al prelen-

• ] i • 1 -. • complot, contTa MttteoMni de Sievoli y Ct t taaeo, La policia italiana, sab •:,<, con-

que pretendió ponerse en relación 1 •

• una conversación i.-, llevó a París ;i Fernando Sicvuli, al que presentó a los república-n,.,.- i-,.,iim un hombre de quien res;,.

Sin embargo, Sievoli mostraba tan vivo interés en conocer la dirección en Roma de varios significados adversario* del fascismo, que despertó sospechas, asi como Garibaldi, y tuvo

), donde ha sido detenido. Los republicanos italianos vieron el pasaporte de Sievoli

en manos de Garibaldi, el cual estaba encargado de renovarlo, y entre los papeles encontrados al emisario fascista La Polla, figura este mismo pasaporte , lo que parece constituir una prueba de las relaciones que mantenía el coronel Garibaldi ri.n !o« confidentes de la policía, italiana.

El italiano Fernando Sievoli, a quien se acusa de entrar en Italia para asesinar a Mussolini, en compañia de otro lla­mado Cattaneo, estaba empleado en la casa de Santi Gari­baldi, hermano del coronel y dormia en la oficina, cuya guar­dia nocturna le estaba confiada.

Era poco comunicativo y no recibía a nadie. El domingo por la noche, los porteros del inmueble vieron salir a Sievoli con dos desconocidos y anoche ignoraban aún lo que había

La infancia del "Duce" Un documento interesante acaba de ser descubierto en Forli

(I tal ia) , que por las circunstancias políticas que atraviesa aquel país dan palpitante interés.

Se trata de una solicitud dirigida hace treinta año* al pre­fecto de la villa, en la que una institutriz poÍH se la subvencione para que su hijo, a la sazón de doce años de edad, pueda continuar sus estudios.

Firma la demanda "Rosa Maltodoni Mussulini".

El hijo para quien esta señora pM< Benito Mussolini, el actual dictador de Italia.

El texto lleva fecha de 30 de noviembre de 1K05 y e.-tá concebido en estos términos: " Las dü que sufre mi familia son tan considera1, forzados a interrumpir los estudios de nuestro hijo, de doce años de edad, que actualmente sigue los cursos i, Normal, y en el que a juzgar por los testimonios de su profesor pueden cifrarse esperanzas en su porvenir ."

La solicitud fué rechazada con fecha 30 d r

de 1896.

Page 2: Se publica 30 céntimos - ddd.uab.cat · prisa moderna, a la prisa de 1926: año de la "T. S. H." y del "feminismo". Y dicho sea de paso, que eso del feminismo ya empieza a cansar

I A L O

EOS HOMBRES Y LAS COSAS La ciudad de los perros

i lo esta historia:

¡ble, SeRor:

: " •

..' 121 ,L i;l Muelle. esta mañana al más*

— N o le .he amenazado. He hecht

debo

apoderarme de él esta nochi.

• | • :

dinero.

, canina :,:.• trance

de dar muerte no, como a 'Vi;. SU amo. por puntillos de honradez y venganza,

• :i;va voracidad; ese millonario indio . •

Enstinto, Como .i:- a la Muerte.

Ha trau-'. •••.. aldea di hombres posible

lio arroz, miel"). Segàn las

¡•erro, que tiene •. mansedumbre, en pugna

se convertirá, con la ayuda de esa Lciófl, en ei tais inofensivo y eari-

. .ira com-

• linaje, y que li.i : •

un pac-facto", aunque no D vi7, de toa ins-

!,i leche

... no sarja en la

i:es, encargado de avivar el

La manzana del Parai de raioncra en la ciudad índïa de

• •-. que en la duda oye nunca un ladrido. ¡Habrá coi

línto perruno? No. sino matar ¡ Crear un nuevo animal. Algx asi como el hombre sin ape-

• •oiicupiscencias.

"La supervivencia de los más idóneos"

los auspicios de la "SmiÜhonian [nstitution". para conimemo-, i 1i r.niiiirl,, de l.i fundación de '.a bella y calta

Filadèlfia, ae exhibieron los esqueletos de dos >e-trados entre las históricas rocas le (Cansas, donde

por los científicos, vi-( ietoç hace mitypnes de anos, cuando aquella parte del con

.ido hallados entre las citadas rocas, pero ninguno, en verdad, ofrece la peculiaridad que dis-

raeros, j que, ín :..; . 1 onsiste csia peculiari-

dad en que uno de los esqueletos está dei tr • del otro, :-; que esta aseveración sea producto de una mera ilusión a

a

de otro. .• tan oí

• .• MI.i- grande se tragó al pequeño, y al no poderlo digerir, debido a su; dimensione», sucumbió, hund endose amlx - en el fondo del mar, confundidos con la greda y la marga. En el curso del • (ñipo -ii- Cuerpos se pudrieron, desapareciendo en el se io fangoso de la tierra Más tai le

los modrenoí geól >gi - van g • icieftti nti di JCU-

briendo y descifrando. De esta suerte , • sitantes a la gran Exposición de Filadèlfia les ha sido reser­vada la feliz oportunidad de hacer extensas y variadas con-

lideraciones sobre una lección real con

•-. por igual, de de ¡liar de

Sin embaego, eiemtífkameirte la expi i iriginal no es; contra

la fatal des--ventura que cupo a c •• ««tros, pertenecientes

a la Familia de los vertebrados. La lección real, i • in ili :•-. ' ¡ que las 'oi)i!ir;"i.r, esetti .

sobre la tierra no cambian o cariiJiian con dése! i titud. Los pescadores de nuestros días extraen en sus redes lieces en cuyos estómagos se encuentran frecuentemente cuer-

• •• de su misma especie, tragados enteros, del mis­mo modo que fue engullida la histórica víctima del mar de

modernos, sin excluir al hombre, toda-demasiado alimento en una sola comida, y si

n.i sucumben a ecces victimas !.i nula, sobre­

viven para deplorar su desmedida voracidad. El hecho subs­tancial en la vida hoy, como en los milenarios mares de aque­llos dias, no es otro que rendirle a la evidente n

Parece como que la Naturaleza siempre ha mostrado mayor prodigalidad ea la creación de sures vivientes, que en la obra • !•• . i - ' r .i i

tt'iicia. El individuo tiene necesariamente que librar la lucha i ¡inherente a su tiatuxalei-a, De

aquí se deriva el progreso evolutivo, y asi vemos como el pez' evolucionó durante largas e interminables ceulu;

• -nía especie de reptil, en un ser más apto, después '¡i mamífero y por último .se transformó cu hombre. Esto ea

.i-:, del cual nació la famiosa teoría de Darwin; "La supervivencia de ios mas idóneos."

Y si alguna que otra vez, por ventura, algún ser viviente perece en ei arduo y penoso bregar, en la lucha tenaz y pa­

téelo a nuestro primi­

tivo hermano de Kansas, exclamemos piadosaimente: sucum-i li.',, por una buena causa. "Murió víctima de la glotonería", :i" resulta un epitafio justo, razonable y digno para nues-

. . . ¡ . , amigo, cuyos huesos reposan hoy desnudos y irlos en dorada y rica vitrina en un musco de F adecuado sería: "hizo todo lo que pudo." "He did the hest he could."

E L P R E S E N T E N U M E R O

H A SIDO V I S A D O POR LA

C E N S U R A G U B E R N A T I V A

CARLOS BAUDELAIRE irnos gran .parte de las i eisitudeí "i' que atravesó

el inmortal autor dr "Las flores del mal™, merced a los pre­

cisos inforní' ai 111- I i vine-sima quinta edi­

ción de G. Eres y Compañía, y por comentarios y referen-

•i. los veinte años anteriores

a la aparición del citado volumen, mus hoy ha caído en

• • mi artículo i;, terto recientemente cu ia "Re-

vue de Paris", por Francisco Porche, y este artículo' ha

renovado nuestras angustias ante e'l calvario qu

poeta, teniendo qui luchar contra una sociedad miseneísta,

cuyos primates le admiraban en tí fondo, pero se oponían

saftudamente glorificarli ;• f ei , -i a. por mata voluntad y

porque -L' »*fan retratados y hostilizados en aquel prefacio

mura':!!"-" que termina con ia famosa estrofa: " Hipócrita

lector, lector liei-man lo",

" La señal para el atasque -dice M. PcnOhé—fué dada por

el " Fígaro" en un artículo qut apareció en sus col mu ñas t'.

4 de noviembre de 1855, rimad" por Luis GoU'dall, en el

. -.i- é: tas: " indigencia dolorosa de las

ideas, poesia escrofulosa, repugnante, glacial, de carnicero y

de irife."

La fea. de la casa Muchas herman -. .1 1 iccepción de ia ben-

..ij.m:':;,i. _i[ue. según la madre, había I cu I do ni mal gusto de

dar mi salto a aun-, saliendo a la abuela paterna, la cual •tuvo muy poco q u

A francamente li- " si. era vulgar-ciia, desgarbadota, Entre mujeres menos hermosas, hubiera

pedid 1-,ir: 11K1.-, .:' lido de sus lindas hermanas, hacía un medírrro

>Desde ñifla, tmpez6 ,1 iwfrjr ¡M consecuencias de su superioridacV Se acostumbraron todos a llamarle "la fea de 1a

, a aceptó ,.; humillante remoquete sin- ira y sin

Del mismo modo aceptó, res^nadamen», el papel á* "(>• nii,''.-:ii,i ", que, por tácito acuerdo, le habían asignado.

1 educada en este manso dolor de todos los instantes, J1 i/"-r dulce, espiritual y comprensiva, ex ira., irdi na riamcnte ' bondadosa.

Acaso la Naturaleza, menos madrastra de lo que parece,. • ni ;<i .-, ¡aidoi ;i. 'lamb.ir una belleza interior lo que

i-11 punto .. '.-man:',- físicos le ftegai a.

Entre otros dones, dotóla de una firme confianza en su destino. V cuando sus hermanas le hacían burla, cariñosa-

• ¡plicaba, profètica: —Acordaos del refrán. "La luerte de la íea..." Corrieron los afi,o.. Las hermanas preciosas, seguían sol-

:•' • ir. ' • <•'.. -. L l. L que :.,' dejaron de

"• medios lícitos para cambiar Ae estado. Pero eran •muchas a repartirse la hacienda parva y un poco dadas a jas vanidades. Los hombres le tenían miedo.

mozo y un buen partido. Si i 1 i/.-. 1 amigo di la casa. Los padrea, qu, empezabau a ¡ri­

acho" de sus pimpollos, dieron tá-; la

^B^B 1 odas y cada una de las her-

.111.1111.-- •• hablan hecho al juramento Intimo de a.sir la oca-,-. "i pi r el único cabello.

I',"li-, menos ia fea de la No es que el ni. 1/. n- le paja; pero se comparó con

., , seductoras y renunció a dis-

resa. Entonces, por ve?, primera, lamentó desde

otad ausencia de encantos exte-

Pero e) mozo no era un chisga; 1 de buces- .,.

. hombre pon-^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ • ^ • ^ • ^ • C o n u u i i c s , más devoto de

¡-.olera, que de la hermosura

Crin • stante. Y a vuelta de largas 1 • conclusión:

—S •-•'. empo, un devaneo de juven-. . 1 de estas encantadoras

• li . ib."., mm ,1 ni, •; " i-:!:1 1—J_I_ -

Pero como lo que busco 1 ^̂ ^̂ ^̂ ^̂ ^̂ ^ ^^

n ae estas encantadoras mu-) para lucirlas y. . . dejarlas luego-

HE MI.SU, ys una compañera del camino, boga-, -a ¡ buena madre, no puedo va-

una bomba cay al padre:

—Seflor; qu —¿Con la...?

SI, -:. Con

us pa i.on-,1-

1 la pequeña.

rodat aquellas genti - cons guien n, un das, 'pie se abriese

para castigar al supui I ., moral pú

lilica y de la- honestas costumbres (j l) , consiguiéndolo al fin.

La sexta L"ama:,i • •-11 .•••..., ,1: : ; i . i.', -oí lencia, condenando

..1 multa de 300 francos.

Esto irritó ajuchc g Batidelaire, pero lo que más le exas­

peró fué que el fiscal le acusara de "realismo", cuando su

espíritu se balda eleivado rmi-lan:' :. ;,,.|- encima ríe la-

miserias terrenas, cuyas íigadwas trató de romper par., volar

iii'i\ .-o:", hasta •.•i.iarse en ese claro cielo donde le contem-

•"- !i"ui¡.i. - • -i,.- la belleza

y enamora:,

JOSÉ [RIBARNE

. que •• brilla externo de las hermanas.

J U A N JOSÉ L O R E N T E

¡A Q U E N O ! Nuestro querido amigo, Marianito Benlliu-

re, dedica, desde un periódico de Madrid,

la siguiente nota al "Caballero Audaz", el

célebre carretero de la literatura

!•.-, ,-.i-,, patológico, e-e producto infrahumano qui usa

ei seudónimo de "Mi Caballero Audaa" para firmar unos ii"'. i-iueb",.. mi"- ia.lnll n poetada, que, a pesar de lo pedestres qu« son. parece ser une tiene i|ue buscar quien se los escriba, porque él no es capa/, ni de concordar un substantivo con un objetivo; ese sujeto, digo, ya .ha anunciado

• ¡iv nd,re me reservo por-. , . ; • • . . difamarli —que va a venir en breve a Madml...

¿ Á que no? ¿Qué se apuestan ustedes a que no viene... ¡•Qué ha de venirl Tendremos que pasar nosotros la frontera, y llegarnos a París; pero habrá de ser muy callandito, por­que si nos oye, va a echar a correr, y con las zancas que tiene, cualquiera le alcanza.

M A R I A N O B E N L L I U R E Y T U E R O

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E I . E S Ç A X •

;II ';.;iin¡:iiiiiii IIIIII;„!II¡;Ü;!IÍ;£!'

C R I T I C A Y C O M E N T A R I O S , . , — , — , . - „ . . . — — _ . — ^ - , „ ,„„ _ „ _ ,» , ni, „„,.„„_ „ „ . . . . . i . , . ,™™,. '

La España humana : l a d e ! R a í a . [ L o a d a

: r i b u l a n . • I ¡ a n

m e r e c e d o r a d e ".oci •

1:0 n o s p a r e c e i a t t i ^ l _ _

i r l e . N

. d y . .n 'm m e ­

j o r , p o r s u p r o f u n d a hurr:.. p a r a f e s t e j a r l a n o s

• i s u s g r i s á -

. . ' . J a r e n í a m a y n o m b r a d i a ,

v . e : i - .o .

ili- ";i f i e s t a

d e a y e r . A m b o - n o s . L o l o c a l

es e n e l l o s u n a c c i d e n t e ; la t r a s c e n d e n c i a d e s u o b r a e s u n i ­

v e r s a l . E n l a é p o c a d e C e r v a n t e s o r n a r o n l a l i t e r a t u r a y ¡a

f i l o s o f í a c a s t e l l a n a i o s m í s t i c o s , c u y a o b r a e s a m p l i a m e n t e h u -

'• e r t o q u e p o r a q u e l e n t o n c e s F e l i p e ü

s e d e d i c a b a a g u e r r e a r c o i i" s u p a d r e , c o m o

I ¡ e r t o q u e la u n i v e r s a l i d a d

c i s m o , i • i . 1 ' " i ' o y g o t o s o m o ­

n a r c a , n o r e d i m í a d e l a i r e c e r r i l y l u g a r e S o a la i n t o l e r a n c i a

le •• • • in . : : - i . ' .:' q u i v i> C i r : i y L u i s d e

la I n q u i s i c i ó n , e s e a p a r a t o d e m a l ­

d a d y d e i n j u s t i c i a , q u e de v e z e n c u a n d o e s d e f e n d i d o p o r

a l g ú n m e l a n c ó l i c o d e l a b s o l u t i s m o . C i e r t o , M I f in , q u e e n

a q u e l l a E s p a ñ a o h a b í a m o d o s y

• h e z ríe á n i m o . P e r o p u e d e

le la r a z a , e n a-quel p u n t o e n q u e

¡a r a z a e s p a f i o l a c u l m i n a , e s h u m a n o y g e n e r o s o . A s i s e r e ­

t r o s i | iu d e s c u b r i m o s u n m u n d o q u e s e n u ­

t r i ó d e n u e s t r a v i d a t o d a , h a s t a l e j a

• n d i e r o n el

s a t o s d e f r a y B a r -

t o l o m i di

r e s t o s d e

• '

• i,i o b r a

., m á s h u m a n a q u e h a y , e s p a ñ o l ; , e n

el e o n t o i • t o a e n s u i •. 111 ; . ' j e n su

P o r e s o n u e s t r a f i e s t a d e :;i r a z a , ¡;

• i . • i - , : i .

- i n o u n

. i c p a n s i ó n .

T o d a la h i s t o r i a d e C a s t i l l a

•u> d e l a n t e d e m i

,-; m u n d o , e s el

- . t i t i m i e n t c i

el m ' u n d o . m o s ; l a s

; . i í a e r a

m u n d o e s p o r q u e Í b a m o s d e l a n t e d e é l y p o r -

..• n u e s t r o p a s o ,

¡ a m o s p a r o d i a n d o a l r e y d o n D i n i s

á g u i l a s , y a h o r a , e n c a m i n o , v i v i m o s t i e m p o s de "i

L E A N D R O P I T A R O M E R O

Zaratustra y los eruditos C a d a d i a q u e p a s a n o s s e n t i m o s i i á i c o m p

m a l h u m o r , di 1 l a s r i s a : j d e l d e s p r e c i o p o r l o s

•::, - r ••••

" i n u e s t r a s J i r a * r u d i m e n t a m a s

m i, l l e g a m o i • i m • a la g u i n • • ,.:.i I

• . y l o q u e n o s d a !a g a n a s u e l e Je*

p r e g o n a r s u s l a c e r í a s y s u v a n i d a d .

R e f i e r e h o n W hal la"

c a m p o , la m b r a d e l

• • " u n b o r r e g o g ire a n d a b a r a m o n e a m l o j

m i ó la c o r o n a ,!,• h i e d r a q u i i :• ¡a c a b e z a ,

- M i e n t r a s s e la e n g u l l í a , d i j o : Z a r a t u s t r a n o e s y a u n s a b i o "

y •!• m a r c h ó a l t i v o y d e s d e ñ o s o ,

E s t e s u c e s o se lo c o n t ó a m a e s t r o u n n i ñ o q u e a n d a b a

j u g a n d o p o r a q u e l l o s p a r a j e s y h a b í a o b s e r v a d o

P o r e s o :i Z a r a t u s t r a le g u s t a b a e s t a r e d h a : • d o n d e ' , •-

• n i ñ o s j u e g a n , b a j o l o s c a r d o s y l a s r o j a s a m a p o l a s ,

— " A ú n s o y u n s a b i o p a r a l o s n i ñ o s , i ' . i r a

l a * a m a p o l a s r o j a s — e x c l a m a b a — , T o d o s e l l o s - u n i n o c e n t e s

h a s t a ii s u s m a l d a d e s , N s o y u n s a b i o p a r a li

A s í l o h a q u e r i d o m i s u e r t e . ¡ B e n d i t a s e a !

li - in- , q u e r i d o m a e s t r li fui

r r o r a l o a la • h a b í a a p r e n d i d o e n s u s d i s c u r ­

s o s n a d a ú t i l ; n a d a q u le la f e l i c i d a d .

P e r o , m á s q u e ' • - , . : ,

•;•.;• c u b r i r s u s d e s n u d e o e s .

; M i a r u n m i n u t o ;

• a b a j a n c o m o m o l i n o s y m o r t i i

e c h e . "

; p r e p a r a n n o m a t a n ;i n a d i e , y e i i a n d o i

J O S É l U l l i A K X l \

Las piedras que caen del cielo • - t o s a r t i c u l e s

p a r a d a r m e c u e n t a d e la a p a r i c i ó n e n el c i e l o

f e r a <. i l u m i

C u a n d o e s a s p i e d r a s l l e g a n h a s t a n u e s t r o s u e l o , c o n s t i -

a e r o l i t o s o b ó l i d o s . S u n a t u -

h a y e x c u s a v a r i e d a d ,

IH ..<•-<•> El M u s e o

iie P a r í s .

• m o m o s s o b r e el o r i ] •

di Í C U I rd ' . •

[ I c a n z a a v a r i a s t o n e ­

l a d a s , p a r e c e h a b e r i d e n t i d a :

v u i u t i i r i i .

• t i e m p o se . ' i i r i l i i r t o d a - I I< - : te

• li ¡n . i ' i i"r ,, . t o s e l e m e n t o . .

• • n

• •

0 i la f o r m a -

: • J C p u e d a h a b e r u n a

: . c r u d e s c e m ia

. •

• •

• i a c u m u l a r

u n c e n t í m e t r o ' i ' • I r tal s u • > r

I : e r r a .

• •

' . • • :

i r á n l o s b ó ­

r r a l e s .

u n a re>

M a r t í n , h a c a

.

• c u a l c o n s ­

t r u y e u n m á x i m o e n o r m e ; p u e q u e c a n t i d a d

;,• f e n ó m e n o al c a b o d e un a n o

p o r m e t r o c u a d r a d o d e s u p e r f i c i e t e r r e s t r e ? P u e s e x a c t a m e n t !

i n v í a el S o l e n u n a d é c i m a d e - , •

• - • i q u i

I . | m á s a ú n . S i l o s d i a s c a n i c u l a r e s d e l v e r a n i l l o

5 a i M a r t i n f u e s e n d e b i d o s a t r o p e z a r c o n u n e n j a m b r e

-. el F e n ó m e n o s e p e r c i b i r á e n t o d a la

n i c a m b i o t o d o -

i;; . ' - . . i . ' I I , , d e S a n M a r t i n e s p e í u l i a r d e

r e g i n e s y g u e n o s e n o t a e n m o d ^ •

t o t a l i d a d di n u e s t r o g l o b o ,

; , u ' . - . b i e n s e n t a d o d e q u i . a m e n < •

•I-I b ó l i d o e n la c a b e i a , l o n i a l e s r a n - ¡, . .

a e e r c a d e l p o r v e n i r q u e l a s e s t r e -

. n u e s t r o p l a n e t a .

A b a t e T h . M O R E U X

EL ULTIMO OFICIO A B i a i •

p a ñ o l e s . V i e n e n a lli n a r u n a n e c e s i d a d m u j

s i d a d , . - . •

p a ñ a e l p a í s ú n i c o d o n d e h a y a I m p

q u e i-- . r u a n d o

v i a j a n p o r el e x t r a : : i g n a d o s :

—.; E n e s t a c i u d a d n o h a y l i m p i a b o t a s ?

Y t o d o s p a r e c í i

l l - i a s o . i la q u e f ' " l a u n a t iub-

e q u e f t a s i a j a s i : : •

• • • a i d í a ,

; P e r o e s q u e e \ : s ¡ e u n g e s t o d i p ¡ , d c r y d*

u n p i í

a u n d e s g r a c i a d o , p a r a q u e n s a q u e b r l io

u n a p o s i c i ó n m á s h u m i l l a n t i

s o n r í a a l p a s a r el t r a p o , p a r a p o n e i

s i i n i i a t i a . i¡in- p u e d a a c r e c e n t a r la p r o p i n a . S a c a r b r .M •

u n a - c u a n t a s " p e r i

— : \ q u í q u i e r e u s t e d q u e b a g a ,

e s t a m t a n n

P a r a j u s t i f i c a r s u p r o í e s i ó f l j d a i

al t r a b a j o - el l i m p i a b o t a s h a i n v e n l

F r a s e t e r r i b l "

s ó l o p a r a v i v i r . A i f i n y ai c a b o , el q u e i

s e r u n a d m i r a d i r d e s i n t d n

b a " e s u n h o m b r e •

• •

Y , :i ' . . : •

• •

g o b i e r n o , s u p i

q u e l i m p i a r l a s b o t a s ,

b o t a a i s l a d a , s u e l t a e s ui

i

m á s fác ni' ••

l o s c u a r t o s d e u n h o t e l ,

i

• l ia d o m i n a r í a n a ¡os p o b r e t e s , m

n i d a d , n o p u e d e n h u m i l l a r a n a d i e . Z a ] •• q u i ..

• •

• n, y a q u e i tu

• • .

-t . i n i b i é n

L O S D Í A S C o n f o r m e c o r . P a s t a l . C a s ; t o d o e l n

Haecl • • i a - , no cntOH?énica-,

• i,, u n ¡, , c i .

m a j a d e r o c u ir , . l i n d e s d e la m e n t e c a t e z .

S i n o f u é r a m o s t a n

m o s q u e d e c l a r a ' - , a u t t q u e c o n el n a t u r a l ru

t i r p e 11L-1 m o n o a n t r o -

p o i d e . J í o h a i ruio* m á s q u e i m i t a r , q u e r e p e t i d , c o m o c u a l -

q u i e ' r v i e j o p e d a g o g o , v a c i e d a d e s y n a d e r í a s , c o p i a n d o g e i t o s

h a s t a d e l a g e n t e e i r c u n s t a n c i a l m e n t i

D e a b i . e s t e e m p a c h o d e s e n s a t e z q u e s u i r n n

la s e n s a t e z q u e n o m a t a F u l m i n a ] q u e v a s e c a n ­

d o l a s r a i c e s ; u n a s e n s a t e z d e r u m i a n t e , d e s o l í p e d o ; e s a s e n ­

s a t e z ique n o s o b l i g a a l b a l i d o .

Y p o n q w h o y e s el v u l g o q u i e n e s t a b l e c e n o r m a s , fija

r e g l a s y p r o m u l g a ¡ ' r e c e p t o s , ¡qué Ihacer , s i n o ín<

al v u l f í o ?

C u a n d o e l h i s t o r i a d o r t e n g a q u e ep. ;Kr

u n o s h o m b r e s c o n s i d e r a d o s e n f e r m o s d e " i n q u i e t u d e s p i n -

l u a l " , s u l a r r a q u e d a r á r e d u c i d a a ' d e n p o c o . B a s t a r á c o n

q u e h a g a e s t a m p a r , e n !o a l t o d e u n b r e v i

h r u p t o d e C a m b r ó n * e n W a t e r l o o

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4 — EL E S C Á N D A L O

Joaquín Edwars Bello Nos honramos hoy publicando el magnifico trabajo que cierra el libro admirable que acaba de publicar nuestro i lustre colaborador Joaquín E d w a r s Bello, con el t í tulo de " E l nacionalismo cont inental" . E l ilustre escritor chileno, cuyo talento corre parejas con au independen­cia, trata los problemas americanos con una. justeza y una tan certera visión, que su libro ha de ser consul­tado por cuantos se interesen por las cosas de Amé­rica. Felicitamos al camarada Edwards Bello—camarada, por m i s que no hayamos logrado la satisfacción de es­trechar su mano—por este nuevo libro, en el que su ta­

lento extraordinario luce como sol espléndido

El tren pasa por una aldea y otra aldea, diferentes de las que hemos visto antes. Nos acercamos a algo insólito, algo

i e siente la cercanía de una cosa compacta y es­piritual.

Las aldeas están contagiadas de la aglomeración, cuya fuerza sentimos a medida que el tren avanza. Son aldeas con enhiestas chimeneas como sexos fecundadores del cielo. Los obreros tienen un aspecto diferente de los obreros de las al­deas que es tamos acostumbrados a ver. Pasa una mujer que lleva el sombrero de una manera rara, como queriendo lucir todo el pelo y toda la frente. Por los caminos que siguen atraídos hacia la aglomeración, van ciclistas, coches, au.tos, su-

í.'iza enorme del imán. Bien delineados en el pa¡-. ios can inos blancos parecen entelas indicadoras,

bacen nía- y más numerosas, se jun-atta masa armónica de menor a mayor, forman • u sus notas de .piedra y ladrillo. Una calle, otra

j '¡i.las. y terrazas, y banderas, y arboleda! trazadas con cuerda. Estamos en Bar-

, I nueva, como un monstruo, nos espera para en-•nécdotas, sus rodad; hay una

... Y hay hrazos de mujeres reservados i con ropa inflada como

'.'. aire.

Poco antes de llegar a Barcelona, vemos un mar rico de iia gelatina. Des-: mar. En nuestra

tierra. . casa la afición por el mar, se emplean, a la mujer gruesa la llama-

,• evitamos un peligro decimos que "capeamos el temporal" . En Barcelona ni se ve el mar ni se habla de ó!.

que algunos catalanes pidan su separación de no han dejado de mirar tierras adentro, es

decir: hacía España? . . .

LOS REPORTAJES El hotel

Como en otros viajes, tomo mi entresuelo del botel Fal­cón, que me ofrece un mirador nada común, entre el casco viejo del puerto iy la Rambla, siempre renovada. Todos los olores y todos los ruidos y aspectos de la ciudad se exhalan frente a mi balcón. Olores calientes y picantes de las calles que estan al frente, por el Arco del Tea t ro ; olores ciudada­nos de la Rambla, de autos y de árboles. Todo mezclado, los olores y los ruidos se exhalan como un himno futurista de la ciudad.

La Rambla, la plazuela vibrante como un órgano, la calle Escudillers, el Pr incip i í Palace y el Lion d 'Or dominados desde mí balcón. Es toy ebrio de curiosidad. Desde aquí veré

Tan poco me interesa la parte Cook o itinerario de Barce­lona, que aún no sé, lo juro, de quién es la estatua frontera del hotel. Cada vez ique llego a Chile pregunto a don Miguel To r t que de quién es la estatua, y me olvido nuevamente.

Lo veo todo, porq1

tornada. Veo todi i celos

11 (|Ul : sorprendan, como un

la fa-

La curiosidad

Casi nadie mira a "la M o ñ o s " en la calle. ¿Qué, se murió la curiosidad en los españoles?

En los escritores notamos esta misma falta de curiosidad. Cada uno vive enrollado -obre si mismo, en su caracol, ha­ciendo su obra que llamaríamos literatura sintética. Algunos escritores hacen literatura a la rusa en España, es decir, es­criben con sangre, como Pío Baroja.

La intelectualidad española se me representa actualmente como un areópago de hipcrsensibles, refinados hasta el ri­dículo, t]ue hablaran con caima a un público cataléptíco, sin reacciones al pinchazo.

I . - profes - ; - de ideal, supercivilizados, son verdaderos Narci-os r¡uc toman actitudes lindas ante un espejo.

A la =ai:da de la clase •':•?. estos .profesores, los alumnos, se dan '•:tetadas como cafres, echan piropos obscenos y pro-iniii tal escándalo, que la gente cierra las puerta cuando pa-

Pero ¿qué punto de contacto existe entre esos profesores y la juventud?

" L a Moños no logra mayores reacciones con su dolor y sus espejuelos que los pensadores con sus fililíes mentales como sesos a la mantequilla negra.

Id abuso de sensaciones ha traído la insensibilidad, pero tras ella, se adivinan las fuerzas recogidas. España está ha­ciendo economías de fuerzas. La faz de insensibilidad espiri­tual, corresponde a un cuerpo de inmenso vigor material. El español, desprendido de sus lares, despojado .le! recuerda his­tórico que pesa como plomo, es capaz de un esfuerzo sal-

En cuanto a mi. esta insensibilidad, este poder de resis­tencia de! pueblo españoi, me atrae como un abismo.

EL AMERICAN JOAQUÍN

SENSACIONALES OÏN BARCELONA

ED RDS BELLO

La noche

Alguna noche despierto en mi cama por esos pitazos de au­tomóviles que parecen aves de asesinados en nuestros sueños, y, medio sonámbulo, me asomo al balcón y veo la ciudad que hierve, que vibra con una faz desconocida. La Rambla está l lena .de mujerzuelas, de rufianes, de señores ricos, de comer­ciantes, viajeros, de mendigos, de suplementeros, de floristas, de juerguistas.

Comprendo que se a íerr rará en mis recuerdos esta visión de Barcelona nocturna.

vesías de judíos, con sus encrucijadas, sus tabernas de ladro­nes, sus catedrales de encaje como viejos sombreros del ca­serío, sus grandes avenidas de millonarios, sus palacios en cuyas gradas duermen los vagabundos y su Rambla canora don­de las tabernas no cierran ni de día ni de noche.

A veces, alguna mañana, veo pasar a "la mosa " M o ñ o s " , loca de las calles de Barcelona. Pasa con su andar sacudido de juguete mecánico. La loca, sale cada ma­ñana con sus trajes marchi tos de "var ie tés" que le regalan por compasión. Parece una cupletista que se cayó al agua. Es fea, vieja, seca, con nariz de gancho y la cabeza como apoltllada. Es la suicida pescada con grúa del mar, una caricatura del dolor y del ar te .

Ya ni la mira el público, y ella sale cada mañana con el traje diferente, como nosotros salimos cada dia con la cróni­ca diferente en idénticas humanas sanidades.

Dicen que "la M o ñ o s " se volvió loca porque le robaron un hijo. ; A h ! " L a M o ñ o s " es mujer. "La Moños" fue madre. y su mente naufragó en el dolor del hijo perdido. Por eso tiene ese aspecto de ahogada. ¡Quién sabe qué infinitas revo­luciones nerviosas produce la maternidad en el cerebro de las mujeres I En esta loca, por la pérdida del hijo, toda la acti­vidad se ha refugiado en las piernas. Y anda, y anda y co­rre media Barcelona cada mañana en una fuga vertiginosa que no lleva a ninguna parte. Y vuelta a empezar, como nos­otros los cuerdos.

La "Moños" paseando p»f 'as calles de Barcelona

Las calles

A los pies de las escaleras se ven mujeres sentadas. La calle es el vestíbulo de las cas» , pobres. La el.iouille-gritona, saltona, juega en los adoquines lustrosos, como

.tados con aceite. En la calle angosta no pasa un auto y parece que las ca-

s de ambos lados se juntaran en el cielo. Suelen verse en ,os balcones papeles cuadrados que anuncian habitaciones por alquilar. Y dentro habrá chiquillas que nos reservan sus son-

• as Chiquillas con la cara clorótica de Raquel Meller. Una mujer lava k cara de su criatura en el agua de la

• ate. con actitudes tan naturales, como una gata que lamiera a su prole en el nidal.

Muchas mujeres van a sacar agua de las fuentes como

Susana, con la jarra en las caderas o en la cabeza.

Los pajaritos

En los árboles de la Rambla, viven miles de pajaritos. A las, seis en punto, empiezan a cantar con un gran ruido

legre muy especial, como de carroza con cascabeles- Una arroza de las nubes con cascabeles de plata.

A las siete, .paran de cantar y vuelven a las cuatro en pun-O en su carroza de arreboles.

Los pajarillos arriba, y los hombres abajo. Tal es la Ram-eternas actividades.

Si yo fuera de Barcelona, creo que ese cantar de pajarí-js me estremecería hasta la medula de! recuerdo.

Catalanes viejos, enriquecidos en l a Argent ina , vuelven a Rambla y lloran silenciosamente escuchando cómo viene y

«no se va la carroza de los pajaritos. Cuando partí del Hotel Falcón sentí una nostalgia nueva,

cordé la Rambla eterna, sonora como órgano, con su gente tus pajaritos.

] • ' . : ,

El ascensor del Círculo

Barcelona tiene círculos suntuosos. El Ecuestre constru­ye un palacio soberbio. Pero el Liceo es, sin duda, el más ca­talán. Hace pocos días fui invitado a almorzar en el Liceo, y a' subir en el ascensor, el amigo, chileno, me dijo:

— ; Q u é estilo es és te : El ascensor del circulo pareen una pequeña catedral, con

un techo tachonado de espejilos redondos, cuadrados, trian­gulares. Recuerda la catedral dr la Sagrada Familia y el Par­que Güell. Es catalán, es bii-u catalán. Parece lieclho por el genial Gaudí, que tenía mucho de " M u í " y una imaginación de Gustavo Doré .

—Pero ¡qué est:lo es éste? Llegando al comedor yo iba pensando que el B

Liceo tiene estilo Eugenio D 'Ors .

EL E S C Á N D A L O — |

r e t " de la muer te , cafés de camareras, salas de entretenimien­to de toda clase y exhibiciones grotescas. Las paredes mues­tran anuncios de teatros, de circos, de monst ruos , de fenóme­nos, de rifas. H a y teatro de Vodevil catalán, y los domingos se extienden por esas veredas los escaparates de los libreros de lance. El paralelo es una feria permanente,

No cabe duda que Barcelona es una de las bocas por don­de España ha mamado a Europa ; la otra boca es San Sebas­tián.

Desde -que uno llega a Barcelona nota la influencia euro­pea. Por la mañana nos sirven el desayuno con "croissant" .

El " caba re t " es el orgul lo de Barcelona, y el " caba re t " es una cosa enteramente parisiense. No hay nada más difícil que hacer un "cabare t" , ponqué se puede imitar todo, menos el entusiasmo y el carácter.

El "cabare t " español tiene mucho de "Kinderga r t en" , co­m o que es un establecimiento aprendiz de "cabare t" . Las pa­rroquianas, de origen proletario, son pagadas para que se sienten, bailen, conversen y se rían. A la salida las esperan sus respectivas madres. La española no ,ha podido d e p r e n d e r ­se de su madre ni en el "cabare t" . Es to es muy hermoso, pero quita todo encanto al asunto.

La "coco t te" de Paris rompe todo vinculo con el hogar cuando se lanza. La española nunca.

Por eso e! "cabare t " español tiene algo de familiar, de ma­ternal, un ambiente de colegio. A las siete llegan la- parro-quianas, se marcháTl a las nueve a comer en casita y regre­san a las once en punto con la madre. A veces, durante una cena suculenta, .envuelven un bisté o frutas en el periódico, para la mamá. Otras veces señalan al camarero ana gorda que observa, repantigada en una silla, .por allá 11:jos, y le mandan un filete con papas.

Sería una imprudencia comparar la actitud de la españo­la, que conserva el amor materno en el "cabaret" , y de la francesa que, al lanzarse, rompe el vinculo.

Barcelona tiene el charlatán, el mercader ambulante como vimos en Lisboa subyugando al público humilde. El charla­tán es el l i terato de los analfabetos. También •-, •, anidoso y, manejando las palabras como juglar, se hace una aureola mo-

Quién no vio a estos vagabundos no conoce ci poder de las palabras. Las niñas se quedan boquiabiertas; .a- mat ronas tienen tema para toda la noche.

En Lisboa vi a un charlatán que mostraba una colección de repulsivas mariposas, unos callos arrancados por su sis­tema, enclavados dentro de una vitrina.

Cada callo tenia una tarjeta de visita con el nombre de la persona operada. En uno de los mayores decía:

Callo extraído al Comendador don Sebastiao Alb.n Urna di l i l i l í F r o t a s , ex Par del Reino.

—¡Ah!—exclamaba. Aínda nao fallé d'isso—, También curo

El Paralelo y el "cabaret"

El Paralelo es el Montmar t r e catalán, un poquito "Co-arniü". Nunca decae la animación del Paralelo. H a y "caba-

La buena gente compra, cae en la hilaza de palabras como la mosca en Ja tela de la araña. Existe en España una gran masa popular muy crédula. Todos ios día* leemoh en los pe-n.'.il'i •.-. nuevos caso* ' i ' ' burdo timo ^ las misas o del en­tierro. Es gente sin malicia, como los iprimeros cristianos.

Posiblemente de esa masa popular saldrá la renovación verdadera.

Cuando paso por las callejuelas de Barcelona me toman por extranjero. A veces oigo una reflexión en catalán, muy benévola para mí. Sólo una vez me tomaron por un " p a g é s "

J O A Q U Í N E D W A R D S B E L L O .

El barr io bajo, un naipe.

Mercaderi. - di lies. Las puertas

; de la Rambla.

de calor, de de humedad, de

Tienen caras de buenas y sufridas las mujeres .pobres. [Acuérdese del ciego que ™ t° pu^dc ganar!—grita de re­

pente un mendigo incrustado en la muralla de la esquina. Una mujer morena, casi negra como Xuestra Señora de

Montserrat , da de mamar a su niño con una calma infinita. La leche es sedante. Cuando ha terminado la mujer y se abro­cha el jubón, el niño duerme y ella tiene una cara de santa. El niño es un Tesas.

La revolución francesa no respetó mas que una clase de enemigo- : la mujer encinta o la mujer criando.

Comprendo que no podré olvidar esta Barcelona con tra-

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- E L E S C Á N D A L O

E C O S E I N D I S C R E C I O N E S COSAS RARAS

i rubia pro-. ha Hada este

las mujeres y hasta ano francés.

• • . • • 11' se debe •..n los cuales ha revelado a los

OS más r¡:¡: - - n ' r , -

con un m:n ..• • con madre-• alegantes de la enví-.

•;... de plumas

que, una v*z en • I de punto cua lianov la seño­rita Rayos ' •-miente igua: • •

I h,.:,;;,• de UreilKillid d'Art- llu fcja-íumbre de ser una

• Deaui Ule, Sos cabellos .. mu.la masculina,

o en .el t-asino con un

• ' • • . • - • • • • '

[a des!

: • . . • •

• : •

-

. de ser verdadi i

Cuand

i ; i- • luili,i rn.i

:,. Un iba i- ir !•• anos en raba a abandonar su guardia.

. eonsiguien-irrtí la cual la Liga,

pacífica, por lo menos que el perro

A l n . r

• •

.ilim tos discutieron giran de-! la

•ado un folleto,

Pero hay TIL' n •

• : llevada ahora a San PetersbuTgo por un borti a, y que está

• .

Produce ¡e esta

i iye exactamente tesen-••••11,11,,; es

roja, y 'I'•••:• : jazmín. Las mujei ••• ean ;-,¡a poética Hor, como

las campesinas di « t ro país • • • • •

La "floi fugaz le IU i •

tre ¡as damas peteraburguesas,

Los Ctó • • •

;,--,|:ii M... c 11 uní' ote, 11 adelanto, ya que ia ímnhi ion del de Pekín) data nada menos que de la dinastía • :• ••• l •••••• (Siglos V i l y VI II

i turante muí hos siglos fué el "K ng Pao" el

• •

EL FRACASO DE LA GALANTERÍA

. hombre • di ahora, en su arritmia, npro. Pero lo interesante sería

: • • ' •

• •

• • •

• • inga j seré . ampí i'n-

l'u emba • Hora Veber n tii m • •

brero en mano, el paso a la carroza de une notorii • . • • , .

itairs a • Te,

En Londres | en Ñutirá York, países supere i vi! irados, a

,.,;,... . N o ¡ que

llera. M. i ..i-ii·ii Derj s hi

, n [8oo. Se titula "El An.ti-Titus, o Critica de [a moda de los

para las mujeres". "La CDOda actual—decía el autor—es contraria a la Na­

turaleza, y las mujeres se desfiguran privíttdose de una belle-K >• propia de su sexo. Si es cómoda

buscan, que se hagan afeitar la cabeza: eso será ma-. cómodo todavía. Una hermosa cabellera es la companera inseparable de la delicadeza .de las formas, de la dulzura de las facciones, de esa interesante debilidad que tiene tantos atraa

¿Influyó algo en el destierro de la moda de i8og la cati-

tivos porque ellas no si dejarían ejcpuJaar, pero ia vieja ga-i .. \ ( i se Hi va. No si res La

Mimbres, la literatura, la mod i, la mee; l.i galantería,

• : ustedi • aiqaell i leti i ia ría ón de Ana tole as til mpos 111 r

i y t i empleado de Banca., en la mienti as la i a lad se conmon ia cutre ruidos

d i nf ••• y negocios agotaba a todos los hombres? AHÍ nadie hablaba de amor. La mujer, como el hora • • toi líos eO la màquina del

; i íoluptnosidad bahía huido cotí espanto, I [asta que la p. • ' izas*...

Pero aquello no hi llegado aun, Las rustieres sirven toda vía para el amor, pero ¡«usen c* capaz de un gesto galante cuando se ve uno rodeado de una muchedumbre 'presurosa, que no va a reparar en nosotros ni a premiar el rasgo caba-

i la sonrisa de la simpatia? ¡'Quién es capaz de hacer el Cvrano con una mujer que boxea, que se afeita en La peluquería • tjue usa Chaemetas sin trabilla? ¡Quién arriefl ga una reprimenda del guardia de Qa porra por interrupción

Nada, Nada. Hay que inventar una galantería de rasca-n.'i-!,a del joven y brElIaavte autor de "Las mu-

• icuesta".

OFENSAS A NAKEN'S Si el gran periodista tuviera hoy los ánimos de otros tieni

pos, menuda cui'bestida le imperaba a ese pigmeo que acaba de .: | . l - t« '

cumentado en • u .••!• a los I.- ¡d( rada en la forma.

En "El Noticiero Granadino" aparecía no ha mucho un artículo de ciertí sefioi a quien no nombramos • i guiar asi el intento de escándalo con que <•'•'. pretendía airear su nombre. El se .lijo: "¡Quién es el periodista cuya historia

• -i-i-i.-ii-ii' hacia pur sus enemigos? ¿Na-kensi l'n.- • " Y, en efecto, ha es-

. tinos que habrán hechos reír incluso a 1 ¡ torre ,1c .. ,

Empieza diciendo que va a romper una lanza contra los prejuicios. Luego rc.-iiha que la buza es un hisopo y que e'l

i sacristán; pero por de pronti • cons ropi •• y la Frase, que es nueva,

"b.-a paiie h-ir.'ubi y chillona que tanto perjudiH quierdistas de nuestro país, acaba de proponer la celebración

lakei Ni.. ••• ñor tío sabe usted lo que dice. Quien acaba de proponer ese bomei de la Asociación de ia Prensa de Madrid paca enaltecer a une

•MÍO piense, merece, a juicio de • ti ib un., i isted, que sin duda posi era, • todos

sus correlígio la y de la otra, ¡por : no se entera' de las al lado, de la ...ib-ai ón del alma, ••

. •

I • ted se; refiere, por Isa 1 dé simpatía a NaJcens, apoyada por gente "iletrada i chillona"

• • • : ' . . • •

ibri .pi.- :r a

¡unto al r . Big irdo i en esas reuniones donde se ene

iQué cosas dice esa pluma loca! "Nii cordada." ¡Une noi I

I; anto

• guardia civil. Lo para se recono .

" Nakens tiene i •

todo h mbre bien na-:• do." Nos

l „ Si Nakens, . ' i l e i

:.i -. habría visto • : • .

• te mil duros ofrecido* alturas le llamarían "

ta "él p tae insulta a un hombre de

• '• ro el nejo :h •!.•: prefir ó dormir tranqu lo .1 entras haya

.•!• Ma'.ie. Y quien lo hizo tiene derecho a impí [ir que junto a su nombre nadie

ique aplíqui sí el cU< nto el

para que r¡ ta otra pretende manejar ni el casco con que huella !s«

t i l l a s .

ABRAHAM POLAXC

LA MARAVILI \ LTHTORIAL DEL A Ñ O

J^SÉ D0NO*Y " S H U M "

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iPIIIIMIülllUIIIII IIIIIHIIIIIIIIIMIMMiMIIWIIIIIIIIMIIIIIIMIIllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllWIIIMI lüüiin .liiiiü - .:!•.;

EL T A B L A D O DE ARLEQUÍN Kt t r a to s de "Don J u a n " LA C H E L I T O DESEA A " D O N J U A N " \ fGORi i

. R A D O

—¿Doña

sencilla, con a!rj e«¡o & modosa ama d* casa, dice:

—'Qu

, ductor, .1 " I >'•!• Juan" ,

que, par i mu nto de lo: i e adobar

la rumba.

•—Varno Juan" .

¡Qué edad debe tener "Don Juan"?

L a lidia interlocutora se encoge de hombros.

—La edad—dice—w lo de menos.

Para m gusto ¡"Don J u a n "

: l-;i.h!... A mi me es igual...

¡Grueso o delgado?

E¡ ;•• mismo.

—¡Rubio o MI • •

—;l\d,. . . !

la Che l ' udente, evita toda decla-

.:,!•...; s ;i'-i pía toda: la • rto se le

llama en politka " i »octrii ' Jus to Me lio"

¡Verdad,

11,, todos modos, de la popular cuple-

. ductor ciertas i ua!

"Don Juan"—con

ojos—fm ! •' boca

• ;<• lior.ro-

líe rasu-

.i- ::rado?

$¡p s ¡ . ¡ .. el bigote... . :,, .;: claro, no • omprendi n.. Pi ro...

. ,,,. lestan mucho.

• loa J u a n " : que sea

millonario.

,. principa].

-^U,, ] ; ( J . uál es .la más necesaria

• i "' I i:,i! IÜ . I I ' " ; ¡Cuál que más suges­

tiona ., •• bondad? ¡E l ralor? ¡El ta

i La gracia?.. .

El

—¡Y qué vicio es el menos conveniente para un seduc­

tor, (-: "in más n i hachas?

—La '•••• •

Des reres hago preguntas >̂ •!.-:> ia táctica que debe usar

preceptúa:

resueltamente.. . ¡Nada de ¡nsi-

• Buspirosl... ¡De pronto!

—¡Hay :i:. ii en que el ataque tenga espe-

• buidades ilc éxito?

—N"o. Tod En cambio, ia* épocas del afio

no deben serle indiferentes al seductor: cuando Jas mujeres

bles es en ¡a primavera,

—V, ¿en .. rar " D o n J u a n " ? ¡ E n

mi jardín? ¡En un salón? ¿En una reja?

I I, ice i: i- ademán evasivo. Pero yo insisto:

- -S í . Suponga ii-ted que "Don J u a n " se le fuera a de­

que si ti, ¿ preferiría usted que '.o hkterai

—¡Ahí En un aeroplano.

— ¡ É n un aeroplano? Y. ¡con qwí objeto!

.-.(li. .: .ii:, mirando al suelo, responde dulcemente:

—Con objeto de no poder huir.

V03 a Ji 'spedirme; pero, repasando las noclas que be ido

tomandi , ech de ver que el retrato de "Don J n a n " que

llevo acaso no esté basl ! claro, bastante preciso. Entonces

digo a Chelito:

—¡Podría usted resumir lo que me ha dicho sobre "Don

Juan" ; decir de una manera breve y concreta cómo es, para

usted, el "Don Juan" ideal?

Els menús més deliciosos són els del restaurant

Grill-Room Calé - Bar - Restaurant

—A mi déme usted un " D o

o parné

ocluye: ... "na" .: ii • l ieí.

V. S Á N C H E Z i i

COCKTAILS la isla de Luzon h., -ido sacudida

¡..Ni que

t í

El seño: 1 en el Cir-

tras cosas, de

I ion Juan b isea de tres

pies para un banco,

U

Hombre, n - tanli ; ni qu . ia fiera.

rcado cuatroi I ..1 • m

: .1 Habana •

a "En ¡i" pue-1 Ü cidado un

MUY

A n g e

PRONTO a obra del fuerte novelista

M a r s à la mejor y más valiente del joven maestro, titulada

El Peso d Novela de amo

e la Carroña de pecado y de muerte.

Prólogo do ÁNGEL SAMBLANCAT

Un tomo de más de doscientas páginas, TRES pesetas

I II,i

a De "La , " En Va m

tt

De "El Día de Pi •

" El Ducí " d ce . olenta."

n

• los Estarlos 1 nnb,- elecciones ge­nerales.

A juig •

Lo '1 • iin.li:ui]i hacia el a

Si llegan a alcanzar el

.• para eso: para 11 •

n D< " La Libertad" de Madrid:

"Un mil

¡ Q u e habría .

a

De "La ,

ti llana abandi oen , : empleo de los ¡tinumi

Lo qui

turnar."

a

¡ue era lo que buscaban, no •

• • nada los querían.

ti

En Bomba • • ¡ bebe clavos,

iii:,,| di. y ácido prúsico",

¡Vaya una ensalada I Eso es un pisto manchego y... unas

...aderas.

II

ada anterior­

mente i i- '••' " f : i Madrid.

no podamos decir -•• nos gusta o no nos gusta

.-.., de uiw 110 la conocemos aun,

liste, inundo ia conozcamos, podemos

• •• lleva -r 1; título en español.

. .,, que otro estaba "Aior fn" a no colocar en la

• • --i 11 j ero.

h , "El País Vasco", le San Sebastià

• • • i ' . •

!a M í "

I le "" El 1 bmerc io" <!e Gijón:

"' 1.11 qu

¿Y puede

De "El I

itócia va a causar sensación ai|uí.

¡1 les que no emplean ni dos inimi-l aiui irl

Di : "Diario de Almer

i Y los que -1 iran'

En el leatro Apolo se descubr 6 m .

M. lo FontdevHa. Nos parecí muy bien. Nuestro .un go merece eso y mucho 1 Y lo merece por "La dona verge" ¡Y por "El Liberal"!

r cierto qu* en presencia de Fontdevila, no vimos

JS autores que se creen ¡pobrecitos!, los duei

- del Paralelo.

Lo que puede la envidia I, , • ••• mos cierta

le que le aplaudieron en ausencia.

Cómo no? Se guardarían mucho de lo contrario.

contrario, sería patalear clandestinamente contra un

ue hace muchos años Paralelo.

UH-h

Lo

Continúa con éxito crecinete la venta del último libro de Ángel Samblancat

La casa pálida La última producción del v igo roso escr i to r no debe

dejar de leerla n ingún espí r i tu l ibera! .

Prado: TRES patetas

Antonio López, Impresor : ; Olmo, 8, Barcelona

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REDACCIÓN

Y ADMINISTRACIÓN

Calle del Olmo, 8

Anécdotas Shakespirianas Coi; motivo de una Exposición actualmente abierta al pú-

liciones de obras de Shakespeare y

obras sobre el célebre dramaturgo inglés, esta personalidad

,:.lire el tapete", como vulgarmente se dice, pues la

critica no perdona ocasión para insistir en el estudio de aquel

j i t raordinarb en todos sus aspectos y derivaciones.

ción figura un ejemplar de las "Come-

y Tragedias de Mr. William Shakespeare",

cuya portada y retrato del autor, fotograbados, hain circulado

usa europea como "ei primer ejemplar de las

obras de Shakespeare impreso en Londres en 1623, y ase­

gurado en tres millones de francos".

Tal afirmación es rotundamente falsa; y asombra que la

•. prensa europea la baya reproducido en sus colum­

nas con ligereza inconcebible, Cuando tan fácil es su com-

El libro eti cuestión estará asegurado en los millones que

sean; no lo discutimos, Pero que sea el primer ejemplar im-

Efcarse. Y la prue­

ba esta rafe puesto al pie del grabado, donde

meso en Londres en 16.23".

i.ni es "el primer infolio" de las

obras del gran dramaturgo, publicado por los actores Juan

que Fueron 'le

•• y Tra­

j e a r e , publicadas con arre­

ar Isaac

JaggarJ tenía el carácter

. ' . - i d o el

•; o y dejar al mundo literario un

con el carácter de la obra

i expurgo de ori­

ginales, ellos que conocieron como nadie los auOestia

• •

i'uras completas", pues 'había fallecido el

" H a m i e t " .

Y tanto es asi, que mucho antes de 1623. y en vida de Sha-

re, se habían impreso y reimpreso ya en el tamaño

corriente de ' ' in-quar to" la mayoría de los dramas

en 1597 el primero, "Ricardo I I " , y en i o n el

"; y entre estas dos fechas todos los demás.

•:I.,I-I.."'. anteriores a 1623,

• h MuseLim y The Bodhian

. . publicados en 1630 y 1631 ( " O t t e -

11o" y " L a doma de la T a r a s c a " ) .

Y ¡en cuantos millones de francos estarán asegurados

estos verdaderos primeros ejemplares de las obras de Sha-

na, (•: retrato q w se publicó en

el "infolio" de 1623, el único original de Shakespeare.

por Mart in Droesnout, y su semejanza

debió ser grande, pues Ben jonson, en los versos con que

tomen to m el mismo "in folio" dicho retrato, afirma que

"el artista luchó con la Naturaleza para superar a la propia

ifida". Dicho retrato debió preceder en poco tiempo a la

muerte del poeta, pues representa un hombre sano, en la

plenitud de la vida, aunque muy acentuada su

el bigote y barba r a t « • ••ptibles a pesar de su

Érente serena y ojn> tran-iu;

tadores dicen que han contemplado y observado medio siglo

de vida, Shakespeare murió a los 52 años.

• le otro retrato que se confunde con éste por

el parecido extraordinat •• entre .un1 '"-, en ei cual el poeta

aparece mucho más joven, sin bigote ni barba, ojos un poco

•••--. >• con la notable particularidad de vestir igual

adornos, pero el enorme cuello diferente.

Este retrato es original de Fel ton, y una exacta reproduc-

. grabada por Trotter , va al Érente '!>• una hermosa

edición en infilés de "Ot te l lo" , que poseemos. Representa

de 30 años, y debió hacerse en plena gloria del

A los trece años de residir en Londres Shakespeare, su

fama era extraordinaria, y al editar su primera obra "Ricar­

do 11". a los 33 aSoa, su nombre era tai ique se le con­

sideró como el primer dramaturgo de Inglaterra.

De esta época, por el aspeen, del retrajo, procede el de

la citada edición de "ütteLlo", de 1597 a IÓQO, seguramente.

• .ü: de vestir en ambos retratos el mismo

traje, obedecía a qw '' " ; trajes de gala

• In i m i s que uno de

• < :na Isabel, al

ingleses, y lo

había de hacer

Shakespeare triunEó muy pronto como autor; realizó una

cuantiosa fortuna—como lo prueba el inventario de sus bienes

y su testamento—<y se retiró muy pronto del teatro como

actor y como autor. Consta que en 1603 representó el "Seya-

no" , de Beu-Jonson, y se sospecha que poco después se retiró

de la escena.

Sólo trabajó como actor en la compañía propietairia de

los dos teatros de " B l a k - F r k i s " y de " T h e Sk>be", el cuail

• 1 su frontis esta irónica inscripción:

"To tus mundus agit bistr ionem." (Todo el mundo es

comediante.) Y que no fué una eminencia lo dice el hecho

de desempeñar .siempre en las compañías papeles secundarios,

distinguiéndose sólo representando el papel de la "Sombra

de Hamle t " , según Rowe, el dramaturgo inglés.

Shakespeare era hijo de un carnicero de Stratford, al

que procuró ennoblecer el poeta cuando fué célebre y rico,

obteniendo la concesión de armas en 1596 "por los servicios

que los bisabuelos del carnicero Juan Shakespeare prestaron

ai rey Enrique VI I "—sin constar cuáles fueron estos ser­

vicios—. Y las armas no sólo las usó el poeta, sino su luja

mayor Susana, nacida per cierto de A-na Hataway, algún

t iempo antes de casarse con Shakespeare.

Las armas consistían en un águila blandiendo una lanza

("Sha-ke": blandir; " spea r" : l an ía ) , y la leyenda: " N o n sana

I poeta desde entonces añadió a su apellido el

pomposo adjetivo " caballero".

El Enturo dramaturgo se sentia noble ya desde niño, pues

siendo aprendiz de su padre, "cuando mataba una ternera,

:.> inicia i'"i¡ Lira'i solemnidad y pronunciando un discurso". 1 /. de carnicero huyó a Londres, perseguido por

sir T o m i s Lucy, a quien robo unos ciervos que sacrificó

en la carnicería de su padre. Cuaiwlo repetidas , •

prender y azotar sir Tomás Lucy por sus robos de cone­

jos y ciervos Shakespeare no blandió la lanza de su ape­

llido, sino su pluma, y escribió una grosera sátira contra el

anciano expoliado, y escapando a Londres, donde ejerció muy

bajos e innumerables oficios, entre ellos el de. guardador de

caballos de los caballeros que asistían al teatro del Globo,

que había de ser la cuna de la gloria del poeta.

Shakespeare, en sus anuales viajes de Londres a Strat­

ford, solía parar en el mesón de " L a Corona", en Oxon. La

huéspeda era mujer de extraordinaria belleza y grandes atrac­

tivos; su marido hombre grave y melaneódieo y el poeta, inge­

nioso, apuesto y enamoradizo (consta en los sonetos a SUS

amantes ) . La3 crónicas inglesas quieren que un hijo de la

i n a lo fuera del poeta, que oficialmente era su

padrino; y se refiere que estando el ohico en la escuela, al

tena) noticia de la llegada de Shakespeare al mesón, se esca­

paba del aula diciendo:

—¡Voy a ver a mi padrc-en-Dios (padrino) S

Y un viejo que le oyó, le replicó:

—¡'Buen chico 1 Pero ten cuidado de no tomar el santo

nombre de Dios en vano.

Shakespeare oyó al salir del teatro que a su amigo el

autor Burtlidge le daba una cita una dama en su casa, dicién-

dole i¡ue al llegar se anunciase como "Ricardo I I I " , papel

que desempeñaba en la obra de Shakespeare. Este se anti­

cipé a a cita, y cuando su compañero llegó, hizo que un

criado le dijera que "Guillermo el Conquistador había sido

antes que Ricardo I I I " .

Shakespeare se llamaba Guillermo.

B. M O R A L E S SAN M A R T I N

El pobrccillo desterrado

El ex kronprinz y el divino Aconsejado por sus amigos que Consultara a un adivino ni

ex kronprinz alemán, que reside actualmente en Locar no,

llamó a un decidor de la huena ventura a Villa Ruccahclla,

en donde habita.

El adivino, después de examinar las líneas de su mano

derecha, le manifesti', ipic „erá proclamado Emperador por

el partido nacionalista alemán; pero (gat antes de que ascienda

a' trono tendrá que pasar poc un periodo de largas nego­

ciaciones.

COSAS DE ALQUILER Esos automóviles que circulan por las ciudades con la

cifra o'ao en las ventanillas, nos hacen pensar, mientras pa­

san, en al filosofía del alquiler. Alguien, quizá, juzgue im-

pertieueutes estos guarismos en tinta roja, pero ellos nos hallan

de un alquiler sin hipocresías. El que va dentro no engaña

a nadie; porque hay coches que pareoen del que va dentro y

son también alquilados, y otros, en cambio, que tienen un pro­

pietario y parecen de alquiler. Haiy que saber hallar la fiso­

nomía de las cosas de propiedad individual, N o es tan fácil

como parece el ser propietario. Y, por esto, mucha

sulla cómodo alquilar las cosas. En ¡os alquilen

responsabilidad. U n coche alquilado puede ser de cualquier

marca y de cualquier forma, y, en cambio, ¿habéis pensado

alguna vez en la responsabilidad que se contrae [levando una

corbata? Y es que no hay costumbre, 110 sé por qué, de

alquilar corbatas.

Es ta misma responsabilidad la tiene el que vive en casa propia. En las casa'S alquiladas todo es disculpable. ¿Quién ha elevado a una fórmula estética el cuarto de una fonda? Sola­mente las cosas con propietario tienen una fisonomía: la de su dueño. Y, de tal modo, que podríamos juzgar a los hom­bres por las cosas que poseen. N o es tan fácil con alquilar, y la ciencia do vender es mucho más con la que necesita para vivir un cochero de punto.

El escaparate de una tienda suele ser más

que un tratado de psicología. ¿ P o r qué se fabricarán ciertos

objetos? Simplemente porque aún no se ha creado una sola

cosa que no tenga un comprador posible. ¡En 1.

un objeto intervienen tantos factores. . . '

es que el comprador , cuando compra un objeto para si, se

entrega a él por entero, y no para hasta ¡nfuud

En la tienda podrán existir dos bastones ¡guales,

pero en la bastonera del círculo no. Todas las cosas nues-

Ubffenos desde lejos, y sabemos hallar en una apa­

rente identidad muy profunda diferencia. Los gabanea en las

perchas toman las posturas predilectas de sus dueños, y tam­

bién los sillones, tan dóc iks para recibir las huellas de la me­

dí: la fatiga y del sueño."

Muchos piensan, y hasta han elevado estas ideas a una

categoria política, que todo debe ser de todos, Estos no

saben del encanto de las cosas nuestras, y sólo asi pueden

• iliïs de la teoría del alquiler. El hombí

jeciendo, rodeado de las pequeñas cosas de que es propie­

tario, y la vida pasa sobre ellas igual que las aguas trans­

parentes de un río sobre las piedras. Dándolas forma minuto

a minuto, Este es, sin duda, el encanto de las cosas viejas,

inmovilizadas en un instante misterioso, cuando murió su

dueño. Y cuando regresamos, después de much..

objetos de nuestra casa nos devuelven a un ¡;:

nuestra memoria no guarda apenas recuerdo.

En la vida moderna, sin embargo, se impone el alquiler,

Necesitamos muchas y muy distintas cosas, y no tenemos

dinero para comprarlas. Casas de alquiler, comidas de res­

taurant, " tax is" y basta trajes para una so'.a nochi

ductos m i s necesarios se fabrican por serie, y todo en la

vida de la ciudad se nos ofrece uniformado. El símbolo de la

vida moderna puede ser este automóvil que tien* pintado en la

la este número representativo: o'40.

F R A N C I S C O D E C O S S I O

¿Cómo es posible...? El gran duque de Sajonia,

• :i frecui n¡ .a una manera de expresarse.

. guarda cuya cara le parecía t

— ; E s usted hermano de Schmidt, mi jefe de.policía?—le

preguntó el duque.

—Soy el propio jefe de policía Schmidt—contestó.

Ot ra vez el gran duque aguardaba la llegada de un tren

en una estación pequeña de su diminuto reino, y acercándose

¡1 ríos niñas que estaban jugando cu i ' i'.n.lóu. Íes p reguntó :

—¿Quién es vuestro padre?

— E : jefe de es t* on

— ¡ Q u é edad tenéis?

—Yo tengo cinco años y mi hermana cuatro.

—jCómn • • ':> Ünea no se ha abierto más

que hace tres años?