scarlett o' phelan godoy- una rebelión abortada. lima 1750 - la conspiración de los indios olleros...

Upload: juan-jose-velasquez-arango

Post on 03-Apr-2018

225 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    1/26

    7

    Una rebelin abortadaLima 1750: La conspiracin

    de los indios olleros de Huarochir.*

    SCARLETT OPHELAN GODOY

    Academia Nacional de la Historia - Peru

    RESUMO En 1750 se descubri en Lima una conspiracin que trama-ban los indios olleros de Huarochir que residan en la capital del virreina-to del Per. Las circunstancias para convocar a una rebelin eran favo-rables en la medida que Lima haba quedado devastada luego del terre-moto de 1746 del que todava no se recuperaba y, adems, por esasfechas el clrigo mestizo fray Calixto Tpac Inca habia llevado personal-mente al Rey de Espaa un memorial en que se quejaba que a los indiosnobles y mestizos no se les daba acceso ni a los monasterios ni a lasuniversidades. La rebelin no prosper en Lima pero estall en la vecinaprovincia de Huarochir. Aunque se baraj la posibilidad de construiruna alianza entre indios y negros, esta se vi limitada debido a que losindios nobles (caciques y principales) estaban en condiciones de teneresclavos negros como signo de estatus social y ello abra una brechaentre ambos grupos tnicos como para poder tejer una colaboracinsubversiva.

    ABSTRACT In 1750 a conspiracy organized by the Indian potters fromHuarochiri that had taken residence at the capital of the Viceroyalty of

    VARIA HISTORIA, Belo Horizonte, n 24, Jan/01, p.7-32

    * El presente artculo est basado en una charla dictada en el ciclo de conferencias Lima en sus Artes yTradiciones, llevado a cabo en el Museo Nacional de la Cultura Peruana los das 27 y 28 de Enero del 2000.Agradezco a la directora del Museo, Prof. Sara Acevedo, por haberme dado la oportunidad de repensar yreplantear ste tema. Tambin quiero expresar mi gratitud a Susy Snchez, por su colaboracin como asisten-te de investigacin. El plano que acompaa el trabajo ha sido elaborado por rsula Ludowieg, a quien hagoextensivo mi agradecimiento.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    2/26

    8

    Peru was disclosed. The circumstances to invoke a rebellion were favo-

    rable taking into account that Lima was devastated after the 1746 earth-quake from which it had not yet recovered. Moreover, by that time FrayCalixto Tpac Inca, a mestizo clergyman, had personally taken to theKing of Spain a memorial were it complained that noble Indians and mes-tizos were not given access to the monasteries or the universities. Therebellion did not materialized in Lima, but it broke out at the neighboringprovince of Huarochir. Some of the leaders considered the possibility ofbuilding an alliance between Indians and Blacks, but this option wasimpractical because noble Indians (caciques and principals) were in theposition to have black slaves in order to reinforce their status and thatfact opened a gap between both ethnic groups preventing a subversive

    collaboration.

    En la gran ciudad de Lima,Corte del peruano reyno,Y es tambin por ser de Reyes,Corona del universo.

    En el ao de cincuenta,Dominando ste hemisferio,Un prncipe que era Manso,Sin desdoro de lo recto.

    Maquinaban unos indios,Sublevarse cuyo empeo,Fue de aqul monstruo que quiso,Levantarse con el cielo.

    Relacin y Verdadero RomanceSobre la sublevacin de la ciudad de Lima

    Lima a mediados del siglo XVIII.

    La capital del virreinato del Per era, en 1750, una ciudad en estadode emergencia. Haba sido devastada por el sismo de 1746, atacadapor las epidemias de tabardillo y viruelas que siguieron a ste desastrenatural pero, sobre todo, se encontraba desprotegida y sujeta a irregula-ridades en su abastecimiento. Esta vulnerabilidad no le pas desaperci-bida a los sectores populares, quienes advirtieron tempranamente la fra-gilidad poltica y militar por la que atravesaba el principal centro de po-

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    3/26

    9

    der del virreinato. Alberto Flores Galindo seala que ante tanta calami-

    dad se temi se produjera un alzamiento de esclavos negros.1 Pero, entodo caso, los hechos demuestran que los que estaban complotando yurdiendo un levantamiento eran los indios, numricamente inferiores, perocon mayores recursos para instrumentalizar una insurreccin.

    Pero vayamos por partes. Un ao antes de que ocurriera el movimi-ento ssmico, para ser exactos el 12 de Julio de 1745, arribaba a Lima encalidad de virrey del Per, Don Jos Antonio Manso de Velasco. Nacidoen Logroo, se haba desempeado como gobernador de Chile y, den-tro de su carrera militar, haba alcanzado el grado de Teniente General. 2

    No obstante, meses antes de producirse el catastrfico terremoto, el nuevovirrey se quejaba del lamentable estado en que haba encontrado las

    Cajas Reales. Evidentemente, esta penosa situacin fiscal debi agra-varse luego de ocurrido el sismo.3

    Eso quiere decir que Lima ya mostraba sntomas de cierta debilidadeconmica cuando el 28 de octubre de 1746, a las diez y media de lanoche, la ciudad fue sorprendida por un violento movimiento telrico.Una opinin compartida por quienes observaron el evento fue que, alproducirse el sismo durante la noche, el desconcierto y caos que provo-c, tuvo un mayor impacto sobre la alarmada poblacin limea. Slo alda siguiente se pudo apreciar el grado de destruccin en que habaquedado la ciudad. Las descripciones de los testigos oculares nos ha-blan de una Lima en ruinas, donde de las tres mil casas que estabandentro de las murallas, apenas veinte se mantuvieron en pie. Las torres

    de las iglesias se haban desplomado y el Palacio Real se encontrabainhabitable. El virrey haba tenido que buscar refugio en una barraca detablas y lonas.4 Lima, la capital del Per, se encontraba en estado cati-co y totalmente desguarnecida.

    La destruccin y desolacin en que qued el puerto del Callao fuetambin tema de conmiseraciones. Sin ir ms lejos, los viajeros JorgeJuan y Antonio de Ulloa hicieron referencia en sus Noticias Secretas, alos formidables efectos del terremoto sobrevenido all en el mes de Oc-tubre de 1746, con la total ruina y prdida de aquella plaza...5 Gracias asus referencias es posible reconstruir el perfil urbano del puerto. Por suestratgica cercana a la residencia del virrey y a la capital del virreinato,

    1 Alberto Flores Galindo. Aristocracia y Plebe. Lima, 1760-1830. Mosca Azul Editores. Lima, 1984, p.96.2 Rubn Vargas Ugarte. Historia del Per. Virreinato (siglo XVIII). Lima, 1956. pp.225,227.3 Ibid. p. 238. El virrey escribi el 31 de Julio de 1746, proponiendo que los corregidores pagaran alcabala por

    los negocios personales que efectuaban con el reparto de mercancas.4 Ibid. pp. 263, 264. El tema del terremoto de Lima de 1746 viene siendo investigado por Susy Snchez para su

    tesis de Maestra en Historia, Escuela de Graduados, Pontificia Universidad Catlica del Per. Un avance desu trabajo fue presentado como ponencia: Apelando a la caridad, la diversin y el linaje. La reconstruccinde Lima despus del terremoto de 1746. Coloquio Internacional Familia y Vida Cotidiana en Latinoamrica.(siglos XVIII-XX) Instituto Riva Agero. Lima, 14-16 de Diciembre 1999.

    5 Jorge Juan y Antonio de Ulloa. Noticias Secretas de Amrica. Ediciones Turner. Madrid, l982. Parte I. p.70.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    4/26

    10

    estaba destinado a la armada y en l se ubicaban los arsenales. Estos

    consistan en unos almacenes de sobrada capacidad para el corto n-mero de navos de guerra que regularmente ha habido en aquella mar.6

    En la misma plaza del Callao tambin funcionaba una armera a cargodel capitn nombrado de la sala de armas, donde se reciba y entregabatodo lo referente a municiones de guerra y armas de fuego. Las famosasfortalezas del Callao, por otro lado, consistan en una muralla sencillade piedra guarnecida de bastiones o balvartes nada regulares y sin nin-gn foso, por que la calidad del terreno no lo permita.7 Finalmente,Juan y Ulloa ya haban indicado durante un viaje previo, realizado en1740, que la artillera que coronaba las murallas era toda de bronce,pero tan gastada, que en lugar de oidos tenan lo caones agujeros de

    cerca de dos pulgadas de dimetro, de modo que al tiempo de hacersalvas con ellos dexaba de percibirse el estruendo dentro del mismoCallao, porque la plvora sala inflamada por los fogones.8

    Lo que se infiere de sus descripciones es que el primer puerto delvirreinato del Per, y sus murallas y fortificaciones, no se encontraban enel estado ms ptimo durante 1740. No obstante, luego del terremoto de1746 dejaron, simplemente, de existir. Cmo seal el virrey Manso deVelasco en sus Memorias, la sumersinque padeci el puerto del Callaopoco tiempo despus del movimiento de tierra, no habiendo dejado lafuerza de sus aguas ms memoria de su poblacin que algunos retazosde muralla...y de las aguas se sacaron...la mayor parte de la fusilera queestaba depositada en la sala de armas, pero rota e inservible por haber-

    la consumido el salitre.9 Esta fragilidad en la defensa de la ciudad fueevidente para los habitantes que residan o estaban de trnsito por Lima.No perdamos de vista ste argumento cuando ms adelante se analicela conspiracin de los indios olleros.

    Otra grave secuela del terremoto fueron las subsiguientes epidemi-as que atentaron contra la salud y la higiene de Lima y sus pobladores.Vargas Ugarte presenta los clculos de dos contemporneos de la po-ca que dan cuenta del nmero de personas que fallecieron en Lima comoresultado del sismo. La informacin que ofrece Don Victorino Montero esde que para fines de Noviembre haban perdido la vida unas 1,140 per-sonas. Por su parte, Llano Zapata seala que entre muertos y desapare-

    cidos el nmero de vctimas ascendi a 1,300. En el caso del Callao secalculaba que de 4,000 personas que habitaban el puerto slo 200 que-daron con vida luego del maremoto que se desencaden por efecto del

    6 Ibid. p.70.7 Ibid. p.138.8 Ibid. p.138.9 Conde de Superunda. Relacin de Gobierno. Per (1745-1761). Edicin y estudio de Alfredo Moreno. Madrid,

    1983. pp.260, 388.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    5/26

    11

    sismo.10 Cabe recordar que para ese entonces Lima contaba con una

    poblacin de alrededor de 50,000 habitantes.11Con la mayora de los hospitales en ruinas, la atencin a los heridos

    debi haber sido precaria y poco efectiva. De all que las epidemias quese desataron como resultado del hacinamiento de la ciudad no fuerancombatidas con la debida eficacia. No en vano el conde de Superundasealaba que luego del sismo se empezaron a sentir muchas enferme-dades graves, que tomaron en poco tiempo tanto aumento que los quefallecan eran muchos ms que los queacab el temblor.12 En efecto,en los das que siguieron al terremoto arremeti contra la ciudad de Limauna epidemia de tabardillo, enfermedad que no debe confundirse con elsarampin.13 El tabardillo o tabardete era una fiebre similar a la fiebre

    tifoidea, lo cual se prest a errores de diagnstico. Tabardillo es lo queen la actualidad se conoce como tifus exantmico o exantemtico. Elcuadro clnico, adems de altas temperaturas, viene acompaado deflujos de sangre, escalofros, ardor de sienes y , en algunos casos, secomplica con ictericia.14

    Para el caso de Mxico, Donald B. Cooper ha observado que el ta-bardillo y las viruelas venan a veces emparejadas, aunque el primero enhacer su aparicin era el tifus.15 Evidentemente, una combinacin deambas enfermedades debi producir un impacto epidmico de severamagnitud. Para el caso del Per, Flores Galindo seala que en 1749 aslo un ao de ser develada la conspiracin de los indios olleros laviruela asol a la ciudad de Lima.16 A lo largo del siglo XVIII epidemias

    recurrentes de viruela cegaron miles de vidas. Se ha calculado que enMxico un 60% de la poblacin sujeta a contagio contrajo la enfermedady de ella, un 10% sucumbi a consecuencia del mal.17

    La viruela combina dos factores: virus y agente. Los sntomas seinician con una fiebre repentina acompaada de escalofros y dolores decabeza que continan por tres o cuatro das. Luego baja la temperaturay es entonces que aparece el salpullido. El virus puede sobrevivir ms

    10 Mara Pilar Prez Cant. Lima en el siglo XVIII. Estudio socioeconmico. Madrid, l985. p.68.11 Ibid. La autora calcula que en el terremoto perdi la vida el 3% de la poblacin de Lima.

    12 Conde de Superunda. Relacin de Gobierno, p.262.13 Mara Pilar Prez Cant, Lima en el siglo XVIII, p.70. La autora identifica el tabardillo con el sarampin aunque,es oportuno precisar, que se trata de dos enfermedades completamente distintas. El sarampin es una enfer-medad eruptiva.

    14 Scarlett OPhelan Godoy. Vivir y morir en el mineral de Hualgayoc a fines de la colonia. Jahrbuchfr Geschi-chte ...Lateinamerikas. No.30. 1993, p.120. En el importante libro de Frank Ashburn, The Ranks of Death. Amedical history of the conquest of America. New York, 1947, p.92, se explica que en Inglaterra se conoca altabardillo como fiebre de la crcel, fiebre del hambre y fiebre de barco.

    15 Donald B. Cooper. Epidemic disease in Mexico city, 1761-1813. University of Texas Press. Austin, p.50. En elcaso de la epidemia de Mxico de 1761-62, el tifus y la viruela se presentaron al mismo tiempo causando grandestruccin y despoblamiento.

    16 Alberto Flores Galindo. Aristocracia y Plebe, p.105.17 Donald B. Cooper. Epidemic Disease, p.86.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    6/26

    12

    de un ao y se propaga a travs de la ropa.18 Los estragos de la viruela

    eran tan devastadores, que por ello se aunaron esfuerzos en produciruna vacuna que aminorara sus efectos, la cual finalmente se introdujo en1803. La profilaxia recomendada era el confinamiento del paciente, paraque no fuera una amenaza a la salud pblica y, si era necesario, inclusi-ve se optaba por su total aislamiento. A pesar de estas medidas, hubocasos en los cules las familias cubrieron el rostro y las manos de losparientes fallecidos con viruela, para evitar ser sealados como posiblesportadores del contagio. Inclusive se lleg a saber que algunos individu-os haban sucumbido a la peste, debido a que sus parientes as lo mani-festaron, posteriormente, en el confesionario.19

    Si bien se puede argumentar que la escasez de provisiones o la

    intermitencia en el abastecimiento de las mismas, luego del terremotode 1746, pudo ser caldo de cultivo para la irrupcin y propagacin delas epidemias, esta aseveracin no es del todo irrefutable. Investigacio-nes recientes ya no aceptan como definitiva la correlacin establecidaentre malnutricin e infecciones.20 Aunque, sin duda, una prolongadasubalimentacin mermaba la resistencia humana frente a los focos in-fecciosos. Es en este sentido que J.D. Chambers ha planteado que lasepidemias tienen su propio ritmo de desenvolvimiento.21

    Lo que si es cierto es que las epidemias agudizaban el rol conflictivode los pobres. Es decir, stos eran visualizados como sujetos que inspi-raban piedad porque, debido a su indigencia, eran los ms afectadospor los cataclismos. No obstante, tambin inspiraban temor, en la medi-

    da que precisamente por su miseria, eran los ms proclives al pillaje y,eventualmente, les afloraba el instinto de rebelarse. Sin ir ms lejos, elconde de Superunda daba cuenta en su Relacin de Gobierno, que alhaber quedado numerosos bienes desamparados como resultado delsismo y las epidemias, hubo que contener el latrocidio a que se dieronlos negros, mulatos y otras gentes vulgares.22 Brian Pullon, en un suge-rente ensayo, enfatiza el instinto de los sectores marginales por tomarposesin de una ciudad semi desierta,23 de donde la poblacin habahudo despavoridamente para evitar ser afectados por la plaga o, en elcaso concreto de Lima, para protegerse de las posibles rplicas del fat-dico movimiento ssmico. No debe llamar la atencin, entonces, que la

    18 Z. Deutschmann, The Ecology of Smallpox. Jacques M. May (ed.) Studies in Disease Ecology. New York,1961. pp.3,7,8.

    19 S. F. Cook. The Smallpox Epidemic of 1797 in Mexico. Bulletin of the History of Medicine. Vol.VII. 1939. p.967.20 John D. Post. Food Shortage, climatic variability and epidemic disease in pre-industrial Europe. Cornell, 1985.

    p.24.21 J.D. Chambers. Population, Economy and Society in Pre-Industrial England. Oxford, 1972. Captulos 1, 3.22 Conde de Superunda. Relacin de Gobierno, p.261.23 Brian Pullan. Plague and Perceptions of the poor in early modern Italy. Terence Ranger y Paul Slack (eds.).

    Epidemic and Ideas. Essays on the Historical Perception of pestilence. Cambridge, l995. p.107.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    7/26

    13

    administracin de justicia y la administracin municipal quedaran tem-

    poralmente suspendidas en la capital del virreinato, a consecuencia delterremoto, por estar esparcidos los ministros y fuerzas por los campos.24

    Se volver sobre este punto al analizar la conspiracin de 1750.

    La real cdula de 1750 y los escribanos indios.

    En 1750 el Rey Fernando VI promulg una real cdula ordenandoque ni los mestizos, ni los mulatos, se desempearan como escribanos onotarios y recomend que no fueran nombrados para tales puestos aunen calidad de interinos. Adems se estipulaba que tanto mestizos, comomulatos y cuarterones, fueran prohibidos de matricularse en las universi-

    dades reales y de ingresar como novicios a las rdenes religiosas.25

    Dentro del malestar que ste decreto debi producir entre la elite indge-na, se entiende que los indios nobles se quejaran de que ya no tenemosdonde acogernos ni a nuestros hijos dndoles estudios y monasterios...26

    Pero, como ya he argumentado en otro trabajo, esta legislacin restricti-va frente a las posibilidades de ascenso social e incorporacin de mes-tizos y mulatos en la vida colonial no era nueva, sus antecedentes seremontaban al siglo XVI. Lo interesante es que el pronunciamiento de1750 revocaba los avances que haban venido ganando las gestionesde los reyes Carlos II y Felipe V, quienes consideraban que podan ha-cerse excepciones de acuerdo al mrito y capacidad del aspirante alas dignidades eclesisticas y oficios pblicos.27

    En el caso de Lima, la nobleza indgena haba logrado franquearseun espacio bien consolidado como escribanos de indios. Esta nuevamedida debi afectarlos y resentirlos profundamente. El detallado, y aveces poco difundido trabajo de Emilio Hart-Terr, indica que en el sigloXVIII, concretamente entre 1735 y 1750, varios indgenas se desempea-ron como escribanos de indios en la parroquia de Santiago del Cercado,en Lima. Entre los nombres que rescata Hart-Terr estn los de ValentnMino Yulli, Felipe Santiago Guamn, Carlos Pablo de la Cruz, MiguelRodrguez Guamn.28

    Es ms, uno de los escribanos mencionados es Don Pablo Carlos de

    24 Conde de Superunda. Relacin de Gobierno. p.261.25 Richard Konetzke. Coleccin de Documentos para la historia de la formacin social de Hispanoamrica.

    Madrid, l953. Vol.III, pp.247,248.26 Museo Britnico, Londres. (en adelante M.B.) Additional (ms.) 13,976.27 Archivo General de Indias, Sevilla. (en adelante A.G.I.) Audiencia de Lima, Leg. 853. Real cdula despacha-

    da en 11 de Setiembre de 1767 por don Carlos III, en que se confirma y ampla las de los aos 1691 y 1725.Para mayor informacin sobre este punto consltese mi libro La Gran Rebelin en los Andes. De TpacAmarua Tpac Catari. Cuzco, l995, p.48.

    28 Emilio Hart-Terr. Negros e Indios. Un estamento social ignorado del Per colonial. Editorial Juan Meja Baca.Lima, l973. p.165.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    8/26

    14

    la Cruz Chumbi Guamn, quien desempeaba funciones, en 1765, en el

    barrio de Olleros, en Cocharcas, ubicado inmediatamente antes del Cer-cado de Lima. Los artesanos olleros eran por lo general indgenas, mien-tras que los azulejeros eran usualmente espaoles. Para el siglo XVIII elgremio de olleros se haba ganado un obvio reconocimiento en Lima, yaque tena su alcalde y veedores. Muchos de ellos parecen haber sidooriginarios del pueblo Santo Domingo de los Olleros, ubicado en la veci-na provincia de Huarochir, conocido por su tradicin alfarera.29

    La presencia de numerosos escribanos indios empleados por arte-sanos de provincias establecidos en Lima, tampoco debe sorprender.No hay que olvidar que la elite indgena residente en Lima y sus provin-cias aledaas enviaba a sus hijos a educarse al Colegio de El Prncipe,

    que funcionaba en la capital, regentado por los jesuitas.30

    All, en teora,los alumnos eran adiestrados en leer y escribir, pasndoseles variasmaterias que los dejaban expeditos para ingresar a las universidades ydesempearse, entre otras profesiones, como escribanos. Su manejosimultneo del espaol y el quechua debi influir en que fueran altamen-te demandados para litigios donde se hallaban involucrados pobladoresindios. Pero, en la prctica, ste sistema educativo no funcion tan efici-entemente.

    En la segunda mitad del siglo XVII, ya se haban levantado quejasformales contra la administracin jesutica del Colegio de El Prncipe. Laprincipal denuncia era que a los pupilos indgenas no se les trataba bieny que, adems, se estaban admitiendo alumnos espaoles, con lo cual

    la exclusividad del colegio de caciques se desvirtuaba. Inclusive las cr-ticas aludan a una discriminacin de los alumnos indios frente a los es-paoles. As, se alzaron protestas de que ste colegio lo han convertidode espaoles, echando a los hijos de caciques a una sala muy apartadadel colegio, muy indecente y de poca comodidad, ocupando la sala prin-cipal de los caciques los espaoles.31 Como contraparte a stos ata-ques se esgrimieron argumentos a favor de que los indios nobles com-partieran aulas con alumnos espaoles para que con sta convivenciapudieran vencer su pusilanimidad, as como la cortedad y encogimien-to de sus genios. Pero, indudablemente, lo que estaba detrs de stapoltica conciliadora, era el temor a que los hijos de caciques y de indios

    principales que all estudiaban, salieran muy ladinos.32

    Es decir, que

    29 Emilio Hart-Terr. Negros e Indios, pp.67,68.30 Juan B. Olaechea. Los Colegios de Caciques. Missionalia Hispnica. Ao XIX, No.55, 1982. p.112. El cole-

    gio de El Prncipe, se fund en 1618, durante el gobierno del virrey Prncipe de Esquilache, de donde tom sunombre.

    31 Jos de la Puente Brunke. Los vasallos se desentraan por su Rey: Notas sobre quejas y aspiraciones decuracas en el Per del siglo XVII. Actas del IV Congreso Internaciones de Etnohistoria. Lima, 1998. Tomo I.p.50.

    32 Ibid. p.51.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    9/26

    15

    estuvieran en capacidad de escribir denuncias, redactar manifiestos, cons-

    pirar, rebelarse. En una palabra, de atentar contra el estado colonial.

    Los indios olleros y el conventillo de Cocharcas.

    La poblacin indgena de Lima se concentraba fundamentalmenteen dos reas: la parroquia de Santiago del Cercado y la parroquia deSanta Ana donde, precisamente, se ubicaba el barrio de Cocharcas.Ambas parroquias eran vecinas aunque, para el siglo XVIII, era mayor elnmero de indios residiendo en Santa Ana. 33 Ambas eran, en todo caso,reas populosas cuyos habitantes vivan en conventillos y rancheras.Aunque, de acuerdo a Gregorio de Cangas, tambin haban en el Cerca-

    do porcin de arboledas, chacras y huertas.34

    All los indios convivancon negros, espaoles y castas, cuyo punto en comn era pertenecertodos ellos a lo que en el siglo XVIII se denominaba la plebe, o gentede baja extraccin.35

    Hart-Terr, una vez ms, hace una descripcin de stas viviendastugurizadas. As es posible saber que los conventillos o callejones decuartos contaban con un pasillo a cielo abierto y, a los lados, unas puer-tas que daban acceso a las viviendas. Cada apartamento tena unapieza con su alacena en el muro y su corral. En ste se haca una cocinacon su fogn. Los pisos eran de tierra aprisionada.36 La presencia destos conventillos se hallaba bastante extendida en el siglo XVII, y sunmero de cuartos variaba, teniendo algunos ms de veinte aposentos

    que se alquilaban individualmente. Aunque, como detecta Mara AntoniaDurn, tambin hubo indios dueos de viviendas instaladas, fundamen-talmente, en dos zonas: el Cercado de Lima y la parroquia de San Lza-ro.37 Mientras que, hubo otros que se alojaron en habitaciones que lesalquilaban espaoles, mestizos y mulatos.38

    Por otro lado, los ranchos o rancheras eran viviendas muy humildes,hechas de paja, en las que residan por lo general pobladoresnegros. Se ubicaban, sobre todo, en el rea de Malambo, parroquia deSan Lzaro.39 No obstante, es posible constatar la presencia de artesa-

    33 Jess Cosamaln Aguilar. Indios detrs de la Muralla. Lima, 1999. pp.51,54.34 Gregorio de Cangas. Descripcin en dilogo de la ciudad de Lima entre un peruano prctico y un bisoo

    chapetn. Lima, 1997, p.33.35 Gregorio de Cangas. Descripcin en dilogo, p.37. El autor se refiere a la vasta plebe de mulatas, zambas,

    mestizos, negros y mucha gente blanca ordinaria.36 Emilio Hart-Terr y Alberto Mrquez Abanto. Las Bellas Artes en el Virreinato del Per. Historia de la casa

    urbana virreinal en Lima. Revista del Archivo Nacional. Ao 1962, Tomo XXVI, pp. 161,162.37 Mara Antonia Durn Montero. Lima en el siglo XVII. Arquitectura, urbanismo y vida cotidiana. Sevilla, 1994.

    p.177.38 Javier Flores Espinoza. Hechicera e Idolatra en Lima colonial (siglo XVII). Enrique Urbano (compilador).

    Poder y Violencia en los Andes. Cusco, 1991. p.55.39 Mara Antonia Durn Montero, Lima en el siglo XVII, p. 166.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    10/26

    16

    nos indios que ya, desde el siglo XVII, haban fijado su lugar de residen-

    cia en Malambo. Sin ir ms lejos, Domingo Martn, sedero, posea all unacasa y dos esclavos. A su vez, Gregorio Hernndez, labrador y alcaldede naturales, era dueo de una casa y tres esclavos.40

    A las afueras de la portada de Cocharcas, se ubicaba la finca de laOllera, donde haban tambos y cuartos en arrendamiento. En 1763, porejemplo, Pedro Saxsamuni pagaba 7 reales al mes por un cuarto en laollera. Antonio Saxsamuni, por su parte, pagaba 12 reales mensualespor un cuarto que, por el precio, se puede suponer era de mayores di-mensiones. Cristbal Prez tena arrendadas, se mismo ao, las tierrasde la ollera de Oyada por 8 pesos.41 La ollera de Cocharcas parecehaber estado situada precisamente en la puerta de Cocharcas, en el

    rea inmediata a la portada. Pagaba 28 pesos 6 reales anuales de cen-sos al Hospital de Santa Ana, teniendo 958 pesos de principal.42 Dentrode los implementos con los que constaba una ollera destacan: un hornogrande de campana, un horno menor de campana, una mijarra de fierro,una taona de moler piedras, soleras de piedras, cajas de barro crudo;entre otros.43

    De acuerdo al padrn realizado en el barrio de Cocharcas, en 1771,su poblacin multi-tnica representaba el 3.51 por ciento de los habitan-tes de la ciudad de Lima. Debe haberse tratado, por lo tanto, de uno delos barrios ms poblados de la capital.44 Dentro de sus habitantes pre-dominaban los migrantes venidos de la sierra central: Huamanga, Hua-rochir, Jauja. Esto se deba, sin duda, al hecho de ser la portada de

    Cocharcas la entrada obligada a la capital para el comercio procedentede los andes centrales. De sta manera Cocharcas se convirti en un ejecomercial que vinculaba Huarochir-Yauyos-Lurn-Lima.45 Y, como haobservado Snchez Albornoz, un buen nmero de stos indios que en-traban a la capital de trnsito terminaban establecindose en la ciudadde Lima, aunque manteniendo activo el flujo comercial con sus provinci-as de origen.46 Con razn es posible constatar que, de acuerdo al Patrnde Lima de 1771, en la Casa de Olleras del barrio de Cocharcas, resid-an en el cuarto 4, Joseph Inga, ollero de 29 aos, natural de Huarochir;en el cuarto 6 Felipe Macoyunga, indio natural de Huarochir, de edad de

    40 Ibid. p.177.41 Archivo General de la Nacin, Lima. (en adelante A.G.N.) Coleccin Moreyra. Leg. Dl.69, Cuaderno 1779, Ao

    1763.42 A.G.N. Coleccin Moreyra. Leg. Dl.69, Cuaderno 1776, Ao 1760-1811.43 A.G.N. Temporalidades. Hacienda la Calera. Surco, Lima. Ao 1767.44 Francisco Quiroz Chueca. Anlisis de un padrn correspondiente a un barrio de Lima (1771). Humberto

    Rodrguez Pastor (ed.) Actas del Congreso Nacional de la Investigacin Histrica. Lima, 1991. Tomo I. p.199.45 Ibid. p.208. Consltese tambin el libro de Jess Cosamaln Aguilar, Indios detrs de la Muralla, p.183.46 Nicols Snchez Albornoz. La mita de Lima. Magnitud y procedencia. Histrica. Vol.XII. No.2. 1988, pp.193-

    210.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    11/26

    17

    56 aos, ollero; y en el cuarto 8, Santiago Payta, indio natural de Huaro-

    chir, de edad de 50 aos y de oficio ollero.47 No es extremo pensar quetodos ellos fueran, muy probablemente, originarios del pueblo de SantoDomingo de los Olleros. Es posible advertir ciertas coincidencias en elvestuario de los pobladores indgenas procedentes de sta comunidad,tales como el poncho blanco, la solapa morada, camisa de bretaa y elsombrero de paja.48 No es extremo pensar que se tratara de la indumen-taria distintiva de su pueblo de origen. El vestido era tambin entre losmigrantes una manera de identificarse y hacer explcita su procedencia.

    Pero, los indios migrantes del interior del virreinato no slo confluanen stas viviendas colectivas y en espacios de sociabilidad como pulpe-ras, chicheras y chinganas, las cules abundaban tanto en Cocharcas,

    como en Santa Catalina y Malambo.49

    Tambin tenan reuniones soci-ales, fiestas y fandangos en sus propias habitaciones, donde disfruta-ban con sus coetneos de la msica, el baile y las bebidas alcohlicas.Fue precisamente en uno de stos momentos de esparcimiento, que seprodujo un incidente con las autoridad locales, que cre anticuerpos ylevant suspicacias hacia la comunidad de indios olleros radicados enLima.

    As, en 1747, Alberto Moya, alcalde ordinario de los indios olleros delbarrio de Santa Ana, abri una causa judicial contra siete indios, todosdel comercio de olleros, a quienes acusaba de desacato a la autori-dad.50 De acuerdo a su propio recuento de los hechos, el sbado 9 deDiciembre, alrededor de las tres de la maana, el alcalde Moya recibi la

    noticia de que en el conventillo de Cocharcas, estaban en un atroz fan-dango de arpa y guitarra.51 Se aperson entonces al cuarto o ranchodonde se realizaba el baile, para evitar que la reunin llegara a mayoresexcesos.52 En respuesta, segn su declaracin, fue atacado por dhos.indios, sus mujeres y dems que se hallaban all, quienes le propinaronhorribles golpes con manos, palos y con cuanto topaban.53 Entre los

    47 Mauro Escobar Gamboa. Un Padrn de Lima-1771. Revista del Archivo General de la Nacin. Segundapoca. No.6, 1984, p.265.

    48 Archivo Central de la Beneficencia de Lima.(en adelante A.C.B.) Registro del Hospital de Santa Ana. Ao1753, fjs.114,115. Ese ao ingresaron en el mes de Julio dos indios solteros procedentes de Santo Domingode los Olleros, llevando el atuendo sealado. Uno fue Francisco Toms Gmez, quien fue internado en el

    pabelln de Medicina; el otro fue Francisco Toms Millarde, paciente de Ciruga.49 Margarita Zegarra Flrez. El honesto velo de nuestro sexo. Sociabilidad y gnero en mujeres de sectorespopulares, en la Lima del 800. Mujeres y Gnero en la Historia del Per. Lima, 1999. pp. 191,201. La autoraha logrado identificar la chichera de la zamba Fabiana, en Cocharcas; la chingana de la plazuela de SantaCatalina; y la chingana del callejn La Ollera, en Malambo.

    50 A.G.N. Real Audiencia. Causas Criminales. Leg. 11. Cuaderno 113. Ao 1747.51 Ibid. De acuerdo a Juan y Ulloa, los fandangos eran bailes que llevaban al desorden en la bebida de aguar-

    diente y mistelas, y a proporcin que se calientan las cabezas, va mudndose la diversin en deshonesti-dad... Jorge Juan y Antonio de Ulloa. Noticias Secretas de Amrica. Parte II, p.497.

    52 Cuando se organizaba un fandango, con anterioridad ya se haba visitado la pulpera y se haban tomadounos cuntos tragos. Consltese el artculo de Lyman Johnson, Dangerous words, provocative gestures, andviolent acts. Faces of Honor in Colonial Latin America. University of New Mxico Press, 1998. p.134.

    53 A.G.N. Real Audiencia. Causas Criminales. Leg.11. Cuaderno 113. Ao 1747.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    12/26

    18

    testigos llamados a declarar con el fin de esclarecer los sucesos, es

    posible encontrar a Don Francisco Garca Inga Ximnez, indio capitndel barrio de Santa Ana, de edad de ms de cuarenta aos quien, en1750, sera sealado como uno de los principales conspiradores de laabortada rebelin de Lima.

    Dentro de las confesiones que se tomaron como resultado del albo-roto, figura la de Mara Isabel, india de la provincia de Huarochir, casa-da con Juan Bautista Chumbiruri, de ejercicio ollero. Su versin sobre loshechos que ocurrieron la madrugada del 9 de Diciembre, es bastantediferente a la del alcalde. Segn Mara Isabel, los indios que fueron dete-nidos se hallaban reunidos con el propsito de velar una imagen de laPursima y de Jess Nazareno, que haban trado unos naturales en cajo-

    nes para pedir limosna. Se encontraban rezando cuando irrumpi el al-calde Alberto Moya con sus ministros, todos ebrios, y empez a echarmano a su espada y con ella lastim al alfrez Andrs Macavilca... 54 Atravs del proceso judicial es posible observar que la mayora de losdetenidos eran indios originarios de Huarochir, que declararon comooficio ser olleros, recauderos, chacareros. Algunos de los reos que inici-almente fueron identificados como olleros, en declaraciones posterioresse autodefinieron como recauderos. Esto lleva a pensar que los indiosolleros se haban ganado una reputacin de ser inquietos y levantiscospor lo cul, al momento de dar su testimonio, prefirieron no hacer obviasu conexin con la actividad alfarera, para evitar verse perjudicados.Pero, la suspicacia del alcalde Moya en el evento del conventillo, tambi-

    n revela que los olleros huarochires acostumbraban a llevar a caboreuniones donde, aunque argumentaran estar recogidos en oracin, le-vantaban sospechas de estar complotando.

    Es interesante aludir al altercado del conventillo de Cocharcas, teni-endo en cuenta que se produjo tres aos antes de ser develada la cons-piracin de 1750. Adems, tuvo como protagonistas a los indios ollerosde Huarochir, quienes sern sealados, ms adelante, como los princi-pales cabecillas de la conjuracin de Lima. Adicionalmente, en el inci-dente de 1747 se vi involucrado nada menos que Francisco XimnezInga, quien de detentar el cargo de capitn del barrio de Santa Ana,pasara a ser el lider incuestionable de la violenta rebelin de Huarochir,

    que hizo eco a la fallida conspiracin de Lima, en 1750.

    Negros e Indios: Una convivencia intrincada.

    Sobre el tema concerniente a la convivencia entre negros e indios enla colonia, hay posiciones encontradas. As, Alberto Flores Galindo, en

    54 Ibid.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    13/26

    19

    su libro Aristocracia y Plebe, nos habla de la latente rivalidad entre estos

    dos grupos tnicos. Apelando a Terralla y Landa, advierte como luegode sealarse el enfrentamiento existente entre criollos y europeos, stese compara a la violencia entre los indios y negros, quienes se profesantotal aborrecimiento. 55 Es ms, para sustentar su posicin recurre a uninforme elevado por el virrey OHiggins, quien con el fin de desechar lostemores de la Corona sobre una posible alianza entre negros e indios,les recuerda que la animadversin que se profesaban entre ellos, erams fuerte que su odio a los espaoles, concluyendo: son irreconcilia-bles.56

    El reciente libro de Jess Cosamaln Aguilar, Indios detrs de laMuralla, nos presenta otro aspecto de esta convivencia intertnica. As,

    el autor alude a la solidaridad cotidiana surgida entre negros e indios, alhecho de compartir el mismo barrio, el mismo centro de trabajo, la mis-ma actividad econmica. Para sustentar su propuesta, recurre a los Li-bros de Matrimonios de la parroquia de Santa Ana donde ubica enlacesintertnicos, concluyendo que no exista una aversin hacia ste tipo deunin.57

    Lo que incuestionablemente se percibe en la atmsfera social desta mentada convivencia, es lo que Flores Galindo ha denominado, unatensin tnica. Y, estoy hablando en trminos generales, sin concen-trarme en los casos excepcionales que, sin duda, los hubo. En ste sen-tido la impresin que recibi OHiggins, de que negros e indios eranirreconciliables, no era del todo artificial. Pero, lo que corresponde pre-

    guntarse es porqu haba esta desconfianza entre negros e indios, por-qu se vea con escepticismo que se tejiera entre ellos una alianza.

    Un punto de partida en el distanciamiento entre stos grupos tni-cos fue el hecho de que, desde el temprano perodo colonial, los indiosestuvieron en condiciones de poder poseer esclavos negros. Si bien paralos caciques y principales, as como para los indios nobles, el tener es-clavos para su servicio privado era parte de sus privilegios, es evidenteque numerosos indios del comn, sobre todo artesanos, tambin partici-paron del mercado de esclavos. sta relacin subalterna que se esta-bleci, sent las bases para que no prosperara un acercamiento msprofundo entre stos sectores sociales.

    El valioso trabajo de Hart-Terr nos ofrece innumerables casos decompra-venta de esclavos por parte de la poblacin indgena de Lima.As, en 1741, Don Agustn de Cargoraque, cacique principal y goberna-dor de Cajamarca la Grande, vendi a Francisco Clemente Colla, alcal-

    55 Alberto Flores Galindo, Aristocracia y Plebe, p.170.56 Ibid. p.169.57 Jess Cosamaln Aguilar. Indios detrs de la Muralla, pp.70, 153.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    14/26

    20

    de de los naturales del Cercado, un mulato de 36 aos, que haba com-

    prado en 300 pesos.58 Posteriormente Francisco Clemente vender di-cho esclavo a Mateo Ramos, indio del puerto del Callao, quien se de-sempeaba como alcalde en el Piti-Piti, que era como se conoca al bar-rio indio afincado en el puerto.59 Igualmente, al testar el indio principalde Magdalena, Esteban Guacay, declar tener entre sus posesiones,cuatro esclavos.60 Inclusive es posible observar que las jvenes indiasque ingresaban al Beaterio de Nuestra Seora de Copacabana, en Lima,llevaban consigo esclavas de servicio. Tal fue el caso de Don FranciscoRodrguez, indio natural del puerto de Paita, quien cedi en 1745 tresesclavas a su hija Rafaela, recogida en el beaterio.61

    Pero no slo los indios nobles, sino tambin los artesanos, compra-

    ron y entrenaron esclavos negros. En 1650, por ejemplo, Miguel de laCruz, indio alcalde ordinario del pueblo de Santiago del Cercado, testdejando entre sus bienes a un esclavo negro que antes haba sido propi-edad de un escultor.62 Otro caso es el del carpintero Juan Rodrguezquien, en 1649, compr por 630 pesos a Gaspar, un negro angola de 25aos.63 De forma similar, en 1702 el maestro sombrerero Agustn de laCruz, indio, vendi por 250 pesos una esclava que haba adquirido elao anterior de una tal Ana Mara, tambin india.64

    Un caso que merece especial atencin es el del indio Ventura Mati-enzos quien, al recibir la dote de manos de su futura consorte, Rosa deAvendao, hija del indio Don Lorenzo de Avendao y Tantta, comisariode la caballera del batalln de naturales de esta ciudad y cacique se-

    gundo de los pueblos de Chorrillos y Miraflores, declar traer tres escla-vos negros, mayores de edad, y uno menor, para el servicio de la casa ychcara. Lo interesante es que posteriormente, en 1746, Rosa Aven-da enfatiz ser hija de Manuela La Rosa Guamn Inga. 65 Con ellosubrayaba su estirpe noble, precisamente en momentos en que la no-bleza indgena de Lima, encabezada por fray Calixto Tpac Inga, empe-zaba una acrrima campaa para defender sus privilegios.66

    Mi punto de vista sobre las relaciones entre negros e indios es queuna cosa era convivir, compartir espacios de trabajo y diversin. Perootra, muy distinta, era forjar una alianza. Y, menos an, tratndose de

    58 Emilio Hart-Terr, Negros e Indios, p.89.59 Ibid. p.113.60 Ibid. p.102.61 Ibid. p.108.62 Ibid. p.111.63 Ibid. p.116.64 Ibid. p. 94.65 Ibid. p.102.66 Para mayor informacin sobre el tema consltese el libro de Francisco Loayza, Fray Calixto Tpak Inca. Lima,

    1946.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    15/26

    21

    aunar esfuerzos con los indios nobles y los artesanos indios de Lima,

    quienes posean negros en calidad de esclavos de servicio y operariosentrenados como aprendices. Esto nos habla de una relacin desigual yque por lo complicada, bien merece ser denominada intrincada. Y, enste punto, vale la pena mencionar el incidente al que alude FloresGalindo entre Victoriano, un zambo carretero que mat por un motivobanal, a un indio ollero en el tambo de Mirones.67 No resulta del todosorprendente, entonces, que la conspiracin de Lima fuera delatada, ensecreto de confesin, por un negro amigo de los principales cabeci-llas.

    La fallida conjuracin de artesanos: convocatoria y plan.

    De acuerdo a su Relacin de Gobierno, la primera comunicacinque el virrey conde de Superunda tuvo sobre la conspiracin que setramaba en Lima, fue el 21 de Junio de 1750.68 Su informante, un clrigode San Lzaro, le hizo saber que haba recibido la noticia de boca de unesclavo de su parroquia, en secreto de confesin. Alarmado el virrey conla inesperada novedad, tom como medida preventiva introducir un es-pa que se confundiera entre los indios de los cules se recelaba, paraas poder conocer los detalles del plan que urdan. De sta manera Su-perunda se enter que los conjurados se haban citado en Amancaes, el24 de Junio, con motivo de la fiesta de San Juan. 69

    El punto de reunin para las festividades de Amancaes eran las pam-

    pas y cerros de San Jernimo. Desde temprano los habitantes de Lima,de todas las razas y condiciones sociales, iban en caravana a la pampa;ya sea a pie, a caballo, o en calesa. All se daba cita toda la ciudad deLima y alrededores.70 Suardo, en 1631, ya se refiere a la fiesta de Aman-caes, donde fueron cantidad de hombres y mugeres con meriendas einstrumentos de msica, danzas y otros entretenimientos.71 Mugaburu,por su parte, describe cmo en 1683, por la tarde, el virrey duque de LaPalata se traslad a los Amancaes, para asistir a la caza de venados yhalcones. Segn el cronista, concurri esta tarde a aquel parage toda laciudad...a ver tambin las tiendas y meriendas, y hubo infinitas.72 Pero,si bien patricios y plebeyos participaban de la misma festividad, ello no

    quiere decir, necesariamente, que se mezclaran. Como bien dice el ada-

    67 Alberto Flores Galindo. Aristocracia y Plebe, p.203, nota 80.68 Conde de Superunda, Relacin de Gobierno, p.248.69 Rubn Vargas Ugarte, Historia del Per, p.247.70 Guillermo Reverte-Pezet. Las cofradas en el virreinato del Per. 1985, p.14.71 Juan Antonio Suardo. Diario de Lima (1629-1639). Lima, 1936. Tomo I, p.167.72 Joseph y Francisco de Mugaburu. Diario de Lima (1640-1694). Crnica de la poca colonial. Lima, 1917.

    T.VIII. p.141.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    16/26

    22

    gio, estaban juntos, pero no revueltos. Cada quien tena su espacio den-

    tro de las pampas y comparta las celebraciones con gente de su cali-dad y clase. El relajamiento de las jerarquas, producto de la efervescen-cia del momento, no era total. Tena sus restricciones. Pero, indudable-mente, los Amancaes eran un ambiente idneo para conspirar, sin levan-tar mayores sospechas. As, por lo menos, lo entendieron los principalescabecillas de la abortada rebelin de Lima.

    La denuncia de que se planeaba tomar la capital gener inquietudentre los pobladores limeos. Por ejemplo, un contemporneo como Alon-so Carri de la Vandera, se refiere en su Reforma del Per, a que losindios de las olleras que estn en los arrabales de sta ciudad de Lima,la mayor parte huarochires, intentaron arruinar toda la ciudad y pasar a

    cuchillo a todos sus habitantes.73

    Y es en el acpite que aborda el planque se tena previsto para atacar la ciudad, cuando se hace posibleobservar que la experiencia del sismo y maremoto de 1746, les proporci-on a los conjurados una serie de elementos que supieron articular en suproyecto. Cmo se encarg de sealar Carri, la idea era que una no-che oscura y cuando los espaolesestuvieran dormidos, apostarse a losumbrales de sus puertas bien armados y, rompiendo los diques del ro ysus compuertas, anegar la ciudad, lo que les era muy fcil a su pare-cer por el gran declive que tienen las aguas desde su nacimiento y,gritando que se sala el mar, dejaran su lecho los espaoles y, viendoque sus casa estaban inundadas, creeran el rumor y no atenderan msque a abrir las puertas para libertar sus vidas, las de sus mujeres e hijos,corriendo a los inmediatos cerros. Pero, los inhumanos indios, que hab-an de estar en sus umbrales les ahorraran el viaje, pasndolos a cuchi-llo sin resistencia.74

    Es posible observar que el alzamiento lo proyectaron para que es-tallara de noche, cmo sucedi con el terremoto, que cogi a todos des-prevenidos, al ocurrir a las 10.30 p.m. En ste sentido, el manuscritosobre la conspiracin que se encuentra en el Museo Britnico de Lon-dres, seala que tambin se pensaba a media noche pegar fuego entodos los ranchos que hay en los quatro extremos de la ciudad y largarpor ella el ro que pasa por el alto de Santa Catalina.75 No hay queobviar el contenido religioso detrs del intento de destruir la ciudad con

    agua (inundacin) y con fuego (incendio). Ambos elementos cargan unevidente significado purificador.76 Adicionalmente hay que advertir quela propuesta de anegar la ciudad responda al propsito de poder dar la

    73 Alonso Carri de la Vandera. La Reforma del Per, p.47.74 Ibid. p.48.75 M.B. Additional (ms.) 13,976.76 Natalie Zemon Davis. Society and Culture in Early Modern France. Captulo 6, Rites of Violence. Stanford

    University Press, 1975. pp.178,179.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    17/26

    23

    voz de alarma de que se sala el mar. Es decir, una alusin directa al

    maremoto de 1746 que destruy el Callao, cuyo recuerdo todava semantena vivo en la memoria de los habitantes de Lima. La expectativade que los espaoles saldran huyendo haca los cerros era, precisa-mente, lo que haba ocurrido luego de producirse el terremoto de 1746.Indudablemente una ciudad semi abandonada, era ms fcil de tomar.Era una ciudad desprotegida, cmo se seal en las primeras pginasde ste ensayo. Una ciudad vulnerable.

    Con relacin al punto de reunin donde se tramaba el alzamiento,todo parece indicar que se trat de una de las modestas casitas de laOllera, que ya han sido descritas. De acuerdo a Carri, all los indiosestaban celebrando sus grandes aparatos con repetidos brindis de

    aguardiente.77

    Fue a ste concilibulo al que invitaron al negro amigoque ms tarde los delatara y, estando ebrios, lo hicieron partcipe de susplanes. La intencin que tenan era convocar al levantamiento a todoslos indios del Cercado, a todos los artesanos indios de la ciudad, a losque se agregaran los indios de la Magdalena. Pero, ante la infidenciadel negro amigo, el virrey Superunda inmediatamente hizo cercar lasolleras y prender a todos los que se hallaron en ellas quienes confesa-ron sus intentos...78 Esto lleva a pensar que si bien pulperas, chinganasy chicheras eran puntos de encuentro y de sociabilidad entre los dife-rentes sectores de la plebe, al momento de conspirar, de planear unalzamiento, se prefera un centro de reunin ms privado como era, en elcaso de Lima, una de las viviendas de la Ollera.

    El plan que urdieron se puede reconstruir a travs de las confesio-nes de los reos detenidos. stos haban previsto que estallara la rebelin porqu sa es la connotacin que habra alcanzado el movimiento deno haber sido abortado el 29 de Septiembre, da de San Miguel Ar-cngel. En esa fecha era costumbre que el virrey asistiera en la maanaa misa en la iglesia de San Agustn, participando luego de la fiesta quelos indios celebraban en honrra del glorioso San Miguel.79 Las monjasde Santa Catalina de Sena tambin acostumbraban a realizar, ese da,una fiesta en su convento.80 San Miguel Arcngel era el patrn de losArmeros y los Pintores. 81 Vale recordar que para el alzamiento se habanconvocado a todos los artesanos indios de la ciudad.

    Dos elementos propios de las festividades coloniales eran la ilumi-nacin de la ciudad por medio de la colocacin de luminarias en lascasas de hachas de cera en los edificios pblicos y de artefactos de

    77 Alonso Carri de la Vandera, La Reforma del Per, p.48.78 Ibid. p.49.79 Juan Antonio Suardo, Diario de Lima, Tomo I, p.291.80 Ibid. Tomo II, pp.99,145.81 Guillermo Reverter-Pezet. Las Cofradas, p.74.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    18/26

    24

    alquitrn, brea y cop en las plazas de la poblacin.82 Otra caractersti-

    ca era la profusa presencia de colaciones. Es decir los refrescos, dul-ces y bizcochos que se distribuan entre los asistentes al espectculo.Adems, no pocas veces eran los gremios los que ofrecan las mencio-nadas colaciones, que eran abundantes y de mucha variedad.83 En elcaso concreto de la festividad de San Miguel Arcngel, los indios queparticipaban de la procesin estaban permitidos de portar escopetas, locul les facilitaba estar convenientemente armados sin provocar suspi-cacias o resquemores. Inclusive, a travs de las confesiones de los im-plicados, se nota su afn por concertar con los vecinos de Lima, paraque stos los suplieran de armas, bajo el argumento de que as el desfileresultara de gran lucimiento.84

    stas ceremonias de carcter ritual, operaban como modelos y tam-bin como espejos, que reflejaban en miniatura una simplificacinde las relaciones existentes al interior de la sociedad a la cul pertenec-an.85 Estudios recientes enfatizan el hecho de que las procesiones cere-moniales deben ser visualizadas como la pblica ratificacin del grupoque detenta el poder. No deben ser entendidas, por lo tanto, como lamanifestacin de la ciudad en su conjunto, de un cuerpo homogneo,sino ms bien como la exaltacin de un grupo en particular. As, dentrode ste marco conceptual, las celebraciones dejan de ser percibidascomo eventos espontneos, pasando a ser estrictamente regulados porquienes ostentan el poder.86 Las festividades y sus desfiles organizadoscuidando los mnimos detalle ayudaban, en el caso concreto de la Lima

    colonial, a consolidar y extender el mbito de dominacin del poder co-lonial, frente a sus vasallos. Las festividades eran, de esta manera, unmomento de desenfado pero, tambin, un momento de tensin. De allque se apostaran autoridades locales para supervisar que el evento trans-curriera pacficamente, evitando que desembocara en alguna manifes-tacin tumultuaria. Y, en ste sentido, la excesiva iluminacin de las cal-les principales, no tena como nico objetivo darle mayor brillo a la pro-cesin, sino tambin ejercer un control ms estrecho sobre los individu-os que desfilaban y los que asistan como espectadores.87

    Benjamn McRee es particularmente escptico con respecto a laopinin que afirma que las procesiones reforzaban la unin de los parti-

    cipantes, en la medida que se caminaba hombro a hombro en abierta

    82 Juan Bromley. Fiestas caballerescas, populares y religiosas en la Lima virreinal. Revista Histrica. TomoXXVII. Ao, 1964. p.211.

    83 Ibid. pp.212, 213.84 M.B. Additional (ms,) 13,976.85 Edward Muir. Ritual in Early Modern Europe. Cambridge University Press, 1997. p.5.86 Sheila Lindenbaum. Ceremony and Oligarchy. The London Midsummer Watch. Barbara Hanawalt y Kathryn

    Reyerson (eds.) City and Spectacle in Medieval Europe. University of Minnesota Press, 1994. p.173.87 Ibid. pp.174,175.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    19/26

    25

    demostracin de confraternidad. Es ms, para sustentar su punto de

    vista seala que no era fuera de lo comn, en la Europa preindustrial,que la intranquilidad social y los disturbios urbanos se vieran asociadoscon las ceremonias procesionales. En su concepto el principio de lasceremonias era resguardar las jerarquas.88 Precisamente, la manera deconsolidar una imagen pblica se lograba con una cuidadosa coreogra-fa y manejo de escena en el rito procesional. El lenguaje de la procesinera, evidentemente, del orden visual. De esta manera se buscaba paracada gremio un atuendo especfico que, en el caso concreto de la fiestade San Miguel Arcngel, que se montaba en Lima, vena resaltado con eluso de escopetas.

    Pero, volviendo a la conspiracin de 1750, de acuerdo al plan traza-

    do, el primer objetivo del ataque iba a ser el virrey y su familia, para locul se haba dispuesto enviar quinientos hombres al Palacio, quienestenan rdenes de tomar posesin de la Sala de Armas. Luego de captu-rar al virrey se iban a remitir quinientos hombres al Callao, para apode-rarse del presidio y armas de l, y aqu poner cincuenta hombres encada esquina encamisados para conocerse.89 En ste punto es impor-tante traer a colacin el hecho de que, en 1750, tanto el Palacio delvirrey, como el puerto del Callao, todava se encontraban siendo refacci-onados a causa del mal estado en que quedaron luego del terremoto de1746. Evidentemente, los conspiradores pensaron sacar ventaja de estacrtica situacin que, a su modo de ver, hara ms fcil la captura destos dos estratgicos edificios. En el caso de la casa de gobierno, esto

    no era muy difcil, ya que existan bastantes cajones de pequeos co-merciantes arrimados al palacio y en la parte trasera de l,90 lo que faci-litaba poder estudiar los movimientos al interior del recinto del virrey. Esms, cmo seala Mara Antonia Durn, la existencia de stos cajonesadosados al Palacio lo afearon sin duda, pues enmascaraban su facha-da, al dejar al descubierto el corredor y la puerta.91 Es decir, la visibili-dad del palacio quedaba bastante expuesta, sin contar con la debidaproteccin. Por otro lado, en el Callao tambin pululaban diariamenteartesanos, muchos de los cules vivan en Lima y se desplazaban alpuerto para trabajar en su maestranza. All confluan carpinteros, calafa-teros, herreros, entre otros. A excepcin del capitn de la maestranza,

    sus operarios se componan de gente de castas, entre las quales no eramenor el nmero de indios.92 El propsito de ests referencias es de-

    88 Benjamin McRee. Unity or Division? The social meaning of guild ceremony in urban communities. BarbaraHanawalt y Kathryn Reyerson (eds.) City and Spectacle, pp.189-192.

    89 M.B. Additional (ms.) 13.976.90 Mara Antonia Durn Montero, Lima en el siglo XVII, p.188.91 Ibid. p.190.92 Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Noticias Secretas, Parte I, pp. 82, 83.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    20/26

    26

    mostrar que existan los mecanismos montados para poder observar, a

    travs de los artesanos y pequeos comerciantes, lo que ocurra tantoen Palacio como en el Callao. No era cuestin de improvisar, los conspi-radores podan contar con una base informativa bastante aceptable.

    La convivencia intrincada entre negros e indios a la que ya se hahecho referencia, tambin estuvo presente en el plan de la conjuracinde 1750. Lo que se infiere de la documentacin revisada, es el inters delos indios por buscar una alianza con la poblacin negra, no tanto entrminos de amistad como, en todo caso, motivados por el temor a sertraicionados, si no hacan a los esclavos partcipes de sus planes. As loexpresan en sus propias palabras: Y al mismo tiempo levantar la voz delibertad a todos los esclavos para que no se les opusiesenantes si los

    ayudasen, habiendo repartido entre ellos algunos de los empleosprincipales...para que no hubiese esclavos y todos gozasen de liber-tad...93 Lo que puede tomarse, a primera vista, como un discurso a fa-vor de la abolicin de la esclavitud, tambin refleja un trasfondo de otrandole. Y es que, no hay que olvidar que eran, precisamente, mulatos yzambos los que conformaban uno de los ms socorridos y convocadosbatallones en caso de surgir la intranquilidad social en Lima: el batallnde pardos libres. De acuerdo al trabajo de Leon Campbell, ms de lamitad de la milicia estaba compuesta por castas o sectores tnicamentede origen no blanco. El virrey conde de Superunda dej constancia de lapresencia de dieciocho compaas de indios que totalizaban 900 hom-bres. Adicionalmente haban seis compaas de mulatos o pardos, que

    sumaban 300 individuos, y ocho compaas de negros libres que agluti-naban 392 hombres. En el regimiento de caballera haban ocho com-paas de mulatos que sumaban 453 individuos y siete compaas denegros libres que totalizaban 100 hombres.94 Esto quiere decir que en elejrcito prestaban servicios alrededor de 1,245 individuos de origen afri-cano. Era, por lo tanto, una tctica elemental el ganarse sino el apoyo, almenos la neutralidad, de la poblacin conocida como castas de color.Ms an si se tiene en cuenta que en Lima, los negros, zambos y mula-tos constituan casi la mitad de la poblacin de la capital: de un total de52,645 habitantes, 23,520 estaban conformados por negros libres y es-clavos. Y, en el Cercado, eran inferior por un margen escaso, a la pobla-

    cin india.95

    Indudablemente, era mejor tenerlos como aliados, que cmoenemigos.

    93 M.B. Additional (ms.) 13,976.94 Leon Campbell. The Military and Society in colonial Peru. 1750-1810. Philadelphia, 1978, p.18.95 El censo del virrey Gil de Taboada, practicado en 1795, arroj para Lima una poblacin de 52,645 habitantes,

    de los cules, 23,520 estaban conformados por negros libres y esclavos. En el caso del Cercado, 5,412habitantes eran indios, mientras que los negros libres y esclavos sumaban 4,610. El censo ha sido publicadopor John Fisher en su libro Government and Society in Colonial Peru. The Intendant System, 1784-1814.Universidad de Londres, 1970, p.251. Apndice 2.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    21/26

    27

    Inculpados y represin: un espectculo pblico.

    La captura de los conspiradores, como ya ha sido mencionado, seprodujo en un taller de la Ollera de Cocharcas. Melchor de Paz en sucrnica incluye una Relacin y VerdaderoRomance, sobre la sublevaci-n que intentaron hacer los indios mal acordados y algunos mestizosde la ciudad de Lima.96 sta relacin no slo tiene un indudable valorliterario sino que, para el presente estudio, constituye tambin una fuen-te que ofrece valiosa informacin sobre los reos convictos acusados dehaber participado en la abortada rebelin de 1750, cmo se pone enevidencia a continuacin:

    Ydra de siete cabezas, Era otro Julin de Ayala,

    Se form en siete sujetos, Otro Gregorio Loredo,Que hallaron su propio dao, Que siendo espaol en parteCon pensar en el ageno. En todo fue contra ellos.

    La voz fue de Antonio Cabo, Un Santiago Hualpa Maita,El principal instrumento, Melchor de los Reyes luego,De ir un concierto formado, Tambin Miguel Surichac,Para hacer un desconcierto. Son de ste nmero el resto.

    Era el otro Pedro Santos, Varios de los referidos,Ms no lo era en sus consejos, Donde Francisco Ynca fueron,

    Pues ellos en l mostraron, Queriendo sin ser Doctores,El natural ms perverso. En Junta hallar un remedio.

    General era Miguel,Francisco Ynca subalterno,Teniente general Santos,Tres potencias del Infierno.

    Del careo entre los detenidos se vino a saber que haca dos aosque tramaban sta conspiracin.97 Es decir, cuando los efectos del ter-remoto y las subsecuentes epidemias que azotaron Lima, todava eranlatentes. Adems, la fecha citada coincide con las celebraciones que sellevaron a cabo, en 1748, para conmemorar la subida al trono de Fernan-do VI. Segn John Rowe, los caciques residentes en Lima haban toma-do una parte muy lucida en sta ceremonia.98 De all que el virrey Su-

    96 Melchor de Paz, Guerra Separatista. Edicin de Luis Antonio Eguiguren. Lima, 1952. Tomo I, p.193.97 Rubn Vargas Ugarte. Historia del Per, p.248.98 John Rowe. El Movimiento Nacional Inca del siglo XVIII. Alberto Flores Galindo. (ed.) Tpac Amaru II-1780.

    Antologa. Lima, l976. p.42.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    22/26

    28

    perunda concluyera, bastantes aos antes que el visitador Areche, que

    no era conveniente que en las pblicas solemnidades de proclamaciny nacimiento de prncipes se distingan los indios en gremio separado...ymucho menos que se les permita la representacin de la serie de susantiguos reyes con sus propios trajes y comitiva (pues) tres de los quehicieron aquella figura fueron cabezas las ms altivas del levantamien-to.99 Probablemente se trataba de Santiago Hualpa Maita, Melchor delos Reyes y Miguel Surichac.

    Lamentablemente, las fuentes no proporcionan mayores detallessobre el papel que les toc cumplir a cada uno de los inculpados. Mi-guel Surichac o Surruchaga, un mestizo choln, parece haber sido lafigura clave. Haba trabajado para Don Alonso Santa, uno de los ofici-

    ales del virrey Villagarca. Estando en Palacio, Surruchaga aprendi aleer y escribir y, ms adelante, acompa a su patrn cuando ste fuenombrado corregidor. A partir de su proximidad con Don Alonso, Surru-chaga no slo conoci el interior del palacio de gobierno, sino que tam-bin tuvo acceso al manifiesto de Oruro de 1739.100 Por otro lado, elencargado de delinear el mapa requerido para la invasin de Lima eraconocido como Francisco El Mellizo. Le correspondi la tarea de dibu-jar la invasin del Palacio y Sala de Armas, previniendo las avenidas,con precauciones de un militar experimentado.101 Otro indio, identifica-do como Alberto fue, aparentemente, el responsable de reclutar re-curriendo al disfraz de mercachifle la adhesin de los caciques y prin-cipales de los poblados vecinos.102 Es probable que de sta manera

    fuera convocado Francisco Ximnez Inga, emparentado con la elite ind-gena de Huarochir.103 Tanto Francisco El Mellizo, como Alberto, logra-ron fugar de la justicia siendo condenados en ausencia, a la pena capi-tal. Finalmente, el encargado de ganar adeptos a travs del discursoparece haber sido Antonio Cabo, a quien se le atribua seducir a suscongneres con vanas razones dicindoles, entre otras cosas, que San-ta Rosa haba pronosticado que en el ao de 50 volvera el Imperio delPer a sus legtimos dueos.104

    Santa Rosa parece haber estado estrechamente ligada a la comuni-dad de indios olleros de Huarochir. La santa limea haba sido, en vida,dominica terciaria. Se entiende entonces que fueran los dominicos los

    99 Conde de Superunda, Relacin de Gobierno, p.250.100 Scarlett OPhelan Godoy. Un siglo de rebeliones anticoloniales. Per y Bolivia 1700-1783. Cuzco, 1988,

    pp.114,115.101 Conde de Superunda, Relacin de Gobierno, p.249.102 Biblioteca Nacional de Lima. (en adelante B.N.L.) Sala de Manuscritos. C4438.103 Francisco Ximnez Inga estaba casado con Mara Gregoria Melchor, sobrina del cacique de Huarochir, Don

    Andrs de Borja Puipulibia. Museo Mitre, Buenos Aires. (en adelante M.M.) Ms.ArmB, C19, P1, No de orden4, f.6. Diario Histrico del Levantamiento de la provincia de Huarochir.

    104 Rubn Vargas Ugarte. Historia del Per, p.248.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    23/26

    29

    que asumieron la tarea de construir su convento en Lima.105 Si tenemos

    en cuenta que el pueblo de origen de los olleros hurochires era, precisa-mente, Santo Domingo de los Olleros, Santa Rosa era la indiscutible san-ta patrona de dicho pueblo. Tan temprano como en 1675, los indios delmencionado pueblo pidieron, formalmente, que se les autorizara fundaruna cofrada dedicada a la Santa Rosa de Santa Mara en la iglesia dedicho pueblo de los olleros.106 Dentro de las constituciones redactadaspara hacer efectiva la fundacin de la cofrada, en el inciso cuatro sesealaba: no se han de admitir en esta cofrada los indios que se embri-agaren, escandalosos, ydlatras, ni hechiceros, y a los que lo fuerensern expelidos de la dicha cofrada.107 Los mayordomos deban serelegidos un da despus de la celebracin de la fiesta de la Santa Rosa

    y, dentro de sus funciones, estaba la de visitar a los enfermos y avisar sialguno de ellos tena necesidad de ser confesado.108 No hay noticiasque indiquen si la solicitada cofrada prosper. De lo que si existen refe-rencias es de que el Gremio de Naturales Olleros, radicados en Lima,que habitaban en las inmediaciones del Santuario de Nuestra Seora deCocharcas tenan, para 1780, constituda una hermandad para el cultodel Sr. San Joseph que se venera en la Iglesia del Beaterio de Copaca-bana y se denominaban Devotos Hermanos de San Joseph.109 Esta in-formacin es interesante, en la medida que vincula al gremio de olleroscon el de carpinteros, ambos devotos de San Jos. Indica tambin elgrado de integracin alcanzado por el gremio de indios olleros en laciudad de Lima, en la cul se movan con soltura, manteniendo contacto

    activo entre s a travs del barrio de Cocharcas, donde residan, y de lahermandad de San Joseph, a la que pertenecan. No se hallaban, deninguna manera, dispersos o desvinculados. Tenan elementos idneoscomo para articular una conspiracin.

    Luego del proceso judicial seguido a los principales cabecillas de laabortada rebelin de Lima, la Sala del Crimen de la Real Audiencia con-den a muerte a seis de los principales inculpados. En teora la pena demuerte se aplicaba slo en caso que las pruebas presentadas para de-mostrar el delito fueran conclusivas.110 Pero, en muchos casos, bastabacon que hubiera una certidumbre moral de que se haba trasgredido laley, para condenar el crimen. Esto ltimo debi ser lo que ocurri con la

    conspiracin de Lima, ya que la ejecucin de los reos convictos tuvolugar el 22 de Julio de 1750, cuando los detenidos an no llevaban un

    105 Mara Antonia Durn Montero. Lima en el siglo XVII, p.121.106 Archivo Arzobispal de Lima. (en adelante A.A.L.) Cofradas. LXIII:21. Ao 1675.107 Ibid.108 Ibid.109 A.A.L. Cofradas LX:14.Ao 1780.110 John McManners. Death and the Enlightenment. Oxford University Press, 1981. p.369.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    24/26

    30

    mes en prisin.111 Y es que, para las autoridades coloniales era impos-

    tergable hacer escarmentar cuanto antes, a quienes haban tenido laosada de confabular contra la Corona. En el siglo XVII europeo, el ele-mento al que se apelaba para condenar las conspiraciones sediciosas,era el denominado lse-majest, que implicaba que se haba cometidodesobediencia a Dios y al Rey.112 No obstante ste nfasis cambi enforma significativa hacia finales de siglo, en que se comenz a argumen-tar insistentemente que los insurrectos haban atentado contra el proyec-to pblico, contra el bien comn. Pero, en el caso de la conspiracin deLima de 1750, se afirm que se haba atentado contra el Rey, pero tam-bin contra todos los espaoles, a quienes se iba a pasar a cuchillo.En otras palabras, se estaba atacando al poder peninsular en su conjun-

    to: monarca, autoridades y sbditos.Aunque los perdones e indultos fueron comunes durante el siglo XVIII,muchas veces se opt por transferir a los condenados a presidios leja-nos y, de sta manera, liberarlos de la pena de muerte.113 Probablemen-te en ms de una ocasin se apel al beneficio del clero que, alrede-dor de 1706, era ya un privilegio generalizado por medio del cul unconvicto poda exonerarse de la pena de muerte, a cambio de servir sucondena en un presidio de ultramar.114 Claro que las posibilidades deser amnistiado de una ejecucin ejemplar eran ms altas si la ofensahaba sido menor, o si el acusado perteneca a una familia respetable y,en el caso del Per colonial, era tnicamente blanco. No debe llamar laatencin, entonces, que al pasar sentencia a los reos de la conspiracin

    de Lima, dos de los acusados fueran enviados al presidio de Ceuta (fri-ca) y otros dos fueran trasladados al presidio de la Isla de Juan Fernn-dez (en las costas del Reyno de Chile).115 El nico mestizo del grupo,casi criollo, recibi 200 azotes y los otros inculpados probablemen-te indios fueron ahorcados y descuartizados.116

    La ejecucin a que se someti a los involucrados en la conspiracinfue una puesta en escena, como si se tratara de un espectculo pblico.Estas ejecuciones dramatizadas eran eventos que contaban con una

    111 Rubn Vargas Ugarte. Historia del Per, p.248.112 C. Holmes. Drainers and Fenmen: the problem of popular political consciousness in the seventeenth cen-

    tury. Anthony Fletcher y John Stevenson (eds.) Order and Disorder in Early Modern England. CambridgeUniversity Press, 1987. p.168. El tema del delito de Lesa Majestad tambin ha sido abordado por Carlos DazRementera. Consltese su artculo El delito de Lesa Majestad Humana en los Indios. Un estudio basado enla sublevacin de Tpac Amaru (1780-1781). Anuario de Estudios Americanos. No.XXXI(1974).

    113 Douglas Hay. Property, Authority and the Criminal Law. Albions Fatal Tree. Crime and Society in EighteenthCentury England. New York, 1975. pp.43,44,45.

    114 John H. Langbein. Albions Fatal Flaws. Past and Present, No.9(1983) p.117.115 Conde de Superunda. Relacin de Gobierno, p.249.116 M.B. Additional (ms.) 13,976. No era la primera vez que se daba una sentencia tan sangrienta. En 1730, en

    Cotabambas, Cuzco, los indios que asesinaron al corregidor Don Juan Josef Fandio, fueron condenados amuerte, ahorcados, y descuartizados. Sus cuerpos desmembrados se exhibieron durante cuatro meses,para que sirviera como castigo exemplar a las provincias vecinas y a los que pasen por all. Para mayorinformacin consltese mi libro Unsiglo de rebeliones anticoloniales, pp.99-104.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    25/26

    31

    amplia asistencia en el siglo XVI y XVII europeo.117 De all se tom el

    modelo para ser aplicado en Hispanoamrica. Natalie Zemon Davis des-cribe como la multitud presenciaba la extirpacin de la lengua del acu-sado, la mutilacin de las manos del inculpado. La multitud se congre-gaba para ver como los traidores eran decapitados, sus cuerpos descu-artizados y sus miembros brazos y piernas puestos en exhibicinen diferentes puntos de la ciudad, al igual que las cabezas, que se cla-vaban en picotas.118 En el caso de la conspiracin de Lima, las cabezasy extremidades de los implicados que fueron capturados, juzgados ycondenados, se colgaron en las murallas de la ciudad, para servir deescarmiento.

    Al ajusticiamiento, que se llev a cabo en la plaza mayor de Lima,

    acudi una compaa de 400 indios nobles y milicianos para, de stamanera, enfatizar pblicamente su lealtad al Rey de Espaa y a las auto-ridades peninsulares.119 El conde de Superunda explicit haber tomadolas correspondientes precauciones120 para mantener bajo control a lamultitud que lleg a la plaza para espectar el castigo ejemplar. No hayque olvidar que las ejecuciones pblicas eeran uno de los principalesmtodos por medio del cul el estado demostraba su poder.121 Apelan-do, una vez ms, a la Relacin yVerdadero Romancesobre la sublevaci-n de 1750, es posible conocer algunos detalles sobre cmo se organi-z la represin. As, todo parece indicar que luego de or sentencia, losreos convictos fueron trasladados a la capilla, donde recibieron los auxi-lios de la religin catlica. Esto implica, indudablemente, la presencia

    del clero para ayudarlos a bien morir.122 Despus fueron conducidos ala horca, instalada en un estrado que ellos mismos haban construido. Alda siguiente de la ejecucin, se bajaron sus cuerpos sin vida, los mis-mos que fueron divididos, y colocados en puntos diversos donde antesjuntos se vieron.123 Meses despus, concretamente el 19 de Septiem-bre de 1750, sera ahorcado, tambin en la plaza mayor, Pedro de losSantos, a quien se describe como indio cirujano. La Gazeta de Limainform de la sentencia, en que se mand le fuesen cortadas las manosy cabeza y se clavasen en una picota, en el sitio nombrado La Pampilla,

    117 Este tema ha sido ampliamente abordado en el libro de Pieter Spierenburg. The Spectacle of Suffering.Executions and the evolution of repression. Cambridge, 1984. El autor seala como las ejecuciones pblicasson cuidadosamente planeadas y el ceremonial que siguen es importante. Las ejecuciones se dramatizanpara enfatizar su aspecto moralizador.

    118 Natalie Zemon Davis, Society and Culture, p.162.119 Karen Spalding. Huarochir. An Andean Society under Inca and Spanish Rule. Stanford University Press,

    1984. p.274.120 Conde de Superunda. Relacin de Gobierno, p.248.121 J.A.Sharp. Last Dying Speeches: Religion, Ideology and Public Executions in Seventeenth Century En-

    gland. Past and Present. No.7(1985), pp.144-160.122 Ibid. pp.160,161.123 Melchor de Paz. Guerra Separatista. Tomo I, p.196.

  • 7/29/2019 Scarlett O' Phelan Godoy- Una rebelin abortada. Lima 1750 - La conspiracin de los indios olleros de Huarochir

    26/26

    32

    124 Rubn Vargas Ugarte. Historia del Per, p.250.125 Conde de Superunda. Relacin de Gobierno, p.249.

    cerca de la Capilla antigua de San Francisco de Paula, donde tena su

    habitacin...124 La violencia de la represin es un ndice de que la cons-piracin dej una honda huella entre los pobladores de la ciudad deLima y del virreinato del Per, en general. Con razn el conde de Supe-runda alertaba en su Relacin de Gobierno, nunca debe deponerse elprudente cuidado que pide la experiencia de que, en habiendo maligni-dad que los incite, son los indios capaces de reincidir y entrar en nuevasinquietudes.125 La gran rebelin de 1780-81 en el sur andino, que pusoen jaque a la Corona, hara que sus palabras tuvieran nuevamente vi-gencia. Pero, del trauma de la gran rebelin la poblacin colonial no serepondra tan rpidamente como, aparentemente ocurri con la conspi-racin de los indios artesanos e indios olleros de Lima, en 1750.