100767642 el pueblo y el rey john phelan
TRANSCRIPT
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 1/375
El pueblo y el rey La revolución comunera en
Colombia, 1781
El pueblo.indb 3 08/06/2009 04:38:33 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 2/375
El pueblo.indb 4 08/06/2009 04:38:33 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 3/375
El pueblo y el rey La revolución comunera en
Colombia, 1781 John Leddy Phelan
El pueblo.indb 5 08/06/2009 04:38:33 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 4/375
dCOLECCIÓN MEMORIA VIVA DEL BICENTENARIO
2009 Editorial Universidad del Rosario
2009 Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario,
Escuela de Ciencias Humanas 2009 John Leddy Phelan
The University of Wisconsin Press. Madison, Wis., USA
1980 Traducción: Hernando Valencia Goelkel
ISBN: 978-958-738-011-8
Primera edición: The People and the King: The Comunero Revolution in Colombia, 1781
The University of Wisconsin Press. Madison, Wis., USA, 1978
Primera edición en español: Carlos Valencia Editores, Bogotá, diciembre de 1980
Segunda edición en español: Bogotá, D.C., junio de 2009
Coordinación editorial: Editorial Universidad del RosarioDiagramación: Margoth C. de Olivos
Imagen de cubierta: José Antonio Galán (Colección de miniaturas, Biblioteca Luis Ángel Arango)
en Boletín Cultural y Bibliográfico Banco de la República. Santafé de Bogotá, Colombia. Volumen XXXIII - Número 41, 1996.
Montaje de cubierta: David Reyes
Impresión:
Editorial Universidad del Rosario
Carrera 7 Nº 13-41 Ofc. 501 Tel.: 2970200 Ext. 7724
Todos los derechos reservados.
Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo escrito
de la Editorial Universidad del Rosario.
Phelan, John Leddy El pueblo y el rey: la revolución comunera en Colombia, 1781 / John Leddy Phelan;
traducción de Hernando Valencia Goelkel.—Escuela de Ciencias Humanas—.2ª. ed. en español, Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 2009.
378 p.—(Colección Memoria viva del Bicentenario).
ISBN: 978-958-738-011-8
Colombia – Historia – Siglo XVIII / Insurrección de los comuneros – 1781 / Colombia –Historia – Guerra de independencia – 1810-1819 / I. Título.
986.103 SCDD 20
Impreso y hecho en Colombia Printed and made in Colombia
Preliminares.indd 6 09/06/2009 08:09:57 a.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 5/375
CONTENIDO
Prefacio ............................................................................................. 10
Introducción ...................................................................................... 13
Primera parte
Carlos III
1. De los Reinos al Imperio: innovaciones políticas de Carlos III .... 182. De Reino a Colonia: el programa económico y fiscal de
Carlos III ..................................................................................... 36
Segunda parte
Juan Francisco Berbeo
3. Los motines populares ............................................................... 61
4. Patricios y plebeyos en el Socorro .............................................. 76
5. Una utopía para el pueblo .......................................................... 1006. Una utopía para los nobles ........................................................ 116
7. Una utopía para los indios: los resguardos ................................ 130
8. Una utopía para los indios: revueltas indígenas ........................ 139
9. Encuentro en puente real de Vélez ............................................. 163
10. La batalla que no se libró en Bogotá y la invasión de Girón ..... 176
11. “Guerrea, guerra a Santa Fe” ...................................................... 186
12. Cita en Zipaquirá........................................................................ 200
13. Las capitulaciones de Zipaquirá: aspectos fiscales .................... 21914. Primera Constitución escrita de la Nueva Granada .................... 241
Tercera parte
Antonio Caballero y Góngora
15. José Antonio Galán: mito y realidad ........................................... 261
16. La segunda empresa contra Santa Fe ......................................... 276
El pueblo.indb 7 08/06/2009 04:38:34 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 6/375
17. La reconquista del Socorro ......................................................... 292
18. La zanahoria y el garrote ........................................................... 308
19. Caballero y Góngora y la Independencia de Colombia ................ 332
Nota sobre las fuentes ...................................................................... 342
Índice analítico ................................................................................. 344
Abreviaturas utilizadas
AGI/ASF Sección de la Audiencia de Santa Fe en el Archivo General de Indias(AGI), Sevilla.
CA Pablo E. Cárdenas Acosta, El movimiento comunal de 1781 en el
Nuevo Reino de Granada, 2 vols. Bogotá: Editorial Kelly, 1960.
CR Colección privada de José Manuel Restrepo, Bogotá
AHN Archivo Histórico Nacional, Bogotá.
ANS Archivo de la Notaría, Socorro.
BHA Boletín de historia y antigüedades.
El pueblo.indb 8 08/06/2009 04:38:34 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 7/375
A la memoria de
Pablo E. Cárdenas Acosta, de quien es discípulo
todo historiador
del movimiento de los comuneros
El pueblo.indb 9 08/06/2009 04:38:34 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 8/375
10
Prefacio
El generoso apoyo de varias fundaciones, a las que estoy profundamente
agradecido, facilitaron en gran manera la investigación y redacción del presente
libro. Aportes de la Midgard Foundation y de la Social Science Research Foun-
dation me permitieron permanecer durante un año en España y Colombia, y una
contribución de la American Phylosophical Society hizo posible que volviera a
Bogotá. Buena parte de la redacción se efectuó durante una licencia remunerada
de un año, con fondos suministrados por el American Council of Learned
Societies y del Institute for Research in the Humanities de la Universidad deWisconsin-Madison. El comité de investigación de la escuela de postgrado y
el comité de estudios iberoamericanos, ambos de la Universidad de Wisconsin,
me proporcionaron generosamente fondos para viajar.
En todos los archivos y bibliotecas donde trabajé no sólo recibí ayuda
sino que también fui tratado con indeclinable cortesía. Quisiera expresar mi
reconocimiento a los directores y al personal de las siguientes instituciones:
Memorial Library de la Universidad de Wisconsin, Archivo Histórico Nacional
(Bogotá), colección privada de José Manuel Restrepo (Bogotá), archivo de laNotaría en la Casa de la Cultura del Socorro, Archivo Parroquial del Socorro,
archivo Histórico del departamento de Antioquia, Archivo Nacional de Historia
(Quito), Lilly Library de la Universidad de Indiana y Archivo General de Indias
(Sevilla). Entre los directores y funcionarios de estas instituciones quisiera
poner de presente mi especial gratitud a Louis Kaplan, Joseph Tryz, Susanne
Hodgman, Carlos Restrepo Canal, Alberto Lee López, O.F.M., Alberto Miramón,
Eduardo Santa, doña Pilar Moreno de Ángel, doña Adela Cajiao B., monseñor
José Restrepo Posada (fallecido), doña Carmen Camacho de Villarreal, JorgeGarcés (fallecido), Elfrieda Lang y doña Rosario Parra Cala.
Mucho les debe este libro a mis amigos colombianos. Aprecio profunda-
mente el honor que me confirió la Academia Colombiana de Historia en 1972,
cuando me eligió miembro correspondiente. Guardo en gran estima la amistad
de su ilustre presidente, doctor Abel Cruz Santos. A Horario Rodríguez Plata,
antiguo presidente de la Academia e hijo ilustre del Socorro, le adeudo profunda
El pueblo.indb 10 08/06/2009 04:38:34 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 9/375
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
11
gratitud por la liberalidad y el compañerismo con que compartió conmigo
sus dilatados y profundos conocimientos de la historia de su patria. Entre los
otros académicos a quienes quisiera expresarles mi reconocimiento estánlos siguientes: el fallecido Roberto Liévano, Guillermo Hernández de Alba, padre
Rafael Gómez Hoyos, decano de la Academia, Luis Martínez Delgado, Manuel
Lucena Salmoral, Juan Manuel Pacheco, S.J., Luis Duque Gómez, padre Mario
Germán Romero, general Julio Londoño, Rafael Bernal Medina, coronel Camilo
Riaño, José de Mier y Armando Gómez Latorre.
He pasado muchas horas amables en el hogar de doña Kathleen
Romoli de Avery, cuya visión de Colombia es más aguda que la de cualquier
otro extranjero que yo conozca. Aprendí también mucho en incontables charlasen la hospitalaria casa de Jorge Cárdenas García y de su vivaz esposa, doña
María Elena. Don Jorge es descendiente directo, por la rama femenina, de Juan
Francisco Berbeo, el comandante de los comuneros, e hijo del fallecido Pablo
Cárdenas Acosta. Jaime Jaramillo Uribe, cuya erudición le ha granjeado reputación
internacional, demostró ser amigo sabio y valioso consejero. Ramiro Gómez
Rodríguez fue infinitamente generoso al transmitirme su conocimiento íntimo
de los archivos en su Socorro natal. Durante los varios años que trabajé en
los archivos de Bogotá, disfruté el privilegio de varias conversaciones largasy estimulantes con Indalecio Liévano Aguirre, actual ministro de relaciones
exteriores de Colombia y antiguo presidente encargado de la República. Mi
discrepancia con algunas de sus opiniones en nada disminuye el respeto que
me inspira como historiador y como hombre de Estado.
Entre otros colombianos cuya amistad quisiera agradecer se hallan
Germán Colmenares, Hermes Tovar Pinzón, Margarita González, Inés y Enrique
Uribe White, Juan Friede, José Vicente Mogollón Vélez y doña Beatriz Vila de
Gómez Valderrama.Entre mis colegas estadounidenses que trabajan en historia de Colombia
recibí ayuda y estímulo valioso de José León Helguera, Jane Loy, Gary Graff,
Allan Kuethe, Leon G. Campbell, Mark A. Burkholder y D.S. Chandlet. Frank
Saffor realizó una crítica meticulosa y constructiva del manuscrito.
En lo que respecta a mis colegas de Madison estoy especialmente
reconocido con Peter H. Smith, Thomas E. Skidmore, William Courtenay,
El pueblo.indb 11 08/06/2009 04:38:34 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 10/375
12
John Leddy Phelan
Morton Rothstein, Charles F. Edson, Maris Vinovskis y Robert Halstead, por
haber compartido conmigo su saber. Una expresión de gratitud muy especial y
muy personal hago llegar a mis tres ayudantes en la investigación, quienes meayudaron de infinitas maneras. Son ellos Peter de Shazo, Isabel Pepe Hurd y
David Lyles. Guardo así mismo un recuerdo afectuoso del seminario de postgrado
que dirigió en 1972 sobre el tema de los comuneros. Mary de Shazo tradujo
competentemente cuatro artículos sobre el tema, aparecidos en el Boletín de
Historia y Antigüedades . Mrs. Ruth Koontz mecanografió con paciencia y con
eficacia el abultado manuscrito.
Por último, quisiera agradecerles a todos los colombianos incontables
y anónimos, de toda clase y condición, que contribuyeron a que mis muchasvisitas a su país resultaran para mí tanto placenteras como estimulantes.
John Leddy Phelan
Madison, Wisconsin, noviembre de 1975
Nota de los editores estadounidensesCuando John Leddy Phelan se hallaba próximo a finalizar la preparación de este
libro para su publicación, ocurrió su repentina muerte. Los editores agradecen aPeter H. Smith, amigo y colega del autor, por haber asumido la responsabilidad
de concluir esta tarea, agradecimiento que hacen extensivo, por su colaboración
como asistentes, a Cathy Duke y Susan Fredston.
El pueblo.indb 12 08/06/2009 04:38:34 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 11/375
13
Introducción
Este estudio se desprende de mi libro anterior. En The Kingdom of Quito in
the Seventeenth Century trataba de explorar los mecanismos internos de
la burocracia colonial y de examinar las condiciones que le permitían a la
administración conciliar las tensiones y los conflictos. Este libro mira a la otra
cara de la moneda. ¿En qué circunstancias se desplomó el sistema burocrático
de conciliación hasta el punto de que diversos grupos consideraran necesario
recurrir a las armas para lograr sus objetivos políticos?
Una de estas ocasiones se presentó en Colombia, llamada entonces
Nuevo Reino de Granada, en 1781. Unos veinte mil hombres y mujeres de
esa tierra pobre pero orgullosa, mal armados pero enardecidos, marcharon a
la población de Zipaquirá situada a un día de camino de Bogotá, para exigir
que los ministros del rey Carlos III de España repudiaran toda una serie de
medidas fiscales y administrativas, introducidas brutalmente. La capital
se hallaba virtualmente indefensa. El rollizo y astuto arzobispo de Santa Fe de
Bogotá, Antonio Caballero y Góngora, en nombre de las autoridades firmó lascapitulaciones de Zipaquirá en las que se derogaba el programa de Carlos III.
El acontecimiento, que pasó a la historia como Revolución de los
Comuneros, ha sido interpretado por algunos historiadores modernos como
antecedente de la independencia política; por otros, como una revolución social
frustrada para los de abajo, a quienes traicionaron los de arriba. No fue ninguna
de las dos cosas, como trata de demostrar este libro, al ceñirse principalmente
a la forma como los hombres y mujeres de 1781 percibían la modalidad de su
protesta. En lugar de interpretar el movimiento de los comuneros en términosde sucesos posteriores, me he concentrado en el significado interno de dos
expresiones claves: la palabra comunero, con la que se identificaban los
inconformes, y el lema que proclamaban las muchedumbres en todas las plazas
de ese reino montañoso: “¡Viva el rey y muera el mal gobierno!”.
La ideología política tácita de este movimiento no puede hallarse en las
doctrinas de los filósofos franceses e ingleses, que tanto contribuyeron a inspirar
El pueblo.indb 13 08/06/2009 04:38:34 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 12/375
14
John Leddy Phelan
la revolución norteamericana en esos mismos años. Sus ideas eran desconocidas
en la Nueva Granada de 1781. El alimento intelectual de la generación de 1781
venía de las doctrinas de los teólogos clásicos españoles de los siglos XVI y XVII,el más notable de los cuales era el jesuita Francisco Suárez. Para los ciudadanos
de la Nueva Granada, el reino en que vivían constituía un corpus mysticum
politicum, con sus tradiciones y procedimientos propios encaminados a obtener
el bien común de la comunidad toda. Para los hombres de 1781 ese bien
común estaban demoliéndolo escandalosamente con las innovaciones fiscales
introducidas por los burócratas de Carlos III. El pueblo de la Nueva Granada
rara vez invocaba nociones como “nación” o “patria”, pero permanentemente
repetía las antiguas expresiones castellanas de “el común” y “la comunidad”–el bien común de todos los grupos dentro de la comunidad.
La crisis de 1781 fue de naturaleza esencialmente política y constitu-
cional. Es verdad que la desencadenaron los nuevos impuestos, o el aumento
de los antiguos. Pero el problema central era el de quién tenía autoridad para
imponer nuevas exacciones fiscales. Animado por el propósito de crear una
monarquía unitaria, altamente centralizada, a fin de asumir los crecientes
gastos de la defensa del imperio, el gobierno de Carlos III predicaba un
evangelio nuevo, inspirado en el absolutismo francés de Luis XIV y Luis XV:el de que los súbditos le debían obediencia ciega a la autoridad constituida.
Pero en los documentos de la revolución comunera se halla profundamente
arraigada la creencia en que las leyes injustas son inválidas, y en el que el
corpus mysticum politicum tenía el derecho intrínseco a alguna especie de
aprobación popular a impuestos nuevos. Los ciudadanos de la Nueva Granada
eran herederos de una tradición de descentralización burocrática, la cual se
había ido configurando lenta pero firmemente en la Nueva Granada durante los
reinados de los Habsburgos y de los primeros Borbones. La “constitución noescrita” establecía que las decisiones básicas se adoptaban mediante consultas
informales entre la burocracia real y los súbditos coloniales del rey. Por lo general
se llegaba a un compromiso operante entre lo que deseaban idealmente las
autoridades centrales y lo que, con realismo, podía esperarse de las condiciones y
las presiones locales. La crisis de 1781 fue, en suma, una colisión constitucional
entre la centralización imperial y la descentralización colonial.
El pueblo.indb 14 08/06/2009 04:38:34 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 13/375
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
15
Como sucede a menudo en situaciones revolucionarias, las demandas
crecieron a medida que con el tiempo se iba extendiendo el movimiento. La
protesta comenzó como una exigencia de volver a la “constitución no escrita”.Sin embargo, en Zipaquirá emergió un objetivo revolucionario dentro de un mar-
co tradicionalista. Los hombres de 1781 reivindicaron un autogobierno criollo
bajo la égida de la corona. Tanto Carlos III como sus súbditos neogranadinos
se vieron forzados a abandonar sus revoluciones respectivas. El compromiso
definitivo fue una versión modificada de la “constitución no escrita”, inclinada
hacia una mayor centralización del poder real.
Al organizar la marcha sobre la capital, los dirigentes comuneros y sus
seguidores se embarcaron en una campaña masiva de desobediencia civil, a finde persuadir al rey de que repudiara las políticas de sus ministros. En 1781 era
inconcebible el mundo sin una monarquía. De ahí que las multitudes exclamaran
furiosamente “Viva el rey”. Pero también podía pensarse en que políticas fiscales
nuevas requerían alguna forma de consulta con el pueblo sobre el que iba a
recaer la carga. De ahí que también gritaran “Abajo el mal gobierno”.
En 1781 sólo había un principio de legitimidad política, y este recibía
el apoyo entusiasta de todos los grupos de la sociedad. La corona pedía y
recibía obediencia por parte de sus súbditos, ya que el rey, ungido del Señor,era la fuente de la justicia. Nunca habría de fomentar una injusticia si se le
mantuviera completamente informado de todas las situaciones. Los ciudadanos
de la Nueva Granada en 1781 alegaban que el rey había sido engañado por
ministros rapaces y tiránicos; sus siempre leales súbditos le estaban llamando
la atención, en forma un tanto enfática, acerca de ese hecho.
Confinada dentro de los límites de una forma de legitimidad política
tradicionalista y providencialista, la generación de 1781 no podía echar por la
borda la soberanía de la corona, ni propugnar por un orden básicamente nuevode la sociedad. Tan sólo podía pedir la corrección de agravios específicos –en
este caso, la supresión del nuevo programa fiscal.
Quienes interpretan la Revolución de los Comuneros como el primer
capítulo de la emancipación política o como una revolución social frustrada
llegan a la conclusión de que el movimiento fue un fracaso desolador. Dentro
del contexto de 1781, tal como lo he definido, los comuneros obtuvieron un
El pueblo.indb 15 08/06/2009 04:38:34 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 14/375
16
John Leddy Phelan
éxito considerable. Aunque las autoridades habrían de repudiar muy pronto las
capitulaciones de Zipaquirá, el arzobispo virrey Caballero y Góngora, tras esta-
blecer de nuevo el principio de la autoridad real, se dedicó a hacer concesionessignificativas dirigidas a las fuentes mismas de descontento que precipitaron la
protesta. Volvió al espíritu de la “constitución no escrita” al arbitrar hábilmente
un compromiso entre la insatisfacción del Nuevo Reino y las exigencias fiscales
de la autoridad central en Madrid.
Quizás la falla principal dentro de la cuantiosa historiografía sobre
el tema consiste en que la mayoría de los historiadores interrumpen su
análisis con el repudio a las capitulaciones y omiten el examen detenido de la
administración de Caballero y Góngora.La lección que a Carlos III y sus ministros le dieron los comuneros fue la
de que no podían violar con impunidad las tradiciones políticas, profundamente
arraigadas, de la Nueva Granada. Paradójicamente, aunque sin advertirlo, el
apoyo que le dio Caballero y Góngora al pensamiento científico de la Ilustración,
y su creencia en el Estado como renovador de la economía, echó el puente que
conecta a la Colonia con la Independencia.
La Independencia habría de llegar una generación después, pero el
mundo occidental había cambiado hondamente entre 1781 y el derrocamiento delos Borbones en 1808. La introducción a la Nueva Granada del pensamiento
científico y político de la Ilustración europea, el impacto de las revoluciones
en América del Norte y en Francia proveyeron a los intelectuales criollos de la
generación de 1810 con los instrumentos necesarios para desafiar la noción
tradicionalista y providencialista de legitimidad, con la que comulgaban en
cambio los hombres de 1781.
El pueblo.indb 16 08/06/2009 04:38:34 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 15/375
Primera parteCarlos III
El pueblo.indb 17 08/06/2009 04:38:34 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 16/375
18
1. De los Reinos al Imperio: innovaciones políticasde Carlos III
El pequeño grupo de tecnócratas incipientes congregados en torno a Carlos III
(1759-88) postulaba un estado unitario donde todos los recursos de los
distintos y remotos dominios españoles pudieran movilizarse en defensa
de la monarquía. Rompieron con la antigua noción –de los Habsburgos– de
que los establecimientos de ultramar eran reinos, subordinados a la corona de
Castilla y León e inseparables de ésta, y en el siglo XVIII comenzaron a aglutinar
los dominios de España en las Indias como provincias de una monarquíateóricamente centralizada. La nomenclatura tradicional de los Habsburgos
–“el rey de las Españas y de las Indias”– fue dando paso a la de “el rey de
España y emperador de las Indias” o de “América”. En el reino de Carlos III
los funcionarios españoles emplearon por vez primera el término “colonias”,
tomado en préstamo a sus enemigos ingleses y a sus aliados franceses, para
describir las posesiones de la corona en ultramar. Este cambio de nomenclatura
implica un desplazamiento significativo de la intención.1
El arquitecto inicial del programa de Carlos III fue José del Campillo yCosío, cuyo Nuevo sistema de gobierno económico para la América , redactado
ya en 1743, establecía el plan básico para los cambios; el tratado circuló en
manuscrito entre burócratas de alto rango hasta 1762, cuando, con modifica-
ciones sin importancia, fue publicado en el Proyecto económico de Bernardo
Ward. Para Campillo y Cosío “gobierno económico” era la aplicación al Nuevo
Mundo de los principios del mercantilismo de Colbert. Propugnaba la abolición
de monopolios ineficaces, como el monopolio comercial de que disfrutaban los
comerciantes de Cádiz para la carga trasatlántica, y la creación de monopolios
lucrativos fiscalmente; por ejemplo, el del tabaco. Veía a América como un
mercado sin explotar para las manufacturas españolas. A fin de aumentar el
consumo de ese mercado proponía que se abolieran las restricciones al comercio
1 Ver mi Kingdom of Quito in the Seventeenth Century: Bureaucratic Politics in the Spanish Empire (Madison, 1967), págs. 119-121.
El pueblo.indb 18 08/06/2009 04:38:34 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 17/375
19
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
y que los indios se incorporaran más completamente a la sociedad colonial,
mediante la distribución de tierras entre ellos. Se debería aumentar la producción
de plata, y podría crearse un sistema más eficiente de recolección de impuestoscon la introducción al Nuevo Mundo del sistema francés de los intendentes.
Las humillantes derrotas que Inglaterra le propinó a España en la Guerra
de los Siete Años impulsaron a la monarquía a poner en práctica el ambicioso
proyecto de Campillo y Cosío. La debilidad de España frente a Inglaterra era
análoga a la de la Austria de María Teresa frente a Prusia: moderniza o sucumbe.
Pero el ritmo de la reforma fue deliberadamente cauto, lento incluso, dentro
del contexto de la aguda rivalidad entre España y la Gran Bretaña. De ahí
que las innovaciones tecnocráticas y fiscales de Carlos III fueran, nada más ynada menos, que un intento cauteloso dentro de lo que recientemente se ha
llamado modernización defensiva. El aspecto verdaderamente revolucionario
del programa de Carlos III no residía en su aspecto económico –el que apenas
era un neomercantilismo colbertiano modificado– sino en los medios políticos y
constitucionales adoptados para implantar esos modestos cambios económicos
y fiscales.2
Carlos III tenía una ventaja sobre sus predecesores en el trono. Había
evolucionado y había llegado a la madurez en un lapso de veinticuatro añospasados fuera de la península ibérica, aislado de los intereses establecidos y
de los procedimientos burocráticos tradicionales de la corte española. Como
monarca de las Dos Sicilias (1753-59) adquirió buen caudal de experiencias
acerca de cómo modernizar cautelosamente una monarquía anticuada.
Los motines que estallaron en varias ciudades de España en marzo y abril
de 1766 y que obligaron transitoriamente a Carlos III a huir de la capital fueron
una advertencia para que el rey procediera con prudencia en la introducción
2 Para sugestivas interpretaciones recientes, ver David A. Brading, Miners and Merchants in Bourbon México, 1763-1810 (Cambridge, 1971) y Stankey y Barbara Stein, The Colonial Heritage
of Latin America: Essays on Economic Dependence (Oxford, 1970), págs. 86-119. A Bradingpuede reprochársele por no distinguir claramente entre los aspectos político y económico-fiscal delprograma de Carlos III. Habla de la totalidad de los cambios de Carlos III como de una “revolución enel gobierno”, cuando, de hecho, el monarca sólo utilizó medios algo revolucionarios para implantarcambios fiscales modestos. Muy correctamente, los Steins recalcan la moderación del programafiscal, pero la brevedad de su estudio reduce al mínimo el aspecto político.
El pueblo.indb 19 08/06/2009 04:38:34 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 18/375
20
John Leddy Phelan
de cambios. Precipitados a primera vista por las nuevas regulaciones que
prescribían el corte de las capas y prohibían los sombreros de ala ancha, los
tumultos fueron simultáneamente expresiones del descontento popular conlos consejeros italianos del rey, un clásico motín del pueblo hambreado y una
abrupta reacción de los intereses tradicionales contra el cambio.3 La lección que
Carlos III extrajo de los motines de 1766 fue la de que tenía que convencer,
que halagar inclusive, a los intereses establecidos para que se aceptaran sus
innovaciones. Quince años después Antonio Caballero y Góngora, virrey de
Carlos III en la Nueva Granada, extrajo la misma lección de la Revolución
de los Comuneros.
Aunque varios de estos cambios se introdujeron primero de maneraexperimental en Cuba, después de 1763, el primer intento de modernización
defensiva en gran escala se efectuó en el virreinato de México, durante la “visita
general” de José de Gálvez (1765-71). Gálvez regresó a España, triunfante
tras su experiencia mexicana, donde sirvió como ministro de Indias de Carlos
III desde 1776 hasta su muerte en 1787. A fines del decenio de 1770 y a
comienzos del de 1780 Gálvez trató de aplicar el modelo de su experiencia
mexicana a los virreinatos de Nueva Granada y Perú. Si José del Campillo y
Cosío fue el principal diseñador del programa de modernización defensiva deCarlos III, Gálvez constituyó su principal ejecutor. El regente visitador general
Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres y el visitador general Juan Antonio Areche
se desempeñaron como ayudantes de campo de Gálvez en la Nueva Granada
y el Perú, respectivamente.
Por lo tanto, un conocimiento de la visita general de Gálvez a México es
preludio necesario para entender claramente lo que después habría de acontecer
en la Nueva Granada. Los objetivos y las tácticas empleados por Gálvez en
México fueron imitados, con pequeñas variaciones, por el funcionario quenombró un decenio después para la Nueva Granada. Creación de un monopolio
de tabaco rentable, administración directa por la monarquía del sistema fiscal,
expulsión de los criollos en cargos públicos y restricciones al poder del virrey:
3 Para una interpretación económica de los motines de 1766 ver Pierre Vilar, “El motín deEsquilache y la crisis del antiguo régimen”, Revista de Occidente 36 (1972): 199-274.
El pueblo.indb 20 08/06/2009 04:38:35 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 19/375
21
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
todo esto se había ensayado ya en México. También se presentó en México una
resistencia popular militante contra esos cambios, pero la reacción en México
no tuvo la intensidad de la de Nueva Granada y Perú.4
Los ministros de Carlos III no se proponían abolir las instituciones
tradicionales de los Habsburgos sino tan sólo transformarlas para que sirvieran a
otras finalidades. Sobra decir que quienes ocupaban los viejos cargos se resistían,
a veces con éxito, y desvirtuaban así el alcance de los cambios propuestos. En
ninguna parte se aprecia mejor esto que en el caso de la institución virreinal.
El propósito fundamental era restringir la autoridad del virrey a cues-
tiones puramente políticas y militares, y despojarlo de toda autoridad sobre la
maquinaria fiscal. La real hacienda habría de convertirse en un departamento
completamente autónomo, dirigido por un “superintendente delegado”. El super-
intendente vigilaría a un funcionario provincial de nueva data, el “gobernador
intendente”. Como este habría de ejecutar las funciones políticas, judiciales y
militares de los antiguos corregidores, y tendría también jurisdicción financiera
sobre la hacienda, era menester el reclutamiento y al formación de personas
mejor calificadas para el cargo. Su responsabilidad principal era promover el
desarrollo económico y darle mayor eficiencia a la administración fiscal.5
No sólo se restringía la responsabilidad de la audiencia en la esfera
fiscal, sino que también el virrey dejaba de ser presidente de ésta. En 1776 se
creó el cargo de regente de la audiencia. Le seguía en rango inmediatamente
al de virrey, y le competía aliviar a este de la administración rutinaria de la
audiencia.6 El nuevo sistema gubernamental parecía una versión de la troica
en el siglo XVIII, con la autoridad suprema dividida entre el virrey para asuntos
4 Herbert I. Priestley, José de Gálvez, Visitador General of New Spain, 1765-71 (Berkeley,1916); Brading, Miners and Merchants, págs. 26-81; María del Carmen Velásquez, El estado de guerra en Nueva España, 1760-1800 (México, 1958), págs. 80-85.
5 Brading, Miners and Merchants, págs. 33, 45-47, 63-69, 87-92, 241-246; John Lynch, Spanish Colonial Administration, 1782-1810: The Intendant System in the Viceroyalty of Río dela Plata (Londres, 1958); Luis Navarro García, Intendencias de Sevilla (Sevilla, 1959).
6 Clarence H. Haring. The Spanish Empire in America (Oxford University Press 1974), págs.132-133. Consulta, 10 de agosto de 1779 y despacho de Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 28 defebrero de 1779, ambos en AGI/ASF 912; Gálvez a la audiencia, 15 de mayo de 1777, AHN,Historia Civil, 4:345.
El pueblo.indb 21 08/06/2009 04:38:35 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 20/375
22
John Leddy Phelan
políticos y militares, el superintendente para la hacienda real, y el regente para
la administración de justicia.7
El choque entre los burócratas de Carlos III y los virreyes se debíaen parte a una antigua hostilidad –el inevitable conflicto entre la autoridad
“ordinaria” de los virreyes y las audiencias y la jurisdicción “extraordinaria”
del visitador general. Aunque el virrey estaba bajo la jurisdicción de una visita
general tan sólo en su capacidad de presidente de la real audiencia, las tensiones
y los conflictos caracterizaban las relaciones entre el visitador y el virrey en
tiempo de los Habsburgos.8 Durante el reinado de Carlos III el antiguo sistema
de visita general de los Habsburgos se transformó profundamente y se le
asignó un papel más dinámico. En lugar de ser tan sólo un instrumento paradescubrir y castigar el mal comportamiento de los funcionarios en ultramar,
la visita general era utilizada por la corona como instrumento para imponer
políticas nuevas. Gálvez en México, Gutiérrez de Piñeres en Nueva Granada
y Areche en el Perú tuvieron encontrones con los virreyes titulares. En los
tres casos el visitador general triunfó temporalmente, pero la institución del
virreinato no quedó lesionada de manera permanente. La troica no era práctica
desde el punto de vista administrativo. Se necesitaba un funcionario cuyo cargo
participara en algo del prestigio real, a fin de coordinar y supervisar las distintas jerarquías administrativas. El vigor, el éxito y la capacidad de virreyes como
Bucareli y Revillagigedo el Joven en México y Caballero y Góngora en la Nueva
Granada, cuyo ejercicio del cargo fue precedido siempre por visitas generales
tormentosas, hicieron que los virreyes recuperaran su papel tradicional de
supervisores titulares de la hacienda. Por otra parte, los regentes de la audiencia
se mantuvieron hasta que concluyó el régimen español. Desempeñaban una
tarea útil y necesaria en la supervisión de la audiencia.
Aunque la hostilidad de Gálvez y de sus principales colaboradores frentea la institución virreinal puede explicarse parcialmente en virtud de tensiones
previas, intervenían también otros factores.9 Gutiérrez de Piñeres, quien sin
duda compartía esa hostilidad, señalaba una de las principales fuentes de
7 Brading, Miners and Merchants, pág. 45.8 Ver mi Kingdom of Quito, págs. 243 ss.9 Brading, Miners and Merchants, págs. 44, 45.
El pueblo.indb 22 08/06/2009 04:38:35 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 21/375
23
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
insatisfacción entre los burócratas de la monarquía cuando le escribía a José de
Gálvez: Esta manera de actuar es común a los virreyes: piensan poder hacer
en su virreinato lo que haría el rey de estar presente. No faltan aduladores queaprueban esta máxima, capaz de producir consecuencias fatales”.10
Los administradores de Carlos III eran tecnócratas en embrión: los
virreyes eran políticos que seguían tradicionalmente la norma de que las
aspiraciones de las élites criollas locales debían tenerse en cuenta y hasta cierto
punto conciliarse con un programa de protección paternalista a los desposeídos.
Era esta tradición, emanada de los Habsburgos, la que Gálvez quería eliminar.
Los virreyes no deberían actuar más como intermediarios entre las autoridades
centrales en España y las élites y las otras clases de la región. Los criollos,
argüía Gálvez, tienen demasiado poder. Censuraba su peso en las audiencias y
en la hacienda, porque “estaban demasiado ligados por vínculos de familia y de
facción en el Nuevo Mundo como para poder gobernar de manera desinteresada
e imparcial”.11
Aunque la abrumadora mayoría de los virreyes en el siglo XVIII había
nacido en España, el 90 por ciento de los nombrados entre 1746 y 1813
eran militares de carrera, casi la mitad de los cuales tenía experiencias militares
previas en el Nuevo Mundo.12 De ahí que muchos virreyes tendieran a escuchar
con simpatía el punto de vista de los criollos. La carrera de Manuel Antonio
Flórez (1723-99), quien fue virrey tanto de la Nueva Granada como de México,
dista de ser atípica. Nacido en Sevilla, Flórez entró a la marina en 1736. Pasó
unos diez años en el Perú, en la exploración de las fronteras en litigio con el
imperio portugués. También fue destinado a La Habana y a Buenos Aires antes
de ser nombrado virrey de la Nueva Granada en 1776. Era su esposa una criolla
de Buenos Aires, y varios de sus hijos nacieron en América.13
Queda así claro
10 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 15 de mayo de 1778, AGI/ASF 659.11 Citado por Brading, Miners and Merchants, pág. 35. Tanto George Ade como Mark Burkholder
han emprendido estudios sobre la trayectoria de Gálvez en el ministerio de Indias.12 Michael Flamingo, “Viceregal Recruitment Patterns in the Spanish-American Colonies”,
trabajo de seminario para el profesor Peter H. Smith, otoño de 1971, universidad de Wisconsin-Madison.
13 Biografía de Manuel Antonio Flórez por María Luis Rodríguez Baena, en José Antonio Cal-derón Quijano, Los virreyes de Nueva España en el reinado de Carlos IV, 2 vols. (Sevilla, 1972),
El pueblo.indb 23 08/06/2009 04:38:35 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 22/375
24
John Leddy Phelan
por qué los virreyes con experiencias previas en América eran mal vistos en el
círculo de José de Gálvez, tan lleno de prejuicios contra los criollos.
En el siglo XVII un número relativamente pequeño de criollos habíasido nombrado para la judicatura. Pero los magistrados europeos que habían
ejercido largo tiempo en América simpatizaban visiblemente con el punto de
vista de las élites criollas. Durante el reinado de los dos primeros Borbones,
Felipe V y Fernando VI, se produjo un cambio decisivo. Cuando José de
Gálvez comenzó su célebre visita general a México, los criollos habían tenido
durante mucho tiempo una cómoda mayoría tanto en la audiencia como en el
servicio fiscal.14 Después de 1730 las mayorías criollas fueron frecuentes
en las audiencias de Lima y de Santiago de Chile.15 Es menos conocido elhecho de que los criollos fueron enormemente influyentes en la audiencia de
Bogotá durante varios decenios antes del comienzo de la visita general de Juan
Francisco Gutiérrez de Piñeres de 1778.16
Para las razones de este cambio debemos volver a la política de nom-
bramientos de los Borbones. La venta de cargos judiciales había comenzado
efectivamente a fines del siglo XVII, bajo los Habsburgos, pero los primeros
Borbones la intensificaron. Entre 1701 y 1750, Felipe V y Fernando VI nombra-
ron a 108 criollos para cubrir 136 cargos en las audiencias. Aproximadamentelas dos terceras partes de los nombrados tuvieron que comprar los cargos a
1:3-5. El sucesor de Flórez, Pimienta, estaba casado con una cartagenera; ver Pablo E. CárdenasAcosta El movimiento comunal de 1781 en el Nuevo Reino de Granada, 2 vols. (Bogotá,1960), 2:196-97. Esta obra, que se citará con frecuencia a lo largo del texto, en adelante seabreviará como CA.
14 Brading, Miners and Merchants, pág. 35.15 Jaime Eyzaguirre, Ideario y ruta de la emancipación chilena (2ª. ed., Santiago de Chile,
1969), págs. 54-57. Respecto al importante papel desempeñado por los criollos en la burocracia
brasileña ver Stewart B. Schwartz, “Magistracy and Society in Colonial Brazil”, Hispanic American Historical Review 50 (1950): 715-30. En 1777 en Lima siete de los ocho oidores y tres de loscuatro jueces en la sala de crimen eran criollos, pertenecientes a las principales familias de Lima, yen muchos casos ricos. Acerca de la participación de los criollos en diversas audiencias, ver LeonG. Campbell “A Colonial Establishment: Creole Domination of the Audiencia de Lima during theLate Eighteenth Century”, ibíd. 52 (1972): 1-25; Mark Burkholder “From Creole to Peninsular:The Transformation of the Audiencia of Lima”, y Jacques A. Barbier, “Elite and Cadres in BourbonChile”, ibíd. 52 (1972): 395-415, 416-35.
16 Ver mi “El auge y la caída de los criollos en la Audiencia de Nueva Granada”, BHA 59(1972): 597-618.
El pueblo.indb 24 08/06/2009 04:38:35 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 23/375
25
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
precios que oscilaban entre 4.000 y 20.000 pesos, mientras que sólo el 19 por
ciento de los españoles designados hicieron otro tanto –lo que insinúa que
ya desde los primeros Borbones los criollos padecían cierta discriminación. Lacompra del cargo incluía a menudo, pero no siempre, el privilegio de contraer
matrimonio con una residente en el reino, y el de tener propiedades en él. Había
dos categorías de compra: 1) “de número”, un cargo regular para suplir una
vacante, y 2) “supernumerario”, en la que el nuevo magistrado no iniciaba sus
funciones hasta que se produjera una vacante entre los cargos regulares.
El consejo de Indias protestaba vehementemente contra la venta de
cargos judiciales, ya que a lo largo de su historia había defendido, con consi-
derable consistencia, el principio de una magistratura profesional. De hecho,hubo sólo dos periodos durante los cuales la corona vendió estos cargos en
escala masiva: de 1706 a 1711, durante la Guerra de Sucesión, y de 1740 a
1750, durante la llamada Guerra de la oreja de Jenkins. La causa evidente era las
dificultades fiscales producidas por la guerra.
No sólo había estrecha relación entre los periodos de guerra y la venta
de cargos en las audiencias, sino que también la distribución geográfica de las
ventas se hacía en función de las tensiones internacionales. El poderío marítimo
inglés representaba la principal amenaza para los dominios españoles. De ahíque el mayor porcentaje de cargos vendidos fuera en el interior, menos expuesto,
o en las audiencias de Lima, Quito, Chile, Charcas y Guadalajara, en la costa
del Pacífico; el porcentaje más bajo era en las audiencias de Santo Domingo,
Bogotá, México y Manila, expuestas todas a la agresión naval inglesa. En estas
áreas el porcentaje de criollos nombrados variaba entre el 11 y el 35 por ciento,
con un promedio del 18 por ciento. El porcentaje de Bogotá era de 17. En las
audiencias menos vulnerables a los ataques ingleses el porcentaje de criollos
nombrados variaba del 68 por ciento en Charcas al 56 por ciento en Chile y el55 por ciento en Lima.
Los gobiernos de Felipe V y Fernando VI vendían cargas en las audien-
cias con sumo desgano. Después de 1750 no quedó cargo alguno susceptible
de venta y, de hecho, a partir de esa época el gobierno siguió una política
discriminatoria contra los nombramientos de criollos, a fin de modificar el
balance a favor de los españoles europeos. Pero los criollos nombrados antes
El pueblo.indb 25 08/06/2009 04:38:35 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 24/375
26
John Leddy Phelan
de 1750 eran tan numerosos, y tantos de ellos habían comprado los cargos en
su juventud, que todavía había mayorías criollas en las audiencias de México,
Lima y Santiago en el año 1770.17
Crítico en voz alta de la influencia criolla en las audiencias, José de Gálvez
merece ciertamente su reputación de antiamericano. Pero no fue el inventor
de la política que excluía a los criollos de los altos cargos en las Indias, si bien
aplicó con vigor la política anticriolla que heredó. Durante su permanencia en el
ministerio de Indias (1776-87) sólo 25 americanos identificados, entre un
total de 126 magistrados, recibieron nombramientos para las audiencias.18 El
convincente análisis estadístico de M. A. Burkholder y D.S. Chandler enseña que
los ministros de Carlos III heredaron del reinado anterior el programa de recuperar
a América de manos criollas mediante la cancelación del predominio criollo en
las audiencias de Indias. El objetivo de Carlos III no difería mucho del de Carlos V
y Felipe II, quienes se propusieron rescatar al Nuevo Mundo de manos de los
conquistadores mediante la creación de la burocracia de las audiencias. Halló
su más clara expresión en las recomendaciones formuladas en una reunión
extraordinaria de los más fieles consejeros de Carlos III, convocada precipita-
damente por el descontento de los criollos en México a raíz de la expulsión de los
jesuitas en 1962 y de las nuevas políticas introducidas por el visitador general
José de Gálvez. El conde de Aranda presidió la sesión, y los fiscales Campomanes
y Moñino (más tarde conde de Floridablanca) presentaron recomendaciones.
España y América, alegaban en sus ponencias los fiscales, deberían formar un
estado unitario. A fin de consolidar la lealtad de los criollos frente a la patria
imperial, debería llevarse a la península un número considerable de éstos y
asignárseles altos cargos militares, burocráticos y eclesiásticos:
17 La anterior información procede de estudios en seminario de M.A. Burkholder y D.S. Chan-dler, comunicados en parte en “Creole Appointments and the Sale of the Audiencia Positions inthe Spanish Empire under the Early Bourbons, 1701-50”, Journal of Latin American Studies 4(1972): 187-206. Sus hallazgos sobre la participación criolla en las audiencias están resumidosen From Impotence to Authority: The Spanish Crown and the American Audiencias, 1687-1808(Columbia, Mo., 1977).
18 “Anti-Americanism and the Audiencias: The Years of José de Gálvez, 1776-1787”, trabajoinédito de M.A. Burkholder. Los profesores Burkholder y Chandler generosamente me han comu-nicado sus datos sobre la audiencia en Bogotá, por lo cual les estoy profundamente agradecido.
El pueblo.indb 26 08/06/2009 04:38:35 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 25/375
27
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Guardar la política de enviar siempre españoles a Indias con los principales
cargos, obispados y prebendas, y colocar en los equivalentes puestos de
España a los criollos; y esto es lo que estrecharía la amistad y la unión, yformaría un solo cuerpo de nación, siendo los criollos que aquí hubiese,
otro tanto número de rehenes para retener aquellos países bajo el suave
dominio de S.M.19
Las recomendaciones del 4 de marzo de 1768 se convirtieron en política
gubernamental con la publicación de la cédula del 21 de febrero de 1776,
poco después de que Gálvez tomara posesión de su cargo. El rey le ordenaba
al consejo de Castilla que nombrara americanos “para beneficios eclesiásticosy cargos judiciales en iglesias y tribunales de España”. La cédula instruía al
consejo de Indias para nombrar españoles europeos en puestos equivalentes en
América. “Con expresa declaración de que siempre se reserve la tercera parte de
canonicatos y prebendas de aquellas catedrales a los españoles indianos”.20
La determinación de Gálvez de reducir, si no de eliminar, la participación
de los criollos en la burocracia de ultramar no tuvo inicialmente acogida en el
consejo de Indias. Irónicamente, el consejo ni siquiera incluyó a Gutiérrez
de Piñeres entre los candidatos para el nuevo cargo de regente de la audiencia deNueva Granada. El organismo, con su mentalidad conservadora, propuso a tres
miembros de la “vieja guardia”, todos con demostradas tendencias procriollas.
De hecho, dos de ellos eran criollos: Pedro Fagle, “alcalde de crimen” en Lima,
y el bogotano Nicolás Vélez de Guevara, quien servía entonces en la audiencia
de Quito. Encabezaba la lista el anciano Benito Casal y Montenegro, oidor en
Bogotá y casado con una de las hijas del fiscal Manuel Bernardo Álvarez. 21
Gálvez desechó la recomendación del consejo y nombró a Gutiérrez de Piñeres,
19 Eyzaguirre, Emancipación chilena, pág. 53.20 E y zaguirre, Emancipación chilena, pág. 53. La carrera de Joaquín de Mosquera y Figueroa
(1748-1830), nacido en Popayán y tío del célebre presidente de la república, se desarrolló conformea la nueva política de Carlos III de otorgarles cargos en España a criollos calificados. Después deser oidor en Bogotá (1787-95), ocupó altos cargos en Ciudad de México y en Caracas antesde ser promovido en 1810 al Consejo de Indias. Fue brevemente regente de España en 1812, JoséMaría Restrepo Sáenz, Biografías de los mandatarios y ministros de la real audiencia, 1671-1819(Bogotá, 1952), págs. 388-393.
21 Consulta, 23 de septiembre de 1776, AGI/ASF 547.
El pueblo.indb 27 08/06/2009 04:38:35 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 26/375
28
John Leddy Phelan
quien no tenía experiencia en América pero que se había abierto paso en las
administraciones fiscal y judicial de Sevilla.22
Nunca se alcanzó la meta de un estado unitario, expresada en lacédula del 21 de febrero de 1776. La arraigada y creciente vinculación de los
criollos a su tierra natal –a la patria de los reinos, audiencias donde habían
nacido y vivido– y su conciencia, cada vez más coherente, de ser distintos de
los españoles de Europa hizo que los criollos no respondieran al ideal de un
patriotismo imperial.23 Dos de los muchos ejemplos de incipiente nacionalismo
criollo se pueden hallar en México y en la Nueva Granada. El 22 de mayo de 1771
el cabildo de al ciudad de México se quejaba a Carlos III de la exclusión de los
criollos de los altos cargos civiles, burocráticos y militares. El cabildo procedióluego a formular una petición audaz: todos los cargos públicos, no sólo algunos
de ellos.24 Una reivindicación no menos osada del poder criollo era la cláusula
veintidós de las capitulaciones de Zipaquirá, que exigía un virtual monopolio de
los cargos para los nacidos en América.25 No es mera coincidencia el que ambas
expresiones del sentimiento criollo se hubieran producido poco después de que el
visitador general Gálvez en México y el visitador general Gutiérrez de Piñeres
en la Nueva Granada se hubieran empeñado en disminuir drásticamente el
número de criollos en cargos de alto rango.
Un análisis cuantitativo de la representación y la influencia criollas en
la audiencia antes de la llegada del visitador general en 1778 deja muy en claro la
situación.26 El cuadro 1.1 muestra el lugar de nacimiento de los funcionarios de
la audiencia en el periodo 1645-1819. Si aceptamos la posibilidad, mencionada
anteriormente, de que los burócratas peninsulares con largos años de servicio
eran absorbidos parciamente por los intereses criollos locales, las cifras se vuelven
22 Para una biografía breve ver Restrepo Sáenz, Biografías, págs. 509-514. Para su carreraantes de llegar a la Nueva Granada ver su “Relación de méritos” publicada en José Manuel PérezAyala, Antonio Caballero y Góngora (Bogotá 1851), págs. 394-398.
23 R.A. Humphreys y John Lynch, The Origins of the Latin American Revolutions, pág.258.
24 Juan Hernández y Dávalos, Colección de documentos para la historia de la guerra de in-dependencia de México de 1808 a 1821, 6 vols. (México, 1877): 1-428.
25 CA, 2:26.26 La información en los cuadros 1.1 y 1.2 está extraída de las biografías incluidas en Restrepo
Sáenz, Biografías, págs. 1-18, 295-451, 462-521.
El pueblo.indb 28 08/06/2009 04:38:35 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 27/375
29
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
más reveladoras todavía.27 Excluyendo a aquellos cuyo lugar de nacimiento se
desconoce, y combinando las cifras de los criollos con las de los magistrados
españoles que hubieran servido más de diez años, se llega a las cifras del cuadro1.2. Debe recordarse, además, que el número de cargos vendidos a los criollos de
Bogotá era relativamente bajo, debido a la vulnerabilidad de la Nueva Granada
frente al poderío naval inglés. Está claro que entre 1700 y 1759 la voz de los
criollos era ciertamente poderosa. Claro también que esto constituye un cambio
básico respecto al reinado de Carlos II. La aseveración se basa en el hecho de
que tan sólo uno de cuatro presidentes de la audiencia durante el reino de Carlos
II fue criollo, y se trataba tan sólo de un presidente ad ínterim.
Cuadro 1.1
Número de dignatarios criollos y españoles
(1654-1819)
Criollos Españoles Lugar nativo
desconocido
1654-99OidoresFiscales
24
14 4
2-
6 18 21700-58
OidoresFiscales
54
13 4
4-
9 17 4
1759-88OidoresFiscales
11
9 3
--
2 12 -
1789-1819OidoresFiscales
54
6 3
41
9 9 5
Fuente: José M. Restrepo Sáenz, Biografías de los mandatarios y ministros de lareal audiencia, 1671-1819 (Bogotá, 1952).
27 Esta hipótesis procede de mi estudio sobre la burocracia de Quito, y se trata de una opinióncompartida por Olivares y por los burócratas reformistas de Carlos III.
El pueblo.indb 29 08/06/2009 04:38:35 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 28/375
30
John Leddy Phelan
Cuadro 1.2
Número de dignatarios criollos y españoles procriollos
(1654-1819)
Criollos y españolesprocriollos
Españoles
1654-99OidoresFiscales
5 6
11 2
11 13
1700-58OidoresFiscales
12 6
6 2
18 81759-88
OidoresFiscales
3 1
6 4
4 10
1789-1819OidoresFiscales
6 4
5 3
10 8
Fuente: José M. Restrepo Sáenz, Biografías de los mandatarios y ministrosde la real audiencia, 1671-1819 (Bogotá, 1952).
Pero si los reinados de Felipe V y Fernando VI fueron una edad de oro
para los magistrados criollos, el reinado de Carlos III fue una época ciertamente
sombría. El único nombramiento de un criollo para el cargo de oidor se produjo
muy avanzado el reinado: en 1787.
De los nueve españoles, sólo dos sirvieron durante más de diez años.
Sin embargo, la tendencia se invirtió en los siguientes reinados; en todo el
imperio mejoró en general modestamente la posición de los criollos, como
lo indican los cuadros.El 6 de enero de 1778, cuando llegó a Bogotá don Juan Francisco
Gutiérrez de Piñeres, la influencia criolla en la audiencia seguía siendo sustancial,
pese al hecho de que sólo un criollo hubiera sido nombrado entre 1752 y 1775.
En 1778 había dos criollos y cuatro europeos en el tribunal. Dos de los jueces
europeos habían estado en el cargo durante treinta y cuatro y veintiocho años,
respectivamente. Un oidor nacido en Quito había servido durante veintiséis
El pueblo.indb 30 08/06/2009 04:38:36 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 29/375
31
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
años. La larga duración de estos magistrados indica que de hecho la influencia
criolla era mucho mayor de lo que indican las cifras, y no resulta exagerado
decir que la influencia criolla existía en proporción cercana a dos por uno.La dimensión plena de la influencia criolla en la audiencia de Santa Fe
de Bogotá no se refleja adecuadamente en el análisis cuantitativo, por impre-
sionantes que sean las estadísticas. Una compleja red matrimonial vinculaba
a la burocracia fiscal y a la audiencia con las principales familias criollas de
Bogotá. Se necesitaba permiso del rey para los matrimonios entre funcionarios
españoles y criollas, pero era otorgado por lo general, especialmente en el siglo
XVIII, más tolerante.28
Para dar un ejemplo notable, don Manuel Bernardo Álvarez, fiscalespañol de la audiencia (1736-56), y quien vivió en Bogotá hasta su muerte,
fue el fundador de una verdadera dinastía burocrática. El 11 de abril de 1738
Fernando VI le otorgó permiso para casarse con una criolla, la distinguida doña
María Josefa del Casal. De los diez hijos que llegaron a la edad adulta, siete
contrajeron matrimonio dentro de familias criollas acaudaladas y dentro de la
burocracia fiscal de Bogotá.29
El clan Álvarez constituía potencialmente, si no de hecho, una rosca,
que podía ejercer, y ejercía a veces, una influencia en los asuntos públicosque no guardaba relación con la cifra de sus miembros, aunque ésta no fuera
insignificante. El visitador general, naturalmente, no utilizó jamás la palabra
rosca, pero como tal los consideraba. Al recalcar posibles conflictos de interés,
Gutiérrez de Piñeres le escribía a Gálvez: “He asistido a reuniones en donde
votaron tres cuñados, uno oidor, el otro contador mayor y el otro oficial mayor”.
Decía que esta situación era una “monstruosidad”.30 El hecho de que estos
28 Phelan, “El auge y la caída”.29 Restrepo Sáenz, Biografías, págs. 460-461. Para el permiso real a los hijos del fiscal Álvarez
para contraer matrimonio con criollas ver la consulta, 4 de marzo de 1775, AGI/ASF 547. Para suretiro ver la consulta de 19 de agosto de 1775, ibíd. Se examinó su biografía en una conferenciadictada en el Museo Arqueológico Nacional del Banco Popular por José de Muir el 8 de mayo de1974 (inédita). Su retrato está en el Museo Nacional. Su casa señorial fue restaurada con buengusto por el Banco Popular para albergar el Museo Arqueológico.
30 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 30 de marzo de 1778, AGI/ASF 547. Pese a las censuras deGutiérrez de Piñeres contra la rosca de los Álvarez, él no estaba exento de nepotismo. Nombrócomo administrador del monopolio de aguardiente en Mompós a su sobrino, quien se con-
El pueblo.indb 31 08/06/2009 04:38:36 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 30/375
32
John Leddy Phelan
funcionarios del tesoro apelaran a veces, aunque no siempre, a un magistrado
que no fuera su pariente carnal o político en poco atenuaba los temores y las
sospechas del visitador general.Después de un examen cuidadoso, el visitador general le confesó a José
de Gálvez que no había podido hallar un solo caso de fraude o de franca colusión
atribuible directamente al clan Álvarez. Sin embargo, alegaba que a la influencia
de esta rosca se debía el nombramiento del yerno de Álvarez, Manuel García
Olano, a quien Gutiérrez de Piñeres destituyó por incompetente, como director
del monopolio del tabaco en el Socorro.31
Una real cédula del 20 de enero de 1775, donde se ordenaba que
parientes en tercer grado de consanguinidad o en segundo de afinidad no podíantrabajar en la misma oficina fiscal le suministró un arma valiosa al visitador
general, y produjo también un choque con el virrey Flórez, que merece que
se le dedique cierta atención. El virrey argüía que la cédula, aunque en teoría
razonable, habría de provocar injusticias, y que debía revisarse drásticamente
o interpretarse con flexibilidad. El hecho era que los candidatos más apropiados
para los cargos provenían de cinco familias, relacionadas todas por consangui-
nidad o por matrimonio: los Prietos, los Ricaurtes, los Caicedos, los Oriundos
y los Álvarez. Alegaba el virrey: “Me parece muy duro que personas que notienen ni bienes para su subsistencia ni carreras para sus hijos distintas
de los pocos empleos que el país ofrece se vean privadas de esos cargos y
suplantadas por gentes de menor talento que, por esta razón, no podrán
cumplir satisfactoriamente con sus deberes”. El virrey añadía a José de Gálvez
que quienes llegaban a la península sin un nombramiento real “suelen ser
basura por su nacimiento, por su crianza y por su conducta”.32
Gálvez, quien le daba entonces toda su confianza a Gutiérrez de Piñeres,
le mandó al visitador general copia de la carta del virrey para que opinara sobreella. Gutiérrez de Piñeres censura la defensa que de la nobleza criolla hace Flórez:
“No puede negarse que la nobleza merece consideración, pero sería un insulto
vir tió en fundador de una distinguida familia colombiana. Ibíd., 30 de diciembre de 1778. Por suparte, Gálvez practicaba el nepotismo en gran escala. Brading, Miners and Merchants, pág. 37.
31 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 28 de febrero, 15 de mayo de 1978. AGI/ASF 659.32 Flórez a Gálvez, 15 de noviembre de 1777, AGI/ASF 659.
El pueblo.indb 32 08/06/2009 04:38:36 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 31/375
33
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
para la nobleza de Bogotá… si se tratara de limitarla tan sólo a los Prietos,
Ricaurtes, Caicedos, Oriundos y Álvarez, como parece hacerlo el virrey”.33
El visitador general sostenía que había candidatos apropiados distintos delos que procedían de las cinco familias y, al citar el caso de García Olano,
argüía que no todos los candidatos a altos cargos estaban calificados para las
funciones a que el virrey los había designado.
El choque entre el virrey Flórez y el regente visitador general es una
muestra gráfica de cómo los ministros de Carlos III se proponían transformar
la burocracia. El virrey, con decenios de experiencia previa en América y con una
esposa criolla, era partidario de la política tradicional de los Habsburgos y de los
primeros Borbones de atraerse a las élites criollas. Gutiérrez de Piñeres, por suparte, aplicaba agresivamente la nueva política de reconquistar de los criollos
la burocracia colonial en beneficio exclusivo de los españoles europeos.
Siguiendo el ejemplo de Gálvez en México, Gutiérrez de Piñeres procedió
cautelosamente a desmontar la rosca de los Álvarez.34 La discreción resultaba
deseable, si no necesaria, ya que estas familias criollas tenían influencia, y el
regente no tenía pruebas sólidas de peculado.
Al cabo de dos años, sin embargo, pudo informar triunfalmente que la
influencia de la familia Álvarez había sido reducida drásticamente. Sólo tres
miembros del clan conservaban cargos fiscales en Bogotá. Otros cuatro habían
dejado de ser funcionarios en la capital. Uno había muerto, otro se había retirado,
otro había sido trasladado y otro destituido.
En 1778 el regente visitador se consagró a europeizar el más alto
tribunal del Nuevo Reino. En dos años completó la tarea. Cuando estalló la
Revolución de los Comuneros ocupaba la audiencia una sólida falange de
europeos. Tan sólo un magistrado español, como se vio luego, disfrutaba
de la confianza de los criollos –el oidor decano, Juan Francisco Pey y Ruiz,
casado dentro de una prominente familia criolla. El creciente distanciamiento
entre españoles americanos y europeos influyó profundamente en el carácter
de la Revolución.
33 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 31 de julio de 1778, ibíd.34 Brading, Miners and Merchants, págs. 40-42.
El pueblo.indb 33 08/06/2009 04:38:36 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 32/375
34
John Leddy Phelan
El artículo veintidós de las capitulaciones de Zipaquirá adquiere así una
significación adicional. Los criollos exigían la restauración de privilegios a los
que estaban acostumbrados tiempo atrás. No formaban una clase excluidasistemáticamente de la función pública sino una élite burocrática que había sido
desposeída hacía poco. Los ministros de Carlos III estaban tratando de crear
una burocracia que respondiera exclusivamente a las órdenes provenientes
de Madrid.
Las principales familias de Bogotá, hechas a disponer de los altos cargos
y acostumbradas a una influencia informal en los consejos de gobierno, se veían
como las víctimas de una conmoción política. Su descontento fue causa principal
para la aparición de la resistencia armada en 1781. No es ningún accidente elque Manuel García Olano, quien tenía nexos matrimoniales no sólo con el clan
Álvarez sino también con la familia del marqués de San Jorge, fuera uno de los
correos principales para la información entre ciertos elementos de la élite criolla
en Bogotá y los dirigentes del Socorro. La alianza entre Bogotá y el Socorro
fue el núcleo más sólido del movimiento revolucionario.
Aunque el regente visitador hizo mucho por restringir el poder de los
criollos, en menos de tres años no podía eliminar completamente su influencia.
Después de que Gutiérrez de Piñeres cayó del poder el 13 de mayo de 1781,el gobierno de Bogotá optó por una política de reconciliación y concesión. El
asediado pero todavía influyente establecimiento burocrático que había gober-
nado informalmente a la Nueva Granada durante la mayor parte del siglo XVIII
desempeñó un papel decisivo en la aplicación de la política de reconciliación.
Algunos de los principales protagonistas en las febriles negociaciones que
culminaron con las capitulaciones de Zipaquirá fueron el oidor decano Pey y
Ruiz, el regente del tribunal de cuentas, Francisco de Vergara, y el marqués de
San Jorge. El arzobispo virrey Caballero y Góngora, inspirador y aglutinadorde la política, se dio cuenta también de la necesidad de atraerse a la élite
burocrática criolla.
Así, la esencia de la revolución política de Carlos III consistía en abolir
la “constitución no escrita” cuyos fundamentos eran la participación criolla
en la burocracia y el gobierno por medio del compromiso y la negociación.
Los cambios económicos y fiscales auspiciados por el regente visitador general
El pueblo.indb 34 08/06/2009 04:38:36 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 33/375
35
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
exacerbaron tanto para los patricios criollos descontentos como para los mestizos
plebeyos la naturaleza de la revolución política que, con exceso de celo, el
ministro del rey estaba tratando de imponerles. Ahora vamos a ocuparnos enesas innovaciones fiscales y económicas.
El pueblo.indb 35 08/06/2009 04:38:36 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 34/375
2. De Reino a Colonia: el programa económico yfiscal de Carlos III
Bernardo Ward, en su Proyecto económico, expresaba sucintamente las metas
fiscales de los ministros de Carlos III: “Para darse cuenta del atraso de los
dominios, basta con saber que Francia extrae de sus colonias unos cuarenta
millones de pesos al año, es decir, cuatro veces más de lo que España extrae
de todo el Nuevo Mundo”.1 Lo que mortificaba a Ward era el hecho de que el
grueso de los ingresos franceses provenía de la pequeña pero muy lucrativa
colonia azucarera de Saint-Domingue, mientras que las posesiones de la coronaespañola se dilataban desde California hasta el estrecho de Magallanes. José del
Campillo y Cosío, el principal ideólogo de la transformación del imperio, había
exhortado a sus compañeros de gobierno a estudiar y a copiar el ejemplo de los
aliados y los adversarios de España, franceses e ingleses. El objetivo central del
programa de modernización defensiva de Carlos III era convertir los reinos de
ultramar en verdaderas colonias que produjeran el máximo de ingresos para
la metrópolis.2
Las armas principales eran la tecnológica y la neomercantil. Aunqueambas compartían el mismo objetivo de aumentar la productividad económica
y por consiguiente los ingresos reales, los beneficios derivados de cambios
tecnológicos tardarían más en dar fruto que las innovaciones neomercantilistas.
Entre los rasgos principales del programa tecnológico figuraba la inclusión de
la ciencia nueva en los estudios universitarios, las expediciones mineras a
México, Nueva Granada y Perú, la expedición botánica a Nueva Granada en
1780, la creación de ramas de la Sociedad Económica de Amigos del País
en diversas capitales de las Indias, y la rápida introducción de la nueva vacuna
contra la viruela.
Pero la necesidad acuciante en los años 1770 y 1780 era el aumento
inmediato y espectacular de los ingresos reales para financiar los crecientes
1 Bernardo Ward, Proyecto económico (Madrid, 1779), pág. XIV.2 Ibíd., págs. 225-319. Miguel Artolo, “Campillo y las reformas de Carlos III”, Revista de Indias
12 (1952): 685-714.
El pueblo.indb 36 08/06/2009 04:38:36 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 35/375
37
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
costos de la defensa del imperio. En potencia, las fuentes más llamativas eran
los monopolios reales, fundamentalmente mercantilistas en su origen y su
carácter, y que incluían la pólvora, los naipes, las minas de sal, el papel sellado,la acuñación de moneda, y el mercurio. En la Nueva Granada los que tenían
mayor potencial de ingresos eran el tabaco y los licores.
La reorganización por José de Gálvez de los monopolios reales en
México resultó en un asombroso éxito fiscal. El ingreso neto de la corona subió
a catorce millones de pesos al año. Seis millones eran utilidades de los monopolios.
Las utilidades netas por el solo tabaco subieron de 417.723 pesos en 1767 a
4’539.789 pesos en 1798. La legislación real contemplaba que todas las utili-
dades de los monopolios se convirtieran en oro y plata y fueran embarcadasdirectamente a España.3
Si bien la economía y la población de la Nueva Granada eran muy
inferiores a las de México, la reorganización de los monopolios reales pronto
arrojó un aumento significativo en los ingresos. En 1800 el tesoro derivaba
una utilidad neta de 373.966 pesos por el monopolio del tabaco, y de 359.423
por el de licores. Los monopolios de la Nueva Granada daban utilidades por
733.389 pesos al año, en contraste con los 6 millones de México.4 Los diezmos
de la sede arzobispal de Bogotá, por otra parte, eran de 222.983 pesos. Aunquela economía del reino pueda haberse beneficiado, a la economía de la Nueva
Granada se la sometió a graves estrecheces, ya que el país se perjudicaba con
el continuo retiro hacia España de una parte importante de sus riquezas en
metales: el oro.
Esto no era nada nuevo dentro del contexto hispánico de los monopolios
reales. El monopolio del tabaco se había establecido en España desde 1630,
y se le daba en arriendo a individuos por periodos determinados hasta 1740,
cuando la administración real directa reemplazó el sistema de contratos. Yadesde 1642 el enérgico virrey de México, obispo Juan de Palafox y Mendoza,
3 Brading, Miners and Merchants, págs. 29-30, 53; Priestley, pág. 154; Gutiérrez de Piñeresa Gálvez, 31 de diciembre de 1779, AGI/ASF 660.
4 Biblioteca Nacional, Bogotá, Libros Raros y Curiosos, ms. 185. Las cifras de Restrepo para1808 son un poco más altas: José Manuel Restrepo, Historia de la revolución de Colombia, 2vols. (Medellín, 1969), 129.
El pueblo.indb 37 08/06/2009 04:38:36 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 36/375
38
John Leddy Phelan
le encarecía a su sucesor que estableciera allí el monopolio. La corona hizo
esfuerzos sin convicción para extender el monopolio a América antes de 1764,
pero esos intentos quedaron en nada.5
Los mercantilistas del siglo XVII y los neomercantilistas de la época
de Carlos III justificaban su programa con argumentos tanto prácticos como
humanitarios. Ward adhería a la clásica máxima mercantilista de que los
impuestos deben ser bajos para artículos de primera necesidad, moderados
para artículos útiles y muy altos para los de lujo. 6 El tabaco y los licores
no eran necesarios para la vida, sino lujos cuyo abuso podía convertir en vicio
su consumo. Por consiguiente, el control real no era indebidamente severo con
los pobres. Argumentos así, repetidos a menudo por Gutiérrez de Piñeres,causaban poca impresión en los pequeños campesinos que tenían en el tabaco
una cosecha comerciable lucrativa, o en los consumidores que habían llegado
a considerar tanto el tabaco como el aguardiente artículos no de lujo sino de
primera necesidad. Pero la combinación de argumentos morales y comerciales
hacía de los dos productos presas atractivas para los burócratas cuya preocu-
pación era llenar los cofres de la hacienda real.
El tabaco es rey El reinado del tabaco empezó despaciosamente en la Nueva Granada, donde
no se introdujo su cultivo intensivo hasta la segunda mitad del siglo XVIII,
cuando la producción aumentó espectacularmente.7
En el momento en que Gálvez establecía un eficiente monopolio real
del tabaco en México, Carlos III le ordenaba al virrey Pedro Mesía de la Cerca
(1761-72) establecer en la Nueva Granada un monopolio real copiado del de
España. Como tantas veces pasaba con los virreyes, Mesía de la Cerda interpretó
el mandato real de manera flexible. Le consagró mucha atención a los perjuicios
5 Priestley, Gálvez, págs. 131 ss.6 Flórez al cabildo del Socorro, 20 de junio de 1781, AGI/ASF 577-B; Gutiérrez de Piñeres al
cabildo de Tunja, 29 de mayo de 1780 AGI/ASF 660; Andrés V. Castillo, Spanish Mercantilism:Geronimo de Uztariz (Nueva York, 1930), pág. 172.
7 Basilio Vicente de Oviedo, Cualidades y riquezas del Nuevo Reino de Granada (Bogotá, 1930),págs. 174-182. Oviedo, cura de San Gil en los años 1750, dice que el tabaco no se cultivaba enel Socorro sino sólo en San Gil, Barichara y Zapatoca.
El pueblo.indb 38 08/06/2009 04:38:36 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 37/375
39
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
que su implantación pudiera causarle a los intereses locales. Mayoristas y
detallistas independientes quedarían por fuera del negocio. Al recalcar los
gastos en que incurría el gobierno con un sistema de administración directa, elvirrey señalaba que no era fácil hallar administradores competentes, eficaces
y honrados, y recurrió al método tradicional de arrendamiento de rentas. El
virreinato se dividía en distritos, y el privilegio de administrar el monopolio real
se arrendaba por periodos de tres a cinco años al mejor postor.8
Las rentas arrendadas tenían muchos inconvenientes desde el punto de
vista de la corona. Era poco el control que podía ejercerse sobre la producción,
y periódicamente se presentaban excesos de producción. Resultaba virtualmente
imposible calcular el verdadero valor de la producción de tabaco en cada distrito,porque los concesionarios ocultaban su verdadero precio. Los precios variaban
de región a región. Al pagar precios bajos a los productores, los concesionarios
tendían a cargarles a los consumidores el precio más alto del comercio.
En 1774, bajo la administración del virrey Manuel Guirior (1772-76),
se efectuó una segunda reorganización del monopolio del tabaco. En respuesta
a una real cédula del 23 de marzo de 1774, el virrey comenzó, en forma
selectiva, a abolir las rentas arrendadas a medida que expiraban los contratos.
En algunos distritos introdujo cautelosamente la administración directa. Conel nuevo sistema los empleados del monopolio empezaron a obtener algún
control sobre el comercio mayorista. Se hicieron intentos por fomentar la
calidad de la producción, pero estos cambios se implantaban con cuentagotas.
El arrendamiento continuó en muchos sectores; otros distritos carecían de toda
forma efectiva de control gubernamental. Florecía el contrabando, y continuaba
el exceso de producción.9
El potencial fiscal de un sistema de tributación directa se apreciaba con lo
sucedido en el distrito de Honda, una de las regiones más fértiles del Nuevo Reinopara el cultivo del tabaco. En el primer año de administración directa el distrito
duplicó sus utilidades netas para el tesoro, de 6.000 a 12.000 pesos.10
8 José María Ots Capdequí, Instituciones (Barcelona, 1959), pág. 485; Gutiérrez de Piñeres aGálvez, 31 de agosto de 1778, AGI/ASF 659; Mesía de la Cerda a Guirior en Relaciones de mandode los virreyes de la Nueva Granada , ed. Gabriel Giraldo Jaramillo (Bogotá, 1954), pág. 53.
9 Guirior a Flórez, en Relaciones de mando, págs. 91-92; AHN, Tabacos, 12:495-512.10 Guirior a Flórez en Relaciones de mando, pag. 53.
El pueblo.indb 39 08/06/2009 04:38:36 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 38/375
40
John Leddy Phelan
El 24 de octubre de 1776 el virrey Flórez introdujo la tercera reorgani-
zación del monopolio del tabaco en menos de un decenio. El plan de Flórez era
un paso importante para crear un monopolio real más centralizado por cuantose enfrentaba a dos problemas principales: exceso de producción y estructura
administrativa. Tanto para evitar el exceso de producción como para eliminar
el tabaco de inferior calidad, como el que se producía en el distrito de Bogotá,
la producción se restringió a Girón y Zapatoca, San Gil, Charalá y Somacota. La
prohibición de cultivar tabaco en la parroquia del Socorro no fue, pues, inno-
vación de Gutiérrez de Piñeres sino del virrey Flórez.11 El principio de restringir
las áreas de producción presentaba muchas ventajas desde el punto de vista
de la corona. Podía frenarse el exceso de producción, era más fácil suprimir loscultivos clandestinos, y garantizar la alta calidad de la producción.
Otro aspecto de la reorganización del virrey Flórez fue el traslado de las
oficinas de Bogotá al Socorro. Se pensaba que desde allí podría regularse mejor
la industria: el Socorro era el principal centro comercial de la región y estaba
cerca de los grandes centros de producción en la provincia de Tunja.
El verdadero autor del plan de reorganización de Flórez fue su cola-
borador principal, Francisco Robledo, asesor general del virrey. Fue él quien
lo persuadió para que nombrara a Manuel García Olano en el nuevo cargo deadministrador de la sede del Socorro.12 Menos de dos años después, el 8 de junio
de 1778, Robledo contrajo matrimonio con doña Rita Álvarez, hermana de la
esposa de García Olano. La coincidencia insinúa que acaso consideraciones
de favoritismo personal influyeron en la recomendación de García Olano por el
asesor general para el cargo en el Socorro.
En el momento de su designación para el cargo en el Socorro, García
Olano tenía pendiente un viejo pleito por no haber presentado las cuentas
al tesoro en su calidad de administrador del monopolio de aguardiente en
11 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 31 de enero, 31 de agosto de 1778, AGI/ASF 659; Gutiérrezde Piñeres a Flórez, 27 de enero, 5 de marzo de 1778, ibíd.
12 Clímaco Calderón, Elementos de hacienda pública (Bogotá, 1911), págs. 539-541; PabloE. Cárdenas Acosta, Del vasallaje a la insurrección de los Comuneros: la provincia de Tunja enel virreinato (Tunja, 1947), págs. 345-347; Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 30 de marzo, 15 demayo, 31 de agosto, 18 de noviembre de 1778, AGI/ASF 659; Flórez a Gálvez, 15 de noviembrede 1777, ibíd.
El pueblo.indb 40 08/06/2009 04:38:36 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 39/375
41
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Mompós, de 1760 a 1770.13 Es claro que debía su nombramiento más a
conexiones familiares que a sus dudosas capacidades profesionales. En efecto,
José de Gálvez, en su calidad de superintendente general de rentas, no sólo senegó a confirmar a García Olano sino que le informó secamente al virrey, el
5 de agosto de 1777, que debía ser relevado inmediatamente de su cargo de
administrador del tabaco, y que no debería permitírsele ocupar ninguna otra
posición en la hacienda real.14
Flórez, que estaba en excelentes términos con el clan Álvarez, no
destituyó a García Olano hasta agosto de 1778, ante la insistencia de Gutiérrez de
Piñeres, quien desconfiaba de las conexiones familiares de García Olano y sabía
también de su ineptitud. Pero esas conexiones redundaron en el nombramiento
posterior de García Olano como administrador de los correos en Bogotá, con
un salario anual de 1.500 pesos; cargo del que lo destituyó el arzobispo virrey
en 1783.15
A fin de evitar excesos de producción como los que había tolerado García
Olano, el regente visitador general restringió todavía más de lo que había señalado
Flórez la producción de tabaco, al limitarla a la pequeña provincia de Girón y a
la parroquia de Zapatoca, donde el tabaco era de muy buena calidad. San Gil,
Charalá, Barichara y Ocaña quedaron en la lista prohibida. La prohibición se
implantó implacablemente mediante policías nacidos en España, los famosos
“resguardos armados”, a los que el pueblo acusaba de todo tipo de violencias,
incluida la violación. Estos guardias toscos y brutales no sólo quemaban
las cosechas en los sectores prohibidos, sino que también los acusados
de siembras ilegales estaban sujetos a la sanción de tribunales especiales
13 AHN, Audiencia, Cundinamarca, 9-992-1.000; Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 28 de febrero,30 de marzo, 15 de mayo de 1778 y 31 de marzo de 1779, AGI/ASF 659.
14 Cárdenas Acosta, Del vasallaje, pág. 346; Calderón, Elementos, págs. 539-541; Gutiérrez dePiñeres a Gálvez, 31 de marzo de 1779, AGI/ASF 659 y 6 de enero de 1780, AGI/ASF 600.
15 En el curso de un año García Olano permitió una superproducción masiva de tabaco y,habiendo calculado mal el consumo en la región, había comprado 4.000 cargas (1 carga = 250libras) cuando el mercado no podía absorber más de 2.000 cargas. El tabaco se pondría en losdepósitos reales. Calderón, Elementos, pág. 347; Cárdenas Acosta, Del vasallaje, págs. 345-47.Para la defensa de García Olano ver AHN, Tabacos, 35:255-287.
El pueblo.indb 41 08/06/2009 04:38:36 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 40/375
42
John Leddy Phelan
establecidos para ejecutar el mandato de los monopolios reales.16 Ciertamente el
resentimiento de los pequeños productores fue causa principal del estallido
de motines en marzo de 1781.Carlos III le dio carta blanca al regente visitador general en las cédulas
de 5 y 15 de agosto de 1777, cuando el monarca ordenó que se interrumpiera
la reorganización de Flórez; instrucciones que Gutiérrez de Piñeres “obedeció
pero no cumplió” hasta el 31 de agosto de 1778, cuando promulgó la cuarta
reforma del tabaco desde 1776. Aunque el plan fue una causa significativa en
el estallido de la Revolución de los Comuneros, a la larga fue el definitivo y
en gran parte siguió vigente hasta el 1º de enero de 1850, cuando el gobierno
republicano de la Nueva Granada abolió el monopolio del tabaco.17
La reorganización seguía en buena medida la fórmula que Gálvez había
implantado antes en México. La producción se restringió a cuatro sectores
escogidos cuidadosamente y donde se producía tabaco de la mejor calidad:
Ambalema en el alto Magdalena, Llano Grande en la vertiente oriental del valle
del Cauca, Girón y Zapatoca cerca de la provincia de Tunja, y Pore y Nunchía
en los llanos de Casanare. Se suponía que cada sector podía producir tabaco
de alta calidad para consumo dentro del respectivo distrito. Estaba prohibido
el comercio de tabaco entre una y otra región.
16 Berenguer a Meléndez de Arzona, 22 de marzo de 1781, AGI/ASF; Salvador Plata a Caba-llero y Góngora, 1º de diciembre de 1781, AHN, Los Comuneros, declaración de Plata, 6:97 ss.;cabildo del Socorro a Flórez, 7 de mayo de 1781, AGI/ASF 663-A; Manuel Briceño, Los Comuneros(Bogotá, 1880), págs. 100-103.
17 El estudio más completo sobre el monopolio del tabaco es el de John P. Harrison, “The Co-lombian Tobacco Industry: From Government Monopoly to Free Trade, 1778-1876”, tesis doctoralinédita, Universidad de California, Berkeley, 1951. Para un resumen ver su “The Evolution ofthe Colombian Tobacco Trade to 1875”, Hispanic American Historical Review 32 (1952): 163-74.
Calderón, Elementos, págs. 514-53. Las principales fuentes primarias para la política tabacalera deGutiérrez de Piñeres son las siguientes: para una copia de las reglas de Gálvez para el monopoliode México ver AHN, Tabacos, 19:860-85. Ver también Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 31 de enero,28 de febrero, 15 de mayo, 31 de julio, 31 de agosto, 20 de noviembre de 1778, AGI/ASF 659;Gutiérrez de Piñeres a Flórez, 28 de enero, 5 de marzo de 1778 y Flórez a Gutiérrez de Piñeres 28de febrero, ibíd.; Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 30 de abril de 1780, AGI/ASF 660; Gutiérrez dePiñeres, 22 de agosto de 1781, AGI/ASF 662; Gutiérrez de Piñeres a Pey y Ruiz, 21 de mayode 1781, AGI/ASF 663-A; Flórez al cabildo del Socorro, 20 de junio de 1781 y Flórez a Gálvez,22 de agosto de 1781, AGI/ASF 577-B; ordenanza del virrey, 18 de agosto de 1778, AHN. LosComuneros, 18:91-98.
El pueblo.indb 42 08/06/2009 04:38:37 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 41/375
43
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
En vista de que otras regiones del imperio exportaban tabaco a Europa,
se le prohibió hacer otro tanto a la Nueva Granada. Las provincias costeñas de
Panamá, Cartagena y Santa Marta, donde no se producía tabaco, lo recibíanno del Nuevo Reino sino en barco, desde Cuba.18
El mercado mundial del tabaco era limitado: en el territorio que pronto
habría de convertirse en los Estados Unidos, los cultivadores, en esa época,
quemaban voluntariamente el producto de acuerdo con la demanda mundial.19
El gobierno español, con su orientación neomercantilista, adoptó la política
de que el Estado debía intervenir directamente para obtener un equilibrio
estable entre la oferta y la demanda en el mercado mundial. La Nueva
Granada, que no podía exportar tabaco ni siquiera a España, fue víctimade este ambicioso criterio.
El principal competidor del imperio español era la América del Norte
inglesa, que producía más tabaco que el resto del mundo. El tabaco de Cuba
y Venezuela (“tabaco del Orinoco”, como solía llamársele en Europa) era de
calidad superior, pero mucho más costoso que la variedad angloamericana.
Es una ironía histórica que Francia comprara la mayor parte de su tabaco no a
su aliada España sino a su rival, a las colonias inglesas en la costa del Atlántico.
Los beneficios económicos prevalecían sobre las consideraciones políticas, y elmercado francés absorbía anualmente aproximadamente la cuarta parte de la
cosecha norteamericana. En 1778 un nuevo aumento en el precio del tabaco
hispanoamericano, que era ya el más alto, redundó en una disminución de la
participación española en el mercado francés.20
Vale la pena anotar, incidentalmente, que los españoles, cuyas aptitudes
empresariales no han sido apreciadas suficientemente, en este caso particular
eran capitalistas de Estado más eficaces que sus aliados franceses. Aunque las
innovaciones administrativas, fiscales y económicas de Carlos III se inspirabanen gran parte en las políticas mercantilistas de Colbert, el ministro de hacienda
18 Harrison, “Colombian Tobacco Industry”, cap. 2.19 Edward C. Kirkland, A History of American Economic Life (3a. ed., Nueva York, 1952),
pág. 68.20 Jacob M. Price, France and the Chesapeake: A History of the American Tobacco Monopoly,
1674-1691, and Its Relationship to the British and American Tobacco Trades, 2 vols. (AnnArbor, 1973), 2:718, 839-842.
El pueblo.indb 43 08/06/2009 04:38:37 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 42/375
44
John Leddy Phelan
de Luis XIV, en el área específica del monopolio del tabaco la “atrasada”
España marcaba el camino y la “adelantada” Francia la seguía. El monopolio
francés del tabaco no se estableció hasta 1674, y hasta que fue barrido por larevolución francesa fue administrado con el sistema de rentas arrendadas del
antiguo régimen.21
Gutiérrez de Piñeres racionalizó la administración de Nueva Granada al
crear una dirección general en Bogotá, con jurisdicción sobre todos los monopo-
lios reales. El tabaco y los licores, los más lucrativos, constituían subdivisiones
separadas. Cinco distritos administrativos –Bogotá, Popayán, Honda, Panamá y
Cartagena– se dividieron en una serie de estancos, los que a su vez coincidían
con el territorio de las parroquias. Los productores le vendían sus cosechas al
monopolio. Este, a su vez, confeccionaba el producto final, que era vendido
al público. Los monopolios reales no sólo tenían su propia fuerza de policía
sino también sus tribunales para sancionar a los transgresores. Burócratas
asalariados y de tiempo completo administraban el sistema de arriba abajo.
Se estableció un sistema más eficiente de contabilidad para impedir fraudes.
Gutiérrez de Piñeres trató de anticiparse a cualquier intento de evasión por
parte de los administradores regionales para explicar una falta de fondos o
para ocultar cualquier discrepancia entre sus libros de contabilidad y los de
funcionarios superiores e inferiores.
Los cinco distritos administrativos habrían de convertirse en las cinco
unidades intendencia les de la Nueva Granada, pero la Revolución de los
Comuneros disuadió a la corona de dar ese paso, y las intendencias establecidas
en otras partes de las Indias nunca se implantaron allí.
¡Viva el aguardiente!El otro monopolio real lucrativo en la Nueva Granada era el del “aguardiente de
caña y anís” (aguardiente era un término genérico para bebidas espirituosas).
En la época del virrey Mesía de la Cerda el monopolio del aguardiente producía
unos 200.000 pesos, en contraste con los exiguos beneficios del monopolio del
21 Ibíd.
El pueblo.indb 44 08/06/2009 04:38:37 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 43/375
45
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
tabaco, recién establecido.22 La verdad es que el monopolio del aguardiente era
más antiguo; la corona había autorizado su implantación desde 1736.
La manufactura y venta del aguardiente libraron una ardua batalla paraobtener su legitimación. Ya en 1693 Carlos II había prohibido la producción
y la venta, fundado en que era nocivo para la salud y la moral pública. El 30 de
septiembre de 1714 Felipe V reiteró la prohibición, con penas severas para los
infractores. Pero el poder de los intereses establecidos convirtió en letra muerta
las órdenes reales. Era habitual el consumo de ron y de anisados en todos los
sectores de la sociedad. Las haciendas productoras de azúcar, muchas situadas
en las provincias costeñas de Cartagena y Santa Marta, necesitaban un mercado
para su producto. Muchas de las haciendas pertenecían al clero regular.
Varias veces, durante el siglo XVIII, la corona ordenó una investigación
sobre la conveniencia de prohibir la producción de aguardiente. En todos los
casos los virreyes y la audiencia obedientemente acudieron a la opinión de
los expertos disponibles. Tanto eclesiásticos como médicos atestiguaron que esas
bebidas consumidas con moderación, no amenazaban ni a las normas morales
de la comunidad ni al bienestar físico de sus ciudadanos. Argumentaban además
que el control de los precios por el gobierno disminuiría el peligro potencial.
En todas partes hay borrachos, las autoridades de Bogotá le recordaron al
rey, y no era fácil que con una ley dejaran de existir. Sería difícil de imponer
la prohibición total de la confección de aguardiente en un país donde ricos y
pobres por igual estaban acostumbrados a consumirlo. Los dos argumentos más
dicientes invocados por las autoridades de Bogotá eran que la prosperidad de
las plantaciones de azúcar se vería amenazada si se les privara de esa salida
para su producto, y, en segundo lugar, que el monopolio constituía una fuente
potencialmente lucrativa de ingresos para la hacienda real.Aunque no debe desecharse la preocupación paternalista de la corona
por el bienestar físico y moral de sus súbditos de ultramar, la necesidad de
mayores ingresos, reforzada con las presiones de los intereses establecidos y
de la costumbre, resultó en una alianza invencible.
22 Mesía de la Cerda a Guirior, Relaciones de Mando, págs. 54-55.
El pueblo.indb 45 08/06/2009 04:38:37 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 44/375
46
John Leddy Phelan
Cuando se estableció por primera vez en 1736, el monopolio con-
templaba la producción libre del licor: cada productor pagaba un determinado
impuesto a la hacienda real. Los concesionarios, quienes en subasta conseguíanun contrato de cinco años de duración, recolectaban el impuesto y pagaban a
la corona la suma estipulada. El aguardiente, como el tabaco, al comienzo fue
una decepción desde el punto de vista fiscal. En los primeros años el beneficio
neto anual para el tesoro fue sólo de 8.528 pesos.23 En los años 1760 en muchos
distritos el arrendamiento de rentas fue reemplazado por la administración
directa. De ahí que el virrey Mesía de la Cerda pudiera informar en 1772 de
una utilidad anual neta de 200.000 pesos, que en los últimos decenios del siglo
XVIII ascendió a 300.000 y 340.000 pesos.
El virrey Flórez le consagró mucha atención a la reforma del monopolio
del aguardiente, como lo hizo con el del tabaco. Su asesor general, Robledo,
trazó un proyecto de reconstrucción igualmente minucioso. El plan del 26 de
noviembre de 1776 preveía la administración directa del monopolio para todo el
territorio de la audiencia. La Nueva Granada fue dividida en “administraciones
generales”, con sus empleados y su cuerpo de policía. El monopolio compraba
la materia prima a los productores, fabricaba el licor y lo vendía a losconsumidores. En todas las localidades donde hubiera suficiente demanda
habría de establecerse un estanco. El administrador general solía nombrar
como estanquero a uno de los ciudadanos más ricos de la localidad; este a su
vez estaba obligado a prestar fianza como garantía de su cumplimiento de las
regulaciones del monopolio.
Las instrucciones del visitador general regente eran de investigar
la operación del monopolio del aguardiente, y de introducirle mejoras si lo
consideraba deseable. Gutiérrez de Piñeres reconocía francamente que la reor-ganización de Flórez-Robledo constituía una mejora notable, pero alegaba que
la centralización de todos los monopolios en una sola unidad administrativa,
y las instrucciones detalladas para los burócratas de todo nivel constituían
23 Para una historia concisa del monopolio de aguardiente ver Calderón, Elementos, págs. 497-514. También Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 31 de mayo de 1779, AGI/ASF 659.
El pueblo.indb 46 08/06/2009 04:38:37 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 45/375
47
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
complementos necesarios. El 22 de mayo de 1778 emitió su “Instrucción para
el gobierno de la dirección general de la renta de aguardiente de caña”, la que
adoptaba muchos rasgos de la reorganización de Flórez-Robledo, pero a la cualel visitador general le añadió una dirección general para ejercer la jurisdicción
suprema; el tabaco y el aguardiente se convertían en subdivisiones autónomas.
Esta reorganización definitiva quedó incorporada a la ordenanza del 27 de mayo
de 1780, con aprobación explícita del rey.24
El visitador general regente no sólo racionalizó y centralizó la admi-
nistración de los monopolios de tabaco y aguardiente sino que en 1780, en
respuesta a órdenes provenientes de España, aumentó el precio que los estancos
cobraban a los consumidores. El aumento ascendía a dos reales (veinticinco
centavos) por cada libra de tabaco y por cada dos litros de aguardiente.25 La
justificación del alza de precios era conseguir mayores ingresos para costear
la guerra contra la Gran Bretaña.
Durante la Revolución de los Comuneros los dos principales blancos de
la ira popular fueron las oficinas de los monopolios de tabaco y aguardiente. Las
multitudes quemaron tabaco y derramaron aguardiente en incontables plazas
de pueblo en la provincia de Tunja. Sin embargo, ha que distinguir con cuidado
la importancia de los dos artículos para productores y consumidores.
En las capitulaciones de Zipaquirá, cuando los jefes comuneros tuvieron
oportunidad de expresar sus quejas, no solicitaron la abolición del monopolio
del aguardiente en cuanto tal. Tan sólo solicitaron la derogatoria de la reciente
alza de precios. Aunque la mayor parte del aguardiente manufacturado venía
de plantaciones de azúcar en las provincias costeñas de Panamá, Cartagena
y Santa Marta, también en el Socorro la producción de azúcar era importante.
Estas plantaciones constituían empresas capitalistas que requerían grandesinversiones en equipos y en mano de obra. Los dueños de las plantaciones no
objetaban el principio del monopolio, al cual, en una u otra forma, se habían
24 El texto definitivo de las innovaciones fiscales de Gutiérrez de Piñeres puede verse en AHN,Los Comuneros 1. Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 31 de enero de 1781, AGI/ASF 660.
25 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 30 de abril de 1781, AGI/ASF 660; juntas de tribunales, 27de abril de 1780, AGI 663-A.
El pueblo.indb 47 08/06/2009 04:38:37 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 46/375
48
John Leddy Phelan
acostumbrado desde 1736. Además, el monopolio estatal les garantizaba un
mercado para su producto, y les pagaba en metálico.26
Durante la Revolución de los Comuneros, la presencia de una guarniciónde 3.318 soldados profesionales en Cartagena, así como de guarniciones más
pequeñas en Santa Marta y Panamá, explica en parte, indudablemente, la lealtad
de las provincias costeñas al gobierno. Pero esa lealtad se veía reforzada
con el hecho de que la insatisfacción económica era menos aguda que en las
regiones montañosas del interior. Si bien los consumidores de la costa tenían
que pagar más por el aguardiente y el tabaco, los productores de azúcar no
tenían desavenencias básicas con el monopolio de aguardiente, y en la costa
no se cultivaba tabaco.
La alcabalaLa tercera de las fuentes importantes de impuestos en la Nueva Granada
era la alcabala. A fines del periodo colonial este impuesto a las ventas producía
anualmente unos 184.480 pesos, dentro de ingresos totales de 2’453.096
pesos.27 Antes de la creación de los monopolios de aguardiente y tabaco, cuyo
producido se aproximaba a los 700.000 pesos, la alcabala había sido la principal
fuente de ingresos para la hacienda real. Una de las prioridades del regente
visitador general era reorganizar tan lucrativa institución. En este punto impor-
tante Gálvez y sus tenientes ignoraron el consejo de su mentor, Ward, quien
exhortaba a los españoles a emular con las colonias inglesas, cuya prosperidad
atribuía él a las tasas bajas de sus impuestos de sisa y de ventas.28
26 El texto de las capitulaciones está publicado en CA, 2:19, 23-24. A fines del régimen colonial
la corona recibía los siguientes ingresos por concepto de los monopolios:Naipes 12.000 pesos
Pólvora 11.500
Papel sellado 53.000
Sal 65.000
Total 141.500 pesos
(Restrepo, Historia de la revolución de Colombia , 1:29).27 Ibíd.28 Ward, Proyecto económico, págs. 235-241.
El pueblo.indb 48 08/06/2009 04:38:37 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 47/375
49
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
En el siglo XIV, la alcabala, de origen árabe, estaba ya incorporada al
sistema fiscal de Castilla. En 1591 se la introdujo al virreinato del Perú, pese a una
resistencia tenaz pero sin éxito. En el siglo XVIII el impuesto, que era entoncesdel 4 por ciento, se aplicaba, con pocas excepciones significativas, a materias
primas, bienes de consumo, semovientes, finca raíz y propiedades personales
con motivo de todo cambio de propiedad. Dos grupos sociales disfrutaban de
exenciones: los indios y el clero.
Los indios no tenían que pagar el impuesto por sus cosechas ni por
productos elaborados en la Nueva Granada –exención que no incluía bienes
de origen europeo o asiático–. En segundo lugar, el clero y las instituciones
eclesiásticas no eran gravados por productos producidos para su propio beneficioni por ventas efectuadas sin ánimo de ganancia. Sin embargo, las exenciones
eclesiásticas no estaban lo suficientemente detalladas y daban lugar a contro-
versias interminables con la hacienda real.29
Hasta la época de Carlos III la alcabala se arrendaba a veces a corporacio-
nes como cabildos o consulados, o a concesionarios individuales, generalmente
por un periodo de tres años. Como anotaba Robert S. Smith, “el precio pagado
por el contrato de la alcabala representaba un compromiso entre las demandas
de ingresos por parte del rey, por lo general de carácter urgente, y la desganao la incapacidad del concesionario para descubrir y explotar las obligaciones
del contribuyente”.30
Un sistema tan laxo era inaceptable para Gutiérrez de Piñeres. Uno de
sus esfuerzos de racionalización fue separar la alcabala del impuesto para la
“armada de Barlovento”, introducido en 1641 en la Nueva Granada para ayudar
a costear la flota del Caribe.31 En efecto, la armada de Barlovento era un impuesto
29 Sobre la alcabala ver: Salvador de Moxo, La alcabala, sobre sus orígenes, concepto y natu-raleza (Madrid, 1963); Luis Eduardo Nieto Arteta, Economía y cultura en la historia de Colombia(Bogotá, 1962) págs. 15-35; Robert S. Smith, “Sales taxes in New Spain, 1575-1770”, Hispanic American Historical Review 28 (1948): 2-37; Abel Cruz Santos, Economía y hacienda pública.
Historia extensa de Colombia, vol. 15 (Bogotá, 1965), 1: 121-89; Luis Ospina Vásquez, Industria y protección en Colombia, 1810-1930 (Medellín, 1955), págs. 1-84; Calderón, Elementos, págs.293 ss.; Cárdenas Acosta, Del vasallaje, págs. 271-308.
30 Smith, “Sales taxes in New Sapin”, pág. 10; Recopilación de leyes de los reinos de las Indias, libro 8, título 13.
31 John Lynch, Spain under the Habsburgs, 2 vols. (Londres, 1969), 2:200.
El pueblo.indb 49 08/06/2009 04:38:37 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 48/375
50
John Leddy Phelan
a las ventas adicional del 2 por ciento, y a partir de 1720 los dos tributos se
recolectaban conjuntamente; en 1778 la armada de Barlovento había perdido
completamente su identidad como impuesto aparte. Cuando Gutiérrez de Piñereslo rescató de los empolvados archivos, se convirtió pronto en foco de indignación
popular.32 Es verdad que no era un impuesto nuevo, pero el regente visitador
general fracasó lamentablemente en su campaña de relaciones públicas para
convencer al pueblo de lo contrario. Tan hondo era el sentimiento popular que
el impuesto se declaró abolido en la primera cláusula de las capitulaciones
de Zipaquirá.33
Gutiérrez de Piñeres no sentía simpatía por el sistema de arrendamiento
de rentas, al que consideraba una explotación ineficaz del potencial tributario.Propuso que los concesionarios fueran reemplazados en todas las poblaciones
grandes cuando expiraran sus contratos y, en las más pequeñas, limitarlos
rigurosamente a tres años, con intensificación de la vigilancia administrativa.
El plan de reorganización del regente visitador general incluía un
censo pormenorizado y que debía actualizarse todos los primeros de enero. Las
personas, sin excepción, deberían ser identificadas por su actividad económica.
La administración de la alcabala habría de separarse en subdivisiones tales
como productos de Castilla, productos de la Nueva Granada, tiendas de co-mestibles al por menor, tiendas de mercancías al por menor, fincas ganaderas,
haciendas agrícolas y vendedores ambulantes. Si bien Gutiérrez de Piñeres
ratificaba las exenciones tradicionales a la alcabala, trató de eliminar los que
consideraba abusos consuetudinarios cometidos por los dueños de esclavos,
el clero y los indios.34
A fin de asegurar que los comerciantes pagaran el impuesto a las ventas,
el regente visitador general diseñó un sistema de guías y tornaguías. Una
guía, expedida por el agente fiscal de la localidad, era un certificado de quedeterminada carga de mercancías comprada en una localidad y destinada a
otro lugar había pagado el impuesto correspondiente. Cuando las mercancías
32 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 30 de abril, 30 de octubre de 1780, 31 de enero de 1781,AGI/ASF 660.
33 CA, 1:19.34 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 30 de abril, 30 de octubre de 1780, AGI/ASF 660.
El pueblo.indb 50 08/06/2009 04:38:37 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 49/375
51
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
llegaban a su destino, el representante local de la hacienda real emitía una
tornaguía, la que certificaba que los bienes mencionados en la guía habían
llegado con los impuestos ya pagados o respaldados por una fianza. Estesistema implicaba a veces que los comerciantes tenían que asumir el gasto
adicional de contratar los servicios de un fiador, así como pagar de su bolsillo
los servicios de un notario.35
Aunque ya existía un sistema primitivo de certificar el tránsito de
mercancías, el sistema altamente burocrático de guías y tornaguías fue creación
de Gutiérrez de Piñeres. El arbitrio podría prometer un aumento de los ingresos
reales, pero el pequeño comerciante que negociaba con su recua de mulas por
los traicioneros caminos de los Andes estaba lívido de cólera. Estas regulacionesse simplificaron grandemente después de la insurrección de los comuneros.36
El regente visitador general introdujo una carga fiscal más. En cédula del
17 de agosto de 1780, Carlos III requirió de sus vasallos un “donativo gracioso
y préstamo” a fin de asumir los enormes gastos de la guerra contra Inglaterra
–una forma española de préstamo forzoso al que acudía periódicamente la
corona durante emergencias bélicas–. Un préstamo forzoso, en efecto, le permitía
a la corona movilizar recursos sustanciales independientes de los tributos
fijos estipulados para las clases altas, pero era un mediocre sustituto de unsistema anual de imposición directa regular.37 Si ese impuesto se recolectara
efectivamente, produciría en la Nueva Granada más de un millón de pesos.
El 20 de marzo de 1781 el regente visitador general ordenó que todos
los varones blancos contribuyeran con dos pesos; a los no blancos se les exigía
un peso, y quedaban eximidos las mujeres, los esclavos y los indigentes.38 Los
falsos rumores en el sentido de que el préstamo forzoso iba a convertirse en un
impuesto anual encontraron general acogida, tan inflamada se hallaba la opinión
popular.39 El momento para recolectar el préstamo no resultó afortunado.
35 Ibíd., 30 de septiembre de 1780.36 CA, 1:211-12.37 Sobre aspectos de este impuesto ver mi Kindgdom of Quito, págs. 109-111, 331.38 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 31 de marzo de 1781, AGI/ASF 660.39 Declaración de Salvador Plata, 1º. de diciembre de 1781, AHN, Los Comuneros, 6:97-131,
y 13 de marzo de 1783, ibíd., 18:354-400.
El pueblo.indb 51 08/06/2009 04:38:37 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 50/375
52
John Leddy Phelan
Las nuevas regulaciones acerca de la recolección de la alcabala y de
la armada de Barlovento se publicaron en la ciudad de Tunja el 15 de febrero,
y en el Socorro el 16 de marzo.40 En el Socorro, la publicación precipitóun motín en el que tomaron parte dos mil ciudadanos enardecidos. Había
comenzado una revolución.
El visitador general y el virrey En un lapso de veintiséis meses el enérgico Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres
había organizado el aparato de recaudo de impuestos del virreinato conforme a
los propósitos de los ministros de Carlos III: situar a los reinos de ultramar en un
estado de dependencia económica del cual se beneficiara la metrópolis. Inclusopuede argumentarse de modo convincente que el estado de dependencia –que
es hoy una hipótesis prestigiosa para explicar el permanente subdesarrollo
de América Latina– no comenzó efectivamente hasta que los incipientes
tecnócratas de Carlos III trataron de convertir a los reinos de Indias en un
verdadero imperio económico.41
La Nueva Granada era entonces un país relativamente pobre, con una
economía modesta y algo primitiva.42 Por moderado que fuera, cualquier aumento
en los tributos causaba impacto. Los cambios tributarios y administrativosrecayeron súbita y simultáneamente, sobre todos los grupos de esa sociedad.
Los aumentos en el tabaco y el aguardiente afectaron a gran número de con-
sumidores, la enorme mayoría de la población, quienes veían esos artículos de
lujo como de primera necesidad. Los pequeños agricultores de la provincia
de Tunja, que sólo hacía poco se habían acostumbrado al tabaco como cosecha
comerciable, se vieron perjudicados con la prohibición de cultivarlo en la mayor
parte de la provincia.
Aunque las tasas de la alcabala no aumentaron mucho, la recoleccióndirecta implicaba que más y más personas pagaban más impuestos, de los que
40 CA. 1:99-100.41 Ver John Lynch, reseña de The Colonial Heritage of Latin America de los Steins, en Journal
of Latin American Studies 4 (1972): 319-320.42 Para un examen conciso de la economía colonial en la Nueva Granada ver Jaime Jaramillo
Uribe, “La controversia jurídica y filosófica librada en torno a la liberación de los esclavos”, Anuariocolombiano de historia social y de la cultura 4 (1969): 63 ss.
El pueblo.indb 52 08/06/2009 04:38:37 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 51/375
53
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
sólo una fracción de su cuantía legal se había percibido en el pasado. Los dueños
de esclavos y el clero no se sintieron dichosos con el celo del visitador general
para eliminar algunas de sus exenciones consuetudinarias pero extralegales.Los indios estaban inquietos y amargados con la expropiación de sus tierras
comunales, los resguardos. Los cambios afectaron el bolsillo de todo el mundo.
Todas las clases y todos los grupos étnicos tenían algún motivo de irritación.
Las familias de la élite criolla en Bogotá estaban alarmadas ante la pérdida
de sus “derechos” tradicionales a altos cargos. Las élites criollas locales en
pueblos de provincia como el Socorro y San Gil veían recortadas sus funciones
políticas y sociales a medida que la nueva administración fiscal imponía un
enjambre de nuevos funcionarios, por lo general españoles de la península,que obedecían a los dictados de Bogotá más que a los de las localidades donde
estaban establecidos temporalmente. Las clases bajas se sentían profundamente
discriminadas con la imposición implacable de los impuestos y monopolios. El
odio instintivo de los plebeyos a los chapetones, como llamaban despectiva-
mente a los peninsulares, se intensificó.
La Nueva Granada, en efecto, estaba acostumbrada a una administra-
ción laxa y descentralizada en la que el virrey y la audiencia actuaban como
intermediarios entre los intereses locales y los mandatos de la autoridadcentral en Madrid. Se producían cambios, pero a un ritmo lento. Los virreyes
cortejaban la opinión pública al atraerse el apoyo del clero parroquial y de las
élites locales, cuyas fortalezas institucionales eran los cabildos, y trataban de
equilibrar las exigencias regionales con las demandas de la burocracia central.
No puede hallarse ejemplo mejor de este sistema que el virrey Flórez, quien se
las arregló para adelantar mucho la centralización de los monopolios de tabaco
y aguardiente sin encontrar oposición militante.
Gutiérrez de Piñeres sin lugar a dudas era intransigente y tozudoen lo que tocaba a la ejecución del programa fiscal de Carlos III, pero podía
mostrarse sumamente flexible y comprensivo en cuestiones que no afectaran
directamente al tesoro real. Les dio alguna protección paternalista a los indios,
en su lucha desesperada contra la avidez de tierra y de mano de obra por
parte de criollos y mestizos, como con algún detalle se verá en el capítulo 7.
En la acalorada controversia sobre cambios en los programas de la educación
El pueblo.indb 53 08/06/2009 04:38:38 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 52/375
54
John Leddy Phelan
superior, el regente visitador general mostró buena voluntad para atender
los puntos de vista de los intereses establecidos. Era, efectivamente, muy
capaz de prácticas políticas de coalición en casi todas las esferas, excepto lafiscal. Las instrucciones que recibió de José de Gálvez eran las de aumentar
inmediatamente los ingresos reales, y se negó inflexiblemente a considerar
cualquier componenda que hubiera podido reducir el insumo inicial de la
hacienda real, pero que también hubiera podido evitar la violenta disputa de
1781. No era, como el virrey Flórez, un conciliador político sino un tecnócrata
que quería resultados inmediatos.
La única persona de autoridad y prestigio con una política que hubiera
podido evitar la violencia de 1781 era el virrey. Flórez clamaba porque lasmilicias se reformaran y se aumentaran para que el gobierno tuviera suficiente
poderío militar para aplastar cualquier motín. En 1777 propuso una amplia
reorganización del ejército, pero Gálvez rechazó el plan. Madrid decretó que
el programa fiscal bajo los auspicios del visitador general debería proceder a
la reorganización militar. Cuando estalló la violencia en marzo de 1781, en
Bogotá había menos de setenta y cinco soldados profesionales, y las unidades
de la milicia en muchas provincias del interior existían sólo en el papel. Las
únicas fuerzas militares efectivas del Nuevo Reino estaban estacionadas enlas fortalezas de Cartagena y Santa Marta.43
La oposición de Gutiérrez de Piñeres a la creación de milicias discipli-
nadas en el interior constituye una lección fascinante en vista de los sucesos
posteriores. Como buen burócrata fiscal que era, deploraba el costo para la hacienda
real y la pérdida para la agricultura y el comercio de los milicianos en servicio
activo. Expresaba un intenso aborrecimiento por la “chusma”, principalmente
por ser el producto de muchas mezclas de razas. Estos habrían sido la mayoría
de los soldados rasos y, al estar armados, podrían perderles su habitual respetoa sus superiores españoles y criollos.
El virrey Flórez anotaba que las milicias se necesitaban para sofocar
motines en que participasen criollos de las clases altas. Estaba pensando en
43 Allan J. Kuethe, “Military Reform in the Viceroyalty of New Granada, 1773-1799”, tesisdoctoral inédita en la universidad de Florida, 1962, caps. 2 y 3.
El pueblo.indb 54 08/06/2009 04:38:38 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 53/375
55
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
el motín del ron en Quito, en 1765. Gutiérrez de Piñeres respondía con
vehemencia:
Estuve y estoy convencido de que semejantes asertos son injurias
premeditadas a un estimable grupo de vasallos cuya lealtad no puede
ponerse en duda sin notoria injusticia. Me atrevo a afirmar que nada
hay que temer de la nobleza y de la gente distinguida ni de los ciudadanos
honorables residentes en los poblados, dueños de tierras en la ciudad y
en el campo, o de los que se consagran a ocupaciones industriosas, pues
ellos son blancos y de extracción decente.44
El regente visitador general tendría ocasión más tarde de arrepentirse
de estas palabras. Pero la carta explica por qué se negó con tanta certidumbre a
seguir el consejo del virrey Flórez. Con su ignorancia de las condiciones sociales
en América y con su aborrecimiento racista a las gentes de procedencia africana,
le parecía impensable que los criollos acomodados se asociaran a la “chusma” en
un levantamiento. Pero antes de que pasara un año ocurrió lo impensable.
Flórez demostró ser un profeta de notable exactitud. En las regiones
donde se había reorganizado el ejército, como Popayán y Quito, no se presen-taron disturbios graves. Es posible especular que si las autoridades de Bogotá
hubieran contado con una fuerza militar efectiva no se habría producido el
levantamiento de los comuneros. La actitud del sucesor de Flórez, el arzobispo
Caballero y Góngora, refuerza esta especulación.
Mientras continuaba su política de reconciliación, Caballero y Góngora,
por más clérigo que fuese, demostró ser más militarista que todos sus predece-
sores y sucesores militares en el cargo de virrey. Emprendió una reorganización
a fondo del ejército, basado en que el gobierno debía tener el respaldo de unafuerza realmente coactiva.45 Nunca se olvidó de que en Zipaquirá no tenía soldados
que lo protegieran: sólo su dignidad de arzobispo y su propia destreza política.
La táctica de Caballero y Góngora incluía tanto el garrote como la zanahoria
44 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 31 de marzo de 1780, AGI/Audiencia de Quito 574.45 Kuethe, “Military Reform”, cap. 4.
El pueblo.indb 55 08/06/2009 04:38:38 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 54/375
56
John Leddy Phelan
proverbiales. Una vez le confesó a José de Gálvez que si los vasallos no atendían
órdenes formuladas en el lenguaje de la “bondad pastoral” él no vacilaría en
usar “la represión y la fuerza”.46
El segundo desacuerdo básico entre Gutiérrez de Piñeres y Flórez
consistía en la táctica y el estilo político. Los dos magistrados no discrepaban
acerca de la necesidad de aumentar los ingresos reales, pero el virrey propugnaba
innovaciones graduales y moderadamente diplomáticas. Tal era la actitud
tradicional de los virreyes frente al arte de gobernar, reforzada por la larga
experiencia de Flórez en el Nuevo Mundo. Gutiérrez de Piñeres, por su parte,
quería resultados fiscales inmediatos. No le prestó atención a las consecuencias
políticas de malquistarse con todos los grupos importantes del país, pues eraconcebible para él que los patricios se unieran a los plebeyos en cualquier tipo
de protesta efectiva.
Gutiérrez de Piñeres no compartía ninguna de las inclinaciones del
político al compromiso y a la conciliación. Su mentalidad de recolector de
impuestos, eficaz pero limitado, se revela sucintamente cuando le escribe a su
mentor, Gálvez:
Las clases bajas no son capaces de entender la razón de los impuestos reales.A todo cuanto aspiran es a su propio interés, que equivale a un libertinaje
absoluto e ilimitado. Como resulta vano presumir que la multitud pague
complacida impuesto alguno, el objetivo del gobierno debe ser obligar a los
plebeyos a que respeten la autoridad pública, de tal manera que se preserven
su subordinación y su obediencia frente a todos los magistrados.47
Gutiérrez de Piñeres era un hombre urgido de conseguir resultados.
Cuando por vez primera José del Campillo y Cosío propuso en 1743 unavisita general a todos los reinos de las Indias, su propósito expreso era tan
sólo acopiar información y formular recomendaciones antes de implantar
reformas de fondo.48 En su impaciencia por conseguir resultados inmediatos,
46 Caballero y Góngora a Gálvez, 15 de octubre de 1782, AGI/ASF 594.47 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 3 de junio de 1781, AGI/ASF 662.48 Ward, Proyecto económico, págs. 241-249.
El pueblo.indb 56 08/06/2009 04:38:38 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 55/375
57
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Gálvez prescindió del proyecto original, al mezclar el aspecto de recolección de
informaciones de la visita general con la introducción inmediata de cambios. Si
Gutiérrez de Piñeres hubiera limitado su actividad a recoger informes y a formularrecomendaciones –dejándole su aplicación a virreyes con la pericia política de
un Flórez o de un Caballero y Góngora– podría haberse evitado el estallido
de violencia.
De enero de 1778 al 11 de agosto de 1779, cuando Flórez partió para
Cartagena, el virrey y el regente visitador general estuvieron dedicados a una
escaramuza cortés pero apasionada.49 Dejando aparte las tensiones heredadas
de los dos cargos, los dos magistrados estaban divididos por profundas diferen-
cias de táctica y de estilo político. Gálvez, con su animadversión a la instituciónvirreinal, resolvió el conflicto a favor del visitador general y le ordenó a Flórez
que se sometiera a su jurisdicción en todo lo concerniente a la hacienda real.
Despojado de toda autoridad efectiva sobre la hacienda, la que representaba una
fuente importante del poder de los virreyes, Flórez se vio virtualmente repudiado.
El estallido de la guerra con la Gran Bretaña el 16 de junio de 1779 le dio
un pretexto elegante para irse a Cartagena a vigilar la defensa de ese bastión
militar. El 11 de agosto de 1779 el virrey delegó en el regente visitador general
toda su autoridad sobre las provincias del interior, salvo la administración delpatronato eclesiástico y de la defensa miliar.50
Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres, de hecho aunque no de nombre,
fue virrey a partir del 11 de agosto de 1779. Pero después de veintiún meses
en el poder supremo tuvo que enfrentarse a una erupción de ira popular que lo
desmonto de su preeminencia.
La América inglesa y la española
La crisis que agitaba tanto a la América española como a la inglesa se desencade-nó ante la necesidad de las autoridades metropolitanas de aumentar abruptamente
los impuestos para atender a los costos crecientes de la defensa imperial, Cuando
yanquis emprendedores disfrazados de indios arrojaron té en la bahía de Boston,
49 La correspondencia entre los dos está en AGI/ASF 659 y 912.50 Flórez a Gálvez, 15 de julio de 1781, AGI/ASF 591; CA, 1:82.
El pueblo.indb 57 08/06/2009 04:38:38 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 56/375
58
John Leddy Phelan
y cuando los enfurecidos ciudadanos del Socorro derramaban el aguardiente y
quemaban el tabaco de los monopolios estatales, no estaban protestando
tan sólo por los gravámenes a estas mercancías. De manera más profunda, esosactos simbolizaban la exigencia de los airados ciudadanos de Boston y del Socorro
por la restauración de sus respectivos sistemas constitucionales, violados, creían
ellos, por los nuevos impuestos.
Antes de las grandes crisis de los años 1770 y 1780, los imperios
británico y español compartían una tradición de descentralización política. En el
caso de los ingleses, la descentralización era principalmente legislativa, mientras
que la tradición española de descentralización era de naturaleza esencialmente
burocrática. En 1778 los pilares de la “constitución no escrita” en la Nueva
Granada eran el cogobierno entre españoles de Europa y de América, y el
gobierno por medio de la consulta, la negociación y el compromiso.
Aunque el poder monárquico seguía muy afianzado en el mundo
británico, esa autoridad había sido desafiada dos veces durante el siglo XVII,
cuando un rey fue decapitado y otro destronado en la “Gloriosa Revolución”
de 1688. De esta crisis procede la teoría contractual de la soberanía política,
la cual estipulaba que el rey y el parlamento comparten el poder, y la cual
justificaba el derecho a la revolución cuando el rey violaba el contrato
social. El problema fundamental era el poder de imponer gravámenes. Las
trece colonias proclamaban que el valioso derecho del parlamento a aprobar
todo nuevo impuesto debería ampliarse a ellas, por cuanto sus habitantes
eran ciudadanos británicos –un privilegio que ni Jorge III ni el parlamento
estaban preparados para otorgarles–. Después de la revolución de 1688 las
asambleas coloniales reafirmaron su aspiración a legislar en lo referente a
impuestos.51
Durante esos mismos decenios se estaba consolidando la versiónhispanoamericana de descentralización burocrática.
51 Jack P. Greene, The Quest for Power: The Lower House of Assembly in the Southern Royal Colonies, 1689-1776 (Chapel Hill, 1963); Merrill Jensen, The Founding of a Nation: A History of the American Revolution, 1763-76 (Nueva York, 1968); Oliver M. Dickerson,The Navigation Acts and the American Revolution (Filadelfia, 1951); David Lovejoy, TheGlorious Revolution in America (Nueva York, 1972). Para una interpretación concentrada enaspectos económicos más que constitucionales ver Marc Egnal y Joseph A. Ernst, “An Economic
El pueblo.indb 58 08/06/2009 04:38:38 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 57/375
59
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
De ahí el famoso lema de 1776 en América del Norte: No taxation
without representation. En la América española el lema era profundamente
distinto en su carácter y en su significado: “Viva el rey y muera el mal gobierno”.Dentro del contexto hispanoamericano el lema angloamericano carecía de
significado, porque no existía la tradición de asambleas legislativas con el poder
de decretar impuestos. Ya desde Carlos V en la península las cortes habían sido
reducidas a funciones básicamente ceremoniales. Ni tampoco iba a aprobar la
corona la emergencia de asambleas representativas formales en las Indias.
Lo que sin embargo se formó en la América española fue una tradición de que
no se crearan impuestos sin una previa negociación burocrática. Las crisis
que desgarraron a la América española y a la inglesa tuvieron ambas unanaturaleza básicamente constitucional y política.
Interpretation of the American Revolution”, William and Mary Quarterly 29 (1972): 3-32. Parauna comparación y un contraste sugestivos ver James Lang, Conquest and Commerce: Spain and England in the Americas (Nueva York, 1975).
El pueblo.indb 59 08/06/2009 04:38:38 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 58/375
Segunda parte Juan Francisco Berbeo
El pueblo.indb 60 08/06/2009 04:38:38 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 59/375
61
3. Los motines populares
La conflagración que arrasó al Nuevo Reino de Granada en 1781 comenzó en
el Socorro, y esa próspera comunidad suministró el núcleo de la jefatura del
movimiento, desde el comienzo hasta el fin.
Durante la mayor parte del siglo XVII el Socorro era un montón de
chozas y cabañas –un caserío– y una estación para cambiar de mulas y caballos
y conseguir provisiones frescas en el camino real que desde 1580 unía a Vélez
en el sur con Pamplona en el norte. Pertenecía a la jurisdicción territorial de la
ciudad de Vélez hasta 1689, cuando Nuestra Señora del Socorro del Chanchónse convirtió en parroquia. De 1694 a 1771 el Socorro perteneció a la villa de
Santa Cruz y San Gil, que por real cédula del 23 de octubre de 1694 había sido
separada de Vélez. En 1771 Carlos III le otorgó el estatuto de villa.1
En el siglo XVIII, el Socorro se convirtió en uno de los centros agrícolas
y comerciales de la Nueva Granada. En 1750 la parroquia del Socorro le
producía a su párroco un ingreso anual de unos 5.000 pesos, superior a la renta
anual que percibía el obispo de Santa Marta por toda su diócesis.2 La única
parroquia que podía emular con la del Socorro era Neiva. En 1800 la jurisdicciónde las villas de San Gil y el Socorro, que se extendía desde Vélez en el sur, a
Girón en el norte, era la mayor fuente de diezmos eclesiásticos, 39.993 pesos
sobre un total de 272.120 pesos en la arquidiócesis de Bogotá. El distrito de
Tunja, con 25.360 pesos, y el de Bogotá, con 10.962, figuraban de segundo
y tercero.3 El ascenso del Socorro a una prosperidad modesta se debió a varios
factores. Uno era su localización, en un fértil banco de tierra en la vertiente
oriental del río Suárez, en un valle cálido a unos 1.300 metros sobre el nivel
del mar. Florecían la caña de azúcar, el banano, el maíz, la yuca y el ganado.
1 Para la historia del Socorro ver los siguientes: Horacio Rodríguez Plata, “Origen y fundación delSocorro” BHA 26 (1939): 879-891, y La inmigración alemana al estado soberano de Santanderen el siglo XIX (Bogotá, 1968), págs. 33-37; Cárdenas Acosta, Del vasallaje, págs. 227-292. Unrelato mucho menos fidedigno es el de Rito Rueda. Presencia de un pueblo (San Gil, 1968).
2 Oviedo, Cualidades, págs. 174-76.3 Biblioteca Nacional, Bogotá, Libros Raros y Curiosos # 185.
El pueblo.indb 61 08/06/2009 04:38:38 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 60/375
62
John Leddy Phelan
La producción de algodón en grande escala no sólo estimuló el crecimiento de
una industria textil, sino que también la situación del Socorro lo convirtió en
emporio natural de comercio para una considerable región del interior. Codoa codo con la expansión económica del Socorro se presentó una tasa elevada
de crecimiento demográfico.4
Si existen testimonios contemporáneos abundantes sobre la importancia
del cultivo del algodón, en cambio la información sobre la producción de
textiles es muy escasa. La sección del archivo notarial del Socorro dedicada
a transacciones comerciales no ha sobrevivido a los estragos del tiempo. De
ahí que casi no se sepa nada acerca de la aparentemente primitiva tecnología
utilizada, ni sobre las condiciones de trabajo, ni sobre si existía alguna especiede sistema de crédito. Los pocos indicios disponibles sugieren que la producción
textil era una industria doméstica primitiva, confinada a las casas de los pobres,
aunque había algunos talleres textiles. La fuerza laboral estaba compuesta casi
exclusivamente por mujeres. No han aparecido pruebas que confirmen el aserto
de que la industria textil en el Socorro constituía un capitalismo incipiente.
Esta industria doméstica se vino a tierra con la inundación de textiles ingleses
baratos importados a Colombia después de la independencia.5
El patrón habitual de colonización en esta región era que un grupode familias se congregara en un caserío, que más tarde se convertía en una
viceparroquia subordinada a la parroquia más cercana. Luego la parroquia, a
su vez, adquiría viceparroquias. Antes de que el arzobispo pudiera autorizar
la creación de una parroquia, la población tenía que ser lo suficientemente
numerosa como para sostener tres cofradías. Estas asociaciones voluntarias
tenían que proveer el estipendio mínimo de una cura de parroquia, entre 150 y
200 pesos, y suministrarle a la iglesia lo necesario para el ritual.6 La definición
4 Finestrad calculaba que a comienzos del decenio de 1780 había, en promedio, 800 nacimien-tos, 300 defunciones y 200 matrimonios al año. Joaquín de Finestrad. “El vasallo instruido en elestado del nuevo reino de Granada”, en Eduardo Posada, ed., Los Comuneros (Bogotá, 1905),págs. 119-120.
5 Para datos sobre la industria textil ver Ospina Vásquez, Industria, págs. 61-71; RodríguezPlata, La inmigración alemana, págs. 33-37.
6 Gary W. Graff, “Spanish Parishes in Colonial New Granada: Their Role in Town Building inthe Spanish-American Frontier”, The Americas 33 (1976-77): 336-351.
El pueblo.indb 62 08/06/2009 04:38:38 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 61/375
63
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
legal de parroquia era una comunidad destinada exclusivamente a la residencia
de españoles, con una iglesia, una cárcel y un juzgado civil. La población de
una parroquia podía oscilar entre doscientas almas y varios miles.A medida que se multiplicaba su población las parroquias iban adqui-
riendo más autonomía política frente a su capital, mediante un proceso de
división celular. San Gil, por ejemplo, se fundó como parroquia de Vélez. En
1694 San Gil se convirtió en villa, con cabildo y alcaldes ordinarios elegidos
anualmente y que eran los funcionarios ejecutivos y judiciales de la comunidad.
La creación de nuevas parroquias o de nuevas villas solía suscitar la oposición
de las comunidades más antiguas, las que veían disminuidos sus ingresos y sus
privilegios; pero la demografía solía triunfan frente a los intereses establecidosde las localidades.7
El sentimiento de identidad del Socorro aumentó a medida que luchaba
tenazmente para conseguir su autonomía de la jurisdicción de San Gil, situado
veintidós kilómetros al nordeste –en 1781, a un día de camino del Socorro–.
Tan pronto se creó la parroquia del Socorro sus ambiciosos vecinos le solicitaron
a la audiencia en Bogotá su separación de San Gil. En 1711 el arzobispo de
Bogotá, Francisco de Cossio y Otero, quien era entonces presidente encargado
de la audiencia, aprobó la solicitud del Socorro. Pero San Gil empezó un pleito,
como resultado del cual Felipe V degradó al Socorro a la categoría de parroquia
subordinada.8
En los decenios siguientes las autoridades en Bogotá intentaron aplacar
al Socorro al otorgarle amplios poderes al alcalde residente allí, y al nombrar con
frecuencia a un socorrano en el cargo de teniente corregidor. Pero a medida que el
Socorro continuaba aumentando en población y prosperidad se intensificaba
el anhelo de autonomía municipal en algunos de sus vecinos.
7 Para unos cuantos ejemplos ver Oviedo, Cualidades, págs. 174-182; Ramiro Gómez Rodrí-guez, Chima – vida y hazañas de un pueblo (Bucaramanga, 1971), págs. 53, 56-62. En AHN,Poblaciones, hay innumerables pleitos.
8 Oviedo, Cualidades, pág. 174; Archivo Histórico Nacional (Madrid), Consejos, leg. 20,437; AHN, Poblaciones de Santander, 3:753-969. Únicamente el rey, no las audiencias, podíaotorgar los títulos de villa o ciudad ( Recopilación, libro 4, título 8, ley VI). No había diferenciasustantiva entre ciudad y villa en cuanto entidades administrativas. La ciudad tenía una poblaciónmás numerosa que la villa, como se demuestra con el hecho de que las ciudades solían tener 12regiones y las villas 6 (Juan de Solórzano y Pereira, Política Indiana, 5 vols. Madrid, 1647, libro5, caps. 1 y 2.
El pueblo.indb 63 08/06/2009 04:38:38 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 62/375
64
John Leddy Phelan
El 23 de abril de 1762 Socorro se lanzó audazmente a la ofensiva:
un gran número de sus vecinos elevó una petición al virrey no para obtener
la categoría de villa, sino por el más prestigioso rango de ciudad. Finalmenteconsiguieron el estatuto de villa. Al frente de esta campaña cívica estaba quien
era entonces el ciudadano más rico del Socorro, Juan Maldonado de la Zerda,
quien gastó 16.000 pesos de su propio bolsillo para pagar los gastos del largo
litigio, el cual culminó con la real cédula del 25 de octubre de 1771, en la que
se le otorgaba al Socorro el anhelado rango de villa. Sin embargo, Maldonado
de la Zerda tuvo mucho menos éxito en persuadir al cabildo de la nueva villa
para que le reembolsara sus gastos.9 Como era de esperarse, San Gil libró un
combate de retaguardia tenaz pero sin éxito ante la audiencia y llegó incluso aenviar un representante especial a España para que expusiera su caso.10
El Socorro no sólo tuvo que hacer una vigorosa campaña para concluir
con su dependencia de San Gil sino que tuvo que librar otra batalla en los
tribunales para asegurar sus linderos. Enérgicamente, San Gil trataba de limitar
los confines de la nueva villa a las parroquias del Socorro y Oiba. Socorro alegaba
que los lazos de la economía y la geografía justificaban que quedaran bajo
su jurisdicción las populosas parroquias de Charalá, Simacota y Chima, y una
vez más ganó su pleito tras una dilatada batalla jurídica.11
La rivalidad entre el Socorro y San Gil es uno entre muchos ejemplos
del modo como el proceso de separación celular creaba nuevas comunidades. Al
enfrentarse a San Gil para conseguir su autonomía política, el Socorro adquiría
sentimiento de identidad propia, de estar a la cabeza de un territorio próspero.
Esa visión de liderazgo tuvo importancia fundamental en 1781. En efecto,
las aspiraciones del Socorro, como patria chica, a tener algún control sobre la
suerte del territorio circundante plantaba las semillas de donde iba a brotar el
federalismo en el siglo XIX.
9 Ramiro Gómez, “Socorro, cuna de la libertad colombiana, 1540-1819”, 2 vols. (manuscritoinédito), 1, cap. 6.
10 AHN, Cabildos, 10:278-282. La documentación sobre esta disputa puede hallarse también enibíd., 1-525, y en AHN, Poblaciones de Santander, 3: 753-969. Ver también declaración de SalvadorPlata, sin fecha, Lilly Library, universidad de Indiana, ff. 263-264 y 273-274. Plata fue partidarioactivo de la causa del Socorro, aunque previamente había sido alcalde ordinario de San Gil.
11 Para esta disputa ver AHN, Poblaciones de Santander, 3:315-673.
El pueblo.indb 64 08/06/2009 04:38:38 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 63/375
65
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
El cabildo del Socorro ejercía jurisdicción sobre ocho parroquias vecinas,
con una población total de 33.710 habitantes en 1779.12 En 1781 el núcleo
urbano del Socorro tenía unos 15.000 habitantes en comparación con los4.000 de 1711 y los 8.000 de 1753. Varias de las parroquias cercanas, como
Simacota, Oiba y Charalá, llegaban a tener 6.000 parroquianos.
De acuerdo con la definición legal, Socorro se fundó como una parroquia
para blancos, aunque en realidad el área contenía una numerosa población
mestiza y una minoría de negros y mulatos. Las categorías étnicas en los
censos de fines del siglo XVIII eran: 1) blancos, 2) indios, 3) esclavos y 4)
libres. El término “blanco” incluía evidentemente no sólo a descendientes de
españoles sino también a algunos mestizos que, por tener clara la piel o poseer
dinero, podían pasar por blancos. El término “libres” incluía a mestizos, negros
y mulatos que no eran esclavos. En 1781 el proceso de mestizaje en la región
del Socorro y San Gil se había consolidado tanto que las distinciones étnicas
se habían vuelto muy borrosas.
La información demográfica más fidedigna de que disponemos son los
censos de 1779 y 1781. En las ocho parroquias del pueblo del Socorro, las
cifras son:
Blancos 17.738 52.6 %
Libres 14.944 44,3
Indios 537 1,6
Esclavos 491 1,5
Total 33.719 100,0
Entre 1779 y 1781 la población aumentó en 2.139 personas, para untotal de 35.849 –un aumento de 6,4 por ciento–. La población de San Gil era
menor que la del Socorro y su composición étnica era un tanto distinta:
12 Para la cifra de 1711 ver ibíd., 3: 753 ss. Para 1753, ver ibíd., f. 176. Para la cifra de 1781ver Finestrad El vasallo, págs. 119-20 y notas 10 y 11. Para las cifras de los censos de 1779 y1781 ver AHN, Censos Nacionales, Varios Departamentos, 6:271.
El pueblo.indb 65 08/06/2009 04:38:38 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 64/375
66
John Leddy Phelan
Blancos 4.511 26,8 %
Libres 10.699 63,5
Indios 1.141 6,8Esclavos 489 2,9
Total 16.840 100,0
En la época de la conquista la población india de San Gil y Socorro, si
no tan densa como en la parte sur de la provincia de Tunja y en la sabana
de Bogotá, no era insignificante. Sin embargo, hacia 1750 se hallaba bastante
reducida, como resultado de las epidemias y de la mezcla de razas. Aunque otra
cosa disponían las leyes de la corona, indios y blancos vivían juntos en lasmismas comunidades.
En 1750, la reducida población aborigen estaba confinada en su mayoría
en la aldea india de Guane. Varios pueblos indios como Chanchón, Oiba y
Charalá habían desaparecido o habían sido suprimidos, y vendidas sus tierras
comunales, los resguardos, a agricultores blancos y mestizos.13 En 1754 los
pueblos indios de Guane, Curití, Oiba y Charalá tenían una población total de
224 personas.14 Los inmigrantes españoles desempeñaron un papel decisivo
en la colonización de los fértiles valles en la vertiente oriental de Suárez. La
población era predominantemente blanca con una proporción significativa de
mestizos y otra mucho más baja de negros y mulatos. En el sur de la provincia
de Tunja, centro de la civilización chibcha precolombina, sobrevivían aún grandes
comunidades de indios, aunque su población había disminuido drásticamente
después de la Conquista. El Socorro había resuelto su “problema indígena” por
medio del mestizaje.
Negros y mulatos constituían sólo una pequeña minoría de la poblaciónen la región del Socorro y San Gil. En 1778 eran tan sólo el 2,23 por ciento de
la población en la provincia de Tunja.15 En el Socorro los esclavos eran sólo
13 Por ejemplo, el 4 de febrero de 1760 el tesoro recibió 2.625 pesos por los resguardos deOiba. AHN, Caciques e Indios, 41:325-58; 45; 723-802.
14 AHN, Poblaciones de Santander, 3:176, y Caciques e Indios, 3:392-393.15 Francisco Silvestre, Descripción del reyno de Santa Fe de Bogotá (Bogotá, 1950), págs. 72-
75.
El pueblo.indb 66 08/06/2009 04:38:38 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 65/375
67
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
491, mujeres en su gran mayoría, criollos, no nacidos en África. Muchos
eran mulatos.
El hecho de que la mayor parte de los esclavos fueran mujeres indicasu papel en el servicio doméstico. De todas formas, los esclavos varones no
tenían importancia como mano de obra agrícola. Salvador Plata, el hombre más
rico del Socorro, poseía a su muerte, en 1802, dieciocho esclavos, identificados
específicamente como criados.16 La herencia de Juan Francisco Berbeo consistía
principalmente en deudas. Su único capital sustancial eran cinco esclavos. En
los años 1770 y 1780 vendió cuatro esclavos, compró uno y liberó otro.17
Estas cifras nos dan algunas claves sobre el papel económico
de la esclavitud. Era, para los acomodados, una forma de inversión. La
propiedad de esclavos representaba una garantía al solicitar préstamos
para la compra de tierras en la ciudad o en el campo, o para dotar a las hijas.
Los esclavos de Berbeo le permitieron conseguir préstamos de unos conventos
a fin de comprar una finca y una casa grande en la plaza principal del Socorro.
La dote de doña Elena de Villar en 1774, por ejemplo, era de 1.242 pesos, de
los cuales 985 representaban el valor de seis esclavas.18
Se llevaba a cabo un comercio de esclavos limitado pero continuo
–no más de veinte ventas en año alguno– y los precios variaban. Una
esclava de buena salud, de veintitantos años, podía costar entre 125 y 200
pesos.19 Había también poquísimas manumisiones; sólo dos entre 1781 y
1783.20 Los manumisos se convertían invariablemente en los criados favoritos
de la casa.21 Sin embargo, no siempre la libertad representaba un verdadero
cambio de condición social ya que las manumisiones solían condicionarse a
16 Testamento de Salvador Plata, ANS, 7 de diciembre de 1802, f. 185-207.17 ANS, 26 de enero de 1772, f. 9; 14 de febrero de 1773, f. 12; 6 de noviembre de 1784, f.
128; 16 de abril de 1787, f. 132; 15 de marzo de 1778, f. 702-3; 7 de enero de 1789, f. 702-3.18 ANS, 8 de marzo de 1774, f. 55.19 Para unos cuantos ejemplos ver ANS, 12 de febrero, 7 de marzo, 20 de mayo, 10 de junio
de 1774: fs. 29-30, 49-50, 123 y 141: 23 de mayo, 3 de noviembre de 1778: fs. 72, 164; 21 deseptiembre, 1º de noviembre de 1780, fs. 177-178.
20 Para algunos ejemplos ver ANS, 1774-76, f. 13; 19 de septiembre de 1774, fs. 186-87;1781-83, f. 192; 18 de julio de 1785, f. 81.
21 ANS, 18 de septiembre de 1778, f. 184.
El pueblo.indb 67 08/06/2009 04:38:39 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 66/375
68
John Leddy Phelan
seguir prestando el manumiso indefinidamente sus servicios al antiguo dueño
o a su familia.22
Tal o cual manumisión por parte de un dueño o de una dueña generososno oscurece el hecho de que en el Socorro, como en todas partes, las relaciones
entre amos y esclavos llegaban a ser tensas, si no violentas. Un propietario en
el Socorro le informaba al virrey en 1775 que a veces los esclavos se fugaban
y que no eran raros los casos de esclavos que asesinaban a sus dueños o a
familiares de éstos. La tensión entre amos y esclavos en todas las regiones del
país aumentó de manera significativa en la segunda mitad del siglo XVIII.23
El Socorro era una fundación nueva que a lo largo de sólo tres
generaciones se había convertido en una de las regiones más prósperas de laNueva granada. Pedro Fermín de Vargas, un criollo muy influido por la escuela
fisiocrática francesa, atribuía la prosperidad de la región comprendida entre el
norte de Vélez y Girón a la ausencia de latifundios.24 Una muestra de las ventas de
tierras en el archivo notarial confirma esta observación. Había muchas ventas
de terrenos tan exiguos que costaban sólo 20, 40 y 60 pesos.25 Aunque los
criollos de la clase alta poseían grandes haciendas que podían venderse entre
2.500 y 3.500 pesos, el minifundio, no el latifundio, era el rasgo dominante en
la tenencia de la tierra.Pero los criollos de clase alta y los mestizos y mulatos plebeyos eran
colonizadores, gentes fuertes, trabajadoras, que fundaban haciendas o ciudades
en el desierto. Aunque la caracterología regional –y, si a eso vamos, la naciona-
lidad– debe usarse con cuidado, nadie hizo un retrato tan gráfico, aunque crudo,
de esos primeros santandereanos como Basilio Vicente de Oviedo, quien de 1740
a 1750 fue cura en las parroquias de San Gil y Charalá. Las observaciones
22 Testamento de Juan Francisco Berbeo, 29 de junio de 1795, en el archivo privado del doctor Jorge Cárdenas Acosta.
23 Ver Jaime Jaramillo Uribe, “Esclavos y señores en la sociedad colombiana del siglo XVIII”, Anuario colombiano de historia social y de la cultura , 1.1 (1863):38.
24 Pedro Fermín de Vargas, Memoria sobre la población del reino (Bogotá, 1953), pág. 83.Para más datos ver nota 10.
25 Para ejemplos al azar de venta de minifundios ver ANS 1777, fs. 121, 206; 1778, fs. 3,85, 87, 163; 27 de septiembre de 1790, f. 95; 13 de mayo de 1784, fs. 64-65. Para ventas depropiedades más grandes ver 1º. de julio de 1774, fs. 158-60; 4 de octubre de 1790, f. 78; 14de julio de 1774, fs. 185-86; 1º de julio de 1774, fs. 158-160.
El pueblo.indb 68 08/06/2009 04:38:39 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 67/375
69
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
de este sacerdote criollo entrañan algo de amargura, debido a sus obstinados
pero inútiles empeños por impedir que su parroquia de San Gil disminuyera en
extensión y en ingresos con la creación de nuevas parroquias en Barichara yCepitá. Describía así el carácter de las gentes en la parroquia de Oiba: “Suelen
ser bastos, inciviles, altaneros, inquietos y pendencieros, como son los de
Charalá, muy dados a pelear con machetes y con garrotes. Se matan como
salvajes, porque son bestiales”. Su descripción de los charaleños no es menos
ácida: “Esta gente rústica es pobre pero inquieta, insolente, bárbara, grosera y
tosca”.26 Si bien no pueden tomarse al pie de la letra las exageraciones del padre
Oviedo, se ve que esos primeros santandereanos eran voluntariosos, orgullosos
y pendencieros, buenos para colonizadores de una nueva frontera.Aunque en general el siglo XVIII presenció una colonización continua,
un modesto aumento de la prosperidad y un fuerte crecimiento de la población,
en 1776, año decisivo en la historia de América, tanto de la española como de
la inglesa, empezó una crisis dramática cuyas repercusiones se sentían aún en
1781. Una violenta epidemia de viruela, seguida de varias cosechas malas, costó
un alto precio en vidas y socavó la prosperidad del Socorro. Las autoridades
locales afirmaban que los muertos llegaban a 6.000 en una población total de
33.710 habitantes. Aunque se reconozca un margen de exageración, la crisisfue evidentemente aguda. La mayoría de las víctimas eran de las clases bajas,
niños en gran medida. Los archivos parroquiales están llenos de referencias
a niños muertos que eran dejados a la puerta de la iglesia para que se les diera
sepultura gratuitamente. Aunque no hay pruebas sólidas de hambre en escala
masiva, las malas cosechas determinaron la escasez y el encarecimiento de los
alimentos. Si bien los pobres sufrieron más directamente, la modesta prosperidad
de las clases altas se vino abajo con la depresión económica que invadió a la
comunidad como secuela de las calamidades naturales.27
26 Citas de Oviedo, Cualidades, págs. 179-180, 178-179, respectivamente.27 Cabildo del Socorro a Flórez, 7 de mayo de 1781, en Briceño, Los comuneros, págs. 101-
103. Flórez a Gálvez, 31 de diciembre de 1781, AGI/ASF 577-B. Procurador del Socorro a Flórez,15 de septiembre de 1781, ibíd. Joaquín de Finestrad, “El vasallo instruido”, ms. en la BibliotecaNacional, Libros Raros y Curiosos, fs. 320-21. Ver cap. 3, nota 5, para la versión publicada, dela cual se omitieron varios capítulos. Gómez Rodríguez, “La cuna”, parte 4; AHN, Poblacionesde Santander, 3:462 ss.
El pueblo.indb 69 08/06/2009 04:38:39 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 68/375
70
John Leddy Phelan
De ahí que no sea accidental el estallido de la Revolución de los Comu-
neros en el Socorro en marzo de 1781. Una comunidad de colonizadores, cuyo
trabajo los había acostumbrado a una modesta prosperidad, no había acabado derecuperarse de una grave crisis demográfica y económica cuando el enérgico
regente visitador general empieza a lanzar una andanada de impuestos nuevos
que afectaban por igual a pobres y ricos.
En agosto de 1778 llegó la severa reorganización, por Gutiérrez de
Piñeres, del monopolio del tabaco, que hacía sólo dos años había reformado
el virrey Flórez. Como si fuera poco la prohibición del cultivo en la mayoría de
las parroquias y caseríos en jurisdicción de San Gil y el Socorro, en mayo
de 1780 se anunciaron aumentos en el precio del tabaco y del aguardiente. El26 de agosto Gutiérrez de Piñeres impuso a los comerciantes las guías y las
tornaguías. El 12 de octubre se produjo la reorganización de la alcabala. El 4 de
noviembre, en el lejano Perú, Túpac Amaru II izó su estandarte en una rebelión
que habría de influir sobre el curso de los acontecimientos en la Nueva Granada.
El 19 de enero de 1781 el corregidor de Tunja promulgaba en su provincia los
nuevos gravámenes separados de alcabala y armada de Barlovento. El 15 de
marzo de 1781 el alcalde ordinario del Socorro, José Ignacio Angulo y Olarte,
publicaba la nueva alcabala.
Al día siguiente, 16 de marzo, el pueblo se amotinó. Se presentaron
tumultos en las parroquias vecinas de Simacota, el 17 de marzo; San Gil, el 24
de marzo; Pinchote, el 25 de marzo. Un segundo motín de mayor magnitud se
produjo el 30 de marzo en el Socorro, seguido por manifestaciones semejantes
en Simacota, el 31 de marzo. Confines, Barichara, Valle de San José y Chima el
1º de abril. Otros levantamientos populares estallaron en Oiba el 2 de abril, en
San José de la Robada el 3 de abril, en Simacota el 6 de abril, en Guadalupe
el 8 de abril, en Charalá y Santa Ana el 16. El 16 de abril, domingo de pascua,
se presentó el tercer motín en el Socorro. Al día siguiente huyó el alcalde
ordinario. Angulo y Olarte. El 18, la élite criolla se unió al movimiento, al
aceptar cargos de mando. La Revolución de los Comuneros comenzó el 16 de
marzo, pero durante el primer mes se trató principalmente de una protesta
de las clases bajas.28
28 Para una útil cronología de los sucesos, ver CA, 2:313 ss.
El pueblo.indb 70 08/06/2009 04:38:39 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 69/375
71
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Quiero llamar la atención sobre la dinámica de esos estallidos de
indignación popular antes de examinar la respuesta de las élites locales. En el
Socorro hubo tres motines graves en rápida sucesión: 16 y 30 de marzo, 16de abril. En el del 16 de marzo participaron 2.000 personas; en el del 30, unas
4.000; el 16 de abril llegaron a 6.000. Dos de los motines ocurrieron el viernes,
día de mercado, cuando se encontraban en el Socorro muchos visitantes de
las parroquias vecinas situadas dentro de la órbita política y económica de la
ciudad. El 16 de abril también había muchos forasteros en el Socorro.
El 16 de marzo el blanco de la ira popular fue el gravamen de armada
de Barlovento, que erróneamente se tomó por un impuesto nuevo. En el
segundo motín del 30 de marzo el motivo de cólera fue el monopolio del tabaco.
El pueblo desahogaba su indignación tanto por el aumento en los precios al
consumidor como por la prohibición de cultivar el producto que para muchos
pequeños agricultores significaba la única cosecha comerciable. El 30 de abril
la muchedumbre protestaba contra las alcabalas y el monopolio del tabaco, y
también contra el monopolio del aguardiente y contra las guías y tornaguías.
No sólo quemaron tabaco sino que también el aguardiente fue derramado
simbólicamente en la plaza.29 El 16 de abril se echó más leña al fuego con unos
versos leídos a los amotinados. Escrito en un lenguaje vulgar y rústico que los
plebeyos podían identificar, el poema les suministró una ideología explosiva,
aunque primitiva, para expresar su descontento.
Si los tres motines constituyeron expresiones de la ira popular, también
constituyeron expresiones de la furia femenina. Fue una mujer, Manuela Beltrán,
nacida en 1724, la que el 16 de marzo rasgó la ordenanza de la armada de
29 Sobre los tres motines las fuentes son: Flórez a Gálvez, 22 de agosto, 31 de diciembrede 1781, AGI/ASF 577-B; cabildo del Socorro a Gutiérrez de Piñeres, 16 de marzo, 2 de abril de1781, AGI/ASF 663-A; Angulo y Olarte a Gutiérrez de Piñeres, 27 de marzo, 19 de abril de 1781,ibíd., Céspedes y Uribe a Gutiérrez de Piñeres, 3 de abril de 1781, ibíd. ; Gutiérrez de Piñeres aGálvez, 3 de junio de 1781, AGI/ASF 662. CA, 1_132-55; Angulo y Olarte a Osorio, 15 de mayode 1781, colección de Horacio Rodríguez Plata, Casa de la Cultura, Socorro. Los tres testimonios dePlata son descaradamente autoelogiosos, pero contienen relatos vividos de los motines. Una versiónen la Lilly Library, universidad de Indiana, carece de fecha. Los otros testimonios, distintos todospero así mismo repetitivos, tienen fechas de 1º. de diciembre de 1781 y 13 de marzo de 1783, enAHN. Los Comuneros, 6:91-131 y 18:345-405.
El pueblo.indb 71 08/06/2009 04:38:39 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 70/375
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 71/375
73
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
La audiencia de Bogotá, dominada incondicionalmente por el visitador
general, respondió a las noticias del motín con instrucciones tan contradictorias
como inaplicables. Mientras se exhortaba al alcalde a no hacer nada quepudiera provocar un nuevo estallido, se le ordenaba también dar un paso
que, en la práctica, hubiera asegurado la continuación de los tumultos. Angulo
y Olarte debía arrestar sigilosamente a los principales agitadores y enviarlos
de inmediato, con guardia armada, a la capital. Bogotá exhortaba también al
acorralado alcalde a efectuar una campaña de relaciones públicas encaminada
a convencer a la población de que la armada de Barlovento no era un impuesto
nuevo sino uno antiguo que había sido confundido con la alcabala. Al pueblo debía
decírsele, con amabilidad pero con firmeza –eran las instrucciones de Bogotá–,que era preciso que todos los impuestos fueran recolectados y que la persona
sorprendida destruyendo edictos del gobierno sería castigada con “la severidad
ejemplar que esos crímenes merecen”.32
En la lejana Bogotá, Gutiérrez de Piñeres, fiel a su convicción de que
las élites nunca se unirían al pueblo, trató de reducir la importancia de los dis-
turbios en el Socorro. Estos se le describieron a la opinión pública de la capital
como “cuatro intrusos misérrimos y viles de las cercanías del Socorro que se
pusieron el viernes a vociferar y a hacer demostraciones ridículas en estado
de embriaguez”.33
El 2 de abril Bogotá hizo una concesión con la esperanza de atenuar
el descontento popular. El visitador general ordenó que se interrumpiera el
cobro del impuesto de armada de Barlovento al hilo de algodón.34 Como se
recordará, el Socorro constituía entonces un animado centro textil, donde los
productos de algodón se confeccionaban en las casas pobres. De hecho, el hilo
de algodón era una especie de moneda informal entre la plebe.
Si algún beneficio esperaban de esa medida las autoridades de Bogotá,
éste quedó anulado el 6 de abril cuando la audiencia publicó el edicto en que
se exigía un préstamo forzoso de dos pesos para las clases altas y un peso para
32 Ver la consulta del fiscal, 22 de marzo de 1781, y audiencia de Angulo y Olarte, 23 de marzode 1781, AGI/ASF 663-A.
33 Relato anónimo, 15 de mayo de 1781, publicado en Archivo del General Miranda (Caracas,1938), 15:31.
34 Ordenanza de la audiencia, 31 de abril de 1781, AGI/ASF 663-A.
El pueblo.indb 73 08/06/2009 04:38:39 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 72/375
74
John Leddy Phelan
las demás. En medio de la agitación popular circuló el rumor de que éste iba
a ser un impuesto permanente, en lugar de una contribución excepcional y
por una sola vez.35
El visitador general posteriormente acusó al cabildo de no haber
divulgado su concesión respecto a la hilaza de algodón. Mencionó su “culpable
inacción” como prueba de que el cabildo y la multitud se habían aliado en
secreto para fomentar los motines.36
Si bien las élites terminaron por unirse al pueblo el 17 de abril, esa
alianza precaria no se forjó en las primeras semanas. El 3 de abril el cabildo
todavía intentaba desesperadamente contener la marejada popular. Sabía que
la medida del 2 de abril resultaría demasiado tardía, salvo que la respaldara lallegada de refuerzos militares desde Tunja. Pero el corregidor de la provincia
se negaba a comparecer en el Socorro amotinado antes de haber recibido, a su
vez, refuerzos militares desde Bogotá.
Después del motín del 30 de marzo, un alcalde cada vez más desmora-
lizado rogó a Bogotá el envío de doscientos hombres para restaurar el orden.37
Empero, el cabildo estaba dividido en sus recomendaciones. Al día siguiente del
pedido de Angulo, dos regidores escribieron a Bogotá en solicitud de municiones
únicamente, no de tropas.38
En la primera semana de abril la política de la audiencia varió abrup-
tamente de la conciliación a la fuerza y la coacción. El 3 de abril Gutiérrez de
Piñeres le ordenaba al corregidor de la provincia de Tunja, José María Campuzano
y Lanz, que marchara al Socorro y se pusiera al frente de quienes permanecían
fieles al gobierno.39 El regente visitador censuró bruscamente al corregidor,
quien era el magistrado de más alto rango en la provincia, por no haberse
dirigido inmediatamente al Socorro en cuanto tuvo noticia del primer motín.40
El corregidor se hallaba entonces en Chiquinquirá, a ocho días de camino del
35 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 31 de marzo de 1781, AGI/ASF 660; declaraciones de SalvadorPlata (ver nota 29 atrás).
36 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 31 de julio de 1781, AGI/ASF 662.37 Angulo y Olarte a Gutiérrez de Piñeres, 2 de abril de 1781, AGI/ASF 663-A.38 Céspedes y Uribe a Gutiérrez de Piñeres, 3 de abril de 1881, ibíd.39 Campuzano y Lanz a Gutiérrez de Pineres, 8 de abril de 1781, ibíd.40 Gutiérrez de Piñeres a Campuzano, 11 de abril de 1781, ibíd.
El pueblo.indb 74 08/06/2009 04:38:39 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 73/375
75
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Socorro. Se negó firmemente a tomar determinación distinta de la de enviar
órdenes a las diferentes jurisdicciones rebeldes, en las que les pedía obedecer
los mandatos de la audiencia. El corregidor justificó en parte su inacción debidoa que sufría un fuerte ataque de gota.41 Permaneció en el sur de la provincia,
en la ciudad de Tunja, su residencia habitual, y en donde ejercía influencia sobre
las élites locales. A pesar de su gota. Campuzano organizó vigorosamente una
milicia local que a fines de mayo contaba con 6.000 soldados, 4.000 de ellos
de caballería.
Los acontecimientos en Bogotá y en el Socorro se precipitaban rápida-
mente a una colisión. El 9 de abril el visitador general resolvió prescindir de la
conciliación a favor de una demostración de fuerza. La audiencia instruyóal oidor José de Osorio para que condujera una pequeña expedición militar al
Socorro, “a fin de mantener el respeto por la autoridad real, calmar los espíritus,
castigar a los culpables y restaurar los ingresos reales y el orden público”.42
El 16 de abril, domingo de pascua, estalló en el Socorro el tercero y
el más tumultuoso de los motines; al día siguiente huyó el alcalde ordinario.
Con su huida se desmoronó hasta la apariencia de imponer los mandatos de
Bogotá. El 18 de abril, las élites del Socorro, encabezadas por Juan Francisco
Berbeo, se unieron al movimiento, cuando en la plaza principal la multitud losproclamó capitanes de la “empresa”.
Tanto el éxito como el fracaso del movimiento de los comuneros residen
en esa alianza de élites y masas populares. A lo largo de este libro, una de las
inquietudes centrales será la historia de esta precaria coalición. La victoria de
los comuneros al obligar a la audiencia a aceptar las capitulaciones de Zipaquirá
el 7 de junio puede asignársele, en parte, a la existencia de tal alianza. El éxito
del arzobispo Caballero y Góngora en restaurar la autoridad real se debió, de
manera considerable, a su destreza política para desmantelar la coalición. Espreciso fijarse atentamente en los patricios y los plebeyos del Socorro, lugar en
que inicialmente se forjó dicha alianza.
41 Ordenanza del corregidor, Chiquinquirá, 12 de abril de 1781, ibíd.; Gutiérrez de Piñeres a Cam-puzano, 15 de abril de 1781, ibíd.; Campuzano a Gutiérrez de Piñeres, 16 de abril de 1781, ibíd.
42 Fiscales a Gutiérrez de Piñeres, 8 de abril de 1781, AGI/ASF 663-A; ordenanza de la audiencia,9 de abril de 1781, ibíd.; nombramiento y aceptación de Osorio, 9 y 10 de abril de 1781, ibíd.
El pueblo.indb 75 08/06/2009 04:38:39 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 74/375
4. Patricios y plebeyos en el Socorro
El Socorro era una comunidad nueva que en el siglo XVIII había crecido
continuamente, convirtiéndose de exiguo caserío a uno de los centros agrícolas
y manufactureros más prósperos del Nuevo Reino. Un examen de la estructura
social del Socorro y de los patrones de liderazgo entre los plebeyos arroja luz
sobre la alianza patricios y plebeyos, en torno a la cual se desenvolvió el
movimiento de los comuneros.
Los dirigentes del pueblo en 1781 eran, por supuesto, criollos, en
muchos casos hijos y nietos de inmigrantes de España. Buena parte del
material relativo a los nobles proviene de los archivos notariales del Socorro.
Lo que sobrevive del archivo abunda en referencia a testamentos, dotes, ventas
de tierras y ventas y manumisión de esclavos pero, al igual que los registros de
transacciones comerciales, los anales del cabildo desaparecieron.
En 1781, en tanto el socorrano más rico era Salvador Plata, el más
célebre de los hijos de la localidad era Juan Francisco Berbeo, quien súbitamente
emergió en 1781 como el caudillo titular y real de la coalición. Berbeo había
nacido en el Socorro un poco antes del 17 de junio de 1729, fecha de su
bautismo.1 Allí murió el 29 de junio de 1795. Tenía, pues, la madurez de los
cincuenta y dos años en el momento culminante de su larga vida.
El fundador de la sólida aunque modesta prosperidad de la familia
fue su abuelo, don Domingo Antonio Berbeo, nacido en Oviedo, España.2 Era
suficientemente rico como para haber dotado en su hacienda de Las Monas
una capellanía por valor de dos mil pesos. Los beneficiarios inmediatos eran
dos hijos suyos, uno sacerdote y el otro síndico del beneficio.3 Juan Francisco
1 Gómez Rodríguez, ”Datos”, pág. 104.2 Para la historia de la familia ver Gómez Rodríguez, “La cuna”, 1, parte 5.3 Para las capellanías ver Juan Pablo Restrepo, La Iglesia y el Estado en Colombia (Londres,
1885), págs. 323-333; Michael P. Costeloe, Church Wealth in Mexico: A Study of the Juzgado deCapellanias in the Archbisopric of Mexico. 1800-1856 (Cambridge University Press, 1967) págs.46-62; Germán Colmenares, “Censos y capellanías: formas de crédito en una economía agrícola”,Cuadernos Colombianos 2 (1974): 123-144.
El pueblo.indb 76 08/06/2009 04:38:39 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 75/375
77
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Berbeo llegó a ser en últimas síndico de la capellanía creada por su padre.4 Si
Domingo Antonio Berbeo poseía dinero suficiente para fundar una capellanía
a favor de uno de sus hijos, es de suponer que los otros recibieron herenciassimilares. Pero se ignora la cuantía de éstas.
El padre de Juan Francisco, don Justino Berbeo, compró el prestigioso
y muy lucrativo cargo de escribano de la parroquia del Socorro. En 1785
Juan Francisco vendió en 800 pesos una finca heredada de su padre, pero es
imposible determinar el resto de su herencia.5 Aunque nacido en Oviedo, don
Justino pasó la mayor parte de su vida adulta en el Socorro, donde se casó
con la distinguida dama Juana María Moreno.
Juan Francisco Berbeo y sus hermanos pertenecían a la élite del Socorro,pero ninguno de ellos era rico. Uno de los hermanos, Juan Manuel, compró
el cargo de regidor del cabildo, pero aunque su esposa provenía de la rica
familia Maldonado de la Zerda, cuando murió, sin haber tenido descendencia,
prácticamente no dejó capital alguno.6 No se sabe la cuantía de la sucesión de
otro hermano, Albino Berbeo, pero era tan prominente que ocupó el cargo
de alcalde de la Santa Hermandad, una especie de fuerza de policía rural.7
Otro de los hermanos era sacerdote.
Juan Francisco Berbeo contrajo matrimonio no una vez, como suele
presumirse, sino dos. Su primera esposa, doña María Blasina Montenegro,
le dio dos hijos y tres hijas. Berbeo era su segundo marido; tenía dos hijos de
su anterior esposo, cuyo apellido era Escobar. Los hijos del primer matrimonio
de doña María Blasina recibieron sólo veintisiete pesos de herencia, lo que
indica que el capital de la dama era insignificante, si bien en su dote se incluía
una esclava.8 Los gastos de criar una familia de nueve hijos deben de haber
pesado gravemente sobre los magros recursos del futuro jefe de la Revolución
de los Comuneros.
4 Testamento de Juan Francisco Berbeo, 29 de junio de 1795, colección personal del doctor Jorge Cárdenas Acosta.
5 ANS, 13 de marzo de 1785, fs. 35-36.6 Testamento de Juan Francisco Berbeo, 5 de marzo de 1788, ANS. Su esposa Josefa, beneficiaria
única, era hermana de Juan Maldonado de la Zerda, el socorrano más rico de su generación, quienmurió alrededor de 1778. Para su vida ver Gómez Rodríguez, “La cuna”, 1, cap. 6.
7 Ibíd., parte 5.8 Testamento de Juan Francisco Berbeo, 29 de junio de 1795.
El pueblo.indb 77 08/06/2009 04:38:39 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 76/375
78
John Leddy Phelan
En 1771 Juan Francisco Berbeo contrajo segundas nupcias, esta vez con
doña Bárbara Rodríguez Terán, sobrina de un sacerdote. De este matrimonio
sólo quedó una hija, María Josefa, entre cuyos ilustres descendientes se cuentanAlberto Lleras Camargo, presidente de Colombia (1944-46 y 1958-62), y el
fallecido doctor Pablo E. Cárdenas Acosta, notable historiador de la Revolución
de los Comuneros.9 Con su segundo matrimonio Berbeo adquirió un sólido capital
que le permitió convertirse en miembro activo y prominente de la comunidad.
Doña Bárbara aportó una dote de 3.608 pesos.10 Cuando Berbeo se casó con ella, el
valor total de bienes de éste era de sólo 1.102 pesos, representado principalmente
en propiedades personales, artículos de lujo, como algunas esmeraldas, algo de
oro, algo de plata y perlas, camisas de seda y otros adornos personales. 11 En el
inventario, meticulosamente detallado, no aparecen tierras. Lo más importante
de su capital consistía en 425 pesos representados en dos esclavas, una de las
cuales había entrado en la dote de su primera esposa.
En 1781 la fortuna de Juan Francisco Berbeo era ciertamente modesta.
Consistía en una casa en la plaza principal, unos esclavos, dos fincas –una
hipotecada– y algunos objetos de lujo como joyas, ropas y muebles.12 La
participación de Berbeo en los acontecimientos de 1781 restringió con
certeza su solvencia económica, pero su capital era tan exiguo que es muy
poco lo que pudo haber gastado de sus propios fondos. La fortuna del caudillo
comunero no mejoró entre 1781 y su muerte, en 1795. La hija de su segundo
matrimonio, María Josefa, recibió una dote mucho más modesta que la de su
madre, 649 pesos, la mayoría en joyas, cuando se casó con José Rito de Acosta
el 1º de mayo de 1793.13
9 CA, 2:295-311.10 Gómez Rodríguez, “La cuna”, 1, parte 5.11 Contrato de matrimonio entre Juan Francisco Berbeo y Bárbara Rodríguez Terán, 6 de enero
de 1771. Colección de Horacio Rodríguez Plata, Casa de la Cultura, Socorro.12 Para las compras por Berbeo de propiedades rurales y urbanas ver ANS, 26 de junio de 1776, f.
8 de junio de 1783, fs. 2-3. Ver también 17 de febrero de 1782, ibíd. y 10 de mayo de 1882, f. 101;1º. de julio de 1774, ibíd., fs. 158-60; 26 de enero de 1772, 4 de febrero de 1773, ibíd., fs. 8, 12.
13 1º de mayo de 1793, ibíd., f. 56. En 1796 Rito de Acosta era alcalde ordinario del Socorro(26 de febrero de 1796, ibíd., f. 14).
El pueblo.indb 78 08/06/2009 04:38:40 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 77/375
79
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
En su testamento, fechado un mes antes de morir, Berbeo afirmaba
que nada quedaba de la sustancial dote de su segunda esposa. Sus deudas
ascendían a 3.250 pesos y sus activos rebasaban en algo los 4.018 pesos;un exiguo valor neto de 858 pesos. Sus principales activos eran la casa en
el pueblo, comprada en 1782 por 2.308 pesos, y cinco esclavos, que valían
alrededor de mil pesos. Aunque es difícil calcular su valor monetario exacto,
las posesiones de Berbeo, incluida la biblioteca, que contenía entre quince y
veinte volúmenes, probablemente no pasaban de 600 pesos. En contra de la
opinión habitual, Berbeo nunca fue rico.
A pesar de su habilidad política –que era considerable– Juan Francisco
no fue un negociante exitoso. Su antiguo rival, Salvador Plata, el Creso delSocorro, decía que Berbeo había dilapidado la dote de su esposa debido a la
pasión por el juego.14 La acusación puede ser cierta, ya que en el Socorro de
esa época prácticamente todo el mundo, tanto ricos como pobres, jugaba a las
cartas. Al fin de cuentas, las tres actividades sociales importantes eran ir a misa,
enamorar y jugar. La ineptitud de Berbeo con los naipes no viene al caso. Está
claro que, sencillamente, vivía por encima de sus medios. Su forma de vida era
ostentosa, aunque no heredó capital suficiente ni supo cómo conseguirlo.
Si la riqueza de Berbeo no lo calificaba para ser jefe, por otros aspectossí lo merecía. Había adquirido experiencia militar en varias campañas contra
los carares y los yaraguíes, tribus aborígenes hostiles. La experiencia militar
se cotizaba alto en 1781. Los criterios y antecedentes de Berbeo no eran
provincianos. Había viajado dilatadamente por el Nuevo Reino, no sólo por
las provincias de Tunja y Santa Fe sino hasta los llanos, al oriente. En una
ocasión viajó a Maracaibo, y visitó incluso la isla holandesa de Curazao y las
ciudades de Portobelo y Cartagena. Posiblemente Berbeo no vivía en el Socorro
en 1760, pues su nombre no aparece en ninguna de las peticiones para obtenerla categoría de villa, y en cambio sí aparecen las firmas de sus hermanos.
Otro activo para Berbeo consistía en sus frecuentes visitas a Bogotá,
donde había conseguido amistades y contactos con burócratas criollos influ-
14 Testimonio de Salvador Plata, 13 de marzo de 1783, AHN, Los Comuneros, 18: 345-405, #34.
El pueblo.indb 79 08/06/2009 04:38:40 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 78/375
80
John Leddy Phelan
yentes. Uno de sus amigos en esa ciudad era don Francisco de Vergara, regente
del Tribunal de Cuentas.15 Vergara habría de desempeñar papel importante en
las negociaciones que culminaron con las capitulaciones de Zipaquirá.La experiencia militar de Berbeo, sus viajes y sus conexiones en
Bogotá contribuyeron a que adquiriera la reputación de “hombre muy valiente
y decidido”, que inspiraba confianza por igual a patricios y plebeyos. La única
descripción que tenemos hecha por un contemporáneo suyo sugiere que aunque
le faltara verdadero carisma tenía varias cualidades que lo convertían en un
jefe natural: “Hombre buen mozo, no alto, delgado, de cara fina, bien rasurado,
nariz alargada, ojos vivos, pelo castaño, de unos 50 años, que al acercarse a
sus capitanes inclinaba levemente la cabeza y los saludaba con voz amable.
Diestro jinete, montaba un corcel fiero y soberbio, regalo de los capitanes de
Sogamoso”.16
Salvador Plata y González poseía todavía más atributos obvios que
Berbeo para encabezar la coalición, aunque al parecer carecía de experiencia
militar.17 Era el capitalista más opulento del Socorro. En contraste con Berbeo,
había tenido varios cargos burocráticos: procurador general de San Gil y el
Socorro, en 1776 había sido también alcalde ordinario de esta última población,
y en 1779 juez conservador de las rentas reales. Plata desempeñó un papel
activo en la disputa de límites entre el Socorro y San Gil. 18 Además, estaba
vinculado a los mismos círculos de criollos influyentes en Bogotá con los que
tenía relaciones Berbeo. Pero Plata optó por oponerse al movimiento.
15 Ibíd., #18. Ver también la declaración de don Fernando Pavón y Gallo, 23 de septiembrede 1782, en despacho de Caballero y Góngora a Gálvez. 15 de octubre de 1782, AGI/ASF 594
(en adelante citado como declaración de Pavón y Gallo). Pavón y Gallo era un destacado patriciotunjano que suministró el recuento más exacto de las actividades de Berbeo antes de 1781.
16 Ambas citas de este párrafo en ibíd.17 A fines del decenio de 1780 se convirtió en combatiente exitoso contra los indios. AHN,
Virreyes, 12:362-369 y 13:487-493.18 Para la carrera de Plata ver Horacio Rodríguez Plata, “¿Quién fue Salvador Plata?” BHA 44
(1957): 366-79. El doctor Rodríguez Plata tiene en manuscrito una historia del clan Plata. Parauna genealogía de la familia ver Horacio Rodríguez Plata, Antonia Santos Plata (Bogotá, 1969),págs. 11-34. Para el papel de Plata en la disputa ante el Socorro y San Gil ver AHN, Poblacionesde Santander, fs. 324 ss., y Gómez Rodríguez, “La cuna” 1, parte 5.
El pueblo.indb 80 08/06/2009 04:38:40 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 79/375
81
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Salvador Plata (1740?-1802) tenía unos cuarenta años en 1781,
varios menos que Juan Francisco Berbeo.19 El fundador del clan Plata, que le dio
a la región muchos descendientes ilustres, había sido Francisco Félix de laPlata Domínguez. Emigró de la ciudad gallega de Lugo a la Nueva Granada
en 1683 y finalmente se estableció en la región de San Gil-Socorro donde en
1688 contrajo matrimonio con una criolla, doña Josefa Moreno y Meneses. La
prolífica unión tuvo once hijos. El mayor, nacido en 1691, era Hipólito José
Plata, padre de Salvador; murió en San Gil en 1763.
Salvador Plata nació en Pinchote, a mitad de camino entre el Socorro y
San Gil, donde la familia poseía una gran hacienda. Su esposa era la distinguida
doña Magdalena Álvarez y Lamo, sobrina de Claudio Álvarez y Quiñones,arzobispo de Santa Fe de Bogotá (1731-36). No parece que doña Magdalena
hubiera sido parienta del fiscal Manuel Bernardo Álvarez.
La extraordinaria carrera de negocios de Salvador Plata tuvo la ayuda de
herencias recibidas del padre, la madre y el hermano. No se conoce la cuantía
pero puede presumirse que su esposa, sobrina de un arzobispo, aportó una dote
sólida, si no espléndida. Al morir, en 1802, Salvador Plata había aumentado
sus herencias iniciales, 8.026 pesos, a un capital bruto de 120.214 pesos.
Esta suma no incluye el capital repartido en vida a sus hijos, en forma de dotespara las mujeres y de donativos de capital para los hombres.
Salvador Plata se consagraba a todas las formas de actividad económica
factibles entonces en el Socorro. Como comerciante compraba y vendía esclavos,
textiles producidos tanto en España como en el Socorro, cacao y algodón.
Sus diversas casas, muebles y esclavos, de los que poseía dieciocho, estaban
avaluados en 29.606 pesos. Sus haciendas valían unos 40.000. La más valiosa
era la de Chanchón, avaluada en 21.355.20 La hacienda familiar en Pinchote
valía 5.000 pero poseía también propiedades más pequeñas en Chochos y enBozque. Su riqueza en efectivo era más impresionante todavía que sus bienes
19 No tenemos la partida de bautismo de Plata. En 1782 declaró que su edad era 40 años.(Declaración de Plata en la investigación contra García Olano. 26 de octubre de 1782, AGI/ASF736-A).
20 Compró la finca a la sucesión de Juan Maldonado de la Zerda, con cuya ciudad estabaemparentado. Gómez Rodríguez, “La cuna” 1, parte 5.
El pueblo.indb 81 08/06/2009 04:38:40 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 80/375
82
John Leddy Phelan
territoriales: dejó 25.648 pesos en oro y 11.414 en plata. Con certeza don
Salvador Plata y González, del Socorro, era uno de los laicos más ricos en todo
el Nuevo Reino.21
Algunos historiadores han acusado a Salvador Plata de traidor a la
causa de los comuneros. El cargo está desorientado: Plata se opuso al movimiento
desde el principio hasta el fin.22 Cuando sirvió de alcalde ordinario y de juez
conservador de las rentas reales, aplicó firmemente las nuevas regulaciones
del monopolio del tabaco. Fue uno de los poquísimos criollos que se unieron al
alcalde Angulo y Olarte en su intento por restaurar el orden durante los motines
del 16 y 30 de marzo y del 16 de abril.23
Dadas su riqueza y prominencia, el pueblo pidió que Plata fuera uno de
los cuatro capitanes generales que tomaron posesión de su cargo el 18 de abril.
Pero Plata se sentía tan incómodo en su papel de jefe titular del movimiento
de protesta, que se negaba a acudir a las reuniones, incluso con la disculpa de
que estaba loco. Fue prontamente reemplazado como capitán general por José
Antonio Estévez.
Como no tenían confianza en él, los capitanes de los comuneros no
le permitieron a Plata ir a Zipaquirá. Pero Plata trabajó en el Socorro con los
partidarios de Berbeo para crear una fuerza militar local que preservara el orden
y las leyes.
Salvador Plata se esforzó por estar en buenos términos con Berbeo
cuando este marchaba hacia Zipaquirá. El 19 y el 22 de mayo, el 4 y el 15 de
junio y el 3 de julio Plata le escribió a Berbeo cartas en tono cordial y amistoso;
siempre se dirigía a él como “mi estimado primo”, pues la esposa de Berbeo
y Salvador Plata eran efectivamente primos. En una de las cartas decía Plata:
“Espero sinceramente que la Virgen del Socorro lo guíe para que se restablezcala paz y se consiga un acuerdo”. En otra, manifestaba su preocupación, por
21 Para el texto del testamento y el litigio en el Socorro ver ANS, 7 de diciembre de 1802,fs. 185-187. Para la apelación a la audiencia ver AHN, Testamentarias de Santander, #19, fs.640-871.
22 Ver Rodríguez Plata, nota 19.23 Ver declaraciones de Plata citadas en cap. 3, nota 29 atrás.
El pueblo.indb 82 08/06/2009 04:38:40 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 81/375
83
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
mantener el orden entre los plebeyos del Socorro. En una ocasión Plata le prestó
200 pesos a Berbeo y le ayudó a conseguir alojamiento en Bogotá.24
Para contrarrestar el voluminoso testimonio de Plta, en su mayorparte desfavorable a los jefes comuneros, Juan Francisco Berbeo le entregó
a las autoridades su correspondencia con Plata. Ni Plata ni Berbeo eran más
falaces que el resto de la gente en esa época. Plata se oponía a la Revolución
de los Comuneros, pero estaba resuelto a no cortar los lazos con los amigos
y parientes que encabezaban el movimiento. Y lo mismo se aplica a los
capitanes de los comuneros, quienes no querían romper con la autoridad y con
los partidarios de esta. Tanto los jefes comuneros como las autoridades en la
capital se aferraban al principio de un arreglo negociado, y había que mantenerabiertos los contactos.
A pesar de la tensión y de la rivalidad entre Plata y Berbeo, sus vínculos
mutuos sobrevivieron a la crisis de 1781. El 1º de mayo de 1793 la hija
de Berbeo y Bárbara Terán casó con José Rito de Acosta, Salvador Plata fue
padrino del novio.25
Si Juan Francisco Bebeo y Salvador Plata eran los ciudadanos más
prominentes del Socorro en 1781, los jefes titulares de la comunidad eran los
regidores del cabildo. Entre el 16 de marzo y el 16 de abril trataron de contenerla ola de descontento popular. Mientras imploraban a los plebeyos que prescin-
dieran de motines a cambio de la promesa de pedirle a Bogotá la modificación,
si no la suspensión, de los nuevos impuestos, imploraban desesperadamente
ayuda militar a la capital. Pero de ella no llegaron ni refuerzos ni consejos
aplicables. Después de elegidos los capitanes patricios el 18 de abril, el cabildo,
sin la presencia del alcalde Angulo, continuó trabajando estrechamente con los
dirigentes comuneros. Dos regidores, Manuel Berbeo y Clemente José Estévez,
eran hermanos de caudillos comuneros.26
24 La correspondencia Plata-Berbeo está anexa a la declaración de Juan Francisco Berbeo (4 deseptiembre de 1782) en el códice Los Comuneros, Lilly Library. En Los Comuneros Briceño publicóel testimonio de Berbeo pero no la correspondencia, págs. 205-07.
25 Gómez Rodríguez, “Datos”, pág. 104.26 Manuel Berbeo fue bautizado el 1º de febrero de 1741 (Archivo parroquial, Socorro, Bau-
tismos, Libro 3, f. 241). El bautismo de Clemente José Estévez se celebró el 20 de marzo de 1746(Gómez Rodríguez, “La cuna” 1, cap. 6).
El pueblo.indb 83 08/06/2009 04:38:40 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 82/375
84
John Leddy Phelan
Fue Clemente José Estévez, en su calidad de teniente corregidor de
Tunja, quien tomó juramento público a los capitanes generales el 19 de abril,
y quien registró su juramento secreto de lealtad al rey. Los dos hermanosEstévez estaban muy ligados a Manuel García Olano, el correo de noticias.
Otro Estévez era Filiberto José, párroco en Oiba, quien era el más realista de
los tres. Mientras preservaba sus nexos con los jefes comuneros, le escribía
diligentemente al oidor Osorio y luego al arzobispo Caballero y Góngora, a
quienes suministraba informes exactos sobre la situación en el campo de los
comuneros. Era un intermediario bien situado entre los jefes comuneros y el
arzobispo, y desempeñó un papel clave en las negociaciones entre bastidores
que culminaron con el convenio de Zipaquirá. La diferencia de actitudes entrelos tres hermanos Estévez pone de relieve las posibilidades abiertas a la élite del
Socorro durante la crisis de 1781: José Antonio, un ardiente comunero; clemente
José, con un pie en cada bando; y Filiberto, ardiente realista.
Los otros socorranos, además de Juan Francisco Berbeo y José Antonio
Estévez que figuraban en la jefatura del movimiento eran Francisco Rosillo,
Antonio José Monsalve, Ramón Ramírez, Pedro Alejandro de la Prada y José
Vicente Plata de Acevedo. Ninguno desempeñó cargos burocráticos antes de
1781, aunque Plata de Acevedo, como Berbeo y Estévez, tenía un hermanoque lo hacía: Juan Bernardo Plata de Acevedo había sido alcalde del Socorro
en 1777.
Los cargos municipales eran comprados a la corona, y entre 1773 y
1796 el cargo de regidor daba entre 100 y 200 pesos. Los cargos que produ-
cían ingresos, como el de escribano, se vendían hasta por 600 patacones.27
Las autoridades locales eran, por tanto, personas de cierta prominencia y de
alguna fortuna.
Francisco Rosillo (1750-84) había nacido en el Socorro, de padrepeninsular, Francisco José Rosillo, con quien a veces se le ha confundido.28
27 AHN, Empleados Públicos de Santander, 1:200-211; 2:633-42; 4:924-75; 6:651-73;13:579-735.
28 Gómez Rodríguez dejó en claro que el hijo era el capitán de los comuneros. Rosillo padre casócon Antonia Fernández de Saavedra, hija de un alcalde ordinario de San Gil. Su considerabledote llegaba a 1.405 patacones (un patacón era un peso que valía 9 en lugar de 8 reales). ANS,27 de febrero, 1742, fs. 26-28.
El pueblo.indb 84 08/06/2009 04:38:40 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 83/375
85
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
El padre, que murió antes de 1781, sirvió como corregidor teniente de San Gil
de 1760 a 1762. Era un comerciante en índigo, tabaco, textiles y azúcar. Al
parecer fue víctima de la depresión económica que afectó al Socorro después de1776; a su muerte su sucesión consistía casi toda en deudas.29 Por consiguiente,
Francisco Rosillo no heredó dinero de su padre, pero sí respetabilidad social.
Los archivos notariales del Socorro contienen sólo unas pocas referencias
a las actividades económicas de don Francisco. No es extravagante suponer que
cuando se casó con doña María Santos del Corral el 27 de abril de 1778 esta
le aportó una dote respetable. En 1780 ya podía permitirse comprar una esclava
en 160 pesos.30 Pero la escasez de datos sobre sus actividades económicas
indica que podía disfrutar de prestancia social pero que no era rico. Rosilloinicialmente se opuso a la protesta. Fue uno de los pocos “hombres buenos”,
como les decían, que siguió al alcalde Angulo y Olarte en sus vanos intentos
de apaciguar al pueblo en los motines de marzo y abril.31
Los registros notariales suministran apenas algunos datos sobre José
Antonio Monsalve, otro prominente jefe del Socorro. Había nacido en 1745. Era
lo bastante acomodado, ya en 1779, para nombrar un abogado que defendiera
sus intereses ante la audiencia en Bogotá. En 1780 compró un esclavo por 200
pesos, y en 1787 vendió una pequeña finca. En 1782 le debía 400 pesos a unacancillería que había creado. Y en 1790 contrajo una deuda por 884 pesos.32
Estos datos dispersos señalan que, aunque sin ser rico, tenía un modesto buen
pasar. Una ironía de su carrera es la de que el mismo jefe comunero aparece
en 1798 como administrador de la alcabala del Socorro, el impuesto que era
blanco de la ira popular en 1781.33
Se sabe más acerca de los lazos familiares de Monsalve que de sus
negocios. Uno de sus hermanos vivía en Bogotá, donde litigaba ante la
audiencia. Una hermana estaba casada con Juan Dionisio Plata, primo hermano
29 Horacio Rodríguez Plata, Andrés María Rosillo y Meruelo (Bogotá, 1944), págs. 7-13.30 ANS. 7 de agosto de 1780, fs. 144-145.31 Monsalve y Rosillo a la audiencia, 9 de noviembre de 1781, AHN, Los Comuneros 5:5-14,
72-84; declaración de Angulo y Olarte, 9 de diciembre de 1781, ibíd., 6:238-42.32 Gómez Rodríguez, “La cuna”, 1, cap. 6; ANS, 1794-95, f. 6; 8 de mayo de 1780, 17 de abril
de 1783, f. 30; 12 de diciembre de 1782, f. 124; 25 de octubre de 1790, fs. 107-08.33 AHN, Alcabalas, 3:1-80.
El pueblo.indb 85 08/06/2009 04:38:40 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 84/375
86
John Leddy Phelan
de Salvador Plata. La madre de Antonio Monsalve era Margarita de Ardila,
tía de Mateo Ardila.34 Este último, funcionario notarial del cabildo del Socorro en
1781, era un eslabón decisivo entre los patricios y los plebeyos de la villa.La hazaña más famosa de Ramón Ramírez (1754-88), otro capitán
general, fue haber dirigido la conquista de Girón, suceso del que se hablará en
el capítulo 12. Natural del Socorro, desde 1779 Ramírez era concesionario del
estanco para la venta de aguardiente en Girón. Al otorgar esos contratos solía
dárseles preferencia a personas ricas. Evidentemente era persona de modesta
fortuna, pero su testamento, fechado el 14 de agosto de 1786, no incluye un
inventario detallado de sus bienes. Su hijo del mismo nombre, quien sirvió
como alcalde ordinario en 1791, recibió carta blanca para organizar el funeralde su padre y disponer de sus propiedades.35
Uno de los jefes comuneros más ricos, el más rico quizás si exceptuamos
a Salvador Plata, era Pedro Alejandro de la Prada. En su testamento de 1788
el inventario de sus bienes incluye dos fincas azucareras, una ganadería, una
casa grande en la plaza principal del pueblo, y artículos de lujo como seis
tenedores, dos vasos y una jarra, todos de plata. Pero también dejó algunas
deudas y obligaciones. No hubo hijos en su segundo matrimonio con Juana
Luisa Gómez. Antes de su muerte había creado una cancillería con sus parientespolíticos, para la cual su aporte fue de 1.600 pesos. Su prominencia política se
indica en el hecho de que fue alcalde en 1785, cargo que había de desempeñar
su hijo cinco años más tarde.36
En 1781 había entre los patricios dos círculos de liderazgo que se
intersecaban: el cabildo y los capitanes de los comuneros. Ningún miembro del
cabildo ocupaba una posición formal dentro del alto mando de los comuneros,
pero hay vínculos evidentes entre los dos círculos. Dos jefes comuneros tenían
hermanos en el cabildo, y el hermano de otro había sido alcalde de la villa.Tras la fuga del alcalde Angulo el 17 de abril, los dos círculos obraron
en armonía: a veces enviaban a las autoridades cartas muy semejantes. El tono
34 Declaración de Angulo y Olarte, 9 de diciembre de 1781, AHN, Los Comuneros, 6:238-42;declaración de Plata, Lilly Library, cap. 201; Gómez Rodríguez, “La cuna”, 2, cap. 6.
35 ANS, 28 de junio de 1779, f. 139; 14 de agosto de 1786, f. 142.36 ANS, 1787-89, f. 85; 13 de mayo de 1784, fs. 64-65, 1790-93.
El pueblo.indb 86 08/06/2009 04:38:40 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 85/375
87
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
de la correspondencia del cabildo tendía a ser un poquitín más conciliador que
el de los jefes comuneros. Pero las cartas mostraban una tendencia común:
afirmación de la lealtad a la corona junto con el ruego de que los ministros delrey se dieran cuenta de la urgencia de prescindir del programa fiscal identificado
con Gutiérrez de Piñeres.37
La relación entre los dos círculos se hizo más visible todavía después
de la extinción del movimiento de los comuneros. Los capitanes generales sopor-
taron una investigación bastante intensa, para que las autoridades pudieran
determinar a quién echarle la culpa. Los regidores fueron a menudo llamados
como testigos. Invariablemente atestiguaban que los capitanes eran leales a la
corona, que aceptaron sus cargos bajo coacción, a fin de proteger sus vidas ymoderar la cólera de la muchedumbre sin control.38 Después de la supresión del
movimiento comunero el cabildo le suministró una considerable protección
a los capitanes.
De los diez jefes patricios entre el alto mando comunero, los archivos
notariales del Socorro suministran informes suficientes sobre siete. Sabemos, por
ejemplo, qué edad tenían seis de ellos. Berbeo era el mayor, con cincuenta y
dos años; Francisco Rosillo el más joven, con treinta y uno; y Ramón Ramírez
tenía treinta y cuatro. El escribano Mateo Ardila y Oviedo contaba cuarenta yuno; Plata, unos cuarenta; Monsalve, treinta y seis. Ninguno era un joven sin
experiencia; todos eran individuos maduros.
La estructura de edad entre los dirigentes plebeyos cuyos datos se
conocen sigue el mismo patrón. Manuela Beltrán, la que rompió la real cédula,
tenía cincuenta y siete años; Isidro Molina, treinta y dos; Manuel Ortiz, treinta
y ocho; José Antonio Galán, treinta y dos.39 El promedio de vida en esa época
probablemente no pasaba de los cuarenta. Así, las vidas de los personajes
37 Por ejemplo, ver cabildo del Socorro al virrey, 7 de mayo de 1781, y capitanes generales alvirrey, 7 de mayo de 1781, en Briceño, Los Comuneros , págs. 100-104.
38 Como ejemplos ver cabildo del Socorro al rey, 10 de septiembre de 1781, AHN, Los Comu-neros, 6:191-99; investigación sobre Rosillo, 3 de noviembre de 1781, ibíd., 5:4-14; declaraciónde Rosillo y Monsalve, 9 de noviembre de 1781, ibíd.; declaración de Angulo y Olarte, 9 dediciembre de 1781, ibíd. 6:238-242; Plata y Rosillo a Caballero y Góngora, 10 de febrero de 1782,AGI/ASF 594.
39 Gómez Rodríguez, “Datos”, págs. 103-105-06
El pueblo.indb 87 08/06/2009 04:38:40 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 86/375
88
John Leddy Phelan
mayores como Berbeo, Plata y Manuela Beltrán y las de sus padres abarcaban
todo el siglo XVIII, desde la fundación del Socorro como parroquia en 1689 hasta
la víspera del movimiento de independencia en 1808. Los dirigentes más jóveneseran descendientes de tercera generación de los primeros fundadores.
Sus riquezas se mostraban muy diferentes. Salvador Plata era fabulo-
samente rico. Pedro Alejandro de la Prada tenía una fortuna sólida. Monsalve
y Ramírez eran modestamente acomodados. Y los hermanos Berbeo y Rosillo,
relativamente pobres. Claro está que la riqueza no se tenía como condición
indispensable para disfrutar de prestigio social y para ejercer el poder político.
Se requería la posesión de algunos bienes para ser tenido como patricio.
Ser dueño de uno o dos esclavos, poseer alguna propiedad rural, aunque fuerapequeña, algunos objetos de lujo como camisas de seda, joyas o cubiertos de
plata era suficiente. Evidentemente no se hacía distinción entre la propiedad
de la tierra y el comercio, y los miembros de la élite solían dedicarse al comercio
sin menoscabo de su prestigio social.
Un cálculo razonable es el de que la mayoría de los nobles tenía entre
1.000 y 10.000 pesos. La arrogante afirmación de los sangileños de que en
la parroquia del Socorro no había sino ocho personas con más de 10.000 o
12.000 pesos debe descartarse, si se tiene en cuenta la evidencia de los diezmos,como parcial e interesada. Y resulta también sospechoso el aserto de que sólo
cincuenta personas en el Socorro podían ponerse capa para ir a misa, o poseían
tierras o ganados que les permitieran mantener una apariencia decorosa.40 Lo
que resulta difícil de precisar es cuántas eran esas personas.
Los plebeyos rara vez hacían testamento; los patricios, casi siempre.
Aunque prácticamente no dejó bienes, Juan Manuel Berbeo consideró al parecer
que su posición social le exigía testar. Los patricios les daban también dotes a
sus hijas, a menudo en forma de algunos esclavos, joyas y artículos domésticosde lujo. Otra identificación de los nobles es que creaban cancillerías.
El matrimonio con sus iguales en la escala social constituía otro medio
de reforzar el rango de las clases altas. El segundo matrimonio de Juan Francisco
Berbeo le aportó la sólida dote necesaria para mantener las apariencias de la
40 Ver capítulo 3, nota 10.
El pueblo.indb 88 08/06/2009 04:38:40 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 87/375
89
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
clase patricia en que había nacido. El matrimonio de Salvador Plata con una
sobrina del arzobispo de Bogotá le aportó prestigio social y, presumiblemente,
una dote considerable. Juan Maldonado de la Zerda nacido en Bogotá, se casócon la distinguida Francisca Javier Domínguez, del Socorro, emparentado con el
clan Plata. Ese matrimonio reforzó su posición social y sus recursos económicos
en la comunidad donde se había establecido, y cuando murió era el ciudadano
más rico de su generación (ver capítulo 3).
Así, unos activos netos de 10.000 pesos constituían entonces una
fortuna sólida pero modesta. Es difícil calcular cuántos ricos verdaderos
había, o sea poseedores de bastante más de 10.000 pesos. Ciertamente Juan
Maldonado de la Zerda, quien murió hacia 1776, y Salvador Plata pertenecían
a ese grupo. Otro tanto puede decirse de Pedro Alejandro de la Prada. Pero no
se hallan otros candidatos visibles para tal honor.
Es difícil, si no imposible del todo, contestar la inevitable pregunta
acerca del valor real del peso en la época. El peso de plata mexicano estaba
dividido en ocho reales; como lo estaba también el peso de oro, más utilizado
en la Nueva Granada.41 Resultaría imposible traducir el valor adquisitivo real
del peso a la moneda actual, salvo para recalcar que la primera era muchísimas
veces más valiosa que la segunda.
Lo que puede aclarar en algo las cosas es comparar el valor del capital y
del ingreso dentro del contexto de la época. Alejandro de Humboldt observaba
que ninguna familia en Lima poseía más de 130.000 pesos de capital, y en
Caracas rara vez pasaba de los 200.000. Tan sólo en México había algunas
fortunas superiores al millón de pesos.42 Los mexicanos fueron los primeros
millonarios de la América española. De ahí que una fortuna modesta en el
Socorro de ese entonces puede estimarse razonablemente en 10.000 pesos yuna fortuna grande en más de 20.000.
41 Para unas breves explicaciones sobre la moneda española ver Lynch, Spain Under the Habsburgs 1: 349; para una descripción más pormenorizada Felipe Mateu y Llopes, La monedaespañola (Barcelona, 1946), págs, 271-74.
42 Doris Ladd, “The Mexican Nobility at Independence, 1780-1826” (tesis doctoral inédita,Stanford University, 1972), pág. 48.
El pueblo.indb 89 08/06/2009 04:38:41 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 88/375
90
John Leddy Phelan
Mirando el asunto desde otra perspectiva, observemos el costo de
los bienes de capital. En el Socorro, una finca de mediana extensión costaba
entre 800 y 1.200 pesos. Una casa modesta en la prestigiosa plaza principal,unos 800 pesos, y una construcción más cómoda, de esquina, unos 2.300
pesos.43 Un esclavo joven y de buena salud costaba entre 125 y 200 pesos.
El mismo enfoque comparativo puede emplearse para determinar qué
era un ingreso modesto y qué era un ingreso sustancial. El hombre más rico
de la Nueva Granada, el marqués de San Jorge, no recibió más de 18.000
pesos por su legendario “el mayorazgo de la dehesa Bogotá”.44 Ese conjunto
de propiedades rurales abarcaba aproximadamente la cuarta parte de la tierra
arable en la sabana de Bogotá, entre 60.000 y 70.000 hectáreas. Es sumamenteimprobable que ningún otro terrateniente percibiera más de 5.000 pesos anuales
de sus latifundios.45
También es revelador un vistazo comparativo a los salarios de los
burócratas y los eclesiásticos. Tanto el arzobispo de Bogotá como el virrey
recibían 40.000 pesos al año. Ese ingreso era astronómico para la época, pero
también lo eran sus gastos y sus obligaciones. Viene más al caso que el salario
de un juez de la audiencia fuera de 2.491 pesos. El corregidor de Tunja ganaba
2.812 pesos y el gobernador de Girón 1.375 pesos. Dentro de la burocracia fiscallos contadores del tribunal de cuentas ganaban 2.068 pesos, y los funcionarios
de rango intermedio entre 1.000 y 1.500 pesos.46
Los 5.000 pesos del párroco del Socorro son hasta cierto punto
engañosos. El Socorro constituía entonces uno de los beneficios eclesiásticos
más ricos del reino, ya que la renga anual de su párroco superaba a la del obispo
de Santa Marta.47 Recuérdese que el estipendio mínimo de un cura oscilaba
43 El marqués de San Jorge compró la casa verdaderamente señorial del fiscal Álvarez en Bogotáen 1744 por 10.000 pesos (Bernardo Sanz de Santamaría, “La casa del marqués de San Jorge”, BHA 59 1972; 545-56). El Socorro no podía alardear de ninguna casa comparable.
44 Camilo Pardo Umaña, Hacienda de la sabana: su historia, sus leyendas y sus tradiciones (Bogotá, 1946), págs. 209-33; Frank R. Safford, “Commerce and Enterprise in Central Colombia,1821-1870” (tesis doctoral inédita, Columbia University, 1965), pág. 12.
45 Safford, “Commerce and Enterprise”.46 Para los sueldos ver virrey Francisco Gil y Lemos al rey, 19 de mayo de 1790, AGI/
ASF 562.47 Oviedo, Cualidades , págs. 174-76.
El pueblo.indb 90 08/06/2009 04:38:41 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 89/375
91
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
entre 150 y 200 pesos (ver capítulo 3). En la región del Socorro, parroquias
asentadas y prósperas, como la de San Gil, rentaban 2.000 pesos a su titular;
los curas de Simacota, Oiba, Girón y Barichara recibían 1.500 pesos al año.48
De ahí que un ingreso de 1.000 pesos o menos resultara ciertamente
exiguo. Un salario entre 1.000 y 2.000 pesos era sólido y modesto, y todo lo
que pasara de los 2.000 era ya sustancial.
Lo que queda claro es que los nobles representaban sólo una reducida
minoría en medio de una numerosa población plebeya, en la cual los artesanos
constituían la crema. Los plebeyos ordinarios eran los hombres y mujeres de
ruana. Usaban alpargates o andaban descalzos. Los hombres trabajaban para
alguien muchos cultivaban pequeñísimas parcelas. A veces las mujereshilaban algodón en sus casas para complementar el exiguo ingreso familiar.
Quizás el elemento más importante para caracterizar la condición
de patricio era el origen étnico. El ancestro español puro era certificado
indispensable para la admisión a los altos rangos sociales, pero no bastaba.
La mayoría de los habitantes del Socorro en 1781 descendían, en segunda o
tercera generación, de inmigrantes españoles. Manuela Beltrán no era patricia,
aunque su linaje fuera hispano. Ni lo era José Antonio Galán, de padre nacido
en la península, pero de madre mestiza o mulata. La ocupación del padre de José Antonio lo excluía. Poseía una pequeña parcela donde cultivaba tabaco, y
la madre y las hermanas hilaban algodón en sus casas. Estas dos actividades
se tenían por plebeyas, y el oficio determinaba también la situación social. Los
carniceros del pueblo, por ejemplo, podían tener más capital y más ingreso que
algunos nobles, pero su profesión los condenaba a la condición de plebeyos.
Cargos administrativos como alcalde, regidor, notario eran prerrogativa
de los patricios. La residencia constituía otro indicador. Los nobles vivían en
la plaza, o muy cerca de ella, donde estaban la iglesia parroquial y las oficinasdel gobierno. Y ciertamente el estilo de vida de los nobles era indicativo de su
clase. Ir a misa con capa, en lugar de ruana, tener uno o dos esclavos, algunos
objetos de lujo, unas cuantas joyas y libros eran señas no insignificantes de
la situación social.
48 Oviedo, Cualidades , págs. 177-84.
El pueblo.indb 91 08/06/2009 04:38:41 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 90/375
92
John Leddy Phelan
No es fácil precisar la importancia de la educación. En el Socorro,
naturalmente, no había ninguna institución de enseñanza superior, ni siquiera
un convento o un monasterio. Quizás las únicas personas verdaderamente bieneducadas de la comunidad eran los clérigos, todos los cuales habían estudiado
en Bogotá. El cura titular, dado su ingreso, el más alto de la parroquia, quedaba
dentro de la condición de noble, de acuerdo con criterios económicos. Así mismo,
no se ha podido identificar en el Socorro a abogados en ejercicio. Si bien se
presume que todos los patricios eran capaces de escribir su nombre, de ello
podían alardear también muchos plebeyos. Algunos burócratas, como notarios y
alcaldes, contaban forzosamente con alguna formación para desempeñar sus
cargos. Pero eran pocos los libros en el Socorro, y sólo un puñado de personasrecibía una educación formal que sobrepasara el nivel de enseñanza primaria.
Puede suponerse que muchos nobles eran analfabetos funcionales.
Evidentemente, la condición de patricio estaba determinada por
una amplia y compleja serie de factores, y cualquier jerarquización de
estos resulta inevitablemente arbitraria. El origen español era fundamental;
la riqueza era deseable pero no indispensable. Un pequeño capital ayudaba
mucho siempre que se reunieran otras condiciones. El desempeño de un cargo,
la educación, el estilo de vida y el lugar de residencia garantizaban virtualmenteel acceso a las altas capas de la sociedad.
Lo que no debe olvidarse es que en 1781 el Socorro constituía una
comunidad creada por el trabajo duro de tres generaciones. Los estratos
sociales eran todavía algo fluidos. Si bien había una élite identificable, sus
miembros eran, en la práctica, producto de la movilidad social ascendente.
Y algunas familias tenían miembros tanto patricios como plebeyos.
En el Socorro no existía la costumbre de establecer mayorazgos. La
primogenitura suele ser la marca de una clase verdaderamente patricia.Incluso en la más antigua y más aristocrática Popayán este arbitrio no se
empleaba en el siglo XVII.49 Sólo en Bogotá existían algunos mayorazgos,
como el del marqués de San Jorge. La sociedad relativamente nueva del Socorro
49 Peter Marzahl, “Creoles and Gobernment: The Cabildo of Popayán”, Hispanic American Historical Review 54 (1974): 647.
El pueblo.indb 92 08/06/2009 04:38:41 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 91/375
93
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
contrasta bruscamente en este aspecto con las sociedades más antiguas de
México y Perú, donde muchos mayorazgos institucionalizaron y perpetuaron
las grandes fortunas de las familias patricias.Dadas estas condiciones, podría cuestionarse lo apropiado de llamar
a las altas clases del Socorro “nobles” o “patricios”. Ciertamente no eran
“nobles” en el sentido de poseer títulos hereditarios de nobleza otorgados por
la corona. Literalmente, sólo había uno de esos títulos en la Nueva Granada
de la época, mientras que en México había en 1775 cuarenta y siete títulos de
nobleza.50 Aunque los miembros de las clases altas en el Socorro no tuvieran
títulos hereditarios, el hecho es que se consideraban a sí mismos como nobles,
aunque sin título, y que como tales los veían sus inferiores sociales. Hastacierto punto la nobleza constituía una actitud mental que permeaba los
valores sociales de todos los grupos. Eran nobles de acuerdo con la definición
que una vez formulara el consejo de Indias: “Es innegable que en esos reinos
(de América) todo español que llega allí, adquiere algunas riquezas y si no se
consagra a un oficio deshonroso es tenido por noble”.51 Alejandro de Humboldt
lo manifestaba con mayor crudeza, al observar: “Cualquier blanco, aunque
cabalgue descalzo, se imagina pertenecer a la nobleza del país”.52 Una muestra
del significado que se le daba al término es que, cuando Carlos III impuso unpréstamo forzoso a sus súbditos, la cifra se fijó en dos pesos para los nobles y
en uno para los plebeyos.53
Es notable cómo los españoles consiguieron transmitir en tres genera-
ciones, los conceptos aristocráticos básicos de su sociedad en una comunidad
como el Socorro.
Los hijos o los yernos de los capitanes comuneros Berbeo, Rosillo, Prada
y Ramírez desempeñaron cargos administrativos importantes en el Socorro en los
50 Pedro Ibáñez, “Los nobles de la colonia”, BHA 1 (1903): 29-40.51 Lyle M. McAlister, “Social Structure and Social Change in New Spain”, Hispanic American
Historial Review 43 (1963): 357.52 Ibíd., y Jaime Jaramillo Uribe, “Mestizaje y diferenciación social en el nuevo reino de Granada
en la segunda mitad del siglo XVIII”, Anuario colombiano de historia social y de la cultura 2.3(1965): 21-30. Ver también Juan A. Villamorín, “The Concept of Nobility in the Social Stratifica-tion of Colonial Santa Fe de Bogotá”, que se publicará en Actas XLI Congreso Internacional de Americanistas.
53 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 31 de marzo de 1781, AGI/ASF 660.
El pueblo.indb 93 08/06/2009 04:38:41 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 92/375
94
John Leddy Phelan
años 1780 y 1790. Dos de los siete capitanes cuyas biografías se han esbozado
tuvieron descendientes que, una generación después, fueron jefes en la guerra
de la independencia: Antonio José Monsalve y Francisco Rosillo. Naturalmente,este hecho no debe oscurecer la diferencia entre las crisis de 1781 y 1810.
Ni tampoco las virtudes –o los vicios– de los hijos deben atribuirse a los padres.
1781 no significó un conato de independencia. Pero el punto incontrovertible es
que los Rosillos y los Monsalves, tanto en 1781 como en 1810, pertenecían a
las élites locales y que los miembros de ambas familias desempeñaron papeles
destacados en las crisis que afrontaron las dos generaciones.
Además del Cabildo y de los capitanes comuneros, había un tercer
patrón concéntrico de liderazgo, centrado en Mateo Ardila y Oviedo, el escri-bano. Salvador Plata daba una explicación plausible del poder y el prestigio de
que Ardila disponía en el Socorro, cuando sarcásticamente se planteaba y se
respondía la pregunta siguiente.
¿Y cuál es el origen del profundo respeto que todo el mundo le profesa? Es
por ser el único que tiene un barniz de instrucción en todo el pueblo. Gracias
a su capacidad de escribir para los otros puede influir en el resultado de
los innumerables pleitos que se presentan. Hay incluso un regidor virtualanalfabeto, que depende de él para que le escriba todas sus cartas. Él es
quien determina todas las sentencias que emite la justicia.54
Dando por descontada la hostilidad de Plata hacia Mateo Ardila, con
quien estaba emparentado por matrimonio, el hecho es que el escribano
sobresalía como figura poderosa y prestigiosa en la comunidad, la abrumadora
mayoría de cuyos habitantes eran prácticamente analfabetos. De hecho, el
alfabetismo de muchos patricios resultaba ser más nominal que real. Ardilacontrolaba el acceso a toda la maquinaria de gobierno, tanto para los ricos como
para los pobres. El padre de Juan Francisco Berbeo, cuya condición de patricio
estaba fuera de discusión, sirvió de escribano en el Socorro cuando la localidad
54 Testimonio de Plata, Lilly Library, #193-204. Para la genealogía del clan Ardila ver GómezRodríguez “La cuna” 2, cap. 12.
El pueblo.indb 94 08/06/2009 04:38:41 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 93/375
95
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
era apenas una parroquia. En comunidades así, las dos personalidades más
poderosas eran el cura y el escribano.
No sólo estaba incrustado Mateo Ardila en la élite patricia, en virtuddel cargo que desempeñaba, sino que era el vínculo decisivo entre patricios y
plebeyos. Muchos de sus parientes cercanos fueron dirigentes activos de los
motines. A unas cuatro cuadras de la plaza principal, donde estaban situada
la iglesia mayor y las casas de los patricios, había otra parroquia en la plaza
de Chiquinquirá. Era la parroquia de la plebe. Fue allí donde comenzaron los
motines y desde donde los amotinados se dirigirían luego a la plaza principal.
Los amotinados no eran una muchedumbre sin rostro: algunos indivi-
duos ejercían mando e influencia. Entre ellos figuraban Antonio Molina y suhijo Isidro, Roque Cristancho, José Ignacio Ardila y Oviedo y su hijo Ignacio
Ardila y Olarte, Pablo Ardila, Miguel de Uribe y Pedro Campos. Todos estaban
emparentados por consanguinidad y afinidad con el escribano. Juan Manuel
Ortiz, otro jefe, era “portero” oficial de la villa del Socorro, a la vez que factótum
al servicio del escribano Ignacio Ardila; y Oviedo era hermano suyo. Pablo
Ardila era primo hermano.
El poder y la influencia de Mateo Ardila se basaban en su cargo y en la
influencia que sus parientes tenían sobre los plebeyos, derivada de ser ellos los
únicos carniceros del pueblo. El prejuicio clasista de Salvador Plata no puede
oscurecer la verdad esencial de su afirmación.
Si el vil oficio de carnicero al que se han dedicado durante todas sus vidas
los hace despreciables a nuestros ojos, eso mismo es lo que les ha dado
una especie de dominio sobre los plebeyos víctimas de la pobreza, quienes
debido a las frecuentes escaseces de carne se ven obligados a adular y
complacer a los carniceros.55
El alcalde Angulo y Olarte añade algunas observaciones sobre el influjo
que esta plebeya dinastía de carniceros ejercía sobre las clases bajas:
55 Testimonio de Plata, Lilly Library, #96.
El pueblo.indb 95 08/06/2009 04:38:41 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 94/375
96
John Leddy Phelan
Ignacio Ardila, sus hermanos, Roque Cristancho y Miguel de Uribe son
los peseros del Socorro. Como el pueblo no tiene matadero ni ganaderías
cercanas, ellos compran todo el ganado que llega aquí y se lo venden alpor menor al pueblo. Cuando no llega ganado al mercado, estos carniceros
salen del Socorro para comprarlo. Como periódicamente hay escasez de
carne y ellos monopolizan la venta al detal, todos los plebeyos, no sólo en
el Socorro sino también en Simacota, donde también controlan el expendio
al menudeo, se sienten tan subordinados a los carniceros que los llaman
los magnates de la plazuela.56
La carrera de Mateo Ardila indica la existencia de cierta movilidadsocial en el Socorro. Parte de la familia eran patricios; y algunos, los
carniceros “magnates de la plazuela”, eran plebeyos importantes. A fin de
avanzar de uno a otro grupo había que salvar ciertos obstáculos, uno de los
cuales el racial. Una persona tenía que ser de origen español, o al menos,
poder pasar por blanco; este requisito no era valla infranqueable, dado el
carácter europeo de la población del Socorro. Pero para pasar de plebeyo
a noble, el candidato no podía trabajar en ningún oficio artesanal. Con la
modesta expansión de la economía del Socorro en el siglo XVIII, no resultaba
imposible que los hijos de plebeyos acumularan el ingreso y el capital necesarios
para adquirir también otros símbolos de la nobleza.
Las diferencias entre nobles y plebeyos han sido definidas en términos
aristocráticos tales como origen étnico, ocupación, matrimonio, estilo de vida,
educación, residencia y cargo desempeñado. Entre los plebeyos había también
camarillas de poder, pero de un poder derivado casi exclusivamente de la
ocupación. Un pequeño grupo de plebeyos podía ejercer considerable autoridadinformal sobre sus iguales, si dominaban una actividad que afectara directamente
los intereses vitales de los pobres, tal como el comercio de la carne.
56 Ibíd., #206. A la de Chiquinquirá la llamaban la plazuela, para distinguirla de la plazamayor.
El pueblo.indb 96 08/06/2009 04:38:41 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 95/375
97
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
J o s é A .
E s t é v e z
C
a p i t a n e s C o m u n e r o s *
D i e g o A r d i l a
A n t o n i o M o n s a l v e
J u a n F .
B e r b e o
A n t o n i o M o l i n a
S a l v a d o r P l a t a
C a b i l d o * *
C l e m e n t e J . E s t é v e z
J o s é I . A n g u l o y O l a r t e
M a n u e l B e r b e o
M a t e o A r d i l a
y O v i e d o
P l e b e y o s
I s i d r o M o l i n a
J o s é I g n a c i o A r d
i l a
y O v i e d o
P a b l o A r d i l a
J u a n M a n u e l O r t i z
I g n a c i o A r d i l a y
O l a r t e
P e d r o C a m p o s
R o q u e C r i s t a n c h
o
M i g u e l d e U r i b e
C l a v e
R e l a c i o
n a d o s
N o m b r a d o s p o r
* S e e x c l u y e a R a m ó n R a m í r e
z ,
F r a n c i s c o R o s i l l o y P e d r o A l e j a n d r o d e l a P r a d a , p o r c a r e c e r d e l a z o s e n t r e s í .
* * S e e x c l u y e a G r e g o r i o R o l d á n ,
F r a n c i s c o O r i b e y G a r c í a ,
F r a n c i s c o J o s é D e l g a d i l l o y L u i s C é s p e d e s , p o r c a r e c e r d e l a z o s e n t r e s í .
G r á fi c o 4 . 1 .
P a p e l d e l c l a n
A r d i l a e n E l S o c o r r o ( 1 7 8 1 )
El pueblo.indb 97 08/06/2009 04:38:41 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 96/375
98
John Leddy Phelan
El gráfico 4.1, donde aparecen los tres círculos de poder en el Socorro
–el cabildo, los capitanes comuneros y los magnates de la plazuela–, ilumina el
papel clave del clan Ardila.57
No es sorprendente que los plebeyos tuvieran sus propios jefes ni que
comerciantes como los carniceros fueran los magnates de la plazuela. Un patrón
semejante era común en los motines que se presentaron en la Inglaterra y la
Francia preindustriales.58 Lo desusado es cómo una sola familia del Socorro,
perteneciente tanto a las clases altas como a las bajas, fuera del puente que
conectó a patricios y plebeyos dentro de una causa común.
De los cuatro capitanes generales –Juan Francisco Berbeo, Salvador
Plata, Antonio Monsalve y Diego Ardila– tres estaban emparentados con elescribano. Diego Ardila era hermano de Mateo. La madre de Antonio Monsalve
era una Ardila, tía del escribano. Los clanes Plata y Ardila estaban emparentados
por enlaces matrimoniales. Diego Ardila nunca asumió su cargo, ya que en
ese momento se hallaba ausente del Socorro, y fue reemplazado por Francisco
Rosillo.
Isidro Molina, miembro del clan Ardila y activo amotinado en la pla-
zuela, recibió el cargo de “capitán volante”. Su padre Antonio tenía el cargo de
“procurador del común”, una especie de tribuno que representaba los interesesde los plebeyos en el Supremo Consejo de Guerra. Ignacio Ardila y Olarte se
convirtió en el secretario privado de Juan Francisco Berbeo.
La característica principal de una sociedad plural es que dos o más
elementos étnicos conviven lado a lado sin fusionarse dentro de una unidad
política y sin conformar una voluntad social colectiva.59 Según esta definición,
el Socorro, por tener un número desproporcionado de blancos, no constituía una
sociedad plural, aunque lo fueran la mayor parte de las otras comunidades en la
Nueva Granada. La distinción entre noble y plebeyo en el Socorro no era tanto
57 La idea de trazar ese gráfico se le ocurrió inicialmente a Peter de Shazo en un trabajo quepresentó al seminario que yo dirigía en el otoño de 1973.
58 Georges Rude, The Crowd in the French Revolution (Nueva York, 1967), cap. 2.59 Para algunos ejemplos de otras sociedades pluralistas ver J.S. Furnival, Netherlands India:
A Study of Plural Economy (Cambridge, 1944); M.G. Smith, The Plural Society in the BritishWest Indies (Berkeley, 1965); H. Hoetink, Two Variants in Caribean Race Relations (Londres,1967).
El pueblo.indb 98 08/06/2009 04:38:41 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 97/375
99
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
étnica como profesional. Sin embargo, como la más vasta comunidad plural de
la Nueva Granada, Socorro carecía de un propósito social colectivo. En respuesta
a las innovaciones políticas y fiscales de Gutiérrez de Piñeres, el Socorro se uniópor vez primera en una gran coalición política que abarcaba todos los grupos
de la comunidad. Nobles y plebeyos, criollos y mestizos comenzaron a actuar
juntos a medida que forjaban una meta política común.
Mateo Ardila y su numeroso clan suministraron el puente que unía la
plaza de los nobles con la plazuela de los plebeyos, así como la familia y
las conexiones del marqués de San Jorge formaron el vínculo decisivo entre
el Socorro unido y un círculo influyente de patricios criollos en la capital.
Otras comunidades, como la ciudad de Tunja y los indios, habrían de unirseposteriormente a la coalición. Uno de los significados de la crisis de 1781 es
que representa el comienzo del fin para la antigua sociedad plural, cuando
por primera vez todos los grupos étnicos, así fuera de manera precaria, se
congregaron en torno a un programa político común.
El pueblo.indb 99 08/06/2009 04:38:41 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 98/375
5. Una utopía para el pueblo
Se requerían tres condiciones para cimentar una alianza precaria entre las
élites y los plebeyos del Socorro; un ejemplo revolucionario, una ideología
revolucionaria y la garantía de respaldo por parte de círculos criollos promi-
nentes en Bogotá. El levantamiento de Túpac Amaru II en el Perú y un poema
incendiario proveniente de Bogotá fueron más que suficientes para satisfacer
esas condiciones.
No la revolución contemporánea en América del Norte sino la rebelión
de Túpac Amaru fue la que suministró poderoso impulso revolucionario a laNueva Granada. La aparición de la resistencia armada en el Perú se produjo
el 4 de noviembre de 1780, apenas unos cinco meses antes del primer motín
en el Socorro. Allí, durante los meses en que estaba germinando el descontento
popular, se conocía bastante bien una versión algo sensacionalista de lo ocurrido
en el Perú.
Manuel García Olano, quien servía entonces como administrador del
servicio de correos en Bogotá, tenía tres íntimos amigos en el Socorro, desde los
días en que había sido allí administrador del monopolio del tabaco. A SalvadorPlata, a Francisco de Vargas –cura de la parroquia principal del Socorro– y al
corregidor teniente Clemente Estévez les transmitía periódicamente no sólo noticias
de Bogotá sino del lejano Perú.1 Estos a su vez diseminaban ampliamente
las informaciones.
Una de las fuentes de información que sobre Túpac Amaru tenía García
Olano era Nicolás Vélez de Guevara y Suescún, nacido y educado en Bogotá,
quien entonces actuaba como “fiscal del crimen” en la real audiencia de Lima.2
1 Declaración de Angulo y Olarte, 25 de octubre de 1782, en la investigación sobre GarcíaOlano incluida como anexo en el despacho de Caballero y Góngora a Floridablanca, 31 de enero de1783, AGI/ ASF 736-A (en adelante citada como investigación de García Olano). Declaración deSalvador Plata, 26 de octubre de 1782, ibíd.; declaración de Pavón y Gallo; y ver mi “La trayectoriaenigmática de Manuel García Olano durante la revolución comunera” , BHA 61 (1974): 163-70.
2 Declaración de Pavón y Gallo, en Caballero y Góngora a Gálvez, 15 de octubre de 1782,AGI/ ASF 594. Guevara y Suescún, uno de cuyos antepasados, Pedro de Lombana, fue uno de losprimeros conquistadores, formaba parte del establecimiento burocrático criollo. Fue nombrado oidor
El pueblo.indb 100 08/06/2009 04:38:41 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 99/375
101
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Los informes que circulaban entre la élite y el pueblo del Socorro indicaban que
“El Inca debe de ser ya señor de las ciudades de Cuzco y Lima”.3 En realidad,
Túpac Amaru nunca ocupó ninguna de esas ciudades, pero la creencia en queestaba logrando éxitos espectaculares alentó a los plebeyos para amotinarse e
indujo a las élites locales a observar una neutralidad taciturna durante el crítico
mes entre el 16 de marzo y el 16 de abril, cuando la agitación revolucionaria
iba acumulando ímpetu.
Mientras los socorranos se embriagaban con los presuntos éxitos de
Túpac Amaru, la situación real era exactamente la opuesta. Después de conseguir
algunas victorias durante los meses siguientes a noviembre de 1780, el jefe
inca fue capturado el 6 de abril y ejecutado poco después. Las autoridadesen Bogotá nunca desdeñaron el impacto del ejemplo revolucionario de Túpac
Amaru. Una vez que volvió a implantarse el control monárquico, la audiencia
decretó que pregoneros en todas las parroquias de la Nueva Granada dieran
la noticia de su ejecución.4
El padre Vargas no estaba en su parroquia el 16 de marzo, cuando
su grey se amotinó por primera vez. El 30 de marzo, dos semanas después,
fallecía en Tunja.5 ¿Estaba en camino hacia Bogotá? No sabemos cómo se
hubiera comportado entre el 16 de marzo y el 16 de abril con sus tumultuososfeligreses.
Manuel García Olano no era el único vínculo entre Bogotá y el
Socorro, aunque sus actividades epistolares constituían el eslabón principal
en la cadena informativa. Debe recordarse que Francisco de Vergara, regente
del Tribunal de cuentas, era amigo de Juan Francisco Berbeo. La esposa de
Vergara, doña Petronila, pertenecía a las prominentes familias criollas de los
Caicedos y los Vélez, muchos de cuyos miembros hacía tiempo estaban
de la audiencia de Quito el 25 de agosto de 1779 y oidor en Lima el 29 de mayo de 1787. Estainformación me fue suministrada por Mark Burkholder. Ver también la consulta, 16 de diciembrede 1777, AGI/ASF 547.
3 Sobre la resonancia de Túpac Amaru ver: Declaración de Pavón y Gallo; declaraciones deAngulo y Olarte, y de Plata en la investigación de García Olano; declaración de Salvador Plata, AHN,Los Comuneros, 6:97-131, #16. 47 y 18:345-405, #1,34.
4 Bernet a Flórez, 22 de noviembre de 1781, AHN, Los Comuneros, 5:104.5 Declaración de Pavón y Gallo.
El pueblo.indb 101 08/06/2009 04:38:42 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 100/375
102
John Leddy Phelan
enchufados en los altos rangos de la burocracia. La hermana de doña Petronila
estaba casada con el oidor Joaquín de Aróstegui y Escoto, quien sirvió de 1740
a 1775. Don Francisco era suegro de otro magistrado fiscal, don Antoniode Ayala.
Vergara tenía nexos personales de amistad en el Socorro, los que se
remontaban a su niñez. Allí vivió desde 1735 hasta 1743, cuando su padre,
un viudo que abrazó el sacerdocio, era párroco de la iglesia. Berbeo, hijo del
notario de la parroquia, y Vergara, hijo del párroco del pueblo, pudieron haber
sido compañeros de juegos. Como magistrado fiscal Vergara volvió varias veces
al Socorro, donde recuerda con nostalgia las navidades y las semanas santas del
pasado.6 Vergara tenía allí un amplio círculo de amigos, incluido el influyentenotario Mateo Ardila.7
Cuando llegó el momento de negociar las capitulaciones de Zipaquirá,
Berbeo insistió en que participaran representantes de los ciudadanos prominentes
de la capital. Entre los escogidos figuraban el marqués de San Jorge, Francisco de
Vergara y su cuñado el doctor Francisco Antonio Vélez. Aunque no hay prueba
alguna de que Francisco de Vergara hubiera ejecutado ninguna acción en abierto
beneficio de los comuneros, el hecho importante es que Juan Francisco Berbeo
disfrutaba de la amistad de este influyente magnate, que tenía confianza ensu buena voluntad.
El vínculo más significativo entre Bogotá y el Socorro no era ni Manuel
García Olano ni Francisco de Vergara, por importantes que fueran, sino don
Jorge Miguel Lozano de Peralta, primer marqués de San Jorge de Bogotá. Tanto
Francisco de Vergara como García Olano pertenecían al círculo familiar del
marqués (once años después de la Revolución de los Comuneros, el hijo de
Vergara, don Juan de Vergara y Caicedo, se casó con la hija menor de Lozano
de Peralta). Uno de los hijos del fallecido fiscal Álvarez estaba casado con otrahija del marqués de San Jorge, lo que convirtió a la esposa de García Olano
y a la hija del marqués, doña Josefa Lozano, en cuñadas. Cuando joven, el
futuro marqués viajó al Socorro en 1751, y en 1762 fue uno de los testigos
6 Declaración de Francisco de Vergara, 7 de abril de 1762, AHN, Cabildos, 10:7-8.7 Declaración de Plata, AHN, Los Comuneros, 6:97-131, #18.
El pueblo.indb 102 08/06/2009 04:38:42 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 101/375
103
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
que declaró a favor de la petición del Socorro para conseguir la categoría de
villa.8
Del círculo del marqués de San Jorge provenía el célebre poema que elpueblo socorrano llamaba “nuestra cédula”. Esta sátira le fue leída por primera
vez a la tumultuosa muchedumbre del Socorro en el motín del 16 de abril. No
puede encarecerse su importancia. Le dio a los plebeyos una de las cosas que
necesitaban: una ideología revolucionaria expresada en un lenguaje popular
que podía entender. Además, el origen bogotano de la sátira constituía para los
patricios del Socorro prueba sólida de que había en Bogotá círculos influyentes
dispuestos a unirse al movimiento de protesta. Por eso, antes de analizar con
algún detalle el contenido del panfleto, daremos un vistazo a la personalidaddel hombre de cuyo círculo provenía.
Don Jorge Miguel Lozano de Peralta, primer marqués de San Jorge
de Bogotá (1731-93), era sin lugar a dudas el laico más rico de la Nueva
Granada, así como uno de sus ciudadanos más descontentos. El fundador del
clan Lozano de Peralta, por el lado paterno, había sido el abuelo del marqués,
Jorge Miguel Lozano de Peralta, nacido en España, y quien sirvió como oidor
en la audiencia de Bogotá de 1722 a 1729. Pero la fortuna de la familia venía
del matrimonio del hijo del oidor, José Antonio, con doña Josefa de Caicedoy Villacís. Su hijo mayor, Jorge, el futuro marqués, heredó de su madre el
mayorazgo de la dehesa de Bogotá, uno de los latifundios más grandes de
la época.
Tras estudiar en el colegio del Rosario de Bogotá, Jorge Miguel desem-
peñó varios cargos honoríficos, como miembro del cabildo y alférez real de la
ciudad de Bogotá. En esta última capacidad, el 6 de agosto de 1760 organizó,
y pagó, el festejo público más suntuoso que hubiera conocido la capital, a fin
de celebrar el ascenso de Carlos III al trono. Ocupó luego muchos otros cargosde prestigio. El 22 de junio de 1762 el virrey lo designó “sargento mayor de las
milicias”. El cabildo lo nombró “mayordomo de propios” y “padre de menores”.
El Santo Oficio de la Inquisición en Cartagena lo nombró “receptor”.
8 Declaración de Jorge Miguel Lozano de Peralta, 15 de junio de 1762, AHN, Cabildos,10:11-18.
El pueblo.indb 103 08/06/2009 04:38:42 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 102/375
104
John Leddy Phelan
Pero pronto entró Lozano de Peralta en conflicto con el cabildo a
causa del monopolio de que gozaba su célebre hacienda “El Novillero” para el
abastecimiento de carne a la ciudad. El cabildo y el más rico de sus miembrosse disputaron acerca del precio y de la cantidad de carne que era necesaria para
satisfacer las necesidades de la capital.
Indicio del empeoramiento de las relaciones entre los criollos y sus
primos peninsulares fue el choque en el cabildo entre Lozano de Peralta y el
regidor sevillano José Groot de Vargas. Éste insultó a la aristocracia criolla, que
se enorgullecía de su origen español, al gritrarle a Lozano de Peralta que era un
pagano y un enemigo de los chapetones.9 Tan sólo la oportuna intervención de
sus colegas impidió que corriera la sangre, y Lozano de Peralta renunció luegoa su cargo en el cabildo. Después inició un pleito contra Groot de Vargas que
seguía aún en litigio veinte años más tarde, en el momento de su muerte.
Jorge Miguel Lozano de Peralta era un aristócrata criollo orgulloso,
hipersensitivo y pendenciero que evidentemente disfrutaba con los pleitos que
acometió vigorosamente a lo largo de su vida. En 1785 había reñido con todos
los jueces de la audiencia, con el resultado de que hubo de pedirle al rey que
sus muchos pleitos pendientes fueran transferidos a un juez especial, y no a
miembros de ese tribunal.Con ocasión del nacimiento del heredero del príncipe y la princesa de
Asturias, Carlos III autorizó al virrey la concesión de títulos de nobleza castellana
a dos ciudadanos de rancio linaje cuya fortuna personal garantizara ampliamente
el ejercicio decoroso de tal honor. La aceptación de un título de nobleza implicaba
claramente el pago de toda una serie de gravámenes, incluidos los onerosos de
“lanzas” y de “media anata”.10 Lozano de Peralta se apresuró a aceptar el título.
Colocó en la puerta de su mansión señorial sus blasones de nobleza, tallados en
9 Raimundo Rivas, “El marqués de San Jorge”, BHA 6 (1911): 721-50; Pedro M. lbáñez, “Losnobles de la colonia”, ibíd. 1 (1903): 29-40; Eduardo Posada, “El marqués de San Jorge”, ibíd. 6(1906): 747-50; Francisco de Paula Plazas, “El marqués de San Jorge de Bogotá”, ibíd. 59 (1971):261-68; Eduardo Zuleta, “El oidor Mon y Velarde”, ibíd. 16 (1927): 273-285; Carlos III a Caba-llero y Góngora, 26 de junio de 1778, AGI/ASF 697. Ver también Pardo Umaña, Haciendas de la sabana, págs. 209-33, e Indalecio Liévano Aguirre, Los grandes conflictos sociales y económicosde nuestra historia (3a. ed., Bogotá, 1968), págs. 441-446.
10 Ladd, “The Mexican Nobility”, págs. 106-07.
El pueblo.indb 104 08/06/2009 04:38:42 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 103/375
105
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
piedra, y dio una lujosa fiesta para celebrar su elevación a esa dignidad. Pero
se negó empecinadamente a pagar los impuestos, con el argumento de que el
título era una recompensa a sus méritos. En lo cual estaba muy mal informado,ya que en la época los títulos de nobleza constituían sencillamente otro medio
de recaudar fondos entre los ricos y los ambiciosos.
El 5 de mayo de 1777 la audiencia lo privó de su título por negarse
a pagar los impuestos correspondientes. Como siguió diciéndose marqués
y conservando en el portal el escudo de armas, la audiencia le impuso una
multa de 500 pesos. Pero su anhelo de honores no disminuyó. El 7 de octubre
de 1778 su abogado en la corte de Madrid solicitó para su cliente el no muy
importante cargo de corregidor de Zipaquirá, puesto secundario que ya habíaocupado su yerno.11
El pendenciero marqués reflejaba quizás, de manera muy exagerada,
las quejas de muchos patricios criollos, cuando le escribió a Carlos III:
¿Qué ganamos en esta parte del mundo con todos los servicios y méritos
que le hemos rendido a Vuestra Majestad? ¿Qué ventaja sacamos de la
sangre que nuestros antepasados derramaron gloriosamente al servicio de
Dios Nuestro Señor y de Vuestra Majestad? [...] ¿Qué beneficios recibimosaquí de los virreyes y su séquito, quienes nos insultan, befan, humillan
y oprimen? [...] Por último, Señor, entre más distinciones tiene el infeliz
americano, más sufre. Cuando ya se les ha despojado de sus bienes, entonces
se les ataca en su honor y su reputación, y se les insulta al despojarles de
todo cargo honroso digno de mención”.12
Inmediatamente después de que apareció el pasquín de 1781, las
autoridades españolas emprendieron un esfuerzo denodado, pero inútil, paraidentificar a su autor. Hay un hecho cierto: el poema fue compuesto en Bogotá.
El 7 de abril a las dos y media de la madrugada, un sereno que hacía su ronda
halló una copia fijada a una pilastra en el puente del río San Francisco,
11 Consulta, 7 de octubre de 1778, AGI/ASF 659.12 Marqués de San Jorge a Carlos III, 31 de octubre de 1783, British Libraries, Egerton 1807,
fs. 604-09.
El pueblo.indb 105 08/06/2009 04:38:42 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 104/375
106
John Leddy Phelan
en la calle Real de Bogotá, y en cumplimiento de su deber se la entregó al
regente visitador general. Sin embargo, con mensajeros privados se enviaron
otras copias desde la capital al capitán general comunero en la parroquia deSimacota, Pedro Fabio de Archila, hermano de un tal fray Ciriaco de Archila,
un dominico que pertenecía a la periferia del grupo que rodeaba al marqués
de San Jorge. El hecho de que el poema hubiera llegado tan pronto al Socorro
plantea la posibilidad de que Manuel García Olano o el marqués de San Jorge
se hubieran encargado del despacho a Simacota de tan explosivo documento.
Pedro de Archila sacó varias copias del poema, y le envió una a don Juan
Bernardo Plata de Acevedo, quien a su vez repartió copias a Mateo Ardila y a
Isidro Molina, un jefe plebeyo.13
La sospecha de la autoría recayó primordialmente en el círculo del
marqués de San Jorge, ya que era ese el centro más visible del sentimiento a
favor del Socorro en Bogotá y, en particular, en el propio marqués y en el lego
dominico Ciriaco de Archila. Los dos fueron sancionados posteriormente. El
arzobispo virrey Caballero y Góngora desterró en 1786 a Jorge Miguel Lozano
de Peralta a Cartagena, donde murió el 11 de agosto de 1793. Ciriaco de Archila
fue mandado preso al monasterio de los dominicos en Madrid.14
El análisis intrínseco del poema indica que el autor verdadero no fue elconflictivo aristócrata sino el lego dominico. La retórica es grosera y vulgar;
el lenguaje, propio del pueblo de la región del Socorro, difiere sensiblemente
del estilo de las muchas cartas que se conocen del marqués de San Jorge,
quien, no siendo natural del Socorro, presumiblemente carecía de familiaridad
con el habla local. El énfasis en el liderazgo del Socorro, con su desembozada
apelación al orgullo local, sugiere también que el autor pudo haber sido un
criollo de esa región. El poema contiene varios versos hostiles al fiscal criollo
Francisco Moreno y Escandón, cuyos proyectos educativos habían suscitado la
13 Para el espíritu favorable a los socorranos en Bogotá ver el anónimo “Relación verdadera delos hechos ocurridos en la sublevación... de 1781”, en Proceso histórico del 20 de julio (Bogotá,1960), pág. 22; también el testimonio de Plata, AHN, Los Comuneros, 18:354, #15-17, 34.
14 Para un análisis persuasivo y bien documentado acerca de la autoría ver Alberto E. Ariza.O.P., Fray Ciriaco de Archila, primer prócer de la libertad absoluta en Colombia y fray José Simónde Archila, preceptor y libertador del León de Apure (Bogotá, 1971), págs. 32-33; ver tambiénla investigación de la audiencia, 11 de abril de 1781, AGI/ASF 663-A.
El pueblo.indb 106 08/06/2009 04:38:42 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 105/375
107
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
ira de los dominicos. El tono y el espíritu del pasquín dejan entrever un hombre
inteligente, aunque iletrado, lo bastante listo para traducir al habla popular las
conversaciones y las teorías que, había escuchado en el monasterio.15
Fray Ciriaco era natural de Simacota, parroquia situada unos kilómetros
al sudoeste de la villa del Socorro. Nacido en 1724, satisfizo la ambición, durante
mucho tiempo frustrada, de hacerse dominico cuando el 19 de diciembre de
1776, tras la muerte de su esposa, él y su hijo de ocho años entraron como
novicios al convento de la orden de Santo Domingo en Chiquinquirá. Sin
embargo, no pasó de lego. Al ser trasladado a la comunidad de Bogotá, ocupaba
allí el humilde cargo de portero.
El 16 de abril de 1781, durante el tercer motín, el pasquín fue leído alpueblo del Socorro, el que lo proclamó jocosamente “nuestra cédula”, “el superior
despacho”, “la real cédula” y “la santísima gaceta”.16 Las autoridades españolas
consideraron tan inflamatorio y tan subversivo el poema, que ordenaron destruir
todas las reproducciones. Por ejemplo, en los archivos de Bogotá no había copia
del texto completo. En 1880 Manuel Briceño lo publicó incompleto, y apenas
en 1960 Pablo Cárdenas Acosta lo dio a conocer en forma integral, merced a
una copia que localizó en el Archivo General de Indias en Sevilla.17
El panfleto tenía el sarcástico título de “Salud, señor Regente”. Enesos toscos versos Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres era señalado como
blanco del odio popular. Era un tirano que le imponía contribuciones injustas al
sufrido pueblo; un magistrado sin corazón con un apetito insaciable por robar
a los pobres y a los afligidos. La imagen quedó profundamente arraigada en
la mentalidad popular. El regente visitador general se convirtió en un hombre
que buscaba imponer la tiranía, la esclavitud, la servidumbre, la injusticia
y la opresión. Sirviéndose de imágenes bíblicas, el pueblo comparaba lo que
acontecía en la Nueva Granada con la opresión que sufrieron en Egipto los
15 Rafael Gómez Hoyos, La revolución granadina de 1810: ideario de una generación y de
una época. 1781-1821. 2 vols. (Bogotá, 1962), 1:170.16 Declaración de Plata, AHN, Los Comuneros , 18:354-405, #15-17, 34.17 Briceño, Los Comuneros, págs. 17-25; CA, 1:121-30. Texto completo de los versos en CA.
Hasta el momento Gómez Hoyos es el único historiador que ha estudiado a fondo el contenidoideológico del poema, La revolución granadina. 1:168-71. Para una crítica contemporánea adversaver mi examen de Finestrad en el capítulo 17.
El pueblo.indb 107 08/06/2009 04:38:42 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 106/375
108
John Leddy Phelan
judíos bajo la tiranía del faraón. No hay mejor ilustración gráfica de la retórica
y la imaginería de “nuestra cédula” que estas frases de una carta de uno de
los comuneros:
¡Ea!, Señores, ¡ya estamos en el empeño! ¡Ánimo esforzados vecinos! ¡Salga
el cautivo pueblo del poder de Pharaón! ¡Viva nuestra santa fe católica!
¡Viva nuestro católico Rey de España!, y ¡Mueran las nerónicas crueldades
de nuestras procuradas esclavitudes!18
Una revolución necesita un símbolo odiado. Nótese que es el visitador
general quien es identificado aquí como tirano sediento de sangre. No se aludíaasí ni al rey ni al virrey Flórez.
Otro tema recurrente en la cédula del pueblo es la apelación simple
pero directa al patriotismo regional del Socorro, un orgullo local cada vez más
afirmativo que había crecido continuamente en la lucha del Socorro por obtener
una identidad política independiente en el siglo XVIII. El poema se pregunta
retóricamente por qué fue el Socorro y no Bogotá la primera comunidad en
izar el estandarte de la rebelión. Todas las villas del Nuevo Reino han sufrido
igualmente con los nuevos impuestos:
¿Por qué no se levanta Santa Fe?
¿Por qué no se levantan otros tales,
en quienes opresión igual se ve,
y con mayor estrago de los males?
¿Sólo el Socorro tiene que ser el que
ha de llegar primero a tus umbrales?
Si pues tanta congoja dan a otros,
está sin duda aquí el dedo de Dios.
El “dedo de Dios” señala al Socorro. Los ciudadanos del Socorro son el
nuevo “pueblo elegido”, el instrumento de la voluntad de la Divina Providencia
18 CA,1:172.
El pueblo.indb 108 08/06/2009 04:38:42 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 107/375
109
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
para castigar a los malvados. La misión del Socorro es conducir al pueblo
sufriente de la opresión del faraón hacia la tierra prometida.
La cédula del pueblo se exalta líricamente con la dirección del Socorro enla “empresa” que se ha acometido. La palabra empresa, usada tan a menudo
en las novelas de caballería, y con un relente de hazañas gloriosas para los
españoles del siglo XVI, se invoca aquí por vez primera, y habrá de ser empleada
infinidad de veces por los capitanes comuneros.19
El propósito central de “nuestra real cédula” era extenderle una invi-
tación a los socorranos para que marcharan sobre la capital, donde hallarían
acogida entusiasta.
El poema suministraba incluso una estrategia y un calendario precisos.Se encarecía a los socorranos que marcharan con todas sus fuerzas sobre la
capital en un plazo de dos meses. Y, en efecto, el 6 de junio unos veinte mil
hombres, mal armados pero coléricos –no sólo los cinco mil soldados que el
poema pedía– se habían congregado en Zipaquirá, a una jornada de Bogotá.
En varias estrofas se les aseguraba a los socorranos que no había
obstáculos serios para esa marcha. Podía desecharse, por ejemplo, al corregidor
Campuzano. “Valiente sólo en los desfiles”, era un cobarde sin agallas que “se
mojaría en los calzones” en cuanto viera las legiones del Socorro.Amenaza más seria son los frailes capuchinos. El poema exhorta al
pueblo a que no preste atención a sus sermones, ya que “tratan de convencernos
para hablar con tanta sumisión que el gobierno podrá robarnos las camisas que
tenemos puestas”. Es la única ocasión en que el poema critica a un sector del
clero. Los capuchinos, constituidos a partir de la orden franciscana, estaban
dominados entonces por españoles peninsulares, con exclusión virtual de los
criollos. Disfrutaban también de la reputación de ser realistas militantes que
defendían la autoridad de la corona tanto sobre la Iglesia como sobre el Estado.Estas estrofas resultaron una profecía asombrosa. Como parte de su gran plan
para la pacificación del reino, el arzobispo Caballero y Góngora estableció en
19 Felipe II, por ejemplo, nunca se refirió a su expedición naval contra Inglaterra como “laarmada invencible” sino como “la empresa”. También hablaban así de su misión algunos de losprimeros jesuitas. Garrett Mattingly, The Armada (Boston, 1959), pág. 40; Enrique Herrera Oria, La armada invencible (Valladolid, 1929), pág. 151.
El pueblo.indb 109 08/06/2009 04:38:42 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 108/375
110
John Leddy Phelan
el Socorro un convento capuchino cuyos frailes se dedicaron enérgicamente a
predicar la obediencia ciega entre los antiguos rebeldes.
El poema exhorta al pueblo a buscar inspiración no en los capuchinossino en los sucesos del Perú. (En ninguna de las estrofas hay siquiera una refe-
rencia velada a lo que estaba aconteciendo en la América del Norte inglesa).
Si “nuestra cédula” pone a Gutiérrez de Piñeres como el principal opresor
del pueblo, en orden de villanía le sigue el fiscal criminal de la audiencia, Fran-
cisco Antonio Moreno y Escandón. Se le ataca en unas diez estrofas, la cuarta
parte del poema, especialmente por sus esfuerzos para modificar los programas
de la educación superior, a lo que se oponían tenazmente los dominicos.
¿Qué hizo con los estudios? confundirlos,
¿Qué intentó con los frailes? acabarlos,
¿Qué piensa con los clérigos? destruirlos,
¿Qué con los monasterios? destrozarlos,
¿Y qué con los vasallos? el fundirlos.
Moreno en efecto había propuesto la supresión de la universidad
dominica de Santo Tomás en favor de una universidad pública en donde lametodología científica y racional sustituyera a la escolástica tradicional.
Pese a estos ecos de las inquietudes dominicas, no hay pruebas de que
fray Ciriaco estuviera actuando como vocero oficioso y anónimo de la orden de
Santo Domingo al redactar el pasquín. Simple lego sin la dignidad sacerdotal y
de origen social humilde, estaba muy lejos del centro de poder y de autoridad
en esa comunidad religiosa. Aunque los dominicos estuvieran librando una
acre batalla para defender el monopolio de su universidad y se opusieran
ferozmente a la metodología científica de la Ilustración, la orden, como tal, nofue siquiera un socio silencioso en la coalición de 1781. El 13 de octubre de
1779, en una junta presidida por Gutiérrez de Piñeres, los dominicos habían
ganado una victoria sustancial para su causa y, como se verá en el capítulo 19,
sabían cómo defender sus intereses a través de los canales más ortodoxos de
las negociaciones burocráticas. La cólera salvaje con que el poema se encarniza
en Moreno es quizás el aspecto más indicativo de que su autor fue Ciriaco
El pueblo.indb 110 08/06/2009 04:38:42 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 109/375
111
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
de Archila. Este trataba de conseguir el apoyo de la orden dominica, pero la
prestigiosa comunidad no aceptó esa invitación.
El poema pinta al fiscal Moreno como aliado del regente visitador gene-ral, cuando en verdad eran adversarios. En el periodo anterior a 1778, tiempo
en que los criollos ejercían influencia considerable en la audiencia, Moreno,
quien había nacido en Mariquita, en la Nueva Granada, y había estudiado en
Bogotá, desempeñó un papel clave en la venta de tierras comunales indígenas,
de resguardos, política ésta criticada severamente por Gutiérrez de Piñeres,
quien se oponía también al programa educativo de Moreno. Como parte de su
plan para eliminar la influencia criolla en la audiencia, Gutiérrez de Piñeres
convenció a José de Gálvez de que trasladara a Moreno a la audiencia de
Quito, con el mismo cargo. El 17 de mayo de 1781 Moreno salió de Bogotá a
desempeñar sus nuevas funciones, y por un pelo escapó así del huracán que
iba a desatarse.
“Nuestra cédula” no sólo denostaba al fiscal por su supuesta hostilidad
a los frailes sino que también formulaba un llamamiento directo a los indios,
tratando de encauzar el descontento de estos hacia el servicio de la rebelión,
y mediante la denuncia de los sufrimientos que se les había infligido con la
consolidación de los resguardos. Como tendremos ocasión de observado más
tarde, los jefes criollos trataron de insertar este llamado dentro del gran proyecto
de forjar una coalición multirracial.
La teoría política implícita, y hasta cierto punto explícita, de la cédula
del pueblo puede interpretarse de diferentes maneras. Aparece un lema nuevo: “Viva
el Socorro y muera el mal gobierno”. Se había modificado así el grito de “Viva el
rey y muera el mal gobierno”, lema de los motines del 16 y 30 de marzo. En
los versos no se hace afirmación explícita de lealtad a la corona, y eso sóloconvierte a “nuestra cédula” en una de las expresiones políticas más radicales
de la Revolución de los Comuneros. Pero en la gran mayoría de los motines que
asolaron la provincia de Tunja en abril y mayo, el lema de los manifestantes
siguió siendo el tradicional “Viva el rey y muera el mal gobierno”.
La omisión del “Viva el rey” llevó a algunos observadores con-
temporáneos, como el fraile capuchino Joaquín de Finestrad, a afirmar que el
El pueblo.indb 111 08/06/2009 04:38:42 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 110/375
112
John Leddy Phelan
poema propugnaba la separación política de España.20 Rafael Gómez Hoyos,
en su magistral La revolución granadina de 1810, está de acuerdo con la
aseveración de Finestrad.21 El punto de vista de los dos deriva de la interpretaciónde estos versos, que son los que tienen un contenido político más explícito.
Pretender socorrer al erario
a costa de una injusta destrucción,
que sin tener derecho hereditario,
logró el rigor, la envidia y ambición.
¿Pero cómo, si no eres propietario,
así intentas del país la destrucción?¿Si de piedad no has visto ni aun el forro
como has de hallar en tu favor socorro?
A más de que si estos dominios tienen
sus propios dueños, señores naturales,
¿por qué razón a gobernarnos vienen
de otras regiones malditos nacionales?
De esto nuestras desdichas nos provienen
y así, para excusar fines fatales,unámonos, por Dios, si les parece,
y veamos el Reino a quién le pertenece.
El poema no llega a condenar la conquista española o a repudiar la
soberanía de la corona española, pero resulta comprensible que Finestrad,
principal ejecutor de la “pacificación” del Socorro después de la Revolución de
los Comuneros, interpretara como subversiva cualquier cosa que no fuera la
obediencia incondicional.Estas estrofas implican no un repudio de la corona española en cuanto tal
sino una afirmación de la noción de que la Nueva Granada pertenece al pueblo
que allí nació y allí vive, que el reino pertenece a sus “naturales”, es decir, a
20 Finestrad, “El vasallo”, pág. 153.21 Gómez Hoyos, La revolución granadina, 1:170-72.
El pueblo.indb 112 08/06/2009 04:38:42 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 111/375
113
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
los criollos, los mestizos y los indios. Gutiérrez dé Piñeres es un chapetón, un
“maldito” español. No tiene derecho hereditario a gobernar. Como no lo tiene
magistrado alguno nacido en la península, pues de allí “nuestras desdichasnos provienen”. Es cierto que los versos aluden vagamente a las doctrinas del
siglo XVI de Las Casas y de Francisco de Vitoria acerca de que los indios son
los “señores naturales” del Nuevo Mundo. Pero es apenas creíble que el poema,
originado en un círculo criollo aristocrático de Bogotá, abogara por el retorno de
las Indias a los indios. Los nuevos “señores naturales” no son los indios sino los
criollos y los plebeyos que tratan de congregados bajo su dirección política.
Estas estrofas anticipan en forma cruda y vulgarizada lo que el artículo
22 de las capitulaciones de Zipaquirá expresa de modo más sutil. Los americanos,
y no los españoles, deben tener la preferencia para todos los cargos burocráticos
en el Nuevo Mundo. América debe ser gobernada por los americanos, bajo
la égida de Carlos III. En la práctica, esto representaría que los criollos, el
único grupo educado y poseedor de bienes, serían quienes gobernaran, bajo
la supervisión general de la corona. Para Carlos III y sus ministros semejante
aspiración constituía una amenaza revolucionaria a la soberanía de la corona,
pero por parte de los criollos era algo menos que una exigencia de independencia
política completa.
“Nuestra cédula” apelaba descaradamente al odio que el pueblo sentía
por los chapetones. Estos eran intrusos que explotaban al pueblo con impuestos
intolerables; la policía chapetona violaba las mujeres, quemaba los cultivos de
tabaco e imponía brutalmente las normas de los detestados monopolios reales.
Las élites criollas en Bogotá tenían motivos de resentimiento semejantes. Pero
lo que querían no era que se atenuara la opresión de la policía sino un virtual
monopolio de todos los cargos burocráticos en el reino.No hay que darle demasiada importancia a la omisión de “Viva el
rey”. En la gran mayoría de los casos, las multitudes proclamaban con
entusiasmo su fe en el rey y denunciaban dichosamente al “mal gobierno”.
Para ellas, mal gobierno significaba tiranía. Gutiérrez de Piñeres era el tirano,
y lo eran por extensión todos los magistrados nacidos en España que
aplicaban sus edictos.
El pueblo.indb 113 08/06/2009 04:38:42 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 112/375
114
John Leddy Phelan
Los conceptos de tirano y tiranía tenían significados precisos, confi-
gurados por una galaxia de teólogos españoles entre los siglos XIII y XVII.22
Ni los plebeyos ni los patricios estaban preparados para negar la legitimidadde la autoridad real. El rey, si estuviera bien informado de todos los asuntos,
jamás querría que se cometiera una injusticia.
Los teólogos españoles habían elaborado teorías intrincadas y bastante
complejas sobre las condiciones en que resultaba lícito oponerse al tirano; sobre
estas, ni el autor de “nuestra cédula” ni los amotinados del Socorro sabían
probablemente mayor cosa. Pero lo que claramente implicaba el poema era que
los ciudadanos de la Nueva Granada tenían justificación para resistir la tiranía
de la burocracia española. En las capitulaciones de Zipaquirá las élites criollashabrían de plantear una solución a esa tiranía en beneficio propio: los criollos
deberían tener la preferencia para todos los cargos burocráticos.
Así, la célebre cédula dio una meta a las multitudes, una utopía a la
que podían aspirar y que podían estimular con su protesta. Estaban combatiendo
contra un tirano cruel y avaro cuyo único cuidado era aumentarle los impuestos
a un pueblo empobrecido y oprimido. La utopía, nostálgicamente evocada por
“nuestra cédula”, era la edad de oro de los primeros virreyes, cuando no había
monopolios reales de tabaco y aguardiente, cuando los otros impuestos eranbajos y se recolectaban sin mayor eficacia.
Al apelar al patriotismo y al orgullo locales, el poema incitaba a los
socorranos para que marcharan sobre la capital a fin de imponer la abolición
de los odiados monopolios y de los nuevos impuestos. Los símbolos de odio
que la cédula popular explotaba tan hábilmente eran los chapetones en general,
y Gutiérrez de Piñeres en particular. La Nueva Granada pertenecía a todos los
que habían nacido en ella, a los que cultivaban su suelo y construían ciudades
en los yermos.
22 Ver capítulo 6 e ibíd., págs. 53-95; R.W. y A.J. Carlyle, A History of Political Thought inthe West. 6 vols. (Edimburgo y Londres, 1903-36) 6:344-51; Heinrich Albert Rommen, La teoríadel estado y de la comunidad internacional de Francisco Suárez (Madrid, 1951), págs. 370-84;Bernice Hamilton, Political Thought in Sixteenth Century Spain (Nueva York y Oxford, 1963),págs. 61-63.
El pueblo.indb 114 08/06/2009 04:38:43 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 113/375
115
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Aunque en el curso de la Revolución de los Comuneros apareció otra
media docena de poemas; ninguno expresó con tanto vigor y osadía las aspira-
ciones del pueblo como “nuestra cédula”.23 Su contenido era el vino embriaganteque estimula las revoluciones. Pero si la utopía del pueblo encontró en ella su
expresión, aunque cruda, más exaltada, la utopía del pueblo encontró en ella
su expresión, aunque cruda, más exaltada, la utopía de los patricios halló su
expresión más coherente y más refinada en las capitulaciones de Zipaquirá.
23 Para el texto ver ordenanza de la audiencia, 11 de abril de 1781, AGI/ASF 663-A.
El pueblo.indb 115 08/06/2009 04:38:43 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 114/375
6. Una utopía para los nobles
La alianza entre las élites y los plebeyos se selló el miércoles 18 de abril, dos días
después del tercer motín en el Socorro, cuando “nuestra cédula” fue leída por
primera vez a los amotinados. Desde los cuatro extremos de la plaza principal
del Socorro el pueblo jubiloso proclamó a Juan Francisco Berbeo, Salvador
Plata, Antonio José Monsalve y Diego Ardila como capitanes generales de
la “empresa”.1
La víspera, Juan Francisco Berbeo había emprendido la primera acción
militar decisiva de la revolución. En respuesta al rumor (que resultó falso) deque el corregidor Campuzano se acercaba al Socorro, Berbeo encabezó una expe-
dición al sitio llamado Polonia. Se reunieron unas dos mil personas, pobremente
armadas de hondas, piedras, espadas, picas, garrotes, lanzas, cuchillos y unas
cuantas armas de fuego. Berbeo impartió órdenes que hacían casi inevitable un
choque armado con Bogotá. A fin de proteger al Socorro de una posible invasión
proveniente del sur, situó una guarnición en Oiba, en el río Suárez, y ordenó la
quema del puente de madera de San Bartolomé y la destrucción del puente en
Vargas; también instaló vigilancia armada en todas las localidades vecinas alSocorro. Su segundo acto de atrevimiento fue la orden de interceptar el correo
real entre el Socorro y Bogotá.2
En el mismo día en que las élites del Socorro hicieron su alianza con las
turbas, el oidor Osorio, con órdenes del regente visitador general y de la audiencia,
salió de la capital a la cabeza de una pequeña expedición militar cuyo propósito
era pacificar los tumultos del Socorro. Así, en el Socorro y en Bogotá los
adversarios resolvieron simultáneamente arreglar sus diferencias por medio
de una acción militar.Los nuevos jefes de la revolución procedieron con cautela pero con
firmeza al asumir el mando. Insistieron en que el más alto representante de
la autoridad real en el Socorro, el corregidor teniente Clemente José Estévez,
1 CA, 1: 137-138.2 Ibíd., pág. 131; Angulo y Olarte a Gutiérrez de Piñeres, 19 de abril de 1781. ibíd., págs.
132-33.
El pueblo.indb 116 08/06/2009 04:38:43 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 115/375
117
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
le diera sanción oficial y cuasilegal a su designación como capitanes generales,
al recibirles juramento de sus cargos en una ceremonia pública.3 Al aprobar
estas designaciones, el corregidor teniente cubrió su flanco al reafirmar su ciegalealtad a la corona. Clemente José Estévez estaba en una posición difícil. Como
principal magistrado del Socorro, se le exigía que mantuviera la autoridad de
la corona. Pero la villa se encontraba en medio de un tumulto frenético, y era
claro para él que sólo las élites locales podrían poner algún orden dentro de caos
semejante. Con hermanos en ambos bandos y una amistad íntima con Manuel
García Olano, principal nexo entre el Socorro y los grupos favorables a los
comuneros en Bogotá, no le quedaba más remedio que repartir sus apuestas.
Los nuevos capitanes se reunieron luego con el corregidor teniente enprivado, y pronunciaron un juramento secreto:
Que por todo lo referido, temerosos de recibir la muerte con sus familias, a
manos de los tumultuarios, y por éstos violentados y contra su voluntad,
sin que se entienda incurrir en la fea nota de traidores al Rey (que Dios
guarde), y antes sí por ver si con el comando en que les constituyen,
pueden por medios lícitos y suaves, contener, sosegar y subordinar a los
abanderizados, admiten tal nombramiento.4
Algunos historiadores sostienen que este célebre juramento secreto es
prueba de que los capitanes desde el principio fueron traidores al movimiento
que ostensiblemente encabezaban.5 Incluso un defensor de Juan Francisco
Berbeo tan elocuente y tan erudito como Pablo E. Cárdenas Acosta describe
como maquiavélico su proceder en este asunto. Sostiene que esas actitudes
de dos caras eran recursos característicos mediante los cuales los súbditos se
protegían en una monarquía absoluta donde el poder real podía ser arbitrario
y caprichoso.6 Cárdenas Acosta requería que se juzgara la conducta de los
3 Ibíd., págs. 138-139.4 Ibíd., pág. 140.5 Para ejemplos ver Ángel M. Galán, “José Antonio Galán, 1749-1782”, en Posada, Los Comu-
neros,. págs. 246-47; Germán Arciniegas, Los Comuneros (Bogotá, 1960), capítulo 12.6 CA, 1:140. También Horacio Rodríguez Plata, Los Comuneros. Curso superior de historia. 2
vols. (Bogotá, 1950), 1: 65-69; Manuel José Forero, La primera república. Historia extensa deColombia, vol. 5 (Bogotá, 1966), págs. 35 ss.
El pueblo.indb 117 08/06/2009 04:38:43 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 116/375
118
John Leddy Phelan
jefes comuneros de acuerdo con las normas de su época. Este argumento debe
seguirse hasta sus últimas conclusiones.
Un examen cuidadoso de la conducta de los jefes socorranos en elcontexto de 1781 revela que el controvertido juramento no era ni hipócrita,
ni traicionero, ni maquiavélico. Por el contrario, el juramento secreto era,
para los jefes comuneros, expresión honrada de sus propósitos y de sus
procedimientos. No resulta falso aseverar que los capitanes estaban tratando
de cubrirse los flancos en caso de que su movimiento fracasara posteriormente.
Ni es incorrecto argüir que los criollos, con su mentalidad legalista, estuvieran
tratando de revestir con argumentos legales una empresa que era por lo
menos extralegal, si no definitivamente ilegal. Pero, aunque parcialmenteciertas, estas explicaciones resultan superficiales.
¿Hasta qué punto exageraban los jefes del Socorro al afirmar que
si no hubieran aceptado posiciones de mando sus vidas habrían estado en
peligro frente a las muchedumbres airadas? Debe haber alguna exageración,
pero ciertamente era intensa la presión que los plebeyos estaban aplicando
contra los patricios. Las muchedumbres se hallaban indignadas con los nuevos
impuestos. Fueron las primeras en manifestar. En una sociedad tradicionalista,
miraban hacia las clases altas en busca de comando y orientación, sabiendoinstintivamente que la cancelación de los nuevos impuestos y el retorno a “los
buenos tiempos” de antaño no se producirían si las élites no se incorporaban
a su causa. Los nobles se sentían tan descontentos como los plebeyos con el
nuevo programa fiscal, pero no era su estilo efectuar manifestaciones en las
calles. De ahí que, en su inmensa mayoría, permanecieran pasivos y mohínos
entre el 16 de marzo y el 16 de abril, a medida que el descontento popular se
iba intensificando en tres motines sucesivos. Pero el 16 de abril la insatisfacción
popular había alcanzado tal intensidad que los patricios pensaron que susbienes y sus vidas estaban en peligro salvo que se adhirieran al movimiento.
La decisión de los nobles se vio reforzada además con las firmes promesas de
apoyo por parte de círculos descontentos de criollos bogotanos, expresadas en
la forma concreta de “nuestra cédula”.
Más plausible todavía era el argumento de los jefes socorranos en el
sentido de que ellos solos eran capaces de controlar la furia popular, al canalizar
El pueblo.indb 118 08/06/2009 04:38:43 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 117/375
119
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
la ira de los plebeyos. De hecho, los jefes patricios lograron un control notable
sobre el pueblo. Se evitaron el pillaje y la anarquía.
Los jefes del Socorro no eran maquiavélicos ni hipócritas ni traidoresa la causa que dirigían cuando le reafirmaban su lealtad al rey. Un juramento
de lealtad a los ministros del rey, en especial a Gutiérrez de Piñeres, cierta-
mente hubiera sido una gran hipocresía. Pero al circunscribir cuidadosamente
su juramento al lejano rey estaban, efectivamente, reiterando el lema de la
muchedumbre amotinada: “Viva el rey y muera el mal gobierno”.
La posición, en apariencia ambivalente, de los caudillos comuneros
al reafirmarle su lealtad al rey mientras se oponían tenazmente a las políticas
específicas de su ministro tenía varios antecedentes en la historia de la NuevaGranada. Hubo tres “revueltas” a causa de los impuestos antes de 1781.
Todas fueron básicamente crisis constitucionales, en las que el problema de
los impuestos constituía la extremidad del iceberg . Se presentaron en Tunja
en 1592, cuando Felipe II trató de implantar la alcabala en la Nueva Granada,
nuevamente en Tunja en 1641 con la creación del impuesto de armada de
Barlovento, y en 1740 en Puente Real de Vélez, cuando el virrey Sebastián
de Eslava trató de recaudar un préstamo forzoso para atender a los gastos de
la guerra con Gran Bretaña.7
Las revueltas de 1592 y 1641 le dieron un aporte sustancial a la evolu-
ción de la “constitución no escrita” de la Nueva Granada. Si bien se preservó el
derecho final de la corona a imponer nuevos gravámenes, el modo de imponerlos
quedó sujeto a significativas restricciones. En primer lugar, los súbditos del rey
tenían el derecho de petición ante la corona para que los reconsiderara. Segundo,
la burocracia tuvo que emprender una campaña intensa para persuadir a la
opinión pública en torno a tales medidas, lo que implicaba cierta forma de
7 Para la primera rebelión contra los impuestos ver Gómez Hoyos, La revolución granadina,1:155-158; Francisco Elías de Tejada, El pensamiento político de los fundadores de Nueva Granada(Sevilla, 1955), págs. 73 ss.; Cárdenas Acosta, Del vasallaje, págs. 281-287; Liévano Aguirre, Los grandes conflictos. págs. 201-09. Para la rebelión de 1641 ver Gómez Hoyos, La revolución granadina, 1:159-160; Cárdenas Acosta, Del vasallaje, págs. 281-87. Lo poco que sabemos so-bre la tercera revuelta en Puente Real de Vélez, cuando los patricios locales protestaron contra unpréstamo forzoso destinado a financiar la guerra de la sucesión española, se encuentra en EnriqueOtero D’Costa, “Levantamiento en Vélez”, BHA 16 (1925): 82-87.
El pueblo.indb 119 08/06/2009 04:38:43 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 118/375
120
John Leddy Phelan
asentimiento por parte de los gravados. Tercero, los impuestos nuevos eran
materia de negociación, y la corona estaba comprometida informalmente al
principio de hacer concesiones al interés regional. En la crisis de 1778-81,el regente visitador general violó todos y cada uno de estos procedimientos
tradicionales, no por informales menos eficaces.
La monarquía española era absoluta sólo en el sentido medieval
originario del término. El rey no reconocía superior alguno ni dentro ni fuera
del reino. Él era la fuente última de toda justicia y de toda legislación. La
frase del medioevo tardío era: “El rey es emperador en sus dominios”. Sin
embargo, las leyes con la firma real no eran expresiones arbitrarias de los deseos
personales del monarca. La legislación, y el grado en que ésta era aplicada,
reflejaba las diferentes y complejas aspiraciones de todos, o al menos de varios
grupos dentro de esa sociedad integrada y multiétnica. La monarquía era
representativa y estaba descentralizada hasta límites insospechados. Aunque
no hubiera en las Indias asambleas representativas ni cortes, cada una de
las corporaciones principales, como los cabildos, las diversas congregaciones
eclesiásticas, las universidades y las corporaciones de artesanos, todas las
cuales tenían un alto grado de autogobierno, podían hablar, y hablaban, en
nombre de sus respectivos integrantes. Sus conceptos llegaban hasta el rey y el
consejo de Indias, transmitidos directamente por sus representantes acreditados
o indirectamente por medio de los virreyes y las audiencias, y sus aspiraciones
influían profundamente en el carácter de las determinaciones definitivas.
Las más influyentes de esas corporaciones eran los cabildos en las
ciudades y villas de ultramar: Habiéndole comprado a la corona sus cargos
como símbolo de prestigio dentro de una sociedad dominada por el prestigio,
los regidores eran los ciudadanos principales en lo tocante al prestigio socialy a menudo, pero no siempre, a la riqueza. En la segunda mitad del siglo
XVII y durante el reinado de los dos primeros Borbones, los cabildos eran
fortalezas de los criollos acomodados, aunque entre sus miembros hubiera
españoles ricos. De cuando en vez los cabildos no tenían inconvenientes en
defender sus intereses más egoístas, ni tampoco en actuar como voceros de la
comunidad en general.
El pueblo.indb 120 08/06/2009 04:38:43 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 119/375
121
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Los cabildos, como los parlamentos del norte de Europa en el siglo XVII,
representaban a la propiedad, tanto la riqueza nueva como la vieja, pero jamás
a personas: Aunque nunca podían legislar sobre la propiedad y los impuestos,sino tan sólo dirigir peticiones al virrey y a la audiencia, y en última instancia
al rey, sin embargo esas peticiones merecían siempre una atención seria y a
veces influían en la determinación final de la política del rey. En cierto sentido,
una asamblea representativa formal era superflua. A través de los cabildos las
viejas y las nuevas riquezas de la Nueva Granada disfrutaban una vocería
coherente para influir en las políticas del Estado. En la misma época la
nueva y la vieja riqueza desempeñaron en Inglaterra y en Holanda un papel
similar, por medio de sus asambleas representativas.
Las opiniones de las élites criollas en ascenso, institucionalizadas en
los cabildos, influían sobre la toma de decisiones en la burocracia imperial, por
medio de la aplicación del veto suspensivo. En los casos en que los mandatos
reales chocaban bruscamente con la situación local, o cuando su aplicación
podía crear una injusticia, los virreyes y las audiencias disfrutaban de autoridad
discrecional para suspender la aplicación de la ley. En una pintoresca ceremonia
en la que el magistrado principal besaba antes la real cédula, pronunciaba
la célebre fórmula “se obedece pero no se cumple”. Al aplicar la fórmula, se
exigía a los virreyes y a las audiencias que presentaran propuestas concretas al
Consejo de Indias mediante las cuales la legislación suspendida pudiera mejorarse
o modificarse de tal modo que no produjera una injusticia ó que no entrara en
colisión con las circunstancias locales. Al formularle sus recomendaciones al
rey, el virrey y la audiencia solían tener en cuenta no sólo los intereses de las
élites criollas, sino también los de la plebe. El resultado final era una transacción
entre las directivas iniciales emanadas de la administración central en Españay las aspiraciones procedentes de las respectivas regiones. La difícil y compleja
responsabilidad de virreyes y audiencias era la de actuar de intermediarios
entre lo que deseaban las autoridades centrales y lo que era posible dentro de
las condiciones locales. Por lo general todo el mundo obtenía algo, aunque
no tanto quizá como inicialmente deseara. El resultado era un compromiso
viable dentro del cual todos podían vivir. El sistema español de administración
El pueblo.indb 121 08/06/2009 04:38:43 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 120/375
122
John Leddy Phelan
burocrática tenía una flexibilidad intrínseca dentro de la cual los intereses locales
podían influir de manera significativa en el resultado final.8
El mecanismo primario de la descentralización burocrática era la fórmula“se obedece pero no se cumple”. La palabra “obedece” expresa el respeto,
consagrado en el derecho romano, a la legitimidad de la autoridad real, la cual,
si tiene informes adecuados, nunca suscitará una injusticia. Como aglutinante
de la lealtad de todos los grupos hacia la corona estaba el vigoroso mito del rey
como fuente de toda justicia. La expresión “pero no se cumple” representaba
la autoridad discrecional de los subalternos, una de cuyas principales respon-
sabilidades consistía en acomodarse a las presiones provenientes tanto de las
autoridades centrales como de las situaciones locales.Durante el reinado de los dos primeros Borbones, Felipe V y Fernando
VI, aumentaron considerablemente la voz y la influencia de los criollos, como
se vio en el capítulo 1. En esas circunstancias los virreyes y las audiencias
tuvieron que emprender políticas que gozaban de la aceptación positiva de
los grupos de interés locales. Cuando en los años 1760 llegaron de España las
órdenes para organizar el monopolio del tabaco según el modelo mexicano,
los virreyes interpretaron esas consignas dentro del espíritu del “se obedece pero
no se cumple”. El monopolio del tabaco se introdujo gradualmente y a retazos.En efecto, durante esos años los virreyes y la audiencia se inclinaron ante la
presión derivada del cambio demográfico y del ansia de tierra de los criollos
y mestizos, al sancionar un gran cercenamiento de los resguardos indígenas en
la provincia de Tunja.
Hasta la llegada del regente visitador, los criollos estaban acostumbrados
a un gobierno de compromiso, conciliación y acomodo, dentro del cual algunos
criollos participaban en la toma de decisiones. El objetivo básico de Carlos III
era la creación de un estado unitario y centralizado, donde las directivasprocedentes de Madrid fueran impuestas sin la dilución de compromisos frente a
las circunstancias y las influencias locales. En 1781 los jefes comuneros buscaban
febrilmente una fórmula para volver al tipo de gobierno descentralizado surgido
8 Para un análisis del carácter descentralizado de la burocracia imperial ver mi Kingdom ofQuito, págs. 22, 26-27, 38, 77-78, 123-25, 221-27 y 336-37, y mi “Authority and Flexibility inthe Spanish Imperial Bureaucracy”, Administrative Science Quarterly 5 (1960): 45-65.
El pueblo.indb 122 08/06/2009 04:38:43 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 121/375
123
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
de la tradición de gobierno municipal en la Castilla medieval y del sistema de
los Habsburgos, con su compleja mezcla de centralización y descentralización.
Al tratar de suprimir, o de modificar al menos, el programa fiscal de Carlos III,los jefes comuneros no pretendían derrumbar la corona sino persuadir al rey
a que volviera al sistema tradicional de negociación con sus súbditos. Cuando
organizaron la marcha sobre la capital se lanzaron a una campaña masiva
de desobediencia civil encaminada a persuadir al rey para que cambiara la
política de sus ministros.
Hay que distinguir con cuidado entre los objetivos del pueblo y los de
la nobleza. Los dos grupos tenían una mentalidad revolucionaria en cuanto
rechazaban el presente –o sea, las innovaciones de Carlos III– y anhelaban una
vuelta a la Edad de Oro. En términos económicos, la utopía de la plebe era la
abolición de los viejos y los nuevos impuestos y de los implacables métodos
de recolección. Políticamente significaba un regreso a los primeros virreyes. Si
la utopía popular tenía que ver con el pan de cada día, la preocupación central
de los nobles era la distribución del poder político.
Los criollos partían de un pasado utópico: el sistema de descentralización
burocrática de los Habsburgos. Pero cuando les llegó el momento de enunciar
sus aspiraciones políticas y constitucionales en las capitulaciones de Zipaquirá,
reaccionaron ante la revolución de Carlos III con una revolución propia. El
concepto de “contrarrevolución” no se ajusta al contexto de la Revolución de
los Comuneros. Su uso implicaría que Carlos III era “progresista” y los comuneros
“reaccionarios”. Esos epítetos no sólo son tendenciosos sino ahistóricos.
Es incorrecto llamar “reformas” a las innovaciones fiscales y políticas
de Carlos III. Se trataba ciertamente de cambios, pero los distintos grupos los
percibían de manera distinta. Para citar un ejemplo sobresaliente: el monopoliodel tabaco podría haber sido una “reforma” para los ministros del rey, puesto
que los ingresos de la hacienda aumentaron de manera espectacular. Pero los
pequeños campesinos de la región del Socorro, súbitamente despojados de una
cosecha comerciable, difícilmente veían al monopolio como un cambio favorable.
Por esta razón he preferido invariablemente el uso de expresiones más neutras
al hablar de las “reformas” de Carlos III como de cambios o innovaciones.
El pueblo.indb 123 08/06/2009 04:38:43 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 122/375
124
John Leddy Phelan
Así mismo, en 1781 era impensable para los criollos, ligados todavía
profundamente al mito y a la mística de la corona, el repudio de la monarquía
como institución. Desde nuestra perspectiva los hombres de Zipaquirá podrándestacarse como precursores del federalismo del siglo XIX, pero el espíritu y el
tono de las capitulaciones de Zipaquirá evoca la edad de oro de los Habsburgos,
y su retórica utiliza conceptos clave de la teoría política española en los siglos
XVI y XVII. Hay pocos indicios de que los comuneros hubieran tenido acceso al
pensamiento político de la Ilustración europea que alimentó a las revoluciones
norteamericana y francesa. Tenían en cambio otra tradición ideológica de la
cual extrajeron su inspiración.
Abundan las controversias acerca de si la ideología de los teóricos
españoles clásicos influyó en el pensamiento de la generación de 1810. Hay
quienes afirman que los teólogos españoles tuvieran tanta influencia, si no más,
como los filósofos políticos de la Ilustración, aserto que ha sido controvertido
apasionadamente.9 Lo incontrovertible es que en la Nueva Granada, una
generación atrás, existía una profunda coincidencia entre la teoría política
implícita en la Revolución de los Comuneros y el vasto cuerpo de la teoría
política española clásica, cuya figura más sobresaliente era Francisco Suárez
(1548-1617). Entre los teóricos españoles de la política en el siglo XVI se
destacan Martín de Azpilcueta, Diego de Covarrubias, Domingo de Soto,
Francisco de Vitoria, Domingo Bráñez, Alfonso de Castro, Luis de Molina y
Juan de Mariana. Las figuras notables del siglo XVII fueron Diego de Saavedra
y Fajardo, Pedro Fernández de Navarrete, Francisco de Quevedo y Villegas y
Jerónimo de Castillo de Bobadilla.
Si bien se conservaban varias copias de obras de esos autores en algunas
bibliotecas de Bogotá, no se puede suponer automáticamente que esos librosfueran leídos ni que hubieran influido directamente sobre el pensamiento de la
9 Para el debate ver: Humphreys y Lynch, Origins, pág, 9; Charles C. Griffin, “The Enlightenmentand Latin American Independence”, en Arthur P. Whitaker, ed., Latin America and the Enlighten-ment (2a. ed., Ithaca, 1961), págs. 124-25; Miguel Batllori, S.J., El abate Viscardo: historia ymito de la intervención de los jesuitas en la independencia de Hispanoamérica (Caracas, 1953),págs. 82-93, 145-47; Manuel Giménez Fernández, “Las doctrinas populistas en la independenciade América”, Anuario de estudios americanos 3 (1946): 519-665.
El pueblo.indb 124 08/06/2009 04:38:43 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 123/375
125
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
generación de 1781.10 Todos los ejemplares eran editados en Europa, ya que
en Bogotá no hubo imprentas hasta fines del decenio de 1770. Rastrear la
paternidad de las ideas, en el mejor de los casos, resulta empresa arriesgada.Por ejemplo, no hay indicio sólido de que el autor de “nuestra cédula” o
los redactores de las capitulaciones de Zipaquirá hubieran leído alguna vez
esos gruesos volúmenes de teoría política. Pero no obstante es visible que
algunas doctrinas básicas de la teoría política española clásica coinciden no
sólo con la actitud política de los jefes comuneros en 1781 sino también con
la “constitución no escrita” que se había forjado en la Nueva Granada antes
de 1781. Los teóricos políticos españoles recalcaban el origen popular de la
soberanía, las limitaciones al poder político, el contrato social entre gobernadores
y gobernados, la resistencia a la tiranía, la invalidez de una guerra injusta, el
consentimiento popular a nuevos impuestos, la primacía del bien común y la
validez del derecho natural.
En la España borbónica del siglo XVIII esas doctrinas habían caído en
desuso, reemplazadas por las nociones del absolutismo francés de Luis XIV y
Luis XV. Ninguna expresión tan clara del centralismo borbónico como El vasallo
instruido, de fray Joaquín de Finestrad. En su denuncia de la Revolución de
los Comuneros rara vez cita a los teóricos clásicos de los siglos XVI y XVII. 11
Predica el credo de la obediencia ciega a las autoridades constituidas y repudia
toda rebelión, incluso contra un gobierno flagrantemente tiránico.
El más influyente de los teóricos políticos clásicos era el jesuita Francisco
Suárez, cuyos principales tratados políticos eran De legibus ac deo legislatore
y Defensio fidei. Sus obras, y las de muchos otros jesuitas, fueron excluidas
de todas las universidades españolas por real cédula del 23 de mayo de 1767,
poco después de que la comunidad fuera expulsada de todos los dominios
10 En la sala de libros raros y curiosos de la Biblioteca Nacional de Bogotá hay todavía muchosejemplares de las obras políticas de Suárez, Castillo de Bobadilla, Márquez, Quevedo y SaavedraFajardo. No quedan copias de las obras de Benavente y Benavides, Lancina, Madariaga y Riva-deneira. Con el paso del tiempo han desaparecido muchos libros de esta colección, que inicialmenteperteneció a los jesuitas.
11 Sólo encontré dos referencias en la parte inédita del manuscrito de Finestrad en la sala delibros raros de la Biblioteca Nacional.
El pueblo.indb 125 08/06/2009 04:38:43 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 124/375
126
John Leddy Phelan
españoles.12 La cauta admisión de Suárez de que el tiranicidio podía justificarse
dentro de ciertas condiciones estipuladas meticulosamente era una doctrina
asociada a los jesuitas y que suscitaba la ira en el círculo de gobierno querodeaba a Carlos III.
Suárez era heredero de la tradición de Aristóteles y de Santo Tomás de
Aquino. Su formulación ontológica sobre el origen de la comunidad política y
del poder civil se asentaba en la premisa de la sociabilidad natural del hombre.
El fin de toda sociedad es la obtención del bien común, bonum commune, para
todos los que la integran, no en cuanto individuos sino en cuanto miembros de
esa comunidad. Cuando un grupo de personas resuelve convertirse en sociedad
política, deja de ser una mera colección de individuos y se convierte en un
corpus mysticum politicum, un cuerpo místico político. Dios es el primer autor,
la causa eficiente de la autoridad política, en el sentido de que la sociabilidad
humana hace de la sociedad política una necesidad dialéctica. Pero el poder
político nace de un contrato social, explícito o implícito, entre el pueblo y el
soberano. Así, Suárez recalca el origen popular y la naturaleza contractual de
la soberanía.
De ahí se sigue que existen ciertos límites para la soberanía: la ley
divina, que restringe la autoridad política a la esfera temporal, y la ley natural,
que circunscribe la sociedad política a la realización del bien común de la
comunidad. Así, cualquier ley que se entremeta en la esfera sobrenatural o que
viole el bien común de la comunidad es inválida. Una restricción adicional a
la autoridad civil es el carácter específico del contrato social por medio del cual
el pueblo creó esa sociedad.
Aunque subraya el origen popular de la soberanía, Suárez arguye que el
otorgamiento de poder al príncipe no es una delegación sino una cuasienajena-ción. En respuesta a la tesis de su célebre adversario Jaime I de Inglaterra –quien
sostenía que si el pueblo puede delegar poder en el príncipe puede igualmente
revocárselo, posibilidad abominable para Jaime I– Suárez escribía:
12 Humphreys y Lynch, Origins, pág. 9.
El pueblo.indb 126 08/06/2009 04:38:44 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 125/375
127
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
En efecto, después que el pueblo le ha transferido la soberanía al príncipe
no puede, con base en esa soberanía, recobrar con justicia su libertad en
cualquier circunstancia que lo desee [...]. Al cabo de un tiempo no le estarápermitido al pueblo recabar esa autoridad ni obtener una vez más su libertad,
incluso si inicialmente el rey obtuvo su autoridad de manos del pueblo, por
medio de una donación o de un contrato. Cuando el pueblo le confirió poder
al rey, se privó de su propia soberanía.13
Pero la defensa del poder monárquico en Suárez no excluye el derecho
del pueblo a derrocar a un rey legítimo que haya abusado de su poder hasta
convertirse en tirano:
Y por la misma razón, si el rey convierte en tiranía su legítima autoridad y
abusa de su poder con manifiesto daño del pueblo, este puede usar de su
poder, derivado de la ley natural, para defenderse, ya que nunca renunció
a ese poder [...]. La comunidad entera puede alzarse contra un tirano. En
ese caso no se trataría realmente de sedición. La razón es que la comunidad
entera puede ser superior al rey. Al haberle dado a éste poder, lo hizo
presuntamente a condición de que gobernara políticamente y no tiráni-camente. Si no lo hace así, la comunidad entera puede derrocarlo.14
La Revolución de los Comuneros no produjo teóricos políticos in-
tencionales. Los hombres de 1781 buscaban el remedio a males políticos,
constitucionales y fiscales específicos. En las declaraciones públicas de sus
jefes, en “nuestra cédula” y en el texto de las capitulaciones de Zipaquirá
flota un espíritu suarista diluido y popularizado.15 Está claramente implícita
13 Francisco Suárez, Defensio fidei, libro III, cap. 3. no. 2.14 Ibíd., libro IV, cap. 4, no. 15; De bello,disp. XIII, sección 8. Para comentarios sobre la escuela
española ver atrás cap. 5, nota 22. También Gómez Hoyos, La revolución granadina, 1:53-107;Luis Recassens Sichs, La filosofía del derecho de Francisco Suárez (México, 1947); José AntonioMaravall, La teoría española del estado en el siglo XVIII (Madrid, 1944); Richard Morse, “TheHeritage of Latin America”, en Louis Hartz, The Founding of New Societies (Nueva York, 1964),págs. 153-59.
15 Para un análisis convincente ver Gómez Hoyos, La revolución granadina, 1 :155-204.
El pueblo.indb 127 08/06/2009 04:38:44 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 126/375
128
John Leddy Phelan
la noción de que la Nueva Granada constituye un corpus mysticum politicum
con tradiciones propias cuyo fin es el bien común de toda la comunidad.
Ese bien común, según los hombres de 1781, era violado brutalmente porlas innovaciones de los ministros de Carlos III. Los hombres de 1781 nunca
acudieron a “nación” o a “patria”. La comunidad, el común –término que los
jefes utilizaban invariablemente en sus declaraciones públicas– tenía el derecho
de protestar: de ahí la palabra que define al movimiento: comuneros. En los
documentos de la época está profundamente arraigada la noción de la teoría
política española clásica de que el espíritu del corpus mysticum politicum exigía
alguna forma de aprobación popular para la creación de impuestos, y de que
las leyes injustas eran inválidas.
Por distintos que fuesen los objetivos de los comuneros de la Nueva
Granada de los de los comuneros de Castilla que se sublevaron contra Carlos
V en 1521, los dos movimientos comparten igual definición de los términos
“común” y “comunidad” como el bien común de todos los grupos en el conjunto
de la sociedad.16 Sin embargo, el movimiento de la Nueva Granada no emulaba
conscientemente con sus predecesores castellanos. En dos crisis distintas y sin
relación alguna entre sí, se invocó el bien común de la comunidad toda. Mucho
después de los comuneros de Castilla esa tradición había sido popularizada por
los teólogos clásicos españoles en los siglos XVI y XVII, y todavía en 1781
prevalecía en la Nueva Granada.
El sentimiento monárquico tenía hondas raíces. El rey seguía siendo
la fuente de toda justicia. Pero si el rey era justo, sus ministros, en particular
el regente visitador general, eran tiranos contra los cuales resultaba lícito
presentar resistencia armada. Sus políticas constituían una violación evidente
del bien común.17
Es improbable que algunos jefes comuneros hubieran leído los textos
de la teoría clásica española. Pero es muy probable que estuvieran influidos
16 Para el significado del término en Castilla en 1520-21 ver José Antonio Maravall, Las comu-nidades de Castilla: una primera revolución moderna (Madrid, 1963), págs. 79-124.
17 Los teóricos del siglo XVII identificaban explícitamente a los ministros como posibles tiranos(Maravall, La teoría española, págs. 399-411).
El pueblo.indb 128 08/06/2009 04:38:44 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 127/375
129
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
indirectamente por esas teorías. Los teóricos políticos de la vieja España, a un
alto nivel de abstracción, y la generación de 1781 en la Nueva Granada, le
hicieron frente a un problema central dentro de la teoría y la práctica políticas:el de reconciliar el respeto a la autoridad política constituida con el derecho de
los súbditos a rechazar la injusticia.
El pueblo.indb 129 08/06/2009 04:38:44 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 128/375
7. Una utopía para los indios: los resguardos
No parece arriesgada la afirmación de que ningún grupo en la sociedad de
la Nueva Granada estaba tan profundamente insatisfecho como los indios.
Además; en ninguna región era tan agudo el malestar como en las provincias
de Santa Fe de Bogotá, Tunja, Vélez y Sogamoso, las que incluían la mayor
parte de los actuales departamentos de Cundinamarca, Boyacá, Santander y
Norte de Santander.
Cundinamarca y Boyacá constituían el hogar de los chibchas antes de
la Conquista. Hay muchas controversias sobre la magnitud de la poblaciónantes de la Conquista, pero durante ésta la región contenía una densa población
india, calculada diversamente entre 300.000 y 562.000 personas.1 En 1564 la
población de la provincia de Tunja había descendido a entre 111.158 y 168.440
indios.2 El descenso prosiguió. Dos visitas, muy bien documentadas, a ochenta
y cinco aldeas indígenas en la provincia de Tunja, la una en 1635-36 y la otra
en 1755, señalan poblaciones de 42.334 y de 22.543 respectivamente.3 En
1778, la población combinada de las provincias de Santa Fe y Tunja llegaba
1 Aunque los estudios demográficos han hecho considerables progresos en Colombia durantelos últimos años, todavía están lejos de las refinadas técnicas cuantitativas utilizadas por WoodrowBorah y Sherburne Cook en México. La cifra de 300.000 está en Jaime Jaramillo Uribe, “Lapoblación indígena de Colombia en el momento de la conquista y sus transformaciones posteriores”, Anuario colombiano de historia social y de la cultura, 1:2 (1964):239-84. La cifra de 562.510es de Juan Friede, “Algunas consideraciones sobre la evolución demográfica en la provincia deTunja”, ibíd. 2-3 (1965): 5-19. Del mismo autor ver Los quimbayas bajo la dominación española(Bogotá, 1963). Para otros estudios demográficos ver Germán Colmenares, Encomienda y pobla-ción en la provincia de Pamplona, 1549-1650 (Bogotá, 1969); M. Darío Fajardo, El régimen dela encomienda en la provincia de Vélez (Bogotá, 1969). Para una crítica de estos estudios ver
Hermes Tovar Pinzón, “Estado actual de los estudios de demografía histórica en Colombia”, Anuariocolombiano de historia social y de la cultura 5 (1970): 65-140. Ver también Sherburne F. Cooky Woodrow Borah, Essays in Population History: Mexico and the Caribbean, 2 vols. (Berkeley,1971-74), 1:411-29.
2 Jaramillo Uribe, “La población indígena de Colombia”, pág. 255. Friede, “Algunas conside-raciones”, pág. 13.
3 Ibíd. En la Nueva Granada, como en todas las demás regiones de las Américas donde entraronen contacto indios y europeos, enfermedades como la viruela, la influenza y el sarampión, en lastierras altas, y la malaria en las tropicales hicieron estragos entre la población india, desprovistade inmunidades.
El pueblo.indb 130 08/06/2009 04:38:44 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 129/375
131
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
a 357.828 personas, de las que 68.881 eran indios.4 Estas cifras indican que
la tasa de disminución fue mucho más grave en el siglo XVI que en los dos
posteriores, pero un descenso del 47 por ciento entre 1636 y 1755 indica que lacomunidad indígena vivía en un estado de desmoralización societal continua.
La política de los Habsburgos trató de conferirles cierta protección
paternalista a los indios, pero existía una gran brecha entre las intenciones de
la corona y la realidad de lo acontecido. La corona y sus agentes buscaron un
compromiso entre la protección a los aborígenes y la obtención de mano de
obra abundante y barata por parte de los colonizadores. Entre 1595 y 1642
la audiencia de Bogotá siguió una política adoptada simultáneamente en otros
reinos de las Indias. En las provincias de Santa Fe, Tunja, Vélez y Sogamoso sereservaron para las comunidades indígenas extensiones sustanciales de tierras
fértiles. Los indios no tenían la propiedad ilimitada de estos resguardos, ya que
la corona se la reservaba como parte de los derechos reales, y en teoría podía
aumentar o disminuir el tamaño de los resguardos. Sin embargo los indios tenías
su usufructo. Con el producto de esas tierras podrían pagar sus tributos anuales,
costear la instrucción religiosa y, se esperaba, crear comunidades viables y
prósperas. Para protegerlos, la legislación real prohibía a los no indios vivir en
áreas reservadas para los indios. Tampoco les estaba permitido a estos arrendarsus tierras comunales a españoles, criollos o mestizos.5
A fin de satisfacer la demanda de mano de obra por parte de los grupos
no indios, se les exigía a los indios que alquilaran sus servicios. Los principios
4 La población total en la audiencia de la Nueva Granada era de 826.550 personas. Cifrasextraídas de los datos de censos en Silvestre, Santa Fe de Bogotá, págs. 27-63, por Gary W. Graff,“Cofradías en the New Kingdom of Granada: Lay fraternities in a Spanish American Frontier Society,1600-1755”, tesis doctoral inédita, universidad de Wisconsin-Madison, 1973.
5 Orlando Fals Borda, El hombre y la tierra en Boyacá (Bogotá, 1975), págs. 72-105, así comosu “Indian Congregation in the New Kingdom of Granada: Land Tenure Aspects, 1595-1850”, The Americas 13 (1957): 331-52; Magnus Morner, La corona española y los foráneos en los pueblosde indios de América (Estocolmo, 1979), págs. 285, 287, 354-56, 357, y su “Las comunidades deindígenas y la legislación segregacionista en el Nuevo Reino de Granada”, Anuario colombianode historia social y de la cultura 1.1 (1963): 63-84; Juan Friede, “De la encomienda indiana a lapropiedad territorial y su influencia sobre el mestizaje”, ibíd. 1969, págs. 35-61; Margarita González, El resguardo en el Nuevo Reino de Granada (Bogotá, 1970); Guillermo Hernández Rodríguez, Delos chibchas a la colonia y a la república (Bogotá, 1949); Liévano Aguirre, Los grandes conflictospágs. 419-23, 517, 519; Ospina Vásquez, Industria y protección, págs. 1-20.
El pueblo.indb 131 08/06/2009 04:38:44 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 130/375
132
John Leddy Phelan
fundamentales eran la compulsión y la rotación. Aproximadamente la cuarta
parte de la población tributaria, en cualquier momento dado, trabajaba por
salarios nominales en las minas, las obras públicas o la agricultura. Estabanexentos los caciques, sus primogénitos y la mayor parte de los funcionarios,
pero a éstos competía la responsabilidad de conseguir los indios requeridos. En
otras partes de las Indias aparecieron sistemas semejantes de trabajo forzado,
remunerado y fijado de acuerdo con cuotas. En el Perú era la mita, en México,
el repartimiento y en las Filipinas el polo. En la Nueva Granada este arbitrio se
denominaba “mitayos agrícolas” o “mitayos concertados”. La mita, el trabajo
forzado, evidentemente llegó a su fin hacia 1740 en la región de los chibchas,
y más tarde en el sur. Pero el llamado contrato libre de trabajo, el “concertado”,
a menudo nada más que una forma disfrazada de servidumbre por deudas,
sobrevivió hasta el siglo XIX.6 Aunque los mitayos estaban obligados legalmente
a trabajar por un periodo determinado que variaba de dos a diez meses, muchos
indios seguían trabajando permanentemente para sus patronos. Este hecho
contribuyó, claro está, al despoblamiento gradual de los resguardos.
El 15 de octubre de 1754 el rey Fernando VI reafirmó la política
tradicional de la corona de otorgar una protección paternalista por medio de la
segregación, pero con unas modificaciones significativas. Las consideraciones
fiscales tuvieron entonces mayor importancia.
Los títulos de las tierras deberían ser revisados para cerciorarse de que
estuvieran legalmente en orden. Todas las tierras cuyos títulos de propiedad no
pudieran ser documentados serían vendidas por la hacienda real. Las tierras
desocupadas pertenecientes a la corona podrían venderse por el tesoro para
ayudar a atender los crecientes costos de la defensa imperial.7
En respuesta a estas directivas reales la audiencia comisionó al oidorAndrés Verdugo y Oquendo para que efectuase una visita a las provincias de
6 Ospina Vásquez, Industria y protección, pág. 15; González, El resguardo, págs. 34-42. Vertambién las otras obras citadas en la nota 5.
7 Fals Borda, El hombre y la tierra, págs. 341-48. Para un análisis de la cédula de 1754ver José María Ots Capdequí, El régimen de la tierra en la América española durante el periodocolonial (Ciudad Trujillo, 1946), págs. 110-116. También su Nuevos aspectos del siglo XVII en América (Bogotá, 1946), págs. 244-50.
El pueblo.indb 132 08/06/2009 04:38:44 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 131/375
133
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Tunja y Vélez. La visita duró casi dos años. El 7 de marzo de 1757 el oidor
redactó un informe detallado en el que recalcaba la revolución sociodemo-
gráfica y socioétnica ocurrida desde la anterior visita de 1635-36. La poblaciónindígena no sólo había disminuido grandemente sino que los otros grupos
étnicos integraban ya una población de 59.323 personas.8 Era evidente que
la política de segregación se había venido abajo, ya que blancos, mestizos y
mulatos convivían con los indios. Estos se habían vuelto hispanoparlantes
–el oidor no tuvo que recurrir a intérpretes–.
En la parte norte de la provincia, concretamente en la región de San Gil
y el Socorro, a la que el oidor no visitó, los cambios demográficos habían sido
todavía más espectaculares. En el norte, la población anterior a la Conquista
nunca había sido tan densa como en el sur. Hacia 1760 la población indígena
había desaparecido virtualmente ante el impacto combinado de las epidemias
y de la mezcla de razas.
El oidor Verdugo informaba también que, en violación de la ley, los
indios estaban arrendando grandes zonas de sus resguardos. Señalaba que estas
tierras comunales eran potencialmente fértiles, pero que los indios no querían
o no podían explotar sus propiedades. Por ejemplo, no criaban ganado.9 La
ganadería no sólo requería menos trabajo sino que los indios disponían del capital
suficiente para comprar los animales. Había, al parecer, en su estilo de vida y
en sus valores algo que los alejaba de una actividad potencialmente lucrativa.
En los llanos al oriente de los Andes los indios criaban ganado. Los de la sierra
se contentaban con una renta modesta suficiente para pagar el tributo y de la
que sobrara algo para las festividades comunales. La incapacidad de los indios
8 Para algunas fuentes primarias sobre la visita de 1635-36 ver José Mojica Silva, Relaciónde visitas coloniales (Tunja, 1948), págs. 166-207. Para fuentes en los archivos ver AHN, Visi-tas de Boyacá y Santander, 4:541-857, 978-88, 8:216-725; 9:637-764; 11:1-345; 12:1-338;13:247-546. Para la visita de 1755-56 ver ibíd., 2:968-79; 3:241-68; 5:417-40, 964-96; 7:1-87;8:726-58; 10:647-954. Para el informe del oidor Verdugo del 7 de mayo de 1757, ver Anuariocolombiano de historia social y de la cultura 1.1 (1963); 131-196; Germán Colmenares, La provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada. Ensayo de historia social (Bogotá, 1970),págs. 68 ss.; Fals Borda, El hombre y la tierra, págs. 82-98.
9 Informe de Verdugo en Anuario 1.1 (1963): 170. Para la ganadería indígena en los llanosver José Tapia a Salvador Plata, 10 de julio de 1781, AHN, Los Comuneros, 6:53-56.
El pueblo.indb 133 08/06/2009 04:38:44 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 132/375
134
John Leddy Phelan
para cultivar con provecho sus tierras se debía en parte a la disminución de
su población. Además, el trabajo indígena era sustraído a los resguardos por
medio del continuo mestizaje, y por el sistema de concertación que llevaba alos indios a trabajar en otras tierras.
Al manifestar su desprecio por la incapacidad o la falta de voluntad
de los indios para cultivar las tierras que poseían, el oidor Verdugo ensalzaba
la industria y la habilidad de los campesinos blancos y mestizos en las
tierras de los resguardos que ilegalmente habían tomado en arrendamiento.
Recomendaba que la audiencia hiciera de jure lo que se había hecho ya
de facto. Se debía reducir drásticamente el tamaño de los resguardos para
adecuarlo a la disminución de la población indígena. A todos los indios y
mestizos arrendatarios de tierras de resguardos se les deberían dar títulos de
propiedad a cambio de un modesto pago a la hacienda real, como medida
de seguridad y como recompensa a sus labores. Si bien los indios deberían
tener tierra suficiente para sus necesidades básicas, deberían quitárseles las
que no pudieran cultivar con eficacia.
El oidor Verdugo anotaba que los nuevos colonizadores no estaban
creando haciendas grandes e ineficaces. En su mayor parte eran emigrantes de
la península, o criollos y mestizos, estos últimos cada vez más numerosos en
el transcurso del siglo XVIII. Los mestizos, que se negaban tenazmente a que
se les considerara indios, a fin de no pagar el tributo real, se hacían pasar por
indios para arrendar tierras de resguardos, y aprovechaban así lo mejor de los
dos mundos.
El oidor Verdugo no desplazó efectivamente de sus tierras comunales
sino a unos cuantos indios. Pero lo que en cambio hizo fue exponer a las
autoridades, en lenguaje claro y preciso, la naturaleza de los cambios quehabían tenido lugar en las provincias de Santa Fe, Vélez, Sogamoso y Tunja
a partir de 1636. Sólo a partir de 1770 se intentó una redistribución en gran
escala de la población de los resguardos, cuando el fiscal Moreno y Escandón,
en su capacidad de protector de los indios, comenzó, de acuerdo con órdenes
provenientes de España, a levantar un censo de los indios en la provincia de
Tunja y a reducir, en consecuencia, el número de aldeas indígenas.
El pueblo.indb 134 08/06/2009 04:38:44 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 133/375
135
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Bajo la resuelta supervisión del corregidor Campuzano y Lanz, fueron
reasignados centenares de indios.10 Donde antes había sesenta aldeas, que-
daron reducidas a veintisiete. Las aldeas indígenas extinguidas se convirtieronen parroquias españolas. Los indios reaccionaron con amargo desaliento.
Profundamente atados a la tierra que sus mayores habían cultivado durante
generaciones, veían la reasignación como un exilio. Un ejemplo a la mano es
el del pueblo de Sogamoso, donde la población indígena no pasaba de 700, y
donde los no indios habían aumentado de 2.112 en 1755 a 3.246 en 1777.
Los indios fueron desplazados a la pequeña aldea de Paita, pero en condiciones
de escasez y penuria, según el testimonio de un párroco local.11
Las protestas angustiadas de los indios de Sogamoso-Paita se repitieronuna y otra vez, y el propio fiscal fue criticado por la burocracia. En vista de la
discusión el virrey Flórez solicitó la opinión del omnipotente visitador general.
El 3 de febrero de 1780 Gutiérrez de Piñeres emitió un largo concepto formal
que constituye uno de los grandes documentos de Estado producidos por este
controvertido burócrata.12 El argumento se enderezaba principalmente a rechazar
los objetivos y los procedimientos de la consolidación de resguardos, y a optar por
una forma modificada del paternalismo de los Habsburgos. Gutiérrez de Piñeres
pugnaba para que continuara la segregación, si los indios se encontrabanaislados. En las localidades donde se hubieran mezclado las razas había que aceptar
el hecho cumplido. No revocó las ventas de tierras efectuadas por Moreno y
Campuzano, pero prohibió ventas adicionales. Debería dárseles garantías a los
indios de que, bajo la protección de la corona, seguirían disfrutando del usufructo
de las tierras comunales todavía en su poder. Estas recomendaciones se adop-
taron formalmente por una cédula de Carlos III, el 2 de agosto de 1780.13
10 AHN, Visitas de Boyacá y Santander, 3:903-99; 4:962-77; 7:808-46; 9:892-68, 969-87,988-1.009; 10:197-287; 11:900-91; 14:290-306; González, El resguardo, págs. 71-80; UlisesRojas, Corregidores y justicias mayores de Tunja (Tunja, 1962), págs. 550-68; Colmenares, Tunja,págs. 76 ss.
11 Colmenares, Tunja, págs. 80-83; González, El resguardo, págs. 150-54.12 Para el texto de la opinión de Gutiérrez de Piñeres ver González, El resguardo, págs.
154-81.13 Texto en AHN, Reales cédulas y órdenes, 12:860-914. También Ots Capdequí, Nuevos
aspectos, págs. 252-60.
El pueblo.indb 135 08/06/2009 04:38:44 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 134/375
136
John Leddy Phelan
El compromiso del regente visitador general sólo le atrajo enemigos. La
participación activa de los indios en el levantamiento de 1781 se debió en buena
parte al rechazo de éstos a la política de Moreno y Campuzano, y evidentementeel repudio de esa política se produjo demasiado tarde para apaciguar a los
indios. El arzobispo virrey Caballero y Góngora, con su astuta percepción
de la necesidad de ganarse la opinión pública, habría de adoptar después,
con considerable éxito, la política de Gutiérrez de Piñeres. De todos modos el
descontento de los indios, por hondo que fuese, distó de ser tan significativo
causalmente en 1781 como el malestar de los criollos y mestizos.
Pueden sacarse algunas conclusiones de la complicada cuestión de los
resguardos. El descenso de la población indígena, la demanda de mano deobra por parte de los blancos, el aumento de las poblaciones blanca y mestiza
fueron factores decisivos a los cuales sólo podía acomodarse la burocracia
imperial, y sobre los que no tenía verdadero control. Pero en cierto modo se
trata de una simplificación excesiva el aserto de que las circunstancias locales
determinaron los acontecimientos. Es plausible que a veces hayan tenido más
peso que las directivas de la autoridad central, pero la burocracia real seguía
siendo siempre factor básico en la toma de decisiones. El resultado a veces era
un compromiso, mutuamente aceptable, entre las circunstancias locales ylas directivas centrales.
El compromiso de Gutiérrez de Piñeres-Caballero y Góngora es un
ejemplo clásico de cómo era realmente gobernada la Nueva Granada en el siglo
XVIII. Todas las partes recibían algo: las élites, por supuesto, mucho más que las
demás. La avidez de tierra entre criollos y mestizos era importante, pero no
se sació cuando se legalizaron sus usurpaciones de las comunidades indígenas
previas a 1778. Sin embargo, los indios recibieron una garantía en torno a
las tierras que les quedaban, lo que no era desdeñable. Y los tribunales realeshicieron honor a esa garantía mientras el monarca español siguió reinando en
la Nueva Granada.
La afirmación de que Carlos III y sus ministros abandonaron la política
de justicia social para los indios constituye en cierta forma un desenfoque del
asunto. Ese aserto pasa por alto el hecho de que, después de 1778, se hubiera
vuelto a una forma modificada del paternalismo de los Habsburgos, cuyo
El pueblo.indb 136 08/06/2009 04:38:44 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 135/375
137
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
verdadero autor fue Gutiérrez de Piñeres.14 Esa política fue continuada por
todos los virreyes posteriores.
El movimiento para eliminar los resguardos estaba dirigido por las élitescriollas en alianza con los mestizos y con quienes en la audiencia simpatizaban
con sus aspiraciones antes de 1778.15 Aunque los comuneros hicieron concesio-
nes significativas para aliviar el profundo malestar de los indios, en la práctica
completaron lo que ya había comenzado la audiencia. La cláusula séptima de
las capitulaciones de Zipaquirá propugnaba que los resguardos sobrevivientes
fueran divididos, y que a cada indio se le diera título de plena propiedad a su
parcela.16 Los indios podrían vender sus tierras, algo que la legislación de los
Habsburgos prohibía categóricamente. La propuesta redundaba en que en cortoplazo los campesinos blancos y mestizos habrían de adquirir por “compra” lo
que quedaba de los resguardos. La misma propuesta volvió a plantearla en
1810 la junta de Bogotá, dominada por los criollos.17
14 Ver, por ejemplo, William Paul McGreevey, An Economic History of Colombia, 1845-1930(Cambridge, 1971), pág. 59. McGreevey aceptaba la opinión de Liévano Aguirre, Los grandesconflictos, págs. 419-23. Liévano ignoraba el memorando de Gutiérrez de Piñeres, publicado porprimera vez en González, El resguardo, págs. 154-81. Alegaba que el objetivo principal de la política
de los Borbones era estimular el crecimiento de los latifundios; aserto confuso, si no enteramentefalso, como puede verse en la hostilidad de Campillo y Cosío a los latifundios y en Ward, Proyectoeconómico, págs. 247-267. La audiencia anterior a 1778, adicta a los criollos, favorecía a los te-rratenientes, pero no pasaba otro tanto con burócratas metropolitanos como Gutiérrez de Piñeres,Caballero y Góngora y los virreyes subsiguientes. El retrato de Gutiérrez de Piñeres por Arciniegas( Los Comuneros, págs. 43-53) como un computador frío cuya preocupación principal era obtenermás ingresos con la sangre y el sudor de los indios no coincide con la documentación disponible.Para una exposición en favor de la abrumadora primacía de las condiciones locales sobre lasdirectivas del gobierno central en el siglo XVII, ver Marzahl, “Creoles and Government”.
15 La presión de los criollos y mestizos contra los resguardos que quedaban no disminuyódespués de 1781, pero los indios recurrieron con éxito a los tribunales para defender sus tierras.Para algunos ejemplos ver José María Ots Capdequí, Las instituciones del Nuevo Reino de Granada
al tiempo de la independencia (Madrid, 1958), págs. 240-63. Ver también Liévano Aguirre, Los grandes conflictos, págs. 517-519.
16 CA. 2:20.17 Fals Borda, El hombre y la tierra. pág. 98. La misma solicitud fue formulada por represen-
tantes del cabildo del Socorro a los representantes de la Nueva Granada en la junta en España,el 20 de octubre de 1808 (“Instrucción”, BHA 28 [1941]:417-423). Aunque las élites criollaspresionaban continuamente a las autoridades antes de 1778 y aunque esporádicamente reanu-daran su campaña hasta 1810, el apetito de tierras no se limitaba exclusivamente a los magnatesque querían redondear grandes latifundios. Los pequeños campesinos, muchos de los cuales eranmestizos, se beneficiaron también con la consolidación de los resguardos en el decenio de 1770. Lo
El pueblo.indb 137 08/06/2009 04:38:45 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 136/375
138
John Leddy Phelan
Gracias a la decisión de Gutiérrez de Piñeres y de Caballero y Góngora
de volver a un paternalismo modificado, en el periodo republicano sobrevivía un
número importante de resguardos. El rompimiento decisivo se produjo el 11 deoctubre de 1821, cuando el congreso de Cúcuta tomó lo que habían dejado las
capitulaciones de Zipaquirá. Decretó que todos los resguardos fueran repartidos
en pequeñas parcelas a los indios, con títulos de propiedad plena.18 Al cabo
de una generación esas tierras comunales habían desaparecido en la antigua
provincia de Tunja, aunque en el sur algunas sobrevivieron hasta este siglo.
Ahora hay que prestar atención a los contrastes y similitudes entre
cuatro ejemplos de descontento indígena: Perú, Tunja, Quito y los llanos de la
Nueva Granada.
que convirtió en formidable a la coalición fue la presión combinada de latifundistas y minifundistas.El análisis de Liévano Aguirre omite a estos últimos y por consiguiente exagera la importancia de“los grandes magnates de la oligarquía criolla”, págs. 517-19.
18 Fals Borda. El hombre y la tierra, págs. 98-105.
El pueblo.indb 138 08/06/2009 04:38:45 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 137/375
8. Una utopía para los indios:revueltas indígenas
Túpac Amaru II del PerúEl hondo descontento en las provincias de Santa Fe, Vélez, Sogamoso y Tunja
en el Nuevo Reino de Granada ofrece tanto un paralelo como una antítesis
respecto a lo sucedido en el Perú. Allí, en noviembre de 1780, estalló la
rebelión en la sierra bajo el comando de José Gabriel Condorcanqui Noguera
Túpac Amaru.1 Pretendía ser, y ser considerado, descendiente directo de doña
Juana Pilkorvaco, hija del último monarca inca, Túpac Amaru I, ejecutado enla plaza principal de Cuzco en 1572. La historia conoce más a Condorcanqui
como Túpac Amaru II.
La rebelión de Túpac Amaru fue en realidad la segunda de dos
revueltas, sin conexión entre sí, que se presentaron en el Perú en 1780. En
enero los criollos y los mestizos de las ciudades peruanas expresaron su amarga
reprobación a las innovaciones fiscales implantadas por el visitador general de
Carlos III, José Antonio Areche; estas eran, claro está, parte del gran proyecto que
Gutiérrez de Piñeres había de implantar en la Nueva Granada. Estallaron desór-denes en Arequipa, Tarma, La Paz, Cochabamba y Cuzco. Aunque participaron
algunos indios, los disturbios eran esencialmente protestas contra los impuestos
1 Mi análisis de Túpac Amaru se basa en fuentes secundarias. Las más extensas son BoleslaoLewin, La revolución de Túpac Amaru y los orígenes de la emancipación americana (BuenosAires, 1957), y Carlos Daniel Valcárcel, La rebelión de Túpac Amaru (3a. ed., Lima, 1970). Vertambién Jorge Cornejo Bouroncle, Túpac Amaru: la revolución precursora de la emancipacióncontinental (2a. ed., Cuzco, 1963); Lillian Estelle Fisher, The Last Inca 1780-83 (Norman, 1966);
J.R. Fisher, Government and Society in Colonial Peru: The Intendant System 1784-1814 (Londres,1970), cap. 1; Vicente Palacio Atard, Areche y Guirior: observaciones sobre el fracaso de unavisita al Perú (Sevilla, 1946); Oscar Cornblit, “Levantamientos de masas en Perú y Bolivia duranteel siglo dieciocho”, Revista latinoamericana de sociología 7 (1970): 10-43; John H. Rowe, “Elmovimiento nacional inca del siglo dieciocho”, Revista Universitaria (Cuzco, 1954), no. 107.
Ver también la reseña de Rowe sobre Lewin en Hispanic American Historical Review 39 (1959):278-280 y su “The Incas under Spanish Colonial Institutions”, ibíd. 37 (1957): 155-99. Para unaamplia colección de fuentes primarias ver la Colección documental de la independencia del Perú,27 vols. (Lima, 1971-73). El volumen segundo, compuesto por cuatro gruesos tomos editadospor Daniel Valcárcel, se refiere a Túpac Amaru.
El pueblo.indb 139 08/06/2009 04:38:45 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 138/375
140
John Leddy Phelan
dirigidas por la noblesse de robe criolla, congregada en torno al virrey Manuel
de Guirior. La creación de aduanas, los aumentos en algunas alcabalas, la
imposición de un impuesto personal a los mestizos –impuesto identificadocon los indios, a quienes los mestizos menospreciaban como inferiores– pro-
vocaron motines y vigorosas protestas, pero sin derramamiento de sangre.
El movimiento fue en realidad una guerra de palabras. En las plazas se
leyeron numerosos pasquines, muchos más de los que aparecieron en la Nueva
Granada. Unos pocos llegaban a injuriar a la persona de Carlos III de España
e incluían palabras amables para el enemigo de España, Jorge III de la Gran
Bretaña. Pero el espíritu de los panfletos era el del lema tradicional, “Viva el
rey y muera el mal gobierno”. Los pasquines fustigaban “con encendida cóleralos nuevos impuestos y a los nuevos recaudadores, públicamente denunciados
como ladrones, pero seguían expresando una fe intensa, aunque primitiva, en
que el rey corregiría los agravios infligidos a sus pobres súbditos.
Pero la revuelta que estalló en noviembre de 1780 poco tenía que ver
con las protestas de los criollos. Sin embargo, la coincidencia cronológica habría
de tener consecuencias fatales para su instigador, Túpac Amaru.
Mestizo de nacimiento, Túpac Amaru vivía en dos mundos: el
hispano-indio y el criollo-hispano. Educado esmeradamente a la española,casado con una criolla, llevaba una vida de ostentación al estilo criollo. En
el decenio de 1770 había tratado de convertirse en vocero de la comunidad
indígena, dentro de las normas de la estructura de poder colonial de Lima.
Cacique hereditario de Pampamarca, Tungasuca y Surimana, había tratado
de aliviar a su pueblo de las cargas más inicuas que se le habían impuesto:
acabar con la autoridad de los corruptos y arbitrarios corregidores de indios,
y aliviar el trabajo forzado dentro del sistema de la mita. El visitador general
lo censuró y le ordenó que volviera a sus tierras. Allí, en noviembre de 1780,izó el estandarte de la rebelión.
A Túpac Amaru podría aplicársele un término utilizado respecto a la
situación vivida en el siglo XX por los africanos europeizados. Era un hombre
marginal cogido entre dos culturas, una víctima de “herencias mutiladas”. La
tensión entre estos dos legados estalló como consecuencia del trato desdeñoso
que le dio el visitador general. Se sintió rechazado por el mundo criollo español,
El pueblo.indb 140 08/06/2009 04:38:45 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 139/375
141
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
al que creía pertenecer, y volvió al mundo indígena, que era también su herencia.
Afirmando su lealtad al rey y a la Iglesia, Túpac Amaru trató de formar una
coalición de indios, mestizos, criollos y negros contra los aborrecidos chapetones.Pero cometió dos errores de cálculo trágicos. Los plebeyos indios, amargados
por siglos de explotación, no respondieron al programa integracionista de
Túpac Amaru, sumamente hispanizado. Además, en noviembre de 1780 buena
parte de la insatisfacción de criollos y mestizos se había apaciguado gracias
a concesiones oportunas de las autoridades en Lima, y los llamados de Túpac
Amaru cayeron en oídos sordos. En esa sociedad multiétnica y plural era, de
todos modos, improbable que un gran número de criollos y de mestizos se
incorporara a un movimiento encabezado por los indios. La blancura de la piel
constituía uno de los determinantes principales del prestigio social, y tanto
criollos como mestizos se sentían intrínsecamente superiores a los indios. La
sistemática destrucción de propiedades y el odio de la plebe india a todos los no
indios suscitaba el espectro de la revolución social, en la que quedarían barridos
todos los privilegios de los no indios. Entre una revolución social encabezada
por los indios y el mantenimiento del statu quo colonial no había elección
posible para los criollos y mestizos.
La revolución india no concluyó con la captura y ejecución de Túpac
Amaru el 15 de mayo de 1781 –en algunas regiones prosiguió durante más
de tres años–, mas estaba destinada al fracaso. La única fórmula que ofrecía
hasta cierto punto una promesa realista de éxito era la gran coalición de todos
los grupos étnicos contra los españoles europeos.
La Nueva Granada, en este aspecto, es antítesis del Perú. Por primera
vez en la América española surgió una coalición multiétnica. El hecho lo explican
en gran parte los factores demográficos. Como se observaba en el capítuloanterior, los indios de las provincias de Santa Fe, Vélez, Sogamoso y Tunja
representaban pequeñas minorías dentro del grueso de la población consistente
en blancos y grupos mezclados. Los indios no podían aspirar nunca a dirigir un
movimiento de protesta; a lo más que podían aspirar era a que sus reclamos
se incorporaran a los de una coalición amplia dirigida por las élites criollas y
sus aliados subordinados, los mestizos. En la Nueva Granada éstos eran socios
El pueblo.indb 141 08/06/2009 04:38:45 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 140/375
142
John Leddy Phelan
muy minoritarios, que tuvieron influencia limitada aunque no desdeñable en
los acontecimientos.2 Además, el vertiginoso descenso de la población india
en las provincias de Santa Fe y Tunja recortaba las bases socioeconómicasde la influencia de los caciques. Por esta razón la eficacia de los dirigentes
indios en la Nueva Granada era muy inferior a la del Perú.
En contraste, la población indígena en la sierra peruana seguía siendo
densa y compacta; en muchas zonas los indios aventajaban por mucho a los
no indios. A lo largo del Perú los indios, pese a estar en disminución, constituían
una cómoda mayoría dentro del total de la población –en 1792 había 609.894
indios y 467.228 no indios. De ahí que los motivos de queja entre los indios
del Perú y los de la Nueva Granada fueran muy distintos.En el Perú los indios estaban resentidos por las exacciones de los
corregidores de indios y por el trabajo forzado en las minas. En la Nueva
Granada los principales motivos de descontento eran dos: la reducción de los
resguardos y el temor de ser absorbidos por la comunidad no india, de perder
su identidad de indios.
No era ese el caso en el Perú, donde la supervivencia de los indios
como grupo no estaba en cuestión y donde indios y no indios rara vez vivían
en las mismas localidades, como lo hacían en la Nueva Granada. Allí los indioshablaban español; el quechua y el aimará sobrevivían vigorosamente como
lenguas domésticas en el alto y bajo Perú.
Un grupo indígena luchaba por su supervivencia en el Perú. La clase de
jefes indios hereditarios que alegaban descender de la realeza y de la nobleza
anteriores a la Conquista era numerosa todavía y seguía funcionando como grupo
social reconocible. Pero en el siglo XVIII toda una serie de presiones estaba soca-
vando su posición social y económica: la decadencia continuada de la economía
peruana, a medida que México se convertía en el productor más lucrativo deplata dentro del imperio español; el persistente descenso de la población india;
la sustracción gradual de la inmensa jurisdicción administrativa y del monopolio
burocrático del comercio de que antes había disfrutado Lima. A todos estos
2 Cárdenas Acosta puede tener razón cuando critica a Arciniegas por exagerar la Importanciade los indios, pero también puede reprochársele a Cárdenas Acosta que hable del movimiento delos comuneros como “obra exclusiva de los criollos” (Los Comuneros, pág. 167).
El pueblo.indb 142 08/06/2009 04:38:45 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 141/375
143
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
factores debe añadirse la desconfianza innata que los burócratas de Carlos III
sentían por los privilegios heredados, personificados en los caciques.
Ellos eran los modestos beneficiarios del statu quo colonial. La preserva-ción del sistema redundaba en su beneficio. Sin embargo, estos jefes hereditarios
tenían que maniobrar en medio de la triple presión constituida por la burocracia
imperial, su deseo de enriquecerse a expensas de sus subordinados, y el descon-
tento de la plebe india. Sólo en circunstancias muy difíciles abandonaron la causa
española para lanzarse a la rebelión armada. Una de estas raras ocasiones fue,
claro está, la de 1780. Pero incluso entonces, pese al deterioro de la economía
en general y a la consiguiente erosión de sus modestos privilegios, una minoría
considerable, de unos veinte caciques, abrazó la causa de los españoles. Su
apoyo contribuyó notablemente a la derrota de Túpac Amaru.
En el Perú la situación estaba altamente polarizada, con el resultado de
que la revolución de Túpac Amaru se convirtió en guerra racial entre indios y no
indios. En la Nueva Granada los factores de más peso se combinaron para hacer
posible una coalición multiétnica, y esa coalición determinó dos aspectos
básicos del movimiento. En primer lugar, las exigencias de los indios eran
mucho menos radicales que en el Perú. En segundo término, el aspecto más
extraordinario de la Revolución de los Comuneros fue la ausencia de violencia.
Fue “una revolución limpia”. Tan sólo un puñado de personas perdió la vida en
el griterío y las vociferaciones de las plazas de pueblo. Hubo sólo dos batallas.
En Puente Real de Vélez, por ejemplo, no hubo pérdida de vidas. Fueron muy
escasos los saqueos a la propiedad privada, fuera de la quema de tabaco y del
derramamiento de aguardiente, pertenecientes ambos a los monopolios reales.
En el Perú, al contrario, predominó la violencia. Hubo varias batallas cam-
pales, con considerable pérdida de vidas; era frecuente el pillaje de la propiedadprivada. En Perú y Bolivia pudieron haber muerto hasta 100.000 indios.
La Revolución de los Comuneros se habría presentado estuviera o no
sosegado el Perú. En la Nueva Granada los agravios eran muy hondos. Anotaba
en el capítulo 5 que el estallido de la revolución del Perú en noviembre de 1780
había tenido influencia indirecta en la erupción de violencia en el Socorro el 15 de
marzo de 1781, pero aunque el rumor falso de que Túpac Amaru había tomado
El pueblo.indb 143 08/06/2009 04:38:45 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 142/375
144
John Leddy Phelan
a Cuzco y Lima evidentemente lo estimuló, no fue causa en sí mismo de que los
plebeyos se amotinaran ni de que las élites locales guardaran una neutralidad
gruñona durante el crítico mes que va del 15 de marzo al 16 de abril.Puede parecer paradójico que el ejemplo de Túpac Amaru al parecer
hubiera influido más en los criollos y en los mestizos que en los indios de las
provincias de Santa Fe y Tunja. Aunque estuvieran mal informados, los criollos
y los mestizos de la Nueva Granada veían los acontecimientos del Perú como
un levantamiento contra los ministros del rey, más que como una rebelión de
los indios. La paradoja se atenúa considerablemente ante el hecho de que los
descendientes de los chibchas no necesitaran el modelo peruano de un dinasta
anterior a la Conquista en torno al cual congregarse. Tenían ya su propio símboloindígena monárquico en la persona de don Ambrosio Pisco, descendiente directo
de los caciques de Bogotá anteriores a la Conquista.
Antes de volvemos a la triste e insólita trayectoria de Ambrosio Pisco
debe decirse algo acerca de lo que no ocurrió en la audiencia de Quito, porque
ello proporciona un fuerte contraste con el Perú y la Nueva Granada.
Quito, flanqueado al sur por el Perú y al norte por la Nueva Granada,
se mantuvo extraño y notablemente tranquilo durante el año tumultuoso de
1781. José García de León y Pizarro, presidente, regente y visitador generalde la audiencia de Quito, estaba comprensiblemente nervioso. Se quejaba de
intrigas y de descontentos de ciertos oidores criollos en la audiencia, pero no
se presentaron disturbios en las calles. Aseveraba que las capitulaciones de
Zipaquirá habían tenido un efecto en Quito mucho más inquietante que la san-
guinaria revolución de Túpac Amaru.3 Todo lo cual insinúa que el descontento
3 García de León y Pizarro a Gálvez, 18 de julio, 18 de diciembre de 1781, AGI/Audienciade Quito 241; Caballero y Góngora a Gálvez, 6 de febrero de 1783, CR; Actas de Cabildo, Archivo
Municipal, Quito, 1771-81. García de León y Pizarro reaccionó ante el asesinato de un funcionariofiscal en Pasto con el envío de 150 soldados veteranos a Ibarra, pero en el distrito de Quito no seprodujeron conmociones: Archivo Nacional Histórico, Quito, volumen 179, fs. 197-250. Para elalzamiento de Pasto, ver cabildo de Pasto a la junta de tribunales, 22 de junio de 1781, AGI/ASF663-A. Incluso Lewin, que ve en términos continentales la rebelión de Túpac Amaru, no lograpresentar un argumento convincente de que el movimiento peruano hubiera tenido repercusionesvisibles en Quito (Túpac Amaru, págs. 668-72). García de León y Pizarro a Gálvez, AGI/Audienciade Quito 241. En agosto de 1781 Quito le envió un aporte, muy bien acogido, de 186.000 pesos alvirrey en Cartagena. García de León y Pizarro a Gálvez, 18 de agosto de 1781, AGI/Audienciade Quito 241.
El pueblo.indb 144 08/06/2009 04:38:45 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 143/375
145
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
superficial que podía reinar estaba limitado a un pequeño círculo de burócratas
criollos de la clase alta.
La población india, que seguía siendo densa, se mantuvo pasiva. Unaexplicación razonable es la de que durante el siglo XVIII se había producido
una cadena de levantamientos indígenas locales, posiblemente impulsada por
la decadencia de los “obrajes” (talleres textiles).4 El descontento indio pudo
haber sido tan agudo como lo era al sur y al norte, pero las frustraciones de
los aborígenes se habían disipado gradualmente en una larga serie de revueltas
locales, mientras que en el Perú y la Nueva Granada el descontento se concentró
en un estallido de indignación masivo.
En 1765 Quito presenció un motín importante, cuando se estableció elmonopolio real del aguardiente. Los amotinados fueron plebeyos. Las autoridades
locales acusaron a ciertos terratenientes criollos prominentes de retirarse a sus
posesiones y de limitarse a permanecer neutrales. Aunque las muchedumbres
se apoderaron de la fábrica de aguardiente, el intento de asaltar y de capturar el
palacio real en la plaza principal fue frustrado por los peninsulares, algunos
de los cuales eran meros jovenzuelos.5 En respuesta al motín inicialmente sólo
pudieron optar por una política prudente de retroceso conciliatorio. Sin embargo,
al cabo de un año se volvió a implantar el monopolio del aguardiente, despuésde la llegada de un contingente de tropas procedente de Lima.
El motín antimonopolístico de Quito, ya en 1765, constituyó una
advertencia a las autoridades sobre la conveniencia de reforzar las guarniciones
militares. Por su parte, Bogotá no tuvo esa advertencia. León y Pizarro, el
homólogo en Quito de Gutiérrez de Piñeres, era firme partidario de que la reor-
ganización del ejército debía preceder a los cambios fiscales. Lo era también el
virrey Flórez en Bogotá, pero Gutiérrez de Piñeres rechazó de plano su opinión.
Cuando en 1781 estalló la Revolución de los Comuneros en la Nueva Granada,la única guarnición de soldados profesionales en las provincias de Santa Fe y Tunja
4 Un análisis de esos levantamientos indios locales en el siglo XVIII es el tema de una tesisdoctoral que está redactando Segundo Moreno en la universidad de Bonn.
5 Pedro Fermín Ceballos, Resumen de la historia del Ecuador, 10 vols. (Quito, 1972), 4:94-103;Federico González Suárez, Historia general de la república del Ecuador. 9 vols. (Quito, 1890-94),5:206-66; Lewin, Túpac Amaru. págs. 126-29.
El pueblo.indb 145 08/06/2009 04:38:45 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 144/375
146
John Leddy Phelan
consistía en una guardia de 75 soldados estacionados en la capital. No había
milicias provinciales en funcionamiento. A su vez, León y Pizarro contaba con
una fuerza disciplinada de unos 2.610 soldados en la sierra y 1.540 estacionadosen Guayaquil. Allan J. Kuethe insinúa que, aunque no pueda demostrarse una
relación directa entre la preparación militar y la tranquilidad interna, existe entre
las dos una sorprendente correlación. En el distrito de Popayán, situado en
el sur de la Nueva Granada, donde ya se había producido parcialmente una
reorganización del ejército, no se presentaron disturbios.6
De ahí que la explicación, así sea parcial, para la tranquilidad de Quito
se basa en la interacción de estas tres circunstancias: 1) la dispersión del
descontento indígena en una serie de revueltas locales durante un largo periodode tiempo, 2) el motín del ron en 1765, y 3) la reorganización del ejército.
Don Ambrosio Pisco, príncipe de Bogotá y señor de ChíaNada ejemplifica tan vivamente los contrastes entre los alzamientos indios en el
Perú y la Nueva Granada como las personalidades y las trayectorias de Túpac
Amaru II y Ambrosio Pisco, jefe titular de los indios de las provincias de Santa
Fe, Tunja, Vélez y Sogamoso. Ambos pretendían ser descendientes directos
de las monarquías anteriores a la Conquista, y a que se les reconociera comotales. Ambos tenían antepasados españoles, y eran por tanto mestizos. Ambos
tenían fortunas modestas derivadas primordialmente de recuas de mulas con
las que transportaban mercancías. Aquí concluye el paralelo. Ambrosio Pisco
era un negociante muy exitoso que no mostró interés por la política hasta que
lo atraparon los dramáticos sucesos de 1781. Túpac Amaru, por su parte, había
pasado quince años como vocero espontáneo de la comunidad indígena antes
de tomar en 1780 la vía de la revolución.
El entonces fiscal de la audiencia, Francisco Antonio Moreno y Escandón,
a fines de los años 1770 había exhortado a Pisco para que asumiera la jefatura
activa de la comunidad indígena, pero Pisco prefería dedicarse a sus empresas
comerciales.7 No cabe duda de que el fiscal esperaba que la intervención de
6 Kuethe, “Military Reform”, págs. 94, 116-117.7 Pisco al fiscal (sin fecha, tal vez finales de junio de 1781), AHN, Caciques e Indios, 26:1-10.
El pueblo.indb 146 08/06/2009 04:38:45 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 145/375
147
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Pisco tranquilizara a los ya inconformes indígenas, resentidos por su política
de consolidación de los resguardos.
A pesar de ser indio, la fortuna de Pisco era mucho mayor que lade la mayoría de los criollos, socialmente superiores, que dirigieron el movi-
miento. En Güepsa, donde solía residir, poseía una hacienda bien provista de
ganado vacuno y de mulas, y era también administrador de los monopolios
de aguardiente y tabaco, cargo por lo general reservado a ciudadanos ricos
o socialmente prominentes. En Moniquirá y en la calle real de Bogotá poseía
lucrativas tiendas de lienzos. Además, manejaba recuas para el transporte de
mercancías.8 Había consagrado su carrera a la agricultura y al comercio, con lo
que había acumulado una sólida fortuna. La última carta suya de que se tienenoticia, escrita poco antes de su muerte, cuando estaba desterrado en Cartagena,
se refería a una deuda de diez pesos.9
Su abuelo paterno, don Luis Pisco, y su hermano mayor, don Ignacio
Pisco, habían sido caciques hereditarios de Bogotá. Su esposa y prima
hermana era también nieta de don Luis Pisco.10 Los Piscos remontaban su
origen a la realeza de la preconquista y eran muy respetados en toda la
región donde antes dominaran los chibchas. En el periodo colonial ocupaban
posiciones duales. Como caciques de Bogotá tenían un título cuya legitimidadprovenía de sus antepasados chibchas. También sirvieron frecuentemente como
gobernadores de Chía.11 Antes de la Conquista el heredero al trono chibcha
poseía el título de señor de Chía, pueblo situado a unos veinte kilómetros al
norte de Bogotá. Sin embargo, después de la Conquista el gobernador de Chía era
un burócrata nombrado por el corregidor local y responsable ante él. El último
cacique de Bogotá que mantuvo el prestigio y la pompa del título fue don Luis,
8 Inventario de sus bienes, 4 de septiembre de 1781, AHN, Los Comuneros, 14:16-21. El 4de septiembre de 1781 fue detenido y juzgado por la audiencia por su papel en el movimiento delos comuneros. Algunos documentos claves del juicio fueron publicados por Posada, Los Comu-neros, págs. 434-443. El volumen 14 de la colección de Los Comuneros en el AHN contiene unadocumentación completa del litigio. En adelante me referiré a esa colección.
9 Ambrosio Pisco a José Ignacio Ramírez, Cartagena, 25 de octubre de 1782, colección deHoracio Rodríguez Plata en la Casa de la Cultura, Socorro.
10 AHN, Caciques e Indios, 26:1-10.11 Para algunas referencias a los Piscos como gobernadores de Chía ver ibíd., fs. 955-57 (1709)
y 49:197-214 (1734).
El pueblo.indb 147 08/06/2009 04:38:46 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 146/375
148
John Leddy Phelan
el abuelo de Ambrosio Pisco. Rico y elegante, vivía tan a lo grande como para
impresionar a sus seguidores indígenas y a algunos observadores españoles.12
Pero en 1781 el cacicazgo se había reducido a unas pocas aldehuelas en lascercanías de la capital.
En contraste con el Perú, donde la nobleza india era todavía rica y
numerosa, los caciques, en cuanto tales, habían desaparecido virtualmente de
las provincias de Santa Fe y Tunja en 1781.13 Ambrosio Pisco, por ejemplo,
seguía siendo rico, pero no porque fuera cacique, sino porque vivía como un
criollo o un mestizo.
Ambrosio Pisco tenía solamente dos calificaciones para el mando. Una
era el accidente de su ancestro.14 La otra era su sustancial fortuna, que inspirabaconfianza tanto a los criollos como a los indios. Mientras más se examina su
breve y patética trayectoria, más parece haber sido atrapado por una cadena de
acontecimientos que escapaban a su control. Fue escogido no una sino dos veces
para el papel de jefe titular de los indios: por los criollos y por los indios. Estas
aclamaciones arrojan buena luz sobre la naturaleza de la revolución indígena,
por una parte, y sobre la de la coalición multiétnica, por la otra.
En marzo de 1781 Ambrosio Pisco contaba cuarenta años.15 El primer
domingo después de Pascua las tropas comuneras del Socorro llegaron a supueblo natal de Güepsa. Se produjo un motín con las características usuales,
en el que se quemó tabaco del monopolio real y se derramaron a las calles las
cubas de aguardiente. La reacción de Ambrosio Pisco fue típica de muchas de
las gentes acomodadas de la época. Desconcertado, se ocultó en la residencia
del cura local. Por su propia iniciativa Pisco fue luego a Puente Real de Vélez a
reiterar su lealtad a la causa del rey, ofreciendo sus servicios al oidor Osorio y al
corregidor Campuzano. Prometió que le suministraría al oidor mulas, caballos y
12 Filippo Salvatores Gilij. Ensayo de historia americana, o sea la historia natural, civil y sacrade los reinos, y de las provincias de tierra firme en la América meridional (Bogotá, 1960). Gilijera un jesuita italiano que estuvo en Bogotá entre 1743 y 1749, antes de servir durante muchosaños en las misiones del Orinoco.
13 En la voluminosa sección del AHN titulada Caciques e Indios, hay relativamente pocos casosacerca de sucesiones de cacicazgos.
14 Para su sucesión ver AHN, Caciques e Indios, 26:1-10.15 Nació en Chía en 1737, ibíd., 26: 1-10.
El pueblo.indb 148 08/06/2009 04:38:46 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 147/375
149
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
carne. Buen negociante como era, anticipaba una buena utilidad. Después de
regresar a Güepsa para cumplir el contrato, recibió varias amenazas inquietantes
de capitanes comuneros en el sentido de que si no se les unía sería asesinadoy confiscadas sus propiedades. Tras esconder algunos de sus bienes muebles
en la casa cural, nuevamente se ocultó. El 7 de mayo su esposa recibió una
carta de los capitanes comuneros Pedro Fabio de Archila, Melchor de Rueda y
el sargento Pimentel en la que amenazaban tanto sus bienes como su vida si
no se les unía para sitiar a las acorraladas fuerzas del oidor Osorio en Puente
Real. Completamente intimidado, Ambrosio Pisco se unió a la causa de los
comuneros, y volvió a Puente Real. Sostenía no haber participado activamente
en los motines que llevaron a la rendición de Osorio.16 La victoria de PuenteReal convirtió una pequeña rebelión local en el Socorro en una posibilidad
mucho más intimidante.
Mientras estaba en Puente Real, Ambrosio Pisco fue proclamado
capitán de la “empresa”. Así comenzó el proceso por medio del cual la jefatura
de los comuneros lo eligió jefe titular del contingente indio en la coalición.
Lo que comenzó en Puente Real lo completó después, en Zipaquirá, Juan
Francisco Berbeo.
El capitán regresó a su pueblo de Güepsa, obviamente desdichadoy reticente ante su nuevo papel político. Reuniendo todo su coraje, que no
carecía de límites, hizo caso omiso de las amenazas de los jefes comuneros, y
de Güepsa salió para Bogotá con una recua cargada de algodón, telas y azúcar.
Evidentemente, pensaba que en la capital podría escapar a las presiones que se
estaban acumulando sobre él.17 Si ese era su propósito, resultó infortunado el
no haber huido sin la recua y las mercancías. Pero al parecer no podía resistir
la tentación de ganarse unos pesos.
Camino a la capital, en el Boquerón de Simijaca los indios lo aclamaroncomo jefe, con entusiasmo delirante. Lo obligaron a iniciar lo que habría
de convertirse en marcha triunfal por las aldeas indias de Susa, Ubaté y
Nemocón, hasta llegar a Zipaquirá. Por doquier los indios lo agasajaban con
16 Ver confesión de Pisco, AHN, Los Comuneros, 14: 28-35.17 Ibíd.
El pueblo.indb 149 08/06/2009 04:38:46 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 148/375
150
John Leddy Phelan
tambores, cohetes y cornetas. En algunas localidades los aborígenes entu-
siasmados besaban los estribos de su montura y lo aclamaban como un ángel
enviado por Dios para liberarlos de la opresión. Lo proclamaron “príncipe deBogotá” y “señor de Chía”.18 Los indios, tanto tiempo maltratados, veían en
Ambrosio Pisco a un salvador, aunque él se viera apenas como un comerciante
y un agricultor.
Asumió con vacilaciones su nuevo papel político. Con el argumento falso
de que su abuelo había hecho otro tanto, lo persuadieron a que firmara una
carta con el doble título de príncipe de Bogotá y señor de Chía.19 Los caciques
indios disfrutaban de varios honores, entre ellos el derecho a usar el título de
don y todos los otros privilegios acordados tradicionalmente a los hidalgosde Castilla. Sin embargo, a los caciques les estaba prohibido específicamente
utilizar el título de señor, y menos aun el de príncipe, ya que en la jurisprudencia
española ambos denotaban claramente soberanía política.20
En Ubaté las autoridades españolas acusaron a Ambrosio Pisco de
haberles ordenado a los indios que no pagaran su tributo anual. En su defensa
Pisco alegó que la orden no había procedido de él sino de José Antonio Galán,
quien unos días antes había pasado por ese pueblo. Todo cuanto él hizo fue
confirmar la orden de Galán, mientras la audiencia no decidiera otra cosa.21
Pisco negó rotundamente el cargo formulado contra él por el fiscal de
la audiencia Manuel Silvestre Martínez de haberles prometido a los indios la
devolución de sus ancestrales salinas en Nemocón –expropiadas pocos años
atrás– “así le costara la fortuna y la vida”. Al abogar por un tratamiento justo
de los aborígenes, admitió haberles expresado a los indios de Nemocón su
esperanza de que la audiencia les devolviera las minas de sal.22 Acusado por el
fiscal de haber exigido tributo a los indios, Pisco alegó que se lo habían ofrecido
voluntariamente en varias ocasiones.23
18 Declaración de Cabrera, ibíd., fs. 10-14; confesión de Pisco, fs. 28-35.19 Abogado de Pisco, 19 de diciembre de 1781, ibíd., fs. 39-42. La carta aparece publicada en
Posada, Los Comuneros, pág. 440.20 Fiscal a la audiencia, 16 de octubre de 1781, AHN, Los Comuneros, 14:36-39. El abogado
de Pisco así lo reconoció, ibíd., fs. 39-42.21 Ibíd., fs. 28-42.22 Calderón, Elementos, págs. 371-409.23 AHN, Los Comuneros , 14:28-42.
El pueblo.indb 150 08/06/2009 04:38:46 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 149/375
151
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Los acontecimientos estaban impulsando al reticente mercader a desem-
peñar con más audacia su nuevo papel. En el mes de junio, tras la conclusión
de las capitulaciones de Zipaquirá, le hizo solicitud formal a la audiencia paraque lo reconociera como sucesor legal de su abuelo y de su hermano como
cacique de Bogotá. En su petición planteaba implícitamente la pretensión a la
jefatura en toda la región chibcha, y pedía que la jurisdicción del cacicazgo se
ampliara hasta incluir las provincias de Santa Fe, Tunja, Vélez y Sogamoso.24
Aunque ostensiblemente Pisco hizo la solicitud en su propio nombre, la verda-
dera iniciativa provenía tanto de los indios como de los dirigentes criollos del
movimiento de los comuneros.
Los indios deseaban un jefe, un reyezuelo si se quiere, con pretensionesa la legitimidad anterior a la Conquista, y que les sirviera de vocero y de
comandante. Los criollos necesitaban un jefe eficaz pero manejable para el
contingente indio en su coalición multiétnica. Se daban bien cuenta de la honda
insatisfacción de la comunidad indígena. No descartaban, y probablemente
la exageraban, la posibilidad de que el malestar pudiera llevar a la violencia, la
destrucción de propiedades privadas e incluso a un alzamiento social de mayores
alcances. Para ellos Ambrosio Pisco era un candidato ideal a la jefatura de
los indios. Estos lo aceptaban con entusiasmo; era un indio hispanizado sin
verdadero ímpetu político, y de hecho demostró ser un instrumento maleable
para encauzar la cólera de los indios.
Durante los días febriles que precedieron a la firma de las capitulaciones
de Zipaquirá el 7 de junio, Pisco sirvió de alguacil para impedir que el descon-
tento de los indios se desbordara en violencia. El que los airados indios no se
dedicaran al pillaje y al saqueo en gran escala se debe en buena parte a sus
esfuerzos.25 Hombre acaudalado, que vivía como un blanco y que carecía de
24 Ibíd., también AHN, Caciques e Indios, 26:1-10.25 Tal era la meditada opinión del arzobispo: Caballero y Góngora a Gálvéz, 15 de octubre de
1782, AGI/ ASF 594. Para otras interpretaciones de Ambrosio Pisco que en varios aspectos difierende la mía ver: CA, 1:286-88, 293-98, 2:92-93, 136-37, 223-24; Liévano Aguirre, Los grandesconflictos, págs. 470-73; Arciniegas, Los Comuneros, págs. 141-48. Sólo se presentó un motínviolento, en el que varios indios perdieron sus vidas, el 1º de septiembre en Nemocón, varias semanasdespués de Zipaquirá. Si bien el incidente precipitó la detención y el juicio de Pisco por parte de laaudiencia tres días después, Pisco se encontraba entonces en Bogotá, no en Nemocón. Tampoco laaudiencia lo acusó de participación en el motín. Para el motín de Nemocón ver CA, 2:137-38.
El pueblo.indb 151 08/06/2009 04:38:46 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 150/375
152
John Leddy Phelan
verdadero interés por la política, don Ambrosio no podía desempeñar papel
distinto del de pacificador.
De ahí que el proceso de ganarse a Ambrosio Pisco para los criollos,iniciado en Puente Real, culminara en Zipaquirá. Durante las tormentosas
negociaciones allí, cuando la muchedumbre gritaba y vociferaba frente a la
casa cural, Ambrosio Pisco actuó obedientemente como vocero titular de los
indios. Las capitulaciones contenían algunas concesiones significativas para
mitigar el descontento de aquellos pero el contenido y el alcance de éstas fue
determinado evidentemente por los dirigentes criollos, no por Pisco.26
En suma, la revolución de los indios de las provincias de Santa Fe,
Tunja, Vélez y Sogamoso fue profundamente tradicionalista. Aunque lalegitimidad de Ambrosio Pisco se basaba en ser descendiente de la monarquía
de la preconquista, los indios no trataban de repudiar la cultura hispánica. No
rechazaban a la Iglesia ni a sus ministros, a quienes se sentían honda, aunque
supersticiosamente vinculados, y aunque protestaran contra algunas ex acciones
cometidas por el clero. Existían la devolución de sus resguardos y de las salinas,
que les habían sido otorgadas siglos atrás por las autoridades españolas. Por
encima de todo, anhelaban desesperadamente conservar su identidad como
comunidad autónoma dentro de una sociedad multiétnica. Su protesta no sedirigía contra la sociedad hispánica dentro de la cual vivían. Exigían más bien
que esa sociedad viviera conforme a los principios que profesaba.27
Rebelión en los llanosEn las planicies cálidas que comienzan en las estribaciones de la cordillera
oriental de los Andes, los llanos orientales, se produjo en 1781 una revolución
indígena más radical. La provincia de Los Llanos de Santiago de las Atalayas
estaba al oriente de la cordillera Oriental, al nordeste de Tunja y al sudeste delSocorro. La variable clave para determinar la naturaleza tradicionalista o radical
de estos alzamientos es el grado de hispanización de los aborígenes.
26 El papel de Pisco en Zipaquirá se relatará en el capítulo 11. El capítulo 12 contiene un análisisdetallado de las concesiones otorgadas a los indios en las capitulaciones.
27 La protesta de los indios coincide en gran parte con el modelo de Eric J. Hobsbawm en Primitive Rebels (Nueva York, 1963).
El pueblo.indb 152 08/06/2009 04:38:46 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 151/375
153
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Hasta la segunda mitad del siglo XVIII los llanos habían estado muy
aislados de los valles del altiplano, y había muy pocos colonos españoles.
Estas llanuras, sujetas a frecuentes inundaciones, comenzaron a vincularse ala economía de las tierras altas cuando se abrió un camino por Cáqueza que
permitía llevar a las tierras altas el ganado flaco de los llanos. Los jesuitas
fundaron varias ganaderías lucrativas antes de su expulsión en 1767, las
cuales fueron rematadas por la audiencia entre los criollos ricos de Bogotá.
Entre los compradores estaba el opulento y discutido marqués de San Jorge de
Bogotá. Él contribuyó a financiar la expedición encabezada por José Antonio
Villalonga, que restauró la hegemonía española en la región después de la
revuelta de los comuneros.28 El gobernador de la provincia en 1781 era don
Luis de Caicedo y Flores Ladrón de Guevara, miembro de un clan importante
de burócratas criollos en Bogotá.
La rebelión se extendió por los llanos en 1781. Los rebeldes hicieron
huir al gobernador Caicedo. Sus propiedades personales, cargadas en una
recua escoltada por dos sacerdotes, fueron confiscadas por un grupo de indios
hostiles. Pueblos y asentamientos como Pore, Chire, Támara, Ten, Manare, Paya,
Cravo, Pista y Labranzagrande se levantaron. Se movilizaron mil quinientos
indios mal armados. Varios colonos blancos fueron sitiados en sus casas. La
hostilidad de los indios estaba dirigida contra los colonos blancos, muchas
de cuyas propiedades fueron destruidas. La revolución de los llanos no sólo
fue antiblanca sino ferozmente anticlerical. Ninguna de esas dos actitudes se
manifestó entre los indios del altiplano, mucho más hispanizados.29
Antes de 1767 esta región, muy poco poblada, había sido territorio de
misiones de los jesuitas. En 1779 la población total de la provincia llegaba tan
sólo a 21.159 personas, de las cuales 14.627 estaban clasificadas como indios.Había 1.305 blancos, 6.109 mestizos y 118 esclavos.30 Después de la expulsión
de la Compañía de Jesús ocuparon su lugar los dominicos, los franciscanos y
28 José Villalonga a Carlos III, 28 de junio de 1784, en Posada, Los Comuneros. págs. 425-30.29 Las principales fuentes primarias están en AHN, Los Comuneros, 6:49-62.30 Silvestre, Santa Fe de Bogotá. págs. 44-46.
El pueblo.indb 153 08/06/2009 04:38:46 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 152/375
154
John Leddy Phelan
los agustinos.31 Los aborígenes habían sido cristianizados sólo a medias por los
jesuitas, y sus sucesores eran ostentosamente ineficaces. Los neófitos mostraban
intensa hostilidad por sus mentores espirituales. Los indios airados atacaban lasiglesias y obligaban a huir al clero. Diseminaron la noticia de que su nuevo rey,
el inca Túpac Amaru, les enviaría sacerdotes que no los oprimieran. Los jefes
indios les decían a sus seguidores que no tenían por qué ir a misa o acudir a
las clases de catecismo a menos que lo quisieran, “porque ya los curas no
podían obligados a cosa alguna”.32 En las localidades donde los hombres estaban
siempre alejados de sus casas, cuidando los ganados, los indios nombraron
capitanas. Un sorprendido clérigo se lamentaba:
En fin, esta provincia parece la confusión del infierno: todos mandan, todos
se contradicen, no se oye ni se ven sino atentados, prueba de ello es la
puerilidad que han cometido de nombrar mujeres Capitanas, las que se han
empleado en hacer mal a las mujeres forasteras [peninsulares].33
Aunque los indios depusieron a varios regidores y alcaldes ordinarios
blancos, y obligaron a huir al gobernador de la provincia, el caudillo visible de
la rebelión fue un rico ganadero blanco, Francisco Javier de Mendoza. Mendoza
recibió una comisión del consejo supremo de la guerra en el Socorro, el que
obviamente procuraba explotar el descontento de los indios. Pero es claro
que los indios de los llanos no eran tan dúctiles como los del altiplano.
Aunque el capitán Francisco Javier de Mendoza se quejaba de no
poder responsabilizarse personalmente de la mala conducta de los indios,
probablemente tenía más control sobre sus seguidores del que quería admitir
en público. Como todo el mundo en 1781, se estaba cubriendo los flancos en
31 José Manuel Groot, Historia eclesiástica y civil de Nueva Granada, 5 vols., (Bogotá, 1956)2:128-146; Liévano Aguirre, Los grandes conflictos, págs. 315-22. El historiador jesuita JuanManuel Pacheco, autor de la bien documentada obra Los jesuitas en Colombia, todavía no llegadoal siglo XVIII.
32 CA, 1:253.33 Ibíd., pág. 252. Ver también el texto completo de esta carta en AHN, Los Comuneros,
6:53-56.
El pueblo.indb 154 08/06/2009 04:38:46 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 153/375
155
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
caso de que la “empresa” fracasara. Las pruebas circunstanciales que apoyan
esta hipótesis provienen de dos sucesos extraordinarios.
Los capitanes generales de la pequeña aldea del Cocuy, en la parte nortedel actual departamento de Boyacá, enviaron una carta enardecida a las
aldeas de Támara, Ten y Manare en los llanos. Invocaban el nombre mágico
de Túpac Amaru como nuevo rey coronado de todas las Indias:
Les participamos cómo hay coronado Rey nuevo en las Indias, y se llama
el poderoso don Josef Francisco Tupa Amaro, y dicen viene quitando todos
los pechos, y las demoras las hemos quitado nosotros a repulsa, quebrando
botijas de aguardiente y quemando tabaco; y al Administrador de la Salina lehemos quitado el dinero y 10 hemos vuelto a sus dueños; y así les avisamos
que si el Gobernador les cobra las demoras no se las den, y si los quisiere
castigar por eso, levántense contra él, y si no 10 hacen así nosotros vamos a
Santa Fe a hacerles la guerra a los santafereños, y si cuando volvamos no lo
han hecho así, iremos contra ustedes a hacerles la guerra. Les participamos
que se han levantado muchos lugares: ciudad de Vélez, villa de San Gil, el
Cocuy, Mogotes, Santa Rosa y otros muchos lugares.34
Ocho días antes, el 15 de mayo, en el lejano Cuzco el “rey” Túpac Amaru
había encontrado una muerte cruel a manos de las autoridades españolas, pero
el acontecimiento, por supuesto, no se conocía todavía en la Nueva Granada.
Cuatro semanas después, en la aldea montañosa de Silos, el Inca era
aclamado una vez más como monarca del Nuevo Mundo. Estas dos proclama-
ciones ameritan un análisis cuidadoso, ya que revelan cómo los jefes criollos del
Socorro y Bogotá estaban al parecer manipulando, en beneficio de sus propios
intereses, el descontento de los indios.
Derrocamiento de Carlos III de España: el Manifiesto de SilosEl 14 de junio de 1781, en la pequeña aldea de Silos, en las montañas al
sudoeste de la ciudad de Pamplona, se produjo uno de los acontecimientos más
34 CA, 1:253.
El pueblo.indb 155 08/06/2009 04:38:46 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 154/375
156
John Leddy Phelan
extraordinarios en la historia del imperio español. Carlos III, rey de España y
emperador de las Indias, quedaba destronado y se proclamaba a Túpac Amaru
II del Perú Inca y rey de toda la América del Sur española. En tono altisonantedecía la proclamación:
“Don José I, por la gracia de Dios, Inca, Rey del Perú, Santa Fe, Quito, Chile,
Buenos Aires y continente, de los mares del sur, Duque de la superlativa,
Señor de los Césares y Amazonas, con dominio en el gran Paitití, comi-
sionado y distribuidor de la piedad divina por el erario sin par.
“Por cuanto es acordado por mi consejo en junta prolija, por repetidas oca-
siones, ya secretas y públicas, que los reyes de Castilla han tenido usurpadala corona y los dominios de mis gentes cerca de tres siglos, pensionándome
los vasallos con insoportables gabelas y tributos, sisas, lanzas, aduanas,
alcabalas, estancos, contratos, diezmos, quintos, virreyes, audiencias,
corregidores y demás ministros, todos iguales en la tiranía, vendiendo la
justicia en almoneda, con los escribanos de esta fe, a quien más puja y
a quien más da, entrando en esto los empleados eclesiásticos y seculares
del Reino, quitando vidas a sólo los que no pudieron o supieron robar, todo
digno del más severo reparo.“Por tanto, y por los justos clamores, que con generalidad han llegado
al cielo, en nombre de Dios todopoderoso, mando que ninguna de las
pensiones se obedezca en forma alguna, ni los ministros europeos intrusos, y
sólo se deberá todo respeto al sacerdocio, pagándole el diezmo y la primicia
inmediatamente, como se da a Dios, y el tributo y quintos a su Rey y señor
natural, y éste con la moderación debida, y para el más pronto remedio,
y guarda de todo lo susodicho, mando se reitere y publique la jura hecha
de mi real corona, en todas las ciudades, villas y lugares de mis dominios,dándonos parte con toda brevedad de los vasallos prontos y fieles, para
el premio, e igual de los que se rebelaren, para la pena que les compete,
remitiéndonos la jura hecha”.35
35 Briceño, Los Comuneros, págs. 139-40. Cárdenas Acosta da como fecha del manifiesto deSilos el 14 de junio, mientras que Briceño lo fecha el 24 de mayo. La versión de Cárdenas Acostadel manifiesto de Silos es mucho más breve que el texto de Briceño, “¡Que viva el rey de Inga y
El pueblo.indb 156 08/06/2009 04:38:46 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 155/375
157
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Este documento, con sólo modificaciones menores al texto, había sido
encontrado cinco semanas antes, el 6 de abril, en el equipaje de Túpac Amaru
tras su captura por los españoles. En el proceso subsiguiente el fiscal lo citócomo prueba de que Túpac Amaru era un traidor, cuyo propósito deliberado era
derrocar la soberanía de la corona española. Hay un hecho incontrovertible.
Túpac Amaru nunca dio a conocer este manifiesto. El hecho ha llevado a ciertos
historiadores a concluir que el documento era un fraude, perpetrado por un
acusador excesivamente celoso y con el fin de asegurar la condena.36
Si bien probablemente jamás podrá establecerse de modo concluyente
la autenticidad del manifiesto con las pruebas de que se dispone, los españoles
no necesitaban acudir a falsificaciones para condenar a Túpac Amaru. Estehabía perpetrado actos suficientes para justificar su ejecución, desde el punto
de vista de un español realista.
Algunos historiadores de la revolución de Túpac Amaru, como Boleslao
Lewin y Daniel Valcárcel, defienden con vehemencia la autenticidad del
manifiesto de Silos. Sin embargo, su entusiasmo proviene en muy buena parte
de la ardiente convicción de que Túpac Amaru era partidario de la independencia
política.37 Pueden hallarse en lo cierto por razones desacertadas. Aunque sea
plausible la autenticidad del documento, no se sigue de ahí forzosamente
que Túpac Amaru propugnara la emancipación política de España. Si un gesto
tan extremo podría complacer a los elementos más radicales dentro de las
masas indígenas, con certeza retraería a los caciques indios, para no hablar
de los criollos y de los mestizos, a quienes Túpac Amaru cortejó asiduamente
pero en vano. Un análisis más admisible sería el de que el manifiesto de Silos
era, en términos modernos, un documento de trabajo redactado por algún
miembro del séquito de Túpac Amaru, una alternativa extrema que éste no se
atrevió a asumir.
muera el rey de España y todo su mal gobierno y quien saliese a su defensa!” (CA, 2:92). Estetexto está incluido en un despacho de Flórez a Gálvez, 31 de diciembre de 1781, AGI/ASF 577-B.La fuente para el texto de Briceño está en la Lilly Library, universidad de Indiana.
36 Manuel de Mendiburu, Diccionario histórico-biográfico del Perú, 8 vols. (1874-90), 8: 138;Fisher, The Last Inca. págs. 134-35.
37 Lewin, Túpac Amaru. págs. 425-29; Valcárcel, Túpac Amaru, págs. 176 ss.
El pueblo.indb 157 08/06/2009 04:38:46 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 156/375
158
John Leddy Phelan
Dejando aparte el controvertible asunto de la autenticidad, resulta verdade-
ramente desconcertante que en cinco semanas el documento hubiera recorrido
centenares de kilómetros desde Cuzco hasta la remota y oscura aldea de Silos.Pueden hacerse conjeturas, pero estas desembocan en lo mismo. Hubo colusión
en los altos mandos. El documento no fue publicado entonces porque el juicio
era secreto. Túpac Amaru no fue sentenciado hasta el 15 de mayo. La única
conclusión posible es que alguien, con acceso al expediente secreto, le envió
una copia a alguien en Bogotá, quien a su vez la mandó a Silos.
En el capítulo 5 se dijo algo sobre las líneas de comunicación entre el
Socorro y Bogotá, y entre Bogotá y Lima. El fiscal Vélez de Guevara y Suescún
no intervenía directamente en el proceso de Túpac Amaru, pero tenía acceso atodos los documentos gubernamentales. Si en este caso concreto el conducto
no fue el fiscal, alguien, también con un cargo alto en la audiencia de Lima,
desempeñó ese cometido.
La proclamación de Túpac Amaru en el Cocuy el 24 de mayo y en
Silos el 14 de junio tiene una explicación plausible, aunque no demostrable,
en la guerra de nervios que hábilmente estaba librando Juan Francisco Berbeo
para forzar a las autoridades de Bogotá a negociar un arreglo satisfactorio. La
proclamación de Túpac Amaru en la aislada aldea de Silos le daba a Berbeo y
a sus compañeros una espléndida oportunidad para reafirmar su lealtad al rey,
en contraste con las violentas críticas a sus ministros. A los cuatro días de la
proclamación en Silos, los capitanes comuneros en el Socorro la repudiaron
públicamente como grave insulto a la persona de Carlos III, a quien le
ratificaron lealtad incondicional.38 El 18 de junio en el Socorro, por supuesto,
se habían recibido nuevas de que las capitulaciones habían sido firmadas en
Zipaquirá el 7 de junio anterior.
Los criollos tampoco necesitaban invocar el nombre de Túpac Amaru
para dar a los indios un nombre simbólico en torno al cual congregarse.
Ambrosio Pisco era entonces un instrumento flexible en manos de los criollos
para encauzar el descontento indio.
38 Ver la proclamación de los capitanes del Socorro, 18 de junio de 1781, anexa a Flórez aGálvez, 31 de diciembre de 1781, AGI/ASF 577-B.
El pueblo.indb 158 08/06/2009 04:38:46 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 157/375
159
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
El comando local en el Cocuy y en Silos estaba constituido por hombres
que en gran medida debían sus nombramientos al supremo consejo de la guerra
en el Socorro. Ninguno de los capitanes locales, por su propia autoridad, sehubiera atrevido a dar un paso tan osado como el de destronar a Carlos III. La
inferencia está clara pero no puede demostrarse. Para plantear una hipótesis
atrevida, Berbeo pudo haber situado los dos manifiestos en lugares remotos
y aislados a fin de enviarle un mensaje inequívoco a Bogotá. Podría haber
estado advirtiendo a las autoridades que, de no hacerle concesiones al
movimiento moderado de los criollos, la protesta podría radicalizarse en forma
de un movimiento para repudiar la autoridad de la corona española. Como se
verá más adelante, Berbeo era muy capaz de ese maquiavelismo: hizo otras jugadas así para convencer a Bogotá de que entrara en razón.
Basta con lo dicho sobre los orígenes del manifiesto. Queda por exami-
nar su contenido ideológico. Una característica que salta a la vista es la del
“imperialismo virreinal” peruano.39 Don José I reclama la soberanía en toda la
América del sur española: Perú, Nueva Granada, Quito, Chile y Buenos Aires.
Pero, en la realidad histórica, el imperio inca no se extendía a la Nueva Granada
al norte ni a Buenos Aires al sur. Así, el soberano inca trata de reconstruir no
las fronteras anteriores a la Conquista sino más bien las fronteras del virreinatodel Perú antes de que su jurisdicción se viera reducida sustancialmente con la
creación de los virreinatos de la Nueva Granada en 1739 y de Buenos Aires en
1776. La reorganización territorial de la América del Sur, que redujo el virreinato
de Lima a lo que es hoy la república del Perú, fue ciertamente un factor para
la decadencia económica del Perú durante el siglo XVIII. El manifiesto de Silos
pretendía cancelar las innovaciones virreinales de los Borbones y restaurar la
preeminencia de que disfrutó el Perú bajo los Habsburgos. Resulta difícil entender
cómo esa pretensión podría tener algún atractivo en la Nueva Granada.El alcance ideológico fundamental del manifiesto es la imagen tradicional
de la tiranía expuesta ampliamente por los teólogos neoescolásticos españoles
en los siglos XVI y XVII, el meollo de una argumentación que ampliarían, una
generación después, los partidarios de la independencia. Durante casi trescientos
39 Valcárcel, Túpac Amaru, págs. 176 ss.
El pueblo.indb 159 08/06/2009 04:38:47 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 158/375
160
John Leddy Phelan
años España había ejercido una doble tiranía sobre América, la fiscal y la
burocrática, dentro de un régimen injusto al que había que derrocar. El manifiesto
acusaba pertinentemente al régimen español de venalidad, y rechazaba elmito fundamental del rey como fuente de toda justicia. Sus ministros estaban
tan corrompidos que no había justicia que no pudiera comprarse.
Además, el manifiesto expresa sentimientos ásperos contra los chape-
tones. Ahí está implícita pero vigorosa la idea que todos los americanos, fuesen
criollos, mestizos o indios, deberían unirse “contra los magistrados europeos
intrusos”. El manifiesto anticipa la fórmula victoriosa de Simón Bolívar. Todos
los americanos comparten una misma patria y un futuro común.
Sin embargo, el programa del manifiesto de Silos no constituye unrepudio total al programa fiscal del régimen colonial español. El quinto real,
el impuesto tradicional a la minería, debería conservarse como una de las
principales fuentes de ingreso para el nuevo régimen inca. Tampoco los indios
se negarían a pagar el tributo. Dado que el movimiento de Túpac Amaru era
vigorosamente adicto a la Iglesia católica, se seguirían recolectando los diezmos,
principal fuente de ingreso para el episcopado y el clero secular.
Lo que rechazaba explícitamente el manifiesto de Silos era el nuevo
programa fiscal de Carlos III. Se rechazaban enfáticamente los intentos de recolectarcon mayor eficacia los gravámenes ya existentes y el aumento de las exacciones
tradicionales. La utopía implícita en la proclamación de Silos era un retorno a
la edad de oro de los Habsburgos, cuando había unos cuantos impuestos que
no resultaban agobiadores.
La utopía de los negrosUna utopía más había de emerger en la crisis de 1781. En contraste con los
criollos, que aspiraban al autogobierno, o de los plebeyos, que soñaban conmenores impuestos, o de los indios, que luchaban por preservar su identidad
étnica, la utopía de los negros era el anhelo de obtener la libertad personal.
La expresión más interesante del descontento negro en el Nuevo Reino de
Granada en 1781 fue un proyecto que no se realizó. Los esclavos negros de toda
la provincia, hasta Rionegro, en el sur, quizás unos cinco mil en total, habían
de reunirse y marchar sobre Santa Fe de Antioquia, la entonces capital, para
El pueblo.indb 160 08/06/2009 04:38:47 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 159/375
161
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
exigirles al gobernador y al cabildo la promulgación de una real cédula que les
otorgara la libertad a todos los esclavos. Si quedaban libres, prometían los
esclavos, pagarían un tributo anual, “como si fueran indios”.40
Expresabantambién su voluntad de trabajar como hombres libres para sus antiguos dueños,
con el salario corriente de dos “tomines” al día. Se habló entre los esclavos de
que si las autoridades no promulgaban la cédula, aquellos huirían a un sitio
inaccesible y establecerían un palenque, una comunidad de esclavos fugitivos.
Pero también esta alternativa incluía el compromiso de pagarle un tributo anual
a la corona.
La marcha nunca se llevó a cabo. Fue traicionada; como han desapa-
recido todos los documentos, se desconoce la suerte de sus dirigentes, todosellos esclavos criollos y muchos mulatos.
El mito de la real cédula que, se decía, le otorgaba la libertad a todos
los esclavos –una cédula que las autoridades locales tercamente se negaban
a publicar– obtuvo gran aceptación entre los esclavos de la Nueva Granada
y de Venezuela durante el siglo XVIII y comienzos del XIX.41 Pero su origen
nunca ha sido explicado satisfactoriamente. Es más fácil elucidar su signi-
ficado. La popularidad de la mítica cédula es una prueba dramática de que
muchos esclavos, aunque ciertamente no todos, aceptaban el mito básicodel sistema imperial español acuñado en el lema tradicional: “Viva el rey y
muera el mal gobierno”.
Lo más sorprendente es la modestia de las exigencias negras. Claro está
que pedían su libertad pero se ofrecían a seguir trabajando para sus dueños
y a pagar un tributo anual. Los esclavos no propugnaban una revolución social:
aspiraban tan sólo a ascender un escalón en la jerarquía social. Los esclavos
pedían que se les tratara como a los indios quienes, aunque, libres en términos
legales, no estaban en el mismo pie de igualdad con los criollos y los mestizos.El carácter reformista de las peticiones de los negros puede en buena parte
40 La fuente primaria principal es el juicio de los cabecillas: AHN, Los Comuneros, 8:1-15,292-439.
41 Para algunos otros ejemplos en 1798 y en 1804 ver Archivo Histórico Nacional del depar-tamento de Antioquia, vol. 332,-docs. 6.330, 6.331. El reverso de la moneda es que la tensión yla discordia se intensificaron durante la segunda mitad del siglo XVIII, cuando los esclavos fugitivoscrearon varios palenques. Jaramillo Uribe, “Esclavos y señores”, págs. 38-40, 42-50.
El pueblo.indb 161 08/06/2009 04:38:47 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 160/375
162
John Leddy Phelan
explicarse porque estaban sumamente hispanizados. No querían arrasar el
statu quo sino tan sólo mejorar su situación dentro de este. Mientras menos
hispanizados más radicales hubieran sido sus exigencias. El abortado le-vantamiento negro en Antioquia es prueba adicional del carácter moderado
de la crisis de 1781.
Ahora que hemos examinado las aspiraciones de criollos, plebeyos,
indios y negros, es hora de volver a los acontecimientos que llevaron a las
capitulaciones de Zipaquirá.
El pueblo.indb 162 08/06/2009 04:38:47 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 161/375
9. Encuentro en Puente Real de Vélez
Las cuatro semanas que siguieron al 18 de abril pueden considerarse como las
más decisivas en la Revolución de los Comuneros. Comenzaron con determina-
ciones, tomadas tanto en el Socorro como en Bogotá, para ampliar el conflicto
mediante el recurso a la fuerza y la coacción, y concluyeron con la revolución
institucionalizada, la desmoralización y la rendición del ejército en Bogotá, y
el eclipse total del poder del regente visitador general.
Una crónica breve de los acontecimientos ayudará a esclarecer el
comentario subsiguiente. En el Socorro, el 18 de abril, los capitanes generales,
encabezados por Juan Francisco Berbeo, asumieron el mando formal de la
“empresa”. Ese mismo día el oidor Osorio salió de Bogotá al frente de una
pequeña expedición militar destinada a intimidar a los rebeldes. El 2 de mayo
se institucionalizó la estructura política de la revolución con la formación del
“supremo consejo de guerra”. Seis días después el oidor Osorio se rindió sin
gloria alguna a los comuneros en Puente Real de Vélez.
La incapacidad de Bogotá para emplear con éxito la fuerza significabaque un movimiento local de protesta se había convertido en una revolución
de considerable alcance territorial, la que puso en peligro, aunque sólo fuera
por unas semanas, los fundamentos mismos de la autoridad imperial. El 12 de
mayo las autoridades de Bogotá cambiaron de táctica y resolvieron negociar.
Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres, símbolo odiado de los cambios fiscales,
huyó de la capital. Ese vacío de poder lo ocupó el arzobispo de Bogotá, Antonio
Caballero y Góngora. El 13 de mayo la recién creada “junta de tribunales”, que
ostensiblemente ejercía la autoridad real en ausencia tanto del virrey como delregente visitador general, le otorgó al arzobispo plenos poderes para negociar
un acuerdo. Al día siguiente, 14 de mayo, la junta de tribunales derogó en una
sesión las principales medidas fiscales de Gutiérrez de Piñeres, las mismas que
habían precipitado el estallido de violencia.
Las consecuencias de la rendición del oidor Osorio fueron tan resonantes
en el campo de los comuneros como en Bogotá. El 17 de mayo Tunja se unió
El pueblo.indb 163 08/06/2009 04:38:47 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 162/375
164
John Leddy Phelan
al movimiento. Otro tanto hicieron los indios. Parecía estar libre el camino a
Bogotá. El 14 de mayo, día en que Caballero y Góngora salió de Bogotá para
negociar un arreglo, Juan Francisco Berbeo partió del Socorro en su inexorablemarcha contra Bogotá.
El 18 de mayo tuvo lugar en el lejano Cuzco un suceso de gran
importancia política y simbólica: fue ejecutado Túpac Amaru. Simbólicamente
se anticipaba la restauración última del statu quo en el Nuevo Reino.1 Fueron
varios los factores que llevaron a las autoridades de Bogotá a abandonar
la conciliación por la coacción. El alcalde Angulo y Osorio había perdido
evidentemente el control del Socorro. El corregidor de la provincia de Tunja,
José María Campuzano y Lanz, negándose de plano a obedecer las órdenes
de encaminarse al Socorro, permanecía en Tunja o en sus alrededores, donde
frenética pero eficazmente organizaba una milicia. El 9 de abril la audiencia,
todavía bajo el control omnipotente de Gutiérrez de Piñeres, resolvió que un
oidor de la audiencia debería conducir una pequeña fuerza desde la capital hasta
el Socorro. Tenía instrucciones para alistar a los súbditos leales durante la
marcha, de tal manera que llegara al Socorro con un contingente impresionante
de seguidores armados, a fin de restablecer el orden. La audiencia le otorgaba
plenos poderes para la pacificación de los espíritus, el castigo de los culpables.
la recuperación de las rentas reales.2
La expedición estaba condenada al fracaso por una constelación de
torpezas y de cálculos equivocados, entre los cuales no fue el menor la selección
de José Pardo de Osorio para dirigirla. En su pasivo figuraba destacadamente el
hecho de haber llegado hacía muy poco a Bogotá, donde había residido menos
de tres meses.3 Era total su ignorancia acerca de la situación en el Nuevo Reino.
Además, su salud distaba de ser buena. Cuando servía en la audiencia de SantoDomingo había sufrido al parecer un ataque cardiaco. Poco después de rendirse
1 Lewin, Túpac Amaru, pág. 495.2 CA, 2:237.3 Osorio recibió su nombramiento en España el 7 de diciembre de 1778 pero sólo se posesionó
en Bogotá el 25 de enero de 1781. Restrepo Sáenz, Biografías, pág. 384. Consulta, 7 de diciembrede 1778, AGI/ASF 696.
El pueblo.indb 164 08/06/2009 04:38:47 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 163/375
165
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
a los comuneros, el oidor Osorio cayó enfermo en Ubaté, camino a Bogotá.
Nunca llegó a la capital. Murió de hidropesía el 11 de agosto.4
Mapa 1. La Nueva Granada en 1810. Basado en el Atlas Geográfico e históri-
co de la República de Colombia, grabado V. París, 1889.
Fuente: Laboratorio cartográfico de la Universidad de Wisconsin-Madison
Quien decidió su nombramiento fue Gutiérrez de Piñeres, para quien la
reciente llegada de Osorio a Bogotá constituía una ventaja, ya que no tenía nexos
con las élites criollas. Además, Osorio gozaba de la confianza personal de Joséde Gálvez, el ministro de Indias a quien el regente consideraba su protector.5
4 Osorio a Gálvez, 10 de mayo de 1777 en Archivo del General Herrán 2-A, f. 20, AcademiaColombiana: de Historia (citado en adelante como Archivo Herrán); CA, 2:353.
5 Gálvez a Osorio, 15 de septiembre de 1776, 20 de mayo de 1778; Osario a Gálvez, 10 demayo de 1777, 25 de noviembre de 1778, en Archivo Herrán 2-A, fs. 1-10.
El pueblo.indb 165 08/06/2009 04:38:48 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 164/375
166
John Leddy Phelan
Un error de cálculo más grave todavía fue escoger a Puente Real de Vélez
como destino inmediato de la expedición. Su localización era muy favorable,
puesto que cerraba el camino del Socorro a Bogotá. Parecía el sitio mejor paraque se concentrara una marcha hacia el norte, hacia el Socorro, por el valle del
río Suárez. Pero estratégicamente tenía un inconveniente fatal: estaba situado
en un valle rodeado de colinas, y su escogencia violaba la máxima militar de
carácter universal de que la victoria es para quienes dominan las alturas.
Puente Real invitaba a un asedio, y justamente fue eso lo que los comuneros
se dispusieron a acometer.6
Cuando el virrey Flórez viajó a Cartagena se llevó consigo a todas
las unidades de caballería estacionadas en la capital. Se ha dicho que Osoriopodría haber dominado la situación con algunas unidades de caballería, pero
la hipótesis, plausible desde el punto de vista militar, es improbable desde el
punto de vista político. El descontento era tan acentuado que el oidor Osorio
no pudo reclutar voluntarios. Sin una fuerza de apoyo considerable, integrada
por milicias locales, unas docenas de jinetes profesionales no hubieran podido
influir efectivamente en la trayectoria de los acontecimientos.7
El oidor Osorio, carente de experiencia militar, tenía como segundo
a un oficial veterano, el capitán Joaquín de la Barrera. En abril de 1781, la fuerzamilitar de Bogotá consistía, literalmente, en una compañía. Cuando estalló la crisis,
Bogotá sólo pudo reunir a cincuenta infantes veteranos, a los que se sumaron
veintidós guardias, de formación profesional muy inferior, procedentes de los
monopolios de tabaco y aguardiente.8
Fuera del nombramiento de Osorio y de la elección de Puente Real de
Vélez, el tercer error decisivo fue de carácter político. Subestimando crudamente
la magnitud del descontento popular, Bogotá supuso, con arrogante ignorancia,
que la sola presencia de una expedición de setenta y dos soldados armadossería el agente catalizador para alistar a centenares de reclutas que reducirían
al Socorro a obediencia.
6 CA, 1:150.7 Kuethe, “Military Reform”, pág. 107. Ver también en el capítulo 10 el examen de la batalla
de Pie de la Cuesta, cuando los realistas tenían algunas unidades de caballería y los comunerosninguna. Los primeros ganaron la batalla, pero no obtuvieron la victoria.
8 Ibíd., págs. 106-7; CA, 1:151.
El pueblo.indb 166 08/06/2009 04:38:48 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 165/375
167
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Si el garrote era la fuerza militar, también estaba la zanahoria proverbial.
El equipaje del oidor Osorio reventaba con 8.000 pesos en monedas de oro y
plata, que se suponía habría de repartir juiciosamente para conseguir el apoyode personajes influyentes.9 En este caso, los fondos secretos resultaron tan
ineficaces como la fuerza militar.
El oidor Osorio llegó a Puente Real de Vélez después de una marcha de
cinco días desde Bogotá, e inmediatamente lanzó un llamado a los cabildos
de Pamplona, Tunja, Girón y San Gil, al alcalde mayor de Bucaramanga y
al corregidor de Sogamoso.10 Obviamente no se dirigió al cabildo del Socorro,
considerado entonces territorio enemigo. Instruyó a los cabildos para que orga-
nizaran milicias con ciudadanos dignos de confianza, arrestaran y encarcelarana los desleales, y se prepararan para enviarle refuerzos cuando los solicitara.
La comunicación, la que implicaba iba a restaurar el respeto a la autoridad real
por la fuerza de las armas, cayó en oídos sordos.
Leiva, que había prometido un contingente de cincuenta hombres, le
dio largas al asunto, con el pretexto de que se necesitaban allí para defender los
monopolios reales. Uno de los oficiales de Osorio acudió personalmente y trajo
consigo cuarenta y seis soldados. Sólo veinte de ellos llenaban los requisitos
militares mínimos.11 Fueron los únicos refuerzos que logró conseguir Osorio.Sin un reclutamiento local a gran escala la marcha al norte sobre el Socorro
era imposible.
La situación militar de Osorio se deterioró rápidamente. Entre el 7 de
abril y el 7 de mayo, casi todos los días lo abrumaban las noticias de que otro
caserío u otra parroquia se habían amotinado y abrazado la bandera carmesí
que era entonces el estandarte de la “empresa”.12 Las muchedumbres quemaban
tabaco y derramaban aguardiente en las plazas y repetían jubilosas el lema del
Socorro: “Viva el rey y muera el mal gobierno”.
9 Informe de Joaquín de la Barrera, 8 de junio de 1781. El texto está publicado en CA, 1: 191.Referencia en archivos, AGI/ASF 663-A.
10 Para estas cartas del 26 de abril ver el Archivo Herrán.11 Osorio a la villa de Leiva, 27 de abril de 1781; Osorio a la audiencia, 17 de julio de 1781;
diario de la expedición, todos en el Archivo Herrán. Barrera a la audiencia, 8 de junio de 1781, enCA, 1:167-171.
12 Para un calendario de los motines ver CA, 1:167-71.
El pueblo.indb 167 08/06/2009 04:38:48 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 166/375
168
John Leddy Phelan
Mientras la situación militar de Osorio empeoraba abruptamente, Juan
Francisco Berbeo se disponía a tomar la ofensiva. Controlaba todos los pueblos
y parroquias al norte de Puente Real en las orillas oriental y occidental delSuárez, hasta la ciudad de Girón. Dominaba todas las vías de acceso. Había
ordenado que se demolieran varios puentes, y había emplazado una guarnición
en el único camino hacia el norte, en el puente de Oiba.
El 1º de mayo Berbeo envió desde el Socorro una expedición contra las
tropas del oidor Osorio en Puente Real de Vélez. El contingente estaba formado
por quinientos hombres, mal armados aunque resueltos, reclutados en el
Socorro, Charalá, Simacota, Chima y Oiba. Otros cien soldados se unieron en
Moniquirá a la expedición, el 6 de mayo. El ejército comunero recogió muchosmás reclutas en su camino, donde el pueblo lo recibía con entusiasmo. Las
fuentes se contradicen acerca de la cifra exacta que cercó al esqueleto del ejército
de Osorio, y a sus hombres cada día más desmoralizados.13 Es posible que el
oidor Osorio haya exagerado un tanto (pero no mucho) cuando sostenía que
las fuerzas enemigas llegaban a cuatro mil soldados.
El ejército de los comuneros estaba bajo el mando supremo del capitán
Ignacio Calviño. Sus principales tenientes eran Antonio José de Araque,
Gregorio José Rubio, Melchor José de Rueda, Pedro Fabio de Archila, Miguel
Monsalve, Antonio Becerra, Blas Antonio Torres e Isidro Molina. Berbeo no se
hizo presente en Puente Real, aunque dirigió la operación desde su puesto
de mando en el Socorro. Entre quienes llegaron a Puente Real se contaban
José Antonio Galán y Ambrosio Pisco, destinados ambos a desempeñar papeles
estelares en otras situaciones.14
El 3 de mayo, el oidor Osorio recibió una carta alarmante sobre los
acontecimientos en el campo enemigo.15 El autor era digno de respeto, pues
13 Kuethe sostiene que sólo 500 hombres asediaron a Puente Real (“Military Reform”, págs.106-7). 500 hombres salieron del Socorro, pero en el camino reclutaron otros centenares. Decla-ración de Salvador Plata, 13 de marzo de 1783, ARN, Los Comuneros, 18:345-405, #22; CA,1:159; Osorio a Berbeo, 30 de junio de 1781, y diario (3 de mayo) en Archivo Herrán; Osorio alos capitanes del Socorro, 10 de mayo de 1781, ibíd. Filiberto José Estévez calculaba que el ejércitode los comuneros llegaba a unos 4.000 hombres (ver más adelante nota 15).
14 CA, 1:201.15 Estévez a Osorio, 1º de mayo de 1781, ibíd., 1:164-165.
El pueblo.indb 168 08/06/2009 04:38:49 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 167/375
169
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
se trataba de Filiberto José Estévez, párroco de Oiba. “Aquí no temen nada
ni respetan nada”, decía, para recalcar la determinación de los socorranos.
Advertía que las vidas del corregidor Campuzano, del fiscal Moreno y Escandóny especialmente la de Gutiérrez de Piñeres estarían en peligro de caer en manos
de los socorranos, y le daba al oidor Osorio un consejo concreto:
Me temo que si vuestra decisión, arrojo y disciplina os hacen venir al
Socorro sobra decir que perderéis la vida. Si vuestra retirada se demora
sin necesidad, y luego os disponéis a retiraros, os rodearán más de cuatro
mil hombres, y no sabréis de dónde salen. ¡Quién pudiera hablar con el
regente y con el fiscal Moreno! ¡Quién tuviera la suerte de que al menos
estas palabras llegaran a sus oídos!16
Las alarmantes palabras del padre Estévez sobre la concentración de
fuerzas de los socorranos fueron ratificadas por otros sacerdotes y por los pocos
espías de Osorio que habían logrado penetrar a territorio enemigo.17
Al cabo de cuatro días el padre Estévez demostró ser un profeta muy
exacto. El 7 de mayo los socorranos dominaron las alturas que circundaban
a Puente Real de Vélez. Osorio estaba sitiado. Se iniciaron negociaciones
entre los dos campos por parte de algunos clérigos que se ofrecieron como
intermediarios. Los capitanes y el oidor Osorio intercambiaron visitas, así
como correspondencia. Los capitanes comuneros se dirigían al oidor de la
real audiencia con tono de respeto pero también de franca decisión. Al oidor
Osorio no le quedaba más alternativa que responder en tono conciliatorio. Sus
metáforas intimidatorias, utilizadas hasta hace pocos días, desaparecieron a
medida que empeoraba su situación militar.18 Al principio, trató de persuadir
a los comuneros de que prescindieran de su marcha sobre Santa Fe de Bogotá.
16 Para el papel de Estévez como correo entre Berbeo y Caballero antes de Zipaquirá, ver Estéveza Caballero y Góngora, 20 de mayo de 1781; Berbeo a Caballero y Góngora, 31 de mayo de 1781,y Berbeo a Estévez (sin fecha, hacia el 1º de junio), AGI/ASF 663-A.
17 Barrera a la audiencia, 8 de junio de 1781, en CA, 1: 186.18 La correspondencia está en el Archivo Herrán y en AGI/ASF 663-A. Textos publicados en
CA, 1:173, 175.
El pueblo.indb 169 08/06/2009 04:38:49 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 168/375
170
John Leddy Phelan
Los exhortó a que depusieran las armas. Les garantizó que iría en persona al
Socorro donde, con la plena autoridad que le había dado la audiencia, examinaría
a fondo sus motivos de queja.Pero el infortunado oidor no estaba en capacidad de imponer condicio-
nes; sólo le quedaba rendirse. Justamente lo que hizo, cuando los contingentes
victoriosos del Socorro irrumpieron en la plaza principal de Puente Real el 8
de mayo. A fin de quedar lo menos mal posible, Osorio convino en que las
dos fuerzas contendientes procederían al desarme. Los comuneros triunfantes
hicieron caso omiso, obviamente, de esta cláusula.19
Después de que los socorranos entraron a los cuarteles de Osorio,
algunas personas entre la multitud descubrieron tres cajas grandes, y supusieron
que contenían pólvora. Cuando hallaron, para su deleite, que las cajas estaban
llenas de monedas –el fondo secreto del oidor Osorio–, procedieron a repartirse el
contenido de una de las cajas. Osorio y Barrera protestaron enérgicamente ante los
capitanes, quienes a su vez ordenaron a sus díscolos seguidores que devolvieran
hasta el último centavo. La orden fue obedecida instantáneamente. Los capitanes
le aseguraron al oidor Osorio que “su empresa no era la de venir a robar, sino a
que se les quitaran los nuevos impuestos y que así se había de devolver todo
lo que se habían llevado hurtado”.20 Este incidente es uno de los innumerables
ejemplos que demuestran que la Revolución de los Comuneros no era una
mera expedición de pillaje, y que sus capitanes frenaban y controlaban con
notable eficacia a sus seguidores.
Al oidor Osorio le devolvieron su dinero, pero no sus armas. En Puente
Real de Vélez los comuneros lograron un botín impresionante: 148 mosquetes,
gran número de bayonetas, picas, sables, espadas, otras armas de fuego,
20.000 cartuchos y cuatro cajas grandes de pólvora.21
Este montón de armasfue el primer dividendo que recibió la causa de los comuneros en Puente Real
de Vélez, uno de los dos únicos encuentros que se presentaron durante la
19 Osorio a la audiencia, 17 de julio de 1781, y diario (8 de mayo), Archivo Herrán.20 Barrera a la audiencia, 18 de junio de 1781, en CA, 1:191; diario (9 de mayo), Archivo
Herrán.21 CA, 1:181.
El pueblo.indb 170 08/06/2009 04:38:49 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 169/375
171
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
crisis de 1781 (el otro fue en Pie de la Cuesta, cerca de Girón). En Puente Real
no se perdió ninguna vida.
Pocos días después de la rendición, uno de los principales jefes del Soco-rro, Pedro Alejandro de la Prada, llegó a Puente Real, donde le entregó al oidor
Osorio y sus tropas desarmadas salvoconductos para regresar a Bogotá.22
Quizás el incidente más curioso en todo este episodio fue la oferta que
le hicieron algunos capitanes comuneros al oidor Osorio, en una conversación
después de la rendición. Le propusieron a Osorio que fuera coronado rey de la
Nueva Granada, y que el capitán Joaquín de la Barrera quedara como coman-
dante en jefe de las fuerzas armadas, con el rango de capitán general.23
El episodio ha dado lugar a muchas especulaciones. Algunos histo-
riadores lo han tomado tan al pie de la letra que lo citan como prueba de que
los comuneros pretendían la independencia política de la corona española.24
Hay otras dos explicaciones probables. Una es que los capitanes se hubieran
excedido en sus copas de aguardiente y estuvieran practicando su jocundo
sentido del humor.
Si hay que tomar en serio el incidente, podría tratarse de otro episodio
en la guerra de nervios que los socorranos libraban contra las autoridades de
Bogotá. Sobra decir que al abatido Osorio, un prisionero, no le hizo gracia esta
inesperada propuesta de mejorar su condición. Los jefes comuneros tan pronto
la formularon la dejaron a un lado. Es concebible que los capitanes quisieran echar
cizaña entre Osorio y Barrera, por una parte, y las autoridades de Bogotá por la
otra.25 Los comuneros, en verdad, no tenían intención de derrocar a Carlos III.
Pero la oferta a Osorio, formulada en una charla casual, puede también haber
sido motivada por el deseo de intimidar a Bogotá para que hiciera concesiones.
22 Ibíd., pág. 197. El original en Archivo Herrán, f. 96.23 Barrera a la audiencia, 8 de junio de 1781, en CA, 1:193-94.24 Briceño, Los Comuneros, pág. 31; Lewin, Túpac Amaru, págs. 679-81.25 Aunque ensalza a los comuneros como precursores de la Independencia, Cárdenas Acosta
insinúa que la oferta de coronación a Osorio tendía a crear una división en el campo español. Perotambién cita el incidente como prueba de que los criollos aspiraban a la independencia, “conse-cuencialmente pone de manifiesto la poca fidelidad que se profesaba al soberano español”. CA,1-184.
El pueblo.indb 171 08/06/2009 04:38:49 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 170/375
172
John Leddy Phelan
Una y otra vez las fuerzas de Juan Francisco Berbeo demostraron su pericia
táctica en la guerra psicológica contra sus adversarios en la capital.
Hubo cuatro resultados importantes de la batalla de Puente Realde Vélez: Tunja se unió al movimiento; los indios ingresaron a la coalición
multiétnica; las autoridades de Bogotá se dieron cuenta al fin de la necesidad
urgente de negociar un arreglo; y el reticente virrey en Cartagena envió una
expedición de quinientos soldados profesionales al interior para contribuir a
la restauración de la autoridad real. La expedición, al mando del coronel José
Bernet, salió de Cartagena el 1º de junio y llegó a Bogotá el 6 de agosto.
La alianza con la ciudad de Tunja era fundamental para los comuneros
(ver también el capítulo 13). La importancia estratégica de Tunja era tan decisiva
como la de Puente Real de Vélez. Mientras Puente Real cerraba el acceso a
Bogotá y servía de entrada a los pueblos, caseríos y parroquias a lo largo del
río Suárez hacia el norte, de los que el Socorro era la cabeza indisputada, Tunja,
al sudeste de Puente Real, estaba en el camino principal a la sabana donde
está situada la capital. Tunja estaba a tres días de camino de Bogotá. Su
adhesión a los comuneros era indispensable, si estos pretendían llevar a cabo
su anunciado propósito de marchar sobre Bogotá.
En contraste con el Socorro, donde los patricios se adhirieron a la
empresa con cierto entusiasmo el 18 de abril, el patriciado de Tunja se mostraba
mucho más reticente, cuando no abiertamente hostil a asumir puestos de
comando. Adhirieron a la causa del Socorro obligados por una invasión externa;
no lo hicieron a causa de la insatisfacción de sus propias élites o de la presión
emanada de los plebeyos.
El 2 de mayo se produjo en el Socorro un acontecimiento de importancia
capital, cuando se estableció el supremo consejo de guerra.26
Los capitanesgenerales elegidos el 18 de abril no tenían jurisdicción sino sobre la villa del
Socorro. El cargo de capitán general tenía carácter militar (por ejemplo, en su
capacidad de capitán general el virrey era comandante en jefe de las fuerzas
armadas). El servicio a órdenes del capitán general constituía en todas las
26 Para el texto de la proclamación ver ibíd., 1:138-39.
El pueblo.indb 172 08/06/2009 04:38:49 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 171/375
173
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
parroquias una jerarquía militar.27 Lo que había que crear era un organismo
institucional y político más amplio para que ejerciera jurisdicción sobre la
multitud de villas, caseríos y parroquias fuera del Socorro que se habíanplegado al movimiento. Fue por iniciativa de Juan Francisco Berbeo, caudillo
de facto de los capitanes del 18 de abril, que se formó el supremo consejo de
guerra, el que habría de convertirse en el principal organismo gubernamental
de la empresa.28
La nomenclatura con que los diversos pueblos, caseríos y parroquias se
dirigían al supremo consejo de guerra indica el carácter cuasigubernamental de
éste. Otros términos que solían usarse eran “ilustre consejo y congreso”, “supe-
rior consejo”, “real consejo”, consejo de guerra”, “ilustre consejo de guerra”, “realconsejo de guerra”, “consejo de justicia, guerra y hacienda del patriotismo”. Los
miembros del consejo usaban resplandecientes uniformes de vistosos colores.
También usaban títulos resonantes: eran “generales”, “capitanes cristianísimos
y caritativos”, “señores jefes superiores”, “comandantes de la plaza mayor”.
Pero no cabía duda de que el caudillo indisputado era Juan Francisco Berbeo,
quien el 2 de mayo fue proclamado con solemnidad y entusiasmo por el pueblo
en la plaza mayor del Socorro “superintendente y comandante general” con el
rango de “generalísimo”. Así se firmaba Berbeo en sus manifiestos públicos.Aunque el movimiento era una confederación, organizada más bien
democráticamente, de pueblos, aldeas y parroquias, la villa del Socorro, de donde
salieron la mayoría de los comandantes disfrutaba de una gloria especial. Era
aclamada como “ilustre villa”, “ilustre e inestimable Socorro”, “ínclita villa”,
“reluciente Socorro”, “ilustre y noble villa”, e “invictísima y nobilísima villa”.
La elección de la palabra “consejo” es una reminiscencia de la burocracia
de los Habsburgos, cuya unidad organizativa fundamental era de naturaleza
conciliar y colegiada, desde los consejeros reales en la corte, como los queintegraban el consejo de Indias, a las audiencias y las haciendas reales del nuevo
mundo. El hecho de que el supremo consejo de guerra fuera denominado a veces
27 La jerarquía de oficiales consistía en capitanes territoriales, tenientes, alféreces, sargentos ycabos, Cláusula 19 de las capitulaciones, ibíd., 2:25.
28 El dato sobre la jerarquía y la nomenclatura del consejo proviene de ibíd., 1: 160-63, y dela declaración de Plata, febrero de 1783, Lilly Library, universidad de Indiana.
El pueblo.indb 173 08/06/2009 04:38:49 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 172/375
174
John Leddy Phelan
supremo y real consejo de guerra, nomenclatura oficial de los consejos en la corte
de los Habsburgos, podría indicar que el consejo de guerra del Socorro estaba
repudiando a la audiencia de Bogotá y asumiendo en la práctica las prerrogativasdel “real acuerdo”, que pertenecían exclusivamente a la audiencia.
Lo que asumió el consejo de guerra fueron algunos, pero no todos, de
los atributos del gobierno, en particular la prerrogativa de implantar la disci-
plina militar. El consejo se convirtió, efectivamente, en autoridad provisional,
subalterna, cuyo propósito era negociar un arreglo con la real audiencia, cuya
jurisdicción nunca repudiaron los socorranos, ni formal ni informalmente. El
notable control que los capitanes ejercían sobre sus subalternos se debía, por
lo menos hasta cierto punto, a la disciplina que el supremo consejo de guerra
había impuesto a los capitanes, quienes constituían el cuerpo de oficiales.
Aunque el supremo consejo de guerra, bajo el vigoroso mando de
Berbeo, ejercía un control central de notable eficacia, la estructura local del
movimiento era profundamente democrática. El consejo enviaba capitanes
volantes para organizar la resistencia. Una vez que una parroquia o una aldea
se unían a la empresa, mediante el acto casi ritual de quemar tabaco y de
verter aguardiente en las calles, todos los vecinos, ricos y pobres por igual,
elegían democráticamente a sus capitanes. La ceremonia de elección era una
combinación sui géneris de democracia participatoria al antiguo estilo griego, y
de motín tumultuoso. El supremo consejo en el Socorro confirmaba las elecciones
y producía la documentación oficial, después que los capitanes hubieran jurado
solemnemente, por los cuatro Evangelios, obedecer los mandatos del Socorro.29
En los poblados grandes generalmente eran denominados capitanes generales,
y en las parroquias pequeñas tan sólo capitanes.
En la mayoría de los casos, pero ciertamente no en todos, los capitanespertenecían a los estratos altos de la sociedad. Lo que contaba más es que
tuvieran influencia y gozaran de prestigio entre sus conciudadanos. Cualquiera
que fuese su origen social, el método profundamente democrático de su
29 Hay innumerables en AHN, Los Comuneros, 6. Este volumen contiene gran parte de lacorrespondencia entre el Socorro y las otras parroquias que se unieron al movimiento.
El pueblo.indb 174 08/06/2009 04:38:49 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 173/375
175
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
elección contribuía a cohesionar el movimiento y a facilitar así la tarea del
supremo consejo para ejercer un mando necesariamente centralizado.
La organización financiera del movimiento era mucho más precaria quesu estructura política. La expedición sobre Bogotá, que finalmente se convirtió
en un ejército de 20.000 personas, fue financiada de diferentes maneras. El
cabildo del Socorro suministró un préstamo forzoso. El precio del tabaco
y del aguardiente en los estancos se rebajó para los consumidores, pero las
utilidades netas fueron destinadas a los gastos de la expedición, como lo
fueron las entradas que la hacienda real recibía de las célebres minas de sal en
Zipaquirá y Nemocón. Muchos ciudadanos, incluido Berbeo, ofrecieron aportes
individuales. A algunos los debieron engatusar, probablemente.Aunque no se dispone de cifras satisfactorias, la empresa se manejó
con un presupuesto irrisorio.30 Pero logró alimentar durante varias semanas
un ejército de 20.000 personas, lo que no era poca cosa, y en el proceso puso
a temblar de miedo a las augustas autoridades de Bogotá.
Así, la victoria de Puente Real de Vélez, la formación del supremo consejo
de guerra y la caída de Tunja facilitaron la formación de una gran coalición.
Socorro, Tunja, patricios, plebeyos, ricos y pobres, criollos, mestizos e indios
constituían una alianza formidable. Ya estaba abierto el camino a Bogotá. Y erala toma de la capital por el ejército de los comuneros lo que las aterrorizadas
autoridades bogotanas estaban dispuestas a impedir a toda costa.
30 Sobre las finanzas de la expedición ver: declaración de Plata, 13 de marzo de 1783, ibíd.,18:354-405, #4, y 1º de diciembre de 1781, ibíd., 6:97-113, #44; Ignacio Celi a Plata, 31 demayo de 1781, ibíd., f. 181; Molina a Plata 12 de mayo de 1781, ibíd., f. 192; Pey a Flórez, 5de junio de 1781, AGI/ASF 577-B; declaración de Berbeo, 14 de septiembre de 1781, en Briceño, Los Comuneros. págs. 215-216.
El pueblo.indb 175 08/06/2009 04:38:49 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 174/375
10. La batalla que no se libró en Bogotá y lainvasión de Girón
Las noticias que se precipitaban sobre Bogotá eran todas malas. El “contagio de
la sedición” se extendía rápidamente. El regente visitador general se dio cuenta
de que estaba perdiendo rápidamente el control sobre la crisis inminente. Su
última iniciativa la tomó el 12 de mayo, cuando reorganizó la junta superior
de tribunales. Esta era un comité permanente de la real audiencia y de repre-
sentantes de la administración fiscal que se reunía periódicamente para discutir
asuntos de interés mutuo. Sin embargo, en esta ocasión fue ampliada para
incluir a cuatro representantes del cabildo y del tesoro real, y a dos oficiales del
ejército. La junta debería reunirse todas las tardes a las seis, en la residencia
del regente visitador general, para estudiar todo lo relativo a la crisis.
Los principales organismos burocráticos estaban representados en la
junta. Gutiérrez de Piñeres, en su capacidad de regente de la audiencia, era su
presidente. Todos los miembros de la audiencia lo eran también de la junta,
incluidos los oidores Juan Francisco Pey y Ruiz, Joaquín Vasco y Vargas, PedroCatani y el nuevo fiscal, Manuel Silvestre Martínez. Con el viaje del fiscal Moreno
a Lima, todos eran nacidos en España, la mayoría llegados hacía poco a Bogotá.1
Pero en la práctica la rosca criolla, otra vez poderosa, tenía una cómoda mayoría
en la ahora ampliada junta de tribunales. El oidor decano, Juan Francisco Pey
y Ruiz, había servido en el tribunal desde 1756, y dos representantes de la
administración fiscal tenían estrechos lazos con la élite criolla: don Francisco de
Vergara, regente del tribunal de cuentas y amigo de Berbeo y de otros notables
socorranos, y don Manuel Revilla, casado con una de las muchas hijas de donBernardo Álvarez. Otro miembro de la junta era el alcalde ordinario de Bogotá,
don Eustaquio Galavis, casado con una hija del marqués de San Jorge. El cabildo
tradicionalmente había sido dominado por los criollos, y esa institución tenía
cuatro miembros de los doce que integraban la junta.
1 CA, 1:196.
El pueblo.indb 176 08/06/2009 04:38:49 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 175/375
177
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
La composición de la junta general de tribunales, cuyo presidente, tras
la fuga del regente visitador general, era el oidor Pey y Ruiz, constituía una
señal clara para el comando comunero en el Socorro de que los grupos criollosque durante varios decenios habían tenido peso considerable en los círculos
de gobierno, estaban otra vez en el poder. Estaban preparados para reanudar el
sistema tradicional de negociar un arreglo. Así, en la singular noche del 12 de
mayo las autoridades de Bogotá repudiaron en la práctica la revolución política
de Carlos III.
La presidencia de la junta general de tribunales por Gutiérrez de Piñeres
duró escasamente una hora. Mientras la junta celebraba su primera sesión,
un oficial de la expedición del oidor Osorio, Francisco Ponce, fue recibido enel recinto para informarles a los atónitos magistrados del desastre acaecido
cuatro días antes en Puente Real de Vélez. Ponce había logrado escaparse de
Puente Real disfrazado de fraile franciscano. Era evidente para los magistrados
congregados allí que se precisaba tomar medidas decisivas y que habían de
hacerse concesiones fundamentales.
El primer problema era el propio regente visitador general Gutiérrez de
Piñeres, quien ofreció retirarse a Cartagena, en vista de que las posibilidades
militares de Bogotá eran insignificantes y de que él iba a ser blanco de laira popular. Luego salió del recinto mientras la junta estudiaba su oferta.
Finalmente se llegó a un consenso en el sentido de que su viaje podría contribuir
a mitigar la cólera de los socorranos y a persuadirlos de que no atacaran la
capital. Inicialmente dos oidores expresaron sus dudas acerca de su partida,
pero finalmente la aprobaron.2
La sesión del 12 de mayo concluyó a medianoche; Gutiérrez de Piñeres
salió de Bogotá tres horas después.3 Su destino inmediato era Honda, en el
río Magdalena, al noroeste de la capital; de ahí siguió a Cartagena. Aunqueregresó a Bogotá el 13 de febrero de 1782 y permaneció en su cargo hasta el
7 de diciembre de 1783, desde el 12 de mayo de 1781 había perdido todo su
poder político efectivo.
2 Actas de la junta de tribunales, 12 de mayo de 1781, en AGI/ASF 663-A, en adelante citadocomo actas de la junta.
3 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 21 de junio de 1781, AGI/ASF 662.
El pueblo.indb 177 08/06/2009 04:38:49 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 176/375
178
John Leddy Phelan
Así, los comuneros habían logrado deponer ya a un magistrado
poderoso. La salida de la capital del regente visitador general era otra seña de
que Bogotá se disponía a negociar seriamente.En esa memorable primera sesión la nueva junta de tribunales tomó
otras medidas decisivas. Su propósito fundamental era negociar un acuerdo con
los socorranos, en los términos que fuesen, antes de que estos impusieran
por la fuerza un arreglo después de tomar la capital. Los dirigentes de Bogotá
temblaban ante la perspectiva de que su ciudad fuera víctima del pillaje y
la anarquía. La pesadilla de las autoridades era que con la ocupación de
Bogotá por los socorranos se incendiaran también la provincia de Popayán
y el reino de Quito, tranquilos hasta entonces. Con la rebelión hirviendo todavíaen el alto y en el bajo Perú, los magistrados aterrorizados tenían la obsesión
de la probable ruina del orgulloso y potente imperio español, y del final de su
propio mundo. Quizás esos temores apocalípticos eran un tanto exagerados;
pero tampoco se trataba de fantasías desorbitadas.4 El 12 de mayo había
acuerdo unánime acerca de que la ocupación de la capital por los socorranos
podría exacerbar una situación de suyo peligrosa, sobre la cual ya no habría
control posible.
La decisión más importante que tomó la junta en esa noche decisivafue la de aceptar el ofrecimiento del arzobispo Caballero y Góngora para salir
inmediatamente de la capital y negociar Un acuerdo que hiciera innecesaria la
ocupación de la capital por los socorranos.5 El arzobispo iba acompañado de
otros dos comisionados, miembros ambos de la junta general de tribunales a
la que Caballero y Góngora, claro está, no pertenecía. Uno era el oidor Joaquín
Vasco y Vargas, quien representaba en la práctica a la poderosa burocracia de la
audiencia. El otro, escogido con idéntico cuidado, era el representante informal
de la élite burocrática criolla. Sobrino de un antiguo arzobispo de Bogotá, eldistinguido Eustaquio Galavis y Hurtado era entonces alcalde de Bogotá. De
1771 a 1779 había sido corregidor de Zipaquirá,6 y tenía allí muchos contactos
4 Para una expresión moderada de esta pesadilla, ver Caballero y Góngora a Gálvez, en CA,2:60-61; AGI / ASF 633.
5 Actas de la junta, 12 de mayo de 1781; CA, 1:207-08.6 Rojas, Corregidores, págs. 571,595,596.
El pueblo.indb 178 08/06/2009 04:38:49 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 177/375
179
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
que podrían facilitar el difícil trabajo de la comisión. En esta ocasión la junta
no repitió la torpeza de la expedición de Osorio, al enviar un magistrado que
desconocía totalmente las circunstancias locales. Dada la relación de Galaviscon el marqués de San Jorge, la seña que Bogotá le enviaba al Socorro era
clara: un regreso al sistema político tradicional de gobierno entre los españoles
de España y de América, y gobierno por medio de la conciliación, la consulta
y el compromiso.
La junta de tribunales les dio a los comisionados un mandato amplio.
Habían de negociar cualquier acuerdo necesario para impedir la invasión de la
capital. Por acertada que fuese la escogencia de Vasco y Vargas y de Galavis,
la comisión estaba dominada aplastantemente por la figura imponente del
arzobispo. El prestigio de su augusto cargo eclesiástico y el hecho de que en forma
alguna se hubiera identificado con el programa fiscal de Gutiérrez de Piñeres
lo convertían en el mediador obvio. Después de la huida del regente visitador
general de Bogotá en la madrugada del 13 de mayo, el vacío político no lo
llenó la junta de tribunales sino el enérgico y competente arzobispo. El 13
de mayo de 1781 Caballero y Góngora era virrey de facto, aunque no llegó a
serlo de jure hasta el 15 de junio de 1782.
La tercera determinación decisiva que tomó la junta en su primera sesión
del 12 de mayo fue reorganizar la milicia local para que la capital tuviera más
razonables posibilidades de defensa.7
Dos días después la junta general de tribunales tomó la dramática
decisión de repudiar las principales medidas fiscales de Gutiérrez de Piñeres. Se
derogó el alza en el precio del tabaco y del aguardiente, la alcabala se disminuyó
al 2 por ciento previo, se derogó el impuesto de armada de Barlovento, y se
prescindió de las guías y tornaguías, así como de la recolección del préstamoforzoso.8 La medida era válida para toda la Nueva Granada, con excepción de
Cartagena y Panamá, donde el Virrey Flórez ejercía autoridad directa y donde
no se habían presentado tumultos.
7 Actas de la junta, 12 de mayo de 1781.8 Ibíd., 14 de mayo de 1781.
El pueblo.indb 179 08/06/2009 04:38:49 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 178/375
180
John Leddy Phelan
La estrategia de las autoridades en Bogotá –negociar un arreglo antes
de que los comuneros invadieran la capital– se basaba en la premisa de que la
capital misma no iría a caer en manos del enemigo de resultas de una subversióninterna. Las autoridades sabían que existía una gran simpatía por los objetivos
de los socorranos entre la plebe de la capital. Más alarmante todavía era el
hecho –sabido o sospechado– de que criollos prominentes podrían ser partidarios
secretos de los invasores. El marqués de San Jorge de Bogotá, Manuel García
Olano y el doctor Monsalve, cuyo hermano era miembro activo del supremo
consejo de guerra, eran considerados, entre otros muchos criollos prominentes,
como de dudosa lealtad. Por eso la junta dispuso varios planes de emergencia
para proteger a la capital contra una eventual quinta columna.Aunque se hicieron esfuerzos febriles por reorganizar la milicia local,
la junta aceptó con realismo que aquella, por más que se la reforzase, sería
incapaz de impedir la entrada de los socorranos a la capital. La junta resolvió
que si los socorranos se acercaban a la capital toda la población clerical de
esta, 170 sacerdotes seglares y 444 frailes pertenecientes a las varias órdenes
regulares, deberían salir de la ciudad, con sus ornamentos eclesiásticos, para
implorarles mesura a los socorranos. La idea era que llevaran el Santo Sacramento
y cantaran cantos gregorianos. Si no eran atendidos sus ruegos, entonces lacapital no ofrecería más resistencia y se rendiría.9 Así, el clero habría de ser la
primera y única línea de defensa para impedir que los socorranos saquearan
la ciudad. El clero, sin demasiado entusiasmo, convino en desempeñar ese papel.
Por suerte para ellos no tuvieron que cumplir su promesa. Las apresuradas
decisiones militares adoptadas por el oidor Pedro Catani, nombrado el 15 de
mayo comandante en jefe de las fuerzas armadas, tenían tan sólo un objetivo
limitado: prevenir una subversión interna en Bogotá, de tal modo que el arzo-
bispo Caballero y Góngora pudiera negociar un arreglo fuera de la ciudad.10
El oidor Catani organizó prontamente una fuerza de 678 hombres.
La caballería estaba compuesta de 80 “vecinos distinguidos”. Otra unidad de
infantería estaba integrada por 50 españoles. Había otras dos unidades
9 Para la población clerical ver Silvestre, Descripción, pág. 31; actas de la junta, 13 y 14 demayo de 1781.
10 Actas de la junta, 15 de mayo de 1781.
El pueblo.indb 180 08/06/2009 04:38:50 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 179/375
181
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
de infantería con 168 milicianos. En los pueblos vecinos se reclutaron 300
hombres para otra unidad de caballería. El cabildo de Bogotá levantó también
una compañía de 500 infantes en las zonas rurales.11
En todas las entradas a la ciudad se estacionaron contingentes para
prevenir la infiltración del enemigo. De día y de noche patrullas de infantes y de
jinetes recorrían el vecindario. En los cuarteles había contingentes de caballería
escogida para afrontar cualquier emergencia inesperada. El sitio donde se
guardaban los fondos reales estaba bajo constante protección militar.12
Como precaución adicional la junta impuso el 17 de mayo el toque de
queda a partir de las 9 de la noche, de cuyo cumplimiento efectivo se encargaron
los militares.13 La junta dispuso además que todo forastero debería presentarse
ante el oidor decano o el alcalde ordinario, para explicar las razones de su
presencia en la capital y para registrar su dirección.
La junta seguía nerviosa con el crecido número de forasteros que había
en la ciudad. El 18 de mayo dictó una medida draconiana, en la que ordenaba
que todos los forasteros nacidos en San Gil, el Socorro y Mogotes salieran de
Bogotá en un plazo de veinticuatro horas, bajo pena de muerte. Los rectores
de los dos famosos colegios de San Bartolomé y del Rosario apelaron ante la
junta, y ésta otorgó una dispensa a todos los estudiantes procedentes de pueblos
comuneros para que pudieran continuar sus estudios en la capital, siempre que
los respectivos rectores garantizaran su lealtad. Toda persona en cuyo domicilio
viviera un forastero no registrado estaba sujeta a la confiscación de sus bienes
y a seis años de prisión en los fuertes de Cartagena, si no denunciaba ante
las autoridades al infractor.14 Si bien no hay pruebas de un éxodo masivo de los
naturales de San Gil y del Socorro como consecuencia de la severa medida, la
que evidentemente no fue aplicada, el edicto refleja sin embargo el nerviosismode las autoridades.
11 Ibíd., CA, 1:211-12.12 CA, 1:212-14.13 Actas de la junta, 17 de mayo de 1781.14 Ibíd., 18 y 23 de mayo de 1781.
El pueblo.indb 181 08/06/2009 04:38:50 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 180/375
182
John Leddy Phelan
Las medidas de Pedro Catani en nombre de la junta sirvieron para
mantener el control de la ciudad.15 Este control era el sine qua non para la
estrategia de un arreglo negociado. Al neutralizar a las facciones partidariasde los comuneros dentro de la ciudad, las autoridades reales dieron un paso
importante en el complejo proceso de restaurar el orden en la Nueva Granada.
Aunque no destruida, la alianza entre los criollos afectos a los comuneros y
los capitanes del Socorro quedó considerablemente debilitada con la medida
decisiva de colocar a la capital en un verdadero estado de sitio. Además, las
autoridades habían logrado ganarse a varios criollos prestigiosos e influyentes
a quienes los socorranos tenían por aliados suyos.
Si los realistas tuvieron éxito en reforzar el control de su base principal enBogotá, Juan Francisco Berbeo tomó medidas igualmente eficaces para guardarse
contra un ataque a su flanco desde el norte mientras se dirigía hacia el sur, a
Bogotá. San Juan de Girón, al norte del Socorro y a unos pocos kilómetros
al sur de Bucaramanga, tenía una categoría jurídica y política superior a la del
Socorro. Era ciudad, y no villa, como el Socorro, y capital de una provincia
donde tenía su sede un gobernador. Aunque Girón disfrutaba de considerable
prosperidad gracias a fértiles cultivos de tabaco, algodón y cacao, no era igual
en riqueza y en población al Socorro. La provincia tenía 7.073 habitantes encontraste con los 15.000 de la parroquia del Socorro.16
La situación de Girón era muy estratégica. Al oriente corría el Mag-
dalena, y varios de sus afluentes como el Lebrija, el Cañabelares y el Sogamoso
eran navegables hasta Girón. El bajo Magdalena estaba firmemente dominado
por los realistas. De ahí que el virrey pudiera enviar refuerzos desde Cartagena
o Mompós hacia el sur y, a través de los afluentes, hacia Girón mismo.
Juan Francisco Berbeo se dio cuenta de que un Girón hostil podía ser la
puerta de entrada para una invasión desde el norte mientras él marchaba hacia elsur. Y San Juan de Girón ignoraba todos los llamamientos del Socorro para
unirse a la “empresa”. Proclamó públicamente su lealtad tanto a la audiencia
15 Un relato anónimo contemporáneo de los sucesos, favorable a los comuneros, indica que lareactivación de la milicia calmó a los espíritus en la capital y reforzó eficazmente la autoridad real.“Levantamiento de Santa Fe de Bogotá”, en Archivo del General Miranda, 15:37-38.
16 Silvestre, Descripción, pág. 46; Oviedo, Cualidades, págs. 183-84.
El pueblo.indb 182 08/06/2009 04:38:50 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 181/375
183
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
en Bogotá como al virrey en Cartagena. Los patricios y los plebeyos de Girón
tenían muchos menos motivos de enojo que el Socorro con las innovaciones
del regente visitador general; al fin de cuentas, era una de las cuatro regiones delNuevo Reino donde el tabaco podía cultivarse legalmente.
En lugar de adherir a la causa del Socorro, el cabildo de Girón organizó
inicialmente una fuerza defensiva de unos cien milicianos repartidos en tres
compañías (blancos, mestizos y negros libres).17 Como recompensa a su lealtad,
el gobierno eximió posteriormente a los negros del pago del tributo anual. El
cabildo se dirigió también al virrey Flórez, quien el 9 de mayo ordenó que
doscientos milicianos de Mompós vigilaran los puentes sobre los ríos cercanos
a Girón; pero, en vista de sus responsabilidades en Cartagena, se mostrabaremiso a enviar hacia el sur una expedición de soldados profesionales.
Sin apoyo de Cartagena y Mompós, Girón no constituía una verdadera
amenaza para el Socorro: podía disponer a lo sumo de trescientos milicianos
mal armados. Pero Berbeo no podía dejar de atacar a Girón. El comandante
supremo de los comuneros demostró perspicacia militar tanto al organizar una
expedición para la conquista de Girón en el norte como al enviar un ejército al
sur y capturar al oidor Osorio en Puente Real de Vélez. En numerosas ocasiones
Berbeo mostró pericia y determinación en sus decisiones tanto estratégicas comotácticas. Francisco de Miranda, el precursor de la independencia sudamericana,
encomiaba una generación después las cualidades de mando de Berbeo.18
No menos acertada fue la elección del comandante para dirigir el ataque
a Girón. El doctor Ramón Ramírez (1754-88) era natural del Socorro. Pero era
bien conocido en Girón, donde desde 1779 había sido asentista del estanco de
aguardiente en la ciudad. Era, por tanto, persona acomodada. Ante el llamado
de sus parientes socorranos volvió a su villa natal el 1º de mayo. El hecho de
tener un título en leyes facilitó, no cabe duda, su nombramiento como secretarioprivado de Juan Francisco Berbeo. Con numerosas conexiones tanto en el Socorro
17 Las fuentes primarias decisivas para la batalla de Girón han sido publicadas en BHA 5(1907): 129-159. Para fuentes en los archivos ver AHN, Los Comuneros, 6:302-11; 7:80-102;18:78-145, 407-29, 433-67; cabildo de Girón a Flórez, 9 de mayo de 1781, AGI/ ASF 577-B;CA, 1:221-26, 249-51.
18 Archivo del General Miranda, 15:31.
El pueblo.indb 183 08/06/2009 04:38:50 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 182/375
184
John Leddy Phelan
como en Girón, Ramírez era la persona ideal para comandar el ataque hacia el
norte. A fin de conferirle mayor prestigio, Berbeo hizo que el pueblo lo eligiera
capitán general, con un puesto en el supremo consejo de guerra.Mientras el Socorro preparaba la invasión, los patricios de Girón hacían
preparativos militares febriles mientras que simultáneamente proclamaban su
deseo de vivir en paz y armonía con los pueblos vecinos. El cabildo de Girón
sólo pudo conseguir 135 armas para sus trescientos reclutas; más de la mitad,
por lo tanto, estaban desarmados. En la crisis de 1781 ninguna de las partes
contaba con armas suficientes para un conflicto militar prolongado. De ahí que
las verdaderas decisiones hubieran sido tomadas en el campo político.
El 20 de mayo Ramón Ramírez había llegado a la parroquia de SanFrancisco Javier del Pie de la Cuesta, a dos leguas de Girón. Pie de la Cuesta se
adhirió a los comuneros, igual que Bucaramanga, al norte de Girón. Girón tomó
la ofensiva. Cincuenta milicianos, incluida una unidad de caballería, atacaron a
Pie de la Cuesta. La caballería de Girón obtuvo un triunfo que resultó ilusorio.
Murieron dos o tres soldados socorranos, y otros treinta fueron heridos o
tomados prisioneros, incluido José Antonio Ramírez, hermano del comandante
socorrano. Pero la expedición fracasó en su principal objetivo, que era la captura
del propio Ramón Ramírez.La caballería de Girón pudo haber ganado la batalla de Pie de la Cuesta,
pero ciertamente perdió la guerra. Se apresuraron a poner en libertad al hermano
de Ramón Ramírez. Frente al abrumador número de tropas socorranas que se
concentraban rápidamente en Pie de la Cuesta y Zapatoca, los jefes patricios de
Girón perdieron la voluntad de combatir. Fueron desapareciendo uno por uno,
hasta que el 26 de mayo la ciudad estaba prácticamente desierta. Quedaron
sólo unos funcionarios, algunos clérigos, mujeres e inválidos.
El 29 de mayo entró a la ciudad de Girón, virtualmente desocupada,el victorioso ejército de los comuneros, constituido por unos 4.000 hombres.
Antes de la llegada del propio Ramírez, a las cuatro de la tarde, una patrulla de
avanzada había saqueado una tienda, pero los culpables fueron inmediatamente
castigados por Ramírez como ladrones. El incidente es otro ejemplo del alto
grado de disciplina que los capitanes habían impuesto a sus seguidores. En
presencia del capitán general Ramírez, los sacerdotes de Girón, revestidos con
El pueblo.indb 184 08/06/2009 04:38:50 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 183/375
185
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
sus ornamentos eclesiásticos y con la custodia en la mano, se hincaron de
rodillas y, con lágrimas en los ojos, suplicaron a los socorranos victoriosos que
perdonaran la resistencia de Girón.Aunque Berbeo exageraba evidentemente la amenaza a su flanco norte
constituida por la negativa de Girón a sumarse a su causa, habría pecado de
negligencia si no organizaba la expedición de Ramírez. Mientras que Berbeo
marchaba hacia el sur con rumbo a la capital, el fermento revolucionario se
extendía hacia el norte y hacia el occidente. El 22 de mayo se levantó Pamplona
y se unió a la empresa.19 Así mismo, “el contagio de la sedición” se extendió
a los llanos, donde se invocaba el nombre mágico de Túpac Amaru.
En Bogotá, los realistas ejercían un control razonablemente firme sobre la
capital, mientras que Berbeo disponía de toda la región desde la capitanía general de
Venezuela hacia el sur, hasta las cercanías de la sabana de Bogotá, del territorio
al oriente del río Magdalena hasta la cordillera Oriental y, más allá, hasta los
llanos. Así, pues, tanto los realistas en Bogotá como las tropas comuneras en su
avance disponían de bazas para la negociación o para el combate. El escenario
debe desplazarse ahora a la marcha sobre Bogotá.
19 CA, 1:249.
El pueblo.indb 185 08/06/2009 04:38:50 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 184/375
11. “Guerra, guerra a Santa Fe”
¿Cómo entender la disposición de las tropas de Juan Francisco Berbeo a negociar
un arreglo en Zipaquirá, a un día de camino de Bogotá, sin haber ocupado
primero la capital? Este es uno de los puntos más controvertidos en la historia
de la Revolución de los Comuneros, y en un sentido muy real los dos capítulos
que siguen no constituyen sino una dilatada explicación del asunto.
La génesis de la expedición es algo oscura. No está del todo claro el
momento en que los jefes comuneros escogieron a Bogotá como objetivo. Ya
desde el 3 de mayo Berbeo estaba solicitando reclutas en los pueblos y aldeasvecinos, por si fuera necesario llegar hasta Santa Fe.1 El 8 de mayo, tras la
caída de Puente Real de Vélez, el cautivo oidor Osorio trató de convencer a sus
adversarios victoriosos de que prescindieran del público propósito de marchar
contra Santa Fe.2 La decisión formal de Berbeo no fue adoptada hasta el 11
de mayo, cuando el supremo consejo de guerra ordenó al ejército victorioso en
Puente Real que se dirigiera a Tunja, como paso preliminar para la ocupación
de Santa Fe de Bogotá.3
Seis días después de la rendición de Puente Real de Vélez, Berbeo saliódel Socorro hacia la capital del reino. Aunque fue él quien ejecutó la gran estra-
tegia de la marcha sobre la capital, al parecer no fue el primero en proponerla.
El plan no se originó en el Socorro sino en Bogotá. La cédula del pueblo, leída
por primera vez a la multitud en el motín del 16 de abril en el Socorro –dos días
antes de que Berbeo asumiera el mando formalmente– exhortaba ya al pueblo
a la invasión de Bogotá.4
El lenguaje de la cédula del pueblo contribuyó mucho a la creencia por
parte de los plebeyos de que el objetivo principal de la “empresa” era la toma
1 CA, 1:233.2 Osorio a los capitanes del Socorro, 10 de mayo de 1781, Archivo Herrán 2-A.3 El documento fue publicado por primera vez por Briceño, Los Comuneros, págs. 104-106.4 CA, 1:128. Basado en la declaración de Salvador Plata, Cárdenas Acosta argumentaba que
la concepción estratégica de la marcha contra la capital procedía de Berbeo, pero pasa por alto laargumentación interna del pasquín.
El pueblo.indb 186 08/06/2009 04:38:50 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 185/375
187
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
de la capital.5 Tan sólo la ocupación de Bogotá era garantía de que el regente
visitador general sería alejado del poder y de que serían abolidos los odiados
impuestos y monopolios. Una y otra vez las muchedumbres vociferaban:“A Santa Fe”.
Pero cabe, sin embargo, preguntarse si la ocupación de la capital fue
alguna vez el objetivo real de los comandantes, a diferencia de los plebeyos,
quienes sí veían en la ocupación de Bogotá la única garantía de éxito. Si el
objetivo verdadero era la corrección de motivos de queja justificados, la ocu-
pación de la capital no era una condición previa necesaria. Sin embargo, como
objetivo público resultaba un señuelo apropiado para llevar a las autoridades a
otorgar las concesiones deseadas. De ahí que Berbeo dejara abierta la posibilidadde tomar la capital hasta el 31 de mayo. Si el objetivo de Berbeo hubiera sido la
independencia política, el no haber tomado por asalto la capital haría de él un
tonto o un bribón, y no era ni lo uno ni lo otro. El 31 de mayo la precipitación
de los acontecimientos había hecho innecesaria la toma de Bogotá, siempre que
los objetivos del comando fueran la corrección de injusticias específicas.
Antes de salir del Socorro para marchar al sur hacia la capital, Juan
Francisco Berbeo tenía que cubrir sus dos flancos al norte. Un flanco era de
carácter militar: la conquista de Girón prorrealista, de la que se habló en el
capítulo 10. El otro era de naturaleza tanto política como militar: el virrey Flórez
en Cartagena. Bien sabía Berbeo que el virrey disponía de una guarnición de
3.000 soldados profesionales, cuya responsabilidad primordial era defender a
Cartagena de un posible ataque de los ingleses.6 Pero estos soldados, o al menos
parte de ellos, podrían convertirse en un instrumento para reprimir los desór-
denes en el interior montañoso del reino. Era también sabido de todo el mundo,
tanto en el Socorro como en Bogotá, que el virrey y el visitador general habían
chocado en torno a la estrategia y a las tácticas para implantar las innovaciones de
Gálvez, y que el virrey, insatisfecho, había aprovechado la declaración de guerra
contra la Gran Bretaña como pretexto para retirarse a Cartagena, y disociarse así
implícitamente de las políticas de Gutiérrez de Piñeres.
5 Ibíd., págs. 128, 130.6 Ibíd., pág. 229.
El pueblo.indb 187 08/06/2009 04:38:50 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 186/375
188
John Leddy Phelan
Berbeo estaba resuelto a sacar ventaja de la desavenencia entre los dos
más altos magistrados del reino. El 6 de mayo el cabildo del Socorro y los
capitanes generales enviaron cartas distintas, pero bien coordinadas, al virrey,en las que procuraban ganarse su simpatía y su ayuda. Ansiosos de que las
cartas no cayeran en manos de Gutiérrez de Piñeres, quien todavía estaba
en el poder, las enviaron a Manuel García Olano, administrador entonces del
correo en Bogotá, con instrucciones de que las hiciera llegar directamente
al virrey en Cartagena. Cuando llegaron las cartas a Bogotá ya había caído el
regente visitador general, y había asumido el poder la junta de tribunales. Para
evitar que más tarde lo acusaran de traición, prudentemente García Olano se las
mostró a sus superiores, y la junta lo autorizó a despachárselas al virrey.7
La carta más detallada era la del cabildo. Al recalcar la pobreza que
padecía el Socorro desde la epidemia de 1776, los ediles, en tono franco pero
respetuoso, se quejaban de la pesada carga constituida por la alcabala, el
préstamo forzoso, las guías y tornaguías, los monopolios y la brutalidad de los
guardas. El cabildo le encarecía al virrey que intercediera en su favor ante el rey,
a quien le prometía lealtad irrestricta, para obtener las necesarias concesiones
que apaciguaran la cólera popular. El orden y la tranquilidad, advertía el
cabildo, sólo podrían restaurarse si la alcabala se rebajaba a la tasa de 1750,
si se suprimían el impuesto de armada de Barlovento y las guías y tornaguías,
y si se permitía el cultivo del tabaco en el Socorro y San Gil.
En una carta aparte y más breve los capitanes generales ofrecían su
lealtad al rey y al virrey, pero no necesariamente a todos sus ministros. Sin
embargo, recalcaban que concesiones como las que proponía el cabildo serían
decisivas para el restablecimiento del orden. Pero el meollo de la carta era
una defensa de su propia conducta. Alegaban que las turbas enfurecidas loshabían obligado, contra su voluntad y bajo amenaza de muerte y de pérdida de
sus bienes, a aceptar puestos de comando. Pero también le recordaban al virrey
que ellos eran los únicos capaces de mitigar y de controlar la ira popular. 8
7 Investigación de García Olano.8 Para el texto de las cartas ver Briceño, Los Comuneros, págs. 100-104.
El pueblo.indb 188 08/06/2009 04:38:50 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 187/375
189
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
El virrey, al parecer, no tenía prisa en contestar tales afirmaciones.
Apenas el 20 de junio les informó a los comandantes socorranos que las
autoridades estaban dispuestas a satisfacer las quejas legítimas, siempre que lossocorranos depusieran las armas. Piadosamente el virrey exhortaba a los socorranos
a depositar su confianza en la benevolencia del monarca y de sus ministros,
todos los cuales anhelaban la felicidad de sus vasallos. Advertía a los criollos
ricos que era mucho lo que podían perder cuando los plebeyos amotinados
demostraban su falta de respeto por la propiedad privada y el imperio de la ley.9
Pero ese aserto constituía una completa deformación de la verdadera situación.
Mas el virrey Flórez adoptaba también la estrategia de Caballero y Góngora, al
tratar de meter una cuña entre los patricios y los plebeyos mediante el mito deuna guerra entre ricos y pobres.
Berbeo y su contingente llegaron el 23 de mayo a Ráquira, al occidente
de Tunja, de donde contestó una carta de los comisionados Vasco y Vargas y Galavis,
escrita en Zipaquirá el 14 de mayo. Los comisionados garantizaban que tenían
plenos poderes para negociar un arreglo de conjunto respecto a sus quejas. La
respuesta de Juan Francisco Berbeo es tal vez la expresión más elocuente y más
digna de sus propósitos. Redactada en un español elegante, aunque un tanto
arcaico, constituye uno de los grandes documentos públicos de la Revoluciónde los Comuneros.
El objeto de restablecer la tranquilidad pública de este Reino, que consiste
en el alivio de procurar la empresa a que nos han estimulado los comunes
de la villa del Socorro, San Gil y más ciudades y villas agregadas, sobre
los insoportables pechos [tributos] que hemos sufrido y de día en día se
aumentaban, obligó y exasperó a las gentes de tal modo que más a gusto
resuelven perder la vida en un instante, que acabada miserablemente de
día en día.
Y respecto a que V.S. por la suya de catorce de mayo me asegura traer
facultades del real acuerdo, sobre beneficio del rey (que Dios guarde) y del
9 La respuesta de Flórez a la carta del Socorro está incluida como apéndice en Flórez a Gálvez,22 de agosto de 1781, AGI/ASF 577-B.
El pueblo.indb 189 08/06/2009 04:38:50 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 188/375
190
John Leddy Phelan
público, a lo que se propende. En esta atención y siendo nuestra solicitud
sacudirnos de tantos pechos de que no se han mostrado órdenes de nuestro
benigno monarca, de quien somos fieles vasallos, debemos decir a V.S. queen los territorios del pueblo de Nemocón podrá V.S. presentarse, en donde
precediendo las urbanidades de estilo se propondrán y discernirán las cosas
correspondientes al intento.10
En lenguaje terso y conciso Juan Francisco Berbeo reafirmaba los
objetivos de la empresa y la determinación de quienes participaban en ella:
sus seguidores “a gusto prefieren perder la vida en un instante que acabarla
miserablemente de día en día”. Frase elocuente en verdad.11 Si bien reafir-maba la lealtad a “nuestro benigno monarca”, Berbeo dejaba muy en claro
que la única base de negociación era la supresión de los detestados impuestos.
Otro rasgo de la carta es una afirmación inequívoca de la noción clásica de
la teoría política española en el sentido de que la soberanía de la corona derivaba
en última instancia del pueblo e implícitamente, por tanto, que la corona era
responsable ante la voluntad del pueblo.
El tono orgulloso de la carta de Berbeo produjo resentimiento en Bogotá.
El presidente de la junta de tribunales se lamentaba al virrey en Cartagena:
La carta escrita por Berbeo da una idea completa de la insolencia y predo-
minio que tienen adquirido todos aquellos vecindarios, pues sobre tratar
a los SS. Comisionados sin la menor cortesía, el estilo con que les habla
parece más de soberanía y absoluta independencia; que no de quien solicita
la paz para luego quedar de verdadero súbdito.12
10 CA, 1:256-57.11 Según Berbeo el autor de la pegajosa frase fue Antonio Molina, un plebeyo miembro del
supremo consejo de guerra. Declaración de Berbeo, 14 de septiembre de 1781, en Briceño, LosComuneros, pág. 213.
12 CA, 1:257-58.
El pueblo.indb 190 08/06/2009 04:38:50 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 189/375
191
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Mapa 2. Marcha de Berbeo hacia Bogotá y campaña de Galán (ver mapa
1, pág. 165). Basado en Armando Gómez Latorre, Enfoque social de la
revolución comunera , Bogotá, 1973.
Fuente: Laboratorio cartográfico de la Universidad de Wisconsin-Madison
La carta de Berbeo y la reacción en Bogotá iluminan dramáticamente
la tensión del drama político de 1781, es decir el choque entre la “constitución
no escrita” de la Nueva Granada y el absolutismo de Carlos III. Es incluso
probable que ni Berbeo ni su secretario privado hubieran leído una sola
El pueblo.indb 191 08/06/2009 04:38:51 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 190/375
192
John Leddy Phelan
palabra de los tratados de Francisco Suárez y de los demás teólogos españoles
clásicos de los siglos XVI y XVII. Lo que cuenta en verdad es que no tenían
que haberlo hecho. La noción su arista del origen popular de la soberanía yde otras limitaciones a la autoridad política estaban arraigadas profundamente
en la textura de la “constitución no escrita” que se había ido desarrollando
paulatinamente en la Nueva Granada durante los siglos XVII y XVIII, o sea un
gobierno por medio del compromiso y la conciliación, que debería tomar en
cuenta, en diversos grados, el punto de vista de todos los grupos étnicos. Los
burócratas de Carlos III aborrecían instintivamente este sistema. A su modo
de ver los súbditos le debían obediencia irrestricta a cualquier magistrado. De
ahí que el tono profundamente tradicionalista de la carta de Berbeo les debióde parecer expresión de “absoluta independencia” no apropiado para quien
“solicitaba la paz para quedar luego de verdadero súbdito”. Berbeo no anticipaba
la independencia sino que miraba atrás, a la restauración de los métodos
tradicionales. Aunque las dos partes en disputa hablaran español, no hablaban
el mismo idioma político. En ese momento era un diálogo de sordos.
El 23 de mayo la avanzada de los comuneros llegó a Nemocón, a
unas tres leguas al nordeste de Zipaquirá. Era el ejército victorioso de los
capitanes Ignacio Calviño, Antonio José Araque y Blas Antonio de Torres.
Dos días después llegaba Berbeo a Nemocón. A fin de reforzar su capacidad de
negociación dentro o fuera de Bogotá, el generalísimo tomó una serie de medidas
decisivas que demuestran concluyentemente su gran capacidad de comandante
político y militar.
El 25 de mayo puso en marcha un plan estratégico osado e imaginativo,
cuando envió una expedición de 150 soldados al sudoeste de Facatativá y
luego al noroeste, hacia Honda. El Magdalena era navegable de Cartagenaal sur hasta Honda. Era, en efecto, la ruta más accesible para que llegaran a
Bogotá refuerzos de hombres y pertrechos provenientes de Cartagena. Berbeo
se proponía que la expedición ocupara a Facatativá para interceptar los correos
entre Bogotá y Cartagena, capturar la artillería que Gutiérrez de Piñeres había
enviado desde Honda para la defensa de Bogotá, y ocupar luego a Guaduas,
Mariquita y Ambalema en el alto Magdalena. El objetivo último de la expedición
El pueblo.indb 192 08/06/2009 04:38:51 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 191/375
193
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
era la captura de Honda y del más célebre de sus habitantes, el regente visitador
general. El hombre a quien Berbeo encomendó esta audaz expedición era
José Antonio Galán, uno de los jefes más famosos de la Revolución de losComuneros.
Galán desempeñó brillantemente su cometido. Engañando a un des-
tacamento realista enviado desde la capital, interceptó la valija del correo real
en Facatativá el 30 de mayo (finalmente, Berbeo la devolvió sin abrir ante la
acalorada insistencia de las autoridades de Bogotá). Entre el 30 de mayo y el
7 de junio la pequeña expedición de Galán recorrió pueblos y caseríos del alto
Magdalena para alistar a esas comunidades al servicio de la “empresa”. Por
qué Galán no capturó al regente visitador general en Honda, de acuerdo con las
instrucciones de Berbeo, y en cambio le envió una carta en que le aconsejaba
huir, es asunto que quizás quedará para siempre envuelto en la oscuridad. En
el capítulo 15 se intentará explicar la desconcertante conducta de Galán.
En este momento importa recalcar que la campaña relámpago de Galán
fue un golpe maestro desde el punto de vista militar, y que reforzó grandemente
la posición de Berbeo en las negociaciones de Zipaquirá, y sembró la consterna-
ción no sólo en Bogotá sino entre el séquito del arzobispo Caballero y Góngora
en Zipaquirá. No cabe duda de que la hazaña de Galán constituyó uno de los
factores que obligaron a la reticente administración bogotana a aprobar las
capitulaciones el 7 de junio, el mismo día en que Galán le advirtió al regente
visitador general que huyera de Honda. La campaña de Galán demuestra no sólo
su destreza en el campo de batalla sino también la amplitud de los conceptos
estratégicos de Berbeo.
Otro paso que tomó Berbeo después de llegar a Nemocón fue el de
integrar el descontento de los indios a su coalición multiétnica, y explotar sucólera como medio de presionar a las autoridades en Bogotá.
El acontecimiento más célebre relacionado con Ambrosio Pisco, jefe
titular de los indios, durante los agitados días de Zipaquirá, fue la orden expedida
el 31 de mayo por Berbeo, una semana antes de la firma de las capitulaciones.
Al ratificar el doble papel de Pisco como cacique hereditario de Bogotá y como
capitán de la “empresa”, el comandante supremo encargaba a:
El pueblo.indb 193 08/06/2009 04:38:51 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 192/375
194
John Leddy Phelan
don Ambrosio Pisco, cacique llamado de Bogotá, para que pase personal-
mente y con gentes hasta las goteras de la ciudad de Santa Fe, y por todo
rigor contendrá las gentes que pretendieren entrar a la ciudad a insultary robar. Por lo que, si necesario fuere, hará poner dos horcas, una en la
entrada de San Diego y otra en la entrada de San Victorino, para castigo
de los insultores.13
Esta comisión buscaba ostensiblemente impedir que las tropas del
propio Berbeo en Zipaquirá marcharan los pocos kilómetros que las separaban
de la capital. Una inferencia plausible es la de que Berbeo le dio esa comisión
a Pisco como parte de una táctica más vasta: la de intimidar tanto al arzobispoen Zipaquirá como a la junta de tribunales en Bogotá para llegar a un acuerdo
antes del posible asalto a la ciudad. Bogotá reaccionó visceralmente ante la
noticia, obsequiosa más bien, que dio Pisco acerca de su comisión, y pensó
que este era el comienzo de la invasión de la capital.14 Su presencia, con 5.000
indios iracundos, a las puertas de la ciudad, era una pesadilla que Bogotá quería
exorcizar. Frente a las protestas, vigorosas cuando no frenéticas, de la capital,
Berbeo le retiró su asignación a Pisco antes de que éste llegara a Bogotá.15 Pero
había puesto en claro su mensaje.El episodio de Pisco no fue la única ocasión en que Berbeo utilizó el
descontento de los indios para sembrar el pánico entre los magistrados reales.
El manifiesto del 23 de mayo en el Cocuy, donde se invocaba el nombre de
Túpac Amaru, y la publicación del manifiesto de Silos el 14 de junio, donde se
destronaba a Carlos III, fueron otros incidentes en la guerra de nervios que libraba
el comandante supremo contra sus oponentes. Quizás no sea accidental el que
estos dos manifiestos fueran emitidos en regiones muy distantes de Zipaquirá.
Por consiguiente, no implicaban mayor riesgo de que los indios del altiplano,ya en abierta rebelión, se enardecieran todavía más. Estos descendientes de
13 Ibíd., págs. 293-94.14 Actas de la junta, 1º de junio, AGI/ASF 663-A; Pisco al fiscal Silvestre Martínez, 2 de junio de
1781, ibíd.; Catani a la junta, 3 de junio, ibíd.; confesión de Pisco, 8-9 de octubre de 1781, AHN,Los Comuneros, 1:28-35; abogado de Pisco, 19 de diciembre de 1781, ibíd., fs. 39-42.
15 Confesión de Pisco, AHN, Los Comuneros, 14:28-35, #20.
El pueblo.indb 194 08/06/2009 04:38:51 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 193/375
195
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
los chibchas no necesitaban del simbolismo de Túpac Amaru, ya que su propia
tradición indígena monárquica estaba presente en la persona de Ambrosio Pisco,
a quien Berbeo se había ganado hábilmente para su causa.Todos estos actos constituían un mensaje claro para Bogotá: negociar un
arreglo favorable a los comuneros o arriesgarse a que la “empresa” degenerara
en una orgía de violencia procedente de abajo; o tratar con los jefes responsables
o enfrentarse a un levantamiento sanguinario de los indios, cuyo objetivo habría
sido el derrocamiento de la monarquía. El hábil manejo que el comandante
supremo hizo del descontento de los indios fue uno de los muchos factores que
forzaron a Bogotá a acudir a las negociaciones.
Los dos grandes protagonistas de la crisis de 1781 –el arzobispo AntonioCaballero y Góngora y Juan Francisco Berbeo– tuvieron su primera entrevista
frente a frente el 26 de mayo en Nemocón. Como intermediarios entre los dos
bandos actuaron varios clérigos, el más importante de los cuales era el bien
conectado Filiberto José Estévez.16 Su aporte fue significativo en las febriles
negociaciones del 26 de mayo al 7 de junio.
El arzobispo llegó a la primera entrevista con la esperanza de que sus
considerables poderes de persuasión y el prestigio de su investidura harían
vacilar la determinación de sus adversarios de marchar sobre la capital. Berbeo
rechazó de plano la primera propuesta de Caballero y Góngora para negociar
inmediatamente un acuerdo en Nemocón. Argüía vigorosamente que la única
garantía de que se cumpliera un acuerdo era la entrada en masa de los socorranos
a la capital.
Caballero y Góngora formuló entonces una contrapropuesta: que una
pequeña delegación de capitanes comuneros, acompañada de otros dos comi-
sionados, fuera a la capital a negociar el arreglo. Para garantizar la seguridad
personal de los socorranos en Bogotá, el arzobispo se ofrecía á permanecer en
el campamento comunero en Nemocón, prácticamente como rehén.
Ni la junta de tribunales en Bogotá ni Berbeo quedaron satisfechos
con la contrapropuesta de Caballero y Góngora. La junta nunca modificó su
16 Para los otros sacerdotes intermediarios ver Caballero y Góngora a Gálvez, 20 de junio de1781, AGI/ASF 663, en CA, 2:65. Ver también capítulo 9, nota 16.
El pueblo.indb 195 08/06/2009 04:38:52 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 194/375
196
John Leddy Phelan
opinión de que los tres comisionados tenían amplios poderes para negociar
un acuerdo fuera de la capital. Sin entusiasmo y con nerviosismo convino, sin
embargo, en aceptar el plan el 28 de mayo. Pero Berbeo negó tajantementesu asentimiento. Sostenía que si unos pocos de sus capitanes entraban a la
capital en esas circunstancias “serían apresados y ejecutados”.17
En realidad, Berbeo quería aplazar el comienzo de unas negociaciones
en serio. El comandante supremo tenía varios planes que estaban ya en marcha
o a punto de iniciarse; llevados a cabo reforzaría grandemente su capacidad de
negociación y dejaría en suspenso la posibilidad de negociar dentro o fuera
de la capital. Tan sólo dos días antes había enviado a Galán a la campaña, de
importancia vital, en el valle del alto Magdalena; se necesitaría un tiempo paraapreciar plenamente sus resultados. No le había enviado aún su comisión a
Ambrosio Pisco.
El 27 de mayo, un arzobispo desalentado y sus dos colegas se retiraron
del campamento de Berbeo en Nemocón a la cercana Zipaquirá, para aguardar
el desarrollo de los sucesos. Berbeo interrumpió las conversaciones pero no las
rompió, con el argumento de que sus fuerzas no se habían congregado todavía.
Le advirtió una vez más a la delegación que la única garantía satisfactoria de
que sus seguidores no fueran defraudados era la ocupación de Bogotá.18
Antes de que Berbeo pudiera emprender una negociación realista con el
arzobispo desde una posición de fuerza, necesitaba consolidar su alianza con
la ciudad de Tunja. El 30 de mayo, en la hacienda de Checua en las afueras de
Nemocón, Tunja convino solemnemente en que su contingente militar se uniría
a los de Berbeo para la marcha sobre la capital.19
El día en que interrumpió las conversaciones con los comisionados,
Berbeo pasó sus cuarteles de Nemocón a El Mortiño. La nueva sede tenía
razón de ser, tanto táctica como políticamente. A sólo media hora a caballode Zipaquirá, y por consiguiente a un día de Bogotá, El Mortiño podría ser
17 Caballero y Góngora a Pey y Ruiz, 26 de mayo, y comisionados a Pey, 26, 27 de mayo de1781, AGI/ASF 663-A. El 27 de mayo la junta dijo que no, pero tras recibir la carta de Caballeroy Góngora del 26 de mayo profirió un reticente sí. Pey a Caballero y Góngora, 27 de mayo, a loscomisionados, 28 de mayo, ibíd.
18 Berbeo a los comisionados, 28 de mayo, ibíd.19 CA, 1:282-283; declaración de Pavón y Gallo.
El pueblo.indb 196 08/06/2009 04:38:52 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 195/375
197
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
abastecido satisfactoriamente de alimentos de las aldeas y caseríos cercanos.
Situado en un declive de la cordillera, lo formaban vastas tierras de ganado y
de labranza con chozas y cercados que podrían abrigar en algo de las lluviastorrenciales que inundaban la parte baja del valle durante el invierno que
entonces transcurría.
En las faldas de El Mortiño se congregó una fuerza formidable aunque
mal armada: unos 20.000 hombres, guarecidos en setecientas tiendas. 10.000
provenían de las jurisdicciones del Socorro y San Gil, y de Puente Real de Vélez.
Otros 6.000 de Tunja, Leiva, Sogamoso, Santa Rosa y Chiquinquirá. Había
4.000 indios bajo el mando nominal de Ambrosio Pisco.20 Esta concentración de
tropas era mucho más grande que cualquiera de las que mandó Bolívar en lasguerras de independencia, si bien las tropas de éste estaban mejor equipadas.21
En vista de que la población de Bogotá era en 1778 de 18.100 personas, es
ciertamente comprensible cómo este ejército, a un día de camino, provocó la
consternación y el pánico entre los defensores de la autoridad real.22
El 30 de mayo Juan Francisco Berbeo hizo otra jugada brillante. Una
semana antes el supremo consejo de guerra en el Socorro le había escrito al
generalísimo que si el arzobispo trataba de impedir la ocupación de la capital
mediante sus atribuciones de excomunión e interdicción el consejo lo desterraríade su diócesis y dejaría vacante la sede. El temor de que el arzobispo pudiera
emplear esas dos armas, las más poderosas de su arsenal, provenía eviden-
temente de los plebeyos del Socorro, ya que fue su representante oficial
en el consejo, el procurador Antonio Molina, quien presentó la propuesta que
habría de aprobar el consejo.23 Era un temor muy real, ya que estos recursos
probablemente hubieran desmoralizado a las tropas de los comuneros.
Así, pues, Berbeo les mostró el 30 de mayo la carta a los comisionados,
dándole noticia al arzobispo de que, si recurriera a sus atribuciones, los comu-neros estaban dispuestos a desterrarlo de su sede. Como la iniciativa provenía
20 CA, 1:274-75, 288-92.21 Bolívar ganó la batalla de Boyacá con un ejército de 2.850 soldados. Camilo Riaño, La
campaña libertadora de 1819 (Bogotá, 1969), págs. 270-72.22 Silvestre, Descripción, pág. 31.23 Nos los Comunes a Berbeo, 27 de mayo de 1781, en Caballero y Góngora a Gálvez, 19 de
agosto de 1781, AGI/ASF 633-A; Monsalve, Rosillo, Molina a Berbeo, 23 de mayo de 1781, ibíd.
El pueblo.indb 197 08/06/2009 04:38:52 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 196/375
198
John Leddy Phelan
aparentemente de los plebeyos, los capitanes patricios podrían posteriormente
disociarse de semejante amenaza, si así resultara conveniente.24
Durante el periodo colonial español los obispos utilizaban con frecuenciaestos temidos recursos, por razones a veces más mundanas que espirituales.25
Sin embargo, toda la información de que se dispone indica que en este caso
el cazurro arzobispo no tenía propósito de apelar a la excomunión. Bien sabía
que en su precaria situación, sin soldados que lo respaldaran, sus únicas armas
efectivas eran el prestigio de su cargo, su paciencia astuta e interminable y
sus palabras pastorales de conciliación. Pero Juan Francisco Berbeo no tenía
informes fidedignos sobre lo que se proponía el arzobispo.
El 31 de mayo Zipaquirá se unió formalmente a la “empresa” enceremonias en las que el comandante supremo confirmó la elección de capitanes
en la parroquia.26 Desde el 16 de mayo la villa había demostrado simpatía
por los comuneros, durante un motín en el que fue saqueada la casa de un rico
comerciante español. El arzobispo, que se hallaba presente en esa ocasión, quedó
impresionado por el desorden de la muchedumbre, pero también por el hecho de
que unos cuantos socorranos que estaban de paso en la ciudad hubieran sido
capaces de convencer a la tumultuosa multitud de compensar al día siguiente
los daños causados a la residencia saqueada.27 El motín de Zipaquirá le dejóuna impresión imborrable a Caballero y Góngora. No sólo observó de cerca la
intensidad de la cólera popular sino que también quedó impresionado ante el
prestigio de los socorranos y la influencia que ejercían sobre la multitud. El motín
de Zipaquirá contribuyó a persuadirlo de que se requerían grandes concesiones
para apaciguar la ira popular, de que sólo los socorranos tenían prestigio para
controlar esa ira y, por último, y lo más importante, de que había que cortar
la alianza entre patricios y plebeyos. De ahí en adelante nunca vaciló en su
convicción de que los socorranos constituían el único grupo con que se podíanadelantar negociaciones en seno.
24 Comisionados a Pey, 30 de mayo de 1781, ibíd. El arzobispo posteriormente aceptó laexplicación de Rosillo y Monsalve de haber formulado la amenaza presionados por los plebeyos.Caballero y Góngora a Gálvez, 19 de agosto de 1781, AGI/ASF 663-A.
25 Para algunos ejemplos ver mi Kingdom of Quito, págs. 314, 316.26 CA, 1:299-300.27 Caballero y Góngora a Pey y Ruiz, 17 de mayo de 1781, AGI/ASF 663-A.
El pueblo.indb 198 08/06/2009 04:38:52 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 197/375
199
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
El 31 de mayo Berbeo había llegado al apogeo de su poder. Demostrando
habilidad militar y política considerable, había reclutado un ejército de 20.000
soldados mal apertrechados pero entusiastas y los había llevado a un día decamino de la capital del reino. No sólo había pactado una alianza con Tunja
sino que había usufructuado el descontento de los indios. Además, Galán
había ejecutado una brillante operación militar en su marcha por el valle del
alto Magdalena. En varias ocasiones Berbeo había demostrado una habilidad
increíble para conducir en distintos frentes una denodada guerra de nervios
para intimidar a sus adversarios. Sobre todo, se las había arreglado para dejar
abierta la opción de negociar dentro o fuera de la capital.
Juan Francisco Berbeo jugó con astucia considerable todas las cartas quetenía en la mano. Sin embargo, el problema es que disponía de muy pocas.
En contraste, el arzobispo Caballero y Góngora contaba con muchas más, y
sabía cómo jugarlas con el máximo de destreza.
El pueblo.indb 199 08/06/2009 04:38:52 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 198/375
12. Cita en Zipaquirá
El 31 de mayo fue uno de los días más ricos en acontecimientos dentro de la
historia del Nuevo Reino de Granada, pues ese día quedaron establecidos el
contorno y la orientación de la crisis de 1781.
Por la mañana, Juan Francisco Berbeo dio posesión formal a los capi-
tanes generales de la parroquia de Zipaquirá y emitió su controvertida comisión
a don Ambrosio Pisco para que se dirigiera a las puertas de la ciudad de Santa
Fe de Bogotá. Además, por un periodo de dos meses, dispuso de los ingresos
de las minas de sal de Zipaquirá y Nemocón para financiar su expedición.1 Esemismo día José Antonio Galán interceptó el correo real en Facatativá y, en la
práctica, cortó las comunicaciones entre Bogotá y Cartagena.2
Pero el suceso más importante del día, y que en gran parte había de
determinar el resultado final, ocurrió en las horas de la tarde. Cuando el arzobispo
Caballero y Góngora recibió informes de que las tropas estaban a punto de
levantar el campo y de iniciar su marcha hacia la capital, junto con los otros
comisionados se dirigió de inmediato a los cercanos cuarteles de El Mortiño. A
las tres empezó la segunda conferencia. Escribió después el arzobispo:
Viéndolos ya resueltos a marchar a Santa Fe, y temiendo verificar en sus
ideas de pasar de allí a Popayán y Quito, poniendo en combustión todo el
ambiente, determiné volver a verme con los capitanes. Fueron incompa-
rables los trabajos, indecibles los insultos que en esta segunda conferencia
sufrí de aquellas gentes, las más de infame extracción y aun de más infames
pensamientos; pero, en fin, a costa de una inalterable paciencia logré no sólo
aquietarlos y admitir capitulaciones, sino también que don Juan FranciscoBerbeo me prometiese se arreglaría esta en el mismo Zipaquirá, sin mover
su acampamento, contra el dictamen de muchos, que acaso para poner en
ejecución sus sangrientos fines, intentaban que fuese en Santa Fe.3
1 Pey y Ruiz a Flórez, 15 de junio de 1781, AGI/ASF 663-A.2 Actas de la junta, 1º de junio de 1781, ibíd.3 Caballero y Góngora a Gálvez, 20 de junio de 1781, AGI/ASF 663; CA, 2:60-61.
El pueblo.indb 200 08/06/2009 04:38:52 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 199/375
201
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Durante esa conferencia el arzobispo descubrió la existencia de una
división profunda en el campo de los comuneros, que él podría explotar para
su propio beneficio. Algunos jefes poderosos, no sólo de Tunja y Sogamoso sinotambién del vecino del Socorro, San Gil, querían negociar un tratado en Zipaquirá
y no seguir hasta Bogotá. Amenazaba con desintegrarse la gran coalición que
Juan Francisco Berbeo había montado con paciencia infinita y con considerables
dificultades. En particular, la alianza con Tunja, sellada apenas veinticuatro
horas antes en la hacienda de Checua, estaba en grave peligro. Tunja, la última
en incorporarse a la “empresa”, parecía entonces la primera en abandonada.
El retiro de Tunja tenía una significación estratégica y militar que ni
siquiera guardaba proporciones con la impresionante magnitud de su contingente.Tunja estaba al norte de Zipaquirá; las fuerzas de Berbeo podían ser rebasadas
por su flanco, si proseguía al sur hacia la capital. Fiel a las órdenes de Bogotá
hasta el 23 de mayo, Tunja había levantado una fuerza militar impresionante
en los meses de marzo, abril y mayo con el propósito ostensible de defender la
autoridad real. Los batallones reclutados en las jurisdicciones de Tunja, Leiva,
Sogamoso, Santa Rosa y Chiquinquirá constaban de unos 6.000 soldados,
mientras los integrantes del ejército de las jurisdicciones territoriales del Socorro
y San Gil ascendían a unos 10.000 reclutas. Había además 4.000 indios, cuya
supuesta ineficacia bélica suscitaba el desdén de criollos y mestizos. No sólo
eran grandes los contingentes de Tunja sino, en opinión del arzobispo, “era la
tropa más lucida de aquel ejército, la más esforzada y subordinada a sus jefes”.4
Cuatro mil de ellos eran jinetes con mayor movilidad que los contingentes de
San Gil-Socorro, integrados en su mayoría por hombres de a pie.
El 2 de junio los regimientos de Tunja salieron del campamento de El
Mortiño para acampar en Cajicá, al sur de Zipaquirá. Así cerraban el camino
a la capital. En Zipaquirá los tunjanos se comprometieron en público ante los
comisionados a apoyar a las autoridades de Santa Fe contra los desafueros que
pudieran cometer los socorranos.5
4 CA, 1:61.5 Ibíd., pág. 11.
El pueblo.indb 201 08/06/2009 04:38:52 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 200/375
202
John Leddy Phelan
En su relación, el arzobispo se regodea de haber logrado que los
tunjanos pasaran sus cuarteles a Cajicá con el pretexto de que había mejores
pastos para sus caballos y de que en el atiborrado campamento de El Mortiñopodría brotar una epidemia.6 El relato del arzobispo encomia su propia gestión,
cuando no es francamente engañoso. El capitán Joaquín de la Barrera, el primero
en enterarse del desacuerdo entre el Socorro y Tunja, indica que los tunjanos
adoptaron deliberadamente la determinación de que sus fuerzas impidieran la
ocupación de la capital.7
El arzobispo, como él mismo lo reconoce, distribuyó dinero entre quienes
consideraba simpatizantes potenciales o actuales a su propuesta de negociar
en Zipaquirá.8 Pero los así agraciados habrían tomado de todas formas las deci-siones que tomaron. Pese a la munificencia del arzobispo y a sus considerables
poderes de persuasión, Tunja tenía razones válidas y suficientes para romper
con el Socorro.
Los orgullosos patricios de Tunja, cuya economía había decaído durante
el siglo XVIII a medida que prosperaba la del Socorro, habían sido humillados
cuando los socorranos entraron a su ciudad el 23 de mayo y los forzaron a
unirse a la “empresa”. Pero no perdieron el control de su ejército, relativamente
disciplinado. No sin justificación, los tunjanos temían sinceramente que el poderpolítico y el control de los sectores rurales pasaran a manos de los agresivos
socorranos. Una de las cláusulas de las capitulaciones estipulaba que la extensa
provincia de Tunja fuera dividida, y que Socorro-San Gil tuvieran su propio
corregidor. No todos los comandantes de Tunja se oponían a ocupar la capital,
pero sí una buena mayoría de ellos.9
6 Ibíd., págs. 61-62.7 Barrera a la audiencia, 8 de junio de 1781, ibíd., 1:195; 2:12; AGI/ ASF 663-A comisionados
a Pey, 31 de mayo de 1781, ibíd.8 Caballero y Góngora a Gálvez, 20 de junio de 1781, en CA, 1:62; Caballero y Góngora a la
junta, 6 de junio de 1781, AGI/ ASF 663-A. Que el arzobispo estuviera repartiendo dádivas enZipaquirá era algo harto sabido en Bogotá –ver la anónima “Relación verdadera de los hechosocurridos en la sublevación de los pueblos, ciudades y villas”, 31 de agosto de 1781, en Proceso histórico del 20 de julio (Bogotá, 1960), pág. 24. Caballero y Góngora reconoce francamente quesiguió sus generosidades con determinados individuos para que estos lo apoyaran durante su periodode virrey: Caballero y Góngora a Floridablanca, 26 de marzo de 1789, AGI/ Estado 54.
9 Declaración de Pavón y Gallo.
El pueblo.indb 202 08/06/2009 04:38:52 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 201/375
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 202/375
204
John Leddy Phelan
Soldado de profesión, el virrey se oponía al uso del ejército para sofocar
conflictos civiles. Expresaba cierta falta de confianza en sus tropas criollas y
negras, especialmente si se veían involucradas en una guerra civil. Ante todo,el virrey quería evitar un baño de sangre. Con sus mismas palabras, no quería
precipitar otra matanza de San Bartolomé u otras Vísperas Sicilianas.
Como muchos otros soldados profesionales anteriores u posteriores a
él, Flórez abominaba del uso de soldados en una guerra civil. Como a menudo
sucede, los verdaderos “halcones”, eran los civiles. Tras haber sido repu-
diadas sus innovaciones, Gutiérrez de Piñeres, desde lugares seguros como
Honda o Cartagena, exigía la intervención militar con la ferocidad de un civil
frustrado que nunca ha conocido la guerra de cerca.13
El virrey le encarecíaa la junta de tribunales que negociara un arreglo con los rebeldes tras el cual
podría venir el desarme de estos. Entonces él enviaría una pequeña fuerza de
soldados profesionales para consolidar la restauración de la autoridad real. El
gobierno, entonces, podría revisar o anular el acuerdo.
Cuando llegaron a Cartagena las noticias del desastre del oidor Osorio
en Puente Real y la subsiguiente marcha de los socorranos hacia la capital, el
virrey se vio obligado a revisar sus cálculos. Pese a la oposición de algunos
miembros de su estado mayor, quienes sostenían acaloradamente que Cartagenapodía prescindir a lo sumo de 200 soldados, el 25 de mayo el virrey Flórez
autorizó una expedición de 500 hombres al interior, bajo el mando del coronel
José Bernet. Quizás en un estricto sentido militar tenían razón los oficiales,
pero el virrey estaba obligado a considerar un escenario político más vasto. El
contingente incluía 250 hombres del veterano regimiento fijo. Otros 125 venían
de la milicia blanca y 125 de la milicia negra. El coronel Bernet salió de Cartagena
el 1º de junio, pero su expedición no llegó a Bogotá hasta el 6 de agosto.14 El
avance lento pero inexorable de esa pequeña pero poderosa expedición militarfue un instrumento psicológico decisivo para que las autoridades recuperaran el
control después de la conclusión de las capitulaciones. La expedición de Bernet
cumplió la función que le había asignado el virrey Flórez.
13 Ver el intercambio de cartas entre Flórez y Gutiérrez de Piñeres insertas como apéndicea ibíd.
14 Ibíd.; CA, 110-14.
El pueblo.indb 204 08/06/2009 04:38:52 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 203/375
205
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
La expedición no salió de Cartagena hasta el 1º de junio, un día después
de que Berbeo se había resuelto a negociar en Zipaquirá y ocho días antes de
que las autoridades ratificaran formalmente las capitulaciones. Es imposibleque el arzobispo o el generalísimo hubieran recibido informes el 31 de mayo
sobre la decisión que el virrey había tomado en Cartagena el 25 de mayo. El
correo más rápido entre la costa y la capital tomaba diez días... Y aunque hubiese
sido posible que las noticias de Cartagena llegaran a Bogotá el 7 de junio, es
sumamente improbable: las comunicaciones entre la costa y la capital habían
sido cortadas por José Antonio Galán, después del 31 de mayo. Al arzobispo
tampoco le hubiese convenido divulgar esas noticias. El campo de los comuneros
albergaba ya suficiente desconfianza sobre las intenciones de Bogotá. Lanoticia de que Cartagena iba a enviar una expedición al interior probablemente
habría resultado en la ocupación inmediata de la capital por los encolerizados
socorranos.
Mientras contemplaba a los furiosos soldados de la “empresa”, Caballero
y Góngora tal vez encontrara algún solaz en la esperanza de que al fin Cartagena
viniera a rescatar el interior, y de que por lo tanto cualquier acuerdo a que
pudiera llegar en Zipaquirá podría ser invalidado después. Los jefes comuneros
jamás perdían de vista el peligro de la lejana Cartagena. Sin duda, el virrey
Flórez constituyó uno de los muchos factores que condujeron a la decisión de
conseguir un acuerdo en Zipaquirá y no en Bogotá.
La decisión de los tunjanos de trasladar su campamento a Cajicá no
rompió de manera irrevocable la alianza entre el Socorro y Tunja. Pero había
que reconstruir la coalición, lo que procedió a hacer Berbeo. Insistió en que los
tunjanos y el arzobispo se pusieran de acuerdo sobre ciertas condiciones si las
negociaciones se iban a efectuar en Zipaquirá. Nadie se oponía al postulado
del comandante supremo de que era necesario complacer la firme creencia de
los plebeyos de que sólo la ocupación de la capital aseguraría el cumplimiento
de un tratado. Berbeo insistió en que Bogotá adhiriera a la “empresa” con la
“elección” de cinco capitanes generales, los cuales habrían de participar en las
negociaciones de Zipaquirá. En realidad, los capitanes generales de Bogotá no
fueron elegidos sino seleccionados cuidadosamente por el generalísimo. Su
elección recayó en cinco criollos prestigiosos o ricos considerados, con razón o
sin ella, como simpatizantes latentes de la “empresa”.
El pueblo.indb 205 08/06/2009 04:38:52 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 204/375
206
John Leddy Phelan
La otra condición de Berbeo consistió en que el cabildo de Bogotá
participara plenamente en las discusiones.15 El cabildo era el fortín político de
los criollos ricos y destacados en la sociedad. El cabildo se mostró reticente.En privado, sus integrantes afirmaban vehementemente su lealtad al rey y a
sus magistrados.16 Ante la insistencia de la junta de tribunales los nerviosos
regidores y capitanes generales fueron enviados a toda prisa a Zipaquirá.17
Los dos capitanes generales más influyentes en la ciudad de Bogotá eran
el amigo de Berbeo, el fiscal Francisco de Vergara, y don Jorge Miguel Lozano
de Peralta, marqués de San Jorge de Bogotá. Otros dos eran prominentes y bien
relacionados. Se trataba de don Francisco Santa María y del doctor Francisco
Antonio Vélez, un magistrado fiscal criollo, cuñado de Vergara. Otro de losescogidos por Berbeo no pudo viajar a Zipaquirá por razones de salud. Era el
anciano Ignacio de Arce, un funcionario fiscal retirado que durante muchos
años había servido como contador mayor. Francisco de Vergara recibió poder
de Arce para representarlo.
Dado lo urgente y lo delicado de la mudable situación, la junta pres-
cindió de toda consideración sobre posibles conflictos de interés en el caso de
Francisco de Vergara, que iría a actuar tanto como miembro de la junta como
capitán general de la “empresa”.18
Así como los magistrados de Bogotá se habían atraído al establecimiento
burocrático criollo al crear la junta de tribunales el 12 de mayo, a fin de iniciar
un diálogo con los comuneros, así Berbeo implantó el mismo proceso al insistir
que los magistrados criollos compartieran la responsabilidad de la redacción
del convenio final. Si las negociaciones habían de llevarse a cabo en Zipaquirá,
Berbeo estaba determinado a que la responsabilidad se repartiera extensamente
y, por lo tanto, se diluyera. Como todas las partes en 1781, estaba tomando
una especie de seguro para el caso de que las capitulaciones fueran anuladasposteriormente y las autoridades se dedicaran a buscar culpables. No sólo
necesitaba involucrar en el proceso a toda la élite criolla de Bogotá sino que
15 Berbeo a Caballero y Góngora, 31 de mayo de 1781, AGI/ ASF 663-A.16 Para el texto de la carta ver CA, 2:16-17.17 Actas de la junta, 1º de junio de 1781, AGI/ASF 663-A.18 Caballero y Góngora a Pey y Ruiz, 4 de junio de 1781, ibíd.
El pueblo.indb 206 08/06/2009 04:38:52 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 205/375
207
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
también sus remisos aliados, los tunjanos, habían de ser forzados a participar
en la conclusión del arreglo.
Una vez más el supremo comandante demostró su capacidad política.Alguien tenía que redactar un borrador del tratado de paz para que lo ratificara
la junta de tribunales. Berbeo escogió a dos capitanes tunjanos de impecables
antecedentes patricios, partidarios ambos de la marcha sobre la capital.19 Una
elección tan diestra conciliaba a los “flojos” de Tunja con los “duros” del Socorro.
A fin de definir los límites del arreglo negociado, Berbeo le transmitió a los dos
tunjanos un borrador de trabajo redactado por él y por don Pedro Nieto. En los
dos días febriles que siguieron, del 3 al 5 de junio, el comandante supremo y
muchos otros capitanes de Tunja, el Socorro y Bogotá participaron activamenteen las discusiones que culminaron en el texto final.
Se dejará para los dos capítulos siguientes un análisis más detallado de las
capitulaciones. Baste con decir que el borrador Berbeo-Nieto anticipaba algunas
de las cláusulas más importantes del texto definitivo de las capitulaciones.20 Entre
sus propuestas más destacadas figuraban la abolición del impuesto de armada
de Barlovento y del monopolio real de tabaco, una reducción del precio de la sal
y el aguardiente así como del tributo anual de los indios, el exilio del regente
visitador general, la preferencia a los criollos en los cargos administrativos,el adiestramiento militar los domingos para las tropas de los comuneros y el
establecimiento de un corregimiento aparte para Socorro-San Gil.
El 5 de junio a las 10 de la noche los comisionados recibieron de un
mensajero de Juan Francisco Berbeo el texto propuesto para las capitulaciones.
El arzobispo, desolado ante la implacable audacia de las exigencias, lo envió a
Bogotá, sin recomendar su aceptación o su rechazo. Posteriormente escribió el
arzobispo acerca de la posición de la junta: “No pudo éste menos de rehusarse,
por la primera vez, a la aprobación de unas proposiciones tan vergonzosas
e insolentes”.21
19 Declaración de Berbeo, 14 de septiembre de 1782, en Briceño, Los Comuneros. págs. 208-209; declaración de Pavón y Gallo.
20 Ibíd.; CA, 2:17-18.21 Comisionados a Pey y Ruiz, 5 de junio de 1781, AGI/ ASF 663-A; Caballero y Góngora a
Pey, 6 de junio, ibíd.; Caballero y Góngora a Gálvez, 20 de junio de 1781, en CA, 2:62.
El pueblo.indb 207 08/06/2009 04:38:52 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 206/375
208
John Leddy Phelan
Al día siguiente la junta se reunió en Bogotá. Su decisión unánime
fue devolver el texto a los comisionados en Zipaquirá, con instrucciones
cortantes de que negociaran una revisión de las numerosas cláusulas queperjudicaban la hacienda real.22 La junta amonestó a los comisionados para
que se ciñeran a su mandato, que era el de negociar y no el de aceptar un
dictado impuesto unilateralmente por los socorranos.
Poco después de que la junta hubiera llegado el 6 de junio a esa decisión,
el comandante supremo recibió una carta incendiaria de Bogotá. Aunque su texto
ha desaparecido, es posible reconstruir su contenido. El anónimo corresponsal
tenía acceso evidentemente a los más altos círculos del gobierno, ya que estaba
enterado de la decisión de la junta. Saltan a la vista dos posibilidades, aunquesólo hay indicios remotos para sustentar una de las dos conjeturas.
Un posible autor pudo haber sido Manuel García Olano. En los meses
críticos de marzo, abril y mayo García Olano no se esforzó en demostrar su
lealtad a las autoridades. A diferencia de su pariente el marqués de San Jorge,
ni siquiera aceptó un cargo en la milicia.
El otro posible autor pudo haber sido el lego dominico Ciriaco de Archila,
autor probable del poema subversivo. Las pruebas son circunstanciales, tenues,
pero sugestivas. Al parecer, la carta contenía muchas confusas alusiones bíblicase históricas semejantes a las del poema, y su mensaje era idéntico al de “nuestra
cédula”: sólo la ocupación de la capital garantizaría que las autoridades no
hicieran promesas que no tenían intenciones de cumplir.
El arzobispo Caballero y Góngora manifestó su cólera cuando escribió
que la carta de Bogotá sólo podría haber sido escrita en el infierno, pues su autor
trataba maliciosamente de socavar la credibilidad y las buenas intenciones del
rey, de la junta de tribunales, y las suyas propias.23
En el campamento de El Mortiño la zozobra y la angustia prevalecíantanto entre patricios como entre plebeyos. Llovía fuertemente, con frecuentes
tormentas, y la posible escasez de alimentos contribuía a deteriorar más los
ánimos. Entre los soldados rasos cada vez obtenía más crédito la especie de
22 Actas de la junta, 6 de junio de 1781, AGI/ASF 663-A.23 El resumen de Caballero y Góngora es la única información disponible sobre el contenido de
la carta: Caballero y Góngora a la junta, 6 de junio de 1781, ibíd.; CA, 2:36.
El pueblo.indb 208 08/06/2009 04:38:53 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 207/375
209
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
que el gobierno estaba tratando sólo de ganar tiempo con promesas falsas,
mientras llegaban los refuerzos militares de Cartagena. Al propio mando de
Berbeo se le estaba desprestigiando con el insistente rumor de que el arzobispolo había comprado con 15.000 pesos a fin de que no llevara el ejército hasta
Bogotá. El chisme no se extinguió ni siquiera después de que el generalísimo
reprendió en público a un correveidile.24 Los capitanes manifestaron su alarma
y su consternación cuando se enteraron del contenido de la carta anónima.
En la crisis que se desarrollaba tan rápidamente, Berbeo tuvo que tomar
medidas enérgicas para reafirmar su comandancia amenazada. Le llegó entonces
el turno de presionar al arzobispo. A mediodía, el generalísimo y doscientos
de sus capitanes y soldados, incluido don Ambrosio Pisco, llegaron a la casa
parroquial donde se alojaba el arzobispo. Cortés pero firmemente exigieron
una explicación sobre la alarmante carta procedente de la capital. El arzobispo
les contestó con una larga exhortación en la que reiteraba a los capitanes las
“buenas intenciones” de la junta.25 En una obra maestra de reticencia le dijo
a su auditorio que la junta sólo deseaba revisiones y aclaraciones de detalle en el
texto de las capitulaciones.
Entretanto, una turba numerosa y cada vez más tumultuosa de plebeyos
se congregaba en torno a la casa parroquial, con gritos y vociferaciones de
“Guerra, guerra a Santa Fe”, mientras tocaban tambores y quemaban cohetes.
Los capitanes, deliberadamente, se abstuvieron de salir al balcón para tratar de
calmar a la muchedumbre cada vez más airada, lo que insinúa acaso que el alto
mando pudo haber organizado la manifestación. Pero el intrépido arzobispo,
quien rara vez desconfiaba de sus poderes de persuasión, se presentó en el
balcón. La multitud enardecida gritó “Viva el rey”; pero también amenazó con
quemar la casa si los comisionados no aprobaban de inmediato las capitulacionessin modificaciones adicionales.
Mientras crecía el tumulto frente a la casa parroquial, el arzobispo y los
capitanes trataban febrilmente de revisar algunas de las cláusulas del convenio.
24 Ibíd. Berbeo a Caballero y Góngora, 8 de mayo de 1782, Lilly Library, universidad de Indiana;Pey a Flórez, 5 de junio de 1781, AGI/ASF 663-A.
25 Caballero y Góngora a Gálvez, 20 de junio de 1781, en CA, 1:62-63.
El pueblo.indb 209 08/06/2009 04:38:53 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 208/375
210
John Leddy Phelan
Pero en tales condiciones era imposible una verdadera negociación. Después
de haber modificado o aclarado varias cláusulas, el estrépito de la calle hizo que
Caballero y Góngora capitulara. Aceptó que el documento debería devolverseen forma inmediata a Bogotá. Prometió además que le advertiría a la junta
sin rodeos que de no aceptar las capitulaciones Bogotá tendría que vérselas
con la inminente invasión.26 El 31 de mayo el arzobispo había obtenido una
victoria importante cuando Berbeo aceptó negociar en Zipaquirá. Ahora tenía
que pagar un alto precio por esa concesión de Berbeo.
El arzobispo se daba plena cuenta de las presiones que los “halcones”
de su propio bando ejercían sobre Berbeo. Comprendía también que sólo el
supremo comandante tenía prestigio y autoridad para controlar y disciplinar alas legiones comuneras. Con realismo pero con tristeza, Caballero y Góngora
reconoció que era menester aceptar los términos de Berbeo.
Convocada para una sesión urgente el 7 de junio a las 11 de la noche,
la junta le explicó al rey que había impartido su aprobación con mucho des-
gano y “con pleno entendimiento de que era nula e írrita”. Pero argüía que el
asentimiento era la única manera de impedir el saqueo de Bogotá y “la total
destrucción de la autoridad real”.27
El alegato debe tomarse con escepticismo. El saqueo no estaba de moda
en 1781. Tampoco la meta de los comuneros era la independencia política.
Pero al conjurar estas perspectivas alarmantes la junta trataba de justificar su
conducta ante Carlos III y ante José de Gálvez.
Al día siguiente, antes de que el arzobispo celebrara misa y cantara un
tedéum, los dos comisionados se arrodillaron frente al prelado. Pusieron en sus
manos el misal y luego juraron “por Dios nuestro Señor, por su Santa Cruz y
por sus santos cuatro evangelios, en nombre del Rey nuestro Señor, guardar
las capitulaciones propuestas por dicha Real Audiencia y junta”.28
26 CA, 1:62-63; Caballero y Góngora a la junta, 16 de junio de 1781, AGI/ASF 663-A.27 Actas de la junta, 7 de junio, AGI/ASF 663-A. Uno de los comisionados en Zipaquirá, Eus-
taquio Galavis, presuntamente emitió una especie de protesta secreta contra las capitulaciones el6 de junio, antes de que la junta les diera su aprobación oficial. En realidad, la protesta de Galavisno se produjo hasta el 13 de septiembre, cuando Bogotá estaba empeñada en una contrarrevoluciónen gran escala contra los comuneros. Silvia M. Broadbent, “La ‘protesta secreta’ de EustaquioGalavis revisada”, BHA 56 (1969): 657-666.
28 CA, 2:47-48.
El pueblo.indb 210 08/06/2009 04:38:53 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 209/375
211
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Por no haber ocupado la capital, algunos historiadores han acusado a
Berbeo de venalidad y de deslealtad con la causa que dirigía. Esos cargos,
si no se examinan con ánimo crítico, deforman gravemente el significadototal de la crisis de 1781.
Primero que todo, hay que examinar el cargo de corrupción. Como él
mismo lo admite, el arzobispo Caballero y Góngora repartió liberalmente dinero
entre quienes presumía a favor de su propuesta de negociar en Zipaquirá. El
oidor Osorio también había ido a Puente Real con fondos secretos, pero no
encontró a nadie que quisiera aceptar su generosidad. Ignoramos la mayor parte
de los nombres de los beneficiarios de la munificencia episcopal, pero podemos
suponer que entre ellos figuran varios de los capitanes de Tunja. Sin embargo,
estos tenían razones válidas y suficientes para oponerse a la ocupación de la
capital sin necesidad de ninguna recompensa pecuniaria. A veces se exagera
el poder del dinero. Que se pueda “comprar” con sobornos a los individuos es
una simplificación grosera y cínica.
Es un hecho que el emisario en quien más confianza tenía Caballero y
Góngora, Filiberto José Estévez, párroco de Oiba, le dio a Juan Francisco Berbeo
mil pesos para ayudar a la alimentación de las tropas.29 Pero esto sucedió después
de que Berbeo había aceptado la negociación en Zipaquirá. No hay pruebas de
que la suma se acercara siquiera a los 15.000 pesos de que hablaba la gente.
Los mil pesos no fueron un soborno, en el sentido de que el arzobispo tratara
de recompensar a Berbeo por haber accedido a negociar allí. Si lo fueron, se
trata de una suma trivial.
El arzobispo estaba sumamente preocupado, por motivos tanto huma-
nitarios como políticos, con el problema de alimentar a 20.000 soldados en una
zona pequeña, no habituada a la presencia de semejante número de forasteros,quienes padecían además todas las mortificaciones de un invierno torrencial.
Temía sinceramente que aparecieran el hambre y las enfermedades, con el
resultado probable de que el ejército, relativamente disciplinado, se convirtiera
en una turba agresiva sobre la cual no podrían tener control los comandantes.
29 Berbeo a Estévez, 31 de mayo de 1781, en actas de la junta.
El pueblo.indb 211 08/06/2009 04:38:53 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 210/375
212
John Leddy Phelan
Tan alarmado se hallaba Caballero y Góngora ante esta perspectiva que pidió a
la junta de tribunales que creara un impuesto especial para los ricos de Bogotá,
cuyo producto serviría para alimentar el ejército de los comuneros.30 Sosteníaque los ricos de la capital deberían estar dispuestos a dar un pequeño aporte
y evitar el posible saqueo de la ciudad. Esta insólita propuesta fue la única
que le rechazó de plano la junta. Su presidente le escribió al arzobispo: “Esta
propuesta está conforme el ánimo caritativo de vuestra excelencia, pero en las
circunstancias actuales la junta no considera aconsejable su adopción”.31
La junta tenía puesta su fe en la inminente culminación de un acuerdo
en Zipaquirá. Pero el voluntarioso y mañoso arzobispo, a cuyos oídos llegaban
los gritos de 20.000 personas enfurecidas, decidió por su cuenta y riesgo
impedir el hambre así como la anarquía y el pillaje consecuentes. De ahí que
el donativo de mil pesos no fuera un soborno sino un aporte a la alimentación
de la tropa.
La decisión de Berbeo de negociar en Zipaquirá ha sido comentada
desfavorablemente por dos tipos de historiadores. Su reprobación procede de la
naturaleza de sus respectivas convicciones políticas. Un grupo cree que la Revo-
lución de los Comuneros fue el primer intento serio de conseguir la independencia
política de la corona española.32 Otro tipo de historiador con inclinaciones
izquierdistas, ve la crisis de 1781 como una revolución social incipiente de
30 Caballero y Góngora a Pey, 2 de junio, ibíd.31 Pey a Caballero y Góngora, 4 de junio, ibíd.32 Además de Briceño y de Cárdenas Acosta, los siguientes historiadores han interpretado a
los comuneros como precursores o como partidarios de la Independencia: Lewin, Túpac Amaru;Rodríguez Plata, Los Comuneros; Eugenio Ortega, “Informe”, BHA 6 (1911): 423-434; ManuelCarreño, ibíd., págs. 361-386; Posada, Los Comuneros. Entre los historiadores que han rechazado
la interpretación independentista figuran: Liévano Aguirre, Los grandes conflictos; Galán, “Galán”;Raimundo Rivas, “Duda Histórica”, BHA 6 (1910): 125.61; Groot, Historia eclesiástica y civil;Forero, La primera república; José Antonio de Plaza, Memorias para la historia de Nueva Granadadesde su descubrimiento (Bogotá, 1850); Armando Gómez Latorre, Enfoque social de la revolu-
ción comunera (Bogotá, 1973); Jaime Jaramillo Uribe, El pensamiento colombiano en el siglo XIX(Bogotá, 1964); Orlando Fals Borda, Subversión y cambio social (2a. ed., Bogotá, 1968); ÁngelCamacho Baños, Sublevación de los comuneros en el virreinato de Nueva Granada (Sevilla, 1925);
Jesús María Henao y Gerardo Arrubla, History of Colombia, trad. por J. Fred Rippy (Chapel Hill,1958); Obras completas del doctor Carlos Martínez Silva, Gustavo Otero Muñoz y Luis MartínezDelgado, eds. (Bogotá, 1937), 8:203-14; Restrepo, Historia de la revolución de Colombia.
El pueblo.indb 212 08/06/2009 04:38:53 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 211/375
213
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
los de abajo, traicionada por los criollos de las clases altas.33 No comparto
ninguna de estas interpretaciones. Si la independencia o la revolución social
hubieran sido las metas tácitas de la “empresa”, ciertamente puede sostenersecon fundamento que Juan Francisco Berbeo del Socorro fue tanto un tonto como
un traidor al no haber avanzado los kilómetros que le faltaban para ocupar la
capital del Nuevo Reino.
Pablo E. Cárdenas Acosta, quizás el más notable historiador de los
comuneros, creía fervorosamente que la principal tendencia del movimiento se
encaminaba a la emancipación política de España. Descendiente directo de Juan
Francisco Berbeo por la rama femenina, Cárdenas Acosta ofrece de la conducta
de su ilustre antepasado una explicación ingeniosa, aunque no convincente.34
Cárdenas Acosta fue el primer historiador que le dio considerable
importancia a la deserción de los tunjanos de la coalición. No se puede discutir
ese aspecto de su análisis, pero hay que recalcar lo decisiva que resultó la
captación por las autoridades de la élite política criolla. Presumiendo que el virrey
Flórez se proponía enviar una expedición al interior, y que estaba informado
sobre la escasez de municiones en Bogotá, Berbeo decidió firmar una tregua en
Zipaquirá, según Cárdenas Acosta, mientras conseguía que la Gran Bretaña le
suministrara armamentos. Este razonamiento fue planteado inicialmente porBriceño, cuyo clásico estudio apareció en 1880.35
No sólo envió Berbeo a uno de sus ayudantes de confianza, en la época
de Zipaquirá, para que buscara la ayuda inglesa sino que, según Briceño y
Cárdenas Acosta, Berbeo y el marqués de San Jorge viajaron disfrazados en
1783 a Curazao. Allí acudieron a Luis Vidalle para conseguir el apoyo de la
Gran Bretaña y reanudar las hostilidades en la Nueva Granada.
El viaje a Curazao es pura fantasía. Luis Vidalle era un agente doble
mendaz que ofrecía sus servicios tanto a España como a la Gran Bretaña, y ladocumentación que sustenta sus pretensiones de haber sido agente de Berbeo
33 Liévano Aguirre es quien ha formulado con mayor coherencia esta hipótesis. Para expresionesun tanto más retóricas y emocionales ver: Arciniegas, Los comuneros; Galán, “Galán”; Latorre, Enfoque social; José Fulgencio Gutiérrez, Galán y los comuneros (Bucaramanga, 1939); Luis TorresAlmeyda, La rebelión de Galán, el comunero (Bucaramanga, 1961).
34 CA, 2:295-311.35 Ibíd., 2:225-60; Briceño, Los Comuneros, págs. 92-94, 218-43.
El pueblo.indb 213 08/06/2009 04:38:53 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 212/375
214
John Leddy Phelan
y del marqués de San Jorge es insuficiente, internamente contradictoria y muy
poco digna de confianza.36
Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia, deIndalecio Liévano Aguirre, es uno de los libros de historia más influyentes
aparecidos en Colombia durante el siglo XX. Impulsado por un hondo anhelo
patriótico de buscar una explicación histórica al hecho de que Colombia no haya
podido librarse de la ubicuidad y del poder de sus oligarquías, Liévano Aguirre
le consagró especial atención a los comuneros. Ningún historiador objetivo
puede negar su vasta erudición ni su punzante irreverencia. En Colombia es
el historiador “revisionista” de más influencia, que de manera implacable y
fundamentada ha puesto en tela de juicio una serie de mitos de la historiografía
colombiana tradicional. Sin embargo, al hacerlo ha contribuido a fomentar
ciertos contramitos.
Al restarle importancia, no sin algo de injusticia, a la defección de Tunja,
Liévano alega que la brecha básica no estaba entre Tunja y el Socorro sino entre
las élites criollas y los demás. Observa Liévano:
Como ya lo advertimos, el capitán de los comuneros era un criollo por
los cuatro costados, y su lealtad a la sublevación se mantuvo inalterable
mientras ella no sobrepasó los linderos de una revuelta compatible con
los intereses de la oligarquía criolla. Su comportamiento cambió, y no por
razones de indelicadeza personal, cuando la dinámica revolucionaria que
empujaba a las multitudes hacia Santa Fe, se tradujo en actos contrarios a
esos intereses, como la invasión de las tierras, los levantamientos indígenas,
la proclamación de monarcas aborígenes y la rebelión de los esclavos [...] La
revolución fracasó no porque las autoridades desconocieran posteriormentelas Capitulaciones, sino porque su ímpetu y energía fueron tronchados en
Zipaquirá, cuando la oligarquía criolla y sus representantes se negaron
a seguir vinculados al curso que había tomado la sublevación comunera
(págs. 483-485).
36 Ver mi “La misión de Luis Vidalle a Londres: realidad y mito”, BHA, en prensa.
El pueblo.indb 214 08/06/2009 04:38:53 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 213/375
215
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Liévano ha presentado la defensa más elocuente del argumento de
que la Revolución de los Comuneros fue una “revolución traicionada” por la
“oligarquía” criolla, temerosa de la creciente radicalización del movimiento.37 Por más atractivo que sea para la izquierda actual, resulta engañoso sostener
que el movimiento de los comuneros era una revolución social potencialmente
extremista en la que las posiciones privilegiadas de los criollos se veían
amenazadas por las clases bajas.
Las aspiraciones de los plebeyos no constituían riesgo alguno para los
patricios. El pueblo quería la abolición de varios monopolios reales, la supresión
de las restricciones al cultivo del tabaco, precios al por menor más bajos para el
tabaco y el aguardiente, y reducción de las alcabalas, objetivos que compartían
los criollos de la clase alta. Empero, la diferencia básica entre los dos grupos
no era de objetivos sino de tácticas. Los plebeyos creían de manera simple que la
ocupación de la capital era la única garantía cierta de lograr atención a esas quejas
específicas. Por su parte, los patricios, con mucho más experiencia política, eran
dueños de una larga tradición de negociaciones y de compromisos dentro de la
burocracia. De ahí que la negociación en Zipaquirá y no en la capital fuera para
las clases altas un arbitrio razonable y conforme al espíritu de descentralización
burocrática, modo de gobierno que ellos trataban de restaurar.
Además, los hombres de Zipaquirá daban por sentada una noción de
la legitimidad política basada en el principio de la autoridad de la tradición
sancionada por la Divina Providencia. Si el rey no podía hacer el mal, y si era
el ungido del Señor, quedaban pocas alternativas distintas de negociar en última
instancia con sus ministros. Una generación más tarde, los hombres de 1810
sustentarían un principio de legitimidad política más racional y secular, para
enfrentarlo al concepto tradicional.En los criollos, la insatisfacción de los indios no suscitaba temores
profundos de una revolución social proveniente de abajo. Ambrosio Pisco resultó
37 Uno de los primeros en formular esta tesis de “la revolución social frustrada y traicionada”fue Luis López de Mesa, Escrutinio sociológico de la historia colombiana (Bogotá, 1956). Parauna aplicación de esta hipótesis al periodo republicano ver Fals Borda, Subversión.
El pueblo.indb 215 08/06/2009 04:38:53 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 214/375
216
John Leddy Phelan
ser un dúctil jefe titular de los indios, y Berbeo se lo ganó tanto para controlar
a los indios como para amedrentar a las autoridades de Bogotá.38
La rebelión de los esclavos en Antioquia se presentó apenas mesesdespués de los sucesos de Zipaquirá. José Antonio Galán liberó unos cuantos
esclavos, pero después de la primera semana de junio, cuando ya estaba decidida
la suerte de los comuneros. Y si se distingue cuidadosamente entre los hechos
y los mitos, las proezas de Galán no lo convirtieron en revolucionario social.
Como veremos en los capítulos 15 y 16, el arzobispo y la audiencia, varios
meses después de lo de Zipaquirá, crearon el mito de José Antonio Galán como
partidario de una revolución social desde abajo, a fin de intimidar a los criollos
para que renovaran su lealtad a la corona.
Uno de los factores más asombrosos en la Revolución de los Comuneros
es la disciplina y la sensata conducta de los plebeyos. Hay, cuando mucho, media
docena de casos documentados referentes al saqueo de la propiedad privada. En
la mayor parte de los casos los capitanes devolvieron a sus dueños lo robado.
Es ésta una circunstancia verdaderamente extraordinaria. Las muchedumbres
solían quemar el tabaco de los monopolios reales. Muy rara vez lo fumaban para
su propio disfrute. Vaciaban a la calle las cubas de aguardiente pertenecientes
también al monopolio real, pero rara vez lo bebían. Si tal cosa hubiera acontecido
a menudo, la Revolución de los Comuneros no hubiera tardado en degenerar
en orgía alcohólica, lo que ciertamente no sucedió.
Nadie menos que un testigo tan penetrante como el arzobispo se sentía
impresionado, cuando no, a veces, un tanto horrorizado, de la disciplina que los
capitanes del Socorro habían impuesto a sus partidarios.39 La cólera apasionada
de los plebeyos se expresaba, hasta enronquecer, con gritos y vociferaciones
en las plazas. Cuando se amotinaban, por ejemplo el 7 de junio, lo hacíanprobablemente siguiendo órdenes de Berbeo con la intención de presionar al
arzobispo. Dado que vivían en una sociedad aristocrática, los plebeyos creían
38 Caballero y Góngora mencionaba la actitud de los comuneros hacia sus aliados “los indios,a quienes miraban con desprecio”. Caballero y Góngora a Gálvez, 20 de junio de 1781, en CA,2:61.
39 Caballero y Góngora a Pey Ruiz, 17 de mayo de 1781, AGI/ASF 663-A.
El pueblo.indb 216 08/06/2009 04:38:53 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 215/375
217
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
que sus quejas serían atendidas por los únicos jefes a quienes otorgaban una
lealtad y un respeto instintivos: los patricios criollos locales.
Constituiría grave error introducir en el mundo de 1781 el descontentopopular de épocas posteriores. La Revolución de los Comuneros no fue una
revolución social abortada por la traición de los criollos, ya que ni patricios ni
plebeyos pretendían una revolución social. El movimiento de los comuneros
fue una crisis socioconstitucional y sociopolítica, en la que las innovaciones
fiscales introducidas por el regente visitador general no eran sino la parte visible
del iceberg.
Aunque patricios y plebeyos diferían acerca de la táctica, compartían
una unidad de propósitos profunda. Unos y otros rechazaban el cambio, elcambio que estaba tratando de imponerles Gutiérrez de Piñeres. Todos soñaban
con retornar a una edad de oro en el pasado, al mundo anterior a 1778. Para los
plebeyos ese pasado idealizado era un mundo de impuestos no muy altos y
recolectados con cierta ineficacia. Para los patricios, un mundo en el que ellos
ejercían el cogobierno con los burócratas españoles de la península.
Hay una última cuestión digna de análisis detallado: ¿previó Berbeo que
las capitulaciones serían anuladas posteriormente? Jurídicamente hablando,
unas capitulaciones eran un tratado o un acuerdo solemne entre el rey y unode sus súbditos, o un grupo de éstos, en el que las dos partes contratantes
reconocían servicios y obligaciones mutuos.
Si bien aceptaban que las capitulaciones de Zipaquirá se habían obtenido
con intimidación y con amenaza de fuerza, Berbeo y sus capitanes presumían
evidentemente que obtendrían la indispensable ratificación del rey. ¿Por qué?
Las élites políticas tanto españolas como criollas eran partes en el acuerdo, el
cual disfrutaba también de un apoyo popular militante. Con seguridad, el rey no
habría de rechazar un tratado firmado en esas condiciones: ese debió de habersido el razonamiento de los capitanes comuneros.40 Tal suposición resultaba
bastante explicable, dada la tradición, durante tanto tiempo respetada, en virtud
de la cual las élites criollas estaban hechas a que sus puntos de vista fueran
tomados en serio por las diversas instituciones gubernamentales.
40 Forero, La primera república, págs. 51-65.
El pueblo.indb 217 08/06/2009 04:38:53 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 216/375
218
John Leddy Phelan
En realidad, los criollos cometieron un error de cálculo grave. Tan pronto
las autoridades desarmaron a los comuneros y restablecieron el control del rey,
anularon formalmente el tratado, con el argumento de que les había sidoimpuesto por la fuerza. El espíritu jurídico de las capitulaciones pertenecía
al siglo XVI, cuando los conquistadores firmaban a veces un contrato formal
con la corona a fin de emprender determinada conquista. Se pormenorizaban
en forma exacta los privilegios, recompensas y obligaciones de los conquista-
dores. Sus herederos argumentaban a menudo en memoriales jurídicos que la
corona tenía la obligación contractual de cumplir sus promesas, dado que sus
antepasados habían conquistado el Nuevo Mundo. En el empleo de la palabra
“capitulaciones”, rica en connotaciones del siglo XVI y poco usada en el sigloXVIII, estaba implícita la noción de que los ciudadanos de la Nueva Granada,
como herederos y descendientes de los colonizadores, tenían ciertos derechos
básicos prescriptivos que la corona estaba obligada a respetar.41
De ahí que las tradiciones políticas que informaban las capitulaciones
de Zipaquirá fueran anatema para los absolutistas de Carlos III. La teoría
política implícita de los jefes comuneros retrocedía a la América del siglo XVI,
mientras que los magistrados en Bogotá y Madrid se guiaban por el espíritu del
despotismo ilustrado francés, dentro del cual la sola obligación de los súbditos
era la obediencia a las autoridades constituidas.
La decisión de Juan Francisco Berbeo de negociar en Zipaquirá resultó de
una compleja conjunción de acontecimientos. Ciertamente pesó la reticencia de
Tunja. Más decisivo aún fue el deseo de Bogotá de hacer grandes concesiones,
y el éxito de Bogotá al establecer una alianza con el sólido establecimiento
político procriollo de la capital, que había sido el aliado silencioso de los
socorranos. Y nadie en Zipaquirá se olvidaba de la guarnición del virrey Flórez
en Cartagena.
La demostración más convincente de que el movimiento de los comu-
neros fue una crisis política y constitucional aguda, y no un paso hacia la
independencia ni una revolución social traicionada, la constituye el texto de
las propias capitulaciones, tema de los dos capítulos que siguen.
41 Silvio Zavala, Las instituciones jurídicas en la conquista de América (México, 1971), pág.105; José María Ots Capdequí, “El derecho de propiedad en nuestra legislación de Indias”, Anuariode historia del derecho español, 2 (1925): 49-169.
El pueblo.indb 218 08/06/2009 04:38:53 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 217/375
13. Las capitulaciones de Zipaquirá: aspectosfiscales
Teoría y espíritu
El tratado que la junta superior de tribunales ratificó ante los capitanes
comuneros el 8 de junio en Zipaquirá es uno de los documentos sociopolíticos
y socieconómicos más notables en toda la historia del imperio español en el
Nuevo Mundo. Constituye expresión elocuente y conmovedora de las esperanzas
y los temores de un pueblo sencillo pero orgulloso que trataba de afirmar supropia identidad en una época difícil.
El origen ideológico de las capitulaciones es doble. Por una parte, como
se mostró en el capítulo anterior, las capitulaciones se remontan al periodo de
la conquista española. En segundo lugar, entretejidos en el texto se hallan el
espíritu y el acento de los teóricos clásicos de la política en España durante los
siglos XVI y XVIII, entre quienes sobresale Francisco Suárez, el teólogo jesuita.
Viviendo bajo los Habsburgos, propugnaban una monarquía fuerte, pero también
defendían vigorosamente los derechos de las corporaciones públicas y de los
individuos, fundados en la ley divina, natural y consuetudinaria. En el curso
de este análisis surgirán las tensiones y las contradicciones entre estas dos
tradiciones políticas diferentes.
Los hombres de 1781 se enfrentaban a la cuestión primordial que toda
sociedad política ha de confrontar en un momento dado: cómo reconciliar el
poder coactivo del Estado con la libertad de los grupos y de los individuos. En
su búsqueda de respuestas, los principios filosóficos y la retórica que empleabanprovenían no del mundo contemporáneo sino del más distante pasado medieval,
renacentista y barroco de Castilla y de América.
No existen, por ejemplo, rastros de la ideología política de la Ilustración,
que tanta influencia ejercía en el movimiento contemporáneo de la independen-
cia norteamericana. No hay referencia a los derechos inalienables del hombre ni
El pueblo.indb 219 08/06/2009 04:38:54 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 218/375
220
John Leddy Phelan
ninguna afirmación explícita de la soberanía popular, tal como la había definido
Locke.1 Pero el antiguo término español, el común, aparece constantemente.
El supuesto castellano del medioevo tardío, de que el rey no podía imponergravámenes nuevos sin alguna forma –no especificada– de asentimiento por parte
de sus súbditos, está profundamente arraigado en ese documento. Una premisa
implícita es la de que el rey y sus súbditos colegislen en todos los asuntos que
afecten al bien común.
Tampoco hay en las capitulaciones alusión alguna al gobierno repre-
sentativo, tal como se había configurado en el mundo anglosajón durante
los siglos XVII y XVIII. Lo evidente, sin embargo, es la reafirmación de la
tradición hispanoamericana de asentimiento de los gobernados por medio dela negociación burocrática. Aunque brillan por su ausencia las abstracciones
políticas explícitas, existe la indicación implícita de que el gobierno se basa
en el consentimiento de los gobernados y en la primacía de las leyes y las
costumbres frente al querer del príncipe.
El Nuevo Reino de Granada es un corpus mysticum politicum, una
comunidad política con sus costumbres y leyes propias que no pueden ser violadas
impunemente ni por el rey ni por sus ministros. Bajo los Austrias, los lazos que
unían los establecimientos de ultramar a la península no eran, jurídicamente,los de una colonia con la madre patria; criterio que, en cambio, prevalecía
entre la burocracia de Carlos III. Cada audiencia era legalmente un reino
inalienable, aunque subordinado, ligado en una unión personal con las coronas
de Castilla y de León.2 Como muestra de su estatuto soberano, las audiencias,
en persona colectiva, disfrutaban del rango, título y tratamiento de “alteza”,
anticuada terminología de los Austrias, ya pasada de moda bajo Carlos III, que
las capitulaciones emplearon.
El texto de las capitulaciones exalta explícitamente a los primerosvirreyes: Sebastián de Eslava, José Alfonso Pizarro y José de Solís. Retrospec-
tivamente, sus regímenes se convirtieron en una edad de oro cuyo retorno
anhelaban nostálgicamente los comuneros. El texto de las capitulaciones se
1 Jaramillo Uribe, El pensamiento colombiano, págs. 114-119.2 Ver mi Kingdom of Quito, págs. 119-21.
El pueblo.indb 220 08/06/2009 04:38:54 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 219/375
221
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
halla animado por la noción de que la Nueva Granada tenía una “constitución
no escrita”, una especie de contrato social informal basado en la costumbre y los
precedentes, ostentosamente violado por las políticas fiscales y administrativasdel regente visitador general. La “constitución no escrita” comenzó a corroerse
gradualmente hacia 1760, cuando el virrey Pedro Mesía de la Cerda introdujo el
monopolio del tabaco, proceso que culminó en la administración de Gutiérrez
de Piñeres. La finalidad ostensible de las capitulaciones consistía en un retorno
al statu quo anterior a 1760.
El texto final consta de un preámbulo, treinta y cuatro artículos sobre
abusos específicos y un artículo final sobre el procedimiento de ratificación.
Fue redactado a toda prisa entre el 3 y el 5 de junio, con base en un borrador
que presentaron Juan Francisco Berbeo y Pedro Nieto. El lenguaje no carece de
cierta belleza arcaica y de una apasionada dignidad. En algunas partes es, sin
embargo, rústico y estorboso. El idioma de las capitulaciones presenta un fuerte
contraste con la prosa burocrática fríamente racional y elegantemente cincelada
de un Caballero y Góngora o de un Gutiérrez de Piñeres.
En el orden de las cláusulas no se advierte una secuencia lógica.
Según Rafael Gómez Hoyos, la organización y el espíritu de las capitulaciones
corresponde a la tradición casuista de los teólogos españoles de los siglos XVI
y XVII.3 La casuística era una rama de la filosofía moral en la que los principios
teóricos se configuraban y se expresaban por medio de casos concretos y
de su aplicación a circunstancias prácticas. Se le ha reprochado ser en exceso
sutil, intelectualmente deshonesta, sofística inclusive. Debe advertirse al lector
que no aplique ahora el significado derogatorio que usualmente tiene. Las
capitulaciones distaban de ser sutiles en exceso, intelectualmente deshonestas,
o sofísticas. Por el contrario, sus principios teóricos están insertos dentro decuestiones muy concretas y específicas. Constituyen, en efecto, una larga lista
de quejas pormenorizadas, y los principios teóricos aparecen más implícita que
explícitamente. En este sentido se asemejan a los cahiers que los ciudadanos
franceses presentaron a los diputados del tercer estado, en 1789, los cuales
3 Gómez Hoyos, La revolución granadina, 1: 181-82.
El pueblo.indb 221 08/06/2009 04:38:54 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 220/375
222
John Leddy Phelan
recalcaban quejas específicas y dejaban completamente a un lado los principios
explícitos de la filosofía política.4
En el preámbulo, Juan Francisco Berbeo habla no como representantede una muchedumbre tumultuosa sino como el vocero, elegido popularmente, de
la comunidad política de la Nueva Granada, del corpus mysticum politicum.5
Dando por sentado el añejo principio del origen popular de la soberanía, él, Juan
Francisco Berbeo, del Socorro, “comandante general de las ciudades, villas y
pueblos que por comunidades componen la mayor parte de este Reino”, trata de
concertar un tratado con los representantes de la corona en el que quede definida
la autoridad pública en busca de la consecución del bonum commune, del bien
común de todo el reino.
El comandante general de las ciudades, villas y pueblos que por comunidades
componen la mayor parte de este Reino, y en nombre de las demás restantes,
por quienes presto voz y caución, mediante la inteligencia en que me hallo
de su concurrencia, para que unánimes todos juntos como a voz de uno, se
solicitase la quitación o relevación de unos pechos y minoración de otros
que insoportablemente padecía este mísero Reino, que no pudiendo ya
tolerarlos por su monto, ni tampoco los rigurosos modos instruidos para su
exacción, se vio precisada la villa del Socorro a sacudirse de ellos, del modo
que es notorio, a la cual siguieron las demás parroquias, pueblos, ciudades
y lugares, por ser en todos ellos uniforme el dolor, y como haya mediado
por su intermedio y se acelere por la convención que todos los principales
unívocamente propendemos: parezco ante Vuestra Alteza la audiencia con
mi mayor rendimiento por mí y en nombre de todos los que para dicha
comandancia me eligieron, y de los demás que para este fin se han agregado,
4 Daniel Mornet, Les origines intellectuelles de la révolution française (París, 1967), págs.452-65; George V. Taylor, “Revolutionary and Non-revolutionary Content in the Cahiers of 1789:An Interim Report”, French Historical Studies 7 (1972):479-502.
5 Para un análisis convincente de la influencia indirecta del pensamiento de Suárez sobre eltono y el espíritu de las capitulaciones, ver Gómez Hoyos, La revolución granadina, 1:183-85.También cap. 6, notas 9-17.
El pueblo.indb 222 08/06/2009 04:38:54 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 221/375
223
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
presentes y ausentes, en virtud de 10 que se me ha prevenido por los señores
comisionados exponga: propongo las capitulaciones siguientes.6
El tono orgulloso, incluso altivo pero respetuoso siempre, de Berbeo,
tan evocador de la firmeza de los conquistadores, chocó profundamente a esos
burócratas de Carlos III, para quienes los súbditos debían obediencia ciega a la
autoridad constituida.
Un análisis cuidadoso de las capitulaciones revela que Juan Francisco
Berbeo encabezaba una variada coalición. En el documento se encuentran
representadas las aspiraciones de todos los sectores importantes. Los indios, los
campesinos pobres, mestizos y criollos, los pequeños comerciantes, la pequeñanobleza de los pueblos y las élites burocráticas de Bogotá recibieron todos
concesiones sustanciales. Ahora examinaremos lo que cada grupo obtuvo.
Los indiosDesdeñados tanto por los criollos como por los mestizos, los indios eran a lo
sumo socios minoritarios de la coalición. Pero nadie más consciente que el
generalísimo, de la necesidad de aliviar su infortunio. De ahí la insistencia
de Berbeo en que don Ambrosio Pisco, jefe titular de los indios, participaraformalmente en la redacción del acuerdo.7
Los principales beneficiarios de la cláusula 14 eran los indios. Criticando
amargamente los precios que tenían que pagar los consumidores con el nuevo
monopolio real, la cláusula abogaba por la restauración de las salinas a las
comunidades indígenas a las que pertenecían desde tiempo inmemorial. Con
el nuevo monopolio el precio de una arroba de sal había subido de dos a tres
reales y medio. Como es obvio, esa fuerte alza en unos pocos años afectaba
6 Cárdenas Acosta publicó el texto definitivo de las capitulaciones (CA, 2:18-29). Para el textocompleto ver ibíd., págs. 18-29. Las únicas referencias en adelante serán a citas directas, señaladasentre paréntesis, dentro del texto. El texto de las capitulaciones en Briceño es un borrador casifinal, que no tiene diferencias sustanciales con el texto definitivo. Hay, sin embargo, diferenciasde lenguaje: el penúltimo texto emplea una retórica más agresiva en algunas ocasiones. Se haránnotar esas diferencias cuando sean significativas.
7 Confesión de Ambrosio Pisco, 8 de octubre de 1781, AHN, Los Comuneros, 14: 28-35. Paralas quejas de los indios sobre sus resguardos dirigidas a Berbeo en Zipaquirá, ver Quaderno devarias representaciones ante... Berbeo, AGI/ASF 663.
El pueblo.indb 223 08/06/2009 04:38:54 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 222/375
224
John Leddy Phelan
más duramente a las clases bajas. Otra fuente de acendrada amargura consistía
en que el monopolio de la sal exigía que los compradores pagaran en metálico,
aboliendo así el trueque tradicional.La cláusula catorce se encaminaba a dos fuentes distintas de descontento
y a dos intereses hasta cierto punto diversos. Todos los consumidores, los pobres
en particular, se beneficiarían con una rebaja en el precio de ese artículo y con la
restauración del pago en especie (el oro y la plata eran cada vez más escasos).
Los otros interesados eran los indios de la región de Zipaquirá, ferozmente
resentidos por la reciente confiscación de sus ancestrales minas de sal.8
Pero la cláusula séptima era la que se concentraba en las fuentes más
virulentas del descontento indígena: 1) el tributo, 2) las exacciones del clero y
3) los resguardos. El lenguaje expresa una simpatía paternalista, reminiscente
de los Habsburgos, ante el predicamento de los indios:
Que hallándose en el estado más deplorable la miseria de todos los indios,
que si como la escribo porque la veo y conozco la palpase V.A. [la
audiencia], creeré que, mirándolos con la debida caridad, con conocimiento
que pocos anacoretas tendrían más estrechez en su vestuario y comida,
porque sus limitadas luces y tenues facultades de ningún modo alcanzan,
con sus cortas siembras, a satisfacer el crecido tributo que se les exige con
tanto apremio (CA, 2:20).
Aparte del preámbulo, en ninguna otra parte el comandante supremo
usa la primera persona. Su empleo en la cláusula 7 sirve para encarecer la
urgencia de aliviar la suerte de los indios, y más adelante la cláusula ofrecía
remedios tangibles y significativos en algunos aspectos.La cláusula pedía que el tributo se redujera a cuatro pesos por pareja
de cónyuges. Contenía también una concesión a los negros libres, quienes
tradicionalmente estaban obligados a pagar un tributo, aunque la recolección
de éste fuera esporádica. Ese tributo, el requintado, era sólo de a dos pesos, lo
8 Para antecedentes sobre estas salinas ver Calderón, Elementos, págs. 371-409.
El pueblo.indb 224 08/06/2009 04:38:54 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 223/375
225
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
que indica que ese grupo tenía una posición social superior en algo a la de
los indios. Incidentalmente, ésta es la única referencia en las capitulaciones
a los negros libres, y no se habla para nada de la pequeña colectividad deesclavos negros. Es verdad que los negros se beneficiaban también con el
conjunto de medidas encaminadas a aliviar la suerte de los pobres. En 1781
nadie, ni en la América inglesa ni en la española, estaba dispuesto a contemplar
seriamente la abolición de la esclavitud.
En vista del drástico descenso de la población india los ingresos que la
corona derivaba del tributo no constituían ya parte importante de los ingresos
reales. Algunos magistrados, como el fiscal Moreno, habían llegado a reconocer
que era factible suprimirlo sin mayor daño; éste, sin embargo, no insistió en
su punto de vista.9
La cláusula séptima denostaba a los corregidores y al clero parroquial
como aliados para la explotación de los indios. Los corregidores recibían apoyo
entusiasta del clero, ya que parte del tributo servía para pagar los estipendios
de los curas en las parroquias de indios. La cláusula prohibía que el clero
recolectara honorarios por administrar los sacramentos de la extremaunción
y del matrimonio, y por los entierros –una práctica que de largo tiempo atrás
había indignado a los indios y que los burócratas de todo el imperio reprobaban
desde hacía mucho, aunque con diversos grados de fervor, como una carga
innecesaria para los indígenas.10
Por significativas que estas propuestas resultaran para aliviar la
penuria, la principal queja de los indios era la absorción de sus tierras comunales
ancestrales, los resguardos, por la creciente población de criollos y mestizos.
Desdichadamente, la mayoría de los historiadores han pasado por alto el
significado de estas frases: “Que los indios [...] sean devueltos a sus tierrasde inmemorial posesión, y que todos los resguardos que de presente posean
9 Moreno a Flórez, 18 de noviembre de 1778, en González, El resguardo. págs. 144-45. En1810 el tributo de los indios le producía al tesoro real sólo 47.000, dentro de un gran total de2.453.096 pesos (Restrepo, Historia de la revolución de Colombia. 1:29).
10 Para algunos ejemplos de los reclamos de los indios ver AHN, Caciques e Indios ,58:891-996.
El pueblo.indb 225 08/06/2009 04:38:54 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 224/375
226
John Leddy Phelan
les queden no sólo en el uso sino en cabal propiedad para poder usar de ellos
como tales dueños (CA, 2:15)”.11
Como el iceberg, el verdadero significado de estas frases yace debajo de
la superficie. Por un lado, la cláusula repudiaba aparentemente toda la política
de consolidación de tierras comunales efectuada en los decenios anteriores.
Pero debe recordarse que la fuerza decisiva tras la “reforma de la tierra” en
los años de 1770 era la avidez de tierra y de brazos por parte de criollos y
mestizos, cada vez más numerosos. Estos grupos étnicos eran la osatura de la
“empresa”. Ningún jefe comunero responsable podía desconocer sus intereses.
Lo que parece significar este lenguaje es que los resguardos adquiridosrecientemente por criollos y mestizos debían ser devueltos a los indios y que no
debían efectuarse consolidaciones posteriores. Superficialmente, tal propuesta
parecería completamente inaceptable para los criollos y los mestizos.
La contradicción es más aparente que real. La clave reside en la última
frase. Los indios deberían recibir un título de propiedad de sus tierras comunales,
y por consiguiente tendrían libertad para venderlas. Y eso era precisamente lo
que deseaban criollos y mestizos. Dentro de un régimen de plena propiedad
los indios empobrecidos, ante la incapacidad de afrontar gastos ordinarioso extraordinarios, podrían fácilmente ser persuadidos a vender sus tierras.
Abundaban las tierras potencialmente cultivables. La mano de obra era escasa.
Los criollos y mestizos necesitaban arbitrios para forzar a los indios a salir de
sus tierras ancestrales y quedar por tanto sin más alternativa que entrar a la
fuerza laboral como asalariados mal remunerados. Si alguna vez se hubiera
aplicado la cláusula séptima, los resguardos habrían desaparecido al cabo de
una generación y su población indígena se habría incorporado a la fuerza laboral
campesina con salarios irrisorios.En esta instancia importante los jefes comuneros fueron culpables de
doblez política. Simultáneamente proponían la restauración de los resguardos
indígenas y una fórmula mediante la cual los agricultores no indios podrían
11 Colmenares es el único historiador que menciona, aunque de pasada, esta frase clave, enTunja, págs. 209-210.
El pueblo.indb 226 08/06/2009 04:38:54 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 225/375
227
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
devorar lo que quedaba de tierras de resguardo.12 Juan Francisco Berbeo
encabezaba una coalición disímil. En este caso particular los intereses vitales
de dos de sus componentes estaban en conflicto. Si bien Berbeo reconocía lagravedad de las quejas de los indios, las aspiraciones de los campesinos criollos
y mestizos merecían una prioridad política más alta que la suerte de los indios.
Aquellos eran, al fin de cuentas, el meollo de la coalición, mientras que los
indios constituían sólo un componente periférico. El generalísimo tuvo que tomar
una de esas rudas decisiones políticas que suelen presentárseles a todos los que
adelantan con éxito una política de coalición, y se inclinó ante las presiones más
fuertes. Mientras hacía concesiones sustanciales al contingente indio, con menor
influencia en su alianza, no podía prohibirles a sus aliados criollo-mestizos hacerlo que habían venido haciendo durante decenios enteros: aferrarse a las tierras
de la población indígena, la cual iba en constante disminución.
El arzobispo Caballero y Góngora, cuyas prioridades políticas eran dis-
tintas de las de Berbeo, trató de corregir la balanza entre las comunidades india
y criollo-mestiza. El arzobispo virrey volvió a la política formulada inicialmente
por Gutiérrez de Piñeres en su importante memorando del 3 de febrero de 1780.
Al auspiciar un regreso cauteloso a una forma modificada de paternalismo, el
arzobispo virrey no hizo ningún intento por derogar las consolidaciones ya efec-tuadas en 1780, pero prohibió que se efectuaran otras. Ante todo, insistió
en que los indios sólo podrían tener el usufructo, no la nuda propiedad. Por
consiguiente, ni siquiera podían arrendar sus tierras comunales; mucho menos
venderlas. En los últimos tres decenios de su existencia el régimen virreinal se
aferró tenazmente a esta política.13
Un programa para los plebeyos
Si las capitulaciones prometían cierto alivio para los indios, los plebeyos de lospueblos y parroquias rurales obtenían también enormes concesiones en el aspecto
que más los afectaba: los impuestos. El preámbulo decía que los impuestos
12 Este aspecto de la cláusula séptima se escapó, al parecer, a la atención del exjesuita peruano Viscardo, cuando encomiaba la magnanimidad y la liberalidad de los criollos con los indios. CárdenasAcosta, de manera algo acrítica, cita palabras de Viscardo (CA, 2:54).
13 Para los resguardos después de 1781, ver cap. 7, notas 12-19.
El pueblo.indb 227 08/06/2009 04:38:54 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 226/375
228
John Leddy Phelan
eran intolerables “por su monto y por los rigurosos modos instruidos para su
exacción”. Las capitulaciones repiten incesantemente que la Nueva Granada era
un país empobrecido que no podía permitirse el pago de nuevos impuestos, y conla misma frecuencia se quejaban del modo implacable como eran recolectados,
y al que consideraban humillante y degradante para la dignidad innata de los
vasallos leales al rey.
Las capitulaciones no anticipan el principio igualitario de que todos
los impuestos deberían recolectarse por igual entre todas las clases, el tipo de
principio de la Ilustración que Nariño y otros jefes de la independencia habrían
de reivindicar una generación más tarde. Por el contrario, se remontaban a la
noción medieval de justicia distributiva, formulada por Santo Tomás de Aquino ypopularizada luego en el mundo hispánico por Francisco Suárez.14 Miembros de
una sociedad basada en desigualdades intrínsecas y en privilegios hereditarios,
los ciudadanos de la Nueva Granada se aferraban aún a la anticuada noción
medieval de que los impuestos debían establecerse según una tabla diferencial
de acuerdo con la riqueza y la posición social.
Tampoco se trataba de que los leales vasallos del rey en 1781 se negaran
a pagar impuestos. En la cláusula 15 explican su actitud:
Ofrecemos como leales vasallos, que siempre y cuando se nos haga ver
legítima urgencia de S.M. para conservación de la fe, o parte, aunque sea la
más pequeña de sus dominios, pidiéndosenos donativo, lo contribuiremos
con grande gusto, no sólo de este tamaño, sino hasta donde nuestras fuerzas
alcanzaren, ya sea en dinero, ya en gentes a nuestra costa, en armas,
caballos o víveres, como el tiempo lo acreditará (CA, 2:24).
Estas sentencias arrojan mucha luz sobre el talante de los hombres de1781. Los ciudadanos del Nuevo Reino de Granada habrán de ser los jueces
respecto a si el rey tiene legítima necesidad de nuevos impuestos para defender la
fe o el reino. La implicación muy clara es la de que Carlos III y sus ministros
no han persuadido a sus leales vasallos de la necesidad de los impuestos que
14 Jaramillo Uribe, El pensamiento colombiano, págs. 114-19.
El pueblo.indb 228 08/06/2009 04:38:54 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 227/375
229
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
el regente visitador general empezó a establecer en 1778. Otra implicación
inequívoca es la de que toda nueva carga fiscal, por justificada que sea su
causa, deberá obtener, en alguna forma no especificada, el consentimientode los gravados.
Estas doctrinas eran profundamente ajenas a la mentalidad de los tecnó-
cratas absolutistas que gobernaban la España de Carlos III. Gutiérrez de Piñeres
expresó enérgicamente el abismo entre sus tecnócratas y los súbditos del rey en
la Nueva Granada en la carta al virrey Flórez en la que hablaba despectivamente
de los alcances y de la responsabilidad de los plebeyos (capítulo 2).15
El impuesto de armada de Barlovento quedó abolido de plano “tan
perpetuamente que jamás vuelva a oírse su nombre”.16 La tasa del tradicional ymás antiguo gravamen de alcabala se redujo del 2 al 4 por ciento. Además, las
mercancías sujetas a él se redujeron a productos europeos, a telas, lino, mantas,
cacao, conservas en azúcar, tabaco, acémilas, tierras, casas y ganado. Quedaron
específicamente exentos de alcabala todos los alimentos, el algodón, la hilaza
de algodón, por ser “frutos que propiamente sólo los pobres los siembran y
cogen” (CA, 2:21). Además, como la hilaza de algodón era utilizada por
los pobres del Socorro y San Gil como una especie de moneda, la inclusión
de ésta en la alcabala, por parte del virrey, constituyó una torpeza política deprimera magnitud.
El blanco más visible de la ira popular era el monopolio real del tabaco,
por dos razones principales. Primera: la mayoría de la gente, pobres o ricos, lo
fumaban. Segunda: el tabaco podía cultivarse en parcelas pequeñas. En los días
previos a 1781 se había constituido en una cosecha comerciable lucrativa para
una multitud de pequeños cultivadores en las jurisdicciones del Socorro y San
Gil. El aumento del precio del tabaco y la restricción de su producción por parte
del regente visitador general figuraban entre las causas principales del disgustopopular. En sus esfuerzos desesperados por contener la marejada de descontento,
el 14 de mayo la junta de tribunales había suspendido el aumento.
15 Ver capítulo 2, nota 47. Para una aseveración similar ver Gómez Hoyos. La revolución granadina. 1:184.
16 Para los impuestos de armada de Barlovento y alcabala ver cap. 2, notas 27-34. Para ante-cedentes sobre los monopolios de tabaco y aguardiente ver cap. 2, notas 7-25.
El pueblo.indb 229 08/06/2009 04:38:54 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 228/375
230
John Leddy Phelan
La cláusula sexta de las capitulaciones exigía sin más que se aboliera
el monopolio del tabaco. Sostenía además que no debía haber restricciones
territoriales para su cultivo. Debía permitir venderse el tabaco en el mercadolibre, sujeto sólo al dos por ciento de la alcabala.
Las muchedumbres vociferaban también contra el aumento al precio del
aguardiente, dispuesto también por el regente visitador general. Para manifestar
su cólera derramaban barricas en las calles. Pero las capitulaciones no solicitaban
la abolición del monopolio sino tan sólo que se cancelara el reciente aumento del
precio. Ya la junta de tribunales había otorgado esta concesión el 14 de mayo.
El alza en el precio del aguardiente, consumido en cantidades por el pueblo,
afectaba muy directamente a los consumidores. Los pobres no podían cultivarcaña de azúcar, como sí podían hacerlo con el tabaco, ya que aquella exigía
una fuerte inversión de capital; por lo tanto, no participaban en la producción
del aguardiente. Su preocupación única era la de consumidores que deseaban
licores baratos. Dadas las limitaciones del mercado para su producto, los dueños
de cañaduzales estaban evidentemente satisfechos con el monopolio, el cual
les garantizaba una salida parcial a su producto. Además, los cultivos de caña
eran mucho más extensos en las provincias de la costa, las que no se vieron
afectadas por los tumultos que estallaron en las montañas del interior.
Las capitulaciones acababan con otro antiguo monopolio real: el de los
naipes. Como para todas las clases las cartas y el juego eran fuente inextinguible de
diversión y entretenimiento, el monopolio real constituía un ingreso pequeño
pero permanente para la corona.17 Obviamente, su abolición debió de tener más
importancia para los pobres que para los acomodados.
Según el texto definitivo, cualquiera que confeccionase naipes debería
poder venderlos en el mercado libre. Pero en un borrador previo aparecía una
nota puritana. Los juegos de cartas quedaban prohibidos en cualquier circuns-
tancia, prohibición respaldada con sanciones bastante draconianas: para los
ricos, una multa de cien patacones; para los pobres, cien días de cárcel. Todos
los naipes producidos en España a su llegada a puerto americano deberían ser
17 Anualmente el tesoro percibía por este impuesto tan sólo 12.000 pesos, dentro de un ingresototal de 2.453.096 pesos (Restrepo, Historia de la revolución de Colombia. 1:29).
El pueblo.indb 230 08/06/2009 04:38:54 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 229/375
231
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
arrojados al mar o devueltos a la península.18 Entre los comuneros, como suele
suceder en las convulsiones sociales, había algunos moralistas puritanos,
pero sus puntos de vista no se impusieron.Otro blanco del descontento popular era la solicitud por Carlos III de
un “donativo gracioso y préstamo”, para el cual los nobles deberían pagar dos
pesos y los plebeyos uno.19 La estructura escalonada del impuesto es ilustración
gráfica del carácter jerárquico de esa sociedad, así como reflejo de la noción de
Suárez acerca de la justicia distributiva. Obviamente, la carga impositiva pesaba
más sobre los pobres que sobre los ricos, aunque aquellos pagaran menos.
La cláusula 15 anulaba la recolección del impuesto, basándose en que
el rey no había convencido a sus leales vasallos de la necesidad de éste, locual implicaba claramente que la comunidad debía consentir en los nuevos
impuestos.
Hubo otras concesiones fiscales para aplacar la ira de la población. Los
precios de artículos de primera necesidad como sal, pólvora y papel sellado
se rebajaron a la cuantía de antes de la llegada de Gutiérrez de Piñeres. Los
nuevos precios del papel sellado, utilizado obligatoriamente desde 1638 en todos
los documentos gubernamentales, jurídicos y comerciales, reflejaban también el
principio de la justicia distributiva.20 El clero, los indios y los pobres habríande pagar sólo medio real por hoja, y dos reales las personas acomodadas.
Había otras concesiones cuyos beneficiarios concretos eran los plebeyos.
El artículo 34 preveía una amnistía general para todas las multas que por la
violación de sus edictos había impuesto el regente visitador general. Estas eran
innumerables, y la mayor parte las debían los plebeyos.
Otra fuente de descontento popular eran las detenciones arbitrarias.
Al constituir una fianza, los miembros de las clases altas sometidos a juicio,
incluso por crímenes graves, podían ser puestos bajo arresto domiciliario o, si loscargos no eran tan serios, asignárseles la ciudad por cárcel; mientras que
los plebeyos tenían que languidecer durante meses en las prisiones, donde las
18 Briceño, Los Comuneros, pág. 122.19 Ver cap. 2, notas 37-40.20 El papel sellado producía anualmente 53.000 pesos, unos 5.000 más que el tributo de los
indios (Restrepo, Historia de la revolución de Colombia. 1:29).
El pueblo.indb 231 08/06/2009 04:38:55 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 230/375
232
John Leddy Phelan
condiciones de vida eran primitivas incluso para la época. El artículo 32 trataba
de remediar esos abusos al estipular que cualquier preso, fuese cual fuese su
situación social, debía salir rápidamente de la cárcel, después de comparecerante el juez, mediante el pago de una pequeña suma de dos pesos. Los que
llevaban largo tiempo encarcelados sin haber sido sometidos a juicio deberían
ser liberados gratis e inmediatamente. Los hombres de 1781 patrocinaban una
reforma modesta pero significativa cuando justificaban su propósito al decir que
las prisiones no debían convertirse en albergue permanente de los causantes
de los tumultos. Cualquier partidario de una reforma penal hoy simpatizaría
con estos sentimientos.
Los plebeyos consideraban a los patricios criollos como sus jefes
naturales. Hay pruebas en abundancia de que los plebeyos desempeñaron un
papel activo y dinámico durante el transcurso de la “empresa” bajo la dirección
de los patricios. Berbeo se daba perfecta cuenta de la hondura del descontento
popular y de la necesidad de apoyar concesiones sustanciales para aliviarlo. Tan
sólo al seguir esa pauta podía disuadir al pueblo de su objetivo predilecto: la
ocupación de Bogotá. Las concesiones a los plebeyos en las capitulaciones iban
mucho más allá que los edictos del 14 de mayo, aprobados a la carrera por la junta de tribunales.
En Zipaquirá Berbeo no traicionó a sus aliados plebeyos. Por el contrario,
las capitulaciones eliminaban muchas causas, grandes y pequeñas, de descon-
tento popular, en su mayor parte de carácter fiscal. Aunque las élites criollas se
beneficiarían también con el regreso al orden anterior a Gutiérrez de Piñeres, es
evidente que las cargas fiscales de este habían caído más opresivamente sobre
los pobres que sobre los ricos.
La función social de la propiedad privada
Víctor Frankl y Rafael Gómez Hoyos han anotado que las capitulaciones
recalcaban la función social de la propiedad privada.21 Esta idea, claro está,
21 Gómez Hoyos, La revolución granadina. 1:86-88; Víctor Frankl, “La filosofía social tomistadel arzobispo virrey Caballero y Góngora y la de los comuneros”. Bolívar 14 (1952): 597-626.
El pueblo.indb 232 08/06/2009 04:38:55 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 231/375
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 232/375
234
John Leddy Phelan
Comercio y comerciantesUnos siete artículos de las capitulaciones se ocupan en la promoción del
comercio. Posiblemente la queja principal de los pequeños comerciantes serefería al reciente sistema de guías y tornaguías (ver capítulo 2, notas 35 y
36). Pero, ante todo, la nueva maquinaria burocrática de Gutiérrez de Piñeres
prometía una recolección mucho más eficiente de la alcabala. En verdad, se
habían aumentado las tasas; pero, además, antes la recolección había sido
sólo parcial. El rechazo de los pequeños comerciantes a los nuevos proce-
dimientos burocráticos se atestigua ampliamente en el artículo 2, que asevera
enfáticamente: “Que las guías que tanto han molestado en el principio de
su establecimiento, cesen para siempre jamás su molestia” (CA, 2:19).No sólo se regulaban la propiedad de los puentes y el derecho a cobrar
peaje, sino que se estimulaba activamente la mejora de la red de transporte.
La cláusula 29 estipulaba la construcción de un nuevo puente de calicanto en
Chiquinquirá, bajo la supervisión del cabildo de Tunja.
La preocupación por atender a quejas específicas así como la intensidad
de las rivalidades regionales se reflejan gráficamente en la cláusula 10. En
1750 el virrey Pizarro había autorizado a la ciudad de Bogotá el cobro de un
impuesto especial para las mercancías y los animales que entraran a la capital,sobre la base de que los accesos a la ciudad se encontraban muy congestionados.
El impuesto, previsto para mejorar los caminos a la ciudad, había producido
130.000 pesos desde 1750. La cláusula décima argüía que los gastos de
conservación y mejora de las vías de acceso a la ciudad no habían pasado
de 70.000 pesos durante esos tres decenios, y que la ciudad de Bogotá había
conseguido una utilidad neta de 60.000 pesos. La cláusula deploraba no sólo que
los comerciantes de Vélez, Socorro y Tunja tuvieran que pagar las mejoras en las
vías públicas hacia la capital mientras que sus propias necesidades en la materiaeran desatendidas, o financiadas “con las sobras” (CA, 2:21). La cláusula insistía
también en que Bogotá debía pagar las mejoras en sus comunicaciones.
Prácticamente todos los contratos comerciales requerían los servicios
de un notario o escribano. De ahí que la cláusula 19 otorgara una estricta
adhesión al arancel establecido por el gobierno. “Que los escribanos hayan de
llevar sólo por derechos la mitad de los aranceles y que [...] si se les justifica
El pueblo.indb 234 08/06/2009 04:38:55 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 233/375
235
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
por tercera vez haberse excedido de su arancelamiento, serán [...] depuestos
de sus oficios”.
Otro artículo se ocupaba en el servicio de correos fundado por el virreyPizarro en 1750. La cláusula once se quejaba de que en reciente cambio de
“tarifas el director general, José Pando, había sido “instruido por personas inex-
pertas de las distancias que hay de los lugares de su carrera” y por consiguiente
“asignó crecidos e indebidos portes” (CA, 2:22). El artículo solicitaba nuevas
tarifas basadas en un principio uniforme de distancia.
Otra concesión a los intereses de los pequeños comerciantes era la
de la cláusula 32, que decía: “Con reflexión a los vecinos que con muy poco
interés ponen una tiendecilla para su sustento, pedimos que ninguna tengala menor pensión, a excepción de la alcabala y propios” (CA, 2:28).
Las cláusulas que se ocupan primordialmente en la promoción del
comercio carecen de interés ideológico especial. No hay reflejo alguno de las
nuevas doctrinas de la Ilustración europea. No hay nada novedoso más allá de
las aspiraciones tradicionales de la clase de comerciantes desde el siglo XVI. Lo
que estas cláusulas indican es la profundidad del descontento de los comerciantes
con algunas de las políticas fiscales del regente visitador general.
Quizás la más sorpresiva de las cláusulas económicas sea la que seinteresa en la cuestión del crédito. Los conventos, los monasterios y las innume-
rables obras pías eclesiásticas constituían la única fuente de crédito con que los
comerciantes podían financiar sus transacciones y los agricultores conseguir
hipotecas, ya fuera para pagar deudas o para adquirir nuevas tierras. Una real
cédula reciente exigía a todas las corporaciones eclesiásticas que depositaran
sus fondos en la real audiencia, la que a su turno les pagaría un interés anual
del cuatro por ciento sobre el capital. En tiempo de guerra, cuando los precios,
como en 1781, estaban subiendo, las corporaciones eclesiásticas se vieronobligadas a vender algunos de sus bienes para atender gastos. Pero esa
práctica era sin embargo violatoria del estatuto eclesiástico, así como de
las condiciones con que la Iglesia recibía las donaciones privadas. Por mucho
que la hacienda real se hubiera beneficiado con el nuevo régimen, la cláusula
13 argumentaba que en estas circunstancias se estaba agotando rápidamente
el capital disponible para préstamos.
El pueblo.indb 235 08/06/2009 04:38:55 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 234/375
236
John Leddy Phelan
El artículo proponía que se rescindiera la real cédula. Que el clero
administrara sus propios fondos. Los comerciantes y los agricultores pagarían
gustosos el cinco por ciento tradicional, y no el actual cuatro por ciento, contal de que hubiera más disponibilidades de crédito. La solicitud de un aumento
del uno por ciento en la tasa de interés resulta tanto más notable cuanto que
muchas otras cláusulas de las capitulaciones implican reclamos contra supuestas
exacciones abusivas del clero. Pero la preocupación principal del artículo
13 era aumentar los fondos disponibles. Acostumbrados tiempo atrás a
pagar el cinco por ciento, los neogranadinos acomodados estaban dispuestos
a continuar haciéndolo.24
Nacimiento del anticlericalismoUno de los rasgos más extraordinarios de ese notable documento que pasó a
la historia con el nombre de capitulaciones de Zipaquirá son los seis artículos
referentes a los presuntos abusos del clero. Hasta el momento no han recibido
de los historiadores la atención que merecen.
Debe recordarse que la cláusula séptima, referente a los indios,
acusaba al clero de explotación. Los indios no eran las únicas víctimas de
las exacciones y de los estipendios que cobraba el clero, sino que también
lo eran los criollos y los mestizos. Las notarías eclesiásticas, cuyos servicios
se precisaban para bautizos, matrimonios y funerales, eran acusadas de
excederse, a veces enormemente, en el cobro a sus clientes. La cláusula 19
utilizaba un lenguaje inusitadamente crudo:
Lo que debe atajarse y de ningún modo permitirse, y al que de hoy en
adelante lo hiciere, severamente castigarse, por ser esta clase de oficiales
la carcoma, polilla o esponja de todos los lugares” (CA, 2:25). El artículo
proseguía recalcando la falta de responsabilidad de estos escribanos: “Que
como tienen menos que perder que los escribanos reales, que son los que
ha mandado S.M. que ejerzan estas notarías, con más facilidad quebrantan
cuanto en contrario de lo que hacen no les traiga cómodo.
24 Germán Colmenares, Las haciendas de los jesuitas en el nuevo reino de Granada (Bogotá,1969), pág. 29.
El pueblo.indb 236 08/06/2009 04:38:55 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 235/375
237
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Tal vez la crítica más franca al clero es la cláusula 23, que rezaba:
Siendo la más pesada carga sobre todas, la que se padece en casi todaslas ciudades, parroquias, villas, pueblos y lugares, la creación de derechos
eclesiásticos, del cual ni el más mísero se libra, por la inobservancia del
concilio, de los sínodos diocesanos, concilios provinciales, leyes y cédulas...
(CA, 2:26).
El artículo expresaba la esperanza de que el arzobispo, en el desempeño
de sus deberes pastorales, habría de poner “remedio total” a estos abusos.
En otro artículo se acusaba a los recolectores de diezmos de cobrar
emolumentos ilegales y excesivos. Sus emolumentos, que “constituyen inaguan-
table carga” deben ser rebajados drásticamente. Otra cláusula se quejaba del
problema de mantener a los visitadores eclesiásticos, enviados periódicamente
por los obispos para revisar las cuentas de las cofradías, los testamentos y
los libros parroquiales. El artículo 24 concluía: “sólo se les contribuya con las
vituallas del país durante la visita, y que todos los demás gastos sean de cargo
de los señores arzobispo u obispos que los comisionan” (CA, 2:26-27).
Otra queja era el alto costo de las indulgencias en la “santa bula de la
cruzada”: “Por su precio asignado en un Reino de tan limitadas comodidades,
por cuya escasez no será ni aun la décima parte de sus habitantes los que la
toman, y será duplicado si se le minora su precio a la mitad del que al presente
tiene (CA, 2:22)”.
El gran total de seis artículos en las capitulaciones consagrados
específicamente al clero implica que había una profunda insatisfacción con
los altos emolumentos que todos los grupos de la sociedad habían de pagara fin de sostener el establecimiento eclesiástico. La corona, con su nuevo
programa de innovaciones fiscales, no era la única que explotaba a un pueblo
empobrecido y largamente oprimido. Las exacciones ilegales y excesivas del
clero se habían convertido en otra carga intolerable.
Las capitulaciones no ponían en cuestión el derecho de la Iglesia a cobrar
ciertos emolumentos por servicios espirituales pero afirmaban, en lenguaje de
El pueblo.indb 237 08/06/2009 04:38:55 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 236/375
238
John Leddy Phelan
inconfundible claridad, que éstos eran excesivamente elevados. Tampoco las
capitulaciones cuestionaban el derecho del rey a percibir ciertos impuestos
con el fin de administrar el reino. Pero alegaban que tanto el Estado como laIglesia habían abusado grandemente de su legítima autoridad para imponer
gravámenes, y que en última instancia las dos instituciones eran responsables
ante la comunidad a la cual prestaban sus servicios.
Si bien todos los indicios muestran que la Iglesia y sus ministros merecían
todavía la reverencia de todos los grupos, sin embargo se advierte una fuerte
nota de resentimiento en torno a la cuestión de los estipendios eclesiásticos .25
Lo que surge en claro es un anticlericalismo embrionario que habría de volverse
militante y violento en las filas del partido liberal durante el siglo XIX.El acento incipientemente anticlerical de las capitulaciones puede haber
sido también, al menos en parte, Una reacción contra el papel del clero en la crisis
de 1781. Aunque algunos párrocos pudieron haberse inclinado pasivamente
hacia los comuneros, ninguno los apoyó activamente. En las primeras semanas
de tumultos el clero parroquial era el único que controlaba los motines. Pusieron
todo el peso de su prestigio institucional para atenuar la cólera de la multitud.
Por mucho que numerosos curas criollos hayan simpatizado personalmente con
las quejas de sus hermanos criollos, la Iglesia como institución era la carne y lasangre del establecimiento colonial, y en sentido institucional estaba profun-
damente comprometida con la preservación del statu quo. Mientras las turbas
recurrían al motín, la reacción intelectual y visceral de la gente de sotana era
ponerse al lado de la autoridad constituida. Los pocos sacerdotes nacidos
en España no tenían más remedio que alinearse con las autoridades, dada la
franca hostilidad hacia los chapetones que caracterizaba al levantamiento. Y,
por supuesto, el hombre ante quien directamente respondía el clero parroquial
era el arzobispo Caballero y Góngora.No deja de haber una paradoja en esta situación. Los tecnócratas de
Carlos III eran tan anticlericales como los abogados criollos que redactaron las
25 Gómez Hoyos, La revolución granadina. 1:194-196 subraya el catolicismo de los comuneros,el que es innegable, pero desconoce el resentimiento de éstos ante los honorarios, que considerabanexcesivos, cobrados por el clero. Las quejas contra el clero siguieron después de 1781. Ver JuanManuel Pacheco, La ilustración en el nuevo reino de Granada (Caracas, 1975), pág. 159.
El pueblo.indb 238 08/06/2009 04:38:55 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 237/375
239
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
capitulaciones. Ellos también querían restringir los privilegios tradicionales del
clero, ya que consideraban económicamente improductiva la enorme riqueza
de la institución, y su vasta influencia sobre el pueblo como un riesgo potencialpara la autoridad unitaria de la corona. Esta fue la causa principal, aunque no
la única, de la expulsión de los jesuitas de todos los dominios españoles en
1767. En México, los burócratas emprendieron una gran ofensiva para quebrar
los antiguos privilegios del clero. En 1810, el resultado neto de esa campaña
había sido debilitar la lealtad del bajo clero a la corona, y de allí salieron muchos
caudillos de las guerras de independencia.26 Si bien no se hizo nada semejante
en la Nueva Granada, los burócratas reales rechazaban no el contenido sino
la forma de estas propuestas, surgidas no de ellos mismos sino de una asambleamisteriosa de “rebeldes”.27 Los ministros de Carlos III estaban dispuestos a hacer
mucho por el pueblo pero nada con el pueblo.
Un análisis del contenido de las capitulaciones revela la siguiente
distribución:28
Agravios Concesiones Porcentaje
1. Impuestos que afectaban a los no privilegiados 12 21,4
2. Indios 10 17,9
3. Políticos: locales y “nacionales” 8 14,34. Comercio y comerciantes 7 12,5
5. Negros libres 7 12,5
6. Anticlericalismo 7 12,5
7. Función social de la propiedad privada 4 7,1
8. Supremacía de la propiedad privada 1 1,8
56 100,0
26 Nancy M. Farriss, Crown and Clergy in Colonial Mexico. 1759-1822: The Crisis of Ecclesi-atical Privilege (Londres, 1968).
27 Para los intentos de Gutiérrez de Piñeres de limitar los privilegios del clero ver cap. 2,nota 34.
28 Este análisis de contenido no coincide exactamente con el número de cláusulas de las capitu-laciones, 34. La mayoría de las cláusulas se ocupaban en una sola cuestión, no todas: la cláusulaséptima, por ejemplo, incluía cuatro concesiones muy distintas a los indios, y una a los negros libres.Al ocuparse en estos dos grupos étnicos todas las concesiones otorgadas a los plebeyos pero quelos afectaban directamente fueron sumadas: 5 para los indios y 6 para los blancos libres.
El pueblo.indb 239 08/06/2009 04:38:55 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 238/375
240
John Leddy Phelan
Este análisis, bastante sumario y crudo, demuestra ampliamente que
las capitulaciones de Zipaquirá atendían a un amplio repertorio de quejas, las
que abarcaban todo el contexto social de la Nueva Granada de 1781. Casi todoel mundo obtuvo algún beneficio: ricos y pobres; patricios y plebeyos; blancos,
indios y negros libres. Sólo quedaron por fuera los esclavos negros.
Dada la inspiración, del medievo tardío y del Renacimiento, de las
capitulaciones, no hay huellas de ese tipo de igualitarismo que brotó en
las revoluciones norteamericana y francesa. Las desigualdades intrínsecas
y los privilegios hereditarios eran la manera como Dios había hecho el mundo
–así lo pensaban hombres y mujeres en 1781–. Dentro del contexto de una
orientación paternalista y aristocrática, las capitulaciones de Zipaquirá consti-tuyeron un documento excepcionalmente comprensivo en donde los voceros
de las élites criollas adoptaron una actitud generosamente humanitaria y
socialmente responsable frente a las esperanzas y los temores de los plebeyos.
Es verdad que fueron la cólera y la rabia de los plebeyos las que llevaron a sus
superiores sociales a tomar el camino de la responsabilidad.29 Sin embargo, los
redactores de las capitulaciones eran estadistas de gran categoría que hablaban
con elocuencia en nombre de los intereses de casi todos los neogranadinos,
ricos o pobres, blancos o de piel oscura.
29 Liévano Aguirre, Los grandes conflictos. pág. 480, recalca que Berbeo tuvo que obtenerconcesiones masivas a favor de los plebeyos con el fin de persuadirlos a que no ocuparan lacapital. Debe añadirse que Caballero y Góngora siguió la misma política de otorgar concesionessignificativas a los plebeyos.
El pueblo.indb 240 08/06/2009 04:38:55 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 239/375
14. Primera Constitución escrita de laNueva Granada
Pero por importantes que hayan sido las medidas fiscales, el meollo de las
capitulaciones era de naturaleza constitucional y política: 1) aspiración a un mayor
grado de autogobierno a nivel local y regional y 2) reivindicación de las élites
criollas a gobernar todo el Nuevo Reino de Granada.
Las rivalidades regionales desempeñaron un papel principal en los
sucesos de 1781. La más importante era la tensión entre Tunja y el Socorro, y
dentro de esta “historia de dos ciudades” hay que concentrar la atención en el
origen y el desarrollo de su rivalidad. Fundada el 6 de agosto de 1539, poco
después de Santa Fe de Bogotá, en el siglo XVI Tunja fue rival de la capital.
La fuente inicial de su riqueza era la densa población indígena en las zonas
adyacentes. La encomienda se implantó firmemente en Tunja, donde surgió una
sociedad aristocrática basada en la posesión de tierras relativamente grandes y
en el trabajo servil de los indios.
Otra fuente de la prosperidad inicial de Tunja consistió en los rebañosde ovejas criados en los valles adyacentes. La lana sirvió para la creación de
una floreciente industria textil de carácter doméstico. Pero en el siglo XVIII los
rebaños vinieron a menos y la producción textil descendió abruptamente.
Como capital política de un vasto territorio que incluía al Socorro, Tunja
prosperó durante el siglo XVII. Su extensión territorial era enorme. Por el sur
limitaba con la provincia de Santa Fe. Por el norte llegaba hasta las provincias
costeñas de Cartagena y Santa Marta. Por el occidente sus fronteras alcan-
zaban el río Magdalena (provincias de Mariquita y Tunja) y por el oriente seprolongaban hasta la provincia de los Llanos. Dentro de este dilatado territorio
existían algunos pequeños enclaves gubernamentales independientes como la
gobernación de Girón y el corregimiento de Sogamoso-Duitama.
Iglesias y conventos barrocos espléndidos que se conservan todavía, y
una plaza espaciosa adornada con mansiones señoriales son amplio testimonio
de la inicial opulencia de Tunja, la que fue declinando gradualmente en el
El pueblo.indb 241 08/06/2009 04:38:55 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 240/375
242
John Leddy Phelan
transcurso del siglo XVIII. La población indígena, fuente inicial de la riqueza
tunjana, por entonces había disminuido abruptamente. Un índice de prosperidad
decreciente es el hecho de que los diezmos obtenidos en la provincia de Tunjallegaban a 25.360 pesos en 1800, mientras que en la provincia de Socorro-
San Gil, ya separada, ascendían a 39.993 pesos.1 La vida social y política de
Tunja estaba dominada por una clase aristocrática, algunos de cuyos miembros
podían (o pretendían) remontar su origen hasta los compañeros de Jiménez
de Quesada.
El Socorro presentaba un contraste brusco con Tunja. Era una región
nueva, una fundación del siglo XVIII, muchos de cuyos habitantes descendían
por segunda o tercera generación de inmigrantes españoles pobres (ver capítulo3). Si bien había en el Socorro un grupo pequeño de nuevos ricos, pocos
socorranos podían tener las pretensiones aristocráticas de los patricios de Tunja.
Predominaba el minifundio. La región de Socorro-San Gil no tuvo jamás una
población indígena densa, y en el siglo XVIII ésta ya era insignificante. La región
se mostraba predominantemente blanca, con una cifra importante de mestizos
y una reducida minoría de negros y mulatos.
Los fértiles valles en el clima templado del Socorro y San Gil permitían
una producción agrícola diversificada así como el auge de la industria ganadera.El algodón se convirtió en uno de los cultivos principales, y el Socorro reemplazó
a Tunja como centro de la producción textil.
En 1781 la población del núcleo urbano de Tunja no pasaba de 3.000
personas en contraste con las 15.000 del Socorro. El párroco de Tunja, cuya
magnífica iglesia bien podría haber sido una catedral, tenía un ingreso anual
de 1.600 pesos, mientras que el del Socorro percibía 5.000, más que la renta
total del obispo de Santa Marta.
Todavía en 1781 los siete conventos de Tunja no habían perdido lariqueza acumulada en épocas más prósperas. Aunque la economía del Socorro
se hallaba en expansión y la de Tunja en decadencia, la riqueza nueva del
Socorro tenía a veces que acudir a la “riqueza vieja” de los conventos de Tunja
1 Biblioteca Nacional, Bogotá, Libros Raros y Curiosos, ms. 185. Para datos sobre Tunja consultarlas fuentes siguientes: Rojas, Corregidores; Cárdenas Acosta, Del vasallaje; Oviedo, Cualidades,págs. 119 ss.; Silvestre, Santa Fe de Bogotá. págs. 60-63.
El pueblo.indb 242 08/06/2009 04:38:55 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 241/375
243
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
para conseguir préstamos e hipotecas destinados a financiar la expansión
de la comunidad. En 1781 no había conventos en el Socorro. En 1770 los
habitantes de la comunidad les pedían a los franciscanos que establecieranuno allí. Su fundación no sólo habría proporcionado incontables beneficios
espirituales y realzado el prestigio del Socorro sino que el convento, a medida
que iba acumulando capital, podría convertirse en fuente de crédito. El síndrome
deudor-acreedor era otro factor que intensificaba la rivalidad de la Tunja “vieja”
y aristocrática con los laboriosos habitantes del Socorro “nuevo”.
Mientras Tunja fue la fundación más próspera del Nuevo Reino, los
encomenderos entre 1592 y 1641 constituyeron una especie de fronde para
oponerse a la imposición inicial de la alcabala en la Nueva Granada. Pero en1781, cuando el Socorro había sustituido a Tunja como centro de creación de
riqueza, también encabezó la protesta contra las nuevas exacciones fiscales
de Carlos III.
A medida que aumentaba su prosperidad, el Socorro se sentía cada
vez más incómodo bajo el dominio político de forasteros. Subordinado durante
largo tiempo a San Gil, el Socorro continuaba bajo la jurisdicción política del
corregidor de Tunja. Este solía residir en la capital de la provincia, pero a partir
de 1771 lo representaba en el Socorro un teniente corregidor.
Los principales vecinos del Socorro aspiraban a tener corregimiento
propio con su villa como capital. Así disfrutarían de mayor autonomía. Con
un corregidor residente las élites locales también esperaban más voz en la
formulación cotidiana de la política. Además, con corregidor propio esas élites
podían aspirar a mayor influencia ante las autoridades de Bogotá.
En 1778 el fiscal Antonio Moreno y Escandón propuso que la dilatada
provincia de Tunja se dividiera en corregimientos más pequeños, basados en
una consideración racional de los hechos socioeconómicos y sociodemográficos.
Propuso que se suprimiera la pequeña gobernación de Girón y que la parte
septentrional de la provincia de Tunja se dividiera en dos corregimientos. Uno
tendría como capital a Pamplona y el otro a Socorro-San Gil.
Gutiérrez de Piñeres, quien recelaba instintivamente del fiscal criollo,
se negó a reconocer los méritos de tan sensata propuesta. Pero los socorranos
no la pasaron por alto. El artículo 17 de las capitulaciones afirmaba en
términos inequívocos:
El pueblo.indb 243 08/06/2009 04:38:56 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 242/375
244
John Leddy Phelan
Pide el común del Socorro y San Gil que en aquellas villas y jurisdicciones
haya un corregidor y justicia mayor con un sueldo de mil pesos, y que este
no haya de haber jurisdicción en la capital de Tunja, con tal de que quienesejerzan este empleo deban ser criollos nacidos en este Reino, sin que
pretenda primacía alguna de estas villas, sino que asista en una de las
dos (CA, 2:24-4-25).
Que el corregidor debiera ser criollo indica claramente la intención
de los socorranos de que sus propias élites ejercieran mayor control sobre la
administración local. La salvedad de que ni San Gil ni el Socorro debieran tener
supremacía es un esfuerzo por atenuar la intensa rivalidad entre las dos villas.Debe recordarse que San Gil alineó junto a Tunja contra el Socorro en Zipaquirá,
al oponerse a la ocupación de la capital. Con su temor al Socorro, Tunja logró
explotar la tensión entre el Socorro y San Gil.
El borrador no mencionaba el salario del corregidor, mientras que el
texto final mencionaba específicamente la suma de mil pesos.2 Era un sueldo
respetable para la época. Un oidor de la audiencia ganaba 2.941 pesos al año.
El sueldo del corregidor de Tunja era de 2.812 pesos.3
El Socorro obtuvo su ansiado corregidor en 1781. No era otro que Juan Francisco Berbeo, quien pasó unos meses en el cargo sin ejercer ninguna
autoridad real. El nuevo corregimiento del Socorro fue suprimido rápidamente
cuando las autoridades de Bogotá acumularon fuerza suficiente para anular las
capitulaciones.4 Pero la pretensión de los socorranos de constituir un centro
regional con un territorio socioeconómico viable se vio justificada unos años
después, cuando en 1795 se estableció el corregimiento del Socorro.5 El nuevo
2 Briceño, Los Comuneros. pág. 135.3 Virrey Francisco Gil y Lemos al rey, 19 de mayo de 1790. AGI/ASF 561.4 Para la ordenanza de la audiencia ver Briceño, Los Comuneros, págs. 183-187. Un histo-
riador trata de defender a Berbeo del cargo de codicioso, basándose en que era ya hombre rico(Rodríguez Plata, Los Comuneros, págs. 130-35). En realidad, Berbeo no era rico (ver cap. 4,notas 2-17). Otro historiador considera la aceptación del cargo como prueba de haberse vueltoengreído (Liévano Aguirre, Los grandes conflictos, págs. 490-491). No comparto ninguna deesas opiniones. Berbeo fue un precursor de la autonomía regional; en sus actitudes se advierte lagénesis del futuro federalismo.
5 Rojas, Corregidores, págs. 606-07.
El pueblo.indb 244 08/06/2009 04:38:56 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 243/375
245
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
corregimiento se convirtió en el núcleo del estado de Santander, que tanto se
distinguió por muchos conceptos durante la historia del siglo XIX.
Las capitulaciones de Zipaquirá no anticipaban la independenciapolítica ni la revolución social desde abajo, como sostienen muchos, pero el
célebre documento sembró la semilla de dos grandes tendencias ideológicas
destinadas a predominar en el siglo XIX: el anticlericalismo y el federalismo.
La exigencia de que el corregidor fuera criollo y la implicación de que el Socorro
era una especie de patria chica para los territorios circundantes representaban
la aspiración a que un sector sustancial de la autoridad gubernamental fuera
regional. Esta es la esencia del federalismo.
Debe recordarse que “nuestra cédula” hacía un llamamiento vigoroso,aunque crudo, al patriotismo regional y al orgullo local del Socorro. Este hecho
indica que el sentimiento de la patria chica había adquirido gran resonancia
emocional en 1781. El popular poema, recitado y cantado interminablemente
en centenares de plazas de pueblo, aseveraba enfáticamente que “el dedo de
Dios” señalaba al Socorro. Los socorranos eran el nuevo pueblo escogido. Eran el
instrumento de la voluntad divina para castigar a los funcionarios malvados
de Bogotá, quienes explotaban a un pueblo empobrecido con impuestos
injustos e innecesarios. La misión del Socorro era conducir al sufrido pueblode la Nueva Granada de la opresión del faraón hacia la tierra prometida.6 Este
mensaje resultaba un licor más embriagador que el aguardiente.
Por lo general, los historiadores colombianos han considerado al
federalismo del siglo XIX como una importación de los Estados Unidos. La
empecinada batalla del Socorro con San Gil y con Tunja para conseguir su au-
tonomía, dentro de la cual la crisis de 1781 constituye un capítulo significativo,
demuestra ampliamente que el federalismo tenía hondas raíces propias ya en la
Nueva Granada del siglo XVIII. Si bien el ejemplo estadounidense pudo haberejercido cierta influencia en el siglo XIX, no debe considerarse sin más ni más
al federalismo como exotismo importado.
En un sentido muy cierto, los hombres de 1781 iniciaron el diálogo
que dominaría la historia de Colombia durante el siglo XIX: la naturaleza de las
6 Para la estrofa en cuestión ver CA, 1:121-22.
El pueblo.indb 245 08/06/2009 04:38:56 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 244/375
246
John Leddy Phelan
relaciones políticas entre Bogotá y las provincias. Las capitulaciones delimitaron
un sector amplio donde las autoridades locales podrían ejercer considerable
autoridad sobre la actividad económica y fiscal de las pequeñas comunidadesrurales. El Socorro encabezó la campaña a favor de la autonomía regional porque
era la más próspera de las nuevas comunidades que lenta pero continuamente
se habían ido desarrollando durante el siglo XVIII.
Los orígenes colombianos del federalismo proceden de otra fuente,
además de la tenaz lucha del Socorro por la autonomía: la tradición de autonomía
municipal de la España medieval, cuyas raíces se remontan al estado-ciudad,
a la polis ya la civitas de la antigüedad. El Socorro se configuraba como una
especie de estado-ciudad en el sentido grecorromano, un núcleo urbano conpretensiones a la dirección política y económica de una extensa red de esta-
blecimientos rurales subordinados. Las instituciones medievales españolas de
gobierno urbano, cuya vitalidad estaba decayendo en la península, recobraron
vida en América. Se convirtieron en instrumentos para promover la colonización
y la fundación, así como en dinámicos vehículos políticos para expresar a las
autoridades en Madrid y en Bogotá las aspiraciones de sus comunidades.
Puede sustentarse de manera plausible la hipótesis de que las capi-
tulaciones representaban fuerzas democráticas incipientes. Ninguna cláusula
promovía de manera específica los intereses de los grandes terratenientes o de
los mineros ricos, en contraste con la multitud de medidas en defensa de los
intereses vitales de los plebeyos y de los pequeños agricultores y comerciantes.
Pero hay pocas pruebas documentales en apoyo de la tesis del distinguido
investigador Fernando Guillén Martínez, de que el partido favorable a los
comuneros en Bogotá representaba a los latifundistas. Según esa tesis, existía
un conflicto real en el campo de los comuneros entre los pequeños agricultores
y comerciantes, encabezados por el Socorro, y los grandes latifundistas de Bogotá,
que rechazaban la nueva centralización política de los ministros de Carlos III,
aunque por razones diferentes.7
7 Fernando Guillén Martínez. Raíz y futuro de la revolución (Bogotá. 1963) y El poder. Losmodelos estructurales del poder político en Colombia. Centro de Investigaciones para el Desarrollo-CID, Universidad Nacional de Colombia, 1973, Xerocopia, págs. 92-112.
El pueblo.indb 246 08/06/2009 04:38:56 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 245/375
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 246/375
248
John Leddy Phelan
la santa hermandad, especie de funcionario de policía rural y de tribunal de
primera instancia que ejercía jurisdicción sobre el sector rural de una villa o un
pueblo, percibía estipendios por todas las funciones que ejecutaba. La cláusula justificaba la supresión del impuesto basada en “el abandono con que dejan
sus casas y cortos haberes de su manutención”. La cláusula añadía: “Por no
reportar en semejantes empleos ningún cómodo ni para su manutención,
ni sufragarle el oficio para las pérdidas de la casa que abandona” (CA, 2: 19),
una justificación difícil de creer si se toman en cuenta los hechos.9
Pudo haber sido mera coincidencia que la persona que ejercía el cargo
de alcalde de la santa hermandad en la villa del Socorro en 1781 fuera Albino
Berbeo, hermano de Juan Francisco (ver capítulo 5).Una aspiración más osada para darles a los magnates locales mano
más libre en el gobierno local era la del artículo 13, que decía:
“Atentos a los malos resultos y ninguna equidad que acaecen en la venida de
los jueces de residencia, pedimos que no los haya para nunca, y que el vecino
que se halle quejoso ocurra a los tribunales superiores” [presumiblemente
a la audiencia], (CA. 2:28).
No sólo la cláusula 13 abogaba por la supresión de la residencia
a todos los niveles de gobierno, desde el virrey y la audiencia hasta los
corregidores y regidores, sino que la cláusula 16 pedía en forma más audaz
aún que se suprimieran los cargos de regente y de visitador general.
Que habiendo sido causa motiva de los circulares disgustos de este Nuevo
Reino y el de Lima, la imprudencial conducta de los señores regentes
visitadores, pues quisieron sacar jugo de la sequedad y aterrar hasta el
extremo con su despótica autoridad, pues en este Nuevo Reino, siendo la
gente tan dócil y tan sumisa, no pudo con el complemento de su necesidad,
ni aumentos de extorsiones, tolerar ya más tan despótico dominio, que
9 Este cargo era comprado en muchas localidades, pero en el Socorro la costumbre era que losalcaldes ordinarios nombraran al alcalde de la santa hermandad. Ver ibíd., #18.
El pueblo.indb 248 08/06/2009 04:38:56 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 247/375
249
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
cuasi se han asimilado sus circulares hechos a deslealtad; y para que en
lo venidero no aspire, si encuentra resquicio a alguna venganza, que sea
don Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres, visitador y regente de esta RealAudiencia, extrañado de todo este reino para los dominios de España,
en el cual nuestro católico monarca, con reflexión a los resultos de sus
inmoderadas operaciones, dispondrá lo que corresponda a su persona, y que
nunca para siempre jamás se nos mande tal empleo de regente visitador,
ni personas que nos manden y traten con semejante rigor e imprudencias,
pues siempre que otro tal así nos trate, trataremos todo el reino, ligado y
confederado, para atajar cualesquiera opresión que de nuevo por ningún
título se nos pretenda hacer.
Las dos propuestas constituyen un verdadero ataque revolucionario
contra el sistema todo de gobierno de los Habsburgos y de los Borbones ante-
riores a Carlos III. Van al corazón del sistema tradicional de control recíproco
mediante el cual la corona lograba que todos los magistrados de ultramar fueran
responsables ante ella de su comportamiento en el cargo.
Si la fórmula “se obedece pero no se cumple” les confería a los
magistrados en las Indias cierta libertad de maniobra entre las presiones de laautoridad central y las circunstancias locales, otros dos arbitrios administrativos,
la residencia y la visita general, hacían que esos funcionarios percibieran los
deseos de sus superiores en la Península.10 Ambos arbitrios eran investigaciones
judiciales de la conducta de los magistrados. La primera se efectuaba en cuanto
un funcionario dejaba su cargo; la segunda, mientras se hallaba en ejercicio
de éste.
Pese a su fracaso en obtener completamente los objetivos perseguidos,
como extirpar los abusos –con los Habsburgos– o imponer políticas nuevas –con
Carlos III–, la residencia y la visita general llenaban, no obstante, varios cometidos
importantes. Ambos recursos suministraban a la corona un cuadro detallado
de la administración burocrática en sus lejanas dependencias, trazado por un
10 Para una descripción del funcionamiento de la residencia y de la visita general, ver mi King-dom of Quito, págs. 215-18.
El pueblo.indb 249 08/06/2009 04:38:56 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 248/375
250
John Leddy Phelan
funcionario presumiblemente independiente de la administración regular.
La residencia y la visita general daban a los súbditos del rey un medio para
protestar contra abusos, reales o imaginarios, cometidos por los magistrados.En sentido muy efectivo, la residencia y la visita general funcionaban como
válvulas de seguridad a través de las cuales los súbditos podían periódicamente
expresar el resentimiento contenido contra los burócratas designados por el
rey. Además, ambos recursos dotaban al gobierno central de un instrumento
para contrarrestar periódicamente la tendencia instintiva de las élites criollas a
ganarse para sí, aunque fuera sólo parcialmente, a los magistrados reales.
Es comprensible que los comuneros exigieran el destierro de Gutiérrez de
Piñeres de la Nueva Granada. Todas las nuevas políticas fiscales y administrati-vas que habían suscitado tan amarga efervescencia estaban identificadas con él
personalmente. Era el blanco visible de la ira popular. Esta oposición personal se
justificaba con una doctrina muy asentada en la teoría política española clásica.
Los súbditos tienen derecho a resistirse a la tiranía. La cláusula denunciaba su
“despótica autoridad” y su “despótico dominio”. El artículo concluía con una
solicitud y con una amenaza. No vuelvan a enviar magistrados así. Si vienen,
nos resistiremos a su opresión.
Pero propugnar por la supresión de los cargos de regente y de visitadorgeneral era un asunto completamente distinto. Al proponer la extinción de los
arbitrios gemelos de la regencia y la visita general, los hombres de Zipaquirá
estaban haciendo una revolución política. Ambos instrumentos eran parte
integral de la “constitución no escrita” que los comuneros ostensiblemente se
proponían restaurar. De suprimirse, no sólo se vería la corona estorbada en
sus esfuerzos por supervisar la conducta de los magistrados de ultramar, sino
que también los ciudadanos de las Indias se verían desprovistos del medio más
eficaz de que disponían para protestar contra la conducta y las políticas de losmagistrados a todos los niveles del gobierno, desde el virrey hasta el regidor
de una villa.
En las capitulaciones de Zipaquirá los voceros de los criollos promul-
garon su propia revolución política para enfrentada a la de Carlos III, descrita en
el capítulo 1. Comenzaron por pedir un regreso a la situación anterior a 1778.
Al elaborar fórmulas específicas para esa finalidad ostensible, terminaron por
El pueblo.indb 250 08/06/2009 04:38:56 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 249/375
251
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
tratar de subvertir el orden tradicional. No sólo abogaban por la abolición del
sistema de control recíproco del sistema de los Habsburgos, encarnado en la
visita general y la residencia, sino que formulaban también la osada aspiracióna que el gobierno todo se le entregara a los criollos, para que estos gobernaran
en nombre del rey.
El atrevido programa se enuncia en la cláusula 22 de las capitula-
ciones:
Que en los empleos de primera, segunda y tercera plana hayan de ser
antepuestos y privilegiados los nacionales de esta América a los europeos,
por cuanto diariamente manifiestan la antipatía que contra las gentes de
acá conservan, pues están creyendo ignorantemente que ellos son los
amos y los americanos todos, sin distinción, sus inferiores criados; y para
que no se perpetúe este ciego discurso, sólo en caso de necesidad, según
su habilidad, buena inclinación y adherencia a los americanos puedan ser
igualmente ocupados, como todos los que estamos sujetos a un mismo rey
y señor debemos vivir hermanablemente, y al que intentare señorearse y
adelantarse a más de lo que le corresponde a la igualdad, por el mismo
hecho sea separado de nuestra sociabilidad (CA, 2:26).
La aspiración de los criollos a un virtual monopolio burocrático no se
limitaba a la Nueva Granada. El 2 de mayo de 1771 el cabildo de México, en
carta a Carlos III, hizo la misma atrevida solicitud que habrían de formular
en 1781 las capitulaciones de Zipaquirá. El cabildo de México envió copias de
esta carta a muchos otros cabildos del Nuevo Mundo, incluido el de Bogotá.11
No es coincidencia que ambas expresiones de los sentimientos criollos fueranexpresadas poco después de que el visitador general Gálvez en México y el
11 Rafael Gómez Hoyos publicó el manifiesto mexicano de 1771 en BHA 47 (1960): 426-76.Para la copia en los archivos ver AHN, Virreyes. 14:420-26. Ver también Peggy K. Korn, “TheProblem of the Roots of Revolution: Society and Intellectual Ferment in Mexico on the Eve ofIndependence”, en Frederick B. Pike, Latin American History: Select Problems (Nueva York,1969), págs. 101-14.
El pueblo.indb 251 08/06/2009 04:38:56 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 250/375
252
John Leddy Phelan
visitador general Gutiérrez de Piñeres en la Nueva Granada se hubieran empeñado
en reducir drásticamente el número de criollos que ocupaban altos cargos.
En el capítulo 5 se indicó que “nuestra cédula” estaba impregnadadel espíritu de que América pertenecía a los americanos. Como bien lo observó
Rafael Gómez Hoyos, la cláusula 22 ponía en prosa burocrática el sentimiento
poético crudo expresado en el popular poema.
¿Por qué razón a gobernarnos vienen
de otras regiones malditos nacionales?12
El texto no aclara qué quería decir con empleos de primera, segunda y
tercera plana. Una inferencia razonable es que primera se refería a la audiencia,
segunda a la administración fiscal y tercera al rango provincial de corregidores.
No hay indicio de si abarcaba también al de virrey; probablemente no.
Por tanto, en 1781 los criollos pedían mucho más que la mera restau-
ración del sistema que existía antes de 1778. De hecho, antes de la llegada de
Gutiérrez de Piñeres los criollos constituían sólo una significativa minoría en la
alta burocracia, pero su influencia era mucho más amplia gracias a la alianza
informal con magistrados españoles que desempeñaban hacía largo tiempo
sus cargos, y muchos de los cuales estaban casados con criollas. En 1781
los criollos ampliaron enormemente sus demandas al reclamar la abrumadora
mayoría de los cargos.
Le hicieron una concesión al viejo espíritu. No excluirían a unos pocos
españoles, “sólo en caso de necesidad” y si llenaban los requisitos de “habilidad,
buena inclinación y adherencia a los americanos”. Los redactores de la cláusula
visiblemente pensaban en varios oidores españoles cuya larga residencia enBogotá y cuyas esposas criollas los hacían sensibles a la situación americana.
Entre ellos estaban Benito Casal y Montenegro (1747-81), Juan Francisco
Pey y Ruiz (1756-86), Joaquín de Aróstegui y Escoto (1740-75) y Bernardo
Álvarez (1736-56).
12 Gómez Hoyos, La revolución granadina. 1:190.
El pueblo.indb 252 08/06/2009 04:38:56 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 251/375
253
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
En lugar de una coalición favorable a los americanos, en la que sólo una
minoría de criollos compartía el poder con españoles partidarios de los ameri-
canos, el artículo 22 proponía una coalición con una mayoría abrumadora decriollos y una pequeña minoría de españoles partidarios de los americanos.
Aunque las élites criollas recurrían a la retórica y a los conceptos de
la época de los Habsburgos, el monarca en que pensaban las capitulaciones
de Zipaquirá no era de la casa de Austria. Bajo este sistema prevalecía un
intrincado tejido de controles recíprocos en el que todos los grupos conseguían
un mínimo de lo que deseaban, pero rara vez obtenían el máximo. El ideal de
Zipaquirá era la monarquía sumamente descentralizada de Castilla en el siglo
XV. Al monopolizar virtualmente la burocracia y eliminar la residencia y lavisita general, los criollos pedían un cheque en blanco para gobernar a la Nueva
Granada en nombre de Carlos III. El gobierno de los criollos hubiera vuelto
superfluo un repudio formal a la corona. Semejante objetivo, de cumplirse,
habría constituido una revolución política de facto; es decir, la transferencia
súbita del poder gubernamental de, un grupo a otro.
En la Nueva Granada de 1781 era impensable un mundo sin monarquía.
Podía pensarse sí en una radical transferencia de poder de los españoles a los
criollos, bajo el manto protector de la legitimidad monárquica.Sin embargo, hay un hilo visible entre los estadistas de 1781 y el
movimiento de independencia, una generación más tarde. Camilo Torres no
aspiraba a un rompimiento formal con la corona española.
Lo que pretendía era el dominio criollo de la burocracia bajo el continuo
reinado de los Borbones.13 Sin embargo, debe recalcarse que Torres representa
sólo una primera etapa dentro de una evolución que habría de culminar en la
independencia.
En los objetivos políticos de los criollos se presentaban una tensión y unadicotomía. Por una parte buscaban volver a la “constitución no escrita” previa
a 1778. Esta finalidad puede considerarse como su objetivo mínimo, o como
su posición real. Pero la dialéctica de la revolución rápidamente aumentó las
demandas. Cuando en Zipaquirá los acontecimientos los obligaron a formular
13 Ibíd., 2:7-44; Liévano Aguirre, Los grandes conflictos, págs. 583-87.
El pueblo.indb 253 08/06/2009 04:38:56 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 252/375
254
John Leddy Phelan
por escrito sus objetivos, plantearon una especie de monarquía descentralizada
pre-Habsburgo. Este se convirtió en su objetivo máximo, o posición negociadora.
Es posible preguntarse hasta qué punto estaban comprometidos seriamentecon ese programa. Las capitulaciones representan un mundo idealizado que
nunca existió históricamente en la Nueva Granada y cuya inspiración provenía
de un pasado remoto.
La táctica de toda negociación requiere que las partes a la ofensiva pidan
mucho más de lo que con realismo es dable aspirar a recibir. Acostumbrados
tiempo atrás a la negociación burocrática y al acuerdo por medio del compromiso,
los redactores de las capitulaciones no esperaban que el mundo de sus sueños
se convirtiera en realidad. Mas, para obtener su objetivo mínimo, tenían queproferir exigencias más audaces.
Los supuestos políticos y morales de las capitulaciones, como
vimos, están basados en las tradiciones casuistas de los teólogos españoles
clásicos. Pero esos teólogos vivían en una época de monarquías fuertes, y
los redactores de las capitulaciones propugnaban una monarquía débil. Lo
que los hombres de 1781 hicieron fue invocar varios principios básicos de
la teología clásica a fin de justificar una monarquía constitucional como las
del medioevo tardío. No sólo se limitarían los poderes reales sino que el poderpolítico sería compartido entre la élite burocrática criolla de Bogotá y las élites
de provincia.
Los autores de las capitulaciones de Zipaquirá son los autores menos-
preciados y hasta ahora ignorados de la primera constitución escrita de la Nueva
Granada. Si una constitución escrita quiere decir una formulación filosófica de
los objetivos de una comunidad, así como unas fórmulas para la distribución
y el ejercicio del poder político, las capitulaciones de Zipaquirá llenan de sobra
esta definición. Es comprensible que el documento que redactaron carezca de ladurabilidad y del refinamiento político de la Constitución de la nueva república de
los Estados Unidos que habría de aparecer pocos años después en Filadelfia.
En el caso de la Nueva Granada hay dos factores atenuantes. Las
capitulaciones fueron redactadas de prisa, si no febrilmente, en el curso de
cuarenta y ocho horas, mientras que los padres fundadores de los Estados
Unidos deliberaron unos cuatro meses. En segundo lugar, la Nueva Granada
El pueblo.indb 254 08/06/2009 04:38:56 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 253/375
255
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
tenía una sola veta de inspiración ideológica, rica es cierto, pero que de todas
formas era sólo una: la tradición teológica española de los siglos XVI y XVII.
En la América inglesa, en cambio, se disponía de un mosaico más variado defuentes para incorporar a una constitución escrita. No sólo los fundadores eran
herederos de una tradición americana aborigen de descentralización legislativa,
sino que también habían recibido alimento espiritual de muchas formas de
pensamiento político, todas completamente desconocidas en la Nueva Granada
de 1781: el racionalismo de la Ilustración, la jurisprudencia inglesa del siglo
XVII, el puritanismo de Nueva Inglaterra, las teorías políticas y sociales radicales
formuladas durante los periodos de la guerra civil y de la Commonwealth en
Inglaterra, y el pensamiento de oposición del siglo XVIII (Walpole, BenjamínHoadly, Bolingbroke, etc.). Teniendo en cuenta estas dos diferencias importantes
entre la Nueva Granada y los Estados Unidos, las capitulaciones de Zipaquirá
constituyen un logro notable, comparable con cualquier otro documento político
del siglo XVIII, tanto en el viejo como en el nuevo mundo.
Hasta la generación de 1810 no tuvo la Nueva Granada la necesaria
diversidad de tradiciones políticas sin las cuales una revolución no puede germi-
nar, y mucho menos florecer. En 1810 existían los ejemplos de las revoluciones
estadounidense y francesa, así como la filosofía política y el racionalismo de laIlustración en Europa. Estas influencias externas se mezclaron con las teorías
políticas clásicas de la vieja España y con la “constitución no escrita” de la Nueva
Granada en una chispa que haría detonar el movimiento de independencia.
En 1781 no había ningún criterio para desafiar las formas tradicionales de
legitimidad, aceptadas entonces por todo el mundo. Una generación después,
el racionalismo de la Ilustración suministraría esa norma.
El artículo 22 contiene la clara implicación de que los reinos de ultramar
eran pariguales de la España metropolitana. Los criollos se aferraban tenazmentea la teoría de los Habsburgos sobre los reinos de España y de las Indias unidos
bajo un solo rey; teoría que había caído en desuso en la España borbónica. Con
Carlos III los establecimientos de ultramar habían ido adquiriendo la categoría
jurídica de colonias o de provincias de la metrópolis. La concepción “federal” de
los Habsburgos les suministró a los partidarios de la independencia después
de 1808 un argumento histórico-jurídico para justificar la aspiración inicial
El pueblo.indb 255 08/06/2009 04:38:57 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 254/375
256
John Leddy Phelan
de los criollos a que se establecieran regímenes provisionales en todos los
reinos de ultramar en ausencia del legítimo rey de Castilla, Fernando VII,
prisionero de Napoleón desde 1808 hasta 1813. Pero había diferenciasmuy reales: a comienzos del siglo XIX se pretendía la igualdad con el reino de
España, mientras que bajo los Habsburgos las Indias eran consideradas como
reinos subordinados e inalienables vinculados a la corona de Castilla y de León.
Sin embargo, las diferencias entre estas dos teorías no deben equipararse a una
desviación del corporativismo neomedieval de los siglos XVI y XVII hacia las
actitudes igualitarias de las revoluciones estadounidense y francesa.14
El artículo 22 es prueba concluyente y dramática de que, una generación
antes de que dichas revoluciones repercutieran en el pensamiento de las élitesneogranadinas, la noción de igualdad entre los distintos reinos había echado
profundas raíces en tierras de la Nueva Granada.
En la cláusula 20 puede hallarse un atisbo del protonacionalismo
subyacente a las capitulaciones.
Que de ningún modo, por ningún título ni causa, se continúe el que-
branto de las leyes y repetidas cédulas sobre la internación, mansión
y naturaleza de los extranjeros en ninguna parte de este Reino, por elperjuicio que trae al presente y en lo futuro pueda tener su internación
tanto en lo secular como en lo eclesiástico, y que los que haya de presente
salgan dentro de dos meses, y al que no lo hiciere, se le dé el trato y pena
de espía en guerra viva (CA, 2:26).
El término “extranjero” no se refería a los españoles europeos sino a
los europeos no españoles. Los Habsburgos habían prohibido consistentemente
esa emigración extranjera a sus dominios en América, aunque la dinastíareinara en el viejo mundo sobre muchos pueblos no ibéricos. Mientras menos
extranjeros supieran del nuevo mundo, mejor: así opinaban los Habsburgos.
La única excepción era la Compañía de Jesús, que obtuvo una dispensa real
14 Creo hoy que mi examen de la cuestión en mi Kingdom of Quito, pág. 122, no ubicacorrectamente el factor central.
El pueblo.indb 256 08/06/2009 04:38:57 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 255/375
257
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
para reclutar, con destino a sus misiones en América, algunos extranjeros de
países católicos europeos.15
Esa clausura xenofóbica de la América española desapareció duranteel siglo XVIII, a medida que la nueva dinastía de los Borbones buscaba no sólo
ideas en la Europa católica no española, sino también individuos de talento para
reorganizar la monarquía. Los irlandeses y los italianos, en particular, ocupaban
altos cargos dentro de la administración. Uno de estos extranjeros notables
era el irlandés Bernardo Ward, coautor del plan para las innovaciones de
Carlos III en las Indias. La dependencia inicial del monarca respecto a ministros
italianos, Esquilache y Grimaldi, fue uno de los factores que contribuyó a la
hostilidad contra los extranjeros que provocó motines importantes en variasciudades de España durante la primavera de 1766.
Aunque no hay cifras precisas sobre el número de extranjeros en la
Nueva Granada en 1781, los que había eran suficientemente visibles como
para provocar una reacción xenofóbica, si es que tomamos en cuenta las severas
sanciones que contra ellos se proponían. Una vez más, las capitulaciones
de Zipaquirá repudiaban una política borbónica en favor de un retorno a la
tradición de los Habsburgos. No sólo afirmaban las capitulaciones, en lenguaje
altanero, la igualdad de los americanos y de los españoles peninsulares, sino
que también exhibían un recelo metódico frente a los extranjeros. La Nueva
Granada pertenecía sólo a quienes en ella habían nacido: así opinaban los
estadistas de Zipaquirá. Por tanto, las capitulaciones contienen semillas del
árbol del nacionalismo que habría de crecer en el siglo XIX.
Todos los participantes se daban cuenta de que era menester el
consentimiento real antes de que las capitulaciones tuvieran fuerza de ley.
En vista de las fuertes sospechas entre algunos círculos comuneros de que las
autoridades de Bogotá podrían renegar su solemne compromiso de cumplir
las capitulaciones, se incluyó una especie de garantía militar. La cláusula 18
estipulaba:
15 Lázaro de Aspurz, O.F.M., La aportación extranjera a las misiones españolas del patronatoregio (Madrid, 1946); Juan Manuel Pacheco, S.J., Los jesuitas en Colombia, 2 vols. (Bogotá,1962) 2:199-205.
El pueblo.indb 257 08/06/2009 04:38:57 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 256/375
258
John Leddy Phelan
Que todos los empleados y nombrados en la presente expedición de coman-
dante general, capitanes generales, capitanes territoriales, sus tenientes,
alféreces, sargentos y cabos, hayan de permanecer en sus respectivosnombramientos, y estos, cada uno en lo que le toque, hayan de ser obli-
gados en el domingo en la tarde de cada semana, a juntar su compañía ya
ejercitada en las armas, así de fuego como blancas, ofensivas y defensivas,
tanto por si se pretendiera quebrar los concordatos que de presente nos
hallamos aprontados a hacer de buena fe, cuanto para la necesidad que
ocurra en el servicio de nuestro católico monarca (CA, 2:25).
Aunque Berbeo y sus capitanes convinieron en desbandar su ejército en
Zipaquirá, pidieron, y creyeron haberla obtenido así, una garantía militar de que
las capitulaciones habrían de ser respetadas por las autoridades en Bogotá.
Desde la seguridad de la fortaleza de Cartagena el fugitivo Gutiérrez de
Piñeres montó en cólera contra la cláusula militar:
Esto equivale a capitular que la rebelión ha de ser permanente; que se ha de
permitir dentro del Estado una asociación siempre armada para sostenerla;
que los individuos de la tal asociación no han de conocer otra autoridad
ni poder que la autoridad que han usurpado. En otras palabras, que no
habrá rey ni leyes ni nación alguna.16
Excluyendo la hipérbole, a que era tan aficionado, la cláusula 18
conjuraba para Gutiérrez de Piñeres y hombres como él una imagen de horrores.
Aunque ese artículo era bastante menos que la levée en masse –la movilización
del país que el gobierno revolucionario francés decretó el 23 de agosto de 1793–,
una milicia de 20.000 hombres, aunque sólo se adiestrara en las tardes de
domingo, constituía una perspectiva lúgubre para los ministros de Carlos III.Mediante el análisis de los dos últimos capítulos debe de haber quedado
en claro que las capitulaciones de Zipaquirá representaban una revolución
política tan radical como la emprendida por Carlos III, y que precipitó la crisis
16 CA, 2:53; Gutiérrez de Piñeres a Flórez, 2 de julio de 1781, y apéndice de Flórez a Gálvez,22 de agosto de 1781, AGI/ASF 577-B.
El pueblo.indb 258 08/06/2009 04:38:57 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 257/375
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 258/375
Tercera parteAntonio Caballero y Góngora
El pueblo.indb 260 08/06/2009 04:38:57 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 259/375
261
15. José Antonio Galán: mito y realidad
En torno a la figura de José Antonio Galán se han congregado muchos mitos,
y no es tarea fácil distinguir los hechos de las leyendas. En su propio tiempo las
autoridades reales vituperaban al “infame Galán” por crímenes que iban desde
la traición y el bandidaje hasta el incesto. En el siglo XIX fue alternativamente
escarnecido como un bandido o exaltado como un héroe del pueblo que soñaba
con que la Nueva Granada obtuviera su independencia política de España.1
En el siglo XX algunas gentes de izquierda lo han idolatrado, como apóstol
de la revolución social desde abajo, como una especie de remoto precursor del
Che Guevara.
José Antonio Galán nació en 1749 en la parroquia de Monguí de
Charalá, al sudeste del Socorro.2 El 26 de octubre de 1766 contrajo matrimonio
con Toribia Verdugo, quien le dio varios hijos.3 Carecemos de una descripción
contemporánea de sus rasgos físicos.4
El padre de José Antonio, Antonio Galán, era un inmigrante español
pobre, inicialmente comerciante de baratijas y que finalmente se estableció
en Charalá, donde casó con María de Argüello, de sangre mulata o mestiza,
de quien tuvo numerosa prole. Tras instalarse en Charalá, Galán se ganaba la
vida como lo hacía la mayor parte de sus contemporáneos. Era dueño de una
pequeña parcela donde cultivaba tabaco. En su modesta casa las mujeres y
los hijos tejían algodón.5 A pesar de la nacionalidad española de su padre, la
pobreza convirtió a Antonio Galán y a sus hijos en plebeyos.
1 Briceño, Los Comuneros, págs. 36-40 y 76-84, fue uno de los primeros historiadores enconsiderar a Galán como un héroe. En Santander, hasta fines del siglo XIX, los héroes patrióticosensalzados en los diarios regionales no eran tanto Bolívar y Santander como los comuneros y, enespecial, Galán. (Comunicación personal de David Johnson).
2 En confesión del 9 de octubre de 1781 Galán dijo que su edad era 32 años (Briceño, Los Comu-neros, pág. 168). Gómez Rodríguez, “La cuna”, 1, cap. 7, ha localizado su partida de bautismo.
3 Para su partida de matrimonio ver Gómez Rodríguez, “Datos”, págs. 105-06.4 Su retrato por Arciniegas en Los Comuneros, pág. 103, es producto de la imaginación del gran
escritor. Pablo E. Cárdenas Acosta, Los Comuneros (Bogotá, 1945), págs. 169-170.5 Torres Almeyda, La rebelión de Galán, págs. 17-32.
El pueblo.indb 261 08/06/2009 04:38:57 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 260/375
262
John Leddy Phelan
La aseveración de que José Antonio estudió de niño en el prestigioso
colegio de San Bartolomé, en Bogotá, fue repudiada posteriormente por el propio
investigador que la formuló.6 Aunque sólo contaba con los rudimentos de unaeducación formal, podía firmar, lo cual constituía signo de cierta distinción en una
sociedad donde la gran mayoría de los plebeyos era completamente analfabeta.
Las cartas que de él se conservan no carecen de cierta belleza y vitalidad en el
estilo, pero la sintaxis y el léxico son rústicos, primitivos e incultos. Como la
mayoría de sus contemporáneos plebeyos, era agricultor en pequeña escala.7
Otro hecho averiguado sobre su vida antes de 1781 es que vivió por
un tiempo en la cercana parroquia del Socorro, ya que allí, en septiembre de
1775, fue bautizado uno de sus hijos. Su permanencia en el Socorro se prolongóhasta 1777.8
Las dificultades de averiguar la verdad sobre la vida de Galán tienen un
buen ejemplo en una pintoresca leyenda sobre su primera juventud, inventada
de la nada por Constancio Franco, quien en 1891 publicó una novela histórica
llamada Galán, el comunero. Según Franco, Galán, con su conciencia social
sublevada por los malos tratos a los indios guanes, organizó un motín de
protesta; se refugió después entre los indios pero fue capturado y condenado a
10 años de trabajos forzados en la fortaleza de Cartagena, de la que en algúnmomento escapó antes de marzo de 1781.
El relato está colmado de inexactitudes sobre fechas y lugares, pero la
prueba más devastadora de su falsedad es que no se hace mención de tal suceso
en la sentencia de muerte de Galán, donde se enumeran de modo meticuloso,
aunque truculento, todos sus supuestos crímenes.9
6 Gutiérrez, Galán, pág. 230.7 La confesión de Galán en Briceño, Los Comuneros, pág. 168. Para una muestra de su firma
ver AHN, Los Comuneros, 18:212.8 Gómez Rodríguez, “La cuna”, cap. 7. Ver también, adelante, nota 16.9 Constancio Franco Vargas,Galán, el comunero (Bogotá, 1891). En los voluminosos archivos
criminales de la audiencia no hay rastro de litigio alguno en que hubiera estado implicado Galán.No todos los historiadores galanistas aceptan la fábula de Franco. Gutiérrez, Galán, le hace unacrítica sensata, págs. 235-237. Arciniegas, Los Comuneros (ed. de 1938, págs. 187-88) aceptó alprincipio el cuento pero en la edición de 1968 suprimió juiciosamente toda referencia a él. CárdenasAcosta, Los Comuneros, págs. 170-71, denunciaba como mítico el relato de Franco, pero sin hacerningún análisis. Ángel Galán, “Galán”, no menciona el incidente. Entre quienes han repetido el
El pueblo.indb 262 08/06/2009 04:38:57 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 261/375
263
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
La sentencia de muerte de Galán dice, con una concisión exasperante,
que había sido “castigado repetidas veces por las justicias”.10 Evidentemente José
Antonio había tenido varios roces con las autoridades. No resulta irrazonablesuponer que hubiera sido impetuoso, agresivo y pendenciero –características
que algunos observadores contemporáneos identifican con el territorio que
había de convertirse en el estado de Santander.11 La suposición se ve reforzada
por el hecho de que, después de la batalla de Puente Real, Galán suscitó la ira
de nadie menos que del ganador de la batalla, el capitán Ignacio Calviño, su
paisano de Charalá, quien lo despojó de su bastón de capitán y lo encarceló por
“varios ultrajes”. Nunca se ha determinado cuáles pudieron ser esos ultrajes,
pero bien pudo ser que Galán estuviera involucrado en el robo de los fondos
del oidor Osorio.12
La sentencia de muerte de Galán presenta otro dato sólido sobre su vida
antes de 1781. José Antonio sirvió en el “regimiento fijo” de Cartagena y desertó
de él. No se sabe si fue como voluntario o en cumplimiento de una sanción
judicial. A veces los delincuentes eran incorporados al “regimiento fijo”.13
Algunos admiradores de Galán han incurrido en especulaciones fantasio-
sas sobre la influencia de la experiencia cartagenera en su héroe. Ocupémonos
primero en los datos conocidos. Galán sirvió durante poco tiempo, quizás menos
de un año. Segundo, obviamente, no se sintió dichoso con ser soldado raso en
esa calurosa ciudad tropical. Adquirió, ciertamente, alguna familiaridad con la
disciplina y las tácticas militares, experiencia que mucho habría de servirle
en el año decisivo de su vida.
mito de Franco figuran Torres Almeyda, La rebelión de Galán, págs. 61-63, y Gómez Latorre, Enfoque social, págs. 242-243.
10 CA, 2:176.11 Tal fue la observación más bien áspera de Oviedo, hacia 1761, Cualidades. págs. 174-82.12 Para este incidente, ver cap. 9, nota 20. La acusación viene de fuente gubernamental, pero el
cargo parece plausible. Comisionados a Pey, 20, 24 de mayo de 1781, AGI/ASF 633-A. La noticiafue confirmada por el párroco de Oiba, Filiberto José Estévez, por lo general bien informado, encarta a Caballero y Góngora, 24 de mayo de 1781, ibíd., y CA, 1:265. Estévez decía que Calviñohabía confiscado una buena suma de dinero en posesión de Galán.
13 CA, 2:176.
El pueblo.indb 263 08/06/2009 04:38:57 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 262/375
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 263/375
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 264/375
266
John Leddy Phelan
lo capturaran sus tropas. En este caso, como en tantos otros, tenemos una deuda
de gratitud con Pablo Cárdenas Acosta, quien publicó los documentos claves.
José Antonio Galán y su triunfante y pequeño séquito penetraron enGuaduas al anochecer del 4 de junio. El 7 de junio el peninsular Manuel de
Arejula redactó una nota presurosa con noticias alarmantes para algunos amigos
en Honda.19 José Antonio Galán le había informado personalmente que el
principal objetivo de su expedición era la captura del regente visitador general.
Galán le pidió explícitamente a Manuel de Arejula que le aconsejara a Gutiérrez
de Piñeres, escapar Magdalena abajo. Galán no sólo incitó a Arejula a enviar
esa prevención, sino que se dirigió personalmente al regente visitador general.
Galán eligió como intermediaria a doña Ignacia Roa, esposa de don Joaquín
de la Bodega Llano, administrador del monopolio de aguardiente en Honda.
José Antonio, evidentemente, se había encontrado con la pareja en Facatativá,
donde los proveyó con un pasaporte que les permitía cruzar sus líneas hasta
llegar a Honda.
En su digna y rústica prosa Galán le escribía al regente visitador
general:
Usía muy señor mío:
Suplico a usted que me haga el favor por nuestro Amo y Señor y por mi
señora del Socorro, se retire aunque sea en una montaña debajo de la tierra,
por evitar alguna ruina que pueda padecer esta villa y vuestra merced, si
lo encuentran los comunes, y esto sin que lo sienta la tropa, porque a mí
no me sobrevenga nada, por estar la gente tan sublevada en rigor, porque
la orden expresa de nuestro general es de que debo entregar la cabeza de
Usía. Y así, para que no se experimente esto, hago este expediente con elsecreto posible, viendo que soy bautizado y redimido con la sangre de Cristo.
Usía excogitará lo que mejor fuere de su agrado, si esperamos o retirarse.
Dios le guarde muchos años.
19 Para el texto de la carta ver CA, 2:80-81.
El pueblo.indb 266 08/06/2009 04:38:57 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 265/375
267
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Galán añadía una postdata:
Perdonará Usía los vocablos y yerros por ser yo tan tosco en estos negociosde vocablos. Repito a vuestra merced una prevención: que Usía no se vaya
para abajo, si sigue, pues tiene mucha gente en contra. Se ocultará como
digo, y luego seguirá su destino, hablando, si usted quiere, conmigo a solas;
y es cuanto puedo decirle. Adiós.20
Cárdenas Acosta insinúa que Galán aplazó intencionalmente su ataque
contra Honda para darle tiempo de huir a Gutiérrez de Piñeres; revelación
documental que ha resultado embarazosa para algunos de los más celososdefensores de Galán.21 Gómez Latorre, por ejemplo, niega de plano que las
instrucciones de Berbeo fueran de capturar a Gutiérrez de Piñeres, pero tal
interpretación contradice totalmente las propias palabras de Galán.22
Una explicación más plausible, aunque no convincente del todo, es la
ofrecida por Luis Torres Almeyda. Galán ejercía el derecho de todo comandante
de campo a interpretar con flexibilidad las órdenes de su comandante en jefe, con
el que no podía comunicarse de manera inmediata. Previó que si sus hombres
entraban a Honda y capturaban al regente visitador general, probablementevolverían pedazos al infortunado funcionario, perspectiva repugnante incluso
para un guerrero tan duro y tan decidido como José Antonio. De ahí que la
nueva estrategia de Galán fuera la de advertir al regente visitador general que
no huyera Magdalena abajo hacia la seguridad de Cartagena, ya que por esa
obvia ruta de escape “tiene mucha gente en contra”. Gutiérrez de Piñeres y
Galán habrían de concertar una cita en secreto, en la que el magistrado se
20 Ibíd., págs. 82-83. Hay una copia manuscrita en las actas de la junta.21 CA, 2:80-89.22 Gómez Latorre, Enfoque social, pág. 247. Como Cárdenas Acosta no publicó hasta 1960 las
cartas de Galán, obviamente los estudios anteriores a esa fecha no mencionan el incidente. Sonlos de Galán, Gutiérrez y Arciniegas. Para otra explicación superficial ver Francisco Posada Zárate, El movimiento revolucionario de los comuneros (Bogotá, 1971), pág. 98. Liévano Aguirre, Los grandes conflictos, págs. 491-92, quien describe a Galán como precursor de la revolución social,desconoce el episodio. No han sobrevivido las instrucciones escritas de Berbeo a Galán. Posiblementeel comandante supremo tuvo el buen sentido de no poner nada por escrito, pero las palabras deGalán revelan el propósito de Berbeo.
El pueblo.indb 267 08/06/2009 04:38:58 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 266/375
268
John Leddy Phelan
rendiría. Galán le evitaría la suerte de ser linchado por una turba colérica.
Vivo, sería una buena carta en cualquier negociación entre los socorranos y
las autoridades de Bogotá.23
Si, en gracia de discusión, aceptamos la explicación de Torres Almeyda,
la conducta de Galán pudo haber sido humanitaria, pero también ingenua.
Calculó mal en tres aspectos. El altivo y voluntarioso Gutiérrez de Piñeres
habría escogido la fuga por el Magdalena, con todos sus riesgos, a rendirse
voluntariamente a un hombre al que consideraba un rebelde sin atenuantes,
y plebeyo encima de todo. Segundo, la guerra de nervios de Galán entrañaba
no poco de bluff . Aunque hubiera allí algunos galanistas, el sector al norte de
Honda no estaba firmemente bajo su control. Un barco español bien armadohabría asegurado la salida de Gutiérrez de Piñeres por el Magdalena, incluso si
el enemigo lo hostilizaba desde la orilla. Y además Galán no tomaba en cuenta el
rápido cambio de la situación, del que ni él ni su adversario tenían noticia. En
la propia noche del 7 de junio, cuando Galán le escribió a Gutiérrez de Piñeres, la
junta de tribunales de Bogotá ratificaba las capitulaciones de Zipaquirá. Sin que
Galán lo supiera, las órdenes de Berbeo de capturar al aborrecido magistrado
se habían vuelto inoficiosas.
Sólo podía contarse con cuarenta españoles para defender a Honda del
esperado ataque de los socorranos. A las pocas horas de recibir la carta de Galán,
el regente visitador general, a las tres de la mañana del 8 de junio, se escapó
por el Magdalena en busca de la protección de la fortaleza de Cartagena. Antes
de dirigirse al norte dio orden de que un cargamento de municiones que iba de
Mompós a Honda, con Bogotá como destino final, se devolviera a Mompós,
a fin de evitar que cayera en manos de los socorranos. Gutiérrez de Piñeres,
que execraba a Galán por rebelde y por plebeyo, nunca mostró gratitud alguna
por la oportuna advertencia del hombre de Charalá.24 Mas en la guerra y en la
política la gratitud suele ser un lujo del que se puede prescindir.
23 Torres Almeyda, La rebelión de Galán. págs. 183-86.24 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 6 de julio, 27 de agosto, 20 de octubre de 1781, AGI/ASF
662. Gutiérrez de Piñeres envió a las autoridades copia de las cartas de Galán pero no las mencionaen su correspondencia.
El pueblo.indb 268 08/06/2009 04:38:58 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 267/375
269
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
El análisis de Torres Almeyda es creíble pero no enteramente convin-
cente. Galán se encontraba a día y medio de camino de Honda, y se detuvo.
En lugar de bajar hacia Honda, permaneció en Guaduas desde el 4 hasta el14 de junio, con lo cual le dejó tiempo de sobra a Gutiérrez de Piñeres para
escapar. ¿Fue una pusilanimidad de José Antonio? ¿Temió tocar la persona de
tan augusto magistrado, así fuera objeto de la intensa ira popular? Un juicio
semejante resulta cruel y engañoso.
Si se mira a Galán como un precursor de la revolución social, su
conducta en este episodio resulta cobarde, si no traicionera. Mas si se coloca
a José Antonio en el contexto de 1781, su comportamiento se vuelve tan
comprensible como el de los capitanes del Socorro, quienes juraron en secretolealtad a Carlos III poco antes de asumir el mando de la revolución. Ni Galán ni
Berbeo traicionaron la causa que dirigían con tanta competencia. Pero tampoco
ninguno de los dos propugnaba la independencia política o la revolución social.
Sus finalidades eran mucho más modestas: derogar las innovaciones fiscales
y administrativas identificadas con Gutiérrez de Piñeres. Estos objetivos
limitados determinaban las tácticas, esencialmente moderadas, utilizadas por
todos los comandantes en 1781. Había que evitar todo extremismo. El saqueo,
fundamentalmente, se limitó a los monopolios reales. Había que impedir elderramamiento de sangre. Su objetivo no era humillar a los magistrados reales,
sino negociar con ellos.
La reticencia de Galán en capturar al regente visitador general es
comparable a la tan criticada negativa de Berbeo de apoderarse de Bogotá.
Pero esa decisión le fue impuesta al generalísimo por la defección de Tunja,
por la adhesión a las autoridades de las élites criollas en Bogotá, y por el deseo
de la junta de llegar a un acuerdo. La decisión de Galán no fue forzada por
factores externos, como le aconteció a Berbeo. Pero Galán, igual que Berbeo,evitaba cuidadosamente tácticas extremistas que pudieran poner en peligro la
consecución de su objetivo, esencialmente moderado: retroceder las manecillas
del reloj a 1778.
El tercer episodio en la campaña de Galán en el Magdalena, que
merece también atención cuidadosa, se refiere a su actitud con los esclavos
negros. A diferencia de los capitanes patricios, Galán, de origen plebeyo, no
El pueblo.indb 269 08/06/2009 04:38:58 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 268/375
270
John Leddy Phelan
vacilaba en acudir a las clases bajas en procura de apoyo. El 18 de junio Galán
se presentó con cincuenta de sus seguidores a la mina de oro de Malpaso y
a la vecina hacienda ganadera de La Niña. El dueño de ambas, el peninsular Vicente Estanislao Diago, tuvo la buena suerte de hallarse ausente. Galán no
vacilaba en apelar al sentimiento contra los chapetones. No sólo encarceló a los
mayordomos de las dos propiedades sino que también confiscó una colección de
joyas, que posteriormente devolvió a su dueño. José Antonio se ganó el apoyo
de los esclavos negros al declararlos libres.25
No hay prueba alguna de que Galán considerara la institución de
la esclavitud como moralmente dañina o económicamente explotadora. A
despecho de sus admiradores modernos, que erróneamente lo han convertidoen un precursor del Che Guevara, Galán no era un ideólogo. Ese incidente
concreto –mera cuestión de táctica– no implicaba que quisiera abolir la
esclavitud como institución. Se ha opinado que la conciencia moral de Galán
acerca de lo inhumano de la esclavitud deriva de su breve permanencia en
Cartagena, en apoyo de lo cual, sin embargo, no se cita prueba alguna.26 La
demostración más terminante de que la decisión de Galán fue táctica y no
ideológica es que sólo una vez recurrió a esa maniobra, pese al hecho de
que la esclavitud constituía una de las principales fuentes de trabajo en la
provincia de Mariquita.27 El descontento de los esclavos era sólo un ingrediente
secundario en la fórmula de José Antonio Galán para apoderarse de esa fértil
y estratégica provincia. La expresión más significativa del descontento de los
esclavos se presentó en la provincia de Antioquia, donde los negros eran más
numerosos todavía que en Mariquita.
La conclusión de las capitulaciones de Zipaquirá el 7 de junio no
tranquilizó de inmediato al valle del alto Magdalena, ya que la revolución había
adquirido su propio ímpetu. Tras la huida del regente visitador general, Honda
abrazó la causa de los comuneros, aunque Galán nunca llegó personalmente
25 CA, 2:88-89.26 Arciniegas, Los Comuneros, págs. 132-33; Torres Almeyda, La rebelión de Galán, págs.
64-69.27 Para la población de Mariquita ver Silvestre, Santa Fe de Bogotá, págs. 59-60; para
Antioquia, ibíd. pág. 57.
El pueblo.indb 270 08/06/2009 04:38:58 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 269/375
271
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
hasta ese puerto.28 El 14 de junio Galán cruzó el Magdalena y marchó de
Guaduas a Mariquita. Posteriormente se dirigió al fértil valle tabacalero
de Ambalema, donde instaló sus cuarteles.29 El 18 de junio se presentó en lamina de Malpaso. El 19 de junio ocurrió en Neiva un motín en el que perdió
la vida el gobernador, don Policarpo Fernández.30 Al occidente, en Antioquia,
hubo tumultos, acaso parcialmente estimulados por el ejemplo de Galán, pero
no con su instigación ni bajo su mando.
La junta de tribunales estaba sumamente alarmada con las hazañas,
tanto reales como imaginarias, del jefe de Charalá, al que rutinariamente
llamaban “el infame Galán”. Después de Zipaquirá Berbeo fue a Bogotá, donde
las autoridades lo persuadieron a que ordenara la cesación de hostilidades enel alto Magdalena. La expedición del coronel Bernet, con quinientos soldados,
iba en camino de Mompós a Honda. Por tanto, Berbeo designó una comisión
influyente para que se dirigiera a occidente y ordenara a Galán deponer las
armas y adherir a las capitulaciones.
Encabezaba la comisión Pedro Antonio Nieto, uno de los tenientes
de confianza de Berbeo y capitán general de la misma parroquia de Galán,
Charalá, y a quien este presumiblemente respetaba. Nieto no pudo hallar
a Galán para entregarle la carta, aunque aparentemente Galán sabía de sucontenido.31 Muy acertadamente sospechó que el verdadero propósito de la
misión de Nieto era su detención. Levantó el campo, se escondió, y se negó
a adherir a las capitulaciones.32
Unos días antes de que Berbeo enviara a Nieto, otro capitán general,
Marcelo de Ardila, llegó desde Bogotá; el 19 de junio proclamó en Honda la
vigencia de las capitulaciones. En nombre de Berbeo procedió a nombrar tres
ciudadanos prominentes para el cargo de capitán general. Públicamente Ardila
advirtió a las autoridades que impidieran la entrada de Galán a la ciudad. Calificó
28 CA, 2:98.29 Ibíd., págs. 87-88; Tello de Meneses a Flórez, 7 de julio de 1781, AHN, Los Comuneros.
6:128-129.30 CA, 2:95-96.31 Para el texto de la carta de Nieto a Angulo y Olarte, 21 de octubre de 1781, ver ibíd.,
pág. 106.32 Ibíd., pág. 105.
El pueblo.indb 271 08/06/2009 04:38:58 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 270/375
272
John Leddy Phelan
su conducta anterior de “imprudencia estúpida”.33 Bajo la intensa presión de
Bogotá, Berbeo repudió así al más exitoso de sus comandantes de campo.
Los partidarios del gobierno, que habían salido de Honda tras la huidade Gutiérrez de Piñeres, regresaron el 16 de junio. En la noche del 23 de junio
hubo un motín sangriento; se perdieron varias vidas. Sin embargo, las fuerzas
leales quedaron triunfadoras. El tumulto tuvo cierto acento de lucha de ricos
contra pobres, de chapetones contra plebeyos. Los plebeyos amotinados le
hicieron llamamientos desesperados a Galán, pero este deliberadamente se
negó a intervenir.34 Tal vez por prudencia; ciertamente no fue heroica su negativa
a ayudar a sus seguidores. Probablemente su reticencia se debía a dos factores.
Sabía que el coronel Bernet, con su poderosa expedición, se acercaba a Honda. Y siempre mostró una lúcida reticencia a participar en baños de sangre como
el de la noche del 23 de junio.
Las deslumbrantes victorias de Galán a fines de mayo y comienzos
de junio de nada sirvieron. Una intensa campaña de relaciones públicas
emprendida por los capitanes que había enviado Berbeo contribuyó mucho a
sosegar los ánimos, al proclamar la vigencia de las capitulaciones de Zipaquirá.
La conciliación obtuvo el respaldo de la fuerza militar, cuando la expedición
del coronel Bernet llegó a Honda el 25 de julio, en camino hacia Bogotá. Pocodespués el virrey Flórez despachó desde Cartagena un contingente pequeño
pero bien armado para custodiar el estratégico puerto fluvial.35
Galán se devolvió a su Charalá natal a través de Llano Grande, El
Espinal, La Mesa de Juan Díaz, Facatativá, Zipaquirá, Ubaté, Chiquinquirá
y Santa Rosa de Cerinza, con treinta de sus seguidores bien armados. Entre
ellos había tenientes de toda su confianza, como sus hermanos Hilario y Juan
Nepomuceno, Isidro Molina, Manuel Ortiz y Lorenzo Alcantuz, todos los cuales
habían compartido sus breves días de gloria y habrían de compartir su últimodestino.36
33 Ibíd., págs. 93-101; Tello de Meneses a la audiencia, 19 de junio de 1781. AHN, Los Comu-neros, 3:39-40; Juan Blas de Aranzazu a la audiencia, 21 de junio de 1781, ibíd., 3:134-38.
34 Ibíd.35 Para la ruta de la expedición de Bernet y la fuerza enviada por Flórez ver CA. 2: 112-14.36 Ibíd., pág. 114.
El pueblo.indb 272 08/06/2009 04:38:58 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 271/375
273
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Ya el 14 de julio una audiencia impaciente y vindicativa comisionó a Juan
Antonio Fernández Recamán para que capturara a Galán y a sus compañeros,
por haber “perpetrado varios insultos, robos y atrocidades por diversos parajesde las jurisdicciones de Tocaima, Neiva e Ibagué”.37 El 20 de julio, en El Espinal,
Galán se salvó de una celada que le había preparado Fernández Recamán.38
El viaje de Galán a Mogotes no careció de incidentes pintorescos. El
3 de agosto, en Zipaquirá, insultó osadamente al corregidor, quien no se
atrevió a arrestarlo ante la presencia de su escolta armada. Posteriormente
la audiencia le censuró duramente su inacción. En Chiquinquirá llegó a capturar
al teniente gobernador de Mariquita y Tocaima, a quien al parecer había conocido
durante la campaña. El desdichado funcionario, Juan Félix Ramírez de Arellano,se encontraba en Chiquinquirá en una peregrinación al célebre santuario de la
Virgen María. Un fraile dominico criticó amablemente a Galán por capturar
a “un pobre chapetón” que estaba efectuando una peregrinación piadosa. Galán
le contestó sonriente: “Usted no sabe qué pieza es Arellano”.
Finalmente le entregó su prisionero al fraile, no sin antes haberlo ame-
nazado con cincuenta latigazos o, por lo menos, con veinticinco. El hombre de
Charalá no carecía de un sentido circense del humor y de una sana irreverencia
frente a los funcionarios pomposos. Poseía la materia prima de donde surgenlos héroes populares.
Galán no tenía inconveniente en insultar a burócratas subalternos, pero
en general se mostraba respetuoso con los magistrados de alto rango. Si bien
un mero corregidor o un teniente gobernador eran blanco apropiado para sus
bufonadas, vaciló en tocar la persona de un Gutiérrez de Piñeres, el magistrado
más importante después del virrey.
El gastado término de carismático no debe aplicársele a Galán ni,
en verdad, a ningún personaje de 1781. Galán no representaba una verdadrevelada, ni era la encarnación de un propósito moral. En 1781 nadie se ajusta
a la definición de carisma de Max Weber, como “devoción a la santidad, al
heroísmo y al carácter ejemplar, específicos y extraordinarios, de un individuo,
37 Para el edicto de la audiencia, 14 de julio de 1781, ver ibíd., pág. 115.38 Para este y los posteriores episodios del regreso de Galán, ver ibíd., pág. 115.
El pueblo.indb 273 08/06/2009 04:38:58 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 272/375
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 273/375
275
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
tanto, trató de movilizar el consiguiente descontento popular para organizar una
nueva marcha sobre la capital a fin de imponer la aplicación del convenio. José
Antonio elegía su táctica de acuerdo con la situación concreta que afrontara.La sola debilidad de la brillante campaña de Galán en el alto Magdalena
fue no haber forjado una alianza entre los patricios y los plebeyos criollos,
dentro de las pautas que habían resultado exitosas en Santander. Galán no era
un demagogo que jugara a ricos contra pobres. Cuando volvió a su tierra trató
de conseguir el apoyo de los nobles para la segunda marcha sobre Bogotá.
Instintivamente se daba cuenta de que la fórmula del éxito era una coalición
amplia de patricios criollos y de plebeyos mestizos y mulatos. Hoy sus admiradores
de la izquierda claman que su ideal era “la unión de los oprimidos contra losopresores”. Naturalmente, Galán nunca dijo una frase así.40 Aceptaba el apoyo
que le dieran, y buena parte del que obtuvo se lo dieron los plebeyos.
Sus enemigos, en particular la audiencia, que lo sentenció a una muerte
cruel, lo fustigaban por apelar a la muchedumbre y por nombrar plebeyos en
cargos importantes.41 Pero esas acusaciones no pueden tomarse al pie de la
letra. La audiencia estaba rencorosamente dispuesta a crear la imagen de
Galán como revolucionario social, para así intimidar a los criollos y lograr que
renovaran su lealtad al statu quo.Dentro del contexto de 1781 Galán no era un extremista sino un
hombre cuyos valores y cuyos objetivos estaban arraigados en la sociedad
tradicionalista donde vivía. Sin repudiar jamás su lealtad a la corona, Galán no
tenía ninguna idea consciente, ni siquiera en embrión, sobre la conveniencia de
darle un orden nuevo a la sociedad. Con todos los demás capitanes compartía
el simple objetivo de regresar al pasado mediante el repudio a las innovaciones
fiscales de Gutiérrez de Piñeres.
Cómo y por qué surgió el mito de Galán como revolucionario social esel tema que requiere ahora nuestra atención.
40 Constancio Franco Vargas, Galán el comunero, pág. 59, fue quizás la primera persona enmencionar la frase “Unión de los oprimidos contra los opresores”. Se la atribuye a Galán, pero nosuministra pruebas. Torres Almeyda, La rebelión de Galán. págs. 330-37, no pretende que Galánla hubiera dicho, pero dice que expresa eficazmente sus objetivos.
41 CA, 2:175-76.
El pueblo.indb 275 08/06/2009 04:38:58 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 274/375
16. La segunda empresa contra Santa Fe
El trágico destino de José Antonio Galán se decidió en septiembre, en el curso
de acontecimientos precipitados y en ocasiones confusos. Sin embargo, dos
ocurrencias previas influyeron decisivamente en el desenlace durante ese
mes. El 25 de junio el arzobispo Caballero y Góngora salió de Bogotá en visita
pastoral al Socorro, para emprender lo que se complacía en llamar “tarea de
reconciliación”.1 El 6 de agosto llegó a Bogotá el coronel José Bernet con
su expedición de quinientos soldados. La posición negociadora de Bogotá se
consolidó enormemente, ya que las autoridades disponían ahora de unafuerza militar.
Cuatro misioneros capuchinos acompañaban al arzobispo en su visita
al Socorro y a los pueblos y aldeas aledaños. Caballero y Góngora no salió de
la región del Socorro hasta el 28 de diciembre. El arzobispo y sus colegas
adelantaron una verdadera misión para salvar a la región de su “infidelidad”.
Instrumento importante dentro de esta campaña masiva, muchas de cuyas
tácticas específicas se analizarán con más detalle en el capítulo siguiente, era
una serie de sermones dirigidos tanto a los plebeyos como a los nobles. La metadel arzobispo era romper la alianza entre los dos grupos, al asegurarles a los
nobles que el gobierno tendría en cuenta sus reclamos legítimos, y al predicarles
a los plebeyos, con amenazas de fuego del infierno y condenación perpetua,
sobre el pecado de rebelión contra la autoridad constituida.
A las pocas semanas la campaña del arzobispo había logrado sólidos
progresos entre patricios y plebeyos. Si Galán, en septiembre, podía contar
todavía con algunos adherentes de influencia en ambas capas sociales, la
antigua militancia del Socorro estaba ya grandemente erosionada.
El 1º de septiembre, Caballero y Góngora le ordenó al recién nombrado
corregidor de la nueva provincia del Socorro, establecida como resultado de
las capitulaciones, que viajara del Socorro a Pamplona, con el pretexto de que
allí había motivos de zozobra que requerían la presencia de un funcionario
1 Caballero y Góngora a Gálvez en CA. 2:61.
El pueblo.indb 276 08/06/2009 04:38:58 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 275/375
277
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
prestigioso. Pero la verdadera razón era que Caballero y Góngora sospechaba
que la presencia permanente de Berbeo en el Socorro pudiera ejercer influencia
perturbadora en la campaña de pacificación.2
Berbeo no estaba en el Socorrocuando Galán fue capturado.
El instrumento elegido por el arzobispo para recuperar la lealtad de las
élites locales fue el vecino más rico del Socorro, Salvador Plata. Desde el
comienzo hasta el fin, éste se había opuesto a la insurrección. Como no se
le había permitido ir a Zipaquirá a participar en las negociaciones, Plata aceptó
con entusiasmo la comisión informal del arzobispo de congregar a las élites para
que respaldaran al gobierno. Temerosos de castigo, a los capitanes generales
no les quedaba más alternativa sino la de cooperar con él.Sin embargo, en septiembre toda una sucesión de acontecimientos
pareció poner a tambalear la lealtad, obviamente precaria, de los patricios al
gobierno, y suscitó de nuevo la inquietud entre los plebeyos. En la noche del 1º
de septiembre se amotinaron los indios de Nemocón. El tumulto fue reprimido:
murieron varios indios y otros fueron enviados a Bogotá para juzgarlos a
toda prisa.3 La audiencia procedió a arrestar, con el cargo de traición, al jefe
nominal pero inofensivo de la comunidad indígena, don Ambrosio Pisco,
antes cacique de Bogotá y señor de Chía.4 El arresto de Pisco puso en cues-
tión el principio de amnistía consagrado en las capitulaciones. Pocos días
después, el 7 de septiembre, el cabildo del Socorro recibió despachos del virrey
en Cartagena, en los que se anulaban las capitulaciones.5 A esta noticia siguió
prontamente el 12 de septiembre un mandato de la audiencia que repudiaba otro
punto clave del acuerdo logrado en Zipaquirá. Se les ordenaba sumariamente a
los capitanes generales del Socorro y de todas partes que prescindieran de sus
títulos militares.6 La milicia, prevista como una especie de garantía militar para
respaldar las capitulaciones, fue suprimida por orden de Bogotá.
2 Ibíd., 2:145.3 Ibid., 2:136-38; Bernet a Flórez, 18 de septiembre de 1781, Lilly Library. Universidad de
Indiana.4 CA, 2:136-38.5 Caballero y Góngora a Flórez, 14 de septiembre de 1781, AGI/ASF 577-B. Flórez cometió esa
torpeza táctica que rectificó Caballero y Góngora, presionado por Gutiérrez de Piñeres. Ver Gutiérrezde Piñeres a Flórez, 6 de julio de 1781, AGI/ ASF 662.
6 Salvador Plata a Flórez, 31 de diciembre de 1781, AGI/ASF 577-B.
El pueblo.indb 277 08/06/2009 04:38:58 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 276/375
278
John Leddy Phelan
Si la audiencia en Bogotá adoptaba una línea dura, en el Socorro el
recursivo arzobispo seguía una línea blanda. El 14 de septiembre Caballero y
Góngora autorizó a los cabildos de San Gil y el Socorro para no dar a conocer eledicto del virrey por el cual se anulaban las capitulaciones.7 Este acto volvió
a confirmarles a los patricios que el prelado era capaz de actuar eficazmente
como su intercesor ante los poderes establecidos.
José Antonio Galán llegó el 2 de septiembre a Mogotes. La parroquia,
perteneciente a la jurisdicción de la villa de San Gil, está unas siete leguas al
sudeste de San Gil, a unas dos horas a caballo. Exentos todavía de la influencia
directa de la persuasión arzobispal, por entonces limitada al Socorro y San Gil,
los plebeyos de Mogotes estaban inquietos y agitados. Le rogaron a Galánque encabezara una segunda expedición contra Bogotá para garantizar el
cumplimiento de lo acordado en Zipaquirá. En ese momento, Galán tenía dos
opciones. Podía esconderse en los llanos, con la esperanza de que al pasar
el tiempo recibiera un perdón. Incluso sin un acto de gracia por parte de las
autoridades podía, al menos, confiar en la conservación de su libertad personal.
Tal era su intención, como lo proclamó al llegar a Mogotes. La otra posibilidad
consistía, por supuesto, en encabezar otra “empresa” contra la capital. Natu-
ralmente que aceptó con ardor la invitación del pueblo de Mogotes para hacerprecisamente eso.8 Permaneció unos cuarenta días en esa parroquia, con la
esperanza de conseguir el apoyo de las villas del Socorro y San Gil.
No deja de ser irónico que la convocatoria de Galán para una nueva
marcha a la capital obligara a las autoridades reales a aceptar las capitulaciones
de Zipaquirá, frente a las cuales Galán había mantenido siempre una actitud
ambigua y, al parecer, dictada en cada ocasión por la actitud de sus enemigos.
Cuando el establecimiento político de Bogotá se oponía al acuerdo, Galán
lo apoyaba.
Por mucho que fuera el entusiasmo con que los plebeyos de Mogotes se
congregaron en torno suyo, Galán se daba cuenta de que su única probabilidad
de éxito era volver a integrar la gran coalición de patricios y plebeyos de las
7 Caballero y Góngora a Flórez, 14 de septiembre de 1781, ibíd.8 Confesión de Galán, 18 de octubre de 1781, en Briceño, Los Comuneros, págs. 168-169.
El pueblo.indb 278 08/06/2009 04:38:59 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 277/375
279
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
villas del Socorro y San Gil, base de la primera marcha sobre Bogotá. Por
consiguiente Galán formuló un fervoroso llamado a sus antiguos compañeros
de armas para que se le unieran. Entre aquellos a quienes acudió figuran IsidroMolina, Ignacio Ardila, Miguel Francisco Monsalve, Blas Antonio Torres y
Juan Manuel Ortiz. Galán exhortaba así a sus presuntos aliados:
Esto supuesto, señores, ¿qué es lo que hacemos? ¿A qué esperamos? ¿A
que Santa Fe se baste de todos surtimientos y que lleguen las tropas de
abajo, que están al salir, y vengan y nos aniquilen sin reserva, ni aun de
los inocentes, como lo tienen prometido? Alentémonos, pues, y veamos
si a costa de nuestras vidas atajamos este pernicioso cáncer, que amenaza
nuestra ruina en honra y haciendas, y cuando no las vidas el infame
borrón y sucesivo reata de una prolongada esclavitud.
“¡Viva Dios! ¡Viva nuestra santa fe! y ¡Viva nuestro señor soberano y muera
su mal gobierno!”.9
Galán les pedía a sus colegas instrucciones específicas. La respuesta del
Socorro le suministró una prueba inquietante de la eficacia de la purificación
del arzobispo en sólo unas pocas semanas. Éste, le escribían a Galán sus
corresponsales, había logrado una “tregua” de un mes y dado su palabra
de que ya había intervenido personalmente con la audiencia en Bogotá
para que se cumplieran estrictamente las capitulaciones. Si no atendían sus
advertencias, el arzobispo iría a la capital con los socorranos, para juzgar y
castigar a los oidores.10
No sólo los nobles se hallaban hipnotizados por Caballero y Góngora sino
que la voluntad de resistencia de los plebeyos de la plaza de Chiquinquirá, de laplazuela, había sucumbido a los argumentos de los frailes capuchinos de que
la resistencia a los mandatos de los ministros del rey equivalía a un pecado. Los
parroquianos de Chiquinquirá emitieron un manifiesto con numerosas firmas,
9 Cárdenas Acosta, Los Comuneros, págs. 293-294.10 Briceño, Los Comuneros, págs. 156-57.
El pueblo.indb 279 08/06/2009 04:38:59 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 278/375
280
John Leddy Phelan
incluidas las de siete miembros del influyente clan Ardila. En él se proclamaban
“vasallos fieles del rey Carlos III y súbditos de sus ministros”.11
Otro llamamiento del recién elegido capitán de Mogotes, Miguel RafaelSandoval, a las parroquias vecinas recalcaba cuestiones de interés para la
vida cotidiana de los pobres. Sandoval acentuaba la misma nota que antes
habían subrayado Berbeo y sus socios: alivio de los nuevos impuestos y de
los monopolios reales.12
Los secretarios de Galán despacharon muchos otros llamamientos.
Siempre con sus tácticas pragmáticas, estaba dispuesto a acudir a los pobres,
aunque sin olvidar nunca la necesidad de que ricos y poderosos se alistaran en
su causa. Pero primero tenía que encender de nuevo la cólera iracunda de los
pobres. Luego los nobles se unirían a la causa. Así había sucedido en la primera
marcha sobre Bogotá: los patricios no habían tomado puestos de comando sino
después que la muchedumbre se había amotinado varias semanas. Al dirigirse a
los capitanes de Sogamoso, el hombre de Charalá utilizaba un lenguaje destinado
a inflamar a los plebeyos:
La capital de Santa Fe, no todos sus moradores, sino aquellos que hambre
sedienta tienen de chupar la sangre de tantos pobres, llegan al extremo de
no contentarse con menos que con nuestras vidas, honra y hacienda [...]
ya se nos hace vergonzoso empeño de volver por segunda vez a ver si
derribamos su altiva soberbia y mal considerada proximidad.13
En realidad, la causa de Galán estaba condenada; pero antes del final
recibió cierto apoyo de unos cuantos individuos prestantes del Socorro. Antonio
Molina, miembro del supremo consejo de guerra y cuyo hijo Isidro había sido
uno de los tenientes de confianza de Galán en la campaña del Magdalena, le
11 Archivo parroquial, Socorro, IX-A, 163-64. La copia me la suministró Ramiro GómezRodríguez.
12 CA, 2:151.13 Torres Almeyda, La rebelión de Galán, págs. 334-35. Entusiasta defensor de Galán,
arguye que el hombre de Charalá buscaba tanto el apoyo de las élites como el de los demás,ibíd., págs. 103-04.
El pueblo.indb 280 08/06/2009 04:38:59 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 279/375
281
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
prometió ayuda. Igual hizo otro teniente de Galán, Lorenzo Alcantuz, pequeño
cultivador de tabaco de San Gil, quien entonces vivía en el Socorro. También
adhirió a la causa otro teniente, Manuel Ortiz, portero del cabildo del Socorro.14 Los Molinas, padre e hijo, eran parientes de Mateo Ardila, el influyente escribano
del Socorro, pero el clan Ardila, vinculado con las altas y las bajas clases de la
villa, no le brindó a Galán apoyo firme y sostenido.15
Hubo una imprevista oferta de ayuda. Juan Dionisio Plata y dos jóvenes
hijos suyos, acompañados por Manuel Ortiz, se presentaron en Mogotes, donde
le formularon a Galán una propuesta sorprendente. Plata lo exhortaba a que
se dirigiera al Socorro y apresara a Salvador Plata, el más intransigente de los
adversarios de Galán. Juan Dionisio y Salvador Plata eran primos hermanos,
pero al numeroso clan se le conocía tanto por sus amargas rencillas familiares
como por su fortuna. Galán rechazó rotundamente la propuesta.16
Otro plan igualmente atrevido era el propuesto por Isidro Molina y
Basilio Plata, hijo de Juan Dionisio. Proponían que las parroquias de Pinchote,
Culotas, Confines, Chima y Simacota movilizaran un ejército para invadir a
San Gil y aprisionar al capitán general Ignacio Tejada, a quien Molina y Plata
llamaban enemigo de la causa. Debe recordarse que, en Zipaquirá, San Gil se
había unido a Tunja para oponerse a las intenciones de los socorranos de invadir
la capital. Galán hubiera podido lograr algún respaldo en el Socorro, pero muy
poco en el aristocrático San Gil. En su confesión, escrita en tercera persona,
Galán atestiguaba: “Porque el confesante les dijo [a Molina y a Plata] que él
no iría a la villa [San Gil], pues esta no le acometía ni tenía allí enemigos, y
que los que le tiraban y eran enemigos estaban en Santa Fe”.
Molina y Plata acusaron de flojo a Galán. Galán persistió en su
determinación y escribió cartas a sus seguidores en las que les prohibía atacar
14 Molina a Galán, 14 de septiembre de 1781, en Briceño, Los Comuneros, pág. 154; confesiónde Isidro Molina, 20 de octubre de 1781, AHN, Los Comuneros, 5:271-279; confesión de ManuelOrtiz, 14 de noviembre de 1781, ibíd., págs. 280-286; CA, 2:150.
15 Salvador Plata, quien detestaba al clan de los Ardila, trató de involucrarlos con Galán. Decla-ración de Plata, sin fecha, Lilly Library, Universidad de Indiana, #193-207. Varios miembros delclan Ardila firmaron la declaración contra Galán (ver nota 11).
16 Confesión de Galán, Briceño, Los Comuneros, pág. 169.
El pueblo.indb 281 08/06/2009 04:38:59 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 280/375
282
John Leddy Phelan
a San Gil. En su confesión atestiguaba que había escrito a los capitanes de
esas parroquias recordándoles que “no era tiempo de vengar pasiones, sino
de mirarse como hermanos”.17
Galán intentó mitigar las querellas internas de sus partidarios. En vano
trató de unirlos contra el enemigo común en la capital. Con amigos como Isidro
Molina y los Platas, José Antonio no necesitaba enemigos; pero para su desdicha
sus enemigos eran legión y estaban prestos a asestarle el golpe.
Dos días antes de la llegada de Galán a Mogotes para establecer allí
sus cuarteles, la audiencia de Bogotá despachó órdenes perentorias al cabildo
del Socorro para la captura de Galán y su inmediato envío a la capital. Pero
apenas el 18 de septiembre los alcaldes del Socorro autorizaron formalmenteuna expedición.18 Es posible que la demora hubiera sido manipulada delibe-
radamente por Caballero y Góngora, a fin de ganar el tiempo necesario para
consolidar su campaña de pacificación. El 12 de septiembre culminó el acuerdo
para una tregua de treinta días; el 14, en otro gesto para pacificar a su inquieta
grey en el Socorro, autorizó a los cabildos del Socorro y San Gil para que no
publicaran la anulación de las capitulaciones.
El 6 de octubre los alcaldes aceptaron la oferta de Salvador Plata para
dirigir la expedición.19 El Creso del Socorro ardía de entusiasmo por demostrarsu lealtad a la corona, y se consumía en un desprecio feroz hacia los plebeyos,
obviamente personificados en Galán. En la mañana del 9 de octubre Salvador
Plata salió de la plaza mayor del Socorro con un contingente de unos cien reclutas
bien armados. Lo acompañaban varios jefes de la primera marcha contra Bogotá,
entre ellos los capitanes Juan Bernardo Plata de Acevedo, Francisco Rosillo y
Pedro Alejandro de la Prada. Aunque su inquina personal contra Galán fuera
menos vehemente, era obvio que querían demostrar su lealtad a la corona
para que se les perdonara el reciente pasado.Desalentados al no conseguir apoyo, Galán y apenas veinte de sus
seguidores salieron de Mogotes el 1º de octubre. Galán no llevaba la bandera
roja de los comuneros sino el estandarte del rey de España, al que siempre le
17 Ibíd., pág. 170.18 CA, 2:153.19 Ibíd.
El pueblo.indb 282 08/06/2009 04:38:59 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 281/375
283
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
había prometido lealtad. En la noche del 13 de octubre Galán y su menguado
séquito pernoctaron en un humilde rancho de la provincia de Onzaga. A
las diez los hombres de Salvador Plata capturaron a Galán y a once de susseguidores. Algunos huyeron, otros quedaron heridos, pero Galán se entregó
sin presentar resistencia.20
Hay una interrelación interesante entre el papel del arzobispo Caballero y
Góngora, entonces en el Socorro, y el de la audiencia, en Bogotá. Fue la audiencia
la que ordenó la detención y el juicio de Ambrosio Pisco y de José Antonio.
Profundamente humillados por haber tenido que aprobar las capitulaciones
de Zipaquirá, se sentían ansiosos de justificarse ante las autoridades reales en
Madrid. Las exhortaciones pastorales del arzobispo en el Socorro y la presenciaen Bogotá de los quinientos soldados del coronel Bernet impulsaron a los
oidores a adelantar una política de represión ejemplarizante. Había que volver
a Galán un símbolo de la rebelión, a fin de sembrar el temor entre sus posibles
imitadores. El arzobispo compartía esa convicción, pero estaba determinado a
emplear su propia táctica. Sus apaciguantes palabras de reconciliación no se
oponían a la actitud de la audiencia, sino que más bien la complementaban. El
prelado, como de costumbre, jugaba a dos cartas. El mismo día en que Salvador
Plata salió del Socorro con su contingente para capturar a Galán, el arzobispo
le escribía a Bernet en Bogotá y le manifestaba su aprobación de la medida,
aunque dejaba en claro que el asunto recaía bajo la exclusiva jurisdicción de
la autoridad civil. Añadía:
De tal resolución no me ha tomado parecer, haciéndose cargo de lo delicado
de mi santo ministerio, y si en efecto lo logran, como piensan y hacen,
creo no faltará quien les dé las gracias por haber quitado de los pueblos
un hombre que los conmovía y que ya pensaba, como piensa, en formar
partido para dirigirse a la capital...21
20 Ibíd.; Declaración de Plata, 1º de diciembre de 1781, AHN, Los Comuneros, 6:97-131, y13 de marzo de 1783, ibíd., 18:354-405; declaración de Plata, Lilly Library. Las tres contienenextensos informes sobre la expedición.
21 Traducido por Arciniegas, Los Comuneros, pág. 235. Arciniegas zahiere a Caballero por prac-ticar “a su manera la fórmula cristiana de que ignore su izquierda lo que haga su derecha”. Parauna defensa algo ingenua de Caballero y Góngora ver Gutiérrez, Galán, págs. 280-81. Tambiénver Caballero y Góngora a Gálvez, 9 de febrero de 1782, AGI/ASF 594.
El pueblo.indb 283 08/06/2009 04:38:59 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 282/375
284
John Leddy Phelan
Dos días después de la captura de Galán, el alcalde Angulo y Olarte
encarceló a varios de sus partidarios más influyentes. Figuraban entre estos
Juan Lorenzo Alcantuz, Manuel Ortiz y Blas Antonio Torres. Galán y lossuyos fueron encadenados, bajo severa vigilancia, el 16 de octubre, en la
cárcel del Socorro. Tras haber sido interrogados bajo juramento, hicieron
sus respectivas confesiones al alcalde Angulo. Luego José Antonio Galán y
veintitrés de sus compañeros fueron escoltados a la capital del Nuevo Reino
para ser juzgados ante la audiencia. Llegaron a su destino el 6 de noviembre.
Al parecer, todos los protagonistas estaban ansiosos de evadirse lo antes posible
de sus responsabilidades: nerviosa e impaciente, el 20 de octubre la audiencia
ordenó que el juicio y la ejecución se llevaran a cabo en el Socorro, pero tanansiosas estaban así mismo las autoridades socorranas de salir de Galán que
cuando llegaron estas órdenes ya Galán y sus infortunados compañeros estaban
a cuatro días del Socorro, camino a Bogotá.22
El juicio comenzó a principios de noviembre, pero hasta el 30 de
enero de 1782 la audiencia no emitió su veredicto. Si bien han desapa-
recido muchos de los documentos claves del proceso, los que sobreviven
parecen indicar que los oidores observaron todas las formas externas de la
engorrosa maquinaria legal española. Galán tuvo ciertamente su defensor,presumiblemente un abogado de oficio o “procurador de pobres”. En 1781
estos eran Joaquín Zapata y Porras y Luis Marín Pastor, quienes defendieron
brillantemente a muchos otros plebeyos acusados de crímenes durante
la revolución. Es lástima que no se hayan conservado los alegatos en el
caso de Galán.23 No cabe duda de que era posible presentar una defensa
efectiva de Galán, basada principalmente en el plausible argumento de que
todas sus acciones en la campaña del alto Magdalena fueron ejecutadas por
orden del comandante supremo Juan Francisco Berbeo, quien por consiguiente
22 CA, 2: 155-60.23 Ver AHN, Los Comuneros, 4:269-270, 287-88; 5:295-299; 10:77-282, 154-61, para algu-
nos ejemplos. Para la brillante defensa por Zapata y Porras del hermano de José Antonio, JuanNepomuceno, ver ibíd., 4:388-406. Los documentos claves que hacen falta en el juicio de JoséAntonio son: 1) los cargos y las pruebas presentados por la acusación; 2) los descargos de
José Antonio, y 3) la defensa de su abogado. Para su confesión, efectuada en el Socorro el 17de octubre de 1781, ver Briceño Los Comuneros, págs. 167-75.
El pueblo.indb 284 08/06/2009 04:38:59 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 283/375
285
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
habría sido el verdadero culpable. Ese argumento se invocó en otros juicios. El
aviso de Galán a Gutiérrez de Piñeres podía haber sido utilizado por la defensa
con una eficacia devastadora. Pero al abogado le habría resultado más difícildefender el propósito de Galán, reconocido por él mismo, de emprender una
nueva marcha sobre Bogotá.
Por mucha meticulosidad que hubiera habido en la observancia de las
formas legales, a Galán y sus compañeros se les sometió a un juicio amañado. La
audiencia los consideraba culpables de traición mucho antes de haberse iniciado
el juicio: desde el 27 de agosto, cuando se ordenó la captura. Los prejuicios de
la audiencia se reflejan gráficamente en lo draconiano de la sentencia, y más
aun en la redacción de esta.La audiencia le añadió algunos toques macabros al castigo habitual
de horca y descuartizamiento para los traidores:
Condenamos a José Antonio Galán a que sea sacado de la cárcel, arrastrado
y llevado al lugar del suplicio donde sea puesto en la horca, hasta que
naturalmente muera, que bajado se le corte la cabeza, se divida su cuerpo
en cuatro partes, y pasado el resto por las llamas (para lo que se encenderá
una hoguera delante del patíbulo); su cabeza será conducida a las Guaduas,teatro de sus escandalosos insultos: la mano derecha puesta en la plaza del
Socorro; la izquierda en la villa de San Gil; el pie derecho en Charalá, lugar
de su nacimiento; y el pie izquierdo en el lugar de Mogotes; declarada por
infame su descendencia, ocupados todos sus bienes, y aplicados al real fisco;
asolada su casa y sembrada de sal, para que de esta manera se dé al olvido
su infame nombre, y acabe con tan vil persona tan detestable memoria, sin
que quede otra que del odio y espanto que inspira la fealdad del delito.24
Se decretó castigo análogo para tres de los tenientes más leales de Galán:
Lorenzo Alcantuz, de San Gil, Manuel Ortiz, portero del cabildo del Socorro, e
Isidro Molina.
24 Para el texto de la sentencia ver CA, 2:175-180. Las citas que siguen provienen deesta fuente.
El pueblo.indb 285 08/06/2009 04:38:59 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 284/375
286
John Leddy Phelan
Estos eran considerados los cabecillas. Otros diecisiete galanistas
recibieron penas menos severas, pero feroces desde cualquier punto de vista.
Los condenamos a que sean sacados por las calles públicas y acostumbradas,
sufriendo la pena de doscientos azotes, pasados por debajo de la horca
con un dogal al cuello, asistan a la ejecución del último suplicio a que
quedan condenados sus capitanes y cabezas; confiscados sus bienes, sean
conducidos a los presidios de África por toda su vida natural.
Otros cuatro, “considerando la involuntaria y casual compañía en que
se hallaron con José Antonio Galán”, fueron confinados de por vida a vivir acuarenta leguas de distancia de Bogotá, San Gil y el Socorro. Fueron capturados
al tiempo con Galán, pero no se les consideró defensores activos de su causa.
Las sentencias se ejecutaron al pie de la letra. Los alcaldes en las
respectivas comunidades informaron cumplidamente a la audiencia sobre
la llegada y la exhibición de los miembros de Galán y de sus tres cómplices. 25
La sentencia de muerte fue la tercera publicación aparecida en la nueva
imprenta que el virrey Flórez había instalado en Bogotá.26 Se enviaron copias
de la sentencia a todas las villas y parroquias del Nuevo Reino, con instruc-ciones de que el pregonero la leyera palabra por palabra, frente a la población
congregada en tres días de mercado consecutivos. El texto revela claramente
que la audiencia consideraba el severo castigo como un acto simbólico para
intimidar al pueblo.
Sirviendo este auténtico monumento de afrenta, confusión y bochorno a
los que se hayan manifestado díscolos o menos obedientes, y de consuelo,
satisfacción, seguridad y confianza a los fieles y leales vasallos de Su
Majestad... no pudiendo nadie en lo sucesivo disculparse en tan horrendos
crímenes de conjuración, levantamiento o resistencia al rey o a sus ministros,
con el afectado pretexto de ignorancia, rusticidad o injusto miedo.
25 AHN, Los Comuneros , 18:322-38.26 José Toribio Medina, La imprenta en Bogotá (Santiago de Chile, 1904) , pág. 29.
El pueblo.indb 286 08/06/2009 04:38:59 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 285/375
287
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
El texto de la sentencia pinta a Galán con colores truculentos, dentro de
un intento sistemático por manchar su reputación. No sólo es traidor al rey y
enemigo de la religión, sino también un ladrón común y corriente sin respeto porla propiedad privada de los individuos o por la propiedad pública de la corona,
es decir, los monopolios reales.
De los dieciséis cargos en su contra, once trataban de su “escandaloso
desenfreno” y de su “voracidad y designios infames” durante la campaña del
Magdalena. Objeto de especial oprobio era su participación en la batalla de
Puente Real de Vélez, la intercepción de la valija de correo real en Facatativá,
el saqueo de varias agencias de los monopolios reales, su franco irrespeto a
varios magistrados locales, y su presunto robo de las joyas de Vicente Diago.Por supuesto, no se habla de que Galán las hubiera devuelto al día siguiente.27
La sentencia recalca especialmente el incidente en la hacienda de Malpaso,
“propia de don Vicente Diago, alzando a los esclavos, prometiéndoles y dándoles
libertad como si fuera su legítimo dueño”.
De los dieciséis cargos sólo dos se ocupaban en acontecimientos
posteriores a los de Zipaquirá. Uno de los cargos se refería al incidente en
Chiquinquirá, cuando Galán humilló en público a un magistrado. Y sólo un
cargo se refería a la segunda marcha contra Bogotá. Hay una frase que expresa
el temor que la audiencia sentía por sus capacidades de dirigente:
Últimamente se restituyó a Mogotes [...], hecho el terror y escándalo de
los pueblos que lo miraban como invulnerable, y prestaban asenso a sus
patrañas y fantásticas ilusiones.
Sólo tres de los dieciséis cargos se referían a la vida de Galán antes de
1781. Uno se ocupaba en su deserción del ejército en Cartagena. Otro, el de que
era “escandaloso y relajado en su trato con mujeres de todos los estados”,
podría haber chocado a algunos sacerdotes o a algunas ancianas piadosas,
pero no al público masculino en general, que en su vida diaria practicaba el
27 Vicente Diago reconoce que Galán devolvió la mayor parte de las joyas, aunque no todas.Demandó la devolución de las que faltaban, AHN, Los Comuneros , 18:217-25.
El pueblo.indb 287 08/06/2009 04:38:59 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 286/375
288
John Leddy Phelan
donjuanismo con diversa fortuna. Amigos y enemigos concuerdan en que
Galán era un seductor exitoso, y en sus cartas se muestra como mujeriego.
Pero la acusación de haber cometido incesto –acto mirado con repugnancia yhorror– con su hija era algo mucho más grave. El rumor tuvo cierta aceptación
incluso antes del juicio: Manuel García Olano, quien conoció a Galán en 1777
o 1778 en el Socorro, lo mencionaba en una carta privada dirigida a su hija.28
El testimonio de García Olano, tan colmado de prejuicios, no puede tomarse
como prueba de la veracidad del cargo, y no existe sobre la cuestión ninguna
prueba adicional. Cierta o no, la acusación debe tomarse como parte integral de
la campaña deliberada de la audiencia para pintar al hombre de Charalá como
una personificación de todos los males.
Un mero análisis del contenido de los cargos contra Galán resulta revela-
dor, aunque también algo engañoso. De los dieciséis cargos específicos, once se
refieren a su participación en el movimiento antes de lo de Zipaquirá, tres a
su vida anterior a 1781 y sólo dos a su trayectoria después de lo de Zipaquirá.
En cierto sentido, el único cargo indudable de traición se refería a la abortada
marcha contra la capital. Pero en la sentencia sólo uno de los cargos se ocupa
en ese episodio decisivo. El propio Galán y ciertamente también su abogado
habrían podido plantear una defensa convincente basada en que todos sus
actos en la campaña del Magdalena, once entre dieciséis, eran perdonables
porque estaba cumpliendo órdenes de sus superiores.
Es importante tener en cuenta que la audiencia actuaba a varios niveles.
A sus ojos, la frustrada marcha sobre Bogotá era el más odioso crimen de traición
cometido por Galán. Al imponer una sentencia tan severa, trataba de garantizar
que nadie siguiera su ejemplo. De ahí que todo posible incidente de su vida
hubiera sido magnificado truculentamente, y que la sentencia de muerte fueraampliamente divulgada y promulgada con detalles tan sanguinarios, brutales
y meticulosos.
En la sentencia Galán aparece como epítome de la traición, el robo y la
licencia, y el rey como la personificación de una justicia benigna. Tras recitar
28 Para el texto de la carta ver el interrogatorio de García Olano.
El pueblo.indb 288 08/06/2009 04:38:59 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 287/375
289
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
pormenorizadamente la negra letanía de los crímenes de Galán, el texto de la
sentencia culminaba en un estallido de cólera:
En fin [Galán], es un monstruo de maldad y objeto de abominación,cuyo nombre y memoria debe ser proscrita, y borrada del número de aquellos
felices vasallos que han tenido la dicha de nacer en los dominios de un rey,
el más piadoso, el más benigno, el más amante y el más digno de ser amado
de todos sus súbditos.
Para que no quedara duda alguna a los súbditos del rey, el texto
amonestaba severamente:
Y que sirva el castigo de este reo y de sus socios de ejemplar escarmiento,
no pudiendo nadie en lo sucesivo alegar ignorancia del horroroso crimen,
que comete en resistir o entorpecer las providencias o establecimientos que
dimanan de los legítimos superiores, como que inmediatamente representan
en estas remotas distancias la misma persona de nuestro muy católico y
amado monarca.
El texto no les dejaba a los súbditos leales sino un método permisible
de corregir las injusticias:
Ocurriendo en caso de sentirse agraviados de los ejecutores de su supe-
rioridad por los medios del respeto y sumisión sin poder tomar por sí otro
arbitrio, siendo en este asunto cualquiera opinión contraria escandalosa,
errónea y directamente opuesta al juramento de fidelidad, que [liga] a todos,
sin distinción de personas, sexos, clases y estados.
Este mensaje habría de convertirse en uno de los fundamentos ideoló-
gicos del programa de pacificación de Caballero y Góngora, del que se hablará
en el capítulo 17.
En realidad, la sentencia de muerte se dirigía a tres auditorios distintos,
con un mensaje diferente para cada uno. Primero, era una admonición a las
autoridades locales en villas y parroquias para que mantuvieran una vigilancia
El pueblo.indb 289 08/06/2009 04:39:00 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 288/375
290
John Leddy Phelan
permanente a fin de descubrir y castigar cualquier actividad que pudiera llevar
a la sedición y la rebelión. Los funcionarios de Bogotá tendían a exagerar
la laxitud que mostraron los magistrados locales para aplastar los primerosdisturbios en marzo.
En segundo lugar, la audiencia se dirigía a los rudos y bochincheros
plebeyos que se habían alistado con tanto entusiasmo bajo la bandera roja de
los comuneros. Se les advertía que una repetición del ejemplo de Galán sería
castigada con toda la severidad que la traición merecía.
Pero el auditorio más influyente al que se dirigía la audiencia eran
los patricios, los criollos socialmente distinguidos, aunque no siempre ricos, que
fueron la espina dorsal del comando en la primera marcha contra la capital. Laaudiencia estaba diciendo, en efecto, que el recurso a las armas y el uso de
la fuerza llevarían en última instancia a una revolución social de los de abajo.
José Antonio Galán, con deliberación y falsedad, era descrito como un bandido
vulgar que no respetaba nada: ni las mujeres, ni la propiedad privada, ni los
derechos del rey. Los patricios deberían acudir a los ministros del rey para la
satisfacción pacífica de quejas justificadas. Aliarse con “la chusma” sería abrir
una caja de Pandora de donde habría de salir la anarquía.
Con esta célebre sentencia de muerte, la audiencia de Bogotá creó elmito de José Antonio como revolucionario social. Dentro de la realidad histórica,
como hemos visto, sus concepciones sociales en poco se distinguían de las de
sus contemporáneos patricios. No propugnaba un reordenamiento básico
de la sociedad.29 Nobles y plebeyos estaban unidos en una lealtad común a la
remota corona, y compartían el sentimiento profundo, aunque vago, de que
el rey y sus magistrados debían practicar alguna forma de consulta respecto
a la cuantía y a la forma de los nuevos impuestos. Galán no se oponía a los
impuestos como tales sino que, juntamente con la mayoría de sus contempo-ráneos, sostenía que las cargas fiscales no debían rebasar la capacidad de los
diversos grupos para pagarlas. Una vez reconoció que el tradicional 2 por ciento
29 El fallecido Francisco Posada, en su breve pero ingeniosa interpretación marxista, alega queGalán defendía cambios drásticos en el trabajo y la producción. Pero su argumento pierde vigorcuando confiesa que Galán nunca supo bien cuáles eran los cambios sociales que propugnaba (LosComuneros, págs. 77-78,149-53).
El pueblo.indb 290 08/06/2009 04:39:00 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 289/375
291
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
de la alcabala era “derecho natural como el morir”.30 Cabe recordar el conocido
dicho de Benjamín Franklin de que lo único seguro en la vida es la muerte y los
impuestos. Fuerte, valiente e indomable, José Antonio Galán fue exactamenteun hombre de su tiempo, no un precursor de la independencia social o política.
Describirlo así es desfigurar el significativo papel que desempeñó en aquel año
decisivo de 1781.31
Si el arzobispo Caballero y Góngora aprobó la ejecución de Galán, era
también lo bastante astuto para darse cuenta de que la conciliación constituía
el complemento necesario de la represión. La aplicación de esta política es el
tema de los tres últimos capítulos.
30 Ver su confesión en Briceño, Los Comuneros, pág. 169.31 Algunos de los historiadores progalanistas son críticos vitriólicos de Juan Francisco Berbeo. El
ejemplo más notable es Arciniegas. Tanto Liévano Aguirre como Francisco Posada, menos retóricosy más consecuentes, ensalzan a Galán sin negarle a Berbeo sus cualidades de dirigente. Posada, Los Comuneros, págs. 133-41; Liévano Aguirre, Los grandes conflictos, págs. 467-88.
El pueblo.indb 291 08/06/2009 04:39:00 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 290/375
17. La reconquista del Socorro
El arzobispo Caballero y Góngora se daba cuenta de la necesidad de crear un
clima de opinión favorable a las innovaciones que pudiera proponer el gobierno.
La incapacidad del regente visitador general Gutiérrez de Piñeres para efectuar
una gestión semejante contribuyó visiblemente al estallido de los disturbios
en 1781.
El instrumento elegido por el prelado fue los capuchinos, una rama
de los franciscanos reclutada en la provincia española de Valencia. Antes de
1770 su actividad misionera en la Nueva Granada, se había concentrado
principalmente en la provincia de Santa Marta, y apenas en 1777 establecieron
un monasterio en Bogotá.1 Por consiguiente, carecía de vínculos sólidos
con el establecimiento criollo, el cual dominaba otras ramas del clero secular.
Como españoles, se podía contar con los capuchinos para defender celosamente
la autoridad de la corona. Eran notorios también por su rígido regalismo, que
proclamaba el poder y la autoridad de la corona sobre la Iglesia, y que era el
equivalente eclesiástico del centralismo político de los Borbones.2
Cuando el arzobispo emprendió el 25 de junio una visita pastoral de
cinco meses al Socorro ya las villas y parroquias vecinas, lo acompañaban
cuatro frailes capuchinos. La personalidad dominante de la misión era Joaquín
de Finestrad, de treinta y cinco años de edad, quien había llegado a Bogotá el
24 de octubre de 1778.3 En el Socorro se convirtió en confidente y ayudante de
confianza del arzobispo. Permaneció varios años en la región, ya que en 1783
Caballero y Góngora lo nombró párroco temporal de la populosa Simacota.4
En 1787, cuando desde Cartagena el arzobispo virrey dirigía la conquista y la
1 Para datos sobre los capuchinos, ver Antonio de Alcacer, La Capuchina, iglesia y conventode capuchinos en Santa Fe de Bogotá (Puente del Común, 1959) y Las misiones capuchinas enel Nuevo Reino de Granada (Puente del Común, 1959).
2 Richard Herr, The Eighteenth Century Revolution in Spain (Princeton, 1958), págs. 11-36.3 Alcacer, Las misiones, pág. 252.4 Caballero y Góngora a Gálvez, 31 de julio de 1783, AGI/ASF 600.
El pueblo.indb 292 08/06/2009 04:39:00 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 291/375
293
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
colonización del Darién, Finestrad reclutó tres expediciones de colonizadores
en el Socorro para esa poco gloriosa iniciativa.5
Joaquín de Finestrad era no sólo el comandante de campo de la campañade pacificación, sino también su principal ideólogo y apologista. Más tarde,
cuando servía en Cartagena como capellán de la flota española, redactó su
Vasallo instruido en el estado del Nuevo Reino de Granada y en sus respectivas
obligaciones. Terminó su libro el 12 de junio de 1789, apenas un mes antes
de que las muchedumbres en el lejano París, más coléricas todavía que las del
Socorro en 1781, asaltaran la Bastilla. Este simbólico episodio abrió paso a la
Revolución Francesa que, por supuesto, habría de estremecer el mundo que
Finestrad trataba de defender con su pluma. Aunque el libro de Finestrad no
se publicó hasta 1905, y sólo de manera parcial, muchos de sus capítulos,
especialmente los inéditos, se leen como una colección de sermones y
homilías.6 Bien puede presumirse que el libro es una versión de los sermones
que solía predicarle pocos años antes a su grey extraviada. En cuanto
tal, representa la expresión más articulad a de la política de reconciliación de
Caballero y Góngora, y su contenido merece un examen cuidadoso.
Finestrad reconoció que el principal ímpetu ideológico de los comuneros
radicaba en una versión diluida y popularizada de las doctrinas de los teólogos
españoles de los siglos XVI y XVII, cuyo vocero más importante era el jesuita
Francisco Suárez. Finestrad le volvió la espalda a toda esta teoría clásica. Si
bien admitía la existencia de un contrato social original para la creación de
la sociedad política, su concepto del hombre en estado de naturaleza era una
pesadilla hobbesiana de una guerra de todos contra todos. Prevalecían entonces
la violencia, el homicidio, la violación, el fuego, el sacrilegio y el robo. La meta
primordial de la sociedad consistía en conseguir paz y estabilidad, no justicia,
5 Finestrad a Valenzuela, 8 de junio de 1786, AHN, Los Comuneros, 17:112-127; Alcacer, La
Capuchina, págs. 86-87.6 Finestrad, El vasallo instruido, pág. 6. En la edición publicada, Posada no incluyó los últimos
cuatro capítulos “por carecer de importancia histórica”, pág. 204. Sin embargo, estos capítulos sonlos más reveladores en cuanto a la ideología. La versión no publicada se citará en adelante comoMs. de Finestrad. El manuscrito es el volumen 198 de la colección de libros raros y curiosos de laBiblioteca Nacional de Bogotá.
El pueblo.indb 293 08/06/2009 04:39:00 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 292/375
294
John Leddy Phelan
como sostenían los neoescolásticos españoles.7 La justicia era tan sólo un
atributo subordinado de la paz.
El contrato social creaba un monarca absoluto que derivaba su autoridaddirectamente de Dios, no de acto alguno del pueblo. Añadía Finestrad: “¿Qué otra
cosa es un reino sino una dilatada familia en la que el rey es el padre, pues la
autoridad de los reyes y de los padres son emanaciones de la autoridad divina?”.
Así como la ley natural establece que los hijos deben obedecer a los padres, en
la misma forma los súbditos deben obedecer a sus monarcas. Así como la ley
natural establece que los brazos y las piernas obedezcan al cerebro, así todos
los miembros de la sociedad deben obedecer al rey, cabeza del cuerpo. Como
ungido del Señor, “el rey es la imagen viva de Dios, su ministro, su vicario y surepresentante en la tierra [...] al que todos los súbditos le han jurado obediencia
amplia y sin límites”.8
La visión de Finestrad sobre el poder ilimitado del rey y sobre la innata
impotencia de sus vasallos se condensa en este pasaje:
Al vasallo no le toca examinar la justicia y derechos del rey sino venerar
y obedecer ciegamente sus reales disposiciones. Su regia potestad no está
en opiniones sino en tradiciones, como igualmente la de sus ministrosregios. El espíritu de presunción audaz y partidaria es el que obra en este
particular. Al vasallo no le es facultativo pesar ni presentar a examen, aun
en caso dudoso, la justicia de los preceptos del rey. Debe suponerse que
todas sus órdenes son justas y de la mayor equidad. Le será permitida la
humilde representación a fin de que, mejor informado, el soberano revoque
y modere su real voluntad.9
7 Ms. de Finestrad, págs. 297, 401.8 Ibíd., pág. 365. Víctor Frankl ha señalado correctamente que la imagen paterna para
justificar la obediencia, grata tanto a Finestrad como a Caballero y Góngora, era característicade la teoría política española en el siglo XVII: “La estructura barroca del pensamiento político, his-tórico y económico del arzobispo virrey Antonio Caballero y Góngora”, Bolívar 5 (1951): 822-33.Muy cierto, pero también puede anotarse que uno de los principales objetivos del estado borbónico,en contraste con el de los Habsburgos, era promover vigorosamente cambios económicos paraaumentar las rentas reales.
9 Finestrad, El vasallo instruido, págs. 153-54.
El pueblo.indb 294 08/06/2009 04:39:00 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 293/375
295
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Los neoescolásticos españoles compartían el concepto de que la realeza
constituía una institución divina, creada por el pueblo dentro de un contrato
social con sanción de la Providencia. Pero Finestrad defendía no sólo elderecho divino de la realeza sino también el derecho divino de los reyes.
En este aspecto seguía las ideas de Jaime I de Inglaterra, con quien Francisco
Suárez sostuvo una célebre polémica, y del obispo francés Jacques-Benigne
Bossuet (1627-1704), quien había racionalizado la particular versión del
absolutismo real personificada por el Rey-Sol de Versalles.10 En efecto, Luis XIV,
le grand monarque , era un modelo con el que emulaban conscientemente
sus descendientes Borbones en España. El ideal predilecto de éstos era crear
en sus dominios, en el viejo y en el nuevo mundo, el estado centralizado queLuis XIV había instituido en Francia.
Como Bossuet antes que él, Finestrad tenía sus fuentes favoritas en el
antiguo testamento, el imperio romano, los padres de la patrística, y los primeros
concilios de la Iglesia. Al discutir los orígenes de la autoridad política y la natu-
raleza del poder real, nunca cita a sus predecesores españoles. Sólo dos veces
alude a Suárez, cuando concuerda con una determinada opinión de este.11
Los autores modernos que cita con más frecuencia Finestrad son el
abate Raynal, William Robertson, Hobbes y Maquiavelo. A los dos primeroslos menciona generalmente para refutar sus opiniones hostiles a la colonización
española en ultramar ya los otros dos, a veces en forma elogiosa, por sus teorías
acerca de la naturaleza y el origen del Estado.
No sólo todas las órdenes del soberano han de obedecerse al pie de
la letra sino que otro tanto sucede con las decisiones de sus ministros. El
lema favorito de los comuneros suscitaba la ira del fraile capuchino, quien lo
denunciaba como “sacrílego” e “irresponsable”.
Dar la vida al rey y muerte al gobierno es un fantasma de religión y política,
que se forman a la moda y gusto propio los que no quieren ni vasallaje
10 Las obras de Bossuet eran muy conocidas en la Universidad de Valencia, donde se educóFinestrad, desde mediados del siglo XVIII. Herr, Eighteenth Century Revolution, págs. 26-27.
11 Muchos eran jesuitas a los que, por orden real, estaba prohibido citar. Ms. de Finestrad, págs.464, 484-85; Gómez Hoyos, La revolución granadina, 1: 197-202.
El pueblo.indb 295 08/06/2009 04:39:00 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 294/375
296
John Leddy Phelan
ni gobierno que les mande ni rey que les domine [...] Conservar la vida
del rey, dejándoles sin alientos vitales a sus ministros, es concederle a la
real persona sólo una sombra vana de su real nombre. Separar al príncipedel mando en las monarquías es constituir al gobierno monstruo sin cabeza,
es decir, que la potestad de los ministros no es Real, y que sus órdenes no
dimanan y provienen directamente de la autoridad pública.
Finestrad culminaba su argumentación al añadir:
Los ministros del rey son imágenes vivas de su real persona; son vicarios
suyos en lo temporal [...] merecen el mismo orden de veneración yobediencia debido al prototipo, por el respeto y relación que condicen a
la real persona, cuyo carácter y potestad resplandece y brilla en ellos con
mayor claridad que la luz del sol en las estrellas.12
Finestrad denunciaba sin ambages el supuesto implícito sobre el cual
actuaban los hombres de 1781: el de que los súbditos tenían derecho de resistir
a la tiranía. En ninguna circunstancia se justificaba que los vasallos tomaran
las armas contra el rey o contra sus ministros. Los súbditos deben soportarcon paciencia incluso las leyes que parecen injusta y opresivas, y poner su fe
en el Todopoderoso, pues sólo Él “puede apaciguar los vientos y las olas”.13 La
rebelión armada es una violación grave de los mandamientos divinos –el rey
es el ungido del Señor– y por tanto traición y sacrilegio son sinónimos. Más de
una vez Finestrad vituperaba “el horrendo sacrilegio de la rebeldía”.14 Además,
la rebelión es un remedio mucho peor que la enfermedad de la injusticia, pues
“amotinados alborotos [son] más funestos siempre que la misma tiranía”.15 Para
Finestrad no existía precio demasiado alto que pagar a cambio de la paz.Apartándose de la abstracción política, Finestrad descendía al nivel
práctico y exponía con cierta extensión el argumento de que empuñar las armas
12 Finestrad, El vasallo instruido, págs. 156-57.13 Ms. de Finestrad, pág. 289.14 Ibíd., págs. 297, 410-11.15 Ibíd., pág. 285.
El pueblo.indb 296 08/06/2009 04:39:00 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 295/375
297
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
contra Carlos III era algo particularmente injustificado, ya que este monarca
“benigno y benévolo” buscaba sólo la felicidad de sus súbditos.16
El capuchino apelaba también al patriotismo de su auditorio. “El puebloamericano y español, ambos forman una nación [...] todos somos hijos de un
padre, vasallos de un rey, miembros de un cuerpo, ramas de un tronco, ovejas
de un rebaño y cliéntulos de un protector”.17 Estas palabras expresaban la
opinión de todos los burócratas de Carlos III en el sentido de que España y
América constituían una “patria imperial” común; la crisis de 1781 indicó hasta
qué punto los criollos habían llegado a identificarse no con la patria imperial
sino con la patria regional de la Nueva Granada. Finestrad pasaba a apelar
a la calidad específicamente católica del patriotismo español. En 1781 España
estaba combatiendo contra Inglaterra, su tradicional adversario protestante.
¿Por qué los súbditos del rey no habrían de pagar impuestos para adelantar
esa guerra?, preguntaba retóricamente –y a menudo– a su auditorio.18
En “nuestra cédula”, el pasquín inflamatorio que contenía muy buena
parte de la ideología implícita en la Revolución de los Comuneros, había dos
estrofas que arrojaban ciertas dudas sobre la legitimidad del dominio español
en las Indias. Finestrad las interpretaba como una clara denuncia de la
conquista española de las Indias y como un franco repudio a la soberanía de
la corona española; interpretación que resulta bastante dudosa (ver capítulo 5),
pero que hería tan profundamente su patriotismo que consagró todo un capítulo
del Vasallo instruido a refutar la proposición de que los reyes españoles no
eran los legítimos soberanos de las Indias. Hablaba sarcásticamente del autor
del panfleto como del “nuevo filósofo”.19 Finestrad sólo expresaba de dientes
para afuera las tradicionales justificaciones del dominio español: predicar el
evangelio, el derecho de previo descubrimiento, o la aplicabilidad de la doctrinade la guerra justa. Ni siquiera se molestaba en defender con alguna convicción
la conducta de los conquistadores, aunque sin reprobar tampoco ninguno de sus
16 Ibíd., págs. 229-30, 414 ss.17 Ibíd., pág. 417.18 Ibíd., págs. 413, 415, 421-43.19 Ibíd., pág. 463.
El pueblo.indb 297 08/06/2009 04:39:00 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 296/375
298
John Leddy Phelan
actos individuales o colectivos. Su argumento nuevo –y bastante mundano– era
que el tiempo –tres siglos– había legitimado la conquista:
De suerte que, si hemos de juzgar la legitimidad de los tronos por su origen,
es necesario confundir el buen orden, revolver todos los reinos, destronizar
a todos los reyes y colocar a los legítimos... ¡Qué cosa más monstruosa!...
Basta poner la posesión inmemorial para la seguridad de los tronos. Basta
el consentimiento común de los pueblos para venerar a los reyes como
legítimos señores, y basta el reconocimiento de las Cortes para que los
vasallos se conserven en la observancia más rigurosa de la fidelidad y
obediencia a sus soberanos.
Citando a Maquiavelo y a Hobbes, Finestrad argüía, que la mayor parte
de los estados se originaron en la fuerza y la violencia, pero que estas entidades
políticas “han sido legitimadas por el tiempo”.20
En la teoría política de Finestrad hay una profunda aunque oculta
contradicción. De un lado, llegaba casi a idolatrar al rey como vicario de Dios
en la tierra, cuyos mandatos nadie puede poner en duda, y mucho menos
resistir. Pero en su defensa de la conquista española citaba con entusiasmo
a Maquiavelo y a Hobbes en el sentido de que la autoridad política se originaba
en la violencia y la usurpación, y era legitimada por la aceptación general
de ésta durante un periodo de tiempo prolongado. El rey de Finestrad es un
monstruo de dos cabezas, tanto el ungido del Señor de Bossuet como el Leviatán
de Hobbes, cuyo poder se adquiría inicialmente aplicando los preceptos de
Maquiavelo. Finestrad hacía caso omiso alegremente de esta contradicción, la
que probablemente se escapó también a la atención de sus feligreses. En
fin de cuentas, Finestrad era ante todo un predicador. Sin ser, ciertamente, un
teórico político provisto de originalidad, trataba de combinar eclécticamente
la tradición providencialista de la monarquía con las nociones más mundanales
de la Ilustración sobre el poder político en bruto.
20 Ibíd., págs. 476-77.
El pueblo.indb 298 08/06/2009 04:39:01 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 297/375
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 298/375
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 299/375
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 300/375
302
John Leddy Phelan
fue restablecido. Berbeo pudo haber perdido la recompensa burocrática obtenida
en las capitulaciones, pero no recibió ninguna otra sanción pública. Murió en su
cama en el Socorro en 1795.La amnistía era una táctica necesaria para ganarse el favor de las élites
locales. Finestrad, por ejemplo, se interesó especialmente por los quinientos
o seiscientos patricios sin cuyo apoyo, pensaba, ninguna protesta tendría éxito
en el futuro. Si bien les recalcaba que su alianza con “la chusma” sería una
invitación al pillaje y a la anarquía, también les recordaba a los aristócratas
su obligación de “prestarle ciega obediencia y fidelidad espontánea al rey, sin
poner en duda la justicia de sus órdenes”.32
La captura de José Antonio Galán por un contingente patricio al mandode Salvador Plata fue, a los ojos del prelado, una prueba dramática de la recu-
perada lealtad del Socorro. El hecho de que únicamente se hubiera castigado
a plebeyos constituía tan sólo un aspecto de la política arzobispal de enfrentar a
los plebeyos contra los patricios. Los interminables sermones de los capuchinos,
además de la draconiana sentencia contra Galán y de su sanguinaria ejecución,
intimidaron a todos los grupos de la comunidad. Cuando los restos mutilados
de Galán y sus compañeros fueron exhibidos ostentosamente en las plazas
principales del Socorro, San Gil y Charalá, a mediados de febrero de 1782, delpueblo amedrentado no brotó siquiera un murmullo.33
Ya el 19 de septiembre el cabildo del Socorro reorganizó la milicia
establecida en las capitulaciones.34 Argumentaba que, pese al notorio éxito
de los sermones de los capuchinos, todavía se necesitaba una milicia enca-
bezada por ciudadanos respetables y dignos de confianza para prevenir o para
aplastar cualquier nuevo estallido de descontento popular. Evidentemente
los patricios del Socorro se sentían inseguros ante la posibilidad de que los
soldados profesionales del coronel Bernet fueran enviados a la región paraemprender una represión militar. Pero, aunque no lo sabían los ediles del Socorro,
32 Finestrad a Caballero y Góngora, 16 de septiembre de 1782, anexa a Caballero y Góngoraa Gálvez, 15 de octubre de 1782, AGI/ASF 594.
33 Angulo y Olarte a Caballero y Góngora, 21 de febrero de 1782, y Filiberto José Estévez aCaballero y Góngora, 4 de marzo de 1782, en CA, 2:191-92.
34 Cabildo del Socorro a Carlos III, 20 de septiembre de 1781, AHN, Los Comuneros ,4:191-199.
El pueblo.indb 302 08/06/2009 04:39:01 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 301/375
303
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
unos días antes la audiencia en Bogotá había decretado que las milicias creadas
en la capitulación fueran desbandadas de inmediato y que todos los oficiales
renunciaran en seguida a sus cargos. Bogotá se vio inundada de renuncias yde declaraciones de lealtad.35
El 1º de enero era la fecha habitual para que los cabildos de todo el
reino eligieran a sus magistrados ejecutivos, cuyo término duraba un año.
Las elecciones de enero de 1782 prometían ser turbulentas, con acusaciones
y contracusaciones sobre la lealtad o la deslealtad de los candidatos. A fin
de prevenir un estallido de faccionalismos la audiencia expidió una orden
por la que se cancelaban las elecciones y se establecía que los empleados
continuaran en sus cargos durante el año de 1782.36 Se consideraba que supermanencia en ellos era medida aconsejable para consolidar la pacificación.
Si bien es visible que el arzobispo y sus aliados capuchinos condu-
jeron una hábil campaña de relaciones públicas, sus esfuerzos conciliatorios
contaron con el respaldo de numerosas concesiones que hizo el virrey el 20 de
octubre, de acuerdo con los consejos del arzobispo. El virrey no sólo disfrutaba
de considerable prestigio emanado de su alto cargo, sino que también era
popular en la región del Socorro, ya que no se le identificaba personalmente
con el programa fiscal de Gutiérrez de Piñeres. El 20 de octubre no se limitó aemitir el perdón general sino que así mismo ratificó las concesiones ofrecidas
primero por la junta general de tribunales y confirmadas luego en Zipaquirá.
Se cancelaron los aumentos a los precios del tabaco y del aguardiente, la tasa
de la alcabala se rebajó al dos por ciento tradicional, se abolió el impuesto de
armada de Barlovento y se prescindió de las guías y tornaguías. Igualmente,
el virrey daba también permiso para el cultivo del tabaco en las jurisdicciones
del Socorro y San Gil, dentro de los mismos privilegios de que disfrutaba la
ciudad de Girón.37
El manejo por Caballero y Góngora de la cuestión del tabaco en el
Socorro y San Gil ofrece una ilustración clásica de su táctica. Reconocía que la
autorización del cultivo era una concesión necesaria en 1781, pero la juzgaba
35 Para una multitud de tales renuncias ver ibíd., fs.136-40, 362-63.36 Ordenanza de la audiencia, 24 de diciembre de 1781, AGI/ASF 594.37 Cabildo del Socorro a Flórez, 19 de noviembre de 1781, AHN, Los Comuneros, 5:135-137.
El pueblo.indb 303 08/06/2009 04:39:01 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 302/375
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 303/375
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 304/375
306
John Leddy Phelan
Desde 1776 los principales ciudadanos del Socorro habían elevado
peticiones a las autoridades secular y eclesiástica en Bogotá para que se permitiera
la fundación de un convento franciscano en la villa.42
Sostenían que el crecientevolumen de la población, así como la prosperidad agrícola e industrial de la
comunidad garantizaban que el Socorro podía sostener con decoro un estable-
cimiento religioso de esa índole. En esto intervenía claramente la personalidad y
el orgullo comunitario de los socorranos. Un monasterio franciscano le confería
prestigio espiritual a la comunidad. Tampoco es irrazonable presumir que un
convento, en cuanto acumulara los donativos de sus generosos benefactores,
sería fuente de crédito para financiar a la agricultura y a la industria textil.
El Socorro, en la práctica, adquiriría un banco. Ya no sería necesario quelos comerciantes y los agricultores del Socorro tuvieran que acudir a los
monasterios de Tunja y de Bogotá para conseguir hipotecas y préstamos.
Pero las peticiones del Socorro no habían redundado en nada antes de 1781. La
crisis de ese año puso de presente ante las autoridades, y en forma dramática,
la importancia política y económica de ese emporio rural. El Socorro consiguió
el anhelado monasterio en 1786, pero no fue un establecimiento franciscano.
Los hijos de San Francisco en la Nueva Granada hacía largo tiempo estaban
dominados por los criollos, de cuyas filas habían salido virtualmente todoslos jefes comuneros. El arzobispo virrey dispuso que el nuevo monasterio
fuera capuchino, dirigido por frailes provenientes de la provincia capuchina de
Valencia.43 Su lealtad a la corona se había demostrado ampliamente con la
misión de Finestrad.
El 27 de enero de 1786 dieciocho capuchinos (catorce sacerdotes y
cuatro legos) llegaron al Socorro, en donde fueron recibidos con entusiasmo,
en medio de tañir de campanas, voladores y flores regadas en las calles. Les
prometieron su apoyo ciudadanos importantes, algunos de los cuales habíandesempeñado un papel activo en 1781.44 Entre ellos se contaban Salvador
42 Para la solicitud de 1776 ver Archivo Provincial Franciscano de Bogotá, 5:407-24.43 “Nuestra cédula” había previsto que los capuchinos y no los franciscanos fueran enviados
a pacificar el Socorro. Ver estrofa 38 en CA, 2: 129.44 Para la fundación y la breve historia del monasterio capuchino, ver Ramiro Gómez Rodrí-
guez, “La cuna”, cap. 8. y Rodríguez Plata, La antigua provincia del Socorro y la independencia(Bogotá, 1963), págs. 245-47.
El pueblo.indb 306 08/06/2009 04:39:01 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 305/375
307
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Plata, Francisco Rosillo, Ramón Ramírez y Juan Manuel Berbeo, hermano
de Juan Francisco. Se les dio un lote para que construyeran su sede permanente
en una colina desde la cual se contemplaba una espléndida vista del pueblo.Todavía hoy su fachada, sencilla pero impresionante, domina el horizonte del
Socorro. La primera piedra se colocó el 16 de septiembre de 1787, con las
ceremonias apropiadas. La iglesia y el monasterio se concluyeron el 24 de julio
de 1795. Siempre celosos defensores de la autoridad de la corona española,
los capuchinos fueron echados sin ceremonias del monasterio en 1815, cuando
soplaron por el Socorro los primeros vientos de la independencia.
Con su visita pastoral de cinco meses al Socorro, el arzobispo Caballero
y Góngora adquirió una rica experiencia que habría de resultarle invaluablepara consolidar la pacificación de todo el reino, tras haber asumido el virreinato
el 15 de junio de 1782.
El pueblo.indb 307 08/06/2009 04:39:01 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 306/375
18. La zanahoria y el garrote
A partir de la noche del 12 de mayo de 1781, cuando el regente visitador general
Gutiérrez de Piñeres huyó de Bogotá, el verdadero poder político quedó en las
firmes manos del arzobispo Antonio Caballero y Góngora. Pero no era ahí
donde residía la autoridad nominal. El virrey Flórez continuó en su cargo hasta el
31 de marzo de 1782, aunque su poder real se circunscribía a las provincias
de la costa. La junta general de tribunales, compuesta por la audiencia y por
representantes de otros organismos burocráticos, ejerció una especie de autoridad
nominal en el interior del Nuevo Reino hasta su disolución, el 10 de septiembrede 1781, cuando se le traspasó a la audiencia la autoridad única.1
El 13 de febrero de 1782, un Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres, algo
escarmentado pero terco todavía, terminó su exilio de nueve meses en Cartagena y
volvió a Bogotá, ostensiblemente para asumir otra vez sus cargos de regente de
la audiencia y visitador general del reino.2 Pero el 21 de enero de 1782 todos los
poseedores de alguna autoridad nominal habían recibido un recordatorio del
agradecido Carlos III en el sentido de que en todas las cuestiones referentes
a la pacificación del reino se debía acatar la autoridad del arzobispo, a quien elrey concedió carta blanca para otorgar la amnistía.3
Carlos III aceptó por fin la renuncia del fatigado virrey Flórez. Su sucesor,
Juan de Torreázar Díaz Pimienta, un oficial del ejército que desempeñaba la
gobernación de la provincia de Cartagena, fue nombrado virrey ad ínterim, el
31 de marzo de 1782, pero murió el 11 de junio, tan sólo cuatro días después
de su llegada a Bogotá.4
Gutiérrez de Piñeres convocó inmediatamente a la audiencia. Este
tribunal intentó sin éxito una jugada política. Al negarse deliberadamente a
abrir el sobre sellado que contenía las instrucciones del rey sobre la sucesión
1 AHN, Los Comuneros , 4:162. Flórez actuó aguijoneado por Gutiérrez de Piñeres. Gutiérrezde Piñeres a Gálvez, 28 de julio de 1781, AGI/ASF 662.
2 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 28 de febrero de 1782, AGI/ASF 661.3 Gálvez a Caballero y Góngora, 21 de enero de 1782, AGI/ASF 633.4 CA, 2:194-97.
El pueblo.indb 308 08/06/2009 04:39:02 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 307/375
309
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
en caso de vacancia en el virreinato, la audiencia optó por la solución estatu-
taria habitual. La autoridad se dividió entre el regente de la audiencia, en lo
concerniente a cuestiones militares, y la audiencia misma para la jurisdiccióncivil o política.5 Dos días después el arzobispo llegó a Bogotá. Insistió en que
se abriera el sobre sellado con las instrucciones reales y, dada la considerable
resistencia de algunos oidores, atrajo a su opinión una mayoría del tribunal. El
sobre sellado contenía la real cédula del 16 de noviembre de 1777, donde se
estipulaba que Caballero y Góngora debería ejercer el virreinato ad ínterim
en caso de que el virrey Flórez o el gobernador Pimienta muriesen o quedasen
incapacitados para el cargo.6 Caballero y Góngora, que había sido virrey de
facto desde el 12 de mayo de 1781, fue debidamente consagrado como virrey
de jure el 15 de junio de 1782.
Era obvio que algunos miembros de la audiencia se resentían ante la
influencia política obtenida por el arzobispo después de mayo de 1781. También
había varios jueces que sostenían enconadas disputas con el regente visitador
general. Su intento de tomarse el gobierno estaba justificado ostensiblemente
por el precedente de que muy raras veces, desde Fernando VI, un arzobispo había
actuado como virrey ad ínterim. Con los Habsburgos del siglo XVII, el 27 por
ciento de los virreyes interinos había sido eclesiásticos; con los Borbones más
recientes (1746-1813) hubo sólo tres obispos virreyes, un cinco por ciento.7
Los Borbones, cada vez más ansiosos de reducir la influencia eclesiástica,
habían implantado la costumbre de que la audiencia reemplazara transi-
toriamente a un virrey fallecido, hasta que su sucesor permanente llegara
a su residencia. La cédula de 1777, donde se estipulaba el nombramiento de
Caballero y Góngora, constituía una desviación de esa regla. No se sabe bien por
qué tomaron esa decisión Carlos III y Gálvez. Pero para ellos fue una suerte, ya
5 Ibíd., págs. 194-202.6 Caballero y Góngora a Gálvez, 19 de junio de 1782, en AGI/ASF 594, y 31 de enero de
1783, AGI/ASF 736-A. Gutiérrez de Piñeres apoyaba a Caballero y Góngora: Gutiérrez de Piñeresa Gálvez, 20 de junio de 1782, AGI/ASF 658.
7 Michael Flamingo, “Viceregal Recruitment Patterns in the Spanish-American Colonies”,trabajo de seminario para el profesor Peter H. Smith, otoño de 1971, Universidad de Wisconsin-Madison.
El pueblo.indb 309 08/06/2009 04:39:02 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 308/375
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 309/375
311
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
El documento más significativo de su administración virreinal fue
el perdón general proclamado el 7 de agosto de 1782, menos de dos meses
después de haberse posesionado de su cargo. Junto con “nuestra cédula”, lascapitulaciones de Zipaquirá y la sentencia de muerte de José Antonio Galán, el
de indulto general es uno de los documentos claves de la Revolución de los
Comuneros. En un sentido muy real, constituye la respuesta de Caballero y
Góngora a las capitulaciones. En cuanto tal, representa la salida definitiva
a la crisis de 1781” Además, en el texto del documento el nuevo virrey
esbozaba políticas básicas que habría de emprender su administración.
El documento ofrecía una amnistía general y definitiva a todos los
que hubieran participado en el levantamiento, y confirmaba, por lo tanto, elperdón provisional otorgado por el virrey Flórez en agosto de 1781. Todo el que
estuviera encarcelado quedaba libre. Todo el que se hallara escondido tenía
tan sólo que inscribirse ante la audiencia, dentro de un plazo de un año, para
obtener el perdón. Además, la amnistía general incluía el derecho de ejercer
cualquier puesto electivo u honorario dentro de la comunidad. El arzobispo
aceptaba al pie de la letra la defensa convencional de la mayoría de los capitanes:
la de que las turbas airadas los habían obligado a aceptar cargos dirigentes, y de
que sólo ellos podían impedir que la cólera popular se desbordara en anarquía
y pillaje. En su carta explicativa a Gálvez, Caballero y Góngora se esforzaba
en explicar la necesidad de conciliarse las simpatías de las élites locales en las
villas y parroquias de donde habían salido la gran mayoría de los capitanes.
Los excapitanes solían ser las personas más calificadas para desempeñar cargos
públicos. Si se les descartaba, el gobierno local quedaría en manos de “rústicos
incapaces de administrar una justicia equitativa”.11
Aunque el arzobispo virrey recalcaba la conveniencia de conciliarse los
ánimos de las pequeñas élites rurales, estaba resuelto a descubrir y castigar a
los cabecillas en Bogotá. Sus sospechas se centraban en el círculo de Jorge Miguel
11 Caballero y Góngora a Gálvez, 15 de octubre de 1782, AGI/ASF 594. Esta carta deja enclaro que fue el arzobispo y no el rey quien adoptó esa política. Con razón Cárdenas Acosta criticaa Arciniegas por afirmar que tal política se originó en España ( Los Comuneros , págs. 195-200).El perdón fue publicado por la nueva imprenta. Para una copia ver AHN, Los Comuneros, 46-65.Para una copia más accesible ver CA, 2:205-217.
El pueblo.indb 311 08/06/2009 04:39:02 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 310/375
312
John Leddy Phelan
Lozano de Peralta. Pero el prelado tenía que actuar cautelosamente para no
atraerse la animadversión de las familias criollas –los Prietos, los Ricaurtes, los
Caicedos, los Oriundos, los Álvarez– que durante decenios habían desempeñadopapeles destacados en la administración burocrática del Nuevo Reino.
El arzobispo ordenó una investigación secreta de las actividades de
Manuel García Olano, pariente político del marqués. No se pudieron comprobar
actos positivos y específicos de traición, tales como el envío del texto de “nuestra
cédula”, o el del manifiesto de Silos, desde Bogotá al Socorro. Estaba claramente
establecido que García Olano le suministraba a sus corresponsales en el
Socorro informes de última hora sobre los sucesos en la capital y en el Perú.
Pero estas actividades epistolares distaban mucho de la traición propiamentedicha, como lo reconocía el propio arzobispo. En su correspondencia familiar
y en sus conversaciones, García Olano solía referirse severamente a las políticas
de Gutiérrez de Piñeres.12 Mas, para el caso, otro tanto le sucedía a la mayor
parte de la Nueva Granada.
De ahí que la decisión de Caballero y Góngora de destituir a García
Olano como director del servicio postal y desterrado a Cartagena con el pretexto
de infracciones administrativas hubiera sido un acto político, no jurídico. La
táctica de desterrar a los alborotadores políticos y de ocultar las verdaderasrazones de la determinación era típica del estilo político del arzobispo. En
otra ocasión le aconsejó al presidente de la audiencia de Quito que adoptara
la misma táctica en una situación parecida.13
Francisco Antonio Vélez, un burócrata trajinado, había sido uno de los
capitanes generales de Bogotá en Zipaquirá, y era por tanto objeto de sospecha.
Su hijo fue juzgado por la audiencia por adulterio continuo “con mujeres de la
más baja extracción”. El padre, encolerizado, redactó un ataque calumnioso
contra los jueces de su hijo, y le dio así un cómodo pretexto al arzobispo paratrasladar a padre e hijo a cargos burocráticos muy lejanos de la capital.14
12 Expediente de García Olano. Para ejemplos de la simpatía de García Olano hacia loscomuneros, ver CA, 2:219-20. Ver también “García Olano”.
13 Caballero y Góngora a Gálvez, 6 de febrero de 1783, AGI/ASF 736-A.14 CA, 2:219; Caballero y Góngora a Gálvez, 31 de enero de 1783, AGI/ASF 736-A. Cárdenas
Acosta aparentemente no vio otra carta de Caballero y Góngora a Gálvez, 31 de octubre de 1783,AGI/ASF 663.
El pueblo.indb 312 08/06/2009 04:39:02 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 311/375
313
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Inevitable sospechoso era otro capitán general de Bogotá, Francisco
de Vergara, amigo de Berbeo. No pudieron allegar pruebas en su contra, pero
caballero y Góngora tomó una desusada providencia. Envió órdenes secretas ala oficina postal de Cartagena para que interceptaran toda la correspondencia que
Vergara pudiera recibir desde Europa, por si Vergara mantenía correspondencia
con sus parientes jesuitas exiliados en Italia.15
Caballero y Góngora empleó tácticas similares cuando levantó el embargo
a las propiedades de Ambrosio Pisco pero lo desterró a Cartagena. El virrey
le confesó francamente a José de Gálvez que no consideraba como traidor al jefe
titular de los indios. Más aún, le reconocía al antiguo cacique de Chía y señor
de Bogotá su contribución a la pacificación de los indios. Pero las consideracionespolíticas, no las jurídicas, eran las que prevalecían en el pensamiento del virrey.
Ambrosio Pisco no podía seguir en el altiplano. Allí continuaría siendo un foco
potencial para el descontento de los indios, en su calidad de descendiente de
los caciques de Bogotá anteriores a la conquista.16
Hay más ejemplos de la afición de Caballero y Góngora a desterrar
a revoltosos actuales o potenciales con cualquier pretexto. Algunas pruebas
circunstanciales indicaban que el autor de la célebre “nuestra cédula” había
sido el lego dominico Ciriaco de Archila. En 1784 Ardila fue discretamenteenviado preso a un monasterio dominico en España.17
El sospechoso más prominente era el criollo más rico del Nuevo Reino, el
primer marqués de San Jorge de Bogotá. El 15 de junio de 1784 Gálvez ordenó
el arresto del marqués y de fray Ciriaco. El arzobispo virrey interpretó esa orden
de manera flexible. Nunca acusó directamente al marqués de complicidad en los
sucesos de 1781, pero en 1786 la ruidosa e interminable querella de don Jorge
con algunos jueces le dio pretexto conveniente para desterrarlo a Cartagena,
donde murió el 11 de agosto de 1793.18
15 Caballero y Góngora a Gálvez, 20 de junio de 1782, en CA, 2:221.16 Caballero y Góngora a Gálvez, 15 de octubre de 1782, AGI/ASF 594.17 Ariza, Fray Ciriaco de Archila, pág. 43.18 Para las querellas de don Jorge con la audiencia ver su carta al rey, 31 de octubre de 1785, British
Libraries 1, Egerton 807, ff. 604-608. Ver también Ariza, Fray Ciriaco de Archila, pág. 32, y CA,1:135. Mi análisis discrepa del de Edmundo Rivas, quien sostiene que el castigo a don Jorge no tuvonada que ver con su actuación en 1781: “El marqués de San Jorge”, BHA 6 (1911): 721-50.
El pueblo.indb 313 08/06/2009 04:39:02 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 312/375
314
John Leddy Phelan
En el caso de García Olano, Caballero y Góngora logró ser al tiempo
compasivo y político. El haber dado de su propio bolsillo 500 pesos a la
numerosa y desamparada familia de García Olano, y recomendar que se lesotorgara una pensión, demuestra la generosidad principesca de que era capaz
ese político implacable pero compasivo. El conde de Floridablanca aceptó
su recomendación.19
La conducta de Caballero y Góngora era tanto política como humanitaria.
García Olano estaba emparentado con varias familias criollas influyentes. El
prelado debió de haberse dado cuenta, con realismo pero quizás con hastío,
de que era pura locura echarse encima innecesariamente el establecimiento
burocrático criollo.20 Sencillamente, el gobierno tenía que aprender a vivir conellos, en lugar de intentar alejarlos de sus cargos, como en vano trató de hacerlo
Gutiérrez de Piñeres. El establecimiento criollo se tranquilizó al ver que no iba
a ser expulsado de la burocracia. En 1787 fue nombrado el primero y único
juez criollo de la audiencia durante el reino de Carlos III: se trataba de Joaquín
de Mosquera y Figueroa, de Popayán, tío de los célebres hermanos Mosquera
que desempeñaron papeles estelares en la historia de la república de Nueva
Granada.21 Con la creación de los muchos cargos requeridos por las innovaciones
fiscales de Carlos III, era posible atraerse al establecimiento criollo al otorgarleuna buena tajada burocrática.
19 Caballero y Góngora a Gálvez, 31 de mayo de 1783, AGI/ASF 600; a Floridablanca, 31de enero de 1781. AGI/ASF 736-A. Inicialmente García Olano fue sentenciado a destierro enEspaña, pero luego la sentencia fue rebajada a destierro en Cartagena: AHN, Juicios Criminales,183:154-58.
20 Caballero y Góngora a Floridablanca, 31 de enero de 1783, AGI/ASF 736-A. Una indicacióndel deseo de la corona por conciliarse con las élites criollas fue la decisión del consejo de las Indiasque le permitía al antiguo marqués reasumir su título en 1787. Ver Rivas, “El marqués de San
Jorge”, págs. 749-750. Caballero y Góngora rechazó la solicitud del marqués de un alto cargoen la milicia reorganizada, pero le otorgó un cargo a su hijo, de quien no recelaba: Caballero yGóngora a Gálvez, 30 de abril de 1785, AGI/ASF 603. Para otra manifestación de la preocupaciónde Caballero y Góngora por ganarse el establecimiento burocrático criollo ver Caballero y Góngora aGálvez, 31 de octubre de 1783, AGI/663. Para el regreso de los criollos a sus cargos en el reinadode Carlos IV ver cap. 1, nota 26. Otra indicación de la recuperación de los criollos es el nom-bramiento provisional por la audiencia el 19 de diciembre de 1781 de Eustaquio Galavis y Hurtadocomo corregidor de Tunja. Su nombramiento en propiedad fue recomendado con entusiasmo porCaballero y Góngora: Rojas, Corregidores, págs. 571,573.
21 Restrepo Sáenz, Biografías, págs. 383-93.
El pueblo.indb 314 08/06/2009 04:39:02 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 313/375
315
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
En el texto del indulto general el arzobispo virrey invocaba la imagen
intimidante de José Antonio Galán:
Notorios han sido a todo el reino los escandalosos delitos del nominado José
Antonio Galán, y el ejemplar suplicio con que fue castigado con tres de sus
principales cómplices. Sin embargo, considerando por una parte satisfecha la
justicia, y escarmentados debidamente los que se dejaron seducir y engañar
por un hombre de oscurísimo nacimiento, exaltándolo por desgracia suya
y por una especie de fanatismo, hasta el ridículo concepto de jefe invulnerable;
considerando, por otra parte, la heroica lealtad de aquellos fieles vasallos
que, atropellando dificultades y peligros, se arrojaron a prender y disipar
esta despechada tropa de facinerosos, para quitar aquel negro borrón a la
patria y precaver que se comunicara el fuego de la rebelión a las provincias
más remotas.22
Había llegado el momento de un acto simbólico de reconciliación. El
prelado instruyó a los alcaldes ordinarios del Socorro, San Gil, Charalá y Guaduas
para que quitaran de las plazas los miembros putrefactos de José Antonio y
de sus tres compañeros, y para que los enterraran de acuerdo con los ritos de
la iglesia, a fin de “borrar, si fuere posible, de la memoria de las gentes aquel
triste monumento de infidelidad”.23
Caballero y Góngora se consagró a las cuestiones prácticas relativas a
los impuestos que habían suscitado la ira de todos los grupos, en especial de los
plebeyos. Su política era la de hacer el máximo de concesiones para aplacar
la cólera popular, sin lesionar excesivamente los intereses de la hacienda real.
Por lo tanto, el prelado ofreció mucho menos que el repudio total a los programas
de Gutiérrez de Piñeres, tal como se había convenido en Zipaquirá, pero propuso
un compromiso serio y significativo. Reconocía con franqueza lo oneroso de la
carga impositiva, que hoy se pagaba en tributos y mañana en sangre.24
22 CA, 2:208.23 Ibíd., pág. 209.24 Pérez Ayala, Caballero y Góngora, pág. 7.
El pueblo.indb 315 08/06/2009 04:39:02 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 314/375
316
John Leddy Phelan
Si bien los indios, como tales, no eran mencionados específicamente
en el texto del perdón general, el arzobispo identificó como fuente principal
del descontento de los indígenas el apetito de tierra y de trabajadores quemostraban criollos y mestizos al infiltrarse en las tierras comunales de los indios.
Aunque desterró a Ambrosio Pisco, ratificó la política formulada inicialmente
por Gutiérrez de Piñeres en su memorando del 3 de febrero de 1780. Se negó a
derogar las consolidaciones de resguardos efectuadas antes de 1778, pero le
garantizó a la comunidad indígena que no se producirían más reducciones
de los resguardos. El regreso de estos dos funcionarios a un paternalismo a lo
Habsburgo, aunque modificado, habría de continuar hasta el fin del régimen
español. Hasta la época republicana, en la primera mitad del siglo XIX, nopudieron los criollos y mestizos acabar con las tierras comunales indígenas.
En cuanto a los impuestos y a los monopolios reales, el perdón definitivo
de Caballero y Góngora, el 7 de agosto de 1782, constituía apenas una versión
modificada de las concesiones formuladas por el virrey Flórez el 20 de octubre
de 1781. Hay que recordar que Flórez hizo esas concesiones en atención al
consejo del arzobispo, quien entonces se hallaba en el Socorro. Instalado ahora
en la sede virreinal, Caballero y Góngora mantuvo la rebaja del precio del tabaco
y del aguardiente, la reducción de la alcabala al dos por ciento tradicional en lasprovincias del interior y al cuatro por ciento en las de la costa, y la cancelación
del impuesto de armada de Barlovento.
En octubre de 1781 el virrey Flórez había derogado las guías y tornaguías.
Pero en su indulto general Caballero y Góngora las restableció en parte, en forma
mucho más simplificada, con la esperanza de conseguir, simultáneamente,
dar satisfacción a los comerciantes indignados con las tediosas formalidades
de Gutiérrez de Piñeres, y proteger la hacienda real contra posibles fraudes.
El perdón de agosto no mencionaba específicamente el cultivo del tabacoen el Socorro y San Gil. Menos de dos meses después, el 27 de septiembre de
1782, Caballero y Góngora dirigió su carta pastoral a las villas del Socorro y
San Gil, en las que derogaba las concesiones de Flórez. La labor de persuasión
de los capuchinos en el Socorro había preparado a la población de la región para
aceptar sin un susurro de protesta la prohibición del arzobispo. Así, Caballero
y Góngora rescató el monopolio real del tabaco de Gutiérrez de Piñeres,
El pueblo.indb 316 08/06/2009 04:39:02 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 315/375
317
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
el cual siguió vigente hasta el 1º de enero de 1850, cuando lo abolió un
gobierno republicano.
El prelado reconocía sinceramente que la ira popular contra losmonopolios y los impuestos se debía en buena parte a la manera brutal como se
recaudaban en los pueblos y parroquias pequeños por funcionarios subalternos
de la hacienda. Les prometió solemnemente a los súbditos del rey eliminar esos
duros y groseros tratamientos, característicos tan sólo de épocas bárbaras y
que tantas protestas habían causado.25 Caballero y Góngora no necesitaba apoyarse,
como lo había hecho Gutiérrez de Piñeres, en la coacción brutal para defender los
intereses de la hacienda real, sino que contaba también con la capacidad de
persuasión de los capuchinos para moldear a la opinión pública.
Como consecuencia directa de la protesta de los comuneros la corona
no se atrevió a establecer en la Nueva Granada las cinco intendencias previstas
para supervisar la administración fiscal. Su creación en los otros virreinatos del
nuevo mundo había sido una de las principales innovaciones administrativas
de Carlos III. La eficacia de las intendencias para promover el progreso y
acrecentar los ingresos reales es una cuestión académica.26 Incluso sin esas
unidades administrativas las innovaciones de Carlos III en la Nueva Granada
deben considerarse como un indudable éxito, ya que los ingresos públicos
aumentaron de manera espectacular durante los decenios subsiguientes.
La suma total de las concesiones fiscales de Caballero y Góngora
constituye una victoria significativa para los hombres y mujeres que en 1781
tomaron las armas contra las innovaciones fiscales del regente visitador general.
25 CA, 2:213.26 La crisis de 1781 fue la justificación de Caballero y Góngora para no introducir el sistema
de intendentes a la Nueva Granada. Ver su Relación de Mando (20 de febrero de 1789) en PérezAyala, Caballero y Góngora, pág. 371 (citado en adelante como Relación de Mando). Tambiénmi Kingdom of Quito, págs. 174-75, y Lillian Estelle Fisher, The Intendant System in Spanish America (Berkeley, 1929). El estudio más profundo y mejor documentado sobre el sistema deintendentes es el de Lynch, Spanish Colonial Administration. Ver también Navarro García, Intendencias de Indias; J .R. Fisher, Colonial Peru. Para un estudio reciente y sugestivo ver HorstPietschmann, Die Einfiihrung des Intendantsystems in Neu-Spanien im Rahmen der allgemeinenVervaltungsreform der Spanischen Monarchie in 18 Jahrhundert (Colonia, 1972). Cuando Flórezfue virrey en México de 1787 a 1789, se mostró hostil al sistema de intendencia: Brading, Minersand Merchants, pág. 33.
El pueblo.indb 317 08/06/2009 04:39:02 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 316/375
318
John Leddy Phelan
Como es obvio, no consiguieron su exigencia máxima de que el nuevo programa
se cancelara totalmente, pero el arzobispo virrey tampoco siguió el consejo de
Gutiérrez de Piñeres para que fuera restaurado in toto.Lo que necesita una explicación es la abrupta alza de los ingresos, de
950.000 pesos en 1772 a 2’453.096 al final del régimen colonial.27 Algo más
de la tercera parte del aumento puede atribuirse a nuevas fuentes de ingresos.
El monopolio del tabaco, que producía 470.000 pesos, no se estableció
productivamente hasta después de 1781. Otra fuente de ingreso posterior a
1772 eran los 65.000 pesos que percibía la corona por la administración directa
de las salinas, antes propiedad comunal de los indios.
Después de 1781 la corona siguió apoyada en impuestos tradicionales.El ingreso del monopolio de aguardiente, que ya desde la administración del
virrey Mesía de la Cerda (1761-72) producía 200.000 pesos al año, había
ascendido a 295.048. Otras fuentes de ingresos tradicionales e importantes
eran la alcabala (184.880 pesos), el gravamen a las importaciones (191.000
pesos) y la acuñación de moneda (150.000 pesos). Los diezmos eclesiásticos
llegaban a 100.000 pesos. Estas antiguas fuentes de ingreso representaban
920.928 pesos del total de 2’453.096.
De ahí que si restamos los 535.000 pesos procedentes de los mono-polios posteriores a 1772, el casi millón de pesos adicionales que la corona
recolectaba después de las innovaciones fiscales de Carlos III no puede
explicarse por aumento alguno en las tasas de los impuestos tradicionales.
La sustitución de las rentas arrendadas por un sistema de administración
directa a cargo de burócratas asalariados es quizás el factor más importante
para explicar el éxito espectacular del programa fiscal de Carlos III. Después
de 1781 el gobierno recolectaba con más eficacia los antiguos impuestos que
seguían cobrándose a las tasas tradicionales. Todo indica que los tres deceniosposteriores a la Revolución de los Comuneros se caracterizaron por la expansión
económica moderada y por el aumento significativo de la población. La im-
plantación de la política de libre comercio con el imperio después de 1778
27 Para las estadísticas del tesoro ver Restrepo, Historia de la revolución de Colombia, 1:29.Francisco Antonio Moreno y Escandón, “El estado del virreinato de Santa Fe, 1772”, BHA 23(1936): 605.
El pueblo.indb 318 08/06/2009 04:39:03 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 317/375
319
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
y la introducción de algunas formas nuevas de tecnología probablemente
contribuyeron a consolidar la modesta prosperidad de que siguió disfrutando
la Nueva Granada durante los últimos decenios del imperio español.El monopolio del tabaco, métodos más eficaces para recolectar los
impuestos y una modesta expansión de la economía le dieron a Caballero y
Góngora la posibilidad de hacer algunas concesiones tributarias significativas
sin poner en peligro el objetivo cardinal de Carlos III: aumentar los ingresos de
la hacienda real. El aporte más importante del arzobispo virrey fue el rescate del
monopolio del tabaco, que representaba casi la tercera parte del aumento de los
ingresos públicos. Mas, para obtenerlo, Caballero y Góngora tuvo que desplegar
toda su pericia de político.Gutiérrez de Piñeres era un tecnócrata enérgico pero sin imaginación,
insensible a las sutilezas de la táctica. Con toda la astucia de un príncipe
eclesiástico del Renacimiento, Caballero y Góngora era también un político
realista, compasivo y paciente. Nunca vaciló en su determinación de salvar
las innovaciones fiscales de Carlos III y de aliviar al mismo tiempo los principales
factores de descontento, tanto entre las élites como en los demás grupos. La
receta de su éxito fue introducir las innovaciones fiscales y económicas de Carlos
III con tácticas paternalistas que evocaban a los Habsburgos. Su estilo político
era Habsburgo, pero el sólido contenido de su política era Borbón. Político por
excelencia, se daba cuenta de que para llegar a determinada meta la línea
recta no es necesariamente la distancia más corta entre dos puntos. Había que
emplear el compromiso, la persuasión, el disimulo, la retirada transitoria, a fin
de seducir a los intereses creados de vieja data para que aceptaran el cambio.
En una ocasión le confiaba a José de Gálvez: “Es necesario viajar lentamente
para no alarmar la mentalidad de las gentes”.28
Gutiérrez de Piñeres se sentía confuso y molesto con los zigzagueos
políticos de Caballero y Góngora. En lenguaje contenido se quejaba a Gálvez
28 Caballero y Góngora a Gálvez, 15 de octubre de 1782, AGI/ASF 594; Víctor Frankl, “Estructurabarroca”, ha argüido convincentemente que Góngora participaba del concepto barroco de “razónde estado”, el cual sostenía que los gobernantes pueden romper cualquier ley –positiva, natural, yhasta divina– si están en peligro la seguridad y el bienestar del estado. Aunque respeto su erudición,no puedo adherirme a su tesis principal; el estilo de Caballero pudo haber sido el de los Habsburgosdel siglo XVII, pero el contenido de sus políticas estaba impregnado de espíritu borbónico.
El pueblo.indb 319 08/06/2009 04:39:03 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 318/375
320
John Leddy Phelan
de la “política de indulgencia y disimulo” del prelado.29 Pero Gálvez no le
prestó atención. Caballero y Góngora manejó a Gutiérrez de Piñeres con su
habitual finesse. Si bien le reconocía su competencia como funcionario fiscal,desatendía cortésmente sus consejos en materia política. Sin embargo, el virrey
seguía consultando al regente sobre todos los asuntos. Gradualmente se fueron
acercando uno al otro en virtud del común recelo a los oidores Vasco y Vargas
y Catani y a los fiscales Silvestre Martínez y Merchante de Contreras. No sólo
Gutiérrez de Piñeres estaba resentido con ellos por haberlo tildado de cobarde
cuando huyó de Bogotá, sino que el arzobispo y el regente visitador general
compartían el repudio a la revelación de informaciones confidenciales a personas
que no pertenecían al gobierno. Por lo tanto, apoyó la recomendación del virreypara que fueran trasladados a otros cargos.30
En 1782 Gutiérrez de Piñeres ya no era el tozudo guerrero de antes
del 12 de mayo de 1781. Mal de salud y cansado de las batallas políticas de
Bogotá, esperaba el prometido ascenso a un escaño en el consejo de Indias, en
España. El 7 de diciembre de 1783 el regente visitador general salió de Bogotá
en largo viaje de regreso a la patria.31 Pese a sus achaques de salud, el primer
regente de la audiencia de Bogotá sirvió en el consejo durante diecinueve años,
hasta su muerte, en 1802.32
En el perdón general, Caballero y Góngora proclamaba una amnistía y
otorgaba algunas concesiones en materia impositiva, pero también les ofrecía a
las élites criollas un retorno más que parcial a los procedimientos tradicionales
de gobierno consultivo ejercido juntamente por los españoles de América y de
29 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 31 de julio de 1782; 31 de agosto de 1782, AGI/ASF 658.En su Relación de Mando, págs. 298-307, Caballero y Góngora alaba con entusiasmo los logros yel estilo diplomático del virrey Flórez. Insinuaba con tacto que la crisis de 1781 se precipitó hasta
cierto punto por las tácticas intransigentes y carentes de diplomacia de Gutiérrez de Piñeres.30 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 31 de enero de 1781, AGI/ASF 736-A. Estos mismos magis-
trados habían sido los principales críticos de Gutiérrez de Piñeres. Para esta controversia ver: Actasde la junta, 9 de julio de 1781, AGI/ASF 663-A, y junta a Carlos III, 31 de julio de 1781, AGI/ASF 662. Para la respuesta del regente ver Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 27 de agosto de 1781,ibíd. Este voluminoso memorando comprendía 48 folios divididos en 26 capítulos, con el título de Reflexiones. Ver también Carlos III a Gutiérrez de Piñeres, 18 de marzo de 1782, ibíd.
31 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 15 de enero de 1783, AGI/ASF 658.32 Archivo General de Simancas, Sección XXIII (Dirección General de Tesoro), Inventario 13,
legajo 9, documento 122. Samuel Chandler me suministró amablemente este dato.
El pueblo.indb 320 08/06/2009 04:39:03 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 319/375
321
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
la península. Si bien recalcaba los peligros potenciales de aliarse a la “chusma”
personificada en José Antonio Galán, les presentaba a los patricios algo nuevo,
positivo y seductor. La corona, argüía, merecía la obediencia irrestricta de sussúbditos, en particular de los prósperos e influyentes, no sólo porque así lo había
establecido Dios sino también porque solamente el Estado estaba en capacidad
de introducir la ciencia y la tecnología. De ese modo aumentaría la riqueza, para
mutuo beneficio tanto de la corona como de los criollos. El arzobispo apelaba
a las élites para formar una nueva alianza con la corona, a fin de promover el
desarrollo económico y acrecentar la prosperidad.33
Poco había de original en el pensamiento económico de Caballero y
Góngora. La mayor parte de sus ideas habían sido expuestas antes por Josédel Campillo y Cosío y por Bernardo Ward. Su encomio al valor marcial de los
conquistadores y a su presunta ineptitud como agricultores, su oposición a
los latifundios, su crítica a la explotación del trabajo de los indios, su deseo
de congregar las poblaciones rurales dispersas, y su desprecio por la pereza
y el vagabundaje, tantas veces citados, aparecieron antes sin excepción en
las recomendaciones de Campillo y Ward que fueron origen del plan general
para la modernización del imperio español durante el reinado de Carlos III.34
Lo destacado en Caballero y Góngora fue la energía con que trató de llevar a la
práctica esos planes.
La visita del oidor Mon y Velarde contribuyó a la subsiguiente pros-
peridad de Antioquia.35 Ya en 1783, el décimo libro publicado por la nueva
imprenta en Bogotá era un tratado sobre la vacunación contra la viruela.36 En
1784 se fundó en Mompós una Sociedad Económica, cuyas diversas secciones
estaban dedicadas todas a difundir la nueva tecnología. En Bogotá se instituyó
otra entidad semejante en 1801, pero esta última no disfrutaba del patrocinio
personal del arzobispo virrey.37
33 CA, 2:209.34 Para el programa Campillo-Ward ver Ward, Proyecto económico, págs. 225-319. El programa
de desarrollo económico de Caballero y Góngora está expresado muy coherentemente en suRelación de Mando, págs. 315-22, 327-62.
35 Cruz Santos, Economía, 1:124-25.36 Medina, La imprenta, págs. 30-31.37 Robert Jones Smith, The Economic Societies in the Spanish World, 1763-1821 (Syracuse,
1958), págs. 154-56, 235-36.
El pueblo.indb 321 08/06/2009 04:39:03 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 320/375
322
John Leddy Phelan
Sin ninguna duda, la hazaña científica más deslumbrante del arzobispo
virrey fue su patrocinio, activo y continuado, a la célebre expedición botánica
que habría de suscitar la admiración de los científicos en todo el mundo.38
Caballero y Góngora la organizó en 1783. Tuvo la buena fortuna de confiarle su
dirección al sabio español José Celestino Mutis. En más de veinticinco años
de investigaciones activas, la expedición acumuló una biblioteca de seis mil
volúmenes, un herbario de más de 20.000 plantas, un semillero, una colección
de muestras y de productos domésticos, una serie de pinturas sobre la fauna
colombiana, y más de tres mil ilustraciones botánicas en color, que le hacían
agua la boca a Humboldt cuando las veía. Se ocupó en geodesia, geografía y
zoología, y fundó el Observatorio. Menos éxitos en sus resultados prácticosfue el patrocinio del arzobispo a la expedición mineralógica dirigida por José
Elhuyar, pero la iniciativa es testimonio del vigor de sus intentos de introducir
en la Nueva Granada los conocimientos útiles de la Ilustración.39
A fin de aumentar la riqueza productiva de la corona y de recuperar la
lealtad de los criollos, especialmente entre los jóvenes, el arzobispo subrayó
la necesidad de introducir tanto la ciencia aplicada como la pura. Había que
cambiar drásticamente los programas de educación superior. La escolástica
tuvo que ser reemplazada por el eclecticismo filosófico; en el estudio de lasciencias la autoridad de los antiguos y de la revelación religiosa hubo de abrirle
el campo a la observación sistemática, la medición exacta y la experimentación.
Como todos los ministros “ilustrados” de su época, Caballero y Góngora era
discípulo de Benito Jerónimo Feijoo. Este sostenía que sólo en el campo de la
teología la razón natural debería guiarse por la revelación sobrenatural y por
la autoridad. El arzobispo virrey enunciaba concisamente ese objetivo cuando le
observaba a su sucesor:
38 Kathleen Romolo, Colombia, Gateway to South America (Garden City, 1944), pág. 72. Vertambién Diego Mendoza, Expedición botánica de José Celestino Mutis al Nuevo Reino de Granada(Madrid, 1909); Pérez Ayala, Caballero y Góngora. págs. 145-50, 341-42. Para algunas fuentesprimarias básicas ver Guillermo Hernández de Alba, Archivo epistolar del sabio naturalista JoséCelestino Mutis, 2 vols. (Bogotá, 1947-49). Para una bibliografía sucinta ver Pacheco, La ilus-tración, pág. 15, nota 41.
39 Relación de Mando, pág. 345-53. Para una explicación de este fracaso ver Arthur P.Whitaker, “The Elhuyar Mining Missions and the Enlightment”, Hispanic American Historical Review 31 (1931): 557-85.
El pueblo.indb 322 08/06/2009 04:39:03 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 321/375
323
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Todo el objeto del plan se dirige a sustituir las útiles ciencias exactas en lugar
de las meramente especulativas, en que hasta ahora lastimosamente se
ha perdido el tiempo, porque un Reino lleno de preciosísimas produccionesque utilizar, de montes que allanar, de caminos que abrir, de pantanos y
minas que desecar, de agua que dirigir, de metales que depurar, ciertamente
necesita más de sujetos que sepan conocer y observar la naturaleza y
manejar el cálculo, el compás y la regla, que de quienes entiendan el ente
de razón, la primera materia y la forma sustancial.40
Durante todo el decenio de 1770 se había librado una verdadera batalla
verbal entre los defensores de la vieja escolástica y los partidarios de la ciencia.Se empezó a hablar de la reorganización de la educación superior en 1768,
después de la expulsión de los jesuitas y del cierre de su universidad Javeriana.
Bogotá se quedó con una sola universidad, la de Santo Tomás, autorizada
para otorgar los grados de bachiller, maestro, licenciado y doctor. La ins-
titución era administrada por los dominicos, quienes defendían celosamente
como verdad única la herencia escolástica de Santo Tomás de Aquino. Pese
a los denodados esfuerzos del virrey Guirior, de Mutis y del fiscal Moreno y
Escandón, las fuerzas del tradicionalismo pedagógico obtuvieron una rotunda
victoria el 13 de octubre de 1779. La nueva “junta de estudios” optó por una
forma modificada de escolástica.41
40 Relación de Mando, pág. 341.41 Posiblemente la síntesis más completa de la controversia educativa está en las clásicas publi-
caciones de Guillermo Hernández de Alba, entre ellas Aspectos de la cultura en Colombia (Bogotá,1947), págs. 117-27, 132-74 y Crónica del muy ilustre Colegio Mayor de Nuestra Señora del
Rosario, 2 vols. (Bogotá, 1950), 2:87-96,127-37,141-53,157-65 y 187-91. Para un resumenbreve y reciente ver Pacheco, La Ilustración, págs. 104-22. Con información también útil pero conalgo de prejuicio favorable a los dominicos José Abel Salazar, Los estudios eclesiásticos superioresen el Nuevo Reino de Granada. 1653-1810 (Madrid, 1946), págs. 401-56, 532-625; ÁguedaMaría Rodríguez Cruz, O.P., Historia de las universidades hispanoamericanas. 2 vols. (Bogotá,1973), 1:383-88; Gómez Hoyos, La revolución granadina, 1:319-22, 325-30. Ver también FrankSafford, The Ideal of the Practical: Colombia’s Struggle to form a Technical Élite (Austin, 1976),págs. 86-97. Para algunas fuentes primarias claves ver Carlos Restrepo Canal, “Documentos delArchivo Nacional”, BHA 24 (1937): 332-71; AHN, Colegios, 2:264-337, 710-96; 4:893-901;AHN, Instrucción Pública, 2:38 ss.
El pueblo.indb 323 08/06/2009 04:39:03 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 322/375
324
John Leddy Phelan
Caballero y Góngora estaba resuelto tanto a rescatar el contenido
básico del programa educativo de Moreno como a restablecer el monopolio
del tabaco de Gutiérrez de Piñeres. En ambos propósitos siguió sus habitualestácticas de zigzagueo, sin apartarse jamás de su propia máxima de que es
necesario viajar lentamente. Su política era la de socavar indirectamente a
los dominicos y aplazar por algunos años al menos un encontrón directo con
ellos. Su gran propósito era conseguir apoyo a la ciencia entre la juventud
criolla, de tal modo que la presión de la opinión pública erosionara las defensas
de la escolástica.
El patrocinio del arzobispo a la expedición botánica constituyó un
éxito espectacular como divulgación de los beneficios de la ciencia moderna.El equipo de investigadores de Mutis constituía de facto, una facultad de
ciencias, en la que se educaron muchos criollos. José Celestino Mutis era el
primer lugarteniente de Caballero y Góngora en el campo de la educación
superior, así como Joaquín de Finestrad era su comandante de campo en el
Socorro. De hecho, Mutis se destaca como el primer ministro de educación
en la Nueva Granada, aunque ese honor debería atribuírsele también al fiscal
Moreno y Escandón.
Para presionar a los colegios del Rosario y de San Bartolomé, el arzobispoenvió visitadores a esas instituciones. Estos informaron sobre irregularidades en
el manejo de los fondos, así como sobre notables deficiencias en los programas
de enseñanza. El arzobispo no lanzó acusaciones estentóreas.42 Se cuidó de
no incurrir en el error táctico de Moreno, quien había atacado la escolástica
con una complacencia visiblemente indiscreta, mas insistió en que las ciencias
físicas y naturales se enseñaran en ambos colegios por profesores calificados.
Logró que para la cátedra que desde 1762 ocupaba Mutis en el Rosario se
nombrase un sustituto cuando el sabio se hallaba totalmente absorbido porla expedición botánica. La selección del candidato fue apropiada tanto desde el
punto de vista pedagógico como del político. Fernando Vergara y Caicedo era
discípulo de Mutis e hijo de Francisco de Vergara.43 Así, un retoño de la élite
42 Relación de Mando, págs. 339-41.43 Ibíd., págs. 339-40.
El pueblo.indb 324 08/06/2009 04:39:03 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 323/375
325
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
burocrática criolla predicaba el nuevo evangelio de las ciencias naturales en las
aulas del Rosario. El joven Vergara pertenecía tanto a Dios como a la ciencia, ya
que más tarde murió en un monasterio trapense en España.44 Caballeroy Góngora persuadió a uno de los profesores del colegio de San Bartolomé
para que enseñara las más recientes teorías matemáticas, aunque formalmente
no desempeñara una cátedra en ese campo. Los estudiantes apoyaron con
entusiasmo la determinación de su profesor.45
Otra medida del arzobispo fue la de implantar la separación entre el
colegio de San Bartolomé y el seminario diocesano. El prelado insistió en que
las dos instituciones ocuparan edificios separados. Se mostraba particularmente
inflexible respecto a que los estudiantes de derecho y de ciencias no recibieranuna educación igual a la de los futuros sacerdotes.46
Quizás la medida más efectiva de Caballero y Góngora para aumentar
las matrículas en ciencias naturales fue su insistencia en que se les diera a los
estudiantes de los dos colegios la opción de elegir entre filosofía especulativa
(escolástica) y filosofía práctica (ciencias físicas y naturales). Dado el clima
de opinión favorable a las ciencias, al que tanto había contribuido el prelado,
disminuyó el número de alumnos de filosofía escolástica mientras aumentó
considerablemente el de matriculados en ciencias.47
Hasta 1787 Caballero y Góngora no consideró que la opinión pública
estuviese lista para permitirse una confrontación directa con los dominicos.
Retocó la propuesta de Moreno y Escandón para suprimir la universidad
dominica de Santo Tomás. Propuso en cambio una universidad estatal y
pública, que habría de llamarse universidad de San Carlos –naturalmente, en
honor de Carlos III–. Sin caer en las polémicas de Moreno y Escandón contra
los escolásticos, Caballero y Góngora contemplaba una universidad en que “las
ciencias útiles y exactas”, como matemáticas, física e historia natural, tendríanplena supremacía.48 Tal universidad de San Carlos nunca llegó a la vida. Los
44 Hernández de Alba, Crónica, 2:224.45 Relación de Mando, pág. 339.46 Ibíd., págs. 339-40.47 Salazar, Estudios, pág. 453.48 Para el texto del plan ver Pérez Ayala. Caballero y Góngora. págs. 267-83.
El pueblo.indb 325 08/06/2009 04:39:03 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 324/375
326
John Leddy Phelan
dominicos ejercían aún suficiente influencia política en la corte para preservar
su monopolio de la educación terciaria hasta el fin del régimen colonial. Pero
estaban defendiendo un cascarón vacío. La nueva generación de estudiantescriollos consideraba claramente a las ciencias como el movimiento del futuro.
Los partidarios de innovaciones educacionales tenían que vérselas no
sólo con los defensores del statu quo sino también con un rival todavía más
insidioso y más perenne: la carencia de fondos públicos y privados. Dado el
apoyo entusiasta de varios virreyes, los innovadores indudablemente habrían
logrado mucho más si hubieran contado con mayores ingresos. Como suele
acontecer, los fondos estaban muy por detrás respecto a la ambición de sus
planes. En la época de Caballero y Góngora se disponía sólo de 13.132 pesosanuales para cátedras de ciencias naturales.49
Si bien los dominicos ganaron la batalla para salvar a la universidad de
Santo Tomás, Caballero y Góngora ganó la guerra para consolidar y ampliar la
función de las ciencias exactas dentro de los programas de educación superior
en la Nueva Granada. El arzobispo virrey sólo exageraba un tanto cuando le
confiaba a Mutis:
Y aunque no se puede decir generalmente que estas ciencias [fisico-
matemáticas] no se hayan cultivado con felices sucesos en este Reino (siendovuesa merced su primer introductor), puedo no obstante lisonjearme de ser su
restaurador, y quien las ha revocado como de un destierro largo y vergonzoso
a que las había obligado la ignorancia y el indiserto celo por la antigüedad.50
Mutis fue ciertamente el precursor y Caballero y Góngora el consolidador
de una verdadera revolución intelectual. Además, si bien es cierto que el cambio
en los programas educativos era un objetivo usual de todos los ministros de
Carlos III, la resistencia al cambio se mostraba mucho más intensa en la Nueva
Granada que en otras partes del imperio. México, por ejemplo, fue un precursor. Ya desde 1760 los jesuitas habían transformado los programas en sus escuelas,
y hacia 1780 la nueva ciencia era un movimiento intelectual floreciente. Esa
oposición realza el papel que desempeñó Caballero y Góngora.
49 Ibíd., pág. 340.50 Ibíd., pág. 166. La relación entre esta revolución intelectual y la independencia se examinará
en el capítulo siguiente.
El pueblo.indb 326 08/06/2009 04:39:03 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 325/375
327
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Por mucho que el virrey creyera en una solución política en donde se
combinaran el paternalismo y la conciliación con la firmeza, jamás olvidó que
en Zipaquirá, sin apoyo militar, sus únicas defensas contra la cólera popularhabían sido su ingenio y el prestigio de su cargo eclesiástico. En cuanto virrey,
estaba resuelto a que un representante del monarca no volviera a hallarse en una
situación tan expuesta. Su remedio fue reforzar el establecimiento militar.
En su declaración final, dirigida a su sucesor, encomiaba calurosamente
al virrey Flórez por su iniciativa de reforzar las milicias locales antes de introducir
los cambios fiscales. La crisis de 1781 se había burlado de la predicción de
Gutiérrez de Piñeres acerca de que los patricios y los plebeyos jamás esta-
blecerían una alianza en contra del gobierno.51
Caballero y Góngora fue elúnico virrey de la Nueva Granada no militar de profesión. Sin embargo, el único
virrey sacerdotal resultó ser más militarista que cualquiera de sus antecesores
o de sus sucesores militares.
El arzobispo virrey le confiaba a su sucesor:
Los gastos de mayor cantidad a que tiene que recurrir la real hacienda
son sin duda el sustento de las tropas y de la marina. Antiguamente se
hallaban las fuerzas reconcentradas en las plazas marítimas, cuandola policía de las provincias interiores, la administración de justicia y la
autoridad de los ministros del rey descansaban en la fidelidad de los
pueblos. Pero perdida una vez la inestimable inocencia original, necesitó
el gobierno, y desearon los fieles vasallos (que finalmente lo vinieron a ser
todos) el establecimiento de cuerpos militares para perpetuar el orden y la
tranquilidad conseguida.52
Durante el gobierno de Caballero y Góngora el total de soldados noaumentó en forma apreciable, pero estos quedaron mejor distribuidos entre las
provincias de la costa y las del interior. En 1789 había 3.959 regulares, 1.220
de los cuales estacionados en Bogotá; en 1781 sólo había 75 regulares en la
51 Gutiérrez de Piñeres a Gálvez, 31 de marzo de 1780, AGI Audiencia de Quito 574.52 Pérez Ayala, Caballero y Góngora. pág. 380. Ver también Caballero y Góngora a Gálvez, 29
de mayo de 1782, AGI/Audiencia de Quito 574.
El pueblo.indb 327 08/06/2009 04:39:03 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 326/375
328
John Leddy Phelan
capital. En 1779 había 14.592 milicianos disciplinados, todos confinados en las
provincias marítimas y ninguno en el interior. En 1789 había 15.032 milicianos
disciplinados, de los cuales 800 estacionados en Bogotá, con otros contingentesen Honda, Tunja y Socorro.53 Durante su mandato el arzobispo virrey le dio un
papel nuevo al ejército como fuerza policial en el interior. La reorganización de
la milicia constituyó la respuesta de Caballero y Góngora al artículo 18 de las
capitulaciones. En lugar de una milicia controlada exclusivamente por las élites
criollas, como la contemplada en Zipaquirá, la milicia sería un instrumento del
gobierno, aunque buena parte de los oficiales fueran criollos.
Caballero y Góngora quería combinar la persuasión pacífica con una
fuerza militar organizada, para recordarles a los vacilantes que sólo el Estadoposeía un poder coactivo legítimo. En este sentido se mostraba idéntico a
la mayoría de los burócratas de Carlos III en todo el imperio, quienes, en
contraste con los Habsburgos, veían en el ejército, y no en el clero, el bastión
de la autoridad real. A la vez se mostraba distinto en cuanto continuaba
apoyándose considerablemente en el clero. Al fin de cuentas, era tanto
arzobispo como virrey.
La política de Caballero y Góngora de tomar al ejército como fuerza
interna de policía no sobrevivió mucho tiempo a su gobierno. En 1789 elejército ocupaba el rubro más alto del presupuesto. Pero con sus sucesores
inmediatos la influencia del ejército se redujo verticalmente, disminuyó el
personal y se limitaron sus funciones. En 1794 el número de milicianos
había descendido de 15.032 a 6.960, ninguno de los cuales estacionado en el
interior. La guarnición de Bogotá la integraban sólo 564 regulares. Los gastos
de mantenimiento parecen haber sido el factor decisivo en la determinación del
gobierno de reducir sus cifras.54
Cuando Caballero y Góngora viajó a España en 1789, se hallabagravemente endeudado, pese a un ingreso anual de 80.000 pesos. Obviamente;
vivía en forma principesca. Generoso hasta el exceso, le donó a la arquidiócesis
de Bogotá su considerable biblioteca y una importante colección de cuadros.55
53 Para las estadísticas militares ver Kuethe, “Military Reform”, caps. 4 y 7.54 Ibíd., cap. 7.55 Pérez Ayala. Caballero y Góngora, págs. 187-94, 197-201, 285-96.
El pueblo.indb 328 08/06/2009 04:39:04 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 327/375
329
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Cuando un terremoto devastador asoló a Bogotá en 1785, la generosidad de
Caballero y Góngora no se hizo sentir por su ausencia. Contribuyó con su sueldo
de arzobispo para ayudar a los gastos de reconstrucción. Mientras vivió enCartagena construyó una residencia confortable, aunque no lujosa, en Turbaco,
que le costó unos 20.000 pesos. Le donó la casa a la corona para que sus
sucesores en el virreinato tuvieran una residencia apropiada en un clima algo
más salubre y agradable que el de la tórrida Cartagena.56
Claro está que el arzobispo daba frecuentes y generosas limosnas a
instituciones eclesiásticas. Pero su generosidad no consistía exclusivamente en
actos desinteresados de pura caridad cristiana. Su magnanimidad perseguía a
veces un propósito político más mundanal. Al explicar el lamentable estado
de sus finanzas, le confiaba al conde de Floridablanca, con discreta candidez y
utilizando la tercera persona:
Que el arzobispo de Santa Fe está abrumado de deudas porque ha
permitido que sus obligaciones de pastor y de virrey consuman todas sus
rentas, gastando parte de sus entradas en actos caritativos y destinando
otras rentas a fines políticos con miras a comprar y a preservar (si son
permisibles tales términos) con liberalidad la fidelidad y la lealtad de los
vasallos del rey.57
La fórmula de Caballero y Góngora para restaurar la autoridad real
después de la convulsión de 1781 fue un mosaico intrincado de lo viejo y de
lo nuevo. A fin de salvar la sustancia del programa neomercantilista, más
bien moderado, de Carlos III, sacrificó los objetivos políticos más radicales del
monarca. Llegó a darse cuenta de que no podía desconocerse la compleja red deprocedimientos y de costumbres políticas que gradualmente se había ido formando
56 Para una lista parcial de sus limosnas ver ibíd., págs. 160-162. Algunos establecimientoseclesiásticos y muchos individuos laicos recibieron ofertas del arzobispo para reparar sus casas.
Varias pertenecían a familias de la élite criolla como los Ricaurtes, Caicedos, Álvarez, Casals y Vélez.Caballero y Góngora a Gil y Lemos, 15 de mayo de 1789, AGI, Estado 54.
57 Caballero y Góngora a Floridablanca, 26 de marzo de 1789, ibíd. Todo lo referente a susdeudas está en este legajo.
El pueblo.indb 329 08/06/2009 04:39:04 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 328/375
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 329/375
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 330/375
19. Caballero y Góngora y la Independenciade Colombia
La crisis de 1781 no fue una revolución social abortada, ni un primer paso
de la Nueva Granada hacia la emancipación política de la corona española.
Pero 1781 fue el preludio de dos movimientos de enorme importancia en la
historia del siglo XIX: el federalismo y el anticlericalismo.
Hay que distinguir nítidamente entre las consecuencias de la crisis de
1781 y sus antecedentes históricos. Estrictamente dentro del contexto de 1781,
la Revolución de los Comuneros se conformaba a una dialéctica que solía
funcionar durante el régimen colonial. Las autoridades centrales proponían
políticas nuevas: tesis; las élites y los otros grupos en la Nueva Granada
protestaban vigorosamente contra el contenido de las nuevas políticas así
como contra la forma en que eran aplicadas: antítesis. Caballero y Góngora
suministró la síntesis: un compromiso notablemente operativo y duradero entre
las dos fuerzas.
En este proceso ninguna de las dos partes obtuvo sus máximas aspi-raciones; ninguna, tampoco, quedó con las manos vacías. Carlos III no logró
institucionalizar su monarquía centralizada y unitaria, pero el poder central que-
dó vigorizado en forma considerable. Pero incluso ésta resultó ser una victoria
pírrica. La involucración de España en las guerras de la Revolución Francesa
después de 1789 produjo rápidamente una parálisis virtual del control de Madrid
sobre sus posesiones de ultramar. Lo que ganó la corona por medio de
sus innovaciones fiscales y técnicas fue un aumento de la prosperidad en sus
dominios americanos y un aumento consiguiente en los ingresos reales. Loscriollos de la Nueva Granada no lograron la utopía política consignada en
las capitulaciones de Zipaquirá: autogobierno criollo bajo la égida de la corona.
Pero obtuvieron una victoria importante al obligar a las autoridades a actuar
dentro del espíritu de la “constitución no escrita” cuyos principios fundamentales
eran la consulta, el cogobierno y el compromiso. El establecimiento burocrático
criollo no fue despojado de sus atribuciones, como lo habían pretendido Gálvez
El pueblo.indb 332 08/06/2009 04:39:04 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 331/375
333
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
y Gutiérrez de Piñeres. Juan Francisco Berbeo pudo haber perdido su cargo de
corregidor, pero el incipiente federalismo que él representaba se vio vindicado en
1795 con la creación del corregimiento del Socorro, antecesor del estado deSantander en el siglo XIX. Y los hombres y mujeres de 1781, especialmente
los pobres, obtuvieron no pocas concesiones tributarias y un procedimiento
mucho menos abrupto para recolectarlas. También los indios obtuvieron una
protección significativa.
Para llegar a un compromiso tanto la corona como los comuneros
hicieron sus principales concesiones en la esfera política. Ambos, de hecho,
renunciaron tácitamente a sus respectivas revoluciones políticas. El arreglo
definitivo estipulaba un regreso al statu quo constitucional previo a 1778, conalgunas modificaciones significativas en pro de una mayor centralización.
El carácter dialéctico de la crisis de 1881 y de su solución no constituye
novedad. Esa era la forma como la Nueva Granada, así como los otros reinos
de las Indias, habían sido gobernados durante más de dos siglos. La corona
proponía, los colonos se oponían, y la burocracia buscaba el compromiso.
Mediante el empleo cuidadoso de la fórmula “se obedece pero no se cumple”,
este proceso de conciliar intereses conflictivos se efectuaba pacíficamente
dentro de un marco burocrático.1
Lo peculiar de 1781 radica en que introdujoun factor nuevo en esta ecuación política tradicional: la coacción y la amenaza
de violencia. El gobierno se negó deliberadamente a utilizar el veto suspensivo.
Tuvieron que congregarse a un día de camino de Bogotá veinte mil ciudadanos
airados, aunque mal armados, antes de que las autoridades se dieran cuenta
de la necesidad de negociar un arreglo. Es posible especular que si el poder
indiviso hubiera permanecido en las manos políticamente expertas del virrey
Flórez en vez de pasar a un tecnócrata rígido y autocrático como Gutiérrez de
Piñeres no hubiera habido encuentro en Zipaquirá en 1781. Tal era la opinióntácita de Caballero y Góngora.2 Con todo, el choque se produjo. Mas, incluso
con el nuevo elemento de la violencia, la solución de la crisis se conformaba
al patrón tradicional de propuesta, oposición y compromiso.
1 Para algunos ejemplos ver mi Kingdom of Quito,págs. 66-85, y mi Hispanization of the Philip- pines: Spanish Aims and Filipino Responses, 1565-1700 (Madison, 1959), págs. 93-120.
2 Ver su Relación de Mando, págs. 298-307.
El pueblo.indb 333 08/06/2009 04:39:04 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 332/375
334
John Leddy Phelan
La historiografía no le ha sido favorable a Juan Francisco Berbeo.
Muchos historiadores a quienes les agrada considerar a los comuneros como
precursores de la independencia política lo han criticado con diferentes gradosde intensidad por no haber ocupado la capital y por su presteza para aceptar
las capitulaciones de Zipaquirá. Anteriormente dije que no fue incompetente
ni desleal; que su objetivo real era el modesto de exigirles a las autoridades la
vuelta al espíritu de la “constitución no escrita” de la Nueva Granada. Dentro
de este contexto, Berbeo logró un éxito rotundo. Al encabezar hábilmente
una coalición multiétnica que no carecía de sus propias tensiones internas,
Berbeo y sus legiones le enseñaron a la administración española, de Carlos III
para abajo, que no podían desconocerse impunemente las aspiraciones y lastradiciones de la Nueva Granada. No es ésta la materia de que están hechos
los héroes populares, pero es un logro político significativo, aunque carezca de
espectacularidad.
La historiografía ha entronizado a José Antonio Galán como precursor
de una frustrada revolución social de los de abajo cuando, dentro de los hechos
históricos, era en 1781 tan partidario de la revolución social como pudo haberlo
sido Juan Francisco Berbeo.
Paradójicamente, el hombre que se dice derrotó a los comuneros, AntonioCaballero y Góngora, ha recibido de los historiadores un tratamiento más amable
que el que le han dado a Berbeo. Es verdad que algunos han criticado su dupli-
cidad de Jano, pero la mayoría han encomiado la manera conciliatoria como
restableció la autoridad real. Por encima de todo, muchos colombianos ven con
comprensible gratitud su patrocinio activo de las enseñanzas de la Ilustración.
Pocos historiadores disentirán respecto a que 1781 constituye una línea
divisoria en la historia de Colombia, aunque existe un honrado desacuerdo sobre
el significado de esa frontera. Algunos historiadores económicos han subrayadola continuidad de 1778 a 1850 del monopolio del tabaco reorganizado por
Gutiérrez de Piñeres.3 En ese periodo el tabaco, que constituía importante fuente
de ingresos para el gobierno, se seguía produciendo para el mercado doméstico.
Tan sólo desde 1840 se convirtió en producto de exportación, lo cual constituyó
3 Harrison, “The Evolution of the Colombia Tobacco Trade”, 163-74.
El pueblo.indb 334 08/06/2009 04:39:04 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 333/375
335
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
una nueva línea divisoria. En su estudio sobre las formas de tenencia de la tierra
y de movilización del trabajo, William McGreevey considera el periodo de 1760
a 1845 como una unidad histórica. Bajo los últimos Borbones y a comienzosde la república el ritmo del cambio era real, pero lento en comparación con
la aceleración que se produjo con la llegada de los radicales, los “Gólgotas”, al
poder, durante los decenios comprendidos entre 1845 y 1885.4
¿En qué sentido representa Caballero y Góngora una continuidad
dentro de la historia de la Nueva Granada? La cuestión no ha sido explorada
todavía.
El prelado recibió la recompensa que específicamente había solicitado.
El 19 de junio de 1789 llegó a La Coruña, de donde viajó a Córdoba, en suAndalucía natal, para asumir el obispado de esa histórica sede. Quizás el
triunfo personal más deslumbrante de su gobierno tuvo lugar el 12 y el 13
de marzo de 1796, cuando recibió al rey Carlos IV y a su reina durante una
gira por Andalucía. La recomendación del capítulo de la catedral al rey, de que
solicitara al Papa el capelo cardenalicio para el arzobispo-obispo de Córdoba,
se malogró, pues pocos días después de la salida de la real pareja, la muerte le
llegó súbitamente a Antonio Caballero y Góngora, el 24 de marzo de 1796,
a la edad de setenta y dos años.5
Durante sus últimos años y desde la aparente tranquilidad de Córdoba,
Caballero y Góngora fue testigo de las primeras oleadas de la Revolución
Francesa. Mas esta convulsión no destruyó del todo el mundo que con tanta
habilidad había preservado en la Nueva Granada.
La Revolución Francesa terminó por arrasar el principio de autoridad
de la corona española en el nuevo mundo. De un lado, el arzobispo virrey
intimidó a los criollos con el fantasma de la revolución social, a fin de destruir
la coalición entre las élites y los plebeyos. Por otra parte trató de forjar unanueva alianza entre los criollos y la corona, basada no sólo en teorías sobre la
monarquía sino en el interés económico. Fue el exponente de una doctrina de
la Ilustración que propugnaba una nueva concepción de la legitimidad política,
4 McGreevey, Colombia, págs. 19-48.5 Para su carrera como obispo de Córdoba ver Pérez Ayala. Caballero y Góngora. págs.
203-38.
El pueblo.indb 335 08/06/2009 04:39:04 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 334/375
336
John Leddy Phelan
la que ha tenido considerable acogida incluso en nuestra época, y no sólo en
Colombia sino en toda América Latina. Peter H. Smith ha denominado con
propiedad a esta concepción de la legitimidad política como pericia funcional.Ese término, traducido a la terminología del siglo XVIII, quiere decir “despotismo
ilustrado”. Añade Smith:
Esta noción de logro-pericia se basa en la pretensión de que la autoridad
debe estar en manos de gentes que tienen el conocimiento, la pericia o la
habilidad general para producir logros específicos –por lo general, aunque no
siempre, logros económicos–. En este caso la autoridad deriva esencialmente
de la deseabilidad del logro mismo; hay un compromiso con el objetivo,no con los medios.
Se exige así, y presumiblemente se obtiene, la obediencia política por
razones no políticas. La estructura política per se pierde importancia.
Los dirigentes están en libertad de adoptar cualquier método, no importa lo
represivo que sea, en tanto puedan demostrar progresos hacia el objetivo
que se busca.6
A finales del siglo XIX esta forma de legitimidad política obtuvo ampliaaceptación en muchos países de América Latina bajo el lema positivista
de “orden y progreso”. Dos de sus personificaciones más exitosas fueron
Porfirio Díaz en México y Rafael Núñez en Colombia. Las similitudes y las
continuidades entre Caballero y Góngora y Núñez son sorprendentes. Ambos
estadistas compartían la misma finalidad de utilizar al Estado como instrumento
creativo para promover la prosperidad económica mediante la introducción de
la tecnología. Obviamente, el contenido de las políticas específicas de Núñez
difiere del de las de Caballero y Góngora, ya que un siglo las separa. Latecnología de Núñez era navegación de vapor, telégrafos, ferrocarriles y mejoras
en los correos; la de Caballero y Góngora consistía en la expedición botánica,
la consolidación de la nueva ciencia en los programas de educación superior,
nuevos métodos de extracción de minerales y la introducción de la vacuna
6 Smith, “Political Legitimacy”, New Approaches to Latin American History, pág. 238.
El pueblo.indb 336 08/06/2009 04:39:04 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 335/375
337
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
contra la viruela. En contraste con Caballero y Góngora, cuyo objetivo, en un
imperio centralizado, era aumentar los ingresos gubernamentales por medio
de una administración más eficiente de los monopolios reales, entre los años1880 y 1890 Núñez pensaba en una autarquía de inspiración nacionalista.
El Estado debía introducir tarifas para proteger a la industria naciente, en
particular la de textiles. Núñez no podía propiciar en forma tan cruda el ideal
de Caballero y Góngora de obediencia ciega, pero era partidario de una forma
más tenue de autoritarismo político. Ambos, es cierto, tuvieron que consagrarle
excesiva energía a los medios políticos, ya que la tarea del prelado consistía en
liquidar un levantamiento y la del jefe conservador en trascender el legado
político de la era radical. Pero ambos compartían la convicción de que la metade la prosperidad económica –considerada en forma distinta– estaba por
encima de los medios políticos utilizados.7 Ambos exigían obediencia política
por razones esencialmente no políticas. Ambos eran abogados del estatismo
en nombre del desarrollo económico.
La pericia funcional no desapareció con la generación positivista de
finales del siglo XIX. Ha aparecido en nuestra época en nuevas encarnaciones,
a medida que docenas de regímenes han buscado la meta de la modernización
por medio del desarrollo. La pericia para el logro ha sido la pretensión de varios
regímenes militares contemporáneos, tan distintos como la tiranía de Trujillo en
la República Dominicana y la actual dictadura del Brasil. En el decenio del 60,
con la inspiración de la Alianza para el Progreso, muchos regímenes mucho
menos autoritarios invocaron ese principio de legitimidad política. Todos ellos
eran herederos remotos del despotismo ilustrado de Carlos III.
Como recalca Smith, la aptitud para el logro no fue la única forma
de legitimidad política que surgió en América Latina tras el derrocamiento de
la legitimidad tradicional de la época colonial. La legalidad, el carisma y la
personalidad dominante suministraron otros pretextos de igual importancia
para justificar la autoridad gubernamental.8
7 Para un análisis sugestivo de las finalidades de Núñez ver Indalecio Liévano Aguirre. Rafael Núñez (Bogotá, 1944), págs. 168-81.
8 Smith. “Political Legitimacy”, págs. 229-55.
El pueblo.indb 337 08/06/2009 04:39:04 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 336/375
338
John Leddy Phelan
Uno de los legados duraderos que Antonio Caballero y Góngora le dejó
al país que gobernó con un máximo de benevolencia y un mínimo de represión
es la noción de un Estado dinámicamente intervencionista como promotor de laprosperidad económica. De todos los ministros de Carlos III que buscaron este
objetivo, fue él, sin duda, el más coherente y el más exitoso. El prelado le dejó
a la Nueva Granada otra herencia importante. Él, más que cualquier otra persona
en 1781, echó las bases para la emancipación política de una generación más
tarde. Lo que en 1781 hacía impensable el repudio de la corona española es que
todos, patricio criollo o mestizo plebeyo, aceptaban un principio de legitimidad
política que era providencialista, autoritario y tradicionalista. Durante tres siglos
la corona había pedido, y la había recibido con entusiasmo, la obediencia de sussúbditos dispersos por cuatro continentes, ya que todos creían que Dios había
dispuesto así al mundo.9 Incluso en la esfera del mundo natural se buscaban
explicaciones que se basaran en la autoridad de los filósofos de la antigüedad
y estuvieran guiadas por la revelación religiosa, tal como la exponían los
teólogos escolásticos. Los hombres de 1781 no tenían vara de medir distinta
del autoritarismo tradicionalista y providencialista de sus antepasados. Su
protesta angustiada y tumultuaria, consagrada en el lema “Viva el rey y muera
el mal gobierno”, era simplemente la petición de que Carlos III y sus ministros
gobernaran de acuerdo con los sistemas consagrados a lo largo del tiempo.
Fue Caballero y Góngora quien les dio a los criollos las herramientas
intelectuales para socavar los cimientos mismos del antiguo régimen. Él
garantizó la victoria de una revolución pedagógica al consolidar la supremacía
de la razón natural, sin necesidad de la revelación sobrenatural, para explicar el
mundo natural. Su propaganda casi evangélica de la ciencia y de la tecnología
nuevas estaba inspirada en el doble objetivo de sacar a la Nueva Granada de su
perenne pobreza y de forjar una nueva alianza entre los criollos y la corona.
Pero las consecuencias de largo alcance de su revolución pedagógica
distintas de las que él había anticipado. La generación que llegó a la madurez
entre 1781 y 1810 absorbió con avidez la nueva ciencia, pero después de
9 Para un análisis más amplio del carácter bastante complejo de la legitimidad tradicional enEspaña ver Killgdom of Quito, págs. 320-37.
El pueblo.indb 338 08/06/2009 04:39:04 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 337/375
339
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
1808 aplicó su metodología racional no sólo al ámbito físico y natural sino
también, lo que resultó más importante, al mundo político. La filosofía política
de la Ilustración, al recalcar el derecho a la insurrección, de soberanía popular,el contrato social y el gobierno representativo, suministraba un verdadero
arsenal de argumentos. Los intelectuales criollos después de 1808 tuvieron
así un criterio hostil para juzgar al antiguo régimen, algo que ostensiblemente
hacía falta en 1781.
La administración virreinal de Caballero y Góngora fue una línea
divisoria en el ámbito decisivo de la legitimidad política. Por una parte, trató
de reforzar la tradición providencialista de la legitimidad “al reemplazar el
“se obedece pero no se cumple” del espíritu de los Habsburgos por la doctrina de
obediencia ciega inspirada en el modelo de Luis XIV. Pero no era un ideólogo
intransigente. Como político práctico, se hallaba perfectamente dispuesto
a hacerle concesiones al espíritu de la “constitución no escrita” de la Nueva
Granada que se había ido formando gradualmente durante los dos siglos de
reinado de los Austrias. Pero su ideal de “despotismo ilustrado”, compartido por
todos los ministros de Carlos III, era una forma nueva de legitimidad política
que podía distinguirse fácilmente de la legitimidad tradicionalista. Y justamente
fue eso lo que hizo la generación de 1810. El ideal del Estado como promotor
de prosperidad podía llevarse a cabo tanto por una república dirigida por los
criollos como por una monarquía tradicionalista.
El énfasis de Caballero y Góngora en la ciencia y la tecnología
contribuyó mucho a ampliar los horizontes intelectuales de la generación
de 1810. El movimiento de independencia fue esencialmente aristocrático
e intelectual. No fue el levantamiento de las masas laboriosas y oprimidas
sino la obra de criollos de la clase alta, con orientaciones intelectuales, cuyasmentes y cuyas actitudes se habían visto estimuladas por el pensamiento
científico de la Ilustración. Se puede alegar que la introducción de la nueva
ciencia no refleja necesariamente una actitud mental más crítica. Los criollos
aficionados a la ciencia pudieron haber aceptado la nueva ciencia como acep-
taron la vieja ciencia escolástica, doctrinas recibidas e inculcadas de manera
El pueblo.indb 339 08/06/2009 04:39:04 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 338/375
340
John Leddy Phelan
autoritaria.10 Aunque esto sea cierto en parte, la nueva ciencia representaba
una manera racional y secular de mirar el mundo, y el mundo que veían era
el de la Revolución Francesa y el de Napoleón. Ciertamente, es una ironía queun arzobispo que trató de crear una solidaridad nueva entre los patricios
criollos y la corona le suministrara a la generación siguiente los instrumentos
intelectuales para romper los viejos vínculos de la Nueva Granada con la
madre patria. Para el caso, el propio sobrino de Caballero y Góngora, Manuel
Torres, fue el primer representante diplomático de la recién nacida república
de la Gran Colombia ante el gobierno de los Estados Unidos.11
Pero en 1810 había entrado en juego todo un conjunto de circunstan-
cias nuevas, y en 1780 nadie hubiera podido anticiparlas. En 1810 se habíadejado sentir el impacto de la revolución de América del Norte. La Revolución
Francesa y Napoleón habían contribuido con otros ejemplos explosivos, y la
crisis de la legitimidad monárquica en España le ofrecía a la generación de 1810
una seductora invitación a buscar la independencia política.
Por mucho que los patriotas colombianos deban respetar el recuerdo y las
acciones de Juan Francisco Berbeo y de José Antonio Galán, los comuneros, en
última instancia, eran voceros de un mundo que pronto habría de esfumarse
en el pasado. Fue Caballero y Gongora quien, sin darse cuenta, abrió la puertaque daba al futuro.
10 Frank Stafford me expuso vigorosamente un argumento semejante en una conversaciónpersonal.
11 Pérez Ayala, Caballero y Góngora, págs. 243-47.
El pueblo.indb 340 08/06/2009 04:39:04 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 339/375
Nota sobre las fuentes
La mayor parte de la documentación de este libro provino de dos sitios: el Archivo
Histórico Nacional de Bogotá y el Archivo General de Indias de Sevilla. No resulta
exagerado afirmar que la historia de los comuneros no puede escribirse sin largos
periodos de investigación en esas dos célebres instituciones. El principal tesoro
del Archivo Histórico Nacional son los dieciocho volúmenes encuadernados de
manuscritos con el título de “Los Comuneros”. Son particularmente ricos en
lo que concierne a los acontecimientos en la Nueva Granada, especialmente la
correspondencia de los jefes comuneros entre sí y con las autoridades de Bogotá.
Los otros grandes fondos de los archivos nacionales sólo aportan detalles com-
plementarios importantes sobre la crisis de 1781. Este sólido acervo documental
fue empastado gracias a la previsión de Germán Arciniegas, quien era entonces
ministro de Educación en el gobierno del presidente Eduardo Santos.
Después de ésta, la colección más rica en Colombia, aunque más reducida
en su alcance que la de Bogotá, es el Archivo de la Notaría, alojado en la Casa de
la Cultura del Socorro. Esa institución se fundó con el apoyo entusiasta de HoracioRodríguez Plata. La colección, que consta de veintiocho gruesos volúmenes que
abarcan el periodo comprendido entre 1691 y 1802, contiene muchas fuentes
primarias para la historia de esa comunidad, especialmente dotes, testamentos,
ventas de tierras y ventas de esclavos. Carece de registros sobre transacciones
comerciales. El archivo de la Villa del Socorro ha desaparecido.
La Academia Colombiana de Historia, la colección privada de José
Manuel Restrepo, la Lilly Library en la universidad de Indiana, y el Museo
Británico albergan también documentos valiosos, pero la mayoría sonduplicados que pueden hallarse en el Archivo Histórico Nacional de Bogotá o
en el Archivo General de Indias de Sevilla. Con la amenaza de los piratas o con
la posibilidad de que los buques fueran capturados en tiempo de guerra, era
corriente hacer duplicados de toda la correspondencia intercambiada entre
Bogotá y Madrid, y por lo general una de esas copias permanecía en una de
las dos ciudades.
El pueblo.indb 341 08/06/2009 04:39:04 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 340/375
342
John Leddy Phelan
La documentación de Sevilla complementa por lo general los fondos de
Bogotá. El tesoro de Sevilla consiste en los voluminosos informes de los virreyes,
la audiencia y los regentes visitadores generales enviados a las autoridadescentrales en España. Muchas de esas relaciones incluyen también como apén-
dices copias de la correspondencia intercambiada en la Nueva Granada, de la
cual se hallan también muchas copias en Bogotá. Entre las fuentes más útiles
figuran las siguientes: Audiencia de Santa Fe 658-661, 696-700, 590-593,
573-662, 663-A, 577-B, 594, 663-664.
El pueblo.indb 342 08/06/2009 04:39:05 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 341/375
343
Índice analítico
AAcosta, José Rito de, 78, 83
Aguardiente: y la corona, 37, 44; definición de, 44; e ingresos reales, 46; pro-
ducción ilegal de, 45; legalización de, 45; prohibición, 45; destrucción
de, por los comuneros, 47, 208, 230; aumentos y rebajas de precio, 51,
70, 207, 303, 316
Aguardiente, monopolio del: ganancias del, 43-45; establecimiento del, 45;funcionamiento del, 46; distritos administrativos del, 46; administra-
ción estatal del, 46-47; y los dueños de cañaduzales, 47, 230; y las
capitulaciones de Zipaquirá, 230; y daños durante los disturbios, 303
Agustinos, 176
Aimará, 142
Alcabala: y los ingresos reales, 56, 318; administración de sus subdivisiones,
50; reducción de, 179, 304, 316
Alcalde de la santa hermandad, 77, 248, 248 (n. 9)
Alcaldes ordinarios, 62
Alcantuz, Lorenzo, 273, 281, 283, 286
Alfabetismo, 93, 94
Algodón, hilaza de: su uso como moneda, 73, 186
Alianza para el Progreso, 338
Álvarez, familia, 30-33 pássim, 312
Álvarez, Manuel Bernardo, 28, 31, 81, 103, 176, 253
Álvarez, Rita, 41
Álvarez y Lamo, Magdalena, 81
Álvarez y Quiñones, Claudio, 81
Ambalema, 42, 79, 270
América del Norte: tabaco, 42-43; movimiento de independencia 252; fede-
ralismo, 245
El pueblo.indb 343 08/06/2009 04:39:05 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 342/375
344
John Leddy Phelan
América española: y las asambleas legislativas, 58; reorganización territorial,
160; y la negociación burocrática, 252; y la abolición de la esclavitud,
224-25; y la migración extranjera, 256-57Andalucía, 335
Andes, 133, 152
Angulo y Olarte, José Ignacio: fuga del Socorro, 70; y la situación en el Soco-
rro, 164; y Galán, 283; mencionado, 72, 82, 83, 96
Anticlericalismo, 238, 244
Antioquia: rebelión de los esclavos, 216, 270; prosperidad de, 321; mencio-
nada, 161, 162
Aquino, Santo Tomás de, 125, 227, 324Aranda, conde de, 27
Araque, Antonio José de, 169, 193
Arce, Ignacio de, 206
Archila, Ciriaco de: y “nuestra cédula”, 105-06; preso, 106, 275; anteceden-
tes de, 106; y la carta anónima, 207-08
Archila, Pedro Fabio, 105, 149, 169
Archivo General de Indias, 107
Ardila, Diego de, 98, 116Ardila, familia, 279
Ardila, Marcelo de, 271
Ardila, Margarita de, 85
Ardila, Pablo, 95
Ardila y Oviedo, José Ignacio, 95
Ardila y Olarte, Ignacio, 95, 98, 278
Ardila y Oviedo, Mateo, 85, 88, 93-99, 101, 106, 279
Areche, Juan Antonio, 20, 22, 139Arejula, Manuel de, 265
Arequipa, 139
Argüello, Ana María de, 261
Aristóteles, 125
Armada de Barlovento, impuesto de: 229; rebelión de Tunja, 119; abolición
de, 180, 229, 303, 316; mencionado, 49, 50, 51, 70, 188, 207
El pueblo.indb 344 08/06/2009 04:39:05 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 343/375
345
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Aróstegui y Escoto, 101, 253
Arzobispo de Bogotá: salario, 90; como virrey interino, 309; como virrey en
propiedad, 309. Ver también Caballero y Góngora, AntonioArrojo, Joaquín de, 72
Audiencia: restricción de autoridad, 22; origen geográfico de los funcionarios,
22-31; venta de cargos en la, 24-25; magistrados, 31; europeización
de la, 33; reparto de cargos, 53; política durante los motines, 73-74;
expedición militar al Socorro, 73-74, 116, 164; y los plebeyos, 121;
responsabilidad de la, 121; y veto suspensivo, 105; y los resguardos
indígenas, 121-22, 130-31; representación étnica, 176-75; poder de
la, 220; y Galán, 273, 275, 281-89; y Ambrosio Pisco, 277, 283; y lascapitulaciones de Zipaquirá, 277; y la represión ejemplarizante, 283; y
las autoridades reales en Madrid, 282; y Caballero y Góngora, 283; y el
corregidor del Socorro, 301; y las elecciones a los cabildos, 302; y las
instrucciones del rey, 308-09; juego de poderes, 308-09; faccionalismo,
309; y Gutiérrez de Piñeres, 308-09
Austria, casa de, 220, 253, 336; mencionada, 19
Autoridades en Bogotá: y la negociación con los rebeldes, 161, 177, 180,
268; y el descontento popular, 166; y la batalla de Puente Real de Vé-lez, 171; y los comuneros, 175, 181, 182-83; y la revolución política de
Carlos III, 177; y los criollos, 177, 181, 206, 212-13, 333; y el sistema
político tradicional, 178; y la campaña de Galán, 193, 261; y el nom-
bramiento de Pisco, 193-94; y el descontento indio, 194; y Gutiérrez de
Piñeres, 202; llamado al virrey Flórez, 202-05; y las capitulaciones de
Zipaquirá, 244; fuerza militar, 276. Ver también Audiencia
Ayala, Antonio de, 101
Azpilcueta, Martín de, 108 Azúcar, plantaciones de, 45, 47, 230
BBarichara, 41, 69, 70, 91
Barrera, Joaquín de: y los tunjanos, 201-02; mencionado, 166, 150, 151
Bastilla, 293
Becerra, Antonio, 169
El pueblo.indb 345 08/06/2009 04:39:05 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 344/375
346
John Leddy Phelan
Beltrán, Manuela, 71, 88, 91
Berbeo, Albino, 77, 248
Berbeo, Domingo Antonio, 76Berbeo, hermanos, 77, 88-89
Berbeo, Juan Francisco: fortuna de. 67, 76-81; y la élite criolla, 73, 79-81,
206; ascendencia de, 76-79; y Salvador Plata, 82-83; y Francisco de
Vergara, 101, 176; acciones militares de, 116, 167-68, 182, 187, 193,
196; lealtad a la causa de los comuneros, 117, 208; Y el manifiesto de
Silos, 157, 158; y los capitanes generales, 161, 200, 204; y la guerra
psicológica, 171, 193, 198-99; y el supremo consejo de guerra, 172,
173; y la ocupación de Bogotá, 181, 186, 196, 206, 231, 232, 269,333; y Ramón Ramírez, 183; habilidad de, 182;y el virrey Flórez, 187;
y Gutiérrez de Piñeres, 187; y la independencia política, 187. 193; obje-
tivos de, 188-89; y la negociación, 188-89, 194, 204, 215; y Francisco
Suárez, 193; y los indios, 194, 220, 222-23; y Ambrosio Pisco, 193,
194, 200, 213-14; y la coalición comunera, 193, 204; y las negocia-
ciones de Nemocón, 194; y Caballero y Góngora, 194, 196-97, 208,
216, 277; poder de, 198; y las minas de sal, 200; y las capitulaciones
de Zipaquirá, 202, 206-07, 215, 220; y la expedición de Bernet, 203;y los rumores de soborno, 208; y Filiberto José Estévez, 208; y la Gran
Bretaña, 212; y el origen popular de la soberanía, 221; y el descontento
popular, 232; y los plebeyos, 232; y el cargo de corregidor del Socorro,
244, 277, 301, 333; y Galán, 269; muerte de, 301; en la historiografía,
334; y el federalismo, 333; logros de, 334-35; y la revolución social,
334; y los colombianos, 340
Berbeo, Juan Manuel, 77, 83, 88, 305
Berbeo, Justino, 77Bemet, José: expedición de, 171, 203, 271, 276, 283, 302
Bodega Llano, Joaquín de la, 267 Bogotá: y la venta de cargos en la audiencia,
24-25; y la causa de los comuneros, 34, 120, 180, 204; y los diezmos
eclesiásticos, 60; los dominicos en, 121; bibliotecas, 124; ejército, 166,
177, 180; y la subversión interna, 180; defensa de, 180-81; estado de
El pueblo.indb 346 08/06/2009 04:39:05 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 345/375
347
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
sitio, 181; población de, 196; y la Sociedad Económica, 321-22; terremo-
to, 328. Ver también Audiencia; Autoridades en Bogotá
Bolingbroke, Henry Saint-John, 255 Bolívar, Simón, 160, 196Bolivia, 144
Borbones: y la descentralización burocrática, 15; derrocamiento de, 16; po-
lítica de nombramientos, 23-24; y los criollos, 23-24, 33, 120; y la
venta de cargos judiciales, 24-25; y los cabildos, 120; y la teoría política
española, 125; y el absolutismo francés, 125; centralismo, 125, 295; y
los extranjeros, 256; virreyes obispos, 309
Bossuet, Jacques-Bénigne, 295, 298
Boston: motín del té, 57Boyacá, 130, 155
Bozque, 81
Bráñez, Domingo, 124
Brasil, 338
Briceño, Manuel, 122, 212
Bucaramanga, 167, 182, 184
Bucareli y Ursúa, 22
Buenos Aires, 23, 158 Burkholder, M.A., 25
CCaballero y Góngora, Antonio: y las capitulaciones de Zipaquirá, 13, 33, 207,
277, 281; y la Ilustración, 16; concepto del Estado, 16, 337; y la “con-
stitución no escrita”, 16, 336; lección de la revolución comunera, 19,
330; y el ejército, 55, 204, 326-27; tácticas de, 55-56, 319; uso de la
fuerza, 56, 319; habilidad política, 75, 259, 310, 319, 330; y Filiberto José Estévez, 83; y Lozano de Peralta, 106, 312, 313; y los capuchi-
nos, 109, 292, 305-06; y los indios, 134-35, 226; como negociador,
161, 178; como virrey, 178, 259, 303, 309, 336; estrategia de dividir
a patricios y plebeyos, 188, 276, 302; y Galán, 193, 282, 324, 290,
315, 330, 335; y Berbeo, 194, 207, 277; y el supremo consejo de
guerra, 194-95, 301; y las excomuniones, 198; colisión en Zipaquirá,
El pueblo.indb 347 08/06/2009 04:39:05 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 346/375
348
John Leddy Phelan
198, 334; y los comuneros, 200, 201, 208-09; y la ocupación de Ca-
jicá, 201-02; reparto de sobornos, 201, 202, 202 (n. 8); y la expedición
de Bemet, 203-04; y la carta anónima, 207; y la corrupción, 208; y losplebeyos, 215, 302; y las tarifas eclesiásticas, 237; y la obediencia a
la autoridad, 258, 300, 330, 330, 338; y el programa fiscal, 258, 317,
318; política de reconciliación, 276, 293, 330; y Salvador Plata, 277;
campaña de pacificación, 282, 290, 307; y la audiencia, 283, 290,
309, 310; y Finestrad, 298, 305; y la rebelión norteamericana, 301;
y el perdón general, 301, 310, 313-16, 319; campaña de relaciones
públicas, 301-02; y el virrey Flórez, 301, 316-17, 327; teoría política,
303; sobre el aguardiente, 303, 316; sobre el tabaco, 303, 316; empleode la fuerza, 305; y Gálvez, 305, 310; poder político, 308; y Carlos
III, 308, 309, 330, 334; golpe político de, 310; y los cabecillas en Bo-
gotá, 312; y los antiguos jefes comuneros, 310-12; y García Olano,
312; 313, 315; y las élites criollas, 312, 313, 321, 330, 335, 336,
340, 314 (n. 20); y Francisco Antonio Vélez, 312; y Francisco de Ver-
gara, 313; y Ambrosio Pisco, 313, 316; y los revoltosos políticos, 312,
315, 330; estilo político, 312, 319; impuestos, 316, 317, 318; guías
y tomaguías, 316-17; concesiones fiscales, 317; y el monopolio deltabaco, 317, 318; paternalismo, 319, 328; y Gutiérrez de Piñeres, 319;
pensamiento económico de, 321, 337; y Benito Jerónimo Feijoo, 322;
y la Sociedad Económica, 321; y la expedición mineralógica, 322; y la
expedición botánica, 322, 324; actitud ante la ciencia y la tecnología,
322-25, 337, 336; y la educación, 321-25, 336; y José Celestino Mutis,
324; y los dominicos, 324, 325; regreso a España, 328; estilo de vida,
328; generosidad de, 328, 329 (n. 56); como arzobispo-obispo de Cór-
doba, 335; muerte de, 335; y la continuidad en la historia de la NuevaGranada, 334; en la historiografía, 334; y la revolución francesa, 335;
sobre la legitimidad política, 335; y Rafael Núñez, 337; y los ingresos
reales, 337; y la emancipación política, 338; monopolios reales, 337;
despotismo ilustrado, 335; objetivos de, 338; y los colombianos, 340;
y el sistema de intendencias, 317 (n. 26)
El pueblo.indb 348 08/06/2009 04:39:05 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 347/375
349
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Cabildo: y el clero, 53; y las élites criollas, 53, 120, 121; del Socorro, 87-88,
187, 189, 282, 302; de Bogotá, 103-105, 177, 204; función del, 120,
y la monarquía española, 120; compra de empleos, 120; y la propiedad,120; y los peninsulares, 120; de Girón, 182; elecciones, 302
Caicedo, familia, 32, 33, 101, 312
Caicedo y Flórez Ladrón de Guevara, Luis de, 153
Caicedo y Villacís, Josefa de, 103
Cajicá: campamento, 201
California, 36
Calviño, Ignacio, 169, 193, 262
Campillo y Cosío, José del: sobre el gobierno económico, 18; sobre los mono-polios, 18; sobre el mercado colonial, 18; y el programa de Carlos III,
18; aplicación del plan, 18, 19; sobre Francia e Inglaterra, 36; propues-
ta de visita general, 56; influencia sobre Caballero y Góngora, 321
Campomanes, fiscal, 27
Campos, Pedro, 95
Campuzano y Lanz, José María: y Gutiérrez de Piñeres, 73-74; en “nuestra
cédula”, 114; y los indios, 135; y la milicia, 164; y el contingente de
Tunja, 201; mencionado, 116, 149, 169Cañabelares, río, 182
Capitanes generales, 172, 188, 277. Ver también Comuneros, los jefes
Capitulaciones de Zipaquirá: y cargos ocupados por los criollos, 29-30, 113-
114, 250-51, 253; y el monopolio del aguardiente, 46-47, 230; y el
monopolio de los naipes, 230; y el impuesto de armada de Barlovento,
49-50; y la coalición de élites y no élites, 75; y Francisco de Vergara,
79; y los habitantes de Bogotá, 101; y las élites criollas, 113, 123, 239;
y la teoría política española, 124, 254; y los indios, 135, 151, 220,240; y la campaña de Galán, 193; negociaciones de los comisionados,
207, 209-10; y los administradores borbónicos, 167; anulación de,
215, 244, 277; inspiración ideológica de, 180, 240; como documento,
219, 254-55; y la Ilustración, 219-20; y la tradición de negociación
burocrática, 220; elogio de los primeros virreyes, 220; finalidad de las,
221; y la “constitución no escrita”, 221; redacción de las, 221, 254;
El pueblo.indb 349 08/06/2009 04:39:05 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 348/375
350
John Leddy Phelan
lenguaje de las, 221; estructura de las, 220-21; principios teóricos de
las, 221; y Berbeo, 221-22; y la coalición de los comuneros, 220; y
el tributo, 256; y los esclavos negros, 222, 240; y los negros libres,256,240; y los plebeyos, 227-232, 340; y el monopolio del tabaco,
229; y los artículos de primera necesidad, 230; amnistía a las multas,
231; y el préstamo forzoso, 231; y la propiedad privada, 232, 239; y el
comercio, 234, 235; y el clero, 236, 237-38, 239, 244; y los diezmos
eclesiásticos, 237; y los comerciantes, 239; naturaleza constitucional
de las, 240; naturaleza política de las, 241; y el federalismo, 244; y la
revolución social, 244; y la independencia política, 244; y las fuerzas
democráticas, 246; y la autonomía local, 278; y el cargo de regente yvisitador general, 282, 249, 250, 253; y el nacionalismo, 287, 256-57;
ideal monárquico de las, 253; y las colonias y la metrópolis, 255-56;
y el rey, 257; y los extranjeros, 256; y los Habsburgos, 256; garantía
militar, 257-58; como revolución política, 258; derogatoria de la am-
nistía, 277
Capuchinos: y “nuestra cédula”, 109; orientación de los, 109; reputación de
los, 109; y Caballero y Góngora, 276, 292, 303; y los criollos, 292;
regalismo, 292; actividad misionera, 292; monasterios, 292, 307; y lacorona, 292, 307; y los plebeyos, 300; y la opinión pública, 303, 317;
y la reconquista del Socorro, 305; y la restitución a la corona, 305; y el
movimiento de independencia, 307
Cáqueza, 152
Caracas, 90
Carares, 79
Cárdenas Acosta, Pablo E.: y “nuestra cédula”, 122; sobre los jefes comune-
ros, 117; sobre Berbeo, 117, 212; sobre los comuneros, 212; sobre ladefección de Tunja, 212-13; sobre Galán, 265-66; mencionado, 77,
265
Carlos II, 30, 45
Carlos III: exigía obediencia a la autoridad, 14, 123; objetivos de, 14, 36,
330; y sus súbditos, 14, 338; lección de los comuneros, 16; como rey
de las Dos Sicilias, 19; y los motines de 1766, 19; ventajas sobre sus
El pueblo.indb 350 08/06/2009 04:39:05 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 349/375
351
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
predecesores, 19; innovaciones de, 19, 123-24, 317; y venta de cargos
judiciales, 24-25; y los criollos, 27-28, 104, 315; estado unitario, 27-
28, 258, 332; y la “constitución no escrita”, 34; revolución política de,34, 123, 141, 258; y el monopolio del tabaco, 37, 38, 121; y los im-
puestos, 39, 51, 118, 229, 318, 330; y la reorganización de Flórez, 42;
y las unidades intendenciales, 44, 317; préstamos forzosos, 51; y las
asambleas representativas, 58; y “nuestra cédula”, 113; y el cabildo,
120; ministros de, y el bien común, 128; política indiana de, 130, 136;
y el manifiesto de Silos, 156; sobre las colonias y la metrópolis, 256; y
sus ministros italianos, 257; y la milicia cívica, 258; y el virrey Flórez,
308; y Caballero y Góngora, 309; y la modernización del imperio espa-ñol, 321; programa neomercantilista, 330; concesiones políticas, 333;
veto suspensivo, 333; despotismo ilustrado, 338
Carlos V: revuelta contra él, de los comuneros en 1521, 128; mencionado,
25, 58
Cartagena, 42, 45, 47, 53, 56, 79, 147, 166, 177, 180, 182, 183, 187, 188,
193, 194, 200, 203-04, 241, 258, 262, 268, 270, 273, 277, 293,
301, 308, 312, 313, 328
Casal, María Josefa del, 31Casal y Montenegro, Benito, 27-28, 253
Casanare, 42
Casas de moneda, 37
Castilla: reino de, 18; 220, 256; comuneros de, 128; mencionada, 123, 128,
149, 219, 253
Castillo de Bobadilla, Jerónimo de, 124
Castro, Alfonso de, 124
Casuística, 221Catani, Pedro: y la junta de tribunales, 176; y la subversión interna, 181; y el
ejército, 181; éxito de, 182; y García Olano, 265; traslado de, 310, 319;
y Gutiérrez de Piñeres, 319; y Caballero y Góngora, 319
Cauca, valle del, 42
Cédulas. Ver Monarquía, legislación de la
Cepitá, 69
El pueblo.indb 351 08/06/2009 04:39:05 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 350/375
352
John Leddy Phelan
Clero: y la producción de aguardiente, 45; exención de impuestos, 49, 52;
educación del, 91; y “nuestra cédula”, 110; y la defensa de Bogotá,
180-81; y los fondos de capital, 236; y el control de los motines, 238Cocuy, 155, 158
Cocuy (manifiesto del), 155, 158, 194
Cochabamba, 139
Colbert, Jean-Baptiste, 44
Colbert, mercantilismo de, 18 Colegio del Rosario, 104, 181, 324-25 Colegio
de San Bartolomé, 181, 261, 324-25
Colombia: y el federalismo, 244; y Rafael Núñez, 337; mencionada, 13, 212,
340 Colonias, 18 Comerciantes: y el impuesto a las ventas, 50, 234-35
Comerciantes de Cádiz, 18 Comuneros, ejército de los: rendición del, 164; re-
clutas, 167-68; y Osorio, 167, 169; Puente Real de Vélez, 167, 169;
y la invasión a Bogotá, 175; entrada a Girón, 184; territorio que con-
trolaba, 185; llegada a Nemocón, 193; campamento del Mortiño, 196;
magnitud del, 201; adiestramiento militar, 207. Ver también Comune-
ros, los jefes; Comuneros, Revolución de los Comuneros, los jefes; y la
desobediencia civil, 15, 123; los socorranos, 83; y el cabildo, 83, 85;y la negociación, 82, 178, 189; lealtad a la corona, 86; y el programa
fiscal de Carlos III, 86, 123; testimonios tras la extinción del movimien-
to de los comuneros, 87-88; estructura de edad de, 88; fortunas de, 88;
plebeyos, 95; proyecto de coalición, 111; y Clemente José Estévez, 117;
y la legalidad del movimiento, 118; juramento de, 117; como traidores,
117; defensa de, 117-18; conflictos de, 119; disciplina de sus segui-
dores, 118, 173, 184, 198; y el sistema tradicional, 123; y la teoría
política española, 124; y Ambrosio Pisco, 147; y el manifiesto de Silos,158; y la guerra psicológica, 171; y Osorio, 171; antecedentes de, 175;
influencia de, 175; elección de, 173; y la junta de tribunales, 177; y la
ocupación de Bogotá, 186, 187; y García Olano, 187-88; y el virrey
Flórez, 187; y Cartagena, 204; teoría política de, 218; doblez política
de, 226; desbandada del ejército, 258. Ver también Comuneros, ejército
de los; Comuneros, Revolución de los Comuneros, Revolución de los:
El pueblo.indb 352 08/06/2009 04:39:05 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 351/375
353
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
interpretaciones de la, 13, 14, 334; ideología de la, 14, 100, 103, 124,
128, 293; lema de la, 14, 140, 296, 338; evolución de los objetivos de
la, 15; desencadenamiento de la, 14, 41-42, 47, 50; naturaleza de la,14, 162, 216-17, 332, 333; en cuanto crisis constitucional, 14, 216,
215; desenlace de la, 15, 310, 330; fracaso de la, 15-16; historiografía
de la, 16; éxito de la, 16; consecuencias de la, 16, 332-33; y el mono-
polio del tabaco,46; y el monopolio del aguardiente, 46; y la lealtad de
las provincias costeñas, 47; y el sistema de guías y tornaguías, 50; y
la falta de preparación militar del gobierno, 54-55, 184; posibilidad de
haber evitado la, 56; y el Socorro, 60, 122; y los plebeyos, 71, 213; y
la audiencia, 72, 73; y las élites criollas, 73; coalición, 75, 141, 143,200. 201; extinción del movimiento de los comuneros, 87-88; y el
movimiento de independencia, 93; y la sociedad plural, 98; ejemplo
revolucionario para la, 100; y Túpac Amaru, 100, 143; y América del
Norte, 100; Gutiérrez de Piñeres como símbolo odiado, 122, 177, 250;
poemas de la, 113; anarquía, 118; pillaje, 118; y la contrarrevolución,
123; y los comuneros de Castilla, 128; y la autoridad imperial, 128,
161; y los indios, 134, 135; violencia, 144; Puente Real de Vélez, 144,
161, 164; semanas decisivas de la, 161; institucionalización de la, 161;intensificación del conflicto, 161; y el supremo consejo de guerra, 161;
fuerza y coacción, 161, 333; y Tunja, 171, 196, 201; y la independen-
cia política, 171, 209-10, 218, 332; organización financiera de la, 175;
y la ocupación de Bogotá, 186-85; y el absolutismo de Carlos III, 193;
y la “constitución no escrita”, 193; y Zipaquirá, 198; tensiones entre
los comuneros, 201; en cuanto crisis política, 216-217, 218; desarme
de los comuneros, 215; y el regreso a la edad de oro, 220; y el clero,
238, 332; rivalidades regionales, 241; y la revolución política, 250,253; y las capitulaciones de Zipaquirá, 257; documentos de la, 310; y
las intendencias, 317; y el federalismo, 332; antecedentes históricos,
332; concesiones políticas, 333; y los colombianos, 340. Ver también
Generación de 1781
Confines, 70, 281
El pueblo.indb 353 08/06/2009 04:39:05 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 352/375
354
John Leddy Phelan
Consejo de Indias, 24, 27 121, 173 Consejo supremo de guerra: importancia
del Socorro, 172; nomenclatura del, 172; títulos de sus miembros, 172;
dirección del, 172, 173; y los Habsburgos, 173; función del, 173; ma-nifiestos del, 173; y los capitanes comuneros, 173-74; estructura local
del, 173; formación del, 175; y Caballero y Góngora, 198, 301
“Constitución no escrita”: esencia de la, 14, 34; y Caballero y Góngora, 16,
259, 336; evolución de la, 119; y la teoría política española, 125, 193;
y Gutiérrez de Piñeres, 221; corrosión de la, 220-21; y los criollos, 254,
332-33; triunfo de la, 330; y Berbeo, 333; mencionada, 58, 255, 259
Córdoba, 335
Corregidores, 22Correo, 235, 337
Cossío y Otero, Francisco de, 63
Covarrubias, Diego de, 124
Cravo, 153
Criollas, élites: y la audiencia de Santiago de Chile, 24, 25; y la audiencia de
Lima, 24, 25, 27; discriminación contra las, 24; en México, 24, 27; y
la audiencia de Bogotá, 24, 25, 27, 31-32, 315; nacionalismo, 29; y
cargos burocráticos, 29-31, 207, 250-51, 253, 333; utopía de las, 123,332-33; y los peninsulares, 32-33, 104, 113, 253; y los privilegios,
33-34; y la conmoción política, 34; y la política española de reconci-
liación, 34; y los cambios fiscales, 53; y la jefatura de los comuneros,
75, 232; círculos dirigentes, 86; y la propiedad privada, 88, 232-33;
bienes de las, 88; y el comercio, 88; y el matrimonio, 88; y la movilidad
social, 92; y Túpac Amaru, 100-01; y los motines de los comuneros,
118; y los cabildos, 120; y los Borbones, 121; avidez de tierra de las,
123, 136, 222, 234, 316; y la contrarrevolución, 123; y el proceso detoma de decisiones, 123; tradición ideológica de las, 124; demandas de
mano de obra de las, 131, 135, 226, 234, 316; y los resguardos, 136;
y Ambrosio, Pisco, 151-52; y el descontento de los indios, 155, 213-
14; Y el manifiesto de Silos, 158; y el autogobierno, 161, 241, 246,
250, 253, 332-33; y las autoridades en Bogotá, 177; y el clero, 237;
y los plebeyos, 240; papel político de las, 246; y la revolución política,
El pueblo.indb 354 08/06/2009 04:39:05 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 353/375
355
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
253; y los Habsburgos, 253; objetivos políticos de las, 254, y la nego-
ciación burocrática, 254; y la represión militar, 302; y la “constitución
no escrita”, 333; y la revolución social, 335; y el movimiento de inde-pendencia, 340; y la Ilustración, 336-37; y la Revolución Francesa,
335. Ver también Patricios
Cristancho, Roque, 95
Cuba, 20, 42
Cúcuta, 138
Culotas, 281
Cundinamarca, 130
Curazao, 79, 212Curití, 66
Cuzco, 100, 139, 144, 157
CHChanchón: 66, 81
Chandler, D.S.: 25
Charalá, 39, 41, 66-70 pássim, 167, 261, 262, 270-273 pássim, 279, 288,
302, 315Charcas, 25
Chía, 147
Chibchas: antes de la Conquista, 130; y el trabajo forzado, 131; y Ambrosio
Pisco, 144, 149-50; mencionados, 66, 147, 160
Chile: 25, 158
Chima, 65, 70, 167,281
Chiquinquirá: puente en, 235; y las capitulaciones de Zipaquirá, 234-35; y
la lealtad al rey, 279; mencionada, 75, 95, 106, 196, 201, 273, 287,300
Chire, 153
Chochos, 81
DDarién, 203
El pueblo.indb 355 08/06/2009 04:39:06 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 354/375
356
John Leddy Phelan
Dependencia, teoría de la, 52-53
Despotismo ilustrado, 335, 337,338, 336
Diago, Vicente Estanislao, 270Díaz, Porfirio, 337
Dirección general, 44
Domínguez. Francisca Javier. 88
Dominicos: y la educación, 110; y la metodología científica, 110; y la escolás-
tica, 110, 324; universidad de Santo Tomás, 110, 324
Dotes, 88
Duitama, 242
EEducación, 91-92, 110, 321-26 pássim, 336
Ejército: defensa del imperio, 37, 57, 212; de la Nueva Granada, 54-55, 145-
46; 268
El Espinal, 273
Elhuyar, José, 322
Esclavitud, 66-67, 224-25
Esclavistas, 53Esclavos: mujeres, 66-67; comercio de, 67; fugitivos, 67; manumisos, 67;
crímenes contra sus dueños, 68; aspiraciones de los, 161; y la libertad,
161; descontento entre los, 161, 270; rebelión de, en Antioquia, 161-
62; solicitudes de los, 161; y las capitulaciones de Zipaquirá, 224-25;
y Galán, 269-70
Escolástica, 110, 324, 325
Eslava Sebastián de, 119
España: motines de 1766, 19; y la Gran Bretaña, 19, 25, 57; Guerra de suce-sión, 24; rentas del Nuevo Mundo, 36, 332; orientación neomercanti-
lista, 42; aptitudes empresariales de, 44; descentralización, 58, 119-20,
121; representación de intereses, 119-20 formulación de la política real,
120; flexibilidad de la burocracia, 121; modernización, 321; control de
las posesiones de ultramar, 332; y la Revolución Francesa, 332; crisis
de la legitimidad monárquica, 340
El pueblo.indb 356 08/06/2009 04:39:06 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 355/375
357
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
España: teoría política, 124, 193, 219, 220
España: teólogos: doctrinas, 14; concepto de tiranía, 113-14; y el bien común,
128; teoría casuística de, 221; influencia sobre los comuneros, 254,293. Ver también Suárez, Francisco
Esquilache, marqués de, 257
Estévez, Clemente José: y los motines del Socorro, 72; como teniente corregi-
dor, 83; y García Olano, 83, 100; y los comuneros, 117
Estévez, Filiberto José: y los comuneros, 83; y Osorio, 169; como intermedia-
rio, 194; y Berbeo, 208
Estévez, José Antonio, 82, 83
Estilo de vida: como determinante de la condición social, 91
FFacatativá, 193, 200, 264, 265, 267, 273, 287
Fagle, Pedro, 27 Familia: nombramiento de parientes en cargos públicos, 31-
32; influencia sobre los asuntos públicos, 31-32
Federalismo, 65, 244-45, 333
Feijoo, Benito Jerónimo, 322
Felipe Il, 25, 119Felipe V, 24, 25, 31, 45, 63, 121
Fernández de Navarrete, Pedro, 124
Fernández, Policarpo, 270 Fernández Recamán, Juan Antonio, 273
Fernando VI, 24, 25, 31, 121, 131, 309
Fernando VII, 256
Filipinas, islas, 131
Finestrad, Joaquín de: y “nuestra cédula”, 111, 297; y la pacificación del So-
corro, 112, 292-93; y los teólogos españoles, 125; y los comuneros,125, 296; antecedentes de, 293; y la teoría política española, 293; y el
poder real, 293-296; filosofia de, 293-303; fuentes citadas por, 295; y
la rebelión armada, 296; patriotismo, 296-97; teoría política de, 298,
303; Y la autoridad real, 300; proposición de, 298; absolutismo religio-
so, 300; y Galán, 300; y el cultivo del tabaco, 305
Fisiocrática, escuela, 67
El pueblo.indb 357 08/06/2009 04:39:06 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 356/375
358
John Leddy Phelan
Flórez, Manuel Antonio: carrera de, 23-24; y nombramiento de parientes,
31-33; y los criollos, 31-33, 55; antecedentes de, 33; y Gutiérrez de
Piñeres, 32-33, 56, 57, 187; y el monopolio del tabaco, 39, 46, 70; y lafamilia Álvarez, 41; y García Olano, 41; y el monopolio del aguardiente,
46; logros de, 54; y el ejército, 54, 55, 146, 203, 268; y Gálvez, 56; de-
fensa de Cartagena, 57, 187; y reasentamientos indígenas, 135; salida
con la caballería para Cartagena, 166; control de Panamá y Cartagena,
180; defensa de Girón, 183; y los jefes socorranos, 188; intento de divi-
dir a patricios y plebeyos, 188-89; guarnición de Cartagena, 203, 218;
y el desastre de Osorio, 203; y la expedición a Bogotá, 203; y refuerzos
a Bogotá, 203; su papel en la conciliación, 203, 302-03; y contingentepara defender a Honda, 271-72; anulación de las capitulaciones, 277;
imprenta, 286; Perdón general, 301, 305, 310; popularidad de, 303;
y el cultivo del tabaco, 303; autoridad nominal, 308; poder de, 307;
renuncia de, 307; y Caballero y Góngora, 316-17; y el sistema de in-
tendencias, 317 (n. 26)
Floridablanca, conde de, 27, 315, 328
Francia: 16, 36, 42, 98, 221; Revolución Francesa, 16, 125, 240, 256, 258,
293, 332, 335, 340; y el monopolio real del tabaco, 42Franciscanos, 153, 243, 292, 305. Ver también Capuchinos
Franco, Constancio: sobre Galán, 262
Frankl, Victor: sobre las capitulaciones de Zipaquirá, 232
Franklin, Benjamin, 290
GGalán, Hilario, 273
Galán, José Antonio: edad de, 88; condición social, 91; y Gutiérrez de Piñeres,193, 267, 269, 273, 284; campañas militares, 193-95 pássim, 265,
266-275 pássim, 281-86; y el correo real, 193, 200, 265; y las comu-
nicaciones entre la costa y la capital, 200, 204; y la revolución social,
216, 269, 275; y los esclavos, 216, 269, 274; educación, 215-16;
antecedentes de, 261; ocupación 262-63; e Ignacio Calviño, 262; y las
autoridades, 262; sentencia de muerte, 262, 310; y Carlos III, 264; y
El pueblo.indb 358 08/06/2009 04:39:06 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 357/375
359
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
la marcha sobre Bogotá, 264, 278, 279; y García Olano, 264-65 y las
capitulaciones de Zipaquirá, 265, 274, 278; fracaso de, 268, 275; ob-
jetivos de, 269; y la independencia política, 269, 290; captura de, 273,283, 302; como táctico, 274, 279; y los plebeyos, 278; y sus antiguos
compañeros de armas, 278; y Juan Dionisio Plata, 281; apoyo a, 281,
282; castigo de sus seguidores, 283, 286; juicio de, 283-290; cargos de
la audiencia contra, 287-88; y la alcabala, 290; y la revolución social,
290, 334; en el perdón general, 310, 315; mito de, 330; y la historio-
grafía, 334; y los colombianos, 340
Galán, Juan Nepomuceno, 273
Galavis y Hurtado, Eustaquio, 17654,189Gálvez, José de: visita general a México, 20, 21, 22, 23, 27; y los programas
de Carlos III, 20-22; ministro de Indias, 20; y los virreyes, 22; y los crio-
llos, 20, 24, 25, 27, 28-30, 287; y Gutiérrez de Piñeres, 27, 56, 319;
políticas fiscales, 37; y los monopolios reales, 37, 38; y García Olano,
36; y el ejército, 54; y la política conciliadora, 54; y el virrey Flórez, 54,
56; y Moreno, 111; y Caballero y Góngora, 309, 310, 319; y Lozano
de Peralta, 103, 313; y Ciriaco de Archila, 313
García Olano, Manuel: destitución de, 41, 312; como intermediario, 83, 100,101, 265; y el levantamiento de Túpac Amaru, 100; amistades en el
Socorro, 100; y “nuestra cédula”, 106; y los comuneros, 180, 187-88;
y la carta anónima, 207-08; y Galán, 262-63, 287-88; y el correo real,
265; y Caballero y Góngora, 312- 13; y Gutiérrez de Piñeres, 312, 313-
14; destierro de, 312, 314 (n. 19); y el tabaco, 41 (n. 15)
Generación de 1781: y la autonomía criolla, 15; sobre la legitimidad política,
15, 338; y el concepto del bien común, 128; conflicto político, 219; y
los impuestos, 227-28, 333; reforma penal, 232; e igualitarismo, 240;y el movimiento de independencia, 253; y Caballero y Góngora, 317.
Ver también Comuneros, ejército de los; Comuneros, los jefes; Comune-
ros, Revolución de los Generación de 1810: intelectuales criollos de la,
16; y los teóricos políticos españoles, 124; influencias externas, 255; y
la revolución política, 255; y Caballero y Góngora, 336; y la indepen-
dencia política, 340
El pueblo.indb 359 08/06/2009 04:39:06 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 358/375
360
John Leddy Phelan
Girón: renta anual de la parroquia, 90-91; gobernación de, 90, 242, 243; po-
blación de, 182; situación de, 182; categoría de, 182; lealtad a la coro-
na, 182-83; y el Socorro, 183; y Gutiérrez de Piñeres, 183; y el cultivodel tabaco, 182; ejército, 183, 184; acciones de sus jefes, 184; y batalla
de Pie de la Cuesta, 184; mencionado, 40, 41, SS, 67, 167, 171, 303
Gobernador intendente, 22
Gómez Hoyos, Rafael, 111, 221, 232, 287
Gómez, Juana Luisa, 86
Gómez Latorre, Armando, 267
Gran Bretaña: guerra de los siete años, 19; rivalidad con España, 19; pode-
río marítimo, 25; desafíos a la autoridad, 58; “Gloriosa Revolución”de 1688, 58; descentralización política, 57-58; soberanía política, 58;
asambleas representativas, 120; Jaime 1, 126; periodos de la Com-
monwea1th, 255; pensamiento de la oposición, 255
Grimaldi, marqués de, 257
Grupos étnicos: distribución de, 65-66; y condición social, 91; programa polí-
tico común, 98 Guadalajara, 25
Guadalupe, 70
Guaduas, 193, 269, 270, 315Guane, 66
Guanes, indios, 262
Guayaquil. 146
Güepsa. 147. 149
Guerra de la Oreja de Jenkins. 24
Guerra de los Siete Años. 19 Guevara. Ernesto (Che). 261. 270
Guías, 50, 180, 188, 234, 303, 316-17
Guillén Martínez, Fernando: sobre los comuneros. 246Guirior, Manuel de, 38
Gutiérrez de Piñeres, Juan Francisco: y el virrey Flórez, 22, 32, 33, 41, 56; y
la audiencia, 27, 31, 33, 308; y los criollos, 29-30, 33, 34, 55, 111,
287. 313, 330; y la familia Álvarez, 31-32; caída de, 34, 57, 161, 177,
188; medidas fiscales. 34, 180; y García Olano. 41; y el monopolio del
tabaco. 41, 42, 70, 230; y la dirección general, 44; y los monopolios
El pueblo.indb 360 08/06/2009 04:39:06 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 359/375
361
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
reales, 44, 46; y el aguardiente, 46, 230; y los impuestos, 47-50 pás-
sim; 70, 72, 229, 234; y las políticas de coalición, 54; inflexibilidad
fiscal, 54; como tecnócrata, 54; y los indios, 54, 126, 227, 316; racis-mo, 55; limitaciones de, 55, 56-57, 319; y el ejército, 55, 116, 145-46,
164, 203; como virrey de facto, 57; y los motines del Socorro, 73, 74;
y la provincia de Tunja, 75, 243; en “nuestra cédula”, 122, 124, 128;
como símbolo odiado, 122, 114, 250; y Moreno, 111; y la “constitu-
ción no escrita”, 119, 221; llegada de, a la Nueva Granada, 123; y el
bien común, 128; y el paternalismo de los Habsburgos, 135; fuga de,
161, 177, 180, 268, 271, 308; y Osorio, 164; y la junta de tribunales,
176, 177; exilio de, 207, 307; y la violación de los edictos, 231; y lascapitulaciones de Zipaquirá, 258; y Galán, 268; regreso a España, 310,
321; y Gálvez, 319; y Caballero y Góngora, 319; y el consejo de Indias,
319-20; muerte de, 321; nepotismo, 31 (n. 30)
HHabana, La, 23, 203
Habsburgos: burocracia, 14, 173, 258; venta de cargos, 24; y los criollos, 33;
edad de oro de los, 124; y los indios, 130, 222; terminología de los,220; válvulas de seguridad y controles, 249-50, 258; concepción “fe-
deral” de los, 256; sobre las colonias y la metrópolis, 255; y emigración
a América, 256-57; eclesiásticos virreyes, 309, 327; paternalismo al
estilo de los, 316, 319; y el clero, 327; y el ejército, 328
Hoadly, Benjamin, 255 Hobbes, Thomas, 295, 298
Holanda, 120
Honda: impuestos, 39; defensa de, 268; y los comuneros, 270; motín de, 271;
mencionada, 44, 177, 193, 194, 203, 264, 265, 267, 268, 269, 271,327
Humboldt, Alexander von, 90, 93, 322
IIbagué, 273
El pueblo.indb 361 08/06/2009 04:39:06 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 360/375
362
John Leddy Phelan
Iglesia: salarios, 90; corporaciones, 236; diezmos, 237, 318; visitadores, 237;
notarías, 237; honorarios, 238. Ver también Clero
Ilustración europea: y la Nueva Granada, 16; filósofos políticos de la, 124;ideología política, 220, 298, 336; y los impuestos, 227; doctrinas eco-
nómicas de la, 235-36; racionalismo, 255; mencionada, 124, 322,
334, 335
Imprenta, 124-25, 286, 321
Impuestos: aprobación popular de, 14, 58; recolección de, 19, 227; impo-
sición, 45, 51, 119; y la revolución de los comuneros, 57; sujetos a
negociación, 119. Ver también Alcabala
Independencia, movimiento de, 307, 336Indios: y los problemas de tierras, 53, 66, 123, 130-36 pássim, 152,
222,234,137 (n. 15); y los impuestos, 49, 207, 224; mestizaje, 65-66,
133; enfermedades epidémicas, 66, 133, 130 (n. 3); y “nuestra cédu-
la”, 111; y los Habsburgos, 130; descontento de los, 130, 134, 135,
136, 137, 151, 207-10, 224, 222, 316; decadencia de los, 130, 135,
222; trabajo forzado, 131; y Fernando VI, 131; cambios demográficos,
133; hispanización de los, 133, 134, 143, 152; Y los comuneros, 135,
141, 164, 171, 175, 193, 220; y Túpac Amaru, 141, 153; y AmbrosioPisco, 147-48, 149; caciques, 147; y la Iglesia, 152; rebelión de los
llanos, 152-53; identidad de, 152, 160; Y las minas de sal, 152, 224;
imperio inca, 158-59; y Berbeo, 194; y las capitulaciones de Zipaquirá,
220-21; y el clero, 222, 237; y los negros libres, 224-25; y los corregi-
dores, 222; explotación de los, 222, 237; motín en Nemocón, 277, 151
(n. 25); y Caballero y Góngora, 316; protección de los, 333
Intendencias, 44, 317, 317 (n. 26)
J Jaime 126, 244
Jesuitas, expulsión de los, 26-27, 125, 153, 239, 324
Jiménez de Quesada, Gonzalo, 309
Jorge III, 58, 140
Junta de estudios, 324
El pueblo.indb 362 08/06/2009 04:39:06 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 361/375
363
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Junta de tribunales: y Gutiérrez de Piñeres, 161-62, 177-81 pássim; com-
posición de la, 176, 177; funciones de la, 176, 177; y Puente Real de
Vélez, 177; y el cabildo, 176-77; y la ocupación de Bogotá, 177, 178;temores de la, 178; y la milicia local, 180, 181; y Caballero y Góngora,
178, 194; y los negociadores, 178, 194; planes de emergencia, 180;
y el clero, 180-81; y los forasteros, 181; toque de queda, 181; y los
comuneros, 187, 212; y Berbeo, 189, 194; Y los criollos, 202; y los
capitanes generales de Bogotá, 206; y las capitulaciones de Zipaquirá,
207, 209, 268; y los precios de los monopolios reales, 187-88; y Galán,
270; autoridad de la, 308; disolución de la, 308
K Kuethe, Allan J., 146
LLabranza grande, 153
La Coruña, 335
La Mesa de Juan Díaz, 273 La Niña, 224
La Paz, 139Las Casas, 112
Latifundios, 68-69, 90
Lebrija, río, 182
Legitimidad política, 15, 213, 335-340 pássim
Leiva, 167, 196, 201
León, reino de, 18, 220, 256
León y Pizarro, José García de, 145, 146
Lewin, Boleslao, 157Liévano Aguirre, Indalecio: interpretación del movimiento de los comuneros,
212-13
Lima, 25, 90, 100, 141, 143, 144
Locke, John, 220
Lozano, Josefa de, 103
Lozano de Peralta, Jorge Miguel (oidor), 103
El pueblo.indb 363 08/06/2009 04:39:06 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 362/375
364
John Leddy Phelan
Lozano de Peralta, Jorge Miguel (1731-93): bienes de, 90, 92; y las capi-
tulaciones de Zipaquirá, 102-103; vínculo entre Bogotá y el Socorro,
102-103; cargos honoríficos, 90; y el cabildo, 90; y el monopolio dela carne, 90; antecedentes de, 103-104; y “nuestra cédula”, 103, 106;
título de nobleza, 104-05; pleitos, 90; y José Groot de Vargas, 90; y los
criollos, 105; y los comuneros, 180, 246; y los capitanes generales,
206; viaje a Curazao, 212; y Caballero y Góngora, 312; muerte de, 313;
destierro de, 313; cargo militar, 314 (n. 20)
Luis XIV, 14, 295, 336
Luis XV, 14
LLLlano Grande, 42, 273
Llanos de Santiago de las Atalayas, 152, 241
Lleras Camargo, Alberto, 77
MMachiavelli, Nicoló, 295, 298
MacGreevey, William, 334-35Magallanes, estrecho de, 36
Magdalena río, 42, 177, 182, 185, 193, 241, 264, 268, 271
Maldonado de la Zerda, Juan, 63, 77, 88
Malpaso, 270, 274, 287
Manare, 154, 155
Manila, 25
Maracaibo, 79
Mariana, Juan de, 124Mariquita, 111, 193, 241, 270, 273
Marqués de San Jorge. Ver Lozano de Peralta, Jorge Miguel
Martínez Silvestre, Manuel, 149, 176, 310, 319
Medina, Agustín de, 234 Mendoza, Francisco Javier de, 153-54
Mercantilistas, 37-38
Merchante de Contreras, José, 310, 319
El pueblo.indb 364 08/06/2009 04:39:06 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 363/375
365
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Mesía de la Cerda, Pedro, 38, 45, 46, 221, 318
Mestizaje, 65, 133, 135
Mestizos: apetencia de tierra, 121-22, 222-23, 234, 316, 137 (n. 17); y losresguardos, 133-36 pássim; y la escasez de mano de obra, 226, 234,
316; y el clero, 237
México: visita general de Gálvez, 20, 22; descontento criollo, 26-27; y venta
de cargos en la audiencia, 24; utilidades de los monopolios, 37; repar-
timiento, 90; plata, 143; guerra de independencia, 239; Iglesia, 239;
burócratas de Carlos III, 239; cabildo de, 287; y cargos burocráticos de
los criollos, 287; reforma educativa, 326; Porfirio Díaz, 337
Minería, 36, 337. Ver también SalinasMinifundios, 69. 242
Miranda, Francisco de, 183
Modernización: defensiva, 19, 36, 259; mediante el desarrollo, 338
Mogotes: plebeyos de, 278; y Galán, 278, 282; mencionado, 181, 273, 279,
287
Molina, Antonio, 98, 198, 279
Molina, Isidro, 88, 98, 106, 193, 273, 278-81 pássim, 286
Molina, Luis de, 124Mompós: Sociedad Económica, 321; mencionado, 182, 268, 271
Monarquía: autoridades. Ver Autoridades en Bogotá
Monarquía, legislación de la: cédula del 21 de febrero de 1776, 28; cédula
del 19 de enero de 1775, 32; cédula del 23 de marzo de 1774, 39; cé-
dula del 17 de agosto de 1780, 51; cédula del 27 de octubre de 1694,
60; cédula del 25 de octubre de 1771, 63; cédula del 23 de mayo de
1767, 125; y términos de los resguardos, 131; cédula del 2 de agosto
de 1780, 135; cédula del 16 de noviembre de 1777, 309Monarquía, rentas de la: aumento de las, 37, 318, 332; y utilidades de los
monopolios, 37, 230, 230 (n. 17); y el tributo de los indios, 224, 231
(n. 20); fuentes de las, 318. Ver también Monopolios reales
Moniño, Francisco Antonio. Ver Floridablanca, conde de
Moniquirá, 147, 167-68
El pueblo.indb 365 08/06/2009 04:39:06 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 364/375
366
John Leddy Phelan
Monopolios reales, 37, 44, 144, 188, 213, 224. Ver también Aguardiente,
monopolio del; tabaco, monopolio del
Monsalve, Antonio José, 83-86 pássim, 93, 98, 116, 180, 301Monsalve, Miguel Francisco, 169, 278
Montenegro, María Blasina, 77 Mon y Velarde, Juan Antonio, 321 Moreno,
Juana María, 77
Moreno y Escandón, Francisco Antonio: en “nuestra cédula”, 110; anteceden-
tes de, 110, 111; y Gutiérrez de Piñeres, 110, 111; y la educación, 110,
111, 324, 325; y los indios, 111, 134, 146, 222; traslado de, 111,
176; y la provincia de Tunja, 243
Moreno y Meneses, Josefa, 81Mortiño, El, 196, 200, 201, 208
Mosquera, hermanos, 315, 27 (n: 20)
Mosquera y Figueroa, Joaquín de, 313
Mujeres: y la industria textil, 62; participación en la revolución de los comu-
neros, 71; mencionadas, 51, 66, 184
Mutis, José Celestino: y la expedición botánica, 322; y los criollos, 324; y la
educación, 324; ministro de educación, 324; y la revolución intelectual,
326NNaipes, monopolio de los, 37 Napoleón, 256, 340
Nariño, Antonio, 227
Negros: hispanización de los, 161; libres, 224-25; mencionados, 65, 66. Ver
también Esclavos
Neiva, 265, 270, 273
Nemocón: salinas, 149, 175, 200; motín de los indios, 277, 151 (n. 25);
mencionado, 149, 193, 195, 196Neomercantilismo, 36
Nieto, Pedro Antonio, 207, 221, 271
Nobles. Ver Criollas, élites; Patricios
“Nuestra cédula”, 103, 105-16 pássim, 128, 186-87, 244-45, 287, 297,
300-01, 310-13 pássim
El pueblo.indb 366 08/06/2009 04:39:06 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 365/375
367
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Nueva Granada: economía de la, 37, 53; administración de la, 53-54; socie-
dad plural, 98; factores demográficos, 141; virreinato de, 160; inspira-
ción ideológica de la, 254; y los Estados Unidos, 255; extranjeros, 256;terremoto de 1765, 298; epidemia de viruela, 298; y las innovaciones
de Carlos III, 317; rentas públicas, 318; y la Revolución Francesa, 340;
y la revolución de América del Norte, 340; y Napoleón, 340
Nunchía, 42
Núñez, Rafael, 337
O
Ocaña, 41Ocupación: y la condición social, 91
Oiba: características de la parroquia, 69; motines, 70; renta anual de la parro-
quia, 91; mencionada, 63, 64, 65, 83, 116, 169
Oligarquías, 212
Onzaga, 282
Oriundo, familia, 32, 33, 312
Ortiz, Juan Manuel, 88, 95, 273, 278, 281, 283, 286
Osorio, José Pardo de: expedición militar, 116, 161, 164; rendición de, 149,161, 164, 170; y los cabildos, 167; fondos secretos, 167, 208, 262; ad-
vertencia sobre el ejército de los comuneros, 169; salvoconducto, 171;
y la ocupación de Bogotá, 186
Oviedo, 77
Oviedo, Basilio Vicente, 69
P
Paita, 135Palafox y Mendoza, Juan de, 37
Pampamarca, 140
Pamplona: y los comuneros, 185; mencionada, 60, 156, 167, 243, 277
Panamá, 42, 44, 47, 180, 203
Pando, José, 191
Papel, monopolio del, 37, 231
El pueblo.indb 367 08/06/2009 04:39:06 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 366/375
368
John Leddy Phelan
Partido liberal, 238
Pastor, Luis Marín, 284
Patricios: determinantes de la condición de los, 90-93; educación de los, 91-92; y los plebeyos, 96, 123, 213; y la autoridad real, 113, 213, 277;
poder político, 123; y las innovaciones de Carlos III, 124; regreso a la
edad de oro, 123, 215; y Túpac Amaru, 144; aspiraciones de los, 213;
y la negociación, 213; y la revolución social, 215; y encarcelamiento,
231; y el préstamo forzoso, 231; y Caballero y Góngora, 279; y la sen-
tencia de Galán, 290. Ver también Criollas, élites
Paya, 153
Peninsulares: y los cargos en la audiencia, 24; y los criollos, 24, 30, 33, 113;y los monopolios reales, 113; y los cultivos de tabaco, 113; y “nuestra
cédula”, 112, 113
Perú: resistencia popular al cambio, 20; visitador general en, 20; alcabala, 49;
mita, 131; levantamiento de Túpac Amaru, 139; motines contra los im-
puestos, 139; innovaciones fiscales, 139; popularidad de los panfletos
en, 139-40; plata, 143; decadencia económica de, 143, 160; indios,
143, 145
Peso, valor del, 88-89Pey y Ruiz, Juan Francisco, 33, 176, 177, 253, 316
Pie de la Cuesta, 170-71, 184
Pilcorvaco, Juana, 139
Pimentel, 149
Pinchote: motines, 70; mencionado, 81, 281
Pisco, Ambrosio: y los negocios, 146; y los monopolios reales, 147; y los
indios, 147, 149-52, 194, 213-14, 313; fortuna de, 147; carrera de,
146-51; y los comuneros, 149; lealtad al rey, 149; como señor de Chía,149; como príncipe de Bogotá, 149; papel político, 149-52, 313; y las
autoridades españolas, 149; y Manuel Silvestre Martínez, 149; como
cacique de Bogotá, 151; en Puente Real de Vélez, 169; y el nombra-
miento por Berbeo, 193-94; y la redacción de las capitulaciones, 220; y
la audiencia, 277; destierro, 313
Pisco, Ignacio, 147
El pueblo.indb 368 08/06/2009 04:39:06 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 367/375
369
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Pisco, Luis, 147
Pista, 153
Pizarro, José Alfonso, 220, 235Plata, Basilio, 281
Plata de Acevedo, José Vicente, 83
Plata de Acevedo, Juan Bernardo, 83, 106
Plata Domínguez, Francisco Félix de la, 81
Plata, Hipólito José, 81
Plata, Juan Dionisio, 85, 281
Plata y González, Salvador: calidades de jefe, 79; y la élite criolla de Bogotá,
80-81; cargos burocráticos de, 80; y los comuneros, 80, 81, 82; an-tecedentes de, 81; carrera de, 81; y los motines del Socorro, 82; y el
monopolio del tabaco, 82; y la milicia local, 82; y Berbeo, 82, 83; for-
tuna de, 81, 88; y la causa del gobierno, 231, 281-83; y Juan Dionisio
Plata, 281; y los plebeyos, 282; y Galán, 282-83, 302; y el monasterio
capuchino, 305-06
Plebeyos: y peninsulares, 53; y los impuestos, 53, 160, 229, 316; como co-
lonizadores, 69; artesanos, 91; ocupaciones de los, 80, 96; carniceros,
96; jefes de los, 98; y Túpac Amaru, 101-103; y la autoridad real, 113;y las élites criollas, 118, 123, 213, 231; edad de oro de, 123, 215; y
las innovaciones de Carlos III, 124; y la ocupación de Bogotá, 187, 207,
216; en El Mortiño, 208; aspiraciones de, 213; disciplina de. 216; y
la revolución social, 216; y las capitulaciones de Zipaquirá, 227-232;
y el aguardiente, 230; multas, 231; y el préstamo forzoso, 231; y los
encarcelamientos, 231; papel en el movimiento de los comuneros, 232;
descontento, 278; y los frailes capuchinos, 279; y Galán, 290, 300; y
Caballero y Góngora, 300Población: aumentos de, 135,318
Policía, 41, 46
Polonia, 116
Ponce, Francisco, 177
Popayán, 44, 55, 146, 178, 200, 315
Pore, 42, 153
El pueblo.indb 369 08/06/2009 04:39:07 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 368/375
370
John Leddy Phelan
Portobelo, 79, 203
Portugués, imperio, 23 Positivismo, 337, 338
Prada, Pedro Alejandro de la, 83-87 pássim, 171, 282Préstamo forzoso, 51, 180, 188
Prieto, familia, 32, 33, 312
Puente Real de Vélez, 119, 149, 151, 161-72 pássim, 177, 186, 196, 203,
208
QQuechua, 143
Quevedo y Villegas, Francisco de, 124Quito: y la audiencia, 25, 312; motín del ron en 1765, 55, 145; descontento
en, 146; tranquilidad en, 145; y el monopolio del aguardiente, 145; y
las capitulaciones de Zipaquirá, 145; y la rebelión de Túpac Amaru, 145;
indios, 145,-146; ejército, 145; mencionado, 138, 158, 178, 200
R Radicales, 334-35, 337
Ramírez de Arellano, Juan Félix, 273Ramírez, José Antonio, 184 Ramírez, Ramón 83-88 pássim, 183, 184, 305
Ráquira, 193
Raynal, abate Guillaume, 295
Reforma penal, 232
Regalismo, 292
República Dominicana, 338
Resguardos, 111, 130-36
Residencia, objeto de la, 249Revilla, Manuel, 176
Revillagigedo el Joven, 22
Revolución Francesa. Ver Francia
Ricaurte, familia, 32, 33, 312
Riohacha. 203
Roa, Ignacia, 267
El pueblo.indb 370 08/06/2009 04:39:07 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 369/375
371
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Robertson, William, 295
Robledo, Francisco, 41, 46
Rosillo, Francisco José, 83, 88, 93, 98, 282, 301, 305Rubio, Gregorio José, 169
Rueda, Melchor José de, 149, 169
SSaavedra y Fajardo, Diego de, 124
San Bartolomé, 116
San Bartolomé, matanza de, 203 Sal, monopolio real de la, 256; mencionado,
207Salinas, 37, 200, 318
Sandoval, Miguel Rafael, 279
San Gil: fundación de, 62; rivalidad con el Socorro, 63, 202; composición
étnica, 65-66; población india, 65-66; información demográfica, 65;
motines, 70; renta anual de la parroquia, 90-91; y los tunjanos, 202;
y la ocupación de Bogotá, 244,281; y Galán, 281-48; y el cultivo del
tabaco, 303, 317
San José de la Robada, 70San José, valle de, 70
Santa Ana, 70
Santa Fe de Bogotá. Ver Bogotá
Santa María, Francisco, 206
Santa Marta: guarnición militar, 54; obispo de, 90; orden capuchina, 292;
mencionada, 42, 45, 47, 203, 241
Santander, 69, 153, 244, 262, 333
Santander del Norte, 153Santa Rosa, 196; 201
Santo Domingo, 25, 164
Santos del Corral, María, 85
Santo Tomás, universidad de, 110, 325
Sevilla, 23, 27
Silos, 155, 157, 158
El pueblo.indb 371 08/06/2009 04:39:07 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 370/375
372
John Leddy Phelan
Silos, manifiesto de: y Túpac Amaru, 155, 156; y Carlos III, 156; orígenes
del, 156; autenticidad del, 157; distribución del, 157; hipótesis sobre el,
158; Y los penisulares, 158-59; y Berbeo, 158; resonancia en la NuevaGranada, 160; y los Borbones. 160; y los americanos, 158; contenido
ideológico del, 160; y las cuestiones fiscales, 160, 161; Y los Habsbur-
gos, 160
Simacota: motines, 70; renta anual de la parroquia, 91; y “nuestra cédula”,
105; mencionado, 39, 65, 106, 134, 281, 292
Smith, Peter H.: sobre la legitimidad política, 335-36. 338
Smith, Robert S.: sobre la alcabala, 49
Sociedad Económica de Amigos del País, 36Socorro: alianza entre Bogotá y el, 34, y el tabaco, 41, 303, 317; y el présta-
mo forzoso, 51; motines, 57, 70-74 pássim, 116; y los diezmos ecle-
siásticos, 60; situación del, 62; categoría oficial del, 60, 62, 207, 244,
301, 333; Y dirección de la Revolución de los Comuneros, 60, 83; loca-
lización del, 60; prosperidad del, 60-61, 69, 70, 76; aumento de pobla-
ción, 62, 65, 242; rivalidad con San Gil, 63, 202; cabildo, 63, 83, 86;
composición étnica, 65, 242; población india, 66, 242; población escla-
va, 66; mestizaje, 66; epidemia de viruela, 69-70, 188; élites criollas,70, 75, 76, 118, 172; política de los monopolios, 71; textiles, 73, 242;
plebeyos, 75; estructura social del, 76; dirigentes, 76, 83; archivos no-
tariales, 76, 85; educación en el, 91; movilidad social, 96; unidad del,
98, 100; y el levantamiento de Túpac Amaru, 100; y “nuestra cédula”,
103; patriotismo regional, 122, 123; y el monasterio, 110, 305-06; y
lealtad al rey, 118-19, y el supremo consejo de guerra, 155, 172; ca-
pitanes generales, 161; rivalidad con Tunja, 241-45; ganadería, 242;
producción agrícola, 242; y el crédito, 242, 305; exacciones fiscales,243; autogobierno, 243; lucha por la autonomía, 244, 278; militancia
del, 276; apoyo a Galán, 281; hambre de 1776, 298; restitución a la
corona, 305-06
Sogamoso: resguardos, 131; descontento en, 139; mencionado, 130, 134,
141, 146,151, 152, 167, 196, 201, 242, 279
Sogamoso, río, 147
El pueblo.indb 372 08/06/2009 04:39:07 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 371/375
373
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Solís, José de, 220
Soto, Domingo de, 124, 232
Suárez, Francisco: y los teólogos españoles, 125, 193, 290; filosofía políticade, 125-26; justicia distributiva, 227, 231; y Jaime I de Inglaterra, 295
Suárez, río, 60, 64, 116, 166, 167
Surinama, 140
Susa,149
TTabaco: y los ingresos reales, 37; reino del, 39; superproducción de, 38, 41
(n. 15); norteamericano, 42; hispanoamericano, 42; mercado mundialdel, 42; exportación de, 42; destrucción de, durante la Revolución de
los Comuneros, 47, 216; precios, 53, 70, 180, 213, 303, 316; como
cosecha comerciable, 230; restricción de su cultivo. 230; uso del, 229;
en el Socorro y en San Gil, 303
Tabaco, monopolio del: su establecimiento en España, 37; utilidades del, 37,
318; y arrendamiento de rentas, 38; centralización del, 39; intereses
locales, 38; administración del 38; reorganización del. 39, 41-42; su
establecimiento en la Nueva Granada, 38, 121, 221; restricciones al,40, 41; abolición del, 42,317; en el mercado francés, 42-43; estructura
del 44; capitalismo de Estado, 44; reforma del. 121-23; objeto de la ira,
229; y daños durante los disturbios, 305 y Caballero y Góngora, 317
Támara, 154, 155
Tecnócratas, 18, 23, 229, 239
Tejada, Ignacio, 281
Ten, 154, 155
Terán, Bárbara Rodríguez, 77, 83Textiles, 62, 241, 242
Tocaima, 273
Tornaguías, 50, 180, 188, 233, 303, 316- 17
Torreázar Díaz Pimienta, Juan de, 308
Torres Almeyda, Luis, 267-68
Torres. Blas Antonio, 169, 193, 278, 283
El pueblo.indb 373 08/06/2009 04:39:07 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 372/375
374
John Leddy Phelan
Torres, Camilo, 253
Torres, Manuel. 340
Trujillo Molina, Rafael Leonidas, 338Tungasuca, 140
Tunja: destrucción de propiedades en, 47; y los monopolios reales, 51; y los
diezmos eclesiástiéos, 60; y los impuestos, 70, 119; corregidor de, 90;
resguardos, 131; descontento en, 139; alianza con los comuneros, 164,
171, 172, 196; importancia estratégica de, 172; y batalla de Puente
Real de Vélez. 172; caída de, 175; y los negociadores, 201; fuerza mi-
litar de. 201; defección del campo de los comuneros. 201. 202; cam-
pamento de Cajicá, 204; fundación de, 241; industria textil, 241; y laencomienda, 241; extensión territorial de, 241-42; fuentes de riqueza,
241; rivalidad con el Socorro. 242-43; clase aristocrática. 242; pobla-
ción, 242; iglesias y conventos de, 242; población indígena, 242; y
tensión entre Socorro y San Gil, 244
Túpac Amaru, José Gabriel Condorcanqui Noguera: rumores sobre, en el Soco-
rro. 100; ejemplo revolucionario de, 100-101; ejecución de, 101, 141,
155, 164; y el visitador general, 140; y los indios, 140-41; anteceden-
tes de, 140; como víctima de la tensión entre dos culturas, 140; comorey de las Indias, 156; y el manifiesto de Silos. 156-39; y la indepen-
dencia política, 157; y la Iglesia católica, 160; Túpac Amaru, rebelión
de: y los peninsulares, 140; fracaso de, 140-41; y los indios, 141, 143-
44; y los mestizos, 142, 144; y los criollos, 142, 144; su ejemplo en
la Nueva Granada, 144; y la Revolución de los Comuneros. 144; como
guerra racial, 143; y otros jefes indios, 143 Turbaco, 328
UUbaté, 149, 164,273
Universidad Javeriana, 264
Uribe, Miguel de, 95
V Valcárcel, Daniel, 157
El pueblo.indb 374 08/06/2009 04:39:07 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 373/375
375
El pueblo y el rey. La revolución comunera en Colombia, 1781
Valencia, 292
Vargas, 116
Vargas, Francisco de, 100, 101 Vargas. José Groot de, 90
Vargas. Pedro Fermín de, 67
Vasco y Vargas, Joaquín: y la junta de tribunales. 176, 178; como comisiona-
do, 178; y la audiencia, 178, 310; traslado de, 310, 319; y Caballero y
Góngora. 319; y Gutiérrez de Piñeres. 319
Vélez de Guevara y Suescún, Nicolás, 27, 100, 157, 100 (n.2)
Vélez. Francisco Antonio, 103, 206, 312-13
Vélez, familia, 101 Vélez: resguardos, 131; descontento en, 139; mencionado, 60, 62, 67, 130,
134, 146, 151, 152, 235
Venezuela, 42, 161, 185
Ventas, impuesto a las, 49-51 pássim, 188, 213, 229, 234. Ver también,
Alcabala; Impuestos Veragua, 203
Verdugo, Toribia, 261
Verdugo y Oquendo, Andrés, 133-134 pássim
Vergara, Francisco de: y el tribunal de cuentas, 34, 79, 176; y la élite criolla,79, 176; y las capitulaciones de Zipaquirá, 79, 101; vínculo entre Bo-
gotá y el Socorro, 101; y Lozano de Peralta, 103; y Caballero y Góngo-
ra, 313; mencionado, 206
Vergara y Caicedo, Fernando, 325
Vergara y Caicedo, Juan de, 103
Vesga y Gómez, Nicolás José de, 265 Veto suspensivo, 97
Vidalle, Luis, 212
Villalonga, José Antonio, 152 Villar, Elena de, 67
Viruela, 36, 69-70, 321, 337
Virreyes: restricción de su autoridad, 20; y los burócratas de Carlos III, 22;
y el visitador general, 22; como políticos, 23; como supervisores de
la hacienda, 22; y las élites criollas, 23; y los plebeyos, 23, 121; an-
tecedentes de los, 22-24; y la opinión pública, 54; como árbitros, 54;
El pueblo.indb 375 08/06/2009 04:39:07 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 374/375
376
John Leddy Phelan
responsabilidad de los, 121; y las órdenes reales, 121; y el veto suspen-
sivo, 120; y los indios, 121-22
Visita general: de Gálvez a México, 20, 22; y los virreyes, 22; y Carlos III, 22;propósito de la, 249 Vitoria, Francisco de, 112, 124
W Walpole, Robert, 255
Ward, Bernardo, 18, 36, 37-38, 49, 257, 321
Weber, Max, 274
Y Yareguíes, 79
ZZapata y Porras, Joaquín, 284
Zapatoca, 40, 41, 184
Zipaquirá: fuerzas comuneras en, 109, 149, 193, 198, 200; lugar de nego-
ciación, 151-52, 186, 166, 193, 201-104, 219, 265; salinas de, 175,
200; motín en, 198; conducta de Galán en, 273; mencionada, 193,196, 232, 244, 253, 258, 259, 277, 278, 281, 303, 316, 326, 327
El pueblo.indb 376 08/06/2009 04:39:07 p.m.
8/12/2019 100767642 El Pueblo y El Rey John Phelan
http://slidepdf.com/reader/full/100767642-el-pueblo-y-el-rey-john-phelan 375/375