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Cuestionarios Lingüística General: Curso de Lingüística General, Ferdinand de Saussure Gabriel Elgueta Lorena Jorquera Ariel Palma Cuestionario N° 4 Según Ferdinand de Saussure: 1. ¿Cuáles son las tres fases sucesivas por las cuales ha pasado la lingüística, y qué problemas han tenido con respecto a un “estudio serio del lenguaje”? La lingüística ha pasado por tres fases sucesivas antes de esclarecer cuál es su verdadero y único objeto. La primera fase es en donde se intentó organizar la gramática. Su función es el proporcionar reglas para distinguir el uso correcto del uso incorrecto de la lengua, es decir, se convierte en una disciplina normativa que se encuentra apartada de la observación. Posteriormente, la segunda fase es la filología, pero se debe tener en cuenta que su único objeto de estudio no es la lengua. Su método principal es la crítica y, por esta razón, al abordar temas lingüísticos se preocupa de la comparación de textos de distintas épocas, la forma particular de cómo utiliza la lengua cada autor y, por último, logra descifrar y luego explicar redacciones de lenguas arcaicas. Aun así, la filología falla en que está constantemente preocupada de la lengua escrita y no toma en cuenta la lengua hablada. Finalmente, la tercera y última fase es la filología comparativa o gramática comparada, la cual comenzó al momento de descubrir que era posible comparar distintas lenguas entre sí. Aun

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Cuestionarios Lingüística General: Curso de Lingüística General, Ferdinand de Saussure

Gabriel Elgueta Lorena Jorquera Ariel Palma

Cuestionario N° 4

Según Ferdinand de Saussure:

1. ¿Cuáles son las tres fases sucesivas por las cuales ha pasado la lingüística, y qué problemas han tenido con respecto a un “estudio serio del lenguaje”?

La lingüística ha pasado por tres fases sucesivas antes de esclarecer cuál es su verdadero y único objeto. La primera fase es en donde se intentó organizar la gramática. Su función es el proporcionar reglas para distinguir el uso correcto del uso incorrecto de la lengua, es decir, se convierte en una disciplina normativa que se encuentra apartada de la observación.

Posteriormente, la segunda fase es la filología, pero se debe tener en cuenta que su único objeto de estudio no es la lengua. Su método principal es la crítica y, por esta razón, al abordar temas lingüísticos se preocupa de la comparación de textos de distintas épocas, la forma particular de cómo utiliza la lengua cada autor y, por último, logra descifrar y luego explicar redacciones de lenguas arcaicas. Aun así, la filología falla en que está constantemente preocupada de la lengua escrita y no toma en cuenta la lengua hablada.

Finalmente, la tercera y última fase es la filología comparativa o gramática comparada, la cual comenzó al momento de descubrir que era posible comparar distintas lenguas entre sí. Aun así, no era posible aclarar y explicar las formas de una lengua por medio de la otra.

Los problemas que han suscitado con respecto a un “estudio serio del lenguaje”, llevaron a que todo lo planteado anteriormente no constituyó una verdadera ciencia lingüística. Esto debido a que nunca se determinó la naturaleza de su objeto de estudio, lo que conlleva a que sin esto una ciencia no puede procurarse la creación de un método. Además, sus investigaciones estaban limitadas a las lenguas indoeuropeas, lo que genera que jamás se cuestionó a dónde conducían las conclusiones que se generaron a partir de la “gramática comparada” y las significaciones de las relaciones que se iban descubriendo, es decir, solo fue un estudio comparativo y no histórico. Por lo

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demás, es la comparación una manera de llegar a la reconstrucción de la historia, pero por sí sola no genera conclusiones. Este método comparativo trajo consigo un sinfín de conceptos y elementos erróneos que no corresponden a la realidad y resultan extraños a las condiciones del lenguaje.

2.- ¿Cuál es la materia y la tarea de la lingüística, y cuáles serían sus relaciones con las ciencias conexas?

La materia lingüística, tal como la postula Saussure, estaría enfocada a toda expresión del lenguaje humano. Estas manifestaciones son transversales al espacio y tiempo; pueden ser las expresiones lingüísticas de pueblos arcaicos o contemporáneos, como también de pueblos salvajes o civilizaciones constituidas. Es transversal también a la normativa y criterios acerca de lo correcto o incorrecto: la materia de la lingüística es toda manifestación del lenguaje en el hombre. ¿Cómo hacer estudios lingüísticos de expresiones de pueblos arcaicos y clásicos si no existen hablantes naturales de esas lenguas? El texto escrito es fuente importantísima para el estudio porque es un puente a espacial y temporal. Saussure identifica entonces tres tareas para esta ciencia:

“a) Hacer la descripción y la historia de todas las lenguas de que pueda ocuparse, lo cual equivale a hacer la historia de las familias de lenguas y reconstruir en lo posible las lenguas madres de cada familia;

b) Buscar las fuerzas que intervengan de manera permanente y universal en todas las lenguas, y sacar las leyes generales a que se puedan reducir todos los fenómenos particulares de la historia; c) Deslindarse y definirse ella misma.”

Claramente existe una relación con distintos tipos de disciplinas, porque intercambia ciertos elementos con ellas. Es importante marcar aspectos diferenciadores, para definir en una línea concreta y clara las intenciones teóricas que tiene el autor acerca de la lingüística. La prehistoria y la etnografía solo toman el lenguaje como un documento. La antropología se encarga del hombre como especie, en cambio la lingüística constituye necesariamente un estudio sobre un hecho social (el lenguaje). La relación que tiene con la sociología es mucho más apretada y la línea divisoria no es tan clara: el lenguaje claramente es una construcción social y aporta elementos valiosos a la psicología social. Finalmente, según Saussure, la fisiología es fácilmente distinguible frente a la lingüística, ya que esta última se sirve de la otra pidiendo aportaciones de sonidos, pero no proyecta nada a cambio. Vemos

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cómo las pretensiones de transformar a la lingüística en una ciencia seria la distancia de las demás, aun teniendo gran relación con la filología, la historia y todas las ciencias humanistas que utilicen el lenguaje como medio o elemento.

3. ¿Cuál es el objeto de la lingüística?

Si se pretende establecer a la lingüística como una ciencia -independiente de cuál sea el fin de esta como ciencia-, se debe establecer un objeto integral y concreto para estudiar. Debido a la magnitud de elementos y factores que inciden en el lenguaje, es difícil determinar qué objeto de estudio será el que deba abordar la lingüística; el solo circuito de la palabra en su forma más básica consta de tres procesos, tres dimensiones y puntos de vista que podrían ser de analizados, uno psíquico, uno fisiológico y uno físico.

Entonces, ¿cómo damos pie en la búsqueda del objeto de la lingüística? En este caso, no hablaremos de un objeto que determine un punto de vista, sino que más bien, en la lingüística, es el punto de vista quien determina el objeto, y no podemos determinar a priori que un punto de vista sea superior a otro. Por otro lado, en el fenómeno lingüístico se presenta una multitud de dicotomías opuestas e interdependientes, podemos hablar del lenguaje como realización individual y social, como una institución en el aquí y el ahora y como producto del pasado.

La solución que propone Saussure a esta problemática es bastante proactiva: Nuestro objeto de estudio será la lengua (un sistema de signos que expresa ideas, donde lo esencial es unir un concepto a una imagen acústica), a la que tomaremos como la norma que determine a todas las otras manifestaciones del lenguaje, puesto que según aprecia Saussure, la lengua parece ser el único objeto con definición autónoma, fuera de cualquier interdependencia con alguna oposición. El lenguaje como fenómeno es heteróclito y multiforme; es psíquico, fisiológico y físico; es individual y a la vez social. La lengua, por otra parte, es un instrumento, es una convención social que no está completa en ningún individuo, sino que existe íntegramente en la comunidad completa de sus hablantes, es un objeto definido dentro de todos los hechos que guardan relación con el lenguaje. En virtud de estas características, la lengua es el objeto más apropiado para fijar como objeto de la lingüística.

4. ¿Qué diferencia habría entre “lenguaje”, “lengua” y “habla”?

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La distinción esencial que hay que realizar para comprender la funcionalidad básica de la lingüística es entre los conceptos de lenguaje, lengua y habla. Identificado ya el lenguaje como un proceso social comunicativo activo, cabe definir una diferencia sustancial entre el habla y la lengua.

La lengua es un artefacto construido por los distintos miembros de una comunidad determinada y tiene relación con un concepto y una imagen acústica definida por un consenso social inconsciente y progresivo. Todos los individuos reproducirán los mismos signos y la comunicación se llevará a cabo exitosamente de esta manera. La lengua es totalmente homogénea, está instaurada en una sociedad determinada y es exterior al individuo, tiene un carácter netamente social. Su naturaleza concreta es una ventaja para el estudio y la lingüística tomará este aspecto como objeto de análisis prioritario. El carácter gráfico ayuda a esta facilidad del estudio, ya que las gramáticas y los diccionarios son representaciones fieles de las imágenes acústicas que caracterizan y constituyen una lengua.

El habla, por el otro lado, es todo un acto individual que supone la forma en cómo el hablante formula el código y se usa de la lengua para expresar sus pensamientos íntimos. Saussure señala también como habla al “mecanismo psicofísico que le permita exteriorizar esas combinaciones.”

Vemos cómo la lengua se construye en base a una comunidad de hablantes que en su individualidad se ponen de acuerdo para referirse con cierto código a ciertos signos, y que independiente si algún miembro de la comunidad no tiene capacidad de hablar, puede acceder a la lengua por medio de otro tipo de representaciones de esos mismos signos.

5. ¿Qué facultad sería natural del hombre?

Para empezar, se debe aclarar que no está comprobado que la acción de hablar sea algo natural, es decir, nuestro aparato vocal no se encuentra preparado para hablar como sí lo están nuestras piernas para caminar. Aun así, los lingüistas no han llegado a un acuerdo sobre esto y se logra apreciar en lo que plantea Whitney. Su tesis sugiere que si el instrumento de nuestra lengua es el aparato vocal, solo se debe por algo al azar y social, ya que si se hubieran utilizado gestos se podrían emplear imágenes para comunicarnos y no serían necesarios los sonidos. Esta conclusión difiere con otras conclusiones en distintos factores y uno de ellos es que el aparato vocal no puede ser al azar nuestro instrumento de comunicación, ya que de forma natural está implementado en el cuerpo para que se utilice.

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A pesar de eso, se puede indicar que no es el lenguaje hablado la aptitud natural que posee el hombre, sino que su facultad natural es la capacidad de constituir una lengua y crear un sistema de signos distintos que están enlazados a ideas distintas y que nos permiten comunicarnos. Esto se concluye, porque debido al funcionamiento de los órganos existe una facultad por excelencia en la lingüística que serían los signos. Por esto, la facultad de articular palabras, ya sea natural o no, se lleva a cabo con la ayuda del instrumento que se creó para esto y, finalmente, fue proveído por la sociedad.

6. ¿En qué consisten la lingüística de la lengua y la lingüística del habla?

Al establecer a la lengua como objeto principal de la lingüística, estaremos subordinando todos los demás elementos del lenguaje, que constituyen el habla, a nuestro objeto. A partir de ahí, la realización de la lengua como sistema no afectará en nada al sistema mismo. A su vez, hay que recordar que el punto de vista determinará nuestro objeto. En función de esto, podríamos dividir la lingüística en dos partes:

Una, esencial, tendrá por objeto a lo social, la lengua, y será un estudio psíquico. La otra, secundaria, tendrá por objeto a lo individual, el habla y la fonación, y será un estudio psicofísico. Ambos puntos de vista son recíprocos y están fuertemente ligados uno al otro: El habla necesita de la lengua para ser inteligible y la lengua necesita del habla para establecerse en una comunidad. Existe interdependencia entre lengua y habla y una será instrumento y producto de la otra, lo que no impide que sean cosas distintas. El punto de vista que abordará Saussure la mayor parte del tiempo será, como dijimos anteriormente, el de la lengua y su carácter colectivo.

La lingüística de la lengua será, entonces, aquella que se enfoca en el fenómeno colectivo del lenguaje, mientras que la lingüística del habla será aquella que se enfoca en el fenómeno individual y momentáneo del lenguaje, siendo, en términos simples, una suma de casos particulares. Debido a esta diferencia radical entre “ambas lingüísticas”, no sería productivo contener la lengua y el habla sin antes diferenciarlas primero (más aun teniendo en consideración la dificultad para esclarecer cuál será el objeto de la lingüística), sin embargo, cuando hablemos de lingüística propiamente tal, hay que tener en cuenta que Saussure se referirá a aquella que tiene como único objeto a la lengua, aunque permitirá hablar de una lingüística del habla (y lo hará según sea pertinente) siempre y cuando se mantenga la distinción entre ambas.

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Cuestionario N° 5

Según Ferdinand de Saussure:

1. ¿En qué consiste la naturaleza del signo lingüístico? Refiérase a la semiología y su relación con la lingüística.

La lengua se podría establecer como una nomenclatura, es decir, cada objeto posee su nombre correspondiente; esto genera críticas, porque proporciona un vínculo muy simple entre una “cosa” y su nombre. Aun así esta simplicidad da paso a que se considere, según Saussure, que la naturaleza del signo lingüístico es psíquica y que esta “unidad lingüística” ya no considera los términos de cosa y nombre, sino que se denominan concepto e imagen acústica. Ambos términos los asimilamos en nuestra mente por un proceso de asociación y se considera esta imagen acústica no como el sonido físico, sino que como el rastro psíquico que se puede apreciar cuando observamos nuestra lengua materna. Para trazar claramente la naturaleza psíquica del signo, en términos de relación y oposición, Saussure plantea que se denomine al conjunto como signo y se reemplace al concepto como significado y a la imagen acústica como significante.

Al referirnos a la semiología y la relación que esta tiene con la lingüística, se debe hacer hincapié en que la lingüística es solo una parte de la ciencia general que representa la semiología. Esta distinción ocurre porque la lingüística abarca solo el signo lingüístico, en cambio, la semiología representa una ciencia mucho más global, porque estudia, según Saussure, “la vida de los signos en el seno de la vida social”, dándonos a conocer en qué consisten tales signos y las reglas que los rigen. Por esta razón, la semiología forma parte de la psicología social y, por consiguiente, de la psicología general.

2. ¿Qué rasgos posee el signo lingüístico?

Habiendo ya delimitado la naturaleza del signo lingüístico, podemos comenzar a distinguir sus rasgos fundamentales. Estos rasgos son básicamente tres: la arbitrariedad del signo, el carácter lineal del significante, y la dualidad entre inmutabilidad y mutabilidad del signo, los cuales explicaremos ahora.

Sobre la arbitrariedad del signo, Saussure señalará que el lazo entre significado y significante es arbitrario, que es igual a señalar que el signo lingüístico es arbitrario. A raíz de esta arbitrariedad, lo que “dará” un significante particular a un significado, en un momento determinado, no será nada más que la tradición. Es pertinente señalar que signo es diferente a símbolo, ya que en este no se puede hablar de una total arbitrariedad entre sus

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constituyentes, y que arbitrariedad no debe dar la idea de que el hablante es quien escoge el significante; es arbitrario en el sentido de inmotivado; no hay motivación (y justificación) alguna que enlace un significante con un significado en particular. Ante este rasgo de arbitrariedad, se podrían plantear dos críticas:

• Con base en las onomatopeyas, se podría decir que la elección de significante no siempre es arbitraria, lo que no es del todo cierto, puesto que un mismo sonido, como el ladrido de un perro, es representado de manera diferente en cada lengua (guau guau en esp., ouaoua en fr.) y, una vez introducidas en la lengua, también pasarán por la evolución que ocurre a las demás palabras.

• Las exclamaciones podrían tener una relación no arbitraria, pero también es posible ver que varían de lengua a lengua (esp. ¡Ay!, alemán Au!) y en muchos casos tienen como raíz signos o frases.

Las onomatopeyas y exclamaciones representan una pequeña parte de la lengua, y su no arbitrariedad es, en el mejor de los casos, dudosa.

Sobre el carácter lineal del significante, se señala que, por ser de naturaleza auditiva, el significante se desenvuelve únicamente en el tiempo, adquiriendo las características de este: representa una extensión y esta extensión será mesurable en solo una dimensión. Es una línea. A diferencia de otros significantes que pueden expresarse simultáneamente, los significantes propios del signo lingüístico –los acústicos– se presentan uno tras otro como una cadena. No es posible expresar dos significantes acústicos a la vez. Este rasgo es fácilmente reconocible en la escritura, donde representamos esta linealidad temporal y consecutiva de los significantes a través de una linealidad gráfica (una palabra escrita tras otra en una misma línea hipotética).

Por último, caracterizaremos el rasgo de dualidad, aparentemente contradictorio, entre inmutabilidad y mutabilidad del signo a partir de sus respectivos componentes:

Sobre la inmutabilidad del signo, hay que recordar que la relación entre significante y significado se presenta libremente, lo que no ocurre en la relación entre significante y comunidad lingüística; es impuesta. No solamente es verdad que un individuo no será capaz de modificar la elección del significante, sino que ni siquiera la masa de hablantes misma es capaz de modificarla a su voluntad. Es más, hay que recordar que ninguna sociedad conoce ni conocerá la lengua como otra cosa que no sea un producto heredado y que hay que adoptar tal cual es recibido (en la práctica, nadie cuestiona la lengua), sin embargo, estas condiciones no señalan específicamente porque decimos que el signo es inmutable. Saussure justificará la inmutabilidad en cuatro puntos:

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• El carácter arbitrario del signo: la arbitrariedad entre significante y significado admite la posibilidad teórica de un cambio, pero es esta misma arbitrariedad la que previene y protege cualquier cambio del signo. Si el significante es inmotivado ¿Para qué cambiarlo? Y aun si se quisiera cambiar, ¿qué criterio uso para cambiarlo?

• La multitud de signos necesarios para construir cualquier lengua es innumerable.

• El carácter de complejidad del sistema hace que la masa no sea competente para cambiarla, y aun cuando grupos de especialistas se han propuesto a cambiar la lengua conscientemente, no lo han logrado (véase la gramática de Bello, que solo erradicó algo del voseo).

• La resistencia de la inercia colectiva a toda innovación sobre sus instituciones.

Sobre la mutabilidad del signo, Saussure señalará que el tiempo, como factor de continuidad, será el factor que introduzca cambios en el signo lingüístico, y estos cambios, por muchas manifestaciones que tengan (fonológicas, morfológicas, semánticas, etc.) siempre conducirán a un desplazamiento de la relación entre significado y significante, y ninguna lengua es inmune a este cambio ya que es una de las consecuencias de la arbitrariedad del signo (que describimos antes). Aun el esperanto, una lengua artificial y pre-meditada, sufrirá esta mutabilidad en sus signos cuando sea puesta en circulación, se institucionalice, y se configure como una lengua en el seno de la sociedad. “El tiempo cambia todas las cosas, no hay razón para que la lengua escape a esta ley universal” dirá Saussure, y ninguna lengua, como sistema de signos que es, escapará a este principio de semiología general (la continuidad y alteración del signo en el tiempo), apreciable en el signo escrito, el lenguaje sordomudo, etc. Lamentablemente, Saussure no especificará de manera concreta cuáles son los factores que motiven y justifiquen la mutabilidad, solo hará referencia al tiempo como un medio de cambio para el signo y la lengua.

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Cuestionario N° 6

1. De acuerdo con Saussure, distinga:

a) Lingüística sincrónica de lingüística diacrónica.

Para lograr establecer la distinción entre ambas lingüísticas, debemos primero señalar que lo sincrónico es aquello donde se hace referencia al aspecto estático de la ciencia, en cambio, el aspecto diacrónico se centra en las evoluciones.

Por esta razón, las diferencias entre ambas se vuelven notorias. Para empezar, se debe esclarecer que la importancia no es igual, ya que la lingüística sincrónica prevalece por sobre la lingüística diacrónica, porque para los hablantes es la única realidad. Los lingüistas tienen una perspectiva similar, ya que al situarse en la lingüística diacrónica no será la lengua lo que se perciba, sino la serie de acontecimientos que la modificarán.

En segunda instancia, se debe considerar que la lingüística sincrónica solo conoce una perspectiva, es decir, la que se lleva a cabo entre los hablantes, ya que al reconocer en qué medida algo es realidad solo es necesario saber la medida en la que existe para la conciencia de los hablantes. En cambio, la diacrónica debe distinguir dos perspectivas y no solo una; la primera es la prospectiva, que debe seguir el curso del tiempo, y la segunda es la retrospectiva, que debe remontarla.

Finalmente, otra diferencia se refiere a los límites del campo que abarca cada una de estas dos disciplinas. Lo sincrónico no tiene como objeto de estudio todo lo que es simultáneo, sino que el conjunto de acontecimientos correspondientes a cada lengua, incluso hasta los dialectos y subdialectos. Por otra parte, la lingüística diacrónica considera términos que no pertenecen a una misma lengua, es más, la sucesión de hechos diacrónicos es lo que crea la diversidad de idiomas.

a) Significado, significación y valor.

Al referirnos a significado, nos centramos en el concepto al que se remite una imagen acústica, es decir, la imagen del signo. La significación remite, esencialmente, al mismo concepto (significado y significado es lo mismo). Finalmente, se denomina valor a la propiedad que tiene la palabra de representar una idea, es decir, hace referencia a las relaciones entre

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signos lingüísticos que los definen por oposición frente a los demás (un signo se define por lo que es y lo que no es). Desde un aspecto conceptual, se considera que el valor es un elemento de la significación.

¿Cómo es que el valor se confunde con la significación? Para dar una respuesta a esta interrogante se debe considerar que los valores están constituidos por algo susceptible de cambiar por aquello cuyo valor está en cuestión, y también, por cosas similares que se pueden comparar (valorar algo es compararlo a otra cosa). Se puede cambiar una palabra por algo diferente, una idea, y también se le puede comparar con algo de la misma naturaleza, es decir, otra palabra.

Lo que importa en la palabra no es el sonido mismo, sino las diferencias fónicas que permiten distinguir a esa palabra de todas las demás, puesto que son ellas las que llevan la significación. Los signos actúan no por su valor intrínseco (valor en sí mismos), sino por su posición relativa entre los demás signos o dentro del sistema lingüístico, por esto es que la lengua no consta de ideas ni sonidos que precederían al sistema lingüístico, sino solamente de diferencias conceptuales y de diferencias fónicas derivadas de este sistema.

Saussure ejemplifica diciendo que en el español el concepto “juzgar” está unido a la imagen acústica juzgar, es decir, simboliza la significación. Pero se debe dejar claro que ese concepto no es más que un valor determinado por sus relaciones con los otros valores similares, y que sin ellos la significación no existiría. Un segundo ejemplo se logra distinguir a través de las palabras “fish”, “pez” y “pescado”, ya que los tres términos “significan” lo mismo (tienen un mismo significado aunque cambie el significante o imagen acústica), pero no poseen el mismo valor. Esto ocurre porque en el español logramos distinguir el animal acuático denominándolo pez cuando está dentro del agua y pescado cuando se encuentra fuera de ella (o cuando es un animal pescado/tomado/atrapado del mar); pero esta situación no ocurre al denominarlo en otra lengua como en el caso de fish, donde se llamará igual bien sea un animal acuático o el plato de almuerzo.1

Cuando se afirma que una palabra posee un significado, quiere decir que me atengo a la asociación de la imagen acústica con el concepto y se hace una operación que puede ser exacta. Esto nos da una idea de la realidad, pero de ninguna manera se expresa el hecho lingüístico en su esencia.

1 Un hablante no nativo del español podría confundir pez y pescado al no conocer su valor y lo miraríamos raro cuando nos cuente que almorzó “pez con ensalada”).

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2. ¿Por qué Saussure afirma que la lengua es “forma” y no “substancia”?

Como Saussure ha ido precisando a lo largo del curso, el estudio y comprensión del sistema lingüístico se delimita a través de la oposición de los elementos que constituyan a este. Así, del mismo modo en que hicimos la distinción entre lengua y habla para hablar de lenguaje, significado y significante para hablar del signo lingüístico, diremos que la lengua es un sistema en donde los elementos toman valor únicamente a través de su oposición con los otros elementos que constituyan el sistema.

No podemos hablar de que el valor de las palabras esté dado de manera intrínseca (hablar de que los elementos del sistema tienen substancia o valor por si mismos); diremos que su valor está dado por aquello que son y que no son. El mismo hecho de hablar de valor de los elementos del sistema nos lleva a aceptar que pueden ser intercambiables y que son elementos comparables. Si el signo lingüístico tuviese valor en sí mismo, es decir, si tuviese sustancia, podríamos hablar de una equivalencia exacta entre signos de diferentes lenguas, ya que la relación semiótica entre diferentes elementos no sería un factor a considerar en el sistema (lo que a su vez, se aleja de la definición de sistema).

En relación a esta idea, Saussure afirmará que el papel que la lengua desempeña entre el pensamiento, caótico por naturaleza, y el sonido, abstracto y carente de valor en sí mismo dentro del sistema, no es solo de un medio que permite la expresión fonética de ideas; va más allá, se sitúa como un mediador que deslinda a estas unidades una de otra, dando un producto que reconcilia a estas dos dimensiones amorfas en un sistema único. La lengua, es el espacio limítrofe en donde dos elementos en oposición se combinan, tomando una forma particular, y no adquiriendo un valor intrínseco, justificado dentro de la lengua en sí misma y sus constituyentes.