san miguel arcángel

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Libro editado por la UNAM acerca del Arcángel San Miguel e iconografía en México y el mundo entero.

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INVESTIGACIONES

ESTTICAS

M nografas de arte / 2

EL ARCNGEL SAN MIGUELSU PATROCINIO, ERMITA EN EL SANTO DESIERTO DE CUAJIMALPA . y EL SANTUARIO DE TLAXCALA

, , EDUARDO BAEZ MACIAS

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Manifiesto mi agradecimiento a quienes me ayudaron a realizar este trabajo, especialmente a la maestra Judit Puente Len y a los investigadores Javier Romero Quiroz y Gonzalo Obregn, as como al Departamento de Fotografa y al Director del Instituto de Investigaciones Estticas, que hacen posible su publicacin.

A Jorge Alberto Manrique

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EN LA ERMITA

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no mucha distancia de la ciudad de Mxico y siguiendo una di. i6n sur-noroeste se extiende la sierra de Cuajimalpa, como una mtcsca guirnalda colgada de las estribaciones del Ajusco. En ella obre el corte que le hace la carretera Mxico- Toluca se encuentra , II in de La Venta, en otros tiempos punto de descanso y partida 1 11 1 1 excursionistas que gustaban internarse en sus bosques. Poco I .1 sur queda el reposadero de Cruz Blanca y de ste, unos pasos d 1 intc, la barda hmeda y musgosa de lo que otrora fue el Santo i '1'(. de la Provincia de San Alberto de carmelitas descalzos . uninando a lo largo del muro en parte oculto y en parte des, IIdo p r randes troncos de pinos y oyameles, siempre ascendiendo, Itln III os tres kilmetros se llega a un sitio en que la barda tuerce I 1 (,1 n r e, casi trazando un ngulo, cuando ya el bosque espeso tlido el lu ar a pinos leosos y arbustos bajos mejor adaptados 1 al 1111':\ de el vrtice del muro, hacia el poniente, se des\, 11 nuevn elevaciones de crestas rocallosas y vegetacin chamiza, dI La .unlc aparece ante los ojos del caminante la ltima y h 1 'm \ que e el cerro de San Miguel, coronado con una \1 1111 t"'llIita, 1, p brc aparejo, consagrada desde tiempos remotos , 11 '11 ti liS mili ia celestes, I 1I 11t ru ti las mejores esculturas de San Miguel est en el retablo 1 rsn de oreto de Tepotzotln [XLI]; es un delicado nio sin I IJ lit' ha p rdido la lanza que clavaba en las fauces del dragn, 1 'o qu aE rtunadamente, pues gana en dulcedumbre. )(10 oberbi , tonante, que emerge entre nubes y rayos, es el que I 11\.1 " (do (ti ar neoclsico de la iglesia del Santo Desierto de 1 111 ill~o 1 LI]. 1 1I1l1 eo d T p tz tln hay otros arcngeles en escultura 1111 pOlld '11 a un, n p in di! rente; estn hechos en mar1'1 CH I dC'1I dll n r i n A ia. n sus facciones orientales 1 ,ld,d,lt ,:\~j in)' '1 1..', !TI 1 i/1 ,sobre todo el que aqu' .111 111111 l. '1,1111. EII la 11 an 11 va una adcnita con la cual 1 1 11,1 c'!1I '1"" '11 11 '01" lnn i: n el n 1, parece inofen1111111 1 111 '1,1 1111 ,lIIilll:tI doms j o. a b a rand y la e aI ti 111 1 ,1 pll 111 dt, 1111,1 rnnn, (') 1, UI1. drag J'\ era alid darcngel,

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En la Pinacoteca de la profesa hay por lo menos dos Migu 1'. I uno diminuto formando parte de un juicio final, pintado por Mi. guel Correa en 1718, y otro sin fecha firmado por Mariano Gar in de regular colorido pero de cuerpo flojo y obeso, chocante p r Sil falta de expresin. El arcngel San Miguel es un tipo y un tema barroco. El n 1.1 sicismo hizo poco caso de l y el siglo XIX casi lo olvid. ntr lo catlogos y premios registrados en la Academia de San Carl 1'1(' 11 encuentra slo por excepcin, por ejemplo en un grupo d 1 111101 Fidencio Daz de la Vega, en el que vence a Luzbel. sn IJII iH11I naturalista y positivista todos estos seres nacidos de las s ri ur 1 1I Teologa, con su enorme carga de simbolismo religio e 111 11111 esfumando, aunque, como motivos subsistieron por r In f ti 111 I alada en s misma bella, y por esta razn se le sigui ti iljz IlId.. 11 alegoras como la de la virtud que domina al vicio. Deben ser muchos los sanmigueles que andan p r ,hl, h '1111 malos, en iglesias y en casas particulares; pero p e Vt'/, IIIC " conformado con citar algunos a manera de ejempl y1 I'dl illlll d que har referencia, para cerrar el captulo, sed 1 ( diubl j que pululan entre sus torres; aunque no es difiti,

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cil inferir la relacin que se da entre la noche, regin obscura en J. que moran los bichos de la pintura, y el poniente, que es el punt en donde la luz se extingue para que principie el reinado de las tinieblas. No podra faltar el ngel defensor en las portadas, que son tal vez uno de los puntos ms vulnerables del templo, y por citar slo algunos ejemplos entre los varios que nos da el arte col ninl mencionar la parroquia de Ocotln, Tlalpujahua, la igle ia de Atitalaquia, la de Guadalupe de Aguascalientes en la que aplns I al mal que se arrastra y agarra de la piedra de una cornisa, la n 1(' dral de Durango y aqu la Enseanza, la Santa Veracruz y 11 parroquia de San Miguel, que guarda como feudo propio. Otros lugares hay que son susceptibles de defensa para te ,11.1110 estratega, como. las claves de los arcos (Zinacantepec, AIZC.lpo zaleo, un arco botorel de San Francisco de Tzintzunz: 11) 11 verjas de los atrios, como un' extraordinario que d f 1 dI 1 di Santa Prisca de Taxco, encaramado en el pilar nor se ' 01111111 imagen de gladiador, con el escudo adelante y la l. la 1 plllllo, un pie al frente y todos sus msculos tensos. De la misma manera hay que mirarle cuando S y('I'~;III', 11111 1 rio viga sobre las torres. Tal debi ser el oficio del . ng ,1 d(' 111 11I11 de Jean .Barbet, que se supone procedente de la nintc el! 11111 1 Y la intencin de las torres que tiene en ciudades an igut'l, t'. p If Id 1 corno en Zaragoza. Y qu segura debe sentirse la catedral 1( Y.III'II cia, con ese arcngel gigante que la guarda disfrazad en ln g\ ti metra de una torre octogonal: el Miguelete. Algo lo imita San Rafael, cuando lo vemos custodiar, desde lo alto de su columna (El triunfo de San Rafn ,1 ,1 l. mitad del puente romano que peina las aguas del u. dnlquivlr, Arcngel caminante, piensa tal vez con nostal ia n l. e 1ti I I I que de la orilla del ro conduce a Sevilla.' en el barrio de San Mi uel, en Taxco, hay un, y anti tia, me ar cc del VII, cuya pr tcc j n en n n IaI'OII 1 ,.11, Mi u 1, ad nd 1 en r li v dc ar ama a n 1. nrn p01l1 1111 d '1 ampanario. J, v 11 S i unln me n '1 .oronruuieut d 1.1 orr idcntal 1 1. ae lrnl M, r I li 1,:111:\, el r-l ,.;l'lIpll 1 .11 1. do por .I()S~ Zn 'nda, .,( 1'" Y 'lH'II( 1 ,1 IOlli 1.1 1)( l. MilI 1 P I lilln Mil 1111' II la, torre { d(, In I urroquin di' :11.111..1.';.\1,111111111 010 .Ido '.1111 i.1}'UJ\pc'1 101 S.lIl Mi 11,1 J\IT~1I1: 1, 11I1 11 III 110Mili l' ,1111, MI

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hechos de plomo. Aunque entre todos los ngeles guardatorres no hay uno que ms intrigue o conmueva como ese que pusieron en 1 de la iglesia del Hospital de Jess. Retador del vrtigo, este ngel apotrpeo miraba desde su torre la arquitectura de la iudad con sus plazas abiertas, sus templos, sus vecindades de plato y aza y sus soberbios palacios, como el de los condes de Calima ya, u tena casi a los pies. Pero se acab la colonia y vino otra poca 1 no respeta jurisdicciones de santos, y el acero y el concreto 1 u urparon el espacio con edificios ms altos a cuya sombra, ped z a pedazo, el tiempo y el abandono le deshacen la figura. villa de Le Puy, en Francia, tiene un promontorio que parece inculo en cuya cumbre edificaron un templo a San Miguel, n uida desde ah a los peregrinos que toman el camino a Sande Compostela. Altos son tambin los santuarios que le erigien Espaa y, sobre todos, el del monte Saint Michel que, como el 1 uy, es esbelto como una aguja que quisiera herir el espacio. d todo el mundo, me atrevo a decir, el santuario ms elevado le haya erigido alguna vez es el de la sierra de Cuajimalpa, u 800 metros sobre el nivel del mar [XLIV]. u 1 pun to de donde partimos, cuando iniciamos este ensal lugar al que habremos de volver, pues va tocando a su fin de pergear, entre libros y cuadros, noticias del prncipe . ngelcs, Tiene la ermita una planta octagonal de 6.80 m. 1 tro y 5.5 O de altura, muros de mampostera y cubierta I r he ha. Su altar es del mismo material y muy sencillo omo lo fu ron todos los que hubo en las ermitas del gran mc)nulltc:ri( rm litano. Medio derribado, conserva la mesa y los I r ni hos, de mayor altura el del centro que deba I I tl.l' 111 Ilt n Migu 1. La luz entra por dos ventaniras que dan al I() In pu r qu V nl poniente. Mi conclusin sera que 111 itu I o irvl .omo las otra del yermo, para el retiro I 1 I i nllo fraile rmit: , sino exclusivamenteill o n umplidr m noma morada y ata1\ 1 YO San Migu 1 prot in la omunidnd. to I J(, 1 oj. I qu lic I prOJ 6 ito ti 1 monte il Mi h 1 I 1\ I n p rilI 1 Non nnI 1 I 11 I tui I i I , I il () ino que

Si este gran espaol hubiera conocido nuestro monte con ti capillita, sta le habra evocado a su San Miguel normando, pue situada como l a gran altura, casi a la mitad del camino que 011 duce de la tierra al cielo, atrae sobre s en tiempos de turbulcn [n toda la furia de los elementos. Como en Francia, no hay en cllu imagen o reliquia alguna, pero en noches de tormentas parece 01110 si acecharan a su alrededor legiones de demonios que dcsafian \1 vigilante arcngel a salir en defensa de su torre y a entablar '0111bate, irrumpiendo a la cabeza de sus ngeles en el aire e nv " in. nado de la noche. La gran batalla entre el bien y el mal es iniciada. Arribr 'IHIt chocan espadas produciendo destellos de luz electrizante qu ' unu 11 1 zan con estallar la bveda celeste, quebrando su-cristal de IlIdo \ lado. Abajo, la ermita recorta con su parda silueta la luz d lo relmpagos y el viento y la lluvia se enlazan en furioso, tot h 1111111 que resbalan y muerden las duras agujas de los pino y 11, I'()". Pasada la batalla, un silencio espeso como tinta nI () I 1 I cielo y los demonios se repliegan, embozados en sus alns, 1 arn 11111 1 girse vencidos en las tinieblas, mientras la claridad nnur 'j 1 1 01 por el oriente. El cielo, an estragado por el combatc{ 11" (1111 gotas de roco y el arcngel San Miguel, claro como o luz 0111, busca su ermita y se quita los arreos mientras des 'i 'nd 1 j 11 lo caracolas de nubes.

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