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  • LA CIUDAD DE SAN CRISTBALDE LAS CASAS, A SUS 476 AOS:

    UNA MIRADA DESDE LAS CIENCIAS SOCIALES

  • Dolores Camacho VelzquezArturo Lomel Gonzlez

    Paulino Hernndez Aguilar

    COORDINADORES

    LA CIUDAD DE SAN CRISTBALDE LAS CASAS, A SUS 476 AOS:

    UNA MIRADA DESDE LAS

    CIENCIAS SOCIALES

    2 0 0 7G O B I E R N O D E L E S T A D O D E C H I A P A S

    DOLORES CAMACHO VELZQUEZARTURO LOMEL GONZLEZ

    PAULINO HERNNDEZ AGUILAR

    CUIDADO EDITORIALDireccin de PublicacionesDISEOMnica Trujillo LeyCORRECCIN DE ESTILORoberto Rico ChongFORMACIN ELECTRNICA

    Mario Alberto Palacios lvarez

    D.R. 2007 Consejo Estatal para las Culturas ylas Artes de Chiapas, Boulevard ngel AlbinoCorzo No. 2151, fracc. San Roque, TuxtlaGutirrez, Chiapas. C.P. 29040.

    ISBN 970-697-205-6HECHO EN MXICO

    Mtro. Alfredo Palacios EspinosaDIRECTOR GENERAL

    Lic. scar Herrn SalvattiCOORDINADOR OPERATIVO TCNICO

    Lic. Carlos Gutirrez VillanuevaDIRECTOR DE PUBLICACIONES

  • SAN CRISTBAL DE LAS CASAS

    San Cristbal de Las Casas es el nombre de

    mi tierra, de mi pueblo natal.

    San Cristbal es el santo patrono de este

    lugar, ubicado en Los Altos de Chiapas.

    La leyenda catlica cuenta que era un

    gigante que cruz un ro, que un nio le

    pidi que lo llevara a cuestas. Iba a medio

    camino cuando se percat de que el nio

    pesaba tanto como el mundo. El nio era Dios.

    Las Casas, apellido de mi pueblo, es el ape-

    llido del primer obispo de Chiapas, un frai-

    le dominico, a quien tambin se le llama

    Padre de los indios.

    JAVIER MOLINA

    El lugar de los hechos

  • CONTENIDO

    PRESENTACIN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .13Recordar juntos, construir unidosLeobardo de Jess Cancino Bermdez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .21

    HISTORIA E HISTORIAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .27

    Historia crtica de los barrios de Ciudad Real.Juan Pedro Viqueira . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .29

    El cabildo de San Cristbal de Las Casas, Chiapas. (1876-1911).Julio Contreras Utrera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .60

    Vecinos y gobierno tras la inundacin de 1921 en SanCristbal de Las Casas. Miguel Lisbona Guilln . . . . . . . . . . . . . . . . . .72

    Bosquejo de la historia de la fotografa en San Cristbalde Las Casas, Chiapas. Justus Fenner . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .95

    Remembranzas histricas sancristobalenses.Irma Contreras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .116

    San Cristbal de Las Casas a travs de los libros.Octavio Gordillo y Ortiz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .128

    Del aerdromo al aeropuerto: larga batalla por abrirseal mundo. Luz Olivia Pineda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .165

    DE SU MEDIO AMBIENTE, DE LA SALUD Y DE LA ECONOMA . . . . . . . . . . .191

    Diagnstico de la situacin ambiental en el municipio deSan Cristbal de Las Casas. Jorge Mayorga Ochoa . . . . . . . . . . . . . . .193

  • La educacin superior pblica y privada en San Cristbal deLas Casas. Guadalupe Culebro Lessieur . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .362

    SOCIEDAD, DEMOCRACIA Y CIUDADANA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .375

    Marginalidad urbana en San Cristbal de Las Casas,Chiapas. Paulino Hernndez Aguilar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .377

    Gestin pblica municipal: Consolidacin institucional de losservicios pblicos municipales en San Cristbal de Las Casas,durante la dcada de los ochenta. lvaro Cotoc Canel . . . . . . . . . . . .388Cambios estructurales en el sistema de transporte de SanCristbal de Las Casas. Isabel del R. Garca de Len . . . . . . . . . . . . . .408

    Procesos democrticos y de ciudadanizacin en San Cristbalde Las Casas. Dolores Camacho Velzquez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .428

    Entre la ciudad y el campo, Organismos civiles en San Cristbalde Las Casas. Gerardo A. Gonzlez Figueroa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .441

    El papel de los medios de comunicacin en la construccin de lademocracia y la ciudadana.Heriberto Velasco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .460

    Los medios de comunicacin y el sueo de la democracia.Ren Genaro Mandujano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .462

    El papel de los medios en la constitucin de la democraciay de la ciudadana. Hugo Isaac Robles Guilln. . . . . . . . . . . . . . . . . . .464

    La produccin de carbn vegetal y sus implicacioneseconmicas y ecolgicas en San Cristbal de Las Casas,Chiapas. Manuel Ramos Martnez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .224

    Ecologa urbana en San Cristbal. La sociologa de laconservacin. Miguel ngel Vsquez Snchez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .233

    La nutricin de los nios preescolares de San Cristbal de LasCasas: una comparacin de dos encuestas de 30 y 22 barrios:en 1986 y 1996. Pablo Gonzlez Casanova Henrquez et al. . . . . . . . . . . .243

    Impacto de la educacin formal en la fecundidad de loscontextos urbano-rural de San Cristbal de Las Casas,Chiapas. Olga Lidia Lpez Gonzlez, Catarino Ancheyta Rosales yBenito Salvatierra Izaba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .256

    Rezago y perspectivas en la oferta social e institucional de losservicios de salud hospitalarios y de salubridad pblica en SanCristbal de Las Casas. Francisco Milln Velasco. . . . . . . . . . . . . . . . .273

    San Cristbal de Las Casas: una economa diversa.Federico Morales Barragn, Victoria Jimnez Cruz . . . . . . . . . . . . . . . . .294

    Los cybercaf en San Cristbal de Las Casas, Chiapas.Socorro Fonseca Crdoba, Leocadio dgar Sulca Bez . . . . . . . . . . . . . .304

    DE SU IDENTIDAD Y DE SU CULTURA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .319

    Celebrar 475 aos de la Villa Real de los espaoles? Sonlos coletos un pueblo o etnia maya? Son parte o derivacindirecta de las culturas mayas, en particular la tsotsil y tseltal?(Ocho argumentos cientficos y uno filosfico conesperanzas). Pablo Gonzlez Casanova Henrquez . . . . . . . . . . . . . . . .321

    Lenguas en el Valle de JobelArturo Lomel Gonzlez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .337

    La cultura del caos y el caos como cultura en San Cristbalde Las Casas. Jos Antonio Reyes Matamoros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .350

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    PRESENTACIN

    Dolores CamachoArturo Lomel Gonzlez

    Paulino Hernndez Aguilar

    LA CIUDAD DE SAN Cristbal de Las Casas ha sido estudiada y anali-zada desde diferentes perspectivas; en opiniones vertidas endiversos espacios de discusin y en textos publicados podemosobservar la diversidad de enfoques utilizados para su estudio.Ello depende de los intereses y los objetivos que animan a laspersonas que han participado en este esfuerzo. Haciendo unasntesis de los temas que se han escrito o se han discutido,encontramos que se ha privilegiado hablar sobre el significadode la ciudad, su importancia en aspectos econmicos y polticosa lo largo de la historia chiapaneca, su arquitectura, su pobla-cin; y actualmente, cuando se trata de caracterizar la ciudad ysu problemtica, nos encontramos con dos posturas diferentes.Una est compuesta por aquellos que ven en la ciudad una joyahistrica por lo que represent en un momento crucial de laconquista espaola. La llamada Ciudad Real, fundada por donDiego de Mazariegos en 1528, y convertida en asentamiento deespaoles pero rodeada de indios.

    Este grupo de escritores y actores locales buscan y valoranestas caractersticas por encima de otras. Parten de una visinidealista y clasista, por lo que consideran fundamentales las ra-ces mestizas, les interesa por sobre todo redimensionar la san-gre espaola que corre por las venas de sus habitantes origina-rios, poniendo como muestra de ello la existencia de las caracte-

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    son sancristobalenses. Esto llev a discutir en diversos foros ques ser coleto, coleto autntico o sancristobalense, y por lo tanto,qu era ser extrao. Aqu surgieron las referencias al pasadoespaol de los habitantes considerndose privilegiados por con-tar con esas races.

    No podemos dejar de reconocer la importancia econmica,poltica y social de esta ciudad en las diversas etapas de la histo-ria chiapaneca, ello independientemente de la postura que cadaquien tenga. En la divisin que se ha hecho en la historia mexi-cana, entre conservadores y liberales, a San Cristbal se le haconsiderado como parte de la regin conservadora, al igual queComitn, contraponindose a la liberal Tuxtla y Chiapa de Cor-zo, por hablar de ciudades importantes. Los acontecimientos y elmomento histrico obligaron a realizar esa divisin, tanto porlas posturas polticas como por las prcticas sociales y econmi-cas que tenan los habitantes de cada una de estas ciudades; sinembargo, ello no es tan sencillo en el terreno de los hechosactuales. Siempre ser necesario recordar que la ciudad de SanCristbal ha sido uno de los esenarios centrales de la vida deChiapas, no slo por haber sido capital de la provincia en lapoca colonial y capital del estado hasta 1912, sino porque hasido asiento del nudo social de lo indio y lo mestizo.

    Por otro lado, o quiz como parte del mismo proceso, se haceconstante referencia a la importancia cultural de San Cristbal,denominndola, no slo por la gente comn sino por losmedios e intelectuales, como la cuna cultural de Chiapas, porqueaqu se desarrollaron procesos histricos importantes, por lagran presencia de los sacerdotes que en la poca colonial eranlos intelectuales existentes, los que escriban, los que hablabandiversas lenguas. Posteriormente, en la primera mitad del sigloXX florecieron aqu los diversos escritores sancristobalenses queresaltaban la importancia de la literatura, construyndose as unimportante grupo de literatos que describa la vida cotidiana endiversas publicaciones, o que procuraba y resaltaba la importan-cia de la educacin entre los habitantes (Flavio A. Paniagua yAdelina Flores, entre otros).

    rsticas de la cultura espaola en la construccin y diseo de laciudad, en los apellidos y rasgos culturales como la alimentaciny fundamentalmente la lengua. Ellos tratan de demostrar que eldecaimiento de la ciudad es debido a la importante presenciaindgena no slo en las orillas sino en prcticamente toda la ciu-dad, lo que ocasiona gran impacto en la estructura econmica,social y poltica.

    Por otro lado, hay otros que partiendo de criticar la visin idea-lista, tratan de identificar un problema de identidad, es decir,resaltan en sus anlisis la existencia de rechazo a la sangre ind-gena que corre por las venas de los coletos. Estos ltimos sehan enfocado en demostrar que los habitantes originarios de laciudad eran indgenas, y que los mestizos, que hoy son mayora,provienen de esa combinacin existente en las colonias espao-las. Por lo tanto, a pesar de mantener los apellidos y de vivir enconstrucciones de arquitectura espaola, mantienen caractersti-cas culturales provenientes de las races indgenas, observablesen la alimentacin, las costumbres y en el fenotipo, es decir, esuna cuestin fsica e intelectual. Estos ltimos rescatan ydemuestran esa parte de la poblacin.

    Comentarios van y vienen en medio de estas dos posturasopuestas, es importante decirlo porque en otras ciudades delestado, esta discusin prcticamente no existe. En buena medi-da ello se debe a que ninguna otra tiene los elementos histricospara que la discusin se d, como la importancia que SanCristbal tuvo en la poca colonial y posrevolucionaria. En buenaparte este debate explica el surgimiento de problemas de intole-rancia entre diversos sectores sociales que habitan la ciudad.

    Hay que recordar los graves acontecimientos surgidos aqu en1994, con la aparicin pblica del Ejrcito Zapatista de LiberacinNacional, donde la disputa entre autnticos coletos y losotros fue conocida en todo el mundo. En este acontecimientosalieron a la luz resentimientos guardados durante mucho tiem-po por actores que se sentan invadidos no slo por la gran can-tidad de indios que habitan la ciudad, sino tambin por losotros, los que no nacieron en San Cristbal o que sus races no

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    sobre la arquitectura de San Cristbal, que con fotos maravillo-sas y explicaciones sencillas nos presenta un recorrido sobre lasprincipales edificaciones de la ciudad, ello es importante paraconocer diferentes aspectos sobre la historia monumental deSan Cristbal. Tambin se public el libro colectivo promovidopor el Banco Internacional, en donde se hace un recuento de lasituacin econmica y social de la regin de Los Altos y en par-ticular de San Cristbal como centro regional.

    Pero indudablemente en la actualidad los trabajos que msinters han despertado son los escritos por Jan de Vos y AndrsAubry, indiscutibles historiadores de Chiapas, pero que han mos-trado un gran inters por San Cristbal, no slo porque la hanacogido como su ciudad para vivir, sino por descubrir y revelar-nos lo que ha sido la trayectoria de sus habitantes y la ciudad. Ensus publicaciones y sus charlas hemos todos aprendido y valora-do mucho de la historia de San Cristbal. De Vos le dedica variostrabajos a la ciudad, destacando temas que van de los avatares desu fundacin a pasajes de diversos personajes histricos.

    Por su parte, Aubry, con el trabajo de rescate y ordenamientodel Archivo Histrico Diocesano, ha descrito la vida de la ciudaden el periodo colonial, y ha dado a conocer documentos impor-tantes para el conocimiento histrico de la ciudad y la vida dio-cesana, a travs de personajes y estructuras religiosas como losobispos, los conventos, sus relaciones con el poder poltico, vidasy trayectorias que afectaron definitivamente la vida de la ciudad.

    Todos estos aspectos y discusiones motivaron la edicin dellibro que tiene ahora usted en sus manos, el cual es un esfuerzocolectivo de investigadores y profesores universitarios de diver-sas instituciones locales y nacionales con presencia en SanCristbal de Las Casas, quienes nos reunimos para desarrollar unevento acadmico que denominamos La ciudad de SanCristbal de Las Casas, a sus 476 aos: una mirada desde lasCiencias Socialescon el fin de aportar al conocimiento e inter-pretacin de los problemas que aquejan a la ciudad que todosvivimos, en un momento en que se discute cul es el papel de lasCiencias Sociales actuales y cul su responsabilidad social. Este

    Tambin porque en las primeras etapas de la poltica de inte-gracin de los pueblos indios al Estado nacional, San Cristbalse convirti en el centro rector, como le llam Gonzalo AguirreBeltrn, es decir, era la ciudad que estaba rodeada por pueblosindios, y a la que llegaban todos los caminos. Aqu era el centromercantil donde los indios venan a comprar y vender sus pro-ductos, tambin tenan que llegar aqu para realizar trmites orealizar estudios, hasta que las escuelas despus de la segundamitad del siglo XX llegaron a sus comunidades.

    En esta etapa integracionista y con la llegada del InstitutoNacional Indigenista (INI) a Chiapas, lleg a San Cristbal unaimportante cantidad de antroplogos, algunos para desarrollarla poltica indigenista del INI, y otros para estudiar a los pueblosindios o las dos cosas. A partir de este momento San Cristbaldio cobijo a intelectuales y acadmicos atrados por su objeto deestudio: los indios.

    Actualmente se ha criticado el hecho de llamar la capital cul-tural de Chiapas a San Cristbal, pero lo cierto es que es un lugardonde existe gran cantidad de universidades pblicas y privadasque ofrecen diversas carreras, tanto dentro de las ciencias socia-les y las humanidades como de la administracin y el derecho.San Cristbal tiene el mayor ndice per cpita en Chiapas en laoferta de educacin superior e investigadores, es el lugar dondese desarrollan la mayor cantidad de investigaciones y de eventosacadmicos al ao, aunque no sean sobre la ciudad. Tambin enSan Cristbal hay una variedad de asociaciones civiles u organi-zaciones dedicadas al estudio y fomento de la cultura; slo pormencionar algunas, estn el Seminario de Cultura Mexicana, elEspacio Cultural Jaime Sabines, la Sociedad Mexicana de Geo-grafa, la Sociedad de Escritores Sancristobalenses, y otras dendole oficial; por lo que hay estudios sobre la historia de la ciu-dad, la construccin de los barrios, las estructuras de poblacin,las actividades econmicas, las formas de vida, temas que an seinvestigan y se discuten cuando se habla de la ciudad.

    Hay trabajos escritos que han sido publicados, como porejemplo los libros de Juan Benito Artigas y David Markman,

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    evento tuvo lugar en la Casa Mazariegosen el Centro Histricode San Cristbal de Las Casas, Chiapas, los das 19, 20 y 21 demayo de 2004.

    La idea surgi porque nos preguntbamos constantemente porqu si en San Cristbal de Las Casas vivimos muchos investiga-dores y profesores universitarios, son pocas las investigaciones enproceso que tiene por objeto la ciudad. La Universidad Autnomade Chiapas tiene aqu dos planteles y tambin identificamos adiez universidades privadas. Se localizan diversos centros deinvestigaciones en ciencias sociales y en recursos naturales.

    As decidimos organizar este evento, con un objetivo princi-pal: crear un espacio donde desde diversas perspectivas analti-cas se discutiera, analizara y reflexionara sobre problemas y pro-cesos sociales que viven la ciudad de San Cristbal y sus actores.

    Nos interesaba crear un espacio donde pudiramos los intere-sados presentar escritos que fueran dados a conocer a un pbli-co abierto, es decir, no slo acadmicos. Tambin creamos quedebamos ser incluyentes; as que hicimos extensiva la invitacina los medios, pues consideramos que es de suma importancia enla actualidad el papel que ellos desempean. Este evento se con-virti en un espacio en el que confluyeron distintos actores de laciudad, que por diversas perspectivas analticas utilizadas, diolugar a realizar discusiones y reflexiones sobre los problemas yprocesos sociales que viven San Cristbal y sus habitantes.

    Debido a los temas presentados dividimos el programa enseis mesas diferentes: Medio ambiente y procesos econmicos;Salud y nutricin; Identidad, educacin y cultura; Urbanismo ymigracin; Historia e historias, y Democracia y procesos de ciu-dadanizacin, en las cuales se presentaron 40 trabajos. Hubopolmica, lo que dej nimos para continuar creando y partici-pando en estos espacios para la reflexin. Con la intervencin deperiodistas y comunicadores de medios locales y estatales, seconcluy el evento de forma exitosa, por haber alcanzado el pri-mer objetivo planteado.

    No fue fcil la organizacin, requera de mucho esfuerzo parapoder reunir personajes tan diversos en un mismo espacio,

    donde se abordaran temticas tambin diversas con miradas aveces contradictorias; sin embargo, ese fue precisamente el xitodel evento. Los participantes no tenemos como espacio de estu-dio la ciudad, pero la vivimos, y preparamos, de acuerdo a nues-tras temticas de investigacin, un trabajo para ese evento.

    El xito en gran parte se debe al respaldo y financiamiento queotorgaron el Programa de Investigaciones Multidisciplinarias deMesoamrica y el Sureste del Instituto de Investigaciones Antro-polgicas de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico, elSindicato del Personal Acadmico de la Universidad Autnomade Chiapas, as como al apoyo de la Universidad Autnoma deChiapas a travs de sus diversos departamentos y especficamen-te de la Secretara General. Otras instituciones alentaron y apoya-ron, como el Centro Estatal de Lenguas, Arte y LiteraturaIndgenas, el Espacio Cultural Jaime Sabines y el Seminario deCultura Mexicana.

    Nos planteamos como una meta que los trabajos fueran escri-tos de rigurosa forma para ser publicados en un libro. Los artcu-los por lo tanto, fueron dictaminados para lograr un material demejor calidad y ponerlo a la disposicin del pblico en general,pero tambin de acadmicos, es decir, con la doble funcin de lainvestigacin. Esperamos haber cumplido con ello.

    Algunos trabajos ya no alcanzaron a construirse para cumplircon el requisito de ser publicados, por lo que no estn incluidosen el libro; aunque es importante que se difundan, consideramosque debamos cumplir con los requisitos que todos decidimosaceptar al momento de participar en esta experiencia.

    Este libro consta de treinta ensayos que fueron presentadosen las seis mesas de trabajo, que van desde algunos puntos de lahistoria de la ciudad, su fundacin, la inundacin de 1974, la cons-titucin de los ayuntamientos, la fotografa, composicin lings-tica, hasta las condiciones actuales de la poblacin en salud,educacin, nutricin, salud pblica, comportamiento econmi-co, medio ambiente y recursos naturales, y finalmente sus con-flictos sociales y la construccin de la democracia. De maneraexcepcional incluimos en este libro un trabajo que no fue pre-

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    RECORDAR JUNTOS, CONSTRUIR UNIDOS

    Leobardo de Jess Cancino Bermdez

    A 476 AOS DEL desarrollo de sociedades nos percatamos que elpresente est condicionado por el pasado, de la misma maneraque el futuro no se har a partir de la nada. Del pasado colecti-vo no se puede renegar. Se debe aprender. Igual ocurre con lahistoria: no se puede cambiar, pero s puede servir para prepararun mundo mejor.

    Los sancristobalenses y quienes hemos fincado residencia enesta hermosa cuenca venimos edificando el proceso histrico dela ciudad y tenemos una concepcin no excluyente del pasado,ni tampoco del presente; por ello el futuro debe ser compartido.

    Ahora, cuando San Cristbal de Las Casas se labra da a da elporvenir con el aporte fsico e intelectual de quienes nos cobija-mos en su suelo, debemos pedir que nos perdone, con su noble-za, una mirada al pasado desde la realidad del presente.

    Los 476 aos no deben servir como un hecho histrico conmentalidad acartonada en la vieja idea de que cualquier tiempopasado fue mejor. Pero tampoco se debe pretender estableceruna odiosa comparacin entre el tiempo de ayer y de hoy, paracondenar a uno e idealizar a otro.

    Esta tierra ha sufrido durante muchos siglos un penoso olvidoque se ha traducido en un evidente retraso, sobre todo econmi-co y cultural, respecto a la mayora de las regiones de la Repblica.Este retraso sigue golpendonos cuando se publican estadsticasreferidas a rubros socioeconmicos que evidencian lo mucho queresta por hacer y el poco espacio que queda para el triunfalismo.

    Frente a tal realidad y no obstante que San Cristbal de LasCasas es sede de varias instituciones de educacin superior einvestigacin, son pocos los estudios que tiene por espacio deanlisis y discusin la ciudad.

    Lo anterior nos motiv, en la primavera de 2004, a un grupo deacadmicos e investigadores universitarios, tanto de la Univer-

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    sentado en el evento, acerca del aeropuerto de la ciudad, de LuzOlivia Pineda, quien ya no habita en San Cristbal y siempretuvo el inters de participar. Debido a que complementa los tra-bajos presentados, y a que es importante que un libro sobre laciudad lo contenga, decidimos los coordinadores del libro incluirsu texto.

    Los textos fueron revisados y dictaminados, a algunos se leshicieron sugerencias para poder ser incluidos, con la finalidad dehomologar las formas de presentacin, mas no de contenido,por lo que cada autor es responsable de sus afirmaciones.

    Esperamos haber cumplido con nuestro propsito y que estematerial aqu presentado sea de utilidad a quienes les intereseesta ciudad que hemos hecho nuestra todos los que la habita-mos, ya sea por nacimiento o por eleccin.

    Finalmente agradecemos a la Direccin de Publicaciones delConeculta-Chiapas, por el inters que ha mostrado para que lapresente publicacin sea un hecho.

  • 23

    promocin y difusin en el orbe de dichas riquezas y valores, eincremente la afluencia turstica para beneficio de la poblacin.

    El fruto del encuentro fue advertir un diagnstico donde nosqueda claro que un pueblo que se fragmenta y confronta, quedestruye su paisaje, que contamina sus ros, que destruye suorgullosa ciudad y que se mantiene en altos ndices de margina-cin, est en inminente riesgo de empobrecerse an ms y dedestruir la base de su sustento.

    La ciudad ha vivido una historia y por ello mismo la perspectivade las ciencias sociales busca hallar la explicacin de su desarrollo.

    Luego entonces, Spencer vio al desarrollo social como un pro-ceso evolutivo que, lo mismo que la evolucin orgnica, es pro-ceso de crecimiento, de complejidad cada vez mayor, de crecien-te diferenciacin de estructuras y funciones y de una interde-pendencia cada vez mayor entre las partes diferenciadas.

    Comte consideraba al mundo social como un proceso de evo-lucin y progreso con la determinacin de las uniformidadesque rigen ese progreso.

    Oswald Spengler opina que lo social est expuesto a una serieinterminable de vaivenes, los ncleos sociales aparecen, llegan agrandes alturas y despus desaparecen a la vez que emergenotros nuevos.

    Arnold Toynbee refiere que los pueblos nacen a travs de unarespuesta victoriosa a un reto. Crece cuando cada respuesta ven-turosa a un reto provoca un reto nuevo que, a su vez, encuentraun respuesta adecuada.

    Marx apunta que el avance de la sociedad se realiza median-te conflictos dialcticos, donde una clase subordinada derriba ala clase gobernante.

    Max Weber acota que los cambios sociales se dan en dos ver-tientes: la teora cclica del desarrollo social y la teora lineal deldesarrollo de la cultura.

    Y as, a los padres de la sociologa les interes la tendenciageneral de la historia de los pueblos y su significado, buscandola explicacin del desarrollo de los ncleos sociales, y a veces tra-taron de predecir su futuro en trminos de un modelo definido.

    22

    sidad Autnoma de Chiapas como de la Universidad NacionalAutnoma de Mxico, a organizar un evento que venturosamen-te denominamos: La ciudad de San Cristbal de Las Casas, a sus476 aos: una mirada desde las ciencias sociales, en el que alcabo de una jornada triduana confluyeron diversas perspectivascrticas, donde la encomiable participacin de ponentes, modera-dores, relatores y concurrentes propici la discusin, anlisis,reflexin y, sobre todo, las propuestas acerca de los serios fen-menos y procesos que viven la ciudad y sus actores sociales.

    Este trabajo obra ya como un diagnstico a las perspectivasdel medio ambiente, procesos econmicos, salud, nutricin,identidad, educacin, cultura, urbanismo, migracin, historia,democracia y procesos de ciudadanizacin.

    Anteponiendo que la historia es la madre del ser de las cosas,vale echar una mirada a travs del inexorable tiempo; en unmovimiento simultneo de retrospeccin y prospeccin, un vol-ver atrs y un ir ms all, una renovacin crtica en un mundo dela prosecucin y en pleno ejercicio de libertad.

    As pues, repasar la historia de esta tierra es un ejercicio dolo-roso las ms de las veces. Oportunidades perdidas, decisionespolticas injustas, largas y ruinosas calamidades, escasa preocu-pacin de los gobernantes por la educacin, duras condicionesde trabajo, emigracin. Todo ello ha hecho muy trabajoso el pro-greso social y tambin la promocin personal de quienes,teniendo talento, no han podido desarrollarlo en su tierra.

    En esta mirada desde la ptica de las ciencias sociales, noestamos presos de ningn prejuicio, pues nos sabemos herede-ros del mejor legado de la Ilustracin, que a mi modo de ver esel espritu crtico, la conciencia de que nadie tiene toda la ver-dad, de que la moderacin intelectual es el camino que conducea la verdad y de que nos respetamos aun cuando no pensemoslo mismo, como hicieron los ilustrados al alcanzar la dignidadhumana justo a travs del respeto a la diversidad.

    Estoy convencido de que la ciudad posee una riqueza cultu-ral, histrica, artstica y cientfica que bien merece ser integraday ordenada bajo un proyecto colectivo que impulse y logre la

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    a la adopcin de tipos generales y de causas ltimas de loscambios sociales de la ciudad.

    No debemos evitar el estudio de la historia en latu sensu, lainvestigacin de los cambios que se han gestado, no slo par-tiendo de sus 476 aos de fundada, sino que urge considerar supresencia anterior como ncleo regional indgena y llegar atomar en serio los cambios sociales en momentos como los quenos tocan vivir en el parteaguas actual.

    Fo que los conceptos y los instrumentos contenidos en elpresente trabajo, servirn de sillares para una teora nueva delcambio que sea no slo grande, sino tambin comprobable y queal ser sometida a prueba resulte verdadera.

    En este tenor, vaya la convocatoria a reflexionar acerca de lariqueza y tensiones de la situacin actual y posible futuro; paraelaborar un programa social que recoja lo mejor de nuestraspotencialidades sustentadas en el anlisis de los retos para eldesarrollo de esta tierra, recogiendo el diagnstico de su situa-cin actual y, sobretodo, avizorando los escenarios posibles, ide-ales y alternativos para promover un desarrollo fundamentadoen la educacin y la cultura desde una perspectiva social, artsti-ca, intelectual, econmica, turstica; todo en plena armona conel medio ambiente.

    Es enteramente inadmisible adoptar actitudes de integracinciudadana con visiones localistas y fraccionadas de la realidad.Cabe cuestionarnos qu tan dispuestos estamos para enfrentarunidos los retos; cumplir compromisos y conjuntar esfuerzos:Qu proyecto de ciudad tenemos? Qu estamos dispuestos ahacer? Existen planes y programas sobre planificacin urbana yregional a mediano y largo plazos donde se satisfagan las nece-sidades humanas y a la vez se frenen y reviertan los procesos dedeterioro de los recursos naturales? Se ha considerado el papeleconmico, social, poltico y cultural de la ciudad en su calidadde centro rector de la regin altea y del estado mismo?

    Se ha dicho que el decurso histrico ha venido consolidandoaspectos que singularizan y definen a la ciudad como un ncleosocial que recibi un fuerte impacto de su pasado prehispnico

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    San Cristbal de Las Casas no slo es la referencia de una ciu-dad colonial, sino el punto donde se refresca la conciencia denuestra diversidad cultural, la presencia de lo invisible, de lo queno se escucha, de lo que se resiste a morir. En sus recovecosresuenan las voces del pasado colectivo recordndonos suvigencia, su volumen comedido y perentorio como lenguas deun mismo pueblo por construir unidos.

    San Cristbal de Las Casas es la ventana por donde nos aso-mamos al presente indgena, a su pluralidad y a la ingente deudaque la democracia tiene con estos ncleos sociales agraviados yexpoliados de sus derechos.

    Esta tierra que alude en su nombre a fray Bartolom de lasCasas, es un permanente recordatorio de que an estn porcumplirse muchos compromisos. La ciudad debe renacer en elhorizonte del reencuentro donde todos sus habitantes descifre-mos su realidad e interpretemos los signos y los smbolos queconforman sus contextos.

    La perenne pregunta de por qu estamos sujetos a la iniqui-dad, al atraso, a la dependencia, se responde en gran medida porla razn de que an no nos incorporamos plenamente al sectorinformado y consumidor de productos culturales; slo nosqueda la cuna de una cultura que se ha ido difuminando en lanoche de los tiempos por la indolencia de actitudes personales einstitucionales. Por ello resulta encomiable el esfuerzo que secomparte con el sector acadmico e investigador al materializarlo que en el encuentro se expres.

    Pensar la ciudad es pensarnos a nosotros mismos, en lo indi-vidual y en lo colectivo, imaginarnos en el porvenir, tomar con-ciencia de nuestro derecho al futuro promisorio.

    La memoria est en este libro; son las voces crticas, reflexivasy propositivas sobre la historia y sus realidades, sus anhelos, suscompromisos y quehaceres.

    As las cosas, estas memorias del encuentro La ciudad de SanCristbal de Las Casas, a sus 476 aos: una mirada desde lasciencias socialesnos advierten en los dinteles del siglo XXI, quelos actuales cientficos sociales debemos renunciar en gran parte

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    HISTORIA E HISTORIAS

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    y colonial y desde all se avizora la perspectiva de una proyeccinal futuro como conglomerado.

    Al interior del ncleo social sancristobalense se dan gradacio-nes y particularidades; diferencias entre unos y otros que incidenen la vida prctica y subjetiva. Empero, a nivel colectivo se com-parten rasgos e intereses comunes que se cohesionan a travs dela edificacin de representaciones llenas de simbolismo.

    As las cosas, la ciudad se halla conformada por sociedadesacordes al sistema econmico y social imperante que genera unadinmica interna donde se profundiza el mestizaje cultural ybiolgico, implicando una reestructuracin de los componentesde la colectividad.

    Finalmente, vale aludir el pensamiento de san Alberto Magnopor lo que hace a las tres plenitudes que bien pueden ser adju-dicadas al horizonte promisorio de la ciudad: La del vaso, quetiene agua y la retiene, no la da; la del canal, que tiene agua y lahace correr para regar las tierras sedientas; y la de la fuente quegenera agua, la hace correr y permite que llegue, lo mismo alhombre sediento que a las tierras.Luego entonces, es compro-miso indefectible servir a San Cristbal de Las Casas como plenafuente de conocimiento, de formacin y, en definitiva, de pro-greso colectivo.

    EL AUTOR

    LEOBARDO DE JESS CANCINO BERMDEZ es originario de San Cristbal de Las Casas,estudi la licenciatura en la Escuela de Derecho de la UNACH, tiene estudios deposgrado y actualmente es profesor en la Facultad de Derecho de la UNACH.

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    HISTORIA CRTICA DE LOS BARRIOSDE CIUDAD REAL

    Juan Pedro Viqueira

    INTRODUCCIN

    AUNQUE EN LAS LTIMAS dcadas el crecimiento acelerado de SanCristbal de Las Casas ha desdibujado en algo la antigua divi-sin en barrios, no cabe duda de que sta sigue jugando unpapel importante en la vida social de la ciudad. La especializa-cin de cada barrio en la produccin de ciertas artesanas, quellam la atencin de varios antroplogos, ha tendido, sin duda,a desaparecer con la llegada masiva de productos industriales,con la proliferacin de tiendas y con el auge de hoteles y restau-rantes en una ciudad que depende cada da ms del turismopara su subsistencia econmica. Sin embargo, las fiestas religio-sas organizadas por los distintos comits de barrio mantienen suvigor. A travs de los crecidos gastos en cohetes, fuegos artificia-les y msica de las celebraciones religiosas, no es difcil percibirla permanente competencia entre barrios por organizar la mejor,las ms concurrida y la ms alegre fiesta del ao. En las conver-saciones de todos los das, se siguen manejando estereotiposdiversos relativos a cada barrio en El Cerrillo abundan losborrachos, los de Cuxtitali son cerrados y hostiles hacia los defuera, etctera. Para los habitantes de San Cristbal de LasCasas, la identidad ligada a su barrio de origen sigue teniendosu importancia. La antroploga Diana Rus ha narrado la angus-tia y el dolor de una de sus amigas que tuvo mudarse de su casaen el barrio de El Cerrillo a otra, distante tan slo de trescientosmetros, pero ubicada en el barrio de Mexicanos: Esta sancristo-balense tema sentirse como extranjera en su nuevo domicilio yaque no conoca las costumbres del vecino barrio.1

    1 D. Rus, Mujeres de tierra fra, pp. 16-17.

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    sublevado. Para poner fin a este alzamiento, los conquistadores,guiados por los zinacantecos, penetraron en el Valle de Jovel ysentaron sus reales en el mismo sitio en el que aos ms tardese levantara Ciudad Real, ahora San Cristbal de Las Casas. Apesar de que los espaoles lograron vencer a los chamulas y alos huixtecos despus de dos arduas batallas, optaron por regre-sar a Coatzacoalcos, tomando en cuenta que resultaba muy dif-cil para ellos sujetar a una poblacin india tan numerosa y quepoda, en cualquier momento, volver a refugiarse en sus fortale-zas y peones, inaccesibles para la caballera espaola.4

    A pesar de este repliegue estratgico, los indios de Chiapasparecen haber abandonado, por lo menos momentneamente, suactitud belicosa contra los espaoles. As, varios comerciantes his-panos empezaron a transitar por el valle del Ro Grande de Chiapapara ir de Nueva Espaa a Guatemala.5 Los conquistadores deEspritu Santo acudan de cuando en cuando a cobrar tributos a losindios y a proveerse de esclavos, recurriendo a menudo a mtodosviolentos, en una extensa rea que inclua los pueblos deOstuacn, Quechula, Tapalapa, Solistahuacn, Zinacantn y Tila.6

    En el ao 1527, otros grupos de espaoles se interesaron en elterritorio que ms adelante habra de conformar la alcaldamayor de Chiapas. Ese ao Pedro de Alvarado, que haba viaja-do a Espaa a defender sus intereses, consigui que el rey lohiciera gobernador de la dicha tierra y provincia de Guatemalaque son la ciudad de Guatemala que se dice ahora de Santiago,con la tierra de Chiapa y de Zinacantn y Tecpan Puyumatln yde Acal y de Cuxtepeques con las a ellas anexo pertenecien-tes.7 Aunque esta concesin real no fue conocida en Amrica

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    No debe sorprendernos, entonces, que varios investigadoresse hayan interesado en el origen de estos barrios y hayan publi-cado notables trabajos al respecto.2 Sin embargo, aun en lasmejores de estas indagaciones histricas se han deslizado algu-nas imprecisiones o incluso afirmaciones poco fundadas, cuan-do no francamente errneas.

    No carece por lo tanto de inters intentar aqu una apretadasntesis de lo que se sabe sobre el origen de los primeros barrios,intentando siempre que sea posible remontarse a las fuenteshistricas originales a las que han acudido los historiadores quenos han precedido y aadiendo la informacin de varios docu-mentos coloniales que no haban sido trabajados, con el fin desustentar con ms transparencia y rigor y en algunos casoscorregir las afirmaciones que se han hecho sobre los orgeneshistricos de los primeros barrios de Ciudad Real, ahora SanCristbal de Las Casas.

    Pero antes, conviene recordar brevemente la historia de lafundacin de esta ciudad.

    CONQUISTA Y FUNDACIN DE VILLA REAL

    Los primeros conquistadores espaoles que llegaron al Valle deJovel, el 29 de marzo de 1524, provenan de la villa de EsprituSanto (ahora Coatzacoalcos) y estaban bajo el mando de LuisMarn.3 Unos das antes haban derrotado a los temidos y pode-rosos chiapanecas, despus de lo cual los indios principales devarios seoros Zinacantn, Chamula, Huixtn, Copanaguastlay Pinola haban acudido a Chiapa en son de paz a dar obedien-cia al rey de Espaa. Sin embargo, tras sufrir los primeros abu-sos de los conquistadores, los chamulas y los huixtecos se haban

    2 Citemos entre otros a A. Aubry, San Cristbal de Las Casas; E. Flores Ruiz,Investigaciones histricas sobre Chiapas y Libro de oro de San Cristbal de Las Casas; yJ. de Vos, San Cristbal, Ciudad Colonial.3 D. Godoy,Relacin hecha por a Hernando Corts, p. 465.

    4 B. Daz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espaa, cap. CLXVI,pp. 425-427; y D. Godoy,Relacin hecha por a Hernando Corts, pp. 465-466.5 G. Lenkersdorf, Gnesis histrica de Chiapas, pp. 98-99.6 J. de Vos, Los enredos de Remesal, pp. 100-101 y 197 y G. Lenkersdorf, Gnesis histri-ca de Chiapas, p. 178.7 Ibid, p. 148. Segn la autora Tecpn Puyumatln podra haber estado asentado enel valle de Ocosingo. Acal se encontraba en la regin conocida hoy en da comoMarqus de Comillas en la Selva Lacandona: Ibid, pp. 108-112.

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    el control de la regin a su rival venido de Guatemala.11 El tras-lado se llev a cabo el 31 de marzo.12

    Gracias al decidido apoyo que recibi desde Mxico por partede Alonso de Estrada, Mazariegos logr que Portocarrero regre-sara a Guatemala y despoblara la villa de San Cristbal de LosLlanos. A cambio de lo cual, accedi a que algunos de sus hom-bres venidos de Guatemala se uniesen a sus tropas.13 As, en elmes de agosto, tras el regreso de Portocarrero a Guatemala,Mazariegos reparti solares en la Villa Real entre sus hombres yentre algunos soldados que haban venido con su infortunadorival y que haban decidido quedarse a vivir en la regin.14

    La presencia permanente de poblacin espaola en Chiapasno supuso el fin de la resistencia india. Por el contrario, en cuan-to Mazariegos reparti los pueblos entre los vecinos de la nuevavilla, se produjo un alzamiento generalizado. Muchos pueblos senegaron a pagar los tributos y a prestar los servicios personalesque se les haban impuesto. Sus habitantes se refugiaron enlugares de difcil acceso y resistieron con las armas en la manolos ataques de los conquistadores. Slo despus de varios aosde lucha los espaoles lograran pacificar realmente la regin.

    15

    En 1529, Diego de Mazariegos fue sustituido en su cargo porJuan Enrquez de Guzmn. Este gobernante, que haba sidonombrado por la primera audiencia de Mxico, para desmarcar-se de su antecesor, procedi a rebautizar el asentamiento espa-

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    sino varios aos despus, Jorge de Alvarado, teniente de gober-nador de Guatemala, envi a fines de ese ao a don Pedro dePortocarrero a conquistar y poblar el oriente del valle del RoGrande de Chiapa y del Macizo Central que escapaban al domi-nio de Coatzacoalcos. En poco tiempo Pedro de Portocarrerofund, cerca de Comitn, la villa de San Cristbal de Los Llanosy someti un vasto territorio, que se extenda por lo menos hastaTenango y Ostuta, y en el que quedaban incluidos los pueblos deHuixtn, Macuilocotln (cerca del actual Teopisca) y tal vez tam-bin Copanaguastla.8

    Por otra parte, tambin en 1527, en Mxico-Tenochtitln, eltesorero Alonso de Estrada, mxima autoridad poltica de laNueva Espaa en ese momento, orden la fundacin de unaciudad espaola en Chiapas para limitar el poder de sus enemi-gos los conquistadores viejos de Espritu Santo.9

    Para cumplir con ese objetivo, el tesorero envi a su primoDiego de Mazariegos al frente de una tropa compuesta porespaoles y auxiliares indios, con el ttulo de capitn y tenientede gobernador. Mazariegos hizo su entrada a Chiapas, viniendodel Istmo de Tehuantepec, en febrero de 1528. Los zinacantecoslo recibieron en Jiquipilas y lo acompaaron hasta Chiapa endonde los espaoles fundaron la Villa Real de Chiapa en los pri-meros das del mes de marzo. Fue ah donde Mazariegos seenter de la presencia de las tropas de don Pedro dePortocarrero.10

    Despus de una primera entrevista entre los jefes rivales quetuvo lugar en Huixtn y en la que acordaron pedir a Mxico queresolviera quin deba poblar la regin, Mazariegos decidi tras-ladar, al Valle de Jovel, la Villa Real que acababa de fundar juntoa Chiapa, con el fin de estar en mejores condiciones de disputar

    8 G. Lenkersdorf,La conquista del sureste de Chiapasy Gnesis histrica de Chiapas,pp. 151-164.9 M. H. Ruz, Los linderos del agua, p. 16.10 J. de Vos, Los enredos de Remesal, pp. 90-103 y 195-199 y G. Lenkersdorf, Gnesis his-trica de Chiapas, pp. 170-178. Los autores discrepan sobre si Mazariegos fund lavilla antes de saber de la existencia del grupo de Portocarrero o si lo hizo despus.

    11 Ibid, pp. 183-186. J. de Vos, Los enredos de Remesal, pp. 124-129 y 198-200, piensa queMazariegos tom la decisin de trasladar Villa Real al Valle de Jovel antes de laentrevista que tuvo con Portocarrero, aunque el traslado mismo se efectu despusde dicha entrevista.12 Fr. A. Remesal, Historia general de las Indias Occidentales, libro V, cap. XIV, vol. I,pp. 414-419.13 J. de Vos, Los enredos de Remesal, pp. 112-121 y G. Lenkersdorf, Gnesis histrica deChiapas, p. 191.14 Fr. A. Remesal, Historia general de las Indias Occidentales, libro V, cap. XIV, vol. I,pp. 418-419; J. de Vos, Los enredos de Remesal, pp. 131-132 y 201-203; y G. Lenkersdorf,Gnesis histrica de Chiapas, pp. 190-196.15 Ibid, pp. 203-210.

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    era una decisin muy racional, que adems continuaba la prc-tica habitual de los conquistadores de erigir sus ciudades en losprincipales centros de poder prehispnicos.

    Sin embargo, la ambicin de Diego de Mazariegos por ocuparun mayor territorio, la belleza del Valle de Jovel y su clima tem-plado tan grato a los espaoles tras los agobiantes calores deChiapa en temporada de secas motivaron el traslado de VillaReal a Los Altos de Chiapas. Los conquistadores no lograronpercatarse de los serios inconvenientes que tena el nuevo sitio,tales como la poca fertilidad de sus tierras, la ausencia de pro-ductos agrcolas de alto valor comercial (como el cacao o el algo-dn), su alejamiento de las principales rutas de comercio y de losgrandes centros de poblacin india y, finalmente, las inundacio-nes que asolaban peridicamente el valle.19

    Esto explica que Chiapa, que contaba con buenas tierras,cmodos caminos y abundante poblacin, siguiera siendo elprincipal centro econmico de la alcalda mayor, al menos du-rante los dos primeros siglos del periodo colonial. En cambio,Ciudad Real estuvo condenada desde un principio a ser una ciu-dad parsita que habra de vivir de despojar a los indios parte desu produccin, sin ofrecerles nada a cambio, y de utilizar supoder poltico y religioso para imponer sus reglas de juego a lasotras regiones, sustrayndoles en provecho propio parte de susriquezas.

    De hecho, la presencia de esta ciudad espaola en Los Altosprovoc una mortandad entre los indios de la regin todavamayor que en otras reas de Chiapas. En efecto, Ciudad Realrequiri de grandes cantidades de trabajadores indios para laconstruccin y el mantenimiento de sus iglesias, conventos, edi-ficios pblicos y acueducto, trabajadores que provenan de lospueblos vecinos, principalmente de aquellos que formaban parte

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    ol del Valle de Jovel, dndole el nombre de Villaviciosa, enrecuerdo de su ciudad natal.16

    En 1531, Pedro de Alvarado logr hacer valer sus derechossobre Chiapas y administr esta provincia a travs de un tenien-te de gobernador. En recuerdo a la efmera villa fundada porPedro de Portocarrero en las inmediaciones de Comitn, el asen-tamiento del Valle de Jovel recibi un nuevo nombre, el de SanCristbal de Los Llanos de Chiapa. Finalmente, tom el deCiudad Real, el 7 de julio de 1536, en virtud de una real cdula delemperador Carlos V.17

    La decisin de trasladar y dejar la ciudad espaola, sede de lospoderes civiles y eclesisticos de Chiapas, en el Valle de Jovelafect de manera importante los equilibrios regionales que ha-ban existido en los tiempos prehispnicos. Antes de la llegadade los espaoles, la Depresin Central ocupaba una posicinprivilegiada en el conjunto regional. Ah se encontraban losprincipales asentamientos humanos Chiapa y Copanaguastla.Sus frtiles tierras irrigadas por el ro Grijalva le permitan man-tener una numerosa poblacin y el camino que una Los Altosde Guatemala con las llanuras costeras del Golfo de Mxico ycon el Altiplano Central cruzaba a todo su largo. Los Altos deChiapas, en cambio, parecen haber jugado en aquel entonces unpapel marginal. Poco poblados y carentes de tierras de calidad,gravitaban en torno a la Depresin Central o a las llanuras cos-teras tabasqueas.18

    Pareca lgico, pues, que los espaoles hubiesen asentado sucapital en algn sitio de la Depresin Central. El hecho de fun-dar originalmente la Villa Real en las inmediaciones de Chiapa

    16 D. Juarros, Compendio de la historia del reino de Guatemala. 1500-1800, tratado I, cap.II, p. 14; y J. de Vos, San Cristbal, Ciudad colonial, p. 69.17 D. Juarros, Compendio de la historia del reino de Guatemala. 1500-1800, tratado I, cap.II, p. 14; y J. de Vos, San Cristbal, Ciudad colonial, p. 69.18 R. M. Adams,Patrones de cambio de la organizacin territorial; D. F. McVicker,Cambio cultural y ecologa en el Chiapas central prehispnico; T. A. Lee, Laarqueologa de Los Altos de Chiapas, y E. E. Calnek,Highland Chiapas Before TheSpanish Conquest.

    19 Vase, al respecto, el acertado diagnstico de Fr. A. Remesal, Historia general de lasIndias Occidentales, libro VII, cap. XVI, vol. II, pp. 86-88, sobre las causas del estanca-miento de Ciudad Real, y las observaciones de J. de Vos, Los enredos de Remesal, pp.128-129.

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    Mxico se trajeran hasta 200 indios con sus mujeres para quepoblasen la villa recin fundada, aunque se ignora qu suertecorri esta peticin.21

    En 1549, el juez real, Gonzalo Hidalgo de Montemayor, basn-dose en las Leyes Nuevas, orden la liberacin de todos losindios esclavos que posean los vecinos espaoles de CiudadReal. Algunos de estos indios manumisos regresaron a sus luga-res de origen, pero otros prefirieron quedarse en Ciudad Real yfundar el barrio de El Cerrillo (originalmente denominado deSanto Domingo Chichiltictali), al norte de la traza espaola, enuna pequea loma, a espaldas del convento de los frailes predi-cadores, quienes en un principio los resguardaron de los abusosde los espaoles.22 En 1555, los dominicos pidieron que seampliara el sitio que les haba sido asignado a estos indios hastalas orillas del ro Amarillo, pero el Cabildo de Ciudad Real recha-z esta solicitud.23 Durante casi todo el periodo colonial estebarrio, al igual que los de Mexicanos y Tlaxcala, estuvo adminis-trado por los frailes predicadores.

    Al oeste del Valle de Jovel, a unos cinco kilmetros de CiudadReal, se cre el pueblo de San Felipe Ecatepec. Es probable que

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    de la provincia de Coronas y Chinampas. Adems, a lo largo detodo el periodo colonial, estos pueblos tuvieron que proporcio-nar peridicamente peones, zacateros y molenderas para el ser-vicio de los vecinos ms connotados de la ciudad.Todo ello favo-reci las hambrunas y epidemias que diezmaron los pueblosindios cercanos a Ciudad Real.

    LOS BARRIOS DE CIUDAD REAL

    Junto con la traza espaola se fundaron, en 1528, al noroeste desta, los barrios de Mexicanos y Tlaxcala a veces consideradoscomo un solo barrio en el que se asentaron varios de los indiosmexicas, tlaxcaltecas y tal vez tambin de otras regiones deMesoamrica central que haban venido como auxiliares de lastropas espaolas, tanto la de Mazariegos, como la de Por-tocarrero.20 En 1529, el Cabildo solicit que de la tierra de

    20 En H. Lpez Snchez, Apuntes histricos de San Cristbal de Las Casas, vol. I, pp. 70-71, 82-84, 88-89 y 142, se reproducen algunos fragmentos de declaraciones realizadasen las dcadas de 1560, 1570 y 1600 por indios mexicanos y tlaxcaltecas que habanparticipado en la conquista de Chiapas y que residan en Ciudad Real.

    Por alguna razn desconocida, poco despus de la fundacin de Ciudad Real, losvecinos espaoles quemaron las casas de los indios auxiliares para que se fuesen ydespoblasen la tierra, pero Francisco de Montejo les dio tierras de su propiedadpara que las poblasen e hiciesen sus labranzas: J. de Vos, Vivir en frontera, p. 202.

    Por lo general, se piensa que slo con las tropas de Mazariegos venan indios deMesoamrica central, pero en una probanza de 1573 (AGI, Contadura, 4802), publicadaparcialmente en Tlaxcala. Textos de su historia, vol. 6, pp. 513-526, queda claramenteasentado que algunos de los indios mexicanos y tlaxcaltecas y mixtecas y de Cholulay de las dems naciones que dice la pregunta que participaron en la conquista deGuatemala fueron luego a la de Chiapas, acompaando las tropas de Pedro de Porto-carrero, y que algunos de ellos, incluso, se quedaron a vivir en Ciudad Real (Vanse,en especial, las pp. 523-524).

    Adems en 1543 se expidi una real cdula para que no paguen tributo los indiosmexicanos, tlaxcaltecas y xochimilcas que ayudaron en la conquista de Guatemala yNicaragua, que inclua a los indios de los barrios de Ciudad Real: L. Reyes Garca,Movimientos demogrficos en la poblacin indgena de Chiapas durante la pocacolonial, p. 31.

    La mencin a los indios xochimilcas es especialmente importante porque Pedro deAlvarado, a cuyo mando estaba Pedro de Portocarrero, fue encomendero de Xochi-

    milco a partir del ao 1522: J. M. Prez Zevallos, El gobierno indgena colonial enXochimilco, p. 450.

    Todava en 1719, los indios de los barrios de Mexicanos y Tlaxcala explicaban queel tributo que se paga en el dicho su barrio slo es el servicio del tostn por ser des-cendientes de conquistadores: AGI, Escribana, 356 A, exp. 1 (1), ff. 214v-215. Decla-racin de los indios del barrio de Mexicanos y Tlaxcaltecas. Ciudad Real, 24 denoviembre 1719.21 Fr. A. Remesal, Historia general de las Indias Occidentales, libro V, cap. XVII, vol. I,pp. 431-432. M. I. Njera Coronado, La formacin de la oligarqua criolla en Ciudad Realde Chiapa, pp. 24-25, da como fecha del viaje de Francisco Orts y Andrs de Tovillacomo procuradores a la ciudad de Mxico para solicitar entre otras cosas la venidade los 200 indios el ao 1529.22 Fr. A. Remesal, Historia general de las Indias Occidentales, libro VIII, cap. XXIII, vol.II, p. 236; y Fr. F. Ximnez, Historia de la provincia de San Vicente de Chiapa yGuatemala (1977), libro II, cap. LXXIV, p. 512.

    El nombre original de El Cerrillo aparece en L. Reyes Garca, Movimientosdemogrficos en la poblacin indgena de Chiapas durante la poca colonial, p. 31.23 Fr. A. Remesal, Historia general de las Indias Occidentales, libro IX, cap. I, vol. II,pp. 265-266.

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    mentos de la poca reiteran que sus habitantes eran mexica-nos, es decir originarios de Mxico-Tenochtitln o por lomenos, hablantes de nhuatl, en un principio el barrio de SanAntonio se denomin Mixtecos y el otro, San Diego, tras serconocido como Molino, reciba en 1611 el apelativo deUtatn, que es el nombre nahua tanto de un pueblo de lacuenca del Balsas como el de la ciudad de Gumarcaaj, rebautiza-da como Santa Cruz del Quich por los espaoles.28

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    este asentamiento fuese resultado de la poltica de congregacio-nes puesta en marcha por los dominicos a partir de fines de ladcada de 1540 y que en l se haya juntado a los indios tzotzilesque poblaban el valle.24 En 1577, a la llegada de los frailes francis-canos, el obispo fray Pedro de Feria les dio este pueblo para quelo administraran. En un principio los indios de San Felipe, segu-ramente azuzados por los dominicos, se opusieron a este cam-bio, aunque finalmente terminaron por aceptar la tutela religio-sa de la Orden de San Francisco.25 Por este pueblo pasaba elcamino que comunicaba Ciudad Real con las Barrancas yLomeros de Acala, regin que proporcionaba una parte impor-tante del maz que consuma la capital de la alcalda mayor. Estehecho, y sobre todo la importancia del trfico comercial de lacercana Ciudad Real, propiciaron que San Felipe se especializa-ra en proporcionar mulas, arrieros y tamemes a los viajeros y alos mercaderes.26

    Los frailes franciscanos tambin quedaron a cargo, en 1577, dedos barrios que a partir del siglo XVII seran conocidos con losnombres de San Antonio y San Diego en los que vivan unospocos indios mexicanos de los que fueron con los espaolescuando la conquista y que se encontraban al sur de la ciudadespaola.27 Lo curioso del caso es que a pesar de que los docu-

    24 Existen varios testimonios de que en el momento de la fundacin de Villa Real en1528, haba indios que vivan y tenan sus siembras en el Valle: H. Lpez Snchez,Apuntes histricos de San Cristbal de Las Casas, vol. I, pp. 230-231. Cuando los domi-nicos erigieron su convento a orillas de Ciudad Real en el ao 1547, consideraronque la principal virtud del sitio elegido era que est en comarca de los indios delvalle, y as finalmente acuden todos all a misa: Fr. F. Ximnez, Historia de la pro-vincia de San Vicente de Chiapa y Guatemala (1977), libro II, cap. LXIII, pp. 460.25 M. H. Ruz, Chiapas colonial: Dos esbozos documentales, p. 42.26 Vase, por ejemplo, AGI, Escribana, 349 C, exp. 1 (4), ff. 218-219. Declaracin delpueblo de San Felipe. Ciudad Real, 1 de noviembre de 1691; y Guatemala, 294, exp.23, ff. 223v-230. Carta [de Pedro Gutirrez a Toribio de Coso]. Ciudad real, 16 dediciembre 1712; y 390, exp. 3, ff. 45v-46. [Real cdula al fiscal de la audiencia deGuatemala]. Puerto de Santa Mara?, 27 de septiembre 1729.27 La cita est tomada de A. de Ciudad Real, Tratado curioso y docto, vol II, cap. LXII,p. 40. Fray Pedro de Feria escribi al rey diciendo que haba dado a los franciscanos

    dos barrios de indios mexicanos de esta ciudad: M. H. Ruz, Chiapas colonial: Dosesbozos documentales, p. 42.

    En 1719, los naturales de estos dos barrios tributaban tan slo el tostn real aligual que los de Mexicanos y Tlaxcala, lo que hace suponer que ellos tambin erandescendientes de conquistadores, aunque en esa ocasin no lo hubiesen dicho enforma explcita: AGI, Escribana, 356 A, exp. 1 (1), ff. 211-213v. Declaracin de losindios del barrio de San Diego, extramuros de esta ciudad. Ciudad Real, 24 denoviembre 1719; y ff. 213v-214v. Declaracin de los indios del barrio de San Antonio,extramuros de esta ciudad. Ciudad Real, 24 de noviembre 1719.

    E. Flores Ruiz, Investigaciones histricas sobre Chiapas, pp. 140-141, afirma queexisten unos libros de cofradas de 1560 y 1584 de los barrios de San Diego y SanAntonio que tenan una capilla en el templo de San Francisco.28 AGI, Guatemala, 161, exp. 13 (2), 2 ff. Memoria de los pueblos y beneficios que hayen el obispado de Chiapas y lo que tienen los clrigos y frailes; y Mxico, 3102, exp.1, ff. 40-47. [Informe de don Fructus Gmez, den de la catedral de Chiapas]. CiudadReal, 1 de octubre 1611.

    E. Flores Ruiz, Libro de oro de San Cristbal de Las Casas, p. 20, sin citar fuentesafirma que colonias zapotecas y mixtecas conformaban respectivamente los barriosdel Molino (San Diego) y de San Antonio. Es posible que el autor haya llegado aesa conclusin por el nombre de Mixtecos dado originalmente a San Antonio y porel hecho de que en el ao 1638, un indgena zapoteca nacido en el barrio de SanDiego don el cerro del Gato y el terreno adyacente para fundar la iglesia del barrio:E. Flores Ruiz, Libro de oro de San Cristbal de Las Casas, p. 53. De ser estos los ni-cos testimonios con los que contaba, sus afirmaciones resultaran bastante endeblesante el hecho de que en varias fuentes confiables del siglo XVI (AGI, Justicia, 966.Relacin del obispo de Chiapas, don fray Pedro de Feria, sobre lo que ha hecho conlos religiosos de San Francisco que vinieron a poblar a la dicha ciudad [en el] aode [15]77. Chiapa, 26 de enero de 1579 citada en M. H. Ruz, Chiapas colonial: Dos esbo-zos documentales, p. 42; y A. de Ciudad Real, Tratado curioso y docto, vol II, cap.LXII, p. 40), se afirma que estos dos barrios estaban poblados por indios mexicanos.Parece lgico que San Antonio haya sido fundado originalmente por mixtecos deah su nombre original de Mixtecos, pero el grupo de los primeros poblados pare-ce haberse fundido rpidamente con los hablantes de nhuatl de los dems barriosde Ciudad Real.

  • 41

    dedicaban al comercio, en particular al de cerdos y al de sus deri-vados, como la manteca, entre Ciudad Real y los pueblos de LosZendales.32 Su administracin religiosa qued a cargo de laorden dominica hasta la segunda mitad del siglo XVIII.

    A pesar de que se ha afirmado repetidamente que entre losindios del Valle de Jovel se hablaba una gran variedad de lenguasindias nhuatl en Mexicanos y Tlaxcala, diversas lenguas deChiapas en El Cerrillo, tzotzil en San Felipe, mixteco en SanAntonio, zapoteco en San Diego y quich en Cuxtitali, las fuen-tes primarias del siglo XVI a las que hemos tenido acceso men-cionan exclusivamente el nhuatl y el tzotzil.33 Ello no quieredecir que la ciudad no atrajese en forma temporal o definitiva aun buen nmero de indios hablantes de otras lenguas prove-

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    El ltimo barrio de Ciudad Real en haber surgido en el sigloXVI parece ser el de Cuxtitali, que estaba asentado en las faldasde unos cerros, al noreste de la traza espaola, un poco ms reti-rado de sta que los dems barrios.29 Una tradicin local atribu-ye su fundacin a unos indios quichs llegados de Guatemala.De hecho, en un documento de 1799, Cuxtitali aparece men-cionado con el nombre de barrio de quichs.30 Algunos his-toriadores han aventurado la hiptesis de que sus habitanteshabran llegado al Valle de Jovel con las tropas de Pedro dePortocarrero, pero ahora sabemos a ciencia cierta que no des-cendan de los indios auxiliares que acompaaban a los conquis-tadores. Adems, dado que la fundacin del barrio es bastantetarda, todo hace suponer que se trat de una migracin muyposterior a la fundacin de la ciudad.31 Los indios de Cuxtitali se

    Sobre el Utlatln de la cuenca del ro Balsas, vase P. Gerhard, Geografa histri-ca de la Nueva Espaa, pp. 300-301. Sobre Utatln-Gumarcaaj-Santa Cruz delQuich: J. Piel, Sajcabaj, pp. 29-35.29 En 1599, al medirse las tierras de la finca El Molino de los dominicos, se hace refe-rencia a un barrio denominado Suchimlico nombre que muy probablementehaya que leer como Xochimilco que se encontraba junto al barrio de Tlaxcala: Dela Villarreal a la ciudad de San Cristbal de Las Casas, p. 16. Sin embargo ningunaotra fuente, ni siquiera las relaciones de pueblos de 1595 y 1611 hacen mencin deeste barrio.

    Resulta lgico suponer que este barrio estaba poblado por indios xochimilcasque llegaron como tropas auxiliares de las huestes de Pedro de Portocarrero, ya queXochimilco era encomienda de Pedro de Alvarado.

    E. Flores Ruiz, Investigaciones histricas sobre Chiapas, pp. 140-141, basndoseseguramente en este mismo documento, habla de la existencia de indios viviendoen tierras de Sintantepec actualmente Cerro de la Fuente u Ojo de Agua cerca delmolino de Santo Domingo, pero sin mencionar el nombre de Suchimlico.30 Universidad de Tulane, Coleccin Latinoamericana, Chiapas, caja 2, carpeta 1, ff.15-17. Agradezco a la Dra. Dorothy Tanck de Estrada el haberme proporcionado unacopia mecanuscrita con la informacin que contiene este documento, cuyos datosresumidos aparecen en su libro Pueblos de indios y educacin en el Mxico colonial,1750-1821, pp. 281-284.31 J. de Vos, Vivir en frontera, p. 81, avanza la hiptesis de que podra tratarse de indiosvenidos con las tropas de Pedro de Portocarrero. Sin embargo, esto resulta muypoco probable ya que los indios de Cuxtitali eran los nicos, junto con los de ElCerrillo, que adems del medio tostn tenan que entregar como parte del tributoalgunas fanegas de maz (AGI, Guatemala, 312, exp. 12, ff. 175-177v. Remate de los tri-

    butos del ao 1692. Ciudad Real, 9 de marzo, 1693; y exp. 13, ff. 33-41. [Auto de Felipede Lugo]. Ciudad Real, 27 de febrero 1721), seal inequvoca de que no eran indiosdescendientes de los auxiliares de los conquistadores.

    Adems, los macehuales de Cuxtitali pagaban cada uno de ellos 7 reales de tri-buto, cosa que tampoco hacan los descendientes de indios conquistadores: AGI,Escribana, 356 A, exp. 1 (1), ff. 216v-217v. Declaracin de los indios del barrio de SanSebastin Custistn [Cuxtitali] de esta ciudad. Ciudad Real, 24 de noviembre, 1719.32 AGI, Guatemala, 221, exp. 1, ff. 13-16v. 3er. Captulo: Negociaciones.En 1712, un indio de Cuxtitali fue hecho prisionero por los rebeldes de Cancuc des-pus de haber comprado cerdos y manteca en Chiln y Yajaln para traer a vendera esta ciudad que es en lo que se ejercitan todos los naturales de su barrio: AGI,Guatemala, 296, exp. 9, ff. 112v-116v. Declaracin de Diego de Santi Esteban de 24aos. Ciudad Real, 16 de septiembre, 1712.33 Adems de las citadas anteriormente, vase, Fr. F. Ximnez, Historia de la provin-cia de San Vicente de Chiapa y Guatemala (1977), libro II, cap. XL, p. 362; cap. XLII, p.368; y cap. LXIV, pp. 463-464.

    El origen de la afirmacin de que en Ciudad Real se hablaban muchas lenguasparece ser los trabajos de E. Flores Ruiz, Investigaciones histricas sobre Chiapas, pp.86, 140-141 y 201; y Libro de oro de San Cristbal de Las Casas, pp. 20 y 53. MonseorFlores estuvo durante muchos aos a cargo del Archivo Histrico Diocesano de SanCristbal de Las Casas, de tal forma que tena acceso a una gran masa de documen-tos originales, pero en sus trabajos por lo general nunca citaba sus fuentes. Adems,en varias ocasiones, cambi de parecer en cuanto al orden y a las fechas de funda-cin de los barrios de Ciudad Real.

    Esta afirmacin ha sido retomada por A. Aubry, San Cristbal de Las Casas, pp.24; y J. de Vos, Vivir en frontera, pp. 81 y 103, nota 4.

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    En algn momento que no hemos logrado precisar, pero quepodra ser finales del siglo XVII o principios del XVIII, la trazaespaola se extendi hacia el oeste hasta llegar al convento delos mercedarios, dando lugar al barrio de La Merced a vecesdenominado simplemente El Barrio que formaba parte delcurato de la catedral, atendido por seculares.39 El Barrio estuvopoblado principalmente por sirvientes indios, mestizos y mula-tos que trabajaban para los espaoles del centro, o Recinto, dela ciudad.40 Este barrio habra de ser el ltimo de los fundados enel periodo colonial.

    42

    nientes del resto de la alcalda mayor o de otros lugares ms omenos distantes de Mesoamrica. De lo que estamos seguros esde que, con el tiempo, el nhuatl y el castellano llegaron a ser laslenguas predominantes entre los indios de los seis barrios extra-muros de la ciudad, mientras que los naturales de San Felipesiguieron hablando el tzotzil, hasta fechas muy recientes.34

    Todos los indios del Valle de Jovel se vean compelidos a tra-bajar en las obras pblicas de Ciudad Real, tales como la cons-tante reparacin del acueducto que surta de agua a la urbe, y enlas labores de los espaoles.35 Adems tenan que servir en suscasas como molenderas, leateros y zacateros por el irrisoriosalario de tres reales a la semana, los hombres, y ocho reales almes, las mujeres.36 Finalmente, tambin, tenan que proporcio-nar avo a los viandantes.37

    Los barrios extramuros, al igual que el pueblo de San Felipe,gozaban de un cierto margen de autonoma frente a las autori-dades espaolas de Ciudad Real ya que cada uno tena su pro-pio Cabildo formado por alcaldes y regidores y en ocasionestambin por un gobernador que imparta justicia en los conflic-tos internos de poca monta.38

    34 M. Garca Vargas y Rivera, Relaciones de los pueblos del obispado de Chiapas, p. 13.35 AGI, Escribana, 369 B, exp. 1, ff. 157-158. [Certificacin del pueblo de San Felipe ylos barrios de San Diego y San Antonio]. San Felipe, 5 de octubre 1715; y exp. 4, ff.1-2. Auto [de Pedro Gutirrez]. Ciudad Real, 25 de noviembre 1716; y Guatemala, 294,exp. 23, ff. 597-607. Ordenanza sobre varios puntos para el buen gobierno de losindios de la provincia de Chiapas. Ciudad Real, 15 de marzo, 1713; y J. de Vos, Viviren frontera, p. 235.36 AGI, Escribana, 369 B, exp. 1, ff. 34v-44. Carta [de Pedro Gutirrez a Toribio deCoso]. Ciudad Real, 6 de julio, 1716.

    En 1580, el salario de los indios parece haber sido ligeramente superior: cuatroreales a la semana, vase J. de Vos, Vivir en frontera, p. 213.37 AGI, Escribana, 369 C, exp. 8, 154 ff.38 M. Garca Vargas y Rivera, Relaciones de los pueblos del obispado de Chiapas, p. 13.En AGI, Escribana, 356 A, exp. 1 (1), ff. 211-213v. Declaracin de los indios del barriode San Diego, extramuros de esta ciudad. Ciudad Real, 24 de noviembre 1719; ff. 213v-214v. Declaracin de los indios del barrio de San Antonio, extramuros de esta ciudad.Ciudad Real, 24 de noviembre 1719; ff. 214v-215. Declaracin de los indios del barriode Mexicanos y Tlaxcaltecas. Ciudad Real, 24 de noviembre 1719; ff. 215v-216v.

    Declaracin de los indios de El Cerrillo de esta ciudad. Ciudad Real, 24 de noviem-bre 1719; ff. 216v-217v. Declaracin de los indios del barrio de San Sebastin Custistn[Cuxtitali] de esta ciudad. Ciudad Real, 24 de noviembre 1719, se dan los nombres deaquellos indios que fueron alcaldes y regidores en los aos de 1712 a 1718.

    En 1576, los indios de El Cerrillo protestaron ante la Audiencia de Guatemala porla intervencin del Cabildo de Ciudad Real en los asuntos internos del barrio: J. deVos, Vivir en frontera, p. 212.39 En una probanza de 1571, se hace tambin referencia a El Barrio, pero es muy pro-bable que se trate en este caso del barrio de Mexicanos y Tlaxcala: H. LpezSnchez, Apuntes histricos de San Cristbal de Las Casas, vol. I, p 88.

    En 1712, el obispo Juan Bautista lvarez de Toledo adquiri unas casas de techode teja en la calle de La Merced para construir una casa de recogidas, para muje-res de mal vivir, lo que hace suponer que para esas fechas la zona ya estaba urba-nizada: AGI, Guatemala, 363, exp. 1 (3a), 2 ff. [Carta del obispo lvarez de Toledo alrey]. Ciudad Real, 13 de junio 1712; y exp. 1 (3b), 2 ff. [Testimonio de la fundacin dela casa de recogidas]. Ciudad Real, 10 de junio, 1712.

    En 1748, ya exista la ermita de El Calvario que se encuentra en el barrio de LaMerced: E. Flores Ruiz,Secuela parroquial de Chiapas, p. 22.

    En 1774, M. Garca Vargas y Rivera, Relaciones de los pueblos del obispado deChiapas, p. 13, menciona la existencia de El Barrio.

    En 1805, ya se menciona por su nombre al barrio de La Merced: AHDSC, exp. 10,ff. 12v-13. [Nombramiento del intrprete]. Ciudad Real, 22 de diciembre 1805.40 En 1774, M. Garca Vargas y Rivera, Relaciones de los pueblos del obispado de Chiapas,p. 13, dice que el curato de la catedral que no inclua a los seis barrios de indiostena 1,877 personas.Entre ellas hay como 60 de la nacin espaola, entre solterosy casados entrando en stos los pocos que son de distincin y los ms mestizos,indios y mulatos avecindados en El Barrio. Vase tambin J. de Vos, San Cristbal,Ciudad colonial, p. 25.

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    sus patrones, es decir al interior del Recinto espaol. Pero lo quesocav de raz el proyecto de separacin entre espaoles e indiosfue el mestizaje biolgico que se produjo en Ciudad Real entreambos grupos humanos. En efecto, los conquistadores llegarona Chiapas sin mujeres, y aunque en la dcada de 1530 se ordena los encomenderos casados que hicieran venir a sus esposas deEspaa y a los solteros que contrajeran matrimonio para poderconservar el disfrute de sus rentas, esta disposicin parece habertenido un impacto bastante limitado.45 Tampoco hay que olvidarque constantemente llegaban de Espaa funcionarios y aventu-reros que rara vez traan consigo a sus esposas, con lo cual eldficit de mujeres espaolas se mantena de generacin engeneracin. Por otra parte parecen ser sumamente escasos losespaoles, solteros y casados, que resistieron la tentacin deusar su poder para obtener los favores sexuales tanto de sus sir-vientas indias, mestizas y mulatas como de otras mujeres decondicin social inferior a la suya.46

    Otro elemento que vino a perturbar la separacin espacial entreindios y espaoles fue la decisin de algunos de estos ltimos deabandonar la traza para instalarse en los barrios extramuros.47

    Los negros tambin contribuyeron a este proceso de mestizajebiolgico y cultural. En efecto, a pesar de su condicin de esclavos,muchos de ellos gozaban de la confianza de sus amos, quienes lesencargaban las tareas de supervisin de los trabajadores agrcolasindios o de la servidumbre domstica.48 Este poder, que distabamucho de ser insignificante, les permita doblegar o conquistar la

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    REFLEXIONES FINALES

    Aunque se ha insistido a menudo en el carcter dual que tuvoCiudad Real durante el periodo colonial, lo cierto es que por lomenos desde 1611 las castas mestizos, pardos, negros y mula-tos parecen constituir la mayora de la poblacin.41

    Este hecho demuestra en forma fehaciente los lmites del pro-yecto urbanstico original de Ciudad Real, a travs del cual sepretenda mantener una rgida separacin espacial entre losespaoles, a quienes estaba reservado el centro (traza o recinto)de la ciudad, y los indios, que deban quedar confinados en algu-no de los barrios extramuros, segn su origen o lugar de proce-dencia. Este modelo social, que se quiso plasmar en el diseo degran parte de los centros de poblacin espaola en Amrica,mostr rpidamente su ineficacia en Ciudad Real,42 al igual queen muchos otros lugares del Imperio.43 Para empezar, los prime-ros colonos espaoles trajeron consigo algunos esclavos negros,cuya simple presencia minaba el modelo dual inicial.44 Por otraparte, un buen nmero de sirvientes indios viva en las casas de

    41 En AGI, Mxico, 3102, exp. 1, ff. 40-47. [Informe de don Fructus Gmez, den de lacatedral de Chiapas]. Ciudad Real, 1 de octubre, 1611, se afirma que en Ciudad Realhaba 475 vecinos (espaoles e indios tributarios) y que los espaoles tenan de ser-vicio de esclavos negros, mulatos, indios a 726 personas.En 1778, fecha para la cual tenemos un censo especialmente confiable, el grupo decastizos, mestizos, mulatos y negros representaba el 56% de total de la poblacin deCiudad Real: AHDSC, exp. 19. [Ao de 1778. Borrador del censo de 1778 del obispoFrancisco Polanco].42 En 1642, se llam la atencin a las autoridades civiles de Ciudad Real por el hechode que haba espaoles, negros y mestizos viviendo en los barrios de indios: S. D.Markman, Arquitectura y urbanizacin en el Chiapas colonial, p. 46.43 Este fallido modelo de ciudad dual no es de ninguna manera exclusivo de CiudadReal; por el contrario, fue prcticamente la norma en todas las ciudades espaolas.Vase por ejemplo el caso de la ciudad de Mxico: Sobre los inconvenientes devivir los indios en el centro de la ciudad; y E. O. Gorman,Reflexiones sobre la dis-tribucin urbana colonial de la ciudad de Mxico.44 En las ordenanzas de Ciudad Real elaboradas en 1537 ya se hace referencia a losnegros que la habitaban: Fr. A. Remesal, Historia general de las Indias Occidentales,libro V, cap. XVIII, vol. I, p. 434.

    45 S. D. Markman, Arquitectura y urbanizacin en el Chiapas colonial, p. 108.46 El gran nmero de hijos de padre desconocido o incluso abandonados por susmadres que aparecen en los registros de bautizo de Ciudad Real (en AHDSC) dacuenta de lo generalizada que estuvo esta prctica.47Vase, por ejemplo, AGI, Guatemala, 296, exp. 9, ff. 32v-34. [Declaracin de Juan deFigueroa, vecino de Ciudad Real]. Ciudad Real, 18 de agosto, 1712.E. Flores Ruiz, Investigaciones histricas sobre Chiapas, p. 140, seala que en los librosde difuntos del siglo XVII aparecen con frecuencia partidas de espaoles que vivanen El Cerrillo.48 Vase al respecto J. I. Israel, Razas, clases sociales y vida poltica en el Mxico colonial,pp. 80-81.

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    Los barrios indios no se mantuvieron al margen de este pro-ceso general de mestizaje biolgico. Para empezar, los auxiliaresmexicanos, tlaxcaltecas y otros que acompaaban a los conquis-tadores, tambin llegaron a Ciudad Real sin sus mujeres. Nosabemos si la solicitud de que vinieran doscientas familias deindios de las tierras de Mxico junto con sus familias a poblar elnuevo asentamiento obtuvo una respuesta favorable.53 Pero decualquier forma, es ms que probable que por lo menos unaparte de estos indios del Altiplano de Mxico se haya casado oarrejuntado con mujeres indias de la regin. Adems sus des-cendientes no siempre siguieron viviendo en el barrio que su-puestamente les corresponda. As, por ejemplo, en 1672, unindio cuyos antepasados haban colaborado en la conquista deChiapas viva en El Cerrillo, barrio fundado originalmente paralos naturales manumitidos en 1549.54

    Por otra parte, muchos de los indios de los barrios guardabanestrechas relaciones con el entorno geogrfico de Ciudad Real.Algunos de ellos, por ejemplo, se ganaban la vida como arrie-ros.55 Otros se dedicaban al comercio en pequea escala entreCiudad Real y los pueblos de la alcalda mayor, especialmentecon aquellos que formaban parte de la provincia de LosZendales.56 De igual forma no faltaban naturales que, cansadosde las difciles condiciones de vida en sus comunidades, optabanpor establecer su residencia en uno u otro de los barrios de

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    voluntad de una que otra mujer. No hay que olvidar, adems, quela condicin social de los hijos nacidos de los matrimonios, eincluso de las uniones no sancionadas por la Iglesia, entre negrose indias a los que se les denominaba pardos, zambos, o inclusomulatos49, era siempre superior a la de sus progenitores, lo queconstitua un acicate para la formacin de este tipo de parejas. Enefecto, dado que los hijos no eran producto de un vientre esclavo,nacan como hombres libres.50 Por otra parte, aunque por ley losnegros y los mulatos y por ende los pardos deban pagar un tri-buto,

    51de hecho, en Chiapas, estaban libres de esta carga.

    52

    49 El trmino de pardos perdi en muchas partes su sentido original de descendien-te de negro e india, para convertirse en sinnimo de castas, es decir de cualquierindividuo de sangre mezclada: J. Lafaye, La sociedad de castas en la NuevaEspaa, p. 30. Sin embargo, en Chiapas, s parece haber mantenido su sentido ori-ginal, vase por ejemplo, AGI, Escribana, 356 A, exp. 1 (1), ff. 199-207. Testigo el capi-tn Domingo Prez Vega de edad de 56 aos. Ciudad Real, 23 de noviembre 1719; yGuatemala, 293, exp. 12, ff. 197-201. Otra [confesin de Margarita Jimnez, india ladi-na de Tila]. Tumbal, 21 de enero, 1712.

    Es ms que probable que cuando en algunos documentos se da el nmero demulatos, se incluya entre ellos a los pardos.

    El trmino de zambo era relativamente poco utilizado fuera de los famosos cua-dros de castas: Vase, por ejemplo,T. Castell Yturbide,La indumentaria de las cas-tas del mestizaje, p. 79. Hasta ahora, no lo hemos encontrado mencionado en nin-gn documento sobre Chiapas.50 Por esta razn, la Corona intent, sin xito, oponerse a los matrimonios de negroscon mujeres libres: M. Mrner, Estado, razas y cambio social en Hispanoamrica colo-nial, pp. 26-27, 28 y 43-47.

    Para el caso de Chiapas, vase S. Soriano Hernndez, Los esclavos africanos y sumestizaje en la provincia de Chiapa, pp. 15-21.51 A. de Len Pinelo, Recopilacin de las Indias, Libro IV, Ttulo XVIII, 3 y 4, vol. II, pp.1251-1252.52 La mejor prueba de ello es que la Real Hacienda no tena un padrn de ellos. As,en 1611, el den de la catedral tuvo que mandar a hacer un padrn especial de losvecinos espaoles, sus hijos y criados, y de negros y mulatos, ya que ninguno deestos grupos apareca en los padrones del repartimiento del tostn: AGI, Mxico,3102, exp. 1, ff. 40-47. [Informe de don Fructus Gmez, den de la catedral deChiapas.] Ciudad Real, 1 de octubre, 1611.

    En 1683, el teniente de oficiales reales tuvo que conformarse con dar una cifraaproximada de los mulatos que haba en Chiapas: AGI, Contadura, 815, exp. 1, ff.11v-16v. [Relacin de las ciudades, barrios y pueblos, vecinos y tributarios deChiapas.] Ciudad Real, 20 de mayo, 1683.

    En 1748, un celoso funcionario empadron por primera vez a los indios laborosy a los mulatos que vivan en las haciendas del Valle de Jiquipilas, aunque no se sabesi realmente se logr y por cunto tiempo cobrarles el tributo: M. H. Ruz,Desfiguro de naturaleza, pp. 422-431.53 Fr. A. Remesal, Historia general de las Indias Occidentales , libro V, cap. XVII, vol.I, pp. 431-432.54 AGI, Guatemala, 397, exp. 2, ff. 296v-297v. Real cdula. Madrid, 28 de mayo 1672.55 AGI, Escribana, 369 B, exp. 3, ff. 6v-7v. Declaracin de Domingo Romn, indio tri-butario de 36 aos. Guatemala, 6 de enero 1717.56 Vase por ejemplo el caso de los 12 indios, ocho de Cuxtitali y cuatro de El Cerrilloque fueron apresados por los rebeldes de Cancuc: AGI, Guatemala, 296, exp. 9, ff. 68-69v. Declaracin [de Nicols Hernndez, indio de Cuxtitali]. [Ciudad Real, 28 deagosto, 1712.]

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    tenso mestizaje cultural de una sorprendente diversidad. No esextrao, pues, que muchos indios para poder comunicarse consus vecinos, o incluso con su cnyuge, hayan aprendido el n-huatl, que al principio era la lengua dominante en los barrios.Con el paso del tiempo, sin embargo, el uso del espaol se fuegeneralizando. De tal forma que para principios del siglo XVIII,todos los indios que formaban parte de los Cabildos de losbarrios lo entendan y lo hablaban.62

    La complejidad racial, social y cultural que imperaba enCiudad Real no poda ms que facilitar que un buen nmero deindios, diestros en el manejo del espaol y conocedores de lacultura mestiza de Ciudad Real, buscasen esconder sus orgenespara adquirir un estatus superior al suyo y evitar as, entre otrascosas, el pago del tributo.

    La situacin de este abigarrado conjunto de negros, mulatos,mestizos, indios conquistadorese indios de Chiapas ms o menosdesarraigados distaba mucho de ser clara. Todos ellos, unos msque otros, participaban de por lo menos dos culturas bien diferen-ciadas entre las cuales hacan a menudo las veces de intermedia-rios, aunque rara vez lograban armonizar con xito sus tendenciascontrapuestas. Compartan con los indios de los pueblos vecinosmuchas de sus creencias y prcticas de origen mesoamericano, quehaban logrado infiltrarse incluso entre los mestizos, negros y mula-tos. Adems tenan que sufrir los malos tratos, las vejaciones y lashumillaciones que a diario les infligan los espaoles. Pero, por otrolado, no podan ms que sentirse atrados por la cultura hispnica,que legitimaba el poder y la riqueza de sus poseedores. Finalmentesus deseos de ascenso social y su voluntad por preservar sus peque-os privilegios ante la gran masa de los indios del campo los lleva-

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    Ciudad Real y contraan matrimonio con alguna vecina india dellugar.57 Otros combinaban con gran ingenio el trabajo en la ciu-dad como sirvientes con el cultivo de su parcela en su ms omenos cercana comunidad de origen.58

    No faltaban, tampoco, aquellos que, aunque vivan la mayorparte del tiempo fuera de Ciudad Real,mantenancasa y mujeren esta urbe. Ese era el caso de Jacinto Prez, indio originario deBachajn, casado con una mulata de El Cerrillo.59

    No tiene, pues, mucho de sorprendente que a menudo en losdocumentos se mencione a indios laboros que vivan en losbarrios de Ciudad Real y que pagaban un tributo ms elevadoque el resto de sus vecinos que gozaban de algn tipo de exen-cin por ser descendientes de los auxiliares que colaboraron enla conquista de Chiapas.60

    De vez en vez, tambin llegaban a residir a Ciudad Real,indios de otros lugares de Mesoamrica, en ocasiones de lugaresmuy distantes. As, en 1719, el alcaide de la crcel, Juan Antoniode Andrade, era un indio ladino en lengua castellana y de todarazn, nacido en la ciudad de Tlaxcala, pero que se haba casa-do y avecinado en Ciudad Real.61

    La estrecha convivencia en Ciudad Real entre espaoles,mestizos, negros, mulatos, pardos e indios de Chiapas y de otrasregiones de Mesoamrica y la multiplicacin de las unionesmixtas, legales e ilegales, no podan ms que propiciar un in-

    57 Este era el caso de Pedro Supn, originario de Teopisca, y casado con una india deEl Cerrillo: AGI, Guatemala, 296, exp. 9, ff. 238-239v. Declaracin de Pedro Supn de48 aos. Ciudad Real, 7 de octubre, 1712.58 AGI, Guatemala, 296, exp. 9, ff. 102-103v. Declaracin de Juan de Luna de 54 aos.Ciudad Real, 7 de septiembre, 1712.59 AGI, Guatemala, 296, exp. 9, ff. 181-183v. Declaracin y ratificacin de Jacinto Prezde 50 aos. Ciudad Real, 3 de octubre 1712; y ff. 215-215v. Auto [de Pedro Gutirrez].Ciudad Real, 3 de octubre, 1712.60 Vase, por ejemplo, AGI, Escribana, 356 A, exp. 1 (2), ff. 83v-84v. Declaracin dePablo Antonio Garca, laboro de edad de 28 aos, citado por Zavaleta. Ciudad Real,30 de septiembre 1719; y ff. 84v-85. Declaracin de Sebastin de la Cruz, laboro deedad de 40 aos, citado por Zavaleta. Ciudad Real, 31 de septiembre, 1719.61 AGI, Escribana, 356 A, exp. 1 (1), ff. 282-282v. Notificacin al alcaide de carcelero dela crcel. Respuesta. Ciudad Real, 7 de diciembre, 1719.

    62 AGI, Escribana, 356 A, exp. 1 (1), ff. 211-213v. Declaracin de los indios del barrio deSan Diego, extramuros de esta ciudad. Ciudad Real, 24 de noviembre, 1719; ff. 214v-215. Declaracin de los indios del barrio de Mexicanos y Tlaxcaltecas. Ciudad Real,24 de noviembre, 1719; ff. 215v-216v. Declaracin de los indios de El Cerrillo de estaciudad. Ciudad Real, 24 de noviembre, 1719; y ff. 216v-217v. Declaracin de los indiosdel barrio de San Sebastin Custistn [Cuxtitali] de esta ciudad. Ciudad Real, 24 denoviembre, 1719.

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    AGI, Contadura, 815, exp. 1. Guatemala, [1683-1684]. Razn delas ciudades, villas y lugares, vecindarios y tributarios de que secomponen las provincias del distrito de esta Audiencia [186 ff.].

    AGI, Escribana, 349 C. Residencias de Guatemala, 6 (C).AGI, Escribana, 349 C, exp. 1 (4). Ao de []. Tercer cuaderno

    de autos hechos [] residencia del capitn don Martn []dansdel tiempo que fue alcalde [] de la Ciudad Real de Chiapa ysus [] cabildo, justicias y regimiento [] que es juez, sucesoren dicho oficio [] el capitn don Manuel de Maisterra []caballero del orden de Santiago [] mayor por el rey, nuestroseor, de dich[] y teniente de capitn general [] [320 ff.].

    AGI, Escribana, 356 A. Residencias de Guatemala, 13 (A). AGI,Escribana, 356 A, exp. 1 (1). Ao de 1719. Autos de residencia que,con comisin de los seores presidente y oidores de la RealAudiencia de Guatemala, sindic el secretario Pedro Pereira, escri-bano de cmara, propietario de dicha Real Audiencia, mayor degobierno y guerra en las provincias de este reino, al sargento mayordon Pedro Gutirrez de Mier y Tern, caballero del orden deSantiago, del tiempo que fue alcalde mayor y teniente de capitngeneral de la provincia de Chiapas, y a sus tenientes y ministros, yal cabildo, justicia y regimiento, y dems oficiales de repblica queen dicho tiempo lo fueron. Acumulse a esta residencia, testimo-nio de la informacin reservada sobre averiguar los fraudes come-tidos por los alcaldes mayores en los remates de maces, chile y fri-jol que pagan los indios por sus tributos [442 ff.].

    AGI, Escribana, 356 A, exp. 1 (2). Ao de 1719. Testimonio de lainformacin recibida de oficio, as en la ciudad de Guatemala,como en sta de Ciudad Real de Chiapas, sobre averiguar los exce-sos y fraudes cometidos por los alcaldes mayores que han sido deesta provincia de Chiapas en los remates de chile, maz y frijol quepagan por sus tributos, los indios de ella, en virtud de real cdulade su majestad de 24 de febrero de 1715 y comisin conferida por elgobierno superior de este reino a Pedro Pereira, escribano de sumajestad y de cmara, propietario de la Real Audiencia de la ciu-dad de Guatemala, mayor de gobernacin y guerra en las provin-cias de su distrito. Mandado acumular por la citada comisin a la

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    ba necesariamente a diferenciarse de ellos. Eran, pues, la pequeay frgil vanguardia de un difcil y a menudo vergonzoso, por ileg-timo mestizaje en una regin, Los Altos de Chiapas, totalmentedominada por la dualidad indio-espaol, que organizaba y susten-taba la inmensa mayora de las prcticas sociales.

    Ahora que San Cristbal, a raz de la llegada de un muy nume-roso contingente de indgenas de Los Altos que han sido expulsa-dos de sus comunidades por problemas religiosos y polticos oque vienen en busca de mejores trabajos y condiciones de vida,conoce un nuevo proceso de mestizaje y de convivencia entreindgenas y ladinos, no est de ms recordar e interrogarse sobrelos pocos xitos y los muchos fracasos del modelo urbanstico queorden las relaciones sociales durante todo el periodo colonial.

    DOCUMENTOS CITADOS

    Archivo Histrico Diocesano de San Cristbal de Las Casas(AHDSC)

    AHDSC, exp. 10. Ao de 1805. Diligencias instruidas acerca delincesto cometido por el indio Pedro Daz, natural del pueblo deSan Andrs [Iztacostoc], partido de Las Coronas [Triple incesto].Secretara episcopal. [20 ff.]. [Anotacin actual: San Cristbal.San Andrs. 1812. Actas y correspondencia en el juicio de inces-to de dos indgenas del pueblo de San Andrs. Por fin absueltosdespus de penitencia pblica (crcel).]

    AHDSC, exp. 19. [Ao de 1778. Borrador del censo de 1778 delobispo Francisco Polanco.] [Anotacin actual: Padrones s.f. 1778.]

    ARCHIVO GENERAL DE INDIAS (AGI)

    AGI, Contadura, 815. Relacin de los ramos de la Real Hacienda,valores de ella, cargas y obligaciones: noticias tocantes a la poblacin:tribunales, ministros y empleados, as en todo el reino, como en lasislas Filipinas: desde 1682 a 1754.

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    justicia mayor y teniente de gobernador y capitn general en estasprovincias de Chiapas Vna [?], habiendo sido comisario nombra-do para la averiguacin y substanciacin el secretario PedroPereira, escribano de cmara de la Real Audiencia, mayor degobierno y guerra de Guatemala [154 ff.].

    AGI, Guatemala, 161. Cartas y expedientes de los obispos deChiapas. 1541-1699.

    AGI, Guatemala, 161, exp. 13 (2). Memoria de los pueblos ybeneficios que hay en el obispado de Chiapas y lo que tienen losclrigos. [2 ff.]

    AGI, Guatemala, 221. Expedientes del presidente y oidores de laAudiencia de Guatemala. 1710-1712.

    AGI, Guatemala, 221, exp. 1. Ao de 1708. Testimonio del escritopresentado por don Clemente de Ochoa y Velasco y don Manuelde Morales, vecinos de Ciudad Real de Chiapas en que capitulana su alcalde mayor, don Martn Gonzlez de Vergara [27 ff].

    AGI, Guatemala, 293. Expediente sobre la sublevacin y pacificacinde 32 pueblos de la provincia de Chiapas. Aos de 1712-1721.