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POPULISMO Y REPRESENTACIN POLTICA EN AMRICA LATINA (1996-2002) Tesis que para obtener el ttulo de MAESTRO EN CIENCIAS SOCIALES presenta RODRIGO SALAZAR ELENA Jurado conformado por: Dr. Benjamn Temkin (director) Dr. Rubn Hernndez (lector) Dr. Diego Reynoso (lector) Investigacin realizada con financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologa

CONTENIDO Agradecimientos Introduccin I. El concepto de populismo Definiciones alternativas del populismo El discurso populista La especificidad del discurso populista Condiciones de credibilidad del discurso populista II. La representacin poltica como relacin entre agente y principal Explicaciones del fenmeno populista La representacin poltica desde la perspectiva de las relaciones agente-principal Modelo de decisin electoral Efectos sobre la calidad de la representacin Comentarios III. La confianza en las instituciones polticas Datos y unidades de anlisis Variables Determinantes de la confianza en las instituciones Anexo III.1. Anexo III.2. IV. Desconfianza en las instituciones y propensin a votar por candidatos populistas Casos Variables de inters Variables de control Hiptesis a verificar Determinantes del voto por partidos populistas Sumario Anexo 4.1. V. Instituciones polticas y populismo en Bolivia y Venezuela Estrategia de investigacin Desempeo econmico y resultados electorales Evaluacin de los resultados Reforma de los sistemas electorales Resultados de la reforma sobre la confianza en las instituciones Consecuencias en el sistema de partidos. El triunfo electoral del populismo. Por qu la reforma no afect la confianza poltica Sumario Conclusiones Fuentes consultadas 3 5 8 8 16 23 31 39 40 50 71 78 81 84 85 86 89 96 97 98 100 102 104 105 108 116 119 123 124 127 136 139 140 144 149 153 155 158

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Desconfo de la democracia, ese curioso abuso de la estadstica. Jorge Luis Borges [Lpez Obrador] acaba con los malos y les dice lo que nosotros quisiramos, pero no podemos. Asistente a mitin, sobre el candidato Andrs Manuel Lpez Obrador Miro a mis compatriotas hoy ms con ojos de padre de familia que de poltico lvaro Uribe El Poder Judicial y los organismos de control del Estado se han mostrado como unas momias que no se enteran de nada, que no sancionan a nadie. El Poder Legislativo ha sido secuestrado por representantes de los grupos econmicos ms poderosos que actan de espaldas a los intereses mayoritarios del pueblo Partido Sociedad Patritica Declaracin de Principios el estado ha sido siempre dominado, controlado por las elites del colonialismo interno ya por el camino de las dictaduras militares [ya] por la denominada democracia representativa, expresado por los partidos polticos neoliberales. Movimiento al Socialismo (Bolivia) Declaracin de Principios

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Agradecimientos Contra la costumbre, estos agradecimientos se restringen al mbito estrictamente acadmico, que es el nico en el que las omisiones no pueden ser motivo de ofensa. Para la gente que sencillamente quiero, espero ser el tipo de persona que lo demuestra cuando es pertinente. Expreso mis agradecimientos, en primer lugar, a los tres integrantes de mi jurado: Benjamn Temkin, Diego Reynoso y Rubn Hernndez. Se dio la feliz situacin que tuve el honor de ser alumno de ellos, y en cada caso puedo decir que lo que tenga de atinado este trabajo est muy relacionado con lo aprendido en sus cursos. La clase preparada por John Ackerman result tambin determinante para aclarar varios aspectos tericos de la relacin entre representantes y representados. En un programa intensivo desde el punto de vista escolar como es la Maestra en Ciencias Sociales, son pocas las oportunidades para discutir los temas directamente relacionados con los proyectos de investigacin de los alumnos. Sin duda debido a la actualidad del tema de mi inters, tuve la fortuna de que concurriramos en l un nmero suficiente de personas como para abrir un espacio de discusin dedicado especficamente al populismo. En este contexto, fue de particular importancia el seminario que imparti Carlos de la Torre, cuyo profundo conocimiento sobre el tema y la habilidad para transmitirlo dio un nuevo impulso que, en ese momento, mi investigacin ya exiga. Las mismas restricciones de tiempo y oportunidades me hacen guardar un especial agradecimiento a los compaeros de estudios que, a pesar de lo apremiante de sus propios tiempos, se dieron espacio para leer y comentar partes del borrador de este trabajo. Aunque su contribucin especfica ser anotada en el lugar correspondiente, dejo constancia de mi deuda con Judith Prez Soria, Luis Ortiz Sandoval y Daniel Vzquez. Tambin agradezco el mismo favor a mi hermano, Juan Carlos Salazar y a mi madre, Ethel Elena, por una revisin de estilo pulcra que me salv de ms de un error vergonzoso. El apoyo, la disposicin y la eficiencia del servicio de Biblioteca de la FLACSO fueron fundamentales en todo el transcurso de mis estudios, pero resultaron cruciales para obtener el material sin el cual las pruebas empricas de esta investigacin habran sido imposibles. Mi reconocimiento para Eustolia Mucio y todo su equipo. 3

Finalmente, agradezco el financiamiento otorgado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologa, aadiendo sin ocio que, sin l, la investigacin y mis estudios no se habran materializado. Mxico, D.F. julio de 2006

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Introduccin Comienzo este apartado con una confesin de culpa: mi objeto de estudio me resulta antiptico. La pobreza intelectual, el recurso al aplauso fcil, la falacia descarada, el moralismo y la oera, prcticamente todo en el discurso populista, tal y como se manifiesta por lo general, me provoca un profundo malestar. De hecho, ese malestar es el que motiv mi inters propiamente acadmico en el tema de estudio. Incluso una vez concluida la investigacin, no puedo afirmar que mis preferencias hayan cambiado: no tengo hoy una mejor predisposicin hacia estos seores que, como quien ve llover, afirman conocer con exclusividad lo que quiere un aglomerado llamado pueblo y se envalentonan proclamando que nada est por encima de los deseos de ese pueblo. No puedo dejar de sospechar cuando los deseos del pueblo as revelados y el incremento del poder de la persona a quien se le revelaron coinciden siempre, como por arte de magia. Expongo mi disgusto hacia el objeto de estudio porque no pretendo ser ajeno a la subjetividad. Pero eso no quiere decir que lo que sigue es un panfleto en contra del populismo y de los populistas. Mi intriga es por qu surge el populismo, en qu condiciones tiene xito, cmo es que un discurso tan campechano, en determinadas circunstancias, resulta convincente para tantas personas. As, no pretendo demostrar cientficamente que el populismo es un riesgo para la estabilidad econmica o para la estabilidad de la democracia. El populismo no slo es una fenmeno que parece permanente en Amrica Latina, sino que lleva tiempo establecido en varios pases desarrollados y ya hizo presencia en Europa Oriental. Si el populismo surge en donde hay elecciones competitivas, entonces es posible que est ms relacionado con la democracia de lo que sus detractores pretenden. No me ocupo, pues, de las consecuencias del populismo; intentar indagar, hasta donde sea posible, en sus causas. La relevancia del tema viene dada por el hecho de que, en Amrica Latina pero tambin fuera de ella, candidatos con discursos de contenido populista se presentan a la arena electoral de forma ms frecuente, muchas veces obteniendo el poder ejecutivo, o en todo caso con suficientes votos para poner nerviosos a quienes se haban acostumbrado a entrar

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y salir del poder con toda comodidad. La observacin ms superficial destaca que en varias ocasiones el xito de los candidatos populistas viene acompaado de un fracaso estrepitoso de los partidos polticos que se distribuan la mayor parte de los votos. Me parece que la generalizacin del fenmeno en s y los fenmenos que por lo comn le son aledaos justifican el esfuerzo de proporcionar una teora que explique los hechos, en lugar de acusar moralmente al fenmeno, emulando lo que se observa en l, para quedarnos con la tranquilidad de que hemos localizado al malo. Intentar presentar evidencia en favor de una hiptesis que, verbalmente expresada, es muy simple: en condiciones plenamente democrticas, los candidatos populistas se ven favorecidos electoralmente entre los electores que sienten que los polticos en general no los representan. Aclarar con mayor precisin esta idea a medida que expongo el contenido de este reporte. El populismo es mi variable dependiente. El captulo I est enteramente dedicado a la definicin y delimitacin de esta variable. Argumentar que, si se quiere indagar sobre el populismo electoral, el camino ms productivo consiste en atender al contenido del discurso poltico de los candidatos. El captulo II apunta a dos objetivos. El primero, establecer a qu me refiero cuando afirmo que alguien no se siente representado. Aunque concedo que mi hiptesis no es original, me parece que en este punto, de la definicin de lo que significa sentirse representado, las buenas intuiciones se atascan en ese estatus. Argumentar que la democracia electoral tiene propiedades intrnsecas que hacen imposible para cualquier ciudadano el saber con certeza si los polticos electos hacen todo lo que est en sus manos para maximizar el bienestar de la mayor parte de la poblacin. Dada su ignorancia al respecto, sigo, los ciudadanos desarrollan creencias sobre lo que realmente hacen los polticos: a esta creencia la llamar confianza (o desconfianza, segn el caso) en las instituciones. El ciudadano que tiene buenos motivos para confiar, dado lo que alcanza a observar de las acciones de los polticos y los resultados de stas, se convence de que las instituciones funcionan y, en caso de que en lo particular sienta que podra estar mejor, votar por un candidato de la oposicin tradicional en la siguiente eleccin. Quien no siente confianza en las instituciones, dadas las mismas observaciones, es proclive a votar contra el establishment y, en un mismo acto,

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a favor del candidato que esgrime un discurso de carcter antagonista en el que la persona es ms fiable que las instituciones. Este es el segundo objetivo. Los captulos III y IV presentan evidencia emprica para cada una de las dos partes en la que se divide el captulo II. El primero de ellos, presenta la confianza en las instituciones como una funcin de la informacin de la que disponen los electores sobre el comportamiento de los polticos y los resultados. En el captulo IV, trato de probar cmo, en el nivel del elector individual, la desconfianza incrementa la propensin al voto favorable a candidatos populistas. Como la confianza en las instituciones responde a datos objetivos, los polticos que son perjudicados por la desconfianza pueden utilizar los medios a su disposicin para incidir, en su favor, sobre dichos datos. Pueden dar explicaciones sobre por qu las cosas no funcionan, que es la estrategia inmediata pero, me temo, de corta duracin. Pueden tambin valerse de las polticas econmica y social para incrementar el bienestar material de los ciudadanos. Esta estrategia es en s misma interesante, pero me parece que en los tiempos actuales, en los que la libertad de maniobra de buena parte de los gobiernos es tan restringida, es ms atractiva analticamente una tercera estrategia: manipular las instituciones para obligarse a adoptar un comportamiento que inspire confianza. Afortunadamente para el investigador, la naturaleza nos otorga dos comunidades polticas que siguieron por ese camino. Desafortunadamente para ellas, la reforma a las instituciones fue fallida, los niveles de confianza no mejoraron y candidatos populistas aprovecharon la situacin para deshacerse de una clase poltica que haba perdido su ltima oportunidad. Esta es la materia del captulo V.

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I. El concepto de populismo El tema de este estudio, la pregunta de investigacin, consiste en las condiciones que favorecen el desempeo electoral de los movimientos populistas. Esto impone, en primer lugar, una definicin de la variable dependiente, ms urgente en casos, como ste, en los que existen diversas definiciones en competencia. Ante esta diversidad, caben dos estrategias. Una es esencialista, buscar lo que el populismo es. Tal intento, me parece, resultara vano: ms all de algunas limitaciones que impone la referencia semntica al pueblo, el investigador es libre de definir el fenmeno como le venga en gana, siempre que su definicin permita ubicar y separar un conjunto de hechos empricamente observables. Esto me lleva a la segunda estrategia, consistente en elaborar una definicin til para los objetivos de investigacin. En particular, me pregunto qu dimensiones del objeto populista estoy obligado a destacar si pretendo obtener conclusiones derivadas de mi pregunta de investigacin. Esta tarea es el contenido del presente captulo. Comienzo presentando diversas definiciones que las distintas investigaciones han venido proponiendo. El orden en el que se presentan sigue una lgica de menor a mayor utilidad. Comienzo por las definiciones que en estricto sentido no lo son (y por tal motivo las considero errneas); sigo con definiciones que destacan aspectos del fenmeno que no estn relacionados con lo que me interesa conocer. Finalmente, presento definiciones que se acomodan mejor al mbito impuesto por la pregunta de investigacin, para escoger la ms apropiada y reelaborarla de forma que me parezca ms til. Esta reelaboracin implica un cierto nivel de formalizacin, a la vez que me lleva a separar las propiedades relevantes del fenmeno (el populismo como discurso) de las secundarias (las condiciones de credibilidad del discurso).

Definiciones alternativas del populismo El trmino populismo presenta el supuesto inconveniente de estar cargado de valoracin negativa. Es usado en el debate poltico para desacreditar al adversario, y quien es acusado de populista difcilmente aceptar que lo es (exactamente lo contrario sucede con el trmino popular, con carga positiva). Este inconveniente, no obstante, no es insalvable. Si se toma en cuenta que uno de los problemas de la ciencia poltica es que buena parte de su 8

vocabulario proviene del debate poltico (Sartori, 1984), para efectos de la investigacin las ventajas del trmino superan a sus desventajas, siempre que el investigador se encargue de darle al uso un contenido conceptual claro y preciso, que no necesariamente coincida (o ms bien, abiertamente rechace) el significado que se la da en el lenguaje comn (Bourdieu et al., 1975). Finalmente, en la ciencia poltica se trabaja con trminos como autoritarismo, clientelismo e incluso corrupcin, cuya valoracin negativa no impide ni la definicin precisa ni la investigacin productiva.1 Un problema ms serio viene dado por el carcter polismico del concepto. El populismo es un fenmeno poltico que se presenta en diversas regiones y, al interior de ellas, en distintos perodos histricos. O a la inversa, se ha dado la etiqueta de populismo a situaciones polticas ocurridas en distintos momentos y en naciones muy diversas. Como consecuencia de esto, el trmino se utiliza para definir a Estados, organizaciones, aspectos de las organizaciones, movimientos e ideologas de todo tipo donde se haga hincapi en la nocin de la voluntad del pueblo y en el contacto popular directo con los lderes polticos (Worsley, 1970: 267).2 Antes de que este estiramiento conceptual nos lleve a descartar el concepto por considerar que su abuso lo ha hecho intil, es necesario intentar precisarlo y evaluar su capacidad para investigar fenmenos de inters. Las definiciones del populismo que a continuacin presento se divide en tres grandes grupos. El primero viene constituido por las definiciones errneas; el segundo est formado por definiciones en funcin de polticas pblicas y de polticas estatales; el tercero, finalmente, est formado por definiciones propiamente polticas, que pueden destacar los aspectos organizativos del fenmeno o bien centrarse en las propiedades del discurso.

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Sospecho que, en realidad, el problema con el trmino populismo y su connotacin valorativa es que los investigadores que rechazan el concepto en estas bases tienden a simpatizar polticamente con lderes o movimientos populistas. En el caso de la corrupcin, por ejemplo, el rechazo valorativo es universal. No slo es que nadie en su sano juicio se aceptar como un corrupto, sino que el acusado de corrupcin no encontrar en la academia ningn defensor dispuesto a rechazar el concepto porque se lo usa en forma peyorativa. Como se ve, el consenso moral negativo facilita la aceptacin del trmino. 2 Vase De la Torre (1994a: 39-40) y MacKinnon y Petrone (1998) para una relacin de los mbitos y modalidades en los que se ha utilizado el concepto.

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Definiciones errneas Al utilizar la expresin errnea no me refiero a que el objeto est mal definido, a que se aluda a objetos observables que no son populistas; las definiciones mismas son las que estn mal construidas porque fusionan la variable a explicar con la o las variables explicativas. As sucede con Germani (1973), que para caracterizar al populismo como fenmeno describe un proceso histrico en el que las fases de desarrollo no corresponden con las seguidas por las democracias occidentales.3 Esta definicin, muy comn en la escuela funcionalista, puede ser transformada en hiptesis,4 separando al populismo del tipo desarrollo histrico que conduce a l pero, por supuesto, esto exige que previamente se caracterice al fenmeno con independencia de los factores que lo producen. Un camino similar es el seguido por el ms reciente Laclau (2005), para quien el populismo es la agregacin misma de demandas insatisfechas por el sistema institucional. De una forma u otra, ambos autores identifican al populismo como lo opuesto a la institucionalidad democrtica, pero resulta curioso que esta caracterizacin es una consecuencia del anlisis del populismo, por lo que carece de sentido considerar este aspecto en trminos de delimitacin del objeto (operacin necesariamente previa al estudio de sus condicionantes). Otra definicin errnea es la de Lynch (1999), segn la cual el populismo no existe como fenmeno si no tiene un efecto democratizador, social y polticamente hablando (p. 64), en cuanto a la participacin de la poblacin va el desarrollo de sus organizaciones, el acceso a derechos sociales y, por tanto, el ensanchamiento de la ciudadana y el fortalecimiento de la sociedad civil. Un error similar es cometido por Braun (2001), al distinguir entre variantes de populismo, no matizado por su aire de graciosada. Segn su criterio, Pern, Vargas, Velasco Ibarra, Betancourt y Crdenas transformaron la estructura

Aclaro que no comparto el reproche de teleologismo que generalmente se le hace a Germani y a Di Tella; a saber, que toma a las democracias capitalistas desarrolladas como parmetro normativo para evaluar a los sistemas polticos de Amrica Latina (v.gr., Laclau, 1977). Revisando el ensayo de Germani, no encuentro nada objetable en su comparacin de rutas de desarrollo, como no sea que, al unir el fenmeno a explicar con el proceso, lo que podra ser una hiptesis a contrastar, se convierte en una afirmacin sin adecuados controles. 4 Vase infra, cap. II. Aclaro que es un problema comn, pero no es indispensable que el anlisis funcional una la definicin con la hiptesis. Para un ejemplo reciente, vase Surel (2001: 159-65), quien define con regular precisin a qu se refiere al hablar de populismo para despus, y de forma independiente de la definicin, atribuirle el cumplimiento de determinadas funciones en los sistemas polticos democrticos.

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de clases y la vida diaria una vez que llegaron al poder, por lo que son populazos, mientras que los cambios introducidos por los neopopulistas son tan poco dramticos e innovadores (p. 252), que slo ameritan la etiqueta de populitos. En ambos casos, la definicin del fenmeno no es independiente de los efectos que se le atribuyen, lo que implica que la definicin es, de nueva cuenta, una hiptesis a verificar una vez que se separen sus trminos.5 Estas pseudodefiniciones no sern consideradas como alternativas para escoger entre ellas.

Populismo gubernamental Este grupo de definiciones incluye aquellas que estudian al populismo como una orientacin del Estado o bien como polticas pblicas con un contenido determinado. Ambas suponen un agente de toma de decisiones con la capacidad de imponerlas a la sociedad. En el primer conjunto, el populismo es un proyecto de modernizacin construido sobre las formas nativas, sobre las instituciones tradicionales del pueblo, evitando as las consecuencias disruptivas de la modernizacin occidental (Stewart, 1970). Touraine (1998: 329), plantea el mismo criterio: el populismo es proyecto de desarrollo (una forma de intervencin estatal en la sociedad) cuya meta no es el incremento de la capacidad de inversin, sino lograr mayores niveles de participacin e integracin de la poblacin. En este sentido la nocin de populismo abarca a todas las formas antielitistas de control del cambio social, atendiendo a las caractersticas histricas y especficas de cada pueblo. Puede haber, sigue el mismo autor, partidos populistas que realizan la integracin al sistema poltico, Estados populistas que realizan las polticas de modernizacin integradoras bajo dirigentes que se identifican con la nacin, y movimientos populistas que defienden los intereses de las masas populares (i.e., no de clases especficas) (pp. 338-48). En Ianni (1973), lo que es populista es el Estado caracterizado por el intervencionismo y el nacionalismo econmicos. La expresin Estado populista puede resultar engaosa: el Estado no es populista, sino la orientacin integradora de los proyectos estatales.5

Por lo dems, esta definicin no slo es errnea conceptualmente, sino que tambin podra serlo empricamente. Cardoso y Heiwege (1992: 75-85) presentan evidencia en el sentido de que las polticas de los gobiernos del populismo clsico favorecieron a sus propias clientelas (trabajadores urbanos formales), pero no redujeron la pobreza y la desigualdad, en la medida en que no atendieron las condiciones de los trabajadores informales y rurales.

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Como ocurre con las pseudodefiniciones anteriores, la conceptualizacin del populismo como un proyecto integrador del Estado fue elaborado teniendo en mente los casos que se denominan populismo clsico, fundamentalmente las presidencias de Pern en Argentina, Vargas en Brasil y Crdenas en Mxico. El lugar comn, hasta hace poco aceptado, es que estas polticas integradoras estn indisolublemente asociadas con la estrategia de industrializacin por sustitucin de importaciones. La etiqueta de clsico tiene poca importancia heurstica: remite al perodo especfico en que se ejercieron estas presidencias y se usa para distinguirlas de fenmenos populistas posteriores. El segundo conjunto est integrado por lo que se ha dado en llamar populismo econmico, que se refiere a las caractersticas de las polticas pblicas aplicadas por determinados gobiernos. Pretende incluir tanto a los populistas clsicos como a casos ms recientes (incluidas algunas presidencias de los ochenta). El populismo econmico es un enfoque de la economa que destaca el crecimiento y la redistribucin del ingreso y menosprecia los riesgos de la inflacin y el financiamiento deficitario, las restricciones externas y la reaccin de los agentes econmicos ante las polticas agresivas ajenas al mercado (Dornbusch y Edwards, 1992: 17). Aunque econmico, este populismo no deja de tener su aspecto poltico, pues su objetivo es movilizar el apoyo de los trabajadores organizados y sectores de la clase media baja, as como de ciertos sectores empresariales (Kaufman y Stallings, 1992: 25).

Populismo poltico La caracterizacin del populismo a partir de sus rasgos estrictamente polticos es, en buena medida, una respuesta a la literatura sobre populismo econmico ante la verificacin, en los aos 90, de liderazgos personalistas que emprendan una poltica econmica de corte neoliberal. Para ello, se tuvo que separar al populismo tanto con respecto de una etapa especfica de desarrollo, como del contenido de las polticas pblicas. Como categora poltica, el populismo de ajuste estructural (bautizado como neopopulismo) comparte un ncleo central de propiedades con el populismo clsico y el de polticas redistributivas. Las definiciones de este grupo son ms polticas que las del anterior slo en la medida en que se refieren a estrategias desarrolladas por agentes para acceder al poder poltico y 12

ejercerlo. Un conjunto de ellas se centra en las caractersticas organizativas y otro remite a las caractersticas del discurso. Las dimensiones destacadas por los autores que definen al populismo a partir de su organizacin consisten en cierta forma de ejercicio del liderazgo y un determinado carcter de las bases de apoyo. Drake (1992: 48), condens ambos criterios al adelantar que los movimientos populistas se distinguen por una direccin paternalista, personalista, a menudo carismtica, y la movilizacin de arriba hacia abajo y el apoyo multiclasista de las masas.6 En forma muy similar, refirindose al populismo clsico, Hermet, Loaeza y Prudhomme (2001: 10), hablan de una manera de hacer poltica en donde predomina el vnculo directo entre el lder y sus seguidores, as como densas relaciones informales de poder, definicin que Loaeza (2001: 369), reproduce despus al hablar de un rea no institucionalizada en la que las influencias personales superan las normas y los procedimientos. Esta caracterizacin del populismo en funcin del tipo de liderazgo puede ser aplicada tanto al lder de un partido o movimiento como a un jefe del Ejecutivo. En Roberts (1998: 381-2), el populismo prototpico tiene cinco caractersticas, de las cuales tres son de carcter organizativo, a saber: 1) un liderazgo personalista y paternalista, 2) una base de apoyo heterognea, concentrada en los sectores subalternos, y 3) una movilizacin poltica vertical, evitando las formas institucionalizadas de mediacin o subordinndolas a vnculos directos entre el lder y las masas. Una cuarta caracterstica se toca con el de las polticas pblicas, pero subordinada al liderazgo: 4) polticas redistributivas o cientelistas con el fin de crear una base de apoyo. La nica caracterstica sealada por Roberts, sin relacin con aspectos organizativos sera, entonces, 5) un discurso que exalta los sectores subalternos o es antielitista y/o antiestablishment. Ahora bien, como segn las reglas de los conceptos radiales a las que adhiere Roberts, la ausencia de alguna caracterstica no elimina el carcter populista del objeto, sino que lo convierte en subtipo, el discurso puede desaparecer sin consecuencias de clasificacin, mientras que tendran que desaparecer las primeras cuatro caractersticas para que surgiera un subtipo nicamente discursivo. Aunque no desdea las propiedades discursivas del populismo (en particular sus

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En realidad, Drake combina la definicin organizativa con la de polticas pblicas, pues al definir las polticas populistas reproduce a Dornbusch y Edwards, a la vez que al definir a los gobiernos populistas alude a movimientos populistas que llegan al poder y aplican polticas populistas (Drake, 1992: 48-50).

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efectos emotivos y simblicos), De la Torre (1998: 89), suscribe este nfasis en la organizacin al definir al populismo como un liderazgo poderoso comandando una muchedumbre. El carcter dependiente de la organizacin hacia el liderazgo tambin es destacado por lvarez Junco (1994). Sin duda el investigador que ha puesto ms cuidado en definir con precisin el concepto de populismo es Kurt Weyland (2001), quien revisa y desmenuza las definiciones previas, justifica la circunscripcin del trmino al terreno estrictamente poltico y delimita un campo semntico que abarque tanto los fenmenos correspondientes al populismo clsico como aquellos que se presentaron en los aos ochenta y noventa. Su definicin recurre a los recursos utilizados para ganar y ejercer el poder, as como la naturaleza del actor poltico que despliega dichos recursos. Este ltimo puede ser un individuo, una agrupacin informal o una organizacin formal, mientras que el recurso puede ser el apoyo de la mayora numrica o el apoyo de algn grupo con peso socioeconmico. De las combinaciones posibles, el populismo resulta del liderazgo individual basado en el apoyo mayoritario. El populismo es una estrategia poltica a travs de la cual un lder personalista busca el poder gubernamental o lo ejerce basado en el apoyo directo, no mediado y desinstitucionalizado de un extenso nmero de seguidores en su mayora desorganizados (Weyland, 2001: 14).7 Tal como lo plantea Weyland, este carcter directo, no mediado y desinstitucionalizado del apoyo por parte de seguidores desorganizados no es un accidente, sino que se desprende necesariamente del carcter personalista del liderazgo, por lo que se trata de propiedades incluidas en la definicin. La enemistad con polticos, burcratas y partidos polticos, as como los elementos carismticos del liderazgo y la bsqueda de cercana con las masas son consecuencia de la estrategia personalista seguida por estos lderes (Weyland, 1999 y 2001). Al definir al populismo como una estrategia poltica, Weyland enfatiza la personalizacin del liderazgo an ms que Roberts. Al reducir las caractersticas del populismo a las7

Esta definicin aade sistematizacin a la que el autor vena trabajando anteriormente, pero siempre destacando los elementos organizativos de tipo de liderazgo, carcter de las bases de apoyo y caractersticas (necesariamente) asociadas. Comprese con esta definicin previa: Un lder personal[ista] apela a una masa heterognea de seguidores que se siente excluidos y estn disponibles para la movilizacin; el lder llega a los seguidores en una forma directa que rebasa a las organizaciones intermediarias establecidas, especialmente los partidos; si el lder construye un nuevo partido populista o revive a uno viejo, ste contina siendo un vehculo personal con un bajo nivel de institucionalizacin (Weyland, 1999: 381).

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estrictamente polticas, Weyland consigue una mayor extensin del trmino, hacindolo aplicable a casos de distintos perodos histricos y al margen del contenido sustantivo de las polticas econmica y social que se lleven a cabo. Esto representa una ventaja con respecto a las posiciones estructuralistas y a las que enfatizan el proyecto estatal o las polticas econmicas irresponsables, que en principio rechazaran cualquier asociacin entre populismo y neoliberalismo. En cambio, Weyland (2003b), encuentra una sinergia entre ambos que se basa en la mutua inclinacin antiorganizacional que lleva a ambos a concentrar el poder, basndose en el apoyo popular no mediado, y a debilitar los intereses organizados.8 El carcter multiclasista de los partidos populistas tuvo uno de sus mejores exponentes en Di Tella (1973), quien considera que determinado movimiento debe ser considerado populista en la medida en que cuenta con el apoyo no slo de la clase obrera, sino de individuos y grupos pertenecientes a estratos superiores de la sociedad. Llega a elaborar una tipologa en funcin de si estos grupos incluyen nicamente a los estratos sociales medios o si a stos se aaden elementos de la burguesa, as como el grado en que son aceptados o rechazados por las clases sociales de donde provienen. Esta caracterizacin conserva bastante vigencia en nuestros das; por ejemplo, en el estudio realizado por Burgess y Levitsky (2003), para explicar la adaptacin de partidos populistas (el Partido Justicialista, el Partido Revolucionario Institucional, el APRA y Accin Democrtica) a la nueva realidad econmica de los 90, esta definicin se da por asumida. La cuestin del liderazgo personalizado est muy relacionada con el perfil de las bases de apoyo. Las perspectivas desarrollistas arriba mencionadas dejaron como herencia la caracterizacin de stas ltimas como coalicin multiclasista, bases heterogneas y masas desorganizadas, ambas actualizadas para fenmenos recientes por Oxhorn (1998) y Weyland (1999). Esta caracterizacin est basada, en realidad, en intuiciones: se supone

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Otro aspecto a destacar del cuidadoso estudio de Weyland (2001), es que reconoce que existen al menos dos opciones para definir el populismo desde la esfera exclusivamente poltica: el estilo y la estrategia poltica, optando por la segunda en virtud de su mayor potencial de delimitacin. Como aqu yo mismo optar por una definicin a partir de las caractersticas del discurso, es conveniente adelantar dos consideraciones. En primer lugar, el estilo, como seala adecuadamente Weyland, incluye al discurso pero es mucho ms amplio, tan amplio que no puede ser base adecuada para contrastar similitudes y diferencias. Sin embargo, la inutilidad analtica del estilo como tal no necesariamente se traslada a su componente discursivo, el cual, como mostrar en breve, puede proporcionar un gran poder discriminatorio.

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que este tipo de bases son las apropiadas para el ejercicio de un liderazgo no institucionalizado. Finalmente, llegamos al segundo grupo de definiciones polticas del populismo, aquellas que lo presentan como un discurso. El elemento anti-status quo o antiestablishment del discurso populista es notado en prcticamente la totalidad de los trabajos sobre el tema (con la notable excepcin de los estudios sobre el populismo econmico). Worsley (1970: 298301), sostiene que el populismo implica la adhesin a los principios de supremaca de la voluntad del pueblo, identificada con la justicia y la moralidad, y de la deseabilidad de la particin poltica de ste. Al considerar que esta participacin deseable puede ser tanto real como manipulada, explcitamente rechaza como definitoria la relacin directa entre el lder y el pueblo, que evoca ideas de pseudo-participacin. De estos dos principios deduce que el populismo puede estar presente en cualquier organizacin, ideologa o sistema poltico, por lo que es una suerte de nfasis (p. 300). Sin embargo, es slo con Laclau (1977) que esta caracterstica adquiere un carcter definitorio del fenmeno, aunque esto no quiere decir que los estudiosos que despus enfatizaron la dimensin discursiva se hayan apegado a los lineamientos de este autor. En la siguiente seccin, abordo esta perspectiva con mayor detenimiento que las anteriores. En ella, justifico el criterio discursivo como el adecuado para seleccionar casos de populismo y distinguirlo de otros, por lo que la exposicin est orientada a la elaboracin de una descripcin del fenmeno.

El discurso populista En este estudio, considero al populismo como una estrategia poltica de tipo discursivo (es decir, no organizativa). Al definir de esta manera al populismo, no pretendo descalificar necesariamente la totalidad del resto de las definiciones. En la seleccin del criterio, ms bien, yacen motivaciones heursticas. As, no pongo en duda la existencia de proyectos estatales de incorporacin poltica o polticas pblicas cuyas caractersticas justifican agruparlas bajo la etiqueta populista, ni necesariamente cuestiono lo apropiado del uso de la etiqueta. Sin embargo, el recurso a esta caracterizacin es poco til para efectos de clasificar candidaturas que se presentan a elecciones. En primer lugar, porque supone que el 16

objeto de estudio ya est en el gobierno, por lo que exigira del investigador supuestos poco plausibles sobre lo que pretende hacer un gobernante a partir de las acciones observadas en la campaa, cuando es candidato. Una posible salida a este problema, consistira en observar su plataforma y sus propuestas. Pero esto presenta un segundo conjunto de obstculos. Por un lado, la probabilidad de que los candidatos mientan es muy real. As, por ejemplo, si juzgamos a partir de las propuestas de polticas pblicas, dos neopopulistas connotados, Menem y Fujimori, quedaran excluidos del cuadro (Stokes, 2001a). Por otro lado, si suponemos que la fragmentacin tnica no es muy grande, es poco probable que un candidato cualquiera haga ofertas excluyentes, de la misma forma que es poco probable que un candidato que ofrece polticas redistributivas aada que no tienen sustento fiscal. Si no podemos inferir el grado de irresponsabilidad de la oferta de campaa, es prcticamente imposible que podamos distinguir entre una propuesta populista y una propuesta sencillamente de izquierda.9 Un ejemplo de este criterio prospectivo es el seguido por Hermet (2001: 19), para quien el populismo en su exacto sentido se propone desestabilizar o derribar la democracia representativa. Esta intencin imputada, aunque sea poltica, presenta los mismos problemas que las intenciones econmicas. As, por ejemplo, cmo saber, en campaa, si Fujimori pretenda acabar con la democracia representativa? Podra argumentarse que esta peregrina idea le surgi hasta enfrentarse con un congreso adverso. Menem no destruy la democracia, pero no tengo forma de saber, a partir de sus actos y discursos de campaa, que no se lo propuso en todo momento pero se tuvo que conformar con algo menos que eso. Finalmente, queda el hecho de que condicionar la definicin al programa poltico perdemos la fuerza extensiva del concepto. La literatura sobre el neopopulismo tiene la gran virtud de destacar las similitudes de casos cuyos programas de gobierno tienen poco en comn (sustitucin de importaciones y neoliberalismo), permitiendo adems comparaciones transregionales que son impedidas si slo consideramos el programa (neopopulismo latinoamericano con neopopulismo de Europa del este, ambos con el populismo de Europa occidental). Incluso es posible dotar la consistencia en el tiempo de organizaciones individuales: as, Popescu (2001: 182-8) expone el trnsito en los partidos populistasVase infra para una justificacin ulterior para la separacin entre el discurso de izquierda y el discurso populista.9

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escandinavos desde las plataformas neoliberales de los setenta a las posturas anti inmigrantes de la actualidad, operacin contradictoria con una definicin atada al proyecto o programa cualquiera que sea el contenido de la definicin. Las definiciones que reposan en las caractersticas organizacionales presentan sus propios inconvenientes. Por un lado, la poltica moderna es tal que la movilizacin de bases y los elementos emotivos son una propiedad de todas las organizaciones polticas, no slo de las populistas, al mismo tiempo que empricamente no tiene sentido suponer en el populismo ni en ninguna otra organizacin poltica la ausencia de redes de intermediacin entre el liderazgo y las bases (Knight, 1998). Es muy difcil encontrar un elemento comn en el populismo a partir de sus bases de apoyo. Si nos fijamos exclusivamente en Amrica Latina, el carcter de clase de dichas bases es muy distinto an entre los casos de populismo clsico, a la vez que el grado de organizacin (v.gr., agrupaciones sindicales vs. sectores informales desorganizados) vara entre los populismos clsicos y los neopopulismos (McKinnon y Petrone, 1998: 45; Knight, 1998). As, cuando Papadopoulos afirma que las bases de apoyo de los partidos populistas de Europa occidental est constituida por los grupos que han sufrido por la modernizacin, aade inmediatamente que la heterogeneidad de estos grupos es tal, que es poco lo que se puede saber de las bases sociales del populismo (2001: 85). En parte, el nfasis en el carcter multiclasista de las bases de apoyo se explica porque la apelacin al pueblo ignora deliberadamente las divisiones clasistas. Sin embargo, esto no es lo fundamental del discurso populista, sino una derivacin del carcter antagnico que ste postula en la relacin entre la lite y el pueblo. Si el antagonismo se deshecha, cualquier partido que busque una mayora electoral reposar en una coalicin multiclasista, incluidos los partidos europeos a los que se supone representativos de una clase particular (Knight, 1998).10 Parece ser que, como con cualquier otro tipo de partido, la composicin social de las bases de los partidos populistas es una cuestin a determinar empricamente11 y caso por caso, toda vez que las expresiones abstractas de las que disponemos para fines10

La razn es aritmtica. Si nos atenemos a la estructura de clases (a lo que obliga la referencia clasistas), todo partido que pretenda un potencial ganador tendr que apelar a ms de una clase si la clase a la que pretende representar no representa a la mayora de la poblacin. Este es el dilema que Przeworski (1988) destac precisamente en los partidos socialdemcratas de la Europa occidental. 11 As lo hacen De la Torre (1996: 55), con Abdal Bucaram en Ecuador, y Papadopoulos (2001: 88-9) y Mater (2001: 120-6), con los partidos populistas de Europa Occidental.

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comparativos (heterogeneidad, coalicin multiclasista) no nos permiten distinguir al populismo de otras agrupaciones electorales ni sealan un rasgo comn de los partidos populistas. De esta forma, cuando hablo de candidatos o partidos populistas, as como de populistas a secas, lo que es propiamente populista en ellos es el discurso. Es decir, el trmino populista es un adjetivo que califica a un discurso, para distinguirlo de otras variedades.12 La definicin por la que opto es deudora del trabajo de Schedler (1996). El discurso populista se distingue por: 1) presentar una relacin antagnica entre el pueblo y la lite; al mismo tiempo que 1.1) existe una identidad de intereses y valores al interior de cada uno de estos grupos, y 2) el emisor del discurso se presenta como integrante del pueblo en su relacin antagnica con la lite. La relacin antagnica entre pueblo y lite define los trminos de la lucha poltica (Panizza, 2005). Por antagonismo no se debe entender una mera divergencia de intereses, sino lo que la teora de juegos define como juegos de suma-cero: cuando uno de los trminos obtiene ganancias lo hace a costa de infringir prdidas en el otro y en la misma magnitud, de tal forma que la cooperacin es, como mnimo, improbable.13 Al evaluar el discurso populista, no se debe subestimar la importancia de la identidad de intereses y valores al interior de los trminos antagnicos en favor del antagonismo en s.12

En Leaman (2004: 324-5) se recomienda explcitamente el uso de la etiqueta populista como calificativo. Loaeza (2001: 368) traza un camino similar al considerar al populismo como una presencia. Ms adelante precisa que el populismo es una forma ya sea de relacin poltica, de hacer poltica o de entender la poltica (Ibd.: 376). El uso de populismo como adjetivo presenta el riesgo de vaguedad si no se pone cuidado en dos cuestiones: 1) precisar cmo se transforma el sustantivo una vez que se le aade el adjetivo populista, y 2) mantener constante el sustantivo en el momento de comparar fenmenos; v.gr., no es lo mismo contrastar partidos populistas con partidos no populistas que contrastarlos con Estados no populistas. Ntese que la propia Loaeza (2001) entiende que en las elecciones de Mxico en 1988 los tres candidatos importantes eran populistas. Esto se debe a la aplicacin del mismo adjetivo a objetos de naturaleza distinta: Clouthier era populista en la dimensin organizativa, debido a su carisma; Crdenas por las polticas econmicas que favoreca, y Salinas, con un criterio post hoc, por la personalizacin del poder que tendra en su gobierno. As, si el populismo es slo una presencia, sin ms especificaciones, deviene en omnipresente. Si atendemos en cambio a la naturaleza del discurso, estoy en condiciones de afirmar que no haba nada de populista en el discurso de Carlos Salinas, en el sentido de plantear una confrontacin entre lite y pueblo (vid. Adler Lomnitz, Salazar Elena y Lomnitz, 2004). Crdenas, como se ver ms adelante, no puede ser considerado populista por su preferencia por polticas distributivas con fuerte intervencin estatal. En cambio, las caractersticas del discurso de Clouthier enfatizadas por Loaeza (2001: 387) corresponden punto por punto con lo que aqu llamo discurso populista. 13 Esta afirmacin es compatible en buena medida con la postura de Laclau (1977) segn la cual el populismo transforma en antagonismo lo que en la ideologa dominante es slo diferencia.

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Asimismo, la identidad de intereses y valores entre los integrantes del pueblo no debe cobrar precedente sobre la identidad de intereses y valores al interior de la lite. Como veremos despus, la operacin lgica de ubicar a los miembros de la lite es mucho ms sencilla que la de ubicar a los del pueblo, de tal forma que el pueblo es un residuo: todo lo que no es lite (De la Torre: 1996: 67). En este punto se impone una aclaracin. Los trminos pueblo y lite son etiquetas que deben ser entendidas en sentido abstracto para incluir toda referencia a la distincin entre quienes no tienen poder y quienes s lo tienen. En este sentido, Canovan (1999: 3) es muy precisa cuando define al populismo como una apelacin al pueblo contra la estructura de poder establecida. No es indispensable que los lderes en cuestin usen esta terminologa especfica. As, por ejemplo, se puede utilizar el gentilicio para referirse a las mayoras, o, como Chvez, utilizar el trmino soberanos en forma tal que evocaba a las masas (Ellner, 2003: 145). Ntese que en su acepcin jurdica, tanto el gentilicio como la ciudadana aluden a una totalidad, de la que la muchedumbre o la mayora o los de abajo son slo una parte. Una situacin similar ocurre cuando los movimientos populistas se refieren al campesino como pueblo (MacRae 1970; Minogue, 1970: 246-7), lo que es frecuente en pases cuya estructura social es predominantemente agraria (Ionescu, 1970; Saul, 1970). Otras operaciones del mismo tipo son las que presentan al pueblo como una etnia determinada (frente a los inmigrantes extranjeros) o como gente comn (frente a los privilegiados) (Canovan, 1999: 5).14 Por supuesto, otro grupo que puede hacerse pasarse por el pueblo est constituido por los pobres (Hermet, 2001: 22-3). Para que se realicen estas sincdoques (y hagan sentido), es necesaria una definicin previa de lo que es la lite o, al menos, el no-pueblo. El conjunto de donde se puede elegir est constituido por los grupos que controlan de forma excluyente los recursos relevantes y escasos, especialmente los econmicos, los polticos y la cultura (Bobbio, 1989). El discurso populista puede sealar a cualquiera de estos grupos como constitutivo de la lite,14

En el caso de los pases desarrollados receptores de mano de obra migrante, es de particular importancia para fines clasificatorios anteponer la separacin pueblo/lite al contenido antiinmigrante. Si el discurso ha de ser populista, y no meramente racista o nacionalista, es necesario que se presente a los extranjeros como protegidos (si no aliados) de las lites polticas, que son quienes toman las decisiones necesarias para otorgar a los primeros beneficios (en forma de proteccin social) en mayor proporcin a su contribucin al bienestar colectivo. Esta forma de privilegio, entonces, es una de las vas por las que la lite atenta contra el pueblo; en este caso, amenazando su homogeneidad. Vid. Papadopoulos (2001: 76-8).

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que en ocasiones puede ser una oligarqua (o los ricos), los centros urbanos, las potencias extranjeras, los intelectuales o bien slo el establishment poltico. Una vez que se define quines integran la lite, el referente del trmino pueblo o de sus sustitutos queda relativamente claro.15 Cuando por lite el discurso populista alude a la clase poltica, la identidad de los intereses de sus miembros implica que las diferencias que los dividen en partidos polticos con programas distintos y entre partidos de gobierno y oposicin son ficticias, una fachada para encubrir su comn lejana con respecto al pueblo, su disposicin a sacrificarlo para promoverse a s mismos y las prcticas conspirativas con las que, en secreto, rompen sus promesas pblicas (Schedler, 1996: 3-6). Se ver que este aspecto es esencial para elevar las aspiraciones electorales del candidato populista. El pueblo al que se refiere el populista es una comunidad imaginaria (Keren, 2000), en particular al suponerla homognea, virtuosa y victimizada. Si la relacin del pueblo con la lite es conflictiva, entre quienes conforman el pueblo se imagina el consenso, la ausencia de conflicto y la reconciliacin (Schedler, 1997: 5-6). Saul (1970: 180), por ejemplo, caracteriza al populismo como un llamado a la unificacin, que enfatiza las caractersticas que unen a la gente sobre las que la dividen. En el discurso, los individuos que integran el pueblo pueden estar constituidos por todos aquellos que son oprimidos por la lite (Mouffe, 2005; Panizza, 2005) o todos aquellos cuyas demandas (por lo dems heterogneas) no son satisfechas por los mecanismos institucionales (Laclau, 2005).16 En todo caso, el discurso que apela al pueblo, haciendo caso omiso de divisiones que lo atraviesan como las clases sociales, tiene un mayor atractivo estratgico en la medida en que es lo ms inclusivo posible (vid. Laclau, 1977: 194-6). En el discurso, el lder tiende a identificarse con la totalidad del pueblo y a presentarse como vnculo entre los excluidos y la nacin (Touraine, 1998: 356-8). El candidato populista representa a este pueblo, no a intereses sectoriales como son las clases15

Laclau (1977) prefiere habla de una contradiccin entre pueblo y bloque en el poder. El problema con esta expresin es que, podra argumentarse, el bloque en el poder est constituido por las tres lites mencionadas. Siendo as, no podra decirse que la definicin aplique a los neopopulistas, tan afectos por lo menos a los sectores financieros que promueven el neoliberalismo. 16 Mouffe y Laclau (no as Panizza), que se toman en serio los aspectos preformativos del discurso, parecen sugerir que estos criterios efectivamente constituyen al pueblo. En mi caso, slo los retomo como parte de la estrategia retrica populista, sin suponer en ellos mayor poder.

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econmicas (Canovan, 1999: 4). Mientras que los partidos y las facciones son valorados negativamente como agentes extraos que imponen divisiones al pueblo (Ibd.; Panizza, 2005: 22), el lder es capaz de representar por s mismo los intereses y valores de la comunidad imaginaria (Laclau, 2005: 40; De la Torre, 1994a: 44-5). Un ejemplo de la forma en que funciona la clasificacin que propongo viene dada por los populismos originales: el ruso y el norteamericano de finales del siglo XIX y principios del XX. El populismo ruso era bsicamente una corriente intelectual que exaltaba virtudes imaginarias de las comunidades campesinas frente a la occidentalizacin de las ideas, mientras que el norteamericano era un partido poltico con una base rural que enfrentaba una problemtica muy concreta y con un discurso adverso a los polticos profesionales (Mackinnon y Petrone, 1998: 15-9). Mientras que este ltimo cubre el requisito fundamental discursivo y el supuesto de orientacin electoral, el populismo ruso no cumple ninguna de ambas. En las etapas iniciales del populismo ruso no hay crtica a la poltica representativa, ni a los partidos, ni a los polticos, sencillamente porque no existen (Meyer, 2001: 198). Los motivos populistas de la intelligentzia rusa posterior, particularmente en lo que se refiere al uso de la violencia y el objetivo de destruir al Estado tanto en su variante absolutista como en la reformada (Ibd.: 199), as como su anticapitalismo, lo asemejan ms (y de hecho preceden histricamente) con el socialismo revolucionario que con el populismo al que aqu me refiero.17 Hasta aqu, he presentado distintos criterios para definir el fenmeno populista, para despus optar por una de ellas, la perspectiva del discurso. Habiendo desarrollado la forma en que utilizo esta perspectiva y cmo se distingue del resto, queda an por aclarar cmo se distingue el discurso populista con respecto a otros discursos. Esto ser abordado en la siguiente seccin.

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Vase Walicki (1970), sobre el nfasis anticapitalista del populismo ruso. El populismo ruso de principios de siglo XX no tuvo en realidad mucho xito en su misin de acercarse al pueblo, pero contribuy al desarrollo de la doctrina revolucionaria al argumentar, contra el socialismo de occidente, en favor de un trnsito al socialismo sin necesidad de pasar previamente por el desarrollo industrial capitalista. En la actualidad, los rusos usan el barbarismo populizm para traducir el trmino populismo, lo que expresa la separacin de los populistas actuales con los narodniki (Meyer, 2001: 2000).

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La especificidad del discurso populista Lo especfico del discurso poltico populista puede ser mejor entendido si formulamos sus caractersticas en comparacin con otros. El anlisis parte de la premisa de que todos ellos afirman que el mundo se divide en un nosotros/ellos. Los discursos polticos que aqu presento plantean una separacin fundamental en la sociedad poltica (P).18 En principio, considrese que los datos disponibles de esa sociedad para todo tipo de discurso son individuos (i), cada uno de los cuales define sus preferencias en funcin de sus intereses materiales (m) y valores (v).19 Cada discurso propone una divisin de la sociedad en grupos adversarios, asignando a cada individuo en uno u otro grupo segn las propiedades de m y v. Otro supuesto adicional es que los distintos discursos se dan en un contexto definido por la economa de mercado y la democracia electoral. Para el discurso socialista, la sociedad poltica se compone de dos elementos, el Estado (E) y la sociedad civil (C).

P = { C} EDentro de la sociedad civil, la posicin de los individuos con respecto a los medios de produccin determina una identidad de intereses que los agrupa dentro de clases sociales (CS). As, para la clase social q, tenemos que

{ CS

q

q | mkq = mlq = ... = mn .

}

En principio, las clases sociales son dos: la burguesa (CSb), que poseen los medios de produccin, y la conformada por todos los individuos que no son propietarios de los medios de produccin y venden su fuerza de trabajo para sobrevivir (CSa). As:

C = {CS b CS a } .

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En esta seccin me interesan las separaciones que plantea cada discurso y las implicaciones de cada separacin. Cada una de las tradiciones liberal y socialista tiene una vertiente poltica y otra cientfica, y ambas vertientes tienden a referirse a los mismos fenmenos, eventualmente con las mismas categoras. Es por esto que debo aclarar que no pretendo manifestarme por el valor de verdad de cada discurso poltico, a la vez que mis afirmaciones no necesariamente se aplican a las corrientes cientficas de cada tradicin. 19 Para lo que llamo discurso socialista sigo muy de cerca de Przeworski (1988 y 2001); para el discurso liberal me baso en Bobbio (1989) y Sartori (1992).

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Pero a su vez, la clase asalariada presenta una divisin ulterior entre el proletariado (CSp), que aplica directamente los medios de produccin para producir todo lo que la sociedad necesita, y la formada por una mano de obra excedente que se dedica a actividades que no son necesarias para la produccin (CSe).20 Como plantea la realidad el discurso socialista, los individuos pertenecientes a CSp, como explotados (de ellos se extrae la plusvala), tienen intereses antagnicos alrededor del beneficio con respecto a los intereses de los individuos pertenecientes a CSb, de tal forma que

[m | { CSb, p

b

CS p } . =

]

En cambio, los individuos pertenecientes a CSe comparten con los integrantes de CSp un inters en el fin de las relaciones de explotacin. Sin embargo, los valores que detentan pueden ser consistentes con estos intereses o bien puedan ser tales que prefieran el mantenimiento del sistema capitalista. Los individuos que caen en el primer supuesto conformarn un subconjunto en interaccin con los miembros de CSp; los que caen en el segundo, estarn en interaccin con CSb. Finalmente, y de manera ms relevante, el socialismo plantea que en la sociedad civil existe una clase social dominante d cuyos intereses son promovidos desde el Estado para toda la sociedad, de tal forma que el Estado es su comit ejecutivo. Esta clase dominante representa la interseccin entre los dos elementos constitutivos de la sociedad poltica.

{E C}= CS dEl socialismo pretende que la clase social que en el capitalismo se sirve del Estado, CSb, sea sustituida por CSp, al menos como etapa previa necesaria para la supresin de las clases sociales, lo que implica que la dimensin del status quo atacada en este esquema es la identidad concreta de CSd. El liberalismo, por su parte, plantea que la sociedad poltica tiene los mismos componentes bsicos, Estado y sociedad civil, pero hasta aqu llegan las similitudes. Una diferencia20

Esto incluye tanto a la llamada clase media como a los desempleados y, en fin, todas aquellas personas cuyas ocupaciones correspondan con esta definicin. Marx reconoci claramente a este grupo y reconoci su diversidad: de putas a papas dijo hay mucha mierda de esa (cit. en Przeworski, 1988: 104). Lo incorporo como forma de enriquecer las posibles relaciones capturadas por un tipo de discurso que internamente tiene variantes distintas. El lector quisquilloso es libre de omitir las diferencias entre el proletariado y la fuerza de trabajo excedente, y concentrarse en las relaciones entre los conjuntos CSd y CSp.

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crucial consiste en que la sociedad civil carece de agrupaciones intermedias entre los individuos y el conjunto ms grande C. Los intereses de los individuos vienen determinados por sus dotaciones iniciales y los valores que lo hacen preferir unas mercancas sobre otras.m En C, { k ml ... mn } Cada individuo pertenece a C por naturaleza, en la medida en que es capaz de resolver el conflicto ocasionado por la divergencia de intereses mediante intercambios voluntarios que incrementan el valor subjetivo de sus dotaciones iniciales. Como los individuos generan un orden espontneo, libremente aceptado, en el que todos mejoran su situacin una vez que realizan los intercambios, en principio el Estado es (o debe ser) extrao a las relaciones entre los miembros de la sociedad civil. Por otro lado, el discurso liberal otorga una valoracin positiva a la variedad y el conflicto de intereses y valores entre los miembros de la sociedad, en la creencia de que la diversidad y la competencia son las fuerzas que permiten a los individuos desarrollar sus potencialidades. As, por razones tanto ticas como de eficacia, el liberalismo prescribe la preservacin de la diversidad de intereses y valores en la sociedad civil con respecto a las intervenciones del Estado, lo que se cumple siempre que el status quo venga definido por

{E C}= .En estas condiciones, el Estado cumple con la funcin de garantizar el cumplimiento de los contratos y el respeto a los derechos de propiedad (esto es, proteger a cada individuo contra las intervenciones indebidas en su libertad por parte de otros individuos).21 La propensin del Estado a invadir la esfera de la sociedad civil es contenida mediante la divisin de sus estructuras y de sus integrantes. La divisin del Estado en sus estructuras, que es la tcnica constitucional, reparte funciones en distintos rganos o poderes (P), de tal forma que E = { L PE PJ }. P

Ntese que, mientras en el socialismo la interseccin entre los conjuntos E y S estaba constituida por la clase social dominante, para el liberalismo, que no reconoce clases, dicha interseccin est representada por un conjunto vaco. Se puede decir que esta relacin es la que, en el pensamiento liberal, produce la vigencia de los derechos individuales incluido el de propiedad.

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Por otro lado, establece competencias compartidas entre los poderes de forma tal que se necesite su acuerdo mutuo para tomar decisiones. Es decir que, dependiendo de las reglas en operacin y de las medidas especficas (D), tendremos que, para cualquier rgano l, D = { l Pl }. P La eficacia de la divisin de estructuras depende de que sus integrantes compitan por el poder dividindolos en gobierno (G) y oposicin (O). Con esta divisin se consigue que los intereses de cada grupo sean distintos.E = { O} { G mO }. G m

Lo importante en este sentido es que los individuos concretos que ocupan los subconjuntos G y O no vienen fijos, sino que dependen de la distribucin de preferencias determinada por los intereses y valores en la sociedad. Esto es,

{ }= f (m, v ). iG ,O

Se espera que esta funcin sea suficiente para mantener la separacin entre el Estado y la sociedad civil (Riker, 1982; Radcliff, 1993; cfr. Weingast, 1997). La estrategia liberal consiste en mantener abierta la alterabilidad del status quo en E para mantener inalterado el status quo en C. El liberalismo y el socialismo, tal como los he expuesto, pueden ser vistos como los puntos extremos de un continuo ideolgico-programtico, representando la derecha el primero y la izquierda el segundo. Si este continuo fuese el eje horizontal de una funcin lineal cuyo eje vertical representa la intervencin del Estado en los intercambios de la sociedad civil, a medida que avanzamos desde el polo derecha hacia el polo izquierda, tendramos una curva creciente que inicia con la intervencin necesaria para garantizar el cumplimiento de los contratos y los derechos de propiedad, sin transferencias, para culminar con una expropiacin total de los medios de produccin en beneficio de la clase trabajadora.22 En medio, avanzando en la direccin de intervencin creciente, tendramos distintos puntos22

Esta relacin entre ideologa e intervencin estatal es posible gracias a que ambos discursos comparten una referencia a las instituciones polticas. No incluye los escenarios deseables por cada uno de las ideologas extremas; es decir, la sociedad sin Estado. No es difcil imaginar cmo sera la curva al incluirlo: partiendo del origen y, justo cuando se alcanza el mximo grado de intervencin estatal, volviendo abruptamente a un nivel de intervencin igual a cero.

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programticos representados por la provisin de bienes pblicos, las intervenciones redistributivas y la intervencin en el mercado con polticas anticclicas y de bienestar.23 Al alejarnos de los extremos, es indispensable que el programa relaje algunas de las caractersticas de cada discurso. Cuando avanzamos desde la derecha hacia la izquierda, las relaciones entre los miembros de la sociedad civil pierden en voluntariedad hasta que, en el otro extremo, algunos, por lo menos, son forzados a renunciar a su propiedad sobre los medios de produccin. Por otra parte, desde la izquierda hacia la derecha, se debilita el antagonismo de los intereses entre los productores directos y la burguesa, de tal forma que, a pesar de sus conflictos alrededor de los beneficios, pueden llegar a compartir un inters en el crecimiento continuo del producto hasta que, en el otro extremo, los trabajadores compiten entre s por los puestos de trabajo, sin intereses de clase en absoluto, y acuerdan contratos de beneficio mutuo con los empleadores. El discurso populista no es programtico en este sentido. Puede ubicarse en cualquier punto del continuo sin perder sus caractersticas bsicas. Comparte con el liberalismo la separacin entre gobernantes y gobernados, pero invierte el signo valorativo de esta separacin. Comparte con el socialismo el reconocimiento de la existencia de relaciones de dominacin, pero niega que stas provengan de la esfera de lo que en el ltimo es la sociedad civil. Rechaza las divisiones que ambos discursos postulan al interior de los dos subconjuntos que componen la sociedad. Para enfatizar las diferencias, utilizo una nomenclatura distinta. Para el populismo, la sociedad poltica se compone de una lite (O) y el pueblo (N).

P = { N} OAmbos trminos tienen una relacin separada y adversarial, tal que

{ N }= OA diferencia de la sociedad civil postulada por el liberalismo y el socialismo, los integrantes del pueblo comparten los mismos valores e intereses.23

Me apresuro a aclarar que esta sucesin no pretende reflejar un programa poltico que describa, digamos, los pasos para la transformacin social. Ms bien, es una gua para que el observador externo, dadas las caractersticas de un programa dado, ubique el programa en el punto del continuo en funcin de la intervencin implcita.

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En N,

{ ,v = m,v = ... = m,v } mk l n

Ahora bien, en el conjunto N, existe un individuo is, tal que l y slo l representan los intereses y los valores del conjunto. Entonces: is N e is N La lite, por su parte, a diferencia de lo que en los otros discursos era el Estado, incluye a los integrantes del gobierno pero no se limita a ellos: puede abarcar a varios elementos que en el liberalismo y el socialismo integran la sociedad civil, perteneciendo o no a las clases econmicamente dominantes. La adscripcin a la lite se define porque sus intereses o sus valores son distintos a los del pueblo en tanto conjunto cuyo equivalente es el individuo antes sealado.24 Es decir que,m j mis j O ,

o bienv j vis j O

Una vez que el individuo is desplaza a la lite en los cargos de poder, la operacin de equivalencia hace que sea el pueblo mismo quien est a cargo de las decisiones. As, al extremo, la dimensin del status quo que ataca el populismo es la separacin misma entre lite y pueblo. Una implicacin del ejercicio es que el populismo no se distingue por ser un discurso antistatus quo, como quiere Panizza (2005). Los tres discursos pretenden modificar distintas24

La idea de equivalencia entre el lder y el conjunto del pueblo es explcitamente sugerida por Laclau (2005: 40), si bien yo la tomo como una mera propiedad discursiva y ste la maneja como una cuestin de hecho, adems de que no exige que tal individuo se presente como un miembro del pueblo. La operacin por la que el lder decide quin pertenece al pueblo y quin a la lite tomando como referencia sus propios intereses y valores fue destacada, desde la perspectiva del anlisis de clase, en los siguientes trminos: la clase obrera fue conducida mucho ms a luchas contra los enemigos de su enemigo (Ianni, 1973: 118), refirindose a que los obreros eran inducidos a enfrentarse a clases que, en estricto sentido, eran antagnicas al liderazgo, a su vez representante de la burguesa industrial. Ms adelante (Ibd.: 140-46), este autor hace una exposicin clara de cmo las masas son manipuladas por este liderazgo y, finalmente, traicionadas. La idea (que ms bien es una acusacin) de masas manipuladas o disponibles fue muy difundida al referirse a los casos de populismo clsico. No me detengo en ella por dos motivos. En primer lugar, est en cierta forma subsumida en las definiciones del populismo basadas en las caractersticas organizativas. En segundo lugar, en esta idea subyace el supuesto de que la clase obrera tiene un inters en la revolucin social de la que es desviada con las polticas reformistas. Como quedar claro en el siguiente captulo, el marco terico que desarrollo no requiere semejante supuesto.

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dimensiones del status quo, con el fin de obtener (o preservar, en el caso del liberalismo) un estado del mundo deseable. Tampoco se distingue por ser antipoltico: el populismo es antipoltico porque pretende sustituir (simblicamente) a la lite en el poder por el pueblo, elevando al individuo equivalencial, pero tanto el liberalismo como el comunismo consideran que el estado deseable es aquel en el que el Estado est ausente. De esta forma, se reitera que lo que distingue al discurso populista es un carcter anti-lite (i.e., una modalidad de la antipoltica).25 De las propiedades centrales del discurso populista se derivan algunas implicaciones que se manifiestan como regularidades empricas detectadas en diversas investigaciones. Estas implicaciones son consecuencia de la eleccin estratgica de un discurso con caractersticas determinadas, pero no se las debe confundir con un criterio de seleccin. Es decir que podemos esperar que las organizaciones que sostienen un discurso populista presenten frecuentemente las caractersticas que a continuacin se enuncian, pero la presencia o ausencia de algunas de ellas no ser suficiente para considerar que una organizacin o un candidato es o no populista:

Maniquesmo. El discurso es propenso a transformar los problemas polticos en problemas ticos, de tal forma que quien emite el discurso se identifica con el bien y condena a los que defienden el mal (Touraine, 1998: 357). Esta caracterstica se deriva de la relacin de conflicto entre el pueblo y la lite, unida a la consideracin de que es esta ltima quien tiene el poder. Debido a su sufrimiento y bondad natural, el pueblo es la encarnacin de la nacin autntica, de la bondad, de la justicia y de la moral. El pueblo lucha contra la oligarqua que representa lo inautntico, lo extranjero, el mal, lo injusto y lo inmoral (De la Torre, 1996: 67; tambin lvarez Junco, 1994: 21, 25). El populismo tiende a convertirse en un credo que sostiene que la gente simple, que constituye la aplastante mayora, y sus tradiciones colectivas son las depositarias de la virtud (Wiles, 1970: 203). La oferta poltica tendr un carcter perfeccionista (Keren, 2000), en el sentido de pugnar por un comportamiento en los gobernantes que maximice los ideales de trabajo desinteresado, orientacin al inters pblico y rechazo a las concesiones. El pragmatismo de la prctica poltica es denunciado por lderes que

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Las distintas variedades de la antipoltica son revisadas por Schedler (1997).

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prometen la renovacin una vez que alcancen el poder (Canovan, 1999: 12), lo que pueden apoyar con un comportamiento que obedece claramente a sus convicciones personales (Hermet, 2001: 20).

Preferencia por las formas participativas, espontneas y directas de la democracia sobre los instituciones formales de la representacin poltica (Schdler, 19996; 10; Canovan, 1999: 14; McKinnon y Petrone, 1998: 45). Como lo expone Papadopoulos (2001: 74-6), la abolicin de las mediaciones entre la ciudadana y los gobernantes es el remedio adecuado al egosmo y la incompetencia de los detentadores del poder.

Amor por lo simple. Los populistas tienden a reproducir el lenguaje popular en sus discursos y el tipo de razonamiento que consideran propio del pueblo (lvarez Junco, 1994 y 1996). Denuncian el lenguaje evasivo de los polticos, los tecnicismos de los expertos y la complicacin de los procedimientos. La complejidad es una trampa perpetuada por lo polticos profesionales, pues las soluciones a los problemas que le preocupan a la gente comn son simples (Canovan, 1999). El sentido comn, gua del pueblo en sus problemas prcticos, es suficiente para dar con las soluciones adecuadas (Brown, 1997).

Propensin antisistmica. Cuando un candidato o partido ataca a los partidos establecidos y a sus miembros por su antagonismo hacia el pueblo (y adems rene las condiciones de credibilidad a las que me referir ms adelante), es posible que lleve este ataque al grado de dirigirlo a los valores ampliamente compartidos por la clase poltica y que, en buena medida, constituyen la base del sistema de partidos. En este sentido, la fuerza poltica con discurso populista tender a adquirir una posicin antisistema en relacin al resto de los partidos, an si el contenido de su ideologa no es incompatible con las reglas del juego democrtico.26

Estos elementos tienden a ser una consecuencia natural de la adopcin de un discurso populista. Su ocurrencia frecuente lleva a algunos investigadores a tomarlos como caractersticas definitorias del populismo, sea en lo individual o en la combinacin de dos o

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En esto retomo la distincin hecha por Capoccia (2002), quien llama polarizadores a los partidos que renen estas caractersticas. Este aspecto de los partidos populistas es tambin reconocido por Surel (2001: 156-7).

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ms.27 Pero mi punto aqu es que el maniquesmo, la preferencia por la democracia directa, el amor por lo simple y la propensin antisistmica, por s mismos o en distintas combinaciones, pueden estar presentes tanto en partidos o candidaturas con un discurso populista como en otros que no esgrimen este tipo de discurso. La idealizacin del pueblo era una constante de los narodniki rusos y en el discurso de Fidel Castro en su etapa guerrillera (Hennesy, 1970). El nfasis en la participacin directa es muy frecuente en la izquierda actual, mientras que la simplificacin de los problemas es una estrategia retrica de las vertientes antipolticas del neoliberalismo (Schedler, 1997).28 La propensin antisistmica, de ms est decirlo, no es exclusiva del populismo, sino que la comparte con diversos partidos radicales. Finalmente, entre las caractersticas no necesarias pero que es posible esperar en el populismo, dadas las caractersticas del discurso, algunas se distinguen porque pueden impactar en el xito de la estrategia discursiva. En la siguiente seccin discuto por separado estas condiciones de credibilidad del discurso populista.

Condiciones de credibilidad del discurso populistaUn candidato populista puede ser muy convincente en su discurso, de tal forma que sus receptores sean convencidos de que todos los polticos son iguales y sus intereses y valores estn en conflicto con los del pueblo. De hecho, incluso es posible que los electores ya estn parcialmente convencidos de que ese aspecto del discurso es descriptivo de la situacin poltica. Sin embargo, tal nivel de conviccin por s mismo puede producir abstencionismo y no un voto a favor del candidato populista, si el discurso no es creble en un aspecto: que los intereses y valores del emisor correspondan con los del pueblo.29 Es decir, existen condiciones para la credibilidad del discurso cuyo cumplimiento es variable.

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As, por ejemplo, para Loaeza (2001: 365), el populismo se distingue por una relacin vertical entre el lder y las masas, una visin idealizada del pueblo y la aversin a las instituciones de la democracia representativa. 28 Esto queda claro en la aplicacin de un principio domstico como no gastar ms dinero del que se tiene al mbito de las naciones y el presupuesto pblico. Agradezco a Benjamn Temkin haberme proporcionado este ejemplo. 29 Poguntke (1996) argumenta que tanto el voto por los partidos con retrica antipartidista como el abstencionismo son expresiones de un sentimiento antipartidista en la poblacin.

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Una forma en la que el candidato populista puede hacer creble su discurso es presentando atributos, ya sea fsicos o de trayectoria, que produzcan en el electorado la sensacin de que es uno de ellos, de tal forma que el cuerpo y la vida del lder se convierten en un smbolo (Panizza, 2005: 20; De la Torre, 1994a: 45). As, por ejemplo, Evo Morales, Hugo Chvez y Lucio Gutirrez comparten rasgos tnicos y origen social con los sectores subalternos de sus respectivos pases. Esta forma de identificacin por similitud, no obstante, tiene el inconveniente de no ser manipulable. La trayectoria personal, en cambio, puede ser presentada para producir una identificacin con un alter ego. Ese fue el caso de Ross Perot, cuya historia de empresario exitoso por su propio esfuerzo, debidamente representada, evocaba el mito del American dream y la disposicin a la accin (Brown, 1997). Una combinacin de ambas formas viene dada por Fujimori (Ellner, 2003: 145), Max Fernndez (Mayorga, 2001: 311-2) y Bucaram (De la Torre, 1996: 28), cuyos orgenes tnicos los distinguan con respecto a la lite blanca de sus pases a la par que sus trayectorias profesionales remitan a la posibilidad de ascenso social mediante el esfuerzo. Sin negar el efecto de estas condiciones de credibilidad, su poder discriminatorio es escaso. Por una parte, nos obligara no slo a fijarnos en las propiedades contextuales de cada nacin en un momento dado, sino que probablemente encontraramos que las dimensiones de identificacin posibles son tantas, que sera imposible determinar de ellas cul es relevante. Una candidatura que pretende explotar una caracterstica determinada, un atributo de un candidato, en realidad est haciendo una apuesta. En el nivel ms burdo, un candidato atractivo fsicamente puede ser exitoso (Collor de Melo) o resultar un fiasco electoral (Irene Sez). No se puede saber de antemano qu atributo elegir la mayora para identificarse. Aunque tres cuartas partes de la poblacin boliviana tienen origen indgena, no parece autoevidente que la identificacin habra funcionado, por decir algo, en las elecciones de 1997. Ahora bien, an si pudiramos salvar este obstculo en forma razonable, nos encontraramos con que la presentacin de candidaturas con atributos valorados por los electores es un fenmeno que se generaliza en las democracias modernas (Manin, 1998), y tendramos que esperar su ocurrencia al menos en todos los partidos que Gunther y Diamond (2003) consideran de orientacin electoral, que de ninguna forma se empalman

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del todo con los partidos populistas.30 Si es as, la credibilidad que gana un candidato populista con atributos de similitud es inmediatamente neutralizada cuando un partido tradicional presenta una candidatura con iguales atributos. Aunque el discurso populista postula una homogeneidad esencial entre los elementos que integran el pueblo, en los hechos el pueblo es tan heterogneo (an ms, yo dira, que la clase poltica) que las condiciones de credibilidad deben ser reducidas al mnimo comn denominador. En este sentido, no es indispensable (aunque ayuda) que el candidato sea igual al pueblo para que se cumpla la condicin de equivalencia arriba sealada. Basta con que no sea igual a la lite. Dado que el campo poltico se reduce a dos grupos mutuamente excluyentes y exhaustivos, no pertenecer a uno de ellos implica por necesidad que se pertenece al otro. Un candidato puede aducir con verosimilitud que no comparte los intereses y los valores de la lite cuando: 1) la organizacin partidista a la que pertenece es nueva o, de no serlo, es pequea o marginal (Schedler, 1996: 8), o 2) su trayectoria previa se realiz por fuera del sistema de partidos tradicionales es decir, es capaz de afirmar de forma verosmil que no es un poltico (Panizza, 2005: 20-1), lo que alude a la socorrida figura del outsider. Estas dos condiciones sern las nicas que atender, omitiendo los atributos personales. As, un poltico cualquiera, sea cual sea su adscripcin partidista, puede optar por una estrategia discursiva de tipo populista, pero la credibilidad de su discurso ser mayor en la medida en que cumpla uno de los requisitos sealados o ambos. Se puede notar que los dos criterios tienen mucha relacin con los aspectos organizativos del populismo. Sin embargo, es muy distinto considerarlos atributos definicionales que tomarlos como criterios de credibilidad del discurso. Por ejemplo, Morales, Chvez, Perot y Fujimori no solo esgrimieron un discurso populista, sino que este discurso era creble en sus dos condiciones. Muy cerca de ellos est Uribe, que cre un partido vehculo para su candidatura, aunque su trayectoria previa inclua cargos menores bajo el Partido Liberal.30

Hermet (2001: 15-7) destaca en los populismos latinoamericanos de los noventa el impacto meditico de las candidaturas, su atractivo televisivo, el lugar central de las caractersticas personales, el reclutamiento de figuras deportivas y del espectculo, etc., de tal forma que el populismo, desde su punto de vista, es un mero asunto de marketing. Lo que yo argumento es que, en mayor o menor grado, todos los partidos orientados a los fines electorales recurrirn a stas y otras formas de destacar a la persona, por lo que este supuesto populismo meditico no puede servirnos para distinguir entre diversas candidaturas a las populistas de las que no son parte del mismo fenmeno.

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Caldera, por su parte, tena un discurso populista y compiti por fuera de los partidos tradicionales, pero su papel predominante en la fundacin del rgimen venezolano y como lder mximo de uno de esos partidos mellaba su credibilidad. Un caso de populismo sin condiciones de credibilidad es el de Menem. Asumiendo que su discurso de campaa hubiese sido populista, es insostenible que su partido, el Justicialista, sea una organizacin dbil y que su trayectoria poltica sea la de un outsider: por el contrario, era la de un experto en las maas y secretos de la poltica argentina (Panizza, 2000). Weyland (1999: 386) considera outsiders a Menem y a Carlos Andrs Prez por haber obtenido sus candidaturas oponindose a los deseos del liderazgo partidista, pero eso es tanto como decir que cualquiera que no se somete a una tirana partidista es un fuereo, no importa si se form compartiendo la escuela de esos tiranos.31 Por otro lado, quedan descartados casos de clasificacin que no cubren ninguno de los parmetros. Carlos Andrs Prez (Venezuela) slo comparte con otros populistas el haber mentido en su campaa, pero su discurso fue programtico y careca del contenido antielitista. Gonzalo Snchez de Lozada (Bolivia) no slo no cuenta con los requisitos de credibilidad de su discurso populista, sino que no los requera porque no tena un discurso de ese tipo. Lazarte (1998) lo considera un neopopulista, al parecer, porque su liderazgo tenda a la personalizacin y porque alter la relacin de fuerzas al interior de su partido. En este caso resalta particularmente el problema de los criterios de clasificacin organizativos. Snchez de Lozada comparta estas caractersticas con otros pretendidos neopopulistas: Menem, Prez y Salinas. Pero tambin con su antecesor Vctor Paz y con el laborista Tony Blair, cuyos liderazgos no son considerados populistas. De igual forma, Mario Vargas Llosa (Per), cuya campaa tuvo un estilo muy personalista, no puede por esto ser considerado un populista, debido a que su discurso estaba enfocado en las virtudes de la economa de mercado y el ataque al gobierno de Alan Garca, sin referencias a divisiones entre pueblo y lite. Tanto Vicente Fox (Mxico) como Alejandro Toledo (Per)31

En su artculo de 2001, Weyland aborda ambos casos desde las caractersticas de su ejercicio del poder, en el cual afirma, intentaron, con diversos grados de xito, debilitar o desinstitucionalizar a sus respectivos partidos. Me parece que aqu se revelan las deficiencias del criterio organizacional. Sencillamente, no hay forma de considerar a Accin Democrtica o al Partido Justicialista como organizaciones dbiles, dbilmente institucionalizadas o estructuralmente dependientes del liderazgo en turno. Por un lado, Prez no resisti en el poder en cuanto AD le retir el apoyo; por el otro, la idea de que Menem slo dispuso del PJ no resiste la evidencia (Novaro y Palermo, 1997).

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tienden a ser presentados como populistas en virtud de sus fuertes apelos a la identificacin con sus electores, especialmente en el ltimo caso. Sin embargo, dada la coyuntura que enmarc sus campaas, sus bateras se dirigieron contra los representantes de los regmenes semiautoritarios que, respectivamente, pretendan destituir, no en contra de una lite u oligarqua. En ocasiones se considera neopopulista a Fernando Henrique Cardoso (Brasil), pero la nica similitud que alcanzo a ver son manifestaciones externas del xito de algunos populistas: uso de decretos, popularidad y reforma a la constitucin para permitir reeleccin. Ni siquiera vale la pena comentarlo. El cuadro 1.1 presenta una relacin de los candidatos que, hasta donde tengo noticia, pueden ser considerados populistas estrictamente en virtud de las caractersticas de su discurso, para el perodo que va de 1989 a la fecha. Viene acompaado de un checklist que indica qu condiciones de credibilidad acompaaban este discurso.

Cuadro 1.1. Candidatos presidenciales populistas en Amrica Latina. 1989-2006Candidato Carlos Sal Menem Nstor Kirchner Carlos Palenque Aviles Max Fernandez Evo Morales Manfred Reyes Fernando Collor de Mello Anthony Garotinho Alvaro Uribe Velez Ottn Sols Fallas Abdal Bucaram lvaro Noboa lvaro Noboa Lucio Gutirrez Alfonso Portillo Andrs Manuel Lpez Obrador Alberto Fujimori Ollanta Humala Rafael Caldera Hugo Chvez Pas/ao Argentina/1989 Argentina/2003 Bolivia/1993 y 1997 Bolivia/1993 y 1997 Bolivia/2002 y 2005 Bolivia/2002 Brasil/1990 Brasil/2002 Colombia/2002 Costa Rica/2002 y 2006 Ecuador/1996 Ecuador/1998 Ecuador/2002 Ecuador/2002 Guatemala/1995 y 1999 Mxico/2006 Per/1990 Per/2006 Venezuela/1993 Venezuela/1998 Condiciones de credibilidad Partido Outsider nuevo/marginal No No No No S S S S S S S No S No S No S No S No No No No S S S S S S No No No S S S S S No S S

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La lista incluye 20 candidatos populistas para un total de 21 elecciones celebradas en 10 pases.32 De las 20 candidaturas, 8 renen las dos condiciones de credibilidad y otras 8 al menos una (de las cuales 7 corresponden a una etiqueta partidista nueva). nicamente 4 no disponen de ninguna de las condiciones de credibilidad. Esto indica que existe cierta asociacin entre el discurso populista y dichas condiciones. Cuando un candidato es un genuino outsider o un escisionista de un partido poltico establecido, es altamente probable que la formacin poltica que lo postula sea un mero vehculo electoral para sus aspiraciones polticas. Otra posibilidad, cuando el candidato responde a causas relativamente arraigadas, es que su formacin del tipo partidomovimiento, cuya red de apoyo est ms comprometida con la promocin de valores (aunque no necesariamente con un programa coherente).33 En ambos casos, se trata de organizaciones dbiles, altamente dependientes del liderazgo. En este sentido, el cumplimiento por quien emite un discurso populista de las condiciones de credibilidad estar asociado empricamente con las caractersticas organizativas sealadas anteriormente, en particular lo relativo al liderazgo vertical y su relacin conflictiva con otro tipo de organizaciones: internamente, el partido es una etiqueta a su disposicin y con escasa capacidad para desarrollar y proteger sus propios intereses en forma tal que el partido funcione como contrapeso al lder, mientras que hacia fuera, es difcil que este lder, por sus orgenes y trayectoria, tenga los contactos, la experiencia y los intereses en comn con organizaciones partidistas y sociales orientadas al poder poltico. Ntese que esta regularidad observada se deriva del caso especfico en el que el candidato populista carece efectivamente de las credenciales de un poltico tradicional. Esto no implica que con el paso del tiempo estas organizaciones adquieran mayores niveles de autonoma con respecto al lder. Por el contrario, en la medida en que el liderazgo sea un factor de xito electoral es de esperarse que la verticalidad y el personalismo se conviertan en las reglas institucionalizadas del partido en cuestin.34

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lvaro Noboa aparece dos veces debido a un inusual cambio de estrategia. En 1998 compiti por el Partido Roldosista Ecuatoriano, bastante asentado en el sistema de partidos; para 2002, fund el Partido Renovador Institucional Accin Nacional. 33 Para una caracterizacin de este tipo de partidos polticos, vase Gunther y Diamond (2003: 185-9). 34 Papadopoulos (2001) encuentra este tipo de liderazgo como caracterstico de los partidos populistas de Europa occidental, cuya vida ya es larga en la mayora de los casos. Mayorga (2001) da cuenta del mismo

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Es por esto que, al observar los populismos, los aspectos discursivos tienden a aparecer como correlacionados con un perfil organizativo. As, Surel (2001: 139), que infiere los rasgos de los partidos populistas europeos a partir de la observacin de sus regularidades, presenta tanto la acusacin a las lites polticas, econmicas y culturales de haber despojado al pueblo de su soberana como el carisma del lder. Considero que, al pasar al terreno definicional, si nos centramos nicamente en el aspecto discursivo encontraremos nicamente candidatos y/o partidos populistas, mientras que si definimos al populismo por las caractersticas organizativas que se encuentran frecuentemente en l, contaminaremos nuestro universo de estudios con organizaciones personalistas pero no populistas.35 Invierto entonces el procedimiento utilizado por las definiciones basadas en las caractersticas organizativas (supra), las cuales toman la implicacin por el fenmeno mismo y, en ocasiones, obligan a forzar al objeto con el fin de que se ajuste a los requerimientos definicionales.

*** En este captulo somet a evaluacin diversas definiciones del fenmeno populista, con el objetivo de definir al objeto de estudio o variable a explicar de la manera ms apropiada para los objetivos de la investigacin. Opt por una aproximacin al fenmeno desde la perspectiva del discurso. Considero populista a aquel candidato u organizacin que en su discurso afirma: 1) una relacin antagnica entre el pueblo y la lite; al mismo tiempo que 1.1) una identidad de intereses y valores al interior de cada uno de estos grupos, y 2) el emisor del discurso se presenta como integrante del pueblo en su relacin antagnica con la lite. La forma particular en que el populismo divide al mundo poltico (pueblo/lite) lo distingue de otros discursos polticos alternativos, lo que permite separar claramente la definicin del populismo con respecto al eje programtico de la dimensin izquierdaderecha.fenmeno en los partidos Unin Cvica Solidaridad y Conciencia de Patria, de Bolivia, cuya existencia fue algo ms que un paso fugaz. 35 Ntese, por ejemplo, que Santiso (2001: 240-3) se refiere a los mismos polticos que Weyland considera neopopulistas, pero sin referencia a ninguna cualidad organizativa. Opta por una secuencia en la que una campaa antiestablishment es seguida por un gobierno neoliberal. Con esta opcin, insisto, no perdemos casos importantes y reducimos el riesgo de inclu