ruta andina entre peru y bolivia

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La Ruta Andina Turismo y desarrollo sostenible en Perú y Bolivia

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Ruta turistica entre peru y bolivia

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  • La Ruta Andina

    Turismo y desarrollo sostenibleen Per y Bolivia

  • La Ruta Andina

    Turismo y desarrollo sostenibleen Per y Bolivia

    Annelou Ypeij y Annelies Zoomers(editoras)

    en colaboracin conJorge Gmez Rendn

    CBC CEDLA IEPCuzco Amsterdam Lima

  • La Ruta AndinaTurismo y desarrollo sostenible en Per y BoliviaAnnelou Ypeij y Annelies Zoomers(editoras)

    en colaboracin conJorge Gmez Rendn

    "Este libro lleva el nmero 12008 de la serie "Temas de actualidad" del CBC"

    1a. edicin Ediciones Abya-YalaAv. 12 de Octubre 14-30 y WilsonCasilla 17-12-719Telef: 2506-251 / 2506-247Fax: (593 2) 2506-255 / 2506-267e-mail: [email protected]//: www.abyayala.org

    Instituto de Estudios Peruanos (IEP)Horacio Urteaga 694, Jess Mara, Lima 11, PerTelfonos: (51) 1 3326194 / (51-1) 4244856 Fax: (01) 3326173http://www.iep.org.pe/

    Centro Bartolom de Las Casas (CBC)Pampa de La Alianza 164 Cusco - PerTelfono: (51)84-245415, (51)84-245656http://www.cbc.org.pe/[email protected]

    Centro de Estudios y Documentacin Latinoamericanos (CEDLA)Keizersgracht 395-397,1016 EK Amsterdam, The Netherlands Tel. (31) 20 525 3498http://www.cedla.uva.nl/[email protected]

    Dr. Annelou YpeijUniversitair docentKeizersgracht 395-397_1016 EK AmsterdamTelfono 020 - 525 34 98 (secr.)_020 - 525 32 51 (direct)

    Diagramacin: Ediciones ABYA - YALAISBN 10: 9978-22-648-6ISBN 13: 978-9978-22-648-3

    Impresin: Producciones Digitales Abya - YalaQuito - Ecuador

    Impreso en Quito-Ecuador, diciembre 2006

  • Contenido

    Prefacio ..............................................................................1 Introduccin: el turismo como una estrategia para el de-

    sarrollo sostenibleMichiel Baud, Annelou Ypeij y Annelies Zoomers.......

    2 La cultura y la lucha por la inclusin social. Un anlisis deplanes de desarrollo y turismo en la regin andinaAnnelou Ypeij ...........................................................

    3 Desafos de un turismo controlado por la comunidad: elcaso de la Isla Taquile, PerElayne Zorn y Linda Farthing....................................

    4 Campesinos metalizados y rituales burocrticos: la luchapor el sustento, las regulaciones y el turismo en el CaminoIncaKeely Maxwell...........................................................

    5 Un pueblo autntico y moderno? Percepciones localesdel futuro y turismo sostenible en Pisac, PerBeatrice Simon..........................................................

    6 La zona de paso: el turismo como oportunidad de desa-rrollo en el rea entre Cuzco y PunoAzusa Miyashita ........................................................

    7 Comunidades indgenas, textiles y turismo: un estudio decaso del programa textil de ASUR y las comunidades Tara-bucoJos Ernesto Fernndez ............................................

    La Ruta Andina

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  • 8 Turismo y vendedores ambulantes en CuzcoGriet Steel.................................................................

    9 La nacin en venta: bricheros, turismo y mercado en elPer contemporneoVctor Vich................................................................

    10 Ofreciendo un mundo imaginario: los guas de turismoen el CuzcoKarin Bosman ...........................................................

    11 El comportamiento del gasto de mochileros y turistas or-ganizados en CuzcoDaan Mager .............................................................

    12 Globalizacin y localizacin en la ruta andina de turismo.Mezclas diferentes efectos similaresRoxana Duln G.......................................................

    13 La ruta del Inca: perspectivas y ambivalencias del desarro-llo turstico en los Andes bolivianos y peruanosAnnelies Zoomers .....................................................

    Sobre los autores ................................................................Lista de abreviaturas ...........................................................

    Annelou YpeijAnnelies Zoomers

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  • Prefacio

    En 2002 el Centro de Estudios y Documentacin Latinoa-mericanos (CEDLA), en colaboracin con el Centro Bartolom delas Casas (CBC, Cuzco) y el Instituto de Estudios Peruanos (IEP, Li-ma), iniciaron un programa de investigacin multidisciplinario ba-jo el ttulo Incatourism in the Andean highlands: Prospects andambivalences of the idea of sustainable tourism (Bolivia, Peru)[Turismo Inca en los Andes: Perspectivas y Ambivalencias de laidea del turismo sostenible]. Financiado por la Fundacin Neer-landesa para el Fomento de Investigacin en los Trpicos (WO-TRO), el programa tiene por objetivo analizar, por un lado, la re-lacin entre globalizacin y turismo, y por otro, las implicacionespara el desarrollo sostenible y el alivio de la pobreza a nivel local.Se busca analizar especialmente cmo las comunidades localesde los Andes responden a la llegada de un nmero cada vez ma-yor de visitantes y evaluar cmo influye el turismo en su capaci-dad de subsistir de manera sostenible. El inters principal consis-te en analizar detalladamente lo que ocurre en la llamada rutagringa, que comprende lugares tursticos de renombre comoCuzco, Machu Picchu, Pisac, y Puno en Per, y Copacabana, LaPaz, Sucre y Tarabuco en Bolivia.

    El presente volumen procura dar a conocer los primerosresultados del programa y es el resultado de varios encuentros yseminarios. En 2003 se organiz una mesa redonda junto con elCBC de Cuzco (Per), seguida de un seminario internacional enel CEDLA de Amsterdam. En 2005 se organiz un seminario inter-nacional junto con el Servicio Holands de Cooperacin al Desa-rrollo (SNV) en Sucre, Bolivia. Con ocasin de estos eventos, losinvestigadores discutieron los resultados de sus estudios con unaaudiencia ms amplia de investigadores, planificadores y practi-cantes. Aunque a menudo se promociona a Bolivia y Per con eleslogan de dos pases, un destino, las diferencias entre ambosson sorprendentes. Hasta la fecha pocos han sido los esfuerzospor identificar los problemas ms importantes y aprender mutua-mente de las experiencias. Durante los seminarios se hicieroncomparaciones entre los casos boliviano y peruano y se trat deidentificar las repercusiones ambientales del desarrollo turstico a

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  • lo largo de la ruta andina. En especial se quiso estimular el deba-te sobre la mejor forma de conseguir un turismo responsable, esdecir, un tipo de desarrollo turstico orientado a permitir que laspoblaciones locales se beneficien de l.

    Queremos agradecer a varias entidades cuyo apoyo fi-nanciero facilit la organizacin de los talleres y la publicacin deeste libro. Damos las gracias a WOTRO por financiar la mayor par-te de nuestro programa de investigacin (vase captulos 2, 5, 7,8 and 12) y por su apoyo en la organizacin de varios eventos co-laterales. Tambin agradecemos a la Embajada Real de los PasesBajos en La Paz, al SNV en Sucre y a la Unidad de Turismo de laPrefectura de Chuquisaca, por su apoyo financiero en la organi-zacin del seminario en Sucre. A nivel personal deseamos expre-sar nuestro agradecimiento a Bernadette Kurte (CBC), Roxana Du-ln (CEDLA), Judith Voermans (SNV) y Silvia Campos por partici-par en la organizacin de los seminarios. Agradecemos igualmen-te la participacin de distintos investigadores venidos de variasdisciplinas, quienes, a travs de sus contribuciones, estimularon eldebate y sentaron las bases para esta publicacin. Finalmente, va-yan nuestros agradecimientos a Jorge Gmez Rendn por los cui-dados que puso en la traduccin de algunos captulos y en la edi-cin del presente libro.

    Amsterdam, enero 2006Annelou Ypeij and Annelies Zoomers (CEDLA)

    Annelou YpeijAnnelies Zoomers

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  • Introduccin

    El turismo como estrategiapara el desarrollo sostenible

    Michiel BaudAnnelou Ypeij

    Annelies Zoomers

    Antecedentes

    La ruta turstica de los Andes atrae a cientos de miles de vi-sitantes cada ao. La ruta recorre Per y Bolivia y abarca Cuzco,Pisac, Machu Picchu, Puno, el Lago Titicaca, La Paz, Sucre, Tara-buco, Potos y Uyuni. Desde los aos sesenta y setenta la ruta an-dina se hizo popular entre los turistas, sobre todo en el tramo quecorresponde al Per. No olvidemos que desde inicios del siglo XXMachu Picchu era considerado un lugar turstico interesante alque acudan numerosos visitantes. El turismo en la ruta andina,conocida tambin como ruta gringa por el gran nmero de via-jeros norteamericanos que la recorren, tiene diferentes propsitosy puede definirse como una forma de turismo arqueolgico, cul-tural y natural. Con los nuevos medios de viaje y comunicacinque ofrece el mundo globalizado y el final de la guerra civil pro-vocada por el grupo terrorista Sendero Luminoso, el nmero deturistas ha sufrido un incremento sustancial. En los ltimos aos,el desarrollo del turismo ha alcanzado niveles tan elevados queest empezando a causar preocupacin a escala local.

    Este volumen quiere echar una mirada desde dentro a to-do aquello que implica el turismo para el desarrollo sostenible delas sociedades y comunidades locales a lo largo de la llamada ru-ta gringa. Poco se sabe de las repercusiones del turismo en el m-bito local y generalmente no se toman en cuenta las perspectivaslocales en las evaluaciones, pasando as desapercibidas las vocesde sus actores. Para entender mejor el vnculo entre turismo y de-sarrollo sostenible es necesario analizar cmo perciben el turismo

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  • los actores locales a menudo, indgenas de estratos sociales po-bres. Pueden responder activamente a esta oportunidad globaly ser capaces de aprovecharla? Puede contribuir el turismo a ali-viar la pobreza y mejorar la situacin de la poblacin local? La ru-ta turstica de los Andes es, ante todo, un ejemplo de turismo cul-tural. El turismo cultural tiende a afectar las culturas locales demltiples formas y a menudo complejas formas. Cul es el im-pacto del contacto intercultural entre los turistas y la poblacin lo-cal? Cmo se representa la cultura y los pueblos indgenas en losescenarios tursticos y cmo las poblaciones locales perciben aquienes vienen de fuera? Corren el riesgo las poblaciones loca-les de perder su identidad cultural?

    En el presente volumen se abordarn estas preguntas demodo comparativo, tomando los casos de Per y Bolivia como pun-tos de partida. La comparacin entre Per, que ha conocido el tu-rismo de masas desde hace ms de una dcada, y Bolivia, que re-cibe flujos tursticos menos cuantiosos y ms recientes, puede ayu-darnos a entender mejor la evolucin del turismo y sus implicacio-nes a largo plazo para el desarrollo sostenible, el mejoramiento dela pobreza, la participacin local y el cambio cultural. Per y Boliviamuestran trayectorias histricas divergentes, y no obstante, presen-tan muchas similitudes, si consideramos, por ejemplo, la andinidady lo indgena. Los distintos significados de lo indgena estn siendoreconstruidos y reafirmados por influencia del turismo. Se recogenaqu distintas contribuciones de investigadores venidos de discipli-nas como la antropologa y la geografa social, la economa, lasciencias polticas y la historia, cuyos estudios, sin embargo, coinci-den en buena medida: todos, sin excepcin, estudian el turismo enlos Andes peruanos y bolivianos desde la perspectiva de la pobla-cin local y su participacin en el turismo.

    En este captulo trazamos el contexto en que se desarrollanlos diferentes estudios que aparecen en el volumen. En la prime-ra seccin analizamos el desarrollo del turismo en la regin. Pasa-mos luego a delinear las distintas trayectorias histricas de Boliviay Per a fin de lograr una mejor comparacin. En la tercera sec-cin explicamos la variedad y complejidad de los significados quese da a lo indgena. Enseguida nos ocupamos de la relacin en-tre turismo sostenible, percepciones locales y desarrollo local, apartir del debate terico sobre la sostenibilidad. La ltima seccinofrece una mirada de conjunto a los artculos que conforman elpresente volumen.

    Annelou YpeijAnnelies Zoomers

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  • Mapa: 1: la ruta inca

    Elaboracin: Roxana Duln

    El turismo en la regin andina

    Los turistas visitan los Andes peruanos y bolivianos por laarqueologa precolombina, el impresionante paisaje, la bellezanatural y el encuentro con los pueblos y las culturas de los An-des. Desde los primeros aos del siglo XX visitantes de todaspartes del mundo vinieron a la regin a experimentar el podercautivador del pasado inca y las magnficas caractersticas de lanaturaleza andina. En los Andes cultura y naturaleza se fundenen una. Despus de su descubrimiento por Hiram Bingham en1911, Machu Picchu se convirti en el smbolo de la fusin en-tre el poder de la cultura y la inmensidad de la naturaleza. Laantigua ciudad inca capt la imaginacin de viajeros con muydistintas visiones del mundo. En su obra Vagabonding Downthe Andes (1919), el escritor de viajes norteamericano HarryFranck deca de Machu Picchu:

    Pocos son los momentos tan fascinantes en la experienciadel viajero como la primera vista de la antigua capital inca...

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    Favor enviar el mapa y sus re-ferencias en archivojpg resolucin 300 dpi

  • Todas las palabras y todas las fotografas son incapaces deofrecer una idea completa del encanto y la fascinacin delo que, en muchos aspectos, es el lugar ms interesante enel Hemisferio Occidental, un encanto que crece con la an-ticipacin de un largo viaje por tierra. (Franck: 424, traduci-do del ingls).

    Ms de treinta aos despus, el joven Ernesto Guevaradesconocido an por entonces visit el mismo lugar y consig-n lo siguiente:

    Nos encontramos aqu frente a una pura expresin de lacivilizacin indgena ms poderosa de Amrica, inmacu-lada por el contacto de las huestes vencedoras y plenade inmensos tesoros de evocacin entre sus murosmuertos o en el paisaje estupendo que lo circunda y leda el marco necesario para extasiar al soador... (Gueva-ra, 1987, 53)

    Turistas de todos los tiempos, norteamericanos, argenti-nos, europeos y otros, tienen en comn su admiracin por losAndes y por Machu Picchu en particular como un lugar suma-mente especial donde la cultura indgena se mezcla y se com-plementa con una honda impresin por el medio natural de losAndes.

    En la ltima dcada los gobiernos de Per y Bolivia han ve-nido considerando el turismo como un desarrollo positivo debidoa su capacidad de incremento del PIB, la inversin extranjera, lacreacin de empleo y el alivio de la pobreza. En el sitio web dePROMPERU organizacin gubernamental responsable de promo-cionar al Per como destino turstico se afirma que el turismo ()es muy importante porque afecta directamente a las economas lo-cales y regionales, genera desarrollo y contribuye a fortalecer laidentidad nacional.

    Durante la ltima dcada el nmero de visitantes ha au-mentado ostensiblemente. En Per, el nmero de turistas crecide 217.000 en 1992 a ms de un milln en 2001 (547.000 turis-tas visitaron Cuzco en 2004). Aunque en menor grado que Per,Bolivia tambin experiment un aumento en el nmero de turis-tas. En 1992 visitaron el pas 471.000 turistas y su nmero crecia 760.000 en 2004.

    El incremento en el nmero de turistas produjo un aumen-to en la oferta de los destinos tursticos. Aparte de Machu Picchu,

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  • otros lugares que intentan atraer el turismo en Per son Sacsay-huaman y Pisac. En Bolivia se disputan el turismo Tiwanaku, Co-pacabana, Sucre, Potos y Uyuni, entre otros. Con el paso deltiempo estos sitios arqueolgico-histrico-naturales estn convir-tindose en destinos tursticos de primera lnea.

    En busca de experiencias autnticas y nicas, los turis-tas procuran evitar los destinos populosos. Exploran entoncesnuevas alternativas, rutas y senderos, como el de Choquequi-rao, un sitio inca aislado al que se llega slo a pie. Ubicado aunos cincuenta kilmetros de Machu Picchu, Choquequirao es-t ganando popularidad, especialmente para el turismo deaventura. Hoy en da se lo promueve como la hermana sagra-da de Machu Picchu o la otra Machu Picchu. Tambin, lasagencias de viaje aprovechan la demanda de experiencias ni-cas y de aventura entre los turistas. Ya no venden slo los clsi-cos paseos por Cuzco y Machu Picchu, sino tambin destinos al-ternativos por las montaas, aventuras ecolgicas y rafting enlos ros. Muchas poblaciones locales en la ruta andina hacen to-do lo posible por convertirse en destinos populares. Ubicada a40 Km de Machu Picchu, cerca del inicio del Camino Inca, la pe-quea poblacin de Ollantaytambo se levanta sobre los restosde edificaciones incas. Tiene varios monumentos importantes yun impresionante sitio arqueolgico. Para poder competir conMachu Picchu, el municipio cree conveniente que el pueblo seareconocido patrimonio cultural de la humanidad, por lo que es-t diseando polticas que apoyen esta meta. Entrar en la listade patrimonios mundiales de la UNESCO es un buen mtodopara atraer la atencin de los turistas. Hace poco la isla de Ta-quile en el Lago Titicaca logr entrar en la lista. Los tejidos arts-ticos producidos en la isla han sido reconocidos como patrimo-nio intangible, lo que ha motivado la alegra general de los ta-quileos. Comparada con Per, Bolivia puede ofrecer buenas al-ternativas al turismo de masas en el rea de Machu Picchu. EnBolivia tambin existen culturas indgenas, hermosos paisajes ysitios arqueolgicos uno de los ms famosos es Tiwanaku, a70 Km de La Paz en las cercanas del Lago Titicaca pero sin lagran cantidad de visitantes que tiene la regin de Machu Pic-chu. En los ltimos aos, destinos de aventura como el ParqueNacional Madidi, la regin y ciudad de Rurrenabaque y los la-gos salados de Uyuni, estn atrayendo cada vez ms turistas, so-bre todo extranjeros.

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  • Actualmente el incremento del turismo se ve frenado cadavez ms por polticas de restriccin y conservacin, sobre todo enla regin de Machu Picchu. El gran nmero de personas que visi-tan el complejo arqueolgico preocupa al gobierno nacional y laUNESCO. Los turistas ya no pueden recorrer el complejo a sus an-chas como en el pasado. Estn obligados a seguir rutas demarca-das con cercas. Con el fin de conservar el Camino Inca que com-prende una caminata de tres a cuatro das que conduce a MachuPicchu el nmero de visitantes diarios no debe exceder los qui-nientos, incluyendo guas y porteadores. Adems, en temporadaalta es preciso reservar con meses de anticipacin, por lo que mu-chos turistas no pueden hacer la caminata. Fuera de las restriccio-nes, el crecimiento en el nmero de turistas estimula a los gobier-nos nacionales y locales a (re)desarrollar destinos tursticos arqueo-lgicos alternativos.

    Bolivia y Per: una mirada comparativa

    Para analizar el impacto del turismo en el desarrollo local,es necesario tomar en cuenta las distintas trayectorias histricasde Bolivia y Per. Estas diferencias eran visibles ya en el tiempo delos Incas. Los emperadores incas gobernaron el imperio del Ta-wantinsuyo desde su capital, Cuzco, la ciudad del sol, y ejercie-ron gran influencia en la vida diaria de la gente. El actual territo-rio de Bolivia perteneca al extremo sudeste del imperio inca y noera ms que un rea fronteriza. La regin de Cochabamba erauna regin agrcola sostenida especialmente por trabajo mitayotemporal. Actualmente, al carecer de sitios arqueolgicos impor-tantes con excepcin de algunos sitios ubicados en el altiplano,como Tiwanaku Bolivia no puede beneficiarse de las deslum-brantes reliquias del pasado inca en la misma medida que Per.

    Durante el perodo colonial, las minas de plata de Cerro Ri-co (Potos) constituyeron fuente importante de ingresos para laeconoma espaola y desplazaron el equilibrio regional de Per aBolivia. La ciudad de Potos empez a crecer como resultado di-recto de la economa minera, contando para inicios del siglo XVIIcon cerca de 160.000 habitantes, lo que la converta en una delas ciudades ms grandes de la Amrica espaola (Tandeter1993: 78-79). La ciudad de La Plata (actualmente Sucre) se con-virti en el centro jurdico-administrativo de la economa mineraregional. La regin rural circundante cumpla un papel cada vez

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  • ms importante en la provisin de mano de obra, granos y gana-do (Assadourian 1982). Entretanto, la regin del Cuzco sufra unadecadencia econmica y poltica. La destruccin del imperio incahaba deshecho el tejido social y econmico de la regin. De or-gulloso centro regional del imperio inca se haba convertido enpatio trasero del Virreinato que tena su centro administrativo enLima. Cuzco se convirti as en una regin agrcola dominada porhaciendas de espaoles que controlaban las poblaciones indge-nas de sus alrededores. Est situacin continu hasta el sigloXVIII, cuando la rebelin encabezada por Tupac Amaru conmoviel imaginario tnico colonial. La rebelin no slo sacudi a lasadormitadas lites blanco-mestizas sino tambin demostr la per-sistencia y el poder de los grupos indgenas a pesar de varios si-glos de dominio espaol. En el transcurso del siglo XIX, con la in-fluencia de un naciente indigenismo entre las elites, surgi paula-tinamente la idea de que la cultura regional, tambin aquella dela sociedad blanco-mestiza, era profundamente indgena. Sin du-da fue una reaccin a la poltica hegemnica de las elites limeasy al creciente dominio de la agricultura exportadora de las provin-cias costeras. Tambin fue resultado del papel activo que desem-pearon los indgenas cuando el ejercito chileno invadi el pasdurante la Guerra del Pacfico (1879-82). Estos hechos provoca-ron una admiracin por la poblacin indgena y contribuyeron acrear una retrica pro-indgena.

    A finales del perodo colonial, la economa de la plata le-vantada alrededor de Potos (Bolivia) declin debido al agota-miento de las minas y el consiguiente retiro del capital espaol.La minera se convirti gradualmente en una actividad indgenacontrolada slo en parte por los espaoles. Despus de la inde-pendencia de Bolivia en 1825 y hasta finales del siglo XIX la im-portancia del eje Potos-Sucre disminuy sustancialmente. Lasdecisiones polticas y econmicas se trasladaron a La Paz y Co-chabamba, ciudades ambas que haban empezado a beneficiar-se de la creciente produccin agrcola y minera destinada a losmercados nacionales e internacionales. Las lites mineras colo-niales fueron reemplazadas por nuevos empresarios que basa-ban su dominio en la agricultura y su acceso al capital extranje-ro, sobre todo chileno. En 1899, cuando los liberales tomaronel poder, el parlamento se traslad de Sucre a La Paz. La victo-ria liberal se obtuvo con el apoyo de las huestes indgenas diri-gidas por Zarate Willka, pero esto no condujo a un nuevo or-

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  • den social ni a una revaloracin de las poblaciones indgenascomo s haba ocurrido en Per. Al contrario, tan pronto los po-lticos liberales obtuvieron el poder, hicieron todo lo posible porrelegar a las masas indgenas a un lugar subordinado en la eco-noma rural. Tristan Platt describe cmo la produccin agrcolade la poblacin indgena de la regin norte de Potos apenasera apreciada por los polticos paceos. Ni sus capacidades pro-ductivas ni sus cualidades blicas, transformaron la mentalidadde las lites en el poder, tal vez porque, al contrario de las litesperuanas, las bolivianas vivan en medio de la masa indgena yno podan ni queran concebir ideologas corporativas como lasque empezaban a destacarse en Per.

    En Per, a pesar de su ocasional retrica pro-indgena, laselites estuvieron tan lejos del indgena de carne y hueso como enBolivia. La evidente similitud entre ambos pases se refleja en quelos dueos del poder vivan apartados de las masas indgenas. Afinales del siglo XIX, las lites de la regin del Cuzco, que estabana diario en contacto con los trabajadores indgenas y los cam-pesinos en general, no conocan lo que ocurra realmente en lasociedad indgena. Jos Luis Renique ha descrito magistralmentecmo la ola de revueltas campesinas indgenas en la sierra duran-te las primeras dcadas del siglo XX tom completamente por sor-presa a las lites locales y regionales. La poblacin indgena par-ticip en un gran nmero de levantamientos campesinos, en par-te como resultado de la retrica indigenista del movimiento deLegua. Entre 1919 y 1923, aproximadamente cincuenta revuel-tas campesinas tuvieron como epicentro los departamentos serra-nos de Puno y Cuzco. En un principio los rebeldes eran miembrosde las comunidades rurales, pero ms tarde se unieron los traba-jadores de las haciendas. En muchos lugares las haciendas fue-ron objeto de ataques y ocupaciones. Sin embargo, los conflictosno solo tenan que ver con la tierra: cuestionaban adems la ser-vidumbre campesina y el orden feudal en general (Ypez 2003;Baud 2003).

    Transformaciones semejantes, aunque ms violentas, tuvie-ron lugar en la dcada de los treinta en Bolivia. Durante la gue-rra del Chaco contra Paraguay (1935-1938) muchos indgenasfueron reclutados por el ejrcito, integrndose as al proyecto na-cional (Arze Aguirre 1987). Cuando se neg los derechos de ciu-dadana a los soldados indgenas que volvan de la guerra, la frus-tracin creci. Se form una coalicin entre los sindicatos mine-

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  • ros, que empezaron a presionar al gobierno para que emprendie-ra reformas (Havet 1985: 34). Recibieron ayuda de algunas admi-nistraciones simpatizantes, siendo la ms conocida la del efmerogobierno de Gualberto Villaroel (1943-46). Durante su adminis-tracin, se organiz el primer Congreso Indgena en 1945, du-rante el cual se incluy por vez primera el problema indgena enla agenda nacional. El descontento social se propag en este pe-rodo y la poblacin indgena asumi una participacin ms acti-va, especialmente en Cochabamba. La revolucin de 1952 pue-de entenderse como el punto culminante de esta efervescenciasocial. Las reformas revolucionarias de 1953 destruyeron los fun-damentos de la sociedad rural tradicional. Las minas de estaofueron nacionalizadas y el ejrcito desarticulado. Como parte delmismo proceso se expropi buena parte de la tierra a las hacien-das y se distribuy entre los antiguos peones. Ms importantean, se abolieron las obligaciones laborales, que en muchos ca-sos absorban casi la mitad del trabajo productivo del campesino.Cuando se nacionaliz la tierra y se distribuy entre los campesi-nos, se otorgaron ttulos de propiedad a quienes la haban traba-jado en el pasado la tierra es para el que la trabaja y se organi-zaron distintos sindicatos campesinos (Havet 1985: 30).

    Entre 1958 y 1964 tambin se desarrollaron movimientoscampesinos a gran escala en Per, esta vez ya no slo de alcan-ce regional como en el perodo 1920-1923, sino de dimensionesnacionales. Este proceso de movilizaciones socav la hegemonade la clase terrateniente tradicional. En 1969 el gobierno militarprogresista del General Velasco puso en prctica una extensa re-forma agraria. Tanto los revolucionarios bolivianos como el go-bierno militar peruano eliminaron los trminos indio e indge-na de la documentacin oficial y los reemplazaron con la etique-ta de campesino, intentando as llevar a la prctica el sueo bo-liviano de una poltica sin razas en Amrica Latina. Al mismo tiem-po se buscaba reivindicar y confirmar el carcter indgena de lassociedades andinas. Los militares peruanos, por ejemplo, acepta-ron el quechua como lengua oficial del Per, redimieron a TupacAmaru como hroe nacional y produjeron textos escolares quesubrayaban el lugar de los indgenas en la historia nacional (Y-pez 2003).

    Aunque estos esfuerzos incorporaron a la poblacin ind-gena a la sociedad peruana y boliviana y a los proyectos naciona-les de modernizacin, la mayora continu en la pobreza y la mar-

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  • ginacin. Las cosas no cambiaron con el rpido proceso de urba-nizacin que acompa estos eventos. Grandes oleadas de cam-pesinos migraron a Lima, La Paz o Santa Cruz por nombrar s-lo los polos de atraccin ms importantes y engrosaron los cin-turones de pobreza alrededor de los centros urbanos. De estamanera la cultura y la sociedad indgenas entraron a formar par-te de los centros blanco-mestizos. El ejemplo ms evidente de es-te proceso fue El Alto, ciudad satlite de La Paz, que atrajo a mi-llones de indgenas aimaras. La presencia efectiva de los inmi-grantes indgenas en los centros urbanos cambi el panoramapoltico de los pases andinos.

    El desarrollo poltico de Per y Bolivia muestra diferenciasimportantes desde mediados de los aos ochenta. En Bolivia, elmovimiento indgena alcanz un alto nivel de articulacin y logrla apertura gradual de la arena poltica. En Per, la existencia deSendero Luminoso y la ausencia de un movimiento indgena or-ganizado condujo al aislamiento del sistema poltico, el cual sevolvi ms hermtico frente a los nuevos movimientos sociales eindgenas. En Bolivia, el contraste entre ambas tendencias se ex-pres en la administracin de Gonzalo Snchez de Lozada, quepromovi reformas neoliberales basadas en la descentralizacin yla participacin popular; en Per, Alberto Fujimori introdujo alpas en un sistema poltico autoritario y centralizado. No obstan-te, en ambos casos los cambios se apoyaban en ideas neolibera-les. En Per, slo con la administracin de Alejandro Toledo se hadado verdadera importancia al voto indgena. Hoy en da, pare-ce que la eleccin de Evo Morales en Bolivia otorgar ms espa-cio a las identidades indgenas, la cultura indgena y los interesesde este sector de la sociedad (Gustafson 2002; vase tambin As-sies 2000: 101).

    Durante siglos los pueblos indgenas fueron dominadospor una lite poltica blanco-mestiza que los desconoca y despre-ciaba. Esto condujo muchas veces a polticas autoritarias que bus-caban asimilar a la poblacin indgena dentro de la sociedad na-cional (blanco-mestiza). Slo en los ltimos aos Bolivia y Per sehan declarado formalmente estados pluritnicos. Hoy en da seinvita a los pueblos indgenas a preservar su identidad tnica(Maybury-Lewis 2002: xiiv). Tras innumerables intentos por abolirla indianidad, la etnicidad y la andinidad actualmente son pala-bras claves en la promocin del turismo inca.

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  • Turismo, representacin e indigenismo

    Desde los primeros aos del turismo en los Andes, lo incay lo indgena estuvieron rodeados de significados multifacticos ya menudo contradictorios. Los escritos de viajeros que visitaronMachu Picchu en la primera mitad del siglo veinte, como HarryFranck o Ernesto Che Guevara, sealan una ambigedad fun-damental en su anlisis de la sociedad andina y demuestran c-mo se mezcla una profunda admiracin hacia la antigua civiliza-cin de los Incas con un desprecio y conmiseracin por el indge-na del presente. Esta tensin entre el respecto a la grandeza delas civilizaciones antiguas y el desconocimiento de los indgenasde carne y hueso es propia de la mayora de viajeros que reco-rren los Andes hasta el da de hoy. Con su acostumbrado y cn-dido etnocentrismo, Franck hace la siguiente observacin:

    Los aborgenes gobernados por los Incas de manera au-tocrtica fueron despojados de toda iniciativa si algu-na vez la tuvieron y se convirtieron en las criaturas hu-manas ms pasivas. Huraos, ariscos y circunspectos,nunca desean ni aspiran, slo aman o aborrecen con mo-deracin (...) El indio carece de poder, perseverancia,confianza, bien en s mismo, bien en los dems, y abrigaun rechazo profundo hacia las costumbres que no son su-yas (Franck 1919: 433; traduccin del ingls).

    El mismo Ernesto Che Guevara sinti ms admiracin porla antigua civilizacin inca y sus vestigios del pasado que por losindios de carne y hueso del presente, a quienes describe comolos exponentes de la tribu degenerada que estn separados poruna distancia moral de sus predecesores. Influidos como esta-ban l y su generacin por la idea de que Amrica Latina era unterritorio mestizo, Guevara no prest mucha atencin a la pobla-cin indgena.

    Cada uno a su manera, ambos autores simbolizan las com-plejas actitudes que se desarrollaron en el transcurso del siglo XX.De una perspectiva socio-darvinista de claro corte racial que pre-gona a finales del diecinueve la inferioridad social y cultural del in-dio, pasamos paulatinamente a una idea indigenista de tipo mspaternal que ve en la sociedad indgena una vctima de la domi-nacin colonial y neocolonial. Para escritores indigenistas como elperuano Gonzlez Prada (1908), la discriminacin de los indiosfue resultado de una trada opresora encarnada en el sistema le-

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  • gal (el juez), el sistema poltico (el gobernador) y el sistema religio-so (el sacerdote). Aun escritores indigenistas simpatizantes con lacausa de los pueblos indios, como Clorinda Mato de Turner, enPer, y Jorge Icaza, en Ecuador, se muestran pesimistas de quelos indios logren su emancipacin. El boliviano Alcides Arguedasmostr la misma desconfianza en las capacidades de los pueblosindgenas.

    Slo en el transcurso del siglo XX, y especficamente des-pus de los aos treinta, asistimos a una difusin de las ideas ro-mnticas de la cultura indgena. Es interesante que estas ideasfueran especialmente dominantes en la regin del Cuzco, don-de el pasado indgena y el recuerdo del gran imperio crearon laidea de que ste era un territorio eminentemente indgena. Es-to condujo a Jos ngel Escalante, terrateniente y propietariodel peridico local El Comercio, a lanzar una crtica vitrilica alas lites limeas en 1927 bajo el ttulo Nosotros, los indios...,donde anunciaba la herencia indgena de los Andes. Con el es-tilo tpico de la poca, Escalante afirma:

    [E]l indio conserva todas, absolutamente todas, sus carac-tersticas raciales. Contina siendo buen agricultor, comoen los tiempos gloriosos de Huayna Ccapacc, colonizadormagnfico, admirable guerrero, trabajador infatigable, ar-tista delicado y sentimental, bracero sobrio y fuerte, andi-nista veloz y resistente, hombre astuto, inteligente, sere-no, prolfico, sano, discreto, lleno de fervor pantesta y ani-moso y alegre para afrontar la vida (Escalante 1927, 43).

    En la misma lnea otros intelectuales como Luis Valcrcelconceban una imagen radical de los pueblos indgenas andinoscomo los portadores de la nacin peruana y los heraldos de unautntico socialismo andino.

    Los mismos sentimientos evocaban en ocasiones al mesti-zo como smbolo cultural de Amrica Latina. As lo propuso pri-mero Jos Vasconcelos en Mxico y ms tarde Uriel Garca en sufamoso libro El nuevo Indio, publicado en 1930. Aunque UrielGarca consideraba al nuevo indio un mestizo, sus ideas desa-fiaban a las lites andinas a aceptar sus races indgenas. Estasnuevas visiones en ocasiones radicales sobre el pasado ind-gena tuvieron repercusiones polticas concretas en Per. El co-mienzo del Oncenio, la administracin de Augusto Legua(1919-1930), se caracteriz por una poltica indigenista que fue

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  • la ms radical en toda Amrica Latina. El Gobierno de Leguafund, entre otras instituciones, un Patronato de la Raza Indge-na y un Comit Central Pro-Derecho Indgena, Tawantinsuyu,con subdelegaciones en todo el pas. Estas iniciativas desplega-ron una actividad febril en varios mbitos. Entre 1921 y 1924 seaprobaron ms leyes con respecto a la poblacin india que entodo el siglo anterior (Davies 1970). En 1945 el indigenista radi-cal Luis Valcrcel fue nombrado Ministro de Educacin del go-bierno de Jos Luis Bustamante, lo cual constituy smbolo de laaceptacin del ideario indigenista radical en ciertos crculos pol-ticos. Entretanto, el indigenismo se convirti en parte de unaideologa hegemnica que el Estado utilizaba como herramien-ta de modernizacin.

    En el contexto del debate provocado por la cuestin ind-gena, es preciso hacer dos observaciones. En primer lugar, la dis-cusin sobre el pensamiento indigenista llam la atencin a losproblemas de investigacin comparativa en los Andes. No hayduda de las numerosas similitudes en relacin con la ecologa, lahistoria y la cultura. No debemos olvidar, sin embargo, las impor-tantes diferencias que existen entre los pases y dentro de ellos. Sinos limitamos al desarrollo de las ideas intelectuales que acaba-mos de presentar, vemos, por ejemplo, claras diferencias entreBolivia y Per. Mientras el movimiento indigenista y su influenciaen las polticas de estado fueron muy fuertes en Per en los pri-meros aos del siglo XX, no ocurri lo mismo en Bolivia, dondepredomin un pesimismo racista. Por otro lado, Per no ha vivi-do la militancia indgena tan caracterstica de la historia boliviana.Desde finales del siglo XIX las comunidades indgenas y sus lde-res se involucraron activamente en la poltica y el Estado. En va-rios momentos de su historia y hasta la presente fecha las lu-chas indgenas influyeron dramticamente en la poltica bolivia-na. La historia peruana no muestra nada comparable. Queda porsaber hasta qu punto existe una relacin entre estos dos proce-sos aparentemente distintos. Fue el activismo indigenista un obs-tculo para la movilizacin poltica de los indgenas? Es demasia-do pronto para responder esta interrogante, pero somos cons-cientes de la necesidad de un enfoque comparativo que tome encuenta las diferencias entre ambos pases.

    En segundo lugar, en lo que tiene que ver con el turismocultural -uno de los temas de este volumen- todas las posicionesen este debate siguen siendo relevantes para las ideas sobre la

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  • cultura andina y su relacin con los forneos. Como es lgico lasideas romnticas en torno a la cultura indgena predominan enlos discursos polticos y propagandsticos sobre el turismo. La ima-gen del indio romntico juega un papel clave en las experienciasautnticas que se ofrece a los turistas. En nuestros das el roman-ticismo se traduce en la promocin de una sociedad multiculturaly multitnica. Una publicacin publicitaria a todo color de PROM-PERU, por ejemplo, dice lo siguiente:

    Per es una nacin compuesta de muchos pueblos quedestacan por su variedad regional y que hablan castella-no, quechua, aimara y muchos otros dialectos selvticosamaznicos. Creemos que nuestras identidades y cualida-des nicas son nuestro principal bien para el futuro(PROMPERU, Per. El Dorado 17 (Oct./Dic. 1999); p. 9).

    Estas ideas constituyen el teln de fondo para varios pro-yectos de turismo sostenible y participativo que incorporan a laspoblaciones indgenas locales en la industria turstica. En otra en-trega de la misma publicacin PROMPERU ofrece a los viajerosuna experiencia nica: viajar mientras se respeta el medio am-biente, se refuerzan los vnculos culturales con los presentes y seinvolucra a las comunidades locales en el tour, beneficindose almismo tiempo del comercio turstico (Per. El Dorado 13 (Ene-./Marzo 1999); p. 21).

    Es importante no dejarnos obnubilar por esta colorida re-trica. Las prcticas cotidianas de la industria turstica suelen con-tradecir esta aparente retrica pro-indgena. Aunque las visionesraciales se han desterrado pblicamente, continan influyendoen la conducta y las ideas de muchos polticos, empresarios y fun-cionarios pblicos. La participacin local de los grupos indgenasse considera muchas veces un obstculo para el crecimiento delturismo y no un bien para el futuro. Son pocos los ejemplos don-de se toma en serio la visin de los pueblos indgenas o dondestos se benefician sustancialmente en lo econmico. En ciertamedida, la industria turstica actual y sus promotores estatales re-producen muchos elementos del discurso indigenista, echandomano de un paternalismo simpatizante con la causa indgena afin de promover la modernizacin y el crecimiento econmico.

    Mientras el indigenismo tradicional miraba a la sociedad in-dgena desde fuera, la mayora de los investigadores sociales pre-tenden investigar la realidad local y el impacto del turismo des-

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  • de el punto de vista de la poblacin local, tratando de alejarse dela perspectiva del turista y abandonando as una mirada tursticacomo se la llama a veces. Sin embargo, separar la realidad de laideas romnticas no es fcil, y hacer una distincin entre las dife-rentes percepciones locales (genero, generaciones, etc.) y lospuntos de vista de los turistas, los guas, los planificadores y otrosactores es sumamente importante.

    Turismo, participacin local y desarrollo sostenible

    El presente volumen trata sobre el impacto del turismo connfasis especial en las percepciones locales y la participacin lo-cal. Cada vez somos ms conscientes de que ambos conceptosson importantes para la sostenibilidad. En el famoso informeBrundtland de 1987, titulado Our Common Future [Nuestro futu-ro Comn], se define el desarrollo sostenible como aqul quebusca satisfacer las necesidades y aspiraciones del presente sincomprometer las capacidades del futuro (WCED 1987: 43). Di-cho informe considera que aliviar la pobreza es una condicin ne-cesaria: se considera la pobreza como una fuente mayor de de-gradacin ambiental que no slo afecta a un gran nmero depersonas en los pases en desarrollo sino que impide un desarro-llo sostenible de toda la comunidad de naciones, tanto subdesa-rrolladas como industrializadas.

    El concepto de desarrollo sostenible se populariz rpida-mente a todo nivel,entre planificadotes, burcratas, acadmicosy trabajadores del desarrollo. Esta popularidad se explica, en par-te, porque el concepto de desarrollo sostenible se basa en la ideade que el crecimiento econmico se debe tanto al desarrollo co-mo a la proteccin ambiental, otorga legitimidad a la economade libre mercado, [y] cree en una economa de goteo y en los be-neficios del progreso tecnolgico (Wood 1993: 7; traducido delingls, vase tambin Wall 1997: 485). El concepto atrajo la aten-cin sobre todo de planificadores e investigadores del sector tu-rstico porque combinaba el crecimiento econmico, la posibili-dad de generar las tan necesarias divisas y la conservacin de lanaturaleza (Krger 2004: 1). Pese a que el informe Brundtland nomenciona en ningn momento el turismo, planificadores e inves-tigadores del sector adoptaron rpidamente el trmino turismosostenible, atendiendo a la dimensin ecolgica, pero tambinsocial y econmica (Hunter 1997; Liu 2003: 463). Con el trans-

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  • curso del tiempo, surgieron nuevas formas de turismo: alternati-vo, participativo, rural, natural, ecolgico, conservacionista, soste-nible, selvtico y de vida salvaje. Estas nuevas formas de turismose desarrollaron en contraste con el turismo de masas, que su-puestamente generaba impactos ecolgicos negativos (Mowforthy Munt 1998: 45). Slo en los ltimos aos temas como el aliviode la pobreza y la justicia social han pasado a formar parte del de-bate del turismo sostenible, como sugiere el nuevo sitio web so-bre el turismo en favor de los pobres (www.pro-poortourism.or-g.uk) o el acuerdo firmado en noviembre de 2004 entre la OMC(Organizacin Mundial del Comercio) y la organizacin holande-sa para el desarrollo SNV en torno a la Iniciativa de turismo sos-tenible y eliminacin de la pobreza.

    Wall (1997) advierte que desarrollo sostenible y turismosostenible no son sinnimos. El primero se basa en un enfoquemulti-sectorial sobre el desarrollo, donde el turismo se consideraparte de un conjunto ms grande de actividades econmicas quecompiten entre s por el uso de recursos limitados. El turismo sos-tenible, en cambio, se apoya en un enfoque uni-sectorial que pro-cura mantener el turismo a costa de otros usos posibles de los re-cursos escasos. Esta dicotoma plantea la interrogante de quindefine la sostenibilidad y qu es sostenible Todo turismo debeser sostenible o se pueden imaginar situaciones donde el turismose promueva como una actividad a corto plazo que produzca in-gresos para apoyar otros proyectos econmicos a largo plazo demayor sostenibilidad? (Wall 1997: 486). Estas preguntas sugierenque los conceptos de sostenibilidad no siempre son formativos yque la sostenibilidad es un concepto discutido que se construyesocialmente y refleja los intereses de quienes estn involucradosen su construccin.

    Dentro del debate sobre el desarrollo sostenible, se haprestado especial atencin, desde el inicio, a la necesidad de in-corporar a la poblacin, facilitar su participacin y mejorar su si-tuacin. En los estudios sobre turismo, sin embargo, estos temasson relativamente recientes, pero han aumentado la concienciade que es importante involucrar a la poblacin local en el desa-rrollo turstico. Comparado con otras actividades econmicas, elturismo puede ser muy importante en la generacin y distribu-cin de ingresos y en el consumo de bienes y servicios produci-dos a escala local. No obstante, si la poblacin local no participaen el proceso de desarrollo, la mayor parte de los ingresos por tu-

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  • rismo salen de la regin en manos de inversores nacionales y ex-tranjeros y la poblacin local acarrea los costos negativos a me-nudo ecolgicos del desarrollo. Cada vez ms se considera laparticipacin local una condicin para el turismo sostenible (Liu2003: 465). No se puede creer, sin embargo, que la participacinlocal contribuya automticamente a la sostenibilidad. El mal usoque se da a este trmino con fines publicitarios es frecuente y sedistinguen muchas formas falsas de participacin local. Pretty(1995) dise una escala de participacin local: el nivel con me-nor participacin local recibe el nombre de participacin manipu-lada. Sus caractersticas se resumen en que la participacin essimplemente una pretensin. Puede haber representantes loca-les en puestos oficiales, pero su poder es nulo. Al otro extremo dela escala se encuentra la auto-movilizacin, donde la poblacinlocal participa con sus propias iniciativas, independientemente deinstituciones externas y decide ella misma las condiciones bajo lascuales las instituciones externas pueden participaren sus proyec-tos (Pretty 1995: Cuadro 1, vase tambin Mowforth y Munt1998: 241). Este tipo de participacin local puede ser difcil llevar-lo a la prctica. La auto-movilizacin puede inmovilizar institucio-nes externas que pretenden aprovecharse del desarrollo del turis-mo y desafiar la distribucin imperante de la riqueza y el poder.

    De lo antes mencionado queda claro que la sostenibilidadtiene muchos significados y que actores sociales poderosos pue-den imponer su significando de sostenibilidad a otros. Por consi-guiente, Mowforth y Munt (1998: 25) afirman que la sostenibili-dad es un concepto cargado de poder y que el turismo es un pro-ceso donde existe un elevado riesgo de crear desequilibrios depoder y desigualdades. En este volumen enfocamos la sostenibi-lidad desde la perspectiva de la poblacin local. Consideramosque la poblacin local es un concepto multidimensional que notiene que ver slo con la participacin sino tambin con la justi-cia social, el alivio de la pobreza, la democracia y la integridad cul-tural. De esta forma esperamos entender cmo los pueblos ind-genas, los estratos pobres y otros sectores de la poblacin localpueden beneficiarse o no del desarrollo del turismo.

    Turismo, interacciones globales y potencial de desarrollo

    El turismo es un tema cada vez ms importante dentro delas ciencias sociales, sobre todo porque permite mirar de cerca la

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  • interaccin entre procesos globales y respuestas locales. Sin em-bargo, su impacto depende mucho de circunstancias especificas;el turismo tiene potencial de generar beneficios y costos aun-que no conocemos an su impacto a largo plazo.

    El turismo es un factor (macro-)econmico importante enlas polticas de desarrollo de los pases andinos. Adems, tiene unadinmica econmica propia que lo convierte en un sector econ-mico importante, tambin a nivel micro. El turismo crea una largacadena de actividades informales pero tambin puede ser una es-trategia econmica peligrosa y vulnerable. Despus de los ataquesdel 11 de septiembre en Nueva York, el turismo disminuy osten-siblemente a nivel mundial, con serias consecuencias para la sub-sistencia de millones de personas pobres que viven de esta activi-dad y para las economas de los pases afectados.

    El turismo posibilita contactos culturales cada vez ms in-tensos entre individuos y grupos que llevaban hasta entoncesuna vida separada. Se habla del turismo playero, del turismo cul-tural, o incluso del turismo sexual: la interaccin cultural siempreest de por medio. Los cambios culturales que provoca esta inte-raccin no deben ser condenados en principio. Las culturas hanestado cambiando a lo largo de la historia. Es necesario, sin em-bargo, encontrar parmetros e instrumentos de anlisis que nospermitan entender la naturaleza y la direccin de estos cambiostal como ocurre en diferentes niveles de la sociedad andina.

    El turismo es parte de una internacionalizacin poltica.Aunque debemos admitir que el turismo no es poltico en s mis-mo, tiene consecuencias claramente polticas. Turistas con buenasintenciones introducen nuevas ideas sobre temas polticos y mora-les; lo hacen implcitamente por el mero hecho de estar en otro la-do, pero tambin explcitamente por el hecho de hablar con lagente o expresar sus opiniones. En ocasiones apoyan estas ideasdesde su lugar de origen y crean organizaciones de solidaridad osin fines de lucro. Al mismo tiempo, los gobiernos toman medidaspara proteger a los turistas en reas especficas, diseando a vecesuna legislacin especial con este propsito. Por otra parte, las co-munidades locales y los movimientos sociales utilizan el turismo ya los turistas para exigir que se cumplan sus pedidos.

    El turismo crea presin sobre los recursos naturales all don-de antes no exista. El consumo de agua en complejos tursticos,para poner un ejemplo, puede ser mayor que el de toda una pro-vincia, lo cual ocasiona una fuerte presin sobre los recursos dis-

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  • ponibles. El turismo ecolgico, incluso, ha de encontrar un com-plejo equilibrio entre el uso racional de los recursos naturales y lanecesidad de aumentar el nmero de turistas. Sitios mundialmen-te famosos como Machu Picchu son fuente de copiosos ingresos,pero aumentan al mismo tiempo el riesgo de un desastre ecol-gico, pese a estar protegidos en este sentido por la UNESCO. Pa-ra el caso de los Andes, se prefiere un turismo de bajo impactoque evite cambios radicales en la sociedad receptora pero quecontribuya tambin al desarrollo sostenible. Se cree que el turis-mo debe tener el suficiente potencial para auto-generarse y sos-tener a las futuras generaciones. La mayora de turistas y opera-dores tursticos, sin embargo, tienen intereses a corto plazo quepodran conducir a la destruccin de las culturas nativas y su he-rencia a las futuras generaciones.

    De todos modos, el turismo produce una interaccin cultu-ral, poltica y econmica entre grupos humanos que no haban es-tado antes en contacto. En palabras de Herbert (1995: 1): el tu-rismo es tambin una elaboracin ideolgica de la historia, la na-turaleza y la tradicin; una elaboracin que tiene el poder de re-modelar la cultura y la naturaleza segn sus propias necesidades.Nuestra pregunta es en qu medida podemos ver a los actores lo-cales y escuchar su voz en este proceso de elaboracin y transfor-macin. Por otro lado, todos sabemos que el turismo no slo sonideas e ideologas sino tambin bienes y artculos de consumo. Elturismo implica una confrontacin permanente entre las culturasmateriales y un flujo permanente de bienes. Cul es la importan-cia cultural de este aspecto material del turismo y cules son loscambios que conlleva?

    Existen factores tanto positivos como negativos y slo escuestin de tiempo para que cambie el equilibrio entre ellos. Es-tos ejemplos demuestran que no se puede hacer conclusiones ojuicios polticos apresurados sobre la conveniencia del turismo co-mo estrategia de desarrollo. Lo que parece ventajoso y positivo acorto plazo, resulta poltica y econmicamente desastroso a largoplazo. Lo que parece negativo al inicio como la introduccin decultivos agrcolas no tradicionales en Guatemala puede benefi-ciar a muchos luego de algunos aos. Pero entonces la pregun-ta es si iniciativas como estas continan siendo positivas a largoplazo. Si queremos hacer conclusiones razonables desde un pun-to de vista cientfico, debemos tomar en cuenta todas estas con-tradicciones y complejidades.

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  • Cmo est organizado este volumen

    El presente volumen est divido en captulos, cada uno delos cuales da una mirada al turismo desde una perspectiva parti-cular y en distintas zonas. El libro nos lleva a lo largo de la rutaandina por un viaje que empieza en la capital inca del Cuzco pa-ra trasladarnos luego al hinterland (el camino inca, el mercadode Pisa y Machu Picchu), a la isla de Taquile en el Titicaca bolivia-no, a Sucre y la zona de Tarabuco, y finalmente a Potos y Uyu-ni. En lugar de enfocarnos en sitios individuales, analizamos loque ocurre a lo largo de las rutas, tomando en cuenta los vn-culos entre los distintos sitios. Los siguientes captulos analizan elimpacto del turismo desde el punto de vista de sus actores: losgobiernos y las ONGs, las diferentes categoras de la poblacin,los guas y los turistas.

    En el captulo 2, Annelou Ypeij analiza los discursos sobrela cultura en las polticas encaminadas al desarrollo del turismo.Ypeij muestra cmo los gobiernos, las organizaciones no guber-namentales y la UNESCO contribuyen al universalismo cultural yal congelamiento de la cultura mediante el uso de definicionesesencialistas en sus polticas. Ypeij muestra cmo los planificado-res locales centran su atencin en el lado llamativo de la cultu-ra y venden sus aspectos ms coloridos y alegres festivales, dan-zas, mscaras y vestimentas a costa de otros. De esta manera noslo crean una imagen irreal de la vida cotidiana sino que descar-tan los aspectos ms dinmicos del desarrollo y el cambio cultu-ral. Las culturas indgenas promovidas con fines tursticos se redu-cen a un folklore que no coincide con la vida diaria de la gentepobre. Al intentar atraer ms turistas interesados en visitar lugaresy personas autnticas en estado puro, se convierte a las culturasindgenas y a sus pueblos en artculos de consumo. Se agrava asel dilema entre conservar los lugares que segn los mismos pla-nificadores tursticos deben mantenerse puros y promover lasiniciativas de la gente que lucha por mejorar sus condiciones so-ciales y econmicas. Una promocin semejante del turismo noayudar a los pobres a formar parte de los procesos de crecimien-to orientados a sacarlos de la pobreza.

    En el captulo 3, Elayne Zorn y Linda Farthing nos mues-tran cmo en la isla de Taquile la poblacin local ha logrado apro-piarse de los beneficios del desarrollo turstico. Para ello los taqui-leos aprovechan el aislamiento de la isla (rodeada de agua), la

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  • fortaleza de la organizacin comunitaria y su capacidad de con-servar una imagen de lugar autntico tpicamente andino. Unnmero cada vez mayor de turistas ha empezado a visitar el lu-gar, mientras la poblacin ha logrado mantener fuera los intere-ses forneos. Han encontrado as maneras de monopolizar eltransporte de y hacia la isla, el servicio hotelero y muchos otrosdestinados a los turistas. Zorn y Farthing muestran, sin embargo,que las reformas neoliberales amenazan con cambiar la situacin.Mucho depender del xito que tengan los isleos en controlarel proceso de desarrollo turstico y evitar la prdida de autentici-dad mientras continan con sus aspiraciones de ascenso social yse protegen de las fuerzas del mercado.

    Keely Maxwell analiza en el captulo 4 cmo los indgenasque viven cerca del camino inca buscan activamente la forma debeneficiarse del turismo: se ofrecen como porteadores, alquilansus parcelas para sitios de campamento y trabajan de vendedo-res ambulantes. La gente ha desarrollado varias estrategias paraapropiarse de los beneficios del turismo, organizndose en gru-pos y poniendo reglas para una justa distribucin de los ingresos.No obstante, Maxwell tambin muestra cmo la poltica de impo-ner un reglamento a los porteadores, impulsada por una institu-cin gubernamental, est restringiendo las oportunidades de lapoblacin local. El que las poblaciones locales puedan o no be-neficiarse del turismo (convertirse en campesinos metalizados) de-pende en buena medida de los actores sociales forneos.

    En el captulo 5, Beatrice Simon muestra cmo la pobla-cin local de Pisac, otro sitio turstico, mira el futuro del turismo.Simon vincula las ideas locales con el concepto de turismo y de-muestra que las percepciones difieren segn las generaciones. Laautora aborda los numerosos problemas que existen entre lo mo-derno y lo autntico. La mayora de la poblacin busca el pro-greso material y un futuro para sus hijos, pero sin perder su pro-pia identidad y manteniendo cierto grado de autenticidad. Simonsostiene que la sostenibilidad del turismo depende mucho de lacapacidad de la gente para satisfacer sus aspiraciones de moder-nizacin sin perder su toque de autenticidad. Cmo lograr unequilibrio entre lo moderno y lo autntico es uno de los dilemasque enfrentan los piseos.

    Azusa Miyashita nos ofrece en el captulo 6 un anlisis decmo las comunidades cumplen un papel activo en la invencinde la atraccin turstica y explotan partes de la historia que no

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  • le pertenecen necesariamente. Mientras una comunidad ve en elflujo de turistas que viajan de Cuzco a Puno una oportunidad in-teresante para desarrollar el turismo local, otra comunidad no love as, pese a estar ubicada a igual distancia de la ruta que la pri-mera. Miyashita muestra la importancia de la iniciativa local e in-dica que la estructura de oportunidades no puede evaluarse se-gn el beneficio econmico, la suficiencia de recursos o la capa-cidad organizativa. Otros factores como el orgullo y la identidadtambin entran en juego. El que las comunidades aprovechen lasalternativas que ofrece el turismo depende en buena medida desu voluntad en ese sentido y de su actitud entusiasta, ambosfactores que dependen a su vez de experiencias previas.

    Jos Fernndez analiza en el captulo 7 los dilemas asocia-dos con la propiedad y la participacin. Fernndez muestra cmoen los Andes bolivianos una de las regiones ms pobres del pas una organizacin no gubernamental(ASUR) inici un proyectodestinado a producir textiles indgenas para la venta al sector tu-rstico de Sucre en el mercado dominical de Tarabuco. El proyec-to estaba orientado a ofrecer beneficios a la poblacin local. Gra-cias a los ingresos derivados de la produccin y la venta de texti-les, los agricultores pobres tienen fuentes de ingreso alternativasque les ayudan a sobrevivir. Pasados los aos, sin embargo, ASURsigue controlando el proceso. El poder de negociacin de las co-munidades es demasiado pequeo para permitir una participa-cin real. Debido a la falta de informacin por ejemplo, las pre-ferencias del turista con respecto a los colores, los modelos y lasimgenes y a la falta de organizacin, las comunidades no hanpodido asumir las iniciativas desarrolladas por ASUR. Despus dems de una dcada, los actores forneos ASUR y las cooperati-vas siguen controlando la situacin, y los productores indgenascontinan dependiendo de ellos para obtener la informacin ne-cesaria para la produccin y el acceso a los mercados.

    El captulo 8, a cargo de Griet Steel, investiga el impactodel turismo desde la perspectiva de la poblacin urbana. Steelanaliza en qu medida el turismo est generando beneficios alos vendedores ambulantes del Cuzco. La autora describe cmoel municipio intenta expulsarlos del centro histrico con el afnde ofrecer la imagen de una ciudad limpia y segura a los turistasque visitan la ciudad todos los aos. Como alternativa para el co-mercio ambulante, la municipalidad construy mercados fueradel centro histrico. Muchos vendedores aceptaron ser reubica-

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  • dos en estas nuevas dependencias porque consideraban unaventaja no tener que deambular para vender sus productos. Sinembargo, actualmente se quejan de que los nuevos centros noatraen a los turistas como se esperaba. En efecto, los turistas tie-nen dificultad en llegar a los mercados porque estn ubicadosfuera del centro de la ciudad. En las calles del centro de la ciu-dad siguen trabajando varios vendedores ambulantes que noconsiguieron un espacio en los mercados municipales. En gene-ral, estos vendedores tienen ms oportunidades de ganar dine-ro, pero como la venta informal en las calles est prohibida, en-cuentran ms presin sobre sus actividades laborales. Como con-secuencia de ello, la poltica de limpieza del Cuzco reduce lasposibilidades de la poblacin local de beneficiarse del turismo. Laexpulsin de los vendedores ambulantes del centro est limitan-do las oportunidades de que la gente pobre mejore su situacinsocioeconmica.

    En el captulo 9 Vctor Vich utiliza dos narrativas Buscan-do el inca y Cazador de gringas para mostrar la posicin nicaque ocupan los bricheros. Este captulo analiza el papel del briche-ro con respecto a los procesos actuales de globalizacin y las re-formas neoliberales. Vich demuestra cmo los bricheros ofrecen alos turistas lo que ellos buscan y construyen as una identidad po-co o nada vinculada con el medio local. Como respuesta a la mi-gracin internacional y las necesidades del turista, los bricheros re-construyen la historia precolonial a travs de la historia que entre-gan al turista, y en el proceso, reducen su cultura a folklore. Encierto sentido, la globalizacin reproduce relaciones coloniales depoder: la poblacin de los pases hegemnicos obliga a la gentedel Sur a vender imgenes acordes con los deseos del turista.

    Karin Bosman analiza en el captulo 10 el papel de losguas como constructores de identidades multidimensionalesque se relacionan con imgenes inventadas de la historia inca yal mismo tiempo forman parte de la realidad presente. Bosmandemuestra que el papel de los guas es tender puentes, por loque es necesario tomar en cuenta su conocimiento cuando dis-cutimos la forma de mejorar el vnculo entre turismo y desarrollosostenible. Si nos enfocamos en el mundo turstico, vemos que elimpacto local depende mucho de la forma cmo los turistas via-jan e invierten a lo largo de las rutas.

    Daan Mager demuestra en el captulo 11 que existen variascategoras de turistas que no encajan necesariamente en las clasi-

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  • ficaciones usuales que se manejan en la planificacin. Adems delos mochileros y los grupos organizados, existen otras categoras.Si nos limitamos al comportamiento del gasto, sobre todo en loconcerniente al alojamiento en hoteles, alimentacin y compras,vemos que los mochileros contribuyen ms que los turistas orga-nizados al alivio de la pobreza, porque visitan los lugares ms po-bres y su inversin se distribuye en una zona ms amplia.

    En el captulo 12, Roxana Duln sigue las rutas de los turis-tas y llega a la conclusin de que, para poder evaluar el vnculoentre turismo y desarrollo, es importante no enfocarse nicamen-te en sitios especficos. Los turistas viajan siguiendo rutas y slo es-pordicamente se quedan en un lugar. Duln procura ofreceruna imagen completa de esta situacin, para lo cual muestra laconexin entre diferentes lugares, donde no slo existen flujos depersonas (turistas) sino tambin de capital, lo cual resulta en la re-distribucin de costos y beneficios. La conclusin es que se debeprestar ms atencin a las conexiones extra-locales en la formula-cin de polticas de desarrollo turstico.

    El volumen concluye con el captulo 13, a cargo de An-nelies Zoomers, que analiza las percepciones andinas de la an-dinidad comparadas con las ideas de los turistas, incluyendolas percepciones que tienen ambos grupos sobre la pobreza.Zoomers explica que el desarrollo el turismo no suele ser unamanera fcil de estimular el desarrollo en general; en cierta me-dida puede ayudar a la gente a mejorar su situacin, pero lasoportunidades pueden ser aprovechadas solamente por un n-mero restringido de personas en determinados lugares; inclusoentonces, los beneficios se restringen por la dificultad de influiren la conducta del turista y los costos (al medio ambiente, la or-ganizacin social, etc.) que no siempre compensan los benefi-cios. A fin de que el desarrollo del turismo sea ms beneficiosopara los grupos locales y su impacto sea ptimo, se debe ponerempeo en ayudar a los grupos locales a controlar mejor la si-tuacin, apoyando la coordinacin de sus esfuerzos sobre la ba-se de rutas (no de sitios) y sin invisibilizar a la poblacin local co-mo duea del patrimonio (lo que ocurre casi siempre cuandoun sitio entra a formar parte de la lista de la UNESCO). De cual-quier manera, la capacidad del turismo para mitigar la pobrezase limita a los grupos que viven cerca de los sitios tursticos. Lamayora est aislada y nunca puede recoger beneficio algunode la actividad turstica. En estas condiciones, la mayor parte de

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  • los pueblos indgenas se ven obligados a migrar, de suerte quelos flujos de personas se invierten: mientras los turistas nortea-mericanos y europeos visitan los Andes, la poblacin local migraa los Estados Unidos y Europa en busca de mejores y ms sos-tenibles oportunidades para mejorar sus condiciones de viday las de sus hijos. Es probable que los que se van logren unamejor posicin que los que se quedan.

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  • La cultura y la lucha por la inclusin social: un anlisis de los planes de desarrollo y turismoen la regin andina1

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    Per es uno de los pases de Amrica que tiene el mayorporcentaje de poblacin campesina y nativa. Esto implicaque Per tiene diversas posibilidades para el turismo cul-tural que capitalicen su patrimonio cultural prehispnico.Este tipo de productos tursticos debera de jugar un rolcentral en la diversificacin de los productos tursticos delPer (...) El concepto de turismo alternativo debera de seraplicado ampliamente para el desarrollo de productos tu-rsticos que capitalicen los atractivos que pueden ofrecerlas culturas indgenas.2

    Esta cita la he tomado del plan maestro elaborado por elMinisterio de Comercio Exterior y Turismo del Per en colabora-cin con una organizacin de desarrollo japonesa. El plan cons-tituye el marco de una planificacin y regulacin ms detalladasy puede encontrarse en el sitio web del Ministerio. Es la intencindel gobierno peruano desarrollar varias formas de turismo. De lacita se desprende que las culturas indgenas del Per se conside-ran importantes en la consecucin de dicho objetivo.

    El turismo en el Per es una industria de rpido crecimien-to. El famoso sitio arqueolgico de Machu Picchu atrae a cientosde miles de visitantes cada ao. Muchos de ellos no slo visitanMachu Picchu sino tambin otras atracciones tursticas en los An-des bolivianos y peruanos. En los Andes viven pueblos indgenasde habla quechua y aimara. Campesinos como son, su situacinde vida es bastante dura, no slo por las difciles condiciones cli-matolgicas y la altura, sino tambin porque sus actividades agr-colas apenas les reportan ingresos suficientes para cubrir sus ne-cesidades bsicas. Se pueden considerar entre los pueblos ms

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  • pobres y marginados de Bolivia y Per. Puesto que el turismopuede ofrecerles una fuente de ingreso, se plantea la preguntade si deben participar o no en el proceso de desarrollo turstico ybeneficiarse de l, y de ser as, en qu condiciones.

    El presente captulo no pretende responder a estas pre-guntas de manera exhaustiva y se ocupa ms bien del papel queasignan a los pueblos indgenas los planes diseados para pro-mover el turismo y proteger las atracciones y recursos tursticos.Como acabamos de ver en la cita con que inicia este captulo, lapoblacin campesina y nativa no slo se considera numerosa si-no que es vista como la encarnacin de la herencia cultural pre-hispnica, una cultura que puede y debe ser capitalizada comoproducto turstico. Me parece que las formas en que muchos pla-nes tursticos definen la cultura y a los pueblos indgenas nosdan razones para ser escpticos. La idea de que la cultura es algoque puede ser apropiado, adueado y comercializado por losplanificadores tursticos est relacionado con un enfoque esencia-lista. Este enfoque no est exento de riesgos y no slo puedecrear polticas culturales cuestionables sino tambin repercutir ne-gativamente en las polticas y las prcticas socioeconmicas. Mihiptesis es que un enfoque esencialista de la cultura puede rea-firmar y reforzar procesos de exclusin social ya existentes.

    En este captulo se analizarn varios planes de desarrolloturstico confeccionados por planificadores bolivianos y peruanosa nivel de organizaciones no-gubernamentales y gobiernos bina-cionales, nacionales, regionales y locales3, todos los cuales traba-jan en estrecha colaboracin. He puesto atencin en las definicio-nes de cultura utilizadas en los documentos, la forma en que es-tas polticas culturales se implementan y el papel que se atribuyea la poblacin rural e indgena en el turismo. Es importante notarque las distintas ONGs que trabajan en la regin prestan muchaatencin al papel de la poblacin rural e indgena. Sin embargo,otros documentos, en particular los preparados por gobiernosnacionales, casi nunca tratan de la cultura o de los pueblos ind-genas. El silencio de dichos textos encierra, en mi opinin, un sig-nificado especfico.

    Este captulo est organizado de la siguiente manera. Enprimer lugar tratar las ideas actuales en torno al concepto de cul-tura dentro de las ciencias sociales. Luego me ocupar de la ideade cultura que maneja la Organizacin de las Naciones Unidas pa-ra la Educacin, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Esta organiza-

    Annelou YpeijAnnelies Zoomers

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  • cin constituye un importante actor social en la definicin de pol-ticas encaminadas a la proteccin de los recursos tursticos. Sus po-lticas se formulan a travs de un debate internacional, por lo quepueden considerarse el resultado de un consenso global. En ter-cer lugar analizar la forma en que definen la cultura los distintosplanes que he tomado en cuenta. En cuarto lugar relacionar lossignificados especiales del concepto de cultura con distintos casosy prcticas a fin de mostrar que la poltica cultural y la poltica so-cioeconmica estn ntimamente relacionadas y que dicha rela-cin puede conducir a procesos de exclusin social. No slo lospueblos indgenas se ven afectados por estos procesos sino tam-bin otros sectores pobres tales como campesinos y vendedoresambulantes. La cultura es un concepto crucial que est en el cen-tro de la lucha por la inclusin social.

    Teoras de la cultura

    La cultura es un trmino que se utiliza a menudo en deba-tes pblicos y acadmicos, pero muchas veces su uso provocamalos entendidos debido a la multiplicidad de sus distintos signi-ficados. Raymond Williams, terico de la cultura, distingue tressignificados. En primer lugar, cultura significa un proceso generalde desarrollo intelectual, mental y esttico utilizado en el sentidode mayor civilizacin. El segundo significado de cultura es la for-ma de vida especfica de un pueblo, una poca o un grupo. Eltercer significado tiene que ver con el producto de actividades in-telectuales o artsticas en particular (Williams, citado en Koenis2002: 51). El ltimo significado tiene que ver sobre todo con laalta cultura con C mayscula. Se incluyen en este concepto lafilosofa, la msica, el teatro, la literatura y otras creaciones alta-mente valoradas de tradicin cultural y cultura material. Est im-plcito en este significado la idea de que la cultura comprende lomejor, no de cualquier tradicin, sino slo de la tradicin occi-dental. La tradicin occidental no slo es la norma segn la cualse evalan los artefactos de otras culturas, sino tambin la nicaverdadera productora de alta cultura. El segundo significado decultura, la cultura como forma de vida, representa un enfoquems antropolgico hacia la diversidad: la gente que estudia la an-tropologa es diferente de aquella que est dentro de la tradicinoccidental. La cultura como forma de vida comprende las carac-tersticas y valores especficos de un grupo, tribu, pueblo, nacin,

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  • etc. (Koenis 2002: 54) Estas formas de vida tambin producen ar-tefactos, pero slo en segunda instancia estos son reconocidoscomo cultura con C mayscula.

    Si consideramos la cultura como una forma de vida espec-fica, existen dos teoras o discursos relevantes para la presente dis-cusin (vase Baumann 1999: 81-96). El primero tiene que vercon un enfoque esencialista de la cultura. Desde esta perspectiva,la cultura se considera un objeto fijo y acabado, cuyos rasgos hansido desarrollados en el pasado. En este discurso la cultura es unacosa que puede tener dueo y los individuos se consideranmiembros de dicha cultura. Se asume que su cultura influye y mo-dela profundamente sus actos, ideas y perspectivas. Este enfoquede la cultura no ofrece mucho espacio para el cambio, la diferen-cia, las interpretaciones individuales y la flexibilidad. Al contrario,el nfasis est en la uniformidad, la coherencia y la inmutabilidad(Lutz y Abu-Lughod 1990: 9). El enfoque esencialista de la cultu-ra se asocia con el discurso del relativismo cultural: todo grupo esuna entidad cerrada, con sus propios valores, prcticas y morali-dades. El segundo enfoque concibe la cultura como un proceso(Baumann 1999: 81-96). En este enfoque, la cultura no es algoesttico que una persona posee, sino algo que est en constantecreacin por un grupo de personas, algo construido y reconstrui-do mediante actividades e interacciones cotidianas entre los indi-viduos. El enfoque procesualista de la cultura da cabida a las in-terpretaciones individuales, las negociaciones, la diferencia y lastransformaciones.

    De acuerdo con Baumann, los enfoques esencialista y pro-cesualista de la cultura no son excluyentes. Deben ser entendidoscomo discursos que se usan dependiendo de la situacin. El enfo-que esencialista puede servir como estrategia poltica en caso deque una minora cultural quiera luchar por sus derechos. Una re-trica esencialista de la cultura como aquella que encierran las pa-labras somos miembros de una cultura con races histricas y va-lores tradicionales, tendr mucho ms xito que una retrica pro-cesualista que implica cambio y diversidad. Baumann afirma queel discurso esencialista sobre la cultura (tener una cultura) es unateora popular, quiz una teora falsa, pero con un gran potencialestratgico. El discurso procesualista sobre la cultura (hacer unacultura) es mucho menos usado en el discurso cotidiano, pero esla nica teora que puede ser til a las ciencias sociales (Baumann1999: 90). La idea de que un enfoque esencialista de la cultura

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  • puede servir como estrategia y mejorar las condiciones de vida delas minoras nos lleva a concluir que no debemos rechazar de pla-no el esencialismo en todos los casos. Cabe entonces preguntar-nos qu actores sociales utilizan el esencialismo y cules son sus in-tenciones.

    Los significados de la cultura en la planificacin

    En el proceso de formulacin de polticas para proteger re-cursos tursticos tales como sitios arqueolgicos, medio ambientey paisaje, la UNESCO desempea un papel social preponderante.En los Andes peruanos y bolivianos4 son cuatro los lugares decla-rados por la UNESCO Patrimonio Mundial de la Humanidad: elcentro histrico del Cuzco (Per), el sitio inca de Machu Picchu(Per), el centro histrico de Sucre (Bolivia) y la ciudad de Potos(Bolivia). Adems, recientemente, los tejidos de la isla de Taquile(Per) han sido reconocidos como patrimonio cultural intangible.Cada ao representantes de la UNESCO hacen visitas de campo,asesoran y escriben sendos informes sobre las condiciones de es-tos patrimonios culturales y naturales. Esto significa que la influen-cia de la UNESCO y su definicin de cultura son visibles en la re-gin. El informe de la UNESCO Our Creative Diversity (WCDD1995) constituye una importante declaracin sobre la definicinde cultura. El informe est escrito de forma muy meticulosa y supreparacin llev varios aos5. Con una actitud crtica y concor-dante a la vez, Eriksen resume el significado de cultura que adop-ta el informe. El mundo es culturalmente diverso y es necesarioperseguir modelos polticos que mantengan y alienten dicha di-versidad. Esta variedad funciona de manera creativa porque esti-mula la originalidad de los miembros de una cultura. La herenciacultural debe ser respetada no slo la propia sino tambin la deotros (Eriksen 2003:132). Las minoras tnicas y lingsticas tienenel derecho a conservar su particularidad cultural, pero sus cultu-ras se consideran frgiles, amenazadas y necesitadas de protec-cin. El informe de la UNESCO considera implcita o explcitamen-te las culturas como tradicin, algo arraigado y viejo que compar-te en grupo y marca sus fronteras. En otras palabras: las culturasse perciben como una entidad circunscrita a un grupo social quecomparte los mismos valores y costumbres basados en la tradi-cin y en races antiguas. Aunque el informe reconoce el univer-salismo cultural y los procesos de globalizacin, las influencias ex-

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  • ternas y la criollizacin como fenmeno cultural, el relativismo cul-tural es el discurso principal (Eriksen 2003: 130-132)6.

    El enfoque de la UNESCO de las culturas como entidadescircunscritas a grupos sociales se encuentra difundido en docu-mentos de planificacin escritos por gobiernos y ONGs en los An-des bolivianos y peruanos. Dichos informes subrayan las raceshistricas y tradicionales y la autenticidad de las costumbres ind-genas. Algunos reportes incluso tratan de describir la esencia delas culturas indgenas en pocas palabras. El plan de desarrollo deldistrito de Ollantaytambo, una poblacin en la va a Machu Pic-chu cuya municipalidad comprende comunidades indgenas, di-ce lo siguiente:

    Las manifestaciones culturales de la zona alto-andina sonricas y marcadas, se inician en su vestimenta autctona deuso diario () que es apreciado y admirado por los turis-tas. Las danzas propias en esta zona son Huallata, Quill-huas y Sargento. Todava estas comunidades cuentancon sus varayoc que se constituyen en los personajes im-portantes7.

    Otros informes hablan de valores histricos culturales8,costumbres ancestrales9, y artes folclricas10. En ocasiones lospueblos indgenas contemporneos son vinculados directamentecon el pueblo Inca. La organizacin no-gubernamental CentroAndino de Tecnologa Tradicional y Cultural de las Comunidadesde Ollantaytambo (CATCCO) trabaja en las comunidades ruralesdel distrito de Ollantaytambo. En su afiche informativo afirma losiguiente:

    Hoy en da Ollantaytambo es un registro viviente de su pa-sado y los Ollantinos son los herederos de la riqueza cul-tural y las tradiciones que se acumularon aqu con el pa-sar de los tiempos (traducido del ingls)11.

    En los informes analizados, la cultura se percibe a menudocomo algo vinculado sobre todo con los pueblos indgenas, aquienes se describe como representantes del pasado. Este enfo-que esencialista de las culturas indgenas se vincula con la percep-cin de la cultura como algo valioso para el turismo, que puedeser capitalizado, segn la cita con que abrimos este captulo. Seconvierte as la cultura en producto y recurso turstico. El informesobre los problemas ambientales del Lago Titicaca, ubicado en lafrontera entre Bolivia y Per, fue redactado por los gobiernos de

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  • ambos pases conjuntamente con el Programa de las NacionesUnidas para el Medio Ambiente. Segn dicho informe,

    La regin (...) tiene abundantes y variados recursos tursti-cos: reas silvestres con fauna y flora nativas, paisaje, posi-bilidades de navegacin y pesca, valores arqueolgicos ni-cos en el mundo, reliquias histrico-religiosas, costumbres ytradiciones milenarias, eventos folclricos y otros (nfasis dela autora)12.

    De igual manera, la ley de promocin y desarrollo tursticode Bolivia menciona las culturas vivas de los Andes junto con losrecursos arqueolgicos y naturales del pas. El artculo 5.b de di-cha ley dice as:

    Garantizar la conservacin y uso racional de los recursosnaturales, histricos, arqueolgicos y culturales que tie-nen significacin turstica y que son de inters general dela Nacin (nfasis de la autora)13.

    El peligro de entender la cultura como recurso y productoturstico es negar el hecho de que las culturas son vividas y re-construidas en la vida diaria. La gente renegocia constantementesus prcticas y valores culturales en sus relaciones sociales. Sinembargo, al entender la cultura como producto y recurso tursti-co, la convertimos en un objeto pre-moderno y esttico congela-do en el tiempo (Cf. Phillips 1995). Este enfoque apenas da cuen-ta del cambio y la dinmica.

    Algunos informes perciben el cambio de las culturas ind-genas como una amenaza que socava las costumbres tradiciona-les. Las comunidades indgenas sufren una transculturacin queconduce a la prdida de formas de trabajo social establecidasdesde la poca incaica14. La Fundacin para la Investigacin An-tropolgica y el Etnodesarrollo (ASUR) es una ONG que trabajaen varias comunidades rurales de los Andes bolivianos. La organi-zacin asocia el cambio cultural con la extincin. al respecto dicelo siguiente en su sitio web:

    En los alrededores de la ciudad de Sucre, y dentro de laProvincia Oropeza, hacia el norte, teniendo como vecinosa los Jalqa, se encuentran varias comunidades Chuta dehabla quechua. Actualmente este grupo tnico est enpeligro de extincin, sobre todo debido a la rpida acul-turacin que se produce por encontrarse esta etnia muycerca de Sucre15.

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  • Otros informes sostienen que el turismo constituye unaamenaza de transformacin cultural. El municipio de Ollantay-tambo asocia el turismo con el inminente peligro de prdida devalores y costumbres tradicionales16. Las ONGs que han redacta-do un plan para la provincia de Calca lo formulan en los siguien-tes trminos:

    La provincia de Calca registra valores y manifestacionesculturales expresados en los sistemas de organizacin co-munal, ritos, festividades, danza, msica, e idioma que sepierden con el transcurso de los aos y por la influenciade elementos externos como... el turismo...17

    Otros informes consideran su misin proteger, revivir y re-cuperar las manifestaciones culturales amenazadas. Un reportehabla incluso de la revitalizacin de las culturas en general18. Deigual manera, el gobierno boliviano considera importante pro-mover la preservacin y salvaguarda de los valores culturales... ytnicos de la regin19. La intencin de organizaciones no-gu-bernamentales como CATCCO, el Centro para Textiles Tradiciona-les de Cuzco (CTTC) y ASUR es revivir las antiguas tcnicas, entreotras expresiones culturales. Para ellas, el turismo es muy impor-tante para conseguir sus objetivos, porque ofrece un mercadopara vender los productos obtenidos a travs de supuestas tcni-cas antiguas. As, el turismo es visto como una amenaza para lasculturas de los pueblos indgenas y al mismo tiempo como unafuerza capaz de fortalecerlas y salvarlas.

    En los planes que hemos estudiado, observamos que lacultura se define de forma esencialista, con tres significados: elcambio cultural es una amenaza, la cultura puede ser comerciali-zada y es algo exclusivo de los pueblos indgenas. La implemen-tacin de polticas basadas en estos significados puede crear prc-ticas socioeconmicas que conduzcan a la exclusin social.

    La amenaza del cambio cultural

    La planificacin se ha basado en gran parte en la idea deque se debe rescatar las culturas antiguas. Aunque estrategiasde este tipo pueden parecer positivas a primera vista, encierrantambin muchos riesgos. Como lo ha explicado Baumann(1999), una definicin esencialista de la cultura puede tener ungran potencial estratgico. Sin embargo, el esencialismo tam-

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  • bin puede tener efectos nocivos. Todo depende de qu actorsocial utilice el esencialismo y con qu fines. En el caso de quelos pueblos indgenas puedan traducir sus propias def