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SHARQ AL-ANDALUS Estudios Mudéjares y Moriscos Núm. 19, Teruel-Alicante, 2008-2010 Centro de Estudios Mudéjares - Instituto de Estudios Turolenses Área de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante

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SHARQ AL-ANDALUSEstudios Mudéjares y Moriscos

Núm. 19, Teruel-Alicante, 2008-2010Centro de Estudios Mudéjares - Instituto de Estudios Turolenses

Área de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante

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19

ÁREA DE ESTUDIOSÁRABES E ISLÁMICOS

Universidad de Alicante

DE ARAGONGOBIERNO

Departamento de EducaciónCultura y Deporte

Al-Andalus 19 (logosnuevos) 23/5/11 17:50 Página 1

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SHARQ AL-ANDALUSEstudios Mudéjares y Moriscos

N.o 19

Teruel - Alicante, 2008-2010

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SHARQ AL-ANDALUSEstudios Mudéjares y Moriscos

DirectorLuis F. Bernabé Pons

Co-DirectorJosé Manuel Latorre Ciria

Secretaria de redacciónMaría Teresa Fonte Escriche

Comité de redacciónCarmen Ansón

Francisco Franco SánchezEva Lapiedra Gutiérrez

Comité AsesorGonzalo Borrás Gualis

Leonard P. HarveyEsteban Sarasa

Bernard VincentComité Científico del Centro de Estudios Mudéjares

EditoresCentro de Estudios Mudéjares, Instituto de Estudios Turolenses, Teruel

Área de Estudios Árabes e Islámicos, Universidad de Alicante

El Centro de Estudios Mudéjares es una institución adscrita al Instituto de Estudios Turolenses y patrocinada por el Gobierno de Aragón, la Diputación Provincial de Teruel,

el Ayuntamiento de Teruel y la Caja de Ahorros de la Inmaculada

Correspondencia e intercambiosSharq Al-Andalus

Área de Estudios Árabes e Islámicos, Dpto. de Filologías Integradas Universidad de Alicante. Apdo. 99, 03080 Alicante (España)

Suscripciones y pedidosCentro de Estudios Mudéjares (Instituto de Estudios Turolenses)

Apdo. 77, 44080 Teruel (España)[email protected] http://www.centrodeestudiosmudejares.org

Composición e impresiónINO Reproducciones, S.A.

Pol. Malpica, calle E, 32-39 (INBISA II, nave 35) 50016 Zaragoza

Depósito LegalZ-3335-98

ISSN0213-3482

PortadaFragmento peninsular del portulano árabe de Ibrahim de Murcia, Trípoli, 1463

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C O L A B O R A D O R E S D E E S T E N Ú M E R O

APARICI MARTÍ, Joaquín, Profesor, Depto. Historia Medieval, Universitat de València.

BENEYTO LOZANO, Ana I., Investigadora, Universidad Complutense de Madrid.

BERNABÉ PONS, Luis F., Catedrático de Estudios Árabes e Islámicos, Universidad deAlicante.

CARRASCO GARCÍA, Gonzalo, Investigador, Universidad Complutense de Madrid.

CUTILLAS FERRER, José Francisco, Profesor Titular de Estudios Árabes e Islámicos,Universidad de Alicante.

GIL HERRERA, Jorge, Investigador, EHESS (París).

HINOJOSAMONTALVO, José, Catedrático de Historia Medieval, Universidad de Alicante.

LOPES DE BARROS, Maria Filomena, Profesora Auxiliar, Universidade de Évora.

MÁRQUEZ VILLANUEVA, Francisco, Arthur Kingsley Porter Research Professor ofRomance Languages and Literatures (Emérito).

ORTIZ BOBADILLA, Inés, Doctora en Arquitectura, México.

POUTRIN, Isabelle, Profesora Titular de Historia Moderna, Université de Paris-Sor-bonne XII.

VINCENT, Bernard, Director de Estudios, EHESS (París).

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E D I T O R I A L

Éste es un número especial de Sharq Al-Andalus. Estudios Mudéjares y Mo-riscos. Desgraciadamente especial. Desde que se abrió la recepción de artículoshasta el cierre del volumen han acontecido los fallecimientos, prácticamenteseguidos, de Míkel de Epalza y de María Jesús Rubiera. No es necesario exten-derse mucho en lo que ellos dos han significado para la revista, tanto en su pri-mera etapa de “Estudios Árabes” como en la actual. Fundadores de la revista,animadores de todos y cada uno de sus números y en etapas sucesivas directoresde ella (de hecho, María Jesús Rubiera lo era hasta el pasado número 18), SharqAl-Andalus era una de sus actividades más queridas. Aun con las dificultadespropias de llenar de contenido una revista científica periódica, buscaban siem-pre artículos interesantes y novedosos, cuando no eran ellos mismos los queplasmaban sus propios trabajos, hasta convertirla en una revista de referencia.

La redacción de la revista no puede por menos que manifestar su deso-lación y su inmensa tristeza por tan repentinas desapariciones, y se ha apre-surado a incluir en este mismo número las correspondientes necrológicas deMíkel de Epalza y María Jesús Rubiera. Pero asimismo ya se ha puesto manosa la obra para que el próximo número de la revista, metido en la cronología delaniversario de la expulsión de los moriscos (1609-1614), sea un Homenaje aMíkel de Epalza en el que participe un buen número de especialistas en estecampo preferido del gran arabista de la Universidad de Alicante.

La vida continúa, sin embargo, y Sharq Al-Andalus. Estudios Mudéjares yMoriscos ha de mantener su trayectoria propia. El equipo de redacción ha hecholos cambios oportunos para que la confección y la salida de la revista estén ga-rantizadas, aunque no se cierra la puerta a futuras modificaciones. Las exigenciasde una revista científica son múltiples si se quiere mantener el rigor académicoy alcanzar umbrales de excelencia. Aunque han existido dificultades en los nú-meros anteriores, y sin duda aparecerán otras en los próximos, Sharq Al-Andalus.Estudios Mudéjares y Moriscos desea ante todo ser fiel a sus lectores de años ofre-ciéndoles contenidos rigurosos y de calidad en su ámbito científico. Para elloiremos adoptando las medidas necesarias para que se cumplan los máximos re-quisitos que debe tener una revista científica de calidad dentro de los cánones in-ternacionales. No se ahorrarán esfuerzos en este sentido, con la esperanza deque quienes nos lean queden satisfechos de la calidad de sus páginas.

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SECCIÓN

MUDÉJARES Y MORISCOS

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Los derechos de los vencidos: las capitulaciones... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010), pp. 11-34

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LOS DERECHOS DE LOS VENCIDOS:LAS CAPITULACIONES

DE GRANADA (1491)

Isabelle Poutrin*

Anteriormente a las Cruzadas de Oriente, la tradición jurídica cristiana es-tableció una diferencia en el tratamiento respectivo de las dos grandes cate-gorías de infieles, los musulmanes y los judíos. En el año 1060, el papa Ale-jandro II explicó por qué le parecía justo combatir contra los primeros, mientrasno había motivo para hacer la guerra a los segundos ya que vivían en una con-dición de sumisión a los cristianos:

“El caso de los judíos y de los sarracenos es diferente, por cierto. Contraestos, que persiguen a los cristianos y los echan de sus ciudades y de sus tierras,es justo combatir; mientras aquellos están dispuestos a servir en todas partes”1.

Este texto fue inserto por el maestro Graciano en el Decreto al final delsiglo XI para formar el capítulo «Dispar» de su gran compilación del derechocanónico. Contribuyó, en los siglos posteriores, tanto a fundar el régimen de to-lerancia concedido a los judíos, como a legitimar la guerra contra los musul-manes en general, y la conquista del reino de Granada en particular. Sin em-bargo, en 1492, al concluir la guerra de Granada, los Reyes Católicos invirtieronel destino de los dos grupos de infieles mencionados en el capítulo «Dispar».Decretaron la expulsión de los judíos, a la sazón considerados como una ame-naza contra la fe cristiana. A los musulmanes vencidos les permitieron que-darse en el país a pesar de considerar su presencia como el fruto histórico deuna usurpación. En el fondo, estas decisiones no contradecían la doctrina delpapa Alejandro II: la diferencia de religión no es, en sí, un motivo para hacer laguerra a los infieles, y los que aceptan vivir pacíficamente en los reinos cris-tianos, sean judíos o musulmanes, no tienen por qué ser molestados2. Los

* Université de Paris-Sorbonne XII.1. “Dispar nimirum est Judeorum et Sarracenorum causa. In illos enim, qui Christianos perse-

cuntur, et ex urbibus et propiis sedibus pellunt, iuste pugnatur; hii ubique servire paratisunt”, Decretum Gratiani, 2. C.23 q.8 c.11. Ver G. DAHAN, Les intellectuels chrétiens et les juifs auMoyen Age (Polémique et relations culturelles en Occident, XIIe-XIVe s.), Paris, Cerf, 1990, p. 138.

2. Sobre la atenuación de la distinción entre judíos y musulmanes, N. ZACOUR, Jews and Saracensin the Consilia of Oldradus de Ponte, Toronto, Pontifical Institute of Maedieval Studies, 1990, p. 17.

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Reyes, que no querían despoblar el reino de Granada, optaron por mantener insitu la población del territorio conquistado. A tal efecto, conservaron el proce-dimiento que les había permitido acelerar la conquista: las capitulaciones ne-gociadas y firmadas con varias localidades definieron los derechos de los ven-cidos en un sentido siempre más favorable a estos últimos.

Las capitulaciones que más han llamado la atención de los historiadoresson las de la ciudad de Granada, resultado de los tratos con el rey Boabdil, fir-madas por los Reyes el 25 de noviembre de 1491. No entraremos aquí en los de-bates sobre el estatuto jurídico de las capitulaciones (¿pactos contractuales o pri-vilegios revocables a su conveniencia por el príncipe legibus solutus?), o sobrela voluntad (¿sincera o no?) de los Reyes de hacer respetar los artículos3. Sesuele considerar que los Reyes aceptaron amplias concesiones para terminar laguerra, pero que tal régimen de tolerancia no tenía vocación de mantenersedurante mucho tiempo. Tal es el juicio emitido en 1865 por Francisco Fernán-dez y González:

“Fueron en verdad las capitulaciones de Granada las más favorables de lasconcedidas a los pueblos de la península, muestra grande de la tolerancia delos Reyes Católicos y del significado y poder que aún tenían los muslimes, bienque por su carácter anormal y extraordinario no se avenían a ser duraderas”4.

La historiografía reciente está conforme con este parecer. Luis Suárez Fer-nández ve en las capitulaciones de Granada una prueba de la generosidad de losReyes, ya que acceden a casi todas las peticiones de Boabdil, y que las modifi-caciones introducidas en el texto definitivo van a favor de los musulmanes. Mi-guel Ángel Ladero Quesada advierte que la intervención de Cisneros contra loselches (los cristianos convertidos al Islam), en 1499, fue una acción contraria alas mismas capitulaciones5. En la misma perspectiva, para José Enrique López deCoca Castañer las capitulaciones establecen “el respecto a las leyes y religión delos vencidos”; pero los Reyes Católicos, al considerar la condición musulmana desus nuevos vasallos como algo provisional, se alejan del espíritu del texto6. Tam-bién es la conclusión de Ángel Galán Sánchez: “la actuación de Cisneros violaba

3. M.A. LADERO QUESADA, «Los bautismos de los musulmanes granadinos en 1500», en De mu-déjares a moriscos: una conversión forzada. Actas del VIII Simposio internacional de mudejarismo,Teruel, Centro de Estudios Mudéjares, 2002, pp. 481-542.

4. F. FERNÁNDEZ Y GONZÁLEZ, Estado social y político de los mudéjares de Castilla: considerados en sí mis-mos y respecto de la civilización española, [1865], Madrid, Libros Hiperión, 1985, p. 200.

5. L. SUÁREZ FERNÁNDEZ, «La conversión de los musulmanes», en L. SUÁREZ FERNÁNDEZ y M.FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, La España de los Reyes Católicos (1474-1516), vol. 2, Historia de España di-rigida por don Ramón Menéndez Pidal, t. XVII, Madrid, Espasa Calpe, 1969, pp. 285-301; M.A. LA-DERO QUESADA, Granada después de la Reconquista: repobladores y mudéjares, 2.ª ed., Granada,Diputación provincial de Granada, 1993, pp. 350-352.

6. J.E. LÓPEZ DE COCA CASTAÑER, «Las capitulaciones y la Granada mudéjar», en M.A. LADEROQUESADA (dir.), La incorporación del reino de Granada a la corona de Castilla, Granada, Diputaciónprovincial de Granada, 1993, p. 297.

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claramente las capitulaciones de la rendición”7. Insistiendo en el carácter provi-sional de las capitulaciones, Antonio Luis Cortes Peña subraya que “no era in-tención de los Reyes Católicos perpetuar la situación de dualidad surgida en lascapitulaciones, sino la de ganar tiempo”8. La cuestión debatida es, más bien, la delas responsabilidades respectivas de los Reyes y de Cisneros en la política deconversión de los vencidos. Manuel Barrios Aguilera demuestra que, en realidad,tanto el arzobispo Talavera como el arzobispo Cisneros pusieron en obra unalínea definida por los propios Reyes, una línea contraria a las capitulaciones que“establecían clara y rotundamente el respeto de la religión de los vencidos”9.

No pretendemos discutir la idea de la generosidad de los Reyes en cuantoa las concesiones hechas a los vencidos en el conjunto de las capitulaciones. Pero,fijándonos solamente en sus aspectos religiosos, no suscribimos la tesis de laruptura, por el afán del arzobispo Cisneros o de los mismos Reyes de obtener laconversión de los musulmanes, de un statu quo establecido por las cláusulas ne-gociadas con Boabdil. Al contrario, nos parece que las condiciones de la rendiciónestaban lejos de fijar la situación religiosa de los vencidos. Las capitulacionesabrían el paso a una dinámica de conversión de la población musulmana y a larecuperación de los elches por la Iglesia, línea seguida en los años siguientes(aunque con métodos diferentes) tanto por Hernando de Talavera, primer arzo-bispo de Granada, como por Francisco Jiménez de Cisneros, el arzobispo de To-ledo llegado a la ciudad en octubre 1499 por orden de los Reyes, el cual actúaluego en cualidad de inquisidor. En lo que toca a la religión, la generosidad de losReyes y su actitud de respeto hacia las leyes de los vencidos, al final de 1491,nunca prescinden de los intereses superiores de la fe cristiana. Apoyamos estapropuesta de interpretación sobre la comparación entre las peticiones de Boab-dil y el texto de las capitulaciones. Las cláusulas religiosas presentadas por elrey nazarí intentan evitar la inferioridad de los musulmanes bajo la dominaciónde los cristianos, y mantener la práctica del culto y la transmisión del Islam de pa-dres a hijos. Su redacción, por cierto, implicó la participación de juristas10. Vere-mos que, en su respuesta al rey vencido, los Reyes modificaron cuidadosamen-

7. A. GALÁN SÁNCHEZ, «Las conversiones al Cristianismo de los musulmanes de la Corona de Cas-tilla: una visión teológico-política», en De mudéjares a moriscos: una conversión forzada. Actas delVIII Simposio internacional de mudejarismo, Teruel, Centro de Estudios Mudéjares, 2002, p. 633.

8. A.L. CORTES PEÑA, «Mudejares y moriscos granadinos, una vision dialéctica tolerancia-into-lerancia», Granada 1492-1992. Del Reino de Granada al futuro del mundo mediterráneo, Granada,Universidad de Granada, 1995, p. 99, n. 4.

9. M. BARRIOS AGUILERA, Granada morisca. La convivencia negada, Granada, Comares, 2002, p. 67.Ver también B. VINCENT, «Des mudéjares aux morisques (1492-1526)», en E. BELENGUER CEBRIA(coord.), De la unión de coronas al Imperio de Carlos V, vol. 2, Sociedad Estatal para la conme-moración de los centenarios de Carlos V y Felipe II, 2001, pp. 359–370.

10. El estudio de los tratados entre príncipes cristianos y musulmanes es una pista de investiga-ción propuesta por P.S. VAN KONINGSVELD y G.A. WIEGERS, «The Islamic Statute of the Mude-jars in the light of a new source», Al Qantara, vol. XVII/1, 1996, p. 54.

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te los puntos que podían poner obstáculo a la dinámica de conversión11. Inten-taremos medir el alcance de estas modificaciones con las disposiciones del de-recho canónico, sobre cada uno de los puntos tratados en estas cláusulas.

LA LLAMADA A LA ORACIÓN

Unas disposiciones tocan a la libertad, otorgada a los musulmanes, deconservar su religión y de practicar su culto. El texto propuesto por Boabdil re-sume en sus aspectos esenciales la práctica del Islam, a la vez que observanciacultual materializada por las mezquitas, los alminares y los almuecines, y or-denamiento jurídico cuyos guardianes son los jueces:

“Otrosy, que sean obligados sus altezas y sus descendientes para siempre dedejarlos bivir en su ley y en su xaraçunna, y sus mezquitas, y sus alcadís, y susalmuédanos con sus torres y que les consientan dar vozes á sus almuédanoscomo solían antes, con sus costumbres”12.

Las capitulaciones desarrollan más ampliamente las condiciones de lapráctica del Islam y llaman la atención sobre el marco comunitario de la aljama:

“Item es asentado y concordado que sus Altezas e sus descendientes parasiempre jamás dejaran vivir al dicho Rey Muley Bauudili e á los dichos alcaidese alcadís, e sabios, e moftíes, e alfaquíes, e alguaciles, e caballeros e escuderos, eviejos e buenos hombres, e comunidad, chicos e grandes, e estar en su ley, e nonles mandaran quitar sus algimas e zumaas, e almuédanos, e torres de los dichosalmuédanos, para que llamen á sus azalaes, e dejarán e mandarán dejar á lasdichos algimas sus propios e rentas como agora los tienen, e que sean juzgadospor su ley xaraçina con consejo de sus alcadís, segund costumbre de los moros,y les guardarán e mandarán guardar sus buenos usos e costumbres”13.

La institución de la aljama se sitúa en continuidad con la situación ante-rior a la conquista, en lo que toca a la delegación de poderes al cadí, juez y directorde la comunidad, así como a los bienes de las mezquitas y al personal religioso.Su mantenimiento facilitó el paso de los musulmanes al estado de grupo mino-ritario en un Estado cristiano. Este último no tenía inconveniente en aceptar laaplicación del derecho islámico para arreglar los litigios internos de la comuni-

11. Juan Meseguer Fernández sugirió esta comparación de las cláusulas religiosas: J. MESEGUERFERNÁNDEZ, «Fernando de Talavera, Cisneros y la Inquisición en Granada», en J. PÉREZ VI-LLANUEVA (dir.), La Inquisición española. Nueva visión, nuevos horizontes, Madrid, Siglo Veintiu-no editores, 1980, pp. 396-397.

12. «Proposiciones de Boabdil para la entrega de Granada», en M. GARRIDO ATIENZA, Las capitu-laciones para la entrega de Granada, ed. facsímil, Granada, Universidad de Granada, 1992, p.231 (en adelante Proposiciones).

13. “Capitulaciones para la entrega de Granada”, 25 de noviembre 1491: AGS, Patronato Real, leg.11, fol. 207, en M.A. LADERO QUESADA, Granada…, apéndice documental n. 50, p. 437 (en ade-lante: Capitulaciones).

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dad musulmana. Sin embargo, mientras Boabdil había pedido que los litigiosentre musulmanes y cristianos fuesen juzgados por el cadí (como lo eran bajo losgobiernos islámicos), los Reyes estipularon que estos casos tenían que ser re-sueltos en presencia de un juez cristiano y de un juez musulmán, para evitar lasreclamaciones14. No vamos a profundizar este tema, ya que proponemos llamarla atención sobre una reformulación de las peticiones de Boabdil que nos pare-ce muy significativa del trabajo realizado por los redactores del texto.

Se trata de las modalidades de la llamada a salat, la oración musulmana. Enlos países islámicos, la voz del almuédano, subido en el minarete de la mez-quita, llamaba los fieles a la oración cinco veces al día15. El texto de Boabdilmenciona expresamente la voz del almuédano (“dar vozes”), pretendiendo asímantener una tradición cuyo origen se atribuye al mismo Profeta Mahoma. Lacláusula otorgada por los Reyes Católicos cambia del todo el ambiente sonorode la cuidad. Las torres de las mezquitas quedan en pie y se menciona la llamadaa la salat, pero sin la expresión “dar voces”. Esta modificación no parece for-tuita. En adelante, no se consiente oír las voces de los almuédanos granadinos.

En la época de la Reconquista, por ejemplo en el reino de Valencia con-quistado en el siglo XIII, ya se había planteado la cuestión de la llamada a lasalat por el canto de los almuédanos. El texto del anuncio de la salat proclamaque “No hay ningún Dios sino Allah” y “Muhammad es el enviado de Allah”.Para las autoridades cristianas, eran proclamaciones de índole blasfematoria,hasta tal punto que en 1312, bajo el papa Clemente V, el concilio de Vienne enFrancia había prohibido tajantemente la llamada vocal a la salat para los mu-sulmanes que vivían en los países cristianos, y había confiado a los príncipes eldeber de hacer respetar esta interdicción:

“Para la ofensa del nombre divino y el oprobio de la fe cristiana, sucede que enciertas regiones del mundo sujetas a príncipes cristianos, donde sarracenos morancon cristianos, ora a parte, ora mezclados con ellos, sus sacerdotes, vulgarmente lla-mados Zabazala, invocan y anuncian en voz alta el nombre de Mahoma en sustemplos o mezquitas, donde los sarracenos se reúnen para adorar el pérfido Ma-homa, y eso cada día a ciertas horas, en un puesto elevado, y que profesan públi-camente ciertas palabras en su honor, lo cual oyen cristianos y sarracenos […].

Como estas prácticas que desagradan a la majestad divina no se deben tolerarmás, con la aprobación del santo concilio, prohibimos con el máximo rigor que seproduzcan en los territorios de los cristianos. Ordenamos con la mayor potencia einvocando el juicio divino, a todos y a cada uno de los príncipes cristianos bajo eldominio de los cuales los sarracenos moran y estas cosas se producen, eliminartotalmente de sus territorios y procurar que se elimine el oprobio que esto conlle-va para con ellos mismos y con los otros fieles cristianos, pensando como lo deben

14. Ver A. GALÁN SÁNCHEZ, Los Mudéjares del Reino de Granada, Granada, Universidad de Grana-da, 1991, pp. 154-156.

15. «Adhan», Encyclopédie de l’islam, t. I, Paris-Leiden, Brill-Editions Maisonneuve & Larose, 1991,pp. 193-194.

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a la recompensa de la beatitud eterna que recibirán. Prohibimos expresamente quecualquier dependiendo de su autoridad se atreve, o esté animado a invocar o pro-fesar públicamente, como esta dicho, el nombre sacrilegio de Mahoma”16.

Este texto pertenece a un conjunto de disposiciones adoptadas por el con-cilio para la reforma de la Iglesia y del clero. Entre estas disposiciones, sigue in-mediatamente al decreto Inter sollicitudines que ordena la creación de cátedrasde hebreo, árabe y caldeo en las universidades de París, Oxford, Bolonia y Sa-lamanca. Al principio del siglo XIV, el desmoronamiento de la presencia delos Latinos en Tierra Santa y la condenación de los Templarios no impedíanal papa Clemente V manifestar su voluntad de contener, o de reducir, la pre-sencia del Islam tanto en Occidente como en Oriente, por la predicación, lasleyes o las armas. En esta perspectiva, el enviado del rey de Aragón Jaime II alconcilio de Vienne aconsejó lanzar un ataque contra el reino de Granada. Silas expediciones militares quedaron en estado de proyecto, la prohibición delcanto de los almuédanos fue la traducción concreta del rechazo de la presenciaislámica en la Cristiandad. La decisión del concilio de Vienne fue inserta rápi-damente en las Clementinas, compilación del derecho canónico que completa-ba el Decreto de Graciano y las Decretales de Gregorio IX; fue conocida en ade-lante por los juristas como el canon Cedit17.

Fuera de España, donde no había frontera con países islámicos, los cano-nistas no tenían la oportunidad de conocer las prácticas musulmanas y no po-dían entender perfectamente los motivos de esta disposición. La glosa del texto,redactada por Johannes Andreae algunos años después del concilio de Vienne,se encarga de darles las informaciones necesarias. Así, un etnólogo, JohannesAndreae, profesor en Bolonia y famoso canonista, recogió sus datos dirigién-dose a un cierto señor Jean, tesorero del rey de Francia, que había permaneci-do en tierra islámica durante cuarenta años en cautividad. Johannes Andreaepresenta en primer lugar los “foquis” (alfaquíes), una categoría de sacerdotesque se diferencia de los “alhages” (hadj), los cuales han hecho la peregrinacióna La Meca. En segundo lugar describe la función de los almuédanos:

“Cada mezquita tiene un sacerdote de los primeros, y un ministro que lla-man muetdem, quien llama a la oración, supliendo la falta de campanario, por-que, aunque los sarracenos los aprecian mucho, como los cristianos les prece-dieron en este uso no los quieren tener.

El oficio de la llamada a la oración es como se sigue: á ciertas horas queprecisaremos después, sube en la torre cuadrada de la mezquita, provista deuna amplia ventana, y desde allí grita, en voz alta y tapándose los oídos con losdedos para que su voz se oiga más fuerte, unas palabras en su idioma que sig-nifican: `No hay otro Dios, sino Dios, y Mahoma su enviado, venid hacer la ora-

16. “Cedit”, texto latino en G. ALBERIGO et al., Les conciles œcuméniques. Les décrets, t. II-1, Paris, Cerf,1994, p. 786.

17. Clementinas, tit. “De Iudaeis et Sarracenis”, cap. único.

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ción en descubriendo vuestros corazones´. Y luego añade: `legalil ille halla´, locual quiere decir: `No hay otro vencedor sino Dios´. Todos los soldados musul-manes llevan estas palabras en sus escudos. Y añade: `Dios es omnipotente´”18.

Al principio del siglo XV, el cardenal de Florencia Francisco Zabarellautilizó estas informaciones en su comentario de las Clementinas, el cual con-servó una fuerte popularidad entre los canonistas hasta el final del siglo XVI.Con lo cual nos acercamos a las capitulaciones de Granada, porque el cardenalexpresa su opinión sobre el papel de los príncipes cristianos que tienen vasallosmusulmanes. El deber de estos príncipes es que se cumpla la prohibición de lainvocación pública del nombre de Mahoma; la Iglesia no puede hacerse cargodel asunto porque los musulmanes, no siendo bautizados, no se encuentranbajo su jurisdicción. Los príncipes cristianos deben también impedir todo lo quepodría perjudicar a la fe en sus territorios respectivos. Este deber parece ir másallá de la cuestión de los almuecines, ya que el cardenal menciona un debateentre canonistas para saber si la prohibición de la invocación de Mahoma es vi-gente incluso en el marco privado. Algunos juristas, que consideraban como ile-gal cualquier práctica del Islam, tanto privada como pública, rechazaban la li-bertad de culto concedida a los musulmanes en los países cristianos, aun conlas restricciones establecidas por el derecho canónico19.

La doctrina común en esta materia era que los musulmanes, mientras no sesujetaban a la jurisdicción de la Iglesia por la recepción del bautismo, conserva-ban su autonomía en el marco privado y debían adaptar las manifestaciones ex-teriores de su culto con arreglo a unas legislaciones civiles más o menos estrictas.A partir de 1318, el rey de Aragón Jaime II aplicó la prohibición decretada por elconcilio de Vienne, castigando a los infractores con la pena de muerte. Sin em-bargo, los musulmanes del reino de Valencia obtuvieron derogaciones localescomo en Játiva en 1357, y muchos señores autorizaron la llamada a la salat parano desagradar a sus vasallos, como también lo hizo el rey Pedro el Ceremonio-so entre 1366 y 1370 en varios lugares para estimular la repoblación del territo-rio. Las Cortes de Valencia de 1403, bajo el rey Martín el Humano, prohibieronque en el reino sea “cridat ab veu d’hom en torres, mezquites o altres locs publicament

18. “Et quelibet mesquita habet unum sacerdotem de primis, et unum ministrum qui vocantMuetdem, quod sonat preco, qui supplet defectum campanarium, quas licet Sarraceni multumcommendent, quia tunc Christiani in eis habendis prevenerunt, nolunt eis uti. Illius preconisofficium est: quia horis, de quibus infra dicetur, ascendit turrim mesquite quadratam quali-bet, et parte sui fenestram magnam habentem, et ad illarum quamlibet clamat alta voce ob-turatis auribus cum digitis ut vox fortius resonet, in sua lingua verba haec sonantiam. Nihilaliud posse, nisi Deus, et Machometus eius nuncius, venite ad orationem faciendam in reve-lationem pectorum vestrorum. Et postea submittit, legalil ille halla, quod est dicere, non estaliud victor nisi Deus. Et haec verba omnes milites Sarraceni portant in scutis suis. Et adhucsubmittit, Deus est omnipotens”, Clementis quinti constituciones, quas Clementinas vocant... cumsummariis, casibus notabilibus, iuris patronatus arborae, ac additionibus tam ex Ioannis Imolae quamPetri Ancharani, Zabarellae, Barbatiae, Panormitani... Lugduni, 1541, p. 57 v.

19. F. ZABARELLA, In Clementinarum volumen commentaria, Venetiis, 1602, p. 169.

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lo infiel e reprovat nom de Mahomet”20. A falta de la voz, los almuecines tuvieron queusar varios instrumentos para llamar a la oración, como tambores, cuernos oañafiles –unas largas trompetas utilizadas en los campos de batalla para llamara los soldados–. En la ciudad de Valencia, bajo el reinado de Fernando, se prohi-bía incluso llamar sonando un cuerno21. La prohibición de la llamada vocal a lasalat planteaba a los musulmanes una dificultad no solamente práctica, sino tam-bién política, ya que simbolizaba una situación de inferioridad en cuanto a loscristianos: entre los doctores, se discutía para decidir si era un motivo de emi-gración de los mudéjares hacia los países islámicos22.

Se debe pensar que la modificación del texto de Boabdil, en tal contexto,tendía a prohibir el canto de los almuecines. De hecho, en la Granada cristiana,el nombre de Mahoma dejó de gritarse desde los minaretes y el toque de losañafiles se substituyó a la voz humana para señalar a los fieles las horas de lasalat. Lo señala un testigo musulmán anónimo, lamentando las vejaciones in-fligidas por los cristianos después de los primeros años de convivencia: “hastase suspendió el pregón del almuédano en las torres”23. Cuando, en diciembrede 1499, la intervención enérgica del cardenal Cisneros llegó a conseguir laconversión de las élites musulmanas y la parálisis del culto, los almuédanos de-pusieron sus instrumentos de trabajo. El cardenal pudo anunciar el hecho al ca-bildo de Toledo, y enviarle los preciosos añafiles como símbolos del triunfode la fe cristiana sobre la infidelidad:

“Entre muchos alfaquies de las mas principales personas de todo este reynoque se han convertido se han tornado cristianos dos almuédanos que llamavan alos moros a su oración, o maldición, y nos han traydo los añafiles con que tañían,las quales mandamos guardar para que se pongan en esa nuestra iglesia en algunlugar. Desde el dia de Nuestra Senora aca no han llamado ni se ha oydo cosa delmundo en la mezquita mayor de Albaicín, e en avernos traydo las trompetas etañafiles con que llamavan a la zala y ser convertidos los que llamavan, recebimosaquellos añafiles como si nos entregaran las llaves, e sera bien que pongan aque-llos añafiles, que son muy grandes, de azofar, en el altar de Sant Alifonso”24.

20. M.T. FERRER MALLOL, «Frontera, convivencia y proselitismo entre cristianos y moros en los tex-tos de Francesc Eiximenis y de San Vicente Ferrer», en J.M. SOTO RÁBANOS (ed.), Pensamientomedieval hispano. Homenaje a Horacio Santiago Otero, Madrid, C.S.I.C., 1998, pp. 1588-1590; J. HI-NOJOSA MONTALVO, Los mudéjares. La voz del Islam en la España cristiana, Teruel, Centro de Es-tudios Mudéjares, 2002, pp. 122-125.

21. M.D. MEYERSON, The Muslims of Valencia in the age of Fernando and Isabel. Between coexistence andCrusade, Berkeley, University of California Press, 1991, p. 43.

22. P.S. VAN KONINGSVELD y G.A. WIEGERS, op. cit., pp. 25-26.23. A. BUSTANI (ed.), Fragmento de la época sobre noticias de los reyes Nazaritas o capitulación de Gra-

nada y emigración de los andaluces a Marruecos. Lo presenta, texto árabe con prólogo, notas, co-mentarios e índices, Alfredo Bustani. La versión española ha sido hecha por D. Carlos Quirós,Larache, Artes graficas bosca, 1940, p. 51.

24. Carta del arzobispo Francisco Jiménez de Cisneros al deán y al cabildo de la catedral de To-ledo, 23 de diciembre de 1499, Madrid, BN, Ms. 13020, fol. 95, en M.A. LADERO QUESADA, Gra-nada…, apéndice documental n. 85, pp. 491-492.

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SEÑALES DE IDENTIFICACIÓN

Con la libertad de practicar su religión, los musulmanes de Granada ob-tuvieron también un permiso importante:

“Item es asentado que agora nin en tiempo alguno sus Altezas nin el dichoSeñor Principe, ni sus descendientes, no hayan de apremiar ni apremien á los di-chos moros, así á los que hoy son vivos como los que dellos subcedieren, á quetraigan señales”25.

Esta cláusula de las capitulaciones repite, e incluso acentúa, el texto pro-puesto por Boabdil:

“Otrosy, que sus altezas y sus descendientes non mandarán poner señales álos moros, agora ni en ningund tiempo para siempre jamás”26.

Los musulmanes de Granada no tenían la obligación de señalar su per-tenencia a la comunidad islámica con una señal exterior. Para ellos se trataba deuna cuestión de dignidad. En los países islámicos se imponía a los dhimmis ju-díos y cristianos diferenciarse de los musulmanes por alguna particularidad enel vestido, variable según las regiones y las épocas: zunnar o cintura en el Egip-to del siglo XVI, color de las babuchas en el imperio otomano, en el siglo XVII27.En la Granada musulmana, los hombres judíos se identificaban con una piezade tejido amarillo, y las mujeres con una campanita28. Exentos de tal obliga-ción por las capitulaciones, los vencidos de Granada evitaban una señal de in-ferioridad y de humillación.

¿Por qué accedieron los Reyes Católicos a esta petición de Boabdil? Puesal final de la Edad Media se tendía generalmente, en los países cristianos, aestablecer una serie de discriminaciones entre las minorías religiosas y la ma-yoría de la población por medio de señales exteriores o de barrios separados.En 1215, bajo el papa Inocencio III, el IV concilio de Laterano, en su decreto 68,había decidido que los hombres y mujeres, judíos y sarracenos, debían “dife-renciarse públicamente de la otra gente por la cualidad de su vestido, en todaprovincia cristiana y en todo tiempo”. Era necesario evitar toda promiscuidadsexual y todo trato familiar entre los cristianos y los infieles, en aquella épocade severidad dogmática de la Iglesia. Esta disposición, consignada en las De-cretales, fue integrada en el derecho canónico, formando el canon Nonnullis29. Seaplicó por ejemplo en la cuidad pontificia de Aviñón, donde los hombres judíos

25. Capitulaciones, p. 438.26. Proposiciones, p. 232.27. J. SCHACHT, Introduction au droit musulman, Paris, Maisonneuve et Larose, 1983, p. 111; B. LEWIS,

Juifs en terre d’Islam, Paris, Flammarion, 1986, p. 161.28. R. ARIÉ, L’Espagne musulmane au temps des Nasrides (1232-1492), Paris, De Boccard, 1990, 2ª

ed., p. 331.29. “In nonnullis provinciis a Christianis Iudaeos seu Sarracenos habitus distinguit diversitas, sed

in quibusdam sic quaedam inolevit confusio, ut nulla differentia discernantur. Unde contingit

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tenían que llevar la rouelle, una pieza en forma de rueda cosida en el vestido, enel lado izquierdo del pecho30. En Castilla y en Aragón, a partir del siglo XIII, seestablecieron normas siempre más precisas para diferenciar los mudéjares delos cristianos, lo cual indica que no se identificaban a primera vista. Se prohi-bió a los musulmanes utilizar adornos y tejidos específicos, festivos y lujosos,y se les impuso peinados o cortes de cabellos y de barba variables según lasmodas. En 1408, Enrique II de Castilla dispuso que llevaran una luneta azulsobre el hombro derecho, y los varones un capuz de color amarillo-verdoso. Enadelante, la luna azul se conservó como señal distintiva de los musulmanes,pero no parece que esta norma se observara estrictamente, ya que las Cortes deToledo de 1480 insistieron sobre su seguimiento31.

En las capitulaciones de Granada, la exención de señales distintivas derogael derecho real de Castilla, y va contra el derecho canónico. Es cierto que en esta ciu-dad una multitud de usos en el vestido, en la alimentación y en el modo de vida,así como el idioma, señalaban la diferencia entre los musulmanes y los cristianos.Los musulmanes de Granada hablaban el árabe y llevaban nombres islámicos,entre los cuales los más comunes eran Mohammad, Ahmed y Ali para los hombres,Aïcha, Fátima y Mariem para las mujeres32. Hacia 1499, en los años de la conver-sión masiva al Cristianismo, el arzobispo Hernando de Talavera insistía en lasprofundas modificaciones en el modo de vida que debían acompañar al bautismo:

“Mas para que vuestra conversación sea syn escandalo a los cristianos de na-ción y non piensen que aun teneys la seta de Mahomad en el coraçon es me-nester que vos conformeys en todo y por todo a la buena y honesta conversaciónde los buenos y honestos cristianos y cristianas en vestir y calçar y afeytar, y encomer y en mesas y viandas guisadas como comúnmente las guisan, y en vues-tro andar y en vuestro dar y tomar y mucho y mas que mucho en vuestro hablar,olvidando quanto pudieredes la lengua arabiga y faziéndola olvidar y que nuncase hable en vuestras casas”33.

Es probable que, en 1491, no pareciera necesario a los Reyes establecer otrasseñales discriminatorias. Las huellas de la cultura islámica estaban bastante vi-

interdum, quod per errorem Christiani, Iudaeorum seu Sarracenorum, et Iudaei seu SarraceniChristianorum mulieribus commisceantur. Ne igitur tam damnatae commixionis excessusper velamentum huiusmodi ulterioris excusationis ulterius possint habere diffugium, statui-mus, ut tales utriusque sexus in omni christianorum provincia et omni tempore, qualitatehabitus publice ab aliis populis distinguantur”. Decretales de Gregorio IX, 5.6.15.

30. R. MOULINAS, Les juifs du pape. Avignon et le Comtat Venaissin, Paris, Albin Michel, 1992, p. 22.31. J. HINOJOSA MONTALVO, op. cit., pp. 293-298.32. M.A. LADERO QUESADA, «Los bautismos...», pp. 494-542. Sobre la sociedad granadina al mo-

mento de la conversión, A. CARRASCO GARCÍA, «Huellas de la sociedad musulmana granadi-na: la conversión del Albayzín (1499-1500)», En la España medieval, 30, 2007, pp. 335-380.

33. Hernando de TALAVERA, «Instrucción y carta para los vecinos del Albayçin», “en que les amo-nesta lo que deben hazer”, Div. Castilla, L. 8, fol. 114, en M.A. LADERO QUESADA, Granada…, pp.545-547, doc. 127.

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sibles como para diferenciar a los musulmanes en Granada, lo que no era el casoen regiones de Castilla donde los mudéjares, en posición de minoría desde siglos,habían adoptado el vestido y el idioma de los cristianos. La imposición de señalesdistintivas sólo se entiende en la coexistencia de dos grupos religiosos que sepretende conservar separados. La exención otorgada en las capitulaciones indi-ca que, al final de la guerra de Granada, los Reyes Católicos ya se situaban en laperspectiva de la conversión de los musulmanes, a corto o mediano plazo. Hu-biera sido absurdo imponer señales vejatorias a una población que estaba desti-nada a adoptar tanto la religión como los usos y costumbres de los cristianos.

¿UNA GARANTÍA REAL CONTRA LAS CONVERSIONES FORZADAS?

Entre las libertades religiosas de los vencidos consignadas en las capitu-laciones aparece una fórmula muy general de garantía contra las conversio-nes forzadas:

“Item es asentado e concordado que á ningund moro ni mora non faganfuerza á que se torne cristiano nin cristiana”34.

En razón de esta cláusula y de las otras dos sobre los convertidos que estu-diaremos a continuación, los Reyes Católicos fueron tachados de no haber res-petado las capitulaciones después que el cardenal Cisneros puso en marcha, en elotoño de 1499, una política muy voluntarista de conversión de los granadinos alCristianismo. Esto nos incita a detenernos sobre la noción de conversión forzada.

Notamos, en primer lugar, que esta cláusula es un caso particular, ya queno corresponde a ninguna petición del rey Boabdil. Sin embargo, su inserciónen las capitulaciones de Granada no es innovadora, sino que sigue el derechoreal castellano, y en particular esta ley de las Siete Partidas de Alfonso X elSabio (1252–1284):

“Como los cristianos por buenas palabras y no por premia deven convertirlos moros. Por buenas palabras convenibles y otrosi predicaciones [deven trabajarlos cristianos] de convertir a los moros para fazerles creer la nuestra fe y aduzirlosa ella y non por fuerça ni por premia. Ca si voluntad de nuestro Señor fuesedelos aduzir a ella y de gela fazer creer el por fuerça apremiaria si quisiesse queha acabado poderio de lo fazer mas el non se paga de servicio que fazen los om-bres a miedo, mas de aquel que se faze de grado y sin premia ninguna y pues elno los quiere apremiar ni fazer fuerça, por esto defendemos que ninguno non losapremie ni les faga fuerça sobre esta razon”35.

La ley de las Partidas ofrece una clave de interpretación de la cláusula de1491. En las Partidas, la prohibición de las conversiones forzadas se encuentra

34. Capitulaciones, p. 442.35. Las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio, Sevilla, 1491, Partida VII, título XXV, ley II.

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íntimamente ligada con el proyecto de conversión de los musulmanes al Cris-tianismo. Queda claro que la norma establecida por la ley se refiere solamen-te a los medios empleados para conseguir este objetivo considerado como su-mamente positivo.

En Granada también resalta la perfecta compatibilidad entre la prohibi-ción de las conversiones forzadas y la dinámica de la conversión de los ven-cidos. En diciembre de 1491, los Reyes querían poner fin a la guerra con laconquista de la ciudad, sin tardanza. El arte de redactar las capitulacionesconsistió en dar satisfacción a las peticiones de Boabdil, reservando, mientrastanto, unas vías de acción para la conversión de la población musulmana. Po-demos suponer que esta cláusula pretendía tranquilizar a los vencidos y fa-cilitarles el paso bajo el dominio de soberanos cristianos. No se precisa lo quese entiende por la expresión “fazer fuerza”. La misma imprecisión caracteri-za las declaraciones del humanista Pedro Mártir de Anglería, enviado en 1502al sultán mameluco Qansuh Al-Ghuri para desmentir las acusaciones profe-ridas contra los Reyes Católicos:

“El Rey y la Reina católicos de España, a quienes represento, declaran sercristianos mucho más por sus hechos que de nombre. Llamamos nosotros cris-tianos a los que se esfuerzan por seguir las huellas de Cristo, profesan su doc-trina y guardan su ley. Cristo jamás forzó a nadie a que, contra su voluntad, lesiguiera para ganárselo para sí; nunca mando que se emplease la fuerza a fin dehacer a uno cristiano; al contrario, nuestra religión ordena abiertamente quenadie se atreva a incitar por la violencia o el miedo a que profesa una religióndistinta”36.

El derecho canónico permite definir la noción de conversión forzada,hasta tal punto que llegaremos a relativizar la autoridad del derecho real en estamateria. En efecto, las palabras del enviado de los Reyes simplifican una doc-trina canónica que, en cuanto al uso de la fuerza para obtener conversiones, noera tan categórica. Al final del siglo XV, esta doctrina llevaba varios siglos demaduración, habiéndose elaborado mayormente en las relaciones con los judíos.Una serie de textos juzgaron un papel decisivo en este proceso.

Uno de los textos principales que fundaban la protección de aquellos enla Europa medieval era el canon Qui sincera del Decreto de Graciano. Sacado deuna carta dirigida en 602 al obispo de Nápoles por Gregorio Magno para con-

36. “Catholici rex et regina hispaniarum (quos reffero) se multo magis re quam nomine christianosesse profitentur: christianum eum nos apellamus qui christi vestigia nititur imitari doctrinamsequi legem servare: christus neminem unquam ad se invitum adducere aut allicere est conatus.Vim cuiquam ut christianus efficiatur inferri praecepit nunquam: immo nostra lege cautus estaperte ne quisquam audeat alienae legis ullius cultorem metu aut vi impellere”, P. MartyrisAngli Mediolanensis Apostolici Regii consiliarii Legatio Babylonica, en L. GARCÍA y GARCÍA, Unaembajada de los Reyes Católicos a Egipto, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas,1947, pp. 153 [latin]-158 [trad. cast.]. Sobre este episodio, J.E. LÓPEZ DE COCA CASTAÑER, «Mame-lucos, otomanos y caída del reino de Granada», En la España medieval, 28, 2005, pp. 229-258.

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testar a las quejas de los judíos de la cuidad contra los atentados a sus derechos,el canon afirma, en su preámbulo, que los medios empleados para atraer a lospaganos hacia la fe cristiana deben ser blandos, y no recios37. Se empleó contralas conversiones forzadas. Sin embargo, los canonistas no tardaron en mati-zar su contenido, sustituyendo a la expresión original “medios blandos, y nomedios recios” [“blandimentis... non asperitatibus”] otra más permisiva en cuan-to a los medios empleados para convertir a los infieles: “medios blandos, antesque recios” [“blandimentis, potius quam asperitatibus”]. Esta lectura del canonQui sincera se presenta, por ejemplo, en dos Sumas de gran influencia hasta elsiglo XVI, la de Ramón de Peñafort y la de Goffredus de Trani38.

Un segundo texto alegado con frecuencia contra las conversiones forza-das era el canon De Iudeis del Decreto, sacado del IV concilio de Toledo reuni-do en 633 bajo la presidencia de Isidoro, obispo de Sevilla. Este concilio teníaque enfrentar las consecuencias de las persecuciones llevadas contra los judíospor el rey Sisebuto a partir de 616. En cuanto a los judíos que se habían exiliadopara huir de la persecución y habían vuelto a España durante el reinado deSuintila, el concilio afirma que la recepción de la fe cristiana procede de lapropia responsabilidad del individuo, y no debe imponerse por medios vio-lentos: “En cuanto a los judíos, el santo sínodo prescribe que nadie les lleve ala fe por fuerza”39. La alusión al pecado original y al endurecimiento de los ju-díos muestra que la prohibición de la conversión forzada se funda en unaconcepción teológica de la salvación y no, por supuesto, sobre sentimientos dehumanidad hacia los infieles. A continuación, el concilio resolvió el proble-ma planteado por los judíos que, habiendo recibido el bautismo durante laspersecuciones del “muy piadoso príncipe Sisebuto”, habían vuelto a la leymosaica:

“Conviene forzarlos a observar la fe que han recibido por fuerza o por ne-cesidad, para que no sea blasfemado el nombre del Señor, y que la fe que reci-bieron no sea tenida por ruin y despreciable”40.

Con esta conclusión, el canon De Iudeis llegaba a asociar la prohibiciónde las conversiones forzadas con el pleno reconocimiento de los efectos deaquellas: la integración de los infieles al cuerpo de Cristo por el bautismo eraun hecho irreversible.

37. “Qui sincera intentione extraneos a Christiana religione ad fidem cupiunt rectam adducere,blandimentis debent, non asperitatibus studere [...]”, Decretum Gratiani, D.45 c.3.

38. Sobre esta evolución, B.Z. KEDAR, Crusade and mission: European approaches toward the Mus-lims, Princeton, Princeton University Press, 1984, pp. 73-74.

39. “De Iudeis autem precepit sancta sinodus, nemini deinceps uim ad credendum inferre.[...]”,Decretum Graciani, D.45, c.5; G. MARTÍNEZ DÍEZ y F. RODRÍGUEZ, La colección canónica hispana, t.V, Concilios Hispanos, Parte 2, Madrid, C.S.I.C., 1992, p. 235.

40. “Oportet, ut fidem, quam ui uel necessitate susceperint, tenere cogantur, ne nomen Dominiblasphemetur, et fides, quam susceperunt, uilis ac contemptibilis, habeatur”, ibídem, p. 236.

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Inserto en el Decreto, este texto fue empleado en el canon Maiores de las De-cretales, que es la tercera autoridad habitualmente alegada en este tema41. Elcanon Maiores tiene su origen en una carta del papa Inocencio III, escrita en1201 para contestar a una pregunta del obispo de Arles sobre la validez delsacramento del bautismo cuando se confería a los niños, punto rechazado, a lasazón, por los herejes. En su respuesta, el papa extendió su reflexión mucho masallá de la pregunta inicial, resolviendo el problema de la validez del bautismoen varias circunstancias42. Habiendo mostrado la necesidad de bautizar a losniños, Inocencio III abordó luego el caso de los adultos que no dan su consen-timiento a la recepción del sacramento, entre los cuales los que lo reciben porfuerza. La intención del papa era de determinar la doctrina, interviniendo en eldebate sobre el bautismo forzado y sus efectos que, en estos años, dividía alos doctores de Bolonia. Algunos opinaban que el bautismo era válido inclusocuando se confería por fuerza. En contra de los más radicales, el papa enuncióla condenación siguiente:

“Por cierto, es contrario a la religión cristiana que sea forzado a recibirla y aobservarla un individuo que expresa siempre su oposición y su rechazo”43.

A continuación, Inocencio III utilizó y simplificó la distinción entre va-rios tipos de fuerza, distinción elaborada por Rufin, un eminente canonista deBolonia que terminó su comentario del Decreto hacia 116444. La fuerza “abso-luta” o “precisa” es la que se emplea contra un individuo que expresa su opo-sición entera y constante a la recepción del bautismo: Inocencio III afirmó su ca-rácter ilícito y su incapacidad a producir un bautismo válido. Al contrario, lafuerza “condicional” consiste en emplear medios violentos para obtener elconsentimiento del individuo. Inocencio III ratificó la distinción entre fuerza ab-soluta y fuera condicional y, sin pronunciarse sobre la licitud de la segunda, afir-mó su capacidad a producir bautismos plenamente válidos, así como la nece-sidad de obligar a los individuos bautizados en tales circunstancias a “observarla fe cristiana”. La amenaza de muerte se incluye en la categoría de la fuerzacondicional: la imagen del cuchillo en la garganta, empleada por Rufin, es aún

41. Sobre el empleo de estos textos para afirmar la validez de los bautismos de musulmanes con-feridos durante la Germanía de Valencia, nos permitimos remitir a nuestro trabajo: «La con-version des musulmans de Valence (1521-1525) et la doctrine de l’Eglise sur les baptêmes for-cés», Revue Historique, 648, 2008, pp. 819-855.

42. C. EGGER, «Papst Innocenz III als Theologe», Archivum Historiae Pontificiae, 1992, 30, pp. 5-123; Ch.de MIRAMON, «Innocent III, Huguccio de Ferrare e Hubert de Pirovano. Droit canonique, théologieet philosophie dans les années 1180», en W.P. MÜLLER y M.E. SOMMAR (eds.), Medieval Fondationsof the Western Legal Tradition. A Tribute to Kenneth Pennington, Washington, 2006, pp. 320-346.

43. “Verum id est religioni Christianae contrarium, ut semper invitus et penitus contradicens adrecipiendam et servandam Christianitatem aliquis compellatur”, Decretales de Gregorio IX,3.42.3.

44. RUFIN, Summa Decretorum (1164), ad C. 22 q. 5 en Die «Summa Decretorum» des Magister Rufi-nus, herausgegeben von Dr. Heinrich Singer, Paderborn, F. Schöningh, 1902, p. 400.

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más elocuente que la evocación de “los terrores y los suplicios” [“terroribusatque suppliciis”] en la carta de Inocencio III, el cual concluye citando la con-clusión del canon De Iudeis.

En la reflexión posterior de los canonistas y de los teólogos sobre la vali-dez del bautismo y la conversión forzada, el canon De Iudeis del Decreto y elcanon Maiores de las Decretales son autoridades omnipresentes. En consecuen-cia, la condenación del uso de la fuerza para llevar a los infieles a la fe cristia-na quedó estrechamente asociada con la legitimación de tal uso para obligar aaquellos que, después del bautismo, habían vuelto a caer en sus prácticas an-teriores –pasando, entonces, del estatuto de infieles al de herejes– a cumplirlo que habían prometido cuando habían recibido este sacramento45.

Además, la validación en el derecho canónico de los bautismos conferidosen circunstancias de fuerza condicional (en la práctica, bajo la amenaza demuerte), impidió en adelante todo recurso contra las conversiones forzadas,como se vio inmediatamente después de los numerosos ataques perpetradoscontra las juderías en Castilla y en Aragón en el verano de 1391. Cuando, en el“avalot dels juheus” del 9 de julio de 1391, los habitantes de la judería de Va-lencia perecieron o tuvieron que recibir el bautismo, el rey de Aragón Juan I nopudo hacer más que cualificar de “detestable crimen” estos acontecimientos,antes de confiscar para el Tesoro Real los despojos de las aljamas46.

Así, la cláusula de las capitulaciones de Granada contra las conversionesforzadas, inserta por iniciativa de los Reyes Católicos, puede interpretarsecomo una prueba del respeto de los soberanos hacia la ley cristiana: su inten-ción expresa era conformarse con la doctrina canónica común que iba contratales conversiones. Bien es verdad que una opinión minoritaria fundada enlos cánones De Iudeis y Maiores, la del franciscano Juan Duns Scot al principiodel siglo XIV, relevada por el profesor de Tubingen Gabriel Biel al final delsiglo XV, llegaba a aconsejar a los príncipes cristianos hacer uso de la fuerza“con amenazas y terrores” para llevar al bautismo a los infieles que vivían ensus dominios, tomando ejemplo en el piadoso rey Sisebuto47. La cláusula de1491 manifiesta que los Reyes no pretendían seguir la línea de la persecuciónviolenta de la minoría musulmana. Pero no estaba en sus manos anular losefectos de unas conversiones que pudieran efectuarse por iniciativa ajena, in-

45. Un ejemplo de tal asociación es la respuesta de santo Tomás a la pregunta “¿Débense forzarlos infieles a la fe?” en la Suma Theologica, TOMÁS de AQUINO [Thomas d’Aquin], Somme théo-logique, IIa IIae, q. 10, art. 8, Editions de la Revue des jeunes, vol. 27-28, Paris Desclée & Cie, 1950,pp. 101-104.

46. Y.F. BAER, Historia de los judíos en la España cristiana, Barcelona, Riopiedras, 1998, pp. 531-545.47. I. DUNS SCOTUS, Ordinatio, L. 4, en Opera Omnia, editio minor III/2 Opera theologica (a cura di

Giovanni Lauriola), Bari, Editrice Alberobello, 2001, pp. 529-530; G. BIEL, Gabrielis Biel collec-torium circa quattuor libros Sententiarum, 4, 1, Libri quarti pars prima: dist. 1-14, Tübingen,J.C.B. Mohr-P. Siebeck, 1975, p. 203.

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cluso empleando medios violentos para obtener el consentimiento de los mu-sulmanes. Además, las autoridades cristianas podían, lícitamente, buscar laconversión de los musulmanes por “medios blandos” como la predicación, losfavores u otros medios de persuasión; y no se les obligaba a excluir del todo,para completar a los “medios blandos”, el empleo de “medios recios”, siempreque dejaran a los infieles la posibilidad de consentir al bautismo para evitarotros tratamientos. Sobre todo, esta garantía (más bien tenue, nos parece) con-tra el uso de la fuerza solo se otorgaba a los “moros y moras”. Veamos ahora loque se entendía por esta designación.

LOS CRISTIANOS CONVERTIDOS AL ISLAM

Separados, antes de la conquista del reino nasri, por una frontera que losguerreros, los comerciantes y los cautivos pasaban con tanta frecuencia, caste-llanos y granadinos tuvieron que tratar un problema de los más delicados, el delos tránsfugas de una u otra religión48. El Islam y el Cristianismo prohibían laapostasía y la castigaban con penas máximas. La entrada en el grupo de los fie-les era irreversible tanto si se hacía por transmisión familiar como por conver-sión. Además, los musulmanes como los cristianos se esforzaban, desde siglos,en aumentar el número de sus correligionarios por varios medios, pacíficos ocoercitivos. La población de Granada, en 1492, era el reflejo de esta realidad.Los musulmanes, en su mayoría, eran los descendientes de los habitantes cris-tianos o judíos de la antigua Hispania y no se diferenciaban radicalmente, encuanto a los caracteres biológicos, de los conquistadores castellanos, aunquemuchos quedaban convencidos de sus orígenes árabes –los descendientes deconversos, ya integrados en la sociedad musulmana, se habían dotado de ge-nealogías forjadas, consideradas como auténticas en las generaciones posterio-res49–. Por otra parte, las expediciones militares conducidas al otro lado de lafrontera habían llevado a Granada a millares de hombres y mujeres cristianos,luego reducidos a la esclavitud y empleados en todos los sectores económicosde la ciudad. Entre ellos, algunos se habían convertido al Islam, a menudo paramejorar su condición y conservar la libertad, ya que el Islam prohibía esclavizara los musulmanes. Además, Granada contaba con individuos que, marginadosen la sociedad cristiana, habían pasado la frontera en busca de la impunidad yde una vida más prospera, y se habían adherido al Islam para favorecer su in-tegración. Los castellanos designaban a todos estos convertidos por el nombrede elches, considerándolos como renegados y apóstatas.

48. M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ, «La frontera entre Andalucía y Granada: realidades bélicas, socio-eco-nómicas y culturales», en M.A. LADERO QUESADA (dir.), La incorporación..., pp. 87-145.

49. F. MAÍLLO SALGADO, De la desaparición de Al-Andalus, Madrid, Abada editores, 2004 [3ª ed.], pp.23-24.

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Para los musulmanes de Granada, la pérdida de la posición dominantese tradujo en la imposibilidad en la cual se encontraron, en adelante, de inte-grar cristianos en el Islam. El vencido se convierte a la religión del vencedor,sin reciprocidad. Era tan obvio, al entregarse la ciudad, que las peticiones deBoabdil y las capitulaciones mencionan solamente dos modalidades de paso deuna religión a la otra: conversión al Islam antes, y conversión al Cristianismodespués. Las cláusulas mencionan el caso en que una mujer cristiana, conver-tida al Islam y casada con un musulmán, quisiera volver a su religión ante-rior. Estas mujeres convertidas y casadas, que se llamaban romías, podían con-servar algún apego a la fe de sus padres. Entre los musulmanes, se temía queel cambio de soberano se tradujera en presiones dirigidas, ante todo, hacia losmusulmanes de origen cristiano, elches y romías, y hacia los hijos nacidos deestos matrimonios entre musulmanes de nacimiento y musulmanas por con-versión. Es probablemente lo que incitó a Boabdil a pedir que los musulmanespor conversión fuesen protegidos legalmente contra las vejaciones y los insul-tos de los cristianos, y contra toda exigencia de retorno al Cristianismo. Con-cesión importante desde su punto de vista por cierto, Boabdil aceptó la posi-bilidad de retornos voluntarios al Cristianismo, bajo la condición de su controlpor testigos de ambas religiones:

“Yten, que todos los cristianos que se han tornado moros, machos ó hembras,que non ose ningund cristiano hazerles mal, ny deshonrarlos, y que non lespidan que se tornen cristianos, y el que lo hizier, que sea castigado, saluo el quequizier tornarse cristiano de su propia voluntad en presencia de los moros y delos cristianos”50.

Además, la defección de las esposas musulmanas por conversión podíaponer en peligro el poder del padre sobre sus hijos, fundamento de la estruc-tura familiar y de la transmisión del Islam. Boabdil propuso que los hijos, eneste caso, quedasen bajo la tutela de su padre. Si se aceptaba la posibilidad desu paso voluntario al Cristianismo, quedaba implícito que a estos hijos se lesdebía de considerar como musulmanes:

“Ytem, que el que tovier hijos de mugeres tornadizas, que quisieren de su vo-luntad tornarse á su ley, que los hijos queden para el padre, y que non los pidaningund cristiano para que se tornen cristianos, chicos ni grandes, sy non que syquizier alguno tornarse de su voluntad, como dicho es, agora nin después deagora para siempre [Al margen: Ojo: fasta que fuesen de doze años]”51.

Veamos ahora la respuesta de los Reyes Católicos a estas proposiciones. Seutilizó en parte el texto de Boabdil, reformulándolo. Los cristianos convertidosal Islam quedaban protegidos legalmente contre los insultos de los cristianos,pero se quitó la condición “y que non les pidan que se tornen cristianos”:

50. Proposiciones, p. 234.51. Ibídem, pp. 234-235.

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“Item es asentado e concordado que si algund cristiano ó cristiana se ho-bieren tornado moro ó mora en los tiempos pasados, ninguna persona sea osadode los amenguar nin baldonar en cosa alguna; y que si lo hicieren que sean cas-tigados por sus Altezas”52.

En las capitulaciones, los elches no recibían ninguna garantía en cuanto ala conservación de su cualidad de musulmanes, porque nadie podía impedirque la Iglesia reivindicara sus derechos sobre unos individuos que, a sus ojos,eran cristianos apóstatas y no “moros y moras”. La cláusula de garantía ge-neral contra las conversiones forzadas solo podía aplicarse a los que nuncahabían recibido el bautismo, e incluso a los individuos cuyos padres y abuelosno eran cristianos. En aquella época se consideraba que una persona recibíasu identidad de su linaje, lo cual prevalecía sobre sus opciones personales. Lainfidelidad religiosa se transmitía biológicamente, por la sangre: así se justifi-caba la noción de limpieza de sangre que conducía a excluir de ciertas funcioneso de ciertos grupos de poder a los hijos y descendientes de judíos o de musul-manes convertidos. Todo esto es bastante conocido. A la inversa, la Iglesia con-sideraba que los hijos de cristianos eran miembros automáticamente de su ju-risdicción, incluso cuando los padres cristianos eran apóstatas. Al principiodel siglo XVII, el jesuita Francisco Suárez presenta esta norma como perfecta-mente establecida, en su reflexión sobre la licitud de administrar el bautismo alos hijos de los infieles que ya habían recibido el bautismo (siendo, entonces,apóstatas y no auténticos infieles):

“Es necesario considerar que estos infieles son sujetos directos de la Igle-sia, en razón de su poder y jurisdicción espiritual: es el caso de todos los após-tatas quienes, después del bautismo, han hecho defección a la fe, o porque ca-yeron en la herejía, o porque pasaron al Judaísmo o al paganismo, y no haycontroversia sobre su caso porque la Iglesia tiene el derecho de baptizar a sushijos, incluso si ellos han renegado”53.

La cualidad de cristiano no dependía solamente del bautismo; era, final-mente, hereditaria. Se puede entender que la Iglesia consideraba como cristia-nos, o como individuos que debían ser reintegrados en las filas de los cristianos,incluso a unos musulmanes cuyos orígenes cristianos se remontaban a la ge-neración de sus padres o de sus abuelos y que estaban totalmente integrados enla sociedad granadina anterior a la conquista.

52. Capitulaciones, p. 441.53. “Est enim considerandum, quosdam esse infideles, subditos Ecclesiae directe, ratione potes-

tatis et juridictionis spiritualis; hujusmodi sunt omnes apostatae, qui post susceptum bap-tismum defecerunt a fide, sive in haeresim inciderint, sive in judaismum, aut paganismum de-clinaverint, et de his nulla est controversia, quin Ecclesia habeat jus baptizandi eorum infantes,etiam si parentes renituntur”, F. SUÁREZ, Commentaria ac disputationes in tertiam partem D. Tho-mae [q. 68, art. 10] en Opera Omnia, t. XX, Paris, Louis Vives, 1860, pp. 420-446.

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En cuanto a las romías, la cláusula de las capitulaciones insistía en el ca-rácter voluntario de su retorno al Cristianismo, punto que no se ponía en evi-dencia en la proposición de Boabdil:

“Item es asentado y concordado que si algund moro toviere alguna cristia-na por muger que se haya tornado mora, que no la puedan tornar cristiana si suvoluntad della; e que sea preguntada si quiere ser cristiana en presencia de cris-tianos e de moros; e que en lo de los hijos e hijas nacidos de las romías, se guar-den los términos del derecho”54.

Tal vez se trataba de tranquilizar a las familias musulmanas cuya estabi-lidad no se pretendía amenazar, pero también de mostrar a las cristianas con-vertidas al Islam que, si querían volver a la Iglesia contra la voluntad de sufamilia política, podían obtener la ayuda de las autoridades. Insistimos en estepunto: no se precisa, en las capitulaciones, que el retorno al Cristianismo de lasotras categorías de convertidos (los hombres y las mujeres solteras) tiene queser voluntario.

La frase que arregla la situación de los hijos requiere una explicación. Cuan-do Boabdil pedía que quedasen bajo el poder de su padre musulmán, la versióndefinitiva de la cláusula remite a “los términos del derecho”. Las capitulacionesde Almería, otorgadas en febrero de 1490, estipulan “que los hijos nasçidos de laschristianas no sean apremiados a tornarse christianos hasta que sean de dozeaños, y despues quede a su determinación de ser christianos o no”55, lo cual estáclaro. Pero la cláusula de Granada es muy diferente. No se debe suponer queaquí se remite al derecho musulmán sino al derecho canónico, ya que el casoimplicaba a mujeres que eran cristianas según los criterios de la Iglesia. En lospaíses cristianos, el derecho que se aplicaba en las causas matrimoniales era el dela Iglesia, el matrimonio siendo un sacramento y no un acto civil.

De antiguo, los canonistas habían arreglado el problema de los hijos naci-dos de las uniones entre cristianos e infieles. Una de las autoridades en esta ma-teria es un texto de 1229 conservado en las Decretales, el canon Ex Litteris, res-puesta del papa Gregorio IX a una pregunta sobre la guarda del hijo de unapareja de judíos, después de la conversión del padre al Cristianismo. En estecaso, el padre convertido pedía en justicia la guarda de su hijo a fin de darle unaeducación cristiana; mientras la madre judía fundaba su derecho a conservar a suhijo sobre los dolores del parto y los cuidados de la maternidad. Gregorio IXdecidió en favor del padre, bajo el motivo que el hijo, habiendo pasado los tresaños de edad, podía ser inducido por su madre en los errores de la infidelidad56.Antes del final del siglo XIII, los dos grandes canonistas de la época, el papa

54. Capitulaciones, p. 441.55. “Capitulación de Almería, 11 de febrero de 1490”, en M.A. LADERO QUESADA, Granada..., apén-

dice documental n. 34, p. 410.56. Decretales de Gregorio IX, 3.33.2.

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Inocencio IV y Enrique de Suso, cardinal de Ostia, aconsejaban decidir siempreen favor de la fe y, por consecuencia, confiar el hijo al que se había convertido. Ladificultad era que, en caso de convertirse la madre, se quitaba al padre la patriapotestas, una noción sacada del derecho romano y empleada como fundamentode la jerarquía familiar. El padre judío, según Enrique de Suso, gozaba de la pa-tria potestas porque los matrimonios de los judíos se reconocían legalmente en elImperio Romano, pero su infidelidad le incapacitaba a dar a su hijo la vida es-piritual. En este caso, “la mujer debe tenerse por hombre, porque actúa viril-mente”57, lo cual llevaba a confiarle la patria potestas. De todas formas, la reli-gión tenía que ser el criterio determinante y, declaraba el canonista,

“Gregorio pudiera arreglar este asunto mas rápidamente, diciendo que siuno de dos cónyuges infieles se convirtiese a la fe, mientras el otro quedase enla infidelidad, los hijos pequeños se confiaran al convertido, excepto si tienen laedad de razón”58.

Estando establecida la doctrina desde aquella época, los comentaristasposteriores del canon Ex Litteris trataron otros aspectos del problema de laguarda de los hijos. Así se aclara el sentido de la cláusula de las capitulaciones:el padre musulmán cuya esposa volviese al Cristianismo no tenía posibilidadde obtener la guarda de sus hijos. La anotación “Ojo: fasta que fuesen de dozeaños” al margen del texto de Boabdil indica el límite de la edad de razón; tal vezse escribió en una primera redacción de la cláusula, que hubiese podido seridéntica a la de las capitulaciones de Almería. Pero los redactores debieron deoptar luego por una decisión menos favorable a los musulmanes.

No se puede considerar, entonces, que las capitulaciones de Granada es-tablecieran el statu quo entre las dos religiones y que protegían a los elches con-tra las conversiones forzadas. Al contrario, dejaban a la Iglesia un amplio mar-gen de acción para reintegrarlos en su seno. Nadie tenía derecho a insultarlos,pero en su cualidad de apóstatas podía perseguirlos el tribunal de la Inquisi-ción, fundado en 1478 para castigar a los conversos de origen judío culpablesde apostasía. En adelante, fueron las autoridades cristianas las que pretendie-ron definir la frontera entre los “moros y moras”, musulmanes exentos de la ju-risdicción eclesiástica por su condición de infieles, y los cristianos, entre loscuales, por supuesto, los apóstatas o elches estaban incluidos.

Pero los cristianos pasados al Islam y sus descendientes eran objeto dereivindicación tanto de parte de los cristianos como de los musulmanes. Los se-gundos consideraban que estos convertidos pertenecían a su comunidad de

57. “[...] debet mulier reputari vir, cum viriliter agat”, E. de SUSO, In Tertium Decretalium librum Com-mentaria, Venitiis, apud Iuntas, 1581, sobre X, 3.33.2.

58. “Potuisset ergo dominus Greg. hanc materiam plenius, brevius expedire, ut sic dixisset, siquis duorum coniugum infidelium ad fidem conversus fuerit, in infidelitate alio remanente,liberi infantes converso adiudicentur, doli tamen capaces suo iudicio relinquantur”, ibídem.

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manera definitiva –excepto en el caso de defección voluntaria, excepción dic-tada por el realismo político en contra del derecho islámico–. Aceptar la pérdidade los elches y su afiliación a la Iglesia (o sea, su retorno a la infidelidad) equi-valía a traicionar su propia convicción en la superioridad del Islam sobre lasotras religiones. Así, la posición fronteriza de estos individuos se reveló una oca-sión de conflicto entre los poderes cristianos y los musulmanes. Estos últimosentendieron la ofensiva de Cisneros hacia los elches como una conversión for-zada y, por lo tanto, una violación flagrante de las capitulaciones.

Además, es posible que los granadinos no tuviesen un conocimiento muypreciso del contenido de las capitulaciones, lo que pudo acentuar el senti-miento de haber sido defraudados por los Reyes. Un texto de la primera mitaddel siglo XVII, el libro octavo de la Historia de las dinastías musulmanas de Al-Maqqari (un historiador originario de Tlemcen y considerado como bien in-formado), parece representativo de la lectura de las capitulaciones por parte delos musulmanes, una lectura más parecida a las proposiciones de Boabdil quea la redacción final de las cláusulas:

“El de rebi I del mismo año, es decir en año 897 (2 de enero de 1492), loscristianos tomaron posesión de la Alhambra […]. La capitulaciones fueron sesentay siete, entre ellas: [...] (2) que se mantendría su ley religiosa [çari’a] como antes,y nadie les juzgaría sino por ella […] (10) que no se obligaría a quien hubieseabrazado el islamismo a volver a los cristianos, ni a su religión (11) que al mu-sulmán que hubiese abrazado el Cristianismo, se le dieran algunos días paraque lo meditase, y habiéndolo citado un juez de los musulmanes y otro de loscristianos, si renunciara a volver al Islam, persistiría en lo que quisiera […] (17)que nadie le impedirá llamar a la oración, ni rezar, ni ayunar, ni ninguna de laspracticas de su culto, y que se castigaría a quien se mofase de éste”59.

El conflicto originado en las dos interpretaciones divergentes de las ca-pitulaciones sobre la identidad de los elches estalló con la rebelión del Albaicínde finales de 1499. La deslealtad de las autoridades cristianas y el incumpli-miento de lo pactado (actitudes inmorales que justificaban, una vez más, eldesprecio de los musulmanes hacia los cristianos) fueron denunciados añosdespués por Al-Maqqari:

“Pasado un tiempo los cristianos violaron el tratado y quebrantaron las capi-tulaciones, punto por punto, hasta que tornó la situación a exigirse de los musul-manes la conversión al Cristianismo en el año 904 (1499), después de [aducirse] mo-tivos y razones, de las cuales la mayor y mas fuerte contra ellos era la siguiente:`Los sacerdotes –decían– han dispuesto que todos los cristianos que hayan abra-zado el Islam tienen que renegar a la fuerza de la infidelidad´, y así lo tuvieron quehacer, aunque las gentes murmuraban, porque ya no tenían aguante ni vigor.

59. F.N. VELÁZQUEZ BASANTA, «La relación histórica sobre las postrimerías del Reino de Granada,según Ahmad al-Maqqari (s. XVII)», en C. DEL MORAL (ed.), En el epílogo del Islam andalusí: laGranada del siglo XV, Granada, Universidad de Granada, 2002, pp. 535-537.

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Luego acudieron a otro expediente, que consistía en decir al creyente mu-sulmán: `Tu abuelo era cristiano y abrazó el Islam, pues hazte tu ahora cristiano´.Y cuando este inmoral procedimiento [se hizo insoportable], alzáronse los ha-bitantes del Albaicín contra los esbirros de la justicia, y les dieron muerte, y éstefue el pretexto para [obligarlos] a la conversión diciendo: `Ha venido orden el rey,que quien se haya rebelado contra la justicia ha de morir, a menos que [inme-diatamente] se haga cristiano y se libre de la muerte´”60.

CONCLUSIÓN

Al final de la guerra de Granada, los Reyes no optaron por la expulsión delos musulmanes, si bien con el decreto de marzo de 1492 contra los judíos apor-taron la prueba de que la evicción de una minoría religiosa se consideraba, a lasazón, como una medida de gobierno legítima. No siguieron la línea de un tra-tamiento radical de los vencidos, y prefirieron la vía de la negociación que lespermitía mantener in situ a los habitantes del reino. Pero, entre las proposicio-nes presentadas por Boabdil para la entrega de Granada y el texto definitivode las capitulaciones, los consejeros letrados de los Reyes debieron de realizarun importante trabajo de reflexión y de redacción. Las libertades religiosas otor-gadas a los vencidos se quedaban dentro de los límites del derecho canónico,siendo la exención de señales distintivas la única derogación a éste, lo cual se en-tiende mejor como una concesión aceptada en la perspectiva de la conversión delos musulmanes que como un gesto de generosidad hacia las poblaciones con-quistadas. Las capitulaciones otorgadas por los Reyes Católicos, cuyo celo depropagar la fe superaba la magnanimidad, establecían la dominación cristianasobre el Islam. La reducción de los almuecines al silencio fue el símbolo de estenuevo orden político-religioso. La cláusula contra las conversiones forzadas,añadida por iniciativa de los Reyes para aquietar los ánimos de los vencidos, noofrecía a éstos sino una protección muy precaria y que, de manera implícita,no se extendía a los descendientes de cristianos. En consecuencia, las capitula-ciones dejaban largamente abierta la vía de la conversión por unos “mediosblandos” que no excluían del todo ciertas presiones más recias.

Y en efecto, los acontecimientos posteriores (desde los esfuerzos evange-lizadores del arzobispo Talavera, hasta la política de captación de las élites condádivas y favores que llevó el arzobispo Cisneros en el otoño de 1499) mos-traron que los Reyes no contaban con una política de persecución masiva ysistemática para llevar a los musulmanes al bautismo. Hasta que los vencidos,que no pudieron sino considerar la empresa cisneriana de recuperación de loselches como una traición de lo pactado en 1491, tomaron las armas contra laautoridad real a finales de 1499 y cambiaron ipso facto de estatuto jurídico: ya

60. Ibídem, pp. 538–540.

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no eran los infieles pacíficos que, según el capítulo Dispar del Decreto, podíanpermanecer en paz en el territorio cristiano, sino unos sediciosos y rebeldes alos que se podía castigar con la muerte, la esclavitud o el exilio. Cediendo antela fuerza superior de los ejércitos reales, los vencidos consintieron finalmenteal bautismo que se les propuso –con magnanimidad, y para evitar la despo-blación del reino– como condición de su perdón.

Hoy en día, nosotros vemos en estas conversiones una violación del princi-pio de la libertad de conciencia (siendo los herederos de la reflexión de los teólo-gos, juristas y filósofos europeos de los siglos XVI–XVIII en este ámbito) y,además, una decisión política cargada de peligros, ya que sabemos lo que pasódespués. Los contemporáneos cristianos las juzgaron según sus propios crite-rios. Para el arzobispo Cisneros, fue un acontecimiento providencial, una vic-toria de la fe, una anticipación de los tiempos mesiánicos. Para los juristas, laconversión de los granadinos después de las rebeliones de 1499–1501 fue unaaplicación, entre otras, de la doctrina canónica sobre la recepción del bautismoen circunstancias de fuerza condicional. Como a los judíos convertidos bajo elreinado de Sisebuto, a los moriscos convenía en adelante “forzarlos a observarla fe que [habían] recibido por fuerza o por necesidad”.

RESUMEN

El artículo propone una lectura de las cláusulas religiosas de las capitula-ciones para la entrega de Granada (25 de noviembre de 1491). Se pone en tela dejuicio la idea, comúnmente aceptada en la historiografía, de que las capitulacio-nes establecían el respeto a las leyes y a la religión de los vencidos y que, por lotanto, las actuaciones que llevaron a la conversión de los musulmanes de Granadaen los años 1499-1501 violaron las mismas capitulaciones. La comparación entrelas peticiones del rey Boabdil y el texto firmado por los Reyes Católicos, apoya-da sobre el derecho canónico, permite aclarar la posición de los Reyes en puntostan decisivos como las modalidades del culto islámico, las señales de identifica-ción, la prohibición de las conversiones forzadas y el estatuto de los hombres ymujeres convertidos del Cristianismo al Islam (elches). Se intenta demostrar quelas capitulaciones, lejos de fijar la situación religiosa en Granada, establecían ladominación cristiana, abriendo el paso a una dinámica de conversión de la po-blación musulmana y a la recuperación de los elches por la Iglesia.

Palabras clave: Granada, Reyes Católicos, capitulaciones, Islam, adhan,derecho canónico, conversiones forzadas.

ABSTRACT

The article proposes a reading of the religious clauses of the capitulations forthe surrender of Granada (25 November 1491). It questions the idea, commonly

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accepted in historiography, that the capitulations established the respect to thelaws and to the religion of the vanquished and that, therefore, the acts whichled to the conversion of the Muslims of Granada in 1499-1501 violated the samecapitulations. The comparison between the requests of king Boabdil and the textsigned by the Catholic Kings clarifies, on the basis of canon law, the position ofthe Kings on such important issues as the modalities of Islamic cult, the distinc-tive signs of identification, the prohibition of forced conversions and the statuteof men and women converted from Christianity to Islam (elches). It aims at sho-wing that the capitulations, far from fixing the religious situation in Granada, es-tablished Christian domination and opened the way to a dynamics of conversionof the Muslims, and to the recovery of the elches by the Church.

Key words: Granada, Catholic Kings, capitulations, Islam, adhan, canonlaw, forced conversions.

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Ondara, señorío del duque de Gandía, a principios... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010), pp. 35-68

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ONDARA, SEÑORÍO DEL DUQUEDE GANDÍA, A PRINCIPIOS

DEL SIGLO XV

José Hinojosa Montalvo*

Entre 1791 y 1793 nuestro ilustre antepasado, el botánico Antonio JoséCavanilles, recorrió las tierras del antiguo reino de Valencia, y de su acertaday minuciosa visión del país salió esa obra, ya clásica, que es Observaciones sobrela historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia, pu-blicado en Madrid en 1795-1797 y reeditado hasta nuestros días. Cuando pasópor Ondara nos dejó la siguiente descripción:

“Al sur de estos pueblos, en la llanura que hay ántes de llegar á Dénia estáOndara, villa de 300 vecinos, y más allá Pamis, aldea de unos 20. El rio Albercafertiliza los campos de la villa, que parecen bosques de moreras, y en las áreas seven maices, trigos, y otras producciones de huerta: el caserío de Ondara es muydecente, mejorado y aumentado en los últimos setenta años. Cógense muy cercade 6000 libras de seda, 600 cahices de trigo, 400 de maiz, 200 de cebada, 150 dehabas, 1200 arrobas de aceyte, 10000 de algarrobas, y 1000 cántaros de vino”1.

Como puede verse se trataba de una economía que se sustentaba en la clá-sica trilogía mediterránea, con la algarroba como producto más abundante, perocon un cultivo estrella que era la morera, fruto del desarrollo alcanzado por laindustria de la seda en Valencia a partir del siglo XV, al que se añadían otros cul-tivos de origen americano, como el maíz, que dan como resultado una agriculturaespeculativa, lo que, a su vez, se traduce en un buen caserío, en el que se respiraríacierto bienestar, y en un paisaje agrario bastante diferente de centurias anteriores.

Pero ¿cómo era Ondara hacía cuatrocientos años? Para empezar digamosque no era una villa, sino un lloc, un lugar, es decir, una entidad de poblaciónde categoría inferior a aquella, que formaba parte de la malla señorial tejidadesde la conquista cristiana en el reino de Valencia. Jaime I, tras la conquista deDenia, comisionó al noble En Carrós el reparto de casas y tierras en la comar-ca, quedando vinculada la trayectoria histórica de Ondara a la de su cabeza

* Universidad de Alicante.1. A.J. CAVANILLES, Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del

Reyno de Valencia, Zaragoza, 1958, vol. II, pp. 269-270.

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comarcal, la villa de Denia. Ignoramos con precisión cuál fue la trayectoria delseñorío, aunque no siempre se mantuvo dentro de la órbita de los duques deGandía, pues en octubre de 1374 estaba en manos de mosén Bernat de Bonas-tre, secretario del rey, quien todavía lo conservaba en 1391. A principios delsiglo XV, en 1402 era ya de don Alfonso, duque de Gandía, pasando a la muer-te de éste, en 1422, como legado suyo, a poder de Hug de Cardona. Así pues,en 1408, fecha de nuestro estudio, se integraba en el ducado gandiense.

La fuente utilizada para reconstruir los trazos de su historia en la fechaprecisada, aunque de naturaleza fiscal, puede sernos de gran interés para co-nocer no sólo la renta feudal, sino también aspectos de la estructura social y eco-nómica de los mudéjares –y en menor medida de los cristianos– de Ondara acomienzos del Cuatrocientos. Nos encontramos ante un cabreve –en otra oca-sión lo llama cappatró– procedente del Archivo del Reino del Valencia2, en el quese anotaron los censos y demás cargas abonadas por los vasallos a su señor, elya citado duque de Gandía (cappatró dels censals, rendes e altres drets del lochd’Ondara), mientras que una segunda parte forma el Libre de la collecta deldslausmes (sic) de les possessions venudes en lo loch de Ondara, cullites per AbadíaZale, alamí del dit loch, l’any mill quatrecents setze, es decir, la tasa percibida porel señor por las ventas de las propiedades mudéjares en 1416. Por último, se in-cluyen en un par de hojas, al final del cuaderno, las ordenanzas dadas por losprohombres y jurados cristianos, junto con la aljama de Ondara, en el año de1410. El notario que realizó la labor amanuense fue Ramón Vidal.

ONDARA, UNA POBLACIÓN DE MAYORÍA MUDÉJAR

Ignoramos cómo se produjo el paso de Ondara al dominio cristiano, perocabe pensar en unos pactos de capitulación entre el poder real, representado porel poderoso magnate En Carrós, y la aljama local, según los cuales la comuni-dad seguiría disfrutando de sus leyes, costumbres, prácticas sociales y religio-sas a cambio del reconocimiento de la soberanía de Jaime I y el pago de unaserie de cargas fiscales o prestaciones de servicios, cuyo contenido ignoramos.

La revuelta de al-Azraq, cuyo escenario principal fueron las comarcasmontañosas del norte alicantino, modificó la situación, forzando una intensi-ficación de la repoblación cristiana del territorio para su mejor control, perocon resultados escasos para Ondara. En efecto, en el reparto hecho por el mo-narca aragonés en 1249 a la comarca del marquesado de Denia pertenecen 13donaciones de bienes, de las cuales sólo una es para Ondara, de la que ni si-quiera sabemos si llegó a hacerse efectiva. Ahora bien, la cifra reseñada tampococorresponde a la realidad, pues el monarca encargó el reparto de Denia a Ca-

2. A.R.V. Maestre racional, 9618.

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rrós y sus donaciones no fueron recogidas en el Libre del Repartiment, por loque desconocemos la cuantía real de lo repartido. Respecto a lo repartido, enOndara se dieron 12 hectáreas de secano, sin que se mencionen viñas, huertoso casas3. El objetivo de Jaime I era reforzar el poblamiento cristiano en estas co-marcas amenazadas por la sublevación de al-Azraq, y es seguro que esta peli-grosidad alejaría por el momento la llegada de colonos, que no se incrementa-ría hasta la rendición definitiva del caudillo musulmán en 1276.

La población, por tanto, siguió siendo musulmana de forma mayoritaria enOndara durante mucho tiempo, y de hecho lo fue durante toda la Edad Media,frente a una población cristiana inferior, que se iría instalando desde el últimocuarto del siglo XIII en un proceso de colonización que desconocemos. Cuandointentamos aproximarnos a la demografía medieval nos movemos casi siem-pre en un mar de incertidumbres, debido a la carencia de fuentes y a la faltade precisión estadística, ya que las que conservamos, como la presente, se ela-boraron con otra finalidad. Sin embargo, tales carencias no deben ser obstácu-lo para intentar aproximaciones, lo que puede hacerse combinando la fuentefiscal y su contenido prosopográfico con la reconstrucción de la vida de los in-dividuos y de sus familias4. Conocer la población, su estructura, es esencialpara analizar un sistema social, aunque en este caso sea básicamente la sociedadmudéjar de Ondara. La falta de documentación seriada nos impedirá, por elmomento, establecer líneas de evolución, comparaciones, avances y retrocesos,pero al menos servirá como testimonio de las tendencias demográficas de lalocalidad a comienzos del siglo XV, en un momento en que, finalizada la guerrade Castilla, la de los dos Pedros, que tantos daños causó en la población y la eco-nomía de La Marina, la comarca había iniciado ya su recuperación.

Contamos con dos fuentes para aproximarnos al conocimiento de la po-blación de Ondara en la primera década del Cuatrocientos: el morabatín de1404 y el besante de 1408. El primero era un gravamen, percibido desde 1267,cada siete años sobre la base impositiva de siete sueldos y abonado por todosaquellos que tuvieran bienes por valor de 105 sueldos. De acuerdo con la nó-mina conservada para 1404, en Ondara había 30 fuegos de cristianos y 90 demudéjares, es decir, el triple de musulmanes que de cristianos, cuyos nombrespueden verse en el apéndice final5. En 1408 y a partir de la tributación del be-sante sabemos que el número de casas de musulmanes, como mínimo, era de95 (77,9%), mientras que las de los cristianos era de 27 (22,1%), ya que ignora-mos cuántos eran los que no pagaban el impuesto. No vamos a entrar en cifras

3. R. FERRER NAVARRO, «Repoblación de tierras alicantinas por Jaime I», Anales de la Universidadde Alicante. Historia Medieval, 2, 1983, pp. 33-48.

4. Ante la abundantísima bibliografía sobre demografía medieval remito al lector al último tra-bajo colectivo: Demografía y sociedad en la España bajomedieval, Zaragoza, Universidad, 2002.

5. M.J. PATERNINA BONO, «Relación de los moros y cristianos sujetos al impuesto del morabatí en“lo loch de Ondara” en 1404», Sharq al-Andalus, 6, Alicante, 1989, pp. 119-127.

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concretas, dado que los demógrafos e historiadores no se ponen de acuerdo ala hora de fijar un coeficiente a aplicar, aunque parece que últimamente setenía preferencia por el de 4,5 personas por hogar, sin tener en cuenta que setrata de valoraciones para la época moderna y básicamente el mundo urbano,que sería diferente del rural. Aplicando un coeficiente 4 tendríamos 488 per-sonas, mudéjares y cristianos; con el de 4,5 un total de 549, y con cinco perso-nas por hogar contabilizaríamos 610 para el año 1408, aunque ni el más míni-mo dato nos permite conocer la composición familiar de los ondareños.

Lo que sí que se constata es una ligera tendencia alcista de la población,con un ligero aumento en la población mudéjar y un leve descenso de los cris-tianos, que sigue siendo una minoría dentro de la localidad. Por el pago del be-sante sabemos que este crecimiento fue debido a la instalación en Ondara demusulmanes procedentes de las morerías vecinas: Mahomat Mundo, del vallede Jalón, y los tres hijos de Coot Abencot, de Pedreguer. La citada cifra se veríaincrementada con otros personajes, como la prostituta que ese año se instaló enla localidad para ejercer su profesión. El duque estaba interesado en este au-mento de la población mudéjar en sus estados y dio diversos privilegios a losque allí acudieran, y en el caso de Ondara sabemos en concreto que, en fechaque desconocemos, declaró francas las casas que se construyeran de nuevo.

Respecto al origen de algunos de estos pobladores podemos deducirlo através de sus apellidos, aun cuando ignoremos el momento de su instalación enOndara: así, Albocayriní sería oriundo de Bocairent; Alvalencí, de Valencia;Alcaspí, de Caspe (?); Almanorquí, de Menorca, o Mayorquí, de Mallorca.

LA RENTA SEÑORIAL

La exacción señorial tenía como punto de partida las capitulaciones pacta-das entre el señor y la aljama mudéjar en el momento de la conquista por JaimeI, pero para Ondara no se ha conservado ningún pacto o carta puebla que nos per-mita aventurar cuáles fueron estas condiciones. A través del cabreve podemos co-nocer cuáles eran estas exacciones fiscales a principios del siglo XV, ignorando enqué momento fueron concertadas y sus posibles modificaciones en el tiempo.No hay duda que el origen histórico de los señoríos condicionó la diversidadde las rentas, que en este caso se incluía dentro de la clase feudal, en el más altoestamento social, el baronial. Para conocer la mayor o menor dureza de la ex-plotación señorial en el caso de Ondara, necesitaríamos conocer la renta totalproducida por todo el territorio señorial y poder compararla además con la deotras localidades, lo que, por el momento, no es posible. En cualquier caso, elanálisis y clasificación de la renta debe tener como objetivo intentar aproximar-nos a las bases económicas de la empresa señorial y de sus vasallos.

Es un hecho evidente que la renta feudal del duque de Gandía, don Al-fonso, en el lugar de Ondara era de naturaleza básicamente agraria, a tenorde los datos que nos proporcionan los libros de administración, aunque esta rea-

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lidad predominante se matiza con otras actividades de los sectores secundarioy terciario, que se apuntan en el conjunto de las rentas.

Señalemos que en Ondara, aunque predominaban los establecimientosenfitéuticos, se mantenía la reserva señorial, igual que las prestaciones perso-nales por parte de los vasallos mudéjares. Lo sabemos porque a la hora de des-glosar el contenido del besante se dice que cada casa de moro debía trabajar tresjornadas de trabajo para el señor, abonando en su lugar la suma de 1 sueldo y6 dineros por jornal. Cabe pensar que esta reserva fuera lo que se denomina“l’ort del senyor”, arrendado por 200 sueldos anuales.

La racionalización en la explotación del señorío a fines de la Edad Mediahabía hecho que el señor englobara una serie de impuestos personales y de lacomunidad en un todo, calificado como “besants e drets de cases dels moros”,cuya suma anual era de 15 sueldos por cada casa, pagaderos en Navidad. Sudesglose, tal como especifica el cabreve era el siguiente:

— besante, 4 sueldos.— derecho del horno, 2 sueldos.— tres jornales, a razón de 1 sueldo y 6 dineros el jornal, sumando en

total 4 sueldos y 6 dineros.— un par de gallinas, por valor de 2 sueldos y 6 dineros.— dos libras para hilar, 2 sueldos6.En primer lugar hay que citar el besante, contribución específica de los

musulmanes, que en el condado de Denia era de 3 sueldos y 4 dineros7, igualque en otras comunidades mudéjares del reino, como por ejemplo, Corbera8, elvalle de Ayora9 o Perputxent, como consta en su carta puebla. En algunoscasos, como en la cercana Calpe, el conde declaró exentos a los mudéjares en1404 por un periodo de diez años, con el fin de atraer repobladores y que se pro-dujera la recuperación de la localidad10. Lo cierto es que, en comparación conotras localidades del marquesado que abonaban los tres sueldos y medio o in-cluso estaban exentas, en Ondara cada casa pagaba medio sueldo más por

6. “Seguexen los besants e drets de cases dels moros del dit loch d’Ondara, ço és que cascuna casa demoro paga XV sous en aquesta manera, ço és de dret de besant en diners, IIII sous; item, de dret de forn,II sous; item, per III jornals, a raó de I sou, VI diners lo jorn, IIII sous, VI diners; item, un parell de ga-llines, II sous, VI diners; item, per II lliures de filaç, II sous, axí que és per tot XV sous per cascuna casade moro cascuns anys pagadors en la festa de Nadal de nostre Senyor”.

7. J. ARGENTE VIDAL, «Un libro de cuentas de las morerías del condado de Denia (1379)», Boletínde la Sociedad Castellonense de Cultura, tomo LXIII, julio-septiembre, 1988, pp. 285-321.

8. E. GUINOT I RODRÍGUEZ, «La gestió dels llocs de reialenc: les rendes de la batlia de Corbera(1432-1465)», Economía agraria i Història local, p. 295.

9. M.T. FERRER I MALLOL, «La carta de població dels sarraïns de la Vall d’Aiora (1328)», Sharq al-Andalus, Estudios Árabes, 3, Alicante, 1986, pp. 81-94.

10. A.R.V. Maestre racional, 96003.

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estas fechas, lo que indica una mayor capacidad del señor para, en un mo-mento que desconocemos, aumentar la fiscalidad sobre sus vasallos mudéjares,fruto también de una mayor estabilidad social y económica de la aljama, loque se tradujo en un incremento de la demografía, como ya vimos.

En este apartado el escribano anotó también el pago de casas acensadasdesde antiguo, que pagaban 3 ó 4 sueldos; casas y un obrador, abonando sumasvariables; casas y tintorería, que pagaron 50 sueldos, la suma más elevada.También se incluyeron las casas de las viudas, que en lugar de los 15 sueldos ha-bituales por casa sólo pagaban 6 sueldos y 9 dineros. En algún caso el señorpodía hacer gracia a un particular de abonar sólo medio besante, igual que a lasviudas, como fue el caso de Caat Açet Lorp. Los nuevos vasallos gozaban tam-bién de un descuento en el besante, y así Mahomat Mundo, del valle de Jalón,“axí com a estrany e per ço com se era feyt vassall del senyor duch”, abonó sólo 3 suel-dos y 4 dineros, igual que los tres hijos de Coot Abencot, moros de Pedreguer,que se instalaron en Ondara.

El dret del forn habitualmente se incluye entre los monopolios señoriales ypresenta numerosas fórmulas de explotación por parte señorial. En Eslida, porejemplo, era una especie de cabezaje por el que todas las personas mayoresde tres años abonaban al señor 8 dineros anuales11, mientras que en Cheste setrataba de una cantidad alzada al año, pudiendo los mudéjares usar librementeel horno o arrendarlo. Otra fórmula era la de utilizar el horno a cambio delpago de una cantidad en metálico o en especie (puya), como en Rivesalbes, queera de treinta panes uno. También estaba muy extendida la fórmula del arren-damiento anual, en conjunto, o por una cantidad diaria, como en Crevillent, loque hacía que las sumas variaran según los años. En Ondara, el señor paraevitarse las fluctuaciones anuales y tener una cantidad segura utilizó el siste-ma de cobrar una cantidad anual por casa, que fue de dos sueldos, cantidad quetriplicaba a la que veíamos en Eslida.

El mayor gravamen lo constituían las prestaciones personales, lo que co-nocemos como sofras, fruto de la capitulación inicial o modificaciones poste-riores, que consistían en tres jornales en las tierras del señor, que se redimíanabonando 4 sueldos y 6 dineros, es decir se pagaba medio sueldo más que enel besante. Como término de comparación digamos que Ondara se sitúa enuna posición intermedia entre Perputxent, en cuya carta puebla de 1316 se fi-jaba en cuatro los jornales a prestar por los mudéjares, o la de Catamarruc, enel término de Cocentaina, en 1490, en que fueron dos jornales por heredad losestipulados por el señor.

En reconocimiento de su señorío, el vasallo mudéjar venía obligado a en-tregar al señor un par de gallinas cada año, lo que constituía el dret de les galli-

11. M. GUAL CAMARENA, «Mudéjares valencianos. Aportaciones para su estudio», Saitabi, VII, Va-lencia, 1949, p. 86.

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nas, percibido en numerario, en la suma de 2 sueldos y medio. Ondara es la lo-calidad en que este derecho presenta una tasa más alta, pues en Elche y Cre-villent era de 6 dineros en 1319, en Elda y Novelda de 10 dineros en 1355,mientras que en el mismo condado de Denia era de un sueldo en los valles deCastell, Gallinera, Confrides, Ebo, Guadalest y Tárbena12.

Completaban este bloque de rentas abonado por las casas de los mudéjaresla obligación que sus vasallos mudéjares tenían de hilar el lino de su cosechapara la casa del señor, que en el valle de Guadalest, por ejemplo, eran dos arro-bas, como en Castell o en Tárbena. En Ondara se sustituyó por el pago de dossueldos por casa.

En conjunto, por los mencionados conceptos la señoría ingresó la suma de1.328 sueldos, que representaron el 14,57% del total de la renta percibida enOndara.

Capítulo destacado era lo que se conocía como censales viejos (censalsvells), abonados en la fiesta de Navidad por los mudéjares por las tierras, vi-ñedos y otras posesiones que cultivaban13. Su origen es desconocido, pero el ca-lificativo de “vells”, habla de su antigüedad. Las cantidades eran variables,desde 6 dineros por la tenencia de una viña a 40 sueldos por la cantarería o 46sueldos y 10 dineros que la mujer y los hijos de Alí Albocayriní abonaron porviñas, variando en función del tipo de cultivo, su extensión y la calidad de latierra. Había un predominio total del viñedo frente al campo de cereal en secano(“terres”). En total el señor ingresó ese año la suma de 697 sueldos, 3 dineros,que supusieron el 7,82% del total de las rentas, prácticamente lo mismo que loque pagaban las casas de los cristianos de Ondara.

El plato fuerte de la renta señorial lo constituían los 4.000 sueldos que elseñor ingresaba anualmente de sus vasallos mudéjares y cristianos por las tie-rras que tenían acensadas, y que equivalía a una partición de frutos, pagaderosla mitad en la fiesta de San Miguel, en el mes de septiembre, y la otra mitad enel mes de febrero14. Correspondía al 43,90% del total de la renta percibida. Ig-noramos la proporción a abonar por cada una de las comunidades ni cuándose estableció este acuerdo con el duque de Gandía.

Parte importante y característica de la renta señorial siempre fue la deri-vada de los monopolios señoriales, de uso obligatorio por los vasallos. En On-dara eran arrendados anualmente y ofrecen el siguiente balance:

12. J. HINOJOSA MONTALVO, «La renta feudal de los mudéjares alicantinos», Señorío y feudalismo enla Península Ibérica, Zaragoza, 1993, p. 117.

13. “Seguexesen los censals vells que los moros del dit loch d’Ondara paguen e són tenguts pagar per al-cunes terres e vinyes e altres possessions cascun any en la festa de Nadal de nostre Senyor”.

14. “Tota la aljama del dit loch e los christians que tenien terres de parta censaren del dit senyor duch per-petualment totes les terres, vinyes e arbres, de les quals fallen part de fruyts per quatre mil sous cascunany, pagadors la meyta (sic) en la festa de sent Miquel, e l’altra meytat per tot lo febrer”.

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— La carnicería del lugar, arrendada por un año a Geme Abenafén, aliasManzano, por 600 sueldos, pagaderos en tres tercios.

— El huerto del señor, que arrendó Berenguer Ortopeda por 200 sueldos.— El derecho de la melcucha, arrendado por la suma de 27 sueldos y 6 di-

neros a Azmet Abencaber, de Pedreguer. Es la primera vez que lo en-cuentro mencionado en un arrendamiento y estaría relacionado o biencon la utilización y aprovechamiento de las colmenas y la miel, activi-dad doméstica muy arraigada en todas las comunidades mudéjaresgracias a la rica flora mediterránea de nuestras tierras, o quizá, másespecíficamente, con la miel ya elaborada15. El derecho de las colmenas(herbatge de les colmenes) se arrendó en los valles de Gallinera y de Ebo,también del duque, el año 1397 por la suma de 5 sueldos y 10 dine-ros, inferior a la de Ondara; en cambio la aljama mudéjar de Perputxentabonaba por cada colmena 2 dineros y óbolo.

— El derecho de la almaxita (dret de l’almaxita), que se arrendó a Axuix Al-maxita, de Orba, por 24 sueldos. Ignoro el significado y contenido deesta exacción, que no he encontrado en otra localidad, aunque no dejade ser curioso que el arrendador lleve el apellido del impuesto.

— El tercio diezmo del carnaje (terç del denme del carnatge), que fue arren-dado por Manuel Gençor por la suma de 34 sueldos.

— El tercio diezmo de los trigos y frutos, arrendado por un periodo cua-trienal a la aljama del lugar por la cantidad anual de 325 sueldos.

— El derecho de herbaje de las ovejas (dret d’erbage d’ovelles) nos permiteadentrarnos en el mundo de la ganadería de los mudéjares ondarenses,que era muy reducida, a tenor de los datos conservados. En efecto, lasrentas ganaderas adoptaban dos formas, el herbatje y el atzaque, per-mitiendo el primero el disfrute de los pastos del término. Su exacciónvariaba según localidades, y en Elche o Crevillent se arrendaba anual-mente, igual que en el norte de Alicante, y así vemos como en 1379 elde Guadalest fue arrendado por la elevada cantidad de 3.400 sueldos,mientras que en la sierra Aitana el gravamen era de 20 sueldos porcentenar. La expansión agraria de finales del siglo XIV en las comarcasmontañosas del norte alicantino hizo que ésta se hiciera en detrimen-to de la ganadería, observándose una caída de esta renta en el conjun-to de las exacciones señoriales.

En Ondara sólo encontramos tres propietarios de rebaños, que sumaban280 ovejas: Mahomat Ell, alias Morit, que tenía 150 animales; Coot Dulegui

15. El Diccionario de la Lengua Española define la voz melcocha: “Miel que, estando muy con-centrada y caliente, se echa en agua fría, y sobándola después, queda muy correosa.//2.Cualquier pasta comestible compuesta principalmente de esta miel elaborada”.

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otras 80 cabezas, y Cilim Duueyech 50 ovejas, abonando un impuesto anual de5 dineros por cabeza. En total el duque percibió 116 sueldos y 8 dineros.

— El derecho del barbero (dret del barber), cuyo obrador fue arrendadoese año por 9 sueldos. En otras localidades del duque la suma percibidapor este derecho variaba, y en 1379 en los valles de Gallinera y Eboera de 21 sueldos, mientras que en el de Castell era de 8 sueldos o de 10en el de Guadalest, cifras muy parecidas a las de Ondara, pero quequedan muy lejos de las altas cantidades recaudadas en otras aljamas,como la de Benaguasil, arrendado anualmente a principios del Cua-trocientos por 300 sueldos, o en la de Paterna por 200, ambas pertene-cientes al Antiguo Patrimonio de María de Luna16.

— En las bodas se abonaba el llamado dret de cuçea, que era el tercio del sa-lario percibido por los juglares por su trabajo realizado en las nupciasque tenían lugar en Ondara ese año y consistía en el pago por el inte-resado de la suma de 7 sueldos y 6 dineros. Ese año se casaron CaytHayr; Cilim Rafe, Caat, barbero; su hermano Alí, también barbero,aunque no sabemos si “barber” designaba la profesión o era el apellido,aunque no era habitual entre los mudéjares los apellidos valencianos;Alí Albayre y Caat Benjama. En total 43 sueldos y 6 dineros. En otras lo-calidades se conocía como dret de juglar y variaba la cantidad percibi-da en función de las bodas celebradas.

Los arrendamientos y citadas rentas proporcionaron al duque la suma de1.379 sueldos y 8 dineros, equivalentes al 15,13% de la renta señorial en ese año.

Formando parte de las prerrogativas del señor se incluía el derecho dejusticia, una fuente de ingresos muy interesante que variaba según los añosen función del número de delitos cometidos por los vasallos y su categoría.Para el historiador es también una fuente de primera importancia para apro-ximarnos al mundo de la delincuencia mudéjar, que en el caso de Ondara fuemuy baja, limitándose a dos transgresiones de la ley por Mahomat Jayeni yCaat Alget, que dijeron palabras injuriosas a dos de sus convecinos. En cada unode los dos casos los inculpados fueron condenados a la pena de 45 y 15 azotes,imaginamos que en función de la gravedad del insulto, y que el señor con-mutó por el pago de 22 y 11 sueldos, respectivamente. Mucho más grave debióser el delito cometido por Azmet Çamaya, que no se indica, pero que fue cas-tigado con 20 florines, aunque el duque le perdonó cinco, mientras que el hijode Caat Xoaya fue castigado con 11 sueldos por sacarle el cuchillo a un cristianonuevo, sin que sepamos si era converso de judío o de musulmán, pero ejemplosde esta violencia contra los conversos no fueron raros tras los asaltos a las ju-derías valencianas en 1391. Hubo otra condena de 15 azotes, conmutada por

16. F.J. CERVANTES PERIS, La herencia de María de Luna. Una empresa feudal en el tardomedievo valenciano,Segorbe, 1998, p. 189.

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una multa de 11 sueldos, a Caat, barbero, pero no se indica la causa. En total,la señoría ingresó por ejercer la justicia la suma de 253 sueldos.

Este apartado, que la fuente califica como “esdeveniments e judgaments”, in-cluye también otros variados asuntos, como fueron los 5 sueldos percibidosde la hija de Azmet Bachcora “que anà novia a Oliva e que cascú devia pagar cinchsous”. Los noviazgos femeninos fuera de la aljama estaban penalizados con lasuma de cinco sueldos, ya que el señor corría el riesgo de la marcha de unamujer, lo que suponía un futuro hogar menos, por lo que debía ser compensa-do con la citada cantidad.

Se incluyeron aquí los besantes abonados por Mahomat Mundo, morodel valle de Jalón, y de tres hijos de Coot Abencot, de Pedreguer, que se hicie-ron vasallos del duque, recaudando por este concepto 13 sueldos y 4 dineros.Por último hay que mencionar los 2 sueldos y 6 dineros que fue la tasa quepagó una “mora cabia”, que ejerció la prostitución en Ondara en tres ocasio-nes, pagando como tasa 10 dineros en cada ocasión, de forma que quedaran sa-tisfechas las necesidades sexuales de algunos varones de la aljama.

Los ingresos por este concepto fueron de 273 sueldos y 10 dineros, o seael 2,99% del total de la renta.

El último apartado de ingresos en este año estuvo integrado por el lau-demio (los luïsmes), que era el derecho del señor a cobrar un 10% del precio delas ventas que se hacían. La cantidad, como es natural, no era fija y variaba enfunción de las ventas realizadas cada año. En este concreto de 1408, el alamínde Ondara recaudó por dicho concepto la suma de 269 sueldos, que represen-tan el 2,95% de las rentas. Este año se realizaron 14 operaciones de ventas de tie-rras en la localidad, de las cuales 10 fueron realizadas por mudéjares, y lascuatro restantes por cristianos, de ellas una por “lo capellà”, el clérigo encar-gado de la parroquia, que vendió unas casas a Joan Cardona. En 1416 apareceotro clérigo, Ramón Lombart, prévere, que vendió una viña a Joan Pelegrí, yotro trozo de viña a Joan Crespo, notario de Valencia, aunque no sabemos si setrata del mismo personaje. Ondara, hay que recordarlo, dependía en lo ecle-siástico de Denia y no tuvo parroquia propia hasta el siglo XVI, en 1544, enque se erigió como parroquia independiente, con los anejos de Benidoleig yPamís17. Destaquemos también la compra de tierras en Ondara, a cien kilóme-tros de Valencia, por un notario de esta ciudad, como un testimonio de la in-versión en tierras por parte de la burguesía valenciana.

El laudemio es una fuente interesante para conocer las transacciones efec-tuadas con la propiedad, y gracias a estos datos que el cabreve nos suministra sa-bemos que las ventas fueron de casas y tierras. Por lo que respecta a las vivien-das los precios eran variables, como es lógico, en función del inmueble: 12 libras

17. J. SANCHIS SIVERA, Nomenclátor geográfico-eclesiástico de los pueblos de la diócesis de Valencia, Va-lencia, 1923, p. 321.

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y 10 sueldos; 80 sueldos por otras casas; o el horno, vendido por 100 sueldospor Na Corneta a Ramón Salvador; un patio o corral por 40 sueldos; otras casaspor 24 libras, etc. En lo referente a las tierras encontramos también situaciones va-riadas: un higueral fue vendido por 66 sueldos, mientras que un higueralito (“fi-gueralet”) lo fue por la ínfima suma de 7 sueldos y medio; un trozo de viña por8 libras, un trozo de tierra por 70 sueldos, o un trozo de majuelo por 88 sueldos;o tierra en la huerta por 17 libras y 2 sueldos, es decir un precio superior al de unavivienda, aunque la comparación no sea válida, ya que no sabemos las cualida-des de una y otra ni el tamaño del trozo de tierra, pero en cualquier caso siemprees superior al del secano, viñedo o higueral. La venta más barata fue la de unaviña yerma, hecha por Abrafim Corruma a Jaime Escrivà por 20 dineros, quienposiblemente la adquiriera para su posterior puesta en cultivo.

Todas las transacciones lo fueron entre individuos de la misma comuni-dad, salvo la venta de la citada viña yerma y dos trozos de tierra vendidos porAbdallá Çale a Joan Gençor y Mahomat Jayeni a Joan Cardona, y un trozo demajuelo de Alí Cuçén vendido a Francesc Palau.

Otra fuente de ingresos para el señor, procedente de la tierra, era l’arren-dament dels figuerals, el arriendo de los higuerales, un cultivo tradicional en lascomunidades mudéjares, que el duque de Gandía arrendaba cada tres años,del que conservamos los datos para el año 1416, en que hubo veinticinco mu-déjares con campos de higueras, por los que abonaban cantidades que oscila-ban entre los 2 y los 22 sueldos, dependiendo de la extensión del terreno. Elseñor percibió por dicho concepto la cantidad de 275 sueldos, pero al tratarsede una noticia suelta no podemos establecer su importancia dentro del con-junto de la renta de ese año.

LA RENTA DE LOS CRISTIANOS

La población cristiana de Ondara, además de la cantidad que les corres-pondiera abonar al señor en los 4.000 sueldos correspondientes a la partición defrutos, debía abonar por Navidad un censo de 4 sueldos por sus casas, que te-nían acensadas del duque. Obsérvese que es la misma cantidad que abonabanlos mudéjares por el besante, por lo que en este sentido existe una igualdad fis-cal en cuanto a las cargas sobre la vivienda. Son en total 27 casas las que abo-naban el censo, que en algún caso en lugar de los 4 sueldos habituales podía serde cinco, nueve o quince sueldos, sin que sepamos el porqué, aunque respon-dería a las condiciones particulares estipuladas entre el señor y el censatario; ode once si incluía un trozo de tierra, o de 15 sueldos para unas casas y obrador.Variedad de situaciones, como puede verse, que, junto con los 550 sueldos porlos que Joan Sanchiz tenía arrendada a perpetuidad la taberna y el hostal, pro-porcionaron a la señoría una renta de 713 sueldos y 6 dineros, el 7,82% delmonto global de los ingresos señoriales.

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También los cristianos estaban obligados a entregar al señor por Navi-dad diversas cantidades procedentes de las tierras, viñas y otras posesionesque tenían acensadas desde antiguo. Entre estas últimas, además de algúnhuerto, se incluía un molino que tenía Arnau Gavilà, menor, el cual, junto concasas y tierra abonaba un censo de 38 sueldos y 9 dineros, otro molino por 60sueldos abonados por Pere López y unos molinos y tierra en manos de Beren-guer Ortopeda por 40 sueldos y 8 dineros, mientras que el horno del lugar lotenía Ramón Salvador por 25 sueldos, sin que faltara algún obrador de un za-patero. Pero en el conjunto predominaban los viñedos, y por todos ellos elseñor ingresó 453 sueldos y 6 dineros, el 4,97 de la renta señorial. Es un por-centaje interesante, que no está lejos del que abonaban por el mismo conceptolos mudéjares, sobre todo si tenemos en cuenta que el número de cristianosera inferior al de los musulmanes del lugar, lo que se explica, en buena medi-da, por el peso de los censos abonados por los tres molinos mencionados.

LOS LAUDEMIOS DEL AÑO 1416

Incluido en el cuaderno de las rentas de 1416 se incluye un cuadernillosobre el laudemio de las posesiones vendidas en Ondara ese año, cobradaspor el ya mencionado alamín, Abdallá Zale, del que tenía que rendir cuentas alseñor. Ese año se realizaron un total de cincuenta transacciones de propiedades,por las que el señor ingresó una renta de 977 sueldos y 6 dineros, más del tri-ple del año 1408.

Las operaciones de venta se realizaron, como en 1408, básicamente sobrepropiedades agrarias: tierra de secano, algo de regadío y, sobre todo, viñas, a lasque se añadieron algunas casas, variando los precios en función de la calidady extensión del producto vendido.

La mayoría de los compradores y vendedores eran mudéjares de Ondara,aunque no faltaron algunos de lugares y alquerías del término o de la comar-ca, como Pinela, Benimazmut, Pamíes, Albardanera, Pedreguer, El Verger, Vallde Seta, Benissa y Denia, como puede verse en la prosopografía final. Tam-bién hay que citar algunos cristianos, como Pere Martí, menor, que vendió unbancal de tierra a Hiayhe Cerbaní, o Joan Pelegrí otro trozo de tierra a AzmetCeddi, por citar un par de ejemplos.

UNA ECONOMÍA DE BASE AGRARIA

Los datos aislados del año 1408 muestran que en estas fechas el cereal, lavid y los higos configuran la tipología de cultivos de los que el señor extraía elgrueso de la renta feudal.

No hay duda de que a principios del siglo XV había mudéjares en On-dara que todavía conservaban la plena propiedad de sus tierras, tal como se

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desprende de la autorización concedida en 1403 por el duque don Alfonso a 27musulmanes de Ondara para que pudieran vender sus tierras a Jaime Tamarit,por 2.800 sueldos, que luego podrían volver a cultivar en enfiteusis, quedandoexentos del pago del laudemio y la fadiga debidos al señor, con el fin de poderpagar la deuda contraída con Mateu Dimita18.

El territorio se dividía para su aprovechamiento agrario en una huerta(l’horta), la tierra de secano, destinada básicamente a cereal, calificada en lasfuentes como terra o terra de secà, el viñedo e higuerales, con predominio abso-luto del secano sobre el regadío. La marjal estaba ocupada en parte por viñedo.Entre todos los cultivos destaca el de la viña, que a fines de la Edad Media enmuchas comunidades mudéjares, como estas de la Marina o las del Valle deElda, tenía un contenido fuertemente especulativo, de altos rendimientos, yaque su producto, transformado en forma de pasa, se incardinaba en el gran co-mercio internacional. Los puertos de Denia, y en menor medida Jávea, eran es-cala de las embarcaciones italianas, que cargaban la pasa con destino a Flan-des, donde eran objeto de una fuerte demanda, siendo Valencia la ciudad desdedonde se centralizaban estas operaciones mercantiles, en las que junto a las al-jamas locales participaban mercaderes valencianos e italianos.

Por lo que hace a los cultivos arborícolas, ocupaban un lugar secundario enla producción local, combinándose con las posesiones de viñas y tierras, desti-nados al consumo doméstico, ignorando, por ejemplo, la importancia que pu-diera tener el olivo, que nunca se menciona de forma explícita. En cambio, sí quetenían un importante peso en la economía familiar del mudéjar los higuerales,cultivo tradicional, de gran arraigo, que se mantuvo tras la conquista cristia-na. Baste recordar la exención fiscal concedida a los habitantes de Calpe porPedro III en 1280, favoreciendo la exportación de higos por dicho puerto, siem-pre que no fuera a países prohibidos19. Los higos los arrendaba el señor cada tresaños, percibiendo su renta en la fiesta de San Miguel, finalizada la cosecha, y enel año 1416 fueron veinticinco los mudéjares con parcelas con higos.

Del almendro, cultivo que debía ser importante en la zona, pero del quese nos escapa su importancia real, sólo hay una noticia de 1410, en que Cayt Ci-plana, moro de Ondara, se comprometió a entregar, bajo pena del cuarto, a AlíAllagrat, factor de Cilim Albatén, alfaquí de Beniopa, una carga de almendrón,a pagar en Ondara durante el mes de septiembre, que le vendió al precio de 60sueldos la carga20.

18. A.R.V. Maestre racional, 9568, fol. 51 v-52 r. J. HINOJOSA MONTALVO, op. cit., p. 115.19. A.C.A. C, reg. 59, fol. 57 r; V. LLOPIS BERTOMEU, Calpe, Alicante, 1975, p. 258.20. “Cayt Ciplana, moro del loch d’Ondara, de sa plana vollentat se obliga en donar he librar sots pena del

quart a Allí Allagrat, seray d’Ondara, fachtor he procurador de Cillim Albaten, alfaquí de Beniopa, unacàrega d’amelló, bo e rebedor, librar hi pagar en lo loch d’Ondara per tot lo mes de setembre, la qual lia venut a raó de LX sous la quàrega. E confesà aver agut hi rebut lo preu de la dita miga càrega, que ésXXXX sous. E per acò atendre hi cumplir si hi sos béns”.

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Aunque lo habitual era que las tierras de los mudéjares limitaran concampos de otros correligionarios, no era raro que lo hicieran con posesiones decristianos de la localidad, sin que hubiera una separación total de la propiedadde ambas comunidades. Algunos huertos, dado el valor de este tipo de pro-piedad, estaban cerrados, pues se castigaba con multas a los que entraran enaquellos que tuvieran dos tapias de altura. Se considera que el tapial más uti-lizado era el de 84 cm, que tenía como referencia el codo ma’muni.

De las técnicas agrarias utilizadas por los mudéjares encontramos la men-ción de la labranza, que se hacía con animales, además de las labores de lapoda y la cava, y sabemos que se practicaba la técnica del injerto, ya que los quedestruyeran árboles injertados serían castigados con una multa de tres suel-dos. Respecto al regadío el cabreve menciona un pozo y una cenia, ambos jun-tos, en manos de Cayt Azeyn, que tenía a censo junto con tierras de secano yviñas, siendo un sistema habitual de extracción de agua en esta comarca. Elriego se efectuaba también mediante la utilización de acequias, de la que co-nocemos el nombre de la “céquia del molí appel·lat d’En Coll”, así como la “céquiacomuna”, de utilización conjunta por todos los vecinos del lugar.

Quedan planteados numerosos interrogantes, que nos impiden conocer elgrado de desarrollo de la agricultura en la localidad, como son el tamaño de lasparcelas, la forma de rotación de los cultivos, la extensión del barbecho, la dis-tribución de las cosechas, la utilización del abono, instrumental utilizado porcada familia, la comercialización de estos productos agrarios, o los rendi-mientos alcanzados.

La ganadería no puede considerarse como una actividad específica entrelos mudéjares de Ondara, pues sólo tres vecinos se dedicaban a ello, a tenor delderecho del herbaje, con tres rebaños de 150, 80 y 50 ovejas, que totalizaban 280cabezas.

La mayoría de los habitantes en Ondara a fines de la Edad Media eranagricultores de profesión, ya fueran musulmanes o cristianos. Más difícil esconocer otras actividades de los sectores secundario y terciario, aunque en oca-siones una apostilla junto al nombre del interesado, indicando su profesión,nos permite conocer otras profesiones de carácter más urbano y habituales enla mayoría de las comunidades mudéjares, como era caso de Caat Morraxo,que ejercía como juglar de la localidad. Con su actividad en los acontecimien-tos públicos y privados de la aljama, en particular las bodas, contribuía a ale-grar la vida de sus convecinos, y no debemos olvidar que estos juglares morosvalencianos eran muy reputados por todas partes y sus servicios eran reque-ridos por particulares, incluidos los propios monarcas, que a menudo los lla-maban a la corte, o las instituciones municipales, para alegrar las fiestas con sumúsica, juegos y espectáculo. Tampoco faltaron el barbero o el carnicero, arren-dándose el obrador destinado a barbería.

Pero en Ondara se atisba también la existencia de una actividad artesanamuy interesante, difícil de rastrear al no estar gravada con exacciones directas, y quese destinaba a satisfacer la demanda de una clientela local e incluso comarcal,

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como era, por ejemplo la cantarería, en la que se fabricarían piezas de uso domés-tico, y el propio nombre sugiere que los cántaros serían la pieza que mayoritaria-mente se fabricara. En 1408 Fumeyt Alvalencí abonaba, junto con tierras –quizá dedonde se aprovisionara de materia prima–, 40 sueldos de censo al señor.

Otra artesanía en la que despuntaron los mudéjares fue la fabricación dejabón, que en Ondara en 1408 llevaba a cabo un tal Alget, abonando 11 sueldosal señor como derecho, lo que indica el carácter modesto de la empresa. Otrasprofesiones habituales en las aljamas mudéjares, que nunca faltaban, eran la deherrero, en este caso Yaeix Yhaymet, alias Mequiquo, que tenía su obrador enla plaza, o la de carpintero, un tal Azmet, de los que desconocemos su grado deespecialización, si se dedicaban a reparar o fabricar aperos de labranza o pro-ducían artículos más específicos.

No obstante, quizá el testimonio más interesante de esta actividad artesanasea la mención que se hace de la tintorería, que poseía Abrafim Çale, y junto conotras casas rentaba al señor 50 sueldos, lo cual testimonia una industria textil decarácter rural, modesta, pero capaz de llevar a cabo el proceso de fabricación depaños, incluido el complejo apartado del tinte. Completa la información de estapañería la mención de un tal Abrafim Loppo, “pinter”, es decir fabricante de pei-nes para cardar la lana, que tenía un obrador en la plaza, y de otro personaje, untal Hiayhe, dedicado a la misma tarea, lo que sugiere una especialización del tra-bajo, muy precisa, que indica un cierto volumen de consumo interno de este pro-ducto o una posible exportación a otros puntos, superando el marco local. Igno-ramos su alcance y si esta pañería local era controlada por los propios mudéjareso lo era por los cristianos de la localidad o de la cercana Denia. He encontradomención de hasta siete obradores, la mayoría de los cuales se hallaban enclavadosen la plaza del lugar, su punto más céntrico, el corazón de la comunidad.

De las actividades de la comunidad cristiana ondareña, aparte del la-brantío de las tierras, poco más podemos decir que unas alusiones a unas ac-tividades secundarias y terciarias muy débiles, al menos a tenor de esta docu-mentación: dos sastres, Pere Boïl y Joan Gençor; un zapatero, Jaime Roiz; elcapellán, y una actividad transformadora de los productos agrarios en los va-rios molinos dispersos por el término. La transformación de los productosagrarios, básicamente el grano, se realizaba en los varios molinos dispersospor el término, ya citados, de los que sólo uno, el molí d’En Coll, aparece espe-cificado por su nombre. En el sector servicios se citan el horno, la carnicería, lataberna y hostal, del que era hostalero Miquel Pérez, y cuatro obradores, indi-cio de una posible actividad artesana inferior a la de los mudéjares. Pero lafalta de datos impide más precisiones.

En cualquier caso, y aun desconociendo la importancia real y el valor ab-soluto de estas actividades artesanas en la empresa señorial, no cabe duda queaportaban un complemento numerario a las economías campesinas, que les per-mitía hacer frente a las obligaciones fiscales señoriales y municipales, e inclusoobtener unos excedentes para invertir en compras de otros bienes en el mercadolocal o en el de la propiedad, pero siempre moviéndonos en un marco local.

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UNOS DATOS SOBRE URBANISMO Y TOPONIMIA

Es imposible saber el aspecto que tenía Ondara a comienzos del siglo XV,ya que no hay ninguna descripción del lugar, y tan sólo algunas noticias ais-ladas entre las mencionadas rentas que nos permiten recuperar algo de la to-ponimia de la época. El caserío sería humilde, con casas de piedra, aunque ig-noramos si estaba amurallado. La única noticia del viario se refiere a la plaça deldit loch, la única existente, en la que se localizaban algunos de los obradores,como, por ejemplo, la herrería.

En el entorno rural de Ondara hemos localizado menciones del río Giro-na, que en ocasiones se designa simplemente como “lo riu”, y las acequias delmolino d’En Coll y la acequia común. De las partidas rurales sólo se cita endos ocasiones en 1418 la Marjal (Margall), que en parte, al menos, debía estartransformada en tierras de cultivo, pues la documentación alude a la venta decampos de viñas y de un majuelo en la misma, y aparece como un testimoniode la recuperación agraria de la comarca, superadas las dificultades bélicas dela guerra de los dos Pedros, aunque no podemos precisar el momento de su de-secación y conversión en tierra de labor y la extensión que ésta alcanzó.

También en 1418 aparece mencionado un trozo de tierra “appel·lat l’Alffa-cara”, que lindaba con el camino de Denia y con el de Jávea. Estas dos vías decomunicación, junto con el camino de Beniarbeig, son las únicas que la docu-mentación menciona en el citado año.

BALANCE FISCAL

Al final del cabreve se hace constar que la renta extraída de la localidad eneste año de 1408 ascendió a la suma de 9.111 sueldos, 7 dineros y mealla, siendoel alamín del lugar, Cayt Barberí, el encargado de su recaudación, mientras queel balance final fue presentado al señor por Ramón Vidal, notario y baile de On-dara, después de reconocer “una e moltes vegades” los libros de cuentas, y de queel alamín jurara “per Déu e per la quibla de Mahomat” que dicha cuenta era verda-dera. Recordemos que la misión fundamental de los alamines era la defensa yconservación de los derechos y bienes de sus señores y de su aljama, encargán-dose por ello de la recaudación de las contribuciones, pago de gastos, etc., sien-do presidentes de las aljamas que no contaban con alcadí propio21. El baile cobró5 sueldos y medio por escribir el cuaderno de las citadas rentas. Esta renta sedesglosa en una serie de apartados, como podemos ver en el siguiente cuadro:

21. M.V. FEBRER ROMAGUERA, «Organización y administración de las aljamas mudéjares valencia-nas», Crónica de la XVIII Asamblea de Cronistas Oficiales del Reino de Valencia, Valencia, 1990, pp.184-192; id., «La administración económica e las aljamas mudéjares valencianas a través del ofi-cio del alamín», Actas del IV Simposio Internacional de Mudejarismo, Teruel, 1993, pp. 261-280.

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Como se puede apreciar era la partición de frutos de los mudéjares y loscristianos, con sus 4.000 sueldos, la que proporcionaba los mayores ingresos enlas arcas señoriales, es decir, el gravamen sobre la actividad económica de lalocalidad, seguida por los arrendamientos y el besante, en proporciones simi-lares, correspondiendo porcentajes menores al resto de los conceptos analizados,apareciendo en último lugar, prácticamente con un 3% cada uno, los derechosde justicia y los laudemios, ingresos cuyo porcentaje variaba anualmente enfunción de los delitos o transacciones de la propiedad llevados a cabo.

Por lo que hace a la presión fiscal, no hay duda de que el señor obtenía susmayores ingresos de los vasallos mudéjares, pues aunque el censo de casas deambas comunidades pagan la misma suma de 4 sueldos, existen otras muchas car-

IMPOSICIONES CANTIDAD (SUELDOS) PORCENTAJE (%)

Por casas de moros 1.328 14,57

Por casas de cristianos 713 7,82

Censales antiguos de los cristianos 453 4,97

Censales antiguos de los moros 697 7,65

Partición frutos moros y cristianos 4.000 43,90

Arrendamientos 1.379 15,13

Sucesos y justicia 273 2,99

Laudemios 269 2,95

Porcentajes de las rentas de Ondara en 1408.

Casas de moros

Casas de cristianos

Censales antiguosde los cristianos

Censales antiguosde los moros

Partición frutosmoros y cristianos

Arrendamientos

Sucesos y justicia

Laudemios

43%

15%

3%3%

8%

5%8%

15%

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gas y monopolios cuya exacción fiscal se aplicaba en exclusiva a los mudéjares, envirtud de los pactos de capitulación firmados por la aljama con el señor, en tantoque los cristianos además de los laudemios sólo estaban gravados aquellos que po-seían tierras, viñedos y otras posesiones acensadas. Por tanto, el grueso de losingresos señoriales procede de la tierra, frente a los cuales, los procedentes de losmonopolios, derechos de justicia, etc., ocupan un papel secundario. Desgracia-damente, sólo tenemos los ingresos, faltando los gastos habidos ese año en la se-ñoría, por lo que no sabemos cuál fue el balance final de la renta feudal.

Al final del cuaderno hay una noticia sobre el total de las rentas del señoren Ondara, que ascendieron ese año a 9.111 sueldos, lo que muestra una ten-dencia alcista de las mismas y la buena marcha económica del lugar a co-mienzos del Cuatrocientos. Lo realmente interesante hubiera sido poder cote-jar esta suma con los ingresos en otras localidades del señorío en la mismacomarca, tarea, por el momento, imposible de llevar a cabo.

LAS ORDENANZAS MUNICIPALES DE 1410

El cabreve recoge al final del mismo en un par de hojas una serie de acuer-dos adoptados por los prohombres y jurados cristianos y la aljama de Ondaraen el año 1410, y que por su interés para la historia de la localidad vale la penaennumerar. Son los siguientes:

— En primer lugar, si alguna persona entraba en el coto de otro y no se lle-vaba nada, pagaría de multa 10 sueldos si era de día y 60 si era de noche.

— Si alguien entraba en un huerto cerrado que tuviera dos tapias de alto,pagaría una multa de 60 sueldos de día y el doble de noche si no se lle-vaba nada o no tenía una excusa justificada para haber entrado.

— Si algunos animales, grandes o pequeños, entraban en lugares conplantaciones nuevas o en otro lugar cualquiera, como ganados, bar-bechos, humedales, pagarían 4 dineros de multa por cada cabeza debestia mayor y la mitad si era menor. Si la transgresión se producía denoche pagaba el doble.

— El que cortara a ojo de cualquier árbol se le multaría con un sueldo.— Si cortaba un brote de un árbol mayor, la multa era de 1 dinero.— Si cortaba un injerto y éste pudiera perderse, se le multaba con 3 sueldos.— Se prohibía meter ganado menor en las viñas o en majuelos, propios o

extraños, en ninguna época del año, bajo la pena de 60 sueldos.— Si entraban ocas en lugares donde se estuviera haciendo tala –cabe en-

tender como siega–, pagaría de multa dos dineros, y si eran gallinas 1dinero, o cuatro dineros en caso de ser un gallo.

— Si alguno iba a podar o a cavar, se le autorizaba a meter sus animalesde labranza mientras araba o podaba.

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— Que ningún animal vaya suelto sin guardián, bajo multa de dos dine-ros de día, o seis de noche.

— El animal que no llevara bozal debería caminar detrás de su dueño,bajo la pena de 4 dineros.

Las multas, como era habitual, se repartían en tres partidas: un terciopara el señor, otro para el dueño de la posesión, y la tercera para el acusador.

Como puede apreciarse se trata de unas normas muy sencillas, como lasque encontramos en cualquier otra población del reino, que nos muestran unacomunidad de agricultores, en la que la preocupación esencial era la protec-ción de la propiedad privada de cualquier intrusión extraña, sea de personas o,fundamentalmente, de los animales, que tantos daños causaban cuando entra-ban en los campos de labor, síntoma de que el crecimiento agrario no dejabamucho margen para que el ganado paciera por el término, y aunque ya vimosque éste no era muy numeroso, estaban los animales domésticos, que vagabansueltos por los campos, siendo más difíciles de controlar. Particular atención,como era habitual, merecían las viñas y los árboles, en particular los injertados.

PROSOPOGRAFÍA

Aparecen aquí recogidos los nombres de todos los musulmanes y cris-tianos de Ondara en los años 1404, a partir del impuesto del morabatín; los ci-tados en 1408 en el cabreve analizado, y los indicados en los laudemios de1416, así como los poseedores de higuerales.

ABACHTORA, Azmet, besante de 1408.ABBEZ, Cayt, en 1416 se cita un trozo de tierra suyo en un deslinde de pro-

piedad en la venta de un trozo de tierra por Pere Martí.ABDALLÁ, carnicero, besante de 1408.ABDULEGUI, Çoot, en 1416 poseía un higueral.ABDUQUEYECH, Çilim, en 1416 poseía un higueral.ABENAFÉN ALI MAZERANO, Gemé, alias Manzano; arrendador de la car-

nicería en 1408.ABENAFÉN, Gemé, besante de 1408.ABENAMER, Hiayhe, en 1416 se cita un trozo de tierra suyo en un deslinde de pro-

piedad en la venta hecha de tierra por Hiayhe Alcocer a Azmet Manorquí.ABENAYEN, Ayén, besante de 1408, censal.ABENAYET, Alí, o Abenhayet. Censal en 1408. En 1416 se cita como poseedor

de un trozo de tierra en un deslinde de propiedad en la venta que AlíAlagraz hizo de un trozo de tierra a Mahomet Abeyale.

ABENCABER, Azmet, arrendador del derecho de la “melcucha” en 1408 por27 sueldos, 6 dineros.

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ABENCOT, Coot. De Pedreguer, cuyos tres hijos se hicieron vasallos del duque,por lo que pagan como besante 10 sueldos (1408).

ABENÇALÉ, Çalé, morabatín de 1404, citándose también sus hijos herederos dela otra mujer; censal en 1408. En 1416 compró un trozo de viña a Benachen,alias Barberí, por 4 libras. Lindaba con otra viña suya. Poseía un trozo detierra que lindaba con otro de Abdallá Zale, alamín.

ABENJALCHAFAR, Caat, en 1416 aparece citado como testigo en la venta deun trozo de tierra de Ramón Lombart, presbítero.

ABENJAMA, Caat, morabatín de 1404; censal en 1408.ABENTHAER, Alí, vendió unas casas en 1408.ABENTHAEZ, Fomdell, besante de 1408.ABEYALE, Mahomet, en 1416 compró un trozo de tierra a Alí Alagraz por dos

libras.ABENYAREN, Ayén, morabatín de 1404.ABEYAYA, Azmet, besante de 1404, censal.ABDULEGUI, Coot, besante de 1408.ABOLAIX, Ayet, morabatín de 1404; besante de 1408, censal. En 1416 se le cita

en una venta de unas casas de Caat Gananeri, de la Vall de Seta.ABOLAIX, Caat, besante de 1408.ABOLAN, Ayet, de Ondara. Compró en 1416 un trozo de tierra a Coot Barbe-

rí por 11 sueldos.ABZEQUENDEL, Mahomat, en el morabatín de 1404 se cita a su mujer; en el

besante de 1408 aparece su viuda, aunque en otro apartado en lugar deviuda se la califica como “muller de”. Citado en los censales de ese año.

AÇET, Al, morabatín de 1404.AÇET, Azmet, besante de 1408, censal.ACET, Mahomat, besante de 1408.AÇET LORP, Caat, besante de 1408, censal. En 1416 vendió la mitad de su casa

a Coot Xadit por 3 libras.AJUBA, Abrahim, se le cita una posesión de tierra suya en 1416 en el deslinde de

la venta de un molino en la partida del marjal, hecha por Mahomet Albaçar.AJUBEYT, Caat, de Albardanera. En 1416 compró una casa a Hiayhe Bexir,

moro de Ondara.AL MAXITA, Axuix, de Orba. Arrendador en 1408 del derecho de la almaxita de

Ondara por 24 sueldos.ALACIR, Cayt, besante de 1408.ALAGRÁS, Alí, o Alagraz. Besante de 1408. En 1416 aparece como testigo en la

venta de un trozo de tierra por Pere Martí a Hiayhe, el pintero. Vendió aMahomet Abeyale un trozo de tierra por 2 libras. Vendió a Joan Pelegrí untrozo de tierra en la huerta por 3 libras y 11 sueldos.

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ALAZLA, Cayt, alias Martorell, de Pedreguer. En 1416 se le documenta en laventa de 41 sueldos censales a Francesc Palau, de Denia, por 26 libras.

ALBAÇ, Alí, en 1416 poseía un higueral.ALBAÇAR, Mahomet, de Beniarbeig, que en 1416 vendió a Açayhec Coruli,

de Beniarbeig un molino en el marjal por 1 libra, 13 sueldos.ALBACHTORA, Azmet, también Bachora. Besante de 1408. En 1416 poseía un

higueral.ALBAYRE, Alí, o Albayrí; morabatín de 1404; besante de 1408. Este año abonó

7 sueldos y 6 dineros al duque de Gandía como impuesto por sus bodas.Citado en 1416 en una delimitación de propiedad, poseía tierras lindan-do con las de Cayt Caydón.

ALBAYRE, Ayet, besante de 1408.ALBAYRÍ, vid. Albayre.ALBOCAYRINÍ, Alí, morabatín de 1404, citándose en otra unidad familiar su

hijo heredero de la otra mujer; besante de 1408. Se citan también su mujery sus hijos acensados.

ALBOCAYRINÍ, Abdallá, su mujer y su hija; besante de 1408.ALCÁCER, Abrafim, morabatín de 1404; besante de 1408, censal. Citado como

testigo de una venta de tierra en 1416. Poseía tierra que lindaba con la desu pariente Hiayhe, así como una viña que lindaba con otra de MiquelPérez, hostalero. Poseía un higueral en 1416.

ALCÁCER, Coayat, o Cuayeyt. Morabatín de 1404; besante de 1408, censal.En 1416 poseía un higueral.

ALCÁCER, Coot, morabatín de 1404; censal en 1408. Citado en 1416 como tes-tigo en una venta de tierra.

ALCÁCER, Mahomat, morabatín de 1404. En 1408 fue condenado por sospe-choso de robo, junto con Abdallá Nadir y el hijo de Baqua, condenados a33 sueldos.

ALCÁCER, Yaye, morabatín de 1404; besante de 1408, censal. Compró de YayeRedovà un trozo de tierra y un higueral por 66 libras. En 1416 vendió untrozo de tierra plantado de viña a Mahomat Lopello, por 4 libras y 8 suel-dos. Otro trozo de viña a Miquel Pérez, de Ondara, por 4 libras. Teníatierra que lindaba con otra de Azmet Aloret y Cacir, alfaquí. Vendió a AlíAlbayrí, de Pedreguer, un trozo de tierra.

ALCAJAR, besante de 1408.ALCAJAR, Caat, hermano de Facén, al que en 1408 compró unas casas que

había heredado de su padre. Citado en el besante de 1408; censal.ALCAJAR, Facén, en 1408 vendió su parte de unas casas que heredó de su

padre a Caat, su hermano.ALCASPÍ, Halléis, en 1416 compró a Caat Caydón dos trozos de tierra por 9 libras.

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ALCHACAN, Azmet, en 1416 vendió a Caat Raffe un trozo de tierra de seca-no por 20 libras.

ALCHAGAR, Alí, en 1416 compró un trozo de viña a Cayt Zimar.ALFAFAR, Caat, besante de 1408.ALFAMBRA, Azmet, censal en 1408.ALFULEY, Mahomat, besante de 1408.ALGAGUÍ, Caat, morabatín de 1404; besante de 1408, censal.ALGAGÜÍ, Mahomat, morabatín de 1404; besante de 1408, censal.ALGAGÜÍ, Ridwán, censal en 1408.ALGET, Caat, morabatín de 1404. Abonaba al señor 11 sueldos por el “dret de ça-

boneria”; besante de 1408. Este año vivía su madre, identificada como otraunidad familiar diferente. Fue condenado a 15 azotes por decir palabrasinjuriosas en 1408, y conmutada la pena por 11 sueldos.

ALÍ, barbero, morabatín de 1404.ALLIR, Alí, morabatín de 1404; censal en 1408.ALMALLEM, Caat, se cita su casa en un documento de 1416 delimitando la

venta de una casa de Azmet Cumayia.ALMANOR, Ayén. Posiblemente sería el personaje citado como Almanorquí.ALMANORQUÍ, Alí, en 1416 compró a Hamer Almanorquí una viña por 1 li-

bras y 18 sueldos. Vendió otra viña por 2 libras a Azmet Bincha.ALMANORQUÍ, Ayén, se le cita en una venta de tierras en 1416 y poseía una

propiedad en la huerta de Ondara. En 1416 se le cita en un deslinde depropiedad, indicando que tenía “tierra”.

ALMANORQUÍ, Azmet, en 1416 compró a Hiayhe Alcocer un trozo de tierrapor 1 libra y 10 sueldos.

ALMANORQUÍ, Hamer, de Pamíes. En 1416 vendió una viña por 1 libra y 18sueldos a Alí Almanorquí.

ALMAXITA, Ayuix, besante de 1408.ALMORIT, Caat, besante de 1408, censal. También con la grafía Almurit. Cita-

do como testigo en 1416 en la venta de una casa de Azmet Cumayia. Po-seía un higueral.

ALMORIT, Mahomet, citado en 1416 en la venta de 5 sueldos censales a Fran-cesca Dalmau, notario de Gandía por 6 libras.

ALMURIT, vid Almorit.ALOCAYLA, Cilim, en 1416 poseía un higueral.ALOÇAYLA, Mahomat, morabatín de 1404; tenía un hijo pequeño, que también

figura en el morabatín; besante de 1408.ALORET, Azmet. En 1416 vendió a Cacir, alfaquí, un trozo de viña por 2 li-

bras y 5 sueldos, y a Rodová, alfaquí, una viña por 2 libras y 5 sueldos.

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ALVALENCÍ, Fumeyt, besante de 1408. También como Valentí. Compró en1408 unas casas a Alí Abenthaer.

AMDI, Azmet, de El Verger. En 1416 vendió un trozo de tierra a Cayt Mon-doll, de Pinela, por 10 libras.

AMER, Azmet, o Hamer, censal en 1408. En 1416 vendió un “carreró”, a Re-dovà, alfaquí, por 6 sueldos.

AMER, Geme, citado como testigo en la venta de un trozo de tierra en 1416. Eseaño compró un trozo de tierra a Cayt Caydón, de Ondara, por 18 libras.

ANANYAR, Yaye, morabatín de 1404.

ARET LORP, Caat (1408).

ARRAIC, Ubequer, morabatín de 1404; censal en 1408.

ASILA, Hiayhe, de Benimazmur. Citado como testigo en la venta de un moli-no en la partida del marjal.

AYMER, Mahomat, citado en 1416 en una venta de tierra a Galip Xuqueyhec, deMatosses, poseía un campo que lindaba con otro de Joan García, de Denia.

AXER, Abadallá, besante de 1408, censal.

AXER, Coot, citado en 1416 como dueño de una viña en un deslinde de pro-piedad en la venta de un molino en la partida del marjal.

AXUAYA, Caat, en 1416 poseía un higueral.

AXUAYA, Cilim, en 1416 poseía un higueral.

AYZONPARA, viuda, besante de 1408.

AZEYN, Cayt, morabatín de 1404; besante de 1408, censal.

AZMET, carpintero, morabatín de 1404; besante de 1408, censal.

AZQUER, Ubequer, besante de 1408.

BACHCORA, Azmet, o Bacora; morabatín de 1404; besante de 1408, censal.

BACHCORA, Azmet, su hija. Tenía novio en Oliva, besante de 1408.

BACHCORA, Caat, o Albachcora; morabatín de 1404. En 1416 se le cita en undeslinde de propiedad, indicando que tenía “tierra”. Ese año compró unascasas a Caat Caydón por 14 libras y 15 sueldos, y otras casas a Caat Gananeri,de la Vall de Seta por la misma suma. Tenía tierra en la huerta de Ondara yen una ocasión se le cita como “moro d’Ondara”. Poseía un higueral.

BACHCORA, Mahomat, citado en 1416 como testigo en la venta de una casa deMahomet “lo pellero”.

BACORA, vid. Bachcora.

BAÇEM, el hijo de, besante de 1408.

BAQUA, Alí, citado como dueño de unas casas en un deslinde de propiedadhecho en la venta en 1416 de unas casas de Azmet Parell.

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BAQUA, Azmet, morabatín de 1404; besante de 1408, censal. Tenía un hijo, queen 1408 fue condenado por sospechoso de robo, junto con Mahomat Al-cácer y el hijo de Abdallá Nadir, siendo condenados a 33 sueldos de multa.

BARBER, Alí, hermano de Caat, en1408 pagó al duque de Gandía 7 sueldos y6 dineros como derecho por sus bodas.

BARBER, Caat, en 1408 pagó al duque de Gandía 7 sueldos y 6 dineros comoderecho por sus bodas. Fue condenado ese año a 15 azotes por el baile,siendo redimido de dicha pena por 11 sueldos.

BARBERÍ, Cayt, era alamín del lugar en 1408; pagó el besante ese año.BAZQUERI, Caat, besante de 1408.BAZQUERÍ, Cayt, besante de1408. En 1416 se cita la tierra de Bazchari en un

deslinde de propiedad. No sabemos si sería este personaje, con grafía de-formada por el escribano.

BAZQRIN, Coaytal, morabatín de 1404.BAYRINÍ, alias Cacha, Azmet, besante de 1408.BENACHEN, Coot, alias Barberí, en 1416 vendió un trozo de viña a Zale Aben-

zale por 4 libras, y otro de tierra a Ayet Abolan, de Ondara, por 11 sueldos.BENEN, Cayt, o Benne. Citado en 1416 como testigo en la venta de unas casas

de Caat Gananeri, de la Vall de Seta.BENEXEBER, Melich, citado como testigo en 1416 en la venta de un molino

en la partida del marjal.BENJAMÁ, Caat, besante de 1408. Se casó ese año y abonó 7 sueldos y 6 dine-

ros al duque de Gandía por dichas bodas.BENXEBELL, Caat, en 1416 se cita una viña suya en un deslinde de propie-

dad, en la venta de un trozo de tierra de Ramón Pelegrí a Cayt Zintar.BENZABER, Azmet, o Benzeber, Benzober. Citado en 1416 como testigo en la

venta de una viña. Ese año compró a Joan García, de Denia, un trozo detierra de riego, que lindaba con tierra de Bocayriní y con una acequia co-munal, tierra de Ceddi y camino público, por 14 libras. También comprópor 11 sueldos un huertecito al alfaquí Rodová. Poseía una casa que en-frentaba con la de Mahomat Lopello, luego vendida a Huayhe Maxato.

BENZUQUEYA, Mahomet, en 1416 vendió a Cilim Raffe un trozo de tierra desecano por 160 sueldos.

BEXIR, Hiayhe, en 1416 vendió una casa a Caat Ajubeyt, de Albardanera, por3 libras y 10 sueldos.

BOCAIRINI, Caat, citado en 1416 como testigo de la venta de un trozo de tie-rra de Azmet Connayia.

BOCAIRINÍ, Mahomat, los hijos de, besante de 1408.BOCHOROÓN, Hiayhe, de Pinela. En 1416 vendió una viña a Cayt Cedela,

de Benissa.

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BOLAIX, Caat, morabatín de 1404, en el que también se cita a su mujer; be-sante de 1408.

CAAT, barbero, morabatín de 1404.CAAT, carpintero, morabatín de 1404; censal en 1408.CACIM, Coot, morabatín de 1404; besante de 1408.CACOL, Azmet, citado en 1416 como testigo en la venta de un trozo de tierra.CACIM, Cot, en 1416 poseía un higueral.CACIM, Maymó, morabatín de 1404; besante de 1408, censal en 1408.CACIR, alfaquí, en 1416 compró un trozo de viña a Azmet Aloret por 2 libras

y 5 sueldos.CAJAR, Alí, yerno de Mahomat Alfuley, besante de 1408.CALANCA, Cayt, morabatín de 1404, censal en 1408. En 1416 poseía un hi-

gueral.CALIM, Coet, besante de 1408.CAMAYID, Azmet, citado en 1416 en una delimitación de propiedad en la venta

de un trozo de tierra hecho por Azmet Alchatan. Poseía tierra en el secano.CATAL, en 1416 poseía un higueral.CATÁN, Azmet, morabatín de 1404; besante de 1408, censal.CAYDÓN, Caat, o Caydó. En 1416 vendió a Caat Bacora unas casas por 14 libras

y 15 sueldos. Vendió otros dos trozos de tierra a Halleis Alcaspí por 9 libras.CAYDÓN, Mahomat, citado como dueño de unas casas en un deslinde de pro-

piedad hecho en la venta en 1416 de unas casas de Azmet Parell.CAYT, lo Curt, citado en 1416 como testigo en la venta de un trozo de tierra de

secano por Azmet Alchatan.CEDELA, Cayt. De Benisa, que en 1416 compró una viña a Hiayhe Bochorno,

y una casa a Hiayeix Caydón, de Ondara, por 13 libras. Ese año aparececitado también como moro de Ondara, aunque no sé si se trata del mismopersonaje. Vendió un trozo de tierra a Gemer Hamer por 18 libras.

CETDIN, Azmet, censal en 1408. Quizá sea el Azmet Ceddí que en 1416 com-pró un trozo de tierra a Ramón Pelegrí.

CERBANÍ, Hiayhe, en 1416 compró un bancal de tierra de riego a Pere Martí,menor.

CEYEN, Mahomet, citado en 1416 como testigo en una venta de tierras.COMPARET, Mahomat, besante de 1408.COMPARETA. Ignoro si se trata del Mahomat Comparet citado en 1404. Apa-

rece en el morabatín de 1404.CONNAYIA, Azmet, en 1416 vendió a Miquel Pérez, hostalero de Ondara, un

trozo de tierra por 40 libras.

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CORRUMA, Abrafim, en 1408 vendió una viña yerma a Jaume Escrivà, sayón,por 20 dineros.

CORULI, Açayhet, de Beniarbeig, en 1416 compró un molino en la partida delmarjal de Ondara a Mahomet Albaçar.

CUMAYIA, Azmet, en 1416 vendió a Joan Ruiz de Corella, labrador en Gandía,una casa en Ondara.

CUZULI, Azmet, morabatín de 1404; besante de 1408.ÇACAL, Azmet, besante de 1408, censal. Citado en 1416 como testigo en la

venta de una casa de Mahomet “lo pellero”.ÇAYDÓN, Hiayeix, en 1416 vendió una casa a Cayt Cedela, de Benissa, por

13 libras.ÇALE, besante de 1408.ÇALE, Abdallá, o Zale; censal en 1408. Ese año vendió un trozo de tierra a

Joan Gençor por 40 sueldos. En 1416 era el alamín del lugar. Se le docu-menta como dueño de un trozo de tierra, que lindaba con otro de ZaleAbenzale.

ÇALE, Abrafim, besante de 1408, censal. Citado como testigo en 1416 en unaventa de un trozo de tierra.

ÇALE, Çaat, besante de 1408.ÇALE, Mahomat, morabatín de 1404; besante de 1408, censal.ÇALE, Ubequer, de Pamíes. Citado como testigo en la venta de un trozo de

tierra en 1416. y en un deslinde de propiedad hecho en la venta en 1416 deunas casas de Azmet Parell.

ÇAMAYÁ, Azmet, besante de 1408, censal. El baile de Ondara lo condenó auna multa de 20 florines, aunque el duque le perdonó cinco.

ÇAMAYA, Azmet, morabatín de 1404.ÇATAL, morabatín de 1404. Un Azmet Çatal aparece como testigo en la venta

de una viña de Mahomat Parrell en 1416.ÇUÇÉN, Alí, morabatín de 1404; besante de 1408, censal. También Cucén. Ese

año vendió un trozo de majuelo a Francesc Palau, de Denia, por 88 sueldos.DULEGUI, Coot, morabatín de 1404; besante de 1408. Poseía un rebaño de 80

cabezas.DUQUEYECH, Azmet, citado en 1416 como testigo en la venta de un trozo de

tierra de Azmet Connayia.DUQUEYECH, Cilim, morabatín de 1404; besante de 1408, censal. Poseía un re-

baño de 50 cabezas.DUQUEYECH, Galip, citado en 1416 como testigo en una venta de un trozo de

tierra.ELLI AL MORIT, Mahomat, besante de 1408. Poesía un rebaño de 150 ovejas.

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EXADIT, vid Xadit.EXEM, besante de 1408, censal.EXEM, Venic, de Pinela. Citado en 1416 como testigo en una venta de tierras.FACAB, Abdallá, censal en 1408.FACEN su yerno, morabatín de 1404.FAIUBA, Abrafim, censal en 1408.FAYUBET, en 1408 compró un patio o corral por 40 sueldos a Zoayr.FUDEYL, Yaye, morabatín de 1404; besante de 1408. También Fudiel.FULEY, Coot, morabatín de 1404; censal en 1408.GANANERI, Caat, de la Vall de Seta. En 1416 vendió a Caat Bacora, de Onda-

ra, unas casas por 14 libras y 15 sueldos.GEBELLI, Cilim, morabatín de 1404; besante de 1408. Tenía una hija que se

cita en el morabatín de 1404.GEHMI, Mahomet, citado en 1416 en una venta de tierra, era dueño de un

campo.HAJUBA, Mahomat, besante de 1408.HAJUBA, la mujer de, morabatín de 1404.HALIL, Caat, en 1408 vendió un higueral pequeño (figueralet) a Abdallá Nadir

por 7 sueldos y 6 dineros. En 1416 poseía un higueral.HAMER, Geme, en 1416 se cita una viña suya en un deslinde de propiedad, en

la venta de una viña de Ramón Pelegrí a Cayt Zintar.HATAP, Abdallá, morabatín de 1404.HAYR, Cayt, morabatín de 1404; censal en 1408. Tenía un hijo que ese año pagó

al señor 7 sueldos, 6 dineros por el tercio del salario de los juglares ensus bodas, que hizo ese año en Ondara.

HAYZOPARA, morabatín de 1404.HIAYHE, fabricante de peines. En 1416 compró de Pere Martí, de Ondara, un

trozo de tierra por 2 libras, 5 sueldos.HIAYHE, herrero, citado en 1416 como dueño de una viña, que lindaba con

otra de Pere Martí, y otra de Joan Gençor.HOAYMET, Mahomat, besante de 1408, censal.HOAYMET, Yayeix, herrero, citado en el besante de 1408. Yaye Redovà le ven-

dió un trozo de tierra en la huerta de Ondara por 17 libras y 2 sueldos.JAYENI, Mahomat, o Jeyeni, Jehiní. Morabatín de 1404; besante de 1408. Fue

castigado con 45 azotes por decir palabras injuriosas, y conmutada lapena por una multa de 22 sueldos. Ese año vendió un trozo de tierra a JoanCardona por 70 sueldos. Citado en 1416 en la venta de un censal de 4 di-neros a Francesc Dalmau, notario de Gandía, por 20 libras.

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JUBET, Mahomet, en 1416 compró un trozo de tierra que le vendió RamónLombart, presbítero, por 6 libras.

LOPPO, Abrafim, fabricante de peines, besante de 1408.MAHOMAT, “lo pellero”, en 1416 compró un trozo de tierra plantado de viña a

Hiayhe Alcocer por 4 libras y 8 sueldos. Ese año vendió a Huaylis Maxa-to una casa por 12 libras. También vendió un trozo de tierra a MahomatBacorapor por 15 libras.

MALICH, Azmet, morabatín de 1404, citándose en otro fuego su sobrino; be-sante de 1408, censal.

MARCHIQUA, viuda, besante de 1408.MAUHIA, Cale, besante de 1408. En 1416 sabemos que poseía una viña en el

término, que lindaba con tierra de Melich y caminos.MAUAGÜF, Azmet, 1408.MAXATO, Huayhie, en 1416 compró unas casas que le vendió Mahomat Lo-

pello por 12 libras.MAYORQUÍ, Azmet, censal en 1408.MAZERANO, Geme, besante de 1408.MEGUECH, morabatín de 1404.MELICH, citado en una delimitación de propiedad tras una venta de un trozo

de viña de Ramón Lombart, presbítero. Poseía un trozo de tierra.MICHICHI, Mahomat, o Mechini, censal en 1408. En 1416 se le cita en un des-

linde de propiedad como poseedor de tierra, junto al río de Ondara y laacequia del molino d’En Coll. Podría ser el personaje que aparece con lagrafía Miqiqo, que poseía un higueral ese año.

MOCHTA, Alí, morabatín de 1404; besante de 1408, censal.MONDOLL, Cayt, de Pinela. En 1416 compró un trozo de tierra por 10 libras

a Azmet Amdi, de Elk Verger.MORABIT, Mahomat, morabatín de 1404.MORIT, Mahomat, alias Mahomat Ell, besante de 1408. Quizá fuera el Maho-

mat Morabit arriba citado en 1404.MORRACHO, Caat, juglar, morabatín de 1404; censal en 1408.MUÇA, morabatín de 1404. Un tal Muça poseía un higueral en 1416.MUÇA, Azmet, besante de 1408, censal.MUNDO, Mahomat, Se le cita en 1408 como de la Vall d’Exaló (Jalón) y paga be-

sante como extranjero (estrany) al haberse hecho vasallo del duque.MUZEYT, Abdallá, citado en 1416 como testigo en la venta de un trozo de tie-

rra de riego a Azmet Benzaber.NADIR, Abdallá. Se cita su mujer en el morabatín de 1404; besante de 1408, cen-

sal. Tenía un hijo, que en 1408 fue condenado por sospechoso de robo, junto

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con Mahomat Alcácer y el hijo de Baqua, siendo condenados a 33 sueldosde multa. Compró un higueral pequeño por 7 sueldos y 6 dineros a Halil.

NADIR, Caat, morabatín de 1404. Se le cita como dueño de tierra en una deli-mitación de propiedad en la venta de tierra que Hiayhe Alcocer hizo aMiquel Pérez.

NAYAR, Yaye, besante de 1408, censal.NOCORON, vid. Noçorón.NOÇORÓN, Axer, morabatín de 1404; besante de 1408, censal.NOÇORÓN, Cayt, censal en 1408. Se cita una tierra suya en 1416 en un deslinde

de propiedad en la venta de una viña de Azmet Alaret, con la que lindaba.NOÇORÓN, Mahomat, citado como testigo en la venta de un trozo de tierra por

Azmet Alchatan. Un Mahomat Nocorero aparece como testigo ese añoen otra venta, y quizá fuera el mismo personaje.

OZMÉN, vid Uzmén.PARRELL, Azmet, alias Lopello. En 1416 vendió a Azmet Zacal una casa.PARRELL, Mahomet, alias Lopello, pariente de Azmet en grado que descono-

cemos y que llevaba su mismo alias. Citado en 1416 en la venta de un trozode viña a Miquel Pérez, hostalero de Ondara, por 6 libras y 12 sueldos.

PARRI, Cacic, citado en un deslinde de tierras de 1416, poseía un campo de “terra”.PAZOÇ, Azmet, morabatín de 1404; besante de 1408.POLLERO, Mahomet lo, en 1416 compró un trozo de tierra en la huerta del

lugar a Cayt Zaydón por 11 sueldos.RACLU, Caat, citado en 1416 como testigo en la venta de un huertecito del al-

faquí Rodová.RAÇBAYDA, Alí, morabatín de 1404; besante de 1408, censal.RAFE, Azmet, morabatín de 1404; besante de 1408, censal. En 1416 poseía un hi-

gueral.RAFE, Cilim, o Raffe. Besante de 1408, censal. Abonó al duque de Gandía 7

sueldos, 6 dineros por el derecho de las bodas que hizo en Ondara eseaño. En 1416 compró un trozo de tierra de secano a Mahomet Benzuque-ya por 260 sueldos.

RAFE, Coot, morabatín de 1404; besante de 1408, censal. Un Caat Raffe compróun trozo de tierra de secano en 1416 a Azmet Alchatan por 20 libras.

RARO, Ali, morabatín de 1404; besante de 1408, censal.RATLU, Caat, censal en 1408.RAZBAYDA, Azmet, En 1416 se le cita en un deslinde de propiedad, indican-

do que tenía “tierra”.RAZBAYDA, Cilim, en 1416 se cita como dueño de una viña en un deslinde de

propiedad en la venta que Alí Alagraz hizo de un trozo de tierra.

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REDOVA, Yaye, vendió en 1408 un trozo de tierra e higueral a Yaye Alcácerpor 56sueldos. También otro trozo de tierra en la huerta de Ondara a Yaye AyayeixHoaymet, herrero, por 17 libras, 2 sueldos. En 1416 se cita un Rodovà, alfa-quí, que pudiera ser la misma persona. Compró un “carreró” a Azmet Hamerpor 6 sueldos, y una viña a Azmet Aloret por 2 libras y 5 sueldos.

RODOVÁ, alfaquí. En 1416 vendió un huertecito a Azmet Benzaber por 11sueldos. Compró una viña de Azmet Aloret por 2 libras y 5 sueldos.

TAIX, Yaye, o Caix. Morabatín de 1404; besante de 1408, censal. Poseía tierra, ci-tada en un deslinde de 1416 por la venta de un trozo de tierra de RamónPelegrí, con la que lindaba. También poseía una viña, que lindaba con lade Cilim Razbayda y una senda.

TARANDO, Amar, censal en 1408. Podría ser Taradero, ya que el signo de abre-viatura cubre toda la palabra (Tarado).

TAER, Hiayhe, citado en 1416 en una delimitación de tierras, citándose tierrassuyas.

THAER, Fondell, morabatín de 1404; censal en 1408.TAHER, Hamdim, en 1416 poseía un higueral.TINA, viuda, besante de 1408.UHAYMET, Yayeix, alias Mesquiquo, besante de 1408.UZMEN, Caat, u Ozmén. Besante de 1408, censal. En 1416 se cita una tierra

suya en un deslinde de propiedad. Poseía un higueral.VALENA, Fumeyt, besante de 1408.VALENÇI, Fumeyt, besante de 1408.XADIT, Axer, morabatín de 1404; besante de 1408.XADIT, Cilim, censal en 1408.XADIT, Coot, en 1416 compró la mitad de la casa de Caat Acet por 3 libras.XADIT, Mahomat, morabatín de 1404; besante de 1408. En 1416 poseía un hi-

gueral.XAGHA, morabatín de 1404.XIXONÍ, Azmet, o Xexoní. Censal en 1408. En 1416 se le califica residente en Pa-

míes y firma como testigo en la venta de un trozo de tierra.XOAYA, Caat, morabatín de 1404; censal en 1408. Su hijo fue condenado ese año

por el baile a una multa de 11 sueldos por haber sacado el cuchillo contraun converso.

XOAYF, Calim, besante de 1408. También Xuayf.XUHAYA, Caat, besante de 1408.XUAYA, Cilim, morabatín de 1404; besante de 1408, censal. También como Xoaya.XUQUEYHEC, Galip, de Matosses. En 1416 compró a Joan García, de Denia, un

trozo de tierra por 22 libras.

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ZACAL, citado en 1416 en la venta de unas casas de Caat Gananeri, de la Vallde Seta.

ZALE, vid. Çale.ZAYDO, Abrafim, morabatín de 1404; besante de 1408. También Zaydón.ZAYDO, Coot, morabatín de 1404, citándose su sobrino como otra unidad fa-

miliar diferente; besante de 1408.ZAYDO, Cayt, en 1416 vendió a Mahomet lo Pollero un trozo de tierra en la

huerta por 11 sueldos.ZAYDO, Çaat, besante de 1408.ZAYDÓ, Yayeix, citado en el morabatín de 1404 como Yacix Zaydón; besante de 1408.ZAYDÓN, vid. Zaydó.ZEBELI, Alí, en 1416 poseía una viña, citada en un deslinde de tierras de una

venta de una viña de Ramón Pelegrí a Cayt Zintar.ZICH ZICH, Jucef, morabatín de 1404; besante de 1408.ZIMAR, Cayt, en 1416 vendió un trozo de viña a Alí Alchagar.ZINTAR, Cayt, citado en 1416 como testigo en la venta de unas casas de Caat

Gananeri, de la Vall de Seta. Poseía una viña en el término de la localidad.Compró a Joan Pelegrí, procurador de Ramón Pelegrí, de Valencia, unaviña por 8 libras y 3 sueldos.

ZOAYR, viuda, una persona con este nombre aparece en el morabatín de 1404;besante de 1408.

ZOAYR, censal en 1408.ZOAYR, 1408. Un individuo con este nombre vendió un patio o corral a Faju-

bet por 40 sueldos.

CRISTIANOS

AYMERICH, Nicolau, pagaba 4 sueldos de censos por casas en 1408.BONANAT, Guillem, pagaba en 1408 3 sueldos por una viña acensada.BONET, Ramón, pagaba 4 sueldos de censos por casas en 1408.BOYL, Pere, sastre, pagaba 4 sueldos de censos por casas en 1408.CAPELLÀ, lo, pagaba 4 sueldos de censos por casas en 1408 y 12 sueldos por

viñas y huerto.CARDONA, Joan, pagaba 4 sueldos de censos por casas en 1408 y 18 sueldos

por obrador y viña.CORELLA, Rodrigo de, pagaba 4 sueldos de censos por casas en 1408.ESTEVE, Pere, la mujer de, morabatín de 1404.

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FEBRER, Domingo, morabatín de 1404. Pagaba 15 sueldos de censos por casasen 1408.

FERRADA, Jaime, morabatín de 1404.FORT, Pere, sastre. En 1408 pagaba 2 sueldos por una viña acensada.GARCÍA, Joan, morabatín de 1404. Su suegra aparece como otra unidad fami-

liar aparte. Pagaba 4 sueldos de censos por casas en 1408 y otros 23 porviñas, tierras y huertos. Un Joan García, habitante en Denia, que no sa-bemos si era la misma persona, vendió en 1416 un trozo de tierra de riegoa Azmet ben Zeber, moro de Ondara por 14 libras.

GAVILA, Arnau, morabatín de 1404. Pagaba 4 sueldos de censos por casas en1408. Este año se le califica de “menor” y tenía acensados un molino,casas y tierra por 38 sueldos y 9 dineros.

GAVILA, Bernat, pagaba 4 sueldos de censos por casas en 1408.GAVILA, Gonzalo, morabatín de 1404.GAVILA, Guillem, pagaba 4 sueldos de censos por casas en 1408 y 7 sueldos por

viñas y tierras acensadas.GENÇOR, Joan, morabatín de 1404. Pagaba 4 sueldos de censos por casas en

1408, y otros 20 por viñas y tierras.GENÇOR, Manuel, pagaba 4 sueldos de censos por casas en 1408.JOAN, Bernat, carpintero de Denia, citado como testigo en la venta de un trozo

de tierra de riego de Joan García, de Denia, en el término de Ondara.JORNETA, Na, morabatín de 1404. Se cita a su hijo como otro morabatín in-

dependiente.MARTÍ, Pere, morabatín de 1404. Pagaba 4 sueldos por censo de casa en 1408.MARTÍ, Pere, su hijo, morabatín de 1404.MIR, Francesc, morabatín de 1404.MULET, Jaime, la mujer de, morabatín de 1404. Ella y sus hijos pagaban 4 suel-

dos de censos por casas en 1408.MULET, Joan, en 1408 pagaba 7 sueldos por unas viñas acensadas.ORTONEDA, Berenguer d’, en 1408 pagaba 8 sueldos por casas que tenía a

censo.ORTONEDA, Roger, morabatín de 1404. Se cita pagando el impuesto aparte a

la “dona que te en sa casa”, que no sería su mujer, es evidente.ORTOLÀ, En, tejedor, morabatín de 1404.PALAU, Francesc, en 1408 pagaba al señor 6 sueldos por una viña acensada.PASTOR, Domingo, pagaba 5 sueldos de censos por casas en 1408.PASTOR, Gonzalo, morabatín de 1404.PELEGRÍ, Guillem, morabatín de 1404. Tenía casas, tierras y viñas acensadas en

1408.

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PELEGRÍ, Joan, pagaba 1 sueldo de censos por casas en 1408.PELEGRÍ, Pere, morabatín de 1404. Pagaba 4 sueldos de censos por casas en

1408. Tenía acensadas tierras y viñas.PELEGRÍ, Ramón, morabatín de 1404. Pagaba 4 sueldos de censos por casas en

1408 y otros 6 por viñas y tierras.PERIC, Ferrando, o Pérez, morabatín de 1404. Pagaba 4 sueldos de censos por

casas en 1408.PLA, Na, morabatín de 1404. Sería el Antoni Pla, que en 1408 pagaba 15 suel-

dos por censo de unas casas.RAMONA, Na, morabatín de 1404. Se cita también como unidad familiar in-

dependiente a su hijo, y en otra diferente su nieta.ROIÇ, Jaime, morabatín de 1404. Se cita a su hijo como otra unidad familiar propia.SALVADOR, Ramón, pagaba 4 sueldos de censos por casas en 1408 y 25 suel-

dos por el horno del lugar.SANCHEZ, Joan, en 1408 tenía acensada tierra.SÁNCHEZ, Joan, los hijos de, pagaban al señor 550 sueldos en 1408 por la ta-

berna y el hostal, acensado a perpetuidad.VENRELL, Arnau, pagaba 4 sueldos de censos por casas en 1408.VIDAL, Bernat, sastre, morabatín de 1404.VIDAL, Ramón, morabatín de 1404.

RESUMEN

A partir de un cabreve de 1416 conservado en el Archivo del Reino de Va-lencia hemos pretendido reconstruir cuál fue el desarrollo del lugar de Ondara,en el norte de la actual provincia de Alicante, en particular la renta percibida porel señor, el duque de Gandía. Ondara tenía una población de mayoría mudéjar,aunque también vivían en la localidad cristianos. De esta renta era la particiónde frutos de los mudéjares y los cristianos, con sus 4.000 sueldos, la que pro-porcionaba los mayores ingresos en las arcas señoriales, es decir, el gravamensobre la actividad económica de la localidad, seguida por los arrendamientos yel besante. Además de la agricultura había una actividad artesana en torno a lacantarería, la fabricación de jabón y el tinte. Se completa el estudio con unasnormas municipales del año 1410 y la prosopografía de los vecinos.

Palabras clave: mudéjares, Ondara, Alicante, renta feudal, señoríos, agri-cultura, demografía, prosopografía.

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ABSTRACT

Obtained from a document of 1416 preserved in the Archive of the King-dom of Valencia, we have pretended to rebuild the Ondara’s place of deve-lopment, in the north of Alicante’s province, particularly the rent received bythe lord, the Duke of Gandia. Ondara had a population of Mudejar majority,even though Christians also lived in the locality. From this rent it was the par-tition of fruits from the Mudejares and Christians, with their 4000 salaries, theone that produced the most incomes in the lord’s arks; this was the tax over theeconomical activity in the locality, followed by the leasing and the besante.Apart from the agriculture there was an artisan’s activity related with pottery,the manufacture of soap and dye. The study is completed with some munici-pal laws from the year 1410 and the prosopography of the neighbours.

Key words: mudejares, Ondara, Alicante, feudal rent, manor, agriculture,demography, prosopography.

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Bienes muebles de mudéjares castellonenses. Siglo XV Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010), pp. 69-90

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BIENES MUEBLES DE MUDÉJARESCASTELLONENSES. SIGLO XV

Joaquín Aparici Martí *

LAS ACTAS DEL JUSTICIA COMO FUENTE DE ESTUDIO

El tema de los inventarios de bienes mudéjares y moriscos no es una no-vedad. Sobre el asunto ya se han realizado trabajos con ámbitos geográficos tandistintos como Andalucía, Teruel, Valencia e incluso la zona de Castellón. Al res-pecto, los estudios sobre los moriscos andaluces son cuantitativamente los másnumerosos, basados muchos de ellos en cartas de dote y arras del siglo XVI. Anivel turolense, valenciano o castellonense, el número de publicaciones es sen-siblemente menor, si bien volvemos a observar que se refieren, mayoritaria-mente, al período morisco. En algunos de estos trabajos se transcribe el listadode bienes y se procede al análisis global de los mismos. En otros se toma en con-sideración sólo parte de esos bienes para realizar un interesante estudio lin-güístico o etimológico, especialmente de la indumentaria y las joyas1.

* Universitat de València. Departamento de Historia Medieval.1. Muchos de esos trabajos se basan en cartas de dote y arras, y realizan como ya hemos men-

cionado listados de palabras para conocer su origen y significado, especialmente respecto avestidos y joyas. Véase M.J. OSORIO PÉREZ, «Aproximación al status socio-económico de lamujer morisca a través de los protocolos granadinos: fuentes para su estudio», IV SimposiumInternacional de Mudejarismo, 1993, pp. 667-675. J. ALBARRACÍN NAVARRO, «Una carta morisca dedote y arras. Granada (1540) y Juan Martínez Ruiz», Sharq al Andalus, 12, 1995, pp. 263-276. Id.,«Nueve cartas moriscas de dote y arras de Vera (Almería, 1548-1551)», Actas del Congreso LaFrontera Oriental Nazarí como sujeto histórico (ss. XIII-XVI), 1997, pp. 513-530. C.A. MARTÍNEZ AL-BARRACÍN, «Léxico de algunas ropas y joyas de una carta de dote y arras de una morisca gra-nadina del siglo XVI (24-I-1563)», VII Simposio Internacional de Mudejarismo, 1999, pp. 679-689.L.R. MENÉNDEZ DE LUARCA, «De cómo vivían los moriscos en sus casas», VIII Simposium In-ternacional de Mudejarismo, vol. II, 2002, pp. 765-769, donde realiza un breve recorrido por lascostumbres moriscas vistas desde la óptica cristiana, transcribiendo los bienes de una carta dedote y arras fechada en 1568, y que extracta de otra obra, J. MARTINEZ RUIZ, «Siete cartas de dotey arras del Archivo de la Alhambra (1546-1608)», Revista de dialectología y tradiciones populares,22, 1966, pp. 54-59. M. ARCAS CAMPOY, «Inventario de bienes de una morisca granadina emi-grada a Lorca (Murcia)», Al-Masaq, 4, 1991, pp. 35-49. A nivel turolense existe un reciente tra-bajo sobre los mudéjares de estas tierras en el que se publican hasta seis inventarios de mu-déjares de Albarracín que, a fin de no convertirse al cristianismo, se fugaron de la poblaciónen 1504, quedando sus pertenencias consignadas por el alguacil de la Inquisición Francisco deRobres (morisco que había sido alfaquí de Albarracín) para hacer frente a una deuda de

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Las fuentes para el estudio de la minoría islámica en nuestras tierras sonvariadas y, afortunadamente, se conservan importantes series documentalesde las que extraer las noticias. En una de las últimas publicaciones del Centrode Estudios Mudéjares (año 2005) reconocidos investigadores participaron conel objetivo de configurar un libro que sirviera como base de futuros trabajos:Fuentes documentales para el estudio de los mudéjares. Allí se tomaba nota de la im-portancia de la documentación sobre mudéjares contenida en el Archivo de laCorona de Aragón, en los archivos nobiliarios como el de la casa Ducal de Me-dinaceli, los archivos notariales, y los archivos municipales (centrándose en elde Borja), haciendo mención explícita a los tipos de registro donde buscar, ytambién a aquellos que ofrecían posibilidades de encontrar referencias2.

Ahora, personalmente, trataré de acercarme a la realidad material de lavida diaria de los mudéjares castellonenses (y en menor medida de los moris-cos) a través de los inventarios de bienes muebles realizados por orden de uncargo público, como es el justicia, y consignados en los libros y documentosemanados desde la escribanía de esta institución.

En los libros de Cort del Justícia localizados para Castellón, Segorbe yOnda3, que han sido la base de esta pequeña aportación, encontramos la mismaestructura interna, ordenación de los textos y contenido informativo, aspecto quenos habla a su vez de las actuaciones y competencias del propio cargo judicial.De forma breve, estos libros contienen cuatro o cinco grandes apartados, a saberel libro de Obligacions-Condempnacions, el de Actes Comuns, el de Lletres, y enocasiones se conserva el de Subhastes. Otros apartados, como el de Clams, Penadel Quart, etc., aparecen generalmente en menor número, y en muchas ocasionesinsertos dentro de los anteriormente mencionados. A su vez, dentro de cada

12.000 ss. que acreditaba el caballero Pedro Navarro. Véase G. NAVARRO y C. VILLANUEVA, Losmudéjares de Teruel y Albarracín. Familia, trabajo y riqueza en la Edad Media, 2003, pp. 191-197. Parael caso de la zona de Castellón, véase el trabajo de M. ROSAS ARTOLA, «Notes sobre la vidadomèstica d’una família de moriscos de Borriol a través d’un inventari de 1551», V Jornades cul-turals a la Plana de l’Arc, 2003, pp. 45-56. El morisco de Borriol en cuestión era Pere Faraig,alias Carreres, transcribiéndose el inventario de bienes tras su óbito. Para el caso valencianoen general véase C. BARCELÓ, Minorías islámicas en el P. Valenciano. Historia y dialecto, 1984, pp.105-107, donde publica tres inventarios de bienes mudéjares o moriscos, a saber de Çat Al-catxon (1351, Alfarb), Abdallá Torralbí alias Sardina (junio de 1497, Valencia), y Miquel Gàlip(1585, Benifairó de Valldigna). Véase también C. BARCELÓ y A. LABARTA, «Indumentaria mo-risca valenciana», Sharq al-Andalus, 2, 1985, pp. 49-73.

2. Los autores que participan en la obra son M.T. Ferrer i Mallol, I. Montes Romero-Camacho, G.Navarro Espinach y J.F. Egea Gilaberte. El Centro de Estudios Mudéjares depende del Insti-tuto de Estudios Turolenses. Además de los libros monográficos de la serie de Estudios Mu-déjares, el centro organiza y publica las actas de los diferentes Simposia Internacionales deMudejarismo que se celebran en Teruel cada tres años.

3. Para el caso de Castellón, hemos utilizado los libros del justicia contenidos en el Archivo His-tórico Municipal (AHMCs). En el de Onda, los registros del justicia existentes en la sección delBaile General del Archivo del Reino de Valencia (ARV), y para el caso de Segorbe, los regis-tros del justicia del Archivo Municipal (AMS), a los que hemos unido los protocolos del Ar-chivo de la Catedral (ACS).

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uno de esos grandes apartados se puede encontrar una gran variedad de re-gistros informativos4. La utilización de esos registros permite un amplio abani-co de posibilidades y temas a tratar, que pueden ir desde aquellos de tipo eco-nómico (obligación por compra-venta de productos, préstamos, reconocimientode deudas), geográfico (origen de las personas que intervienen, itinerarios yáreas de influencia), delictivo (agresiones, asesinatos, treguas, calumnias), etc.5,o como en nuestro caso, de aproximación a la realidad material del interior delas casas mudéjares a través de la scripció de bens por deudas no satisfechas.

Con respecto al tema que ahora me interesa, los inventarios de bienes, escierto que la aproximación sólo puede ser parcial pues la relación de útiles quese consigna en las actas judiciales no tiene la misma intención como si se tratasede un acto notarial. En estos últimos, el notario tiene cuidado de anotar pun-tualmente todos y cada uno de los bienes que se poseen, generalmente portratarse de un inventario post mórtem (véase el documento n.º 19), inventarioal que en ocasiones acompaña una posterior almoneda o subasta de bienes,que nos permite incluso conocer el precio o valor de tasación de dichos útiles.Sin embargo, mientras para la zona de Segorbe sí se conserva un buen núme-ro de protocolos o notales, para el área de la Plana de Castellón no se conser-va documentación notarial del período medieval, existiendo sólo un reduci-do número de éstos a partir de las primeras décadas del XVI6.

Por ello los actos ante el justicia cobran importancia especial. A instancia dela parte demandante, ante el justicia se realiza el inventario de bienes de un in-dividuo hasta que el listado de los mismos equivale al montante global de ladeuda, momento en que se acaba el inventario. Resulta pues algo parcial, con-dicionado al valor de lo adeudado, por lo que no son inscritos la totalidad de losbienes. Incluso en ocasiones ni siquiera se llega a anotar dichos bienes, quedan-

4. Así, por ejemplo, en los libros de obligaciones encontramos los nombres, apellidos, alias, ofi-cio o cargo, procedencia, identificación étnico-religiosa, etc., de las partes. El sujeto activoacepta el objeto de la obligación, que viene estipulado en el pago de cierta cantidad de dine-ro, mercancía, etc., dentro de un plazo temporal determinado. Esa obligación nace por una re-lación contractual de préstamo, compra-venta, o servicios, que garantiza el sujeto pasivo al con-fesarse deudor del sujeto activo, sometiéndose a la pena del quart, y obligando sus bienes. Enlos libros de Actos Comunes aparecen por ejemplo todas las treguas establecidas, todas las re-ferencias a delitos (agresión, robo), los juramentos de los corredores, procesos judiciales dondedeclaran las partes y los testigos, etc.

5. Por ejemplo, la utilización exclusiva de los libros de justicia han servido para el estudio de lasactividades económicas de los judíos castellonenses. Véase J.R. MAGDALENA, Judíos y cristianosante la Cort del Justícia de Castellón, 1988, Dip. Castelló. A.J. MIRA JÓDAR, «Els diners dels jueus.Activitats econòmiques d’una família hebrea al món rural valencià», Revista d’Història Me-dieval, 4, 1993, pp. 101-126. También han servido para aproximarse al mundo mudéjar a tra-vés de ciertos conflictos, como C. DÍAZ, «La justicia cristiana ante los mudéjares: los Bocayo,una familia valenciana del siglo XV», B.S.C.C., 69, 1993, pp. 201-209. O a un análisis más glo-bal de las posibilidades económicas de los mudéjares, en J. APARICI MARTÍ, «Conexiones co-merciales de corto radio entre Onda y las morerías cercanas en el transcurso del s. XV», But-lletí d’Estudis Municipal, 1, 1999, pp. 107-126.

6. Su utilización para el estudio de los bienes moriscos en M. ROSAS ARTOLA, op. cit., pp. 45-56.

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do en los libros-registro sólo la intitulación de aquello que se iba a hacer7. Ade-más, generalmente no se realiza, como en los actos notariales, un recorrido visualpor el espacio habitado o la estructura y organización interna de la casa. Por elloestos listados son un tanto limitados. Sin embargo, a falta de otro tipo de regis-tros, éstos son los únicos que nos acercan al interior de la vivienda mudéjar en lazona de Castellón, y a la realidad material de su convivencia diaria8.

Además, la utilización de los inventarios de bienes se reafirma como fuen-te insustituible para el conocimiento de la cultura material bajomedieval decualquier persona en general, y del grupo mudéjar en particular. Como indicóN. Pounds, el mundo de los objetos bajomedievales son “la imagen más íntimaque tenemos de la vida y las posesiones de las gentes”9. Más aún, hay casos enque documentamos pocos objetos, pero para unas funciones muy claras, invi-tándonos a hablar de simplicidad. Sin embargo, la escasez de elementos en oca-siones se compensa con su multifuncionalidad (por ejemplo, caixes, banchs, etc.,son empleados para depositar otros objetos y, simultáneamente, como muebleso puntos de apoyo). También hay muebles reversibles que permiten el ahorro deespacio, como las mesas o sillas plegables, camas desmontables, etc. Incluso lautilización de estos inventarios sirve para complementar los límites del registroarqueológico. La cerámica, que en la mayor parte de las excavaciones arqueo-lógicas de espacios domésticos puede representar más del 90% del material re-cuperado, en algunos inventarios no supera el 18% de los objetos listados. El por-centaje restante (del orden del 82%) no sería documentado arqueológicamentemás que en una proporción muy baja y en condiciones de conservación defi-cientes (madera, metal, vidrio, textil, junco, cuero, etc.), y sin embargo repre-sentan la mayor parte del mobiliario que existía en las viviendas de la época10.

7. El 18 de junio de 1441, en el libro de subastas se consignó: “a instància de Johan Miró, sabater, su-bastats com a bens de Mahomat Botori moro de la moreria de Castelló los bens mobles de aquell segons sonscrits, qui li diu e et cetera tot hom et cetera…”. A continuación “a instància de Jordi Bago procuradord’en Francesch Guerau, subastats com a bens de Abdallà Çalom e de Muge sa muller, … qui li diu e et ce-tera tot hom et cetera…”. Sin embargo, los bienes no fueron escritos ni listados en dicho libro.Ambos ejemplos en AHMCs, justicia n.º 22, libro de subastas. Todos estos datos resultan tam-bién muy útiles a nivel de creación de listados prosopográficos de los mudéjares, especialmentede Castellón, pues la morería de esa localidad se constituyó, materialmente, a fines de 1439,por lo que los mudéjares documentados en 1440 y 1441 debieron ser de los primeros en habitarla.

8. A este nivel por ejemplo y para la zona de estudio sólo disponemos de una aproximación parcialreferente al mobiliario e indumentaria de los mudéjares castellonenses del siglo XV. Se trata deunos listados simples en los que se enumeran muebles, útiles de cocina, aperos agrarios, ropa devestir y de cama, especificándose en ítem separado aquellos tildados en la documentación comomorisch, pero que en su conjunto no proceden de inventarios listados, sino de obligaciones de com-pra-venta de un producto ante el justicia. Véase al respecto C. DÍAZ, Los musulmanes del norte va-lenciano durante el siglo XV: crédito y endeudamiento, Tesis doctoral inédita, Univ. Jaume I, pp. 248-259. Véase también, para el período morisco, el trabajo ya mencionado de M. Rosas Artola.

9. N. POUNDS, La vida cotidiana. Historia de la cultura material, 1999, p. 246.10. J.A. EIROA RODRÍGUEZ, «Los inventarios bajomedievales como fuente para el estudio del mo-

biliario doméstico: una aproximación a los límites del registro arqueológico», Actas del II Sim-posio de Jóvenes Medievalistas, 2006, pp. 23-36.

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En conjunto, en el presente trabajo hemos realizado la transcripción de 23inventarios, de extensión desigual, referidos a mudéjares y moriscos de las lo-calidades de Castellón, Onda y Segorbe (todos ellos con morería, pero desigualvalor demográfico)11. Con la excepción del documento n.º 19, que es un inven-tario procedente de un protocolo notarial segorbino, y del n.º 14, que son losbienes del interior de un cofre robados a un mercader mudéjar, el resto procedentodos de inscripciones judiciales por razón de deudas contraídas y no satisfechas.

TRANSCRIPCIÓN DOCUMENTAL DE LOS INVENTARIOS

Doc. 1

1441, febrero, 16. Inscripción de bienes de casa del mudéjar de Castellón MahomatMogip a instancia de Johan Giner. En fecha 7 de marzo de ese año Çahet Tordello, de Cas-tellón, caplevó todos los bienes muebles inventariados de Mogip por valor de 3 florines ymedio (AHMCs, justicia n.º 12, act. com).

Primo hun pavés,item hun mantó blau,item dos broqués,item una flaçada ab hun lançol.

Doc. 2

1441, marzo, 3. Inscripción de bienes de casa de Pexcat, mudéjar de Castellón a instanciade Johan Miquel, por valor de 30 ss. (AHMCs, justicia n.º 12, act. com).

Primo una taula ab sos petges,item una talequa,item un lit ab son matalaff e un parell de lançols,item un rocí blanch.

Doc. 3

1441, abril, 7. Inscripción de bienes de la casa alquilada en Castellón por el mudéjar al-bardero, Alí Marclaní, instando Pere Castell, a quien fueron encomendados los bienes(AHMCs, justicia n.º 12, act. com).

Primo tres agules de fer albardes,item hun cabacet ab unes stisores e una agulla spardenyera e una macela,item unes gerres ab figues,item hun dader trencat.

11. Véase J. APARICI MARTÍ, «Moreries urbanes a Castelló: la integració del treball artesà musulmàdurant el segle XV», XVII Congrés d’Història de la C. d’Aragó, 2003, vol. I, pp. 171-184.

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Doc. 4

1441, junio, 1. Inscripción de bienes de la casa de Abdallà Calom, mudéjar de Castellón,a instancia de Francesc Guerau. Pexcat y Macià, moros, caplevan bienes de casa de Abdallà porvalor de 7 libras y media (AHMCs, justicia n.º 12, act. com).

Primo hun lit ab ses posts,item una màrfega,item hun matalaff,item una flaçada,e huna mulla de pel negre.

Doc. 5

1442, abril, 17. Relación de bienes del mudéjar castellonense Jucef Gallego que estabanen poder del judío Samuel Azarilla12, y que han sido requisados por Bernat Johan a instan-cia del vecino de Valencia Pere Pomar (AHMCs, justicia n.º 12, act. com).

Primo, en la entrada de la casa:un cub de VIII gerres ab son follador,item tres gerres bladeres,item una gerreta ayguadera,item un manil burell e groch,item una tauleta de mengar,item una cadira,item una gerreta,item una anab (¿) d’argent,item quatre gerres buydes,item dues gerres plenes de vi de XXX,item una caldera gran,item una pila de fust,item hun lit de posts ab sa màrfega,item hun parell de lançols de tres teles de terme,item una flaçada burella ab listes blanques,item un banch de cab,item una (…) de lana filada,item un matalaff blanch e vermell,item un caffís buyt,item una caixa nova de pi,item una caxa gran de tenir libres,item un artibanch.

12. Publicado por J.R. MAGDALENA, op. cit., documento n.º 35, p. 199.

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Doc. 6

1445, febrero, 9. Inscripción de bienes de dos mudéjares. A instancia de BerenguerCastell, vecino de Castellón se hace inventario de bienes de Hamet Alger, de Castellón, bas-tantes a satisfacer la deuda de 66 ss. (AHMCs, justicia n.º 13, act. com. f. 78r).

Primo, XX fexos de lii poc mes o menys no piquat,item hun lit de post ab màrfega e matalaf,item un parell de ¿gaensties?.

A continuación, a instancia de Castell, se procede al inventario de bienes de Çuley-men Alger, que satisfagan otra deuda de 66 ss.

Primo un lit de posts ab una màrfega e un matalf e hun parell de llançols de li,item una caxa chiqua,item XXXX fexos de lii no piquat.

Doc. 7

1445, febrero, 24. Inscripción de bienes del mudéjar de Castellón Abdallà Fellení, ins-tando Berenguer Castell por 22 ss. adeudados (AHMCs, justicia n.º 13, act. com. f. 82r).

Primo una aljuba verda,item un aradre,item un lit ab son matalaff blau.La dita aljuba fonch donada per la muller del dit deutor e fonch presa per Gilabert, saig, que la porta ab sí.

Doc. 8

1445, noviembre, 28. Inscripción de bienes de Çuleymen Alger alias Marrano, mudé-jar de Castellón, a instancia del castellonense Pere Miró, por razón de deuda de 5 florines(AHMCs, justicia n.º 13, act. com. f. 96v).

Primo una caxa ab un matalafet chich,item hun lit de posts ab sa màrfega, flaçada, travesser e llançol,item una caxa e dos fexos de lii,item dotze fexos de lii picat.

Doc. 9

1445, diciembre, 11. Inscripción de bienes del mudéjar de Castellón Hamet Alger alias Ma-rrano, instando Pere Mut por razón de deuda de 17 ss. (AHMCs, justicia n.º 13, act. com. f. 97r).

Primo un lit ab un llançol, matalaffet e un munt de fexos de lii amerat e picat.

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Doc. 10

1447, abril, 12. Inscripción de bienes de casa de Façan Xep, mudéjar de Castellón, a ins-tancia de Miquel Arrufat. Los bienes serán caplevats por valor de 22 florines por Johan Miró,mercader, y Berthomeu Agramunt, ambos de Castellón (AHMCs, justicia n.º 14, act. com).

Primo hun mul ab sa albarda,item tres relles,item una caldera,item hun lit de posts ab son matalaf,item altre lit ab sa màrfega e matalafet,item hun parell de lançols,item hun cubertor blau e vermell,item hun parel de lançols,item una flaçada listada,item tres matalafs de lit,item hun travesser de lana antich,item hun cubertor de lit vermell e blau, un matalaff de cavalcor,item una aljubeta verda chica,item un gonell negre,item una aljuba vermella de dona,item tres aljubes de li,item hun ¿bode? morat e altre negre,item dos roves d’oli,item una toca,item cinch vels xics de mora,item dos lançols mongills obrats de seda,item dos tovalloles grans de seda grans ab listes vermelles,item una aljuba blanca ab listes vermelles de seda,item dos draps de cap ab listes de seda,item hun drap de travesser obrat de seda,item una caxa e una caldereta.

Doc. 11

1456, septiembre, 11. Inscripción de bienes encontrados en la casa alquilada en Cas-tellón por Abdallà y la mujer de un tal Pancheta, en valor de una deuda de 24 ss. 2 dd.(AHMCs, justicia n.º 15, act. com).

Primo hun caldero sotil,una falç,una corda de cànem plana,item una caxeta chiqueta sotil sens cuberta,item hun capel de sol sotil,item un passador,item una ampoleta,item una carabaça,

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dos scudels grans e una chiqua,item un cànter,item hun terracet,item dos oles,item un matalafaç dolent desfet,item un cresol de fere,item una goça blanqua.

Doc. 12

1460, febrero, 28. Inscripción de bienes de casa de Çaat Alexep, tejedor mudéjar deSegorbe, estimándose el valor de los mismos en 30 ss. (AMS, justicia, asig. n.º 125, f. 14v).

Primo sis greals,item dos almaraxes e dos anstoles de vidre,item una marfegueta morischa sotil,item un matalaf morisch sotil blau ab la botana pintada,item un parell de lançolets d’estopa,item una manta de vestir,hun capell vell,una capa burella,item dos caxes velles,item una bargella,item un garbell,hun cedàs,una tauleta morischa.

Doc. 13

1467, junio, 4. Inscripción de bienes de casa de Alí Marco, de Castellón, a instanciade Guillem Mut, yerno de Bonanat Johan, por valor de 15 libras. Serán caplevats por Moffe-rriz Bocayó, mudéjar de Cirat. Testigos del acto son Çahat Quimil y Mafomat Jabar (AHMCs,justicia n.º 16, act. com).

Primo tres flaçades noves,item hun lit ab posts, peus, màrfega, matalaf e traveser,item dos gerres bladeres buydes,item hun pes de ferro,item una ballesta d’acer,item una tauleta redona,item una cadireta plegadiça,item hun altre lit, posts, peus, màrfega, traveser, matalaf, dos lançols,item dos camises de mora,item dos robes roig,item una gonella de mora vermella e hun mantó morat de moro.

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Doc. 14

1473, marzo, 6. Ante Johan Colomer, lugarteneniente de Dalmau de Loriz, comendadorde Onda, y de Jaume Martí, justicia por la orden de Montesa, comparece Çat Çuleymen aliasMoliner, mercader de Toga, exponiendo que hace tres días, reposando en el hostal de AlexiAgustí, sito en Onda, de noche, le robaron un cofre, dentro del cual había lo abajo indicado(ARV, n.º 1314, justicia de Onda, mano común, f. 137v).

Dues capces de la sua mercaderia, tanquades ab cadenats e ab claus e meses en la una part de la entradadel hostal, la qual la dita hostalera li havia designat… e que en la nit les dites caxes eren stades uber-tes, e rompudes los cadenats o tanquadures, e la una de les caxes era stada trobada uberta al entrat del’estable e levades de aquella:clochetes de seda obrades e per obrar d’or de bací tenades e blanques,tres bonets cenats e dos dobles vermells,un pairer de pintes no sab quantes,quatre onzes de safrà,una grosa de tiretes d’anynes,un ligar de fil de seda,un ligar ço és cap e coll de seda,dos voladós de seda crua,tres clochetes de lenç,un garlopet obrat d’or de Bechí e cent reals de or en un saquet de cuyro de cabrit,un pes e un manche hun cent de agulles stameneres.

Doc. 15

1473, mayo, 19. Carta instada por Pero Tomás, vecino de Jérica, contra Çat Fello, mu-déjar de Onda, para que se subasten bienes por valor de 240 ss. debidos del precio de unamula. Si no hay bastantes bienes, que se subasten los de su fiador, Guillem Castelló (ARV, bai-lía general n.º 1314, f. 69r).

Primo una mula,una taula de menjar ab sos peus,un banch,una flaçada burella,una gerra bladera,un llit de posts, peges, màrfega,una flaçada de listes blanques e blaves,un cofre,dues peces de stopa,tres petges,màrfega e matalaff.

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Doc. 16

1488, junio, 7. Inscripción de bienes de Azmet Bocayó, moro de la moreria de la present vilade Castelló, a instancia de Jaume Campos, pelaire. Los bienes foren acomanats ab sagrament a AxaGalbes, viuda mora la qual jura a la alquibla de Mahomet segons en sa ley és acostumat jurar, valo-rándose los bienes en 40 ss. (AHMCs, procesos de corte de justicia n.º 1, act. com).

Primo en la cambra en la entrada de la casa de aquell:hun lit ab quatre posts ab sos petges e màrfegua morischa,item mes hun matalaff mig usat,item mes altre lit ab hun canyiz e dos cabirons per petges ficats en la paret,item mes hun banch davant lo dit lit ab quatre peus,item mes hun lançol de dos teles sobre lo lit,item en la altra cambra hun lit ab cinch posts e màrfega e petges,item una serra de una ma,item una pastera mig usada.

Doc. 17

1493, septiembre, 28. Inscripción de bienes de casa de Abdulaziz Xacara, mudéjar deSegorbe (AMS, asignaciones justicia n.º 128, f. 74r).

En la entrada, primo set faixos de lli ben cuyt per piquar,item altra part tres feixos de lli cuyt per piquar,item X gallines e II gualls.En lo menjador una taula de menjar,item una garreta.En la cambra un llençol,item una caravachina,item hun cofre buyt pintat ab hun poc de pa,item una garreta de I cànter mig buyda,item hun cabaç d’espart ab figues.En la cuyna, uns ferros,una paelleta,item hun teler dolent de texir.

Doc. 18

1495, septiembre, 22. Inscripción de bienes de casa del mudéjar de Castellón Alí Çalioalias Guordo, a instancia de Anthoni Lançola, por valor de 252 ss. 4 dd. Son caplevats por BoptaÇalio y Abrafim Ferrer, moros de la morería de Castellón (AHMCs, justicia n.º 20, act. com).

Primo una mulaça negra,item una somera,item una rella,item tres gerres grans plenes de forment,item quatre fexos de li piquat.

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Doc. 19

1499, marzo, 18. Inventario de bienes de casa del difunto Hamet Alfaquinet, mudéjarsegorbino (ACS, protocolo n.º 718, cuadernillo suelto n.º 8).

Primo en la cambra, item en lo lit hun matalaff negre ab pintures morisques de lana, item hun trave-ser blanch,item hun parell de lançols de dos teles cascú,item hun cobertor vell,item hun lançol de dos teles vell,item dues lances,item una cervelera,item una spasa,item hun manill pintat,item hun cofre vell en lo quall foren trobades les coses següents:item hun canó (¿) ab listes als caps la una negra e l’altra vermella,item huna cara de coxí de diverses colors,item huna cara de luir ab les listes morades,item altra cara ab listes morades e negres als caps,item una cara de matalaff de diverses colors,item unes tovalles velles,item una cara als caps ab listes vermelles,item hun lançoll de dos teles obrat als caps,item tres cares de coxins morishcs obrades de diverses colors,item hun lançoll de dos teles obrats los caps de seda,item una almexia ab listes verdes, vermelles e morades, de seda les listes,item hun alna de lançoll pintat als caps de seda,item hun albaden vernoy,item altre albaden morat,item hun gramalot vell morat e negre,item huna camisa de home,item dues lliures de fill poch mes o menys,item hun cofrenet chiquet vell en lo quall foren trobats los bens següents:primo una branqua de corall engastada ab cap de argent,item sis alferides de argent,item hun real de argent,item dos anellets de argent,item una agulla de argent,item una domina de argent,item unes mànegues ab listes de grana,item altres miges mànegues ab listes morades,item una alquench vermell als caps de or,item altre alquench morat,item hun almaysar vermell ab listes verdes e blaves,item hun alquinal de fill,item dos alquinalls de lenç prims ab listonets,item hun banch,

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item tres camises de dona,item dins lo dessús dit artibanch foren trobades les coses següents:primo tres madexetes de cotó la una de blanch e les dues vermelles,item una cara de matalafet,item hun bolich ab set madexes de cotó e dues madexes de stopa vermelles e dues blanques,item dos alquinals blanchs ab listonets negres,item una manilla de argent,item dues camises de home dins una canasta,item una caixa dins la qual foren trobades les coses següents:item unes cuyraces,item hun peset ab ses peses,item unes mànegues de grana,item una albocaya blanqua ab les vores negres,item hun alquenall vermell ab los caps de or,item hun almexemer,item miges mànegues de llenç ab listes grogues,item una còfia morisqua ab sa coha del temps antich,item unes tovalles de un alna,item hun lançoll chich pintat als caps,item dues alnes de lenç,item hun mandill blanch,item una cara de matalaf chich morisch,item una caixa ab dotze libres morischs,item hun cafis de paniz.Item en una altra cambra foren trobades les coses següents:primo hun coci chich,item una gerreta chiqua,item altra gerreta chiqua,item hun librell de pastar,item hun cedàs,item hun aro ab una poqua farina,item hun pes de spart,item hun garbell,item hun cabàs ab una poqua de dacça,item hun ceno buyt,item hun buch ple de stopa.Item en una altra cambra foren trobats los següents bens: primo en lo lit una màrfega,item hun matalaf de lana groch,item una flaçada blanqua ab listes negres e burelles,item hun parell de lançolls de stopa de dos teles cascun,item una roda de torn,item hun librell de pastar,item hun tornet chiquet,item hun pavés e una pavetina,item hun peu de debanadores,item hun teler de texir lenç.Item en la cuyna,

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item unes treudes,item una sarten de ferro,item una giradora,item hun asset de ferro,item hun gancho de ferro,item tres cresols,item quatorze scudelles de terra,item una olla,item quatre buchs de colmenes,item deu ligaces de llavor set de dacça e tres de paniz,item dos fexets de spart,item dos orons buyts.Item en lo stable,item una mula de pell negre,item set canyinços de fer seda.Item dues peces en la horta dels moros que són cinch fanecades, afronten ab terra de Afen e ab peça deCarmona e ab Razim Etarongo, item una vinya en lo olivar que són dues fanecades afronten ab vinyade Alí Ruvia e ab la muntanyeta de Càrrica.

Doc. 20

1513, junio, 21. Scripció de bens de la casa de Asmet Alvayet et Mariem sa muller moros vehinsde Castelló, a instancia de Miquel Castell y de la señora na Ysabell Escobar. El mudéjar deCastellón Abdolasis Mascor los capleva por valor de 21 ss. (AHMCs, justicia n.º 31, act. com).

En la entrada, primo una paella e hun ferro,item dos escudelles y hun tallador de fust,item hun capús de pardillo vell.En la cambra primo una pastera de pastar,item una taula de sis petges,item una tauleta de mengar ab una destral,item una màrfegua plena de palla.En la cambra de dormir item hun coffre vell ab hun cubertor buyt,item una cayxa buida,item hun taulel de pugar al lit,item hun lit ab sos petges y sa màrfegua,item hun lançol damunt lo lit.

Doc. 21

1519, agosto, 22. Scripció de bens de la casa de Mahomat Mançor, a instancia de Martí Al-berich de Castellón. Los bienes son caplevados por Asmet Faraig moro de la moreria de Castelló.El documento está muy deteriorado (AHMCs, justicia n.º 36, act. com).

Primo hun macho negre,item hun altre macho pardo,item hun ase pardo,item hun parell de albardes.

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Doc. 22

1527, julio, 18. Scripció de bens feta en la casa de Anthoni Bocayó, nou convertit. El propioBocayó y su mujer Joana se hacen cargo de los bienes (AHMCs, justicia n.º 40, act. com).

Et primo una taula redona,item hun bres nou ab hun matalafet,item hun torn de filar seda nou,item una somera ab una ruqua.

Doc. 23

1527, julio, 18. Scripció de bens feta en la casa de Yolant Faraga13. Son caplevats por el mer-cader castellonense Hieroni Guiot por un valor de 7 libras (AHMCs, justicia n.º 40, act. com).

Et primo hun lit ab una màrfega,item hun teler de texir ab una tela,item una taula redona,item hun torn de filar seda,item dos gerres miganceres ab dos barcelles de forment poch mes o menys,item hun matalaf rahonable,item hun cofre nou pintat,item hun caxó nou,item una caxeta,item hun matalaf morisch nou,item hun lit ab una màrfega hun matalaf y hun lançol,item una vanova vella blava,item hun brial de cotonina.

ESTUDIO INICIAL

A través de los inventarios arriba transcritos podemos aproximarnos a lacultura material del grupo mudéjar en tierras de Castellón. Bien es cierto quedichos listados son desiguales en amplitud, pero son con todo muy ricos en ma-tices para escrutar mejor la vida diaria de los miembros de dicha comunidad.Podríamos atender a temas tan diversos como la posesión de armas, la ali-mentación, los útiles de cocina, las ropas de la casa, etc. Ahora simplementevamos a detenernos en analizar tres aspectos que resultan muy interesantespara comprender la forma de vida y el trabajo del mudéjar castellonense, asaber: la propiedad de animales de tiro y transporte, el trabajo de las fibrastextiles, y los elementos “externos” que los diferencian de los cristianos.

13. Era viuda del mercader mudéjar castellonense Abdulaziz Mascor. Véase P. IRADIEL, D. IGUAL, G.NAVARRO y J. APARICI, Oficios artesanales y comercio en Castellón de la Plana (1371-1527), 1995, p. 103.

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ANIMALES DE TIRO Y TRANSPORTE

La propiedad o disponibilidad de los animales de tiro en manos mudéja-res puede observarse básicamente desde dos puntos de vista: el animal comoayuda para las labores del agro, o el animal como medio de transporte o aca-rreo en manos de los traginers. La propiedad, compra-venta e intercambio deestos animales entre los mudéjares es un hecho constatable en la documenta-ción, especialmente las mulas, mulos y machos.

En los inventarios transcritos, las menciones a animales de tiro son las si-guientes:

14. AHMCs, libro de peita n.º 12 (año 1520), f. 88v, Parroquia de S. Nicolau. Figura con el nombremudéjar de Abdulasis Bocayo. Declara una casa en la morería, 15 hanegadas de tierra, 2 hane-gadas de moreral con censo de 4 ss., 2 quartons de olivar y medio quartó de higueras. Se estimasu valor en poco más de 12 libras y media. Libro de peita n.º 13 (año 1527), f. 114v, Parroquia

TIPOLOGÍA ANIMAL DE TIRO N.º DOC.

Un rocí blanch 2

Una mulla de pel negre 4

Hun mul ab sa albarda 10

Una mula 15

Una mulaça negra, una somera 18

Una mulla de pell negre 19

Hun macho negre, item hun altre macho pardo, item hun ase pardo 21

Una somera ab una ruqua 22

Respecto a la primera posibilidad, efectivamente algunos de esos anima-les podían ser utilizados para las labores agrarias, pues en algunos de los in-ventarios se acompañan con la mención de las rellas (piezas metálicas afiladasfijadas en el arado, que sirven para abrir surcos en la tierra, doc. n.º 10 y 18), yaradres (doc. n.º 7). También es cierto que algunos de los mudéjares reseñadosen los inventarios y que declaran la propiedad de animales poseían a su vezparcelas de cultivo, aspecto que puede justificar la dedicación (temporal o no)al trabajo de la tierra. Así por ejemplo, Hamet Alfaquinet de Segorbe (doc. n.º19) disponía de dues peces en la horta dels moros que són cinch fanecades, item unavinya en lo olivar que són dues fanecades; el morisco Anthoni Bocayo (doc. n.º 22)declaraba propiedades inmuebles en la peita de Castellón de los años 1520 y152714; o el mudéjar Pexcat (doc. n.º 2), uno de los primeros habitantes de la mo-

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rería de Castellón que en 1440 pagaba el censo debido de unas tierras, y despuésse obligaba en el pago del arriendo, a un año, de otra parcela15.

Sin embargo, y a pesar de que tradicionalmente se asocia el trabajo mudéjarcon las labores del agro, no deja de ser menos cierto que también se les asociacon la profesión de traginers, personas especializadas en el transporte de mer-cancías no propias, desde un lugar a otro, según el encargo pertinente. Ya lo in-dicaba M.ªL. Ledesma para los mudéjares de Teruel en el siglo XV, cuando a tra-vés del impuesto de las Generalidades se deducía que los transportistas del trigoy fardos de lana desde el sur de Aragón hacia tierras valencianas y castellonenseseran, en su mayoría, mudéjares. También el profesor J. Hinojosa indicaba que enMurcia los mudéjares desempeñaron un papel esencial en el desarrollo del co-mercio entre las ciudades del reino y en el abastecimiento de la capital al hacer deloficio de transportista casi un monopolio. Incluso en Ávila, en 1488 se afirmabaque todos los recueros son moros, acentuándose durante el siglo XVI esa situación,llegando a dedicarse a ese oficio más del 30% de los moriscos abulenses16.

Ciertamente, en tierras castellonenses los indicios apuntan en la misma di-rección. Mencionemos sólo algunos ejemplos. Jahfar, moro d’Uxó, es un perso-naje muy activo. Documentado entre 1476 y 1503, aparece a primera vista comoun traginer al servicio del consejo municipal de Vila-real, cuyo clavario le pagaaño tras año diversas cantidades por cordes d’espart que portà de València per alspous, en cert port e compra. Pero Jahfar aprovechará ese trasiego hasta la capitaldel reino para actuar a su vez como factor e intermediario entre los mercade-res italianos afincados en Valencia, distribuidores del pastel colorante, y el ar-tesanado textil de Vila-real. Así, el tintorero de esta última localidad, PasqualMisansa, pagará a varios mercaderes italianos entre 1478 y 1479 con dinero ycon paños acabados a través de nuestro mudéjar17.

de S. Nicolau. Figurando ya como Anthoni Bocayo, ha aumentado su valor patrimonial hastaalcanzar algo más de 14 libras peiteras. Además de unas casas declaró la propiedad de 15hanegadas de tierra, 2 hanegadas de moreral a censo de 4 ss., otras 2 hanegadas de moreral conun censo de 4 ss., 2 quartons de olivar en secano, medio quartó de higueras en el secano y 1 quar-tó de tierra secano.

15. Pexcat aparece documentado ya en enero de 1440, cuando sabemos que la morería de Castellónse configuró, efectivamente, a fines de 1439. Por ello se trata de uno de sus primeros poblado-res. En abril de 1440 fue condenado a abonar un censo debido de 13 ss. 2 dd. a mosén Palau. Enjulio se obligó ante el justicia a pagar a Yolant, viuda de Bernat Moliner, 33 ss. por el arriendo deun trozo de tierra a un año. La obligación se canceló al año siguiente. Sobre los primeros po-bladores de la morería véase A. GARCÍA SANZ, «Mudéjares y moriscos en Castellón», B.S.C.C., 28,1952, pp. 94-114, y J. APARICI MARTÍ, «Dinámica comercial de la morería de Castelló desde me-diados del siglo XV al primer tercio del XVI», Millars, Espai i Història, 17, 1994, pp. 127-144. Losdocumentos referenciados en AHMCs, justicia n.º 12, oblig. (1440, abril, 28 y julio, 13).

16. M.ªL. LEDESMA RUBIO, Estudios sobre los mudéjares en Aragón, 1996, p. 84. Véase también J. HI-NOJOSA, Los mudéjares. La voz del Islam en la España Cristiana, 2002, vol. I, pp. 224-225.

17. El caso de Jahfar en J. APARICI MARTÍ, «Artesanos musulmanes en la Vall d’Uixó a fines del XVe inicios del XVI», en Homenatge a Honori García, 1997, vol. I, pp. 159-170. El contacto con lositalianos en D. IGUAL LUIS, Valencia e Italia en el siglo XV. Rutas, mercados y hombres de negociosen el espacio económico del Mediterráneo Occidental, Bancaixa, 1998.

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Otro ejemplo lo documentamos en septiembre de 1495 ante el justicia deCastellón. Ese día comparecieron Azmet Bocayó, de la morería de la villa, y elmagnífico García de Sayes. Según parece Sayes, propietario de una cantereríay de un rajolar, había logat ací en Castelló a Azmet para que, tornant de Valènciapassàs per Paterna perqué allí prengués dos càrregues de obra de terra e que li donariaVII sólidos V dinés. Pero Azmet, ante la imposibilidad física de desviarse deltrayecto, subcontrató a un tal Pardo, altre moro, per a que li ajude ab més bésties.Cuando Pardo llegó a Paterna, se le comunicó que la obra de terra ya había sa-lido hacia destino por vía marítima. Pardo regresó a Castellón y pidió queAzmet le pagase los 4 ss. prometidos, respondiendo éste que debería pagarlosSayes. El justicia acordó enviar a alguien a Paterna para saber de qui és la culpade la salida de la obra de terra, si de Azmet o de Sayes18.

Finalmente, un último ejemplo. En agosto de 1438, Pere Montón, ciudadanode Valencia, actuaba como procurador del mercader italiano residente en la ca-pital del reino, Andrea del Casal, contratando a varios mudéjares de Geldo (a es-casos 2 km de Segorbe) para traer ciertas lanas propiedad de su principal, lanasque estaban en varias localidades de Teruel. Hamet Alget, Huceyt Galebo yAbrafim Razim por pacto especial prometieron llevar dichas lanas con sus bes-tias hasta Valencia durante el mes de septiembre. Y los lugares de Teruel no es-taban, precisamente, cerca del límite fronterizo con el reino de Valencia19.

EL TRABAJO DE LAS FIBRAS VEGETALES TEXTILES Y LA SEDA

Por lo que se refiere al trabajo de las fibras vegetales textiles, lino princi-palmente, pero también cáñamo y esparto, debemos mencionar que su pre-sencia y cultivo se mantiene a lo largo del siglo XV heredada desde los siglosde dominación islámica, y que tras la conquista cristiana continuó constitu-yendo un perfil perfectamente caracterizador de las aljamas rurales mudéjares,hasta el mismo momento de la expulsión de 1609.

Tras producirse la conquista cristiana del siglo XIII del Reino de Valencia,los nuevos ordenadores del territorio tramitarán, a través de las cartas de po-blación, las nuevas condiciones de ocupación del terrazgo, que muchas veceseran las mismas que ya satisfacían antaño los mudéjares, pero ahora codifica-das las rentas, derechos y obligaciones a favor del nuevo poder. En esas capi-

18. AHMCs, justicia n.º 20, act. com (1495, septiembre, 1).19. Los mudéjares de Geldo prometieron llevar la lana “ab les sues bèsties a costa e messió d’ells, ço

és del loch de Aliaga vint saques de lana, de Fenollosa quaranta-dos saques de lana, de Exarch cin-quanta-una saques de lana, de les Coves de Exarch vint y set saques de lana, de Mezquita cinquanta-quatre saques de lana, Sant del Puerto nou saques de lana… la càrregua no puje de X tro a XI roves pesd’Aragó”. Andrea del Casal pagará a razón de 20 ss. por cada carga que traigan. APPV, prot.n.º 23903 (1438, agosto, 1).

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tulaciones se consignaban las exacciones sobre los productos del campo, y a me-nudo se atestiguaba el cobro de diezmos sobre la cosecha del lino, introdu-ciéndose en algunas ocasiones informaciones sobre el mismo trabajo artesa-nal en el ámbito de la comunidad rural20. Estudios puntuales de ámbitocomarcal han permitido observar esa dedicación por parte del grupo mudéjaren la zona de Cocentaina, las aljamas del entorno de Onda, o aquellas otrassituadas alrededor de Segorbe21.

También la producción de seda fue un sector que atrajo el interés mudé-jar, no tanto como artesanos cualificados, sino como propietarios de las parce-las donde se plantaban las moreras y como partícipes en las primeras fases deelaboración del producto22.

20. D. IGUAL, J.A. LLIBRER y G. NAVARRO, «Materias primas y manufacturas textiles en las aljamasrurales valencianas de la Baja Edad Media», VII Simposio Internacional de Mudejarismo, 1996, pp.320-321. Basan su cuadro en las cartas pueblas compiladas por E. GUINOT, Cartes de Poblamentmedievals valencianes, Generalitat, 1991.

21. J.A. LLIBRER, Artesanado y formas de organización de la producción textil rural: Cocentaina (1469-1487), Memoria de licenciatura inédita, Univ. València, 1995. J.A. LLIBRER y G. NAVARRO, «In-dústria tèxtil del món rural: la Vall d’Albaida i el Comtat a les darreries del segle XV» Al-maig, Estudis i Documents, 8, 1992, pp. 17-23. F.J. CERVANTES, El antiguo patrimonio de María deLuna. Los fundamentos de una empesa feudal, Memoria de licenciatura, Univ. València, 1993, p. 329.J. APARICI MARTÍ, El Alto Palancia como polo de desarrollo económico en el siglo XV. El sector de la ma-nufactura textil, 2001, pp. 65-74. J. APARICI MARTÍ, «Conexiones comerciales…», 1999, pp. 107-126. G. NAVARRO, Industria y artesanado en Valencia, 1450-1525. Las manufacturas de seda, lino, cá-ñamo y algodón, Tesis doctoral en microficha, Univ. València, 1995.

22. G. NAVARRO, El despegue de la industria sedera en la Valencia del siglo XV, Consell Valencià de Cul-tura, 1992. Del mismo autor, Los orígenes de la sedería valenciana (ss. XV-XVI), Ajuntament deValència, 1999. Y también «Estat actual de les investigacions sobre la història de la seda a lescomarques castellonenques», VI Congrés d’història i filologia de la Plana, 2001, pp. 177-204.

MENCIÓN A LAS FIBRAS TEXTILES, SEDA Y ÚTILES N.º DOC.

XX fexos de lii poc mes o menys no piquat, XXXX fexos de lii no piquat 6

Dos fexos de lii, dotze fexos de lii picat 8

Un munt de fexos de lii amerat e picat 9

Hun teler dolent de texir, set faixos de lli ben cuyt per piquar, tres faixos de llicuyt per piquar 17

Quatre fexos de li piquat 18

Una roda de torn, hun tornet chiquet, hun peu de debanadores, hun teler de texirlenç, dos fexets de spart, set canyiços de fer seda 19

Un torn de filar seda 22

Un teler de texir ab una tela, un torn de filar seda 23

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Es precisamente a través del sector de la manufactura textil derivada de lasfibras vegetales, y de la seda, en los que se puede observar mejor la compagi-nación e integración del trabajo agrario y el artesano. La dedicación a tiempoparcial resultante de la mengua de las labores del agro en determinados mo-mentos del año facilitaría la realización de dicha labor en el interior de las casas,en una producción de calidad media o baja, de precios asequibles y destinadosno sólo al autoconsumo, sino también al mercado local (o en ocasiones regionalde corto radio), pero suficiente como para suponer un complemento impor-tante en la economía doméstica del grupo campesino mudéjar. Y ese es un hechoque aparece reflejado en los inventarios de bienes documentados. Además, deentre todos ellos, sólo uno declara como oficio el de tejedor (doc. n.º 12) y cu-riosamente en su inventario no se observan útiles del oficio ni materia prima.

ELEMENTOS “EXTERNOS” DE DIFERENCIACIÓN

En una sociedad como la valenciana en la Edad Media, donde convivíanmiembros de las tres religiones del libro, el grupo dominante, el cristiano, in-tentará crear una serie de mecanismos que le permitan diferenciar “visualmen-te” y de forma “externa” al “otro”, sea judío o musulmán. Ya antes de la conquistade estas tierras, en el IV Concilio de Letrán (1215), se pidió a los reyes cristianosque impusieran a los musulmanes elementos distintivos en los vestidos de éstos,a fin de que pudieran ser facilmente identificados, y evitar así el contacto entremiembros de las diferentes religiones. Parece ser que es en las Costums de Torto-sa (1271 / 1277-1279) cuando por primera vez aparece en la Corona de Aragón laobligación de que los mudéjares lleven los cabellos cortados en redondo y labarba larga, debiendo vestir la aljuba o la almexia, y sus mujeres vestir la aldifara23.Sin embargo, a lo largo del siglo XIV la situación se relajó y la forma de vestir decristianos y mudéjares cobró cierta uniformidad, siendo imposible descubrir a quéreligión pertenecía un individuo simplemente por su aspecto externo. Por ello, enValencia, en 1341 el rey Pedro el Ceremonioso prohibió a los mudéjares llevar gar-ceta en el cabello. Sin embargo, la documentación valenciana está plagada demultas por no obedecer esta orden, síntoma inequívoco de que los mudéjaresno la cumplían. Por el contrario, y por lo que respecta al vestido, parece ser queo bien fue aceptado por acomodarse a sus tradiciones, o bien cayeron en un cier-to desuso las leyes diferenciadoras, aspecto que no es óbice para no pensar en esadiferenciación externa. Así todavía en Valencia en 1373, una ordenanza munici-pal indicaba que los mudéjares debían llevar la aljuba y una toalla azul en la ca-beza, mientras las mujeres cubrían su cara con un velo24.

A través de los inventarios se observa en cierta forma esa diferenciación ex-terna. Nosotros no tendremos en cuenta algunos elementos de la indumentaria

23. J. HINOJOSA, Los mudéjares…, p. 293.24. Ibídem, p. 295. M.C. BARCELÓ, Minorías islámicas…, p. 85.

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como la aljuba, la almexia o el alquinal, por cuanto aunque en origen eran prendasusadas por el grupo mudéjar, su uso se difundió también entre los cristianos25,no siendo por tanto un claro elemento diferenciador de carácter “externo” entreambas comunidades. Sólo hemos contemplado aquellos elementos que iban acom-pañados del calificativo de moro o morisch, y que hacen alusión no sólo a prendasde vestir sino también a elementos del ropaje doméstico o menaje del hogar.

25. M. ASTOR LANDETE, Valencia en los siglos XIV y XV. Indumentaria e imagen, 1999. Véase las vocescorrespondientes a aljuba (túnica larga), almexia (variante de la aljuba, con mangas anchas), al-quinal (velo y tocado en la cabeza), etc.

26. Según J. ALBARRACÍN, «Nueve cartas moriscas…», p. 521, el almaysar era una especie de tocaque generalmente se llevaba enrollada en la cabeza como un turbante, propia de los moriscos.

27. J. HINOJOSA, Los mudéjares…, p. 304, alude al trabajo de M.C. BARCELÓ, Minorías islámicas…, p.140, quien documentó a un mudéjar de Alfarb al que en 1348 le robaron un libre morisch quevalía 10 ss. O a Jucef, mudéjar castellano, que en 1348 se llevó desde Valencia XX libres morischs.Incluso se menciona a Alí Gebellí, quien entre 1439 y 1445 era moro llibrer de la morería de Va-lencia. Este mismo mudéjar aparece como Alí Gibili, lligador de llibres, en un listado proso-pográfico entre 1440-1451 publicado por M. RUZAFA, «Las actividades industriales de la mo-rería de Valencia», VI Simposio Internacional de Mudejarismo, 1996, p. 280.

TIPOLOGÍA CALIFICADA DE MORISCA N.º DOC.

Cinc vels xics de mora 10Una marfegueta morischa sotil, un matalaf morisch blau ab la botana pintada,una tauleta morischa 12Dos camises de mora, una gonella de mora vermella, hun mantó morat de moro 13Una màrfega morischa 16Una caixa ab dotze libres morischs, un matalaff negre ab pintures morisques, trescares de coxins morischs obrades de diverses colors, una còfia morischa ab sa cohadel temps antich, una cara de matalaf chic morisch, un almaysar26 vermell 19Un matalaff morisch nou 23

Para finalizar esta breve aproximación a la vida de los mudéjares caste-llonenses, hay un hecho que resulta interesante: la mención a una caixa ab dotzelibres morischs (doc. n.º 19) propiedad de Hamet Alfaquinet de Segorbe (quien cu-riosamente es también quien posee más prendas tildadas de moriscas), o la deuna caxa gran de tenir libres (doc. n.º 5) propiedad de Jucef Gallego, de Caste-llón, nos permite vislumbrar la continuidad y/o supervivencia de una culturapropia dentro de la comunidad mudéjar castellonense, posiblemente como com-plemento del uso público de su propia lengua y de su enseñanza. Precisamen-te de esos libros moriscos, sin más adjetivación, apenas tenemos noticias sobresu difusión, temas tratados o contenido, pero posiblemente jugaron un papel im-portante como transmisores de cultura para las generaciones posteriores27.

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RESUMEN

Transcripción y estudio de 23 inventarios de bienes muebles de mudéja-res castellonenses a través de los libros del Corte de Justicia para Castellón,Segorbe y Onda, fuente de muchos datos de diverso tipo sobre la vida de estosmudéjares y que generalmente se redactan post mortem para satisfacer deudasdel fallecido. Se centra el análisis en la propiedad de animales de tiro y trans-porte, el trabajo de las fibras textiles y los elementos externos que los diferen-cian de los cristianos.

ABSTRACT

Transcription and study of 23 inventoires of personal properties of Mude-jars from Castellón through the books of the Court of Justice in Castellón,Segorbe and Onda, which are source of so many different data on the lifes ofthese Mudejars. These texts are generally drafted post mortem to pay debts of thedeceased. Analysis focuses on the possession of transport animals, textiles andthe external elements that distinguish them from Christians.

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Los bienes raíces de los moriscos expulsados Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010), pp. 91-119

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LOS BIENES RAÍCES DE LOSMORISCOS EXPULSADOS

Jorge Gil Herrera*

“…todavía usando de clemencia con ellos, tengo por bien que puedan durante eltiempo de 30 días, disponer de sus bienes muebles y semovientes y llevarlos no enoro, plata, ni joyas, ni letras de cambio, sino en mercadurías no prohibidas, com-pradas a los naturales destos reynos…, porque los rayces han de quedar por ha-cienda mía, para aplicarla a buenas obras del servicio de Dios nuestro Señor…”1.

Tanto en el bando de expulsión de los moriscos de Andalucía como en elpromulgado para los moriscos de Castilla se exponía claramente cuáles eran lasintenciones de la monarquía con respecto a los bienes raíces de los moriscos. Apesar del importante número de trabajos publicados y sus diferentes plantea-mientos a la hora de abordar la cuestión morisca, sobre todo durante este últi-mo año del centenario, hay que señalar que son pocos los trabajos que se haninteresado por el aspecto económico de la expulsión o simplemente en estudiosde tipo socio-económico de la minoría. Este enfoque, el socio-económico, fuetransitado durante los años 90 por los estudios locales, en los que se intentabahacer hablar a fuentes notariales en contraposición de las llamadas estatales,fuentes que para muchos de estos autores estaban “envenenadas”2. La expul-sión, una vez más y como punto de inflexión en la historia de la minoría, nospermite aproximarnos a la economía morisca gracias al tipo de documenta-ción producida por el Consejo de Hacienda y su Contaduría Mayor, que tras laexpulsión tuvieron la tarea de administrar los bienes raíces de los moriscos.La confiscación, tasación, administración, venta y alquiler de dichos bienes,se encomendaron al Consejo de Hacienda, que pretendió desde los primeros

* E.H.E.S.S. París.1. Biblioteca Nacional de Madrid, en adelante BNM, VE-36-4 (Córdoba, 17-1-1610).2. G. COLÁS LATORRE, «Los moriscos aragoneses: una definición más allá de la religión y la po-

lítica», Sharq Al-Andalus, 12, Alicante, 1995, pp. 147-161; el autor nos dice que se “ha otorga-do a los papeles ‘estatales’ e inquisitoriales una credibilidad que nunca se debió conceder”. Vertambién, «Cristianos y moriscos en Aragón: una nueva lectura de sus relaciones y compor-tamientos en el marco de la sociedad rural», Mélanges de la Casa de Velázquez, 29 (2), 1993. A.GARCÍA PEDRAZA, «El otro morisco: algunas reflexiones sobre el estudio de su religiosidad a tra-vés de fuentes notariales», Sharq al-Andalus, 12, 1995, pp. 223-234. Para estudios sobre comu-nidades locales más relevantes encontramos a S. TAPIA SÁNCHEZ, La comunidad morisca de Ávila,Salamanca, 1991. J. ARANDA DONCEL, Los moriscos en tierras de Córdoba, Córdoba, 1984.

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momentos realizar su función con una escrupulosa gestión, intentando quetodo lo que perteneciese a los moriscos revirtiera de forma rápida y eficaz enlas necesidades económicas que la monarquía tenía en aquellos momentos.Para ello desplegó los medios necesarios y ambicionó la puesta en práctica deun ideario sobre cómo se debía realizar dicha gestión en cada una de las par-tes del territorio, pretendiendo con ello una transparencia y solvencia que nosiempre se alcanzaron, pero que sí generó una documentación más o menosconcreta de la cantidad de bienes raíces que poseían los moriscos en el mo-mento de su expulsión. En cualquier caso, el ímpetu y rigor con el que se pre-tendió realizar la gestión de los bienes raíces de los moriscos provocó una in-mensa documentación, a la que hoy debemos enfrentarnos si realmentedeseamos conocer el patrimonio atesorado por los moriscos durante su pre-sencia en España. No debemos olvidar que la cuestión económica fue uno de losargumentos utilizados para pedir o defender la permanencia de los moriscos3.

Esta documentación, a pesar de sus limitaciones, puede tener un valorañadido para los estudios a nivel local, ya que están registradas gran parte delas ventas en cada una de las localidades donde había bienes de moriscos, in-dicando en la mayoría de los casos el comprador, a quién pertenecía la casa eincluso las pujas que realizaron los potenciales compradores y una pequeña des-cripción del bien subastado.

En este artículo, en el que sólo se presentarán los primeros resultados deuna investigación más amplia, se expondrá la cuantificación del valor de losbienes raíces que la monarquía realizó poco después de que los moriscos salie-ran de su lugar de origen. El marco geográfico de este estudio engloba toda laCorona de Castilla porque en la Corona de Aragón, sobre todo en el Reino de Va-lencia, pasaron a posesión de los señores de moriscos4, por lo que no ha dejadorastro en la documentación del Consejo de Hacienda, fuente documental prin-cipal de nuestro estudio. Teniendo en cuenta que la administración de dichos bie-nes duró más de un siglo, ya que algunos de los bienes siguieron dando algúntipo de rédito a la Corona hasta finales del siglo XVII, nos hemos limitado aver cómo se organizó y se tasaron los bienes de moriscos en el momento de suexpulsión, sin adentrarnos en la venta o explotación de dichos bienes.

3. P. BORONAT Y BARRACHINA, Los moriscos españoles y su expulsión, Granada, Universidad de Gra-nada, 1992 (edición facsímil de la de 1902), pp. 37-38. En otros documentos destacamos el se-gundo memorial que el Patriarca Ribera envió a Felipe III en 1602, en el que defiende la per-manencia de los moriscos de Valencia por su importancia económica y pretende al mismotiempo impulsar la expulsión de los moriscos de Castilla por lo perjudiciales que eran para laeconomía del reino. El texto está publicado por M. GUADALAJARA XAVIER, Memorable expul-sión y iustisimo destierro de los moriscos de España, Pamplona, Nicolás de Assiayn, 1613, fols.82-86. Ver J. GIL HERRERA, «El primer intento de expulsión de los moriscos durante el reinadode Felipe III», en prensa (Coloquio dirigido por B. Vincent “L’expulsion des morisques.Quand? Pourquoi? Comment?”, realizado entre 2-4 julio de 2009 en París).

4. En Castilla los bienes que eran de régimen señorial tampoco pudo confiscarlos la monarquía.

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LA EXPULSIÓN EN TORNO A LOS BIENES RAÍCES DE MORISCOS

Para poder comprender hasta qué punto los cuadros que se ofrecerán acontinuación tienen total validez y se ajustan bastante al cómputo final, resultaimprescindible exponer de forma sintética los acontecimientos más importantesque rodearon la expulsión de los moriscos de Castilla, Andalucía y Murcia.

El momento en el que el presidente de la Hacienda, Fernando Carrillo5,envió el primer informe sobre las tasaciones de los bienes raíces a Felipe III, enabril de 1611, ya apenas quedaban moriscos en Castilla, Andalucía, Extrema-dura y Murcia, y gran parte de los que quedaron tendrán la oportunidad devender sus bienes inmuebles antes de partir 6.

Una vez concluida la expulsión de los moriscos valencianos, la monar-quía de Felipe III decide que los siguientes en ser expelidos serían los andalu-ces y los murcianos, al tiempo que se les daba libertad a los moriscos castella-nos para que aquél que quisiera irse pudiera hacerlo sin ningún impedimento.Firmado el decreto de salida libre para los moriscos castellanos el 28 de di-ciembre de 1609 y promulgado el bando el 2 de enero de 1610, se exhortaba alos moriscos que se sintiesen incómodos en Castilla a tomar el camino del exi-lio, bajo la condición de que lo hiciesen en dirección a Francia –para no inter-ferir con la expulsión organizada de los moriscos andaluces y murcianos pro-gramada para mediados del mes de enero–, y debían dejar sus bienes raícesllevando sólo consigo mercadurías no prohibidas.

Esta libertad otorgada a los moriscos castellanos para salir por Franciaera la plasmación en decreto de una práctica habitual, ya que era el caminoque muchos moriscos habían utilizado en los años precedentes a la expulsióny que se mantuvo durante la deportación de los valencianos. La monarquíaera consciente de estas huidas e incapaz de ponerles freno, y de alguna mane-ra fue una situación que se había permitido al menos desde un año antes, comolo demuestra la consulta del Consejo de Estado de junio de 1608, que tras haberrecibido frecuentes avisos de salida de moriscos por la frontera pirenaica7, se da

5. Archivo General de Simancas (en adelante AGS), Consejo y Juntas de Hacienda (en adelanteCJH), Legajo (en adelante Leg.) 503-9-1. “Dos géneros de hacienda ay de los moriscos, una losbienes raíces que dexaron, y otra las mitades que an dado del dinero y joyas que an registra-do por que se les permitiese sacar de estos reynos la otra mitad”.

6. Quedaban fundamentalmente los llamados “antiguos” o “mudéjares”, que como veremos acontinuación se les permitirá vender los bienes raíces que tenían.

7. L.F. BERNABÉ PONS y J. GIL HERRERA, «Los moriscos fuera de España: rutas y financiación», enprensa (Congreso Internacional Los Moriscos. La expulsión y después. Dirigido por MercedesGarcía Arenal. Madrid, 3 y 4 septiembre, 2009). L.F. BERNABÉ PONS, «Notas para la cohesión dela comunidad morisca más allá de su expulsión de España», Al-Qantara, XXIX, 2, 2008, pp. 307-332. Ver también L.F. BERNABÉ PONS, «Las migraciones moriscas al Magreb: balance biblio-gráfico y perspectivas», en A.I. PLANET y F. RAMOS (coords.), Relaciones Hispano-Marroquíes:Una vecindad en construcción, Madrid, 2006, pp. 63-100.

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orden al virrey de Cataluña para que hiciese la vista gorda y permitiese pasaral otro lado de los Pirineos todo aquél que emprendiese el camino del destie-rro, sobre todo si eran pobres8. Sabemos que las autoridades aragonesas pocopodían hacer para impedirles el paso hacia Francia, ya que el tránsito a unreino cristiano no suponía riesgo alguno para los moriscos, sobre todo si estosprocedían del reino de Aragón, ya que no incurrían en ningún delito y no es-taba castigado por la ley, siempre y cuando no llevaran mercaderías prohibidas,y no se hiciera para espiar o para renegar de la fe cristiana9.

Dos hechos pudieron acelerar el flujo de salida y el destierro de los mo-riscos castellanos propiciando el decreto de salida voluntaria. El desalojo de losmoriscos de Madrid en la primavera de 1609 y el comienzo de la expulsión enValencia en septiembre de ese mismo año, hicieron pensar a muchos de losmoriscos castellanos que pronto sería su turno, lo que propició un mayor nú-mero de salidas vía Francia10. El 14 de noviembre de 1609 la monarquía se vioobligada a dar orden para que los moriscos no pudieran vender sus bienes raí-ces, algo que era práctica habitual e indicaba que estaban ultimando los pre-parativos para irse11. La inquietud de la monarquía en esos momentos era quecon estas ventas se le estaba privando del botín tras la expulsión, algo que noestaba dispuesta a consentir y que propició una serie de órdenes para contro-

8. AGS, Estado (en adelante Est.), Leg. 2025, doc. 119. Carta del comendador de León al virrey deCataluña, el duque de Monteleón, en el que le dice que “si entendiese que entre los moriscosque pasaran por aquella frontera, haviere algunos ricos y que sean cavezas de los otros echemano dellos, y avise de los que fueren y de que partes son pero con los que no fueren desta ca-lidad sino que sea gente común disimule con ellos pues quantos menos hubiere será lo mejor”.

9. AGS, Guerra Antigua (en adelante GA), Leg. 706 y 720. En esos momentos el maestre de Jacatenía retenidos a varios de ellos y le recordaba al rey en carta del 29 de diciembre de 1608que los moriscos de Aragón podían pasar a Francia libremente: “aunque nos a mas que ave-llos prendidos es contra fuero porque los deste reyno proyben todo genero distorsión o cas-tigo a los que quieran pasar al de Francia”. Además se ve en la imposibilidad de continuar losinterrogatorios, tal como escribe el virrey de Aragón al rey, ya que no puede torturarles: “losque están en el Castillo de Jaca detenidos los estarán hasta ver los que V. Mag. mandara quese haga porque por la vía ordinaria no pueden ser castigados en este Reyno, ni hacerse con li-bertad las diligencias necesarias para apurar la verdad, y si por ser castellanos se pudiesen, sinhacer ruido, en este reyno pasar al de Castilla, lo tendría por acertado porque ahí podría VMag. mejor mandar averiguar los fines de esta gente…”.

10. Hay innumerables avisos de salida durante los años 1608 y 1609. El más significativo es el dadopor el corregidor de Toledo el 30 de octubre de 1609, donde indica que de los 1.747 vecinos queestaban censados en 1598 sólo quedaban 989 vecinos. Mirar también AGS, GA, Leg. 721.

11. M. GUADALAJARA XAVIER, op. cit., p. 27 rº. También en F. JANER, Condición social de los moriscos deEspaña, Barcelona, Alta Fulla, 1987 (fascímil de la de Madrid de 1857) p. 339. “en todas partesvan los moriscos vendiendo sus haziendas, assí las rayzes, como los bienes muebles y semi-moviente... hagays pregonar en todos los lugares de vuestro distrito que ningún morisco seaosado de vender sus bienes rayzes, so pena de perdimiento de todos sus bienes, y la mismapena mando tenga qualquier christiano viejo, o persona, que comprare...”. También existe unnúmero importante de avisos en distintos legajos de Estado y Consejo y Junta de Hacienda.

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lar y prohibir dichas ventas12. Para controlar los bienes raíces que los moriscosestaban dejando, y evitar ventas fraudulentas, la monarquía distribuyó a trecejueces en ámbitos geográficos concretos para su administración y venta. Laorden se cursó a principios de marzo de 1610 y los jueces tenían instruccionesprecisas de cómo habían de inventariar y tasar dichos bienes13.

Entre tanto los moriscos continuaban con la evasión de riqueza del reino, loque propició una medida controvertida que supuso una vía de recaudación im-portante para las arcas reales. El 17 de febrero de 1610, tras haber prorrogadopor dos veces la permisión de salida de los moriscos de Castilla, el rey va a per-mitir a los moriscos que puedan sacar la mitad del dinero, oro, plata y joyas quedeclarasen. Es decir, se va aplicar una medida que contravenía las ordenanzas delreino y la lógica económica del momento y que sólo se puede explicar por la in-capacidad de controlar la fuga de capital que se venía realizando de forma ilegal14.

Por suspicacias y desconfianzas a la instalación o paso de moriscos porFrancia, a finales de marzo se cierra oficialmente la frontera pirenaica y se esta-blece el puerto de Cartagena –ya acababa la expulsión de los granadinos de Mur-cia– como nuevo punto de salida para los moriscos castellanos15. A mediadosde abril comienzan a llegar los primeros grupos a Cartagena, donde ya existía unaaduana para recoger las mitades de los moriscos granadinos residentes en Mur-cia. El 10 de julio de 1610 se firmó el decreto de expulsión por el cual se obliga-ba a todos los moriscos de Castilla a abandonar España. Los puntos de salida se-rían el puerto de Cartagena, y a petición y demanda de muchos moriscos deCastilla la Vieja se volvía a abrir la frontera pirenaica en agosto16, estableciendola aduana en Vitoria y punto de recogida de los “pasaportes” en Behobia.

A finales de 1610 la expulsión se estancó a causa de una infinidad depleitos interpuestos por los moriscos, lo que lleva al conde de Salazar, comi-

12. AGS, Contaduría General (en adelante CG), Leg. 3025. Orden que se volvería a repetir el 14de febrero, en el que se instaba a los justicias que informaran de las ventas y cesiones que sehabían producido desde entonces que eran ilegales. En distintos legajos de las Contadurías po-demos encontrar listas de cesiones y ventas ilegales.

13. AGS, CG, Leg. 3025.14. J. GIL HERRERA, «El Botín de la Expulsión. Proceso de recaudación de las mitades y tasación de

los bienes raíces de los moriscos de Castilla», Chronica Nova, 2010, en prensa. El dinero re-caudado por este concepto, de las mitades, ascendió a más de 120 millones de maravedíes.

15. AGS, Est., Leg. 228-2. Carta de Sancho Bravo sobre el inconveniente de los moriscos quepasen a Francia. El conde de Salazar envió una carta con una relación de los que por allí ha-bían pasado: 8.724 moriscos, que eran 1.701 casas, que en ese momento había en Burgos unos800 de Toledo y aguardaban muy cerca de Burgos unos 4.000 moriscos más.

16. P. SANTONI, «Le passage des morisques en Provence», Provence historique, Fascicule 185, 1996pp. 342-379. El 22 de febrero Enrique IV concedió entrada libre a los moriscos. Hay que decirque los primeros en pasar a Francia fueron ricos, y esto ayudó a que en los primeros mo-mentos se viera con buenos ojos la llegada de moriscos. El 15 de abril ya había comisarios asig-nados para organizar el flujo y conducir a los moriscos hacia los puertos.

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sario de la empresa, a enviar una relación de los moriscos que quedaban enel reino. En enero de 1611, según los datos ofrecidos por dicha relación, que-daban en Castilla 1.500 familias, 744 de ellas eran de los llamados mudéjares.Para favorecer la expulsión y desatascar el problema de los pleitos, el 22 demayo de 1611 se decreta una nueva prórroga del bando de expulsión hastamediados de junio y, sorprendentemente, se dispone que “durante este pe-riodo [los moriscos] dispongan de la hacienda en virtud de la permisión quepara esto se les ha dado últimamente advirtiendo que no se le ha de concedermás tiempo y que si no acabara lo que tuvieren que hacer en materia de sushaciendas no por esto dejaran de ser expelidos, quedando uno por otros parafenecer lo dejaren...”. En este sentido contamos con el caso estudiado porOlatz Villanueva para los moriscos de Valladolid, donde nos ilustra con va-rios casos extraídos del archivo de la Chancillería: “los moriscos granadinoshabían recibido permiso Real para que los moriscos del Reino de Granadatambién puedan vender sus bienes raíces como los moriscos viejos de Valla-dolid”17. Una vez terminado el plazo de expulsión se le dio permiso a algu-nos miembros de la comunidad morisca para terminar de vender los dichosbienes raíces.

Para terminar este apartado habría que añadir que al otro grupo impor-tante de moriscos que aún quedaban por expulsar, los moriscos del valle de Ri-cote, también se les dio permiso para poder vender sus bienes raíces.

LAS COMISIONES PARA LA ADMINISTRACIÓN

DE LOS BIENES RAÍCES

El 5 de marzo se firmaron las comisiones para que los trece jueces comi-sarios fueran a los lugares que les habían sido asignados para recoger los pri-meros informes elaborados por los justicias, y continuar con el inventario ytasación de los bienes. El 29 de mayo de 1610, para evitar el deterioro progre-sivo de los bienes, se les dio comisión para que comenzaran la venta de bienesraíces de los lugares de realengo que debían realizar según una serie de ins-trucciones confeccionadas para tal efecto.

Estas instrucciones han sido objeto de estudio por parte de F.J. MorenoDíaz del Campo, por lo que sólo mencionaremos algunos de los apartadosmás relevantes18:

17. O. VILLANUEVA ZUBIZARRETA, «Camino de Berbería. El exilio forzoso de los moriscos valliso-letanos en 1610», Instituto de Historia, 26, 2006, pp. 61-80.

18. F.J. MORENO DÍAZ DEL CAMPO, «Geografía de la expulsión morisca. Aproximación al análisis dela administración y venta del patrimonio de los moriscos expulsados de la Corona de Casti-lla», Chronica Nova, 31, 2005, pp. 379-426.

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1. Los bienes raíces que la monarquía consideraba que podían ser confis-cados eran aquellos que se encontraban en tierras de “realengo, ordenesy behetrías, como en señoríos que no fuesen de solariego”, es decir –ysegún entendemos solariego–, no se confiscarían aquellos bienes raí-ces que estuvieran en régimen de señorío territorial.

2. Debían ser inventariados y tasados los bienes frutos que los moriscoshubieran dejado, además del inmobiliario en casas, heredades, moli-nos, colmenares, jabonerías o bodegas.

3. Para inventariar y tasar, el juez de la comisión debía de valerse de per-sonas expertas que fueran nombradas y reconocidas por los cabildos oayuntamientos de cada lugar. Contarían con una serie de comisariosde confianza nombrados por dicho juez que recorrerían el territorioasignado supervisando dicha tarea. Además, en cada localidad se nom-braría a fieles que fueran aprobados por los cabildos o ayuntamientos,y debían ser preferentemente personas hacendadas, ya que serían los en-cargados de recaudar el dinero de las ventas.

4. La venta se realizaría en subasta pública, con los correspondientes pre-gones y fechas para las pujas y el remate final. En el pregón debían in-dicarse las cargas con las que la propiedad se vendía y, en cualquiercaso, ya fueran de censos a quitar, perpetuos o cualquier tipo de “hi-poteca especial o general”, se venderían con la carga, lo que podía serconsiderado a la hora de la venta para una reducción del precio. Si losbienes no excedían de 50 ducados no era necesario hacer pregón y se po-drían vender al mejor postor.

5. No se podía vender por menos de lo tasado y se debía procurar queen la venta la mayor parte fuera al contado, y que las obligaciones no ex-cedieran los dos años. Las escrituras de venta las tenía que otorgar eljuez de la comisión y debían recoger el tamaño, los lindes o los censos.

6. Por último se indicaba que se podían vender los bienes confiscados enlos lugares de señorío hasta nueva orden19.

Estas trece primeras comisiones que abarcaron todo el territorio tuvieronuna vigencia de poco más de un año. Transcurrido dicho tiempo se renovaríao se volverían a nombrar nuevos comisarios para un ámbito territorial máspequeño. La multiplicación de comisarios se realizó con el fin de reducir cos-tes, ya que los nuevos nombramientos recayeron en personas que ya desem-peñaban algún oficio en las localidades asignadas, tales como los corregidores20.La relación de comisarios y fieles que se nombraron en los años sucesivos a laexpulsión ha sido publicada por Moreno Díaz del Campo21.

19. AGS, CG, Leg. 3025.20. Ibídem.21. F.J. MORENO DÍAZ DEL CAMPO, op. cit.

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A la primera de las comisiones se les envió orden el 7 de abril de 1610 paraque remitiesen una lista completa del inventario y tasación de los bienes raíces,orden que volvió a transmitirse meses más tarde debido al poco éxito de la primerademanda. Las listas comenzaron a llegar al Consejo y Juntas de Hacienda a prin-cipios de 1611. A partir de ese momento Antonio González Legarda confeccionóuna relación que envió el 12 de febrero de 1611 al monarca, en la que daba cuen-ta de lo que hasta ese momento se había inventariado, tasado y vendido22.

Las listas de las tasaciones globales que a continuación se van a exponer co-rresponden a tres momentos diferentes, pero que se pueden complementar ydar un resultado bastante aproximado de la tasación final. Esto es debido a quemuchos de los jueces no tuvieron las tasaciones en los momentos que se lespedía. Por otro lado, para los bienes de lugares de señorío que no fueron vendi-dos en un primer momento, a pesar de la insistencia del Consejo de Hacienda, sepidió una segunda tasación que fuera más completa, que fue confeccionada enagosto de 1612. También se han incluido las primeras ventas que realizaron en loslugares de realengo durante los primeros meses, concretamente hasta principiodel invierno de 1610. La relación que se ofrece es por tanto la tasación global delos bienes de los moriscos, que corresponde a tres legajos y tres momentos dife-rentes. La primera tasación es la de los lugares de realengo enviada en febrero de1611, que se encuentra en el legajo 503 de Consejo y Junta de Hacienda; la se-gunda, la de señorío, de agosto de 1612 se encuentra en el legajo 520; y una ter-cera que correspondería a los bienes de los moriscos de Andalucía.

TASACIONES

JUEZ LICENCIADO FRANCISCO HERNÁNDEZ DE SALCEDO

La “Villa de Madrid y a las ciudades de Toledo y Guadalajara y villas y lu-gares de sus jurisdicciones tierras y partidos excepto a los lugares que de la tierray partido de Guadalajara están comprendidas en otras comisiones, como luego sedará. Y así mismo se le mando fuese a todas las villas y lugares que hay desde To-ledo hasta los puertos de Guadarrama y de Chinchón y villas de aquel estado”.

Lugares de realengo

“En los lugares de realengo, descontados censos y deudas hasta el 24 deenero de 1611 estaba estimados los bienes raíces en 14.724.441 de maravedíes.Para Madrid los bienes se tasaron en 2.231.675 y se habían vendido todos los bie-nes. En los Dos Carabancheles se vendieron todos los bienes que ascendían a

22. AGS, CJH, Leg. 503 9-6.

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205.736 maravedíes. En Bicalvaro se vendieron 75.479 mrs y en Fuenlabradahay 2 casas que no se habían vendido y fueron tasadas en 105.000 maravedíes”23.

Lugares de señorío24

23. AGS, CJH, 503-9-6. Todas las tasaciones sobre los lugares de realengo que a continuación seexpondrán han sido tomadas de este legajo, excepto el caso de las comisiones que corres-ponde a los bienes de los moriscos de Andalucía, que será indicada en su momento.

24. AGS, CJH, 520-14-1-3. Las tasaciones sobre los lugares de señorío están extraídas de las se-gundas tasaciones realizadas en agosto de 1612. Las siguientes tasaciones sobre los bienesen lugares de señorío están extraídas de este mismo legajo, por lo que se omitirán las dichasnotas al pie de página.

25. En AGS, CJH, 503-9-6. Existe una copia incompleta donde aparece la cifra de 310 mrs.

LUGAR SEÑOR TASACIÓN

Valdemoro Duque de Lerma 1.525.480

Torrijos Duque de Maqueda 1.440.048

Pelayos Marqués de las Navas 59.588

Santa Olalla Conde de Orgaz 133.750

Pastrana Duque de Pastrana 9.853.352

La Puebla de Montalbán Conde de Sella 1.445.302

Mondéjar Marqués de Mondéjar 1.268.600

Alcalá Arzobispo de Toledo 3.385.161

Torrejón de Velasco Conde de Puñón Rostro 710.00025

Chinchón Conde de Chinchón 2.083.693

Mejorada Francisco González de Heredia 628.703

El Molar Antonio de Eguino 38.262

Bayona Conde de Chinchón 52.660

Curita Duque de Pastrana 30.350

Cienpozuelo Conde de Chinchón 156.152

Villafranca de Gaitán Luis Gaytán 149.540

Uceda Duque de Uceda 588.626

Rielves Ciudad de Toledo 13.600

Cogolludo Duque de Medinaceli 67.847

Pesadilla Marqués de Cañete 8.274

Salamanca Conde de Villamar 106.080

Lillo Conde de Fuensalida y de Francisca Osorio 7.700

Colmenar de Oreja Luisa de Cárdenas 1.690.522

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COMISIÓN AL JUEZ ANDRÉS DE ARANDA

“Tuvo comisión para todas las ciudades, villas y lugares de la Mancha yobispados de Cuenca, Sigüenza, Ocaña y villas y lugares de su gobernación”.

Lugares de realengo

“Según las relaciones enviadas suman 39.925.287 maravedíes, sin sacarlos censos y deudas y como no se ha podido averiguar y le parece que debenser una cuarta parte, por lo que al final deben quedar 29.945.368 maravedíes”.

LUGAR SEÑOR TASACIÓN

Valdetorres Francisco de Garnica 144.608Aviñón Marqués de Aviñón 551.088Carabaca Francisco de Santoyo 30.500Tielmes Conde de Villalonga 133-686Lugar del Pozo Marqués de Mondéjar 75.226Almoguera Marqués de Mondéjar 80.920Valdaracete Duque de Pastrana 277.000Estremera Duque de Pastrana 47.800Drieves Marqués de Mondéjar 11.220Escalona Duque de Escalona 1.296.918Santa Orcaz Arzobispo de Toledo 41.500Navalcarnero Conde de Casarubios 59.160Quijorno Conde de Chinchón 81.546Alvalete de Zurita Conde de Chinchón 211.900Guiñon Íñigo de Mendoza 90.50026

Yébenes Ciudad de Toledo 58.95627

Ontanarejo Ciudad de Toledo 63.05028

TOTAL 29.130.02629

26. En la relación enviada en febrero de 1611 que se encuentra en AGS, CJH, 503-9-6 aparece esteseñorío, no aparece en el segundo mandado del 18 de agosto de 1612 que es el último y máscompleto.

27. Igual que el precedente, sólo aparece en la primera relación.28. Igual que el precedente.29. El total una vez sumado todos los señoríos, incluidos los que no aparecen en el documento.

En el original aparece la cifra de 28.917.520 mrs.

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“Según lo cual descontadas las deudas que hasta ahora han salido resta-ran que valen los bienes de estos 23 pueblos 20.665.121 mrs, y que de ellos es-taban rematados y vendidos 12.187.974 mrs con carga de 2.561.815 mrs de prin-cipal de censo y deudas que de ellos se han de bajar y bajado que quedaranhorros para su Majestad 9.626.289 mrs”.

LOCALIDAD LO QUE REMATES Y LO QUE DEUDASMONTAN ALGUNAS REMATARAN QUE HAY

LOS APRECIOS POSTURAS LOS BIENES SOBRE QUE ESTÁN APRECIADOS ELLOS

HECHAS

Ocaña 15.394.582 4.474.569 484.126 6.884.197

Santa Cruz de la Carca 676.552 321.600 17.920 91.270

Puebla de Almaradil 307.400 301.667 14.700 213.975

Villanueva de Cardete 1.275.634 995.766 14.700 213.975

Puebla de Don Fabrique 223.626 219.298 900

Villarubia 925.480 438.600 13.550 206.672

Quintanar 1.075.170 995.518 9.070 170.960

Corral de Amaguer 629.664 606.461 3.700 36.873

Villatovas 1.078.014 536.936 28.850 241.500

Dosbarrios 521.160 257.465 8.820 56.396

Villa del Toboso 1.627.515 1.884.870 6.220 500.000

Ontigola 117.000 20.000 3.100 0

La Mota el Cuervo 1.319.230 898.489 18.350 52.000

La Cabeza 30.000 46.480 0 0

Tarancón 38.873 30.949 480 0

Socuellamos 1.489.985 476.811 39.356 0

Orcajo 150.779 0 4.490 0

Villarejo de Salvanes 1.110.302 0 31.390 0

Villa Escusa de Arco 460.831 0 38.138 0

Los Hinojosos 155.900 0 5.300 0

Pedro Muñoz 285.953 0 7.570 0

Fuentedueña 313.500 0 9.470 102.000

La Fuente Pedro Nahorro 10.614 0 300 0

TOTAL 29.217.764 12.465.464 748.730 8.562.643

Bienes de Ocaña y otros 22 lugares

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Lugares de señorío

LOCALIDAD SEÑOR TASACIÓN

La Parrilla Marqués de Cañete 747.176Los Hinojos Duque de Escalona 28.050Belmonte Duque de Escalona 32.502Pliego Conde de Pliego 827.900Cardenote Marqués de Moya 13.464La Guardia Francisco de Guardiola 149.141Buenache Juan de Alarcón 311.494Cañete Marqués de Cañete 120.581Oreja Marquesa de Cañete 4.828Villamanrique de Tajo Juan Laso de Castilla 160.000

TOTAL 2.251.136

COMISIÓN PARA EL JUEZ FRANCISCO DE BARRIONUEVO

“Tuvo comisión en un principio para en principio para el Reyno de Mur-cia y obispado de Cartagena: y últimamente se le ha mandado vaya también aAlcaraz y su tierra y partido”.

Lugares de realengo

“Los bienes que han dejado los moriscos en los pueblos de realengos dedicho Reyno y Obispado hasta ahora han salido sin los que están por salir enel Valle de Ricote y otras partes montan conforme a las tasaciones dellos saca-dos los censos y deudas: 38.088.456 mrs. Hasta el 20 de julio de 1610 se habíanvendido bienes por valor de 6.951.833 mrs. En Alcaraz y su partido no estáncomprendidas en esta tasación, ya que en un principio era jurisdicción del JuezHernando Salcedo”.

Lugares de señorío

LOCALIDAD SEÑOR TASACIÓN

Mula Marqués de los Vélez 1.417.988Molina Marqués de los Vélez 41.514Librilla Marqués de los Vélez 118.610Alhama Marqués de los Vélez 257.200Cutillas Juan Pérez Calvillo 289.918Alcantarilla Juan Uso de Mar 162.118

TOTAL 2.287.348

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COMISIÓN PARA EL JUEZ JUAN DÍAZ DE SANTA CRUZ

Se le mandó “a las ciudades de Sevilla y Écija y a todas las villas y luga-res de la tierra de Écija y su partido”.

Lugares de realengo

“Por la relaciones y papeles que embiado parece que los bienes que que-daron de los moriscos expelidos en la dicha ciudad de Sevilla y su término en-trando en ellos las mejoras que les pertenecían en casas que tenían de por vidasde iglesias y obras pías de la dicha ciudad montaron según ventas o tasacionesque de los que estaban fechas descontados los censos perpetuos estimados a3.000 (30 millones) y por las redimibles sus principales, 23.712.628 mrs y que de-llos tenía vendidos hasta el 28 de septiembre 5.487.161 los 3.144.561 a pagarde contado y los 2.342.600 al fiado y descontados de los de contado 905.856de principal de censos perpetuos tasados a 3.000 y los de alquitar conforme asu fundación que daban al contado 2.238.705”30.

“Y que los bienes hasta el dicho día [marzo de 1611] imbetariados y tasa-dos en la ciudad de Écija montavan conforme a la tasaciones 6.443.438 mrs deque se an de bajar los tributos que tuviesen que dice son muchos y que no es-taban averiguados y que estava todo por vender el dicho día, según lo qualno se pude aquí sacar la suma que líquidamente quedara sacados las deudas.

Y no se an traído relaciones de los bienes que quedan en las ciudades deCádiz, Gibraltar y Tarifa y villa de Prieto Real y lugares de sus jurisdicciones ylo que esto monta en ser”31.

COMISIÓN PARA EL JUEZ LICENCIADO PEDRO FERNÁNDEZ

DE CASTROVERDE

“Arzobispado de Sevilla en cuanto es obispo, excepto a la dicha ciudad ya Écija villas y lugares de su tierra, y después ansí se le dio comisión para la villade Estepa y las demás villas y lugares de aquel estado”.

Lugares de realengo

“Por las relaciones que han enviado parece que montan las tasaciones delos vienes que quedan en los lugares de realengos del distrito su comisión9.345.138 mrs y aunque no declara si esto es habiendo bajado los censos y deu-das se entiende que sí por haber enviado algunas relaciones con esta prevención.

30. AGS, CJH, 503-9-6.31. AGS, CJH, 502-13-2.

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Y de los dichos 9.934.138 tiene vendidos al pie de 4.500.000 los 1.500.000de contado y los 3.000.000 poco más o menos a plazos que no pasan de fin delaño 1612 y sacados las costas pare abra ahora de contado 1.125.000 y los di-chos 3.000.000 de obligaciones”.

Lugares de señorío

“Los bienes que quedan en lugares de señorío del distrito desta comisiónvalen según las tasaciones otros 12.170.198 mrs que también se entiende serhorros de deudas por la razón dicha y son en esta materia”.

LOCALIDAD SEÑOR TASACIÓN

Osuna Duque de Osuna 4.290.528

Morón Duque de Osuna 1.192.278

El Arahal Duque de Osuna 171.768

Marchena Duque de Arcos 1.373.566

Mairena Duque de Arcos 5.440

Zahara Duque de Arcos 105.468

Arcos Duque de Arcos 554.506

Coronil Duque de Alcalá 59.092

Cañete la Real Duque de Alcalá 63.206

Bornos Duque de Alcalá 359.788

Sanlúcar de Barrameda Duque de Medina Sidonia 1.792.718

Trebujena Duque de Medina Sidonia 112.948

El Puerto de Santa María Duque de Medinaceli 235.620

Villanueva del Río Marqués de Villanueva del Río 191.284

Teba Marqués de la Algaba 276.760

La Algaba Marqués de la Algaba 130.90032

Olivares Conde de Olivares 68.068

Fuentes Marqués de Fuentes 539.036

Estepa Marqués de Estepa 265.16633

La Roda Marqués de Estepa 44.880

32. Que son de tres moriscos que se fueron. Quedan los demás.33. Quedan moriscos con pleitos y no están contabilizados.

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COMISIÓN PARA EL JUEZ JUAN DE TOVAR BECERRA

“Se le mandó fuesse al obispado de Jaén y adelantamiento de Cazorla yVilla de Quesada y lugares de su jurisdicción”.

Lugares de realengo

“Por los papeles y relaciones que a embiado parece que la hacienda quea quedado en algunos lugares realengos y de ordenes de su comisión según lasventas que de algunas dellos tiene fechas y de los que no están vendidos segúnlas tasaciones y quitadas las deudas que habían parecido valen 14.064.145 yno ha enviado relaciones de los pueblos siguientes:

Quesada, Albanches, Ubeda, Baeza, Valdepeñas, Porcuna, Pegalajara, LosBillares, La villa de la Mancha, Axona, Torre de Don Jimena, Fuente del Rey,Torre del Campo, Villargordo Menjibar, Cazadilla, Jamilena, Lupión, La TorrePerogil, Solera, Baños, El Lugar de Santiago, Cabra (jurisdicción de Ubeda), lamitad de los Ibros que es de realengo, Jarafe Cortijo. Y que de los dichos14.064.145 había vendido hasta el 30 de agosto del año pasado [1610] 4.008.483las 282.342 dellos de contado y los 3.726.141 restantes al fiado...”.

Lugares de señorío37

“Por los papeles que envió el dicho Juan de Tovar Becerra parece que enel distrito de su comisión hay 42 villas y lugares de señorío y que en los 24 de-

34. Felipe III creará el condado de Cantillana ese mismo año de 1611, y el primer conde fue JuanVicentelo de Leca y Corzo, siendo el segundo señor de Cantilla pues el primero fue Juan An-tonio Vicentelo de Leca.

35. Marqués de Rianzuela.36. Aunque no hay certeza pudo ser el presidente de la Casa de Contratación del Consejo de Indias.37. CJH, 520.

LOCALIDAD SEÑOR TASACIÓN

Cantillana Juan Vicentelo34 81.464

Villaverde Juan Vicentelo 37.060

Brenes Juan Vicentelo 14.960

Rianzuela de Solís Francisco de Solís 35 92.854

Benazuza Francisco Duarte36 110.840

TOTAL 12.170.198

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llos quedaron para su mag. bienes de los moriscos cuyo valor conforme a las ta-saciones sin sacar dellos las deudas que tienen por no estar averiguadas es enesta manera”.

LOCALIDAD SEÑORÍO TASACIÓN

Nolejo Diego Maldonado 33.000

Guelma Duque de Alburquerque 1.195.380

Torres Marqués de Camarasa 249.500

Garcies Pedro de Quesada 839.122

Bedmar Luisa de Mendoza 1.460.689

Jodar Gonzalo Carvajal 1.039.760

Cazorla Adelantado de Cazorla38 2.468.410

Liruela Adelantado de Cazorla 610.700

Villa Carrillo Adelantado de Cazorla 748.900

Yznatoraf Adelantado de Cazorla 1.410.352

Villanueva del Arzobispo Adelantado de Cazorla 476.300

Soriguela Adelantado de Cazorla 144.500

Peal de Becerro Pedro de Quesada 5.236

Escañuela Conde de Villar 53.300

Villar Don Pardo Conde de Villar 28.000

La Guardia Marqués de la Guardia 83.500

Javalquinto Marqués de Benavides 37.500

Bailén Conde de Bailén 2.485.670

Las Navas Conde de San Esteban 885.300

Santiestevan del Puerto Conde de San Esteban 815.572

El Castellar Conde de San Esteban 900.796

Savotte Marqués de Camarasa 124.714

Alcaudete Conde de Alcaudete 3.100.300

Mármol Conde de Salazar 41.400

TOTAL 19.237.903

38. El Adelantamiento de Cazorla pertenecía al Arzobispado de Toledo, por lo que sus adelantadosson los arzobispos, en este momento es Bernardo de Rojas y Sandoval (1599-1618).

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“Y que las 18 villas, lugares y cortijos restantes en las 6 dellas que son Ji-mena, Villa Palacios, Cotillas, Bien Servida, Rispal y Villaverde, no había habidomorisco no hay bienes que no a enviado relación de si quedaron algunos bie-nes no de los que valen en las otras doce que son las siguientes”.

Canena Marqués de Camaraza

Jimena Luisa de Mendoza

Belmes Gonzalo de Carvajal

La Moraleda Gonzalo de Carvajal

Torrebradilla Gabriel de Córdoba

La mitad de Ibros Conde de Santiestevan

Villafranca Marqués de Priego

La Solera Conde de Santiestevan

El Castillo de la Rejena Marqués de Camaraza

El Castillo de Nilches Rodrigo de Quesada

El cortijo de Tovaruela Gonzalo de Carvajal

COMISIÓN PARA EL JUEZ PEDRO ZAPATA DEL MÁRMOL

“Al dicho juez se le mandó fuese a todas las ciudades, villas y lugaresdel Reyno de Granada y la villa de Archidona y demás lugares de su tierra y ju-risdicción”.

Lugares de realengo

En la ciudad de Granada “Por relación que ha enviado el 30 de enero de1611. Parece que monta la tasas de los bienes raíces de la ciudad de Granada16.725.948 mrs con carga de 3.455.522 mrs de principal de censo alquilar y50.702 mrs y siete gallinas de censos perpetuos de que hasta ahora se han mos-trado recaudo, y q monta todo lo ha vendido 7.910.145 mrs, los 5.537.375 mrsde contado y los 2.423.780 mrs al fiado y que de arrendamientos y sembradosse han cobrado 315.695 mrs se han pagado de réditos de censos a particularesy de salarios de juez y oficiales de su comisión 1.053.138 mrs, según lo cualhay en Granada 4.799.932 mrs de contado y en obligaciones los dichos 2.423.780mrs y que restan por vender 9.521.782 mrs con carga de 2.168.032 mrs de prin-cipal de censos redimibles y 25.091 mrs de renta de censos perpetuos que va-luados los dichos censos perpetuos a 30.000 mrs del bajados estos y los redi-mibles de los dichos 9.521.782 mrs quedan por valor de lo que esta vendido6.601.021 mrs (lo que queda por vender en Granada).

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Tasado total es de 16.725.948.Vendido de contado 4.799.932.Vendido obligaciones: 2.432.078.Por vender en Granada: 6.601.021”.

En el reino de Granada “Y en cuanto a los demás lugares de realengo delReyno de Granada en carta de 6 de julio de 1610 escribió que las personas quehabía enviado a traer los registros de los partidos de Guadix, Baza y Málaga leescribían que aunque había muchos moriscos no había salido ninguno y todostraían pleitos y tenían papeles por donde pretendían quedar y estaba aguar-dando que viniesen para enviar relación y lo mismo escribió en carta de 13 dejulio y que las justicias tenían amparados los moriscos mientras duran sus plei-tos, y que en Granada no estaba acabada la expulsión por que muchos los traeny algunos estaban remitidos al consejo Real/ y en carta de 9 de noviembre es-cribió que por haber muerto el corregidor de Granada se habían dejado de em-barcar los moriscos que faltaban de salir así que aquella ciudad como del co-rregimiento y que las causas había ido/ orden para ello por el estado alpresidente de aquella chancillería se había escusado/ y así no se puede daraquí razón de lo que valdrán estos mas bienes que quedaran en realengo”.

Lugares de señorío

39. “Los bienes que quedaron conforme a la tasa que dellos se hizo 2.139.375 mrs sobre los cua-les hay censos que se declara en las relaciones que han venido si son perpetuos o alquitar y pre-suponiendo que sean de a 14 montara su principal 226.282 mrs según lo cual quedarían1.913.093, pero se entiende habrá otras deudas sobre ellos que habían salido”.

40. “Se tasaron los bienes y no hay declaradas si hay deudas que bajar dellos”.

LOCALIDAD SEÑOR TASACIÓN

Archidona39 Duque de Osuna 1.913.093

Vélez Rubio Marqués de los Vélez 341.96840

Box Marqués de los Vélez 750.000

TOTAL 2.330.061

COMISIÓN PARA EL JUEZ PEDRO CARRANZA DE ARMANTE

“Al dicho se le mandó que fuese a todas las ciudades, villas y lugares delobispado de Córdoba”.

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Lugares de realengo

“Por las relaciones que ha enviado parece que la hacienda que quedó enCórdoba, Bujante, Montoro, Cañete, Belalcazar e Inojosa lugares de realengo delos moriscos así expelidos como de los por expeler que ha inventariado y en-viado relación de ella junta 5.536.481, de la que han de sacar los censos quetienen sobre ella. Las Inquisiciones de Córdoba, Granada y otros y muchasdeudas y demandas que estaban pendientes. Y que los censos presentadoshasta el día que se envió las dichas relaciones sin las dichas inquisiciones queno lo han presentado y sin las dichas demandas dice montaran 861.991 resta-ran por valor entre tanto que no se disminuye con los demás censos y deudas4.674.460 y así mismo falta por enviar razón de los valores de otros 2 lugares derealengos: Santaella y Almodovar del Río. Y de lo que en Córdoba se habíavendido parece tendian en ser poder de los fieles lo siguiente”.

Al contado: 1.269.573 mrsAl fiado: 1.217.202 mrs

Lugares de señorío

“Las haciendas en los lugares de señorío deste obispado según las tasasque ha enviado el juez monta a 47.524.744 que están metidos en esta suma lo delos moriscos que quedan por expeler que es 10.650.592, sin haber sacado lasdeudas que deben todos los dichos bienes, que las de los censos presentadosante el juez hasta el 14 de octubre de 1610 montan en 13.188.884 de mas decensos de las dichas inquisiciones que no las han presentado.

Según lo cual sacado los dichos 13.188.884 de censos quedan 34.335.860 mrs”.

LUGAR SEÑOR TASACIÓN DEUDAS/ LIBRE DECENSOS CARGAS

Pliego41 Marqués de Pliego 31.600.354 7.401.762 24.198.592

Montilla Marqués de Montilla 404.500 203.00 201.500

Aguilar Marqués de Montilla 641.133 329.743 311.390

Montalbán Marqués de Montilla 164.224 0 164.224

La Puente D. Gonzalo Marqués de Montilla 1.956.869 755.250 1.201.619

Castro el Río Marqués de Montilla 434.926 146.600 293.326

Villafranca Marqués de Montilla 42.000 0 42.000

Carcabuey Marqués de Montilla 505.000 0 505.000

41. Están incluido 8.643.051 de bienes de moriscos que quedan por expeler. Las deudas y censostambién se incluyen de los que quedan por salir.

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“Será menos si al final no se expelen los moriscos que quedan por expe-ler y que además no están incluidos los censos que sobre ellos tuviere la In-quisición y las demandas pendientes y las que salieren de nuevo”.

COMISIÓN PARA EL JUEZ LICENCIADO PEDRO DE LAS CUEVAS

“Se le mando para que fuese a las ciudades, villas y lugares del Prioratode San Juan, Campo de Montiel y Calatrava, Ciudad Real y su vicaria, Talaverade la Reina con su tierra y lugares que hay desde allí a la Puebla de Alcocer ySiruela y tierra de Capilla”.

Lugares de realengo

No ha enviado relación de los bienes argumentando que en muchos luga-res no han salido. Para ello escribe varias cartas, la última es de 10 de diciembre.

42. Están incluidos 293.250 de los bienes de los moriscos que quedan por expeler. Los censos co-rresponden a total, tanto los expelidos como los quedan por salir.

43. Entran 128.125 de los moriscos que quedan por expeler.44. Entran 6.800 moriscos por expeler.45. Entran 206.448 de los moriscos que quedan por expeler.

LUGAR SEÑOR TASACIÓN DEUDAS/ LIBRE DECENSOS CARGAS

Cabra Duque de Sesa 4.328.306 2.440.752 1.887.554

Baena Duque de Sesa 681.000 305.974 375.026

Isnajar Duque de Sesa 481.375 270.167 211.208

Rute Duque de Sesa 284.500 109.350 175.150

Lucena42 Duque de Cardona 2.700.666 698.286 2.002.380

Palma Conde de Palma 599.088 0 599.088

Montemayor43 Conde de Alcaudete 228.075 0 228.075

Herrera Núñez44 Sin referencia 39.850 0 39.850

Zuheros Sin referencia 389.125 0 389.125

Luque Pedro Banegas 1.079.950 528.000 551.950

Carpio45 Marqués del Carpio 343.953 0 343.953

Adamuz Marqués de Carpio 508.250 0 508.250

Pedro Abad Marqués de Carpio 106.600 0 106.600

TOTAL 47.519.744 13.183.884 34.335.860

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Lugares de señorío

No se han hecho averiguaciones exactas por lo que no se sabe los censosexistentes, así que no están incluidos.

46. Se han descontado los censos perpetuos y 31 personas que habían quedado en la dicha villaque no están incluidas.

LOCALIDAD SEÑOR TASACIÓN

Valdepeñas Marqués de Santa Cruz 1.595.558

Santa Cruz Marqués de Santa Cruz 189.368

Valenzuela Marqués de Zúñiga 41.750

Picón Juan de Estrada 187.550

Alcazar, Madrijuelos, Cañas,Argamasilla y Consuegra Priorato de San Juan 5.500.000

Talavera de la Reina46 Arzobispado de Toledo 691.021

Del Viso Marqués de Santa Cruz No han salido

Villarubia Conde de Salinas No han salido

Villafranca de la Puente Arzobispo de Toledo No han salido

TOTAL 8.207.247

Advierte que hay más lugares de señorío pero que no había moriscos.

COMISIÓN PARA JUAN RODRÍGUEZ DAZA Y POR SU MUERTE

A JUAN JERÓNIMO DE CONTRERAS

“Al dicho juez se cometió que fuese a los obispados de Segovia y Ávila”.“Los bienes que se hallaron en las dichas 2 ciudades y en Arevalo, Olme-

do, Ontiveros, Madrigal, Pajares, Burgos, Hondo y Maello que todos los pue-blos realengos de los granadinos que hasta el fin de año pasado habían salidodestas ciudades y villas porque los mudéjares y otros antiguos aun no han sa-lido montan conforme a las ventas que de algunos están hechas y a las tasa-ciones de otros: 8.859.796 con cargo de 34.869 de censos perpetuos y 1.628.799de censo al quitar que hasta el 23 de enero de este año. Y de los dichos 8.859.796están vendidos 2.484.404 los 1.753.717 a pagar de contado y los 730.687 a pla-zos y de lo contado se han redimido algunos censos al quitar y en cargándoselos compradores de la paga de otros y se han pagado trecenos y decenos de cen-

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sos perpetuos y otras costas y salarios de manera que a poco mas o menoshabrá de contado en ser en Segovia como 500.000 y allí y en Ávila habrá enobligaciones las dichas 730.687.

En cuanto a los demás lugares de realengo de los dichos obispados enmuchos dellos no hay moriscos y de los en que los hay no han venido las re-laciones no están averiguados y por haber muerto el dicho Juan RodríguezDaza en 16 de enero está nombrado en su lugar Jerónimo Contreras”.

Lugares de señorío

47. Olatz Villanueva da una cifra de 11.571.759 para Valladolid, Tordesillas y el lugar de Boecillo.

LOCALIDAD SEÑOR TASACIÓN

Coca Francisco de Fonseca 484.640

Navas de Oro de Coca Francisco de Fonseca 72.400

Cisla Pedro de Zúñiga 260.000

Flores de Ávila No hay moriscos

Cuellar, Fuente Dueñas, Oropesay demás lugares de señorío No están averiguados

TOTAL 583.040

COMISIÓN PARA EL JUEZ JUAN DE LUJÁN

“Al dicho Juez se mando fuese a los obispados de Salamanca, Valladolid,Osma y toda la Castilla la Vieja excepto a lo que della entre en los obispados deSegovia y Ávila”.

“A enviado relaciones de que la hacienda que queda en Palencia y Medi-na del Campo vale según tasaciones 2.775.636 sin declarar si esto es horro decensos y deudas. De la de Valladolid no ha enviado general de lo que montanlas tasas, ni han acabado de salir los moriscos pero a enviado q de ventas yarrendamientos de los bienes que hasta ahora a podido vender y arrendar47.Han procedido de contado y a plazos pasados hasta fin de enero deste año3.141.585 de los cuales se han pagado 1.364.145 en redimir censos y pagar deu-das de los dichos bienes y mas 434.400 de salarios y hasta de la comisión segúnlo cual a de haber de contado promptos en poder de los fieles 1.343.040 mrs endinero y mas 3.832.562 en obligaciones que han procedido ansi de arrenda-mientos de algunos de los bienes de aquella ciudad que van corriendo, comode ventas dellos de los quedaron en Tordesillas que se entregaron a los fieles de

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Valladolid falta mucho por vender en aquella ciudad y de los demás lugares rea-lengo de su distrito no ha enviado relaciones porque los mas moriscos que hayen Toro, Zamora, Ciudad Rodrigo, Osma y aquel contorno dice en cartra de 12de enero son de los más antiguos y que han salido.

Al dicho Juez se mando fuese a los obispados de Salamanca, Valladolid,Osma y toda la Castilla la Vieja excepto a lo que della entre en los obispados deSegovia y Ávila”.

Lugares de señorío

48. Que si son de los antiguos podrán disponer de ellas.49. Dice que los nobles no mandaron relación porque las haciendas de importancia son las de los

mudéjares y que estos no han salido. Dice que valen 10.000 ducados pero como tengan in-formaciones de buenos cristianos podrán vender sus bienes raíces.

LOCALIDAD SEÑOR TASACIÓN

Tudela Duque de Lerma 363.000

Dueñas Marqués de la Algaba 726.633

Portillo Conde de Benavente 15.300

Castrejón Conde de Ayala 10.000

Gumiel de Iziaques Duque de Osuna 9.000

Berlanga Marqués de Berlanga 47.000

Alba de Tormes Duque de Alba 38.000

Peñaranda Duque de Peñaranda 130.000

Castro de Membribe Duque de Peñaranda 14.000

Benavente48 Conde de Benavente 300.000

Villa Escusa Encomienda de San Juan 10.000

Santiestevan de Gormaz Duque de Escalona Sin relación(y Ayllón, y otros lugares deseñorío del distrito, no apareceen la nueva relación)49

TOTAL 1.662.933

COMISIÓN PARA EL JUEZ FRANCISCO NÚÑEZ DE ALARCÓN

“Al dicho juez se le ordenó fuese a todas las ciudades villas y lugares dela provincia de Extremadura excepto a la villa de Hornachos”.

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Lugares de realengo

“Por las relaciones que ha enviado de los bienes de algunos moriscos quehan salido de los dichos distritos, y de los colmenares y colmenas y frutos dellasque en el dejaron moriscos de los de Hornachos para que han montado los deque ha enviado relación a las tasaciones que dellos se hicieron y a las posturasde otras q por ser mayor que las tasaciones se ajustan mas a la verdad 6.254.122horros de los censos y deudas que habían salido. Que no ha enviado relación delos bienes que han quedado en Llerena, Plasencia, Mérida, Hinojosa y otrasmuchas villas y lugares de su comisión por no haber salido los moriscos”.

“Y que lo que ha vendido hasta ahora 3 de febrero deste año monta3.274.292 mrs las 921.704 de contado y 2.361.488 al fiado y que de los de contadoestán gastados en salarios y costas 323.540 se han de bajar ciertos prometidos:9.821 mrs por lo que quedan 2.352.665 mrs”.

Lugares de señorío

50. 281.852 son en colmenares y colmenas y frutos que eran de los moriscos de Hornachos.51. En el documento dice que “y porque hay dos villas deste nombre en esta provincia se duda

si es igual”.

LOCALIDAD SEÑOR DEUDAS/CENSOS TASACIÓN

Villa del Puerto Juan de Vargas 85.750

Medellín Conde de Medellín 346.53450

La Oliva 540.089

La Oliva51 Duque de Feria 25.840

Zafra Duque de Feria 2.902.924

Almendral Duque de Feria 649.566

Salvatierra Duque de Feria 97.988

La Parra Duque de Feria 48.110

La Torre del Almendral Duque de Feria 67.320

Burguillos Duque de Béjar Descontados 445.045

Valverde Duque de Béjar Sin censos 5.250

Meajadas Conde de Medellín Descontados 22.978

Don Benito Conde de Medellín Sin censos 93.714

Guarena Conde de Medellín Descontados 11.250

La Villa de la Mancha Conde de Medellín Sin censos 7.500

Villanueva del Fresno Marqués del Fresno Sin censos 104.856

Villanueva de Barcarrota Marqués del Fresno Sin censos 43.054

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“La hacienda que quedó en todos los lugares de señorío del distrito de sucomisión donde han quedado bienes de moriscos montan conforme a las rela-ciones que ha enviado 5.045.446 mrs. horros de los censos y deudas que hastaahora han aparecido”.

PARTIDO DE LA COMISIÓN DEL CORREGIDOR DE ÁGREDA

LICENCIADO DIEGO CASTELLANOS DE MAUDES53

Esta comisión se creó el 25 de febrero de 1611, y fue una comisión especialpara la tasación de los bienes de moriscos en los lugares de señorío de la zonade Ágreda.

“El dicho corregidor no ha enviado relación del distrito de su comisiónaunque por la instrucción que se le dio se le ordeno, y después aca se le han pe-dido diversas veces y porque informa Lazaro Roldan de Arraiga un comisarioque tubo en ella parece que había en el dicho distrito los lugares de señoríoque abajo se dirá y que en cada lugar había un cuanto a los bienes siguientes”.

52. No han salido los moriscos.53. En lugar de Maudes puede ser Méndez.54. Los moriscos tuvieron licencia para vender sus bienes.

LOCALIDAD SEÑOR DEUDAS/CENSOS TASACIÓN

Alconchel Antonio de Meneses Sin censos 41.729

La Higuera de Vargas Teresa Descontados 8.552

Abadia Duque de Alba 38.014

Santibáñez Duque de Alba 8.976

Vilorias Duque de Alba 5.236

Aldea Nueva del Camino Duque de Alba 2.244

Jarandilla Conde de Oropesa 135.000

Olguera Conde Osorno 60.964

Puerto de Baños52 Marqués de Monte Mayor 49.368

La Villa Arroyo el Puerco Conde de Benavente 14.960

TOTAL 5.045.446

LOCALIDAD SEÑOR TASACIÓN

Aguilar Conde de Aguilar (señor de Cameros)54 0

Cervera Conde de Aguilar 0

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“...y esto será más o menos según las relaciones que enviare este corregidorque serán mas ciertas. Y no se declara quales de los dichos lugares son solariegosporque el consejo satisfaçio a esto como se dice al principio desta relación”.

COMISIÓN PARA EL JUEZ LICENCIADO TOMÁS DE CARLEVAL

Para la villa de Hornachos y su término.“Por carta que escribió en 14 de abril de 1610 dijo que entra tanto que

acaba de los inventarios y tasaciones había hecho un tanteo a poco más omenos de la hacienda que quedaba en aquel lugar”. El total de la tasación se es-timó en un principio en 45.862.500 mrs.

55. No han salido.56. Los moriscos tuvieron licencia para vender sus bienes.57. Los moriscos tuvieron licencia para vender sus bienes.58. Los moriscos tuvieron licencia para vender sus bienes.59. Los moriscos tuvieron licencia para vender sus bienes.60. Había pleitos entre la Inquisición y la duquesa de Medinaceli sobre los bienes diciendo ser

lugar de solariego y cada parte los pretendía.61. No habían salido los moriscos.62. No habían salido los moriscos.

LOCALIDAD SEÑOR TASACIÓN

Nájera Duque de Nájera 150.000

Velorado Condestable de Castilla55 0

Navarrete Duque de Nájera 0

Haro Condestable56 0

Iribiescas Condestable57 0

Medinaceli Duque de Medinaceli58 0

Deza Duque de Medinaceli59 0

Arcos Duque de Medinaceli60 0

Armedo Conde de Nieva61 0

Erleques (Eizeques) Monasterio de Monjas62 0

TOTAL 150.000

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A MODO DE CONCLUSIÓN

De todos estos datos podemos concluir que el total de las tasaciones de losbienes raíces de los lugares de realengo ascendió a 223.145.487 mrs. y de los bie-nes en lugar de señorío a 117.408.210 mrs. Estas cifras deben de ser consideradascomo mínimas, ya que habría que sumarles innumerables fraudes en ventas rea-lizadas antes y después de las prohibiciones dadas el 14 de noviembre de 1609,por los que los moriscos no podían vender sus bienes raíces63. A lo que habría queañadir unas 70.000 libras de los bienes de los moriscos de Cataluña64, y el dine-ro recaudado por la monarquía por la venta de bienes raíces en Aragón cifrada,según un documento del Consejo y Junta de Hacienda, en 27.075.000 mrs.65.

63. En la actualidad estoy confeccionando un artículo donde se tratará este apartado.64. AGS, Est. Leg. 229. La equivalencia en maravedíes sería aproximadamente unos 560.000.65. En Aragón se arroja la cifra de 27.075.000 mrs., “de lo procedido de bienes de los moriscos de

Aragón se recogieron en poder del pagador de la gente de guerra del dicho reino”. Sin que po-damos precisar más hasta el momento. AGS, CJH, Leg. 509.

Resumen de las tasaciones

JUEZ REALENGO SEÑORÍO

Hernández de Salcedo 14.724.441 29.130.026

Andrés de Aranda 29.945.368 2.251.136

Francisco Barrionuevo 38.088.456 2.287.358

P. Fernández de Castroverde 9.345.138 12.170.198

Juan Díaz de Santa Cruz 30.156.066

Juan Tovar Berrera 14.064.145 19.237.903

Pedro Zapata del Mármol 13.219.724 2.330.061

Carranza de Armante 4.674.490 34.335.860

Pedro de las Cuevas No envió las tasaciones 8.207.247

Jerónimo de Contreras 8.859.796 583.040

Juan de Luján 7.951.241 1.662.933

Francisco Núñez Alarcón 6.254.122 5.045.446

Tomás de Carleval 45.862.500

Diego Castellanos Maudes 150.000

TOTAL 223.145.487 117.391.198

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Una de las fuentes de la recaudación más importante de las que contabala monarquía era el servicio de millones, que en 1609 estaba previsto recaudarunos 2.000.000 de ducados, es decir unos 750.000.000 de maravedíes66. Entre eldinero ingresado por medio de las mitades y la venta de los bienes raíces con-fiscados se puede hablar de una cifra en torno a 500.000.000 de maravedíes67. Esuna cifra nada desdeñable en un momento de gran necesidad económica. Aun-que por el momento se desconoce la cuantía del coste de la expulsión (movili-zación de tropas, barcos, etc.), se puede deducir que gran parte de ello fue cos-teado por los moriscos a la hora de salir. En el caso de Sevilla se les impuso untributo de 20 reales por persona, además del flete del navío, los cuales debíanservir para “el coste de la expulsión”68. En conclusión se deduce que la expul-sión fue desde un punto de vista económico rentable para las arcas de la mo-narquía a corto plazo, un desastre si este se analiza con perspectiva.

En teoría y según está expuesto en el bando de expulsión, la monarquíadebía emplear lo recaudado de los bienes raíces en “el servicio de Dios”. Aun-que aún nos encontramos en una fase inicial de nuestra investigación podemosaportar algunos datos a este respecto. Los beneficios de las ventas de los bienesraíces de los moriscos de Andalucía se destinaron a las obras de fortificación deLarache, y parte de los bienes recaudados en Madrid y Guadalajara, concreta-mente 1.875.000 mrs., se emplearon en el pago de las obras del Alcázar y de laCasa de Campo69. También sabemos que el pueblo de Hornachos fue vendidoíntegramente a los Fúcares como parte del pago de la deuda que la monar-quía tenía contraída con los banqueros.

Como se ha podido constatar, la expulsión tuvo una vertiente económicaque habría que analizar con el estudio de las fuentes documentales proceden-tes de las distintas contadurías, tarea imprescindible si realmente se deseaavanzar en el estudio de la minoría. El volumen de este tipo de fuente unido ysu carácter casi inédito auguran futuros trabajos que aportarán nuevas pers-pectivas y campos por explorar.

RESUMEN

La expulsión de los moriscos fue un proceso complejo, a pesar de los in-numerables trabajos que se han realizado hasta el día de hoy aún quedan as-pectos por dilucidar. La confiscación y venta de los bienes raíces de los mo-

66. AGS, Est. Leg. 626. Copia del billete original de Lerma al secretario Prada, 15 de enero de 1609. Sonlas previsiones de ingreso de la monarquía para dicho año, siendo el total de 4.687.350 ducados.

67. Cifra donde estarían comprendidos, los bienes raíces de los moriscos de Castilla, Aragón y lorecaudado por las mitades.

68. AGS, CMC, 3º época, Leg. 2603.69. AGS Dirección General del Tesoro (DGT) INV-24 517-3.

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riscos generó una inmensa documentación, cuyo estudio nos puede ayudar acomprender la vertiente económica de la expulsión, así como aspectos socioe-conómicos de la minoría. En este artículo se presentan los primeros datos glo-bales sobre la tasación de todos los bienes raíces de los moriscos en Castilla, Ex-tremadura, Murcia y Andalucía, tanto en lugares de realengo como en lugaresde señorío.

ABSTRACT

The expulsion of the Moriscos was a complex process that despite thecountless works that have been made to this day, still remain aspects to be elu-cidated. The seizure and sale of real estate of the Moriscos created a vast do-cumentation whose study can help us understand the economic side of the ex-pulsion, and also those socioeconomic aspects of the minority. This articlepresents the first comprehensive data on the valuation of all real property of theMoriscos in Castile, Extremadura, Murcia and Andalusia, both in lordshipsand in places of royal dominion.

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PROPRIEDADE E DIREITO ENTRE OSMUÇULMANOS DE PORTUGAL: DOS

BENS COMUNS À GESTÃO DOPATRIMÓNIO DO REI

Maria Filomena Lopes de Barros*

A propriedade detida ou usufruída pelos muçulmanos do reino portu-guês revela características específicas, advindas de uma mescla entre formas deexploração que se impõem no contexto da medievalidade ocidental, como deuma individualidade imputável aos seus traços identitários, emanando dopróprio direito islâmico. Vector que, de resto, não surpreende na avaliação glo-bal de uma identidade mudéjar, justamente singularizada pela sua dupla ads-crição à cultura maioritária, assim como aos valores matriciais que definem asua etnicidade e consequente alteridade como grupo diferenciado.

Dualidade que define uma identidade e um ethos, necessariamente distintade outras dimensões políticas muçulmanas, configurando o mudéjar do dis-curso historiográfico, de cuja sujeição aos poderes cristãos não está ausente asua própria participação nesses mesmos mecanismos de poder. Aspecto bastasvezes preterido em função de uma perspectiva demasiado estática dos pro-cessos sociais e de uma noção abstracta de poder. O programa político dos rei-nos medievais cristãos, necessariamente definido e controlado pelas suas elites,recupera um Islão domado1, isto é, submetido aos seus próprios interesses, atra-vés de actos escritos de legitimação.

Esta remição para a praxis política de comunidades muçulmanas, admi-nistrativamente estruturadas e dispondo de autoridades próprias, pressupõeum ininterrupto diálogo (ainda que necessariamente assimétrico), que fluiráentre os dois extremos da escala política, numa assumpção do monarca como

* Universidade de Évora / CIDEHUS.1. A ideia de “domesticação” enforma a raiz árabe dagana, de que deriva o particípio mudaggan,

“mudéjar”, F. DE LA GRANJA, «El problema del mudejarismo en la lengua y en la literatura»,Qurtuba, 3, 1998, pp. 184-194; J.-P. MOLÉNAT, «Communautés musulmanes de Castille et du Por-tugal. Le cas de Tolède et de Lisbonne», en Expansion occidentale (XIe-Xve siécles). Formes etconséquences. XXXIIIe Congrès de la S.H.M.E.S, Madrid, Casa de Velásquez, 23-26 mai 2002), Paris,Sorbonne, 2003, p. 206.

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o “natural” protector dos “seus” muçulmanos. Estes, de resto, no reino portu-guês, constituir-se-ão como os agentes sociais mais activos na definição dosparâmetros da sua sujeição, através do seu próprio capital cultural e simbóli-co, num processo de redefinição constante, adaptado e solicitado pela naturalevolução social e política da medievalidade.

DIREITO ISLÂMICO, PRODUÇÃO VERNÁCULA

O direito islâmico constituir-se-á como um dos vectores estruturantestanto de identidade como de sujeição, aspectos complementares de um mesmoprocesso. Se, num período formativa, ele enformará necessariamente as con-dições de permanência das diferentes comunidades muçulmanas peninsulares(correspondendo a uma natural premência dos conquistadores), a sua evo-lução não deixa de se fazer sentir ao longo das diferentes centúrias, em funçãodos distintos contextos considerados.

Em finais do séc. XIV e ao longo do XV, é o monarca português que, ao rei-vindicar a sistematização das cláusulas sobre as heranças dos muçulmanos,estabelece uma apropriação lidimada no próprio direito sucessório islâmico(‘ilm al-fara’id), concitando a produção de textos legais neste sentido. Acçãoque se estrutura num discurso de legitimação, porque implica um registo de pa-ralelismo com os dirigentes muçulmanos (os pretéritos, mas também os coevosde Terra de Mouros), canalizando para o soberano, os bens que, por falta de her-deiros, seriam dirigidos para o erário público (bayt al-mal). De resto, esta pers-pectiva será expressamente enunciada no prólogo do segundo texto, que seinicia justamente pela justificação ideológica da medida: “Porque a herança dosMouros forros moradores em estes Regnos, e Senhorios pertencem a Nós [Rei] em mui-tos casos, assy como he devuda aos Reys Mouros em seus Regnos, e Senhorio (…)”2.

Neste sentido, os dois textos elaborados, em português, sobre esta proble-mática pelos letrados da comuna de Lisboa deixam claro a prioridade subjacen-te à sua própria produção. O prólogo do mais pretérito, do reinado de D. João I(1385-1433), refere que o levantamento se constitui como uma resposta à per-gunta feita pelo juiz Álvaro Peres, pelo qual o soberano ordenou que se soubes-se de que modo ele próprio se constituía como herdeiro dos bens dos muçulma-nos3. O segundo, de D. Afonso V (1438-1481), justifica-se em função do soberano

2. M. DE ALBUQUERQUE (ed.), Ordenações Afonsinas, Lisboa, Fundação Calouste Gulbenkian, 1984,Livro 2, tit. XXVIII, p. 222.

3. Deste diploma existem dois treslados: Torre do Tombo (T.T.), Inquirições de D. Afonso III, livro4, fls. 14 v.-15 v; Idem, Gaveta 10, maço 12, doc. 17, fls. 9 v.-13. Um resumo do diploma encontra-se em M.ª L. MARTINS, Subsídios para o estudo dos Judeus e dos Mouros nos reinados de D. João I ede D. Duarte, Dissertação de Licenciatura apresentada à Faculdade de Letras da Universida-de de Lisboa, Lisboa, 1961, pp. 146-147.

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considerar a produção anterior pouco legível (“imperfeita, e muito escura”), o queteria dado origem a “muitos debates, e contendas (…) antre elle e os ditos Mouros”. Parasuperar essa situação, o monarca incumbiu ao alcaide da comuna de Lisboa a ta-refa de juntar “mouros letrados e sabedores em sua lei”, para a corrigir e acrescentarno que necessário fosse. O resultado final será o publicado nas Ordenações Geraisdo Reino, com o título significativo “De como El Rey deve herdar os Mouros forrros mo-radores em seus Regnos, e Senhorio”4, num diploma de uma maior abrangência ecomplexidade, denotando um total domínio da casuística sunnita malikita.

Do mesmo modo, se estrutura a sistematização da tributação dos muçul-manos, coetânea do primeiro diploma, validada e subscrita (de resto, como as-sinante único), pelo tabelião da comuna de Lisboa, Jufez, ou, como consta da suaassinatura em árabe Yusuf b. Ibrahim b. Yusuf al-Lahmi. Uma vez mais, a relaçãodirecta entre esta produção e o monarca se especifica no prólogo do diploma:“Esta he a declaraçom dos foraes dos moros de como devem de pagar hos derreitos a ellRey per eses foraes antygamente e per derreitos dos mouros e per costume de que ellrey antygamente esta pose delles per esta gisa hos mouros e as mouras pagarem a ell Reyseus derreitos…”5. O direito islâmico estrutura esta sistematização, na continui-dade do que se verifica desde a outorga dos primevos forais, num desenvolvi-mento e adaptação dos juristas de Lisboa às realidades concretas do reino6.

As prioridades do soberano (como do exercício de qualquer poder maio-ritário) condicionam os parâmetros identitários das minorias, materializandocabalmente a assimetria do exercício de poder presente neste tipo de relações.No entanto, dessa manipulação depreende-se a imanência do direito islâmicoenquanto estruturador destas comunidades ou, pelo menos, das suas elites.Este capital cultural marca, de resto, uma produção peninsular noutras lín-guas vernáculas. Em catalão, refira-se o Llibre de la Çuna e Xara, datada de 3de Março de 1408, que sobreviveu através de uma cópia, realizada aproxima-damente entre 1460 e 14857. Em castelhano, a Suma de los principales manda-mientos y devedamientos de la Ley y Çunna ou Breviario Sunni, datado de 1462 e quese deve ao muftí e alfaquí da aljama de Segóvia, Isa ibn Gabir (ou, em roman-ce, Iça Jedih, Gebir ou Gidelli)8 ou as designadas Leyes de Moros9. Esta última

4. M. DE ALBUQUERQUE (ed.), Ordenações Afonsinas, Livro 2, tit. XXVIII, pp. 222-242.5. Portugalia Monumenta Historica. Leges et Consuetidinis, Lisboa, Real Academia da História,

1856, pp. 98-100.6. Mª. F. BARROS, Tempos e Espaços de Mouros. A Minoria Muçulmana no Reino Português (Séculos XII

a XV), Lisboa, Fundação Calouste Gulbenkian / Fundação para a Ciência e a Tecnologia, 2007,pp. 393-404; Idem, «Direito islâmico no Reino Português», en F. TORO y J. RODRÍGUEZ, VII Estu-dios de Frontera, Islam y Cristiandad. Siglos XII-XVI, Jaén, Diputación de Jaén, 2009, pp. 461-471.

7. C. BARCELÓ (ed.), Un tratado catalán medieval de derecho islâmico: El LLibre de la Çuna e Xara delsMoros, Córdova, Universidad de Córdova, 1989.

8. Segundo a proposta de G. WIEGERS, Islamic Literature in Spanish and Aljamiado. Yça of Segovia.His antecedents and sucessors, Leiden, Brill, 1994.

9. Ambos publicados por P. DE GAYANGOS, Memorial Historico Espanõl, V, 1853.

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obra, resultado de uma tradução (se bem que parcial, fragmentada e abrevia-da), do tratado jurídico Kitab Al-TafriC, de Ibn Al-Gallab (m. 988), largamente di-fundido entre os mudéjares e, posteriormente, os mouriscos peninsulares10,comprova cabalmente a continuidade de uma matriz árabe dominada pelosespecialistas muçulmanos de fiqh ao longo da medievalidade. Aspecto corro-borado por outros elementos documentais. Uma obra de Ibn al-Gazari al-Dimasqi (1350-1429), escrita na Síria em finais do séc. XIV, será traduzida emAragão, em romance aljamiado, provavelmente na primeira metade do XV11.Por outro lado, a biblioteca de um “alfaquí” de Ocaña (de finais da centúria qua-trocentista), constituída tanto por manuscritos em árabe, como em romance,em aljamiado e, mesmo, bilingues, revela cabalmente as diferentes adscriçõesculturais e consequentemente linguísticas, destas comunidades de fronteira12.

Mais problemática se constitui a questão da formação dos agentes sociaisque dominam e aplicam o direito islâmico. Em diferentes registos ela se po-derá, contudo, perspectivar. Por uma parte, nas relações com o território dodar al-Islam, numa direcção biunívoca, implicando quer a saída de muçulma-nos peninsulares para concretizar os seus estudos13, quer a passagem ou fi-xação de forâneos pelo território peninsular. A conquista de Ceuta pelos por-tugueses, em 1415, potencializa, paradoxalmente, os contactos entre osmuçulmanos de um e de outro lado do Estreito, que, de resto, concorrem num

10. Ver, por exemplo, S. ABBOUD-HAGGAR, «Las Leyes de Moros son el libro de Al-TafriC», Cuader-nos de Historia del Derecho, 4, 1997, pp. 163-201; Idem, El Tratado Jurídico de Al-TafriC Ibn Al-Gallab.Manuscrito aljamiado de Almonacid de la Sierra, 2 vols., Zaragoza, Institución “Fernando El Ca-tólico”, 1999.

11. S. ABBOUD-HAGGAR, «‘Udattu l-hisni l-hasin de Ibn al-Gazari al-Dimaçqi. Una muestra de latransmission de los asuntos religiosos islámicos de Oriente al Occidente mudéjar en el XV»,Anaquel de Estudios Árabes, 16, 2006, pp. 5-63.

12. Neste caso concreto, contudo, estando presentes temáticas tão variadas como a religião, a me-dicina, a farmacopeia, a moral ou a astrologia, não se registam quaisquer manuscritos directa-mente relacionados com o direito. A datação do documento mais recente desta biblioteca é de1500. J. ALBARRACÍN, «Actividades de un faquih mudéjar», en VI Simpósio Internacional de Mu-dejarismo. Actas, Teruel, Centro de Estudios Mudéjares, 1995, pp. 437-444. O termo “alfaquí”deve, portanto, designar mais um cargo administrativo do que propriamente um especialista defiqh. Diferentemente se apresenta outro caso, o do alfaquí Muhammad b. ‘Ali al-G ayyar al-An-sari, imam da mesquita de Cútar, do território de Comares, de finais do séc. XV. De facto, nos seustrês livros “de ofício”, em árabe, entre uma miscelânea de temáticas, avultam os aspectos jurí-dicos, quer através de formulários notariais, quer de treslados de obras de jurisconsultos, no-meadamente da Muwattà de Malik. Trata-se, no entanto, de um neo-mudéjar, no sentido emque essa alcaçaria foi apenas incorporada no domínio cristão em 1487. M.ª CALERO SECALL, «Losmanuscritos árabes de Málaga: los libros de un alfaquí de Cútar del siglo XV», en M.ªJ. VIGUE-RA y C. CASTILLO (eds.), Los Manuscritos Árabes en España y Marruecos. Homenaje de Granada yFez a Ibn Jaldún, Granada, Junta de Andalucía–Fundación El Legado Andalusí, 2006, pp. 151-174.

13. É o caso de Abdurramen Madçor morador de Valência, que é referenciado, em 1434, numa via-gem de Almeria para Tlemcén, com o objectivo de “aprender e studiar”, R. SALICRÚ I LLUCH, Do-cuments per a la Història de Granada del regnat d’Alfons el Magnànim (1416-1458), Barcelona,CSIC, 1999, doc. 284, pp. 337-338.

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universo legal comum, o do malikismo14. Embora não seja referida especifica-mente a vertente dos especialistas de direito, a participação de notáveis norte-africanos em actos judiciais parece comprovar esta tendência15.

Ambos os aspectos não se mostram incompatíveis, mas antes comple-mentares de uma vertente interna de formação que, para a comuna de Lisboa,se deveria concretizar na escola dos mouros, edifício contíguo à mesquita grande16.De facto, é da comuna desta cidade que, desde a conquista do território, avul-ta a produção do direito islâmico em íntima conexão com o poder monárqui-co, como os diplomas supra-mencionados o testemunham. A definição tribu-tária, a partir do labor desses juristas, constituir-se-á, a partir de finais do séc.XIV, como o modelo a aplicar a todas as comunas muçulmanas do Reino, numauniformidade do foro de Lisboa enquanto apreensão tributária e fiscal inteira-mente subordinada à Coroa17.

SUNNA E ESPAÇO: DO PATRIMÓNIO HUBS AOS

BENS AL-MUSLIMIN

Este aproveitamento do direito islâmico projecta-se, contudo, para lá do seuimediato interesse na concretização dos objectivos de rentabilização por parte daCoroa, participando de própria imanência identitária e vivencial mudéjar. Vec-tor menos visível, porque obnubilado por uma assimetria documental, estru-turada num Arquivo e numa memória nacionais, estigmatizados pela expulsãodas minorias étnico religiosas peninsulares. O acervo documental constitui-se,

14. A influência da escola malikita entra em retrocesso no séc. X, limitando-se a sua continuida-de ao Ocidente, durante todo o período medievo, S. ABBOUD-HAGGAR, «Las Leyes de Moros sonel libro de Al-TafriC», p. 171.

15. Em 1488, um pleito que opunha dois muçulmanos pela escrivaninha da comuna de Loulé(Algarve), será arbitrado por um grupo de notáveis da comuna de Lisboa conjuntamentecom um “cavaleiro da casa de Azamor”, designado como “Acaide Alfacim”, “Caide Alfaquim”ou “Çaide Alfaim”. O primeiro termo pode traduzir, em árabe, ou o nome próprio Said ou otítulo de “Dom”, devendo, o segundo, reflectir, a sua condição, transitória ou permanente, dejuiz (hakim). M.ªF. BARROS, Tempos e Espaços de Mouros. A Minoria Muçulmana no Reino Português(Séculos XII a XV), Lisboa, Fundação Calouste Gulbenkian / Fundação para a Ciência e a Tec-nologia, 2007, pp. 337-339.

16. Para a descrição do edifício ver: L.F. OLIVEIRA e M. VIANA, «A Mouraria de Lisboa no séculoXV», Arqueologia Medieval, 2, 1993, p. 199. É significativa a existência de uma escola (madrasa)enquanto equipamento colectivo distinto da própria mesquita, o que poderá apontar, defacto, para uma formação mais especializada do que o simples ensino do Corão às criançasmuçulmanas. Confronte-se, por exemplo, esta realidade com a da mesquita de Sevilha, em queum acto notarial de 1502, com o levantamento dos respectivos bens, menciona 13 tábuas paraensinar as crianças, remetendo essa prática para o interior do mesmo edifício, J. HINOJOSAMONTALVO, Los mudéjares. La voz del Islam en la Espanã cristiana, vol. I, Teruel, Centro de Estu-dios Mudéjares, 2002, p. 167.

17. M.ªF. BARROS, Tempos e Espaços de Mouros…, pp. 393-404.

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pois, como um elemento de exterioridade face às comunidades consideradas,cujos arquivos próprios entretanto desapareceram, se não considerados comoideologicamente perturbadores, pelo menos como conspicuamente dispensáveis.Apenas alguns elementos dispersos emergem, pois, enquanto testemunho in-directo da vivência comunitária mudéjar e da materialização do seu direito pró-prio. As formas de apropriação e de rentabilização da propriedade testemunham,em alguns casos, essa vivência colectiva, com base nos princípios da sunna. Umdesses vectores respeita à dominância dos bens colectivos, complementares dapropriedade privada, consubstanciando uma coesão sócio-espacial, geradorade laços de solidariedade entre o grupo. Princípio geral que se materializa emdois diferentes aspectos da realidade do Reino português.

Uma primeira categorias recai sobre os bens referidos como “da mesquita”,detectados apenas em Lisboa e, numa breve alusão, de 1506, para Santarém.Neste último caso, é somente mencionado um olival, em Vale de Estacas, quehavia sido da “mesquita dos mouros”18, sendo bastante mais completas as re-ferências às propriedades dos dois locais de culto da comuna lisboeta.

De facto, a colonização cristã da mouraria da cidade, nos últimos anosdo séc. XV e nos primeiros do XVI, contribui, paradoxalmente, para o conhe-cimento do que fora a zona de vivência muçulmana. O édito de expulsão/as-similação das duas minorias religiosas, publicado em Dezembro de 1496 pelorei D. Manuel I19, leva a uma apreensão desses espaços, por parte do soberano,os quais serão, posteriormente, objecto de doação ao Hospital de Todos-os-Santos. Os contratos celebrados com os novos enfiteutas permitem, por umlado, acompanhar o processo de emigração efectiva de parte da populaçãomuçulmana e, por outro, desenhar uma geografia do bairro, em função daspormenorizadas referências materiais aí exaradas. O crescimento populacionaldo que era a principal cidade do Reino, encontra, pois, uma nova e conve-niente área de fixação, num espaço imediatamente contígua à muralha, no se-guimento da Porta de S. Vicente e do caminho que levava ao interior agrícola20.

É esta nova conjuntura que permite vislumbrar a realidade do que foramalguns dos aspectos da vivência sócio-espacial da comunidade muçulmanada cidade, em função dos bens das respectivas mesquitas. A mesquita pequena,sita num dos extremos do bairro, deverá corresponder à denominação de mes-

18. Arquivo da Misericórdia de Santarém, Livro 1º de Palhais, fl. 11.19. Apenas a 3ª edição das Ordenações Manuelinas (Jacobo Cronberguer, Lisboa, 1521) contempla

a expulsão dos mouros, omissa no texto das anteriores, que mencionam apenas os judeus. Noentanto, os tempos de saída do Reino são comuns às duas minorias, pelo que se opta porconsiderar esta data, de resto a oficialmente consagrada para este evento. Sobre os problemasde datação ver: F. SOYER, The Persecution of The Jews and Muslims of Portugal. King Manuel Iand the End of Religious Tolerance (1496-1497), Leiden-Boston, Brill, 2007, pp. 259-260.

20. Sobre a mouraria da cidade ver: L.F. OLIVEIRA e M. VIANA, «A Mouraria de Lisboa no séculoXV», Arqueologia Medieval, 2, 1993, pp. 191-209.

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quita de Bebe Iça (Bab Isà)21, exactamente por se encontrar junto de uma porta(bab) da mouraria, em contraponto à mesquita aljama, designada pela docu-mentação como mesquita grande. A primeira possuiria pelo menos cinco ten-das, a ela contíguas22, sendo, provavelmente da segunda, um conjunto de pro-priedades descritas, apenas, como da mesquita dos mouros, que consistiam em trêscourelas de olival, na Panasqueira, plantadas com 127 oliveiras, entre grandese pequenas, mencionadas apenas como tendo pertencido à mesquita dos mouros(1499-VI-12)23, uma casa contígua ao espaço de culto central (1498-IV-4)24, eum chão no Arrabalde Novo (1504-I-6)25.

Embora a documentação seja omissa sobre a categorização jurídica dessepatrimónio, ele deverá, contudo, corresponder aos bens waqf ou hubs26. Estes le-gados piedosos, definem-se em função de três vectores: constituírem-se comouma acção livre e voluntária, que integra os actos espontâneos de liberalidadedo muçulmano (tabarrucat), considerada pelo direito islâmico como uma acto re-comendável (mandub ou mustahabb); a sua finalidade ser, sempre, piedosa, con-ceptualizando-se como qurba (obra piedosa), o que implica que não contradi-ga os valores e princípios do Islão; o bem hubs ser inalterável e inalienável,não podendo ser destinado a uma finalidade distinta da estipulada pelo doa-dor, nem objecto de venda, doação ou herança27.

Não existe, de resto, uma tipologia explícita das finalidades do hubs, em-bora ele não possa existir sem a especificação dos objectivos a que se destina.Em termos gerais, estes incidem sobre tudo o que seja susceptível de caberdentro do conceito corânico da acção realizada “por mor de Deus” (fi sabilAllah”). O estudo de Alejandro García Sanjuán sobre Al-Andalus, englobandotanto a teoria como a prática jurídicas, contemplam uma abrangência dos âm-bitos de aplicação destes legados, que o autor estrutura da seguinte forma:

21. T.T., Núcleo Antigo, 318, fl. 54 v.22. Esse espaço de culto e as cinco tendas “que soíam de fazer foro à mesquita”, são emprazadas

pelo Hospital de Todos-os-Santos, em 1498-IV-4, a Jorge Gomes, que fora almoxarife em Sin-tra, e a sua mulher, Margarida Fernandes; T.T., Livro 2 de Estremadura, fls.106 v.-108.

23. S. VITERBO, «Ocorrências da vida mourisca», Arquivo Histórico Português, 5, 1907, pp. 91-93.24. Ibidem, p. 89.25. T.T., Livro 9 da Estremadura, fls. 45 v.-47.26. A terminologia oriental contempla o termo waqf face a hubs, que prevalece no Ocidente islâ-

mico. Em castelhano medieval-moderno, o vocábulo aparece como habice, tal como se verifi-ca nos Libros de habices de época cristã, redigidos em Granada em finais do século XV e iníciosdo XVI, quando se procedeu à repartição dos legados pios nazarís.

27. A. GARCÍA SANJUÁN, Hasta que Dios herede la Tierra. Los bienes habices en Al-Andalus (siglos X-XV),Huelva–Sevilha, Universidad de Huelva–Mergablum, 2002, pp. 21-22. Este carácter de per-petuidade implica ser preferível doar bens imóveis, por natureza imperecíveis, face à per-durabilidade dos bens móveis. Neste sentido, algumas doutrinas jurídicas pronunciam-secontra este última tipologia na formação de hubs, embora os malikitas se revelem mais flexí-veis neste aspecto, já que reconhecem a temporalidade desses bens, admitindo, por isso, qual-quer tipo de doação, A.M. CABALLEIRA, «Pauvreté et fondations pieuses dans la Grenade nas-ride: aspects sociaux et juridiques», Arabica, 52, 2005, p. 399.

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mesquitas, finalidade bélica, cultural-educativa, assistencial (pobres e enfer-mos) e cemitérios28. Se bem que necessariamente estes pressupostos se tenhamque subverter no contexto específico do mudejarismo (com a lógica exclusão doobjectivo bélico), a referência a alguns destes aspectos marca, de facto, a legis-lação islâmica, em romance, produzida pelos muçulmanos portugueses.

Assim, na enunciação das cláusulas do direito sucessório, ao explicitarem-se as condições em que o indivíduo pode dispor da terça dos seus bens, refere-se, a dada altura que a mesma pode ser deixada “a alguum servo ou serva, à Mes-quita, ou a alguma Albergaria, ou casa de Oração, ou para refazimento de alguma Ponte,ou Fonte”, ou ainda ser distribuída “por sua Alma em pobres, ou em cativos.”29. O ca-rácter público destas cláusulas demarca-se claramente das demais, que contem-plam uma categorização dos indivíduos a quem a terça pode ser deixada30. De-finir-se-iam, pois, as finalidades desses legados pios das comunidadesportuguesas em função das instituições de culto e assistenciais, da manutençãodos bens materiais comunitários (expressos através da referências às pontes efontes) e ainda na vertente assistencial dirigida aos pobres e ao resgate de cativos.

De facto, esta expressão da qurba, enquanto liberalidade do indivíduomuçulmano, complementa as obrigações internas colectivas da comunidade,que são descritas para Évora, em 1450, e para, Lisboa, em 1471. No primeirocaso, os pagamentos que impendiam aos muçulmanos abarcavam a manu-tenção dos muros que rodeavam o bairro, o estipêndio do carniceiro, o alu-guer da respectiva carniçaria, e ainda as esteiras para a mesquita31. No segun-do, refere-se o estipêndio do imam (capelão) e do porteiro da mouraria, asesteiras da mesquita, e a manutenção dos muros que rodeavam o bairro assimcomo dos seus arruamentos32.

Mais difícil será percepcionar de que modo se processava a gestão deste pa-trimónio, face ao silêncio documental de um arquivo cristão e, consequentemen-te, externo à comunidade. Em nenhum caso a problemática aflora a documen-tação, consignando-se igualmente um vazio, quando se definem as competênciasdo escrivão das comunas33, o que poderá significar que estes bens da mesquita es-

28. A. GARCÍA SANJUÁN, op. cit., p. 173. Para o Egipto mameluco, Adam Sabra categoriza os objecti-vos dos waqf em cuidados médicos (hospitais), educação (escolas), habitação, comida e água, en-terro de pobres, morte e caridade (compreendendo, neste item, os complexos funerários que en-globam diferentes instituições), A. SABRA, Poverty and Charity in Medieval Islam. Mamluk Egypt,1250-1517, Cambridge, Cambridge University Press, 200, Capítulo 4 “Waqf”, pp. 69-100.

29. M. DE ALBUQUERQUE (ed.), Ordenações Afonsinas, Livro 2, tit. XXVIII, p. 224.30. De facto existem também doações em hubs familiares ou privados, ver A. GARCÍA SANJUÁN, op.

cit., pp. 139-168; A.M. CABALLEIRA, Legados píos y fundaciones familiares en Al-Andalus (siglosIV/X-VI/XII), Madrid, CSIC, 2002. No entanto, a normativa portuguesa não permite tirarqualquer conclusão sobre este aspecto, com também é omissa na casuística das doações intervivos relativamente a estes bens.

31. T.T., Chancelaria de D. Afonso V, Livro 34, fl. 12.32. T.T., Chancelaria de D. Afonso V, Livro 16, fls. 138-139 v.33. Ver M.ªF. BARROS, Tempos e Espaços de Mouros…, pp. 361-368.

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tariam sobre a alçada efectiva do respectivo imam e/ou de uma organização ad-ministrativa a ele subordinada. Neste sentido, excluir-se-ia a figura do alcaide,enquanto o máximo responsável da comuna, da gestão deste património, deli-neando-se uma demarcação entre o religioso e o secular, atípico das sociedadesislâmicas, mas necessariamente interiorizado nas comunidades mudéjares pe-ninsulares. De resto, esta perspectiva explicita-se no próprio discurso normativoproduzido pelos muçulmanos sobre o direito sucessório, na denominação dada aomonarca português, como “o príncipe da terra”34, e na sua diferenciação com a fi-gura do soberano em Terra de Mouros, onde ele se constituiria como “coisa piedosa”35.

Desta antinomia emerge uma outra categoria jurídica de apreensão sócio-espacial, a dos bens de raiz comuns, gerais ou al-Muslimin (“dos muçulma-nos”), que implicam uma titulatura do domínio da comunidade universal, ouumma, bem comum aberto ao uso e desfrute propriedade colectiva e indivisí-vel do conjunto de todos os muçulmanos36. Este espaço comum, que sob do-mínio islâmico, não se subjectiva como bem de domínio público de um tercei-ro sujeito ou ente abstracto (o Estado ou a administração da cidade), mas comoum domínio de uso e propriedade colectivos, próximo à noção de bens comu-nais, adquire, nas comunidades mudéjares portuguesas uma especificidadeprópria, no contexto particular de subordinação à sociedade cristã.

Deste modo, estes bens surgem numa zona exterior às mourarias, comopatrimónio possuído ou de domínio útil, sendo perspectivado, pelo menos noque ao século XV se refere, menos como um espaço de usufruto colectivo, doque como uma área susceptível de rentabilização pela comunidade.

Diferentes referentes apontam neste sentido. Em Silves, é numa área con-tígua ao bairro, que se documenta um “ferregeal foreiro à mouraria”, cujo domí-nio útil, em 1474, recaía sobre o tabelião Martim Pires37. Mais distantes da mou-raria, se encontravam as propriedades da comuna de Elvas, num parcelamentopelo termo da vila que sugere, ao contrário do caso anterior, uma progressivaapreensão desses espaços. De facto, o próprio posicionamento do ferregeal damouraria de Silves parece configurar uma rentabilização tardia do haram oumarfaq (espaço protector) do bairro38, numa expressão de domínio eminente

34. M. DE ALBUQUERQUE (ed.), Ordenações Afonsinas, livro II, tit. XXVIII, p. 228.35. Ibidem, p. 242.36. J. GARCÍA-BELLIDO y G. DE DIEGO, «Principios y reglas morfogenéticas de la ciudad islâmica»,

Qurtuba, 2, 1997, p. 67.37. M.ªJ. LEAL (ed.), Livro do Almoxarifado de Silves (Século XV), Lisboa, Arquivo Nacional da Torre

do Tombo, 1989, p. 32.38. O haram ou marfaq, inserindo-se na norma de dominância dos bens colectivos, é constituído

por uma faixa de terreno indefinida de propriedade comunal que circunda os poços, mes-quita ou povoado, num conceito de criação de um espaço protector em torno de outro es-paço, dependendo a sua escala e função do objecto de referência, J. GARCÍA-BELLIDO y G. DEDIEGO, op. cit., pp. 68-69.

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da comuna muçulmana sobre esse património. Contrariamente, as proprieda-des de Elvas relevam de um contrato enfitêutico com o monarca, sendo afora-das “para todo o sempre … a todos [os mouros forros] juntamente”. Consistindo emherdades, vinhas e olivais, esses bens serão rentabilizados pela comuna, atra-vés de emprazamento aos próprios membros da comunidade39.

O JUIZ DOS DIREITOS REAIS E O PATRIMÓNIO DO MONARCA

A estes mecanismos de coesão social-espacial, uma outra situação se de-tecta na documentação compulsada que, se bem que apenas indirectamenterelacionada com o direito islâmico, consagra, contudo, um exercício muçulma-no de controlo sobre a propriedade. Situação excepcional que se regista apenaspara Lisboa, no treslado de quatro diplomas (datados respectivamente de148040, de 148941, de Março de 149142 e de Maio do mesmo ano43) envolvendo aactuação do juiz dos direitos reais. Este verdadeiro magistrado “de fronteira”,de nomeação régia e, por costume, sempre um muçulmano44, rege-se, contudo,pelo direito comum, no desempenho das suas competências, o julgamento,em primeira instância, de todos os pleitos relacionados com os direitos do mo-narca45. Competências que, no entanto, em finais da centúria quatrocentista,extravasam as enunciadas por lei, envolvendo esse funcionário na própriagestão do património régio, como o testemunham os referidos diplomas.

Assim, os quatro casos remetem para cartas de aforamento na área deprolongamento do bairro muçulmano, o Arrebalde Novo, num acto presididopelo referido magistrado, Adam Caroto (ou Caçoto), e assistido por outrosdois funcionários, o procurador dos direitos reais (Azmede Caciz, nos doisprimeiros diplomas e Mafamede Pintado, nos últimos) e pelo respectivo es-crivão, desta feita o cristão Fernando Afonso. O processo, não apenas é presi-dido pelo juiz muçulmano, a quem compete, de resto, outorgar a respectivacarta contratual, como também decorre no espaço da minoria (na loja dos direitos

39. Embora não seja referida a data do aforamento inicial, ele será confirmado por D. Duarte em1436, J. ALVES DIAS (ed.), Chancelarias Portuguesas. D. Duarte, Lisboa, Universidade Nova de Lis-boa, 1998, vol. 1, tomo 2, doc. 1040, p. 311. Ver F. CORREIA, Elvas na Idade Média, dissertação deMestrado apresentada à Universidade Nova de Lisboa, Lisboa, 1999, vol. II, pp. 583-584.

40. T.T., Livro 9 de Estremadura, fls. 45 v.-47.41. T.T., Livro 9 de Estremadura, fls. 180 v.-182.42. T.T., Chancelaria de D. Manuel I, livro 22, fls. 107 v.-108.43. T.T., Chancelaria de D. Manuel, livro 11, fl. 80; publicado: S. VITERBO, op. cit., pp. 249-251. No en-

tanto, este autor interpreta erroneamente o vocábulo como “acabal”, assimilando-o a umoutro, também de origem árabe, a alcavala.

44. T.T., Inquirições de D. Afonso III, livro 4, fl. 13 v.; publicado Portugalia Monumenta Historica.Leges et Consuetidinis, Lisboa, Real Academia da História, 1856, pp. 98-100.

45. M. DE ALBUQUERQUE (ed.), Ordenações Afonsinas, livro II, tit. CI, pp. 534-535.

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reais e, no último caso, na zona onde se encontram essas propriedades, nasOlarias), num exercício de gestão do património régio exercido tanto sobremuçulmanos, como sobre cristãos. De facto, esses aforamentos são realizadosrespectivamente com o oleiro Rodrigo Afonso (por um pardieiro que fora tendade olaria), com o fidalgo Pêro Lopes de Carvalhal (por dois chãos, a que ha-viam renunciado Iça Trocaleite e Mafamede Sobrinho), com Azmede Aran-goês, e com Ale de Colares (em ambos os casos também por um chão), com aobrigação de valorizarem a propriedade, recuperando o património delapida-do ou construindo novos edifícios.

A autoridade exercida por um muçulmano contradiz, de facto, a lei canó-nica tanto como a lei territorial, interditando os infiéis de exercerem qualquerpoder sobre os cristãos. E algum poder era, de facto, exercido. Em nome do rei,sem dúvida, e numa espaço preferencialmente muçulmano. Mas não totalmen-te como, de resto, estes contratos o fazem supor e as confrontações das proprie-dades aforadas o confirmam46. O alargamento do bairro para norte, em direcçãoao almocovar, no que constitui o chamado Arrebalde Novo da Mouraria, tambémdesignado como as Olarias47 ou sítio “onde estão os oleiros”48, revela-se, como ou-tras zonas de ampliação do bairro49, uma área de população mista, de artíficescristãos e muçulmanos50. E não é apenas o juiz a exercer este tipo de autoridade.De facto, ele é coadjuvado por outro funcionário, o procurador dos direitos reais,também ele um muçulmano. Em dois dos diplomas, é referido expressamenteque o contrato se celebrava por acordo entre ambos os oficiais51, revelando opapel activo do procurador no controlo e valorização do património régio. Nocaso do contrato com o oleiro Rodrigo Afonso, explicitam-se os procedimentosque lhe competiam neste processo: convocado pelo juiz, desloca-se juntamentecom o escrivão para avaliar a propriedade e a pertinência da proposta feita. Ape-nas depois da sua avaliação ser comunicada ao magistrado, confirmando-se que

46. No contrato estabelecido com Rodrigo Afonso, o pardieiro, “que fora tenda de olaria”, con-frontava com uma tenda de Mafamede Agudo e com outra de Pêro Afonso - T.T., Livro 9 de Es-tremadura, fls. 45 v.-47; T.T., Livro 9 de Estremadura, fls. 45 v.-47; do terreno aforado a Ale de Co-lares, diz-se que limitava com o oleiro João Afonso e com Ale Becar - T.T., Chancelaria de D.Manuel I, livro 11, fl. 80.

47. T.T., Chancelaria de D. Manuel I, livro 11, fl. 80.48. T.T., Chancelaria de D. Manuel I, livro 22, fl. 107 v.49. Um arruamento que se começa a definir em finais do séc. XIV, num espaço a sul, imediata-

mente exterior ao bairro, a Rua de Benfica, constitui-se como outro núcleo de produção olei-ra com as mesmas características populacionais do Arrabalde Novo, ou seja, indiferente-mente habitado por artesãos muçulmanos e cristãos, M.ªF. BARROS, «A Rua de Benfica daMouraria (actual Rua do Benformoso) – sécs. XIV-XVI», Olisipo, II Série, 8, 1999, pp. 28-38.

50. A.H. DE OLIVEIRA MARQUES, «A persistência do elemento muçulmano na História de Portugalapós a ‘Reconquista’. O exemplo da cidade de Lisboa», en Novos Ensaios de História MedievalPortuguesa, Lisboa, 1988, pp. 102-103; L.F. OLIVEIRA e M. VIANA, op. cit., p. 199; Mª.F. BARROS, AComuna Muçulmana de Lisboa (sécs. XIV e XV), Lisboa, Hugin, 1998, pp. 141-142.

51. T.T., Chancelaria de D. Manuel, livro 11, fl. 80; Idem, Livro 9 de Estremadura, fl. 181.

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era “serviço do dito Senhor”, se procede à feitura do diploma52. Um outro oficialmuçulmano é ainda referido num desses diplomas, o “recebedor dos direitos reais”(no caso Mafamede de Setúbal)53, a quem deveria corresponder o encargo sobreas receitas decorrentes destes contratos, como a designação do cargo o indica.

Ao juiz compete a autoridade superior sobre todo o processo. A ele “re-querem” os futuros enfiteutas, a propriedade pretendida, é ele que “outorga” opedido, estabelece as condições (“sob condição de”) e, finalmente, “manda” aoescrivão fazer a respectiva carta e assentá-la no correspondente “livro do tombo”.Mais problemática se revela a validação desses diplomas. Em 1498, é expressa-mente referido que o dito juiz assinou e selou o diploma, “com o sello das armas d’elRey nosso Senhor”. No treslado, refere-se que a carta parecia ser subscrita “de umsignal mourisco”, sem dúvida a assinatura em árabe de Adam Caroto54. No do-cumento de 148055 e no de Março de 149156, menciona-se apenas o sinal do es-crivão. Talvez a categoria social do enfiteuta do primeiro contrato, o fidalgoPêro Lopes de Carvalhal, não seja estranha a uma intervenção mais solene dojuiz, remetida, nas demais cartas, para a mera competência do escrivão.

A todo este processo se tem que juntar o seu carácter público e, concomi-tantemente, a acção deste magistrado muçulmanos perante as testemunhasmuçulmanas e cristãs57. Mas ainda um outro factor se projecta, a partir destes di-plomas, tão significativo como o próprio exercício de poder. O vocabulário de-lineia igualmente uma percepção muçulmana da propriedade aforada, que con-trapõe, ao foro da terminologia cristã, o árabe tabal ou atabal (tabl)58. Assim, aspropriedades são designadas como sendo de tabal, termo que assimila essa

52. T.T., Livro 9 de Estremadura, fl. 41.53. T.T., Livro 9 de Estremadura, fls. 45 v.-47.54. T.T., Livro 9 de Estremadura, fl. 181. As assinaturas e rubricas em árabe registam-se na docu-

mentação medieval portuguesa como um dos poucos testemunhos da adscrição a essa línguados mudéjares do Reino; ver M.ªF. BARROS, Tempos e Espaços de Mouros…, pp. 253-256; Idem,«Assinaturas árabes em documentos medievais portugueses» (no prelo).

55. T.T., Livro 9 de Estremadura, fl. 41.56. T.T., Chancelaria de D. Manuel I, livro 22, fl. 108.57. No diploma de 1480, Pêro Esteves, feitor de D. Pedro de Noronha (que, ao tempo, estava na

posse dos direitos reais da mouraria de Lisboa, M.ªF. BARROS, Tempos e Espaços de Mouros… p.372), Gonçalo Eanes, porteiro da mouraria, Azmede Caciz e Mafamede de Setúbal, recebedordos direitos reais; no diploma de Março de 1491, o procurador “mestre” Pintado (por Mafa-mede Pintado), Azmede Alcantarinho e o oleiro Rodrigo Afonso; João Afonso, oleiro, Gonça-lo Eanes, porteiro da mouraria, Mafamede de Santarém “e outros”, em Maio de 1491.

58. Assim, refere-se o pardieiro, “que era de taball”, competindo ao enfiteuta cristão, o oleiro RodrigoAfonso, pagar “de ataball” 52 rs. anuais (T.T., Livro 9 de Estremadura, fls. 45 v.-47); os dois muçul-manos, Iça Trocaleite e Mafamede Sobrinho, renunciaram aos “dois chãos de taball” emprazadosa Pero Lopes de Carvalhal, que aceitou “pagar o tabal em que os mouros eram obrigados” (Idem, fls.180 v.-182); Azmede Arangoês pagaria “de tabal” 52 reais (T.T., Chancelaria de D. Manuel I, livro22, fls. 107 v.-108); finalmente, Ale de Colares emprazou um chão que “era de atabal”, pagandoo respectivo “atabal” de 36 rs. anuais (T.T., Chancelaria de D. Manuel, livro 11, fl. 80).

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mesma noção de foro59, e que parece impor-se apenas no contexto do mudeja-rismo português60, pese à sua utilização no período de dominação islâmica daPenínsula Ibérica. A sua interpretação é, contudo, duvidosa, referindo-o Lévi-Provençal como uma contribuição censitária e Mikel Barceló como uma moda-lidade de dízimo61. Contudo, esta raiz é empregue coetaneamente pelos juristasdo dar al-Islam, embora sob a forma verbal (tatbil) “impor o pagamento do tabl)62

ou substantivada, na sua acepção de locação (tatbil al-ardd, “aluguer da terra”)63.A enunciação árabe se, numa primeira fase, poderá denotar uma prática

própria de locação de propriedade, acaba, no último quartel do séc. XV, por seidentificar e traduzir a realidade do foro dos contratos enfitêuticos. Mas estetabal denota, ainda, uma afirmação da consciência da alteridade, quer emfunção dos parâmetros da comunidade, quer da respectiva hetero-percepção (“otabal em que os mouros eram obrigados”, como o refere o fidalgo Pêro Lopes deCarvalhal). Afirmação que, decorrendo da imanência do grupo, será ratificadapelo monarca e estender-se-á à população cristã que aí se fixa ou, de qualquerforma, detém propriedade.

Mais difícil será compreender, face à rarefacção documental, a extensãodeste fenómeno, quer sob o ponto de vista cronológico, quer espacial. O ca-rácter perpétuo e hereditário dos contratos parece caracterizar este processo, re-metendo muito possivelmente para uma noção de direito próprio. De facto,os contratos enfitêuticos em três vidas, revelam-se como os mais comuns, aolongo dos sécs. XIV e XV, na mouraria de Lisboa, quer na relação contratual como rei, quer com senhorios eclesiásticos. Talvez esse aspecto retenha uma dasmodalidades originais do conceito jurídico de tabal. A sua projecção para outrosespaços da mouraria, para além do Arrabalde Novo, ou a latitude de inter-venção do juiz dos direitos reais (que deveria acompanhar, de facto, a pro-gressiva apreensão de propriedade por parte do rei nesse espaço64), são-nostotalmente desconhecidos. Poder-se-á, contudo, também especular, até queponto o termo não envolveria uma percepção específica ligada à transformação

59. A sinonímia entre o tabal e o foro surge claramente plasmada no diploma de Pero Lopes deCarvalhal, o qual afirmou que queria “pagar o tabal em que os mouros eram obrigados”, sendo-lheaforada a propriedade, pelo juiz, com acordo do procurador, Azmede Caciz, com “seu encar-go de foro asi como os dictos mouros pagavam” - T.T., Livro 9 de Estremadura, fl. 181.

60. Ele não surge, de facto, consignado nos tratados de direito islâmico em castelhano ou em ca-talão. De resto, também não é recolhido por F. MAÍLLO SALGADO no seu estudo, Los arabismosdel castellano en la Baja Edad Media, 3ª ed., Salamanca, Universidad de Salamanca, 1998.

61. Apud P. GUICHARD, Les Musulmans de Valence et la Reconquête (XIe-XIIe siècles), vol. II, Damas,1991, p. 272.

62. MUHAMMAD B. CIYAD, La actuación de los jueces en los procesos judiciales, tradução e estudo de D.SERRANO, Madrid, CSIC, 1998, p. 519 (glossário).

63. V. LAGARDERE, Histoire et Société en Occident Musulman au Moyen Âge. Analyse du Micyâr d’Al-Wançarisi, Madrid, Casa de Velázquez, 1995, nº 194, p. 267; ver ainda nº 259, p. 285 e nº 266, p. 287.

64. Ver sobre este aspecto: M.ªF. BARROS, Tempos e Espaços de Mouros…, pp. 465-474.

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do haram ou marfaq (espaço protector) do bairro, que, corresponderia à zona tar-diamente urbanizada do Arrebalde Novo.

Como quer que seja, o vocábulo extingue-se, na medida do desapareci-mento da minoria muçulmana, não parecendo deixar qualquer vestígio na lín-gua portuguesa. No entanto, esse termo vinculou, pelo menos para a comuni-dade islâmica de Lisboa, a apreensão linguística de uma realidade económica,estruturada no modelo económico cristão, o da enfiteuse, e vivenciada em parâ-metros comuns, mas traduzido em função do capital linguístico próprio e deuma autoridades muçulmana, exercida também sobre cristãos, porque dele-gada e sancionada pelo monarca português.

* * *A um espaço globalmente dominado e controlado pela maioria cristã, con-

trapõem-se, pois, ainda no séc. XV, fórmulas de apreensão muçulmana, estrutu-radas pelo direito islâmico, fundamentando a solidariedade e a coesão sócio-es-pacial das comunidades mudéjares. Alguns destes aspectos (que este artigo nãopretende esgotar) apenas muito esporádica e laconicamente assomam o acervodocumental, consubstanciando, contudo, uma sociologia muçulmana assenteno encontro entre os valores universais da ‘umma e os particulares do seu contextocultural de vivência. Vectores que, de resto, confluem no registo identitário pró-prio das comunidades mudéjares peninsulares, numa constante adaptação do di-reito islâmico ao pragmatismo de um quotidiano cristão, que também era o seu.

RESUMEN

El derecho islámico informa de la identidad de los musulmanes del reinoportugués, desde el período matricial de su integración hasta finales del sigloXV. De la participación en los moldes de su propia subordinación fiscal y tri-butaria, a la cuestión del derecho sucesorio, los musulmanes legistas de Lisboaresponden a las sucesivas interpelaciones de la Corona, constituyéndose elmonarca como el principal beneficiario de esa producción legal. Esta manipu-lación del poder, el aspecto más visible en la documentación, muestra todo eldominio continuado de ese universo legal y de sus especialistas mudéjares.Aspecto que tendrá lógicamente su resonancia en la vivencia interna de estascomunidades, especialmente en lo que a la propiedad se refiere. El principio dela sunna de la dominación de los bienes colectivos se refleja en los bienes habicesy los colectivos (al-Muslimina), aún documentados en el siglo XV. Por otrolado, la propia gestión del patrimonio del rey, en la morería de Lisboa, serádominada, en el mismo período, por una autoridad musulmana, el juez de losderechos reales, contradiciendo la ley canónica y la territorial que prohibía a losinfieles ejercer poder sobre los cristianos.

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ABSTRACT

Islamic law constitutes part of Portuguese Muslims’ identity, since theformative period to the end of the 15Th century. The Lisbon’s Muslim juristsrespond to successive appeals from the Crown, contributing as far as theirown fiscal and tax subordination to the definition of succession rights. In anycase the King became the main beneficiary of such legal production. This ma-nipulation, the most visible feature in the written sources, proves neverthe-less the persistent mastering of this legal universe and of its mudéjar experts, thatwill necessarily have its meaning in the daily life of the Muslim communities.Property reflects this feature. The dominance of collective goods, one of thesunna principles, projects itself in the hubs properties and in the collective goods(al-Muslimin), acknowledged till the 15th century. Moreover, the actual mana-gement of the King’s properties in the Muslim quarter of Lisbon, in the end ofthe same century, was in the hands of a Muslim authority, the judge of theKing’s rights, contradicting the canonical and the territorial law that prohibi-ted the infidels to exercise power over Christians.

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SECCIÓN

TEXTOS

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LA ONOMÁSTICA DE LACONVERSIÓN: SEÑAS DE

IDENTIDAD Y TRANSFORMACIÓNANTROPONÍMICA DE LOS

MORISCOS DE GRANADA (1500-1569)*

Gonzalo Carrasco García**

Además de otros hechos deshonrosos y numerosos actos viles,Cambiaron nuestros nombres sustituyéndolos sin nuestro

consentimiento ni nuestro deseo.¡Ay del cambio de la religión de Muhammad por la religión de los

perros cristianos, las peores criaturas!¡Ay de nuestros nombres cuando fueron remplazados por los nombres

de esos burros ignorantes!1

Los versos de la petición de auxilio al emperador otomano Bayazid II ex-presan la rabia y la consternación que sentían los musulmanes de Granada antela quiebra de las capitulaciones de Granada. Los bautizos forzosos que tuvieronlugar a partir de diciembre de 1499 no sólo pretendieron desenraizar –al menosnominalmente– la fe islámica de la población autóctona de Granada, sino que losdemás rasgos culturales de esta comunidad también se verían progresivamen-

* Este trabajo ha sido posible gracias a la financiación concedida en el marco del XIX Concur-so de Ayudas a la Investigación para Temas Mudéjares 2007 del Centro de Estudios Mudéja-res de Teruel. El estudio de las nóminas de bautizos de Granada tiene su origen en el proyecto del profesor Miguel Ángel Ladero Quesada (BHA 2002-03292, Hacienda real, poder político y sociedad en Castilla. 1406-1474-1516), a quien quisiera agradecer por haberme animado a par-ticipar y dirigido en la investigación original, y también a los profesores Cristina Álvarez Millán, Ana Echevarría Arsuaga y Luis Bernabé Pons por su generosa ayuda y sus valiosassugerencias, aunque quedo yo sólo responsable de todo descuido u omisión.

** Doctorando en la Universidad Complutense de Madrid. B.A. Historia, Université de Montréal(Canadá); M.A. Teoría política, Simon Fraser University (Canadá).

1. Extracto (versos 54 a 57) de una qasida árabe anónima escrita posiblemente en 1501 comouna petición urgente de ayuda por parte de los moriscos a Bayazid II. Se encuentra en elAzhar ar-Riyad de al-Maqqari. La trascripción completa del texto árabe, su traducción ingle-sa y su estudio se encuentran en J.T. MONROE, «A Curious Appeal to the Ottoman Empire», Al-Andalus, 31:1/2, 1966, pp. 281-303; los versos árabes aquí citados en p. 291.

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te cercenados por medidas coercitivas cuyo éxito es cuestionable. Si bien los am-plios estudios sobre moriscos han logrado dilucidar las claves sobre la evolución–decadencia o aferramiento cultural– de dicha comunidad, existe al menos unelemento intrínseco a la cultura islámica que merece mayor atención, en concreto,el nombre de los granadinos musulmanes antes y después de la conversión.

Gracias, en primer lugar, a una fuente privilegiada y poco común comoson las nóminas de los bautizos masivos de 1499-1500, podemos identificartanto los apelativos árabes como el nuevo nombre castellano otorgado al neó-fito. Este documento ha sido de gran utilidad en otros estudios para extraer pa-trones sociológicos de la sociedad musulmana del antiguo emirato nazarí,amén de esclarecer detalles sobre el proceso de conversión forzosa que acaba-ría arrastrando a toda Granada2.

Nuestro propósito inicial es establecer el retrato onomástico de una mues-tra representativa de la población granadina al filo de la conversión en el cam-bio del siglo XV al XVI. No obstante, no se puede lograr un retrato relativa-mente fiel sin una consideración tanto del objeto principal de estudio –laonomástica como tal– como de los problemas metodológicos surgidos de lasfuentes de donde se extraen las muestras antroponímicas. Debido a que nues-tro objeto abarca dos formas de nombrar asociadas a dos ámbitos étnico-reli-giosos y a dos idiomas vernáculos, es preciso identificar la convivencia antro-ponímica en un mismo individuo que cruza, adapta y fusiona rasgos de ambossistemas onomásticos por una parte, y calibrar, por otra, la pervivencia de ele-mentos del sistema antroponímico árabe de la comunidad morisca como indi-cador cultural que se resiste a la asimilación. En otras palabras, es esencialconstatar la existencia de un cierto sincretismo onomástico además de medirhasta qué grado se ha podido conservar el uso antroponímico tradicional comoreflejo de la supervivencia cultural del elemento árabe-islámico.

Una vez examinadas todas las dudas sobre la metodología, la conceptuali-zación y el alcance de la onomástica, se desglosarán los distintos repertorios denombres y sobrenombres3 árabes dentro de su propia estructura, seguido de los

2. Fue el profesor Ladero Quesada quien primero identificó y analizó estas nóminas, y quien di-rige el proyecto de su edición y estudio. Ver los siguientes estudios: M.A. LADERO QUESADA,«Nóminas de conversos granadinos (1499-1500)», en Granada después de la conquista: Repobla-dores y Mudéjares, Granada, Diputación Provincial de Granada, 1993, pp. 615-649; M.A. LADEROQUESADA, «Los bautismos de los musulmanes Granadinos en 1500», Actas del IX Simposio In-ternacional de Mudejarismo, Teruel, Centro de Estudios Mudéjares, 2004, pp. 481-542; y G. CA-RRASCO GARCÍA, «Huellas de la sociedad musulmana granadina: la conversión del Albayzín(1499-1500)», En la España Medieval, 2007, Vol. 30, pp. 335-380.

3. En este estudio utilizamos la palabra “sobrenombre” en su sentido más amplio de apelativocomplementario que va unido al nombre de pila cristiano, o en el sistema onomástico árabeal ism. No se parte del presupuesto de que el sobrenombre ejerza específicamente de apelli-do en sentido moderno, de patronímico, mote, indicador de linaje, ni de ninguno de los dis-tintos elementos que integran la cadena onomástica árabe. Es decir, puede ser cualquiera deestos componentes, pero (con contadas excepciones) damos por hecho que no es ni un se-gundo nombre personal ni un ism ‘alam.

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nombres y sobrenombres castellanos según su lógica intrínseca. Se planteará elproblema de la relación del cambio antroponímico para avanzar ciertas hipóte-sis sobre cómo se han determinado los nombres de los neófitos. Asimismo, se re-visarán las normas que afectaron al uso de un nombre u otro en la etapa moris-ca, para entender tanto el contexto antropológico como el legal al que estuvoexpuesto y que intervino en mayor o menor grado en su transformación.

El último objetivo del estudio será situar estas nóminas en un contexto comparativo sincrónico y diacrónico. Se contrastará una muestra del elenco antroponímico de 15004 con una serie de repertorios onomásticos tanto del ámbito árabe-islámico (andalusí y mudéjar) como del cristiano y morisco en el tiempo y en el contexto esencialmente castellano con respecto a los antropó-nimos cristianos. Con el uso de otras nóminas moriscas y viejo-cristianas de la misma ciudad de Granada de la década de los sesenta del siglo XVI se proce-derá a una comparación diacrónica para efectuar un seguimiento de los con-versos de 1500 y poder ponderar tendencias de aculturación formal y no-for-mal. Sin esos referentes espacio-temporales no se puede comenzar a discernir patrones evolutivos en la antroponimia musulmana-mudéjar-morisca en el contexto hispano donde dos sistemas onomásticos compartieron –a menudo de forma incómoda y contradictoria– un mismo espacio.

LA METODOLOGÍA DE LA ONOMÁSTICA:ÁMBITOS, ENFOQUES, PROPÓSITOS

A pesar de los numerosos estudios realizados sobre antroponimia desdehace más de un siglo5, muchos especialistas consideran que este método his-tórico está aún en su infancia y alberga todavía un gran potencial6. Si limitamos

4. Archivo Histórico Nacional (AHN), Universidades, legajos 720, folios 168-189 (paginaciónantigua), o pp. 275-317 (paginación moderna).

5. Un estudio decimonónico que aún resulta útil para el ámbito hispánico es el de J. GODOY AL-CÁNTARA, Ensayo histórico, etimológico, filológico sobre los apellidos castellanos, Madrid, 1871. Aun-que ya con más de medio siglo a sus espaldas, otro clásico algo más reciente es el de G. DÍEZ

MELCÓN, Apellidos castellano-leoneses (siglos IX-XIII ambos inclusive), Granada, Universidad de Granada, 1957. En cuanto a la onomástica árabe contamos con el estudio de J. GARCIN DE

TASSY, «Mémoire sur les noms propres et sur les titres musulmans», Journal Asiatique, série 5, III, 1854, pp. 422-510; asimismo, sigue siendo referencia obligatoria casi un siglo después el pro-yecto de corpus onomástico de L. CAETANI y G. GABRIELI, Onomasticon Arabicum, ossia reperto-ria alfabetica dei nomi di persona, Vols. I y II, Roma, Casa Editrice Italiana, 1915.

6. Esta es la visión que mantienen algunos de los principales difusores del análisis antroponímicoen la Europa medieval, como es el caso de M. BOURIN y B. CHEVALIER, «L’enquête: Buts et mé-thodes», en M. BOURIN (ed.), Genèse médiéval de l’anthroponymie moderne, Tours, Université de Tours, 1990, pp. 7-12. En cuanto al estudio onomástico árabe para la Edad Media encontramos el mismo parecer en P. GUICHARD, «L’anthroponymie des zones de contact entre monde chrétien et monde musulman: de Palerme à Tolède», en M. BOURIN, J.-M. MARTIN y F. MENANT (eds.), L’anthroponymie, document de l’histoire sociale des mondes méditerranéens médiévaux. Actes duColloque international (Rome, 6-8 octobre, 1994), Roma, Collection de l’École Française de Rome (226), 1996, pp. 112-113.

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la mirada al contexto de la Península Ibérica en la Edad Media, se constatan dostipos de estudios antroponímicos que se llevan a cabo de forma paralela sin quehaya demasiado contacto entre ambos: la investigación de la onomástica árabepor un lado7 y la onomástica cristiano-latino-romance por otro8.

Se podría decir que existe hasta una cierta segregación de disciplinas quedificulta ese intercambio. Esto tiene que ver en parte con el hecho de que lahistoriografía tradicional ha separado el estudio de los reinos cristianos his-pánicos del estudio de al-Andalus. No obstante, la división académica se debeparcialmente a la diferenciación lingüística de los dos objetos de estudio. De-cimos parcialmente porque, mientras que existe un número considerable deanálisis de conjunto, simposios, y obras monográficas que incorporan variosámbitos lingüísticos europeos en los estudios onomásticos9, realmente sonpocas las obras de este tipo que incluyen algún ejemplo del ámbito árabe (oc-cidental u oriental). La razón no radica exclusivamente en el hecho idiomático–aunque se derive de él– sino fundamentalmente en la originalidad y com-plejidad del sistema onomástico árabe con respecto a las estructuras que im-peran en los espacios lingüísticos europeos.

Asimismo, el énfasis de los arabistas sobre los estudios onomásticos vienedado en parte por la tradición que nace en los albores de la historia islámica conla ciencia de la genealogía y que cobra importancia por la necesidad de probarel vínculo de sangre de ciertos personajes de la nobleza y la política con el pro-feta Mahoma. Por otra parte, también surge de la obligación que tienen losmusulmanes de conservar en la memoria los hechos que tuvieron lugar en losprimeros momentos del Islam y de transmitir estas tradiciones primigeniasintactas. De ahí que desarrollaran un proceso elaborado de transmisión de in-formación a través de citas de autoridades y sus transmisores cuya fiabilidadse hace perentoria con el objetivo de evitar la distorsión de los hechos. Lostransmisores son eslabones fundamentales dentro de la vida intelectual de la ci-vilización árabe. Por ende, su nombre es cuidadosamente conservado de formaabreviada en las cadenas onomásticas y su identidad recuperable a través de los

7. Una buena bibliografía y estado de la cuestión de la onomástica islámica puede verse en M.MARÍN, «Estudios sobre antroponimia árabe: bibliografía y balance», en M.L. ÁVILA (ed.),Estudios onomástico-biográficos de al-Andalus, II, Granada, CSIC, 1989, pp. 137-164; unabuena introducción al tema es la obra de A. SCHIMMEL, Islamic Names, Edimburgo, Edinburgh University Press, 1989.

8. Para una breve introducción a los estudios onomásticos medievales en la Península Ibérica verP. MARTÍNEZ SOPENA, «Notas sobre la antroponimia hispánica medieval», Medievalismo. Boletín de la Sociedad Española de Estudios Medievales, 4, 1994, pp. 189-197. Para una bibliogra-fía más completa que abarca un periodo más amplio ver M. ARIZA, Intento de bibliografía de la Onomástica Hispánica, Cáceres, Universidad de Cáceres, 1981.

9. El ejemplo más reciente es la obra coordinada por M. BOURIN y P. MARTÍNEZ SOPENA (eds.),Anthroponymie et déplacements. Migrations, réseaux, métissage dans la chrétienté médiévale. Colo- quio celebrado en la Casa de Velázquez, Madrid, 28-29 de mayo de 2007 (en prensa).

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diccionarios bio-bibliográficos que contienen el nombre en su formulación másextensa repleto de indicios sobre la vida de dichos sabios10. Esa riqueza docu-mental hace que muchos arabistas se dediquen directa o indirectamente al es-tudio onomástico, especialmente allí donde escasean otras fuentes primarias(i.e.: la historiografía de al-Andalus)11.

Antes de desglosar los dos sistemas que surgieron en la Península Ibéri-ca, es necesario comprender por qué esta división dificulta un análisis que in-cluye un cruce de ambas estructuras antroponímicas como se pretende expo-ner en este estudio. El análisis onomástico se puede enfocar de dos formasdistintas. En primer lugar, el propósito del estudio es trazar la evolución an-tropológica sobre cómo y de qué manera se otorga, adquiere o utiliza un nom-bre –el aspecto descriptivo–. Aquí, tanto el sujeto como el objeto de la investi-gación es el nombre.

Para la mayoría de los historiadores, sin embargo, el estudio onomásticoes útil en la medida en que puede aportar indicios sobre incógnitas que difí-cilmente podrían resolverse a través de otras fuentes: se estudia el nombrepara averiguar otra cosa –el aspecto analítico–. El nombre alberga una infor-mación valiosa en su interior que puede ser extraída para identificar otrascuestiones que no tienen que ver necesariamente con la forma de nombrar a unindividuo dentro de un colectivo. Estas cuestiones suelen estar relacionadascon la sociología, la economía, la demografía o la geografía además de la ge-nealogía. Un nombre puede esconder el rastro migratorio de un individuo, suestatus social, su profesión laboral, su origen étnico, su credo y muchas otrascosas. No obstante, la precaución metodológica es imprescindible debido aque también puede encubrir pistas equívocas que deben ser sorteadas paraevitar extraer conclusiones falsas.

Aquí, nuestro propósito es en realidad un híbrido entre estos dos plantea-mientos del análisis onomástico. Por una parte, nos interesan las formas del ape-lativo (el cómo y de qué manera). Sin embargo, no nos interesa por el hecho ensí, sino en la medida en que el nombre se transforma en un marcador o indica-dor cultural. No se debe pensar en el nombre como un elemento de diferencia me-ramente accidental o irrelevante. En el estudio onomástico comparativo se pue-den identificar alteraciones colectivas del nombre que nos están indicandosutilmente unas transformaciones culturales (el porqué), debido –en nuestrocaso concreto– a la presencia desigual de dos culturas, una de las cuales presio-na de forma predominante sobre la otra sin llegar a imponerse por completo.

10. Para una sucinta introducción al desarrollo de la onomástica en la historia del Islam ver J. SUBLET, «Nom et identité dans le monde musulman», en M. BOURIN, J.-M. MARTIN y F. MENANT (eds.), op. cit., especialmente pp. 98-101.

11. Un claro reflejo es la importante serie que viene publicando el CSIC desde hace varias déca-das, Estudios onomástico-biográficos de al-Andalus, aunque no todas las contribuciones son es-tudios propiamente sobre onomástica.

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ANTECEDENTES HISTORIOGRÁFICOS

Este es el caso de las comunidades musulmanas que pasan de un estadode libertad religiosa y cultural en un contexto político islámico a uno de for-zosa apostasía, renunciando a características antropológicas fundamentales, ha-biendo pasado previamente por un estado de vasallaje a un rey cristiano conla presión social que implica la cultura cristiana, pero sin renunciar a la liber-tad de confesión. El análisis antroponímico de los musulmanes-mudéjares-moriscos requiere inevitablemente hacer uso de ambos métodos analíticos delos estudios onomásticos. Si los foros donde se transmiten las ideas tienden aobviar los estudios del otro ámbito, aún más difícil es encontrar estudios que in-corporen el análisis de ambos sistemas antroponímicos. La división discipli-naria entre arabismo e hispanismo –al igual que la separación algo artificiosaentre estudios mudéjares y estudios moriscos con frecuencia separados por labarrera historiográfica temporal entre historia medieval e historia moderna–12

ha creado una cierta carencia de investigadores que hayan dedicado sus pes-quisas a este tema.

Uno de los pioneros que logró superar estas limitaciones historiográfi-cas y que ha indagado sobre el tema concreto de la onomástica morisca es Mar-tínez Ruiz. A partir de censos de bienes habices de Granada y otras fuentesdel siglo XVI ha logrado crear repertorios en varias ocasiones de los vestigiosonomásticos árabes de la comunidad conversa de moro13. Otro importante es-tudio que organiza el vasto acervo antroponímico morisco, en este caso para elámbito levantino y basado en fuentes inquisitoriales, es la investigación de La-barta14. Algunos estudios de Labarta, así como de otros arabistas, han sabidoaprovechar estas fuentes romances para analizar también la fonética y el dia-lecto árabe regional, un recurso adicional que nos brinda la onomástica trans-cultural, pero que evidentemente excede nuestro propósito en este trabajo15.

12. Epalza ve necesario cambiar la concepción histórica tradicional de la sociedad musulmana enla Península Ibérica a través de sus múltiples encarnaciones. En el fondo no deja de ser elmismo colectivo sujeto a una evolución debido a una serie de avatares múltiples: ver M. deEPALZA, «Les morisques vus à partir des communautés mudéjares précédentes», en Les mo-risques et leur temps, Paris, 1983, pp. 29-41.

13. Ver principalmente J. MARTÍNEZ RUIZ, «Antroponimia morisca granadina en el siglo XVI y suinterés para la onomástica hispánica», XI Congreso internacional de lingüística y filología románicas,IV, Madrid, 1968, pp. 1935-1957. Otros estudios suyos serán citados más adelante. También en-contramos el estudio realizado para Guadix de C. ASENJO SEDANO, Toponimia y antroponimia deWadi aç, s. XV, Granada, Diputación de Granada, 1983, o el estudio sobre el Cenete con fuen-tes árabes del siglo XVI de J. ALBARRACÍN NAVARRO, M. ESPINAR MORENO, J. MARTÍNEZ RUIZ yR. RUIZ PÉREZ, El marquesado del Cenete: Historia, Toponimia y onomástica según documentos ára-bes inéditos, Granada, Universidad de Granada, 1986.

14. A. LABARTA, La onomástica de los moriscos valencianos, Madrid, CSIC, 1987.15. Sobre este tema, ver A. LABARTA, «La antroponimia árabe en grafía latina como fuente lin-

güística», en M.L. ÁVILA (ed.), op. cit., pp. 165-175.

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En lo que concierne a la onomástica árabe de la comunidad mudéjar con-tamos con menos estudios, en parte por la evidente penuria de fuentes16. Noobstante, gracias a la ardua tarea de acopiar el rastro furtivo de los mudéjaresde Toledo, Molénat fue uno de los primeros en crear repertorios para el caso cas-tellano, en establecer patrones y presentar algunas teorías muy sugerentes quetendremos en cuenta a la hora de proponer cualquier pauta con respecto anuestra muestra en un marco comparativo17.

El estudio más solvente sobre antroponimia mudéjar que tiene en cuentael camino abierto por Molénat es el de Laliena Corbera sobre los mudéjaresde Aragón18. Esta investigación tiene como objetivo explícito estudiar la an-troponimia árabe para calibrar el grado de aculturación de la comunidad mu-déjar, fenómeno de difícil medición que a menudo ha sido ignorado por estamisma razón. La novedad reside en que se utilizan documentos árabes para ex-traer una escueta muestra y compararla estadísticamente con otra muestra de-rivada de documentos cristianos, acabando con unas reflexiones sobre la an-troponimia después de la conversión y rompiendo así la barrera historiográficamudéjar-morisca19.

16. Si ya de por sí las fuentes cristianas sobre mudéjares –especialmente en el caso castellano–son escasas (ver M.A. LADERO QUESADA, «Los mudéjares en los reinos de la Corona de Castilla. Estado actual de su estudio», Actas del III Simposio Internacional de Mudejarismo, Teruel, 1986, pp. 5-20), son aún más pobres las fuentes árabes que han sobrevivido de los mudéjares y el caso más deficiente, de nuevo, es el castellano: ver M.J. VIGUERA, «Les mudéjars et leurs documentsécrits en arabe», Revue du Monde Musulman et de la Méditerranée, 63-64, 1-2, 1992, pp. 155-164.

17. Además de los títulos citados más abajo, ver por ejemplo, J.-P. MOLÉNAT, «Les musulmansde Tolède aux XIVe et XVe siècles», Les Espagnes mediévales: aspects économiques et sociaux. Mé-langes offerts à Jean Gautier Dalché, Paris-Nice, Les Belles Letres, 1983, pp. 175-190; J.-P. MOLÉ-NAT, «Mudéjars et mozarabes à Tolède du XIIe au XVe siècle», Revue du Monde Musulman et de la Méditerranée, 63-64, 1-2, 1992, pp. 143-153. Este investigador, además de analizar a los mu-déjares, también considera la etapa posterior a la conversión, por ejemplo en J.-P. MOLÉNAT, «À propos des noms et des mosquées des vieux mudéjars de Castille après l’édit de février 1502», Actas del IX Simposio Internacional de Mudejarismo, Teruel, Centro de Estudios Mudéjares, 2004, pp. 543-554. De otros autores ver también, M. GARCÍA-ARENAL, «Dos documentos sobre losmoros de Uclés en 1501», Al-Andalus, 42, 1977, pp. 167-181; F. MATEO LLOPIS, «Nómina de losmusulmanes de las montañas de Coll de Rates del Reino de Valencia, en 1409», Al-Andalus, 7, 1942, pp. 299-335; K. WAGNER, «Un padrón desconocido de los mudéjares de Sevilla y la ex-pulsión de 1502», Al Andalus, XXXVI, 1971, pp. 373-382; y más recientemente, M.F. LOPES DE

BARROS, «Antroponímia muçulmana», en Tempos e espaços de mouros. A minoria muçulmana no Reino Português (séculos XII a XV), Lisboa, Fundação Gulbenkian, 2007, pp. 258-299.

18. C. LALIENA CORBERA, «La antroponimia de los mudéjares: resistencia y aculturación de una mi-noría étnico-religiosa», en M. BOURIN, J.-M. MARTIN y F. MENANT (eds.), op. cit., pp. 143-166.

19. No podemos dejar de mencionar otro estudio relevante que, a pesar de no recurrir al análisiscuantitativo, aboga por la utilización de la onomástica para dilucidar el proceso de acultura-ción de la población musulmana granadina antes y después de la conversión: A. ARECES GU-TIÉRREZ, «Aproximación a la antroponimia mudéjar-morisca de Andalucía oriental reflejada através de documentos romances relativos a la repoblación», Actas del VII Simposio Internacio-nal de Mudejarismo, Teruel, Centro de Estudios Mudéjares, 1999, pp. 663-678.

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EL DOBLE SISTEMA ONOMÁSTICO Y EL SINCRETISMO ANTROPONÍMICO

Son minoritarios los estudios relacionados con colectivos que se encuentran en la frontera de dos concepciones culturales y por consiguiente dos estruc-turas antroponímicas. A menudo surge una dificultad conceptual por querer equiparar ambas configuraciones onomásticas. Por una parte está la visión de Guichard, que aduce que existe una incompatibilidad casi absoluta entre las dos estructuras, donde la impermeabilidad radica en el choque de la riqueza ex-presiva de la antroponimia árabe contra la poco reveladora antroponimia eu-ropea20. Por su parte, Molénat, aun reconociendo la dificultad de cruzar fron-teras antroponímicas, aboga por considerarlos dos sistemas onomásticos independientes vinculados intrínsecamente al idioma en que se ven expresados (árabe por una parte y romance por otra). De ahí que ambos sistemas puedan coexistir en un contexto de bilingüismo, sin que haya interferencias ostensi-bles21. Por consiguiente, el doble sistema onomástico dio lugar a que un indi-viduo tuviera dos apelativos diferentes y recíprocamente reconocidos según el idioma en que se configuraba o expresaba. Esta dualidad onomástica se cons-tata, como veremos más adelante, a partir del establecimiento de una comu-nidad mozárabe en tierras cristianas del norte de la Península Ibérica donde se puede comprobar la dualidad del nombre según el idioma en el que se for-mulaba. Aquí la onomástica no está forzosamente vinculada a la religión (como se podría creer en un origen) sino al idioma y a la expresión cultural. No obs-tante, Molénat, al contrario que Guichard, sí cree que puede haber un cruce, o adaptación de una estructura con aspectos de la otra, es decir, un acoplamien-to de componentes del sistema onomástico árabe al sistema onomástico ro-mance como ocurriría con la población mudéjar en la Baja Edad Media22. El paso del sistema árabe al sistema romance implica una simplificación (aspec-to positivo), pero también un empobrecimiento (aspecto negativo). Asimismo, el propio sistema cristiano-romance en el siglo XIV y XV no es fijo: en un mismo documento, el nombre puede figurar de diversas formas23.

A nuestro parecer, la teoría de Molénat debería ser matizada. Por unaparte esa falta de fijación del sistema onomástico cristiano tiene su contrapar-tida en la flexibilidad del sistema onomástico árabe. Las diversas partes delsistema árabe pueden aumentarse o reducirse, como veremos, según las ne-cesidades, según el tipo de documento. Al igual que un individuo cristianopuede llamarse de múltiples formas, el individuo árabe también. Asimismo,queremos hacer especial hincapié en otra cuestión que rara vez tiene en cuen-

20. P. GUICHARD, op. cit., pp. 111 y 116-117.21. J.-P. MOLÉNAT, «L’onomastique tolédane entre le XIIe et le XVe siècle. Du système onomastique

arabe à la pratique espagnole moderne», en M. BOURIN, J.-M. MARTIN y F. MENANT, op. cit., p. 168.22. Ibídem, p. 170.23. Ibídem, p. 176.

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ta la historiografía de la onomástica árabe: la mayor parte de las investigacio-nes se basan en fuentes que documentan una clase social privilegiada o de sa-bios censados en los diccionarios bio-bibliográficos ricos en individuos con di-latadas cadenas onomásticas.

Es preciso, como alerta Guichard, detenerse un instante y preguntarse “¿cuál es el verdadero nombre de un individuo?”24. Es esencial introducir el concepto del nombre teórico o virtual que se utiliza en un amplio número de estas investiga-ciones y contrastarlo con un nombre más práctico, aun siendo un nombre que probablemente se aleje del nombre usual, utilizado por el individuo25. El nombre es susceptible de ser recogido de distintas formas dentro del mismo sistema, pero con mayor o menor complejidad. Sublet habla del nombre teórico como un nom-bre esencialmente póstumo que nunca fue utilizado por el propio individuo y, sin embargo, éste es el nombre sobre el cual se trabaja esencialmente26.

Nuestro estudio se aleja de la elite cultural, social y política que figura enlos diccionarios bio-bibliográficos para hacer un retrato más fiel de la sociedadnazarí al borde de una inflexión existencial. Aquí recogemos expresiones ono-másticas de personas comunes sin excluir ningún estamento de la sociedad, enla que se incluye también una cierta elite administrativa y religiosa que optópor permanecer en Granada al menos en un primer momento. Se trata de unamuestra más representativa, aunque mediatizada por escribanos que descono-cían el idioma árabe y que transliteraron su nombre en caracteres latinos para unobjetivo ritual sin carácter propiamente administrativo. La fuente está ostensi-blemente viciada pero, como veremos a lo largo del estudio, quizás no tan dis-torsionada como se ha pensado en la representación del apelativo árabe origi-nal que estaba a punto de desaparecer oficial aunque no oficiosamente.

SOBRE EL CONCEPTO ANTROPOLÓGICO DE LA ACULTURACIÓN

La transformación cultural de los moriscos es un proceso en el que losfactores externos que vienen impuestos inicialmente de manera normativa porciertas autoridades se ven parcial o totalmente filtrados, aceptados, rechazadoso sintetizados por la comunidad subordinada. Estamos ante un fenómeno deaculturación formal según la teoría antropológica de la cultura elaborada por Kroeber y adaptada por Glick y Pi-Sunyer para explicar el desarrollo cultural de la Península Ibérica en la Edad Media y Moderna27.

24. P. GUICHARD, op. cit., p. 110.25. Ibídem, p. 122.26. I. SUBLET, op. cit., pp. 102-103.27. T.F. GLICK y O. PI-SUNYER, «Acculturation as an Explanatory Concept in Spanish History»,

Comparative Studies in Society and History, Cambridge, 11, 1969, pp. 136-154, especial-mente pp. 151-152. Sobre la teoría antropológica de la cultura ver A.L. KROEBER, The Nature of Culture, Chicago, University of Chicago Press, 1952, especialmente la sección primera.

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Es preciso dejar claro el tipo de proceso de transformación social a la que se ven expuestos los moriscos de Granada –la aculturación formal– cuya lógica difiere de la más común que Kroeber denomina aculturación no-formal. Mien-tras que los colectivos étnicos suelen padecer históricamente cambios culturales graduales y a veces inconscientes a través de agentes no-formales de trans-misión cultural (como sucedió en gran medida con los mozárabes, mudéjares, judíos...), es decir, no instigados explícitamente por instituciones o individuos con poder, el caso de la aculturación de los moriscos viene afectada principalmente por normas impuestas desde las autoridades cristianas. Sin embargo, la receptividad de estos factores depende en gran medida de las barreras adoptadas por el colectivo morisco para mitigar ese proceso cuyo objetivo por parte del transmisor cultural es incitar un cambio abrupto para supuestamente provocar su asimilación al grupo dominante. Partiendo de la base de que la noción de asimilación repentina es un oxímoron28, la cuestión no es tanto identificar si el colectivo se funde con la sociedad hegemónica, como discernir hasta qué punto y en qué aspectos culturales el fenómeno de la aculturación tiene lugar impulsado esencialmente por la lógica extrínseca de coaptación.

En lo que respecta a la evolución antroponímica es imprescindible partirde la base de que se imbrica dentro de un proceso inicial más amplio de uncambio religioso inducido, seguido de una creciente presión mediante dispo-siciones legales para forzar la asimilación que a su vez afectarían a otros rasgossociales, incluido el sobrenombre árabe. No obstante, los cambios, aunque for-zosos, ni implican a priori su adopción incondicional, ni se puede descartarque otros fenómenos no-formales intervengan ostensiblemente en su recepción.

EL USO DEL NOMBRE ÁRABE EN DOCUMENTOS MUDÉJARES,NAZARÍES Y MOZÁRABES

Antes de avanzar una hipótesis sobre la aculturación que experimentaronlos nombres de los mudéjares y los musulmanes transcritos por escribanos la-tino-romances es imprescindible echar un vistazo a las escrituras de los mu-déjares redactadas por ellos mismos en árabe, o en textos bilingües donde figurael mismo nombre en dos idiomas. Después, examinaremos brevemente las di-ferencias en la designación en textos nazaríes para desembocar en una reflexiónsobre los nombres árabes en las fuentes cristianas.

28. Sobre la política cisneriana con respecto a la asimilación de la población islámica de Granadaver F. MÁRQUEZ VILLANUEVA, «El problema historiográfico de los moriscos», en El problemamorisco desde otras laderas, Madrid, Libertarias, 1991, pp. 129-141.

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LA CADENA ONOMÁSTICA ÁRABE

La cadena onomástica árabe está dividida en una serie de componentes que pueden variar ligeramente de nomenclatura29. El nombre propio personal otorgado al recién nacido por los padres o abuelos se denomina ism ‘alam. El ele-mento más original de la cadena onomástica que no tiene paralelo en el siste-ma antroponímico occidental es, sin embargo, la kunya, expresado con el pre-fijo abū (padre) o umm (madre) seguido del nombre del hijo del individuo (en caso de que tuviera uno), o bien de una alusión metafórica (no es preciso haber tenido descendencia biológica para ostentar una kunya). El siguiente elemento intrínseco al sistema de designación árabe es el nasab o la cadena genealógica. Ésta se expresa a través de la partícula ibn (hijo de) o bint (hija de) seguido del nombre del padre, pudiendo alargarse con el nombre del abuelo, el bisabuelo, etc., siempre precedido por ibn. A continuación puede aparecer la nisba, o nom-bre de relación. Existen distintos tipos de nisba. La nisba geográfica30 hace re-ferencia bien a un topónimo de origen, bien a distintos lugares visitados por el individuo dentro del espacio del dar al-islam. La nisba tribal indica pertenencia a un linaje o clan ancestral. Existen otros tipos de nisba menos frecuentes, como la que indica la adscripción a una corriente religiosa o escuela islámica. Por último encontramos el laqab o sobrenombre, que puede hacer referencia a un ofi-cio, título honorífico o un simple mote por el que se conoce al individuo en cuestión. El orden puede variar pero, si nos encontramos con todos los ele-mentos, normalmente aparece primero la kunya seguido del ism, el nasab, y la nisba, para acabar con el laqab31.

EL ANTROPÓNIMO ÁRABE DE LOS MUDÉJARES EN

DOCUMENTOS BILINGÜES

En primer lugar, un conjunto muy revelador de documentos –del siglo XII en su mayoría y bilingües (árabe y latín) con variantes onomásticas– son los que publicó y estudió García-Arenal en relación a los mudéjares de Tudela y Ta-

29. Para una buena introducción al sistema onomástico árabe clásico ver M. MARÍN, Individuo y so-ciedad en al-Andalus, Madrid, Mapfre, 1992, pp. 175-182; o M.J. CERVERA FRAS, «El nombre pro-pio árabe medieval. Sus elementos, forma y significado», en Aragón en la Edad Media, vol. IX,Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 1991, pp. 225-240.

30. El antropotopónimo árabe a veces se denomina laqab de procedencia en vez de nisba geográ-fica; M.F. LOPES DE BARROS, «The Identification of Portuguese Muslims. Problems and Me-thodology», en M. MARÍN (ed.), Medieval Prosopography, número especial de Arabic-IslamicMedieval Culture, vol. 23, 2002, p. 222.

31. Debido a la trasformación que padecen las palabras árabes al pasar del singular al dual o alplural indefinido, para evitar confusión, todo término árabe utilizado en el texto y en concretoel uso de los términos onomásticos se mantendrán en su forma singular aunque en el texto elsustantivo sea plural (una kunya, varias kunya).

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razona32. En lo que respecta a los nombres de mudéjares en la versión árabe del texto, más del 75% de los apelativos contiene como mínimo el ism + el nasab ge-nealógico (simple o doble); algo más de la mitad de todos los nombres árabes comprende al menos tres elementos y son escasos los que comportan cuatro. Por su parte, todos estos nombres transcritos en latín contienen sólo dos elemen-tos33, por lo que en más de la mitad de los casos existe una reducción antro-ponímica en el paso de un idioma a otro. No obstante, casi un tercio de los nombres árabes no contienen más que dos elementos por lo que coinciden con sus homónimos latinos. Laliena Corbera tiene razón al concluir que los nombres árabes transcritos en latín no son necesariamente ajenos al sistema antroponí-mico árabe y, más bien, se acoplan con formas más breves del propio sistema utilizado de diversas formas por los mudéjares34.

En segundo lugar, Molénat ya ha remarcado la importancia que tiene unatraducción toledana de 1347 (de un texto árabe anterior) para entender la di-vergencia onomástica árabe-romance35. Encontramos de nuevo rubricada lafirma bilingüe –en castellano y en árabe– de los testigos mudéjares toledanosque avalan la traducción y autenticidad del texto. Dos firmas interesan aquí: lade Muhammad ibn ‘Ali al-Muhnafi al-Çarafi, que se reduce al transcribirlo alcastellano a Mahomad el Xaraffí; y la de su hijo Hamad ibn Muhammad ibn ‘Alial-Muhnafi al-Çarafi, que en castellano él escribe Hamete el Xarafí. Los cuatroelementos onomásticos del nombre árabe del padre, y cinco del hijo, se redu-cen a dos elementos, el ism y la nisba geográfica, al pasar al idioma de las au-toridades castellanas. También, dos son los elementos que contienen los nom-bres de los otros tres testigos castellanos que le siguen, cuyas firmas se limitana un nombre y un patronímico tanto en la versión latina como en la árabe.

En tercer lugar, en 1491 –en tiempo de los Reyes Católicos– se expidie-ron unos documentos en árabe para el nombramiento de unos alguaciles mu-sulmanes en la sierra de Málaga. De nuevo, los alguaciles están citados con su

32. M. GARCÍA-ARENAL, «Documentos árabes de Tudela y Tarazona», Al-Qantara, III, 1982, pp. 27-72. El aspecto onomástico de estos documentos también ha sido tratado en C. LALIENA COR-BERA, op. cit., pp. 150-151.

33. Las únicas excepciones son las que nombran al individuo como hijo de su padre (Heiça, filiusde Muza Alazeiri). Se puede defender el caso de que no estamos ante una referencia exclusi-vamente onomástica sino también de relación, donde el “filius de” no forma parte del nom-bre del individuo como tal. Sin embargo, debido a que en este momento la onomástica latina tampoco está fijada, se puede considerar parte del apelativo aunque éste se pueda transfor-mar como en el caso árabe. Para estas cuestiones metodológicas sobre el nombre en la Plena Edad Media ver P. MARTÍNEZ SOPENA (coord.), Antroponimia y sociedad.

34. C. LALIENA CORBERA, op. cit., p. 151.35. El texto fue publicado por F. FITA, «Marjadraque según el fuero de Toledo», Boletín de la Real

Academia de la Historia, tomo VII, diciembre, 1885, pp. 371-376. El texto original se encuentra en el Archivo Histórico Nacional con la signatura antigua, Cajón toledano 2, Ciudad Real, I, 3, 1, 1. Ver el comentario onomástico en J.-P. MOLÉNAT, «Les musulmans de Tolède…», p. 187, y «L’onomastique tolédane…», p. 168.

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nombre en árabe en el texto principal, mientras que al dorso hay una pequeñanota en romance con la fecha, los testigos castellanos y los nombres de los al-guaciles. Los alguaciles figuran como Ahmad al-Çulmin/Ahamete Xulí yMuhammad al-Faqih/Mahomad Alfaquí en el texto árabe y en la nota en cas-tellano respectivamente. No existe empobrecimiento onomástico entre la fór-mula árabe y la cristiana; simplemente se constata un acoplamiento algo for-zado típico de la transliteración del árabe al romance (aunque en este caso sólodesaparece el artículo al del sobrenombre de uno de los alguaciles)36.

Sin embargo de los seis restantes individuos árabes que son reseñadosen el texto principal (pero que no figuran en la nota castellana) ninguno tienemás de dos elementos en el nombre, a excepción de uno que lleva tres. ¿Esta-mos ante una reducción consciente del apelativo árabe, hasta en los docu-mentos escritos en su mismo idioma? ¿Han padecido los granadinos al pasarde un régimen a otro una mediatización por parte de la administración caste-llana, aunque el escribano sea árabe y los textos escritos en su propio idioma?¿O son otros los factores que debemos considerar?

En cuarto lugar, pese a ser expedidos en el periodo bisagra entre el findel régimen nazarí en Granada y el de los Reyes Católicos antes de la conver-sión masiva, otra serie de documentos fechados en 1493 siguen sin distorsiónlos patrones árabes de las fórmulas jurídicas islámicas, y encontramos clarasmuestras de elasticidad en el sistema onomástico árabe. Estos documentosestán compuestos de una citación al procedimiento de una causa civil escrita enárabe (con firma autógrafa de dos jueces islámicos) y su traducción castellanaemitida el mismo día37.

Uno de los jueces es identificado en el texto de la citación con el nombrede Abu ‘Abd Allah Muhammad al Baqanni, pero este juez firma personal-mente “Muhammad al Baqanni”, obviando la kunya, mientras que en la tra-ducción romance se transcribe como Mahomad el Pequeñí, limitándose a losdos elementos de la firma. Algo parecido tiene lugar con el otro juez, AbuYa‘far Ahmad ibn ‘Umar, que firma el texto como Ahmad ‘Umar, no sólo pres-cindiendo de la kunya sino también de la partícula ibn del nasab. De nuevo el pa-trón castellano sigue la fórmula autógrafa bajo la designación Hamed Omar. Fi-nalmente, este patrón se repite con otro protagonista colaborador de los ReyesCatólicos en este breve periodo de mudejarismo granadino, Yahya al Nayyar,cuyos familiares y servidumbre se convierten en la parroquia de San Salvadordel Albayzín en enero de 1500, según indican las nóminas que estudiamos.Mientras su nombre figura en el cuerpo del texto como Abu Zakariyya Yahya

36. M. ACIÉN ALMANSA, «Dos textos mudéjares de la Serranía de Ronda (1491)», Cuadernos de Es-tudios Medievales, 2-3, 1974-1975, pp. 245-257.

37. Archivo de la Alhambra, Leg. 390, n.º 42; Leg. 388, n.º 83; y Leg. 388, n.º 8, fechados el 23 dejulio de 1493 y publicados en J.A. GARCÍA LUJÁN y M. LÁZARO DURÁN, «Escrituras árabes gra-nadinas y firma autógrafa de Abu Zakariyya Yahya al Nayyar», Miscelánea de Estudios árabes y hebraicos, Sección Árabe-Islam, 54, 2005, pp. 79-99.

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al Nayyar, su firma se reduce al ism y al laqab de oficio, al igual que ocurre conel traslado del documento al castellano en el que figura como Yaya el Nayar ha-ciendo desaparecer la kunya y limitando el apelativo a dos elementos.

EL ANTROPÓNIMO ÁRABE EN LOS DOCUMENTOS NAZARÍES

Existen documentos legales granadinos de la época nazarí (escrituras decompraventa, cartas de pago, escritura de partición de bienes) datados entremediados del siglo XIV y mediados del XV, que sólo han sobrevivido en unaversión romanceada efectuada en el siglo XVI por la vigencia de unos textos le-gales que requerían ser traducidos al castellano38.

El uso del nombre refleja una gran flexibilidad en sus formas en este con-junto de documentos relacionados entre sí y fechados de 1378 a 1422. A modode ejemplo, estas son las formas en que aparece citado un mismo individuoen diversos documentos:

— Abdalla hijo de Abrahen Aben Abdulçamad el Azdi el Moxiqueri39.— Abdalla40.— Abdalla hijo de Abrehen Aben Abdulçamad Moxiquiri41.— Abdalla hijo de Abrahan Aben Abdulçamad42.— Abdalla el Moxiquiri43.Aunque estas variantes constan en documentos independientes en su ori-

gen, se puede asumir que estaban vinculados entre sí, de forma que podíanreducir el apelativo a un elemento después de figurar con su forma más com-pleja al darse por sentado la identidad del individuo en cuestión. Como sepuede constatar, el nombre puede figurar con una gran combinación de ele-mentos que, sin embargo, no responden forzosamente a necesidades docu-mentales diversas: con el ism ‘alam sólo; con ism + nisba geográfica; con ism +doble nasab; con ism + doble nasab + nisba geográfica; o con ism + doble nasab +nisba tribal + nisba geográfica.

38. Los documentos fueron traducidos por el oficial Juan Rodríguez. La traducción del nombre aveces roza una literalidad excesiva, como en el caso de un documento de partición de bienesde 1348, en el que la firma del alfaquí escribano figura de la siguiente manera: “Yahia hijo deAbdalla, hijo de Yahia, hijo de Abdalla Abenzacaria”. Archivo del Colegio de San Bartolomé ySantiago de Granada (A.C.SB y SG), Ar. 4 Es. 5, Leg. 61, n.º 2 (19 de febrero de 1561), publica-do en M.J. OSORIO PÉREZ y E. de SANTIAGO SIMÓN, Documentos arábigo-granadinos romanceados,Granada, Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 1986, documento I, p.32.

39. A.C.SB y SG, Ar. 4 Es. 5, Leg. 61, n.º 2, fols. 66r.-67v., ibídem, doc. 3.1, p. 49.40. A.C.SB y SG, Ar. 4 Es. 5, Leg. 61, n.º 2, fols. 69v.-71r., ibídem, doc. 3.9, p. 58.41. A.C.SB y SG, Ar. 4 Es. 5, Leg. 61, n.º 2, fols. 37r.-39v., ibídem, doc. 4.1, p. 63.42. A.C.SB y SG, Ar. 4 Es. 5, Leg. 61, n.º 2, fols. 58r.-58v., ibídem, doc. 6.1, p. 79.43. A.C.SB y SG, Ar. 4 Es. 5, Leg. 61, n.º 2, fols. 51v.-52r., ibídem, doc. 8.5, p. 96.

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No tendría sentido comparar las variantes onomásticas de los musulma-nes granadinos sin consultar los documentos propiamente nazaríes (sin me-diación de traductores) donde encontramos una amplia representación de in-dividuos y sus diversas formas de identificación. El conjunto más amplio dedocumentos árabes granadinos del reino nazarí hoy conocido es el publicadoy traducido por Seco de Lucena44. Muchos de los documentos son contratosde diversos tipos e incluyen un fondo antroponímico considerable. Asimismo,encontramos un uso variable del sistema onomástico árabe. A menudo figurannombres con cadenas onomásticas muy dilatadas, pero en otras ocasiones nohay más que la mención de un simple elemento.

Aunque la onomástica femenina no está tan bien reflejada en la docu-mentación nazarí como la masculina, los casos recopilados dan fe de una fle-xibilidad similar a la que se encuentra para los nombres masculinos. A modode ejemplo, encontramos tres formas distintas del nombre de una misma mujeren tres documentos independientes relacionados con una herencia y fechadosentre 1466 y 1467:

— Umm al-Hasan bt. Abi Hadid45.

— Umm al-Hasan bt. Abi-l-Haÿÿaÿ Yusuf b. Abi Hadid46.

— Umm al-Hasan bt. Yusuf b. Abi Hadid47.

En este caso encontramos variantes curiosas del ism + nasab simple y nasabdoble. El nasab a veces refleja el ism simple del padre (Yusuf) y en otra ocasión juntocon su kunya (Abi-l-Haÿÿaÿ Yusuf). Lo más sorprendente es que en las formas an-troponímicas reducidas encontramos el salto de una generación en el nasab –AbiHadid es el abuelo pero figura en el primer documento en la posición de la cadenaque identificaría al padre– lo que puede dar lugar a cierta confusión entre el quefuera padre y abuelo paterno de Umm al-Hasan (de ahí la necesidad de extre-mar la precaución en la determinación de la genealogía de un individuo).

No es el lugar aquí de analizar todas las estructuras onomásticas grana-dinas, pero saltan a la vista algunos patrones relevantes. En muchos casos de-bemos hablar de nombres interdependientes, sea como en el caso de los docu-mentos que hemos expuesto, sea por la mención de individuos vinculados por relación familiar (normalmente paterna). Por ello, encontramos, por ejemplo,

44. L. SECO DE LUCENA, Documentos arábigo-granadinos, Madrid, Instituto de Estudios Islámicos,1961; L. SECO DE LUCENA, «Documentos árabes granadinos II. Documentos de las Comenda-doras de Santiago», Al-Andalus, vol. IX, 1944, pp. 121-140. Para toda la bibliografía y el esta-do de la cuestión ver C. BARCELÓ y A. LABARTA, «Los documentos árabes del reino de Grana-da. Bibliografía y perspectivas», Cuadernos de la Alhambra, 26, 1990, pp. 113-120.

45. Documento 21: declaración de herederos (diciembre de 1466), en L. SECO DE LUCENA, Docu-mentos arábigo-granadinos…, pp. 46-47.

46. Documento 22: pliego particional (febrero de 1467), ibídem, p. 47.47. Documento 23: demanda de herencia (diciembre 1467), ibídem, p. 49.

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a un individuo al que se menciona por su kunya + ism, y que los restantes ele-mentos de la cadena onomástica del individuo figuran en su relación estipulada como hijo de su padre, cuyo nombre aparece con otros elementos que vienen a vincularse por la cadena genealógica con el nombre del hijo48.

Sin embargo, en estos documentos nazaríes reparamos en otros casos que contienen más de dos elementos, e incluso, en otros ejemplos, al individuo se le denomina por un mero elemento aislado como un laqab o una nisba. Éstos ra-ramente son los principales sujetos del contrato. Normalmente figuran como re-ferencias secundarias, y en el caso de contratos de propiedad son los individuos cuya propiedad linda con aquella en cuestión pero que no se ven afectados por el trámite notarial49. Por consiguiente, si bien existen largas cadenas ono-másticas en los documentos nazaríes, el apelativo árabe revela un amplio sur-tido de combinaciones y sugiere que la expresión onomástica viene determi-nada por la importancia del individuo, la facilidad con la que se le puede identificar, y especialmente su relevancia en el seno del documento.

LA INHERENTE FLEXIBILIDAD DEL SISTEMA ONOMÁSTICO ÁRABE

No todos los ejemplos nazaríes donde encontramos una larga cadenaonomástica deben ser siempre considerados como la norma antroponímica.Asimismo, tampoco es cierto que todos los individuos de los textos clásicosárabes relacionados con la transmisión de las tradiciones lleven siempre ape-lativos con todos los elementos de la cadena onomástica árabe. A pesar de laslargas cadenas típicas de los diccionarios bio-bibliográficos existen otras obrasislámicas en las que los nombres no siempre se exhiben de forma extensa. Su-blet establece un repertorio de formas de nombres para el Sahih de Buh

¯ari del

siglo IX donde se recopilan 7.000 transmisores cuyos nombres a menudo se rese-ñan con una forma abreviada, pero dentro de un contexto en el que son plena-mente identificables: el ism solo; ism + nasab simple; ism + nasab doble; ism + kunyadel padre; kunya sólo; el laqab (de mote) sólo; o la filiación por la que el individuoes más conocido. Sólo los nombres de los tradicionistas cuya identidad puededar lugar a confusión son desarrollados con una larga cadena onomástica50. Sublettambién hace hincapié en el hecho de que el tipo de documento a menudo de-termina la forma onomástica. A veces (en el caso de certificados y licencias) el

48. Ver por ejemplo el documento 8 de 1458, un pliego particional, en el que siempre se refiere alhijo de un tal Abu-l-Hasan ‘Ali b. Ahmad b. Abi-l-Hasan, simplemente como el hijo Ahmad; L.SECO DE LUCENA, Documentos arábigo-granadinos…, pp. 20-22. Cabe esperar un estudio a fondode la variabilidad de la onomástica árabe en los documentos nazaríes conservados al consti-tuir un fondo suficientemente grande y variado para su investigación.

49. En el mismo documento citado anteriormente, dos individuos cuyas propiedades lindan conla que se pretende partir reciben la designación de Ibn Nusayr, y al-Taçamus; ibídem, p. 21.

50. J. SUBLET, Le voile du nom, pp. 126-130.

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nombre árabe medieval tomará formas más sintéticas. No es necesario expresartodo el nombre si con una parte basta para identificar a un individuo51.

Es a partir de esta realidad polimórfica, sin obviar otros factores mediáticos, como debemos entender la expresión del nombre árabe en los documentos del periodo de dominación cristiana, y en concreto los que nos conciernen directamente aquí, la nómina granadina de bautizos de 1500. El apelativo árabe que figura en la documentación mudéjar no necesariamente representa un acoplamiento artificioso del nombre original, ni un empobrecimiento ono-mástico debido a factores extrínsecos. Por el contrario, se debe considerar factible que represente en ciertos casos, más que una adulteración antroponí-mica, una forma concisa (aunque a veces romanceada) del sistema onomás-tico árabe tradicional.

LA INEXTRICABLE RELACIÓN ENTRE LA LENGUA Y EL NOMBRE

La degradación del sobrenombre árabe mudéjar en la mayoría de los reinoshispánicos y su sustitución por un equivalente onomástico romance en el siglo XV,a menudo se ha atribuido al hecho de que esta minoría estaba perdiendo el usodel árabe, si es que su idioma litúrgico no había caído ya completamente en el ol-vido. Cabe preguntarse si efectivamente existía un vínculo entre idioma y ono-mástica y cómo afectó a la comunidad mudéjar y más tarde a la morisca.

Aunque pervivieran reductos arabo-parlantes en casi todos los reinos his-pánicos hasta el fin del mudejarismo, bien eran una exigua minoría, bien sub-sistían en limitadísimas zonas geográficas aisladas en el reino de Castilla, Ara-gón, Portugal y Navarra. Donde más pervivió el idioma entre la mayor partede la población fue en la huerta de Valencia –por su aislamiento geográfico yuna alta concentración demográfica– y en todo el reino de Granada, por sumás reciente sometimiento al dominio cristiano y por ser la población musul-mana –luego morisca– más numerosa de la Península52.

Los principales elementos identitarios de la comunidad mudéjar fueron lareligión islámica, la lengua árabe y el origen común andalusí. Todo esto sepodía expresar con una sola seña identitaria: el apelativo árabe53. La lengua

51. Ibídem, p. 137.52. L. BERNABÉ PONS y M.J. RUBIERA MATA, «La lengua de mudéjares y moriscos. Estado de la

cuestión», Actas del VII Simposio Internacional de Mudejarismo, Teruel, Centro de Estudios Mu-déjares, 1999, pp. 599-631; L.P. HARVEY, «Los muslimes de España y sus idiomas en la épocade Colón», en R. PENNY (ed.), Actas del Primer Congreso Anglo-Hispano, tomo I: Lingüística,Madrid, 1993, pp. 37-47; J.-P. MOLÉNAT, «L’arabe à Tolède du XIIe au XVIe siècle», Al-Qantara, XV, Madrid, 1994, pp. 473-496; L. CARDAILLAC, «Les morisques et leur langue», Cahiers d’ÉtudesRomanes, 16, 1990, pp. 1-25; para el caso portugués, M.F. LOPES DE BARROS, «The Identi-fication of Portuguese…», pp. 203-204.

53. M. de EPALZA, «L’identité onomastique et linguistique des Morisques», Religion, Identité etSources Documentaires sur les Morisques Andalous, vol. 1, Túnez, 1984, pp. 269-279.

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árabe, más que un idioma cotidiano, fue la lengua sagrada, aunque el hecho deque otras lenguas sean lícitas en el Islam probablemente permitió cierto ajus-te entre los mudéjares que lentamente perdieron el uso del árabe54.

A pesar de la relativa escasez de documentación sobre individuos mu-déjares (al menos en el caso castellano) se ha podido recoger cierto acopio ono-mástico de los súbditos musulmanes de los reyes hispánicos que permite unarelativa aproximación a la antroponimia mudéjar. Constatamos una decaden-cia lingüística generalizada del antropónimo mudéjar árabe en el caso de los so-brenombres (los ism ‘alam de los mudéjares se analizarán en contraste con losde la nómina granadina más adelante). Si examinamos el caso probablementemás afectado por la pérdida de la lengua autóctona de las comunidades mu-déjares –el del reino de Castilla– sobresale el hecho de que la inmensa mayoríade los que constan con sobrenombre utilizan un apelativo en lengua romance.Sólo constan menos de un 15% con un sobrenombre en lengua árabe para la co-munidad mudéjar de Uclés55, un cuarto del colectivo musulmán del Campode Calatrava56 y algo menos de un tercio de los mudéjares de Sevilla57. Aunquees preciso ser cauteloso por las limitaciones cuantitativas de estas muestras,posiblemente la pérdida de la lengua en este caso conlleva una directa rela-ción con cierta transformación antroponímica.

SOBRE EL NOMBRE MOZÁRABE EN EL CONTEXTO CASTELLANO-LEONÉS

El otro caso de singularidad onomástica que igualmente bebe de ambastradiciones lingüísticas peninsulares –la latino-romance y la árabe– es el delos mozárabes, específicamente en el contexto toledano después de la con-quista castellano-leonesa58. En un primer momento, como ya señaló GonzálezPalencia, empezamos a encontrarnos una duplicidad en el nombre de los an-

54. B. VINCENT, «Los moriscos y los idiomas árabe, castellano y catalán», en E. LORENZO SANZ(coord.), Proyección histórica de España en sus tres culturas: Castilla y León, América y el Medite-rráneo, I, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1993, pp. 369-378.

55. Se ha calculado a partir de en una muestra de 63 individuos de la nómina publicada en M.GARCÍA-ARENAL, «Dos documentos sobre los moros…».

56. El cálculo está basado en una muestra de 45 individuos con sobrenombre en el repertorio demudéjares publicado en M.F. GÓMEZ VOZMEDIANO, Mudéjares y moriscos en el Campo de Calatrava.Reductos de convivencia, tiempos de intolerancia (siglos XV-XVII), Ciudad Real, Biblioteca de Au-tores Manchegos, 2000.

57. El cómputo se ha efectuado siguiendo el padrón de 32 individuos (de los cuales sólo 25 tienensobrenombres) publicado en K. WAGNER, op. cit.

58. Existen otros casos interesantes de nóminas de designaciones árabes (sean los individuoscristianos mozárabes o árabes islámicos), a veces con elementos híbridos, transcritos en do-cumentos en latín que han sido el objeto de ciertos estudios. Ver por ejemplo, R. HITCHCOCK,«Arabic proper names in the Becerro de Celanova», en D. HOOK y B. TAYLOR (eds.), Cultures inContact in Medieval Spain: Historical and Literary Essays Presented to L.P. Harvey, Londres, King’sCollege Medieval Studies, 1990, pp. 111-126.

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tiguos cristianos arabizados de Toledo. El nombre puede designarse en latín(transcrito al alifato si el documento está redactado en árabe) o en árabe (trans-crito al alfabeto latino si el documento está en latín), o pueden incluirse ambasversiones en un documento monolingüe para eliminar cualquier duda sobre laidentidad del individuo en cuestión59.

No obstante, a pesar de esta evidente duplicidad del nombre íntegro, es poco frecuente en la documentación de la época. Lo que se constata en un nú-mero considerable de casos entre los mozárabes toledanos, al menos hasta fi-nales del siglo XII, es el desdoblamiento del primer nombre con la opción latino-romance (nombre de pila) y la opción árabe (ism), o fórmulas donde predomina un nombre latino-romance con un sobrenombre árabe o con una estructura árabe60. Este sincretismo onomástico se irá difuminando a medida que vaya desapareciendo el idioma árabe entre las nuevas generaciones de mozárabes61.

Es difícil obviar que estas fórmulas sincréticas evocan de alguna forma la onomástica morisca donde persiste, por una parte, el sistema dúplice al menos con el nombre de pila y el ism y, por otra, estructuras mixtas en el sobrenombre oficial. Sin embargo, existieron diferencias insoslayables. El factor divergente crucial está por un lado en el carácter lícito de la síntesis onomástica mozárabe y, por otro, en el hecho de que la pervivencia árabe en el apelativo de esta co-munidad se atribuye a un orgullo cultural árabe y a una necesidad de mantener un distintivo que identifique la pertenencia a una civilización ilustre. Para los moriscos, el uso del ism y del sobrenombre árabe era probablemente una forma de mantener viva no sólo la cultura de al-Andalus sino también su adscripción a la umma aunque, como veremos más adelante, no siempre era tan evidente.

LAS MEDIDAS CONTRA EL ANTROPÓNIMO ÁRABE DE LOS MORISCOS

Las autoridades castellanas no llegaron a un consenso sobre el impacto dela pervivencia del árabe entre los moriscos. Sin embargo, a pesar de los puntosde vista encontrados, casi todos estaban de acuerdo en que el objetivo final fuerauna asimilación total que exigiría la erradicación del árabe. Hasta el mismo ar-zobispo de Granada, Talavera, uno de los más indulgentes con los granadinos ensu tarea evangelizadora y el que más hizo para crear un plan de catequesis con

59. A. GONZÁLEZ PALENCIA, Los mozárabes de Toledo en los siglos XII y XIII, Madrid, Instituto Valencia de Don Juan, 1930, vol. preliminar pp. 123-129. Ver también el análisis onomástico llevado a cabo en J.-P. MOLÉNAT, «L’onomastique tolédane…», pp. 169-173.

60. “Estas fluctuaciones en materia tan fundamental como el nombre [...] quieren decir bien cla-ramente que los nombres cristianos eran algo como pegadizo, puesto que en la vida familiary social, en los casos solemnes cuando había de surtir efecto la personalidad, había que advertirque aquel hombre era llamado de otra manera, a la arábiga”. L.A. GONZÁLEZ PALENCIA, op. cit.,p. 124. Ver también, J.-P. MOLÉNAT, «L’onomastique tolédane…», p. 170.

61. A. GONZÁLEZ PALENCIA, op. cit., p. 129.

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misioneros que pudieran comunicarse en la lengua autóctona de los moriscos gra-nadinos, incitó a sus nuevos fieles inmediatamente después de la conversión atomar medidas para abandonar el uso de su lengua materna lo antes posible62.

Las medidas políticas adoptadas para prohibir el uso público y privado del árabe por parte de los moriscos comenzaron a partir de 152663. Se irán rei-terando con mayor o menor vehemencia en Granada hasta la expulsión de los moriscos de su tierra. No obstante, debido en parte a las constantes deroga-ciones temporales, la falta de medios para implementar estas medidas y el hecho de que erradicar la lengua de un colectivo numeroso en cuestión de pocos años con la mera fuerza de la ley sea antropológicamente cuestiona-ble, la tentativa fracasó estrepitosamente64.

La misma contundencia teórica y su paralela tibieza práctica ante el idio-ma se calcarían para las normativas que intentaron reprimir el uso de los ves-tigios de la onomástica árabe. En primer lugar, las restricciones atañen exclu-sivamente a lo que incumbe a la Iglesia: la utilización de un nombre personalno-cristiano. Por consiguiente, resulta algo contradictorio el uso reiterativo enlos documentos oficiales del nombre previo a la conversión junto con el nuevonombre recibido durante el bautizo durante la primera década tras la conver-sión de 1499-1500 en el caso de Granada. En un documento (circa 1505) sobrepagos a los antiguos alfaquíes granadinos ya convertidos, constatamos estepatrón onomástico: “Francisco Ximénez que solía ser llamado Mahoma Aben-cob”, o “Alonso Vanegas hera llamado alfaquy Adalaziz”65.

Esta persistencia documental del nombre musulmán junto con el nombrecristiano no es tan atípica como podría creerse a partir de la segunda mitad delsiglo XV y se constata en diversos casos anteriores. Uno de ellos es el de la guar-dia morisca en época de Juan II y Enrique IV. Muchos caballeros musulmanes se

62. “Mas para vuestra conversaçion sea syn escandalo a los christianos de naçion y non piensenque aun teneys la seta de Mahomad en el coraçon es menester que vos conformeys en todo ypor todo a la buena y honesta conversaçion de los buenos y honestos christianos y christianasen vestir y calçar y afeytar, y en comer y en mesas y viandas guisadas como comunmentelas guisan y en vuestro andar y en vuestro dar y tomar y mucho y mas que mucho en vuestro ha-blar, olvidando quanto pudieredes la langua araviga y faziendola olvidar y que nunca se hable en vues-tras casas. Y porque para que algunos guarden las cosas susodichas sera menester alguna pre-mia...”, Archivo General de Simancas (AGS), Diversos de Castilla, L. 8, fol. 114, publicado enM.A. LADERO QUESADA, Granada después de la conquista: Repobladores y Mudéjares, Granada, Di-putación Provincial de Granada, 1993, doc. 127, pp. 545-548.

63. Ver Cédula de la Capilla Real: A.I.C.G., Reales Cédulas, lib. II duplicado, fol. 70, publicado enA. GALLEGO BURÍN y A. GAMIR SANDOVAL, Los moriscos del reino de Granada según el sínodo de Gua-dix de 1554, Granada, Universidad de Granada, 1968, p. 202.

64. Según Vincent, las medidas legales no fueron más que amenazas sin consecuencias: B. VINCENT,op. cit., p. 369.

65. Archivo General de Simancas, Sección: Diversos de Castilla, libro 8, fol. 123, publicado en J.ALBARRACÍN NAVARRO, «Memorial a propósito de los alfaquíes de la Granada mudéjar», enC. del MORAL (ed.), En el epílogo del Islam andalusí: La Granada del siglo XV, Granada, al-Mudun,2002, pp. 303-305.

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convirtieron al cristianismo pero no siempre se les suprimió su identidad previa. La verdad es que no interesaba borrar su adscripción a otra cultura. El propósi-to mismo de los reyes era tener un cuerpo de elite extranjero (la mayoría prove-nían del reino nazarí) para que sus componentes pudieran mantenerse al margen de las alianzas de linajes nacionales que amenazaban con traicionar al monarca. Era preciso recalcar la diferencia para no fomentar la aculturación y así evitar que se inmiscuyeran en las conspiraciones que hostigaron a estos dos reyes66. No obstante, cabe preguntarse por qué se reprodujo este patrón en el caso de las conversiones masivas de Granada, caso que ostensiblemente no se inserta dentro de la lógica de la diferenciación de la guardia morisca67.

Podemos adelantar que esta paradoja de perpetuar el doble nombre mu-sulmán y cristiano se constata, como veremos, en las mismas nóminas de bauti-zos cuando se vuelve a hacer mención de un individuo, ya bautizado, por su nombre árabe. Subyace una cuestión práctica al permitir un periodo de gracia hasta que la nueva identidad, el nuevo apelativo, queden fijados. Para usos admi-nistrativos, mediaría la necesidad de garantizar la adecuada identificación del indi-viduo en cuestión; razón por la cual contamos con abundantes documentos con el doble nombre cristiano seguido del ism y a veces de un sobrenombre árabe.

Posiblemente, influiría también esa contradicción –inspirada en el espíritu de limpieza de sangre– de querer identificar a un individuo por su ascendencia musulmana, para evitar la eventual confusión entre nuevos y viejos cristianos. Sean cuales fueran las motivaciones, no deja de resultar anómalo que la adminis-tración perpetúe documentalmente el uso del sistema onomástico dúplice y al tiempo amenace con sanciones a los moriscos que hicieran lo mismo en su vida privada. No obstante, a partir de 1510 este fenómeno documental del antropónimo dúplice empieza a hacerse cada vez más raro en el contexto granadino68.

Es precisamente en esta fecha cuando se empieza a legislar contra diver-sos aspectos de la libertad de los moriscos. En 1510, por primera vez, los cris-tianos nuevos son diferenciados de jure de los cristianos viejos al ser sometidosaquéllos de forma casi exclusiva al sistema impositivo de la farda mayor69. A

66. A. ECHEVARRÍA ARSUAGA, Caballeros en la frontera. La guardia morisca de los reyes de Castilla (1410-1467), Madrid, UNED, 2006, pp. 147-153; y colección documental, pp. 203-279.

67. Otro ejemplo de conversos del Islam cuya personalidad onomástica árabe es conservadajunto con la cristiana durante un periodo de transición es el caso de Galicia durante el siglo XIIy XIII estudiado por J. GAUTIER DALCHÉ, «Les sarrasins du monastère de Sobrado», en Mino-rités et marginaux en France et dans la péninsule ibérique (VII-XVIII siècles. Actes du Colloque de Pau27-29 mai, 1984, Paris, Édition CNRS, 1986, pp.71-88.

68. A. DOMÍNGUEZ ORTIZ y B. VINCENT, Historia de los moriscos. Vida y tragedia de una minoría, Ma-drid, Biblioteca de la Revista de Occidente, 1978, p. 102.

69. La farda menor o farda de la mar, sin embargo, sí fue impuesta a todos los cristianos sin distinción.Ibídem, p. 23. Ver también la discusión sobre lo que Galán Sánchez denomina una fiscalidad di-ferencial en A. GALÁN SÁNCHEZ, «De mudéjares a moriscos: los problemas metodológicos deuna transición», en M. BARRIOS AGUILERA y A. GALÁN SÁNCHEZ (eds.), La historia del reino de Gra-nada a debate. Viejos y nuevos temas. Perspectivas de estudio, Málaga, CEDMA, 2004, pp. 314-317.

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partir de este momento empiezan a recrudecerse las normas contra los signosexternos de pertenencia a un colectivo que será desde sus inicios y sin treguasospechoso de prácticas cripto-musulmanas. No obstante, la práctica de lasautoridades castellanas de distinguirlos, por una parte, y aprobar medidascontra su alteridad para forzar una asimilación total, por otra, refleja una in-herente contradicción tan categórica que haría cada vez más enrevesada la in-tegración de los moriscos70. Esta posición irreconciliable llevaría a los moriscos(y sobre todo a los que no necesariamente fueron cripto-musulmanes de con-ciencia) hacia una anomia social que, entre otras consecuencias, se traduciría enuna creciente ambigüedad onomástica.

Las normas que se establecieron contra el ism serían acompañadas de otras contra el sobrenombre por primera vez en 1526, con las medidas de la Capilla Real. Estas normativas ya no iban expresamente contra lo dictado por el estamento religioso al ser los sobrenombres meros adiaphora (es decir, características diferenciales que no atentan contra la ortodoxia cristiana), sino más bien se insertan en una larga ristra de medidas contra las señas de identidad más visibles71. El nombre junto con el idioma, las tradiciones, la ves-timenta y otros signos externos que hacían evidente la alteridad morisca, se convirtieron en nuevo caballo de batalla de las autoridades castellanas72.

No obstante, el golpe definitivo vino de las recomendaciones de los prela-dos que surgieron del sínodo provincial de Granada en 1565 y que, junto conlas deliberaciones que tuvieron lugar un año más tarde en Madrid, dieron pasoa la pragmática publicada en 1567. Estas normas volvieron a prohibir todo aque-llo que se había dispuesto anteriormente y que posteriormente se había aplaza-do de forma indefinida, pero ya no cabía el tono conciliador que caracterizó a mu-chos de los dictámenes previos. No obstante, los moriscos no parecen haberperdido la esperanza de poder lograr aplazar una vez más las medidas con cier-

70. Harvey afirma, “On the Christian side, there was a great theoretical longing to have the conversionsbecome a reality and, at the same time, no practical desire to have these people in any but a menialplace on the margins of society”, L.P. HARVEY, Muslims in Spain 1500-1614, Chicago, The Uni-versity of Chicago Press, 2005, p. 238. Ver también, A. GALÁN SÁNCHEZ, «Segregación, coe-xistencia, y convivencia: algunas notas sobre los musulmanes en la ciudad de Granada (1492-1570)», en M. BARRIOS AGUILERA y J.S. GONZÁLEZ ALCANTUD (eds.), Granada en el V Centenario.Granada, Universidad de Granada, pp. 340-342. Sobre los antecedentes medievales de la aco-metida institucional contra la alteridad, ver, R.I. MOORE, The Formation of a Persecuting Society.Power and Deviance in Western Europe, 950-1250, Oxford, Blackwell, 1987.

71. “Asimismo somos informados que algunos de los nuevamente convertidos se llaman nombresy sobrenombres de moros; mandamos que de aquí adelante no se lo llamen, y si alguno de ellostiene agora nombre o sobrenombre que suene a moros, lo quite y no se lo llame más y tomeotro nombre de cristiano”, A.I.C.G., Reales Cédulas, lib. II duplicado, folio 70, publicado en A.GALLEGO BURÍN y A. GÁMIR SANDOVAL, op. cit., pp. 204-205.

72. A. GALÁN SÁNCHEZ, «Los moriscos del reino de Granada. De las capitulaciones de la conver-sión a las medidas de la Capilla Real», Actas del III Coloquio de Historia Medieval Andaluza,Jaén, 1984, pp. 90-98.

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ta maña negociadora y alguna concesión financiera73. Una vez más, tanto losnombres como los sobrenombres de moros fueron explícitamente proscritos74.

Es en este momento cuando el portavoz por excelencia de los agraviosmoriscos, Francisco Núñez Muley, lanzará su última elocuente protesta contraestas restricciones, incluyendo las onomásticas. Al margen de la radicalidadde su discurso (no hay que perder de vista que pone en tela de juicio la mismalicitud de los bautizos forzados contra lo capitulado por los Reyes Católicos,aunque acepte la irreversibilidad de la conversión), clamará en todo momen-to por el derecho de llevar el sobrenombre árabe al no verse éste reñido con nin-gún presupuesto teológico. En ningún momento cuestiona abiertamente laprohibición del uso del ism árabe, pero al final de su memorial, el portavozmorisco hará un tour de force discursivo apelando a la compasión tanto como ala razón de los cristianos viejos pidiéndoles que se metan en la piel de los mo-riscos por un instante. Núñez Muley les pregunta cómo se sentirían si fueranexpuestos a las mismas medidas coercitivas que ellos padecían, en donde se lesexigía que cambiaran toda su forma de ser, de hablar, de celebrar, de identifi-carse, de relacionarse de la noche a la mañana... Es en su conclusión donde elantiguo paje del arzobispo Talavera menciona lo absurdo que supone ser obli-gado a cambiar de sobrenombre y de nombre75. Sin necesidad de leer más allá delo que explicita el texto, es relevante destacar que la crítica –velada o incons-ciente– de la negación de la identidad expresada a través de todos los ele-mentos onomásticos árabes, incluyendo el ism, sea insinuada por un moriscocuya sincera adscripción al cristianismo nunca se había puesto en duda.

LA NÓMINA DE BAUTIZOS DE 1500

EL CONTEXTO Y EL PROBLEMA METODOLÓGICO

La nómina de bautizos de 1500 se presenta como un vasto elenco lacóni-co de nombres musulmanes seguido del nuevo apelativo cristiano76. Asimismo,

73. A. DOMÍNGUEZ ORTIZ y B. VINCENT, op. cit., pp. 32-33.74. “Cuanto a los nombres, ordenaron que no tomasen, tuviesen ni usasen nombres ni sobre-

nombres de moros, y los que tenían, los dexasen luego...”, publicado en A. GALLEGO BURÍN yA. GÁMIR SANDOVAL, op. cit., p. 274.

75. F. NÚÑEZ MULEY, «Memoria», de la edición de R. Foulché-Delbosc (publicada originalmenteen la Revue Hispanique, 6, 1899, pp. 205-239), reeditada en A. GALLEGO BURÍN y A. GÁMIR SAN-DOVAL, Los moriscos del reino de Granada según el sínodo de Guadix de 1554, estudio preliminar deB. VINCENT, Granada, Archivum, 1996, p. LII. (Todas las referencias aquí citadas son de la re-edición de Foulché-Delbosc, aunque existe también la versión y el estudio de K. GARRAD,«The Original Memorial of Don Francisco Núñez Muley», Atlante, II, 4, 1954, pp. 197-226.)

76. La muestra que hemos seleccionado es el registro de los bautizos masivos que tuvieron lugaren la primera mitad del mes de enero de 1500 en las parroquias de San Salvador y de Santa Isa-bel (además de una pequeña muestra de San Andrés) con un total de 1.629 referencias a in-dividuos (1.376 bautizados y 253 ausentes que son aludidos por relación a los conversos).

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incluye ocasionalmente alguna que otra información relativa a la estructurafamiliar, la edad, la profesión, algún título, la dirección de la morada, o algunacaracterística física, pero nunca todos estos datos juntos77.

El bautismo es el primer sacramento al que accede el cristiano, sea reciénnacido, sea converso. El otorgamiento de un nombre propio es el símbolo de laconsagración del niño, o neófito, a Dios; de ahí que el rito no sea exclusiva-mente una inmersión en el agua bautismal, sino que al implicar una nuevavida, se imponga una nueva designación78. A partir de finales de 1499, ante ladecisión de la conversión incondicional de toda la comunidad de la capitalgranadina después del alzamiento del Albayzín, era imperativo que el proce-so fuera acompañado de una transformación que incluyera los nombres detodos los musulmanes que formalmente se adherían a la nueva fe.

Los nombres islámicos eran en su mayoría desconocidos para los escri-banos que tenían la laboriosa tarea de anotar aquello que oían. Debido al di-vergente sistema fonético entre el árabe y el castellano debieron efectuar una transliteración aproximada y, en muchos casos, harto deficiente. Por ello, casi todos los nombres que figuran en la lista cuentan con más de una versión or-tográfica, incluso en el caso de los nombres más comunes. Aun para estos nom-bres más conocidos encontramos una infinita variedad ortográfica, lo que de-muestra que los escribanos generalmente no se remitieron a una versión homogénea –aunque igualmente arbitraria– de cada nombre, sino que inten-taron ser fieles, en la medida de lo posible, los fonemas que vocalizaban los bautizados. El ejemplo más extremo –aunque por otras razones– es el del nombre del profeta islámico, Mahoma/Muhammad, que en las nóminas figura con nada menos que 19 versiones distintas79.

La primera cuestión que debemos aclarar es quién concedió el nuevonombre cristiano a los granadinos en 1499-1500. En el caso de Santa Isabel, co-nocemos tanto la identidad del sacerdote que oficia el rito (el racionero Diegode Baeza), como el hombre que intervino como padrino (Juan de Medina);para San Salvador sólo conocemos al responsable del sacramento (el licencia-

77. Por ejemplo, en el asiento 151 encontramos, “Mahomad Xibili alvardero llamose Juan”; en elasiento 779, “Maçoda negra llamose Francisca”; en el 1254, “Hamete Yaça ollero casado de 28años, Bartolomé”; y en el 1283, “Axa muger de Juan Molinero, ella de 35 años, María”.

78. B. NEUNHEUSER, Historia de los dogmas. Bautismo y confirmación, Tomo IV, Cuaderno 2, Madrid,Biblioteca de Autores Cristianos, 1974, pp. 90-106.

79. El caso del nombre de Muhammad es excepcional debido en parte al carácter sagrado delnombre del profeta y la necesidad que existía de evitar la pronunciación formal de este ism parano invocar directamente al mensajero del Islam. Sobre esta cuestión y las variantes del nom-bre Muhammad ver F. de la GRANJA, «A propósito del nombre Muhammad y sus variantes enoccidente», Al-Andalus, 33, 1968, pp. 231-240. Ver también la discusión de esta cuestión enM. de EPALZA, «Bibliografía hispànica sobre Aràbia, Mahoma (Muhammad) i l’Alcorà», enM. de EPALZA, L’Alcorà. Traducció de l’àrab al català, introducció a la lectura i cinc estudis alcorànics,Barcelona, Proa, 2001, pp. 1008-1013.

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do de Parra). Es muy probable que fueran estos individuos los que otorgaronla inmensa mayoría de los nombres cristianos.

En algunos casos, encontramos ciertos comentarios que revelan la expre-sa voluntad del neófito de elegir su nombre: cinco en el elenco de nombresmasculinos80, y ocho en el femenino81. Además, se puede constatar que en cua-tro casos los nombres están tachados en la nómina y se especifica otro en sulugar82. Esta corrección no indica necesariamente que el bautizado no estuvie-ra conforme con el nombre y propusiera una alternativa en última instancia,pero es muy probable. De cualquier manera, son tan escasos los indicios de laintervención de los neófitos que, en líneas generales, induce a concluir que enla mayoría de los casos los nombres no eran elegidos por ellos mismos.

Debemos también considerar el relativo desconocimiento del idioma cas-tellano habida cuenta de la esporádica interacción que habrían tenido los gra-nadinos con los castellanos en los escasos ocho años transcurridos desde laconquista y en un contexto –el de Granada capital– donde los musulmanes se-guían siendo demográficamente mayoritarios. Estos factores habrían favorecidoun exiguo conocimiento de la onomástica cristiana por los oriundos de la ciu-dad y, debido a la relativa variedad de nombres castellanos que figuran en lasnóminas, debemos dar por hecho que los nombres de pila fueron impuestos casiexclusivamente por los castellanos que administraron el bautismo.

Al margen del nombre, en algunos asientos de la nómina también se pro-porcionó información –como hemos mencionado– relativa a otras característi-cas personales de los granadinos. Estos datos (sobre todo, los relacionados conlos oficios) no hubieran podido ser recabados sin que alguien mediara comotraductor, teniendo en cuenta que el castellano era desconocido hasta por al-gunos de los más estrechos colaboradores granadinos de los Reyes Católicos83.No hay mención a ningún trujamán en las nóminas de bautizos, pero éstas nosiempre recogían la noticia de todos los que estaban presentes en el sacramen-to. Posiblemente algunos de los que administraron el bautismo pudieron haberformado parte del equipo del arzobispo Talavera, quien se ocupó de que apren-dieran al menos los rudimentos de la lengua árabe para las misiones en Granada.De cualquier modo, no parece haber mediado una barrera lingüística adversa-mente en este multitudinario proceso que se llevó a cabo en muy pocos días.

Sin duda, el problema sobre la mediatización del nombre musulmán, seaen este caso de la conversión general de los granadinos o en las referencias de

80. Los asientos masculinos corresponden a [833], [954], [1137], [1143], [1162].81. Los asientos femeninos corresponden a [919], [934], [1126], [1139], [1140], [1149], [1160], [1234].82. Los cuatro asientos donde se encuentra el nombre tachado y reemplazado por otro corres-

ponden a [155], [412], [440], [978].83. A. GALÁN SÁNCHEZ, Los mudéjares del Reino de Granada, Granada, Universidad de Granada,

1991, p. 272.

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los mudéjares en documentos latino-romances de los reinos peninsulares, debeconsiderarse como factor potencial de distorsión onomástica84. Por ejemplo,cuando figura junto al ism, el sobrenombre en la nómina está compuesto deun solo elemento, reduciendo la larga cadena onomástica tradicional mera-mente a dos elementos, sin excepciones. No obstante, el debate sobre el nom-bre auténtico se tratará más adelante con respecto a los sobrenombres, que sonlos que pueden suscitar más sospecha de estar adulterados por el filtro de losescribanos castellanos.

El caso del repertorio del ism árabe de los granadinos nos proporcionaun retrato onomástico muy valioso por el mero hecho de reflejar de forma re-lativamente objetiva la realidad de una población que incluye ambos sexos ytodos los escalafones sociales, aspectos que obvian –por razones documentalesfundamentalmente– la mayoría de los estudios onomásticos árabes. El únicofactor que podría distorsionar la muestra es la emigración de parte de la po-blación desde 1492. Es cierto que aquéllos que optaron por salir del reino deGranada a raíz de la conquista de los Reyes Católicos, generalmente contaroncon los medios para hacerlo, aunque no hay que olvidar que en un primer mo-mento todos los que eligieron el exilio voluntario lo hicieron sin tener quepagar los costes de transporte marítimo según las condiciones estipuladas porlas nuevas autoridades castellanas85. Si bien la mayoría de la jassa partió en losprimeros años del dominio cristiano, hubo sectores de la elite administrativaque permanecieron al menos hasta el momento posterior a la conversión. Ensuma, habría que matizar que la muestra en cuestión, si acaso, adolece de cier-ta infra-representación de la clase vinculada a los linajes de la corte y quizás deuna ligera sobre-representación de las clases más humildes86; en cualquier caso,de toda la documentación que ha sobrevivido es probablemente la fuente másrepresentativa de lo que fuera la ‘amma nazarí en sus epígonos.

EL ANÁLISIS ANTROPONÍMICO DEL ISM ‘ALAM EN LA NÓMINA DE 1500

Como se puede constatar en el listado del ism masculino (cuadro 1), hayun total de 53 nombres originales, de los cuales 25 figuran más de una vez. Esposible que de los 28 restantes, algunos sean hipocorísticos o versiones de losnombres que no son fáciles de deducir con toda seguridad. Algunos de los

84. J.-P. MOLÉNAT, «L’onomastique tolédane…», p. 168; P. GUICHARD, op. cit., p. 121; y C. LALIENACORBERA, op. cit., p. 146.

85. M.A. LADERO QUESADA, Los mudéjares de Castilla en tiempos de Isabel I, Valladolid, Instituto “Isa-bel la Católica” de Historia Eclesiástica, 1969, p. 34.

86. Pese a esta cautela metodológica, el estudio de las referencias sobre los oficios de los indivi-duos de esta muestra proporciona un cuadro laboral muy variado donde predomina el ramoartesanal como era de esperar en una urbe musulmana de finales del siglo XV. Para el estudiodetallado de los oficios de esta población ver G. CARRASCO GARCÍA, op. cit., pp. 356-361.

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87. Los nombres que figuran en el cuadro incluyen las siguientes variaciones en la transliteración del árabe al castellano: Abraen incluye Abrahen, Abrahin, Abrahym, Abrayn. Hamete inclu-ye Hamet, Hamed, Amet, Amete. Abdalla incluye Avdal, Avdala, Avdalafe, Avdalla. Azen incluye Façen. Abulcaçin incluye Abulaçin, Bulcaçin, Bularçin, Bulcacim. Caçin incluye Caçen, Caçini. Çayd incluye Çayit. Çad incluye Çadi. Çali incluye Çale. Maçot incluye Maçod, Maçar, Maçote. Muça incluye Muza. Ubecar incluye Ubeque, Hobeque, Obacar. Yusuf incluye Yuçef. Yça incluye Ynça, Ynçafa. Mahomad incluye Mahama, Mahamad, Mahamat, Mahame, Ma-hamed, Mahamen, Mahamet, Mahoma, Mahomat, Mahomed, Mahomet, Mahuma, Mo-hamad, Mohamed, Muhamad, Muhamed, Muhamet, Muhoma. Se ha optado en el cuadro por la forma más común reflejada en las nóminas y entre paréntesis se ha incluido la versión árabe más próxima, aunque algunas equivalencias no dejan de ser dudosas.

Cuadro 1. Nombres masculinos árabes (ism ‘alam) de Granada (1500)87.

ISM ‘ALAM FRECUENCIA % ACUMULADO CASOS

39,31% 38,51 285

16,96% 56,27 123

14,07% 70,34 102

5,93% 75,97 43

4,69% 80,66 34

2,76% 83,42 20

2,76% 86,18 20

1,24% 87,42 9

1 Mahomad [Muhammad]

2 Hamet [Ahmad]

3 Ali [‘Ali]

4 Caçin [Qasim]

5 Abraen [Ibrahim]

6 Çad [Sa‘d]

7 Abdalla [‘Abd Allah]

8 Abulcaçim [Abu l-Qasim]

9 Farax [Faraŷ] 1,10% 88,52 8

10 Maçot [Mas‘ud] 1,10% 89,62 8

11 Yça [‘Isà] 0.83% 90,45 6

12 Ubecar [Abu Bakr] 0,69% 91,14 5

13 Muça [Musà] 0,55% 91,69 4

14 Yuçuf [Yusuf] 0.55% 92,24 4

15 Çali [Salih] 0,41% 92,65 3

16 Fadar [Fadl] 0,41% 93,06 3

17 Abulfar [Abu l-Bahar?] 0,28% 93,34 2

18 Adarramen [‘Abd al-Rahman] 0,28% 93,62 2

19 Azen [Hasan?] 0,28% 93,90 2

19 Faxer [‘Açir?] 0,28% 94,18 2

20 Canbili [Kamil?] 0,28% 94,46 2

21 Çayit [Sa‘id] 0,28% 94,74 2

22 Mançur [Mansur] 0,28% 95,02 2

23 Mofarax [Mufarriy] 0,28% 95,30 2

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nombres que figuran una sola vez –los hapax89– en algún caso pueden ser ape-llidos, sobrenombres, o incluso apodos. La concentración onomástica masculina que resulta del cómputo es de un nombre por algo menos que cada 14 varones.

88. Los siguientes 28 nombres aparecen exclusivamente en una sola ocasión (equivalen cada unoal 0,14% del total de los nombres de varón en la nómina): Abdulazis [‘Abd al-‘Aziz], Abelud[Abu’l-yumm?], Abrax [Abu ra’s?], Ala [‘Ala], Almoran [Marwan?], Anbar [‘Amr?], Azenez[¿?], Bancaliz [Bahiliz?], Bati [Badi?], Çuleman [Sulayman], Fala [¿?], Fuçey [Husayn?], Galid[Walid], Gedarreya [¿?], Hadan [Haddad?], Halib [Galib?], Hamerlen [¿?], Hay [Hayy?],Hubey [Hubab?], Macael [Mikayil], Mochs [¿?], Mulad [Mu‘ad

¯?], Patra [Badr?], Ximon

[Sim‘an], Xuay [Çuhayb?], Yala [Ya‘la], Yayey [Yahyà] y Yeyça [Ya‘iç?].89. El uso del concepto de hápax (o hapax legomenon) se utiliza en este estudio no en el sentido de

identificar un término –en este caso un antropónimo– único y desconocido por la tradición cul-tural de la que dimana, sino en el sentido más amplio de identificar un término que surge unasola vez dentro del corpus o la muestra que se maneja en un estudio concreto.

90. Los nombres que figuran en el cuadro incluyen las siguientes variaciones en la transliteracióndel árabe al castellano. Fatima incluye Fatyma. Axa incluye Ahaja, Aixa, Aja, Axe, Haxa,Haxe, Fax y Faxa. Omalfata incluye Omarfata, Omalfaate, Omarfate, Omalfate, Malfate, Mal-fad y Marfata. Marien incluye Merien y Mary. Omaleoli incluye Omale Oli, Omalaoli, Oma-roli, Omalioli, Omali, Omareoli, Omalyoli y Mabanli. Omalhazen incluye Omalfaçen, Omal-hasçen, Omalfazen, Omalazen, Omalaçen, Omalaçin Umafaçin, Malhaçen, Malfaze yMalfaçen. Zara incluye Sahara. Xança incluye Xançi, Xançe, Xençi, Xeunçe, Xemeçi y Xe-meçia. Çayda incluye Çeyda y Çayde. Bubarica incluye Bobarica y Buvalica. Mahabuva incluyeMuhabuva y Mafabuba. Equebil incluye Yquibil. Maçota incluye Maçoda. Omalhany contie-ne Homalfany y Mafany. Se ha optado en el cuadro por la forma más común reflejada en lasnóminas y se ha incluido entre paréntesis la correspondencia árabe más próxima.

ISM ‘ALAM FRECUENCIA % ACUMULADO CASOS

24 Omar [‘Umar] 0,28% 95,58 2

25 Reduan [Ridwan] 0,28% 95,86 2

Otros88 4,64% 100,00 28

Total 100,0% 725

Cuadro 2. Nombres femeninos árabes (ism ‘alam) de Granada (1500)90.

ISM ‘ALAM FRECUENCIA % ACUMULADO CASOS

1 Fatima [Fatima] 32,51% 32,51 224

2 Axa [‘Aiça] 31,35% 63,86 216

3 Omalfata [Umm al-Fath] 14,37% 78,23 99

4 Marien [Maryam] 4,50% 82,73 31

5 Omaleoli [Umm al-Walid] 2,76% 85,49 19

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91. Hay 24 nombres que figuran una sola vez (0,15% cada uno): Acorretalayny [Qurrat al-‘ayn], Afia [‘Afiya], Anesuna [‘Ayçuna], Auli [‘Alla], Bubaran [¿?], Çadaba [¿?], Cuesma [Qusayma?], Fafa [¿?], Fata [Fadl?], Fatia [Fatyan?], Fay [Fajr?], Foçayn [Futayma?], Guebiça [Kabira?], Hara [Hawr?], Humalez [Umm al-‘ayç], Jofar [Ya‘fara?], Muça [Muzna?], Munina [Maymuna?], Omaçat [Umm Sa‘d], Xiran [Çirin?], Xofuma [¿?], Zeny [Zaynab?], Zidal [¿?], y Zohor [Zuhayr?].

92. Los datos del cuadro han sido extraídos del listado onomástico efectuado por M.L. ÁVILA, La so-ciedad hispanomusulmana al final del califato (Aproximación a un estudio demográfico), Madrid, CSIC,1985, pp. 93-180. Son 1.132 nombres masculinos árabes de la época califal de al-Andalus desdela segunda mitad del siglo X al XI, extraídos de las obras de Ibn al-Faradi, Ibn Baçkuwal e ‘Iyad.Se han eliminado de la muestra los escasos nombres femeninos que figuran en el elenco.

ISM ‘ALAM FRECUENCIA % ACUMULADO CASOS

6 Omalhazen [Umm al-Hasan] 2,18% 87,67 15

7 Zara [Zahira] 1,60% 89,27 11

8 Xança [Çams] 1,60% 90,87 11

9 Camar [Qamar] 1,45% 92,32 10

10 Çayda [Sa‘ida] 0,87% 93,19 6

11 Bubarica [Mubarika] 0,58% 93,28 4

12 Equebil [al-Kabir] 0,44% 93,77 3

13 Mahabuva [Mahbuba] 0,44% 94,21 3

14 Omalhany [Umm al-hana?] 0,44% 94,65 3

15 Alia [‘Alyà] 0,29% 94,94 2

16 Fahua [Fahr?] 0,29% 95,23 2

17 Maçota [Mas‘uda] 0,29% 95,52 2

18 Omarida [Umm Ridà] 0,29% 95,71 2

19 Yamina [Amina?] 0,29% 96,10 2

Otros91 3,48% 99,58 24

Total 100,00% 689

Cuadro 3. Ism ‘alam masculinos de al-Andalus (siglos X-XI)92.

ISM ‘ALAM FRECUENCIA % ACUMULADO CASOS

1 Muhammad 20,85% 20,85 236

2 Ahmad 13,60% 34,45 154

3 ‘Abd Allah 8,75% 43,20 99

4 Sa‘id 4,95% 48,15 56

5 ‘Abd al-Rahman 4,33% 52,48 49

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ISM ‘ALAM FRECUENCIA % ACUMULADO CASOS

6 Yahyà 3,00% 55,48 34

7 Jalaf 2,74% 58,22 31

8 Ibrahim 2,56% 60,78 29

9 ‘Ali 1,68% 62,46 19

10 ‘Umar 1,59% 64,05 18

11 Sulayman 1,50% 65,55 17

12 ‘Abd al-Malik 1,50% 67,05 17

13 Yusuf 1,41% 68,46 16

14 Qasim 1,41% 69,87 16

15 ‘Isà 1,33% 71,20 15

16 Isma‘il 1,24% 72,44 14

17 ‘Abd al-‘Aziz 1,24% 73,68 14

18 Asbag 1,06% 74,74 12

19 ‘Utman 0,97% 75,71 11

20 Hiçam 0,88% 76,59 10

21 ‘Ubayd 0,88% 77,47 10

22 Musà 0,71% 78,18 8

23 Husayn 0,71% 78,89 8

24 Ishaq 0,62% 79,51 7

25 Hakam 0,62% 80,13 7

26 Hasan 0,62% 80,75 7

27 Marwan 0,62% 81,37 7

28 Walid 0,53% 81,90 6

29 Mas‘ud 0,44% 82,34 5

30 ‘Abbas 0,44% 82,78 5

31 Jalid 0,44% 83,22 5

32 Zakariyya’ 0,44% 83,66 5

Total 83,66% 947

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Resulta desproporcionadamente elevado que el primer nombre de la lista de ism masculino, Mahomad [Muhammad], sea llevado por el 39,31% de los va-rones de la nómina. Otras muestras onomásticas mudéjares del siglo XV re-velan una incidencia del nombre del profeta de entre el 12% para Ávila; el 20%para Toledo; el 28,17% para Lisboa; y el 33,86% para Aragón, si bien hay que tener en cuenta que muchas de estas muestras son muy reducidas y no siem-pre reflejan adecuadamente la población mudéjar. En cuanto a la muestra de la población andalusí de finales del siglo X e inicios del XI la incidencia del ism Muhammad es del 20,85%95.

93. Los datos están tomados del cuadro de J.-P. MOLÉNAT, «Mudéjars et mozarabes à Tolède du XIIe au XVe siècle», Revue du Monde Musulman et de la Méditerranée, 63-64, 1-2, 1992, p. 147, para los años que van desde 1401-1425, 1426-1450, 1451-1475 y 1476 a 1500 (las últimas cuatro co-lumnas). Se ha optado por incorporar todo el siglo XV en vez del último cuarto de siglo por la exigüidad de la muestra en cada una de las franjas temporales.

94. Los nombres que figuran una sola vez son, Omar, Lope, Hasis, Abdelasis, Haçan, Farax y Çayde.95. Para el caso de Ávila el dato está tomado de S. de TAPIA SÁNCHEZ, La comunidad morisca de

Ávila, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1991, p. 90. La muestra aragonesa viene de C.LALIENA CORBERA, op. cit., pp. 158-159. Ver el cuadro 3 para el dato andalusí, y el cuadro 4para el caso de los mudéjares toledanos que tampoco sobrepasan el 20%. El caso lisboetapuede resultar algo distorsionado al ser recabado el repertorio del ism también de los padresy abuelos que figuran en el nasab de los individuos en cuestión: ver F. LOPES DE BARROS, «TheIdentification of Portuguese…», p. 223.

Cuadro 4. Nombres masculinos de mudéjares de Toledo (1401-1500)93.

ISM ‘ALAM FRECUENCIA % ACUMULADO CASOS

1 Mahomad [Muhammad], 20,0% 20,0 39

2 Alí [‘Ali] 15,9% 35,9 31

3 Abrahem [Ibrahim] 15,9% 51,8 31

4 Hamete [Ahmad] 12,8% 64,6 25

5 Abdalla [‘Abd Allah] 11,8% 76,4 23

6 Yuçaf [Yusuf] 11,8% 88,2 23

7 Yahya [Yahyà] 3,6% 91,8 7

8 Ydam [Adam] 1,5% 93,3 3

9 Çali [Salih] 1,0% 94,3 2

1,0% 95,3 210 Iça [‘Isà],

11 Abderramen [‘Abd al-Raḥman] 1,0% 96,3 2

Otros94 3,7% 100,0 7

Total 100,0% 195

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Si añadimos la frecuencia de Muhammad a la del segundo ism más común en 1500, Hamet [Ahmad] con 16,96% de la muestra masculina, se cons-tata que más de la mitad de la población (el 56,27%) lleva estos dos nombres, que además proceden de la misma raíz árabe ḥmd. Estos dos nombres, con al-guna excepción, escasamente superan el tercio de la población masculina en las demás nóminas peninsulares de apelativos árabes (ver cuadros 3 y 4)96.

En general, se aprecia una alta concentración antroponímica para los va-rones granadinos en 1500 si se compara con la muestra andalusí y –lo que es más sorprendente– con la mayoría de las muestras mudéjares. Sólo cuatro ism de la nómina de 1500 (Mahomad, Hamet, Ali y Caçin) conforman las tres cuar-tas partes de la población masculina. Para alcanzar esta tasa es preciso reunir cinco nombres en la muestra mudéjar toledana, seis en la muestra lisboeta, ocho en la avilesa, y hasta 18 ism en la muestra andalusí del cambio de milenio97. Es más, la concentración onomástica neta de la nómina masculina es la más alta de todas las nóminas consultadas. Si el elenco masculino de 1500 incluye un nombre por cada 14 individuos, la ratio avilesa es de 1:12, la toledana y la lis-boeta es de 1:11 y la andalusí alcanza 1:7. Sólo la muestra aragonesa –con una proporción de un nombre por cada 23 individuos– supera a la ratio de 1500.

Si ya es complicado escrutar el rastro documental de musulmanes varo-nes en documentos medievales cristianos, aún más difuso es el de las muje-res (tanto en las fuentes cristianas como en las musulmanas): de ahí lo valiosode esta nómina de ism de 1500 (cuadro 2), con una muestra de 689 mujeres querepresentan un gran abanico social. El obstáculo con el que nos encontramos eneste caso es la escasez de puntos de comparación98.

La concentración antroponímica femenina es algo mayor que en la nó-mina de varones, un ism por cada 16 mujeres. Asimismo, la variedad de ism fe-menino es algo inferior al masculino con un total de 43 apelativos personalesde los que 19 son recurrentes y 24 constan en una sola ocasión. La concentración

96. Los mudéjares de Ávila son los que muestran menos incidencia de estos dos nombres (21%):S. de TAPIA SÁNCHEZ, op. cit. La excepción, de nuevo, la encontramos en el cómputo especialdel ism de los mudéjares lisboetas con un 41,26% del total: F. LOPES DE BARROS, «The Identifi-cation of Portuguese…». Asimismo, la muestra de Aragón supera ligeramente el tercio con un36,90%: C. LALIENA CORBERA, op. cit.

97. El caso aragonés es el único que se aproxima algo a la concentración granadina, aunque nollega a superarla. Los cuatro nombres más frecuentes de la muestra de Aragón alcanzan unatasa del 72,84%: C. LALIENA CORBERA, op. cit.

98. Los repertorios onomásticos árabes de mujeres mudéjares publicados son limitadísimos ynormalmente basados en una muestra insuficiente, por lo que de poco nos sirve utilizarloscomo contraste con la nómina de 1500. Por ejemplo, ver el caso de las mujeres mudéjares deLisboa y Évora en F. LOPES DE BARROS, «The Identification of Portuguese…», p. 225; o el casode Ávila con una muestra de 36 mujeres en S. de TAPIA SÁNCHEZ, op. cit., p. 80. Para la ono-mástica femenina andalusí como referente previo ver M. MARÍN, «Notas sobre onomástica ydenominaciones femeninas en al-Andalus (siglos VIII-XI)», Homenaje al profesor Darío CabanelasRodríguez, I, Granada, Universidad de Granada, 1987, pp. 37-52.

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de los dos primeros apelativos personales –Fatima [Fatima] y Axa [‘Aiça]–están muy igualados y acaparan casi las dos terceras partes de la nómina fe-menina (63,86%). Si contrastamos esta nómina con otra que recopiló Labarta de las moriscas valencianas (muy mediatizada y cronológicamen-te posterior a la prohibición del ism árabe), nos encontramos con que la con-centración onomástica es radical-mente superior a la nómina granadina de 1500, como era de esperar (1:66 com-parado con 1:16). Sin embargo, aunque los dos primeros ism femeninos valen-cianos coinciden con los granadinos, sorprende que su incidencia sea mayor en 1500 que entre las moriscas de Levante, cuya frecuencia conjunta es sólo de 46,11% (Fatima, 23,97%; y ‘Aiça, 22,14%)99.

¿UN CAMBIO DE MENTALIDAD EN LA SOCIEDAD NAZARÍ?

Cabe preguntarse por qué hubo tal concentración onomástica en las nó-minas árabes de 1500, y más concretamente en la nómina masculina. Por unlado, al contrario de lo que cabría esperar, su ratio es mayor que en la nóminaandalusí, compuesta esencialmente por sabios e individuos de cierta promi-nencia social; por otro, más sorprendente aún, supera incluso la ratio de lasmuestras de mudéjares castellanos y portugueses, cuyas poblaciones ya habíansucumbido a una fuerte aculturación. Este dato puede sugerir un cambio pa-radigmático en la mentalidad granadina a lo largo del siglo XV.

No sería extraño dado que desde principios del siglo XV hubo un recru-decimiento del acoso militar castellano hacia el emirato de Granada que posi-blemente dio lugar a la paulatina concienciación, por parte de la poblacióngranadina, de su ineludible extinción política100. Si la identidad colectiva nazarípasaba íntimamente por su adscripción al Islam, no sería descabellado pen-sar que, debido a la propaganda militar castellana –a menudo infundida deuna retórica religiosa de guerra santa y hasta de cruzada al igual que la répli-ca nazarí elaborada en los mismos términos para contrarrestarla– los grana-dinos se reafirmaran en ciertas señas de identidad inmanentes de su fe.

Si nos basamos en la clásica –aunque polémica– teoría de Bulliet sobre larelación directa del ism en la afirmación de la adherencia de un colectivo a la re-ligión islámica, hemos de pensar que un cambio antroponímico en el siglo XVconstituye una evolución factible dada la sensación de asedio político a la vezque religioso. Basándose en la incidencia de los nombres más vinculados a losprimeros protagonistas del Islam (como Muhammad, Ahmad, ‘Ali, al-Hasan y

99. Esta mayor concentración antroponímica femenina de la nómina granadina se repite hastaentre los cinco nombres más comunes (85,49% acumulado) comparado con el repertorio mo-risco valenciano (80,33% acumulado). A partir del sexto nombre la concentración relativa seva igualando y luego se ve superada por la nómina valenciana: A. LABARTA, La onomástica delos moriscos…, p. 61.

100. R. ARIÉ, L’Espagne musulmane au temps des Nasrides (1232-1492), Paris, 1973, pp. 417-420.

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al-Husayn), Bulliet estableció unas curvas de lo que denomina conversión sociala la nueva religión de poblaciones sometidas a la expansión islámica101. En su es-tudio de al-Andalus, afirmó que el punto álgido de la curva se alcanzaría entrelos años 1200 y 1300 con un 70 a 75% de la población masculina que adoptaríaestos cinco ism, después del cual el porcentaje se mantendría más o menos cons-tante102. Pese a las críticas que se puedan esgrimir contra su hipótesis –sobretodo en relación a la muestra onomástica adoptada– el origen de la motivaciónde esa transformación onomástica se puede considerar válido, aunque no ne-cesariamente tengan que ser exclusivamente estos cinco ism seleccionados losmás representativos de ese cambio. De cualquier manera, si hacemos el cómputode estos cinco ism en la nómina de 1500 resulta que se aproxima, con el 69,33%,a la cresta que estableció en su gráfico para todo el siglo XIII103. Más que indicartasas de conversión social, en este caso estaríamos ante una reafirmación de lasseñas de identidad de un colectivo. De nuevo, si establecemos puntos de com-paración con otras nóminas mudéjares del siglo XV encontramos que la nómi-na de granadinos supera una vez más la tasa de todas las demás: Ávila con un42%, Toledo con un 49,2%, Aragón con menos del 55%, y Lisboa con un 57%104.

Cabe preguntarse si la percepción de acoso religioso entre los mudéjares pe-ninsulares no fue tan pronunciada como aquélla que caló en la mentalidad de los nazaríes. Los mudéjares durante el siglo XV (al menos en el caso castellano y aragonés), más que recibir presiones para renunciar al Islam y convertirse al Cristianismo, fueron sometidos si acaso a medidas de apartamiento cultural–como la prohibición de llevar un nombre cristiano– precisamente para reforzarsu diferencia étnico-religiosa porque los cristianos temían que se asimilaran y pu-dieran confundirse con la mayoría. Dicho de otro modo, no se combatió espe-cíficamente contra el Islam en las aljamas de los reinos hispánicos y, por consi-guiente, los cristianos no proporcionaron una causa de reacción que robustecierala identidad musulmana de los mudéjares105. No obstante, quizás sería osado su-poner que la acendrada aculturación de los mudéjares podría haber empezadoa reflejarse en un menor apego al credo islámico como fundamento de su iden-tidad social. Indudablemente se requieren más estudios –y no sólo de índoleonomástico– para poder determinar este hipotético extremo.

101. R.W. BULLIET, Conversion to Islam in the Medieval Period. An Essay in Quantitative History, Bos-ton, Harvard University Press, 1979, especialmente los capítulos IV y VI.

102. Para el caso del Islam peninsular, Bulliet argumenta que el último aumento de estos cinco ape-lativos islámicos se debe a “...a second surge of popularity resulting from the accelerating Christianreconquest of Spain and the strong feeling it aroused that one should openly proclaim one’s Muslim iden-tity”, ibídem, p. 119.

103. Ibídem, capítulo X, y específicamente el gráfico 21, p. 118.104. Ver referencias en nota 95.105. M.A. LADERO QUESADA, Los mudéjares de Castilla y otros estudios de historia medieval andaluza, Gra-

nada, Universidad de Granada, 1989, pp. 80-81.

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EL ANÁLISIS ANTROPONÍMICO DEL NOMBRE CRISTIANO EN 1500

En lo que respecta a los nombres romances de los granadinos conversos,no hay que perder de vista que son nombres impuestos por cristianos viejos enun acontecimiento multitudinario y que su trascendencia como factor de acul-turación es menor que el nombre castellano dado por los propios moriscos enlas siguientes generaciones a su prole. No obstante, su importancia radica enque constituye una muestra de referencia a comparar con las nóminas moris-cas posteriores (1569), como veremos más adelante; asimismo es el punto departida de una evolución antroponímica concreta que revela algunas de lasmotivaciones y la dirección que tomaría la política de conversión forzosa decientos de miles de musulmanes en el recodo del siglo XV al XVI.

Sólo un nombre, Juan, aglutina a un cuarto de la población masculina dela muestra de 1500 (ver cuadro 5). Un total de cinco nombres son conferidos amás de las tres cuartas partes de la población masculina (además de Juan, estánFrançisco, Alonso, Fernando y Pedro). Si contrastamos este repertorio con losnombres de viejo-cristianos para el último cuarto del siglo XV, constatamosque diez nombres ocupan casi el 69% en el caso de Sevilla (ver cuadro 7), cifraconsiderablemente mayor que en la nómina de 1500, donde sólo cuatro nom-bres aglutinan ese mismo porcentaje. En otra nómina de cristianos viejos deCórdoba del siglo XV, esa diferencia disminuye ligeramente –son seis los nom-bres que ocupan más de dos tercios de la población– pero el stock es notable-mente mayor: 55 nombres para Córdoba comparado con 32 nombres para losgranadinos, a pesar de contar ésta con una muestra mayor106.

106. M.C. AGUILERA CASTRO, «Los nombres de los cordobeses en la segunda mitad del siglo XV»,en La Vida Cotidiana en la España Medieval. Actas del VI Curso de Cultura Medieval, Madrid,1998, pp. 247-257.

Cuadro 5. Nombres castellanos de moriscos de Granada (1500).

NOMBRE FRECUENCIA % ACUMULADO CASOS

1 Juan 25,10% 25,10 196

2 Françisco 16,52% 41,62 129

3 Alonso 16,26% 57,88 127

4 Fernando 10,88% 68,76 85

5 Pedro 6,27% 75,03 49

6 Gonçalo 4,74% 79,77 37

7 Diego 4,23% 84,00 33

8 Martyn 3,59% 87,59 28

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107. Seis son los nombres que figuran tres veces cada uno (0,38%): Adan, Álvaro, García, Gaspar,Myguel y Sancho. Sólo un nombre, Geronymo, figura dos veces (0,26%). Asimismo, contamoscon otros 11 nombres cristianos que se conceden en una sola ocasión (equivale al 0,13% del totalde nombres varones): Benyto, Bernardino, Carlos, Domingo, Jorje, Lope, Lorenzo, Marcos,Nuño, Sebastian e Yñigo.

108. Figuran otros seis nombres con una sola mención (equivalente al 0,14%): Antonia, Barbara, Bio-lante, Giomar, Luzia y Ursula.

NOMBRE FRECUENCIA % ACUMULADO CASOS

9 Anton 1,79% 89,38 1410 Cristoval 1,79% 91,17 1411 Rodrigo 1,66% 92,83 1312 Bartolome 1,28% 94,11 1013 Luys 1,02% 95,13 814 Andres 0,90% 96,03 7

Otros107 3,97% 100,0 31

Total 100,0% 801

Cuadro 6. Nombres castellanos de moriscas de Granada (1500).

NOMBRE FRECUENCIA % ACUMULADO CASOS

1 Leonor 29,86% 29,86 2062 Marya 22,17% 52,03 1533 Catalina 18,26% 70,29 1264 Ysabel 15,94% 86,23 1105 Juana 3,77% 90,00 266 Françisca 3,04% 93,04 217 Elvyra 2,46% 95,50 178 Beatris 0,87% 96,37 69 Ana 0,72% 97,09 5

10 Ynes 0,58% 97,67 411 Marina 0,43% 98,10 312 Mençia 0,43% 98,53 313 Aldonça 0,29% 98,82 214 Elena 0,29% 99,11 2

Otros108 0,84% 99,95 6

Total 99,95% 690

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Esa elevada concentración se acentúa aún más entre los nombres de pila de las mujeres granadinas. Sólo los dos primeros nombres, Leonor y María, acaparan más de la mitad de la población de la muestra, mientras que para alcanzar ese mismo porcentaje entre los cristianos viejos se precisan cuatro nombres en el caso sevillano y cinco para la muestra de Córdoba. La ratio de concentración antroponímica es de un nombre por cada diez mujeres de la muestra cordobesa, mientras que alcanza un nombre por cada 34 mujeres entre los nombres otorgados durante la conversión de Granada.

Es indudable que las modas onomásticas de la población cristiana fue-ron consciente o inconscientemente reproducidas por los que oficiaron el bau-tismo de esta primera generación de moriscos granadinos. El caso más singu-lar es el de los nombres más frecuentes de las mujeres que reflejan –como yaremarcó Ladero Quesada– el de la familia real, incluyendo la reina Isabel y lasinfantas Juana, Catalina, Isabel y María109.

Si bien el orden de los nombres proporcionados a los granadinos y a las granadinas no coinciden exactamente con la onomástica cristiana tradicional de finales del siglo XV, tienden a ser los habituales si hacemos caso omiso de ciertos hapax anecdóticos. La reducción onomástica probablemente responde al factor re-petitivo causado por el hecho de que uno o pocos individuos fueran responsables de adjudicar un nombre para cada neófito que asistiera al bautismo a lo largo de uno o varios días. Pese a contar con otros responsables del bautismo, la conver-sión en la parroquia granadina de San Gregorio estudiada por Ladero Quesada muestra un acervo y frecuencias relativamente similares a las que se han calcu-lado en nuestra nómina de las parroquias de Santa Isabel y San Salvador, por lo que el proceso de cambio antroponímico parece haber sido constante en la ciu-dad de Granada a inicios de 1500110. Asimismo, no hay constancia de una tasa des-proporcionada del nombre del propio padrino (en las escasas ocasiones que se co-noce) en las distintas parroquias de la nómina, como sin embargo insisten algunos investigadores para otros procesos de conversión111.

109. M.A. LADERO QUESADA, «Los bautismos de los musulmanes…», p. 504. Aunque el nombremás común entre las moriscas –el de Leonor– no se encuentre entre las hijas de los Reyes Ca-tólicos, no hay que perder de vista que fue un nombre muy habitual entre la realeza hispánicadurante gran parte de la Edad Media, y en 1498 nacería la primogénita de la infanta Juana yel Archiduque de Austria, Felipe, y recibiría precisamente el nombre de Leonor.

110. Ibídem, pp. 502-503.111. B. VINCENT, «El nombre cristiano de los moriscos», en Minorías y marginados en la España del siglo

XVI, Granada, Diputación provincial de Granada, 1987, pp. 39-40; M. ROMERO SÁIZ, Mudéjares y mo-riscos en Castilla-La Mancha. Aproximación a su estudio, Cuenca, Editorial Llanura, 2007, pp. 136-137. El caso más claro donde el nombre de uno de los testigos del bautismo influye decisivamenteen la selección antroponímica y distorsiona los porcentajes con respecto a otras nóminas es la dela diócesis de Guadix en 1501. El nombre de Luys (poco frecuente entre los castellanos) es el máscomún entre los conversos, y Luysa (aún más raro) es el segundo en proporción entre las conversas.No es de extrañar que uno de los tres testigos se llame Luis Biamonte: ver C.J. GARRIDO GARCÍA, «Elestablecimiento de la estructura eclesiástica en el Reino de Granada como condicionante de las con-versiones mudéjares. El caso de la Diócesis de Guadix», Actas del VIII Simposio Internacional deMudejarismo, vol. I, Teruel, Centro de Estudios Mudéjares, 2002, pp. 596 y 600-604.

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A pesar de un relativo alto grado de homonimia entre los conversos, noparece que mediara un intento de etiquetar a los nuevos conversos con unmarcador onomástico. Igualmente, puede descartarse una lógica conscienteen la adjudicación de nombres cristianos vinculados de alguna manera al ismárabe. Sin embargo, a partir de cruces estadísticos entre el ism y el nombre depila, se ha podido determinar que ciertos apelativos personales árabes inducena los sacerdotes o escribanos a asignar preferentemente ciertos nombres sobreotros, aunque probablemente de forma inconsciente114. Ocurre algo similar con

112. Los datos del cuadro han sido extraídos de F. GARCÍA FITZ y J.M. MIURA ANDRADES, «Los ana-les de don Diego Ortiz de Zúñiga. Un análisis de la onomástica medieval sevillana», Actas delII Congreso de Historia de Andalucía, Historia Medieval, Córdoba, 1994, p. 194. Se han utilizadolos datos de la columna 10 del cuadro I-1, correspondientes a los nombres masculinos sevi-llanos de 1475 a 1500 y se han reordenado de mayor a menor frecuencia.

113. Desgraciadamente los datos sobre los nombres y las frecuencias del elenco antroponímicorestante no han sido divulgados en la publicación de García Fitz y Miura Andrades.

114. Un individuo con el ism de Çayda tiene un 50% de posibilidades de que le otorguen el nom-bre de Catalina, mientras que en la nómina general este nombre de pila apenas supera el18%. Asimismo, un individuo con el ism de Yça tiene un 60% de probabilidades de que lebauticen con el nombre de Juan cuando éste apenas supera el 25% en la nómina. No obstan-te, debido a la exigua frecuencia de estos ism, las discrepancias se pueden achacar al azar.

Cuadro 7. Nombres masculinos y femeninos de Sevilla (1475-1499)112.

C-7a NOMBRE FRECUENCIA % ACUMULADO C-7b NOMBRE FRECUENCIA % ACUMULADOMASCULINO FEMENINO

1 Juan 16,2% 16,2 1 María 18,2% 18,2

2 Pedro 15,3% 31,5 2 Leonor 13,9% 31,2

3 Alfonso 9,9% 41,4 3 Isabel 10,7% 41,9

4 Fernando 8,4% 49,8 4 Beatriz 8,6% 50,5

5 Diego 8,1% 57,9 5 Juana 8,6% 59,1

6 Francisco 4,5% 62,4 6 Catalina 7,5% 66,6

7 Rodrigo 2,3% 64,7 7 Inés 6,4% 73,0

8 Enrique 2,3% 67,0 8 Constanza 4,3% 77,3

9 Gonzalo 1,8% 68,8 9 Teresa 3,2% 80,5

10 García 1,0% 69,8 Otros 18,6% 99,1

11 Alvar 1,0% 70,8

12 Martín 0,6% 71,4

13 Sancho 0,6% 72,0

Otros113 28% 100,0

Total 100,0% Total 99,10%

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la elección del nombre por parte del oficial cristiano en función de la edad delgranadino, aunque de nuevo no parece formar parte de un plan premedita-do, sino del poder sugestivo personal del oficial que media en dicha elección115.

Hasta cierto punto, parece que sí rechazaron la trasnominación, es decir,pasar de un ism árabe a su equivalente castellano, a pesar de ser teológica-mente lícito. Por ejemplo, nombres como Ibrahim, Yusuf, Yahyà y Maryam te-nían sus equivalentes castellanos en Abrahán, José, Juan o María respectiva-mente. Las autoridades eclesiásticas probablemente eran conscientes de laimportancia que escondía el nombre como poderoso receptor de identidad.En este caso, puede verse la expresa voluntad por romper todo vínculo entre elantiguo nombre y el nuevo, o de borrar toda conciencia religiosa y evitar lametonimia, es decir, impedir que el nuevo nombre evocara de alguna forma eloriginal arraigado en la tradición islámica116.

Más adelante, abordaremos el análisis de los sobrenombres castellanos y árabes de la nómina de 1500 y los compararemos con las nóminas de 1569 para poder aprehender la evolución onomástica y avanzar alguna hipótesis sobre la autenticidad del uso onomástico árabe según se reconoce y transmite en la documentación cristiana.

EL PROBLEMA DE LA FIJACIÓN DEL NOMBRE CRISTIANO

El nombre que se le otorga al neófito, al no parecer fijado –es decir, asu-mido como la identidad onomástica del individuo en cuestión– desde el origen, y al estar en competición con el ism islámico, puede verse alterado con respecto a la forma asignada inicialmente. El morisco que participaba del doble sistema de apelativo, como se conoce por los testimonios inquisitoriales, en ciertas oca-siones no se acordaba de su nombre o el de sus familiares. Vincent ha rastrea-do los procesos de Valencia y ha encontrado decenas de casos en los que el nombre cristiano ha caído totalmente en el olvido117. No hay que descartar que

115. Los individuos que llevan el nombre de Juan tienen una media de 36 años, mientras que losque portan el nombre de Fernando tienen una media de sólo 18 años. Asimismo, para la ono-mástica femenina, los individuos que adquieren el nombre de Juana tienen una media de 69años, y sin embargo a los que se les impone el nombre de Catalina no superan los 24 años.

116. Vincent ya se inclinó originalmente por esta hipótesis: “...obtengo la impresión, a confirmaro no, de que el nombre cristiano impuesto a los moriscos está desligado casi por completo dela fe musulmana y de la herencia familiar”. B. VINCENT, «El nombre cristiano…», p. 41. No obs-tante, en el contexto de la conversión de los mudéjares de Castilla, Molénat sí considera que pudo existir cierta metonimia al menos entre aquellos individuos que pudieron elegir su pro-pio nombre. La evocación antroponímica en el ejemplo que presenta de los conversos de Ávila no hace referencia al nombre original del individuo que recibe el bautismo, sino más bien a un nombre que evoca otro nombre musulmán como es el caso de Lope/Lubb (aunque a nuestro modo de ver no deja de ser un caso aislado que pudiera explicarse por otros facto-res): J.-P MOLÉNAT, «À propos des noms…», pp. 548-549.

117. B. VINCENT, «El nombre cristiano…», pp. 41-43.

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en otros casos en que proporcionan un nombre cristiano, en realidad se esténinventando uno nuevo en caso de fallarle la memoria para evitar delatarseante las instancias inquisitoriales118. La transformación antroponímica de los mo-riscos a lo largo del siglo XVI debe tener este factor en cuenta, especialmente,como veremos más abajo, en el caso específico de las mujeres moriscas.

El sistema onomástico dual practicado por los mozárabes y en algunoscasos por mudéjares, como hemos visto, tiene solvencia cuando existe la vo-luntad no coercitiva de su uso. Por el contrario, en el caso morisco, el nombrecristiano era considerado, al menos por los cripto-musulmanes, como una im-posición ajena a su cultura y a pesar de la amenaza de la Inquisición, no pare-ce haberle preocupado a un importante número mantener la máscara ono-mástica conservando su apelativo cristiano sólo en la memoria.

Hasta para los viejos cristianos el nombre otorgado durante el bautismono es más que un nombre teórico en muchos casos, susceptible de múltiplestransformaciones en el uso cotidiano y difícilmente reparable en la documen-tación oficial como advirtió Klapisch-Zuber en el caso de los nombres de laToscana durante los siglos XIV y XV119.

Por otra parte, la teoría de Sublet sobre el velo del nombre árabe hace hin-capié en la tendencia que existe entre los musulmanes de llevar apelativos per-sonales alternativos al ism, precisamente para protegerlo. No había que pro-nunciar este ism por temor a desgastarlo; de ahí que se fomentara el uso de otros elementos onomásticos como la kunya, el laqab, o incluso otros ism. Quizás, con el paso del tiempo, los moriscos no consideraron tan perju-dicial un cambio antroponímico que impidiera al cristiano viejo desgastar el ism auténtico y clan-destino del converso. Aunque sea algo meramente especu-lativo, no es imposible que el nombre cristiano fuera asumido eventualmente como un tipo de velo del nombre árabe utilizado en público120.

LAS FADAS Y EL RITO DE LA DESCRISTIANIZACIÓN

La imposición del nombre en el mundo musulmán viene acompañadade un rito que, pese a no figurar en el Corán, sí forma parte de la Sunna y se cla-

118. Ciertos casos muestran duda al pedirles durante el proceso su nombre cristiano: “CatalinaPayot... declara que su hija se llama Futey y de cristiana no sabe el nombre y luego dixo que sellama Esperança...”, ibídem, p. 41.

119. C. KLAPISCH-ZUBER, «Quel Moyen Âge pour le nom?», en M. BOURIN, J.-M. MARTIN y F. MENANT,L’anthroponymie..., pp. 475-476.

120. “C’est pour préparer l’enfant au moment où il sortira du milieu familial que les parents ont le souci delui donner des noms qui serviront de <substituts> au ‘ism’, en particulier ‘kunya’ et, pour les garçonsdes surnoms à résonance religieuse composé avec al-dîn, et pour les filles parfois un surnom composéavec sitt (<dame>) ou des noms de substitution, c’est-à-dire plusieurs sortes de ‘ism’”, J. SUBLET, Le voiledu nom, pp. 191-192.

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sifica teóricamente como un acto religioso121. Esto venía a ser conocido por losmoriscos como las fadas122, basadas en una serie de rituales que incluían nosólo la elección del nombre del neonato, sino también su consagración a Dioscomo en el caso del bautismo cristiano123. De hecho, los moriscos cripto-mu-sulmanes reconocían que el ritual de las fadas era preceptivo según la tradi-ción y que existía un paralelismo con el bautismo cristiano, tal como nos rela-ta el Mancebo de Arévalo en sus enseñanzas aljamiadas124. No obstante, Bullietasevera que en el mundo musulmán no hubo un rito de adopción del credo conla importancia y solemnidad del bautismo cristiano. Un individuo se convier-te al Islam pronunciando las ocho palabras de la profesión de fe –la sahada– sinnecesidad de la presencia específica de una autoridad espiritual125.

Lo que los mudéjares y moriscos llamaban fadas era aquello que se co-nocía desde época pre-islámica como tasmiyat al mawlud, la imposición delnombre al neonato seguido de la profesión de la fe en tiempos islámicos, quese dividía originariamente en dos ceremonias: el tah· nik, en que se frotaba undátil en el paladar del neonato –práctica que, con el tiempo, cayó en desuso enel mundo islámico– y la ‘aqiqa, donde se cortaba un mechón de pelo del bebéy se donaba su peso en plata u oro, se sacrificaba un animal y se celebrabaun banquete126.

En la Castilla medieval las autoridades de las aljamas islámicas hicieronhincapié en la importancia de no perder estas tradiciones, que fueron roman-ceadas al menos desde el siglo XV debido al escaso conocimiento de árabe porparte de los mudéjares asentados en tierras castellanas. Esto es lo que difundeel preeminente alfaquí de Segovia, Iça de Gebir, que entre otras cuestionessobre el Islam nos habla de la importancia de imponer el nombre musulmán al

121. Aunque el rito como tal no figura en el Corán, sí encontramos referencias atribuidas al profetaMahoma en el hadit

¯sobre la necesidad de otorgar el ism y él mismo se ocupó de elegir los

ism de los recién nacidos y de los conversos al Islam; ver J. SUBLET, Le voile du nom, p. 23. Asi-mismo, se atribuye también al profeta la siguiente frase: “El día del Juicio Final se os llamarápor vuestros nombres y por los nombres de vuestros padres –por lo tanto elijan nombres be-llos y llenos de gracia–”, traducción española de la cita publicada en A. SCHIMMEL, op. cit., p. 14.

122. Para la etimología del término fadas, Bramón argumenta que proviene del latín fatum, an- tes que del árabe hadîya, regalo: D. BRAMÓN, «El rito de las fadas, pervivencia de la ceremonia pre-islámica de la ‘Aqiqa», en A. TEMIMI (ed.), Las prácticas musulmanas de los moriscos andalu-ces (1492-1609), Zaghouan, Centre d’Études et de Recherches Ottomanes, Morisques, de Do-cumentation et d’Information, 1989, p. 37.

123. P. LONGÁS, La vida religiosa de los moriscos (facsímil de la edición de 1915), Granada, Archi-vum, 1990, pp. 256-261.

124. “Los kiristiyanos kedaron kon-el batismo i la bendissiyyón rrélika. I los mmusliymes dan las buwenasfadas kes la bestiduwra alrrah· mosa y-es akto de peresebto ssunal...”, Mancebo de Arévalo, Tratado[Tafsira], edición y estudio de M.T. Narváez Córdova, Madrid, Editorial Trotta, 2003, p. 153.

125. R.W. BULLIET, op. cit., p. 33.126. L. CAETANI y G. GABRIELI, op. cit., pp. 62-65; y F. PAREJA, Islamología, 2 vols., Madrid, Razón y Fe,

1952-1954, p. 547.

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recién nacido al octavo día después del parto: “...es la orden de como se han defazer las fadas de las criaturas y el meter el nombre al nascido y á quien sehará muzlim ó á quien no le an metido nombre”127.

A pesar de que a menudo las indicaciones sobre la tasmiya iban seguidasde la obligación de la circuncisión masculina, y a pesar de que a veces llegabana fundirse en un mismo precepto128, estas dos ceremonias eran independien-tes129. Bien es cierto que en la época morisca se siguió celebrando la tasmiyapues algunos testimonios han llegado hasta nosotros; sin embargo, ya no seefectuaba en la mezquita como era tradición, sino en el seno de las casas mo-riscas. El ritual se adaptó ligeramente para contrarrestar el bautismo cristianoprevio, por el que la mayoría de neonatos tuvieron que pasar. A la tasmiya se leañadió un ritual para purificar al niño limpiando la crisma ungida con el fin decontrarrestar el aura del agua bendita impuesta por el sacerdote cristiano, antesde llevar a cabo la ceremonia islámica propiamente dicha.

En su estudio sobre los procesos de la Inquisición de Cuenca contra los mo-riscos, García-Arenal llega a constatar que las fadas se convierten en un acto cuyo propósito principal es deshacer los efectos del bautismo además de elegir el nuevo nombre islámico del neófito130. Asimismo, Caro Baroja ya había avanzado en su es-tudio clásico sobre los moriscos granadinos que, después del bautismo, al niño le hacían pasar por un “rito moruno” para “descristianizarle”131. Contamos igual-mente con la concepción escorada –pero no por ello menos reveladora– que tenían

127. “...Tomarás al nascido á tu mano, la izquierda i tú de cara del alquibla y dezirle es el pergüe-no en el oido derecho y el alicama en el isquierdo y despues tomale alguaddo y ataharalo y me-tanle rropas linpias y pregunten que nonbre a de tener y dezirle an el pregüeno otra vez en eloido derecho y á cada palabra responderán los que estarán presentes con el nonbre del nasci-do ó nascida. Despues dezirle an el alicama en su oido el esquierdo y por lo mesmo responde-rán los que estan presentes con el nonbre de la criatura; y despues leerán sobre la cabesa de lacriatura el hizbe de Yas una vez y inna inzilnahu...” en Iça de Gebir, «Suma de los principalesmandamientos y devedamientos de la ley y çunna», en P. de GAYANGOS (ed.), Memorial Histó-rico Español. Colección de documentos, opúsculos y antigüedades, Tomo V, Madrid, RAH, 1853, p. 331.

128. Ibídem, pp. 331-332: Iça de Gebir titula el capítulo XXXIV, «De las fadas buenas y çircunsiçio-nes». También es el caso de la visión cristiana vieja del siglo XVI, de la que contamos con el tes-timonio de Mármol Carvajal en el que asocia el otorgamiento del nombre con la circuncisión:“Cuando habian baptizado algunas criaturas, las lavaban secretamente con agua calientepara quitarles la crisma y el olio santo, y hacian sus cerimonias de retajarlas y les poníannombres de moros...”. Ver L. del MÁRMOL CARVAJAL, Historia del rebelión y castigo de los moris-cos del reino de Granada, 1600 (ed. facsimil de 1991), p. 60.

129. Longás constata que los procesos inquisitoriales mencionan que la circuncisión que tradicio-nalmente se efectuaba al bebé a los ocho días, es decir al tiempo de las fadas, se pospuso hastalos ocho años: ver P. LONGÁS, op. cit., pp. 262-63.

130. M. GARCÍA-ARENAL, Inquisición y moriscos. Los procesos del tribunal de Cuenca, Madrid, SigloXXI, 1978, p. 57.

131. J. CARO BAROJA, Los moriscos del reino de Granada, Madrid, Alianza Editorial, 2003 (obra publi-cada originalmente en 1957), p. 113.

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los cristianos viejos contemporáneos sobre estas actividades clandestinas y coin-ciden en acusar a los moriscos de desbautizar a los neófitos132.

Parece ser que un número considerable de moriscos concibieron las fadas,no tanto como una ceremonia de afirmación de la fe islámica sino de neutrali-zación del credo cristiano. Para mostrar el pensamiento religioso comparativode los moriscos, Epalza saca a colación unos textos pedagógicos de dos cripto-musulmanes, Ibrahim Taybili y Ahmad al-Hanafi, exiliados en Túnez. Estosautores esgrimen unos paralelismos contrastando una práctica cristiana consu correspondiente islámico, dejando así relucir las divergencias entre las dosreligiones (con la norma islámica triunfando airosamente). De ellas, la dicoto-mía que queremos destacar aquí es la oposición que establecen entre el bau-tismo cristiano por una parte y la circuncisión por otra, en vez de la tasmiyacomo uno esperaría133.

Estos reveladores contrastes refuerzan la hipótesis de que las fadas se con-cibieron más como un acto de reacción contra la religión impuesta que comouna afirmación propiamente dicha de la identidad musulmana en todos sus as-pectos. Es plausible que el rito que rodea el otorgamiento del nombre musul-mán adoptara un sesgo consciente de contraataque al impuro rito del infiel.Difícilmente sabremos hasta qué punto era compartida esta visión por la ma-yoría de los moriscos granadinos. No obstante, el elevado número de referen-cias documentales sugiere una amplia difusión de esta actitud y podría ser de-terminante para entender cómo asumieron los moriscos la onomástica cristianaen el seno de su comunidad.

EL DIMORFISMO SEXUAL EN LA ONOMÁSTICA

MORISCA DE 1569

En líneas generales, no hay duda de que el acervo onomástico masculino castellano tiende a ser más extenso que el femenino tanto para el mundo ba-jomedieval como para el moderno (algo parecido se puede deducir de la onomástica árabe)134. Asimismo, si comparamos la evolución de las listas moris-cas de 1500 para ambos sexos con las de 1569 en Granada cabe esperar un in-

132. Un buen ejemplo lo encontramos en la obra de teatro clásico, Los moriscos de Hornachos, dondevarios personajes usan el término desbautizar para referirse a las fadas: ver J. FERNÁNDEZ NIEVA,«La comedia Los moriscos de Hornachos. Contenidos ideológico-rituales», en A. TEMIMI (ed.), op.cit., p. 84.

133. M. de EPALZA, «Rites musulmans opposés aux rites chrétiens dans deux textes de morisquestunisiens: Ibrahim Taybili et Ahmad al-Hanafi», en A. TEMIMI (ed.), op. cit., p. 73. Esta dicoto-mía también fue remarcada previamente por L. CARDAILLAC, Morisques et chrétiens. Un affron-tement polémique (1492-1640), Paris, Klincksieck, 1977, pp. 314-315.

134. Ver los diversos repertorios recogidos en este estudio.

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cremento palpable de la variedad antroponímica para los nombres moriscos deambos sexos, manteniendo ese diferencial entre el stock de nombres masculinosy femeninos. Recordemos que los nombres de los primeros moriscos granadi-nos en 1500 fueron impuestos por los artífices del bautismo masivo con una con-tribución meramente anecdótica por parte de algunos afectados. Después decasi siete décadas viviendo como cristianos –aunque fuera para muchos sólo deforma nominal– sería lógico que el paso de las generaciones acercara el elencoonomástico de los cristianos nuevos al de los cristianos viejos.

Si contrastamos los cuadros de los nombres castellanos, masculinos y fe-meninos, de la nómina de 1500 (cuadros 5 y 6) con el de los nombres castella-nos de ambos sexos de 1569 (cuadros 8 y 9) salta a la vista un fenómeno ines-perado. Mientras que entre las mujeres apenas se incrementa el acervoonomástico de 1500 a 1569 (aumenta de 20 a 22 nombres, o un 10%), entre loshombres el elenco de los nombres se dispara con un aumento que casi alcanzaun 50% (de 32 a 47 nombres). En lo que respecta a la evolución comparativaentre sexos de las concentraciones onomásticas, la diferencia –sin ser tan pro-nunciada– es palpable también entre hombres y mujeres135. Es más, si nos fija-mos en los dos nombres más utilizados entre mujeres de los dos sondeos dia-crónicos, la tendencia es la inversa a la esperada después de más de dosgeneraciones utilizando un sistema onomástico castellano: la concentración esaún mayor entre las moriscas de 1569 que el de los nombres otorgados a las is-lamo-conversas por los sacerdotes del bautismo masivo de inicio de siglo136.

Antes de avanzar ciertas hipótesis que justifiquen estos patrones impre-vistos, pasemos a una comparación sincrónica para ver qué ocurre con la po-blación viejo-cristiana a partir del último tercio del siglo XVI. Al contabilizar losnombres de los cristianos viejos que habitaban la ciudad de Granada pode-mos aproximarla a una población con la que los moriscos convivían y de dondese supone llegaron las influencias culturales cristiano-castellanas más inme-diatas. Aunque considerable, desgraciadamente, sólo contamos con una mues-tra de nombres masculinos.

Lo que se antoja inesperado no es que los moriscos varones de Granadaestén a punto de alcanzar una variedad onomástica similar a la de sus congé-neres viejo-cristianos137. El hecho de contar con una apreciable diversidad ono-

135. En 1500, el 90% de las mujeres llevaban sólo cinco nombres y en 1569 se alcanza esa tasa connueve nombres. Sin embargo, el 90% de los varones saltan de nueve apelativos en 1500 a 22nombres 69 años más tarde (ver cuadros 1, 2, 5 y 6).

136. En 1500, Leonor (29,86%) y María (22,17%) son los nombres que se les otorga al 52,03% de lasmujeres durante el bautizo masivo, mientras que en 1569 los dos nombres castellanos más uti-lizados por las mujeres son María (31,50%) e Isabel (27,11%), que alcanzan un asombroso58,61% en las moriscas.

137. En la década de 1560 hay un nombre por cada 11 viejo-cristianos, mientras que se reseña unnombre por cada 11,6 moriscos en Granada.

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138. El cómputo onomástico se ha efectuado a partir de las nóminas del Legajo L-6-57 del Archivo dela Alhambra, titulado “Visita a todas las casas del Albaicín para registro de armas” y fechado en1569; transcrito por J. MARTÍNEZ RUIZ, «Visita a todas las casas del Albaicín en el año 1569 (An-troponimia, etnología y lingüística)», Cuadernos de la Alhambra, 15-17, 1979-1981, pp. 255-298; 18,1982, pp. 239-273; 19-20, 1983-1984, pp. 247-283; 22, 1986, pp. 101-135. Se han elegido los nombresde las nóminas de dos parroquias granadinas donde la población era casi exclusivamente (por nodecir totalmente) morisca en esta fecha previa a su expulsión y que constituían una muestra nu-mérica suficiente para el análisis antroponímico masculino: San Gregorio y San Nicolás.

139. Hay dos nombres que ocurren cuatro veces (0,73%) cada uno: Benito y Gonzalo; dos nombres,Felipe y Gaspar, con tres casos (0,55%); siete nombres con dos casos (0,36): Gómez, Iñigo, Je-rónimo, Jorge, Lucas, Marcos y Pedro; y 12 casos singulares (0,18%): Ambrosio, Clemente,Damien, Ginés, Graviel, Gregorio, Nicolás, Pablo, Rafael, Rodrigo, Salvador y Tomás.

Cuadro 8. Nombres de moriscos del Albayzín (1569)138.

NOMBRE FRECUENCIA % ACUMULADO CASOS

1 Alonso 15,88% 15,88 872 Lorenzo 12,77% 28,65 703 Diego 7,12% 35,77 394 Luis 6,75% 42,52 375 Miguel 6,39% 48,91 356 Francisco 6,20% 55,11 347 Juan 5,84% 60,95 328 Fernando 4,20% 65,15 239 García 4,01% 69,16 22

10 Andrés 3,10% 72,26 1711 Sebastián 2,55% 74,81 1412 Alvaro 2,01% 76,82 1113 Xristobal 2,01% 78,83 1114 Antonio 1,82% 80,56 1015 Bartolomé 1,64% 82,29 916 Martín 1,64% 83,93 917 Melchior 1,64% 85,57 918 Bernardo 1,46% 87,03 819 Domingo 1,09% 88,12 620 Agustín 0,91% 89,03 521 Baltasar 0,91% 89,94 522 Bernabé 0,91% 90,85 523 Lope 0,91% 91,76 524 Zacarías 0,91% 92,67 5

Otros139 7,33% 100,00 40

Total 100,00% 548

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mástica no es garantía de que estemos ante un mayor nivel de aculturación. En nuestro caso parece todo lo contrario: la nómina de los moriscos de 1569 en nada se asemeja a la de los cristianos viejos de 1565. Lo que llama poderosa-mente la atención es que la concentración onomástica entre los cinco nombres más utilizados de cada nómina sea casi siempre menor entre los moriscos. Asi-mismo, las frecuencias de cada uno de los nombres moriscos raramente coin-ciden con la de los demás cristianos140. Es más, muchos de los nombres de los moriscos ni se encuentran representados entre la población viejo-cristiana en Granada:

140. Por ejemplo, entre los cristianos viejos, Juan es el nombre más común con una frecuencia de20,41%, mientras que ocupa el puesto séptimo entre los moriscos con un escaso 5,84% de lamuestra de nombres de varones. Asimismo, Lorenzo es el segundo apelativo más comúnentre los moriscos con el 12,77% del elenco masculino, mientras que apenas alcanza el 0,51%de la nómina masculina cristiano-vieja y no figura ni entre los 20 nombres más populares.

141. A partir de las nóminas del Legajo L-6-57 del Archivo de la Alhambra trascrito en J. MARTÍNEZRUIZ, «Visita a todas las casas…», 1986, pp. 107-135, se ha podido efectuar el cómputo ono-mástico. A diferencia del cuadro de los nombres masculinos de los moriscos, se ha tenidoque ampliar la muestra de parroquias para el caso femenino debido a la escasa mención de mu-jeres comparada con la de los hombres. Los 273 nombres femeninos han sido cribados a par-tir de las nóminas de las parroquias exclusivamente moriscas: San Blas, San Martín, San Il-defonso, San Bartolomé y San Lorenzo, San Salvador, San Pedro y San Pablo, San José, SanGregorio, San Luis y San Nicolás.

Cuadro 9. Nombres de moriscas del Albayzín (1569)141.

NOMBRE FRECUENCIA % ACUMULADO CASOS

1 María 31,50% 31,50 862 Isabel 27,11% 58,61 743 Luzía 9,16% 67,77 254 Elvira 5,86% 73,63 165 Beatriz 4,76% 78,39 136 Leonor 4,76% 83,15 137 Inés 3,66% 86,81 108 Catalina 2,93% 89,74 89 Brianda 1,83% 91,57 5

10 Francisca 1,83% 93,40 511 Angela 1,47% 94,87 412 Guiomar 1,10% 95,97 313 Juana 0,73% 96,70 2

Otros 3,30% 100,0 9

Total 100,0% 273

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Los moriscos cuentan con 16 nombres comunes castellanos que no figuran entre la muestra de los demás cristianos de la ciudad142. Es cierto que varios

142. Los 16 nombres moriscos que no se ven reflejados entre la población cristiano-vieja son Agus-tín, Ambrosio, Benito, Clemente, Felipe, Graviel, Gómez (como nombre de pila), Íñigo, Jorge,Lope, Lucas, Pablo, Rafael, Salvador, Tomás y Zacarías.

143. El cómputo onomástico se ha efectuado a partir de las nóminas del Legajo L-6-58 del Archi-vo de la Alhambra trascrito por J. MARTÍNEZ RUIZ, «Visita a todas las casas de cristianos viejosde Granada en 1965. Inventario de armas (Hidalguía, profesiones, oficios) II», Cuadernos de laAlhambra, 27, 1991, pp. 263-309. Se han seleccionado las parroquias cuya población era com-pletamente cristiano-vieja: San Matías, Santiago, de la Magdalena, Santa Ana.

144. Baltasar, García y Jerónimo figuran cinco veces cada uno (0,86% de la muestra por nombre);Mateo consta cuatro veces (0,69%); Bernardino, Lázaro, Lorenzo, Marcos y Ramón se reseñan tresveces cada uno (0,51%); Domingo, Alberto, Álvaro, Blas, Esteban, Gil, Gregorio, Martín, Nico-lás figuran dos veces cada uno (0,34%); y Alejo, Aparicio, Asensio, Bernabé, César, Damián,Ginés, Julián, Leandro, Nuño, Santos, Simón, Tello y Tomé aparecen una sola vez (0,17%).

Cuadro 10. Nombres de cristianos viejos de Granada (1565)143.

NOMBRE FRECUENCIA % ACUMULADO CASOS

1 Juan 20,41% 20,41 1192 Pedro 11,15% 31,56 653 Alonso 10,29% 41,85 604 Diego 9,26% 51,11 545 Francisco 7,89% 59,00 466 Fernando 4,46% 63,46 267 Xristobal 3,26% 67,92 198 Bartolomé 3,09% 71,01 189 Luis 2,92% 73,93 17

10 Andrés 2,40% 76,33 1411 Gaspar 2,40% 78,73 1412 Martín 2,06% 80,79 1213 Miguel 1,89% 82,68 1114 Antonio 1,72% 84,40 1015 Gonçalo 1,54% 85,94 916 Rodrigo 1,54% 87,48 917 Melchor 1,20% 88,68 718 Sebastián 1,03% 89,71 6

Otros144 12,84% 100,0 82

Total 100,0 583

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nombres que no se reproducen en el censo cristiano-viejo tienen resonancias eclesiásticas: nombres de los padres de la Iglesia, de fundadores de órdenes re-ligiosas, evangelistas, apóstoles, arcángeles... Es muy probable que estos nom-bres fueran elegidos de forma explícita por los clérigos encargados de su bau-tismo. Sin embargo, por una parte su incidencia –como se puede contrastar en el cuadro 8– no es muy pronunciada entre los moriscos (de uno a cinco casos por nombre), y por otra parte el cuadro 10 de cristianos viejos de 1565 tam-bién contiene nombres que no aparecen en la nómina morisca y aunque refle-jen generalmente otro tipo de modas (como ciertas influencias extranjeras), al-gunos también sugieren resonancias eclesiásticas. Es decir, aunque una parte limitada del elenco de nombres moriscos es evidentemente de elección sim-bólica ajena, la mayor parte del acervo antroponímico no responde necesaria-mente a una imposición con sentido evangelizador.

La onomástica masculina morisca representa una alta variedad, una no ex-cesiva concentración entre los apelativos más comunes, y un repertorio que no siempre coincide con la de los cristianos viejos ni en frecuencia y, a veces, ni en el propio nombre. Posiblemente estemos ante un patrón de consciente multipli-cación onomástica de los moriscos varones, sea por elección propia de la familia morisca o por sugerencia del clero. No obstante, la proliferación resulta algo errática por no seguir patrones existentes en la comunidad que tendría que ser de referencia –los cristianos viejos asentados en Granada–. Cabe preguntarse si no estamos ante una simulación de una asimilación por motivos de defensa contra instituciones e individuos que pudieran sospechar de prácticas cripto-islámicas.

¿Hubo una tentativa de esconderse detrás de un amplio surtido de ape-lativos cristianos, no tanto para evitar ser identificado como morisco –comoveremos, la mayoría mantenían orgullosamente su seña de identidad árabe enel sobrenombre– sino para no suscitar sospechas sobre la sinceridad de su fecristiana145?

Algo similar detectó Laliena Corbera para el caso de los moriscos arago-neses de Illueca (Zaragoza) en 1526, aunque por lo exagerado de la diversi-dad onomástica puede que llegaran a destacar involuntariamente del resto dela población cristiana incurriendo en una peligrosa contradicción146. Si el pro-pósito de muchos moriscos de otras partes de la Península Ibérica era aparen-tar de forma consciente una asimilación cultural y espiritual, el caso de la Gra-

145. Como hemos dicho más arriba, se ha afirmado que a muchos moriscos se les asignó el nom-bre de un supuesto padrino viejo-cristiano (debido a las múltiples normativas que lo exhor-taban). Éste no fue el caso para la inmensa mayoría de los musulmanes del Albayzín con-vertidos en 1500, como ya se ha mostrado, y probablemente, a lo largo del siglo XVI, el mismo nombre del padrino viejo-cristiano –suponiendo que lo hubiera en la mayoría de los casos– le sería dado a pocos neófitos. Si fuera de otra manera, la población morisca reflejaría mejor la onomástica castellana de su ciudad, aunque con una mayor concentración y menor variedad, algo que no se constata en las nóminas de 1569.

146. C. LALIENA CORBERA, op. cit., pp. 164-165.

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nada morisca se distingue por limitarse a la integración religiosa, la que ver-daderamente importaba a ojos de los cristianos; o al menos, así pensaron ilusamente los moriscos en un primer momento147.

Con respecto a la evolución de las nóminas femeninas ocurre precisa-mente el fenómeno contrario, pues su acervo apenas crece y la concentración permanece altísima148. Muchos nombres cristianos y muy variados les sirven a ellos, pero pocos les bastan a ellas. Percibimos una división sexual de los pa-trones onomásticos que pudiera explicarse por la distinta función que cada género adopta en la comunidad morisca. Se puede hablar de los moriscos va-rones como interlocutores entre la comunidad cristiana vieja y su comuni-dad149. Son los que acaparan las funciones en el ámbito público y entran en contacto con los cristianos viejos, o al menos están a la vista de estos cristianos.

Sin embargo, sería una simplificación desmedida reducir el papel de lamujer casi exclusivamente al ámbito doméstico. Ellas también asumían res-ponsabilidades económicas en el sector artesanal, comercial y agrícola; qui-zás no eran tan visibles como los varones y probablemente muchas de sustareas económicas no les exigían entrar en contacto directo con cristianos vie-jos150. De hecho, la exigencia morisca de llevar la almalafa (el manto que hacíalas veces de velo) permitiría a la mujer crear una cómoda barrera, aunque

147. Es preciso recalcar de nuevo que el hecho de querer disimular de esta manera no implicaque todos –ni siquiera la mayoría– de los moriscos de Granada fueran cripto-musulmanes,pero sí entraña una conciencia por parte de dicho colectivo de que eran sospechosos de no serbuenos cristianos y que había que actuar para combatir el recelo de los cristianos viejos.

148. Por el momento, no contamos con ninguna nómina de cristianas viejas de Granada que pudie-ra utilizarse como punto de referencia para la segunda mitad del siglo XVI. En su estudio sobreel nombre cristiano de los moriscos, B. Vincent utilizó una nómina de bautizos de 1569 de la pa-rroquia de San Cecilio. Desafortunadamente, por una parte, no se trata de un elenco onomásti-co completo; por otra, la parroquia de San Cecilio es mixta y no siempre es posible distinguir aun cristiano viejo de uno nuevo; por último, la muestra se refiere a un segmento demográfico derecién nacidos, de una generación posterior a la que se analiza en nuestras nóminas moriscas deadultos cabeza de familia. Ver B. VINCENT, «El nombre cristiano de los moriscos…», pp. 35-38.

149. El propio Francisco Núñez Muley en su memorial hace una alusión indirecta a la diferenciade las actividades entre mujeres y hombres moriscos: “...son de los varones que andan en lascalles y negoçian de contino entre cristianos viejos y sus naturales...”, F. NÚÑEZ MULEY, «Me-moria», p. XLI.

150. En nuestra nómina de 1500, existen sólo cuatro casos de trabajos atribuidos a mujeres y todosen el sector del servicio doméstico. Esto no es óbice para que otras mujeres participaran en lostalleres que regentaba la familia aunque el titular fuera un varón; G. CARRASCO GARCÍA, op. cit.,pp. 360-361. Tenemos constancia de que las mujeres ejercían la profesión de parteras en la Gra-nada morisca, que a partir de 1511 le sería vedada –en teoría– por las autoridades castellanas:A. DOMÍNGUEZ ORTIZ y B. VINCENT, op. cit., p. 101. Asimismo, hay constancia de la importanciadel papel de la mujer en la industria textil. Todas las casas moriscas de Granada tenían un telar.Además de esta aportación complementaria al salario doméstico, las mujeres también estánpresentes en los talleres artesanales del sector textil de la seda en concreto, así como en la agri-cultura y especialmente en el sector azucarero: B. VINCENT, «Las mujeres moriscas», en G. DUBYy M. PERROT (eds.), Historia de las mujeres en occidente, Madrid, Taurus, 1992, p. 587.

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sólo fuera psicológica, para esquivar a los cristianos viejos y evitar comuni-carse con ellos151.

Generalmente, se ha hablado del hogar como el lugar privilegiado de la mujer morisca. Es un espacio que en principio está al margen de las miradas sospe-chosas. Al ser el ámbito donde se crían los niños, es igualmente un espacio de transmisión de cultura, y quien dice cultura dice también credo. Muchos de los ritos musulmanes que se atribuían a la comunidad morisca se efectuaban en el seno de una morada privada. Por una parte, los procesos inquisitoriales no sólo delatan a los individuos sospechosos de prácticas no-cristianas sino que tam-bién revelan los espacios donde se acometían estos ritos vinculados al pasado islámico. Aranda Doncel, en su estudio sobre los procesos inquisitoriales de los moriscos de Córdoba procesados en el último tercio del siglo XVI (proba-blemente muchos de origen granadino) saca a colación un caso prototipo de entre tantos: el de Ángela Hernández la Hardona, que fue “maestra y dogmatista de la secta de Mahoma y su casa era como una mezquita y que avisaba a los demás cuando caia el ayuno del Ramadán y las pascuas de moros”152.

Vincent asevera que las mujeres son las auténticas custodias de la tradiciónmusulmana, así cultural como espiritualmente153. Tanto en el caso valencianocomo en el granadino, se revela un doble patrón sexual también en la lengua ha-blada: ellas son más reacias que ellos a adoptar el romance de los cristianosviejos. Las moriscas se mantuvieron aferradas al árabe (esencialmente hablado,al ser la mayoría de la comunidad morisca analfabeta), aunque fuera sólo frutodel escaso contacto que mantenían las moriscas con los cristianos viejos154.Igualmente, Vincent afirma que las mujeres moriscas son responsables de pasarel testigo del saber de una generación a otra155.

151. En la Cédula Real del 7 de diciembre de 1526 que recoge las recomendaciones expuestas en laCongregación de la Capilla Real (Archivo de la Iglesia Catedral de Granada, Reales Cédulas,lib. II duplicado, fol. 70) se prohíbe el uso de la almalafa o cualquier otra prenda que oculte lacara. Tan extendido era este uso que la misma cédula exhorta a las mujeres viejo-cristianas aque no sigan esta moda. La aculturación aquí iba en dirección inversa a la que pretendíanlas autoridades castellanas: A. GALLEGO BURÍN y A. GÁMIR SANDOVAL, op. cit., pp. 202-203. Asi-mismo, el alegato de Francisco Núñez Muley contra estas medidas que se oponían a los há-bitos tradicionales y en concreto al velo de la mujer ocupa gran parte de su memorial. Ademásde argumentar sobre el carácter intrínsecamente regional del traje, desvinculado de cualquiersignificado religioso, arremete contra el escarnio público que tienen que soportar las moris-cas: “...mandan que desde que se pregono vayan las caras descubiertas para que todos haganbulla dellas...”, F. NÚÑEZ MULEY, «Memoria», p. XLIII.

152. Archivo Histórico Nacional, Inquisición, Legajo 1856, Expediente 33, citado en J. ARANDADONCEL, «Las prácticas musulmanas de los moriscos andaluces a través de las relaciones decausas del Tribunal de la Inquisición de Córdoba», en A. TEMIMI (ed.), op. cit., pp. 20-21. Aran-da Doncel concluye que los casos que él ha podido identificar en las fuentes “ratifican el im-portante papel de la mujer en el plano religioso”, ibídem, p. 21.

153. B. VINCENT, «Las mujeres moriscas…», p. 588.154. Ibídem, p. 589.155. Ibídem, pp. 592-593.

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Asimismo, en sus investigaciones sobre la mujer morisca, Perry proponeuna nueva manera de concebir su papel y el espacio donde se circunscribe suactividad. Esta autora habla de la “politización del hogar morisco”, que se con-vierte en un espacio de aprendizaje del Islam, al igual que de la transmisión delos valores culturales del colectivo morisco156. Basándose principalmente entestimonios moriscos de procesos inquisitoriales, Perry establece que en muchosde los casos en que los reos acusan a una persona de inculcar los preceptos is-lámicos, ésta acaba siendo una figura femenina de la familia157. Y el lugar porantonomasia de esta resistencia fue el hogar.

No hay que perder de vista las normativas castellanas que exigían a los moriscos mantener las casas abiertas, especialmente los días más susceptibles de celebración de la liturgia musulmana158. Recordemos el énfasis que hace Francisco Núñez Muley en su defensa a ultranza de la intimidad y la integri-dad de los moriscos granadinos y su propiedad. El caballero morisco critica las medidas, más por exigir que se expusieran a los peligros de hurto y violación de la privacidad, que por un peligro mayor, el inquisitorial, que contaba ya con suficientes recursos para inquirir en la ortodoxia cristiana de los granadinos159. La casa morisca se convirtió en foco de miradas suspicaces por el potencial que tenía de sustituir otros espacios de culto y docencia eliminados, como eran las mezquitas y las madrazas.

En otro orden de cosas, cabe destacar el paralelismo que existe entre la di-ferencia onomástica entre varones y mujeres y el contraste bien conocido en laforma de vestir de los moriscos. Es de nuevo Francisco Núñez Muley quiennos aporta el testimonio más revelador en su crítica contra las medidas que

156. M.E. PERRY, «Moriscas and the Limits of Assimilation», en M.D. MEYERSON y E.D. ENGLISH(eds.), Christians, Muslims, and Jews in Medieval and Early Modern Spain. Interaction and Cultu-ral Change, Notre Dame, University of Notre Dame Press, 2000, pp. 274-289; y M.E. PERRY,The Handless Maiden. Moriscos and the Politics of Religion in Early Modern Spain, Princeton, Prin-ceton University Press, 2005, capítulo 3, y especialmente pp. 66-73.

157. Ibídem, pp. 79-80. Cabe también destacar el papel –ya no relegado al ámbito familiar sino detrascendencia más amplia– de la famosa Mora de Úbeda descrita por el Mancebo de Aréva-lo en varias de sus obras aljamiadas. Esta sabia mujer desempeñó cargos en la propia corte na-zarí antes de la conquista de los Reyes Católicos y luego mantuvo un enorme prestigio entrelos cripto-musulmanes estudiosos del Corán: ver NARVÁEZ CÓRDOVA, «Estudio Preliminar», desu edición del Tratado [Tafsira], pp. 51-55; y L.P. HARVEY, «El Mancebo de Arévalo and his Trea-tises on Islamic Faith and Practice», Journal of Islamic Studies, 10:3, 1999, pp. 268-270.

158. Esta normativa queda reflejada en la Pragmática de 1566: “...y que en los días de bodas y ve-laciones tuviesen las puertas de las casas abiertas, y lo mismo hiciesen los viernes en la tardey todos los días de fiesta”, en A. GALLEGO BURÍN y A. GÁMIR SANDOVAL, op. cit., p. 274.

159. “...pues quedando las puertas aviertas y las dichas casa sin çerraduras, viene muy gran dañoy suelta y livertad que se da a los ladrones y personas de poca conçençia, por çerrar las puer-tas no es para ofender a la santa fee católica... para el que tiene danada su yntinción, que lopuede hazer en qualquier tienpo que quiere secretamente y para el que hiziere lo que nodeve contra la santa fee catolica, para esto son los señores ynquisidores para lo castigar comolo castigan”, F. NÚÑEZ MULEY, «Memoria», pp. XLV.

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cercenan la libertad de hábito de las moriscas160. Queda bien claro que esta medida se dirige esencialmente a las mujeres, debido a que los varones adop-taron de forma generalizada el hábito castellano durante el reinado de Carlos I161. Núñez Muley procura convencer a las autoridades castellanas de que el cambio que importa es el del varón, quien sería el único responsable de la con-servación de un supuesto criptoislamismo: “pues los varones an de mirar en esto y no las mugeres”162. La mujer morisca queda, según la astuta argumen-tación del portavoz de los moriscos, al margen de las sospechas, porque es el varón el que marca la pauta. Es plausible que ésta fuera la estrategia que uti-lizaron los moriscos para conservar sus últimas señas de identidad innegocia-bles al quedar teóricamente inadvertidas las acciones de las mujeres163. Una lógica que de poco les serviría al verse desdeñadas las protestas de esta co-munidad. Posiblemente, ésta fue la misma lógica que influyó en la diver-gencia onomástica entre moriscos y moriscas.

Esta diferenciación de género habla por una parte de un mayor apego atá-vico de las moriscas a las tradiciones culturales, y por otra de una menor inte-racción entre moriscas y cristianos viejos. Con todas las reservas que implicael uso de datos antroponímicos basados en una muestra parcial de la sociedadgranadina, se puede avanzar la hipótesis de una cierta taqiyya onomástica porparte de los miembros masculinos de la comunidad, que son los que están enmayor medida expuestos a –y entran más en contacto con– la sociedad viejo-cris-tiana. Esta tendencia sugiere que, sin renunciar a su identidad árabe, al perma-necer un alto porcentaje de sobrenombres que recuerdan su pertenencia a una

160. No es baladí el hecho de que a menudo hayan existido normas que, a la vez de restringir lasformas de vestir, imponer un atuendo o exigir un distintivo sobre la ropa, también regulen eltipo de apelativo. El nombre es entendido como una seña imbuido de contenido socio-se-mántico, como el hábito que recubre el individuo y comunica unas características identitarias.En la Castilla bajo-medieval encontramos varios casos de normativas que aúnan al mismotiempo restricciones en el vestir y en el apelativo de las minorías étnicas judías y mudéjares(como en las Cortes de Jerez de 1268 y las Cortes de Valladolid de 1351). Ver J.D. GONZÁLEZARCE, Apariencia y poder. La legislación suntuaria castellana en los siglos XIII-XV, Jaén, Universi-dad de Jaén, 1998, pp. 170-177.

161. R. ARIÉ, «Acerca del traje musulmán en España desde la caída de Granada hasta la expulsiónde los Moriscos», Revista del Instituto de Estudios Islámicos en Madrid, vol. XIII, 1965-1966, ree-dición en R. ARIÉ, Études sur la civilisation de l’Espagne musulmane, Leiden, Brill, 1990, p. 137.

162. “...y para que vuestra señoria reberendisima este mas satisfecho e ynformado... en lo que tocaa el avito y traxe o calçado de las mugeres naturales deste rreyno, si es avito o traxe o calçadoque toca en fauor de la seta, o no coligirá vuestra señoria de que todos los onbres barones,viejos y moços y niños, an tomado y bestido y calçado todo el avito castellano; pues si fuerandañados sus corazones, avian de pensar que, mudado el avito dellos, avia de danar a su seta,pues los varones ende mirar en esto y no las mugeres”, F. NÚÑEZ MULEY, «Memoria», p. XLI.

163. Probablemente éste fue el mismo razonamiento que hicieron los musulmanes granadinos en1499-1500 al bautizarse primero algunos varones, según atestiguan las nóminas estudiadasaquí, quizás como tanteo inicial, con la esperanza de que el resto de la familia (mujeres ehijos) se mantuvieran al margen de los dramáticos cambios.

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cultura previa, los moriscos pudieron justificar su ortodoxia cristiana con la os-tentación de una respetable plétora de nombres cristianos. La otra cara de la moneda sería el limitado uso de los nombres cristianos por parte de las mujeres que veían menos necesidad de utilizarlos al estar relativamente recluidas en un contexto cultural (y religioso) morisco. Fueron, en gran medida, ellas las responsables de la transmisión de ese legado que se podía perpetuar dentro de los intersticios privados, auténtico dominio de las mujeres, pudiendo luchar por conservar las señas de identidad de las formas más inusitadas.

LA EVOLUCIÓN DEL SOBRENOMBRE ÁRABE GRANADINO

DE 1500 A 1569

Si bien las nóminas de 1500 demuestran una gran riqueza onomástica del ism y del correspondiente nombre cristiano de cada individuo, no es menos relevante el importante elenco de sobrenombres árabes y cristianos que se re-señan en algo menos de un tercio de los casos164. Este indicador nos permitirá ver en primer lugar –en contraste con los sobrenombres de la nómina de mo-riscos de 1569– la realidad de los usos antroponímicos tal y como figuran en las nóminas originales de bautizos, en donde la reducción de la cadena onomás-tica árabe ha puesto en tela de juicio la autenticidad del apelativo árabe tal como fue reseñado por escribanos castellanos. En segundo lugar, nos permi-tirá evaluar ese proceso de aculturación que afectó a la comunidad morisca al cabo de dos o tres generaciones.

SOBRE LA DISMINUCIÓN DEL ETNÓNIMO

Los moriscos no fueron un colectivo homogéneo al conformarse en varios grupos étnico-culturales que, si bien compartían la mayoría de los rasgos culturales, mantenían vivos sus rasgos distintivos en las referencias onomásti-cas. Antes de abordar la población morisca mayoritaria, analizaremos breve-mente las minorías de la antigua sociedad nazarí.

Aunque persisten en las nóminas de 1569 algunos etnónimos –o sobre-nombres de tipo étnico-cultural– como el de Mudéjar, Negro, Moreno, o Gazí,lo hacen en menor grado que en 1500. Sobre la denominación de mudéjar, yaavanzamos en otro artículo una hipótesis sobre la diferenciación que caracte-rizaba a este colectivo frente al resto de la población nazarí. Muchos de los to-

164. Hay 501 individuos (30,76%) en la nómina de 1500 que llevan, bien un sobrenombre árabe, bienun sobrenombre castellano, o ambos, aunque si eliminamos los ausentes aludidos sin nombrecristiano –y por tanto sin certeza de conversión– el número de individuos con sobrenombredesciende a 455.

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ponímicos castellanos (u originarios de la Corona de Aragón) utilizados comosobrenombre podían ser atribuidos a los mudéjares al contar con una mayoraculturación por su crianza en los reinos cristianos y con una necesidad dedistinguirse del colectivo morisco granadino165.

El caso de la minoría de origen sub-sahariano también es tratada en el mismo artículo, con la conclusión de que es preciso distinguir entre el grupo ra-cial asimilado a la cultura musulmana –y en gran medida libre– y los escla-vos recién llegados de África a través de la trata portuguesa y luego esencial-mente castellana, aunque estos últimos no entrarían en la categoría de morisco propiamente dicho. En el caso de la nómina de 1569, el porcentaje de los que mantienen el distintivo onomástico negro o moreno ha bajado drásticamente del 2,46% al 0,44%. Puede que sea un indicador de su mayor integración en esta población y su deseo de adquirir una identidad completa a través de un apellido auténtico que no sea un simple mote racial impuesto por los castella-nos a la hora de su conversión. Las autoridades cristianas otorgaban a la ma-yoría de los esclavos un simple apelativo. A veces éste era seguido por un calificativo racial o jurídico que a menudo adquiría el mismo significado. Aunque no fuera algo generalizado, no sería desatinado pensar que, para muchos mo-riscos negros libres, cuanto antes cobraran un apellido castellano más rápido podrían deshacerse de ese estigma social166.

Por último, los gazíes eran descendientes de mercenarios del Norte de África que acudieron al reino nazarí de Granada para luchar en la guerra con-tra Castilla. Dado que se consideraban más tenaces en su afiliación religiosa, fueron sospechosos de difundir el cripto-islamismo por todo el reino después de su conversión formal167. Los gazíes africanos siguieron viniendo a la Pe-nínsula como cautivos de guerra y, a menudo, eran liberados por moriscos. En numerosas ocasiones, la Iglesia reclamó que todos los gazíes fueran expulsados de Granada como en 1523 y luego de nuevo en 1566168. Núñez Muley los de-fendió en su memorial de 1567 aduciendo su integración a través de matri-

165. G. CARRASCO GARCÍA, op. cit., pp. 373-379. Con respecto a la esclavitud en la Granada mo-

166. Ibídem, pp. 366-373. Ver también, sobre las cuestiones relacionadas con la onomástica de los es-clavos y la consideración social del colectivo negro, R. GONZÁLEZ ARÉVALO, La esclavitud enMálaga a fines de la Edad Media, Jaen, Universidad de Jaen, 2005, pp. 106-115.

167. N. CABRILLANA, Almería morisca, Granada, Universidad de Granada, 1982, pp. 23-24; y J. CAROBAROJA, op. cit., p. 94.

168. “Asimismo mandamos y defendemos que de aquí adelante ninguno de los gazís que haya sidoo sea cautivo o rescatado, ni viva ni more ni esté ni ande por las dichas Alpujarras ni por ladicha costa de mar ni con diez leguas en derredor de ella, so pena de ser cautivo, porque te-nemos información que son espías de los moros e hacen otros daños...”, Archivo de la IglesiaCatedral de Granada, Reales Cédulas, lib. II duplicado, folio 70, doc. XXIV; publicado en A.GALLEGO BURÍN y A. GÁMIR SANDOVAL, op. cit., p. 203.

risca, ver A. MARTÍN CASARES, La esclavitud en la Granada del siglo XVI: género, raza y religión, Granada, Universidad de Granada, 2000.

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monios mixtos en la sociedad granadina169. Cabe preguntarse por qué los gazíes no cambiaron el sobrenombre que hacía de ellos un objetivo destacable para las autoridades civiles y eclesiásticas170. ¿Eran menos susceptibles a la acultura-ción –como indican las fuentes oficiales– y por consiguiente más reacios a re-nunciar a su identidad como orgullosa minoría entre los moriscos, a pesar de las consecuencias que su visibilidad onomástica pudiera conllevar? No fue-ron, sin embargo, los únicos en renunciar a una mayor ocultación onomás-tica.

169. “Y en lo que dize la dicha prematica sobre lo de los gazies y alarabes que se avian de salir desterreybno por los ynconvinientes de su conversaçion con los naturales, y esto fue mandado al-gunas vezes e no se efectuo ni se cumplio ni se executo... agora... seria gran cargo de con-siençia, porque la mayor parte de los susodichos son ya naturales y medios naturales quecasaron y les naçieron hijos e nyetos e casados, y esto es muy notorio”, F. NÚÑEZ MULEY, «Me-moria», p. XLVIII.

170. Esta tendencia ya fue señalada en J. MARTÍNEZ RUIZ, «Antroponimia morisca…», p. 1948.171. Bajo la categoría onomástica nasab se ha computado también los segundos ism. Pese a que

no es raro, como hemos visto, que los árabes llevaran varios ism, se ha considerado estos ismcomo un nasab cuya partícula patronímica, ibn, se ha omitido, como es frecuente ver en laonomástica tradicional árabe.

172. Ha sido de gran utilidad la magnífica obra monográfica sobre los oficios a través del mundo is-lámico medieval de M. SHATZMILLER, Labour in the Medieval Islamic World, Leiden, E.J. Brill, 1994.Para otro repertorio de laqab relacionado con la Granada morisca ver J. MARTÍNEZ RUIZ, «Los laqabde oficio en la Granada morisca y en la tradición andalusí», Al-Qantara, XI, 1990, pp. 343-365.

173. Los casos donde no se ha podido identificar el tipo de componente onomástico quedan re-flejados entre paréntesis, y el porcentaje de los componentes identificados se ha calculadosin tener en cuenta los casos indeterminados para poder contrastar proporcionalmente lasfrecuencias de las dos nóminas.

Cuadro 11. Comparación de tipos de sobrenombres árabes de los moriscosen 1500 y en 1569.

ELEMENTO FRECUENCIA CASOS FRECUENCIA CASOSONOMÁSTICO ÁRABE 1500 1500 1569 1569

Nasab171 25% 94 23% 71

Nisba geográfica 39% 147 37% 111

Nisba tribal 4% 13 4% 11

Laqab oficio172 19% 73 22% 69

Laqab mote 9% 35 11% 34

Kunya 5% 19 4% 10

Indeterminado173 [14%] [63] [17%] [65]

Total 99% 381 99% 306

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LA AUTENTICIDAD DEL APELATIVO ÁRABE EN

LAS NÓMINAS CASTELLANAS

Para comparar los sobrenombres de origen árabe de una y otra lista esesencial dividirlas en categorías por tipo de apelativo, según vimos en la des-cripción de la cadena onomástica árabe. Si contrastamos los distintos elemen-tos de esta cadena que figura como sobrenombre árabe en la nómina de 1500con el documento de 1569 nos hallamos ante una equiparación de las frecuen-cias de los elementos onomásticos que a primera vista resulta algo sorpren-dente porque diverge de las hipótesis propuestas por otros autores en el pasa-do sobre los cambios en el nombre morisco. Si consultamos el cuadro 11 dondefiguran los diversos componentes del nombre árabe, vemos cómo de manerasistemática el nasab, la nisba geográfica, la nisba tribal, el laqab de oficio, el laqabde mote, y la kunya de la nómina de 1500 y la de 1569 coinciden en porcentajecon ligeras discrepancias anecdóticas que entran dentro del margen de error delcómputo. Estas convergencias tienen lugar a pesar de que los individuos de lamuestra de 1569 no están necesariamente relacionados con los de 1500, y quelos sobrenombres en su mayoría no son los mismos en ambas muestras.

El hecho de que mantengan las mismas proporciones de los compo-nentes onomásticos nos lleva a pensar que las estructuras onomásticas árabesdocumentadas en 1500 no fueron meras selecciones arbitrarias y abreviadasde la auténtica designación completa de cada individuo. Recordemos que, adiferencia del nombre de pila castellano, la determinación de los sobrenom-bres árabes nunca fue responsabilidad de los sacerdotes, notarios o escriba-nos que llevaron a cabo los bautizos. No eran más que adiaphora que no in-cumbían (al menos teóricamente) a la teología. Además, los sobrenombresárabes que están documentados en la nómina de 1500 servían para identifi-car al individuo antes de la conversión. Una vez recibida el agua bautismal,se le otorgaba un nombre castellano (y en algunos casos un sobrenombre cas-tellano), pero raramente se reiteraba el sobrenombre árabe junto con el nuevonombre. De ahí que la población granadina no pudiera interpretar que el so-brenombre árabe documentado en la nómina fuera considerado un apelativooficialmente reconocido y, por tanto, susceptible de ser fijado, fosilizado, ytransmitido a las siguientes generaciones. Si el sobrenombre en 1569 está yafosilizado es porque los moriscos, en generaciones previas, eligieron cons-cientemente este componente onomástico sobre otro como el más represen-tativo de su identidad individual o familiar, a pesar de haber perdido en mu-chos casos su contenido semántico.

Precisamente, con respecto a la ausencia de significado de ciertas partesdel apelativo, merece detenerse brevemente sobre el laqab de oficio como casoparadigmático que permite ser, hasta cierto punto, contrastado. Se ha dichoque las comunidades mudéjares utilizaban ya un laqab que debía identificarla profesión del individuo pero que debido a la aculturación había perdido su

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significado literal para quedar fijado como un apellido meramente nominal174.Lo mismo se ha dicho para la evolución antroponímica de los moriscos de Gra-nada en la segunda mitad del siglo XVI, donde esa falta de correspondenciaentre el oficio del individuo y su laqab se atribuye a la evolución del nombre pro-piciado por factores que indujeron su fosilización.

Al examinar los individuos de la nómina de 1500 que llevan tanto laqab deoficio y la mención (en castellano) a su oficio del momento, encontramos varioscasos que no coinciden y ni uno solo en donde coincida el oficio documentadocon la traducción castellana del laqab en cuestión (aunque los casos dondeambas informaciones son proporcionadas son bastante escasos)175. No se puededescartar que algunos granadinos efectivamente ocuparan estos oficios pre-viamente y que, debido a los cambios socio-económicos que afectaron a la an-tigua capital nazarí, fueran obligados a buscar cualquier otro tipo de empleo,aunque su oficio real siguiera siendo el que le identificaba a través del laqab: uncarpintero seguiría siéndolo aunque se viera forzado a trabajar en otro sector.No obstante, no hay que descartar que esta cristalización del laqab tuviera pre-cedentes en la misma sociedad nazarí antes de sucumbir a presiones socio-culturales que alterarían la lógica antroponímica árabe176.

La investigación histórica sobre la antroponimia árabe, tan condiciona-da por las largas cadenas reflejadas en los diccionarios bio-bibliográficos y enotros documentos oficiales, debería explorar la existencia de un apelativo co-tidiano y común utilizado por un amplio sector de la sociedad, y no sólo porla elite de donde se extrae la mayor parte de los ejemplos analizados en los es-tudios onomásticos. El uso abreviado del nombre árabe debe interpretarsecomo una forma válida –no necesariamente impuesta o distorsionada poruna autoridad externa a la comunidad– y como una práctica antroponímicaque satisface las necesidades de identificación de una gran parte de la po-blación musulmana, al menos en el contexto granadino previo a cualquierconversión y potencialmente aplicable al resto de la Península Ibérica consus debidos matices. Esto no implica que dichos individuos carecieran deotros elementos de la cadena onomástica, sino que en su forma comprimidaalgunos elementos prevalecen sobre otros.

174. Esto también se ha constatado en el caso de los mudéjares portugueses; F. LOPES DE BARROS,«The Identification…», p. 219.

175. Por ejemplo, encontramos en el asiento [358] a Mahamed Alarife/Pedro que es labrador; enel asiento [438], Hamed el Najar/Françisco que es espadador; o en el asiento [904], Maha-mad Adaraz/Fernando que es labrador.

176. Martínez Ruiz constata el hecho de que los laqab no siempre hicieron referencia a los oficiosverdaderos de los individuos que lo utilizaban como apelativo en la época morisca, ni entre la sociedad andalusí: J. MARTÍNEZ RUIZ, «Los laqab de oficio…», p. 357.

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LA CUESTIÓN DE LA ACULTURACIÓN A PARTIR DEL

SOBRENOMBRE MORISCO

Si, a lo largo del siglo XVI los moriscos granadinos eligieron los distintostipos de componentes onomásticos en una proporción constante, cabe pensarque la cultura –al menos aquella reflejada en la seña de identidad onomástica–de 1569 había cambiado muy poco desde antes de las conversiones de 1500.Aunque Caro Baroja postuló una transformación del sobrenombre morisco en-focado hacia un mayor uso de la nisba y el laqab como apellidos, no pudo contarcon este valioso punto de comparación que nos permite matizar ahora lastransformaciones y las permanencias culturales177.

Al considerar la proporción de sobrenombres árabes y castellanos entre losmoriscos constatamos que hubo cierta variación en las siete décadas que separanlas muestras. En 1500 hubo un 32% de sobrenombres propiamente cristianosentre los conversos que portaban algún tipo de sobrenombre (148 casos)178 y un67% de individuos con sobrenombres árabes (307 casos) pero sin apellido cristia-no. En 1569 el porcentaje de sobrenombres castellanos o catalanes es de un 44%,mientras que el 56% de individuos (334 casos) llevan sobrenombres árabes deforma exclusiva (y otro 6,5%, o 39 casos, lo llevan junto a sobrenombres roman-ces). Solamente un 12% más de la población morisca ha incorporado un sobre-nombre cristiano, mientras que un 4,5% menos mantiene un apellido árabe. De-bemos precisar que el aumento en el uso del apellido castellano del 12% es unmínimo, pudiendo ser factible una tasa algo más elevada según la interpreta-ción de los datos estadísticos179. Aunque leve, este cambio puede ser indicativode cierta aculturación por parte de un sector de la población morisca. No obstante,después de varias generaciones y tantas medidas contra el uso del sobrenombreárabe puede igualmente considerarse representativo del fracaso castellano ensu afán por asimilar a los moriscos granadinos180. Es más, si consideramos elhecho de que algunos de los sobrenombres cristianos eran –al igual que muchosnombres personales– nada más que máscaras o velos para cubrir el verdadero so-brenombre árabe, el porcentaje de la población morisca que se ve sinceramentereflejada en el sobrenombre castellano sería posiblemente más exiguo.

177. J. CARO BAROJA, Los moriscos del reino…, pp. 114-115.178. De estos individuos con apellido cristiano, dos terceras partes tienen documentado el nombre

árabe previo a la conversión.179. Es preciso apelar a la cautela metodológica con respecto al uso de los apellidos árabes entre

los individuos que figuran en las nóminas de 1500 sin apellido explícito. Es probable queestos individuos siguieran utilizando el apellido árabe que desconocemos, por lo que el por-centaje de apellidos castellanos entre la población convertida en 1500 sería considerablementemenor. Si esto se llegara a confirmar, el incremento del uso del apellido castellano en 1569 seríaalgo más elevado que el 12%.

180. En este sentido, discrepamos de la afirmación expresada por Areces Gutiérrez que sugiere quela política de Felipe II sobre la cristianización del nombre y apellido morisco “tuvo su efectividaden cuanto a la eliminación de pervivencias tradicionales”, A. ARECES GUTIÉRREZ, op. cit., p. 672.

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Muchos de los sobrenombres castellanos asignados durante la conver-sión de 1500 tienen resonancias linajudas como de Aguilar [1014], de Acuña[970], de Padilla [932], o hasta Hurtado de Mendoza [1076], lo que podría in-dicar la presencia de algunos nobles como padrinos en los bautizos aunquecarecemos de un rastro documental suficiente para confirmar esta norma. Sinembargo, no por pertenecer a la jassa, o a otra clase encumbrada, los granadi-nos conversos llevaban un sobrenombre altisonante o un sobrenombre cual-quiera. De hecho, muchos individuos a los que se les confería el trato de don odoña recibían sólo un nombre de pila en las nóminas de la conversión181. Igual-mente, los artesanos y agricultores tienen tanta probabilidad de recibir un so-brenombre castellano y hasta un apellido de reconocido abolengo que los quetienen un mayor estatus social en esta primera instancia.

Quizás lo que más destaca de los apellidos romances es, por una parte, laproporción de tipos de apelativos que de nuevo se mantienen más o menosconstantes entre las dos fechas de las muestras: apellidos toponímicos o an-tropotopónimos, 27% en 1500 y 21% en 1569; patronímicos, 27% y 29%; apelli-dos de oficio, 1% y 1,5%; apellidos de mote, 1% y 2%; otros apellidos 44% y 46%.Sin embargo, esta escasez de variación tiene sentido en tanto en cuanto el in-cremento en el uso del apellido romance es relativamente exiguo. Por otraparte, con respecto al uso de los apellidos toponímicos romances, constatamosla preponderancia absoluta de topónimos no-granadinos que constituyen el90% de los antropotopónimos tanto en 1500 como en 1569. Es decir, estos ape-llidos fueron impuestos desde fuera y no reflejan un vínculo telúrico autócto-no, ni un esfuerzo por traducir la nisba geográfica árabe que refleja contun-dentemente topónimos del territorio donde estuvo asentado el antiguo emiratonazarí. Igualmente, no hay voluntad de trasladar los laqab de oficio o de moteárabe al castellano puesto que representan entre el 1% y 2% de los apellidos ro-mances, mientras que su correspondiente árabe ocupa entre un 28% y 33% delos sobrenombres árabes.

En lo que respecta a los nombres con tres elementos (es decir, un nombre de pila más un doble sobrenombre), para la nómina de 1569182 no hay más que un 8% de individuos que los utilizan, o un total de 46 casos: siete casos tienen dos nombres castellanos, dos casos tienen dos nombres árabes, y 37 siguen el patrón bimembre mixto, reduciéndose de hecho esta modalidad sincrética a un 6% del total de la población. Esta opción minoritaria no supone forzosa-

181. La onomástica específicamente de la jassa sigue una lógica ligeramente diversa que aquí noha sido considerada debido a la naturaleza de las fuentes que se han utilizado y la ausenciade un repertorio más amplio para este segmento demográfico.

182. La nómina de 1500 apenas cuenta con algunos sobrenombres dobles, aunque estas nóminasno muestran la elección de sobrenombres mixtos o con componentes árabes, debido a quefiguran separados los nombres y sobrenombres árabes por una parte y los nombres y sobre-nombres castellanos por otra.

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mente una decantación ideológica. Por una parte, podría interpretarse como una actitud cauta que, a la vez que garantiza las señas de linaje árabe que los ubican dentro de la comunidad morisca, les permite ostentar adicionalmente un apellido castellano que los vincula firmemente a la grey cristiana. Por otra parte, puede interpretarse como una manifestación de aculturación mestiza donde la adopción de nuevas señas no tiene por qué borrar las originales.

No obstante, la lógica que regía la elección del sobrenombre castellano y ladel sobrenombre árabe era independiente. El sincretismo se manifestó en la uti-lización yuxtapuesta de dos sistemas onomásticos autónomos, sin que se detecteun trasvase de uno al otro, es decir, sin que un único sobrenombre incluya ele-mentos de ambos sistemas onomásticos. Si bien se ha identificado este híbridoonomástico en limitadísimos sobrenombres del censo morisco de 1569 –porejemplo pueden incorporar la partícula de filiación del nasab junto a un apelli-do castellano (como Miguel Beni Mendoça, Alonso Beni Pérez)– no constitu-yen más del 0,3% de los apelativos, por lo que debe ser considerado excepcio-nal y nada representativo de los patrones dominantes. Ciertos tipos desincretismo onomástico estuvieron más difundidos entre las poblaciones mu-déjares castellanas, portuguesas o aragonesas en la Baja Edad Media. Estas co-munidades mudéjares habían perdido parcial o completamente su idioma árabey fueron compelidas a adaptar el sistema onomástico a la lengua hegemónica pornecesidad de conservar ciertos vestigios de sus señas culturales árabes. Por elcontrario, la comunidad morisca de Granada aún no había sucumbido a la im-posición lingüística castellana y la aculturación se limitó a integrar elementos aje-nos a sus señas sin necesariamente transformar los componentes originales183.

EL SISTEMA ONOMÁSTICO DÚPLICE VERSUS EL SISTEMA MIXTO

Ciertos autores insisten en la existencia de dos ámbitos antroponímicoscompletamente separados que se manifiestan a través de un sistema dual de de-signación personal, donde el sistema clandestino árabe servía para mantener laposición social del individuo a partir del linaje184. Es cierto que los moriscos sesirvieron de un doble sistema onomástico para el ism, pero la posición social sepodía conservar con el uso del sobrenombre árabe oficial. Si el sobrenombre sehubiera reducido al ámbito del secretismo inherente al núcleo del hogar privadoy los reducidísimos espacios donde podían esporádicamente reunirse y ex-presarse en libertad, sin la amenaza del furtivo delator que velaba por la orto-

183. La trasformación quizás esté en la fosilización de los elementos de la cadena onomásticaárabe que conforman el sobrenombre morisco de origen árabe. No obstante, esta afirmación queda relegada al ámbito de la especulación hasta que se investigue el uso de estos compo-nentes dispares como reflejo del linaje o de la familia.

184. Ver, por ejemplo, A. HESS, The Forgotten Frontier: A History of the XVIth Century Ibero-AfricanFrontier, Chicago, 1978, pp. 143-144.

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doxia de toda la grey, el valor del sobrenombre secreto (especialmente el nasab genealógico y la nisba tribal) como soporte de la memoria del linaje perdería parcialmente su sentido. El linaje cobra fuerza mientras es públicamente difundido, conocido y reconocido. Pese a lo estrechas que pudieran ser las relaciones sociales en la ciudad de Granada, el disimulo onomástico inevita-blemente tuvo que influir en la alteración de la memoria de los linajes agnati-cios tradicionales después de ser ocultados durante varias generaciones. Por esta razón, la creación del apelativo morisco sincrético tenía un propósito in-trínseco: reforzaba la seña de identidad a través de nuevos códigos que con-servaban la pertenencia familiar.

El doble sistema onomástico evidentemente existió tal como dejan entre-ver los testimonios inquisitoriales y las crónicas de la época, donde los nombresárabes subrepticios conviven con –y a veces inadvertidamente borran– los ape-lativos cristianos, ya que estos últimos perdieron totalmente su sentido en lomás profundo del hogar doméstico, último resquicio de libertad para la culturaislámica. No obstante, la taqiyya onomástica no elimina la necesidad de enfatizarciertos elementos de su identidad. Estos elementos son los que permiten tejerlas relaciones sociales entre moriscos como un indicador del linaje. Como ya seha mencionado, la importancia de la ‘asabiyya, es decir, la solidaridad agnaticia,en las relaciones sociales de los musulmanes pervivió, aunque de forma acci-dentada, entre la comunidad morisca granadina185. Los moriscos llegarían ahacer virtud de la necesidad creando un nuevo sistema onomástico –lícito enun principio– con el sobrenombre. Estos apelativos no eran necesariamentevestigios de nisbas tribales o la típica cadena genealógica, sino más bien otroselementos que, fosilizados o no, reemplazaron probablemente antes de la con-versión esos marcadores tradicionales cuyo código escapaba a los castellanospero era inteligible para los cristianos nuevos.

Caro Baroja ya identificó unos patrones onomásticos basados en los nom-bres de los moriscos a partir de los textos que narraban la sublevación de las Al-pujarras. Muchos de los protagonistas sobre los que están basadas sus refle-xiones habían cambiado su nombre oficial durante la rebelión y, por consiguiente, no reflejaban necesariamente la antroponimia en uso por la mayor parte de la comunidad morisca granadina, sino más bien la antroponi-mia deseada como acto de desafío. En otras palabras, estos nombres no siem-pre dejan entrever lo que se escondía tras el velo de la taqiyya onomástica. A pesar de este problema contextual en la determinación de patrones onomásti-cos, Caro Baroja acierta al identificar, como rasgo más típico de los sobrenom-bres, el uso de un toponímico como base de un linaje, además de la prolifera-ción de los motes fosilizados con la función de identificar un vínculo familiar186.

185. J. CARO BAROJA, Los moriscos del reino…, pp. 73-83.186. Ibídem, p. 114.

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Es otra forma de decir que, al desaparecer el nasab original (el patronímico),echan mano de otros elementos propios de la cadena onomástica tradicionalárabe como es la nisba geográfica o el laqab, y así –a veces vaciándolo de sucontenido semántico– recrean un nuevo cognomen que les vincula a un linaje.

Esta es la razón por la que Francisco Núñez Muley, como hemos señala-do, protesta ante la perentoria prohibición del sobrenombre árabe y él mismoexpone su función inminentemente social: el colectivo perdería su memoriaacarreando el resquebrajamiento de lo que quedaba de su organización social,ya de por sí degradada187. A lo largo del siglo XVI, no todos los moriscos pe-ninsulares utilizaron un sistema dúplice de designación –uno privado y otro pú-blico– pero al menos el nombre oficial era en su mayoría un sistema mestizo.

Este sobrenombre que bebía de ambas tradiciones lingüísticas pudo man-tenerse en parte gracias a que el apellido no infringía los preceptos católicos y, como hemos dicho antes, desde los bautismos masivos, los sobrenombres cas-tellanos constituyeron menos de un tercio del total. Esta situación habría facilitado una transición a unas estructuras onomásticas mixtas a pesar de las prohibiciones posteriores al sobrenombre árabe, que no parecen haber afectado demasiado a la antroponimia morisca, al menos hasta que los moriscos fue-ran expulsados de Granada.

Hasta qué punto esa aculturación parcial y la taqiyya onomástica afectaronnegativamente la utilización privada del ism es algo más difícil de determinar.Probablemente, de nuevo, habrá que apoyarse sobre la explicación lingüística:mientras el uso del árabe se mantuvo como lengua materna y cotidiana entre lamayor parte de la población –como lo fue en Granada–, el ism fluiría natural-mente como en el caso de los mozárabes toledanos cuatro siglos antes188.

Como ya apuntaron Domínguez Ortiz y Vincent con respecto al disimu-lo, “el oportunismo que representaba la taqiyya conducía a una selección entre los signos externos de adhesión al Islam; para conservar lo esencial, algunos fue-ron total o parcialmente abandonados”189. Asimismo, hasta algunos de los ele-mentos conscientemente conservados resultarían afectados por la necesidad de mantenerlos en secreto. La taqiyya tiene el inconveniente de hacer vulnera-bles esas señas que pretenden conservar debido a la constante exteriorización de esos signos ajenos: la aculturación se acabaría imponiendo a pesar de la expresa renuencia de los moriscos. Si bien la evolución de los repertorios onomásticos moriscos del siglo XVI en Granada aún no muestran firmemen-

187. “...pues lo que toca en el sobrenombre castellano, e no mas perderse an las personas y los li-najes moriscos, no sabran con quien tratan ni conpran ni casan, no conoçiendo el linaxe derrayz; pues de que se sirve querer perderse tales memorias ansi en los abitos o traxes, comoen los sobrenonbres, como en todo lo susodicho?”, F. NÚÑEZ MULEY, «Memoria», p. XLVII.

188. Aunque aún en el caso mozárabe toledano, el uso del nombre podría haber resistido a la de-saparición del idioma árabe: ver A. GONZÁLEZ PALENCIA, op. cit., pp. 129-130.

189. A. DOMÍNGUEZ ORTIZ y B. VINCENT, op. cit., p. 135.

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te ese efecto colateral perverso, todo sugiere que el nombre también estaría destinado a sucumbir, en mayor o menor grado, a las ineludibles pre-siones del patrón cultural hegemónico.

CONCLUSIONES

El análisis onomástico de una sociedad proporciona la posibilidad de de-terminar, en primer lugar, la manera en que son utilizados los apelativos por uncolectivo en un momento dado y, en segundo lugar, permite establecer un modelode evolución antroponímica como producto de otras manifestaciones socialessubyacentes. Pese a la cautela metodológica que se requiere a la hora de abordarun análisis histórico con este utensilio auxiliar, el estudio onomástico es valiosopara ponderar transformaciones sociológicas difícilmente mensurables. La an-troponimia ofrece nuevos derroteros para responder a las preguntas de siem-pre y permite formular nuevos interrogantes sobre cuestiones nada evidentes.

Es preciso replantearse cuál es el nombre de uso público y habitual de losmusulmanes de cualquier estrato social en un contexto documental adminis-trativo. A la luz de un sondeo de antropónimos árabes que figuran en una granvariedad de fuentes sobre musulmanes de la Península Ibérica (tanto en textosen lengua árabe, latín o romance) y teniendo en cuenta la perspectiva de ara-bistas, como Sublet, que preconizan la variabilidad del antropónimo árabesegún el sujeto histórico y su contexto, la tradicional cadena onomástica árabeno es necesariamente la norma, sino todo lo contrario. La antroponimia árabe dafe de una gran flexibilidad con la que los individuos seleccionan distintas formasonomásticas (que en muchos casos no superan los dos elementos). La historio-grafía ha llamado la atención sobre la posible distorsión de los nombres árabesen las fuentes hispánicas sobre mudéjares. Sin embargo, si se acepta la premisade la elasticidad onomástica de los apelativos islámicos, los antropónimos ára-bes supuestamente mediatizados en la documentación cristiana no tienen porqué estar a priori adulterados. Este es el caso de la muestra de las nóminas debautizos de musulmanes granadinos en 1500 que se ha analizado aquí.

El estudio de la onomástica ofrece pistas muy sugerentes en cuanto a la cuestión fundamental de la aculturación de los moriscos granadinos, cuya an-dadura examinada nos lleva desde esos primeros momentos del siglo XVI hasta 1569, cuando iban a ser desterrados a otros paraderos castellanos lejos de su tierra natal. En la nómina de 1500 se constata una alta concentración ono-mástica del ism, que supera aun la de las propias muestras mudéjares. Esta elevada concentración de los ism asociados a los primeros momentos del Islam, según la teoría de la conversión de Bulliet, podría reflejar un mayor afán por re-forzar sus señas etno-religiosas ante el ominoso predicamento de una inmi-nente y definitiva conquista castellana de Granada a lo largo del siglo XV.

La conversión religiosa forzada de finales de 1499 y 1500 en Granada seconcretaba en una nueva identidad expresada a través de un cambio antropo-

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nímico radical que afectaba esencialmente al nombre personal. El nombre cas-tellano fue impuesto por los prelados responsables del bautismo masivo y deninguna manera refleja una elección por parte de los conversos renuentes. Elacervo onomástico castellano de los nuevos moriscos se ve reducido con res-pecto a sus propios apelativos árabes y a los de la población cristiano-vieja,aunque refleja de forma relativa los nombres en uso entre este colectivo a finesde la Edad Media. No se puede hablar de correspondencias generalizadas delpaso del ism al nombre de pila, ni tampoco de nombres seleccionados comomarcadores que pudieran revelar el origen etno-religioso de esta comunidad.

A pesar del cambio onomástico, a lo largo del siglo XVI, persistió el rito de las fadas con el propósito explícito de eliminar los efectos del bautismo e im-poner un ism árabe a los niños moriscos. Mientras que las nóminas de 1500 y el censo de 1569 no expresan el uso combinado del ism árabe ilícito junto con el nombre cristiano, en contraste los testimonios inquisitoriales revelan la existencia común de lo que hemos denominado taqiyya onomástica: una práctica precaria que fomenta el riesgo de que las señas onomásticas de la diferencia se borren por el constante uso del disimulo en público. Por consiguiente, es factible que la aculturación formal acabara por imponerse –aunque muy lentamente– por el incesante hábito de fingir el apelativo.

La comparación diacrónica de los dos repertorios antroponímicos revelaunos patrones evolutivos que sorprenden por la aparente incongruencia de lapráctica onomástica entre hombres y mujeres. Los varones moriscos en 1569 ha-bían adoptado un acervo mucho más variado con una concentración muy pró-xima a la de los cristianos viejos, pero con nombres y frecuencias divergentes.Por ello, no se puede hablar de aculturación como tal, sino posiblemente de lanecesidad de manifestar explícitamente su auténtica conversión religiosa –aun-que para muchos moriscos fuera sólo un mero simulacro–. El dimorfismo sexualse caracteriza por el hecho de que las mujeres moriscas siguieron un patróndiametralmente opuesto: el censo femenino de 1569 no muestra una ampliaciónantroponímica significativa con respecto a la de la nómina de 1500 y la con-centración de los dos nombres más populares entre mujeres es aún mayor quea principios de siglo. Este hecho sugiere que los patrones onomásticos reflejanlos distintos papeles que adoptaron hombres y mujeres en el seno de la co-munidad morisca de Granada, donde ellos fueron los interlocutores entre lasdos comunidades y ellas evitaron el contacto con los cristianos viejos al tiem-po que perpetuaban su cultura en el espacio privado del hogar.

Igualmente, a través del análisis onomástico diacrónico se constata una evolución muy limitada del sobrenombre de los moriscos granadinos desde su conversión hasta su expulsión de Granada. Al dividir los sobre-nombres de origen árabe en los distintos componentes del sistema onomástico por el que se rige, encontramos que las frecuencias se mantienen casi constan-tes de 1500 a 1509. Esto indica, por una parte, la más que probable autentici-dad de estos elementos como apelativos de uso corriente entre la otrora sociedad nazarí y,

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por otra, que estos sobrenombres no necesariamente sufrieron la presión de las medidas de aculturación. Pese a ligeros incrementos en el uso de sobre-nombres castellanos, una gran parte de la población morisca decidió conser-var sus sobrenombres de forma casi exclusiva o, en algunos casos, combinados con un sobrenombre cristiano. Si bien las formas públicas mixtas (castellanas y árabes) de la designación morisca se difundieron a lo largo del siglo, las formas propiamente híbridas en el apelativo –es decir, en las que se ha producido un trasvase del contenido de un sobrenombre árabe al cristiano– son bastante más exiguas, pues no hubo voluntad de traducir al castellano los antiguos sobrenombres árabes, como el laqab o la nisba, que se prestaban a ello.

Este modus operandi antroponímico, sin embargo, no es forzosamente ex-trapolable a otras comunidades moriscas ni a otro contexto espacio-temporal.A partir de esta metodología es preciso investigar distintos periodos para unamisma comunidad, como la granadina que padecerá otro cambio de nombre alverse obligada a emigrar de sus tierras hacia otros puntos de la Península. Pos-teriormente, estará expuesta a una evolución onomástica en su diáspora in-terna hasta la expulsión final en el siglo XVII, a continuación de la cual sepuede constatar una nueva mutación de sus antropónimos en tierras islámicas.Son fases que coinciden con cambios turbulentos ineludibles que dislocan loscimientos culturales de un colectivo en constante litigio sin tregua.

En su estudio sobre la convivencia entre moriscos granadinos y cristianosviejos, Griffin plasmó el concepto de “un muro invisible” para expresar la in-comprensión y la falta de entendimiento que se vivía entre la ortodoxia cristia-na y aquellos miembros de la comunidad morisca que, sin embargo, habíanaceptado con pleno convencimiento su credo cristiano190. Era un muro construi-do de todo tipo de fragmentos culturales, de comportamientos antropológicos,de costumbres profundamente arraigadas, de formas de expresión intrínsecas acada comunidad. No obstante, no era forzosamente un muro entre cristianos ymusulmanes, es decir, entre dos religiones irreconciliables. Era un muro más di-fícil de perfilar, entre dos culturas ancestrales en desigualdad de condiciones, ydonde una de ellas, de forma algo errática, pretendía erradicar socialmente a laotra. Muchos de estos elementos diferenciadores propios de los moriscos no es-taban reñidos con la exigencia de ser buenos cristianos, pero al verse negados porlas autoridades pudieron tener en ciertos casos el efecto contrario de buscar unaexpresa afirmación religiosa o una más explícita alteridad cultural.

La problemática de la onomástica, aunque parezca intrínsecamente vincu-lada al cripto-islamismo, no lo está. A priori, no es tanto una cuestión religiosacomo una seña encubierta o manifiesta de la necesidad de mantener vivos aque-llos elementos reconfortantes que daban sentido a unos usos que difícilmente

190. N. GRIFFIN, «‘Un muro invisible’: Moriscos and Cristianos Viejos in Granada», en F.W. HODCROFTet al. (eds.), Mediaeval and Renaissance Studies on Spain and Portugal in Honour of P.E. Russell, Ox-ford, The Society for the Study of Mediaeval Languages and Literature, 1981, pp. 133-154.

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se podían extirpar de cuajo y a la fuerza. Estos usos antroponímicos fueron evo-lucionando muy lentamente a lo largo del siglo XVI, para esquivar las rémorassurgidas de un ambiente progresivamente hostil y plagado de un sinfín de con-tradicciones donde la convivencia y la segregación a menudo se daban la mano.

Tanto la taqiyya onomástica como los elementos oficiales del apelativo mo-risco son fruto de esta dialéctica y son más que meras etiquetas para la identifi-cación de un individuo, de una familia, de un clan. Estos son elementos claves dela supervivencia de una cultura en lento proceso de asimilación, tanto forzadacomo inconsciente; unas señas que les permitían enfrentarse con mejores o peo-res resultados a todo tipo de muros, desde los más efímeros hasta los más sólidos.

RESUMEN

Las transformaciones padecidas por los musulmanes de Granada a raíz de la conversión masiva de 1499-1500 se reflejan en el cambio antroponímico ini-cial y su evolución durante el siglo XVI. En este estudio se evalúa la autentici-dad de los nombres árabes en los documentos castellanos y se propone una metodología onomástica que abarca dos sistemas diversos (el árabe y el caste-llano) y que permite un cierto grado de sincretismo. La onomástica comparati-va (sincrónica y diacrónica) desde la Edad Media hasta la Moderna, con muestras de otros colectivos permite calibrar el grado de aculturación de los moriscos y descubrir patrones de comportamiento cultural que resultan difícilmente discernibles por otros medios.

Palabras clave: conversión religiosa, aculturación, onomástica árabe, ono-mástica castellana, antroponimia, mudéjares, moriscos, Granada, reino nazarí.

ABSTRACT

The Muslims of Granada experienced a series of transformations due to the widespread conversions of 1499-1500 which is mirrored in the initial an-throponymic change and its subsequent evolution in the sixteenth century. This study assesses the authenticity of Arabic names in Castilian records and proposes an onomastic methodology that bridges two diverse systems (Arabic and Spanish) and manifests a certain degree of synchretism. A comparative onomastic study (both synchronic and diachronic) from medieval to early modern times, using various samples of other social groups allows us to gauge the degree of acculturation of the Moriscos and to discover patterns of cultural behaviour that would otherwise be difficult to discern.

Key words: religious conversion, acculturation, Arabic onomastics, Spa-nish onomastics, anthroponymy, Mudejar, Morisco, Granada, Nasrid kingdom.

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LOS MANUSCRITOS ILUSTRADOSDE LA BIBLIOTECA DE LA JUNTA

Ana Isabel Beneyto Lozano

Haremos un primer acercamiento a cada uno de los manuscritos1 objetode análisis: su catalogación, sus características, como el color de las tintas, yaque no podemos presentar las decoraciones en color; para después analizar,en un siguiente capítulo, las formas decorativas en conjunto. Nos extenderemosen las obras que nos parecen más interesantes y en los estudios que se hayanhecho sobre ellas.

A partir de ahora, cada manuscrito de la Junta se denominará como “J” yel número romano, como ya hiceron Asín y Ribera, que le corresponda, esdecir, el manuscrito 5 de la Junta será: J. V.

No hemos analizado los ciento un manuscritos de la edición, sino quehemos seleccionado aquellos ilustrados, y de éstos los que nos parecía que di-chas ilustraciones eran dignas de ser analizadas, aunque también hay algunosque podrían ser interesantes, este trabajo acabaría, si nos dedicáramos a todos,siendo de gran formato.

El manuscrito J. I es el primero del que vamos a empezar a hablar. Hasido estudiado por bastantes investigadores, y ya lo hemos citado antes al ha-blar de los orígenes de la literatura aljamiada2. Se trata de una copia del Bre-viario Suní (“Alquiteb Segoviano. Breviario Çuní”), cuyo autor es “El muftíalfaquí de la Aljama de Segovia, Iça de Gemir”3. Está fechado en 1492, continta negra con epígrafes en rojo, en lengua aljamiada; tiene correcciones mar-ginales posteriores y decoraciones en márgenes.

Para Epalza y Wiegers, la obra de `Isà B. Yabir es de suma importanciapara entender tanto la situación social de los moriscos como la literatura pos-terior, sobre todo su traducción del Corán al romance. Wiegers cree que po-

1. El sistema de catalogación que vamos a utilizar es el que sigue la reproducción electrónica delos CDs Manuscritos árabes y Aljamiados de la Junta, CSIC, citado en las primeras páginas.

2. G. WIEGERS, «`Isà B. Yabir and the origins of Aljamiado literature», Al-Qantara, XI-1, 1990,pp. 155-191.

3. M. ASÍN PALACIOS y J. RIBERA Y TARRAGÓ, Manuscritos árabes y aljamiados de la Biblioteca de la Junta,Madrid, 1912, pp. 1-2.

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dría haber sido alcalde de Segovia en algún momento, y que estuvo en contactocon sabios cristianos, como Juan de Segovia4.

Debió ser una obra muy importante en la época, ya que trata sobre mo-ralidad, las obligaciones de un buen musulmán y acerca del derecho civil ypenal; elementos muy importantes para aquellos moriscos que trataban de lle-var una vida “correcta”, dentro de un ambiente hostil y complicado. Explicaademás qué hace esta obra en la “lengua de los infieles”, por qué los moriscosespañoles habían olvidado la lengua de sus antepasados, y que era necesariovolverles a explicar “su ley en la lengua que usaban entonces”5.

Wiegers nos dice que hay cinco copias de esta obra: dos de la Junta, CSIC(ésta y la número LX6); dos en la Biblioteca Nacional de Madrid (2076 y 6016)y la de la Real Academia de la Historia, número S 37.

El número J. III de esta colección es una obra de miscelánea con azoras al-coránicas, textos profanos y de derecho y moral, como la historia de `Umar,gran compañero fiel del profeta, famoso por su “austeridad y rígida justicia” ola historia de Carcayona, una chica que su fidelidad a Dios la llevó a la felicidadtotal8. Datado hacia el siglo XVI. Letras en tinta negra y epígrafes en rojo y ama-rillo. Escrito de forma bilingüe. Igualmente, el J. IV es un códice de miscelánea,con obras moralizantes, de la vida y muerte del profeta, el Día del Juicio, etc. Asícomo la famosa obra del “Baño de Zarieb”, estudiado por Saavedra como el“El alhadiz del Baño de Zarieb”9, donde vemos una historia mundana, am-bientada en la sociedad andalusí, exactamente en la Córdoba del siglo X acon-dicionada a los gustos moriscos. Realizado entre los siglos XV y XVI, tinta negra,epígrafes en rojo y, algo que nos interesa, los encabezamientos en varios colores.

El J. VI es un manuscrito que enlaza con la tradición oriental. Se trata deuna copia del libro del gran sabio al-Samarqandi. Es exactamente la traduccióna la lengua castellana, en aljamiado, de algunos de los capítulos. Realizado enuna fecha muy significativa, en 1601, a punto de ser decretada la expulsión delos moriscos de Aragón. Editada por Brockelmann, dice al principio “que lacopia está hecha por un tal Mohammed, escribano mayor”. Fue una obra que

4. Parece que Juan de Segovia pidió a `Isà B. Yabir que tradujera el Corán, para más informaciónver D. CABANELAS, «Juan de Segovia y el primer Alcorán trilingüe», Al-Andalus, XIV, 1949. Ydel mismo autor Juan de Segovia y el problema islámico, Madrid, 1952.

5. M. ASÍN PALACIOS y J. RIBERA Y TARRAGÓ, op. cit., pp. 1-2.6. Esta obra está escrita en castellano, con caracteres latinos y algunas decoraciones que des-

pués citaremos.7. G. WIEGERS, op. cit., p. 156.8. A.G. GHEJNE, «La Literatura Aljamiada», pp. 350-352. Ver SAAVEDRA, Discurso en la Real Aca-

demia de la Historia, Madrid, 1878, pp. 164-168.9. En Mundo Ilustrado, 86, 1881. También Galmés de Fuentes hace una edición crítica de la obra,

donde habla de la historia de “París y Viana”. Y Asín Palacios nos informa de un posible ori-ginal oriental, árabe.

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debió de ser casi un best seller, ya que tras ser traducida por un morisco arago-nés en el siglo XVI, y ser una obra que habla de los buenos comportamientos, lasprácticas y la ley religiosas, resultaría ser muy valorado por los moriscos, vi-niendo estos “consejos” de un sabio del oriente islámico. Este erudito oriental eraespecialista en el arte de la discusión, pero también escribe obras de geometría,lógica o astronomía; fue fundador de una escuela de teología que después se con-sideró precursora de una de las dos escuelas sunni de Kalam.

El J. VIII es una obra habitual de la literatura aljamiada y que, a nuestroparecer, es una muestra de la búsqueda de autenticidad y rectitud del musulmán.Se llama “Castigos para lax gentex”, estudiado por María José Fernández en suTesis Doctoral10. Galmés de Fuentes nos explica que este tipo de literatura sobrecastigos sirve para encaminar al buen musulmán, advertirle de lo que le puedepasar si no lleva una vida correcta, justa y prudente. Pertenece al género de la“wasiyya”, que significa “testamento, recomendación o consejo”; Luzman al-Hakim fue uno de los escritores más importantes de este género, sus consejos lle-garon de forma oral hasta que aparece escrito en la literatura aljamiada11.

En el J. XII, del siglo XVI, encontramos otra obra de miscelánea, en la quedestaca un tratado al principio12 en el que explica cómo leyendo, copiando y lle-vando consigo fragmentos o partes del Corán, devociones, alabanzas, etc., seconseguirá una mejor vida y beneficios13; además de consejos para una co-rrecta lectura del Corán, según el método naftí. Sus características son: tintaen negro con los epígrafes en trazo más grueso, sin colores, en aljamiado; encambio el J. XIV14 es en árabe, traducido al aljamiado, donde además se nosinforma incluso de los copistas.

Algunas azoras del Corán se encuentran en esta copia del siglo XVI, J.XVI, en epigrafía árabe, en tinta negra con las vocales en rojo y epígrafes enamarillo. La pregunta es cómo mantener el Islam en estos territorios ya no go-bernados por musulmanes, cómo hacer llegar la doctrina y no perder adep-tos. Los escritos debieron tener, y nunca mejor dicho, un papel muy impor-tante a la hora de mantener el espíritu musulmán, a través de tradiciones,consejos y por supuesto, copias del Corán. En la guarda nos da un dato curio-so: “En el año de mil quinientos y treinta y trex y medio, el rey Don Calrroxmandó que se hiciesen lox morox del reino de Balançia y de Aragón Cristianoxo se fuesen de la tierra”. El J. XXXIV, del siglo XVI, también consta de azoras al-coránicas, de él traeremos algunas de sus decoraciones.

10. Libro de los Castigos (ms. n.º 8 de la Biblioteca de la Junta), Oviedo, 1987.11. A. GALMÉS DE FUENTES, «Castigos», Estudios sobre la literatura aljamiado-morisca, p. 123.12. Al igual que el existente en la Biblioteca Nacional de Madrid (5081).13. A.G. GHEJNE, op. cit., p. 347.14. M.J. CERVERA FRAS, «Rasgos lingüísticos aragoneses en el texto aljamiado del ms. J.14», en

Hommage à l’Ecole d’Oviedo d’Etudes Aljamiado, dirección prof. Abdeljelil Temimi, Túnez, Fon-dation Temimi pour la Recherche Scientifique et l’Information, 2003.

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El J. XVII, escrito en árabe todo en tinta negra, se trata de una obra sobretemas religiosos, como los nombres de Dios. Sin datar, parece ser mudéjar, definales del siglo XIV. El J. XVIII contiene azoras alcoránicas del siglo XVI, bi-lingüe árabe y aljamiada, cuya letra es más fina. Los comentarios de los alfa-quíes parecen ser en este Corán más amplios que en otros manuscritos simila-res de la misma colección. Codera nos dice que “este códice, cuyas partes llevanlos números 18 y 92, es el segundo tomo de una obra de Derecho, extractada delos libros de los jurisconsultos Mohammad ben Abd-Allah beli Abu Zamanin(español), Mohammad ben Ahmed ben Al-Aththar, Ahmed ben Çaîd Al-Hindiy Muza ben Ahmed conocido por Al-Watid: coleccionó esta obra el faquih Abu-Mohammad Abd-Allah ben Abde-l-Wahid el fihri”15.

El “Libro de Dichox Marabillosox”, J. XXII, es una obra que podríamos en-marcar dentro de la literatura más popular. Escrita en aljamiado en tinta negray epígrafes rojos. Dentro de un mundo adverso, donde el día a día se empiezaa hacer más complicado y duro de llevar, las esperanzas de una vida mejor sevan a afianzando en las mentes moriscas. Así las supersticiones, las creenciasen elementos superiores, las cábalas, etc., se convierten en elementos que ayu-dan a la esperanza y a aliviar los males. Este manuscrito ha sido estudiadopor Ana Labarta; contiene muchos dichos, refranes, sortilegios, fórmulas má-gicas, también sobre astrología y sus posibles pronósticos, y en general, meca-nismos que, a veces, se mantienen en la historia de la vida popular. Sirvenpara conseguir bien de amores, echar la mala suerte o los demonios de casa,sanar animales, conseguir lo que uno quiera, etc.

El manuscrito J. XXIII (al igual que el J. XXX) se enmarca también dentrode las creencias populares, ya que trata de una “letanía para pedir agua”. Da-tado en el siglo XVI, podemos plantearnos si quizás habría problemas de se-quías como en la época actual. Está escrito en aljamiado con los mismos colo-res que el J. XII. Es una obra de rogativas, muy habituales en el mundo árabe,lo que Galmés de Fuentes denomina “Remedios contra la Naturaleza”.

El siguiente manuscrito en la catalogación, el J. XXIV, es un códice demiscelánea de varias materias. Contiene desde cuentas de un ganadero, ora-ciones, azoras alcoránicas, tradiciones, consejos para la oración, etc. Está es-crito en aljamiado y árabe, en negro con vocales rojas. El J. XXV también es uncódice de miscelánea con “azoras alcoránicas bilingües y predicaciones en al-jamiado”, escrito con el típico formato de letra negra, vocales rojas y epígrafesen amarillo. Ambos son del siglo XVI, aunque sin fechar.

El J. XXIX fue estudiado por Brokelmann, data del siglo XVI y está escri-to en bilingüe árabe y aljamiado interlineal.

15. F. CODERA, «Almacén de un librero morisco descubierto en Almonacid de la Sierra», Boletín dela Real Academia de la Historia, V, Informes, Madrid, 1884, pp. 269-272.

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Soha Abboud, de esta Universidad, ha estudiado el manuscrito J. XXXIII,que trata del Al-Tafri de Ibn Al-Gallab, y es una copia del tratado de jurispru-dencia islámica titulado “at-tafri del alfaqui basrense ibn al-gallab del siglo x”16;del que conservamos otra copia en la Biblioteca Pública de Toledo (T232) yotra en la Nacional de Madrid (4870), también analizado por la misma autora.Nos dice González17 en su análisis que el autor es “Abulcásim Obadaila, hijo de Al-hosaim, hijo de Albasam, hijo de Chalab de Basora, el Maliquí”, y está fechado en el993 de la Hégira, es decir, siglo XVII de nuestra era. En letra aljamiada negra,con epígrafes rojos y amarillos.

El J. XXXIX parece estar fragmentado, son cuadernos sueltos de variasmaterias. Sin fechar, pero aproximadamente del siglo XVI. Escritos en bilin-güe, en tinta negra y algunas partes con epígrafes en rojo.

También se divide, pero en dos partes, el J. XLVI, por una parte diversoshadices y, por otra, copias de partes de diversos coranes. Sin datar, se fechahacia el siglo XVI. Está en bilingüe y bastante deteriorado.

El manuscrito J. LI es quizás uno de los que contiene decoración más logra-da, y que parece haber sido hecha por alguien que maneja el arte de la decora-ción de manuscritos. Teresa Losada ha estudiado este manuscrito como tema de suTesis Doctoral, Estudios sobre Coranes Aljamiados, 1975, Barcelona. Se trata tambiénde comentarios y traducciones, tafsir, de un Corán. Citado por Vernet y LópezLillo, el cual presenta “una traducción interlineal de cada aleya y cometario de lasmismas”18, del siglo XVI; pero que, como característica curiosa, se traducen “las seisprimeras azoras del Libro, dato de cierta importancia, ya que los Alcoranes cono-cidos reproducen más los textos de las últimas azoras, a partir de la 38”19.

En el manuscrito J. LIII nos encontramos con una obra titulada “alquiteb depreicax y exemplox y doctrinax para medeçinar el alma y amar la otra vida y aborreçereste mundo”, es del siglo XVI sin fechar. Escrito en tinta negra, en aljamiado.Nos dice González que parece haber querido darnos un compendio de lasleyes morales y ascéticas, para ponerlas al alcance de cualquier musulmán.Ghejne se refiere a esta obra dentro de los textos religiosos y jurídicos, y la de-fine como “una cura para que el alma ame el más allá y menosprecie estemundo”, parece una solución fácil para poder sobrellevar esta vida, sufrir lo quehay que sufrir y encontrar recompensa en la siguiente.

16. S. ABBOUD HAGGAR, El tratado jurídico de al-tafrî´ de Ibn al-Djallâb. Manuscrito aljamiado de Al-monacid de la Sierra, edición, estudio, glosario y confrontación con el original árabe, Zaragoza,Institución Fernando el Católico, 1999.

17. Como ya hemos dicho, del análisis de las obras aljamiadas se ocupó este alumno de Asín Pa-lacios y de Ribera.

18. J. VERNET y C. LÓPEZ LILLO, «Un manuscrito morisco del Corán», B. de la Real Academia de Bue-nas Letras de Barcelona, XXXV, 1973-1974. Además lo comparan con el J. XXV, por sus pareci-dos en la traducción del texto coránico en algunas aleyas.

19. Ibídem, p. 186.

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Parece que inéditas aún son las dos obras sobre devocionarios, J. LV yLVI. Junto con las traducciones del Corán, los comentarios de algunas de suspartes y las tradiciones del profeta, los devocionarios son otras de las obrasaljamiadas más habituales, hay bastantes en la Biblioteca Nacional de Madrid.Los dos manuscritos de la Junta son del siglo XVI, en tinta negra y roja, escri-ta en árabe y aljamiado. La primera es una obra que parece haberla escrito unpersonaje no habituado a estas escrituras y en la segunda parece haber puestomás cuidado en su escritura.

El J. LVII es un conjunto de hadices, empezando por el hadiz de Nuh. Laparte de debajo se conserva bastante mal, afectada por la humedad. En la últimaguarda del códice se nos informa: “principióse a doce días de la luna de chumedi le-gual que se contaba a beinte y uno de abril”. Y termina con el día del juicio, tema quetambién aparece en el J. IV y II.

El manuscrito J. LXII es una obra bien conocida, estudiada y citada por va-rios investigadores, se titula “Tafçira”, y es una copia de la obra del Mancebo deArévalo20; para Wiegers la influencia en su Breve Compendio de la santa ley ysunna le viene dada por el Breviario Sunni, del que anteriormente hemos ha-blado. Se trata de un manuscrito copiado por un autor que no es citado, enlengua aljamiada con tinta negra y epígrafes rojos y amarillos. Procede de Al-calá del Ebro, también de la provincia de Zaragoza, no de Almonacid de laSierra, aunque se debió de llevar allí por alguna razón. Asín y Ribera dicen deesta obra: “Pero donde se muestra más evidente el prestigio que el nombre y lasdoctrinas místicas de Algazel llegaron a alcanzar en España, es en los nutri-dos folios de la Tafçria (ms. LXII) del Mancebo de Arévalo”21, y admiran el granesfuerzo y valor de este mancebo, que no conoce el árabe ni puede leer los tex-tos de Algazel, con el que escribe una obra de este tipo, citando al gran maes-tro, al que invoca constantemente.

Los siguientes manuscritos de la colección son en general folios sueltosque proceden de las tapas22 de los manuscritos, muchas están muy deteriora-das e ilegibles de forma digital, así que sólo citaremos algunas por contener cier-ta decoración que nos haya llamado la atención: el J. LXXXVII, que corres-ponde a las hojas que daban forma a las tapas del manuscrito XXIV, sonfragmentos alcoránicos, de religión, en árabe. El J. XCIII lo forman los folios delJ. XXIX, en lengua castellana, árabe y aljamiada, bastante ilegible. Después el J.XCIV son los folios de las tapas del J. XXX, y contienen cuentas de gastos con

20. L.P. HARVEY, «El Mancebo de Arévalo y la literatura Aljamiada», Actas del Coloquio Internacionalsobre literatura aljamiada y morisca, Oviedo, 1978, pp. 21-41.

21. M. ASÍN PALACIOS y J. RIBERA Y TARRAGÓ, op. cit., p. XVI.22. Las encuadernaciones moriscas de algunos manuscritos estaban formadas con hojas de li-

bros y con papeles documentales más antiguos y en una nota al pie citan cómo el conocido mo-risco Mancebo de Arévalo cuenta este procedimiento en el manuscrito J. LXVII: “vio en Si-güenza que un encuadernador lo hacía”, ibídem, p. XXVI.

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letra aragonesa del siglo XVI. Hay varios folios impresos sobre doctrina y sobrela historia de la conquista de Rodas.

En resumen, hemos tratado de explicar cada uno de los manuscritos de losque vamos a desglosar sus elementos decorativos. Podemos ver que la gran ma-yoría de los manuscritos decorados son de tema religioso, lo que nos acercaaún más a aquellos antecedentes andalusíes antes expuestos.

En el capítulo siguiente también haremos referencias a manuscritos alja-miados de otras colecciones, como algunas de Cataluña o la Real Academiade Madrid, por sus semejanzas decorativas y artísticas.

ELEMENTOS DECORATIVOS

Partiendo del formato de estudio que manejó Basilio Pavón Maldonado ensus obras sobre decoración geométrica y floral del arte hispanomusulmán23,en los que recoge multitud de elementos decorativos de arquitecturas, pintu-ras, maderas, yeserías, incluso de manuscritos, y los agrupa por sus formas, yasean palmetas, flores, estrellas, etc., tomamos esta idea y lo que hacemos esseparar cada uno de los elementos decorativos de estos manuscritos aljamiados-moriscos, para relacionarlos entre sí y darles una denominación común para sumejor entendimiento y estudio.

Pretendemos así que cada una de las imágenes y elementos que mostre-mos ayude a los historiadores del arte a ver nuevas formas artísticas en un so-porte casi olvidado por los especialistas en arte andalusí, y también a otros es-pecialistas de otras disciplinas, que puedan ver y descubrir en este análisisformas que les sean familiares en sus manuscritos o que les puedan ayudarde alguna manera.

Fragmentaremos las imágenes según su forma y su función en el texto, asíhablaremos de páginas completas, cartuchos, rosetones, manos, tréboles y ce-rezas, epígrafes adornados, símbolos y amuletos.

Sobre el arte de esta época se ha escrito bastante, lo que se ha denomina-do arte mudéjar24. El problema de esta denominación ha traído consigo bas-

23. B. PAVÓN MALDONADO, El arte hispanomusulmán en su decoración floral, 2ª ed., Madrid, Institu-to de Cooperación con el Mundo Árabe, Instituto de Conservación y Restauración de BienesCulturales, 1990. Id., El arte hispanomusulmán en su decoración geométrica, 2ª ed., Madrid, Institutode Cooperación con el Mundo Árabe, Instituto de Conservación y Restauración de BienesCulturales, 1989.

24. Se pueden consultar los tres volúmenes de G. BORRÁS GUALIS, El Arte mudéjar aragonés, Zara-goza, Ibercaja, 1983. Ver también M. VALDÉS FERNÁNDEZ, M.ªT. PÉREZ HIGUERA y P.J. LAVADO PA-RADINAS, «Arte Mudéjar», Historia del Arte de Castilla y León, tomo IV, Valladolid, Junta Casti-lla y León, 1994, así como algunos de los artículos de las diferentes Actas del SimposioInternacional de Mudejarismo, organizado por el Centro de Estudios Mudéjares de Teruel.

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Ilustración I.

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tantes escritos, como sobre el nombre de arte mozárabe o arte de repoblación.Pero como nosotros no estamos aquí para lograr una nueva calificación paraeste arte, atenderemos a los trabajos ya realizados sobre este estilo, que para al-gunos autores tiene características originales, aunque para otros estas caracte-rísticas vienen dadas sencillamente por unas circunstancias sociales y econó-micas, más que por unas motivaciones estilísticas o estéticas.

Hay que reconocer que una de las características más distintivas del arte deesta época es el uso del ladrillo y de la geometría, asociada directamente con lasimetría, que se repite en pareces de iglesias y en sus característicos alminares.A esta geometría tan marcada, relacionada también con la austeridad, algunosinvestigadores la asumen como una intención de esoterismo25 o con toda unacarga religiosa mística, al mostrar una decoración simbólica y esquemática.

Al observar algunas de las fachadas, torres y otros objetos del arte de estemomento, se encuentran elementos comunes a las decoraciones que se van adescribir: entrelazos, elementos geométricos que se repiten creando formas si-métricas, estrellas de seis y ocho puntas, motivos en sebka y romboidales, tam-bién, sobre todo en estucos o yeserías, motivos de palmetas, dobles y medias en-frentadas de forma muy esquemática siempre.

CARTUCHOS. ILUSTRACIONES I, II, III, IV, V Y VI

Esta denominación se ha dado para clasificar estas formas que se mues-tran a continuación. Y lo denominamos así por ser en general formas rectan-gulares en las que se suele insertar epigrafía o mostrarse decoraciones geomé-tricas y florales en su interior.

Las clasificaremos según su función en el texto: por una parte tendremoscartuchos que sirven para ubicar un título, ya sea coránico o de otra temática.Por otra, cartuchos que se utilizan para separar capítulos o párrafos. Tambiénhay cartuchos de pequeño tamaño que sirven para finalizar frases que dejan es-pacios en blanco en el folio o para apoyar a la lectura. A veces estos pequeñoscartuchos se insertan entre los párrafos, aumentando su separación.

De las primeras formas de cartuchos, Ilustración II, que insertan epigrafíaen su interior aportamos los cartuchos de los manuscritos J. III, J. XIV, J. XVI, J.XXII, J. XXIII, J. XXV, J. XXXIX y J. LXXXIX. El primero (Ilustración II.a) es un car-tucho que se completa en su lateral con un rosetón, que también contiene epi-grafía, y pertenece a la primera página del manuscrito, es decir, es el título de laprimera azora traducida. La segunda, del J. XIV (Ilustración II.b), en cambio, secomplementa en su lateral por tres elementos que parecen frutales, tipo “piña”.

25. A. RAMÍREZ y C. USÓN, «Claves geométricas y decorativas para una lectura ideológica de lasdecoraciones mudéjares», Actas del IX Simposio Internacional de Mudejarismo, Teruel, Centrode Estudios Mudéjares, 2002, p. 369.

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El tercer ejemplo, del J. XVI (Ilustración II.c), también pertenece a la pri-mera página del manuscrito, y resaltamos la decoración entrelazada de su in-terior, y al igual que el primero, un rosetón, separado en este caso, completa ladecoración.

Del manuscrito J. XXII (Ilustración II.d) traemos un cartucho que muestrauna decoración lateral diferente, finalizada con tres palmetas trilobuladas, queparecen hechas a mano alzada, aunque tratan de dar una idea de simetría, si-milar al que mostramos del J. XXIX (Ilustración II.g). De forma muy similarhizo el ilustrador del J. XXIII (Ilustración II.e) este cartucho, como los dibujosde los manuscritos J. III y XXII, aunque la decoración interior se forma con esatípica palmeta que vamos a encontrar en algunos manuscritos moriscos, en-trelazados por un aro que sujeta y muestra una búsqueda de simetría. Exacta-mente igual es el cartucho del manuscrito J. XXV (Ilustración II.f).

Como el J. XXII y el XXIX, se nos muestra de forma más barroca el cartu-cho del manuscrito J. XXXIX (Ilustración II.h), en el que la decoración interiorse forma por medio de entrelazos simétricos y la exterior por elementos flora-les, en un lateral y en las esquinas.

En la Bibliothèque Ibn Yusuf de Marraquech se conserva un Corán almo-hade (431), en el que vemos una reminiscencia en estos manuscritos en las de-coraciones, y por no traer otros manuscritos andalusíes, pues nos llevaría untrabajo completo analizar todos los antecedentes. Es decir, los moriscos no sólocopiaron los coranes, los comentaron y asimilaron, sino que también copiarony asimilaron las formas que tenían sus antecesores de decorar dichos libros.

En el Institut d`Etudis Ilerdenses de la Diputació de Lleida se conserva unlibro que es un devocionario, con talismán, plegaria, alfabeto, castas privadasy pequeña jarra26, de finales del siglo XV o principios del XVI, procedente tam-bién de un derribo de una casa en Serós, Lleida; en él vemos un cartucho de estetipo, rectangular, con una decoración interior en forma de malla o cuadradosiguales y un rosetón circular simple lateral. El amarillo, verde y rojo son loscolores característicos en las decoraciones de esta época.

Hay formas que denotan que ya no hay grandes talleres, como en la An-dalucía de los omeyas o nazaríes, pues no hay a veces detallismo, pinceladas degran maestría o el uso de materiales ricos, como el oro o los colores más costososcomo el azul. Pero es importante ver la intención estética de estas personas,su gusto por adornar y embellecer sus libros.

Para ejemplificar los cartuchos en los que no se inserta epigrafía mostra-mos el grupo de imágenes de la Ilustración III. Del manuscrito J. I (IlustraciónIII.a) traemos un cartucho que se inserta al principio de la obra. Se trata de un

26. J. GIRALT (ed.), Joyas escritas. Los fondos bibliográficos árabes en Cataluña, Barcelona, Ed. Lun-werg, 2002, p. 204.

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elemento decorativo, que sencillamente da inicio al texto que encabeza. Igualque en la del J. XXXIX (Ilustración II.h), se decora en su exterior profusamen-te, a mano alzada se pintan en las esquinas unas formas florales, también ha-bituales en estas decoraciones moriscas.

En otro devocionario “mudéjar o morisco”27 bilingüe procedente de Za-ragoza, conservado en la Biblioteca de Cataluña, Barcelona (Ms. 1420), vamos aencontrar también en sus páginas cartuchos con decoración floral en su inte-rior y en su exterior, así como en sus cuatro esquinas, del tipo de los cartuchosde la Imagen XIV (Ilustración III.g y III.h) de la Junta, sin epigrafía en su interior.

De los manuscritos J. XXII (Ilustración III.b) y J. XXIV (Ilustración III.c), trae-mos unos cartuchos más delgados, que sirven normalmente, para separar pá-rrafos y partes importantes del texto. Estos tienen en su interior como decora-ción un sistema que parece imitar un motivo de cuerda o cable que rellena asíla imagen y no la deja vacía. Pero a veces esa decoración se suple por motivosgeométricos, habitualmente de entrelazo, como es el caso del cartucho del J.XXXIX (Ilustración III.d), de gran belleza y sutileza.

Usan también como elementos separadores los que mostramos en la Ilus-tración IV, pero que ya no vamos a denominar como cartuchos aunque lo in-tegremos en esta parte. Son sencillas formas alargadas, cuyo tallo suele tenerforma de cuerda o de entrelazo simple, y culmina en un motivo floral más omenos complejo. Por ejemplo, las dos primeras imágenes (Ilustración IV.a yIV.b) corresponden a los manuscritos J. XVII y XXII, donde vemos estas for-mas sencillas que imitan un elemento floral, que sirve para separar frases, pá-rrafos o capítulos. El manuscrito XXX, en su tercera página, tiene un cartuchodel tipo de los anteriores, pero en vez de finalizar en un motivo floral, contie-ne dos rosetones, uno mayor y otro menor (Ilustración IV.c).

También hay un formato que se repite en este tipo de elementos separa-dores, en el que el tallo se forma a través de una cuerda imaginaria que girasobre sí misma y se complementa con una especie de pinchos o espinas y ter-minando en el mismo motivo floral que las anteriores. Para muestra de esto, elJ. XXII (Ilustración IV.d) y el J. XXXIII (Ilustración IV.e), la primera de forma másalargada y terminada en dos palmetas trilobuladas, y la segunda igual, másestrecha, pero terminada en lo que parecen flores de lis.

Los dos últimos ejemplos (Ilustración IV.f y IV.g), de los manuscritos J. XXIIy J. XIV, muestran también un prototipo de diseño que se repite en los manus-critos de la Junta, en diversos tamaños, pero con el mismo motivo de palmeta omedia palmeta, contrapuesta y enfrentada, dando forma al elemento separador.

Como último desarrollo de estos cartuchos, en la Ilustración V tenemos laspequeñas formas que sirven para complementar frases que dejan espacios enblanco en el texto, acompañar algunos títulos, destacar ciertas frases y llamar la

27. Ibídem, pp. 196-197 (Ilustración 19).

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Ilustración II.

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Ilustración III.

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Ilustración IV.

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Ilustración V.

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Ilustración VI.

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atención sobre ellas, o simplemente como decoraciones semi-marginales. Traemosvarios ejemplos, con diversas formas que derivan de los elementos anteriores.

En un primer grupo mostramos aquellos que sirven para completar es-pacios en blanco o frases. Los dos primeros (Ilustración V.a y Ilustración V.b) sondel J. III, el tercero (Ilustración V.c) es del J. IV; en cuarto lugar, sacamos del J.I (Ilustración V.d) un elemento semi-floral, que se eleva tras complementar lafrase a la que pertenece; después se pueden ver dos elementos del J. XXII (Ilus-tración V.e) y el último pertenece al manuscrito que mayor calidad estilísticatiene en sus decoraciones, que es el J. LI (Ilustración V.f).

En un segundo grupo, exponemos sencillos elementos que se distribu-yen por el texto, que tienen diversas formas que vamos a agrupar en un mismoconjunto denominado Ilustración VI, que pertenecen a los manuscritos I, III,XIV, XXII; XXVI, XXIX y XXXIX. Vemos que el motivo de media palmeta y florde lis es el que más se repite.

ROSETONES. ILUSTRACIONES VII Y VIII

Este motivo decorativo es habitual en la decoración de manuscritos an-dalusíes, como hemos comprobado de forma breve anteriormente. Se puededecir que son elementos casi exclusivos de los manuscritos alcoránicos. Ademásde su función estética tienen también diversas funciones prácticas: la de mar-car cinco versículos, con la palabra “hams” o indicar el lugar donde ha sido re-velada al profeta la azora28.

La circunferencia, según recoge el Corán, “representa el Cielo y la per-fección, así como la eternidad […], es también símbolo de la limitación ade-cuada, de lo preciso y regular, del mundo manifiesto. Para los alquimistas essímbolo de la unidad interna de la materia y la armonía universal. El hecho deincluir seres, objetos o figuras, señala determinación y delimitación. Estos pe-ligros exteriores se encarnan, en las tradiciones musulmanas, en los ˙unun, ge-nios o demonios reconocidos y tratados por el Corán”29.

Podemos incluir en este grupo dos tipos de desarrollos decorativos: unomás circular y otro con forma de hoja o gota, según se quiera analizar. En cuan-to a su posición en el texto puede ser marginal, para lo que sirven las funcionesanteriormente citadas, o a veces, en menor tamaño, en medio del texto paraseparar los versículos, al igual que el motivo de “trébol o flor trilobulada” delque hablaremos más adelante.

28. S. KHEMIR, «Las artes del Libro»; J. DODDS y otros, Al-Andalus. Las Artes Islámicas en España, p. 116.29. J.A. SOUTO LASALA, «Algunos signos mágicos musulmanes en la cerámica verde y morada

de Termal (siglos XIII-XIV)», Actas del Colloque Internacional de Glyptographie de Saragosse, 1982,pp. 469-476.

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Queremos hacer, antes de irnos a los ejemplos moriscos, un recordatorio delos rosetones andalusíes anteriormente citados, donde podemos ver que estesistema de apoyo a la lectura es copiado por los moriscos de los libros que ellosconocen, estudian y copian, como es el Corán. Y esto nos lleva además a com-probar que el sistema de lectura o de apoyo a él va estrechamente ligado a la de-coración y estética de dichos elementos, estética que a su vez parece respondera toda una simbología que muy posiblemente conocían los moriscos, graciasal estudio, traducción y copia de manuscritos andalusíes anteriores a ellos.

En los manuscritos aljamiados de la Junta, el formato más habitual de ro-setón es el circular, a veces derivado en una pequeña forma puntiaguda que es-tiliza la imagen. Algunos, como los del manuscrito J. IV, son círculos que serodean por pequeñas “bolitas”, e insertan en su interior una flor geométrica deseis pétalos. Del mismo manuscrito (Ilustración VII.a) hemos sacado tambiénotro tipo de forma marginal, con la misma función que los rosetones anteriores,pero que evoluciona de su forma circular como en una especie de “palmera” oramificación. También en situación marginal en el texto. Otro ejemplo similares el del manuscrito J. XVI (Ilustración VII.b).

En el J. I (Ilustración VII.c) también encontramos varios tipos de rosetones,desde el más simple, con una sola flor de seis puntas en su interior, hasta un ro-setón con desarrollo floral, del tipo de los cartuchos anteriores, y unas mediaspalmetas que salen hacia el exterior estilizando la figura.

Como llevamos apuntando en todo el trabajo, el manuscrito J. LI es en elque mayor exquisitez estética encontramos, donde se han cuidado cada uno delos elementos, que se nos muestran con gran originalidad y belleza, respecto amanuscritos mudéjar-moriscos de esta colección y otras que hemos consultado.Los rosetones que mostramos en esta ocasión, Ilustración VIII, son elementoscirculares que se abren, arquean y despliegan hacia el exterior con motivos flo-rales, puntiagudos o con manos que señalan una frase o palabra concreta. Cadauno de ellos con una palabra escrita en cúfico en su interior, y alrededor todoun desarrollo floral creado por dobles y medias palmetas. También a veces sonmedios rosetones los que aparecen para marcar frases determinadas, como losque veremos más adelante.

Los rosetones o elementos marginales más curiosos y más llamativos deépoca andalusí nos parece encontrarlos en el ya citado Corán Smith-Lesoeuf,conservado en la Biblioteca Nacional de París, así como el Corán del siglo XIIconservado en el Spink College de Londres, realizado en el Norte de África,donde podemos ver elementos situados en los márgenes, espacios que se dejanconscientemente para este fin, de gran desarrollo artístico y conocimiento es-tético, así como rosetones con función separadora; de él hay una foto muy ilus-trativa en el libro El Islam, Arte y Arquitectura de la colección Könemann30.

30. VV.AA., El Islam, Arte y Arquitectura, Könemann, 2001, p. 19.

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Ilustración VIII.

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MANOS. ILUSTRACIÓN IX

Un elemento de gran originalidad que aparece en los manuscritos mu-déjares o moriscos es el de las manos. Habitualmente se sitúan en los márgenesde las obras para marcar frases o palabras concretas. Las encontramos en obrasde muy diversa temática y de formas muy diversas.

Es un símbolo muy llamativo, porque sus significaciones son variadas. Enla tradición bíblica y cristiana la mano es símbolo de poderío y supremacía. Tam-bién se la suele relacionar con la tradición de Abraham. Se compara con el ojo, “vetambién”; y según San Gregorio Niseno, las manos del hombre están igualmen-te ligadas al conocimiento, a la visión, pues tienen por fin el lenguaje. La manoes símbolo de acción diferenciadora: “su significación se junta con el de la flechay recuerda que el nombre Quirón, el Sagitario, cuyo ideograma es una flecha,viene de la palabra mano” (VIRI, 193). La mano es como una síntesis exclusiva-mente humana de lo masculino y lo femenino, es pasiva en lo que contiene.Sirve de arma y utensilio; se prolonga por sus instrumentos31. Sin olvidar la re-lación directa con la mano de Fátima, que se nos aparece tanto con la palma to-talmente abierta o con el dedo índice señalando algo, como en estos manuscritos.

Parece un elemento introducido por los almohades en la Península, traí-do del norte de África, “siendo las cerámicas esgrafiadas de la primera mitaddel siglo XIII las que más tempranamente la documentan en la Península”32.

Traemos varios ejemplos en un mismo grupo, Ilustración IX, de manos devarios manuscritos, las funciones de casi todas ellas son las mismas, aunque enalgunos ejemplos encontraremos que se sitúan junto al texto, sustituyendo lasfunciones de los elementos separadores y complementándolo, como la manocon el brazo alargado del manuscrito J. VIII (Ilustración IX.b).

Las características básicas de estas manos moriscas son la constante pos-tura de señalar con el índice, el puño o muñeca que resalta tras la mano con unaforma de red (ver imágenes del grupo IX.a) o con un motivo floral como lasmanos del J. LI (Ilustración IX.c).

Pavón Maldonado dice al hablar de los símbolos en el arte hispanomu-sulmán33, aunque en los ejemplos que él pone (mano de la Puerta de la Justiciade la Alhambra, mano del vaso granadino conservado en Leningrado, de ce-rámica de Talavera de la Reina, etc., todas de palma abierta con los cinco dedosa la vista), no hay ninguna mano similar a las de los manuscritos de la Junta,pero puede guiarnos un poco: “Para comprender mejor el significado de las

31. J. CHEVALIER, Diccionario de los símbolos, colab. de A. Gheerbrant, Barcelona, Herder, 1991, pp.684-685.

32. J.A. SOUTO LASALA, op. cit., p. 465.33. B. PAVÓN MALDONADO, «Arte, símbolo y emblemas en la España musulmana», Al-Qantara,

VI, 1985, pp. 397-449.

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Ilustración IX.

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manos hispanomusulmanas no está de más traer aquí una breve tabla de aque-llas interpretaciones más generalizadas que ha tenido la mano en la Antigüe-dad, ya sea exenta o con el brazo”, es entonces cuando numera unas cuantas,pero continúa después: “a la llegada del Islam serían adoptadas las interpre-taciones 2 (y cito: mano como símbolo de la divinidad que beneficia o da pro-tección a sus adoradores) y 3 (cito: mano talismán que libera de los malos es-píritus y del mal ojo)”.

Y como decíamos antes es un elemento habitual, encontramos manos enalgunos manuscritos moriscos en la Biblioteca de Cataluña (680)34, hay un “có-dice Religioso aljamiado”, de finales del siglo XVI o principios del XVII, dondehay manos marginales del mismo tipo que las que acabamos de ver en la Bi-blioteca de la Junta, desde donde reafirmamos la originalidad.

EPIGRAFÍA DESTACADA EN CÚFICO Y/O DECORADA. ILUSTRACIÓN X

La intención de este motivo del que hablamos ahora es destacar los títu-los o frases de una forma muy concreta. Aunque en el caso de los manuscritosmoriscos las formas son más tradicionales o simples, imitan los manuscritos an-dalusíes, que utilizan el cúfico35 y la decoración de estas letras, ya sea al relle-nar cada una de ellas con color, habitualmente en oro o dorado, o adornandoel título con motivos florales. De este último recurso tenemos varios ejemplosen esta colección procedente de Almonacid de la Sierra, por ejemplo en el ma-nuscrito J.III (Ilustración X.a), en el que vemos este uso un poco arcaico delcúfico, sin refinamiento o trabajo profesional de calígrafo, y se nota que imitanotros libros decorados que pueden haber conocido, pero sin gran dominio dela decoración ni de la iluminación. En el mismo grupo (Ilustración X.b), vemosun título del J. XXIV en el que la decoración casi ha consumido la lectura de lasletras, las ha convertido más en imágenes o símbolos que en epigrafía.

Consultando todos aquellos manuscritos hallados en Fustat, Egipto, através del estudio que hace Ernst Grube, y donde muestra muchos de estosfragmentos, hay uno realizado sobre papiro donde se conserva una escritura cú-fica muy similar a la que muestro del manuscrito J.III, decorada con peque-ños elementos florales por encima y debajo una escritura, se trata de una bas-mala36, intencionadamente resaltada de esta forma.

El J. XXXIII también nos da una idea de este tipo de decoración para resal-tar las letras y los títulos. Queremos citar además para comparar con estas deco-raciones epigráficas varios coranes de distintas épocas que las contienen para sus

34. J. GIRALT, op. cit., pp. 119 y 198 (ilustración 20).35. B. SOBH BASSAM, El cúfico andalusí como ornamento: forma y símbolo, Tesis Doctoral, Universidad

de Salamanca, 1998.36. E. GRUBE, Studies in Islamic Painting, Londres, The Pindar Press, 1995, p. 79 (ilustración 150).

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Ilustración X.

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títulos. Por ejemplo, en la Real Academia de la historia conservamos el ManuscritoLV, de la colección de manuscritos árabes de la colección Pascual Gayangos37, enel que además de los títulos en dorado y en un cúfico muy cuidado y elaborado,vemos de nuevo esos rosetones laterales de gran delicadeza, casi igual que elCorán del que hemos hablado conservado en la Biblioteca de la Universidad deEstambul. En el J. LI (Ilustración X.d) vemos esta idea, pero la decoración lateralque acompaña el título en cúfico, es una media roseta o medio rosetón.

Volvemos a ver de nuevo la imitación de estas formas y de estos verda-deros sistemas de decoración, que crean una característica común en los ma-nuscritos decorados de la Península, y que nos pueden llegar a mostrar todauna evolución, influenciada por factores políticos, sociales y económicos, desdeal-Andalus a la España de los moriscos del siglo XVII.

TRÉBOLES Y CEREZAS. ILUSTRACIONES XI Y XII

En este apartado vamos a hablar de unos elementos que parecen uniraún más la tradición decorativa y estética de la ilustración de manuscritos ára-bes en la Península Ibérica. Como ya vimos más arriba, los pequeños elemen-tos trilobulados, tréboles o pequeños círculos o elementos, a veces denomina-dos hojas, a veces gotas, otras incluso llamas, se van extendiendo por el textoa leer, de forma que además de las múltiples funciones que aportan le dan unritmo especial y una riqueza preciosista al libro.

Además, estos pequeños elementos aparecen en casi todos los manuscri-tos árabes y aljamiados de muchas colecciones. Y sus funciones son muchomás variadas que los elementos anteriores.

Agrupamos en la Ilustración XI este tipo de elementos decorativos, enprimer lugar las decoraciones que denominaremos tréboles, que son las más ha-bituales. Para ello traemos, y no analizaremos cada una de ellas ya que ase-mejan entre sí, del manuscrito J. I, del J. II, J. XIV, J. XXII y del J. LI, que tantasveces estamos reproduciendo en este trabajo. La simbología del trébol, comoelemento de buena suerte, parece presente en todas las civilizaciones, quizás seauna de las razones por las que lo vemos tantas veces representado, si sumamosla tendencia de los moriscos por estas supersticiones se nos abre todo un caminode suposición ante estos pequeños símbolos, pero también la forma de una“flor de tres pétalos” sea la simple razón de sus existencia y durabilidad en lahistoria de las representaciones sobre manuscritos.

La cereza más bien parece una evolución de la otra imagen, ya que no lahemos encontrado en manuscritos ilustrados anteriores que hemos consultado.

37. Según la catalogación que nos ofrece E. Terés Sádaba, Los Manuscritos árabes de la colección dela Real Academia de la Historia: la Colección Pascual Gayangos, discurso leído en el acto de re-cepción pública, contestado por Emilio García Gómez, Madrid, 1975.

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Parece utilizarse más en libros de cuentas, poesías, para separar los versos o enlibros religiosos sobre comentarios o estudios del Corán, en cambio el trébol yla gota se encuentran, junto al círculo simple, más en textos coránicos. Las ce-rezas, que tienen un significado más simbólico en Oriente, se utilizan en estosmanuscritos casi siempre al final de las frases, como puede verse en la Ilus-tración XII, donde reagrupamos algunos de los ejemplos para que se puedaver el formato habitual o posición normal de este elemento decorativo.

Para Hipólito Escolar, el libro aljamiado entra dentro de los libros curio-sos, pero quizás debería de empezar a tenerse en cuenta, para poder conocermejor, no sólo la sociedad de los siglos XV; XVI y XVII, sino también la litera-tura que manejan en el momento, sus conocimientos de libros antiguos o an-teriores de sus antepasados andalusíes.

La realidad es que aún queda trabajo filológico por hacer sobre algunos deestos manuscritos aljamiados, trabajo que se está iniciando poco a poco, y queesperamos nos ayude un poco más a comprender estos libros, sus decoracionesy sus intenciones decorativas.

Como solución previa, para nosotros la decoración de los libros respondea unas claras intenciones estéticas y prácticas. Por un lado las estéticas respon-den directamente a una búsqueda del honor y el orgullo musulmán por seguirconsiderándose como tales, al igual que sus antepasados, ya que podemos cons-tatar que conservarían libros andalusíes, los estudiarían y los copiarían, no haymás que ver la continuidad artística de los elementos mostrados. Y la funciónpráctica, ahora más que nunca, acompaña la función didáctica de copiar y, sobretodo, de traducir estas obras al castellano romance para acercarlas a los musul-manes moriscos españoles, en este caso aragoneses, que tanto sufrían por poderconservar su religión de la forma más auténtica. Ese sentimiento de pesar yprofunda pena que parece que le produce al Mancebo de Arévalo, cuando “vi-sitó el perdido sur de al-Andalus en el siglo XV al contemplar la que describecomo dulce y hermosa tierra, rica en pan y aceitunas, agua y oro”38.

Además la conclusión primera que sacamos de este estudio es la idea bá-sica de una continuación en la decoración de manuscritos, en formas y en so-luciones prácticas, como antes apuntamos. Una continuidad que podremos irdemostrando más adelante con el descubrimiento y estudio de otros manus-critos aún inéditos en este tipo de tesis. Así que podemos también asegurarque los moriscos de los siglos XVI y XVII tenían en sus manos libros de susantepasados o conocían aquellos libros, a los que admiraban y copiaban paraperpetuar su cultura, como una identidad única, que sentían y que mostrabandecorando y embelleciendo sus libros a pesar de las complejas condiciones devida que sufrieron en muchas ocasiones.

38. SAAVEDRA, op. cit., p. 155.

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Ilustración XI.

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Ilustración XII.

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RESUMEN

El hallazgo de más de un centenar de manuscritos de origen mudéjar ymorisco al tirar una de las paredes de una casa de la población de Almonacidde la Sierra, situada en la provincia de Zaragoza, ha sido uno de los más im-portantes descubrimientos de manuscritos hispano-árabes, hasta ahora. Eneste artículo se analizan las ilustraciones de dichos manuscritos, sus funcio-nes y posiciones del texto. Así se quiere mostrar la importancia del ornamen-to y decoración de manuscritos en la Península durante la dominación árabe,y cómo este concepto se ve reforzado por la continuidad de los moriscos en de-corar sus libros; una continuidad que se puede ver estilística y formalmente,desde los andalusíes hasta los últimos moriscos antes de ser expulsados.

ABSTRACT

The discovery of more than a hundred of mudejar and morisco manus-cripts when the wall of a house in Almonacid de la Sierra (Saragossa) wereknock down, has been one of the most important. In the article the ilustrationsof these manuscripts will be analyse, also its functions and position in the text.So we want to show the importance of the ornament and decoration in theIberian Peninsula under Arab rule, and this concept will be reinforce by themoriscos continuity decorating their books; a continuity that could be seen ina stylistic way, from the andalusians to the last moriscos before been expelt.

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SECCIÓN

ARTE MUDÉJAR

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Derivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado... Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010), pp. 237-275

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DERIVACIONES DE LAARQUITECTURA MUDÉJAR EN EL

ESTADO DE MICHOACÁN, MÉXICO

Inés Ortiz Bobadilla

INTRODUCCIÓN

La conquista del Nuevo Mundo marcó el inicio de la evangelización de losindios de la Nueva España. Con ella se inició la llegada de las principales ór-denes mendicantes, siendo los franciscanos los primeros en llegar en el año1524; posteriormente, en 1526, arribaron los frailes dominicos y por último losagustinos en 1533. Cada una de las órdenes mendicantes, franciscanos, domi-nicos y agustinos, desarrollaron programas arquitectónicos de acuerdo a suintuición, necesidades y recursos de la localidad, tanto humanos como mate-riales. Se generó un acelerado proceso constructivo. Llegaron de España car-pinteros, arquitectos, canteros, etc., para dar inicio a la vasta construcción deiglesias y conventos; sin embargo, estos esfuerzos no fueron suficientes. Kublermenciona la falta de personal cualificado para la construcción de los edificios:“A mediados del siglo XVI, las altas autoridades de la Iglesia y el estado sequejaban de la falta de personal capacitado”1. Debido a esto se construyeron es-cuelas de artes y oficios para instruir a los indios, inclusive se enviaban a éstosa la capital, para que aprendiesen las nuevas técnicas constructivas.

Se aplicaron las Ordenanzas de México para los gremios de carpinteros,entalladores, ensambladores y violeros (1568) y las Ordenanzas de Puebla paralos gremios de carpintería y albañilería (1570), donde se efectuaban diferen-tes tipos de exámenes según el grupo del que se tratase; pero a diferencia de Es-paña, no se exigía a los postulantes haber cumplido un tiempo determinado deaprendizaje. Lo anterior se debe probablemente a la elevada producción cons-tructiva de principios del virreinato, lo que ocasionó una preparación menos es-pecializada de los alarifes.

La mano de obra que edificó los grandes complejos conventuales fue lade los indígenas, destacándose éstos por ser buenos trabajadores, que apren-

1. George KUBLER, Arquitectura mexicana del siglo XVI, México, Fondo de Cultura Económica,1982, p. 114.

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dían rápidamente las nuevas técnicas constructivas, “…que en todo género deoficios y artes se hacen en esta tierra de Indias (a lo menos en esta Nueva España)los indios son los que las ejercitan y labran, porque los españoles, maestros delos talleres de oficios, como hemos dicho, por maravilla hacen más que dar laobra a los indios y decirles cómo quieren que las hagan y ellos la hacen tan per-fecta, que no se pueden mejorar”2. Incluso, como menciona Fray Jerónimo deMendieta, a finales del siglo XVII existía al parecer un cierto orgullo por la cons-trucción de sus nuevos templos, probablemente para competir con pobladosaledaños, “Tratando de lo común, ¿quién ha edificado tantas iglesias y monas-terios como los religiosos tienen en esta Nueva España, sino los indios con susmanos y propio sudor, y con tanta voluntad y alegría como edificaran casaspara sí y sus hijos, y rogando a los frailes que se las dejasen hacer mayores?”3.

La aportación indígena en la realización de los edificios no fue solamentede mano de obra, sino también en aspectos técnicos, ya que eran ellos los que co-nocían los materiales de cada región, las condiciones climáticas, sísmicas, etc.

La arquitectura de la evangelización es fruto básicamente de tres corrien-tes principales, la arquitectura propia de la región, arquitectura prehispánica, laarquitectura importada por los españoles que sería la arquitectura del Renaci-miento y la hispanomusulmana. Como menciona Juan B. Artigas “la elaboracióndel espacio arquitectónico interior de San Esteban Tizatlán se corresponde conla designación de espacio compartimentado con que Fernando Chueca Goitia serefirió a la arquitectura hispanomusulmana. A este efecto recordemos que dichovenero artístico, el islámico de España y del Mahgreb junto con el del Renaci-miento italiano y el de la América precolombina, son los tres polos que originanel arte del dieciséis en México y que las tres corrientes aparecen constantemen-te en combinaciones diferentes aunadas a las necesidades de uso particulares dellugar de Nueva España en que se encuentran ubicados”4.

La arquitectura mudéjar derivada de la arquitectura hispanomusulma-na pasa de igual modo a América, sin embargo no se puede hablar de mudé-jares que hayan venido a estas tierras (aunque como se ve en el siguiente textoalguno sí pudo llegar al Nuevo Mundo) ya que estuvo prohibida la emigraciónde éstos a la Nueva España, según consta en un documento publicado porToussaint “Sepades que Nos somos informados que a esas partes an pasado, yde cada día pasan, algunos esclavos y esclavas beberiscos e otras personas li-bres nuevamente convertidos de moros, e hijos dellos, estando por Nos prohi-bido que en ninguna manera pasen, por los muchos inconvenientes que por ex-

2. Fray Juan de TORQUEMADA, Monarquía Indiana, México, Editorial Porrúa, 1975, p. 212.3. Fray Gerónimo de MENDIETA, Historia Eclesiástica Indiana, p. 422, en Justino FERNÁNDEZ, Catá-

logo de construcciones religiosas del estado de Hidalgo, vol. 1, México, Talleres gráficos de la nación,1940, p. XXVII.

4. Juan Benito ARTIGAS, Capillas abiertas aisladas de México, México, Facultad de Arquitectura,UNAM, 1983, p. 138.

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periencia an parecido que de los que an pasado se han seguido, y porque se es-cusen los daños que podrían hazer los que ovieren pasado y de aquí adelantepasaren, porque en vna tierra nueva como esa, donde nuevamente plántasela fee, conviene que se quite toda ocasión para que no se pueda sembrar e pu-blicar en ella la seta de Mahoma, ni otra alguna ofensa de Dios Nuestro Señory perjuicio de nuestra sancta fee católica, visto y platicado en el nuestro Con-sejo de las Indias, fue acordado que debíamos mandar que todos los esclavosy esclavas berberiscos y personas nuevamente convertidas de moros o sushijos, como dicho es, que en esas partes oviere, sean echados de la isla o pro-vincia donde estuvieren e ynbiados a estos Reynos, de manera que en ningu-na forma queden en esas partes…”5.

En México no se puede hablar de un edificio propiamente mudéjar a la ma-nera de muchos de los españoles, pero sí de diferentes elementos mudéjares,tanto formales como estructurales, que se incorporaron a la arquitectura virreinal.

Una de las aportaciones mudéjares estructurales más importantes es elsistema de cubiertas de madera. Existe evidencia escrita en las fuentes históri-cas, de que había un conocimiento preciso para realizar este tipo de cubiertasen Nueva España. Desafortunadamente son pocas las que han sobrevivido.

Los primeros templos fueron construidos con cubiertas de madera porser dicho material ligero, abundante, y de cierta facilidad constructiva. Asi-mismo por estar en una zona sísmica, las cubiertas de madera tenían una mejorrespuesta a los temblores.

Estas cubiertas tenían como acabado final tanto teja como plomo, este úl-timo probablemente debido a su alto costo se utilizó por lo general sólo en losedificios más importantes, sobre todo en la ciudad de México. En algunos casosse empleaba una sobrecubierta o segunda cubierta que protegía de la intemperiea la armadura decorada.

Otro elemento que perdura hasta nuestros días, relacionado con las cu-biertas de madera, son los canes. Estos se usaron principalmente como apo-yos de las vigas en alfarjes de madera usando soluciones de uno, dos y hastatres canes sobrepuestos, como en el caso de Erongarícuaro en Michoacán. Entrelos canes generalmente hay aliceres o tableros, en algunas ocasiones decorados.En los casos de las fundaciones franciscanas existen, rematando los canes en laparte inferior y superior, molduras de madera en forma de cordón franciscano,que corren perimetralmente entre can y can.

Los pies derechos de madera son otro elemento importante de la arqui-tectura mudéjar que se encuentran en los edificios de la época virreinal, utili-zados como apoyos verticales, generalmente rematados con zapatas que reci-ben las vigas a manera de capitel. Existen ejemplos que sostienen los entrepisos

5. Manuel TOUSSAINT, Arte mudéjar en América, México, Instituto de Investigaciones Estéticas,UNAM, 1948, p. 120.

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de coros en iglesias, como elementos soportantes en claustros, inclusive comoapoyos centrales en las cubiertas de madera en algunos templos de Michoacán,formando plantas de tipo basilical. También se suelen encontrar en los pórticosde casas y de plazas.

El alfiz es un elemento mudéjar que se repite constantemente en la ar-quitectura del siglo XVI. Lo encontramos en gran número de portadas de igle-sias, enmarcando las puertas principales, ventanas simples o ajimezadas. Elalfiz puede ser sencillo o doble, llegando inclusive a ser triple como en la igle-sia de Angahuan, Michoacán, donde se realizaron tres recuadros a manera dealfices sobrepuestos uno encima del otro.

La decoración de lazo, tan característica de la arquitectura mudéjar, laencontramos principalmente en las cubiertas de madera, como en Tlaxcala,Huejotzingo en Puebla y de una menor calidad en la capilla de la tercera ordenen Tulancingo, Hidalgo (actualmente desaparecida). Este tipo de decoración serealizó también en pintura, como en el caso de Atlatlahucan, Morelos, por seresta solución más sencilla y económica que las complicadas armaduras de lazo.

MICHOACÁN

Michoacán (fig. 1) es una región rica en bosques, por lo que existe unaimportante cultura maderera desde la época prehispánica. Sahagún relata acer-ca de los buenos carpinteros que había en este lugar: “sus casas eran lindasaunque todas eran de paja; los hombres lindos y primos oficiales, carpinteros,entalladores, pintores y lapidarios…”6. Alonso de la Rea también los alaba,“Justamente, son tan eminentes pintores con tan linda gala y primor, que todaslas iglesias de esta provincia están adornadas de lienzos y láminas hechas de losmismos indios, sin que tengan que envidiar al pincel de Roma”7.

Existe evidencia de algunos lugares donde había techumbres de madera,ya sean alfarjes o armaduras, como por ejemplo en el convento de Tiripetío.Construido hacia 1549, tuvo una cubierta de armadura, probablemente de pary nudillo, “La iglesia fue toda de cal y canto, con una portada tan ilustre de co-lumnas, que hasta hoy no se ha hecho otra como ella; una torre con muy lindascampanas y relox castellano. Todo era de muy buena obra, pero lo que más seaventajaba era la cubierta, que era de media tixera, toda llena de artesones,tan primos y obra tan delicada, que nadie la vía que no se admirara, y su gran-

6. Fray Bernardino de SAHAGÚN, Historia general de las cosas de la Nueva España, México, EditorialPorrúa, 1969, p. 207.

7. Alonso DE LA REA, Chronica de la orden de N. Seraphico P.S. Francisco, Provincia de S. Pedro y S.Pablo de Mechoacán, en Federico GÓMEZ DE OROZCO, Crónicas de Michoacán, México, UNAM,1972, p. 51.

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deza se colegirá de que no se imitó en otro pueblo, por su costa”8. Este conventose destruyó por un incendio en 1640. Fray Matías de Escobar también habla deella: “…jamás pudo imitarse la techumbre, o cielo de la iglesia, así como en lagran fábrica del mundo, lo más lucido y primoroso es el cielo, o bóveda celes-tial. Era todo de media tijera sobre la cual descansaban primorosos artesones,pedazos de aquel cielo, de que pendían multitud de doradas piñas, que comoestrellas fijas se ascendían en aquel firmamento”9.

El convento de Tacámbaro, construido en 1553, poseía un artesonado quetambién fue destruido por un incendio.

Respecto a la iglesia de Pátzcuaro, menciona Baselenque que se quisohacer una iglesia de cinco naves que concurrirían todas al altar central. Las

8. Fray Diego de BASELENQUE, Historia de la Provincia de San Nicolás Tolentino de Mechoacán delOrden de S. Agustín, en F. GÓMEZ DE OROZCO, op. cit., p. 62.

9. Fray Matías de ESCOBAR, Americana Thebaida, Vitas patrum. De los religiosos hermitaños de N.P. SanAgustín de la Provincia de San Nicolás Tolentino de Mechoacán, escrita por Fr. Matías de Escobar sucronista, año 1729, Michoacán, México, Ed. Balsal, 1970, p. 114.

Figura 1. Mapa de la República Mexicana indicando el estado de Michoacán. Inés OrtizBobadilla.

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cubiertas serían de bóvedas, pero debido a lo pesado de la obra, terminaron ha-ciendo una sola nave cubierta con una armadura de madera. “Puesta ya enPátzcuaro la silla y catedral, trató de hacer iglesia, como de prestado, que estaque hoy tiene la compañía de Jesús muy suficiente para principiar; pero luegotrató de hacer la iglesia catedral, que había de permanecer, la cual comenzóde cal y canto, de cinco naves, que todas iban a parar al altar mayor, y erannaves cerradas de bóveda, que los que estaban en la una no podían ver a los dela otra. Ella era una obra no vista en esta tierra, y con tanta grandeza se ibahaciendo, que acabada pudiera ser la octava maravilla del mundo en edificios.El suelo no era tan fuerte como pedía obra tan pesada, y así comenzaron las pa-redes a abrirse… Quedó la nave de en medio que se levantó para cubrirla demadera y no de bóveda, y hoy está de media tijera muy hermosa, y tancapaz…”10. Actualmente tiene bóveda de madera que imita un cañón corrido.

Baselenque menciona, respecto a la iglesia de Ucareo, que tenía un alfar-je de un solo orden de vigas “no hay cosa de bóveda, porque la tierra es fofa,si bien al cabo de tantos años se está el convento hoy en fortaleza y limpie-za… La iglesia se fue haciendo después de madera porque el suelo no sufrie-ra bóveda, más como señores del monte tiene unas madres por vigas tan bienlabradas; que en esta materia no tiene semejante, no es de tijera sino enmade-rado llano y encima bien enladrillado”11. También habla de la iglesia de Jaconaque estaba cubierta con una techumbre de madera “hasta que el año de 1626 secubrió de madera”12.

La iglesia de San Francisco en Uruapan probablemente tuvo un alfarjede un solo orden de vigas por lo que nos dice Ciudad Real, “El convento deUruapan es de mediana capacidad; estaba todo acabado, con su claustro, dor-mitorios e iglesia; todo es de cal y canto, con su enmaderamiento y terrados...su vocación es de nuestro padre San Francisco”13.

En la iglesia de Nurio, que actualmente está cubierta con bóveda de ma-dera, permanecen canes y zapatas que sobresalen de los muros, lo que indicaque posiblemente tuvo un alfarje de madera.

Un elemento importante en la arquitectura religiosa de Michoacán fueron loshospitales o guatáperas que se construyeron para cuidar de los indios enfermos.

Manuel Toussaint, mencionando a Vasco de Quiroga explica que “Entoncesconcebió la idea de fundar instituciones hospitalarias en las que, al amor de los

10. Diego de BASELENQUE, op. cit., capítulo XX, en Heriberto MORENO, introducción y notas, Losagustinos, aquellos misioneros hacendados. Historia de la provincia de San Nicolás Tolentino de Mi-choacán, escrita por Fray Diego de Baselenque, México, SEP, 1985, p. 178.

11. Ibídem, capítulo XVI, p. 143.12. Ibídem, capítulo XVII, p. 147.13. Antonio DE CIUDAD REAL, Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España, México,

UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1976, vol. II, p. 166.

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pobres enfermos, todos los indios eran socorridos así en sus ansiedades materialescomo en la vida del alma. El primer hospital que fundó fue el de Santa Fe, cercade México, entre los años de 1531 y 1532. Todavía existe un recuerdo de lo que fueaquel hospital: “la organización del hospital, como había sido concebida porDon Vasco, abarcaba no solamente la curación de los enfermos, sino la vida detodos los que se relacionaban con ellos. Las Ordenanzas que dejó para los hos-pitales parecen inspiradas, como lo han descubierto los eruditos, en la célebre Uto-pía de Santo Tomás Moro, es decir, que aquello que pareció aún utópico para laEuropa del Renacimiento, fue viable para el Nuevo Mundo”14.

Juan de Grijalva habla de estos hospitales, “En el reino de Michoacán sefundaron todos los conventos de nuestra Orden con un santo estatuto: que arri-mado a las iglesias y a los conventos están edificados hospitales, donde traentodos los indios que enferman de cualquier condición que sean, y allí son cu-rados y regalados mucho mejor en sus casas… Lo que ayudó mucho a estasfundaciones, y el principal motor y patrón de santa obra, fue aquel santo preladoy singular varón llamado Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán…”15.

En Santa Fe de la ciudad de México, ya había construido Vasco de Quirogaun hospital, que también tenía escuela y algo parecido a un internado paraniños. “Edificó un hospital de la cuna en este mismo pueblo de Santa Fe dondelos indios que quisiesen así de la ciudad de México, como de otra cualquieraparte, pudiesen llevar a sus hijos, para que allí se los criasen… junto a estehospital, hizo un colegio donde los muchachos y adultos aprendían a leer, y es-cribir, canto llano, y canto de órgano, y todo género de instrumentos músi-cos… pegado a este hizo un hospital donde se curasen los enfermos…”16.

Aunque existía la idea de comenzar estos hospitales, únicamente fue enMichoacán donde realmente funcionaron, “que en los hospitales de Nueva Es-paña no se ha podido ni puede acabar con ellos que acudan al hospital a curarsecuando están enfermos, y así no han servido ni sirven los dichos hospitalessino para dos ó tres mancos ó paralíticos, cuando mucho, y á veces sólo uno,que sirve allí de cabeza de lobo para que los principales hagan sus mangas;excepto en la provincia de Mechoacán solamente, adonde parece que ha cua-drado más este negocio y tenido mejor suceso…”17.

Torquemada escribe también del fracaso de los hospitales en la mayoríade los lugares, excepto en Michoacán y Jalisco, “En la provincia de Mechoacán,y Jalisco, lo reciben todos, por tener tal concierto, que todos ellos, desde el

14. Manuel TOUSSAINT, Pátzcuaro, México, Imprenta universitaria, 1942, p. 25.15. Juan de GRIJALVA, Crónica de la orden NPS Agustín, México, Ed. Porrúa, 1985, p. 154.16. Ibídem, p. 45.17. Joaquín GARCÍA ICAZBALCETA, Códice Franciscano del siglo XVI. Informe de la Provincia del Santo

Evangelio al visitador Lic. Juan de Ovando. Informe de la Provincia de Guadalajara al mismo. Cartasde religiosos, 1533-1569, México, Imprenta de Francisco Díaz de León, 1889, p. 74.

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Mayor, hasta el Menor, van a curarse, y morir en el Hospital…; fuera de aque-llas provincias, en todas las demás, no se pudo, ni puede acabar con los In-dios, que entren en el Hospital a curarse…; y hospitales hechos, y muchos porno ser de provecho, se han dexado, y se han arruinado y caído”18.

Dentro del partido arquitectónico de estos edificios está siempre presen-te una capilla. Ésta generalmente ha sido cubierta con techumbres de madera,ya sea con alfarjes de un solo orden de vigas o con techumbres derivadas de laarquitectura mudéjar. Las naves son generalmente rectangulares con presbi-terio del mismo ancho que la nave, aunque hay casos de naves rectangulares se-paradas con pies derechos de madera, formadas a modo de planta basilical,donde las naves laterales están cubiertas con alfarjes de un solo orden de vigasy la central, cubierta con una estructura que imita la armadura de par y nudi-llo, creando una superficie trapezoidal (véase figura 2). También hay casosdonde se cubre con bóvedas de madera.

18. Fray Juan de TORQUEMADA, op. cit., p. 199.

Figura 2. Cubierta trapezoidal y alfarje en naves laterales. Inés Ortiz Bobadilla.

En los casos estudiados en Michoacán, encontramos cubiertas de un soloorden de vigas apoyadas, ya sea directamente sobre el muro o estribos, o biensobre canes sencillos, dobles y triples (véase figura 3).

En el caso de alfarjes apoyados sobre canes sencillos tenemos la capilla delSanto Sepulcro, en Uruapan, la capilla del hospital en Angahuan y la iglesia deSan Pedro en Zacán.

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En el caso de alfarjes sobre dobles canes no se incluye ningún caso eneste artículo, pero bien podemos mencionar como ejemplos la iglesia de Hui-ramangaro, San Andrés Tzirondaro, Naranja (solo en la nave).

Erongarícuaro es el único caso de alfarje con canes triples.Alfarjes apoyados directamente sobre el muro o estribos se encuentran

en la capilla abierta del hospital de Tzintzuntzan (sin incluir la zona del pres-biterio).

En el convento de Tzintzuntzan encontramos la decoración de lacería enlas esquinas del claustro de clara influencia mudéjar.

Por otra parte están las derivaciones de la arquitectura mudéjar, por unlado las iglesias con planta basilical separadas con pies derechos de madera,con cubiertas trapezoidales en la nave central y alfarjes en las laterales (véasefigura 4). Ejemplos con esta solución están, la capilla de San Francisco, la ca-pilla de San Miguel Arcángel, la capilla del Señor Santiago Apóstol (aunque enla nave central posee una cubierta de madera con bóveda de cañón) y la capilladel hospital de Zacán.

También existen ejemplos de iglesias con cubiertas trapezoidales que imi-tan armaduras de par y nudillo (véase figura 5). Otro tipo sería el caso delpresbiterio de la iglesia de Angahuan, que asemeja una gran artesa apoyada pe-rimetralmente sobre canes. También el presbiterio de la capilla abierta del hos-pital de Tzintzuntzan, aunque con una solución diferente, tiene una cubierta conuna sencilla artesa invertida.

Cubiertas con bóvedas de madera (véase figura 6) pueden verse asimis-mo en Michoacán, como es el caso de la que cubre la iglesia de la tercera ordenen Tzintzuntzan o la nave de la iglesia de Angahuan.

La región de Michoacán, como se había mencionado anteriormente, esrica en cubiertas construidas con madera y existen un sinnúmero de ejemplos,sobre todo en edificios religiosos, edificados con este material.

Existen publicaciones importantes al respecto como las escritas por JuanBenito Artigas19, donde analiza las principales guatáperas de la región puré-pecha. Luis Alberto Torres Garibay20 menciona las cubiertas ubicadas en la re-gión lacustre de Pátzcuaro y hace una importante aportación analizando elsistema estructural de éstas. Gloria Álvarez Rodríguez21 analiza los artesoneshistoriados de la región de Michoacán, en su tesis doctoral presenta las cu-

19. Juan Benito ARTIGAS, Pueblos, Hospitales y Guatáperas de Michoacán, las realizaciones arquitectónicasde Vasco de Quiroga y Fray Juan de San Miguel, México, UNAM, Gobierno del estado de Mi-choacán, 2001.

20. Luis Alberto TORRES GARIBAY, Tecnología constructiva en la zona lacustre de Pátzcuaro y regiónMorelia, Tesis para obtener el grado de Doctor en Arquitectura, México, UNAM, 1999.

21. Gloria A. ÁLVAREZ, Los artesones michoacanos, Tesis presentada para obtener el grado de Doc-tor en Arquitectura, México, UNAM, 1998.

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Figura 3. Alfarje de un solo orden de vigas apoyado sobre uno, dos y tres canes. InésOrtiz Bobadilla.

Figura 4. Cubierta trapezoidal y alfarjeen naves laterales. Inés Ortiz Bobadilla.

Figura 5. Cubierta trapezoidal. Inés OrtizBobadilla.

Figura 6. Cubierta abovedada. Inés OrtizBobadilla.

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biertas de la región, donde se puede encontrar una lista muy completa de losdiferentes inmuebles que poseen cubiertas de madera, diferenciadas según susistema estructural.

En este artículo se han incluido los inmuebles mencionados por los cro-nistas y que en su conjunto dan una muestra panorámica de los diferentestipos de cubiertas que se realizaron en Michoacán.

TEMPLO DE SAN FRANCISCO, TZINTZUNTZAN

Tzintzuntzan significa “lugar del colibrí”22. Los franciscanos se establecieronhacia 1525 en Tzintzuntzan, desde donde Fray Martín de Valencia inició la evan-gelización de Michoacán. Vasco de Quiroga estableció en este lugar, en 1538, la pri-mera sede del obispado de Michoacán. El convento franciscano se construyó des-pués de 1533, bajo la dirección de Fray Juan de San Miguel,23 y fue sustituido porcompleto probablemente en 1596, bajo la supervisión de Fray Pedro de Pila. Ciu-dad Real menciona sobre este lugar que “El convento es bueno y está acabado,hecho de cal y canto, con su claustro, dormitorio e iglesia, la cual tiene un retablomuy vistoso; hay dentro en casa un aljibe de agua llovediza y una buena huerta...la vocación de aquel convento es de nuestro padre San Francisco”24.

Posteriormente, en la inspección ocular en Michoacán, mencionan que“la iglesia consta de una nave, torre adjunta, piezas separadas de sacristía y bau-tisterio, coro alto, órgano sin uso, entablados superior e inferior, techo de teja,nueve altares formales y otros tantos retablos, todo en buen estado y de de-cente aspecto… Hay también una capilla de la Soledad de excesiva longitud,con un solo retablo dorado, cielo superior de tablas, mal pintado y paredes deadobe… La capilla del hospital es la menos aseada y capaz, y las ruinas a ellavecinas, manifiestan hubo en otro tiempo formales enfermerías… El templode la tercera orden, también de adobe con la torre adjunta, tiene entablados elpavimento y el cielo…”25.

Diego Angulo escribe acerca de la portada de la iglesia refiriéndose a las ca-racterísticas del primer Renacimiento en México: “lo más original de ella es el se-gundo cuerpo rehundido y formado por un doble arco con alfiz, que sirve de baseal frontón con enorme venera que corona la portada. En esa gran venera se diríaque culmina el leit motiv de la portada y de la obra toda de su autor. En peque-ño, alternando con florones, decora una de las arquivoltas, y se repite de mayor

22. Enciclopedia de los municipios de México, en la página de internet http://www.e-local.gob.mx/wb2/ELOCAL/ELOC_ Enciclopedia

23. George KUBLER, op. cit., p. 599.24. Antonio de CIUDAD REAL, op. cit., vol. II, p. 77.25. José BRAVO UGARTE, Inspección Ocular en Michoacán, Regiones central y sudoeste, México, Testi-

monia Histórica n.º 2, Ed. Jus S.A., 1960, p. 34.

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tamaño en el segundo cuerpo, donde no sólo se le esculpe en las jambas, sino quese subraya su importancia colocándola sobre varias hojas de tamaño grande”26.

El convento, como la mayoría del siglo XVI, tiene entrepisos de alfarjes deun solo orden de vigas. Lo que nos ocupa en este sitio es la decoración de lazoen las esquinas del claustro de clara influencia mudéjar (véase figura 8).

Tiene una estrella de doce puntas con un florón al centro, pintado el lazoen tonos azules. El lazo es ataujerado, es decir, la lacería se sobrepone a la ar-madura, esto supone menor trabajo de precisión que cuando la lacería es apei-nazada, más complicada porque van entremezcladas la estructura misma de laarmadura con la decoración.

El templo de la Tercera orden (véase figura 10) como indica Ciudad Realtenía “entablados el pavimento y el cielo”, actualmente posee una bóveda demadera (véase figura 11).

La capilla del hospital (véase figura 12), que según la Inspección Ocular deMichoacán “es la menos aseada y capaz, y las ruinas a ella vecinas, manifiestanhubo en otro tiempo formales enfermerías…”, formada por tres arquerías demedio punto, tiene una cubierta de un alfarje de un solo orden de vigas y en lazona del presbiterio una cubierta de madera en forma de artesa invertida (véansefiguras 13 y 14). Conserva restos de pintura en sus muros.

26. Diego ANGULO IÑIGUEZ, Historia del arte Hispanoamericano, Barcelona, Salvat, 1950, p. 362.

Figura 7. Fachada principal de San Francisco, Tzintzuntzan, Michoacán. Rodrigo Flo-resvillar Ortiz.

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Figura 8. San Francisco, Tzintzuntzan. Decoración de lazo en las esquinas del conven-to. Inés Ortiz Bobadilla.

Figura 9. Plano del conjunto conventual de Tzintzuntzan. Basado en C.M.S.R.L.P.

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Figura 10. Fachada principal del templo dela tercera orden, Tzintzuntzan, Michoacán.Inés Ortiz Bobadilla.

Figura 12. Vista de la fachada de la capilla abierta del hospital de Tzintzuntzan, Mi-choacán. Rodrigo Floresvillar Ortiz.

Figura 11. Interior del templo de la terceraorden, Tzintzuntzan, Michoacán. Inés OrtizBobadilla.

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IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN,ERONGARÍCUARO

Erongarícuaro significa “lugar de Atalaya”, otra acepción sería “lugar deespera o resurrección”27. El convento de Erongarícuaro fue fundado por losfranciscanos entre 1563 y 157028, sin embargo, Diego Angulo ubica su cons-trucción en 157529.

Ciudad Real describe el lugar, “El convento estaba todo acabado con suiglesia; solamente le faltaba por cubrir los corredores altos del claustro; viene a lahuerta una fontecita de buena agua, que se trae por unas canales de madera quellaman canoas, está edificado en un alto, orilla de la mesma laguna, y descúbre-se desde él gran parte della; su vocación es de la Asumpción de nuestra Señora”30.

27. Enciclopedia de los municipios de México, en la página de internet http://www.e-local.gob.mx/wb2/ELOCAL/ELOC_ Enciclopedia

28. George KUBLER, op. cit., p. 594.29. Diego ANGULO IÑIGUEZ, op. cit., p. 253.30. Antonio de CIUDAD REAL, op. cit., vol. II, p. 80.

Figura 13. Vista de la cubierta de la capillaabierta del hospital de Tzintzuntzan, Mi-choacán. Rodrigo Floresvillar Ortiz.

Figura 14. Vista de la cubierta de la capillaabierta del hospital de Tzintzuntzan, Mi-choacán. Rodrigo Floresvillar Ortiz.

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En la Inspección Ocular de Michoacán escriben acerca de la iglesia: “cons-ta de una nave con entablados superior e inferior, paredes de piedra y lodo, torrede lo mismo embutida en la nave, debajo el bautisterio, coro alto con órganodescompuesto, pieza clara de sacristía, techo de teja y ocho altares formales”31.

La portada (véase figura 15) tiene un arco de medio punto enmarcado porun alfiz decorado con grandes veneras y sobre él una ventana en ajimez, tambiénenmarcada con un alfiz; termina el edificio en un cuerpo triangular. Esta portadaes comparada por Angulo con la de la iglesia de Tzintzuntzan “con enormes ve-neras, rígidas hojas y anchos capiteles con gruesos caulículos”32.

31. José BRAVO UGARTE, op. cit., p. 59.32. Diego ANGULO IÑIGUEZ, op. cit., p. 364.

Figura 15. Fachada principal de Nuestra Señora de la Asunción, Erongarícuaro, Mi-choacán. Rodrigo Floresvillar Ortiz.

A la izquierda del templo se localiza una capilla abierta y a la derechauna torre campanario.

La planta es una nave rasa de aproximadamente 11,50 m de ancho por50,50 m de longitud, el presbiterio es del mismo ancho que la nave, diferenciadopor un arco triunfal y por un desnivel en el piso y en la cubierta (véase figura

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18). El coro se encuentra al inicio de la nave con tribunas laterales en los doslados y está apoyado sobre pies derechos y vigas. El entrepiso es de un alfarjede un solo orden de vigas apeado sobre canes sencillos (véase figura 19).

Al igual que el coro, la cubierta de la nave es de un alfarje de un soloorden de vigas, pero en este caso apoyado sobre triples zapatas que dan unapoyo de 2,20 m a cada lado a las vigas (véase figura 20). Cada nivel de canesestá decorado con un cordón franciscano. Los muros de piedra y lodo tienen unespesor de 1,85 a 1,95 m33. Protegiendo a la techumbre interior tiene una cu-bierta de una armadura de madera (véanse figuras 16 y 17).

33. Luis Alberto TORRES GARIBAY, op. cit., p. 232.

Figura 16. Corte transversal de Nuestra Señora de la Asunción, Erongarícuaro. Basadoen Luis Alberto TORRES GARIBAY, Tecnología constructiva en la zona lacustre de Pátzcuaro yregión Morelia.

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Figura 17. Vista del interior de Nuestra Señora de laAsunción, Erongarícuaro. Rodrigo Floresvillar Ortiz.

Figura 18. Planta de Nuestra Señora de la Asunción, Erongarícuaro. Basado en C.M.S.R.L.P.

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Figura 19. Detalle del coro de Nuestra Se-ñora de la Asunción, Erongarícuaro. Ro-drigo Floresvillar Ortiz.

Figura 20. Detalle de los triples canes en lazona del presbiterio de Nuestra Señora de laAsunción, Erongarícuaro. Rodrigo Flores-villar Ortiz.

URUAPAN

Uruapan fue fundado por Fray Juan de San Miguel, quien construyó unaiglesia, el hospital y dividió la ciudad en nueve barrios donde edificó nueve ca-pillas, “En donde dejó más señaladas las huellas de su fervoroso espíritu, y enlo material más perpetuas memorias de su aplicación a lo político, fue en elpueblo de Uruapan… repartiendo la población en sus calles, plazas y barrios,con tan linda disposición que pudiera emular la aristocracia de Roma… tratóel Siervo de Dios de fabricar una iglesia a todo costo, pues la que antes teníanaunque era muy capaz, era toda de tablas y madera… comenzaron a juntarmateriales y a poner por otra iglesia muy grande, suntuosa, como para concursotan crecido, siendo su labor de calicanto, y tan costosa, que pudiera consumirun patrimonio… Después de esto emprendió la obra de un Hospital para la cu-ración de los indios enfermos… Fundado el pueblo, hecha la iglesia, y acaba-do el Hospital, repartió él la población en sus barrios, dándole a cada uno deellos su capilla con el retablo del Santo… como cada capilla está en los rematesde las calles, unas a otras se están mirando y hermoseando la disposición del

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Pueblo; y como está dividido en nueve barrios, son nueve las capillas…”34

(véase figura 21). Las capillas que quedan ya no se pueden ver una a la otra porel crecimiento de la ciudad. A finales del siglo XVIII, según la Inspección Ocu-lar de Michoacán, las capillas estaban en ruinas y ya no se utilizaban: “Com-pónese este pueblo de siete barrios y en cada uno de ellos existe una capilla entan mal estado, que en ninguna se dice ya misa”35.

34. Fray Isidro Félix de ESPINOSA, Crónica de la Provincia franciscana de los Apóstoles, San Pedro y SanPablo de Michoacán, en Federico GÓMEZ DE OROZCO, op. cit., p. 158.

35. José BRAVO UGARTE, op. cit., p. 111.

Figura 21. Uruapan. Planta de la población en el siglo XVI, según el trazado de Fray Juande San Miguel. Basado en la reconstitución de Aldo Zurita en Juan B. ARTIGAS, Pueblos,Hospitales y Guatáperas de Michoacán, p. 52.

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CAPILLA DEL SANTO SEPULCRO, URUAPAN

La capilla del Santo Sepulcro es la principal del hospital de Uruapan,“fundada bajo el Real Patronato y por ello llamada `Hospital Real´, bajo la ad-vocación de la Purísima Concepción de Uruapan”36.

En la Inspección Ocular de Michoacán la mencionan como “bastante asea-da, con un altar dorado y enfrente del edificio de altos del hospital, que indi-ca haber sido en otro tiempo obra aplicada a los enfermos; pues aún existen lasseñales de las enfermerías, botica y otras oficinas, que hoy están sin uso, aban-donadas y en un estado de ruina…”37. La portada de la capilla tiene un arco demedio punto enmarcado por un alfiz, sobre el cual hay una hornacina con unaescultura de San Francisco de Asís. Al lado de ella hay dos escudos de piedra,uno de la orden de San Francisco y el otro “fue el escudo de los reyes de Españay del cual únicamente se conserva la corona, pues al igual que sus similares, fuedestruido en los primeros años de nuestra independencia”38 (véase figura 22).

Angulo describe esta portada diciendo “que no cede en riqueza a la deChimalhuacán y que corresponde asimismo a la primera etapa del Renacimien-to. Cortés vio en ella reminiscencias indígenas. Las enjutas muestran las típicasrosas, aquí casi yuxtapuestas, y el cerco se viste de menuda y tupida ornamen-tación renacentista que hace pensar en las yeserías peninsulares. Los candela-bros de las jambas no se resignan a olvidar el estilo `moderno´ y sus tallos semueven con ritmo análogo al que veremos en el Sanctorum de Tacuba”39.

La capilla es pequeña, tiene una nave rasa, con presbiterio del mismoancho que la nave, diferenciado por un arco triunfal con relieves. La cubierta esun alfarje de un solo orden de vigas apoyado sobre gruesos canes decoradostanto en la parte superior como en la inferior con el cordón franciscano.

La cubierta del presbiterio tiene mayor altura que la nave y conserva elmismo tipo de techumbre (véase figura 25). En las paredes del presbiterio con-serva importantes restos de pintura mural.

Tiene el hospital de Uruapan unas ventanas labradas en los corredores desingular belleza (véase figura 23). Están formadas por un cerramiento apoyadosobre un par de canes moldurados, que en conjunto asemejan un arco. Enmar-cando el conjunto está un alfiz. Artigas compara estas ventanas con los arcos delas madrazas de Marruecos (véase figura 24). “Las ventanas de Uruapan y deZacán siguen idéntica estructura. No se cierran con arcos de cantería sino con za-

36. Juan Benito ARTIGAS, Pueblos..., p. 54.37. José BRAVO UGARTE, op. cit., p. 110.38. Eduardo DE HEREDIA, Fray Juan de San Miguel, fundador de Uruapan, Uruapan, 1925, en J.B. AR-

TIGAS, op. cit., p. 57.39. Diego ANGULO IÑIGUEZ, op. cit., p. 331.

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patas, las cuales, sucesivamente escalonadas conforme ganan elevación, dis-minuyen el claro, hasta que el dintel superior lo cierra totalmente. Los sistemasconstructivos de la madera se reproducen aquí en piedra, lo mismo que habíasucedido con los entablamentos de la arquitectura clásica de Grecia. El intradósdel cerramiento así creado se recorta en sinuosas curvas y contracurvas crean-do formalmente, en la parte superior del hueco de la ventana, un arco polilo-bulado irregular de entrantes y salientes que pudieran parecer caprichosos.Prodigio formal. Tanto es así, que en un viaje por Marruecos en octubre de 1996,pude constatar la presencia de arcos semejantes e idéntico sistema constructivo,construidos allí en madera, en las universidades coránicas, madrazas o meder-sas, entre ellas la de Salé, en Rabat, la actual capital del reino”40.

40. Juan Benito ARTIGAS, Pueblos..., p. 87.

Figura 22. Capilla del Santo Sepulcro, Guatápera de Uruapan. Ro-drigo Floresvillar Ortiz.

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Figura 23. Guatápera de Uruapan, ventana. Inés Ortiz Bobadilla.

Figura 24. Detalle de uno de los accesos a la medersa, Marrakech, Marruecos. Inés OrtizBobadilla.

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Figura 25. Vista del interior de la capilla del Santo Sepulcro,Uruapan. Rodrigo Floresvillar Ortiz.

Figura 26. Planta general de la guatápera de Uruapan. Basado en Juan B. Artigas.

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CAPILLA DE SAN FRANCISCO

Ésta es una de las nueve capillas de la traza original de Fray Juan de SanMiguel.

La portada de la capilla es muy sencilla, tiene un arco de medio punto ya los lados de éste, decoraciones con veneras (véase figura 27).

Se trata de una pequeña capilla de nave rasa, dividida en tres naves amodo basilical, separada cada nave por pies derechos de madera de seccióncuadrada con bases de cantera. Sobre de ellos descansan las zapatas que so-portan las vigas sobre las cuales se apoya la cubierta. La nave central tienemayor altura que las laterales (véase figura 28). La cubierta central imita una ar-madura de par y nudillo, formando una cubierta trapezoidal con decoracionesde medallones; las naves laterales están cubiertas con alfarjes de un solo ordende vigas apoyadas sobre canes sencillos (véase figura 29). Al igual que la ma-yoría de las cubiertas de madera en Michoacán, se protege la cubierta interiorcon una armadura de madera, que es la que va a soportar las tejas.

Figura 27. Fachada principal de San Francisco, Uruapan. Inés Ortiz Bobadilla.

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Toussaint menciona acerca de esta capilla “En Uruapan la capilla de SanFrancisco presenta una estructura mudéjar… Ésta presenta un techo que por elinterior parece un remedo de los de par y nudillo, aunque esto no puede ga-rantizarse pues está cubierto totalmente con tablas decoradas con pintura. El as-pecto, sin embargo, es absolutamente oriental y se nota bien la influencia po-pular en la techumbre”41.

41. Manuel TOUSSAINT, Arte mudéjar…, p. 37.

Figura 28. Planta y corte de San Francisco, Uruapan. Basado en G.A.R.

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Figura 29. Interior de la capilla de San Francisco, Uruapan. Inés Ortiz Boba-dilla.

CAPILLA DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL

Otra capilla de los barrios de Uruapan sería la de San Miguel Arcángel, sufachada está muy modificada, (véase figura 31) pero en su planta conserva elmismo esquema que la de San Francisco de Asís, nave rectangular con el ábsidedel mismo ancho que la nave y planta de tipo basilical, con la nave central másancha que las laterales y dividida por medio de pies derechos (véase figura 30).

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Figura 30. Plano de la capilla de San Miguel Arcángel, Uruapan. Basado en G.A.R.

Figura 31. Fachada principal de la capilla de San Miguel Arcángel, Uruapan. Inés OrtizBobadilla.

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CAPILLA DEL SEÑOR SANTIAGO APÓSTOL

Esta capilla data del siglo XVI y está localizada en el barrio de SantiagoApóstol, en Uruapan, Michoacán.

Se trata de una de las nueve capillas que se construyeron en los nuevebarrios de Uruapan.

La fachada está muy modificada; tiene un arco de medio punto encua-drado por un alfiz, sobre éste hay un relieve del apóstol Santiago (véase figura32). La planta es pequeña de tres naves, a modo de planta basilical. Las navesestán separadas por pies derechos de madera. La nave central es más ancha yalta que las laterales. La cubierta pudo haber sido en su origen una armadura depar y nudillo en la nave central y colgadizos en las naves laterales.

Actualmente la nave central tiene un cañón corrido y las naves lateralesestán cubiertas con un alfarje de un solo orden de vigas, apoyadas sobre canes.

Figura 32. Fachada principal de la capilla de Santiago Apóstol, Uruapan. Rodrigo Flo-resvillar Ortiz.

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IGLESIA DE SAN PEDRO Y CAPILLA DEL HOSPITAL, ZACÁN

En este lugar se encuentra el antiguo convento de San Pedro, fundadoen 1560 y reconstruido en 1691. En la portada del templo hay un relieve que in-dica la fecha de 1560. Probablemente fue fundado por los franciscanos parapasar posteriormente a manos de los agustinos.

En la Inspección Ocular en Michoacán, se describe el edificio como “unanave despejada, de piedra y lodo, cubierta de tejamanil, torre adjunta, debajoel baptisterio, piezas separadas de antesacristía y sacristía desalineadas, coroalto, buen entablado superior, malo el inferior y 11 altares con sus retablos, 8nuevos, dos dorados, y todos de fea talla”42.

Se trata de una iglesia con una nave rasa, con presbiterio del mismo anchoque la nave, diferenciado tan solo por un desnivel en el piso. El coro, al iniciode la nave, está apoyado sobre vigas que apean en canes sencillos. La cubier-ta está realizada con un alfarje de un solo orden de vigas apeadas sobre canessencillos, con molduras tanto inferior como superior, con forma de cordónfranciscano (véanse figuras 34 y 35).

42. José BRAVO UGARTE, op. cit., p. 95.

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Figura 33. Fachada principal de la iglesia de Santa Ana, Zacán. Rodrigo Floresvillar Ortiz.

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Figura 34. Vista del presbiterio, Santa Ana, Zacán.Rodrigo Floresvillar Ortiz.

Figura 35. Vista del coro, Santa Ana, Zacán. Rodrigo Floresvi-llar Ortiz.

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CAPILLA DE LA INMACULADA O DE SANTA ROSA

En la Inspección Ocular nos dicen: “La capilla del Hospital es de piedra ylodo, techo nuevo de tejamanil, destruido el entablado inferior, empezado el su-perior, y un altar con su retablo dorado de mala escultura y notable desaseo.Existe todavía adjunto el antiguo Hospital destinado hoy a alojar al cura”43.

La portada de la capilla ha desaparecido, actualmente tiene el acceso úni-camente delineado por un cerramiento y dos postes de madera, sobre éste unapequeña ventana perteneciente al coro, con material reutilizado de alguna delas ventanas del hospital.

La planta de la capilla es de una sola nave a modo de planta basilical, divi-dida en tres naves por medio de pies derechos de madera, sobre los cuales des-cansan zapatas, la nave central es más ancha que las laterales, el presbiterio esdel mismo ancho que la nave, diferenciado tan solo por un escalón. Al inicio de lacapilla se encuentra el coro, apoyado sobre vigas de madera, con una escaleradel mismo material para acceder al entrepiso. La cubierta de la capilla es de un al-farje de un solo orden de vigas en las naves laterales y en la nave central imita unalfarje de par y nudillo, logrando un espacio trapezoidal. Hay dos tirantes colo-cados a la mitad de los vanos entre los pies derechos. Tiene decoración pictóricaen toda la cubierta. En una viga del sotocoro está escrita la fecha de 1857.

Existen al interior del hospital, en los corredores del pasillo, unas venta-nas muy parecidas a las ventanas del hospital de Uruapan. Labradas en piedra,formadas en este caso por dos cerramientos apoyados sobre un par de canesmoldurados, del mismo material, que en conjunto asemejan un arco. La ventanaestá enmarcada por un alfiz (véase figura 38).

43. Ibídem.

Figura 36. Fachada principal de la capilla de la guatápera,Zacán. Inés Ortiz Bobadilla.

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Figura 37. Vista del interior de la capilla de la guatápera, Zacán. Inés Ortiz Bobadilla.

Figura 38. Detalle de las ventanas de los corredores de laguatápera, Zacán. Inés Ortiz Bobadilla.

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IGLESIA DE SANTIAGO APÓSTOL Y CAPILLA DEL HOSPITAL,ANGAHUAN

Angahuan significa en lengua tarasca “lugar donde se come” o “lugarde comida”. Aquí fue fundado el conjunto, según Kubler, en 1570 “por canondel consejo capitular de la catedral de Michoacán”44 y según Toussaint en 1577,por una inscripción en el interior del edificio45, por Fray Jacobo Daciano, ori-ginario de Dacia, actual Rumania.

Angahuan fue iglesia de visita, dependía del curato de Zirosto y despuéspasó a manos de los agustinos. Según la Inspección Ocular en Michoacán laiglesia tenía “un cañón angosto de piedra y mezcla, torre adjunta y mirador delo mismo, techo de tejamanil, sacristía desaseada, coro alto con órgano desba-ratado, entablados inferior y superior, pero éste de una construcción muy pro-lixa; pues la madera que le compone está en talla de filigrana de mal gusto,cinco altares formales con sus retablos dorados de fea escultura, viejos, man-chados y poco decentes”46.

La portada de Angahuan tiene un vano de medio punto enmarcado porun alfiz, sobre éste otro alfiz que sirve de base para la ventana del coro, la cualestá compuesta, a la manera de Uruapan y Zacán, con dos cerramientos apo-yados sobre dos canes moldurados, que van a formar el arco del vano, todo en-marcado por un tercer alfiz. Toussaint habla de esta portada, “en ella se mez-clan el sabor renacentista, plateresco del conjunto, los resabios mudéjares en losalfices que se sobreponen en forma verdaderamente extraña, y el gusto indígenapuro en la técnica de sus menudos relieves”47.

La iglesia es de una nave rasa, con presbiterio ligeramente menor al anchode la nave, diferenciado por un arco triunfal y por un desnivel en el piso; el es-pesor de los muros es de 1 vara (0,8359 m)48. Probablemente tuvo una cubier-ta de alfarje, tanto en la nave como en el presbiterio, como apunta Toussaint, “hadesaparecido el alfarje que cubría la nave; el presbiterio, que es más angosto,debe haber poseído otro alfarje, en la actualidad ostenta un techo en forma debatea formado por triples canes y baquetones entre ellos, tablas que cubrenlos espacios y otras que forman harneruelo. A todo lo largo de las paredes se ve

44. George KUBLER, op. cit., p. 232.45. Manuel TOUSSAINT, Arte mudéjar..., p. 26.46. José BRAVO UGARTE, op. cit., p. 90.47. Manuel TOUSSAINT, Arte colonial..., p. 26.48. Juan CABRERA ACEVES, Aspectos conceptuales en la fundación de los templos franciscanos edificados

en la zona histórica purépecha, en Eugenia María AZEVEDO SALOMAO (coord.), Michoacán Arqui-tectura y Urbanismo, Morelia, Michoacán, México, UMSNH, Facultad de Arquitectura, Divisiónde Estudios de Posgrado, 1999, p. 247.

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Figura 39. Plano del Hospital, Zacán. Ba-sado en Juan B. Artigas.

Figura 40. Fachada principal del templo deSantiago Apóstol, Angahuan, Michoacán.Leonardo Floresvillar Ortiz.

un arrocabe o friso con inscripción que semeja escritura cúfica y al final, unafecha que puede corresponder al edificio: 1577”49.

Según Gloria A. Álvarez, la cubierta de la iglesia estaba hecha con uncañón corrido que fue sustituida a mediados del siglo XVIII por una bóveda decañón escarzano. Sin embargo el presbiterio no se modificó, éste tiene la formade una gran artesa invertida, apoyada sobre triples canes, divididos con mol-duras en forma de cordones, con tablillas decoradas entre cada can. En lo quevendría a ser el almizate está decorado con cuatro estrellas de doce puntas y an-gelitos en cada esquina. El coro, al inicio de la nave, está apoyado sobre un al-farje de un solo orden de vigas que apea sobre canes sencillos.

La capilla del hospital, construida probablemente en 1570 por una ins-cripción en la fachada, también es referida por la Inspección Ocular de Mi-choacán, “La capilla del Hospital es también de piedra y mezcla con piso en-tablado, coro alto y artesón, feos, antiguos y poco seguros, y un solo altar consu retablo dorado semejante a los de la iglesia”50. Tiene una portada sobria,

49. Manuel TOUSSAINT, Arte mudéjar..., p. 28.50. José BRAVO UGARTE, op. cit., p. 90.

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51. SAHOP, Secretaria de Asentamientos Humanos y Obras Públicas, México, Ed. Miguel GalasS.A., 1982, p. 82.

Figura 41. Planta del templo de Santiago Apóstol, Angahuan, Michoacán. Basado en Glo-ria A. Álvarez.

con un arco de medio punto, enmarcado por un alfiz. En la parte superior al ac-ceso, una pequeña ventana de medio punto. Se trata de una nave rasa de pe-queñas dimensiones, con presbiterio del mismo ancho que la nave, diferen-ciado por un escalón. La cubierta está realizada por un alfarje de un solo ordende vigas apoyado sobre canes, de reciente manufactura. Ya no posee coro.Cubre el alfarje una armadura de madera a dos aguas.

Se hizo una restauración en el inmueble “inyectando morteros expansivosen las fisuras y restituyendo las piezas de sillería faltantes. El alfiz de la portadase junteó utilizando resinas epóxicas, la bóveda de mampostería se consolidódespués de corregir las pendientes y, finalmente, se procedió a recuperar los ni-veles del atrio”51.

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Figura 42. Cubierta del presbiterio, templo de Santiago Apóstol, An-gahuan, Michoacán. Leonardo Floresvillar Ortiz.

Figura 43. Interior del templo de Santiago Apóstol, Angahuan, Michoacán.Leonardo Floresvillar Ortiz.

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Figura 44. Interior de la capilla del hospital, Angahuan. Leo-nardo Floresvillar Ortiz.

Figura 45. Planta de la capilla del hospital, Angahuan. Basado en Juan B. Artigas.

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CONCLUSIONES

Durante el virreinato hubo una acelerada construcción en la Nueva Es-paña, principalmente en lo referente a los edificios religiosos. Había un interéspor convertir a la población a la religión que tenían los conquistadores.

La arquitectura que se efectuó durante este tiempo tiene elementos que re-flejan su vínculo con el arte mudéjar. Hubo una gran proliferación de estruc-turas de madera, sobre todo en las cubiertas, ya que era el sistema estructuralque conocían los españoles y de algún modo era un sistema más sencillo ymás rápido que la elaboración de bóvedas. En la región de Michoacán existie-ron, según las fuentes históricas, verdaderas cubiertas mudéjares, como fue elcaso de Tiripetío. Desafortunadamente un gran número de cubiertas de maderase perdieron a causa de incendio, falta de mantenimiento y abandono. En estaregión, por tratarse de una zona maderera, las cubiertas siguieron sustituyén-dose por otras de madera, pero ya sin seguir las técnicas estructurales mudé-jares, sino incorporando las técnicas indígenas propias de la zona, creando cu-biertas trapezoidales, que a la vista parecen armaduras de par y nudillo.

RESUMEN

El presente trabajo forma parte de una investigación acerca de la arqui-tectura mudéjar en la Nueva España en la que se analizan los elementos es-tructurales y arquitectónicos que influyeron en esta arquitectura. En este casose hablará del estado de Michoacán. La incorporación de los sistemas estruc-turales, principalmente las cubiertas de madera, tienen semejanzas significati-vas que los relacionan con la arquitectura mudéjar de la Península Ibérica. Sinembargo, en el estado de Michoacán surgen cubiertas con ciertas particulari-dades que, si bien siguen la misma tectónica de las armaduras de par y nudi-llo, estructuralmente tienen soluciones diferentes.

Palabras clave: mudéjar, carpintería de lo blanco, virreinato, Michoacán,Nueva España.

ABSTRACT

The present work forms part of a research about the mudejar architectu-re in New Spain in which the structural and architectonical elements that in-fluenced this architecture are analyzed. In this case it will be spoken about thestate of Michoacán. The incorporation of the structural systems, mainly thewood covers, have significant similarities that relate them to the mudejar ar-chitecture of the Iberian Peninsula. Nevertheless, in the state of Michoacán,they arise covers with certain particularities that follow the same tectonic thatthe armors of “par y nudillo”, but structurally they have different solutions.

Key words: Mudejar, carpentry of white, viceroyalty, Michoacán, NewSpain.

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NOTAS Y DOCUMENTOS

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CARTA ABIERTA ABERNARD VINCENT

Francisco Márquez Villanueva*

Distinguido colega:

La presente es para darle noticia de mis lecturas de su volumen El río mo-risco1, y acerca del cual he de empezar por agradecer la atención que concedea mis modestos trabajos, como parte de una común ruptura generacional conlos planteamientos del problema histórico de los moriscos (heredados del ocho-cientos y aun antes) en la segunda mitad del siglo XX. No puedo estar más deacuerdo en la oportunidad de realizar un balance de los resultados y de poneralgún orden en los criterios valorativos que en este momento tenemos sobre elcampo. Como el estado de los conocimientos creo ofrece hoy margen para unalegítima diversidad de puntos de vista, me sumo aquí al mismo intento conmiras a poner bajo otra luz las divergencias que nos separan a modo de islas enmedio de tantos espacios como compartimos no en el río, sino en lo que hoy esel mar de los estudios moriscos.

Comenzaré, pues, por mi sorpresa ante su declaración de que el problemamorisco sea de naturaleza histórica y no literaria, como si el difunto AlvaroGalmés y este servidor hubiéramos dicho nunca lo contrario y como si a estasalturas la interdisciplinaridad heurística fuera ningún motivo de escándalo.Defiende su Río morisco una primacía absoluta para los documentos de archi-vo, con no oculto desdén para cualquier otra modalidad de acceso metodoló-gico2. Documentos, claro, y en eso estamos todos de acuerdo. Pero “docu-mento” (de docere) es también un fragmento de cerámica, un testimoniopictórico, un texto literario o un cultema antropológico que, lo mismo que elpapel de un archivo, habrán de ser sometidos en cada caso a la peculiar exégesismetodológica que lo haga ”hablar” o asumir un significado para nuestra en-cuesta. Y sea esto dicho sin perder de vista que el error material, el prejuicio y

* Harward University.1. Estudio originalmente publicado en La expulsión de los moriscos, Fundación Bancaja, 1998, pp.

125-142. Acogido con otros trabajos por Bernard Vincent en El río morisco, Universidad deGranada, 2006, pp. 131-143.

2. No falta quien lamente todo lo contrario: los documentos de archivo no son clave universal, puesignoran los resortes humanos más profundos, que habrán de documentarse por otros caminosa juicio de Joan FUSTER, Poetas, moriscos y curas, Madrid, editorial Ciencia Nueva, 1969, p. 150.

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el patinazo nos acechan en todo momento. Ud. lo ha dicho bien, haciéndose ecode una frase mía: todas las fuentes (incluso las archivísticas por tanto) están “en-venenadas” y por lo mismo (agrego aquí) comienzan por requerir de la críticael tratamiento depurador en que consiste nuestro oficio.

En materia de literatura, su libro sólo hace mención de la literatura alja-miada que acto seguido descalifica como “muy poca cosa”3, como si el escollofuera simplemente cuantitativo y no en todo caso de orden conceptual y me-todológico. Aun así, no creo que su juicio resulte aceptable para la constela-ción de estudiosos que últimamente vienen extrayendo de aquella literaturatanta información privilegiada como no llegó nunca a figurar en los papeles delSanto Oficio ni del Consejo de Estado, en cuanto voceros confesados del crite-rio oficial. El problema morisco, debemos entender, fue mucho más que la his-toria de una minoría, así como tampoco la de un pueblo bárbaro ni advenedi-zo. Por sus inmediatas implicaciones sociales, políticas y religiosas y porsituarse, catalizador, en un presente interpuesto entre un pasado y un futuro,no era ajeno a ningún español de cualquier casta e inquietaba con razón laconciencia de los más responsables. De donde la marcha paralela de un discursode reflexión y debate en que directamente participan gobernantes, cronistas yjerarquías eclesiásticas, pero dentro del cual figura asimismo, como específicavoz morisca, el bloque testimonial e irreductible de la literatura aljamiada. Apesar de un hispano clima que no es sólo Antiguo Régimen y contrarrefor-mista, sino temprana manifestación del fenómeno moderno del pensamientocontrolado, se ha dado además un extrarradio de alternativa presencia por po-deres, en el que colectivamente se personan también moriscos más o menoscamuflados como Ginés Pérez de Hita, Miguel de Luna o hasta el humanista to-ledano Alejo Venegas4. Reforzados por aliados judeoconversos, acotan el am-plio despliegue de la llamada maurofilia literaria y la rica y matizada materiade moros, moriscos y turcos en el terreno de la ficción y de la escena. Unmundo sugestivo hasta lo fascinante, donde es preciso leer las entrelíneas yque la inercia crítica, añadida a la imposibilidad de una lectura contextualiza-da, sólo han vuelto accesible a partir de 1950. Ahí tenemos al Abencerraje, a Ri-cote, a Ozmín y Daraja, al Tuzaní, a Zoraida, al Maestre de Calatrava, a Marcosde Obregón y hasta el mendigo judeo-árabe Almudena de Galdós, entre tantosotros como nos invitan a la lectura histórica que los poetas deseaban plantearpara buenos entendedores de la época y que se halla hoy iniciada a cargo deuna crítica de última hora. Por otra parte, un texto del valor del Tratado de los mo-

3. El río morisco, p. 133. Es el mismo argumento (“... son al fin y al cabo pocos”) de Ricardo GAR-CÍA CÁRCEL respecto al fenómeno maurófilo, «Los moriscos y la Inquisición», La expulsión delos moriscos, Bancaja, 1998, 145-166 (p. 155).

4. Alvaro GALMÉS DE FUENTES, «Alejo de Venegas y la tradición morisca», Estudios románicos de-dicados al Prof. Andrés Soria Ortega, 2 vols., Granada, 1985, II, pp. 175-192. Mensaje literario decomprensión y respeto a lo morisco explicado por Juan I. GUTIÉRREZ NIETO, «Inquisición yculturas marginadas: conversos, moriscos y gitanos», Historia de España. El siglo del ‘Quijote(1580-680), J.M. Jover Zamora (dir.), Madrid, Espasa-Calpe, 1986, 647-792 (p. 758).

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riscos de España de Pedro de Valencia no ha visto la luz impresa hasta 19975 ysólo en estos días empiezan a conocerse los escritos, estremecidos hasta la de-sesperación, del jesuita morisco P. Ignacio de las Casas6. A lo que íbamos: quie-nes nos sepultamos en las bibliotecas no estamos ni más ni menos descami-nados que quienes lo hacen en los archivos.

Cuantos trabajamos en la susodicha cantera somos ahora invitados ensus páginas a aceptar la Buena Nueva de la escuela de Braudel7, a la que, enefecto, no me he sumado doctrinalmente nunca. No puedo seguirle, con todoslos respetos, en su macrotesis neo-marxista, en su indiferencia a los aspectos in-telectuales ni en su virtual eliminación del factor humano al frente de la historia(¡el Mediterráneo, un concepto geográfico!). No puedo ver su artículo de 19478

como la clase de luz seminal que Ud. nos enaltece y propone como guía a se-guir. Braudel era capaz de desaciertos del calibre de considerar el exilio de1609 como una faceta más del exceso de población en toda la cuenca medite-rránea9. Que el problema morisco se ofrecía muy diversificado es un dato ele-mental y que ni yo ni creo que nadie hayamos nunca negado. Sólo que no porgracia de Braudel precisamente, porque ahí está Miguel de Cervantes con la fa-milia del manchego Ricote (un típico reasentado granadino), que no sabe élmismo si es musulmán o cristiano, con su esposa e hija por entero asimiladasy el cuñado Juan Tiopieyo (‘Etíope’) fino moro, que las obliga a marchar con-sigo a Argel. Se dan dentro del grupo diferencias económicas y geográficasmuy notables y por supuesto dignas de estudio, pero lo mismo que tambiénsubsumidas por no menos poderosos encuadres generalizados, como son laconversión forzada, la represión inquisitorial y la discriminación a perpetuidaddel linaje. Había moriscos ricos (pocos) y pobres (la mayoría), pero las exclu-siones y la expulsión no se hacían por criterios económicos, sino religiosos y en

5. Edición de Juan Gil Sanjuán, Málaga, Editorial Algazara, 1997. Ha seguido a poco la de RafaelGonzález Cañas, con estudio preliminar de Rafael Carrasco en Pedro de VALENCIA, Obrascompletas, 4 vols., Ediciones Lancia, León, 1999, IV, 1, pp. 15-139.

6. Granadino (1550-1608), cubre con su esfuerzo y críticas acerca de la siempre fracasada evan-gelización de los moriscos, casi la totalidad de la actividad de su Orden hacia estos. Estudiosde Francisco de BORJA MEDINA, «La Compañía de Jesús y la minoría morisca (1545-1614)»,Archivum Historicum Societatis Iesu, 57, 1988, pp. 3-136. Youssef EL ALAOUI, «Ignacio de lasCasas, jesuita y morisco», Sharq al-Andalus, 14-15, 1997-1998, pp. 317-339.

7. El río morisco, p. 133.8. Fernand BRAUDEL, «Conflits et refus de civilizations: Espagnols et Morisques au XVIe siècle»,

Anales. Economies, Sociétés, Civilisations, 2, 1947, pp. 397-410. Se equivoca aquí la fecha de laconquista de Toledo, que se da como 1047. El texto carece de todo aparato crítico y presenta bas-tantes errores en materia de nomenclatura española. El estudio aparece más depurado en su pre-sentación posterior como parte del magnum opus braudeliano sobre historia del Mediterráneo.

9. “¿Sería temerario pensar, una vez más, que en aquellos países demasiado poblados para susrecursos... la religión era más bien el pretexto que la verdadera causa de la persecución y dela migración? Es la misma ley del número que, andando el tiempo, se volvería también con-tra los moriscos, en la España de Felipe III y, más tarde, en Francia, contra los protestantes dela época de Luis XIV...” (El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, 2 vols.,México-Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1953, I, p. 386).

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el fondo políticos, por lo cual todos las sufrieron en bloque indiscriminado. Sibuscamos un justiprecio, será preciso mantener en equilibrio ambos platillos.De diferencias geográficas hablaremos más adelante.

Y tenemos también por medio el capítulo de la asimilación. Creo que fuialgo pionero10 en defender su presencia hasta entonces apenas o nada tenida encuenta, pero sin negar su paralelo tenaz rechazo como la otra cara de la monedaen la vida y fisonomía exterior del grupo. No lo hacía yo en conflicto conÁlvaro Galmés, que aún no había entrado en liza, pero sí como rectificación deBraudel, cuyo estudio de 1947 había formulado el mito del morisco inasimila-ble11. Mi tesis era allí, precisamente, la diversificada amplitud de dicho capítuloy mi desacuerdo se refería al planteamiento, en que me reitero, de si teníaalgún sentido hablar del morisco inasimilable cuando desde el primer mo-mento había sido blanco de una política de violencia religiosa, de total negaciónde derechos y de la más hiriente descalificación personal. Tampoco ha negadonadie en su sano juicio un extenso fenómeno de persistente apostasía, peroaun así no unánime, como muestra cuanto estamos comenzando a saber sobremezcla de sangres (¡San Juan de la Cruz!), sincretismos (evangelio de San Ber-nabé)12 y clero de aquel linaje (Albotodo, Casiodoro de Reina, Casas). Se haacusado siempre a los moriscos de impermeables a toda catequesis, pero con ce-guera u olvido voluntario acerca de la tosquedad, desidia y patética escasez demedios con que aquélla fue siempre ejecutada, según no se cansaban de repe-tir ellos mismos y no niega ninguno de cuantos se ocuparon entonces del pro-blema con algún espíritu realista. Pensemos que en Valencia, donde el conflic-to se perfilaba con mayor intensidad, se tardó tres cuartos de siglo en algo tanelemental como la preparación de un catecismo dirigido a los moriscos13. Elineludible defecto de origen, es decir, el insensato abandono de una adecuadalabor evangelizadora en contraste con el cariño puesto en la de Indias haciasus nativos14, era piedra de escándalo ya en la época, pero muy poco o nada en

10. Francisco MÁRQUEZ VILLANUEVA, «El problema historiográfico de los moriscos», Bulletin His-panique, 86, 1984, pp. 61-35. Incluido en El problema morisco (desde otras laderas), Madrid, Li-bertarias/Prodhufi, 1991, pp. 98-195.

11. La expulsión se ha realizado “parce que le Morisque est resté résolument inassimilable”(«Conflits et refus de civilizations», p. 409).

12. Míkel de Epalza, «Le milieu hispano-moresque de l’évangile de Barnabé», Islamochristiana, 8,1982, pp. 159-183. Luis F. BERNABÉ PONS, El texto morisco del Evangelio de san Bernabé, Granada,Universidad de Granada, 1998. L.P. HARVEY, Muslims in Spain 1500-1614, Chicago y Londres,U. of Chicago P., 2005, pp. 287-290.

13. Ricardo GARCÍA CÁRCEL, «Estudio crítico al catecismo Ribera-Ayala», Les Morisques et leurtemps, París, CNRS, 1983, pp. 161-168.

14. De obligado recuerdo Robert RICARD, La conquête spirituelle du Mexique, París, Institut d’Eth-nologie, 1933. Antonio GARRIDO ARANDA, Moriscos e indios: precedentes hispánicos de la evange-lización en México, México, UNAM, 1980. Mercedes GARCÍA ARENAL, «Moriscos e indios: paraun estudio comparado de métodos de conquista y evangelización», Chronica Nova, Granada,1992, pp. 153-175.

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la nuestra. El fracaso de la evangelización se ha descontado siempre y hoy sedispone de plétora de datos acerca de ello, pero nadie ha querido todavía de-dicar un libro a tan conspicuo y decisivo particular15.

Quiere decir que me veo obligado, pues, a desarrollar a fortiori mi razo-namiento. Urge entender que para nada se trataba de una herencia medieval,sino de una completa ruptura con ella. Desde el siglo XI la minoría musulmanavivió bajo una tolerancia virtual, basada en la continuidad de un sistema depactos, copiado del previo modelo islámico respecto a la mozarabía y, ante-riormente, con la cristiandad heterodoxa del actual ámbito sirio-libanés. Fueasí posible el vasto modus vivendi y aun algo más del mudejarismo, absorbido dehecho como uno de los pilares del contexto socio-religioso peninsular y cuyo des-guace fue la gran “obra” de Isabel y Fernando. Conforme a los cánones, se con-denaba en las Partidas la conversión forzada y se prescribía el trato digno, no dis-criminatorio e incluso acogedor para el neófito procedente de otras leyes, esdecir, todo lo contrario de lo practicado bajo la hispana Monarquía a partir delsiglo XVI. La España cristiana originó, por gracia de Ramón Llull, el repudio enparalelo del espíritu cruzado en pro de la predicación pacífica, comprometida alestudio de las lenguas orientales que logró ordenara el concilio de Vienne (1312)y fue después base de las técnicas misionales ensayadas en Indias. Es todavía elencuadre tradicional que presidió la letra de las capitulaciones de Granada y latarea apostólica de fray Hernando de Talavera en el reino ex-nazarí, pero lasprimeras fueron de inmediato incumplidas por la real pareja apellidada de Ca-tólica y la política evangelizadora del santo arzobispo quedó para siempre abo-lida por Cisneros en su desaforada intervención granadina de 1499.

Bajo una oleada de violencia, el mudejarismo medieval no llegó a ver laluz del siglo XVI y es ahora cuando aparece la figura “moderna” del morisco, ex-mudéjar que, aunque coaccionado a dejar su ley, ha de seguir pagando la adi-cional carga fiscal que antes cotizaba como musulmán. Y continúan las oculta-ciones, porque todo esto sigue todavía poniéndose hoy día a paliativa cuentade lo anacrónico de la capitulación granadina, de su carácter de privilegio real o,todo lo más, como peccata minuta del cambio de los tiempos. Para el atribuladomorisco de filas no valían, en cambio, paliativos ni relativismos. Seguía llaman-do colectivamente traición al incumplimiento de los pactos16 y politizaba en di-

15. Se acerca a serlo el citado estudio de F. de B. MEDINA, «La Compañía de Jesús y la minoría mo-risca». Aunque la Compañía nunca considerase primordial su labor entre los moriscos, seríainjusto no reconocer que sólo ella se les acercó con alguna sensatez y buena voluntad, por locual alcanzó en consecuencia una correlativa aunque siempre pequeña medida de éxito.

16. Conforme a su tradición mudéjar, los moriscos “no podían estar a merced de las disposicio-nes gubernativas” de la Corona ni de los Consejos (Pedro LONGÁS, Vida religiosa de los moris-cos, Madrid, 1915, p. LXXV). Para el sentido de propiedad legítima del pueblo musulmán,frente a lo que consideraban usurpación transitoria, Míkel DE EPALZA, «Caracterización del exi-lio musulmán: la voz de mudéjares y moriscos», Destierros aragoneses, Zaragoza, DiputaciónProvincial, 1988, pp. 217-227 (p. 218).

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sidencia más o menos activa su violada identidad religiosa. Con Felipe II (prag-mática de 1566)17 el bautismo impuesto le trae como propina la renuncia completaa su lengua, indumentaria, patronímico y costumbres, además de verse sujeto ala jurisdicción del Santo Oficio. El conflicto se origina en una violencia que es-tataliza el fuero de las conciencias y cuyo estudio moderno corresponde a la his-toria civil y religiosa, así como a la antropología cultural y con la historia eco-nómica o medio-ambiental a su remolque. Los factores supuestos por elplanteamiento inquisitorial y el cortocircuito sociológico de la limpieza de san-gre creaban, frente al medievo, un cuadro que se diría idealmente calculado parafrustrar todo proceso asimilador. Dejo caer aquí, pues, la modesta sugerenciade que la opresión y los palos de ciego no suelen ser nunca instrumentos idealespara tal fin. Sobre todo si se recuerda que el alternativo modelo islámico proce-día en el sentido más contrario, atrayendo la conversión libre de individuos y node grupos, conformándose con una práctica puramente exterior y, sobre todo,dando paso libre a oficios y honores públicos. El que, con todo, se diera comofondo una no despreciable medida de asimilación es en estas condiciones lo no-table, y no al contrario. No cabe hablar en consecuencia de un fracaso asimiladordel morisco, porque ni siquiera se llegó a tanto: lo que hubo fue la inevitablebancarrota de una tosca política descerebrada de arriba abajo, lo mismo en locivil que en lo religioso y hasta lo económico, y eso fue todo. La idea histórica-mente descontextualizada del morisco inasimilable es mito redolente de un sutilestereotipo demonizador prolongado hasta la susodicha formulación de Braudel.

La triste suerte del pueblo morisco no se perfila así como una contiendareligiosa, sino que por el contrario asume la fisonomía de una institucionalizadaguerra civil, en que la rebelión de Granada fue el fogonazo de una cruel con-tienda entre españoles, según diagnóstico de don Diego Hurtado de Mendoza yLuis del Mármol Carvajal acerca de la tragedia bélica que les tocó vivir y después(no menos dolorosamente) historiar. El conflicto devenía de ese modo una arduacuestión de conciencia en que todos podían sentirse personal e igualmente in-volucrados. La situación que se vivía no podía menos de ser para ambas comu-nidades tensa y propicia a cotidianos roces, protestas y mutuas acusaciones queni yo ni nadie oculta, y que por ambas partes nunca se acabarán de documentarad nauseam. Nada más lógico que el reflujo simultáneo de una fuerte preocupa-ción colectiva objetivada en una diversidad de discursos de común signo bien in-quisitorial o bien arbitrista, que no retrocedían ante la paranoia, el odio o la vio-lencia y circulantes lo mismo en instancias callejeras que en los más altos nivelesde la jerarquía eclesiástica o del Consejo de Estado. No faltaron quienes acerba-mente tildaran de pusilánime o aún peor a Felipe II18, mientras por su mesa pa-

17. Adecuadamente caracterizada por F. BRAUDEL, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo, I, p. 636.18. Arreciaron tales críticas a su supuesto descuido del peligro morisco en torno a la fecha acia-

ga de 1588; ver Richard L. KAGAN, Lucrecia’s Dream. Politics and Prophecy in Sixteenth-CenturySpain, Berkeley-Los Angeles, U. of California P., 1990, pp. 105-106 y 125.

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saban, volanderos, en la fase final de su reinado, toda suerte de papeles embo-rronados con los proyectos más inhumanamente genocidas.

Son dichos estados de ánimo negativos los que tradicionalmente han ve-nido siendo objeto de reconocimiento crítico, en apoyo de una mitificada una-nimidad en torno a la expulsión19. Lo que no se tiene a la vez tan presente es quela vida de ambas comunidades “está hecha constantemente de intercambios yde préstamos”20, igual que los moriscos seguían siendo base tanto demográficacomo económica de reinos enteros, según eran Granada, Valencia y parte deAragón, con la mística ciudad de Ávila como hacendosa capital del mudejaris-mo castellano21. Por ello y contra la idea aceptada de una España monolítica(Menéndez Pelayo, etc.) o bajo “le destin mêlé de ses religions fratricides”22,creí y sigo creyendo necesario investigar la continuidad de cierta “opinión mo-derada” que ahora, profesor Vincent, veo objeto de su rechazo. Desearía por lopronto puntualizar que, en paralelo a otras persuasiones virulentas, predominóen conjunto hasta las mismas vísperas de 1609 un criterio que no se dirá favo-rable en un moderno sentido liberal, sino partidario o esperanzado en una asi-milación pacífica y opuesto a violentas soluciones finales, con el arbitirio deldestierro colectivo como última piedra de toque. Apuntemos en la columna aCarlos V, que desoyó al pontífice en su deseo de una expulsión y bajo cuyo rei-nado sólo se elaboraron proyectos asimiladores, que se extendían sobre el papelhasta el fomento de matrimonios mixtos, que ni unos ni otros miraban con sim-patía. Y al mismo Felipe II, de quien sabemos estuvo muy inclinado a la expul-sión, que nunca llegó a ordenar por razones que se llevó consigo a la tumba, peroen las que, conociendo el incorruptible sentido de lo que aquel hombre enten-día como deber, es lógico pesaran bastante las de serio orden moral23.

El problema morisco tenía sus parámetros cronológicos igual que los teníageográficos, y su gran divisoria de aguas fue el antes y después de la guerra deGranada de 1568-1570, cuyo origen, curso y desenlace son bien conocidos. Fue

19. F. MÁRQUEZ VILLANUEVA, op. cit., pp. 117-129.20. El río morisco, p. 134.21. Serafín TAPIA SÁNCHEZ, La comunidad morisca de Ávila, Salamanca, Universidad de Salamanca,

1991. Francisco MÁRQUEZ VILLANUEVA, «Ávila, ciudad morisca y cuna de espiritualidad cris-tiana», Mélanges María Soledad Carrasco Urgoiti, 2 vols., A. Temimi ed., Zaghouan, FondationTemimi,1999, I, pp. 202-219.

22. Fernand Braudel, prefacio a Louis CARDAILLAC, Morisques et Chrétiens (un affrontement polé-mique), París, Klincksieck, 1977, p. 3. No estará de más recordar aquí a Antonio DomínguezOrtiz: “Yerran quienes creen que el problema morisco era exclusivamente religioso y que estefue el factor determinante de la expulsión”, «Notas para una sociología de los moriscos es-pañoles», Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, 111, 1962, pp. 39-54 (p. 43).

23. Es lo que, con no tan velado reproche, comenta el apologista fray Jaime Bleda acerca de la pre-sión que sobre los monarcas ejercía una tesis que “no solo era calificada por la más probabley segura, mas casi se podía llamar Cathólica”, lo cual “no deroga poco ni mucho a la grandesabiduría del Rey don Felipe Segundo señor nuestro, aver seguido esta opinión toda su vida”(Corónica de los moros de España, Valencia, 1618, p. 886).

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a partir de entonces cuando cabe hablar de un discurso moderado igual que deotro adverso y militante, mejor perfilados ambos en los dos últimos deceniosde la vida del monarca y de cara ya al nuevo reinado. Son años también (no hayque olvidar) de una coyuntura de liquidación, tregua o cansancio de las guerrasreligiosas del continente. Un fin de siècle europeo en que el pensamiento se pre-para para su gran estirón del siglo XVII y en España surge, a compás, un fuer-te interés en la teoría política y económica a cuenta de tacitistas, arbitristas yhasta aquellos racionalistas “políticos” que (a diferencia de los otros) no pu-blicaban libros, pero no por eso dejaban de estar allí. Las respectivas cabezas delgran debate morisco van a ser el patriarca don Juan de Ribera (lo más cercanoa un autor intelectual, aunque no único, de la expulsión) y el gran humanista(hoy semiolvidado) Pedro de Valencia (1555-1620)24.

Y es también para mí hora de salir al paso de malentendidos al acecho,empezando por remachar que nadie era allí lo que se dice “favorable” a losmoriscos, ni argüía el principio de libertad religiosa. Todos los consideran un pe-ligro que pide remedio y una situación insatisfactoria, para la cual desearíanidealmente una conversión definitiva y sincera. Su moderación consiste en elrechazo de medios violentos y en la elucubración, conforme a mentalidad de laépoca, de evasivas medidas conducentes a dicho fin. De un modo típico, Mar-tín González de Cellorigo (abogado de la chancillería de Valladolid y miembrodel Santo Oficio) está de acuerdo en la necesidad eventual del desarraigo, perosólo en el caso (estamos en el año 1600) de una situación a que aún no se ha lle-gado25. Ningún politólogo ni economista (que entonces llamaban “repúbli-cos”) aconseja la expulsión, a beneficio de unánimes alarmas ante el declivedemográfico y el funesto prejuicio del trabajo como deshonra, que desacon-sejan el desmoche por hachazo de un sector tan insustituible y destacadamenteproductivo. El apologista fray Jaime Bleda no exageraba en su larga pintura dela sólida política de contemporización reinante en los medios oficiales hastasu fulminante cambio en 1609, de que ahora se saca la espina con tanto regodeo.

Cellorigo, Pedro de Valencia e Ignacio de las Casas subordinaban en úl-timo término el problema morisco al obstáculo o bloqueo insalvable de la lim-pieza de sangre en su corolario axiológico de la honra-opinión e inhabilitaciónpara oficios públicos26. Pedro de Valencia partía de allí para confiar en el deci-

24. Luis GÓMEZ CANSECO, El humanismo después de 1600: Pedro de Valencia, Sevilla, Universidadde Sevilla, 1993. Juan Luis SUÁREZ SÁNCHEZ DE LEÓN, «El humanismo después de 1600: entrela ética religiosa y la teoría económica», La Ciudad de Dios, 109, 1996, pp. 5-47.

25. “Pero estando estos convertidos y en disposición de que, siendo instruidos en la fe, puedenser perfectos, nuestro Rey Católico, como Cristianísimo, ha de procurar conservar su gente yhenchir sus Reinos, atrayendo a todos al verdadero conocimiento de la fe” (Memorial de lapolítica necesaria y útil restauración a la república de España, J.L. PÉREZ DE AYALA, Madrid, Institutode Cooperación Iberoamericana, 1992, p. 67).

26. José A. MARAVALL, «La crítica de la ociosidad en la época del primer capitalismo», Homenaje aPedro Sáinz Rodríguez, 4 vols., Madrid, Fundación Universitaria Española, 1986, IV, pp. 521-538.

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sivo arbitrio de abrir las barreras a los matrimonios mixtos, idea que por cier-to encantó, porque para algo era un poeta, a Miguel de Cervantes. La opiniónmoderada se movió siempre dentro de una estricta ortodoxia y no es que estaprofesara nunca ideas inconcebibles antes de 1789. Pero es que, sobre un terrenopráctico, el clima intelectual del momento tampoco había madurado hasta elpunto de que, por ejemplo, Pedro de Valencia propugnara el derecho de losmoriscos a la “habitación” en España. No habla (nótese) de un privilegio realcomo el que en precario asistía a los judíos y que se les retiró en 1492, sino deun concepto de ciudadanía por entero ya moderno y, aunque tácito, inaliena-ble a lo Jefferson. Quiérase o no, la opinión moderada estuvo allí y, por ella, sehabría evitado el desastre histórico de la expulsión, que es lo que cuenta. Ud.,querido colega, agrega: “Y los que no la deseaban, se callaron”27. No puedoestar más de acuerdo, pero yo ahora le pregunto: ¿qué quería Ud. que hicieran?¿acaso poner bombas?

El Consejo de Estado acordaba la expulsión en 1602, pero ello fue sóloseñal para un debate de urgencia, marcado por una frondosa sucesión de jun-tas, pareceres y memoriales, porque incluso las supremas instancias de gobier-no se hallaban dominadas por las dudas y la discusión de posibles alternati-vas, consecuencias y responsabilidades. Es el momento del P. Ignacio de lasCasas en la instancia eclesiástica y de Pedro de Valencia en la civil, dicotomíaalgo artificial, porque uno y otro se mueven en un mismo terreno religioso, quees la transgresión moral (léase pecado) supuesta por la sentencia sin preceden-te contra la totalidad de un pueblo que ha recibido el bautismo. Se trata de unclaro desborde o hemorragia dialéctica del conflicto: para Pedro de Valencia,visiblemente angustiado, el problema no son ya los moriscos, sino una Monar-quía dispuesta a marginarse de toda responsabilidad moral cristiana con una po-lítica de aquella clase y una entrega sin retorno al maquiavelismo invertido dela ragione di Stato. El corazón del conflicto no es para Pedro de Valencia la infi-delidad de aquel pueblo, sino la conciencia de unos gobernantes en trance detomar decisiones irrevocables para sí mismos y para generaciones venideras.

El río morisco me reprocha después inflar o exagerar la simple existencia y,no se diga, el peso o interés histórico de la opinion moderada, reducido por suautor a unas cuantas golondrinas que no hacen verano. Y de ahí, claro está, elpaso a poner en tela de juicio mi tesis de la expulsión como todo lo contrario deun asumido clamor universal, que en 1978 Ud. mismo suscribía en colaboracióncon nuestro llorado Antonio Domínguez Ortiz28. Me sorprende ahora, pues, laimpugnación de la opinion moderada como reducida a la insignificancia demedia docena de nombres como otros cualquiera, y no como cabezas rectoras

27. El río morisco, p. 140.28. Capítulo «Precedentes inmediatos de la expulsión», Historia de los moriscos. Vida y tragedia de

una minoría, Madrid, Revista de Occidente, 1978, pp. 159-175, cuyo planteamiento y análisisme complace compartir en su totalidad.

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de un discurso político que sin duda contaba con una medida de eco o apoyocolectivo y que la literatura respaldaba con amplia resonancia. Ahí estarían si no,para confirmarlo, tanto las copias manuscritas de sus escritos como los furi-bundos ataques a objetores o descontentos “políticos” como son objeto de lacampaña de propaganda lanzada tras la expulsión por el duque de Lerma ycuyos ecos no se han apagado aún del todo. Y lo mismo también, por ejemplo,el escrito dirigido a Felipe III por don Manuel Ponce de León el 28 de agosto de1609, desaconsejando la expulsión con la base reconocible de las ideas de Pedrode Valencia29. En el transcurso de unos años hemos sabido que el mismo Con-sejo de Estado era escenario de una dura pugna entre el sector eclesiástico-mi-litar y otro nobiliario bajo el duque del Infantado30, con los confesores reales, úl-timos responsables de un concepto moral del poder, danzando en el mediosobre la cuerda floja. Contra repetidas acusaciones de proyectar criterios ana-crónicos, me veo ahora obligado a rechazar toda imagen de la opinión mode-rada a modo de un partido político de nuestros días. Sin buscar por cuestión deprincipios ningún apoyo popular (y al contrario de lo que se intentaría des-pués de 1609), la opinión moderada proviene no de enemigos, sino de aliadosdel poder (Pedro de Valencia, cronista real). Sus escritos se dirigen a sus másaltos titulares a modo de documentos privados que se difunden, sin pasar porla imprenta, de modo muy restringido, bajo instancia semi-oficial y asumiendoun carácter ni aún lejanamente de oposición militante o en regla. Una opiniónno “pública” sino propia de altos círculos del establishment y que, conforme a losmás puros estilos del Antiguo Régimen, no proceden de lo que hoy llamaríamosninguna estrategia abierta de pública presencia, sino de la callada circulación devoces privilegiadas en un estrecho ámbito oficial y jerárquico. Le confieso queno tuve nunca la menor sospecha de tener que dar alguna vez explicacionessobre algo tan obvio. No abrigué nunca in mentem ninguna otra cosa y no meduelen por tanto prendas para conceder que la opinión moderada no se mani-festó nunca con pancartas por las calles madrileñas.

Se me acusa asimismo de negar la actividad conspiratoria de los moriscos,cuando sólo me he venido limitando a señalar su invocación a modo de co-modín para énfasis manipulatorio de una permanente y mitificada amenazamortal. Invito nada más a releer mis páginas sobre el particular31, donde em-piezo por caracterizar su presencia como típico factor o resorte psicológico en

29. Publicado por Florencio JANER, Condición social de los moriscos de España, causas de su expulsión yconsecuencias que ésta produjo en el orden político y económico, Madrid, 1857, pp. 285-291. Lo re-produce Mercedes GARCÍA-ARENAL, Los moriscos, Madrid, Editora Nacional, 1975, pp. 237-246.

30. Trevor J. DADSON, «Official Rhetoric versus Local Reality: Propaganda and the Expulsion of the‘Moriscos’», Rhetoric and Reality in Early Modern Spain, R.J. Pym ed., Londres, Tamesis, 2006,pp. 1-24.

31. Francisco MÁRQUEZ VILLANUEVA, «El problema historiográfico de los moriscos», en El proble-ma morisco, pp. 141-166. Id., «El mito de la gran conspiración morisca», Religion, identité etsources documentaries sur les Morisques andalous, 2 vols., A. Temimi ed., Túnez, Institut Supérieurde Documentation, 1984, II, pp. 267-284.

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la vida morisca, lo cual es muy distinto que capitular al susodicho prejuicio.Cierto que muchos ex illis vivieron captados por la idea de una revancha pro-otomana como parte de un calenturiento imaginario de mesianismos y de apo-calípticos aljofores32, actuantes a su vez a dos bandas. Precisa también recono-cer al Turco como obsesión compartida, bajo signos contrarios, lo mismo pormoriscos que por cristianos viejos33, pero escasamente correspondida por aque-lla gran potencia islámica, interesada y calculadora si alguna vez la ha habido.Siendo de tener además en cuenta que, por parte de los primeros, el tal Turco noera sino otro nombre para la añoranza de aquella pacífica e integral vida islá-mica mantenida durante siglos bajo la vigencia del estatuto mudéjar de quese habían visto despojados. El tan invocado Turco significaba la tolerancia co-ránica de las religiones del Libro, de hecho prolongada por la España bajo-me-dieval y que continuaba, immutable, en tierras de moros. Los moriscos lo veíanmuy claro y no dejaban nunca de invocarlo a modo de anhelada fórmula rec-tificadora bajo un sentimiento que podía fluir por muy diversos cauces. El res-quemor conspiratorio era en su dimensión colectiva epidesarrollo en desaho-go o conjuro de la integral frustración e impotencia en que se veían acorralados.Sostenido hervidero emocional, harto proyectado verbalmente pero que sólo enmuy pocos se agudizaba de modo ocasional en proyectos de alguna aun mí-nima eficacia. Aparte de la literatura aljamiada como eje de resistencia cultural34,las manifestaciones de la protesta morisca no cuajaban en torno a la conspira-ción, sino a actividades más hacederas, como el bandidaje semi-guerrillero delmonfí granadino y la fuga o participación en razzias costeras, así como, amenor escala, los actos simbólicos de irreverencia o profanación, tan exaspe-rantes si es que no más para los cristianos viejos. El P. Ignacio de las Casas noera menos certero cuando encarecía en 1607 el cambio de actitud del grupo:ejemplarmente fieles cuando eran moros y conspiradores a voces tras habersido bautizados, pero nunca “según el mandato del Redemptor”35.

La conspiración morisca tuvo su oportunidad ideal, a la vez que su fracasomás rotundo, con la guerra de Granada. La invocada solidaridad islámica nopredominó sobre el frío racionalismo político otomano, que nunca se fió delos que para ellos eran unos españoles rebeldes, capaces sólo de pelear a logrueso y en tumulto. La minúscula ayuda exterior fue toda ella mercenaria y

32. Louis CARDAILLAC, Morisques et Chrétiens. Un affrointement polémique (1492-1640), París, Klinc-sieck, 1977, pp. 49-56. Luce LÓPEZ BARALT, «Las problemáticas ‘profecías’ de san Isidoro de Se-villa y de ‘Ali Ibn Yelis Alferesiyo en torno al islam español del siglo XVI: tres aljofores del ms.aljamiado 744 de la Biblioteca Nacional de París», Nueva Revista de Filología Hispánica, 29,1980, pp. 343-366.

33. Ricardo GARCÍA CÁRCEL, «La psicosis del turco en la España del Siglo de Oro», Actas de las XVIjornadas de teatro clásico, Ciudad Real, Universidad de Castilla-La Mancha, 1994, pp. 15-28.

34. Luce LÓPEZ-BARALT, «Crónica de la destrucción de un mundo: la literatura aljamiadomorisca»,Bulletin Hispanique, 82, 1980, pp. 16-58.

35. Youssef EL ALAOUI, op. cit., p. 320.

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apenas hizo ninguna mella, mientras los turcos aprovechaban la ocasión paralo que de veras tenía para ellos sentido, que era la conquista de Chipre. Laamenaza de una invasión otomana de la Península había sido desde el primermomento desechada por Felipe II por las razones puramente técnicas expues-tas en un informe del duque de Alba, supremo talento militar del siglo. Sí esverdad que la psique popular estuvo siempre dispuesta hasta un punto in-cendiario a darle crédito, como ocurrió con el pánico de 1580 en Sevilla, des-proporcionado hasta un punto de extrema e increíble exageración36. Clave realde la situación militar fue siempre el callado pero eficaz control del estrecho deSicilia, así como la defensa y conservación de Malta en manos cristianas. Laparanoia conspiratoria se hace aún más remota tras la tregua hispano-turcade 1580, cuando la alternativa del Xarife marroquí (protegido o semi-aliado aveces de Portugal o de España) como sucesor del Turco en el reparto de pape-les se vuelve poco menos que risible. Nada de aquello evitó sin embargo que,conforme a la rutina de siempre, el Patriarca Ribera inventara en su sermónde la Seo el 27 de septiembre de 1609 el anticipo de la expulsión a la arremeti-da de una liga del Turco con otros príncipes herejes, a quienes los moriscosofrecían “ciento y cinquenta mil soldados pagados” para la primavera del añosiguiente “y assí de oy en seys meses, tuuiéramos por estos mares la armada delTurco, y las de los demás enemigos; y se viera España en miserable estado”37.

La mentira oficial del Patriarca se despachaba a su gusto con la bajadadel Turco, sempiterna plática de desocupados reforzada esta vez, por la opor-tunidad del caso, con la propina de un levantamiento general del pueblo mo-risco38. Y de nuevo la guerra de Granada viene a poner las cosas en su sitiocon el fracaso de la solidaridad islámica en su adicional aspecto interno o pe-ninsular, porque el fuego alpujarreño distó de sobrepasar las fronteras delreino. Era naturalmente una contingencia obvia y muy temida, por lo cual sehizo un gran esfuerzo por impermeabilizar sus fronteras, muy en especial lamurciana, también con cierta densidad morisca y corredor geográfico colin-dante con el polvorín valenciano, cuyo estallido habría provocado una irre-misible catástrofe. Ahora bien, los temores no se realizaron y las complicacio-nes en tal sentido fueron leves, teniendo en cuenta que de haber existido una

36. “Parece difícil que creyeran en el éxito de un plan tan disparatado”, comenta Antonio DO-MÍNGUEZ ORTIZ, «Los moriscos granadinos antes de su definitiva expulsión», Miscelánea deEstudios Árabes y Hebraicos, 12-13, 1963-1964, pp. 113-128 (p. 120).

37. Francisco MÁRQUEZ VILLANUEVA, «El ‘nunc dimittis’ del patriarca Ribera», El problema moris-co (desde otras laderas), Madrid, Libertarias-Prodhufi, 1991, 196-318 (p. 304).

38. De nuevo, no es momento de seguir aquí el hilo usualmente emparejado. Me limito a unacala ocasional en las octavas del poeta-mílite Francisco de Aldana (1537-1578) a Felipe II:“Entonces la morisma que está dentro / de nuestra España temo que a la clara / ha de salircon belicoso encuentro, / haciendo junta y pública algazara, / y al mismo punto el aquitáneocentro / volver de Francia, la enemiga cara, / bajando el Pirineo, aunque no sea / a más quea divertir nuestra pelea” (Poesías castellanas completas, J. Lara Garrido ed., Madrid, Cátedra,1985, p. 410, vv. 361-369).

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mínima estructura política o una disposición de ánimo similar, las medidasde vigilancia y control nunca habrían podido evitarla39. La rebelión no halló ecoen Valencia ni en Aragón, como tampoco prendió en el mismo Albaicín gra-nadino, donde en realidad los moriscos perdieron la guerra en lo que espera-ban fuera éxito fulminante de las primeras horas40. Las enseñanzas son para no-sotros la falta de cohesión religiosa y tribal41, incapaz de movilizar a todos sussectores internos, ni de obtener ningún apoyo exterior. El sello identitario de losmoriscos respondía primordialmente a su encuadre en los distintos reinos,según confirma la división mantenida en la diáspora entre andaluces (grana-dinos) y tagarinos (aragoneses). Siendo también de recordar que en tiempos ac-tuales los españoles residentes en el extranjero no se agrupan por nacionalidad,sino por sus orígenes regionales. Motivo, pues, de reflexión para los que creenque la pregonada unidad nacional estuvo hecha desde el primer día de ciertomatrimonio dinástico del siglo XV.

Por no ocuparle demasiado su tiempo abordaré aquí, por último, el es-cándalo con que me atribuye proyectar sobre la complejidad histórica de aquelproblema morisco la moderna teología de la liberación. Me alargo a concederque así puede parecer si, en un símil elemental, nos acogemos a la música,pero no a la letra, porque el concepto libertador –no libertario– a que se acogenmis estudios no debe nada a Leonardo Boff, sino a señalados discursos de la re-ligiosidad coetánea. No hay que olvidar que la idea de hermandad y concordiaeirenística es connatural en el cristianismo y no ha dejado de manifestarse deun modo u otro a través de los tiempos42. Particulares circunstancias históricasla reformularon en una vigorosa corriente teológica originada en el herviderojudeoconverso del siglo XV a partir del Defensorium unitatis christianae43 de donAlonso de Cartagena y su visión de una paz social entre los cristianos proce-dentes del judaísmo o de la gentilidad, conforme a un debate resuelto de muyatrás por la doctrina de San Pablo apóstol. En realidad una especie de eras-mismo avant la lettre que garantizó después el triunfo peninsular del rotero-damo y marcó su sello sobre nuestra literatura ascético-mística, que nadie hoy

39. Juan I. GUTIÉRREZ NIETO, «Inquisición y culturas marginadas», p. 737.40. Insolidaridad estudiada por Valeriano SÁNCHEZ RAMOS, «Los moriscos que ganaron la guerra», Mé-

langes Louis Cardaillac, 2 vols., A. Temimi ed., Zaghouan, Fondation Temimi, 1995, II, pp. 613-627.41. En realidad lo débil, una vez más, de la asabiyya o vínculo de solidaridad colectiva, caracte-

rizado como destino mortal para el islam andalusí en el pensamiento historiológico del granIbn Khaldun.

42. Se dispone ahora del libro de George NEWLANDS, Christ and Human Rights. The TransformativeEngagement, Aldershot-Burlington, Ashgate Publishing, 2006.

43. Defensorium unitatis christianae. Tratado a favor de los judíos conversos, M. Alonso ed., Madrid,CSIC, 1943. Traducción española de Guillermo Verdín Díaz, Oviedo, Universidad de Oviedo,1992. Albert A. SICROFF, «El ‘Lumen ad revelationem gentium’ de Alonso de Oropesa como pre-cursor del erasmismo en España», Actas del Cuarto Congreso Internacional de Hispanistas, 2vols., Salamanca, 1982, II, pp. 655-664.

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lee y poquísimos estudian. Como integral brote judeoconverso, mantuvo éstaen su centro un evangelismo anti-inquisitorial como acceso a un desarme civilante la limpieza de sangre, que todos han tenido muy presente en una no siem-pre subterránea contienda y que fue luchada por poderes en admirable des-pliegue de entereza moral, a la vez que de arte literario. Aparece ya, sí, y fun-damental, en fray Hernando de Talavera44, y otros escritores y poetas del sigloXV, como Fernando de Pulgar y Diego de San Pedro45. Visible también en Juandel Encina y primitivos del teatro46, alcanza gloriosa altura en la summa querepresentan Los nombres de Cristo (1583 y 1585)47 como cumbre de un pensa-miento semítico-cristiano de origen solamente posible en la tradición de una Es-paña multicultural de siglos. Es la idea de Jesucristo como cabeza no de una detantas utopías de la época, sino de un eterno reino espiritual de paz, que vuel-ve en imposibilidad metafísica toda sombra de violencia dentro de su rebaño.La clase de compromiso humano era emanación invertida de la España inqui-sitorial en que aquellos hombres se movían, y en medio de la cual escribieronun capítulo aún no reconocido en la historia de los derechos humanos. Es allídonde yacen las claves, a la espera de ser desveladas por nuestro esfuerzo, y estambién de donde parte el judeoconverso Pedro de Valencia, a través del ma-gisterio de Arias Montano, en su acercamiento eirenista al familismo nórdi-co48 y a la figura de Justo Lipsio. Qué duda podrá caber que en este momentonos hallamos ante un ambicioso proyecto de trabajo, capaz de consumir muchasvidas estudiosas en laboreo de la más áurea y recóndita vena de aquel tiempo.Es mi más que modesto avance por tan empinados caminos el que me ponesobre la pista que El río morisco considera tan inaceptable y que está desdeluego en deuda con una teología de la liberación, sólo que no en absoluto la de

44. Ronald E. SURTZ, «Trois ‘villancicos’ de fray Hernando de Talavera», Bulletin Hispanique, 80,1978, pp. 277-285. Francisco MÁRQUEZ VILLANUEVA, «Ideas de la ‘Católica impugnación’», Lastomas: tropología histórica de la ocupación territorial del reino de Granada, J.A. González Alcantudy M. Barrios Aguilera eds., Granada, Diputación de Granada, 2000, pp. 13-22.

45. Resonancia en el primero de las tesis del Defensorium de don Alonso de Cartagena en FranciscoCANTERA, «Fernando de Pulgar y los conversos», Sefarad, 4, 1944, pp. 297-347 (p. 333). FranciscoMÁRQUEZ VILLANUEVA, «Cárcel de amor, novela política», Relecciones de literatura medieval, Se-villa, Universidad de Sevilla, 1977, pp. 75-94.

46. Francisco MÁRQUEZ VILLANUEVA, «La ‘Trivagia’ y el problema de la conciencia religiosa de Juandel Encina», La Torre, nueva época, Estudios en honor de Albert A. Sicroff, 1, 1987, pp. 473-500.David M. GITLITZ, «Conversos and the Fusion of Worlds in Micael de Carvajal’s ‘Tragedia Jo-sephina’», Hispanic Review, 40, 1972, pp. 260-270; id., «La actitud cristiano-nueva en ‘Las cortes dela muerte’», Segismundo, 9, 1973, pp. 141-164. Y en especial el libro de Elaine C. WERTHEIMER,Honor, Love, and Religion in the Theater Before Lope de Vega, Newark, Del., Juan de la Cuesta, 2003.

47. Aunque, por su oda A Santiago, puesto a veces en la columna de anti-moriscos, su lamentaciónestribaba en el error de haberlos forzado al bautismo que rechazaban.

48. Ben REKERS, Benito Arias Montano, Londres, Warburg Institute-University of London, 1972.Su catecismo Dictatum Christianum (Amberes, Plantino,1575) ha sido traducido por Pedro deValencia e impreso en Madrid, 1739, por Mayans y Siscar, con edición moderna de Melquía-des Andrés Martín, Badajoz, Diputación Provincial, 1983.

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ahora (socio-económica), sino la de entonces (sociocasticista). Yo no he mante-nido nunca que todo aquello fuera ningún idilio sino, por el contrario, una rea-lidad mucho más compleja que la heredada y zarzuelera de una trifulca entrebuenos (cristianos) y malos (moros) o un simple tinglado de odios enjuiciablea nivel de catecismo, como pintaban los apologistas del duque de Lerma, re-encarnados en el siglo XX en don Pascual Boronat y Barrachina. Conforme aPedro de Valencia, el campo de batalla no era el de la cruz y la media luna,sino el de dos irreconciliables conceptos del cristianismo. La discrepancia nopodía ser más irreconciliable, ni más amarga tampoco: “Yo no creo en el mismoCristo de Erasmo”49, declaraba uno de los eclesiásticos participantes en la con-ferencia de Valladolid de 1527.

Dejo aquí por hoy mi tarea, con temor de abusar de su paciencia, renun-ciando a posibles intercambios acerca de muchas otras cuestiones dudosas, se-miperfiladas u opinables y de cuya discusión sin duda me beneficiaría. Yo,por ejemplo, también estoy convencido de que en España se ha sabido másárabe de lo que la gente de entonces gustaba de confesar. Con grata memoriade nuestros desayunos de Bielefeld me sería sin duda útil conocer, por ejemplo,su punto de vista acerca de la confluencia discursiva que llega a darse entre mo-riscos y judeoconversos, tan lógica por ambas partes y que llega a hacerse tanvisible en la literatura, pero que no veo abordada en sus páginas –ya sé que elloserá “literatura”–. Me complace darle las gracias por los elogios que tan gene-rosamente me tributa, atribuyéndome los siempre loables, aun si erradas víashermenéuticas. No dejan de conmoverme sus deseos de compartirlas por labuena voluntad que, aun dentro de mi error, me dice le vienen suscitando. Metemo, para ser sincero, que tal vez vaya Ud. un poco lejos cuando, por ese ca-mino, me llama nada menos que “angelical” en tres ocasiones (preliminar, es-tudio y solapa), calificativo fuertemente personal y con el que en realidad mesitúa en el empíreo, sin duda no mal lugar, pero que desde luego se halla fueradel discurso y mapa académicos. Claro que a todos se nos va alguna vez lapluma y no voy a ocultarle que, al toparlas, no se me ocurrieran tres o cuatro epí-tetos que de momento se me antojaron aplicables como pendant a su nuevo en-foque del tema morisco. Y naturalmente me negué a ponerlos sobre el papel, enconsideración a la amistad y aprecio que de tanto tiempo nos une y por todo locual, paso simplemente ahora a poner, como siempre, en la suya esta mi mano.

49. Marcel BATAILLON, Erasmo y España. Estudios sobre la España espiritual del siglo XVI, México-Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1950, pp. 264-265.

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CARTA ABIERTA A FRANCISCOMÁRQUEZ VILLANUEVA

Bernard Vincent*

Estimado amigo:En su amabilísima carta, empieza dándome las gracias por la atención pres-

tada a sus trabajos. Esta atención no es obviamente otra cosa que lo debido a unaempresa científica que hace reflexionar sobre problemas de suma importancia.Y en estas páginas busco simplemente prolongar el diálogo que su iniciativa pro-pone, iniciativa que, no lo puedo esconder, me ha alegrado enormemente. Formulodeseos para que nuestros intercambios sean aclaratorios de nuestras posturas e in-terpretaciones y sean útiles para la comunidad de investigadores interesada poresta materia y, por qué no, para todos los ciudadanos preocupados por las rela-ciones entre hombres de creencias y de formaciones distintas.

Es necesario primero explicar unas palabras cuyo empleo ha provocadoposibles malentendidos. Usted está sorprendido ante mi declaración de que“el problema morisco sea de naturaleza histórica y no literaria”.

Creo no haber dicho eso. En ningún momento he tenido la pretensión dehacer del tema morisco un coto reservado al historiador. Como usted, estoyconvencido de que muchos tipos de documentos pueden ser útiles a la histo-ria de los moriscos, “un fragmento de cerámica, un testimonio pictórico, untexto literario o una cultura antropológica, etc…”, como lo son para cualquierotra parcela de la historia de la humanidad. Y en ningún momento he queridoestablecer una jerarquía que hubiera dado al documento archivístico un lugareminente y al documento impreso un papel menor. No hago ninguna diferen-cia en su utilización y, por ejemplo, admiro profundamente Los moriscos delreino de Granada de Julio Caro Baroja, libro que fue probablemente elaborado sinque don Julio hubiera entrado en un archivo1. No cabe duda de que los pro-gresos en el campo tan complejo, tan rico y tan comprometido del estudio delas minorías resultan de las aportaciones de especialistas que pertenecen a dis-ciplinas y a culturas distintas, y de las confrontaciones entre ellas.

Retomo, pues, la frase tal como figura en El río morisco: “la cuestión mo-risca es, ante todo, un problema histórico, el de la existencia de una comunidad

* École des Hautes Études en Sciences Sociales, Paris.1. Julio CARO BAROJA, Los moriscos del reino de Granada, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1957.

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que vivió en el territorio español en un tiempo preciso (1502-1609)”2. Manten-go hoy esta formulación con una corrección o con un añadido: obviamente lahistoria de los moriscos no termina con su expulsión de España. ¿Pero quéquise decir cuando redacté esta frase?

Dos cosas cuya mezcla es tal vez la causa del malentendido. Quería pri-mero recomendar el uso de todos los documentos, incluso los emitidos por laInquisición y los demás consejos de la realeza. He visto en su brillante expre-sión de las fuentes envenenadas una condena de los esfuerzos de los historia-dores que habían recurrido con precauciones a este tipo de documentos. Quisesubrayar que el investigador bien formado y atento no se deja engañar por losprejuicios o las mentiras de un inquisidor o de un secretario. Y me preocupa-ron las consecuencias de su comentario a “las fuentes envenenadas” porque unalectura extremada de sus consideraciones puede inducir al abandono de lasfuentes inquisitoriales. La necesaria crítica de ellas no ha sido siempre acom-pañada de la de otras fuentes3. Los protocolos notariales, así, están presentadosdemasiado rápidamente como el lugar donde está revelada la verdadera na-turaleza de las relaciones entre moriscos y cristianos viejos. En otro trabajo hededicado algunas páginas al asunto con el objeto de recordar que las fuentes no-tariales (obviamente enriquecedoras) están, como todas las demás, llenas de ve-neno4. Pero después de leer su carta creo que estamos ya en cuanto a uso defuentes y a la interdisciplinariedad, como se dice, totalmente de acuerdo.

Si con mi frase buscaba reflexionar a partir de un reproche dirigido abuena parte de una generación de investigadores del tema morisco, intentabatambién, en el marco de un indispensable cruce de fuentes, recordar el princi-pio básico de la necesaria contextualización del documento, principio que meha parecido estar a veces insuficientemente contemplado por los especialistasde la literatura. Tenemos que estar siempre muy atentos al momento y al lugarde emisión del documento. Podemos tomar el ejemplo de los siete cuadrosque representan los episodios de la expulsión de los moriscos del Reino de Va-lencia. Su autoría y su realización quedaron desconocidas hasta el descubri-miento por Jesús Villalmanzo Gameno de los órdenes de pago a los pintoresPere Oromig, Vicent Mestre, Jerónimo Espinosa y Francisco Peralta5. Sabemosasí que por encargo de Felipe III los artistas ejecutaron los lienzos en 1612-

2. El río morisco.3. Encontramos una larga e interesante reflexión sobre el manejo de las fuentes, principalmen-

te inquisitoriales y notariales, en el capítulo I del libro de Amalia GARCÍA PEDRAZA, Actitudesante la muerte en la Granada del siglo XVI. Los moriscos que quisieron salvarse, Granada, Univer-sidad de Granada, 2002. El título del capítulo es «La vida religiosa de los moriscos granadi-nos. ¿Sólo una historia de criptoislamismo?».

4. Convivencia difícil en Santiago CASTILLO y Pedro OLIVER (coords.), Las figuras del desorden, he-terodoxos, proscritos y marginados, Madrid, Siglo XXI, 2006, pp. 57-80.

5. La expulsión de los moriscos del reino de Granada, Valencia, Fundación Bancaja, 1977.

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1613, antes de que fuera acabada la expulsión en otros territorios de España. Lasinterpretaciones que podemos dar del conjunto de los cuadros dependen enparte de aquel momento tan significativo. No podrían ser las mismas si FelipeIV hubiera sido el promotor de la empresa y no su padre.

El examen de la literatura aplicada a los moriscos, sea aljamiada, sea mau-rófila, no debe escapar a la exigencia de la criba temporal y espacial. Nuestroacercamiento al Abencerraje no puede ser el mismo que a Ricote y menos aún aMarcos de Obregón o al Tuzaní de Calderón. No es idéntico ser maurófilo en1570, en 1645, 1618 o en 1633. Y si efectivamente el despliegue de la maurofilia li-teraria es amplio ya en el siglo XVI y a principios del XVII, ésta presta entoncespoca atención al hecho morisco en sí mismo. Sus personajes evolucionan en sumayoría en el mundo inmediatamente anterior a 1492, tanto Abindarráez comolos Zegríes y Abencerrajes, Ozmín y Daraja o Álvaro Tarfe. Los finalmente pocoshéroes propiamente moriscos de la literatura, principalmente Ricote y el Tuzaní,vieron la luz después de la expulsión. La segunda parte de las Guerras Civiles deGranada, terminada en 1597, no fue publicada antes de 1619, como subrayó MaríaSoledad Carrasco Urgoiti6. De esta forma, ninguno ha podido tener influenciasobre el debate acerca de la suerte reservada a los moriscos.

Y en cuanto a mi apreciación de la literatura aljamiada, reconozco que lafórmula “poca cosa” es excesiva porque esta literatura constituye un capítulooriginal e interesante de los estudios moriscos. Pero no comparto el énfasiscon el cual la ha considerado Álvaro Galmés de Fuentes. Al aspecto cuantita-tivo se añade un contenido reiterativo, salvo en el caso del Mancebo de Arévalo,verdadera joya que es a la literatura aljamiada lo que representa el Quijote parala literatura universal. De hecho hoy, a pesar de los esfuerzos de los equipos as-turiano, madrileño, puertorriqueño y de otros investigadores, este campo se re-nueva poco. Quizás, como tantas veces en nuestros dominios, es una situaciónpasajera. Pero, sin grandes hallazgos recientes, el panorama es poco alenta-dor. Los mismos especialistas no son optimistas.

Y una vez más conviene preguntarse a qué época pertenecen los textos al-jamiados. Los comentarios que hizo Míkel de Epalza al respecto hace veinteaños merecen ser meditados7. Subrayaba que tanto el léxico como la métrica delos poemas o sus temas narrativos corresponden al siglo XV o a los principiosdel XVI. Concluía que la llamada literatura aljamiado-morisca está repartida en

6. María Soledad CARRASCO URGOITI, El moro de Granada en la literatura, Revista de Occidente,Madrid, 1956, nueva edición con estudio preliminar de Juan MARTÍNEZ RUIZ, Granada, Uni-versidad de Granada, 1989. Ver de la misma autora, Los moriscos y Gines Pérez de Hita, Barce-lona, Bellaterra, 2006.

7. Míkel de EPALZA, «Le lexique religieux des Morisques et la littérature aljamiado-morisque»,en Louis CARDAILLAC (ed.), Les Morisques et l’Inquisition, Paris, Publisud, 1990, pp. 55 y 57.Hay que precisar que Antonio Vespertino Rodríguez piensa que una parte de los manuscri-tos aljamiados datan de la segunda mitad del XVI. Sin embargo, las consideraciones de Míkelde Epalza me parecen convincentes.

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dos bloques: el del aljamiado anterior a 1525 y el del alfabeto latino, después dela expulsión. Está en medio “el periodo morisco u inquisitorial, para el cualquedan textos fragmentarios o tradicionales, textos redactados por cristianosviejos sobre las creencias islámicas o textos de moriscos muy cristianizados”. Enestas circunstancias la literatura aljamiada no sería la voz de los moriscos es-pañoles que tanto apuntó Álvaro Galmés de Fuentes, sino principalmente la vozde los mudéjares y la voz de los moriscos exiliados de habla castellana. Perso-nalmente, veo más huellas de las voces moriscas en el siglo XVI, en FranciscoNúñez Muley, Miguel de Luna y Alonso del Castillo, Ginés Pérez de Hita oIgnacio de las Casas8.

En El río morisco, no me paré mucho en el mito del morisco inasimilableporque en el fondo comparto su visión de este aspecto. Y puse el acento en loque diferenciaba la interpretación de Álvaro Galmés de Fuentes de la suya alrespecto. Pero me recuerda usted en su carta que el blanco de su argumento noera Galmés de Fuentes sino Braudel. Me ha incitado a mirar detenidamentetodo lo que el profesor del Collège de France ha escrito sobre los moriscos y elpapel que les atribuye en la difusión del mito. La descalificación consecuentede su trabajo me parece excesiva, por no decir injusta. Voy a intentar dar unainterpretación ponderada de sus páginas después de haber precisado quenunca he sido alumno de Fernand Braudel (sí de Pierre Vilar ¡que no era par-ticularmente su mejor amigo!). El haber leído y releído toda su obra y el haberpodido acercarme a él en varias ocasiones me permiten, al menos así creo,hacer comentarios oportunos.

Glosar el famoso artículo de Braudel, «Espagnols et morisques», publicadoen 1947, las páginas “moriscas” del Méditerranée de la primera edición france-sa de 1949, de la segunda de 1966 y de las traducciones al castellano de 1953 y1967 no es tarea fácil. Puede haber distorsiones entre el original y la traducción.Eso ocurre precisamente con la cita de la nota 8 de su carta abierta. Braudelescribe “la religion a été le prétexte autant que la cause de ses persécutions”, po-niendo pretexto y causa al mismo nivel, mientras que la versión española damás peso al pretexto que a la causa9. No es naturalmente lo mismo, y posible-mente Braudel no ha prestado suficiente atención a la traducción.

Usted, estimado amigo, considera que Braudel es indeferente a los as-pectos intelectuales y que elimina virtualmente el factor humano al frente de lahistoria. Me permitirá matizar bastante esta opinión. Basta para darse cuentade que no es ajeno al papel del individuo en la historia con leer sus sugestivas

8. Para la figura de Miguel de Luna ver Mercedes GARCÍA ARENAL y Fernando RODRÍGUEZ ME-DIANO, «Miguel de Luna, cristiano arábigo de Granada», en Manuel BARRIOS AGUILERA y Mer-cedes GARCÍA-ARENAL (eds.), ¿La historia inventada? Los libros plúmbeos y el legado sacromontanoGranada, Fundación el legado Andalusí, 2008, pp. 83-136.

9. Fernand BRAUDEL, La Méditerranée et le monde méditerranéen à l’époque de Philippe II, Paris, Ar-mand Colin, 1949, p. 357.

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biografías de Carlos V y de Felipe II que ha dado para una editorial italiana en1965 y 196910. Él mismo me comentó que tenía poca simpatía por Felipe II y quese sentía mucho más atraído por la figura de Carlos V. Por otra parte, sus fuer-tes vínculos con Lucien Febvre y con Marcel Bataillon le conducían a no olvi-dar la importancia de los aspectos intelectuales.

Braudel tenía, eso sí, dificultad en pensar el mundo religioso. En La Mé-diterranée el concilio de Trento apenas está presente. Un día subrayé esta ca-rencia delante de su esposa, quien dio como explicación la formación profun-damente laica del historiador. Este rasgo ha influido probablemente en suacercamiento al tema morisco. Braudel estuvo sobre todo muy marcado porsu estancia en Argel entre 1923 y 1930 y su descubrimiento del hecho colonial.Hombre de su tiempo, ve a los moriscos como un cuerpo extraño, de ahí el tí-tulo significativo del artículo de Annales de 1947: «Españoles y Moriscos». Uncuerpo que se puede tachar fácilmente de inasimilable.

Hay dos Braudel frente a la cuestión morisca. Por un lado el heredero delcolonialismo francés para quien el morisco es inasimilable. Emplea la palabrados veces. A la cita que figura en la nota 10 de su carta hay que añadir algo queno está en el artículo de 1947 pero sí en las dos versiones de La Méditerranée: “Al’autre bout de la Méditerranée, les Espagnols étaient, eux aussi, aux prisesavec un de ces peuples inassimilables et prennent la chose au tragique. En pro-fondeur peu de problèmes ont travaillé autant que celui-là la Péninsule”11. En1966 Braudel corrige ligeramente «un peuple inassimilable», prueba de la im-portancia que da a la expresión. Por otro lado está el Braudel fino observadorde las realidades y consciente de los matices. Insiste por ejemplo sobre la im-portancia de los matrimonios mixtos, sobre el dominio desigual de la lenguaárabe entre los moriscos, etc.

Creo que es este segundo Braudel el que ha dejado huella en los estudiosmoriscos posteriores. El de la inasimilación ha tenido poco eco. De hecho en-contramos muy pocas referencias a ella en la historiografía. Y por una razón sen-cilla. Cuando en 1947 o en 1949 escribe sus páginas no se aparta en este puntode la percepción decimonónica. Los lectores de los años 1950 ó 1960 han rete-nido de él lo que representaba una ruptura con lo anteriormente escrito. Y la in-sistencia braudeliana en la diversidad de los problemas moriscos, que tantocontradecía el carácter inasimilable de los nuevamente convertidos, era, per-dóneme, novedad. Es cierto que Cervantes había ilustrado perfectamente estadiversidad ¿pero quién en 1947 recurría a Cervantes para hablar de los moris-cos? El España en su historia de don Américo es de 1948. Luego Castro y Brau-del se han ignorado. Lo podemos lamentar, obviamente.

10. Las dos biografías han sido luego traducidas al francés en Fernand BRAUDEL, Ecrits sur l’His-toire, Paris, Arthaud, 1990, tomo II, pp. 171-257.

11. F. BRAUDEL, La Méditerranée et le monde méditerranéen à l’époque de Philippe II, ed. de 1949, ed. de1966, tomo II, p. 118.

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La validez del modelo braudeliano del mundo morisco plural no se haagotado. A partir de sus premisas estamos forzados a plantearnos la cuestiónpeliaguda y decisiva del perfil mayoritario de los moriscos en distintas fechasy particularmente en 1609. Usted me recuerda la presentación que hace Cer-vantes de la familia de Ricote, que reúne en su seno tres posturas distintas.Desde luego las tres existían a principios del siglo XVII, pero ¿cuál era domi-nante entre los moriscos de la época? Si durante dos o tres décadas (años 1950-1980) el principal objetivo de la investigación de los historiadores fue el colec-tivo, éste ha sido posteriormente relegado a un segundo plano. La atenciónque prestan ahora los estudiosos a las trayectorias y a las creencias de los in-dividuos facilita el encuentro entre especialistas de la literatura y especialistasde otros documentos escritos. Pero por muy legítima y muy enriquecedoraque sea, hace correr el peligro de la diseminación, del esparcimiento. Si noqueremos caer en una confusa colección de casos tenemos que examinar la re-lación individuo-colectivo intuida por Braudel. ¿Quién es el más representati-vo de un grupo, de una comunidad, Ricote, Ana Félix o Juan Tiopieyo? ¿Cuáles el grado de asimilación, o, a la inversa, del cripto-islam de Ricote, de AnaFélix, de Juan Tiopieyo; de los moriscos de Almagro, del Campo de Criptana ode Almagro; de los de la Mancha, de Aragón o del reino de Valencia? ¿Y cuá-les son los criterios que nos permiten medir la asimilación o el cripto-islam?

Braudel ha tenido pues una influencia positiva con este modelo del mundomorisco plural. Y tiene otro mérito que usted mismo reconoce. Retomo textual-mente su cita, proveniente del artículo de 1947: “se rechaza el planteamientohasta entonces dominante de enjuiciar si España salió ganando o perdiendo conla expulsión, o si en esto obró bien o mal moralmente. El único sentido legítimodel problema se centra en comprender por qué se hizo así”12. Si la respuesta deBraudel no le satisface, tenemos que admitir que todavía hoy la pregunta no haperdido vigencia. Aquel artículo de 1947, con todos sus elementos discutibles, esdesde luego el primer trabajo de la era del tema morisco en el cual estamos to-davía inscritos. Sin él y sin el magisterio de su autor, Tulio Halperin Donghi nohubiera emprendido su investigación sobre los moriscos del reino de Valencia yprobablemente Henri Lapeyre no hubiera escrito Géographie de l’Espagne morisque,editada en una colección dirigida por Braudel13. Y aún en 1977 el autor de LaMéditerranée se interesó por los moriscos, haciendo un prefacio al libro de LouisCardaillac, Morisques et Chrétiens, un affrontement polémique14. No le podemos

12. Francisco MÁRQUEZ VILLANUEVA, El problema morisco (desde otras laderas), Madrid, Libertarias,1991, p. 129.

13. Tulio HALPERIN DONGHI, Un conflicto nacional, Moriscos y cristianos viejos en Valencia, Valencia,Universidades de Valencia, Granada y Zaragoza, 2008, con una nueva introducción del autor.La primera versión completa de este trabajo se publicó en la revista Cuadernos de Historia de Es-paña, 1955, pp. 5-115 y 1957, pp. 83-250. Henri LAPEYRE, Géographie de l’Espagne morisque, Paris,S.E.V.P.E.N, 1959.

14. Louis CARDAILLAC, Morisques et chrétiens, un affrontement polémique (1492-1640), Paris, Klinck-sieck, 1977.

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negar una larga atención, que llegó hasta las aspectos religiosos en principio tanalejados de sus inquietudes, y una fecunda preocupación por los aspectos so-cioeconómicos que tendemos hoy demasiado a abandonar.

Seré mucho más breve acerca del segundo mito que estuvo detectando enla historiografía, el del complot permanente de los moriscos. El mito conspiratorio–como el mito del morisco inasimilable– estaba en la mente de muchos de los cris-tianos viejos del siglo XVI. Aquí radica el desfase que existe entre la realidad delos hechos y la construcción de los imaginarios. Del lado de la realidad no hay quemenospreciar las numerosas formas de resistencia activa, las más de las veces vio-lentas, de los moriscos (operaciones de monfies, ayuda a empresas corsarias, re-vueltas o conatos de revueltas). Fueron suficientemente reiterativas para entre-tejer un clima de inquietud en buena parte de la sociedad viejo-cristiana. Esteclima es notablemente palpable después de la rebelión de las Alpujarras de 1568-1570. Es impresionante comprobar hasta qué punto la sublevación de los mo-riscos ha marcado los espíritus hasta el momento de la expulsión. Se puedenacumular centenares de referencias que indican el verdadero pavor que suscitael recuerdo del acontecimiento. Sobre esta base cualquier rumor puede tomarcuerpo como en el caso de la ¿conspiración? de Sevilla de 158015.

Sabemos nosotros que en ningún momento el sultán otomano pensó en co-laborar decididamente con los moriscos. Tenemos la ventaja de conocer lospormenores y el desenlace de la tragedia, pero ni los moriscos ni los cristia-nos viejos podían adivinarlos. A través de unos indicios tenues, unos contactos,unas cartas, unas profecías, los unos y los otros creían en una posible enormeoperación que hubiera reunido a otomanos, berberiscos y moriscos. Se veíatambién a los moriscos en el centro de una conspiración urdida con la ayuda delos protestantes franceses o de los portugueses partidarios del Prior de Crato.El mito conspiratorio es una construcción de los hombres del siglo XVI, no delos historiadores del XIX o del XX.

El potencial conspiratorio que se prestaba a los moriscos no ha sido nuncasuficientemente valorado. Con la rebelión (es el término exacto, muy bien ele-gido por Mármol Carvajal, que se debe utilizar) de 1568, han sumado al deli-to de herejía el de traición. Son malos españoles que han tomado las armascontra su rey y que son capaces de volver a hacerlo. En el Archivo General deSimancas abundan, en vísperas de la decisión de expulsión, los avisos de laorganización de un complot, aquí o allá.

Tenemos que trabajar sobre la representación del peligro morisco entre1570 y 1610, sobre su difusión y sobre su eventual manipulación. Es difícilsaber si Felipe III o Lerma daban crédito a los avisos que recibían, pero el temadel peligro amenazando a la monarquía está presente en los bandos de expul-

15. Bernard VINCENT, «Les rumeurs de Séville», en Vivir el siglo de oro. Poder, cultura e historia en laépoca moderna, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2003, pp. 165-178.

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sión. Es prueba al menos de su eficacia argumental. En su carta usted da variosejemplos de ellos, incluso el del sermón del Patriarca Ribera en la seo de Va-lencia, el 27 de septiembre de 1609. Creo que en cuanto a la interpretación deeste mito, nada ya nos separa.

Nadie hoy va a sostener seriamente que hubo unanimidad entre los cris-tianos viejos a favor de la expulsión de los moriscos. Las expresiones desfa-vorables a la medida fueron numerosos y impecablemente sintetizadas en elDiálogo de consuelo por la expulsión de los moriscos de España que escribió el za-ragozano Juan Ripol en 161316. Y si los historiadores del XIX han desarrolladoampliamente la idea de la aversión unánime, pocos los han seguido luego,salvo quizás hace ya años Earl Hamilton. Lo que sí merece un amplio debate essu concepto de la tendencia (o de la opinión) moderada existente en la sociedadespañola mayoritaria, de la cual da en su carta abierta una formulación par-cialmente distinta al de El problema morisco.

Varias aclaraciones suyas son importantes. Me alegra leer su afirmación deque “nadie era allí lo que se dice `favorable´ a los moriscos ni argüía el princi-pio de libertad religiosa”. Ésta se aleja de la frase siguiente de El problema moriscoque me había dejado perplejo: “para estos racionalistas (la secta de los políticos)siendo los moriscos tan necesarios para la prosperidad de los reinos españo-les, no sólo es absurdo expulsarlos, sino que deberían ser dejados en libertad deconciencia, anulando así el problema político y reduciendo a la esfera individualsu aspecto religioso”17. Del mismo modo todo lo que usted desarrolla al final dela carta sobre el erasmismo avant la lettre pone fin al malentendido nacido con mievocación en El río morisco de la teología de la liberación. Finalmente me com-place su rechazo de “toda imagen de la opinión moderada a modo de un partidopúblico de nuestros días”, añadiendo no haber tenido nunca la menor sospechade deber dar explicaciones sobre algo tan obvio. Le pido disculpas, pero el vo-cabulario empleado en El problema morisco me pareció rozar a ratos lo anacrónico(p. 118, un núcleo central de lo que cabe llamar opinión moderada; p. 121, la cam-paña moderada; p. 128, un grupo en que militaban los obispos de Segorbe uOrihuela…). Había necesidad de precisar este punto fundamental que nos hacede todas formas preguntarnos si el concepto de opinión pública es válido paraépocas tan remotas. No voy a entrar en los detalles porque esta enorme cuestiónnos llevaría muy lejos, pero debemos tenerla presente en la mente.

Y pensándolo bien, su última definición de la opinión moderada no meconvence todavía totalmente. Es para usted un discurso político que tiene ca-bezas rectoras contando “con una medida de eco o respaldo colectivo y que laliteratura respaldaba con amplia resonancia”. Eso me parece demasiado bo-nito porque implica unos directores de orquesta disponiendo de una red eficaz

16. Santiago TALAVERA y Francisco Javier MORENO DÍAZ DEL CAMPO, Juan Ripol y la expulsión delos moriscos de España, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2008.

17. Francisco MÁRQUEZ VILLANUEVA, op. cit., p. 120.

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que difunde sus ideas. Algo que no veo. Y más arriba he indicado que la lite-ratura no tenía, por desfases cronológicos, la eficiencia práctica que le atribu-ye. Lo que me molesta es la concepción de una vía, o tendencia, u opinión, o co-rriente organizada. Sería partidario en el actual estado de la investigación deluso del plural: opiniones moderadas que ciertamente tienden al mismo fin, elmantenimiento de los moriscos en España, pero que no llegan a constituir di-gamos un frente capaz de hacerse oír por el monarca y su valido. Los parti-darios de la “opinión moderada” actúan de manera desordenada en función depreocupaciones e intereses distintos. Por ejemplo, no sigo a Trevor Dadsoncuando ve una clara pugna en los años precedentes a la expulsión en el ConsejoReal entre un sector eclesiástico-militar y un sector nobiliario18. Las cosas no sontan nítidas. Es necesaria la realización de un estudio minucioso de todos los de-bates del Consejo para saber si las alianzas son duraderas u ocasionales, si sono no son socialmente homogéneas, cuáles son los argumentos esgrimidos afavor y en contra de la expulsión, en qué condiciones estos argumentos estánpresentados. Y espero su próximo libro y particularmente su análisis de la obrade Pedro de Valencia. Ve usted una relación entre la postura de Manuel Poncede León y el pensamiento del humanista extremeño. ¿Hay más conexiones?¿Qué difusión ha tenido el Tratado de los Moriscos19? De momento creo que lasopiniones moderadas no constituyen una tendencia o una corriente. Y posi-blemente esta debilidad constituyó un factor importante de su fracaso.

Me permitirá al final volver sobre su conclusión acerca del mito de launanimidad. Ve a la expulsión “como obra de una archiminoría de eclesiásti-cos y políticos en ejercicio del poder”. Primero, si no hay unanimidad entrelas elites del poder sí podemos afirmar que los partidarios de la expulsióneran, entre ellas, numerosos. No digo mayoría porque no lo sé, pero sí nume-rosos. A este respecto el análisis que han hecho Manuel Fernández Chaves y Ra-fael Pérez García de los debates internos del ayuntamiento sevillano son par-ticularmente reveladores para el nivel local. Las reticencias a la expulsión sonfuertes, pero no todos los ediles las comparten20. Habrá que multiplicar lasmonografías para extraer una visión de conjunto.

Los artífices de la decisión de la expulsión, muy preocupados por la re-putación de la monarquía, se sabían respaldados por gran parte de la sociedad

18. Trevor J. DADSON, «Official Rhetoric versus Local Reality: Propaganda and the Expulsion of theMoriscos», en R.J. PYM (ed.), Rhetoric and Reality in Early Modern Spain, Londres, Tamesis,2006, pp. 1-24. Es un trabajo que usted cita en la nota 28.

19. Tengo que reconocer mi deuda con un trabajo pionero raramente citado en los estudios mo-riscos: Chantal COLLONGE, «Reflets littéraires de la question morisque entre la guerre des Al-pujarras et l’expusion (1571-1610)», Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona,XXXIII, 1969-1970, pp. 137-243. Es casi un libro donde por primera vez vi analizado el Trata-do de los moriscos de Pedro de Valencia. Ver concretamente pp. 213-232.

20. Manuel FERNÁNDEZ CHAVES y Rafael PÉREZ GARCÍA, En los márgenes de la ciudad de Dios: moris-cos en Sevilla, Valencia, Universidad de Valencia, Universidad de Granada, Universidad de Za-ragoza, 2010 (Biblioteca de Estudios Moriscos, 6).

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española. Una de las asignaturas pendientes de los estudios moriscos es el delsentimiento popular de los cristianos viejos y de los moriscos. Por algo éstoshan preferido masivamente ir al Norte de África y no quedarse en Francia o enItalia. Por algo Tiopieyo ha convencido con la probable presión de convecinosa su hermana y a su sobrina para tomar aquel camino. No en vano los cristianosviejos han escuchado las imprecaciones de sus sacerdotes a lo largo de los años.No en vano han circulado los rumores más extravagantes sobre la conspiracióny la felonía de los moriscos. Las relaciones entre unos y otros, en el pueblo, po-dían ser buenas pero en cualquier momento podía estallar el odio popular.

Es tiempo de poner un punto provisionalmente final a estas líneas. Digoprovisionalmente porque espero que pronto tengamos otras ocasiones de pre-cisar nuestras ideas y de enriquecer nuestras perspectivas. Formulo deseospara que se repitan pronto, en cualquier lugar del mundo, los desayunos de Bie-lefeld. No vamos a eliminar de un golpe nuestras diferencias, pero tampoco haynecesidad. Le agradezco, querido don Paco, sinceramente todo lo que conti-nuamente me está desvelando. Le doy un fuerte abrazo.

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NECROLÓGICA. MÍKEL DE EPALZAFERRER (1938-2008)

Luis F. Bernabé Pons

El profesor Míkel de Epalza murió el 6 de diciembre de 2008, meses des-pués de un desgraciado accidente. Aunque avisados durante este período de suestado de salud, extremadamente delicado, la sacudida no fue menos paraquienes estábamos cerca de él. Recién jubilado en febrero de ese mismo año,había entrado en su nuevo estado ilusionado por poder dedicar más tiempo aleer y a reflexionar, a investigar y a escribir, sin sospechar que sólo iba a poderdisfrutar de esa ilusión durante cuatro meses. Esperaba de forma especial la lle-gada de 2009, aniversario de la expulsión de los moriscos valencianos, ante elconjunto de actividades programadas, para poder disfrutar del intercambiode pareceres en lo que había sido una de sus dedicaciones científicas favoritas.Pero ya no pudo ser.

Míkel de Epalza había nacido en Pau (Francia), el 18 de febrero de 1938,en el seno de una conocida familia vasca que se encontraba exiliada en Franciadesde unos meses antes de la caída de Bilbao en manos de las tropas rebeldes.En Francia vivió con sus padres y sus tres hermanos, así como con otros miem-bros de la familia, durante diez años. Vueltos a Bilbao en 1948, al poco tiemposu padre, Tomás de Epalza, ingeniero forestal, fue destinado a las Islas Balea-res y la familia se trasladó a Palma de Mallorca, donde Míkel de Epalza com-pletó su bachillerato.

Tras ingresar en el noviciado de la Compañía de Jesús en Tortosa, comen-zó con los jesuitas sus estudios de Filosofía Eclesiástica, que acabaría en la sedede la Universidad Gregoriana en Sant Cugat del Vallès (1961), y más tarde el tí-tulo de Filosofía en la Universidad de Barcelona en 1963. En Sant Cugat del Va-llés entraría por primera vez en contacto con los Estudios Árabes e Islámicos através de su lectura de la Islamología de Félix M. Pareja –a quien conocería másadelante en Madrid–, estudiando el fenómeno de las peregrinaciones comohecho religioso. Ese encuentro con lo árabe y lo islámico, marcado por Pareja, enla Facultad jesuítica dependiente de la Universidad Gregoriana de Roma, y enel ambiente marcado por la esperanza de los años sesenta y del Concilio VaticanoII, y la cada vez mayor presencia del aperturismo irreligioso, serán fundamen-tales en su forma de entender el mundo del diálogo islamo-cristiano. Como de-sarrollo lógico de esos primeros estudios universitarios y de esa curiosidad que

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se le había despertado, estudió Filología Semítica en la Universidad de Barcelona,desempeñando, durante el último año de sus estudios allí, labores de profesorayudante. Se licenció, con Premio Extraordinario, en 1965.

También en el último año de su licenciatura en Filología Semítica se topócon la figura a la que habría de consagrar su tesis doctoral: Anselm o En TelmTurmeda, fraile franciscano convertido al islam en Túnez hacia 1385, tomandoel nombre de ‘Abd Allâh al-Taryumân, y escritor bien conocido de las letras ca-talanas medievales. Epalza dedicaría su tesis a la obra en árabe que haría deTurmeda un escritor muy conocido también en el Mediterráneo musulmán: laTuhfat al-Arîb, un prolijo tratado de polémica anticristiana. El tema, que le fuesugerido por Martí de Riquer y que desarrollaría con la dirección de Juan Ver-net, empujó a Epalza a un largo viaje por el Mediterráneo, de Occidente aOriente, a la busca de manuscritos de la obra polémica del escritor musulmánmallorquín. Este largo viaje científico, que tuvo asimismo mucho de iniciático(sólo conocía Túnez, de un viaje anterior en 1962), le posibilitó el convertirse enel gran especialista en la obra religiosa islámica del funcionario y traductorhispanotunecino. La tesis sobre Turmeda, que fue defendida en 1967, obtuvo elPremio Ciutat de Barcelona de Investigación Literaria y tuvo el raro privile-gio de ser editada en castellano por la prestigiosa Academia Nazionale deiLincei (1971). De esta forma, al francés y al castellano de su infancia se suma-ron el catalán y el árabe como las cuatro lenguas que más usó en su vida.

La lectura de la tesis doctoral fue un jalón muy importante en su vida deestudiante, pero no detuvo lo que denominó su media vida de trashumancia,que fechaba entre 1954 y 1979. En 1968 se marchó a la Universidad de Lyon, endonde enseñó español y cultura hispana mientras se licenciaba en TeologíaCatólica (Lyon-Fourvière, 1970) y se diplomaba en enseñanza del árabe au-diovisual (Beirut-París, 1969). En 1971 se marchó contratado a la Universidadde Túnez (1971-1973), país en el que se convirtió en un gran revulsivo para laactivación de la cultura española en Túnez y en el que inició sobre el terreno unade las líneas de investigación a la que consagraría más tiempo y esfuerzos: losmoriscos emigrados a la Regencia Otomana después de la expulsión de 1609-1614, a los que se había acercado ya en su tesis. Durante el curso 1973-1974fue profesor en Argelia, simultaneando docencia en las universidades de Argely de Orán. Ya de vuelta a España, fue profesor en la Universidad Pontificia deMadrid-Comillas (1974-1975) y en la Autónoma de Madrid. En 1979 ganó laplaza de profesor adjunto en la recién creada Universidad de Alicante, de la quefue catedrático diez años más tarde. En Alicante dio por finalizada esa etapatrashumante de su vida, estableciéndose allí de forma definitiva. En la Playa deSan Juan, donde fijó su residencia durante años, contrajo matrimonio en 1981con María Jesús Rubiera Mata, también catedrática de Estudios Árabes, quientrasladó su residencia y su trabajo asimismo a la ciudad de Alicante. En la Uni-versidad de Alicante centró la mayor parte de su trabajo académico y científi-co, aunque sin olvidar sus numerosos lazos nacionales e internacionales. Allí seempeñó en crear, junto a María Jesús Rubiera, Margarita La Chica y otros pocos

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profesores, un núcleo de docencia, investigaciones y publicaciones que con-tribuyesen a ir formando un grupo que se consolidase con el tiempo. A base demucho esfuerzo y perseverancia se fueron consiguiendo logros académicos(Primer Ciclo, Doctorado, Licenciatura completa…) propiciados en buena partepor la intensa labor investigadora llevada a cabo: la cátedra obtenida por Míkelde Epalza pertenecía de hecho al programa PROPIO, destinado a apoyar a lasmejores trayectorias investigadoras. En su jubilación en febrero de 2008, elÁrea de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante contabacon catorce profesores y se aprestaba a adaptarse a los nuevos tiempos de laeducación superior.

Casi treinta años de docencia en la Universidad de Alicante hicieron deMíkel de Epalza un profesor conocido y reconocido en el campus de San Vicentedel Raspeig. Sus dotes innatas para la comunicación se afilaban en la muela delinterés en que sus alumnos captasen lo esencial de sus clases y, especialmente,sus hipótesis más atractivas. Puesto que para él la investigación y la docenciano eran compartimentos estancos, trasladaba sus dudas, sus reflexiones y sushallazgos a sus alumnos, a la vez que con ellos destilaba la forma de comuni-car eficazmente sus propuestas. Famosa se hizo en los años ochenta su formade enseñar geografía del Magreb, poniendo el mapa del Mediterráneo cabezaabajo. Cuando el 17 de enero de 2008 Míkel de Epalza dio su última clase re-glada en el Salón de Grados de la Facultad de Filosofía y Letras, éste rebosabade compañeros y amigos, pero sobre todo de antiguos alumnos. Su interés do-cente le llevó asimismo a trascender los límites de la Universidad, acudiendoa impartir conferencias de carácter divulgativo en toda la provincia, en activi-dades de extensión universitaria que llevaron su gran y atrayente humanidada Aulas de la Tercera Edad, Asociaciones de Fiestas, Grupos Culturales, Museosy todas aquellas instituciones que vertebran las manifestaciones culturales enla provincia. A todos ellos acudía con interés mostrando algún aspecto de suciencia en los Estudios Árabes e Islámicos conectado generalmente con el lugaral que acudía. Habiendo entendido a la perfección lo que significaba la des-centralización universitaria, Epalza dedicó mucho interés al estudio de lo árabeen Alicante, en historia, onomástica, toponimia, urbanismo…, incluso en susmanifestaciones en las fiestas de Moros y Cristianos, que tanto le llamaron laatención por su carácter morófilo festivo. Al tiempo, procuraba enseñar lo queél mismo había aprendido e investigado, respetando y animando los estudioslocales como plataforma en la que estudiar los planos generales de determi-nados temas. Esa última clase en la Universidad precisamente tuvo por tema“Alicante y el Alacantí árabes. Espacios y toponimia (siglos VIII-XIII)”, au-nando de forma simbólica varios de los campos de su interés científico con elestudio y aprecio con la tierra que le había acogido.

Los intereses científicos de Míkel de Epalza abarcaban muchos espacios ytiempos dentro de los estudios árabes e islámicos. Lector infatigable, su capa-cidad de trabajo no conocía descanso, como podía comprobarse cada lunes enel Departamento, cuando volvía del fin de semana cargado de comentarios,

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sugerencias y tareas para todo el mundo a su alrededor. De esto podemos darfe sus compañeros en Alicante, pero también las muchas personas de Españay del extranjero que recibían de continuo cartas suyas con notas, fotocopias, fo-tografías, propuestas o simples comentarios. Porque una de las característicasmás acusadas del Epalza académico era su increíble número de amistades ycontactos alrededor del mundo, cultivado desde muchos años atrás. Partidariodeclarado de la colaboración científica –como muestran sus varios trabajos es-critos en coautoría–, Míkel de Epalza había creado unas redes personales queen varias ocasiones cristalizaron en redes de grupos científicos (como la esta-blecida con el grupo investigador de Robert I. Burns, de UCLA, o el de Jean-Louis Miège, de la Universidad de Provence), pero que siempre le sirvieronpara mantenerse en contacto con el mundo académico nacional e internacionalen años en los que no era usual mantener relaciones científicas foráneas. Loscontactos personales fueron siempre para Epalza una forma de estímulo inte-lectual. Así vio siempre, por ejemplo, su relación temprana con dos personasque fueron importantes en este sentido en su vida: el embajador Alfonso dela Serna, para sus estudios sobre los moriscos en Túnez, y el arabista y archiveroGuillermo Guastavino, para su interés por Argelia. Esta red de contactos, amis-tades y colaboraciones tenía también otra característica cercana al conceptocientífico de Epalza: su notable multidisciplinariedad. Frente a devotos defamas y credenciales, él creía en el trabajo. Y en el trabajo apoyado en las apor-taciones de varias ramas del conocimiento. Un simple vistazo a sus publica-ciones muestra que la interdisciplinariedad fue para él una realidad desde elprincipio, cuando tal concepto no se estilaba por estos pagos.

El mundo de la religión fue, lógicamente, uno de sus primeros interesescientíficos, que nunca abandonaría a lo largo de su vida. Un primer interéspor la fenomenología de la religión y la psicología evolutiva de la vivencia re-ligiosa dio pronto paso a su estudio del islam como gran religión monoteísta ycomo creencia relacionada, teológica y socialmente, con el cristianismo. Unprimer acercamiento al hecho espiritual de la peregrinación y a la caracteriza-ción del Profeta Muhámmad se combinó en aquellos años sesenta con el am-biente propiciado por el Concilio Vaticano II y en especial con la declaraciónNostra Aetate sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, asícomo la influencia renovadora de pensadores como el jesuita Pierre Teilhard deChardin. Este contexto es esencial para comprender tanto el primer acerca-miento de Epalza al hecho religioso musulmán, como su visión de las relacio-nes islamo-cristianas. Con su continuado aserto de que en religión comparadalas categorías bueno y malo habían de ser desterradas, Epalza se esforzó pri-mero en tender puentes para el entendimiento entre creyentes de ambas reli-giones y, segundo, en explicar a los españoles las realidades del islam alejandosu explicación de prejuicios tradicionales. De aquí surgió una forma “positiva”de ver al islam y a su Profeta que se convirtió en protagonista de los Congre-sos Islamo-Cristianos de Córdoba en 1974, 1977 y 1979. Especialmente llama-tivo fue el II Congreso, en el que dicho espíritu se materializó en el discurso

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–que fue medido hasta el extremo– del cardenal Vicente Enrique y Tarancón:“Aprecio positivo de Jesús y de Mahoma en el Cristianismo y en el Islam”.Fue ésta una postura que le granjeó la simpatía de muchos hombres de religión,musulmanes y cristianos. También la confusión –sea todo dicho– de muchosque alegremente le adjudicaron (scripta manent) una conversión al islam. Cier-tas desilusiones y una propia evolución, unidas a su desvinculación de los je-suitas, le hicieron alejarse de la primera línea del diálogo islamo-cristiano, aun-que durante toda su vida siguió muy de cerca su evolución, a través de surelación con la revista Islamochristiana, de los Padres Blancos, y sus contactos conreligiosos comprometidos en ese terreno. Lo que nunca abandonaría fue esa ca-pacidad de acercarse al islam desde una óptica no confesional, intentando com-prenderlo en sus propias explicaciones para después transmitir sus propiasreflexiones. Toda su obra islamológica se tiñe de esa visión, irreligiosa en sí, depositividad y de acercamiento a la vivencia religiosa del otro: desde sus expli-caciones acerca de los nombres de Dios hasta su particular forma de concebirla traducción del Corán, pasando por la figura de Jesús contemplada por las tresreligiones o por la caracterización de lo permanente en el islam.

Junto con el análisis del islam, fue la Historia otro de los grandes vectoresde las ocupaciones científicas de Epalza. La Historia referida a los árabes y alislam en sus distintas manifestaciones en todas las orillas del Mediterráneo. Es-tudioso de las relaciones entre los países del Magreb y de Europa desde la EdadMedia a nuestros días, su curiosidad le llevó a explorar terrenos poco transita-dos por los especialistas de las relaciones euroárabes como los tratados de paz,la cartografía o los estudios árabes sobre España. En esa Historia mediterrá-nea, en la que se insertó en primera instancia siguiendo las huellas de la vida yla polémica religiosa de Anselm Turmeda, Míkel de Epalza encontró algunos re-flejos de su propia existencia en los exilios, la trashumancia, las polémicas ennombre de la religión o el acogimiento de los exiliados. Un buen ejemplo deello es uno de sus temas fundamentales, los moriscos, comunidad hispánicaexpulsada a la que se había aproximado en su tesis doctoral pero que en Túnezconocerá de forma más detenida a través de la lectura y del contacto con Sli-mane-Mustafa Zbiss, director del Centre d’Etudes Andalouses y epicentro delestudio de la huella morisca en Túnez en los años setenta. Aunque Epalza yahabía transitado el mundo intelectual de los moriscos a través de la posible au-toría de un texto fascinante, el Evangelio de Bernabé, fue a su llegada a Túnezcuando comenzó a estudiar de forma sistemática a los moriscos emigrados,analizando los archivos del consulado francés, sistematizando sus huellas ono-másticas, toponímicas, literarias y culturales en general e introduciendo a al-gunos estudiosos tunecinos (M. Boughanmi y especialmente Abdel-HakimGafsi Slama) en el estudio científico de los moriscos y sus descendientes enTúnez. Epalza estudió a los moriscos primero en su extrañamiento en el XVII yen su descendencia en el XVIII y XIX, con los textos del trinitario Francisco Xi-ménez, y más tarde, en un viaje cronológico hacia atrás, en su presencia en la Es-paña del XVI. Le impresionó especialmente en Túnez tanto la ordenada acogi-

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da que las autoridades políticas y religiosas dieron a los moriscos como la con-ciencia positiva de los tunecinos acerca del elemento morisco en su pasado na-cional. En Túnez actuó como catalizador de diversas iniciativas a favor del es-tudio científico de los moriscos: dos libros colectivos sobre los moriscos enTúnez, en 1973 y 1983, organizados por él junto con otros colaboradores, pu-sieron el punto de partida del interés moderno de los investigadores magrebíespor los moriscos. En Túnez, asimismo, Míkel de Epalza se convirtió en un per-sonaje conocidísimo y casi imprescindible del ambiente intelectual de la época,hasta el punto de que aún hoy su figura allí sigue siendo enormemente popu-lar (…y un día llegó a parar un avión en el aeropuerto de Túnez-Cartago…).

Estudiando a los moriscos como “los últimos musulmanes de la PenínsulaIbérica”, Epalza dio cuenta de su continuidad estructural con los mudéjaresde la Edad Media en tanto comunidad islámica viviendo bajo poder cristiano.Con esta visión de continuidad espiritual enfocará su conocido manual sobrelos moriscos, Los moriscos antes y después de la expulsión, tomando como eje cro-nológico el de su alejamiento forzoso de la tierra de sus antepasados, previo aunos nuevos asentamientos fuera de España. Aunque su labor científica seocupó de otros muchos campos, los moriscos fueron una línea que le acom-pañó toda su vida, y que llegará a dar frutos póstumos. Fue sin duda uno de losgrandes animadores intelectuales del estudio de los moriscos en España, or-ganizador de dos congresos internacionales, director de trabajos académicos yfundador y director, junto con María Jesús Rubiera, de la única revista cientí-fica dedicada al tema, Sharq Al-Andalus, que tras una andadura dedicada a losestudios árabes en general, fue reorientada con la colaboración del Centro deEstudios Mudéjares de Teruel, en revista dedicada a los mudéjares y moris-cos. Se hace inevitable señalar que en 2009, año del aniversario de la expul-sión de los moriscos, su figura fue recordada y evocada en todos aquellos con-gresos reunidos para abordar el tema del que había sido gran especialista.

El estudio de la Historia árabe-islámica mediterránea y peninsular le llevóasimismo a campos en los que su conocimiento de las realidades musulmanaspodía ser aplicado: como el urbanismo musulmán y sus diferentes manifestacio-nes institucionales, con un esbozo de “modelo operativo” que todavía sigue sien-do usado con efectividad por investigadores del pasado físico árabe de las ciu-dades; o bien las estructuras, físicas y espirituales, de las mezquitas, o también eldesarrollo y uso de los baños en las ciudades árabes del País Valenciano. Unamención especial merece su dedicación al campo de las rábitas en la Península. Or-ganizador de encuentros interdisciplinares, coeditor con F. Franco Sánchez dedos magníficos libros de actas e inspirador y estudioso del fabuloso yacimiento ar-queológico de Guardamar del Segura, puede con justicia afirmarse que hay unantes y un después de Míkel de Epalza en el estudio de las rábitas en España.

Este estudio de las realidades urbanas andalusíes iba a unirse con otro alque también se dedicó de forma intensa: el de la toponimia. Estudiada la to-ponimia no de forma aislada, desde un aspecto puramente lingüístico, sinoinsertada en su realidad física, histórica y social, Míkel de Epalza se ocupó en

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estudiar a partir de la toponimia los caminos interurbanos, las realidades ex-traurbanas así como las estructuraciones comarcales. Su aportación a la reali-dad toponímica catalana y a la alicantina (junto con María Jesús Rubiera), re-cogida la mayor parte en el boletín de la Societat d’Onomàstica, es muestra de unestudio que pretende estructurar la realidad vial y comarcal del territorio an-dalusí al tiempo que responder a ciertos interrogantes acerca de la presenciaconstante de ciertos topónimos: es el caso, por ejemplo, del Cid, término que ensu vertiente toponímica u onomástica le acompañará desde antiguo.

Uno de los campos que más reflexiones y más satisfacciones le propor-cionó en los últimos años de su carrera académica fue el traductológico. Míkelde Epalza había traducido numerosos textos del árabe para su propio trabajocientífico, pero nunca había dedicado el grueso de su esfuerzo a la actividadtraductora y a la reflexión traductológica. Y el caso es que él mismo confesó enalgunas páginas que dos de sus primeros grandes modelos de acercamiento alas realidades islámicas habían sido dos traducciones del Corán: la de su pro-fesor en Barcelona Juan Vernet y la de la islamóloga francesa Denise Masson,la “Dama de Marrakesh”. Epalza siempre había admirado el esfuerzo de estaúltima –inspirado en Massignon– en conseguir un texto francés que respondieselo más posible no sólo al contenido semántico del Corán, sino a toda la realidadlingüística que supone el texto coránico, y que pudiera ser apreciado por lospropios árabes musulmanes bilingües. Apreciaba asimismo grandemente latraducción de un antiguo amigo suyo, el profesor Julio Cortés, de la que esti-maba el afilado rigor traductológico combinado con un delicado gusto de sudicción castellana. Por motivos diversos, en especial la ausencia de traduccióncoránica a esa lengua, Epalza optó por realizar la traducción al catalán, for-mando un equipo con Josep Forcadell y Joan Perujo, de la Universidad de Ali-cante. Su traducción, en resumen, quería reproducir en lo posible la bellezaformal de la prosa rimada coránica y asimismo recoger todos los sentidos queciertos términos árabes reproducen y que se perderían con una traducción uní-voca. Enmarcando su traducción, además, Epalza quería mostrar el pasado deesas traducciones del Corán en ámbito hispánico, la especial naturaleza árabee islámica del texto coránico y los especiales principios que habían guiado alequipo en su labor. El resultado de todo ello fue L’Alcorà. Traducció de l’àrab alcatalà, introducció a la lectura i cinc estudis alcorànics (Barcelona, 2001), Premio Na-cional de Traducción en 2002. El libro fue considerado desde su aparición unade las grandes obras de Epalza y estimado por los expertos como un auténti-co punto y aparte en la historia de las traducciones del Corán.

Quisiera referirme para finalizar a un campo de trabajo que Míkel deEpalza apreciaba grandemente, si bien muchas veces no ha solido tener la con-sideración que merece: el trabajo bibliográfico y de comunicación de la laborcientífica. Una apreciable parte de su tiempo lo dedicó, a solas o en colabora-ción, a recopilaciones bibliográficas, comentadas o sin comentar, a comenta-rios de diversos libros sobre un tema, presentaciones de congresos científicos

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o apreciaciones sobre líneas de investigación en curso. Con ello no sólo dabacuenta del ritmo de sus lecturas o del volumen de sus noticias, sino que poníacon generosidad a disposición de la comunidad científica tanto la recopilaciónde lo publicado sobre un tema como las novedades sobre el mismo. La publi-cación de monografías bibliográficas o su continua participación en destacadasrevistas bibliográficas (Indice Histórico Español, Bulletin Critique des Annales Is-lamologiques, Aljamía) muestran la importancia que siempre dio a esta labor,ímproba en los tiempos pre-internet, reafirmado en su creencia de hacer circularla información entre la comunidad científica.

Hombre lleno de actividad y de ideas, conversador infatigable, defensora ultranza del diálogo sin trabas con el mundo árabe-islámico, muchas son lashuellas que Míkel de Epalza dejó entre sus compañeros y sus amigos. A la horade su muerte recibimos en el Área de Estudios Árabes e Islámicos de la Uni-versidad de Alicante mensajes de condolencia procedentes de cuatro conti-nentes y de más de quince países. Como siempre a lo largo de su vida, estuvomuy acompañado.

BIBLIOGRAFÍA

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___, «Breve estudio sobre el embajador Alfonso de la Serna: escritor y promo-tor de estudios hispano-árabes en el Mágrib (Túnez y Marruecos, moris-cos y el Estrecho)», Awrâq, 23, 2006, pp. 201-217.

___, «Nota en homenaje a la 9ª edición de El Corán de Julio Cortés (2005)», Bo-letín de la Asociación Española de Orientalistas, 42, 2006, pp. 85-97.

___, «Guerras y paces hispano-turcas. Algunas repercusiones teológicas en laobra de Manuel Traggia (fines del siglo XVIII)», Anuario de Historia de laIglesia, XVI, 2007, pp. 217-228.

___, «Relaciones entre España y Túnez en el siglo XIX: Nueva documentacióny síntesis», Anales de Historia Contemporánea. Universidad de Murcia. Mo-nográfico: Las relaciones de España con el Magreb. Siglos XIX-XX, 23, 2007, pp.259-276. (Con Abdel-Hakim Slama-Gafsi.)

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___, «Nota sobre un nuevo “falso” en árabe, de moriscos en el exilio, antes dela expulsión general (¿Túnez, 1603?): la pseudo-Tuhfa de Turmeda (3ªparte)», Sharq Al-Andalus. Estudios Mudéjares y Moriscos, 18, 2003-2007,pp. 133-144.

___, «El embajador Alfonso de la Serna, escritor y promotor de estudios sobrelos moriscos en el Magreb», Sharq Al-Andalus. Estudios Mudéjares y Mo-riscos, 18, 2003-2007, pp. 215-252.

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NECROLÓGICA. MARÍA JESÚSRUBIERA MATA (1942-2009)

Luis F. Bernabé Pons y José F. Cutillas Ferrer

Apenas seis meses después de la desaparición de su marido y compañe-ro en la Universidad, Míkel de Epalza, murió el 7 de junio de 2009 en Alican-te María Jesús Rubiera Mata, debido al agravamiento de una dolencia crónicaque empeoró sensiblemente durante la convalecencia de su esposo. Así, enmuy poco tiempo, el Área de Estudios Árabes e Islámicos se ha visto doloro-samente desprovista de dos bastiones fundamentales que la convirtieron enlo que es hoy. El mundo científico y académico se ha visto asimismo sorpren-dido por la desaparición de una profesora y científica de primer orden, sin lacual es difícil comprender el avance de algunas áreas de los estudios árabesen España. En plena producción intelectual –encabezaba en el momento de sumuerte un Proyecto de Investigación del Ministerio sobre “La literatura de laAlhambra”1–, su desaparición corta de forma abrupta unas investigacionesque, desde la madurez científica, estaba acometiendo en los últimos tiempos.

Nacida en 1942 en Madrid y madrileña de militancia toda su vida, supadre fue el hombre de negocios y productor de cine Jesús Rubiera, que inoculóen ella el gusto por las buenas películas que le acompañó siempre. Se licencióen 1965 con Premio Extraordinario en Filología Semítica en la UniversidadComplutense de Madrid, donde obtuvo el doctorado en 1972 con una tesissobre el poeta y visir granadino Ibn al-Yayyab (Granada, 1982), tesis dirigidapor su maestro, Elías Terés, y cuya aportación más sobresaliente fue el descu-brimiento entre la epigrafía de los muros de la Alhambra de poemas de al-Yayyab. Sus inicios como investigadora y docente fueron en la UniversidadComplutense como Profesora Ayudante (1966) y Profesora Adjunta (1975), ini-ciando unos temas de investigación en los que se vería la influencia del que ellasiempre calificó como el mejor de sus maestros, el citado Elías Terés. Una fo-tografía que ella tenía en mucha estima muestra a un grupo de estudiantescomplutenses (María Jesús Rubiera ente ellos) rodeando a Elías Terés en una sa-lida de campo a Montánchez.

1. Proyecto de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación HUM2007-65006-C02-01/FILO “La literatura de la Alhambra”.

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Sin embargo, el período más fructífero de su carrera docente e investiga-dora lo realizó en Alicante adonde se trasladó en 1982. En 1985 ganó la cátedrade Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad de Alicante y desde entoncesfue desarrollando –científica y académicamente– el Área de Estudios Árabes eIslámicos junto con Míkel de Epalza Ferrer. Gracias a su esfuerzo investiga-dor, plasmado en numerosas publicaciones de ámbito nacional e internacio-nal, logró un importante prestigio para los Estudios Árabes e Islámicos en laUniversidad de Alicante.

Su labor docente e investigadora está jalonada de premios de investigacióny de obras que han supuesto un aporte importante para el avance de los Estu-dios Árabes e Islámicos, tanto por sus traducciones y estudios de Literaturaárabe y andalusí, de la Historia de al-Andalus, la Lengua árabe y los arabismos,la Toponimia y Literatura comparada árabe-románica, lo que ha enriquecido lapercepción de la civilización árabe-islámica en su área de influencia. El home-naje que le fue tributado en las páginas de esta misma revista, en el que se re-visaba de forma minuciosa su obra, nos exonera aquí de hacer más que un rá-pido bosquejo de los caminos investigadores de María Jesús Rubiera.

De sus primeras investigaciones enraizadas en su tesis doctoral sacóMaría Jesús Rubiera las ramas principales de lo que iban a ser tres de sus prin-cipales vías de investigación (también tres de sus pasiones): el reino nazarí deGranada, la literatura de al-Andalus y la Alhambra de Granada. Granada fuepara ella una especie de lugar de iniciación. Iniciación a la poesía de los gran-des kuttâb granadinos, que ella traducía con pasmosa habilidad; iniciación almundo nazarí, entre cuyos enrevesadísimosos laberintos se movía con soltura;e iniciación asimismo al mundo estético árabe, hecho espacio en los versosepigrafiados en la Alhambra y Generalife, en sus jardines palatinos y en suimponente majestuosidad de palacio real. Granada y la Alhambra fue paraella una pasión que recorrió su vida y que puede ser rastreada a lo largo de sucurriculum, desde las grandes familias nazaríes, pasando por la poesía y laAlhambra, hasta llegar a los moriscos granadinos y la familia de los Muley-Fez, a la que ella, capaz de verla en perspectiva diacrónica, encajó en su justovalor. Su último trabajo, publicado en Al-Qantara y que le llegó cuando su es-tado ya era muy delicado, le había llenado de ilusión investigadora pero es-pecialmente de una suerte de sentimiento de recompensa al haber dado luz alo que ella juzgaba uno de los arcanos de la dinastía nazarí.

De la poesía granadina marchó María Jesús Rubiera al conjunto de la li-teratura de al-Andalus de la mano cercana de Elías Terés y algo más lejana deGarcía Gómez. Aunque nunca abandonó, en ciencia y en divulgación, a suamada poesía epigráfica alhambreña, un encargo de Elías Terés para un librode conjunto sobre las literaturas de la Península Ibérica, le hizo ver la necesidadde visiones amplias acerca de lo que se llamaba entonces literatura hispanoá-rabe. Sus trabajos y libros de conjunto sobre literatura andalusí, uno de ellos tra-ducido al árabe en Egipto, siguen siendo manuales de refererencia sobre la

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materia, con sus traducciones hechas ad hoc y su esfuerzo continuo en la ex-plicación estética y estilística de los productos literarios de al-Andalus. Ya ra-dicada en Alicante, volcó parte de su esfuerzo en poner negro sobre blanco a lospoetas del Sarq al-Andalus, muy desconocidos en un Mediterráneo que, pesea presumir de su pasado árabe, apenas tenía noticia de las poesías de Ibn Jafayao Ibn al-Labbana. Las versiones que de sus traducciones se hicieron al catalány al valenciano llegó a hacer popular en la Comunidad Valenciana, pero tam-bién en Cataluña o en Baleares, la poesía sharqí.

La literatura clásica le llevó asimismo por derroteros más específicos,como las narraciones y su valor simbólico (la mesa de Salomón, la conquista deal-Andalus…) y la estética y la apreciación de la belleza en la civilización árabe.Uno de sus más reputados libros, La arquitectura en la literatura árabe. Datos parauna estética del placer, traducido al italiano y al alemán, fue el trampolín para susinvestigaciones y reflexiones sobre las categorías estéticas (pero también so-ciales, políticas y simbólicas) árabes, categorías que luego aplicó a sus trabajosen torno al amor o a la mujer entre los árabes, a la que se había acercado agru-pando en un libro a las poetisas surgidas en al-Andalus. Igualmente, la litera-tura le condujo a territorios más fronterizos: tal sus estudios sobre la presenciaárabe en autores medievales y contemporáneos, sobre el origen árabe de al-gunos cuentos, o sobre la presencia románica extra-andalusí en las jarchas en-gastadas en algunas de las moaxajas conservadas.

La huella luminosa de su maestro Elías Terés también se dejaba sentir enel interés de María Jesús Rubiera por la historia y la sociedad de al-Andalus. In-terés global, de voluntad hermenéutica de toda una sociedad, su investiga-ción le llevó de las instituciones sociales a la ordenación del territorio, de latoponimia a la arqueología, de la política de las cortes árabes taifales a las con-versiones medievales. Su pretensión era explicar un territorio, un personaje oun fenómeno acudiendo a la mayor cantidad de análisis posible: lingüístico, geo-político, social… Sus aportaciones a la estructuración vial del Sharq Al-Anda-lus, conjugando territorio, política y toponimia, quedan como ejemplos de tra-bajos en los que la realidad andalusí cobra una entidad propia. Es una pena queno se decidiera nunca a publicar algunos trabajos en este ámbito que hubierancontribuido al debate.

Sus trabajos acerca de los moriscos, por acabar con el ámbito cercano a la re-vista que acoge estas páginas, venían igualmente de su curiosidad e interés por lasmanifestaciones culturales andalusíes. Ya se ha mencionado su artículo sobre la fa-milia de los Muley, pero igualmente son importantes sus trabajos sobre el Mancebode Arévalo, sobre el que dirigió un Proyecto de Investigación en la Universidadde Alicante, sacando a la luz el fabuloso escondite de Algecira del Conde, dondeun día de principios del siglo XVI se ocultara el sabio ‘Ali Sarmiento, espía del ReyCatólico, o proponiendo la identidad judeoconversa –más tarde morisca– delmismo autor castellano, trasmutando un desconocido autor en un perfecto re-presentante de los tres grupos que aún se hacían notar en la España moderna.

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Todo este esfuerzo reflexivo e investigador fue parejo al esfuerzo acadé-mico y administrativo por implantar y desarrollar los Estudios Árabes e Islá-micos en la Universidad de Alicante, primero con la implantación de la Licen-ciatura y más tarde con el Doctorado en Filología Árabe. Toda esta labor hatenido su reflejo en los diferentes investigadores a los que supo formar y atraerpara ir fomentando áreas de investigación, algunas novedosas en el ámbitouniversitario español. Buena conocedora de los entresijos de la gestión uni-versitaria, María Jesús Rubiera siempre estuvo atenta a empujar a su Área–también a su Departamento– a avanzar en todos los órdenes.

Del mismo modo, intentó dotar a su Área de Estudios Árabes e Islámicosde los instrumentos académicos usuales de difusión de la investigación. Deesa voluntad, y del conocimiento que ella tenía del mundo académico, surgióla revista Sharq Al-Andalus. Estudios Árabes e Islámicos, dirigida por ella en va-rios números y que acogió en su número 10-11 un homenaje tributado por elmundo académico en el que se explora de forma minuciosa su vida y su obracientífica. Tras el congreso “La voz de mudéjares y moriscos”, organizado porella en Alicante, y la publicación de sus actas en el número 12 de la revista, sedecidió que ésta se especializara en el mundo mudéjar y morisco, pasando a de-nominarse Sharq Al-Andalus. Estudios Mudéjares y Moriscos. Su afán por incre-mentar los ámbitos de cooperación interdisciplinar le hizo interesarse por cam-pos de la expresión cultural –como el cine o el teatro– que no son los usualesdentro de nuestros ámbitos de estudio, buscando elementos interdiscursivosque revelaran características de la cultura árabe. De la misma forma, nuncaquiso dejar pasar los avances que las nuevas tecnologías ofrecían al mundodocente y académico. Fue ella de las primeras que aprendió a usar los progra-mas informáticos de tratamiento de textos en árabe y, entre otras iniciativas, em-prendió la creación y dirección del Portal “Literatura de Mudéjares y Moriscos”,dentro de la Biblioteca Virtual “Miguel de Cervantes” de la Universidad deAlicante. Trabajadora empedernida, su fuerte carácter le impedía oír hablarde una jubilación anticipada, que le aconsejaba su delicada salud, y su enfer-medad final la sorprendió con varios trabajos en prensa y con muchas anota-ciones recogidas para trabajos futuros. Aún en sus últimas semanas repasabacon compañeros de Alicante y de Granada los avatares de su Proyecto de In-vestigación acerca de la literatura sobre la Alhambra, opinaba sobre las nece-sidades docentes del Área o pensaba en nuevos libros para leer. Su trabajo y susideas perviven en las labores de muchos de sus discípulos que siguen en varioscampos con las actividades que ella inició en Alicante.

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RECENSIONES

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RECENSIONES

OLIVO, Jorge del, Los moriscos de Calatayud y de la Comunidad de Calatayud (1526-1610), Teruel, Centro de Estudios Mudéjares, 2008, 214 (serie Estudios Mudéjares).

Abundantes son las investigaciones y la literatura dedicadas al tema de losmoriscos españoles, y es previsible que su volumen aumente de manera con-siderable en torno a 2009, fecha en que se cumplen 400 años de la promulgacióny del comienzo de la aplicación de la orden de expulsión dictada por Felipe III.

Como muestra, un botón: según una información difundida el 10 demarzo de 2009 a través de la página web de la Fundación Española de Histo-ria Moderna1, La Librería de Cazarabet, establecimiento ubicado en la localidadturolense de Mas de las Matas, anuncia que ya dispone de las siguientes no-vedades editoriales sobre el asunto: Los moriscos de la ciudad de Huesca. Una con-vivencia rota, de Ánchel Conte Cazcarro (Instituto de Estudios Altoaragone-ses), Juan Ripol y la expulsión de los moriscos de España, de Santiago TalaveraCuesta y Francisco J. Moreno Díaz (Institución “Fernando el Católico”), Elpuerto de Dénia y el destierro morisco (1609-1610), de Manuel Lomas Cortés (Pu-blicacions de la Universitat de València), Los moriscos de Calatayud y de la Co-munidad de Calatayud (1526-1610), de Jorge del Olivo (Centro de Estudios Mu-déjares), y La expulsión de los moriscos del Reino de Aragón. Política y administraciónde una deportación (1609-1611), también de Manuel Lomas Cortés (y tambiéndel Centro de Estudios Mudéjares). A dichos títulos añade, además, la obraExpulsión y diáspora de los moriscos, estudio inédito del erudito madrileño Gre-gorio Marañón (1887-1960) publicado por Taurus en 2004 tras la celebración dela Semana Marañón correspondiente al año anterior, en la que participaroncomo ponentes los historiadores Joseph Pérez, Luis Suárez y Gonzalo Anes.

Entre otras cosas, los títulos mencionados reflejan el esfuerzo editorialque están realizando los principales centros de estudios de Aragón (respon-sables de cuatro de esas seis obras) para contribuir a colmatar la laguna de co-nocimientos de que todavía adolecemos al respecto de los moriscos aragoneses.De hecho, especialistas como Gregorio Colás Latorre han hecho reiteradas ad-vertencias sobre la desigual atención prestada a los moriscos de los reinos deGranada, Valencia, Castilla y Aragón, en beneficio de los tres primeros terri-torios, fenómeno debido entre otras cosas a la existencia de documentación

1. La información ha sido consultada por línea el 10/03/2009 en la dirección <http://www.mo-derna1.ih.csic.es/fehm/FMPro?-db=boletin.fp5&-format=buscar_resulta_detalle.htm&-op=eq&novedad=si&-op=eq&validado=V&-recid=35236&-token=UltimasNoticias&-find>.

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más abundante y accesible referida a ellos2. A título de ilustración, me limita-ré a citar aquí un comentario de otro investigador, Juan Ramón Royo García,quien recuerda que los autores de una de las obras clásicas sobre el asunto“sólo dedicaban siete líneas para referirse a la conversión de los moriscos ara-goneses frente a las informaciones detalladas para Granada y Valencia”3.

Según confesión del propio Jorge del Olivo (p. 9), su estudio se incardinaen la línea de trabajo aludida, que no sólo pretende renovar la historiografíasobre la comunidad morisca en Aragón, sino que, además, trata de equipararel grado de conocimiento sobre ella con el que ya se tiene de los casos valen-ciano o granadino. Del Olivo recuerda las principales contribuciones a la re-novación de los estudios sobre los moriscos aragoneses (y sobre los bilbilitanosen particular), haciendo especial hincapié en los esfuerzos realizados por elInstituto de Estudios Turolenses y el Centro de Estudios Mudéjares, plasmadosen la celebración, desde 1975, de los Simposios Internacionales de Mudejaris-mo y en la publicación de la revista Sharq al-Andalus y de la serie de monogra-fías que lleva por título “Estudios Mudéjares”. Pero, de modo más preciso, elautor reclama como piedra angular de sus hipótesis de trabajo las ponenciaspresentadas en 1996 al séptimo de dichos simposios mudejaristas por los his-toriadores Serafín de Tapia Sánchez, Santiago La Parra López y Gregorio ColásLatorre, con especial mención del trabajo de este último (p. 11).

De hecho, los cinco capítulos y las conclusiones del libro de Jorge delOlivo desarrollan, con el refuerzo del apéndice documental que cierra el vo-lumen, un discurso que insiste en la necesidad de acercarse a los moriscos deCalatayud y su comunidad de aldeas sin los prejuicios derivados de la imagenperversa del morisco que comenzó a elaborarse en la segunda mitad del sigloXVI con vistas a justificar su expulsión4. Unos prejuicios que todavía pervivenen la actualidad, como se desprende del empleo habitual del término “moris-co”, que adquirió tintes peyorativos y se popularizó sobre todo a partir de

2. Como no se trata de resultar exhaustivo, véanse las consideraciones que sobre el asunto hizodicho autor ya en Gregorio COLÁS LATORRE, «Los moriscos aragoneses y su expulsión», enDestierros aragoneses. I. Judíos y moriscos, Zaragoza, Institución “Fernando el Católico», 1988, pp.189-215.

3. Juan Ramón ROYO GARCÍA, La Bula Salviática en el condado de Morata, Zaragoza, Institución“Fernando el Católico”, 2005, p. 7, n. 6. La obra a la que se refiere es la de Rafael BENÍTEZ SÁN-CHEZ-BLANCO y Eugenio CISCAR PALLARÉS, «La Iglesia ante la conversión y expulsión de los mo-riscos», en Historia de la Iglesia en España, Madrid, La Editorial Católica, 1979, t. IV, pp. 253-307.

4. Hace ya años que Teófanes Egido explicó que en los memoriales de las Cortes castellanas delsiglo XVI “se percibe el paso a la fabricación y difusión del mito de la peligrosidad temible dela minoría [...] El mito está perfectamente trazado ya desde el decenio de 1590: los moriscosbuscan la destrucción de los reinos” (Teófanes EGIDO LÓPEZ, «Las Cortes y la cultura», en LasCortes de Castilla y León en la Edad Moderna. Actas de la Segunda Etapa del Congreso Científicosobre la Historia de las Cortes de Castilla y León. Salamanca, del 7 al 10 de Abril de 1987, Valladolid,Cortes de Castilla y León, 1989, p. 424).

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1610, viniendo a sustituir en el discurso oficial a la expresión “nuevo conver-tido”, de uso general en la documentación coetánea.

Para combatir tal imagen y la construcción ideológica que la sustenta,Del Olivo recurre a dos herramientas que confieren a su trabajo un tono críti-co ciertamente interesante: por un lado, se ampara en una sólida bibliografíaque maneja con sentido crítico y en la que se combinan estudios realizadospor historiadores (a los ya citados De Tapia, La Parra y Colás, cabe añadir otrosde Antonio Domínguez Ortiz, Bernard Vincent, Henri Lapeyre, Rafael Bení-tez Sánchez-Blanco, María José Cervera Fras y María Isabel Álvaro Zamora,amén de los escritos clásicos sobre el tema) con otros surgidos en el ámbito dela antropología (Manuel María Marzal, Elio Masferrer Kan y Clifford Geertz,por ejemplo) y de la sociología (Émile Durkheim, principalmente). A partir detales lecturas infiere con acierto la necesidad de distinguir entre “identidad” y“personalidad” (p. 23), prefiriendo aquella noción a esta por cuanto implicaatender al contexto específico en que se manifiesta. Un contexto que se revelafundamental para comprender la religiosidad de los nuevos convertidos sinreiterar los lugares comunes que han servido de base a la identificación deestos como una quinta columna del Imperio otomano, fiel a su fe y sus ritos mu-sulmanes (que seguían practicando en secreto) y presta a alzarse en armas con-tra los católicos, tenidos por enemigos irreconciliables5.

Ahora bien, con ser importante esta herramienta, resulta aún más ilus-trativa la segunda: el elenco documental que maneja Jorge del Olivo. Pese aser de modestas dimensiones y comportar a menudo dificultades de acceso yconsulta (por no hablar de los desiguales resultados que suele reportar su aná-lisis), los fondos concejiles, parroquiales y notariales de los que se sirve le ayu-dan a aquilatar las hipótesis planteadas en el primer capítulo del libro, abo-nando la idea de una comunidad de nuevos convertidos aragoneses capaz deconvivir con sus coterráneos cristianos viejos. De hecho, llama la atención la in-sistencia del autor en la escasa diferenciación entre los miembros de ambosgrupos, constatable a través de la documentación, que en ciertas ocasioneshace imposible identificar quiénes son en realidad cristianos nuevos (pp. 25-26).

Esta idea se trasluce a lo largo del capítulo 3 (el más extenso del volu-men, puesto que sus 67 páginas ocupan casi la tercera parte de este), dondese analiza «La vida cotidiana de las comunidades moriscas». En él se corrobo-ran la igualdad de cristianos nuevos y viejos ante las instituciones del reino(p. 62) y la presencia de aquellos en todos los sectores fundamentales de laeconomía de la Edad Moderna (p. 115), hechos ambos que también obligan a re-considerar la imagen tópica del morisco y de las actividades productivas a las

5. A este asunto dedica el autor uno de sus trabajos precedentes: Jorge DEL OLIVO FERREIRO, «Re-ligiosidad morisca. Los nuevos convertidos de Calatayud y la Comunidad de Calatayud antesu nueva religión», en Actas del X Simposio Internacional de Mudejarismo: 30 años de Mudejaris-mo, memoria y futuro [1975-2005], Teruel, Centro de Estudios Mudéjares, 2007, pp. 413-432.

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que se dedicaba para ganarse la vida. En este sentido, quizá la informaciónmás sugerente sea la referida al cultivo de la vid en propiedades de gran tamaño(p. 104). Del Olivo pone este hecho en relación con la existencia de nuevos con-vertidos que por la misma época trabajan en Zaragoza como lagareros de vino,y no descarta que la producción obtenida en dichas explotaciones se destina-se a la elaboración de vino, e incluso que este se destinase al autoconsumo,contraviniendo de modo evidente los preceptos coránicos (pp. 104-105). A lavista de los datos reunidos, el autor insiste en sus conclusiones en que “La im-bricación del nuevo convertido en la economía de los siglos XVI y XVII no conociómás límite que el que se pudiese derivar de la estricta aplicación de los estatutosde limpieza de sangre” (p. 155).

En suma, entiendo que el estudio de Jorge del Olivo constituye un hito im-portante en el camino emprendido en pos de la renovación historiográfica denuestro conocimiento sobre los nuevos convertidos aragoneses. Adoptando unapostura crítica hacia la literatura clásica sobre el asunto, ha sido capaz de explo-tar un corpus documental inédito que contiene información que ilustra la com-pleja realidad de dicha minoría, que en el caso aragonés parece que fue una“parte indiferenciada” (p. 13) de la sociedad aragonesa. Evidentemente, los usosy prácticas religiosos no se olvidan con facilidad, por lo que es plausible pensarque pudo haber criptomusulmanes entre los recién convertidos o sus descen-dientes. Pero, a la vista de la documentación que se va conociendo, no es co-rrecto sostener, como se ha venido haciendo, que todo el grupo seguía islami-zando en secreto. Antes al contrario, las fuentes corroboran la hipótesis de laconvivencia y de la tendencia a la asimilación de la minoría, circunstancia que enel terreno económico y jurídico llegó a producirse, como ya se ha apuntado.

Dos ejemplos pueden resultar ilustrativos del grado de convivencia alcan-zado o, cuando menos, refuerzan la idea de que los nuevos convertidos no erantenidos como una amenaza por sus convecinos: el primero, aportado por el autor,nos revela que una morisca, Gerónima de Alcanillo, “regentó una posada a pesarde las instrucciones que daba la Suprema en contra de que esto sucediese, por laposibilidad que ofrecía de encubrir la apostasía de su dueño y sus correligiona-rios” (p. 156). El segundo, del que ya hablé en su momento6, se contiene en la de-claración de Juan de Luna, diputado del reino en 1591 y una de las cabezas dellevantamiento contra Felipe II que tuvo lugar en dicho año. Según este testimo-nio, cuando el Justicia de Aragón y la Diputación trataron de reunir un ejércitopara resistir al que enviaba el rey, enviaron cartas “a los lugares de moriscos rea-lengos para que viniesen a acompañar al Justiçia para la dicha salida contra elexercito de Su Magestad conforme a las letras conbocatorias que se havian en-

6. Jesús GASCÓN PÉREZ, «El “vulgo ciego” en la rebelión aragonesa de 1591», Revista de HistoriaJerónimo Zurita, n.º 69-70, 1994, pp. 112-113. La confesión del diputado le fue tomada el 20 deabril de 1592 en el castillo de Santorcaz, donde se encontraba preso, y hoy se conserva en elArchivo General de Simancas, sección Estado, 1. 37, f. 40v.-41.

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biado por el reino”. Para dicho cometido se recurrió a un “morisco sambenitado”,Juan de Albariel, en cuyas manos se pusieron las misivas para Brea, Calatorao ySabiñán, y a quien se pidió consejo sobre las personas a las que se podría enco-mendar el mando de los soldados aportados por dichas aljamas. En palabrasdel diputado, “el dicho Albariel nombro a Francisco Muñoz, del avito de SanJuan, natural de Calatayud, y a Miguel de Heredia, vezino de Saviñan, primo dela muger de Alonso de Contamina, porque eran conoçidos de dichos lugares. Yeste que declara y el dicho Justiçia nombraron por caudillos y capitanes de las di-chas aljamas y les hizieron sus patentes de capitanes y caudillos dellas, y lasunas y las otras dieron al dicho Juan de Albariel para que las enviase”.

El hecho de recurrir a la minoría conversa resulta llamativo, pero lo es to-davía más el argumento con que justicia y diputado vencieron la resistenciainicial de Albariel a comprometerse en el movimiento de resistencia a Felipe II.Según Luna, “por el dicho Justiçia y este confesante se le dixo que pues erapara servicio del reyno y eran aragoneses y goçavan de las libertades como losdemas regnícolas, en tal ocasion no tenia de que embaraçarse, porque si se to-mavan las armas con efeto, como estava acordado, no tenia de que temer”. Se-mejante afirmación no es gratuita, sino que se ve refrendada por la documen-tación, y en otros lugares de Aragón, como es el caso de Huesca, se hanencontrado testimonios que corroboran la plena integración de los nuevos con-vertidos en la sociedad aragonesa de la Edad Moderna. A este respecto, ÁnchelConte Cazcarro concluye que “eran tan aragoneses como los cristianos viejos yse regían por el Fuero de Aragón”, y Gregorio Colás Latorre subraya que “desdesu bautizo, eran oscenses en el pleno sentido de la palabra y también por ley”7.

A la vista de estos ejemplos y de otros que sin duda la documentaciónseguirá proporcionando, parece posible concluir que la revisión historiográfi-ca iniciada goza de buena salud y tiene ante sí un futuro prometedor. Siempre,claro está, que se siga investigando de forma rigurosa y sin descanso. En estesentido, aportaciones como la de Jorge del Olivo resultan estimulantes, sobretodo cuando se hacen con la prudencia que demuestra el pasaje con que cierrasu discurso: “Que pueda extrapolarse esta semblanza al conjunto de Aragón [...]es una posibilidad que ha de esperar su confirmación a través de más estu-dios locales y mediante la elaboración de síntesis interpretativas que lleven a unestado superior el conocimiento de la minoría” (p. 158).

Jesús GASCÓN PÉREZ

7. Ambos juicios se expusieron en el acto de presentación del libro de Conte Cazcarro mencio-nado líneas atrás, según se informa en Diario del Altoaragón, 26 de febrero de 2009, p. 41.

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HARRIS, A. Katie, From Muslim to Christian Granada. Inventing a City’s Past inEarly Modern Spain, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 2007.

¿Puede una ciudad reinventarse a sí misma? ¿Puede una ciudad y sushabitantes otorgarse un pasado de acuerdo con sus propias convicciones, consus deseos más establecidos? Éste es el espacio conceptual que explora el librode A. Katie Harris a propósito de la Granada del siglo XVI, esa Granada queapenas un siglo después de haber sido conquistada genera un discurso de apa-rente autorreconocimiento suprahistórico. Los libros plúmbeos del Sacromon-te, junto al pergamino de la torre de la catedral, ofrecieron la oportunidad a losgranadinos a partir de finales del siglo XVI de poder reescribir su “historia”,limpiándola a fuerza de cristianizarla y proyectándola hacia un futuro ejemplar.Se trata, pues, de un libro sobre la identidad de una ciudad y de una comuni-dad (¿comunidades?), que parte de una base teórica que luego va encontrandocierto refrendo en el análisis histórico.

El análisis minucioso de esa invención del pasado y sus consecuenciases el objeto principal del trabajo de Katie Harris. La autora, tras situar en elpunto de partida de su libro los descubrimientos del pergamino de la TorreTurpiana (marzo, 1588) y de las reliquias y libros de plomo del monte Valparaíso(a partir de febrero de 1595), en un prólogo con el sugestivo título de «OldBones for a New City», pasa a centrar su atención en la Granada del siglo XVI.Un elemento que será ubicuo a lo largo del libro, vertebrando la visión de Ha-rris, aparece ahora plasmado por vez primera: la progresiva cristianización dela ciudad rendida en 1492. Cristianización que, acertadamente, no sólo sitúa enel mandato de las nuevas autoridades o en la llegada de población cristiana,sino que describe desde las perspectivas del urbanismo, de las institucionesque llegan nuevamente a la ciudad y de las distintas fuerzas que recorren losheterogéneos tejidos sociales que van conformando la nueva ciudad. Aunquese pasa revista a las principales transformaciones espaciales de la ciudad y a lasnuevas instituciones con las que los reyes impulsan a la ciudad, o que surgenmotivadas por sus especiales características (abundancia de monasterios, con-ventos y casas religiosas, llegada de la Inquisición, etc.), la autora tiene especialinterés en resaltar la poliédrica composición de la sociedad de Granada. Una so-ciedad que muestra muchas más aristas de lo que pudiera pensarse en un prin-cipio, marcada por las tensiones entre los representantes de distintas institu-ciones, por las ansias de ligazón de las élites con grandes familias y por lapresencia inevitable, durante gran parte del siglo, de una élite social moriscaque también ocupa altos puestos en el escalafón social granadino. Esta élitemorisca, al igual que ciertos prominentes conversos, desarrollará una serie deestrategias de inserción no traumática en la sociedad. Katie Harris incide tam-bién en la heterogeneidad de la población morisca granadina, aunque quizápasa muy rápidamente sobre el tema, aplicando conceptos (“colaboradores”, ta-qiyya, etc.) que hoy día están siendo puestos en cuestión. La guerra de las Al-pujarras vendrá a poner fin a esta situación arrastrada desde la conversión ge-

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neral de comienzos de siglo. El conflicto armado provocará una notable des-población del Reino –con graves consecuencias económicas–, así como un au-mento de las tensiones entre moriscos y cristianos viejos. Es en esta “depressedand nervous city” en la que actuarán los descubrimientos.

El pergamino, los libros plúmbeos y la campaña de Pedro de Castro en posde su legitimación ocupan el capítulo 2 del libro. Para la autora, los descubri-mientos en cierta forma reflejan el carácter multicultural que sobrevive en Gra-nada tras las Alpujarras, proponiendo “a bold new amalgam” entre las tradi-ciones culturales de los moriscos y la población cristiana inmigrante. Losmoriscos querrían aliviar su peligroso estado reafirmando su cultura tradicio-nal dentro de un molde cristiano. No acaba de verse con claridad, sin embar-go, qué límites presentan esos ingredientes, qué cultura tradicional aportanlos moriscos (¿islámica? ¿árabe?) o de qué forma se va haciendo esa amalgama,se sugiere, sincrética. Katie Harris, por la fecha de su libro, seguramente noha tenido la oportunidad de comprobar los recientes aportes de la crítica, en es-pecial los libros coordinados por Manuel Barrios Aguilera y Mercedes García-Arenal, que tan profundamente han renovado las perspectivas sobre el tema.Basándose en la traducción del marqués de Estepa (ed. Hagerty), que tienesus riesgos, sugiere una combinación de ambas religiones, pero es difícil ad-vertir de qué tipo, lo que nos lleva a la pregunta de si los moriscos que cons-truyeron los libros, aparte de moriscos, eran musulmanes. Con todo, la autoraha hallado una fórmula, a mi juicio feliz, para definir el contenido de los plo-mos: “less a complete synthesis than a redefinition of Christianity along Mus-lim lines”. Claro que queda pendiente afinar en qué sentido se redefine esecristianismo. La última parte del capítulo resulta fundamental en el decurso dellibro en tanto en cuanto va a actuar de enlace con la historia de la recepción delos plomos, desarrollada posteriormente. Tras presentar a los principales pro-tagonistas señalados por la historiografía, moriscos y cristianos viejos, y resu-mir el destino final de los textos plúmbeos, el libro se coloca en la propagandadesplegada por el arzobispo Castro a favor de los plomos. Propaganda, comocon mucho acierto señala la autora, que se centra en la veracidad de los textos,cuyo contenido en realidad fue accesible a poca gente.

A partir del tercer capítulo comienza lo que podríamos calificar como elnúcleo principal del libro: el estudio pormenorizado del impacto que los li-bros de plomo surgidos del monte Valparaíso van a tener en el pensamiento declérigos e intelectuales de Granada, la forja de una piedad especial surgida dela ardiente aceptación de esos textos así como la paulatina aparición de unaidentidad civil granadina que se reconoce en lo que los textos aparecidos apor-tan sobre su pasado y sobre la forja de una Granada mítica. El lector asisteapasionado a la descripción y análisis de cómo los textos que aparecen a fina-les del siglo XVI proponiendo un pasado glorioso –y sospechado hasta enton-ces– para Granada generan una catarata de ritos, piedades y reconocimientosidentitarios que cambian la faz de Granada en algunos aspectos hasta hoy día.

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La visión de la Historia que se deriva de los plomos, con un pasado apos-tólico para Granada, hurtada de repente a su ayer islámico, hizo que pronto se im-pusiera un talante más cercano a la historia local, como indica Harris, que a lasdificultades que planteaban la aparición de un San Cecilio y un Concilio de El-vira, entre otros. De esta forma, a través de una brillante revisión llevada a cabopor la autora, la historiografía granadina pronto se pone manos a la obra para de-fender tan excepcional regalo surgido de sus entrañas. A través de unas páginasmuy valiosas podemos ir viendo cómo los defensores de los plomos van solidi-ficando una nueva identidad granadina a través de ese nuevo pasado: como se-ñala la autora, la indagación histórica es indisoluble de la visión hagiográfica. Asílos autores dibujan una línea continua desde esta paleo-Granada hasta la Granadade Felipe III, a través de las sucesiones de obispos y, especialmente, establecien-do un paralelismo directo entre esos mártires cuyas cenizas se han hallado y losmártires cristianos de la rebelión de las Alpujarras, dentro de la mentalidad mar-tirial de la que ha hablado sabiamente Barrios Aguilera y que pesaba –y mucho–en la mentalidad de la ciudad y de sus dirigentes. Los Plomos actúan como la brú-jula que señala una dirección celestial que alinea a esa primitiva Granada cristianacon la que se va física y socialmente cristianizando en el siglo XVI y con la Jeru-salén celeste, premio de todos los creyentes.

El cuarto capítulo sale de los discursos eruditos para dar cuenta de la ri-tualización que también materializó esa Granada que se iba haciendo. Desde elritual de “la Toma”, repetido anualmente desde el mismísimo 2 de enero de1492, pasando por sermones, procesiones y otras manifestaciones del mismotenor, la autora analiza ese estandarte de cristianización al que van a venir aapoyar los libros plúmbeos del Sacromonte. Un aspecto particularmente inte-resante de estas páginas es el mostrar, digamos, la socialización del discurso ri-tual: de lo litúrgico se pasa a lo civil, incluyéndose finalmente toda la ciudad ensu celebración. Las tensiones entre los eclesiásticos y cargos municipales por laostentación y control del poder ritual a través de los símbolos de la ciudad secuentan entre las mejores páginas del libro.

El largo capítulo 5 («The Plomos and the Sacrononte in Granadino Piety»)explora de forma detenida la espiritualidad y la piedad generada por los des-cubrimientos del monte Valparaíso. Describiendo la geografía sagrada grana-dina, Katie Harris da cuenta de cómo el centro espiritual de la Granada cris-tiana, simbolizado en la catedral (no estoy seguro de que tanto en lasparroquias) se vio alterado por los descubrimientos de los Plomos. Un nuevocentro de piedad se abría más allá de la geografía tradicional, un nuevo centro,además, con reminiscencias antiguas para los moriscos por las rábitas que allíhabían existido. Las similitudes entre algunos fenómenos ligados a la religio-sidad popular musulmana (luces en las tumbas de santos, milagros alrededorde ellas, etc.) y lo que sucederá después en el Sacromonte, expuesto diestra-mente por la autora, resultan atractivas a la hora de intentar comprender lapreparación de todo el asunto. Los mapas contemporáneos, incorporados al

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libro, muestran la importancia de los nuevos lugares espirituales de Granada,que se alzan frente a la Alhambra formando un triángulo con la catedral dedialécticas complejas. Esta nueva espiritualidad dará un empujón definitivoa la veneración a San Cecilio frente a San Gregorio, veneración poco a pocoasumida por todos y que también conducirá al devotísimo culto a la Inmacu-lada Concepción, hasta conseguir una “Granada Inmaculada” que, anunciadaen los Plomos, viene a ser un símbolo popular.

Concluye el libro un epílogo en el que Katie Harris señala la continuidadde los defensores de la autenticidad de los Plomos –y de la “auténtica” identi-dad de Granada, pues– incluso más allá de la condena papal del 6 de marzo de1682, dejando patente cómo la cuestión había finalmente llegado a ser esen-cialmente “granadina”. Pasa revista a continuación a las distintas hipótesisque han circulado y circulan en torno a la autoría de las falsificaciones, aña-diendo a lo ya sabido que quizá en todo el asunto pudo haber una intervencióneclesiástica a favor de San Cecilio y en detrimento de San Gregorio. Aportan-do una perspectiva nueva, la autora sitúa esta fabricación de textos en la coli-sión de intereses de grupos enfrentados por el poder en una ciudad que aún es-taba en pleno proceso de consolidación social.

Se trata de un libro muy interesante. Un libro que sobre la base de la in-vestigación, siempre arriesgada, en torno a la identidad, acierta a poner enfuncionamiento todas las fuerzas que actúan en la Granada del XVI. Aunquequizá la parte de la sociedad morisca, sus intereses y motivaciones, sea lamenos profundamente analizada, el lector asiste en las páginas de Harris auna continua dialéctica civil y eclesiástica, erudita y popular, morisca y cristianovieja que va conformando la Granada cristiana y que sufre una gran convulsióncon los Plomos del Sacromonte, que la interpelan directamente acerca de loque es la visión de sí misma. Una Granada que ha tenido un duro proceso decolonización en el siglo XVI ve en los Plomos del Sacromonte la oportunidadde redimirse en la uniformidad cristiana. Las perspectivas que abren las pági-nas del libro de Katie Harris merecen sin duda una lectura muy atenta.

Luis F. BERNABÉ PONS

LOMAS CORTÉS, Manuel, La expulsión de los moriscos del Reino de Aragón. Políticay administración de una deportación (1609-1611), Teruel, Centro de Estudios Mu-déjares, 2008, 358 pp., ISBN: 978-84-96053-31-1.

Como anticipo a los numerosos actos con los que este año 2009 se con-memora el 400 aniversario de la expulsión de los moriscos, el Centro de Estu-dios Mudéjares ha publicado esta obra donde se analiza la expulsión de losmoriscos del reino de Aragón y las decisiones políticas y administrativas quese adoptaron para llevarla a cabo.

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Manuel Lomas, sustentado en una exhaustiva investigación recopiladaen diferentes archivos, aborda la expulsión de los moriscos aragoneses inser-tándola en el marco general de lo que fue el proceso general de expulsión de losdiferentes territorios de la monarquía hispánica. De este modo, iniciada la ex-pulsión con los moriscos valencianos en el mes de septiembre de 1609, resultaindudable que la experiencia aquí acumulada sirvió a la corona de modelopara el resto de las expulsiones. Es de agradecer, por tanto, el esfuerzo delautor por no centrar su trabajo exclusivamente en el caso aragonés y por tratarde enmarcarlo en un ámbito más general: resto de expulsiones, política exteriorde la monarquía, movilización general de recursos, etc. Por otra parte, aun-que resulta evidente que la expulsión de los moriscos valencianos sirvió parasembrar la incertidumbre en el seno de las comunidades moriscas aragone-sas, que a partir de esos momentos se prepararon para una expulsión que con-sideraron inminente, se resalta en el estudio las protocolarias y falsas promesasque se les hicieron desde las diferentes instituciones de la monarquía de queiban a quedar exentos de la expulsión.

En Aragón, y lo mismo aconteció en los otros territorios de población mo-risca, la escasa o nula documentación propia de los moriscos impide conocercon detalle cómo vivieron las comunidades moriscas el proceso de su expulsióny las medidas que fueron adoptando conforme se iba materializando. En estesentido, la dependencia de las fuentes cristianas hace que se acabe percibien-do la expulsión como una especie de operación quirúrgica, donde lo menosimportante era el propio paciente y donde todos los cirujanos que intervinieronse dedicaron a ejecutar asépticamente la función que se les había asignado, sinimportarles en exceso el sufrimiento o los sentimientos de una población a laque se obligaba a marchar desde su tierra de siempre al exilio y en unas con-diciones que, como mínimo, cabe calificar de ignominiosas. Este libro y otrosque tratan de la misma cuestión adolece, no por culpa atribuible a los investi-gadores y sí por falta de documentación, del reflejo fidedigno del drama hu-mano que, sin duda, existió. Incluso, tal vez se incide demasiado en hacer re-caer una determinada culpa sobre los moriscos con acusaciones, no por menosciertas tal vez demasiado reiteradas, de abandono del cultivo de las tierras,impago de deudas, acumulación monetaria, circulación de moneda falsa devellón, etc. Cuestiones todas fácilmente comprensibles teniendo en cuenta laforma expeditiva que adoptó la expulsión.

Se define la expulsión de los moriscos de Aragón como un proceso com-plejo, ya que no tuvo la espontaneidad y grado de sorpresa que revistió la ex-pulsión de los moriscos valencianos. Al contrario que en Valencia, en Aragón,el periodo de tiempo transcurrido desde septiembre de 1609 hasta el inicio dela expulsión efectiva en junio de 1610 eliminó el factor sorpresa y permitió dis-poner de un amplio margen de maniobra a todos los protagonistas implica-dos, que de este modo pudieron tratar de retardarla o impedirla (embajada dela diputación de Aragón), prepararla concienzudamente (moriscos y monar-quía), aprovecharla para azuzar el miedo (Inquisición), etc.

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La expulsión de los moriscos de Aragón se hace más compresible en re-lación con los otros destierros de moriscos. La monarquía, según el autor, nohizo más que copiar el modelo aplicado meses atrás en Valencia; si bien, lostiempos o plazos que se marcaron guardan relación directa con lo que aconte-ció con el extrañamiento de los moriscos de Andalucía. No obstante, el caso ara-gonés revistió una singularidad especial, ya que a la salida por mar de los mo-riscos se unió su salida por la siempre conflictiva frontera pirenaica al socairede la fluctuante relación que se mantenía con Francia.

El autor rehúye la simplicidad de explicar la decisión de la expulsión delos moriscos como una especie de correlato lógico tras la firma de la tregua delos Doce Años por la monarquía de Felipe III con las Provincias Unidas, con-siderando que, al menos en el caso aragonés, la misma vino condicionada porotros factores internacionales como las renovadas aspiraciones francesas y sa-boyanas en Italia (Milán) y en el enclave de Cléves-Julich, aprovechando que laflota española estaba comprometida en la expulsión, y el fracaso de determi-nadas campañas proyectadas en el norte de África. Manuel Lomas fundamentadocumentalmente estos otros motivos, pocas veces alegados por la historio-grafía sobre el tema, y tiene razón al pretender enmarcar la expulsión de los mo-riscos en una realidad más compleja que la que supuestamente deriva de en-tenderla como una solución interna a una mala coyuntura internacional; perono es menos cierto que la solución de la expulsión había sido contemplada rei-terativamente por la monarquía y que en los albores del siglo XVII era unamedida suficientemente madura que parecía no tener otra alternativa, ante losreiterados fracasos de las numerosas políticas de asimilación cultural y deevangelización religiosa llevadas a cabo. En este sentido, la coyuntura inter-nacional fue uno de los motivos que se tuvieron en cuenta; si bien, como alegael autor del libro, tal vez la corona española no midió todas las posibles reac-ciones que pudieran producirse ante la movilización de esfuerzos y de recur-sos navales que comportó la expulsión de los moriscos, hecho que pudo seraprovechado por otros estados (Francia y Saboya) para lanzar renovados ata-ques contra los intereses de la monarquía hispánica.

Sin embargo, aunque la coyuntura internacional pudiera resultar máscompleja de la mera firma de la tregua de los Doce Años, Manuel Lomas re-conoce sólo como plausible el hecho de que Enrique IV de Francia aprovecha-ra la distracción en el destierro de la flota de galeras y de los tercios hispanos parapactar con Saboya; en cambio, considera plenamente demostrado que la mo-narquía hispánica puso en gran medida la expulsión de los moriscos de Aragónpor delante de la defensa del Milanesado en su escala de prioridades, con todaslas implicaciones que de esto podían derivarse. En todo caso, en el juego de es-trategias internacionales que pudieron librarse, no es menos cierto que el su-puesto peligro para los intereses hispanos acabó diluyéndose de forma preci-pitada con la muerte de Enrique IV a manos de Ravaillac el 14 de mayo de1610, pocos días antes de publicarse el bando de expulsión de los moriscos deAragón, por lo que quizás se haya valorado en exceso el supuesto peligro de un

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ataque contra los intereses hispanos en los enclaves estratégicos de Cléves-Ju-lich y más aún en el Milanesado.

El secreto oficial sobre la fecha precisa en la que se pensaba decretar la ex-pulsión de los moriscos valencianos pudo ser guardado; aunque no cabe nin-guna duda de que era una decisión esperada y hasta cierto punto negociada porla monarquía con los señores de vasallos moriscos. Efectuada la expulsión delos valencianos, a pesar de la negativa reiterada de la monarquía de que iba a su-ceder lo mismo en Aragón, los moriscos aragoneses y la sociedad cristiana de Ara-gón fueron conscientes de la inminencia de la misma. Unos y otros se aprestaronpara afrontarla. En el caso de los señores de vasallos moriscos, para retardarla oimpedirla; en el de la Inquisición, para fomentar el miedo en la sociedad cristia-na con hipotéticas, por no decir auténticas falsedades sobre las connivenciasentre los moriscos y los turcos; en el de la monarquía, para negarla mientras noestuvieran disponibles todos los efectivos para ejecutarla; y, curiosamente, en elde la población morisca, quizás la más realista para percibir que les había llega-do la hora del exilio, para afrontarla con el menor daño posible para sus perso-nas y bienes. En esta especie de trágico juego en el que todos los protagonistas in-tervinieron, Manuel Lomas analiza con notable meticulosidad, siemprerespaldado por las fuentes, las diferentes sensibilidades que se manifestaron,poniendo de relieve las razones que movieron a unos y a otros para mantener susopciones. Aunque, quizás el autor, en el fragor de la redacción del trabajo, adop-te posiciones partidarias con demasiado entusiasmo a la hora de analizar losefectos provocados, por ejemplo, por la embajada enviada a la corte por la di-putación de Aragón, que le llevan a concluir “que la Diputación supo jugar mejorsus cartas que la Corona y que siempre estuvo un paso por delante”. O afirmarque, en lo que denomina el juego de estrategias entre la diputación y la corona,la primera salió vencedora frente a la “poco efectiva táctica real”. Juegos que,sin embargo, sirvieron para bien poco y no pueden considerarse como se califi-can de una derrota para el rey y el consejo de Estado, pues, de inmediato, la co-rona adoptaría la decisión de expulsar a los moriscos de Aragón. Pírrica victoria,si es que puede considerarse así, para una derrota tan manifiesta.

En el caso valenciano, y mucho más todavía en el caso aragonés, se per-cibe de forma evidente la desproporción de recursos movilizados para efec-tuar el extrañamiento de los moriscos. Si en Valencia puede resultar compren-sible por el porcentaje importante de población morisca que se iba a desplazar,por ser la primera expulsión que se ejecutaba y porque no existía otra alter-nativa que la vía marítima, la experiencia valenciana había demostrado quesobraron gran parte de los efectivos marítimos movilizados y que los moriscosprefirieron contratar su traslado al norte de África por su cuenta, desechandoen muchos casos el uso de la flota de galeras. Pero la experiencia valenciana sir-vió en este caso de bien poco al acometerse la expulsión de los moriscos ara-goneses. De nuevo, a pesar de ser bastante menor el número de moriscos (noestán claras las cifras pero se contabiliza que los moriscos aragoneses expul-sados fueron unos 60.000; es decir, aproximadamente la mitad que en Valencia),

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se efectuó una movilización excesiva –abruma la relación de escuadras que hi-potéticamente debían participar en la expulsión, los contingentes de tropas(tercios y otras)– para, finalmente, intervenir exclusivamente las escuadras degaleras de Sicilia y Génova, juntamente con los barcos comerciales con los quelos propios moriscos negociaron su traslado. Por otra parte, si para los moris-cos valencianos sólo se contemplaba la vía marítima, todavía se hace menoscomprensible tanta movilización de recursos marítimos y terrestres cuandopara los moriscos aragoneses además del puerto de Los Alfaques se arbitraronlas salidas pirenaicas de Canfranc y el paso de Somport en Aragón, y las rutasde los puertos de Vera y Burguete en el reino de Navarra.

Manuel Lomas demuestra tener un amplio conocimiento sobre los mo-vimientos de tropas y de las escuadras de guerra que participaron en los dife-rentes procesos de extrañamiento de los moriscos, y ello le induce a prestarquizás una excesiva atención a cuestiones, sin duda muy importantes, peromuy técnicas y complejas que a la postre tuvieron una incidencia escasa en laexpulsión de los moriscos aragoneses. Asimismo, este análisis profuso de fuer-zas armadas movilizadas deja la impresión de que el reino de Aragón estaba enesos momentos ocupado militarmente, lo que, sin duda, no aconteció; aunquesí que resulta evidente, y así lo atestigua el autor, que en la expulsión de los mo-riscos de Aragón “fueron prevenidos muchos más recursos de los que erannecesarios, lo que produjo una falta de resolución clara sobre el uso que debíahacerse de ellos y, con ello, la apariencia general de una evidente descoordi-nación y mala gestión de medios”. En este sentido, se refuerza todavía máseste juicio, al constatar el autor que frente a los 35 y 36 comisarios movilizadospara controlar y facilitar la salida de los moriscos en Valencia y en la expulsióncastellana, respectivamente, en el caso de Aragón se movilizaron 49 comisarios.El corolario curioso de tanta movilización de recursos militares, con los gastosque ello conllevaba, fue que la corona acabaría obteniendo pingües beneficiosde la expulsión al ahorrarse la parte de las consignaciones económicas previs-tas y obtener el servicio económico de los moriscos expulsados.

La corona manejó una deficiente o interesada información durante eltiempo que duraron los preparativos de la expulsión. Ni se produjo una esca-lada de las tensiones, ni estas degeneraron en conflictos sociales, ni se produ-jeron repercusiones económicas graves. Pero este reconocimiento de la realidadde lo que aconteció, que el autor aceptará en sus conclusiones, no es el que sevislumbra conforme avanza la lectura del libro, donde, quizás sin pretenderlo,se dramatizan en exceso determinados sucesos, algunos meramente anecdóti-cos, como la escasez de huevos provocada supuestamente por el acopio que deellos hacían los moriscos para obtener alquitrán y fabricar pólvora, o los ex-traños merodeadores nocturnos de Torrellas. Otros más importantes, como elsupuesto trabajo de Martín de Alagón como espía infiltrado de la corona en elreino para averiguar la reacción de los nobles o de los cristianos viejos arago-neses ante el decreto de expulsión de los moriscos valencianos, quedan en la pe-numbra documental por no poderse certificar que tal trabajo se efectuara.

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Gastón de Moncada, marqués de Aitona, nombrado virrey de Aragón a fi-nales de 1609 en sustitución del arzobispo de Zaragoza, Tomás de Borja, dispusode un tiempo escaso para hacerse una idea clara de las dificultades que entra-ñaba su nombramiento. Su retraso en tomar posesión de su cargo (nombrado enseptiembre de 1609, no tomó posesión hasta el mes de diciembre) no le impidióencontrarse de bruces con el conflictivo asunto de la expulsión de los moriscosaragoneses. Su papel, junto con el desarrollado por el gobernador Ramírez deHeredia, resultó crucial, tanto para atemperar los ánimos de todos los prota-gonistas, como para suavizar ante la corona acusaciones e informes despro-porcionados y falsos, y para conseguir que la expulsión se efectuara sin gravescontratiempos. Por otra parte, el nombramiento de Agustín Mexía para hacer-se cargo de la expulsión de los moriscos resultaba premonitorio, considerandosu experiencia acumulada en la expulsión de los moriscos valencianos.

Felipe III no tuvo, como había acontecido en el caso de Valencia, proble-mas morales a la hora de afrontar la decisión de expulsar a los niños moriscosaragoneses. El análisis detallado que se hace de las opiniones vertidas por lajunta de teólogos reunida en Valladolid en el mes de abril de 1610 puede re-sumirse en la aportada por el confesor real fray Luis Aliaga. Éste justificabamoralmente que el monarca, sin ningún escrúpulo, podía ordenar que tam-bién fueran expulsados los niños moriscos, aunque se cuidaba de alegar que,“por conveniencia y piedad, aunque no de obligación de consciencia”, pudie-ran quedarse aquellos niños si explícitamente así lo pedían sus padres. A lapostre, desaparecidos los coyunturales problemas que podían derivarse deuna situación internacional compleja y la connivencia que con aquella podríasuscitarse si se obligaba a quedarse a los niños moriscos aragoneses (hipotéti-co alzamiento de los moriscos), Felipe III optó por la solución radical y loshijos acompañaron a los padres al exilio.

Manuel Lomas se hace eco de la solidaridad demostrada por la pobla-ción morisca aragonesa con aquellos de los suyos que se encontraban en una si-tuación de extraordinaria penuria, pagando por ellos las cantidades a que se lesobligaba y sufragando los costes de su viaje al norte de África. Incluso, al incluiracertadamente en el libro un breve fragmento de la obra de Aznar Cardonapublicada en 1612, donde este autor justificaba la expulsión de los moriscosespañoles, podemos apreciar en toda su magnitud y crudeza el drama perso-nal y social que comportó la marcha de aquellas caravanas de seres humanoscamino del exilio, sin importar para nada ni su edad, ni su situación personal.

El extrañamiento de los moriscos de Aragón fue una solución radical quedejó un reguero de problemas que afectaron de modo distinto a los señoresde moriscos y a sus acreedores: pago de censales, disminución de la producción,pérdida de población, nuevos poblamientos de los lugares abandonados, etc.Problemas todos en los que el autor no se detiene por haber sido ya estudiadospor otras investigaciones y sobre los que la historiografía actual tiene ya unconocimiento bastante preciso; en cambio, se analiza con mayor detalle las opi-niones e informes que se elaboraron sobre lo que pensaba hacerse con las tie-rras y lugares de realengo que habían sido afectados por la expulsión, aunque

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no acaba de quedar del todo claro cuál fue la decisión que finalmente se adop-tó. En este sentido, la valoración de las casas y tierras abandonadas por losmoriscos, independientemente de la cantidad resultante que fuera, no casacon la asignación que de ellas se hizo a la Inquisición, para paliar sus déficitsde recursos, y al Ejército de Aragón, para solucionar también los graves pro-blemas económicos que padecía esta institución.

Concluye el libro analizando sumariamente dos aspectos que, aunquefundamentales, no entran de lleno en el objetivo del tema planteado. Nos re-ferimos a los grupos de moriscos que permanecieron en Aragón después de laexpulsión y a aquellos otros moriscos que una vez expulsados decidieron re-gresar. Sorprende en ambos casos la ínfima minoría de moriscos implicadoscon el eco social que adquirieron, lo que redundaría en la gravedad y durezacon que fueron tratados, sin tenerse en consideración atenuantes como la edad,las circunstancias personales y otros factores. Del análisis que Manuel Lomashace de estos casos, se desprende la actitud inmisericorde con la que se trata-ron de eliminar por todos los medios: condena a galeras, esclavitud, extraña-miento e incluso condenas a muerte. En definitiva se trató por todos los mediosde que no quedara en Aragón ningún resquicio de la presencia de los moriscos.

Para concluir, permítaseme manifiestar que el que esto suscribe tiene laoportunidad de conocer personalmente al autor de libro y está convencido deque, a pesar de su juventud, Manuel Lomas se acabará convirtiendo, creo queya lo va siendo, en uno de los mejores conocedores españoles de la problemá-tica de los moriscos. La seriedad y amplitud de sus investigaciones, la riguro-sidad que demuestra en el manejo de las fuentes y su curiosidad desmedida porrastrear los archivos son pruebas fehacientes de que nos encontramos ante unapasionado del estudio de la Historia. El trabajo que ahora reseñamos es unaprueba manifiesta de lo que afirmamos y que además viene refrendado porotras publicaciones en revistas especializadas y por un nuevo libro (El puerto deDénia y el destierro morisco (1609-1610), PUV, València, 2009) publicado por laUniversidad de Valencia. Si esto ha sido capaz de hacerlo cuando todavía no hapresentado su tesis doctoral, que tiene en la fase final de su redacción, podemosaventurar lo que puede ser capaz de hacer en el futuro.

La rigurosidad del que esto reseña le ha permitido apreciar detalles quedeben mejorarse: juicios que es más conveniente matizar, afirmaciones dema-siado categóricas y excesivo entusiasmo por profundizar en cuestiones untanto alejadas del tema a tratar. En el fondo, ligeras acotaciones a un trabajo ri-guroso, de fácil lectura y con un lenguaje maduro, que despeja muchas dudasy aclara ciertas lagunas que podían subsistir sobre la expulsión de los moriscosde Aragón y, más concretamente, sobre las cuestiones referidas a la política y ala administración de su deportación. Del acierto de la publicación de esta obrano tenemos sino que felicitar al Centro de Estudios Mudéjares y encomiar el tra-bajo que realiza con sus publicaciones.

Francisco PONS FUSTER

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ECHEVARRÍA ARSUAGA, Ana, Knights on the frontier. The Moorish Guard of the Kingsof Castile (1410-1467), Leiden-Boston, Brill, 20091.

La participación de combatientes de religión islámica en los ejércitos de lasmonarquías hispánicas bajomedievales es un aspecto poco conocido de nues-tro pasado. A pesar de que es relativamente frecuente encontrar a mudéjares encompañías de origen diverso, especialmente entre los grupos de peones, sus me-canismos de inserción en estructuras de tipo militar y, sobre todo, su peso es-pecífico en cada contexto de movilización son cuestiones todavía por definir.Con este libro, la profesora Ana Echevarría contribuye decisivamente a com-pletar estas carencias a través del estudio de un grupo particular, como es la lla-mada guardia morisca de Juan II y Enrique IV de Castilla, cuyo papel en lahistoria del siglo XV castellano rebasó en no pocos sentidos el ámbito de lomilitar y tuvo, además, hondas repercusiones políticas.

La guardia morisca era un cuerpo de caballería de elite, vinculado demodo regular a la casa del monarca y cuyos integrantes profesaban la religiónislámica, si bien existió entre ellos una constante tendencia a la conversión. Paraanalizar su sentido y evolución, la autora se basa en una firme interpretación delhecho religioso y su influencia sobre las relaciones sociales, según la cual la re-ligión no constituiría el factor principal a la hora de explicar determinados as-pectos de la realidad histórica. Este modelo, cuya eficacia han demostrado an-teriormente tanto ella misma como otros autores, no implica desestimar laimportancia de la adscripción confesional sobre las relaciones sociales, ni si-quiera relegarla a un segundo plano, sino situarla cuando menos en paralelo aotro tipo de factores, como la especialización profesional o las posibilidades decada sujeto para ofrecer un servicio determinado a la monarquía. Al tener encuenta estas cuestiones, el factor religioso adquiere un papel particularmente sig-nificativo como elemento de control político al servicio de las elites.

No obstante, es preciso subrayar que el ámbito en el que se focaliza el es-tudio, es decir, el entorno inmediato del monarca, se caracteriza por una flexi-bilidad inusual en las relaciones interconfesionales y una constante transfe-rencia cultural y profesional entre elementos del cristianismo, el judaísmo yel Islam, que no afectó sólo a las estructuras militares, sino que se manifestótambién en otros oficios. Entre ellos, destacan los relacionados con la admi-nistración de justicia, donde existió a su vez una elite islámica compuesta porlos alcaldes mayores de las aljamas, en el terreno de la jurisdicción local, y el al-calde mayor de todas las aljamas del reino, cargo de nombramiento real entrela elite mudéjar más cercana a la corona.

Con estos presupuestos teóricos, se va trazando un completo análisis de laguardia morisca a lo largo de cinco capítulos, dedicados a otros tantos aspectos

1. Edición revisada de la obra de la misma autora: Caballeros en la frontera. La guardia morisca delos reyes de Castilla (1410-1467), Madrid, UNED, 2006.

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concretos: las relaciones políticas entre Castilla y Granada con sus repercusionessobre la minoría mudéjar castellana, los mecanismos que facilitaron la llegadade los caballeros moriscos a la corte, sus pautas de inserción en la casa real, la ten-dencia a la conversión entre los caballeros y el final de la guardia con su diso-lución en torno a 1467. A lo largo de todos ellos, la autora pone de manifiesto quefactores de tipo político, tanto internos como externos, fueron determinantespara la formación, el mantenimiento y la desaparición de este grupo de hombresde armas. Se trata fundamentalmente del estado de las relaciones de la monar-quía castellana con respecto a dos elites bien distintas: por un lado, los gober-nantes granadinos; y, por otro, la alta nobleza de la propia Corona.

Desde el punto de vista externo, el interés de la monarquía castellana portener Granada bajo su control contribuyó, sin duda, a la consolidación de laguardia morisca. Dicho objetivo pasaba por el ejercicio de la guerra en la fron-tera, pero también por la capacidad de intervenir directamente sobre las es-tructuras de gobierno del reino vecino. Por ello, tanto Juan II como EnriqueIV se aseguraron la presencia en la corte de un grupo de hombres de armascapaz no sólo de reforzar su propio potencial militar, mediante su vinculaciónpersonal, sino también de proporcionar recursos de tipo diplomático y ejercerasí una cierta influencia sobre las elites granadinas. Para ello, la corte castella-na se mostró como un destino propicio ante aquellos caballeros desvincula-dos de la dinastía granadina, beneficiándose así de su experiencia militar ypolítica. En este sentido, numerosos ejemplos muestran que la existencia decuerpos de guardia de origen islámico fue habitual en aquellos Estados cris-tianos que sostuvieron una intensa relación con el Islam y en los que la con-frontación fue, generalmente, la pauta dominante. El fenómeno se observa enHungría, el Imperio Bizantino e Italia y también se comprueba, con sus propiosmatices, a la inversa, de modo que entre los califatos del Este de Europa y elnorte de África existieron cuerpos de este tipo de religión no islámica.

Por otro lado, la presencia de la guardia morisca en el entorno más in-mediato de los monarcas ofrecía una serie de ventajas a nivel interno, comen-zando por la fidelidad incondicional que sus integrantes debían manifestarhacia la persona del rey. La instauración de un cuerpo de guardia de estas ca-racterísticas fue un objetivo de Álvaro de Luna desde su época como valido deJuan II, debido a su enfrentamiento con la facción de los infantes Enrique yJuan de Aragón. De hecho, durante todo el periodo estudiado tan sólo fuerontres las campañas militares de cierta envergadura que se llevaron a cabo con-tra Granada: la dirigida por el infante Fernando contra Antequera (1407-1411),la encabezada por Álvaro de Luna en nombre de Juan II contra La Higuerue-la (1431) y la que dirigió Enrique IV contra la Vega granadina (1455-1457). Eneste sentido, los caballeros moriscos prestaban además una serie de ventajasoperativas, ya que se trataba de un contingente de caballería ligera entrenadoen los procedimientos de la guerra fronteriza.

El análisis de la integración de estos caballeros en el entorno regio es frutode un completo estudio prosopográfico de los caballeros mudéjares que for-

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maban parte de este contingente, a partir de los dos libros de asientos de lacámara real intitulados como Raciones moriscas, de 1455-1457 y 1456-1466 (Ar-chivo General de Simancas) y cuya transcripción constituye el apéndice do-cumental del libro. Dicho análisis, sobre un total en torno a 150 sujetos, pone demanifiesto ciertas pautas similares a las observadas para los miembros de loslinajes nobiliarios castellanos, como la existencia de un periodo de instrucciónen la casa del rey, su incorporación tras prestar juramento, su mantenimientoa cargo de la corte cuando se encontraban en ella o su retribución tanto en di-nero como en bienes materiales. Asimismo, la guardia se convirtió en un mediode promoción para determinadas familias, procedentes tanto del reino de Gra-nada como de las aljamas de Castilla. A partir de 1453, la transmisión de lospuestos de la guardia se llevó a cabo de padres a hijos e incluso después de sudisolución en 1467, aquellos descendientes de caballeros moriscos que per-manecieron en la corte como conversos alcanzaron puestos importantes en lafrontera (capitanes, adalides).

Las habituales conversiones al cristianismo entre los miembros de la guar-dia, en contraste con sectores como el de los maestros de obra mudéjares, ponede manifiesto que la integración religiosa supuso un elemento más en la pro-moción de estos caballeros y sus familias. A pesar de que la permanencia en lafe islámica no impedía el ejercicio de la actividad requerida ni el disfrute de lasasignaciones económicas derivadas de aquella, las conversiones se fueron pro-duciendo regularmente. La explicación de este hecho, según la autora, debeser planteada desde una perspectiva estamental, es decir, los caballeros mu-déjares adoptarían la fe cristiana con el objetivo de consolidar un estatus que di-fícilmente podrían mantener como parte del grupo minoritario. En conse-cuencia, el bautismo suponía un paso importante para la promoción delconverso y su familia, que en no pocas ocasiones iba acompañado de ciertos in-centivos económicos. Así queda patente desde fechas tempranas, en momen-tos en los que la llegada de caballeros granadinos tanto a Castilla como a Ara-gón está bien documentada. No obstante, hasta el reinado de los ReyesCatólicos prevaleció la voluntariedad de las conversiones.

Junto al completo análisis de un sujeto histórico colectivo, como es elgrupo de caballeros moriscos vinculados a la casa real, Ana Echevarría dedicaademás una especial atención a aquellos linajes mejor documentados, cuyastrayectorias particulares definen en última instancia al grupo. Se trata de variasfamilias de conversos, entre los que, a modo de ejemplo, podemos destacar alos Ramírez de Jaén (Juan Ramírez, García Ramírez de Jaén y García de Jaén) oa los Fernández de Aguilar (Juan Fernández de Aguilar y sus tres hijos: Pedro,Alfonso y Diego). Con ellas, existieron también algunas otras familias cuyosmiembros no llegaron a convertirse, como los Belvís o Bellvís, familia origina-ria de la zona de Borja, que en el siglo XIV se escindió en dos ramas dedicadasal comercio, a uno y otro lado de la frontera entre Castilla y Aragón.

La disolución de la guardia morisca se produjo durante o poco después dela guerra civil (1364-1368), de modo que las últimas referencias a aquella como

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grupo datan de 1367. Fueron factores derivados de la política interna, concreta-mente las disputas entre el partido del rey Enrique IV y el de la oposición nobi-liaria, los que precipitaron los acontecimientos. La liga de nobles, liderada por elmarqués de Villena, recuperó la acusación de islamofilia en su discurso deslegi-timador contra Enrique IV y exigió la desarticulación de la guardia pública-mente (Sentencia de Medina del Campo, 1365). A pesar de su derrota frente alpartido realista, fueron varias las concesiones que Enrique IV hubo de hacerante la liga y, entre ellas, Ana Echevarría plantea la posibilidad de que se en-contrase la disolución de la guardia. A partir de entonces, la postura contraria ala integración de la minoría islámica en los círculos de poder del reino se inser-tó en el discurso político del partido favorable al infante Alfonso y, más tarde, aIsabel la Católica. Este hecho, junto a las circunstancias en que se produjo el finalde la guardia, confirman sin duda la importancia adquirida por estos caballerosen la corte de Enrique IV e incluso, como afirma la autora, su estrecha relación conlos monarcas marcó durante décadas la política castellana hacia la minoría islá-mica, dando lugar a una época especialmente benigna para la sociedad mudéjar.

Mario LAFUENTE GÓMEZ

CONTE CAZCARRO, Ánchel, Los moriscos de la ciudad de Huesca. Una convivenciarota, Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2009, 490 pp.

El veterano profesor Ánchel Conte Cazcarro acumula en este último año re-conocimientos en todas las facetas que ha cultivado mientras ha sido docente enactivo, particularmente como recuperador del folclore y de la lengua de Aragón.Esta obra que nos ocupa aquí recoge su bagaje de tantos años de estudios de-dicados a otro de sus temas preferidos: la presencia del Islam en Huesca.

En 1992 publicó La aljama de moros de Huesca, momento al que se puede re-trotraer este Los moriscos de la ciudad de Huesca. Una convivencia rota, no sóloporque en buena medida el objeto de estudio, el grupo humano objeto de suatención, sea el mismo sino también porque la aproximación que se realiza enesta obra muy bien podría haberse firmado en ese mismo momento.

En esta obra aborda cada uno de los aspectos que tradicionalmente sehan venido estudiando desde la historiografía local, lo que supone primar el as-pecto social dedicándole un mayor número de páginas a los capítulos dedica-dos a la cuestión demográfica, el sentimiento de pertenencia al grupo, la fa-milia, el barrio de la Nueva Cristiandad, la casa: dependencias y enseres y, porúltimo, los moriscos y el aparato de justicia. Otro gran bloque temático estaríaaglutinado en torno a su economía, en sendos capítulos dedicados a la trans-misión de bienes y al trabajo y la economía. Finalmente, el apartado dedicadoa la aristocracia morisca: los descendientes de Jucé Compañero son las noven-

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ta últimas páginas de la obra en las que Ánchel Conte vuelca toda su atencióny aborda su estudio prosopográfico.

El autor asegura haber estudiado más de 2.000 documentos para realizareste “estudio científico, que no relato”. Este crítico puede dar fe de que son in-numerables los que se citan, pero no del resultado. La epistemología de lasciencias sociales puede ser una cuestión abierta a las más variadas inquietudesde los investigadores: todos debemos tener la duda de si lo que estamos ha-ciendo en un momento dado produce conocimiento científico. Para ÁnchelConte se trata de transmitir “sus nombres, sus personas y los hechos que deellos conocemos”, concediéndoles el papel que la historiografía les había negadosistemáticamente. Por eso no hay interpretación estadística ni una valoraciónglobal de ningún tema concreto ni una atención constante a la especificidadmorisca. Por eso es un libro que no puede faltar en la biblioteca de ningún os-cense interesado en la historia de su ciudad, aunque el lugar que ocupe en la decualquier interesado en la temática morisca es harina de otro costal.

La apuesta que hace el autor por no incluir los aspectos más novedosos y re-levantes de las investigaciones más recientes, que temáticamente podrían re-presentar Amalia García Pedraza y su Actitudes ante la muerte en la Granada del sigloXVI. Los moriscos que quisieron salvarse, o geográficamente los estudios que enlos últimos años Francisco Javier Moreno Díaz realiza de los moriscos de LaMancha, supone una oportunidad perdida para vincular el estudio de la comu-nidad morisca de Huesca y que su resultado supusiese un conocimiento másprofundo de la minoría en Aragón y, por extensión, en la Península Ibérica.

Lo escrito hasta ahora no debe entenderse como una desacreditación deltrabajo realizado por el autor. No sólo porque el demonio se encuentre en los de-talles que abundantemente ilustran este libro sino porque las intuiciones que ex-presa en el texto son una forma verdadera y muy válida de conocimiento.

Afirmar que “no hay que olvidar que la supervivencia de las creenciasreligiosas y los ritos propios musulmanes no pudieron borrarse de golpe, demanera que lo más creíble es que, sin dudar de la sinceridad de algunos con-versos, el Islam continuase siendo un punto de unión entre los miembros de lacomunidad”, deducir que “si cristianos viejos enfrentados recurren en 1553 alarbitraje de Juan Compañero para dirimir sus diferencias, ¿no hay que ver enello una aceptación plena y una confianza total en la persona de un morisco, eneste caso perteneciente a la aristocracia?” o señalar cómo “el vestido, el mobi-liario y los enseres de una casa, nos están hablando de que no había diferenciasvisibles entre cristianos viejos y moriscos, lo que significa que artesanos y pro-fesiones liberales cristianos trabajaban para los conversos y viceversa” se puedecolocar en el haber del investigador. En el debe, el apartado dedicado a “Laaristocracia morisca: los descendientes de Jucé Compañero”. Simplementedebe ser hecho de nuevo para que el estudio de estas biografías pueda suscitarproblemáticas históricas específicas y relevantes de sus protagonistas.

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Concluyendo. Este libro se sitúa entre las dos orillas por las que tradicio-nalmente ha transcurrido el estudio de los moriscos durante los últimos cua-renta años. Por eso, tras su lectura, el horizonte que aparece reflejado ante el lec-tor puede que no le parezca novedoso aunque sin duda se tratará de una piezaque le ayudará a completar el puzzle que supone el conocimiento de la mino-ría morisca.

Jorge del OLIVO

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Índice Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010), pp. 375-376

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ÍNDICE GENERAL

Comité de redacción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4

Colaboradores de este número . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

Editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

SECCIÓN “MUDÉJARES Y MORISCOS”

ISABELLE POUTRINLos derechos de los vencidos: las capitulaciones de Granada (1491) . . . . . . . . . . . . . . 11

JOSÉ HINOJOSA MONTALVOOndara, señorío del duque de Gandía, a principios del siglo XV . . . . . . . . . . . . . . . . 35

JOAQUÍN APARICI MARTÍBienes muebles de mudéjares castellonenses. Siglo XV . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69

JORGE GIL HERRERALos bienes raíces de los moriscos expulsados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91

MARIA FILOMENA LOPES DE BARROSPropriedade e direito entre os muçulmanos de Portugal: dos bens comuns à gestão

do património do Rei . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121

SECCIÓN “TEXTOS”

GONZALO CARRASCO GARCÍALa onomástica de la conversión: señas de identidad y transformación antroponímica

de los moriscos de Granada (1500-1569) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139

ANA ISABEL BENEYTO LOZANOLos manuscritos ilustrados de la Biblioteca de la Junta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205

SECCIÓN “ARTE MUDÉJAR”

INÉS ORTIZ BOBADILLADerivaciones de la arquitectura mudéjar en el estado de Michoacán, México . . . . . . 237

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Sharq al-Andalus, 19 (2008-2010) Índice

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NOTAS Y DOCUMENTOS

FRANCISCO MÁRQUEZ VILLANUEVACarta abierta a Bernard Vincent . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 279

BERNARD VINCENTCarta abierta a Márquez Villanueva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295

LUIS F. BERNABÉ PONSNecrológica. Míkel de Epalza Ferrer (1938-2008) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 305

LUIS F. BERNABÉ PONS y JOSÉ F. CUTILLAS FERRERNecrológica. María Jesús Rubiera Mata (1942-2009) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 337

RECENSIONES

OLIVO, Jorge del, Los moriscos de Calatayud y de la Comunidad de Calatayud(1526-1610) (Jesús Gascón Pérez) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 353

HARRIS, A. Katie, From Muslim to Christian Granada. Inventing a City’s Past inEarly Modern Spain (Luis F. Bernabé Pons) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 358

LOMAS CORTÉS, Manuel, La expulsión de los moriscos del Reino de Aragón.Política y administración de una deportación (1609-1611) (Francisco Pons Fuster) . . 361

ECHEVARRÍAARSUAGA, Ana, Knights on the frontier. The Moorish Guard of theKings of Castile (1410-1467), Leiden-Boston, Brill, 2009 (Mario Lafuente Gómez) . . 368

CONTE CAZCARRO, Ánchel, Los moriscos de la ciudad de Huesca. Una convivenciarota (Jorge del Olivo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 371

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NORMAS PARA LA PRESENTACIÓN DE ORIGINALES

Los trabajos, que habrán de ser inéditos y no estar comprometidos parapublicación en ninguna otra revista o libro, se enviarán a: Sharq Al-Andalus,Área de Estudios Árabes e Islámicos, Dpto. de Filologías Integradas, Univer-sidad de Alicante, Apartado de Correos 99, E-03080 Alicante.

La impresión será en hojas DIN A-4, por una sola cara, con 35 ó 40 líneas porpágina y entre 65 y 70 caracteres por línea. La letra será Times New Roman, tamaño12, con interlineado simple y márgenes de 3 cm, en todas las direcciones. Ade-más de la impresión escrita, los originales irán acompañados de una copia en so-porte magnético (disquete de 3’5 o CD para PC) y se indicará el programa utili-zado. Se ruega igualmente que los gráficos e ilustraciones vayan en soportemagnético si es posible o en diapositiva. Estos se entregarán montados, nume-rados correlativamente y aparte del texto. Si se desea que vayan intercaladosse marcará en el texto el lugar que se prefiera. Los pies y leyendas se presenta-rán en hoja aparte, haciendo referencia a la ilustración correspondiente.

Los originales no excederán las veinticinco páginas, incluyendo notas,ilustraciones y documentos. El comité de redacción podrá, en su caso, solicitaral autor la reducción de aquellos trabajos que puedan acortarse y sólo excep-cionalmente admitirá los que superen la extensión requerida. Las notas irán apie de página, con las citas bibliográficas completas en su primer uso, puestoque no se admitirá bibliografía al final del trabajo.

Las referencias bibliográficas en las notas se realizarán según los siguien-tes ejemplos:

– M. de EPALZA, Los moriscos antes y después de la expulsión, Madrid, MAP-FRE, 1992, 19942.

– M.S. CARRASCO URGOITI, «Dos cuentecillos sobre moriscos recogidos enTúnez», Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, XXXVI, 1981,pp. 177-180.

– M. BARRIOS AGUILERA, «Historia, leyenda y mito en la Alpujarra: de laguerra de los moriscos a la repoblación viejo-cristiana», en J.A. Gon-zález Alcantud (ed.), Pensar la Alpujarra, Granada, Diputación Provin-cial de Granada, 1996, pp. 13-36.

Cuando en una nota se vuelva a citar una obra ya referenciada, y no hayaaún otras del mismo autor, se pondrán la inicial o iniciales del nombre segui-do del apellido en versalitas, una coma y op. cit. (en cursiva), añadiendo laspáginas si corresponde. Cuando haya más de una obra del mismo autor o au-tores se repetirán las tres o cuatro primeras palabras de la obra (en cursiva oentre comillas según sea el caso) seguidas de puntos suspensivos y la página opáginas correspondientes (p. o pp.). Si una nota se refiere exactamente a lomismo de la nota anterior, se pondrá Ibídem.

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En el texto las citas literales irán en recta si es en castellano, y en cursivasi se trata de otros idiomas, entre comillas inglesas (“ ”). La llamada de lasnotas se colocará en voladito, detrás de las comillas si es el caso y siempreantes del punto o de coma según sea la frase.

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Núm. 19, Teruel-Alicante, 2008-2010Centro de Estudios Mudéjares - Instituto de Estudios Turolenses

Área de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante

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ÁREA DE ESTUDIOSÁRABES E ISLÁMICOS

Universidad de Alicante

DE ARAGONGOBIERNO

Departamento de EducaciónCultura y Deporte

Al-Andalus 19 (logosnuevos) 23/5/11 17:50 Página 1