rosina cazali

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Estimados todos, A mí me gustaron las intervenciones durante la bienal. Las disfruté. Eso fue lo que nos pidieron, cada quien cumplió con su tarea. No creo que debamos preocuparnos sobre sus resultados más allá de lo que pudimos aportar en ese momento. Además, como siempre sucede en este tipo de encuentros, solo la distancia y los textos transcritos en un catálogo logran aterrizar las ideas y las intenciones, las cuales, generalmente, son más comunes de lo que recordamos o reconocemos en el momento. Y si hubo polémica y performances el último día, enhorabuena. Eso quiere decir que el pantano aun tiene esperanzas de vida. Sólo lamento el no haber estado presente. En los largos años de existencia de la bienal, es la segunda vez que soy invitada por razones en las cuales no ahondaré. Pero hay que subrayar que, si no fuera por Juanita Bermúdez y el actual panorama administrativo en Guatemala, más despejado de personajes oscuros que impedían este tipo de encuentros y presencias en el pasado, esto no hubiera sido posible. A mí me entusiasmó el simple hecho que le dieran atención y el respeto que merecen las palabras "encuentro teórico". También que se eligiera a una persona responsable para definir coherencia en el planteamiento y no sentir que se iba a perder el tiempo en una actividad meramente social. Todo eso habla bien de ciertas intenciones por mejorar y de la posibilidad por estabilizar un espacio para lo teórico en el futuro. Ahora bien, después de la resaca post bienal, acrecentada por las respectivas fechas de fin de año, tampoco se trata de investirnos de la tradicional ingenuidad que se ha perpetuado sobre nosotros como estigma. Si esta bienal no ha sido capaz de cambiar en todos estos años y ha sido, siempre, de líneas erráticas y acríticas, sujetas al dudoso gusto por el arte de un señor y el entusiasmo de un grupo de empresarios, francamente yo no veo que el cambio vaya a ser drástico y mucho menos de un día para otro. Es demasiado pretencioso pedir que se hable de una bienal provocada desde los formatos más convencionales y endogámicos. A través de toda su historia, las exposiciones han sido sumas de desigualdades, donde se hace evidente la ausencia de pisos de discusión previa, donde quedan flotando propuestas standard y se pone en evidencia nuestra incapacidad por aportar algo medianamente trascendente desde el manido y "estratégico" concepto de lo centroamericano. De hecho, esas discusiones que animaron nuestra estancia en Managua, son un claro ejemplo de que era imposible abordar ésta y las muestras de las anteriores bienales. Lo inconexo es lo que ha primado y eso, precisamente, es lo que nunca llega a provocar comentarios. La ausencia de los mismos es sólo un reflejo de lo incoloro e insaboro del evento. No pido disculpas por mi escepticismo. Sencillamente no creo que el ejercicio de la crítica sea un asunto prioritario para la BAVIC. Para quienes abordamos el oficio con compromisos que van más allá de la sobrevivencia, se nos dan espacios pero con condescendencia, límites y fronteras... La

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Respuesta comentando la Bienal CA 2010

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Page 1: Rosina Cazali

Estimados todos,

A mí me gustaron las intervenciones durante la bienal. Las disfruté. Eso fue lo que nos pidieron, cada quien cumplió con su tarea. No creo que debamos preocuparnos sobre sus resultados más allá de lo que pudimos aportar en ese momento. Además, como siempre sucede en este tipo de encuentros, solo la distancia y los textos transcritos en un catálogo logran aterrizar las ideas y las intenciones, las cuales, generalmente, son más comunes de lo que recordamos o reconocemos en el momento. Y si hubo polémica y performances el último día, enhorabuena. Eso quiere decir que el pantano aun tiene esperanzas de vida. Sólo lamento el no haber estado presente.

En los largos años de existencia de la bienal, es la segunda vez que soy invitada por razones en las cuales no ahondaré. Pero hay que subrayar que, si no fuera por Juanita Bermúdez y el actual panorama administrativo en Guatemala, más despejado de personajes oscuros que impedían este tipo de encuentros y presencias en el pasado, esto no hubiera sido posible. A mí me entusiasmó el simple hecho que le dieran atención y el respeto que merecen las palabras "encuentro teórico". También que se eligiera a una persona responsable para definir coherencia en el planteamiento y no sentir que se iba a perder el tiempo en una actividad meramente social. Todo eso habla bien de ciertas intenciones por mejorar y de la posibilidad por estabilizar un espacio para lo teórico en el futuro.

Ahora bien, después de la resaca post bienal, acrecentada por las respectivas fechas de fin de año, tampoco se trata de investirnos de la tradicional ingenuidad que se ha perpetuado sobre nosotros como estigma. Si esta bienal no ha sido capaz de cambiar en todos estos años y ha sido, siempre, de líneas erráticas y acríticas, sujetas al dudoso gusto por el arte de un señor y el entusiasmo de un grupo de empresarios, francamente yo no veo que el cambio vaya a ser drástico y mucho menos de un día para otro. Es demasiado pretencioso pedir que se hable de una bienal provocada desde los formatos más convencionales y endogámicos. A través de toda su historia, las exposiciones han sido sumas de desigualdades, donde se hace evidente la ausencia de pisos de discusión previa, donde quedan flotando propuestas standard y se pone en evidencia nuestra incapacidad por aportar algo medianamente trascendente desde el manido y "estratégico" concepto de lo centroamericano. De hecho, esas discusiones que animaron nuestra estancia en Managua, son un claro ejemplo de que era imposible abordar ésta y las muestras de las anteriores bienales. Lo inconexo es lo que ha primado y eso, precisamente, es lo que nunca llega a provocar comentarios. La ausencia de los mismos es sólo un reflejo de lo incoloro e insaboro del evento.

No pido disculpas por mi escepticismo. Sencillamente no creo que el ejercicio de la crítica sea un asunto prioritario para la BAVIC. Para quienes abordamos el oficio con compromisos que van más allá de la sobrevivencia, se nos dan espacios pero con condescendencia, límites y fronteras... La

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mentalidad de empresa privada es la que predomina, nosotros no somos dueños de la finca. Y en esa mentalidad, que yo sepa, es más importante la jerarquía y lucir el logotipo. La visión académica o la reflexión crítica y especializada no tienen un lugar en esa estructura. Lo cual conlleva dos preguntas fundamentales: ¿cómo pretendemos tener alguna incidencia si la figura misma de la especialización no existe dentro de las organizaciones base? ¿Cuál es el papel del profesional, del intelectual y del mismo artista en nuestras sociedades? Una institución cultural en Guatemala lo explicó recientemente aludiendo a la cultura como "un adorno".

Si se abrió esta oportunidad para protagonizar como "especialistas" y provocar esta discusión, me alegro y mucho. Si en los respectivos países es imposible que se nos reconozca como profesionales (me refiero específicamente sobre el caso de los centroamericanos) aptos para opinar e incidir sobre estas estructuras, esto resultó siendo un excepcional masaje al ego el cual no puedo dejar de agradecer.

Abrazos,

Rossina Cazali