romance de los tres reinos 10 - luo guanzhong

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Page 1: Romance de Los Tres Reinos 10 - Luo Guanzhong

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Page 2: Romance de Los Tres Reinos 10 - Luo Guanzhong

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En el último capítulo, los dos maliciosos rebeldes, Li Jue y Guo Si, se propusieron matar

al Emperador Xian, pero sus seguidores Zhang Ji y Fan Chou se opusieron a ello.

— No. La gente no aprobará ahora su muerte. Restauradle en el poder, y tendremos una comunidad dentro de Changan ostentando el control. Retirad sus partidarios, y podremos

alcanzar su muerte. Y el imperio estaría en nuestras manos.

Y así cesaron el ataque. El Emperador habló de nuevo desde la torre, diciendo: — ¿Por qué permanecéis aún aquí? Habéis matado a Wang Yun; ahora retirad a esos

soldados.

A lo que Li Jue y Guo Si respondieron:

— Sus sirvientes desean recompensas de categoría por sus buenos servicios para con su dinastía.

— ¿Y qué categoría, Señores?

Los cuatro escribieron sus peticiones y las enviaron al Emperador, quien no tuvo más remedio que acceder al requerimiento, y así fueron creados:

Li Jue fue nombrado General de la Caballería Voladora, Señor de Chiyang, Comandante

del Distrito de la Capital, Administrador de la Corte y concedida la Insignia Militar.

Guo Si fue nombrado General del Ejército de la Retaguardia, Señor de Meiyang, Administrador de la Corte, y concedida la Insignia Militar.

Fan Chou fue nombrado General del Ejército de la Derecha y Señor de Wanian.

Zhang Ji fue nombrado General de la Caballería Voladora y Señor de Pingyan. Li Meng y Wang Fang, por abrir las puertas de la ciudad, fueron nombrados

Comandantes Imperiales.

Tras recibir rangos nobiliarios, Li Jue y Guo Si se lo agradecieron al Emperador y se marcharon al campamento en Xunung, los suburbios de Changan. Los líderes subalternos

rebeldes también fueron gratificados con rangos. Y una vez más la capital se libró de tropas en

ella.

Los seguidores de Dong Zhuo, aterrados por lo sucedido, no olvidaron a su líder caído. Buscaron su cadáver para darle sepelio, pero sólo pudieron descubrir unos pocos fragmentos.

Entonces pidieron a varios escultores que tallaran una estatua en madera olorosa en su memoria,

colocándola de forma apropiada, e imbuyéndola en rezos y sacrificios nobles. Los restos fueron vestidos con ropas principescas, alojándolo en un ataúd espléndido. Eligieron Meiwo para su

tumba y eligieron un día de gratos auspicios para trasladar su ataúd allí.

Pero una terrorífica tormenta eléctrica llegó durante la inhumación, y la tierra se inundó. El ataúd fue hecho pedazos por la riada, y algo parecido pasó por la noche. Y, de nuevo, una

tercera vez más en otro lugar hizo que la tierra impidiera la marcha. Mientras tanto, las llamas

del duelo se extinguieron. De esta forma se dijo que el Cielo estaba sumamente enfadado con

Dong Zhuo. Desde ahora Li Jue y Guo Si manejaron el auténtico poder del cetro, y lo usaron para

oprimir al pueblo. Además reemplazaron a los sirvientes de Palacio por su propia gente, quienes

mantenían una estrecha y continua vigilancia sobre el Emperador, quienes le entorpecían y molestaban enormemente. Todos los nombramientos y degradaciones se hacían por los dos

rebeldes. Debido a su popularidad llamaron a Zhu Jun a la corte, haciéndole Ministerio de

Asuntos Internos y asociándole así al gobierno.

Capítulo 10

Reuniendo sus armas, Ma Teng se mueve para rescatar al Emperador; Comandando un ejército, Cao Cao marcha para vengar a su padre.

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Un día llegó un informe de que el Gobernador de Xiliang, Ma Teng, y el Protector

Imperial de Bingzhou, Han Sui, con unas cien mil tropas, se aproximaban rápidamente a la

capital con la intención de atacar a los rebeldes en nombre del Emperador. En esta ocasión esos líderes provenientes de poniente habían hecho planes minuciosos.

Ma Teng y Han Sui habían enviado a amigos de confianza a la capital para encontrar apoyos.

Habían conspirado con tres oficiales, los Consejeros de la Corte Ma Yu y Chong Shao, y el Comandante Imperial Liu Fan, para ser sus aliados internos y conjurarse contra los rebeldes.

Aquellos tres obtuvieron del Trono dos edictos secretos confiriendo el título de Comandante

Que Guarda Occidente a Han Sui. Con esa fuerza los dos comandantes unieron fuerzas y

comenzaron su marcha. Los cuatro líderes de las fuerzas de ataque, Li Jue, Guo Si, Fan Chou y Zhang Ji,

convocaron un concilio con sus generales para estudiar cómo realizar el ataque.

El Consejero Jia Xu dijo: — Mientras la llegada de los atacantes aún esté lejana nuestro plan es fortificar y prevenir

la falta de alimentos que pudiéramos tener. En un centenar de días sus provisiones se gastarán, y

tendrán que retirarse. Podemos perseguirles y entonces podríamos capturarlos. Li Meng y Wang Fang se pusieron en pie, diciendo:

— Ese es un mal plan. Dadnos diez mil tropas y acabaremos con todos ellos y os

ofreceremos sus cabezas como trofeo.

— Luchar inmediatamente significaría la derrota— dijo Jia Xu. — Si fallamos estamos dispuestos a perder nuestras cabezas— gritaron a una Li Meng y

Wang Fang—. Pero si ganamos entonces será tu cabeza la que rodará.

Entonces Jia Xu aconsejó a Li Jue, diciendo: — A setenta millas al oeste de la capital se encuentran las Montañas Zhouzhi. Su puerto

es angosto y difícil. Envía a los Generales Zhang Ji y a Fan Chou para ocupar ese puesto

aventajado y que se fortifiquen, y así podrán apoyar a Li Meng y a Wang Fang.

Li Jue y Guo Si aceptaron ese consejo. Mandaron quince mil jinetes e infantes, y Li Meng y Wang Fang marcharon con gran moral. Hicieron un campamento a noventa millas de

Changan.

El ejército del oeste llegó. Ma Teng y Han Sui enviaron sus tropas al ataque. Encontraron a sus oponentes Li Meng y Wang Fang en formación de batalla.

Ma Teng y Han Sui cabalgaban al frente uno junto al otro. Señalando a los líderes

rebeldes los comandantes los insultaban, gritando: — ¡Son unos traidores! ¿Quién va a capturarlos?

Las espadas bramaban con fiereza cuando llegó un joven general con una complexión

limpia y blanca como el jade, ojos como estrellas fugaces, cuerpo grácil y fuertes extremidades.

Iba armado con una larga lanza y montando un excelente corcel. Este joven líder era Ma Chao, hijo de Ma Teng, y entonces tenía diecisiete años.

Pero el muchacho tenía una valentía suprema. Wang Fang, confiándose por su juventud,

galopó para enfrentarse a él. Antes de que hubiesen intercambiado unos cuantos envites Wang Fang fue desarmado y cayó por la punzada de la lanza del joven Ma Chao. El vencedor se

volvió para retirarse dentro de la formación, pero Li Meng cabalgó hacia Ma Chao para vengar

a su colega caído. Ma Chao no vio a Li Meng, pero su padre le advirtió.

— ¡Te están persiguiendo!

Ma Teng gritó con fuerza cuando vio que el perseguidor estaba dando alcance a la

montura de su hijo. Ahora Ma Chao era sabedor de que estaba siendo perseguido, pero pretendió no saber nada, esperando que su seguidor estuviera lo suficientemente cerca y empuñó

su lanza para la lucha. Entonces Ma Chao se volvió repentinamente. La lanza sólo golpeó el aire

vacío; y cuando los caballos pasaron, el poderoso brazo de Ma Chao arrojó a Li Meng de su silla. De este modo los soldados de Li Meng y Wang Fang perdieron a sus comandantes y

huyeron en todas direcciones. El ejército de Ma Teng y de Han Sui se lanzaron en su

persecución, y se anotaron una gran victoria. Se apostaron en uno de los puertos e hicieron

campamento. Entonces decapitaron a Li Meng y expusieron su cabeza.

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Cuando Li Jue y Guo Si escucharon que los dos jactancionsos generales habían caído a

manos de un muchacho supieron que Jia Xu les había dado un buen consejo y que había sido

bendecido con el don de la clarividencia. Por lo que evaluaron su plan con más importancia y decidieron actuar a la defensiva. Rehusaron todas las oportunidades de combate.

Después de un par de meses, como se había previsto, las reservas de las fuerzas de

Xiliang se habían agotado y los líderes comenzaban a considerar la retirada. En este momento, un sirviente doméstico de la familia Ma Yu traicionó a su señor y contó

la conspiración de que tres oficiales de la corte pretendían asistir a los atacantes. Los dos jefes,

Li Jue y Guo Si, en venanza, agarraron a los tres conspiradores —Ma Yu, Chong Shao y Liu

Fan—, con cada miembro de su personal, y los ejecutaron en la plaza del mercado. Las cabezas de los tres fueron expuestas en la entrada principal de la capital.

Encontrándose cortos de alimentos y escuchando de la destrucción de sus tres partidarios

en la ciudad, el único camino para Ma Teng y Han Sui fue la retirada. Entonces Zhang Ji fue en persecución de Ma Teng, y Fan Chou fue tras Han Sui. El ejército en retirada de Ma Teng fue

duramente azotado, y sólo los desesperados esfuerzos de Ma Chao hicieron ahuyentar a los

perseguidores. Fan Chou persiguió al otro ejército. Cuando se encontraba cerca, Han Sui se acercó y

dirigiéndose a él dijo:

— Usted y yo, señor, somos de aldeas vecinas. ¿Entonces por qué tenemos que ser

enemigos? — Tengo que obedecer las órdenes de mi señor— contestó Fan Chou.

— Estoy aquí por el servicio al estado. ¿Por qué me presionas tan duramente?— dijo Han

Sui. Tras esto Fan Chou volvió grupas, llamó a sus tropas, y dejó marchar a Han Sui en paz.

Sin darse cuenta, un sobrino de Li Jue había sido testigo de esta escena; y cuando vio que el

enemigo se marchaba con libertad él volvió y se lo contó a su tío. Enfadado porque el enemigo

había escapado, Li Jue tuvo que mandar otro ejército para tomar venganza por su general. Pero su consejero Jia Xu llegó de nuevo diciendo:

— La gente ya está intranquila, sería peligroso provocar otra guerra. Sin embargo, invite

a Fan Chou a un banquete y, mientras se desarrolle la fiesta, ejecútele por abandono del deber. Le pareció bien a Li Jue, y de esta forma el banquete tuvo lugar. Zhan Ji y Fan Chou

aceptaron sus invitaciones y asistieron jovialmente.

Hacia la parte final del convite un cambio repentino se produjo en el anfitrión Li Jue, y preguntó a Fan Chou de improviso:

— ¿Por qué has intrigado con Han Sui? ¿Te estás volviendo un traidor?

El infeliz invitado estaba desconcertado. Antes siquiera que pudiera formular una réplica

vio aparecer a los asesinos con espadas y hachas. Todo terminó en un momento, y la cabeza de Fan Chou rodó bajo la mesa.

Aterrado por este suceso, su compañero en la invitación Zhang Ji se arrastró en el suelo.

— Fan Chou era un traidor— dijo el anfitrión, cogiendo a Zhang Ji por el brazo—, y ha tenido su merecido. Tú eres mi amigo y no tienes que tener miedo.

Li Jue le dio a Zhang Ji el comando del ejército de Fan Chou con el cual Zhang Ji volvió

a sus cuarteles generales en Hongnong. Ninguno de los líderes entre los dirigentes se atrevió a intentar atacar en el reciente grupo

de los descontentos de Dong Zhuo, mientras que por el otro lado Jia Xu nunca cesó de urgir a

sus señores de que se esforzaran por el bienestar del pueblo y así convencer a la gente que esté

de su lado. Y con esos términos el gobierno comenzó a prosperar, y la corte a reafirmar su autoridad.

Sin embargo, un nuevo problema se cernía en la figura del resurgir de los Turbantes

Amarillos en Qingzhou. Llegaron, bajo numerosos caciques, en número de cientos de miles y saquearon cualquier lugar a su alcance.

El Ministro Zhu Jun dijo que conocía a uno que podría destruir su sedición, y cuando le

preguntaron que quién era el hombre que proponía, Zhu Jun dijo:

— Usted quiere destruir esa horda de rebeldes; sin embargo fracasará salvo que cuente con el servicio de Cao Cao.

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— ¿Y quién es él?— preguntó Li Jue.

— Es el Gobernador de Dongjun. Tiene un gran ejército, y sólo tiene que ordenarle

actuar. La rebelión se aplacará. Un mensajero partió a toda prisa con una orden para Cao Cao y Bao Xin, Señor de Jibei,

para actuar juntos en el sofoco de la rebelión. En cuanto Cao Cao recibió la orden de la corte,

planeó con su colega atacar primero los rebeldes en Shouyang. Bao Xin hizo una brecha justo por el centro e inflingió daño siempre que pudo, pero cayó en batalla. Cao Cao persiguió a los

rebeldes hasta que huyeron. Diez mil se rindieron. Entonces Cao Cao puso a sus antiguos

enemigos en la vanguardia. Cuando su ejército alcanzaba algún lugar, muchos más se rendían y

se unían a él. Tras tres meses con esas tácticas, había ganado muchos miles entre soldados y civiles.

De esos nuevos reclutas con los más fuertes y audaces fue hecho el Ejército de Qingzhou,

y los demás fueron enviados a casa a sus granjas. En consecuencia de este suceso el prestigio y la fama de Cao Cao se volvió fantástica y crecía día a día. Informó de su éxito a la Capital

Changan y fue recompensado con el título de General Que Guarda el Este.

En sus cuarteles generales en Yanzhou45

, Cao Cao fue recibido por sabios consejeros y valerosos guerreros y muchos se reunieron en torno suyo. Dos inteligentes personas, tío y

sobrino, llegaron a la vez, ambos desde Yanzhou, llamados Xun Yu y Xun You. El tío una vez

estuvo al servicio de Yuan Shao.

Cao Cao se regocijó cuando hubo ganado al mayor de los Xun a su causa, diciendo: — ¡Xun Yu es mi Zhang Liang

46!

Hizo a Xun Yu General de Campo. El sobrino Xun You era famoso por su habilidad y

había estado a servicio en la corte cuando estaba en Luoyang, pero había abandonado esa carrera y retirado a su pueblo. Cao Cao le hizo Instructor Militar.

— Hay cierto sabio en algún lugar de Yanzhou— dijo Xun Yu a Cao Cao—, pero

desconozco a quién sirve.

— ¿De quién se trata? — Cheng Yu. Forma parte de la parte oriental de Yanzhou.

— Sí, he oído sobre él— dijo Cao Cao.

Y así un mensajero fue enviado a su lugar de origen para preguntar. Cheng Yu se había marchado a las montañas para ocuparse de un estudio, pero acudió a la invitación de Cao Cao.

— Soy indigno de tus recomendaciones— dijo Cheng Yu a su amigo Xun Yu—, y soy

una persona ruda e ignorante. ¿Acaso has olvidado a tu vecino Guo Jia? Él es realmente capaz. ¿Por qué no despliegas la red para captarlo?

— He estado cerca de olvidarlo— dijo entonces Xun Yu.

Entonces Cao Cao llamó a ese hombre, quien tras eso fue invitado.

Guo Jia, discutiendo largo y tendido sobre el mundo con Cao Cao, recomendó a Liu Ye de Henan, quien era descendiente de Liu Xiu el Fundador del Último Han. Cuando Liu Ye

llegó, encontró la forma de invitar a dos más: Man Chong de Shanyang y Lu Qian de Wucheng,

quienes eran conocidos por Cao Cao por su reputación. Ellos dos dieron la noticia de su nuevo señor a Mao Jie de Chenliu, quien también llegó para ofrecer sus servicios. Entonces, el famoso

líder, con sus varios cientos de tropas, llegó para ofrecer su servicio. Se trataba de Yu Jin de

Taishan, un jinete y arquero experto, y ejercitaba a sus hombres en cualquier forma de ejercicio marcial. Fue hecho inspector militar.

Entonces otro día Xiahou Dun trajo a un seguidor para presentárselo a Cao Cao.

— ¿Quién es él?— preguntó Cao Cao.

45

Yanzhou pertenecía a Liu Dai, pero él la delegó en Cao Cao, y él usó la región como su base. 46 Zhang Liang, también conocido como Zhang Zifang, era el maestro de estrategias para Liu Bang. Su familia había servido al estado de Han como jefes de ministros durante el periodo de la Guerra de Estados. Se dice que recibió el libro de estrategias de un misterioso anciano. Cuando era joven, Zhang Liang confabuló para asesinar al Primer Emperador, pero fracasó. Posteriormente se rebeló de nuevo contra Qin. Se unió a Liu Bang (206 A.C.) para luchar contra Qin y después Chu. Recomendó Han Xin a Liu Bang. Debido a la perspicacia de Zhang Liang era llamado por el nombre de “El Maestro del Emperador”. Después de que Liu Bang ganara el imperio, Zhang Liang fue hecho noble con el título de Señor de Liu, pero no tomó su cargo sino que se retiró de la política y se dedicó a viajar.

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— Es de Chenliu y su nombre es Dian Wei. Es el más audaz de los audaces, y el más

fuerte de los fuertes. Era uno de los hombres de Zhang Miao, pero se peleó con sus compañeros

de tienda y mató algunas docenas con sus puños. Entonces huyó a las montañas donde le encontré. Yo estaba fuera disparando y le vi persiguiendo a un tigre por un arroyo. Le convencí

para que se uniera a mi tropa, y ahora le recomiendo.

— Veo que no es un hombre corriente— dijo Cao Cao—. Es delgado y alto, y parece muy poderoso y audaz.

— Así es. Una vez mató a un hombre para vengar a un amigo y cargó con su cabeza por

toda la plaza del mercado. Lo vieron cientos, pero nadie se atrevió a acercarse. El arma que usa

ahora son un par de lanzas, cada una pesará unas ciento veinte libras, y se coloca de un salto en la silla de montar con ellas bajo el brazo.

Cao Cao pidió al hombre que hiciera muestra de sus habilidades. Y de esta forma Dian

Wei galopó de un lado a otro cargando las lanzas. Entonces vio a lo lejos entre las tiendas un gran pendón ondeando peligrosamente por la fuerza del viento a punto de caerse. Una multitud

de soldados trataban en vano de mantenerla en pie. Bajó de un salto, gritó a los hombres que se

apartaran y sujetó firmemente el estandarte con una mano, manteniéndolo perfectamente erguido a pesar del fuerte viento.

— ¡Es el viejo E Lai47

otra vez!— dijo Cao Cao.

Dio a Dian Wei un puesto en su guarnición y además hizo a Dian Wei regalos, tales como

una túnica bordada que estaba vistiendo y un rápido corcel con una espléndida silla. Cao Cao le proporcionó gente para que le sirviera, y así tuvo consejeros en el lado civil y

valientes generales en el ejército. Se volvió famoso en todo el Puerto del Este.

Ahora el padre de Cao Cao, Cao Song, estaba viviendo en Langye, donde había ido a un lugar libre del revuelo de las peleas de las guerrillas. Cao Cao deseaba que se le uniera. Como

un hijo devoto, Cao Cao envió al Gobernador de Taishan, Ying Shao, que escoltara a su padre a

Yanzhou. El anciano Cao Song leyó la carta con regocijo, y su familia se preparó para la

partida. Entre todos serían unos cuarenta, con un séquito de un centenar de sirvientes y muchos carros.

Su camino les llevó por la región de Xuzhou donde el Protector Imperial, Tao Qian, era

un recto y sincero hombre quien se encontraba en buenos términos con Cao Cao desde hacía mucho, pero, hasta ahora, no había encontrado buenas razones para afianzar la unión.

Escuchando que la familia del gran hombre estaba cruzando por su región, Tao Qian fue a

darles la bienvenida, tratándolos con gran cordialidad, festejando y entreteniéndolos durante dos días; y cuando se marcharon les escoltó hasta sus fronteras. Además, envió con ellos al General

Zhang Kai con una escolta especial de quinientos guardas.

Todo el grupo alcanzó el condado de Huafei. Era finales de verano, empezando el otoño,

y se detuvieron en aquel lugar por una enorme tormenta. El único refugio era un viejo templo y hacia allí fueron. La familia ocupó las habitaciones principales y la escolta las alas laterales. Los

hombres de la escolta estaban empapados, enfadados y descontentos.

Entonces Zhang Kai llamó a algunos de sus oficiales de confianza a un lugar secreto y dijo:

— Somos antiguos Turbantes Amarillos y sólo obedecemos a Tao Qian porque no

tenemos más alternativa. Nunca hemos podido negarnos. Ahora está aquí la familia Cao con un sinfín de bártulos, y podemos ser ricos muy fácilmente. Sólo tenemos que hacer un ataque

sorpresa a tercera hora de la noche y matarlos a todos. Después escapamos por las montañas y

entonces tendremos todo el tesoro para nosotros.

Todos estuvieron de acuerdo. La tormenta continuó por la noche y como Cao Song esperaba sentado ansiosamente algún signo de que descampara, pudo escuchar un rumor

proveniente del oeste del templo. Su hermano, Cao De, desenvainando su espada, fue a ver qué

estaba pasando, y Cao De cayó de una estocada. Cao Song agarró a una de las concubinas de la mano, apresurándose con ella hacia el pasillo trasero del templo para así poder escapar. Pero la

dama era gorda y no pudo pasar por las estrechas puertas, por lo que ambos se escondieron en

uno de los pequeños retretes del patio. Sin embargo, los encontraron y los mataron.

47 E Lai, cuya fuerza física era extraordinaria, fue un general del Rey Zhou, el último rey de la Dinastía Shang.

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El infeliz Gobernador Ying Shao huyó por su vida a Yuan Shao. Los asesinos huyeron

hacia el Sur del Río Huay con su botín tras haberle prendido fuego al viejo templo.

Algunos de la escolta escaparon y llevaron las fatídicas noticias a Cao Cao. Cuando lo

escuchó cayó al suelo en medio de un llanto desgarrador. Tuvieron que alzarlo entre varios.

— La gente de Tao Qian ha matado a mi padre— musitó entre dientes—: No puede estar el mismo cielo sobre mi cabeza y las suyas. Voy a hacer que Xuzhou muerda el polvo. Sólo de

esta forma podré satisfacer mi venganza.

Cao Cao dejó un pequeño ejército de treinta mil unidades al mando de Xun Yu y de Cheng Yu para guardar los cuarteles generales y los tres condados de Juancheng, Fanxia y de

Dongjun. Entonces él dispuso del resto para destruir Xuzhou y vengar a su padre. Xiahou Dun,

Yu Jin y Diang Wei eran los Líderes de la Vanguardia, y tenían la orden de Cao Cao de asesinar

a cada habitante de cada ciudad capturada. En ese momento el gobernador de Jiujiang, Bian Rang, era un amigo íntimo de Tao Qian.

Al escuchar que Zuzhou estaba bajo asedio, Bian Rang envió cinco mil tropas en auxilio de su

amigo. Enfadado con este movimiento, Cao Cao envió a Xiahou Dun para detener y matar a Bian Rang mientras todavía estuviera en marcha.

Al mismo tiempo Chen Gong estaba al cargo en Dongjun, y también estaba en buenos

términos con Tao Qian. Al escuchar que Cao Cao deseaba destruir toda la población, Chen

Gong llegó con premura para ver a su antiguo compañero48

. Cao Cao, conociendo el recado de Chen Gong, lo pospuso primero y no le llegó a ver. Pero Cao Cao no pudo olvidar el favor que

recibió con anterioridad de Chen Gong, y al poco rato fue llamado a su tienda.

— Se dice que vas a cobrar venganza de la muerte de tu padre en Xuzhou— dijo Chen Gong—, destruyendo a su gente. He venido para tener unas palabras. El Protector Imperial Tao

Qian es humano y buen hombre. No estaba mirando por su propio beneficio, sino que ha sido

víctima de los hechos y de los demás. Su noble padre encontró su desafortunada muerte de manos de Zhang Kai. Tao Qian es inocente. Y todavía lo son más los ciudadanos, y

asesinándolos te convertirás en un demonio. Te ruego que recapacites.

— ¡Una vez me abandonaste y ahora tienes la imprudencia de venir a verme!— replicó

Cao Cao furioso—. Tao Qian ha matado a toda mi familia, y yo tomaré su corazón como venganza. ¡Lo prometo! Puedes hablar por tu amigo y decir lo que quieras. Yo no voy a

escucharte.

La intercesión fracasó. Chen Gong suspiró y se marchó. — ¡Ay! No puedo ir con Tao Qian y mirarle a la cara.

Y así Chen Gong cabalgó al condado de Chenliu para ofrecer sus servicios al Gobernador

Zhang Miao. La venganza del ejército de Cao Cao arrasaba con cada lugar por el que pasaba, matando

a la población y profanando sus cementerios.

Cuando Tao Qian escuchó los terrible sucesos volvió la vista al cielo, diciendo:

— ¡Tengo que ser culpable de algún error anterior para que el Cielo haya arrojado esta terrible maldición sobre mi pueblo!

Convocó a sus oficiales para consultarles.

Uno de ellos, Cao Bao, dijo:

48

Chen Gong es el magistrado que perdonó a Cao Cao después de que fallara al asesinar a Dong Zhuo. Chen Gong y Cao Cao entonces viajaron como fugitivos a Qiao, pero cada uno tomó un camino (capítulo 4).

Cao Cao, a quien las edades elogiaron,

Mató a su anfitrión en su antiguo vuelo;

Mas un justo castigo nunca tuvo, A su familia también asesinaron.

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— Ahora el enemigo está sobre nosotros: no podemos sentarnos y esperar la muerte con

los brazos cruzados. Al menos yo estoy dispuesto a presentar batalla.

Tao Qian sacó el ejército de mala gana. Vio el ejército de Cao Cao a la distancia desplegándose como el hielo y moviéndose de un lado a otro como la nieve. En su centro había

una gran bandera blanca y a ambos lados estaba escrito ‘Venganza’.

Cuando hubo alineado sus tropas Cao Cao cabalgó vestido de blanco luto e insultó a Tao Qian.

Pero Tao Qian avanzó, y desde debajo de su enseña hizo una gran reverencia y dijo:

— Desearía ser amigo suyo, Ilustrísimo Señor, y por eso envié a Zhang Kai a escoltar a

su familia. No sabía que su corazón rebelde no había cambiado. El error no me conduce a la mentira, como puede ver.

— ¡Viejo miserable! Has matado a mi padre, y ahora no mascullas más que

insensateces— dijo Cao Cao. Y preguntó quién iría a hacerse con Tao Qian.

Xiahou Dun ofreció sus servicios y se lanzó a la carga. Tao Qian huyó a la parte interior

de su formación; y como Xiahou Dun llegaba, Cao Bao salió para enfrentarse a él. Pero justo cuando se encontraban los dos caballos un huracán barrió el lugar, y la arena y los guijarros

volaban por la acción del viento por todos lados, sumiendo el lugar en una gran confusión.

Ambos se alejaron.

Tao Qian se retiró adentro de la ciudad y llamó a sus oficiales a un concilio. — Las fuerzas que nos atacan son demasiado fuertes— dijo—. Me ofreceré como

prisionero y dejaré que caiga su venganza sobre mí. Tengo que salvar a la gente.

Pero se escuchó una voz diciendo: — Tiene ya aquí un largo gobierno, y la gente le quiere. De tan fuerte como es el

enemigo no tienen la necesidad de derribar nuestras murallas, sobre todo cuando son defendidas

por usted y su gente. Tengo un plan para sugerirle que creo que podría hacer que Cao Cao

muriese en un lugar donde no encontraría funeral. Estas audaces palabras sorprendieron a la audiencia, y preguntaron con entusiasmo de qué

trataba el plan.

El siguiente capítulo desvelará quién era el que allí habló.

Haciendo propuestas para la Amistad, Tao Qian encontró un odio a muerte. Pero, donde el peligro se torna más amenazador, una puerta a la seguridad descubre.