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0 Universidad de la República Facultad de Psicología Trabajo Final de Grado Modalidad: Pre Proyecto de Investigación Rol del educador que trabaja en Hogares de Tiempo Completo de INAU Docente Tutora: Mag. Sandra Sena Docente Revisora: Mag. Lucía Pierri Estudiante: Sofía Milagros Enrique, C.I.: 4.756.527-3 15 de Febrero de 2019 Montevideo, Uruguay

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Page 1: Rol del educador que trabaja en Hogares de Tiempo …

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Universidad de la República

Facultad de Psicología

Trabajo Final de Grado

Modalidad: Pre Proyecto de Investigación

Rol del educador que trabaja en Hogares de

Tiempo Completo de INAU

Docente Tutora: Mag. Sandra Sena

Docente Revisora: Mag. Lucía Pierri

Estudiante: Sofía Milagros Enrique, C.I.: 4.756.527-3

15 de Febrero de 2019

Montevideo, Uruguay

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Índice

Resumen…………………………………………………………………………………………..… 2

Fundamentación…………………………………………………………………………………….. 2

Antecedentes……………………………………………………………………………………...… 4

Referencias Teóricas……………………………………………………………………………..… 9

Instituciones y Paradigma Tutelar…………………………………...………………………… 9

El Paradigma de la Protección Integral……………………………..……………………..… 11

Educar, una tarea del cotidiano…………………………………...………………………..… 12

La relación educativa……………………………………………..…………………………… 14

La adolescencia y su cuidado institucional……………………………..…………………... 16

Problema y Preguntas de Investigación…………….…………………………………….…..… 18

Objetivos……………………………………………………………………………………………. 19

Objetivo General……………………………………………………………………………..… 19

Objetivos Específicos………………..………………………………………………………… 19

Diseño Metodológico…………………………………………………………………………….… 20

Consideraciones Éticas…………………………………………………………………………… 21

Cronograma de Ejecución………………………………………………………………………… 21

Resultados Esperados…………………………………………………………………………..… 22

Referencias Bibliográficas………………………………………………………………………… 23

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2

Resumen

El siguiente pre proyecto de investigación pretende conocer y describir el rol del educador

que trabaja con adolescentes que residen en Hogares de Tiempo Completo de INAU. Los

antecedentes que se estudian dan cuenta de la importancia que cumple el rol del educador,

siendo la figura que se encuentra más cerca y presente para los adolescentes

institucionalizados. Tanto el rol, como el trabajo educativo que realiza el educador en

Hogares de Tiempo Completo no están prescriptos, por lo que lleva a que las prácticas

queden libradas al accionar personal de cada educador; por tanto se vuelve necesaria una

caracterización más precisa de dicho rol. La adolescencia es un periodo de vida de

transición y transformación donde tienen lugar significativos cambios, por tanto se hacen

necesarios referentes adultos que puedan contener a los adolescentes en dicha etapa. La

investigación se llevara a cabo realizando un estudio exploratorio descriptivo, con una

metodología cualitativa y un diseño flexible. Las técnicas empleadas serán la entrevista

semi estructura y los grupos focales, para así conocer desde la perspectiva del educador,

cuáles son las características que se despliegan en el desempeño de su rol.

Palabras Clave: Rol del Educador – Institucionalización – Adolescencia Institucionalizada

Fundamentación

El siguiente pre proyecto de investigación surge del interés personal debido a mi trabajo

como educadora en un Hogar de Tiempo Completo de adolescentes del Instituto del Niño y

Adolescente del Uruguay (INAU), desde hace ya más de un año, desde allí han surgido

muchas interrogantes respecto a la función que desempeña el educador en dichos centros.

En la página web de Inau, dentro del Sistema de Información Para la Infancia (SIPI),

INAU en cifras (2017) señala que en el año de publicación la Institución atendió un total de

126.052 niños, niñas y adolescentes. De ellos, 14.927 son adolescentes de 13 a 17 años de

ambos sexos, de los cuales 3.054 son atendidos en Tiempo Completo. La Modalidad de

Atención Integral de Tiempo Completo forma parte de una de las cuatro modalidades de

atención que presenta Inau actualmente. Esta modalidad es la única en la cual niños, niñas

y adolescentes (NNA a partir de ahora) viven de forma institucionalizada, en residencias, si

bien el Instituto reconoce a la familia como el entorno indiscutible para el desarrollo, se

recurre a la institucionalización como último recurso cuando el NNA se encuentra en una

situación de vulneración de sus derechos. Se procura que la internación dure el menor

tiempo posible, se promueve la no internación y la desinternación. Estas premisas

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encuentran sus raíces en la Convención sobre los Derechos del Niño, CDN, (1989) y el

Código de la Niñez y la Adolescencia, CNA (2004)

En el último concurso para el ingreso de educadores iniciado en enero del año pasado,

en las Bases del llamado el perfil del cargo plantea: “En el marco del proyecto socio-

educativo de cada centro, los educadores desarrollan una función educativa a través de

diferentes tareas de orientación, apoyo y atención de niños, niñas y adolescentes, en la vida

cotidiana”. (INAU, División Recursos Humanos, p. 1). La dedicación horaria es de 30 hs.

semanales de acuerdo al régimen de turnos, se pide como requisito excluyente bachillerato

completo.

Namer en 1989 ya consideraba la relevancia del rol del educador e investigaba al

respecto. Él entiende que el educador es quien recibe la problemática de la institución, la

problemática grupal y es la pantalla de todo lo que le sucede en la vida del NNA. A través

del educador se proyecta la filosofía institucional. “(…) Es simbólicamente el representante

de la sociedad de adultos o de la sociedad en general que expulsó a este niño”. (Namer,

1989, p. 3).

Siguiendo al autor, algunos de los elementos que debería tener un educador son:

respeto por la población con la que trabaja, interés en atenderla, ser capaz de comprender

lo que le sucede al otro, mantenerse accesible para la comunicación y estar disponible en

todo momento. Por otra parte, su tarea fundamental es la de observar, observar para

comprender, para rehabilitar; y compartir con el resto del equipo de trabajo esa mirada, para

que no se rigidice. El contacto permanente que tiene con NNA le brinda acceso a momentos

únicos de la vida de los mismos. El propósito de su tarea debe ser el de inducir a la

reconciliación al NNA consigo mismo, y en segunda instancia con la sociedad. El educador

hace de espejo que devuelve al niño una imagen enriquecida de sí mismo para así

revalorizar los aspectos desvalorizados.

En Itinerario para educadores, Aproximación al trabajo socioeducativo con adolescentes

(Domínguez, Lahore y Silva Balerio, 2013) lo específico del rol del educador tiene que ver

con: transmitir contenidos culturales, mediación entre dichos contenidos y los jóvenes,

enriquecer los procesos educativos mediante la promoción de ambientes que los faciliten.

El rol del educador debe ser consecuente con las demandas y características que

despliegan las políticas públicas, en este sentido, reconociendo a los NNA como sujetos de

derechos dentro del actual paradigma de la protección integral. Se tiene en cuenta que la

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importancia de su rol radica en que es la referencia más cercana que tienen los NNA en el

marco de la institucionalización.

Antecedentes

A nivel nacional, Rodríguez y Silva Balerio (2017), desde su trabajo de investigación,

señalan que la función del educador requiere articular un conjunto de habilidades, tales

como: alentar que se despierte el deseo de aprender en cada adolescente; lograr autoridad

epistemológica, saber hacer que se pone a disposición de quien quiere aprender; reconocer

y fortalecer al sujeto con el que se trabaja, que devuelva una mirada confortante de sí;

promover la participación social y el acceso a la cultura.

También en Uruguay, Silva Balerio (2014) investiga las relaciones que se entablan entre

las representaciones de los educadores sobre los adolescentes con los que trabajan (en

proyectos de calle, “internados” e instituciones con sanciones penales juveniles) y las

propuestas socioeducativas que se implementan, cuestionándose si dichas

representaciones interfieren en la construcción de las propuestas. A través de las

narraciones de los educadores entrevistados, se procura, entre otras cosas, ofrecer

recursos para pensar su función pedagógica. Se entiende que el rol del educador no está

prescripto, sino que se trata de un rol que va siendo construido, instalado de a poco y en

lucha con las condiciones actuales y las deseadas. “Implica para los educadores desarrollar

las capacidades de: adaptar (se); proponer; sostener; y resistir los embates de la tradición,

de la conservación del status quo”. (Silva Balerio, 2014, p. 93).

Dentro del encuadre residencial, el educador es quien se encuentra más expuesto (en

comparación con otros formatos educativos que delimitan y protegen). La construcción

progresiva de su lugar implica una intencionalidad, el educador propone su ritmo, y es

entendido como:

Un emisario del mundo exterior que posibilite otras condiciones de expresión por

parte de los adolescentes, que mediante la tematización de hechos o

acontecimientos de ese afuera, pueda tolerar el encierro y preservarse del

avasallamiento de la institucionalización compulsiva o inevitable por la ausencia de

referencias afectivas que se hagan cargo. (Silva Balerio, 2014, p. 95).

Según dicho autor, el educador debe tener la capacidad de operar en situaciones de

adversidad, relacionado con el hecho de eludir los estigmas que se les adjudican a los

adolescentes para así poder confiar en sus capacidades. Las direcciones de los centros les

demandan a los educadores mantener una dinámica de trabajo que facilite las tareas,

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siendo los imperativos “evitar la fuga”, “evitar la violencia”. También son sus funciones:

conectar al adolescente con diversos actores sociales e instituciones, comprendiendo sus

dinámicas relacionales, incluyendo sus propios vínculos filiales; y, la promoción cultural, en

tanto el educador insta, incita e instiga a que el adolescente se conecte con el mundo y

circule por la mayor cantidad de espacios sociales posibles.

A nivel regional, Amador y Girotto (2018) realizan una investigación-intervención sobre

las tareas del educador en una institución de acogimiento en Porto Alegre, Río Grande del

Sur, destinada a niños y adolescentes que vieron su derecho a vivir en familia interrumpido.

Los educadores tienen como tarea específica el convivir diariamente con los NNA, y les

exigen como mínimo un nivel medio de educación formal y experiencia en el área. Haciendo

referencia a la distancia que se produce entre los prescripto y lo imprevisto del trabajo real,

que siempre sorprende: “(…) Implica fugir das dicotomias entre trabalho prescrito/realizado,

singular/coletivo, corpo/mente, cognição/emoção, bem como trabalhador-trabalho, sujeito-

trabalhador, concepção-execução”. (p. 4). Aquí la actividad del educador tiene que ver con

hacer que la organización del hogar circule, manteniendo el orden de las rutinas del mismo,

y a la vez con lo imprevisible del trabajo real, implicando los afectos que se producen en el

vínculo con los NNA que residen allí. Es posible identificar dos tipos de educadores,

aquellos que están para mantener el orden de la casa, atendiendo la higiene y la

alimentación, de aquellos que identifican las demandas afectivas presentes en simples

pedidos de los NNA. El educador no debe restringirse al cuidado físico, sino que es

necesario atender la dimensión afectiva.

El trabajo del educador está regido por diversas normas: normas que se hicieron en la

trayectoria personal de cada uno, normas de la organización en la que se trabaja, normas

jurídicas, normas sobre infancia y adolescencia, entre otras. Pero a su vez existe un vacío

normativo sobre modos de operar, sobre cómo el educador debe hacer su trabajo, esta falta

de normativa lleva al recorrido de normas que surgen de la experiencia con el contacto con

la realidad del trabajo y también con la formación personal-familiar. Una tensión más tiene

lugar: entre los aspectos profesionales y personales del educador que se evidencian en la

toma de distintas direcciones frente a la complejidad del trabajo. Se señala que el trabajo en

equipo entre educadores es fundamental para la labor diaria, para cuando los intersticios del

no saber se ponen en juego, es necesario poder pensar en colectivo, con otros. (Amador y

Girotto, 2018)

También en Brasil, Costa, Lima, Santos, y Santos, (2018) realizan una investigación en

instituciones de acogimiento de la región metropolitana de San Pablo, realizando entrevistas

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semi estructuradas. Su trabajo busco conocer los sentimientos y pensamientos de

educadores sobre los internados, el sentido que le dan a su trabajo y lo que ellos piensan

sobre la función que ejercen, hipotetizando que dichos factores interfieren en el trato con

NNA.

En su investigación, Costa et al. (2018), señalan que 7 de los 9 educadores investigados

sufrieron en sus hogares durante su niñez o adolescencia, de igual forma que los NNA con

los que trabajan. Dado esto, su trabajo actual les permite brindar a otros jóvenes el cariño y

la atención que ellos no recibieron. Los educadores que no sufrieron tal violencia, indican

cuidar a los jóvenes para que vivan las mismas experiencias positivas que ellos. Si bien los

educadores no asumen el papel directamente de figuras parentales, los NNA los ven como

referentes parentales. “Devido ao estabelecimento dessa vinculação de caráter profissional

e familiar concomitantes, de acordo com as informações coletadas, verificou-se que os

educadores consideram a instituição de acolhimento não como seu local de trabalho

apenas, mas como seu segundo lar”. (p.5). En la práctica es preciso que el educador pueda

tener una distancia óptima de las realidades con las que está trabajando, acercándose y/o

alejándose cuando es necesario. Sucede que debido a falta de definiciones estandarizadas

acerca de la función del educador, se trabaja desde la intuición dada por las experiencias

personales de cada uno.

Todos los educadores que participaron en esta investigación aseveran que resulta un

trabajo muy cansador debido al involucramiento emocional que conlleva, la sobrecarga

horaria y los malos comportamientos de NNA, sumado a la falta de apoyo a su ejercicio

profesional (por ejemplo apoyo psicológico para trabajar con las emociones que se

movilizan en su tarea diaria; capacitación para desempeñarse mejor con la población de

trabajo). (Costa et al., 2018).

En Colombia, Bonilla, Sánchez Arrpyave y Sánchez Cifuentes (2017) investigan las

configuraciones de las relaciones entre los educadores, niños, niñas y adolescentes en

contexto de protección. Señalan que los educadores de contextos de protección, a

diferencia de docentes en contexto escolar, apenas alcanzan a terminar estudios de

educación media y tampoco tienen la posibilidad de acceder a estudios superiores. Para la

población con situaciones de vulneración, los educadores son de vital importancia, ya que

conviven con ellos. Orientan, acompañan, apoyan, protegen. En el contexto social existe

poco reconocimiento de la importancia del rol del educador.

Los educadores manifiestan que se sienten como los padres de los NNA con los que

trabajan, “(…) “Yo no cambio nada cuando eduqué a mis hijos a los que estoy educando

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ahora, para mi yo soy mamá...” Y de igual manera el educador expresa: “.... yo me siento

como un papá para ellos...”. (Bonilla et al., 2017, p.49).

Experiencias de su vida personal les son útiles para enfrentarse a situaciones de su

trabajo, generándose vínculos afectivos entre educadores y educandos. Estas autoras

afirman que dicho vínculo es similar al que se establece entre padres e hijos, teniendo como

barrera la institución. Han concluido que el trabajo de educadores en instituciones de

protección es muy importante puesto que se transforman en la fuente de apoyo de NNA,

favoreciendo así que los mismos se formen dentro de las situaciones de vulneración que

viven. Los NNA proyectan su vida en los educadores que logran ser figuras significativas.

Albarrán y Taracena (2012), realizan en México una investigación con un grupo de once

educadores que trabajan en una organización pública que atiende a niños y niñas que se

encuentren en riesgo de calle en el Distrito Federal, buscando analizar la implicación de los

mismos. (Vale aclarar que la población atendida aún mantiene su convivencia con la familia

y asisten al centro durante el día, la situación de vulnerabilidad es extrema). La metodología

utilizada fue grupos de investigación con enfoque socio-clínico, analizando el discurso

colectivo producido en talleres. Se les pidió a los participantes que realizarán un dibujo que

los representará como educadores y a partir de ahí construyeran narrativamente lo que

habían querido expresar en él. Los dibujos mostraron las emociones ambivalentes que

viven los educadores respecto a su función, también se marcó el vínculo emocional entre

educadores y educandos (relación educativa que es mediada por la relación interpersonal).

Una de las fantasías que se pone en juego tiene que ver con el poder salvar al niño del

abandono, salvarlo del riesgo de la calle.

Como ya lo habíamos mencionado con Costa et al., (2018); Albarrán y Taracena (2012)

indican que el “(…) Involucramiento con el que se vivencia la relación educativa, en muchas

ocasiones provoca nostalgia en los educadores […], al evocar reminiscencias de sus

propios orígenes sociales y familiares, en la mayoría de los casos cargados también de

violencia y pobreza”. (p. 963). A su vez, los educadores proyectan en sus educandos los

mismos afectos que depositan en su familia.

En Curitiba, Brasil, Schüssler D’Aroz y Stoltz (2010), realizan su investigación a partir de

la siguiente pregunta: “¿Qué conocimientos y habilidades sociales tiene que poseer un

educador social para trabajar con niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad

social/personal y que se encuentran albergados?” (p.66), para así comprender el papel del

educador social, tomando como relevante la función del educador social en el proceso de

desarrollo de los adolescentes institucionalizados. El método de investigación fue

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entrevistas semi estructuradas a adolescentes, a sus familias y a educadores, con el fin de

comprender la concepción de cuidado que tienen los mismos.

Sostienen que el educador debe formar en actitud y valores, teniendo en cuenta las

interacciones sociales de NNA, facilita la integración de los mismos a la sociedad, a su vez

debe ser miembro de un equipo de trabajo y ser parte de la institución en la que trabaja. Se

entiende que el fin debe ser la promoción de derechos de los NNA. Adolescentes y

educadores deben trabajar juntos para que las estrategias educativas respondan a las

motivaciones de los primeros, esto será un elemento para garantizar su participación en la

elaboración de sus proyectos de vida.

Se resalta tener en cuenta que “El educador debe tomar conciencia de que cada acción

suya es un mensaje que manda al niño que atiende”. (Schüssler D’Aroz y Stoltz, 2010,

p.70), es una figura referente para los jóvenes, y no sólo quien los cuida.

Schüssler D’Aroz y Stoltz (2010), al igual que Bonilla et al. (2017), señalan que la

convivencia diaria, mediando conflictos, dando consejos, vehiculiza que el educador se

transforme en figura familiar (padre, madre, tío, tía) para muchos de los NNA. El rol de

educador puede confundirse con la relación afectuosa familiar. De las entrevistas realizadas

a los educadores, se infiere que el cuidado que les brindan a los niños es el mismo que les

dan a sus propios hijos. El educador se convierte en el reflejo del adulto que el niño será

mañana y su papel debe incluir el de ser “(…) Un mediador en la construcción de valores”.

(p.77).

Por otra parte, Campos, Espinosa y Ochaíta (2011), investigan en Madrid, España, las

diferencias entre el contexto residencial y los hogares familiares para el desarrollo de NNA,

a través de la opinión de profesionales que trabajan en el sistema de protección, en un

Centro que atiende niños y en otro que trabaja con adolescentes. Se realizaron entrevistas

semi estructuradas a quince profesionales, entre ellos 11 educadores. Se despliega la idea

de que vivir en familia es muy valorado por la sociedad, por lo cual el hecho de no vivir con

los padres es algo que se vive como negativo.

A diferencia de las investigaciones regionales que se venían trabajando, Campos et al.

(2011) plantean que “Los educadores tratan de controlar la relación emocional que se crea

entre ellos y los niños para que éstos generen un afecto diferente al familiar, que pueda ser

compatible con los vínculos familiares que mantienen”. (p. 64). Aclaran que aunque realicen

funciones similares a un padre o una madre, no lo son. Sostienen que los jóvenes ya

cuentan con una familia y la vida en el Centro no es una vida familiar, y la relación se

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asemeja más a la amistad que a la filio-paternal. “La relación educador-educando tiene un

tiempo de duración concreto, hasta que finaliza el acogimiento residencial lo que, como ya

se ha dicho, constituye una diferencia muy notable con la paterno filial”. (p. 66).

Teniendo presente la importancia del rol del educador desarrollada en las distintas

investigaciones trabajadas y considerando la escasa investigación en nuestro país sobre la

temática es que este proyecto cobra vital relevancia. Como Namer (1989) planteaba, y aún

persiste, se encuentra cierta falta de claridad en su rol, falta de identidad profesional, aún

cuando su tarea resulta de muy importante ya que tienen el contacto más directo con NNA

que residen en Hogares de Tiempo Completo.

Referentes Teóricos

Instituciones y Paradigma Tutelar

Domínguez y Silva Balerio (2017), plantean en Uruguay, que a nivel histórico la gestión

de los Hogares del sistema de Tiempo Completo, ha tenido características que responden al

modelo tutelar; entre ellas: la vulneración de los derechos más básicos, reglamentos que

controlan la vida cotidiana, sanciones arbitrarias, circulación indiscriminada de adultos,

escasa promoción de la circulación social, instalaciones que no tienen en cuenta la

intimidad y viviendas poco acogedoras. El tratamiento indiferenciado que se da en un

“internado” homogeniza y despersonaliza a su población. En tanto estas situaciones se

mantengan en la actualidad, los mandatos jurídicos no encuentran su correlato en la

práctica.

De este modo, se pueden pensar los Hogares desde las características que presenta

una institución total según Goffman (1961/1984), una tendencia absorbente y totalizadora

del funcionamiento diario que daría para pensar en un aislamiento de la sociedad, en

paralelo una rutina cotidiana que funciona siempre igual con reglas a seguir (“todos comen

lo mismo, todos a la misma hora, todos en el mismo lugar”). La vida familiar se ve sustituida

por una vida de cuadrilla. “Imponer una rutina diaria que es ajena forzando a asumir un

papel que no identifica”. (p. 35). Por el contario, los sujetos se desidentifican, se produce

una desculturación, para entrar a una cultura diferente.

Para Viñar (2005), la creación de instituciones de protección que se dan en la

modernidad occidental responde a la necesidad de suplir la familia de origen cuando ésta

falta o falla en sus funciones, así se cubre la idea de re-sociabilizar a los futuros ciudadanos

y/o prevenirlos de ser futuros delincuentes. La ideología que imperaba era la tutelar. El

proyecto de rehabilitación inicial, se corrompe cuando dichas instituciones se transforman

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en su finalidad y repiten la vulneración de derechos ya experimentada por quienes las

habitan.

Desde Rodríguez (2016), se entiende que las instituciones son parte del mundo humano

y hacen a la sociedad en sí. Los sistemas de protección son lugares destinados a la

protección de niños, niñas y adolescentes, aunque existen posibilidades de que la

institución de la protección incurra en formas de desprotección o de descuido.

“(…) La presencia del discurso judicial, del discurso psiquiátrico, psicológico,

pedagógico, de la asistencia social en tanto disciplina; todos ellos, de una manera

absolutamente fragmentaria dejan traza de unos saberes “partiendo”, “dividiendo”,

“fragmentando” lo que hay de sujeto (…)”. (Rodríguez, 2016, p. 155). Saberes así de

fragmentados, fragmentan y dan la posibilidad a que se desproteja y se descuide. (Reveer

cita cuando saque el libro)

El Estado cumplía sus obligaciones, bajo el paradigma tutelar que encontraba sus raíces

en el Código del Niño del año 1934, en tanto Uruguay ratifica su adhesión a la Convención

Internacional sobre los Derechos del Niño (CDN de ahora en adelante), en 1994,

comenzarán los caminos hacia un nuevo paradigma, el de la protección integral de los

derechos, en el año 2004 comienza a regir el Nuevo Código del Niño nacional.

Según Giorgi (2002), se han instituido dos imágenes asociadas a la niñez: la del niño

(sujeto en desarrollo y de derecho), y la del menor (potencial transgresor, amenaza para el

resto de la sociedad). Las denominaciones como “menores”, “infractores” avalan la

contención del joven en pos de la seguridad social, donde se privilegia el control y la

represión por encima de los derechos de los NNA.

El “menor”, es una construcción propia del paradigma tutelar, una culpabilización interna

del niño que lo haría merecedor de acciones de compasión y represión, expresión del

fracaso del modelo político de la época. (Silva Balerio, 2014).

En este sentido, Minnicelli (2007) entiende que cuando al niño se lo inscribe en el

discurso como menor, en la minoridad se lo desconoce en su infancia misma, afirma que

donde hay un menor, no hay una niñez, faltando a su vez un adulto que le señale al niño

que es niño.

Ratificada la CDN, se entiende desde Domínguez y Silva Balerio (2017) que la

adecuación normativa aún se encuentra inconclusa, ya que si bien la ley ha sido modificada,

se mantienen en vigencia normas explícitas e implícitas que señalan un cómo hacer las

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cosas que responden al paradigma tutelar. El asistencialismo pone a la persona en una

situación de dependencia, atenta contra su dignidad y obtura la concepción de un sujeto de

derechos. Es necesario tener presente que el modelo tutelar se mantiene en el imaginario

social, y dificulta al momento de pensar estrategias alternativas. “(…) La repetición por más

de un siglo de prácticas de encierro protector ha socavado nuestra posibilidad de pensar

fuera del hogar, la residencia, el internado”. (p. 87).

El Paradigma de la Protección Integral

Dentro de las instituciones de protección, Viñar (2005) señala, que no sólo se debe

brindar abrigo, techo y comida, como cualquier “asilo” podría hacerlo, sino que se deben dar

posibilidades de acceso a condiciones de subjetivación, reconociendo los matices de la

historia en particular de cada NNA

Mientras que el sistema de protección en clave tutelar tiene la necesidad de incorporar

certeza a la acción que desarrolla, con figuras omnipresentes que explican todas las

decisiones; el sistema de protección en clave de derechos da lugar al reconocimiento de la

incertidumbre, requiere de profesionales creativos que capten las situaciones en su

particularidad, abdicando de toda receta preformulada. Si bien las prácticas tutelares se

encuentran arraigadas, el enfoque de derechos se ha transformado en el hegemónico,

privilegiando como ideal la eliminación o la reducción a su mínima expresión del internado

como dispositivo de protección e implementar estrategias que garanticen efectivamente el

derecho a vivir en familia. (Domínguez y Silva Balerio, 2017).

Los criterios emanados de la Convención sobre los Derechos del Niño proporcionan

un marco de referencia para las políticas de infancia. Consagran al niño como

"sujeto de derecho" ubicando en esta categoría las necesidades esenciales para

desarrollarse como persona. El "interés superior del niño" queda instituido como

referente primordial al momento de tomar decisiones en relación a él. La Convención

si opera como referente del trabajo con niños y adolescentes, deja planteado el

desafío de construir respuestas concretas a partir de sus enunciados. (Giorgi, 2002,

p. 4).

A su vez Fernández (2013) señala que la Doctrina de la protección integral tiene sus

fundamentos en el hecho de reconocer al niño, la niña y el adolescente como portador de

derechos sociales específicos, y de derechos individuales. Así dejarían de ser utilizadas

denominaciones descalificatorias propias de la doctrina de la situación irregular.

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“(...) Los niños y adolescentes ya no serán objeto de caridad, vigilancia, control y

castigo, sino que se han convertido en sujetos de derecho, con opinión sobre las decisiones

que los afectan”. (Domínguez y Silva Balerio, 2017, p. 66). Así, el Estado protege de la

vulneración de derechos a la que se ven expuestos NNA y sus familias. El hecho de

reconocer el derecho del niño a sostener vínculos con sus familiares opera como un golpe

para el paradigma tutelar que se arraigaba en la idea de que la familia era la culpable.

Siguiendo con los autores, cientos de niños, niñas y adolescentes, tras ser vulnerados

por su contexto familiar más cercano, son expuestos a prácticas que reeditan dicha

vulneración, en lugares donde lo esperable es que se los esté cuidando. Desde un enfoque

de derechos, se entiende que desinternar es un mandato normativo. Parte de lo negativo

del internado tiene que ver con las situaciones violentas que se experimentan allí, pero por

otro lado, podemos hablar de lo positivo, que radica en la instalación de un vínculo de

confianza con los adultos que allí trabajan, que permite la elaboración de vivencias

traumáticas vividas previamente, también se indica que dicho vínculo no siempre es fácil

que se establezca.

La propuesta de desinternación de estos autores, no tiene que ver con desatender o

descuidar, sino con rediseñar estrategias institucionales que garanticen la protección de

niños y adolescentes cuyos derechos han sido vulnerados por distintas causas, respetando

las circunstancias particulares de cada uno y de sus familias, la idea es cuidar sin encerrar.

Desinternar no es desinstitucionalizar, no deben perderse los cuidados institucionales que

se requieran. Los internados deben evitarse del mismo modo que los cuidados familiares

deben promoverse.

Educar, una tarea del cotidiano

Namer (1989) señala que en un comienzo, el instructor es aquel que vigila a los niños,

niñas y adolescentes que tiene a su cargo, esta tarea responde al asistencialismo que aún a

veces mantiene el sistema. Actualmente se los denomina educadores, y su función como

tales adquiere mayor complejidad y trascendencia.

Entendiendo a la Educación Social como una de las áreas que guía el rol de los

educadores, para Moyano (2009), las funciones del educador son las siguientes:

transmisión de cultura, generación de redes sociales y recursos educativos, mediación

social y cultural. Saber cómo transmitir, y saber sobre lo qué transmitir (cultura), atendiendo

a las particularidades de cada sujeto. El saber pedagógico debe estar vehiculizado por la

intencionalidad de la promoción de efectos educativos. El trabajo de la educación conecta

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intergeneracionalmente a los adultos y a los niños, trabajo de transmisión que supone una

responsabilidad adulta para con las infancias.

Educador entendido como estudiante perpetuo, incansable maestro; “El punto de partida

para desarrollar la tarea de educador social, especialmente en una institución para niños

albergados, es estar dispuesto a comprender al niño dentro del conjunto de sus relaciones

sociales y simbólicas”. (Schüssler D’Aroz y Stoltz, 2010, p.65). No se trata solo del niño,

sino de su red de interacciones y demás actores sociales.

Desde Schüssler D’Aroz y Stoltz (2010), se entiende que el educador que trabaja en una

institución de protección, debe encargarse de la satisfacción de las necesidades básicas de

la población (higiene, alimentación, salud, etc.), pero además, el cuidado tiene que estar en

la base, orientar, transmitir seguridad, mediar en la construcción de valores, trabajar con los

NNA lo que se puede y no se puede hacer, favoreciendo así la autonomía de los sujetos.

En el educador residen vertientes que lo envuelven en un papel conflictivo. “(…)

Representa la sociedad, padres expulsantes o abandonantes, en la medida que se

convierte en la pantalla de todo lo que sucede en el niño como individuo y en el grupo y en

la medida que intenta representar, simbolizar o transmitir la filosofía institucional (…)”.

(Namer, 1989, p. 4).

Cuando el educador trabaja con adolescentes, debe tener presente que en este periodo

se da una salida de lo familiar (por parte del adolescente), y se produce una búsqueda de

nuevos espacios de socialización que forman parte de la búsqueda por la identidad que

está en juego. Esto es vital si tenemos presente que adolescentes institucionalizados en

Tiempo Completo, han tenido o tienen escasos vínculos familiares. “(…) Solemos decir que

la adolescencia está en riesgo cuando no se dispone de una familia lo suficientemente

buena, pero lo está también cuando una familia es lo único que se tiene”. (Rodríguez y Silva

Balerio, 2017, p. 57).

Domínguez, Lahore y Silva Balerio (2013) entienden que el trabajo educativo con

adolescentes dentro del sistema de INAU, plantea un desafío al momento de generar

genuinos espacios de aprendizaje. Trabajo que debe ser pensado desde lo común, para

todos los adolescentes, y desde lo singular, con el desafío de pensar algo para cada de uno

de ellos. A diferencia de otras instituciones donde lo educativo está prescripto, en los

distintos proyectos de atención de INAU la propuesta educativa requiere de un proceso.

Casi nada en el campo socioeducativo está prescripto. Ni la formación de los

educadores, ni lo que tienen que enseñar, ni cómo. Eso deja las prácticas libradas a

Page 15: Rol del educador que trabaja en Hogares de Tiempo …

14

la iniciativa de cada educador o institución, no ofreciendo garantías de calidad de la

oferta educativa a los adolescentes. (p. 13).

Dicha propuesta debe tener interconexiones con los distintos espacios que forman parte

de la vida de un adolescente (referentes afectivos, liceo, centro de salud, etc.). El trabajo del

educador requiere de otras instituciones para enriquecer los procesos de sociabilización y

aprendizajes del joven. La responsabilidad de la educación en este caso es generar

condiciones para que el joven pueda desplegar sus capacidades; alterando una situación de

desigualdad o de violencia, se abre la posibilidad de generar una nueva situación.

En esencia, la educación se trata de “La transmisión de la cultura de una generación a la

otra […] 1) darle cierto grado de continuidad a lo humano y 2) posibilitar que el sujeto tome

parte de aquello que la humanidad ha construido hasta el momento”. (Domínguez et al.,

2013, p. 25). En la transmisión se ofrece una herencia que al mismo tiempo tiene la

oportunidad de ser transformada al hacerla propia. Los contenidos culturales que han de

transmitirse deben sufrir ciertas modificaciones para ser objetos de enseñanza. En primer

lugar se deben identificar contenidos que conecten las demandas sociales con las

singularidades de los sujetos de la educación; en segundo lugar se debe recortar cierta

parte de la cultura que se tiene el objetivo de ser transmitida; y por último se debe traducir y

contextualizar, texto discursivo que precede al acto de enseñanza.

El cuidado también forma parte del educar y del rol del educador. “(…) Aparecen

significados distintos del cuidado: responsabilidad adulta, función parental, enseñanza para

la autonomía, promoción del autocuidado, y puesta de límites”. (Silva Balerio, 2014, p. 104).

El educador puede transformarse en referente afectivo, lo que puede llevar a una confusión

entre la función educativa de cuidado y la función parental.

La relación educativa

Rodríguez y Silva Balerio (2017), consideran como punto de partida de la relación

educativa, la construcción de dos sujetos. Relación asimétrica que por un lado encuentra un

sujeto que quiere transmitir algo y por otro un sujeto que cuenta con la posibilidad de

apropiarse de aquello que le es transmitido.

Esta relación tendrá como mayor desafío diseñar, proponer y recrear nuevas formas

de educar; proponiendo diferentes prácticas, acciones, estrategias que permitan

revertir la desmotivación, la pérdida de sentido, el sentimiento de “no poder”;

potenciando el sentimiento de posibilidad, implementando modos de acción que

Page 16: Rol del educador que trabaja en Hogares de Tiempo …

15

permitan habitar las diferentes propuestas existentes para su tiempo y su momento o

generando otras. (p. 18).

Para Namer (1989), la relación educativa es el instrumento base del tratamiento

institucional y para que se dé, el educador deber poder ser visto como una figura de

autoridad. Autoridad considerada como instrumento educativo, va más allá de mantener el

orden y la disciplina. Poseer autoridad significa obtener obediencia mediante la vía del

consejo, del ejemplo. El educando se la confiere al educador dentro del marco de una

relación interpersonal. El autor indica que cuando se trabaja con NNA “perturbados”, que

han sufrido severos daños, las figuras de autoridad les representan un conflicto, están

deterioradas, conflicto con el que el educador tendrá que verse a diario. “Los jóvenes

necesitan autoridad, la necesitan para ser ayudados, protegidos y apoyados. […] La

autoridad se convierte en continente para impulsos incontrolables”. (p. 7).

Según Gomes Da Costa (1990) los momentos de conflicto son parte constitutiva de la

relación educativa, su superación implica enfrentar el conflicto, no eliminarlo. Como ya

dijimos, es una relación asimétrica, la idea de la horizontalidad es un mito. También es una

relación artificial, no sucede espontáneamente sino que se da en el marco de una institución

y con objetivos por parte del educador. El proceso educativo conlleva momentos de grandes

asperezas, no es un camino suave.

La relación educativa como relación ternaria (educador, cultura, educando) se sostiene

en tanto algo de la cultura queda colocado en medio de la relación. Por eso, como

planteábamos anteriormente, los contenidos culturales son esenciales para definir dicha

relación. (Silva Balerio, 2014).

El educador, con una mirada cercana que atiende la singularidad de cada adolescente,

debe crear propuestas flexibles y dinámicas que contemplen dicha particularidad. El

conocimiento de la diversidad permite entrar en el campo de lo singular. El proyecto

educativo individual (PEI) es un método de trabajo entre el educador y el educando,

abarcando todas las áreas que sean necesarias según cada caso. La construcción del PEI:

“(…) Supone la generación de acuerdos, la fijación de metas, la toma de conciencia de las

dificultades, la decisión de las acciones a desarrollar. Así como un plan que permita la

valoración sistemática del desarrollo del mismo”. (Rodríguez y Silva Balerio, 2017, p. 18).

Su construcción implica la participación de varios actores involucrados.

Se entiende como una buena práctica educativa con adolescentes, aquella en la que el

educador logra implementar un grupo de acciones que incrementan las posibilidades de que

Page 17: Rol del educador que trabaja en Hogares de Tiempo …

16

el adolescente adquiera saberes y capacidades para vincularse activamente con la

sociedad. La práctica no viene con receta, cada caso enfrenta a nuevos desafíos que son

pensados desde la singularidad del mismo. Al educador se le exige que su acción educativa

sea intencionada, para de esa manera transformar espacios sociales comunes en espacios

con valor educativo, allí es donde se puede instalar una relación educativa con la

transmisión/apropiación de contenidos culturales. (Rodríguez y Silva Balerio, 2017).

Siguiendo a los autores, el educador debe tener una actitud activa, germinal, para así

poder lograr conexiones entre los adolescentes y el ejercicio de sus derechos. Un educador

incentiva a los adolescentes a que hagan cosas por sí mismos, hacia el camino de la

autonomía. Teniendo en cuenta que el trabajo socioeducativo que realiza el educador debe

ser compartido con otros actores que estén involucrados en la vida de los jóvenes.

La adolescencia y su cuidado institucional

Entendemos por adolescencia, proceso de transformación y de transición, según Viñar

(2009), lo siguiente: “[…] más que una etapa cronológica de la vida y el desarrollo

madurativo; […] trabajo de transformación o proceso de expansión y crecimiento, de

germinación y creatividad, […] tiene logros y fracasos que nunca se distribuyen en blanco y

negro. (pág. 15).

Winnicott (1971/1993) indica que en esta etapa, los jóvenes salen de la niñez en forma

torpe y excéntrica, se van alejando de la dependencia y se encaminan hacía su condición

de adultos.

Según Kancyper (2007) la adolescencia es un ciclo de la vida humana trágico, ya que

implica el sacrificio de la ingenuidad propia de lo infantil y el darse cuenta de las

identificaciones alienantes e impuestas por otros cuando se es niño; dichas identificaciones

se procesarán en esta etapa de modo que lo heredado será reconstruido por el adolescente

para así poder dar a luz a una identidad singular, a un proyecto propio. Esto último daría fin

a la posición ingenua, teniendo presente que es una etapa con crisis insoslayables.

La adolescencia puede caracterizarse por “(…) el encuentro del objeto genital

exogámico, la elección vocacional más allá de los mandamientos parentales y la

recomposición de los vínculos sociales y económicos”. (Kancyper, 2007, p. 17). Se entiende

a la adolescencia como punto de partida y como punto de llegada, es decir, se llega con

traumas anteriores que se significarán en esta época y se da la posibilidad de partida a

Page 18: Rol del educador que trabaja en Hogares de Tiempo …

17

nuevas significaciones y logros a cumplir, transformaciones inéditas se podrán dar en la

personalidad de un sujeto.

Para Aulagnier (1991) la adolescencia conlleva un tiempo de transición el cual requiere

poner en marcha un trabajo de memoria, donde una biografía pasada (por lo tanto perdida),

continua existiendo en la psíquis, siendo necesaria para devenir como sujeto autor de una

historia propia. Permanente trabajo de construcción- reconstrucción de un pasado, que se

da en el presente.

Según Rodríguez y Silva Balerio (2017), los adolescentes suelen mostrarse poco

comunicativos y a veces inaccesibles, pero aún así, reciben importantes influencias del

ambiente en el que se desarrollan. En esta etapa los adultos no familiares se pueden

transformar en figuras significativas que afectan el desarrollo.

En la adolescencia, tiene lugar la confrontación generacional. “(…) Donde existe el

desafío de un joven en crecimiento, que haya un adulto para encararlo. Y no es obligatorio

que ello resulte agradable”. (Winnicott, 1971/1993, p.193). Es necesario que una persona

que va madurando forme su punto de vista contando con el respaldo de otras personas

maduras.

Kancyper (1997) plantea a la confrontación generacional como un punto nodal en la vida

en general y con mucha relevancia en la adolescencia, donde la búsqueda de la identidad

pone en marcha un proceso de separación de la autoridad parental, necesario y doloroso.

Para que exista una confrontación generacional debe haber un vínculo previo establecido.

En concordancia, Koremblit de Vinacur (2014) señala que en la confrontación, es

necesaria la presencia del otro como alteridad, que posibilite la tensión entre los opuestos y

que permite un proceso dialéctico de identificaciones-desidentificaciones fundamental en la

adolescencia. Aquí se resalta una de las características que han de sostener los adultos

cuando interactúan con adolescentes, necesitan de la alteridad para la formación de su

subjetividad.

Zermoglio (2003) plantea que el proceso adolescente debe incurrir en un espacio íntimo

y armar lo propio, mientras que a la vez necesita poder contar con alguien que éste pero

que no insista en entrar. La presencia de la alteridad adulta resulta indispensable en este

sentido.

Con respecto a los adolescentes que viven en Hogares de Tiempo Completo, según

Melendro (2000) el vínculo con la institución resulta perplejo e indefinido. Opiniones de

Page 19: Rol del educador que trabaja en Hogares de Tiempo …

18

adolescentes entrevistados por dicho autor se dividen entre aquellos que viven de forma

negativa la separación con su familia de aquellos que aceptan la separación como

oportunidad para encontrar un espacio seguro y/o neutral donde poder reorganizar su vida

cotidiana. “No deja de resultar significativo que los adolescentes que han vivido situaciones

de internamiento no deseen repetirlas”. (p. 415). A veces la búsqueda de ese espacio

seguro se vuelve ausencia de espacio estable, cuando los tiempos de institucionalización se

extienden sin un límite claro, y, las figuras de referencia o los espacios físicos de residencia

son cambiados con frecuencia. El espacio seguro que necesita el adolescente para

encontrar su propio lugar en el mundo implica referencias estables y duraderas, para poder

afrontar con cierto éxito una vida adulta.

En general los adolescentes se muestran desconfiados frente a estas instituciones.

Cuando el adolescente ha vivido situaciones de maltrato, se produce en él un autoconcepto

negativo, que es reforzado por el hecho del alejamiento de su entorno social y la

institucionalización. En tanto el adolescente no logra ser consciente de la vulneración de

derechos que ha vivido (detectada por un tercero), la institucionalización se siente más

traumática que la anterior situación de maltrato (Melendro, 2000).

Según Ramírez (1988) el origen de la desconfianza hacia los adultos se encuentra en la

confrontación social y en el autoconcepto negativo del mismo adolescente. Desde la

confrontación, el adulto se transforma en representante de las leyes que se desprecian.

Mientras que la autopercepción negativa lleva al adolescente a pensar que los demás tienen

una imagen mala y desconfían de él, manteniéndose así en alerta constante respecto a las

intenciones de los adultos.

Cuando la institucionalización se da desde edades tempranas hasta la adolescencia

inclusive, Luna, Sánchez y Tissera (2011) señalan que cuando estos adolescentes cumplen

la mayoría de edad suelen carecer de lazos y redes afectivos, como de la autonomía que

requiere la vida adulta. La falta de preparación para la vida adulta implica una falta en el

reconocimiento de las vocaciones (por parte del joven) y falta de estudios que habilitarían

aptitudes para un trabajo.

Problema de Investigación

Considerado lo desarrollado por autores como Kancyper (2007), Viñar (2009), Winnicott

(1971/1993), la adolescencia es un periodo de vida en el cual se transitan importantes

cambios, donde los referentes adultos ocupan un lugar significativo en tanto ofician de

soporte y contención para los adolescentes.

Page 20: Rol del educador que trabaja en Hogares de Tiempo …

19

En el caso de los adolescentes cuyos derechos han sido vulnerados, y residen en

Hogares de Tiempo Completo de INAU, son los educadores quienes se encuentran más

cercanos a ellos en el cotidiano, como lo señalan Amador y Girotto (2018), Bonilla et al.

(2017), Rodríguez y Silva Balerio (2017), entre otros.

A su vez, las investigaciones trabajadas en relación al rol del educador, destacan que el

mismo no está prescripto a nivel institucional por lo que resulta pertinente conocer cómo se

lleva a cabo y sus características particulares en tanto se trabaja con adolescentes en

Hogares de Tiempo Completo de INAU.

Este tema resulta complejo puesto que involucra muchas perspectivas, ya sea la

Institucional, la de los adolescentes o la del educador, en este caso será estudiado

considerando la perspectiva de este último.

En este marco es posible realizar las siguientes preguntas:

Preguntas de Investigación

¿Qué características tiene el rol del educador que trabaja en Hogares de Tiempo

Completo?

¿Qué particularidades tiene el desempeño del rol del educador de Hogares de Tiempo

Completo de adolescentes?

¿Cuáles son las fortalezas, y cuáles son las debilidades, que identifica el educador para

el desempeño de su rol en el trabajo con adolescentes que viven en Hogares de Tiempo

Completo?

¿Qué aportes institucionales considera necesarios el educador para el desempeño de su

rol?

Objetivos

Objetivo General

Caracterizar el rol del educador que trabaja con adolescentes en Hogares de Tiempo

Completo de INAU del departamento de Montevideo.

Objetivos Específicos

Describir las tareas que desarrolla el educador en su rol.

Page 21: Rol del educador que trabaja en Hogares de Tiempo …

20

Comprender las condiciones particulares del rol que se ponen en juego en el trabajo con

adolescentes.

Conocer las fortalezas y las debilidades del desempeño del rol del educador que trabaja

con adolescentes institucionalizados.

Conocer y analizar los soportes institucionales que recibe el educador para el

desempeño de su rol.

Diseño Metodológico

Considerando la escasa información existente en relación al tema, se procede a realizar

un estudio descriptivo exploratorio, entendiendo a la metodología cualitativa como la

adecuada, puesto que la misma resulta en una: “(…) Investigación que produce datos

descriptivos: las propias palabras de las personas, habladas o escritas, y la conducta

observable”. (Bogdan y Taylor, 1987, p. 20).

Llevando adelante un diseño de investigación flexible, aludiendo a la posibilidad de

incluir elementos que no estén previstos, ajustando las propuestas si fuese necesario.

(Mendizábal, 2006).

El método biográfico se considera el apropiado, ya que el mismo describe, analiza e

interpreta los sucesos de la vida de una persona, para así comprenderla en su

particularidad o formando parte de un grupo. Así, los relatos de vida, permitirán establecer

categorizaciones y comparaciones sobre la información recolectada. (Giménez y Mallimaci,

2006).

Se utilizarán como técnicas las entrevistas y los grupos focales. En primer lugar, las

entrevistas en investigación cualitativa son flexibles y dinámicas, y pretenden comprender

las perspectivas que tienen los participantes respecto a situaciones de sus vidas, tal como

sus palabras lo expresen. Para que los temas claves sean abordados se planteará la

entrevista semiestructurada con preguntas guías. (Bogdan y Taylor, 1987).

Para triangular la investigación, se realizarán grupos focales, adecuados para recolectar

información de cada uno de los puntos de vista de los participantes, que le permitirá a cada

uno relatar anécdotas y experiencias en torno al tema. Instancia grupal en la que se

pretende visualizar similitudes y diferencias respecto a las tareas desarrolladas por los

educadores y cómo son llevadas a cabo por los mismos.

Page 22: Rol del educador que trabaja en Hogares de Tiempo …

21

Las técnicas serán llevadas a cabo con educadoras y educadores que trabajen en

Hogares de Tiempo Completo de adolescentes, de Montevideo, con una antigüedad mínima

de 5 años en el mismo Centro. Dicho criterio tiene en cuenta que el educador tenga

experiencia en el desempeño de su función.

En última instancia se realizará una devolución colectiva con los participantes de la

investigación.

Consideraciones Éticas

El proyecto será presentado ante el Comité de Ética de la Facultad de Psicología, para

así contar con el aval de la Universidad de la República. A su vez, se presentará al

Directorio de INAU, solicitando su autorización para llevar a cabo la investigación con los

funcionarios que se desempeñen como educadores dentro de la Institución, en Hogares de

adolescentes.

En el marco del Decreto CM/515 del Ministerio de Salud Pública (2008) se considerarán

los aspectos éticos para realizar la investigación con seres humanos.

A través del consentimiento informado se les aclarará a los participantes (educadores/as)

el fin de la investigación, su participación voluntaria y que podrán retirarse de la misma en

cualquier momento que lo deseen. Respetándose los criterios de confidencialidad.

Otro aspecto a considerar, es mi implicación, dado mi inserción laboral como educadora

en un Hogar de INAU, se está atento a cómo la misma podría atravesar el proyecto,

teniendo la cautela de que no se torne un sesgo en la investigación a realizar.

Cronograma de Ejecución

Actividades Duración (Meses)

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

Revisión

Bibliográfica

Elaboración de

entrevistas y

pautas de grupos

focales

Solicitud de

autorización al

INAU permisos a

Page 23: Rol del educador que trabaja en Hogares de Tiempo …

22

los Hogares.

Presentación de la

propuesta a los

educadores de los

Hogares.

Realización de

entrevistas

semiestructuradas.

Realización de

grupos de focales.

Desgrabación.

Análisis y

triangulación de

datos.

Elaboración de

informe.

Devolución a los

participantes.

Difusión de los

resultados.

Resultados Esperados

Insumos que aporten a la descripción y sistematización del rol del educador que trabaja

con adolescentes en Hogares de Tiempo Completo.

Brindar a la Institución aportes que permitan la sistematización respecto a las fortalezas

y debilidades relativas al desempeño del rol del educador.

Información significativa respecto a los soportes institucionales necesarios para el mejor

desempeño del rol del educador, obteniendo así aportes que le permitan a la Institución el

fortalecimiento de dicho rol.

Page 24: Rol del educador que trabaja en Hogares de Tiempo …

23

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