rockwell - repensando institución. una lectura de gramsci

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7/31/2019 Rockwell - Repensando institución. Una lectura de Gramsci http://slidepdf.com/reader/full/rockwell-repensando-institucion-una-lectura-de-gramsci 1/34 ELSIE ROCKWELL . “REPENSANDO INSTITUCIÓN: UNA LECTURA DE GRAMSCI”. Documento DIE, Departamento de Investigaciones Educativas, Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN, México, 1987. 1. UNA BÚSQUEDA EN LOS TEXTOS DE GRAMSCI A lo largo de la obra de Gramsci se encuentra una línea de reflexión sobre la sociedad civil, entrelazada con múltiples análisis de iglesias, escuelas, partidos, empresas, sindicatos, agrupaciones cívicas y culturales. Al confrontar estos textos con las preguntas iniciales de mi indagación y contrastarlos con otros autores consultados, fue posible construir, paulatinamente, una lectura de los escritos de Gramsci articulada en torno al problema del concepto de institución. La interpretación resultante dista bastante de versiones más difundidas de la teoría gramsciana; fue a la vez un aporte sustancial para la tarea de repensar una institución, en particular la escuela. Los indicios más significativos para esta tarea no se encuentran, paradójicamente, en los escritos pedagógicos de Gramsci, que son de carácter polémico y prescriptivo, sino en los textos centrales de su pensamiento teórico, sobre todo en los Cuadernos de la Cárcel . 1 Estos textos, desde luego, han dado y dan para mucho más que la conceptualización de la escuela y no es intención del presente escrito proponer una lectura exclusivamente “pedagógica”, o “superestructural” de ellos. La teoría política general que Gramsci desarrolló en sus escritos, anclada en la tradición del materialismo histórico, aún cuando polémico con sus expresiones más economicistas, es el trasfondo necesario para comprender sus reflexiones sobre la “compleja y diversificada institucionalidad sociopolítica”. 2  Las categorías centrales de hegemonía, bloque histórico, alianza de fuerzas y guerra de posiciones, han sido explicitadas y discutidas por otros autores y son componentes esenciales de la tarea de repensar el concepto de institución, aunque no se precisen sus significados en esta ocasión. En este texto se intentó retomar otros elementos y relaciones que son constitutivas de la institucionalidad social, eje de la interpretación que a continuación se expone. El interés en la dinámica interior y la expresión cotidiana de las instituciones orientó la discusión acerca del Estado y su relación con las instituciones, generalmente considerada a escala de la formación social, hacia nuevos ámbitos. La pregunta central era cómo se encuentra el Estado dentro de las instituciones, en lugar de cómo éstas se encuentran o no “dentro” del Estado. Se buscó reconstruir relaciones y procesos concretos que mostraran cómo sociedad civil y sociedad política permean la vida cotidiana institucional, en lugar de clasificar las instituciones por su adscripción a uno u otro dominio. 1 Los más sugerentes han sido “La introducción al materialismo histórico”, “El moderno príncipe”, “Acción católica, Jesuitas y Modernistas” y “Americanismo y fordismo”. Todas las referencias se hacen a la edición de los Cuadernos de la Cárcel, publicada por Juan Pablos, 1979, abreviadas como N. M. (“Notas sobre Maquiavelo, sobre el Estado y la política”, vol. 1) y M. H. (“El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce”, vol. 3) y Los Intelectuales y la organización de la Cultura, (I), Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 1972. 2 Carlos Pereyra: El sujeto de la historia, Madrid, Alianza Editorial, 1984, p. 206.

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ELSIE ROCKWELL .“REPENSANDO INSTITUCIÓN: UNA LECTURA DE GRAMSCI”.Documento DIE, Departamento de Investigaciones Educativas, Centro deInvestigación y de Estudios Avanzados del IPN, México, 1987.

1. UNA BÚSQUEDA EN LOS TEXTOS DE GRAMSCI 

A lo largo de la obra de Gramsci se encuentra una línea de reflexión sobre lasociedad civil, entrelazada con múltiples análisis de iglesias, escuelas, partidos,empresas, sindicatos, agrupaciones cívicas y culturales. Al confrontar estos textoscon las preguntas iniciales de mi indagación y contrastarlos con otros autoresconsultados, fue posible construir, paulatinamente, una lectura de los escritos deGramsci articulada en torno al problema del concepto de institución. Lainterpretación resultante dista bastante de versiones más difundidas de la teoríagramsciana; fue a la vez un aporte sustancial para la tarea de repensar una

institución, en particular la escuela.Los indicios más significativos para esta tarea no se encuentran,

paradójicamente, en los escritos pedagógicos de Gramsci, que son de carácterpolémico y prescriptivo, sino en los textos centrales de su pensamiento teórico,sobre todo en los Cuadernos de la Cárcel .1 Estos textos, desde luego, han dado ydan para mucho más que la conceptualización de la escuela y no es intención delpresente escrito proponer una lectura exclusivamente “pedagógica”, o“superestructural” de ellos. La teoría política general que Gramsci desarrolló en susescritos, anclada en la tradición del materialismo histórico, aún cuando polémicocon sus expresiones más economicistas, es el trasfondo necesario para comprender

sus reflexiones sobre la “compleja y diversificada institucionalidad sociopolítica”.2 Las categorías centrales de hegemonía, bloque histórico, alianza de fuerzas y guerrade posiciones, han sido explicitadas y discutidas por otros autores y soncomponentes esenciales de la tarea de repensar el concepto de institución, aunqueno se precisen sus significados en esta ocasión.

En este texto se intentó retomar otros elementos y relaciones que sonconstitutivas de la institucionalidad social, eje de la interpretación que acontinuación se expone. El interés en la dinámica interior y la expresión cotidianade las instituciones orientó la discusión acerca del Estado y su relación con lasinstituciones, generalmente considerada a escala de la formación social, hacia

nuevos ámbitos. La pregunta central era cómo se encuentra el Estado dentro de lasinstituciones, en lugar de cómo éstas se encuentran o no “dentro” del Estado. Sebuscó reconstruir relaciones y procesos concretos que mostraran cómo sociedadcivil y sociedad política permean la vida cotidiana institucional, en lugar declasificar las instituciones por su adscripción a uno u otro dominio.

1 Los más sugerentes han sido “La introducción al materialismo histórico”, “El moderno príncipe”,“Acción católica, Jesuitas y Modernistas” y “Americanismo y fordismo”. Todas las referencias sehacen a la edición de los Cuadernos de la Cárcel, publicada por Juan Pablos, 1979, abreviadas como

N. M. (“Notas sobre Maquiavelo, sobre el Estado y la política”, vol. 1) y M. H. (“El materialismohistórico y la filosofía de Benedetto Croce”, vol. 3) y Los Intelectuales y la organización de la Cultura, (I), Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 1972.2 Carlos Pereyra: El sujeto de la historia, Madrid, Alianza Editorial, 1984, p. 206.

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A primera vista, los escritos de Gramsci parecen echar poca luz sobre elproblema de las instituciones. El término mismo está bastante ausente; incluso esdifícil encontrar el concepto desarrollado de “aparatos de Estado” que se le sueleatribuir, pero cuya elaboración teórica se debe más bien a Althusser y a Poulantzas.Sin embargo, la rica discusión de los escritos gramscianos está armada en granmedida en torno a los análisis concretos de lo político como proceso que atraviesa,

sin ser idéntico a ella, la trama institucional. De ahí que sea posible encontrar enestos textos ciertas ideas constantes que ayudan a repensar la concepción deinstitución.

Dado el interés prioritario de Gramsci en los procesos políticos, lo institucionalcarece de explicitación y autonomía como objeto de su reflexión. Por lo mismo, ganaen dinamismo e historicidad; estas características tienen implicaciones profundaspara la tarea de reconceptualizar a las instituciones, que generalmente han sidopensadas desde el poder establecido.

A partir de la lectura de Gramsci fue posible polemizar con algunas de las

definiciones teóricas de institución, como las de Durkheim, Parsons, Weber,Malinowski, Radcliffe-Brown y Poulantzas, entre otros.3 Sin desconocer los aportesesenciales de estos autores y su presencia ineludible en nuestro sentido comúnacadémico, se encuentra cierta tendencia a resaltar como eje básico del concepto deinstitución un ordenamiento racional (explícito o implícito), normativo ygeneralmente determinante de la acción humana. Esta concepción parece sertributaria del sentido jurídico de institución, vinculado al orden legal. Salvo enalgunos escritos antropológicos,4 la concepción de institución suele ligarse a la vezal Estado, como poder que establece, legitima, y finalmente garantiza mediante la“coacción” el orden institucional. Aun en concepciones propuestas desde otrasperspectivas ideológicas, como la de Poulantzas, encontramos una explícita

transferencia de la definición tradicional a nuevos términos; la “norma” se traduceen “ideología dominante” y la “coacción” en “represión estatal”. En todas lasconcepciones, el acento está puesto sobre lo establecido y lo continuo; se presuponeun ordenamiento tópico, en el cual a cada dominio de lo social se le asignanfunciones exclusivas. Finalmente, también es recurrente la idea de una evoluciónhistórica de las instituciones hacia una cada vez mayor racionalización,especialización y complejización y, dado su vínculo con el Estado, hacia una mayorcohesión, unificación y homogeneidad social.

Frente a esta tradición teórica, las descripciones de instituciones en los textosde Gramsci representan otra concepción. En ésta, las instituciones aparecen como

“formas históricas bien caracterizadas y... casi únicas”, en la heterogénea trama deuna sociedad civil considerada como escenario de luchas sociales y procesospolíticos. El análisis gramsciano muestra rupturas con las definiciones tópicas,normativas y racionalistas de institución; recupera los múltiples elementosculturales, incluyendo conocimientos y concepciones del mundo implícitos ycontradictorios, en juego en la conformación institucional; identifica momentos deeficacia política, en que la actuación de ciertos sujetos, es decir, de fuerzas sociales

3 Al final se anexan algunas de las definiciones que se retomaron de estos autores para confrontarlascon la concepción que emergía de la lectura de Gramsci.4 Los antropólogos, al estudiar sociedades primitivas “sin Estado”, hicieron extensivo el uso deltérmino institución a los ordenamientos tradicionales, sin codificación explícita, normados ygarantizados por una difusa “coerción social”. Esta posición es representada en cierta medidatambién por Durkheim y sus herederos.

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REPENSANDO INSTITUCIÓN: UNA LECTURA DE GRAMSCI 

organizadas, explica la continuidad o el desplazamiento de la institución en lahistoria; redefine los conceptos de coerción y de consenso como una “dobleperspectiva” sobre los procesos políticos que conforman la trama institucional de lasociedad civil.

2. INSTITUCIÓN Y SOCIEDAD CIVIL  El concepto de sociedad civil es el punto de partida para repensar la categoría

de institución desde la perspectiva de Gramsci. A lo largo de los Cuadernos  esconstante la crítica a la concepción liberal que supone la disociación orgánica entrela “sociedad civil” y el Estado5 como argumento contra la intervención estatal en laeconomía. Esto no implica que Gramsci deseche el concepto de sociedad civil, nique plantee su absorción total por el Estado.

En su discusión acerca del sentido de este concepto en el pensamientogramsciano, Pereyra6 cuestiona las interpretaciones esquemáticas contenidas, porejemplo, en la fórmula “Estado = sociedad política + sociedad civil”, y propone

entender la sociedad civil como “el complejo institucional donde se organiza elenfrentamiento ideológico y político de las clases sociales... una diversidad deorganismos... entre ellos los partidos políticos y los sindicatos, pero también losmedios de comunicación, congregaciones religiosas, agrupaciones empresariales,centros educativos, colegios profesionales y agrupaciones de variada índolecomponentes del tejido social”. A la par, considera importante mantener el términoEstado, en su sentido restringido, para referirse a “los órganos públicos del poderpolítico (gobierno, parlamento, magistratura y ejército)”.7 Esta distinción no implicauna separación orgánica; el problema analítico es justamente comprender cómo seha dado, históricamente, la articulación entre Estado y sociedad civil.

Frente a este problema, Pereyra propone una interpretación que cuestionaexplícitamente los planteamientos de Althusser y de Poulantzas: “Medios decomunicación, centros educativos, sindicatos, organismos eclesiales, etc., no son«aparatos ideológicos de Estado», son instituciones ideológicas y políticas de lasociedad civil cuyo funcionamiento se deslinda de los dictados gubernamentales enla medida en que son espacios abiertos a la lucha de clases”.8 La sociedad civil es ellugar en que se constituyen y se encuentran las fuerzas políticas, el “escenario”donde la lucha política se despliega cotidianamente. Las clases dominantes en laestructura social (dadas las relaciones de producción) generalmente adquieren unaposición dominante en las instituciones, lo cual no cancela la presencia de las

clases “subalternas” ni la posibilidad de articulación de diversas acciones en losprocesos de oposición a los grupos dominantes.9 

La vinculación de estos organismos al Estado, en sentido estricto, es variablehistóricamente; sin embargo, en la concepción gramsciana, el problema principal noes el de clasificar a las instituciones según su pertenencia a una u otra esferamediante la distinción público/privado. Esa vinculación formal no alcanza a

5 “[El] error teórico… reside en la distinción entre sociedad política y sociedad civil, que de distinciónmetódica es transformada en distinción orgánica” (N. M. p. 54).6 Carlos Pereyra: “Gramsci, Estado y sociedad civil” y “Hegemonía y aparatos ideológicos de Estado”,

en: El sujeto de la historia, Madrid, Alianza Editorial, 1984.7 C. Pereyra, p. 214.8 Ibid., p. 210.9 Ibid., p. 211-219.

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explicar el “sentido estatal” de acciones y procesos que se dan en las instituciones“privadas” de la sociedad civil. Para ello, es necesario retomar el concepto de Estado“en su sentido amplio”, como sistema hegemónico, evitando, sin embargo, la falsaidentificación de hegemonía y dominación.10 Si bien el Estado es “garantía última”de la dominación de clase, su poder se constituye tanto por el uso de la fuerza comopor la consolidación de la hegemonía. La hegemonía tiende a asimilarse a la idea de

dominación, con lo cual pierde su significado preciso de “dirección política ycultural de otros grupos sociales”,11 en tanto aliados.

En los escritos de Gramsci, la hegemonía adquiere, además, un doble sentido:expresa la capacidad del grupo dominante de contrarrestar la formación de unnuevo bloque histórico y, a la vez, la capacidad creciente del grupo “fundamental”dominante de “escindirse”, superar el corporativismo y establecer alianzas en tornoa una transformación de relaciones sociales. La dirección hegemónica se presentacomo la posibilidad de un grupo dirigente de “tomar a su cargo el conjunto deproblemas de la realidad nacional e indicar sus soluciones concretas(infraestructurales)”,12 requiere de avances materiales, en este sentido, para

mantener una relativa cohesión entre diversas fuerzas sociales aliadas con el grupoque detenta el poder, incluyendo, en ciertos momentos históricos, fuerzaspotencialmente antagónicas. La inserción estatal en la sociedad civil y la relaciónsustancial de organismos “privados” con el poder estatal se dan en función de esteproceso hegemónico.

A estas precisiones conceptuales se suman otras particularmente importantespara repensar institución. En contraposición con la concepción liberal, la sociedadcivil aparece en Gramsci como el conjunto de relaciones sociales resultantes de lossucesivos movimientos políticos de construcción de hegemonía. En este sentido,“sociedad civil” no equivale a “la sociedad”, abstracción sociológica que suele usarse

a cualquier escala del orden social y que relativiza las diferencias históricas,haciendo difícil pensar la transformación social. Sociedad civil, como concepto,mantiene un valor analítico respecto a las formaciones sociales históricas.13 

Gramsci describe la sociedad civil en “Oriente” como “primitiva y gelatinosa” (N.M., p. 95); en los países de “Occidente” es más bien una “estructura muy compleja yresistente” (N. M., p. 94). Con ello señala que diferentes formaciones sociales, endistintas épocas, muestran mayor o menor desarrollo de la sociedad civil, esto es,mayor apertura, complejidad y socialización de los espacios civiles. El desarrollo dela sociedad civil tiende a superar la disgregación relacionada con el modo deproducción feudal, con el campesinado y con ordenamientos políticos verticales y

autoritarios; es paralelo a la progresiva superación del corporativismo de los grupos

10 María Antonietta Macciochi: Gramsci y la revolución de Occidente, México, Siglo XXI, 1975, pp.152-157. Además, es importante “entender que la dirección intelectual y moral no consiste en laimposición de una cosmovisión prefabricada, sino en la articulación, alrededor de un principiohegemónico, de los elementos ideológicos fundamentales de la sociedad”. Chantal Mouffe (ed.):Gramsci and Marxist Theory, “Introducción”, London, Routledge & Kegan Paul, 1979, p. 15(traducción E. R.).11 Pereyra, op. cit., pp. 224-233.12 M. A. Macciochi, op. cit.13 Otra precisión, que no fue posible desarrollar en este texto, es que sociedad civil tampoco equivale

a la “superestructura” de otras concepciones. Incluye, desde una perspectiva no economicista, lasrelaciones sociales constitutivas de los ámbitos de producción. Éstos incluso pueden ser, en ciertoslugares y momentos, los ámbitos de consolidación de la hegemonía (“la hegemonía nace de lafábrica....” N. M., p. 287).

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sociales. Por ello, el término “sociedad civil” se asocia con “la sociedad burguesa”,en el sentido original de citadina, urbana; expresa la red de vínculos sociales quevan más allá del mundo cotidiano, del gremio, del feudo, de la parroquia.

Sin embargo, la construcción histórica de la sociedad civil de ninguna maneraes privativa de la burguesía como clase. La rica descripción que ofrece E. P.

 Thompson14

permite reconstruir el proceso de apertura de la organización políticaobrera que se dio a fines del siglo XVIII, bajo la consigna significativa de “que sunúmero sea ilimitado”, y muestra lo que implicó el uso de la imprenta y lacorrespondencia en el proceso de formación de clase. La sociedad civil se materializaen cada formación social en esa estructura de relaciones específicas que posibilitanla creciente organización y eficacia política. Por ello, forma las “trincheras” de lasluchas sociales.

El desarrollo histórico de la sociedad civil no es lineal. En ciertas épocas suconstitución efectivamente corresponde al surgimiento de la hegemonía burguesa;en otras, se conforma bajo la cobertura legal y con el apoyo material del Estado

nacional. No obstante, de ninguna manera sigue siendo siempre del interés delgrupo dominante o del Estado mantener ese desarrollo. Son constantes los intentosde la burguesía de controlar o de mediatizar las relaciones constitutivas de lasociedad civil, de limitar el acceso a sus espacios a ciertos grupos (a losescolarizados, por ejemplo) o bien de construir relaciones unidireccionales donde serestringe la participación posible de los grupos subalternos. Contra la tendenciainherente al desarrollo de la sociedad civil, hacia mayor asociación y prácticacolectiva, los grupos dominantes intentan mantener la fragmentación social y la“individuación”.15 En ciertos casos, se procede incluso a la destrucción derelaciones de la sociedad civil y a la disolución de organizaciones sociales.

La construcción de la sociedad civil es también tarea de la organizaciónalternativa y de la oposición. En ciertas épocas, se retoman formas de organizaciónsocial pre-capitalista que adquieren nuevo sentido al articularse a los procesospolíticos disidentes. En México, por ejemplo, las fiestas y celebracionestradicionales, en sí puntos de reunión, devienen centros importantes deorganización campesina.16 En otros casos se crean nuevas formas de mantener laorganización social básica, alternativas a aquellas controladas o destruidas por elpoder hegemónico. Esto sucede, aparentemente, incluso en las condiciones de“institución total” como la prisión,17 o dentro de la racionalidad de la fábrica, dondela socialización objetiva del proceso de trabajo, que resulta del hecho de reunir a lostrabajadores, es combatida cotidianamente mediante medidas que aseguren la

fragmentación y el aislamiento.18 

La sociedad civil es espacio de encuentro y de lucha de múltiples fuerzaspolíticas; no es “sujeto” único en oposición al Estado.19 Pero además, la sociedadcivil, entendida como apertura, complejidad y riqueza cultural de las relaciones

14 E. P. Thompson: La formación histórica de la clase obrera: Inglaterra 1780-1832, Barcelona, Laia,1977, vol. 1.15 John Holloway: “El Estado y la lucha cotidiana”, Cuadernos Políticos, N° 24, México, abril-junio,1980.16 Antonio García de León: Resistencia y utopía, México, Editorial Era, 1985.

17 Emilio de Ipola: “La bemba”, en: Ideología y discurso populista, México, Folios Ediciones, 1982.18 Robert Linhart: De cadenas y de hombres, México, Siglo XXI, 1979.19 “La iglesia es considerada como representante de la sociedad civil en su conjunto (mientras que noes más que un elemento cada vez menos importante)” (N. M., p. 116).

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sociales que conforman la vida humana, no es sólo el escenario sino también unode los contenidos mismos de las luchas sociales. Desde la perspectiva de Gramsci,el desarrollo progresivo de la sociedad civil implica avances permanentes, en lamedida que su transformación se vincula con las condiciones estructurales y elmovimiento histórico de la formación social.

La construcción de la sociedad civil es así resultado de procesos políticos. Endeterminadas sociedades y coyunturas, estos procesos se realizan por medio deacciones estatales, que en estos casos son constitutivas de la sociedad civil. Lalucha por una educación básica universal, por ejemplo, dependiendo de las formaso contenidos particulares que asuma históricamente, puede ser uno de los dominiosde este proceso de construcción de sociedad civil. Es probable que lo haya sido en elMéxico posrevolucionario, en donde la expansión de la escuela primaria laica ygratuita contribuyó a la vez a la ampliación de la sociedad civil al posibilitar una redde vinculaciones y alianzas alternativa a aquella mediada por el cura ocircunscripta por el cacique local. Sin embargo, el sentido político real de cadainstitución o movimiento, dentro o fuera de la estructura estatal, sólo se puede

establecer mediante análisis históricos particulares.

El concepto de sociedad civil en Gramsci se aleja así de su sentido liberal y sevincula con la idea de una progresiva socialización20 de la humanidad. En el fondose encuentra la esperanza de un movimiento histórico hacia el “fin del Estado... osea la reabsorción de la sociedad política en la sociedad civil” (N. M., p. 123). Estaconcepción puede parecer excesivamente utópica desde nuestra perspectiva actual,tan escéptica de cualquier “progreso” o visión teleológica, pero es importanterecordar que también funciona como freno al relativismo ideológico, es decir,permite plantear diferencias entre las formaciones sociales históricas, aun cuandosean debatibles los criterios específicos para tal diferenciación. Desde esa

concepción de fondo, Gramsci critica tanto las ideologías deterministas asociadascon la idea de una evolución unilineal, como las posiciones voluntaristas que eludenel análisis de las situaciones y los procesos políticos históricos que impiden oposibilitan esa transformación fundamental de la sociedad.

3. L A CONCEPTUALIZACIÓN GRAMSCIANA DE INSTITUCIÓN 

De la lectura de los Cuadernos de la Cárcel emergen algunas ideas recurrentesen los análisis que Gramsci hace de ciertas organizaciones, entre ellas la iglesia, elpartido y la escuela, como instituciones de la sociedad civil que adquieren

importancia en determinadas situaciones políticas. Su caracterización de estasorganizaciones no siempre es explícita; no propone una teoría formal de institución.Sin embargo, más allá de las afirmaciones particulares que hace, muchas de lascuales son insostenibles en el contexto actual, hay una consistencia en subúsqueda y en sus análisis que importa recuperar, por lo que conviene destacaralgunas de esas características más generales de su concepción.

1) La historicidad de las instituciones es lo primero que resalta de los análisisgramscianos. Las organizaciones descriptas por Gramsci son generadas,transformadas, mantenidas y destruidas históricamente, en cada sociedad y época.Este carácter histórico contrasta con otras concepciones en que ciertas

20 En el sentido de un movimiento histórico hacia las condiciones objetivas del socialismo(socialización del modo de producción).

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REPENSANDO INSTITUCIÓN: UNA LECTURA DE GRAMSCI 

instituciones son componentes “universales” de cualquier estructura social, o bienproducto de una tendencia evolutiva hacia la “racionalización” de la sociedad,constituidas y legitimadas desde el poder estatal. Recuerda Gramsci: “nada de loque existe es natural (en el sentido inusitado de la palabra) sino que existe porquese dan ciertas condiciones, cuya desaparición no puede dejar de tenerconsecuencias” (N. M., p. 53). En su concepción, la institucionalidad sociopolítica

resulta de procesos sociales o políticos específicos que se generan o se detienen endeterminados períodos históricos.

Gramsci describe y analiza ese devenir histórico de las instituciones entérminos sumamente concretos. No describe en abstracto a la “Iglesia” o a la“Escuela”; analiza determinados grupos o jerarquías eclesiásticas, diversasmodalidades o niveles educativos o tipos de organizaciones culturales. En lugar deestablecer estructuras, normas o funciones, traza las relaciones cambiantes entreinstituciones y fuerzas políticas hegemónicas en determinadas situacioneshistóricas. Describe las sucesivas conformaciones de estas instituciones y suscorrespondientes sentidos (“progresivos o regresivos”) que cambian históricamente.

El análisis gramsciano, frecuentemente comparativo, hace resaltar esa variación depaís a país, de época a época, no en sí misma, sino en tanto se encuentra articuladaa movimientos políticos.

Los análisis de diferentes momentos históricos de la iglesia, que se encuentranen diferentes textos de los Cuadernos de la Cárcel, muestran la importancia de estadimensión de las instituciones. Desde la reflexión acerca de cómo la iglesia católicade total, deviene parcial (N. M., p. 212), hasta la discusión del sentido en quedeterminados movimientos, órdenes o doctrinas eclesiásticas refuerzan el poderhegemónico al restablecer la dirección de “los intelectuales” sobre “los simples” (M.H., p. 16-20), los textos dan cuenta de las transformaciones de la institución.

Gramsci retoma continuamente esta dimensión histórica en relación condiferentes temas: los partidos (N. M., pp. 46-47, 51-52, 77-78), las posicionesfilosóficas y políticas (M. H., pp. 12, 18, 30, 51), la caracterización de losintelectuales (M. H., pp. 32), la objetividad científica (M. H., pp. 145-146). Lacorrespondencia de las instituciones al Estado “en sentido estricto” es igualmentehistórica.21 La concepción del hombre como conjunto de relaciones (M. H., p. 37),también adquiere esa dimensión. Gramsci plantea: “No es suficiente conocer elconjunto de relaciones en cuanto existen en un momento dado como sistema, sinoque importa conocerlas genéticamente, en su movimiento de formación, puesto quecada individuo no es sólo síntesis de las relaciones existentes sino de la historia de

esas relaciones” (M. H., p. 37). Esta concepción orienta la mirada hacia lahistoricidad de cualquier situación contemporánea, como dimensión contraria a suaparente conformación sistémica. A la vez, tiende a relativizar los diversoselementos constitutivos de esa realidad actual.22 

21 Se plantea la progresiva vinculación o desvinculación del Parlamento y los partidos al Estado (N.M., pp. 158-164), la iglesia (N. M., p. 116), los sistemas educativos (N. M., pp. 233-240), e incluso lavigilancia de la “vida privada”, como en el caso del prohibicionismo (N. M., p. 303).22 Así, por ejemplo, la historia de la filosofía muestra la elaboración que “ha sufrido el pensamiento

en el curso de los siglos y el esfuerzo colectivo que ha costado nuestro actual modo de pensar, queresume y compendia toda la historia pasada, incluso en sus errores y delirios, que no por haber sidocometidos en el pasado, cuando eran correctos, tienen porqué ser reproducidos en el presente,cuando no son necesariamente correctos” (M. H., p. 15).

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No obstante, el énfasis constante en la dimensión histórica responde más a laadscripción al materialismo histórico que a una asimilación acrítica de corrienteshistoricistas, como han sugerido Althusser y Poulantzas.23 La distinción es clara enla crítica que Gramsci mismo hace a autores como Croce, distanciándose a la vez deellos: “Establecer con exactitud el significado histórico y político del historicismocrociano significa reducirlo a su real significado de ideología política inmediata,

despojándola de la grandeza brillante que le es atribuida como... ciencia objetiva...que se coloca por sobre todas las miserias y contingencias de la lucha cotidiana, enuna desinteresada contemplación del eterno devenir, de la historia humana” (M. H.,p. 219). Gramsci plantea, frente a la tendencia conservadora del historicismo, elproblema de la elección del “elemento del pasado” que “debe” conservarse; “elpasado es cosa compleja, un conjunto de lo vivo y de lo muerto, en la cual laelección no puede ser hecha arbitrariamente” (M. H., p. 218). La conservación otransformación histórica no es cosa de voluntad, sino de historia real, de fuerzasmateriales. Al pensamiento crociano, que planteaba ya la identidad de la filosofía yla historia, Gramsci contrapone la necesaria identidad de la historia y la política: “la

historia es siempre historia contemporánea, es decir, política” (M. H., p. 215). Elanálisis histórico de la “institucionalidad sociopolítica” es así la reconstrucción de lahistoricidad de las situaciones y concepciones actuales y de las fuerzas sociales ypolíticas que luchan para conservar o transformar el orden social.24 

2) En la concepción gramsciana, las instituciones, a fuerza de cobrar sudimensión histórica, pierden su carácter tópico, es decir, no se encuentranadscriptas esencialmente a determinado “dominio”, “instancia” o “esfera” social, nise definen en correspondencia con determinadas funciones constantes o exclusivas.Es incorrecto buscar en los Cuadernos de la Cárcel  un esquema del ordenamientosocial en donde cada cosa permanezca en su “lugar”; la riqueza de los análisis de

Gramsci se debe en parte a su constante ruptura con los esquemas tópicos, comoson el modelo de los “tres pisos” (económico, político, ideológico), la dicotomíaestructura-superestructura (M. H., pp. 53-57, 65-67) y la separación de lo privado ylo público. Estas rupturas son posibles dada la alternativa conceptual queconstruye Gramsci, cuyo eje articulador es el sentido de los procesos políticos en elorden social.25 Así, la iglesia, el parlamento o la escuela se consideran como partedel Estado, no tanto por su adscripción formal como por su “significación estatal”,es decir, su función hegemónica, en determinada época o lugar (N. M., p. 116). Lasinstituciones educativas se someten a análisis específicos, de tal forma quediferentes niveles o modalidades —educación básica vs. universitaria, laica vs. jesuítica, etc. (N. M., pp. 233-240)— se encuentran relacionados con diferentesintereses y movimientos políticos. La acción hegemónica es ejercida de maneravariable en diferentes instituciones de la sociedad, en diferentes momentos ysituaciones políticas.

Hay otro sentido en que la concepción gramsciana no es tópica. Lasinstituciones no sólo no pertenecen siempre a una misma esfera social, sino que la

23 L. Althusser: La filosofía como arma de la revolución, México, Siglo XXI, 1968. N. Poulantzas:Fascismo y dictadura, México, Siglo XXI, 1978.24 En otro texto Gramsci rechaza igualmente el “romanticismo” asociado con la posición del estudiodel folklore que “tiene miedo constantemente de que la modernidad le destruya el objeto de su

ciencia” (M. H., p. 121). También critica el “misticismo histórico” del economicismo (N. M., p. 86).25 Esto no significa, como plantean algunos críticos, que entonces “todo es política”, sino sólo quecualquier elemento social puede tener un sentido político, dentro de determinadas situaciones yprocesos concretos.

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unidad analítica, incluso la existencia orgánica de cada institución, tiende a rebasarsu designación formal. Gramsci critica, por ejemplo, un artículo en el cual “sonestudiadas una parte de estas organizaciones [que forman la nación], más sóloaquellas que existen formalmente. (Por ejemplo los lectores de un periódico ¿formano no una organización?)” (N. M., p. 168). El ejemplo más claro de esta disolución dela unidad formal de la institución se da en el caso del análisis del partido.

¿Es necesaria la acción política (en sentido estricto) para que se pueda hablar de partidopolítico? En el mundo moderno se puede observar que en muchos países los partidosorgánicos y fundamentales, por necesidades de lucha y por otras razones, se han dividido enfracciones, cada una de las cuales asume el nombre de “partido” y aún, de partidoindependiente. Debido a ello con mucha frecuencia el Estado Mayor intelectual del partidoorgánico no pertenece a ninguna de tales fracciones pero actúa como si fuese una fuerzadirigente por completo independiente, superior a los partidos y a veces considerada así por elpúblico. Esta función se puede estudiar con mayor precisión si se parte del punto de vista deque un periódico (o un grupo de periódicos), una revista (o un grupo de revistas), son también“partidos” o “fracciones de partido” o “función de determinado partido” (N. M., pp. 44-45).

Se borra así la delimitación tópica del partido como institución: en una

situación éste es adscripto a la iglesia;26 en otra, aparece como terrorismo o bienbajo una dirección cultural aparentemente apolítica; en otra, se expresa en“facciones” o es articulada vía la “prensa deportiva y técnica”, etc. (N. M., p. 45).“Los partidos pueden presentarse bajo los nombres más diversos, aun con elnombre de anti-partido y de negación de los partidos” (N. M., p. 42). En estabúsqueda de lo constitutivo de los partidos en una serie de procesos y movimientoshistóricos reales, Gramsci concluye, finalmente: “nadie está al margen de unaorganización y de un partido, ya que ello se entiende en un sentido amplio y noformal” (N. M., p. 167).

Si bien en el caso de otras instituciones esta disolución de los límites formales

no es tan completa, también es claro que Gramsci la busca constantemente: “Laiglesia, en su fase moderna..., no puede limitarse a producir curas; ella deseapenetrar el Estado... y para ello son necesarios los laicos, es necesaria unaconcentración de cultura católica representada por laicos... auxiliares de la iglesia...profesores o funcionarios” (N. M., p. 239).

Caracterizan a los textos de Gramsci las expresiones concretas que asume laorganización interna de las instituciones. Por lo tanto, la definición de la instituciónno se agota en la delimitación formal de su ámbito, función o estructura. Bajo laconstancia formal de categorías sociales como “iglesia” y “partido”, Gramsci buscaformaciones orgánicas, bastante disímiles de una época a otra, que no solamente

rompen con lo establecido o instituido anteriormente, sino que incluso rebasan lasfronteras mismas de las “cosas” designadas por tales términos. Los procesos queconstituyen la compleja trama sociopolítica desplazan así las definicionesestatutarias —la norma— como elemento central de la conceptualización queGramsci ofrece de institución.

Varias de sus reflexiones sobre el derecho apuntan en esa dirección: “El ius  romano expresaba”, dice, “el derecho como poder de voluntad y... el orden jurídicocomo un sistema de poderes no contenidos en su esfera recíproca por normas 

objetivas y racionales ... El cristianismo, en cambio, mantiene el concepto dedirectum , en su tendencia a subordinar la voluntad a la norma, a transformar el

poder en deber” (N. M., p. 160, las cursivas son mías). En este sentido, esta ruptura

26 “El modernismo [eclesial] no creó órdenes, sino un partido: la democracia cristiana” (M. H., p. 19).

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de Gramsci con “lo tópico” es a la vez un cuestionamiento de “la norma” como elelemento articulador y uniformador de las instituciones, tal como aparececonstantemente en las concepciones heredadas de las nociones del “derecho” y del“deber”. La ruptura con un ordenamiento tópico es consecuencia del reconocimientode que el orden legal, considerado “natural”, es en realidad producto de procesos delucha que lo anteceden y que lo transforman históricamente.27 Estos mismos

procesos generan realidades institucionales contradictorias, sólo parcialmentedeterminadas por la delimitación normativa.

3) Como tercera característica de la concepción gramsciana, se encuentra la problematización de la  “unidad ” interna de las instituciones . El “problemafundamental” en la historia de la sociedad civil es el de “lograr la unidad socio-cultural” (M. H., p. 34). La “unidad”, “coherencia” o “racionalidad” del orden socialnunca está dada por el hecho de haberse constituido mediante estatutosnormativos; al contrario, debe ser constantemente trabajada por capas de personasespecializadas (M. H., p. 21 y N. M., pp. 47-48). La reflexión de Gramsci acerca deeste proceso supone otro desplazamiento respecto a las concepciones usuales de

institución.

El término “coherencia” en los textos de Gramsci no se refiere a la articulaciónde un discurso formal correspondiente a una concepción del mundo libre decontradicciones, sino a la superación de la escisión entre el “pensar y el obrar”; éstaa la vez “sólo puede ser la expresión de contradicciones más profundas de ordenhistórico-social” (M. H., p. 14).28 El problema de la coherencia pertenece a laformación social, no a la formación ideológica o discursiva. Es consistente con ladefinición gramsciana de los “intelectuales” como dirigentes, cuya función esprecisamente la de lograr y mantener la “unidad organizativa y social”, ensociedades estructuralmente divididas, en las cuales de hecho nunca llega a existir

tal coherencia.

Los movimientos políticos que logran construir históricamente algún grado decoherencia en la medida que devienen hegemónicos encuentran límites objetivos enla estructura de clase de las sociedades analizadas. En éstas, los “estatutosracionales” establecidos por el Estado de hecho no tienden necesariamente hacia launificación social, ni “determinan de manera suficiente la acción de losparticipantes”, como plantea Max Weber.29 A diferencia de las definiciones legales,el entramado real del orden social descrito por Gramsci muestra institucionesesencialmente múltiples y heterogéneas. Lo son tanto por su correspondencia con ladivisión interna de las formaciones sociales, como por su conformación histórica.

La heterogeneidad histórica se mantiene a pesar de la tendencia hacia laracionalización de la sociedad, producto de la estructura económica y de ladirección estatal (N. M., pp. 282-286). Así, las tendencias a la racionalización del

27 “¿Cómo exigir que las fuerzas en lucha «moderen» la lucha para encuadrarse dentro de ciertoslímites (los límites de la conservación del Estado liberal), sin caer en el arbitrio y el designiopreconcebido? En la lucha, los golpes no se dan según acuerdos...” (M. H., p. 219).28 “El conjunto complejo, contradictorio y discorde de las superestructuras es el reflejo del conjuntode las relaciones sociales de producción” (M. H., p. 48). La coherencia es “la unificación de teoría ypráctica, entendida como proceso histórico real” (M. H., pp. 21-22).

29 M. Weber: Ensayos sobre metodología sociológica (1922), Buenos Aires, Amorrortu, 1976, p. 217.En términos de Gramsci: “El derecho no expresa toda la sociedad (para la cual los violadores delderecho serían seres antisociales por naturaleza o disminuidos psíquicos), sino la clase dirigente” (N.M., pp. 168-169).

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proceso de trabajo operan de manera muy distinta entre Estados Unidos e Italia,por ejemplo, dadas sus particulares conformaciones demográficas, culturales ehistóricas. El proceso mismo de racionalización produce, según Gramsci, unadiferenciación interna en la “composición político-social de la ciudad, planteandopermanentemente sobre nuevas bases el problema de la hegemonía” (N. M., p. 296).Por ello, la coherencia sociocultural y la hegemonía misma deben ser

continuamente retrabajadas en función de cambios históricos.Además de la matriz estructural e histórica, la relación dirigentes-dirigidos

expresa y refuerza esa heterogeneidad institucional. Si bien, por la necesidad mismade mantener “la dirección intelectual y moral”, el Estado realiza acciones tendientesa unificar la concepción del mundo y las normas prácticas de los grupos“subalternos” para evitar la escisión social fundamental, a la vez que generadistinciones en la organización cultural hegemónica.

es de notarse que en todos los países... existe una gran fractura entre las masas populares ylos grupos intelectuales, inclusive los más numerosos y próximos a la periferia nacional, comolos maestros y los curas. Y ello ocurre porque, aun cuando los gobernantes digan lo contrario,

el Estado como tal no tiene una concepción unitaria, coherente y homogénea, por lo cual, losgrupos intelectuales están disgregados entre estrato y estrato y en la esfera del mismo estrato(M. H., p. 28).

En la organización institucional también se producen y difunden diferentes“culturas” para distintos estratos de la jerarquía establecida,30 hay versiones para“los intelectuales” y versiones para “los simples”, aunque éstas no deben separarsedemasiado, como lo muestra Gramsci al revisar las sucesivas estrategias — movimientos de masas, órdenes medievales, contrarreforma, jesuitas, accióncatólica, partidos demócrata-cristianos, etc. (M. H., pp. 18-19)— generadas por laiglesia católica para evitar las rupturas en “la comunidad de los fieles”.

En la discusión sobre Maquiavelo, Gramsci explicita esta relación: “existen dosculturas, la de los gobernantes y la de los gobernados”; la de los gobernantes dehecho es “maquiavélica”, aunque “la clase dirigente tiene una actitud hacia «lossimples» dictada por la necesidad de no separarse de ellos, por una parte, y por laotra de mantenerlos en la convicción de que Maquiavelo no es nada más que unaaparición diabólica” (N. M., p. 32). Así, Maquiavelo es considerado antimaquiavélico,por haber “develado” cosas “que se hacen pero no se dicen”. Según Gramsci, laintención de Maquiavelo era política y progresista: planteaba la necesidad de“distinguirse” de la concepción tradicional para los “gobernados” y darle coherenciaa la política de crear un Estado unitario italiano (N. M., pp. 150-153); intentaba

realizar, con la forma dramática del mito, “la educación política de quien no sabe” y“destruir así la unidad basada en la ideología tradicional, sin cuya ruptura la fuerzanueva no puede adquirir conciencia de la propia personalidad independiente” (N.M., p. 33).

Sobre esta matriz histórica y estructuralmente heterogénea, la unidad esproducto de procesos históricos precisos siempre relacionados con las luchas por lahegemonía. Los análisis de Gramsci intentan mostrar cómo estos procesos de

30 Dice Gramsci: “Toda religión, también la católica (muy especialmente la católica, precisamentedebido a sus esfuerzos por mantenerse unitaria «superficialmente» para no disolverse en iglesias

nacionales y estratificaciones sociales), es en realidad una multiplicidad de religiones distintas y amenudo contradictorias. Hay un catolicismo de los campesinos, un catolicismo de los pequeñosburgueses y obreros de la ciudad, un catolicismo de las mujeres y un catolicismo de losintelectuales, el cual es también abigarrado y desordenado” (M. H., p. 123).

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unificación relativa de fuerzas políticas históricas han conformado órdenes socialesúnicos.31 El grado de coherencia social es un logro político, mediado por accionesespecíficas de los grupos dirigentes.32 Estos mismos procesos hacia “ciertaunificación política e ideológica” desde luego atraviesan toda la trama institucionalde la sociedad civil. En este sentido, la coherencia o diferenciación interna de lasinstituciones no se debe a la “internalización” o “desviación” respecto a las normas;

es producto del carácter contradictorio e histórico de la misma formación social.4) El problema de la heterogeneidad/coherencia de la formación social es la

base a la vez de la concepción gramsciana de lo cultural , como parte constitutiva del 

orden social . Es imposible abordar la discusión sobre institución sin incluir la ricagama de conceptos referidos a la dimensión de lo ético-cultural: folklore, religión, fe,ciencia, conocimiento, filosofía, concepción del mundo, sentido común. Estostérminos, tomados de múltiples fuentes, adquieren en los textos de Gramsci unaparticular articulación entre sí y con los procesos sociales y políticos. De susinnumerables líneas de reflexión sobre estos conceptos, son especialmenteimportantes tres ideas.

Primero, Gramsci insiste una y otra vez en el carácter heterogéneo, “abigarrado y heteróclito” (M. H., p. 27) de las expresiones culturales y sobre todo del “sentidocomún”, dentro del cual se encuentran fragmentos y sedimentaciones de múltiplesconcepciones del mundo, sistemas filosóficos, creencias y conocimientoscorrespondientes a otras tantas épocas históricas y culturas locales. Existen en elsentido común “elementos del hombre de las cavernas y principios de la ciencia másmoderna y avanzada; prejuicios de las etapas históricas pasadas, groseramentelocalistas e intuiciones de una filosofía del porvenir” (M. H., p. 12).33 

Es importante reconocer que Gramsci no plantea una distinción (como a veces

se entiende) entre un “sentido común” heterogéneo propio de los “simples”(“hombre-masa” o clases “subalternas”) y una “filosofía coherente” como posibilidadexclusiva de los “intelectuales” o grupos dirigentes. Su reflexión acerca del sentidocomún es más general: “se es conformista de algún conformismo, se es siemprehombre masa u hombre colectivo” (M. H., p. 12). Las filosofías, por su parte,devienen “sentido común” de algún grupo de intelectuales, y a la inversa, “todos loshombres son «filósofos»” (M. H., p. 11). La reflexión sobre la relación entre filosofía ysentido común se hace extensiva así a todo grupo social.

La dimensión de la “filosofía” que interesa a Gramsci es la formación históricade concepciones del mundo, no la presentación formal. “Las ideas y las opiniones no

«nacen» espontáneamente en el cerebro de cada individuo; tuvieron un centro deformación, irradiación y difusión, de un grupo de hombres” (N. M., p. 109). Lasconcepciones del mundo generadas, difundidas o impuestas por diferentes gruposen sucesivos momentos de la historia coexisten, de hecho, en cualquier momento demanera disgregada, intercalada y contradictoria. Aun el discurso científico, si biencontiene un “sistema”, se expresa en un lenguaje inevitablemente lleno de

31 Por ejemplo, la comparación entre España y Grecia (N. M., pp. 81-82).32 “La coherencia no es algo meramente formal, sino la forma necesaria de una determinada líneaactual” (N. M., p. 152).33 Por ejemplo, “sobre el sentido común no sólo influyen las formas más rústicas y menos

desarrolladas de estos varios catolicismos existentes actualmente; han influido también y soncomponentes del actual sentido común de las religiones precedentes al catolicismo actual, losmovimientos heréticos populares, las supersticiones científicas ligadas a las religiones pasadas, etc.”(M. H., p. 123).

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metáforas, ambigüedades y categorías tomadas de “concepciones con historiascomplejas”.34 Es significativo, por lo tanto, que la “concepción críticamentecoherente” no es aquella que está libre de contradicciones, sino la que es conscientede la historicidad propia de los elementos que la componen (M. H., p. 20).

El carácter heterogéneo e histórico de la concepción gramsciana de cultura

representa un avance frente al concepto usual que postula sistemas homogéneos designificaciones compartidas por los integrantes de un grupo social. Esa concepciónhistórica de la cultura, que incluye todos los componentes y referentescontradictorios del sentido común y de la práctica social, es la única compatible conla concepción marxista de formación social. Esa concepción a la vez permitecuestionar la noción de “un discurso ideológico dominante”. La trama ideológica dela cultura también es inherentemente heterogénea, dadas las contradicciones en lasformaciones sociales existentes; la relativa unidad ideológica de un bloque social esasí un acontecimiento temporal, en un contexto histórico particular.

En lugares y épocas delimitadas, se dan efectivamente procesos de

“unificación” tendientes a establecer una “concepción coherente del mundo”. Lacoherencia relativa es resultado del trabajo intelectual, entendido comosocialización de una concepción del mundo. Estos procesos enfrentan, sin embargo,los límites estructurales propios de la formación del bloque histórico. Dados estoslímites, la posibilidad real de una concepción del mundo unitaria y coherente“adviene [sólo] con la desaparición de las contradicciones internas que laceran a lasociedad humana” y, agrega, es un “punto de llegada” (M. H., p. 146).

En el análisis de las actuales conformaciones culturales heterogéneas, Gramscibusca criterios para diferenciar los contenidos y sentidos políticos de elementoscontradictorios. Para ello: “[es] preciso distinguir entre ideologías históricamente

orgánicas, es decir, que son necesarias a determinada estructura, e ideologíasarbitrarias, racionalistas, «queridas». En cuanto históricamente necesarias formanel terreno en medio del cual se mueven los hombres, adquieren conciencia de suposición, luchan, etc. En cuanto «arbitrarias», no crean más que «movimientosindividuales»” (M. H., p. 58). El problema analítico, desde luego, es establecer ladistinción entre una u otra en situaciones históricas particulares.

Un segundo punto importante es la reflexión gramsciana acerca de la relaciónentre “pensar y obrar”, “teoría y práctica”, “filosofía e historia”. Varios análisis deGramsci se centran en los procesos mediante los cuales ciertas concepciones delmundo o filosofías han realmente devenido “norma práctica y voluntad”, o “norma

de acción colectiva” (M. H., pp. 25-51). En tanto “historia real”, estas concepcionesno existen como “sistemas racionales”, sino sólo incorporadas a las relacionessociales que forman la trama institucional.

Nuevamente el análisis de la iglesia católica provee los ejemplos más nítidos deestos procesos. La elección de una concepción del mundo se basa más en lapertenencia a un grupo que en los argumentos racionales35 o la “autoridad” dequien la sostiene (M. H., pp. 24-25). La iglesia conserva su “comunidad de fieles...en la medida en que mantiene permanente y organizadamente la fe, repitiendo laapologética... en cada momento con argumentos similares...” (M. H., p. 25). Laorganización y la repetición son el trabajo específico de la capa media de

34 Ver la reflexión sobre este problema en la interpretación de Marx (N. M., pp. 152-154).35 “Creer que una concepción del mundo pueda ser destruida por críticas de carácter racional es unasuperstición de intelectuales fosilizados” (M. H., p. 222).

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“intelectuales” mediante el cual adquiere existencia material una concepción delmundo al convertirse en norma práctica de un grupo.

No obstante, siempre se dan contradicciones entre el pensar y el obrar, y enesos casos, Gramsci afirma, la “filosofía real” está contenida en el obrar, es decir, enla política, “puesto que el obrar es siempre un obrar político” (M. H., p. 14). Esta

falta de correspondencia entre el pensar y el obrar es una constante, aun porejemplo en el caso de la iglesia católica cuya eficiencia en mantener la unidad esevidentemente reconocida por Gramsci: “nadie se atiene al catolicismo como normade vida... un católico integral que aplicase en cada acto de su vida las normascatólicas parecería un monstruo” (M. H., p. 36). En función de esto, Gramsci tornala mirada hacia el “obrar”, la práctica, la acción, para inferir ahí la concepción delmundo que se ha convertido en historia real.36 

En varios textos, Gramsci apunta en esta dirección. Así, la concepción delmundo del grupo social subordinado, “se manifiesta en la acción”; es “el buensentido implícito en el obrar”, aun cuando “toma en préstamo una concepción que

no es la suya, una concepción de otro grupo social [y], la afirma de palabra y creeseguirla” (M. H., p. 15).37 Lo mismo dice además al analizar a los intelectuales: “Encada personalidad hay una actividad dominante y predominante: en ésta esmenester buscar su pensamiento implícito, el cual, muy a menudo puede hallarseen contradicción con el expresado exprofeso ” (M. H., p. 97). La búsqueda del núcleomás coherente de expresiones culturales, contradictorias, se orienta hacia lapráctica social.

Gramsci busca nuevamente la concepción implícita en el obrar en su discusióndel “americanismo” (la revolución técnico-económica) como ideología y modo de vidaque se debatía en la Italia de sus tiempos y que se criticaba por ser “pura acción”

carente de “filosofía” y de “tradición” (N. M., p. 306). Es importante matizar ycomprender la aparente admiración de Gramsci hacia este fenómeno queconsideraba “progresivo”, si bien lo denunciaba a la vez como “la iniciativasuperficial y simiesca de los elementos que comienzan a sentirse socialmentedesplazados”. Gramsci continúa:

Lo que hoy es designado como “americanismo” es en gran parte la crítica preventiva delos viejos estratos que serían destruidos por este nuevo orden posible... La reconstrucción nopuede provenir de los grupos sociales “condenados” por el nuevo orden, sino de aquellos queestán creando, por imposición y por sufrimiento propio, las bases materiales de este ordennuevo: ellos “deben” encontrar su sistema de vida “original” y no de marca americana, paraque se transforme en “libertad” lo que hoy es “necesidad” (N. M., p. 316).

Sobre la base de una convicción marxista en el necesario desarrollo de lasfuerzas productivas como condición para la transformación social, propia de suépoca, Gramsci critica la mentalidad de los sectores “tradicionales” y parasitarios, ydefiende no sólo la “racionalización del trabajo” sino la posición avanzada de la claseobrera en la formación de “un nuevo tipo de hombre”. La historia del siglo XX hapermitido cuestionar y matizar esta concepción, pero la argumentación de Gramsci

36 La norma de vida, “no se entiende en sentido libresco, sino realizada en la vida práctica... [En el]obrar práctico... se halla contenida implícitamente una concepción del mundo, una filosofía” (M. H.,p. 29).37 Ese buen sentido “merece ser desarrollado y convertido en cosa unitaria y coherente” (M. H., p.16). Sin embargo, esto no presupone que las acciones de grupos subordinados siempre contenganun sentido político ya que estos grupos no pueden distinguirse y ser unitarios sin organización “y nohay organización sin intelectuales, o sea, organizadores y dirigentes” (M. H., p. 21).

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se sostiene en tanto desciframiento de “la filosofía que no se enuncia en fórmulaspero que se afirma en la acción” (citando a Gentile, N. M., p. 306); atiende a lasformas culturales implícitas en cualquier reordenamiento efectivo de la vida social,aun cuando no se enuncian en el discurso formal.38 

La materialidad de la cultura, de aquellas concepciones del mundo o filosofías

que son realmente constitutivas de relaciones sociales y de movimientos históricos,se destaca en todos los análisis de Gramsci. Siguiendo la tradición marxista, buscala génesis de la “conciencia” en las relaciones sociales de determinada época, sinpresuponer, por otra parte, un mero efecto de “reflejo” superestructural. Porejemplo, analiza los efectos de ciertas coyunturas políticas que generanconcepciones “deterministas” o “mecanicistas” de la transformación social;considera éstas concepciones como incorrectas, si se asumen como posiciones de ladirección política, aunque sean válidas en tanto formas implícitas de resistenciasocial. En efecto, “se produce una revisión de toda la manera de pensar porque haocurrido un cambio en el modo social de ser” (M. H., p. 22). Pero, por otra parte, lasconcepciones del mundo pueden llegar a ser “fuerzas materiales”, recuerda

Gramsci, remitiendo a la reflexión de Marx sobre las creencias populares, y agrega:El análisis de estas afirmaciones, creo, lleva a reforzar la concepción de “bloque

histórico”, en cuanto las fuerzas materiales son el contenido y las ideologías la forma, siendoesta distinción de contenido y forma puramente didascálica, puesto que las fuerzas materialesno serían concebibles históricamente sin forma y las ideologías serían caprichos individualessin la fuerza material (M. H., p. 58).39 

Una tercera veta recuperable de los textos gramscianos es el lugar delconocimiento como componente de toda práctica cultural. La cultura es síntesis oresumen de la historia humana, no reflejo de un momento en su evolución. Contodo y su carácter heterogéneo y contradictorio, la cultura tampoco es del todo

“arbitraria”, es decir, “imposición” de un sistema simbólico por la clasedominante.40 Gramsci critica asimismo la idea de que “toda ideología es «pura»apariencia, inútil, estúpida, etc.” (M. H., p. 58) y recupera el contenido histórico desus formas “aparentes”. Su concepción de cultura se distingue de estas otrasnociones sobre todo por la importancia que le otorga al conocimiento comocomponente central de toda formación cultural; concibe al conocimiento comohistóricamente construido y relativo al momento en que se generó,41 pero a la vezacumulable y necesario en todo proceso de transformación social.

38 Gramsci señala “la diferencia entre la acción real, que modifica esencialmente tanto al hombrecomo a la realidad externa (vale decir la cultura real), cual es el americanismo, y el gladiadorismonecio que se autoproclama acción y modifica sólo el vocabulario, no las cosas, el gesto externo y noel hombre interior” (N. M., p. 306).39 Otra versión de la misma reflexión se da en la relación entre teoría y práctica (M. H., pp. 47-48).40 Me refiero, sobre todo, a la concepción que ofrece Bourdieu. Para Gramsci, si bien existen“construcciones arbitrarias, son rápidamente eliminadas… de la competición histórica” (M. H., p.27).41 El conocimiento no es absoluto sino “históricamente verdadero” (M. H., p. 33). Ver la relativizaciónde la propia “filosofía de la praxis” por ejemplo (M. H., pp. 81-98-101), así como las discusionesacerca de la “objetividad científica” (M. H., pp. 64-141-147), y de la “apariencia” como “la afirmaciónde la caducidad de todo sistema ideológico, junto a la afirmación de la validez histórica y de la

necesidad de todo sistema” (M. H., p. 35).

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El conocimiento es propiedad genérica de la actividad de todo hombre:42 “Nohay actividad humana de la que se pueda excluir toda intervención intelectual: nose puede separar el homo faber del homo sapiens ” (I., p. 13). El conocimiento de lasrelaciones sociales y de las relaciones con la naturaleza es necesario para sumodificación. A la vez, el que los hombres, colectivamente, hayan transformadohistóricamente esas relaciones, implica que de hecho las conocen: “El hombre

activo, de masa, obra prácticamente, pero no tiene clara conciencia teórica de suobrar, que sin embargo es un conocimiento del mundo en cuanto lo transforma . Suconciencia teórica puede estar, históricamente, incluso en contradicción con suobrar” (M. H., pp. 19-20, las cursivas son mías). El conocimiento se distingue de la“conciencia teórica” en tanto posee esa vinculación necesaria con la prácticasocial.43 

En esta concepción, el conocimiento no es idéntico a la ciencia. Gramscirepetidamente relativiza la verdad científica, afirmando su correspondencia adeterminada época histórica. Por otra parte, recupera el conocimiento acumulado eimplícito en cualquier práctica social. No obstante, esa concepción del conocimiento

explica la valoración gramsciana de las ciencias, en particular las experimentales(M. H., p. 146), y de la escuela en tanto difusora del conocimiento científico. A pesarde que “la ciencia es también una ideología”, y está integrada a todo el complejo ycontradictorio dominio ideológico, es posible “distinguir la noción científica... Heaquí porqué un grupo social puede apropiarse de la ciencia de otro grupo social sinaceptar su ideología...” (M. H., p. 65). Esta posición es esencial para apreciar lasreflexiones de Gramsci acerca de la “escuela unitaria” y evitar la dicotomización de“culturas de clase” tan frecuente aún en las diversas lecturas de Gramsci. 44 Elconocimiento es construido, acumulado y socializado históricamente; cualquieravance necesariamente parte del conocimiento anterior que, aun cuando sea

superado, sigue planteando “exigencias reales” que deben ser incorporadas en laconstrucción de nuevas concepciones (M. H., p. 29).

La idea del conocimiento en Gramsci adquiere la materialidad que caracterizatantas de sus reflexiones sobre lo cultural. El conocimiento es parte indisociable delas relaciones sociales que constituyen la sociedad civil. En ciertos pasajes losconocimientos son relaciones sociales, producto del pasado; en otros, elconocimiento de las relaciones sociales de hecho las modifica (M. H., p. 37). Elconocimiento se considera componente necesario de cualquier proceso políticoefectivo. Aunque este tipo de identidades tal vez oscurecen la especificidad de cadatérmino, es relevante la insistencia de Gramsci en que se pertenece

simultáneamente a múltiples sociedades (organismos, asociaciones, etc.), y a travésde ellas al género humano, mediante el conocimiento que efectivamente se tiene deesas sociedades. Por ello, el hecho que se enseñen “nociones científicas” y “derechos y deberes” a los niños en la escuela constituye también una manera de introducirlosen la “sociedad de los hombres”.

42 “Cada hombre concebido, no aisladamente, sino rico en posibilidades provenientes de otroshombres y de la sociedad de las cosas, de las cuales no puede sino tener cierto conocimiento ” (M. H.,p. 38, las cursivas son mías).43 Esta concepción representa una polémica con aquella sostenida por Labriola.

44 Por ejemplo: A. M. Cirese: “Concepciones del mundo, filosofía espontánea e instinto de clase en lasobservaciones sobre el folklore de Antonio Gramsci”, en: Intelectuales, Folklor, Instinto de clase, Einandi Paperbacks, 1970, pp. 67-104. Traducción en: Alberto Mario Cirese, Ensayos sobre las 

Culturas Subalternas, Cuadernos de la Casa Chata, núm. 24, México, CISINAH, pp. 103-145.

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Esta concepción de la dimensión cultural, que integra el conocimientoacumulado y generado en determinada formación social a la matriz histórica yheterogénea de concepciones del mundo, se constituye a la vez en concepto centralpara relacionar la estructura social dominante con procesos políticos particulares,incluyendo aquellos que explican la historia de determinadas instituciones.

5) A lo largo de los escritos gramscianos se replantea implícitamente la relación entre sujeto e institución . Gramsci no usa desde luego estos términos, ni ofrece unaelaboración sistemática acerca del problema del sujeto. Sin embargo, la relaciónentre conocimiento y transformación de las relaciones sociales presuponenecesariamente un sujeto cuya actividad tiene cierto nivel de eficacia, no obstantelas múltiples determinaciones de la estructura social. La exploración de losmárgenes de esta eficacia equivale, en Gramsci, a la búsqueda de las posibilidadeshistóricas de la acción política.

Los análisis de situaciones particulares y la reflexión sobre “el hombre” echanluz sobre esa relación. La formulación más explícita de esta concepción se

encuentra en los comentarios de Gramsci acerca de la concepción marxista de la“naturaleza humana”:

La innovación fundamental introducida por la filosofía de la praxis en la ciencia de lapolítica y de la historia es la demostración de que no existe una “naturaleza humana”abstracta, fija e inmutable..., sino que la naturaleza humana es el conjunto de relacionessociales históricamente determinadas (N. M., p. 31).

La traducción de esta formulación abstracta a términos concretos se encuentraen varios textos. Gramsci la retoma en función de la historicidad de la naturalezahumana.45 El eje de “Americanismo y fordismo” es precisamente el análisis de laconstitución de un “nuevo tipo de hombre”, mediante la racionalización del procesode trabajo y las políticas estatales o “privadas” correspondientes (prohibicionismo,ética sexual, salarios, nivel de vida, etc.). Desde luego, también gran parte de lareflexión de Gramsci sobre la educación, sobre todo en su crítica al“espontaneísmo”, parte de esta concepción. A pesar de ello, Gramsci no supone ladeterminación absoluta del individuo por la estructura social considerada como“inmanente”, objetiva y externa; replantea así la relación:

Es verdad que hasta ahora, a estos organismos supraindividuales se les ha dado unasignificación mecanista y determinista; de ahí la reacción contra este punto de vista. Espreciso elaborar una doctrina en la cual todas estas relaciones sean activas y estén enmovimiento, fijando bien claramente que la sede de esta actividad es la conciencia de cadahombre (M. H., p. 38).

Esta integración del sujeto con las relaciones sociales que lo constituyen y quea la vez son objeto de su conocimiento y actividad fue necesaria, ya que en el fondoel sujeto que interesa a Gramsci es el político.

La medida de la libertad entra en el concepto de hombre. Que existan las posibilidadesobjetivas de no morir de hambre, y que se muera de hambre, tiene su importancia... Pero laexistencia de las condiciones objetivas, posibilidad o libertad, no es aún suficiente: es preciso“conocerlas” y saberse servir de ellas. Querer servirse de ellas. El hombre en este sentido, eslibertad concreta... Hay que concebir al hombre como un bloque histórico de elementospuramente individuales y subjetivos y de elementos de masa y objetivos o materiales, con loscuales el individuo se halla en relación activa. Transformar al mundo externo, las relaciones

45 “En la «naturaleza humana» de Maquiavelo”, dice, “está comprendido el «hombre europeo»” (N. M.,p. 113).

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generales, significa fortalecerse a sí mismo... Por ello se puede decir que el hombre esesencialmente “político” (M. H., pp. 43-44).46 

Es evidente en toda esta discusión que Gramsci se refiere sobre todo al“hombre colectivo”, la “voluntad colectiva”, que a la vez depende del logro de “ciertogrado de homogeneidad” cultural y organizativa. El individuo es consideradoúnicamente en tanto difunde o elige una concepción del mundo o realiza una acción

como elemento de una fuerza política efectiva. Son estas fuerzas, sin embargo, lasque se constituyen en actores capaces de “determinar una acción coordinada ysimultánea en el tiempo y en el espacio geográfico, en el que se verifica el hechohistórico” (N. M., p. 111). En consecuencia, “cada acto histórico sólo puede sercumplido por el hombre colectivo” (M. H., p. 34).

Gramsci es explícito en su rechazo tanto a concepciones “voluntaristas”, queatribuyen el devenir histórico al “factor subjetivo”, como a las posiciones“inmanentistas” que suponen una determinación estructural sobre todo devenirpolítico. El cuestionamiento a la dicotomía condiciones objetivas/condicionessubjetivas y la exploración analítica de la unidad sujeto/objeto,47 marcan también

su conceptualización implícita de institución. Esa dualidad se resuelve sólo en losanálisis de luchas sociales en momentos históricos precisos, en los quedeterminadas fuerzas sociales, constituidas históricamente, actúan políticamente.En estos análisis no se nombran sujetos abstractos (“la clase social”, “el Estado”,etc.), sino colectividades concretas, organizadas y dirigidas, marcadas por ciertacoherencia entre concepción del mundo y acción política, aun cuando su discursopuede contradecir el sentido de su actuación.48 

Desde esta concepción, parece tener poco sentido analizar cualquier realidadinstitucional sin considerar los procesos que la constituyen, gestados y apoyadospor las acciones de determinadas fuerzas políticas. Esta concepción es expresadacon mayor claridad en toda la discusión acerca de los “intelectuales” comodirigentes, en todos los niveles de la trama institucional de la sociedad civil. Estosgrupos, en tanto se encuentran vinculados a movimientos políticos nacionales,realizan el trabajo que requiere “mantener la unidad” institucional y conservar las“alianzas de fuerzas” hegemónicas o contra-hegemónicas. Su actuación adquiererelevancia en la explicación de la conformación particular de las instituciones endeterminadas épocas y lugares.49 Tanto en el caso de las actuales estructuras dedominación como en el de la formación de grupos que se distinguen para construirun nuevo “bloque histórico”, las “relaciones activas” son un elemento central delanálisis.

46 En otros textos Gramsci insiste más bien en el lado objetivo de esta relación, remitiéndose a los“principios” expuestos por Marx en el “Prólogo a la Crítica de la Economía Política”: “1) Ningunasociedad se propone tareas para cuya solución no existan ya las condiciones necesarias y 2) ningunasociedad desaparece... si antes no desarrolló todas las formas de vida... implícitas en susrelaciones” (N. M., p. 67).47 C. Pereyra: El sujeto de la historia, Madrid, Alianza, 1984, pp. 66-78. Gramsci plantea que laoposición entre condiciones objetivas y subjetivas es “una simple distinción de carácter didascálico”(N. M., p. 101).48 “Los jesuitas combatían teóricamente a Maquiavelo siendo, sin embargo, en la práctica, susmejores discípulos” (M. H., p. 88).49 Ejemplos de ello son los análisis de la acción de los jesuitas y la Acción Católica respecto a la

iglesia (N. M., pp. 207-277), los Rotarios y Masones (N. M., pp. 318-322), y los elementos dirigentesde la organización partidaria (N. M., pp. 47-48). La eficacia y trayectoria política de estos grupos seanaliza siempre con referencia a las particularidades culturales y sociales de los lugares en queactúan.

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Desde esta perspectiva, el “conjunto de relaciones sociales” que definen alhombre se transforma en proceso o “devenir” (M. H., pp. 40-41). La actuación desujetos concretos conserva o modifica ciertas relaciones sociales (de dirección y jerarquía, autoridad o disciplina, solidaridad o resistencia) que tienden a mantenero romper la relativa unidad del ordenamiento institucional. Estos actores inciden enla construcción de las instituciones; se dan conformaciones “únicas” como

resultado de su actividad.50 En esta concepción, son los procesos generados pordeterminadas fuerzas en la sociedad civil los que hacen posible la continuidadinstitucional o bien producen la discontinuidad.

En la concepción gramsciana, los procesos de socialización (en sentido deposesión social), formación de concepciones y de fuerzas políticas y lucha social,toman el lugar central generalmente otorgado a los conceptos de socialización (ensentido de inclusión en lo social), internacionalización o interpelación en otrasteorías de la institución. La conservación o la transformación del ordensociocultural es el contenido que se juega en esa compleja trama de “relacionesactivas” en diferentes momentos históricos.

6) Los conceptos de coerción  y de consenso  son centrales a la concepcióngramsciana de la institucionalidad sociopolítica y de la dinámica entredeterminación y fuerzas políticas. La primera precaución es evitar la dicotomizaciónde estos conceptos y su adscripción exclusiva a sociedad política y a sociedad civil,respectivamente. Pereyra afirma: “coerción y consenso sí están copresentes en lasociedad civil y en el Estado”. Concede a la versión weberiana que la “coerción es unmonopolio legal del Estado capitalista”, pero retoma como aporte gramsciano lanoción de que la represión se ejerce “ilegalmente, en los hechos” en la sociedad civil.Gramsci señala, además, la función “policial” que asumen ciertos organismos de lasociedad civil, como los partidos. La coerción se ejerce mediante el “conjunto de las

fuerzas organizadas del Estado y de los particulares para tutelar el dominio político y económico de las clases dirigentes” (N. M., pp. 86-88, 112). El Estado en sentidoestricto es, por su parte, “a la vez generador de consenso y fuente de hegemonía”.51 

Los conceptos de coerción y consenso tienen sentidos bastante precisos enGramsci, distintos a los significados más usuales de esos términos. Se ha señaladoque el sentido gramsciano de consenso no equivale al que tiene ese concepto en lateoría funcionalista.52 Lejos de señalar la pasiva adhesión a un orden socialestablecido, consenso adquiere en los contextos en que lo usa Gramsci un sentidoactivo. El consenso no es efecto de la unidad cultural “natural” de una formaciónsocial, sino que es resultado de procesos generados por las fuerzas políticas

hegemónicas o por grupos que buscan serlo, en diferentes momentos de la luchasocial.53 Se trata de un proceso activo, resultado de la dirección hegemónica, queencuentra sin embargo límites objetivos en el contexto de formaciones socialesmarcadas por profundas divisiones y distinciones sociales. En este sentido, elconsenso tampoco es mera imposición de significados ideológicos por el Estado o

50 En este sentido, dice Gramsci, “cada empresa es única”, a consecuencia del “saber” de sujetosparticulares (N. M., p. 312).51 C. Pereyra, 1984, pp. 215-216.

52 J. C. Portantiero, Los usos de Gramsci , México, Grijalbo, 1981, p. 147.53 “El Estado tiene y pide el consenso, pero también lo «educa» por medio de las asociacionespolíticas y sindicales, que son sin embargo organismos privados, dejados a la iniciativa privada de laclase dirigente” (N. M., p. 162).

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por grupos dominantes; es producto de la negociación y formación de alianzaspolíticas entre grupos sociales en determinados momentos históricos.54 

Desde la perspectiva de una transformación radical de las sociedadescapitalistas, la formación de consenso adquiere otro sentido, ligado a la necesidadde establecer y mantener amplias alianzas entre las fuerzas sociales y políticas que

disputan la dirección hegemónica de la sociedad a los grupos en el poder. Elconsenso en este sentido se expresa en procesos políticos y culturales activosgenerados por dirigentes de los grupos subalternos; entre otras cosas el consensoimplica la apropiación y construcción de espacios y relaciones democráticas y nosolamente la aceptación de un “orden legítimo” instrumentado desde el Estadoexistente.

La coerción, en el sentido que lo usa Gramsci, también parece tener unsignificado que rebasa las nociones de represión, fuerza o violencia que se tienden aasociar con el término, aunque desde luego éstas son sus componentes básicos. Eltérmino parece referirse a cualquier proceso social que “obliga” a mantener o

modificar las relaciones sociales que constituyen al hombre. Gramsci analiza elfordismo como una “presión coercitiva” que tiende a lograr el control estricto no sólodel trabajo sino también del ocio de los obreros (prohibición y vigilancia de la vidasexual) y, por lo tanto, formar un “nuevo tipo de trabajador”.55 Esta coerción seejerce mediante formas materiales menos visibles que la represión física ejercida porla fuerza policial, estatal o privada. Aún así, nada hay más coercitivo que lanecesidad de vender la fuerza de trabajo para sobrevivir, o que la obligatoriedadimplícita en la organización estatal y sus modos de permitir el acceso legal al poder,incluso reconociendo que ambos procesos están respaldados por las fuerzasrepresivas, utilizadas sólo en caso necesario (de “robo” o “subversión”, por ejemplo).

Por otra parte, la coerción también adquiere otro sentido en Gramsci,estrechamente ligado a los procesos de transformación histórica de la sociedad; enlos Cuadernos hay una permanente reflexión sobre el carácter de hecho violento deesas transformaciones: “Hasta ahora, todos los cambios en el modo de ser y vivirocurrieron mediante la coerción brutal, es decir, mediante el dominio de un gruposocial sobre todas las fuerzas productivas de la sociedad”. En esos momentos,agrega, “se desarrollan ideologías puritanas que confieren al empleo intrínseco de lafuerza la forma exterior de la persuasión y del consenso” (N. M., p. 298).56 Estareflexión problematiza las transformaciones futuras, que requieren “una coerción denuevo tipo en cuanto, ejercida por la élite de una clase sobre su propia clase, nopuede menos que ser una auto-coerción, esto es, una autodisciplina”. Desde luego,

esta afirmación lleva la discusión a terrenos para nada resueltos por el socialismo

54 En “El Moderno Príncipe”, Gramsci analiza el aporte de Bodin, rechazando la versión de que éstesea “anti-maquiavélico”; explica su posición en función del “terreno mucho más avanzado ycomplejo” que era Francia en esa época. “Para Bodin no se trata de fundar el Estado unitario-territorial (nacional)... sino de equilibrar las fuerzas sociales en lucha en el interior de este Estado yafuerte y enraizado; no es el momento de la fuerza el que interesa a Bodin, sino el momento delconsenso”; y agrega: “El Tercer Estado... conoce tan bien que el éxito de la monarquía absoluta estáligado a su propio éxito y desarrollo, que pone condiciones para su consenso , presenta exigencias,tiende a limitar el absolutismo” (N. M., p. 39).55 La coerción en este sentido recuerda a otros procesos de hecho violentos generados por la

modificación de las condiciones materiales de producción, como la “acumulación originaria”, laexpulsión de los campesinos y su transformación en “trabajadores libres”. Marx, C. El Capital, vol. I.56 Un buen ejemplo se encuentra en la discusión sobre los “altos salarios” en el fordismo (N. M., p.309).

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histórico en el transcurso del siglo XX. Sin embargo, aclara entre otras cosas, laposición gramsciana acerca de la disciplina escolar, como elemento necesario paratransformar en “libertad” lo que hoy es “necesidad” (N. M:, pp. 298-300).

Coerción y consenso son para Gramsci una “doble perspectiva en la acciónpolítica y en la vida estatal”, fuerza/consenso, autoridad/hegemonía,

táctica/estrategia (N. M., p. 62). Ambos procesos, en diferentes grados o momentos,atraviesan toda institución política o civil; ninguno es exclusivo de cierto tipo deaparato. Entendidos en este sentido, coerción y consenso se convierten encategorías de mayor poder analítico para abordar movimientos políticos concretos.No son funciones de determinadas instituciones, sino procesos que ocurren a suinterior.

7) Finalmente, en los Cuadernos, lo político cobra existencia en un espacio másamplio que la “sociedad política”, ámbito de su ejercicio legal dentro de los Estadosconstituidos. Lo político atraviesa también las instituciones de la sociedad civil,considerada por la ideología liberal como “apolítica” (como auto-regulada, natural,

etcétera).¿Qué le da especificidad a “lo político” en Gramsci? En los análisis concretos

este concepto se hace extensivo a todo movimiento histórico tendiente a mantener oa transformar el ordenamiento social.57 Distingue, sin embargo, entre “gran política y pequeña política”, entre cambios fundamentales, “orgánicos”, y cambios“ocasionales”, entre elementos “necesarios” o “arbitrarios”, entre la “rotación delpartido dirigente en el gobierno” y la “fundación y organización de una nuevasociedad política y... de un nuevo tipo de sociedad civil” (N. M., p. 55). Lo político nose restringe a los espacios establecidos desde el Estado para ello; según situaciones y movimientos específicos, puede permear, potencialmente, cualquier espacio social,

cualquier institución.Las instituciones se perpetúan o se desplazan, se modifican y se reorganizan

históricamente, y así adquieren, en sucesivas épocas y lugares, diferentes pesos ysentidos en el movimiento de conservación o transformación de las relaciones queconstituyen el orden social. En un caso, “la hegemonía nace de la fábrica y paraejercerse sólo tiene necesidad de una mínima cantidad de intermediarios... de lapolítica y de la ideología” (N. M., p. 287); en otro, el Estado ejerce su fuerzahegemónica efectivamente para lograr avances permanentes en el desarrollo de lasociedad civil.

El problema central en los análisis políticos de Gramsci es distinguir “lo

ocasional de lo orgánico”, para conocer aquellas organizaciones o movimientos quese engarzan con la historia. Esta tarea resulta ser más fácil, con la ventaja deltiempo, en el análisis de situaciones pasadas. Gramsci, de hecho, propone el mismotipo de análisis (aún cuando puede haber “errores individuales”), para todaactividad política coyuntural, con objeto de discernir aquellos “elementos delpresente y del pasado” que se pueden organizar para la transformación social.

4. HACIA UNA RECONCEPTUALIZACIÓN DE LA ESCUELA 

¿Qué significa esta lectura para la caracterización de la escuela? En principio,

permite replantear radicalmente la relación entre escuela y sociedad, sobre bases

57 Gramsci identifica acciones como políticas “en cuanto transforman a los hombres” (N. M., p. 108).

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distintas a las que ofrecen las corrientes francesas de sociología de la educación.58 Desde la perspectiva planteada, la relación entre sistema escolar y sociedad no sepuede ver exclusivamente en términos de “aparato ideológico de Estado” cuyafunción es la reproducción de las relaciones de producción. La escuela tampoco esuna institución con legalidad propia, cuya perpetuación autónoma facilita lafunción básica de reproducción cultural. Es una institución de la sociedad civil con

historicidad propia, cuya conformación en cada lugar y época responde a procesospolíticos que la constituyen y la rebasan, que la integran al movimiento social o ladejan de lado, según los procesos hegemónicos.

En el contexto mexicano el gobierno, el Estado en sentido estricto, financia yorganiza en buena medida la institución escolar: los locales y equipamientos, casitoda la fuerza de trabajo pagada, la organización burocrática para elestablecimiento, la regulación y la legitimación del sistema escolar, los libros detexto (en primaria), entre los elementos más importantes. Sin embargo, tambiénexisten partes de las escuelas, incluso partes materiales, que han sido construidasdesde otro lugar de la sociedad.59 

Desde luego cabe la pregunta, ¿ese otro lugar no es también parte del Estado,en su “sentido amplio”? Suponer que todo lo otro es “estatal”, en este sentido, enque la sociedad civil es absorbida por el Estado, remitiría a una concepción de laescuela como “aparato ideológico del Estado” en el sentido planteado porAlthusser.60 Políticamente, esto significaría acercarse a la posición propuesta porPoulantzas: sería necesario que cualquier intento de organización educativaalternativa, “se preservara del deslizamiento hacia los aparatos estatales”,61 y quelas fuerzas de la izquierda se dedicaran a los intentos presuntamente “extra-estatales” (¿dónde se encuentran, si no hay sociedad civil?) de educación popular.Implicaría asumir una lucha en contra de la escuela y de lo que se considere

manifestación de la ideología estatal (por ejemplo, los libros de texto). Por múltiplescaminos teóricos, empíricos y políticos se ha llegado a cuestionar esta concepciónde escuela.

Desde luego, es igualmente erróneo el otro polo: suponer que todo “lo otro” enla escuela “representa” de alguna manera homogénea a “la sociedad civil” que seorganiza, exige, aporta, etc. Referirse a la sociedad civil como si fuera “un sujeto”que se enfrenta al Estado y que conserva un “derecho” de educar a los hijos conmínima determinación estatal es desde luego hacerle el juego a las posiciones deextrema derecha; éstas, bajo el supuesto de la separación de sociedad civil ysociedad política, ocultan su propia participación política en la definición estatal de

la educación. Es justamente para evitar este tipo de ocultamiento que Gramscipropone extender la idea de Estado a aquellas acciones y significacioneshegemónicas generadas por fuerzas políticas dominantes dentro de las institucionesde la sociedad civil.

58 L. Althusser: “Ideología y aparatos ideológicos de Estado”, en: Escritos, Barcelona, Laia, 1974 y P.Bourdieu y J. C. Passeron: La reproducción, elementos para una teoría del sistema de  enseñanza,Barcelona, Laia, 1977.59 Ver nuestra discusión de esto en E. Rockwell y J. Ezpeleta: “La escuela, relato de un proceso deconstrucción inconcluso”, México, Documentos DIE, 1983. Desde luego, esto no pasa por alto ladiscusión de la procedencia de eso que “pone” el Estado, producto a la vez de apropiaciones,

impuestos, “colaboraciones”, trabajo impago, historia, etcétera.60 L. Althusser: “Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado”, en: Escritos, Barcelona, Laia, 1974, p.135.61 N. Poulantzas: Fascismo y dictadura, México, Siglo XXI, 1978, p. 365.

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REPENSANDO INSTITUCIÓN: UNA LECTURA DE GRAMSCI 

Desde esta lectura de Gramsci, es importante considerar que “lo otro” en laescuela, lo que no es puesto “estrictamente” por el gobierno, es heterogéneo.62 Seríanecesario distinguir cuáles elementos tienen “significado estatal”, en el sentido decontribuir a la dirección hegemónica de un grupo social sobre los demás, comoefectivamente lo tienen determinados contenidos y relaciones reproducidas en laescuela, aun cuando no se encuentran estatuidas oficialmente. Pero a la vez es

necesario reconocer las prácticas que son gérmenes de concepciones del mundorealmente alternativas y progresivas o bien expresiones de posiciones de resistenciade los grupos subordinados. Además, existen otras prácticas constitutivas de laescuela que seguramente no tienen que ver ni con la hegemonía estatal ni con laresistencia; son elementos que corresponden a otro tipo de procesos sociales, queno son necesariamente políticos. Nada de esto es posible definir de antemano demanera esquemática; sólo se puede intentar distinguir lo “orgánico” de lo“ocasional”, con el mismo riesgo de equivocarse que asumió Gramsci al apostarle aciertos contenidos del fordismo como elementos progresivos.

Aceptar el carácter heterogéneo de la constitución de la escuela obliga a

historizar el análisis. La heterogeneidad es producto de la construcción histórica dela escuela; ciertos elementos escolares han tenido diferentes sentidos, estatales o noestatales, en los sucesivos momentos históricos. Surgen múltiples interrogantes:¿Qué sucede con los sucesivos entrelazamientos y separaciones de la iglesia católicarespecto al Estado y su relación con las instituciones educativas? ¿Qué de laorganización actual de la sociedad civil tuvo origen en acciones educativasestatales? ¿En qué posición se encuentra actualmente la iglesia (¿y cuál iglesia?)respecto a los grupos hegemónicos y la política educativa estatal? ¿Qué significadoestatal tienen, en cambio, las organizaciones civiles locales que intervienen en laescuela? Y a la inversa, ¿qué de lo que es deber constitucional del Estado (la

gratuidad, el laicismo) se constituyó primero, antes de ser obligación estatal, comoparte de luchas civiles por la educación y de luchas políticas por la dirección ético-cultural, en la sociedad civil? ¿Qué vigencia tienen esos contenidos de luchaspasadas en la actualidad y para quiénes tienen sentido? ¿Qué significado tienen lascontradicciones dentro de la política estatal, los desplazamientos de unos proyectos y discursos educativos por otros, los sucesivos intentos de “modernización”generados desde el Estado? ¿Desde dónde se articulan estos procesos políticos?Sólo en el complejo trabajo de construir respuestas a este tipo de preguntas seríaposible distinguir dentro de la escuela lo que corresponde al Estado “en sentidoamplio” y a determinar el contenido preciso de componentes de la “hegemoníapolítica” que se expresan o se forman en las instituciones educativas.

Esta concepción conduce, además, al reconocimiento de prácticas y saberesque escapan al control estatal actual, ya sea el control directo, ejercido por elgobierno, o el indirecto, ejercido por grupos que son hegemónicos en la sociedadcivil. Estos elementos pueden ser “de la época de las cavernas”... o bien “intuicionesdel porvenir”. El hecho es, sin embargo, que no son simplemente “marginales”; sonelementos constitutivos de aquella escuela que viven, cotidianamente, tantomaestros como alumnos.

La ruptura con una idea tópica de institución y la afirmación de la unidadrelativa como logro temporal del trabajo de los dirigentes cambian radicalmente

62 También lo gubernamental es heterogéneo, desde luego, aun cuando proclame homogeneidad; esproducto de determinadas alianzas de fuerzas políticas organizadas, que cambian de una época aotra.

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nuestras nociones acerca de la escuela. Desde esta visión es imposible pensar ensistemas educativos, compuestos orgánicamente de series de niveles, jerarquías,estructuras burocráticas nítidas, etc. Se cuestiona la noción misma de “sistema”,por lo menos en su uso burocrático y técnico, referida a las institucioneseducativas.

Por una parte, es necesario ver continuidad donde se suponía discontinuidad,sobre todo en los perímetros del sistema, en sus delimitaciones frente a otrasinstancias de la sociedad civil o política. El caso más claro de esto, en México, se darespecto a la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y suimbricación con la burocracia educativa.63 Tal vez de manera más significativa, sinembargo, se revelan las discontinuidades al interior del sistema educativo, en todoslos niveles. Estas se dan, por ejemplo, entre los sucesivos eslabones de la jerarquíaburocrática, entre los llamados “subsistemas”, entre tipos de escuelas, generacionesde maestros y regiones del país. Estas rupturas no equivalen necesariamente a lasque se señalan mediante las categorías de la propia burocracia, en los sucesivosorganigramas del sistema educativo, categorías que a su vez pueden ocultar

discontinuidades. Sólo es posible reconstruirlas con cuidadosos estudios históricosdel ordenamiento real de la educación.64 

Por la misma razón es evidente la imposibilidad de establecer una demarcaciónnítida entre “escuela” y “comunidad”, en escuelas públicas sostenidas en ciertamedida por los padres de familia y en localidades donde la escuela es el espaciotanto de organización civil como de gestión hacia las autoridades políticas. 65 Dentrode la escuela se encuentra la presencia del sindicato de maestros, tanto de losdirigentes como de la disidencia,66 la eventual presencia de la iglesia, conviviendocon la tradición laicista o retándola abiertamente; la presencia del “sector privado”de la economía, sobre todo a través de las editoriales y de la televisión. También se

encuentran la cultura popular y regional, apropiada o no por el Estado, así comosaberes y prácticas generadas localmente dentro o fuera de la escuela.

Sobre este fondo, los maestros, intelectuales encargados explícitamente en elMéxico posrevolucionario de la unificación estatal, no son simples transmisores oreproductores de una concepción dominante, sino portadores e interlocutores demúltiples concepciones. Al interior del sistema escolar, se dan de hecho procesos denegociación y reelaboración continua del contenido educativo en los umbrales entrelo civil y lo estatal; de estos procesos, las declaraciones sobre los libros de textoconstituyen sólo una pequeña asomada al ámbito público. Desde otra perspectiva,la posibilidad de que algún sector del magisterio pudiera generar una concepción

contra-hegemónica dentro de este ámbito escolar también requiere tomar en cuentala heterogeneidad de las posiciones ahí presentes y la necesidad de formar alianzaspara lograr cualquier cambio en una escala significativa. Esta tarea tambiéninvolucra procesos de negociación, de apropiación y reelaboración de los contenidosque se presentan en la cotidianeidad de la escuela.

63 E. Sandoval: “Los maestros y su sindicato: relaciones y procesos cotidianos”, Cuadernos deInvestigación Educativa, núm. 18, DIE-CINVESTAV-IPN, México, 1986.64 Esto tiene importantes consecuencias para la investigación; por ejemplo, tiende a invalidar las

muestras y los datos construidos sobre la base de esos organigramas institucionales.65 R. Mercado: “Reflexiones acerca de la noción escuela-comunidad”, en: La escuela, lugar del trabajo 

docente, E. Rockwell y R. Mercado, DIE-CINVESTAV-IPN, México, 1986.66 E. Sandoval, op. cit. 

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movimientos, que de hecho cobran existencia en la escuela, a la organizaciónestatal o a la civil (gremial, editorial, religiosa, etc.) puede mostrar el sentido políticode lo que se enseña en las escuelas. En este sentido la posición gramsciana nosupone necesariamente la reproducción de una ideología generada desde el Estado,en sentido estricto, o desde las “clases dominantes” en abstracto: el sentidohegemónico o contra-hegemónico de los contenidos de hecho producidos o

reproducidos en las escuelas de determinado lugar y tiempo es aún preguntaabierta.

El estudio de estos contenidos culturales en la escuela debe atender tanto aldiscurso como a la práctica, con la certeza de encontrar muchos puntos decontradicción entre ambos. Las concepciones contenidas implícitamente en lasprácticas escolares en más de un sentido contravienen tanto las normas explícitasdel sistema educativo como la intencionalidad individual del maestro. Si bien losejemplos que vienen pronto a la mente apuntan al “tradicionalismo” que resistecualquier intento de “modernizar” la escuela, otras concepciones también sematerializan en el ámbito escolar. Por ejemplo, existe de hecho una resistencia

continua a la atomización y al aislamiento por parte de los alumnos en virtud deencontrarse juntos. Esta resistencia es una posibilidad también por parte de losmaestros, por compartir el lugar de trabajo. Tal resistencia tiende hacia lacolectivización y socialización de un proceso educativo concebido básicamente comoindividual. Esta tendencia no siempre predomina, desde luego; pero, cuando se da,revela contenidos contra-hegemónicos.

La concepción del conocimiento como parte integral de la cultura tieneimplicaciones para la escuela. La necesidad del conocimiento (entendido éste en unsentido más amplio que ciencia) en toda relación social y en todo proceso detransformación le da nueva relevancia social a la función explícita de la escuela

“universal”, defendida por Gramsci. Las “nociones concretas” del mundo social ynatural que se adquieren en la escuela se distinguen de la particular ideología queahí se transmite; la apropiación real de tales conocimientos desde luego debeestablecerse en cada caso, en comparación con lo que se podría aprender en unámbito particular sin escolarización, antes de otorgarle una valoración irrestricta acualquier contenido escolar. Pero es innegable que la relación con el conocimiento ysu apropiación en la conformación de relaciones civiles y políticas es uno de losavances permanentes de la sociedad cuya relación con la escuela es necesariocomprender.

Finalmente, la escuela, como cualquier ámbito institucional, es escenario de

procesos de coerción y de consenso. La coerción siempre ha sido denunciada dondeocurre en sus formas más abiertas y violentas: el “disciplinamiento del cuerpo” queha acompañado al acostumbramiento a la jornada escolar (descripto por Foucault);la represión física, moral y laboral de los maestros disidentes tanto por ciertasfuerzas “civiles” (cristeros) como por el sistema político dominante: el control escolar y civil de la aportación “comunitaria” al costo de la educación, son algunas de susexpresiones evidentes.

Históricamente la mayor coerción generada por la escuela seguramente ha sidola significativa transformación de las pautas de vida y de cultura y la alteración derelaciones sociales (por ejemplo, como resultado de la co-educación) operadas apartir del fenómeno de la escolarización obligatoria. Este trastorno social es apenasvisible ahora por quienes nos hemos acostumbrado a ella; es más claro en aquellas

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localidades donde se ha introducido recientemente el proceso escolar, donde aúnhabitan generaciones capaces de dar testimonio de los cambios efectuados.

El desarrollo histórico de la escolarización y sus cambios irreversibles en elorden social se expresa de manera local en cada escuela. Las condiciones materialesresultantes de la historia de cada escuela estructuran el ámbito en que trabajan y

conviven maestros y alumnos; esas condiciones obligan a ciertas prácticas,posibilitan ciertas relaciones y delimitan el horizonte de lo cotidiano en cadaescuela. La coerción, en este sentido gramsciano, se encuentra integrada a lamaterialidad misma de la vida escolar, incluyendo a las concepciones del mundo entanto son también “fuerzas materiales”.

En este mundo, cercado por la coerción contenida en lo más implícito de lavida cotidiana, ¿dónde cabe el consenso? Al sentido de “consenso” como productode una inculcación de significados dominantes y la aceptación pasiva de un ordenestablecido, se contrapone el sentido gramsciano del término, como construcciónactiva de alianzas en la progresiva organización y consolidación de fuerzas políticas

hegemónicas. Evidentemente este tipo de consenso se encuentra en ambos lados delas luchas sociales. El lugar de la escolarización en los procesos de formación delconsenso es así también dual. Por una parte, no hay duda que la expansión de laeducación básica a amplios sectores populares ha sido elemento central delconsenso político logrado, en determinadas épocas, en la consolidación de Estadospopulistas en América Latina. Los contenidos transmitidos por la escuela sin dudatambién apuntalan la formación nacional; el conocimiento de, y la identificaciónsimbólica con, lo “mexicano”, en alguna de sus versiones, son base del consensonacional en momentos importantes de la historia (por ejemplo, la expropiaciónpetrolera). Cabe preguntarse, no obstante, cuáles son los límites a esta eficacia de laescuela, que resultan de la heterogeneidad y de la conformación demográfica del

país y de la acción cultural estatal.

El problema del consenso, por otra parte, también se encuentra en laformación histórica de alianzas alternativas. Este proceso alternativo también seapoya en diversos conocimientos compartidos, incluso en aquellas nocionesconcretas de historia y de nación obtenidas en la escuela. La formación de unaunidad organizativa se enfrenta igualmente a la heterogeneidad y fragmentación,resultantes de políticas escolares e historias culturales. Algunos usos escolares(lengua escrita, etc.) pasan a ser elementos necesarios en esta conformación defuerzas sociales políticas de oposición; ciertos usos y nociones comunes, entre losmúltiples conocimientos locales, son necesarios para construir acuerdos que

trasciendan los pequeños mundos y las sectas de todo signo. En esto radica la dobleperspectiva de la institución escuela: indudable arma de dominación en ciertosmomentos, también contribuye a la construcción de una común identidad yperspectiva social que pueda resistir a la fragmentación impuesta por el poderdominante y por las condiciones materiales de la vida social.

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ANEXO

ELEMENTOS TEÓRICOS DE OTRAS CONCEPCIONES DE INSTITUCIÓN 

A continuación citamos algunas de las definiciones teóricas de institución conlas cuales polemizábamos a partir de la lectura de Gramsci. Acepto de entrada el

riesgo que implica una breve selección de algunas de las opciones conceptualespara pensar la institución, por simplificar y descontextualizar el pensamiento devarios autores importantes del último siglo. Sobre todo, reconozco que es injustobasarse únicamente en sus definiciones formales, sin considerar los análisis quehicieron de instituciones concretas, los cuales contienen conceptualizaciones ydescripciones mucho más ricas que las que sintetizan en las definiciones.

Es posible reconocer algunos elementos constantes en la definición deinstitución aun en posiciones bastante divergentes, al hacer abstracción de lasconcepciones teóricas que los diferencian entre sí. Esto es posible, a su vez, por elrecorte mismo del concepto de institución, que frecuentemente ha entrado en juego

en las diversas posiciones teóricas a partir de un sentido común académico, y nocomo concepto central, lo cual explica su aparente continuidad a través de teoríastan diversas.

1.- Para Weber, institución es una forma de sociedad (Gesellschaft ) poroposición a comunidad (Gemeinschaft ), en tanto responde a un plan racional; esdecir, las instituciones son “formaciones racional y deliberadamente establecidas”.La “racionalidad” institucional asegura su continuidad: “una formación de este tipopuede ser caracterizada como perdurable a pesar del cambio de los participantes”.Las instituciones, a partir de su “duración temporal” intergeneracional, adquierenuna existencia independiente de los sujetos y de las coyunturas particulares.(*) 

La institución se vincula con lo legal y con lo legítimo en la sociedad. Si biensegún Weber la vinculación estatal de las instituciones varía históricamente segúnlos ámbitos en que se ha desarrollado cada Estado, esta vinculación agrega a sudefinición de institución la relación con un “aparato coactivo”. La fuerzapotencialmente ejercida por el Estado respalda así a la “racionalidad” delordenamiento institucional y es la garantía de su continuidad. Weber reconoce quese trata de un “tipo ideal”; “existen muy pocos tipos puros de instituciones”, y este“ordenamiento racional” no es característico, generalmente, de la totalidad de laacción institucional. Sin embargo, define la “acción institucional” como la parteracionalmente ordenada de la “actuación grupal”; la institución, por lo tanto, es ungrupo ordenado de manera racional. Esta definición lleva a toda una reflexiónacerca de diferentes posibilidades de transición y de surgimiento de nuevasinstituciones, parcialmente impuestas a los integrantes de grupos socialespreexistentes que no son ordenados racionalmente. “Pero en el conjunto, en eltranscurso del desarrollo histórico... hemos de comprobar... una crecientetransformación de los grupos en instituciones ordenadas de manera racional conrelación a fines” (p. 215-216). Weber resume así su concepción:

Designaremos con el término “instituciones” aquellas comunidades en las que sepresenta el siguiente estado de cosas: 1) en contraposición con la “unión de fines” voluntaria,la imputación sobre la base de circunstancias puramente objetivas, independientemente de las

explicaciones de los imputados, y 2) en contraposición con las comunidades por consenso,

(*) Max Weber: Ensayos sobre metodología sociológica  (edición original de 1922), Trad. J. L.Etcheverry, Buenos Aires, Amorrortu, 1973, pp. 213-222.

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carentes de un ordenamiento racional deliberado y, por lo tanto, amorfas en este respecto, laexistencia de tales ordenamientos racionales creados por los hombres, y de un aparato coactivo  en cuanto circunstancia codeterminante del actuar. En consecuencia, no toda comunidad... esuna “institución”: no lo es, por ejemplo, la comunidad lingüística ni la comunidad doméstica.Ambas carecen en efecto, de aquellos estatutos racionales. Sí lo son, en cambio, aquellas

 formas estructurales de la comunidad política  a las que suele denominarse Estado, y porejemplo, aquellas de la comunidad religiosa a las que se les da el nombre, en sentido

rigurosamente técnico, de “Iglesia”... Estas pretensiones y representaciones de una imposición“válida”, que valen de hecho, empíricamente, porque en promedio determinan de manera 

suficiente la acción de los participantes , puede denominarse la “constitución” de la instituciónrespectiva (p. 214-217, las cursivas son mías).

La diferenciación que hace Weber de las interpretaciones de los “estatutos” quedefinen las instituciones deja claro que el carácter “racional en relación a fines” espropio sólo de quienes “establecen las instituciones desde el poder garantizado porel aparato de coacción”; en el resto de los niveles jerárquicos, desde los gruposdirectivos hasta las masas, la aceptación de los estatutos es mediada porinterpretaciones subjetivas y finalmente éstas adquieren su validez más por “elconsenso de la conformidad respecto de lo habitual, lo adquirido, lo inculcado, loque siempre se repite... [es] el tipo de actuar en masa, más o menos uniforme,carente de toda referencia de sentido” (pp. 220-221).

2.- Bronislaw Malinowski (*) explicita una concepción de institución que seajusta a su objeto de estudio, las culturas “primitivas”, y en algunos aspectoscontrasta con la de Weber. Su tesis central se resume así:

tendremos que demostrar cómo el saber, la religión, la economía, los mecanismos legales, eladiestramiento educativo y la creación artística, están directa o indirectamente relacionadascon las necesidades básicas o fisiológicas.

Malinowski intentó mostrar que hay una “norma estatutaria” en toda cultura,

incluso si es ágrafa o sin Estado. “Todas las detalladas reglas de la posesión detierra, las normas consuetudinarias de las empresas de carácter municipal, ladefinición de los desplazamientos estacionales constituyen las reglas que definen elaspecto normativo de esta institución”. Además proponía la minuciosaconsideración de las efectivas desviaciones de las normas por el “elementohumano”.

Malinowski distingue tribu-nación de tribu-estado; ésta está “organizadapolíticamente”. “Esto implica siempre una autoridad revestida del poder deadministrar, teniendo en cuenta los súbditos... y cuando decimos poder,presuponemos el uso de la fuerza, tanto física como espiritual” (p. 174). “Por otra

parte, el estatuto de la tribu-estado, es la constitución no escrita, pero nuncaausente, que regla la autoridad, el poder, el rango y las funciones de los jefes” (p.175).

Malinowski estudia una variedad de agrupamientos nativos bajo este conceptode institución. Por ejemplo: “Las asociaciones masculinas, esto es, las sociedadessecretas, clubes, casas de solteros y otras por el estilo, pueden ser incluidas en elconcepto de instituciones sin dificultad. Séame permitido recordar que cada uno detales agrupamientos tiene también su cuerpo de normas legales y mitológicas, y queesto implica una definición de su elemento humano y de sus reglas de conducta, y

(*) Bronislaw Malinowski: Una teoría científica de la cultura, Barcelona, EDHASA, 1970, Capítulo VI:“La estructura de una institución” y Capítulo XI: “La naturaleza de las necesidades derivadas”. 

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que todos cuentan con una concreta expresión material, un lugar de reunión,alguna riqueza, ciertos ritos específicos y equipo instrumental” (p. 176).

En Malinowski la concepción de institución cobra, por su polémica con elevolucionismo, un carácter especial. En su visión, la dimensión comparativa de laantropología permite plantear a las instituciones como hechos “universales”, es

decir independientes de la relación con un Estado, y su constitución se atribuye a laexistencia de “respuestas” específicas, culturalmente variables, a las necesidadeshumanas básicas —alimentación, procreación, educación... etcétera—. Lasinstituciones tienen una existencia de hecho, aun cuando no están codificadas enun sistema legal, que se puede inferir a partir de las múltiples prácticas,interacciones y situaciones particulares de un grupo cultural. Este reconocimientoantropológico del “orden” y de la “norma” en contextos culturales que desde laparticular racionalidad europea no parecían tenerla (pueblos “salvajes”), extendió lanoción de institución más allá de la codificación estatutaria consciente por algúnsector de la sociedad. También lo liberó del Estado, aunque conservó una “coerciónsocial” difusa que garantiza, no sin “desviaciones”, el cumplimiento de la “norma”.

3.- Para Radcliffe-Brown(*) las instituciones son pensadas como parte de laestructura social, entendida ésta como el “conjunto total de relaciones” en queparticipan las personas de determinado grupo cultural, para lo cual “se esperaque... [éstos] observen reglas o normas de comportamiento. Para referirse a esto seusa el término institución , que es un sistema establecido o reconocido socialmentede normas o pautas de conducta, referentes a determinado aspecto de la vidasocial”.

En la introducción, Radcliffe-Brown señala la “diferencia entre el estudiohistórico y el estudio teórico de las instituciones sociales..., entre los análisis

ideográficos y los nomotéticos” (p. 4).La etnografía para él es “una forma de análisis ideográfico. [Surgen]

confusiones por no distinguir entre la explicación histórica de las instituciones y lacomprensión teórica”. Argumenta en cambio: “La sociología comparativa... de la quela antropología social es una rama, se concibe aquí como un estudio teórico onomotético cuyo objetivo es proporcionar generalizaciones aceptables” (p. 11).

Radcliffe-Brown rechaza el funcionalismo y elabora un concepto de estructurasocial: “la observación directa nos revela que estos seres humanos están conectadospor una compleja red de relaciones(**) que tienen una existencia real. Uso el término«estructura social» para indicar esta red” (p. 217). “En el estudio de la estructura

social, la realidad concreta que nos ocupa es la serie de relaciones realmenteexistente en un momento dado que ligan ciertos seres humanos. Sobre estospodemos hacer observaciones directas. Pero no es esto lo que intentamos describiren su particularidad. La ciencia (a diferencia de la Historia o de la biografía) no seocupa de lo particular, de lo único, sino sólo de lo general, de los géneros, de lossucesos que se repiten” (p. 219).

La institución cubre un sentido diferente en Radcliffe-Brown por su uso de laidea de estructura, como continuidad de relaciones sociales. “Esta importante

(*) Alfred Reginald Radcliffe-Brown: Estructura y función en la sociedad primitiva, Barcelona, Ediciones

Península, 1972 (edición original de 1952).(**)

  Definida así: “Una relación social existe entre dos o más organismos individuales cuando hayalgún ajuste en sus respectivos intereses, por convergencia de interés o por limitación de losconflictos que podrían provocar la divergencia de intereses” (p. 227). 

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distinción entre estructura como una realidad concreta, existente realmente, que hade ser directamente observada, y forma estructural tal como lo que el investigadorde campo describe, puede quizás aclararse más si tenemos en cuenta lacontinuidad de la estructura social a través del tiempo; una continuidad que no esestática como la de un edificio, sino una continuidad dinámica como la de laestructura orgánica de un cuerpo vivo” (p. 219).

Radcliffe-Brown prevé el problema: “¿Cómo persisten los sistemasestructurales? ¿Cuáles son los mecanismos que mantienen viva una red derelaciones sociales, y cómo funcionan?” (p. 223). Como respuesta plantea unadefinición de “función” por analogía con la estructura orgánica, y propone sudefinición: “las instituciones sociales, en el sentido de modos regularizados deconducta, constituyen la maquinaria mediante la cual una estructura social, unared de relaciones, mantiene su existencia y continuidad... Siguiendo a Durkheim y aotros, definiría la función de un modo socialmente regularizado de actividad, o deun modo de pensamiento, como su relación con la estructura social, a cuyaexistencia y continuidad contribuye en algún modo... Pero esto no es lo que el

profesor Malinowski o el profesor Lowie entienden por antropología funcional” (p.228). Radcliffe-Brown marca así una analogía entre morfología y estructura y entrefisiología y función social (p. 229).

 También aborda los procesos a través de los cuales cambian las estructurassociales: “Lo que está sucediendo en una tribu transkeiana sólo puede describirsereconociendo que la tribu ha sido incorporada a un amplio sistema estructuralpolítico y económico... Para el estudio científico de las sociedades primitivas cuandoestán libres de la dominación de sociedades más avanzadas... nos encontramosdesgraciadamente con una falta casi completa de verdaderos datos históricos” (p.230).

4.- Parsons(*) separa el “sistema cultural” y el “sistema social” y define larelación entre ambos en términos de la normatividad.

Se puede... hablar del aspecto moral-evaluativo de un sistema cultural que seinterpenetra con la estructura misma del sistema social mediante el estatus denominado“institucionalización”. Es decir, los significados culturales normativos que definen las pautasdeseables de interacción social se consideran parámetros de evaluación de la acción unitaria...Es criterio de institucionalización el que se pueda suponer que los participantes individuales“socializados”, como promedio estadístico, tengan un interés psicológico personal en actuarconforme a los parámetros normativos considerados. El sistema normativo constituirá el ejeprimario para la organización de sanciones, de recompensas y represalias que puedesuponerse serán consecuencia de una gama de acciones concretas, según sean evaluados a

partir del marco normativo institucionalizado (p. 36-37).

Frente a la evidente heterogeneidad de valores en las sociedades “complejas”,Parsons desarrolla la idea de “subsistemas” que se articulan en términos generalesdentro de un sistema social, pero mantienen su propia especialización funcional ysu propio sistema normativo; nombra como ejemplos de los subsistemas a lasempresas, universidades o partidos políticos. Identifica así diferentes niveles degeneralidad en los valores sociales y de las normas “como expresiones situacionalesde esos valores” (p. 41). Las normas son “el puente indispensable entre el nivel de

(*)  Talcott Parsons: “Culture and Social System Revisted”, en: The idea of Culture in the Social 

Sciences, L. Schneider and C. Bonjean (eds.), Cambridge, Cambridge University Press, 1973, pp. 33-46.

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valores institucionalizados en la cultura normativa y el nivel de intereses queimpulsan a la acción concreta” (p. 43).

5.- Poulantzas(**) formula una definición de aparato ideológico de Estado(referida al mismo tipo de organizaciones que tratan los otros), que refleja diversasconcepciones comunes a la sociología francesa reciente. Poulantzas desecha el

término “institución”, sin embargo incorpora dos de sus rasgos tradicionales (lanorma y la coerción) al concepto de aparato.

Digo aparatos o instituciones; en lo sucesivo no emplearé más que el término aparatos .En Pouvoir politique y classes sociales  di una definición de la institución como “sistema denormas o de reglas socialmente sancionado”, para distinguirla de la estructura...; esto, paradenunciar explícitamente la problemática “institucionalista”. Esta definición y distinción esválida para los “aparatos”... [y hace] resaltar en efecto las intervenciones de la ideología(normas y reglas) y de la represión política (socialmente sancionada) en el funcionamiento delos aparatos o instituciones. Estimo que el término institución puede así quedar abandonado(p. 355, nota).

Poulantzas atribuye a Gramsci la fundación de la teoría “amplia” de Estado,

que incluye los aparatos ideológicos, tanto gubernamentales como privados; incluyeasí iglesia, escuela, sindicato, partido, como necesarios para mantener la hegemoníade un grupo social sobre la sociedad nacional entera. Desecha explícitamente, sinembargo, el “historicismo” de Gramsci y su concepción de “sociedad civil” (p. 353), yal hacerlo parece proponer una lectura de los Cuadernos que asimila de nuevo laidea de “consenso” a la de norma y la de “coerción” a la represión estatal.

Al examinar “las premisas esenciales de esta concepción de los aparatosideológicos de Estado, [que] Gramsci no desarrolló” (p. 355), Poulantzas plantea quela ideología “se concreta en las prácticas de una formación social” y “la ideologíadominante se encarna... en una serie de aparatos o instituciones... las Iglesias..., los

partidos..., los sindicatos..., las escuelas y universidades, los medios de«información», el dominio «cultural», la familia en cierto aspecto” (p. 355). El eje deestas instituciones es la ideología dominante. Su vinculación al Estado de claseimplica que cumplen la función principal de “mantenimiento de la unidad y de lacohesión de una formación social, y... la reproducción de las condiciones sociales deproducción” (p. 35). Nuevamente es elemento central la “coacción” estatal: “Elaparato de Estado en sentido estricto constituye la condición de existencia y defuncionamiento de los aparatos ideológicos... Si bien, en general, el aparatorepresivo no interviene directamente en su funcionamiento, no por ello deja de estarconstantemente presente detrás de ellos” (p. 357). La dominación ideológica“cimenta” así la formación social.(*) Se institucionaliza así la ideología dominante enlos aparatos de Estado.

Sin embargo, Poulantzas también matiza esta concepción y plantea laposibilidad de contradicciones dentro de los aparatos ideológicos de Estado. Lamodificación proviene básicamente de dos ideas: la “autonomía relativa”, entendida(como en el caso de Durkheim y Bourdieu) como cierta inercia propia de lasinstituciones: “el poder notable de permanencia y duración de la ideologíadominante por encima de las transformaciones de los aparatos... y del poder delEstado” (p. 362); y, en segundo lugar, la importancia de contradicciones entre

(**) Nicos Poulantzas: “Preliminares relativos al aparato de Estado y a los aparatos ideológicos”, en:Fascismo y dictadura, México, Siglo XXI, 1971.(*)

 A. R. Radcliffe-Brown planteaba algo parecido: “la relación es el cemento que mantiene unida lasociedad”, op. cit ., p. 227. 

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fracciones de clase y “categorías sociales” en el poder, que expresan diferentesideologías (“no existe solamente una ideología dominante”) y que significa queciertos aparatos constituyen “bien los últimos bastiones de un antiguo poder declase (Iglesia para la nobleza territorial), bien las primeras plazas fuertes de unnuevo poder de clase: escuelas y ediciones para la burguesía antes de la RevoluciónFrancesa” (p. 364). Asimismo, atribuye a las clases dominadas cierta influencia en

los aparatos “que les están especialmente destinados; por ejemplo los sindicatos, lospartidos de tipo social demócrata, etc.”. Sin embargo, insiste, “no pueden escapar”al Estado, más que las organizaciones revolucionarias y de lucha de clases, quedeben “preservarse del deslizamiento hacia el sistema de aparatos estatales” (p.365).

Entre los elementos recurrentes en las definiciones de institución, el mássignificativo es la idea de “norma” como eje articulador de instituciones; enPoulantzas, “norma” se traduce en “ideología dominante” pero ésta mantiene unafunción análoga en el orden institucional; tanto uno como otro aparece como lo“duradero”, lo “constituido” y lo que determina o conforma la práctica o las acciones

de sujetos en la institución. Otro elemento recurrente es el vínculo de la institucióncon el Estado, y el respaldo, de hecho, de la “coerción”, “coacción” o represiónestatal. En su defecto, aparece una “coerción social” y “sanciones difusas” por elincumplimiento de la norma.

Otra idea que debatimos fue el supuesto weberiano del “ordenamiento racionalcon relación a los fines”, y un sistema de “estatutos racionales” como elemento quedefine a la institución (a diferencia de la “comunidad”), y, en consecuencia, lalimitación de “lo institucional” a aquello que está “racionalmente estatuido”. Esta“racionalidad” institucional se manifiesta en la antropología de otro modo, con lainsistencia de encontrar el “orden” o “la lógica” de las instituciones exóticas de

“pueblos primitivos”, en función de la satisfacción de “necesidades universales”;esto se traduce en la tendencia antropológica de inferir “la norma” a partir de lapráctica y no de una “ley” escrita. En todas las teorías, además, parece ser posibledelimitar claramente a cada institución, por sus funciones específicas y por sus“fines”, así como sus “estatutos racionales”; es decir, todas son concepciones“tópicas”.

Finalmente, aparece en estas teorías la afirmación de ciertas “tendencias”ligadas a la evolución histórica de las instituciones, como a la racionalización ycomplejización de la sociedad, la especialización en las funciones de lasinstituciones y, dado el vínculo con el poder estatal, la tendencia hacia una mayor

cohesión, unificación o homogeneidad social, lograda mediante las instituciones olos aparatos ideológicos.