rhe147_es - rae166_201510

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  • 7/24/2019 RHE147_ES - RAE166_201510

    1/52Salvadme Reina

    Nmero 147

    Octubre 2015

    La frmula para

    conquistar el Cielo

    http://-/?-http://-/?-http://-/?-http://-/?-
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    2/52

    La humildad es la verdad

    U

    FranciscoLecaro

    s

    na vez estaba yo considerando por qurazn era nuestro Seor tan amigo de

    esta virtud de la humildad, y psoseme de-

    lante a mi parecer sin considerarlo, sino

    de presto esto: que es porque Dios es suma

    Verdad, y la humildad es andar en verdad,

    que lo es muy grande no tener cosa buena de

    nosotros, sino la miseria y ser nada; y quienesto no entiende, anda en mentira. A quien

    ms lo entienda agrada ms a la suma Ver-

    dad, porque anda en ella. Plega a Dios, her-

    manas, nos haga merced de no salir jams de

    este propio conocimiento.

    Santa Teresa de Jess

    Santa Teresa de Jess, por Francisco de Zurbarn - Catedral de Sevilla (Espaa)

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    3/52

    La ms perfecta

    de las oraciones

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18

    La palabra de los Pastores

    Serviremos al Seor!

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .38

    Sucedi en la Iglesia

    y en el mundo

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .40

    Historia para nios...

    La princesa misericordiosa

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .46

    Los santos decada da

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .48

    El arte escondido en los

    grabados medievales

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .50

    Rezar tambin es agradecer

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .31

    El sacerdociocomn de los fieles

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .24

    Heraldos en el mundo

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .26

    San Antonio Mara Claret

    Consumido por la

    sed de almas

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .34

    Las parbolas

    de la pequea flor

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .20

    Comentario al Evangelio

    La inocencia,

    la eterna ley...

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8

    La voz de los Papas

    El sacramento del

    Matrimonio

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6

    Cmo lograr

    una sociedad feliz? (Editorial) . . . . . . . . . . . .5

    Escriben los lectores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .4

    Ao XIII, nmero 147, Octubre 2015

    Peridico de la Asociacin Cultural

    Salvadme Reina de Ftima

    SumariO

    Salvadme Reina

    Director Responsable:D. Eduardo Caballero Baza, EP

    Consejo de Redaccin:Hno. Guy de Ridder, EP, Hna. Juliane

    Campos, EP, Dic. Luis Alberto Blanco, EP,Hna. Mariana Morazzani, EP, Severiano

    Antonio de Oliveira

    Administracin:C/ Cinca, 17

    28002 MadridR.N.A., N 164.671

    Dep. Legal: M-40.836- 1999Tel. sede operativa 902 199 044

    Fax: 902 199 046

    [email protected]

    Con la Colaboracin de laAsociacin Internacional Privadade Fieles de Derecho Pontificio

    HERALDOSDELEVANGELIO

    www.heraldos.org

    Montaje:Equipo de artes grficas

    de los Heraldos del Evangelio

    Imprime:Biblos Impresores, S.L. - Madrid

    Los artculos de esta revista podrnser reproducidos, indicando su fuente y

    enviando una copia a la redaccin.El contenido de los artculos es responsabilidad

    de los respectivos autores.

    http://-/?-http://-/?-
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    4 Heraldos del EvangelioOctubre 2015

    ESCRIBENLOSLECTORES

    LALITURGIADELOCOTIDIANO

    Magnfico el artculo del P. Anto-nio J. Ilija, EP, de la edicin n. 145,de agosto de 2015:La liturgia de lo co-tidiano, con l minscula. Nos llevaa reflexionar sobre como nuestra ca-sa es un altar del Seor, donde nues-tros quehaceres son bendecidos porDios, como una extensin de la Igle-sia. Qu delicia saber esto! Aumen-ta nuestro amor para con nuestros fa-miliares y valoriza sobrenaturalmentenuestro hogar.

    Pedro Alexandre Ricciardi FerreiraSo Paulo Brasil

    LANICASOLUCINPARAESTASCRISIS

    Me gustara agradecerles el en-vo regular de su revista mensualHeraldos del Evangelio, cuya princi-pal diferencia en relacin con otrosmedios de comunicacin est en el

    camino que ustedes no solamenteindican, sino que recorren.

    En la actualidad, peridicos y re-vistas tienen sus pginas llenas decrisis: en la familia, en el Estado,etc., lo que nos deja un vaco y unainseguridad que fcilmente nos lle-va a la desesperacin. Incluso algu-nos insisten en querer atribuirlas, oal menos incluir en ellas, a la IglesiaCatlica. La revistaHeraldosno ha-ce propaganda de la crisis del mun-do, porque ya es conocida por todosde sobra. Seala el camino que losHeraldos recorren y que es la nicasolucin para estas crisis: la belle-za del Evangelio y del magisterio sa-grado de la Iglesia Catlica.

    Sus articulistas, incluso los de jo-vencsimas fisonomas, demuestranun conocimiento profundo y ampliodel alma humana y de la doctrina

    catlica. Adems: por encima de laseguridad de sus conocimientos, sepercibe el burbujeo de un amor anmayor por todo lo que creen y ense-an. Los Heraldos no tienen un ai-re profesoral; proclaman con hu-mildad, amor, valor y entusiasmo ladoctrina de la Iglesia y de sus san-tos, atrayndonos por su ejemplo,por el modo como practican el amora Dios y al prjimo. Y eso nos arre-bata, nos roba para Dios.

    Vladimir NavarroPonta Grossa Brasil

    vimiento catlico de un profundosentimiento religioso, que dignifi-ca el alma. La virtud del Creador, suSantsimo Hijo y su Madre, la Vir-gen Mara, nos insuflan, a travs deesta revista mensual, un profundoe invariable amor por nuestra reli-gin, por honrar nuestras creenciasy por la dignidad expresada en ca-da imagen y en los artculos sobre lavida de nuestra Santa Iglesia y sussantos. Movimientos como el de losHeraldos del Evangelio hacen quenuestra fe sea cada vez ms fuerte.

    Alberto CroxattoSantiago Chile

    AGUARDOCONINTERSLOSPRXIMOSNMEROS

    Estoy disfrutando mucho de estarevista, por sus perspicaces artculos,por sus actualizadas noticias sobre lasdeclaraciones del Santo Padre y lostrabajos de los Heraldos del Evange-lio en todo el mundo, adems de lasreflexiones teolgicas sobre el Ao li-trgico. Aguardo con inters seguirrecibiendo y apreciando los prximos

    nmeros de esta publicacin.Alexander J. Opalinski, Ph. D.

    Mactier Canad

    PTIMAPUBLICACIN

    Con mucho gusto expreso mi opi-nin a respecto de la revista Heral-dos del Evangelio, y les digo que esuna ptima publicacin en su con-tenido, con excelentes fotos, papelde ptima calidad, en fin, es una re-vista especial en la vida de todas laspersonas. Mi enhorabuena al equi-po administrativo y a la redaccin.No hay como dejar de lado ningnasunto y yo, particularmente, ade-ms de leerlo todo, no dispenso yme gusta mucho la pgina 46, dondese encuentra laHistoria para nios...o adultos llenos de fe?

    Elza Borba de OliveiraTubaro Brasil

    VEANLAPAREDDEMIDESPACHO

    Vean la pared de mi despacho.En las ediciones de su revista nohan faltado nunca fotos de vitrales,que colecciono. En la del n. 162 no

    haba ninguna... Qu pena!Afonso Polly

    So Paulo Brasil

    HERRAMIENTADEEVANGELIZACINSIEMPREACTUAL

    Doy gracias a Dios por instrumen-tos como la revistaHeraldos del Evan-gelio, que siempre ha sido un recur-so en mi apostolado y en mi funcincomo catequista. Cada artculo, ca-da comentario, cada compartir de lalabor de Heraldos es una herramien-ta de evangelizacin siempre actual yapropiada en cada circunstancia.

    Mara Paz Solano MesaDuitama Colombia

    PROFUNDOAMORPORNUESTRARELIGIN

    Hace ya varios aos que tengoel honor de pertenecer a este mo-

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    SalvadmeReina

    Nmero147

    Octubre201

    5

    Lafrmulapar

    a

    conquistarelC

    ielo

    L

    Octubre 2015Heraldos del Evangelio 5

    Editorial

    CMOLOGRAR

    UNASOCIEDADFELIZ?a primera institucin humana no fue gubernamental, ni econmica, ni siquie-ra laboral. Creado Adn, y formada Eva de su costado, stos constituyeron laprimera familia humana, principio y causa de todas las dems. Desde el ori-

    gen, como lo reafirm posteriormente el Salvador (cf. Mc 10, 6-8), Dios cre al hom-bre y a la mujer, los cuales, unindose segn un designio eterno de su sabidura, se-rn los dos una sola carne (Gn 2, 24).

    La solidez y estabilidad de dicha unin cuya sublimidad fue elevada a sacra-mento por Jesucristo como fundador de la Iglesia radican en el hecho de que es

    obrada por el propio Dios, aunque administrada por los esposos: la iniciativa eshumana, pero el resultado es divino, ya que el hombre no tiene poder para anu-larlo. Esta realidad fue sancionada por el Redentor con una orden clara: lo queDios ha unido, que no lo separe el hombre (Mt 19, 6).

    se fue uno de los elementos que lo opusieron a los fariseos: bastante preo-cupados por los aspectos humanos y poco interesados en los designios divinos,trataban de distorsionar los principios mosaicos para adecuar la religin a suspasiones. Jess, no obstante, no les dio la mnima oportunidad a sus anhelos; obs-tinados e impenitentes, con sa y otras actitudes, los fariseos se fueron empujandovoluntariamente hacia el margen de la Historia...

    Del matrimonio concebido segn la visin cristiana, surgieron las familias quedieron origen a las sociedades inspiradas en el Evangelio, destinadas a hacer flo-recer los frutos del Espritu Santo: amor, alegra, paz, paciencia, afabilidad, bon-dad, lealtad, modestia, dominio de s (Ga 5, 22-23). De un modo muy orgnico,el hombre conoca a una mujer y, motivados por la caridad, resolvan casarse; en-frentaban dificultades, pero perseveraban juntos. Los aos pasaban y ambos sellevaban muy bien. As han perdurado las sociedades, durante veinte siglos...

    Sin embargo, surgieron el divorcio y formas cada vez ms excntricas de fa-milias; y los problemas, en lugar de disminuir, aumentaron... As pues, hemosllegado a una situacin en la cual la familia sufre una crisis global, hasta consti-tuirse actualmente en una verdadera encrucijada en la Historia. De hecho, de mo-do casi cclico, la dureza de corazn que Jess haba denunciado en los fariseos(cf. Mc 10, 5) vuelve a manifestarse una y otra vez: con pretextos ms o menos si-

    milares, pretenden siempre retorcer la verdad de manera a creerse en el derechode exigirle a Dios que justifique los efectos de las pasiones desordenadas. Dndese encuentra nuevamente el remedio para ese mal antiguo?

    Para un mismo problema, sirve la misma solucin. Ayer, como hoy y siempre,el hombre en esta tierra nunca podr evitar el dolor. El secreto de la felicidad, porconsiguiente, no se halla en no sufrir, sino en cmo enfrentar el sufrimiento. Lafelicidad de la familia bien constituida se cimenta en la Roca sobre la cual fue edi-ficada (cf. Lc 6, 48); mientras ambos esposos se encuentran abrasados en el amora Dios, no temen ni vacilan; incluso cuando sufren, estn llenos de alegra espiri-tual. La clave de la felicidad de determinada sociedad consiste, por tanto, en estarformada por familias cuyos cnyuges anhelan la santidad.

    Detalle de Dejadque los niosse acerquena m - Coleccin

    particular

    Foto: Reproduccin

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    El sacramento del Matrimonio

    L

    6 Heraldos del EvangelioOctubre 2015

    LAVOZDELOSPAPAS

    Es deber fundamental de la Iglesia reafirmar con fuerza, como hicieron los Padres del

    Snodo de 1980, la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio a cuantos consideran

    difcil o incluso imposible vincularse a una persona por toda la vida.

    a familia, en los tiemposmodernos, ha sufrido qui-

    z como ninguna otra ins-titucin, la acometida de

    las transformaciones amplias, pro-fundas y rpidas de la sociedad y de lacultura. Muchas familias viven esta si-tuacin permaneciendo fieles a los va-lores que constituyen el fundamen-to de la institucin familiar. Otras sesienten inciertas y desanimadas de ca-ra a su cometido, e incluso en estadode duda o de ignorancia respecto alsignificado ltimo y a la verdad de lavida conyugal y familiar. Otras, en fin,a causa de diferentes situaciones deinjusticia se ven impedidas para rea-lizar sus derechos fundamentales. [...]

    La influencia de la situacinen la conciencia de los fieles

    Viviendo en un mundo as, bajolas presiones derivadas sobre todo delos medios de comunicacin social,los fieles no siempre han sabido ni

    saben mantenerse inmunes del oscu-recerse de los valores fundamentalesy colocarse como conciencia crticade esta cultura familiar y como suje-tos activos de la construccin de unautntico humanismo familiar.

    Entre los signos ms preocupantesde este fenmeno, los Padres sinoda-les1han sealado en particular la faci-lidad del divorcio y del recurso a unanueva unin por parte de los mismos

    fieles; la aceptacin del matrimoniopuramente civil, en contradiccin con

    la vocacin de los bautizados a des-posarse en el Seor; la celebracindel Matrimonio sacramento no movi-dos por una fe viva, sino por otros mo-tivos; el rechazo de las normas mora-les que guan y promueven el ejerciciohumano y cristiano de la sexualidaddentro del matrimonio. [...]

    Fruto, signo y exigencia del amorabsolutamente fiel de Cristo

    Es deber fundamental de la Igle-sia reafirmar con fuerza como hanhecho los Padres del Snodo la doc-trina de la indisolubilidad del matri-monio; a cuantos, en nuestros das,consideran difcil o incluso imposiblevincularse a una persona por toda lavida y a cuantos son arrastrados poruna cultura que rechaza la indisolubi-lidad matrimonial y que se mofa abier-tamente del compromiso de los espo-sos a la fidelidad, es necesario repetir

    el buen anuncio de la perennidad delamor conyugal que tiene en Cristo sufundamento y su fuerza (cf. Ef 5, 25).

    Enraizada en la donacin perso-nal y total de los cnyuges y exigidapor el bien de los hijos, la indisolu-bilidad del matrimonio halla su ver-dad ltima en el designio que Diosha manifestado en su Revelacin:l quiere y da la indisolubilidad delmatrimonio como fruto, signo y exi-

    gencia del amor absolutamente fielque Dios tiene al hombre y que el

    Seor Jess vive hacia su Iglesia.Cristo renueva el designio primi-

    tivo que el Creador ha inscrito en elcorazn del hombre y de la mujer,y en la celebracin del sacramentodel Matrimonio ofrece un coraznnuevo: de este modo los cnyugesno slo pueden superar la dure-za de corazn (Mt 19, 8), sino quetambin y principalmente puedencompartir el amor pleno y definiti-vo de Cristo, nueva y eterna Alian-za hecha carne. As como el SeorJess es el testigo fiel (Ap 3, 14),es el s de las promesas de Dios(cf. 2 Co 1, 20) y consiguientemen-te la realizacin suprema de la fide-lidad incondicional con la que Diosama a su pueblo, as tambin loscnyuges cristianos estn llamados aparticipar realmente en la indisolu-bilidad irrevocable, que une a Cristocon la Iglesia su esposa, amada por

    l hasta el fin (cf. Jn 13, 1).El don del sacramento es al mismotiempo vocacin y mandamiento paralos esposos cristianos, para que per-manezcan siempre fieles entre s, porencima de toda prueba y dificultad, engenerosa obediencia a la santa volun-tad del Seor: lo que Dios ha unido,no lo separe el hombre (Mt 19, 6).

    Dar testimonio del inestimable va-lor de la indisolubilidad y fidelidad

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    Octubre 2015Heraldos del Evangelio 7

    Todos los derechos sobre los documentos pontificios quedan reservados a la Librera Editrice Vaticana.

    La versin original de los documentos reproducidos en esta seccin se puede consultar en www.vatican.va

    matrimonial es uno de los deberesms preciosos y urgentes de las pare-jas cristianas de nuestro tiempo. Poresto, junto con todos los hermanos enel Episcopado que han tomado parteen el Snodo de los Obispos, alabo y

    aliento a las numerosas parejas que,aun encontrando no leves dificulta-des, conservan y desarrollan el biende la indisolubilidad. [...]

    Sacramento de santificacinmutua y acto de culto

    Fuente y medio original de santifi-cacin propia para los cnyuges y pa-ra la familia cristiana es el sacramen-to del Matrimonio, que presupone yespecifica la gracia santificadora del

    Bautismo. En virtud del misterio de lamuerte y resurreccin de Cristo, en elque el matrimonio cristiano se sita denuevo, el amor conyugal es purificadoy santificado: El Seor se ha dignadosanar este amor, perfeccionarlo y ele-varlo con el don especial de la gracia yla caridad (Gaudium et spes, 49).

    El don de Jesucristo no se agotaen la celebracin del sacramento delMatrimonio, sino que acompaa a los

    cnyuges a lo largo de toda su exis-tencia. Lo recuerda explcitamente elConcilio Vaticano II cuando dice queJesucristo permanece con ellos pa-ra que los esposos, con su mutua en-trega, se amen con perpetua fideli-

    dad, como l mismo am a la Iglesiay se entreg por ella. (...) Por ello losesposos cristianos, para cumplir dig-namente sus deberes de estado, es-tn fortificados y como consagradospor un sacramento especial, con cuyavirtud, al cumplir su misin conyugaly familiar, imbuidos del espritu deCristo, que satura toda su vida de fe,esperanza y caridad, llegan cada vezms a su propia perfeccin y a su mu-tua santificacin, y, por tanto, conjun-

    tamente, a la glorificacin de Dios(Gaudium et spes, 48).

    La vocacin universal a la santi-dad est dirigida tambin a los cn-yuges y padres cristianos. Para ellosest especificada por el sacramentocelebrado y traducida concretamenteen las realidades propias de la exis-tencia conyugal y familiar (Lumengentium, 41). De ah nacen la graciay la exigencia de una autntica y pro-

    funda espiritualidad conyugal y fa-miliar, que ha de inspirarse en losmotivos de la creacin, de la alianza,de la cruz, de la resurreccin y delsigno, de los que se ha ocupado enms de una ocasin el Snodo.

    El matrimonio cristiano, como to-dos los sacramentos que estn orde-nados a la santificacin de los hom-bres, a la edificacin del Cuerpo deCristo y, en definitiva, a dar culto aDios (Sacrosanctum concilium, 59),es en s mismo un acto litrgico deglorificacin de Dios en Jesucristo yen la Iglesia. Celebrndolo, los cn-yuges cristianos profesan su gratituda Dios por el bien sublime que se lesda de poder revivir en su existencia

    conyugal y familiar el amor mismode Dios por los hombres y del SeorJess por la Iglesia, su Esposa.

    Y como del sacramento derivanpara los cnyuges el don y el deberde vivir cotidianamente la santifica-cin recibida, del mismo sacramen-to brotan tambin la gracia y el com-promiso moral de transformar todasu vida en un continuo sacrificio espi-ritual (cf. Lumen gentium, 34). Tam-bin a los esposos y padres cristianos,de modo especial en esas realida-des terrenas y temporales que los ca-racterizan, se aplican las palabras delConcilio: Tambin los laicos, comoadoradores que en todo lugar actansantamente, consagran el mundo mis-mo a Dios (Lumen gentium, 34).

    Fragmentos de la Exhortacin

    apostlica Familiaris consortio,

    de Su Santidad Juan Pablo II,

    22/11/1981

    1Nota de la Redaccin: Juan Pablo II se refierea la V Asamblea General Ordinaria del S-nodo de los Obispos sobre la familia cristia-na (del 26/9 al 25/10/1980), cuyas reflexio-nes dieron origen al presente documento.

    Un matrimonio y sus hijos rezan el Santo Rosario con San Juan Pablo II durante laceremonia de clausura de la Semana Diocesana para la Familia, el 7/2/1998

    LOsservatoreRomano

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    8 Heraldos del EvangelioOctubre 2015

    En aquel tiempo, 2 acercn-dose unos fariseos, le pregun-taban para ponerlo a prueba:Le es lcito al hombre re-pudiar a su mujer?. 3l lesreplic: Qu os ha man-dado Moiss? 4 Contesta-ron: Moiss permiti escri-bir el acta de divorcio y repu-diarla. 5 Jess les dijo: Porla dureza de vuestro cora-zn dej escrito Moiss esteprecepto. 6Pero al principiode la Creacin Dios los crehombre y mujer. 7Por eso de-

    jar el hombre a su padre y asu madre, se unir a su mu-jer 8y sern los dos una so-la carne. De modo que ya noson dos, sino una sola carne.9Pues lo que Dios ha unido,que no lo separe el hombre.10En casa, los discpulos vol-

    vieron a preguntarle sobre lomismo. 11l les dijo: Si unorepudia a su mujer y se ca-sa con otra, comete adulteriocontra la primera. 12Y si ellarepudia a su marido y se casacon otro, comete adulterio.

    13 Acercaban a Jess ni-os para que los tocara, pe-ro los discpulos les regaa-ban. 14Al verlo, Jess se en-fad y les dijo: Dejad quelos nios se acerquen a m:no se lo impidis, pues de losque son como ellos es el Rei-no de Dios. 15En verdad osdigo que quien no reciba elReino de Dios como un ni-o, no entrar en l. 16Y to-mndolos en brazos los ben-deca imponindoles las ma-nos (Mc 10, 216).

    a EVANGELIO

    A

    Casamiento de la Virgen - Iglesia matriz de Cascais (Portugal) TimothyRing

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    La inocencia,la eterna ley...

    Octubre 2015Heraldos del Evangelio 9

    COMENTARIOALEVANGELIO XXVII DOMINGODELTIEMPOORDINARIO

    Despus de restituir al matrimonio su original pureza,

    el divino Maestro ensea que la inocencia debe regir al

    ser humano en cualquier estado de vida.

    I ELORIGENDELAINSTITUCINMATRIMONIAL

    La liturgia del vigsimo sptimo domingodel Tiempo Ordinario nos presenta, con pala-bras de la Revelacin, una perfecta sntesis de lamoral catlica con respecto al matrimonio. Laprimera lectura (Gn 2, 18 24), extrada del G-nesis, explica claramente por qu Dios cre alhombre y a la mujer. Valindose de un recursoliterario de extraordinario valor, el Autor sagra-do describe los hechos de una manera poticay atrayente, como si Dios fuese dndose cuentapoco a poco de las reacciones de Adn y obraseen consecuencia.

    Dios cre a Adn con instinto de sociabilidad

    Cuando Dios cre al primognito del gnerohumano le puso en su alma el instinto de sociabi-lidad, que se manifiesta por la necesidad de unacompaa y por un deseo inextinguible de amary ser amado. Despus de introducirlo en el jar-dn del Edn se dijo: No es bueno que el hom-bre est solo (Gn 2, 18a), e hizo que desfilasenpor delante de Adn todos los animales queen el Paraso le obedecan1, a fin de que les

    diese un nombre. Dios actu as para que el pri-mer hombre, extremadamente equilibrado, per-cibiese que ninguno de ellos, aun poseedores deuna rica simbologa, eran capaces de satisfacersu aspiracin de amar, ni estaban a su altura, encuanto criatura racional. Al terminar el cortejode la fauna creada por Dios, Adn se desilusio-n, pues no encontr ninguno como l, que leayudase (Gn 2, 20) y se sinti solo.

    Una vez que lleg a esa conclusin, Dios hi-zo caer un letargo sobre Adn (Gn 2, 21) pa-ra que se durmiese porque convena sorpren-derle y le quit una de sus costillas, de la cualform a Eva. Podra haber modelado otro mu-

    eco de barro, pero prefiri sacrsela a l, conel objetivo de dejar patente que uno haba si-do hecho para el otro. De este modo, propicia-ba entre ambos una unin completa.2

    Un trampoln para llegar hasta Dios

    Al despertarse y encontrarse con la prime-ra mujer, Adn exclam: sta s que es huesode mis huesos y carne de mi carne! (Gn 2, 23).Ella le serva de complemento, era un ser conquien poda establecer una relacin que satisfi-

    CuandoDios cre al

    primognitodel gnero

    humano

    le puso ensu alma elinstinto de

    sociabilidad

    Mons. Joo Scognamiglio Cl Dias, EP

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    10 Heraldos del EvangelioOctubre 2015

    ciese aquella apetencia de amorcon la que el Todopoderoso lo ha-ba dotado para una altsima fi-nalidad. Destinado para Dios, elhombre vive en su bsqueda im-pulsado por cierto instinto de lo

    divino correlacionado ntima-mente con el instinto de sociabi-lidad, que no se sacia con nadade la Creacin. Sin embargo, al es-tar compuesto de cuerpo y alma,necesita de algo externo que le fa-cilite, por la va de los sentidos, lacontemplacin interior y le sirvade elemento de unin con Dios,hasta que pueda verlo cara a cara.

    Por otra parte, era imposibleque la totalidad de los atributos

    divinos fuese representada tan s-lo por el varn, porque, por ejem-plo, Dios es fortaleza y vigor y, almismo tiempo, suavidad y afecto,extremos que por lo general no lecorresponden al gnero masculi-no. Por eso, quiso el Seor darle aalguien como l y no igualque le ayude (Gn 2, 18b) y que,en combinacin con l, lo comple-tase, reflejando de Dios los aspec-tos contrarios, pero armnicos.As teniendo en vista la realiza-cin del plan que, desde siempre,l haba concebido para la huma-nidad, hombre y mujer deberan ser una so-la carne (Gn 2, 24), es decir, unirse para cons-tituir una familia, con el objetivo de engendraruna prole y educarla en los caminos de Dios.

    A travs de ese intercambio de amores escuando el individuo tiene nocin de cunto esestimado por Dios y en esa relacin de dona-cin recproca es donde encuentra un trampo-

    ln para llegar hasta el Infinito. He aqu la basey la solidez de cualquier convivencia. Y no sola-mente entre los que se casan que es a lo queestn llamados la mayora, sino tambin en-tre aquellos que, a imitacin de Cristo virgen,abrazan el celibato por el Reino de los Cielos(Mt 19, 12) y realizan un connubio con el idealreligioso, con la obligacin de hacer el bien a losdems y de entregarse al apostolado. Dicha vo-cacin, al igual que el matrimonio, tambin esindisoluble y en ambos casos se aplica sin distin-

    cin la sentencia del Seor: lo que Dios ha uni-do, que no lo separe el hombre.

    II ELPLANORIGINALDEDIOSESRESTAURADOYELEVADO

    Es una ley de la Historia que las mayoresconvulsiones se producen cuando la verdad se

    manifiesta donde impera una moral relativis-ta, ajena a Dios. Eso es lo que sucedi, de for-ma arquetpica, cuando apareci la Verdad conV mayscula: Nuestro Seor Jesucristo. Elmundo entero estaba por entonces inmerso enuna terrible crisis, sobre todo moral, de la cualno escapaba ni siquiera el pueblo elegido. Y Je-ss, sin intervenir en la poltica ni instigar nin-guna revolucin, sino nicamente predicandosu doctrina, caus una conmocin tremenda entoda la tierra.

    Teniendoen vista larealizacindel plan queDios habaconcebido,hombre

    y mujerdeberan seruna solacarne

    La Creacin, por Justo de MenabuoiBaptisterio de la catedral de Padua (Italia)

    R e p r o d u c c i n

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    Octubre 2015Heraldos del Evangelio 11

    En este sentido es muy expresivo el episodiorelatado en el Evangelio de este domingo. Des-pus del pecado original, la mujer fue siendopaulatinamente relegada de la consideracin delhombre, y la poligamia que tuvo su origen enel linaje de Can (cf. Gn 4, 9) se convirti en

    un hbito generalizado en muchas civilizacionespaganas de la Antigedad, y hasta entre los he-breos era tolerada. Incluso bajo el rgimen de laLey de Moiss, el trato dado al elemento feme-nino estaba marcado por el desprecio. El divinoMaestro vino a restablecer la primitiva purezade la institucin del matrimonio.

    Una pregunta formulada conperversa intencin

    En aquel tiempo, 2acercndose unos fa-riseos, le preguntaban para ponerlo aprueba: Le es lcito al hombre repu-diar a su mujer?.

    El divino Maestro se encontraba evangelizan-do Judea, al otro lado del Jordn (cf. Mc 10, 1).Mientras enseaba a la multitud, los fariseos,partidarios de una moral de exterioridades, seacercaron a l. No queran aprender, sino des-truir, como lo resalta San Beda: Es de notar ladiferencia que hay entre el espritu del pueblo yel de los fariseos: el primero viene a que le en-see el Seor, para que cure a sus enfermos, [...]los ltimos a engaarlo tentndolo.3

    Sabiendo que el Redentor ya haba defendi-do el matrimonio indisoluble (cf. Mt 5, 3132),sus adversarios quisieron ponerlo a prueba, con-frontndolo con Moiss, que haba permitido eldivorcio. Con ello pretendan colocarlo en unasituacin difcil, porque si contestaba con una ne-gativa, estara pronuncindose contra el profeta; ysi responda que s, rechazara su propia doctrina.Adems, tanto una respuesta como la otra dividi-ran a la opinin pblica, ya que los judos seguan

    las ms diversas tendencias a ese respecto.La Sabidura divina desmontauna celada humana

    3l les replic: Qu os ha mandadoMoiss?.

    Jess es la Sabidura eterna y encarnada y, encuanto segunda Persona de la Santsima Trini-dad, no slo lo conoce todo, desde toda la eter-nidad, sino que tambin lo contempla todo en

    un perpetuo presente, pues para l no hay pa-sado ni futuro. En cuanto hombre, su alma fuecreada en la visin beatfica, dotada de cienciainfusa y, por tanto, en constante y plena conso-nancia con su visin divina. Luego para l noera ninguna novedad que le plantearan ese pro-

    blema. Sabiendo del psimo propsito de los fa-riseos al montar aquella celada, Jess respondecon entera naturalidad y de forma tajante, yen-do directamente al punto donde pretendan lle-varlo. Quienes lo interpelaban, una vez descu-biertos, tuvieron que confesar sus intenciones.

    La ley positiva deformada por la casustica

    4Contestaron: Moiss permiti escribirel acta de divorcio y repudiarla.

    En efecto, estaba consignado por Moiss que

    el marido poda despedir a su mujer si descu-bra en ella algo vergonzoso (Dt 24, 1). Tr-minos muy genricos que, como suele ocurrir,con el tiempo dieron margen a numerosas con-troversias entre los estudiosos de la Ley. stosdiscutan en cules casos tal concesin sera ad-misible, pero como no estaban dotados de lainfalibilidad de la cual goza el Papa para noerrar en materia de fe y moral, se desviaron,llegando a inimaginables extremos en sus inter-pretaciones y multiplicando la casustica hastalo absurdo. Algunos eran rigoristas, partidariosde las mayores restricciones en la aplicacin delprecepto; otros, laxistas, favorables a una diso-lubilidad del matrimonio casi sin lmites. Estosltimos eran de la opinin de que si la mujer de-jase que se quemase la comida, el marido ya te-na motivo suficiente para repudiarla.4Ademsde ser una insensatez que hera al propio dere-cho natural, la facilitacin del divorcio contri-bua a desvalorizar cada vez ms a la mujer y aesclavizar al hombre a sus propias pasiones.

    Ahora bien, esto no se ajustaba al designio

    de Dios al crear a Eva de la costilla de Adn.Si hubiera querido que el hombre pudiera de-jar a una y tomar a otra, despus de hacer unsolo varn hubiera formado muchas mujeres,5resalta San Juan Crisstomo. A Adn le agradcontemplar a Eva porque vio en ella lo que nohaba encontrado en ninguno de los animales,es decir, un ser racional, capaz de entrar en con-sonancia con l para, juntos, subir hasta Dios enun mutuo perfeccionamiento, en que las cua-lidades se fuesen templando y equilibrando

    Los fariseos,

    partidariosde unamoral deexteriorida-des, seacercaron al, no para

    aprendersino paraengaarlotentndolo

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    unas a otras, y las virtudes comunicndose unasa otras matices armoniosos.6

    Un permiso motivado porla dureza de corazn

    5Jess les dijo: Por la dureza de vues-

    tro corazn dej escrito Moiss este pre-cepto.

    Al situar a Moiss en el centro de la discu-sin, el Seor pone a los fariseos contra la pa-red, pues les demuestra que aquella era unaley humana, aunque fuera promulgada bajo lainspiracin divina. El gran legislador no habaerrado; no obstante, tanto ese permiso comola poligamia eran circunstanciales en el Anti-guo Testamento, motivados por la dureza de co-razn de los hebreos. En suma, el estado infe-

    rior de la civilizacin de los israelitas en aquellapoca, una triste insensibilidad a las rdenes deDios, un egosmo desenfrenado; tales eran lasrazones por las que Moiss haba tolerado el di-vorcio; y aun esta tolerancia miraba a restringirlos abusos,7comenta Fillion.

    Sin embargo, el Redentor vino para restable-cer el orden. Tena derecho de decretar cual-quier ley, no slo como Dios, sino tambin comoprofeta, segn haba sido previsto por el propioMoiss (cf. Dt 18, 15). Por consiguiente, su pala-bra vala mucho ms que la de l. A fin de dejar-

    les bien claro esto a los fariseos, va a hacer unaafirmacin categrica, sealando el plan origi-nal de Dios con respecto al matrimonio.

    La primitiva pureza delmatrimonio es restablecida

    6Pero al principio de la Creacin Dioslos cre hombre y mujer. 7Por eso de-jar el hombre a su padre y a su madre,se unir a su mujer 8y sern los dos unasola carne. De modo que ya no son dos,

    sino una sola carne.9

    Pues lo que Diosha unido, que no lo separe el hombre.

    Dado que no haba llegado el momento demanifestar plenamente su divinidad porqueno la habran aceptado, Jess presenta un ar-gumento irrefutable: las palabras de las Escri-turas, inspiradas por l mismo. Citando el tex-to del Gnesis, se remonta al principio de laCreacin, o sea, a la relacin que exista entreel hombre y la mujer antes del pecado: uninsanta, mongama e indisoluble, en total con-formidad con la naturaleza de ambos. Si estasituacin fue alterada, se debi a la dureza decorazn de las generaciones posteriores, conse-cuencia de la cada original.

    En este pasaje, el Salvador consagra el matri-monio en la Nueva Ley, restableciendo el vn-culo conyugal exclusivo y perenne que slo lamuerte puede deshacer. En efecto, ste no per-manece en el Cielo, como Jess explica ms tar-de, a propsito de una discusin con los sadu-ceos (cf. Mt 22, 30); se trata de una alianza que

    es permanente slo en esta vida. El matrimonioes una vocacin, y los que hayan sido llamados aabrazarla han de dejar a sus padres y sern losdos una sola carne. Al instaurar el rgimen dela gracia, el mismo Redentor proporciona a lahumanidad la fuerza para hacerlo posible.

    No es difcil imaginar cunto hiri a los fari-seos esa sentencia del divino Maestro... En to-das esas contiendas, siempre es l quien le co-se la boca y pone freno a la desvergenza de sulengua, y as los despide de su lado. Sin embar-

    Al situar aMoiss en elcentro de ladiscusin, elSeor pone alos fariseos

    contra lapared

    Moiss, por Lorenzo MonacoMuseo Metropolitano de Arte, Nueva York

    GustavoKralj

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    go, ni aun as cejan ellos en su empeo. Tal esnaturalmente la malicia, tal la envidia: descara-da e insolente.8

    El contrato natural elevado a Sacramento

    10En casa, los discpulos volvieron apreguntarle sobre lo mismo. 11l les di-jo: Si uno repudia a su mujer y se casacon otra, comete adulterio contra la pri-mera. 12Y si ella repudia a su marido yse casa con otro, comete adulterio.

    La polmica suscit dudas en los discpulos,pues, nacidos en aquel ambiente, conocan muybien las diversas teoras que circulaban acercadel matrimonio. Ira ahora el Maestro a cam-

    biar la Ley? Por eso, le hicieron preguntas y laprovech la ocasin para exponer esta doctri-na con mayor profundidad a sus ms ntimos. Siel matrimonio es indisoluble, el marido que sesepara de la mujer, o viceversa, y contrae unanueva unin, comete adulterio.

    Surge entonces el problema: sera suficien-te restaurar el matrimonio en su primitiva pure-za o habra algo que aadir a esta visin esen-cial? La respuesta es sencilla. Jesucristo elev elmatrimonio en s un contrato natural a la

    categora de sacramento. En lacelebracin de las nupcias, losministros son los propios no-vios. Al pronunciar la frmu-la por medio de la cual mani-fiestan su consentimiento para

    unirse, adems de un aumentode la gracia santificante, les esdada una asistencia especial pa-ra mantener ms fcilmente lamutua fidelidad y cumplir losdeberes de su nuevo estado.

    Unin de dos que resolvieronabrazar juntos la cruz

    Esto acaba con la idea romn-tica tan difundida por las pro-ducciones cinematogrficas de

    Hollywood y por las telenove-las de que la vida matrimo-nial es una realidad hecha de ro-sas. S, hay rosas perfumadas, deptalos muy bonitos, pero con eltallo lleno de espinas terribles...

    Porque no existen dos temperamentos iguales! Sino hay dos granos de arena o dos hojas de un r-bol idnticos, menos an dos criaturas humanas,porque cuanto ms se sube en la escala de los se-res, la diferencia entre ellos es mayor. La utopa dela igualdad absoluta de los hombres es una locura.Sola decir el Prof. Plinio Corra de Oliveira queDios no es tartamudo y, por lo tanto, no repite susobras: Cada ser es una slaba nica y perfecta dela accin creadora de Dios en aquella gama, lo queverdaderamente es una maravilla.9

    A veces hay procesos de separacin a causade bagatelas. Cul es la raz de tales desacuer-dos? La dificultad en aceptar la cruz de NuestroSeor Jesucristo, de la cual nos habla San Pabloen la segunda lectura (Hb 2, 911): Convenaque Aquel, para quien y por quien existe todo,

    llevara muchos hijos a la gloria perfeccionandomediante el sufrimiento al jefe que iba a guiar-los a la salvacin (Hb 2, 10). Para redimirnos,bastara que Jess hubiese ofrecido al Padre ungesto pues todos sus actos tienen mrito infi-nito, pero prefiri padecer los tormentos dela crucifixin, el suplicio ms ignominioso deaquellos tiempos, dndonos as ejemplo de c-mo debemos abrazar nuestra propia cruz.

    Es el Apstol quien, escribiendo a los efe-sios, se refiere al matrimonio como smbo-

    Serasuficienterestaurar elmatrimonioen su

    primitivapureza o

    habra algoque aadir aesta visinesencial?

    Tobias recibe a Sara en su casa, por Peter RittigMuseo Nacional Germnico, Nuremberg (Alemania)

    Repro

    duccin

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    lo de la unin entre Nuestro Seor Jesucristoy la Santa Iglesia (cf. Ef 5, 2232). El Salvadorla ama hasta el punto de haber derramado to-da su sangre por ella, y es esencial que los cn-yuges estn dispuestos a hacer lo mismo el unopor el otro. Slo cuando ambos deciden abra-zar la cruz y cargarla juntos, el matrimonio al-canza su plenitud y su esplendor. De esta forma,donde hay una nica carne, hay un nico esp-ritu: rezan al mismo tiempo, se postran al mis-mo tiempo, al mismo tiempo terminan el ayuno,se ensean el uno al otro, se exhortan el uno alotro, se sostienen el uno al otro. En la Iglesia deDios ambos son iguales, iguales en el banquetede Dios, iguales en las angustias, en las persecu-

    ciones, en los consuelos.10

    No nos hagamos ilusiones. En cualquier es-tado de vida, el verdadero camino a ser recorri-do es el de la cruz. Despus del pecado origi-nal, siempre estar presente en las relacionessociales y habr desavenencias y conflictos in-cluso entre los esposos. Sera falso afirmar quepudiera existir un matrimonio en tan completaarmona que cada uno de los consortes no tuvie-ra nunca que hacer esfuerzo alguno para adap-tarse al otro. Por eso, la importancia del sacra-

    mento que purifica los ojos de la naturaleza,hace soportables las desgracias, conmovedoraslas enfermedades, amables la vejez y los cabe-llos blancos. La gracia hace al amor paciente.Lo refuerza ante el choque de los defectos conque haya podido encontrarse.11

    Actan con gran insensatez los que se basanestrictamente en la belleza fsica para contraermatrimonio, olvidndose de que con el paso delos aos la fisonoma y la piel van adquiriendootra apariencia... Peor todava es el error en el quecaen los que se casan por sensualidad, creyendoen la mentira de que la felicidad est en dar li-bre curso a las pasiones voluptuosas en la relacinmatrimonial. En sta no puede haber libertinaje;cada uno debe respetarse a s mismo y al otro, te-niendo como objetivo la prole. Lo que se haga sinesa intencin es pura y sencillamente pecamino-

    so, como ensea San Agustn: todo cuanto losesposos realicen en contra de la moderacin, dela castidad y de la verecundia es un vicio y un abu-so, que proviene no en verdad del matrimonio, si-no de los hombres mal refrenados.12Soltar las re-des de las pasiones es inconcebible en cualquiercircunstancia, pues combatirlas es el punto cen-tral de nuestra lucha y de nuestra cruz.

    III LAINOCENCIA,FUNDAMENTODECUALQUIER

    ESTADODEVIDAUna vez que como hemos considerado

    hasta ahora el Evangelio de hoy se centra enel matrimonio, podramos pensar que dentrode este contexto los versculos siguientes, dedi-cados a la benevolencia de Jess con los nios,no vienen al caso. En realidad, complementanel tema e indican cul es la postura ideal delhombre en la sociedad.

    Es evidente que Dios quiere el crecimien-to del gnero humano, con la intencin de po-

    blar el Cielo con ms hijos e hijas. Tal conquistafue condicionada por l a la unin del hombrey la mujer. Tengan, por lo tanto, en cuenta lospadres cristianos que no estn destinados ni-camente a propagar y conservar el gnero hu-mano en la tierra, ms an, ni siquiera a educarcualquier clase de adoradores del Dios verdade-ro, sino a injertar nueva descendencia en la Igle-sia de Cristo, a procrear ciudadanos de los san-tos y familiares de Dios [...]. A ellos toca ofrecera la Iglesia sus propios hijos, a fin de que esta

    Dios no estartamudo:Cada ser esuna slabanica yperfecta dela accin

    creadorade Dios enaquellagama

    Plinio Corra de Oliveira en la dcada de 1980

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    fecundsima Madre de los hijos de Dios los re-genere a la justicia sobrenatural por el agua delBautismo, y se hagan miembros vivos de Cris-to, partcipes de la vida inmortal y herederos, enfin, de la gloria eterna.13O sea, no basta tenernios, tambin es responsabilidad de la familia

    la misin de conservarles la inocencia.Una concepcin autosuficientede la vida espiritual

    13Acercaban a Jess nios para que lostocara, pero los discpulos les regaaban.

    Ciertamente eran las madres quienes, impul-sadas por el instinto materno, llevaban a sus hi-jitos hasta Jess en busca de lo mejor para ellos.El Seor era capaz de obtener cualquier benefi-cio, por ms extraordinario que fuese tan s-

    lo por tocar su manto los enfermos quedaban cu-rados, y tal vez ellas se haban dado cuenta deque cuando acariciaba la cabeza de algn nio,ste se volva ms inteligente. Acercaban a lospequeos al Salvador, con el fin de que, impo-nindoles las manos, les concediese salud, fuer-za, sabidura y, sobre todo, gracias. Ahora bien,con su infantil vivacidad, armaban mucho al-boroto a su alrededor... Por este motivo, algu-nos comentaristas opinan que como los Aps-toles estaban preocupados en poner orden en lamultitud, para evitar que los nios molestaran alMaestro, les regaaban.

    La realidad, no obstante, es ms profunda. Enla Antigedad, no slo las mujeres como hemosdicho ms arriba, sino tambin los nios erantratados con desprecio, situacin que solamentecambiara por los efectos de la preciossima San-gre de Nuestro Seor Jesucristo. De acuerdo con

    la mentalidad israelita, la prctica de la religincorresponda exclusivamente a los hombres y par-ta de una iniciativa propia: el individuo, tras undetenido anlisis, tomaba la resolucin de seguirlas sendas de Dios; luego l mismo era la causa desu adhesin a la fe. Ms tarde, Jess rectificaraeste concepto enseando a los suyos: No sois vo-sotros los que me habis elegido, soy yo quien oshe elegido (Jn 15, 16). Por eso, tanto los fariseoscomo los discpulos consideraban a los nios ele-mentos ajenos a la religin. Los asuntos relativosal Reino de los Cielos se discutan entre gente ma-

    dura, capaz de raciocinar y descubrir por s mis-ma dnde estaba la verdad.

    Para entrar en el Reino necesitamosser dependientes de Dios

    14Al verlo, Jess se enfad y les dijo:Dejad que los nios se acerquen a m:no se lo impidis, pues de los que soncomo ellos es el Reino de Dios.

    Al verlo el clsico error de suponer que lasalvacin es fruto del esfuerzo, el divino Re-dentor se entristeci. Al afirmar que el Cielo per-

    tenece a aquellos que soncomo los nios, nos ense-a que la iniciativa es deDios, pues es l quien dis-tribuye las gracias, desig-na a cada uno su vocaciny santifica. A nosotros noscorresponde aceptar sullamamiento como nioscon relacin a Dios y co-

    mo adultos en el gobiernode las criaturas.Quien es pequeo no

    se juzga ni un coloso niautosuficiente, sino de-pendiente; es lo que elSeor elogia y seala co-mo modelo a ser imitado.Segn explica San JuanCrisstomo, limpia estde todas las pasiones el

    A los padrestoca ofrecer

    a la Iglesiasus propioshijos, a finde que esta

    fecundsimaMadre de loshijos de Dios

    los regenerea la justicia

    sobrenaturalpor el aguadel Bautismo

    Bautizo en la baslica de Nuestra Seora del Rosario, 20/10/2013

    JooPauloRodrigues

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    16 Heraldos del EvangelioOctubre 2015

    alma del nio. [...] Y por mucho que su madrele azote, a ella va a buscar y a ella prefiere sobretodos. [...] De ah que el Seor dijera: De los ta-les es el Reino de los Cielos, a fin de que noso-tros hagamos por libre voluntad lo mismo que elnio tiene por don de la naturaleza.14

    La frmula para conquistar el Cielo

    15En verdad os digo que quien no reci-ba el Reino de Dios como un nio, noentrar en l. 16Y tomndolos en bra-zos los bendeca imponindoles las ma-nos.

    Estemos persuadidos de lo siguiente: somoscriaturas contingentes, necesitamos del auxiliode Dios. Es necesario ser como un nio para

    conocer su voluntad y cumplirla: sea en el ma-trimonio, con la disposicin de estar en armo-na con el cnyuge; sea en el estado religioso,con el alma abierta a todo lo que viene de lo al-to, como el hijo que es dcil a las enseanzas desus padres.

    Ser como un nio significa tambin ser ino-cente, es decir, tener el alma semejante a uncristal que nunca ha sido rayado: lmpida, trans-parente y llena de luz, jams manchada por nin-guna falta. El Reino de Dios est constituido

    por aquellos que se esfuerzan por conservar supropia inocencia y la de los dems. Cuando re-zamos en el Padre nuestro: venga a nosotros tuReino, debemos arder en deseos de que en latierra y en nuestro interior se establezca la su-premaca de la inocencia. Si abrazamos esteideal, seremos abrazados por el Seor, porquel bendice a los que se hacen pequeos.

    Sin embargo, quien haya perdido la inocen-cia no piense que est en una situacin irreme-diable. Ese tesoro puede ser restaurado, co-mo sucedi con Santa Mara Magdalena, conSan Agustn y con tantos otros a lo largo de lostiempos. Y sobre todo es en el amor a la Ino-cencia donde recuperaremos nuestra inocencia.

    La fuente de nuestra inocencia,conservada o restaurada

    En sntesis, la liturgia del vigsimo sptimodomingo del Tiempo Ordinario es una apologade la inocencia. Lo hemos odo en las palabrasde San Pablo, en la segunda lectura: Convenaque Aquel [Jesucristo], para quien y por quienexiste todo, llevara muchos hijos a la gloria. S,l quiere a los hijos nacidos de la unin entreel hombre y la mujer para llevarlos, inocentes,a la eterna bienaventuranza. Porque el santifi-cador y los santificados proceden todos del mis-

    Ser como unnio significatambin serinocente, esdecir, tenerel almasemejante

    a un cristalque nunca hasido rayado

    Dejad que los nios se acerquen a m - Coleccin particular

    R e p r o d u

    c c i n

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    Octubre 2015Heraldos del Evangelio 17

    En sntesis,

    la liturgiadel vigsimosptimodomingodel TiempoOrdinarioes una

    apologa dela inocencia

    Coleccin

    Lo indito sobre los Evangelios

    La coleccin Lo indito sobre los Evangeli os es una publicacinde la Librera Editrice Vaticana

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    por su notable utilidad exegtica y pastoral.

    mo. Por eso no se avergenza de llamarlos her-manos (Hb 2, 11). He aqu la causa de toda lainocencia, la fuente de nuestra vida espiritual.Cada uno de nosotros ha estado en la mente deDios desde toda la eternidad y, en cierto mo-mento, empez a existir. En el campo sobrena-

    tural tenemos el mismo origen que Jesucristo,somos todos hermanos, pertenecemos a la fami-lia divina, y con el fin de aumentar el nmero desus miembros es para lo que fue instituida la fa-

    milia terrena. Pidamos el indispensable ampa-ro de la gracia para conservar intacta la inocen-cia, o para reconquistarla, y seamos heraldos dela Inocencia eterna, Jesucristo, y de la Inocen-te por excelencia, Mara Santsima. Que brillela inocencia de forma gloriosa, portentosa y ex-

    traordinaria sobre la faz de la tierra, y divida laHistoria, como lo hizo Cristo, siendo piedra deescndalo para la salvacin de unos y condena-cin de otros.

    1Cf. SANTO TOMS DE AQUI-NO. Suma Teolgica. I, q. 96, a. 1.

    2Cf. dem, q. 92, a. 2; a. 3.3SAN BEDA.In Marci Evangelium

    Expositio. L. III, c. 10: ML 92, 229.4Cf. MIDRASH SIFRE DEUT.

    24, 1, 269. In: BONSIRVEN, SJ,Joseph (Ed.). Textes rabbiniquesdes deux premiers sicles chrtiens.Roma: Pontificio Istituto Biblico,1955, p. 76.

    5SAN JUAN CRISSTOMO. Ho-mila LXII, n. 1. In: Obras. Ho-milas sobre el Evangelio de

    San Mateo (46-90). 2. ed. Ma-drid: BAC, 2007, v. II, p. 288.

    6MONSABR, OP, Jacques-Marie-Louis. La saintet du mariage.In:Exposition du Dogme Catho-lique. Grce de Jsus-Christ. V -Mariage. Carme 1887. 10. ed.Pars: P. Lethielleux, 1903, v. XV,pp. 13-14.

    7FILLION, Louis-Claude. Vida deNuestro Seor Jesucristo. Vida p-blica. Madrid: Rialp, 2000, v. II,p. 420.

    8SAN JUAN CRISSTOMO,op. cit., pp. 286-287.

    9CORRA DE OLIVEIRA, Pli-nio. Conferencia. So Paulo,16/04/1966.

    10TERTULIANO.Ad uxorem. L. II,c. 9: ML 1, 1302-1303.

    11MONSABR, op. cit., p. 41.12SAN AGUSTN. De bono coniu-

    gali. C. VI, n. 5. In: Obras. Ma-drid: BAC, 1954, v. XII, p. 55.

    13PO XI. Casti connubii, n. 7.14SAN JUAN CRISSTOMO,

    op. cit., n. 4, p. 297.

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    La ms perfecta de las

    oraciones

    R

    18 Heraldos del EvangelioOctubre 2015

    Todo en la doctrina catlica presenta fulgores inditos, siempre que

    la consideremos con la debida atencin. Como no poda dejar de

    ser, esto se observa de manera evidente en el Padre nuestro.

    ecorra Jess toda Galileapredicando el Evangeliodel Reino y curando todadolencia. Enormes mul-

    titudes acudan a l, porque su famase haba extendido por los pases cir-cunvecinos. Un da subi a un mon-te y se puso a ensear: Bienaventura-dos los pobres en el espritu... Amada vuestros enemigos y rezad por losque os persiguen... Sed perfectos, co-mo vuestro Padre celestial es perfec-to... (cf. Mt 4, 23-25; 5, 1-48).

    Ms que a la multitud que Cristotena ante l, su divina mirada con-sideraba sin duda en ese momentotambin a todas las almas fieles quea lo largo de los milenios escucha-ran atentamente sus palabras.

    Por lo tanto, tena en vista a cadauno de nosotros cuando nos ense- la ms perfecta de las oraciones:

    Vosotros orad as: Padre nuestroque ests en el Cielo... (Mt 6, 9).Tan consolador apelativo Padrenuestro! slo podra brotar de loslabios del Hijo unignito de Dios.Asumi nuestra carne y nos revelque tenemos un Padre en el Cielo.

    Resumen de todo el Evangelio

    La Oracin dominical u Ora-cin del Seor ha servido de gua

    para la piedad de los cristianos detodos los tiempos. Con respecto aella, varios Padres y doctores de laIglesia hicieron entusisticos co-mentarios. Tertuliano la califica deresumen de todo el Evangelio.1Para San Cipriano,2 es un compen-dio de la doctrina celestial. En esamisma lnea, San Agustn asegura:Si vas discurriendo por todas lasplegarias de la santa Escritura, na-da hallars que no est contenido yencerrado en la oracin dominical.3Y el Doctor Anglico escribe: En laoracin dominical no slo se pidenlas cosas lcitamente deseables, sinoque se suceden en ella las peticionessegn el orden en que debemos de-searlas, de suerte que la oracin do-minical no slo regula, segn esto,nuestras peticiones, sino que sirvede norma a todos nuestros afectos.4

    De hecho, en elPadre nuestro, laspeticiones se despliegan como lossiete colores del arco iris de la Nue-va Alianza; son un camino lumino-so que nos lleva hasta los tesoros de lamisericordia divina. Las tres prime-ras splicas ponen en ejercicio las vir-tudes teologales (fe, esperanza y cari-dad), porque se dirigen directamentea Dios: tu nombre, tu Reino y tuvoluntad; las cuatro siguientes im-

    ploran, en su conjunto, proteccin yauxilio en el ejercicio de las virtudescardinales (prudencia, justicia, forta-leza, templanza) y constituyen el lla-mamiento de los hijos a su Padre: da-nos, perdona nuestras ofensas, nonos dejes caer y lbranos.

    Siete peticiones, presentadasen perfecto orden

    Empieza con la reconfortante in-vocacin: Padre nuestro que estsen el Cielo. Y siguen las siete peti-ciones, en el orden en el que debenser hechas, conforme observa San-to Toms:

    Santificado sea tu nombre: Im-ploramos aqu lo primordial, es de-cir, la gloria de Dios. Por lo tanto,esta peticin incluye a todas las de-ms.5 Nos ensea Tertuliano quecuando decimos santificado sea

    tu nombre, pedimos que sea santi-ficado en nosotros que estamos enl, pero tambin en los otros a losque la gracia de Dios espera todavapara conformarnos al precepto quenos obliga a orar por todos, inclusopor nuestros enemigos.6

    Venga a nosotros tu Reino: Estapeticin tiene como objetivo nuestraparticipacin en la gloria de Dios y,para ello, impulsados por la esperan-

    P. Leandro Csar Ribeiro, EP

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    Octubre 2015Heraldos del Evangelio 19

    za, imploramos la venida final delReino de Dios por medio del retornode Cristo,7a fin de que l reine de-finitivamente en todos los corazones.

    Hgase tu voluntad en la tierra co-mo en el Cielo: Para que los hombresse merezcan entrar en la gloria celes-tial, pedimos que todos observen losMandamientos de la Ley divina. Porla oracin, podemos discernir cules la voluntad de Dios (Rm 12, 2;Ef 5, 17) y obtener constancia paracumplirla (Hb 10, 36). Jess nos en-sea que se entra en el Reino de losCielos, no mediante palabras, sinohaciendo la voluntad de mi Padreque est en los Cielos (Mt 7, 21).8

    Danos hoy nuestro pan de cadada: En esta splica no buscamos so-lamente nuestro sustento material.Esta peticin y la responsabilidadque implica sirven adems para otraclase de hambre de la que desfalle-

    cen los hombres [...]. Hay hambre so-bre la tierra, mas no hambre de pan,ni sed de agua, sino de or la Palabra

    de Dios (Am 8, 11). Por eso, el sen-tido especficamente cristiano de es-ta cuarta peticin se refiere al Pan deVida: la Palabra de Dios que se tie-ne que acoger en la fe, el Cuerpo deCristo recibido en la Eucarista.9

    Perdona nuestras ofensas co-mo tambin nosotros perdonamosa los que nos ofenden: Imploramosperdn por todos nuestros pecados,en los que cambiamos la amistad deDios por el amor desordenado a al-guna criatura. Y como garanta pa-ra que seamos atendidos, le ofrece-mos el sacrificio de perdonar a losque nos ofenden. Nuestra peticinno ser escuchada si no hemos cum-plido esa exigencia.10A esto tambinnos incita el Apstol: perdonaosunos a otros como Dios os perdonen Cristo (Ef 4, 32).

    No nos dejes caer en la tentacin:Despus de haber implorado con

    humildad el perdn de nuestros pe-cados, suplicamos a Dios vigilancia,fortaleza y sobre todo el auxilio de

    la gracia para en adelante no volvera ofenderlo.

    Y lbranos del mal: En esta l-tima splica de la Oracin del Se-or, el mal no es algo abstracto,sino que designa a una persona, Sa-tans, el ngel que se opone perso-nalmente a Dios y a su plan de sal-vacin.11En ella pedimos para serliberados de todos los males, pre-sentes, pasados y futuros de los quel es autor o instigador.12

    * * *El que conforma su vida a los prin-

    cipios contenidos en el Padre nues-tro, se es un perfecto cristiano. Nodejemos pasar un solo da sin rezar-lo. Nos acompaa desde el principiode nuestra caminata rumbo a la sal-vacin, porque nuestros padres y pa-drinos lo rezaron en la ceremonia denuestro Bautismo. Y ser rezado porel sacerdote ante la tumba, cuando

    sea depositado nuestro cuerpo en sultima morada, a la espera de la resu-rreccin.

    En el Padre nues-tro, las peticiones

    se despliegan comolos siete coloresdel arco iris de la

    Nueva Alianza

    Jess predicando a los ApstolesCatedral de Lisieux (Francia)

    SergioHollmann

    1TERTULIANO.De oratione,c. 1: ML 1, 1153.

    2Cf. SAN CIPRIANO.De ora-tione dominica, n. 9: ML 4,525.

    3SAN AGUSTN.Epistula 130,c. 12, n. 22: ML 33, 503.

    4SANTO TOMS DE AQUI-NO. Suma Teolgica. II-II,q. 83, a. 9.

    5Cf. CCE 2815.6TERTULIANO, op. cit., c. 3,

    1157.7CCE 2818.8CCE2826.

    9CCE2835.10Cf. CCE2838.11CCE 2864.12CCE2854.

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    Las parbolas

    de la pequea or

    T

    20 Heraldos del EvangelioOctubre 2015

    En las vivas y atrayentes descripciones de las batallas libradas y

    de las victorias conquistadas por la joven doctora de la Iglesia,

    encontramos valiosas enseanzas para nuestra propia santificacin.

    e doy gracias, Padre, Se-or del cielo y de la tie-rra, porque has escondi-do estas cosas a los sabios

    y entendidos, y se las has revelado alos pequeos (Mt 11, 25). Estas pala-bras del Seor a la multitud bien pue-den aplicarse a Santa Teresa del NioJess, la humilde monja carmelita queabri a las futuras generaciones unnuevo camino de santificacin: la pe-quea va.

    Al proclamarla doctora de la Igle-sia el 19 de octubre de 1997, en laJornada Mundial de las Misiones,el Papa San Juan Pablo II destac:Santa Teresa de Lisieux no pudoacudir a universidades ni realizar es-tudios sistemticos. Muri muy joven

    y, a pesar de ello, desde hoy tendr elhonor de ser doctora de la Iglesia, unnotable reconocimiento que la exal-ta en la estima de toda la comunidadcristiana ms de lo que pudiera hacerun ttulo acadmico.1

    Modelo de santidad paralas almas dbiles

    Considerando su debilidad y la im-posibilidad de santificarse por sus

    propias fuerzas, la joven carmelita seabandon al amor del Seor con en-tera confianza en la misericordia di-vina, y en poco tiempo alcanz la per-feccin. De este modo se convirta enmodelo para todos los que se sientensin condiciones de imitar los insignesactos de virtud practicados por losgrandes santos de la cristiandad.

    Santa Teresa nos dej el recorri-do de sus luchas espirituales en tresescritos redactados por obediencia asus superioras, los famosos Manus-critos autobiogrficos. En ellos su-po transmitir las ms elevadas reali-dades sobrenaturales por medio desencillas comparaciones, a ejemplodel divino Maestro. Veamos algunasde esas parbolas.

    Parbola de las flores del jardn

    Le resultaba difcil entender el mo-tivo por el cual Dios conceda de ma-nera tan desigual sus gracias a lasalmas: algunas las reciban en tal can-tidad que mantenan para toda la vi-da una inocencia inmaculada; otras sehundan en el pecado, pero el Seor,por decirlo as, las forzaba a convertir-se; y otras, como los aborgenes de las

    tierras de misin, moran en gran n-mero sin tan siquiera haber odo pro-nunciar el nombre de Dios.2 Culera la razn de dicha diversidad?

    Las almas inocentes son capacesde percibir las realidades sobrena-turales a travs de las criaturas mssimples. As, sor Teresa encontr larespuesta observando las flores deun jardn: todas son hermosas, el es-plendor de la rosa y la blancura dellirio no excluyen el perfume de lavioleta ni la sencillez de la margari-ta. Entonces comprendi que si to-das las flores quisieran ser rosas, lanaturaleza perdera su gala primave-ral y los campos ya no se veran es-maltados de florecillas.3

    Y concluy: Lo mismo sucede

    en el mundo de las almas, que es eljardn de Jess. l ha querido creargrandes santos, que pueden ser com-parados a los lirios y a las rosas; perotambin ha creado otros ms peque-os, y stos han de contentarse conser margaritas o violetas destinadasa recrear los ojos de Dios, cuando losbaja a sus pies. La perfeccin consis-te en hacer su voluntad, en ser lo quel quiere que seamos.4

    MilborneOne(CCby-sa3.0)

    Thiago de Oliveira Geraldo

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    Octubre 2015Heraldos del Evangelio 21

    A partir de ese momento, en unpotico lenguaje, se identificar conuna frgil florecilla, necesitada dela constante ayuda de Dios. Sus pa-dres son comparados a dos pedn-culos de los que provinieron siete li-

    rios y una florecilla. A cuatro lirios,la tierra no los vio florecer: son sushermanos fallecidos en tierna edad.Los otros son sus tres hermanas queayudaron a la florecilla a cada paso,pues era la benjamina.

    Florecilla replantada enel monte Carmelo

    Esa pequea flor creci y ense-guida manifest su belleza espiri-tual. Casi no haba salido an de la

    infancia y ya posea una de las vir-tudes ms difciles de adquirir: larenuncia a s misma. Al principio,como deca ella, su fisonoma deno-taba las marcas de la lucha libradapara conquistar esa virtud, pero des-pus se volvi ms fcil practicarla.

    La lectura de laImitacin de Cris-tofue fundamental para forjar su al-ma. Recitaba de memoria grandesfragmentos de ese libro que lo to-m como gua seguro para su santifi-cacin. As robustecida, la pequeaflor estaba preparada para solicitarsu admisin en el Carmelo.

    Para ello, era indispensable el con-sentimiento paterno. No poda habersido mejor el da que eligi para hacerla peticin: la solemnidad de Pente-costs. Despus de suplicar la interce-sin de los santos Apstoles, pues de-

    seaba con sus oraciones ser apstol delos apstoles, Teresa se encontr consu padre en el tranquilo ambiente deljardn de su casa. La puesta de sol do-raba la copa de los rboles mientras leabra su corazn. Tras un instante devacilacin debido a la joven edadde su hija, por entonces con menos de15 aos, percibi que sa era la vo-luntad de Dios y enseguida le dio suasentimiento. A continuacin se acer-c a un pretil, cogi una flor blanca,

    parecida a un lirio en miniatura, y sela entreg a su hija, explicndole concunto cuidado Dios la haba hechonacer y conservado hasta ese da. Ungesto especialmente simblico, por-que la florecilla fue arrancada consus races, como para ser replantadaen otro sitio. Teresa vio la parbola desu vida reflejada en esa sencilla plan-ta: Era exactamente lo mismo quepap acababa de hacer conmigo po-co antes al permitirme subir a la mon-taa del Carmelo y abandonar el dul-ce valle testigo de mis primeros pasospor la vida.5

    La santa de Lisieux la guard en-tre las pginas de laImitacin de Cris-to, en el captulo tituladoDel amor aJess sobre todas las cosas. Cuandoredactaba sus manuscritos, ya cerca-na al umbral de la eternidad, se dio

    cuenta de que se haba roto el tallo dela simblica flor: Dios parece decir-me con eso que pronto romper loslazos de su florecilla y que no la deja-r marchitarse en la tierra.6

    No soy un guila...

    Sin embargo, cul sera la voca-cin especfica de Teresa? Andan-do por los claustros del convento, sepreguntaba al respecto. Deseaba ar-dientemente el martirio, pero eso no

    le bastaba: quera ser tambin misio-nero, doctor, guerrero, profeta, aps-tol. Una nica misin no le satisfacasu fervor, anhelaba serlo todo al mis-mo tiempo. Finalmente encontr larespuesta en los captulos de la Pri-mera Carta de San Pablo a los corin-tios: el amor encierra en s todas lasvocaciones. Y exclam, desbordantede alegra: En el corazn de la Igle-sia, mi Madre, yo ser el amor... Aslo ser todo... As mi sueo se verhecho realidad!.7

    No obstante, estaba convenci-da de que era demasiado flaca e im-

    Era exactamentelo mismo que

    pap acababa dehacer conmigo, al

    permitirme subira la montaadel Carmelo

    A la izquierda, fachada de Les Buissonnets,la casa donde Santa Teresa pas suinfancia. En la pgina anterior, la estatua deljardn que representa el momento en que lepide permiso a su padre para ser carmelita

    SergioHollmann

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    perfecta para tan elevada vocacin.Aunque esto no representara unobstculo para ella, porque era supropia flaqueza la que le daba la au-dacia de ofrecerse a Jess como vc-tima de amor.

    Y entonces expres con otra bellaparbola su situacin en el Carmelo:Me considero un dbil pajarito cu-bierto nicamente por un ligero plu-mn. No soy un guila, de ella slotengo los ojos y el corazn, porquea pesar de mi extrema pequeez,me atrevo a mirar fijamente al Soldivino, al Sol del Amor, y mi cora-zn siente en s todas las aspiracio-nes del guila.8Y as, al verse im-posibilitada de volar hacia ese Sol,

    ella lo contemplaba con amor des-de la tierra.

    Como bien lo reconoca la osa-da carmelita, en su lenguaje figu-rado, a veces el parajillo se distraacon bagatelas terrenas, pero des-pus volva arrepentida, fijaba nue-vamente lo ojos en el Sol y extendasus alas mojadas para que se seca-ran al contacto con los benficos ra-yos. En momentos como esos, re-curra con ms ardor a las grandesguilas los ngeles y santos delCielo, que la auxiliaban a perse-verar en el amor.

    Pero el pajarito tambin saba queestaba rodeado de peligrosos bui-tres los demonios, que estabanal acecho de una ocasin propiciapara atraparlo. No tena miedo deellos, porque en el centro del Sol veasu gran proteccin: el guila eterna,Cristo nuestro Seor, defendindola

    de todas las celadas infernales.El Reino de la Luz y el pasde las tinieblas

    Una de las ms hermosas parbo-las de la santa de Lisieux fue escritadurante el perodo en el que pade-ci terribles tentaciones contra la fe.Es necesario haber recorrido esesombro tnel para entender su os-curidad,9comentaba.

    Con la intencin de dar una ideade la intensidad de dicha prueba, lajoven carmelita se imaginaba ha-ber nacido en un pas cubierto poruna densa niebla, donde no era po-sible contemplar las maravillas de la

    naturaleza baada por los rayos delsol. Pero tiene conocimiento, por in-tuicin y por haber odo hablar, dela existencia de un reino luminoso,donde todo es excelente y admirable,la verdadera patria de las almas. Porahora, no obstante, los hombres vi-ven en el pas de las tinieblas. El reydel pas luminoso quiso abrir los ojosde todos a las maravillas que les es-peraban, empero muchos no quisie-ron escucharlo: las tinieblas no han

    comprendido que ese divino Rey erala luz del mundo....10

    Cuanto ms busca el Reino de laLuz, ms las tinieblas la envuelven einsuflan en su alma pensamientos dedesesperacin: Sueas con la luz,con una patria aromatizada con losms suaves perfumes; sueas con laposesin eterna del Creador de to-das esas maravillas; piensas que al-gn da saldrs de las nieblas que terodean. Adelante, adelante, algra-te de la muerte, que te dar, no loque t esperas, sino una noche msprofunda todava, la noche de la na-da.11De vez en cuando, un mins-culo rayo de luz le traa un poco dealiento, pero enseguida las tinieblasla envolvan de nuevo.

    Teresa nunca cedi a esa tenta-cin. Enfrent al enemigo con valen-ta, hasta el punto de poder declarar:Creo que he hecho ms actos de fe

    de un ao a esta parte que durantetoda mi vida.12Manifestaba su ale-gra de sufrir por amor a Jess, ascomo su disposicin de padecer mu-cho ms an, si con ello pudiera re-parar tan slo un pecado contra la fe.

    El pincel de Dios

    Reconociendo las raras virtudesde sor Teresa, la superiora del Car-melo la invit a ser maestra de no-

    No soy un guila,pero a pesar de miextrema pequeez,me atrevo a mirar

    fijamente al Soldel Amor

    Un guila real vuela sobre la sierra deGuadarrama (Espaa)

    Santa Teresa en julio de 1896

    Rep

    roduo

    JuanLacruz

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    Octubre 2015Heraldos del Evangelio 23

    vicias. No se vea a la altura de esecargo, pero la obediencia le hizopercibir en las palabras de su supe-riora la misma orden que el divinoMaestro le dio a San Pedro: Apa-cienta mis corderos (Jn 21, 15).

    Entonces asumi la funcin, peroa ttulo de auxiliar de la madre su-periora, la cual acumulaba los doscargos.

    En el ejercicio de dicha funcin,Teresa not enseguida cmo las al-mas son diferentes y, sobre todo, lodelicada que es la tarea de condu-cirlas hacia Dios. Cuntas oracio-nes, cuntos sacrificios son necesa-rios para hacerles bien! Por cierto,oraciones y sacrificios son las ar-

    mas invencibles que Jess me ha da-do,13declaraba.

    Para explicar cmo conceba elpapel de una maestra de novicias, lajoven carmelita recurri a una sen-cilla parbola. Si un lienzo pintadopor un gran artista pudiera pensary hablar, ciertamente no se queja-ra por recibir sucesivas pinceladas,ni envidiara al pincel, mero ins-trumento en las manos del pintoral cual debe su belleza. El pincel, asu vez, no se podra vanagloriar deltrabajo ejecutado, porque, con bueno mal instrumento, lo que cuenta dehecho es la habilidad del artista. Yconclua: Madre querida, yo soy unpincelito que Jess ha elegido parapintar su imagen en las almas queusted me ha confiado.14

    Teresa ejerca con dedicacin sudifcil encargo. Como ya haba ven-cido muchas batallas espirituales,

    estaba preparada para ensear asus discpulas el camino de la per-feccin. El amor se alimenta de sa-crificios; cuanto ms se priva el al-ma de satisfacciones naturales, msfuerte y desinteresada se vuelve suternura,15insista.

    Con toda seguridad, no imagina-ba la humilde monja que el divinoArtista, mucho ms que retocardetalles en el lienzo de las almas de

    las novicias del Carmelo de Lisieux,usara aquelpincelitopara producirobras de arte en todas las nacionesdel universo. En efecto, l cre lascondiciones necesarias para que lassublimes enseanzas de Santa Tere-

    sa del Nio Jess se transmitieran alas sucesivas generaciones, por me-dio de parbolas, a la manera del di-vino Maestro. Por cierto, un mtodomuy adecuado, segn Santo Tomsde Aquino,16 para instruir tanto alos sabios como a las personas sen-cillas.

    Las parbolas de Santa Tere-sa de Lisieux son, adems, vivas yatrayentes descripciones de las ba-tallas libradas y de las victorias

    conquistadas por ella en el trans-curso de su breve existencia. Se-pamos aprovechar para nuestrapropia santificacin las leccionescontenidas en ellas.

    1SAN JUAN PABLO II.Homila con mo-tivo de la proclamacin de Santa Tere-sa del Nio Jess y de la Santa Faz como

    Doctora de la Iglesia, 19/10/1997.2SANTA TERESA DE LISIEUX.Manus-

    crits autobiographiques. Manuscrit A,2v. In: Archives du Carmel de Lisieux.uvres de Thrse: www.archives-car-mel-lisieux.fr.

    3dem, ibdem.4dem, ibdem.5dem, 50v.6dem, ibdem.7dem, Manuscrit B, 3v.8dem, 4v-5r.9dem, Manuscrit C, 5v.10dem, 6r.11dem, 6v.12dem, 7r.13dem, 24v.14dem, 20r.15dem, 21v.16Cf. SANTO TOMS DE AQUINO. Su-

    ma Teolgica. I, q. 1, a. 9.

    Cuanto ms buscael Reino de la Luz,ms las tinieblasla envuelven einsuflan en su alma

    pensamientos dedesesperacin

    Santa Teresa en 1895

    Puesta de sol vista desde la casaTurris Ebrnea de los Heraldos del

    Evangelio, Mairipor (Brasil)

    LeandroSouza

    Reproduo

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    El sacerdocio

    comn de los feles

    OP. Francisco Teixeira de Arajo, EP

    24 Heraldos del EvangelioOctubre 2015

    De la obligacin de hacer el sacrificio de su propia persona a Dios,

    nuestro Creador y Redentor, ningn bautizado est exento.

    s exhorto, hermanos, por lamisericordia de Dios, a quepresentis vuestros cuer-pos como sacrificio vivo,

    santo, agradable a Dios; ste es vues-tro culto espiritual (Rm 12, 1).

    Ciertamente, muchos de nues-tros lectores conocen esa recomen-dacin de San Pablo, as como estaotra afirmacin del prncipe de losApstoles: sois un linaje elegido,un sacerdocio real, una nacin san-ta (1 P 2, 9).

    Ellas nos introducen en una su-blime realidad de nuestra fe, todavapoco conocida: el sacerdocio comnde los fieles.

    Sacerdocio comn ysacerdocio ministerial

    A Cristo pertenece el nico yeterno sacerdocio, del cual quiso ha-cer partcipes a los Apstoles. Cuan-do se esparcieron por el mundo pre-dicando el Evangelio, fundaronIglesias locales y ordenaron presb-teros para cuidar de ellas.

    As naci y se desarroll el sacer-docio ministerial, propio a los que re-ciben el sacramento del Orden y, conste, la funcin de ensear, gobernary santificar a los fieles. Slo el que harecibido dicho sacramento en el gra-do de presbtero tiene el poder de re-novar el Sacrificio del Calvario, de

    perdonar los pecados y de adminis-trar la Uncin de los Enfermos.

    Tales prerrogativas, el Seor nolas otorg ni siquiera a los ngeles y,menos an, las poseen los fieles lai-cos. As lo ensea el Papa Po XII alacentuar que el sacerdocio comnde los fieles es diferente esencial-mente y no slo en grado,1del sa-cerdocio ministerial o jerrquico.

    Sin embargo, esa diferencia noimplica una disputa o rivalidad. Alcontrario, los dos sacerdocios, ex-plica el Concilio Vaticano II, se or-denan el uno al otro, pues ambosparticipan a su manera del nico sa-cerdocio de Cristo.2

    Todos somos vctimas y sacerdotes

    Entonces, cmo se ejerce ese sa-cerdocio comn de los fieles?

    Comentando el citado pasaje dela Epstola de San Pablo a los roma-

    nos, San Pedro Crislogo explica queel ser humano no ha de buscar fue-ra de s a la vctima que debe ofrecera Dios, sino que aporta consigo, en sumisma persona, lo que va a sacrificara Dios. Somos, a imagen de Jess, almismo tiempo, vctimas y sacerdotes.

    Y por eso proclama: Os exhor-to, hermanos, por la misericordia deDios, a ofreceros en sacrificio vivo,santo.

    El ser humano noha de buscar fuera des a la vctima que

    debe ofrecer a Dios,sino que aporta con-sigo, en su mismapersona, lo que va asacrificar a Dios

    San Pedro Crislogo,por Gian Andrea Fornioni - Museodiocesano de mola (Italia)

    Reproduccin

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    Octubre 2015Heraldos del Evangelio 25

    S, pues, oh hombre insta elCrislogo, sacrificio y sacerdotepara Dios; no pierdas lo que te hasido dado por el poder del Seor.Revstete de la vestidura de la san-tidad, cete el cngulo de la cas-

    tidad; [...] haz que arda continua-mente el incienso aromtico de tuoracin; empua la espada del Es-pritu: haz de tu corazn un altar;y as, puesta en Dios tu confianza,lleva tu cuerpo al sacrificio.3

    Ese ofrecimiento de s mismo,todos estamos llamados a hacer-lo. Nadie puede realizar esa obla-cin en nuestro lugar, ni siquieralos ministros consagrados.

    Aqu estoy para hacertu voluntad

    El primer paso de esa entre-ga consiste en cumplir los Man-damientos, conforme ensea elAutor sagrado: Quien observa la leymultiplica las ofrendas, quien guardalos Mandamientos ofrece sacrificiosde comunin. Quien devuelve un fa-vor hace una ofrenda de flor de hari-na, quien da limosna ofrece sacrifi-cios de alabanza. Apartarse del males complacer al Seor, un sacrificiode expiacin es apartarse de la injus-ticia (Eclo 35, 1-3).

    En ese mismo sentido, el ConcilioVaticano II invita a cada bautizado aejercer su santo sacerdocio por me-dio de toda obra del hombre cristiano,[...] en la recepcin de los sacramen-tos, en la oracin y accin de gracias,mediante el testimonio de una vidasanta, en la abnegacin y caridad ope-

    rante;4

    todos los que han sido incor-porados a la Iglesia por el Bautismoquedan obligados ms estrictamentea difundir y defender la fe, como ver-daderos testigos de Cristo, por la pala-bra juntamente con las obras.5

    Y en el mbito familiar, en es-ta especie de Iglesia domstica, lospadres deben ser para sus hijos losprimeros predicadores de la fe, me-diante la palabra y el ejemplo, y de-

    ben fomentar la vocacin propia decada uno, pero con un cuidado espe-cial la vocacin sagrada.6

    Por consiguiente, el mejor mediode hacer efectivo en la vida cotidianael sacerdocio comn de los fieles es

    seguir el ejemplo de Nuestro SeorJesucristo que, ya desde el instantede su Encarnacin, hizo al Padre elacto de entrega de toda su existen-cia, segn las palabras del salmista:Aqu estoy como est escrito enmi libro para hacer tu voluntad.Dios mo, lo quiero, y llevo tu ley enlas entraas (Sal 39, 8-9). Ofreci-miento confirmado y hecho efectivoa lo largo de su vida terrena, hasta el

    momento supremo del consum-matum est (Jn 19, 30).

    El que se sienta impotente, querecurra al auxilio de la gracia

    No extraemos que sintamos

    falta de fuerzas para seguir lashuellas del Seor. l mismo sin-ti la fragilidad de la naturale-za humana hasta el punto de su-plicar en el Huerto de los Olivos:Padre mo, si es posible, que pasede m este cliz. Sin embargo, ac-to seguido aadi una correccinen la que revela su disposicin dellevar al extremo el holocausto des mismo: Pero no se haga comoyo quiero, sino como quieres t

    (Mt 26, 39). Entonces el Padre leenvi un ngel del Cielo para con-fortarlo (cf. Lc 22, 43).

    Luego el que se sienta impo-tente por s solo, que recurra al

    auxilio de la gracia. Que pida conhumildad y confianza, por interce-sin de Aquella que es el Refugio delos pecadores. Conseguir fuerzaspara efectuar la resolucin de hacersiempre la voluntad de Dios en cadaacto de la vida diaria.

    Quien de esta manera haga el ho-locausto de su vida tendr una exis-tencia feliz en esta tierra, porquecumpli con su misin de bautizado,y sobre todo cuando suene la hora dela muerte, su ngel de la guarda inter-ceder por l ante la Virgen: ExcelsaReina y Madre, por tu misericordia,este hijo tuyo ha combatido el buencombate, ha acabado la carrera, haconservado la fe. Pide ahora a Nues-

    tro Seor Jesucristo que lo reciba ensu gloria (cf. 2 Tm 4, 7-8).

    1PO XII.Alocucin, 2/11/1954.2CONCILIO VATICANO II.Lumen gen-

    tium, n. 10.3SAN PEDRO CRISLOGO. Sermo 108:

    ML 52, 500.4CONCILIO VATICANO II, op. cit., n. 10.5dem, n. 11.6dem, ibdem.

    A Cristo perteneceel nico y eterno

    sacerdocio, del

    cual quiso hacerpartcipes a losApstoles

    Cristo con la Eucarista - Museo de ArteReligioso de Puebla (Mxico)

    Fran

    ciscoLecaros

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    7Peregrinacin anual a Aparecida

    26 Heraldos del EvangelioOctubre 2015

    Procesin de antorchas Algunas caravanas viajaron ms de 1.000 kilmetros para estar en el Santuario deAparecida. Para los que llegaron el da 7, fue celebrada una solemne Misa en la antigua baslica,

    seguida de una procesin de antorchas hasta el santuario.

    l acoger en sus hogares el Oratorio Mara, Rei-na de los Corazones, los participantes de estacampaa son beneficiados con especiales favo-

    res de la Santsima Virgen, porque Ella nunca deja de ha-cer sentir de algn modo su maternal proteccin a quienla invoca. Para agradecrselo a esta bondadossima Ma-dre, son los hijos los que una vez al ao van a la casa de laMadre, es decir, el Santuario Nacional de Nuestra Seo-ra Aparecida.

    Tres bendecidos das

    El encuentro estaba sealado para el 8 de agosto, pe-ro algunos peregrinos llegaran a Aparecida el da an-terior. Para ellos, los coordinadores del Apostolado delOratorio organizaron una Santa Misa en la antigua ba-slica esa noche, seguida de una procesin de antorchas

    hasta el santuario, acompaada de canciones a Mara.Despus del encuentro en Aparecida, varios grupos deperegrinos fueron a Caieiras, para conocer la baslicade Nuestra Seora del Rosario, donde participaron enla Misa que el P. Ignacio Alemida, EP, celebr especial-mente para ellos.

    15 aos del Apostolado del Oratorio!

    Adems, este ao se celebraba el 15 aniversario delApostolado del Oratorio Mara, Reina de los Corazo-nes, que ya ha alcanzado 68 pases de los cinco con-tinentes. Slo en Brasil 19.000 oratorios circulan en2.500 parroquias de todos los estados brasileos. Msde 570.000 familias reciben en su hogar el oratorio de laSantsima Virgen, lo que equivale a, aproximadamente,2,5 millones de almas beneficiadas.

    SergioMiyazaki

    SergioMiyazaki

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    Octubre 2015Heraldos del Evangelio 27

    Misa en la baslica La Celebracin Eucarstica del sbado, punto auge de la romera, fue presidida por elarzobispo de Aparecida, el cardenal Raymundo Damasceno Assis. Al final, el P. Antonio Guerra, EP, asistente

    espiritual del Apostolado del Oratorio, ley el mensaje que conceda la Bendicin Apostlica a los participantes.

    LeandroSouza

    Santo Rosario A las 5 de la maana del 8 de agosto las primeras delegaciones de peregrinos empezaban allenar la explanada situada en frente de la Tribuna del Papa Benedicto XVI para el rezo del Santo Rosario. Las

    oraciones fueron dirigidas por el P. Ricardo Basso, EP, y acompaadas por el coro de los Heraldos.

    Baslica de Nuestra Seora del Rosario Al da siguiente, grupos de peregrinos siguieron viaje hasta Caieiraspara conocer la baslica de Nuestra Seora del Rosario, espiritualmente hermanada con la Baslica Papal de Santa

    Mara la Mayor, y obtener la indulgencia plenaria concedida por la Santa Sede a quien la visita devotamente.

    Fotos:SrgioMiyaza

    ki

    Fotos:SrgioMiyazaki

    SergioCspedesRos

    SergioCspedesRos

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    28 Heraldos del EvangelioOctubre 2015

    Los Heraldos reciben a Mons. Edney El obispo de Nova Friburgo, Mons. Edney Gouva Mattoso, visit diversascasas de los Heraldos de la regin metropolitana Gran So Paulo, acompaado por su vicario general. Al final del dapresidi una Celebracin Eucarstica en la baslica de Nuestra Seora del Rosario, en la que participaron numerosos

    seminaristas heraldos.

    Nova Friburgo Del 14 al 19 de julio la Caballera de Mara realiz una misin mariana en los barrios adyacentesa la catedral de San Juan Bautista. Comercios, residencias y hospitales fueron visitados por la imagen peregrina.En la Misa de clausura, presidida por el vicario general, el P. Marcus Vinicius Brito de Macedo, se entregaronnuevos Oratorios que peregrinarn por los hogares.

    GustavoKralj

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    Octubre 2015Heraldos del Evangelio 29

    Fotos:LeonardoResende

    Fotos:ThiagoAkiraKitagawa

    Cuiab El P. Max Adriano, EP, presidi la Santa Misa inaugural de los trabajos del segundo semestre en laAsamblea Legislativa. Los Heraldos tambin participaron en la Misa en honor de Nuestra Seora del Pantanal,

    presidida por el arzobispo de Cuiab, Mons. Milton Antonio dos Santos, SDB, en la ciudad de Jangada.

    Actividades en Recife El 26 de julio la imagen peregrina del Inmaculado Corazn de Mara fue acogida concanciones marianas en el evento Llenaos del Espritu de Dios, que reuni cerca de 15.000 personas en el local deespectculos Classic Hall. En agosto los Heraldos desarrollaron el proyecto Futuro y Vida en diversas instituciones,entre ellas los colegios Radar (Vitoria de Santo Anto), Fernando Ferrari (Paulista) y Universo del Saber (Recife).

    Colegio RadarClassic Hall

    Colegio Universo del SaberColegio Fernando Ferrari

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    30 Heraldos del EvangelioOctubre 2015

    erezo y Mohedas de Granadilla, dos localidades cace-reas, exultaron de jbilo y alegra al recibir la visita

    de la Virgen de Ftima. D. Maycol Corrales Pulido, prro-co de Cerezo y Mohedas, consagr ambos pueblos al In-maculado Corazn de Mara. El obispo de Coria-Cceres,Mons. Francisco Cerro Chaves acudi a Mohedas de Gra-nadilla durante la Misin Mariana, en la festividad de laVirgen del Carmen, para celebrar una misa solemne e im-poner el escapulario a cientos de fieles.

    Durante el mes de Julio las localidades toledanasde La Calzada de Oropesa y Las Ventas de San Julintambin recibieron la visita de la Virgen Peregrina.Muchas fueron las puertas que se abrieron para aco-ger la imagen de nuestra Madre del Cielo y con grandevocin se celebr la procesin de las antorchas, re-zando el Santo Rosario. El prroco, D. Nelson Acu-a Estrada, consagr todas las familias al InmaculadoCorazn de Mara.

    Madrid El da 8 de Septiembre, la Real Esclavitud de Santa Mara la Real de la Almudena conmemor el375 aniversario de su fundacin con una Misa en la Catedral. Al final del acto, Mons. Carlos Osoro Sierra hizo

    entrega de la medalla de honor a diversas personas e instituciones, entre las cuales los Heraldos del Evangelio.

    C

    Mohedas de Granadilla

    Las Ventas de San JulinLa Calzada de Oropesa

    Cerezo

    Misin Mariana en Cceres y Toledo

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    Rezar tambin es agradecer

    E

    Octubre 2015Heraldos del Evangelio 31

    No podemos dejar de guardar en nuestros canastos espirituales

    las sobras de este encuentro, porque guardar lo que de Dios

    hemos recibido es sinnimo de gratitud.

    stamos concluyendo el XI Con-greso Internacional de Coo-peradores de los Heraldosdel Evangelio, en el cual he-

    mos vivido, es decir segn una cl-sica definicin conocida entre no-sotros, hemos estado juntos, nosmiramos y nos hemos querido bien,en torno a Aquel que es la causa denuestra existencia.

    Los momentos vividos aqu ya em-piezan a dejar en nosotros saudades,palabra portuguesa tan difcil de tra-ducir a otros idiomas, pero que sin du-da expresa un sentimiento universal,experimentado por todos los hombresen determinadas circunstancias.

    El milagro de Jess siempre esportador de una leccin sobrenatural

    S, ha llegado el da de terminarnuestro encuentro y, sin haberlo cal-

    culado, la liturgia de la Iglesia parahoy parece haber sido preparada porencargo. El Evangelio de San Juanpresenta el clebre milagro de lamultiplicacin de los panes.

    De los cuatro evangelistas, San Juanfue el ltimo en escribir. Su narracincontiene datos particulares. Por ci-tar un ejemplo, fijmonos que, mien-tras los otros usan la palabra mila-gro, San Juan llama a los hechos mi-lagrosos designos, porque el milagrode Jess siempre es portador de unaverdad superior, de una leccin sobre-natural, tan necesaria de ser recogidacomo necesario se presenta el benefi-cio fsico.

    Elementos que exigen laintervencin divina

    Obsrvese que el captulo sexto deSan Juan se puede dividir en tres par-

    tes: la preparacin del milagro, el sig-no propiamente dicho y el modo co-mo ste fue recibido por los hombres.La preparacin ocurre en el momen-to de presentarse una necesidad su-mada a una imposibilidad, elementosque propician o, si lo prefieren, casique exigen la intervencin divina.

    Por cierto, situaciones similaresaparecen tanto en el milagro obradopor Eliseo (cf. 2 R 4, 42-44), narradoen la primera lectura, como en el rela-tado por el evangelista (cf. Jn 6, 1-15).Ante el profeta se juntan necesidad eimposibilidad: veinte panes para ali-mentar a cien hombres. Al Seor lepresentan cinco panes para alimentara miles de personas. Aunque el mila-gro sea esencialmente el mismo, exis-te una diferencia no slo a respectode la poca en la cual sucedieron loshechos, sino sobre todo a las propor-

    HOMILACONCLUSIVADELXI CONGRESOINTERNACIONALDECOOPERADORES

    P. Alex Barbosa de Brito, EP

    Fotos:StephenNami

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    32 Heraldos del EvangelioOctubre 2015

    ciones del milagro. El del Nuevo Tes-tamento es desbordante, comparadocon el del Antiguo. Lo excede conmucho! Son los parmetros de mise-ricordia y prodigalidad de la NuevaAlianza inaugurada por Nuestro Se-

    or Jesucristo.Cuando el Maestro ordena que