revista vida nueva no.9

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IGLESIA EN MÉXICO PLIEGO Hacia una libertad religiosa y Estado laico plenos ‘Gaudium et Spes’ La Iglesia y la ciudad secular Del 22 de abril al 5 de mayo de 2012. Núm. 9 • $60.00 • ISSN 2007-2821 VELASIO DE PAOLIS. Delegado pontificio para la Legión de Cristo “Vengo a sacar a la Legión del túnel” SEMANA SANTA Testimonio público de la fe

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Semana Santa. Testimonio público de la fe

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Page 1: Revista Vida Nueva No.9

IGLESIA EN MÉXICO

PLIEGO

Hacia una libertad religiosa y Estado laico plenos

‘Gaudium et Spes’La Iglesia

y la ciudad secularDel 22 de abril al 5 de mayo de 2012. Núm. 9 • $60.00 • ISSN 2007-2821

VELASIO DE PAOLIS. Delegado pontifi cio para la Legión de Cristo

“Vengo a sacar a la Legión del túnel”

SEMANA SANTATestimonio público de la fe

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6 MARIO DE GASPERÍN 6 JUAN RUBIO 17 CARLOS AGUIAR 19 FRANCISCO SEPTIÉN 21 EDUARDO GARZA 38 JOSÉ MARÍA ARNAIZ 45 JESÚS S. ADALID

Encuentro histórico en la Universidad MichoacanaMons. Cristophe Pierre habló ante rectores de universidades públicas y privadas, así como docentes de todos los niveles, sobre la emergencia educativa en el pensamiento de Benedicto XVI

Hay una preocupación genuina de la Iglesia y del Estado por hacer frente a ella. Pág. 16

5Editorial

7La columna del director: Arrieros somosEl obispo, corazón de la comunión eclesial

8A fondoVelasio de Paolis,delegado pontifi cio para la Legión de Cristo

14Iglesia en MéxicoNuevos nombramientos para Tepic y San Luis Potosí

23PLIEGO‘Gaudium et Spes’ La Iglesia y la ciudad secularFrancisco A. Castro Pérez

32En vivoY la Palabra se hizo digital

34Iglesia en el MundoLos Episcopados de Haití y República Dominicana estrechan lazos

42EntrevistaFidel González, historiador de la Iglesia

44CulturaGustavo Martín Garzo publica Y que se duerma el mar sobre la infancia de la Virgen

47CineSecretos de pasión

48Libros

50Al vueloIbrahim Sabbagh, párroco de la iglesiadel Buen Pastor en Jericó

22/04/2012-05/05/2012NÚMERO 9

‘Africae Munus’, una hoja de ruta por aplicarLas Conferencias Episcopales del África Orien-tal acaban de celebrar un taller sobre esta ehortación apostólica postsinodal

El objetivo es procurar que sus contenidos sean conocidos y asimilados por las comunidades cristianas del continente. Pág. 38

Las raíces de la verdadera crisisDesde su perspectiva como historiador de la Iglesia, Fidel González encuentra la raíz de la actual crisis antropológi-ca en vivir “como si Dios no existiese”. Pág. 42

www.revistavidanueva.mx

Gerente Editorial Global:Juan Rubio.

Director Vida Nueva México: Jorge Traslosheros.

Jefe de redacción: Katia Karenina de la Rosa.

Diseño y diagramación: Zoila Carrillo Ballesteros.

Fotografías: Archivo SM. Agencia EFE. Gerardo Sánchez. Carlos Vargas. María del Rosario González. http://www.therebedra-gonsmovie.com/

Colaboradores: Felipe de J. Monroy. Ricardo Nájera. Mario de Gasperín. Jaime Septién.Lourdes Paz. Teresa Gómez. Fernando Men-doza. Fernando Pliego. Luis Arturo García. Laura Juárez. Andrés González Watty. Fran-cisco Porras. María del Rosario González.

Corresponsales: VATICANO: Antonio Pelayo. PORTUGAL: António Marujo. ARGENTINA: Washington Uranga. BOLIVIA: Ronald Grebe. BRASIL: Graziela Cruz. MIAMI: Araceli Can-tero. PERÚ: Instituto Bartolomé de las Casas. VENEZUELA: Andrés Cañizález.

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D.R. ©PPC Editorial S. A. de C. V., 2012

Director Editorial:Augusto Ibáñez.

Director General PPC:Aurelio Matos.

Director PPC-México:Abraham R. Flores.

REVISTA VIDA NUEVA, AÑO 1, N° 9, abril - mayo 2012, es una publicación quin-cenal editada por PPC Editorial, S.A. de C.V., con domicilio en Magdalena N° 211, Colonia Del Valle, Delegación Benito Juárez, México, D.F., C.P. 03100, Tel.: 10878400 ext. 438. Fax: 10878400 ext. 301. Lada sin costo: 01800 2008400, www.revistavidanueva.mx. Editor responsable Jorge Eugenio Tras-losheros Hernández. Reserva de Derechos al uso Exclusivo N° 04-2011-072509195700-102. ISSN 2007-2821. Certifi cado de licitud de título y contenido No.15348 de fecha 6 de octubre de 2011, otorgado por la Comisión Califi cadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Permiso SEPOMEX PP09-1850. Impresa en México por Editorial Impresora Apolo, S.A. de C.V., con domicilio en Centeno 150 local 6, Col. Granjas Esmeralda, Delegación Izta-palapa, México, Distrito Federal C.P. 09850. Tel. 5445-0470, este número se terminó de imprimir el 13 de abril de 2012 con un tiraje de 1, 500 ejemplares. Las fotografías y los artículos fi rmados que aparecen en Vida Nueva, así como las opiniones vertidas en estos, son responsabilidad exclusiva de los autores, no necesariamente refl ejan la postu-ra del editor de la publicación.

Queda estrictamente prohibida la repro-ducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autori-zación de PPC Editorial, S.A. de C.V.

Suscripción anual (23 números): $1,299.

▶SUMARIO

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▶EDITORIAL

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Libertad religiosa y Estado laico sí combinan

El Estado laico, si en verdad lo es, requiere como condición de existencia y operación la plena vigencia de la libertad religiosa

El Senado de la República aprobó dos reformas constitucionales que parecen interesantes. Se trata del artículo 24, en que se reconoce la

libertad de religión como un derecho hu-mano fundamental en coherencia con la Declaración Internacional de los Derechos Humanos, integrados en la Constitución en marzo de 2011; y del artículo 40, en donde se explicita la condición laica en la definición política del Estado mexicano.

Las reformas parecen prometedoras, pero es necesario no caer en ingenuidades. Libertad religiosa y Estado laico forman una combinación de excelente sabor, son un gran logro de la civilización que la Iglesia debe promover como ha señalado Benedicto XVI, pero requiere de grandes equilibrios.

La libertad religiosa no existe por volun-tad del Estado, sino por dignidad humana. El Estado laico, si en verdad lo es, requiere como condición de existencia y operación la plena vigencia de la libertad religio-sa. Los miembros de la sociedad civil la ejercerán por derecho propio, jamás como graciosa concesión de una junta de nota-bles. Hay que generar profunda conciencia cívica y política de que el espacio propio de la religión es la sociedad civil desde la

cual los ciudadanos podrán vivir la fe de su elección y participar en la construcción del bien común. Los católicos debemos comprender, con independencia de lo que entiendan los demás, que la politización de la fe lastima, en primer lugar, a la Iglesia.

No importa en qué lugar del espectro po-lítico se ubique la re-ducción de la fe a un programa de acción con fines de ejercicio del poder. No es buena por ser de izquierda, ni mala por ser de derecha, o viceversa. Ambas pretenden ma-nipular la fe para fines distintos a la religión. Nuestro espacio, lo dijo muy bien el Papa, es la historia, la cultura y la sociedad. Un buen cristiano debe ser un buen ciudadano. Nuestro derecho a partici-par en el debate público es incuestionable, pero se ejerce siempre desde la sociedad civil. Puede y debe haber católicos en la política, coherentes con su fe, atentos a su participación ciudadana y política; pero debemos alejarnos como de la peste de

una “política católica” pues ésta nunca podrá dar cuenta de la complejidad de la Iglesia, ni representar a todos los católi-cos. Para el ejercicio de nuestra libertad debemos abandonar la “esquizofrenia” entre la moral individual y la pública, se-

ñalada por Benedic-to XVI como fuente de incoherencia y fragmentación de la conciencia. La palabra “católico” debe ser el sustan-tivo, condición de identidad por el en-cuentro con Cristo; no un adjetivo que, por serlo, deriva en llana ideología intercambiable. Las reformas constitu-cionales son un pri-

mer paso en un largo camino por recorrer. Son definiciones jurídicas que necesitan llenarse de contenidos culturales a través de la participación ciudadana.

De nada sirve una reforma constitucional si nosotros, católicos, no ejercemos nuestro derecho en público y en privado dentro de la normalidad de una democracia.

Legionarios a prueba

La entrevista que, en exclusiva, publica en este número Vida Nueva México con el delegado pontificio para la Legión de Cris-

to, Velasio de Paolis, muestra el momen-to en que se encuentra la congregación que el Papa ha decidido reformar y, de ser necesario, refundar para ayudar a los más débiles dentro de ella y resca-tar lo que ha sido sembrado desde la autenticidad del Evangelio. En diversos reportajes que Vida Nueva ha publicado, así como en el libro de Juan Rubio titula-do Tolerancia cero reseñado en nuestras páginas, ha quedado bien establecido que, para Benedicto XVI, el combate a los abusos contra menores, la atención

a las víctimas y la reforma integral del clero son aspectos de un mismo proceso de purificación al interior de la Iglesia. El trabajo con la Legión de Cristo es tarea ingente en la cual el Delegado Pontificio ha encontrado obstáculos internos y externos. Una tarea poco agradecida y menos reconocida porque, mientras unos le acusan de hacer poco y con len-titud, otros quisieran pasar por la crisis como si nada hubiera sucedido.

Se pone de manifiesto en esta entre-vista la maraña existente, pero también el esfuerzo por hacer valer las bondades del carisma, eliminar las corruptelas y la mentalidad de la eficiencia y el poder que el Papa denunció como perversa

herencia del “falso profeta” llamado Maciel. El esfuerzo emprendido habrá valido la pena si se solucionan proble-mas de raíz que más adelante pudieran entorpecer el trabajo de sus miembros y su comunión con la Iglesia. Se requie-re de los Legionarios grandes dosis de transparencia y compromiso, dar cuenta puntual de cuanto les ha encomendado Benedicto XVI empezando por el diálogo con las víctimas de Maciel. En suma, ser generosos en responder al Papa y su delegado para que la congregación no viva en la sospecha pública y en la esquizofrenia interna. Dos cosas, justo ahora, no pueden faltar: mucha luz e inequívoca comunicación.

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JUAN RUBIO. Director Vida Nueva España

Ya no hay miedo

Es la Pascua del Señor. La Iglesia renue-va el misterio que le da vida y sentido. No hay que buscar entre los muertos al

que es la vida. Es la clave. En este año, el grito pascual adquiere una mayor signi� cación en el corazón de quienes sufren ataduras de cual-quier índole y que encuentran en el gozo de la Pascua un motivo de esperanza que los lanza al compromiso y no sólo a la plácida espera. Cristo ha vencido a la muerte y a su cohorte. Su fuerza anida en nosotros para que nuestra lucha sea sin cuartel. Feliz Pascua a quienes se ven lanzados a los márgenes de una sociedad

que los ha engordado para ahora escupirlos: jóvenes, niños, mujeres, ancianos, enfermos. La felicitación pascual quiere ser una caricia y un aliento para que, en medio del dolor, recuperen la dignidad como personas. Feliz Pascua a quienes vibran cada día en el calor de la familia, en la fraternidad de los amigos, en el trabajo que enaltece. Feliz Pascua tam-bién a los felices para que sepan contagiar esa felicidad a cuantos lloran y luchan en familias desgarradas por la economía o la ruptura de lazos que la conformaron. Una felicidad que sea testimonio comprometido para quienes están

sin trabajo o en condiciones laborales infrahu-manas; para quienes cada día siguen mirando y buscando en los cristianos el testimonio que refresque el bochornoso camino. Feliz Pascua a los sacerdotes ilusionados y a quienes luchan en su ministerio; a los religiosos y religiosas; a los laicos, que ejercen tareas encomiables. La Pascua nos regala alegría, paz y la serenidad. Con la Pascua desaparece el miedo y nos conver-timos en defensores del amor y la misericordia del Señor. No hay miedo. Jesús no es un fantas-ma. Está vivo cuando cada hombre o mujer de buena voluntad trabaja por un mundo mejor.

En las respuestas del papa Benedicto XVI a las preguntas de

los periodistas, tres veces lo escuchamos decir que “la tarea de la Iglesia es educar las conciencias”, que ésta es una “grande responsabilidad” y que explicitar lo razonable de la fe es una “contribución fundamental para la educación de la conciencia”. Y señala el objetivo: Ésta es una tarea “con vistas a la responsabilidad ética tanto individual como pública” de los fi eles, de modo que el católico podrá actuar con “responsabilidad moral, para desenmascarar el mal y esta idolatría del dinero que esclaviza a los hombres, esas falsas promesas, la mentira y el engaño”.

En el Parque del Bicentenario, el Papa se refi rió a la necesidad que tenemos de “un corazón puro”, limpio de prepotencia y adornado de humildad. En la Biblia, conciencia equivale

a corazón. Fue esa homilía una cátedra de formación de la conciencia nueva que México necesita para ser un país cristiano. El Papa afi rmó contundente: “Es obvio que la Iglesia esté del lado de la libertad: la libertad de conciencia y la libertad de religión”. Esta es una pareja que no se puede separar. A la libertad de conciencia corresponde el derecho a su educación. Si es ella quien nos señala el bien para seguirlo y el mal para evitarlo, actúa en nosotros como vicario de Dios, cuyo designio hay que conocer. Por sí misma reclama formación.

A este deber eclesial de educar las conciencias se han puesto trabas sin cuento en nuestra historia reciente. La conciencia tiene que ver con Dios, pero también con el prójimo; con la vida moral y con la conducta social; con la intimidad pero también y más con la vida económica, política y social. Lo moral

distingue y trasciende lo animal. El liberalismo, al reducir el ámbito operativo de la conciencia sólo a la intimidad individual, despojándola de toda incidencia pública, ha generado la esquizofrenia social en que vivimos. Si en el ámbito de un templo se escucha hablar del tema, el autor de la voz será acusado de interferir en asuntos del Estado, y no reconocido de tocar los de su competencia. ¿A qué sirve una libertad de conciencia sin su respectiva resonancia social? El laicismo intransigente ha deformado, no formado las conciencias. Para educar las conciencias la Iglesia necesita de la libertad religiosa, campo de operación hasta ahora no sólo vedado sino penalmente sancionado. Se le ha negado no sólo la libertad religiosa plena, sino la auténtica libertad de conciencia, porque ésta sólo se edifi ca sobre la verdad.

Ante el abuso del poder, la Iglesia sólo puede oponer la libertad de conciencia. A ella apelaron los mártires y el pueblo ofendido durante la persecución religiosa; a ella ha estado apelando Yingluck contra la dictadura en Tailandia como lo hizo el padre Kolbe ante la bota nazi en Alemania; a ella apeló Antígona ante la razón de Estado en la Grecia precristiana como lo hizo Las Casas ante los encomenderos a favor de los indios; y a ella siguen apelando todos los “presuntos culpables” en el mundo entero. Educar rectamente las conciencias es defender al hombre ante la prepotencia del poder aquí y allá, ahora y siempre. El Papa ha puesto el dedo en una llaga que duele en México y que urge curar; por eso, quienes han califi cado de light el discurso pontifi cio, no han hecho más que confi rmar con su dicho lo acertado y actual de la enseñanza papal.

MARIO DE GASPERÍN GASPERÍN. Obispo Emérito de Querétaro

▶LA PUERTA DE LA FE

Educar las conciencias

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Los obispos son los suceso-res de los apóstoles. Exis-

ten por decisión de Jesús y no por votación mayoritaria de una asamblea, por actos de una autoridad o por capricho de un autócrata. Su misión está bien de� nida en el Evan-gelio y se ha nutrido con la experiencia de dos mil años, con sus errores, desviaciones y aciertos. A lo largo de la his-toria, el episcopado ha mos-trado gran elasticidad, sólida identidad, de� nido carisma y una especial habilidad así para tomar decisiones cole-giadas a través de sínodos y concilios como para asumir responsabilidades propias. Cada región en donde ha � o-recido la Iglesia puede presu-mir de su tradición sinodal. De igual suerte, los ejemplos de san Isidoro de Sevilla, santo Toribio de Mogrovejo y san Francisco Sales podrían mul-tiplicarse por miles. El Con-cilio Vaticano II dio fuerza a esta dimensión comunitaria del acontecer eclesiástico, sin negar la responsabilidad per-sonal de cada obispo.

Benedicto XVI, en su visita pastoral en estas tierras, hizo un enérgico y caritativo lla-mado a los obispos de México y América Latina, para ser el corazón de sus comunidades en armonía con la tradición de la Iglesia, el Concilio Vaticano II, la tradición sinodal de es-tas tierras representada en la Conferencia del Episcopado Latinoamericano de Apareci-da, con la misión continental en curso y la realización del Año de la Fe al que ha convo-cado el Papa. En suma, a ser el alma de la nueva evangeli-zación. El mensaje con� rmó la colegialidad episcopal en “los padecimientos y en la consolación”. Les recordó su

misión de anunciar el Evan-gelio y “con� rmar en la fe al pueblo latinoamericano en sus fatigas y anhelos, con entere-za, valentía y fe � rme en quien todo lo puede y a todos ama hasta el extremo”. Les puso como modelo a los “abnegados e insignes misioneros” que im-plantaron la fe en estas tierras, proclamando el Evangelio con “audacia y sabiduría”. Como historiador, debo decirlo, me llené de gozo por ser un acto de justicia que, espero, dispare una re� exión sobre la deuda impagada con aquellos hom-bres y mujeres excepcionales.

Por ser el corazón de sus co-munidades, los obispos deben cuidar de los seminaristas, acompañar a los presbíteros, disciplinarlos si es necesario, alentar la vida consagrada va-lorando sus distintos caris-mas, fomentar el “espíritu de comunión” entre sacerdotes, religiosos y laicos “evitando divisiones estériles, críticas y recelos nocivos”. Un proble-ma cierto y grave en la Iglesia mexicana que requerirá de grandes dosis de diálogo en la caridad, hasta restablecer una � uida relación de colaboración entre ambos cleros, regular y secular. No hay orgullo que valga. La indicación del Papa

es clara. La iniciativa siempre debe partir de los obispos, lo que no exenta a los religiosos de su vinculación por la ca-ridad. Fue igualmente claro al recordar que los laicos no somos miembros de segunda clase en la comunión ecle-sial. Los laicos requerimos de acompañamiento, formación y valoración no solamente por nuestros esfuerzos concretos y decidido compromiso, tam-bién por el lugar destacado que ocupamos dentro de la Iglesia. Bien dijo, clarito y despacito, que: “no es justo que se sientan tratados como quienes apenas cuentan en la Iglesia, no obstante la ilusión que ponen en trabajar en ella según su propia vocación y el gran sacri� cio que a veces les supone esta dedicación”.

Los obispos tienen una labor profética que realizar dentro y fuera de la Iglesia. Deben estar del lado de quienes son “marginados por la fuerza, el poder o una riqueza que ignora a quienes carecen de casi todo. La Iglesia no puede separar la alabanza de Dios del servicio de los hombres. El único Dios Padre y Creador es el que nos ha constituido hermanos: ser hombre es ser hermano y guar-dián del prójimo”.

Oración y acciónLo ha dicho en diversas

ocasiones. Oración y acción no pueden separase sin po-ner en riesgo la fe. La caridad empieza por el prójimo y no a consecuencia de un programa político. Cada comunidad, en su propio contexto, tiene un compromiso con la vida, la jus-ticia y la paz. ¿Cómo atenderlo sin la comunión de clérigos, religiosos y laicos? ¿Cómo vi-vir la comunión sin el obispo, pastor natural de cada Iglesia?

Las palabras a los obispos fueron oportunas. No obstan-te, sin un espíritu de comuni-dad presente en los religiosos y laicos, su labor se tornaría imposible.

Es muy justo decir que, en no pocas ocasiones, esa re-currente actitud de no pocos laicos (hablo de mi tribu, por supuesto) de apedrear a los obispos casi por deporte y car-garles con las culpas que son de todos, entorpece la reali-dad comunitaria de la Iglesia mucho más que los errores de nuestros pastores.

Somos miembros de la misma Iglesia. Cada quien, en atención a las invitacio-nes del Papa, debe asumir su responsabilidad con caridad y verdad.

▶LA COLUMNA DEL DIRECTOR JORGE E. TRASLOSHEROSDirector Vida Nueva México

JORGE E. TRASLOSHEROSDirector Vida Nueva México

El obispo, corazón de la comunión eclesial

“ARRIEROS SOMOS”

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DELEGADO PONTIFICIO PARA LA LEGIÓN DE CRISTO

DARÍO MENOR

Velasio

“Vengo a sacar a la Legión del túnel”

DE PAOLIS

▶ ▶

Mi misión es sacar a la Le-gión de Cristo del túnel en que se encontraba”.

El cardenal italiano Velasio de Paolis lleva sobre sus espaldas uno de los grandes retos del pontifi cado de Benedicto XVI: refl otar a esta poderosa e infl u-yente congregación, crecida al calor del pontifi cado de Juan Pablo II y resquebrajada por los escándalos de su fundador, Marcial Maciel. Es compleja la misión de De Paolis, nombra-do en mayo de 2010 delegado pontifi cio, lo que le convierte en representante del Papa con autoridad sobre los superiores de los legionarios. Debe im-pulsar unas nuevas reglas en la Legión, limpiar la mancha que dejaron en la estructura de la congregación los errores de Maciel y dar más autonomía al Regnum Christi, el movimien-to de laicos y consagrados del instituto. Su labor, jalonada de problemas (“Cada día surgen cosas nuevas; estos legionarios no te dejan en paz”), se pro-longará hasta fi nales de 2013 o principios de 2014, cuando se celebre el Capítulo General

con el que la Legión debe salir del purgatorio en que la han dejado los crímenes y pecados de Maciel.

A usted le han criticado den-tro y fuera de la Legión. Dicen que su misión va demasiado lenta…

Hemos hecho mucho en este tiempo. Mis cuatro colabora-dores y yo estamos trabajando velozmente. He escrito cuatro cartas a los legionarios y a las

consagradas en las que se deta-lla el camino recorrido y lo que queda por andar. Hasta ahora, el problema ha estado centrado en el gobierno. Se ha criticado sobre todo esta cuestión, pero ese no es el problema princi-pal. ¿Cómo podía gobernar un instituto una persona como yo, externa, que no conoce a los legionarios? La idea opor-tuna, que ha sido ratificada por la Santa Sede, ha sido la de que el gobierno continúe ad nutum Sanctae Sedis, es decir, que la Santa Sede, y el delega-do en particular, interviene en el gobierno. Se dice que no ha cambiado nada, pero al gobier-no han llegado el delegado y sus colaboradores. Esto permite conocer a las personas encarga-das y afrontar las situaciones concretas y los cambios que hay que tomar. Las decisiones se to-man con nosotros, que tenemos poder para decidir sobre todos los problemas.

¿Ha tenido que imponer una decisión en alguna ocasión?

No. Somos todos personas razonables y tenemos presen-tes los problemas. Al fi nal, la

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solución se impone casi por sí misma. Hemos creído oportuno nombrar a dos nuevos conseje-ros en el gobierno. Luego hemos cambiado añadiendo a otros dos. ¿Cómo se dice que no ha cambiado nada?

¿Cree que las críticas vienen de quien esperaba la disolución de la Legión?

Efectivamente. A mí no me han dado este encargo para di-solver la Legión. Esto lo podía hacer el Papa, pero lo que ha hecho es mostrar un camino dividido en etapas. La prime-ra era aclarar el problema de Maciel. La segunda fase fue la visita por parte de cinco obispos, quienes informaron al Papa y, después, la Sala de Prensa del Vaticano hizo un co-municado en términos bastante duros sobre la situación de la congregación. La tercera fase comienza con mi nombramien-to por parte del Papa, quien quiere que la Legión retome su camino, pues dentro hay un gran número de personas que tienen un gran celo y quieren trabajar por el Reino. Mi nom-bramiento llega cuando el Papa ya ha hecho un gran análisis:

piensa que la Legión no debe ser suprimida, hay que hacer un esfuerzo para purificarla y salvarla. Que nadie espere la destrucción o la decapitación. Mi misión es intentar sacar a la Legión del túnel en que se encontraba.

ResponsabilidadesHabla de intento. ¿Logrará

su objetivo?Soy positivo. Si no lo fuera,

no seguiría. El trabajo puede producir buenos frutos. Ya hay cosas buenas que se ven, y espero encontrar más. Se está dando por descontado que los superiores han cometido crí-menes y que, por tanto, deben convertirse o hay que cortarles la cabeza. La realidad es que la mayoría no tiene ninguna responsabilidad respecto al comportamiento de Maciel. Se han mantenido fieles a su de-ber. Sentían que habían dado la vida por la Legión y se veían culpabilizados. No podemos confundir al fundador con la Legión, aunque necesariamen-te, como afirmaba el Boletín Oficial de la Santa Sede, algu-nos comportamientos y parte

de la mentalidad del fundador ha entrado en la estructura de la Legión.

¿Se puede salvar a algunos de estos superiores, teniendo en cuenta la penetración de esta mentalidad?

De los superiores que colabo-raron con Maciel ya no queda casi ninguno. Maciel hacía lo que quería, gobernaba de forma personal. La mayoría pensaba que era un hombre santo e in-tocable. Si los superiores no veían lo que sucedía, no era por maldad.

Usted mismo ha dicho que “no podían no saber” lo que estaba ocurriendo.

Este principio de que “no po-dían no saber” puede ser una fuente de errores e injusticias. Hasta yo mismo sabía que ha-bía denuncias. Estaba todo en Internet. ¿Pero se podía creer lo que se decía de Maciel?

Las personas que estaban cerca de él no solo sabrían de lo sucedido a través de Inter-net: lo habrían visto con sus propios ojos…

Cuando han buscado, lo han descubierto. Y cuando lo han hecho, han denunciado. Así se

inició el camino que llevó a la destitución de Maciel. Pero al principio, cuando comenzaron estas noticias, a Maciel se le consideraba un santo y se decía que las acusaciones eran falsas.

¿Aconsejaría la Legión a un joven con vocación sacerdotal?

Sí. Al igual que diría que sí con otros institutos. Yo veo a los Legionarios de Cristo como un instituto que está siguiendo su camino y que sigue recibiendo vocaciones.

¿Habla a menudo con el Papa sobre los legionarios?

Cada cierto tiempo le hago un informe. El Papa quiere que los legionarios sigan un camino de renovación y lleguen a un Capí-tulo del que salgan unas nuevas Constituciones. Con el paso del tiempo, han ido apareciendo problemas nuevos. Hemos te-nido que resolver el problema de las víctimas. Luego está la

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▶ ▶

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DE PAOLISVelasio

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cuestión de la deuda y la crisis económica, que al principio era la última cosa en la que pensa-ba. Y, por último, el problema de los y las consagradas del Regnum Christi. Nos damos cuenta ahora de que tal vez deberíamos haber comenzado por el final. Cuando comenza-mos, lo hicimos con la Legión. Esto ha creado el primer gran problema, tal vez porque no nos dábamos cuenta de que la Legión no es únicamente ella; la realidad más grande es el Regnum Christi, un movimien-to grandioso.

¿Seguirá el Regnum Christi un camino separado al de los Legionarios?

Estamos estudiando cómo armonizar estas tres realida-des: Legión, Regnum Christi y, dentro de este último, el llama-do tercer grado: los consagra-dos. El Regnum Christi es un pueblo de 60.000 personas, con un apostolado grandioso. Los laicos, con tres niveles de compromiso distinto, tienen un objetivo común: luchar por el Reino. Queremos que se res-tituya a esta realidad toda su belleza y esplendor. Si supera las insidias del pasado, puede ser un bien para todos. Nadie quiere la muerte del Regnum Christi.

Regnum Christi¿Qué es lo que precisa este

movimiento?La visita apostólica ini-

cial era a los legionarios, no al Regnum Christi, pero los miembros de este dijeron que también querían una visita. Se encargó de ella el arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, que es una persona muy digna y prudente, y ha sido aplaudida por todos. Al principio de mi responsabilidad como delega-do, no me encargué del Regnum Christi, pues me parecía una in-jerencia. En septiembre empe-zamos a trabajar con el informe

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“SI DICES COSAS BUENAS DE LA LEGIÓN, NADIE TE CREE”

A mediados del pasado mes de febrero, el cardenal Velasio De Paolis dio otro golpe de timón en el gobierno de la Legión: sustituyó al vicario general y a uno de los consejeros generales. El “número dos” de la congregación es ahora el alemán Sylvester Heereman, quien sustituye a Luis Garza, un hombre del círculo de Marcial Maciel que se encargaba de la cuestión económica. El otro nombramiento recayó en el brasileño Deomar de Guedes. ¿Por qué ha elegido a Heereman y De Guedes?Fueron de los más votados por los propios legionarios. El primer criterio al elegirlos era que tuvieran la confianza del resto. El segundo, que fueran representativos de una realidad internacional, no solo del mundo hispano. El tercero, que fueran jóvenes y no estuvieran ligados a Maciel. El cuarto motivo es que no hubieran sido ya superiores. Y el quinto, que tuvieran buenas capacidades para el servicio de la autoridad. ¿Garza ha sido cesado o pidió él la dimisión? ¿Y Corcuera, también la pidió? Se trata de preguntas estrictamente personales, a las que no es oportuno dar una respuesta. Me parece que son otros los problemas conectados con estas preguntas: eliminar a una persona significa dar un juicio sobre ella y avalar todos los rumores. Para mí, es un problema moral. ¿Cómo puedo avalar la destrucción de una persona sin conocerla? De hecho, sobre Luis Garza no hay nada. Estará su personalidad, que puede gustar más o menos, pero no ha cometido ningún crimen. Para mí, habría sido muy fácil conseguir el aplauso general eliminando a estas personas, pero, ¿a qué precio? Garza lo ha dejado ahora porque la provincia de los Estados Unidos está pasando por un momento económico difícil y él tiene capacidades en este campo. Él manifestó su disponibilidad para este cargo y, tras mandar un visitador a la provincia, vimos que contaba con el respaldo mayoritario de los sacerdotes de la provincia para ser provincial. Con los superiores y con la propia Legión pasa un fenómeno extraño: dices todo el mal posible y te creen. Si dices cosas buenas, en cambio, no te cree nadie. ▶ ▶

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de Blázquez. Su juicio es sus-tancialmente positivo, aunque habla de algunos aspectos que hay que examinar, sobre todo en relación a la formación. Se confiaba demasiado la forma-ción a los legionarios. Otra de las cosas que hay que revisar es que el Regnum Christi necesita una mayor autonomía.

¿Qué va a hacer en el caso de las consagradas?

No las habíamos tomado en consideración hasta hace poco. El número de consagrados es pequeño en comparación con el de consagradas. Ellas son mu-chas más, en torno a las 800, mientras que los hombres son alrededor de un centenar y vi-ven con los legionarios, como si fueran hermanos laicos. Las consagradas, sin embar-go, viven en comunidades. La presencia de los legionarios sobre ellas es muy fuerte: está el problema de la formación, de la dirección espiritual, de la misión, del gobierno, etc. Estas cosas tienen que ser revisadas para tener más autonomía. Pri-mero hay que reflexionar sobre esta vocación y darle un marco, examinar si puede permanecer o debe ser modificada. Hemos organizado encuentros y he-mos visto una consonancia muy fuerte. Las consagradas decían que querían seguir los conse-jos evangélicos trabajando en asociaciones conectadas con los legionarios. Hemos partido

de ahí, encontrando un gran acuerdo.

¿Cuándo surgieron las fric-ciones con las consagradas?

Mientras estaba haciendo este trabajo, comenzaron a aparecer voces de un grupo inquieto. Algunas eran de las que llevaban más tiempo, has-ta 40 años. Había rumores de que sentían una cierta dificul-tad, pero nadie la mostraba abiertamente. Al final de uno de estos encuentros de trabajo se supo que se estaba creando esta asociación para acoger a las que salían.

Consagradas que se van¿No ha sabido de este nuevo

instituto, Totus Tuus, hasta su creación oficial?

No. Había rumores, pero siempre eran desmentidos.

¿Tampoco le llamaron para avisarle desde Santiago de Chi-le, donde ha sido creado?

El arzobispo de Santiago está en su derecho: un obispo pue-de crear una asociación. A mí nadie me dijo nada. Tras los rumores, algunas consagradas en Italia y Monterrey crearon turbación. Entonces pensé que sería bueno que fuese a Méxi-co –porque era el lugar donde había un mayor número de es-tas consagradas que querían abandonar el Regnum Chris-ti– para entender y aclarar qué pasaba. Llegué a México el 23 de febrero. Al día siguiente me

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▶ ▶

EL “COMPLEJO PROBLEMA” DE LA LIBERTAD MAL ENTENDIDA

¿Había una concepción errónea de un concepto tan evangélico como la libertad dentro de la Legión?Es un problema complejo. Mi impresión es que, por un lado, había efectivamente un peligro de que hubiese un control excesivo de la libertad. Pero por otro lado, yo no conozco a religiosos que gocen de una libertad tan amplia como los legionarios. Existe un control en las ideas, un problema en la relación entre la parte interna y externa. Pero si miras la vida individual de los legionarios, ves que están siempre dando la vuelta al mundo. Tienen una gran libertad para moverse y emprender nuevos proyectos. Su éxito y sus problemas vienen de ahí: han aprovechado mucho las capacidades del individuo.Y entonces, ¿todas las disposiciones que regulan hasta los aspectos más nimos de la vida, hasta cómo deben comer un plato de pasta, no le parecen una limitación de la libertad?Es difícil. Al analizar a los legionarios, hago una afirmación y luego tengo que corregirla. No es fácil comprenderlo. Hay aspectos buenos y otros contradictorios. Son situaciones que deben ser analizadas con tiento, pues hay riesgo de equivocarse. El problema de los legionarios es que han dado una imagen precisa de ellos mismos.

DE PAOLISVelasio

llegó una carta de uno de mis colaboradores en la que me ad-juntaba el decreto de erección de Totus Tuus. Se decía que el Papa estaba de acuerdo en la creación. Quería aclarar este hecho. El parecer favorable del Papa es a la creación de esta asociación, no a la salida del Regnum Christi. Es una sutileza importante. Nadie quiere que quien deja el Regnum Christi sea golpeado. Es una elección libre. Si se les puede inserir en otra asociación, bienveni-do sea. Pero no puede parecer que quien se queda, va contra

la obediencia. El Papa bendice la acogida, que es algo bueno, no la partida, que es discutible.

Estas consagradas decían que habían perdido la confian-za en los dirigentes.

Ese argumento no es un ele-mento decisivo para la voca-ción. Esta no es una respuesta a un hombre, sino a Dios. Para mí no es un motivo, aunque lo respeto. Yo quiero asegurar a quien se queda. No es correc-to decir que se ha perdido la confianza porque aún no se han aclarado los crímenes de Maciel. Si se quieren ir las con-

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sagradas, incluso todas, que lo hagan, pero con respeto.

¿Piensa que habrá más per-sonas que dejan la Legión o el Regnum Christi?

Este es otro motivo de con-fusión. Se ha dicho que han salido 300 consagradas, pero no se explica que esas 300 han dejado el Regnum Christi en estos últimos cinco o seis años. La crisis existía, pero no era de ayer, sino desde que estalló el caso Maciel. Nosotros hemos tomado las riendas del Regnum Christi el pasado mes de sep-tiembre. ¿Cómo se puede hacer caer sobre nosotros la respon-sabilidad? Hay algo ahí que, en parte, se me escapa. Cuando pensábamos haber cumplido un paso positivo, en el que ha-bíamos tenido la concordancia casi unánime, nos hemos visto golpeados de improviso. Ahora han salido entre treinta y cua-renta consagradas a esta nueva realidad de Totus Tuus.

¿Malén Oriol, la anterior res-ponsable de las consagradas, ha abandonado para formar parte de Totus Tuus?

No lo sé. Su actitud es difí-cil de entender. Conmigo, Ma-lén Oriol hablaba poco. Entre septiembre y octubre del año pasado vino a verme para de-cirme que estaba dispuesta a dejar su puesto si yo lo creía oportuno. Le dije que no y que era ella quien debía decidir si continuaba. Luego parecía que quería quedarse. Al final, en una asamblea se levantó y dijo que renunciaba a su cargo. Le pedí entonces que reflexionase y me comunicase después su parecer. Lo que hizo ella fue mandar una carta diciendo que esperaba una respuesta mía. Después vino a verme y le dije que aceptaba su renuncia, pero le pedí que no dejase el Reg-num Christi. Ella me contestó que quería seguir pero, pocos días después, llegó su solicitud para salir.

Otra ruptura: la de la agencia de noticias Zenit. ¿Cuál ha sido su posición en la marcha de su anterior director, Jesús Colina?

Es una cuestión normal en una relación laboral. Jesús Co-lina vino a verme diciéndome que los legionarios le habían traicionado. No hay que olvidar que Zenit pertenece a la Legión. Colina quería que fuese transfe-rida a otros. Si no se veía capaz de seguir colaborando, debía ser él quien se retirase.

¿Se puede salvar el carisma de la congregación con un fun-dador como Maciel?

Teóricamente esto ha sido ya respondido. En la historia de la Iglesia han sucedido casos de fundadores que luego no siguen el camino correcto.

Maciel, gran pecador¿Por qué no ha enterrado por

completo la figura de Maciel?No podemos negar que es el

fundador, es un hecho históri-co. Ya no se le llama “padre” y hemos pedido que sus textos no se lean en público. El tema de Maciel debe ser analizado con calma. No es una figura ejemplar, pero ¿es un demonio o un pobre pecador? Si fuese un demonio, no podríamos salvar nada. Si es un pobre pecador, algo bueno puede haber hecho. Si demonizamos a Maciel, hace-mos difícil la comprensión de la Legión. Si lo consideramos un pecador, podemos entenderla.

¿No es peligrosa esta equi-distancia al analizar la figura de Maciel?

¿Se puede decir que Maciel no ha buscado el bien? ¿No ha intentado hacer algo útil para la Iglesia? Hay valores de los Legionarios, como la obedien-cia a la Iglesia o el respeto a la doctrina, inculcados por él, que no pueden ser negados. La línea de principio es que hay

una fidelidad. No se puede de-cir que Maciel es un demonio. ¿Le parece un razonamiento válido?

No, pero no soy yo quien debe juzgar.

Está claro que ha hecho cosas graves, pero dependen más de la debilidad del hombre que de la maldad.

¿Los abusos sexuales, y en especial a menores, son una debilidad?

No quiero y no puedo jus-tificarlo. De hecho, nunca se condena lo suficiente. Pero esto no transforma al pecador en un demonio. Maciel era un pecador, y grande, pero no un demonio. El papa Benedicto XVI ha dicho que Maciel era una figura enigmática. Nos en-contramos frente al misterio de la persona humana, con su responsabilidad, que a nosotros se nos escapa. Es un abismo in-sondable de pecado y de gracia.

¿A qué resultados ha llegado la comisión encargada de las víctimas?

Nosotros no teníamos el de-ber de buscar a las víctimas. Quien se sentía víctima podía hacer una petición a la comi-sión. Las víctimas, al final, han sido menos de diez, cada una de las cuales ha recibido indem-nizaciónes de 15.000, 25.000 o 35.000 euros. En algunos casos, incluso algo más.

“El Regnum Christi tiene que lograr más autonomía”

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▶IGLESIA EN MÉXICO

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El Senado aprobó los cambios constitucionales de los artículos 24 y 40

Hacia una libertad religiosa y un Estado laico plenos

Con 72 votos a favor y 35 en contra, la Cámara de Senadores aprobó el 28 de marzo “en lo particular y en lo

general” los cambios al artículo 24 cons-titucional, que garantizan una mayor li-bertad religiosa en el país. En el recinto legislativo, había en el momento de la votación, un total de 107 senadores. Por tratarse de un cambio en la Constitución, se requería la votación de mayoría calificada de dos terceras partes de los senadores, es decir 72 votos.

La ampliación de la libertad religiosa en México pasó de panzazo. Ahora se requiere que la mayoría de los Congresos Locales apruebe la reforma, para que quede plas-mada en la Constitución Federal.

El texto que aún está vigente en el artí-culo 24 es como sigue: “Todo hombre es libre para profesar la creencia religiosa que más le agrade y para practicar las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley. El Con-greso no puede dictar leyes que establez-can o prohíban religión alguna. Los actos

religiosos de culto público se celebrarán ordinariamente en los templos. Los que extraordinariamente se celebren fuera de éstos se sujetarán a la ley reglamentaria”.

El texto constitucional con la reforma aprobada por el Senado quedaría como sigue: “Toda persona tiene derecho a la libertad de convicciones éticas, de con-ciencia y de religión, y a tener o adoptar en su caso, la de su agrado. Esta libertad incluye el derecho de participar, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, en las ceremonias, devociones o actos de culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley. Nadie podrá utilizar los actos públicos de expresión de esta libertad con fines políticos, de proselitismo o de pro-paganda política”.

Nuestro país había firmado la Declara-ción Universal de los Derechos Humanos, el Pacto de San José y el Protocolo de San Salvador, que son tratados internacionales en los que se ratificaban los derechos hu-manos, incluyendo desde luego la libertad religiosa. México tenía que plasmar en

su Constitución el derecho humano a la libertad religiosa.

En ese sentido, el 15 de diciembre de 2011, la Cámara de Diputados aprobó con el voto a favor de 199 legisladores, 58 en contra y 3 abstenciones el proyecto de reforma propuesto por el diputado José Ricardo López Pescador.

Pasó entonces a la Cámara de Senadores.El 1° de febrero de este año se leyó la

minuta del proyecto de dictamen de re-formas en el Senado, y se pasó a estudio a las Comisiones Unidas de Puntos Cons-titucionales y de Estudios Legislativos, donde finalmente fue aprobado el 27 de marzo, y se pasó al pleno para su estudio y discusión al día siguiente.

El miércoles 28 de marzo, participaron en total 11 senadores para discutir el tema: tres a favor y ocho en contra.

Por cierto, previo a la discusión de las reformas al artículo 24 constitucional, fue aprobada la adición del adjetivo “lai-ca” a las otras características del artículo 40, para que México quedara como una República representativa, democrática, laica y federal.

Discusiones estérilesEl senador del PRI, Melquíades Morales,

leyó el proyecto de dictamen. Dijo que se trataba de “consolidar la República y Esta-do laico y enriquecer los derechos huma-nos”, ya que es necesario “elevar a rango constitucional estos derechos, pues en la medida que ampliemos el universo de los

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derechos humanos en nuestra legislación, estaremos dando respuesta y cumplimiento a las luchas y anhelos de los mexicanos por conseguirlo”.

Tras él, el senador Daniel Noé Delgado, del Movimiento Ciudadano, comenzó la lista de los senadores a favor del no a las reformas. El senador Delgado expresó que los cambios constitucionales negaban “la razón del estado laico en México”.

Posturas similares adoptaron los otros senadores que se expresaron en contra. Rubén Velázquez, del PRD, llegó a decir que las reformas al 24 parecían “incitar a la alteración del orden público y la con-frontación de la sociedad”.

Pablo Gómez, del PRD, y María de los Ángeles Moreno, del PRI, se refirieron, en cambio, a lo innecesario de las reformas. Ésta última afirmó que “no han cesado los esfuerzos de la alta jerarquía católica, y de algunos representantes de otras iglesias, para lograr mayores privilegios y posibi-lidades de actuación en esferas de la vida política y social del país”.

Por su parte y en respuesta a los sena-dores que habían puesto en la mesa de discusión el tema histórico para impedir las reformas, Santiago Creel, del PAN, ex-presó que “no podemos hablar de lo que aconteció hace algunos años en nuestro proceso histórico y que derivó en violencia de una guerra civil interna, precisamente por el debate de estos conceptos que hoy los podemos discutir sin violencia, respetando la diferencia precisamente porque tenemos instituciones democráticas”.

También participó a favor Fernando Bae-za, del PRI, aunque manifestó que “hay que hacer en torno al tema una reflexión que es fundamental, y que desde luego da mayor carga emotiva a los temas; el utilizar la religión con propósitos polí-

ticos”. Seguramente recordó cuando en 1986 fue declarado gobernador de Chihu-ahua, a pesar de que diversos sectores de la sociedad adujeron un fraude electoral, denuncia que hizo suya la Iglesia Católica y anunció el cierre de los templos en señal de protesta, aunque fue anulada por parte de la Santa Sede.

Al final, se solicitó la votación a los 107 senadores presentes. 71 votos a favor y 35 en contra. Pero faltaba una senadora que no había dado a conocer su voto. Tras unos instantes de zozobra, emitió su voto a favor. Se completaba la mayoría calificada. Así, el Senado aprobaba las reformas al artículo 24 constitucional. El mismo 28 de marzo, la Arquidiócesis de México, en un comunicado de prensa, felicitó a los senadores por aprobar las reformas. “Nadie debe sentirse amenazado por la ampliación del reconocimiento constitucional de la libertad religiosa, pues lo único que la Igle-

La lucha por lograr una auténtica libertad religiosa en nuestro país tuvo un avance significativo en 1992, cuando el Estado mexicano reconoció a las Iglesias, gracias a la reforma del artículo 130 constitucional. La simulación había terminado. Como paso natural, el 21 de septiembre de 1992 se restablecieron relaciones diplomáticas entre México y la Santa Sede.Pero tuvieron que pasar 18 años para que la libertad religiosa fuera nuevamente tema legislativo. El 18 de marzo de 2010, el diputado del PRI José Ricardo López Pescador presentó el proyecto de decreto que pretendía reformar al artículo 24 constitucional, “con la finalidad de reconocer sin restricción alguna la libertad religiosa”. En la exposición de motivos del proyecto, el diputado afirmaba que “un Estado laico sin libertad religiosa plena resulta incomprensible”.

HISTORIA DE UNA REFORMA

sia Católica pide es un espacio de libertad para cumplir su cometido de anunciar el Evangelio de Jesucristo, que ayude a que nuestra patria avance por el camino de la fraternidad, la paz, la concordia y la reconciliación”.

Paso importante y necesarioPosteriormente, la Conferencia del Epis-

copado Mexicano, en voz de su Secretario General, Mons. Víctor René Rodríguez Gómez, reconoció el trabajo del Senado de la República “por la aprobación a las reformas del artículo 40 y artículo 24 cons-titucional, en los cuales se establece el Estado laico como fundamento de la vida constitucional del país y se garantiza la plenitud del ejercicio de la libertad reli-giosa de toda persona dentro del territorio nacional”. Dijo que “esta reforma hace que nuestro país se integre plenamente al conjunto de naciones que promueven los valores democráticos como un camino sólido y auténtico para la participación de todos los ciudadanos, que buscan mejores condiciones de vida, desarrollo de las fa-milias y comunidades”.

Estas reformas llevan a consolidar una mayor libertad religiosa en nuestro país. Pero de ninguna manera el camino se ha acabado. Sólo se ha dado un paso muy importante por el respeto a los derechos humanos, porque debemos entender que la libertad religiosa no es un asunto religioso, sino de derechos humanos.

FERNANDO MENDOZA J.

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▶IGLESIA EN MÉXICO

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Encuentro del Nuncio Apostólico con educadoresEn Michoacán, docentes y autoridades dialogaron ante la emergencia educativa

Resultó altamente significativa y muy alentadora la presencia, en Morelia, el pasado 22 de febrero, del Sr. Arzo-

bispo Mons. Christophe Pierre, el Nuncio Apostólico del Vaticano en nuestro país, para hablar ante rectores de universidades públicas y privadas, confesionales y no, profesores y educadores de instituciones de todos los niveles de la capital michoacana y del Estado, sobre la emergencia educa-tiva en el pensamiento de Benedicto XVI. No es exagerado calificar, como de hecho lo hizo en la presentación introductoria Mons. Carlos Cázares, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Morelia, este encuentro de histórico, impensable no sólo antes de 1992, sino hace incluso unos diez años. Un signo especialmente fuerte de ello fue la presencia de la Secretaria de Educación en el Estado, la Mtra. María Teresa Herrera Guido, recién nombrada por el nuevo go-bernador del Estado, el Lic. Fausto Vallejo Figueroa, así como la presencia tanto del Rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, el Dr. Salvador Jara Guerrero, como directivos y profeso-

res investigadores de la Máxima Casa de Estudios del Estado de Michoacán, sobre todo de las Facultades de Filosofía, de Derecho y Ciencias Sociales, del Instituto de Investigaciones Históricas y otras. Y es que la Universidad Michoacana es una institución que se remonta al Colegio de san Nicolás, fundado por don Vasco de Quiroga en el siglo XVI, y una de las más antiguas de nuestro país, y que, como Uni-versidad Pública refundada en 1917 con su actual nombre, guarda celosamente el principio y la importancia de la laicidad, a pesar de que, durante décadas, como ha ocurrido en la historia de México en general, tal valor ha sido malentendido y malinterpretado, y la propia institución universitaria parece estarlo recuperando y entendiendo en su significado prístino sólo hasta ahora, en años muy recientes, y una muestra de ello, síntoma alenta-dor, es justamente el acontecimiento al que nos estamos refiriendo. Así, el propio Nuncio Apostólico enfatizó que su interés era dar cuenta del mensaje del papa Bene-dicto XVI, en la importancia del carácter

de testimonio que debe tener el proceso educativo, tanto en el seno familiar como en el contexto educativo institucional. La manera en que lo expresó Mons. Pierre es palmaria: “El testigo es el primero en vivir el camino que propone. En efecto, el con-texto de emergencia educativa en el cual nos encontramos acrecienta la demanda de educadores que sepan ser testigos creíbles de aquellas realidades y de aquellos valores sobre los cuales es posible fundar tanto la existencia personal de cada ser humano como de la vida social”. Y ya había él antes enfatizado que, para el Santo Padre, el valor de la verdadera fe y el de la razón no se contradicen, sino que, al contrario, se fortalecen.

Que la convocatoria haya tenido el éxito que tuvo y haya reunido a la comunidad educativa michoacana del ámbito público y privado muestra que, efectivamente, hay un reconocimiento común, tanto de la Iglesia como del Estado, de que hay una verdadera emergencia educativa y hay una preocupación genuina por hacer frente a ello.

Tarea de la IglesiaEn la conferencia del Nuncio Apostó-

lico hubo también varios momentos de autocrítica, que subyacen a la propia re-flexión papal, como a sus consideraciones. Señala por ejemplo que, en ese “saber ser testigos creíbles”, deben estar en primer lugar los obispos y los sacerdotes, pues la Iglesia es la guía de ese dar testimonio en que consiste primariamente el educar. De hecho, hacia la parte final de su brillante intervención, Mons. Pierre subrayó el in-negable papel de la Iglesia como creadora de cultura y civilización, forjadora de pue-blos e individuos comprometidos desde su fe y valores cristianos, comprometidos a construir justamente una civilización del amor. Este compromiso debe ser asumido igualmente hoy, como respuesta al man-dato de Cristo mismo; la tarea educativa es tarea de la Iglesia, prioritaria por ello mismo, y no puede ni debe quedar excluida de ella. Su papel ha de ser el de dar un rostro más humano, como lo ha señalado repetidamente el papa Benedicto XVI, espe-cialmente en tiempos de crisis, justamente de auténtica emergencia educativa, como la que hoy vivimos.

DR. EDUARDO GONZÁLEZ DE PIERRO

FACULTAD DE FILOSOFÍA “SAMUEL RAMOS”, UMSNH

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Benedicto XVI nombró a Mons. Luis Artemio Flores y a Mons. Jesús Carlos Cabrero

Nuevo obispo de Tepic y nuevo arzobispo de SLP

La Conferencia del Episcopado Mexi-cano (CEM), en dos comunicados de prensa casi simultáneos, uno del 30

de marzo y el otro del 3 de abril, publicaba que el Papa Benedicto XVI había nombrado a dos nuevos obispos. A Mons. Luis Arte-mio Flores Calzada para Tepic y Mons. Jesús Carlos Cabrero Romero para San Luis Potosí.

Así, la madrugada del viernes 30 de mar-zo de 2012, el Papa dio a conocer el nom-bramiento de Mons. Luis Artemio Flores Calzada como el 8º obispo para la Diócesis de Tepic, quien se desempeñaba como Obispo de la Diócesis del Valle de Chalco, en el Estado de México. Mons. Flores Calza-da sucede en el servicio episcopal a Mons. Ricardo Watty Urquidi, quien falleció el 1° de noviembre de 2011. La fecha de su llegada a la Diócesis de Tepic se dará a conocer en los próximos días.

A su vez, Jesús Carlos Cabrero Romero, de 66 años, hasta ahora obispo de Zaca-tecas, sustituirá en el cargo al arzobispo Luis Morales Reyes, quien presentó su renuncia al cumplir sus 75 años.

Datos biográfi cosMonseñor Luis Artemio Flores Calzada

nació en San Antonio Tultitlán, Estado de México, Barrio de San Juan, el día 28 de abril de 1949. Realizó sus estudios de Filosofía y Teología en el Seminario Mayor de la Arquidiócesis de Durango y un año de magisterio en el Seminario Menor de Texco-

co. Ya ordenado sacerdote, desempeñó va-rios cargos, entre ellos: vicario parroquial, párroco, prefecto y profesor en el seminario menor y mayor, juez y promotor de Justicia en el Tribunal diocesano y vicario episcopal de la II Vicaría de Texcoco. En 2003 fue nombrado primer Obispo de la Diócesis de Valle de Chalco y fue consagrado el 8 de septiembre del mismo año. En el Con-sejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) colaboró en el departamento de justicia y solidaridad en la sección de Pastoral Social, de 2007 a 2010. En la CEM, es responsable de la Comisión Episcopal para la Pastoral de la Comunicación. Asimismo, el Papa Benedicto XVI lo nombró miembro del Consejo Pontifi cio para los trabajadores de la Salud, en diciembre del 2010, por un periodo de 4 años.

Por su parte, monseñor Jesús Carlos Cabrero Romero nació en 1946, en San Luis Potosí, ciudad en cuyo seminario menor y mayor realizó estudios eclesiás-ticos. Fue ordenado sacerdote en 1972 y es licenciado en Teología Espiritual por la Universidad Pontifi cia Gregoriana, de Roma. Entre otros cargos, fue vicerrector del Colegio Mexicano en Roma. En el año de 2009 fue nombrado Obispo de Zacate-cas. Dentro de la Conferencia Episcopal Mexicana es responsable de la estructura que garantiza la seguridad social al clero. Sus respectivas diócesis se alegraron con estos nombramientos.

KATIA DE LA ROSA

Carlos Aguiar Retes

Estado laico auténtico

Desde el Concilio Vaticano II la Iglesia se pronunció en favor de la libertad de religión o libertad religiosa, cuya con-

secuencia fue terminar con los Estados Confesionales, es decir, con la religión de Estado. Aquí surge el concepto posi-tivo del Estado laico como un garante protector y promotor de la libertad re-ligiosa para los ciudadanos. Por tanto, un Estado laico no es antirreligioso, ni anticlerical, sino respetuoso de todas las confesiones religiosas presentes en el país. Las reformas a los artícu-los 40 y 24 nos dan una clara señal de que hemos dado un gran paso: No hay un auténtico Estado laico sin libertad religiosa, y ésta encuentra su protec-ción en el Estado laico. Por otra parte, una auténtica democracia es la que garantiza a los ciudadanos el respeto y la vigencia de los Derechos Humanos Universales. México tenía esta deuda. Por eso, resulta de gran trascendencia la reforma constitucional de estos dos artículos. Asimismo, es fundamental para la Iglesia y los creyentes tener un reconocimiento jurídico que permita expresar sus convicciones religiosas públicamente y asociarse y actuar en consecuencia con otros con base en su fe. Considero que podremos poco a poco tomar conciencia de esta nueva situación para favorecer la colaboración abierta con cualquier sector social y público en orden a intereses comunes y positivos. México, como lo recordó el Presidente Felipe Calderón en su dis-curso de bienvenida al Papa Benedicto XVI, es el segundo país en el mundo con mayor número de católicos. Es pues muy signifi cativo el paso dado, me con-gratulo con la esperanza de lograr una sociedad plural y siempre abierta al diálogo con todos, independientemente de la profesión religiosa de sus habi-tantes, y que la mayoría integrada por los católicos dé testimonio, participe y oriente su vida y actividades, buscando el bien de todos los mexicanos.

Mons. Luis Artemio Flores Mons. Jesús Carlos Cabrero

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▶IGLESIA EN MÉXICO

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Miles de peregrinos de distintos pueblos celebraron estos días como ya es tradición

Así se vivió la Semana Santa en Taxco, Guerrero

Vivir la Semana Santa en Taxco, Gue-rrero, es vivir una práctica religio-sa diferente de muchas de las que

se pueden tener en el amplio territorio mexicano. Sin temor a equivocarse, puede decirse que en Taxco se respira un clima colmado de misticismo, de recogimiento y de espiritualidad que se manifiesta en todos y cada uno de sus habitantes.

Los rituales religiosos de la Semana San-ta dan inicio el Viernes de Dolores con los miles de peregrinos originarios de distintos pueblos como los de San Agustín Oapan, de los pueblos del Balsas, de San Pablo Oztotepec y de Xochimilco, entre otros más, que llegan a Taxco con el firme propósito de llevar a cabo las ceremonias que, desde tiempos muy lejanos y hasta la fecha, han logrado mantener vigentes. El Domingo de Ramos, la imagen de Jesús montado en un burro, llamada “San Ramitos”, llega desde Tehuilotepec, pueblo que fuera de españo-les, fundado por mineros que trabajaron con Don Francisco de la Borda, hermano de Don José de la Borda, quien ordenó y pagó la construcción de una iglesia principal de Taxco: Santa Prisca. Las palmas que utilizan para este evento son traídas de los pueblos cercanos a Taxco, especialmente de Tlamacazapa, donde las decoran.

Procesiones, un papel principalLa procesión del Miércoles Santo de la

Hermandad de los Encruzados está dedi-cada a la Santísima Trinidad y participan también mujeres que arrastran cadenas, cargan un crucifijo o velas en las manos y se mantienen agachadas durante el re-corrido. Entre otras imágenes que llevan, una de las más importantes es la del Cristo de los Plateros.

El Jueves Santo resulta ser uno de los más representativos de la región. Comienza por la mañana en el Atrio de Santa Prisca en el Huerto de los Olivos, previamente construido con ramas y flores, y adornado con aves de distintas especies que cantan todo el día. En el fondo del huerto colocan la imagen de Jesús que se venera en la Capilla de Indios de la iglesia; la acompa-ñan niños de distintas edades, vestidos de ángeles. Un Cristo muy importante dentro de la Semana Santa es el de Xochula y este día es conducido por las personas originarias de su pueblo para depositarlo en el Templo de la Santa Veracruz; aquí llegan más de 15 Cristos de sus comuni-

dades, algunos de ellos son imágenes an-tiguas queridas, admiradas y sobre todo veneradas. En Santa Prisca se realiza la Liturgia de la Última Cena y el Lavatorio de Pies, en una simbología de humildad. En las calles de Taxco, se puede observar a las personas que representan la guardia romana, los soldados que transitan las avenidas principales del pueblo; entre ellos se encuentra Judas Iscariote, quien sostiene en sus manos una bolsa de tela con las monedas de plata. La procesión es llamada de la aprehensión e inicia en la plaza central, frente a Santa Prisca, para continuar por las calles hasta el Templo de San Nicolás. Aquí participan encruzados que cargan legajos de 244 varas de zarza-mora; su característica son las espinas que cubren las varas, de dos metros de largo y

un peso aproximado de 50 a 80 kg. Detrás de ellos, llevan la imagen de “Padre Jesús” que va a ser depositada en el templo de San Nicolás Tolentino donde ha sido construida la cárcel que lo albergará por esa noche.

Una de las organizaciones de las her-mandades correspondió a la “Comuni-dad de Penitentes de la Santa Veracruz”, la cual tuvo una preparación de un año, con reuniones semanales -los martes- y con jóvenes mayores de edad, dirigidos por el guía espiritual Guadalupe Catalán Oropeza y los profesores René Martínez González y Enrique Avilés. El significado de penitentes es el de promesa, de alian-za con el Señor. Dedicaron el esfuerzo y penitencia por la santificación del Papa Juan Pablo II. El grupo fue comandado por el señor José Luis Castrejón Serrano

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Francisco Septién Urquiza

Un derecho fundamental

Siempre existe más de una forma de interpretar las situaciones sociopolíticas. En el caso de las reformas constitucionales, no

hay excepción. La visita de Benedicto XVI a Guanajuato atrajo mayor inte-rés al tema, siendo el Papa uno de los mayores defensores de este derecho humano fundamental. Durante muchos años, más de un siglo, el orden público ha querido creer y hacernos creer que México no es un país religioso y, si lo es, se debe a la profunda ignorancia de sus habitantes. ¿Es legítimo que un Estado democrático se funde en la desconfi anza de la inteligencia de sus habitantes? Esta reforma debe ser el primer paso hacia un Estado maduro que reconozca el aporte incalculable que hacen la religión y las instituciones religiosas en materias como pobreza, cohesión social, educación, cultura, arte y un gran etcétera. En cuanto a la reforma al artículo 40 -que incluye la palabra laica como característica de la República- conlleva necesariamente a una interpretación: ¿Qué es una Repú-blica laica? Es evidente que México no será un Estado confesional -por si no lo habían dejado claro los generales Calles y Cárdenas-, lo que no queda claro es qué lugar ocupa la principal confesión de sus habitantes. ¿Un rincón privado y vergonzoso?, ¿la religión que 83.9% de la población profesa es motivo de escándalo nacional? Sabiendo que son pocos, pero fuertes y decididos los que así “piensan”, debemos reforzar una interpretación: la que reconoce el ca-rácter laico del Estado al considerar que la religión y sus instituciones son una gran riqueza que debe ser preservada. Esta es una concepción incluyente que no aparta al creyente ni al no creyente, por el simple hecho de que no se pro-nuncia sobre los valores intrínsecos de la religión o del agnosticismo, por el contrario, considera el aporte vivo de cualquier institución que busca la justicia y la paz.

Cuenta la leyenda que el pueblo de San Agustín, en el siglo XVI, compró una escultura de Cristo proveniente de Sevilla, España. Fue trasladado en una caravana hasta San Agustín donde lo colocaron en una palapa mientras terminaban de construir la iglesia. En tiempos de la Guerra de Independencia, el Cristo fue robado por unos soldados, pero éste se volvía más pesado en cuanto se alejaban del pueblo. El burro que lo cargaba no aguantó más y el soldado huyó dejando la valiosísima carga frente al convento de San Bernardino de Siena, donde los frailes lo acogieron con devoción. Los habitantes de San Agustín tomaron el hecho como una negación del Cristo a permanecer en su pueblo y admitieron que se quedara donde él había elegido. Desde entonces, el Cristo se encuentra en el convento y hasta ahí acuden todos los años en Semana Santa, en peregrinación a venerarlo y a ofrecerle sus sacrifi cios.

CRISTO DE SAN AGUSTÍN

y lo integraron 70 personas originarias de los barrios de Taxco. Cada penitente lleva de tres a cuatro ayudantes, quienes serán los que el año entrante realicen la procesión. Flagelantes, Encruzados y Engri-llados desempeñan distintas disciplinas, cualquiera que fuere, tiene un alto grado de difi cultad. Por la noche del Jueves Santo se acostumbra hacer la visita de las sie-te casas. Con la procesión de los Cristos culminan los rituales. Verdaderamente es ésta una procesión espectacular, salen de la iglesia de la Santa Veracruz, recorriendo la estación completa para terminar en el mismo destino.

Cofradías y hermandadesCristos de muchos lugares vienen espe-

cialmente en este día. Adornados con fl ores de múltiples colores, con papel, globos y un sinfín de materiales artísticos, avan-zan con música conocida como las chiri-mías (integradas de fl autas, trompetas y tambores), por la ruta que transitan cada año. En esta procesión participan todas las hermandades o cofradías de la ciudad.

El Viernes Santo, las ceremonias comien-zan a las 11:00 de la mañana en el Templo de la Santísima Trinidad. Se da lectura a la sentencia y conducen a la imagen de Jesús en andas. Durante el camino se leen

pasajes de las estaciones del Vía Crucis has-ta llegar al Convento de San Bernardino, donde la imagen de Jesús es despojada de sus vestiduras y clavada en la cruz. En la larga procesión, entre 80 y 90 penitentes acompañan a Cristo en su calvario.

El Cristo del Santo Entierro permanece en el interior del convento. A las doce de la noche comienza la Procesión del Silencio que realiza la media estación, se lleva a cabo en un total silencio y participa todo el pueblo con velas encendidas; la Virgen de los Dolores es cargada por mujeres vestidas de negro. El Sábado de Gloria, a las once de la mañana, en San Bernardino de Siena, se realiza la Oración a María en la espera de la Resurrección de su Hijo. A las nueve de la noche inicia la Solemne Vigilia Pascual en la parroquia de Santa Prisca y San Se-bastián. Se terminan las festividades con la Procesión de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, haciendo un recorrido por las principales calles de la vía corta.

Son las procesiones las que mantienen el protagonismo de toda la celebración de la Semana Santa en Taxco, pueblo mágico del Sur de México, en el que vivirlas signifi ca continuarlas, mantener una tradición con orígenes ancestrales que dan color, cultura y sobre todo, espiritualidad, amor y perdón.

MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ

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▶ENTREVISTA

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Víctor Hugo

MISIONERO COMBONIANO. EXDIRECTOR Y EDITOR DE ESQUILA MISIONAL Y AGUILUCHOS

GARCÍA ULLOA

Hay que buscar la forma concre-ta de hacer sus palabras vida

Sobre la visita de S. S. el Papa Bene-dicto XVI, dos sacerdotes responden a estas preguntas, y a nosotros como

fieles comprometidos nos toca reflexionar y actuar

¿Qué cree que significa la visita del Pontífice a México en estos momentos en que estamos viendo manifestaciones de violencia en algunas partes del país?

Víctor Hugo García Ulloa, exdirector de la Revista Esquila Misional, puntualiza: “Su visita es oportuna, mediática y emble-mática. Benedicto XVI visita México en uno de los momentos más críticos y sangrientos de su historia reciente. Es oportuna porque es un gesto concreto de preocupación de un pastor que visita su grey (bastión del cato-licismo —87 por ciento de los mexicanos siguen siendo católicos—) que ha comen-zado a dispersarse y “desangrarse” desde hace ya algunos años. La violencia en las calles y los evidentes signos de secularismo denotan un cristianismo, en gran parte, ritualista y superficial. ¿No es paradójico que nuestro país sea la segunda nación católica más grande del mundo y una de las más violentas? Es mediática porque sirve a la jerarquía católica para rescatar una

ranza el Santo Padre tiene una oportuni-dad particular, de invitar a los católicos mexicanos a un verdadero protagonismo, no sólo en el campo político, sino en el de la justicia, la promoción de los valores, ser una presencia significativa en la sociedad abrumada por los problemas. Su presencia puede ser una llamada particular para que aquellos que tienen responsabilidades en la vida pública del país, en el campo de la educación, de la justicia y de la economía, dejen a un lado sus intereses particulares y comiencen a ver por el bien de la socie-dad en su conjunto y de cada persona en particular”.

Sabemos que la oración es un instru-mento muy importante para los fieles católicos, tanto para hacer nuestras pe-ticiones como para agradecerle a Dios; además de ésta, ¿qué más podemos hacer para prepararnos los laicos a la visita del representante católico?

El comboniano P. Víctor Hugo comenta: “No quedarse callados, sanamente incon-formarse. Hacerse respuesta a su propia oración. Ahora más que nunca, creo que no basta sólo rezar, a menos que entenda-mos por este verbo hacerse respuesta a lo mismo que se reza. Me explico: si pedimos por la paz, nuestra oración nos obliga a ser promotores de paz; si pedimos justicia, nuestra oración nos obliga a trabajar y construir condiciones de justicia y relacio-nes justas. Los laicos necesitan perder el miedo y tomar parte activa en la pastoral social de la Iglesia y de la sociedad. Para esto, la formación y educación en una cul-tura de la alteridad es esencial; si un laico comprometido tiene grandes lagunas en su formación en los valores esenciales del Evangelio, poco podrá contribuir. Es esencial, también, que los laicos asuman un papel más protagónico en la vida de la Iglesia exigiendo a sus pastores (me-diadores y representantes del pueblo de Dios) un compromiso más profético, claro y preferencial con los últimos de la historia. Menos aplausos y más trabajo”.

imagen desgastada de institución lejana a las realidades de los pueblos sufrientes.

Es emblemática porque es histórica. Creo que el Papa no perderá la ocasión de to-car temas concretos como la violencia, el narcotráfico, la indiferencia religiosa”.

Al respecto el Pbro. José Félix García Benavente de la Universidad Pontificia, complementa:

“La visita del Santo Padre es siempre un motivo de esperanza y reflexión, una ocasión para hacer un alto en la vida ecle-sial del país que visita y nuestro caso no puede ser la excepción, México necesita de buenas noticias para seguir adelante en la construcción de una sociedad más justa y democrática, en este sentido pienso que ante la violencia la voz del Papa puede servir en varios sentidos, primero una llamada urgente a los católicos de México para que vivamos en profundidad nuestro ser de bautizados y nos empeñemos en la construcción de una sociedad más justa y fraterna, y en un segundo sentido una invitación a todo los actores sociales de México para buscar las causas que han generado la violencia y empeñarse por revertir dichas situaciones”.

Hay signos de desesperanza en muchos mexicanos, ¿cuál sería el o uno de los objetivos de su mensaje?

“Precisamente tratar de devolver espe-ranza, intentar recuperar a los alejados, denunciar una cultura de muerte, mostrar un rostro más cercano especialmente con los jóvenes”. Opina García Ulloa, “el Papa mostrará (intentará) un rostro más huma-no, más solidario con el pueblo mexicano. Creo que tendrá muchas palabras para los jóvenes, destinatarios más necesitados de su cercanía”.

Continúa el Pbro. García Benavente: “Basta pensar que el Papa visita una de las regiones que más migrantes tiene en Estados Unidos, su presencia será ya un signo de cómo la Iglesia tiene que acompa-ñar a las diversas comunidades, con una presencia real y efectiva. Ante la desespe-

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Eduardo Garza Cuéllar

Más allá de lo anecdótico

Antes, durante y después de la visita de Benedicto XVI a México en marzo del presente año se hicieron evidentes las

fi lias y las fobias que su fi gura despierta en nuestro país, tanto en ambientes católicos como no católicos. Pero ¿cómo ir más allá de la papolatría y de la papofobia, de la alergia y el culto a la personalidad? ¿Cómo ir más allá de la odiosa e inevitable comparación de este papa con su predecesor, de los intereses que un evento de esta magnitud pone en juego, de los usos que se le dan, de lo mediático, del oportunismo? Des-de el descubrimiento de América que despertó el sueño evangelizador y la utopía renacentista de Alejandro Sexto, nuestro continente sólo ha recibido a tres papas. México, dos. Desde el punto de vista de una iglesia cuya historia se escribe en la tensión entre carisma y la institución, entre el rey y el profeta, la fi gura papal se asocia normalmen-te con el extremo administrativo, que es el menos amable, de la ecuación. Mientras una institución sin carisma se petrifi ca, un carisma sin institución, se evapora. Aunque no es fácil descubrir a la persona detrás del personaje, de su condición cultural, de su historia personal, de su investidura, resulta fas-cinante descubrir los gestos humanos que en visitas como esa se manifi estan inevitablemente. De un pastor se espera una palabra sobre la forma específi ca en que el Evangelio ilumina nuestro tiempo y desafía el momento histórico que el país atraviesa. Igualmente se espera una refl exión sobre la manera en que éstos desafían al Evangelio y a la iglesia misma. Si esto último, que es sin duda lo fundamental, se cumpliera, el país entero, sus personas y sus personajes, se nutrirían -inspirándose y temblando, enterneciéndose y retándose, refl exio-nando y dando sentido a su labor- por una visita que, entonces, trascendería más allá de lo noticioso y lo anecdótico.

José Félix

DOCTOR EN FILOSOFÍA. DIRECTOR DE DIFUSIÓN CULTURAL DE LA UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE MÉXICO

GARCÍA

No nos podemos quedar en la su-perfi cie o en sen-timentalismos

“Es penoso ver cómo estamos preocu-pados por cosas superfi ciales de la visita del Santo Padre”, por otro lado explica el Pbro. José Félix García, “que si va a comer tal cosa, que si las campanas van a sonar a tal hora, que si se va a hospedar en tal lugar, por favor, ¿eso a quién le interesa? Eso está bien para los programas de tele-visión que de modo superfi cial tratan la visita del Santo Padre como un espectáculo mediático. Para los fi eles católicos la visita tiene una dimensión de fe más profunda, es Pedro quien viene a confi rmarnos en la fe a sus hermanos, estamos por vivir una experiencia de una verdad de fe que con-fesamos cada domingo, la apostolicidad de la Iglesia. Por eso no nos podemos quedar en la superfi cie, en el sentimentalismo”.

Conocer el magisterio“Podríamos comenzar por preguntarnos

cuáles han sido en nuestra vida los fru-tos de las visitas anteriores de S.S. Juan Pablo II. ‘México siempre fi el’; hoy nos podríamos preguntar: ¿México siempre fi el? Un país con la tremenda desigualdad e impunidad que ha generado en buena medida la violencia que hoy vivimos por la falta de oportunidades para todos sus habitantes parece no ser hoy tan fi el al Evangelio. Pensemos en la situación jurí-dica penosa que atraviesa hoy la familia y el respeto a la vida en algunas entidades del país. La exclusión de tantos jóvenes de un verdadero proyecto de trabajo y educación.

Hay que reconocer que en buena parte de los mexicanos el magisterio de Bene-dicto XVI es prácticamente desconocido, todos hablan de él como un gran teólogo y maestro, pero, ¿cuántos han buscado sus escritos y enseñanzas para profun-dizar en ellos? No basta salir a la calle y alegrarse con la visita del Santo Padre, hay que conocer su magisterio, en la red encontramos sus escritos, sus homilías y sus encíclicas, creo que por ahí podemos comenzar la preparación.

Pienso que después de vivir intensa-mente su presencia entre nosotros habrá que volver a escuchar sus mensajes, releer sus palabras y buscar la forma concreta de hacerlas vida entre nosotros”.

¿Qué papel les toca jugar a los religiosos en México?

El P. Víctor Hugo responde: “Les toca ju-gar el papel difícil incómodo, de mediado-res, catalizadores y profetas. Mediadores porque tendrán que ser puente, “traducir” a la gente vacilante el signifi cado kerigmá-tico de este magno evento; catalizadores porque deberán dar continuidad a los frutos que suscite dicha visita, y profetas porque no podrán (no deberán) quedarse callados ante posibles anacronismos y ambigüedades que el mensaje no verbal pueda despertar en los más escépticos o anticatólicos”.

Concluye a esta pregunta el Pbro. José Félix: “Uno fundamental, testimoniar la alegría del Evangelio. El Santo Padre viene como testigo de un mensaje, de una persona. Ahora a nosotros nos toca vivir y comunicar nuestra experiencia de Jesús de modo creativo y dinámico”.

LOURDES PAZ

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PLIEGO

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2.XXX. X-X de mes de 2010PLIEGO

Celebramos este año el cincuentenario de la solemne apertura del Concilio Vaticano II. En el marco de dicha conmemoración, el autor nos acerca aquí a uno de los documentos fundamentales –también el más extenso– de aquel histórico acontecimiento: Gaudium et Spes, la constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual. Toda una declaración de principios de una institución deseosa de aportar sus elementos especí� cos a una sociedad que avanzaba por caminos nuevos, llenos de grandes posibilidades e incer-tidumbres sombrías. Ojalá que estas páginas nos ayuden a comprender mejor el alcance y actualidad de su mensaje.

‘GAUDIUM ET SPES’La Iglesia y la ciudad secular

FRANCISCO A. CASTRO PÉREZSacerdote de la Diócesis de Málaga y autor de Cristo y

cada hombre. Hermenéutica y recepción de una enseñanza del Concilio Vaticano II (GBPress, Roma 2011)

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Una vocación de amor y servicioantes de su publicación como “esquema XIII”, se alude por sus primeras palabras en latín: Gaudium et Spes (GS), esto es, “el gozo y la esperanza”. Este comienzo da una idea del tono vitalista con el que la Iglesia desea dirigirse al mundo, como una institución capaz de aportar elementos específicos a una sociedad que avanza por caminos nuevos, llenos de grandes posibilidades e incertidumbres sombrías.

Para acercarnos al mensaje de este importante texto y comprender su alcance y actualidad, nos detendremos en varios puntos: I. En primer lugar, conviene conocer la

intención que subyace a Gaudium et Spes: la Iglesia hace una propuesta de diálogo y colaboración a una sociedad que vive en proceso de secularización.

II. En segundo lugar, conviene analizar cómo se conjugan en GS la intención pastoral y la seriedad doctrinal de sus afirmaciones. Centrándonos en la primera parte de la constitución, veremos el lugar que ocupa la cuestión de la persona.

III. A continuación, llegamos a la médula de la enseñanza de GS: Cristo responde a los interrogantes profundos del hombre. La constitución pastoral coloca a Jesucristo, Verbo encarnado, en el centro de la concepción creyente del ser humano.

IV. Por último, evaluaremos la actualidad y los límites del documento, su capacidad para seguir iluminando el modo de situarse la Iglesia ante los retos de nuestro tiempo.

I. UNA IGLESIA EN ESTADO DE DIÁLOGO

La clave principal para comprender GS es el cambio de actitud de la Iglesia hacia la modernidad, marcado por la solidaridad con todos los hombres. Es un sentimiento que corresponde, primeramente, a una cuestión de hecho, por ser la Iglesia una “comunidad

reunida de entre los hombres” (GS 1). Pero constituye también una actitud nueva de la Iglesia hacia una sociedad moderna, que a menudo había sido objeto de sus prevenciones y condenas. El vehículo expresivo de esta solidaridad es el diálogo. La Iglesia invita al mundo a afrontar juntos las cuestiones que acucian a la humanidad, ofreciendo la ayuda peculiar que la presencia cristiana puede aportar.

1. Una constitución “pastoral”Juan XXIII describe la intención

que da unidad a todo el Concilio en su homilía inaugural. No se trata simplemente de proponer las enseñanzas de siempre, “para eso no era necesario un Concilio”. Se trata, más bien, de que el anuncio de salvación pueda ser entendido y acogido en el contexto histórico actual. Esta preocupación, más centrada en los destinatarios que en el mensaje, llevó a revisar la doctrina. Faltaba principalmente una reflexión sobre la Iglesia que permitiese renovar su modo de presencia en la sociedad. La propuesta del cardenal Suenens de organizar toda la materia del Concilio en torno a la cuestión eclesiológica fue bien acogida por la asamblea conciliar:

a) De la Iglesia en sí misma (de Ecclesia ad intra) se ocupa, sobre todo, la constitución dogmática Lumen Gentium (LG). Era preciso ahondar en el misterio, la estructura, la vida, la misión de la Iglesia. El carácter demasiado juridicista de la eclesiología anterior es sustituido por una expresión más directamente inspirada en la Sagrada Escritura y en la experiencia y reflexión cristianas de los primeros siglos.

b) De manifestar la apertura de la Iglesia al mundo (de Ecclesia ad extra), la constitución pastoral es la principal encargada, junto a las declaraciones Dignitatis Humanae (DH), sobre la libertad religiosa, y Nostra Aetate (NA), sobre la relación de la Iglesia con las religiones no cristianas. Había que

La relación entre la Iglesia y el mundo tiene su fundamento más cierto y su norma en esta

afirmación del Evangelio: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único… para que el mundo se salve por él” (Jn 3, 16s.). Pablo VI lo expresa de forma escueta: “La Iglesia es para el mundo”. La relación peculiar que los cristianos estamos llamados a establecer con el resto de la sociedad es de amor y servicio. Esta relación brota de la vida que el Señor comunica a los suyos y del mandato de extender esta vida a todos. Esta es la razón de ser de la Iglesia, que el Concilio define como “sacramento universal de salvación” (GS 45).

Ahora bien, ¿cómo cumplir esta vocación en una sociedad que se declara adulta y emancipada, que dice no necesitar otra salvación sino la que le proporcionan los avances técnicos, o que reniega de cualquier propuesta de sentido, después de proclamar que “Dios ha muerto” (Nietzsche)? ¿Cómo ofrecer lo más necesario, “la sal y la luz”, a quienes ya dicen tener su propia sal y su propia luz? Y, sobre todo, ¿debemos aportar los cristianos algo a la construcción de este mundo, o solo sirve la fe para preparar a un mundo futuro, dejando intactos los asuntos que tanto preocupan a nuestros contemporáneos? En este panorama se sitúa la Iglesia al final del segundo milenio. La Iglesia, a través de ese magno ejercicio de discernimiento que fue el Concilio Vaticano II, busca el modo en que pueda cumplir su misión en un mundo cuyos parámetros han cambiado de forma radical y vertiginosa.

El 7 de diciembre de 1965, un día antes de la solemne clausura del Concilio, fue promulgada la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual. Fue uno de los documentos que más tardó en ver la luz, después de una ardua elaboración y dos debates en el aula conciliar (1964-1965). Es, también, el más extenso de todo el corpus textual del Concilio. Al documento, conocido

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definir mejor la misión de la Iglesia en la concreta realidad plural de la sociedad de hoy, en la cual los católicos han de vivir y trabajar junto a personas de diversas culturas, religiones e ideologías. De la mera tolerancia, la Iglesia decide pasar al fomento cordial de una convivencia libre con todos los “hombres de buena voluntad” (GS 22).

Estos dos aspectos conforman el impulso de “puesta al día” (aggiornamento) que Juan XXIII señaló como motivación principal del Concilio. Si la primera vertiente concierne solo a los cristianos, con la segunda dimensión del proyecto conciliar la Iglesia pretende redefinir su lugar propio en la sociedad, de modo que pueda ser aceptada en el terreno público también por quienes no son cristianos. Por esta razón, el Concilio se dirige en GS, de forma insólita, a “todos los hombres” (GS 2). La intención “pastoral” de este documento se concreta en dos objetivos: orientar a los cristianos, que deben aprender a vivir y evangelizar en el contexto de una sociedad secularizada; y garantizar a todos los miembros de la sociedad que aún no han aceptado el mensaje de salvación que la Iglesia contribuye con su propia misión a la tarea común de construir un mundo mejor.

2. Reconciliación con el mundo moderno

La actitud de apertura y reconciliación con la modernidad podía suscitar recelos en una secularidad acostumbrada a que la Iglesia usara

solo el tono de la censura. El Concilio Vaticano II es el único en el que no se han pronunciado anatemas. Ni siquiera cedió a la presión de un gran número de padres que pedían una condena explícita del comunismo en el esquema XIII. Pero la Iglesia “quiere venir al encuentro de las necesidades actuales, mostrando la validez de su doctrina más bien que renovando condenas” (Juan XXIII). Para darnos cuenta del estupor que podría causar ahora GS, baste recordar el caso Galileo (aludido en GS 36) y la polémica contra el modernismo (plasmada en el Syllabus en tiempos de Pío IX, tuvo su punto álgido durante el pontificado de Pío X: encíclica Pascendi, juramento antimodernista). El cambio de rumbo que se presagiaba en las relaciones entre la Iglesia y la sociedad hizo de GS uno de los documentos más ansiosamente esperados por la opinión pública mundial. Esta expectativa fue avivada por la publicación de Pacem in Terris (Juan XIII, 1963) y Ecclesiam Suam (Pablo VI, 1964).

En el Concilio del siglo anterior, la posición de la Iglesia ante el mundo se había caracterizado en los siguientes términos: “La Iglesia es por sí misma un gran y perpetuo motivo de credibilidad y un testimonio irrefutable de su misión divina”, “como un signo alzado ante las naciones (Is 11, 12)”. Esto no lo desmiente el Concilio Vaticano II, pero introduce matices de gran calado: “La Iglesia es en Cristo como un sacramento o signo

e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1). Entre los dos concilios se percibe un cambio de sensibilidad, que no sustituye la doctrina en sí, pero ajusta las referencias y el modo en que se propone esa doctrina. Ahora la Iglesia se presenta con un discurso en nada teñido de polémica o triunfalismo, las enseñanzas se proponen en un tono a la vez firme y amable. No falta el reconocimiento de los propios límites, defectos y errores:

◼ La Iglesia admite que la ayuda que puede prestar con su misión no consiste primeramente en soluciones técnicas, sino en la “luz” y las “fuerzas” que ella recibe del Señor (GS 3, 10, 42). Esto trasluce la aceptación de su nueva situación en una sociedad que se siente emancipada por el proceso histórico de secularización, que deriva del movimiento ilustrado.

◼ La Iglesia, además, es consciente de sus defectos, de su necesidad de lucha constante, aprendizaje y madurez (GS 43). La Iglesia, “una realidad compleja” (LG 8), refleja indefectiblemente la luz de Cristo y se reconoce también sujeta a la historicidad de los procesos humanos.

◼ La Iglesia confiesa que ha cometido errores. El ateísmo, extendido en nuestra época a multitudes, proviene de diversas causas, a las que no son ajenos los cristianos, “en cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más

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La Iglesia debe desempeñar su misión profética de “consagración” y servicio (LG 34-36) en medio de una sociedad secular que se rige por una justa autonomía; pero esta autonomía tiene como última referencia al Creador y no justifica vetar las aportaciones propias de la fe (GS 36). La propuesta del Concilio marca una posición de equilibrio, que permitirá diversas interpretaciones y concreciones pastorales.

3. Los “signos de los tiempos”El Concilio inicia el diálogo con

la sociedad a través de la propia constitución pastoral. Adoptando la pauta de “revisión de vida” típica de Acción Católica (ver-juzgar-actuar), GS expone sus argumentos según un orden inductivo. Es un método útil cuando no basta enunciar los principios teológicos generales, sino que es preciso dar indicaciones concretas sobre un tema. Usado por Juan XXIII en Mater et Magistra y Pacem in Terris, se ha hecho común en la doctrina social posterior.

La Iglesia comienza el diálogo dando la primera palabra a los acontecimientos, en los cuales resuena para todos una interpelación de Dios. Los “signos de los tiempos” son el tema de la exposición introductoria (GS 4-10). La expresión, inspirada en Mt 16, 3 y usada por Juan XXIII en Pacem in Terris y en la convocatoria del Concilio, se refiere a los indicios que la fe descubre en la historia acerca de los planes de Dios (GS 11). Tales signos no son evidentes, sino que vienen envueltos en las contradicciones de nuestra época. Hay, sin duda, grandes avances culturales y sociales, que inciden en un movimiento de unificación y en el reconocimiento cada vez más amplio de los derechos de la persona. Pero, al mismo tiempo, el mundo vive injusticias, de las que hoy somos más conscientes gracias a los medios de comunicación: con el recuerdo de las guerras mundiales aún fresco, se sufren nuevas guerras, la división en bloques, la amenaza nuclear, hambrunas, segregación racial, discriminación de la mujer…

Una vez constatada la situación actual del mundo, la Iglesia desea hacer su propia contribución. Para ello, el Concilio aporta su visión sobre cinco cuestiones básicas, a las que dedica la segunda parte del documento:

puede considerar tesis principal de todo el documento: “La misión de la Iglesia es religiosa y, por ello mismo, plenamente humana” (GS 11). La alternativa entre evangelización y humanización se muestra falsa: la Iglesia humaniza, precisamente, a través de su misión propia de evangelizar.

En segundo lugar, la Iglesia está dispuesta a acoger la ayuda del mundo contemporáneo. De su interacción con la sociedad, donde se promueven todos los órdenes de la vida humana, la Iglesia recibe una gran riqueza, en la cual ve un signo de la providencia divina. Es capaz incluso de aceptar el bien que le han supuesto la oposición y las persecuciones (GS 44). Esta ayuda se verifica en la misma evangelización, pues el mensaje de salvación se transmite siempre según formas culturales concretas (GS 44, 58, 62). Se apunta aquí el concepto (no aún el término) de “inculturación”.

En fin, la oferta de colaboración y diálogo con el mundo moderno se plasma en la doctrina de la “compenetración de la ciudad terrena y de la ciudad celeste” (GS 40). Ciertamente, el Concilio Vaticano II deja atrás el agustinismo político del medievo y la doctrina de las “dos espadas”, según la cual el poder temporal debía subordinarse al bien espiritual del pueblo y, por tanto, a la dirección de la Iglesia (DH 6; GS 76). Pero esto no implica adoptar la tesis opuesta de “los dos reinos” (Lutero), según la cual la Iglesia solo debía tener una potestad espiritual. El Concilio diseña, más bien, una relación de “simbiosis” entre Iglesia y mundo (Congar), capaz de superar los enfrentamientos.

bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión” (GS 19).

Con esta humildad, el Concilio asume la gran consigna que Pablo VI propuso como guía para el nuevo tiempo, en su encíclica programática Ecclesiam Suam: “La Iglesia debe ir hacia el diálogo con el mundo en que le toca vivir” (ES 27). El Concilio lleva a cabo, precisamente, una audaz oferta de diálogo y colaboración con el mundo moderno. Para comprender GS, es preciso captar esta dimensión performativa; es decir, lo que el Concilio hace al promulgar esta constitución, antes que la literalidad de sus enseñanzas y orientaciones. La Iglesia solicita ser escuchada con benevolencia y ser admitida por derecho propio en la gran empresa de la sociedad secular. No olvidemos que esta petición se realiza en el contexto de un mundo dividido en bloques, en el cual la Iglesia ha dejado de regir la mayoría de instituciones sociales (mundo occidental) y muchos cristianos no pueden vivir y transmitir la fe en libertad (países comunistas).

Si ha de haber diálogo, es necesario “un intercambio y ayuda mutuos” (GS 40), que discurra en ambos sentidos. En primer lugar, la Iglesia presta ayuda a la sociedad “curando y elevando la dignidad de la persona, consolidando la firmeza de la sociedad y dotando a la actividad diaria de la humanidad de un sentido y de una significación mucho más profundos” (GS 40). Estos tres aspectos, desarrollados en GS 41-43, remiten a la antropología expuesta en los capítulos I-III. De este modo, confirma el Concilio la que se

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matrimonio y familia, cultura, economía, política, relaciones internacionales. La amplitud de la reflexión hace de GS, prácticamente, un compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.

II. EL MISTERIO DEL HOMBRE

La reflexión sobre el estado actual de la humanidad desemboca en la cuestión del hombre acerca de sí mismo. Los desequilibrios del mundo revelan, en definitiva, desequilibrios del corazón (GS 10). La Iglesia apela a la experiencia personal e histórica: el pecado divide interiormente al hombre y le impide realizar su vocación; la muerte amenaza con aniquilarle y arroja la sombra del absurdo sobre su entera existencia (GS 13, 18). Por tanto, “es la persona humana la que hay que salvar y una sociedad humana la que hay que instaurar” (GS 3). La solución de los problemas sociales reclama, en definitiva, un “nuevo humanismo” (GS 55). GS deja entrever, a este respecto, cierta inspiración en Maritain y Mounier.

La intención pastoral en la que se inscribe GS no descarta una intención también doctrinal, sino que más bien la exige. Las enseñanzas de la primera parte, centradas en la antropología, forman el cimiento necesario para la oferta de diálogo y colaboración con el conjunto de la sociedad y para las orientaciones morales de la segunda parte. En la cuestión del hombre, cita el Concilio a la sociedad para entablar el diálogo y para sentar las bases de un orden social más humano, que ha de surgir de la colaboración de todos. Con ello, el Concilio aborda el tema central del pensamiento contemporáneo, tal como se plantea a partir del giro antropocéntrico de Kant. Un elemento de juicio se establece ya en el primer párrafo de GS: “Nada hay verdaderamente humano que no resuene en el corazón [de los cristianos]”. ¿En qué consiste ese vere humanum que permita comprender el misterio del hombre y trace las líneas de una sociedad más humana y humanizadora? La cuestión sobre qué es el hombre (expresada reiteradamente: GS 10-12) requiere una respuesta por parte de todos. La Iglesia propone la suya, iluminada por la revelación.

1. La cosmovisión cristiana: buena noticia para el mundo

Una vez que el Concilio se ha ocupado del misterio de la Iglesia, se dirige al mundo con intención de revelarle a su vez la hondura de su misterio: la historia del mundo resulta ser historia de salvación (GS 2). Esta visión creyente conjura el pesimismo nihilista; exige, más bien, una toma de postura en medio de un decurso histórico lleno de sentido, que se encamina hacia su meta según el plan de Dios, con la colaboración de los hombres. La propuesta de la Iglesia responde, pues, a la cuestión del sentido del hombre y de su historia de transformación del mundo con un gran sí de parte de Dios. El misterio del ser humano se inserta en un dinamismo de respuesta a una llamada que no puede eludir, por ser un misterio de vocación (título de la primera parte). La Iglesia es constitutivamente portavoz de esta llamada.

2. La dignidad de la persona, fundamento del humanismo

En 1948, se proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Después de la tragedia de dos guerras mundiales, se hizo urgente colocar en el centro a la persona, reconociendo su dignidad. El Concilio vio oportuno afirmar la dignidad humana junto a todos los que, siendo o no creyentes, desean una sociedad que sirva a la persona. Para fundamentar teológicamente la dignidad personal, el Concilio escogió el concepto de “imagen de Dios”. Presentar al hombre como el ser creado a imagen de Dios es fruto

de la revitalización de los estudios bíblicos y patrísticos del siglo pasado. Al describir el misterio humano a partir de esta noción, se da a entender que la fe tiene una visión original del ser humano y una altísima consideración de su dignidad. De forma previa a cualquier filosofía acerca del hombre, la fe lo contempla desde su más honda raíz y le desvela su horizonte último. No puede entenderse verdaderamente al ser humano al margen de Dios; esta es la fuente de su misterio y garantiza hasta el fondo la seriedad de la afirmación acerca de la dignidad de la persona.

El concepto de imagen de Dios implica la condición única del ser humano, que no puede considerarse un pedazo indiferenciado del resto de la creación. Su naturaleza la determina un trípode de relaciones fundamentales específicamente humanas: con Dios, con los demás hombres, con el mundo. GS dedica sucesivamente un capítulo a cada uno de estos aspectos: la dignidad de cada persona, fundada en su relación con Dios (GS 12-22), la dimensión social (GS 23-32) y la transformación del mundo a través del trabajo (GS 33-39).

a) Llamados a la comunión con DiosEn primer lugar, reconocer la imagen

de Dios en el hombre remite a su condición de interlocutor de Dios. La doctrina sobre la creación inmediata del alma queda aquí, en cierto modo, traducida a términos personalistas: somos las criaturas a quienes Dios llama por nuestro nombre desde el comienzo de nuestra existencia. “La razón más alta de la dignidad humana consiste en

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un valor objetivo, por el cual puede contribuir en cierto modo al avance del Reino, aun cuando se ejerza de forma autónoma respecto a motivaciones explícitamente religiosas (GS 34, 36, 39). Posee, sobre todo, un valor subjetivo, como factor de la realización de la persona: “Todo lo que los hombres hacen para obtener una mayor justicia, una fraternidad más amplia y un planteamiento más humano en los problemas sociales, vale más que los progresos técnicos” (GS 35).

III. JESUCRISTO: PERFECTO HOMBRE, HOMBRE PERFECTO

El mayor obstáculo para afrontar con éxito los problemas de la humanidad es que el hombre de hoy desconoce su misterio, la grandeza de su vocación. Jesucristo nos revela este misterio, clave de un orden social más humano. GS nos hace caer en la cuenta de que, para cumplir hoy su misión, la Iglesia debe hablar al hombre del hombre mismo; mas, para desvelarle al hombre quién es, no puede hacer otra cosa sino hablarle de Cristo, hombre como nosotros y nuevo Adán, hombre perfecto. No basta para el propósito del Concilio una antropología basada en afirmaciones racionales; ni siquiera una antropología de la imagen de Dios que se ciña al esquema tradicional de las potencias del alma. La plenitud de lo humano no está en la integridad de sus componentes; lo “plenamente humano” (GS 11) se ha mostrado al mundo en Jesucristo, “clave, centro y fin de toda la historia humana” (GS 10) y se realiza en su seguimiento, que nos hace “más hombres” (GS 41).

La oferta de diálogo y cooperación de la Iglesia se fundamenta en una convicción: “La misión de la Iglesia es religiosa y, por ello mismo, plenamente humana” (GS 11). Que no puede haber contradicción entre lo divino y lo humano se nos muestra, de forma definitiva, en Jesucristo, en quien “la naturaleza humana ha sido asumida, no destruida” (GS 22). La encarnación del Verbo constituye, pues, el principio fundamental que permite a la Iglesia presentar con franqueza su ideal de “compenetración de la ciudad terrena y celeste” (GS 40) y, por ende, la perfecta compatibilidad entre su misión y los

de cumplirse por el amor, que tiene por objeto a Dios y al prójimo de manera indisoluble. Este amor descarta tanto el individualismo como el abuso de las instituciones sobre las personas (actitudes que evocan respectivamente al capitalismo y al comunismo). La condición social del ser humano se realiza debidamente en la promoción del bien común. Solo esto permite superar la tensión entre lo individual y la anonimia en que las instituciones sumen al sujeto. “El principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales es y debe ser la persona humana” (GS 25). La Iglesia se coloca así en la vanguardia de la defensa de los derechos y deberes universales e inviolables de la persona (GS 26). Hay que respetar a cada una como “otro yo” y atender a las más vulnerables, con las que Cristo se ha identificado (GS 27; Mt 25, 40). Pablo VI recoge esta aspiración del Concilio cuando habla de una “civilización del amor”.

c) Llamados a transformar el mundoLa vocación que define nuestra

dignidad abarca también la responsabilidad de transformar el mundo cooperando con el plan de Dios. Teilhard confesó a Blondel que su interés principal era saber “si lo que nueve décimas partes de la humanidad hacen durante nueve décimas partes de su tiempo, esto es, construir la ciudad terrena, tiene algún significado en relación con el reino de Dios”. Esto motiva también la enseñanza de GS en este ámbito. La teología de las realidades terrenas (Thils, Chenu) sustentó la presencia de los cristianos en los ambientes obreros, según la línea de apostolado asociado que inició Cardjin. El trabajo, incluidas las actividades más ordinarias, posee

la vocación del hombre a la comunión con Dios” (GS 19). “La vocación última del hombre es en realidad una sola, divina” (GS 22). El ateísmo de masas es un drama (De Lubac) que pone en riesgo el reconocimiento de la dignidad humana, al privarle de su más sólido fundamento y de su horizonte.

La dignidad de la persona abarca la integridad de sus dimensiones. El hombre, “uno en cuerpo y alma”, es una síntesis del universo material y, al mismo tiempo, lo supera (GS 14). Quedan excluidas de la visión cristiana las concepciones del hombre que niegan su carácter espiritual (materialismo), así como las que reducen lo humano al alma (dualismo). La imagen de Dios se reconoce especialmente en la “capacidad para conocer y amar a su Creador” (GS 12). De ahí que GS exponga un resumen de la tradicional antropología psicológica: inteligencia, conciencia y voluntad adquieren su perfección en la fe, en la obediencia a la ley de Dios y en la plena libertad auxiliada por la gracia (GS 15-17). Se emplea un lenguaje asequible y se alude a cuestiones actuales: insuficiencia de la mentalidad cientista, riqueza espiritual de las naciones emergentes, búsqueda común de soluciones a los problemas mundiales, libertad religiosa y de conciencia.

b) Llamados a la civilización del amorEl ser humano no aparece en el mundo

por azar, ni por el determinismo ciego de la evolución biológica. Con expresión de santo Tomás, el Concilio afirma que el hombre es “la única criatura sobre la tierra que Dios ha querido por sí misma” (GS 24). La humanidad forma una sola familia, con unidad de origen y de destino. Esta vocación colectiva ha

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objetivos de las diversas instituciones que estén verdaderamente al servicio de la persona. Así pues, los argumentos que sustentan la propuesta del capítulo IV reclaman en GS una exposición de la cristología hecha en función de una comprensión plena del ser humano. Surge así una antropología cristocéntrica, apta para fundamentar el papel de los cristianos en la sociedad y toda la moral social.

1. Cristo: la respuesta de la Iglesia al mundo (GS 10)

Jesucristo es la respuesta a los interrogantes profundos del ser humano, necesitado de una salvación que tantas veces ignora o que busca alcanzar por sí mismo. No habrá “nuevo humanismo” (GS 55) sin un hombre nuevo. Pero este hombre nuevo no vendrá de la mano de la ideología o la técnica, si no hay un cambio en los corazones. El hombre nuevo, “último Adán” (GS 22), es Jesucristo, con el cual somos llamados a conformarnos por la fe. Las frases finales de GS 10 forman una especie de credo cristológico que proclama a Cristo ante el mundo como

su salvador: “Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre luces y fuerzas por su Espíritu, de modo que pueda responder a su más alta vocación…”.

2. El hombre a la luz de Cristo (GS 22)Mucho se puede y debe decir acerca

del hombre antes o al margen de Cristo. Así lo hacen las diversas disciplinas profanas. Pero el principio y la medida de lo “verdaderamente humano” (GS 1) los tenemos en Jesucristo, tal como leemos en la afirmación más citada del todo el Concilio: “El misterio del hombre solo se esclarece verdaderamente a la luz del misterio del Verbo encarnado” (GS 22). El Verbo encarnado “trabajó con manos humanas, pensó con mente humana, actuó con voluntad humana, amó con corazón humano”. La solidaridad de Cristo con cada ser humano ha formado en cada uno de nosotros una trama irrompible sobre la cual ha de tejerse el tapiz de nuestras vidas, de acuerdo con la sublime dignidad a la que hemos sido elevados. La muerte redentora de Cristo y su resurrección nos abren un camino nuevo que da sentido incluso al

sufrimiento y a la muerte. El Espíritu, que transforma los corazones y los hace capaces de invocar a Dios como Padre, actúa de modo invisible en todas las personas de buena voluntad, haciendo ya fecundo su trabajo y preparando su incorporación visible a Cristo.

3. Sociedad e historia a la luz de Cristo (GS 32, 38 y 45)

Hay una relación intrínseca entre Jesucristo y la solidaridad humana. Cristo participó de las experiencias sociales básicas, asumiéndolas y llenándolas de nuevo sentido. Con su encarnación, el Hijo de Dios ha recapitulado la historia, convirtiéndose en fuente de valor para el trabajo de las sucesivas generaciones humanas. La transformación del mundo ha de guiarse por el amor, que Cristo vivió concretamente a lo largo de toda su existencia terrena. Su pasión fundamenta el esfuerzo por construir una sociedad de justicia y paz, aun en medio de las dificultades causadas por el pecado. La resurrección del Señor abre un modo nuevo de presencia y aliento para quienes trabajan para dominar la tierra. De este modo, se pone cimiento cristológico a las cuestiones de la segunda parte de GS.

La colaboración que la Iglesia presta a la sociedad se orienta por un dinamismo que conduce toda la historia y que el mundo desconoce. Tal dinamismo hace de la creación el lugar donde acontece la salvación: todo cuanto existe ha sido creado por, en y para Cristo, “alfa y omega”, en quien todas las cosas quedan recapituladas. La Iglesia, “sacramento universal de salvación”, existe en función de este impulso de recapitulación en Cristo el Señor. Su aportación en favor de la sociedad se guía por el deseo de “instaurar todo en Cristo”, lema que inspiró el florecimiento del apostolado laical.

IV. ACTUALIDAD Y LÍMITES DE GS

Si hemos de conceder al Concilio la importancia que tiene, hay que afirmar que esta constitución pastoral sigue siendo capital para discernir la misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo. GS cuenta con importantes defensores de su validez

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centro la cuestión del ser humano. Y esto, desde la revelación. La cuestión antropológica sigue siendo el lugar privilegiado donde citar a nuestros coetáneos para la búsqueda común de una sociedad verdaderamente humana. En ello ha insistido recientemente Benedicto XVI en su encíclica social Caritas in veritate. La tarea, apuntada en GS, de elaborar un discurso cristiano sobre el hombre a la luz de Cristo, sigue teniendo total vigencia. El tratado de Antropología teológica, surgido a partir del Concilio, goza hoy de buena salud. Más allá de describir la vida informada por la gracia de Cristo, no hay razones para descuidar una tarea que también le es propia: reflexionar desde la fe las experiencias básicas de todo ser humano. El nacer y el morir, el sufrimiento, el amor, la libertad, la organización social, el trabajo, la cultura, la búsqueda de trascendencia…, todo ello puede y debe quedar iluminado desde la buena noticia de Jesucristo, como servicio eclesial destinado a todos. La cosmovisión cristiana ayuda a los cristianos a vivir razonadamente su fe y es una base segura para la evangelización.

En resumen, una justa interpretación y una recepción cordial de GS parecen necesarias para que la vida y la misión de la Iglesia se realicen hoy con fidelidad al impulso del Espíritu, que la guía hacia la comunión y el servicio al mundo. El Concilio desea despertar la conciencia de los cristianos a su responsabilidad respecto a la ciudad terrestre, de la cual son también ciudadanos; y aspira a hacer comprender a toda la sociedad el significado de la Iglesia “sacramento universal de salvación”. Así, intenta superar una prolongada indiferencia recíproca. Medio siglo después del Concilio, la validez de la nueva actitud dialogante no debe medirse solo en términos de eficacia. Quizás hay que esforzarse más en provocar la disposición previa imprescindible. Pero el diálogo ha de permanecer como oferta, aun a sabiendas de que será ignorada por muchos. Diálogo y colaboración no pueden ser una mera estrategia, cuando se proponen apelando al misterio más hondo de la persona, para quien existir significa ser convocada a la comunión.

GS conserva mucha frescura y debe verse como fruto de un providencial discernimiento de la Iglesia.

Por otra parte, hay quien piensa que la reflexión del Concilio resulta parcial: por salir de un hábito demasiado olvidadizo de las realidades terrenas, ha caído en un encarnacionismo excesivo, proclive a ver en todo una manifestación de la gracia. Se critica a GS por subrayar tanto la relevancia para el hombre de la misión eclesial, su correlación respecto a las profundas aspiraciones humanas, que pueda diluirse la identidad cristiana. Se puede caer en un espíritu tan conciliador con las bondades de nuestro mundo que no se tenga en cuenta la dimensión dramática inherente a la fe, la realidad del pecado y la sabiduría de la cruz. Este tipo de críticas es paralela a la polémica entre las opciones teológicas de Rahner (que influyó bastante en la antropología de GS) y de Von Balthasar.

Ciertamente, no basta adaptarse al mundo, si a este movimiento no lo acompaña un impulso igualmente vigoroso hacia la autenticidad de la fe y el testimonio específicamente cristiano. Sin embargo, no puede decirse con verdad que el texto de GS se olvide de la importancia de la decisión humana ante el reto de la fe, de los aspectos ambiguos de la existencia, del pecado… La seriedad doctrinal y el equilibrio expresivo del Concilio merecen una atención más sincera.

Una opción de GS que mantiene hoy toda su fuerza es haber colocado en el

tanto pastoral como doctrinal. Merece la pena leer la homilía pronunciada por Pablo VI el día de su promulgación y la catequesis del 30 de marzo de 1966. Por su parte, Juan Pablo II tuvo la antropología de GS como referencia continua de su magisterio.

No obstante, hay que distinguir en GS elementos que mantienen todo su vigor y otros que acusan más el paso del tiempo. Muchos advirtieron de los riesgos que implicaba introducir un texto de corte social en el Concilio, obligándose de este modo a ir más allá de los principios teológicos. GS puede parecer obsoleta por varios motivos. Comparte el aire de optimismo propio de los años 60, cuando cambiar el mundo parecía al alcance de la mano, con proyectos que la perspectiva del tiempo no permite ver con tanta ingenuidad: Naciones Unidas, descolonización, carrera espacial, avances de la ciencia y la técnica… También el lenguaje tiene como referencia un mundo y unos procesos que quizá nos suenan un poco lejanos: diálogo con el ateísmo marxista, incipiente “unificación” del mundo (hoy diríamos “globalización”), trasfondo del apostolado obrero, separación de Iglesia y Estado… Falta, además, una perspectiva verdaderamente mundial, que no podía tener un Concilio aún demasiado europeo. Puede parecer obsoleta también la misma intención de fondo: la Iglesia pretende reconciliarse con una modernidad ya en retroceso. El año 1968 (solo tres después del Concilio) simboliza el estallido de una nueva época que ha venido en llamarse “posmoderna”. Los argumentos más sólidos pierden su efecto cuando los posibles interlocutores (imaginados como hijos del racionalismo) se han dejado imbuir del pensamiento débil e incluso de cierta sensibilidad antihumanista. En resumen, el mundo de “hoy”, al que se dirige GS, se convirtió enseguida en el mundo de “ayer”.

No hay que desechar, sin embargo, el impulso de aggiornamento y apertura al mundo que está en la base de esta caduca actualidad de GS. Esta actitud de fondo ha de mantenerse como una preciosa orientación para la Iglesia de nuestro tiempo, abocada a vivir en medio de la sociedad plural del mundo globalizado. En este sentido,

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▶EN VIVO

En la exhortación apostólica Verbum Domini, Benedicto XVI promueve una interpretación de la Sagrada

Escritura que responda a los problemas de la persona de nuestros días. Dentro de este campo, muy relacionado con la Nueva Evangelización, cabe esta pregunta: ¿cómo se promueve el estudio de la Biblia a través de Internet y las nuevas tecnologías?

Un claro ejemplo lo ofrecen quienes, en la Iglesia, han hecho de la comunicación parte esencial de su carisma: los domini-cos. Al modo de Jesús con los discípulos que caminaban a Emaús, santo Domingo de Guzmán se encontró con un posade-ro partidario de la herejía cátara y pasó toda la noche dialogando con él sobre el verdadero sentido de las Escrituras y la tradición cristiana. Así nació la Orden de Predicadores. Ahora han cambiado la ta-berna por Internet.

Su portal dominicos.org cuenta con una Escuela de Biblia. “Internet ofrece la po-sibilidad de poner la Escritura al alcance del mundo entero. Por eso, nos atrevemos a ofrecer este curso, con la esperanza de que pueda llegar a muchos � eles de habla castellana y ayudarles a una mejor com-prensión de la Palabra”, explica Fernando Mañero, responsable de la iniciativa.

Junto a él, trabajan un fraile, Iván Calvo, y dos laicos, José Alberto de Blas y Alán Rives, todos ellos miembros de la congre-gación. “Nadie ama lo que no conoce”, sostiene Mañero. Pero, ¿cómo acercarse a esa Escritura que nos llega de un lejano pasado? ¿Cómo entenderla si nadie nos la explica? Ese es el reto que intentan abordar desde el portal, que ofrece su alternativa: “Tratar de poner al alcance de de todos, de una manera muy sencilla, el contenido y el signi� cado de esa Palabra que es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino”.

Los dominicos están con-siguiendo el fin de llegar a cada más gente. A muchísima más gente. Para lo cual se han readaptado en su estrategia. Si, en los primeros años, la inscrip-ción al curso requería el pago de ciertas cantidades por curso o asignatu-ra, ahora la Escuela de Biblia es gratuita. Con unos resultados sorprendentes: de 35 alumnos de promedio cuando el curso re-quería pago, se ha pasado a 4.621 usuarios o visitantes exclusivos.

Lo que se puede apreciar, puesto que forma parte ya del nuevo sistema de ar-ticulación que conecta el mundo, es que “Internet ofrece muchas ventajas sobre otros formatos”. Especialmente de cara a la formación: “Permite un uso � exible del tiempo, obvia la di� cultad de un horario � jo presencial y permite la utilización de posibilidades multimedia, vídeos, activi-dades interactivas, foros…”. Quien a� rma esto es Adolfo Sillóniz, gerente de Forma-ción del Grupo SM. La editorial, junto a

la Casa de la Biblia, acaba de poner en marcha un Curso de Iniciación a la Lectura de la Biblia. “La acogida ha sido

muy buena; ya han realizado los cursos varios grupos, con un alto nivel de moti-vación, participación y buenas evaluacio-nes”, destaca Sillóniz. Pero este no es el único proyecto. Además, “abordaremos con más profundidad y extensión algún tema bíblico, mediante un curso sobre los Evan-gelios a lo largo de un año, con un estudio de Postgrado”, concluye el responsable de Formación de SM, quien niega que el estudio de la Biblia por Internet sea algo frío o solitario: “Esa apreciación ha sido superada hoy día por muchos mecanismos de trato humano”.

Una parroquia en acciónBien lo saben en la Parroquia de Santa

Mónica de Zaragoza. Allí comenzaron hace 12 años un Aula de Biblia, absolutamente gratuita, que se ha extendido por toda Amé-rica y varios países de Europa. El curso, coordinado por un grupo de seglares, tiene “maravillado” al párroco de esta pequeña comunidad, Fermín Salvatierra: “De todos los grupos parroquiales que tenemos, es el mejor, el más e� ciente. La verdad es que no creía que por Internet se pudiera hacer tanto bien”, con� esa a Vida Nueva.

Y la Palabra se hizo digitalNumerosas iniciativas en Internet buscan fomentar el conocimiento de la Sagrada Escritura

ÁLVARO REAL

Sillóniz (izda.), gerente de Formación de SM

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De Blas, Calvo y Rives, de la escuela dominica

signi� cado de esa Palabra que es lámpara

más gente. Para lo cual se han readaptado en su estrategia. Si, en los primeros años, la inscrip-ción al curso requería el pago de

la Casa de la Biblia, acaba de poner en marcha un Curso de Iniciación a la Lectura de la Biblia. “La acogida ha sido

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Internet, como la gran herramienta de comunicación que es, puede convertirse en un instrumento clave para el reto de la Nueva Evangelización. Algo para lo que hace falta, en primer lugar, “creer en que se puede evangelizar con las nuevas tecnologías”. Así piensa Elías Pérez, director comercial de Verbo Divino, quien llama a “dar el paso, pues veo que en la Iglesia estamos aún algo retrasados”. Un cambio, este, que debería darse en muchos ámbitos,

como la pastoral con jóvenes: “No podemos dar catequesis hoy tan solo desde los antiguos métodos. Si no se utilizan las nuevas tecnologías, estamos desaprovechando oportunidades”.De la misma opinión es Fernado Mañero, del portal dominicos.org: “En estos momentos, Internet es la mayor y mejor plataforma, areópago si se quiere llamar así, para seguir evangelizando. Llega a todas partes y a todos los que estén abiertos a escuchar la buena

noticia que trasmite la Palabra de Dios”.Más escéptico es el director de la BAC, Carlos Granados, que ve excesivo califi car Internet como el centro de la Nueva Evangelización: “Internet ha supuesto un gran avance para facilitar comunicaciones, hacer llegar medios de cultura a muchos lugares y, en fi n, facilitarnos mucha información. Pero el gran ‘campo de batalla’ de la Nueva Evangelización sigue siendo el corazón humano”.

Todos los martes, a las 17 horas, los res-ponsables del Aula de Biblia se reúnen en los salones parroquiales y contestan a los correos electrónicos de consulta, pero también a las cartas de agradecimiento que se reciben. “Ya se han formado más de 20 catequistas que, a su vez, van formando a los feligreses de diversas parroquias. Se está produciendo una expansión que no era imaginable”, concluye Salvatierra. Quizá lo más ventajoso de la iniciativa es que no se trata de un curso para expertos, sino para todos aquellos que tengan curiosidades bíblicas. “Lecciones sencillas, claras y al grano”, explican desde el Aula de Biblia, que ofrece un total de 123 temas basados en un texto que hay que leer detenidamente y unas preguntas que determinen si se ha entendido.

Un éxito, este, al que también se ha su-mado la editorial Verbo Divino. Desde hace unos meses, sus clientes pueden descar-garse gratuitamente en e-book el Nuevo Testamento, así como otros productos, desde comentarios bíblicos a libros de exégesis. Pero la gran apuesta del grupo se encuentra focalizada en la formación on-line, a través de bibliadigital.es: “Es una respuesta a la demanda de muchas

personas que no pueden asistir a un centro de formación”, explica Elías Pérez Esteban, director comercial de la editorial.

El proyecto, que nació hace dos años, es dirigido por un equipo de tutores y está presente en Facebook y Twitter. En Verbo Divino lo tienen claro: la clave es “la mo-vilidad, la portabilidad, que hacen que, fácilmente, puedas leer un texto bíblico desde tu iPhone o iPad”. Algo que ellos aplican de un modo sencillo, colgando cada semana en su web un video que hace referencia a la lectura del Evangelio del domingo.

La Conferencia Episcopal Española (CEE) y la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) trabajan en esta línea a través de sagra-dabibliacee.com, donde está publicada la versión bíblica o� cial de la CEE. Para un futuro próximo, informa Carlos Granados, director de la BAC, “se irán introduciendo diversas iniciativas de Lectio Divina e iti-nerarios de lectura de la Palabra”. Se trata solo del comienzo, pues tienen previsto que la web “sirva de lanzamiento para hacernos presentes en las redes sociales”.

Un trabajo que, explica el responsable de la BAC, se encuentra muy enraizado

en la Nueva Evangelización: “La Biblia, transmitida por la acción del Espíritu en el cuerpo eclesial, sigue siendo Palabra viva y e� caz y, por tanto, capaz de 'convencer

al mundo', de transformar los corazones y producir nueva

evangelización”.

La Nueva Evangelización en la Red

OPCIONES PARA APRENDER→ www.smformacion.com→ www.dominicos.org→ www.bibliadigital.es→ www.sagradabibliacee.com→ http://webs.ono.com/auladebiblia

Carlos Granados

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No se habla de otra cosa que de crisis económica. Del frío défi cit o de la prima de riesgo, de los desahucios

o protestas estudiantiles, de una reforma laboral y del incremento de la pobreza. En un momento en el que la sociedad, y los católicos en particular, siguen esperando una declaración, una voz profética de sus obispos en ese órgano colegial que es la Conferencia Episcopal –hoy por hoy, más mediática que cualquier diócesis–, que amagó con una nota que diversos sectores eclesiales consideran insufi ciente, muchos obispos a nivel particular han tomado la palabra.

Sea por la Cuaresma o por el demoledor Informe FOESSA que Cáritas presentó re-cientemente, se ha desatado una ola de manifestaciones de obispos, a nivel dio-cesano, en las que, con diversos estilos, se intenta arrojar luz y, sobre todo, recordar el compromiso de toda la sociedad con los más desfavorecidos. Un compromiso que la Iglesia practica a diario en comedores sociales, centros de atención de Cáritas... y que también es conveniente que plasme a través de la denuncia y de la defensa de los más vulnerables.

Precisamente, en Salamanca, el obispo, Carlos López, y el Consejo Presbiteral lan-zaron una declaración ante la situación económica en la que animan a todos los ciudadanos a refl exionar sobre las nece-sidades de la sociedad, a comprometerse y a mantener una especial austeridad en

los gastos y compartiendo más. Invitan a todos los fi eles a entregar un porcentaje fi jo de sus ingresos mensuales, al menos durante el presente año, a Cáritas o a otras instituciones. También hay palabras para los políticos, a los que piden austeridad y justicia; y en su acción política y social, “a tener en cuenta a los más desfavorecidos, especialmente en la distribución de cargas, bienes y oportunidades”.

Al lado, en Ciudad Rodrigo, Raúl Berzosa tituló su última carta pastoral Parar el Paro, en la que se hace eco de todas las iniciativas de Cáritas en favor del empleo, y dijo: “Ante el adelgazamiento del Estado del Bienestar, ensanchemos la sociedad de la solidaridad”.

Pero esta actitud y toma de conciencia no es exclusiva de los prelados de las diócesis

salmantinas. Son muchos más los que han empezado a alzar la voz. Por ejemplo, y sin salir de Castilla y León, el obispo de Palencia, Esteban Escudero, dijo, al hilo de la conveniencia o no de que la Iglesia hable sobre estas cuestiones: “Quizá, más de un católico se preguntará por qué la Iglesia se mete en estas cuestiones de tipo económico, incluso político, teniendo como tiene una misión de carácter religioso. El papa Juan Pablo II ya respondió en su encíclica Centesimus annus cuando afi rmó que ‘la Doctrina Social de la Iglesia tiene de por sí el valor de un instrumento de evangelización: en cuanto tal, anuncia a Dios y su misterio de salvación en Cristo a todo hombre y, por la misma razón, revela al hombre a sí mismo. Solamente bajo esta perspectiva se ocupa de los demás:

Los obispos alzan la voz contra la crisisSiguen del lado de los más débiles, pero ahora también con la palabra

LA IGLESIA ANTE EL TRABAJO

“El trabajo es un derecho fundamental y un bien para el hombre: un bien útil, digno de él, porque es idóneo para expresar y acrecentar la dignidad humana. La Iglesia enseña el valor del trabajo no solo porque es siempre personal, sino también por el carácter de necesidad. El trabajo es necesario (...)”.

“El trabajo es un bien de todos, que debe estar disponible para todos aquellos capaces de él. La plena ocupación es, por tanto, un objetivo obligado para todo ordenamiento económico orientado a la justicia y el bien común. Una sociedad donde el derecho al trabajo sea anulado o sistemáticamente negado y donde las medidas de política económica no permitan a los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de ocupación, no puede conseguir su legitimación ética ni la justa paz social”.

Números 287 y 288 del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia

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▶IGLESIA EN EL MUNDO

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de los derechos humanos de cada uno y, en particular, del proletariado, la famila y la educación, la vida económica...’.

En Cataluña también hablan abiertamen-te y orientan a los fieles. Así, el obispo de Girona, Francesc Pardo, propone sobriedad o austeridad, “los nombres actuales del ayuno y la abstinencia”. La austeridad, que es una virtud cristiana, pero también una exigencia ética; y como exigencia ética, “es obligación de todos, pero especialmente –continúa Pardo– de quienes tienen res-ponsabilidades en administrar recursos o bienes producidos, porque aunque sean de su propiedad llevan inscrita una finalidad social”. “Las patronales y dirigentes de empresas de ámbito privado o público, han de tener muy presente que para asegurar la viabilidad de la empresa y el futuro del trabajo de muchas personas, será nece-sario dedicar recursos a la investigación, renovación de la maquinaria, formación del personal y no tanto a disfrutar de los beneficios...”, sentencia.

Justicia y equidadDel mismo modo, obliga a los responsa-

bles de las administraciones públicas, pues “no son los propietarios de los bienes de todos y que precisamente reciben de todos: son administradores para distribuirlos con justicia y equidad”.

En Tarragona, Jaume Pujol se pregunta “¿qué puedo hacer frente a la crisis”, cuya respuesta invita a actuar, más allá de lo que puedan hacer las instituciones políticas. Solidaridad y acompañamiento es lo que propone. Muy cerca, en Barcelona, han querido incluir una actividad caritativa entre las cinco acciones pastorales de las que se compone la Misión Metrópolis: la promoción del programa Jóvenes en Paro de Cáritas. Y en la primera Javierada de 2012, Francisco Pérez, arzobispo de Pam-plona, también habló de la crisis, para decir que la caridad “no entiende de recor-tes” y, por ello, ha pedido “mayor entrega y generosidad” ante la situación actual.

El caso de Valencia es especial, sobre todo, por los incidentes en las protestas estudiantiles. Carlos Osoro aprovechó la actualidad para lanzar un órdago a los jóvenes: “Os invito a hacer una nueva re-volución, no con armas, insultos, batallas, falta de respeto a los demás o destrucción de la convivencia, sino quitando todas las esclavitudes que hay, como vivir en pecado o solo para uno mismo”.

Una de las cuestiones más controver-tidas, en cuanto a posicionamiento de la Iglesia, es la reforma laboral promovida por el Gobierno de Mariano Rajoy. La CEE no quiso valorar la nueva regulación por tratarse de cuestiones técnicas, mientras que algunos obispos sí se han referido a ella. El que lo ha hecho más directa-mente ha sido el obispo de Ciudad Real, Antonio Algora, que sostiene: “Hemos de reflexionar sobre la situación que va a seguir creando la Reforma Laboral, pero sí podemos adelantar que es injusto que, con todo ello, el peso de la crisis esté cayendo sobre los hombros de los trabajadores”.

También la han criticado, con bastante fuerza, organizaciones eclesiales como

la JOC y la HOAC, que, en un comunicado conjunto consideran que es “una agresión al trabajo como principio de vida” (VN nº 2.790). Precisamente, este comunicado ha sido fuente de polémica después de que la delegación diocesana de Pastoral Obrera de Madrid lo enviase a las parroquias, y el cardenal arzobispo, Antonio Mª Rouco Varela, desautorizase la difusión y se des-marcase del texto. “Nuestra Diócesis no se identifica con el contenido de dicho docu-mento, ni se hace responsable del mismo, considerando improcedente su difusión”, difundió la archidiócesis madrileña.

Recomendaciones laboralesPostura, la del purpurado gallego, que

no coincide con otros obispos, como el de Burgos o el de Barcelona. Francisco Gil Hellín, por ejemplo, considera que la digni-dad de la persona debe estar en la reforma de forma expresa, porque “a menudo, los expertos, los políticos y los agentes socia-les ponen por delante los resultados”. El cardenal arzobipo Lluis Martínez Sistach se refirió a la polémica, en declaraciones a Catalunya Radio, para decir que “hay que admitir algunos principios que defienden la HOAC y la JOC”. “Se tiene que respetar el trabajo para que no llegue en precariedad a los trabajadores y que los deje en una situación muy difícil”, apuntó. Y, para ello, reclamó un pacto nacional –que incluya a partidos, sindicatos, patronales, grupos sociales y religiosos–, “porque tenemos que salir de aquí”.

FRAN OTERO

UNA RECETA: CARIDAD

Una de las recetas que los obispos y grupos eclesiales están poniendo sobre la mesa es la de la caridad, siempre muy presente en la Iglesia, y sin la que no sería Iglesia. Son muchas las iniciativas que se están llevando a cabo, muchos los voluntarios y esfuerzos que empujan para salir hacia adelante, un iceberg de solidaridad cuya punta intuye lo que hay debajo, aunque no lo muestre. Algunas de estas puntas son, por ejemplo, la decisión del obispo de Solsona de rebajarse el sueldo un 25%, que destinará a Cáritas, o el gesto de la Diócesis de Santander, con su obispo al frente, Vicente Jiménez Zamora, de promover la entrega a Cáritas del salario de un día cada mes; también la donación, por parte de la Conferencia Episcopal, de 5 millones de euros a Cáritas, o que una de las acciones de la Misión Metropolis de Barcelona se dirija a los jóvenes parados.

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Cuando se cumple el segun-do aniversario de la Carta a los católicos de Irlanda

(19-03-2010), la Santa Sede ha publicado las conclusiones de la visita apostólica que Benedicto XVI ordenó después de conocerse los atroces crímenes de abusos sexuales a menores durante dé-cadas por parte de sacerdotes y religiosos. Entre las principales conclusiones, destaca la consta-tación de la insuficiente respues-ta dada por obispos y superiores.

En la nota del 20 de marzo con las conclusiones y varias reco-mendaciones de la Santa Sede y de los dicasterios implicados en la visita, se “reafirma la cons-ternación” y la “cercanía que en repetidas ocasiones” el Papa ha manifestado a las víctimas.

La visita apostólica, de noviem-bre de 2010 a junio de 2011 y cen-trada en las cuatro archidiócesis (Armagh, Dublín, Cashel y Emly, y Tuam), los institutos religiosos y los seminarios, ha constatado “la gravedad de las faltas que dieron lugar en el pasado a una comprensión y una reacción insu-ficientes, incluso por parte de los obispos y superiores religiosos, al terrible fenómeno del abuso de menores”.

A favor las víctimasNo obstante, también se evidencian,

a partir de los años 90, “avances decisi-vos que han desembocado en una mayor conciencia del problema y en cambios profundos en la manera de afrontarlo”. En esta línea, se recomienda que obispos y superiores religiosos “prosigan con su empeño de acogida y asistencia a las víc-timas de abusos”.

La nota vaticana cita algunas de las Di-rectrices establecidas en el documento Safeguarding children de 2008 (elaborado por una comisión de inspectores de dis-tintas entidades): la participación de los fieles y las estructuras eclesiásticas en la prevención y formación, la colaboración con las autoridades civiles y la constante referencia a la Congregación para la Doctri-na de la Fe en “asuntos de su competencia”. “Dichas normas –explica el comunica-

sido acusados, pero con-tra los que el fiscal haya decidido no proceder”. Igualmente, tendrán que establecer normas para facilitar el regreso al mi-nisterio de aquellos que hayan sido acusados fal-samente, y para proporcio-nar la “adecuada atención pastoral” a quienes hayan sido declarados culpables.

De la visita a los se-minarios se concluye “el compromiso de los educa-dores y los seminaristas, y la atención prestada a su formación intelectual, humana y espiritual”. “En los seminarios están en vigor normas claras de tutela de los menores”, se asegura. Y se recomienda que la formación se inspire en “una auténtica identi-dad sacerdotal”, que los obispos se impliquen más en la gestión de los semi-narios y que los criterios de admisión sean “más coherentes”.

En cuanto a los institu-tos religiosos, se propone que establezcan un progra-ma trienal para profundi-

zar en su carisma fundacional y su fuentes. “Los institutos están invitados a asegurar una apertura pastoral a los que sufren las consecuencias de abusos”, se añade.

Comunión eclesialA pesar de las “muchas heridas”, los visi-

tadores aprecian la “permanente vitalidad de la fe del pueblo irlandés”. Otro signo de esperanza es “la vasta implicación de sacerdotes, religiosos y laicos en establecer estructuras de tutela de los menores”. En este contexto, se lanza un llamamiento a la comunión eclesial.

Finalmente, se anuncia que la Santa Sede y el Episcopado irlandés han iniciado una reflexión conjunta sobre la configu-ración actual de las diócesis, para hacer las estructuras diocesanas más idóneas para responder a “la misión actual de la la Iglesia en Irlanda”.

MARÍA GÓMEZ

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▶IGLESIA EN EL MUNDO

do– han demostrado ser una herramienta eficaz para tratar las denuncias de abusos y aumentar la sensibilidad de toda la co-munidad cristiana”. Estas directrices se actualizarán y revisarán periódicamente.

El National Board o Consejo Nacional para la Salvaguardia de los Niños de la Igle-sia católica irlandesa (NBSCCC) tiene ante sí una tarea “profunda y de largo alcance”. Los visitadores califican de “especialmente útil” la verificación que esta ha realizado de la aplicación de las Directrices en va-rias diócesis e institutos, y recomiendan que ese proceso de verificación cubra “lo antes posible” el resto, “y que se repita con regularidad”.

Por otra parte, a partir del documento In-terim Guidance, publicado el pasado enero por el National Board, y en colaboración con este, los obispos y superiores deberán elaborar una normativa para tratar “los casos de sacerdotes o religiosos que hayan

Se constatan “cambios profundos” ante los abusos

Publicadas las conclusiones de la visita apostólica a la Iglesia en Irlanda

El cardenal de Armagh, en una oración por las víctimas

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▶IGLESIA EN EL MUNDO

La Asociación de Conferencias Episco-pales del África Oriental (AMECEA) celebró, del 5 al 10 de de marzo, un

taller sobre la exhortación apostólica post-sinodal Africae Munus en torno al tema Formando el destino del pueblo en la región. La reunión tuvo lugar en Limuru (Kenia) y convocó a más de 70 delegados eclesiales, entre arzobispos, obispos, sacerdotes, re-ligiosos y laicos. Las sesiones estuvieron coordinadas por el P. Ferdinand Luzongo, secretario general de la AMECEA, orga-nismo que abarca nueve países: Malawi, Etiopía, Eritrea, Uganda, Sudán, Sudán del Sur, Zambia, Tanzania y Kenia.

Mientras que la I Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos (1994) y la exhortación resultante de la misma, Ecclesia in Africa (1995), presentaron el tema de la Iglesia como “familia de Dios”, la segunda –celebrada en octubre de 2009, bajo el lema La Iglesia de África al servicio de la reconciliación, la justicia y la paz– retomaría y profundizaría algunos temas abordados luego en la exhortación Africae Munus (El compromiso de África), presen-tada por Benedicto XVI durante su viaje a Benín en noviembre de 2011. El documento consta de 57 proposiciones relativas a la situación del continente, que recogen el espíritu y los retos discutidos en la asam-blea sinodal, subrayando el crucial papel evangelizador y testimonial de la Iglesia como testigo privilegiado de paz y recon-ciliación, especialmente en situaciones de guerra, violencia y desesperanza.

Seguimiento y ejecuciónConscientes de que uno de los aspec-

tos más débiles del período posterior a la primera convocatoria sinodal ha sido el seguimiento y la ejecución de las propo-siciones resultantes de aquella asamblea, representantes de las Conferencias Episco-pales de África y Madagascar (SECAM) se reunieron el pasado noviembre en Cotonou (Benín) y prepararon la Declaración de Cotonou, que contempla estrategias para difundir los contenidos sinodales a nivel

‘Africae Munus’, una hoja de ruta por aplicarLas Iglesias de los países del África Oriental analizan en Keniala exhortación postsinodal y su necesaria puesta en práctica

momentos críticos de persecución (Eritrea), de confrontaciones armadas (Sudán del Sur, Somalia y el activo papel de Etiopía y Kenia en este país), de incertidumbre política (elecciones en Kenia), de delica-dos contextos geoestratégicos (petróleo en Sudán del Sur y Uganda) y de situaciones posconflicto, tanto dentro de estos países como en los limítrofes.

En Limuru no solo se habló de desafíos externos, sino de los principales escollos de las Iglesias locales en su desarrollo interno: la falta de testimonio de los católicos en la vida pública, la insuficiente colaboración intraeclesial, la falta de transparencia y

rendición de cuentas y el desafío de un cristianismo a veces superficialmente evangelizado y puramente sociológico.

Ante estas realidades, Africae Munus presenta pistas concretas de renovación y profundización eclesial. Ahora, “nuestra misión –señalan en nota de prensa los participantes en la reunión de la AMECEA– es establecer mecanismos a través de los cuales nosotros, como parte del conjunto de las diócesis católicas de África, seamos capaces de velar por que el documento eclesial se lleve a cabo en su totalidad”.

ALBERTO EISMAN

nacional, diocesano y parroquial, y evi-tar así que el texto se convierta en letra muerta o acabe olvidado en los archivos curiales. El encuentro regional promovido ahora por la AMECEA es la consecuencia directa de esta iniciativa de Cotonou, con la que se pretende que tales contenidos sean conocidos y asimilados por las co-munidades cristianas de África al tiempo que se enraízan en los diversos países.

Una de las propuestas es elaborar una versión simplificada de Africae Munus y traducirla a las lenguas de la región, incor-porando elementos a la pastoral de parro-quias y pequeñas comunidades (es decir,

traduciendo y transformando la teología en pastoral), creando sinergias entre actores eclesiales y adaptando una metodología adecuada a cada Iglesia particular. El tema de la justicia y la paz, como se trató en el Sínodo, abarca campos cruciales como el buen gobierno, la mujer, la familia, la ges-tión de recursos naturales, la inseguridad, la reconciliación, la justicia económica, la migración, el sida y la ecología, cuestiones que afectan en mayor o menor medida a todos los países del África Oriental.

El tiempo presente resulta crucial para las Iglesias de esta región, ya que se viven

El Papa firma ‘Africae Munus’ en Benín

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Pese a que la frontera que separa Haití y la República Dominicana es consi-derada una de las más conflictivas

que existen –debido principalmente a la alta inmigración haitiana que se introduce en el país vecino y que a veces es expulsada por la fuerza en redadas colectivas–, las comunidades católicas de los dos países mantienen una relación de estrecha her-mandad. Algo que se ha institucionalizado en los últimos años con los encuentros oficiales entre ambos episcopados, tenien-do lugar cada edición en uno u otro país.

La última reunión entre la Conferencia Episcopal de Haití y la de la República Dominicana ha tenido lugar, del 12 al 14 de marzo, en Santo Domingo, la capital dominicana. Concretamente, en la Casa María de la Altagracia. Este, que ha su-puesto el undécimo encuentro, ha sido el primero tras el terremoto que el 12 de enero de 2010 devastó la principal ciudad haitiana, Puerto Príncipe (sede de la an-terior cita, en 2007).

Como no podía ser menos, la acción para impulsar la reconstrucción de Haití ha concentrado la mayor parte de los com-promisos alcanzados. Como informa el comunicado final de las jornadas, ambos episcopados han creado una comisión integrada por sus secretarios gene-rales y por los directores y equipos técnicos de las Cá-ritas nacionales, cuyo fin es verificar el desarrollo de los trabajos. Una acción que será apoyada por una campaña para recaudar fondos económicos y ayu-

da material, a través del envío de personas voluntarias cualificadas.

Ls obispos de Haití agradecen la impli-cación de sus vecinos ante el drama del terremoto, cuya acción, tanto en el presente

como hace dos años, se ha caracterizado por “la generosidad, la rapidez y el respeto”. Una gratitud que hacen extensiva a las Cáritas de ambos países, así como a la delegación española, que, “en estas circunstancias, jugaron un papel estelar”. Como recalcan los prelados, el

signo más positivo de esta estrecha rela-ción es que tiene raíces profundas, pues proviene de 1999, cuando las Cáritas de las diócesis situadas en la frontera entre los dos países comenzaron a trabajar en conjunto, definiendo estrategias específi-cas por áreas. Ahora, pese al seísmo, los frutos de esta colaboración se aprecian en aspectos como el agropecuario, el sanitario, el educativo o el cultural, así como en el desarrollo de infraestructuras básicas.

Esta acción conjunta, tanto a nivel de las Cáritas como de los episcopados, se ha mantenido en todo este tiempo en relación a la situación de los migrantes, cuyo esta-do, en ambas direcciones, suele ser bas-tante precario. Con el fin de ofrecerles un apoyo real, se comprometen a desarrollar una campaña de sensibilización dirigida a los gobiernos nacionales, para fomentar una mayor actitud de acogida y un espe-cial respeto por los derechos humanos de quienes han de abandonar su país.

Aunque aún no hay fecha para el siguien-te encuentro, que debería ser en Haití, es de esperar –como concluyó el presidente de su Episcopado, Chibly Langlois– que las “dos Iglesias hermanas” sigan cooperando en conjunto y se muestren “promotoras de vida en abundancia, de dignidad humana y caridad fraterna”.

TEXTO Y FOTOS: MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

Haití y República Dominicana, dos Iglesias sin fronteras Ambos episcopados diseñan una acción común para cuestiones como la migración o la ayuda tras el terremoto de 2010

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La Plataforma de Organizaciones Haitianas de Derechos Humanos (POHDH) ha hecho público un informe en el que denuncia numerosos casos de violación de derechos humanos por parte de las fuerzas militares de la ONU (conocidas como Minustah) en Haití. Según condenan las ONG, los cascos azules, establecidos

en el país caribeño desde 2004, habrían incumplido su función: si llegaron para pacificar un contexto sumergido en el desgobierno, ha ocurrido que “la inseguridad creció después de la llegada de las tropas”. Entre otras “atrocidades cometidas por los militares, sobre todo en los barrios más pobres”,

enumeran “operaciones donde mataron, hirieron, maltrataron y destruyeron bienes privados”. Así, solo entre 2004 y 2006, hasta 74 personas habrían muerto en acciones de la Minustah. Unos atropellos de los que, denuncian las ONG, no se habrían librado ni siquiera miembros de la policía haitiana, víctimas de abusos sexuales.

DENUNCIAN LA VIOLENCIA DE LOS CASCOS AZULES

Campesinos del pueblo fronterizo de Moliere

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Muere el patriarca copto ortodoxo de Alejandría, Shenouda III

Tras un pontificado de más de cua-renta años, el sábado 17 falleció en

El Cairo el patriarca copto ortodoxo de Alejandría, Shenouda III. Nacido hace 88 años en Asuit, en el Bajo Nilo, quien fuera referente espiritual para los cerca de diez millones de fieles de la comuni-dad ortodoxa, había desempeñado un importante papel en el transcurso de la primavera árabe en Egipto. Así, tras la caída de Mubarak, sus llamamientos a la paz y a la concordia han sido una constante a lo largo del último año. Sin embargo, su muerte coincide con un momento de especial tensión: en plenas elecciones para la configuración de un Parlamento (del que debería salir una Constitución), la minoría cristiana del país denuncia episodios de violencia en su contra por parte de elementos islámicos radicales. Una tensión parecida se registró al día siguiente en la catedral copta ortodoxa de San Marcos, en la capital egipcia. De-seosa de participar en los actos funera-rios, una multitud de fieles se agolpó en el templo, provocando una estampida, que dejó, según fuentes gubernamen-tales, tres muertos y 52 heridos.Además de los diez millones de fieles de la comunidad copta ortodoxa (un 10% de la población egipcia), represen-tantes de otras confesiones cristianas se han sumado a esta despedida. Es el caso de Benedicto XVI, quien, en un comunicado de pésame, ha destacado “su compromiso por la unidad de los cristianos” con gestos como la firma, en 1973, de la declaración común de fe en la Encarnación del Hijo de Dios. Asimismo, el fallecido mantuvo sendos encuentros con Pablo VI, en Roma, y con Juan Pablo II, en El Cairo.Ahora se abre un proceso de elección por el que los alrededor de 2.000 clé-rigos coptos ortodoxos escogerán al que será sucesor de Shenouda III como nuevo patriarca.

M. Á. MALAVIA

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▶IGLESIA EN EL MUNDO

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Recuerdo que en Bogotá me contaste una vez, y se me quedó para siempre, que la espiritualidad es como el agua de riego en verano, que tanto agradece el jardín y que consigue que se mantenga verde y florido. Sin el agua de la espiritualidad, el creyente se seca, se “agosta”, pierde hermosura y frondosidad. Tu memoria, Camilo, segui-rá viva. Viviste mucho y supiste mucho.

Acertaste a dar con la alternativa e incluir en tu proceder hombres y mujeres, norte y sur, oriente y occidente, laicos y religiosos, cre-yentes y no creyentes. Una pena que no llega-ron a ver la luz tus “me-morias”, que en parte pude leer y que están llenas de verdad y dan la clave auténtica para conocer bien algunos acontecimientos ecle-siales de los que fuiste protagonista o testigo importante. ¡Qué bien hablabas del cielo en la tierra!; estoy seguro de que hablarás estu-pendamente de la tierra desde el cielo. Háznoslo saber. Como me prome-tiste al teléfono unas semanas antes de par-tir, sigue ayudándome y ayudando a muchos desde el cielo. Continua-mos estando necesitados de tu inspiración, entu-siasmo, ardor y palabra certera. Que no pierdas la buena memoria que

siempre has tenido y que reproducía con facilidad el plan de Dios, que es tu plan, como nos recordaste en tus últimos días con palabras de una carmelita buena: “Nazco cada día, muero cada noche… Lo que está en mis planes está en los planes de Dios” (Edith Stein).

JOSÉ MARÍA ARNAIZ

Camilo, el 16 de marzo de 2012 ha sido un día importante en tu his-toria, el de tu muerte. La noticia de

la misma nos han convocado a muchos. Porque somos muchos los que te quere-mos, admiramos, agradecemos y en tu protección confiamos. Y ello porque nos conmovió y convocó tu vida, que duró 75 años en esta tierra: tus palabras y escritos, tu presencia que traía la de Jesús, tu sonrisa, tu proceder transparente, tu amistad fiel, tu espí-ritu carmelita, tu fuerza profética, tu valor para decir la verdad, tus raí-ces libanesas y tu calidez mexicana, tu vigor y tu ternura. De tus palabras nos quedan sobre todo estas: audacia, lucidez, compasión, creatividad, fidelidad. Con ellas, y otras cuantas más, ar-maste un pensamiento que sirvió a muchos, que abrió horizontes y puso claridad en la Vida Re-ligiosa y eclesial de las tres últimas décadas.

Te llamaron la aten-ción por escribir sobre “fidelidad creativa” y tu-viste la gran satisfacción de ver que unos años des-pués estas dos palabras se convertían en el título del nº 37 de la exhorta-ción Vita Consecrata. De alguien con quien te costó entenderte se dijo: el bien lo hizo mal y el mal lo hizo bien; de ti, en cambio, hay que afirmar con fuerza que el bien lo hiciste bien y el mal lo hiciste mal; gracias a Dios, como que no te salía hacer mal. El mucho bien lo realizaste con generosidad y alegría, con libros y confe-rencias, con las columnas de esta revista Vida Nueva y las páginas de otras muchas. Hablabas para no olvidar lo que decías.

Se nos fue un grandeC A M I L O M A C C I S EO B I T U A R I O

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Á

La verdadera crisis se debe a la actual concepción antropológica del hombre: vivimos como si Dios no existiese”. El

comboniano Fidel González, profesor de Historia de la Iglesia en las universidades Gregoriana y Urbaniana, y consultor de va-rios dicasterios vaticanos, analiza el actual momento de la comunidad cristiana y de la sociedad, que considera dominada por “un poder que tritura e impone la forma de vivir”.

¿En qué momento nos encontramos de la historia de la Iglesia? ¿Estamos en un otoño eclesial, como dicen algunos?

Es este un momento ciertamente de crisis. No solo en Europa; también en el mundo asiático, africano y latinoameri-cano. La crisis es epocal. Aunque hoy se subrayan sobre todo los elementos de la economía, en mi opinión no son los más importantes. La verdadera crisis es aque-lla en la que está en juego la persona, el hombre, la concepción antropológica del hombre. Lo dijo muy bien el Papa en su último viaje a Alemania. Nos encontramos en un proceso histórico en el que, desde hace siglos, comenzó a implantarse una concepción cultural de la sociedad y del hombre como si Dios no existiese.

¿Es debido a esta indiferencia ante la existencia de Dios por lo que le cuesta tanto a la Iglesia dialogar con el mundo de hoy?

La misión de la Iglesia hoy es la misma que hace 2.000 años: dar testimonio de Dios. Pese a que en teoría haya sido arrin-conado, en la práctica el sentido religioso no podrá ser nunca extirpado del corazón del hombre. Al querer achicar este sentido religioso se llega a un desierto. Ahí está la raíz del difícil momento que estamos viviendo. La recesión económica y los pro-blemas políticos son solo un factor de la inmensa crisis que hoy tenemos, que es de la concepción de la vida y del hombre en cuanto tal. La respuesta que debe dar la comunidad cristiana es ir a los orígenes, como hace 2.000 años. Debe ir a lo esen-cial, ser transmisora de un acontecimiento del que formamos parte.

¿Cómo se puede transmitir al mundo contemporáneo ese mensaje? ¿Le pare-

cen acertadas iniciativas como la Nueva Evangelización o el Atrio de los Gentiles?

Son instrumentos válidos si ayudan a transmitir el mensaje. La fe no se transmite con técnicas, sino a través de contactos visibles y tangibles. Hace años, el entonces cardenal Ratzinger nos decía a un grupo de sacerdotes durante unos ejercicios es-pirituales que el método hoy es el mismo de hace 2.000 años: la transmisión de la fe de boca a boca, de amistad a amistad. Esto es lo que están realizando hoy muchas personas en la Iglesia. El dicasterio de la Cultura trata de ponerse en contacto con intelectuales de distintas naciones, mu-chos de los cuales no son creyentes, para dialogar, explicarles la fe y preguntarles sobre lo que ellos buscan y llevan en el corazón.

¿Es la vida de la Iglesia más difícil ahora, con un ambiente de indiferencia religiosa, que antes, cuando enfrente tenía al ateísmo?

Sí. El ateísmo militante, en defi nitiva, era una confesión indirecta de Dios, porque no se combate lo que no existe. Ese ateísmo militante expresaba también un deseo tremendo de encontrar una respuesta a los deseos fundamentales del hombre. Aunque muchos intelectuales tienen una cierta sensibilidad, hoy la tónica general de la gente ha caído en una actitud que el Papa llama nihilismo. También es cinismo: parece que da igual una cosa u otra. Pese al nihilismo y al cinismo, el hombre no puede aniquilar lo que lleva dentro. Las preguntas sobre la trascendencia, de una forma u otra, salen a la luz. Es ahí don-de nosotros, los cristianos, tenemos que entrar. Hay que intentar responder a las preguntas fundamentales que las personas, en el fondo, se hacen. Y si no se las hacen, hay que ayudar a que se las hagan.

¿Cómo?A través del testimonio, de un testimonio

atractivo. Si me encuentro con alguien que

▶ENTREVISTA

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GONZÁLEZHISTORIADOR DE LA IGLESIA

GONZÁLEZGONZÁLEZFidel

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La raíz de la crisis está en haber arrinconado el sentido religioso

no da sermones, porque el cristianismo no es un sermón, y la gente descubre que detrás de su rostro hay un hecho que le hace estar contento, entra en diálogo con él. Luego estará Dios para hacerle descu-brir las cosas. El cristianismo no pretende hacer prosélitos; es la transmisión de una experiencia que, si es atractiva, produce el deseo de conocerla.

¿La propuesta que hace hoy la Iglesia resulta atractiva para la sociedad?

Desgraciadamente, en muchas ocasiones no. Confundimos las fórmulas porque no vamos al fondo de las cosas.

La clave, el testimonioAl echar un vistazo al interior de la Igle-

sia se descubren guerrillas, trincheras y descalificaciones. ¿Cómo dentro de la Iglesia se pueden encontrar estas cosas?

La gente, cuando dice Iglesia, piensa solo en el Papa, los obispos y los curas. A los cristianos, al menos a los que tenemos conciencia de serlo, nos toca dar un tes-timonio de lo que llevamos dentro en las circunstancias en que vivimos. ¡Cuántas contradicciones encontramos dentro de la misma Iglesia! Hoy tal vez son más eviden-tes debido a los medios de comunicación, pero las ha habido siempre. Ante todo esto nos toca pensar qué significa ser cristiano hoy. Debo ser capaz de transmitir lo que llevo dentro con mi vida, con los juicios culturales que doy en las situaciones que afronto. La clave está en ser testimonio de un acontecimiento que te ha tocado y que tiene que ver con las realidades concretas de la vida. La fe que lle-vo dentro del corazón la tengo que expresar en el modo de enjuiciar las situaciones concretas. No porque haga catecis-mo, sino porque mi fe se manifiesta en los juicios culturales, la política, la economía, la familia. Llegado un momento, la gente se pregunta por qué soy distinto a los demás. Y entonces explico el moti-

vo de la fe que llevo dentro, hago ver cómo la fe es razonable.

¿Cómo ve la Iglesia dentro de 50 años?No soy un profeta, pero creo que la Igle-

sia va por este camino al que me refería antes, tanto en Europa, donde está muy claro, como también en África y América Latina. Yo paso todos los veranos entre África y América Latina y me doy cuenta de que hay allí una vitalidad y un fermento de vida, pero también problemas. Los hay aquí igualmente, pues estamos en una sociedad poscristiana en la que imperan el relativismo y el nihilismo cultural. Somos víctimas de un poder que nos tritura.

¿Cuál es ese poder?Eso quisiera saber. Es un poder econó-

mico, mediático, con múltiples rostros y ante el que la gente es víctima sin darse cuenta. Acaba obrando según los criterios que ese poder impone en la forma de vivir de comportarse, de comer, de vestir… Las personas son trituradas por todo ello.

Hay quien afirma que ese poder es el ca-pital o el mercado. El escritor italiano Erri de Luca dice que la política se ha conver-tido en una rama menor de la economía…

A mi modo de ver, tiene razón. En Europa se ve claramente. Se trata de una mentali-dad transversal, que encontramos en todos los partidos políticos: los que están en el poder hoy o los que estaban ayer. Dentro de esta sociedad sumamente relativista, nihilista, cínica, donde existe un poder que obra en todos los sitios, ser cristiano no es ponerse contra nadie. Los cristianos,

en los primeros siglos, no hicieron guerrilla contra nadie: sim-plemente fueron lo que eran. Y es lo que también tenemos que hacer nosotros hoy: ser lo que de verdad somos, aunque sea di-fícil. Para ello no ha-cen falta estructuras: el único palo al que sí tenemos que agarrar-nos es Jesucristo.

TEXTO Y FOTOS:

DARÍO MENOR

La Misión Metrópolis que estamos celebrando en Barcelona, junto con otras once ciudades europeas,

está siendo una oportunidad de presencia evangélicamente significativa en el corazón de la ciudad. Hemos proclamado la Palabra de Dios en el marco incomparable del Palau de la Música. Se está demostrando que esto interesa a muchos y es una muy buena noticia. La lectura pública del Evangelio según san Marcos se ha hecho con la finalidad de difundir el mensaje cristiano a muchas personas que no lo conocen o, quizá, lo han conocido superficialmente y por el motivo que sea ha dejado de ser un referente en la vida. A la proclamación, ha seguido la invitación individualizada a ser misioneros, es decir, llegar a comunicar esta Palabra proclamada a alguien que intuimos que tiene necesidad de ella. Así empieza un gesto evangelizador que se caracteriza por un estilo humilde, pero provocador: ofreciendo, proponiendo, testimoniando, nunca imponiendo.Estamos experimentando la fuerza espiritual que se adquiere cuando quien proclama la Palabra la hace llegar al corazón porque se ve afectado positivamente por ella y, al mismo tiempo, nos percatamos de la fortaleza interior que se consigue cuando esta Palabra –que es viva y eficaz– llega a lo más íntimo hasta formar parte de nuestra vida. Hay que pasar de la emoción inicial a los hechos que hablan por sí solos, hechos que son el mismo testimonio de vida al que nos compromete la Palabra cuando es leída, escuchada, meditada, orada e identificada con el quehacer diario para transformarlo.Este llega a ser el gran descubrimiento: en la persona de Jesús, Dios se nos acerca, nos habla y nos trata con un amor incondicional y nos regala una paz que se contagia. Así crea vida y comunidad, amor y generosa solidaridad.

En el corazón de la ciudad

+ SEBASTIÀ TALTAVULLOBISPO AUXILIAR DE BARCELONA

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▶CULTURA ENTREVISTA

vez, narrara la infancia de María y en el que tuviera todo el pro-tagonismo. Lo que contaría se-ría justo hasta que el personaje aparece en los Evangelios. En la medida que en ellos no se dice nada de la infancia de María, sentía que tenía una libertad enorme como narrador para inventarme un modo y recrear ese personaje. Era una historia que yo tenía pendiente.

¿La fascinación por la Virgen?En el fondo, María es un per-

sonaje que tiene mucho que ver con esta afición mía por

los relatos maravillosos. Si lo pensamos bien, María podía ser perfectamente la protago-nista de un cuento de hadas. Es decir, una muchacha de 14 años, casi una niña, que en un pueblo perdido recibe la visita de un extraño mensajero que le dice que va a ser la madre de un rey. Ese es el comienzo de un cuento de hadas. Claramente. Y por tanto es una criatura que participa de ese mundo de lo maravilloso, que a mí me parece que es un mundo esencial. Uno de los problemas graves de este

tiempo es que hemos dado la espalda a este mundo.

Es verdad, hay mucho de pro-digio en la novela…

María vive una serie de su-cesos extraños alrededor de un niño que va a nacer. Pero ella lo que quiere es que ese niño nazca y sea como cualquier otro. Aunque sabe que, por la forma tan misteriosa en la que se anuncia, va a vivir un destino extraño y ella teme por ese des-tino. Si se piensa así, esta no-vela también nace mucho de la contemplación de esas madon-nas preciosas del Renacimiento, como las de Rafael, con el niño en los brazos y una mirada que podríamos califi car de celo, de temor, como si supiera que a ese niño le va a ocurrir algo y quisiera evitarle el sufrimiento.

Quizás sea una novela de amor de madre…

Es uno de los temas centrales del libro. De ahí la importancia que tiene la anunciación de la concepción del niño y las pági-nas que se le dedica al embara-zo. Es una novela que tiene mu-cho que ver con el misterio de la maternidad. Habla de ello, de la manera en que cualquier mujer del mundo vive su maternidad. Primero está la perplejidad, lo extraño que resulta todo ese fenómeno, que de pronto haya una criatura, un ser, dentro de su cuerpo y que, a partir de un determinado momento, se sepa-re de él. En ese instante, llegan todos los temores que cualquier madre siente sobre lo que le va a suceder a su hijo. Por eso, más que del amor, creo que habla de la intuición del amor.

“María podría ser la protagonista de un cuento de hadas”

El novelista vallisoletano publica ‘Y que se duerma el mar’, la narración de la infancia de la Virgen en la que se aborda, entre otras, la cuestión de la maternidad

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Gustavo Martín Garzo (Va-lladolid, 1948) obtuvo en 1994 el Premio Nacional

de Narrativa por El lenguaje de las fuentes. Aquella novela ponía en escena a la Virgen María y su esposo, José, quien relataba, desde un punto de vista insólito, su emoción ante el nacimiento de Jesús. Casi 20 años y otras tantas novelas después, consolidado como un referente en la litera-tura española contemporánea, Martín Garzo regresa a la Virgen María con Y que se duerma el mar (Lumen). Son, sin embargo, novelas distintas en el tono y concepción, aunque comparten una meditada sabiduría narrati-va que imagina y recrea lo que no se cuenta en los Evangelios. “El origen de esta novela está en El lenguaje de las fuentes –admite el novelista–. Porque, entonces, mi idea inicial era escribir esa historia desde el punto de vista de María, pero no dí con la forma de hacerlo. Porque me parecía que era un ser demasiado car-gado de cosas y no supe muy bien desenvolverme. Y por eso lo conté con los ojos de José, que era un personaje que me daba más libertad. De alguna manera, y aunque le tengo mucho cariño, aquella fue una novela que me dejó insatisfecho”.

¿De aquella insatisfacción nace esta nueva obra?

Creo que el personaje esen-cial, el que me fascina, que era el de María, se había quedado en un papel secundario en El lenguaje de las fuentes. Y no de-jaba de pensar en ello, hasta que se me ocurrió que podía escribir un libro en el que, esta

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También es una historia de historias…

Así es la vida. Por eso cuando se cuenta la vida de un perso-naje también hay que contar la de los personajes que están a su lado, las cosas que le han dicho, lo que ha aprendido de ellos… La historia de María me llevó a todas esas historias de criadas, de esclavas, de muje-res que había a su alrededor. Un mundo femenino que tiene mucho que ver con la pasión y el deseo de contar, de transformar la vida en palabras.

Comienza insistiendo en esa Virgen a la que le falta la mano derecha, como ya hizo en ‘El lenguaje de las fuentes’. ¿Por qué ese insistir en esa imagen?

Esa es una imagen que me vino un poco intuitivamente. De alguna forma, debía ser fiel a ese personaje. Cuando escribí El lenguaje de las fuentes no sa-bía muy bien cómo contestar a esto. Más tarde, he descubierto que el mundo de los cuentos, de las hadas, del que procede este relato, está lleno de seres, digamos, incompletos. Y esto es así porque permiten reflejar la condición humana, que es un estar incompleto, un no saber nunca quién eres, un creer que siempre hay algo que te falta, un algo que has perdido… De

de las personas que yo quiero, de la importancia que la Virgen ha tenido para ellos y, por tanto, también para mí.

En la historia reciente de la novela española no suelen darse este tipo de novelas de temática católica o fervorosa; sin embar-go, usted no lo oculta…

Sí, es verdad. Es algo que siempre me ha llamado la aten-ción. Es curioso, por ejemplo, que entre los escritores judíos siempre está presente esa di-mensión de su religión y de su cultura. Sin embargo, en el mun-do católico es muy raro esto. No sé muy bien por qué. Quizás por ese papel que ha cumplido últimamente la Iglesia al lado siempre de lo más reacciona-rio… dejando un poco al lado sus verdaderos compromisos. Y eso puede que haya causa-do un cierto rechazo a la hora de acercarse a esos temas. Lo cual me parece, en cualquier caso, una pena, porque creo que esas historias de la fe hablan del hombre, de lo que somos, de lo que nos sucede y de tan-tas cosas esenciales. Y no tiene ningún sentido olvidarlas. Al menos, yo no las puedo olvidar, porque siento que toda mi vida gira alrededor de ellas.

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ

[email protected]

La crisis institucional en la Iglesia es innegable. Nos recuerda que toda

institución, para sobrevivir, debe poseer órganos regulados sabiamente y legítimos, sabiendo adaptarse a los tiempos. Y que sus mandatarios sean, además, acogidos con afecto por su entrega. Es decir, la comunidad debe considerar que la existencia de esa institución es valiosa y necesaria.Por crisis suele entenderse la terminación de algo, que a su vez resuelve una situación. Indica la entrada en una situación nueva, que plantea sus propios problemas. La crisis presenta el abismo entre el pasado que ha perdido vigencia, y que sus gestores insisten en reciclar, y un futuro que se ha de construir.Es curioso, pero en las épocas en que la Iglesia vivió en el temblor y en la proclamación osada de la inminente Parusía es cuando se proyectó la cristiandad. Así fue en los tiempos de san Pablo o de san Agustín. Este último fue consciente de aquella crisis que demolía el Bajo Imperio Romano y, para darle un sentido, nos dejó La ciudad de Dios. Siempre que se dio una crisis histórica grave, la atención de los cristianos se dirigió casi a las profecías.Un auténtico católico debe desear la Segunda Venida, recordando que el que una vez vino es el que ha de venir, el erjómenos. Este anhelo se vuelve apremiante. La Semana Santa es una fuerte llamada a la coherencia de vida. Estamos llamados a ejercer nuestra libertad. Porque, a pesar de la crisis, la Iglesia es sembradora de valores y esperanza.

Tiempos de esperanza

JESÚS SÁNCHEZ ADALID

alguna forma este cuerpo in-completo de la Virgen alude a todo esto. En cualquier caso, quiero añadir que creo que soy absolutamente fiel a todo lo que se dice de la Virgen en los Evan-gelios. Lo que ocurre es que, ob-viamente, cuento pasajes de la historia de María que no están en el Nuevo Testamento, y por tanto me los invento. Aunque, de alguna manera, aspiro a que esta invención no sea recono-cida como algo arbitrario, sino que la mayoría parten del pro-pio ser de la Virgen y de textos que he ido leyendo a partir de mi deseo de contar la historia de esta niña.

Novela de un creyente¿Es la novela también de un

creyente?No puedo negar que toda mi

formación es católica, y no me refiero tan solo a mi educación doctrinal, sino a toda mi edu-cación sentimental, la que he recibido desde que era un niño a través de mis padres. En ese sentido, este personaje, Ma-ría, es un personaje que para mi madre era clave, y lo sigue siendo, ella que desde siempre ha sentido una enorme devoción por la Virgen. Todo eso tuvo un peso en mí. Y esta novela, en este sentido, habla de mi vida,

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Gustavo NOVELISTA

MARTÍN GARZO

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▶CULTURA

MÚSICA

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Atreverse es una palabra recu-rrente en los jóvenes, la adre-

nalina, lo nuevo, lo desconocido, posee un atractivo para ellos. Pero no en lo que se refiere a decisiones. La elección de carrera y, más tarde, la opción de vida, van cargadas de muchos temores, titubeos, pero sobretodo, de encontrarle sentido a la vida.Un grupo de alumnas de preparato-ria, acompañadas de una religiosa de Jesús-María, se deciden a armar un proyecto musical: el disco Atré-vete a buscar tu camino. El álbum

contiene once composiciones de música pop, además incluye pistas para cantar. Las letras son fruto de la experiencia de Dios, de la vida de las cantautoras o de otros chicos cercanos a ellas. Al ritmo del pop se preguntan dónde está Dios en esta realidad que vivimos, pero también lanzan la pregunta en dónde están los demás, en dónde estás tú. En medio de las melodías invitan a otros jóvenes a reflexionar. El proyecto fue grabado en un estu-dio profesional, con músicos desta-cados y voces congruentes que can-

tan lo que llevan en el corazón. En una sociedad fractura-da por la violencia, una opción de reconciliación, y re-construcción, consiste en ayudar a nuestros jóvenes para que opten por una sociedad más justa, por una elección de carrera acorde con sus gustos y cualidades y posterior-mente con una opción mayor, de estado de vida que les apasione, que tenga una repercusión positiva en el mundo que les ha tocado vivir. Si seguimos fomentando un indi-

vidualismo que sólo ve por los propios intereses continua-rán saliendo “profe-

sionistas exitosos para sociedades fracasadas”. Es hora de motivarlos a ser solidarios. La música es un lenguaje juvenil, por eso tenemos que lograr que este proyecto hecho por jóvenes para jóvenes permee en su ámbito, aunque esto signifique lo que es, un gran reto. La voz de estas jóvenes está trascendiendo fronteras.

CELINA SEGOVIA RJM

Atrévete a buscar tu camino

TÍTULO ORIGINAL: There be dragons · DIRECCIÓN Y GUIÓN: Roland Joffé · FOTOGRAFÍA: Gabriel Beristain · MÚSICA: Stephen Warbeck PRODUCCIÓN: Ignacio Gómez-Sancha, Guy J. Louthan, Ignacio Núñez, Roland Joffé · INTÉRPRETES: Charlie Cox, Wes Bentley, Dougray Scott, Unax Ugalde, Olga Kurylenko, Ana Torrent, Geraldine Chaplin, Jordi Mollá, Rodrigo Santoro, Derek Jacobi, Lily Cole

Robert, un joven periodis-ta que vive en Londres, tiene el encargo de hacer

una investigación sobre Jose-maría Escrivá, en 1982, cuan-do acaba de ser introducida la causa de beatificación. Robert sabrá entonces que su padre, Manolo Torres, a quien no ha visto en muchos años, por re-sentimientos guardados, fue amigo de Escrivá desde la in-fancia y luego se separaron de jóvenes durante la república y la guerra civil. Entonces, la investigación hará a un lado los documentos para rastrear los entresijos del corazón de los seres humanos y los sentimien-tos que se van enredando ahí, y constatar en carne propia que “encontrarás dragones”, como había escuchado de niño, y que “nuestros mayores enemigos están dentro de cada uno”.

A Roland Joffé le interesa más la perspectiva humana que la política y por eso trata de elevarse por encima de las circunstancias bélicas y loca-les de la narración para trazar una hermosa historia intimista y universal: mira a la persona más que al acontecimiento o a las ideas enfrentadas, y bucea en el alma de los protagonistas

para descubrir el aliento que les empuja a resistir y a luchar. Es la pelea de un dragón del per-dón contra otro del odio, del bien y del mal que se alojan en el corazón de Josemaría y de Manolo, y que forcejean por salirse con la suya.

Es también la historia del padre que necesita el perdón de su hijo para liberarse antes de morir, pero también del hijo que necesita saber un secreto

para encontrar libertad. Dentro de las dos Españas, de los dos bandos en la década de 1930, se dieron gestos de grandeza y de nobleza, de mezquindad y de extrema crueldad, de amor y de envidias, de ira y de miedos. La película muestra a la par a algunos republicanos quemando iglesias, como exalta a otros que defienden noblemente sus ideales; y donde reconoce la rectitud de unos militares nacio-

nales, no oculta la represalia y el odio de algunos de ellos. Por ello, incluso en ese ambiente enfrentado, Joffé pone el énfasis en la amistad que se da entre personas que parece no tenían nada en común, salvo ese noble sentimiento y unos ideales por los que luchar.

El acercamiento dentro de la guerra a los jóvenes Josema-ría, Manolo, Oriol, Ildiko, nos hará tangible que “ningún ser humano está libre de la debi-lidad” –como dirá Escrivá- y que la gracia de la vida está en cómo enfrenta cada uno sus propios dragones, en unas vidas que aparentemente son irreconciliables pero que, en el fondo, son muy parecidas en sus ideales, muy parecidas a las nuestras, sólo diferentes en sus respuestas.

No se trata pues de una re-construcción histórica ni ha-giográfica, sino de la recreación fílmica de una experiencia espi-ritual. El filme es una llamada a la reconciliación frente a la violencia, para que los drago-nes que a todos nos asaltan no terminen por devorarnos, y sí nos hagan héroes de nuestra vida diaria.

LUIS GARCÍA ORSO, SJ

CINE SECRETOS DE PASIÓN

Épica emocional

http://www.therebedragonsmovie.com/

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▶CULTURA LIBROS PATROLOGÍA

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Los Padres de la Iglesia ali-mentaron el caudal prime-ro del discurrir teológico

cristiano de Oriente y Occidente y han seguido aumentándolo por siglos a medida que crecían el conocimiento y la comprensión de su inmenso legado. De patri-bus –podría decirse– numquam satis. Consciente, pues, del be-nefi cioso impacto que puede producir en creyentes de todo signo el contacto directo con la literatura patrística, la editorial San Pablo viene apostando por su divulgación con antologías, manuales y diccionarios de gran calidad. En este cuadro hay que enmarcar el libro Voces de sabi-duría patrística, de Pedro Langa, merecedor de un espacio en las bibliotecas de seminarios, fa-cultades y centros de formación teológica como obra de obligada referencia en el futuro. Hueco debería encontrar también en muchos hogares cristianos y, desde luego, traducirlo a otros idiomas es un proyecto que no debería ser orillado.

Por más que los Padres no precisen de valedores, porque el timbre de sus voces se basta a sí mismo, perseverar en su escu-cha hasta conseguir asimilarlas no es tarea siempre fácil ni al alcance de la mayoría. Cuando alguien se atreve, entonces, a adentrarse en el océano del pen-samiento patrístico con inten-ción de acercarlo a un público tan dilatado como heterogéneo, debe pertrecharse bien porque la travesía se anuncia larga sin duda y fastidiosa a veces, aun-que placentera siempre. Si el timonel es hábil, el disfrute de la lectura está garantizado y es segura la llegada a buen puerto. Razones para agradecer a Langa que se haya molestado en mi-gar la ingente producción de los Padres de la Iglesia encapsulán-dola en 170 voces, cada una de tres páginas de extensión, ase-quibles a un amplio espectro de lectores. Para hacer el volumen aún más atractivo, San Pablo lo

publica con criterios de impre-sión y encuadernación rayanos en la edición de lujo. Lo prologa, además, Rafael Palmero, obispo de Orihuela-Alicante y autor de la monografía Ecclesia Mater en san Agustín (1970).

Pequeñas monografíasEste libro no es ni una tedio-

sa antología de textos ni un farragoso diccionario, sino un joyero repleto de piezas maci-zas, brillantes y bien talladas. Lo que comenzó en forma de intervenciones en Radio Vati-cano ha sido transformado en pequeñas monografías indepen-dientes bellamente escritas y magistralmente expuestas que se leen con sumo gusto. En la presentación que de la obra se hizo en Madrid el 18 de enero, decía Langa que las había con-cebido como pequeñas dosis para ser bebidas a sorbos. Aun-que ordenadas alfabéticamente, agrupadas por temas, cubren amplios campos de cristolo-gía, escatología, eclesiología, liturgia, espiritualidad, moral, sacramentos… Cualquiera que se asome a esta obra quedará sobradamente satisfecho. El exigente experto en patrística apreciará, por ejemplo, que voces como corpus mysticum, exomologesis y fractio panis aparezcan en su fórmula ori-ginal. Por su parte, muchos lectores agradecerán la clari-dad con que el autor expone la doctrina patrística sobre las Bienaventuranzas, la oración, la penitencia o la Eucaristía y podrán así usar las respectivas secciones como lectura espiri-tual. Los habituales de aulas y cursos de teología, por su parte, sabrán valorar que la cercanía

del estilo no oculte el rigor aca-démico cuando es necesario. Los interesados en aspectos puntuales, como el origen del famoso Causa fi nita est, el rito y signifi cado de la dedicación de las iglesias o el alcance del Ama y haz lo que quieras agus-tiniano hallarán en las voces correspondientes información segura y sobrada.

La valía del quehacer teo-lógico de Langa está justa y sobradamente reconocida por muchos que cultivan las par-celas patrísticas, agustinianas, ecuménicas y newmanianas y en las que este agustino viene mo-viéndose con paso seguro desde hace cuatro décadas. Así, Voces de sabiduría patrística tiene por compañeros una decena de li-bros y casi cuatro centenares de artículos fi rmados por él, por no

mencionar el millar largo de re-censiones y sus colaboraciones en Vida Nueva. Forjado en las aulas de Comillas y del Insti-tuto Patrístico Augustinianum de Roma –aquí también como profesor–, une a su vasta erudi-ción y a su dilatada experiencia como docente y conferenciante, envidiables dotes de comuni-cador y un exquisito cuidado del idioma, rasgos todos que otorgan unidad y belleza a su estilo. De su mano desfi lan por estas páginas autores del peso de Agustín de Hipona, Ambrosio de Milán, Cipriano de Cartago, Cirilo de Jerusalén, Eusebio de Cesarea, Evagrio Póntico, Gregorio Magno, Gregorio Na-cianceno, Ignacio de Antioquía, Ireneo de Lyon, Isidoro de Sevi-lla, Jerónimo, Juan Crisóstomo, Orígenes y Pedro Crisólogo. Sin artifi cios ni cuñas consigue en-gastar entre tanta voz de hoga-ño otras procedentes del Conci-lio Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia Católica, así como del cercano magisterio de pon-tífi ces tan simpatizantes de la patrística como Pablo VI, Juan Pablo II y, más notablemente, Benedicto XVI.

Mucho pueden ganar las Igle-sias del tercer milenio y nada tienen que perder volviéndose hacia los Padres como el adulto lo hace a veces hacia su infancia buscando recuerdos de añora-da sencillez. Sabedor de ello, Langa muestra en esta obra una fi na sensibilidad por cuestiones actuales de indiscutible enver-gadura como la Nueva Evange-lización, la comunión eclesial, la recepción del Vaticano II, el secularismo y las relaciones interconfesionales. Al fi n y al cabo, los cristianos de hogaño caminamos sobre hombros de gigantes de antaño. Cuando esos gigantes son los Padres de la Iglesia, acercarlos a nuestra pequeñez como lo hacen estas páginas es garantía de calidad; y leerlas, un verdadero deleite.

JAIME SEPULCRE, OSA

Sorbos de un caudal inmenso

VOCES DE SABIDURÍA PATRÍSTICAPedro Langa AguilarSan PabloMadrid, 2011 · 464 pp.

El autor, de reconocida trayectoria, ha reunido la ingente producción de los Padres de la Iglesia en 170 voces asequibles a un amplio espectro de lectores

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POESÍA

NAVEGAMOS JUNTOS

Navegamos juntos tomados de la manorumbo a un país de fuego y cordilleras.Solemos pensar en movimientos de gaviotacuando sin querernuestras manos se separan.Juntos, somos un racimo de viole-tas imposibles,juntos, hemos aprendido a encen-der un fuego afable;

Y así, irremediablemente juntos,inventamos para cruzar el río,un concierto delicado para piano, nombres distintosque ponerle a nuestros huesos;y amamos,amamos la sutil manera que tiene el marpara acercarnos a su lecho.

DALÍ CORONA

▶CULTURA

La Pasión en Iztapalapa: patrimonio cultural

En Semana Santa, cada año desde hace ciento sesen-ta y nueve, se escenifica

la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo al pie del Cerro de la Estrella en Iztapalapa, la de-marcación política más gran-de y poblada de la Ciudad de México. Sorprende al mundo el cada vez mayor número de participantes –alrededor de cinco mil personas— y espec-tadores –casi tres millones de visitantes— de esta festividad popular. El presupuesto provie-ne de las cuotas solicitadas a los nazarenos y a los integrantes de la asociación civil que han constituido los organizadores. Con esos recursos se construyen los escenarios en los que sucede la representación, mientras que los vestuarios son costeados por cada uno de los actores.

La representación carece de un texto dramático en forma; los parlamentos son extraídos del libro “El mártir del Gólgota” del escritor español del siglo XVIII, Enrique Pérez Escrich.

Así, la escenificación concede mayor importancia a la acción que a la palabra; sin embargo, el encanto de esta celebración popular se halla en la comunión que logran los intérpretes con su público.

Los miembros del Comité Or-ganizador de la Semana Santa en Iztapalapa son quienes seleccio-nan y dirigen a quienes toman parte en la representación. Los más de ciento cincuenta actores que participan se preparan des-de el mes de enero, tanto de for-ma física como espiritual, para revivir los pasajes de la Cruci-fixión, Muerte y Resurrección de Jesús. Para ellos es un honor y un privilegio ser escogidos entre los cientos de aspirantes y por lo general, esta experiencia marca un cambio significativo en su relación personal con Dios y con sus semejantes.

En esta ocasión es David López Domínguez, un joven estudiante de gastronomía, el encargado de personificar a Jesús. Él fue llevado de niño

por sus padres a las calles por donde pasaba la escenificación y ahí nació su sueño; tanto así, que cuando cumplió diecisiete años, fue elegido para interpre-tar a san Juan. Para David, el nombre de Jesús significa amor, comprensión y paz, valores que pretende transmitir a la multitud que ahí se congrega.

A partir de este año, el even-to es considerado Patrimonio Cultural Intangible del Distrito Federal. La declaratoria que así lo establece es un acto jurídico de alto alcance que reconoce tanto al tiempo en que la esce-nificación se ha llevado a cabo, como a las generaciones presen-tes y futuras que la organizan, promueven y hacen crecer. El proceso de declaratoria –en el que intervinieron la Delegación Iztapalapa, la Secretaría de Cul-tura, la Asamblea Legislativa y la Consejería Jurídica del Gobierno del Distrito Federal— es trascen-dente, no sólo porque la Ciudad valora una tradición religiosa que es símbolo de identidad de

un pueblo, sino porque además obliga a los habitantes y a las autoridades de la delegación a preservar esta expresión cultu-ral, a fin de que se lleva a cabo de la misma manera en que ha sucedido desde 1843. Por otro lado, el nuevo estatus de la re-presentación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa exige al gobierno capitalino otorgar los recursos necesarios para mante-ner viva la tradición; asimismo, permitirá enviar a la Organiza-ción de las Naciones Unidas (ONU), a través del organismo para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la pro-puesta para que en un futuro sea declarada Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad. De obtenerse dicha declaratoria, la UNESCO prestaría una atención particular a las posibles amena-zas que pudieran afectar a la representación e intervendría activamente con fundamento en la Convención del Patrimonio Mundial de 1972.

RICARDO NÁJERA

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La visita a Jericó, la ciudad más anti-gua del mundo, guarda una sorpresa muy especial. Allí donde la pobla-ción cristiana solo alcanza hoy el

1% de un total de 370.000 habitantes, se levanta la iglesia del Buen Pastor, de los franciscanos. Fr. Ibrahim Sabbagh, sirio de nacimiento, nos abre las puertas.

Junto a la parroquia, vemos un edificio escolar importante. Ibrahim nos cuenta los orígenes de la misión: “Cuando, en 1925, se establecieron los Hermanos Menores de una manera estable, se preguntaron cómo podrían ser 'luz del mundo y sal de la tierra'. Y concluyeron que era importante dedicarse a la educación”. Así nació, junto a la iglesia, una pequeña escuela con 100 alumnos. Hoy son 470, de los que solo el 6,2% son cristianos, siendo el resto musulmanes.

Frente al resto de escuelas de la región (22 públicas y una privada), ofrece el me-jor nivel en formación científica, huma-na y espiritual. Pese a todo, no lo tienen fácil: “Nuestra escuela y otra regida por franciscanas son las únicas cristianas. La Autoridad Nacional Palestina no nos apoya económicamente. Debido a la precariedad económica de la mayoría de la población, no podemos pedir demasiado a los padres. Lo que recibimos apenas cubre un 25% de los salarios de los profesores, de los gastos de actividades y la comida. El resto se cubre con la ayuda de la Custodia y las limosnas de los peregrinos. La Providencia”.

Pero no se arredran ante los problemas: “Somos una comunidad muy pequeña… compuesta por dos hermanos. Yo soy el único sacerdote, además de el párroco, el superior del convento y el director de la escuela. El otro hermano es una gran ayu-

da en las tareas. Nosotros no podemos pensar solo en 'nuestra gente', quiero

decir, en los cristianos. El amor de Cristo nos empuja fuera de nosotros mismos. Nos invita a pensar en el bien común de todo el pueblo”.

TEXTO Y FOTO: XXXXXXXXXXXX

Una película: El señor de los anillos.

Un libro: la Biblia.

Una canción: cualquiera en árabe.

Un rincón del mundo: Jerusalén.

Un recuerdo de la infancia: el parvulario.

Una aspiración: ser santo.

Una persona: mi madre.

La última alegría: la salvación de las almas.

La mayor tristeza: el mal en la Iglesia.

Un sueño: casas para jóvenes en Jericó.

Un regalo: la cruz.

Ibrahim Sabbagh Párroco de la iglesia del Buen Pastor en Jericó

“Cristo nos invita a pensar en el bien común del pueblo”

Puestos en acción, de la colaboración entre el párroco anterior y un sacerdote italiano, la Comisión de Alcaldes Italia-nos se ofreció a construir un centro para discapacitados, el único que hay en Jericó. Algo parecido ha sucedido, a iniciativa de los franciscanos, con la biblioteca pública de Jericó, la única que hay. Así es como trabajan por el bien común.

En cuanto a la atención a los cristianos, se ocupan también de su asistencia mate-rial: “Intentamos ayudar a las familias que malviven con ingresos mínimos o un número elevado de niños, así como a los ancianos que no tienen ningún tipo de pensión o asistencia médica, y ofrecemos becas para universitarios”.

Respeto mutuo¿Y cómo son las relaciones con los mu-

sulmanes? “En la mayor parte de los ca-sos, hay una atmósfera de mutuo respeto. Durante las fiestas, tanto cristianas como musulmanas, y las que son de carácter na-cional, nos intercambiamos felicitaciones con la presencia de todos los responsables civiles y militares. A nivel del pueblo, el ambiente de Jericó es especial y único. En los funerales, todo el mundo acude a expresar sus condolencias”. Aunque, ad-vierte, últimamente también se observa “un fundamentalismo musulmán creciente en algunas partes, a causa del conflicto palestino-israelí”.

Ibrahim se siente muy honrado de servir al Señor a través de la gente y en Tierra San-ta: “El testimonio más vivo en esta ciudad evangélica es la presencia de los cristianos, verdaderas piedras vivas, a pesar de su difícil situación. Ellos son el mejor alegato de que Jesús ha pasado y nos ha dejado, no solo tantos recuerdos y huellas, sino también tantos seguidores. La vida misma de los cristianos es una confirmación de la Resurrección y, sobre todo, de que Zaqueo no fue el único en experimentar la curación espiritual, ni tampoco el ciego fue el único en experimentar la curación material”.

TEXTO Y FOTOS: MARÍA NIEVES LEÓN

▶AL VUELO

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