revista por la danza 93

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Reportaje Annabelle López Ochoa 56 POR LA DANZA Annabelle López Ochoa es una de esas personas que no pasan desapercibidas. Discreta y reservada, derrocha energía y su presencia, aunque intente mantenerse en un segundo plano, es siempre perceptible. Menuda, de pelo y ojos oscuros e intensos, es curiosa, observadora y alegre. Aprovechamos que está en Madrid, creando una pieza en la Compañía Nacional de Danza, para hablar de su carrera, de su lenguaje coreográfico y de su visión de la vida… De padre colombiano y madre belga, se considera una ciudadana del mundo. Inquieta por naturaleza, compagina el trabajo en la sede con clases particulares de español, salidas con amigos y espectáculos de Madrid en Danza. Adaptadísima a la vida madrileña, propone quedar en una cafetería de Tribunal para hacer la entrevista… después de estudiar brevemente las opciones idiomáticas, decide ser condescendiente con mis limitaciones y accede a contestar en castellano. Para sorpresa de la que escribe, se expresa de forma clara, concisa y con un vocabulario suficiente para exponer sus ideas y reflexiones. En un ataque de modestia, al final de la entrevista me pide que “arregle” aquello que no haya sabido contar con fluidez. Mi respuesta es clara: “¡No hará falta tocaya!”. POR ANABEL POVEDA © GREGORY BATARDON

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ARTICULO ANNABELLE LÓPEZ OCHOA

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Page 1: REVISTA POR LA DANZA 93

Reportaje Annabelle López Ochoa

56 POR LA DANZA

Annabelle López Ochoa es una de esas personas que no pasan desapercibidas. Discreta y

reservada, derrocha energía y su presencia, aunque intente mantenerse en un segundo plano, es

siempre perceptible. Menuda, de pelo y ojos oscuros e intensos, es curiosa, observadora y

alegre. Aprovechamos que está en Madrid, creando una pieza en la Compañía Nacional de

Danza, para hablar de su carrera, de su lenguaje coreográfico y de su visión de la vida… De padre

colombiano y madre belga, se considera una ciudadana del mundo. Inquieta por naturaleza,

compagina el trabajo en la sede con clases particulares de español, salidas con amigos y

espectáculos de Madrid en Danza. Adaptadísima a la vida madrileña, propone quedar en una

cafetería de Tribunal para hacer la entrevista… después de estudiar brevemente las opciones

idiomáticas, decide ser condescendiente con mis limitaciones y accede a contestar en

castellano. Para sorpresa de la que escribe, se expresa de forma clara, concisa y con un

vocabulario suficiente para exponer sus ideas y reflexiones. En un ataque de modestia, al final de

la entrevista me pide que “arregle” aquello que no haya sabido contar con fluidez. Mi respuesta es

clara: “¡No hará falta tocaya!”.

POR ANABEL POVEDA

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Annabelle López Ochoa descubrió la profesión de su vida con

tan sólo once años. Aquella niña de mirada intensa no pensa-

ba que su profesora de ballet le abriría las puertas del futuro. Era

la última clase antes de las vacaciones de Navidad y la “seño”

propuso a las alumnas crear una coreografía de un minuto, mien-

tras ella se ausentaba del aula para dejar a las pequeñas jugar a

crear sin condicionantes. Annabelle no lo pensó, cogió a su mejor

amiga y firmó la que sería la primera de muchas coreografías.

“Pensé… si puedo hacer esto el resto de mi vida, seré la mujer

más feliz del mundo”. Y así fue. “Desde ese momento siempre

que tengo la oportunidad de crear algo, lo hago, no es un trabajo,

es una pasión; aprendo mucho de la vida coreografiando, es

divertido y educativo al mismo tiempo. Canalizo muchos senti-

mientos, muchas experiencias y es mi manera de comunicar-

me… porque elegí ser bailarina no por los movimientos, sino por

la posibilidad de conectar con el público. Cuando me subí al esce-

nario por primera vez y vi que la gente entendía lo que yo hacía

pensé ‘guauuu’ ésta será mi forma de expresarme”.

Antes de dedicarse de lleno a la creación, terminó sus estudios de

ballet y fue intérprete durante doce años… tiempo en el que se

desarrolló como bailarina en varias compañías europeas de dife-

rentes formatos y estilos. De ese periodo recuerda con especial

cariño el trabajo con algunos coreógrafos… “me gustaba que nos

trataran de forma adulta, que hubiera un diálogo, no una imposi-

ción… fueron los momentos más bonitos que viví, cuando sien-

tes que el coreógrafo te respeta y no te trata como una máquina…

que los bailarines son personas, no sólo instrumentos. A veces el

coreógrafo necesita tener cierto sentido de la psicología”.

De las compañías por las que pasó, Annabelle destaca una de

jazz donde bailó tres años y medio… confiesa entre risas que las

coreografías no estaban muy desarrolladas pero que le encantaba

“la sensación y la dinámica de los 11 bailarines integrantes”.

Durante ese tiempo disfrutó bailando, sintiendo que vivía el

momento y protagonizó alguna que otra función mágica, “de las

que sientes que flotas, que estás tan concentrado y tan feliz que es

casi algo espiritual. Cuando bailas tienes que disfrutar, no juzgar-

te, y en esa compañía yo lo conseguí”.

CreadoraA Annabelle le gusta bailar, pero se siente mucho más realizada

como coreógrafa. Su agenda está repleta de compromisos y la

reclaman continuamente de Estados Unidos y de Europa.

Comenzó a trabajar como coreógrafa en un grupo amateur,

donde aprendió a tratar con los bailarines (aunque no eran profe-

sionales), a generar una dinámica de trabajo y a superar sus pro-

pios miedos, pues afirma que es muy tímida y que odia hablar en

público. “El primer día siempre es duro para mí. Me agota. Mi

idioma es el lenguaje del cuerpo y de los movimientos, cuando

pienso en movimiento no hay problema, el problema llega cuan-

do tienes que presentarte… todos los ojos están puestos sobre ti y

eso me agobia un poco”.

Después fueron llegando trabajos profesionales y reconocimien-

tos en Holanda y Estados Unidos, país que le abrió sus puertas

gracias a Before After, un paso a dos que ha dado la vuelta al

mundo y que surgió de una crítica de un colega… “me dijo que

yo no sabía coreografiar pasos a dos y me decidí a hacer Before

After. Fue un reto”. “Siempre leo o escucho las críticas, sean bue-

nas o malas, las asimilo, las digiero e intento buscar qué hay de

verdad en ellas, o qué puedo mejorar”.

Annabelle López Ochoa reconoce sentirse mejor después de

haber hecho una obra, es por eso que lo considera casi terapéuti-

co. “Me gusta partir de una idea, de una experiencia personal, de

un pequeño detalle que luego amplío hasta convertirlo en algo

universal, es por ello que siempre siento que les estoy dando algo

Annabelle López Ochoa Reportaje

POR LA DANZA 57

“Si a una sola persona le puede

cambiar un poco su visión de la

vida, del arte o de la poesía…

este trabajo ya merece la pena”

Castrati.

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de mí a los bailarines, que les estoy regalando una pequeña parte

de mi persona con cada pieza”.

Se considera una creadora de imágenes, de instantes, donde hay

espacio para la quietud, para la magia, para la reflexión. Su inten-

ción siempre es comunicar, trasladarle al público un sentimiento,

una emoción, y si los bailarines entienden el mensaje y son capa-

ces de trasladárselo al público, Annabelle se siente satisfecha.

“Nunca pido que los bailarines lo ejecuten todo de forma perfec-

ta, porque la vida no es perfecta, pero cuando captan mi inten-

ción, es un regalo. Personalmente no creo en el movimiento por

el movimiento”.

Inmersa en el complicado mundo de la coreografía y de la

danza, se siente realizada cuando espectadores anónimos se

comunican con ella para darle las gracias por su sensibilidad, o

para confesar que alguna de sus piezas les han marcado para

bien. “Si a una sola persona le puede cambiar un poco su visión

de la vida, del arte o de la poesía… este trabajo ya merece la

pena”. Es de la opinión de que conectar con el público no es difí-

cil, aunque tiene una pena, y es pensar que jamás podrá ser

espectadora de su propia obra, que nunca podrá disfrutar del

factor sorpresa de ver una de sus piezas por primera vez.

Como si de una esponja se tratara, Annabelle absorbe informa-

ción de todo lo que le rodea… contempla situaciones, estudia

cómo se comportan las parejas, los grupos de amigos, la gente

solitaria… todo es susceptible de convertirse en el punto de par-

tida de una coreografía. “Ideas tengo muchísimas, y para mí es

fácil. Lo más complicado es encontrar la música adecuada por-

que yo tengo un concepto y a veces no encuentro la partitura

que se adapte como un guante. Intento buscar siempre cuando

no necesito y voy haciendo mi biblioteca musical… adagios,

música de película, ruidos… también he trabajado con composi-

tores, aunque no todas las compañías tienen

presupuesto para hacer música original”.

De momento coreografiar ocupa todo su

tiempo… su próximo gran proyecto es hacer

un espectáculo de noche completa para el

Scottish Ballet, una versión de Un tranvía lla-

mado deseo, de Tennessee Williams, para la

que trabajará con una directora de teatro. Es

un reto porque será su primera coreografía

larga, lo que supone subir un peldaño en su

carrera como coreógrafa. Sin pensar en el

futuro, pues le gusta vivir día a día, sabe que

todavía tiene mucho que hacer como creado-

ra… “cuando tienes 18 años piensas en el

futuro, ahora pienso en hoy, el tiempo que

vivo es el más feliz y estoy disfrutando de

todo lo que me pasa, de todo lo que aprendo.

Tal vez dentro de diez o quince años me sien-

ta preparada o necesite cambiar de actividad,

o dirigir, pero ahora es el momento de expri-

mir al máximo lo que hago”.

In TransitAnnabelle es la coreógrafa que va a inau-

gurar el nuevo repertorio de la Compañía

Nacional de Danza bajo la dirección de

José Carlos Martínez… cuando la llamó,

pensó que querría algo clásico, en puntas,

como lo que ya había visto de ella en París,

pero la primera idea se fue transformando

con el tiempo. “En principio me pidió algo

neoclásico, tenía la música y todo, pero en

septiembre me dijo ‘Annabelle son con-

temporáneos y son muy buenos, así que

no vamos a desperdiciar su talento, la

compañía va a cambiar poco a poco, pero

utilicemos lo que tenemos enfrente’”.

La pieza se llama In transit, cuenta con 17 bailarines y hace refe-

rencia a cómo se siente la coreógrafa de un tiempo a esta

parte… “soy un pasajero en tránsito, paso muchísimas

horas en los aeropuertos, y son el lugar perfecto para

observar situaciones, para estudiar el comporta-

miento humano...”. Y de eso habla In transit,

del caos organizado de los aeropuertos,

de personas que se abrazan, de ejecu-

tivos solitarios, de situaciones com-

prometidas, de reencuentros ale-

gres… girando todo ello

en torno a una persona

solitaria que observa, que

no se mueve en la escena, y

que interpreta el papel de la

propia coreógrafa.

Para Annabelle trabajar en la CND es un

regalo para cualquier creador, “los chi-

cos son un sueño, son inteligentes,

profesionales, trabajadores, nunca

están al 50, siempre al cien por cien y

podemos reír sabiendo cuándo tene-

mos que parar. Es el sueño de un

creador trabajar con gente así”.

In Transit se estrenará en febre-

ro, en Santander, y Annabelle

López Ochoa espera que sea

un éxito para que forme parte

del repertorio de la compañía

durante mucho tiempo. p

Reportaje Annabelle López Ochoa

58 POR LA DANZA

In transit.

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