revista - la necesidad de redescubir el trabajo social comunitario

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  • 8/11/2019 Revista - La Necesidad de Redescubir El Trabajo Social Comunitario

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    La necesidad de redescubrir el trabajo social comunitario

    Lejos de tentaciones corporativas quien escribe siente la necesidad de recuperar al trabajo

    social la dimensin comunitaria en el nuevo contexto social, econmico y poltico en el cual nosmovemos hoy y, seguramente, tambin en el futuro inmediato.Digo lejos de tentaciones corporativas porque no hace muchos aos que las trabajadorassociales o asistentes sociales todas ellas mujeres formadas en escuelas catlicas- eran lasnicas profesionales que trabajaban socialmente en el territorio con el conjunto de lapoblacin, casi siempre en relacin con las parroquias o Critas locales.

    Despus muchas ms profesiones han ido descubriendo la dimensin comunitaria y hanintentado construir su propia metodologa y su propia manera de considerar la comunidad y locomunitario. Paralelamente a estos ingresos en el rea comunitaria el trabajo social ibaabandonando este campo recluyndose en los servicios sociales.Por ello hoy conviene una reflexin tranquila sobre todo ello y, sobre todo, sobre la necesidad

    de recuperar este terreno, el comunitario, al trabajo social; no por motivos de competitividadprofesional, sino por necesidad concreta. El intento de este trabajo es ste.

    En los lejanos aos cincuenta en la Escuela de Trabajo Social de Roma lo comunitario seestudiaba en el tercer curso en un seminario fundamentalmente centrado en la metodologa deintervencin: el trabajo social se defina fundamentalmente como trabajo inespecficodestinado a promover y facilitar la implicacin de la comunidad en los procesos de cambio.Inmediatamente despus de la escuela pude trabajar en el Proyecto Piloto para el Abruzzobajo la direccin de mi profesora Angela Zucconi. El Proyecto intervena en diez municipios deesta regin meridional devastada por la guerra. Los trabajadores sociales ramos losprofesionales que aportbamos nuestro trabajo profesional a un proceso de reconstruccin noslo material de la zona implicada. No ramos expertos ni de la reconstruccin urbanstica delos pueblos para ello estaban aparejadores e ingenieros-, ni de agricultura para ello estabanlos peritos agrcolas- ya que la zona era substancialmente agrcola. Nosotros ramos los

    expertos en el proceso del desarrollo local participado por la poblacin. Estbamos paracontribuir profesionalmente a que la poblacin fuera un sujeto activo en el proceso de mejora,cambio y desarrollo de su comunidad.

    En esto nos alinebamos a los dictmenes de la ONU que entonces defina as el desarrollocomunitario (cito de memoria): Un proceso de mejora de las condiciones de vida de una zonacontando con la colaboracin de las autoridades, con recursos tcnicos y con la participacinactiva y consciente de la poblacin. Descubrimos as que en un proceso de cambio losprotagonistas siempre son tres (aunque, a veces, con protagonismo negativo).Los trabajadores sociales ramos entonces los nicos profesionales inespecficos en proyectosque naturalmente contaban con tcnicos especializados en las reas de intervencin de los

    mismos dependiendo de la zona y de sus caractersticas peculiares. Nuestro trabajo especficono era otro que armonizar la implicacin de los tres protagonistas en el proceso y, sobre todo,favorecer al mximo la activa y consciente participacin de la poblacin, para que no fueraobjeto pasivo de las diferentes decisiones y actuaciones.

    Cuando en el 1965, por mediacin del desaparecido Alfonso Carlos Comn y en colaboracincon el Secretariado Social del Obispado de Mlaga, organizamos el Proyecto de DesarrolloSocial y Comunitario en Zonas Rurales (Vlez Mlaga), dotamos cada aldea en la que seintervena de una trabajadora social (formada en la escuela de Mlaga) como equipocomunitario responsable del trabajo con la poblacin, mientras en el equipo centralcontbamos con un tcnico agrcola, un socilogo y un economista, dada las caractersticas dela zona y de la temtica de desarrollo local con la que bamos a relacionarnos. Las trabajadoras

    sociales intervenan en la comunidad tanto a nivel individual como grupal y comunitario; tantocon intervenciones que podramos definir como asistenciales, como promocionales y

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    encuentran la demanda soc ia l y la respuesta; y como la demanda aumenta y

    se endurece, la respuesta no puede aumentar al unsono lo que se reduce es el

    trabajo soc ia l que se real iza a part i r de las prestac iones. Dir a yo que no hay

    ya algn valor aadido a las prestac iones que son la mater ia pr ima y e l valor

    aadido es el trabajo social necesario para que stas mismas prestaciones yano sirvan a la misma persona o que no sirvan para la misma final idad.

    Lo que desde los pr imeros t iempos nos enseaban en las escuelas: ayudar a

    la persona para que se ayude a s mismo. Algo tan elemental como esto.

    El segundo motivo por e l que l lamo esta l nea de fuego es que al l la

    profesin se est quemando, porque al f inal es la profesin que, por lo menos,

    da la cara. Y, a l f inal pol t icos y usuarios pensarn que ya no hace fa l ta, ya

    que, por un lado, las prestaciones burocrticas y repetit ivas las pueden hacer

    los conserjes con un pequeo curso de formacin y las dems prestac iones

    las daran profes ionales que t ienen mucho ms c laro que nosotros e l e lemento

    teraputico, que es justamente lo que la gente pide en los momentos de

    cr is is. (Marco Marchioni:Nuevos enfoques del trabajo comunitar io en la

    actual etapa de los servicios sociales: entre la provocacin y la utopa, enTS- Coleccin de Trabajo Social. Madrid, 1985)

    La creciente aparicin de programas cada vez ms especficos dependientes de diferentesadministraciones o de otras entidades sin alguna posibilidad de coordinacin horizontal enel territorio.

    Por la combinacin de stas y seguramente otras causas los servicios sociales se han idoencerrando en una accin cada vez ms centrada en las consecuencias sociales dedeterminadas situaciones ms amplias y generales y en una accin cada vez msindividualizada, es decir, desconectada del mbito comunitario y de la posibilidad de promoveracciones colectivas y preventivas. Al mismo tiempo la preocupacin por la gestin de un

    servicio pblico, a pesar de todo creciente y ms complejo por la presencia de otrosprofesionales y de otros conocimientos, ha ido sobreponindose inevitablemente a la visinglobal de las necesidades sociales, a la comprensin de las nuevas realidades y de las nuevasdemandas, a la asimilacin de los nuevos y brutales cambios que se iban produciendo concreciente intensidad en la sociedad. (Nos referimos particularmente a la inmigracin; alenvejecimiento de la poblacin autctona; a la aparicin de las mujeres como sujetosautnomos; a los cambios en el trabajo y en las relaciones laborales; a la irrupcin de lasnuevas tecnologas de la informacin y la comunicacin en casi todos los aspectos de nuestravida)

    Todo esto se daba justamente cuando se incrementaban las tendencias privatizadoras de laspolticas sociales bajo el paraguas poltico e ideolgico de dar mayor protagonismo a la

    sociedad civil.La crisis del Estado Social2, el abandono de la visin global de las polticas sociales y lacreciente privatizacin junto a la no superada sectorializacin de las diferentesadministraciones del Estado ha hecho s que hoy en da los servicios sociales aparezcan comoun recurso ms en la jungla de recursos pblicos y privados existentes en losterritorios/comunidades, dedicados casi exclusivamente a repartir prestaciones preestablecidasa nivel individual/familiar y con mbito de accin preferentemente asistencial dirigido a lossectores dbiles de la sociedad. An sabiendo que exageramos podramos decir que losservicios sociales se han marginado con los marginados.

    2Dentro de la amplia literatura sobre la crisis del Estado Social nos limitamos a sealar Bienestar insuficiente,

    democracia incompleta de Vicen Navarro, Anagrama, 2004.

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    Sin embargo, la necesidad de una accin colectiva y comunitaria aparece hoy absolutamentenecesaria frente a la aparicin de nuevas contradicciones sociales y a los procesos dicotmicosen acto que evidencian la existencia de sectores sociales con un alto nivel de renta y deconsumo dotados de una capacidad real de competir en la aldea global; y sectores sociales

    dbiles e inermes frente a la nueva realidad y destinados a la precariedad crnica y a laimposibilidad de competir. Lo cual, en otras palabras, significa el fracaso del Estado Social odel Bienestar. Sin embargo, como decamos al principio no se trata de volver al pasado, sinode plantearse la necesidad de una vuelta del trabajo social y de los servicios sociales al terrenocomunitario.

    Hay que retomar e l terreno comunitar io como uno de los terrenos de trabajo

    de los servic ios (no slo pbl icos, ya que la respuesta soc ia l est hoy en gran

    parte pr ivat izada y fragmentada entre diferentes recursos), no por parte de

    un solo servicio sino a travs de una eficaz coordinacin comunitaria. Esta

    re lac in con e l terr i tor io y con la comunidad local del conjunto de recursos

    existentes y coordinados puede permitir:

    --

    Elevar el nivel de conciencia colectiva respecto a las demandas sociales

    existentes, sus causas y sus efectos, as como la bsqueda de soluciones

    comunes para la mejora de las condiciones de vida en clave sol idaria y de

    sostenibi l idad no slo ecolgica, sino social. Este proceso de toma de

    conciencia encuentra en el diagnstico comunitario un elemento

    fundamental .

    -- Liberar una fuerza de trabajo tcnico al que l lamo equipo comunitario- delas tareas as istenc iales y dedicadas a la promocin y organizac in de la

    part ic ipacin c iudadana.

    --

    la pos ib i l idad de programar intervenciones de medio- largo perodo con la

    implicacin de todas las reas y de todas las administraciones con carcter

    preventivo y con posibi l idad de remover las causas de las demandas

    sociales.

    Todo e l lo requiere, naturalmente, un trabajo a nivel inter inst i tuc ional y entre

    las diferentes reas de las administraciones para que asuman el territorio (la

    comunidad) como referente de la intervencin soc ia l y a su poblac in como

    referente social para que sta supere la delegacin pasiva (delegando a los

    tcnicos o a los pol t icos la solucin de problemas) y asuma su parte de

    responsabil idad y su papel en la respuesta a las necesidades sociales

    existentes.

    Naturalmente, todo esto requiere por parte de los tcnicos de los diferentesrecursos, muchos cambios y la ut i l izac in de una metodologa comunitar ia que

    permita una re lacin con la poblacin mucho ms pari taria y democrtica,

    basada en una aportac in, absolutamente fundamental hoy, de e lementos

    cientf icos de anl is is y comprensin de la real idad, as como de la bsqueda

    de soluciones ms adecuadas. (Marco Marchioni: La relacin entre los

    recursos tcnicos y la ciudadana en el marco del desarrol lo comunitario.

    Corua 2004)

    Pero aqu entraramos en otro tema que requerira un tratamiento especfico, aunque yaexisten experiencias y documentacin que permiten afirmar que esta hiptesis es viable, porcompleja y difcil que sea en la situacin actual.

    Febrero 2006 Marco Marchioni