revista ilustrada de las armas y servicios ret_290

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  • 7/21/2019 REVISTA ILUSTRADA DE LAS ARMAS Y SERVICIOS ret_290

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    REVIST ILUSTR D DE

    L S RM S Y SERVICIOS

    MINISTERIODELEJERCITO

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    sUmarIo

    jrcito - Revista ilustrada de las Armas y Servicios

    marzo 1964

    - ao XXV - nmero 290

    El 0munismo._-Divulgacin para el

    oficial instructor (1

    .

    parte)

    Escritores militares y militares escri

    tores.-Don Alansa de Ercilla y Z

    niga

    Nu&.o conceptp de la guerra qumica.

    (La guerra psicoqumica)

    El mtodo audio-visual de enseanza.

    (La proyeccin fija como ayuda de

    instruccin)

    El entretenimiento preventivo de ve

    hculos

    Sobre el estudio del enemigo

    .Ls vehculos militares

    Estudios sobre aspctos concretas de

    la tctica:

    Lucha de la Infantera can los

    carros

    Test de las matrices progresivas (Ra

    ven). Anlisis para su aplicacin

    Operacin anfibia Medlandex 5-63

    Informacin e ideos y reflexiones

    La verdadera faz de Portugal

    Natas breves

    En busca de una mayor movilidad

    de las vehculos todo terreno

    El XXV Congreo de Medicina Militar

    Brigada Blindada de Caballera. (Ob

    servaciones)

    De criptografa

    Desarrollo de la actividad espaola

    capitn de Infantera J. Fras OValIe

    coronel auditor A. Allendesalazar y

    Bernar

    coronel, de Ingenieros A Flores Tri

    vio

    teniente coronel, de Artillera J. Pala

    cios Muoz

    capitn de Infantera del Sv. de E. M.,

    A. Prez Prez

    comandante de Infantera del Sv. de

    E. M., M. Carrasco Lanzs

    comandante de Infantera del Sv. de

    E. M., A. de Ljnos Dez

    coronel Bertin. (Traduccin del ca

    mandante de Artillera C. itaub

    Nez

    teniente coronel de Infantera E. Nieto Martnez

    capitn de fragata J. L. Samalea

    P. Jean Rilyoud. (Traduccin de la Re

    daccin de Ejrcito),

    R. M. Ogorkiewiez. (Trduccin del

    caronel Ingeniero de Armamento,

    p Salvador Elizondo)

    teniente coronel mdico J. J. Gmez

    y Gmez Sigler

    teniente coronel de Artillera del Sv. de

    E. M., J. J. Bonal Snchez

    3

    7

    15

    25

    31

    35.

    39

    47

    53

    59

    63

    66

    70

    74

    77

    78

    teniente coronel de Intendencia J. Rey

    de Pablo-B1ancO

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    ejrcito

    REVISTA ILUSTRADADE

    LAS ARMASY SERVICIOS

    Madrid, Marzo 1964AioXXVNm.290

    Depsito Legal: M.

    Leulgsg

    DIRECTOR

    ALI?NSO FERNANDEZ, Coronelde E. M.

    JEFE DE REDACCIN

    General de Brigada, Excmo. Sr. D. Jos Daz de Villegas, Director General de Plazas y Provincias

    Africanas.

    REDACTORES

    General de Divisin, Excmo. Sr. D. Emilio Alamn Ortega, Subdirector del Museo del Ejrcito.

    General de Divisin, Excmo. Sr. D. Juan Prez-Chao Fernndez, a las rdenes del Ministro del

    Ejrc:ito.

    General de Divisin, Excmo. Sr. D. Enrique Gallego Velasco, del Consejo Supremo de Justicia

    Militar.

    General de Brigada, Excmo. Sr. D. Gonzalo Pea Muoz.

    General de Brigada, Excmo. Sr. D. Jos Otaolaurruchj Toba. Del Servicio Militar de Construcciones.

    General de Brigada, Excmo. Sr. D. Alfonso Romero de Arcos, a las rdenes del Ministro del Ejrcito.

    Coronel, de Artillera, del Sv. E. M., D. Jos Fernndez Ferrer, de la Escuela Superior del Ejrcito.

    Coronel de Ingenieros, del Sv.. E. M., D. Jos Casas y Ruir del rbol, de la Subsecietara del Mi

    nisterio del Ejrcito.

    Coronel Ingeniero de Armament, D. Pedro

    Salvador

    Elizondo, de la Direccin General de Indus

    tria y Material:

    Coronel de Infantera, del Sv. E. M., D. Narciso Ariza Garcia, Jefe de la 1

    .

    Zona Instruccin Premilitar

    Superior.

    Ti., Coronel de Intendencia, D. Jos Rey de Pablo-Blanco, de la Escuela Superior del Ejrcito.

    PUBLICACLON MENSUAL

    Redaccin y Administracin: Alcal, 18, 40 MADRID (14)

    Telfono 2225254 :-: Correspondencia: Apartado de Correos 317

    PRECIOS DE ADQUISICION

    Para militares en suscripcin colectiva por intermedio de los Cuerpos

    ...

    11 ptas. ejemplar.

    Para militares en suscripcin particular (por semestres adelantados) 70 Para el pblico en general, por suscripcin anual200.

    Para el extranjero, en suscripcin anual 400

    Nmero sulto

    Correspndencia para colaboracin, al Director

    Correspondencia para suscripciones,al Administrador;1]

    deascont1nidosenIos.trabajosdeestaRevistarepresentan nicame

    nin del espectivo firmante y no la doctrina de los organismos oficia

    on y Admun stracuon Alcala, 18, 4

    -

    MADRID 114)

    -

    Telef 222-52 54

    -

    Apartado de Correos

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    ELCOMUNISMO

    Divulgacinparaeloficialinstructor(1.. Parte)

    Capitn Jos FRIAS OVLLE, de le Escuela de A. y T. de lnfantera

    !NTnobvccx&

    Las misiones del oficial son mltiples y variadisi

    mas: complejas. No entraremos en analizar las cau

    sas que lo determinan, aunque de pasada s indica

    remos algunas: complejidad de la instruccin, esca

    sez de oficiales subalternos y de mandos intermedios

    entre aqullos y la tropa. Este estado de cqsas obli

    ga al oficial de forma sistemtica, si quiere cumplircon su deber, a superarse y a suplir con su celo

    la falta de preparacin para muchas de las misiones

    que puedan encomendrsele y que de hecho se le

    encomiendan.

    Una de stas, la ms importante, la fundamental

    y casi su razn de ser es la de oficial instructor,

    y, por otra parte, tan compleja y tan intensa como

    la que . ms: instruccin fsica, tcnica, tctica,

    moral...

    Creo que todos estamos de acuerdo, al menos te

    ricamente, en la primaca de esta ltima, en su im

    portancia de primersimo orden y en la dificultad

    de llevarla a la prctica.

    Hoy todo se complica. El nivel cultural y las in

    quietudes de la tropa son muy superiores a las de

    hace slo diez aos. Las guerras futuras, los conffic

    tos actuales son, fundamentalmente, ideolgicos. No

    nos puede bastar ya, para dar por realizada la for

    macin moral de nuestra tropa, con cuatro nociones

    de las mal llamadas virtudes militares, que en rea

    lidad no son otra cosa que virtudes ciudadanas que

    el militar, sobre todo en guerra, deber tener en

    grado superlativo, y unos cnticos emotivos sobre

    la Patria y la Bandera. Es necesario profundizar

    mucho ms: es vital.. Si no damos a nuestros sol

    dados las armas apropiadas para luchar contra las

    -

    ideas del enemigo, estamos expuestos ,a perder nue

    tra causa sin necesidad de un solo disparo... Menos

    temor a las hipotticas explosiones atmicas y ms,

    mucho ms temor a esa otra bomba)) de efectos

    infinitamentepeores que es el comunismo.

    No dogmaticemos, no durmamos felices la siesta

    a la sombra del logan de que: Espaa es anticomu

    nista y catlica... Pongamos todos de nuestra parte

    para que esto sea una realidad, de forma que esta ca

    tolicidad y este anticomunismo estn, no slo en el

    corazn, sino en el discernimiento de todos los es

    paoles y con los conocimientos ideolgicos necesa

    rios para estar covencidos, plenamente, de que son

    el biena y el mal los que estn en lucha, qe

    no caben situaciones intermedias, que el que no

    est conmigo est contra m...

    Es necesario dar al soldado, al futuro combatie

    te o al futur ciudadano, una formacin moral y po

    ltica... S, poltica, aunque esta palabra suene ex

    traa y poco ortodoxa en los odos militares.

    El hombre, n este mundo actual, vive desentend.t

    do de reflexionar sobre estos dos puntos fundamen

    tales: qu es y adnde va...? Y as como en lo re

    ligioso son necesarios unos Ejercicios espirituales)),

    para meditar sobre las verdades eternas y hacer un

    examen de conciencia, al individuo, como ente so

    cial, como miembro de una colectividad, le es nee

    sano tambin pararse a meditar en su funcin so

    cial; en conocer sus derechos y sus deberes para

    con los dems; entre los que se mueve, quiz, como

    en medio de una selva; luchando por la vida, y mu

    chas veces sin importarle, en esa lucha, aplastar a

    otros y dejarse llevar tan slo por su egosmo.

    Es su pso por el Ejrcito la ocasin, nica quiz,

    para hacer esa meditacin en el retiro: duro, aus

    tero y viril de un campamento antes de etrar en

    la vida y en la sociedad, plena y definitivamente.

    El espaol es quiz uno de los pueblos que desco

    noce ms sus derechos y, sobre todo, sus deberes;

    en el que a todos les gustaS hacer su real gana;

    peroS que muchas veces no reacciona, por falta de

    valor o de civismo, y no denunciarefugindose en

    la crtica y en la murmuracinlos atropellos o fal

    tas de otros, cometidos cpntra su persona o contra

    terceros.

    Pero no nos apartemos del tema. Es necesaria una

    formacin ciudadana: Fuero, del Trabajo, Fuero de

    los, espaoles, leyes fundamentales del reino.., sobre

    las que el soldado,slo l?tiene una ignorancia

    supina y sobre el comunismo: enemigo siempre en

    lucha contr Espaa, incesante en u propaganda,

    destilando siempre su baba, su veneno y sus menti

    ras en los odos candorosos y vrgenes de nuestra

    juventud, que ya no tuvo el gusto de conocerlos

    en su propia salsa. No estn preparados, inmuniza

    dos, para or sus cantos de sirena...

    En esta formacin poltica es primordial la forma

    cin anticomunista para as completar la labor so

    cial y la elevacin del nivel de vida por la que lucha

    nuestro Gobierno; pero que necesita de tiempo, de

    paz y de continuidad; que no puede obrar milagros

    ..y llevar, como sera su deseo, por arte de birli

    birlo4ue la fecilidad a todos los hombres y las tie

    rras de Espaa; que an hay chabolismo, emigracin

    y, en muchos casQs, miseria, y que ste es el caldo

    abonado de donde pueden brotar sus masas de

    choque.

    Los adeptos al comunismo los podemos dividir en

    tres grandes grupos;

    La gran masaobrera y proletariaque slo

    tiene que perder sus cadenas...; son, en reali

    dad, capitalistas con el bolsillo vaco, que slo

    pretenden vivir mejor y hasta, segn creen los

    ingenuos, sin trabajar o trabajando lo menos

    3

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    sib1e (desde ltego mucho nins qe en e!

    despiadado paraso comunista).

    Los intelectuales, que quieren sobresalir y des

    tacar a costa de lo que sea, y los que quieren

    mandar, los que ambicionan poder y honores;

    que lo nico que ven en el comunismo es una

    forma de medro personal.

    Los ltimos, los idealistas; fanticos, casi msti

    cos, que creen en la posibilidad de un paraso

    sovitico y en la necesidad de llevar esta doc

    trina todos los pueblos.

    Los del primero y ltimo grupo son los hombres

    que se queman en las primeras etapas de las revolu

    ciones, los que dan la cara y la vida a cambio de

    nada; bueno, de algo: de verse suplantados y arrm

    conados por los del segundo grupo, de ver que ya

    no cuentan como personas, que son tratados como

    cosas, que son, todo lo ms, un nmero.

    A pesar de todo esto, acta sin cesar el poder pro

    selitista de sus teoras, de su propaganda, de sus

    mentiras descaradas... y de su dinero.

    Para dar una formacin anticomunista creo que no

    estamos preparados suficientemente; que no todos

    los olcia1es sirven para darcon s palabraun

    formacin moral y poltica a la tropa. Para esto son

    ecesarias unas cualidades innatas y una prepara

    cin adecuada. Creo que sera mucho ms provecho

    so especializar a aquellos oficiales y jef es con facul

    tades en estas materias, encargndoles -de la forma

    cin moral y poltica de las unidades por medio de

    charlas: bien preparadas, muy documentadas, ilus

    tradas con proyecciones y diapositivas y rodeadas

    de cierta solemnidadasistencia de jefes y olicia

    lessobre los ternas ms fundamentales, sobre cuyos puntos insistiran y machacaran los restantes

    jefes. y oficiales que los tuviesen a sus rdenes di

    rectas.

    Mientras tanto,, no para facilitar este trabajo, ni

    para llenar este hueco que en nuestra formacin te

    nemos muchos profesionales, sino para alimentar la

    preocupacin de este problema va encaminado este

    trabajo, impulsado tambin por el vivo sentimiento

    de que alguien que llev con honor nuestro mismo

    uniforme y mi misma sangre se dejase seducir, por

    estas teoras, lo que, me ha llevado a conocer y a

    estudiar este tema con cierto conocimiento de causa.

    Continuamente estamos oyendo hablar de comunis

    mo; pero qu pocas son las personas que conocen

    su doctrina, al menos, superficialmente.

    Cierto que es difcil encontrar textos que den una

    visin completa, que estudien a fondo y refuten sus

    teoras. Muchos slo tratan el tema de forma par

    cial, o exageradamente tcnica, o se limitan a acusar

    defectos del comunismo o de sus dirigentes en Ru

    sia o detrs del teln de acero, y muchas de las ve

    ces en unas traducciones detestables.

    Me permito recomendar a todos,, no la lectura,

    sino el estudio de la obra del padre agustino Char

    les J. Mc. Fadden La filoso/la del comunismo, cali

    ficada por el cardenal Fultn J. Sheen, como el

    mejor libro que se ha escrito en cualquier lengua

    sobre la filosofa del comunismo, y del que estas

    lneas no son casi nada ms que una pobre glosa.

    ENFOQUEDELANTICOMUNISMO

    Al comunismo se le

    -

    debe atacar en sus pilares fun

    damentales, no por lo que ocurre, ha ocurrido, o

    deja de ocurrir en Rusia o detrs del Teln de Acero.

    En Rusia, os dirn excusndose, y menos an en

    los otros pases, no imper el comunismo, sino el

    Socialismo, que les llevar de forma indefectible a

    una

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    de teoras que se le presenten como -nuevas y reno

    vadoras, aunque slo sea, en principio, por snobismo.

    Nuestos tiros debern ir contra stos. La masa, los

    menos cultos, no entendern las teoras ni en pro

    ni en contra. A stos s que se les convencer demos

    trndoles con unos cuantos ejemplos vivos, de la si

    tuacin en la Rusia actual, cmo el comunismo ha

    engaado miserablemente a las masas proletarias.

    Oafcziizs DEL COMUNIsMO

    No temis, no me remontar a la poca de los f

    nidos.

    Podemos fijar su origen remoto en el Renacimien

    to, con su liberalismo intelectual)), por el cual todo

    hombre es libre pra dedicarse sin frabas de ,ningu

    naespecie al estudio de los clsicos paganos.

    Pero el liberalismo no qued reducido a este m

    bito literario e intelectual, y muy pronto estas ideas

    - de la libertad individual fueron aplicadas al campo

    de la moral: eliberalismo moral)). El, hombre se nie

    ga a reconocer una ley reguladora de sus actos; de

    biendo ser su propia conciencia la que le marque

    esta ley. Esto dio como consecuencia una poca de

    decadencia en las costumbres.

    El espritu liberalista pasa al campo religioso, to

    mando su forma ms tangible en la rebelda protes

    tante del siglo xvi, que adopta y establece la afirma

    cin de que cada individuo puede interpretar la Sa

    grada Escritura de la forma que crea ms conve

    niente, y adems se niega a reconocer una autoridad

    religiosa.

    Sigue el liberalismo su marcha ascendente; socava

    el respeto a la autoridad y la debida subordinacin

    y nace el liberalismo poltico)), que tiene su ms

    conocida forma de expresin en las obras de Russeau

    - los enciclopedistas franceses.

    El liberalismo poltico quedara poco tiemp sien

    do un mero concepto, com una teora. Las masas

    populares vivan en gran parte en estado de miseria

    y muy supeditadas a las clases privilegiadas. SI laautoridad no debe ser respetada, ni hay por qu es

    tar subordinado a ella, el pueblo est en su perfecto

    derecho de derrocarla, naciendo de esta forma el es

    piritu de revolucin.

    As vamos viendo aparecer las revoluciones france

    sas de primeros del siglo y de 1830,y en Inglaterra

    la Reforma electoral de 1832, de resultados muy se

    mejantes, aunque muy distinta en la forma, menos

    radicales, quiz por la influencia del flemtico esp

    ritu sajn.

    Las mentalidades ya estn preparadas, y cuando.

    en Centroeuropa se presenta el maquinismo, el in

    cremento de la industria que adquiere caracteres de

    gigantismo, fro e impersonal, en contraposicin con

    el calor, casi familiar, del, taller artesano; cuando el

    campo empieza a emigrar sobre las ciudades, dondese hacinan, se amontonan hombres y familias en

    suburbios tristes e inmundos; cuando ha nacido el

    liberalismo econmico)), que deja reducido -al Es

    tado a la situacin de u guardia municipal bona

    chn, que no puede dirigir eficazmente en el campo

    de lo econmico; cuando, en fin, aparece el capita

    lismo cargado de defectos en la mayora de los ca

    sos, se dan todos los requisitos necesarios para que

    puedan brotar por doquier las revoluciones econmi

    cas y sociales.

    CARLOsMARx

    En estas circunstancias, el 5 de mayo de 1818,y en

    los territorios del. Rin, viene Marx al mundo en

    una familia de padres judos de la clase media. Su

    padre era abogado, y su madre, de origen holands,

    apenas haba aprendido a escribir y, posiblemente,

    ni a leer el alemn, idioma de su patria de adopcin.

    Inicialmente la familia era de religin juda, aunque

    no practicasen ni apareciesen por la sinagoga. Una

    vez afincados al nuevo pas, se hicieron protestantes,

    pero sin significar este cambio inquietud espiritual,

    sino nicamente otras de ndole poltica y social.

    Estos territorios del Rin fueron entregados por

    el Congreso de Viena en 1815a Prusia. Anteriorment

    pertenecieron a Francia, y bajo la Revolucin fran

    cesa, se haban exaltado las ideas de igualdad y de

    libertad; el pas se benefici de los avances polti

    cos, sociales e industriales y, francamente, haban

    salido perdiendo en el cambio al pasar bajo el do

    ininio del Estado prusiano, en el que an imperaban

    las normas del feudalismo y un manifiesto atraso

    con respecto a Francia e Inglaterra.

    De esta disconformidad surgen all lo,s movimien

    tos progresistas del siglo xix, y, concretamente, en

    los aos 1835-50se desarrollaba en esta regin del

    Rin la teora revolucionaria marxista por obra y

    gracia de Carlos, Marx.

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    El lugar en que naci y creci y el ambiente fami

    liar en que se educ, influyeron poderosamente en su

    personalidad, motivando las caractersticas ms sig

    nificativas de sus teoras:

    Verdadero odio a la religin,

    Carcter internacional, al no sentirse ligado a

    patria alguna.

    Odio al Estado, al estar bajo la frula del pru

    siano que cort las alas de libertad a los terri

    torios del Rin.

    Todo ello tiene un definido carcter personal y lo

    cal, per l desarrolla sus teoras para justificar sus

    sentimientos, generalizando de forma mundial su

    ambiente local.

    En el ao de 1836,cuando Marx se incorpora a la

    Universidad de Berln, era sta el gran centro de es

    tudios de la juventud alemana y cuna de doctrinas

    filosficas. I)ominaban en ella las teoras de Hegel,

    que habla fallecido slo seis aos antes, y la dialc

    tica idealista de ste le servira de inspiracin y

    base a Marx para cimentar su dialctica materialista.

    No podemos entrar aqu a fondo en el complejo

    mundo de la filosofa, pero s es nedesario vulgarizar

    algunos conceptos, de los que omoi hablar constan

    temente, y enunciar, aunque slo sea de pasada, los

    prinipios filosficos de Hegel.

    Qu es dialctica?

    Dialctica es el arte de defender y rebatir: el arte

    de disputar.

    Los escolsticos la identiflcan con la lgica o

    ciencia de pensar con rectitud. Es decir, el procedi

    miento de afirmar y contraafirmar entre dos adver

    sarios que se enfrentan.

    Hegel advirti que este choque de opiniones tiene

    una doble ventaja: dar relieve a dos puntos de

    vista antagnicos y dar a los contendientes una ms

    acabada comprensin de la verdad: de la discusin

    nace la luz. La dialctica da vida siempre a una idea

    ms desarrollada, un concepto ms completo y ver

    dadero de las cosas que siempre puede irse perfec

    donando.

    La primera fase de la dialctica es la enunciacin

    de una vetdad, que est contenida en la idea origi

    nal, a la que llama tesis; pero sta ya encierra

    en s una idea opuesta, contradictoria, la anttesis

    o negacin de la tesis, pero sin anularla ni destruir,

    la. En la tesis o en la anttesis no est toda la

    verdad, y en cada una de aqullas hay parte de sta,

    dando lugar a la sntesis, es decir: reunin del

    contenido de verdad que se enderraba tanto en la

    tesis como en la anttesis.

    Esta anttesis, inmediatamente, daba lugarse

    transformabaa una nueva tesis, que a su vez en

    centraba otra anttesis, y de esta ccintradiccin sur

    ga una nueva sntesis: una idea ms verdadera, ms

    exacta y ms completa que la anterior.

    Expondremos a continuacin las cinco caractersti

    cas ms salientes de la dialctica hegeliana:

    1. Hegel crey que la idea, se forma por la unin

    de contrarios; mejor an, la idea es unidad de ele

    mentos opuestos o contradictorios.

    2. Hegel defiende que la idea avanza y se desarro

    lla en virtud de un impulso que le es propio. Este

    impulso inmanente, o automocin, que caracteriza

    la idea es un producto directo y necesario de su

    contradiccin interna. La idea, por su misma ndole,

    se compone de elementos contradictorios y la contra

    diccin produce el movimientq o progreso. Por ello,

    la ndole misma de la idea explica el movimiento de

    ella hacia el desarrollo.

    3. La idea se desarrolla por negacin, es decir,

    el carcter contradictorio de la idea produc una

    forma de movimiento que hace volver la idea hacia

    si misma, pero en un nivel cada vez ms alto. Esta

    accin interna y dialctica de los elementos opuestos

    de que consta la idea, produce lo que poda llamar-

    se una evolucin en espiral.

    4. El Universo, es un proceso de evolucin cons

    tante, es decir, toda la realidad est correlaciona

    da; todos los seres se encuentran en estado de rec

    proca y continua interaccin.

    .5. El desarrollo de la idea es susceptible de con

    tinuarse indefinidamente, o sea que la klea conten

    dr siempre y ncesariamente su opuesto; por eso

    es siempre susceptible de un desarrollo ulterior por

    medio de dicho proceso dialctico.

    De estos cinco puntos sac Marx las bases de su

    filsofa materialista. Del impacto recibido durante

    su actuacin como periodista, en la que entr en

    contacto con las condiciones de vida y con el pro

    blema social de las masas, le interes lo que hasta

    entonces1842no le haba preocupado: la necesi

    dad de una filosofa social; y, por ltimo, de Darwin

    consigui la base cientficade la que tanto alar

    deapara su nuevo sistema.

    Bien poco puso de su propia cosechaJa verdad

    es que nunca se distingui como un genio hasta que

    Lenin y el triunfo de la revolucin rusa han colo

    cado en primer plano sus teoras; pero muy ha

    bilidosamente, con todos estos mateliares ajenos y

    otros que omitimos por no ser tan fundamentales

    y por mayor brevedad, supo ensamblar su edificio

    filosfico que, conio apuntamos ms arriba, encon

    tr el hombre que, en contra de sus propios diag

    nsticos, los llev a la realidad all donde Marx ase

    guraba que no podran triunfar: en Rusia.

    Para Marxaplicando el idealismo de Hegella

    materia se. compone de elementos contradictorios.

    Los elementos contradictorios producen la evolucin.

    La materia es autosuficiente; su naturaleza contra

    dictoria le proporciona un impulso evolutivo que la

    libera de la necesidad de recurrir a una causa ex

    terna a la misma materia.

    Este esel fondo y el principio de la dialctica ma

    terialista marxista: la negacin de Dios.

    No se puede ser comunista y negar la dialctica

    materialista.

    No se puede ser comunita sin negar a Dios.

    El comunismo est directamente inspirado en las

    obras de Marx y en la interpretacin que de ellas

    hizo el pontfice rojo: Lenin. El comunismo es ra

    biosamente ateo y antirreligioso. Cualquier otra pos

    tura que adopte el partido. en esta materia es abso

    lutamente falsa y engaosa: va contra sus propios

    principios, y cuando lo hace, circunstancialmente,

    slo pretende con ello atraer a los incautos u obte

    ter momentneamente beneficios de ndole poltica o

    econmica. Superadas estas circunstancias, volver,

    con mayores bros, a imponer su atesmo. No faltan

    ejemplos para demostrarlo.

    No es lcito que ningn catlico coquetee lo ms

    mnimo con el comunismo.

    El catlico, forzosamente, tiene que ser anticomu-

    -

    nista. La idea del catlico-comunista es un absurdo,

    una aberracin que no puede tener cabida en una

    mente normal.

    -

    En otra ocasin comenzaremos

    estudiar y a re

    futar los principios dQ la dialctica materialista,mar

    xista,

    6

  • 7/21/2019 REVISTA ILUSTRADA DE LAS ARMAS Y SERVICIOS ret_290

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    CoronelAuditorAndrsALLEDESALAZARY BERNAR.

    5iempre ha sido no slo compatible, sino

    muy de alabar, el cultivo de las letras por los

    militares, tanto los que pueden llamarse es

    critores militares, porque se ocupen de las

    materias ropias de la profesin castrense,

    como los que han abarcado tambin otros as

    pectos de la literatura, que pueden calificarse

    de militares escritores. Y, entre los que han

    escrito sobre materias blicas, o haciendo his

    toria de la guerra, ha habido siempre quienes

    han relatado las campaas en que, con mando

    supremo, con mandos intermedios o como

    simples combatientes, haban tomado parte.

    Pero generalmente se han escrito estas obras

    en pocas posteriores a esas c.ampaa y, en

    muchos casos, despus de retirados sus auto

    res, por edad o por circunstancias diversas, de

    la activa participacin en las acciones de

    guerra.

    Lo que en pocos casos ha ocurrido y casi

    puede sealarse como excepcional es el he

    cho de escribir esos relatos segn iban ocu

    rriendo los hechos, guerreando todo el da y

    escribiendo po la noche la relacin de -lo ocu

    rrido. No es probable que Julio Csar escribie

    se sus Comentarios a la guerra de las Galias

    mientras guerreaba en aquellas regiones.

    El caso de do Alonso de rdllla y Ziga

    tiene varias singularidades; una de ellas es

    sa: la simultaneidad entre los hechos de

    guerra y la redaccin de su historia, que iba

    escribiendo, unas veces por -las noches (mu

    chos de sus Cantos terminan diciendo que

    la relacin de lo siguiente quede para el si

    guiente Canto, por encontrarse ya cansado

    y con sueo), otras, en breves momentos de

    relativa pausa entre marchas y combates, y,

    como l mismo indica, aprmtando sus versos

    en papeles sueltos, en trozos de cuero, en ho

    jas de rboles, que saba, por los indgenas,

    que servan para el caso, y aun, en marchas,

    escribiendo sbre el arzn del cab.alo.

    Y, adems, no eran una sencilla redaccin

    en prosa, como las de los dems escritores de

    Indias o de otras guerras, sino constantemen

    te en verso correcto, flido y sonoro, lo que

    supone en l no slo una gran facilidad para

    la improvisacin potia, smb, adems, una

    vluritad y una constancia notables, pues el

    versificar los sucesos y comentarios del da

    e sobre la marcha supone un obstculo ms

    que l gozaba en vencer, tanto como los que

    le ponan los araucanos en su porfiada resis

    tencia de cada da.

    Otra de las particularidades de la obra lite

    raria militar de Ercilla es que se le conside

    ra, con raz:n, no- slo como un gran poeta

    espaol,

    Sino

    adems como el pfirner - poeta

    de Hispanoamrica, y no slo por los chile

    nos, sino, en general, por todos los iberoame

    ricanos, que le tienen tambin- como gloria

    suya. No hay que olvidar que los chileos ac

    tuales son, en general, descendientes de los

    compaeros de- Ercilla y de los dems con-

    Escritores militares

    y

    -militares escritores.

    Don Alonsode Ercilla y Ziga

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    quistadores y civilizadores de las Indias.

    Siempr ser poco lo que se insista en. sealar

    la diferencia esencial entre la emancipacin

    de los pa:[ses de Amrica y la llamada des

    colonizacin actual en otros continentes.

    Pues esta descolonizacin de ahora consiste

    o tiende a la expulsin de los europeos, que ci

    vilizaron y en algunos casos crearon esos

    pases que encontraron en estado de prehis

    toria y rgimen de tribu, y aspiran.a que que

    den en ellos slo los aborgenes, y, en cambio,

    la emancipaci

    -

    americana consisti en que

    ls europeos (espaoles y portugueses en Sud

    amrica e ingleses e el Norte, llamados

    criollos), quisieron regirse por poderes esta-

    blecidos en su, territorio en vez de que los go

    bernasen desde Madrid, Lisboa o Londres. Es

    posible que esa emancipacin americana fue

    se prematura e inoportuna, pero se es otro

    problema diferente.

    Lo cierto es que los descubridores, explora

    dores y conquistadores de aquel Hemisferio

    tienen su descendencia y continuacin en los

    actuales ciudadanos de esas naciones y, por

    tanto, stos van considerando, cada vez ms,

    como glorias suyas las de esos civilizadores y

    ,fundadores de ,su pas, a diferencia de lo que

    sucede en los territorios que ahora se desco

    lonizan y tratan de arrancar y borrar todo

    rastro de esa accin de las naciones civiliza

    doras.

    Pero, adems, ,por lo que haya de fusin de

    razas, la espaola y la india (pues en Chile

    no son problema los negros, que apenas exis

    ten) tienen todos los chilenos, y americanos,

    en general, motivo y razn para considerar

    como obra referente a todos ellos el poema

    La Araucana,

    porque Ercilla, en un rasgo

    muy propio ,de la caballerosidad espaola, ce

    lebra con admiracin las cu.iidades de valor

    y amor a la independencia de, los adversarios,

    pues siendo una cualidad muy espaola la

    de luchar hasta que pueda parecer temeridad

    en defensa de su propia independencia, siem

    pre ha inspirado respeto y hasta cierto modo

    simpata esa misma actitud en los enemigos

    cuando combatan con valor y tenacidad por

    sostener la suya. Y los araucanos eran raza

    fuerte y gente decidida y dieron prueba de

    ello, ya que otros pueblos de las Indias no tu

    vieron ni tanto tesn ni tanta virilidad.

    DON ALONSO DE ERCILLA Y LA TORRE

    DE ERCILLA, EN BERMEO

    Mucho se ha escrito, y no vamos a exten

    dernos, ahora, sobre la figura de don Alonso

    de Ercilla, pero s conviene ,precisar algunos

    datos en puntos sobre los que, a veces, in

    curren en error los que de su personalidad

    hablan o escriben.

    Ha, habido quien se ha proclamado deseen

    diente directo de don Alonso de Ercilla, pero

    lo cierto es que no dej descendencia alguna

    8

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    - que le sobreviviese de su nico matrimonio

    con doa Mara Bazn, pues su unignito,

    don Diego, muri en el desastre de la Gran

    Armada, de veintin aos y soltero. Lo que

    pudiramos llamar su representacin viene a

    corresponder a sus prximos parientes el li

    naje de seores de la torre d Ercilla.

    Don Alonso no naci en dicha torre., ni fue

    propietario de ella, como algunos han enten

    dido, pero vivi mucho en ella en tiemps de

    si abelo paterno don Martn Ruiz de Erci

    ha, seor de dicha torre, y de su to, hermano

    mayor de su padre, don Juan Prez de Ercilla,

    y siempre se consider como ligado a aquella

    mansin de su familia, y a su condicin de

    vizcano y de bermeano, y en la descripcin

    que hace en el canto XXVI de

    La Araucana;

    de muchas naciones y ciudades -de todo el

    mundo, se cotiene el prrafo que dice: Mira

    a Bermeo, cercado de malezaCabeza de Viz

    caya, y sobre el puerto los anchos muros

    del solar de Ercilla solar, antes fundado

    que la Villa>) (en algunas ediciones la redac

    cin vara algo, y dice y tu torre de Ercilla,

    sobre el puerto de las altas montaas en

    cubierto). Es decir, que siempre proclam su

    veneracin y cario al solar de sus mayores,

    con el que se consider vinculado. La torre,

    que, efectivamente,

    ,

    se alza sobre el puerto

    de Bermeo, dominando todas las edificaci

    nes de la villa, fue, naturalmente, heredada

    por el primognito de la casa, el citado Juan

    Prez de Ercilla, to de don Alonso, y onti

    nu en los descendientes de dicho seor has

    ta hace muy pocos aos, en que ha sido ce-

    dida a la Junta de Cultura de la Diputacin

    de Vizcaya, en condiciones muy favorables

    para la entidad adquirente, para, recuerdos

    histricos de Ercilla, y el llamado Museo del

    pescador, que es en realidad un pequeo,

    pero muy interesante museo naval, y arregla

    do, con acierto, com homenaje a la meinoria

    de tan clebre descendiente de la casa.

    El padre de don Alonso, don Fortn Garca

    de Ercilla y Arteaga, segundognito de su

    casa, fue una figura importante en el .reinado

    de Carlos V, notable juriscnsulto, al que el

    emperador y rey quiso tener siempre en sus

    Consejos de Castilla y de las Ordenes, alcan

    zando en ellos l mayor categora: Fue regente

    de Navarra y caballero de Santiago; cas

    con doa Leonor de Ziga, seora de Bo

    badilla; de este matrimonio naci en Madrid

    don Alonso de Ercilla y Ziga, que desde

    muy joyen fue designado como gentilhombre

    al servicio del prncipe don Felipe, luego Fe

    lipe II, al que acompa en paz y en guerra

    por muchos pases de Europa (ates de subir

    este rey al trono, y tambin durante su rei

    nado).

    Antes y despus de la campaa de Arauco,

    don Alonso viaj con misiones militares y di

    plomticas por diversos pases, entre los que

    l cita: Italia, Francia, Inglaterra, Flandes,

    Alemania, Moravia, Silesia, Austria, Hungra,

    Estiria y Carintia...

    Y lo que pruba su carcter y espritu mi-.

    litar es que, pudiendo haber seguido viviendo

    en esa situacin de lucimiento y de vida en

    las Cortes de Europa, prefiri abandonar esta

    clase de actividades para ir a luchar, precisa-

    LA A

    RA VGA

    NADE DON ALON

    SO

    D E

    R Z L L. 7 C Y

    :gsGenril Honsfredcf

    Magefi4d,jdc

    Li bc drlos

    SCrCIUJ?ImOSPrmcspet

    de

    Vnarz.l.D:rlf,sdaalaS C.R.M.

    delRy dzsPhchppexwc.

    firoSror.

    Con priuiIcgO.

    InsprrjJien Msi.drzd,encafddePie,

    resCoJ?rn..47f0. J

    txiJjado4 trc m.zrucde p io.

    Facsmi1 de la portaca de la edicin

    prncip de La Araucana.

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    mente donde la guerra se presentaba ms

    dura, en regiones inexploradas y otras recin

    descubiertas, y en una lucha que apareca

    como la ms dura, contra una raza que se

    presentaba cmo la ms fuerte, vigorosa e in

    dmita de todas las que poblaban las Indias

    en los momentos en que acababa de demos

    trar sus condiciones al apoderarse y destruir

    las ciudades fundadas por Valdivia y sus com

    paeros.

    Para ello pidi y obtuvo formar parte de la

    expedicin que mandaba Jernimo de Aldere

    te que marchaba a castigar y contener a los

    araucanos, despus de esos hechos en que

    aquellos indgenas se encontraban tan enva

    lentonados que, en su ignorancia de toda geo

    grafa, decan que iban ellos a invadir Espa

    a como si fuera una tierra de aquellos con

    tornos.

    -

    ARAUCO Y LOS ARAUCANOS

    Como describe Ercilla en el primer Can

    to de su epopeya, la regin de Arauco estaba

    poblada por diecisis tribus (o naciones,,, se

    gn el lxico de aquella poca), mandadas por

    sus respectivos caciques, y no tenan rey, ni

    jefe comn, para el conjunto de ellas, ms

    que para caso de guerra, en que nombraban

    lo que llamaramos un general en jefe. Los

    caciques eran seores absolutos y hereditarios

    en sus respectivas fracciones, y su preocupa

    cin mayor era tener guerreros prearados

    para la lucha; as es que, desde nios, los pro

    baban en ejercicios fsicos y de valor, en que

    se demostrase que tenan condiciones para la

    guerra, y stos quedaban libres de toda otra

    clase de ocupacin o trabajo y s ejercitaban

    y adiestraban para la empresa blica. Los

    cargos de la guerra y preeminencia

    no son

    por flacos medios provedos

    ni van por cali-

    dad, ni por herencia ni por hacienda y ser

    -

    mejor nacidos,mas la virtud del brazo y la

    excelencia esta hace a los hombres preferi

    dos

    esta ilustra, habilita, perfecciona

    y

    quilata el valor de la persona.,, As lo explica

    Ercilla en el citado Canto primero.

    Una cosa curiosa es que, dentro de lo pri

    mitivo y rudimentario del uso de armas. que

    se conocan, estaba en grmen el principio d

    especializacin en el uso de cada arma que

    hoy da se proclama conveniente en los mo

    dernos y complicados medios de combate; y

    as dice Ercilla: Cada soldado una arma so

    lamente ha de aprender y en ella ejercitar-

    se

    y es aquella a que ms naturalmente

    en la niez mostrase aficionarse: d sta

    s6lo procura djestramente

    saberse aprove

    char y no empacharse, en jugar de la pica

    el que. es flecheroni de la maza y. flechas

    el piquero. Luego describe (y sera largo el

    transcribirlo) el modo de combatir en filas ce

    rradas, propio de la poca y de aquellos me

    dios, pero muy arreglado a las condiciones del

    pas y de las armas en uso.

    Ese pueblo robusto y celoso de su indepen

    dencia no haba podido nunca ser dominado

    por ninguna de las otras razas de aquel Con

    tinente, y haban fracasado los poderosos In

    cas del Per cuando. lo haban intentado.

    Al llegar los espaoles, mandados por Val

    divia, la superioridad de los nuestros, y espe

    cialmente la presencia de los caballos y de las

    armas de fuego, impresion tanto a los arau

    canos, que se sometieron amedrentados; pero

    algn tiempo despus, al observar qu no eran

    inmortales ni superhombres, perdieron el

    temor y el repeto y empez la sublevacin

    (que lo era, pues ya haba mediado sumisin

    previa). No entra en el objeto de este trabajo

    el relato circunstanciado de los, episodios de,

    aquella guerra (que tan exacta y minuciosa

    mente expone don Alonso en su poema), con

    el ataque y destruccin por los araucanos de

    la ciudades fundadas por los espaoles, la

    muert de Valdivia y los reveses de las fuer

    zas mandadas por Villagrn,. con la heroica

    resistenc5ia de los nuestros contra un nmero

    tan superior de enemigos, etc.; todo ello ante

    rior a la llegada de Ercilla, con la expedicin

    enviada por el virrey del Per, marqus de

    Caete, y mandada por su hijo don Garca

    Hurtado d Mendoza. Entonces empieza la ac

    tuacin militar de Ercilla en Arauco y su la

    bor literaria simultanea, pero tambin des

    cribe lo ocurrido antes de su llegada, con todo

    detalle, pues lo fue conociendo por sus con-i

    10

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    paeros, y, por lo que se refiere a las decisio

    nes y sucesos internos de los araucanos por

    los prisioneros y los indios que servan a los

    espaoles (los yanaconas). Luego sigue his

    toriando, potica, pero realistamente, todo lo

    que aconteca en su tiempo, aunque no cele

    bre los actos personales suyos d valor, que

    se conocen por otros conductos, s lo hace con

    detalle de nombres- toda la actuacin de cada

    uno de sus compaeros y aun de los enemi

    gos, citndolos a todos por sus nombres y con

    los golpes que dieron o recibieron cada uno

    en cada batalla.

    Describe la ereccin del fuerte, llamado

    Penco, junto a la Costa, donde se defendi,

    al frente de otros 130 espaoles, contra ocho

    mil araucanos, mandados por su gran jefe

    Capoulicn, y tambin el avance que sigui

    a la liberacin de ese fuerte. Se sabe que

    don Alonso de Ercilla se distingui siem

    pre y especilmente en los combates de La

    rraquete, las Lagunillas, Millarapus, entre

    otros, y en el paso del desfiladero de Cayupil,

    donde su personal actuacin cambi la situa

    cin de derrota en completa victoria de los es

    paoles, y todo ello en una lucha dura y nun

    ca interrumpida con un enemigo fuerte y te.

    naz y n un terreno extraordinariamente di

    fcil.

    o slo fue guerrero, sino tambin descu

    bridor, pues form parte de la expedicin que

    lleg a los extremos sur del Continente, a las

    islas de Chiloe, y an Ercilla, con diez solda

    dos a sus rdenes, pas en una piragua (bar

    Vista de a rte occidental de los

    Andes. El Callejn de

    la Guardia,

    11

  • 7/21/2019 REVISTA ILUSTRADA DE LAS ARMAS Y SERVICIOS ret_290

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    co deslastrado, dice l) y cruz el calificado

    por todos de peligrossimo paso del Des

    aguadero, y regres a la dejada compaa,

    o sea que se incorpo al grueso de la expedi

    cin despus de dejar grabada con un cuchi.

    lb una cctava en que aluda al hech y que

    reprodujo en su poema.

    Por unas disputa que tuvo con otro caballe

    ro, n la que llegaron al ademn de desnvai

    nar las espadas delante del general, que lo

    era don Garca Hurtado de Mendoza ste lo

    tom a desacato, por considerarse represen

    tante de la autoridad del rey, y les conden a

    muert, lo que luego conmut por prisin y al

    poco por destierro, que lo fue de lo que puede

    llamarse Cuartel General o capital del terri

    torio de su mando, y don Alonso lo cumpli

    combatiendo en los frentes ms avanzados, y

    despus acudi al Per, dispuesto a luchar

    contra el traidor Lope de Aguirre, aunque

    ouando lleg haba sido ya Aguirre preso y

    ajusticiado.

    Disgustado de todos modos con Hurtado de

    Mendoza, regres Ercilla a Espaa, y en Ma

    drid orden, termin y public su poema, que

    dedic al rey don Felipe II, que acept la de

    dicatoria, y le emple en otras empresas, como

    luego veremos.

    LA ARAUCANA

    Este pqema, dividido en treinta y siete

    Cantos, lo iba escribiendo, como hemos di

    cho, en plena y dura lucha guerrera. En l

    va narrando con detalle todos los episodios de

    aquella guerra, con consideraciones sobre los

    deberes y cualidades que deben tener los mi

    litares, y otras de carcter general, con alto

    espritu patritico, y deriva tambin a comen

    tar sucesos contemporneos de. aquellas lides

    y otros asuntos que le pareci bien comentar.

    Es curioso el observar que muchas frases

    en verso que han pasado al lxico corriente y

    que pasan ante la mayora de las gentes como

    procedentes del saber popular, tienen s

    origen en el texto de

    La Araucana.

    Citaremos

    como ejemplo aquella mxima de El miedo

    es natural en el prudente

    el saberlo vencer

    es ser valiente, .que suele pasar por frase de

    uso inmemorial, cuando lo cierto es que est

    sacada del Canto VII de La Araucana, y as

    otras muchas, lo que demuestra que, a pesar

    de su extensin y texto tan detallado, debi

    ser el poema bastante ledo.

    Otra caracterstica de la obra de rcilia

    es su admiracin por la entereza y valor de

    los araucanos, pues si

    .

    siempre pondera con

    razn y entusiasmo las hazaas de los espa

    oles (sin dejar de censurar en algunos casos

    lo que le parece que as lo merece), no ahorra

    elogios al enemigo por el valor con que defen

    dan su independencia. En el prlogo .de la se

    gunda parte (y esta vez en prosa) dice: Todo

    lo merecen los araucanos, pues ms de trein

    ta aos que sustentaron su opinin, sin habr

    seles cado las armas

    de

    las manos, no deten-

    1

    anto prknero

    lia Araucn

    F. L D Ji (LA

    i.t L ASS ENTO ...fl.

    scJi.

    rro1. ic C;rc.y

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    l.n.%.iO

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    o

    Gr,n Pipe.1. .!li

    h tIor,.evc, fr-.

    tccJj.

    (e de nic fnor Icc- i

    c .1.:f.

    A

    L,ia

    pina

    de 1_a

    .-lr,wzna

    en a edicidn

    de 1578.

    12

  • 7/21/2019 REVISTA ILUSTRADA DE LAS ARMAS Y SERVICIOS ret_290

    14/89

    diendo grandes ciudades ni riquezas, pues de

    su voluntad ellos mismos han abrasado las

    casas y haciendas que tenan, por no dejar

    gozar de ellas al enemigo; mas slo, defendie

    ron unos terrones secos (aunque a veces rega

    dos con nuestra sangre) y campos incultos y

    pedregosos.

    Ercilla nunca llama salvajes a los arau

    canos, sino siempre brbaros, que es como

    los romanos llamaron a los que tienen otro

    modo de vida ajena a la civilizacin nues

    tra, es decir, extranjero, en el sentido de

    cstumbres y mentalidad. extraas, pero

    no salvaje, que supone un estado careiite

    de toda cias de rudimento de civilizacin.

    Otra particularidaddela obra de Ercilla es

    que, por noticias que tuviera o por su propia

    fantasa, se entretiene en cescribir largamen

    te las discusiones y disputas que tuvieron en

    tre silos araucanos sobre la forma u ocasin

    de hacernos la guerra, y sobre todo sobre la

    designacin de quin de ellos deba mandar

    los, y les atribuye largos y floridos discursos,

    en los que, dejndose llevar por la moda lite

    raria de su siglo, se atribuye a veces citas y

    alusiones de la mitologa clsica, greco-roma

    na. Tambin se deja llevar de la fantasa po

    tica al relatar sus supuestas conversaciones

    con el mago Fitn, que le nuestra en una

    bola de cristal sucesos pasados, presentes y

    futuros, en todas las partes del mundo, y ve

    desde all (como sera hoy da en la Televi

    sin) ja campaa y triunfo de Felipe II en

    Portugal y la descripcin de todas las nacio

    nes y ciudades principales del mundo, que es

    verdaderamente una curiosa, leccin de Geo

    grafa de todo el planeta en las circunstancias

    de aquel siglo.

    EL LTIMOCANTO

    En el Canto XXXVII, ltimo de La Arau

    cana, despus de celebrar nuevamente la su

    misin de Portugal aFelipe II, como su leg

    timo soberano, y de enumerar someramente

    sus propios servicios, dice don Alonso de Er

    cilla: Mas ya que de mi estrella la porfa

    me tenga as arrojado y abatid.

    vern al

    que por la derecha va

    la carrera difcil

    he corrido; y aunque ms inste la desdicha

    ma

    el premio est .en haberlo merecido

    y las honras consisten no en tenerlas,

    sino

    en solo arribar al merecerlas.

    Gran verdad esta ltima, que no todos sa

    ben comprender, pero algunos han credo en

    tender que Felipe II tuviera poster,gado a don

    Alonso y tomado como argumento de la su

    puesta ingratitud de los reyes con, sus leles

    servidores, que tanto se ha tergiversado y exa

    gerado, como en el caso de Coln y otros, pero

    lo cierto es que, despus de escrita La Arau

    cana, el Rey, a .quie se le entrega y dedica,

    distingue de un moco sealado a don Alonso

    de Ercilla, otorgndole el hbito de Santiago,

    concesin que entonces no se 9odigaba, y

    que tambin como distincin notable haba

    ostentado su padre don Fortn, y le tuvo ocu

    pado en importantes y honrosas misiones, no

    slo de examen y aprobacin de libros, cmo

    lo de Garcilaso y Herrera, sino en delicadas

    negociaciones de Estado, como en las referen

    tes a las pretensines de los duques de Bruns

    DE LA ARAVCANA 4

    tos cargosdelagsierray preemneflCi3

    Nofon port lacosmedios proucidos

    Ni

    vanporcalidad

    ,

    ni porhercncra

    Ni porhazknda.y(ermejornacidos

    Mas la virtud delbraoy la excelencia

    E(hhaZcI0Sh01t .prcferido

    Elaillufra,habilita,Peti0la

    Yquilataci valordclaperoiia.

    Losqueelcana lagoerradedicadoS

    .Wo

    o

    aotro

    eruiciocoflrcnidos

    Del trabaioy labraiiarecniado

    Y delagentebaxamanrenids,

    - Pero ouporlasleyesobligados

    De eftarapunto dearmasproueidoi

    YaaberdieflramefltCg0le4

    En las

    licitasguerras

    y batallas.

    Lasarmasdeliosmas exerciradai

    Son

    pica,alatiardaSYI1flS0

    Cori otraspunt largasenhalladas

    De la

    fj(ti6n

    y rormadepunonCS

    425,rnartilLosmaa5bar1da5.

    Dardos,argentasflcchasybalones

    Lazos defuertesmimbresybexucOs,

    nosarsojadiz05 y ttabucos.

    A A:g.

    Pgina 4 de la edicin prncipe.

    13

  • 7/21/2019 REVISTA ILUSTRADA DE LAS ARMAS Y SERVICIOS ret_290

    15/89

    wick y las desavenencjas entre el Justicia de

    Aragn y el virrey de dicho reino, conde de

    Sstago, y otras en las que con gran tacto y

    xito demostr ser tan hbil diplomtico como

    valeroso guerrero.

    Lo que sin duda amarg, en parte de su

    vida, el nimo de Ercilla fue quiz el no ha

    ber podido seguir hasta el fin la guerra de

    Arauco, y probablemente su ilusin hubiera

    Sido completar la sumisin y

    pacificacin

    de

    aquellas tierras, y aun quedar alif, con man

    do, en nombre del rey, gobernand enrgica,

    pero paternalmente, a aquellas gentes a las

    que dedicaba, en cierto modo, simpata por

    su valor y cierta forma de caballerosidad, y

    goberarlos en aquellos lugares, donde con

    tanto entusiasmo y tantas fatigas, haba lu

    chado. Nunca olvid que por don Garca Hur

    tado de MendOza vio interrumpida su actua

    cin en Arauco, y por ello olvid el nom

    brarle en todo su poema, cosa que don Garca

    tampoco olvid.

    Pero si en el otro mundo cupiera que se

    tuvieran consuelo por motivos terrenos, podra

    tener don Alonso de Ercilla el consuelO de

    saber que ni los araucanos, ni los chilenos,

    ni los espaoles actuales, hemos tenido oca

    sin de conocer el fin de la guerra de Arauco,

    por la sencilla razn de que esa guerra no ha

    terminado. Constantemente se leen noticias

    de encuentros armados entre los araucanos,

    que se mantienen como insumisos en parte

    de su territorio, de un lado, y de otro las tro

    pas chilenas. Es decir, que guerra que se ini

    ci bajo el mando de Valdivia y en la que lu

    ch y a la que histori en sus versos don Alon

    so de Ercilla, coitina entre los tenaces arau

    canos, que en ciertas zonas son todava lios

    tiles y rebeldes, con sus costumbrs brbaras,

    sus creencias supersticiosas, fomentadas por

    sus magos)>, aunque seguramente con arma

    mento ms moderno que las picas y las fle

    chas de los tiempos de Capoulicn, en lucha

    con los representantes de la civilizacin, re

    presentada ahora por los militares chilenos, el

    Ejrcito ms ejemplar de Hispanoamrica, en

    e] que fornin muchos descendientes de los

    compaeros de Valdivia y de Ercilla, que pue

    de decirse que, en cierto modo, son espaoles,

    aunque ahora dependan no de un Gobierno de

    Madrid, sino de Santiago.

    Esta, continuidad en el espritu hispano

    prueba lo que adelantbamos en los primeras

    lneas cte este trabajo al decir que no puede

    tornarse como antecedente de las actuales ten

    dencias, llamadas de descolonizacin (en que

    se expulsa o anula a los europeosque forma

    ron y civilizaron los pueblos de otros conti

    tentes), la emancipacin de, los pases de Am

    rica,

    hecha por los mismos eropeos que en

    ellos se haban asentado.

    Esta diferencia favorable a la evolucin

    americana se debe a que Espaa supo formar

    estas nacfonalidacles sin racismos, por haber

    sabido durante varios siglos adaptarlas y

    adaptars los conquistadores a una unidad es

    piritual y durante aquella poca (llamada im-

    propiamente colonial, pues no fueron colo

    nias, sino Reinos de Ultramar, y debe lla

    marse poca monrquica), no eran necesa

    rias revoluciones ni violencias para castigar

    los abusos de cualquiera clase, porque saban

    los virreyes, gobernadores y dems autorida

    des que sobre ellos estaba la justicia del rey,

    con su Consejo de Indias, y, como dice don

    Alonso de Ercilla en el Canto IV de

    La

    Araucana:

    slo dir que es opinin de sabios

    que donde falta el rey sobran agravios.

    14

  • 7/21/2019 REVISTA ILUSTRADA DE LAS ARMAS Y SERVICIOS ret_290

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    /

    NUEVOCONCEPTODELACUERRAQUIMICA

    (La guerra psicquimica)

    Coronel Albert. FLORES,TRIVIO; del Regimientode especialidadesde lng.ni.ros

    pare Ejrcito.

    CoNszanAczons PRIVIAS

    Se han llevado a cabo estudios curiosisimos que

    demuestran con rigor matemtico que son cortsi

    mos,... prcticamente despreciables, los perodos du

    rante los que el mundo ha gozado de esa paz que,

    an hoy, con loable tesn y cierta candidez, persi

    guen algunos hombres de indudable buena voluntad.

    Se trata de un fenmeno que azota peridicamente

    a la Humanidad, y hay que rendirse a la evidenciade este hecho comprobado por la historia.

    Partiendo, en consecuencia, de la incmoda certi

    dumbre y aun de la seguridad de tener que enfren

    tarnos, tarde o temprano, con la guerra, no podemos

    hacer ms que pensar en hacerla ms humana, ms

    incruenta, menos costosa, y, ms que en los medios

    para evitarlapura utopa, incompatible, por otra

    parte, con un verdadero concepto de la dignidad,

    en cmo ganarla, recurriendo -para ello a las armas

    y procedimientos ms idneos.

    Es forzoso reconocer que el concepto de la gue

    rra, en todos los tiempos, y ms an en la actua

    lidad, si estuvo en armona con los adelantos de la

    ciencia, no lo estuvo con los progresos que sedebieron producir, paralelamente, en ios aspedtos

    moral y humanitario, tal vez porque... ((el hombre

    se abandona frecuentemente a sus resabios de ani

    malidad y la bestia aparece tan pronto se presenta

    - ocasin propidia, y as descendemos -vertiginosamen

    te, en una cortsima accin de tiempo, en la scala

    zoolgica. En tal sentido, el general Troudeau (Es

    tados Unidos) hizo, no hace mucho tiempo, unas de

    claraciones que son interesantes: ((El Ejrcito debe

    emplear todas las armas y equipos que le conduz

    can a la victoria: para moverse, hacer fuego, comu

    nicarse y defenderse de las ferzas areas o cohetes

    enemigos,as como para fijar a las fuerzas enemi

    gas de tierra,

    destruirlas

    si presentan batalla yocupar el pas enemigo hasta el establecimiento de

    un gobierno libre, controlndolo mientras tanto.))

    Esta es la norma clsica: para vencer hay que des

    truir al ejrcito enemigo, aunque la lgica nos diga

    que tal destruccin no es tan necesaria.

    La guerra se ha ido endureciendo con el transcur

    so del tiempo. A medida que las armas progresaron

    con la ci.ncia y la industria, su aplicacin ha hecho

    la guerra de una crueldad inaudita, incompatible

    con el concepto ms liberalmente ojtimista de seres

    civilizados, Sabido es que con la aparici del arma

    area, los que hasta entonces fueron meros espebt

    dores, o si se quiere colaboradores en la batalla,

    se convirtieron automticamente en verdaderos com

    batientes; todo el territorio nacional es ahora cam

    po de batalla. As, poco a poco, hemos vuelto, en

    cierto modo, a base de sucesivos procedimientos,

    mtodos, armas y consideraciones, a las prcticas

    brutales de la ms remota antigedad, en la que el

    enemigo, por el solo hecho de serlo, perda su con

    dicin de ser humano, y su vida, sus bienes) que

    daban a mercad del vencedor. Incluso la esclavitudpor derecho de guerra es frecuente, pues esclavos y

    no otra cosa son esos miles de prisioneros de gue

    rra que esperan en vno su repatriacin en las

    inmensas estepas soviticas desde hace dieciocho

    aos... -

    Ni que decir tiene que al colmo de la crueldad, al

    vrtice de la insensatez, se ha llegdo gracias a la

    aparicin de las armas atmicas y termonucleares, -

    cuya primera aplicacin fue, por cierto, en la reta

    guardia, para indicarnos tal vez lo que se puede es

    perar de las mismas en el futuro; y este xito, cien

    tfico exclusivamente, fue logrado merced a la ab

    negada, entusiasta y, por qu no decirlo?, incons

    ciente colaboracin de sabios de- todos los pases

    cultos, los cuales no han tenido tiempo, sin embar

    go, para resolver problemas tan intrascendentes

    como el del cncer, pongamos por ejemplo, entre

    otros muchos que pudiramos citar;

    En conclusin, la triste realidad es que, en la ac

    tualidad, se tiende a ganar las guerras, no como an

    tes, en los tiempos que llamamos brbaros, a base

    de valor, sino pulverizando materialmente a la re

    taguardia, que es la que, en definitiva; nutre moral

    y materialmente a los ejrcitos, considerndose lici

    tos todos los medios y procedimientos, si con ellos

    se pude lograr la victoria.

    Pero antes de entrar de lleno en el tema que in

    tentamos desarrollar en estas mal pergeadas lineas,

    bueno ser adelarktar, -en compensacin a lo treme

    bundo de cuanto hasta ahora se ha expuesto, que

    el horizonte tiende a aclrarse y que hay indicios

    de una prxima evolucin del concepto clsico de la

    guerra, humanizndola. Por motivos nobles y des

    interesados o por c9nveniencia...? Esto es lo que he

    mos de ver a continuacin.

    UN

    NUEvO ONEpTO DE LA GuzaRA

    La GM II puede considerarse como el conflicto

    armado ms cruento y costoso que conociron los

    15

  • 7/21/2019 REVISTA ILUSTRADA DE LAS ARMAS Y SERVICIOS ret_290

    17/89

    siglos: sgi.n datos facilitados por el mayor gene

    ral W. M. Creasy, en un artculo publicado en la

    revista Armed Forces Chemical Journal, ms de 52

    millones de persoas fueron muertas o daadas, y

    las naciones beligerantes gastaron ms de un trilln

    de dlares en armamento y material de guerra;

    otros materiales tuvieron un coste inconmensurable.

    A lo que hay quq aadir las ingentes sumas emplea

    das en la reconstruccin de las naciones destruidas.

    Como consecuencia de este desastre, verdadera

    mente espantoso, se pens, por fin: hay que evitar a

    toda costa que se puedan reproducir los hechos de

    la GMII; la viqtoria fue poco provechosa y, econ

    micamente, supuso una verdadera derrota para to

    dos los beligerantes.

    Esto ha hecho que todas las naciones, ante la

    eventualidad de un conflicto armado, principalmen

    te, como es natural, las que premeditan una agresin

    y las que consideran probable ser objeto de- ella,

    hayan tenido que considerar seriamente el factor

    econmico.

    Ahoi-a bien: quin es el posible agresor, el ene

    migo en potenia, capaz de desencadenar una tercera

    guerra mundial? Sera ingenuo querer ignorarlo:

    nuestro posible adversario es definido y cruel, es

    cribi el general Stubbs en la citada revista Armed

    Forces Chemical Journal.

    -

    Ahora bien: el posible agresor a quien todos co

    nocen es, Lgicamente, el ms interesado en el es

    tudio de nuevos medios y mtodos, de nuevas ar

    mas que Permitan alcanzar la victoria sin sufrir

    como consecuencia el desastre econmico. Y as,

    por la -lgica germinacin de las ideas se ha consi

    derado ahora, por primera vez, que... los ataques

    militares no han de star necesariamente dirigidos

    /

    a la -destruccin, sino a la ocupacin del territorio

    cuo uso precise el ocupante. - -

    Se trata, pues, de ocupar el territorio enemigo, y

    esto lo ms rpidamente posible y sin producir ms

    destrucciones que las estrictamente indispensables,

    Cmo conseguirlo? -Si empleamos las armas conven

    cionales a base de bombardeos estratgicos con ex

    plosivos clsicos, obtendremos destrucciones anlo

    gas, y aun., mayores, que la que hemos conocido

    como consecuencia de la pasada GM II, destruccio

    nes que alcanzaron a la edificacin, ala industria, a

    las obras de arte.. y al potencial humano. Mucho

    menos solucin eficaz sera el empleo de las armas

    atmicas y termonucleares. Pero tampoco sera so

    lucin el empleo de los agresivos qumicos o CBR,

    si este emJpleo se hace en el concepto errneo que

    hasta ahora ha sido norma, o sea, conseguir el m

    ximo de bajas -en el menor tiempo posible, ya que

    esta solucin, si bien dejara intactos los edificios,

    la industria, -etc., destruira algo tan esencial como

    es el potencial humano o mano de obra. Esto mis

    mo ocurrira si se emplease la recientemente anun

    ciada B.- N.: bomba de netrones o rayo de la

    muerte.

    Habr, pues, que apelar a otros medios; pero cu

    les pudieran ser stos, que sin producir tan enormes

    destrucciones, sin plantear tan pavorosos problemas

    econmicos, hicieran posible, en un corto plazo, la

    victoria? Aqu nos enfrentamos con una primera pa-

    radoj a, porque la respuesta es que esto slo lo po

    dremos conseguir si, racionalmente, eso s, acudimos

    a la tan vituperada, la tan injustamente odiada gue

    rra qumica, tan temida por todos que es la nica

    arma que ha sido puesta fuera de la ley. Parece

    que al fin se ha cado en la cuenta de - algo que, in

    concebiblemete, no, se haba comprendido hasta

    ahora, cegado por el afn clsico de destruir al ene-

    - migo a toda costa: el arma qumica es, no slo hu

    mana, sino la ms- humana de las hasta ahora co

    nocidas.

    En tal sentido, las numerosas estadsticas de que

    disponemos, correspondientes todas ellas a la GM 1,

    jmnica fuente de informacin que poseemos para sa

    car consecuencias y enseanzas en esta materia,

    arrojan cifras verdaderamente elocuentes. Prome

    diando todas ellas se llega a la consecuencia de que

    lo que pudiramos llamar ndice de crueldad, o sea

    la relacin del nmero de muertos con el nmero

    total de bajas fue, para los mal llamados gases,

    1/7 aproximadamente del correspondiente a las de-

    -

    ms armas, por lo que se refiere a mortalidad, y 1/6

    para los casos de invalidez permanente.

    As, pues, paso a paso, se ha llegado a la conclu

    sin, asombrosa para los que desconocan lo que era

    verdaderamente la guerra qumica y, por tanto, sus

    - posibilidades, de que la nica solucin prctica est

    en el empleo de los, agentes CBR (1), en su concepto

    moderno, lgico y humano de mnima destruccin,

    lo que quiere decir que hay que emplear aquellos

    que slo neutralicen al enemigo incapacitndolo du

    rante un cierto tiempo. Tales agentes agresivos CBR

    no destruyen los medios de produccin, sino que se

    dirigen a las personas que los manejan y sostienen,

    controlando el grado de sus efectos, lo cual es per

    fectamente posible.

    Al incapacitar la mano de obra, la industria se

    paraliza, limitndose, al menos, gravemente la pro

    duccin de guerra, y al faltar, con ello al ejrcito

    combatiente las municiones, equipo, medicamentos,

    etctera, el colapso final no se har esperar. Es en

    tonces el momento de ocupar el territOrio enemigo

    y poner en marcha su economa sin gastos por par

    te del vencedor, porque no.. es difcil prever que el

    -. enemigo ha de considerar oportuno utilizar a los

    hombres del pas vencido para la industria, que ha

    br encontrado intacta. Y con ello, aunque sin in

    tentarlo, sa es la verdad!, se ha llegado a la hu

    manizacin de la guerra, al mismo tiempo que se

    hace rentable la victoria, que ahora ya no ser un

    frial negocio, como hubiera sucedido si hubiramos

    empleado las armas, atmicas o convencionales.

    Ahora bien: ,quiere esto decir que se pueda des

    cartar la posibilidad del empleo de las armas con

    vencionales y de las i una futura guerra?

    A esto habr que contestar con un rotundo NO. En

    primer lugar, puede creer el agresor que un ataque

    en masa, por sorpresa, empleando todos los medios

    (1) Desde la aparicin de los agentes biolgicosy ra

    diolgicos, con posibilidad de aplicacin prctica en la

    guerra, no se puede hablar ya de agentes quimicos o de

    guerra qumica, ya que los tres tipos: qumicos,biolgicos

    y radiolgicos,habrn de emplearse, probablemente, ais

    lados o combinados.

    16

  • 7/21/2019 REVISTA ILUSTRADA DE LAS ARMAS Y SERVICIOS ret_290

    18/89

    de que dispongaque, evidentemente, sern muchos

    y de la mxima eficacia, y contando con una baza

    nada despreciable, como es la de actuar sin mira-

    mientos ni escrpulos de ninguna clase, empleando

    agresivos CBR de la mxima eficacia por su terrible

    poder destructor por su espantoso ndice de mor&

    lidad, pudiera tener probabilidades de xito. Evi

    dentemente, un ataque de este gnero producira

    efectos inimaginables. Dice a este respecto el gene

    ral Creasy que ((cuando un futuro agresor se en

    cuentra con un contrario igual a s mismo en ar

    mas; entrenamiento y poder de fuego, y completa

    mente igual en la capacidad de responder golpe con

    tra golge en la guerra nuclear, ante la inposibili

    dad de conseguir mi rpido fuera de combate en una

    colisin clsica de fuerzas, no quedara margen para

    cualquier consideracin moral o de otra clase en

    cuanto al uso de armas CER.

    Per sera, en realidad, prcticamente resolutivo

    un ataque de este gnero? Casi puede asegurarse que

    no, tratndose, como en esta ocasin, de un enemigo

    potentemente armado, con el que se ha llegado al

    equilibrio de fuerzas y que est, adems, alertado,

    por lo que la sorpresa, si cabe, habra de ser muy

    relativa, pudiendo asegurarse que la respuesta sera

    contundnte y fulminante.

    Pero, aun dado por cierto que un ataque atmi

    co por parte de un enemigo sin ser ms fuerte en

    absoluto, lo fuese en un tomento determinado, tu-

    viese xito, ellOsera a costa de tales destrucciones

    que pondra al vencedor ante un grave problema

    econmico, ya que para sacar partido de lo conquis

    tado haba de echar mano de sus propios recursos,

    ya muy afectados por la guerra. En tal situacin,

    parece que no cabe otra solucin al enemigo que

    tratar de conseguir la sorpresa tcnicasta es

    siempre posible, empleando los agentes CBR, para

    apoyar y facilitar una guerin a. base de las armas

    convencionales, empleando sus inagotables reservas

    humanas. El temor a las represalias, en definitiva,

    puede ser causa de quecomo ocurri con los ga

    ses en la ltima guerrano se empleen, al fin, las

    tan temidas .armas atmicas, que estn teniendo,

    por otra parte, en la guerra fraprimera fase de la

    GM lluna eficaz y brillante aplicacin como ar

    mas de propaganda terrorfica. De modoalgo pa

    recido a lo que ocurri en la GM II con la lnea

    Sigfridoqu ya est justificada la existencia de las

    armas atmicas por mucho que se haya gastado en su

    fabricacin. En conclusin, parece lgico suponer,

    a la vista de las consideraciones anteriores, que en

    la prxima guerra han de conjugarse adecuadamen

    te las armas convencionales, los agentes CBR y,

    tal vez, las armas atmicas de empleo tctico, pero

    empleando todo ello con el concepto moderno de

    mnima destruccin.

    Est cmprobado que los soviets se preparan para

    este tipo de guerra, es decir, que investigan, fabri

    1.

  • 7/21/2019 REVISTA ILUSTRADA DE LAS ARMAS Y SERVICIOS ret_290

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    can, almacenan y organizan, con miras a la posibi

    lidad de esta clase de guerra. Sus tropas qumicas

    existen en todos los escalones, hasta el Batalln

    inclusive, y no es de esperar que tales tropas ten

    gan preparacin ni misin meramente defensivas...

    Parece que la organizacin de los defensa civil CHE,

    es meticulosa y se extiende a todo el pas; la orga

    nizacin responsable se llama DOSMT (Sociedad

    - de Voluntarios para la cooperacin con el Ejrcito,

    la Marina y las Fuerzas Areas), y se le atribuyen

    ms de 30 millones de miembros. Fcilmente se de

    duce que todo esto no lo hara si no estuviesen con

    vencidos, no ya de la posibilidad, sino de la proba

    bilidad (por no decir la seguridad) de que las armas

    CHE han, de ser empleadas, y como quiera que sa

    ben perfectamente que l iniciativa d su empleo no

    partir jaziis del lado occidental, la consecuencia

    es clara y terminante: la U. E. 5. 5. se propone em

    plear las a:rmas CHE en una futura guerra. El pe

    ligro que supone un ataque de este gnero, llevado

    a cabo sin esorpulos ni cortapisas, no slo puede

    equipararse al, de las armas atmicas, las tan te

    midas bombas A y H, sino que tal vez sea superior,

    no slo por sus efectos, tan insidiosos como terro

    rficos, sino por su mayor rendimiento y economa

    de empleo. Tampoco debe olvidarse que, por sus ca

    ractersticas, pudieran emplearse estos agentes para

    facilitar el ataque por sorpresa de que hemos ha

    blado anteriLormente, mediante una preparacin pre

    via para disminuir la posibilidad de represalia, 0 al

    menos su intensidad, mediante sabotajes para lo que

    los agentes CHE son muy aptos.

    Por tra parte, los rusos no ocultan sus intencio

    nes: repetidas veces significadas personalidades po-

    ltidas y militares han aseguxado estar preparados

    para este tipo de agresin, habiendo puesto de mani

    fiesto su intencin de recurrir a ella en una futura

    guerra. Esto lo saben los norteamericanos: el gene

    ral Trudeau ha dicho: ((la guerra qumica y biol

    gica es la parte ms vital de nuestras investigacio

    nes)), y en una conferencia (1959), el mayor general

    Creasy, jefe der Departamento, Qumico del Ejrci

    to, deca: ... trabajamos, no slo para alcanzar ca

    pacidad para frenar el empleo por el enemigo de tales armas, .alcanzando la necesaria capacidad para

    ello, sino para defendernos...)); y ms adelante:

    e... tenemos razones para suponer que ,el esfuerzo

    mayor de Rusia sobre sus posibilidades militares se

    centra tambin en el campo CHE.))

    Consecuencia de todo lo expuesto es la necesi

    dad de estar preparados para la guerra CHE; pero

    esta preparacin ha de ser no slo para defender

    nos, sino para responder adecuadamente a quienes

    recurran a tales armas, que nadie puede asegurar

    no vayan a ser empleadas con la ms absoluta falta

    de escrpulos, pues si tal cosa sucediera y no estu

    viramos preparados con antelacin, ello supondra

    la derrota inexorable y definitiva, lo que, hoy da, da

    das las circunstancias actuales del mundo, supondra

    ni ms ni menos que la dasaparicin como nacin

    libre durante un perodo de tiempo ilimitado.!

    Que muchas naciones han comprendido la mag

    nitud del peligro, lo demuestra que trabajan en este

    asunto, como nos dicen frecuentemente las noticias

    que publica la prensa. Por nq citar ms un caso, el

    ms reciente, copiamos literlmente la nota publi

    cada en la Gaceta Ilustrada del 25 de mayo lti

    mo (1963): ((En Fort Detrick (Marylan) se trabaja en

    un nuevo tipo de germen para la guerra bacteriol

    gica. No existe en la Naturaleza y podra ser resis

    tente a las antibiticos y desinfectantes...)) Esto de

    muestra que existe preocupacin general; pero, por

    otra parte, puede conoebirse nada ms antinatural,

    ms salvaje, que trabajar o verse, obligado a tra

    bajar, que es la realidad, en contrarrestar los es

    fuerzos y los xitos logrados por otros hombres que

    han conseguido reducir la mortalidad y hacer ms

    feliz la vida de sus semejantes? Porque el inconve

    niente de los agentes CHE es que, segn quien les

    emplee, pueden ser armas humanitarias y lgicas,

    o bien armas de exterminio y desolacirL.

    EVOLUCIN

    DEL CONCEPTO DE GUERRA QUMICA

    Si bien es verdad que la agresin qumica se prac

    tic en la antigedad, tratndose ms bien de sim

    ples balbuceos espordicos, fue la GM 1 la que ini

    ci y sancion este tipo de agresin, y es a partir

    de entonces que puede hablarse de guerra ,qumica,

    unque esta vez tampoco fuese, en verdad, de gran

    des proporciones.

    Sabido es que la guerra ,qumica surgi como me-

    Equipo de campaa de la lnf&nseria del actual Ejrcito ale

    mn. (De la publicacin suiza Der Schweizer Soldal.)

    t

    18

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    20/89

    dio para romper el equilibrio a que se haba llegado

    a principios del ao 1915,al estabilizarse los frentes

    de combate. Despus de la guerra prosiguieron los

    estudios sobre agresivos, facilitados por el notable

    progreso que experiment la ciencia qumica en ge

    neral, principalmente la qumica orgnica, que es la

    que realmente interesa en este caso. El primer agen

    te qumico empleado como agresivo por los alema

    nes, que son, bomo hemos de ver, los que siempre

    llevaron la inicaitiva en este terreno, fue el doro,

    en un ataque llevado a cabo en el frente de Yprs

    (28-4-1915), cuyo xito, plenamente satisfactorio, no

    fue explotado por falta de preparacin, y slo a esto

    puede ahacarse el no haber, obtenido resultados

    prcticos, todo ello a causa, sin duda, de la falta de

    confianzaque, en un principio, debi tener el man

    doalemn en este tipo de agresin. Reaccion la de

    fensa con la mxima rapidez y pronto la mscara era

    una realidad, con lo que, logrado as el equllibrio qu

    mico, hubo de recurrirse a otro tipo de agresivo para

    recuperar la iniciativa. Se buscaron eitonces otras

    sustancias que, siendo de fcil manejo, fuesen al mis

    mo tiempo de la mxima toxicidad y coii las mni

    mas probabilidades de defensa, y as surgieron los

    agresivos vesicantes, cuya peligrosidad se basa

    principalmente en su notable persistencia. Fueron

    empleados por primera vez (Iperita), tambin por

    los alemanes, en la noche del da 12 de junio de 1917

    en el frente de Yprs. Con estos agresivos se ini-,

    cia una nueva fase en la evolucin de la guerra qu

    mica, y como que la defensa de ellos es difcil, se

    hizo a base del contraataque con los mismos agre

    sivos, con tanta rapidez, que los alemanes fueron,

    a su vez, sorprendidos. Y con esto llegamos nue

    vamente al tan clsico equilibrio entre los medios

    de, .ataque y defensa, equilibrio que, an hoy, sub

    siste. Estos agresivos siguen siendo una seria ame

    naza para el porvenir, puesto que, perfeccionados

    ya, sin duda alguna, y con los importantes medios

    de diseminacin, de que ho se dispone, pueden

    constituir un arma terrible, llegado el caso. La nica

    proteccin eficaz consiste en vestidos adecuados, pero

    su elevado coste y la disminucin que con ello ex

    perimenta el combatiente en su eficacia, no permiten

    generalizar su empleo, que se reserva exclusivamen

    te para .el personal especializado.

    Verdad es que no se emplearon los agresios qu

    micos en la GM II, probablemente por temor a la

    represalia; pero est comprobado que los beligeran

    tes estaban preparados para la guerra qumica y

    -

    bontaban con grandes cantidades de agresivos, prin

    cipalmente los alemanesque siguen con la iniciati

    va qumica, quienes posean, segn se comprob

    al final de la guerra, un nuevo tipo de agresivoelos

    gases nerviososque marcan el comienzo de una

    tercera fase en la evolucin que estudiamos. Tales

    agresivos, conocidos tambin con el nombre de an

    ticolestersticos,,, son de una tremenda eficacia, ya

    que bastan pocas gotas para producir ,la muerte

    en pocos ,minutos. Parece ser que ya se cuenta in

    dependiente de la atropina, que empleada en mo

    mento oportuno es bastante eficaz; con medios para

    contrarrestar los efectos de este nuevo agresivo;

    ,pero, aun as, tales efectos seran muy serios por

    mltiples circunstancias que se ponen, como en el

    cas de los vesicantes, a una defensa eficaz, y si fue

    sen empleados contra un enemigo con escasa o de

    fectuosa preparacin defensiva, el resultado sera sen

    cillamente espantoso

    j

    seguramente superior, por lo

    que se refiere al hombre, al causado por las armas

    atmicas. Un solo avin con una carga de seis a

    siete toneladas de agresivos es suficiente para con

    taminar una zona de 250 kilmetros cuadrados, se

    gn se ha calculado, prestndose, por otra, parte,

    perfectamente a ser emitidos en forma de nieblas

    o aerosoles.

    Hoy se trabaj a con gases que son precisamente

    los que constituyen la atmsfera y contra los cuales

    la defensa es ms dirfcil. As, el argn 41Istopo

    del argn naturales el prototipo de esos gases. Se

    gn datos de procedencia extranjera, un ataque

    areo con este gas podra exterminar varios millo

    nes de personas.

    Tampoco debe dejar de considerarse que los agre

    sivos CBR pudieran combinarse entre s, constitu

    yendo una bomba o proyectil de efectos tan insidio

    sos como terribles, y que, ms an, podra simulta

    nearse un ataque de est gnero con otro atmico..

    -

    Vemos, pues, que los agresivos qumicos han evo

    lucionado, en armona y cumplimiento del concepto

    bsico primordial de las armas de guerra en gene

    ral: suprimir rpidamente el mayor nmero posible

    de combatientes o, por mejor decir, de semejantes,

    y as, se ha pasado rpidamente desde los sofocantes,

    prcticamente inofensivos ya, hasta la trgica per

    feccirt de los citados gases nerviosos, concebidos

    como verdaderos !nsecticidas del gnero humano.

    Meditese, pues, si es o ho urgente y necesario pre

    pararse para evitar, o al menos neutralizar, la agre

    sin mediante una adecuada organizacin ofensivo-

    defensiva, teniendo en cuenta lo que un arma as

    representa en manos de hombres vesnicos y sin

    escrpulos, que en cualquier momento pueden lle

    var a la prctica este criminal procedimiento de lu

    cha, lo tjue, por otra parte, no se contrarrestara

    con una actitud defensiva, por muy eficaz que sta

    fuese, sino con un ataque del mismo gnro, de la

    mxima potencia y eficacia. Tu vez el solo conoci

    miento ,de tales decisiones pudiera evitar el ataque,

    como sucedi en la GM II.

    Pero si descartamos la posibilidad del empleo de

    tales medios, por inhumanos y, lo que es an ms

    importante y convincente, por no ser resolutivos, lo

    que quiere dcir que el primero que los emplee ha

    br de sufrir duras represalias.., hemos llgado a la

    cuarta fase de la guerra qumica, con la aparicin

    de los agentes qumicos de mnima destruccin,

    que son los que neutralizan sin matar, fase que, se

    gn los datos que se poseen, puede asegurarse que

    ha empezado ya, ms an, que est en pleno desa

    rrollo, lo que hace que el pesimismo vaya cediendo

    el piso a la esperanza de llegar, por fin, a un cap

    tulo ms humano en la historia de la guerra.

    En definitiva, el ciclo evolutivo ha consistido en

    atacar inicialmente el aparato respiratprio (agresi

    vos sofocantes) y, sucesivamente, la piel (vesican

    tes), el sistema nervioso y, por ltimo, el cerebro,

    que xo se olvide que un arma tal, como todas las

    19

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    dems, tiene un valor distinto, segn quien la em

    plea y segn con qu concepto se emplea, y que, en

    consecuencia, puede ser un arma criminal o un arma

    humana, lgica y racional.

    GUERRA PSICOQUMICA

    Hemos viLsto cmo, por consideraciones de tipo

    crematstico, que ha sido preciso -tener en cuenta

    dado el resultado econmicamente catastrfico que

    para vencedores y vencidos tuvo la GM II, ms que

    por consideraciones de tipo humanitario, ha habido

    que modificar el concepto que presidi siempre la in

    vestigacin de las armas, rectfficndolo -en el sentido

    de no perseguir como hasta ahora, como meta ideal,

    el arma que produzca el mximo de muertes y des

    trucciones, sino algo ms realista y por carambola

    ms humano, que es tratar de encontrar el arma

    que permita ganar la guerra a costa del mnimo de

    prdidas humanas y materiales. -

    El genio indiscutible de Napolen prevea ya este

    nuevo concepto de la guerra cuando deca en Santa

    Elena: Las victorias se obtendrn algn da sin

    caones ni bayonetas; y ms recientemente el co

    ronel Robe:rt, francs, dijo en 1919: Despus de

    todo, si hay que recurrir a la guerra, el tipo ideal

    sera, desde luego, una guerra qumica, en la que el

    gas zusado actuara como anestsico por un perodo

    de tiempo suficiente para hacer prisionero al ene

    migo, persuadindole de que se atenga a razones.

    Seguramente no hay nada de inhumano en sesto y

    n deja de ser guerra qumica.

    Esto nos dice que hubo quien- comprendi perfec-.

    tamente lo que la guerra qumica significaba y los

    peligros a que poda conducir un falso concepto de

    la misma. Fue ste, el coronel Robert, el pionero,

    el verdadero precursor de la guerra psicoqumica y

    el primero que tuvo una visin clara, un concepto

    lgico, de 1, que poda y deba ser la tan odiada

    como incomprendida guerra qumica.

    Las primeras noticias de los agentes psicoqulmi

    cos nos llegan de los Estados Unidos: el anterior-

    ment citado general Trudeau, jefe del Departamen

    to de Investigaciones del Ejrcito, dijo en un ar

    tculo: Por otra parte, recientes experimentos con

    gases no letales han demostrado la existencia de

    agentes que incapacitan sin matar y sin dejar efec

    tos nocivos posteriores sobre el hombre, lo que, evi

    dentemente, es, un medio magnfico de tomar obje

    tivos sin destruir edificios, puentes, obras de, arte...

    Asimismo, el entonces secretario del Ejrcito,

    W. S. Bruener, dijo en uno de sus discursos: El

    Ejrcito est haciendo su mayor esfuerzo en mate

    ria de agentes txicos para la defensa nacional.

    Recientemente se ha notado mucho inters pblico

    sobre el posible empleo de agentes qumicos que no

    producen muertes, ni heridas, ni lesiones permanen

    tes, sino incapacitacin temporal fsica o mental.

    Aunque estos agentes tienen sus limitaciones, se pr

    senta- la posibilidad de un nuevo concepto de la gue

    rra, en el que nosotros debemos desarrollar una

    labor adecuada. Sabemos que los soviets muestran

    un sealado inters en los agentes que producen in

    capacidad.

    Esto ltimo es, a simple vista, verdaderamente pa

    rdjico, pero hay que considerarlo seriamente, y al

    hacerlo as, slo es lgica una consecuencia:, no pu

    diendo concebir el humanitarismo en- quienes care

    cn de tales sentimientos, forzoso ser pensar que

    el empleo de tales agentes lleva consigo enormes

    ventaj as.

    Lo dicho casi basta para definir lo que es la gue

    rra psicoqumica, y para darnos cuenta del estado

    actual de l cuestin en los dos pases que ms in

    teresan por si potente y eficaz preparacin para la

    guerra.

    Es indudable que se preparan para la guerra psico

    qumica, tanto la U. R. S. S. como los Estados TJni

    - dos: los primeros llevan ya aos buscando todo

    tipo de agresivos para la guerra CBR, segn dice

    el general Stubbs; y respecto a los Estados Unidos,

    aparte de las manifestaciones de sus ms destacadas

    perso