revista historia en movimiento

Upload: cristian-andres-suazo-albornoz

Post on 12-Apr-2018

223 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    1/98

    Movimientos sociales,violencia poltica

    e izquierda revolucionariaen Amrica Latina

    Revista

    Ao II nmero 2 septiembre 2013 Concepcin - CHILE

    HISTORIA enMOVIMIENTO

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    2/98

    Revista

    HISTORIA enMOVIMIENTO

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    3/98

    "Hasta ahora, los filsofos no han hecho ms que interpretar elmundo; se trata de cambiarlo". Los dos enunciados de la clebre "Te-

    sis Feuerbach" de Karl Marx inspiraron a los historiadores marxistas.La mayora de los intelectuales que adhirieron al

    marxismo a partir de la dcada de 1880 -entreellos los historiadores marxistas- lo hicieron

    porque queran cambiar el mundo, juntocon los movimientos obreros y socialistas;movimientos que se convertiran, en gran

    parte bajo la influencia del marxismo,en fuerzas polticas de masas. Esa

    cooperacin orient naturalmente alos historiadores que queran cambiar

    el mundo hacia ciertos campos de estudio-fundamentalmente, la historia del pueblo ode la poblacin obrera- los que, si bien atraan

    naturalmente a las personas de izquierda, notenan originalmente ninguna relacin particular

    con una interpretacin marxista. A la inversa,cuando a partir de la dcada de 1890

    esos intelectuales dejaron de serrevolucionarios sociales, amenudo tambin dejaron

    de ser marxistas.

    Eric Hobsbawm,"Manifiesto para la

    renovacin de lahistoria". Publicado

    en la edicin chilenade Le Monde

    Diplomatique, enero-febrero 2005.

    En http://www.rebe-lion.org/noticia.php?id=157368

    Manifiesto para la renovacin de la historia

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    4/98

    Historia enMovimiento

    Movimientos sociales,

    violencia poltica

    e izquierda revolucionaria

    en Amrica Latina

    Revista

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    5/98

    REVISTA HISTORIA EN MOVIMIENTOMovimientos sociales, violencia poltica e izquierdarevolucionaria en Amrica Latina

    AO II | NMERO 2PUBLICACIN SEMESTRAL | SEPTIEMBRE 2013

    Concepcin - CHILE

    CONSEJO EDITORIALAlonso Aravena GallegosYerko Aravena ConstanzoEduardo Fierro PezoRolando Martnez JaramilloCristian Suazo Albornoz

    [email protected]

    DISEO Y DIAGRAMACINLeticia [email protected]

    IMPRESINEditorial Quimant

    RESPALDO

    Centro de EstudiantesPedagoga en Historia y GeografaUniversidad de Concepcin

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    6/98

    NDICE

    Editorial

    ARTCULOS

    Los Nuevos Movimientos Sociales en la Amrica Latina del siglo XXI.Ilusin, Indignacin y Autodeterminacin.Ignacio Andrs Corts Gonzlez

    Crnica de la historia del PRT-ERP.Daniel De Santis

    La represin que no import. La violencia estatal contra los delincuentescomunes tras el Golpe de Estado de 1973 en Chile.Sebastin Leiva Flores

    Violencia patronal durante el proceso de Reforma Agraria en las comunasde Lumaco, Traigun y Victoria: Los comits de retomas y accionesviolentas de grupos opositores a la Unidad Popular (1970-1973).ngelo Linfati Landeros

    De la toma de conciencia, a la protesta social: La huelga portuaria deValparaso, 1903.Katherine Fernndez Apablaza

    El proceso de transicin a la Democracia como negociacin yconsolidacin hegemnica en Chile: impacto sociocultural en lasubalternidad y decada del movimiento social.Eduardo Fierro Pezo; Yerko Aravena Constanzo

    COMENTARIOS DE LIBROS

    Igor Goicovic: Movimiento de Izquierda Revolucionaria.Alonso Aravena Gallegos; Rolando Martnez Jaramillo

    Cecilio Garca Macuran: Revolucin Cubana: Historia, conflictos ydesafos.Cristian Suazo Albornoz

    Tirso Molinari: El Fascismo en el Per.Guillermo Alexs Fernndez Ramos

    6

    12

    21

    31

    45

    59

    67

    78

    84

    91

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    7/98

    Revista Historia en Movimiento ao II nmero 2 septiembre 20137

    La intelectualidad, para los idelogos delcapitalismo, resulta ser parte de un sector ogrupo intermedio que oscila entre la burgue-sa y la clase obrera, dejndolos al margende los medios de produccin. Sin embargo,nosotros entendemos que estos intelectualesparticipan ntima y activamente en el procesode la construccin de la hegemona, repro-duciendo los sistemas de relaciones sociales

    capitalistas, como tambin en la justificaciny legitimacin de la desigualdad, explotacine inequidad presente en aquel sistema.

    Mientras estos intelectuales intentan darpor muerto al marxismo, desde Amrica Lati-na no estaramos tan seguros. Desde los aos70 a nuestra fecha, y ante un evidente cam-bio de escenario, muchos han expresado queMarx ha muerto, anunciando as el fin de laHistoria, el fin de los meta relatos y el fin del

    socialismo. Ahora bien, esta idea graficadams contundentemente en el polmico textode Francis Fukuyama1 no significa en unsentido literal el fin de la historia, sino quecon el ascenso del democratismo liberaleste terminara siendo implantado como lanica opcin plausible y realizable.

    Lamentablemente, la izquierda parecierahaber sido absorbida por esta idea y, aban-donando sus otrora ideales socialistas y

    emancipadores, dejara de lado la bsquedadel socialismo o un socialismo con rostrohumano, abanderndose con su aberranteopuesto capitalismo con rostro humano.Producto de la derrota ideolgica propinadapor el Imperialismo, la izquierda llegara adejar de plantear sus principios con tal demantener su existencia, pensando desdeentonces en el liberalismo y en reformasacordes a un acomodo en l de la mejor

    1 Fukuyama, Francis, El fin de la historia y el ltimohombre, Barcelona; Argentina, Planeta, 1992. Para unacontundente crtica a este texto, recomendamos a Fon-tana, Josep, La Historia despus del fin de la Historia ,Barcelona, Crtica, 1992.

    forma posible, dejando as de pensar en larevolucin. As pues, este sector abatido yderrotado, terminara por dndole la raznal liberalismo en su consigna fundamental:Marx ha muerto; el marxismo falleci juntocon la revolucin. Pues bien, no es primeravez que se intenta asesinar a dicho personaje:

    Marx est definitivamente muertopara la humanidad, esta declaracinest fechada en 1989, ao de la cadadel muro, o en 1991, momento del des-membramiento de la URSS? En realidad,se trata del gran filsofo liberal BenedettoCroce que data de 1907. No fue unaprofeca particularmente lograda, comolos partidarios rusos del liberalismo ibana descubrir diez aos ms tarde2.

    Tal como sucedi a principios del siglo XX,

    hoy tenemos el deber de demostrar que elmarxismo no ha muerto, replantendolo entorno a la realidad y necesidades de nuestrotiempo. El replanteamiento de nuestra teorano surge desde un carcter reaccionario comoalgunos le han intentado atribuir a causa dela cada de los denominados socialismosreales ni por el giro a favor del capitalismoposterior a los aos 80 sino que, por el con-trario, se venan dando desde mucho antes

    producto de los constantes cambios socialespropios del dinamismo de nuestra Historia yno de abstracciones meramente tericas o deanlisis dogmticos y escolsticos.

    Esto nos sugiere que nuestro anlisis debeestar siempre volcado a observar nuestro entor-no y buscar interpretarlo en funcin de nuestraclase. Ahora bien, la pregunta relevante eneste caso no es aquel clsico cuestionamientoalgo aejo, que predicaba en que si puede

    el marxismo ser an utilizado como una real

    2 Lwy, Michael, La teora de la revolucin en el jovenMarx, Buenos Aires, Herramienta y el Colectivo, 2010,pp. 14-15.

    EDITORIAL

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    8/98

    8Movimientos sociales, violencia poltica e izquierda revolucionaria en Amrica Latina

    herramienta de anlisis y de prctica poltica.Esta pregunta fue la piedra angular para que laizquierda se entregara a los brazos del capi-talismo. La cuestin ac es otra, debe ser unaapuesta ms profunda y radical: Cmo puedenuestra condicin y realidad actuales ser vis-

    tos desde una perspectiva marxista? Si estamosseguros que el marxismo no ha muerto, estapregunta es la clave para seguir interpretandoel mundo y la piedra angular para trabajar ensu transformacin.

    Ahora bien, con esto no llamamos aun pensamiento casi religioso sobre elmarxismo. Por el contrario, afirmamos quevolver a Marx slo ser til en la medida queabandonemos esa idea ingenua que nos dice

    que encontraremos en l todas las respuestasa nuestras interrogantes. Por eso, las lecturasde Marx deben ser siempre complementadasy alimentadas de conocimientos diversos,no slo dentro del sector marxista sino quetambin dentro del pensamiento no-marxista.Ya nos dira Lenin que:

    () si intentarais deducir de eso quese puede ser comunista sin haber asimi-lado los conocimientos acumulados por

    la humanidad, cometierais un craso er-ror. Sera equivocado pensar que bastacon saber las consignas comunistas, lasconclusiones de la ciencia comunista,sin adquirir la suma de conocimientosde los que es consecuencia el propio co-munismo. El marxismo es un ejemplo decmo el comunismo es resultado de lasuma de conocimientos adquiridos porla humanidad.3

    Como nos seala Michael Lwy, losintentos por superar el marxismo slo noscondicen hace una regresin a nivelesinferiores de pensamiento, no ms all,si no ms ac de Marx.4 Si bien lascorrientes actuales aportan muchos aspec-tos importantes e interesantes para el estudiode nuestra realidad social, no constituyen

    3 Lenin, Vladimir, Tareas de las OrganizacionesJuveniles. Discurso en la I Sesin del III Congreso de Ju-ventudes Comunistas de Rusia, Mosc, 2 de octubre de1920. Disponible en: http://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1920s/2-x-20.htm4 Lwy, Op. Cit., p.16.

    alternativas superiores al marxismo,como algunos si lo hacen creer. Entoncesla pregunta es cmo complementar yprofundizar el pensamiento de Marx, llenan-do los vacos, lagunas, omisiones y errorescometidos por l, ya sea por su contexto o

    por sus prejuicios. Pues bien, eso se lograren la medida que nos abramos a la recepcinde las crticas y nos dispongamos a aprenderde ellas, enriquecindonos de los aportes deotros sectores, tanto de las ciencias socialessociologa, historiografa, economa, etc.como de los sectores que hoy estn en piede lucha, tanto de los clsicos movimientosobreros y campesinos como de las nuevascorrientes de movilizacin como lo son el

    feminismo, ecologismo, indigenismo, etc.Esto nos lleva a un punto sumamenteimportante. No podemos ver nuestro trabajointelectual desvinculado de la prcticapoltica, de la praxis revolucionaria. Sin tra-bajo, sin lucha, el conocimiento acumuladocon el estudio a lo largo de nuestros aos noposee ningn valor ya que no slo divorciala teora de la prctica, si no que man-tiene intactas las relaciones de dominacin

    existentes. Esta es la idea ms fuerte delpensamiento revolucionario de Karl Marxdel cul nosotros debemos hacernos parte.La tesis XI sobre Feuerbach es una de lasideas ms potentes y ms influyentes de lahistoria de la humanidad y es la que ilustrade mejor forma lo que acabamos de plantear.

    Ahora bien, existe un error recurrente encuanto a la interpretacin de esta tesis, elcul presume que nos impulsa pasar de la

    teora a la accin, como si la teora slo fuesetil para interpretar el mundo y como si lonico que lo cambiase fuese la prctica5. Porel contrario, lo que nos ofrece Marx con esepostulado es una militancia completa: Unprofundo desarrollo del trabajo intelectual,sin descuidar lo valioso del trabajo polticoy la necesidad de la praxis revolucionaria.

    No puede existir la transformacin delmundo sin un conocimiento previo de

    la realidad que deseamos transformar,cuyo anlisis debe ir acompaado de una

    5 Harnecker, Marta, Los conceptos fundamentales delmaterialismo histrico, Santiago de Chile, Universitaria,1971, pp. 5-6.

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    9/98

    Revista Historia en Movimiento ao II nmero 2 septiembre 20139

    rigurosidad cientfica. Por lo tanto, la tesisXI sobre Feuerbach no anuncia la muertede toda teora, sino que ofrece una rupturaepistemolgica con las posturas dominantescreadas y difundidas por la burguesa comoforma de reproduccin ideolgica del siste-

    ma. En resumidas cuentas, la Tesis XI sobreFeuerbach presentada por Karl Marx, nosotorga algo sumamente interesante: Nace elanuncio de una teora nueva pero, a su vez,nos habla de una nueva forma de ver la teora.

    Lo importante de todo esto es que lo anteriortiene que ver con la necesidad imperiosade cambiar el mundo. Mientras exista lasociedad de clases, mientras exista miseriay desigualdad, el marxismo seguir vigente

    como instrumento de anlisis y como armade emancipacin de las trabajadoras y traba-jadores, de mujeres y hombres, de los pueblosindgenas, del pueblo pobre y explotado.

    Por lo tanto, el reto que esto presentapara la juventud creadora y para quienesposeen un pensamiento crtico, es aprenderde las luchas ms antiguas y sus vertientesms avanzadas, aprender de la organizacinobrera, de su trabajo poltico e ideolgico.

    Nuestra pretensin como tericos y comomarxistas jams puede ser el querer sustituir alas trabajadoras y trabajadores ni sentirse unescalafn ms arriba de donde se encuentrael pueblo. Por el contrario, nuestra tarea esponernos a disposicin de las necesidadesque este tenga, ser parte de este pueblo yescribir la Historia desde abajo, desde losoprimidos y oprimidas, crear la Historia delos sin historia. Nuestra contribucin desde

    esta revista debe ser cambiar el enfoque dela Historia en s misma, contribuir desdengulos an inexplorados o bien abrir nue-vas reas de investigacin. Adems, debemosayudar a romper con los esquemas tradi-cionales y darle la oportunidad a las clasesoprimidas de contar su Historia y pasar a laHistoria, ponindolas como eje central.

    Es por lo anterior que nos negamos a seguirreproduciendo una historia vaca, meramente

    narrativa y con una falsa concepcin deneutralidad. Como seala el Historiadorchileno Sergio Grez Toso, no existe unahistoria neutra, totalmente asptica. Es poreso que no renegamos de nuestra posicin

    poltica, puesto que nuestras ideas comolas de cualquier historiador condicionannuestra labor historiogrfica y nos dan lucespara ver el mundo. Creemos tambin quela poltica es inherente al ser humano y nopodemos disociarlo de ella. En palabras del

    mismo Sergio Grez:En el contexto actual de la llamada

    crisis de los grandes relatos y de laarremetida de las posiciones que tiendena borrar las fronteras de la disciplina dela historia, haciendo de ella una meratcnica literaria o un gnero puramenteensaystico, es importante afirmar que sila historia tiene como creo un sentido(o sentidos) que es posible desentraar,

    lo poltico y la poltica son elementosvitales para que la historiografa no seauna simple performance intelectual ycontribuya a hacer ms inteligible eldevenir de las sociedades humanas6.

    Pero el desafo que adquirimos es anmayor. Nuestro objetivo es la conformacinde una herramienta cientfica para la batallaideolgica de los movimientos polticos y

    sociales, contribuir al rearme ideolgico dela izquierda y aportar a la recomposicindel movimiento popular. Es por eso que,ms all de meros academicismos, a loque apostamos es la conformacin deuna Historiografa militante, en donde susgestores y gestoras no sean solo docenteso estudiosos de la historia y la sociedad, sino que estn empapados de las luchas delpueblo, siendo parte de ellas. La lucha con-

    tra la disociacin de la teora y la prctica selleva a cabo a travs de hechos concretos.Esto toma real importancia dado a que en

    nuestro pas existe un vaco importante enesta materia. Por un lado, existe un letargoproducto de un academicismo que disociaal intelectual de la realidad concreta, endonde muchos presentan recetas paraintervenir la realidad pero pocos son los que

    6 Grez, Sergio. Escribir la Historia de los sectorespopulares Con o sin poltica? (A propsito de dosmiradas a la Historia Social, siglo XIX), Poltica,Volumen 44, Otoo 2005, p. 29. Disponible en http://www.rchdt.uchile.cl/index.php/RP/article/viewFi-le/25600/26921

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    10/98

    realmente se hacen parte de las luchas quehoy en da se llevan a cabo en nuestro pas.Pero por otro lado, existe una ausencia decorrientes o escuelas historiogrficas de estandole, en donde diversas revistas y espaciosde difusin no cumplen esta funcin.

    Sabiendo que esta tarea de llenar aquelvaco no recaer slo en nosotros se llevara cabo cuando este tipo de iniciativas selevanten a lo largo de todo Chile asumimosy explicitamos que ya hicimos de esta tareauno de nuestros deberes, asumindolo conla mayor de las convicciones y con la msfrrea humildad y compromiso.

    Por ltimo, sealamos que este esfuerzosera intil si paralelo a ello no existe una

    unidad dentro de la izquierda que an siguela senda revolucionaria, esa que se identificacon la raz poltica y cultural rojinegra. Ladispersin, las rencillas infantiles y la carenciade coordinacin efectiva nos llevarnsiempre a trabajar desde la marginalidad, sinpoder realizar los cambios necesarios. Es poreso que, en conjunto a este tipo de proyectos,debe existir una unidad en la accin que nosacerque cada vez ms a los cambios que

    creemos necesarios. Es la hora de ponernosefectivamente a disposicin del pueblo paraque, ms temprano que tarde, golpeemos alenemigo como si fusemos uno.

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    11/98

    ARTICULOS

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    12/98

    ...y miren lo que son las cosas quepara que nos vieran nos tapamos

    el rostro;para que nos nombraran nos

    negamos el nombre; apostamos elpresente para tener futuro;

    y para vivir.... morimos.

    Subcomandante Insurgente Marcos,Ejrcito Zapatista de Liberacin

    Nacional (EZLN).

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    13/98

    Revista Historia en Movimiento ao II nmero 2 septiembre 201313

    Los Nuevos Movimientos Sociales en la Amrica Latinadel siglo XXI. Ilusin, Indignacin y AutodeterminacinIgnacio Andrs Corts Gonzlez7

    Qu es lo que nos permite afirmar que existe lo latinoamericano en los nuevosmovimientos sociales? Por qu no hablar de los nuevos movimientos sociales en cadacircunscripcin nacional o simplemente a escala mundial? Tendrn algo en comn,algo que los identifica, que los diferencia de los movimientos sociales de otras partesdel mundo? La historia de Latinoamrica est plagada de relatos sobre las grandeshazaas de las oligarquas nacionales, de cmo ellas lograron volverse independientesen un mundo dominado por el podero del viejo imperio espaol, de cmo lograronplasmar tales proezas en constituciones polticas que eran un ejemplo de modernidaden un continente que haba estado sometido a la barbarie. Nada hay dentro de estosrelatos oficiales de como la liberacin fue slo para unos pocos, nada hay tampocosobre los terribles suplicios al que los pueblos fueron llevados para hacer crecer cadauna de estas naciones, nada hay sobre la explotacin, las humillaciones, los abusos,

    las matanzas, etc. Hacer una historia que salga del carcter oficial de cada una delas naciones que conforman Latinoamrica implica, necesariamente, buscar en loslugares donde no estn los grandes hombres, buscar a todos aquellos que no ocupabantrajes, ni sombreros y, por sobre todo, buscarlos para hacerlos hablar, a pesar de que seles mantuvo y a muchos se les sigue manteniendo- en silencio.

    Al acercarnos a investigar en nuestro pasado, nos damos cuenta de que cada uno delos lineamientos que tomaron los gobiernos latinoamericanos en el siglo XIX fue, en granmedida, una alianza entre las minoras oligarquas nacionales que ejercan el poder ylas potencias extranjeras, en las cuales vean un futuro de orden y progreso. Esta eternadependencia hacia el norte Inglaterra y luego EE.UU. mantuvo subyugada a la granmayora de las masas de inquilinos de haciendas, mineros de enclaves, campesinos deplantaciones tropicales y trabajadores de industrias hasta entrado el siglo XX. Sin embargo,y no pocas veces, las enormes aglomeraciones de explotados se decidan a levantar lacabeza y, junto con ello, sus rastrillos, palas, picotas, azadones o lo que tuvieran a manopara convertirse en verdaderas avalanchas contra sus patrones, los gobiernos o toda insti-tucin que simbolizara su opresin. Avanzado el siglo pasado, y con ayuda del desarrollode los partidos polticos populares, los sindicatos, las agrupaciones de trabajadores, deestudiantes y de pobladores, fueron tomando cada vez ms protagonismo dentro losprocesos histricos de Latinoamrica, alcanzando as a reclamarle directamente al Estado

    mejoras para sus condiciones de vida. Por primera vez despus de siglos, Latinoamricapareca inclinarse por una va propia para un desarrollo que los incluyera a todos.

    7 Estudiante de Pedagoga en Historia y Ciencias Sociales. Miembro del Taller de Pensamiento Latinoamericano,Universidad de Valparaso.

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    14/98

    14Movimientos sociales, violencia poltica e izquierda revolucionaria en Amrica Latina

    Infortunadamente, desde el norte del continente, la maquinaria del gobiernonorteamericano de los EE.UU. comenzaba a tejer las redes de su futura intervencin,celosa de lo que pudiese su seguridad y muy atenta por lo que signific la revolucincubana de 1959. Sin piedad aquella operacin financi y, en ocasiones, levantdictaduras y regmenes seudo-democrticos con el argumento de proteger las tierrasamericanas de un ataque del bloque sovitico. Ahora bien, ese supuesto ataque sa-

    bemos que nunca lleg y, paradjicamente, no fueron los tanques rojos sino losmismos latinoamericanos quienes terminaron disparando contra las democracias,contra las poblaciones, contra los trabajadores, contra los pueblos o contra cualquierenemigo interno y disidente del orden que deba restaurarse.

    Como consecuencia directa del rol que jugaron las dictaduras militares, la reduccindel rol del Estado como proveedor de servicios sociales bsicos como la salud, la edu-cacin y la vivienda comenzaron a retroceder ms y ms. Las anteriores demandasde los sectores populares fueron reducidas pasando de lo nacional a lo local, a lomunicipal. Los sujetos populares fueron obligados a reestructurar sus anteriores rela-

    ciones sociales, por ejemplo, en juntas vecinales o cooperadoras8

    . Los movimientospopulares pasaron a ser meras organizaciones populares, ya que los niveles anterioresde organicidad, de articulacin interna y de extensin no les permitan aspirar a quesus luchas fuera ms all de la municipalidad a la cual estaban circunscritos.

    Ilusin. La cada de los dictadores no hizo caer al modelo

    Chile, la alegra ya viene! Un eslogan publicitario creado por la campaa del Noen el marco del plebiscito de 1988, un grito que poda resumir de las expectativas demiles y miles de chilenos, una frase que contribuy a que los opositores a la dictaduradel Gral. Pinochet alcanzaran la victoria, con lo cual, se impeda que el autoproclama-do presidente continuara su mandato hasta 1997. Luego de este proceso, se convoca elecciones democrticas de presidente y parlamentarios, en la cual, Patricio Alwyncomo candidato de la Concertacin de Partidos por la Democracia encabezara lasvotaciones y se convertira en el primer Presidente electo democrticamente desde Sal-vador Allende en 1970, terminado as con 17 largos aos de Dictadura en nuestro pas.

    Pero la alegra no lleg, y muchos de los compromisos de la nueva polticademocrtica fueron dejados de lado, olvidados y derechamente negados a to-

    dos los que pusieron sus ilusiones en ellos. En gran parte de Latinoamrica, estefenmeno fue generalizndose. Los dictadores iban dando paso a los regmenesdemocrticos, pero el hecho mismo de sus salidas no implic ningn cambio enlas constituciones polticas de cada pas, ni en las direcciones econmicas quelos gobiernos posteriores tomaron. Inclusive, las posturas adoptadas respecto altema de violacin de DD.HH. tendieron ms a la bsqueda de un equilibrio queresguardar la paz social recin alcanzada, que a una verdadera justicia so-cial poder y deber de un Estado Democrtico. Dentro de esta coyuntura, losmalestares en los sectores sociales ms excluidos por el azote neoliberal, seguantan latentes como antes. Si bien, los Aparatos Represivos de Estado utilizando laclsica categora althusseriana dejaron de ejercerse en contra de la poblacin

    8 Cavarozzi, Marcelo, Participacin Popular en contexto de transicin democrtica. Grupo de trabajo Movi-mientos Sociales y participacin Popular de CLACSO. Movimientos Sociales y Poltica: el desafo de la democraciaen Amrica Latina, Santiago, CLACSO, 1990. pp. 23-24.

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    15/98

    Revista Historia en Movimiento ao II nmero 2 septiembre 201315

    civil, fueron otros mtodos los que siguieron constrindola. De la represinfsica directa se dio paso a la represin econmica, donde los modelos que fueroncreados por los economistas neo-clsicos de la escuela de Chicago implantadosa sangre y fuego durante los aos anteriores, se convertiran en los principalesopresores de la sociedad y, principalmente, de los sectores ms desprotegidos.

    Por otra parte, el retroceso del Estado asistencial en Amrica Latina haba

    significado dejar en manos privadas mbitos tan importantes como la educacin,la salud, el trabajo y la vivienda, todo lo cual, significaba que el Estado se coloca-ba a una posicin de mero garante del juego econmico de las grandes empresasprivadas, consorcios o multinacionales. A lo anterior, se le suma la desarticulacinde las organizaciones que los trabajadores, campesinos, pobladores y estudianteshaban tenido en las dcadas pasadas para luchar contra los perjuicios que los afec-taran. En medio de esa inestabilidad, los sujetos fueron envueltos por la imperantepostura individualista, la cual, se fue apoderando de las mentalidades de gran partede la poblacin, quien comenz a retroceder de la va pblica hacia la vida privada

    y, solamente salir de ella para cumplir los ritos de una democracia de baja intensi-dad, dentro de la cual caben las elecciones de presidentes, parlamentarios, alcaldesque ni siquiera estn obligados a cumplir promesas sus electores.

    Indignacin. El malestar se vuelve intolerable

    Cuando hablamos de la dignidad del hombre en abstracto, podemos decorarlacon grandes atributos, respondiendo a fines elevados y representada como el mayorvalor que tenemos. Pero al bajarla a la realidad, a esa que muchas veces se intenta noobservar porque nos choca, ya no se nos parece tan intocable como antes. Y es queen un mundo donde la riqueza esta tan mal repartida, donde los recursos para satis-facer las necesidades de hambre y techo son monopolizados, donde por la voluntadde una minora que ejerce el control de los poderes fcticos, la dignidad humanapuede ser trastocada, puede ser vendida, puede ser arrendada y dejar al hombrecomo una simple cifra ms dentro de los clculos de algn economista especulador,la deshumanizacin termina por estar a la orden del da.

    Franz Hinkelammert, economista y telogo de la liberacin costarriqueo, sostieneque los nuevos movimientos representan un reclamo por el lugar que Occidente le

    ha dado a la dignidad humana, encarnan una denuncia por el vaciamiento simblicode esta y como la complicidad de los poderes econmicos y polticos han subordi-nado al hombre, lo han dejado morir y han justificado aquellos genocidios. No esextrao, por tanto, que inclusive muchos movimientos se hayan autodenominadoindignados. Son ellos quienes nos vienen a recordar ese algo sobre la soberanapopular que los tecncratas se han esmerado en borrar, y es que ella no es el re-sultado de una ley que la reconoce, sino muy al contrario, la ley reconoce arte delhecho de que un pueblo que se sabe soberano y que acta correspondientemente, esefectivamente soberano, haya ley o no9. Los malestares en la ltima dcada del sigloXX se volvieron notoriamente intolerables. La tnica era que a la vez que los pasesa nivel macro demostraban un equilibrio o algn crecimiento, ciertos sectores dela poblacin permanecan en la miseria y la pobreza.

    9 Hinkelammert, Franz, Vaciamiento de la democracia y genocidios econmicos. EnVigil, Jos Mara yCasadliga, Pedro,Agenda Latinoamericana Mundial, Santiago, Comit Oscar Romero de Chile, 2013. p.24.

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    16/98

    16Movimientos sociales, violencia poltica e izquierda revolucionaria en Amrica Latina

    Las luchas sociales se dividieron en rurales y urbanas. Desde lo rural podemosidentificar que el problema radica en torno a la propiedad de la tierra. Un casoejemplar era Brasil, donde el 1% de la poblacin concentraba la mitad de las tierrasy mantenan a los Sin Tierraen una constante lucha contra los poderes del Estado yde los grandes hacendados. Mientras tanto, en Bolivia, los masivos despidos de lasindustrias estatales del estao obligaban a los mineros emigrar al campo en busca de

    algn destino en las plantaciones de coca. El movimiento indgena-campesinobolivi-ano demandaba el reconocimiento de territorios indgenas y de sus organizaciones,este caso nos permite ver como demandas ancestrales suelen venir renovadas paraser ledas en claves actuales. En el Paraguay el problema por las tierras era similar,pero el movimiento campesino se vea obligado a mezclarse con la escasa clasetrabajadora para poder mantener las reclamaciones. Por su parte, el movimientoguerrillero colombiano era el nico que lograba resistir al paso del tiempo, concen-trando su poder en el poder popular y comprometindose con una reforma agraria.

    Para colocar a los anteriores casos bajo un mismo parmetro y lograr caracterizar

    a los sujetos que conforman estos movimientos, podemos utilizar las dimensionesanalticas que nos sugiere el cuentista social, Osvaldo Battistini10, las cuales se dividenen 3 preguntas que responderemos de la siguiente manera: Quines son? Todosaquellos que son afectados por la concentracin de la tierra o la privatizacin de losrecursos naturales, que slo ha beneficiado a ciertos sectores, perjudicando as a losque no pueden tener acceso a ella; Qu demandan? La posibilidad de administrar suspropias tierras de manera comunitaria para satisfacer sus necesidades y no las del mer-cado; Cmo demandan?, con la toma de terrenos, con convocatorias multitudinariasque reflejan su estado de organicidad, identidad y de interaccin con otros sectores.

    Por el otro lado, estn los movimientos urbanos que demandan al Estado los

    servicios de los cuales haban sido despojados. Los piqueterosargentinos deman-dando trabajo tras la crisis econmica que termin con la salida de De la Ra, es unejemplo claro de este fenmeno. En Chile los movimientos estudiantiles, exigiendono la educacin de antao, sino una nueva, una con miras al futuro, pero un futurodonde quepamos todos. Podemos agregar a los dos anteriores, los movimientos porla diversidad y reivindicacin sexual e indigenistas. Adems, los movimientos urba-nos engloban a todos aquellos que se vieron amenazados por la coaptacin de lospartidos polticos tradiciones y sus dirigentes entregados al neoliberalismo, cosa quefue tolerada por las organizaciones asamblestas y horizontales que los constituyen.

    Tomando la ltima idea, haremos un alto para analizar los elementos que planteaMario Garcs respecto a lo que necesita un movimiento social para mantenerse enpie, durante la lucha por alcanzar sus demandas. Como ya hemos descrito, las orga-nizaciones como el Movimiento de los trabajadores rurales Sin Tierra,se han dotadoa s mismas de una articulacin interna que les ha permitido desarrollar capacidadespropias para producir cambios sociales aun antes o independientemente de lasinstituciones polticas dominantes11, derivado de lo cual, han generado sus propiasformas de representacin que diversifiquen las expresiones de la sociedad civil y queden lugar a nuevas formas de representacin poltica12. Y es que despus de todo,ejercer nuevas formas de poltica no es hacer poltica? Es claramente poltica, pero no

    10 Battistini, Osvaldo, Algunos elementos para el anlisis comparado de los movimientos sociales. En: De laFuente, Manuel y Hufty, Marc, Movimientos Sociales y Ciudadana, La Paz, Plural Editores, 2007, pp. 25.11 Garcs, Mario, El despertar de la sociedad. Los movimientos sociales en Amrica Latina y Chile, Santiago, Lom,2012, p. 146.12 Ibdem, p. 149.

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    17/98

    Revista Historia en Movimiento ao II nmero 2 septiembre 201317

    una funcional al sistema, esta es una diferente, una incluyente, una verdaderamentedemocrtica y no vaciada de contenido como la que nos muestra cada vez quecumplimos los ritos eleccionarios contemporneos. Tal nueva poltica nos viene ainvitar a ser participativos, a ser libres responsablemente no en el sentido de tenercuidado por quebrantar la ley, sino a ser responsable con el prjimo-, ya que, dentrode cada uno de estos movimientos se vive la preocupacin por el OTRO, por ese otro

    que hoy se nos quiere presentar como ajeno, como distante, como peligroso. Aquse rompen los prejuicios de ese tipo, de tal manera, que la caridad puede dar paso ala solidaridad y la hospitalidad, ya que, finalmente, no se es hospitalario con los queyo quiero acoger, sino con todos, todos y cada uno.

    El referndum, la consulta popular, las convocatorias a asamblea constituyente ylas gestiones locales pueden caer dentro de los llamados mecanismo de democraciadirecta, siendo los ms utilizados por estos movimientos o algunos gobiernos queellos han colaborado a levantar. Dentro estos ltimos podemos citar los de EvoMorales y Hugo Chvez. Es interesante observar como ambos lderes no fueron

    formados dentro de los crculos tradicionales, siendo el primero trabajador cocaleroy militar profesional el segundo, este fenmeno se suma a la crtica que pone encuestionamiento la legitimidad del sistema poltico clsico, que se compromete enformar dentro de los crculos ms exclusivos a los sostenedores de su sistema.

    Indudablemente, el caso ms extraordinario al que han llegado los movimientossociales latinoamericanos luego de la vuelta a la democracia es, sin duda alguna,la experiencia de los zapatistas en Mxico. Singular por su constitucin, la mezclade fuerzas populares y la de las armas, incluso con algunos tintes romnticos, hamarcado el inicio del Siglo XXI latinoamericano.

    Autodeterminacin. El caso del Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional

    Dentro de los muchos factores que pudo haber tenido el EZLN o simplementeEZ para constituirse, consideraremos fundamentales slo 4: la historia de laexplotacin en las tierras de Chiapas, las herencias de las luchas del siglo XX, ladecepcin ante la clase poltica tradicional y la firma del tratado de libre comercioentre Canad, EE.UU. y Mxico.

    La regin de Chiapas est constituida por alrededor de 5 millones de personas,

    es fuente de suministro de materias primas, combustibles fsiles y energahidroelctrica. En general, se ha mantenido prcticamente rural y enfocada altrabajo de la tierra, dominada en el siglo pasado por una especie de oligarquaque concentraba en sus manos la tenencia de la tierra ms el ejercicio del poderpoltico, lo cual, se tradujo en enormes desigualdades en todo mbito. Durante elsiglo XX, los indgenas pelearon, no por su etnia en particular, sino que, a travs deuna composicin pluritnica, de manera sindical y poltica hasta lograr altos nivelesde autodeterminacin local. De esta manera, se constituyeron fuertes lazos socialesentre las comunidades, los cuales sirvieron de escudo ante uno de los mayores cn-

    ceres de la sociedad actual: el individualismo. Para su fortuna, las organizacioneszapatistas actuales no slo heredaron viejas tcticas de resistencia y lucha, sino quetambin, una buena proteccin contra un conocido mal de Occidente.

    Como nadie ignora, la frustracin respecto a la clase poltica tradicional y alagotamiento de las instituciones polticas es un fenmeno que no se ausenta de

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    18/98

    18Movimientos sociales, violencia poltica e izquierda revolucionaria en Amrica Latina

    Mxico, que a pesar de no vivir una Dictadura como las dems repblicas latino-americanas, vivi durante 70 aos el gobierno de un mismo partido. El PRI, el mismopartido que haba surgido de la revolucin, de la crtica a los gobiernos despticos,se haba solidificado a s mismo. La institucionalizacin de su valor ms elevado,dej invlida toda real posibilidad de cambios. Durante 7 dcadas el PRI monopo-liz el poder ejecutivo y gran parte del legislativo, los viejos cantos de lucha social

    fueron olvidados y para el pueblo slo le estuvo el sufragio como medio de expre-sin. El antiguo protagonismo del pueblo mexicano se haba perdido en la historia.

    El ltimo factor, puede considerarse la chispa de este estallido. Fue la firme deltratado de libre comercio entre los 3 pases norteamericanos, que liderado porEE.UU., vena a ser una salida para las malas condiciones en que vena cayendoMxico, ya que, el ahorro interno no haba llegado a los niveles esperados. La inver-sin extranjera, considerable desde muchos aspectos, empezaba a disminuir () losdespidos fueron numerosos, y la brecha entre ricos y pobres aument13. Es por estoque el gobierno de Salinas de Gortari buscaba una oportunidad para mantener a los

    inversionistas, preservar los empleos que estos generaban medio milln de puestosde trabajo y lograr acabar con la tensin generada en estos psimos aos14.El da primero de Enero de 1994, y luego de que las comunidades hicieran patente a

    travs de constantes reclamos las psimas condiciones en las que vivan, el EZ hace suprimera aparicin pblica con una insurreccin armada, declarndose antiimperialistas,antiglobalizacin, antiliberales y autnomos. En su primera declaracin de la SelvaLacandona, acusando los saqueos que realizaban los extranjeros en sus tierras, lasmasacres que los gobiernos haban perpetrado contra los trabajadores, sosteniendoadems, que todo el poder proviene del pueblo y no del gobierno, acusando a Salinasde Gortari de dictador y al ejrcito de pilar bsico de su dictadura, finalmente realizan

    un llamado a todo el pueblo mexicano a luchar por trabajo, tierra, techo, alimentacin,salud, educacin, independencia, democracia, justicia y paz.

    Es interesante, sostiene Marisa Revilla, como los movimientos sociales, al declararseanti-algo, se les asocia inmediatamente con desobediencia, insurreccin o protesta,pero finalmente, el resultado de su accin suele ser positivo, proactivo y transformadorde lo que dichos sustantivos y calificativos dan a entender15. De la misma maneraque el EZ, otros movimientos siguen siendo vctimas de acusaciones gubernamen-tales, se les tilda de terroristas, de atentar contra el sistema, pero nunca son acusadosde atentar contra la opresin, contra el abuso, contra la hipocresa. Los alzamientos

    en contra de las ineptitudes del gobierno, del sistema presidencialista-federal, delmodelo neoliberal y del capitalismo en todas sus formas son banderas de lucha paralos zapatistas, lo cual deriva en que el desarrollo de estas mismas pugnas ha permitidoel surgimiento de la auto organizacin dentro de las comunidades, formndose as,un verdadero movimiento social que logra encontrar puntos de apoyo inclusive en loscentros ms urbanos de la inmensa Ciudad de Mxico. Justamente, la combinacinde las labores realizadas para construir una nueva estructura social que transforme alconjunto de la sociedad, representa la bsqueda de una verdadera democracia, unaque realmente implique distribucin de la tierra y justicia social.

    13 Jeffs, Leonardo, Mxico durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, a travs de la obra ensaystica deCarlos Fuentes, En Estudios Historiogrficos,Instituto de Historia y Ciencias Sociales de la Facultad de Humanida-des de la Universidad de Valparaso,Valparaso, Edeval, 2003, p.155.14 Skidmore, Thomas y Smith, Peter, Historia Contempornea de Amrica Latina, Barcelona, Crtica, 1996, p. 277.15 Revilla, Marisa, Amrica Latina y los movimientos sociales: el presente de la , NuevaSociedad,N 227, 2010, p. 42.

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    19/98

    Revista Historia en Movimiento ao II nmero 2 septiembre 201319

    A pesar de todos los intentos de traicin a los cese al fuego por parte delgobierno, los intentos de hacer pasar hambre o de comprar a las comunidades,el EZ no ha decado en su lucha tras casi 20 aos. Los ideales por conseguir esaLatinoamrica sin ataduras, sin dueos, sin cadenas no han podido quebrantarsetan fcilmente. Incluso en tiempos en que el neoliberalismo ataca ms fuerte,hay todava quienes se levantan y dicen: NO!, basta de pasar sobre la dignidad

    humana, basta de abusos sobre los ms desprotegidos, basta de crecer a costa dela muerte de otros hombres. Ellos son los que, como el EZ, forman parte de losNuevos Movimientos Sociales de Amrica Latina.

    Movimientos Sociales en la Amrica Latina del siglo XXI. Algunos comentariosfinales para su anlisis

    Conviene establecer dentro del anlisis de los movimientos sociales en Amrica

    Latina, la diferencia que presentan estos, con los de otras partes del mundo. Podemosdecir que un Movimiento Social se define, en su generalidad, como una accin socialen donde los sujetos que lo componen, logran compartir una visin crtica respecto aun determinado malestar social que se torna intolerable y que termina expresndose enuna demanda directa dirigida al Estado, a alguna institucin o algn otro sector social.Cuando la incapacidad de las instituciones pblicas se hace evidente al no poderresolver esta tensin y el malestar social de este determinado grupo es compartido pordiversos sectores de la sociedad, se produce una construccin identitaria del movimien-to social. En este momento, las demandas que fueron socializadas por la gran mayora

    de la poblacin ponen en tela de juicio los sistemas de domin acin y la legitimidadde las estructuras sociales. Tal grado de problematizacin puede terminar en forma deuna exposicin clara de propuestas de cambio, o bien, bajo la represin directa de losmovimientos por parte fuerzas armadas, tanto militares como para-miliares.

    Para caracterizar de manera acotada la influencia que tuvo el neoliberalismo afines del siglo XX en Latinoamrica, se puede afirmar que luego de la vuelta a lademocracia y la cada de las diferentes dictaduras latinoamericanas, los diferen-tes gobiernos apostaron por ceirse a las rdenes de los economistas neoliberales,dejando intacto el sistema que se haba implantado con violencia en aos anteri-ores. En su libro Movimiento Sociales y Ciudadana, Manuel de la Fuente y Marc

    Hufty, sostienen que son 3 los factores con los cuales se puede analizar el sur-gimiento de los nuevos movimientos sociales: primero, el rechazo visceral a laselites polticas nacionales, sumado a un desencanto frente a las grandes ideologas;segundo, el hecho de que lasprivatizaciones y la reestructuracin econmica oca-sionaron el desempleo de cientos de miles de personas; y finalmente un tercerfactor, la apertura al mundo, la posibilidad que la tecnologa les facilitaba a laspoblaciones aisladas y marginadas a conocer la realidad de otros movimientos16.Como ya hemos sostenido, la cada de los grandes dictadores no significo en ningncaso la cada del modelo econmico, sino ms bien, su legitimacin a travs de las

    democracias de baja intensidad, cuestin que fue fuente de propaganda oficial delos gobiernos pero duramente cuestionada por los sectores ms postergados de lasociedad, que no vean en ella una forma de democracia real.

    16 De la Fuente y Hufty, Op. cit., pp. 11-13.

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    20/98

    20Movimientos sociales, violencia poltica e izquierda revolucionaria en Amrica Latina

    Para el historiador chileno Mario Garcs, en general, el contenido de las demandasde estos nuevos movimientos sociales no se puede ligar absolutamente a unatradicional lucha de clases, bien podra sostenerse que representan una tensin dela estructura social actual, ya que, las temticas de las demandas son relativas a ladesigualdad, discriminacin sociocultural, el consumo, relaciones de gnero, medioambiente, etc17. Si a ellas les sumamos las demandas de los movimientos rurales, por

    ejemplo, lucha por el acceso a tierras y el reconocimiento de sus organizaciones,podemos obtener una buena panormica sobre el contenido de las nuevas demandas.

    Sin embargo, de acuerdo a lo expresado por el socilogo boliviano FernandoCaldern, la fuerza de la accin social latinoamericana depende de algunos criteriosque no slo tienen que ver con las demandas que levantan los movimientos, sinoms bien, con una postura crtica que adoptan ante la vida moderna. En palabrasdel autor, al tomar conciencia de su diversidad cultural se puede reconocer en ellos:

    La capacidad de los sujetos polticos de superar la cultura de la negacindel otro y, especialmente, las prcticas del clientelismo burocrtico, deremontarlas a partir del reconocimiento crtico de sus propias experienciasen el pasado y de la capacidad de proyectarse, en el futuro, en los ineluc-tables e inciertos dinamismos de la modernizacin18.

    En este sentido, los movimientos sociales modelos han construido autnomamentesus propias orgnicas, tomando as un carcter descentralizado, lo cual, se contraponeal tradicional modelo burocrtico centralizador en cuanto a la toma de decisiones.Existe en ellas, por tanto, una articulacin ideolgica de amplio espectro, adaptacina la innovacin tctica y competitiva entre los grupos, reduciendo as la vulnerabilidad

    respecto a la eliminacin o cooptacin de alguna autoridad19

    . Bajo la misma lnea,el socilogo estadounidense James Petras, refirindose a la nueva ola de izquierda,afirma que su constitucin no es tanto de profesionales y universitarios, sino ms bien,de origen campesino u obrero, cuentan con escasos recursos econmicos, no tieneburocracia y son crticos al oportunismo de la izquierda parlamentaria e intelectualesde ONG20, ya que los conciben como manipuladores.

    Habiendo contestado a las preguntas que nos plateamos al comienzo, podemosconcluir que con sus demandas claras y enrgicamente sostenidas, los nuevos mov-imientos sociales no se atemorizan al saber que en su contra estn los monopolizadosmedios masivos de comunicacin, la poltica excluyente de las elites econmicas ylas poderosas fuerzas armadas. Ellos convierten toda aquella injusticia, toda aquellaindignacin y toda aquella esperanza en un futuro de cambio, en un poderoso ar-gumento para pelear por lo ms valioso que todas las personas poseemos y la raznpor la cual todas sus luchas han valido, valen y valdrn la pena: que la DignidadHumana no sea nunca ms violada en esta tierra.

    17 Garcs, Op. Cit., p. 45.18 Caldern, Fernando, Los Movimientos Sociales en Amrica Latina. Entre la modernizacin y la construccin deidentidad. En Quezada, Fernando, Filosofa Poltica I: Ideas polticas y Movimientos Sociales,Madrid, Trotta, 1997, p. 191.19 Goicovic, Igor, Sujetos, Mentalidades y Movimientos Sociales en Chile, Via del Mar, CIDPA, 1998, p. 235.20 Petras, James,Amrica Latina. De la Globalizacin a la Revolucin, Rosario, Homo Sapiens, 2004, pp. 107-108.

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    21/98

    El parlamentarismo es una formaenmascarada de dictadura burguesa. Se basaen la organizacin de partidos polticos y en

    el sufragio universal. Aparentemente todoel pueblo elige sus gobernantes. Pero en

    realidad no es as, porque como todos sabe-mos las candidaturas son determinadas por

    el poder del dinero.

    Mario Roberto Santucho, Poder Burgus yPoder Revolucionario, Argentina, Ediciones

    El Combatiente, 1974.

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    22/98

    22Movimientos sociales, violencia poltica e izquierda revolucionaria en Amrica Latina

    Crnica de la historia del PRT-ERP

    Daniel De Santis21

    El Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) de Argentina fue un partidopoltico de tendencia marxista leninista, guevarista, fundado el 25 de mayo de 1965para luchar por la revolucin antiimperialista y socialista en Argentina y AmricaLatina. Reconoca a la clase obrera industrial como vanguardia del conjunto del

    pueblo. Desde antes de su nacimiento los grupos que promovieron su construccinadoptaron estrategias que incluan el desarrollo de las ms variadas formas de lucha.Fue muy importante para la cultura partidaria su participacin en las eleccionestucumanas de 1965, cuya poltica llev a la eleccin de siete diputados obre-ros, entre ellos Leandro Fote de sus propias filas. Su lder y Secretario General fueMario Roberto Santucho. Sus principales dirigentes fueron Rubn Pedro Bonet, JuanManuel Carrizo, Eduardo Castello, Antonio del Carmen Fernndez, Leandro Fote,Carlos Germn, Enrique Haroldo Gorriarn, Juan Eliseo Ledesma, Domingo Menna,Eduardo Merbilha, Jorge Carlos Molina, Lus Enrique Pujals, Norberto Pujol y JorgeBenito Urteaga. Todos hroes de la lucha revolucionaria.

    Entre sus dos Comits Centrales elegidos en 1970 y en 1975, ms los cooptados alCC entre 1971 y 1976 y, contando a los principales cuadros y jefes militares, sumabanalrededor de 100 compaeros, 80 de ellos fueron muertos en combate, asesinados odesaparecidos. De los seis mil militantes que lleg a tener, aproximadamente la mi-tad, o sea tres mil, estn muertos o desaparecidos (estimacin hecha por integrantesdel Equipo de Antropologa Forense que nosotros compartimos). Entre sus principalescuadros slo se cuenta un desertor, conocido por su nombre de guerra: Luis Mattini.

    El PRT fue fundado a partir del Frente nico entre dos organizaciones pre-existentes. Palabra Obrera (PO) que se defina ideolgicamente trotskista,

    estaba adherida a la Cuarta Internacional y practicaba una tctica denominadaentrismo en el peronismo. Su lder se llamaba Nahuel Moreno, de all la de-nominacin de morenismo a la corriente poltica por l liderada. Los militantesms consecuentes con la lucha revolucionaria fueron Daniel Pereyra, de una vastatrayectoria militante. Hugo Blanco, lder de los Sindicatos Campesinos armadosdel Departamento del Cuzco. El Vascongel Bengochea, que estaba organizandouna guerrilla en el marco de la estrategia continental del Che Guevara. Bengochea,Santilli y otros tres militantes murieron el 20 de julio de 1964 cuando, en undepartamento de la calle Posadas en Buenos Aires, se produjo una explosin mien-tras manipulaban explosivos. Tambin merece mencionarse al joven intelectual

    autodidacta: Milcades Pea, quien lleg a ser un destacado historiador, cuyoslibros nutrieron a varias generaciones de militantes del PRT.

    21 Fue elegido para integrar el Comit Central del PRT en julio de 1975, del cual fue miembro hasta la divisinpartidaria a principios del ao 1979.

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    23/98

    Revista Historia en Movimiento ao II nmero 2 septiembre 201323

    La otra organizacin se llamaba Frente Revolucionario Indoamericanista Popular,segn surge de sus propios documentos, aunque al mencionarla se suplantaba elsegundo apelativo por Indoamericano. Haba sido fundado el 9 de julio de 1961en Santiago del Estero por los hermanos Francisco Ren, Oscar Asdrbal y MarioRoberto Santucho, Hugo Ducca, Emilio Ibarra, PetacaRiso Patrn y otros militantes.Inicialmente tena por definicin ideolgica la que est explcita en su nombre, pero

    progresivamente se fue acercando al marxismo, manifestando una abierta adhesina la Revolucin Cubana. Su maduracin ideolgica est expresada en un documentopublicado a principios de 1964 que se llam El proletariado rural detonante de laRevolucin Argentina. Su contenido, desarrollado en diez tesis, va a estar presenteen la lnea del PRT, con muy pocas modificaciones, hasta su desintegracin entre losaos 1978 y 1979. En l se caracterizaba a la Argentina como un pas semicolonial,seudo-industrializado. Caracterizacin que se diferenciaba de otras que realizabandistintos sectores de la izquierda. Ellos consideraban a los procesos de sustitucinde importaciones como un desarrollo econmico que tenda a la independencia

    nacional liderado por la burguesa industrial argentina y, por lo tanto, contradictoriocon el imperialismo. En cambio el FRIP planteaba que haba una industrializacin dealgunos sectores intermedios impulsada y en beneficio del mismo imperialismo, aligual que en los dems pases atrasados de Amrica Latina y el Tercer Mundo. En estohay una completa coincidencia con los anlisis realizados por la Revolucin Cubanacomo lo expresa claramente el Che en el documento Mensaje a los pueblos a travsde la Tricontinentalcuando dice que: las burguesas autctonas han perdido toda sucapacidad de oposicin al imperialismo y aclara si alguna vez la tuvieron y sloforman su furgn de cola, y finaliza en forma contundente no hay ms cambiosque hacer: o Revolucin Socialista o caricatura de Revolucin.

    El 17 de julio de 1964 se constituy el Frente nico FRIP-PO con el objetivo defundar un partido revolucionario obrero que asumiera las tareas pendientes de larevolucin en nuestro pas. Una de ellas era la cuestin de la lucha armada revolucio-naria. Ambas organizaciones tenan en comn una fuerte vocacin de ir a las masas,principalmente obreras, para su construccin. Pero subsistan dos grandes diferencias:Palabra Obrera practicaba el entrismo en el peronismo y el FRIP no estaba de acuer-do con ello. Esta diferencia se resolvi enseguida por el abandono del entrismo porparte de PO. La otra diferencia era que PO estaba adherido a la Cuarta Internacional yse reivindicaba trotskista y el FRIP no estaba de acuerdo con ello. Esta diferencia se re-

    volvi ms de un ao despus, con la adhesin a esa organizacin internacionalista.Aunque, es importante destacar, el PRT nunca se va a definir abiertamente trotskista ys, al menos a partir del V Congreso, explcitamente marxista leninista.

    El 31 de enero de 1965 en el Norte argentino se aprob la unificacin quedandoconstituido el partido unificado de la revolucin y se form el Comit Centralunificado. El 25 de mayo de ese mismo ao se reuni el Primer Congreso el queaprob como nombre de la nueva organizacin: Partido Revolucionario de losTrabajadores. De este Congreso fue memorable la discusin originada por la propu-esta morenista sintetizada en la consigna CGT partido poltico de la clase obrera,propuesta y consigna que fue calificada de capitulacin sindicalista por parte de

    algunos delegados de Tucumn y Rosario.El 28 de junio de 1966 se produjo el golpe militar que instaur la dictadura

    encabezada por Ongana. Pern lanz la famosa consigna desensillar hasta queaclare y el lder sindical Augusto Timoteo Vandor y dems dirigentes burocrticos, ante

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    24/98

    24Movimientos sociales, violencia poltica e izquierda revolucionaria en Amrica Latina

    el apriete de la dictadura, levantaron el plan de lucha de marzo de 1967. Ambos hechosdejaron al movimiento de masas sin conduccin poltica ni sindical. Este vaco polticova a ser llenado, en el prximo auge de las luchas obreras y populares, por una nuevavanguardia inspirada en el socialismo y con gran influencia de la Revolucin Cubana.

    Simultneamente, el estallido de la crisis de la industria azucarera en Tucumndio impulso a las ya grandes luchas obreras. El enfrentamiento con la dictadura pre-

    ventiva y la derrota sufrida en esa contienda motiv que los principales dirigentesobreros llevaran al seno del Partido, recin fundado, la necesidad de responder conlas armas porque se haban mostrado insuficientes los mtodos de la lucha cvica.

    En el Comit Central de enero de 1968, Moreno, al quedar en minora, se retirde la reunin y abandon el Partido. El IV Congreso realizado a fines de febrero de1968 aprob una lnea poltica de guerra revolucionaria para responder a la guerracontrarrevolucionaria iniciado por la dictadura dos aos antes. En ella recoga lasexperiencias del movimiento obrero y revolucionario mundial logrando realizarun aporte nico al marxismo al lograr una superadora sntesis entre las distintas

    co-rrientes marxistas existente: trotskismo, maosmo, castrismo, que signific un re-torno al leninismo. El Congreso aprob un extenso documento el que contiene tresideas centrales: las bases de una lnea de guerra revolucionaria en la que recoge laevolucin de la tctica acerca del problema del poder y de la lucha armada en lahistoria del marxismo revolucionario. Una demoledora crtica a la concepcin econ-omista del morenismo y, en buena medida como parte de lo anterior, sealaba alproletariado industrial como el sector de vanguardia de la clase obrera y del puebloy por lo tanto el lugar fundamental de trabajo del Partido.

    Este Congreso caracteriz que en nuestro pas exista una situacin pre-revolucionaria.La hace a partir del anlisis de las condiciones objetivas. Estas eran: la crisis estructural

    del capitalismo argentino, la existencia de una clase revolucionaria (la clase obreraindustrial) que lo era porque, adems de existir objetivamente como clase, tena lafuerza, la experiencia y el nivel de organizacin como para jugar el papel dirigenteen un proceso revolucionario. Por ltimo, la burguesa no daba salida a las clasesintermedias dentro del modelo de acumulacin capitalista en ese perodo.

    En enero de 1969 un comando del PRT, encabezado por Santucho e integrado,entre otros, por Jorge Alejandro Ulla, Sidel Negrn y Rubn Batalls realiz el asaltoal Banco de Escobar expropiando 72 millones de pesos para financiar el inicio dela lucha armada. El 29 de mayo se produjo el Cordobazo en el que participaron

    de lleno los militantes del Partido. Este movimiento semi-insurreccional confirmlos anlisis que vena haciendo el PRT y que puso en crisis a la Dictadura militar.En el Rosariazo, el 16 y 17 de septiembre del mismo ao, los militantes del PRTtuvieron una activa participacin y un comando, encabezado por Gorriarn, realizuna expropiacin de armas en un puesto de Gendarmera Nacional. La demora enconcretar las resoluciones del IV Congreso por parte de la direccin partidaria deaquel momento desat nuevamente la lucha interna. El Comit Central elegido dosaos atrs se hallaba dividido en tres fracciones. Esta lucha va a culminar con la con-solidacin de la tendencia leninista cuando Santucho se fug de la crcel de VillaUrquiza en San Miguel de Tucumn, y se convoc a un nuevo congreso partidario

    que se reuni los das 29 y 30 de julio en una isla del Delta del Ro Paran.El V Congreso fund al Ejrcito Revolucionario del Pueblo (ERP) y traz los fun-

    damentos de ste segundo componente estratgico en la concepcin del PRT: laconstruccin de un ejrcito del pueblo con un carcter ms amplio que el partido,

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    25/98

    Revista Historia en Movimiento ao II nmero 2 septiembre 201325

    a travs de una concepcin de ejrcito de masas, para poder incorporar a la lucharevolucionaria no solamente a los elementos de vanguardia con definicin ideolgi-ca marxista revolucionaria, sino a todos aquellos compaeros dispuestos a la luchaen contra del imperialismo, en contra de la explotacin, independientemente de sufiliacin ideolgica y an de su filiacin poltica. El encarnizado debate acerca dednde era el lugar apropiado para iniciar la lucha armada se resolvi afirmando que

    era all donde estuvieran las masas.Un tercer instrumento necesario para el triunfo de la revolucin, que se va a co-

    menzar a proponer luego del V Congreso, pero con ms fuerza a partir de la aperturaelectoral lanzada por el Dictador Lanusse en marzo de 1971, era la construccin deun frente de liberacin nacional y social, que tena como base los aliados estratgicosde la revolucin. Segn el PRT, estos eran: la clase obrera, aliada con la pequea bur-guesa urbana en las ciudades y con el campesinado pobre en el nordeste y noroestedel pas, y que en determinado momento de la lucha a esta alianza bsica se podanunir a sectores de la burguesa media, teniendo en cuenta las caractersticas de la

    lucha en cada momento. As, el PRT impuls primero el Frente Antiimperialista ypor el Socialismo (FAS) y, a partir de mediados de 1974, un frente antiimperialistademocrtico y patritico, y luego del golpe del 24 de marzo de 1976, un frente anti-fascista, pero sin perder, en ellos, la hegemona del proletariado.

    Y la cuarta herramienta estratgica estuvo muy presente desde la fundacin delPRT: era el internacionalismo proletario. Poco despus de su fundacin se adhiri a laCuarta Internacional, trotskista, constituyendo la seccin argentina de la misma hasta1973. Debido a su desarrollo en el movimiento de masas y al crecimiento de la luchaarmada revolucionaria, se agudizaron las diferencias ideolgicas con la corriente he-gemnica de la Internacional, estas hicieron crisis cuando intent trotskisar al PRT,

    por lo que se separ de la Internacional en 1973. Desde su fundacin, el PRT, man-tuvo relaciones con la Revolucin Cubana. Consecuente con el internacionalismo,en 1969, un miembro de la direccin del PRT se reuni en Bolivia con Inti Peredoy tom contacto con los compaeros del Movimiento de Izquierda Revolucionariachileno, con el Movimiento de Liberacin Nacional Tupamaros de Uruguay y conlos del Ejrcito de Liberacin Nacional de Bolivia fundado por el Che. Estas cuatroorganizaciones inspiradas en el Mensaje a los Pueblosde Guevara constitucin a la

    Junta de Coordinacin Revolucionaria, la cual se hizo pblica a mediados de 1974.El PRT fue un partido que tuvo, durante toda su existencia, estrecho vnculo con

    las masas obreras y populares. Estaba estructurado segn el modelo leninista de par-tido de militantes. Para fortalecer su estrategia poltico-militar se nutri de la mayorexperiencia revolucionaria de su poca, estudi y form a sus militantes con lasenseanzas del Partido de los Trabajadores de Vietnam y del FLN de ese pas. Tuvouna fuerte influencia de la Revolucin Cubana y el ejemplo de entrega militante delChe Guevara provey a sus integrantes de una gran moral de combate.

    Impulsados por la crisis de dominacin capitalista, que en los hechos mantenauna dictadura desde 1955, en mayo de 1969, se levantaron los pueblos de Crdobay Rosario lo que signific un salto cualitativo, ya que las masas iniciaron la luchapor el socialismo, adems de las luchas por la vuelta de Pern. Desde su nacimien-

    to, la guerrilla fundada por el PRT fue la ms activa del pas. Junto al ERP nacieronotras cuatro de alcance nacional: Fuerzas Armadas de Liberacin (FAL), FuerzasArmadas peronistas (FAP), Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), y Montoneros,y unas quince de carcter regional. El crecimiento del conjunto del movimiento

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    26/98

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    27/98

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    28/98

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    29/98

    Revista Historia en Movimiento ao II nmero 2 septiembre 201329

    dejando a la clase obrera industrial sola en el enfrentamiento con la gran burguesa.Santucho vena haciendo esfuerzos en ese sentido. De all los reiterados planteosde tregua desde octubre de 1974 y la propuesta de organizar un frente mucho msamplio que el FAS con contenidos democrtico y patritico. Adems deben tenerseen cuenta los importantes fracasos militares: el 28 de mayo de 1975, el intento decopamiento del Comando Tctico de la 5ta Brigada en Tucumn que signific la pr-

    dida de la iniciativa poltico militar en la Regin Rural; la derrota en la mayor batallade la guerrilla argentina en Monte Chingolo, el 23 de diciembre del mismo ao y;el desmantelamiento del Segundo Frente rural al norte de la ciudad de Tucumn,en febrero de 1976. Esos combates eran necesarios para enfrentar la poltica delterrorismo de Estado que en pocos meses haba asesinados unos mil quinientos ac-tivistas obreros y revolucionarios. Por ltimo, y no menos importante, ni durante niposteriormente a las grandes movilizaciones de junio y julio se logr conformar unapropuesta unitaria de las organizaciones revolucionarias, por lo cual, el movimientode masas se qued sin una alternativa de poder clara y unificada. Estas derrotas

    debilitaron a una clase obrera que haba sostenido la ofensiva durante siete largosy fatigosos aos pero que no haba logrado empujar a la movilizacin a las msamplias capas populares, neutralizadas por el gobierno peronista y por Pern. Primerelemento a tener en cuenta en la derrota revolucionaria.

    El 19 de julio, el mismo da que Santucho saldra del pas, una patrulla militarlleg hasta el departamento de Domingo Menna en Villa Martelli. Santucho y Beni-to Urteaga murieron combatiendo y, Liliana Delfino, Fernando Grtel, Ana MaraLanzillotto y Domingo Menna resultaron capturados siendo todos llevados a Campode Mayo. En el enfrentamiento muri el Capitn Leonetti, el jefe del comando mili-tar. An no se sabe cmo dieron con el departamento. En los meses previos cayeron

    Eduardo Castello, Juan Manuel Carrizo, Edgardo Enrquez de la direccin del MIR y,posteriores Eduardo Merbilha y Carlos Germn, todos miembros del Bur Poltico yel histrico lder obrero Leandro Fote, y muchos dirigentes nacionales y regionales.La cada de los principales dirigentes del PRT es el segundo elemento en el anlisis.

    El tercero es que la nueva direccin encabezada por Lus Mattini, acompa-ado por parte del Bur Poltico, no comprendieron las consecuencias del errorde apreciacin tctico, por lo que no tomaron las drsticas medidas para apli-car lo resuelto por el ltimo Comit Ejecutivo (CE) reunido en vida de Santucho:Realizar la adecuacin organizativa y preparar ideolgicamente a la organizacin.

    Esto provoc que la represin golpeara sistemticamente en todo los niveles desu organizacin. En los meses siguientes varios cuadros de primera lnea fueronsecuestrados. La reunin del CE realizada en abril de 1977 en Roma no encontrlas respuestas prcticas adecuadas y crey verlas en un repliegue terico e ideolgi-co hacia el sovietismo, abandonando los principios que dieron origen, energa ydesarrollo al proyecto histrico del PRT. Las consecuencias fueron fatales. Cuandoregresaron de esta reunin los compaeros que estaban a cargo del Partido en laArgentina, se produjeron amplias cadas que terminaron con la estructura nacionalde la organizacin entre mayo, junio y julio de 1977.

    En el exterior, cuando todava no se poda hablar de exilio, los restos del PRT por

    accin planificada de Mattini se dividieron en dos fracciones: Una, la encabezada poreste desertor que organiz en Italia, en 1979, un congreso que pretenda encontrar lasrespuestas a la derrota revolucionaria en la lectura de los clsicos y de los manualessoviticos en lugar de hacerlo como hemos indicado nosotros, en las contingencias

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    30/98

    30Movimientos sociales, violencia poltica e izquierda revolucionaria en Amrica Latina

    de la lucha. El otro sector, comandado por Gorriarn Merlo e integrado por lo quequedaba de los viejos cuadros de la Tendencia leninista, con el fin de reagruparsedesde una perspectiva revolucionaria se dirigieron a Nicaragua para combatir en lasfilas del Frente Sandinista de Liberacin Nacional (FSLN).

    Dentro de las crceles los varios centenares de presos del PRT y del ERP re-sistieron heroicamente a la ms terrible dictadura que sufri el pueblo argentino.

    La divisin que se produjo en el exterior fue realizando su desgaste en la unidadde stos militantes, durante los dos aos posteriores. Al salir de las crceles, si bienmuy golpeado y reducido, no encontraron un Partido unido por lo que tambin sedispersaron, aunque la mayora de ellos continu su militancia en distintas tareassociales o polticas. Con este costo adicional, originado por la divisin en el exte-rior, completamos el cuarto elemento que condujo a la desarticulacin de la mayorfuerza marxista revolucionaria en nuestra patria.

    El legado histrico del Partido Revolucionario de los Trabajadores no puede serpretendido por ningn grupo por el slo hecho de ponerse su nombre. De ser valioso

    su aporte en la construccin de una nueva sociedad sin explotadores ni explotadosvalor que nosotros afirmamos, ese legado ser patrimonio de la clase obrera y delpueblo argentino y de las organizaciones de revolucionarios, destacados de su seno,que logren construir en pos de la sociedad del hombre nuevo como nos inspiraronlos Comandantes Mario Roberto Santucho, Ernesto Che Guevara y Fidel Castro.

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    31/98

    Todo ello requiere esfuerzos ysacrificios que estamos dispuestos aasumir, confiando en el xito final dela misin que nos hemos propuesto,

    inspirados en el espritu portalianoque alumbra hoy esta sala, en la cualel pueblo todo se ha fundido,en anhelos de paz y progreso.

    Discurso de Augusto Pinocheten la Constitucin de la Junta deGobierno, octubre de 1973.

    Cuando Pinochet se refiri alespritu portaliano que hoy alumbraesta sala, sentimos que aluda auna realidad viva y verdadera, y

    cuando jur ante la misma banderaen que OHiggins haba selladola independencia, percibimosque Chile haba reencontrado suverdadero destino.

    Jaime Guzmn, carta a su madre enEuropa, octubre de 1973.

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    32/98

    32Movimientos sociales, violencia poltica e izquierda revolucionaria en Amrica Latina

    La represin que no import. La violencia estatal contra

    los delincuentes comunes tras el golpe de Estado de 1973en Chile

    Sebastin Leiva Flores22

    Hace unos aos, la ONG ECO Educacin y Comunicaciones y la Red de

    Organizaciones Sociales de La Legua (barrio popular de la ciudad de Santiago),llevaron a cabo una investigacin sobre la violacin a los derechos humanosperpetrados contra los habitantes de esa poblacin a partir del golpe de Estado.En ese estudio, con particular centralidad se haca referencia al accionar que sehaba desatado sobre los militantes sociales y/o polticos de la poblacin, entreotras razones porque la represin haba golpeado fuerte y cruelmente a aquellosleguinos que tenan vnculos con organizaciones sociales y polticas. Ahorabien, en ese estudio tambin se haca un primer acercamiento a otra represindesencadenada sobre los pobladores de La Legua y sus asentamientos adyacentes:la desplegada contra los delincuentes comunes. Sobre esa represin, ampliada a

    otras poblaciones de Santiago, versa esta ponencia.

    Septiembre-octubre de 1973. Persecucin y muerte a los antisociales

    En la actualidad, con relativa facilidad se puede seguir el itinerario de violacio-nes a los derechos humanos que practic la dictadura militar chilena a partir delgolpe de 1973, particularmente aquella violencia que se desat contra los militantesde los partidos de izquierda y los cuadros dirigentes de las organizaciones sociales

    populares. As, una serie de textos, documentales y reportajes han dado cuentade casos emblemticos, como los de la Caravana de la Muerte, los asesinatos deLonqun, la ejecucin y desaparicin de la direccin del Partido Comunista desdela calle Conferencia y el asesinato de los hermanos Vergara (jvenes militantes delMovimiento de Izquierda Revolucionaria), por nombrar slo algunos. Ahora bien,esos mismos estudios han obviado sorprendentemente aquella represin que se de-sat contra los delincuentes comunes tras el golpe, represin que si bien no alcanzlos mismos grados de crueldad y sistematicidad que en los casos citados, en algunaspoblaciones de la capital estuvo cerca de asimilrsele en magnitud y efecto.

    22 Profesor de Estado en Historia y Geografa por la Universidad de Santiago de Chile (USACH) y Magster enHistoria Americana por la misma casa de estudios. Actualmente imparte docencia en la sealada Universidad deSantiago y en la Universidad de Arte y Ciencias Sociales (ARCIS), desarrollando centralmente temas vinculadoscon los movimientos populares chilenos en el siglo XX y las organizaciones polticas de izquierda del pas.

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    33/98

    Revista Historia en Movimiento ao II nmero 2 septiembre 201333

    Ya en los primeros das tras el golpe la prensa daba cuenta de aquellarepresin, diferencindola claramente de la desatada contra los militantes deizquierda, sin duda la principal preocupacin de la Junta Militar y de los pro-pios medios de informacin. As por ejemplo, junto a las numerossimas noticiassobre el encuentro de arsenales (detallados rigurosamente) y detencin deextremistas tras los allanamientos a industrias, centros de estudios, oficinas

    pblicas y conjuntos habitacionales, fueron apareciendo notas que mostrabanclaramente que esos operativos de las Fuerzas Armadas, Carabineros y Policade Investigaciones no siempre tenan como motivacin dar slo con los activis-tas de los partidos de izquierda.

    As por ejemplo, ya el 16 de septiembre de 1973 El Mercuriopublicaba la muyexplcita nota Batida total a la delincuencia, basada en la entrevista realizadaal Director de la Polica de Investigaciones, general Ernesto Baeza. En dichaentrevista, Baeza informaba que se encontraba en curso un operativo nacionaly sin contemplaciones contra la delincuencia y contra los terroristas francotira-

    dores, entregndose instrucciones precisas a los miembros de la institucinpara combatir a muerte la delincuencia antisocial, particularmente losasaltantes, cogoteros y criminales dedicados a los delitos con fuerza en las co-sas y violencia en las personas. Segn el director de investigaciones, a la fechael operativo ya haba dado resultados: se haban recuperado vehculos robadosy capturado decenas de cogoteros, procedindose con ellos a su inmediataeliminacin23 (El Mercurio, 16/09/73: 16). Una semana ms tarde el mismoperidico daba cuenta de la materializacin de aquel operativo nacional. As,en su edicin del da 23 refera al allanamiento de la poblacin La Pincoya ysus campamentos aledaos (El Mercurio, 23/09/73: 7), recordando a su vez el

    operativo que se haba desplegado el da 21 contra la poblacin Quinta Bella,ubicada, al igual que La Pincoya, en la populosa comuna de Conchal, zonanorte de la ciudad de Santiago. La nota en cuestin no especificaba cunta gentehaba sido detenida en ambos allanamientos, pero s expresaba que aquel accio-nar se enmarcaba en el plan de guerra a muerte a los delincuentes antisocialesque haba definido la Polica de Investigaciones.

    El da 24 de septiembre fue el peridico La Tercerael que se refiri a la repre-sin que se estaba desatando contra los delincuentes. As, en la nota Prosiguenintensas redadas contra el hampa de la capital se informaba de los allanamientos

    realizados en las poblaciones Pablo Neruda y Patria Nueva, ambas de Conchal,recordndose adems los operativos que en los das previos haban afectado a laspoblaciones Quinta Bella, La Pincoya y La Legua, todas ellas, segn el peridico,reductos de homicidas, monreros (y) escaperos (La Tercera, 24/09/73: 22). Dosdas ms tarde, el mismo peridico informaba del allanamiento que haba sufridola poblacin Roosevelt (comuna de Conchal), detenindose en su transcurso a15 personas que tenan cargos pendientes con la justicia (La Tercera, 26709/73:22)24. Al da siguiente, una nueva nota daba cuenta de que los delincuentes noslo eran perseguidos en sus poblaciones. As, se informaba de los allanamientos

    23 En esos mismos das el diario La Terceratambin entrevist al director de investigaciones, recogiendo susreferencias a la reorganizacin de la institucin para reprimir y exterminar cualquier clase de delito comn,los cuales se haban incrementado durante la administracin anterior. Ver Lucha total y a muerte contra ladelincuencia (La Tercera, 18/09/73: 19).24 El ttulo de la nota, Detenidos dos francotiradores, resulta algo engaoso, puesto que en ella no slo se infor-maba de aquella detencin sino que adems de los allanamientos llevados a cabo en la comuna de Conchal.

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    34/98

    34Movimientos sociales, violencia poltica e izquierda revolucionaria en Amrica Latina

    que se estaban practicando en las zonas clsicas de prostbulos y hoteles debajaalcurnia de la capital, lo cual haba permitido detener a un nmero indeterminadode elementos del hampa (La Tercera, 27/09/73: 24)25.

    En el mes de octubre de 1973 el accionar contra los delincuentes habra de con-tinuar, alcanzando, como lo sealara el director de investigaciones en su momento,carcter nacional. As, El Mercurio del da 2 informaba de los Operativos militares

    contra delincuentes que se estaban desplegado en la surea ciudad de Valdivia,cuestin que habra sido recibida con beneplcito por el vecindario que duranteaos (vena) sufriendo la accin delictual (El Mercurio, 02/06/73: 21)26. Por su parte,en la capital los operativos no se detenan. As, El Mercuriodel da 5 inform de losallanamientos a las poblaciones La Bandera, Nueva Florida, Villa Macul, la editorialQuimant y algunas zonas de Renca y Buin, detenindose en las dos primeras a 69extremistas y 76 delincuentes (El Mercurio, 05/10/73: 19). Dos das ms tarde lainformacin del citado peridico se trasladaba a la zona sur de Santiago, donde las po-blaciones Jos Mara Caro y Lo Sierra sufran un allanamiento que le costaba la libertad

    a 59 personas, todas ellas, a decir de la nota, delincuentes (El Mercurio, 07/10/73: 7).Pasando la mitad del mes, el peridico La Tercerareferira nuevamente al tema.As, en su edicin del da 19 informaba del allanamiento, por orden de la direccinde la polica civil, de las poblaciones Cerro Colorado y Villa Sarmiento27(ambasen Santiago), mientras que en su edicin del da 21, en la nota Intensa razziacontra delincuentes..., daba cuenta de la detencin de varios de ellos (La Tercera,21/10/73: 21). Cuatro das ms tarde, el 25 de octubre, refera al allanamiento de laVilla Unidad Popular (tambin un asentamiento de la capital), detenindose en sutranscurso a 79 personas que contaban con prontuario en la Asesora Tcnica deInvestigaciones (ASETEC) (La Tercera, 25/10/73: 8). Finalmente, en su edicin del

    da 28, el referido peridico informaba del allanamiento a la santiaguina poblacinCordillera, ex Unidad Popular, detenindose en ella a varios sujetos con ante-cedentes (La Tercera, 28/10/73: 28)28.

    La circunscripcin de la revisin de prensa a los meses de septiembre y octubreno es antojadiza, respondiendo aquel breve perodo tanto al momento en que seproduce la mayor cantidad de muertes por efecto de la represin estatal, como a losdas en que las poblaciones que estudiaremos sufren directamente esa represin29.

    La poblacin La Legua vive su primer allanamiento el da 16 de septiembre. Dasdespus, el 20, le corresponde su turno a La Bandera, al igual que La Legua ubicada

    25 Buscan hampones en los hoteles galantes. La citada nota sealaba que la intencin de los allanamientos eratambin dar con extremistas.26 Operativos militares contra delincuentes. Hacia fines de ese mes, especficamente el da 29, el peridico LaPrensainformaba de operativos similares en la ciudad de Chilln. Ver Intensa razzia en Chilln: detenidos 32 de-lincuentes (La Prensa, 29/06/73: 8). Por su parte, una de las ediciones de La Tercerade fines de septiembre referaa la detencin de contrabandistas y ejecucin de traficantes de drogas en el norte, no especificando el nmerode afectados en esos hechos. Ver Ultiman a traficantes de drogas (La Tercera, 28/09/73: 7).27 En tiempo record la BH aclar homicidio (La Tercera, 19/10/73: 33). De los detenidos en las sealadas pobla-ciones, uno tena cargos por desercin, otro por no pago de pensin alimenticia y un tercero por hurto.28 No estamos del todo seguros si se trataba de la misma Villa Unidad Popular referida en la edicin del da 25,de un segundo allanamiento a ese lugar o de otro asentamiento urbano con el mismo nombre.29 El Informe de la Comisin Nacional de Verdad y Reconciliacin (ms conocido como Informe Rettig) refiere a

    2.279 casos, producindose 1.261 de esas muertes entre septiembre y diciembre de 1973. En los tres aos poste-riores el nmero de muertos baja considerablemente: 309 en 1974, 119 en 1975 y 139 en 1976. A partir de ah,y hasta 1990, en ningn ao la cifra de muertes alcanza las 100. Por su parte, de las 899 vctimas incorporadaspor el Informe de la Corporacin Nacional de Reparacin y Reconciliacin, 587 haban muerto entre el golpe deEstado y el 31 de diciembre de ese ao. Si bien ninguno de los dos informes citados da informacin por meses, surevisin permite sealar que es en septiembre y octubre cuando se concentra la mayor cantidad de vctimas.

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    35/98

    Revista Historia en Movimiento ao II nmero 2 septiembre 201335

    en la zona sur de Santiago. La poblacin Jos Mara Caro por su parte, tambinasentada en la zona sur de la capital, sufre su allanamiento el 5 de octubre, mientrasque la relativamente cercana poblacin San Gregorio es afectada por un masivooperativo el 7 del mismo mes, operativo que haba sido antecedido por uno mspequeo el 2 de octubre. Por otra parte, en la zona norte y poniente de la capital sevieron afectadas por allanamientos, entre otras, las poblaciones Roosevelt y Nueva

    Matucana, sufriendo ambas aquella situacin el da 23 de septiembre. Por ltimo, lamatanza de los jvenes que se encontraban en la quinta de recreo de la comuna dePuente Alto, ubicada en la zona sur de Santiago, sucedi el 12 de octubre.

    De los lugares indicados en el prrafo previo, fue en la poblacin La Legua y susbarrios aledaos poblacin Isabel Riquelme fundamentalmente, donde la razziaanti delincuentes cobr una mayor cantidad de vctimas. As, segn la investigacinreferida al comenzar este artculo30, en aquel sector se produjo la muerte de 32 per-sonas que posean antecedentes delictuales, sobrepasando ampliamente al nmerode vctimas de esa zona asociadas a organizaciones polticas: 17 durante la dictadu-

    ra militar31

    . Siguiendo ese informe, que en esta seccin presenta algunas partes algoconfusas, de aquellos 32 asesinados en diversas circunstancias, 26 lo fueron entreseptiembre y diciembre de 1973, concentrndose la mayor cantidad de ellos en losdos primeros meses de dictadura (21)32. Ahora bien, y a diferencia de lo que ocurricon otros de los lugares que observaremos, en La Legua no se produjo una nica granmatanza de pobladores con antecedentes, pero s varias de menor dimensin. As,el 19 de septiembre son asesinados tres vecinos de la colindante poblacin IsabelRiquelme, el 26 de septiembre eran fusilados tres leguinos acusados de ametrallaruna ambulancia el da 11 y dar muerte a algunos de sus ocupantes, el 30 del mismomes otros tres pobladores sufran su detencin, apareciendo sus cuerpos en diversos

    lugares de Santiago, y el 7 de octubre, tras una redada realizada por carabineros delsector, eran detenidos y posteriormente ejecutados tres nuevos pobladores.

    En el caso de la poblacin La Bandera, en el mes de septiembre se produce elasesinato de 12 pobladores, 10 de ellos tras el allanamiento que se produce el da 20de ese mes, procedimiento del cual no da cuenta la prensa de la poca. Pese a ello,la informacin que aporta el informe Rettig y el de la Corporacin de Reparacin yReconciliacin al referir a las vctimas de ese operativo, permite deducir que variosde ellos, si no todos, tenan antecedentes delictuales33.

    Las escasas referencias entregadas en el caso de Manuel Leiva Muoz, una de

    las vctimas, apuntan en esa direccin. As, en su informe se seala que el operativorealizado el da 20 tenacomo fin detener a quienes no portaban documentos deidentidad o registraban antecedentes polticos o policiales34. Por su parte, en lainformacin incorporada al caso de Ricardo Lpez Elgueda, otra de las vctimas, serecogan las declaraciones de una persona que haba observado el allanamiento,plantendose que aquellos que tenan o haban tenido problemas con la Justicia

    30 Red de Organizaciones Sociales de La Legua, ECO Educacin y Comunicaciones, Informe de investigacin:memorias de la violacin y de la lucha por los derechos humanos en la poblacin La Legua (versin preliminar),Santiago, julio 2001.31 De aquellos militantes, 13 eran militantes del Partido Comunista (PC), 2 del Movimiento de Izquierda Revolu-

    cionaria (MIR) y 2 del Partido Socialista (PS).32 En esta seccin del informe, que cubre desde la pgina 74 a la 83, se seala que eran 32 los asesinados quetenan antecedentes delictuales, detallndose o refirindose luego 35 casos.33 En nuestro caso, hemos consultado fundamentalmente las pginas de Internet donde se han sistematizadoambos informes.34 www.memoriaviva.com/ejecutados/Ejecutados%20L/leiva_munoz_manuel_antonio.htm. Septiembre 2007.

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    36/98

  • 7/21/2019 Revista Historia en Movimiento

    37/98

    Revista Historia en Movimiento ao II nmero 2 septiembre 201337

    Vctor Ramrez Ortiz, otra de las 16 vctimas referidas, se sealaba que segn lostestimonios fueron detenidas numerosas personas de la poblacin, especialmente losdelincuentes y aquellas personas que no portaban docu-mentos, reconociendo sumadre que haba estado detenido por robos reiterados38. En un tercer caso, el de LuisSnchez Mejas, su madre sealaba que casi todos los fusilados tras el allanamientodel 7 de octubre, como el caso de su hijo, tenan antecedentes policiales, indi-

    cando que por ese motivo lo haban asesinado39. En un cuarto caso, el de Florentinodel Carmen Espinoza Medel, su hijo sealaba que al parecer tena antecedentes,planteando luego que, segn se haba enterado, casi todos los ejecutados el da 7registraban antecedentes penales, siendo ese el motivo determinante para el ho-micidio. A su vez, indicaba que se haba pretendido aprovechar la situacin polticapara limpiar la poblacin de supuestos delincuentes40. Por ltimo, en el casode Juan Crdova Ynez aparecan testimonios que repetan imgenes previas: quese haban revisado los antecedentes de todos los hombres de la poblacin, que lavctima tena antecedentes (lo sealaba su madre), y que casi todos los muertos en

    la ejecucin masiva tenan antecedentes41

    .Respecto al sobreviviente de la matanza, el carpintero Carlos Saavedra Guerra, susreferencias son claras en establecer el vnculo entre los ejecutados y sus anteceden-tes penales. As, recordaba en su testimonio que tras ser reunidos todos los varonesmayores de 16 aos en una cancha de ftbol de la poblacin, sus identidades fueronchequeadas por personal de investigaciones, seleccionndose luego de eso a unas100 personas, las cuales en su mayora... tenan antecedentes penales por delitoscomunes. Ms tarde, en la comisara del sector, el grupo nuevamente se redujo (17personas), conducindoseles en camiones a la zona de Walker Martnez con AvenidaDepartamental (zona oriente de Santiago), lugar donde fueron fusilados, arrojndose

    los cuerpos al caudal del Canal San Carlos.Situaciones muy similares a las previamente descritas, que de todas formas an

    no estamos en condiciones de vincular con total certeza a esta represin sociopolicial, se registraron en los otros asentamientos y/o situaciones especficas queindicbamos con anterioridad: las poblaciones Roosevelt y Nueva Matucana, ylos hechos que terminaron con la matanza de 14 jvenes de la comuna de PuenteAlto. La poblacin Roosevelt sufri su primer allanamiento el da 23 de septiem-bre. Tras ese operativo, que segn La Terceradel da 24, haba tenido como unode sus resultados la detencin de 15 personas que tenan cargos pendientes con

    la justicia, fueron ejecutados 9 pobladores, encontrndose posteriormente suscuerposen la Panamericana Norte y en la ribera del ro Mapocho, a la altura delPuente Bulnes. Por su parte, la poblacin Nueva Matucana, que colindaba justa-mente con el citado puente, fue allanada el mismo 23 de septiembre, detenindosedurante su desarrollo un nmero indeterminado de pobladores, 8 de los cualesaparecieron muertos al da siguiente en las riberas del ro Mapocho. En ambaspoblaciones se produjo adems, antes y despus de los hechos narrados, la muertede otros de sus habitantes, en la mayora de los casos tras ser detenidos por unifor-mados en sus casas o en las calles de sus barrios42.

    38 www.memoriaviva.com/Ejecutados/Ejecutados%20R/ramirez_ortiz_victor_fernando.htm. Septiembre 2007.39 www.memoriaviva.com/Ejecutados/Ejecutados%20S/sanchez_mejias_luis_alberto.html. Septiembre 2007.40 www.memoriaviva.com/Ejecutados/Ejecutados%20E/espinoza_medel_florentino_del_ca.htm. Septiembre 2007.41 www.memoriaviva.com/Ejecutados/Ejecutados%20C/cordova_yanez_juan_miguel.htm. Septiembre 200742 En el caso de la poblacin Roosevelt, el 16 de septiembre carabineros detuvieron