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Revista Eltopo. No.10. 2019 : (pp.10 - 33) ISSN:0719-3335 10

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  • Revista Eltopo. No.10. 2019 : (pp.10 - 33)ISSN:0719-333510

  • Revista Eltopo. No.10. 2019ISSN:0719-3335

    ResumenLos trabajos realizados desde el enfoque de la vulnerabilidad para el estudio del riesgo han demos-

    trado que los desastres no son naturales, sino parte de procesos socialmente construidos donde una

    población vulnerable enfrenta las afectaciones derivadas del impacto de una amenaza. Asimismo, han

    presentado pruebas de que los efectos de los desastres difieren entre los diversos grupos que integran

    un territorio. La distribución de perdidas está asociada con aspectos socioeconómicos y las maneras

    como dicho territorio es ocupado y transformado. De ahí que, generalmente, las personas con menores

    ingresos sean las principales afectadas. Esta tesis es significativa, sobre todo, en ciudades donde los

    niveles de desigualdad social y económica son cada vez mayores. De acuerdo con David Harvey (2014;

    2018), una característica del modelo de urbanización capitalista es el desarrollo geográfico desigual,

    donde los flujos de capital producen diferencias en el paisaje: mientras que unos lugares tienden a

    enriquecer, otros, por el contrario, empobrecen. Los estudios del riesgo han puesto énfasis en factores

    sociales, políticos y económicos que producen condiciones de vulnerabilidad. Sin embargo, planteamos

    que las diferencias socioespaciales de los lugares habitados, incluido el desarrollo desigual, han sido

    poco exploradas y tienen mucho que decir de los orígenes de los desastres. El objetivo de este trabajo

    es proponer la noción de desarrollo geográfico desigual como un elemento que podría explicar las cau-

    sas de la vulnerabilidad diferenciada a desastres en el contexto urbano.

    Palabras Claves:Desarrollo geográfico desigual, vulnerabilidad, construcción social del riesgo de desastre.

    AbstractThe work done from the vulnerability approach has proven that disasters are not natural, but part of so-

    cially constructed processes where a vulnerable population faces the effects derived from the impact of

    a threat. They have also presented evidence that the affectations of disasters differ among the various

    groups that make up a territory. The distribution of losses is associated with socioeconomic aspects

    and the ways in which this territory is occupied and transformed. Hence, generally, people with lower

    incomes are the main affected. This thesis is significant, especially in cities where the levels of economic

    and social inequality are increasing. According to David Harvey (2014; 2018), a feature of the capitalist

    urbanization model is uneven geographical development, where capital flows produce differences in

    the landscape: while some places tend to enrich, others, on the contrary, impoverish. Risk studies have

    emphasized social, political and economic factors that produce conditions of vulnerability. However, we

    suggest that socio-spatial differences of inhabited places, including unequal development, have been

    little explored and have much to say about the origins of disasters. The objective of this paper is to in-

    troduce the notion of uneven geographic development as an element that could explain the causes of

    differential vulnerability to disasters in the urban context.

    Keywords:Uneven geographical development, vulnerability, social construction of disaster risk.

    (1) | José de Jesús Flores.Licenciado en geografía de la Universidad de Guadalajara; Maestro en Geografía Hu-mana por el Colegio de Michoacán, A. C.; actualmente, cursa el doctorado en Ciudad, Territorio y Sustentabilidad de la Universi-dad de Guadalajara. Guadalajara, Jalisco, México. Contacto: [email protected].

    (2) | Alicia Torres.Profesora-Investigadora del Centro Univer-sitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara y Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara. Miembro del Sistema Nacio-nal de Investigadores, nivel I. Guadalaja-ra, Jalisco, México. Contacto: [email protected] trabajo es parte del proyecto de inves-tigación en curso para obtener el grado de doctor en Ciudad, Territorio y Sustentabili-dad financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

    La vulnerabilidad a desastres y su relación con el desarrollo geográfico desigualJosé de Jesús FloresAlicia Torres

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    :(pp.10- 37)

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  • La vulnerabilidad a desastres y su relación con el desarrollo geográfico desigual

    INTRODUCCIÓN

    El presente es un artículo de revisión propositivo. Luego de revisar el es-tado del arte en el estudio del riesgo e inclinarnos hacia el enfoque social, fue necesario indagar en elementos que posibiliten la comprensión y expli-cación de los factores implicados en la consumación de los desastres. Los trabajos realizados desde esta perspectiva han mostrado que las causas de fondo detrás de las catástrofes responden a factores sociales, políticos y económicos que se materializan en condiciones inseguras. También han servido para exhibir que los niveles de afectación difieren entre diversos grupos sociales. Sin embargo, consideramos que han dejado de lado com-ponentes que repercuten en la distribución socioespacial de la vulnerabili-dad.

    Por lo anterior, buscamos dentro del pensamiento estructural (la raíz del enfoque social) vías para explicar tal fenómeno. Luego de contrastar la ex-periencia empírica con la revisión teórica, encontramos en la teoría del de-sarrollo desigual un medio de acercamiento. El objetivo de este manuscrito es proponer la noción de desarrollo geográfico desigual como un elemento que podría explicar las causas de la vulnerabilidad diferenciada a desastres en el contexto urbano.

    El documento está organizado en varios apartados. Primero damos un re-paso de la evolución del estudio del riesgo de desastres donde la vulnerabi-lidad se posicionó como principal eje analítico. Seguimos con un preámbulo donde redefinimos los desastres como “problemas no resueltos de desa-rrollo”. A continuación, explicamos la influencia que tiene la desigualdad so-cioespacial en los patrones de vulnerabilidad diferenciada. Más adelante, repasamos los aspectos generales de la teoría del desarrollo geográfico desigual para finalizar con los puntos donde converge con la vulnerabilidad a desastres.

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    De los “desastres naturales” a la construcción social del riesgo de desastres

    El estudio del riesgo de desastres tiene una larga tradición. Primero, como eventos asociados con fuerzas divinas, lejos del entendimiento humano, justificados como castigos. Más adelante, su origen fue atribuido a las fuer-zas de la naturaleza, manteniendo su carácter exógeno (Romero y Maskrey, 1993). De esa manera, los fenómenos naturales, como las lluvias, sequias, inundaciones y terremotos, se convirtieron en los principales causantes. De ahí que fueran catalogados como “desastres naturales”. Desde la óptica na-turalista, los desastres son imprevisibles, incontrolables e inevitables y, por lo tanto, la responsabilidad de su consumación es ajena a intervenciones humanas (Maskrey, 2016).

    Ante tal visión, los fenómenos naturales peligrosos, llamados amenazas, fueron vistos como un rival a vencer y los esfuerzos se enfocaron en su descripción, ubicación y distribución geográfica para impulsar políticas, ge-neralmente de carácter tecnológico, para controlar y atender los daños que ocasionan (Hewitt, 1983b). Sin embargo, al centrarse exclusivamente en características de la amenaza, como la localización, frecuencia, magnitud, etc., y los efectos que ocasionan, por ejemplo, el área afectada, las pér-didas económicas y el número de muertos y heridos; dejaron de lado los aspectos sociales implicados en el origen de los desastres.

    Un avance importante fueron los trabajos pioneros de Gilbert F. White. Pri-mero, en 1942, consideró variables como la percepción de la amenaza, la adaptación y aspectos económicos e institucionales que influyen para que el ambiente sea seguro o peligroso (White, 1942). Más adelante, en colabo-ración con Burton y Kates (Burton et al., 1967), notaron que la implementa-ción de ajustes tecnológicos, en algunos casos, incrementaba el problema. Además de fomentar la invasión de áreas peligrosas y la reconstrucción en el mismo sitio luego de un desastre previo.

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  • La vulnerabilidad a desastres y su relación con el desarrollo geográfico desigual

    Otro referente significativo son: O´Keefe, Westgate y Wisner (1976). En su trabajo, notaron que los desastres estaban incrementando y que la mayor cantidad de daños ocurría en los países subdesarrollados. A partir de esa observación, discutieron las causas de los desastres como procesos liga-dos a desarrollo o subdesarrollo de las sociedades y, el consecuente, in-cremento de vulnerabilidad 3 ante las amenazas. En 1983, en colaboración con Susman, los autores reafirmaron su posición, planteando que el pro-ceso de “desarrollo del subdesarrollo” explicaba el origen de los desastres.

    Para Susman, O´Keefe y Wisner (1983), las condiciones de subdesarrollo son parte de un proceso de marginación donde los países hegemónicos fortalecen su posición dominante sobre las naciones periféricas. Principal-mente, mediante la implementación de tecnología que privilegia el capital extranjero, reproduciendo el intercambio desigual, a la vez que debilita la economía local e incrementa su vulnerabilidad. Tal proceso de marginación es resultado de relaciones entre grupos sociales dominantes y, por consi-guiente, también opera al interior de los países desarrollados y subdesarro-llados. Retomaremos este tema más adelante.

    Por ahora, continuamos con los aportes que situaron a la vulnerabilidad como eje de los estudios de desastre e impulsaron el cambio de perspec-tiva.

    Kenneth Hewitt también planteaba que para disminuir los desastres las soluciones debían encaminarse a revertir las diferencias sociales entre la población (Hewitt, 1996). Además, mediante una dura crítica al enfoque tecnocrático, “dominante” en sus propias palabras, que perpetua la atri-bución de los desastres a la naturaleza, argumentó que los desastres son construidos en la vida diaria, como resultado de la interacción entre los rasgos físicos de los lugares ocupados y la acción humana (Hewitt, 1983b). Con la edición del libro Interpretations of calamity from the viewpoint of human ecology, Hewitt (1983a), preparó el terreno para la discusión de la construcción social de los desastres.

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    (3)| Nos referimos a vulnerabilidad en los términos de Oliver-Smith et al. (2016, p. 34): “La propensión a sufrir daños y pérdidas, incluyendo la vida, los medios de vida y la propiedad”.

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    La década de 1990 a 1999 fue declarada por la Organización de las Nacio-nes Unidas como el Decenio Internacional para la Reducción de Desastres (DIRD) y con ello incrementó la producción de trabajos enfocados al estudio de los desastres. Sin duda, uno de los más destacados fue realizado por Blaikie, Cannon, Davis y Wisner, titulado: At Risk. Natural hazards, people´s vulnerability and disasters4 . Con él, sus autores consolidaron el enfoque social o de la vulnerabilidad. Su argumento central es que los desastres, además de la amenaza que los detona, son producto del contexto social, político y económico que estructura la vida de las personas, haciéndolas más (o menos) vulnerables a sus efectos (Blaikie et al., 1994; Wisner et al., 2004).

    De ese modo, en lugar de enfocar la atención en las características y efec-tos de las amenazas, es necesario atender las causas de fondo que produ-cen condiciones inseguras para personas vulnerables, entre ellas: la distri-bución de poder, procesos económicos, acceso desigual a recursos, falta de instituciones, urbanización desregulada, etc. Tales condiciones difieren entre los grupos sociales que habitan un territorio y por ello la distribución de perdidas, generalmente, está asociada con aspectos socioeconómicos (Wisner et al., 2004; Wisner, Gaillard y Kelman, 2012; Twigg, 2015; Oliver-Smith et al., 2016).

    Visto desde esta perspectiva, el desastre no es un producto, sino parte de procesos sociales históricos y espaciales de larga duración que se mate-rializan en condiciones de vulnerabilidad para la población de un contexto especifico. En el estudio del riesgo de desastres, esto ha sido conceptua-lizado como construcción social del riesgo. Oliver-Smith, Alcántara-Ayala, Burton y Lavell (2016, p.14), lo explican de la siguiente manera: “El riesgo de desastres y el eventual desastre que ocurre son construcciones sociales basadas en la presencia de eventos físicos potencialmente dañinos, pero dominantemente condicionados en sus efectos por las percepciones, priori-dades, necesidades, demandas, decisiones y practicas sociales”. Por lo tanto, para comprender los procesos que construyen los desastres es

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    (4) | Este trabajo fue traducido al español por la Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina (LA RED) como Vulnerabilidad. El en-torno social, político y económico de los desastres en 1996. Para la segunda edición de At Risk, en 2004, Ben Wisner se convirtió en el primer autor.

  • La vulnerabilidad a desastres y su relación con el desarrollo geográfico desigual 16

    necesario dejar de justificarlos como fenómenos inesperados e inevitables. En cambio, debemos voltear la mirada hacia los problemas de raíz que propician los escenarios para que ocurran.

    Los desastres como:“Problemas no resueltos de desarrollo”

    Volviendo un poco al DIRD, en ese tiempo Lavell (1997a) y Maskrey (1998), integrantes de la Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina (LA RED), señalaban que el enfoque de la vulnerabilidad motivó un giro en la forma de ver los desastres y citaban el trabajo de Wi-jkman y Timberlake (1984) para redefinirlos como “problemas no resueltos de desarrollo”. Es decir, tal como O´Keefe et al. (1976) y Susman et al. (1983), advirtieron que el incremento de desastres es un efecto del desa-rrollo humano mismo.

    Años más tarde, Pelling, Maskrey, Ruiz y Hall (2004) utilizaron el mismo argumento para demostrar que la acumulación del riesgo de desastre es un efecto de intervenciones inadecuadas de desarrollo. Por ejemplo, el au-mento de pobreza y la reducción de capacidades para recuperarse de los desastres, ocasionados por la urbanización de sitios expuestos a amena-zas naturales, como llanuras inundables o laderas de cerros, en construc-ciones poco seguras. Para exponer las maneras en que los desastres inte-ractúan con el desarrollo humano, Pelling y sus colaboradores, dividieron este último en sus componentes económico y social.

    Para Pelling et al. (2004), los desastres limitan el desarrollo económico con la destrucción de activos fijos, daños en la infraestructura de transporte, comunicaciones y energía, y el deterioro de los modos de vida, los ahorros y el capital físico. Mientras que el mismo desarrollo acrecienta el riesgo de desastres a través de prácticas que incrementan la riqueza de algunos a costa del trabajo en condiciones inseguras de otros o del deterioro de las condiciones ambientales, por ejemplo, al reducir la superficie vegetal.

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    Por su parte, el desarrollo social es condicionado por los desastres con la destrucción de instalaciones médicas y educativas y la erosión del capital social, ocasionado por las muertes y migraciones forzadas. Este tipo de de-sarrollo genera riesgo cuando las normas culturales promueven aislamiento social o exclusión política (Pelling et al., 2004). Más recientemente, Oliver-Smith et al. (2016) también reconocen que las contradicciones mismas del desarrollo dificultan la gestión del riesgo de desastres. De acuerdo con ellos, el incremento de vulnerabilidad y exposi-ción a amenazas socio-naturales es resultado de procesos que involucran decisiones, prioridades, asignación de recursos y modelos de producción y consumo vinculados con patrones históricos del desarrollo económico y socio-cultural de las sociedades.

    Los párrafos anteriores presentan algunas bases para comprender la in-terrelación que guarda el desarrollo humano con los desastres, donde los causas están asociadas, generalmente, con procesos económicos y socia-les. Sin embargo, hay un asunto que a nuestra consideración es de signi-ficativa relevancia: los desiguales niveles de vulnerabilidad en los grupos que componen las sociedades.Los trabajos realizados desde el enfoque de la vulnerabilidad han demos-trado que los efectos de los desastres difieren entre distintos sectores de la población. Generalmente, los grupos con menor acceso a recursos son los más afectados (Wisner et al., 2004 y 2012; Cutter, 2006; Twigg, 2015; Oliver-Smith et al., 2016). Esa tesis es significativa, sobre todo, en ciudades donde los niveles de desigualdad son cada vez mayores.

    Las ciudades como espacios de diferenciación

    La concentración de población en un entorno, la ciudad, donde la organiza-ción está basada en una sociedad jerarquizada, estratificada y con acceso diferencial a recursos (Harvey, 1977) ha tenido repercusiones para sus po-bladores. Uno de ellos es la polarización social y, con ello, la segregación

  • La vulnerabilidad a desastres y su relación con el desarrollo geográfico desigual

    espacial por grupos socioeconómicos (Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos [ONU-Habitat] y Banco de Desarrollo de América Latina [CAF], 2014; United Nations International Strategy for Di-saster Reduction [UNISDR], 2015). Generalmente, las personas habitan los espacios urbanos de acuerdo con su condición económica.

    Al revisar documentos recientes elaborados por instancias internaciona-les donde tratan el riesgo de desastre en el contexto urbano (entre ellos, International Federation of Red Cross and Red Crescent Societies [IFRC], 2010; UNISDR, 2013 y 2015; ONU-Habitat y CAF, 2014; y ONU-Habitat, 2016) encontramos que un aspecto significativo de los más señalados son las crecientes desigualdades sociales y espaciales de la población.

    Por ejemplo, el estudio presentado por ONU-Hábitat y el CAF (2014) mues-tra que América Latina y el Caribe es la región con nivel más elevado de inequidad urbana a nivel nacional. De la muestra tomada en 17 países, 8 presentan muy alta desigualdad, 7 alta desigualdad y solo 2 relativa des-igualdad. Sin embargo, especifican que: “Las desigualdades en las ciu-dades no tienen que ver únicamente con los ingresos; ellas se traducen también en disparidades físicas manifiestas. Los patrones arraigados hacia una utilización segregadora del espacio separan las zonas de los ricos de las de los pobres” (ONU-Hábitat y el CAF 2014, p. 109).

    De igual manera, Mansilla señala que la tendencia de urbanización poco planeada en América Latina ocasionó ciudades polarizadas que amplían la brecha entre ricos y pobres:

    “el desempleo aumentó, proliferando formas de sobrevivencia mediante el trabajo informal; la segregación espacial fue más evidente, siendo la carac-terística del ensanchamiento de la mancha urbana la ocupación irregular del suelo; (y) la pobreza, la carencia de servicios básicos, el déficit de vi-vienda y/o la ocupación de viviendas inadecuadas también se extendieron por todas las áreas urbanas”. (Mansilla, 2010, p. 16. Paréntesis añadidos)

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    En términos de David Harvey (2013), este fenómeno es resultado del pro-ceso de generación y acumulación de excedentes de capital. Para él, la urbanización es un proceso que reproduce la división en clases. Explica que el urbanismo, como modo de vida, fue una necesidad de la economía basada en el intercambio de mercancías, dentro de una sociedad desigual. Primero, concentrando el modo de producción y la fuerza de trabajo en un lugar para generar y manipular los excedentes. Después, con la expan-sión geográfica de la economía, materializada a través de la urbanización (Harvey, 1977). De esa forma, mantiene la organización social mediante el acceso diferenciado a recursos.Para entender lo anterior en términos de la construcción social del riesgo, los siguientes ejemplos presentan escenarios donde la desigualdad so-cioespacial de la población ha repercutido en los patrones de vulnerabilidad diferenciada a desastres. Tal vez el ejemplo más representativo lo reveló el huracán Katrina, lue-go de su paso por Nueva Orleans en 2005. Algunos investigadores, entre ellos Susan L. Cutter, mostraron que las afectaciones ocasionadas por el huracán no se distribuyeron en el territorio de manera homogénea y que en ello influyeron factores como la raza y la clase social 5 . Buena parte de la población más pobre de los Estados Unidos de América, en su mayoría afrodescendiente, son los principales habitantes de esa zona históricamen-te inundable. El origen de su ocupación responde, primero, a las rutas de transporte acuático a través del río Mississippi que detonaron su desarrollo y, después, a la asignación de vivienda para la población rural empobrecida que migró a la ciudad, en áreas suburbanas con acceso limitado a empleo y educación (Cutter, 2006).Lo anterior repercutió directamente en la vulnerabilidad de los habitantes durante y después del paso de Katrina. Los diques construidos para con-trolar el exceso de agua no resistieron la carga y colapsaron, dejando inun-dada gran parte de la ciudad. Según Cutter (2006), otros factores que agra-varon el desastre fueron las limitaciones económicas intensificadas porque el huracán golpeo a final de mes, la poca intervención de las autoridades locales, estatales y federales, y los planes ineficaces de preparación y res-

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    (5) | Mayores detalles en http://understandingkatrina.ssrc.org.

  • La vulnerabilidad a desastres y su relación con el desarrollo geográfico desigual

    puesta. Otro ejemplo es el trabajo de Collins (2008). Él propone analizar el ries-go de desastres mediante un enfoque que incorpora simultáneamente los términos de marginación (marginalization) y facilitación (facilitation) para entender cómo estos procesos intervienen en la producción de patrones de vulnerabilidad diferenciada. El autor, explica que el desarrollo de una economía de servicios impulsada institucionalmente en los bosques de las White Mountains de Arizona proporcionó a los grupos privilegiados de oportunidades para asegurar su posición y la explotación de recursos am-bientales, mediante la venta de terrenos y la construcción de clubes priva-dos y viviendas de segunda residencia aseguradas para evitar pérdidas derivadas de los incendios. Mientras tanto, los habitantes locales fueron marginados, sus medios de vida (basados en los recursos que proporciona el bosque) condicionados por la disminución de la economía extractiva y orillados a subemplearse en el sector de servicios. Haciéndose dependientes del flujo de visitantes externos. Los resultados negativos del desarrollo económico fueron, por un lado, el incremento de construcciones en condiciones inseguras, expues-tas a los incendios, y, por el otro, desigualdades sociales cada vez mayores que se ven reflejadas en el paisaje edificado (Collins, 2008). Recientemente, Marchezini y Wisner (2017) estudiaron las inundaciones en Manaus, Brasil para explicar los factores que condujeron al incremento de vulnerabilidad de sus pobladores. Tales condiciones fueron propiciadas por la colonización de la Amazonia. Primero, por la necesidad de hule para automóviles y, después, de minerales y acero para la Primera y Segunda Guerra Mundial. Más adelante, con el fin de integrar la Amazonia en la economía nacional, fueron realizados algunos proyectos para impulsar su desarrollo. Uno de ellos fue el traslado de la capital de Río de Janeiro a Brasilia. Otro, la inversión en infraestructura, por ejemplo, la autopista Belém-Brasilia. Y otro, la implementación de la Zona de Libre Mercado de Manaus, capital del estado de Amazonas, cuyo objetivo fue inducir un centro industrial, comer-cial y agrónomo. Eso estimuló el crecimiento demográfico (de trescientos

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    mil habitantes en 1970 a casi un millón cuatrocientos mil en el año 2000) y la urbanización del territorio sin planes de uso de suelo, infraestructura suficiente o programas de vivienda social. La falta de capacidad institucional ante el rápido desarrollo fue cómplice de la urbanización periférica de la ciudad, generalmente, mediante asenta-mientos irregulares. La edificación también contribuyó a la perdida de su-perficie vegetal y la posibilidad de absorber y regular la precipitación. Con ello, las inundaciones regionales incrementaron, afectando principalmente a los habitantes más pobres de la ciudad, ubicados en las áreas más sus-ceptibles. Dos ejemplos son las inundaciones de 1999, que alcanzó los 29.3 metros y afectó a 42 mil personas; y la de 2009, de 29.77 metros, donde el número de afectados incrementó a 400 mil (Marchezini y Wisner, 2017).Los anteriores son ejemplos de cómo el desarrollo no resulta igual para to-dos, mientras que unos grupos obtienen beneficios por las políticas imple-mentadas, otros resultan perjudicados. En el marco del estudio del riesgo de desastres, lo anterior puede traducirse en la ocupación de sitios peli-grosos por parte de los grupos menos privilegiados como un medio para integrarse en la economía de una sociedad. Considerando que las desigualdades socioespaciales de los lugares ocu-pados y la transformación del medio físico, a través de políticas de desarro-llo, intervienen en la producción de sitios peligrosos; consideramos que la teoría del desarrollo geográfico desigual puede ayudar a explicar las con-diciones que propician la vulnerabilidad diferenciada a desastres. Por ello, a continuación, introducimos los fundamentos generales desarrollados por Neil Smith y David Harvey.

    Desarrollo desigual

    Una noción que explica la manera en que el sistema capitalista vigente produce su espacio es el desarrollo desigual. En términos generales, el concepto se refiere a diferencias en el crecimiento económico de las re-giones. Uno de los autores que más profundizó este tema fue Neil Smith

  • La vulnerabilidad a desastres y su relación con el desarrollo geográfico desigual 22

    (1954 - 2012). En su intento por descifrar cómo la reestructuración espacial interviene en la supervivencia del capital, él explicaba que: “El desarrollo desigual es la expresión geográfica sistemática de las contradicciones in-herentes de la naturaleza y estructura del capital […] El patrón resultante en el paisaje es bien conocido: desarrollo en un polo y subdesarrollo en el otro” (Smith, 2008, pp. 4-6). Según Smith (s-f; 2008), el concepto de desarrollo desigual tiene su origen en la teoría marxista y fue utilizado por Trotsky y Stalin (desde sus distin-tas posiciones) en la década de 1920 para referirse al desarrollo desigual del conflicto de clases. Esa noción permaneció un tiempo en la oscuridad hasta que fue retomada en la “ley universal de la desigualdad”, para ha-cer referencia a que nada en el mundo se desarrolla uniformemente. Sin embargo, al explicar todo y nada a la vez, pasó a ser un concepto trivial (Smith, s-f, p. 3).Con todo, de acuerdo con Smith (2008), la evolución del patrón geográfico actual de acumulación del capital exige retomar la noción de desarrollo desigual. Para argumentar su idea, nuestro autor señala que es preciso integrar los procesos espaciales y sociales como uno mismo. Él lo realiza a través de lo que Lefebvre (2013) conceptualizó como la producción del espacio. Lo cual, en términos generales, se refiere a que el espacio es a la vez producto y productor de las relaciones sociales.Para Smith (1982; 2008), la lógica del desarrollo desigual refleja dos ten-dencias simultaneas y contradictorias de la producción del espacio ca-pitalista: la ecualización (equalization), que se refiere a la necesidad de equilibrar las condiciones y niveles de desarrollo de manera que permitan competir en el mercado, por ejemplo, invirtiendo en infraestructura para op-timizar el transporte de materias primas y mercancías; y, la diferenciación (differentiation), concerniente a las diferencias espaciales que repercuten en la organización social. Eso incluye la inversión de capital en algunos lugares a costa de otros, salarios diferenciados espacialmente y rentas de suelo desiguales, por mencionar algunos. Según Smith (1982), tales tendencias explican los procesos de desarrollo-subdesarrollo de regiones y naciones y los contrastes entre los suburbios

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    y el interior de la ciudad. En palabras del autor: “El desarrollo desigual es la inequidad social desenvuelta en el paisaje geográfico y, simultáneamente, la explotación de las desigualdades geográficas para determinados fines sociales” (Smith, 2008, p. 206).Desarrollo geográfico desigualExtendiendo el trabajo de Smith, la versión de Harvey, el desarrollo geo-gráfico desigual, considera el contexto socio-ecológico donde tiene lugar la actividad humana que, a su vez, modifica tales condiciones. Su concepto in-tegra tres componentes: 1) las relaciones socio-ecológicas históricas en un lugar determinado, 2) las configuraciones jerárquicas que ordenan el lugar, y 3) los flujos que producen, reproducen y disuelven las diferencias geográ-ficas en el paisaje (Harvey, 2018). Lo que pretende Harvey es alcanzar una teoría “unificada” del desarrollo geográfico desigual, específicamente del capitalismo, que integre los argu-mentos historicistas, constructivistas, ambientalistas y geopolíticos6 . Por ello, también considera cuatro condicionantes (Harvey, 2005, pp. 58-87): 1) La incorporación o integración material (material embedding) de los procesos de acumulación de capital. O sea, la manera como los dis-tintos grupos sociales se integran en la escala más amplia del sistema so-cio-ecológico. Lo cual, queda plasmado en el desarrollo geográfico desigual. 2) La acumulación por desposesión (accumulation by dispos-session). Que se refiere a las maneras en que la clase capitalista se apropia del excedente, lo trata como si fuera propio y lo hace circular para su re-producción. Siendo esto una condición necesaria para la supervivencia del capitalismo. 3) El carácter casi-legal de la acumulación de capital en tiempo y espacio. Donde se aceptan algunos supuestos, entre ellos: que la acumu-lación se caracteriza por ser una actividad expansiva con crecimiento inevi-table y positivo, donde el crecimiento se sostiene mediante la explotación del trabajo en la producción; que el “progreso” es necesario y bien aceptado; que las crisis por sobreacumulación son ineludibles; y que si los excedentes no pueden ser absorbidos, serán devaluados. 4) Los conflictos políticos, sociales y de clase en una variedad

    23

    (6) | Aquí no ahondaremos en ellos. Para más detalles consultar Harvey, 2005.

  • La vulnerabilidad a desastres y su relación con el desarrollo geográfico desigual 24

    de escalas geográficas. Los cuales están directamente conectados con los puntos anteriores y pueden ser determinantes activos del desarrollo geo-gráfico desigual. Por ejemplo, en las decisiones sobre dónde realizar las inversiones de capital.También se debe considerar que los efectos positivos y negativos varían de un lugar a otro y son dependientes de la escala (Harvey, 2007). Eso signifi-ca que los lugares se desarrollan a ritmo diferente, puede haber diferencias entre dos países, así como en regiones dentro de ellos, ciudades, etc.

    Tales diferencias son producidas y reproducidas por procesos político-eco-nómicos y socio-ecológicos. Por esa razón las tendencias se perpetúan: mientras que algunos lugares incrementan su riqueza, otros empobrecen constantemente. Sin embargo, las variaciones geográficas no son fijas ni inalterables y los efectos positivos y negativos varían en los lugares (Har-vey, 2007; 2014). Una economía puede volverse prospera al inyectarle ca-pital o estancarse al dejar de hacerlo.

    El desarrollo geográfico desigual y la vulnerabilidad a desastres

    De acuerdo con Smith (2008), el patrón más avanzado de desarrollo des-igual tiene lugar en la escala urbana. Ahí, el desarrollo geográfico desigual separa a los que más tienen de los que menos. Generalmente las perso-nas con mayores ingresos viven en zonas planeadas para ellos. Mientras tanto, los más pobres habitan barrios antiguos o son empujados a los már-genes de la ciudad, hacia lugares donde se reproduce la tugurización, en condiciones poco seguras, con viviendas semi-construidas y sin servicios públicos.

    En el estudio del riesgo de desastres esas desigualdades socioespaciales podrían explicar porque los grupos sociales experimentan diferentes gra-dos de vulnerabilidad ante una amenaza natural. Pero antes, es importante

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    distinguir entre dos tipos de riesgo: los intensivos y los extensivos. Los pri-meros se manifiestan en desastres poco frecuentes, pero con resultados ca-tastróficos, que incluyen gran cantidad de muertes y pérdidas económicas. Por ejemplo, los ocasionados por tsunamis y terremotos de gran escala. En cambio, los riesgos extensivos son más habituales, de intensidad baja o moderada y provocan impacto acumulativo y debilitamiento ante futuros eventos. El ejemplo más representativo son las inundaciones urbanas.Aunque los desastres ocasionados por riesgo extensivo sólo ocasionan el 13% de la mortandad, son causantes de aproximadamente el 42% de las pérdidas económicas (UNISDR, 2013). Este tipo de riesgo es característico de zonas marginales de las ciudades, donde las condiciones de vida incre-mentan la exposición y vulnerabilidad de sus habitantes. De esa manera, el estatus social tiende a fortalecerse con las afectaciones continúas derivadas de los desastres (Wisner et al., 2012). Por lo tanto, el factor socioespacial es determinante.

    Wisner et al. (2004) indican que los sistemas políticos y económicos orga-nizan la estructura social y determinan el acceso a medios de producción y modos de vida; la ubicación de los grupos sociales, que incluye los lugares donde viven y trabajan; y quienes están más expuestos a las amenazas. Para Harvey (2014), ese es el paisaje geográfico del sistema capitalista, construido conforme a los intereses de grupos e individuos que buscan be-neficiarse de los procesos macroeconómicos de desarrollo desigual.Es en este punto donde el concepto de construcción social del riesgo coin-cide con la noción de desarrollo geográfico desigual. La transformación y adaptación del medio físico involucra a diversos agentes, entre ellos, perso-nas comunes, instituciones, representantes políticos, planificadores, urbani-zadores y grupos de poder, entre otros, que con su influencia intervienen en la producción de sitios seguros o vulnerables. Entonces, más que enfocar-nos en situaciones actuales, es necesario indagar en ideologías dominantes y procesos de desarrollo que llevaron a tales resultados (Oliver-Smith et al., 2016). O sea, las configuraciones jerárquicas que ordenan el lugar (Harvey, 2018).

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    Los patrones de desarrollo geográfico desigual que ocasionan que unos lugares enriquezcan y otros empobrezcan pueden explicar el incremento de exposición y vulnerabilidad de las poblaciones urbanas. Las políticas de desarrollo implementadas, particularmente, en las ciudades son un canal de atracción para personas en busca de mejores ingresos y oportunidades. Aunque el resultado final sea una mezcla de costes elevados, ausencia de servicios y falta de seguridad de la propiedad (Davis, 2014, p. 43). Y, en el caso de los desastres extensivos, pérdidas continúas derivadas del impac-to de las amenazas. Como señala Harvey (2017, p. 162): “El desarrollo desigual sirve, por en-cima de todo, para desplazar los fallos sistémicos del capital de un lugar a otro”. Por ejemplo, el traslado de la pobreza y la vulnerabilidad rural al contexto urbano. Aunque ahí se magnifica, dadas las tendencias diferen-ciadoras de la ciudad.

    CONCLUSION

    La vulnerabilidad diferenciada y, en todo caso, el incremento de exposición y vulnerabilidad a desastres podría ser una de tantas contradicciones que Harvey señala en sus libros (Harvey, 2005; 2014; 2018). Mientras que, por un lado, hay avances en el entendimiento de las causas que originan los desastres, en el otro incrementan las condiciones de exposición y vulnera-bilidad de la población, que cada vez se hace más urbana. Beck concep-tualizó tal escenario como la sociedad del riesgo, donde la producción de riesgos sobrepasa la capacidad institucional para ofrecer seguridad (Beck, 1996).Esto nos obliga a hacernos la pregunta que Oliver-Smith y sus colabora-dores retoman de White, Kates y Burton (2001): “¿Por qué sucede esto (el incremento de vulnerabilidad) a pesar de la existencia de mayor conoci-miento científico y capacidad técnica relacionada con problemas de riesgo y desastre?” (Oliver-Smith et al., 2016, p. 18. Paréntesis añadidos).Como expusimos en el presente documento, la respuesta puede estar en el desarrollo geográfico desigual. Por lo tanto, afines con Oliver-Smith et al. (2016), creemos que para mejores resultados es necesaria una explicación

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    más detallada de cómo y por qué se originaron tales condiciones. Y en este sentido, también coincidimos con Smith (2008, p. 208) cuando afirma que “la teoría del desarrollo desigual proporciona señales sobre qué analizar y cómo interpretar los hallazgos”. Si el desarrollo geográfico desigual es un producto y una necesidad para la supervivencia del capital (Harvey, 2005; Smith, 2008) y las políticas de desarrollo a todas las escalas siguen el modelo capitalista vigente, la inte-gración de esta teoría al estudio del riesgo de desastres parece una nece-sidad indiscutible.

    FINANCIAMIENTO

    Este trabajo es parte del proyecto de investigación en curso para obtener el grado de doctor en Ciudad, Territorio y Sustentabilidad de la Universidad de Guadalajara, financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnolo-gía (Conacyt).

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