revista dialogo de saberes nº 4

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PRE-ENCUENTRO ALAS 2009, ASOCIACION LATINOAMERICANA DE SOCIOLOGIA, UBV MARACAIBO

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Ministerio del Poder Popular para la Educación SuperiorUniversidad Bolivariana de VenezuelaDirección de Investigación y Estudios AvanzadosRevista Diálogo de Saberes

Equipo Editor: Ana Maritza Capote, Karen Silva Aristeguieta, Maurice BrunnerEditora del presente número: Haydée Ochoa HenríquezCoeditores del presente número: Karen Silva Aristeguieta y Maurice BrunnerCoordinación de Ediciones y Publicaciones: Humberto Gómez García.Diseño de portada y diagramación: Ariadnny AlvaradoDistribución: Carla M. Acevedo

Editorial e Imprenta: Ediciones Imprenta Universitaria UBV

Símbolo: Petroglifo Laja de Piedra Pintada Vigirima (Edo. Carabobo)

Revista Diálogo de Saberes / Universidad Bolivarianade Venezuela, Dirección de Investigación y Estudios Avanzados.— Caracas: Ediciones Imprenta UniversitariaUBV, 2008.170 p. ; 23 cm.— (Año 2, Nº 4, Enero-Abril).Depósito legal: pp200802DC2792ISSN: 1856-8645Revista Académico-Científi ca Cuatrimestral

Tiraje: 2.000 ejemplares. Papel: Bond 20

Dirección física: Av. Leonardo da Vinci, Edifi cio Sede UBV, Piso 9, Ofc. CH-12, Los Chaguaramos, Caracas 1040, Venezuela.

Teléfonos: (58-212) 606.36.65 – 606.38.09 (telefax)

Sitio en la WEB:

http://www.ubv.edu.ve/index.php?option=com_content&view=article&id=166&Itemid=178 y http://dialogosaberes.ubv.edu.ve/index.php

Contactos y suscripciones a la versión electrónica: [email protected]

Se permite la reproducción parcial o total a condición de que no se alteren los textos, no se haga uso comercial de los mismos, se cite la fuente y se envíen dos (2) ejemplares al Equipo Editor.

Diálogo de Saberes no suscribe, necesariamente, las opiniones emitidas por los autores.

La presente edición es gratuita. Queda prohibida su venta.

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sumario

5| La investigación en la Universidad Bolivariana de Venezuela

10| Pensamiento crítico y alternativas de transformación en América Lati-na – Critical thought and transformation alternatives in LatinAmerica... RAQUEL SOSA

19| Bases conceptuales de un modelo de comunicación para el desarrollo de una economía social – Conceptual basis of a communicational model for the development of a social economy... JOSÉ JAVIER LEÓN

30| Transformaciones del Estado venezolano: El paradigma de laparticipación – Transformations of the venezuelan State: The participation paradigm... ROSA VIRGINIA NÚÑEZ

39| La educación en el capitalismo tardío – The education in latecapitalism... CORIBELL NAVA

48| Sentido de la política pública en el marco del desarrollo endógeno en Venezuela – The meaning of public policies in the context ofendogenous development in Venezuela... ALEJANDRO E. OCHOA ARIAS

64| Salud y desarrollo endógeno en Venezuela – Health and endogenous development in Venezuela... ISABEL RODRÍGUEZ Y MARÍA TERESA RINCÓN

87| Poder popular y derechos humanos – Popular power and human rights... TERESA GAMBOA CÁCERES

107| Concepción hegemónica de los derechos humanos: La lucha de los yukpas por su tierra – Hegemonic conception of human rights:the Yukpas’ struggle for their land... MARILUZ GUILLÉN

121| Actitudes de estudiantes wayúu ante el ritual del encierro –Wayuu students’ attitudes before the enclosure rite... LAURA FINOL y SAIDA GUERRA

EDITORIAL

PERSPECTIVAS

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132| Aproximación a la Corte Malandra del culto de María Lionza - An approach to the Malandra Court in the María Lionza cult... JOSÉ ANTONIO MATOS CONTRERAS

ÍNDICE ACUMULADO

EVENTOS…

148|Primer Congreso Internacional sobre Pensamiento Crítico y Alternati-vo (Encuentro PRE-ALAS Maracaibo 2009)... Maracaibo, 2 AL 4 DE MAR-ZO DE 2009

150|Primeras Jornadas de Producción y Recreación de Saberes – UBV – Sede Zulia... MARACAIBO, 7 y 8 de Octubre de 2009

152|II Simposio Latinoamericano La Sistematización de Experiencias fren-te a los Desafíos Político-Pedagógicos en la Construcción de Nuevos Paradig-mas... Caracas, Maracaibo, Maturín, Punto Fijo, 10 al 13 de Noviembre de 2009

159| Índice 2008

PARÁMETROS EDITORIALES... 164| Áreas de conocimiento y secciones

165| Público objetivo y parámetros de evaluación de artículos

165| Criterios específi cos para escritos científi cos

167| Criterios específi cos para divulgación de experiencias

RESEÑAS

ÍNDICE ACUMULADO

NORMAS DE LA REVISTA DIÁLOGO DE SABERES

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EDITORIAL

La Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV), fue creada en 2003; tiene seis años de vida, es una

institución muy joven, no obstante tiene potencialidades importantes para constituirse muy temprano en una universidad con una alta producción científi ca, además con incidencia en la transformación de la realidad. Cuatro atributos contribuyen a la creación de estas potencialidades.

1. La UBV ha desplegado una sostenida e intensa actividad en investigación-acción (no la tiene ninguna otra institución científi ca del país). A través de la Unidad Integradora Proyecto que se desarrolla en los Programas de Formación de Grado (PFG), todos los docentes y estudiantes, junto con las comunidades, trabajan con la referida estrategia de investigación, contribuyendo a la transformación de éstas y a su propia transformación por la vía de la refl exión crítica sobre la investigación. Es una práctica institucional en la cual la UBV tiene mucho que aportar a la comunidad científi ca nacional e internacional. Se requiere para ello, esfuerzos de sistematización que la institución lleva adelante por diversas vías, una de ellas es la exigencia de sistematización de experiencias en los concursos de ingreso del personal docente y de investigación; otra es la institucionalización de un evento internacional sobre la materia, desarrollado hasta los momentos por dos años consecutivos con evidentes avances entre uno y otro y, sin ánimo de agotar los esfuerzos en esta materia, hay una preocupación permanente en el tema que se expresa en la realización de eventos diversos para la formación y el debate sobre las experiencias, no obstante, el camino a recorrer no es corto para poner a debate y reproducción tales experiencias. Desarrollar acciones que permitan acortar esta distancia es una cuestión de primer orden en la UBV.

La investigación en la Universidad

Bolivariana de Venezuela

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2. En la UBV un gran número de sus docentes se encuentran realizando el doctorado. Como referencia tenemos que en el Zulia, más del 50% de los profesores están cursando el V nivel. Es un proceso en el cual nos hemos involucrado poniendo especial atención en la investigación sobre la cual se levanta el desarrollo del doctorado en dos sentidos, especialmente desde el programa de doctorado en Ciencia para el Desarrollo Estratégico que desarrolla la institución. Por un lado, tomamos previsiones para evitar el llamado síndrome Todo Menos Tesis (TMT) que ha afectado al IV y V nivel de la educación en toda América Latina, de lo cual no ha escapado Venezuela. Como estrategia clave se previó el acompañamiento sistemático desde colectivos organizados sobre las líneas de investigación, lo que supone que una explicación al síndrome es la soledad del estudiante, la cual ha estado reforzada por la ausencia de trabajo en equipo en las instituciones que ofrecen programas de postgrado. Por otro lado, cuidamos con esmero la calidad de la investigación, lo cual para una institución que es bandera del proceso revolucionario implica, por una parte, romper con posiciones acríticas de insumos y productos científi cos reproductores de la realidad que se quiere transformar y al mismo tiempo promover la incorporación del pensamiento crítico, vital para el proceso de transformación que se adelanta en el país y, adicionalmente, implica atacar el paradigma lineal de la investigación que supone que el conocimiento debe estar en las revistas científi cas internacionales, esperando que la realidad lo encuentre para usarlo. En oposición a este paradigma y siguiendo las políticas científi cas del Estado, desde el doctorado, al igual que desde otras instancias se promueve la investigación articulada con la realidad en términos de dar respuesta a su transformación, sin sacrifi car la construcción teórica que exige este nivel y la comprensión rigurosa de una realidad inédita en los últimos tiempos, como lo es la venezolana y latinoamericana.

3. Un aspecto fundamental que potencia la investigación en la institución lo constituye el proceso que se lleva adelante en los actuales momentos, de creación de Centros de Estudio, estrategia organizativa defi nida en el reglamento de la Universidad, para impulsar orgánicamente la formación, la producción del conocimiento y transformación de la realidad sobre la base de las áreas académicas defi nidas,

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que a su vez se articulan con las políticas estatales. Es una estrategia que apenas comienza a desarrollarse y tal como está concebida formalmente, interpretamos que potencia el desarrollo científi co en la institución, articulado con las otras dos funciones que la ley le asigna a las universidades. Es un paso importante la creación de esta estrategia organizativa, aprovecharla para la producción de conocimiento científi co es un reto de la institución, cuyo logro no es simplemente producto de un decreto, sino de una construcción que se produce en un contexto de lucha entre viejas e innovadoras formas de organizar la investigación. No perder de vista esta forma de organizar la investigación que históricamente es débil en los países subdesarrollados, es también parte del reto.

4. Por último, sin ánimo de agotar las acciones que en la UBV están potenciando el desarrollo científi co, hay que destacar que en esta universidad el debate es casi una constante, las condiciones en las cuales se creó la institución han generado una cultura de la discusión, lo cual favorece la problematización de la realidad y del conocimiento, cuestiones que son desde nuestra óptica, claves en la investigación. El debate promueve el trabajo en colectivo, necesario para reproducir la investigación, que tanto se ha frenado por el trabajo de muchos investigadores, individual, solitario y desensibilizado de la necesidad de formar nuevas generaciones. El debate es además imprescindible para la construcción de conocimiento crítico y transformador de la realidad.

En la búsqueda de aprovechamiento de este potencial la UBV promueve a través de la organización de eventos científi cos, la presentación y discusión con investigadores del resto del país y del exterior, de resultados de las indagaciones de nuestra realidad y refl exiones teóricas, que desde distintos espacios organizativos, mientras se concretan los centros de estudio, realizan sus profesores. Como parte de estos eventos la sede Zulia realizó a comienzos del presente año, el I Congreso Internacional sobre pensamiento crítico y alternativo. Fueron muchos los trabajos con potencial para su publicación, de los cuales hemos seleccionado diez para difundir, después de un proceso de arbitraje externo, en este número de la REVISTA DIÁLOGO DE SABERES, adscrita a la Dirección General de Producción y Recreación de Saberes, hemos

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incluido en su mayoría trabajos de la UBV y, atendiendo las recomendaciones de las revistas, científi cas hemos escogido trabajos de otras instituciones, también presentados en el referido evento.

Los temas que tratan los trabajos aquí publicados, su paradigma explicativo y la realidad estudiada, dan cuenta de una investigación por caminos alternativos, el pensamiento crítico y las nuevas realidades del país están presentes en estos artículos.

El trabajo de Raquel Sosa, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), conferencista central del evento, constituye una refl exión sobre el papel de los intelectuales latinoamericanos en las circunstancias de cambio político en América Latina, es un trabajo que convoca a la necesidad del pensamiento crítico en los actuales momentos.

Seguidamente, incorporamos tres trabajos de profesores e investigadores de la sede Zulia de la UBV. José Javier León y Rosa Núñez avanzan en su línea de investigación como estudiantes del doctorado en Ciencias para el Desarrollo Estratégico, José Javier León discute conceptualmente su novedoso planteamiento sobre la comunicación que requiere el desarrollo de la economía social y Rosa Núñez se detiene en una de las dimensiones más importantes de la actual transformación del Estado venezolano, como lo es la participación ciudadana a la luz de los mandatos constitucionales. Coribel Nava, también investigadora de la sede Zulia, discute el papel del conocimiento y de la educación en el capitalismo tardío, concluyendo sobre el rol de éstos en la solución de problemas de fl uidez en las relaciones de mercado.

Alejandro Ochoa, investigador de la Universidad de los Andes (ULA) y profesor del doctorado en Ciencias para el Desarrollo Estratégico de la UBV, explora el sentido de la política pública desde la noción de democracia participativa y protagónica que sirve de marco político a la propuesta de desarrollo endógeno en el país. También en el tema del desarrollo endógeno, Isabel Rodríguez y María Teresa Rincón, investigadoras de la Universidad del Zulia, estudian la articulación de las políticas de salud con el modelo de desarrollo promovido por el gobierno bolivariano.

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Dos trabajos abordan el tema de los derechos humanos. Teresa Gamboa, investigadora de la Universidad del Zulia y profesora del doctorado en Ciencias para el Desarrollo Estratégico de la UBV, se detiene en el estudio de la relación entre los derechos humanos y las luchas para la transformación social sustentada en el marxismo clásico y desarrollos recientes de esta corriente de pensamiento. Por su parte, Maryluz Guillén, investigadora de la Fundación Juan Vives Suriá, de la Defensoría del Pueblo, cuestiona el uso del paradigma liberal de los derechos humanos por funcionarios del Estado, en oposición a políticas públicas formalmente defi nidas, en las luchas de los yukpas, indígenas ubicados en la Sierra de Perijá en el Estado Zulia, por recuperar sus tierras. También con el tema indígena, Laura Finol docente de una escuela básica y Saida Guerra, investigadora de la Universidad Experimental Libertador (UPEL), exploran la pérdida de los valores de los indígenas wayuu, también ubicados en el Estado Zulia, en el contexto del programa intercultural bilingüe del gobierno bolivariano, que busca recuperar las costumbres ancestrales de los pueblos indígenas.

Finalmente incorporamos un trabajo de José Antonio Matos, Profesor de la UBV de Caracas, en el cual estudia un fenómeno cultural del país, como lo es la resignifi cación del malandro en el culto a María Lionza.

Me correspondió asumir la responsabilidad del montaje de este número de DIÁLOGO DE SABERES, sin embargo, ello fue posible gracias a la participación en distintas etapas de este proceso editorial, de muchos profesores de la sede Zulia de la UBV, especialmente en la evaluación preliminar de las ponencias para identifi car el potencial de publicación. Entre éstos profesores se encuentran: Estílita Molero, Liliana Uscátegui, Rosa Núñez, Ruth Jiménez, Nelly Contreras, Iris Argüello, Rosa Mercedes Peña y Tereza Rea. Del personal administrativo de la Coordinación Regional de Producción y Recreación de Saberes, participó Yhoana Paredes y se encargó de la traducción de los resúmenes, Jeefry Borges y el resto del equipo de Idiomas de la UBV Zulia, a todos ellos, nuestro agradecimiento.

HAYDÉE OCHOA HENRÍQUEZCoordinadora Regional de Producción y Recreación de

Saberes de la UBV en Zulia, Mérida y Trujillo.

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DIÁLOGO DE SABERES N° 4 enero-abril/2009 Caracas/pp. 10-18

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PERSPECTIVAS

Pensamiento crítico y alternativas

de transformación en

América Latina1

RAQUEL SOSA ELÍZAGA*

RESUMEN

El propósito de este trabajo es parte de una refl exión de más

largo alcance, compartida con mu-chos profesionales latinoamericanos, sobre el papel que las ciencias so-ciales tienen que cumplir en las cir-cunstancias del cambio político que experimenta América Latina hoy, en particular frente al acoso de la crisis mundial y las nuevas amenazas al movimiento democrático de los países de la región. Se discute: a) La dimen-sión contemporánea de la lucha por la soberanía, b) La dimensión histó-rica de los cambios, c) La dimensión colectiva de las transformaciones so-ciales y d) La dimensión ética de la lu-

cha social. Se concluye que muchas son las tareas del pensamiento crítico latinoamericano, y afortunadamente, cada vez mayor la base social de quie-nes están dispuestos a reconocer el valor que tiene la creación crítica de los pueblos para comprender y pro-yectar respuestas a sus preguntas so-bre la vida.

Palabras clave: Pensamiento críti-co, pensamiento alternativo, transfor-maciones, América Latina, soberanía.

CRITICAL THOUGHT

AND TRANSFORMATION ALTERNATIVES IN LATIN

AMERICA

ABSTRACT

The purpose of this work is part of a refl ection of longer reach shared with many Latin American profession-als about the paper that the social

1 Texto de la conferencia dictada en el I Con-greso Internacional sobre Pensamiento Crítico y Alternativo, realizado en Maracaibo, organi-zado por la Universidad Bolivariana de Vene-zuela, Sede Zulia, del 2 al 4 de marzo de 2009, en el marco del XXVII Congreso de la Asocia-ción Latinoamericana de Sociología (ALAS).

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RAQUEL SOSA ELÍZAGA

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sciences have to fulfi ll in the circum-stances of the political changes that Latin America experiences nowadays, particularly facing the harass of glob-al crisis and the new threats to the democratic movements of the coun-tries in the region. It is discussed: it is argued: a) The contemporary di-mension of the fi ght for sovereignty, b) the historical dimension of these changes, c) The collective dimension of the social transformations and d) The ethical dimension of the social struggle. It is concluded that many are the tasks of the Latin American critical thought, and fortunately, each time greater the social base of those who are willing to recognize the value that has the critical creation of people to understand and project answers to their questions about the life.

Key words: critical thought, alter-native thought, transformations, Lat-in America, sovereignty.

1. INTRODUCCIÓN

Que yo recuerde, existe una tensión emocional, ideológica y política, en el pensamiento crítico latinoamericano desde los años setenta. Mi generación creció con la indignación a la repre-sión estudiantil en México en 1968 y 1971, y con los trágicos golpes de Estado que destruyeron las conquis-tas de los movimientos democráticos de Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia durante la década de los setenta.

La generación actual se enrique-ce con los triunfos democráticos en Venezuela, Bolivia, Argentina, Ecua-dor, Brasil, Paraguay y Chile, y ve con preocupación las regresiones que han sufrido México y Colombia. En uno y otro extremo, las orientaciones del

pensamiento tienen que ver con las pulsiones de la vida colectiva.

Ser latinoamericanista no ha deja-do de signifi car asociarse y compro-meterse con la causa de la transfor-mación por la democracia, la sobera-nía y la justicia en la región, aunque cada época tiene sus particularidades y, consiguientemente, sus exigencias.

Este trabajo es parte de una re-fl exión de más largo alcance que com-parto con muchos colegas latinoame-ricanos sobre el papel que las ciencias sociales y los profesionistas que nos dedicamos a ellas tienen que cumplir en las circunstancias del cambio po-lítico que experimenta América Latina hoy, en particular frente al acoso de la crisis mundial y las nuevas ame-nazas al movimiento democrático de nuestros países.

2. LA DIMENSIÓN CONTEMPORÁNEA DE LA LUCHA

POR LA SOBERANÍA

Hace casi doscientos años que el li-bertador Simón Bolívar denunciaba en su Carta de Jamaica que en nuestra región, una “escala militar de 2,000 leguas de longitud y 900 de latitud en su mayor extensión, 16,000,000 de americanos defi enden sus derechos”. Y decía: “Los americanos, en el siste-ma español que está en vigor, y quizá con mayor fuerza que nunca, no ocu-pan otro lugar en la sociedad que el de siervos -propios para el trabajo, y cuando más el de simples consumi-dores; y aun esta parte coartada con restricciones chocantes; tales son las prohibiciones del cultivo de frutos de Europa, el estanco de las produccio-nes que el rey monopoliza, el impedi-mento de las fábricas que la misma península no posee, los privilegios ex-

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PENSAMIENTO CRÍTICO Y ALTERNATIVAS DE TRANSFORMACIÓN EN AMÉRICA LATINA

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clusivos del comercio hasta de los ob-jetos de primera necesidad; las trabas entre provincias y provincias america-nas para que no se traten, entiendan, ni negocien; en fi n, ¿quiere Vd. saber cuál era nuestro destino? Los campos para cultivar el añil, la grana, el café, la caña, el cacao y el algodón; las lla-nuras solitarias para criar ganados; los desiertos para cazar las bestias feroces; las entrañas de la tierra para excavar el oro, que no puede saciar a esa nación avarienta”.

Llamaba a este estado de cosas “un ultraje y una violación de los derechos de la humanidad”. Las circunstancias de nuestra América en la actualidad han variado, lamentablemente, poco. De una población de más de 540 mi-llones de personas, más del 62% se debate en la pobreza y la indigencia. Una deuda externa de más de sete-cientos mil millones de dólares con-sume parte importantísima del pro-ducto bruto de la región. Empresas trasnacionales dominan la mayor parte de las producciones estratégi-cas de nuestros países, mientras la llamada guerra contra el narcotráfi co ha militarizado el subcontinente en niveles no vistos siquiera en la época de las guerras sucias de hace cuaren-ta años2.

América Latina es una de las re-giones del mundo que más crisis ha vivido lo largo de las últimas seis dé-cadas. Guerras, dictaduras, procesos revolucionarios se han sucedido en la región, dejando tras de sí cientos o miles de muertos, desaparecidos, presos. Nadie puede afi rmar ahora,

como no pudo hacerlo Bolívar en su tiempo, que los nuestros sean Esta-dos plenamente consolidados. Sólo que las responsabilidades de este de-sastre no pueden ser compartidas por las sociedades de la región. Se trata de la continuidad histórica de un mo-delo oligárquico que se cimentó en la agudización de la desigualdad, en la economía de enclave, en la disputa constante por la soberanía.

Las instrucciones que España emi-tía, corroída por la crisis en tiempos de Bolívar, hoy las emiten por igual y sin reparo el Banco Mundial, la OCDE y el propio gobierno norteamericano, cuyo director nacional de inteligencia, Dennis Blair (2009), afi rmó recientemente en el Senado de su país que la mayor ame-naza mundial a la seguridad es la cri-sis económica originada en los Estados Unidos, sin que ello signifi cara que asu-miera la menor responsabilidad o de-jara de referirse al mundo como esfera incuestionada de la hegemonía política, económica y militar de Norteamérica.

Resulta, por ello, urgente, que colo-quemos en el centro de nuestras pre-ocupaciones académicas la refl exión sobre el signifi cado de la soberanía en el presente y hacia el futuro de Amé-rica Latina. Podríamos y debiéramos hacer de nuevo el ejercicio de Bolí-var para interrogarnos, ya no sobre los posibles efectos que esta crisis de los Estados Unidos tendrá -algo que ha hecho, entre otros, David Harvey (2009) con extraordinaria inteligen-cia, sino cómo proyectamos nuestro propio pensamiento sobre qué será de nuestra América, hacia dónde quere-mos que se dirija su destino, una vez que haya sido derrotado el actual mo-delo hegemónico que la ha mantenido sometida prácticamente desde su In-dependencia de España.

2 De acuerdo con la CEPAL (2001 y 2008) y (SIPRI, 2008), los años setenta, ochenta y no-venta fueron fundamentalmente de turbulen-cias económicas. El crecimiento sólo se recu-peró en 2003, pero la volatilidad económica domina a la región hasta el presente.

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RAQUEL SOSA ELÍZAGA

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Recuperar nuestra soberanía es una tarea fundamental del pensamien-to crítico. Años de vivir sojuzgados al llamado orden internacional nos han legado el uso de un lenguaje, de con-ceptos y de atribuciones de valores y signifi cados, completamente alejados de nuestra realidad. Un ejemplo de eso son nuestros sistemas educativos, la mayor parte de los cuales juzgan las actividades académicas de acuerdo a certifi caciones de competencias y de calidad propias de los requerimientos del mercado, así como de los paráme-tros impuestos por estos organismos internacionales. En el lenguaje tecno-crático que ellos han diseminado, se habla de capital humano -un término que mucho recuerda la fi cción de sub-ordinación de la humanidad al control de una voluntad despótica, descrita por George Orwell-, para referirse a la inversión de recursos destinados a la formación de técnicos y profesionistas. Toda esa jerga, y lo que viene con ella - la reducción de los recursos públicos destinados a la educación, la privati-zación de nuestros sistemas educati-vos, el empobrecimiento de nuestros programas de estudio a partir’ de su-puestas competencias para el merca-do, pretende erradicar el pensamiento asociado al desarrollo, la solución de necesidades básicas de la población” la formación de habilidades y valores adecuados a los fi nes de una educa-ción concebida como servicio público fundamental.

Pensar, en cambio, en: qué nece-sitamos realmente saber y para qué, implica operaciones enormes de des-montaje de las cadenas de aprendiza-je orientadas por las expectativas em-presariales, para volver a construirlas, esta vez sobre la base de las deman-das efectivas de nuestras sociedades. Podríamos nombrar algunas de ellas:

• Cómo garantizar la dignidad de la vida de los seres humanos que vi-ven en nuestros países (la alimenta-ción, la salud, la educación, el tra-bajo, la vivienda).

• Sobre qué bases establecer un programa de desarrollo que preser-ve y enriquezca nuestros recursos básicos, sin que ello signifi que la destrucción o vulneración de la ca-pacidad de regeneración de nues-tros sistemas ambientales.

• Cómo construir un sistema de relaciones sociales que impida la agudización de la desigualdad y qué atribuciones debe tener el Es-tado para garantizar la búsqueda de nuevos equilibrios basados en la justicia, la igualdad y la equidad; cómo reconstruir los espacios pú-blicos y en qué dirección revalorar la intervención del Estado en la vida social, con el objetivo de garantizar la libertad, la tolerancia, el respeto a los otros, la realización de las aspi-raciones de la mayoría y, sobre todo, una efectiva soberanía popular en las decisiones públicas.

• Qué sistema de intercambios de bienes, servicios y productos debe construirse, de acuerdo con las ne-cesidades y capacidades de la socie-dad en su conjunto, así como con los grados de participación de los distintos sectores, públicos y pri-vados, internos e internacionales, que proscriba el abuso, el indebido monopolio y promueva verdadera igualdad en los términos del inter-cambio.

• Qué procesos de conocimiento favorecen la formación de una cul-tura científi ca, crítica, humanística para promover la ampliación de ho-

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rizontes de visibilidad y el continuo fl ujo de ideas, propuestas, visiones, informaciones procedentes de todos los países del mundo, y en particular de aquéllos que, como los latinoame-ricanos, comparten, como decía Bolí-var, origen, lenguas y costumbres.

• Qué experiencias de nuestra propia historia alimentan la for-mulación de soluciones a nuestros problemas actuales y nos permiten vislumbrar hipótesis y orientaciones para enfrentar los problemas futuros de nuestras sociedades, de acuerdo con nuestra identidad y en ejercicio de nuestra voluntad soberana.

La recuperación de nuestra sobe-

ranía será, en fi n, un hecho físico, pero sobre todo el producto de un es-fuerzo académico, ideológico, político y cultural para reconstruir nuestro horizonte de visibilidad de acuerdo con nuestra propia mirada.

3. LA DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LOS CAMBIOS

Las transformaciones ocurridas en los últimos cuarenta años en nuestra región nos obligan a refl exionar so-bre el carácter de las confrontaciones que ocurren no sólo dentro de nues-tros países, sino a nivel internacional. De acuerdo con Wallerstein (2005), el mundo está viviendo un cambio de época y de sistema cuyos resultados son inciertos e impredecibles.

La crisis mundial le presenta a América Latina la rara oportunidad de conquistar, por una parte, su desco-lonización de un sistema mundo que la ha oprimido por más de quinien-tos años, pero, sobre todo, que los resultados de dicha descolonización favorezcan, por fi n, a las mayorías

de nuestros pueblos, ausentes de las determinaciones que defi nieron a mu-chos de los procesos de independencia que ocurrieron a lo largo del siglo XIX; dolientes ante la magnitud del esfuer-zo revolucionario y la pequeñez de los logros en muchos procesos ocurridos a principios y mediados del siglo XX; y aún, inermes ante los procesos de reversión de conquistas sociales que llevaron a cabo las tecnocracias neoli-berales de fi nes del siglo XX.

Es indispensable que nos interro-guemos a profundidad sobre el estado del mundo actual. Que no descanse-mos en la simplifi cada versión de que el mundo se está dirigiendo hacia la iz-quierda, porque observamos los avan-ces de unos cuantos -aunque muy signifi cativos procesos de transforma-ción. El mundo de hoy se ha vuelto, en todos sentidos, un sitio terriblemente peligroso e inestable. La conjunción de inmensos intereses económicos con un poderío militar tan vasto como ingobernable ponen en riesgo las vi-das de millones de seres humanos indefensos. Con qué instrumentos de la inteligencia contamos nosotros, de-bemos preguntarnos, para derrotar a esta máquina voraz e implacable que gobierna buena parte de nuestros países y toma determinaciones por el conjunto del mundo. De qué manera podemos enfrentar y derrotar la ten-tación de que aún los gobiernos de-mocráticos se vean arrastrados por la dinámica de esta confrontación y reproduzcan en forma y fondo los me-canismos de que se ha servido el gran poder para asegurar su dominio, con el argumento de que se trata de exter-minar los peligros que acechan a una transformación a fondo de nuestras sociedades.

Y cómo logramos no perder de vista

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RAQUEL SOSA ELÍZAGA

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lo fundamental, que es precisamente el modo en que puedan imponerse las aspiraciones de nuestros pueblos a li-berarse de todos los yugos que se les han impuesto y que han resultado en un empobrecimiento creciente y cada vez más desesperante, y una falta de justicia que ahoga en frustraciones las mejores propuestas de cambio. Hacia dónde se dirigen y deben diri-girse nuestros esfuerzos, cuáles cam-bios son posibles en función de los sujetos involucrados en los procesos de transformación, cuáles son los al-cances y limitaciones de cada proyec-to, en vista de la evolución de la crisis del sistema en su conjunto; de qué manera sortear los peores peligros de una confrontación internacional sin precedentes.

No podemos olvidar que las mejo-res herramientas de que disponemos para entender precisamente el carác-ter de la confrontación contemporá-nea están en la historia de nuestros países. Cada crisis, que hace estallar, como decía René Zavaleta (1974 y 1975), un horizonte de visibilidad, re-coge las crisis anteriores y sus ense-ñanzas: las experiencias traumáticas de las que un pueblo sacó lecciones invaluables, que aplica en su relación con los gobernantes y en las formas de participación con las que resiste la dominación.5 Aprender de la lógi-ca, las estrategias de supervivencia, la memoria colectiva, constituye un conocimiento invaluable para expli-car los alcances, ritmos y lógica de las determinaciones masivas ante coyun-turas críticas, como las que vivimos.

4. LA DIMENSIÓN COLECTIVA DE LAS TRANSFORMACIONES

SOCIALES

Una de las derrotas más ominosas

del movimiento progresista, demo-crático, revolucionario del mundo, ha sido la instalación del individualismo como ideología social dominante, y particularmente, su implantación en los centros de educación superior y en las universidades de todo el mundo.

Muy grave es el predominio de esta ideología corrosiva, mientras que en nuestros países, como acabamos de señalar, la lógica de la lucha por la supervivencia obliga cotidianamente a la sociedad a tejer estrategias colecti-vas. El desconocimiento de esta fuer-za de masas, que impulsa los cambios de fondo y desde abajo lleva a que in-telectuales y académicos alejados de ellas confundan intenciones, objeti-vos y alcances de las movilizaciones que observan y pretenden analizar.

Resulta, por ello, de singular im-portancia el reconocer que son las colectividades y no los intelectuales, académicos, especialistas, quienes de hecho y por derecho hacen la historia; que son precisamente ellos quienes recogen y encarnan el conocimiento social de una época y de sus posibi-lidades, y que sólo sobre la base de compartir sus agravios, temores, as-piraciones y creencias es que nos será posible situarnos objetivamente en el terreno de las transformaciones real-mente en curso.

Este no es sólo un llamado a aban-donar toda soberbia intelectual, toda pretensión de encasillar en conceptos y categorizaciones artifi ciales las di-námicas de confrontación que rigen a nuestras sociedades, sino más allá, una apelación para que recojamos, no el sentido común, sino como decía Antonio Gramsci, el buen sentido que orienta las luchas sociales en nuestro tiempo.

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Me parece, por ello, verdadera-mente difícil que logremos resultados positivos si nos limitamos a observar desde afuera el curso de los aconteci-mientos, incluso si pretendemos con todo rigor describirlos paso a paso. Algo se escapará siempre de la vida colectiva cuando acudimos a las fuen-tes documentales, la hemerografía, e incluso, el testimonio colectivo. Las defi niciones del movimiento en movi-miento sólo pueden ser cabalmente comprendidas para quien las compar-te, por así decirlo, desde adentro.

Y esto quiere decir la comprensión de un proceso de transformación no puede ser sino producto de que se participa no sólo de los programas o los objetivos generales, sino en los quehaceres cotidianos, los agobios y los desvelos de quienes se empeñan de verdad en realizar cambios a fon-do. ¿Quiere esto decir que es indis-pensable formar parte del movimiento de transformación para comprenderlo cabalmente? La respuesta es sí, des-de la posición más modesta incluso, y asumiendo incluso los riesgos, las po-sibles equivocaciones, los límites del movimiento.

Una de las cuestiones más difíciles de entender por quienes se encuen-tran fuera de la lógica profunda y de las razones de un movimiento es pre-cisamente, lo que explica las determi-naciones colectivas. Doy dos ejemplos: qué cambió entre el primer no a las re-elecciones sucesivas de Hugo Chávez y el segundo sí, ocurrido apenas tres meses después? ¿De qué manera se ha emprendido un diálogo entre el Comandante y el pueblo de Venezuela que resulta incomprensible y con fre-cuencia odioso a quienes se oponen a su permanencia en el poder.

Otro ejemplo: ¿sobre qué bases se ha mantenido la integridad del movi-miento revolucionario boliviano, tan acosado por la Media Luna, como por las corporaciones trasnacionales y el gobierno norteamericano? ¿Cómo se procesó la aprobación de la Consti-tución y cómo vislumbran los actores políticos fundamentales su ubicación en eso que se ha llamado, me parece que con justicia, la refundación de la República de Bolivia?

Quiero anotar aquí que hay en cur-so un esfuerzo intelectual de grandes proporciones, encabezado por cole-gas tan lúcidos como Boaventura de Souza Santos (2006) y Emir Sader, que plantean a través del Foro Social Mundial la aprehensión del sentido y alcance de los movimientos de trans-formación. Me parece, en particular, que las contribuciones de miles o de-cenas de miles de participantes en los encuentros del Foro a este esfuerzo a lo largo de la última década han pres-tado un servicio invaluable a la causa del pensamiento crítico, que debiéra-mos apreciar y recoger.

Con todo, creo que debemos reco-ger los planteamientos de Pablo Gon-zález Casanova (2004), y luego, Hugo Zemelman (2005), cuando afi rmaron la necesidad de recoger las transfor-maciones en el curso de su realiza-ción, así como las refl exiones que los propios actores de los procesos rea-lizan para orientar sus determina-ciones, como método de trabajo para valorar con justicia tanto el esfuerzo, como los avances y las razones de las limitaciones de cada lucha social.

Refl exiones como éstas resultan indispensables, sobre todo en una época en que la apelación a la demo-

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cracia incluye signifi cados a veces tan contrapuestos a la voluntad de las colectividades (no se nos olvide que Bush ordenó la invasión a Irak y a Afganistán en nombre de la democra-cia) que con frecuencia quedan oscu-ros los trasfondos de cada experien-cia social, a no ser que se la ilumine, como hemos planteado anteriormen-te, de acuerdo a su dimensión históri-ca y a su dimensión colectiva.

No equivocarse sobrevalorando la experiencia de los pueblos y menos-preciando el valor de la democracia sólo puede lograrse si en verdad re-cogemos estos dos componentes de la explicación social y respondemos, o buscamos responder a la pregunta básica sobre el sentido de una lucha en función de una estrategia, ya no sólo de supervivencia colectiva, sino de transformación de largo alcan-ce. El vínculo entre una y la otra, si bien indisoluble, nos permitirá com-prender frente a qué movimiento, qué aspiraciones humanas nos encontra-mos, y cuáles son las fuerzas que se le oponen.

5. LA DIMENSIÓN ÉTICA DE LA LUCHA SOCIAL

Los sistemas de inteligencia norte-americanos se han acostumbrado du-rante años a hacer uso de las investi-gaciones sociales que se producen en el mundo, y particularmente, de las de América Latina. Los centros de estu-dios latinoamericanos en los Estados Unidos existen hoy en prácticamen-te todas las universidades públicas y privadas de Norteamérica y se alimen-tan de los trabajos que estudiosos de nuestra región realizan para mejor en-tender nuestras realidades.

Si compartir el conocimiento es uno

de los principios que debieran regir la democracia, no podemos olvidar que el uso del conocimiento forma parte también de la lucha social y que, por tanto, tiene connotaciones e implica-ciones que es indispensable asumir.

Conscientes de este problema, in-vestigadores norteamericanos han asumido ya códigos de ética para evi-tar que sus estudios puedan afectar en forma alguna los destinos de las comunidades y los procesos sobre las que han llevado a cabo sus investiga-ciones. Algo semejante debiera plan-tearse para las universidades y cen-tros de estudio en América Latina. Y eso signifi ca que no podemos resig-narnos a guardar nuestros trabajos en un cajón, pero tampoco que, inde-pendientemente de nuestra voluntad y conocimiento, alimenten estrategias contrarias a los de la soberanía de los pueblos de nuestra región.

En nuestra opinión, algunos de los principios que debieran contener los códigos de ética de nuestros acadé-micos, y por los que quienes se iden-tifi quen con los principios del pensa-miento crítico debieran luchar, son:

• El respeto a la integridad de las comunidades, pueblos e individuos involucrados en una investigación.

• El reconocimiento del derecho de esas mismas comunidades, pue-blos e individuos a conocer, valorar y hacer uso de las investigaciones que sobre ellos y ojalá con ellos se realicen.

• El compromiso de que en las in-vestigaciones se ponga el acento en la dinámica de los procesos y no en las características, razones o intimi-dad de quienes ejercen alguna fun-ción de liderazgo.

• La búsqueda de esclarecer a

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través de las herramientas del co-nocimiento soluciones propuestas o practicadas a los problemas, de-mandas y aspiraciones colectivas, y el compromiso de recoger y sistema-tizar la memoria histórica que sobre ellas existe.

• La responsabilidad de compartir con los colegas y con los estudian-tes fuentes de información, preocu-paciones, hipótesis y, en lo posible, promover la formulación de proyec-tos colectivos de investigación, para enriquecer el conocimiento general y aportar planteamientos, propues-tas, ideas a la solución de proble-mas colectivos.

Muchas son las tareas del pensa-miento crítico latinoamericano, y afor-tunadamente, cada vez mayor la base social de quienes estamos dispuestos a reconocer el valor que tiene la crea-ción crítica de los pueblos para com-prender y proyectar respuestas a sus preguntas sobre la vida. Mucho más tenemos que compartir ahora, y en el futuro para aprender qué es en la sencillez, en la modestia, en la capa-cidad de escuchar, hacer preguntas, en el trato cotidiano con personas y organizaciones a quienes debemos el valor de la resistencia, la persistencia, la paciencia, la entereza de transfor-mar nuestra América. De ellos es, en verdad, el pensamiento crítico.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Zemelman, H. (2005). Voluntad de conocer. El sujeto y su paradigma en el pensamiento crítico. Anthropos. Barcelona.

*Profesora de la Universidad Autónoma de México (UNAM). Expresidenta de ALAS.

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DIÁLOGO DE SABERES N° 4 enero-abril/2009 Caracas/pp. 19-29

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RESUMEN

Cada vez que desde la academia se habla de “comunicación” se

apela a un concepto determinado por un tipo fi jo de relaciones societales que defi nen lo que se conocería como Occidente y modernidad. Hoy la cri-sis severa del sistema produce esas nociones y, por ende, tiene lugar una crisis del modelo de comunicación, situación que ha de preceder a un nuevo orden de cosas. No se trata, so-lamente, de que la comunicación cen-tralizada y vertical de los mass media ceda ante las redes; el problema no se ubica sólo ahí, sino que el modelo co-nocido (de masas o de redes) le sigue sirviendo a la economía (agotada y in extremis) de mercado; de hecho, las redes son en buena medida la fl exibi-lización de relaciones de producción y explotación incluso más terribles. Por los momentos se busca la construc-ción teórica (con referencia a ejemplos

puntuales), de un modelo de comu-nicación que acompañe, promueva y garantice un modo de producción propio de una economía social y so-cialista. En la actualidad, se precisan acciones soberanas al menos en dos dimensiones: el fortalecimiento del Estado-Nación (ante los embates de las trasnacionales y la voracidad del mercado) y la construcción de la au-tonomía (esto es, la consolidación de las economías locales y las redes so-cioproductivas, bajo una racionalidad territorial distinta a la trazada históri-camente por los intereses del capital, que tanto defi ne las fronteras internas como las internacionales.) Sólo una comunicación verdaderamente social dará cuenta de esta urgencia, de esta necesidad.

Palabras clave: comunicación so-cial, autonomía, soberanía, desarro-llo comunitario.

Bases conceptuales de un modelo

de comunicación para el desarrollo de

una economía social

JOSÉ JAVIER LEÓN *

Recibido: 09/01/2009

Aceptado:10/03/2009

PERSPECTIVAS

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CONCEPTUAL BASIS OF A COMMUNICATIONAL MODEL

FOR THE DEVELOPMENT OF A SOCIAL ECONOMY

ABSTRACT

Whenever we speak about “Com-munication” from an academic point of view, we refer to a concept deter-mined by a fi xed type of “societal” relationships which defi ne what is known as “occident” and “moder-nity”. Now–a–days a severe crisis of the system produces these notions and therefore, a crisis of the commu-nicational model occurs, this situ-ation perhaps precedes a new order of things. It is not only about the fact that vertical and centralized com-munication of the mass media cedes communicational networks; the prob-lem is not just right there but that the model known as (mass’ or networks’) still serves to the (exhausted an in extremis) market economy. In fact, networks are in a good extent, even more terrible fl exibilization of produc-tion and exploitation relations. At the moment, a theoretical construction is sought (in reference to punctual ex-amples) of a communicational model which accompanies, promotes, and warranties an own production mode characteristic of a social and socialist economy. At the present time, sover-eign actions are needed at least in two dimensions: the strengthening of the state-nation (facing the transnational attacks and the market voracity) and the construction of autonomy (this is the consolidation of local economies and socio-productive network under a territorial rationality different from the one historically drawn by the in-terests of capital, that deeply defi ne both the inner and international fron-tiers as well). Only a truly social com-

munication will make noticeable this urgency, this necessity.

Key words: social communication, autonomy, sovereignty, community development.

1. INTRODUCCIÓN

Es comprensible la beligerancia de los medios de comunicación en Ve-nezuela en 2002 a raíz de la promul-gación de la “Ley de Tierras”. Y más recientemente, cuando la Reforma apuntó a una modifi cación sustancial en la manera de concebir el Estado, trascendiendo o derivándolas del Es-tado Nación sin eliminarlo (como el apetecido proyecto del Estado Global Neoliberal)1 sino antes bien, condu-ciéndolo a formas diferenciadas de-masiado locales y territorializadas para ser inteligibles (traducibles, equiparables a lenguaje conocidos, se entiende). Si los medios aguantan (si esto aguanta) hasta que las formas de participación política, las formas de producir, las formas de mantener en circulación los fl ujos de capital, sean traducibles para los medios, si éstos logran traducir los intereses popula-res en intereses del mercado, la be-ligerancia se reducirá hasta límites tolerables y la “gobernabilidad”2 que

1 Las recientes nacionalizaciones de los “gi-gantes del mercado de los bonos hipotecarios”, el Fannie Mae y el Freddie Mac llevadas a cabo por el gobierno de Bush, añaden un ingredien-te bien interesante a los discursos vicarios del neoliberalismo. Según la prédica, la solución no debía ser la nacionalización sino la inyec-ción de “más mercado”.2 Tal y como la ven las instituciones de Breton Woods y el Consenso de Washington: “desre-gulación de los intercambios, del comercio y de los sistemas de precios, prioridad dada a los inversionistas privados (individuos y empresas) y la eliminación de la intervención del Estado en materia de otorgamiento de subsidios, me-

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permite, por ejemplo, jugosas inver-siones de capital, tendrá acaso otro signo, estará alimentada de otros componentes, será incluso más exóti-ca, pero en defi nitiva potable, consu-mible por los medios y sus amos. Será distinto si los mercados son tapona-dos, si deja de correr el dinero. No es lo que está pasando en Venezuela, precisamente.

Como sugiere Sader (2004): “el posneoliberalismo puede ser conquis-tado a contramano de la dinámica del gran capital, imponiendo políticas de desmercantilización, fundadas en las necesidades de la población. En este caso, aun sin romper todavía con los límites del capitalismo, se trata de in-troducir medidas contradictorias con la lógica del gran capital, que más temprano o más tarde llevarán a esa ruptura o a un retroceso, por la in-compatibilidad de convivencia de dos lógicas contradictorias.”

Como vemos, los capitales del mundo siguen fl uyendo y la depen-dencia en la economía petrolera (cosa por cierto, que Chávez desmiente) no vaticina un cambio radical en las polí-ticas económicas. Venezuela es atrac-tiva para los capitales del mundo, no para los fi nancieros exclusivamente, sino también y sobre todo, para los vinculados a la inversión productiva. Que hoy sean los capitales fi nancie-ros especulativos los que dominen la escena mundial, que la era posin-dustrial torne precarias las formas de

didas necesarias para mejorar y fortalecer las políticas neoliberales, sin tocar el modelo so-cial… Semejantes medidas descansan sobre la hipótesis que inversiones y “ayuda” constitu-yen condiciones esenciales para el desarrollo, ya que la buena gobernabilidad se considera el vínculo entre las dos” (Bendaña, citado por León, 2008).

producción, la desagregue y atomice, situándolas en países dispuestos a poner, a cambio de inversión y “fuen-tes de trabajo”, el territorio, la mano de obra empobrecida y la ausencia de leyes, hace que democracias capita-listas donde se promueva un tipo de inversión que estimula el trabajo y la producción protegiendo el ambiente y a los trabajadores sean poco atracti-vas, o de un keynesianismo demodé. La virulencia de los medios se com-prende porque son intolerables ante todo vestigio o sombra de “economía política” que suponga una mínima in-terrupción del free fl ow del capital y no descansarán hasta reconducir las formas políticas del “poder popular” hacia una participación (el voto en las elecciones) sin posibilidad real de to-mar decisiones en los puntos neurál-gicos del sistema.

Tienen los (dueños de los) medios, con razón, que parecerles demasia-do peligrosas las comunas, demasia-dos “territorializadas”. Saben que los mercados no caminan a sus anchas donde hay “resistencias culturales”, y el gobierno venezolano, en cambio, las promueve. No se nos debe escapar el hecho de que el fl ujo de capitales exorbitantes traducido en crecimiento en prácticamente todos los sectores y que hacen bailotear de contento a los mercados bursátiles, está irrigado por la producción petrolera, y es en este marco, en este compás, donde se nos permiten ensayar formas distintas de hacer las cosas. Hasta ese punto es tolerable lo que en Venezuela ocurre. En otras palabras, la economía encla-ve del imperio, la petrolera, permite la existencia, la cohabitación de formas políticas de participación y protago-nismo locales, que aún no atentan, ni rozan la macroeconomía.

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Si las comunidades no rompen con la racionalidad socioproductiva del occidente liberal, si las comunidades traducen la crisis de la democracia liberal, creando formas de participa-ción que drenen la angustia de no existir, de individuos sin sueños ni deseos, distintos a los fabricados por el mercado, si no torcemos la ruta del capital, no habrá revolución. “Atacar al neoliberalismo (que no es una po-lítica, sino el capitalismo del fi nes del siglo XX) es atacar el mando del dine-ro: no de los bancos, no de un grupo de capitalistas fi nancieros, o de un partido o una camarilla política, sino del dinero. Mientras el dinero (capital) no sea atacado, ninguna toma del po-der, ninguna victoria electoral elimi-nará su violencia. Mientras el dinero mismo no sea atacado, ninguna libe-ración ni nacional ni de otro tipo es posible” (Holloway, 2005: 150).

2. EL PODER POPULAR Y EL PROBLEMA DE LA ALIENACIÓN

Para construir el poder popular es preciso desnaturalizar el poder. En otras palabras, destruir las nociones de poder conocidas, fundadas todas sobre la base de la alienación, la se-paración, la despersonalización. Tra-bajar en la misma fábrica, en la mis-ma ofi cina no nos junta. No existimos en el modelo de producción capitalis-ta en tanto que personas sino como entidades que confl uyen aleatoria-mente en tiempos y espacios creados por el capital para la multiplicación del capital, sin otras consideraciones que la efi ciencia y la efi cacia en y para la consecución de fi nes estrictamente plutocráticos. El mercado de trabajo es un rasero donde despunta el “más capaz”, que ha de serlo negando la presencia y a veces la existencia de los otros. La individuación y la com-

petencia destruyen las “relaciones” personales, porque la relación esta-blecida en términos de competitividad contiene el germen de la separación. En otras palabras se coincide en un tiempo-espacio con nuestro competi-dor, pero este encuentro es transito-rio, fugaz, decisivo y defi nitivo. Como dice Ovejero (1994: 79) “La condición de funcionamiento del mercado es la explotación de la desigualdad”.

Se juntan en cambio las personali-dades, lo que somos, en su diversidad haciendo a la vez, juntos, en tiempos y temporalidades necesariamente dis-tintas, porque la conciencia del tiem-po es a la vez conciencia del espacio (y más específi camente del territorio), diversas cosas. Somos cuando somos diferentes y hacemos cosas distintas, no atomizados y según exigencias y necesidades que no son las nuestras, sino en función de complementar, cooperar y solidarizarnos en un pro-yecto común que nos implica a todos, cuando el acuerdo es la pluralidad y el encuentro de lo distinto, cuan-do somos en la confl uencia de ideas, defi niciones, imágenes y visiones del mundo. Somos en el confl icto.3 Acep-tar la coexistencia de las contradic-

3 “Aunque no están en permanente estado de guerra, todas las sociedades, humanas y de primates, mantienen confl ictos más o menos periódicos que, en ocasiones, toman la forma de unos grupos contra otros. Ahora bien, de ahí no se sigue que la agresividad desemboque ineluctablemente en disgregación, que la con-ducta agresiva sea necesariamente antisocial. Ante al contrario, con frecuencia «el confl icto es un elemento integrador en las relaciones cooperativas, de tal modo que la dicotomía en-tre agresividad y comportamiento social positi-vo se muestra de limitado valor». De hecho hay la sufi ciente base etológica y neurobiológica para conjeturar que «los comportamientos de ayuda y de antagonismo están recíprocamente relacionados»” (Ovejero, 2002:54).

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ciones no signifi ca irracionalidad, las contradicciones, dice Maritza Monte-ro (2006: 36) no se abordan hacién-dolas a un lado sino “aceptándolas como tales e introduciendo modos de lidiar con ellas”: “No se trata de intro-ducir la anarquía como planteaba Fe-yerabend, sino de tomar en cuenta las paradojas de la vida cotidiana, para plantear una regla paradójica como respuesta; lo cual permite tratar con la parte inesperada del sentido común (…) Se trata entonces de trabajar des-de lo (im)–previsto”.

Empero, el poder conocido ha le-vantado falso testimonio, y aboga por un consenso que, según él, anticipa la paz. Ha naturalizado el consenso (que no persigue la abolición de las contradicciones ni ponerlas en crisis ni criticarlas, sino dejarlas tal como están como frutos maduros de una larga historia), explícita en la expre-sión “win-win”. El poder, pues, ha naturalizado el “consenso” democrá-tico. Ahora bien, hay democracia sólo si diferimos, si nos contradecimos, si nuestra voz y rostro, si nuestra pala-bra asoma en la diversidad, en el ba-rullo, en el concierto y la polifonía.

El poder teme a la diversidad por-que ésta es sencillamente incontrola-ble. Porque no puede individualizar ni despersonalizar. Diversidad es plura-lidad. Nada puede el poder contra la diversidad porque no puede dictar ni ordenar. Por ello, ante la diversidad, y porque le teme, habla de desorden. Tenemos que decir, hoy, en tiempos de revolución, que el poder popular, en oposición al Poder de las élites, es profundamente desordenado, díscolo, disidente.

El poder popular desafía, por este camino, todo protocolo, vale decir, no

las formas del poder sino más bien sus formalismos. Desafía las formali-dades del poder. A la rigidez, le opo-ne la danza, el baile. A la seriedad, la alegría y la risa. El poder es hipócrita-mente serio.

El Poder nada puede contra lo infor-mal. Por eso le importa tanto la aparien-cia, la superfi cie, lo visible, ámbitos que el poder uniforma. La prenda escolar que se remonta hasta la uniformidad de las ideas, es una muestra. Poder y uni-forme van de la mano. No es necesario repetir que el uniforme es, en los atuen-dos, el signo de la despersonalización, ni necesario advertir que la moda es la uniformalización de las tendencias y los gustos que dicta el antojadizo mercado.

No obstante, se repite con naturalidad que la moda es expresión de lo nuevo, de lo novedoso. La moda, al contrario, es la uniformalización del gusto y para poder ser exitosa, debe prender en el gusto de todos, en todo caso, hacer-se “popular”, masiva. (No olvidemos, como advierte Ramonet (2006: 44) que “La publicidad se relaciona con la primera y más grande de las artes: la política, la conducta de los hombres”, o como dice Ernst Dichter (citado por el periodista español), con la “fábrica de mentes”. Mejor lo dice Pedro Susz (2005: 366), refi riéndose a la llamada telepolítica, que teóricos como José Luis Exeni (2005), celebran sin rubor: “La telepolítica sustituye ahora en la práctica a la política, los debates en el estudio reemplazan el lugar donde la política siempre se ejercitó, esto es en el espacio público, y los interlocutores se convierten en público. La opinión pública, desvinculada de las funcio-nes propias de la ciudadanía, es te-mida como una fi era imprevisible a la que es preciso domesticar. De sujeto político con capacidades de crítica,

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control y legislación, el otrora público raciocinante es ahora concebido como elector irracional –o volátil- a modelar por los políticos, encuestólogos y for-madores de opinión”.

Esta idea de lo masivo como popu-lar es la naturalización de la masa, esto es, la aceptación sin protesta de la uniformalidad de una población, que por ello ha perdido toda perso-nalidad, todo rasgo distintivo. Se dirá que todos juntos hacemos masa, mas he aquí la naturalización de lo imper-sonal. Somos juntos siempre y cuan-do somos personas, cuando somos grupos que no se borran en lo unifor-me sino que se reconocen distintos en la diversidad: En otras palabras –de-cimos con Georgina Alfonso González (2005: 60)-, ·¿qué hacer para que el individuo se convierta en sujeto real de un proyecto de emancipación hu-mana? La respuesta será sobre una construcción colectiva y socialización axiológica de nuevo tipo. No dada «desde arriba», sino pensada, desea-da y, sobre todo, hecha «desde aba-jo». Esto implica, necesariamente un ejercicio del poder con nuevas dimen-siones éticas y con una amplitud cul-tural, una metodología y un espíritu revolucionario radicalmente distintos. Las prácticas políticas de los actuales movimientos sociales dan cuenta de una repolitización desde abajo, local, comunitaria, en la que participan to-dos los nuevos sujetos, con una nue-va conciencia, que incluye a la misma naturaleza”

Lo que está en crisis y termina de poner en crisis el poder popular, son las formas de construcción y repre-sentación del poder. El poder popular desmantela la democracia construida a partir de la despersonalización, esto es, la construcción mediática de los

gustos y modas electorales. ¿No ex-plica esto la acción de los medios de comunicación, que actúan simple y llanamente como partidos políticos y no sólo como sus aliados naturales en lo ideológico?

El poder popular desafía, como se ve, el poder de los medios. Lo niega cuando afi rma su ser plural, su diver-sidad, complejidad que no admite la ra-cionalidad de la televisión, esa pantalla que necesita para extender su poder, la uniformalidad, la despersonaliza-ción, la masa, o bien, el individuo ais-lado, solo, triunfante. Desafía además, la ética y la estética de los medios, em-pleando, haciendo suyos los medios: Como explica Orozco (2001: 59-60): “Desde sus mayor o menor consolida-dos proyectos de intervención política, cultural, social o racial ejercen una in-fl uencia creciente en amplios sectores sociales en muchos países. La mayoría de estos proyectos conlleva una alta dosis de uso de medios y en particular de usos de la televisión para subsistir y hacerse visibles, desde sus cosmovi-siones y objetivos emanan posiciona-mientos con respecto a lo mediático. La frase emblemática de los zapatistas mexicanos el 1º de enero de 1994 es ejemplar a este respecto: “No salimos a que nos mataran, sino a hacernos ver y escuchar”.

Los medios del poder popular im-personalizan, pero sólo en el sentido de que el interés de uno es el interés de todos: “Las razones aceptables son impersonales, apelan a criterios de in-terés público. Un argumento que vale para todos está reñido con el interés” (Ovejero, 2002). Los medios popula-res muestran todas las voces, todos los rostros, esto es, los rostros y las palabras de todos en su diversidad.

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El poder popular lucha por la liber-tad, pero la libertad es la pluralidad, la diversidad, lo distinto, la diferencia, el confl icto. No hay libertad en la masa ni en la moda, ni en el consenso ma-yoritario construido mediáticamente, consenso que los medios aplauden. Al poder popular le huelen muy mal los medios y su discurso único y unifor-mador, su matriz de opinión, su «talla única», como diría Naomi Klein. Hay libertad y comunicación cuando nos afi rmamos en nuestra singularidad y hablamos todos desde ese lugar vacío, sin tronos ni templos, donde somos sencillamente «ciudadanos».

3. LOS MEDIOS Y EL SECUESTRO DE LO PÚBLICO

Los medios de comunicación, “el

arma imprescindible para hacerte oír en el espacio público, están hoy día se-cuestrados por un puñado de grandes empresas ocupadas, claro está, en la defensa de sus intereses privados; de hecho, existen fortunas particulares que pueden llegar a monopolizar todos los medios de lo que se llama la «opi-nión pública»” (Fernández, 2007: 85). El poder popular de la comunicación se construye a partir de la desnatura-lización que introduce la opinión sin-gular, libre de toda opinión amasada por intereses mediáticos. Voz y rostros propios, que se reconocen en la varie-dad y la diversidad y que no buscan imponerse a la fuerza, borrando para su benefi cio la diferencia, ni dando el portazo irracional de la frase “cada ca-beza es un mundo”. La comunicación popular se hace con tiempo, porque las soluciones requieren de la parti-cipación de todos, y la comunicación precisamente ha de contribuir a la visibilización equitativa y equilibrada de los argumentos de todos. Poder y comunicación se entrelazan no para

que ésta a través de los medios y la so-bresaturación de información sesgada e interesada (en)cubra el accionar del poder, sino para que muestre, vincule y relacione argumentos, informaciones, conocimientos, prácticas, saberes, que nos permitan solucionar nuestros pro-blemas y vivir dignamente. Los pro-blemas del capitalismo son los deriva-dos de la necesidad de acumulación, nuestros problemas son otros, vivir y los que se derivan del vivir. Pero para vivir necesitamos protegernos y resis-tir al capital, porque ciertamente los intereses de acumulación de riquezas atentan contra la vida (en el planeta). Necesitamos entonces crear institucio-nes públicas que hagan frente y resis-tan a la privatización, a la extensión y consolidación de los intereses de grupos (corporativos y trasnacionales) que pretenden convertir los mundos y su diversidad en naderías, postales, reservaciones, áreas de veraneo sofi s-ticado, nostalgias, en fi n, testimonios fantásticos de una vida en extinción.

El capitalismo necesita de la irrea-lidad como necesita de la alienación. Comprometer al público en su irreali-dad, llegar aun a la interacción, hacer-lo participar, es parte del compromiso de los medios con el poder de facto del capital. Los medios, menos entre-teniendo que “informando” van con-fi gurando la realidad que requiere el capitalismo para actuar y extenderse y copar la superfi cie entera del mun-do (suerte de urbi et orbi económico), hasta crear una única y extensa rea-lidad que no admite afuera, otredad, diferencia4. Medios y capital se funden

4 Como desgrana Ferrarotti (1991: 103-104) en una desilusionada cantinela, que no está, por cierto, en nuestro ánimo, pero que sirve como testimonio de una época en la que el neo-liberalismo se pavoneaba en las pasarelas de lo efímero con ínfulas de eternidad. Recuérde-

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en una sola experiencia del mundo. “La lógica de la alienación es un programa estratégico vital para el capitalismo y goza –dice Fernando Buen Abad (2006: 190)- del apoyo de los mass media, que en su doble papel como industrias del entretenimiento y como armas de gue-rra ideológica ponen a disposición del stablishment sus formas más crudas y oscurantistas de control social y adies-tramiento ideológico”.

4. MEDIOS Y (DESTRUCCIÓN DE LA) REALIDAD.

Ha habido una poderosa industria del reblandecimiento de la realidad,

se, si no, que la tesis de Fukuyama sobre el “fi n de la historia” se conoció en 1989: “En una época dominada por los medios de comunica-ción de masas y por su propia lógica, todo, en cambio pierde nitidez y se ofusca. Tienden a atenuarse las diferencias entre los sexos; caen las diferencias de edad entre los varios grupos; resultan menos netas las diferencias entre los jóvenes y adultos; la adolescencia, esta moder-na invención, tiende a prolongarse hasta con-fundirse en el mundo de los jóvenes adultos y el mundo adulto. Los lugares y los paisajes tienden a equipararse. Los mismos dirigentes, industriales y políticos, los «hombres públi-cos», se transforman en comparsas de teatro, chatos, pierden el misterio y el prestigio de la distancia, ese margen de «respeto» (respicere: «mirar desde una cierta distancia») que antes garantizaba la estatura, el poder de mando o tal vez, precisamente, la autoridad. Al mismo tiempo, es apresurado concluir que con esto los medios de comunicación de masas han desvestido, desmitifi cado el poder, que lo han obligado a un irreverente strip-tease. Han sim-plemente vaciado el problema de la relación entre la historia y lo cotidiano, entre el poder y las masas. Aplastando todo, han hecho más di-fícil la distinción, en la cantidad indiferenciada de la información, entre lo que cuenta y es im-portante de lo que lo es menos o nada. En este sentido, han levantado un dique de aparente plausibilidad, hecha de seudoinformativos y de seudorrealismo, que consagra y eterniza la condición social y política existente”.

operada o justifi cada sobre todo en la academia, que ha necesitado teorizar sobre un mundo donde las nociones, conceptos, verdades, se encuentran en fl agrante disolución. Nada queda fi rme, todo lo real se disuelve en el aire, todo fl ota y tiende a desaparecer. Una realidad traslúcida, ingrávida, precaria, que celebra su autodestruc-ción como si reventara una burbuja. Este pensamiento cundió como sabe-mos en las ciencias sociales, donde se llegó hasta el paroxismo de negar la existencia misma de las cosas. Sólo es real el texto y el discurso, reactualiza-ción de la sofística que hoy se practi-ca con renovado vigor.

A una realidad que se soporta sólo en el discurso y cuya única materiali-dad es el texto, le sigue una realidad sin materia, sin cuerpo. Al respecto, habla Grüner (2002: 140) de un “ca-pitalismo semiotizado” apoyado en la realidad como simulacro, en la lucha política como imagen electrónica, y en la cultura como “puro juego contin-gente del signifi cante”.

Existe, ciertamente, una realidad mediática que, acompañada de los “paraísos fi scales”, de la especulación fi nanciera, de la “realidad virtual”, etc., va confi gurando un mundo “real” donde sólo parece real la mentira. Afi rma Galdón (2002: 60) que “la ma-yor parte de los medios informativos no sólo no comunican el saber sobre las realidades humanas actuales que los ciudadanos necesitan comprender para ser más libres y solidarios, sino que construyen y comunican una realidad fi cticia, artifi cial y falaz. Que eso sí, se vende con cierta verosimili-tud”. Esa apariencia de realidad, re-vestida de actualidad, chata pero ins-tantánea, irrefl exiva y fragmentaria, convierte a la realidad en una pátina

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JOSÉ JAVIER LEÓN

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donde prevalecen deseos y miedos, que el capitalismo necesita mantener en circulación, en (aparente) movi-miento. Los medios de comunicación están demasiado atenazados por dos grandes factores: los intereses estruc-turales (los dueños interconectados que están detrás de los medios) y las “servidumbres de la publicidad” (Reig, 2004: 52). Es comprensible que la co-municación y la información se vean peligrosamente afectadas, y que la so-ciedad y la vida en sí mismas corran un serio peligro. Se requiere con ur-gencia educación integral para la con-vivencia, pero los medios están dema-siado ocupados en sus negocios para dedicarse a formar en valores para la solidaridad y la cooperación. En efec-to, la cultura mediática crea el “crudo territorio contable” del homo oecono-micus, el sujeto del capitalismo glo-bal, egoísta y calculador, competitivo y sin memoria afectiva, el cual,

no tiene interés en asumir el coste del cultivo de los valores, [pero] sí lo tiene en benefi ciarse de su exis-tencia: Pero claro es, si su conduc-ta se generaliza, los valores y sus benefi cios desaparecen. El egoís-mo, la mejor estrategia para cual, es la peor para todos. No sólo el mercado no produce la geografía moral que necesita, es que las conductas que el propio merca-do alienta socavan esa geografía (Ovejero, 2002: 67).

Ahora bien, este poder de mani-pulación de la realidad se enfrenta, pudiéramos decir, a la dura realidad, cuando ésta no lograr ser distorsiona-da y trasciende o vence el silencio de los medios. No ocurre con frecuencia, se comprende, pero suele indicar el momento en que se abre un espacio para la verdadera acción política.

Según esto somos sujetos de la po-lítica cuando no actuamos de acuerdo a los dictados de los medios y, lo que es acaso más sutil pero determinan-te, cuando no actuamos de acuerdo a la realidad mediática, que es –según los hemos venido sosteniendo- la rea-lidad que le sirve de texto y contexto al mercado. En otras palabras, somos sujetos políticos, ciudadanos, cuando escapamos de la realidad diseñada por los medios por y para el mercado y propuesta sin fi suras como realidad única.

5. COMUNICACIÓN Y CONSTRUCCIÓN DE LA REALIDAD

Escribo lo que sigue, pensando en el Caracol zapatista La realidad, espa-cio de acción comunitaria y colectiva que reemplaza las formas occidenta-les de organización espacio-territorial, fundando un ser y hacer distintos a los propuestos por el capitalismo. En efecto, Occidente ha desarrollado la tesis de que el capitalismo con todo y sus errores, es un tope alcanzado por la humanidad, y que sólo resta per-feccionar sus imperfecciones. Lo que creemos es que no sólo es posible otro mundo sino necesario y urgente. En ese sentido, las refl exiones que siguen apuntan a la necesidad de construir una comunicación que haga posible el desarrollo comunitario, específi ca-mente que articule los proyectos que conforman el Plan de Desarrollo Co-munitario (PDC). Para ello, desde las actividades de la Unidad Proyecto en el Programa de Formación Comunica-ción Social de la Universidad Boliva-riana de Venezuela Sede Zulia, hemos propuesto la creación en las comuni-dades de un Centro de Comunicación Integral (CDI), que reciba, procese y produzca información y comunica-ción necesaria para el desarrollo de

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BASES CONCEPTUALES DE UN MODELO DE COMUNICACIÓN PARA EL DESARROLLO

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los proyectos que conforman el PDC, que distinga en los proyectos la carga comunicacional y pueda dar respues-tas en forma de campañas de comu-nicación que acompañen el desenvol-vimiento de los proyectos a nivel co-munitario, mancomunado, comunal, nacional, e internacional. El CDI ha de trabajar (recibir y procesar) la co-municación comunitaria en función de los proyectos, pero debe ser tam-bién un catalizador de la información exógena, de modo que se convierta en una suerte de procesador y adminis-trador de la información de interés nacional e internacional. Una comu-nidad empoderada lo es también y ne-cesariamente en el nivel comunicacio-nal. Por todo lo dicho anteriormente, la comunicación mediática exógena está fabricada con el fi n de conectar a la población con los intereses del capitalismo internacional, a través de sus bases locales. La bodega del ba-rrio es una extensión del capitalismo trasnacional, pues la comunidad sen-cillamente no consume lo que produ-ce. El PDC es lograr la soberanía de las comunidades en mancomunidad, es el país interconectado en función de intereses comunitarios, no trasna-cionales ni capitalistas. Es el merca-do solidario y complementario, y no la producción y explotación desigual e irracional de productos y recursos en función de expectativas comerciales exógenas. La comunicación que cono-cemos favorecía este tipo de economía porque lograba fragmentar y en reali-dad borrar la idea de unidad nacional, de país, toda vez que establecíamos una relación unidireccional con lo in-tereses (deseos y aspiraciones) capita-listas. Trabajábamos así conectados con el capital, y satisfacíamos nece-sidades individualmente y a lo sumo, como núcleo familiar (la destrucción de la familia como unidad productiva

es parte de la avanzada de la econo-mía neoliberal). Los medios, se podía decir, nos hablaban a cada uno de no-sotros, en especial y en particular. La comunicación que necesitamos para el PDC es comunitaria porque necesi-tamos reconocernos, conocer los po-tenciales y recursos con que cuenta la comunidad y, en comunidad, hacer frente al proyecto de vivir emancipa-dos del capital que nos destruye, des-agrega, atomiza, fragmenta y divide.

Necesitamos empoderarnos comu-nicacionalmente, y en ese sentido se requiere la construcción en las comu-nidades de centros como el aquí pro-puesto donde sea posible investigar, educar, organizar y comunicar (mé-todo INVEDECOR), cuatro movimien-tos que se integran y complementan y hacen posible el desarrollo de los proyectos comunitarios conducentes a la conquista de la soberanía y la emancipación. De lo que se trata es de poner al descubierto la clave co-municacional que forma parte de los proyectos, para trabajar sobre ella con estrategias y seguimientos mediáticos comunitarios

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* Investigador y docente de Universidad Bolivariana de Venezuela, Sede Zulia. Estudiante del Doctorado en Ciencias para el Desarrollo Estratégico en la UBV. Correo electrónico; [email protected]

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DIÁLOGO DE SABERES N° 4 enero-abril/2009 Caracas/pp. 30-38

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RESUMEN

La participación ciudadana en el contexto de los principios,

órganos e instituciones vigentes del Estado venezolano, se plantea como un nuevo paradigma de interpreta-ción que genera importantes conse-cuencias para la transformación del Estado. El objetivo de la investigación consiste interpretar la relación exis-tente entre la institucionalización de la participación ciudadana y los cam-bios paradigmáticos del Estado De-mocrático y Social de Derecho consa-grado en la Constitución venezolana de 1999, tomando como guía el giro hacia los principios emancipatorios y la predominancia del principio de la comunidad, esquema de interpreta-ción propuesto por B. de Sousa San-tos. Usando como metodología la re-visión documental e institucional en esta materia, se obtiene como resulta-do que la participación ciudadana ha

impulsado un cambio de paradigma que transforma la estructura axiológi-ca y teleológica del Estado venezolano hacia la consolidación de una tipolo-gía basada en lo participativo comu-nitario.

Palabras clave: participación ciu-dadana, Estado venezolano, paradig-ma, principios, comunidad.

TRANSFORMATIONS OF THE VENEZUELAN STATE: THE PARTICIPATION PARADIGM

ABSTRACT

The civil participation in the con-text of the principles, organs and ac-tive institutions of the Venezuelan state, it is stated as a new interpre-tation paradigm that bears important consequences for the transformation of the state. The aim of this investi-gation consists in interpreting the

Transformación del Estado

Venezolano: El paradigma de la

participación

ROSA VIRGINIA NÚÑEZ *

Recibido: 10/11/2009Aceptado: 20/02/2009

PERSPECTIVAS

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existing relation between the insti-tutionalization of the civic participa-tion and the pragmatic changes of the democratic and social state of rights consecrated in the 1999 Venezuelan constitution, taking as a guide the turn towards the emancipation prin-ciples and the predominance of the community principle, interpretation scheme proposed by B. de Sousa Santos. Using as methodology a doc-umentary and institutional review in this matter, as a result it is obtained that civic participation has triggered a paradigm change that transform the axiological and theological structure of the Venezuelan state towards the consolidation of a typology based on community participation.

Key words: civic participation, Venezuelan state, paradigm, princi-ples, community.

1. INTRODUCCIÓN

La participación ciudadana se plantea como un nuevo paradigma de interpretación que impulsa la trans-formación del Estado venezolano, más aún en el contexto del Estado Demo-crático y Social de Derecho consagra-do en la Constitución venezolana de 1999 (ANC, 2000). La revisión docu-mental e institucional en materia de participación, arrojan resultados con-cluyentes sobre los cambios operados en la estructura axiológica y teleológi-ca del Estado hacia la consolidación de una tipología basada en lo partici-pativo comunitario.

De esta forma, la participación arropa la organización interna de los órganos públicos y sus funciones des-tinadas al desarrollo social y comuni-tario. El paradigma de la Constitución de 1961 es el de la representación del

ciudadano, ahora, se transforma en el paradigma de la participación ciuda-dana.

En este sentido, el proceso de cam-bio institucional está estrechamente vinculado a la ampliación formal de las posibilidades de participación ciu-dadana y comunitaria, por ello, el de-recho a la participación en los asun-tos públicos propicia que los ciudada-nos participen en la formación de la voluntad estatal, “sirviendo de cauce a la articulación de la soberanía po-pular que posibilita la legitimación democrática del ejercicio del poder” (Núñez, 2007, 93).

Con el referente teórico aportado por Santos (2005), se afi rma que el movimiento histórico de la posmoder-nidad ha promocionado la vigencia de la participación ciudadana, y esta transformación viene sustanciada por la preeminencia de los principios emancipatorios, un camino interme-dio entre los principios de regulación y los principios de la comunidad. En Venezuela, podemos verifi car cómo las normas positivas van refl ejando cam-bios en los principios que le sirven de base, acercándose más a la lógica de los principios de emancipación.

2. PRELIMINARES DE LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA La participación ciudadana debe

estudiarse en su sentido más profun-do, comenzando por uno de sus ele-mentos constitutivos: la intersubjeti-vidad humana (Estrada, 1995), a par-tir de la cual se construye el complejo multidimensional de la participación política hasta llegar a la objetivación normativa, desde donde el proceso vuelve a su origen subjetivo.

Santos aporta valiosas refl exiones

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sobre el cambio paradigmático implí-cito en la activación participativa de la población, valiéndose de la interpre-tación histórica de la modernidad y la época posmoderna. En este tiempo, la hegemonía de la racionalidad se tipi-fi ca con los principios de regulación y los principios de emancipación. Para Santos (citado por Delgado, 2000a, 96), los “principios de regulación son el mercado, el Estado y la comunidad, y los principios de emancipación son la participación, la solidaridad y el placer felicidad”. Son dos formas de entender el mundo, dos racionalida-des sustentadas en paradigmas dife-rentes, o, incluso, antagónicos; una que privilegia la acción regulada de la sociedad, desde lo colectivo a lo indivi-dual, y otra que propugna la actividad emancipadora, esto es, la visión desde lo individual, desde lo subjetivamente propio hacia lo macro colectivo.

Sin embargo, los principios eman-cipatorios se han visto sofocados por el mercado y el Estado, privilegiando la representación en lugar de la par-ticipación, el Estado de bienestar en lugar de la solidaridad, para lo cual Santos propone la reelaboración y reinvención de nuevas subjetividades, en cuyo centro “... está el crear nue-vas formas de conocimiento basadas en una nueva retórica que promueva la solidaridad y la tolerancia frente al caos, pues es desde este polo ontog-noseológico que puede inducirse la transición paradigmática.” (Delgado, 2000a, 116). En efecto, el traslado hacia nuevos principios pasa por de-fi nir una verdadera congruencia entre la ciudadanía (Estado) y la comuni-dad que le haga contrapeso al pode-río actual del principio del mercado. Con esto se logra “el proyecto de rein-vención solidaria y participativa del Estado” (Santos, citado por Delgado,

2000a, 333) y la intención está en ver los puntos coincidentes entre los pro-yectos de transformación socio-histó-rica del Estado y el jurídico-político del Estado venezolano.

Podemos decir que la regulación normativa de la participación ciuda-dana signifi ca la adopción de un cam-bio de paradigma que sólo es el primer paso hacia la creación de las nuevas subjetividades necesarias para lle-gar a la concreción de los principios emancipadores.

La necesidad socio política de favore-cer la participación ciudadana está aso-ciada a la crisis de representatividad de las democracias liberales, manifi esta a partir de los años ’60 con la declinación de las instituciones mediadoras (Parla-mento, partidos políticos) y la concien-cia del ascenso de la burocracia estatal, que a la larga signifi có la “conciencia de la necesidad de perfeccionar y comple-tar la democracia representativa” (Cu-nill, 1991, 11), dándole un signifi cativo impulso a la participación ciudadana entendida como una alternativa para la construcción de consenso y como un medio para contener la discrecionali-dad de la burocracia.

Según Cunill (1991: 12), a comien-zo de los noventa, la participación ciudadana encuentra fundamento en la crisis de efi cacia del Estado, ya que se le asume como un medio para “lo-grar el involucramiento directo de los ciudadanos en la producción y/o en la gerencia e, incluso, en el fi nancia-miento de ciertos servicios”. Aunado al rol político, propio de la América Latina, de legitimar la ausencia de los canales tradicionales de representa-ción y participación política, o como complemento necesario de aquellos.

Siguiendo en este lado del mundo,

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el impulso de la participación ciuda-dana se traduce en la necesidad de profundizar la democracia, desde la perspectiva de la democratización del Estado. Dicho proceso implica una concepción de desarrollo integral que asume la preeminencia de los valores humanos y privilegia la participación de la población en el proceso de desa-rrollo económico y social, reivindican-do así el papel de los sujetos sociales en la formulación de políticas y pro-gramas de acción pública. En otros términos, se busca resolver una serie de exigencias sociales con la articula-ción de la democracia representativa con la democracia participativa.

3. CONJUNCIÓN ESTADO Y PARTICIPACIÓN

El mencionado proceso evolutivo de las relaciones políticas, aunado a la ne-cesidad de estabilidad del sistema capi-talista, forjó al llamado Estado social, el cual le da preeminencia al otorgamien-to de derechos sociales y la ampliación de los derechos políticos, que dejan de ser meramente negativos, y por ende, pierden su carácter delimitador de la esfera privada autónoma. Asimismo, estos derechos se interpretan positiva-mente como garantías de participación, referida no sólo al ámbito de su ejer-cicio (político-económico), sino de sus sujetos (trabajadores, organizaciones comunitarias etcétera.) de tal manera que las oportunidades de participación política con relación al Estado aumen-tan a niveles jamás conocidos.

Para Delgado (2000b, 23), el Esta-do Social de Derecho se caracteriza básicamente por dos aspectos: prime-ro, el desarrollo de la administración prestacional, en búsqueda de la “pro-cura existencial” o “espacio mínimo vital cónsono con un bien común que

permita el desarrollo y el enriqueci-miento de la persona humana”; y lue-go, el establecimiento de los derechos exigencias, es decir, de los derechos sociales, económicos y culturales.

La participación ciudadana viene a formar parte de ambos extremos cons-titutivos del modelo estatal, en cuan-to derecho y a la vez concreción de la justicia social y la dignidad humana. Precisamente, la justicia social alcan-za una posición relevante dentro de la naturaleza del Estado social y demo-crático, pues también debe impulsar la creación de las condiciones prácticas que permitan que la igualdad de opor-tunidades se concrete y los individuos puedan lograr el desarrollo de su per-sonalidad en función de sus aptitudes. De esta manera, el Estado social y de-mocrático tiene como valores rectores la justicia social y la dignidad huma-na, además de erigirse en garante del bien común, sustentándose para ello en la participación del pueblo.

La defi nición de Estado Democrá-tico y Social de Derecho y de Justi-cia tiene un fuerte soporte en la re-valoración jurídica de la participación ciudadana, marcada en el abundante articulado, como veremos abajo, o lo que es lo mismo, el Estado sustenta su ejercicio empírico con la inclusión discursiva de todos los sujetos en la fundamentación de las normas, recu-perando el “carácter dialogal” (Villalo-bos, 2001, 30) para la conformación democrática del Derecho y del poder.

4. EL ESTADO VENEZOLANO Y LA PARTICIPACIÓN

La consagración de un régimen de-mocrático participativo, como el caso de Venezuela, puede coexistir con la representación democrática de la so-

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beranía, que se ejerce indirectamente por el pueblo a través de la elección de los órganos del Poder Público. La combinación o síntesis de las formas democráticas de participación y re-presentación no son excluyentes, sino que pueden conjugarse en una forma especial de “participación representa-tiva” (Combellas, 2001).

A diferencia de la Constitución de 1961, en el régimen constitucional vi-gente incluye, sin duda alguna, y aquí radica el interés, la fi gura de la parti-cipación ciudadana dentro del sistema jurídico de valores, con todas las conno-taciones socio-políticas e históricas que se han comentado. Con el nuevo senti-do fi nalista le imprime a la Constitución Bolivariana un signo distintivo respecto a toda nuestra historia constitucional anterior, pues el giro paradigmático asi-milado la acerca por primera vez al eje del sistema directo o participativo de gobierno y lo aleja del sistema indirecto o representativo, tradicionalmente aco-gido. Por lo menos en la declaración ju-rídica se acoge el principio emancipador de la participación ciudadana.

En este mismo sentido debe enten-derse la declaración de los Principios Fundamentales en el Artículo 2 de la Constitución Nacional: “Venezuela se constituye en un Estado democráti-co y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superio-res de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el plu-ralismo político.” (ANC, 2000)

La aseveración de ser un Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia no por simple técnica jurídi-

ca se acompaña de una declaración de valores del ordenamiento jurídico y de la actuación del Estado, orientado-res de su vida jurídica. Brevemente, concordado con el resto del articulado de la CRBV (ANC, 2000), cada valor puede interpretarse en el siguiente sentido:

La vida: preservación y protec-• ción de la existencia humana, en-carnado en el derecho a la vida (ar-tículo 2 y 43).

La libertad: autodeterminación • vital de la persona, que implica la po-sibilidad de desplegar la personalidad en todas las formas de pensamiento y acción. La libertad comprende una larga lista de derechos de ser libre, tales como el libre desenvolvimiento de la personalidad, la libertad perso-nal, libertad de tránsito, libertad de expresión, etcétera. (artículos 2, 20, 44, 50, 57, 59, 61, 62, 98, 112, 299, 326 y 350, entre otros).

La justicia: comprende la rea-• lización dinámica y permanente del bienestar social (Preámbulo, Expo-sición de Motivos, artículos 2, 3, 257, 299 y 326).

La igualdad: equiparación no • solo ante la ley sino también mate-rialmente con la generación de con-diciones para la igualdad real (artí-culos 2, 21, 75, 77, 88 y 326).

La solidaridad: consideración • de afecto al necesitado y de obliga-ciones compartidas; valor funda-mental para una equilibrada orga-nización social y política (artículos 2, 4, 70, 80, 84, 123, 299 y 326).

La democracia: respeto a la vo-• luntad popular y activación de una democracia participativa como for-ma de vida y praxis cultural (artícu-los 2, 6, 95, 102, 299 y 326).

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La responsabilidad social: obli-• gación del Estado en cuanto Estado social de responder ante los males sociales, cuestión extensible al con-junto social (artículos 2, 4, 6, 29, 30,140, 141 y 259).

La preeminencia de los dere-• chos humanos: jerarquización de los derechos humanos, subordinando el interés público al reconocimiento y protección de tales derechos (artí-culos 2, 19, 22, 23, 29, 31 y 326).

La ética: en el sentido de mo-• ral pública, arraigado como valor al vincularse con otros valores públi-cos como la honestidad y la trans-parencia, así como el profundo sus-tento democrático (artículos 2, 102 y 141).

El pluralismo político: supone • la participación de diversos actores políticos tanto en la distribución del poder como en los centros de deci-siones (artículos 2 y 6).

El aspecto común de esta declara-ción axiológica se revela al encontrar su eje central; éste es: la protección del ser humano en todo aquello que le es propio. Sin embargo, hace falta mencionar que la consolidación del modelo democrático de convivencia pasa necesariamente por un adecua-do proceso de socialización política y democrática, que se materializará a través de diversos medios, entre ellos, la familia, los medios de comu-nicación y la educación. Estos medios destinados a un fi n humanista re-quieren de la instrumentalización de la construcción de nuevas subjetivi-dades, es decir, nuevos sujetos capa-ces de comprender y comprometerse hacia tales fi nes, procurando una “ar-ticulación virtuosa entre la lógica de la reciprocidad propia del principio de

comunidad y la lógica de la ciudada-nía propia del principio del Estado.” (Santos, 2005, 336).

El Estado venezolano ha dado muestras de la búsqueda para la transformación de la ciudadanía ha-cia un ejercicio efectivo de la recipro-cidad, a través del impulso de subje-tividades basadas en lo comunitario y participativo, por un lado con la re-gulación constitucional de la partici-pación y, por otro, con fi guras como los Consejos Comunales, las Misiones y el apoyo al cooperativismo, además de estructuras administrativas como Ministerios (Ministerio del Poder Po-pular para la Participación y Protec-ción Social, ahora para las Comunas y Protección Social), fondos económicos (Fondo Único Social, Fondo de Desa-rrollo Nacional, Fondo de Compensa-ción Interterritorial) y planes naciona-les (Proyecto Nacional Simón Bolívar, Primer Plan Socialista de la Nación) en cuanto a las políticas públicas. Es la transformación paulatina del Esta-do, desde la base social, desde el for-talecimiento de lo comunitario hacia lo participativo solidario.

La Constitución actual, en defi niti-va y con este mismo sentido de rein-vención, consagra muy explícitamente el tema de la participación ciudada-na, tratándola tanto como medio, va-lor, principio y fi n, por cuanto el cam-bio paradigmático introducido por la normativa fundamental comprende la asimilación de la participación como atributo principal de las instituciones y organismos públicos. De esta ma-nera, la participación ciudadana está encarnada en la fi gura de la democra-cia participativa y del gobierno par-ticipativo, y consecuencialmente, en la justicia participativa, la legislación participativa, la vivienda participati-

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va, la salud participativa, etcétera.

La institucionalización de la par-ticipación ciudadana tiene entre sus fi guras principales y más novedosas a los Consejos Comunales, defi nidos en Artículo 2 de la Ley Orgánica de los Consejos Comunales como una “ins-tancias de participación” (AN, 2009). Esta defi nición, bastante particular, deja abierta a la interpretación la na-turaleza y clasifi cación orgánica de esta instancia, y sin dejar de lado la noción preestablecida de mecanismo y medio comunitario para la planifi -cación pública. Más aún, colocándose bajo la fi gura de “instancia de partici-pación”, amplía su ámbito hacia otras áreas que podrían ser o no de plani-fi cación, dándole impulso a la parti-cipación ciudadana y a la consolida-ción de la democracia participativa, por una parte, porque cumple con los requerimientos del desarrollo político de las instituciones participativas, tal como lo solicita el Proyecto Nacional, y por la otra, porque acerca directa-mente al ciudadano a los espacios públicos donde pueda ser atendida su solicitud, con el único presupuesto de estar organizado previamente en su comunidad.

Así, los Consejos Comunales vie-nen a ser la fi gura jurídica impulsa-da por el Estado para fortalecer la participación social y generar poder ciudadano. En este sentido, el ciuda-dano tiene derecho a participar en la formulación, la ejecución y el control de las políticas públicas, a ejercer la democracia por diferentes mecanis-mos y las comunidades organizadas a convertirse en nuevos sujetos de des-centralización y del cambio social.

El sistema participativo supone que el pueblo retiene siempre la soberanía y si bien puede ejercerla a través de

sus representantes, “...también pue-de por sí mismo hacer valer su volun-tad frente al Estado. Indudablemente, quien posee un poder y puede ejercer-lo delegándolo, con ello no agota su potestad...” (CSJ, 1999). Esta juris-prudencia sentó las bases del desa-rrollo de la participación ciudadana, hasta llegar al Proyecto Nacional, en el cual se expresan con más claridad los postulados de la transformación estatal y social, ligada a la institución democrática: “La democracia protagó-nica revolucionaria se basa en la de-fensa, conservación y desarrollo de la vida humana y en la corresponsabi-lidad solidaria por la vida del otro en comunidad. La sociedad es un tejido comunitario y solidario, guiado por el bien común que tiene en la solidari-dad el principal sentido de la vida hu-mana.” (Presidencia de la República 2007, 44).

En concordancia con la articula-

ción del principio de comunidad y el principio del Estado, los valores que subyacen a cada uno: “- cooperación, solidaridad, participación, democra-cia y prioridad de la distribución so-bre la acumulación - no se erige en punto de partida sino en el resultado de una esforzada lucha política por la democracia…” (Santos, 2005, 337).La democracia viene a ser el terreno de lucha para el sustento del cambio paradigmático de la participación y protagonismo hasta llegar a la eman-cipación humana.

5. CONCLUSIONES

La Constitución venezolana, vi-gente desde 1999, consagra muy explícitamente el tema de la partici-pación ciudadana; tratándola tanto como medio, valor, principio y fi n, como deber u obligación o como re-

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ROSA VIRGINIA NÚÑEZ

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quisito procesal, por cuanto el cam-bio paradigmático introducido por la normativa fundamental comprende la asunción de la participación como atributo principal de las instituciones y organismos públicos. De esta ma-nera, la participación ciudadana está encarnada en la fi gura de la democra-cia participativa y del gobierno parti-cipativo, y consecuencialmente, en el Estado Democrático y Social de Dere-cho y de Justicia. La participación se alza como paradigma defi nitorio del nuevo régimen constitucional, siem-pre entendida en tanto fi gura rectora de los fi nes estatales, tanto desde la organización interna de los órganos públicos como desde sus funciones externas destinadas a la conforma-ción y desarrollo social.

Dicha asimilación de la partici-pación ciudadana coincide con la propuesta teórica de Boaventura de Sousa Santos sobre el paso histórico y político de los principios de regula-ción (Estado, mercado, comunidad) hacia los principios de emancipación (solidaridad, participación, placer feli-cidad). Esta transición ocurre prime-ramente con la equiparación entre los principios del Estado y la comunidad, y luego con la preeminencia de la co-munidad y su lógica de reciprocidad y distribución, teniendo como valores la participación y la solidaridad hasta que se constituyan en principios fun-dadores de la interpretación emanci-padora de la vida humana.

El proceso de cambio institucional que aspira a transformar en profun-didad el sistema democrático, está estrechamente vinculado a la amplia-ción formal de las posibilidades de participación ciudadana y comunita-ria. Por ello, el impulso de la partici-pación ciudadana se traduce en la ne-

cesidad de profundizar la democracia. Dicho proceso implica una concep-ción de desarrollo integral que asume la preeminencia de los valores huma-nos y privilegia la participación de la población en el proceso de desarrollo económico y social, reivindicando así el papel de los sujetos sociales en la formulación de políticas y progra-mas de acción pública. Tomando esto en cuenta, se crean diversas fi guras como los Consejos Comunales, con el fi n de fortalecer el derecho a la parti-cipación en los asuntos públicos y en la formación de la voluntad estatal, sirviendo de cauce a la articulación de la soberanía popular que posibilita la legitimación democrática del ejercicio del poder.

Aunado a ello, el movimiento his-tórico actual ha promocionado la vigencia de la participación ciuda-dana, por ello, el Estado venezolano asume la institucionalización de la participación para favorecer la cons-trucción de nuevas subjetividades, entre ellas los mencionados Conse-jos Comunales, y en otro sentido la declaración del Proyecto Nacional Simón Bolívar y la nueva estructu-ra administrativa del gobierno; todo contribuye a la reinvención de un Estado solidario y participativo, en el marco de una sociedad justa y equitativa en procura de los princi-pios emancipadores.

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TRANSFORMACIÓN DEL ESTADO VENEZOLANO: EL PARADIGMA DE LA PARTICIPACIÓN

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* Investigadora y docente de la Universidad Bolivariana de Venezuela. Doctoranda en Ciencias para el Desarrollo Estratégico en la UBV. Magíster en Ciencia Política y Derecho Público. Aboga-da. Licenciada en Letras. Correo electrónico: [email protected]

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RESUMEN

Se inicia una hermenéutica so-bre el papel del conocimiento y

la educación en el capitalismo tardío. En éste el conocimiento y educación responden a necesidades de expan-sión del mercado, no sólo a través de la producción, sino de la generación de necesidades eo ipso, el producto se desmaterializa y la transacción mer-cantil ya no se subordina a un objeto sino al placer o al estatus que pro-porciona, es más una intervención al deseo y la psiquis, convirtiéndose en estrategia para la dominación. Bajo este contexto: a) La universidad no está dirigida propiamente a suplir las necesidades del mercado de trabajo, sino a producir elementos necesarios para la expansión del mercado y, para ello, provoca cambios en los temas o problemas que trata la ciencia y la téc-nica y en el tipo de instituciones que las producen, b) El conocimiento se

entiende como una intrincada red de información, sujeto a la relación mer-cantil, más allá del producto tangible. Se concluye que el papel de la educa-ción en el capitalismo tardío es darle herramientas cognoscitivas y actitu-dinales al hombre para solucionar los problemas de fl uidez en las relaciones de mercado. La educación pasa a ser no sólo teleológica sino teleonómica.

Palabras clave: Educación, uni-versidad, capitalismo tardío, conoci-miento, transacción mercantil.

THE EDUCATION IN LATE CAPITALISM

ABSTRACT

Hermeneutics begins on the role of knowledge and education in late capitalism. In late capitalism knowl-edge and education respond to the expansion necessities of market, not

La educación en

el capitalismo tardío

CORIBELL NAVA*

Recibido: 17/ 02/2009Aceptado: 15/03/2009

PERSPECTIVAS

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only through production but the gen-eration of eo ipso needs, the product is dematerialized and the mercantile transaction it is not subordinated to an object but to the pleasure or status that it provides, it is more an interven-tion to desire and psyche, becoming a strategy for domination. In this con-text: a) the university is not properly addressed to meet the needs of labor market, but to produce the necessary elements for market expansion and in order to do so, it causes changes on the topics or problems that science and techniques deal with, and also in the types of institutions that produce them, b) knowledge is known as an intricate information web, attached to a mercantile relation, beyond the tan-gible product. We conclude that edu-cation in late capitalism is to provide cognitive and attitude tools for man to solve the fl uency problems in mar-ket relations. Education becomes not only teleological but teleonomic.

Key words: Education, university, late capitalism, knowledge, commer-cial transaction.

1. INTRODUCCIÓN

La educación en la sociedad del ca-pitalismo tardío debe responder a las exigencias de la expansión del capital y, en este contexto, la educación viene a ser una de las formas por excelen-cia para reproducir el contenido ideo-lógico y político del Estado (Althusser, 1973), permeando ésta hacia todos los intersticios de la red educativa.

Ese contenido ideológico que cons-tituye el conjunto de creencias y re-presentaciones que tiene la sociedad sobre sí misma, desconociendo su base material (Marx, 1975), en el ca-pitalismo tardío viene a estar caracte-

rizado por la expansión del mercado, ya no a través exclusivamente de la producción, sino por la generación de necesidades eo ipso (Delgado, 2003), es decir, necesidades creadas de ma-nera contingente e instantánea.

El capitalismo en su desarrollo, construyó dos mercados adicionales al mercado originario de intercambio de productos o mercancías, el merca-do de trabajo y el mercado de capitales o fi nanciero. En el capitalismo tardío este último ha tomado dimensiones hiperbólicas en relación al resto de los mercados, debido a su expansión a través de la transnacionalización de capitales, a través de la fetichización del dinero que viene a ser, él mismo, mercancía, la moneda se convierte en su propio referente.

El mercado de productos, que en principio representaba la forma de ge-neración de plusvalía, ha pasado casi a un segundo plano, siendo arrastra-do por el mercado de capitales. De allí que estemos viviendo una terciariza-ción de la economía (Delgado, 2003), en la cual se reproduce dinero sin una base productiva que lo sostenga. Es un mercado esencialmente especula-tivo, en el cual es valor no es fi jado a través del trabajo invertido, sino a través de otros mecanismos como el estatus, la satisfacción y la acumula-ción de capital.

Al mismo tiempo, la situación del mercado de productos también cambia. El producto se desmateria-liza cada vez más, y la transacción mercantil se va constituyendo con-tingentemente, no en función a una mercancía-objeto, sino al placer o al estatus que proporciona. Es más una intervención al deseo y la psiquis que se convierte en mecanismo de poder y

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dominación (Foucault, 1980).

2. EL PAPEL DE LA UNIVERSIDAD

Bajo este contexto, el papel de la universidad estará condicionado por un desarrollo teleológico en todas las actividades que se lleven a cabo en ella, y su objetivo no estará ya dirigido propiamente a suplir las necesidades del mercado de trabajo, es decir, “in-corporar” las competencias necesa-rias para responder a las exigencias del sistema productivo, sino además a producir los elementos necesarios para la expansión del mercado de ca-pitales y, para ello, se vale del cono-cimiento tanto científi co como tecno-lógico.

Con el advenimiento de los siste-mas informáticos, se ha abierto un fi lón importante en cuanto a la pre-sencia humana para el logro de la ex-pansión del mercado, y se ha logrado salvar el obstáculo generado por el hecho de que el conocimiento está in-cardinado en el hombre, lo cual repre-sentaba el problema fundamental de la circulación del conocimiento como producto.

Las necesidades del capitalismo tardío son evidentes: el nivel de for-mación debe elevarse, el proletario se profesionaliza y el profesional se pro-letariza llevándose a cabo la más ra-dical reifi cación del hombre al hablar de capital humano. La hipertrofi a del tercer mercado, se alimenta a través de los mecanismos que ofrece esta nueva conformación del conocimien-to, entendido ahora como intrincada red de información, y que está sujeto a la relación mercantil, más allá del producto tangible.

Así, el papel de la educación, en

sentido general y no solamente a nivel de educación superior, en el capitalis-mo tardío, es darle las herramientas no sólo cognoscitivas, sino actitudi-nales al hombre para cumplir la tarea de solucionar los problemas de fl uidez en las relaciones de mercado. La edu-cación pasa a ser no sólo teleológica sino teleonómica en tanto y en cuan-to tiene una fi nalidad instrumental y una función defi nida y codifi cada en los textos legales, así como en las re-laciones contractuales contingentes del mercado de capitales que han per-meado todas las instituciones y aún más, a las relaciones sociales estable-cidas en ellas.

Esto lleva a una crisis de legitima-ción del sistema de “producción” del conocimiento, representado funda-mentalmente por las universidades, lo cual provoca un reordenamiento tanto en su estructura como en su función. Una institución que había logrado ir más allá de los límites impuestos por el cambio inducido al pasar del modo de producción feudal al capitalista, ha encontrado otra vez límites que le exigen nuevas formas de legitimación, que han cambiado y harán cambiar aún más profundamente la naturale-za y concepción de universidad. “Lo que no había podido hacer la ilustra-ción y el capitalismo industrial, en el sentido de producir la obsolescencia de las corporaciones comunitarias, lo ha logrado la terciarización de la eco-nomía y el imperialismo fi nanciero” (Delgado, 2003: 763).

¿Cómo ha respondido la univer-sidad institucionalmente frente a la crisis de legitimación en cual se en-cuentra inmersa? Para responder a esta pregunta es necesario detener-nos un poco en las características que ha adquirido el conocimiento en este

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momento histórico.

3. LAS CARACTERÍSTICAS DEL CONOCIMIENTO

El saber ha cambiado de estatus en la concepción posmoderna (Lyo-tard, 2006) y se ha pasado de un pa-radigma historicista a un paradigma geográfi co (Delgado, 2003).

En cuanto a lo primero, puede de-cirse que el conocimiento se transfor-ma no solamente en su estructura, sino también en la forma en la cual se constituye y circula. Así, el cono-cimiento se desagrega para ser co-difi cado y transformado en informa-ción, lo que no pueda ser convertido en código será puesto de lado al no ser posible su posterior proceso de in-formatización. Esto implica un nuevo criterio epistémico para establecer el régimen de verdad, como lo denomina Foucault (2001), lo que implica igual-mente una transformación de lo que debe ser considerado como enunciado de verdad. Para decirlo con Lyotard (2006: 16), “Con la hegemonía de la información se impone una cierta ló-gica, y por tanto, un conjunto de pres-cripciones que se refi eran a los enun-ciados aceptados como «de saber»”.

Ésta es una diferencia fundamental con la antigua concepción del conoci-miento, que consistía en transformar en conocimiento al conjunto de infor-maciones, datos o hechos, esto es, el conocimiento compuesto a partir de un conjunto de coligaciones concep-tuales, relaciones causa-efecto, entre otras, entre pequeñas unidades de información. En la concepción pos-moderna-informatizada el datum en sí mismo se convierte en enunciado de saber y es asumido como conoci-miento, es decir, el conocimiento se

des-estructura en pequeñas unida-des para poder circular a velocidades nunca antes vistas. La principal con-secuencia de esta des-estructuración es la necesidad de desarrollar concep-tos, o categorías unívocas, estáticas, que hagan posible el ordenamiento de enunciados como algoritmos.

Pero el conocimiento no solamen-te cambia en su forma de presentar-se y estructurarse, sino que también cambia en dos sentidos: en cuanto a los temas o problemas a los cuales se aboca la ciencia y en cuanto al tipo de instituciones que la producen.

La miniaturización (nanotecnolo-gía), la ingeniería genética y la biolo-gía molecular son los temas centrales, dado precisamente su anclaje en el modelo cibernético, es decir, su capa-cidad inmanente para ser convertido en lenguaje informático, además de su enorme potencial en el manejo de la constitución biológica de los seres vivos, en especial el hombre. Por otro lado, se comienzan a crear “institu-ciones híbridas” (“hibrid fi rm”), fusio-nándose institutos de investigaciones, centro universitarios e incluso univer-sidades completas con la empresa pri-vada. La oveja Dolly es una resultante de estas nuevas instituciones (Frans-man, 2001), cerrándose cada vez más la brecha que separa a las universi-dades de los sistemas productivos. El proyecto Boloña, propuesta educa-tiva europea, es otro de los intentos de subordinar a las universidades de manera expresa a las necesidades del sistema productivo y del mercado.

En cuanto a lo segundo, referido al cambio del paradigma historicista al paradigma geográfi co, tiene impli-caciones importantes en cuanto a la nueva función asignada a los centros

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de producción de conocimiento y más específi camente a las Universidades. La asunción de progreso, sucesión y continuidad totalizadora propia del pensamiento histórico, se agota para dar paso al pensamiento simultáneo, contingente y local del paradigma geográfi co, en este sentido, para Del-gado Ocando (2003: 163) “La supera-ción del paradigma histórico signifi ca el fi n del modernismo intelectual y el surgimiento del postmodernismo…”.

Dentro de la concepción del para-digma geográfi co, la universidad se dispersa para dar respuesta a pro-blemas puntuales y locales. El gran claustro se desintegra, conformándo-se una red difusa, pero inteligible. A través de esta nueva conformación la universidad contribuye a la acelera-ción de la difusión de ciertos conoci-mientos científi cos y tecnológicos que se han convertido en tareas cotidianas para el sistema productivo como es el caso de las tecnologías de información que son de vital importancia para lo-grar este objetivo, acelerando “la ubi-cuidad del capitalismo transnacional y la cancelación de los obstáculos que perturban el juego universal de los mensajes y las transacciones mercan-tiles (Delgado, 2003: 765).

Al cambiar la lógica histórica por la lógica espacial, el funcionamiento del sistema económico va a depender de una organización cibernética de sus componentes relacionales (Delgado, 2003), esto es, deben establecerse in-terconexiones entre los diversos ele-mentos, que permitan dar respuesta inmediata y constituir las relaciones mercantiles. “La propia noción de mercado empieza a entrar en crisis…No hay mercado; hay más bien cons-trucción (síntesis) del mercado y re-producción anómala de relaciones

mercantiles alrededor de variables que la lex mercatoria no encuentra sino que constituye.” (Delgado, 2003: 769).

4. CRISIS DE LEGITIMIDAD DE LA UNIVERSIDAD

Así la educación superior entra en crisis de legitimación, trayendo como consecuencia una dislocación de las funciones de docencia, investigación y extensión. Frente a los cambios gnoseológicos y epistemológicos, se plantea un «relanzamiento» institu-cional, con el auge y aparición de for-mas de organizar y operacionalizar la educación superior que difi eren de la concepción tradicional del claustro, como lo son la educación a distancia en sus dos modos de presentarse: se-mi-presencial y a través del uso de la plataforma informática (internet), lo que cada vez toma más espacio en las instituciones universitarias de rancio raigambre.

Merece especial mención la muni-cipalización o parroquialización, pues éstas son productos directos del nue-vo paradigma geográfi co, en el cual el claustro se desarticula para confor-mar pequeños espacios operacionales, en los que las actividades pedagógicas desdibujan las antiguas funciones de investigación y extensión al quedar éstas, al menos en teoría, subsumi-das dentro de la práctica pedagógica misma. En estos centros se pretende propiciar un espacio de aprendizaje a partir de la interacción permanente con el contexto social y político en el cual ésta inmerso el alumno, con la intención de que éste pueda dar res-puesta a las necesidades del entorno inmediato en el cual se desenvuelve. En este sentido, la educación supe-rior se convierte en un mecanismo de

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intervención social directo, que per-mite direccionar tanto las relaciones sociales como las relaciones mercan-tiles instantáneas.

Otra de las formas de legitimación de la educación superior es la inser-ción en los planes de estudios de ma-nera reiterada, tópicos sobre gerencia e incluso el nacimiento de proyectos educativos completos (como la Uni-versidad Bolivariana de Venezuela) dedicados a la problemática de la ges-tión.

A esta tensión de las relaciones sociales y de las relaciones de pro-ducción dentro de las instituciones, contribuye la desmaterialización de la mercancía que genera nuevos condi-cionantes que hacen que “la explota-ción económica no exija el proletaria-do tal como Marx lo entendía” (Del-gado, 2003: 769). Ello no signifi ca la desaparición del proletariado. Hoy día esta categoría se hace más laxa, ya no está referida únicamente al trabajador industrial sino también a todo aquél que entra en el juego de las relaciones del capital, es decir, a todo aquel que de forma directa o indirecta participa en la síntesis de mercado.

5. EL PAPEL DE LOS PAÍSES DEPENDIENTES

Por otra parte, los países periferia o dependientes, se enfrentan a una imposibilidad material para la gene-ración de relaciones mercantiles ins-tantáneas, dado el escaso desarrollo de capacidades tecnológicas y la poca capacidad para invertir en tecnologías intensivas en capital. Los países pe-riferia se encuentran entonces frente a un mercado eo ipso, generado con una rapidez proporcional a la veloci-dad de producción de conocimiento

tecnológico y de la planifi cación del mercado a través del marketing.

Este mercado constituido pero vo-látil en el cual la característica fun-damental es que la información es el producto mismo, está sostenido preci-samente por los países dependientes que consumen productos tecnológi-cos. Bajo esta circunstancia, el papel de estos países en el sistema es el de ser “gestores”, lo cual implica la admi-nistración de los medios técnicos que les permitirá producir esencialmente bienes de servicios, la administra-ción de las relaciones mercantiles que establecen las transnacionales, así como la distribución de sus produc-tos tecnológicos. En los países cen-tro, se generan las condiciones para la constitución del conocimiento y se desarrollan refi nadas técnicas que ga-ranticen la formación de necesidades instantáneas. En este sentido las TIC han sido fundamentales.

En el capitalismo trasnacional y

multinacional, los países periferia son considerados «el mercado», por tanto, la educación como aparato ideológico, tendrá como objetivo central tratar de disminuir todo aquello que implique la obstaculización de la constitución de las relaciones mercantiles. Es por ello que el nuevo papel asignado a la Universidad dentro del juego del capi-talismo tardío es el de ofrecer el ins-trumental necesario para fl uidifi car las relaciones sociales y para el desa-rrollo de las actividades administra-tivas que coadyuven a la síntesis del mercado.

La formación a nivel superior de un conjunto de profesionales capaces de dar respuesta a la contradicción generada por la plusvalía relativa, es una necesidad imperiosa bajo la eco-

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nomía de la terciarización: “quiere a la vez menos trabajo (para abaratar los costes de producción), y más trabajo para aliviar la carga social de la po-blación inactiva” (Lyotard, 2006, Pg. 10), pero no sólo para aliviar la carga social, sino además para garantizar la constitución del mercado instan-táneo. Es por ello que la gerencia y sobre todo la gestión, conceptos que en lengua castellana tienen una fron-tera difusa, vienen a ser la forma de «racionalizar» las relaciones sociales; y la nueva función del profesional es la de ser mediador en la tensión social generada por la síntesis mercantil. El papel que juega la educación en este contexto es la de proveer la tecnología social necesaria para disminuir los costos sociales y políticos de la “re-producción anómala de las relaciones mercantiles”.

Estos modelos organizativos y con-tenidos cognoscitivos son la adap-tación de la universidad al emplaza-miento del capitalismo tardío y a su correspondiente expresión cultural, el posmodernismo, comprometiéndose con el paradigma geográfi co. Con ello se re-legitima y se adecua al nuevo fi n y a la nueva función que le es asigna-da a la Universidad por el capitalis-mo tardío, justifi cando su existencia como aparato ideológico de Estado.

En esta concepción, la educación pierde su potencial para la liberación y para la superación del modo de pro-ducción capitalista, y provee los cri-terios de sustentación y reproducción que permiten hacer sostenible la ge-neración de plusvalía relativa.

No obstante, como plantea Heide-gger “en el peligro, también está lo que salva”. La asunción del paradig-ma geográfi co trae consigo aparejado

dos importantes consecuencias: 1. El acercamiento inevitable de la Univer-sidad con la realidad social que la cir-cunda, pues al abrirse el “claustro”, las posibilidades de circulación e in-tercambio social y político se amplían, 2. Se renuncia al juego dialéctico, se acepta la simultaneidad, la multipli-cidad y la diferencia, lo cual pudiera llevar a una concepción analéctica (Dussel, 1979), es decir, pensar ca-tegorías que se encuentren fuera del pensamiento opresor-oprimido.

Pero para lograr ello, es necesario iniciar un largo recorrido por el camino de la superación de las relaciones de explotación y dominación y en el caso de la educación, la aceptación de que ésta es un refl ejo de la realidad histórica en la cual se desenvuelve, por lo que su potencial como herramienta para la liberación, estará limitado y aún más constreñido por el paradigma dominante de la época. No obstante, bajo esta circunstancia, la crítica como práctica de libertad, puede permitir poner en evidencia los mecanismos de sujeción que vienen aparejados dentro de la práctica pedagógica misma y reconocer el germen del cambio que puede subyacer en ciertas subjetividades que se desenvuelven dentro de los espacios educativos.

Es la aceptación de la necesidad y del destino, no como determinación sino como consecuente de las deci-siones que día a día tomamos, pero con la fi rme convicción de que puede ser cambiado, porque el ser es posi-bilidad.

En este sentido, el amor fati nietszcheano y el ser como facticidad heideggeriano, son dos categorías fundamentales para el advenimiento

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de la nueva sociedad.

6. CONCLUSIONES

La educación debe dar respuesta a las necesidades del modo de produc-ción que la alberga, de esta forma la introducción de tópicos gerenciales o de gestión cumple la fi nalidad de pro-porcionar el instrumental necesario para el manejo y control de las rela-ciones sociales de producción fun-damentales para el desenvolvimiento del mercado contingente propio del momento del capitalismo tardío. Esta tecnología social representa un me-canismo de poder que hace posible el control de las prácticas sociales a través de dos vías: 1. La intervención directa para disminuir los roces so-ciales, ocultando la lucha de clases, pasándola a un segundo plano, e im-putando la conciencia burguesa, que hace posible la hegemonía. 2. Dismi-nución de los costos operativos del Estado referido al mantenimiento de las fuerzas represivas como policía, ejército, entre otras instituciones.

Podemos señalar seis consecuen-cias directas sobre el conocimiento y la educación devenidas de este mo-mento del capitalismo tardío: 1. La des-estructuración del conocimiento lo fragmenta en unidades de informa-ción (datum), dispersándolo y difi cul-tando la re-elaboración de relaciones e interconexiones, produciendo nue-vas reglas de verdad que han provo-cado, en sentido general, una especie de crisis epistemológica. 2. El cono-cimiento, fundamentalmente produc-tivo (tecnológico) transformado en sí mismo como capital, se concentra en pocas manos a través de un ordena-miento jurídico cada vez más efi cien-te, que impide su libre circulación. 3. os centros de estudio se desarti-

culan también para dar respuesta a los problemas locales y puntuales ori-ginados por el mercado contingente, produciendo así el nuevo paradigma geográfi co. 4. Se crean nuevas insti-tuciones para la “producción” de co-nocimiento como las hibrid fi rm, pro-ducto de la fusión de universidades y empresas. 5. Los temas o problemas abordados también cambian dándo-se prioridad a aquellos que tienen el potencial para ser transformados en lenguaje informático. 6. Se establece un nuevo mecanismo de legitimidad para las universidades como forma-doras de los agentes moduladores de las disfuncionalidades generadas por el desarrollo de mercados volátiles y contingentes.

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RESUMEN

El sentido de la política pública es explorado desde una pers-

pectiva fundada en una noción de de-mocracia participativa y protagónica que sirve de marco político para el de-sarrollo endógeno como propuesta de proyecto integral para una sociedad en crisis. La exploración discute la pertinencia del concepto participativo y protagónico con el propósito de fun-dar en la crítica al pensamiento libe-ral, una aproximación a la condición agónica del espacio público como con-dición necesaria para la construcción de un proyecto de sociedad concebido desde una noción del desarrollo en-dógeno, entendido como el despliegue del quehacer social en armonía con su entorno. El artículo concluye su-giriendo un plano para la construc-ción de políticas públicas desde la reconstitución de un sujeto político heterogéneo, plural y en condición de

vulnerabilidad, que contrasta con la noción de sujeto político con la cual se ha entendido la política pública en la concepción moderna de Estado. Es decir, desde un plano de aprendiza-je sobre el ejercicio ciudadano desde una condición de vulnerabilidad, en contraste a la forma de la ciudadanía autónoma de la modernidad.

Palabras clave: democracia, desa-rrollo endógeno, gobierno.

THE MEANING OF PUBLIC POLICIES IN THE CONTEXT OF

ENDOGENOUS DEVELOPMENT IN VENEZUELA

ABSTRACT

The social meaning of public poli-cies is explored from a perspective based on the notion of participative and protagonic democracy conceived as the political framework of endog-

Sentido de la política pública en el

marco del Desarrollo Endógeno en

Venezuela

ALEJANDRO E. OCHOA ARIAS*

Recibido: 12/03/2009Aceptado:12/04/2009

PERSPECTIVAS

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enous development as a way out for a society in crisis. The exploration discusses the appropriateness of concepts such as participation and protagonic in order to sustain a cri-tique of liberal thought through an approximation of the agonic state of public space as a neccesary condition for the building of a project of society based on endogenous development understood as the unveiling of social practices in armony with their neigh-bourhoods. This paper concludes suggesting a framework for the build-ing of public policies from a recon-stitution of an heterogeneus, plural and vulnerable political actor which contrasts with the political actor typi-cal of a modern conception of State. That is, from a perspective of learning about the exercise of citizenship from a fragile standpoint.

Key words: democracy, endogenous development, government.

1. INTRODUCCIÓN

El surgimiento del desarrollo endó-geno en el marco del discurso político en Venezuela constituyó el surgimien-to de un concepto tecno-político sobre el cual se construyó a lo largo del siglo XX los mecanismos institucionales, las políticas y las formas de concebir las relaciones entre las distintas so-ciedades que se reconocían como tales en el escenario mundial. Sin embargo, su aparición genera una crítica e in-fl exión en el devenir del discurso que sobre el desarrollo ha venido evolu-cionando durante décadas desde una postura fundamentalmente centrada en lo económico hasta la búsqueda de un equilibrio de sustentabilidad entre el desempeño económico y el uso de los recursos naturales.

La infl exión que aporta el desarro-llo endógeno radica en el cambio de aquello que es objeto y sujeto del de-sarrollo. Es nuestra convicción, que el desarrollo dé formas de vida que bus-can desplegar el quehacer social an-tes que aprovechar el mismo para las prácticas de acumulación material o simbólica del poder, van a constituir un reto importante a las formas de co-nocimiento y tecnologías que se han generado en torno a la conducción de los asuntos humanos en el recorrido histórico que se va construyendo en torno a una determinada concepción de libertad.

La tarea de dilucidar la relación entre lo que son las tecnologías de gobierno y su infl uencia en la defi ni-ción de las políticas públicas supone, en el caso particular de la trayectoria histórica del estado moderno, com-prender la aparición de la racionali-dad de gobierno y su vinculación con la concepción liberal de ser humano y sociedad. En este sentido, cabría preguntarse hasta dónde la irrupción del desarrollo endógeno y su capaci-dad de criticar al desarrollo pudiera incidir también en aquello que ocurre a un nivel más profundo en la cons-titución de las políticas públicas, es decir, en la concepción de la sociedad y del instrumento que históricamente se ha constituido en el más aceptado para la construcción de las socieda-des como proyecto: la democracia.

La democracia históricamente constituida en torno a la representa-ción se presenta ahora en el discurso contemporáneo más progresivo, como si estuviese fundada sobre una voca-ción agónica que se desea explorar como concurrente y esencialmente constitutiva de una noción endógena y auténtica de la política. Sobre esta

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vocación se postula que el modo de superar la concepción liberal de go-bierno y sus tecnologías yace en el poder salvador de la vocación agóni-ca, en términos de la construcción de una sociedad incluyente y para todos, en claro contraste con una multipli-cidad de sociedades que concurren a un mismo espacio geográfi co sin la pretensión de reconstituir simbólica-mente y políticamente el paisaje social en el cual sus prácticas se insertan.

Lo anterior sugiere que la discu-sión sobre el sentido de las políticas públicas, en el marco del desarrollo endógeno, requiere de una profunda discusión no sólo sobre los invarian-tes funcionales con los cuales algunas sociedades se ven obligadas a conce-bir su proyecto de sociedad, sino que además, deberá dedicar enormes re-cursos y esfuerzos para que la discu-sión pueda trascender las dicotomías propias de una concepción dualista del mundo político y social.

2. POLÍTICA PÚBLICA, DEMOCRACIA Y TECNOLOGÍAS

DE GOBIERNO

El tema de la política pública como la concertación de acciones para el bien colectivo que tiene su fuente de legitimidad o capacidad de coerción en términos del ejercicio del poder desde el Estado, ha experimentado en las últimas décadas un proceso acelerado de transformación que tiene que ver, a nuestro juicio, con el desarrollo de dos “discursos” que concurren sobre el tema. Un primer discurso se refi ere a la necesidad de articular de forma efi ciente y efi caz la gestión de las ta-reas consideradas públicas al interior de un discurso que reconoce al Esta-do fundado en la Modernidad, es de-cir, fundado en el reconocimiento de

la ciudadanía como un ejercicio cen-trado en la autonomía y la libertad de los individuos, es lo que pudiéramos establecer como una forma liberal y cuyo referente histórico lo constituye el ordenamiento democrático repre-sentativo de la sociedad (Habermas, 1983). El otro discurso, es aquel que se constituye en torno a la necesidad de reconstituir las formas de cons-trucción y defi nición de las políticas públicas a partir de la denominada sociedad post-materialista y la cual ha tenido como eje fundamental para su constitución, el reconocimiento de la diversidad cultural como el piso fundamental sobre el cual se cons-tituye el ejercicio fundamental de la política pública focalizada a grupos o sectores específi cos y a partir del cual se ha constituido una diferenciación de los derechos para cubrir más allá del ámbito universal y la aparición de un aparato del Estado más cercano a las necesidades de los ciudadanos defi nidos desde una perspectiva indi-vidual. Este Estado al cual podríamos denominar posmoderno (Rorty, 1989) se constituye con una variante de la democracia que responde, ya no a la dimensión representativa, sino a una forma de representación sostenida ya no sobre las premisas universalistas sino por la corporativización de lo pú-blico a través del ejercicio de los gru-pos de presión, quienes ya no repre-sentan intereses sectoriales de cara a la constitución de la “res-pública” sino el acceso a los bienes públicos para la realización de los proyectos individuales.

De lo anterior, se puede afi rmar que la defi nición de las políticas públi-cas, tanto en su concepción como en la administración de las mismas, ha estado signada por la constitución de estos dos discursos que se han cons-

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truido históricamente a la sombra del discurso de la democracia liberal re-presentativa. En particular, pudiera establecerse que la emergencia de la ya consolidada noción de la Nueva Administración Pública (Christensen y Laegreid) y su enfrentamiento a las formas burocráticas de organización del aparato público tradicionales, y asociadas a las formas de gerencia pública tradicional, son el respectivo correlato a las consideraciones con-ceptuales de las políticas públicas que hemos esbozado de forma sintéti-ca en los párrafos anteriores. En todo caso, un asunto que queda por dilu-cidar en el presente es el modo cómo la aparición en el discurso político ve-nezolano y latinoamericano de la de-mocracia participativa y protagónica altera o constituye un nuevo espacio de la construcción del discurso de las políticas públicas en el presente.

En particular, nos interesa comen-zar a articular una discusión sobre la defi nición de las políticas públicas no sólo en el marco de la defi nición de una concepción de régimen de go-bierno guiado por la participación y el protagonismo, se trata además, de tratar de vincularlo con un nuevo in-tento por construir una plataforma de legitimación técnica y política que pa-rece al mismo tiempo darle continui-dad al desarrollo como concepto aglu-tinador o directriz de la sociedad pero, por otra parte, con una centralidad en la transformación social y cultural que fueron en el pasado consideradas accesorias en el proceso de desarro-llo que se desplegó en los últimos 50 años del siglo XX (Escobar, 2005).

Un asunto particularmente rele-vante para el abordaje que se intenta en este artículo es lo que denomina-mos tecnologías de gobierno. La ra-

zón de usar este término radica en la forma en que la política pública como concepto y los modos de ad-ministrarla se van constituyendo en un complejo entramado en el cual se trata de orquestar la acción humana a partir de una voluntad de control y predicción. No se trata en este caso de la complejidad mecánica de los procedimientos administrativos sino del complejo producto socio histórico en el cual discursos, instrumentos y modos de investigación se entretejen y dan unidad a lo que denominamos “tecnología”. En particular, nos inte-resa mostrar cómo se conectan en su desarrollo histórico la tecnología y el gobierno en la constitución de lo que denominamos “tecnologías de gobier-no” y que se asocian con las formas de conducir a la sociedad en su con-junto: las políticas públicas.

Por discurso tecnológico entende-mos al conjunto de argumentos que se presentan en torno a los procesos a través de los cuales el ser humano es capaz de ordenar y manipular las cosas y las personas con el propósi-to de conducirlo a un fi n deseable y cuya condición de bondad es indiscu-tible. Es un discurso que trasciende lo técnico para involucrar además al conjunto de creencias, enfoques de investigación y presupuestos que se hacen acerca del mundo que permite asegurar un espacio para la conduc-ción de lo humano y lo natural funda-do en la predicción y el control. Este discurso está inevitablemente atado a un modo de interrogar al mundo. En este sentido, resulta evidente que para poder alcanzar la predicción y control se asume una regularidad e indepen-dencia del mundo con respecto al su-jeto que lo interroga. Tal separación es clave en el proceso de asegurar que la conducción de las cosas y de

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las personas, pueda estar fundado en principios universales, racionales y que estén alejados de cualquier con-dición subjetiva. En la medida en que la visión del mundo sea independien-te de una voluntad particular, en esa misma medida será posible la cons-trucción de las leyes y regularidades sobre las cuales el control y la predic-ción serán materializadas. De algún modo, se entendería que la intención directriz, detrás de la predicción y el control, sea la no adjudicación explí-cita de este poder a un determinado agente o actor. La potencia del poder yace en la habilidad para ocultarse (Foucault, 1991).

En el plano de la conducción de los asuntos públicos, el modelo burocrá-tico ha jugado un papel fundamen-tal en este proceso de ocultamiento. Incluso, en las formas impuras de la burocracia que están asociadas a las formas clientelares y corporati-vistas de conducción que reclaman, en el fondo, la enorme visibilidad del poder, se da un proceso en el cual la condición anónima y el poder ejerci-do desde la caracterización del rol del funcionario, procuran ocultar el ejer-cicio del poder, o al menos, su condi-ción ejercida desde una posición que de forma reiterada se sostiene sobre el presupuesto de la neutralidad y la racionalidad procedimental. En este sentido, uno de los aspectos claves sobre los cuales se funda el conoci-miento sistemático y racionalmente aceptable, implica la búsqueda de un marco cuya validez no esté asociada a la acción intencional o a la volun-tad del ser humano. Por lo tanto, uno de los esfuerzos más importantes es precisamente la separación del cono-cimiento y la experticia en la conduc-ción de los asuntos colectivos, de sus propias condiciones históricas. Este

desprendimiento de lo histórico está impulsado por un interés fundamen-talmente instrumental (Habermas, 1992).

Esta instrumentalización del cono-cimiento consigue en la defi nición de las formas de gobierno en el presen-te, un espacio fértil para su cultivo. Es precisamente la introducción de la economía en la política lo que consti-tuye la piedra angular sobre la cual se desarrolla la noción de gobierno: “Gobierno consiste en la disposición apropiada de las cosas (..) para alcan-zar un fi n que es “conveniente” para cada una de las cosas que son gober-nadas. Esto implica una pluralidad de propósitos específi cos” (Foucault, 1991: 95).

En estas primeras etapas del go-bierno como práctica en el mundo occidental, se van dando los primeros pasos para considerar a la población como el objeto último de la acción del gobierno. La población entendi-da como una variable biológica en la cual ciertas regularidades se identifi -can e intentan controlar, tales como la tasa de natalidad, mortalidad, et-cétera. Esto permitió la defi nición de una nueva forma de gobierno: “Inte-rés al nivel de la consciencia de cada uno de los individuos que constituirá la población e interés en la población como unidad independientemente de aquellos intereses particulares que la componen. Éste es el nuevo objeti-vo y el instrumento fundamental del gobierno de la población” (Foucault, 1991). El gobierno no está dedicado solamente a la búsqueda del mejora-miento de las condiciones comunes para la actividad productiva, sino además, para ejercer el control sobre las condiciones de cada uno de los individuos gobernados. La raciona-

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lidad que subyace en esta forma de gobierno es lo que Foucault denomina governmentality, que nosotros llama-mos racionalidad de gobierno, la cual implica los siguientes aspectos:

“1. El ensamble formado por instituciones, procedimientos, análisis y refl exiones, los cálculos y las tácticas que permiten el ejer-cicio de este tipo muy específi co pero complejo de poder, el poder que tiene como objetivo a la pobla-ción, como principal forma de co-nocimiento a la economía política, y como medios esencialmente téc-nicos, al aparato de la seguridad.

2. La tendencia, por un largo período de tiempo y en todo Oc-cidente, que se ha extendido a considerar la pre-eminencia de este tipo de poder sobre todas las otras formas de poder, es lo que denominaríamos gobierno.

3. El proceso, o mejor dicho, el resultado del proceso a través del cual el estado de justicia de la Edad Media es transformado en el estado administrativo duran-te los siglos XV y XVI, los cuales fueron paulatinamente ordenados por la racionalidad del gobierno” (Foucault, 1991: 102-103).

De lo anterior, resulta obvio que el énfasis sobre la noción de población como el objeto de gobierno ignora la constitución ética del ser humano. Éste descarta la capacidad de criticar e involucrarse en la defi nición de las normas que gobiernan la sociedad. El debate político es reemplazado por el conocimiento técnico acerca de la ad-ministración de la población como una entidad biológica, por lo tanto, en una variable controlable (Gordon, 1991).

El denominado “dispositivo de se-guridad” no debe entenderse sola-

mente a la condición represiva o po-licial legítimo. Éste es mucho más complejo e incluye mecanismos para el control de la conducta de la pobla-ción tales como programas de salud y asistencia social. El control del com-portamiento resulta simultáneamente más complejo y estricto pues el dis-curso en torno a la población siempre será un discurso técnico en el cual las estadísticas juegan un papel crucial. Los individuos que se distinguen por sus condiciones peculiares son absor-bidos bajo categorías que son homo-geneizantes (Gordon, 1991).

Este modo de gobernar asumiendo como centro las necesidades más co-munes, pero al mismo tiempo, aqué-llas cuya satisfacción se materializan a nivel individual, dan lugar a me-canismos de control del ser humano más sofi sticados, pues se asume que no hay invasión u obstrucción en el ejercicio de sus libertades. En conse-cuencia, bien pudiera afi rmarse que este modo de gobierno se encarna de forma apropiada con una concepción liberal de la sociedad. Es de resaltar que la esencia técnica para el ejercicio del gobierno, fundada en la seguridad, se constituye en un mecanismo de control que permite ocultar su poder a través de su capacidad de promo-ver la libertad. La condición política, entonces, no se refi ere a una comuni-dad de individuos autónomos con la capacidad de desplegar sus propias formas de vida en colectivo sino, más bien, como un agregado de individuos con espacios para el ejercicio de su libertad, defi nidos a partir de formas sociales históricamente constituidas, tales como el Estado, y que permiten orquestar la búsqueda de intereses específi cos. Una condición singular de este modo de concebir a la socie-dad es que los patrones de conducta o

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de conducción en el colectivo, tienen a la libertad como el punto de partida y destino fi nal de la sociedad como un todo. El ceder los espacios de libertad en función de garantizar los espacios de seguridad, constituye un modo de ejercicio de gobierno que pudiera en-tenderse como factor constituyente de la política pública, enmarcada en el plano de una democracia de carácter representativo y liberal.

Una pregunta que asalta inmedia-tamente a la tarea de acercarnos al tema de la política pública en Vene-zuela, tiene que hacer referencia a la forma en la cual la democracia se ha ejercido y ha evolucionado. Para ello, corresponde ahora dilucidar el modo cómo la democracia se puede explicar en el despliegue histórico contempo-ráneo. Con este propósito, primero haremos un breve bosquejo históri-co de la democracia en nuestro país, para enseguida dirigir la atención a una posible concepción de la política pública, a la luz de un concepto del Desarrollo Endógeno y su incidencia en la concepción de democracia parti-cipativa y protagónica.

3. DEMOCRACIA MODERNA, LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA

Y EL DEVENIR DEMOCRÁTICO EN VENEZUELA

La democratización de América Latina, experimentada de forma acci-dentada durante el siglo XX, ha estado signada por un proceso sostenido de sustitución de élites que han respon-dido a las dinámicas económicas im-puestas por las fuerzas externas que encontraron en las enormes riquezas naturales de América Latina, la razón para su presencia y control del terri-torio y sus habitantes. De este modo, no ha sido precisamente la instaura-

ción de un Estado Moderno y la forma de representación de intereses secto-riales lo que ha privado en la demo-cracia latinoamericana. No es nece-sario explorar con profundidad en las formas auto limitadas de democracia que se experimentó en toda la región una vez que las formas dictatoriales fueron superadas, o mejor dicho, fue-ron inservibles a los intereses de los sectores dominantes; para dilucidar que la democracia no se consolidó como forma de ordenamiento político auténtico en estas sociedades (Cohen y Arato, 1992).

La democracia representativa de-vino rápidamente, en la dinámica social y política venezolana, de ser un mecanismo para la resolución de confl icto de intereses para constituir-se en un mecanismo para la preser-vación de los consensos alcanzados históricamente en la coyuntura del derrocamiento de la dictadura de Pé-rez Jiménez. No en balde, la decan-tación histórica de este período en la historia venezolana denomina al Pac-to de Punto Fijo (acuerdo concebido en un espacio privado entre los líde-res de varios partidos políticos), como el sustituto del contrato social con el cual se da lugar a una democracia de partidos con un fuerte dominio de la escena política por parte de las repre-sentaciones de los partidos políticos y la aparición incesante en cualquier espacio de construcción y defi nición colectiva (sindicatos, movimientos de género, organizaciones de vecinos, gremios); de las respectivas instan-cias político-partidistas destinadas a la defi nición de las líneas de acción en ese espacio que fueran apropiadas para una determinada tolda política.

Este tránsito es lo que permitió que una democracia fundada en los parti-

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dos se constituyera en una forma de gobierno legítima a través del discur-so político partidista y el de una in-cipiente sociedad civil, considerados como los espacios de articulación po-lítica por excelencia de la modernidad y de la forma de democracia repre-sentativa. La pregunta que cabe for-mularse tiene que ver con la validez de esta forma de constituirse la de-mocracia en Venezuela, de cara a los intereses de los distintos sectores que hacen vida en el país.

Mientras más avanzados fueran los mecanismos para la difusión de las formas democráticas como creíbles en los ámbitos de mayor espectacu-laridad en el discurso, en esa medida, esa democracia ganaba mayor espacio de credibilidad en el orden mundial. La democracia representativa consti-tuyó el mecanismo perfecto para ena-jenar a los sectores más radicales de la confrontación política y facilitó la exclusión de aquellos sectores con menor capacidad de infl uencia políti-ca. La democracia representativa en Venezuela y en toda América Latina, constituyó desde una perspectiva crí-tica de la democracia representativa, el tránsito hacia una forma corpora-tiva del Estado y de la sociedad. Esta privatización del Estado signifi có la exclusión de la mayoría de la pobla-ción: Una democracia saludable, sin ciudadanos.

El intento por re-legitimar la de-mocracia representativa en Venezue-la tuvo en la concepción neoliberal del Estado y la sociedad, una última oportunidad antes de ser necesaria la re-fundación de la República como respuesta política ante la creciente pérdida de legitimidad del sistema político venezolano. La intención de esta última oportunidad puede en-

tenderse como orientada hacia la lo-calización de la política para alcanzar la atomización del sujeto político en los debates de mayor trascendencia y envergadura. La fractura de una de-mocracia nacional en una democra-cia anclada en lo local y en la capa-cidad autogestora de los ciudadanos, complementada por una democracia formal representativa guiada por la élite económica, es el resultado de lo que se denominó en su momento la reforma del Estado en Venezuela y la cual constituyó el piso político sobre el cual descansaron las estructuras político-partidistas en los años 90. No obstante, en el discurso en torno a la democracia se comenzó a gestar un reclamo hacia una mayor partici-pación. Surgió entonces la fi gura de una democracia deliberante. En Ve-nezuela, esta fi gura de una democra-cia deliberante arriba, de la mano de una propuesta de construir la nación desde una perspectiva que supone la inclusión en el debate de los sectores excluidos. Es una democracia que deja de ser saludable porque reconoce en la condición ciudadana diferencia-da una condición de una ciudadanía vulnerada en extremo.

4. DEMOCRACIA DELIBERANTE, DEMOCRACIA POSMODERNA

La necesidad de debatir y construir un nuevo proyecto de legitimación de la sociedad venezolana, en el marco de una democracia representativa agoni-zante, fue capitalizada por las fuer-zas progresivas que se aglutinaron en torno a la propuesta de un momen-to constituyente liderizada por Hugo Chávez y a la cual se le oponía una democracia gerencial anclada en la administración de aquella democracia confi nada a lo local y enajenada de lo trascendental. Nace así un proceso

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constituyente que se fundó en un am-plio debate que permitió además de la redacción de una nueva constitución, la identifi cación de espacios de arti-culación política distintos a los domi-nantes en la democracia instaurada desde 1958 como acuerdo entre par-tidos políticos. Estos nuevos espacios y actores políticos hicieron su apari-ción a pesar de los esfuerzos de los sectores dominantes de la dinámica económica venezolana por impedirlo. Surgió así una democracia deliberan-te que antes de institucionalizarse en las formas de gobierno local, regional y nacional, se planteó fugazmente en los distintos espacios de participación política.

Una democracia que aparecía no en la articulación interesada de los sectores infl uyentes y que demanda-ba una política de reconocimiento, de infl uencia y una política de construc-ción de nuevos actores políticos. Se supera así la forma moderna de Es-tado por una pluralidad de poderes locales y de identidades fraccionadas que se dieron cita en una nueva con-fi guración del poder político. Es una democracia posmoderna en cuanto se funda en la aceptación de la plu-ralidad y la diferencia. No obstante, aquella democracia posmoderna sería sometida a una contorsión histórica anclada en la fi gura de Bolívar para rescatar la noción de un proyecto de sociedad que brinde sentido y trascen-dencia a la discusión política y la deli-beración democrática. La Democracia Deliberante, defi nida en términos de la constitución de espacios de concer-tación de intereses y delimitada por la condición de un conjunto de derechos que se han defi nido históricamente a partir de la autonomía individual, va a dar paso a una democracia que se va a plantear la pertinencia de los

derechos a partir de una discusión política sobre el sentido social de los mismos. En oposición a la premisa del concepto “matriz” del derecho: El “derecho” a tener derechos, se pos-tula una suerte de derecho primario. Aquel que garantiza debatir y defi nir los derechos”, incluso mucho más, se plantea la discusión abierta de lo que constituye una sociedad con un orden político construido desde las bases.

En ese proceso, una de las fuen-tes fundamentales desde las cuales se defi nen y defi enden los derechos requería ser explicado: la propiedad. La discusión política sobre este as-pecto apenas está comenzando en Venezuela. No me detendré a elabo-rar sobre esto, sino de las condicio-nes de posibilidad que nos han per-mitido, incluso, un debate político de un concepto intocable en el discurso de la democracia representativa como lo es la propiedad. La Democracia es recreada en la noción de Democracia protagónica y co-responsable como una transgresión a la frontera de la democracia liberal representativa, es decir, moderna.

5. DEMOCRACIA DELIBERANTE, PROTAGÓNICA Y

CORRESPONSABLE

El tránsito de la democracia desde ser un mecanismo para la toma de decisiones por la mayoría con respeto por la minoría, hasta llegar a ser el mecanismo para la defi nición colec-tiva de un proyecto de sociedad, no podía realizarse sin la compleja con-frontación de intereses que bien pu-diera resumirse como la ruta desde la política del cansancio al cansancio de la política. Es decir, desde la postura intencionada de hacer interminable y estéril el debate hasta lograr mate-

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rializar el cansancio de las formas de articulación pacífi ca de los intereses. Lo que se anhela de la democracia de-liberante, protagónica y co-responsa-ble es mucho más que el ejercicio del poder de la mayoría. Es la posibilidad de construir el proyecto de forma co-lectiva y eso supone volcar la mirada sobre la condición del protagonismo, la co-responsabilidad y llevar el deba-te hasta las raíces mismas de la con-cepción del sujeto político y su ámbito de acción.

Es protagónica porque deja de lado las formas anónimas y correspon-dientes a las sociedades de masas, es decir, colectivos uniformes y sin ca-pacidad de argumentación y articula-ción a distintos niveles de agregación para resolver situaciones particulares de interés específi co hasta las situa-ciones más abstractas y vinculadas a intereses difusos. Adicionalmente, la noción de protagonismo por parte de los ciudadanos en el proceso demo-crático implica una democracia que va más allá del ejercicio electoral, ca-racterizado por la condición secreta, igualitaria y uniforme del voto. Es decir, en la capacidad de poder res-ponder, en conjunción con el Estado, en la defi nición de políticas y en su ejecución. Destaca la tarea de de-fi nición de políticas para contrastar con la noción de la política de lo co-tidiano con la cual se instauró en el discurso neoliberal, la responsabili-dad de los individuos en lugar de las responsabilidades de los ciudada-nos. Luego, la democracia adquiere la connotación de auténtico debate y discusión, sin necesidad de fi nalizar con un proceso electoral. El gobierno del pueblo deja de tener la condición de una forma de toma de decisiones de corte gerencial para constituirse en la forma imperfecta de construir

la unidad colectiva sin forzar los con-sensos ni darle prioridad a los pro-cesos de negociación de intereses. Lo protagónico de la democracia po-drá entenderse mejor si asumimos a esta última como una práctica social guiada por la excelencia. Antes de di-lucidar lo que la democracia protagó-nica y co-responsable supone para la Venezuela de estas primeras décadas del siglo XXI, es menester entender lo protagónico en la práctica política democrática.

Protagonista signifi ca quien ocupa un papel principal en una trama. Pero también, tiene referencia por la raíz etimológica de la palabra, aquel quien destaca o es excelso en la agonía. Pro-to-agónico. Sin embargo, la agonía no se refi ere solamente al momento an-tes de morir como un momento pa-sivo. Es en realidad, la lucha que se libra ante una situación de compe-tencia. En una condición extrema lo agónico es la lucha para preservar la vida. Con esta acepción, lo proto-agó-nico en la democracia signifi caría la lucha vital en el marco de la democra-cia. Ahora bien, la democracia tendría que ser entendida como una práctica fundamental para que la posibilidad de una lucha vital en referencia a ella fuese posible. Desde esta perspectiva, la Democracia Protagónica es la cons-trucción vital y comprometida de la forma de una vida colectiva capaz de generar un proyecto de sociedad que se construye en agonía. La noción de agonía supone un proceso de com-promiso vital en la gesta de la cons-titución del proyecto de sociedad que contrasta abiertamente con la forma de entender la política que se defi ne desde el ámbito liberal. Este contras-te, por cierto, se hace manifi esto en una suerte de arena de construcción aséptica y no comprometida en la

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cual la construcción de la sociedad se hace desde espacios reservados de lo privado. La construcción liberal del proyecto de sociedad se da desde una postura en la cual se reconoce y se sostiene una holgura o espacio en el que la sociedad no tiene injerencia al-guna.

La agonía, además de la condición de competencia, implica una suerte de compromiso que sugiere una en-trega vital comprometida a la realiza-ción de la práctica política. En el caso que nos ocupa, la agonía supone una responsabilidad y un destino común y compartido que implica la re-defi -nición del sentido de la organización del Estado en torno a la defi nición de lo público y lo privado, superando la concepción del respeto a los derechos y el presupuesto de la autonomía en la esfera privada. Es decir, la demo-cracia protagónica es la crítica pro-funda de una concepción liberal de la sociedad que hace de la justicia el centro en torno al cual se debate la construcción y reconocimiento del ser en sociedad. Esta centralidad de la justicia es la que requiere ahora tras-tocarse a favor de una construcción que sea consciente de las condicio-nes socio-históricas sobre las cuales descansa la fi gura de sociedad y es-tado moderno, entendiendo su propia construcción como una contingencia socio-histórica.

6. DEMOCRACIA PROTAGÓNICA Y DESARROLLO ENDÓGENO: ¿UNA RELACIÓN ESENCIAL?

El proceso de una democracia concebida como un mecanismo de construcción agónica de una sociedad excelente, contrasta con la democra-cia como un mecanismo de resolución de confl ictos. Pero, ¿Dónde radica el

contraste?. La diferencia radica con la concepción de ser humano con la cual se construye y se sostienen ambas nociones de democracia. En sentido estricto, pudiera entenderse que am-bas nociones de la democracia apun-tan a la misma tarea. No obstante, la diferencia estriba en la concepción de ser humano que implica cada una. En la segunda, la resolución de confl ictos ha supuesto históricamente y desde la postura liberal la separación de los fi nes con respecto al individuo. Esta separación implica, además de la con-cebida prioridad del individuo sobre la constitución y defi nición de fi nes, la posibilidad cierta de defi nir fronte-ras entre lo que se concibe y concilia en el plano público y la inaccesibili-dad a la esfera privada consagrada y, al mismo tiempo, determinante de una determinada libertad. Por otra parte, la primera concepción pone el acento en el acto de concurrir al de-sarrollo de una práctica que se supo-ne es constitutiva del ciudadano en su totalidad. Es decir, se asume una concepción del ser humano que está fundamentalmente lanzada a ser en el mundo desde la perspectiva de la constitución de una cultura agónica, es decir, que se empeña en la cons-trucción de una práctica orientada a la construcción de un proyecto o for-ma de vida que centra su esfuerzo no en el reconocimiento de pluralidades independientes sino en la construcción colectiva de una unidad de vida. La construcción de una práctica auténti-camente política supondría entonces el ejercicio de las virtudes de la sin-ceridad y la integridad (Owen, 1995), a través de la cual el ejercicio político se sostiene no sobre la negociación de cuotas de poder sino sobre el cultivo de las potencialidades, en virtud de la constitución de un proyecto de socie-dad auténtico e integrador. Estas dos

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condiciones puestas sobre el ejercicio político, serán cruciales para sostener la vinculación que corresponde explo-rar ahora en torno al desarrollo endó-geno y la democracia protagónica.

El devenir del concepto del “De-sarrollo” desde su uso como criterio para califi car las sociedades del mun-do hasta el presente puede, en buena medida, entenderse como la historia del agotamiento de la legitimidad del “Desarrollo” como meta de la sociedad y la recurrente elaboración de nuevas formas de presentar al “Desarrollo” como forma universal de aproximarse al mejoramiento de las condiciones de vida en las sociedades (estrategia de acción social). Es precisamente esta doble condición del “Desarrollo” como fi n y estrategia desde la cual una sociedad articula sus capacidades, disminuye sus debilidades y aprove-cha oportunidades para la construc-ción de un Estado que se supone los aproxima a esa idea de bienestar so-cial, desde la cual se puede abordar una revisión histórica del sentido del “Desarrollo” hasta el presente.

El “Desarrollo Endógeno” podemos entenderlo como una pregunta que se atiende ante la necesidad de contar con una noción de desarrollo que se descentralice con respecto a lo econó-mico y formularlo en torno al hombre. Se postula, entonces, una concepción antropocéntrica del desarrollo y, en consecuencia, se requiere atender el modo cómo se constituye histórica y culturalmente el sujeto del desarrollo, en nuestro caso, el venezolano de co-mienzos del siglo XXI. La noción de “Desarrollo Endógeno” acá presenta-da, está inspirada en el tratamiento que hace sobre el problema del De-sarrollo el Centro de Investigaciones en Sistemología Interpretativa desde

hace un par de décadas y que encuen-tra plasmada sus raíces en el trabajo de Ramsés Fuenmayor (2000).

Desarrollar es des-arrollar, es de-cir, permitir que lo que está oculto sea desplegado. Pero, ¿qué es lo que se despliega cuando se trata del hom-bre? Si reconocemos al hombre como una construcción histórico-cultural, entonces lo que se despliega no es un objeto previamente determinado ni las condiciones o potencialidades de una naturaleza específi ca del hom-bre. En realidad, lo que se despliega, lo que se desarrolla, son las posibili-dades del quehacer social. Nótese que en la actualidad el quehacer social está limitado a la actividad económica relegando así, otros aspectos vitales para la sociedad. Superar la auto-le-gitimación de lo económico constitu-ye el primer paso para establecer una relación libre con la economía y per-mitir el despliegue de posibilidades, es decir, el desarrollo de la sociedad desde sus propias potencialidades y vocaciones.

Pero, ¿Qué signifi ca una relación libre con la economía? ¿Por qué es importante una relación libre con la economía?

Una relación libre con la economía implica la tarea de entender lo econó-mico como un resultado de complejas relaciones que se dan en la sociedad y no entenderla como una manifesta-ción independiente y dominante del devenir económico de la sociedad. La necesidad de establecer esta relación libre es incluso más urgente en socie-dades como la venezolana, en la que sus patrones sociales, económicos y culturales son dependientes de otras sociedades, culturas y economías.

De este modo, el problema del De-

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sarrollo defi nido y asimilado como girando en torno a la defi nición de un conjunto de pasos para alcanzar los criterios de actuación económica, no constituye la premisa fundamen-tal sobre la cual se debe concebir la aproximación al desarrollo y su pla-nifi cación. Es precisamente lo contra-rio, se trata de concebir al desarrollo como una pregunta que interroga a la sociedad desde los aspectos más ele-mentales de su funcionamiento hasta su núcleo de identidad colectiva.

Esta problematización debe tener su origen desde el interior de la mis-ma sociedad e involucra a todos los actores, interesados y afectados, so-bre una determinada forma de defi nir y alcanzar lo que se considera bueno para esa sociedad. La condición inter-na hace referencia a la necesidad de poder descubrir y comprender aquello que hace posible o imposible, la de-fi nición de lo que es común para to-dos a partir del despliegue histórico de cómo se ha llegado a ser y cuáles son las posibilidades que se revelan y aquellas que se ocultan. Estas con-diciones constituyen un cierto modo de ser de la cultura, que permitirá a la sociedad proyectar espacios de intervención para realizar lo que se propone como expectativas comunes y en base a lo que puede llegar a ser, sin tener que apelar a la imitación de las formas culturales dominantes en otras sociedades y que se imponen como buenas para todos, tal como lo plantea el modelo desarrollista de me-diados del siglo XX.

Esta construcción colectiva es lo que denominaremos quehacer social. Con mayor precisión, entendemos por quehacer social la actividad siste-mática a través de la cual el hombre construye signifi cados y hace mundo en reunión con otros. En este sentido,

el quehacer social está fundado en la búsqueda de la vida digna y la reali-zación del bien público (Fuenmayor, 2001).

La búsqueda de la vida digna, su-pone que existe un conjunto de ne-cesidades básicas que necesitan estar atendidas en el proceso de inclusión de todos en ese quehacer social, y la construcción de una identidad colec-tiva que apuntale una ética que se funde sobre los valores identifi cados por la propia sociedad como buenos. Estos dos últimos aspectos, la bús-queda de la vida digna y la construc-ción de una identidad colectiva, son condicionantes del modo como se entiende el quehacer social y la gene-ración de bien-estar colectivo. El con-cepto fundamental de desarrollo es entonces defi nido como el despliegue del quehacer social en armonía con su entorno.

Por entorno, entendemos al espacio de relaciones espaciales, materiales, culturales, políticas y económicas en donde el hombre construye sentido co-lectivamente, es decir, donde el hom-bre hace mundo. En este contexto, un proceso de desarrollo orientado al despliegue de las potencialidades del hombre en su entorno, es decir, del quehacer social exige:

La decisión local sobre las 1. opciones de desarrollo.

El control local sobre los 2. procesos de desarrollo.

La retención de los benefi -3. cios del desarrollo en la misma comunidad. (Pilonieta y Ochoa, 2006).

A partir de esta defi nición del de-

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sarrollo endógeno y asumiendo su ca-rácter de ser un concepto que sugiere el debate sobre la necesaria construc-ción de una unidad de sentido de la sociedad que trascienda los espacios sectoriales de la sociedad y, en par-ticular, la separación de los espacios de la relación social de acuerdo con las diferentes racionalidades domi-nantes (la económica o instrumental, la comunicativa o propia del mundo de vida y la racionalidad crítica que explora los límites de la aplicación del conocimiento científi co desde una plataforma que se considera legítima), entonces es evidente que el modo más apropiado de concebir al ser humano involucrado en la tarea de pensar y pensarse en el espacio del desarrollo endógeno, debe estar impulsado por una concepción que privilegie la prác-tica de la construcción política del modo como lo hemos esbozado en la condición de una democracia prota-gónica, mejor aún, en las condiciones socio-culturales de la construcción agónica de la sociedad.

El asunto es particularmente rele-vante para el planteamiento en el cual se establece ahora una suerte de con-junción de un discurso del desarrollo que exige y demanda el ejercicio pro-tagónico en la democracia que es, a su vez, una crítica profunda a la postura que en términos fi losófi cos, políticos e históricos fueron sostenidos por la concepción liberal del ser humano, la sociedad y el Estado.

De lo anterior, debiera entenderse que si la relación entre el desarrollo endógeno y la concepción protagóni-ca de la cultura y la práctica política es esencial, entonces estaríamos en condiciones de sugerir que las formas de articulación de las políticas públi-cas, en el seno de una sociedad que

se construye sobre una concepción de desarrollo endógeno, deberá apuntar a dimensiones que superan aquellas asociadas a la búsqueda de la efi cien-cia administrativa propia del discurso de la nueva administración e incluso deberá transformar los mecanismos de conciliación y defi nición de los in-tereses sectoriales de los sectores in-volucrados y alcanzar los niveles de compromiso y atención que han sido característicos de las formas de nego-ciación política liberal moderna. Aho-ra bien, es evidente que el proceso sobre el cual descansaría una nueva defi nición del sentido de la política pública en el marco desarrollado, es aquel que se refi ere a un proceso de aprendizaje ciudadano.

7. CONCLUSIONES. POLÍTICA PÚBLICA COMO APRENDIZAJE

CIUDADANO.

La exploración anterior nos impulsa a considerar que el punto de partida para la construcción de la po-lítica pública desde una democracia protagónica se inicia en la tarea de poder hacer de las ideas de nación, pueblo y comunidad los puntos so-bre los cuales se interroga ya no sólo sobre lo que a cada cual le es lícito esperar como individuo, sino lo que le es permitido esperar y construir en tanto que miembro de una sociedad. Es constituir al ciudadano en sujeto y objeto de la discusión política, de su realización y de su evaluación.

Nótese que el proceso de aprendi-zaje que hemos venido bosquejando implica la realización de un proceso que supone la apropiación de la apa-rición, surgimiento y decaimiento del Estado, del concepto de desarrollo como fuente de legitimidad del Esta-do y de las formas instrumentales del

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conocimiento, desde una perspectiva más comprehensiva, históricamente constituida, que permita la apropia-ción del quehacer humano desde una plataforma que considere al modo de dar cuenta y actuar en el mundo dominante en el presente, como una forma histórica, contingente y cons-tructora de un espacio de signifi cado básico que se está agotando y requie-re en consecuencia, la reconstitución de lo que es el sustrato desde el cual se concibe al ser humano, la sociedad y los modos de acceso al mundo que de ella se derivan.

En este sentido, quisiéramos con-cluir brevemente mostrando la tra-yectoria de una ruta de aprendizaje que va conduciendo paulatinamente desde la crítica de las políticas socia-les en el marco de la noción de Es-tado Benefactor y Estado Neoliberal, hacia la constitución de formas de producción social alternativas que necesitan entonces de la constitución de un nuevo piso ontológico, es decir, de una nueva onto-epistemología que permita rehacer la noción de hacer sentido del mundo precisamente des-de el centro del concepto sobre el cual el Estado y las formas dominantes de conocimiento se han hecho legítimas en el presente. A saber, la superación de la forma instrumental de concebir la presencia del hombre en el mundo por una perspectiva que rescate la vo-cación de totalidad y sentido del ser humano, a partir del ordenamiento de sus acciones, a la luz de las con-secuencias transcendentales de su actuar y no de la consecuencia inme-diata y efi ciente de su praxis.

Es desde esta perspectiva que en-tendemos que el Desarrollo Endógeno constituye una ventana de oportuni-dad para revivir las posibilidades de

una sociedad que se pregunta autén-ticamente por un proyecto desde una perspectiva históricamente informa-da, en la cual se revela al pensamien-to económico como una tradición his-tórica que requiere ser comprendida desde sus propias limitaciones y po-sibilidades históricas. Es desde esta perspectiva que el tema de la tecno-logía de gobierno, la política pública y el rol del ciudadano es el punto de partida para comenzar a construir lo que hemos denominado acá la cultu-ra agónica.

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*Investigador del Centro de Investigaciones en Sistemología Interpretativa de la Universidad de Los Andes. Docente del doctorado Ciencias para el Desarrollo Estratégico de la Universidad Bolivariana de Venezuela – Sede Zulia.

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RESUMEN

Los cambios promovidos por la Constitución aprobada por la

Asamblea Nacional Constituyente de 1999, han dado paso a la instaura-ción de una política en salud orienta-da a favorecer el modelo de Desarro-llo Endógeno que se encuentra en un proceso incipiente de formación. Se adelantó una investigación de tipo ex-ploratoria y documental apoyada en fuentes primarias y secundarias. Los hallazgos demuestran: 1) Adopción de la Atención Primaria en salud como una estrategia del gobierno; 2) Incor-poración de una estrategia global de participación protagónica concebida por medio de los Comités de Salud y los Consejos Comunales; profundi-zando la política de inclusión en sa-lud como un mecanismo coadyuvante del modelo de desarrollo endógeno y 3) Que la política adelantada por el gobierno se convierte en un prerre-

quisito del modelo de desarrollo en-dógeno por cuanto la misma atiende a todos los sectores de la población en las áreas de prevención, curación y rehabilitación; busca crear concien-ciación en los factores de riesgo que existen en el medio ambiente; e incen-tiva la educación y responsabilidad por el cuido del medio ambiente. Se concluye que ha habido intentos en la promoción de actividades en el área de salud que fomentan el desarrollo endógeno.

Palabras Clave: política social, po-

lítica de salud, desarrollo endógeno.

HEALTH AND ENDOGENOUS DEVELOPMENT IN VENEZUELA

ABSTRACT

The changes promoted by the Ven-ezuelan Constitution approved in Na-tional Constituent Assembly in 1999,

Salud y Desarrollo Endógeno

en Venezuela

ISABEL RODRÍGUEZ COLMENARES *

MARÍA TERESA RINCÓN**

Recibido: 09/12/2008Aceptado: 13/03/2009

PERSPECTIVAS

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have granted the instauration of health policy, oriented to favor the En-dogenous Development model which is in an incipient formation process. An exploratory and documental type research was carried out, based on primary and secondary sources. The information found shows: 1) Adop-tion of Primary Health attention as a government strategy; 2) Incorporation of a global participation protagonist strategy conceived through health committees and Communal Coun-cils; deepening the inclusion policy in healthcare as a help mechanism for the endogenous development model. 3) The current policy carried out for the government becomes a pre-re-quirement for endogenous develop-ment model, because it takes care for all society sectors in the prevention, healing, and rehabilitation areas; it pretends to create consciousness in the risk factors that exist in the en-vironment; and stimulate education and responsibility for the care of the environment. In conclusion there have been attempts in the promotion of activities in the healthcare area that promote the endogenous devel-opment.

Key Words: social policy, health policy, endogenous development.

1. INTRODUCCIÓN

En las fuerzas propulsoras del de-sarrollo se miran las instituciones y a las organizaciones sociales no sólo como instancias de producción de bienes y servicios sino como entes en los cuales los individuos actúan ge-nerando estilos de comportamiento, normas, valores y ritos. En síntesis, se crean y aceptan modos de hacer y pensar propios que defi nen reglas de juego que estructuran y determinan

las relaciones, bien sean económi-cas, sociales y/o políticas (Vásquez Barquero, 2005: 119), para difundir, preservar o funcionar a lo interno con respecto al resto del conglomerado social. En este sentido, el enfoque de desarrollo endógeno descubre otras formas de ser y pensar que están an-cladas en las comunidades, en los diversos grupos sociales, culturales, deportivos, entre otros.

Con la puesta en práctica de las políticas de desarrollo endógeno es que se abre una posibilidad real a la equidad. Según Cárdenas (2002: 53) “durante mucho tiempo la equidad se consideró un tema marginal o secun-dario dentro de los grandes debates sobre el desarrollo” al parecer sólo servía para completar “la retórica y la justifi cación fi losófi ca”, por no contar con estrategias expresas ni políticas específi cas integrales con relación a las de tipo económicas. En el caso del desarrollo endógeno se trata de armo-nizar lo económico, social, educativo y la participación; por cuanto se re-conoce que la actividad económica en general se encuentra inmersa en un conjunto de estructuras sociales, cul-turales y políticas que pueden favore-cer o entorpecer la dinámica econó-mica” (Vásquez Barquero, 2005: 119). Por lo que es necesario tratar de es-tablecer políticas que respondan pa-ralelamente a potenciar lo económico pero interconectadas con lo social, cultural, educativo, salud, habitacio-nal, entre otras, lo que en su conjun-to contribuyen al mejoramiento de la calidad de vida y que guardan corres-pondencia con el ambiente natural. En síntesis, lo que da la idea de un efecto de inter-retroacción dinámica entre los distintos factores que com-prenden la vida del ser humano.

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En el caso de Venezuela se ha pa-sado de un modelo desarrollista a uno neoliberal. En el primero, se gestaron políticas de tipo universalistas, con grandes subsidios, bajo la responsa-bilidad por parte de un Estado pater-nalista y proteccionista. En el segun-do de los casos, se dio impulso a la focalización, privatización, inequidad, injusticia social, desregulación; y se promocionó el abandono de las fun-ciones del Estado (Ochoa y Fuenma-yor, 2006). Este modelo produjo des-equilibrios sociales y económicos en el país.

La situación expuesta que sobrelle-vó a fi nales de la década de los noven-ta, a un proceso de transformación política, promovido por Hugo Chávez Frías, quien asume la presidencia lide-rizando la bandera electoral de llamar a conformar una Constituyente con el propósito de refundar la República y profundizar el proceso democrático y lograr una sociedad más justa, inclu-siva, participativa, y consolidar una economía diversifi cada. En diciembre de 1999, mediante referéndum con-sultivo se aprueba la Constitución de la República Bolivariana de Vene-zuela con alto contenido social (ANC, 1999). Este marco jurídico dio cabida “a un nuevo modelo de desarrollo que trata de generar una ruptura con las viejas prácticas de gestión pública por medio del impulso de la participación ciudadana en los asuntos públicos” (Ochoa y Fuenmayor, 2006), tratan-do de esta manera de confi gurar un modelo de gestión en el área social y particularmente en sectores como sa-lud y educación.

Esta transformación ha marcado en el área de lo social la diferencia-ción en el desenvolvimiento de las acciones del Ejecutivo Nacional, par-

ticularmente en salud ha tenido lugar el emprendimiento del Programa Mi-sión Barrio Adentro, cuyo fundamen-to esencial es la atención primaria en Salud, erigida en la antigua declara-ción de Alma Ata a fi nales de los se-tenta. Dicho programa se está perfi -lando como un nuevo modelo de aten-ción y de gestión en salud, que busca contrarrestar la exclusión de los más pobres del Sistema Público Nacional de Salud. Esta misión se conformó de manera paralela a la estructura tradicional del aparato del Estado; y para su consolidación en todo el país, se crea la Coordinación Nacional de Atención Primaria de Salud del MSD1 bajo la adscripción directa al Despa-cho del Ministro.

Barrio Adentro nace como un plan de desarrollo local y se ha convertido en un programa multipropositivo que abarca las áreas de salud, educación popular, economía social, consolida-ción urbana, seguridad alimentaria, recreación, deporte, cultura y comu-nicación. Con éste se busca modifi car el Sistema Nacional Público de Salud venezolano, siendo su objetivo general garantizar el acceso a los servicios de salud de la población excluida, me-diante un modelo de gestión de salud integral orientado al logro de una me-jor calidad de vida, con la creación de Consultorios para abarcar un primer nivel de atención: Barrio Adentro I.

Este trabajo tiene como propósito explorar de manera documental, la política de salud y su vinculación con

1 El MSDS nace en 1999 con una estructura organizativa conformada por dos viceministe-rios (1) Salud y 2) Desarrollo Social), y con cuatro direcciones generales: Salud Pobla-cional; Salud Ambiental; Contraloría Sanita-ria; Políticas, Planes, Evaluación y Control. (MSDS, 2001: 4-7).

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la propuesta del modelo de desarrollo endógeno en Venezuela. Para efectos de esta investigación se seleccionó la Misión Barrio Adentro, en su primer nivel de atención en materia de sa-lud.

2. APROXIMACIÓN AL TÉRMINO DESARROLLO ENDÓGENO

Desde mediados de la década del ochenta se renueva el interés por los estudios del desarrollo, sobre todo a consecuencia de los fracasos que ha-bía experimentado América Latina con la adopción de las políticas de orientación Cepalina, que conduje-ron a muchos teóricos a llamar esos años la “Década Pérdida”, a partir de entonces se registra la presencia de dos líneas de investigación, que van a dar lugar a la formación del paradig-ma que se conoce como desarrollo en-dógeno: una de carácter técnico, que busca diseñar acciones públicas para el desarrollo local y regional; y otra empírica, alimentada por la interpre-tación de los procesos de desarrollo industrial adelantados en las regiones del sur de Europa (Vásquez Barquero, 1999)2.

Para Vásquez Barquero (1999), el desarrollo endógeno es una estrategia para la acción, que permite emprender las transformaciones y los cambios en el marco de la globalización. Cada co-munidad posee su particularidad, su identidad, su pasado histórico y su manera de explotar el ecosistema, es decir, tiene sus propios mecanismos

2 Según Vásquez Barquero (1999: 12) “Las pro-puestas de teoría territorial de desarrollo, del desarrollo auto centrado y del desarrollo desde abajo surgen como una reacción a la insatis-facción que generó el agotamiento del modelo de desarrollo desde fuera, que era la propuesta establecida en los años sesenta y setenta”.

de acción, su modo de producción. Se trata de una aproximación que valo-riza los factores de tipo históricos, se caracteriza por una manera específi ca de entender la organización del espa-cio. Posee un vínculo muy particular con su territorio. Antropológicamente hablando, es un proceso que se gesta en un espacio donde confl uyen la so-lidaridad, el mito, la idiosincrasia y la territorialidad, además de los facto-res de tipo económicos.

Por su parte, Boisier (2001) plantea

que el desarrollo endógeno constituye un enfoque humano, que le permite al hombre su transformación, poten-ciarse a sí mismo para llegar a recono-cerse en su propia humanidad. Para este autor el desarrollo endógeno es una fuerza espiritual, es la voluntad de superar las necesidades en un ám-bito de encuentros de prácticas y de valores, cuyo principal requerimiento es lo cognitivo, un individuo abierto al cambio permanente. Este autor, refi e-re que el desarrollo no lo hace nadie desde un espacio que le es ajeno, lo hace el hombre en su medio, desde su individualidad y en su sociabili-dad, es decir desde lo propio. La con-fi guración de este espacio alternativo con potencial endógeno, debe estar constituido por los mismos agentes involucrados, es decir, con la presen-cia de la participación de los grupos sociales como actores concienzudos de su rol fundamental en la construc-ción de una sociedad desde adentro, por lo tanto, participar en su diseño, como paso fundacional, es estimular la toma de decisiones y el respeto a los valores de cada quien.

También plantea Bosier (2004), que es preciso tener presente en todo momento tres principios que orien-tan el desarrollo endógeno, los cua-

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les son: la integralidad, la inclusión y la polivalencia. La integralidad se proyecta sobre la base de las poten-cialidades naturales, humanas, tec-nológicas y fi nancieras del territorio, aumentando los niveles de calidad de vida de la población. Con relación a lo inclusivo viene dado por el hecho de tener como centro el desarrollo y los derechos humanos, por lo que este enfoque antepone lo social a lo eco-nómico, fundamentándose en la par-ticipación protagónica del ciudadano y de los grupos sociales organizados existentes en una sociedad para el logro de tales fi nes. La polivalencia, porque debe estar centrado en la esti-mulación al máximo de las capacida-des productivas internas en el sector agrícola y pecuario; hidrocarburos, petroquímico y minero; manufacture-ro; turismo y servicios estratégicos a la industria, creando nuevas redes y circuitos socio productivos.

Sin embargo, el término de desa-rrollo endógeno no puede dejar de vin-cularse a otros términos, tales como sostenibilidad y sustentabilidad. El desarrollo sostenible3 ha sido incluido entre los llamados «derechos huma-nos de tercera generación». Se habla así del «derecho al desarrollo sosteni-ble» como uno de los derechos huma-nos fundamentales del siglo XXI. Este derecho implica el derecho de todo ser humano y de todos los pueblos a una existencia digna en un medio ambiente sano, lo cual se resume en 3 Es un término que la mayoría de los docu-mentos ofi ciales de las regiones del mundo lo acuñan, pero sus programas y políticas econó-micas diseñadas para promover el desarrollo sostenible no incorporan explícitamente regu-laciones ambientalistas ni consideraciones di-rigidas a propiciar mecanismos cónsonos con los saberes autóctonos, ni potenciar los cono-cimientos que poseen los grupos humano loca-les para resguardar el ambiente.

el derecho a la calidad de la vida y el bienestar (Tünnermann, 2003).

Por ser un concepto que compren-de los derechos humanos fundamen-tales su principal objetivo es conside-rar al ser humano en su totalidad, y busca que se capaciten para alcanzar el desarrollo personal y comunitario, transformar sus propios recursos para producir nuevas fuentes de em-pleo, interactuar con la naturaleza y la tecnología, Preservar el medio am-biente y aprovecharlo correctamente Desarrollar sus regiones y elevar la calidad de vida (UNESCO, 1995).

Tünnermann (2003)4 considera que un elemento importante en el concepto de desarrollo sostenible es el de cultura, ya que el verdadero de-sarrollo tiene que partir del respeto y la promoción de la cultura. Si la cul-tura y el desarrollo no marchan en la misma dirección, ambos se condenan mutuamente al fracaso. Es, en última instancia, la cultura la que da fi rme-za al desarrollo y lo hace realmente duradero. El desarrollo debe estar an-clado en la cultura de cada pueblo y diferenciarse de acuerdo con las ca-racterísticas de los diversos grupos étnicos y culturales.

Otro aspecto a considerar es el re-lacionado con el desarrollo susten-table, al respecto considera Rosene (2003), que la idea del desarrollo sus-tentable cuando se encumbró en la

4 Este concepto sobre el desarrollo endógeno, humano y sostenible deviene así en compendio de todos los derechos humanos fundamentales si se le asume como el derecho de cada perso-na de participar y contribuir a un desarrollo humano pleno que reconcilie al hombre con-sigo mismo, con la sociedad, con su entorno y con las futuras generaciones (Tünnermann, 2003).

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ciencia económica como salvadora de la acción depredadora de la actividad económica del sistema capitalista fue radical, lo que dio rápidamente origen a un debate entre ambientalistas y de-sarrollistas. Por un lado, los ambien-talistas argumentaban que el con-cepto implica alcanzar un desarrollo “ecológicamente sustentable”, y para poder alcanzarlo habría que frenar el crecimiento económico, acabar con el consumismo exagerado que promovía el capitalismo, y reformar radicalmen-te la producción industrial. Los desa-rrollistas, por su lado, enfatizaron la sustentabilidad de la economía argu-mentando que el sistema capitalista históricamente era capaz de sostener el crecimiento económico en forma ili-mitada.

Vale destacar, que ambos términos se usan indistintamente pero hacen referencia a aspectos distintos. En el caso del desarrollo sostenible se des-tacan los factores sociales y ambien-tales mientras que lo sustentable mira la cara de lo económico. “Desarrollo sostenible” y “sustentable”5 se utili-zan para indicar que mediante el uso de la tecnología y el disfrute de todos los recursos, se puede avanzar con el desarrollo pero a la vez preservar el ambiente para las generaciones futu-ras, y por ende, garantizar el futuro económico aliviando la carga destruc-tiva que la producción y el consumo han provocado sin atender a los re-querimientos de cuido sobre el medio ambiente.

5 El desarrollo sustentable es un término acu-ñado en 1987, en el informe conocido como Informe Brundtland, y se defi ne como aquel (desarrollo) que satisface las necesidades hu-manas del presente, sin comprometer la capa-cidad para que las futuras generaciones pue-dan satisfacer las que les son propias en cada uno de sus momentos de vida en sociedad.

Desde la perspectiva venezolana, Lanz (2004a) como cientista social or-gánico, señala que el Modelo de Desa-rrollo Endógeno Bolivariano, apunta hacia la transformación social, cultu-ral y económica de nuestra sociedad, basada en la reconquista de las tradi-ciones, el respeto al medio ambiente y las relaciones equitativas de produc-ción, que nos permita convertir nues-tros recursos naturales en productos que se puedan consumir, distribuir y exportar al mundo entero. Es darle poder a las comunidades organizadas para que desarrollen las potencialida-des agrícolas, industriales y turísticas de sus regiones. “Es incorporar…a los que hasta ahora habían sido exclui-dos del sistema educativo, económico y social, a todo el proceso para que se benefi cien de sus derechos pero cumpliendo con sus responsabilida-des. Es construir redes productivas donde todos participen en igualdad de condiciones y accedan fácilmente a la tecnología y el conocimiento. Es poner al servicio de la gente toda la infraestructura del Estado que había sido abandonada (campos industria-les, maquinarias, tierras ociosas, en-tre otros) para generar bienes y servi-cios”. (Lanz, 2004b). Esta nueva ma-nera permite generar formas de tra-bajo distintas a las que sólo habían prevalecido en las regiones, abordan-do y fortaleciendo los sectores agrí-colas (prioritario), industria, infraes-tructura, turismo y servicios, con el objetivo de capacitar a los ciudadanos y generar trabajo.

Este nuevo modelo ha dado paso, en el caso venezolano, a los denomi-nados Núcleos de Desarrollo Endóge-no Sustentables, que son espacios te-rritoriales donde confl uyen colectivos sociales organizados asociativamente y con vocación productiva, activos

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o con capacidad productiva ociosa, subutilizada o no utilizada, tradición de lucha, acervos culturales y proce-sos formativos para promover el desa-rrollo colectivo, garantizando la sus-tentabilidad ecológica y la sostenibili-dad económica y cultural.

La propuesta del modelo de desa-rrollo endógeno teóricamente propone una alternativa que integra las fuerzas del desarrollo, esto es: los factores eco-nómicos, ambientales, demográfi cos, territoriales, culturales, éticos y políti-cos.

En este sentido, alcanzar el desarro-llo endógeno en la práctica presupone la potenciación de las capacidades y recursos existentes en una comunidad ubicada en un territorio específi co, que por medio de los mecanismos de inte-rretroacción psicosocioculturales faci-liten el desarrollo y fortalecimiento de las iniciativas individuales y colectivas de tipo productivas, innovativas y co-municativas en pro de la satisfacción de las necesidades, permitiendo al ser humano un amplio proceso de reapro-piaciación de lo natural y de lo social con sentido ético y responsable.

Ahora bien, como nota crítica des-tacamos que, en contraposición a este modelo, los anteriores modelos de de-sarrollo se caracterizaron por sesgos teóricos que condujeron a privilegiar uno de los factores como agente cau-sal determinado del desarrollo como lo fue la discriminación; por ejemplo, del factor económico que dio pie al eco-nomicismo al marginar y soslayar la infl uencia que podían ejercer los otros elementos o factores a la hora de ana-lizar el comportamiento de los actores movidos únicamente por la búsqueda de maximizar la ganancia.

Esas formas del determinismo teó-rico cierran el paso a interpretaciones más fl exibles y dinámicas de la reali-dad social, que como constructo his-tórico, cultural, político y económico es el resultado de las distintas apor-taciones contradictorias o no de una diversidad de factores donde el confl ic-to de intereses siempre está presente expresándose en múltiples formas y comprometiendo la viabilidad históri-ca de la gestión de las políticas, de allí su carácter complejo y de interretro-acción dinámica que se registra entre todos los componentes que comprende la realidad social.

Entonces, muy por el contrario a lo que ocurrió en los años de las décadas pasadas, donde fertilizó y prevaleció la idea que el desarrollo se producía a ex-pensas de la movilización únicamente de los grandes proyectos industriales (Vázquez, 2005), al aporte del Estado a la economía o a la infl uencia ejerci-da por el mercado, sin contemplar al sujeto, al actor social, a las organiza-ciones existentes en el medio regional local, donde aparece un enfoque que va recogiendo y nutriéndose teórica-mente de las aportaciones de varios intelectuales que persiguen consagrar esos varios factores y elementos en una propuesta alternativa.

En función de los planteamientos

teóricos y empíricos de los autores an-teriormente señalados, entendemos por Desarrollo Endógeno (ambiental-mente) sustentable y sostenible (eco-nómicamente), la estrategia de acción de los individuos organizados colecti-vamente para la utilización de los re-cursos productivos propios para satis-facer sus necesidades en su espacio territorial, donde confl uyan principios, valores y creencias, que defi nen una identidad en la cual ellos se recono-

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cen y buscan como fi n fomentar su bienestar, mediante la potencializa-ción de sus capacidades innovativas, creativas, productivas, políticas y culturales, en armonía con el medio ambiente para integralmente generar cambios económicos, políticos, socia-les, demográfi cos y capacidades que vayan orientadas a mejorar la calidad de vida de las comunidades.

La defi nición de este modelo expresa un signifi cativo punto de avance en pro-cura de lograr un desarrollo que satis-faga más integralmente las necesidades individuales y colectivas y no anteponga el interés de lo económico por encima del hombre y del medio ambiente.

Para el caso del desarrollo endóge-no es necesario considerar la relación con tres vertientes dinámicas que im-pulsan, en su conjunto, el desarrollo; a saber:

La vertiente Económico-Ambiental: Se coloca el énfasis en la incorpora-ción de las restricciones provenientes de la naturaleza en las actividades de producción y la necesaria conciencia-ción sobre las conductas que propen-dan a la protección ambiental desde las comunidades. Aquí el rol de las organizaciones de base es importante así como la educación ambiental a to-dos los niveles. No es dejar de produ-cir sino producir para satisfacer ne-cesidades y parte de ellas es la salud y las propias de la naturaleza.

La vertiente Político- Económica: Comprende la relación de interdepen-dencia que existe entre los componen-tes de la esfera política, representada en el Estado y las aspiraciones entre los grupos, actores políticos y los de la esfera económica. Está constituida por los intereses particulares de las ini-

ciativas privadas, que se les reconoce como legítimo en el lucro y la ganancia pero también los intereses de los otros actores sociales. Entre ambos se gene-ran tensiones rivalidades pero a am-bos se les debe exigir responsabilidad ética, social y ambiental.

La vertiente Socio-cultural y socio-educativa: cuando los elementos de capital social aparecen con fuerza pues están vinculados a las “condi-ciones contextuales, de comporta-miento, habilidades competencias, valores e identidades que de acuerdo con las experiencias, son conductoras de estrategias para el desarrollo sos-tenible” como afi rma Luckesk, (Citado por Castellano, 2005: 46).

En síntesis, afi rmamos que con el Desarrollo Endógeno se dan los meca-nismos que permiten alcanzar la sos-tenibilidad social en el tiempo, porque se generan las condiciones que permi-ten la presencia y fortalecimiento de valores destinados al reconocimiento de las necesidades propias y la de los demás en el espacio local en un am-biente ético de respeto y solidaridad.

3. MARCO JURÍDICO SOBRE DESARROLLO ENDÓGENO Y

SALUD EN VENEZUELA

Las políticas, su diseño y desarrollo no se gestan en un tranquilo y neu-tro espacio jurídico o administrativo, sino en una arena política en la que convergen, luchan y conciertan las fuerzas políticas, las riñas políticas o de actividad gubernamental; consti-tuyendo arenas reales de poder, cada una tiende a desarrollar su propia es-tructura política, su proceso político particular, sus élites y sus relaciones de grupo (Aguilar, 1992).

Las mismas políticas no impli-

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can una secuencia lineal y estable de eventos bajo la dirección de dise-ñadores racionales, se registra una gran inestabilidad e intervienen una gran cantidad de variables que no son controladas por un solo tipo de actor, pues las políticas se adaptan a un contexto cambiante; pues no son so-lamente un proceso de solución racio-nal de problemas, sino de interacción entre múltiples actores con intereses, valores y visiones divergentes.

En este sentido, la formulación y aprobación de la Constitución de 1999, se llevó a cabo dentro de un proceso que batalló con vicios del es-tilo populista de hacer política y en un clima de tensiones ideológicas6. Con fundamento en esta Constitución “El Estado Venezolano intenta construir

6 En 1999, bajo la Coordinación del Dr. Gil-berto Rodríguez, quien actuó como coordina-dor de la Subcomisión de Salud, designó a un equipo de trabajo la responsabilidad de formu-lar una propuesta de Ley Orgánica que garan-tizara la salud de los venezolanos. Uno de los rasgos más resaltantes del trabajo realizado se erigió sobre la apertura pública, interna e in-ternacional. Se proponía dar un giro respecto a la antigua concepción asistencialista, biolo-gicista y curativa de la salud, la cual debía ser desplazada para ser asumida como un derecho social y humano, con garantía para los ciuda-danos (Camacaro, 2006). Esta propuesta fue desestimada por la Dra. María Urbaneja, quien al asumir las riendas del Ministerio, designa un nuevo equipo para trabajar, y se nombra a una Subcomisión de Salud para la Asamblea Nacional, la cual fue responsable de defi nir la corriente de pensamiento y principios que regirían el nuevo Sistema de Salud Público Nacional (MINCI, 2005). Esta Comisión revisó y estudió todas las anteriores propuestas for-muladas, y se consideraron principalmente las propuestas establecidas por la Subcomisión que había sido liderada por Gilberto Rodríguez y la inclusión de la vieja propuesta de derechos de los pueblos indígenas, planteada por el Mo-vimiento Electoral del Pueblo (MEP) en 1987 (MEP, 1987).

desde el 2003 un modelo de desarrollo que denomina endógeno…, que a pe-sar de establecerse en la Constitución de la República Bolivariana de Vene-zuela, las bases para el mismo no se aluden en ninguno de sus artículos a una defi nición concreta” (Ochoa y Fuenmayor, 2006: 185); sin embargo, se asume a nivel del gobierno como “la base de un nuevo modelo econó-mico, radicalmente distinto al ante-rior modelo de desarrollo, que parte de nuestras necesidades y potenciali-dades reales, en la búsqueda de una economía más democrática, en la que participen y ganen todos por igual. Se trata de no seguir importando lo que podría producirse en el país, ni conti-nuar produciendo lo que no se necesi-ta, sino producir según las realidades y necesidades del país”. (ANC, 1999).

Este intento de formación de un nuevo modelo de desarrollo para el país, jurídicamente encuentra su asi-dero en varios artículos de la Consti-tución. El artículo 3, señala que “El Estado tiene como fi nes esenciales la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad popular, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo y la garantía del cumplimiento de los principios, derechos y deberes reco-nocidos y consagrados en esta Cons-titución. La educación y el trabajo son los procesos fundamentales para al-canzar dichos fi nes”.

Se evidencia entre los fi nes del Es-tado la intención manifi esta del de-sarrollo armónico del hombre en pro de alcanzar el bienestar social y eco-nómico, teniendo como base que los procesos de socialización formal se lo permitan, tanto en forma individual,

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como en el contexto de su comunidad (ANC, 1999).

Según el artículo 87, “Toda perso-na tiene derecho al trabajo y el deber de trabajar. El Estado garantizará la adopción de las medidas necesarias a los fi nes de que toda persona pueda obtener ocupación productiva, que le proporcione una existencia digna y decorosa y le garantice el pleno ejer-cicio de este derecho. Es fi n del Esta-do fomentar el empleo. La ley adop-tará medidas tendentes a garantizar el ejercicio de los derechos laborales de los trabajadores y trabajadoras no dependientes. La libertad de trabajo no será sometida a otras restricciones que las que la ley establezca. Todo pa-trono o patrona garantizará a sus tra-bajadores o trabajadoras condiciones de seguridad, higiene y ambiente de trabajo adecuados. El Estado adopta-rá medidas y creará instituciones que permitan el control y la promoción de estas condiciones” (ANC, 1999).

Se establece el derecho y el deber de trabajar, se pautan las obligacio-nes que deben ser cumplidas por par-te el Estado, así como las obligaciones de los patronos, se evidencia la inten-ción del fomento del empleo y el dise-ño de políticas públicas orientadas y adecuadas para que las personas en-cuentren trabajo adecuado y digno.

El artículo 112 de la Constitución, establece que “Todas las personas pueden dedicarse libremente a la ac-tividad económica de su preferencia, sin más limitaciones que las previs-tas en esta Constitución y las que establezcan las leyes, por razones de desarrollo humano, seguridad, sani-dad, protección del ambiente u otras de interés social. El Estado promove-rá la iniciativa privada, garantizando

la creación y justa distribución de la riqueza, así como la producción de bienes y servicios que satisfagan las necesidades de la población, la liber-tad de trabajo, empresa, comercio, in-dustria, sin perjuicio de su facultad para dictar medidas para planifi car, racionalizar y regular la economía e impulsar el desarrollo integral del país” (ANC, 1999).

El referido artículo plantea una se-rie de libertades que tratan de esta-blecer un equilibrio entre la iniciativa privada y la libertad de empresas; asi-mismo señala la regulación de la eco-nomía para impulsar el desarrollo del país, con lo que se quiere decir que el Estado sólo intervendrá en aque-llos asuntos que regulen el compor-tamiento desmesurado o desmedido de la iniciativa privada cuando va en perjuicio del interés de la salud de la población, como por ejemplo la prohi-bición de fumar en espacios públicos, porque afecta la salud de los no fu-madores.

En el artículo 299 se establece que “El régimen socioeconómico de la Re-pública Bolivariana de Venezuela se fundamenta en los principios de jus-ticia social, democracia, efi ciencia, li-bre competencia, protección del am-biente, productividad y solidaridad, a los fi nes de asegurar el desarrollo humano integral y una existencia dig-na y provechosa para la colectividad” (ANC, 1999).

El régimen socioeconómico consa-grado para el país en la Constitución se afi nca en principios y fi nes que evi-dencian de manera expresa el enfoque humano e integral en benefi cio de la colectividad en pleno.

El Estado se reserva, según el artí-

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culo 302 “por razones de convenien-cia nacional, la actividad petrolera y otras industrias, explotaciones, servi-cios y bienes de interés público y de carácter estratégico. El Estado pro-moverá la manufactura nacional de materias primas provenientes de la explotación de los recursos naturales no renovables, con el fi n de asimilar, crear e innovar tecnologías, generar empleo y crecimiento económico, y crear riqueza y bienestar para el pue-blo” (ANC, 1999). Este artículo refl eja la búsqueda por parte del Estado del bienestar colectivo en función del uso de tecnologías que permitan la per-manencia y la generación de nuevos empleos en función de crear mayores riquezas que benefi cien a un colectivo en general y no a un minúsculo grupo de individuos.

Según el artículo 304 de la nueva carta magna, “Todas las aguas son bienes de dominio público de la Na-ción, insustituibles para la vida y el desarrollo. La ley establecerá las dis-posiciones necesarias a fi n de garan-tizar su protección, aprovechamiento y recuperación, respetando las fases del ciclo hidrológico y los criterios de ordenación del territorio” (ANC, 1999). Al respecto, el Estado ha creado la fi -gura de las mesas técnicas de agua, apoyado en la Constitución de la Re-pública Bolivariana de Venezuela, la Ley Orgánica para la Prestación de los Servicios de Agua Potable y Sanea-miento, la Ley Especial de Cooperati-vas, esto dio paso a la incorporación de participación de las comunidades7

7 Las modalidades de participación van des-de Cooperativas de Servicios, Asociaciones Civiles, las propias Mesas Técnicas del Agua, Hidrocomités, Microempresas comunitarias, entre otras. La mesa técnica era sencillamente el lanzamiento a todas las comunidades de un esquema no solamente diferente en cuanto a la

en la gestión pública para la satisfac-ción de sus propios necesidades”.

Finalmente, el artículo 306, estable-ce que “El Estado promoverá las condi-ciones para el desarrollo rural integral, con el propósito de generar empleo y garantizar a la población campesina un nivel adecuado de bienestar, así como su incorporación al desarrollo nacional. Igualmente fomentará la ac-tividad agrícola y el uso óptimo de la tierra mediante la dotación de las obras de infraestructura, insumos, créditos, servicios de capacitación y asistencia técnica.” (ANC, 1999).

Con el fomento de la protección de las condiciones ambientales, econó-micas, de infraestructura y tecnolo-gía, el Estado busca brindar al pro-ductor un sistema capaz de promover el crecimiento desde adentro, como condición de una nueva política de crecimiento económico y social que busca el benefi cio del colectivo.

Para darle viabilidad a este nuevo modelo de desarrollo, Chávez (2005) aprueba el Decreto Nº 3.895 sobre desarrollo endógeno y empresas de producción social, el cual establece en el art. 3, que estas empresas son unidades de producción comunitaria, constituidas bajo la fi gura jurídica que corresponda, y tiene como objeti-vo fundamental generar bienes y ser-vicios que satisfagan las necesidades básicas y esenciales de la comunidad y su entorno, incorporando hombres y mujeres de las misiones, privile-giando los valores de solidaridad, co-operación, complementariedad, reci-procidad, equidad y sustentabilidad,

comprensión del problema sino a la búsqueda de la solución compartida con respecto al su-ministro de agua y al resguardo de las cuencas (Arconada, 2006).

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ante el valor de rentabilidad o de ga-nancia. En todo caso, esas unidades económicas deben mantener el equi-librio fi nanciero que permita seguir invirtiendo en el mencionado entorno socio-ambiental, en forma sustenta-ble y sostenible.

Para dar impulso en materia de salud a la formación del modelo de Desarrollo propuesto para el país, se han impulsado los denominados Co-mités de Salud, los cuales serán abor-dados en el siguiente apartado. Sin embargo no puede dejar de mencio-narse que éstos son parte del órgano ejecutivo de los Consejos Comunales, organizaciones de las comunidades que persiguen como “… objetivos arti-cular la organizaciones de base de la comunidad, elaborar proyectos de los planes requeridos para resolver los problemas de la comunidad, y contro-lar las actividades estatales y comuni-tarios…” (Rodríguez y Lerner, 2007).

El desarrollo ha sido uno de los tópicos discutidos y plasmados en la constitución, pero en ella no se apre-cia su relación con el derecho a la sa-lud, materia en la cual se plantearon discusiones, sobre la concepción que debía de privar. Se erigió la tendencia hacia dos corrientes de pensamiento, una de predominio neoliberal y otra prevaleciente de naturaleza progre-sista, al considerar que la salud está asociada a la condición humana y a la vida, constituyéndose en un derecho a ser garantizado por el Estado (Feo y Cursio, 2004) y de esta manera dete-ner el avance privatizador que ha ve-nido prevalecido en el sector salud a raíz del proceso de descentralización político territorial hincado a fi nales de la década de los ochenta en el país.

Sostienen Feo y Cursio (2004), que

fueron diversos los actores que parti-ciparon en la elaboración de la políti-ca de salud, formalmente correspon-día la responsabilidad a la Comisión de Derechos Sociales y de la Familia, la cual asignó a la subcomisión de sa-lud la responsabilidad de redactar los artículos que iban a formar parte del texto constitucional en esta materia. Dicha subcomisión asumió el predo-minio de la corriente progresista en virtud del reconocimiento de que “era necesario rescatar el valor de la soli-daridad y la dignidad humana, reafi r-mando el carácter de la salud como derecho social y el papel del Estado como su garante…existió consenso en relación con la salud como derecho social” (Feo y Cursio, 2004: 7), y es bajo esta perspectiva que se reafi rma el papel del Estado.

Sin embargo, efectuando un análi-sis de la estrategia seguida para hacer viable el derecho a la salud, adverti-mos que se estableció una relación signifi cativa, y para ello se recurrió a establecer una política de salud8 la cual fue resultado de situaciones y oportunidades que fueron aprovecha-das por los sujetos interesados en im-pulsar una nueva propuesta de polí-tica y ponerla en marcha, para ello se valieron de la argumentación, aspecto clave para algunos autores (Majone, 1997). En el caso venezolano se lle-gó a consagrar de manera formal una política progresista que descansa en un conjunto de artículos, que serán

8 Compartimos la defi nición de política de salud de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) (1991), para ésta es el conjunto de decisiones que se toman en un ente público –gobierno- para formular y ejecutar acciones específi cas destinadas al fomento y protección de la salud, así como al tipo, volumen y distri-bución de los recursos destinados y organiza-dos de acuerdo a los niveles y estructuras del Sistema de salud.

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resumidos brevemente destacando su importancia en relación con la mate-ria en cuestión.

La salud es un derecho social, así está establecido constitucionalmen-te en el artículo 83, cuando se seña-la que “la salud es un derecho social fundamental, obligación del Estado, que lo garantizará como parte del de-recho a la vida. El Estado promoverá y desarrollará políticas orientadas a elevar la calidad de vida, el bienestar colectivo y el acceso a los servicios. Todas las personas tienen derecho a la protección de la salud, así como el deber de participar activamente en su promoción y defensa, y el de cum-plir con las medidas sanitarias y de saneamiento que establezca la ley, de conformidad con los tratados y conve-nios internacionales suscritos y ratifi -cados por la República” (ANC, 1999).

Este artículo manifi esta la gratui-dad en la prestación de los servicios de salud por parte del Estado y esta-blece los lineamientos para dar paso a la política de gestión en salud como lo es Barrio Adentro I, programa funda-mentado en la Atención Primaria de Salud, al considerar la calidad de vida mediante la promoción de la salud de la población del país.

El concepto de calidad de vida, lle-va implícito una concepción pluridi-mensional de elementos y factores de los cuales depende la acción humana, por lo cual ésta se presenta como un derecho producto de garantías socia-les, económicas y políticas en el sen-tido del logro de compromiso de los ciudadanos.

Para garantizar el derecho a la sa-lud, establece el artículo 84 que “el Estado creará, ejercerá la rectoría y gestionará un sistema público nacio-nal de salud, de carácter intersecto-

rial, descentralizado y participativo, integrado al sistema de seguridad so-cial, regido por los principios de gra-tuidad, universalidad, integralidad, equidad, integración social y solidari-dad. El sistema público de salud dará prioridad a la promoción de la salud y a la prevención de las enfermedades, garantizando tratamiento oportuno y rehabilitación de calidad. Los bienes y servicios públicos de salud son pro-piedad del Estado y no podrán ser pri-vatizados. La comunidad organizada tiene el derecho y el deber de parti-cipar en la toma de decisiones sobre la planifi cación, ejecución y control de la política específi ca en las insti-tuciones públicas de salud (Asamblea Nacional, 1999).

Este artículo evidencia los meca-nismos y principios por medio de los cuales, en lo sucesivo y de manera formal, se intenta hacer del sistema un todo conjugado por las propieda-des de la intersectorialidad, descen-tralización y participativo, regido por los principios de gratuidad, universa-lidad, integralidad, equidad, integra-ción social y solidaridad, intentando de esta manera construir una política que garantice el respeto y ejercicio de este derecho por parte del Estado. Por otra parte, se manifi esta que la polí-tica debe estar interrelaciona entre sus elementos, como son promoción, prevención, tratamiento (curación) y rehabilitación, permitiendo la reinser-ción social de los discapacitados.

Se reafi rma el papel del Estado en garantizar el derecho a la salud cuan-do se establece en el artículo 85 de la constitución que “es obligación del Estado, que integrará los recursos fi s-cales, las cotizaciones obligatorias de la seguridad social y cualquier otra fuente de fi nanciamiento que deter-

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mine la Ley. El Estado garantizará un presupuesto para la salud que permi-ta cumplir con los objetivos de la polí-tica sanitaria...” (ANC, 1999).

A pesar de que los lineamientos ge-nerales de la política de salud se en-cuentran formalmente en la Constitu-ción, aún se adolece de la aprobación del anteproyecto de Ley Orgánica de Salud, el cual tuvo su segunda re-visión, por parte de la subcomisión de salud de la Asamblea Nacional, en agosto de 2002. Sin embargo, vale destacar, que esto no se ha constitui-do en un obstáculo para el estableci-miento de cursos de acción en dicha materia. En este sentido, se adelanta una política de gestión de salud fue-ra de las esferas de la administración pública tradicional, la cual comenzó a ser aplicada a partir de 2003, afi n-cada en la conformación de “…un modelo de desarrollo donde la inclu-sión y el bienestar social son criterios transversales…” (Ochoa y Fuenma-yor, 2006: 158-159).

El gobierno venezolano ha promo-vido el nuevo programa que ha sido denominado Misión Barrio Adentro, el cual intenta dar promoción al desa-rrollo endógeno sostenible y sustenta-ble, conjuntamente con otras misiones que en su conjunto se constituyen en la base no sólo para alcanzar una es-trategia de inclusión social, la cual no puede ser concebida desde una sola arista, sino que es el resultado de la imbricación entre el logro de los objeti-vos planteados por cada unas de estas misiones, y el efecto en cadena que de todas ellas se produce, de allí la impor-tancia específi ca de cada una de estas misiones tiene para conquistar la cali-dad de vida de todos los sectores que fueron excluidos en el pasado.

Esta idea de generar acciones en

conjunto bajo el eje articulador del modelo de desarrollo endógeno, res-cata un antiguo paradigma que viene de la medicina hipocrática; a la luz de los desarrollos teóricos actuales; en la que la salud era la resultante de un equilibrio entre las infl uencias ambientales, los modos de vida y los varios componentes de naturaleza humana (Capra, 1985). Esa tradición hipocrática que planteó la relación re-cíproca entre cuerpo, alma y ambien-te fue quedando relegada sobre todo al restarle importancia a las fuerzas ambientales y posteriormente, al pro-ducirse la medicalización de la salud.

De Miguel y Rodríguez (1990) re-sumen la situación de la medicina actualmente como un proceso que se desarrolló primero mediante la con-quista de las enfermedades infeccio-sas del siglo XIX que determinó su legitimación como ciencia apoyada en los avances tecnológicos médicos; lo que trajo como resultado que se hi-cieron ver al nivel de la salud como una resultante de las acciones de los médicos y no como una respuesta a las conductas asumidas por el sujeto y de los factores asociados con el me-dio ambiente.

5. BARRIO ADENTRO: PROGRAMA EN SALUD HACIA LA PROMOCIÓN

DEL DESARROLLO ENDÓGENO

La creación del Plan Barrio Aden-tro a nivel del Municipio Libertador del Distrito Capital, se dio con el apo-yo del gobierno cubano en el marco de un Convenio de Cooperación Téc-nica. Éste se constituye en un Plan

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Integral de Desarrollo Local9 que conjuga una serie de políticas socia-les orientadas a mejorar la calidad de vida10, promoviendo la organización y participación social de los sectores populares.

Barrio Adentro es un programa que ha sido irradiado a escala nacional, por mandato presidencial, pasando a denominarse Misión Barrio Adentro. Éste ha sido puesto en ejecución con el propósito de garantizar el derecho a la salud por parte del Estado. Con el mismo se busca reivindicar la relación entre el Estado-Individuo y Sociedad, para garantizar la calidad de vida de las personas que habitan en el país de manera conjunta.

A partir de Barrio Adentro se re-nueva en el país el esfuerzo por im-plementar la Atención Primaria en salud, como estrategia que contribu-ya al fomento del desarrollo endóge-no, al perseguir la inclusión, calidad de vida, bienestar colectivo y el acce-so a los servicios, esto revela una po-

9 Como iniciativa local, se crea el Instituto para el Desarrollo Local (IDEL) adscrito a la Alcaldía del Municipio Libertador, con el obje-tivo de: fomentar el desarrollo local mediante el diseño, evaluación, impulso y ejecución de políticas públicas dirigidas al mejoramiento de la calidad de vida de los pobladores del Muni-cipio (MPPS, 2007).10 Según Enzo del Bufalo (1996), “Ningún in-dicador de crecimiento económico constituye una buena aproximación a la calidad de vida”, porque el concepto de calidad de vida reviste una mayor capacidad integradora de las nece-sidades humanas y un mayor alcance para for-mular visiones aalternativas con respecto a los problemas sociales a los que hoy nos enfren-tamos (D’ Elia y De Negri, 2006). Para autores como Brock (1998) esta perspectiva tiene que incluir además los componentes de tipo éticos, no sólo en el proceso de toma de decisión de la defi nición de la política, sino también en la ins-trumentación de las políticas que van dirigidas a su consecución.

lítica para la justicia, igualdad e in-clusión de los más humildes, lejos de la ideología neoliberal. Esta política de salud que se esta materializando a partir de este programa tiene con-tenidos de naturaleza redistributiva, pues tiene que ver con el modo en que se distribuye la riqueza, la renta nacional en este caso en las políticas de salud, la cual trata de generar be-nefi cios a amplios sectores de la so-ciedad. En función de ello se hacen esfuerzos por consolidar un proceso de atención en salud orientado a “…dará prioridad a la promoción de la salud y a la prevención de las enfer-medades…”, sin descuidar la parte curativa y rehabilitadora.

Esta concepción implica la articu-lación de elementos físico, mental, so-cial, cultural y ambiental, con lo que se busca desplazar la vieja concepción de salud basada en lo biomédico, para asumir otra de tipo integral, fi ncada en la vieja propuesta de Alma Ata (OPS/OMS, 1978) de Atención Primaria en Salud, donde uno de los puntos cen-trales fue que la mejora de la Salud no era cometido del individuo, como responsable único de su propio des-tino sino del conjunto de personas de una comunidad de manera conjunta con instituciones del Estado, donde se previeran las condiciones para al-canzar un mejor nivel de vida. Para ello era necesario el abastecimiento de agua potable, la alimentación, las instalaciones sanitarias; la situación habitacional y laboral también debían ser consideradas.

Entonces, a partir de allí se en-tiende la Atención Primaria en Salud como “la asistencia sanitaria esen-cial basada en métodos y tecnologías prácticas, científi camente fundados y socialmente aceptados, puesta al

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alcance de todos los individuos y fa-milias de la comunidad mediante su plena participación y a un costo que la comunidad y el país puedan sopor-tar, en todas y cada una de las eta-pas de su desarrollo con un espíritu de autorresponsabilidad y autodeter-minación” (OMS, 1980: 106). La de-claración de Alma-Ata señalaba que la atención primaria era la base para alcanzar un nivel adecuado de salud para toda la población y recomendaba la aplicación de programas de salud coherentes con la planifi cación sani-taria como instrumento para el logro del objetivo global (OPS/OMS, 1978).

Para la implementación de esta es-trategia en el primer nivel de atención se ha dado la constitución de los de-nominados consultorios populares, los cuales prestan servicios: valora-ción de las condiciones de salud y en-fermedades, visitas domiciliarias para la valoración de riesgos de la familia, actividades de promoción y educación en salud, investigación de las deter-minantes de salud en el colectivo, seguimiento a las personas con enfer-medades crónicas degenerativas y en situación de discapacidad, referencia y contrarreferencia con la red de servi-cios de mayor complejidad.

Desde esos consultorios se ha dado la confi guración de los denominados Comités de Salud, los cuales asumen una organización del trabajo contraria a la tradicionalmente establecida (de arriba hacia abajo), es una confi gura-ción desde las bases de las comunida-des; (de abajo hacia arriba), que facilita la participación de la población en la planifi cación, ejecución y evaluación de las actividades de salud y calidad de vida.

Los consultorios populares son or-

ganizaciones comunitarias líderes y transformadoras de la realidad, que buscan la creación de espacios territo-riales de concertación, comunicación, fortalecimiento del sentido de perte-nencia (identidad propia), participa-ción, Justicia social y equidad, que impulsan la organización y la partici-pación en la promoción y prevención en materia de salud integral, en fun-ción de obtener un desarrollo huma-no endógeno sustentable y sostenido (Alayon, 2003). Para la OPS (2006:67) “Los territorios sociales permiten arti-cular las capacidades políticas, técni-cas y económicas para concretar las estrategias promocionales de calidad de vida y alcanzar sus productos y re-sultados” (OPS, 2006: 67).

Las referidas organizaciones que gestan procesos de cogobierno y co-rresponsabilidad para mejorar e in-crementar la asistencia médica y las condiciones de salud y las ambien-tales, mediante la promoción de ac-tividades preventivas, tales como: al-fabetización, saneamiento ambiental; aprovechamiento del agua y trata-miento de las residuales; disposición de excretas, entre otras.

La organización de los comités de salud de Barrio Adentro, han permiti-do la confi guración de Coordinaciones a nivel regional las cuales se constitu-yen en la máxima expresión de orga-nización comunitaria, dónde no sólo se tratan temas de salud, sino otros relacionados con áreas de seguridad, recreación, cultura, deporte, servicios públicos. Cada comité de salud cuenta con un organigrama funcional; están integrado por un Coordinador general, un adjunto, coordinadores de salud, contraloría social, planifi cación y pro-yectos, educación, deporte, cultura, saneamiento ambiental, alimentación, participación ciudadana, seguridad y

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defensa, niño y adolescente, mujer y anciano y secretario de actas.

Esta nueva confi guración jerár-quica permite que se seleccione al coordinador del comité de salud por sectores; luego entre los designados se selecciona al coordinador parro-quial; a su vez entre ellos designan al coordinador municipal; y fi nalmente deberían designar al coordinador de los comités de la región, sin embargo esto queda hasta este nivel, pues en algunos caso como el estado Zulia, la máxima autoridad de Barrio Adentro designa al coordinador regional de los comités, evidenciándose un proceso de cooptación en de la participación en el nombramiento de las autorida-des.

La función de la coordinación de los comités de salud, es básicamen-te, llevar una evaluación y control de esos comités y promover que se for-men proceso educativos orientados al desarrollo de actividades de preven-ción y promoción. En la medida en que se fomente la creación de comités de salud, aumenta la organización de las comunidades lo que repercuten en la mejora de los parámetros en el área de la salud, e incluso en las áreas so-cioeconómicas por que cuentan con herramientas e instrumentos para superarse como comunidad.

Estos Comités, se constituyen como parte clave en el primer nivel de atención que fomenta la promoción de la calidad de vida: “más allá de la atención de la enfermedad, se propicia todo lo que tiene que ver con los ejes estructurales de la Misión…, es decir, alrededor de ese núcleo de atención, de ese consultorio popular, se ayuda a que funcione todo lo relacionado con la alimentación estratégica, con

la cultura popular, con cooperativas y microfi nanzas, ayuda a la gente a educarse en salud y aprender a preve-nir, mejorando su forma de comer, de beber, de vivir” (Lira, 2005: 7).

A partir de estos comités se da el fomento a las denominadas Redes Sociales, las cuales están estructu-radas bajo diversas formas de trabajo cooperativo en un ámbito, tiempo y área específi ca, a través de una orga-nización solidaria e interactiva, cons-tituida por personas naturales y/o jurídicas, de carácter público, privado o mixto, con responsabilidades indivi-duales y compartidas, relaciones de-fi nidas y objetivos concertados para la producción de bienes y servicios, generación, asimilación y transferen-cia de conocimientos y tecnologías en el marco de la conveniencia nacional, soberanía económica, política y estra-tegia de Estado.

En cuanto a la prestación de los servicios de salud, es indiscutible-mente mediante la estrategia de Aten-ción Primaria en Salud que se bus-ca la resolución de las necesidades y problemas de salud concretos de cada comunidad, que deben ser abordados a partir de las actividades de promo-ción, prevención, tratamiento (cura-ción) y rehabilitación, potenciando de esta manera al mismo tiempo la au-torresponsabilidad y la participación comunitaria. Estas actividades han sido defi nidas por diversas organiza-ciones de reconocida trayectoria en materia de salud, cuyos basamentos han sido considerados por el gobierno nacional para dar paso a la formación de un nuevo Sistema Público Nacio-nal de Salud que intenta a su vez dar impulso al denominado modelo de Desarrollo Endógeno en Venezuela.

A continuación presentamos, las principales actividades que Barrio

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Adentro fomenta:

a) Promoción de la salud

Se promueve una nueva concep-ción de la educación en salud, donde las comunidades asumen el rol prota-gónico de la participación directa para la solución de sus problemas priorita-rios, lo que ha hecho necesario todo un proceso educativo en salud inte-gral, con el propósito de generar ca-pacidad de apropiación por parte de las comunidades de los espacios en los cuales habita. Desde el Instituto de Altos Estudios “Dr. Arnaldo Gabal-dón”, como órgano ejecutor de la polí-tica de formación de Recursos Huma-nos en Salud, se impulsa el programa Capacitación de Líderes Comunitarios en Salud y Desarrollo Social, con el fi n de desarrollar la participación pro-tagónica de la comunidad organizada, en la promoción de salud y calidad de vida; Asimismo, se adelantan Progra-mas de capacitación directa a la co-munidad en materia de planifi cación estratégica, como metodología que permite la identifi cación, explicación y diseño de alternativas de solución a los problemas por parte del Esta-do con el apoyo de las comunidades; por ello, las mismas son formadas en esta área para que sean partícipes de manera activa en la identifi cación y formulación de políticas públicas proclives al benefi cio de su medio am-biente y por ende de su salud, para así obtener benefi cios de manera ge-neralizada.

Entre las principales actividades de promoción se encuentran:

Charlas educativas, audiencias y sesiones cara a cara con los médicos, en colaboración con los comités de sa-lud sobre la promoción del suministro

de alimentos y de una nutrición apro-piada, un abastecimiento adecuado de agua potable y saneamiento básico; actividades de bailoterapias, jornadas de higienización.

Capacitación de promotores depor-tivos, recreación sana de niños, jóve-nes y adultos, desarrollo de progra-mas de orientación de enfermedades bucales especialmente caries, a través de charlas formativas e informativas, sobre el control de dietas, placa bac-teriana, creación de hábitos de higie-ne oral, aplicación del fl úor y asesoría a la madre embarazada.

b) Prevención en salud

La prevención en salud se centra en evitar la presencia de la enferme-dad, para lo cual no solamente debe conocerse la historia natural de la misma y su incidencia epidemiológi-ca. Desde el punto de vista de la edu-cación en salud se procura enseñar a los benefi ciarios cómo controlar la propagación de algunas enfermeda-des, trabajando con los vecinos en los denominados clubes de abuelos, embarazadas, adolescentes (Alvara-do, 2004).

Las actividades de prevención es-tán orientadas: a la Salud integral de las personas, familias y comunidades, control de la embarazada, vigilancia nutricional y contribuir al logro de una alimentación adecuada, educa-ción en salud para el saneamiento ambiental, lucha contra las enferme-dades endémicas, inmunizaciones, programas de cultura física, salud y recreación; Escuelas de iniciación de-portiva, recreativa y para la salud.

Además se realizan actividades de prevención de enfermedades buca-les especialmente caries, a través de

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charlas formativas e informativas, so-bre el control de dietas, placa bacte-riana, creación de hábitos de higiene oral, aplicación del fl úor y asesoría a la madre embarazada.

Vale referir que las actividades de Promoción y prevención constituyen el eje central del programa Barrio Adentro en sus tres niveles de atención, pero es en el nivel primario, es decir, en los con-sultorios populares donde se expresan con mayor empuje. En 2008 existían en el país 1602 consultorios, en los cuales se habían realizado 318.731.160 con-sultas ambulatorias. Las actividades de educación efectuadas en diversas áreas alcanzaron un total de 742.531 para ese año (MPPS, 2008).

c) Tratamiento (curación) y reha-bilitación

La política de atención curativa es parte de las actividades propias de la medicina y se encarga del ataque y estudio de la enfermedad, es decir, la enfermedad como un evento real, asentado en un organismo biológico.

La búsqueda de prioridad de las acciones curativas no solamente está asociada al fenómeno de desarrollo, sino también a la infl uencia que ejerce la ciencia médica en la confi guración de una forma de atención que está fundamentalmente dirigida a proveer curación. La curación de los enfermos requiere procedimientos diagnósticos y terapéuticos especiales en el diagnós-tico precoz y el tratamiento inmediato de la lesión a fi n de limitar el daño y reintegrar nuevamente al individuo a su ambiente social (Abad, 1999).

Las actividades encargadas de rea-lizar el tratamiento de las enfermeda-des más comunes que ameritan los

ciudadanos. De manera particular, en lo que a odontología se refi ere, se rea-lizan exámenes bucales, extracciones en casos requeridos, limpiezas buca-les, restauración del diente afectado; eliminación de caries y restauración con resina y/o amalgama; Detección de lesiones patológicas; Y rehabilita-ción bucal mediante prótesis dental.

Es necesario mencionar que el pro-grama Barrio Adentro fue el inicio de un proyecto municipal que logró al-canzar la esferas nacional; sin em-bargo, es una misión que traspasó el nivel primario para contribuir en un segundo y tercer nivel de atención, para ello se dio el lanzamiento de la-Misión Barrio Adentro II11, que brinda atención de emergencia durante las 24 horas del día, y permite que los ca-sos más cotidianos se resuelvan ese mismo nivel, mientras que los más complejos son referidos a hospitales. Barrio Adentro III incluye el equipa-miento y modernización tecnológica de los hospitales; y Barrio Adentro IV, hospitales especializados (MSDS, 2006).

Por primera vez, hay un intento de sistematización de implementación

11 Busca extender la cobertura a la población excluida brindando una serie de exámenes de laboratorio y paraclínicos, que permiten un mejor diagnóstico, para ello se han creado los Centros de Diagnóstico Integral (CDI) (Prestan servicios de rayos x y ultrasonido, endoscopias, laboratorio clínico, emergencias y anatomía patológica), Salas de Rehabilitación (Electrote-rapia y gimnasia pediátrica), Quirófanos (Uno de cada seis CDI posee uno estos, tiene un salón de operaciones, banco de sangre y ser-vicios de transfusiones), Hospitalización (con una sala de ingreso en cada CDI) y Centros de Alta Tecnología (Esta área garantiza tomogra-fía axial computarizada, resonancia magnética nuclear, ultrasonido tridimensional, laborato-rio, video endoscopia, rayos x de alta tecnolo-gía y electrocardiograma).

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de una política de gestión en materia de salud que busca dar consolida-ción a la atención primaria en salud en el país para contribuir a mejorar los niveles de calidad de vida de la po-blación; sin embargo, algunos logros alcanzados se encuentran en proceso de consolidación.

6. CONCLUSIONES

En ninguna de las propuestas teó-ricas que se han construido sobre el desarrollo económico fueron conside-radas la calidad de vida, la protección al medio ambiente y mucho menos la salud, por lo que si consideramos cla-ves los propósitos de darle respuesta a calidad de vida, disminución de la po-breza y resguardo de los factores del medio ambiente; tenemos que pensar en otro tipo de desarrollo centrado en satisfacer las necesidades del hombre en su multidimensionalidad.

El desarrollo social, afi ncado en una serie de políticas encaminadas a superar los problemas de exclusión, desigualdad e injusticia social, me-diante la adaptación abierta y fl exi-ble de modelos de gestión en donde se propicie la participación de la co-munidad, la constitución de redes, la profundización de mecanismos de horizontalización y de redistribución del poder tiene que convertirse en la propuesta más acorde con el logro de condiciones de salud para todos.

Venezuela avanza hacia su propio modelo de desarrollo endógeno eco-nómicamente sustentable y sostenido socio-ambiental, basado en una con-fi guración normativa que apunta ha-cia la integración aspectos tales como lo económico, social, territorialidad, ambiéntales y organizacionales. Ba-rrio Adentro como programa de sa-

lud está orientado a fomentar ese tipo de desarrollo endógeno, sostenible y sustentable en el país, mediante la confi guración de un nuevo sistema de organización de las comunidades, las cuales impulsan desde sus propios espacios territoriales y comunitarios actividades arraigadas en la preven-ción y promoción de la salud, como estrategias claves para lograr alcan-zar mejores niveles de calidad de vida y por ende de inclusión social, sin desvalorizar las actividades de tipo curativa y rehabilitadoras.

Se asiste a la emergencia de un nue-vo estilo de desarrollo, en el cual se tra-ta de armonizar lo económico con lo so-cial, en aras de fortalecer su dimensión humana y garantizar la gobernabilidad democrática. Se percibe una tenden-cia encaminada a restituir el lugar que debe asumir lo social y particularmen-te la salud, garantizando la centralidad que le corresponde en todo esfuerzo in-tegral por alcanzar el desarrollo endó-geno, sostenido y sustentable.

La salud y el ambiente en los que se desenvuelve el hombre son un pre-rrequisito para el desarrollo endógeno sustentable y sostenido. Sin embargo, un problema real en este tipo de desa-rrollo respecto a salud es que mucha gente piensa que la salud ambiental es competencia del sector salud cuan-do la realidad es que se trata de un asunto multidisciplinario que compe-te a todo el mundo.

El sector salud no podrá enfrentar los problemas de salud ambiental por sí mismo. La creación de un ambien-te para la salud depende de la par-ticipación de todos; no solamente en términos de acciones contributivas de todos los miembros, sino de acciones cooperativas entre los actores en una

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zona de aquí que la educación am-biental no puede quedar restringido a unas cuentas nociones impartidas.

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* Sociólogo. Magíster en Ciencias Política. Docente e Investigadora Jubilada de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de La Universidad del Zulia. Correo electrónico: [email protected]

** Lic. en Ciencias Políticas. Magíster en Dirección y Gestión Pública Local. Estudiante del Doctorado en Ciencias Sociales, mención Gerencia. Docente e Investigadora del Centro de Estu-dios de la Empresa de la Facultad de Ciencias Económicas y Social de La Universidad del Zulia. Correo electrónico: [email protected]

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DIÁLOGO DE SABERES N° 4 enero-abril/2009 Caracas/pp. 87-106

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Poder popular y Derechos

Humanos

TERESA GAMBOA CÁCERES*

Recibido: 15/0272009

Aceptado: 18/03/2009

RESUMEN

El trabajo constituye una re-fl exión sobre los derechos hu-

manos a partir del marxismo, resca-tando las tesis fundamentales que permiten inscribir la lucha por los de-rechos humanos en el contexto gene-ral de la lucha por la transformación social. Se trata de un estudio bási-camente documental. La atención se centra en tres ejes, vinculados tanto al marxismo clásico como a los desa-rrollos del mismo en una perspectiva crítica: en primer lugar la conciencia, la creatividad y el trabajo humano como fuentes de poder; en segundo lugar, la propiedad como eje de la vul-neración y vigencia de los derechos humanos; y por último, la discusión sobre la construcción de la democra-cia participativa, como garantía polí-tica para trascender la defensa formal de los derechos humanos y avanzar hacia la construcción de un sistema

de poder popular que controle el apa-rato burocrático estatal y asegure la vigencia de los derechos sociales. Se concluye que los derechos humanos no serán nunca una dádiva, sino una conquista que requiere lucha siste-mática y determinadas condiciones subjetivas y objetivas que los garan-ticen.

Palabras clave: derechos huma-nos, democracia participativa, poder burocrático, poder popular.

POPULAR POWER AND HUMAN RIGHTS

ABSTRACT

Work constitutes a refl ection on the human rights according to Marxism, rescuing the fundamental thesis that allows enrolling the fi ght for human rights on the general context of the struggle for social transformation. It is

PERSPECTIVAS

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basically a documental study. Its at-tention is center in three axes, linked to classic Marxism and the develop-ments of itself from a critical perspec-tive: on the fi rst place consciousness, creativity, and human work as sourc-es of power; second, the property as an axis of the vulnerability and valid-ity of the human rights; and fi nally, the discussion about the construction of participatory democracy, as a po-litical guarantee to transcend the for-mal defense of human rights and to advance towards the construction of a system of popular power which con-trols the state bureaucratic apparatus to assure the validity of social rights. It is concluded that the human rights will never be a gift but a conquest that requires a systematic struggle and certain subjective and objective con-ditions that guarantee them.

Key words: human rights, partici-patory democracy, bureaucratic pow-er, popular power.

1. INTRODUCCIÓN

La lucha por los derechos huma-nos es una preocupación permanente para los oprimidos dentro de la so-ciedad capitalista, por las continuas violaciones a los mismos. Igualmente, en un proceso de transición al socia-lismo, al agudizarse las contradiccio-nes de clase, se incrementa el riesgo de agresiones contra los dirigentes políticos y contra los sectores orga-nizados, especialmente indígenas y campesinos, como ha sido evidente en Venezuela. Pero además, durante la construcción del socialismo, como proceso permanente hacia un mundo de justicia e igualdad, siempre existe el riesgo de desviaciones y de conso-lidación de un poder burocrático que avasalle al poder popular.

De allí la importancia de discutir el tema desde un enfoque crítico, a par-tir del marxismo, y en la perspectiva de la transformación social. En tal sentido se realizó una revisión docu-mental considerando tres ejes temá-ticos: uno relacionado con las fuen-tes de poder popular: la conciencia, la creatividad y el trabajo humano; el segundo eje temático se refi ere a la propiedad como eje de la vulneración y vigencia de los derechos humanos; y fi nalmente, se discute la construc-ción de la democracia participativa, concebida como ejercicio sistemático y cada vez más contundente del poder popular. Ésta es la única posibilidad de trascender la defensa formal de los derechos humanos y avanzar hacia la construcción de un sistema de poder popular que controle el aparato buro-crático estatal y asegure la vigencia de los derechos sociales, es decir, la satisfacción de los derechos de la hu-manidad y de la naturaleza.

2. NOCIONES BÁSICAS SOBRE DERECHOS HUMANOS

Partimos de algunas concepciones básicas sobre los derechos humanos, entre ellas la tesis de Pérez Almei-da (2008) respecto a la enorme bre-cha entre el discurso y la realidad de los derechos humanos, presentados como universales, pero originados en una sociedad signada por profundas discriminaciones; los derechos huma-nos fueron diseñados para defender a los propietarios y cohesionar el siste-ma capitalista; es por ello que histó-ricamente han servido para justifi car la violencia contra los no propietarios, contra los países con perspectivas económicas o religiosas no capitalis-tas, o contra aquellas naciones que se atreven a defender sus riquezas natu-rales de las garras del imperialismo.

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TERESA GAMBOA CÁCERES

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Gallardo (2000,118-120) afi rma que los derechos humanos son burgueses. Fueron creados en los siglos XVII y XVIII contra las lógicas monárquica y eclesial consideradas arbitrarias, como ideología de la ganancia y del dinero, y universalizados en el imaginario social como derechos ‘naturales’.

Igualmente con Anderson (2004,49) compartimos la falta de consenso so-bre los derechos humanos, que son “absolutamente maleables y arbitra-rios como toda noción política”. El de-recho-obligación de asumir una eco-nomía de mercado puede ser exigido por EE UU a otro país como condición para el apoyo fi nanciero o para redu-cir el alcance de una agresión militar; el derecho al empleo no es conside-rado en el Norte, pero nunca falta el derecho a la herencia; y en Estados Unidos (Búfalo, 2002), incluye el de-recho al porte de armas para defen-der la propiedad. Por ello, con Perry Anderson consideramos que “en vez de derechos, es siempre preferible hablar de necesidades (alimentación, abrigo, protección contra la tortura): una noción más materialista, y me-nos equívoca”.

Reconocemos con Herrera (2000, 27), que los derechos humanos no son categorías normativas ideales; “se van creando y recreando en el proceso de construcción de la realidad”. El autor reivindica tres tipos de derechos: a) derecho a la integridad corporal, con-tra toda forma de tortura, muerte vio-lenta o muerte evitable; b) derecho a la satisfacción de necesidades, es de-cir derechos sociales y económicos; y c) derechos al reconocimiento de diferencias de género, étnicas, cultu-rales. Al margen de la clasifi cación, el autor menciona los llamados dere-chos individuales, como el de opinión

o libertad de expresión, que estarían garantizados y libres de cualquier condicionamiento social, posición que no compartimos, porque el monopolio de los medios de comunicación niega el ejercicio de la libertad de opinión. Igualmente, omite los derechos políti-cos, en los cuales radica la potencia-lidad de la transformación social, que es nuestra preocupación.

Como afi rmó Marx en 1843, “los derechos humanos… bajo la forma que les dieron sus descubridores, los norteamericanos y franceses… son derechos políticos, derechos que sólo pueden ejercerse en comunidad con otros hombres. Su contenido es la participación en la comunidad, y con-cretamente, en la comunidad política, en el Estado”.

En cuanto a la transgresión de los derechos humanos, coincidimos con Helio (2000,128): son violados por latifundistas, empresarios, militares, instituciones públicas, políticos, je-rarquías eclesiales y particulares; en ellos prevalecen las lógicas dominan-tes -el patriarcalismo, el orden capita-lista, el racismo-, contra las cuales es preciso luchar.

Centraremos la atención en la teo-ría y en la lucha para la transforma-ción de la sociedad, en la perspecti-va de Herrera (2000) de recuperar la acción política como vía para lograr el reconocimiento de los derechos y la satisfacción de las necesidades fundamentales, en el actual contex-to venezolano y latinoamericano; la lucha tiene como prerrequisitos en primer lugar conciencia basada en el conocimiento crítico de la realidad y su potencial de transformación, y en segundo lugar, capacidad para soñar la utopía de una sociedad justa que

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reconozca las diferencias de género, étnicas, multiculturales y para cons-truir continuamente un futuro posi-ble y siempre factible de mejorar.

Discutiremos tesis marxistas rela-cionadas con la lucha y la transforma-ción, el paradigma latinoamericano crítico, descolonial y contrahegemó-nico, develando sus relaciones con la satisfacción de las necesidades y los derechos humanos, sus limitaciones y las posibles contradicciones entre los diferentes enfoques.

4.TEORÍA CRÍTICA PARA CONSTRUIR UNA SOCIEDAD CON

DERECHOS Y NECESIDADES SATISFECHAS

A pesar de los cambios ocurridos desde su formulación, el marxismo continúa siendo una de las raíces ins-piradoras de la lucha por un mundo mejor y de la necesidad de conocer para transformar la realidad. Pero el mar-xismo y sus distintas interpretaciones también tienen su cuota de responsa-bilidad en las restricciones a las luchas y en los desaciertos en la construcción del llamado socialismo real. De allí que sólo asumiendo en forma crítica y crea-tiva sus propuestas, es posible revalo-rarlas y pensarlas desde nuestra propia realidad; e igualmente, reconocer otros aportes generados desde nuestra Amé-rica, que no se inscriben claramente en una perspectiva marxista, pero sí en un enfoque transformador con sentido de justicia social.

Partimos de la tesis de Marx en 1844 Sobre la Cuestión Judía: “La idea de los derechos humanos no… es una idea innata al hombre… la con-quista en lucha contra las tradiciones históricas… los derechos no son un don de la naturaleza… sino el fruto de

la lucha contra el azar del nacimiento y contra los privilegios, que la histo-ria… transmitió hereditariamente de generación en generación”.

Lebowitz (2006) precisa que El Ca-pital, la obra cumbre de Marx, trata esencialmente el tema del capital, sus objetivos y sus luchas para lograrlos. Omite a los trabajadores, no conside-ra sus objetivos ni sus luchas, a dife-rencia de sus obras políticas, en las cuales prevalece la lucha. La obra de Lebowitz, Más allá de ‘El Capital’, vuel-ve a poner a los seres humanos en el centro del análisis marxista, en un es-fuerzo por llenar el vacío que dejó El Capital, obra que formaba parte de un plan más ambicioso, que Marx no al-canzó a terminar; incluía un capítulo sobre el trabajo asalariado, es decir la otra parte de la contradicción, que im-plica partir de las necesidades de los trabajadores -las cuales, según Marx, “brotan de las condiciones en que vi-ven y se educan los hombres”- y de la lucha por lograr su satisfacción.

Ahora bien, Bonnet y otros (2006) consideran que el marxismo ortodoxo -derivado del determinismo económico subyacente a El Capital- no niega la lucha pero le da un rol subordinado, y deviene en teoría de las condiciones objetivas de la lucha. Al no estimular la lucha, limita la posibilidad de trans-formación. Por el contrario, en el cen-tro del marxismo abierto está la lucha de clases, la lucha entre los propieta-rios y los expropiados. No pone el én-fasis en la dominación; busca iluminar las potencialidades de cambio.

En un sentido similar, según San-tos (2003), es indispensable una nue-va teoría de la historia, que permita reconstruir el inconformismo y la in-dignación sociales, poner en tensión

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raíces y opciones, así como acción conformista y acción rebelde. El autor destaca como aspectos básicos a en-frentar, la colonialidad del poder y del saber, el fascismo social, la opacidad del enemigo; y como conceptos funda-mentales para avanzar, el paradigma de Nuestra América, la globalización contrahegemónica de la resistencia y la lucha, la teoría de la traducción y la sociología de las ausencias.

Cada colectivo necesita claridad so-bre sus necesidades, sus aspiraciones, sus derechos y las causas de su situa-ción, para comprender quiénes son los responsables de sus problemas, y quiénes sus potenciales aliados a fi n de aunar esfuerzos para superarlos con visión de futuro; es decir, no se trata sólo de buscar paliativos sino de orien-tarse hacia transformaciones de largo alcance. Ello implica asumir, en forma cada vez más consciente, el análisis de las actividades que realizamos, bien sea como trabajadores asalariados o independientes, como consumidores o simplemente como ciudadanos del mundo, para estar seguros -cada cual desde su trinchera de lucha- de contri-buir efectivamente a la construcción de la sociedad donde sea posible satisfacer las necesidades y derechos esenciales: trabajo digno gratifi cador, organización participativa de la sociedad que garan-tice la redistribución, reconozca las di-ferencias, propicie relaciones pacífi cas y solidarias entre todos los países y co-munidades, y asegure relaciones armó-nicas con la naturaleza.

5. EL PARADIGMA LATINOAMERICANO CRÍTICO,

DESCOLONIAL Y CONTRA-HEGEMÓNICO

El predominio del pensamiento eurocentrista con un sustrato colonial

incluso en algunas corrientes trans-formadoras de lucha por los derechos y necesidades, ha generalizado según Lander (2001) el propósito de alcanzar los modelos del Norte y severos límites para la capacidad crítica latinoameri-cana; por ello es indispensable “la des-colonización del imaginario y la desuni-versalización de las formas coloniales del saber”. El autor destaca la tesis de Darcy Ribeiro: Europa no se limitó a traer sus técnicas a los pueblos someti-dos, también introdujo un sistema con-ceptual, normas e idiosincrasia para que la población colonial, considerada inferior, asumiera una posición subal-terna. En contraposición al saber domi-nante en América Latina, se inscriben: el pensamiento político y académico de los 60 y 70 –las tesis de la dependencia y las opciones del Sur, los esfuerzos de Orlando Fals Borda con su propuesta militante de investigación-acción y la pedagogía del oprimido o educación li-beradora de Paulo Freire, que facilitan reconocer las relaciones de opresión y comprometerse con la liberación.

Lander (2001) rescata las contribu-ciones hechas a la crítica epistemoló-gica de los saberes hegemónicos y re-cupera opciones alternativas de cinco autores: Dussel, Quijano, Coronil, Mignolo, y Escobar. De Dussel y Qui-jano reivindica la tarea de desmontar el mito eurocéntrico de la modernidad, contraponiendo 1492, como fecha de origen del sistema-mundo, vinculado a la conquista y “civilización” forzosa de víctimas, consideradas por Europa pueblos atrasados, razas inferiores; la colonización estableció un régimen de saberes hegemónico que resultó más duradero y estable que el colonialis-mo, como instrumento de domina-ción. El sistema colonial de saberes, según Mignolo, contribuyó a legitimar el orden colonial, por tanto exige abrir

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posibilidades en diversos lugares de nuestros países para la creación teóri-ca, que permita rechazar o adaptar los diseños globales. Coronil explora el ol-vido que la teoría social moderna hace del lugar y la naturaleza. Finalmente, Escobar contribuye a la crítica cultural de la economía capitalista, que debe verse como “una institución compues-ta por sistemas de producción, poder y signifi cación”, destinada a producir seres humanos y clasifi caciones de un cierto tipo. Escobar coincide con Co-ronil en la exclusión del espacio de la teoría social hegemónica, lo cual hace invisibles formas de pensar y modali-dades locales de confi gurar el mundo, especialmente la relación entre cultu-ra y naturaleza, de gran signifi cación para la construcción integral de para-digmas alternativos de producción, de sustentabilidad y políticos, que permi-tan satisfacer las necesidades huma-nas.

Santos (2003) propone la sociología de las ausencias para el análisis de las necesidades y aspiraciones, por-que ellas se manifi estan como ausen-cias, difíciles de aprehender cuando son intangibles. Esta concepción de Santos no reduce la realidad a lo que existe, ni a lo relevante; tensiona la realidad para descubrir un campo de posibilidades, donde la variación es posible más allá de lo empíricamente observable, porque los hechos de la realidad no agotan las posibilidades de existencia. Un aspecto relevante de la sociología de las ausencias es que “la experiencia social logra ser forjada a partir de la inexperiencia social”.

Por otra parte, la globalización he-gemónica –única global- destruye las promesas de progreso, libertad, igual-dad; esfuma la propia idea de luchar por tales aspiraciones y deslegitima

los sueños de futuros alternativos li-beradores. A pesar de ello, surgen en todo el mundo iniciativas, movimien-tos y organizaciones que luchan (San-tos, 2005,15). La idea de globaliza-ción contrahegemónica de las luchas implica un fuerte componente utó-pico (Santos, 2003,89), del cual for-man parte los derechos humanos que simbolizarían la más alta conciencia emancipadora del derecho y pueden ser reivindicados por las mayorías.

A partir de un ensayo de Martí ti-tulado ‘Nuestra América’, síntesis de su pensamiento, Santos (2003,92-96) rescata elementos clave del paradig-ma contrahegemónico latinoamerica-no. Este pensamiento, aunque Santos no lo reconoce, coincide con el de Bo-lívar y su maestro Simón Rodríguez. Las ideas principales son las siguien-tes: Nuestra América es la antípoda de la América europea, la del Norte. Es la América mestiza, producto de la mezcla no pocas veces violenta de las sangres europea, indígena y africana, fuente de una complejidad infi nita, una nueva forma de universalismo que enrique-ció al mundo. Sus raíces más profun-das están en las luchas que libraron los grupos amerindios contra sus in-vasores. Nuestra América es capaz de hurgar profundamente en los surcos de sus propias raíces para edifi car un conocimiento y un sistema de gobier-no propios, no importados, adecuados a su realidad circundante. Para que nuestra América sea edifi cada sobre sus cimientos más genuinos, requie-re un conocimiento auténtico, contex-tualizado, que atienda a la identidad y la participación en la vida pública, como elementos diferenciadores. Nues-tra América lleva consigo un fuerte componente epistemológico; en vez de importar ideas del extranjero, debemos conocer las realidades (y aspiraciones)

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específi cas del continente. Ignorar o desestimar este escenario ha ayudado a que los dictadores accedan al poder, y ha cimentado la tendencia arrogante de los Estados Unidos hacia el resto del continente; el desdén del vecino impe-rial, que no la conoce, es el mayor pe-ligro de nuestra América; y urge que la conozca para que no la menosprecie.

En la misma perspectiva traba-jó durante varias décadas Fals Borda (2008,22-30) en Colombia, quien nos convoca a construir un socialismo rai-zal y ecológico, que tome en cuenta la rica y profunda diversidad de nuestros pueblos originarios, como son: a) de los indígenas sus valores de solidari-dad (siempre ofrecer), de reciprocidad (siempre devolver), la no acumulación (siempre distribuir) y extraer recursos de la naturaleza sin excederse; b) de los negros libres de los palenques, su gran sentido de libertad y su incansa-ble inventiva en la resistencia, el tra-bajo en comunidad, la ayuda mutua y las formas de organización; c) de los campesinos y artesanos pobres de ori-gen hispano, su valiente tradición anti-señorial y sus experiencias de gobierno comunal, así como el principio muchas veces prudente de que ‘la ley se obede-ce pero no se cumple’; y d) de los colo-nos pioneros internos, sus proezas de colonización, y el desarrollo de formas pacífi cas y solidarias de vida y autode-fensa, celosos de su autonomía y del autogobierno participativo. Un trabajo similar al de Fals Borda está pendiente por realizarse en Venezuela, para res-catar nuestras raíces más auténticas.

6. LA PROPIEDAD: EJE DE LA VULNERACIÓN Y LA VIGENCIA DE LOS DERECHOS HUMANOS

El desarrollo de la propiedad priva-da se inicia con la domesticación de

animales que permitió el paso de la vida nómada a la pastoril, la posibili-dad de acumulación de riqueza con-trolada por el hombre y la transición progresiva de la apropiación comunal a la apropiación individual. Esto pro-voca una revolución en la familia, en primer lugar iniciando el sometimien-to de la mujer al hombre y el paso del matrimonio entre grupos a la fami-lia sindiásmica y luego monogámica, para asegurar la disposición de las propiedades del hombre por heren-cia hacia los hijos, pero también la práctica de legados a favor de la igle-sia (Engels, 2009), porque la religión empezó a convertirse en instrumento de poder.

Siguiendo a Gallardo (2000), los derechos humanos están ligados a re-laciones de poder. Vergara (1998:166) cita a Dalh, quien sostiene que el po-der económico tiende a transformarse en recursos políticos; en consecuen-cia, las desigualdades en los derechos de propiedad también se convierten en desigualdades políticas; general-mente, la gran propiedad privada tie-ne su origen en usurpación indebida o en apropiación de trabajo ajeno.

Las desigualdades en la propiedad y en el acceso al poder, reproducen nuevas desigualdades y pérdida de derechos. En sentido contrario, el poder político popular debe transfor-marse en redistribución, para asegu-rar la satisfacción de las necesidades materiales y culturales, e igualmente para modifi car las relaciones basadas en la propiedad privada, y sus profun-das implicaciones en los derechos so-ciales. Esto contradice la racionalidad liberal, cuya base está en las tesis del “fi n de la historia” que eterniza la do-minación capitalista, es decir, supone el fi n de la lucha de clases; por tanto

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reduce los derechos humanos a dere-chos de los propietarios en el marco de relaciones mercantiles, donde la li-bertad de empresa es lo fundamental; el liberalismo niega toda intervención estatal en la economía y toda inter-vención que reivindique los derechos de seres humanos de carne y hueso, que sufren y sienten necesidades y aspiraciones.

Por lo anterior, la oposición venezo-lana reacciona violentamente contra los cambios en las relaciones de pro-piedad que impulsa el gobierno boli-variano: expropiaciones de latifundios y asignación de tierra a los campesi-nos; nacionalización de empresas an-tes privadas; recuperación de empre-sas abandonadas; otorgamiento de la titularidad de tierras urbanas en los barrios a quienes las habitan; demar-cación de tierras comunales indíge-nas. Además, básicamente la campa-ña mediática manipulada en defensa de la propiedad privada, impidió la aprobación de la reforma constitu-cional de 2007, que incluía diversas formas de propiedad social colectiva. Igualmente la oposición cuestiona el gasto social, que permite fi nanciar las misiones y múltiples programas de benefi cio para la población de meno-res recursos.

Lander (1998,202) precisa que el derecho individual fundante de la de-mocracia representativa es el derecho a la propiedad privada, con cuya base excluye y subordina a indios, negros, mulatos, migrantes, campesinos y po-bres desde la Colonia. El autor cita a Clavero, para quien, la exclusión pue-de ser completa, como ocurre con los indígenas mexicanos, quienes no re-únen condiciones para tener derecho constitucional alguno, ni privado ni público.

Es por ello que Marx (2009) afi r-maba en el Manifi esto de 1848, que “los comunistas (pueden) resumir su teoría en esta fórmula: abolición de la propiedad privada”. Y agrega: “Se nos reprocha que queremos destruir la propiedad personal bien adquirida, fruto del trabajo y del esfuerzo huma-no, esa propiedad que es para el hom-bre la base de toda libertad, el acicate de todas las actividades y la garantía de toda independencia… No, ésa no necesitamos destruirla; el desarrollo de la industria lo ha hecho ya y lo está haciendo a todas horas”.

Sin embargo, la transformación de la propiedad privada en estatal, no garantiza cambios fundamentales en las relaciones de producción, como lo prueba la experiencia del llamado so-cialismo real. Ni los países de la órbita soviética, ni Cuba, cambiaron el modo de producción, aunque sí modifi caron sustancialmente la redistribución de la riqueza.

Como afi rma Pérez Soto (2001,82,83) en una posición extrema pero alertadora: “La burguesía bus-có su legitimidad en la ideología de la propiedad privada. La burocracia, como clase dominante, no requiere de ella: puede usufructuar del producto social, y prolongar la enajenación y la estupidización del trabajo humano, sobre la base de la fi gura, también ideológica de la propiedad social… No es la propiedad lo que le da poder, como tampoco la propiedad es el ori-gen del poder capitalista”. Comparti-mos con Pérez Soto los riesgos de la propiedad social para la vigencia de los derechos de los trabajadores y la sociedad, pero discrepamos sobre las implicaciones de la propiedad capita-lista.

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7. PROPIEDAD Y DERECHO A LA EXISTENCIA Y AL TRABAJO

DIGNOS

A cada forma de propiedad co-rresponde históricamente una forma específi ca de organización y control del trabajo y de distribución de los productos resultantes, que facilita u obstaculiza la satisfacción de las ne-cesidades vitales y la vigencia de los derechos humanos. La propiedad pri-vada lesiona en primera instancia el derecho fundamental del ser humano al trabajo digno, para satisfacer por sí mismo las necesidades materiales y espirituales. En la sociedad capita-lista, los hombres y mujeres desposeí-dos, tienen pocas opciones, pues se ven obligados a vender su fuerza de trabajo al empresario capitalista o al gobierno, o a realizar actividades de subsistencia en condiciones preca-rias: trabajo productivo campesino, pesquero o artesanal, o actividades mercantiles denominadas informales, que hoy prevalecen sobre el trabajo asalariado. A pesar de la precariedad, el trabajo no asalariado permite al hombre y a la mujer desarrollar sus potencialidades sin las limitaciones del trabajo dependiente.

El capitalismo modifi ca continua-mente la tecnología y las formas de organización del trabajo para aumen-tar su productividad; pero adicional-mente, se propone dominar a los tra-bajadores y separarlos, para impedir su organización; esto último prevale-ce sobre la búsqueda de productivi-dad. En esta perspectiva se inscribe la subcontratación, las maquilas en países periféricos, y la conversión de los trabajadores en empresarios, para contratarlos obviando el cumplimien-to de responsabilidades laborales.

Uno de los aportes signifi cati-vos del marxismo abierto (Bonnet y otros, 2006) está en el paso del tra-bajo asalariado como elemento cen-tral de la explotación capitalista, a la comprensión de la práctica humana –cualquier tipo de trabajo- como cen-tro de creatividad y fuente de poder. Esto implica trascender el análisis de la realidad objetiva que nos abruma y limita las luchas, hacia el descubri-miento del potencial que posee la co-munidad –laboral, vecinal o cultural- para modifi car su situación de vida. Se trata de poner en tensión la dia-léctica entre necesidad y posibilidad; si bien las circunstancias del contexto establecen la necesidad de determi-nadas formas de relaciones sociales, existe la posibilidad de cambiar tales relaciones, de invertir las relaciones de poder y conquistar los derechos conculcados.

A pesar de los cambios revolucio-narios, siempre está presente el riesgo de mantener la forma de producir del capitalismo, que implica la violación de derechos humanos fundamentales a los cuales se presta poca atención, y la destrucción de la naturaleza. Am-bos riesgos están presentes en Vene-zuela, incluso cuando los trabajadores tienen la posibilidad de participar en las decisiones; por ejemplo, las coope-rativas y algunas empresas de propie-dad social no pocas veces reproducen la misma forma de organización ca-pitalista del trabajo, y con frecuencia desarrollan también formas de apro-piación del trabajo ajeno y búsqueda de ganancia en la comercialización de sus productos o servicios. Por otra parte, la tecnología desarrollada para la producción industrial en masa, responde a una profunda división ho-rizontal y vertical del trabajo, y a la idea de la producción continua con

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tres jornadas diarias; esta es la tec-nología dominante, que se está apli-cando también en Venezuela, y tiene consecuencias determinantes para la alienación del trabajo y para el desa-rrollo humano.

Por otra parte, Castañeda y otras (2009), plantean a partir de Gorz, Ri-fkin y de la refl exión sobre los dere-chos de los trabajadores en Venezue-la, que es indispensable disminuir la jornada de trabajo, para dar oportuni-dad de empleo a más personas. Igual-mente demandad reconocer el trabajo socioproductivo más allá de las dis-tinciones tradicionales entre trabajo productivo y reproductivo; se trata de asegurar un salario ciudadano o social, un ingreso de existencia, ne-cesario para acceder a los bienes sin estar condicionado por un empleo; de esta forma, al contar con un ingreso seguro, el trabajador intermitente o dedicado a emprendimientos familia-res y comunitarios, tiene la posibili-dad de auto realizarse en actividades libres, de disfrute del tiempo personal y compartido, de modo que “el mun-do del trabajo se expande a través del fl ujo de la vida”.

En otro orden de ideas, la transfor-mación del modo de producción, en un proceso socialista debe asumir el cambio en las condiciones de vida y trabajo de la mujer, quien ha jugado un papel fundamental en la organiza-ción y movilización de las comunida-des en América Latina. La explotación de la mujer es mayor que la del hom-bre y a pesar de ello, ha sido capaz de asumir no sólo la doble jornada, sino la triple; porque además de sus responsabilidades laborales, atiende el hogar con demasiada frecuencia como jefe de familia y asume tareas políticas.

Por tanto, un proceso revoluciona-rio exige formas de organización de la sociedad que reduzcan el trabajo fe-menino y le permitan desarrollar sus potencialidades en diferentes campos. Castañeda y otras (2009) retoman los esfuerzos de “la revolución rusa, que se planteó transformar la vida de las mujeres y construir relaciones iguali-tarias entre hombres y mujeres, como base para una verdadera sociedad comunista. Las medidas concretas fueron variadas pero concentradas en “liberar” a las mujeres del peso del trabajo doméstico… especialmente (mediante) una red amplia y horizon-tal de cuidados (de niños y ancianos); o múltiples redes colectivas y auto-gestionadas”.

8. DEMOCRACIA PARTICIPATIVA Y DERECHOS SOCIALES

En un contexto, de pérdida progre-siva de derechos, caída del bloque so-viético, apatía política e imposición de medidas neoliberales, se produjo en 1989 en Venezuela la revuelta popu-lar denominada el Caracazo, primera reacción espontánea y violenta contra el neoliberalismo en el mundo; y du-rante los años noventa ocurrieron dos rebeliones militares que intentaron sin éxito cambiar el rumbo de la his-toria. Pero fi nalizando el siglo XX, la democracia representativa permitió, a pesar de sus limitaciones, que Hugo Chávez Frías, líder de la rebelión de 1992, obtuviera el triunfo electoral y abriera varios frentes de lucha contra-hegemónica, mediante la Revolución Bolivariana; ésta se esfuerza por cons-truir una democracia participativa y protagónica, recuperar los precios del petróleo, mejorar la distribución de la riqueza, apoyar procesos similares en otros países de América Latina, favo-recer alianzas internacionales entre

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los países del Sur, etc. En la siguiente sección nos aproximamos a la expe-riencia de democracia participativa, especialmente en el caso venezolano, que se orienta a la construcción crea-tiva del socialismo del siglo XXI.

Tal como afi rma Santos (2005) la experiencia latinoamericana y en ge-neral, la del sur, cuestionan la demo-cracia burguesa de élites y evidencian modelos no jerárquicos de toma de decisiones de interés público que via-bilizan procesos de redistribución de recursos.

La democracia participativa, aun-que todavía es un proceso en cons-trucción, constituye un modelo con-trahegemónico, que sólo es posible en procesos revolucionarios o de resis-tencia. Sus distintas expresiones son promovidas desde el Estado o desde la base organizada, cuestionando la forma tradicional de hacer política y, en consecuencia, son enfrentadas por el modelo dominante, que se resiste a ser desplazado, porque están en juego los intereses y los derechos burgueses a los cuales responde la democracia liberal representativa.

Nuestra América, la de Martí y Bo-lívar, evidencia el resurgir de las uto-pías y se ha convertido en un ejem-plo de profundización democrática y avance en los derechos humanos re-conocido internacionalmente, como lo evidencian autores extranjeros, entre ellos Bilbao (2004), Medina (2007), Raby (2008), Ali (2008) y el documen-tal de Oliver Stone “Al Sur de la Fron-tera”, que participó en septiembre 2009 en la 66º Muestra de Cine en Venecia. Venezuela, Bolivia, Ecuador, y Nicaragua se esfuerzan por cons-truir una democracia participativa, cada uno desde su propia identidad

y en diferentes niveles de desarrollo, donde las grandes decisiones no sean el privilegio de una élite con el apoyo implícito de un pueblo manipulado.

Pero esta posibilidad de construc-ción alcanzada mediante vías pacífi -cas, de todos modos desata la agre-sión del imperio y sus lacayos inter-nos. Es así como Venezuela tuvo que enfrentar un golpe militar y un paro-sabotaje petrolero; Bolivia vivió una fuerte confrontación y la esperanza de Honduras fue diferida -por ahora- con el derrocamiento del Presidente Zela-ya, porque este pueblo centroameri-cano no se rinde.

Aunque la unión del Sur se fortale-ce progresivamente, todavía es insu-fi ciente para vencer las aspiraciones imperiales de controlar los recursos y la población; a pesar de la crisis eco-nómica desatada en Estados Unidos con repercusiones en todo el mundo, aún el imperio tiene capacidad para sostener guerras infames en Afganis-tán e Irak, mantener bases militares en más de cien países e incluso mul-tiplicar las bases en Colombia, po-niendo en riesgo la seguridad de toda América Latina.

Como afi rma Dussel (2006,55), a diferencia de los autores que enfati-zan la separación, la política tiene que ver esencialmente con lo social; en úl-timo término, el objetivo de la política consiste en la satisfacción de las rei-vindicaciones sociales, bien sea que ya hayan sido institucionalizadas, o las que aún no han sido resueltas. Cuando los actores toman conciencia de sus reivindicaciones no cumpli-das aparece la crisis social, y surge la demanda formal o bajo la modalidad de protesta. La política debe resolver ese “problema social”. Pero lo político,

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como afi rma Herrera (2000,29) no se reduce a una gestión de la crisis, es más bien una actividad compartida, creadora de nuevos mundos. Esa ac-tividad compartida se materializa en múltiples formas participativas.

Para los procesos revo-lucionarios originales estaba clara la necesidad de la democracia participativa, con-siderada como democracia de base. Según Rosa Luxemburgo (2009,400), una revolución “debe encarar inme-diatamente medidas socialistas, de la manera más enérgica, infl exible y fi rme, en otras palabras, ejercer una dictadura, pero una dictadura de la clase, no de un partido o una cama-rilla. Dictadura de la clase signifi ca, en el sentido más amplio del término, la participación más activa e ilimitada posible de la masa popular, la demo-cracia sin límites”. Sin embargo, como también lo vislumbró Rosa Luxem-burgo, en un ambiente de represión de la actividad política y negación de las libertades políticas, los propios soviets se paralizarían y la burocracia tomaría el control completo del poder, tal como efectivamente ocurrió, en medio de las presiones de la primera y segunda guerras mundiales.

La destrucción de los soviets (con-sejos de obreros, campesinos y solda-dos), fue la condición para el proceso de industrialización forzada, dirigido por el estalinismo como vanguardia burocrática revolucionaria. El totalita-rismo garantizó llevar inmensos con-tingentes humanos del atraso feudal a la modernidad, gracias a la violencia política e ideológica; venció así al vo-luntarismo de los bolcheviques utopis-tas, que propugnaban la democracia y la libertad mediante el desarrollo de los soviets (Pérez Soto, 2001,59).

En América Latina, según Sader (2005,571), las experiencias de demo-cracia participativa, se mueven en la contraposición entre derechos forma-les y su habitual violación en la rea-lidad, en la profundización del acceso de los ciudadanos al poder político, o en el rescate de ‘minorías políticas’. Lo más novedoso está en las propues-tas que apuntan hacia la reforma de-mocrática del Estado, cuestionando la separación tradicional entre gober-nantes /gobernados, y los sistemas de delegación política que niegan la posibilidad de control y de infl uencia de los electores sobre sus represen-tantes. Uno de los ejemplos más inte-resantes es el presupuesto participa-tivo, que promueve la socialización de la política y del poder. La democracia participativa se inscribe en la segun-da opción Gramsciana, que considera “dos tipos de políticos: los que luchan para disminuir la separación entre gobernantes y gobernados y los que luchan para superarla”.

Las primeras expresiones de de-mocracia participativa fueron de ca-rácter local, como respuesta de una población lesionada por las políticas neoliberales. El profundo sentimiento de ‘exclusión’, producido por la pér-dida de derechos, facilitó la cohesión social que buscó nuevas formas de organización y de protesta. Además, los gobiernos locales ofrecieron mayor resistencia al ajuste neoliberal, por su responsabilidad más directa con las políticas sociales.

Así, mientras la globalización neo-liberal avanzaba en los niveles nacio-nales y las formas de lucha propias del sistema democrático representati-vo (parlamento, elecciones, lucha sin-dical) resultaban impotentes, empeza-ron a surgir experiencias renovadoras

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de gobiernos locales, de movimientos sociales, de políticas sectoriales (Sa-der, 2005,569-570).

Según Santos (2003,271-272) es necesario reinventar la democracia, cuestionar el contrato social de la modernidad, que se basa, como todo contrato, en criterios de inclusión y exclusión: en primer lugar, sólo in-cluye a los individuos y sus asociacio-nes, excluyendo a la naturaleza, que hoy se encuentra en grave riesgo; en segundo término, sólo los ciudadanos son parte del contrato social, pero la ciudadanía tiene un fundamento te-rritorial; al defi nir la ciudadanía, his-tóricamente se han excluido grupos como las mujeres, extranjeros, inmi-grantes y minorías étnicas (que a ve-ces son mayorías).

Algunas de las inquietudes de Santos están recibiendo respuesta. La construcción de experiencias de democracia participativa en Améri-ca Latina se ha fortalecido durante los primeros años del siglo XXI. Más allá de las prácticas locales y muni-cipales rescatadas por Santos (2005), desde fi nes del siglo pasado, Vene-zuela (1999), Bolivia (2009) y Ecuador (2009) han avanzado en la formali-zación constitucional del derecho a la participación y en la construcción práctica, incluyendo los derechos de la naturaleza y ampliando signifi ca-tivamente las posibilidades de parti-cipación. Revisaremos a grandes ras-gos la experiencia venezolana, donde “Participación no es un concepto úni-co, estable y referido solo a lo político. Es una dinámica mediante la cual los ciudadanos se involucran en forma consciente y voluntaria en los proce-sos que les afectan directa o indirec-tamente. Se habla de participación cuando la gente: a) asiste a reuniones;

b) sale a la calle a manifestar a favor o en contra de algo; c) de manera pa-cífi ca se niega pública y notoriamente a comprar, hacer o decir algo que la mayoría considera incorrecto; d) vota en los procesos electorales; e) ejecu-ta determinadas tareas: campañas de alfabetización, de vacunación etcéte-ra; f) hace sentir su voz en una re-unión. Todas éstas son, sin duda, for-mas de participación, pero las princi-pales formas son: la participación en la toma de decisiones que le afectan e involucran a otros y en el control de la ejecución y mantenimiento de las me-didas adoptadas” (El Troudi y otros, 2005,15).

La ampliación del derecho a par-ticipar en Venezuela comienza con la profundización de la democracia representativa mediante la extensión efectiva del derecho al sufragio: au-tomatización del sistema electoral; depuración del registro electoral; in-cremento del número de centros de votación y del número de mesas; ubi-cación de centros de votación en los lugares de concentración de votantes; unidades móviles de cedulación para que todos los nacionales y extranjeros residentes dispongan de su documen-to de identidad; extensión del voto a los militares que antes estaban ex-cluidos, y a los extranjeros para cier-tos actos electorales, según el tiempo de estancia en el país.

Adicionalmente, la Constitución venezolana de 1999 incluye diversas medidas para que se cumpla la tesis de Dussel (2006,34-36) de “mandar obedeciendo”, que considera la repre-sentación como un poder obediencial. Y esto implica que los organismos de dirección de las organizaciones políti-cas y sus candidatos o candidatas a cargos de elección popular deban ser

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seleccionados en elecciones internas con la participación de sus integran-tes; implica también desarrollar la ca-pacidad para escuchar y para rendir cuentas. Una de las medidas es el de-recho a revocar el mandato de todos los cargos de elección popular, con la fi nalidad de asegurar el control de-mocrático sobre las decisiones de los gobernantes, de modo que no se asu-man como un poder independiente de los electores.

Sin embargo, según Dussel (2006) no es imposible que quien elige la pro-fesión de político usufructúe el ejerci-cio del poder para sus propios fi nes, convirtiéndose en profesional de la política; por ello es preciso luchar por una nueva generación de patriotas, que se decidan a reinventar la políti-ca para transformarse en servidores de sus comunidades, de sus pueblos, fi eles a su vocación, cuyo signifi cado es “ser-llamado” a cumplir una misión por parte de la comunidad, el pueblo.

Asimismo, la Constitución vene-zolana de 1999, establece el derecho a participar en las grandes decisio-nes nacionales y locales, mediante referéndum consultivo, aprobatorio o derogatorio y ejerciendo el derecho a elaborar propuestas de leyes. Sin embargo, los instrumentos legales y los grandes planes nacionales expre-san sólo una posibilidad, que puede desvirtuarse durante la ejecución. La formulación concreta de las políticas, donde ellas adquieren la forma defi -nitiva, se desarrolla en la implemen-tación, en la interacción entre los po-tenciales benefi ciarios y los ejecutores de los proyectos, así como en la eva-luación y control durante el proceso.

De allí la importancia de otras for-mas de participación consagradas en

la Constitución de 1999, en proceso de perfeccionamiento a partir de la experiencia. Entre esas posibilidades están: a) participación de los vecinos en la gestión de su comunidad; b) participación de los trabajadores en la gestión empresarial; y c) evalua-ción y control de la función pública, mediante la función de contraloría social. Además, es necesario destacar la inclusión constitucional y práctica de sectores y grupos tradicionalmente excluidos, como los indígenas, y las características del Estado como mo-vilizador de la organización popular para la participación. Todo ello ha generado confl icto con las élites tra-dicionales por la redistribución de la riqueza y del poder.

La participación de los vecinos en la gestión de las comunidades cons-tituye una de las experiencias que ha tenido mayor impacto en el desarrollo de la democracia participativa vene-zolana, a pesar de las defi ciencias y obstáculos que enfrenta. Grupos de vecinos organizados en Consejos Co-munales elaboran el diagnóstico de su comunidad, establecen las priorida-des y los riesgos, formulan proyectos y se involucran en la ejecución, con el apoyo fi nanciero del gobierno en sus diferentes niveles, pero especialmente el nacional. Según Ochoa (2008,88): “Con los Consejos Comunales se construye un sistema de participa-ción directa en la sociedad, en el apa-rato estatal y en la economía social”, pero hay distancia entre la práctica y el modelo formal. La democracia par-ticipativa se ve afectada por la cultu-ra individualista y la corrupción, así como por el burocratismo, un débil sistema de control institucional y una contraloría social que apenas empieza a ejercerse.

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Las diversas formas de intervención ciudadana desarrolladas en Venezue-la, especialmente las que correspon-den a grupos organizados, sugieren la potencialidad de la democracia participativa para la satisfacción de las necesidades sociales y la vigencia de los derechos humanos, pero aún resultan insufi cientes. Sin embargo, prueban la importancia de los dere-chos políticos para garantizar los de-rechos económicos y sociales.

La democracia participativa es un proceso en construcción, que puede revertirse. Por tanto, es necesario es-tar atentos a su profundización y evi-tar los riesgos de desviaciones totali-tarias. En este sentido, el factor fun-damental es el interés de la población por la política, conjuntamente con el desarrollo de valores solidarios y la correspondiente organización popu-lar, tanto de los sectores que apoyan el proceso revolucionario, como de aquellos que lo adversan, así como la democratización de los partidos polí-ticos. Además, la democracia partici-pativa implica una relación sociedad-Estado, por lo cual sólo es posible su profundización con el apoyo efectivo y decidido del Estado revoluciona-rio. A su vez, la población debe ejer-cer de manera sistemática su función contralora sobre el Estado, que fue concebida como contraloría social en nuestra Constitución de 1999.

A partir de la base constitucional, hay un conjunto de responsabilidades del Estado revolucionario orientadas a facilitar la participación: garantizar el desarrollo de la capacidad crítica en el proceso educativo formal e in-formal; facilitar la formación política; asegurar la libertad de expresión y co-municación de los sectores populares; garantizar la vigencia de los derechos

humanos; institucionalizar las garan-tías y recursos necesarios para la par-ticipación popular; crear condiciones que hagan factible la participación de la mujer y de los indígenas; desarro-llar una gestión pública transparente; luchar contra la burocracia pública.

8.PODER POPULAR Y LUCHA CONTRA EL PODER

BUROCRÁTICO

El Estado burgués se caracteriza por: a) su división formal de poderes que tiene como fi nalidad impedir la creación de algún gobierno o cuerpo político autónomo de la sociedad civil; b) su legalidad capitalista que protege la propiedad y regula la explotación; c) el derecho al uso ‘legítimo’ de la fuer-za para reprimir a quienes se rebelan contra el sistema; d) su poder (aparen-temente) temporal y e) su burocracia con poderes delegados, subordinados a la ‘sociedad civil’, aunque la hege-monía es ejercida por la clase capita-lista. Dicho Estado es el responsable de la defensa de los derechos burgue-ses (Gallardo, 2000,124-126).

De acuerdo a las tesis marxistas el Estado moderno es un cuerpo po-lítico disociado de la sociedad civil. Y la emancipación tiene como propósito transformar el dominio del Estado so-bre los ciudadanos, y de algunos in-dividuos y grupos sobre las mayorías, para instaurar el control de los seres humanos organizados, sobre sí mis-mos (Gallardo, 2000,200). Los pro-cesos de cambio en América Latina, fortalecen la necesidad de un Estado fuerte mientras deba enfrentar a la burguesía nacional e internacional y al imperialismo; pero ese Estado debe ser controlado por los sectores popu-lares, ser una democracia radical, con la mayor participación posible, es de-

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cir, asegurando la apropiación popu-lar del poder.

Según Herrera (2000,29) “la digni-dad de lo político no reside en la ges-tión, sino en la creación de condicio-nes para el desarrollo de las potencia-lidades humanas”. Sin embargo, es imposible subestimar la importancia de la administración del aparato pú-blico en función de la satisfacción de las necesidades humanas y del pro-ceso de desarrollo, porque el aparato estatal es el lugar fundamental don-de se ejecutan las políticas, donde se producen las políticas reales. Como afi rman los trabajadores en las con-clusiones del III Seminario Nacional sobre Gestión Socialista (2008): “Por estar subordinada a los intereses de clase que representa el bloque de po-der dominante en la sociedad y en el Estado… la propiedad estatal puede servir para propósitos diferentes, in-cluso contrarios” a los intereses de las mayorías.

Recordemos con Pérez Soto (2001,60-63), cómo la burocracia pragmática im-puso con extraordinaria violencia en la Unión Soviética la lógica de la revolu-ción industrial, contra la democratiza-ción de la gestión económica, política y cultural, que promovía el propio parti-do dirigente, para concentrarse en las tareas del desarrollo de las fuerzas pro-ductivas y en la defensa ante la ame-naza exterior. De manera explícita y ra-cional la vanguardia burocrática de la URSS comprimió en 50 años lo que la burguesía europea hizo al azar en 300 años, mientras el conjunto del pueblo padeció como víctima y benefi ciario a la vez, puesto que la industrialización buscaba asegurar la base material que hiciera posible el sueño revolucionario de satisfacer los derechos y necesidades sociales. Es lo mismo que la burocracia

estilo Deng Tsiao Ping hizo en China contra los consejos populares maoís-tas. No se construyó el socialismo, sino un proceso de socialización y de poder burocrático, que estableció de manera efi caz una nueva forma de dominio.

La clave del poder está en el acceso a la toma de decisiones sobre el desa-rrollo y funcionamiento de la sociedad, que en el capitalismo está determinado por la propiedad sobre los medios de producción; se expresa en las macro decisiones por el control privado del aparato estatal y en las empresas por la cantidad de acciones que posee cada ti-tular, sin importar si el accionista par-ticipa o no en los procesos productivos. La lógica socialista debe partir del apor-te al trabajo y no del capital (Seminario Gestión Socialista, 2008).

En la sociedad venezolana, se de-sarrolla un proceso de construcción socialista, dentro del capitalismo pero contra el capitalismo, que tie-ne como soporte material la renta petrolera; esto implica que está pre-sente aún la propiedad privada y se avanza en la instauración de nuevas formas de propiedad. Sin embargo, se reproducen con frecuencia las formas capitalistas de organización, por ejemplo en los modelos de coges-tión empresarial en empresas coope-rativas o recuperadas. De acuerdo a las conclusiones del III Seminario Nacional sobre Gestión Socialista (2008), todavía se vincula el derecho a intervenir en la toma de decisiones con la participación en la propiedad, olvidando que en la concepción so-cialista este derecho se origina en el trabajo material o intelectual. Al res-pecto los trabajadores proponen para el sector público, las empresas mix-tas y aquellas que actúen en cadenas de producción, distribución e inter-

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cambio con el Estado, un sistema de dirección múltiple compartido. Aspi-ran participar en forma equitativa, además de los voceros del Estado, los voceros de consejos comunales, tra-bajadores, pequeños productores de materia prima (campesinos, pesca-dores, mineros, etc.), a fi n de ejercer un control mutuo de los diferentes grupos de intereses. Pretenden que de esta forma, tomen entre todos las mejores decisiones para satisfacer sus respectivas necesidades y su de-sarrollo integral, subordinados a los intereses estratégicos de la nación y la humanidad.

Lo anterior es clave si se considera que existen riesgos relacionados con el poder burocrático o tecnocrático público; en el aparato estatal actúan funcionarios no electos democrática-mente, que frecuentemente proceden de la burocracia anterior al proceso revolucionario (cuyas autoridades respetaron el derecho al trabajo de los empleados públicos existentes al comienzo de su gestión); con dema-siada frecuencia surgen obstáculos a la ejecución de las políticas revolucio-narias y entorpecen la vigencia de los derechos humanos.

El dilema que debemos enfrentar es la construcción del verdadero socia-lismo, con sus valores de solidaridad, igualdad, libertad y democracia parti-cipativa, lo cual implica la necesidad de efi cacia, efi ciencia y efectividad del aparato público y la neutralización del sabotaje interno en las institucio-nes públicas.

Ochoa (2006), al discutir la rela-ción de la gestión pública con los mo-delos de desarrollo, muestra cómo no es sufi ciente defi nir políticas, pues su implementación se realiza en forma

confl ictiva. Los modelos de gestión pública en Venezuela corresponden a los modelos de desarrollo durante el proceso democrático: la gestión buro-crático-populista propia del desarro-llismo, y la gestión tecnocrática pro-pia del neoliberalismo, son dos mode-los en pugna que sobreviven durante el proceso revolucionario y constitu-yen un obstáculo para el avance de las políticas públicas revolucionarias. A partir del análisis de la experiencia venezolana, la autora propone como claves para avanzar hacia el modelo de gestión pública socialista, las si-guientes: a) sistemas inclusivos de selección de los funcionarios con ca-pacidad técnica y compromiso con la transformación del país, aunque no estén relacionados con la estructura de poder; b) capacitación de los fun-cionarios públicos en función de la transformación; c) sistema de parti-cipación ciudadana en las decisiones del aparato estatal y no sólo en las grandes políticas; d) transparencia y acceso popular a la información para el ejercicio de la contraloría social; e) rendición de cuentas para un efectivo control externo de la gestión pública; f) sistema efectivo de control a em-presas y organizaciones no guberna-mentales que reciben fi nanciamiento y otros recursos del Estado; g) des-centralización político-territorial con-trolada y participativa; h) descentrali-zación administrativa participativa y desconcentrada; i) estrategias organi-zativas para la articulación sectorial e inter-institucional; j) gobierno elec-trónico para la transparencia y sim-plifi cación de los procesos; k) control de gestión más allá de lo fi scal y le-gal para lograr el acatamiento de las decisiones adoptadas; l) planifi cación integral del cambio administrativo.

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9. CONCLUSIONES

Desde nuestra perspectiva, las ne-cesidades humanas están directamen-te relacionadas con la existencia física y espiritual digna e íntegra. Mientras los derechos burgueses responden a las necesidades de los propietarios, la práctica política popular debe centrar su atención en las reivindicaciones so-ciales de la población, cuya posibilidad de realización está en la profundiza-ción sistemática de la democracia par-ticipativa, y en la concepción de que no hay un único futuro posible como meta fi nal de la humanidad. La lucha es permanente, y requiere mantener vivo el sueño por una sociedad siem-pre factible de mejorar.

Sólo una organización cada vez más radical del poder popular en la socie-dad puede garantizar: distribución y uso social de la propiedad; la igualdad conjuntamente con el reconocimiento de las diferencias de género, étnicas y culturales; la autorrealización del ser humano; el respeto y protección inte-gral y sostenible de la naturaleza; y relaciones pacífi cas y solidarias entre todas las comunidades y naciones del mundo. Estas son conquistas revolu-cionarias, que sólo podrán lograrse mediante la lucha permanente.

La vigencia plena de los derechos humanos sólo será posible a medida que construyamos los futuros posi-bles en todo el mundo, cuando sean invertidas las relaciones de poder, sustituyendo la hegemonía capitalista por el poder popular.

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*Dra. en Ciencia Política, Profesora Jubilada de LUZ. Docente del Doctorado en Ciencias para el Desarrollo Estratégico U.B.V Sede Zulia. Correo electrónico: [email protected]

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Concepción hegemónica de los

derechos humanos:

La lucha de los yukpas por su tierra

MARYLUZ GUILLÉN RODRÍGUEZ*

Recibido: 11/02/2009

Aceptado: 27/0372009

RESUMEN

Los derechos humanos tienen una interpretación múltiple debido a

que no poseen un único contenido po-lítico ni cultural, de modo que poner al descubierto la intencionalidad ideológi-ca de la propuesta liberal hegemónica de derechos humanos supone un ejer-cicio de pensamiento crítico, que pre-tende en un primer momento develar y denunciar los confl ictos de intereses que se hayan detrás de ella, y, un se-gundo momento, identifi car y promover estrategias para un cambio de perspec-tiva tanto en lo formal como en lo real. Ambos momentos evidencian la inten-cionalidad de este trabajo: la transfor-mación política y social a favor de los sectores excluidos desde un enfoque de los derechos humanos como baluar-te revolucionario. Este trabajo tiene la fi nalidad de evidenciar los límites con-ceptuales y políticos de la concepción liberal hegemónica de los derechos hu-

manos que en la práctica asumen los funcionarios venezolanos en la tarea de transformar las condiciones de exclu-sión, tomando como referencia el caso de la recuperación de tierras ancestra-les de la etnia Yukpa, en el estado Zu-lia. Desde un análisis de las prácticas, la relación clave que se aborda es cómo la concepción de derechos humanos de funcionarios infl uye en la forma como el Estado venezolano afronta el confl ic-to de tierras liderado por algunas co-munidades Yukpa.

Palabras clave: Derechos huma-nos, Yukpas, luchas por la tierra, Zu-lia, Venezuela.

HEGEMONIC CONCEPTION OF HUMAN RIGHTS: THE YUKPAS’ STRUGGLE FOR THEIR LAND

ABSTRACT

Human rights have multiple inter-pretations due to the fact that they

PERSPECTIVAS

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do not have neither a unique political nor cultural content, so when reveal-ing the ideological intentionality of the liberal and hegemonic proposal for human rights, that implies an exer-cise of critical thought, in a fi rst mo-ment pretends to show and denounce the confl icts of interests hidden be-hind it, and in a second moment, to identify and promote strategies for a perspective change in both formal and real as well. Both moments evi-dence the intentionality in this paper: the political and social transformation in favor of the excluded sectors from human rights focus as a revolution-ary bastion. This paper aims to dem-onstrate the conceptual and political limitations from the liberal hegemonic human right conception which Ven-ezuelan public offi cials practice in the task to transform the exclusion condi-tions, taking as a reference the case of the recovery of the Yukpa ethnos’ an-cestral lands in the Zulia state. From an analysis of the practices, the key relation boarded is how human rights offi cials’ human right conception in-fl uence the way in which Venezuelan state faces the land confl ict led by some Yukpa communities.

Key words: Human rights, Yukpas, land’s struggle, Zulia, Venezuela.

1. INTRODUCCIÓN: LA REALIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS

La Declaración Universal de dere-chos humanos equivale a una fi cción cuando le comparamos con la realidad en la cual viven las grandes mayorías a lo largo y ancho del globo terráqueo, son derechos que están en el papel pero que no forman parte de la vida cotidiana de las masas excluidas. De hecho, las convenciones internacio-nales se multiplican mientras que se

profundizan las desigualdades y au-mentan las injusticias. La población pobre aumenta incluso dentro de los países con mayor poder económico mientras los migrantes sobreviven en condiciones de explotación.

Esta distancia entre los derechos formales y la realidad no es casual, por el contrario es muy conveniente para quienes ejercen los privilegios y el poder. La Declaración Universal y todo el entramado del Derecho Inter-nacional de los Derechos Humanos tienen la intencionalidad ideológica de contener las expectativas de los pueblos y, en consecuencia, buro-cratizar sus luchas, en este sentido funcionan como muro de contención para frenarlas, constituyen una tram-pa. Esta promesa incumplida legitima el modelo liberal y conservador, que le sirve de sustento.

Visto desde esta perspectiva, las violaciones a derechos humanos se esconden tras un aparataje que pro-mueve su vigencia pero que en reali-dad entumece las luchas a los fi nes de proteger los intereses del capital. En este sentido, Santos (2004: 104), refi riéndose a la historia de los dere-chos humanos a partir de la Segunda Guerra Mundial, concluye que “… las políticas de derechos humanos han estado en gran parte al servicio de los intereses económicos y geopolíticos de los Estados capitalistas hegemóni-cos. El generoso y seductor discurso acerca de los derechos humanos ha consentido atrocidades indecibles”.

No obstante, tanto en el escenario local como internacional, existen mi-llones de personas y organizaciones que luchan a favor de los derechos humanos y en defensa de sectores excluidos. Aunque algunas de estas

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organizaciones refuerzan el modelo li-beral, muchas de ellas promueven lu-chas habitualmente anticapitalistas, sea explícita o implícitamente, pues evidencian y confrontan los efectos que tiene el modelo capitalista neoli-beral sobre las grandes mayorías, es allí, en esos profundos sentidos de dig-nidad humana donde está la potencia-lidad de los derechos humanos como discurso y práctica emancipatoria.

En el caso de Venezuela, algunas comunidades pertenecientes a la et-nia Yukpa están protagonizando una lucha por el derecho a la tierra, la cual podemos califi car de antica-pitalista. Los pueblos Yukpa y Barí, así como los grupos indígenas que les antecedieron, poblaron la Región de Perijá, ubicada en el Estado Zulia. Autores como Aguilar (2008) señalan que luego de siglos de dominación co-lonial, durante las primeras décadas del siglo XX que se inició un proceso de saqueo de estos territorios indíge-nas por parte de los agentes locales del Capitalismo Dependiente Latino-americano: ganaderos, hacendados y empresas petroleras trasnacionales.

Casi todas las haciendas ganaderas de Perijá fueron originalmente territo-rios ancestrales de las etnias Yukpa y Barí, quienes fueron desplazados violentamente. Desde que perdieron sus últimas tierras planas entre 1920 a 1970, los Yukpa han vivido reaccio-nando contra la invasión y despojo por parte de hacendados, en este sa-queo fueron asesinados centenares de indígenas, y los sobrevivientes termi-naron por replegarse a las montañas de la Sierra de Perijá Aguilar (2008).

La cosmovisión y organización so-cial del pueblo Yukpa es caricaturiza-da, reducida y humillada de continuo

por familias ganaderas, militares y la sociedad local.

En la lucha por recuperar sus tie-rras, el pueblo Yukpa está acorralado por el hambre, las enfermedades, la falta de agua, y la dura supervivencia entre las infértiles laderas de las mon-tañas donde se han visto cercados. Desde un análisis de la dimensión pragmática, enunciada anteriormente como metodología, nos preguntamos: ¿Qué enfoque de derechos humanos está detrás de las acciones del Esta-do venezolano frente a los Yukpa? ¿Cómo se transforman los derechos en la relación comunidad-Estado en el marco del proyecto revolucionario? y ¿con qué obstáculos concretos nos encontramos para que los derechos sean respetados y garantizados?

2. DEVELANDO LA TRAMPA

La concepción liberal hegemónica de los derechos humanos tiene sus raíces en el derecho natural. Si bien dentro de la concepción iusnatura-lista es posible identifi car diversas corrientes, su fundamentación más general se encuentra vinculada a un ente abstracto natural y superior a la voluntad de las personas, llamado “Dios” o “Razón Humana”; según este supuesto, los derechos son previos y universales, y se distribuyen entre in-dividuos que se suponen iguales.

En tal sentido, los derechos corres-ponden a una esfera trascendente casi metafísica ubicada en el ámbito de lo ideal, y son parte de un conjunto de aspiraciones éticas cuya realización depende del reconocimiento jurídico, es decir, de la implementación del de-recho positivo. Los iusnaturalistas conciben los derechos como una es-fera separada y previa a la acción de

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política, en tanto, dados de antemano y al margen de los confl ictos sociales.

Vida, libertad y propiedad son los derechos que protegen al burgués, pues estos derechos eran los que se peleaban en los confl ictos europeos de los siglos XVII y XVIII, cuando los comerciantes, fi nancistas e industria-les luchaban contra los privilegios de nobles, reyes y religiosos. Desde un punto de vista histórico, la defensa de los derechos de los que hablamos constituyó un mecanismo de legitima-ción y reivindicación de la burguesía ante la arbitrariedad de la monarquía. Análogamente, el estado de derecho y la división de los poderes, sustento de la democracia liberal representativa, se asumieron como única forma legí-tima de gobierno y se constituyeron en el entramado político para su ga-rantía, es así como hemos heredado derechos humanos fragmentarios o de ciudadanía restringida.

No obstante el origen burgués y europeo de los derechos humanos, éstos se enuncian como universales, convocan a la humanidad, mientras la realidad es que, bajo su enunciado de igualdad se produce la defensa de los intereses y privilegios de la bur-guesía. Esto no niega la legitimidad de la lucha contra la concentración de poder, sino que pretende hacer ver cómo se invisibilizan los problemas concretos de grandes mayorías vin-culados con sus necesidades básicas como alimentación y salud, que no están refl ejados en esta visión liberal hegemónica y a los cuales se les niega el estatus de derechos. Esta visión le-galista y estática de los derechos está orientada en gran medida a asegurar la primacía de los derechos de propie-dad del poder económico y sus dere-chos corporativos en oposición a los

derechos de las personas y colectivos humanos.

La práctica del discurso burgués de derechos está mediada por la acumula-ción del capital que en sí misma exclu-ye a amplios sectores sociales. Según Flores (2000) el origen de esta aparen-te contradicción lo tenemos en la im-posición, mediante diferentes formas de colonialismo e imperialismo occi-dental, de la racionalidad del mercado como único modo de ver, entender y actuar en el mundo, en consecuencia toda la vida humana quedó reducida al mecanismo: oferta-demanda-precio. Lo económico se asumió como abso-lutamente diferenciado de lo social, el individuo egoísta como sujeto y la ganancia como norma de actuación. Estas lógicas amplían las repercusio-nes del esquema de ganador-perdedor pues aumentan las víctimas estructu-rales. Según este modelo lo esencial es la apropiación de los medios necesa-rios para lograr la ganancia, relegando cualquier esfuerzo por crear condicio-nes de vida digna para todos y todas.

Los derechos humanos quedan re-ducidos a derechos de propietarios que se piensan a partir del mercado, por lo tanto privilegia las libertades indi-viduales y el estado formal de derecho por encima de los derechos sociales y el estado social de derecho, con lo cual genera una visión dualista que separa los derechos civiles de los sociales, en benefi cio de los primeros. Asimismo, esta racionalidad liberal también está asociada a la dominación de la natu-raleza mediante la implementación de un modelo de desarrollo depredador cuyo único interés es la extracción de recursos para producir riqueza, sin importar las consecuencias en térmi-nos de contaminación y miseria.

Para la racionalidad liberal, la

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igualdad ante la ley y el hecho de que los derechos se encuentren garantiza-dos en la normativa jurídica se consi-dera sufi ciente para el respeto y ga-rantía de derechos humanos, en cuyo caso contribuyen a su consolidación de los derechos como instrumentos para la continuidad de las relaciones históricas de dominación y funcionan como contención de la transformación social. En este sentido, autores lati-noamericanos, como Helio Gallardo (2006: 85) opinan que el reclamo ante los tribunales no basta para tornar efi caces los derechos, pues se corre el riesgo de ser saboteado por el ejerci-cio del poder arbitrario: la legislación de excepción, los aparatos secretos de terror de Estado o mediante acción abierta de grupos paramilitares. En defi nitiva, “…Los tribunales, legis-lación y casuísticas son simulacros prácticos que desplazan y reemplazan su no factibilidad”.

Es relevante destacar, que si bien el progresivo reconocimiento jurídico de la igualdad de derechos signifi có una conquista en el plano de la for-malidad, por cuanto redistribuyó los poderes en el plano de la ley, éste ha sido desvirtuado y distorsionado en la práctica por las mediaciones de los factores reales de poder. El disfrute efectivo de los derechos humanos está condicionado por la desigualdad so-cial, política y económica de nuestros países, así como por factores de inje-rencia y dominación de unos pueblos sobre otros, por lo tanto no se puede hablar de derechos humanos sin eva-luar las relaciones de poder.

De hecho, el modelo hegemónico liberal ha sido impuesto a través del ejercicio de múltiples formas de ejer-cicio del poder, donde mientras las grandes mayorías no cuentan con la

posibilidad de hacer valer sus dere-chos, los sectores dominantes utili-zan todo lo que tengan a su alcance para evitar la aplicación de medidas orientadas a lograr el ejercicio de los derechos en condiciones de igualdad.

3. CONSTRUYENDO UNA MIRADA CRÍTICA

Tal como señalan Gallardo (2006) y Santos (2002), occidente no inventó los derechos humanos pero sí creó el discurso que alcanzó hegemonía a tra-vés de la expansión colonial y el domi-nio ejercido más allá de sus territorios por medios bélicos, prácticas contra-dictorias con el sustento ético les sir-ve de base. De allí que tenemos que discutir los derechos humanos desde una perspectiva del Sur, que coloque en el centro del debate los intereses y demandas de los excluidos (plano social), y de las naciones explotadas (plano de las relaciones internaciona-les) a los fi nes de que el Sur pueda desafi ar la perspectiva del Norte que ha dominado hasta ahora y participar en su reconceptualización.

La visión de derechos humanos libe-ral hegemónica asumida por nuestros países más allá de ser una imposición en el contexto latinoamericano consti-tuye un mecanismo que agiganta las perversiones y constituye un obstácu-lo para concretar la satisfacción real de los derechos, pues hace parecer que se actúa a favor de su garantía pero real-mente sus mecanismos sirven para contener demandas legítimas, distra-yendo a los sectores sociales en pro-cedimientos legales y administrativos que estancan sus luchas.

Cuestionarse la hegemonía de la visión occidental en el desarrollo doc-trinario y normativo de los derechos

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humanos en Latinoamérica signifi -ca reivindicar la legitimidad de todas las perspectivas de lucha de pueblos y comunidades, específi camente en relación con perspectivas latinoame-ricanas de lucha contra las relaciones históricas de dominación coloniales y post-coloniales, indígena originarias, y en general, favoreciendo las relacio-nes sur-sur. En concreto, se trata de recoger la experiencia latinoamerica-nista y caribeña, desde un profundo carácter anticolonial y a su vez desco-lonizador, orientado hacia la intercul-turalidad.

A los fi nes de fortalecer el potencial emancipador de los derechos huma-nos es indispensable acercar sus no-ciones a los anhelos, valores y reivin-dicaciones de los sectores excluidos, a la vez que los distanciamos de los intereses de los poderosos que sólo pretenden usarlos para defender sus privilegios. Se trata de un discurso de derechos humanos que se levanta desde un análisis del poder, a partir de los discursos de la resistencia, y reconociendo las luchas que se articu-lan desde abajo y que se levantan con una lógica anticapitalista. Esta argu-mentación convalida la opinión de Ga-llardo (2006: 79) para quien la teoría de los derechos humanos es popular porque se ocupa de las necesidades sociales reivindicadas en situaciones específi cas de vida. Lo popular se re-fi ere en concreto a “…un sector que esta en situación de vulnerabilidad debido a que sufre alguna asimetría o relación constitutiva de imperio/suje-ción, también sistémica”.

Desde el enfoque crítico, se en-tiende a los derechos humanos como procesos históricos de lucha, prota-gonizados por sectores específi cos en demanda de sus derechos (visión di-

námica), en contraposición a su con-cepción como normas jurídicas deri-vadas de acuerdos de élites políticas que permiten el mantenimiento del sistema (visión estática).

También se parte de la convicción de que los derechos humanos no son algo dado y construido de una vez por todas y trasmitido mediante conven-ciones internacionales, sino que se trata de procesos y experiencias con-cretas, es decir, de dinámicas de con-frontación y lucha que han resultado de las resistencias de individuos y co-lectivos frente a la violencia ejercida desde distintas posiciones de poder, ya sean públicas o privadas. Estas lu-chas buscan la acumulación del po-der necesarias para hacerlas valer, el reconocimiento de las demandas de los sectores excluidos como legítimas y la valoración de sus propuestas para avanzar en la transformación de la sociedad. Estos confl ictos evidencian las relaciones de poder y la dicotomía entre derechos y privilegios.

Los derechos humanos como pro-cesos que se desarrollan en contextos muy específi cos están espacialmente situados y dirigidos a un fi n concre-to y material: superar las condiciones que los niegan y alcanzar la dignidad humana, la cual en la cotidianidad de la gente está vinculada con la sa-tisfacción de sus necesidades: techo, salud, tierra y educación entre, otras, y a su vez, expresa aspiraciones polí-ticas generales tales como: participa-ción política, democracia, igualdad, justicia, paz y libertad. En este sen-tido, Flores (2000) señala que el aná-lisis del contexto ayuda a confrontar la legalidad, pues permite conocer cuál es el contexto en el que se sitúa la lucha, así como reconocer los cam-bios y transformaciones que dicho

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contexto impone a los derechos, para desde allí, plantear nuevas formas de lucha, de acción social e incluso cambios normativos que contribuyan en el proceso de cambio. Se actúa re-cuperando la dimensión política a la cual corresponderá a posteriori una propuesta normativa ajustada a esa realidad.

Alinearse con un enfoque crítico de los derechos humanos es compren-der que debido a las limitaciones en la efectividad de la democracia libe-ral para regular el ejercicio del poder y la defensa de los privilegios, existe la necesidad de que la gente ejerza di-rectamente el poder, y en tanto, logre un mayor nivel de participación para luchar contra las desigualdades y los abusos de poder que les afectan. De igual manera, los sectores que los han conseguido deben permanecer alertas para asegurar las condiciones sociales y culturales que potencian su mantenimiento y reproducción. Des-de este punto de vista, la profundiza-ción de la democracia a través de la participación protagónica se convierte en un reto fundamental en el cami-no a hacia la vigencia de los derechos humanos.

En tal sentido, coincidimos Gallar-do (2000), en que no existen derechos sagrados ni respetados por inercia, es decir, que no se trata de acciones puntuales sino de una disposición política permanente hacia la conquis-ta de estos derechos, a acumular ma-yor poder frente a los sectores que lo ejercen y que excluyen de su ejercicio al resto de la sociedad, el objetivo es transformar las relaciones de poder. Para Gallardo (2000), la clave es lo-grar que ocurran “transferencias efec-tivas de poder social”, mediante pro-cesos orientados a un cambio de las

relaciones sociales, asunto que tiene en sí mismo una incidencia cultural de la cual dependen la efi cacia políti-ca y jurídica de los derechos.

Sumando los aportes de los dife-rentes autores podemos decir que el enfoque crítico de los derechos hu-manos es dinámico, socio- histórico, contextual y popular. A manera de resumen, desde un enfoque crítico consideramos que:

No existe una única concepción de los derechos humanos, porque no existe una sola concepción de la dig-nidad humana.

Los derechos humanos correspon-den a la satisfacción de necesidades humanas.

• No hay derechos más importantes que otros, los derechos civiles, políti-cos, sociales, económicos y culturales están unidos por una relación de in-terdependencia.

• Los derechos humanos son una lucha “contra hegemónica”, “antica-pitalista”, “popular”, “en resistencia”, “ancestral” y “revolucionaria”.

• Son productos socio- históricos (políticos) y relativos según el contex-to, no son naturales, ni eternos, ni ab-solutos, ni metafísicos o ahistóricos.

• Los derechos humanos son un asunto eminentemente político, no solo ético o jurídico, ya que pretende identifi car y denunciar las asimetrías en la distribución del poder. No se tra-ta de reivindicaciones jurídicas ante el Estado (casos) sino de la transfor-mación del sistema (revolución).

• El fundamento de los derechos

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humanos son las luchas reivindicati-vas (confl icto) de los sectores sociales excluidos en búsqueda de la justicia social.

• Para la conformación de una cul-tura de derechos se requieren “trans-ferencias efectivas de poder social”.

• Es necesario entender los dere-chos humanos desde su estrecha vin-culación entre ellos y las políticas de desarrollo. Plantea una articulación entre los debates sobre derechos hu-manos- pobreza- “desarrollo”-demo-cracia.

• Se reconoce la importancia de lo-grar la equidad e igualdad de género en todos los aspectos de la vida hu-mana en sociedad, tanto en el ámbito público como en el privado.

Ocuparse hoy de la redefi nición de los derechos humanos en Latinoamé-rica y El Caribe signifi ca comprome-temos con un programa de lucha que incorpore como sujetos de derecho a los excluidos de siempre: comunida-des, pueblos originarios, afrodescen-dientes, mujeres, e incluso a la propia naturaleza. “Luchar hoy por derechos humanos, implica una defensa inte-gral de la vida, de las historias, terri-torios, cosmovisiones y culturas de los pueblos y de sus modos de hacer y vivir. Implica superar el capitalis-mo.” (ECOPORTAL, 2008). Al mismo tiempo, requiere que los derechos ya reconocidos en las leyes sean trans-formados en planes y programas que los hagan realidad en la vida de los sujetos movilizados y de la sociedad en su conjunto, es decir, que los dere-chos existan en la formalidad legal y en la práctica.

4. LUCHA POR LA TIERRA

YUKPA EN VENEZUELA

De cara al análisis del confl icto in-dígena, el enfoque crítico de derechos humanos nos ofrece la posibilidad de, a partir del contexto, visibilizar y decantar los elementos del discur-so y práctica liberal hegemónica que siguen presentes en la institucionali-dad del Estado venezolano. El obje-tivo es que, desde la crítica solidaria y responsable se puedan generar pro-puestas que nos permitan la transfor-mación de las prácticas que afectan los derechos humanos y que pueden constituir un aporte en la tarea de concretar el programa de la Revolu-ción Bolivariana.

Reorientar la acción del Estado bajo las orientaciones de un enfo-que crítico de los derechos humanos requiere de un ataque sistemático a la visión liberal (técnico jurídica) de éstos, imperante en el aparato “re-volucionario” como consecuencia de la visión hegemónica que persiste en sus funcionarios y funcionarias cuya formación ha respondido a ese mo-delo. En tanto, debemos inclinarnos a la construcción de pensamiento crítico para formar a las nuevas ge-neraciones, generar nueva doctrina, fundamentar los planes y proyectos y redoblar acciones que promuevan la búsqueda y consecución permanente de la justicia. Se propone una aproxi-mación a los derechos humanos como paradigma para el cambio social, y como producto de las luchas sociales en contra de las relaciones de poder, la exclusión y la explotación de unos sectores de la sociedad por otros, que han generado la postergación de los derechos colectivos y los abusos de poder en el marco del Estado de dere-cho liberal en el país.

En Venezuela, la democracia repre-

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sentativa sustentada por el Pacto de Punto Fijo y la Constitución de 1961 se alineó con ese modelo liberal hege-mónico de los derechos humanos que hemos venido describiendo (Guillén, 2002). Más recientemente en 1999, las mayorías venezolanas apostaron por un proceso constituyente que ge-neró un vuelco radical a ese ordena-miento jurídico, al orientar la nación hacia la democracia participativa y la justicia social. Los principios y valores que rigen la construcción de un nue-vo modelo de país son: la participación protagónica, la corresponsabilidad, el estado democrático social de derecho y justicia, el desarrollo sustentable, relaciones justas de producción, la lu-cha contra la explotación y la aliena-ción, la economía solidaria, entre otros preceptos conceptuales y políticos.

No obstante, el debate crítico de los derechos humanos es muy nove-doso y casi inexistente en la academia venezolana, por lo tanto la sustitución de la doctrina liberal hegemónica por una doctrina transformadora, diversa y crítica constituye un gran desafío para potenciar el carácter revolucio-nario que debe orientar las acciones del Estado a los fi nes de fortalecer y ampliar el respeto y garantía de los derechos humanos.

En el caso de los pueblos indíge-nas, vale resaltar, que si bien a partir de 1999 se ha producido en Venezue-la una reivindicación constitucional de sus derechos, estos no se han tra-ducido en la restitución de los terri-torios indígenas ancestrales, derecho fundamental para este sector social. De hecho, en el estado Zulia, locali-dad que posee el mayor porcentaje de la población indígena nacional, no se ha devuelto a la fecha (2009) un solo metro cuadrado de territorio a las co-

munidades indígenas. Esta situación muestra como existe un sesgo que lla-maremos liberal en la acción de las instituciones del Estado cuando se limitan a congratularse por las bon-dades de la normativa a favor de los indígenas en el país, sin evaluar los avances concretos en asuntos vitales como la entrega de sus territorios. Se-gún Aguilar (2008), la materialización del derecho a la diversidad estableci-do en la normativa nacional e inter-nacional pasa por la concreción de los derechos territoriales indígenas.

En específi co, en el caso de Vene-zuela esta situación es doblemente pe-ligrosa porque pone en evidencia una práctica contradictoria con el objetivo político estratégico de la Revolución Bolivariana que exige una transfor-mación política, social y económica a favor de los excluidos como estrategia para el logro de la justicia social, pues de hecho, los indígenas constituyen una población excluida históricamen-te cuyos derechos siguen siendo pos-tergados. La voluntad del Presidente Chávez, expresada en reiteradas oca-siones, y orientadora de la gran tarea de saldar la deuda histórica contraída con los pueblos indígenas contrasta con el compromiso revolucionario de muchos de las servidoras y servidores públicos que tienen responsabilidad en esta materia y no implementan las políticas destinadas a saldar dicha deuda. Esta realidad hace ver que las instituciones del Estado venezola-no no están desafi ando el status quo capitalista ni están cumpliendo con el objetivo revolucionario de generar transformaciones a favor de los indí-genas. De allí surgen preguntas como: ¿A quién benefi cia la Revolución Boli-variana en la zona de Machiques si no es a los indígenas?

Siguiendo los enunciados del enfo-

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que crítico de los derechos humanos, nos alejamos de la perspectiva liberal y exploramos, desde este contexto, las relaciones de poder en la zona. De entrada, se pone en evidencia que sectores económicos poderosos vin-culados con el latifundio y orientados por los intereses del mercado utilizan todo su poder para sacar a los indí-genas de los territorios que les perte-necen. De hecho, la lucha del pueblo indígena Yukpa de las comunidades ubicadas en torno a la cuenca del Río Yaza ha estado marcada por el conti-nuo desplazamiento forzado generado por los ganaderos terratenientes de Machiques, quiénes están agrupados en la organización Ganaderos de Ma-chiques (GADEMA) y acusan a los in-dígenas de invasores y delincuentes. Vale resaltar que llamándoles inva-sores o delincuentes, y no indígenas, los ganaderos buscan invisibilizar la legitimidad cultural de su demanda por la tierra, que no está movida por intereses vinculados a la explotación de recursos sino dirigidas a proteger sus vínculos espirituales y su modo de vida ancestral.

En este sentido, Gutiérrez (2008), afi rma que la toma de estas hacien-das no puede ser califi cada como una invasión de la propiedad privada sino como la recuperación de territorios que ancestralmente les han pertene-cido y que constituyen la base para garantizar su existencia como pueblo. Como los mismos indígenas reitera-damente han dicho y defendido: “La Tierra es la Vida”, sin ella, la cultura indígena (como riqueza en sí misma y como propuesta cultural al resto de la sociedad) corre el riego de desapa-recer rápidamente, debido a que, al no contar con seguridad jurídica, no pueden realizar sus actividades an-cestrales y tradicionales de vida o de

subsistencia, no pueden alimentarse, curarse, trabajar, etcétera.

Desde el año 2004, la comunidad de Chaktapa ha sido víctima de hos-tigamiento por parte de los ganaderos de la zona. Esta comunidad ha sufri-do reiteradamente desalojos violen-tos, agresiones físicas y amenazas de muerte por parte de grupos armados supuestamente contratados por los propietarios de las haciendas Tizina y Kusare, donde está asentada la co-munidad. De hecho, han ocurrido va-rios ataques de sicarios enviados por los ganaderos (Sociedad Homo et Na-tura, 2008).

Mientras tanto, las instituciones del Estado limitan su actuación a la aplicación de la Ley Orgánica de Pue-blos y Comunidades Indígenas (LOP-CI) que establece un procedimiento para la entrega de títulos a los pue-blos indígenas, y según el cual, se es-tablecen comisiones regionales y una Comisión Nacional de Demarcación Indígena. A la fecha este mecanismo se ha aplicado con gran demora y, en tanto, inefi ciente, con lo cual los con-fl ictos indígenas tienden a agravarse lejos de resolverse. Vladimir Aguilar (2008) afi rma que esta situación es típica de un “Estado confl ictual” que es aquel que no cumple con las tareas que históricamente les son asignadas, en cuanto a la función mediadora de confl ictos sociales se refi ere. Según este autor, distender los confl ictos re-quiere avanzar desde los derechos re-conocidos (en la legislación) hacia los derechos ejercidos (apropiados por el destinatario) (Aguilar, 2008, p. 2).

A inicios de 2008 y como reac-ción a esta situación, las comunida-des Yukpa de la Cuenca del Río Yaza decidieron recuperar sus territorios

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por cuenta propia, razón por la cual ocuparon varias haciendas ubicadas en lo que ellos reconocen como sus tierras. La ocupación dio inicio a las agresiones de los ganaderos, las cua-les dieron como resultado una víctima fatal, en fecha 22 de julio de 2008 fue asesinado a golpes el anciano de 109 años José Manuel Romero, padre de Sabino Romero, Cacique de la comu-nidad llamada Chaktapa, quien fue víctima de Alejandro Chávez Vargas, dueño de la hacienda Kusare. Como vemos, la incapacidad del Estado en proteger a los indígenas y el retraso en concretar un mecanismo que ga-rantice la titularidad colectiva de las tierras a los pueblos indígenas, ha ge-nerado confl ictos que ponen en riesgo la vida de los indígenas, aumentando la vulnerabilidad de sus derechos y la exclusión.

Funcionarios del Ejército y de la Guardia Nacional, que constituyen una representación del Estado Re-volucionario, han tenido expresiones claramente racistas hacia los indí-genas y han reaccionado contra las comunidades Yukpa, creando un cer-co militar y propiciando un clima de represión contra los indígenas y los grupos sociales que les prestan soli-daridad (Red de Apoyo por la Justi-cia y la Paz, 2008). El 22 de agosto de 2008 estos funcionarios pretendieron impedir el acceso de un grupo de 42 activistas sociales que llevaban ali-mentos y medicinas a la comunidad en el marco de una iniciativa cultu-ral denominada “Un Canto a la Paz”. Sus vidas estuvieron en riesgo por el excesivo uso de la fuerza de un con-tingente de unos cincuenta militares que haciendo uso de sus armas de reglamento, y bombas lacrimógenas pretendían hacer cumplir la orden de no acceso a la zona emanada del Ge-

neral Izquierdo Torres, Jefe de la Bri-gada 12 Caribes del Fuerte Macoa con sede en Machiques de Perijá. En este contexto se violentaron los derechos a la libertad y a la integridad perso-nal tanto de indígenas como criollos (Red de Apoyo por la Justicia y la Paz, 2008).

Como resultado se detuvieron e im-putaron a cuatro activistas sociales, tres mujeres y un hombre. Durante la detención, la Fiscalía Nº 20 de Machi-ques y la Juez 11 de Control de la Jurisdicción del Estado Zulia impu-sieron una medida privativa de la li-bertad, sin tomar en cuenta el contex-to de violaciones a derechos humanos en la que ocurrieron las detenciones, en el marco de violaciones al derecho a la vida, así como a la libertad e inte-gridad personal, que fueron en sí mis-mas arbitrarias (Red de Apoyo, 2008). Esta situación pone de manifi esto la vulnerabilidad del respeto a los dere-chos humanos en la frontera, especí-fi camente en la zona de Machiques de Perijá, Estado Zulia, por la acción ar-bitraria de los funcionarios militares, el Ministerio Público y el Poder Judi-cial, lo cual ampara la criminalización de los activistas sociales y constituye un obstáculo para las reivindicacio-nes de los indígenas en la zona.

Es evidente que las instituciones del Estado, con responsabilidad en materia de protección a los derechos humanos y control de la constitucio-nalidad, actuaron desde una perspec-tiva netamente legalista sin un análi-sis del contexto de los hechos, en este sentido la aplicación de la ley permi-tió reforzar el status quo de quienes ejercen el poder en la zona: los hacen-dados, y agredir a los excluidos his-tóricos: los indígenas y los activistas que les apoyan. Esta acción no es ca-

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sualidad sino que pone al descubierto el entramado de relaciones de poder que han construido los hacendados durante décadas y que hacen que la Revolución Bolivariana no llegue al Zulia, a Machiques y menos a las co-munidades indígenas.

Es evidente que las instituciones del Estado con responsabilidad en materia de protección a los derechos humanos y control de la constitucio-nalidad actuaron desde una perspec-tiva donde se observa la ausencia del análisis del contexto socio-político que visualizará las situación de exclu-sión (a la que han sido sometidos los indígenas) y que, en tanto, orientará la aplicación de la ley como medida de protección y garantía a sus derechos ancestrales, lo cual hubiese signifi ca-do un avance en términos de justicia. Por el contrario, en las actuaciones privó un sesgo liberal (técnico jurídi-co) que privilegia el derecho a la pro-piedad privada sobre los derechos an-cestrales indígenas, y que tuvo como consecuencia: 1) Reforzar el status quo de quienes ejercen el poder en la zona: los hacendados; y 2) Legitimó la agresión a los excluidos históricos: los indígenas y los activistas que les apoyan. Esta acción no ocurre por ca-sualidad sino que pone al descubierto el entramado de relaciones de poder que han construido los hacendados durante décadas y que ha perpetuado el sometimiento indígena.

En el caso de las políticas públi-cas de derechos humanos hacia los indígenas resulta particularmente re-levante 1) Reconocer que el derecho a la tierra es el derecho fundamental, por constituir el eje de su estructu-ración cultural y por ser la demanda histórica que ha orientado las luchas de este sector social, la entrega de

títulos colectivos de propiedad en la formula principal para garantizar el derecho mencionado; y 2) Evitar la imposición de la racionalidad liberal sobre las formas culturales y de ac-ción colectiva propias de los pueblos originarios, pues se corre el riesgo de repetir prácticas coloniales y cliente-lares que han caracterizado la histo-ria política del país y que este proceso revolucionario se ha comprometido en superar.

Según Erick Gutiérrez (2008) la entrega de títulos colectivos a comu-nidades indígenas ya se ha hecho en otros países, que no poseen ni una Constitución tan avanzada ni un pro-ceso revolucionario como el nuestro, por lo cual afi rma que los problemas para realizarla están en el Estado ve-nezolano, y más específi camente, en sus servidoras y servidores públicos, quienes por “prejuicios endocoloniales y desarraigos personales” no entregan el protagonismo de este proceso a los propios pueblos indígenas.

5. CONCLUSIONES

Aspiramos que este análisis contri-buya con una refl exión sobre la forma en que el Estado Venezolano diseña y ejecuta sus políticas en materia de derechos para superar el sesgo liberal presente y, desde una visión crítica, se avance en las transformaciones socia-les y políticas que sirvan para avanzar en la profundización de la Revolución Bolivariana, en este sentido se reco-mienda:

Reconocer que las políticas • implementadas hasta la fecha para atender el confl icto Yukpa se contra-dicen con los objetivos políticos de la Revolución Bolivariana, en tanto han

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reforzado los sectores privilegiados en la zona y profundizado las condicio-nes de exclusión de esta población.

Re-diseñar un plan de acción • hacia estas comunidades implemen-tando un análisis de contexto desde el enfoque de la visión crítica de los derechos humanos e incorporando las propuestas de las comunidades, actuando, en este sentido, como fa-cilitadores y facilitadoras del ejercicio de la democracia participativa y pro-tagónica de estas comunidades.

Apoyar procesos de formación • e investigación, en enfoque crítico de derechos humanos, para las servido-ras y servidores públicos con compe-tencias en el área, a los fi nes de brin-darles un marco de refl exión que per-mita el efectivo cuestionamiento y la sustitución de mecanismos liberales que sirven para estancar las luchas y negar derechos.

Favorecer la defensa colectiva • de los derechos humanos, desde la organización solidaria y participativa como clave para el desarrollo de una sociedad de derechos y dignidad para todas y todos.

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* Investigadora de Fundación Juan Vives Suriá. Defensoría del Pueblo. Correo electrónico: [email protected]

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DIÁLOGO DE SABERES N° 4 enero-abril/2009 Caracas/pp. 121-131

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Actitudes de los estudiantes wayUu

ante el ritual del encierro

LAURA FINOL *SAIDA GUERRA**

Recibido: 11/01/2009Aceptado: 17/03/2009

RESUMEN

El propósito de este trabajo es: 1) Conocer las actitudes de las

adolescentes wayúu ante el encie-rro de niñas y varones, 2) Identifi car el tipo de encierro aplicado a los va-rones y 3) Explorar las causas de la disminución del encierro en zonas ur-banas. La investigación se realizó en una escuela ubicada en Maracaibo, Venezuela, con estudiantes desarrai-gados de sus pueblos originarios, que están acercándose a sus saberes an-cestrales a través de las políticas del gobierno bolivariano con la educación intercultural bilingüe. Los resultados confi rman que los padres someten a las niñas al ritual del encierro en for-ma simbólica durante tres días, y a los varones ocasionalmente, en un acto de la sociedad urbana wayúu que busca reafi rmar su identidad y reivindicar los rituales propios de su cultura. Este período no permite cumplir los fi nes

como sus antepasados. Ante esto y la baja identifi cación de los jóvenes con esta actividad, corresponde a la escue-la rescatar los valores de la cultura wayúu, especialmente en las niñas, por ser transmisoras de los valores de su pueblo matriarcal. Como causas de la disminución del tiempo de encierro están: el calendario escolar, la religión, difi cultad para la reclusión en sitios urbanizados, la transculturación y la aculturación de sus padres.

Palabras Clave: Ritual del encierro wayúu, Educación Intercultural Bi-lingüe, valores indígenas.

WAYÚU STUDENTS’ ATTITUDE BEFORE THE ENCLOSURE RITE

ABSTRACT

The aim of this paper is : To know the Wayuu teenagers attitudes before

PERSPECTIVAS

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ACTITUDES DE LOS ESTUDIANTES WAYÚU ANTE EL RITUAL DEL ENCIERRO

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the enclosure rite of girls and boys, 2) To identify the type of enclosure ap-plied to male children, and 3) To ex-plore what causes the enclosure rite diminishment in urban areas. The research was carried out in a school located in Maracaibo, Venezuela, with students taken out from their origi-nal people, who are getting closer to their ancestral knowledge through the Bolivarian government politics with intercultural bilingual educa-tion. The results show that parents yield female children to the enclosure rite in a symbolic way during three days, and male children occasionally, in an act of urban wayúu society that aims to reaffi rm their identity and to claim for their own culture rituals. This short period does not allow to fulfi l the goals as their ancestors did. Besides this fact and the lack of iden-tifi cation by young on this activity, it is schools’ task to rescue the wayúu cultural values, especially for female because they are the ones responsi-ble to transmit their people’s values in a matriarchal society. The enclo-sure time diminishment has been is due to: school calendar, religion, dif-fi culties for reclusion in urban areas, parents’ transculturation and accul-turation.

Key Words: Wayúu enclosure rite, intercultural bilingual education, in-digenous values.

INTRODUCCIÓN

Los estudiantes y docentes del pro-grama Educación Intercultural Bilin-güe de la Universidad Pedagogía Expe-rimental Libertador, están realizando actividades investigativas en pueblos y escuelas indígenas donde se aplica la educación propia y la educación intercultural bilingüe. En tal sentido

se efectuó un estudio con el objetivo de conocer las actitudes de las estu-diantes wayúu de la Escuela Básica San Juan, ante el ritual del encierro aplicado en el medio urbano, ya que habitan en el Municipio Maracaibo del estado Zulia. Entre los objetivos de la investigación se encuentran: 1. Conocer las actitudes de las adoles-centes ante el encierro, 2. Identi-fi car el tipo de encierro que se les aplica a los varones en la cultura wayúu. 3. Describir los factores que determinan la disminución del en-cierro wayúu en las zonas urbanas.

La población investigada estuvo conformada por 115 (58 varones y 57 hembras), estudiantes cursantes del quinto al noveno grado del turno vespertino de la referida escuela. La investigación y refl exión se dirigió a las hembras principalmente por ser las que obligatoriamente, por la tra-dición wayúu, deben ser sometidas al encierro, sin embargo, se logró captar la atención de los varones y conocer sus actitudes ante el encierro feme-nino y masculino, este último se rea-liza cuando el joven está expuesto a peligros inminentes visualizados por sueños, o cuando han ocurrido acci-dentes o perturbaciones en su vida.

En la actividad investigativa se em-plearon las técnicas participativas de diálogos semiestructurados, la obser-vación participante y las matrices de visualización (Geilfus, 1997) adapta-das a las características de los ado-lescentes cursantes de la escuela en estudio. Producto de los resultados obtenidos en la investigación, se rea-lizaron un conjunto de actividades de refl exión sobre el encierro, drama-tizaciones, proyección de documen-tales audiovisuales, evidenciando así el nuevo rol que están asumiendo las

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escuelas bolivarianas al sensibilizar a las nuevas generaciones de indígenas desarraigados de su territorio.

2. EL RITUAL DEL ENCIERRO WAYÚU EN LAS ADOLESCENTES

En la cultura de los indígenas wayúu, es una costumbre la aplica-ción del ritual del encierro a niños, jóvenes y adultos en diferentes etapas de su vida, con disímiles fi nes. El en-cierro de la señorita es de gran valor simbólico para el wayúu, diversos in-vestigadores lo han estudiado desde diferentes perspectivas, evidencian-do que éste no representa un castigo para la joven, sino un rito que le per-mite un proceso de aprendizaje para toda la vida. Para Quintero y Macias (2007:187) el encierro en las niñas alude a un período en el que éstas se encuentran próximas a la madurez, es la llegada a la edad fértil con la apa-rición de la menarquía y en esencia es una actividad de enseñanza de las madres y abuelas a la señorita, quie-nes se esmeran en darle la formación adecuada para enfrentar una nueva etapa de su vida.

Mazzoldi (2004) identifi ca a la fase de aislamiento y de abandono de ac-tividades cotidianas de la señorita, como un ritual de marginación con fi nes educativos. Generalmente la edad en la cual se realiza el ritual del encierro oscila entre los doce y los catorce años, la púber es separada en una casita o habitación del hogar. Los ritos del encierro se inician acos-tando a la niña boca abajo en el suelo y posteriormente un familiar cerca-no le cuelga un chinchorro templado de manera que ella no pueda bajar ni ser vista por nadie, permanece en posición de dormir mientras tenga la menstruación. Durante ese tiempo,

ella debe evitar rascarse, moverse y escupir. La niña entra en un período de ayuno tomando solo líquidos, entre ellos las medicinas tradicionales como el jawa´pia, pal´ise y wit´oi, plantas a las cuales le atribuyen propiedades para mantenerse joven, les da vigor, purifi ca el organismo y favorecen la fertilidad.

Al fi nalizar el sangrado menstrual, la bajan del chinchorro y continúan con una serie de rituales como el baño nocturno de la niña sobre una piedra, debajo de un árbol de cauja-ro, la bañan con las conchas del árbol kutte´ena o indio desnudo hervidas y puestas al sereno, a las cuales se le atribuyen propiedades de purifi ca-ción y rejuvenecimiento; le cambian de ropa y sólo se le permite tocar co-sas nuevas; le cortan el cabello y lo guardan en una tela bien conservado, tienen la creencia que esto le garan-tiza el éxito en su matrimonio. Ingie-re principalmente alimentos de maíz, chicha y caldo de palomas.

Watson (1982), estudió el encierro de las niñas desde la mirada a los ri-tuales wayúu de reclusión (asürülaa) y destaca los valores transmitidos. La joven recibe instrucción para la ad-quisición de habilidades manuales so-bre tejidos artesanales, herencia que recibe de su antepasada la mitológica walekeer, la señorita o majayülü con-vertida en araña. Al salir del encierro se espera que ella sea trabajadora, ha-cendosa, generosa, fi el, buena esposa y una madre fértil. Anteriormente el encierro de una joven daba más pres-tigio a la familia, que recibiría por el matrimonio un alto precio en bienes por la educación de su hija.

La organización MODEMMUJER (2003) analiza al encierro no sólo como un proceso de formación cultu-

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ral, sino como una actividad de prepa-ración espiritual para la mujer que es el pilar fundamental de su sociedad, y mediante los sueños o lapü guía el destino de los wayúu.

El origen del encierro en el pueblo ancestral de los wayúu en la guajira, se le endosa a los famosos “páüsa”, que se les aplicaban a los hijos de los linajes poderosos cuando había gran-des confl ictos bélicos para evitar su muerte y siguieran el ejemplo de sus acciones; los encerraban durante va-rios años con muy poco contacto con el mundo exterior, a la vez que apren-dían diversos ofi cios (González, 1973 citado en Amodio 2006).

Todos coinciden en señalar las ca-racterísticas educativas con fi nes es-pirituales, de salud, fertilidad, loza-nía, valores autóctonos de la cultura de su pueblo, el valor del trabajo arte-sanal, sabiduría y, en general, formas de comportamiento en la comunidad y en el matrimonio.

3. EL ENCIERRO EN LAS ADOLESCENTES WAYÚU DE LA

ESCUELA SAN JUAN

El tiempo del encierro es estable-cido en la actualidad por la madre, pero anteriormente, después de ser rapada totalmente, la niña que en-traba al rancho salía entre los dos a cinco años mas tarde, convertida en una hermosa majayülü o señori-ta, con largos y brillantes cabellos, totalmente instruida no sólo en los ofi cios en los que ha sido educada para sostenerse en la vida, sino tam-bién dispuesta para los trabajos que le permitirán desempeñarse con total libertad en las labores domésticas, familiares y conyugales. (Ramírez Boscán, 2005)

De un total de 57 adolescentes en-cuestadas, el 87% (46 niñas) reveló que al llegar a la adolescencia, al te-ner su primera menstruación se les aplicó el ritual del encierro wayúu, denominado por el mundo occidental como blanqueo. En el 72% de los ca-sos (33 niñas) fueron encerradas por período de tres días, mientras que un 28% (13 adolescentes) fueron ence-rradas en un rango mayor a tres días y menor a 15 días, evocando en una manera simbólica a sus antepasados que encerraban a las adolescentes hasta por cinco años con la fi nali-dad de educarlas a la usanza de los indígenas wayúu. Las jóvenes mani-festaron una actitud favorable hacia los períodos muy cortos del encierro wayúu.

La joven es encerrada en una casita o choza construida para este uso o en un lugar oscuro de la casa. El encierro se le aplicó al 87% de las encuestadas (40 niñas) ubicándoles en una habita-ción de su casa y en un 13% de los ca-sos en una choza o rancho anexo a la casa. Manifestaron sentir temor ante la novedosa situación de aislamiento que les correspondió vivir.

Tradicionalmente en el ritual del encierro, una mujer adulta de la fa-milia materna sube a la adolescente a un chinchorro amarrado, pegado al techo de la casa o choza, durante un período de tres días o hasta que la joven deje de sangrar; sin embargo, las adolescentes encuestadas mani-fi estan que una vez despojada de sus vestidos de niña y vestida con una bata ligera, un 54% permaneció en el chinchorro pegado al techo solamen-te un día, el 20% se mantuvo en esa posición por dos días y solamente un 26% cumplió con el período de tres días o hasta dejar de sangrar.

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Según la tradición del encierro, la adolescente al iniciarse en este ritual no puede lavarse, bañarse, ni rascar-se ella misma, siendo la mujer que ofi cia el rito quien la limpia con un paño mojado en agua hervida y con conchas de “indio desnudo”, una hier-ba verde y lisa a la cual se le atribu-yen propiedades rejuvenecedoras. Sin embargo, un 50% de las jóvenes en-cuestadas manifi estan que ellas mis-mas se bañaban durante el encierro, a un 17,5 % las bañaba una herma-na menor por considerarlas puras y a un 4,5% las bañaba la abuela.

Las adolescentes fueron someti-das a una dieta estricta, durante los primeros días del período de purifi ca-ción, consumieron plátano con queso un 6.5% de las estudiantes (alimenta-ción que no es tradicional en el encie-rro wayúu), un 63% chicha solamente y un 30,5% chicha de maíz y sopa o consomé de palomas. Asimismo, du-rante este período les suministraron bebidas a base de plantas medicinales propias de la etnomedicina wayúu, el 100% de las estudiantes sometidas al encierro coinciden en señalar que les dieron a tomar Jawa´pia, y Pali´ise, bebedizos vomitivos que contribuyen a mantenerse saludables, con lozanía y juventud. En ese sentido, Amodio (2005) expone que el Jawa´pia (o wilo-uwi) es una hierba amarga vomitiva, que consume la adolescente en forma de brebaje, el cual sirve para sacar las maldades que ha acumulado du-rante la infancia, además, el autor plantea que al bajarla de su hamaca la posan sobre una piedra para que sea una persona que piense como una anciana, la bañan debajo de un cau-jaro para que siempre esté verdecita y al vomitar la fuetean con un Katouwi para alejar los malos espíritus.

Las actividades que se realizan du-rante el encierro van desde el corte del cabello; en este caso a todas las niñas encuestadas le cortaron el cabello, al-gunas manifestaron sentir vergüenza ante los varones, porque el corte de cabello es una señal de haber entrado en el período de la menarquía, reve-lando su condición de señorita. A to-das las jóvenes les realizaron prácti-cas de purifi cación.

A pesar de ser el tejido uno de los elementos más importantes en el mito y los ritos de iniciación del encierro de la adolescente, las estudiantes expre-saron que no se les enseñó en profun-didad los tejidos y otras costumbres del pueblo wayúu, por lo breve del tiempo de la reclusión, sin embargo durante el encierro, al 17% de las encuestadas (8 niñas) se le reforzó el aprendizaje de actividades artesana-les, a un 2% (una niña) aprendió a cocinar y al 81% (37 niñas) conocie-ron principalmente las reglas y nor-mas de comportamiento del pueblo wayúu, mediante conversaciones y consejos.

Cuando los encierros eran por lar-gos períodos, durante el aislamiento las adolescentes wayúu aprendían a hilar como lo hacían sus antepasa-dos y a tejer chinchorros, mochilas, hamacas y algunos accesorios útiles para la familia. Elaboraban los dise-ños o kanaas propios de sus clanes, aplicándolos artísticamente en los te-jidos y bordados indígenas. Estas la-bores eran enseñadas o transmitidas por un miembro de la línea materna, reforzando la matrilinealidad presente en la cultura wayúu, bien sea la ma-dre, tías o abuela, son ellas quienes les dan obsequios y enseñanzas para propiciar la adquisición de destrezas de la araña tejedora. La mujer some-

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tida al encierro generalmente elabora los chinchorros y prendas artesana-les que usarán su marido y demás familiares en el ámbito del hogar. En la actualidad con los breves plazos de encierro a las niñas se les impi-de aprender las labores artesanales, asumiendo ellas una actitud de indi-ferencia ante el legado cultural que se transmite a través del tejido.

El encierro ha sido empleado tra-dicionalmente en la cultura wayúu, para facilitar la conversión de la niña en mujer, formándola en los valores de su cultura, en lo pertinente a su for-ma de comportarse en la comunidad, en las actividades propias del matri-monio y en la familia. En cuanto a los saberes femeninos, las adolescentes mencionan que fueron instruidas bre-vemente sobre su rol de mujer adulta, y a pesar de no estar encerradas se le ha continuado enseñando a servir y honrar a su familia. Anteriormente, los encierros por largos períodos de-terminaba que la mujer estuviese apta para el matrimonio, siendo muy coti-zada por los hombres wayúu, quienes valoran y prefi eren al momento de unirse con una pareja o casarse, que la mujer haya sido objeto del ritual, porque es portadora de un sinfín de valores y conocimientos que la hacen apta para conducir un hogar. En este sentido Mazzoldi (2004: 258) plantea “después de un largo período de ini-ciación ellas y su familia han adqui-rido un status por el cual la familia merece una compensación que el pro-metido deberá reconocer en su unión con la nueva mujer”.

Las estudiantes plantearon el va-lor del ritual del encierro en cuanto a su crecimiento espiritual, durante el cual se les enseñó la importancia de la interpretación de los sueños

o Lapü, sobre el cual gira la cultu-ra wayúu. El señor de los sueños o Lapü tiene gran infl uencia en la vida de estos indígenas; los que confor-man el mundo terrenal se conectan con lo sagrado o pulasü a través del sueño; y es a la mujer wayúu, como pilar fundamental de su cultura indí-gena, a quien le corresponde guiar a las nuevas generaciones para mante-ner viva esa tradición en la cual Lapü dirige y señala el curso del destino de los indígenas wayúu.

Al fi nalizar el encierro se acostum-bra a colocarles a las niñas una pulsera denominada kannaspi, con la fi nalidad de mantener el recuerdo de su encie-rro durante toda la vida, le sirve de ins-piración para el trabajo artesanal, el mantenimiento de las costumbres del wayúu y principalmente les da inteli-gencia, creatividad, paciencia y no su-frirán nunca de fl ojera en el desempe-ño de sus labores. La pulsera se realiza con palitos de un árbol, trenzados con hilos de lana o de algodón multicolor. El Kanaspi es una pulserita que tam-bién se la pone la mujer cuando quiere aprender el arte de Kanasü o fi guras en el tejido. El uso del kannaspi se le asocia con la producción de sueños mágicos, en los cuales la presencia de la serpiente wui indica que la joven es-tará facultada para elaborar el kanaás, el arte de tejer con diseños y símbolos muy elaborados y propios de su cultu-ra, mediante el cual imitan objetos de la naturaleza y el medio circundante. En el caso de las adolescentes encues-tadas, solamente un 9% (4 niñas) se le colocó el kannaspi, mientras que el restante 91% (42 niñas) desconocían el signifi cado de esta prenda para los indígenas de su pueblo.

Al salir del encierro, la joven o majayülü es presentada al pueblo indígena, esto es para el mundo oc-

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cidental como un debut en sociedad, el padre de la señorita la presenta y se realizan una ceremonia festiva, en la cual debe bailar luciendo los ata-víos de su grupo étnico, al respecto Ramírez (2005) señala: “Cuando se acerca la fecha de salir del extraordi-nario recogimiento nuestras tías nos enseñan también a ayonjestain o bai-lar para que podamos demostrar en la ceremonia de celebración, que una mujer con tres pasos básicos que son de pies juntos, de pies diagonales y pies entrecruzados, pero siempre muy fi rmes, puede dominar cualquier ins-tinto de los hombres. Se nos compran telas muy vistosas con colores muy vivos para elaborar mantas que se-rán acompañadas de hermosos y lu-josos accesorios, los cuales deben ser nuevos para atraer la buena suerte y colocados en el cuello, las muñecas y los tobillos. Además, también se nos prepara con baños y ungüentos que nos harán lucir bellas, seguras, enér-gicas y poderosas”.

Respecto a la celebración de la sa-lida del encierro con la yonna, danza típica wayúu, solamente un 4% de las niñas investigadas manifestaron su participación en el baile al salir del encierro y un 96% expresan la caren-cia de la celebración en su paso de niña a mujer, en señal de la poca im-portancia asignada por los padres a este ritual. Es necesario destacar que la celebración familiar a la salida del encierro se está realizando en forma muy limitada en zonas urbanas, y es recordada de la siguiente forma: “La salida del encierro es entonces un acontecimiento familiar y hasta po-dríamos mencionar que es una gran festividad comunitaria en la que una nueva majayura es presentada ante la sociedad Wayúu para que pueda ser pretendida en matrimonio pero

principalmente, para que se sepa que hay en la ranchería una nueva jierr, es decir una mujer. Y es cuando se ofrece una gran fi esta para muchos invitados, mujeres y hombres de otras rancherías y clanes que comerán, be-berán y bailarán a ritmo de kasha o tambor durante toda la noche” (Ramí-rez, 2005).

Finalmente, el 78% de las niñas manifi estan que no les gustó el encie-rro, se sintieron incómodas, con mu-cho calor, sentían que pasaban ham-bre y que fue muy traumático para ellas, mientras que un 22% se ma-nifestó a favor del encierro. A pesar de los juicios negativos emitidos en contra del encierro un 37% (17 ado-lescentes) de las encuestadas señalan que están dispuestas a mantener la tradición del encierro y un 66% (29 adolescentes) expresan que no se lo aplicarían a sus hijas.

3. EL ENCIERRO EN LOS VARONES

A la mujer wayúu se le atribuye la facultad de transmitir los mensajes de los ancestros a través del sueño, le corresponde advertir sobre los peli-gros inminentes y prevenirlos, depen-diendo del tipo de sueño se le aplica el ritual del encierro a la persona que presuntamente va a ser afectada. A través de los sueños, a los wayúu se les advierte y revelan los aconteci-mientos sobre cualquier miembro de la familia que se encuentre en peligro de muerte, accidente y guerras fami-liares.

A los varones wayúu se les encierra con fi nes espirituales o de protección, para librarlos de peligros que han sido advertidos por lapü mediante sueños y que se presumen ocurrirán inmi-

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nentemente si el afectado no emplea mecanismos de protección espiritual, con bebedizos y baños de plantas.

El encierro del varón ocurre en for-ma similar al de la señorita, se le aísla en una habitación o choza, la madre acompañada de una piache o ouutsu se encargan de prepararle baños y lo soplan con ron para alejarle los ma-les espíritus de su cuerpo. El joven o el adulto es encerrado por tres días, alejado del mundo exterior. No con-sumen alimentos sólidos durante los días de reclusión, solamente chicha de maíz.

Cuando una persona es encerrada al cometer un crimen, sólo puede ser visto por su madre y la persona que realiza el ritual, se le aplican unos baños a base de hierbas que sólo co-noce la piche o ouutsu, lo que garanti-zará que los espíritus del mal saldrán de su cuerpo y de su alma. Segovia (2000) plantea que todo el poder del mal que él llevaba encima ´como un manto´ manipulando a su alma, había que enfrentarlo y tratar de superarlo con la reclusión. El encierro, es la si-tuación álgida y más dramática de la lucha contra el mal, donde el hombre aspira superar las consecuencias de la vulnerabilidad del alma y del cuer-po, para resolver el confl icto que se ha abierto desde el crimen. El rito del encierro con la Contra es una exce-lente manifestación de asimilación. Una vez que el rito termina, lo cual lo celebran con una comida familiar.

El encierro en los varones es dife-rente y de menor uso en los estudian-tes de la escuela objeto de investiga-ción. De un total de 57 niños sola-mente uno (2%) ha sido encerrado en dos oportunidades, por sugerencias o producto de sueños y por protec-

ción ante inminentes peligros. Sólo un 11% (6 estudiantes) le da valor al encierro y les gusta como una activi-dad que tipifi ca a su grupo étnico. A un 89% (51 niños) no le gusta el en-cierro por lo tanto no está de acuer-do con su aplicación. Sin embargo, el 16% (9 estudiantes) están dispuestos a mantener la tradición, mientras que un 84% no está dispuesto a ello.

4. FACTORES QUE DETERMINAN LA DISMINUCIÓN DEL

ENCIERRO WAYÚU

El encierro como práctica cultural es un signo de identifi cación den-tro del pueblo wayúu y quienes lo practican demuestran el orgullo que sienten por su pueblo indígena, sin embargo, su uso como práctica cul-tural se está perdiendo. En las mu-jeres, el período del encierro duraba tradicionalmente entre tres y cinco años, dependiendo de la riqueza de la familia, siendo el menor período para las más pobres, que requerían trabajar. Sin embargo este período se ha reducido y en general actual-mente ocurren encierros menores o iguales a tres días.

La fortaleza del ritual del encierro wayúu ha disminuido debido a la in-fl uencia de diferentes factores; entre ellos, los mencionados por Watson y Franke (citados por Mancusso, s.f) quienes señalan que la pérdida del encierro en el medio urbano, se debe a la usencia de las condiciones para desarrollar las actividades de ense-ñanza de la adolescente, cuyo control tradicionalmente lo ejercía la mujer. Los grandes movimientos migratorios hacia las ciudades, han determina-do que los indígenas ubicados en las grandes urbes se alejen de sus tradi-ciones, disminuyendo o variando sus

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costumbres ancestrales, en detrimen-to de sus valores tradicionales.

En lo que concierne a la parte pro-ductiva del encierro, ha disminuido el aprendizaje del tejido y la artesanía en general, ya que la mujer dispone de un tiempo inferior para dedicarse a este trabajo y tiene un menor acce-so directo a los canales de venta; la disminución del encierro determina, entre otras consecuencias, la pérdida del principal contexto de aprendizaje de las técnicas de producción ances-trales de los wayúu, que encierra un contenido mitológico de gran valor cultural.

Un alto número de mujeres wayúu han adoptado la cultura occidental, en cuanto a la vestimenta, el tra-bajo salariado y rechazan el ritual del encierro; la transculturación les impide mantener la identidad cultu-ral propia de su grupo étnico, com-portándose como las mujeres criollas debido a que han crecido en un am-biente muy diferente al del origen de los wayúu. Asimismo, la adhesión de los indígenas a grupos religiosos, ha incrementado los impedimentos para realizar el encierro, siendo sustituida esta actividad por la oración y adora-ción a deidades diferentes a las de sus pueblos originarios.

Además de la transculturación, las y los adolescentes manifestaron que no deben perder clases o distanciar-se de sus responsabilidades escolares para aplicarles el encierro. La caren-cia de un calendario escolar cónsono con las actividades prioritarias de la cultura wayúu, como el encierro, el segundo velorio, la aplicación de la ley consuetudinaria a través del pütchi-pü, alejan a la nuevas generaciones wayúu de sus prácticas ancestrales;

la educación ya no se hace en fami-lia, los niños wayúu van a la escuela y allí aprenden la cultura general del país y desconocen su propia cultura. Los calendarios escolares no se adap-tan a las costumbres y hábitos de los pueblos indígenas, actualmente se están promoviendo actividades sobre el calendario productivo y cultural de los pueblos involucrados, que pueden contribuir a sensibilizarles, para for-talecer el uso de las tradiciones indí-genas.

Ante esta situación de aculturación y transculturación de los pueblos in-dígenas, y en este caso ante las acti-tudes de rechazo y disminución del encierro en las nuevas generaciones wayúu, las escuelas están asumiendo un nuevo rol, amparadas en el no-vedoso marco jurídico del gobierno bolivariano que desplazó la ley de mi-siones de 1915, aplicada con fi nes de reducción y civilización los aborígenes durante los últimos noventa años. La visión etnocida que se venía aplican-do en la educación intercultural Bilin-güe evidente en el rechazo, descono-cimiento de la cultura costumbres y tradiciones de las nuevas generacio-nes, está siendo abordado con proce-sos refl exivos, críticos y con diversas estrategias que están contribuyendo a sensibilizarles y a valorar e identifi -carse con su cultura ancestral.

5. CONCLUSIONES

Producto de las refl exiones con las niñas participantes en la inves-tigación, se concluye que la mayoría de las estudiantes de la escuela San Juan han asumido una actitud de re-chazo y de poca identifi cación con el encierro wayúu, que se les aplicó al presentarse la primera regla (menar-quía) o convertirse en señorita (ma-

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jayülü). El encierro no está siendo aceptado por ellas con naturalidad, como lo hacían sus ancestros que en-cerraban a las niñas hasta por cinco años. Durante el encierro se les ense-ñaba a alimentarse para conservarse saludable, ingieren pocos alimentos y bebidas depurativas propias de la et-nomedicina wayúu como el jawua´pia y el pali´ise, pero el período es tan breve que es difícil aseverar que estas limitadas actividades garanticen los efectos esperados como ocurría con sus antepasados. El encierro actual se centra principalmente en aprender los valores propios del pueblo wayúu, como comportarse, actividad que se realiza en una forma muy superfi cial por lo breve del tiempo de reclusión.

La refl exión con el grupo permitió visualizar la tendencia a la desapari-ción de la formación en el hogar de las labores artesanales, principalmente el tejido, lo que afecta a las niñas. La ar-tesanía actualmente se elabora muy poco en las grandes ciudades que congregan a los wayúu, observándo-se una mayor producción artesanal en las zonas rurales o en sus hábitats originarios. A los adultos les atemo-riza la pérdida de las actividades an-cestrales, y con ello, las riquezas de sus signifi cados principalmente de los laboriosos diseños que imitan la na-turaleza, en una evidente matemática propia.

Para los varones wayúu, tiene mu-cho valor la majayülü que ha sido so-metida a un encierro apropiado, ya que éste les permite lograr un equi-librio mental y emocional que con-tribuye a educarlas para representar bien a su familia-clan en el acto del matrimonio. Los varones encuestados tienen poca relación con el encierro masculino por sueños o protección,

sin embargo, un pequeño porcentaje de ellos están dispuestos a darle con-tinuidad a esta tradición.

Entre los factores que determinan la disminución en la aplicación del encierro wayúu a tres días solamen-te se debe a que en las ciudades no hay las condiciones para ejecutarlos, la transculturación, las religiones, las actividades escolares sin un calenda-rio ajustado a sus actividades cultu-rales. Es difícil que se pueda apren-der los valores de la cultura wayúu en un período tan breve. Los resultados alertan sobre la posibilidad que el ri-tual del encierro se convierta en un mito en las futuras generaciones de la cultura wayúu.

Las nuevas directrices del gobier-no bolivariano, con la aplicación de la educación intercultural bilingüe en todas las instancias educativas y los avances en materia jurídica, está contribuyendo a sensibilizar a los es-tudiantes para valorar sus costum-bres, tradiciones y la cultura de sus ancestros.

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* Estudiante de la Misión Cultura en Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez-Mi-sión Cultura. Docente de aula en la Escuela Básica San Juan en Maracaibo. Correo electrónico: [email protected]

** Docente e investigadora de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Correo elec-trónico: [email protected].

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DIÁLOGO DE SABERES N° 4 enero-abril/2009 Caracas/pp. 132-147

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RESUMEN

Este trabajo tiene como propósi-to aproximarse al tema religio-

sidad, imaginario y memoria popular, teniendo como objeto de estudio la Corte Malandra o Kalé del espiritismo marialioncero, interrogando la resig-nifi cación del malandro en ese culto. Gran parte de la información provie-ne de los devotos y espiritistas de ofi -cio de tiendas esotéricas del centro de Caracas, Cementerio General del Sur y algunos grupos espiritistas maria-lionceros. La inserción en términos etnográfi cos, posibilitó observar la va-riedad de imágenes e iconos, escuchar los relatos y anécdotas, participar en las sesiones espirituales y vivir el fer-vor popular encarnado en el culto de María Lionza. Esta exploración revela que: a) La Corte Malandra es una ex-presión cultural que rememora a per-sonajes que optaron por transitar en una zona fronteriza entre la legalidad y códigos locales de sobrevivencia que transgredían la Ley, b) Esta expresión cultural no es una “apología de la vio-

lencia” que algunos observadores le atribuyen. Al “reconocer la necesidad expresiva de la violencia”, no la niega, c) Al ritualizar la violencia en las cere-monias religiosas, se le previene y se denuncia de raíz y d) La violencia ge-nerada por los delincuentes de cuello blanco y las instituciones políticas, es la verdadera responsable de profundi-zar las polarizaciones en la sociedad venezolana.

Palabras Clave: cotidianidad, malan-dro, religiosidad, imaginario popular, María Lionza.

AN APPROACH TO THE MALANDRA COURT IN THE

MARIA LIONZA CULT

ABSTRACT

This paper aims to approach to the religiosity theme, the imaginary and popular memory, in order to study the Malandra or Kalé court from the mali-cious spiritualism, questioning about

Aproximación a la Corte Malandra

del culto de María Lionza

JOSÉ ANTONIO MATOS CONTRERAS*

Recibido: 11/02/2009Aceptado: 23/04/2009

PERSPECTIVAS

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the resignifi cation of the Malandro in this cult. A great deal of information was obtained through devotees and spiritualist working at esoteric shops in Caracas downtown, the southern cemetery and some of the malicious spiritualist groups. The insertion in ethnographic terms, make allowed to observe the variety of worship images and icons, listening to stories and an-ecdotes, and participate in spiritualistic sessions and to experience the popular fervor that takes place in the Maria Li-onza’s popular cult.

This exploratory research revealed that: a) The Malandra Court is a cul-tural expression that remember and sanctifi es the characters who chose to live in the borderline between le-gality and survival local codes which transgressed law b) This cultural ex-pression is not an apology to violence which some observers believe. When “recognizing the need to express vio-lence” it does not deny it, c) introduc-ing violence in a rite through reli-gious ceremonies prevent denouncing it, d) Violence caused by white neck criminals and political institutions, is the real responsible for the deepen-ing of polarization in the Venezuelan society.

Key Words: daily life, malandro (thug), religiosity, popular imaginary, Maria Lionza.

1. INTRODUCCIÓN

En este trabajo me propongo un discernimiento aproximativo al tema religiosidad, imaginario y memoria popular, teniendo como objeto de es-tudio la Corte Malandra o Kalé1 del espiritismo marialioncero. Mi inten-

1 En el presente trabajo usaremos indistinta-mente Malandra o Kalé

ción con respecto a la realización del trabajo es interrogarme sobre el ima-ginario popular y la resignifi cación o “dignifi cación” del malandro en ese culto.

Un primer acercamiento a esa face-ta urbana de la religiosidad del culto de Maria Lionza fue al dictar la Uni-dad Vida Cotidiana y Prácticas Cultu-rales del programa Gestión Social del Desarrollo Local, donde se abordan espacios y prácticas culturales de la cotidianidad (incluyendo los espacios religiosos de devocionalidad). Al incur-sionar en el Cementerio del Sur, alta-res públicos y tiendas religiosas del centro de Caracas, en esos espacios nos encontramos con la Corte Malan-dra. Ésta se encuentra conformada por un conjunto de fi guras deifi cadas que durante las décadas de los 60 y 70 eran unos “bandidos generosos”, y en la actualidad son parte de la reli-giosidad e imaginario popular.

Mi interés sobre esa expresión cul-tural me llevó a interactuar en diver-sos escenarios urbanos, a escuchar los relatos de sus seguidores y a par-ticipar en ceremonias ritualistas del culto. Considerando en la refl exión los testimonios y anécdotas orales de las personas vinculadas al culto de la Corte Malandra y sus repre-sentaciones iconográfi cas (imágenes religiosas). Así como los análisis so-cioantropológicos relacionados con la devocionalidad del culto2 y aspectos vinculados a la Corte Malandra como la violencia, la memoria e imaginario popular.

2 Son escasos los análisis sobre la Corte Malandra, a excepción del Capítulo VI de “Es-cenario del Cuerpo” del antropólogo Fernando Ferrandiz. Sin embargo, sobre el culto de Ma-ría Lionza hay varios análisis como veremos más adelante.

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2. ESCENARIOS Y PROTAGONISTAS

Ante todo diremos que, a grandes rasgos, el Culto de María Lionza es una expresión religiosa no excluyente, donde existe la presencia de entidades espirituales conformadas por negros, indios, personajes marginados por la historia (Negro Felipe, guerrilleros) y moralmente condenados como borra-chos y malandros. Esta amplitud es la que posibilita un proceso de iden-tifi cación popular, a través del cual la gente se ve refl ejada en el culto (Ma-tos, 2009).

Su fl exibilidad y permeabilidad tie-nen sus mayores expresiones en las denominadas Cortes Espirituales y en sus altares, en donde se reúnen todas las divinidades y los elementos suje-tos a adoración. Ambas expresiones (las cortes y los altares) muestran las variadas infl uencias foráneas que re-cibe el culto y su constante articula-ción a los procesos socioculturales de la actualidad. Por otra parte, las cor-tes espirituales evidencian la integra-ción del vivir venezolano, a no excluir y valorar en ese mundo espiritual el cúmulo de expresiones diversas pro-pias del pueblo.

Debido a lo novedoso del tema, a lo escasamente estudiado y a la rele-vancia que tienen los relatos místicos y anecdóticos de sus seguidores, con-sideré visitar algunos lugares claves donde pudiera obtener información de personas relacionadas con la Corte Malandra o Kalé. Inicialmente, selec-cioné el centro de Caracas y el Cemen-terio General del Sur, el primero por la cantidad y diversidad de tiendas esotéricas y centros o locales de con-sultas espirituales que se encuentran en la zona, aunque muchos de estos

sitios son atendidos por personas que sólo persiguen un interés lucrativo, y empleados con un conocimiento muy básico en lo referente al tema de mi interés.

Frente a la posibilidad de poder in-terrelacionarme con creyentes y apre-ciar una variedad de productos3 refe-ridos a la Corte Malandra como esen-cias, amuletos, collares, estampillas y estatuillas representativas de los in-tegrantes de la corte. Abordé durante mi recorrido por el centro a una ven-dedora informal de las fi guras de yeso de los personajes emblemáticos de la Corte, María me manifestó que ha creado una relación espiritual muy es-pecial con estos espíritus, a los cuales les reconoce grandes cualidades para conceder favores de tipo preventivo a sus devotos: proteger de robos, pleitos e incluso librar y orientar a aquellos que van por el mal camino.

3 Un producto muy curioso es una esencia donde son ilustrados 16 espíritus de la corte malandra. Otro hecho que ha creado polémica y a la vez fascinación en algunos espiritistas, es la iconografía de los personajes de la corte malandra al ser representados con atuendos muy contemporáneos.

Foto 1. Tumba de Ismael Sánchez en el Cementerio General del Sur, Caracas, Noviembre de 2008.

Foto realizada por: José A. Matos.

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Asegura que es en la actualidad una de las entidades espirituales más buscadas: “ellos son los que dan vida a este puesto. Tengo el Nazare-no y a otros, pero siempre los bus-can a ellos. He llegado a tener hasta 28 kalé diferentes”. Su experiencia como vendedora de las fi guras de los malandros durante varios años en el centro de Caracas, le ha permitido ga-nar popularidad entre los creyentes e interesados4, conociendo así distintas versiones y relatos sobre los espíritus, e incluso ha llegado a conocer algu-nos familiares y amistades cercanas a ellos en vida.

En medio del ruido ensordecedor de

la música de los vendedores y tiendas de CD, de las cornetas de los carros, del frenesí de los transeúntes, del pá-nico de ser víctima del hampa, de un inesperado tiroteo, del deambular de los recogelatas, de las caminadoras que ofrecen placeres, de los rateros oportunistas, de las doñas que vienen del mercado, del olor a tabaco, a esen-cias de las tiendas esotéricas, se en-contraba el puesto de María con sus Kalé. Es que como dice ella: “ellos no son ajenos a esa realidad nuestra de cada día, por eso la gente los quiere”

En la búsqueda por conocer sobre esta faceta del espiritismo marialion-cero urbano, visité de manera cons-tante el Cementerio General del Sur (Ver fi gura 1). A escasos metros del sepulcro de María Francia, entidad espiritual que concede favores a los estudiantes, se encuentran dos se-pulcros que contienen, el primero, los restos de Ismael González e Ismaelito Sánchez, y el segundo y más pequeño los de Elizabeth y Miguel Ratón, reco-

4 En el artículo de El Nacional de noviembre de 2005, titulado “También hay Santos Malan-dros”, fue entrevistada por Mireya Tabúes.

nocidos como entidades espirituales de la corte malandra.

Este lugar signifi cativo para los cre-yentes del culto, se ha convertido en el “epicentro de devocionalidad” en don-de sus seguidores realizan diferentes prácticas devocionales como llevarles ofrendas, cumplir promesas, hacerles rezos e incluso pagar “misiones”5. Ade-más de las acostumbradas ofrendas como velas y fl ores, se les colocan vasi-tos de ron y anís o botellas de cerveza, y se les encienden cigarrillos, los cua-les se consumen sobre las tumbas.

Tuve la oportunidad de conversar con varias personas que frecuentan las tumbas, en especial con dos muchachos que pernoctan el lugar, “El Menor” y “El Chamo Jesús”. El primero se rebusca limpiando las tumbas y poniéndose a la orden de los visitantes a cambio de una modesta recompensa, de la cual utiliza parte para hacerles ofrendas a los espí-ritus. El Chamo Jesús alega no recibir nada, su tarea es plenamente espiritual, se encarga de limpiar, ordenar el recinto y contribuir con los devotos como ayu-dar a señoras mayores a encender las velas o acompañar a algunos hasta la entrada del cementerio, etc. Ambos me comentaron que son muy numerosas las visitas. “Aquí viene gente de todo tipo. Se piensa que, como fueron malandros, lo que viene es sólo malandro ¡Tremen-da falsedad! Aquí vienen muchas ma-

5 Pagando una misión: Término con el que se denomina en el espiritismo a la acción de per-manecer un Tiempo “X” en un lugar que pue-de ser un portal ubicado en una casa, o en la montaña de Sorte, y también puede ser en una tumba perteneciente a un ánima milagrosa. En una misión hay un compromiso del misio-nante en el sentido de dar un mantenimiento al sitio, colaborar con el orden o realizar traba-jo espiritual, ya sea por medio de la consulta o ejecutando acciones en benefi cio de los creyen-tes (Báez, 2004, 57).

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dres pidiéndoles que cuiden a sus hijos en la calle e incluso han venido policías de civil, pidiéndole protección a estos es-píritus. Se dice que el techo que tiene la tumba de Ismael fue colocado por un alto funcionario del Gobierno” (Chamo Jesús).

El propio Jesús me dijo de una ma-nera muy emotiva que él antes de estar aquí, andaba en malos pasos y que a partir de su misión espiritual en el sitio ha sentido una liberación: “Antes an-daba como inquieto consumiendo dro-gas o haciendo una jugada. Aquí estoy calmado, he conocido gente, me siento que estoy en algo bueno. Por eso quiero mucho a estos panas, aunque hayan hecho cosas no tan buenas. Tuvieron que tener un gran corazón ¿no te pare-ce? Porque si no fuese así, no estaría-mos nosotros los que creemos en ello rindiéndoles honores” (Chamo Jesús).

Durante el tiempo que estuve fre-cuentando el sepulcro, constaté lo que me dijeron el Chamo Jesús y “el me-nor” en cuanto a la variedad y canti-dad de personas que visitan el lugar, cuestión que contribuye a que el lu-gar sea un espacio de “circulación de narrativas”, debido a que las personas que lo visitan se cuentan historias (re-latos, anécdotas) referentes al lugar o a las entidades objeto de culto. Estas narrativas giran en torno a historias de la vida de los integrantes de la Cor-te, en especial de Ismael Sánchez e Is-mael González, al parecer los más re-presentativos. También es muy común que se compartan experiencias perso-nales de los devotos, vinculadas con favores obtenidos por la benevolencia de los espíritus o curaciones místicas, enseñanzas y aprendizajes transmiti-dos por estas entidades a través de los

médiums6 en ceremonias rituales.En ese contexto de “circulación de

narrativas” obtuve la referencia so-bre algunos centros marialionceros donde se llevan a cabo sesiones es-piritistas. La mayoría de ellos se en-cuentran diseminados por todas las ciudades de Venezuela, en especial en el caso de Caracas en los barrios. Debido a mi interés especial por la Corte Malandra, fui por referencia de algunos informantes del Cementerio a un Centro Espiritista ubicado en Ca-tia, llamado “La Fuerza del Cacique”, reconocido por realizar sesiones espi-rituales en donde los médiums en ri-tuales de trance reciben los espíritus malandros, en especial el de Ismael Sánchez. En un primer momento se me informó que los guías espiritistas de “La Fuerza del Cacique” tienen una perfumería esotérica en Pérez Bonalde y que uno de sus principales guías se llama Tibero. Al ubicarlo, pude con-versar con él y le planteé mi interés por información sobre la Corte Malan-dra. Fue muy receptivo, invitándome a visitar los altares que se encontra-ban en el lugar donde se realizan las sesiones espirituales en el sector “La Cortada de Catia”.

A los pocos días, visité los altares y entablé conversaciones con el res-to de los espiritistas, comentándoles mis intereses. Además, el lugar fun-ciona como una escuela de enseñan-za en las prácticas del espiritismo. Su misión principal, en palabras de sus guías, es “formar practicantes hones-tos”. Es por eso que en las sesiones realizadas, está siempre presente el factor formativo de sus miembros. Las sesiones tienen lugar cada quince 15

6 Médium o materia, son los practicantes del espiritismo, en nuestro caso el Marialioncero, que en un contexto ritual reciben en sus cuer-pos las entidades espirituales.

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días aproximadamente. He asistido a cuatro sesiones, teniendo muestras de recepción, en especial de la enti-dad espiritual Ismael Sánchez, quien en las últimas sesiones ha solicitado mi presencia a su lado, para que pue-da presenciar sus prácticas con las personas que lo consultan. A las se-siones asisten personas con distintos intereses, ya sea consultarse para via-bilizar o prevenir, cuestiones que pue-dan ocurrirle, por salud, prosperidad o referentes a vínculos afectivos. En el caso de las consultas con los espíritus malandros, en su mayoría tienen un carácter preventivo; es decir, previe-nen de acciones inesperadas de vio-lencia, como de ser víctimas de robos, peleas fortuitas, enemigos y apartarse del mal vivir, aunque tuve la oportu-nidad de presenciar curaciones místi-cas y tratamientos de desintoxicación realizados por Ismael (no es común la realización de este tipo de actividades por ello). Una práctica muy constante realizada por estos “hermanos espiri-tuales” es el “cruce”, que consiste en realizar sobre los cuerpos de los que solicitan protección, varios cruces o líneas con un puñal, y luego se proce-de a colocarle un collar largo cruzado de varios colores, conocido como “las guerreras” (Ver Figura 2).

Otro Centro Espiritista que tuve la ocasión de visitar fue en Valencia, junto con un grupo de cuatro perso-nas de Ávila TV, que tenían el inte-rés de realizar un breve documental sobre la Corte Malandra. Estas expe-riencias con material audiovisual, me permitieron extender mis informantes y ampliar mis referencias. Aunque no proseguí mis contactos con los espiri-tistas de Valencia, presenciamos una sesión espiritista donde pudimos con-versar con varias entidades espiritua-les de la Corte Malandra durante lar-

gas horas. Además, con la particula-ridad de conocer espíritus malandros propios de Valencia, como “Gurutaco” y “Zapata”. Nos informaron que en el Cementerio Municipal de Valencia se encuentra el sepulcro del “Negro An-tonio” y “Gurutaco”, donde al igual que en el Cementerio del Sur, sus tumbas se han convertido en un es-pacio devocional de encuentro de sus seguidores.

Gran parte de la información obte-nida sobre esta Corte del espiritismo marialioncero urbano, proviene de los seguidores, devotos y espiritistas de ofi cio de los escenarios mencionados.

La inserción o el acceso en térmi-nos etnográfi cos, nos posibilita ob-servar la variedad de imágenes e ico-nos, escuchar los relatos y anécdotas, participar en las efervescencias de las ceremonias rituales presentes en las sesiones espirituales y vivenciar el fervor popular encarnado en el cul-to de María Lionza, expresado en lo que el antropólogo brasileño Roberto Da Matta llama “la tradición cultural de lo popular” o “popularismo”7. “Un

7 Da Matta (1995: 69) no se refi ere a “lo po-pular surgido de la tradición moderna, indivi-

Foto 2Devoto después de cruzamiento frente al altar

Realizada en octubre de 2008 por José A. Matos

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universo que rechaza efectivamente la indiferencia y la impersonalidad que nacen de la compartimentación y la extrema especialización del conoci-miento y mercado (…) He ahí una tra-dición de lo popular que se resiste a transformarse en cultura de masas, y que protesta igualmente contra la vi-sión aristocrática que viene de arriba. Así es un popularismo que se defi ne como la ideología de los pobres” (Da Matta, 1995, 64).

Ahora bien, en cuanto a la Corte Malandra nos interesa indagar sobre las afi rmaciones hechas por la mayo-ría de los devotos y practicantes del espiritismo marialioncero, con quie-nes conversamos en los escenarios antes descritos, referentes al carácter o “función preventiva y solidaria que caracteriza a esa corte espiritual”. ¿Qué busca esa función preventiva llevada a cabo por los espíritus que poseen los cuerpos de los vivos? Un aspecto signifi cativo es el señalado por Marc Augé, esos “espíritus” que “cabalgan” o poseen los cuerpos de las materias o médiums, buscan de-nunciar una “situación de violencia generalizada”: “(…) pero también ha-blan de la solidaridad de los pobres, dicen que los malandros abatidos son víctimas más que culpables, víc-timas de una situación cuyos verda-deros responsables siguen impunes; reconcilian por un instante a todos los agredidos o agresores ocasionales, que están sometidos a una violencia mayor” (Augé, 2004, 185).

Hay a nuestro parecer en el culto a esos personajes “transgresores de la ley”, la recreación o emergencia de un espacio donde se escuchan las voces

dualista y capitalista. De ese populismo que se transformó en cultura de masas”.

bajas8 o silenciadas por los discursos dominantes que han estigmatizado a los pobladores de los barrios como responsables principales de la violen-cia generalizada. En ese sentido, nos interrogamos sobre el potencial del imaginario popular y la resignifi ca-ción del malandro en ese culto.

3. LA CALLE Y LO SAGRADO

Un aspecto que el sociólogo argen-tino Daniel Míguez, al referirse sobre la religiosidad y la canonización po-pular de delincuentes en la Argenti-na9, considera de gran relevancia es acudir a los “relatos míticos” que los creyentes relatan sobre esas fi guras veneradas: “Los relatos míticos son importantes porque revelan claramen-te la moral vigente en su sector social. De modo que los relatos no necesitan negar su condición de transgresor de la ley para poder reivindicarlo como santo. Sin embargo, describen un tipo particular de delincuente que lo hace moralmente reivindicable: una vez ro-baron un camión de La Serenísima y repartieron yogures a todas las fami-lias con pibes, que en la villa son casi todas; robaron un camión con camisa Lacostre, y repartieron por todos la-dos, la villa se puso cheta. O cuenta la madre de Víctor Vital: cuando yo no estaba, me contaban las vecinas que organizaba un comedor en casa y

8 En cuanto a una propuesta que permite re-cuperar las voces silenciadas de tantos prota-gonistas subalternos (mujeres, campesinos, trabajadores) que son generalmente olvidados por la línea dominante del discurso historio-gráfi co. Ver Ranahit Guha (2002), Las Voces de la Historia.9 Víctor Vital, alias “el Frente”, es uno de los santos populares que, junto con el Gauchito Gil, Bailoreto, conforman el panteón de ban-didos popularmente santifi cados (ver “Robin Hood en la Villa”, pág. 76–79 en “Los Pibes Chorros”.

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traída a la gente para que coma” (Mí-guez, 2004, 78).

En esos relatos se refl eja la visión que tienen de esos personajes sus fi e-les, y se “justifi can” moralmente sus acciones transgresoras de la Ley. Al robar para darle a los más necesita-dos, y al mostrar solidaridad con sus vecinos, los conviertes en fi guras em-blemáticas de su comunidad. Se tra-ta de alguna manera de resaltar sus valores, códigos de honor y estilos de vida en el presente.

Durante la búsqueda de informa-ción sobre la Corte Malandra, escuché relatos sobre sus integrantes referidos a algunas fi guras en particular o a la Corte en general. Veamos algunos de esos relatos, testimonios o explica-ciones de esa expresión de religiosi-dad urbana. Tuve la oportunidad de conversar con el espiritista y babalao Gonzalo Báez, para quien10 “La Cor-te Calé surge a mediados de los 80 … Está compuesta por desesperados ha-bitantes de los barrios que, tomando el camino del delito, se convierten en una especie de protectores de sus ve-cinos. Protectores en el sentido de pro-veerles a ellos de cosas que les estaba negado por el estado de pobreza en que vivían (…) Se trataba, en términos de Báez, de personas que buscaban un benefi cio inmediato a la comunidad, ya que no existían en aquellos tiem-pos los caminos para la participación de los sectores populares (…)”. Ellos asaltaban camiones de bienes, gene-ralmente alimentos, y los repartían a sus vecinos. Era una solución prag-mática a las necesidades básicas de

10 Editor de la revista “Los Orishas”, de apa-rición mensual. Además parte de la conversa-ción que sostuvimos con Báez aparece en el documental “La Corte Calé” de Ávila TV, edi-tado en 2008.

ciertos sectores urbanos, pero efectiva debido al abandono y a la carencia de condiciones dignas de vivienda en que se encontraban. Figueras (2006:31), investigador del culto y espiritista, su-braya ese “carácter solidario” de los integrantes de la Corte Malandra ha-cia la gente del barrio: “Ellos no roba-ban, no maltrataban a la gente de su barrio. Ellos protegían a su gente de otras bandas de otros lugares. Ellos, queridos por la gente de su barrio, te-nían su propio criterio de la justicia y sólo entendían que la injusta sociedad no le daba oportunidades para estu-diar o trabajar, que la sociedad estaba profundamente dividida entre los que tenían y no tenían, y a ellos no les que-daba otro camino que robar para ayu-dar a su familia y a su barrio”.

Una de las fi guras más representa-tivas de la Corte Malandra es Ismael11, quien posee cualidades de generosidad y solidaridad que suelen atribuirse a los integrantes de la Corte. En varias sesiones espiritistas tuve la oportuni-dad de escucharlo a través de algunas de sus materias y presenciar sus tra-bajos espirituales. Me mencionó que su barrio era el 23 de Enero (aunque tam-bién transitaba el Guarataro y Pinto Salinas), lugar donde murió apuñalado por uno de sus conocidos, el malandro “Leo”. Sus anécdotas e historias trans-miten cierta sabiduría de la vida, en un lenguaje propio de la calle. Desde el pri-mer momento que pude escucharlo, me dijo “que no había sido ningún santo, había matado, robado y consumía dro-ga, pero no tratábamos de hacer daño a la gente, los vecinos me entienden y

11 Varias personas aseveran que existen 3 Is-mael en la corte: Ismael González (“el estricto”), Ismael Sánchez (Ismaelito) e Ismael Solórzano. Aunque esto sigue siendo motivo de discusión y confusión entre los propios espiritistas. Ver para mayor información: Báez (2004).

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regalábamos cosas e incluso dinero a aquellos que lo requerían. Así todo es-taba bien, había como quien dice de ambos un respeto…”. Un aspecto que señaló en relación con el sentido de la solidaridad era que dentro de su banda había amistad. “Mira, yo ayudé a cha-mos que andaban como en un hoyo por causa de la droga. Muchos andaban conmigo en la banda, no se la prohibí porque yo consumía, pero no andaba todo el tiempo así, ido y pegao por que-rer más. El Ratón era uno, siempre an-daba pendiente de consumir”.

Las respuestas de Ismael eran di-rectas, cargadas con bastante gestua-lidad, ambientadas con un fondo mu-sical de salsa vieja, ritmo que seguía al golpear con su cuchillo una botella vacía. Un aspecto curioso es que Is-mael y otros espíritus como Freddy, Zapata, José Antonio, Leo, Machera y el “Ratón”, quienes pudimos escu-char a través de algunas de sus ma-terias, insisten que lo principal son las acciones de bien que ellos reali-zan en las sesiones y a sus creyentes. Estos espíritus cumplen una función “orientadora”, cuestión que se hace explícita en la forma cómo relatan las diferentes historias de las curaciones y orientaciones que han realizado con sus fi eles. El “chamo Freddy” dijo que ha prevenido a muchas personas que estaban en peligro: “Chamo, te vienen unos tiros, salte de esas cosas…”, pero muchos no agarran consejo y les ocurre lo inadvertido. Un informante en El Cementerio del Sur, el “Chamo Jesús”, me afi rmó que él estaba aquí cumpliendo una misión encomendada por el propio Ismael, para que dejara los vicios: “De hecho, estoy aquí por él (me señala la tumba de Ismael), di-gamos pagando un cumplido, y desde que estoy aquí haciéndole sus aten-ciones en la tumba me ha ido bien”.

Jesús entrelazaba cuando hablaba sus vivencias con relatos de los per-sonajes de la Corte. “Ellos eran unos chamos que tenían una banda y siem-pre se ayudaban entre sí. Así me dijo un mayor que los conoció, no dejaban morir a ninguno de los suyos. Pana, eso ya no se ve…”

Una espiritista del 23 de Enero, la señora Julia, al comentarle mi interés por la Corte Malandra, me explicó que esos espíritus son “ánimas agónicas”, muchas de ellas vagando en pena. Por eso se le considera en el espiritismo una Corte de baja luz. La mayoría han muerto en circunstancias violentas (abaleados, apuñalados) en enfrenta-mientos entre bandas, efectivos poli-ciales o alguna “culebra pendiente”.

Julia afi rma que conoció a “Mario”, un joven de la zona que ella misma consultaba, que había mostrado un interés en el espiritismo y en sus últi-mos años de vida se había alejado de la venta de droga, pero un viejo enemi-go lo sorprendió con un tiro en la es-palda. “Ahora Mario, después de años de muerto, baja en las sesiones espiri-tuales e incluso no sólo aquí, sino en otros portales espirituales, aconsejan-do y ayudando en especial a jóvenes con problemas de conducta”. Con ros-tro de tristeza me enseña una foto de hace aproximadamente 17 años donde aparece “Mario” con otras personas, y me comenta que era un muchacho que se debatía entre seguir en sus andan-zas que le proporcionaba el dinero su-fi ciente para mantener a su joven es-posa, su hijo y a su madre, o retirarse y aventurarse (debido a su poco grado de instrucción) a la búsqueda (formal) de un trabajo legal.

El “menor”, un adolescente de 15 años que con frecuencia visita y lim-

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pia las tumbas de los Calé, nos relató la forma como su fe en estos espíri-tus aumentó desde que le ocurrió un acontecimiento extraordinario: “Vivo cerca de El Cementario, en el Sector La Quinta, vengo a cuidar las tumbas de Ismael y de Elizabeth y a trabajar limpiando las tumbas de la gente que visita a sus muertos … Con parte del dinero que hago limpiando las tum-bas, le compro ofrendas a Ismael y a Elizabeth, porque les tengo mucha fe. Ellos me ayudan bastante, yo vivo con mi mamá y cuatro hermanos pe-queños, y los ayudo. Por eso trabajo: aunque siempre he trabajado, antes me lo gastaba fumando marihuana y a veces piedra. Pero ¡te cuento! Una vez me dio esa vaina, una… (Hace gestos de respiración acelerada y ma-reo) sobredosis. Entonces llegué has-ta la tumba de Ismael y me acosté cerca de ahí. Cuando me levanté con el cielo ya oscuro, no sentía ninguna molestia, como si nada ¡Pana! Desde ese día sólo de vez en cuando fumo un tabaquito, estoy seguro de que Is-mael me echó una mano. Yo estaba como muerto, nunca me había sen-tido tan mal. Ahora siempre le coloco su cigarrito, velas y fl ores. Hace poco fui a una sesión y pude verlo. Me dijo: “ahora eres de los nuestros”. Yo me sentía muy feliz. ¡Hasta lloré!”.

Estos relatos contados por los devo-tos y gente vinculada al espiritismo, ex-presan la “dignifi cación” de las fi guras de la Corte Malandra. La reconstruc-ción “mística” de personajes como Is-mael y otros, al reconocerse sus actitu-des solidarias con la gente de su barrio, ocurre ese proceso de dignifi cación en donde se emparentan la dimensión re-ligiosa, la ética y el reclamo o denuncia popular. a) Se legitiman ciertas estra-tegias de sobrevivencia (el robo) como consecuencia de una situación de in-

justicia del orden social. Míguez lo ex-presa cuando explica la canonización popular de delincuentes. “Estas fi gu-ras establecen un orden moral donde la justicia, vista como la distribución equitativa de la riqueza, es superior al valor de la propiedad individual. Por eso, un ladrón puede ser santo si roba para compensar una injusticia mayor” (Míguez, 2004, 78). b) Se asiste a una especie de “nostalgia” o “añoranza” por la existencia de unos códigos éticos del delincuente en el barrio, que posibili-taban ciertas normas de convivencia. Resaltando así, el estereotipo del “buen delincuente” o del “malandro pana”, cuestión cada vez más inexistente, como lo afi rma Deisy de 72 años, una espiritista y líder popular de La Pasto-ra: “Ahora los malandros no son como antes, que robaban con amabilidad (ri-sas). Los de ahora para probar que son bravos e intimidar hasta te humillan y en el peor de los casos te matan. Lo que pasa es que las bandas de delincuen-tes actuales infl uyen mucho sobre el comportamiento del individuo. Antes o en algunos momentos estaba la comu-nidad por encima de la banda. Ahora es la banda Los Fulanos hicieron esto y aquello, dominan aquel territorio y aquel otro. Buscan probar su capacidad de poder. Entonces las consecuencias las pagan siempre los más inocentes, cuando se arman verdaderas guerras entre bandas por territorios, ajustes de cuentas o con los policías”.

También estos relatos nos mues-tran algunas de las experiencias del habitante de los sectores populares urbanos, de los llamados por Valera (2006: 10) “los sujetos / as populares, que muchas veces son convertidos en extraños, en excluidos, en parias”, cuyas experiencias de vida nos desve-lan un dolor muchas veces silenciado. De ahí, que ocurra un encuentro en-

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tre los creyentes, las fi guras sujetas a devoción (entre “vivos y muertos”) al verse refl ejados los primeros en unas experiencias marcadas por una “me-moria trágica”, producto de una vio-lencia ejercida sobre los más pobres.

En ese sentido, Ferrándiz (2004: 194) utiliza la metáfora del “espacio herido de la cotidianidad” para referirse a esas ex-periencias sociales signadas por la vio-lencia: “Se trata de un modo de estar – en – el – mundo traumático, difícilmente comunicable, raramente verbalizado, con un gran potencial para desestabili-zar universos simbólicos y con un ám-bito epistemológico poco compatible con naciones absolutistas tales como “ver-dad” o “falsedad”” Es ese espacio propio de la violencia de la vida cotidiana y de un “modo de estar – en – el – mundo” es el que emerge en los espacios sagrados de las prácticas espiritistas marialionce-ras. Convergiendo así violencia y espiri-tismo a través de los campos sensoriales del trance. Los espíritus malandros “ciu-dadanos trágicos de un espacio herido (…) traen a los cuerpos de sus materias un estado existencial que combina una intensa implicación corpórea con un in-negable desparpajo en las acciones ce-remoniales” (Fernándiz, 2004: 204).

En las sesiones que asistimos, estos espíritus refl ejan en sus materias las vicisitudes de las que fueron víctimas y las consecuencias de una vida en ex-ceso. Tal es el caso del malandro José Antonio, que su voz es casi un susu-rro producto del excesivo consumo de droga o del “Ratón” que de forma pa-ranoica siente acoso por una supuesta presencia policial. Otros, como el caso de Freddy, como señala Ferrándiz, en-coge un brazo como consecuencia de un disparo en una riña con policías. Lo que sí es común en la mayoría de estos espíritus es la solicitud de músi-

ca de salsa vieja y sus respectivas pis-tolas, puñales, botellas de anís y ciga-rros12. Otro espacio sagrado donde se colocan esos elementos como ofrendas es en el altar compuesto por las icono-grafías de los malandros, los cuales en su mayoría se asemejan al estereotipo del look del joven actual, incorporán-dole utensilios propios del delincuente (pistola y cuchillo) y marcándoles ci-catrices. Esta iconografía, aunque fue motivo de inconformidad por algunos fi eles y espiritistas al verlas represen-tadas con un look muy contemporáneo y un estilo muy agresivo. Veamos un altar en donde se condensan los obje-tos propios de la Corte Malandra (go-rras, lentes, puñal, pistolas) con sus típicas ofrendas: cigarros, licor y velas (Ver foto 3).

Foto 3. Altar con objetos propios de la Corte Malandra del Centro Espiritual

“La Fuerza del Cacique”, Marzo de 2008. Foto realizada por J.A. Matos

Estos espíritus “promueven la con-tinuidad de los espacios sagrados con las calles (…) La llegada de los malan-

12 Esto viene a ser uno de los elementos no-vedosos que han introducido los espíritus malandros en el culto marialioncero. En el caso de la droga, la mayoría de los espiritistas evitan dárselas o la sustituyen con productos que se asemejan, como talco por perico, y se entregan cigarros sin fi ltro que se asemejan al de la marihuana.

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dros al culto entraña una compleja inscripción de los espacios urbanos de violencia en los cuerpos de las materias y fi eles, que se producen a través de esta continuidad sensual entre el trance y la intensidad de la vida de los barrios” (2004, 2005). En ese sentido, el culto de María Lionza, al no ser una “práctica anquilosada o enraizada en tradiciones estáticas” (Ferrandiz), articula a través de su “habitus espiritista” espacios diversos (en este caso violentos y dolorosos) de la realidad venezolana actual.

4. LA DIGNIFICACIÓN DEL MALANDRO

¿Qué representan estos personajes de la religiosidad popular que emergen como especie de nuevos héroes urba-nos? Héroes o no, el malandro como tal se ha convertido en un personaje central en el imaginario urbano. Su fi -gura ha venido a consolidarse como el genuino representante del “terror coti-diano” (Ferrandiz, 2004) o el “bárbaro” (De Freitas, 1995) de nuestro tiempo. A través de discursos institucionaliza-dos (Estado) y especializados (medios de comunicación), “el malandro” se ha venido prefi gurando como el protago-nista principal de la violencia urbana. Estos discursos no sólo han contribui-do a crear un perfi l estereotipado del malandro, sino a delimitar su territorio o fi jarlo a un ámbito espacial. En ese sentido, como señala De Freitas (1995: 148), la prensa amarillista, la “prolife-ración de revistas y programas de te-levisión” sobre el crimen “han servido para fomentar la idea de que sólo en los barrios se producen hechos violentos y, por ende, que tales hechos violentos son de la autoría exclusiva de quienes ha-bitan esos espacios, lo que ha generado una represión policial carente de cual-quier tipo de límites”. Esto contribuyó

a crear un ambiente de legitimación de la denominada “guerra al hampa” con las muy recordadas redadas policiales y estrategias de seguridad urbana lla-madas “operativos de profi laxia social”, que se convirtieron en verdaderos labo-ratorios represivos.

El malandro pasó a ser el foco de miradas de los “emprendedores morales”13 (Becker, citado por Kessler, 2004: 76), quienes ven en los habi-tantes de los barrios los culpables por excelencia de la situación de violencia urbana, desencadenando un intenso proceso de “estigmatización” e “indig-nación territorial”, activándose unos dispositivos por medio de las “cróni-cas rojas” y los “discursos policiales” que estereotipan al delincuente. Vea-mos algunos elementos descriptivos del presunto delincuente: Estereotipo del Malandro (por parte de las autori-dades policiales): “Ser “niche” o “mo-reno”; “Tener cara de choro”; “Cami-nar como mono”; “Hablar malandro o calé”; “Vestirse como tierrúo: zapatos de baloncesto, chaqueta de jean o de cuero, franela de colores llamativos, gorras y otras prendas con emblemas deportivos”; “Escuchar salsa” (Frei-tas, 1995).

La efi cacia de los discursos poli-ciales y de la prensa sensacionalista, llevaron a legitimar una violencia ins-titucional al ampararse en las leyes para reprimir y violentar los derechos humanos de un sector de la población.

13 Los procesos de etiquetamiento, según Bec-ker (Citado por Kessler, 2004: 76), requieren siempre de un “emprendedor moral”, un actor que designe a otro como desviado desencade-nando el proceso de estigmatización”. Es muy representativa al respecto, la fi gura del antiguo Ministro del Interior Ramón Escobar Salom (ver sus declaraciones en el Diario de Caracas, 18 de marzo de 1994).

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El ser un joven proveniente de un ba-rrio signifi có muchas veces ser blanco constante de la violencia ejercida por las autoridades policiales a través de arrestos masivos. Estos procesos de estigmatización crearon profundas escisiones o brechas en la vida urba-na “al demonizar ciertos grupos urba-nos fortalece el imaginario de limpieza social que trastoca no sólo el paisaje arquitectónico de las ciudades, sino sus formas de socialidad” (Reguillo, 2001, 79), acentuando las estrategias de distinción o “los códigos de polari-zación” entre los que están adentro / afuera del barrio.

En ese contexto de “crisis urbana”14 de violencia generalizada producto del Estado y sus aparatos represivos y la complicidad de los medios informati-vos, consolidándose un “sistema de exclusión” que convierte al barrio y a sus pobladores en “indignos”, emer-giendo así lo que Pedrazzini y Sánchez (2001) llaman “la cultura de la urgen-cia” como consecuencia de la: “repre-sión a los marginales en nombre de la defensa del ciudadano. Frente a esta exclusión, la cultura de la urgencia ha respondido con la trampa, que no es sino una forma ingeniosa de darle la vuelta a la exclusión económica (…) La informalidad económica del ven-dedor ambulante, como la violencia del malandro, no son sino medios de urgencias, puestos en prácticas por obligación y no por gusto y, por tanto, no representan los fi nes de la cultura de la violencia” (Pedrazzini y Sánchez, 2001, 47).

14 “La crisis urbana de la ciudad se caracteri-za por desigualdades sociales, deterioro en las condiciones de vida de los trabajadores y sec-tores populares y un crítico estado de los ser-vicios colectivos que se podrían evaluar como defi citarios” (Pedrazzini y Sánchez, 2001: 11).

Esta cultura de lo cotidiano cons-tituida por una serie de estrategias de sobrevivencia aplicadas en la calle, tie-ne como las expresiones más extremas las fi guras del malandro, las bandas y los niños de la calle. Los malandros, como reiteran varios análisis sobre la violencia urbana son “extremadamen-te representativos de la sociedad con-temporánea, o al menos signifi cativos de las mutaciones trágicas que ha co-nocido esta sociedad desde 1983. Son los signos premonitorios de la nueva forma social, aquella que surge dictada por la difi cultad de sobrevivencia en el mundo urbano” (Pedrazzini y Sánchez, 2001: 72). Las bandas y los niños de la calle, a diferencia del malandro, son parte de la violencia más extrema o del “proceso de autonomización de la vio-lencia delincuencial” (Moreno, 2007).

Se trata de una violencia desarrai-gada de los antiguos códigos éticos y valores comunitarios del “control social” que posibilitaban acuerdos de convivencias entre los “antiguos malandros” y la comunidad. “Los “an-tiguos malandros” estaban sometidos a un control social bastante fuerte y efi caz. Por control social entendemos ahora la opinión de la gente, la manera de tratar de la gente, las condiciones no expresadas pero presentes en las prácticas relacionales para no delatar, no negar el trato, etc.” (Moreno, 2007, 858). El malandro, a pesar de su “acti-tud individual”, no era individualista, cuestión evidenciada por su trato res-petuoso y solidaridad con sus vecinos. Éste, al ser la fi gura más integrada de la “cultura de la urgencia”, su uso de la violencia no signifi có un fi n en sí mismo. Sus actos delictivos obede-cían más a las necesidades de sobre-vivencia y de respuesta a un sistema de exclusión social. Ahora bien, según estudios recientes sobre el “delincuen-

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te venezolano violento de origen po-pular” (Moreno, 2007) se observa en los últimos años la desaparición del “malandro integrado” o de los vínculos societales que regulaban la violencia en la comunidad. “Actualmente (…) el malandro ha roto los únicos límites que respetaba, los de convivencia en la comunidad. Con eso se ha puesto en contra de ella, no tanto porque la agreda sino porque le da lo mismo lo que piensen de él y la actitud que ante él tome la gente. De esta manera, han desaparecido las posibilidades de con-vivencia” (2007, 864).

Volviendo a la Corte Malandra, ob-servamos en las entrevistas realizadas a los informantes que un tema recu-rrente es la “heroicidad del malandro” o la mistifi cación del malandro viejo o llamado por los estudiosos “malan-dro antiguo” (Moreno, 2007) o “inte-grado” (Pedrazzini y Sánchez, 2001), cuyas cualidades era estar dispuestos a establecer una forma de convivencia o mecanismos de control expresados en algunos acuerdos implícitos entre ellos y sus vecinos, para lograr cierta armonía en la comunidad donde resi-dían e incluso algunos se convirtieron en verdaderos “Robin Hood” al com-partir parte de su botín, logrando así el reconocimiento de héroe popular y de leyenda urbana como las que nos cuenta el chamo Jesús, refi riéndose a la Corte Malandra: “Un señor de 70 años que conoció a algunos me dijo que éstos eran unos chamos que su-bían camiones de comida y lo repar-tían a la gente del cerro arriba. Hacían una fi esta, ya que colocaban música mientras repartían alimentos, logra-ban por momentos ayudar a la gente y olvidarse de sus penurias…”.

Si bien son escasas o inexistentes las manifestaciones de esas formas de

sociabilidad en la actualidad, se resis-ten a desaparecer en la memoria popu-lar al ser recreadas por un imaginario popular en los escenarios de religiosi-dad urbana del espiritismo marialion-cero en donde emergen las voces de sus propios protagonistas: los malandros. Se trata de la liberación de “paradig-mas culturales y aspectos psicológicos que habían estado adormecidos (…) Aunque la voz que ellos emiten es el reconocimiento y legitimación del bár-baro, no se los reprime, no se los ocul-ta; por el contrario, se los venera y se les pide fuerza, se los tiene de modelo de guerrero y luchador” (Salas, 2007, 4) Esos personajes, al ser deifi cados como fi guras religiosas establecen15 un “continuum” en el plano espiritual de funciones de control social al acon-sejar, orientar a sus fi eles y ayudar a aquellos que se encuentran insertos en acciones delictivas y en el mal vi-vir. Sus voces ya no son reprimidas, sino que se convierten en la esperanza de muchos de sus seguidores. Es que, como me dijo un creyente: “ellos no ha-bían muerto, estaban de parranda”.

5. CONCLUSIONES

La Corte Malandra es una expre-sión cultural que rememora a unos personajes que, viviendo en condicio-nes adversas, optaron por transitar en una zona fronteriza entre la lega-lidad y unos códigos locales de so-brevivencia que transgredían la Ley. Ellos, al igual que muchos jóvenes de nuestros barrios, fueron víctimas de un sistema social que los excluyó de los procesos productivos, de las for-mas de participación y que los repri-mió con un sistema legal que v por el solo hecho de ser joven y del barrio

15 No existe un patrón defi nido de los espíritus Kalé, ya que cada vez se incorporan más. Esto lo determinan los practicantes del culto.

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APROXIMACIÓN A LA CORTE MALANDRA DEL CULTO DE MARÍA LIONZA

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se era una amenaza. Por eso, la Corte Malandra se convierte en una fuente de energía ética y espiritual a quienes hoy tenemos la esperanza de un mun-do más justo y solidario.

A nuestro parecer esta expresión cultural no obedece a una “apología de la violencia” que algunos observa-dores le han atribuido. Esta manifes-tación religiosa – urbana al “reconocer la necesidad expresiva de la violencia” no la niega al ritualizarla en las cere-monias religiosas, se le previene y se denuncia la violencia de raíz. Aque-lla generada por los delincuentes de cuello blanco y por las instituciones políticas, verdaderas responsables de profundizar grandes brechas y polari-zaciones en la sociedad venezolana.

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INFORMANTES CLAVES CITADOS

Chamo Jesús y El Menor: Devotos frecuentes de la tumba de Ismael Sán-chez. Contactados en marzo de 2008.

Tibero: Espiritistas marialionceros, materia principal del Centro Espiritis-ta “La Fuerza del Cacique”. Contacta-do en enero de 2008.

Julia: Espiritista marialioncera, contactada en marzo de 2008.

Daisy: Espiritista marialioncera y líder comunitaria en La Pastora, con-tactada en marzo de 2008.

María: Vendedora informal de fi gu-ras religiosas, contactada en noviem-bre de 2007.

Gonzalo Báez: Babalao y editor de la Revista Los Orichas, contactado en enero de 2008.

* Sociólogo, Docente de la Universidad Bolivariana de Venezuela sede Caracas. Correo electró-nico: [email protected]

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DIÁLOGO DE SABERES N° 4 enero-abril/2009 Caracas/pp. 148-158

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RESEÑAS

PRIMER CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE PENSAMIENTO

CRÍTICO Y ALTERNATIVO

PRE-ENCUENTRO DE LA ASOCIACIÓN LATINOAMERICANA DE SOCIOLOGÍA (ALAS)

MARACAIBO, 2 AL 4 DE MARZO DE 2009

PROGRAMA

Lunes 2 de marzo Auditorio del Banco Central de Venezuela

04:30 – 06:00 p.m. Acto de instalación

Himno Nacional a cargo de la Coral Wayunaiki de la UBVPalabras de Apertura, a cargo de: • Estílita Molero, Coordinadora del Congreso • José Huerta. Coordinador de la UBV – Sede Zulia• Yadira Córdova. Rectora de la UBV

06:00 – 07:00 p.m. Conferencia inaugural

América Latina Interrogada, a cargo de: • Jaime Preciado Coronado. Presidente de la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS)Presenta: Alexis Romero Salazar. Secretario Ejecutivo de la Asociación Venezolana de Sociología

07:00 – 08:00 p.m. Actividad cultural y social

EVENTOS ACADÉMICOS

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DIÁLOGO DE SABERES

Martes 3 de marzoUBV- Sede Zulia

07:30 – 08:30 a.m. Inscripción y entrega de materiales en el Salón Vidal Chávez

8:30 – 10:00 a.m. Conferencia Magistral en el Auditorio Karl Marx

Pensamiento Crítico y Alternativas de Transformación en América Latina, a cargo de: • Raquel Sosa Elizaga. Profesora de la Universidad Autónoma de México. Ex-presidenta de ALAS • Moderadora: Haydée Ochoa Henríquez. Coordinadora de Investigación y Estudios Avanzados de la UBV en Zulia, Merida y Trujillo

10:00 – 12:00 a.m. Foro Temático en el Auditorio Karl Marx

La Construcción del Poder Popular, a cargo de: • Javier Arrúe. Diputado a la Asamblea Nacional• Santiago Arconada. Promotor de las Mesas Técnicas de Agua• Orlando Yajure. Profesor de la Universidad Central de Venezuela• Emilio Chirinos. Profesor de la Universidad del Zulia• Moderadora: María Alejandra Portillo. Profesora de la UBV – Sede Zulia

12:00 – 01:00 p.m. Receso

01:00 – 04:00 p.m. Presentación de ponencias en Mesas de Trabajo y entrega de certifi cados a los ponentes

Miércoles 04 de marzoSede UBV – Zulia

08:30 – 10:00 a.m. Conferencia Magistral en el Auditorio Karl Marx

El Cambio Social en Venezuela y el Pensamiento Crítico Latinoamericano, a cargo de: • Oscar Battaglini. Profesor de la Universidad Central de Venezuela • Moderadora: Carmen Simona Matute. Profesora de la UBV – Sede Zulia

10:00 – 12:00 a.m. Foro Temático en el Auditorio Karl Marx

Universidad y Revolución, a cargo de: • Luis Damiani. Vicerrector de la UBV

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RESEÑAS

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I JORNADAS DE PRODUCCIÓN Y RECREACIÓN

DE SABERES- UBV- SEDE ZULIA

UNIVERSIDAD REVOLUCIÓN Y CONSTRUCCIÓN DEL PODER POPULAR

MARACAIBO, 7 Y 8 DE OCTUBRE DE 2009

Propósito y Metodología

Las I Jornadas de Producción y Recreación de Saberes se realizarán por re-giones, como antesala a las Jornadas Nacionales de toda la institución. El objetivo es intercambiar experiencias de investigación a través del encuentro y debate entre los miembros de la comunidad académica para aportar a la construcción colectiva de propuestas y fortalecer la producción y recreación de saberes para el poder popular, desde nuevas matrices del pensamiento crítico, alternativo y transformador de la práctica social, política y académica. Se desarrollarán a través de Foros y Mesas de trabajo para discutir ponencias,

• Antonio Castejón. Director de la OPSU • Xiomara Muro. Secretaria de la UBV • Teresa Gamboa. Profesora de la Universidad del ZuliaModerador: José Huerta. Coordinador UBV-Sede Zulia

12:00 – 01:00 p.m. Receso

01:00 – 04:00 p.m. Continuación presentación de ponencias en Mesas de Trabajo y entrega de certifi cados a ponentes

04:00 – 05:00 p.m. Acto de clausura en el Auditorio Karl MarxEntrega de certifi cados a participantes en el salón Vidal Chávez

Mesas de Trabajo

Comunicación socialCultura y ReligiónCurriculum y PedagogíaEducaciónEducación SuperiorEpistemología

Transformación del EstadoOrganizaciones y Gestión

Participación y Poder PopularEstudios Políticos y Jurídicos

Economía y Desarrollo Endógeno

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DIÁLOGO DE SABERES

cuyo tema lo constituyen las diez áreas académicas de la Universidad, organi-zadas en cinco mesas de trabajo.

Mesas de Trabajo

• Estado, Sociedad, Diversidad Cultural, Derecho Social y Poder Popular • Geopolítica, Integración Regional, Seguridad Integral, Hábitat, Ecodesarrollo y Ordenamiento Territorial• Desarrollo Productivo, Economía Alternativa, Energía y Desarrollo Endógeno• Independencia Científi ca y Tecnológica, Comunicación y Soberanía, Educa-ción Emancipadora y Pedagogía Crítica• Salud Colectiva y Derecho a la Vida, Soberanía y Seguridad Alimentaria

Modalidades de Participación

• Como participante: Certifi cado para quienes asistan al evento• Como ponente: Certifi cado para quienes presenten ponencias

Inscripción y envío de Ponencias

Inscripción: Fecha tope: 15 de septiembre de 2009 Resumen: Fecha tope: 15 de agosto de 2009Ponencia: Fecha tope: 15 de septiembre de 2009Descarga de formato de inscripción: http://www.ubv.edu.ve Envío de formato de inscripción y de la ponencia con su resumen al correo-e: [email protected]

PROGRAMA

Miércoles 7 de octubre de 2009Coordinación de Investigación y Estudios Avanzados

08:00 a 09:00 a.m. Retiro de material

09:00 a 09:30 a.m. Acto de instalaciónA cargo de autoridades de la Sede Zulia de la UBV

09:30 a 12:00 p.m. Foro: La investigación en la UBV: Realidad y necesidad.

Edgar Figuera: Director Nacional del CESYC -UBV• Haydée Ochoa Henríquez: Coordinadora de CIEA- Zulia - UBV• Samael Najul Bracho: Coordinador Regional del CESYC• Luz Marina Rivas Montero: Directora Nacional del CECSO• Francisco Tiapa: Profesor de la UBV, Mérida • Moderadora: • Profesora Coribel Nava. UBV, Zulia

12:00 a 1:00 p.m. Receso

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RESEÑAS

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II SIMPOSIO LATINOAMERICANO

LA SISTEMATIZACIÓN DE EXPERIENCIAS FRENTE A LOS DESAFÍOS POLITICO-

PEDAGÓGICOS EN LA CONSTRUCCIÓN DE NUEVOS PARADIGMAS

UBV SEDES DE CARACAS, MARACAIBO, MATURIN Y PUNTO FIJO

10 AL 13 DE NOVIEMBRE 2009

Propósito

La Universidad Bolivariana de Venezuela, Casa de los Saberes, con el propósi-to de impulsar espacios para el diálogo, debate y la refl exión colectiva, se pro-pone realizar el segundo evento sobre Sistematización de Experiencias, bajo las premisas de “Aprender/Investigando” y “Conocer/Transformando”, a fi n de contribuir cualitativamente con la generación de propuestas y soluciones para la transformación de la realidad, así como para profundizar en la partici-

01:00 a 04:00 p.m. Mesas de Trabajo

Jueves 8 de octubre de 2009

09:00 a 12:00 p.m. Foro: Construcción del Poder Popular en Venezuela

• Jackeline Suárez: Profesora de la UBV, Zulia• Oswaldo Espinoza: Profesor de la UBV, Trujillo • Edmundo Nava: Profesor de la UBV, Falcón. • Emilio Chirinos: Investigador de la Universidad del Zulia• Rafael Morales. Líder comunitario • Moderador: José Javier León

12:00 a 01:00 p.m. Receso

01:00 a 04:00 p.m. Mesas de Trabajo

Comité de Organización

• Haydée Ochoa Henríquez: Coordinadora del Comité General• Iris Argüello: Coordinadora General de las Jornadas• Rosa Núñez: Coordinadora de la Comisión Académica• Yhoana Paredes: Coordinadora de la Comisión de Inscripción• Veronica Pirela: Coordinadora de la Comisión de Promoción• Karina Villalobos: Coordinadora de la Comisión de Logística• Rosa Mercedes Peña: Coordinadora de la Comisión Memoria del Evento

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DIÁLOGO DE SABERES

pación directa y protagónica de las comunidades en el escenario de lo público y en la construcción de la nueva hegemonía social. Desde esta perspectiva, se requiere analizar y comprender la realidad actual de Venezuela y América Latina, así como también aprender de las experiencias de la lucha política, social y cultural, lo cual permite sistematizar el conoci-miento que de ello se desprende para generar una praxis social transformado-ra que se origina en las propias exigencias cognoscitivas y existenciales de las comunidades y movimientos sociales de base a través del diálogo de saberes.

Esto es fundamental para la reapropiación del saber-poder y la transforma-ción de las relaciones sociales capitalistas hacia unas socialistas. El debate es en torno a una universidad que, comprometida con las luchas sociales emancipadoras, deconstruye el currículo que reproduce las relaciones sociales de dominación sostenidas a través del ocultamiento de la lucha de clases, el divorcio entre la teoría y la práctica y la fragmentación del saber.

La sistematización es una herramienta que facilita la refl exión sobre la prác-tica que, asumida desde una perspectiva dialéctica, guía y orienta la acción transformadora, y también abre la posibilidad de construir un nuevo el anda-miaje teórico y metodológico que favorezca el alcance de ese propósito.

Invitados Nacionales e Internacionales

Sistematización y experiencias de gestión pública para el poder popular

• Carmen Zavalaga (Bolivia) • Mariluz Morgan (Perú)• Beatriz Borjas (Venezuela)• Maritza Capote (Venezuela)

Sistematización y experiencias de movimientos sociales y organizaciones comunitarias

• Pilar Uvilla (Uruguay) • Oscar Jara (Costa Rica)• Omar Ovalles (Venezuela)• Fabiola Alves (Venezuela)

Sistematización y experiencias de interculturalidad

• Gloria Maria Bustamante (Colombia)• Esteban Mosonyi (Venezuela)• Karen Silva (Venezuela)• Alejandrina Reyes (Venezuela)

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RESEÑAS

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Sistematización y experiencias pedagógicas innovadoras y transformadoras

• Sergio Martinic (Chile)• Alfonso Torres (Colombia)• Alfredo Ghiso (Colombia)• Elsa Falkembach (Brasil) • Carlos Lanz (Venezuela)• Omaira Bolívar (Venezuela)• Lezy Vargas (Venezuela)

Participantes

• Personal docente y estudiantes de todas las sedes de la UBV • Participantes de otras universidades y organizaciones sociales venezolanas y latinoamericanas• Invitados de otros países latinoamericanos, especialistas en la temática de sistematización de experiencias

Objetivo

Interpretar críticamente las experiencias signifi cativas en las áreas de Gestión Pública para el poder popular, Movimientos Sociales y organizaciones comuni-tarias, Interculturalidad, y Procesos Pedagógicos innovadores y transformado-res, todo ello en función de la construcción de una nueva praxis emancipadora y contrahegemónica del quehacer sociopolítico.

Modalidad

Simposio descentralizado en 4 regiones de Venezuela, sedes de la UBV, ba-sado en la constitución de Círculos de Refl exión que van progresivamente construyendo conocimiento desde la discusión de las experiencias y el diálogo de saberes con personas de otros contextos y especialistas.

Los Círculos de Refl exión

Serán grupos de 15-20 personas, donde los participantes presentarán una re-fl exión crítica basada en la sistematización de alguna experiencia vivida, rela-cionada con el eje temático respectivo. A partir del intercambio de dichas re-fl exiones se construirá un conocimiento colectivo sobre la temática (afi rmacio-nes, dudas, puntos de debate y profundización…), así como sobre la concepción y metodología de sistematización utilizada.

Cada círculo de refl exión será coordinado y animado por dos personas de la UBV, quienes elaborarán una relatoría comunicativa de los resultados pro-ducidos por el círculo. Estas relatorías se presentarán como aportes a un de-

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DIÁLOGO DE SABERES

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bate y a un diálogo con especialistas tanto en la temática particular como en sistematización de experiencias. Una comisión recogerá la relatoría de estos diálogos.

Ejes Temáticos

• Sistematización y experiencias de Gestión Pública para el poder popular

La nueva institucionalidad, como eje central del cambio estructural político que exige el nuevo Estado, remite a una nueva forma de ejercer la ciudadanía. La participación individual y colectiva como mandato jurídico en el ámbito de la administración pública (LOAP, 2008 Art. 1) invoca a crear mecanismos e instancias para promover la participación popular y el control, seguimiento y evaluación de las políticas, planes y proyectos públicos, propiciando así, un quehacer gubernamental revolucionario.

Esta tarea institucional de construcción desde el poder popular demanda una sistematización y socialización que contribuya a la generación de nuevos sa-beres y conocimientos a partir de la interacción estado-sociedad-comunidad-ciudadano, como base de una nueva práctica sociopolítica.

Categorías: Poder popular, participación ciudadana, nueva institucionalidad.

• Sistematización y experiencias de Movimientos Sociales y organizaciones comunitarias

Refl exionar y profundizar la participación, la organización y la movilización de los sujetos sociopolíticos gestados en la dinámica histórica de estos últimos 10 años en Venezuela y América Latina, nos permite visualizar estrategias, tácti-cas, acciones y valores comunes que consoliden una acción colectiva regional, nacional y local. Nuevas prácticas integradoras de los movimientos sociales y de las organizaciones comunales para afrontar una realidad compleja y de incertidumbre.

Los procesos de organización requieren del encuentro discursivo de la diver-sidad cultural, del intelecto singular y colectivo, y de nuevas formas éticas en las que el otro pueda actuar con autonomía y en interdependencia. Por tanto, la sistematización en este eje supone una reconstrucción de la trayectoria y la complejidad de las diferentes miradas y saberes de los actores que tengan algo que decir sobre la práctica. Que sea punto de partida y de llegada de la mirada analítico interpretativa de los movimientos sociales y las organizacio-nes comunitarias, en la medida que contribuyan a mejorar o transformar las propias experiencias.

Categorías: Movilización, participación colectiva, organización.

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RESEÑAS

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• Sistematización y experiencias de Interculturalidad

La interculturalidad representa un camino hacia el diálogo entre culturas bajo el principio de igualdad, por tanto implica respeto a las diferencias, una posi-bilidad para concretar la justicia social y un proceso que busca construir otras relaciones sociales, cambios institucionales y estructurales en la sociedad.

En este sentido, al estar vinculada su refl exión al tema de la sistematización, la interculturalidad busca, desde el pensamiento y la práctica revolucionaria, intercambiar experiencias, así como analizar y comprender en éstas la imbri-cada relación entre cultura, sociedad, política, conocimiento y economía.

Se trata de enfatizar el papel que tiene la interculturalidad en la construcción de nuevos referentes, de nuevos imaginarios y subjetividades tanto en el plano simbólico como material; y responder a los retos y desafíos de la sistematiza-ción en la realidad actual de Venezuela y América Latina, las luchas por la transformación radical y el diálogo intercultural.

El diálogo intercultural es un aporte sustantivo para la emancipación y la concreción de propuestas educativas, políticas, sociales, culturales, econó-micas y ecológicas que supone la transformación de las relaciones sociales capitalistas.

Categorías: Participación intercultural, unidad en la diversidad, diálogo inter-cultural.

• Sistematización y experiencias pedagógicas innovadoras y transformadoras

En Venezuela y América Latina, se viven actualmente procesos revoluciona-rios que implican transformaciones profundas en la sociedad, dirigidas hacia estrategias socialistas, contra hegemónicas y emancipadoras. Siendo por ello el cambio educativo una tarea ineludible como un espacio para la construc-ción del poder popular y la democracia del saber.

Es tarea esencial el debate y la deliberación sobre los modos de producir co-nocimientos, la articulación teoría-práctica, y sus aportes para impulsar la participación integral de las comunidades y la gestación de una subjetividad políticamente comprometida con la transformación de nuestras sociedades. Vinculándose, de ese modo, la sistematización con una Educación emancipa-dora y una pedagogía crítica.

Bajo esta concepción reivindicamos la Educación Popular, a sus educadores y educadoras que, desde hace varias décadas vienen aportando a la lucha de los pueblos indo-afro-iberoamericanos en la construcción de otra educación, de otras escuelas, de otra forma de producir conocimiento, de otras ciencias, y de otra manera de decir y hacer la política.

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Categorías: Producción y recreación de saberes, innovación y creatividad, Educación emancipadora y transformadora.

Sedes/ Regiones/ Ejes Temáticos

El simposio se llevará a cabo de manera descentralizada en 4 regiones de Ve-nezuela, que cuentan con sedes de la UBV, respondiendo a énfasis agrupados en ejes temáticos particulares:

• Zulia: Sistematización y Experiencias de Gestión Pública para el Poder Po-pular.

• Falcón: Sistematización y Experiencias de Movimientos sociales y Organiza-ciones comunitarias.

• Monagas: Sistematización y Experiencias de Interculturalidad.

• Caracas: Sistematización y Experiencias pedagógicas innovadoras y trans-formadoras.

Sedes Anfi trionas con Estados Asociados

• Zulia: Táchira, Mérida y Trujillo.

• Falcón: Yaracuy, Lara, Barinas y Portuguesa.

• Monagas: Bolívar, Nueva Esparta, Delta Amacuro, Anzoátegui, Apure, Ama-zonas y Sucre.

• Caracas: Miranda, Vargas, Aragua, Guárico, Carabobo y Cojedes.

Comités Regionales Organizadores del Simposio

• Correo-e: [email protected]• Correo-e: [email protected]• Correo-e: [email protected]• Correo-e: [email protected]

Pautas para la Participación

• Resumen de la experiencia relacionada con el eje temático

• Descripción de la experiencia:

– Contexto de la situación– Relato Resumido: de lo que se pretendió y de lo que ha ocurrido durante la

experiencia, de tal manera que se pueda dar cuenta del desarrollo de la situa-

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RESEÑAS

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ción, del proceso llevado a cabo, del rol y relaciones de los diferentes actores involucrados.

– Análisis e interpretación crítica: profundizar en la experiencia, su sentido, su lógica, sus tensiones y contradicciones y cómo se enfrentaron y superaron o no.

– Aprendizajes: cuáles fueron las principales enseñanzas que nos deja la experiencia. Qué recomendaciones nos haríamos a nosotr@s mism@s y a otras personas a partir de esos aprendizajes.

• Sobre la sistematización de esta experiencia:– Por qué el interés en sistematizar esta experiencia. Motivaciones.– Para qué sistematizar esta experiencia. Utilidad y resultados.– Condiciones favorables y desfavorables para sistematizar la experiencia.

• Pautas de presentación:

– Extensión: cinco (5) cuartillas (máximo)

– Fuente: Times New Roman, 12 puntos

– Formato: interlineado 1,5 espacios; justifi cado

– Identifi cación: debe estar encabezado por el título de la experiencia sis-tematizada o a sistematizar (centrado), seguido del nombre completo del/los autor/es, su dirección de correo electrónico y la institución o comunidad a la cual pertenece(n) (alineado a la derecha).

– Presentación en Power Point: quince (15) láminas (máximo)

• Lugar y fecha límite de consignación de ponencias y presentaciones:

– 16 de octubre de 2009, en el Comité organizador de cada Sede

Nota: las experiencias que se ubiquen en un Eje temático diferente al asumido por la Sede anfi triona deberán integrarse a la Sede correspondiente, asumien-do el participante los costos de su movilización y viáticos.

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ÍNDICE ACUMULADO

ÍNDICE 2008

Alves de Melo, Demir; Leitte Fontes, Iedo y Armando de Figueredo AranhaPerspectivas de integración latinoamericana: ALBA, MERCOSUR y Banco del SurAño 1 No. 1 pp 11-17

Alves, Fabiola y Miguel Ángel ContrerasLa sistematización de experiencias comunitarias en el proceso de educación superior transformadoraAño 1 No. 3 pp 22-32

Arrieta, Dulimarth y Liliana UzcáteguiProyecto “Educar, desde, en y para las comunidades para transformar realidades”Año 1 No. 3 pp 65-66

Barmechea, María Mercedes; González, Stela y María de la Luz Morgan La producción de conocimientos en sistematizaciónAño 1 No. 3 pp 104-117

Caruso A., Marcelo E.La dimensión política de la sistematización de experienciasAño 1 No. 2 pp 102-109

Castaneda, NoraSemblanza de Jesús RiveroAño 1 No. 3 pp 8-11

Cendales, LolaLa sistematización de experienciasAño 1 No. 3 pp 68-73

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ÍNDICE 2008

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Coradi Serrano, Eglé; Becerra, Yolanda y José UsecheLa gestión del conocimiento pedagógico en PFG-Estudios Jurídicos de la UBVAño 1 No. 3 pp 67 De Figueredo Aranha, ArmandoLa Globalización y el ser nacionalAño 1 No. 1 pp 18-20 Damiani, LuisLa sistematización y su relación con la organización popular como centro del proceso de la revolución venezolana.Año 1 No. 2 pp 19-30 Escobar Cano, Luis FernandoDe la sistematización a la investigación pedagógicaAño 1 No. 2 pp 38-69 Espinal, ArlenysEl mecate histórico: reconstrucción histórica del diálogo de saberesAño 1 N o. 3 pp 42-51

Farías, G.; Farías, J.; Villavicencio, M.; Bolaños, H. y A. BermúdezExperiencias institucionales pioneras del programa de formación de grado en comunicación social de la Universidad Bolivariana de VenezuelaAño 1 No. 1 pp 55-65 Gantiva Silva, JorgeEl elogio de la bondad. Orlando Fals Borda: pensador del trópico, socialista rai-zal (1925-2008)Año 1 No. 2 pp 9-13 Jara Holliday, OscarAlgunas refl exiones en torno a la sistematización de experiencias comunitarias: Riesgos y desafíosAño 1 No. 2 pp 70-89

Jara Holliday, OscarLa sistematización de experiencias y las corrientes innovadoras del pensamien-to latinoamericano. Una aproximación históricaAño 1 No. 3 pp 118-129 Lanz Rodríguez, CarlosINVEDECOR y la crítica de la división social del trabajo capitalistaAño 1 No. 2 pp 90-101

Leis R., RaúlEl silencio activo de Carlos Núñez (1942-2008)Año 1 No. 2 pp 14-18

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DIÁLOGO DE SABERES

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López, JohanLa endocomunicación o una mirada-acción “otra” para enfrentar a la industria culturalAño 1 No. 1 pp 76-82

Martinic, SergioEl objeto de la SistematizaciónAño 1 No. 3 pp 130-138 Mejía, Marco RaúlAtravesando el espejo de nuestras prácticasAño 1 No. 2 pp-110-134 Millán Arteaga, Luís EnriqueOrganización popular, municipalización, investigación y proyectoAño 1 No. 1 pp 83-94 Millán, Luís Enrique y José Antonio Egido In Memoriam Profesor Armando Figueredo Aranha 1967-2007Año 1 No. 1 pp 21-23 Olivero, RichardTeatro y VoceoAño 1 No. 1 pp 95-100 Palacio, Carlos y Rubmyr RobainaLa criptografía como herramienta esencial en la seguridad informática institu-cionalAño 1 No. 1 pp 114-130

Palma, DiegoLa Sistematización como estrategia de conocimiento en la educación popular. El estado de la cuestión en América LatinaAño 1 No. 3 pp 74-103

Peña Maldonado, AliceAportes de Paulo Freire al pensamiento emancipador y humanista latinoameri-cano del siglo XXAño 1 No. 1 pp 24-42 Pirela, VerónicaRituales urbanas, la estrategia de compra-venta en el callejón de los pobres (Maracaibo)Año 1 No. 1 pp 66-75

Reyes, Alejandrina y Oscar RodríguezLa sistematización de experiencias y la visión emergente del hecho educativoAño 1 N o.3 pp 52-55

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ÍNDICE 2008

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Rivas Freites, AgustínMovimiento Comunal Bolivariano espacio organizacional de las comunas de las comunidades de la Parroquia SucreAño 1 N o. 3 pp 33-41 Rodríguez, Gilberto R.La energía alternativa y el desarrollo localAño 1 No. 1 pp 106-109

Rondon, José JavierArticulación del colectivo ubevista con los consejos comunales del municipio bolívar del Edo. Barinas, en el marco del fortalecimiento de la conciencia am-bientalAño 1 No. 3 pp 66

Serna, AlbertoLa formación permanente de los profesores asesores del programa nacional de formación de educadoresAño 1 No. 1 pp 43-54

Silva, PatricioMuchas historias y una realidad: La Universidad que no fueAño 1 No. 3 pp 66

Silva A., Soiram E.Las tecnologías de Información y comunicación: Herramienta necesaria para la construcción y consolidación de un nuevo modelo de educación superior boli-varianoAño 1 No. 1 pp 101-105 Sorondo, Yanitza y Rafael Boscán Retos para la sistematización de la interacción sociocomunitaria (proyecto) de la Universidad Bolivariana de VenezuelaAño 1 No. 3 pp 56-63

Torres Carrillo, AlfonsoLa sistematización de experiencias: aporte de la educación popular para una nueva universidadAño 1 No. 2 pp 31-37

Uzcategui, Liliana y María MatosEducar en Derechos Humanos desde lo comunitarioAño 1 No. 3 pp 64-65

Valdez, JulioLa Sistematización un reto epistemológicoAño 1 No. 3 pp 12-21

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Villalba, ScarlettLa tecnología de la información y la comunicación (TIC) como medio de ense-ñanzaAño 1 No. 1 pp 110-113

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PARÁMETROS EDITORIALES

Los parámetros de la revista fueron debatidos en el Taller Nacional so-

bre Edición de Revistas Académicas, facilitado por el Dr. Alexis Romero de la Universidad del Zulia, en marzo de 2007, bajo el auspicio de la sede UBV-Bolívar y la DIEA.

ÁREAS DE CONOCIMIENTO

• Ciencias de la Energía• Desarrollo Endógeno• Desarrollo Local y Poder Popular• Estudios Jurídicos y Políticos• Gestión de Políticas Públicas• Innovaciones Educativas• Ambiente y Hábitat• Agroecología• Salud Pública• Comunicación e Información• Multiculturalidad• Multipolaridad e Integración Regional• Otras

SECCIONES

• PERSPECTIVAS

Artículos de avances y/o reportes de resultados de investigaciones; ensa-yos teóricos, políticos, educativos, divulgación, registro de experiencias pedagógicas, etcétera. que constitu-yan un aporte en:

• Contextos Teóricos-epistemológi-cos-metodológicos

• Contextos políticos y de cambios• Temas por áreas de conocimientos• Organización socio-comunitaria• Otros

• A DOS MANOS

• Sección dedicada a estimular y mostrar la producción escrita entre actores de diferentes ámbitos, articu-lados en el desarrollo de proyectos co-

NORMAS DE LA REVISTA DIÁLOGO DE SABERES

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DIÁLOGO DE SABERES

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munes (profesores, estudiantes, fun-cionarios públicos e integrantes de organizaciones comunitarias).

• Relatorías, entrevistas, comenta-rios, propuestas, etcétera.

• Sistematización Acción socio-co-munitaria, (experiencias de proyecto)

• Reseñas• Reseñas y críticas diversas• Eventos• Directorios

PÚBLICO OBJETIVO

• Comunidad universitaria global• Comunidades de proyectos• Profesionales del sector público• Consejos comunales• Otros interesados

PARÁMETROS Y CRITERIOS DE EVALUACIÓN

El autor debe especificar la sec-ción a la que adscribe su aporte, al igual que la intención de someter su artículo a la revisión de árbitros. La estructura de los trabajos cientí-ficos que reportan el inicio, avance o culminación de investigaciones, al igual que el registro de experien-cias pedagógicas, debe correspon-derse con al menos los siguientes puntos:

• Introducción (panorama general del tema o problema abordado, estado de la cuestión o revisión de la literatu-ra, objetivos y justifi cación).

• Metodología (se da cuenta del qué, cómo, con qué y para qué de la estrategia con la que se resolvió la pregunta de investigación o se llegó a los objetivos; contempla las unidades de análisis, métodos, técnicas, herra-mientas, procedimientos y límites de la metodología empleada).

• Resultados (que pueden pre-sentarse con cuadros, gráfi cas, es-quemas, mapas, etcétera.; siempre y cuando esté debidamente justifi cado su uso).

• Conclusiones.

• Las referencias bibliográfi cas (normas APA).

• Los anexos son opcionales y su presencia requiere de una justifi ca-ción en el texto.

CRITERIOS ESPECÍFICOS PARA ESCRITOS

CIENTÍFICOS:

1. Formales

• Formato académico: El autor deberá indicar su intención de que el texto sea evaluado como artículo científi co. El artículo debe contener un resumen inicial con una exten-sión máxima de 200 palabras, que debe dar cuenta del objetivo, método y principales resultados o conclusio-nes. Deberán incluirse, por lo menos, tres palabras clave que describan los campos de estudio en los que incide el texto. Muy importante una dirección de correo electrónico y un número de teléfono. Debe contar con introduc-ción, metodología, resultados, con-clusiones, referencias bibliográfi cas y, cuando sean necesarios, anexos.

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• Idioma: los artículos deben ser remitidos en español.

• Envío: el artículo debe enviarse por Internet. En el caso de que se opte por el envío postal, se deberá enviar por duplicado y se aportará también la información en soporte informático en un procesador de texto estándar.

• Dirección digital:

[email protected]

• Extensión: el documento debe ser escrito a espacio sencillo, con un máximo de 20 páginas, escrito por una sola cara, y en hoja tamaño A4. La extensión incluye tablas y gráfi cas y bibliografía. Excepcionalmente, y previa autorización del consejo de re-dacción, podrá tener el artículo una extensión superior a la indicada.

• Letra: doce (12) puntos, Times New Roman, interlineado sencillo, tres (3) cms. a cada lado.

• Notas: deben ser numeradas y presentadas al fi nal del texto.

• Título: será claro y conciso y po-drá ir acompañado de un subtítulo para mayor aclaración.

• Citas textuales: deben ser intro-ducidas siguiendo el sistema APA (ver archivo adjunto con las normas APA).

• Referencias bibliográfi cas: de-ben ser introducidas al fi nal en orden alfabético, se hará atendiendo a las normas de American Psychological Association (APA).

• Redacción clara: el texto debe escribirse con enunciados claros, co-

herentes, precisos y con el uso correc-to de las reglas gramaticales.

• Cuadros, fotografías y/o gráfi -cas pertinentes: deberán adjuntarse al fi nal del texto, numerados por orden y con las correspondientes llamadas y referencias dentro del texto. Las fotos deben enviarse en archivos indepen-dientes nombrados correctamente y en formato JPG en alta resolución, no son válidas las que se envíen pegadas en un archivo Word.

2. De contenido

• Relación con otras investiga-ciones del mismo campo: que abor-de temas o problemas relacionados con investigaciones relacionadas con estos campos, cuyo resultado se plas-me en textos concretos.

• Pertinencia teórico-metodoló-gica: que las perspectivas de teorías y métodos respondan a las necesidades de información del objeto de estudio.

• Pertinencia temporal: escrito que genera información útil y necesaria para estudiar problemáticas actuales.

• Aportación a estudios ya he-chos: que aporte información innova-dora, original, que incremente el co-nocimiento relacionado con las áreas de conocimiento.

• Análisis y síntesis: el escrito debe integrar la teoría consultada al objeto de estudio construido, al aná-lisis de los resultados y a la discusión o conclusiones.

• Información de “primera mano”: que genere información original y no-

NORMAS DE LA REVISTA DIÁLOGO DE SABERES

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vedosa, resultante de un proceso de investigación en el que la teoría se construya a partir de su vínculo y re-lación con el dato empírico.

DIVULGACIÓN DE EXPERIENCIAS:

1. Formales

• Formato académico: El autor deberá indicar su intención de que su texto sea evaluado como artículo de divulgación y/o experiencias pe-dagógicas. El artículo debe contener un resumen inicial con una exten-sión máxima de 200 palabras, que debe dar cuenta del objetivo, método y principales resultados o conclusio-nes. Deberán incluirse, por lo menos, tres palabras clave que describan los campos de estudio en los que incide el texto. Muy importante una dirección de correo electrónico y un número de teléfono. Debe contar con introduc-ción, argumentos, desarrollo de la experiencia, conclusiones y, cuando sean necesarios, anexos.

• Idioma: los artículos deben ser remitidos en español.

• Envío: el artículo puede enviar-se por Internet y correo postal. En el caso de que se opte por el envío pos-tal, se deberá enviar por duplicado y se aportará también la información en soporte informático en un procesador de texto estándar.

• Dirección Digital:

[email protected]

• Dirección Postal:

• Extensión: el documento debe ser escrito a espacio sencillo, con un

máximo de 20 páginas, escrito por una sola cara, y en hoja tamaño A4. La extensión incluye tablas y gráfi cas y bibliografía. Excepcionalmente, y previa autorización del consejo de re-dacción, podrá tener el artículo una extensión superior a la indicada.

• Letra: Letra: doce (12) puntos, Ti-mes New Roman, interlineado senci-llo, tres (3) cms. a cada lado.

• Notas: deben ser numeradas y presentadas al fi nal del texto.

• Título: será claro y conciso y po-drá ir acompañado de un subtítulo para mayor aclaración.

• Citas textuales e interpretati-vas: deben ser introducidas siguiendo el sistema APA.

• Referencias bibliográfi cas: de-ben ser introducidas al fi nal en orden alfabético, se hará atendiendo a las normas de American Psychological Association (APA).

• Cuadros, fotografías y/o gráfi -cas pertinentes: deberán adjuntarse al fi nal del texto, numerados por orden y con las correspondientes llamadas y referencias dentro del texto. Las fotos deben enviarse en archivos indepen-dientes nombrados correctamente y en formato JPG en alta resolución, no son válidas las que se envíen pegadas en un archivo Word.

2. De contenido• Puesta en práctica comproba-

da: que aborde aspectos trabajados y desarrollados con los alumnos en las clases.

NORMAS DE LA REVISTA DIÁLOGO DE SABERES

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• Discusión académica: original, argumentada y crítica.

• Novedad y argumentación: debe generar nuevo conocimiento y pre-guntas sobre la temática particular del campo abordado. Deben contener referentes empíricos y teóricos sobre el tema que discuten.

• Aportación al desarrollo de la organización popular y comunita-ria.

• Estructura: debe tener una es-tructura clara, estar bien escrito y considerar la literatura relevante del tema discutido.

NORMAS DE LA REVISTA DIÁLOGO DE SABERES

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COORDINACIÓN DE EDICIONES Y PUBLICACIONES / IMPRENTA UBV1000 ejemplares

Enero-Abril 2009

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