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  • REVISTADE

    HISTORIA NAVAL

    INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

    ARMADA ESPAOLA

    Ao XX 2002 Nm. 77

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  • INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

    ARMADA ESPAOLA

    REVISTADE

    HISTORIA NAVAL

    Ao XX 2002 Nm. 77

  • 4REVISTA DE HISTORIA NAVALCoNsEjo RECTOR: -

    Presidente: Fernando Riao Lozano, contralmirante, director del Instituto deHistoria y Cultura Naval.

    Vire1 residentey Director: Jos Mara Madueo Galn, capitn de navo.

    Redactor Jefe: Jos Antonio Ocampo Aneiro. coronel de Mquinas.

    Vocales: Jos Cervera Pery, general auditor y periodista: Hugo ODonnell yDuque de Estrada, de la Comisin Espaola de HisroIia Martima;Enrique Martnez Ruiz. catedrtico de Historia de la UniversidadComplutense de Madrid.

    Redaccin, Difusin yDistribucin: Isabel Hernndez Sanz. Ana Berenguer Berenguer. Isabel Surez

    Zaccagnini.

    Administracin: M. ngeles Garca Cruz, capitn de Intendencia de la Armada:Roco Snchez de Neyra Espuch.

    DIRECCIN Y ADMINISTRACIN:

    Instituto de Historia y Cultura Naval.Juan de Mona. 1. 1! planta.28071 Madrid (Espaa).Telfono: 91 3795050.Fax: 91 3795945.

    EDICIN DEI. MINISTERIO DE DEFENSA

    IMpRIMI::

    Servicio de Publicaciones de la Armada.

    Publicacin trimestral: segundo trimestre de 2002.Precio del ejemplar suelto: 3,91 euros.

    Suscripcin anual:

    Espaa y Portugal: 15.63 euros.Resto del mundo: 24.04 euros.

    Depsito legal: M. 16.854-1983.ISSN-02 1 2-467-X.NIPO: 076-02-054-X.

    Impreso en Espaa. - Printed itr Spain.

    CUBIERTA ANTERIOR: Logotipo del Instituto de Historia y Cultura Naval.CUBIERTA POSTERIOR: Del libro Regimiento de Navegacin, de Pedro tIc Medina (Sevilla. 1563)

    y logotipo de la Comisin Espaola de Historia Martima.

    Las opiniones emitidas en esta publicacin son de la exclusiva responsabilidadde los autores de las mismas.

  • SUMARIO

    Pgs.

    NOTA EDITORIAL . 5

    Fases del poder naval en la Edad Media hispana, por ManuelFlores Dfaz7

    El gasto naval en Espaa e Indias (1715;1759). El caso deTierra Firme, por Jos Manuel Serrano Alvarez25

    Nufragos en Canarias durante la batalla del Atlntico, por JuanJos Daz Bentez35

    La agresin a la flota francesa en Mers-el-Kebir, por Jos LuisInfiesta Prez53

    La Torre del Oro de Sevilla, testigo mudo de la Carrera de Indias,por Fernando Gonzlez de Canales65

    Mboror, un memorable hecho de armas en el corazn de Sudamrica durante el perodo hispnico, por Luis FernandoFurln85

    La historia vivida: La Biblioteca Lobo, por Ramn CodinaBonet97

    Documento: Pliego de Cuenta y Razn de una venta de casaspropiedad del Prncipe de la Paz101

    La Historia Martima en el inundo: La batalla de Trafalgar: Sntesis bibliogrfica (y), por Jos Antonio Ocampo105

    Noticias Generales109

    Recensiones117

  • COLABORAN EN ESTE NMERO

    Manuel Flores Daz. Licenciado en Geografa e Historia por la Universidad Complutense de Madrid, donde en la actualidad es doctorando con la tesis El poder martimocastellano en la Edad Media (1248-1476). Es autor de obras sobre Derecho Martimocastellano medieval, tales como El Derecho Martimo mercantil del siglo XIII en lasCoronas de Castilla y Aragn, Hombres, barcos e intercambios, El mar, fuentede Derecho en la Espaa medieval. Expansin comercial y desarrollo legal, siglos xixiii. Participa con asiduidad en congresos y simposios con comunicaciones y ponencias, y colabora en diversas publicaciones con artculos de tema martimo.

    Jos Manuel Serrano lvarez. Naci en Utrera (Sevilla). Se licenci en 1992 dentrode la especialidad de Historia Moderna y Contempornea en la Facultad de Geografae Historia de la Universidad de Sevilla. Ha ejercido como profesor de HistoriaContempornea Universal y de Espaa en el Centro Andaluz de Estudios Empresariales (CEADE) durante siete aos. Su tesis, defendida recientemente, ha versado sobreEl gasto militar en Tierra Firme, /700-1 788. Pertenece al grupo de investigacinAndaluca y Amrica: tierra y sociedad.

    Juan Jos Daz Bentez. Licenciado en Geografa e Historia por la Universidad deLas Palmas de Gran Canaria. Su tesina, todava indita, tiene por ttulo La Armadaespaola y la defensa de Canarias durante la II Guerra Mundial (2001). Autor dediversos artculos (Espaa libre y los planes para la invasin de Canarias en el verano de 1941, en Cendro, nm. 2 [2001]; Pilgrim y la defensa de Gran Canaria durante la II Guerra Mundial, en Anuario de Estudios Atlnticos, nm. 46 [2000] yotros...), participa con ponencias y conferencias en distintas jornadas y seminarios.

    Jos Luis Inflesta Prez. Ha venido firmando sus trabajos con el seudnimo deAlcofar Nassaes. Publicista naval e investigador tenaz, se ha dedicado al estudio dela guerra civil espaola (1936-1939), especialmente a sus aspectos menos conocidos,aquellos en los que intervinieron personas y fuerzas extranjeras. Ha publicado numerosos libros y artculos sobre la materia, y colabora con asiduidad en la revista Historia y Vida, entre otras publicaciones.

    Fernando Gonzlez de Canales y Lpez-Obrero. Capitn de navo de la Armada.Especialista en Comunicaciones y diplomado en Guerra Naval y en Sistemas deMando y Control. Fue profesor de la Escuela de Guerra Naval de asignaturas de suespecialidad y secretario general del Instituto de Historia y Cultura Naval. Autor denumerosos trabajos y monografas sobre comunicaciones, guerra electrnica y mandoy control, y conferenciante en diversas escuelas y centros de las Fuerzas Armadas endichas reas. Aficionado a la investigacin histrica, especialmente al estudio de lapintura naval, est trabajando actualmente para el Museo Naval de Madrid en el catlogo de las pinturas de caballete patrimonio de la Armada, del que ha publicado lostres primeros volmenes.

    Luis Fernando Furln. Guardiamarina (R. N.) de la Armada argentina. Licenciadoen Historia por la Universidad del Salvador. Docente auxiliar en la ctedra de HistoriaModerna de Asia y Africa en la Universidad del Salvador y miembro de varias asociaciones e institutos de Historia Naval y Militar de Argentina y Per. Publica trabajosen revistas de varios pases sudamericanos. Es premio del Instituto Nacional Sanmartiniano.

  • NOTA EDITORIAL

    Cuando concluye una etapa de nuestro quehacer diario, es habitual realizarun balance de ese tiempo pasado y del que afortunadamente no podemoscambiar la ms mnima circunstancia, pues no sabemos si lo hecho podramejorarse, nica condicin que nos hara desear ese volver a vivir.

    Ese tiempo que pasa nos lleva a dejar obligaciones, cambiar de hbitos yver con menos frecuencia a las personas que trabajaban a diario con nosotrosy a las que nos unen ya muchas vivencias que compartir.

    Las reflexiones anteriores son consecuencia del cese como director de laREVISTA DE HISTORIA NAVAL, cargo que para m ha constituido un inmerecidohonor y que he procurado desempear lo mejor posible y que si he pasadodesapercibido, que creo es lo mejor que se puede hacer, la culpa ha sido delmagnfico equipo que figura en la pgina anterior al Sumario y no a mi eficacia. A todos ellos quiero mostrar mi agradecimiento y mi incero deseo demayores xitos a esta meritoria publicacin, menos conocida de lo que debiera.

    Mi enhorabuena al capitn de navo Jos Mara Madueo Galn, para quesu navegacin al mando de la REVISTA sea un verdadero xito, que por suscualidades excelentes como oficial de Marina y como persona merece sinduda.

    Este nmero incluye interesantes trabajos. como: Fases del poder naval enla Edad Media hispana, por Manuel Flores Daz; El gasto naval en Espaa eIndias (1715-1 759), por Jos Manuel Serrano Alvarez; Nufragos en Canarias durante la batalla del Atlntico, por Juan Jos Daz Bentez; La agresina l.a flota francesa en Mers-el-Kebir, por Jos Luis Infiesta Prez; La Torredel Oro de Sevilla, testigo mudo de la Carrera de Indias, por FernandoGonzlez de Canales; Mboror, un memorable hecho de armas en el coraznde Sudamrica durante el perodo hispnico, por Luis Fernando Furln; elnmero se completa con las secciones habituales La historia vivida: LaBiblioteca Lobo, por Ramn Codina Bonet; Documento; La Historia Martima en el mundo: La batalla de Trafalgar: Sntesis bibliogrfica (y), por JosAntonio Ocampo; Noticias generales y Recensiones.

  • FASES DEL PODER NAVALEN LA EDAD MEDIA HISPANA

    Manuel FLORES DAZHistoriador

    Introduccin

    Hace algn tiempo, en 1997, present una comunicacin en los II Estudiosde Frontera. En ella indicaba la limitacin que se vena aplicando en los estudios y temas fronterizos, al referirse casi con exclusividad al mbito terrestre,y que el acercamiento mayoritario se haca desde una perspectiva poltico-militar. El anlisis se bas en el empleo de fuentes escritas directas que posean informacin significativa sobre el tema a tratar. Ms tarde, a finalesde 1999 y con motivo de los III Estudios de Frontera, present otra comunicacin en la que mantena el protagonismo del medio marino, pero ahora en elproceso histrico que conocemos como Reconquista. El acercamiento al temade la segunda comunicacin se realiz teniendo en cuenta la relacin existenteentre las fronteras terrestre y martima desde una perspectiva poltico-militar.Adems, la aproximacin al tema se realiz valorando procesos histricosconocidos y perfectamente contrastados, reseando unas breves nociones terminolgicas y conceptuales referidas al poder naval. Una de las ideasms importantes que podan sacarse de estas comunicaciones es la flexibilidad, la elasticidad de la frontera martima, en un grado mucho mayor que laterrestre. Esto permite que la primera pueda extenderse mucho ms allrespecto a la segunda, situacin muy importante desde un punto de vista polticomilitar (1).

    Trabajando en esas comunicaciones, sobre todo en la segunda, se plantela necesidad de aclarar las acciones de dominio del mar durante la EdadMedia hispana e intentar realizar una divisin pautada, destacando el marcotemporal entre 711 y 1492. Este perodo de nuestra Historia, desde el punto devista militar, no fue slo de actividad blica terrestre. Sin embargo, la mayorade las monografas sobre la guerra en la Edad Media deberan ser consideradas estudios sobre la guerra terrestre en la Edad Media, ya que casi todasobvian la faceta naval de la guerra en el Medievo. Por otro lado, gran parte delas aportaciones referidas a la historia naval militar, al menos en Espaa,hasta muy recientemente han sido elaboradas por militares interesados en eltema, entre otras cuestiones porque los historiadores civiles no han queridoo no han podido hacerlo, con lo que ello supone desde eJ punto de vista de la

    Par-a la pri mcta comu n cae n. FLORES D1v.. Man tic La concepcin del mar comofrontcra en los textos jurdicos del siglo xiii en las Coronas de Castilla y Aragn. II Evtudio.v(/e F,-onte,-a, Alcal a Real, 1997. Actas, Jan. 1998. pp. 245-255. La segunda comunicacin fue: La interrelacin de las fronteras terrestre y martima en el perodo de la Reconquista. 11/ Eviudios de Ero ulero, Alcal la Real. 1999. Actas. Jan, 2000, pp. 253-268.

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  • MANUEL FLORES DAZ

    aplicacin de procedimientos cientficos y herramientas especficas de laHistoria (2). Pero, para lo que a nosotros nos interesa, tambin las accionesnavales o realizadas desde el mar tuvieron gran significacin tanto en la luchaentre los poderes peninsulares como en la influencia y expansin de estos poderes fuera del mbito de la pennsula ibrica. En un recuento rpido de procesostenemos, por ejemplo, la expansin andalus por el Mediterrneo; la expansinomeya por el norte de Africa; la expansin aragonesa tambin por el MeditelTtieo, ms militar en el occidental y central, ms econmica en cI oriental, y laexpansin de los marinos castellanos por el mar Cantbrico y el canal de laMancha, como prolegmeno al gran salto trasatlntico del ao 1492.

    Por otra pat-te, la motivacin de este anlisis pat-te tambin del divorcio quecreo que existe y no debiera existir entre tratadistas militares y civiles enel campo de la historia militar y ms concretamente en el de la naval. Divorcio que, segn mi criterio, lo nico que posibilita es una incomunicacin deideas que si se pusieran en contacto proporcionaran unos frutos ms notables,tanto para los estrategas como pal-a los historiadores.

    Algunas consideraciones sobre el poder naval

    Seal brevemente en el punto anterior el abandono de la Historia militar,y sobre todo de la naval, por pat-te de los historiadores civiles. Ello puede serdebido, entre otras razones, a que el campo de la poliorctica mantiene unlenguaje y unos procedimientos tcnicos propios, ms o menos complejos. Elconocimiento de alguno de stos se necesita, aunque sea someramente, paradespus aplicarlos al estudio concreto en el campo de la Historia. Esta laborde aprendizaje y control de un nuevo lenguaje, una nueva tcnica de anlisisel propio de las operaciones de una marina de guerra, en definitiva, deuna cierta visin, que podemos denominar naval, de las cosas es lo que hapodido actuar como freno en los estudios histricos en estos campos (3). Porlo que he sealado anteriormente conviene, antes de seguir analizando la partemeramente histrica, hacer una serie de aclaraciones terminolgicas y tcnicasreferidas a conceptos del poder naval, como un concepto eminentementeestratgico-militar.

    En primer lugar, el propio concepto de poder naval. Este naci ajeno alos estudios histricos o al resto de las denominadas ciencias sociales, aunque

    (2) A este rcspecto. es muy significativo y subrayo completamente lo indicado porGARCA Friz. Francisco: Castilla y Len frente al Isla,,,. Estrategias (le expansin y tcticas,nilitares (siglos x-xiti). Sevilla, 1998. En la introduccin indica el abandono por parte de loshistoriadores actuales de la historia militar. Puedo aadir que en el caso de la historia naval, almenos en la Edad Media, es an ms desolador.

    (3) Estoy de acuerdo en que, como dice Garca Fitz en la introduccin sealada, el historiador no deba ser necesariamente militar para poder intervenir en este campo, al igual que noes necesario ser economista para hacer historia econmica o agrimensor para hacer historiaagraria. Pero s es necesario un conocimiento, cuanto ms profundo mejor. para poder ofreceruna visin lo ms completa posible.

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  • FASES DEL PODER NAVAL EN LA EDAD MEDIA

    se emple en su elaboracin hechos histricos, y, en la actualidad, la historiografa asume este concepto para el estudio de ciertos acontecimientos. Concebido, o al menos definido, a finales del siglo xix en el mundo anglosajn y decarcter bsicamente militar es el trmino conocido como sea power. Refierela importancia de la posesin de una flota de guerra, pero tambin la voluntadpoltica de usarla con lo que conlleva, cara a la consecucin de determinados objetivos considerados estratgicos o vitales. Los espaoles tuvimos undoble papel significativo como sujeto paciente en el nacimiento de esta idea,as como en su puesta en prctica por parte de polticos y militares norteamericanos del siglo xix, lo que permiti ensanchar sus fronteras e influenciasms all del territorio continental de Amrica del Norte. La influencia espaola fue debida a que, por un lado, su autol; Alfred Thayer Mahan, en su obraInfluence of he Sea Power upan History, editada en Nueva York en el ao1890, tom en consideracin elementos de la historia martima espaola,como ejemplo de lo que segn l, grosso modo, era o haba sido un dominioincompleto del mar. Por otro lado, Mahan idc el concepto del sea powet;mientras que los polticos y la marina estadounidense lo aplicaron pronto, demanera prctica y contundcnte, en el corto pero intenso, y para Espaa militarmente desastroso, conflicto hispano-norteamericano de 1898. Este se desarroll en Cuba y Filipinas, el Caribe y Extremo Oriente como escenarios principales, y los ecos del mismo, ms pacficos, culminaron momcntneamenteen el ao 1999, con el centenario de la vcnta de los archipilagos de lasMarianas excepto de la isla de Guam, ocupada por la marina estadounidense y las Carolinas a Alemania. Diferente, y abarcando una idea ms ampliaque este conccpto, es otro. Se trata del denominado poder martimo>.Adems de las cuestiones bsicamente militares reseadas en el anterior,engloba los aspectos civiles relacionados con una serie amplia de facetas de lavida martima. Una de ellas sera con la navegacin, ya sea de carcterpesqucro, comercial o deportivo. Tambin incluira el desarrollo, avance yevolucin cientfica tanto en la navegacin como en la construccin naval. Untercer aspecto de este poder martimo es la propia consideracin que unasociedad tenga respecto a las cuestiones nuticas y su tratamiento cotidiano, ala mentalidad martima o no de un pas. Refirindonos aqu nicamente alpoder naval, mantenindose el concepto bsico, ste ha sido desarrollado,matizado, puntualizado y sometido a un sinfn de elucubraciones terico-estratgicas, cuya aplicacin prctica final es obtener lo que se denominadominio del mar, un tercer concepto que a los profanos conviene conocer.En Espaa, pese a la importancia del mar como medio condicionante y protagonista de nuestra historia como nacin, el pensamiento estratgico martimono ha tenido mucha importancia. En poca ms reciente, en contestacin a lasteoras de Mahan, tenemos a finales del siglo xix la obra de Joaqun Snchezde Toca El poder naval en Espaa y poltica econmica para la nacionalidadibero-americana (La Corua, 1898). Tras el desastre del 98 sera ministro deMarina; en los inicios del siglo xx, destacaran Pedro Novo Colson, El podernaval. Discurso de su recepcin. Real Academia de la Historia, 14 de fe-

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  • MANUEL FLORES DIAZ

    brero de 1909 (Madrid, 1909); tambin tenemos en esta poca, y un poco msadelante, la obra de Adolfo Navarrete, El problema martimo de Espaa(Madrid, 1917); desde finales de los aos treinta y en los aos cuarenta a LuisCarrero Blanco, Espaa y el mar (Madrid, 1941), que llegara a ser jefe deGobierno en el ltimo perodo franquista; en los aos sesenta y setenta tenemos a Eliseo Alvarez Arenas, El espaol ante el mar (Madrid, 1969). En losaos ochenta y noventa existen tratadistas, militares, como Ricardo CerezoMartnez, Espaa y el poder martimo (Madrid, 1975); Fernando BordejMorencos, Espaa, poder martimo y estrategia naval (Madrid, 1985); JosCervera Pery, La estrategia naval del Imperio (Madrid, 1982), o El podernaval en los Reinos Hispnicos. La marina de la Edad Media (Madrid, 1992),que realizan trabajos desde una perspectiva histrica. Ms recientemente, enun proceso que se inici en 1953, el pensamiento estratgico martimo espaoles prcticamente nulo, y no es sino un apndice de las necesidades estratgicas a escala mundial de los Estados Unidos de Amrica. En este sentido sonclaras las palabras de Juan Luis Coello Lillo, quien en Buques de la Armadaespaola. La ayuda americana y el programa de modernizacin (Madrid,1991) dice: ... en general, las Fuerzas Armadas espaolas no tenan msremedio que caer en una fuerte dependencia doctrinal y tctica de los EE.UU.,corno contrapartida de su modernizacin y puesta al da....

    Esta es la situacin desde los aos cincuenta hasta la actualidad. En losltimos aos, tras la cada del muro de Berln, y la integracin espaola en losinstrumentos europeos de defensa, el incremento de la participacin militar deEspaa en misiones humanitarias en el extranjero hace que se tomen enconsideracin otras prioridades estratgicas a escala regional y, en la medidade las posibilidades espaolas, mundial, lo que ha hecho modernizar y potenciar la capacidad anfibia de la Armada. Pero tambin, en el ltimo caso, nodeberamos olvidar la proteccin de los intereses econmicos espaoles,como, por ejemplo, los posibles yacimientos petrolferos en aguas de Canarias, disputadas por Marruecos. Tampoco debiera olvidarse la flota pesquei-aespaola, extendida en el mbito mundial, amenazada en sus actividades porpases tan civilizados como Canad, que no dudan en saltarse el DerechoInternacional y, adems, aplicar la fuerza en esa irregularidad. Por ello, elGobierno espaol se vio obligado a desplazar un barco de guerra en estecaso una patrullera de altura en defensa de los intereses de nuestros pescadores y de nuestros intereses nacionales, adems de denunciar a Canad antelos tribunales internacionales correspondientes. que al final dieron la razn alEstado espaol, aunque el dao ya estaba hecho. Terminado el inciso y regresando al concepto de dominio del mar, ste pucde ser dc dos formas, y aquintroducimos nuevamente otros trminos. Uno, dominio positivo del mar>,permite imponerse sobre el enemigo o impedirle actuar de forma efectiva.Otro, dominio negativo del mar, consiste en que teniendo en cuenta la aceptacin de la imposibilidad de obtener un dominio positivo, se efectan acciones que impidan al adversario obtcnerlo, o al menos dificultndoselo lomximo posible. Las acciones tpicas de este dominio negativo son las de pira

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  • FASES DEL PODER NAVAL EN LA EDAD MEDIA

    tas y corsarios, ms recientemente la guena submarina. El dominio, positivo onegativo, se suele alcanzar con barcos con capacidad blica, y son tres los tiposde misiones bsicas que ha de desarrollar una marina de guerra. A saber:

    asegurar las comunicaciones martimas propias e impedir las delenemigo;

    defender la costa propia y atacar la del enemigo; ayudar en la realizacin de asaltos anfibios.

    Como se desprende de lo dicho, el elemento de cultura material, imprescindible, necesario para la consecucin del poder naval, consiste en la posesin de una flota o en la posibilidad de tenerla concepto anglosajn defleetin being, cuya unidad mnima es el barco, elemento que hasta la invencindel avin era el instrumento tcnico ms complejo fabricado por el hombre.Pero un barco, y por lo tanto una flota, no surgen de la nada. En la pocapreindustrial eran necesarios unos conocimientos artesanos que mediante unaobservacin emprica de aos permitan la lenta evolucin de los diseos.Aparte de esto, los barcos necesitan mantenimiento y cuidados tcnicos especficos, a la vez que el dominio concreto de las tcnicas de navegacin. Todoesto realizado por hombres que con actividades tradicionales de tipo familiar,como la pesca, la navegacin de cabotaje o el comercio, han ido recibiendola carga de conocimientos necesaria para el dominio de las actividades denavegacin. Por lo tanto, otro aspecto que debe quedar claro es que ni elcomponente material de una flota ni el humano se pueden improvisar, sinoque han de ser fomentados, supervisados, cuidados si se me permite laexpresin, mimados al mximo, para obtener su mejor rendimiento y sumantenimiento a largo plazo. La palabra clave a este respecto sera constancia.

    La bibliografa sobre el pensamiento estratgico martimo es muy extensa,y me limitar a realizar una pequesima resea muy general, necesariamentefalta de autores y ttulos significativos. En el campo militar, pero teniendo encuenta que emplean muchas veces acontecimientos histricos para sus anlisis, tenemos las obras del mencionado Mahan, continuando por el francsCastex, y, ms recientemente, el sovitico Gorshkov, el tambin francs LaCoste, el britnico TilI y muchos ms. Tambin las aportaciones constantes delas academias navales como la de la Royal Navy en Portsmouth o la Academia estadounidense de Annapolis (4). En Espaa, destacaba la labor de laEscuela Naval de Marn y la Escuela de Guerra Naval. Haciendo un nuevo

    (4) CASrrx: Teoras estratgicas. 5 vaIs. Buenas Aires. 1974: GoRsnKov, S. G.: Tite SeaPower afilie Suite. Nueva York, 1979; LA Casri. P.: Estrategias navales del presente. Madrid.1987; Tiu.. G.: Macicen Sea Powe,-. Londres, 1987; RayAr. NAVY: Tite Funda,nents of BritishMasititite Doctrine. Londres. 1995: VV. AA.: Naval Operatian Analvsis. Annapolis. 1977.Traducido al espaol Anlisis de operaciones navales. Marn. 1977. Tambin. VV. AA.: SeaPower: A naval 1-listory. Annapolis, 1982. De autores espaoles es la sntesis colectiva Laest,ategia naval y su evolucin. Madrid. 1992.

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  • MANUEL FLORES DIAZ

    parntesis, merece mencionarse cmo la ubicacin geogrfica de esta ltima,hasta la reciente desaparicin de la Escuela como institucin, era significativade la poca consideracin de lo naval en la mentalidad espaola, y en el casode la desaparicin de la Escuela, de los dirigentes polticos nacionales. De otramanera no se explica, salvo razones administrativas profundas, su localizacinen la meseta, en la capital de nacin europea de mayor altura sobre el nivel delmar y a ms de trescientos kilmetros de la costa ms cercana. Volviendo anuestro hilo argumental, respecto al campo de dominio eminentemente historiogrfico sobre el militar destacan autores como Calwell, Bragadin, Meirat,Mordal, Palmer (5), y muchos ms, as como las aportaciones que encontramos en el coloquio de historia militar y naval celebrado en Atenas y editadasen el ao 1987.

    Los vaivenes del poder naval (711-1492)

    Como consideracin previa, no podemos considerar la marina de estapoca una marina, aniada en Espaa. propiamente nacional, al igual que en elcaso del ejrcito. No dejan de ser armadas o tropas tribales/tnicas o seoriales, puestas al servicio del califa o del rey. Sin embargo, en la medida enque. respondiendo a la solicitud del califa o del rey, se ponen a su serviciopor obligacin seorial o por alquiler y ejecutan sus directrices, s quepodemos considerarlas

  • FASES DEL PODER NAVAL EN LA EDAD MEDIA

    El poder naval islmico y la dinmica fronteriza

    Sabemos de la llegada de tropas islmicas a travs del lado sur del estrechode Gibraltar. Lo indudable es que este paso se realiz, como no poda menosde ocurrir, por mar, en varias ocasiones, y en una de ellas en numerosas veces.Esto indica capacidad logstica y de intervencin naval, bien con una fuerzanaval propia, bien forzada o de alquiler. Es decir, la invasin terrestre vinopropiciada por el dominio positivo del mar, que permiti a las huestesmusulmanas moverse impunemente sin oposicin alguna. En este caso estaramos ante una accin en la que la marina auxilia a las tropas terrestres para unasalto anfibio que culminara con el dominio, prcticamente total, de la pennsula ibrica. La magnitud de las cifras que se suelen dar de las tropas musulmanas habla muy a las claras de la capacidad de transporte y organizacin (esdecir, de la logstica) de la flota con la que franquearon el Estrecho. Es uncaso claro en el que la movilidad de la frontera martima modifica una frontera terrestre, al lograr la capacidad de enfrentarse contra otro poder polticoasentado anteriormente, en este caso el visigodo, que por cierto haba llegadoa la Pennsula por tierra.

    Tras el valiato y la consolidacin de la presencia islmica, primero con elemirato y luego con el califato omeya de Crdoba, se aprecia un hervidero deactividad naval, en especial en la costa mediterrnea (6). Los marinos andaluses se asientan sobre bases avanzadas, como las que les brindaban las islasBaleares o el enclave de Fraixenetum, y despus extendern sus acciones. ElMediterrneo se convirti en un mar islmico, prcticamente andalus, por loque el poder poltico omeya pudo extender su influencia ms all del marcoterrestre peninsular. Todas estas acciones tendrn como marco cronolgico lossiglos ix y x y sern combinacin de iniciativa privada de tipo corsario einiciativa oficial omeya. En el siglo ix se tienen multitud de noticias acerca deacciones de la flota andalus. As, en el 806 se conquista Crcega a los bizantinos, en el 829 Creta, en el 824 se remonta el Rdano hasta Arls, en el 848contra Mallorca y Menorca hasta entonces slo nominalmente bajo podermusulmn, en el 848 contra Marsella y la costa hasta Pisa. Desde el siglo xdestaca la presencia y accin omeya en el norte de Africa, a fin de contrarrestar la presencia de los Abases y luego de los Fatimes. A tal fin, los Omeyas,

    (6) Son especialmente interesantes las obras de LIR0I.A DELOAn0, Jorge: El poder naval deAIAndalus en la poca del Califato Omeya. Granada, 1993, y PIcARD, Claud: La mar el lesmusulmanes dOccident mt Moyen Age. vur-xur si?.cle. Pars, 1997. Tambin el captulo Vil dela obra de RAnF1I, Mamad Bashir Hasan: El ejrcito en la poca del Califruto de Al-Andalus.Tomo 1, cap. Vil. Madrid, 990. En esta ltima, en la pgina 92, se dice literalmente respecto alos motivos de la invasin de la pennsula ibrica Para asegurar la frontera musulmana en elNorte de Africa en el mar Mediterrneo. Sobre la marina nazar, destaca un artculo de SicoDE LucENA, Luis: El ejrcito y la marina de los Nazares, Cuade,-nos (le la Alhamb,-a, Vii,1971, pp. 35-40. Adems, aunque un poco ms antigua, H0EyHRBArII, W: La navegacinomeya en el Mediterrneo y sus consecuencias poltico-culturales, Miscelnea (le EvtudiosArabes y Hebraicos, II. 1952, pp. 77-79, y MoRAlEs BEI.DA, Francisco: La marina de Al-Andams. Barcelona, 970.

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  • MANUEL FLORES DAZ

    desde Abd-al-Rahaman III impulsan una poltica expansionista que les lleva aconquistar Melilla en el 927 y Ceuta en el 931, as como a emprender diversasexpediciones contra las costas norteafricanas en los aos 935, 942-943, 944-945 y 946-947, por mencionar slo algunas. Estas expediciones martimapermitieron aumentar la frontera terrestre omeya por el norte de Africa,controlando prcticamente toda la navegacin por el Mediterrneo occidental.Tambin tenemos el asentamiento atlntico andalus de Sal.

    Otro tipo de acciones fueron las realizadas contra quienes las fuentes islmicas identifican como francos. Muhammad 1 intent un ataque martimocontra Galicia que no llegara a cristalizar debido a las inclemencias meteorolgicas. Ya en el siglo x, Abd-al-Rahaman III intent varias expedicionesnavales contra los francos. La primera, en el 933, tambin result fallidapor la climatologa; la segunda en el 935 y, aunque la poblacin atacada estaba alertada, fue denotada, dirigindose la expedicin contra Barcelona y sucosta; esta expedicin contra Barcelona se repiti en el ao 940, as comocontra las costas catalanas en el 939-940, en concreto a Barcelona y el cabo deCreus; en el 942 se alcanza las costas de Francia; en el 985 y 997, Almanzororganiza sendas expediciones contra las costas catalanas y gallegas, lo quehabla muy bien de la capacidad de intervencin de la marina tanto en el Mediterrneo como en el Atlntico.

    Un elemento destacable en la formacin y consolidacin de la marinaomeya sern las incursiones normandas a las costas de Al-Andalus, en el siglo ix, en los aos 844, 858, 859 y 860 y el siglo x en el ao 966 y dos en elao 971. Estas incursiones tuvieron, en especial las primeras, una graninfluencia, tanto en el aspecto terrestre como en el martimo. En el terrestre, lacreacin de una lnea de atalayas dedicadas a la vigilancia de la costa, ademsde influir en la fortificacin de ncleos urbanos como el de Sevilla. Respectoa la influencia martima la accin ms notable fue la creacin de una especiede guardia costera trmino que ha de ser empleado con reserva, quepatrullaba la costa atlntica, incluso ms all de las aguas territoriales andaluses, la frontera martima nuevamente se adelanta para proteger a la terrestic. Adems, se prepar una flota de combate para enfrentarse con las incursiones una vez localizadas, bien sea por la vigilancia martima, bien por laterrestre, tal y como ocurri con los asaltos del siglo x. Estas acciones navalesno tendrn gran repercusin en el territorio cristiano hispano, debido a lainexistencia de unas entidades polticas significativas y al dominio musulmnsobre la prctica totalidad de las costas ibricas, desde Oporto y Lisboa hastaTortosa y Barcelona, pasando por el Algarve destacando Alcaer do Sal,Sevilla, Tarifa, y sobre todo Almera, verdadera base naval, desde la cualpartirn expediciones tanto hacia el sur como hacia el norte, el este como eloeste.

    La consistencia de este poder naval en la zona costera, en especial mediterrnea, se aprecia de forma evidente si contemplamos un mapa del proceso deReconquista. Veramos cmo el avance cristiano es ms rpido y consistentepor el centro peninsular, mientras que por los flancos costeros, excepto en el

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    caso de las tomas de Oporto y Barcelona, el avance es mucho menos importante. Esta presencia y dominio tanto del mar corno de las zonas costeraspermitir el contraataque musulmn en varias ocasiones, las denominadas invasiones africanas, realizadas impunemente, como la de los Almorvides en 1086, Almohades en 1195 y 1211 y Benimerines, muy prolijos y activos, en varias ocasiones ms concretamente en los aos: 1232, 1275, 1277,1283, 1284, 1285, 1291, 1292, 1294. Todos ellos cruzaron el estrecho deGibraltar a su voluntad a sabiendas de la ineficacia cristiana en el camponutico. Aunque a la larga estos coletazos no variaron el final del proceso sin hacer historia predeterminada, s que permitieron prolongar la presenciaislmica en Espaa. Desde el lado cristiano, aparentemente, no se prest en unprimer momento la debida importancia a la cuestin de mantener la primeralnea de defensalataque no en el suelo de la Pennsula, sino en el mar delEstrecho. Esta situacin cambi, no mucho, a finales del siglo xni, cuando lamonarqua castellana se dio cuenta de tal situacin, aunque no se mantuvo unaconstancia, necesaria para un fin rpido mediante el bloqueo de la costa andalus, a travs de una flota castellana permanente. La tnica general fue actuaral pairo de las necesidades puntuales con motivo de tal y cual expedicin, detal y cual cerco, etctera.

    Hasta el momento de inflexin del siglo xiii, las conquistas de ciudadescosteras, como Valencia (1092-1102) por el Cid (t 1099), o Almera (1147-1158) por Alfonso Vil, resultaron inoperantes excepto en el caso de Lisboa,tambin del ao 1147, al no poder mantenerse la ocupacin en un territoriohostil, sin la posibilidad de un constante apoyo por va martima que hubiesepermitido su mantenimiento. Estas acciones muestran indicios de una lneapoltica y estratgica en la que se manifiesta la importancia dada al mar, enconcreto al Mediterrneo, ya que los objetivos apuntados no son casuales,sino que son importantes focos de actividad martima, tanto civil como militar. Pero desde el siglo xiii el poder naval islmico entrar en franco decliveen todo el Mediterrneo, aunque ya vena siendo disputado desde largo tiempo. Por ello, si bien las ciudades costeras italianas como Amalfi, Trani yBari en un primer momento siglos x y xi o Pisa, Gnova y Veneciadespus desde el siglo xn mantuvieron una confrontacin en el Mediterrneo, podemos tomar como punto de partida el inicio de las Cruzadas, en lasque la participacin naval va a ser fundamental y en algunos casos determinante. Dicha participacin naval cruzada tambin se har sentir en la pennsula ibrica, en especial en Portugal, como veremos ms adelante, con la participacin de gentes del norte de Europa, mientras que en el Mediterrneo lacolaboracin de las flotas venecianas y genovesas se harn imprescindibles enlos estados del Oriente latino. En Espaa, reflejo de esto son las tomas cristianas de Sevilla, Cdiz, Cartagena, Mallorca, Reino de Valencia, etc. El cantode cisne del poder naval islmico espaol se producir en el siglo x!v. Losmusulmanes peninsulares tienen que recurrir a pedir el auxilio de flotas norteafricanas ajenas a ellos. Desde ese momento, con el resultado final de lascampaas del Estrecho conquistas cristianas de Algeciras, Tarifa y Gibral

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    tar, el tiempo de la presencia islmica estaba llegando a su fin, aunque anagonizase una centuria ms. Estas campaas, las del Estrecho, dan la medidade la importancia y conciencia en la posesin de fuerzas navales. Tanto cristianos como musulmanes realizaron mprobos esfuerzos por vencer en el mar,sabedores de la importancia de esa victoria en la consecucin de la victoria entierra. En este caso se aprecia cmo la movilidad de la frontera martima, esdecir, la capacidad de enviar la flota ms all del marco poltico propio,permite la expansin/consolidacin de las fronteras terrestres.

    El poder naval cristiano y la dinmica fronteriza (7)

    De forma ms bien inconsciente, los diversos poderes cristianos peninsulares van cayendo en la cuenta de que, para lograr el final definitivo de lapresencia islmica en Espaa, no basta con las tropas y fuerzas terrestres. Senecesita algo ms. El momento de inflexin, tal y como avanzamos, es el siglo xiii. Antes hay una serie de datos que nos permiten ver el cambio depercepcin de los cristianos peninsulares. Es en el Mediterrneo donde primero se aprecia ese cambio, en la ya mencionada expedicin de Ser de Ampurias contra Almera (889), o en los intentos de genoveses y pisanos de apoderarse de Mallorca, todos ellos fracasados, como la efmera ocupacin de lasislas realizada por Ramn Berenguer III con auxilio genovs y pisano entrelos aos 1114 y 1115. No as la definitiva toma de Tortosa (1148) por parte deRamn Berenguer IV con auxilio nuevamente de Gnova. En el Atlntico, lareaccin es algo ms tarda y se refleja en el encargo que el arzobispo Gelmrez (t 1140) realiza a unos constructores navales italianos para construirbarcos de guerra con los que enfrentarse a las incursiones islmicas y realizarellos mismos ataques depredatorios navales contra territorio andalus.Tambin tenemos la toma de Lisboa (1147) aprovechando la presencia de unaflota, en el marco de la Segunda Cruzada, proveniente del norte de Europa ycon destino a Tierra Santa. Estas dos acciones obtuvieron ms xito. Aun as,el fiando costero oriental islmico permanece prcticamente inclume, si bienes verdad que all la tradicin naval era mucho mayor, lo que permitir a losmusulmanes cierta ventaja que perdurar hasta el siglo xiii. Pero, dejando a unlado estas acciones militares, en la documentacin se hace perceptible eseprogresivo cambio de mentalidad de mayor impulso de la actividad martima.Desde el siglo xi hasta mediados del xiii, los fueros de las villas costeras deGalicia, Asturias y Cantabria y los furs y costums en la fachada martima de la

    (7) Algunos datos generales sobre la marina de los Reinos Hispnicos en la Edad Medialos tenernos en: BALLESTEROS BERETrA. A.: La marina cntabra. Vol. 1. Santander, 1968:CEREZO MARTNEZ. Ricardo: Castilla, potencia martima. Madrid. 1985. Separata Revista deHistoria Naval, 1985, 8, pp. 5-14, y La proyeccin martima de Espaa en la poca de losReves Catlicos. Madrid, 1991; CERVERA PERy, Jos: La estrategia naval del Imperio. Cap. 1.Madrid, 1982. y El poder naval en los Reinos Hispnicos. La marina (le la Edad Media.Madrid. 1992.

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    Corona de Aragn, configuran un panorama en el cual desde las iniciales yfiniseculares actividades pesqueras y aprovechamiento de los restos de naufragios en el Atlntico o la contemplacin pasiva, como escala o centro suministrador, del comercio internacional en el Mediterrneo (8), desde esosmomentos deca, se pasa a una participacin, potenciacin y regulacin detales actividades. As, sin considerar los privilegios espordicos, tenemos laaplicacin castellana, Leyes de Layrn, de los usos martimos del Atlnticoreflejados en los R6les dOleron. En la Corona de Aragn, toda la carga detradicin e innovacin contenida en el Libro del Consulado del Mar. De talmodo se preparaba el ataque definitivo contra el islam peninsular, que seiniciar en el siglo XIII y en el siglo xv restablecer las fronteras de la Hispania romana y visigoda, si hacemos excepcin de la provincia MauritaniaTingitana, que perteneca a la dicesis de Hispania y sta, a su vez, a laprefectura de las Galias.

    Tras la batalla de las Navas de Tolosa (1212) y las posteriores conquistasde Crdoba (1236) y Jan (1246), la frontera terrestre quedaba nuevamentevulnerable desde el mar. Se haca imprescindible su control, impensable sin laconcurrencia de fuerzas navales. Las acciones principales sern las tomas deMallorca (1229) y Sevilla (1248), completadas por un corolario de accionescomo la conquista de Valencia y su reino (desde 1231), la de Cdiz o, enmarcada en la conquista del Reino de Murcia, las de Cartagena (1245) y Alicante (9). Desde ambos lados del extremo norte del Estrecho se preparan las fuerzas navales que se enfrentarn duramente en el siglo xiv e inicios del xv a lafuerza naval musulmana, tambin a ambos lados del Estrecho. La fronteramartima se adelanta a la terrestre para que las tropas cristianas puedan avanzar y asentarse mejor en territorio conquistado sin arriesgarse a un posible

    (8) El aprovechamiento de los rcstos de naufragios o la devolucin de stos a su legtimodueo, si apareca y los reclamaba, viene reflejado, por ejemplo, en fueros corno los de Santander, concedido en 1187, en su precepto trigsimo segundo: Si aliqua navis vcniens ad villaSancti Emethcrii periclitada et fracta ftierit, quicquid domini sui, de rebus qua navis continebatpoterint invenire, nullus eis auferant nec vine eis inferre presumat. He extrado este preceptode la obra de BARRFRO GARcA, Ana Mara: Los Fueros de Sahagn, Anua,-io de Histo,-ia de!Derecho Espaol, 1972, pp. 385-597. Para este precepto, pgina 593. Respecto al marco mediterrneo, la prueba vendra dada por las observaciones de Benjamn de Tudela acerca de laciudad en si Libro de Viajes, tal y como se ve en las pginas 159 y 160 de la edicin pamplonesa de 1994. Desde all hasta Barcelona hay dos jornadas de camino (...) Es una pequea yhermosa ciudad sobre la orilla del mar a la que vienen con mercaduras comerciantes de todaspartes: / de Grecia. Pisa, Alejandra de Egipto, de la tierra de lsrrael (sic); de Africa y todos susconfines.

    (9) En esta accin participaron, adelantndose a la conquista de Sevilla, naves y hombresdel norte peninsular, destacando el nombre de Ruy Garca, de Santander, quien tambin tomaraparte en la conquista de Sevilla. Por otra parte, en el fuero de Cartagena, concedido en 1246, essignificativa la importancia que se dar a las actividades blicas por mar. Se observa en l unaclara vocacin marinera eminentemente militar, tal y como sucede en la actualidad, respecto alpuerto y la poblacin martima de la ciudad. Lo mismo ocurre, aunque en menor grado. en elfuero de Sevilla. Vase GONZLEz GONZLEZ, Julio: Reinado y diplomas de Fernando III.Volumen III, Crdoba, 1986, pp. 297-300, para el fuero de Cartagena, y pp. 408-4 12, para el deSevilla.

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    contraataque desde el sur. Esto permiti un poso y experiencia que aprovecharon los aragoneses para su expansin por el Mediterrneo, tras la derrota deMuret (1213), final de las pretensiones ultra pirenaicas. A los castellanos lesservir para la dura prueba de las campaas del Estrecho y para, clarificada lasituacin interna en 1369, expandirse por los mares del norte de Europa ytambin por el Mediterrneo. Fue este avance de la frontera martima respectoal solar peninsular lo que permiti cierta primaca aragonesa en el Magreb y laconquista de las Canarias o la finalizacin de la conquista del sureste peninsular por parte castellana, aplicando un dominio positivo del mar al ejercer unbloqueo naval que impidi la recepcin de refuerzos y de ayuda de cualquiertipo desde la otra orilla. Sin esta accin, el final de la Reconquista sc hubiesealargado quin sabe cuntos aos ms; pero si, como dijo Miguel Angel Ladero Quesada en un estudio ya clsico, opinin despus retomada por muchosotros historiadores, las actividades navales no tuvieron relevancia en laconquista del Reino de Granada, ello se debi a que ms de cien aos antes lasfuerzas navales cristianas ya sc haban impuesto sobre las islmicas. Slohaba que esperar para que aislado y carente dc apoyos exteriores, que slopodan llegarle por mal; el ltimo reino islmico peninsular cayese en manoscristianas (lo). De tal manera se decant cl dominio del mar del lado cristiano, que es comnmente admitida la ausencia de una marina de guerra de entidad por parte del sultanato nazar, quedando sta reducida a barcos ligerospropios para acciones de dominio negativo del mar frente a, generalmente,barcos mercantes; tambin ejerci una labor de proteccin de la costa y vigilancia adelantada de posibles amenazas sobre sta. Desde el final de la Reeonquista, el islam norteafricano ejercer tambin cierto dominio negativomediante acciones pirticas e incursiones sobre la costa del levante peninsularhasta bien entrado el siglo xviii, e incluso se prolonga a los inicios del siglo xix. Estas acciones propiciaron, entre otros factores, las intervencionesterrestres en el norte de Africa en los siglos xvi y xvm, la fortificacin de todala costa mediterrnea peninsular y el mantenimiento de una escuadra de galeras para guardar el Estrecho.

    Pero ya rebasamos ampliamente el marco cronolgico propuesto. Manteniendo lo dicho para la mayor parte de la pennsula ibrica, me gustara haceruna ligera mencin del caso portugus. Este reino finaliz su proceso dereconquista antes de mediados del siglo xni. La mayora de los ncleos urbanos significativos portugueses, por no decir todos, son costeros o fcilmenteaccesibles desde el mar mediante navegacin fluvial. Si en el caso de la prontatoma de Oporto por parte de la monarqua leonesa parece ser que no huboparticipacin de fuerza naval o fluvial alguna, no ocurre lo mismo con laocupacinpor parte del reino independiente de Portugal de otros centros,como Lisboa, mencionada anteriormente y ocurrida en el ao 1148; Silves, enel ao 1189 y Alcaer do Sal, ya en el ao 1217. En las tres acciones la activi

    (lO) Wasc la ms reciente edicin de la que tengo noticia de La guerra de Granada (1482-/49/). Granada. 2001, pp. 34 y 35.

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    dad naval fue fundamental, pero tambin en las tres acciones sta corri acargo principalmente, como la actividad terrestre, de cruzados provenientesdel norte de Europa y cuyo destino final era Tierra Santa. Mencionamos aalemanes, ingleses y flamencos en la toma de Lisboa. La de Silves fue protagonizada por renanos, flamencos, frisones y daneses. La de Alcaer do Sal,por cruzados provenientes de Renania y Flandes (II). Con todo lo mencionado anteriormcnte parece que la confrontacin, en especial entre musulmanes ycristianos, lo es todo en este prolongado perodo de nuestra historia. Pero megustara destacar una serie de cuestiones que hicieron que durante los siglosde relaciones el poso cultural y cientfico adquiriese una importancia significativa. Por ello, si bien los musulmanes hicieron propia la ti-adicin navalmediterrnea de poca clsica, el devenir de los siglos aument el poso cientfico, terico y material, que permiti un desarrollo y aceptacin de novedades,tanto en tcnicas de navegacin el astrolabio, la brjula como en tcnicasauxiliares la cartografa. Todo este avance cientfico fue elaborado,asimilado, adoptado, desarrollado no necesariamente por este orden,junto con chinos y hebreos, pasando a Occidente principalmente a travs de lapennsula ibrica aunque existiesen otros puentes (12). Pero, adems delas aportaciones cientficas, otra muestra de la influencia islmica en la navegacin nos la ofrece el lxico empleado para cuestiones nuticas. En estembito, la influencia se hace patente en la actualidad. Primero, en espaol,con la propia palabra barco, procedente del rabe bahr; adems, trminoscomo almirante c al-amir; atarazana < dar al-sana; drena < dar sinaa;arsenal c al-sinaa; patache < al-fattasa; e, indirectamente, alczar c al-qasr,que hace referencia al nuevo nombre que recibi el castillo de popa de lasembarcaciones conforme ste fue adquiriendo mayor entidad. Con esta brevemuestra de voces, la mayora de ellas relacionadas con asuntos militares, seaprecia la honda impronta rabe en las actividades nuticas. Sin embargo, siprofundizsemos en el lenguaje de las gentes de mar de las costas peninsulares, no cabe la menor duda de que muchas de las palabras relacionadas con laslabores ms tradicionales tendran un especial sabor rabe-islmico. Sin entraren muchos detalles, viene rpidamente a la cabeza la peculiar forma de pescadel atn mediante el complejo sistema conocido como de almadiabas.

    (II) Gran informacin, a este respecto, es la quc proporciona la obra de PERRERO ALEMPARTE, Jaime: Arribadas de nor,nandos y cruzados a las costas (le la Pennsula Ibrica.Madrid, 1999. Especialmente entre las pginas 77 y 82, dc donde he sacado la mayora de losdatos referidos a Portugal.

    (12) Juan Vernet ha dejado patentes en muchos de sus artculos estas cuestiones cientficasy prcticas de la navegacin islmica en e! Mediterrneo occidental. Por ejemplo, de entre lasmuchas obras de este autor que hacen referencia a este tema, tenemos, La cartografa nutica tiene un origen hispano-rabe?. Revista del instituto de Estudios islmicos, 1, 1953,pp. 66-91; tambin, Los conocimientos nuticos de los habitantes del Occidente islmico,Revista General de Marina, CXLIV, 1953. 6, pp. 67-79. Es interesante tambin, a nivel general, la obra de PRYOR, J. H.: Geography, Technology and War. Siudies on time Maritime Historyof the Mediterranean, 649-7571. Cambridge, 1988.

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    Un campo que merecera ms atencin por parte de los historiadores, tantode los islamistas como de los especializados en los reinos cristianos si esque debiera existir tal distincin, es el de la labor islmica principalmentepeninsular en materia de Derecho martimo-mercantil y su influencia en losreinos cristianos. As, existe un texto andalus del siglo x que a mi modo dever no ha merecido la atencin suficiente por parte de los historiadores delDerecho, y que seguramente deparara muchas sorpresas; se trata del denominado Kitab a/criyat al-sufun, si bien existen otros textos jurdicos andalusesque hacen referencia a asuntos martimos, tales como formularios notariales yotro tipo de textos, como las fetuas (13).

    Una propuesta de periodizacin (14)

    A tenor de la informacin reflejada en los puntos anteriores, se constata laexistencia de una serie de fases o etapas en lo que podemos denominar tras/aliodel poder naval desde las manos islmicas a las cristianas durante la EdadMedia. Este paso se observa mejor, como se ver ms adelante, en la posesindel dominio positivo del mar. Lo que no quiere decir que, aun teniendo estedominio positivo, no se emprendan acciones de dominio negativo. No hayque olvidar que las actuaciones de piratas y corsarios se caracterizan ms quepor ser de tipo blico por su importante funcin econmica, incluso en momentos de paz oficial. Tambin conviene indicar que, aunque en un momento dadoel dominio positivo del mar est predominantemente en manos de uno de loscontendientes, ello no significa que el otro no pueda realizar acciones que sepodran englobar dentro de este dominio positivo. El caso ms significativo,ya mencionado en una nota anterior, seran las constantes acciones de desembarco de los benimerines, realizadas impunemente desde el siglo xiii paraauxiliar a los nazares frente a los cristianos o para asolar a los propios nazares. Acciones todas ellas posibles gracias al paso impune del estrecho deGibraltar. Por ltimo, esta propuesta de divisin cronolgica se basa en unacombinacin de factores, tanto cronolgicos como cualitativos, que permitenvislumbrar una serie de fases claramente diferenciadas. Esta no es una

    (13) La mayora de esta informacin est extrada de la obra ya mencionada de LIR0LADEt.GADO, Jorge: El poder navaL.., pp. 349-36!. y dela de AGUILERA PLEGUEZUEL0, Jos: E]Derecho mercantil martimo en A!-Anda!us, Temas Arabes, ] de agosto de 1986, pp. 93-106.De este mismo autor tambin hemos manejado Estudios de/as normas e institucione. de! Derecho isl,nico en Al-Andalus (Sevilla. 2000). trabajo somero que recoge una traduccin de]mencionado (hab entre las pginas 85 y 10]. Por ltimo, hemos utilizado la edicin de! textoorigina! fotocopiado y sin paginar del manuscrito de la Biblioteca del Monasterio de SanLorenzo de E] Escorial.

    (14) Existen otras periodizaciones que toman como referencia la historia naval de lospueblos. A nivel de historia del mundo, vase SCHMIYF, Carl: Tierra y Mar. Consideracionessobre la Historia Universal. Madrid, 1952, pp. 3-24, resumen de lo ya considerado por otroautor, Ernest Kapp, en su obra de 1845 Geografa General Comparada. Respecto a la EdadMedia, la obra ya mencionada de J. H. Pryor.

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    propuesta cerrada, y sin duda habr que investigar ms; primero, para definirmejor estos perodos que aqu propongo. Segundo, para acotar en cada uno deellos, debido a su amplitud cronolgica, una subdivisin interna, en especialen la primera y tercera de las fases que a continuacin voy a proponer. Unavez realizadas estas matizaciones previas, podemos concretar la existencia detres fases o perodos principales:

    1.0 fase. Dominio islmico del mar

    Esta primera fase se extiende cronolgicamente desde el mismo siglo viiihasta, aproximadamente, el siglo xi, inclusive. La caracterizacin bsica deeste perodo sera el incontestable dominio positivo del mar por parte islmica, mientras que por parte cristiana, en el mejor de los casos, slo se registran ciertas acciones de dominio negativo. El poder naval islmico en lacuenca mediterrnea, recin adquirido en el siglo vii tanto en la vertienteoriental como en la occidental, se muestra imparable ante la ausencia de unenemigo de entidad que se le pueda oponer, si exceptuamos, en cierta medida,la Flota bizantina.

    2.0 fase. Percdo de transicin

    Este perodo se ubica entre el siglo xii y mediados del xiii. Su caracterizacin principal sera el intento decisivo, por ambos contendientes, de lograr eldominio del mar e imponerse al contrario. En esta fase vemos cmo tantodesde el lado islmico como desde el cristiano se acometen acciones tanto dedominio positivo como de dominio negativo del mar. La importancia deesta fase es clave. Aunque de hecho no sea as, parece que ambos bandostienen conciencia de que quien finalice victorioso en la batalla naval tendrganado el mbito terrestre. Esta fase vendra a coincidir adems con el aumento de la presencia castellana en las aguas del norte de Europa, que supondrauna acumulacin de experiencia de cara a la ltima fase. Es la fase ms breve,pero en ella las acciones de uno y otro bando, en especial el cristiano, se venmultiplicadas debido al reconocimiento, ms explcito que implcito, de laimportancia estratgica del mar.

    30 fase. Dominio cristiano del mar

    Esta fase abarca desde mediados del siglo xiii hasta finales del xv. Suscaractersticas seran, por un lado, que el dominio positivo pasa a manoscristianas y, por otro, acciones islmicas de dominio negativo. En el caso

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    cristiano, esta fase coincide con la expansin poltica hacia el sur de la Pennsula, en la que tendr gran importancia el factor naval. Por otra parte, asistimos a la imposicin de la hegemona castellana en la navegacin por elCantbrico y el canal de la Mancha, en dura pugna con los navegantes ingleses y, en menor medida, con los flamencos y hanseticos (15). Del lado islmico encontraramos bsicamente acciones seudopirticas dominio negativo del mar, de desembarco, agresin y rpida huida que tanto hancontribuido a determinar histricamente al levante espaol, en especial lacosta del antiguo sultanato de Granada y que se prolongan hasta los inicios delsiglo XIX.

    Plantear estas tres fases obedece a una consideracin de la cronologa y delos acontecimientos histricos, as como una visin cualitativa, bsicamenterealizadas desde el punto de vista de la historia militar. Pero es que, adems,tambin tendran su corroboracin en una serie, amplia, de elementos extra-militares. Estos pueden ser, entre otros: el auge de las actividades comerciales por va nutica, la regulacin legal de tales actividades, o los avancescientficos y tecnolgicos relacionados con la navegacin. As, por ejemplo,en lo referido a la regulacin legal vimos cmo un texto de significativaimportancia en el Derecho martimo medieval es rabe-andalus y adems delsiglo X, el mencionado Kitab akriyat al-sujun. En el siglo XIII, ya en susegunda mitad, vemos cmo los grandes textos de Derecho martimo se sitan en el lado cristiano, como por ejemplo, la adopcin del texto de losRles dOleron en su versin castellana, el Fuero de la Mar o Leyes deLayron. Tambin la Partida Y, Ttulo IX con catorce Leyes, de la obraalfons en Castilla, o el denominado Libro del Consulado del Mar, en Aragn(16). De igual manera, la introduccin de elementos tecnolgicos de mejorade la navegacin, como el astrolabio o la brjula, pasan por manos islmicasmucho antes de ser transmitidos por stos a los cristianos. No nos vamos adetener en ms ejemplos; esta simple muestra es a mi entender suficientemente significativa.

    (15) A este respecto es reveladora la obra de SUREZ FERNNDEZ, Luis: Navegacin ycomercio por el golfo (le Vizcaya. Madrid, 1959. Con algunos aos encima, pero imprescindiblepara ver la situacin del duro enfrentamiento castellano en las aguas tIc] Norte. En mcnor medida tambin se desprende esta situacin en la obra de CIIII.Ds. Wendy R.: Anglo Castilian tradeja the late, Middle Age. Manchester. 1978.

    (16) Sobre los Rles dOleron en Castilla y su comparacin con el Libro del Consulado delMar, vase, FloREs DAZ. Manuel: Hombres, barcos e intercambios. El Dei-echo martimo-mercantil del siglo xi en Castilla y Aragn. Madrid. 1998. Respecto a Partidas es recomendable el ms que interesante artculo de ARIAS BONET. Jos Antonio: El Derecho martimo en lasPartidas. Revista (le De,ecl,o Mercantil, 99, 1966. pp. 91-108. Las obras relacionadas con elLibro del Consulado del Mar son innumerables: nos limitaremos a citar alguna de ellas, comoROHE. C. F.: The Origins and Development of the Catalan Consulados Ultramarinos flota theThirtee,Ith to the Fifteenth Centu,ies. Los Angeles, 1966. o IGI.ESIAS FERREIRS. Aquilino:Libro do Consulado da Mar, Anuario de Historia del Dei-echo Espaol. LVI, 1986. pp. 219-440. Para Mallorca, PIA HOMS. Ramn: El Consolat de Ma,-. Mallo,-ca, 132-JSOO. Palma deMallorca. 1985: para Valencia. FAIRN GuI[.I.N. Vctor: hnportancia de los tribunales consulares: el Consulado del Mar de Valencia. Valencia. t 984.

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  • FASES DEL PODER NAVAL EN LA EDAD MEDIA

    Conclusiones

    La gran mayora de los tratadistas civiles o militares sobre asuntos estratgico-militares, no dejan lugar a la duda al resear la importancia del factornaval, es decir, del dominio del mar, en el respaldo y consecucin de logrosde las acciones y campaas terrestres o en la obtencin de determinados objetivos estratgicos. Aun existiendo otros factores, sin el ejercicio del podernaval y la supremaca en el mar no se entenderan una larga serie de acontecimientos y hechos histricos como, por ejemplo, la victoria de los griegossobre los persas, el triunfo de Roma sobre Cartago o la expansin talasocrtica urbana medieval, tanto en el Mediterrneo como en la fachada atlnticaeuropea; tampoco sera inteligible en modo alguno la expansin espaola porEuropa, Amrica, Africa y Asia, el imperialismo britnico quedara sin sumisma base y no se comprenderan las victorias aliadas en la primera y segunda guerra mundial; ms recientemente, la denominada guerra fra se haresuelto a favor de quienes manifiestamente disponan del dominio del mar,en este caso EE.UU., pese a los intentos de disputa por parte de la URSS, delos que la mencionada obra de Gorshkov es un ejemplo. Volviendo al casoconcreto aqu analizado, se abre un amplio abanico de interrogantes. Podranlos musulmanes haber invadido la pennsula ibrica sin el concurso de unaflota? La respuesta es no. Habran podido llevar a efecto la invasin si se leshubiese enfrentado una hipottica flota visigoda? Quin sabe. El caso es queel paso del Estrecho se realiz impunemente y permiti disponer en tierra enpoco tiempo de una gran fuerza militar que posibilit vencer a las huestesvisigodas. Una vez ubicados en Espaa, podran los musulmanes haberseasentado en Fraixenetum, Creta, Alejandra o Sal sin capacidad naval?Evidentemente no, y en el caso de Creta, como en el de la invasin de laPennsula, hubiese sido hasta fsicamente imposible. Respecto a los cristianos,podran sus tropas haber concluido el proceso denominado Reconquista sinel concurso de la fuerza naval? Seguramente s, pero en un plazo de tiempomucho ms largo y con un mayor coste econmico y humano. De qu otramanera se hubiesen podido tomar Sevilla, Cdiz, Valencia, Mallorca, Algeciras, Gibraltar...? En el caso de Mallorca, habra sido imposible y, en losdems, muy complicado, por no decir que tambin imposible si estas ciudadesno hubieran gozado de una comunicacin martima fluida.

    La posesin de una flota permiti dos tipos de acciones. Por un lado, unaexpansin poltica y militar ms all de las fronteras terrestres establecidas. Demanera precaria como los asentamientos andaluses, por ejemplo, en Fraixenetum o la conquista cristiana de Almera en el ao 1147. 0 de manera definitiva,como la conquista cristiana de Lisboa, tambin en el ao 1147, o la de Tortosaen el ao 1148. Por otra parte, el segundo tipo de acciones permite sobrepasar,en el caso peninsular, la frontera terrestre y con ello bien producir pnico ydesconcierto, como en el caso de las incursiones musulmanas sobre Galicia,bien el estrangulamiento de las posibilidades de comunicacin y abastecimiento, como lo ocurrido en las campaas del Estrecho por paite de los cristianos

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  • MANUEL FLORES DAZ

    frente a los musulmanes. Por otro lado, si intentamos contemplar la Reconquista en un contexto mediterrneo y no slo peninsular, este proceso histrico se puede poner en relacin con la consecucin de una hegemona no tantoreligiosa o poltica cuanto econmica y tecnolgica, entre la orilla surestefrente a la noroeste de este mar. En este marco, el dominio de la pennsulaibrica se muestra imprescindible desde la perspectiva musulmana como plataforma expansiva por el Mediterrneo occidental, mientras que,desde la perspectiva cristiana, la concepcin estratgica sera justo la contraria.

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  • EL GASTO NAVAL EN ESPAAE INDIAS (17 15-1759).

    EL CASO DE TIERRA FIRME

    Jos Manuel SERRANO ALVAREZProfesor de Historia Naval

    Los aos que transcurrieron de 1700 a 1713 fueron de gran importancia parael futuro poltico de Espaa en el mbito internacional. Su hegemona en elViejo Continente empez a ser discutida seriamente con la ascensin en 1665 deCarlos II, ltimo representante de la otrora poderosa rama espaola de losAustrias. La muerte sin descendencia de este infortunado rey en 1700 arrastr aEspaa a una dura pugna por mantener su prestigio en Europa y en el NuevoContinente. La guerra de Sucesin, que se prolong hasta el Tratado de Utrechten 1713, dio motivo para que se enzarzaran las principales potencias europeas,vidas de recoger algn despojo de la inmensa herencia espaola; consolid enel mbito poltico la llegada de una nueva casa reinante, la de los Borbones, yen el mbito militar result una dura prueba para una nacin que a principios delsiglo XVltl tena uno de los ejrcitos menos modernizados del continente.

    Los cambios que trajo consigo la guerra fueron decisivos. Poco a pocofueron desapareciendo los ltimos vestigios de la Administracin de losAustrias, incluso mientras la guerra se segua librando. El hecho de que Francia se aliara con Espaa en su pugna con Austria e Inglaterra comport lainevitable influencia francesa en la Corte espaola, mxime cuando el pretendiente francs, el futuro Felipe V, empez a acariciar la posibilidad de poderceirse la corona espaola a partir de 1712. Los Consejos de Flandes yAragn desaparecieron entre 1702 y 1707, al tiempo que en 1713 se aprobabacon bastante reticencia la Ley Slica (1). La Espaa borbnica daba susprimeros pasos.

    Con la implantacin de los Decretos de Nueva Planta, entre 1713 y 1715,qued definitivamente unificado el aparato administrativo espaol. La desaparicin de las antiguas y siempre inquietas Cortes de Aragn o Cataluamarc el inicio de una poltica decididamente centralista que seguira en losucesivo los pasos marcados por los consejeros franceses, tan abundantes enla Corte de Madrid. Sin embargo, el gran escollo para el desarrollo de lasreformas que se iban a ir emprendiendo provena justamente del mismo tratado de paz. En efecto, Utrecht marc claramente los designios de la polticainternacional espaola y, por supuesto, de las reformas que en el mbito militar tambin se iran introduciendo. El Ejrcito y la Marina espaola, deshechos tras decenios de lucha, debieron adaptarse a las reformas borbnicas,

    (1) KAMEN, Henry: Felipe V, el ley que rein des veces. Ternas de Hoy, Madrid. 2000,p. 106.

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  • JOS M. SERRANO LVAREZ

    que en gran medida estaban pensadas para limpiar el honor mancillado enUtrecht. Especialmente duro para los ministros espaoles fue admitir elhecho de que, tras el tratado, el dominio del mar haba pasado a manos deInglaterra, el tradicional enemigo durante todo el siglo XVIII. La introduccindel navo de permiso y el Tratado del Asiento rompan por primera vez elmonopolio espaol de las relaciones comerciales y econmicas con Amrica.Por tanto, la lucha futura sera en realidad una lucha por el dominio del mar ypor los derechos de navegacin. Todo ello afect notablemente la dominacin econmica espaola en Indias(2).

    Gran parte de las reformas que se acometieron en Espaa y Amrica ibanencaminadas a la resolucin del problema de los derechos de navegacin y delmal disimulado contrabando de los ingleses. Las fricciones entre las Cortes deMadrid y Londres provocaron una autntica riada de quejas y cruces diplomticos, especialmente durante las dcadas de 1720 y 1730 del nuevo siglo (3).La proximidad de Jamaica a los principales puertos espaoles y la prcticahabitual del soborno incluso a soldados y oficiales espaoles multiplicaronnotablemente el problema del contrabando pese a la creciente actividad de losguardacostas (4). La sangra que este contrabando representaba para el comercio espaol era autnticamente gravosa, dando las mismas fuentes inglesasunas ganancias para 1738 de 1.169.789 pesos (5).

    Las reformas no se hicieron esperar, especialmente cuando Amrica tendia convertirse en el objetivo indispensable del desarrollo de la monarquaborbnica, de modo que afectaron tanto a los organismos de direccin en lametrpoli como en las mismas Indias (6). Los resortes sobre los que bascularon las medidas reformistas tuvieron como puntos fundamentales la Administracin general y el Ejrcito, sin el cual ningn tipo de cambios hubiera podido hacerse efectivo, mxime cuando la solucin militar se prevea como lams adecuada a los intereses lesionados en Utrecht desde 1713.

    Dentro de un organigrama tpicamente francs, Felipe V se rode de unalarga serie de consejeros dispuestos a implantar en Espaa las profundas reformas que tan buenos resultados haban dado a la gran Francia del siglo XVII, yque tenan como elementos centrales la creacin de compaas de comercio, laintroduccin de las secretaras y ministerios, el fomento de la Marina, elpoblacionismo y la introduccin de cambios en la organizacin territorialtanto en Espaa como en las Indias (7). Estos cortesanos recibieron el decidido apoyo de altas autoridades de Madrid, deseosas de emprender un amplioprograma de recuperacin nacional.

    (2) NAVARRO GARCA, Luis: Hisponoanirica en el siglo XVIII. Universidad dc Sevilla.Sevilla, 1991. p. 26.

    (3) LEE BROVN, Vera: Soulh Sea Company and Conlrahand Trade. American 1-listan-cal Review. XXXI, julio. 1926, pp. 663-665.

    (4) NELsoN. George H.: Conlraband Trade under (he Asienlo. 1730-1739, AmericanHistonical Review, LI. agosto, 1946, pp. 57-59.

    (5) Ibdem. p. 63.(6) NAVARRO GARCA: op. cii., p. 56.(7) Ibdem.

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  • EL GASTO NAVAL EN ESPAA E INDIAS (1715-1759). EL CASO DE TIERRA FIRME

    Por todo ello, no es de extraar que uno de los objetivos principales de lasreformas estuviera centrado en la Marina de Guerra. Sin una marina de guerrapotente, eficaz y, sobre todo, unificada difcilmente se podra hacer frente a latodopoderosa Armada britnica, que pareca tener, a los ojos de muchos militares espaoles, el don de la ubicuidad. A principios del siglo xviii Espaadispona sobre el papel de un gran nmero de armadas, pero de muy pocosbarcos. En concreto, llegaron a subsistir simultneamente hasta nueve arma-das distintas: de Flandes, del Mar Ocano, de la Carrera de Indias, del Mar delSur, de Barlovento, y las galeras de Espaa, Gnova, Npoles y Sicilia (8). Enla prctica, ninguna de ellas mereca el calificativo de armada, y a efectos prcticos el valor de combate de todas ellas era prcticamente nulo. Tanslo 11 barcos constituan el total de las naves disponibles para defender yproteger todo el trfico indiano a comienzos de siglo, y de ellas ms de lamitad se hallaban en muy mal estado. Adems, las naves auxiliares que debanexistir en Amrica para contrarrestar el poder emergente de los contrabandistas ingleses eran muy escasas: en 1708 slo haba dos de estos buques en todael rea atlntica (9).

    Una vez que la guerra de Sucesin tocaba a su fin, las autoridades hispanasse apresuraron a preparar planes para la construccin de buques tanto en Espaa como en Indias. La influencia francesa, con Orry a la cabeza, se hizo sentiren el nuevo rey de Espaa, quien ya en 1708 orden la construccin de unaarmada capaz de defender los intereses de la Monarqua (10).

    Como consecuencia directa del afn centralizador de los consejeros franceses, pero tambin como una solucin prctica al caos de armadas sinapenas buques, se tom la determinacin de crear una sola marina de guerra.De este modo todas las flotas espaolas se unificaron mediante Real Cdulade 14 de febrero de 1714 dando lugar al nacimiento de la Armada Real, fuerza de la que tan slo quedaron fuera las ineficaces armadas de galeras y la deBarlovento (11), cuyos niveles de operatividad haban bajado a mnimoshistricos. En la misma lnea, en 1717 se cre el cargo de Intendente Generalde Marina, cuyo primer titular sera el excelente reformador Jos Patio,padre de la moderna Armada espaola. Con Patio al frente de la Intendenciafigura tpicamente francesa, y sobre todo despus de su nombramientocomo ministro de Marina, en 1726 (12), la Armada comenz un largo ycostoso programa de reformas cuyo fin ltimo era aumentar la potencia ycalidad de los buques espaoles, principales garantes, al fin y al cabo, delpredominio en el mar Caribe, ya amenazado por los ingleses. Fruto de estemprobo esfuerzo fue el crecimiento sostenido de la Armada espaola, que en

    (8) PREZ-MMJ.AINA BUENO. Pablo Emilio: Poltica aval espaola en e1 Atlntico, 17001715. EEHA, Sevilla, 1982, p. 380.

    (9) Ibidein, p. 384.(lO) FERNNDEZ DURO, Cesreo: La Armada espaola desde la unin de los 1-cilios (le

    Castilla y Aragn. Madrid, 1972, vol. V, p. 472.(II) RoDRGUEZ. CASADO, Vicente: La poltica del reformismo de los primeros borbones en

    la marina de guerra espaola, Anuario (le Estudios Amen canos, XXV, Sevilla. 1968, p. 604.(12) Ibidem.

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    1745 al menos poda ya enfrentarse en relativo pie de igualdad a la todopoderosa Armada britnica. As, en el perodo de 1720 a 1745 el nmero de navosde lnea construidos por Espaa se elev a 63, mientras que en el mismo perodo Inglaterra slo pudo poner a flote 18 nuevos buques (13). Muchos deestos navos pudieron convoyar las flotas que cruzaban el Atlntico, que enmomentos especialmente crticos aportaban tropas, material y proteccin a tascostas americanas.

    El aumento de la potencia de la Armada espaola y su robustecimientocomo elemento disuasorio frente a la Marina de Guerra britnica haba sidouno de los ejes en torno a los que gir buena parte de la poltica reformista delos Borbones espaoles. Al abrirse el siglo xvui poda decirse a ciencia ciertaque Espaa no slo no tena una marina nacional de guerra, sino que sencillamente careca de cualquier tipo de armada que pudiese calificarse como tal.Con esta perspectiva difcilmente podra alguna vez Su Majestad Catlicadisputar a los ingleses el predominio del mar, y menos an defender las rutasocenicas por donde discurra la plata americana. Por este motivo, y hasta quehombres como Patio sentaron las bases de lo que sera la moderna Armadaespaola de Guerra del siglo xvin, durante buena parte de este siglo se tuvoque depender de la proteccin ofrecida por los franceses, ya aliados naturalesde Espaa desde que Felipe V se asentara firmemente en el trono espaol trasel Tratado de Utrecht.

    La Marina de Guerra constituy, por tanto, un factor de decisiva importancia estratgica. Durante los diez aos en los que Patio estuvo al frente dela Secretara de Estado de Marina e Indias (1726-1736), el incremento delpodero naval espaol lleg a preocupar seriamente al todopoderoso embajador ingls en Madrid, Benjamin Keene, que en 1728 lleg a decir: He notado con gran disgusto los adelantos que hace Patio en su plan de fomento dela marina espaola (14). En 1743 Patio fue sucedido en todas sus funcionespor el marqus de la Ensenada, quien se encarg de dar un decisivo impulso ala naciente Marina espaola. Sin embargo, sus comienzos no fueron muyalentadores, ya que debido a distintos infortunios se llegaron a perder en lanueva guerra contra los ingleses, de 1739 a 1748, casi una cincuentena denavos, lo que coloc a la Marina a unos niveles anteriores a la llegada dePatio.

    La obra de Patio fue continuada por Campillo y Ensenada durante lasdos dcadas siguientes, siempre con excelentes xitos para el prestigio ydignificacin de la Armada espaola, que a finales de los aos cincuentaconoce su apogeo. Los ms de 60 buques de lnea y las altas cantidades dedinero destinadas en este tiempo a la Armada, superiores a los 85 millones dereales (15), indican con claridad el gran esfuerzo realizado en la etapa de

    (13) MERINO NAVARRO, Jos P.: La Armada espaola en e/siglo xvi,,. Madrid, 1981, p. 357.(14) OzANAM. Didier: La poltica exterior de Espaa en tiempos de Felipe y y de

    Fernando Vl>, Historia de Espaa. Dirigida por Ramn Menndez Pidal, vol. XXIX. Madrid,1985. p. 461.

    (15) MERINO NAVARRO: op. ciL, pp. 155-156.

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  • EL GASTO NAVAL EN ESPAA E INDIAS (1715-1759). EL CASO DE TIERRA FIRME

    Ensenada para convertir la Marina de Guerra en una fuerza eficiente desde elpunto de vista estratgico.

    Sin embargo, el espectacular incremento de la fuerza efectiva de la Armada evidente ya durante el reinado de Carlos III, hasta el punto de ser unode los factores determinantes del xito de la paz de 1783 (16) no implicabanecesariamente un notable incremento de las fuerzas navales operativas en elteatro americano. La creacin de la moderna Marina de Guerra espaolasignific una mayor y ms eficiente presencia de las escuadras espaolas enel Mediterrneo, las costas espaolas y la navegacin trasatlntica, pero nouna actitud prepotente en los mares americanos. De hecho, la actitud de laArmada espaola en Amrica sigui siendo defensiva y casi limitada alcontrol de las rutas comerciales, concentradas casi todas en los mares caribeos (17).

    Los gastos generados por estos programas de construccin naval y reformas organizativas fueron enormes. Entre 1715 y 1759, la poca dorada de laconstruccin naval de esta primera Marina de Guerra, los gastos navalesfueron incrementndose paulatinamente hasta llegar a acaparar el 25 por 100de los gastos totales de la Monarqua hacia 1759. Los astilleros de Guarnizo,La Habana, Cdiz, Cartagena o Ferrol fueron los responsables de este incremento tan espectacular de los gastos navales. Mientras que en 1723 losgastos navales apenas representaban el 9,7 por 100 del total de los de laAdministracin, a partir de la dcada de los cincuenta, en la que Ensenadamostr su mayor actividad, stos se elevaron por encima del 20 por 100. Enconcreto, en 1755 fueron del 24,58 por 100, en tanto que en 1759 se mantuvieron en el 24,22 por 100 (18), lo que significaba casi una cuarta parte delgasto pblico.

    Aunque el incremento del podero de la Armada beneficiaba obviamente atodos los territorios cuya defensa aqulla garantizaba, las Indias se mantuvieron en esta etapa algo apartadas de la evolucin general, si exceptuamos elastillero de La Habana. En efecto, La Habana consigui un merecido lugar dehonor entre los ms fructferos astilleros, especialmente entre los aos 1735y 1749, en los que mantuvo un elevado nivel constructor. Entre 1715 y 1759se fabricaron 108 navos de 50 caones o ms en todos los astilleros espaolesy americanos, de los que 33 (es decir, el 31 por 100) procedieron de La Habana (19). Sin embargo, el resto de los astilleros americanos mostraron unosniveles bajsimos de construccin, como el de Coatzacoalcos, en el istmo deTehuantepec, o la propia Cartagena de Indias, que apenas construy ms quealguno que otro patache.

    (16) RoDRGuEZ CASADO: Of. cii., p. 609.(17) La escasa actividad de la Armada de Barlovento fue la causa de cte retraimiento.(18) OZANAM, Didier: Notas para un estudio de los presupuestos de la monarqua espa

    ola a mediados del siglo xvirr, en Dinero y Crdito, siglos XVI CIXIX. Madrid, 1978, p. 58.(19) OZANAM, Didier: La poltica exterior de Espaa..., p. 489.

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    Como consecuencia de la crisis militar por la que atravesaba Tierra Firme,esta rea no mostr una especial actividad en el mbito del gasto naval militardurante este perodo. Pese a que gozaba de uno de los puertos ms importantes de Amrica Cartagena de Indias, y no obstante ser su rea de influencia estratgica vital para la defensa del Caribe, lo cierto es que habra queesperar hasta el reinado de Carlos III para observar una autntica actividadnaval en todo el arco costero de Tierra Firme.

    Por este motivo, los gastos en elementos navales en Tierra Firme no fueronmuy cuantiosos durante el siglo XVIII, a lo que sin duda ayud el hecho de noexistir ningn astillero de impoitancia en el rea abarcada por nuestro estudio.As pues, todos los gastos navales que se van a mostrar desde ahora tuvieroncomo origen uno de estos tres elementos: a) los gastos causados por la presencia temporal de escuadras espaolas o aliadas en puertos de Tierra Firme, quedeban ser sufragados siempre por la ciudad que acoga a dichos navos; b) losgastos derivados del mantenimiento de la Armada de Barlovento, nica fuerzanaval opel-ativa de carcter independiente que segua existiendo en el Caribedespus de la creacin de la Armada espaola en 1714, ye) los gastos provenientes directamente del apresto y mantenimiento de los guardacostas espaoles, fuerza naval cuyo nacimiento estuvo directamente ligado a combatir elnotable desarrollo del contrabando ingls en Amrica.

    La documentacin no ha permitido separar en la mayora de los casos qucantidades proceden de cada uno de los elementos arriba expuestos. Sinembargo, sabemos que la mayor parte de estas cantidades pertenecen al soste:nimiento de los guardacostas y de las armadas que se mantenan en determinados puertos. La Armada de Barlovento mostr, hasta su definitiva desaparicin en 1749, una actividad muy baja, y fue durante el siglo XVIII una fuerzanaval sin valor operativo serio (20). Adems, la mayor parte del esfuerzocontributivo hacia la Armada de Barlovento recaa en la caja de Mxico,mientras que las aportaciones de Cartagena de Indias, como principal puertode la zona, eran notablemente inferiores (21). De esta forma, la mayor partede las cantidades que se van a exponer pertenecen a los guardacostas, queconstituyeron una forma de lucha muy eficaz contra los ingleses, y a las arma-das que entraban en Cartagena y Portobelo fundamentalmente.

    Los guardacostas fueron creados en 1722 con el fin de patrullar el Caribe ala caza de contrabandistas extranjeros (22). Su actividad se mantuvo ininterrumpida durante todo el siglo, y demostr ser una forma de lucha de costesmuy reducidos y resultados ptimos. Rara vez actuaban al mismo tiempo msde tres o cuatro de estos buques, que utilizaban adems el puerto de Cartagenade Indias como base principal. Estos barcos, rpidos y muy maniobreros,constituyeron un verdadero azote para los contrabandistas ingleses y fueron elorigen de no pocas disputas y enfrentamientos diplomticos entre Londres y

    (20) ToRREs RAMREZ, Bibiano: La Armada de Barlovento, EEHA. Sevilla, 1981. p. 216.(2!) bU/em. pp. 254 y ss.(22) KAMEN: op. cii.. p. 223.

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  • EL GASTO NAVAL EN ESPAA E INDIAS (17/5-1 759). EL CASO DE TIERRA FIRME

    Madrid (23). El nmero de capturas de estos guardacostas y las elevadascantidades de comisos de que se incautaron durante todo el siglo avalan claramente el eminente papel que desempearon en la vigilancia de los mares caribefos. Entre 1747 y 1776, por ejemplo, los guardacostas espaoles apresaroncn aguas del Caribe no menos de 196 buques mercantes ingleses, lo queevidencia su notable contribucin en la salvaguarda de los intereses comerciales espaoles (24). No tan importante desde el punto de vista cuantitativo,aunque no menos efectiva, fue la actividad corsaria espaola durante estaetapa. Hasta finales del siglo xvii los corsarios espaoles no abundaban, peroel incremento de la presin extranjera sobre las rutas comerciales y la virtualdesaparicin de los mares americanos de la Marina de Guerra empujaron a losgobernantes indianos a incentivar y propicia