revista alfeizar nº 1
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Número de InviernoTRANSCRIPT
1
2012
REVISTA LFÉIZAR Revista cultural
N ú m e r o I n v i e r n o | I
2
Manifiesto
Ante todo, gracias por el interés y los motivos que te han
llevado a posar tu pensamiento sobre estás estáticas palabras; gracias por
dedicarle unos preciosos segundos de tu maravilloso tiempo, que no es
maravilloso porque sea tiempo en sí mismo, sino que es maravilloso porque es
tuyo y sin ti, nada de lo que voy a decir tiene mucho sentido.
Bueno pues me presento, pero no como persona que escribe,
sino como un símbolo que representa. El símbolo de una idea, la palabra que
representa una pasión; no soy uno material y físico, soy los sueños y los
deseos latentes de toda una generación, que, por miedo a salir, se acurrucan en
el fondo de el lúgubre pozo de las cosas que viven sin vivir.
El objeto de este movimiento, no es otro que de expresar.
Pero ¿Quién es ese emisor valeroso e intempestivo? Esa boca que grita no es
más que, como ya se ha dicho, la boca de toda una generación y, pido mil y
una disculpas por hacerme dueño y señor de tantos labios y gargantas. No
hablo por un árbol de cristal, hablo por un árbol de corteza raída, por un árbol
que respira del aire que sueltan las golondrinas en sus suspiros, que necesita y
se fundamenta del todo y no de nada, como lo hace el árbol de plata. ¿Y qué es
lo que gritan y gritan esas bocas, que por tan alto gritar no dicen nada? Si
susurrasen en vez de gritar se podría escuchar, de nuevo, un grito susurrante;
un aviso desde el palo mayor de nuestras almas que alerta que, se vislumbra la
tierra de un nuevo mundo.
Un nuevo mundo. Es nuevo, por que nace de otro antiguo
y viejo, un mundo con achaques y cansancio, un mundo enfermo y dolorido
que solo quiere morir; este es el mundo en el que nos despertamos todas las
mañanas. Un mundo yermo, desolado y sin luz, donde no hay verde y la
lluvia es ácido, el cielo es añil; no es fácil vivir, si es que se vive en este
mundo. Triste e insano, debido a la sedimentación de los errores pasados y
presentes.
Pero estamos aquí. Somos los paladines del mañana, los guerreros del
horizonte que emprenderán una última cruzada por recuperar y conservar lo
que verdaderamente importa en esta vida, para proteger de la tempestad del
devenir lo que ciertamente le da sentido. Y lo haremos, como nuestros padres
lo hicieron, así como nuestros abuelos; sembraremos las semillas de esperanza
con las que repoblaremos nuestro mundo, hermanos de una misma causa.
Recordad que somos seres con dos manos, opuestas entre sí; hay almas que
emplean una con más destreza una que la otra, existen corazones
ambidiestros, pero debemos de darnos cuenta que las dos son necesarias, que
no haríamos nada sin la otra; que uniendo las palmas, se corresponden entre
sí.
Llegó la hora de ser felices, unos con otros. Hora de coger el
estandarte de pasión y enfrentarse a demonios gigantes que vuelan en
nosotros. Es hora de morir por la vida.
ÍNDICE
Manifiesto 2
Cuéntalo, pero bien 5
Francisco Chamorro
La crisis de nuestros sueños 7
Javier Anta
Todo tiempo pasado (solo) fue anterior 10
Julio Moya
La (des) unión europea 12
Mercedes Mendoza
El arjé, el bosson de higgs o la partícula de
Dios 15
Juan Antonio Herrerías
Pintura de guerra: Augusto Ferrer-Dalmau
Alberto Ligero 18
Béla Tarr en su gaya ciencia
Juan Miguel Blanquero 22
¿Qué es el movimiento en el siglo XXI?
Cristina Canales 24
Equipo y contacto 27
.
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5
é
Francisco Chamorro.
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6
R e v i s t a A l f é i z a r |Número I
7
κρίσις
La crisis de nuestros sueños.
Por Javier Anta.
.
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8
.
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9
“Se me quedó en lo hondo
una visión tan clara,
que tengo que entornar los ojos cuando
intento recordarla.”
Dámaso Alonso.
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10
Cuán presto se va el
placer,
cómo, después de
acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquier tiempo pasado
fue mejor.
Muchos de nosotros,
reconozcámoslo, vivimos en esa
mirada a lo que tenemos detrás,
rememorando sin descanso un
pasado que idealizamos y al que
damos un baño de tintes
dorados, sin recordar, siquiera,
que jamás nos pareció menos
gris que el momento que
vivimos ahora. Nos ronda ese
fantasma, y en los últimos años
más que nunca. Una crisis, no
solo económica, sino también
social y casi podríamos decir
que espiritual, nos hace sentir un
poco mas desarropados, y nos
hace salir a buscar calor.
La decadencia de esa
Europa aupada en columnas
griegas y retratada en los frisos
de los contradictorios templos
de la tradición y el avance, nos
hace pensar que aquello de lo
que deseábamos sentirnos
formar parte, quizá ha dejado de
tener razón de ser, que ya no
quedan motivos para pensar que
es lo mismo y que solo si
miramos atrás, podemos atisbar
siquiera un mínimo de aquello
que teníamos como elemento
común: un pasado basado en la
religión, el honor, la decencia, la
familia y un extraño sentido de
la espiritualidad entre otras
muchas cosas.
Eso que parece que se
ha perdido y que hace años
decidimos suplir con nuestras
ansias consumistas y la
equivoca felicidad de lo
material, ahora vuelve a ser
apetecible a una sociedad que ya
no tiene acceso al placebo que
su dios dinero le regaló en la
década de los cincuenta. Cómo
no, el estigma de esas
inquietudes, al igual que en
cualquier otro momento, queda
reflejado perfectamente en las
manifestaciones artísticas
actuales.
Nos equivocamos al
pensar que nuestro pasado
incluye menos sombras que
nuestro presente, prefiriendo
hacer oídos sordos y darle los
valores que ansiamos y no
encontramos en nuestra vivencia
diaria ¿La supremacía del amor
en una tierra medieval? ¿La
dignidad como máxima de un
imperio lleno de esclavos?
Mejor engañarnos pensando que
aquello de lo que carecemos,
algún día formó parte de
nosotros y podemos recuperarlo.
Ciertamente no es nueva esta
artimaña, y en el fondo, ella sí
que nos desvela una parte de lo
que somos y de lo que nos han
dejado en herencia las
generaciones anteriores.
Aún somos
románticos, en el sentido
artístico del término. El refugio
del pasado, el yo y la
preponderancia de los
sentimientos siguen siendo
usados para desmarcarnos de
esos fríos y rígidos clásicos, y
aunque nos hace acercarnos al
patetismo, nos salvan de ese
hastió existencial donde la
felicidad parece no tener cabida.
Tal vez sea en la novela donde
más claramente pueda verse esta
tendencia, pudiendo llegar a
afirmarse que no existen apenas
diferencias entre la actual y la
romántica.
“La novela histórica
toma por propósito principal
ofrecer una visión verosímil de
una época histórica
preferiblemente lejana, de
forma que aparezca una
cosmovisión realista e incluso
costumbrista de su sistema de
valores y creencias” - György
Lukács (1885 - 1971)
Obras como Ivanhoe
de Sir Walter Scott o Nuestra
Señora de París de Víctor Hugo
ya muestran las características
de obras actuales como Los
pilares de la tierra del autor
británico Ken Follet. La Edad
Media como marco temporal,
las descripciones minuciosas, el
triunfo del amor, la exaltación
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de los valores de honor, valentía
y justicia en los protagonistas, el
sufrimiento personal y de cómo
todo esto junto, nace la
felicidad. Llega a tal punto la
similitud entre los movimientos
de las dos épocas, que las obras
de Sir Walter Scott son
consideradas como algunos de
los primeros Best Seller de la
historia. El verdadero éxito
radica en transpolar nuestra
sociedad a estos islotes ideales,
donde hay hueco para los
valores y el triunfo de estos,
lleva a la felicidad.
La proliferación de
este género en la actualidad,
también es innegable. Autores
como Umberto Eco, Lindsey
Davis, Arturo Pérez-Reverte o
el citado Ken Follet viven
momentos de gloria en los que
sus libros son éxitos de ventas, y
en donde tan solo las novelas de
género policial o negro
compiten con ellas, y estas son
igualmente comparables con las
novelas góticas del mismo
periodo.
¿Es entonces el ahora,
como lo fue el romanticismo, un
periodo de desencuentro entre el
individuo, que busca la
felicidad, y la sociedad, que no
se la proporciona? De no ser así,
no tendríamos que ensoñarnos
con pasados oníricos, no
intentaríamos aislarnos de la
realidad, sino que nos
regodearíamos en ella.
La sociedad occidental
se derrumba ante la constante
huida de capitales hacia países
lejanos, que nos adelantan en un
juego al que nosotros mismos
pusimos las normas. Se
derrumba ante la falta de unos
ideales que hace ya años que
vendimos por un nivel de vida
mayor, y ya solo nos queda el
retrato de un pasado, que
reitero, no es tan dorado como
pretende nuestro imaginario.
Cerramos los ojos ante
la triste mirada de un futuro
donde no está la felicidad,
sabiendo que no la poseemos
ahora y que solo nos queda
encajarla en un pasado para no
admitir que jamás existió. Nos
negamos a reconocer que nos
vendimos a ídolos de barro y a
una felicidad que no terminaba
de serlo.
Pese a todo, siempre
hay una luz esperanzadora en
medio de la angustia, y es que el
precedente romántico nos
muestra que cuando intentamos
desempolvar esas áureas
tumbas, el mundo avanza un
poco, no se sabe en qué
dirección, pero al menos la
sociedad vuelve a reconciliarse
un poco con el individuo.
Concluyo así mi
primer artículo intentando haber
aunado literatura, actualidad
social y por supuesto filosofía, y
pretendiendo que pueda
disfrutarse su lectura al menos
un pequeña parte de lo que
seguro que se pueden disfrutarse
el resto de artículos de mis
compañeros.
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La Unión Europea fue creada con el
propósito de ser una gran potencia que pudiese
competir en el mercado internacional. Juntos,
todos los países europeos podríamos
compararnos al sólido Estados Unidos. Por lo
tanto es ya evidente que esta fusión no es
territorial, pues cada país sigue teniendo su
nombre y fronteras, ni legislativa, pues las leyes
y códigos varían de una nación a otra, ni
cultural, pues es amplia la diversidad de
lenguas, formas y costumbres que componen
Europa. Por el contrario, en EE.UU., aunque
existen diferencias entre unos estados y otros,
tienen una trayectoria común, su cultura se
asienta sobre las mismas bases y tienen un
fuerte sentimiento patriótico. No defiendo ese
amor irracional a la madre patria, quizás por
pertenecer a un país en el que una idea política
ha decidido apropiarse de cualquier
manifestación patriotera, sin embargo es
innegable que el acentuado sentido de la
identidad nacional compartido por todos sus
ciudadanos los convierten en una nación fuerte
ante las demás, dispuestos a proteger lo que les
pertenece hasta la muerte.
Es, en conclusión, la Unión Europea
una asociación económica. Y desgraciadamente
allí donde hay dinero hay quien busca un
beneficio. Y la guinda de este lucrativo pastel,
el euro, esa moneda cuyo propósito era lanzarse
al cuello del dólar como feroz bulldog y
rebatirle sagazmente su puesto. Esta hazaña le
costó tan solo unos meses pues la moneda fue
puesta en circulación el 1 de enero de 2002,
cambiándose el euro por 0.9038 dólares y el 1
de de Julio la europea sobrepasó a la americana,
manteniéndose aún en esa posición. Pero esto ha
seguido sin significar nada. El mundo sigue
girando en torno al Tío Sam, el Sol de nuestro
Sistema, que aunque cada día llega más a su
crepúsculo y deja vislumbrar nuevos luceros en
otros horizontes, quizás más orientales, aún
sigue manteniendo su imperio con fuerza. Y si
cae el rey de la manada lo hacen también sus
súbditos, lo que podría ejemplificarse con la
quiebra de “Lehman Brothers”, quienes, aun
habiendo superado una guerra civil, la crisis
bancaria de 1907, el crack del 29 y numerosos
escándalos, no fueron capaces de sobrevivir a la
actual crisis. Su estrepitosa caída desde la
azotea del rascacielos de Wall Street fue la
dinamita, de mecha encendida hacía ya largo,
que al explosionar contagió su crisis al mundo
entero.
Y esta crisis, transparente en un
principio para los dirigentes españoles, pues se
negaban a admitir su existencia, lo que más
adelante se tradujo en una tardía intervención
cuyas consecuencias aún no se han resuelto, está
creando una total pérdida de valores. Valores
que quizás nunca se tuvieron muy claros y por
ello ahora se tambalean constantemente. Así por
ejemplo España, en 1986 tuvo que hacer
grandes esfuerzos para ganarse su ansiado
ingreso en la Unión Europea, tales como la
reducción del déficit público, reducción de la
tasa de desempleo o el incremento de
infraestructuras públicas (relacionado esto
último con las Olimpiadas de Barcelona del 92
y la Exposición Universal de Sevilla del mismo
año). Sin embargo un gran escepticismo me
invade al ver que el 1 de mayo de 2004 se
adhirieron 9 países a la UE (República de
Estonia, República Eslovaca, República
La (des) unión europea.
Por Mercedes Mendoza.
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Eslovenia, República de Chipre,
República de Malta, República de Letonia,
República de Hungría, República de Polonia y
República Checa) sin ninguna dificultad
aparente. Parece que las condiciones para entrar
en la Unión son arbitrarias y dependiente de las
intereses de cada momento. Parece lógico
derivar que detrás de la admisión masiva de casi
una decena de países hay un afán de
imperialismo anacrónico que lo único que
pretende es la simple expansión del territorio.
Pero entonces… ¿por qué no se amplían
fronteras y se permite la entrada de Turquía
quien lleva años detrás de esa meta? ¿No sería
jugoso e interesante la anexión de un territorio
tan cuantiosamente grande como es el
regenteado por la antigua capital bizantina?
Y la pérdida de valores aumenta ahora
que estamos en época de crisis. Así, esa
“Fraternidad” en la que se sustentaba la UE se
va desmoronando poco a poco. Merkel y
Sarkozy, siempre muy cariñosos entre ellos, no
guardan ese amor para el resto y por ello se
atreven a anunciar que la Unión debe ser
“reformada” y que quizás no se pueda contar
con “todos”. Incluso se atreven a denominarse
“el motor de Europa”. Ansían una nueva Europa
que pueden controlar, una élite de la que ellos
sean los líderes. Se sienten con absoluta
capacidad para “echar” el lastre que impide a su
bonito globo seguir ascendiendo. No les ha
salido bien el plan, querían usar a sus “aliados”
como medio para competir con el Grande y
ahora ven que no era tan fácil.
Pero ni si quiera se ponen
de acuerdo entre sí, no aúnan
intereses. Merkel, la canciller de
hierro, es inflexible ante la
situación de crisis. Olvida sus
compromisos con la Unión, deja
entender que ya no le interesa el
euro y no da tregua a los países del
sur que tienen dificultades para
pagar su deuda. Su único objetivo
es que los tratados se cumplan
estrictamente y el indisciplinado
que no lo haga ya puede ir
bajándose del barco porque la
capitana no espera. Es Sarkozy el
que, mostrando cierta voluntad y
solidaridad política, frena los
arrebatos alemanes. Sin embargo la postura
francesa es vista por la prensa germana como
“palabrería” pues lo que verdaderamente cuenta
son las reglas.
Personalmente creo que el conjunto
“Merkozy” lleva razón. Debemos refundar
Europa. Pero no exclusivamente en una base
económica que arrase a los más débiles, sino en
un plano cultural e ideológico. Si observamos el
ámbito de la religión en nuestro continente no
solo lo habitan cristianos, sino que musulmanes,
judíos, ateos y agnósticos conviven en él. Pero
no solo hay mezcolanza en religión, sino
también en las diferentes culturas urbanas o en
el amplio abanico de ideas políticas. Pero este
apelotonamiento cultural tiene comparte
muchos puntos, como la extensa historia
europea, pues para comprender lo que hoy
somos individualmente, tenemos que rebuscar
en ese pasado común.
Bien llevado el multiculturalismo puede ser
muy enriquecedor. Podemos aprender mucho
los unos de los otros. Incluso me aventuro a
decir que la grandeza europea reside en su gran
variedad, en su abarrotado mar de pensamientos
diferentes y puntos de vista desiguales. Hemos
sido creadores de las mayores obras de arte,
somos la cuna de grandes filósofos, músicos y
poetas. No nos dejemos romper por el sucio
capital. Luchemos por ese espíritu unificador.
Unámonos. Unámonos tomando como base la
solidaridad y cooperación.
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En homenaje al artista Antoni Tàpies.
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Por Alberto Ligero.
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Por Juan Miguel Blanquero
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¿Qué es el movimiento del siglo XXI?
Por Cristina Canales
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Huyamos de ese ejército de cabezas
cabizbajas, huyamos de ese sin fin de
personas abriéndose paso a base de
codazos para llegar pronto a su destino.
Saquemos los pies del tiesto, es hora de
ver la pura realidad.
Javier Anta Pulido
Juan Carlos Polo Zambruno
Mercedes Mendoza Cortés
Javier Anta Pulido
Juan Carlos Polo Zambruno
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