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aguaitaREVISTA DEL O B S E RVAT O R I O DEL CARIBE COLOMBIANO

aguaitaR E V I S TA D E L O B S E R VAT O R I O D E L C A R I B E C O L O M B I A N O N M E R O 1 9 2 0 D I C I E M B R E D E 2 0 0 8 J U N I O 2 0 0 9 C A R TA G E N A D E I N D I A SDIRECTOR ACADMICO D I R E C T O R A E J E C U T I VA EDITOR CONSEJO EDITORIAL

Antonio Hernndez Gamarra Madalina Barboza Senior Ariel Castillo MierE N T I DA D E S D E A P OYO

CONSEJO ASESOR

Alberto Abello Vives Weildler Guerra Curvelo Luis Alarcn Meneses Cristo Figueroa Snchez Cecilia Lpez Montao Adolfo Meisel Roca Claudia Mosquera Jorge Nieves Oviedo Mara Trillos Amaya Fabio Zambrano Pantoja

Jaime Abello Banfi Carmen Arvalo Correa Beatriz Bechara de Borge Roberto Burgos Cantor Mario Giraldo Garca Patricia Iriarte Daz Granados Consuelo Posada Gustavo Bell Lemus

Universidad del Atlntico Universidad de Cartagena Universidad de Crdoba Universidad de la Guajira Universidad del Magdalena Universidad Popular del Cesar Universidad de Sucre Cmara de Comercio de Cartagena Cmara de Comercio de Sincelejo Colciencias

DISEO GRFICO COLABORADORES DE ESTE NMERO

Luz Dary Villamil V. Javier Ortiz Eric Dubesset Adolfo Meisel Roca Joaqun Viloria de la Hoz Margarita Sorock Julio Escamilla Morales Alexander Pereira Fernndez Armando Martnez Garnica Gerardo Ardila Alberto Abello Vives Vctor Manuel Moncayo lvaro Medina Hernn Vargascarreo Rmulo Bustos Aguirre Guillermo Tedio Lyda Vega Ariel Castillo Mier Nadia Celis Salgado Augusto Otero Herazo Nereo Lpez Clara Eugenia Snchez Manuel Pedraza Rubn Daro Otlvaro El Meridiano de Crdoba El Espacio Revista Credencial Archivo de Investigadores Orlando Fals Borda, Universidad Nacional Rmulo Bustos Aguirre Elograf Ltda. Editora Gminis Getseman, Calle del Guerrero No. 29 - 02 2 piso 6602491 6601364 - 6602395 [email protected] www.ocaribe.org

FOTOGRAFAS

ILUSTRACIONES PRE PRENSA IMPRESIN CANJE, SUSCRIPCIONES Y CORRESPONDENCIA TELFONOS CORREO ELECTRNICO WEB SITE

El Observatorio del Caribe Colombiano es el centro de estudios regionales del Sistema Universitario Estatal (SUE) del Caribe y realiza programas concertados con el Ministerio de Cultura de Colombia. El material de esta publicacin puede ser reproducido parcial o totalmente citando la fuente y el autor. Las opiniones expresadas en los artculos firmados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no comprometen al Observatorio del Caribe Colombiano. Impreso en Colombia, Printed in Colombia, Cartagena, diciembre de 2008 junio de 2009.ISSN

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EDITORIAL OPININ

El Caribe: un mapa heterogneo que fascina, seduce y atemoriza. Entrevista con Arcadio Daz Quionez Javier Ortiz9

La reciente invencin del caribe nicaragense Eric Dubesset21 HISTORIA

La estructura econmica de San Andrs y Providencia en 1846 Adolfo Meisel Roca31 Y E CO N OMA SOCIEDAD

Cerro Matoso y la economa del ferronquel en el Alto San Jorge (Crdoba) Joaqun Viloria de la Hoz41 C ULTURA

El Caribe en la narrativa de Eligio Garca Margarita Sorock59

Amor, despecho y cortesa en las canciones de Agustn Lara Julio Escamilla Morales74 Y CIUDAD REGIN

Pelcanos y rmoras en Bazurto Adolfo Meisel Roca95 DOSSIER

Homenaje a Orlando Fals Borda99

Orlando Fals Borda: el nacimiento de una vocacin Alexander Pereira Fernndez101

Historia doble de la Costa: : el legado que nos queda Armando Martnez Garnica117

Vida y Obra de Orlando Fals Borda Las ideas de Fals Borda sobre la regionalizacin del pas Gerardo Ardila123

Fals Borda y la regionalizacin. Comentarios a la ponencia de Gerardo Ardila Alberto Abello Vives129

Fals Borda: hombre icotea y sentipensante Vctor Manuel Moncayo Cruz133 ARTES PLSTICAS

La Cueva y sus poticas visuales lvaro Medina139 POESA

Hernn Vargascarreo145 LA ALEGRA DE LEER

Guillermo Tedio Lyda Vega Ariel Castillo Mier147 LA ALEGRA DE BAILAR

Nadia Celis Salgado155 NOTIC IAS 159 R ESMENES 167 AUTORES 168

esde su firma el 2 de noviembre de 2007, en Barranquilla, la dirigencia poltica, empresarial, acadmica, los medios de comunicacin, los gobiernos locales y algunos sectores ciudadanos de la regin, se han venido incorporando con entusiasmo al Compromiso Caribe. Esta propuesta de desarrollo regional recogi las conclusiones de ocho talleres realizados en los departamentos del Caribe colombiano, en los que se plantearon interrogantes y se esbozaron propuestas para empezar a reducir en serio las profundas y persistentes brechas entre las regiones de Colombia. La iniciativa, consignada en 11 puntos que tienen el propsito de una agenda de desarrollo, se suma y complementa con otras propuestas surgidas en el Caribe1, la regin que ms ha insistido en un reconocimiento institucional, y ms ha recalcado en la necesidad de que el Gobierno central salde viejas y recientes deudas econmicas y sociales con la periferia colombiana. En los talleres que precedieron la firma del Compromiso, el Observatorio del Caribe Colombiano estuvo acompaado por Fundesarrollo y el Centro de Estudios Econmicos Regionales (CEER) del Banco de la Repblica en Cartagena, instituciones que de paso asumieron la tarea de evaluar y hacerle un seguimiento peridico.

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En ese sentido, el primer paso lo dimos en 2008, cuando convocamos a investigadores de las universidades oficiales de la regin para que evaluaran los planes de desarrollo departamental a la luz de los postulados del Compromiso. As mismo, importantes acadmicos del pas, invitados por el Observatorio, expusieron sus puntos de vista sobre los principales retos de la regin de cara a las propuestas y metas fijadas en esta iniciativa, en encuentros realizados en las ciudades capitales. En el 2009, de nuevo en compaa de Fundesarollo, realizamos un foro con los candidatos y precandidatos de origen costeo a la Presidencia de la Repblica para conocer su percepcin sobre el Compromiso y cmo lo incorporaran a sus propuestas de gobierno. Este ejercicio fue otro avance para posicionar el tema en el debate poltico regional y nacional, y para ambientar una reflexin ms sistemtica que llegue a sectores ms amplios de la poblacin. As mismo, en el presente ao iniciamos la socializacin de los resultados del Indicador Global de Competitividad de las ciudades del Caribe Colombiano, 2008, una investigacin en la que se evalu la situacin competitiva de 22 ciudades del pas y se elabor un ranking en el que las capitales de los ocho departamentos de la regin, con excepcin de Barranquilla y Cartagena, se ubicaron en los ltimos lugares de la clasificacin. En la actualidad, el equipo de investigadores del Observatorio, con la financiacin de Colciencias y el apoyo tcnico de la Universidad de Cartagena, construye una plataforma virtual de indicadores para monitorear los avances de la regin en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y del Compromiso Caribe. Esta plataforma

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Al menos cuatro manifestaciones marcan la agenda regional del Caribe en el siglo XX y la primera dcada del XXI. La primera de ellas fue la Liga Costea, cuya primera asamblea se reuni el 12 de enero de 1919 en Barranquilla, a instancias de los peridicos de la regin; casi 50 aos ms tarde aparecera el Sistema de Planificacin Urbano Regional Sipur-- (1974); en los aos 80 empezaron los foros regionales (El I Foro de la Costa Atlntica se realiz en marzo de 1981. En total se realizaron siete foros.), que marcaron uno de los perodos de mayor activismo en los temas regionales y le dieron protagonismo a una nueva generacin de dirigentes; y el Compromiso Caribe, firmado el 2 de noviembre de 2007 en Barranquilla.

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contendr, adems, un componente de indicadores de competitividad que permitir medir los avances o retrocesos de la regin en esta materia. Los primeros resultados de este proyecto los conocer la comunidad en el primer trimestre de 2010, y confiamos en que ser una herramienta de mucha utilidad para generar nuevas investigaciones. Estos ejercicios de seguimiento y reflexin con los que el Observatorio cumple su compromiso con el Caribe colombiano son, sin duda, una plataforma para sustentar, impulsar y visibilizar los justos reclamos de una regin cuyos indicadores de progreso material, social e institucional, lejos de converger con los de las zonas ms desarrolladas del pas, se acercan, en algunos casos, a los de las ms atrasadas. Estamos convencidos de que el propsito fortalecido de la identidad y la integracin Caribe, y la urgente necesidad de lograr un mayor equilibrio regional, tocarn muy pronto las puertas de las instancias a cuya responsabilidad corresponde definir las polticas para lograr este fin. Mientras tanto, hay que seguir empujando, ojal con mucho empeo y en la misma direccin.

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El Caribe: un mapa heterogneo que fascina, seduce y atemoriza. Entrevista con Arcadio Daz QuionezJavier Ortiz CassianiEl desaparecido Edward Said nos revel hace algn tiempo cmo el imperialismo, desde mucho antes que se produjeran las invasiones a los territorios, encontr en las expresiones artsticas y literarias su fundamento ms slido. Las obras de Conrad, Dickens, Flaubert e inclusive la pera de Verdi, estn cargadas de manifestaciones que muestran la idea de superioridad del mundo occidental. Resulta muy reveladora la imagen de Robinson Crusoe, inmortalizada por Daniel Defoe, del nufrago europeo que llega a una isla aparentemente desierta, rebautiza todo y construye un mundo lo ms parecido al que haba dejado atrs. Crusoe nombra, legisla, traza lmites, ordena e inventa una nueva cartografa del lugar.

El Caribe ha sido, por excelencia, un espacio imperial. En l, las potencias fueron construyendo sus cartografas del poder que lo convirtieron, durante mucho tiempo, en una zona extica que atemorizaba, pero tambin seduca. El Premio Nobel de Literatura V.S. Naipaul, en su obra Un camino en el mundo, con su estilo crtico, habla de aquellos extranjeros que construyen imgenes del Caribe desde la comodidad de sus lujosos cruceros y que, luego, por esa capacidad que siempre ha tenido el poder de nombrar, imaginar y construir geografas, se convierten en la visin oficial de varios pueblos del Caribe. Arcadio Daz Quinez, investigador, ensayista y crtico literario, profesor de la Universidad de Princeton en los Estados Unidos, en la presente entrevista que se realiz en 1998, nos habl de ese Caribe producto de la penetracin imperial y de la complejidad que eso implica. En su generosa y aguda conversacin se ocup del racismo, la exclusin, la dificultad de formacin de los estados naciones, la modernidad, la Guerra Hispanoamericana y lo emblemtico pero difcil de conmemorar que resultaba el ao 1898. Arcadio tambin habl de Cartagena y el Caribe colombiano, como una forma ms de refutar los mapas construidos desde el poder que por muchos aos asumieron estos territorios por fuera del Caribe.

La necesidad de historiar los mapas del CaribeArcadio, en los ltimos aos el Caribe ha sido uno de los escenarios que ms discusin ha generado. Existen serios intentos para tratar de definir lo que es ese espacio caribeo, que intenta superar las visiones exticas. Desde la experiencia que usted tiene como investigador, qu nos puede decir al respecto?

La mirada sobre el Caribe, en efecto, es un problema literario, cultural, antropolgico e historiogrfico. Ya en el famoso libro de Benedict Anderson, Comunidades Imaginadas -sobre todo en la segunda edicin-, hay una g u a i t a - DIECINUEVE - VEINTE / DICIEMBRE 2 0 0 8 - JUNIO 2 0 0 9 9

planteamiento sobre mapas, geografas, que creo que es central para el debate contemporneo. Cul es el mapa?, cules son los mapas que se han concebido para el Caribe? Aunque, por supuesto, no pensando en el Caribe, esta preocupacin est planteada en Anderson, al igual que en el libro de Edward Said, Cultura e Imperialismo. Es decir, las transformaciones geogrficas, geopolticas, los nuevos mapas que se establecen con los imperios y los cambios de imperios, y con los estados nacionales. As, yo dira que el primer problema, hoy da, para discutir, cuando uno habla del Caribe, es partir del comienzo o de uno de los comienzos, cul es el mapa, cmo se ha entendido la cartografa o, mejor an, cules son los mapas que histricamente se han privilegiado y desde qu intereses, porque la cartografa es tambin una relacin de poder.Cules son esos mapas del Caribe?

A m me parece que el mapa del Caribe es muy debatible. Problemtico desde los comienzos de la modernidad que, para m, est en el siglo XVI, en el caso del Caribe. Peter Hulme, estudia el mapa del Caribe, por ejemplo, en Inglaterra, en el siglo XVI, que abarca desde el sur de los Estados Unidos hasta Venezuela1. Es un Caribe inmenso, la zona de los canbales, porque eso es lo que quiere decir caribe, y es el Caribe que aparece en las obras de Shakespeare, por ejemplo, un Caribe inmenso que es el espacio de la otredad, una zona que fascina y atemoriza. Hoy el mapa es distinto, pero siempre persiste, por distintas razones, esa idea de zona oscura, que fascina y seduce y, al mismo tiempo, infunde temor. Desde luego hay que historizar el mapa; es decir, no hay un mapa del Caribe, sino que hay mapas histricos del Caribe, con ciertas inclusiones y exclusiones, y eso es un tema de debate. Yo no puedo decir ahora, cul es mi mapa del Caribe, porque depende de lo que uno est pensando, por ejemplo hay un mapa de la msica, el amigo ngel Quintero2, estudia la msica del Caribe, entonces ese es un mapa. Hay que trabajar con varios mapas: el mapa literario; el mapa de la esclavitud, que es muy importante tambin; el mapaPeter Hulme, Cannibalism and the colonial World, Cambridge, Cambridge University Press, 1998. 2 Se refiere al libro del socilogo puertorriqueo ngel Quintero Rivera, Salsa, sabor y control. Sociologa de la msica tropical, Mxico, Siglo Veintiuno Editores, 1998.1

del contrabando; el mapa de las relaciones intelectuales y culturales; el mapa religioso De todas maneras, yo creo que habra que empezar diciendo que hablamos hoy, con mayor conciencia, del Caribe como una zona amplia, heterognea, que comparte ciertas experiencias histricas.Cules son esas experiencias histricas?

Yo creo que el gran cariblogo Gordon Louis, a mi juicio, lo plante muy bien en uno de sus importantes libros. Primero, la experiencia de la colonizacin europea es, sin duda, algo que marca a todo el Caribe y a todos los posibles caribes; en segundo lugar, la presencia fuerte de las culturas africanas en su transformacin, lo que quiere decir la esclavitud. Esclavitud y modernidad empiezan juntos en el Caribe, esclavitud e imperio tambin, y desde luego la resistencia a esas dos grandes experiencias tambin permite marcar al Caribe; y tercero, la circulacin increble, tanto de europeos como de

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norteamericanos, hacia el Caribe, y la circulacin de los caribeos en el Caribe y fuera del Caribe...Las disporas...

Exacto. Disporas forzadas por una violencia inmensa como la dispora de la esclavitud, pero tambin las disporas modernas que pertenecen a la fuerza de trabajo. Desde los balseros cubanos hasta los puertorriqueos que viajan en avin continuamente, los colombianos, los cartageneros que viven en New Jersey y en Nueva York, esa dispora no ha terminado y no va a terminar, todo lo contrario. As que yo dira: mapa histrico, determinado por la mirada de quien mira y quien construye el mapa; en segundo lugar, experiencias decisivas como son la colonizacin, la esclavitud, las disporas. Dentro de eso quizs el elemento unificador sea la presencia del mundo europeo y el mundo africano con sus transformaciones. Tal vez por mi ignorancia, en mi lectura hago un parntesis, que muchos criticaran con razn, del mundo indgena en las islas del Caribe y el Caribe continental, porque me parece que el mundo indgena que fue realmente vctima del genocidio inicial, ha permanecido, pero muy transformado, de modo que, a mi juicio, no se puede comparar, en la modernidad, con el impacto de la presencia africana y el impacto de la presencia europea.

Modernidad, esclavitud y guillotina no se contradicenTeniendo en cuenta esta serie de mapas, las diferencias, la heterogeneidad, cmo se aborda la modernidad en el Caribe?

Quiero decir una cosa sobre los mapas. Hoy nos preguntamos quin produce los mapas: hay que insistir mucho en esa pregunta, quin produce los mapas y para quin, porque no cabe duda de que el Caribe como sujeto histrico es tambin, en buena medida, nos guste o no, una construccin de una mirada externa. Esa mirada externa tiene que ver con los imperios y con la modernidad. Sobre la modernidad en el Caribe yo creo que hoy, en los estudios culturales y en los estudios literarios, hay una premisa fundamental que es una especie de hiptesis de trabajo, algo que el gran intelectual afroamericano W.E. Dubois llam la doble conciencia de la modernidad, y que algunos tericos historiadores

como Paul Gilroy, han tomado aunque Gilroy no habla mucho del Caribe- como punto de partida. Qu significa aqu la doble conciencia de la modernidad? Significa que en el Caribe y en muchas partes de Amrica, la modernidad, ya desde sus comienzos, viene con toda la complejidad del mundo colonial y del mundo de la esclavitud. No es que haya una modernidad por un lado y que nosotros estemos rezagados con respecto de la modernidad: que la esclavitud es inherente a la modernidad europea y norteamericana y que el imperialismo es inherente a esa modernidad, no es contradictorio. El gran historiador cultural brasileo, Roberto Schwarz, escribi un ensayo -que a m me gusta mucho, aunque discrepo- que llam Las ideas fuera de lugar sobre Brasil. Es un ensayo muy estimulante, yo lo he ledo muchas veces, hoy tendra que decir que estoy en desacuerdo, pero un desacuerdo interesante, porque es un texto muy bueno. Schwarz postula ah que las ideas de la Ilustracin, las ideas de la modernidad, eran ideas fuera de lugar en el Brasil, pues haba un desfase muy grande entre la realidad de la sociedad esclavista, la realidad colonial, y las ideas de la Ilustracin. Pienso que en el Caribe esa es nuestra modernidad, y no solamente la nuestra, es la modernidad europea tambin. La modernidad europea es la que construye todo ese edificio enorme del imperio, construye el edificio de la esclavitud y construye las colonias y, por lo tanto, no podemos separar una cosa de la otra. Es lo que Gilroy llama la doble conciencia de la modernidad, en el sentido de que hay una conciencia metropolitana de la modernidad y una conciencia, llammosla colonial o criolla, de la modernidad. Ahora sabemos, como en la novela famosa de Alejo Carpentier, El Siglo de las luces, que la declaracin de los derechos del hombre llega con la guillotina, en el mismo barco, a Hait, durante la Revolucin Francesa. Carpentier, en su gran novela, plantea el impacto que tiene enseguida en el Caribe la declaracin de los derechos del hombre y muestra que sta llega con la guillotina, igual que en Europa. Doble mirada de esa modernidad que, por un lado, trae ideas de liberacin, pero tambin trae una enorme violencia. Algunos estudiosos del Caribe han dicho, creo que con mucha razn, que sera ms interesante estudiar la modernidad, por ejemplo, de la Revolucin Francesa, desde Hait, y no a la inversa, como se suele estudiar.

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Por qu no empezar por Hait, Hait nos permitira una mirada hacia Europa para observar esas ideas...Una mirada desde el otro...

Exacto, lo cual no quiere decir que no vaya a haber contradicciones; al contrario, se multiplican las contradicciones, pero nos permite una mirada mucho ms matizada y compleja de eso que llamamos la modernidad. Creo que el debate actual est ah, en una nueva reflexin sobre lo que es la modernidad, sobre su periodizacin, y sobre esto que podemos llamar la doble, algunos diran la triple, conciencia de la modernidad. De modo que no se separe arbitrariamente una cosa de la otra, porque todos esos valores modernos identificados de una forma u otra son valores que sufren grandes transformaciones en Europa, en Amrica y especficamente en el Caribe. Yo pienso mucho en eso, por ejemplo, cuando hablamos de la esclavitud, porque la modernidad sin esclavitud no se entiende.

Nada ms premoderno que la esclavitud, parece una contradiccin...Parece una contradiccin, pero as es. La produccin azucarera, la produccin cafetalera, la produccin algodonera, todo lo que fue transformando la cultura europea, descansa sobre la esclavitud en Amrica y no se puede desligar una cosa de la otra. Sidney Mintz ha escrito todo un libro sobre la transformacin del azcar e incluso la invencin de los dulces.3 Toda la ornamentacin, la fantasa, en Europa, del mundo azucarero, del lenguaje, todo eso, repito, descansa sobre la mano de obra esclava. De modo que el dulce es muy moderno y est lleno de esclavos.

Pregoneros con cibernautas: coexistencia de temporalidadesA partir de las apreciaciones que usted ha hecho, podemos decir que debemos dejar ya de lado la visin del Caribe como un espacio premoderno, un espacio donde la modernidad no ha llegado, un espacio de la modernidad perifrica? Es una pregunta interesantsima y tambin problemtica, porque tiene que ver con terminologas. La terminologa siempre es importante discutirla y detenerse en ella. Yo, por ejemplo, uso el trmino premoderno; en cambio, no uso o trato de evitar el12 a g u a i t a - DIECINUEVE - VEINTE / DICIEMBRE 2 0 0 8 - JUNIO 2 0 0 9

trmino culturas perifricas, modernidades perifricas, a pesar de los buenos estudios que se han hecho bajo ese concepto. Por qu? Quizs debo empezar por ah. Yo uso premoderno, porque es una manera breve de apuntar hacia la coexistencia de temporalidades: no lo uso en un sentido peyorativo, lo uso como abreviatura de algo muy complejo. Empleemos algunos ejemplos que a m me interesan mucho. En nuestro mundo caribeo es muy importante eso que hemos llamado como un trmino contradictorio Literatura Oral, es decir, las grandes tradiciones de poesa que se trasmiten oralmente. En el siglo XX, por ejemplo, gracias a los medios de difusin, radio, discos, casetes y toda clase de elementos de la gran revolucin tecnolgica, muchsima gente de todos los sectores

Sydney Mintz, Dulzura y poder. El lugar del azcar en la historia moderna, Mxico, Siglo Veintiuno Editores, 1996

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sociales, incluso los que saben leer, se han iniciado en la literatura a travs de algn tipo de tradicin oral, bien sea la cancin, puede ser el bolero, la dcima, tradiciones de trovadores. Todo eso existe y coexiste con una gran produccin libresca. Yo llamo a la tradicin oral premoderna para distinguirla de producciones literarias, por ejemplo, que dependen mucho de la alfabetizacin, porque la alfabetizacin fue un valor muy grande en la civilizacin y lo sigue siendo, y lo uno coexiste con lo otro. En ltima instancia, podramos llamarlas a los dos modernas. Me parece interesante usar el trmino premoderno, porque apunta a la larga duracin de esas tradiciones que uno observa en el Caribe, no solamente cuando hablamos de literatura. Es lo que el amigo ngel Quintero ha observado cuando estudia los santos, la religiosidad puertorriquea, las tallas en madera de altares privados y particulares de las casas, donde la gente, vaya o no a la iglesia, mantiene un espacio sagrado4. Yo he visto esos santos no solamente en Puerto Rico, sino en Nueva York, en New Jersey, porque los santos, adems, son porttiles y viajan con la gente. Entonces es un elemento de gente que viaja

en avin y lleva su santito, y no hay nada ms antiguo que esos santitos, porque es una tradicin artesanal, de un sentido muy especfico, que se opone, hasta cierto punto, a otros valores de la modernidad que coexisten con ellos, como la secularizacin, la educacin basada en el libro, la alfabetizacin, etc. De modo que dcimas, tradicin oral, santos, apuntan hacia elementos premodernos que todava coexisten con otros. Me llama muchsimo la atencin del ambiente urbano de Cartagena, la presencia artesanal que ha desaparecido de otros lugares del Caribe; por ejemplo, en Puerto Rico, se ha reducido muchsimo. Lo artesanal con pequeas empresas familiares, desde ebanistas, marqueteras, toda clase de trabajos, eso aqu est muy vivo todava. Pero coexiste con una ciudad ciberntica, con una ciudad absolutamente postmoderna, con una ciudad que tiene elementos del siglo XXI ya muy presentes. La artesana y las manifestaciones ms inquietantes de otra temporalidad, que no sabemos ni siquiera cmo llamarlas, coexisten, y eso crea tensiones, ambigedades y posibilidades tambin.Tocas un punto sobre la ciberntica, lo virtual, cmo funciona eso a propsito de la coexistencia de temporalidades?

Precisamente era el otro ejemplo que quera citar, el de la ciberntica, eso que Beatriz Sarlo ha llamado la segunda alfabetizacin. Todos pertenecemos al sistema educativo, pertenecemos a instituciones disciplinarias, nos basamos en el libro, en la palabra impresa, pero resulta que hoy los chicos que llegan al colegio, a lo mejor tienen ms curiosidad y saben ms del mundo ciberntico o por lo menos les es mucho ms natural estar viendo la televisin o trabajando con un monitor o haciendo sus juegos de video game. Estn ms familiarizados con una tecnologa que sus maestros, ahora un chico de diez aos o doce aos tiene ms capacidad que sus maestros. Entonces, ah coexisten -Beatriz Sarlo lo ha analizado muy bien- la primera alfabetizacin con la segunda. No quiere decir que podemos prescindir de la primera, obviamente no; incluso la segunda, la dengel Quintero Rivera, Vrgenes, magos y escapularios. Imaginera, etnicidad y religiosidad popular en Puerto Rico, San Juan, CIS, 1998.4

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la ciberntica, la de la gran revolucin informtica, presupone la primera, porque uno tiene que saber leer y escribir, y leer los libros. Pero hay una coexistencia, es una revolucin de una magnitud extraordinaria lo que est ocurriendo desde el punto de vista de la informacin, de la diseminacin, de la capacidad de archivo. Se ha transformado nuestra nocin de archivo, nuestra nocin de lo que es una foto, con todo lo que se llama digitalizar, y nuestra capacidad para manipular los materiales, pero al mismo tiempo, coexisten y coexistirn durante mucho tiempo con el libro, con el artculo, con el papel, con la biblioteca, con los documentos impresos, porque esa es una tradicin tan fuerte que no puede, ni debe -espero- desaparecer, pero obviamente se va a transformar. El video, la ciberntica, la informtica, coexisten perfectamente con lo que ya hoy empieza a ser arcaico como es la produccin de un libro.

El alto precio de la conformacin de los estados nacionalesAbordemos uno de los temas de mayor anlisis en los ltimos tiempos en el Caribe, la discusin acerca de la formacin de los estados-nacin.

En efecto, ese es uno de los temas centrales del debate contemporneo y me voy limitar a algunos puntos. Quizs debo empezar por decir que estoy leyendo ahora el libro de Alfonso Mnera, El Fracaso de la nacin, regin, clase y raza en el Caribe colombiano, un libro que me est gustando muchsimo y creo que va a ser muy importante. Quisiera partir de ah, porque es una lectura que muestra todos los problemas que nos interesan. Creo que lo que Mnera plantea fundamentalmente es la dificultad o la imposibilidad de los estados nacionales para ciertas comunidades del Caribe, y l lo ilustra con la historia de Cartagena, y con la historia de Cartagena frente a Santa fe de Bogot y con el triunfo eventual del estado nacional colombiano y la liquidacin de la posibilidad de la nacin cartagenera. Resummoslo, es la historia de una imposibilidad. El libro, tiene una riqueza de materiales extraordinaria y est escrito con enorme inteligencia, Mnera destaca all realmente un captulo importante para todo el Caribe, porque la historia del Caribe es precisamente el conflicto entre la

idea de estado nacional y la existencia de comunidades muy heterogneas y muy complejas, para decirlo de algn modo, tanto en el Caribe insular como en el Caribe en general. Las comunidades no han podido o han podido hacerlo, pero con mucha dificultad, como en el caso de Cuba constituirse en esa utopa moderna que fue el estado nacional. Ah hay problemas de ciudadana, problemas de cultura. Si algo se puede aprender en el Caribe, y lo ilustra el libro de Mnera, es que la concepcin misma del Estado nacional, que es uno de los centros del pensamiento ilustrado liberal del siglo XIX, ha sido prcticamente imposible en el Caribe, o se ha logrado a un precio muy alto como es el caso cubano. Mientras leo el libro de Mnera, estoy continuamente pensando en Puerto Rico y en Cuba, porque Cuba sera el caso, para algunos, del logro y del triunfo del estado nacional, pero si uno repasa la historia cultural, intelectual y social cubana, en realidad, uno ve que eso ha sido a un precio altsimo que continua hasta el da de hoy. No solo en las guerras del siglo XIX, sino durante toda la vida poltica y los discursos nacionales a lo largo del siglo XX, y todava hoy sigue

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siendo un debate si Cuba es o no un estado nacin y si su futuro permitir serlo. Esto es muy complejo porque, por otro lado, estn tambin los problemas de ciudadana, como dice un joven intelectual puertorriqueo, Ramn Grosfoguel, que ha escrito mucho sobre las migraciones caribeas, en el Caribe se dan toda clase de gradaciones. Al mismo tiempo que estudia las migraciones, ha vuelto a plantear la existencia en el Caribe de estados nacionales republicanos, por ejemplo, la Repblica Dominicana, Cuba y la existencia de colonias, por lo menos en su organizacin jurdica, como es Puerto Rico. Distintos grados de ciudadana, de participacin ciudadana. En el caso de las excolonias -algunos diran todava colonias- francesas, es notable que ya han ingresado al territorio francs como ciudadanos y que exista una nueva migracin hacia el centro metropolitano. En el caso puertorriqueo, tambin como ciudadanos, aunque ciudadanos de segunda, tercera o cuarta clase. En el caso de los cubanos, la existencia de un estado nacional no ha impedido un fuerte xodo y una disputa permanente sobre el estado nacional.Cmo ubica al Caribe colombiano y a Cartagena de Indias dentro de ese debate?

pero cambia el discurso y cambia la mirada y eso est pasando en todo el Caribe. Yo creo que va a haber un gran debate sobre el estado nacional cubano; en Puerto Rico se viene debatiendo hace tanto tiempo; debates sobre qu significa la ciudadana a finales de siglo XX, qu significa la participacin en un estado nacional, es o no es posible realmente un estado nacional para nuestras comunidades, qu precio estamos dispuestos a pagar, qu precio se debe pagar para el estado nacional. Es decir, estamos hoy ante uno de los grandes temas polticos, culturales, sociales, para todo el Caribe, y yo creo que Cartagena, con esta nueva historiografa representada por Mnera, puede ensearnos algo sobre la complejidad de todo el proceso.Dentro del tema sobre los discursos que crean y legitiman los estados nacionales siempre ha existido un sesgo excluyente que tiende a dejar de lado, posiciones, visiones, grupos sociales Dentro de ese discurso, en el Caribe cules son los puntos en trminos polticos, sociales, culturales que ms han sido soslayados por el hecho de que no exista inters en ellos o que iban a contrapelo con el estado que pretendan montar las lites?

Hasta cierto punto Cartagena puede ser un nuevo punto de referencia para el debate sobre la realizacin del estado nacional en el Caribe. El debate casi siempre ha estado en torno a Cuba como modelo. Cuba no tiene que ser el modelo, por qu no miramos a Cartagena, no para ver el fracaso -ah yo tendra que marcar la distancia con el libro, dentro de lo excelente que esporque la categora fracaso me parece que tiende a cerrar el relato. Un relato que no ha terminado todava, y quizs no hay un fracaso, sino prdida, prdida de una utopa. A m me interesa el problema de la prdida, en el sentido freudiano, en el sentido del final de una utopa, de la decepcin frente a las utopas. Pero toda prdida, an en el sentido freudiano, tambin supone que ha habido una cierta realizacin. Yo me pregunto si fracaso es la mejor categora o si fracaso no supone que ya el relato ha terminado, y se ha cerrado, cuando la propia intervencin de Mnera, es una intervencin que ilustra que el problema sigue en pie y est sobre el tapete. Es lo que hace un intelectual, cambia el discurso; no puede cambiar la poltica,

El discurso nacional es como un saber dira Foucault normalizado que pretende imponerse como definicin, y Foucault deca que toda definicin es autoritaria. Yo creo que todo discurso de identidad o todo saber de ese tipo normalizado conduce a posiciones autoritarias y estticas, esencialistas, en ltima instancia, sobre la identidad. Foucault deca, no me pidan que defina mi identidad, porque la polica es la que pide el carnet de identidad. Creo que con esa frase expresaba algo muy profundo: es policial pretender fijar la identidad, porque casi siempre obedece a fines de vigilancia. La vigilancia no quiere que veamos la heterogeneidad y eso es un problema del Caribe. El discurso nacional tiende a dar sntesis, a postular homogeneidades y a localizar lo heterogneo afuera. Ese afuera es el mundo de la exclusin, y puede ser racial o de clases. Ciertamente en el Caribe se agudiza, porque casi siempre la exclusin coincide con la raza y con la clase, pero lo mismo podramos ver en toda Amrica, en donde los discursos nacionales tienden a ser saberes normalizados y la funcin intelectual crtica es cuestionar la normalizacin del saber.a g u a i t a - DIECINUEVE - VEINTE / DICIEMBRE 2 0 0 8 - JUNIO 2 0 0 9 15

Conmemorar 1898: un juego de equivocaciones y de fantasmas.Este ao, 1998, se conmemoran los cien aos de la llegada de los norteamericanos a Cuba y a Puerto Rico, indudablemente la fecha emblemtica ha generado una serie de debates y de visiones sobre este hecho. Cmo se est mirando ese 98 desde Cuba y Puerto Rico?

He estado pensando mucho esa pregunta en los ltimos aos, y quizs deba empezar por decir lo siguiente, el 98, el Centenario, como ha dicho Eric Hobsbawm en su libro La invencin de las tradiciones, es un ao emblemtico y, como todo emblema, es difcil de interpretar. Est sujeto a distintas interpretaciones: es un emblema, una efemride, una manera de contar la historia, y por lo tanto una manera prejuiciada y discutible. Yo creo que el 98 es muy difcil de conmemorar y es muy difcil de conmemorar en Estados Unidos, en Espaa, en Cuba y en las Filipinas.Por qu es difcil de conmemorar?

Es muy difcil de conmemorar porque en la conmemoracin se pone el nfasis en los recuerdos, en los lugares de la memoria. No queda claro si algo

comienza o termina. Como soy en realidad una persona dedicada a la literatura, me interesan mucho los comienzos y los finales. Los comienzos de los relatos, los finales de los relatos, y en la historiografa hay eso tambin, dnde empieza uno y donde termina, yo creo que todava no sabemos bien qu es lo que termina con el 98, si es que algo termina, y qu es lo que empieza. Provisionalmente dira que el 98 es difcil de conmemorar porque ningn imperio quiere recordar sus gestas imperiales ni su barbarie imperial, por lo tanto a los espaoles se les hace muy difcil recordar estas ltimas colonias y se colocan como vctimas de un desastre originado por los yanquis perversos, y borran de la historia toda la guerra de Cuba, prefieren enfrentarse a los norteamericanos. Como si la guerra Hispanoamericana hubiera sido solamente con los norteamericanos. Para los cubanos es muy difcil de conmemorar porque quienes ganaron esa guerra, el ejrcito cubano y el partido revolucionario cubano, tuvieron que pedir la intervencin norteamericana para enfrentarse a los espaoles que, despus de todo, no fueron vencidos hasta cuando entraron los norteamericanos. De modo que la Repblica cubana nace con la enmienda Platt en 1902, y es muy difcil de conmemorar algo que queda tan borroso y tan ambiguo. En Puerto Rico, en realidad, pas algo, incluso extraordinario, y es que no hubo ningn tipo de resistencia armada a los norteamericanos, pero tampoco hubo ningn apoyo a los espaoles, y como dice un texto contemporneo, no se sabe quin detestaba ms a los espaoles, si los cubanos que estaban peleando en la manigua o los puertorriqueos que no pelearon en la manigua, pero aplaudieron la llegada de los norteamericanos, sin dar un solo apoyo a los espaoles. El caso filipino es extraordinario, porque en Filipinas no solamente haba guerra contra los espaoles, sino que fueron los nicos que inmediatamente iniciaron la guerra contra los norteamericanos, fueron sus aliados momentneamente. La guerra se dio en las Filipinas hasta 1912 y fue como un Vietnam, porque fue una masacre terrible contra los filipinos que se ha borrado totalmente de la historia norteamericana, salvo para los eruditos y, por lo tanto, es muy difcil de conmemorar, porque nadie quiere conmemorar una guerra tan salvaje como fue esa.

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De modo que hoy tenemos un ao emblemtico extraordinariamente delicado y difcil de interpretar e imposible de conmemorar. Lo que se est haciendo era previsible, y creo que no se estn haciendo cosas muy interesantes francamente. Siguen los mismos discursos, en Espaa un renovado antiyanquismo, como si todo se debiera al imperio de los yanquis y no hubiera problemas internos con el gobierno espaol. Curiosamente existe una especie de nueva reconciliacin de que el adversario eran los Estados Unidos y ellos estn muy orgullosos de lo que perdieron, no frente a los cubanos, sino frente a los Estados Unidos. En Espaa, fuera de los historiadores profesionales, no se sabe nada del Caribe, se sabe muy poco en realidad, porque Espaa es un imperio que no ha podido reconciliarse con su historia. Por su parte, en Puerto Rico no se habla de la guerra de Cuba, sino que se habla de la autonoma puertorriquea que es totalmente incomprensible fuera de la guerra de Cuba. Creo que el 98 es un juego de equivocaciones y de fantasmas, en trminos generales, repito, salvo para los historiadores profesionales. De modo que yo creo que aqu se plantea el problema de la historiografa profesional, por un lado, y, por otra parte, el discurso de la historia, el discurso de los textos escolares en las conmemoraciones y en ese sentido no se ha avanzado mucho, a mi modo de ver.Qu se tendra que empezar a analizar para avanzar ms en la comprensin de esta fecha tan importante en el destino del Caribe?

y, sobre todo, puertorriqueos y cubanos, empiezan a circular de una manera intensa, como fuerza de trabajo en el mbito norteamericano, y eso creo que tampoco se ha estudiado, ni sus implicaciones culturales. De modo que para m el ao 98 sigue siendo un fascinante enigma cuyo comienzo y final no conocemos bien todava y est realmente abierto a discusin y a debate y tiene mucho que ver con el presente.Ms all de Cuba y Puerto Rico, los protagonistas centrales del 98, Qu otras realidades caribeas habra que analizar?

El 98 quiere decir tambin Panam y quiere decir el canal de Panam. El comienzo de otra modernidad, quizs con otra tecnologa, y el canal de Panam tuvo unas consecuencias extraordinarias para el mundo entero, no solo para Estados Unidos. Adems, es un emblema, la representacin iconogrfica del canal de

Lo que est sobre el tapete es plantearse qu termin realmente, qu sigui de lo espaol -incluso despus del 98 durante mucho tiempo-, cules son las implicaciones culturales de ese imperio que dura hasta el 98 y, por otra parte, qu es lo que empieza y cmo empieza la consolidacin del imperio norteamericano. Ah hay elementos no solo militares, sino culturales, lingsticos, sociales, religiosos. El estudio, por ejemplo, de los misioneros protestantes, el estudio del nuevo saber que genera el imperio norteamericano, un saber geogrfico -volvemos a los mapas-, un saber de los ingenieros, un saber cientfico, un saber etnolgico, aunque sea en el marco imperial, hay un saber etnolgico, una experiencia bilinge, y la apertura, sobre todo, a un mercado de trabajo, no solamente un mercado de mercancas. Despus del 98, filipinos

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Panam es toda una historia, la representacin simblica de los canales, soado ya por Humboldt, aunque no necesariamente en Panam, y las consecuencias que tiene para la historia colombiana y para el estado nacional tambin merecen anlisis. Todo eso hay que verlo relacionado. El 98 implica eso que ahora llamamos globalizacin -palabra que yo detesto, pero que uso normalmente-. Genera la necesidad de estudiar las conexiones, porque lo que est ocurriendo en el 98 sucede tambin en el Pacfico y en el Caribe; altera las relaciones de Estados Unidos con Europa y la historia de toda la zona del Caribe para siempre en el siglo XX. De manera que hay que mirar tanto al Pacfico como al Caribe. El reto de los intelectuales es enorme. Yo desde mis propios y modestos recursos estudio un pequesimo rincn que es el mundo del discurso intelectual y del mundo de las imgenes de la guerra, ese es un pequesimo rincn que me ha permitido ver algunas cosas nada ms, y por lo menos me convence de que hay que comparar y que estamos muy distantes de saber las cosas esenciales que habra que saber. El 98 es, sobre todo, un poderoso estmulo para pensar y para investigar.

Un mundo profundamente racistaEn varios de los ensayos que usted ha escrito sobre el 98 hay una parte que me parece fundamental y es la idea de repensar la cuestin de raza a partir de all 5 Repensarla en el sentido del impacto que causa la llegada de una nueva forma de opresin despus de la espaola, la norteamericana, y lo que eso trae con respecto a la mirada que hay sobre la raza a partir de ese momento en el Caribe, porque seran dos visiones: un racismo que exista desde lo espaol, y ahora un racismo que se incorpora desde lo norteamericano. Qu nos podra decir usted al respecto sobre esa situacin en Cuba y en Puerto Rico?

-incluso sectores anti-imperialistas- que eran antiimperialistas por racistas, o sea que no queran tener territorios nuevos con gente de raza llamada de color. Incluso, algunos anti-imperialistas norteamericanos decan que aceptaban Cuba y Puerto Rico, pero no Filipinas, porque les pareca que era excesiva la diferencia. As que toda la cuestin tnica racial est en el centro de las Filipinas, de Cuba y de Puerto Rico, como se observa en las fotografas. Pero es muy complejo tambin, porque sera muy tentador atribuirle solamente al nuevo imperio el racismo que se impone. Hay un racismo interno, criollo, que se junta con las nuevas valoraciones racistas negativas. Para simplificar demasiado algo que es muy complejo, yo dira que el gran secreto -secreto en el sentido freudiano del trmino, es decir, aquello oculto- del mundo caribeo es, no el racismo de los imperios, eso se sabe: es el racismo interno. Es mucho ms cmodo atriburselo al de afuera, pero el Caribe, y debemos decirlo en muy alta voz, es un mundo profundamente racista, por ms mestizo que sea, y a veces precisamente por el mestizaje. Es un mundo tan profundamente racista que ha logrado que en algunas zonas del Caribe, se d su ltimo grado de perfeccin, representado en la ausencia de toda reflexin crtica sobre el racismo, como el caso cartagenero. En Puerto Rico tambin es un tema tab. Casi no hay temas tab en Puerto Rico, pero ese es uno de los temas tab que a la gente le incomoda mucho.Qu pasa en Cuba?

Absolutamente central. Toda la cuestin racial en el 98 es centralsima por muchas razones. El ejrcito revolucionario cubano en su inmensa mayora estaba constituido por negros y mulatos, el llamado ejrcito Mamb, y as aparece en las representaciones iconogrficas. Espaa en su propaganda contra la guerra de Cuba utiliza argumentos racistas alegando que all se iba a producir una repblica negra, y obviamente en los Estados Unidos hay sectores

En Cuba, por lo que yo he podido observar y por testimonios de otra gente, hay un nuevo racismo reactivado que se nota en las formas como se asume el turismo, en la exclusin de los sectores negros y mulatos de los centros de poder y de los centros tursticos. Hay algo muy inquietante que est ocurriendo en Cuba racialmente que nos permite entender, quiz mejor hoy, otros cuasi secretos de la historia cubana,5 Arcadio Daz Quinez, Mart: la guerra desde las nubes, Estudios: Revista de Investigaciones Literarias, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Ro Piedras, 9, San Juan, 1997; 1898: hispanismo y guerra, en Revista Encuentro de la Cultura Cubana, No. 11, Madrid, 1998; El 98: la guerra simblica, en Quimera Revista de literatura, No. 176, 1998.

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la guerra de 1912. Porque el 98 no termin en el 98, en Cuba, como algunos dicen, termin en 1912. En 1912 lo que ocurre en Cuba es una guerra contra el Partido Independiente de Color que eran veteranos de la guerra del 98 en su gran mayora. Cmo es posible que doce aos ms tarde ocurra en Cuba una guerra dirigida ya por la repblica contra veteranos de la guerra que reclamaban su propio partido poltico, eso es algo extraordinario, y creo que son preguntas a las que hay que volver; qu pas en Cuba en el 98 que, por un lado, permiti la constitucin de una repblica, pero que, al mismo tiempo, permiti la nueva exclusin de los propios veteranos negros y mulatos de la guerra, mediante otra guerra que llamaban curiosamente una guerrita y apareca as en los libros de historia. Qu pasa en Puerto Rico desde el punto de vista racial cien aos despus, qu pasa en las Filipinas cien aos despus, yo no tengo las respuestas, pero creo que son preguntas muy importantes. Me interesa tambin qu repercusiones tuvo eso en la vida de la metrpolis. Qu repercusin tuvo el 98 realmente en Espaa, qu repercusin tuvo en Estados Unidos. Creo que en Espaa acentu el militarismo y que la guerra civil espaola hereda en buena parte todo ese legado militar generado en las colonias y muchos de los protagonistas eran los mismos. Me parece que es trgico que Espaa no haya podido empezar a estudiar en serio su papel en la composicin tnica y en el racismo de los pueblos caribeos que domin hasta el otro da.

Ni traidores ni hroes, repensando la zona grisLa mirada sobre 1898 en la actualidad, como usted bien lo viene sealando, tiene algunos elementos que son puntos de discusin y permiten nuevas reflexiones, uno de ellos es la visin que tiene el discurso oficial cubano a partir de la revolucin de 1959 sobre el 98, a propsito de que los Estados Unidos, sus antagonistas ideolgicos del presente, fueron los mximos colaboradores de Cuba en el proceso de acabar con el colonialismo espaol Cmo se mira ahora eso?

Hay una peculiaridad cubana que tiene que ver con la utopa del estado nacional, quizs los cubanos, a diferencia de Cartagena y de Puerto Rico, han tenido una intensa pedagoga nacionalista, antes de

la revolucin, y despus de la revolucin, mucho ms. Eso que puede ser un baluarte para crear cosas positivas, como en efecto lo ha sido, pero tambin ha tenido el efecto no tan positivo de distorsionar la propia historia, al punto de que el 98, a partir de 1959, ha quedado envuelto en brumas. Se presenta a la repblica cubana creada a partir del 98 como una pseudo repblica, ese es el trmino que se usa en Cuba todava. No tengo claro qu se quiere decir con pseudo repblica, no s si con eso se quiere decir que no era una repblica democrtica totalmente, yo quisiera saber cul es la verdadera repblica democrtica. Por otro lado, esa pedagoga nacionalista, parecera tambin crear un grupo de traidores y de hroes, y la historia narrada como el tema del traidor y el hroe de Borges no conduce a ninguna parte, sino a posiciones religiosas ante la historia. Yo creo todo lo contrario, que Cuba ilustra la necesidad de estudiar, ahora con ms seriedad, todas las formas de colaboracin y de complicidad con el nuevo imperio, y digo eso de colaboracin y complicidad sin el sentido negativo. A qu sectores -y parece que eran muchos- les convena la intervencin norteamericana y la presencia norteamericana. No podemos condenar en bloque a sectores tan nutridos de la poblacin, a lo mejor colaboraban por razones opuestas, por razones distintas, no es lo mismo pensar que los organizadores de los primeros sindicatos puertorriqueos de trabajadores que se organizan despus del 98, no antes, no se beneficiaron de un espacio pblico que se cre en Puerto Rico bajo los norteamericanos. No hay que desdear el hecho de que en Puerto Rico se construyeron muchsimas escuelas pblicas primarias que no existieron bajo Espaa, y que la primera universidad puertorriquea se construy en 1903, despus del 98. No hubo universidad en Puerto Rico bajo la dominacin espaola. En el caso cubano, habra que pensar que muchos de los miembros prominentes del Partido Revolucionario Cubano -con la excepcin de Mart que ya haba muerto- estaban muy interesados en la intervencin norteamericana, porque crean que era la manera ms rpida de obtener la independencia sin derramamiento de ms sangre y crean honradamente en los valores de la democracia norteamericana. Mart tambin celebr la democracia norteamericana y le tena miedo a la repblica imperial, pero vea que tambin haba una

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sociedad que estaba funcionando democrticamente con todas las limitaciones de la democracia. De modo que yo creo que en el caso cubano, en particular, la pedagoga nacionalista ha sido tan fuerte, que ha construido una especie de estado puro imaginario, no real, que excluye, no solo racialmente, sino como traicin, a todo aquel y todo proceso que implica un nexo profundo con lo norteamericano. Pero como ha demostrado el historiador Louis A. Prez6, posiblemente Cuba haya sido el pas latinoamericano

ms vinculado a los Estados Unidos econmica y culturalmente en el siglo XIX, hasta el punto de que el Partido Revolucionario Cubano lo firma Mart en Nueva York. De manera que hay que replantear toda la discusin de la nacin cubana, si no queremos continuar con versiones heroicas de la nacin que distorsionan esa zona gris, y quizs miserable, que nos caracteriza a los seres humanos y que se llama, a veces, colaboracin, complicidad, sobrevivencia, pacto o negociacin.Cartagena de Indias, 16 de agosto de 1998.

6 Louis A. Prez Jr., Identidad y nacionalidad: las races de separatismo cubano, 1868-1898, en Revista OP. CIT., Centro de Investigaciones Histricas, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Ro de Piedras, No. 9, San Juan, 1997. Este tema fue desarrollado con mayor amplitud por el autor en 1999 con la publicacin del libro On becoming Cuba: Identity, Nationality and Culture, University of North Carolina Press, 1999, en el ao 2007 fue traducido con el ttulo de Ser cubano: identidad, nacionalidad y cultura, La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 2007.

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La reciente invencin del Caribe nicaragenseEric DubessetDesde mediados de los aos 1980, todos los pases latinoamericanos continentales del Mediterrneo americano1 se han dedicado, con sendos ritmos, a reforzar su vocacin caribea. Colombia 2 , Venezuela, Mxico y, an ms recientemente, Guatemala, Honduras, Costa Rica y Panam han procedido, mediante una poltica voluntarista, a una re-territorializacin3 de su litoral baado por el Mar Caribe que durante largo tiempo haba sido dejado de lado en provecho de las regiones interiores o, en el caso de algunos Estados bi-ocenicos, de su fachada pacfica. La Costa oriental de Nicaragua participa tambin de esta dinmica espacial. Su reciente institucionalizacin1 Inicialmente formulada, en el siglo XIX, por el gegrafo alemn Alejandro de Humboldt para designar unas comarcas de las que fue uno de los primeros en emprender la exploracin cientfica, la expresin fue magistralmente recuperada en Francia por Elise Reclus en 1891 en su Nouvelle gographie universelle. Hoy esta representacin empleada por varios cientficos como Yves Lacoste (fundador de la revista de geografa y de geopoltica Hrodote) y Olivier Dollfus, se fundamenta en unas analogas con otros mediterrneos (euro-africano o asitico). El concepto es cientficamente vlido para poner de realce los intercambios y flujos de este conjunto geogrfico que consta de los archipilagos de Bahamas y de las Antillas as como de los territorios continentales abiertos al Mar Caribe desde las Guayanas, Venezuela y Colombia al Sur hasta los cinco Estados del Sureste estadounidense al Norte, va Mxico y Amrica central al Oeste. 2 Vase el artculo de Alberto Abello Vives, El Caribe de Colombia en los tiempos de globalizacin, IV Seminario internacional de Estudios del Caribe, Universidad del Atlntico, Bogot, 1999: 425-452. 3 Los trminos de espacio, territorio y territorialidad tienen un carcter anfibolgico que pone en tela de juicio su validez cientfica. Cf. Tizon, Ph., Quest-ce que le territoire ? , in : G. Di Mo (dir.): Les territoires du quotidien, LHarmattan, Gographie sociale, Paris, 1996. Por nuestra parte, definimos la territorializacin como el proceso que consiste en inventar un territorio y revalorizarlo con determinados fines que pueden ser de ndole geopoltica o econmica.

constituye incluso un excelente laboratorio para la identificacin del proceso de regeneracin del espacio caribeo va la invencin de territorios. Para tratar de comprender dicho tropismo caribeo en ejecucin en Mesoamrica y sus principales determinantes, nuestra reflexin nos llevar a explorar, desde el triple punto de vista del espacio, de la poblacin y de las instituciones, cmo se manifiesta este proceso poltico en el caso nicaragense.

La morfognesis de la costa caribeLa reciente invencin de un Caribe nicaragense ha sido formulada ante todo alrededor de la produccin de nuevos marcadores territoriales. La redefinicin toponmica, el desenclave (va la ordenacin del21

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territorio), as como la insercin econmica y la cooperacin regional han dado cuerpo, en el espacio, a semejante objetivacin territorial.

La produccin de nuevos marcadores territorialesSituada entre el Cabo Gracias a Dios y San Juan del Norte, la costa oriental de Nicaragua se extiende a lo largo de ms de 400 kilmetros del Norte al Sur y de unos 150 kilmetros del Este al Oeste. Con una superficie total de 60.366 kilmetros cuadrados, o sea un 46 % del territorio nacional, este espacio rodeado por numerosas barreras naturales (mar, lagunas, ros4, bosques, cordillera) est formado, excepto en su parte septentrional, por una amplia llanura. Sus suelos erosionados por las intensas lluvias tropicales y su vegetacin natural de bosques latifoliados la distinguen claramente del resto del pas que queda ampliamente dominado por paisajes montaosos y unos suelos volcnicos relativamente frtiles (Castillo, 1984, 23-24). Su inestabilidad es otro rasgo distintivo. Los riesgos de huracanes y de inundacin son particularmente altos en esta zona como lo atestiguan la recurrencia y la intensidad de los cataclismos.5 Fig. 1. Portadas de libros y estudios nicaragenses

4 La Costa Caribe cuenta con varias lagunas y bahas como la laguna de Perlas (515,18 km) y la Baha de Bluefields, y algunos ros como el Ro Coco, el ms largo de Amrica central, el Ro Prinzapolka (301 km), el Ro Escondido (88km) y el Ro San Juan (199 km). 5 En octubre de 1998, el huracn Mitch caus muchas prdidas en todo el pas: ms de 3.000 personas murieron, 885 desaparecieron y cerca de 872.000 fueron damnificadas. Los daos materiales rondaran, en total, los 1,336 millardos de dlares, o sea, alrededor del doble de los ingresos anuales de exportacin y los dos tercios del producto nacional bruto.

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Fig. 2. Mapa de Nicaragua

Tradicionalmente denominada Moskitia6 (o Costa de Mosquitos) o, no pocas veces, Costa Atlntica -en contraste con la vertiente pacfica-, esta franja oriental suele llamarse hoy en da Costa Caribe. Desde mediados de la dcada de los 80, un sinnmero de historiadores, gegrafos, botanistas, artistas, polticos e incluso ONGs la han rebautizado as. El empleo generalizado de la nueva denominacin por la sociedad civil y los actores locales (asociaciones, empresas, medios de comunicacin, establecimientos pblicos) participan de dicha recalificacin del espacio y coadyuvan a refundar los lugares en territorio. Radio Caribe y la Universidad de la Costa Caribe constituyen dos ejemplos de adopcin endgena del nuevo topnimo. A escala nacional, su utilizacin presenta un carcter fundamentalmente geopoltico, y expresa, primero que todo, la voluntad del gobierno de Managua de crear smbolos propios que se inscriban y echen races en la cultura caribea. Tal referencia supranacional inmediata se fundamenta en la concepcin de un patrimonio cultural comn y en la necesidad de crear las condiciones de un desarrollo econmico (turismo, comercio, etctera) y de una

cooperacin fructfera con los dems pases y territorios del Mediterrneo americano. Traduce, adems, la voluntad de reconquistar esta porcin de Nicaragua que, por ms de doscientos aos, fue un protectorado britnico, antes de mantenerse cruel y duraderamente apartada por la lite nacional (Rizo, 2000, 101).

El desarrollo y el desenclaveEste enclave litoral acusa un retraso significativo con respecto al resto del pas (Castillo, 2001, 22)7. Los

La Moskitia (o Mosquitia) nicaragense abarca la mayor parte de la Moskitia centroamericana, una porcin de la cual se extiende a lo largo del litoral hondureo. Cf. artculo de Gilles Bataillon, Moskitia nicaraguayenne : changements sociopolitiques et galisation des conditions (1979-1999) , in : Delhom, J. & Musset, A. (dir.), En el ojo del Huracn, Ed. IHEAL/IHNCA/UBS, Paris, 2000, pp. 121-134. 7 Vase el artculo de Rizo, M., Los pueblos indgenas de Nicaragua y su naturaleza jurdica , Revista de Historia, Comunidades y Pueblos indgenas de Nicaragua, 14, 2002, IHNCA-UCA, Managua, p. 89-118.

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estudios socioeconmicos recientes8, la sitan entre las regiones menos desarrolladas de Nicaragua. Su nivel de infraestructuras viales9, sus ndices de electrificacin10 y de densidad telefnica son los ms bajos del pas. Las discontinuidades de desarrollo humano entre ambas fachadas martimas y la capital son considerables. La tasa de analfabetismo asciende al 31,4% en la vertiente caribea, mientras que no alcanza el 21% para el conjunto nacional. La tasa de desocupacin (cerca de una tercera parte de la poblacin activa) y el trabajo informal quedan particularmente preocupantes as como los ingresos globales que permanecen inferiores al umbral de extrema pobreza. Por lo dems, tan slo un 21% de las viviendas costeas tiene acceso al agua potable frente a un 60% al nivel nacional. La esperanza de vida de su poblacin (65,8 aos) resulta ms dbil que en cualquier otra parte del pas (68 aos). Adems, de los veinticinco municipios ms pobres de Nicaragua, doce se ubican en la Costa. Con un 90% de habitantes en condicin de pobreza, Prinzapolka es la ciudad caribea ms desfavorecida del pas. (Castillo et Als., 2001, 20)CUadro 1. IndIcadores de Infraestructuras Indicadores ndice de electrificacin (%) Densidad telefnica (telfonos/1000 hab.) Nacional RAAN11 RAAS12 49,26 30,4 14,24 2,9 17,48 8,1

resorte geopoltico mayor de la valorizacin territorial en curso. En aras de reducir tal brecha espacial, los gobiernos regionales se han afanado por poner en prctica, a partir de 1996, un plan estratgico de ordenacin y de desarrollo sostenible. Entre los ejes prioritarios estn la urbanizacin de las poblaciones rurales, la regularizacin de los regmenes de propiedades de la tierra y el saneamiento de Bluefields, capital de la Regin Autnoma del Atlntico Sur, as como la mejora de las infraestructuras de energa, comunicacin (telefnica y radiofnica) y transporte (vial y martimo). El inters que manifiesta el gobierno por el desarrollo de la Costa est dictado tambin por el imperativo de reconstruccin y de revitalizacin econmica. Asolada por una larga guerra civil (19821988) y, ms recientemente, por el fuerte mpetu de los frecuentes huracanes, la Costa experimenta, en la actualidad, una necesidad vital de reactivacin econmica. Segn las autoridades 14, el paso del huracn Mitch en 1998 tuvo ingentes impactos en materia de infraestructuras. A nivel nacional, cerca de 41.500 viviendas fueron damnificadas (un 58% de ellas fue totalmente destruido) y ms de quinientas escuelas, un centenar de centros de atencin mdica, cinco centrales elctricas, una treintena de puentes y ocho mil kilmetros de carreteras y caminos resultaron parcial o totalmente devastados (Repblica de Nicaragua, 1999). As, para encarar el necesarioLa Costa Caribe fue excluida de los censos y otras encuestas nacionales por muchos aos. 9 Segn los datos de 1999, la Costa Caribe (Regin Autnoma Atlntica Norte y Regin Autnoma Atlntica Sur), que ocupa el 46% del territorio nacional, tan slo posee el 8,26% de las vas de acceso del pas. En el caso de la RAAS, un 3,35% de sus 65,3 kilmetros de carreteras tiene pavimentacin. Esta situacin contribuye a aumentar en un 40% el precio de los productos consumidos por los habitantes ms aislados de la Costa y a hacer difciles los intercambios comerciales con el resto del pas. 10 El 14,24% de la poblacin de la RAAN y el 17,47% de la de la RAAS tienen acceso a la electricidad mientras que la media nacional de electrificacin es del 49,26 % de la poblacin total del pas. 11 RAAN: Regin Autnoma Atlntica Norte. 12 RAAS : Regin Autnoma Atlntica Sur 13 Es el menor municipio por su superficie y su poblacin. 14 Gobierno de Nicaragua, Reconstruccin y transformacin, Grupo consultivo de Estocolmo, in: www.cancilleria.gob.ni/srec/estocolmo/pro.html8

Fuentes: Presidencia ejecutiva, ENEL y Vicepresidencia de Promocin y Desarrollo, ENITEL, citado en Desarrollo Humano en la Costa Caribe de Nicaragua 2000, PRANAFT, Managua, 2001, p.21.

El retraso se lee asimismo dentro de la propia regin. Fuertes desfases socioeconmicos existen entre zonas urbanas y rurales. Excepto el municipio de Corn Island que registra el mayor ingreso per cpita de toda la Costa13, son las localidades de Bilwi y de Bluefields (y, por extensin, los municipios de Puerto Cabezas y de Bluefields) las que exhiben los mejores niveles de desarrollo regional (infraestructuras de transporte y de energa, saneamiento, etctera.). Por su parte, las localidades rurales son de difcil acceso y resultan menos equipadas en el mbito sanitario. Por tanto, la bsqueda de equidad espacial y social constituye un24 a g u a i t a - DIECINUEVE - VEINTE / DICIEMBRE 2 0 0 8 - JUNIO 2 0 0 9

desafo de reconstruccin, veinticuatro millones de dlares fueron desembolsados a la regin despus del cicln (Delhom, 2000, 69).

La proyeccin en el Mar Caribe e insercin regional caribeaEl Estado nicaragense tiene especial inters en el tema del desenclave y del acceso para permitir la ampliacin del espacio nacional, inclusive ms all de los meros lmites terrestres actuales. La apertura al Mar Caribe puede favorecer una explotacin racional de las potencialidades haliuticas y martimas. Los arrecifes y fondos marinos son sumamente ricos en corales, en manglares, en mariscos15 e incluso en hidrocarburos (Ryan, 1993, 35). Unas recientes prospecciones han revelado la presencia de petrleo cerca de las costas. Por eso, desde hace varios aos, la Administracin de Managua apoya financiera y polticamente los proyectos on shore y off shore. Entre 1991 y 2000, el monto total de los fondos nacionales destinados a la Costa Caribe para su valorizacin se increment ampliamente pasando de 1,3 milln a 27,68 millones de crdobas (o sea veintiuna veces ms), de modo que resulta ser, en la actualidad, el segundo hogar receptor de las inversiones nacionales despus de Managua, (Williamson, 1999). Fundamentalmente artesanal y familiar, la economa de la Costa queda insuficientemente diversificada y poco competitiva. Las principales actividades productivas conciernen a la agricultura (maz, frijoles, arroz, caf), la pesca (langostas, camarones), la ganadera (aves de corral y bovinos) as como la explotacin forestal y minera. La importancia de las actividades agrcolas y extractivas se lee en la proporcin alta de personas empleadas en el sector primario. Un 57% de la poblacin activa trabaja en este sector frente a un 9% y un 34% respectivamente en la industria y los servicios. A la excesiva concentracin sectorial, se aaden una dbil productividad y una fuerte dependencia econmica y tecnolgica fornea. Con motivo de la tradicional dominacin colonial europea16 as como de la entrega de concesiones a empresas extranjeras privadas para la explotacin de los recursos mineros y martimos, la economa regional es, de muy antiguo, fuertemente extrovertida y dependiente de las inversiones exgenas (Williamson,

1997, 24). Por ende, en la actualidad, la Costa ha de reorientar su desarrollo. Desde este punto de vista, su insercin turstica y comercial en el rea caribea supone una apuesta mayor. Con sus cuatrocientos kilmetros de playas y sus numerosas islas, posee un fuerte potencial turstico cuya valorizacin es capaz de diversificar, a mediano o largo plazo, la economa local y de generar abundantes divisas dado que el mercado de los viajes especialmente el de los cruceros es importante en el Mediterrneo americano. 17 En el mbito comercial, el arco antillano constituye asimismo una salida promisoria para los productos agrcolas, silvcolas e industriales de la Costa. Con ms de treinta y tres millones de habitantes, el archipilago puede absorber una parte de su produccin de ganado y de madera. La voluntad poltica de acercamiento y de cooperacin econmica con el archipilago antillano constituye, por lo tanto, uno de los incentivos mayores del actual renuevo territorial del Oriente nicaragense. La adhesin del pas a diversas agrupaciones regionales tales como la Asociacin de los Estados del Caribe (AEC) y, ms recientemente, la Alternativa Bolivariana para las Amricas (ALBA), impulsada por el eje Caracas-La Habana, lo atestiguan. No obstante, tal lgica econmica conlleva riesgos para la estabilidad poltica regional. Los proyectos de explotacin de los recursos petroleros alimentan ya unos fenmenos geopolticos de irredentismo. Nicaragua le reclama con insistencia a Colombia las islas San Andrs y Providencia situadas mar adentro y cerca de unos yacimientos de crudo recin descubiertos. El desenvolvimiento de la cooperacin sectorial prefigura adems una acrecentada dependencia extranjera. Como lo seala Jol Delhom, es de temer que el proyecto de modernizacin y de fomento de los intercambios comerciales con los otros pases del Caribe margine las producciones domsticas enCf. artculo de Newell, N. D., An outline of the history of tropical organic reefs , American Museum of Nat. History Novitates, p. 1-37, 1971 y el de RYAN, J., Los arrecifes del Caribe nicaragense , Wani, 1993, p. 35-52. 16 Se remonta al ao 1630 la llegada de los Britnicos a la Mosquitia nicaragense, pero no fue hasta 1844 cuando Inglaterra estableci oficialmente all su protectorado (Rizo, 2002, 106). 17 Ms de doce millones de viajeros de cruceros viajan cada ao por el Mar Caribe.15

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beneficio de los cultivos de exportacin y agudice la fuerte dependencia externa del pas, tanto desde el punto de vista de las exportaciones como de las importaciones de productos agrcolas (Delhom, 2000, 70).

La etnognesis de la costa caribeEl examen de la etnognesis18 confirma el inters creciente que presta hoy la clase poltica de Nicaragua a la ocupacin y a la valorizacin de la costa oriental del pas. A semejanza de su objetivacin en el espacio, dicha territorializacin se formula, en el mbito social, alrededor de la produccin de nuevos marcadores que derivan de las polticas de desplazamientos de poblaciones y de los programas de identificacin y de integracin de las comunidades autctonas.

La produccin de nuevos marcadores socialesDenigrada por la lite colonial espaola, luego postcolonial nicaragense, la Costa Caribe padeci de un prolongado ostracismo. Las races de esta marginacin se remontan a los abundantes prejuicios negativos de las autoridades coloniales y de los cientficos de aquella poca. Eso fue el caso por ejemplo de Juan de Pineda19 que, inspirado en las teoras de Hipcrates, no dud en establecer, en 1595, una distincin entre la Costa Pacfica centroamericana, considerada como sana, y la Costa Atlntica, juzgada deletrea en razn del fuerte calor y la humedad que all suelen reinar (Musset, 2000, 23). Teniendo como bases tales consideraciones climticas, los primeros colonos espaoles prefirieron edificar sus ciudades en el centro del pas as como en la vertiente Pacifica, dejando as la fachada Atlntica en total abandono y olvido:La Costa Atlntica Nicaragense representa ese lado oscuro de nuestra identidad (por desconocido y misterioso), esa gran reserva cultural (diferente y exuberante), marginada y olvidada, por momentos codiciada, amenazada de promesasproyectos incumplidos. Maltratada por el hombre, el hambre y la furia de una naturaleza que languidece al borde del tiempo. (Arstegui, 2000, 7).

de medidas polticas y sociales ha sido adoptado e instaurado desde la dcada de los 90. Con miras a acelerar la valorizacin de las tierras arables y a poner trmino al aislamiento multisecular, Managua y los poderes locales han llevado conjuntamente un programa de asentamiento. Individuales o masivos, los desplazamientos de poblaciones campesinas e indgenas (principalmente Miskitos) han sido organizados frecuentemente desde el centro y el Oeste del pas. Pero esta movilidad, parecida a una colonizacin agrcola, ha repercutido al nivel demogrfico, de modo que, en la actualidad, ms del 20% de los costeos son unos desplazados oriundos mayoritariamente de los departamentos vecinos (Len, Matagalpa, Chontales). Con tan ingente proporcin de inmigrantes, la cosmopolita Costa Caribe es una de las pocas regiones del pas con sueldo migratorio positivo. Asociado con otros factores demogrficos (aumento de la tasa de natalidad y baja de la tasa de mortalidad), dicho fenmeno migratorio ha acarreado un incremento exponencial del nmero de habitantes. En la segunda mitad del siglo pasado, la poblacin fue multiplicada por siete mientras que, en el nterin, tan slo cuadruplic la poblacin nacional (Castillo et als, 2001, 9). La revalorizacin de la Costa no se fundamenta nicamente en programas sistemticos de asentamientos y en discursos polticos. Tambin se basa, desde hace poco, en una fecunda produccin cientfica, tcnica y artstica. Unos recientes estudios publicados en revistas especializadas como Wani se estn dedicando a la promocin de los aspectos desconocidos de la esencia multicultural de la regin. El Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamrica (IHNCA) de la Universidad Centroamericana (Managua) desempea asimismo un papel clave en la reconstruccin deConcepto corriente en geopoltica, la etnognesis resulta ser muy til para analizar la formacin de una nacin o de una comunidad a travs de su historia, su cultura, su asentamiento y la ocupacin de un territorio. A decir verdad, permite captar la manera utilizada por la clase poltica para lograr producir un sentimiento de pertenencia comunitaria en un espacio determinado. Cf. Thual, F., Mthode de Gopolitique : Apprendre dchiffrer lactualit, Ellipses, 1996, pp.64-68. 19 Juan de Pineda, Avisos de lo tocante a la Provincia de Guatemala (1595), Relaciones geogrficas del siglo XVI: Guatemala, Ed. de Ren Acua, Instituto de investigaciones antropolgicas, UNAM, Mxico, 1982: 303-336.18

Para acabar con semejantes representaciones espaciales sumamente discriminatorias y perjudiciales para el desarrollo efectivo de la Costa, un paquete26

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la historia y de la cultura de la Costa Caribe20. Sus programas de investigacin producen regularmente unas publicaciones cientficas que versan sobre la identidad, las costumbres, la organizacin social y poltica de las comunidades indgenas y afrocaribeas. Otra realizacin en curso consiste en la reorganizacin y descripcin de los Archivos Histricos epnimos. La objetivacin social del Caribe nicaragense est plasmada por lo dems por una reciente y abundante produccin estadstica. Teniendo como base el censo poblacional de 1995, las primeras encuestas nacionales sobre el desarrollo humano de la Costa datan de 2000. Aunque siguen algo fragmentarias, le confieren hoy a la regin una verdadera visibilidad tanto dentro como fuera del pas21 a la par que dan una idea de conjunto de sus principales rasgos sociodemogrficos. De acuerdo con estas encuestas, la poblacin asciende, en los albores del nuevo milenio, a 473.109 habitantes, o sea el 10,7% de la poblacin nacional y su densidad queda sumamente dbil (7,84 habitante/km) en comparacin con la media nacional (el 42,14%). Los datos subrayan asimismo la fuerte heterogeneidad tnica. Con el 72,54% de mestizos y el 28% de indgenas,22 la Costa representa un verdadero calidoscopio tnico (Castillo et als, 2001, 9).

campesinas son una prioridad efectiva para el gobierno que pretende instaurar una verdadera estabilidad social. El caso es que dicha bsqueda de paz y de equilibrio no es privativa de la clase poltica. En el contexto econmico actual, las diversas comunidades de la Costa no ignoran el inters de superar sus ancestrales diferendos, de reconciliarse y de unir sus fuerzas. Como lo subraya cabalmente Gilles Bataillon: Miskitus, Mayangnas, criollos y mestizos, antao en lucha para disputarse el favor de los representantes del poder central hispanohablante, hablan ahora de una necesaria unidad de los habitantes de la Costa Caribe para conjurar la amenaza de una dominacin de las lites de la Costa Pacfica . (Bataillon, 2000, 125)

La institucionalizacion de la costa caribeLa invencin del Caribe nicaragense no es nicamente de ndole espacial y social. Es tambin de esencia institucional. Continuum jurdico y poltico del llamado proceso de reconciliacin tnica y de integracin nacional, la objetivacin institucional de la Costa, a travs de la anexin y la instauracin de un nuevo rgimen jurdico de autonoma, inscribe en la Constitucin nacional el paso del estatuto de territorio al de regin.

Emergencia de un sentimiento de pertenencia regional e integracin nacionalDesde 1987, las comunidades indgenas de la Costa se benefician de un nuevo estatus jurdico destinado a facilitar su integracin nacional. Tal reconocimiento estatutario que autoriza el bilingismo y el acceso a puestos de trabajo (polticos, jurdicos, mdicos y acadmicos, por ejemplo) antes reservados a todos aquellos que no fueran indios, les ofrece hoy reales posibilidades de igualamiento tnico y de movilidad social ascendente. Al nivel identitario, crea incidentemente las condiciones favorables para la emergencia de un sentimiento de unidad costea y de pertenencia regional as como una visibilidad indita en el marco nacional. La emergencia del sentimiento de pertenencia regional, a travs de la borradura de las barreras tnicas, participa de la poltica gubernamental de pacificacin. El aplacamiento de los conflictos, de la violencia y de las reivindicaciones indgenas o

anexin de la Costa CaribeSu historia jurdica e institucional est marcada por una serie de trastornos. En sus orgenes, era un reino indgena (Mosquitia) que supo preservar duraderamente su autonoma luchando con ardor contra los colonos espaoles. La gran resistencia militar de los Miskitos,Margarita Vannini, Directora general del IHNCA precisa en la presentacin del libro Estampas del Caribe Nicaragense, IHNCA-UCA, Managua, 2000, p. 2: Uno de estos programas de investigacin ha producido importantes publicaciones sobre pueblos indgenas del norte, centro y occidente del pas, los que aportan valiosa informacin para reconstruir, no slo aspectos de su historia y su cultura, sino tambin para comprender los problemas jurdicos y la marginacin que sufren en el presente. 21 Esas encuestas han sido realizadas por unos organismos nicaragenses (CONPES, PRANAFP) y financiadas por el Fondo Fiduciario Dans administrado por el PNUD. 22 El reparto de los llamados indgenas es el siguiente : el 18,04% de Miskitos, 6,22% de Negros, el 2,45% de Mayangnas, el 0,43% de Garifunas y el 0,32% de Ramas20

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Sumus y Caribes le permiti librarse de la amenaza ibrica y erigirse temporalmente en un enclave independiente. Pero, dadas sus bazas econmicas y geoestratgicas23, fue rpidamente codiciada por piratas y comerciantes britnicos que supieron ganarse la confianza de los indgenas. Result que, merced al apoyo logstico y militar recibido, la Costa pudo mantenerse fuera del alcance de la metrpoli espaola, pero a costa de un implacable protectorado britnico que dur hasta su revocacin en 1786 cuando un Tratado de Paz estableci que Espaa poda extender legalmente su soberana sobre la Mosquitia, anexndola. En 1844, con desprecio de ese pacto, Inglaterra decidi restablecer oficialmente su protectorado24 en aras de salvaguardar sus intereses econmicos amenazados por la creciente hegemona de los Estados Unidos de Amrica en todo el istmo centroamericano. Independiente en 1821, Nicaragua emprendi, en 1860, unas negociaciones con el Estado britnico protector con miras a recuperar la Costa. Bajo fuerte presin estadounidense y en virtud del Pacto de Managua, Inglaterra se la devolvi. En compensacin, Nicaragua se comprometi en conceder a los pueblos indgenas el derecho a la autonoma y a la jurisdiccin territorial mediante el establecimiento de una estructura municipal ad hoc (la Reserva). Pero, contra toda previsin, su Constitucin fue elaborada, al ao siguiente, en gran parte por los comerciantes anglosajones instalados en la regin y en funcin de sus propios intereses, con lo cual, al negar totalmente los derechos supuestamente concedidos a las comunidades indgenas, el tratado no pas de ser un dispositivo fundamentalmente diplomtico encaminado, antes que nada, a reconciliar a las dos fuerzas en presencia permitindole al Estado nicaragense afirmar su soberana en esta porcin del territorio nacional y a los comerciantes anglosajones preservar sus intereses econmicos en la zona (Rizo, 2002, 107).

est fomentando el desmantelamiento de los monopolios y favoreciendo el desarrollo de nuevos espacios de decisiones. En la esfera cultual, est abogando, por ejemplo, por la desregulacin de lo religioso y la dilucin de la influencia morava. Slidamente implantada en la Costa desde 1848, esa Iglesia acogi tradicionalmente en su seno a una gran mayora de Miskitus, Mayangnas y Criollos25. Ahora bien, desde hace poco, debe afrentar la aparicin de nuevos actores religiosos (iglesias pentecostales y evangelistas, principalmente) que, al competir entre ellas, cuestionan su histrico monopolio. Paralelamente, desde finales de los aos 1980, el Estado nicaragense est efectuando, en el mbito jurdico y administrativo, una profunda reorganizacin estatutaria de la Costa. Al promulgar, en 1987, el nuevo rgimen de Autonoma, emprendi la transformacin de los antiguos departamentos26 de Zelaya Norte y de Zelaya Sur en regiones autnomas: la Regin Autnoma del Atlntico Norte (RAAN) y la Regin Autnoma del Atlntico Sur (RAAS). La reforma constitucional de 1995 vino a reforzar, al nivel jurdico, la organizacin institucional de dicha autonoma regional. En ese marco, se crearon varios consejos regionales autnomos electos. Actuando como instancias mediadoras entre el Estado y las comunidades, estos nuevos espacios de representacin poltica son la expresin de la representatividad y pluralidad tnicas. Intervienen con frecuencia en caso de conflictos relacionados con la propiedad de la tierra o la explotacin de los recursos naturales. La democracia electoral se plasma a travs de las elecciones regulares y, desde 1996, a travs de los foros y de los espacios de concertacin. Al fin y al cabo, el nuevo rgimen ha signado la conversin definitiva del territorio en regin autnoma. Al conferrselo, el EstadoLas cuestiones de bi-oceanidad desempearon un papel preponderante en la geopoltica sudamericana y centroamericana. Durante el siglo XIX, Inglaterra y Estados Unidos pensaron que Nicaragua proyectaba construir un canal transocenico en razn a su amplia red de lagos interiores que atraviesa el pas de un extremo a otro. 24 El protectorado britnico fue aceptado por muchos indgenas y criollos de la Costa para librarse de la colonizacin espaola. 25 Cf. el artculo de P. Vayssire, Lglise catholique nicaraguayenne : bilan dune dcennie , Delhom, J. & Musset, A. (sous la dir.), En el ojo del Huracn, Ed. IHEAL/IHNCA/UBS, Paris, 2000:185-198. 26 Estos departamentos fueron creados por la Revolucin sandinista.23

Instauracin de nuevos marcadores institucionalesPara acabar con semejante enajenacin y extroversin que dificult poderosamente el establecimiento de slidas instituciones, el Estado nicaragense actual desea imprimir unos nuevos marcadores institucionales capaces de legitimar su autoridad en la zona. Para ello

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ha proclamado simultneamente la incorporacin administrativa de la Costa al espacio nacional a la par que ha efectuado una transferencia de sus competencias hacia las autoridades locales electas. Para hacer eficiente esta descentralizacin administrativa y financiera en curso y para salvaguardar los particularismos de la Costa, un paquete de medidas complementarias ha sido adoptado. Ya desde 1992 y en 1993, fueron fundadas, respectivamente, la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU) y la Universidad de las Regiones Autnomas de la Costa Caribe Nicaragense (URACCAN). Miembros con pleno derecho del Consejo Nacional de las Universidades desde 1996, ambos establecimientos regionales se dedican a la investigacin participativa y aplicada de las tradiciones orales y de las prcticas culturales autctonas. Ms recientemente, han brotado otras realizaciones de promocin de la idiosincrasia costea en los campos de la edicin (diccionarios, gramticas, antologas de cuentos), de la educacin (enseanza bilinge) y de la ciencia. El Centro de investigacin y de desarrollo de la Costa Atlntica (CIACA) se ha reconvertido en un centro de estudios de la lengua, el folklore, la medicina tradicional y la historia de las comunidades indgenas. Adems, han sido creadas dos radios locales. Junto con las emisoras nacionales, Radio Miskut y Radio Caribe difunden cotidianamente unos programas consagrados a las leyendas y msicas caribeas (Bataillon, 2000, 124). Fig. 3. Lmites administrativos y densidades de poblacin de Nicaragua

El Mediterrneo americano es un espacio cintico en continuo proceso de recomposicin geopoltica.27 Irredentismo, anexiones, alianzas y agrupaciones regionales han sido los tradicionales mecanismos polticos que han coadyuvado histricamente a la perpetua reconfiguracin de las unidades que lo componen. La invencin territorial que se est observando en las riberas latinoamericanas abiertas al Mar Caribe viene a completar el dispositivo. Hoy incipiente en Panam, Costa Rica, Honduras y Mxico, la atribucin de una nueva vocacin a un espacio bruto con miras a su apropiacin y valorizacin resulta cada vez ms manifiesta en Nicaragua. Desde hace unos veinte aos, el Estado nicaragense se ha aplicado en objetivar su fachada oriental mediante la produccin de nuevos marcadores espaciales, sociales e institucionales. El cambio toponmico, la ordenacin, el desarrollo, el asentamiento, la cooperacin regional as como la institucionalizacin de regiones autnomas han sido otras tantas operaciones que han marcado el territorio y han modificado su relacin con el espacio nacional por una parte y con el espacio regional caribeo por otra. Desde este punto de vista, se plantean nuevas cuestiones sociales y geopolticas. Puede adaptarse semejante construccin a la metaestructura espacial de los habitantes? Cmo percibe la poblacin su nuevo entorno? Se reconoce en l? De lo contrario, no va a imponerse la necesidad de afirmarse o defenderse para existir frente a una estrategia poltica considerada como exgena? Adems, no van a emerger, desde el interior, nuevos marcadores espaciales para distinguirse mejor del exterior? En esta perspectiva, cules son los riesgos potenciales de conflictos entre los distintos participantes (actores polticos y econmicos, sociedad civil, etctera)?28 Estos interrogantes requieren una sana reflexin y unas respuestas pragmticas a la hora de una globalizacin que recompone profunda y aceleradamente los espacios a la par que los pone - a veces peligrosamente - en competicin.

Fuentes: A. Musset, op.cit, p. 23.

27 E. Dubesset, La Carabe, complexit dun espace cintique en partage , Cultures Sud, Carabes : un monde partager, 168, janvier-mars 2008 : 32-43. 28 Para responder a estas preguntas, vase el artculo de Philippe Subra, Lamnagement, une question gopolitique , Hrodote, Editions La Dcouverte, Paris, N130, 2008 : 222-248.

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