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ANTONIO MESTRE SANCHÍS Y ENRIQUE GIMÉNEZ LÓPEZ

Coordinadores

DISIDENCIAS Y EXILIOS EN LA ESPARA MODERNA

Actas de la IV Reunión Científica de la Asociación Española

de Historia Moderna

Alicante, 27-30 de mayo de 1996

CAJA DE AHORROS DEL MEDITERRÁNEO UNIVERSIDAD DE ALICANTE

A. E. H. M. 1997

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O Caja de Ahorros del Mediterráneo Publicaciones de la Universidad de Alicante A. E. H. M.

ISBN Obra Completa: 84-7908-370-0

Tomo 11: 84-7908-372-7 Depósito Legal: A-1678-1997

Fotocornposición: a ~ s ~ a g í - u f i c Aries, 7. iD 511 47 58 - 511 47 94 Fax 511 50 13

Imprime: INGRA Impresores. Avda. del Zodíaco, 15. iD 528 25 44

Encuadernaciones Alicante. Políg. Ind. Pla de la Vallonga, C 4, nave 11

TOMO 11 DISIDENCIAS Y EXILIOS EN LA ESPAÑA MODERNA

COORDINADORES: Antonio Mestre Sanclzís y Eizrique Gi~itéi~ez López

PONENCIA: ......... LA HETERODOXIA RELIGIOSA: LOS EXILIADOS PROTESTANTES. Antoir io Mestre Sanchís..

COMUNICACIONES : ENTRE DIOS Y EL DIABLO. LOS FRAILES CONVENTUALES Y BENEFICIARIOS EXCLAUSTRADOS

EN EL CAMPO DE CALATRAVA (1500-1 575). Miguel Fernando Góinez Vozr~rdiatlo ...... PERFILES UNIVERSITARIOS Y EXEGÉTICOS DE LEÓN DE CASTRO. Valentíiz Moreno Gallego ..... MONJAS DISIDENTES. LAS RESISTENCIAS A LA CLAUSURA EN ZAMORA TRAS EL CONCILIO

DE TRENTO. Francisco J. Loi.enzo Pinar ...................................................................... LOS CONFLICTOS EN LA CLAUSURA FEMENINA DE LA MÁLAGA MODERNA.

M" de1 Cai.~nen Gómez Garcín .................................................................................... ALTERACIONES A LA ORTODOXIA MORAL A LO LARGO DEL SIGLO XVIII. LA PROVINCIA

DESCALZA DE SAN JOSÉ Y SUS LIBROS DE PATENTES. Daniel Vaqiieríil Aparicio ........... EXILIADOS IRLANDESES EN GALICIA DE FINES DEL XVI A MEDIADOS DEL XVII.

Ofelia Rey Castelao .....................................................................................................

PONENCIA: HISTORIAR A LOS JUD~OS DE ESPANA: UN ASUNTO DE PUEBLO, NACIÓN Y ETNIA.

......................................................................................... Jairile Contl-eras Contrems

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Las últimas proposiciones que la Inquisición elimina de la obra hacen referencia a la forma en que el recuerdo de Cristo elimina los pecados; lo más curioso es que se censura incluso la frase del mismo evangelista San Lucas:

((Qiricr l>i.iiisqirorri golliis carrtet ter. iiie rregnbis. Haec i~ecoi.htio iriitiiiiri l~oeriiterrtiaefiiit: qrrirr iiiillri res ntleo pecccrtiirii sariot e/ des/r.riit, iit Cliristi doiriirii irieilior.irr» (45).

A modo de conclusión de lo que precede, podemos seííalar que las complicaciones inquisitoriales que sufre el Padre Estella se deben a su actitud crítica y disconforme que tiene respecto a ciertas dimensiones sociales y eclesiasticas de su tiempo. De ahí que su primer proceso sea consecue~lcia de denunciar a otro miembro de su orden, fray Bernardo de Fresneda ante el Papa por no residir en su diócesis y gustar de los lujos de la Corte. Este mismo espíritu se encuentra e11 muchas de las proposicioiles que se censuran de sus E~icrrrntiones ir? e i ~ a ~ i g e l i u n i s e c ~ t r l d ~ t r ~ ~ Luccani . Por otro lado, su obra tuvo una gran resonancia en su tiempo, de modo que aún después de muerto nuestro autor, y una vez terminado el expurgo inquisitorial, sus Ena~~rc t t ior ies conocieron varias reediciotles, tanto en España como en el resto de Europa, lo que puede ser una indicación de la aceptación e influencia que tuvo nuestro autor como predicador.

45.-((Aiites qire E / gollo corite Ires veces, rife riegoins. Este ircfrer.(/o fiie e/ coriiicrizo fíe /o ]?eflitericin: /lor.c/lfe riíligririfl cosa soricr destriiye tcrrito el l~ecndo corlio el reciierdo de Ci.isto Señoi,».

Trayectoria social de una familia conversa: los Santesteva-Lara. Del empinamiento a la condena (1)

JUAN HERNÁNDEZ FRANCO

Ur1ii)elisickrd de Murcia

En unos momentos como los actuales, en que un sector importante de historiadores debaten la convenie~lcia o no de relación y colaboración entre la historia y las restantes ciencias sociales, pues de la misma parece desprenderse que el historiador es el «traDajc~do~. i r fer ior» , la mano de obra barata que reúne los materiales para la elaboración de la teoría por parte de los otros cientí- ficos sociales, somos de la opinión que las ciencias sociales son disciplinas «eritrelazciclcts», «corl- jiirltos de praxis cognosc i t ivns» (2), donde lo importante es situar el entrelazamiento en términos tales que de la reunión de todas ellas puedan derivarse análisis más con~prensivos y coinpletos (co~~strucciones ideales) de sus objetivos de conocimiento. Para tal logro, y sin sentir prejuicios hacia que científicos sociales las elaboran, no se puede renunciar al uso de teorías. Estas habrán

I .-Este trabajo se inscribe dentro de los proyectos de investigación: «Nuevas perspectivas sobre la estrilctura social en la España del Antigilo Régimen: ciclo de vida, estrategia matrimoiiial y reproducción soci~~culturnl» (DGICYT -PB94-1.137), y ((Cultura de elites, estratificación e instituciones sociales en Murcia a través de los estalutos de lim- pieza de sangre (s. XVI-XVIII))) (Consejería de Cultura y Educación de la Comuiiidad Aiitónoma de Murcia, Dirección General de Educación y Universidad-PIB 94/28).

2.-HERNÁNDEZ SANDOICA, E., LOS co~r~irios de Ir! /risloi~irf. Cirestiories de /iistoiiogr(rfío y riiélodo, Madrid, 1995, pp. 7-8. Del último entrecomillado es autor CAVALLI, A, «Su1 rapporto tra scieiize sociali e storia comparato)), eil ROSSI, P. (ed.), úi stor,in corrrporatn. Apl>roci epiosl~ettiile, MilBn, 1989, p. 409.

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de servir y sirven para organizar y explicar el hecho histórico, a la vez que permitirán captar o atri- buir significado -no meramente descripciones- al objeto de estudio. A partir de este planteamien- to,el entrelazado de la ciencias sociales y sus teorías y prácticas, estimamos que para un conoci- miento que atribuya un verdadero significado a la organización social y a los comportainie~itos que dentro de ella pueden alcanzar grupos sociales, es casi imprescindible volver a recurrir a las teo- rías sociológicas, sin que ello suponga necesariamente que las leyes o reglas resultantes y su ten- dencia a crear un ambiente social uniforme y estable, sean excusa para minimizar u olvidar la par- ticipación y el conflicto que en el interior de la sociedad puedan llevar a efecto individuos o in- cluso grupos (3); así como que lo deducido a partir del análisis efectuado por el historiador, con su correspondiente significante, y no sólo lo inducido a priori por el sociólogo y sus leyes, forma parte de la explicación del proceso histórico, que en definitiva es lo que en mayor o menor escala interesa reconstruir.

Tras lo dicho, es ocasión de indicar que continuamos considerando sumamente orientativas las reglas sobre movilidad social que sociólogos, aiitropólogos, econoinistas e historiadores hemos aprendido de P.A. Sorokin (Estint$cacióii p rilovilidod social) y J. Schurnpeter (b~~l~elri i l is i~io y clases sociales). Más interesantes aún, son las actualizaciones y reflexiones que respectivameiite han efectuado de los citados: J.P. Bourdieu y D. Berteaux. Finalineiite indicar, que a nosotros, nos ha resultado muy orientativas las consideraciones -desde una vertiente 110 funcionalista- que ha efectuado L. Cachón sobre la sociología de la movilidad en su obra iMovilidcrd social o ti.ajlecto- rias de clase?.

La citada obra proporcioila una interesantísima co~iclusión. La movilidad social no es inate- ria ((vieja,, y ello se debe a que entre otros temas de interés, lleva a cabo análisis del iisceiisoides- censo de los grupos e individuos que compiten por el poder, así como sobre las posibilidades de promoción que se han atribuido las clases medias a lo largo del proceso histórico. Ahora bien, la movilidad como han puesto de manifiesto los sociólogos postfuncionalistas y en concreto J. P. Bourdieu en su obra La distinction. Critique sociale du.jugenlerit, no es fruto del desplazainiento al azar de individuos a través del espacio social. Para explicar estas transiciones a lo largo de la escala social, aunque creemos nosotros que fuiidamentalrneiite para los casos de movilidad social ascendente, Bourdieu y el propio Cachón nos proponen el paradigma de la sociología de las tra- yectorias sociales. Estas, a su vez, son parte de las clases sociales; aun más, son i q ~ e c i o i i a s de clases (4).

Dicho paradigma supone admitir una orientación teórica sobre cómo se produce la movili- dad social de 10s grupos e individuos que pretenden llevarla a cabo. Para analizar dicha acción ha- brá que considerar la trayectoria social ((tipica)) del grupo en el que se quieren insertar o asimilar, y la estrategia de reconversión que emplean para conseguirlo; eso sí, entendiendo que para cum- plir con tal estrategia de recoiiversióii y teniendo presente que la trayectoria social se efectúa pa- ra incorporarse a u11 grupo definido por unas características peniiieiites, no basta con poseer algu- nas, sino todas y cada una de ellas, conforme a la articulación dispuesta por el sistema social que regulariza el modelo de trayectoria.

3.-Nos han resultado de gran interés las reflexiolies que Iia efectuado G. LEVI («Sobre microliistoria» en BURKE, P, Forriicls de Iincer Iiistor.icr, Madrid, 1993, pp. 121 y SS.) en torno a cómo buscar una descripcióii más real del coin- portamiento humano dentro del sistema normativo.

4.-CACHÓN, L., /,Moililidfld socinl o rinyectorins c/c close?, Madrid, 1989, pp. 534 y SS.

Dicho esto, llega el momento de indicar a que periodo y cuestión histórica concreta vamos a aplicar esta orientación teórica. Situados temporalmente entre la segunda mitad del siglo XV y la segunda del XVI, tradicionalmente la historiografía ha detectado un generalizado proceso de mo- vilidad social ascendente en la parte más occidental de la Vieja Europa. Posee varias causas, entre las que destacamos: el parcial vaciamiento del autobús privilegiado (recordando a J. Schumpeter) a consecuencia de los conflictos aristocráticos del siglo XV; la emergencia de un Estado nacional y autoritario que necesita un grupo social que facilite sus propósitos de control sobre las fuerzas feudales y sobre una serie de instituciones territoriales y sociales con poder -y hasta entonces ple- namente autónomas-; la configuración dentro del estamento social más elevado de un ampliado sistema de valores que fue capaz de agregar a la sangre y al prestigio, el mérito y la preparación -eso sí, siempre que fuesen puestos al servicio de los intereses del propio grupo y de su perpetua- ción social-; y también, por qué no, de inercias individuales, que dentro del marco que acabamos de indicar visluinbrabaii como posible esa excepcional y costosa aventura que es el ascenso social -pues, como con acierto ha indicado D. Berteaux, la movilidad es la excepción y la regla es la in- movilidad social, ya que la mayoría de las personas se mantienen en su grupo original (5)-.

Dicho proceso de movilidad también tuvo su reflejo en los Reino Hispanos, y en particular en Castilla. Aquí, el siempre difícil hecho ascensio~ial resultó coinplejo, dificultoso y trabado. Ocurrió que el grupo privilegiado, que era el que debía de asimilar a los que llevasen a cabo la mo- vilidad, no estaba dispuesto a dilatarse tanto como requería el número de los que pretendían el as- censo; para evitar la deflación de su honor, por tanto, no dudó en poner resistencias y coiltroles, que comienzan a tener significado mediante los estatutos de limpieza de sangre. Asimismo suce- dió que al ser dos, cuando menos, conversos y villanos, los grupos de origen a los que perteiiecí- an los individuos que protagonizan la movilidad social más intensa de ese periodo, diriinieron so- nadas disputas ideológicas, pronunciando y exponiendo razones y argumentos (la herencia cultu- ral de la sangre) en favor de sus posibilidades. Tuvo consecuencias nocivas para la sociedad, pues I casi consigue separarla y enfrentarla en dos bandos distanciados por la calidad de su origen cultu- ral. Ahora bien, en la realidad, los inconvenientes para el ascenso -de lo que tampoco estaban exentos los villanos- fue resuelto por individuos de uno y otro grupo de aspirante mediante la alianza o vinculación con quienes ya eran privilegiados, es decir incorporándose a redes de poder, capaces de protegerles y ayudarles a recorrer el trayecto de reconversión.

De todos modos el camino a recorrer, al ineiios para los conversos, 110 fue fácil. De inoinen- to, a lo largo de la segunda mitad del siglo XV y sobre todo durante el XVI, el grupo social que ostentaba el poder a través de sus instituciones más representativas fue construyendo una tipolo- gía social, un modelo ideológico, con el que debían confluir aquellos que pretendiesen formar par- te del grupo. Gutiérrez Nieto ha definido a este tipo social coino hombre de cuna limpia y vida limpia (6). Por su parte, J.Contreras, lo ha categorizado en términos de hidalgo cristiano viejo (7).

Desarrollado el modelo o tipología por parte de los más poderosos de la sociedad castellana, aquellos que deseaban ascender, habían de aproximarse y asimilar su trayectoria social. Por tanto, para los que tenían expectativas de ascenso, a lo largo del proceso de reconversión debían reunir valores y conductas consideradas como pertinentes del inodelo social hegemónico. Y entre las re-

5.-Citado por CACHÓN, L., Oprs cit., p. 515

6.-GUTIÉRREZ NIETO, J. I . , ((La estructura castizo-estamentai de la sociedad casteilaiia del siglo XVIn, Hrsl>orrro, 11" 125, 1973, PP. 539-540.

7.-CONTRERAS, J., Sotos coilfrn R~qrrelriies, Madrid, 1991, p. 19.

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conversiones más significativas están las que llevan a cabo conversos. Tras el obligado bautizo, que les hace miembros de pleno derecho de la comunidad cristiana, urden diversas estrate,' uias pa- ra su promoción social:

-Adoptan una nueva identidad cultural. Cambian de apellidos, escogiendo los de alguna fa- milia cristiana vieja de raigambre, o bien el de algún santo o emblema de la fe cristiana.

-Enlazan matrimonialmente con personas socialmente preponderantes y de cuna fiable. Esto no es contradictorio con la existencia y práctica de enlaces endogámicos.

-Ejercen en el mundo las funciones que son propias y reservadas a los iinportantes. -Acceden a las instituciones consideradas como representativas y exclusivas del grupo de los selectos.

-Demuestran y exhiben signos ideológicos y símbolos significativos del grupo al que quie- ren acceder.

No hay que dudarlo, la reconversión del judaizante era difícil por el lastre que arrastraba de apostasía, y por los recelos que levantaban en una parte iiuinéricainente importante de la opinión pública. Debía apartarse totalmente de su origen cultural y asimilar plenamente los valores, com- portamientos y hábitos del cristiano viejo y más exactamente del grupo al que se quería pertene- cer. En esta última dirección apuntó la trayectoria escogida por bastantes coinponeiltes de la mi- noría. Actuaron en el marco de derechos que resultaban inherentes a la sociedad estamental y par- ticiparon de la solidaridad que caracterizaba al grupo al que creían pertenecer (8). Por tanto, sin distinción de estrato, parece ser que la intención de los miembros de la minoría fue integrarse en el que le correspondía de acuerdo con su nacimiento, prestigio, mérito, y fortuna.

La situación que acabamos de indicar, por ejemplo, la refleja perfectainente la tendencia po- lítica de los conversos en las ciudades castellanas. En muy pocas realmente existió un partido con- verso. Una excepción la puede constituir el caso de Almagro, dónde se agruparon bajo el nombre de mercaderes (9). Lo más habitual es que se integraran en uno de los bandos que existían en el mundo urbano, y así ocurrió por ejemplo en Toledo, donde se incorporaron a la facción de los Silvas, en Sevilla lo hicieron -en buena parte- a la de los Medina Sidonia, en Ciudad Real a la de los «realengo», en Valladolid a la de los «rlianos», en Murcia a la de los Sotos ... -

Agreguemos a lo que venimos exponiendo sobre la sociología de las trayectorias sociales, al- go que creo que hemos aprendido los historiadores de nuestro contacto, de nuestro enlace con otras ciencias sociales. Nos referimos a que prácticamente es casi imposible -más en un inundo de cor- poraciones y solidaridades como es la Vieja Europa- para un individuo, efectuar por sí misino la transición a un grupo social superior. La artífice de ese ascenso es la familia, unidad bBsica den- tro de la organizacióil social. Un planteamiento próximo al anterior, mantenido por el grupo de in- vestigación al que estarnos adscritos («Familia y élite de poder en el Reino de Murcia))), también lo propone J. Contreras para el enfoque de la cuestión criptojudía, y en concreto para el ascenso social que protagonizan individuos pertenecieiites a la minoría. No se puede prescindir, en modo alguno, del grupo familiar, Ahora bien, se debe entender que el inisino no sólo se constituye a par- tir de relaciones sanguíneas, sino también por vinculacio~ies personales de fidelidad, protección y ayuda entre agregados no sanguíneos (10). Por tal motivo, como son familias más que individuos

8.-CONTRERAS, J., «Criptojudaísmo en la España Moderna. Ciienteiismo y linaje)), Árecis, no 9, 1988, p.77.

9.-LÓPEZ-SALAZAR PÉREZ, J., «Limpieza de sangre y división en estados: el municipio de Almagro durante el siglo XVI», Stlirlin Stovica, Vol. XII, 1994, pp. 157-187.

10.-CONTRERAS, J., «Criptojudaís~no ...», p. 80.

las verdaderas protagonistas de las trayectorias (11), hemos escogido a una familia -los Santesteva-Lara- como objeto de nuestro análisis. Familia que además de ser prototípica en cuan- ,

l

to al comportamiento y trayectoria que intentamos explicar y deducir, puede ser catalogada, tal co- mo se hace en los estudios de microhistoria de «excepciortaln~erzte norrtlal)) (12), debido a sus ac- tuaciones, estrategias y conflictos dentro del sistema social y normativo en el que se insertan a lo largo de un siglo (segunda mitad del siglo XV-segunda mitad del XVI). Para el co~locimie~lto e interpretación de su comportamiento emplearemos fuentes de diversa procedeilcia -inquisitoria- les, concejiles, notariales, eclesiásticas-, así como estudios existentes sobre otras familias de si- milar comportamiento -por ejemplo los Zapata de Toledo, los Ángel de Badajoz, los Duarte de Zafra, los Bertavillo de Palencia (13), o los Alcázar, los Cibón, los Caballero, etc. de Sevilla (14)-. Con nuestro trabajo esperamos clarificar un poco más la trayectoria social t@ca que representan individuos conversos en su propósito de «enzyinación».

De todos modos no es apropiado, y sabido resulta, pensar o convertir en un hecho histórico cierto que el cristiano nuevo forma un conjunto armónico dentro del estamento al que se adscribe. El estamento posee y se distingue por una serie de calidades y condiciones «emic», que son las que permiten trazar «trayectorias de clases)), y a las que se aproximan -reuniendo el mayor nú- mero de propiedades pertinentes- individualmente los miembros de la minoría. Pero al acceder se encuentran con que dentro del estamento o grupo existen diferentes fracciones, sobre todo en el de los poderosos, y que en realidad, como en el interior del mismo existen ligas y bandos, no todos sus miembros poseen idénticas cuotas de influencia, decisión y respetabilidad, ni tampoco la inis- ma conducta. El inotivo de estas facciones dentro de los estamentos y grupos se encuentra en la existencia de redes de poder, originadas a partir de vínculos que unen a unas personas con otras por razones de parentesco, de amistad, de comunidad religiosa, de formas de vida, de trabajo, de contactos, de negocios o, incluso, de problemas y dificultades, como puede ser en el caso de los conversos la estrecha vigilancia a que los somete el Santo Oficio. Por tanto, lo que estamos unien- do a lo que hemos señalado previamente, es decir a que individuos intentan la movilidad ascen- dente siguiendo una trayectoria social de reconversión, es lo siguiente: una vez que tras el ascen- so se forma parte del grupo, para comprobar los resultados que pueden proporcionar las citadas trayectorias hay que tener presentes las redes de relaciones sociales -cuestión que asimismo ha apuntado J. Contreras, y recientemente ha revisado para otra cuestión social J. Pro Ruiz (15) -. Hay que tener muy presentes a las redes de poder, ya que son finalmente definitivas en el éxito o fracaso del ascenso. Así es, pues en el caso del grupo al que funcionalmente le corresponde el po- der, sin embargo este no es tan amplio para que todos accedan y participen en el mismo de forma equilibrada; el recurso del poder origina conflictos y esos conflictos dentro del estamento o grupo pueden terminar por destruir la promoción social.

I~.-CACHÓN, L., O/>li~ cit., p. 562. 12.-GRENDI, E.: ((Microanalisi e storia sociale)), Qirrideniici Storici, no 7, 1972, pp. 506-520.

13.-CABEZA RODR~GUEZ, A,, ((Grupos excluidos y formas de asimilación y reproducción social. El ejemplo de la Catedral de Palencia en la época Moderna)), en HERNÁNDEZ FRANCO, J (ed.), Forililiri y porler: Sistcri~os de iq)radiiccióri socio1 eri Eslinfio (siglos XVI-XVIII), Murcia, 1995, pp. 101-126.

14.-PIKE, R., Ai~istóc~rit~is C O I I I ~ I C ~ O I I ~ ~ S , Barcelona, 1978, pp. 32-141. 15.-«Las elites en la España liberal: clases y redes en la definición del espacio social (1808-1931)», Historici Sociol, no

21, 1995, pp. 47-69. Reinitimos asimismo a este trabajo para una adecuada y completa bibliografia sobre rretii~ork niialysis, lo que nos releva de su iiiclusión.

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2. TRAYECTORIA SOCIAL ELITISTA Y ESTRATEGIAS EN EL PROCESO DE RECONVERSI~N DE LA FAMILIA CONVERSA DE LOS SANTESTEVA-LARA (1470-1550)

Cualquier tipo de movilidad ascendente, como se ha expuesto anteriormente, es bastante im- probable sin una precisa y pertinente estrategia de reconversión. Por tanto, se debe entender por estrategia de reconversión: un conjunto de prácticas (en realidad inherentes a un sistema de clase o grupo) que permiten a individuos o familias mejorar su posición dentro de la escala social (16).

En el caso de la familia de origen judío que vamos a tratar, su primera estrategia y práctica, como el resto calificables en su forma de positiva, fue la conversión. Con seguridad no lo sabe- mos, pero conforme a las pistas que dejan los descendientes en documentos notariales -testamen- tos en los que nos reflejan sus devociones-, pudo tener lugar con motivo de la campaña de predi- caciones efectuadas por el dominico Vicente Ferrer en la segunda década del cuatrocientos. Epoca de conversión masiva entre los judíos hispanos, también entre los inurcianos, especialmente coino ha resaltado Y. Baer, entre los pudientes y ricos de las aljainas (17). En unos casos por temor, y en otros por sincera convicción. De esta manera, en una fecha clave dentro de la apostasía de los ju- díos hispanos, o, lo que es lo mismo, de la aparición de lo que E. Benito Ruano ha Ilainado el pro- blema converso, encontramos a la familia Santesteva viviendo en la fe cristiana.

Ejecutada esta fundamental estrategia de conversión, que indudablemente manifestaba su de- seo de sumarse a la cosmogonía cristiana, a la forma de vida de la Vieja Europa, iilinediatainente había que adoptar un apellido que identificara a la familia con la cultura en la que se estaban in- tegrando. Este era un signo que debía servir como expresión pública y fiable acto simbólico de su metamorfosis. La estrategia tuvo varias alternativas, y es importante recordar que coincidió con una época -finales de la Baja Edad Media- en que el patronímico comienza a generalizarse entre los habitantes de los Reinos Hispánicos. En unos casos, tal como hicieron bastantes cristianos vie- jos, los nuevos escogieron u11 topónimico. También adoptaron u11 apellido que tuviese reconoci- miento de limpieza y si era posible de distinción social, o, aún más, se incorporaron a un antiguo linaje de tales calidades. En otros casos tomaron u11 sobrenombre que reflejara la plena asunciói-i de los priilcipios de la fe cristiana y sus principales símbolos o representantes (Santafé, Santángel, San Pedro, Santa María) (18). Precisamente la última estrategia fue la que decidió la familia Santesteva. Su nueva personalidad quedaría relacionada con iin santo de gran transcendeilcia eii los inicios del cristianistno como era San Esteban; fue martirizado por los judíos, episodio en el que proclamó y dio muestras de una enérgica fe.

Después de tales decisiones, deconoceinos qué ocurre con la familia Santesteva en el seno de la comunidad cristiano vieja hasta 1470 aproximadamente. Lo rnás probable es que siguiese po- niendo en práctica estrategias que la condujeran hacia el grupo de poder. No pudo ser de otra ina- nera, porque en sí, las estrategias lo que van aportando a quienes las ejecutan so11 pasos consecu- tivos dentro de la trayectoria de reconversión, pues a lo largo de la inisina hay jalones sellalada- mente obligados y articulados a través del tiempo. Hay que recorrer toda la trayectoria, subir to- dos los escalones, para alcanzar plenamente el statils y quedar adscrito al mismo y poder representar plenamente la cultura que lo distingue.

16.-BOURDIEV, J. P., La c/isti~ictiort. Critiqiie sociole di! jiiserrierrt, París, 1979, p. 145, y CACHÓN, L., o[?. cit., 1>.543

17.-BAER, Y., Historia de los jirdíos eir In Eslicriio Cristiario, Madrid, 1981, Vol. 11, pp. 492 y SS.

18.-CARO BAROJA, J., Los iii(líos eli 10 Esprriirr Morlei~~irr y Coiitrijil~órnrieo, Madrid, 1986, Toino 1, pp. 3 11-3 12.

Como indicamos, tras una serie de estrategias acumulativas sobre las que no poseernos iil- formación, llegamos a la altura de 1470. Tenemos referencias escritas que nos dan a conocer las acciones desarrolladas por el bachiller Álvam de Santesteva entre la fecha indicada y principios del siglo siguiente. Pone en práctica estragias matrimoniales, ocupacionales-funcionales, y a más largo plazo otras de carácter sucesorio y educativo. Todo ello acompañado de la inclusióri en los aparatos de reproducción del grupo de poder, es decir, en las instituciones sociales representativas del grupo, reservadas en exclusiva a sus miembros. Sin lugar a dudas, se puede afirmar que la tra- yectoria social hacia el mundo de los principales fue bien preparada por Álvaro y su familia.

De las estrategias desarrolladas por Álvaro, la que creemos que tuvo mayor peso en la re- conversión fue la ocupacional. Su formación coino burócrata le permitió destacar en un periodo de tiempo en que el naciente Estado Moderno contaba con ellos para establecer su forma de orga- nización política, y como apoyo y clientes dentro de la sociedad estamental, en la que pasan a ocu- par un stat~rs reconocido entre la nobleza y el estamento popular. Por ello, tal coino ha escrito uno de los mejores conocedores de la burocracia castellana, ser letrado era un inedio de ascenso social muy fructifero a finales la Baja Edad Media y principios de la Modernidad, y el oficio fue rela- cionado con un cierto prestigio, y con este vino el reconocimiento público de una calidad social que permitía acceder a los estratos privilegiados de la sociedad y a sus correspondientes institu-

í ciones (19).

Álvaro de Santesteva, bachiller y posteriormente licenciado, destacó en los distintos puestos burocráticos que desempeñó. Inicialmente al servicio del concejo de Murcia. Con posterioridad en importantes oficios regios: oidor de la Audiencia Real y miembro del Consejo Real. El acierto y virtud en estos últimos encargos fue enormente decisivo. El 5 de mayo de 1486 los Reyes Católicos lo designaron regidor vitalicio del concejo de Murcia, puesto en el que reemplazaba a otro burócrata regio: el doctor Alfonso López de la Cuadra, oidor y miembro asimismo del Consejo Real (20). Resultaba un momento culminante dentro del proceso de asimilación cultural y ascensión social de la familia Santesteva. El oficio le proporcionaba los mismos honores, digni- dades, mercedes, franquicias, prerrogativas e inmunidades que a los selectos inietnbros de la oli- garquía murciana. Este proceso de encuinbramiento social del funcionariado de origen converso, ni mucho menos era exclusivo de la citada familia; conversos castellanos y aragoneses proinocio- naron y ocuparon cargos concejiles (21) y adquirieron notoriedad social y política -Luís de Santángel, Gabriel Sánchez, Sancho de Paternoy, Felipe Cliinent y Alfonso de la Caballería son ejemplos destacados en el Reino de Aragón-.

Junto a la estrategia anterior, Álvaro también aplicó otra que, sin duda, le abrió las puertas del grupo principal: enlazó matrimonialmente con una mujer perteneciente a una familia ya inte- grada en el prestigioso conjunto -los Dávalos-. Se trataba de una familia que estaba en el plano elevado de la escala social murciana y estrechamente relacionada con la oligarquía concejil y la

19.-GARcíA MAR~N, J . M., El oficio piiblico eir Costillrr diii~crrrte lo Bajrr E(I(td Medio, Madrid, 1987, y Ln biri.ocr~ricio cos- tellorrrr bajo los Airstrios, Madrid, 1986.

20.-Arcliivo Municipal de Murcia (A.M.M.), Cartulario Real 1478-1488. Provisión del regimiento del liceiiciado Álva- ro de Santesteva, Monclin, 1486-V-19.

21.-Una relación muy interesante de las fainilias conversas que ocupan regiinientos en Castilla a finales del siglo XV pue- de verse en MÁRQUEZ VILLANUEVA, F., ((Conversos y cargos concejiles en el siglo XV», eii Revisto (le Arclrii~os, Bibliotecas Mirseos, 63, 1957, pp. 5 10-536, y GONZÁLEZ ALONSO, B., SoDrz. el Estarlo y la n~lrrrirristroció~i (le lo co- larlo de Crrstillri eri el Aritigiro Ré'giriierr, Madrid, 198 l , pp. 65-67.

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nobleza regional (22) No creemos equivocarnos si indicamos que, el matrimonio de Álvaro con doña Catalina Dávalos fue importantísimo a la hora de conseguir la regiduría vitalicia. Así es, pues aunque reemplazó en el concejo al doctor de la Cuadra, éste, a su vez, había ocupado el cargo que anteriormente desempeñó Pedro Dávalos. Bastantes dificultades encontró de la Cuadra para poder disponer del oficio que le entregó la corona, ya que los poderosos locales se oponían a que los car- gos concejiles los desempeñaran personas ajenas a su colectivo, en el que aún se continuaba esti- mando a la comunidad como una república. Álvaro de Santesteva reunía una doble cualidad que lo hacía óptimo para el regimieilto. A su condición de letrado unía la de miembro de la oligarquía murciana por razones de parentesco, y se daba la circunstancia que iba a ocupar el oficio que ha- bía estado servido por los familiares de su esposa.

Con la vista y el pensamiento puesto en el futuro, Álvaro desarrolló estrategias sucesoria y educativas. Mediante ellas benefició directamente a los miembros de la segunda generación fami- liar. Co~iozcamoslas a continuación. Había recibido de la corona una regiduría vitalicia, oficio po- lítico que en Castilla, desde 1420, podía ser patiimonilizado, y síntomas iniciales de ello fueron el carácter perpetuo y la tendencia a considerarlo hereditario (23). Lo último ocurrió en el caso de Álvaro y próximo a su muerte, el año 1509, lo transmitió mediante renuncia a su hijo Diego de Lara. Éste se hacía cargo de un importante capital político y heredaba el puesto, situación y rango que dentro de la organización política había llegado a alcanzar su padre. Administrará bien y efi- cazmente el capital, hasta el punto de llevar a la familia al zénit de su prestigio e influencia como más adelante veremos.

La otra meditada estrategia que empleó Santesteva, como ocurría en muchas familias nobi- liarias y poderosas, incluidas también las de procedencia conversa -y ejemplos demostrativos nos los aportan los Zapata de Toledo (24), los León de Cuenca, y los Fernández de Santaella, los Rodríguez de Baeza, los Ruiz de Hojeda ... de Sevilla (25)-, fue dirigir a sus componentes, con fre- cuencia hijos segundones, hacia estudios eclesiásticos; colocándolos así en empleos de gran pres- tigio dentro de un mundo sacralizado. En concreto, Juan de Santesteva, segundogénito de Álvaro, conseguirá una canonjía en un capítulo catedralicio (Murcia), instituciones por lo general que se- gún el erasmita Alfonso de Valdés eran «/zospicios de ilobleza)). En tal estrategia, por supuesto, se buscó un beneficio económico y un prestigio social, pero por encima de todo un capital ideológi- co, que además revestiría a toda la familia, cual era el ingreso en la iglesia y la demostración pú- blica q u e no siempre sincera- de adhesión a la religión cristiana, matriz indudable de la Cultura Occidental.

Estalnos ya con la segunda generación de la familia Santesteva-Lara. Seguiremos a conti- nuación la estrategia de Diego de Lara. La encamina fundamentalinente a conseguir la definitiva asimilación de la familia dentro del grupo elitista. Y ello era posible, pues en esa época (primera mitad del siglo XVI), como ha escrito Caro Baroja, parecía muy probable la soldadura de los cris- tianos nuevos en la sociedad cristiana vieja y en sus respectivos estainentos (26). Lara supo apro-

ES T TORRE^ FONTES, J., «Relación murciana de los Drívalos (SS. XIV-XV)», en MONTO.IO MONTOJO, (ed.), LNinjc, fir-

riiili«s y iiiolgiiiacióri eii Espoíio ( S S . XIII-XIX), Murcia, 1992, pp. 39-54. 23.-TohfÁs y VALIENTE, F,, «Origen bajomedieval de la patrimonialización y enajenación de oficios públicos en Castilla»,

Actos 1 Syriiposirriil de la Histoi,io de lo Adri~iriistrncióii, Madrid, 1970, pp. 3-37.

24.-CARO BAROJA, J., 01' cit., T. 11, pp. 298-302.

25.-PIKE, R., 017. cil.

26.-CARO BAROJA, J . , 01). cil., T. 1, pp. 460-461.

vechar su importante y representativo capital social y político, y su más que probable y amplio ca- pital económico (producto de la administración de rentas fiscales, como ocurría también en nu- merosos casos de conversos que siguieron trayectoria social similar) p a n completar la agregación y completa reconversión de su familia dentro del grupo de los murciaiios poderosos. Nunca per- dió de vista algo que cada vez poseía más relieve y utilidad para el citado grupo: la fidelidad, ser- vicio y lealtad a la Monarquía y al monarca autoritario, institución y persona -respectivamente- en las que se iba concentrando el poder y desde donde descendía hacía el resto de la pirámide so- cial; sectorializada ,a su vez, en segmentos conocidos con el nombre de una gran casa nobiliar a nivel territorial, o una encumbrada figura y su bando en el espacio concejil.

Con ello, queremos indicar, que los Santesteva-Lara creían, y así lo pusieron en práctica, que para ser y resultar principales había que situarse plenarneiite dentro del mundo de los poderosos. En consecuencia, viviendo primeramente conforme a su cultura, que valoraba y priorizaba el pres- tigio dentro del mundo, intrínsecamente representado mediante el servicio público (27); este cada vez en mayor grado se encontraba vinculado a prestaciones al monarca, de quien cabía esperar mercedes o recompensas (28). Y en segundo lugar -o por mejor decir a la vez- integrándose den- tro de una facción o red de poder local; era el medio pertinente para conectarse o tener algún tipo de relación con inecaiiismos sociales de dominio.

Diego de Lara estuvo plenamente entregado al servicio público, al servicio público de la re- pública murciana; en concreto fue el regidor que ocupó el primer asiento existente en el banco de regidores situado a la derecha del corregidor entre 1509 y 1553. Pero sobre todo estuvo dedicado al servicio público que precisaba la corona. Fue un fiel y leal cliente de la Monarquía Imperial, del César Carlos. La relación debió empezar cuando Diego acudió en represeiitacióii del concejo de Murcia a las cortes celebradas en Valladolid el año 151 8 para jurarlo como rey. Entonces, y mer- ced a la prerrogativa que confería tal representación,alcanzó un importante privile,' 010 que asegu- raba no solamente la reconversión social, sino aún más, pues también parecía dar paso a la repro- ducción o perpetuación; así resultaba, ya que a todos los procuradores asistentes, Carlos V, como era tradición y costumbre en las coronaciones reales castellanas, les otogó licencia para que re- nunciasen su oficio público cuando quisiesen y en quien quisiesen. con las únicas limitaciones de que el receptor 110 fuese extraiijero o infame (29).

Pruebas de una perenne actitud clientelar de Lara hacia la corona, que debe ser considerada como una decisiva estrategia de reconversión-reproducción en mundo donde políticamente se ha- cía cada vez más preeminente la figura del rey y se solidificaba su función de distribuidor de ho- nores, de «fons honorum)) (30), las tendremos muy poco tiempo después con motivo de las Comunidades castellanas y con su posterior inclusión en el partido que no se oponía a la inter- vención de la corona en los asuntos de la república inurciana.

Con motivo de la rebelión de las Comunidades, Lara fue leal a la corona y permaneció en el bando regio. Su actuación verifica, pues, las opiniones sostenidas por J. Pérez y A. Doinínguez Ortiz (31) de que no existió un partido converso favorable a los rebeldes, sino iniciativas perso-

27.-IGLESIAS NIETO, M. C., Iiidii~idir~li~~iio rioble e iridii!idiralis~iio blrrgirés, Madrid, 1991, p. 21-59.

~~.-HEsPANHA, A. M., Ln gr~c io del Dereclio, Madrid, 1993, pp. 151-176.

29.-A.M.M., Cartulario Real 1535-1554. Renuncia del regimiento de Diego de Lara a favor de su hijo Álvaro de Lara, Murcia, 1545-1X-2.

30.-Remitimos a la obra de K~~ToRowrrz , E. H., Tlie Khig tiilo borl)~, Princeton, 1957.

~I.-DOM~NGUEZ ORTIZ, A., Losjirrlcocorri!e~~sos err /o Esl,oíia Mo(/ei.ria, Madrid, 1992, pp. 51-52.

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nales en torno al posicionamiento de los conversos. En concreto, Lara fue uno de los regidores que abandonó Murcia cuando los comuneros se hicieron con el mando del concejo, y de los que pres- tó pleito-homenaje a Carlos, comproinetiéndose en tal juramento a estar «firmes, lenles j1 estnbles en el servicio de Dios y del re))» (32).

La estrategia clientelar respecto a la corona que tan buenos resultados había dado a los con- versos en reinados anteriores y en los primeros años de gobierno del Emperador (33), y además era una favorable estrategia de reconversión, motivó que Lara la continuara. La prueba culmiiiatl- te llegó el año 1532 aproximadamente. En la ciudad de Murcia volvieron a resurgir los bandos. De un lado estaba el que coinponían los seguidores y einparentados clientelarmente con el Marqués de los Vélez, partidarios de su vuelta al Reino de Murcia -había sido expulsado tras su dubitativa actuación durante las Comunidades- y de su activa participación en los asuntos políticos y milita- res, habida cuenta de la ausencia de Carlos. De otro lado el partido «excIusionistcl», inclinado a la exclusiva intervención real en los asuntos de Murcia y su Reino (34). Casi huelga indicarlo, Lara militó en el último bando y lo hizo activamente.

Se daba la circuiistancia además, de que pertenecía a dicha facción por razones que van más allá de la filiación política. Lara era familiar del Iíder del bando, Rodrigo de Puxrilarín y Soto. Debía el parentesco a la estrategia matrimonial que había seguido. Recuerda a la de su padre, es decir, la de integrarse -y por tanto continuar- en el grupo de los poderosos a través del matrimo- nio con una prestigiosa cristiana vieja: Beatriz de Soto. Este eslabón familiar le perinitid, a su vez, relaciones de parentesco artificial con las restantes familias que componen el bando: Tenza, Pacheco, Perea, Zambrana ...

Las estrategias clientelares y familiares permitieron a Lara forma parte del bando que gene- ralmente tuvo la mayoría y en consecuencia ejercitó la toma de decisiones. Sin embargo, las cir- cunstancias se volvieron cambiantes a partir de 1543. Lara comenzó a vivir dentro de u11 clima que se tornaba adverso. Las causas se eiicueiltran en varios motivos. Primeramente en el propio seno de su familia. El año citado, la Inquisición ordenó exhumar y quemar los huesos de su hermano: el canónigo Juan de Santesteva. Por tanto, como señalaba u11 conocidísiino villano y férreo defen- sor de la limpieza de sangre, el entonces obispo de Murcia Juan Martínez Silíceo, ante el propio Lara, se condenaba la «nleniorin y fniiln» del hereje (35). El suceso coinportaba la iiifarnia y la sos- pecha de herejía para el resto de la familia. En segundo lugar las circunstancias políticas. El par- tido <<exclusio~iista» debido al alejarnient~ del Emperador de Castilla, se debilitó y finalinente de- sapareció. En tercer lugar la decisión tomada por el príncipe Felipe, e11 su calidad de regente, de incrementar los oficios municipales en Murcia. Tal cuestión revolvió las relaciones entre familias v deió al descubierto la antigua fractura existente entre ellas. , "

Bastantes de estas cuestiones debiero~i pesar en los aííos siguientes en el ánimo de Diego de Lara, y le predispusieron a desarrollar estrategias que perinitieraii el relevo generacional en su fa- milia. Hizo de su capital material y simbólico más trariscendente, la merced real de poder trans-

32.-CASCALES, F., D~SCIII.SOS I~istói~icos (le 10 ciiidad (/e Miircici y sil Reiiio, 1980 (cuarta edición), Murcia, 1980, p. 295. Un análisis del pleito, Iiomenaje puede verse en HERNÁNDEZ FRANCO, J. y JIMÉNEZ, ALCÁZAR, J. F., ~Strite, aristocracy and urban oligarcliies in tlie Kingdom of Murcia. A turning point around tlie Coini~nidad of Castile», Secorrtl I ~ ~ t c r ~ ~ r n t ; o ~ m l Corlfei.eiice ori Urbnii H is to i~ l , Strasbourg, 1994.

33.-DOM~NGUEZ ORTIZ, A,, kl c l t l ~ e ~ 0 c i f l l ..., P. 51.

34.-O\VENS, J., Rebelióii, iiioricrr~qirín y o/igciigiríri riiiri~ciriria el! /o é/ioctr de Cai'los V , Murcia, 1980, pp. 217-270.

35.-Arcliivo Catedral de Murcia, A.C. 15441563, sesióii 15441-27.

mitir su regiduría, la pieza clave de su plan. Todavía con vida por delante para corregir fallos en el proceso de integración-reconversión, el año 1545 (sin problemas de salud) hizo testamento, y transmitió su oficio a su hijo Álvaro. Para otro hijo, Diego, prefirió las letras y la iglesia, y posi- blemente para no hacer recaer sobre él la infame herencia de su tío Juan, se hizo lo posible por coiiseguirle una capellanía en la corte. Para las hijas buenos matrimonios con inieinbros de faini- lias distinguidas, como el acordado entre Isabel y don Rodrigo de Dávalos.

Continuidad y reproducción a través de las iiistituciones y conductas reconocidas colno pro- pias del grupo de poder, señalan claramente el propósito que poseía Diego de Lara de que su fa- milia permaneciese dentro del mismo. A su muerte, ocurrida en los primeros días de novieinbre de 1553, su hijo Álvaro solicitó al concejo de Murcia que cumpliese la provisión real y le recibiese en el oficio. Así lo hizo el coilcejo, aunque previamente pidió a Álvaro pruebas sobre su ideiitidad, Para demostrarla presentó como testigos, entre otros, a Rodrigo de Puxmaríii, Iíder del bando en que había militado su padre y militaría él (36). En esos momentos nada hacía presagiar problemas ni dificultades en la definitiva asiinilación de los Lara; aún no se vislumbraba el espeluznailte con- flicto que comenzó tres años después, con graves perjuicios para la oligarquía inurciana, al per- mitir que la Inquisición ahondase en sus diferencias.

En esa confrontación entre familias, una de las grandes perdedoras fue la de los Santesteva-Lara. Familia cuya trayectoria recordaba bastante la descripción crítica que efectuaba el cura Bernáldez (37) sobre la conducta de algunos conversos, tal vez sin darse cuenta que a la vez que una visión cargada de odio, nos dejaba también las líneas maestras de la trayectoria social que habían seguido familias conversas para su «impi~zaziÓn e lozaníco). Recordeinosla:

«Eii qiiorito ~iorlínri ndqiririi l ~o r~ i r i , oficios irril, f(ii~ores (ie reyes e seriorrs,olgiirios se riiezclo,ari corr fi jos efijcrs de cobolleras clii~istinr~os i~icjos cori sobro de i,iqiiezn qire se I~olloiori bieri ni~er~tirrcr~loslloi~ ello, 1701' los cosariiie~rtos qiie osíficiero~i, qiie qfierloror~ erl I« hlqirisicióri por biierios clri~istiriiios e cori iiiirclin holr~a».

3. EL FRACASO EN LA MOVILIDAD SOCIAL. CONTRADICCIONES CULTURALES l Y LUCHAS DE BANDOS (1550-1570)

Obviamente y a través del curso que apreciamos en la trayectoria social que describen los Santesteva-Lara, parece firme que tenían el propósito de quedar asimilados dentro del gr~ipo de

, , poder -oligarquía- existente en Murcia. No sabernos cuántas familias de origen converso y siini- lar disposición lo habían intentado, aunque sí que como los Lara, otras lo habían casi logrado con anterioridad, como era el caso de los Córdoba y los Lorca, o bien lo estaban consiguiendo en esos momentos, como ocurría con los Balibrera, Ayllón, Guillén, etc. De todas formas, lo que sí pode- mos asegurar es que el porcentaje de las familias que había coi-iseguido la recoi~versión social era reducido. Cuestión absolutaine~~te normal, pues -y sin tener presente la mácula cultural de origen- la meta de la definitiva asiinilación sociocultural, como ha indicado N. Elias (38), sólo la obtienen unas pocas familias cada generación. En el empeño aparecen tanto la resistencia que opone el gru- po jerárquico como los propios lastres de los que intentan la proinoción. Prestemos atención a lo último, y al menos en el caso de las familias de origen converso, notemos cómo su conducta y comportamiento es a la postre un freno inevitable. Eran herederas de una cultura, con su sistema

36.-A.M.M., A.C. 1553-1554, sesión 1553-Xl-8.

37.-Historin (le los Reyes C(rtólicos, B.A.E., p. 600.

38.-E1 1"nceso de Iri Ci i~i l izr~ciói i , Madrid, 1988, pp. 5 15-5 16.

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de valores, en el que se habían formado y del que les resultaba difícil desprenderse. Lo viejo, lo heredado, convivía con la representación y vivencia de un estilo nuevo de vida, propio del grupo al que querían asimilarse, y eso obviamente produjo un conflicto interior de enorme repercusión, puesto de manifiesto mediante contradicciones y desorientaciones respecto a la trayectoria que de- bían seguir. Y de ello se podía colegir que estaban evidenciando un comportamiento cultural fal- so y deforme.

Lo dicho, trasladable por supuesto a los Santesteva-Lara, fue común a otras muchas familias conversas de la Castilla del XVI (39). Vivieron un peculiar drama espiritual, ya que querían amal- gamar algo que era inintegrable en la cosinogonía de la Europa cristiana, la vieja ley de Moisés y la ley de Jesús. Bastantes de estas conductas criptojudías fueron descubiertas por la Inquisición y confesadas por el converso tras el correspondiente tormento. Sin embargo, en el caso de la fami- lia que estudiamos, el reconocimiento de la contradicción, nos 10 aporta Diego de Lara mediante una reflexión personal, sincera y emotiva con motivo de su testamento:

«Selinii qrroiitos estrr carta de testoirieiito i~ ie ia i coiiio yo Diego (/e k r i n , i~ecirio e izgidor de Irr i i irr)~

rioble y leal cibrlcid de Miircio, f iel e ccitólico e s/)iaiio, rediiiiirlo por In ~>i~eciosisinin sciiigre de Niiestra Seiior e i,edeiitor Jlrirsl~o, a / qirn/ sir /~/ ico qrraildo fiiese serilit/o de c/escrtfir estcr 6iiiiiicl e so/tci//ri destris cnriies n j n pie&(/ rlello, izo teiiiendo niei~torin de /)lis iiirildodes y pecodos ylfii?\'tos; qiie despiiés que iiie dio el ser de bid0 le he ofendido grcrilisiriioiiieiite eii iiirrclin iiiniiein de 1)ecri(los (le los qirciles le />irlo per(lóir coi! iiiisericordi(i e ~iiedricl, creyerrdo coiiio fifilllle e \ ' ~ ~ . ( / f i ~ / ~ l ~ l l l ~ l l t ~ ci'eo eri lo Sniilfl fe Cfitó/icn y el1 Ir! Sniltísiiiin Ti,iiii(lo d... » (40).

No creemos excedernos, si entre líneas adivinamos la práctica oculta de la ley mosaica. Razones suficientes nos apoyan antes y después, pues solamente hacía un año que su hermano, el canónigo Juan de Santesteva, había sido condenado. Este hombre de Dios, que poseía un talante reformista, en su privacidad siguió cumpliendo con principios mosaicos. Y en los años venideros, a partir de 1556, cuando se descubran los focos judaizantes de Lorca y Murcia, intervenga el Santo Oficio y se enciendan las hogueras, en ellas acabarán los hijos de Diego de Lara. La vergüenza, el desprestigio y la infamia conducirán al olvido y al abatimiento a la familia.

La trayectoria de reconversión seguida por los Santesteva-Lara finalmente había fracasado. Reunieron bastantes propiedades pertinentes características de los poderosos, pero era itnprescin- dible representarlas todas. Y precisamente no alcanzaron las que poseían mayor relieve en esos momentos: la sangre limpia y la ortodoxia religiosa. Por si esto no fuese suficiente, estaba11 enro- lados dentro de uno de los grupos de poder existentes en Murcia. Y cuando estos nuevamente vol- vieron a enfrentarse por motivos relacionados con el control de la toma de decisiones a nivel lo- cal, uno de ellos, el de los Riquelmes, quiso utilizar a la Itiquisición. Esta -algo más que un insti- tuto contra la herejía- aprovechó la circunstancia y cargó su actividad contra la propia oligarquía, especialmente sobre el bando (el de los Sotos) que reunía a gentes de sangre manchada y eviden- tes sospechas de criptojudaísmo.

Si la contradicción espiritual fue un secreto que mantuvo durante su vida Diego de Lara, sus descendientes 110 tuvieron igual suerte en su encubierta conducta espiritual y cultural. Sus contra- dicciones y deformaciones fueron sacadas a la luz por la Inquisición en tiempos de rigor, como eran los últimos años del reinado de Carlos V y comienzos del de Felipe 11. Eran tiempos en los que la corona no solo había interrumpido su condescendencia hacia los conversos, sino que in-

39.-Remitimos a los trabajos de CARO BAROJA, J., 01). cit., Tomo 1, pp. 461468, y CONTRERAS, J., «Criptoj~ldaísmo ... », pp. 86 y SS.

40.-Arcliivo Histórico Provincial Murcia (A.H.P.M.), leg. 617, escribano M. Faura, 1545-1X-2.

mersa en la persecución contra la herejía (41), puso por delante de la condición de fieles vasallos -como eran los Lara- su ortodoxia. Por tal motivo no puso ningún freno a la febril actividad de la Inquisición en Murcia; ciudad en la que hasta 1555 había ignorado la conducta contradictoria de conversos importantes.

Jaime Contreras (42) ha escrito interesantes páginas sobre los sucesos a los que nos estamos refiriendo, lo que nos permite centrarnos en cuestiones referidas primordialmente a los Lara. Desde 1556 ya se sabía de la existencia de una importante sinagoga en Murcia, y en el tratlscurso de dos años la Inquisición había ido descubriendo a judaizantes y deteniéndolos. Finalmente tal suerte también le cupo a Álvaro de Lara y a su familia. A continuación vinieron los interrogato- rios, y aun repletos de contradicciones, señalaban que a las reuniones para judaizar habían coilcu- rrido Diego de Lara y su hijo Álvaro, líderes naturales del grupo.

Si tanto tiempo había estado guardado el secreto de la doble espiritualidad, se debía a la com- pra de voluntades. Padre e hijo encubrieron su conducta ganándose a oficiales del Santo Oficio de Murcia, que interrumpían las causas emprendidas contra ellos (43). Pero este sistema de protec- ción pagada se vino abajo cuando el año 1555 llegó a Murcia el inquisidor Salazar. Estaba obse- sionado por la limpieza de la sangre y además creía que el Tribunal debía penetrar en la vida ur- bana. De su mano, así sucedió. Y coincidió tal hecho con el propósito del bando de los Riquelme de acercase a la Inquisición, con el fin de imponerse al bando de los Sotos. No era un bando con- verso, aunque sí reunía a los de ese origen que habían llegado al grupo de poder tras un proceso de reconversión social.

La alianza dio sus efectos y la Inquisición encontró y detuvo a los herejes adscritos al bando de los Sotos. Uno tras otro, y en el curso de cuatro años, entre 1560 y 64, destacados miembros de la familia Lara, como Álvaro, Antonio, Diego y Leonor, acabaron en la hoguera. Por tanto y de forma brusca se interrumpía la asimilación al grupo de poder. No poseían dos propiedades perti- nentes que el grupo supravaloraba en esos tiempos: sangre limpia y ortodoxia. A la vez, paradóji- camente, la misma institución que había posibilitado que recorriera casi toda la trayectoria: la Monarquía, al reconocerle su condición de clientes y su fidelidad, recompensándola con mercedes que facilitaban su reconversión y reproducción, ahora, imbuida de un absolutismo confesional, que socialmente materializaba la Inquisición, interrumpía la asimilación, no dejando fama ni buena memoria de la familia Santesteva-Lara.

La infamia, la mala reputación y el silencio acompañó a la familia Lara y a su entorno a par- tir de 1560 (44). Las familias de la elite, que antes la habían acogido, ahora se alejaban de una fa- milia que era el símbolo viviente de la «hidm» de la herejía. Igualmente, las familias de la elite interrumpieron sus relaciones, o al menos se alejaron de la familia cristiano vieja que había intro- ducido a los Santesteva-Lara en el selecto grupo, los Sotos, y más concretamente encubrieron

42 .- Sotos ..., pp. 186-236. Igualmente resulta de interés DOM~NCUEZ NAFRIA, J. C., La Iiiqiiisiciórr err Miii.cio eri el siglo XVI: el licaiciodo Coscoles, Murcia, 1991.

43.-Arcliivo Histórico Nacional, Consejos, leg. 20.231, expediente no 9.

44.-Diego de Simancas (Deferisio stntriti toletniii, Anturpiae, 1575, capítulo 35) se está refiriendo a ellos cuando dice que ha visto y oido «qire Irrr)' Iioiiibres irocidos eii Eslwiio, edirccidos eritre cnrólicos, ~>i~iilados de siiingogris y iabiiios y coi! todo tnir iiiibiridos de los iItos y siipeiaticioiies jiidrricos qrre aiíri esl7ernii al Mesíns y se peisira(1eii de qiie In ley eiiilagélicci es rrlnln ))ficticio, de los crinles rro llocosji~ei.ori clescirbiei.tos costigndos eri Mrircia j1 Portirgnl estos ií1- tiirios niios)).

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cualquier tipo de parentesco con Beatriz de Soto, la esposa de Diego de Lara (45) ; y desde luego, nada parecía más lesivo para los principales cuando aspiraban a un hábito militar, que a lo largo de la investigación previa apareciese cualquier tipo de relación con la familia Lara y la rama in- fectada de los Sotos (46). Incluso la propia familia Lara se sumió en el silencio y olvidó a los miembros notados. En su testamento, fechado el año 1577, Francisca de Lara, hija de Diego y de Beatriz, y hermana de Alvaro, de Antonio, de Diego y de Leonor, relapsados los cuatro Últimos, mandó que por las almas de sus padres se dijera un treintanario de misas rezadas, ahora bien sin mencionar sus nombres; igualmente tampoco hizo referencias a sus hermanos penitenciados; úni- camente a los limpios y a sus familias (47).

Poco o muy poco quedaba ya de una familia que había decidido emplear las reglas no escri- tas del orden social para su promoción e incorporación al grupo de poder; pero en el recorrido ge- neracional del trayecto, aun cumpliendo propiedades pertinentes al grupo, no había sido capaz de concluir con la contradicción que representaba su herencia cultural.

45.-OWENS, J., Op. cit., p. 264.

&~,-OWE,IS, J., cit., P; 295, Y L~\MBERT-GORGES, M,, .Imágenes de la familia y de la respetabilidad social a través de Las encuestas de las Ordenes Militares)), en HERNÁNDEZ FRANCO, J. (ed.), 017. cit., pp. 36-37.

47.-A.H.P.M., leg. no 114, escribano Francisco Romero, año 1577.

Poder económico, poder social y persecución: tres variables significativas en procesos

inquisitoriales aragoneses

Ma CARMEN ANSÓN CALVO

Uijii~eaidrd de Oviedo

Se ha hablado y escrito mucho sobre los motivos de la expulsión de España de la minoria morisca y entre ellos parecen primar unánimemente los de carácter religioso, su no inmersióii en la población española y ,en especial, el peligro que suponían para nuestro Estado Moderno por sus relaciones con los turcos o con otras monarquías rivales, en especial Francia. También se han da- do primicias de estudios cuantitativos, tratados a veces con metodologías novedosas ( l) , que ein- piezan a ofrecer informaciones cada vez más serias sobre el tema de la población morisca: cifras, crecimiento, tasas demográficas etc etc. En cambio hay una variable del fenómeno morisco que creo no se ha valorado, o al menos, en mi opinión, no se ha valorado lo suficiente. Me refiero al interés por investigar y llegar a descubrir si además de las consabidas razones que acabo de citar, había otras que podían «~I.NIICII.» O «pesar» en la persecución inquisitorial preliminar al Edicto y evento de la expulsión, y de las que pueden ser un retrato fiel las noticias recogidas en la docu-

1 .-ALCALÁ, A. Y OTROS, Iriqirisicióri esl?a~io/a)~ iiierrtolihd social, Barcelona, 1984.

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