retiro a curas en los toldos. junio 1975

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Retiro a curas en los Toldos- (9-11 de junio de 1975) (Apunte de Fer - Tello con Mamerto) Esperanza y profetismo (Lc 2,21-35) (Mamerto Menapace ) Hay un estado de desesperanza. En el país y en la Iglesia. Eso nos puede llevar a aceptar cualquier solución. A llegar a componendas. Y llegan jóvenes con ganas de trabajar, con capacidad de esperanza, y se encuentran con nosotros sin esperanza. (La experiencia nos asesinó la esperanza). Podemos ver el pasaje de Simeón (Lc 2) Una joven con un niño. Esperanza. Lo viene a ofrecer a Dios. Una chica esperanzada que se encuentra con un viejo (el cura). No el cura ritualista, el que le aceptó las dos palomas, sino el otro, el amigo, el profeta. (“Pienso en el viejo Tello”). Toda su vida estuvo basada en la esperanza (la liberación de Israel). Quería ver los albores de la luz de su pueblo. No conocemos su historia, pero la podemos imaginar a partir de la historia de Israel. Si tenía 80 años, habría visto a los Macabeos guerrilleros, la liberación de los romanos, la instalación del clero con el gobierno, el movimiento revolucionario de los fariseos, los celotes extremistas, los esenios monásticos. Ha visto mucho. Habría participado de movimientos populares (como la euforia de Ezeiza nuestra), la represión de los galileos en el pretorio. (Arqueológicamente se sabe que había guardia montada en Jerusalén). Pasada la euforia, este hombre vio que no pasó nada. Se encontró solo en la huella de la esperanza. El clero convertido en manga de saduceos. Pero se da cuenta que la esperanza del pueblo seguía. Después de cada fracaso seguía la esperanza. Entonces descubrió unas verdades: La salvación, la liberación, no era una realidad que necesariamente ponía a todos de acuerdo. Es una realidad pequeña, que al crecer exige opciones, separa. Se convierte en ruina para unos y salvación para otros. Golpea el 1

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Padre Rafael Tello

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Page 1: Retiro a Curas en Los Toldos. Junio 1975

Retiro a curas en los Toldos- (9-11 de junio de 1975)(Apunte de Fer - Tello con Mamerto)

Esperanza y profetismo (Lc 2,21-35)(Mamerto Menapace)Hay un estado de desesperanza. En el país y en la Iglesia. Eso nos puede llevar a aceptar cualquier solución. A llegar a componendas.Y llegan jóvenes con ganas de trabajar, con capacidad de esperanza, y se encuentran con nosotros sin esperanza. (La experiencia nos asesinó la esperanza).Podemos ver el pasaje de Simeón (Lc 2)Una joven con un niño. Esperanza. Lo viene a ofrecer a Dios.Una chica esperanzada que se encuentra con un viejo (el cura). No el cura ritualista, el que le aceptó las dos palomas, sino el otro, el amigo, el profeta. (“Pienso en el viejo Tello”).Toda su vida estuvo basada en la esperanza (la liberación de Israel). Quería ver los albores de la luz de su pueblo. No conocemos su historia, pero la podemos imaginar a partir de la historia de Israel.Si tenía 80 años, habría visto a los Macabeos guerrilleros, la liberación de los romanos, la instalación del clero con el gobierno, el movimiento revolucionario de los fariseos, los celotes extremistas, los esenios monásticos. Ha visto mucho. Habría participado de movimientos populares (como la euforia de Ezeiza nuestra), la represión de los galileos en el pretorio. (Arqueológicamente se sabe que había guardia montada en Jerusalén).Pasada la euforia, este hombre vio que no pasó nada. Se encontró solo en la huella de la esperanza. El clero convertido en manga de saduceos. Pero se da cuenta que la esperanza del pueblo seguía. Después de cada fracaso seguía la esperanza. Entonces descubrió unas verdades:La salvación, la liberación, no era una realidad que necesariamente ponía a todos de acuerdo. Es una realidad pequeña, que al crecer exige opciones, separa. Se convierte en ruina para unos y salvación para otros. Golpea el corazón de los hombres elegidos por Dios para llevar adelante su obra. Y es un peso muy duro, va acollarada al dolor y al fracaso. Esta salvación le exigió a él opciones muy duras, renuncias muy dolorosas. Una espada de dolor.Es un hombre fiel a la esperanza. En este viejo la experiencia no asesinó la esperanza.La salvación es algo pequeño que se convierte en Luz; que al crecer engendra crisis. La resurrección presupone previamente una muerte. El primero que tiene que aceptarlas es el portador que tiene que traer la Luz.José y María vienen a cumplir con Dios y se encuentran con el viejo.Al tener el Niño en sus brazos, el Espíritu Santo le dice que este es el Salvador.El trigo florece y se marchita. La planta sólo entiende su sentido si cree en la semilla. El rastrojo sólo cobra sentido por la semilla. Ésta es la concreción de la esperanza.Simeón canta: “Esta es la Luz que ilumina a los paganos”.Mira a María. Y encuentra la profundidad de un alma que también tenía esperanza. Por eso se atreve a decirle algo que es brutal, pero que es el fruto de la experiencia de su vida: “será signo de contradicción, de ruina y de salvación, una espada de dolor”.María guarda esta semilla en su corazón de tierra virgen.

¿Cuál es el mensaje para nosotros?

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En nosotros la esperanza tiene un proceso y su ciclo. Es una puñalada que nos exige optar. Dejar rencores. Nace, crece y florece en nosotros la esperanza, que viene de generación en generación, como el trigo. La esperanza no la recibimos directamente de Cristo, como el trigo que sembramos no es el que trajo Colón.Quizá debamos sembrar la esperanza en el corazón de alguien. La semilla debe sembrarse, no en nosotros que quizá ya somos rastrojo, sino en otros. Simeón no se para a contarles su historia, sólo pone una pequeña semilla de esperanza. “Habrá opciones duras en tu vida”.Vivamos lealmente la esperanza y sembrémosla en la Iglesia.A veces cambiamos la esperanza por seguridad. Nos instalamos en un sacerdocio sacramentalista que abandona su misión profética, o abandonamos el sacerdocio. En nosotros se da a veces esta crisis de esperanza entre los treinta y los cuarenta años.¿Cómo distinguir lo auténticamente profético?Lo profético es carismático. Un regalo de Dios a la comunidad. No demasiado abundante, ni unido a lo institucional. En nosotros es claro lo sacramental o evangelizador, pero no es tan seguro lo profético. No todos los obispos son igualmente proféticos. Dios regala a uno más que a otro. No puede exigirse a todos la dimensión profética. Todo carisma es regalo y tiene que ser pedido.Exagerar lo profético es también un peligro. Toda palabra profética nace de un silencio. Se caracteriza por lo breve. Son exabruptos. Es muy poco lo que se dice, pero da pasta para toda la vida.Todo profetismo pasa profundamente por la vida del profeta. Nuestra palabra profética es una espada de dolor que pasa por nuestro corazón. Si no pasa por nuestra propia opción, desconfiemos… “Todo auténtico profetismo es siempre de un hombre con callos en las rodillas”. A nivel comunitario lo mismo. Se da en un profundo clima de oración. La gente por instinto le cree porque ve que es un hombre de oración. La liberación pasa por el corazón del que libera (como en Moisés). El problema de la desesperanza se plantea a un nivel de corazón. Permitir que la Palabra de Dios en nosotros sea causa de ruina de un montón de cosas. “Consolamos porque somos consolados por Dios” (San Pablo). En nuestras lágrimas buscar la sal. Que la palabra de Dios ponga en crisis nuestro corazón. Que mueran cosas en nosotros.Ciertos profetismos fracasan porque son semilla que pasamos, transportamos, sin sembrarla en nosotros. Somos como la luna que transmite luz fría, porque no se deja encender. No nos comprometemos. (Cuando nos sentimos infieles, qué difícil resulta predicar la palabra. Notamos la incoherencia).Es la opción más dura de nuestra vida, donde el profetismo va a crecer o no.La esperanza se muere si no se ahonda. Después de los 45 años ya no se lleva adelante si no se ha dado antes.No sabemos si a todos Dios les pide lo mismo.Anas y Caifás no tenían esperanza. No dejaban despertar la esperanza. (“Apagá esa luz, que molesta”).

La esperanza(Tello)La línea de la Escritura es dura. Esperanza es lo humanamente imposible. Cruz, muerte, resurrección.La línea del Concilio y de algunos cristianos: de que las cosas vayan bien en este mundo, es secundaria, de poca relevancia y muy condicionada.

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Romanos 4 desarrolla el tema. Es lo que no se ve. Eso es lo eterno. “Llama a los cosas que no son, para que sean”.Tiene poco que ver con lo político-económico. Es esperanza de lo imposible. Abraham creyó lo imposible. No vaciló.”Porque poderoso es Dios…”Un aspecto fundamental es la certeza. La esperanza cristiana no admite duda; no es condicional.¿De qué es? Dios llama a lo que no es. De la muerte saca la vida. Tiene que experimentar la muerte. La promesa no se cumple. El hijo de la esclava es un rebusque humano, la promesa de Dios no va por allí. Sacrificio de Isaac: obedece pensando que poderoso es Dios para resucitarlo.En el Nuevo Testamento esperanza es la experiencia de la muerte, en la certeza de que Dios cumple su promesa y dará la vida. Es la esperanza de la resurrección. Implicará también la restauración de Israel, el banquete celestial; pero fundamentalmente es esperanza de la resurrección en la experiencia de la muerte. Dios nos lleva a la muerte, pero sabemos que nos dará la vida. Esto es duro para nuestros oídos acostumbrados a un anhelo de vida en este mundo, que surge de la cultura moderna.También a las bienaventuranzas les damos un sentido de felicidad. No es estrictamente. Bienaventurados = buena suerte. “¡Han tenido suerte los pobres!” (“alma de pobres” deforma). Los pobres son los que están en el espíritu molidos y privados de cosas. Está en la línea de “los últimos serán los primeros”. La estéril que es fecunda. El Nuevo Testamento da vuelta todo. Les tocó la suerte de ser pobres. Lo serán toda la vida. Todo el Nuevo Testamento radica en el misterio de la cruz y la resurrección. No hay resurrección sin cruz.Es esperanza de lo que no se ve. Lo que se ve es temporal. Si no ponemos la esperanza allí, estamos desconociendo el misterio de la cruz.Como esto es duro, se recurre, supuesto esto, a un elemento con el que trabaja el Concilio: la resurrección de Cristo, de algún modo se va adelantando en la historia y en el tiempo. Se va manifestando en los hombres a través de la historia. Esperamos en este mundo la manifestación de los efectos de la resurrección y esperamos bienes en este mundo. Hay que distinguir entonces:

- Esperar que en la historia se den bienes mayores cada vez, como un proceso histórico optimista, es falso.

- El único modo verdadero es que por la cruz se da la resurrección. Esperar la cruz y la manifestación de los bienes de la resurrección.

Por eso es que desde el tema de la esperanza es difícil bajar a la situación histórica concreta actual.

Es por la muerte que surge la vida.¿Por qué no matar entonces a los recién bautizados para que tengan la Vida? (Instalar una fábrica de santos a garrotazos). ¿O mortificarlos para que se hagan santos? (Como la madre Gonzaga hacía con Santa Teresita). Ya que por la muerte viene la vida…Pero hay otro aspecto:El dueño de la vida y de la muerte es solo Dios. (Esto hay que precisarlo más). El encargado de matar es Dios. En la sabiduría de Dios la muerte es causa de vida. Mata para dar vida. Pero el hombre debe vivificar.En la esperanza hay entonces un doble camino:

- Aquel al que Dios nos somete en su bondad, que pasa por la muerte como en Cristo. Y está sometido al poder de Dios.

- Pero el hombre sabe que muere necesariamente para resucitar, pero él debe buscar la vida. Tiene que esperar, además de la vida eterna “post mortem”, el

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objeto secundario y accesorio que es la vida y los bienes que lo hagan crecer en vida y lo conduzcan a la vida eterna. Pero en estos bienes se pierde un carácter fundamental de la esperanza cristiana: que es absolutamente cierta. “Esperanza de cielo, tanto alcanza cuanto espera” (San Juan de la Cruz). En cambio, la esperanza de bienes (por ej. salud), es en cuanto conduzcan a la vida eterna. Y de esto no estamos ciertos normalmente. Es desde esta perspectiva que habla el Concilio.

En nuestro país no es que se haya dado una esperanza excesiva al pueblo, ni que se haya estado solamente en lo político, ni que ahora estamos solamente en lo espiritual porque falló lo político.El problema de nuestra situación hay que verlo desde el punto de vista de la contradicción principal: el imperialismo tiene un alma que es la cultura.La cultura moderna mira la libertad y el dominio de la naturaleza con un sentido temporalista que en el fondo es anti-cristiano: piensa que el hombre pude salvarse a sí mismo. (Kant: si aplica su razón encuentra solución a todos sus problemas). En ese sentido una esperanza de mejoramiento continuo es falsa.En cambio nuestro pueblo es cristiano y sabe que va a morir. Acepta y espera el hecho de la muerte. Espera oscuramente (como en el Antiguo Testamento) una vida distinta. En la cultura imperialista la vida está centrada en el desarrollo de este mundo. En nuestra gente se sabe la muerte y otra vida. Y dentro de esta perspectiva cabe una perspectiva de liberación temporal. Pero como el pueblo es concreto, a través de la liberación temporal percibe la liberación eterna. Como Cristo que curaba enfermos y estos percibían a través de eso el poder de la resurrección. Nuestro pueblo ve en el progreso el hecho de otro orden y otra vida. Ahí puede haber una esperanza humana pero doblada en una esperanza eterna.En esta perspectiva ¿cómo debe colaborar la Iglesia en el proceso de liberación temporal? ¿Predicando? ¿Denunciando? ¿Actuando? ¿Jugándose?La Iglesia debe predicar siempre a Cristo y el amor. Pero como el proceso es temporal, hay también una prudencia histórica o una estrategia. Siempre tiene que predicar la liberación del hombre y la justicia, en virtud del evangelio. ¿Pero tiene que denunciar siempre? No. Porque es un modo de intervención concreta, fuera de su misión. Debe respetar en eso el modo temporal.El proceso argentino que es a largo plazo, pasó etapas en que la Iglesia obró correctamente, legitimando esa lucha y elevando el nivel moral, por la esperanza. No se equivocó ni se excedió en sus funciones. Y los hechos posteriores no afectan esa acción. Se produjo paralelamente un hecho falso: muchos cristianos pusieron su esperanza teologal en un proceso histórico. Y éste es de este mundo; no se puede esperar totalmente en él. En este momento si se entiende bien cómo coopera la Iglesia al proceso, no debe tomar una actitud como durante los gobiernos militares, porque el pueblo no la toma. Esa misma actitud de la Iglesia tendría una resonancia opuesta a la que tuvo entonces. El pueblo renueva, en un momento de repliegue, la esperanza que surge de una actitud cristiana ante la vida y la muerte. Es como un enfermo grave que reconcentra su espíritu en que su vida está marcada por la muerte, y desde allí reconstituye su vida y su lucha. Eso es lo que ocurre en el pueblo en este momento. La misión de la Iglesia es apoyar esa esperanza desde una perspectiva más cristiana, de donde surgirá un planteo nuevo de liberación. Es hacer lo que el pueblo le pide. Si no, confundiría su misión. Tomar esa actitud es servir al proceso de liberación.Saber hacia donde van a ir las cosas, ya no es análisis prudencial, sino adivinación.El panorama es muy confuso para que se puedan tomar actitudes claras.

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Hay que ir al pueblo y servirlo en su aspiración religiosa. Y así se coopera en el proceso temporal de liberación.

ORACIÓNHay que desespiritualizar. El cristianismo no es cosa de espiritualidad. Ni de intimidad del alma con Dios. En América la cosa no va por ahí.Teoría del monaquismo en América Latina:América no tuvo vida contemplativa (Los Toldos: 76 años). Concebir el cristianismo como pura espiritualidad es deformarlo. No hay salida para el monaquismo en esta línea.La Iglesia crece en los siglos y se va transformando. Crece en el conocimiento de Cristo. Al crecer, se transforma y alcanza una plenitud cada vez más rica. (“Los pájaros hacen nido en sus ramas”).En América la oración como recogimiento personal y experiencia espiritual no puede ser durable. La vida monástica entre nosotros por ahí, dura poco.El cristianismo es ontológico, es una vida, pero no vida espiritual pura. El cristianismo se vive con todo el ser: alma y cuerpo. Por eso se reza con el cuerpo, con la vida.Los Padres de la Iglesia en Antioquia en el siglo III hacen una clasificación muy válida. Ponen tres grados:

a) Oración de la Iglesia. La liturgia.b) Oración del corazón, interiorizada. Superior a la de la Iglesia. Vuelve a su

corazón y encuentra a Dios allí.c) Oración celestial. Alabanza de los ángeles y santos en el cielo. La liturgia

celestial (Apocalipsis. El Concilio también).

Veamos esas tres formas en el monaquismo:a) Oración de la Iglesia Es la oración del Pueblo de Dios peregrino, como pueblo, pero también la de cada miembro.

- El evangelio presenta como oración del hombre peregrino la oración insistente: gritar hasta cansar. Sentir el dolor y gritar. Le duele la vida y grita (amigo insistente, viuda y juez, ciego). Quizá no coincida con nuestra noción de oración, pero en el evangelio está mucho. En el sacerdote el grito es por sí mismo y por su gente. Es oración de intercesión. Por la confianza que tiene, grita al Padre. El que necesita, grita. También por las necesidades vitales. No sólo por motivos espirituales. Esa oración puede a veces tomar forma de queja (Abraham: “¿Hasta cuando esperaré?”). Esto ya se conecta con otra forma que en la Escritura está mucho:- Oración del deseo. Amor, esperanza, deseo no satisfecho. Hiere interiormente y en esa herida hace buscar y clamar. Ese deseo es oración ante el Señor. La oración de la Virgen, parecería por algunos textos (LG 8), que expresa el deseo de toda la humanidad, de Israel, de los pobres de Yahvé, que sólo pueden poner ante Él el deseo del corazón. La tradición cristiana lo entiende en “orar continuamente” (San Pablo). En el deseo hay oración continua. Cuando el deseo es muy hondo, marca toda la vida. Aunque no piense en eso. Hay algo que se busca. Ese deseo es realidad vital, anhelo. Eso es oración continua. Porque permanece incluso durante el sueño. Hay experiencia de esto en la tradición de la Iglesia y en nuestra experiencia, incluso la sicológica, que siempre es secundaria. Noche y día, duerma o vele, está el deseo. El evangelio también lo enseña.

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- Oración vocal. “Recen así: Padre Nuestro…”. Hay muchas formas. El centro es el cumplimiento del Reino de Dios, su Plan de Salvación. Pero también la alabanza: “Te alabo Padre…”. Oración de petición: en el cumplimiento del Plan está todo. Oración de acción de gracias. Está en San Pablo. La interpretación monástica de esta oración vocal tiende a usar fórmulas breves, simples, repetidas continuamente: “Ten piedad de mí, que soy pecador”. Otra famosa: la de Jesús: repetir su nombre simplemente. Se basa en Hechos, que insiste en el nombre de Jesús. Llenar el corazón, la vida, con la repetición del nombre de Jesús.- Todas estas formas culminan en la oración litúrgica. La ven como el grado superior de una oración pública de la Iglesia. Hay en ella dos elementos:

+ oración de la Iglesia. Mirando a este aspecto, es inferior a la oración del corazón (de la que vamos a hablar). Ésta perfecciona y da su plenitud a la litúrgica.+ la presencia y acción de Cristo en esa oración litúrgica. En este sentido es superior.

b) Oración del corazón ¿Cómo es esta oración? Se podría vincular al celibato. Éste está unido al tema de la oración.El corazón del hombre. El hombre es barro viviente. Tiene un hálito, un soplo de vida. Ahí, donde radica el hálito de vida, es la fuente de donde brota un Agua Viva. Eso es el corazón del hombre. No nuestra concepción del Sagrado Corazón (aunque los textos nuevos vuelven a la antigua concepción). El corazón es lo que en el hombre es la fuente, origen de su vida. Si esa fuerza la orienta al bien, nace el bien. Si no, el mal. Según donde oriente su corazón.La oración del corazón es que el hombre vuelva a la raíz primera de su vida, y allí, de donde surge el soplo de vida, recibirá el soplo del Espíritu Santo. En el corazón del hombre anida el Espíritu de Dios, como soplo divino de vida, impulso. Esa oración es que el hombre vuelva a su fondo más hondo para encontrar lo que ya está allí. (En los Padres esto es fundamental). El Espíritu pide con gemidos lo que no sabemos nosotros.Como el monje vive de la Escritura (esto es muy monacal), su oración es muy sencilla: es leer y recitar la Palabra de Dios. La hace resonar en el mundo hasta que el Señor vuelva. De ahí el breviario: es rezar sin entender. La Palabra de Dios es por sí eficaz. No debe el hombre más que recibirla y repetirla. Pero tiene que masticarla (Salmos). Asimilarla. Por eso la Lectio Divina (lectura reflexiva). Después de Vigilias, rumia la Palabra oída y pronunciada. De ahí nace la meditación. En el monje es rumiar, empaparse de la Palabra de Dios, más que meditar. En el Antiguo Testamento y en toda la Escritura es muy enseñada: “escrutar las Escrituras”. Es un uso común en el pueblo de Israel. El Magnificat es un midrash: reunir todos los textos rumiados y darles un sentido nuevo. De allí surge: la palabra comida lo come al hombre. Lo transforma (como en la eucaristía). El hombre es transformado en el Verbo de Dios. Es otro aspecto de la oración del corazón. Lo hace descubrir a Dios presente en él y en el mundo. La acción salvífica de Dios. El Espíritu que como principio de vida lo hace vivir. El hombre descubre la acción de Dios en él, en la Iglesia, en los demás. Se pone en contacto consigo y con Dios. El salmo es expresión de eso. Expresa la Palabra de Dios asimilada desde toda experiencia humana: desesperación, esperanza, venganza, dolor, alegría. Expresa la realidad del corazón del hombre. Y no está lejos del hombre moderno (Vietnam).

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Allí aprende el hombre a conocer su corazón, sus pasiones, y a ver la acción de Dios cómo transforma. Muestra al hombre lo que es él frente a Dios: “Apártate Satanás… hipócritas… si ustedes que son malos…”. Queremos saber que somos buenos. Pero la Palabra de Dios nos dice que somos malos, aún cuando hacemos el bien a los hijos. El salmo le descubre al hombre lo que él es. Y le descubre cómo Dios obra, crea, a través de su Espíritu. Lo describen mucho los Padres del Desierto. Acá entra la ascesis.El celibato.A nivel patrístico: Dios es la plenitud del amor. Eso que es amor pleno lo expresa el Antiguo Testamento como “hemet”: fidelidad, fuerza, verdad que no admite atenuación. Pura verdad que corta como espada. Amor, poder y fuerza de Dios. Inflexible en su veracidad. “Hesed”: ternura, comprensión, misericordia, cariño afectuoso. Es el otro aspecto del amor de Dios. Y hay un tercer aspecto que solemos traducir voluntad o complacencia de Dios. Amor de enamorado de Dios. La voluntad de Dios. Un Dios enamorado. Es la misma palabra que se usa para el enamoramiento entre el hombre y la mujer. Para manifestarlo, Dios lo crea al hombre varón y mujer. Sólo el hombre varón y mujer expresa el amor de Dios en su totalidad. Expresa su plenitud en el sexo. El hombre es imagen de Dios. Su corazón no descansa hasta encontrar la imagen a semejanza de la que fue hecho. Sólo se siente hombre cuando sea varón y mujer unidos. En esa unión el varón es “hemet” y tiene el vacío o capacidad de “hesed”, la otra mitad de la imagen de Dios. Mientras no posea la otra mitad no tiene descanso. En el Antiguo Testamento la bendición del hombre es el matrimonio y la fecundidad. Morir virgen es desgracia. El celibato es anormal. Solo encuentra descanso cuando es varón y mujer. El hombre le hace a la mujer el don más grande: completar en ella la imagen de Dios y así darle el don de la oración (y viceversa). Entra en relación serena, y eso es la oración. Es fuente de oración.En el Nuevo Testamento Cristo cambia las cosas. Cristo es célibe. No se casa porque la mujer no puede agregarle nada. Tiene la plenitud de Dios. Cristo ya lo tiene por el Verbo. Tiene la plenitud de imagen. La mujer no le agrega nada. Cristo es imagen acabada. Pero Cristo sin unirse a una mujer, en María, se une a toda la humanidad. Cristo es cabeza del Cuerpo. Toda la humanidad tiene un sentido femenino. La humanidad + (más) Cristo = imagen de Dios. El hombre es esposa de Cristo (San Bernardo).La oración surge en el celibato: el varón tiene una mitad y lleva en sí la mitad femenina como vacío, capacidad, deseo, aspiración. Le tiene que ser dado por la mujer. Pero el Espíritu va desarrollando esos aspectos del amor de Dios que es como representado por la mujer. Es muy patrístico, aunque extrañe: el hombre, bajo el impulso de Dios y del Espíritu, desarrolla los aspectos femeninos. Conservando la fortaleza, adquiere suavidad, bondad, comprensión. Desde el Espíritu y Cristo. En esto va haciéndose imagen más completa de Dios y encuentra allí el sustrato de la oración, siendo imagen acabada de Dios. Es un tema muy rico, que habría que desarrollar. En la relación con Dios, en la acción del Espíritu, en la relación celibataria con la mujer, el hombre va poniendo la suavidad que trasforma su vida y lo hace hallar la plenitud de su oración. El peligro está que la relación sea en el plano del espíritu, pero también es necesaria porque completa la imagen de Dios en el hombre (¿?). Por ahí, se establece en el corazón del célibe una oración estable permanente.

c) Oración celestial.

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Oscuramente participamos ya en esta vida.Estos serían los tres niveles del monaquismo.

En América Latina habría que desarrollar otra forma que está en la Escritura y en los Padres. Está más en el hecho de ser y vivir. Es muy sencilla pero muy difícil. Sólo se entiende desde la fe.En la Biblia: Cristo es el único Salvador. Sin atenuantes. Es única causa de salvación de todos los hombres. No es Él solo, sino que incorpora como salvadores a otros. Los incorpora como miembros, y a algunos (curas) con función capital. Y Cristo cuando incorpora reproduce su vida en el cristiano. Dios salva en Cristo. Lo que realiza Cristo tiene un valor salvífico universal. Su muerte borra todos los pecados del mundo. Su resurrección es origen de vida para todo el universo. Lo que se realiza en uno aprovecha a muchos. En los incorporados a Cristo se realiza la misma ley. Lo que vive uno aprovecha a los demás. De ahí: “completar la pasión de Cristo”. Lo que se vive en los otros produce un efecto salvífico universal. Lo que vive María lo vive toda la Iglesia. El apostolado es participar de la maternidad de María. Es ontológico, vital. Es Él quien muere, Ella la que es fiel. Y esa vida es causa de salvación para muchos. Dios obra universalmente a través de Ella. Eso pasa en todos los cristianos. El sufrimiento de los cristianos es causa de salvación para los demás. Es Luz. Cristo salva conociendo. En el conocimiento del misterio de Cristo es salvador y fuente de iluminación para otros.La oración o vida monacal. Desde esta perspectiva se entienden textos de Juan o Marcos difíciles de ver: “lo que pidáis en la oración creed que ya lo habéis recibido…”, “todo lo que pidáis en mi nombre el Padre os lo dará…” La oración ligada al fruto, a la eficacia: “harán obras mayores todavía…”. Esto es esencial en la Iglesia. Es la sustancia de la acción de la Iglesia: hacer obras mayores que las de Cristo. Que el fruto permanezca. Esas obras mayores, que den fruto. Hay una eficacia en las obras y en el fruto, que permanece.

Desde aquí me parece advertir como hechos en la vida de la Iglesia:+ La vida de oración no tiene que ir centrada en la oración experimental del alma con Dios (aunque estoy de acuerdo con la oración del corazón, la intimidad). Sería más una oración centrada en el olvido de sí, para atender a la Iglesia. O atender a sí, pero en función de la Iglesia.Dice la Biblia que Dios no obra nada sin revelarlo a sus amigos. Para San Agustín los siete días de la creación son siete iluminaciones angélicas. Primero ilumina al ángel, y conociendo el ángel, Dios crea. No crea solo, sino porque el ángel conoce, y con su “colaboración”. Está en la Biblia y e el Nuevo Testamento en Apocalipsis. Teológicamente Juan de Santo Tomás dice: cuando el Padre produce al Verbo, la creatura está en el pensamiento del Padre como causa. No piensa al Verbo sin la creatura que está en su designio. (Y la creatura existe más en Dios, que en sí). La creatura, solo con conocer, participa de la acción creadora y salvífica de Dios. Y la creatura de algún modo inventa. Y como Dios no es avaro, le da a la criatura el poder aportar ciertos tonos o matices (por ej. María en Caná). Dios quiere que la oración de María aporte algo nuevo. Dios quiere que María ponga algo nuevo con su iniciativa. Conociendo, colaboramos con Dios; podemos y debemos a Dios, darle ideas. (La mujer fuerte de Prov. 31 , que se ingenia). Es una de las ideas de Santa Teresa. Dios da a la creatura el poder aportar. Si faltara esto, no tiene sentido la vida eterna. Dios es creación, iniciativa, acción. La vida eterna será participar activamente, con aportes desde lo que cada creatura es.

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El fondo dogmático de la oración: el hombre está unido a Cristo por la fe y el amor, que son realidades interiores (lo exterior es consecuencia, añadido, no tiene por qué manifestarse. El eremita, o un agonizante, no practican el amor exteriormente. Uno dormido tampoco, y el amor está obrando en el interior). El hombre unido a Cristo por la fe y el amor es colaborador activo de Dios; y el amor lo lleva a no vivir para sí, sino para el Dios Salvador. El cristiano vive para salvar a los hombres, para la Iglesia. No para Dios en sí solo; ese Dios no es el de la Revelación. No vive para sí mismo, ni para una experiencia de Dios, ni para crecer en unos grados interiores. Eso se va agotando en la Iglesia. El monje vive para Dios y la Salvación de los otros. Su fe y amor son activos, creadores en la Iglesia, aunque no vea nada.Y conciente de que Dios obra por ensayos de laboratorio. Primero obra en Cristo y después ese experimento lo reproduce en todos los hombres.Lo que el monje vive, lo vive para la Iglesia. Y lo que el monje vive (las bienaventuranzas) es la experiencia de la miseria, desamparo, sufrimiento y vacío humanos. “Felices los pobres, los que sufren…”. El monje debe experimentar no la virtud de la pobreza, sino la pobreza. Carecer de los bienes fundamentales. Experimentar la desolación, el cansancio, el desánimo, porque eso es Salvación. Y él vive para la Iglesia. (“Si sufro es para el consuelo de los demás” San Pablo). Ora viviendo desolación, desamparo, falta de horizonte humano, cansancio, aburrimiento. La oración es vivir eso, sabiendo que al hacerlo, otros son consolados. Asume lo de otros para que ellos sean consolados. “Si sufro es para vuestro consuelo…”, “si gozo también…” Es la oración del sacerdote: si hay gozo es para los otros, si sufre, también. Es como una probeta de experimento. Consuelo: con todo lo que significa en la Escritura. (No es el mimo).+ La Iglesia en América Latina al no tener aporte cultural fuerte, será humilde. Su oración será profundizar en la fe y en la caridad, como relación con el Dios Salvador, con la conciencia de que todo lo que viven, lo viven con Dios y delante de Dios (Abraham: delante de Dios). Y bebiéndolo hasta el fondo, pero para otro. La paciencia, la perseverancia, el rezar, el sufrir y ser consolado; eso, verlo como que Dios está realizando la Salvación de todos los hombres a través de ellos.De ahí: vivir con una larga paciencia. No se pretende llegar, ni subir a ningún grado. Descubrir lo que Dios opera en uno, y cómo realiza la Salvación de todos los hombres. En ese camino se realiza más plenamente lo que dice Cristo en el evangelio: no habla de ascenso, subir, sino bajando, humillándose, metiéndose en la condición miserable del hombre. La vida contemplativa en América, salvo las ideas, va tomando ese carácter muy oscuro de fe, pero muy rico.Hay poca perseverancia en nuestra gente porque empiezan con cuestiones de vida espiritual que no concuerdan con la vida monacal tradicional.Incluso nuestro sacerdocio con pocos curas y falta de medios, y vemos que sobran curas. Hay campo, pero no se halla donde trabajar. Esa paradoja va llevando a una forma de oración contemplativa, fundada en la fe. Viviendo y asumiendo esa vida es como Dios va operando. Hay que hacer más claro que viviendo, obramos la Salvación. No se hace sino creyendo. Y desde la fe, descubrir cómo opera; y ayudando, inventando cosas, dándole ideas a Dios. Aquí se abre un campo muy grande de libertad en los monasterios donde esto se entiende.Presbiterorum Ordinis nº 14 ó 15: ora el sacerdote, no dividido de la acción. Cumplir la voluntad de Dios. Pero no es sólo lo concreto como tarea, es más hondo: la Salvación de todos los hombres. Se contrapone a lo que se decía antes.¿Peligro de activismo? Si la actividad es sólo actividad, habrá peligro. Pero no, si la ve como instrumento de Dios, sabiendo que no es él, que es Dios el que obra.

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Page 10: Retiro a Curas en Los Toldos. Junio 1975

Pedagógicamente puede ser bueno reservarse tiempo, pero la sustancia no está allí. “Ya vele, o duerma, el trigo crece por sí solo”.Es contemplativa, porque es comprender que Dios es el único Salvador, y ver en la obra la acción de Dios.Estar con el corazón siempre en Dios, y por eso, en los hombres. No ver la oración como ejercicio espiritual, porque limita mucho el campo. Se hace muy cerrada y en el fondo frustrante. La mayoría queda frustrado en la oración como ejercicio de interioridad. Pero fundado en la fe, saber y creer que Dios salva experimentando en uno, es algo más amplio, y con fundamento en el Concilio y en San Pablo.La oración será aburrirse sabiendo que Dios consuela a otros. No centrarse en uno. Obramos la salvación si vivimos en la fe y en el amor. Dios permite el pecado (no el que es “ad mortem”) porque viviendo incluso la herida del pecado desde el amor, Dios salva. El pecado es ahí una forma de pasión.Aprender a vivir en la fe para la Salvación de los otros, en la certeza de que uno vive para los demás.

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