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martes, 14 de octubre de 2008 Resumen de La ciudad de los Césares 1.-El libro describe una ciudad encantada en la Patagonia, aún hoy despierta la imaginación y seduce a muchos para ir en su búsqueda. Desde hace tres siglos se realizan expediciones para encontrarla.Es sabido que la leyenda de La Ciudad de los Césares formó, tempranamente, parte del imaginario argentino. Nacida en el siglo XVI, fue cobrando vida y variantes. Y tras ella se lanzaron infructuosamente exploradores, misioneros y aventureros que batieron el suelo nacional.Promediado el siglo XVIII, la leyenda ya se había abierto camino más allá del consumo interno del Virreinato del Río de la Plata. En Londres, en 1764, James Burgh publicó una ficción curiosa(1): Burgh se presenta sólo como editor de un conjunto de nueve cartas que un habitante de la Ciudad de los Césares, nada menos que uno de los senadores de la Nación, Mr. Vander Neck, enviara a un amigo suyo en Holanda. Esta correspondencia apócrifa describe desde dentro la ciudad y está en boca de uno de sus gobernantes. Esto ya es una originalidad: que sea un habitante, no un visitante ocasional, quien describa la organización interna de este reino abreviado. La Ciudad o República de los Césares está situada en la vertiente oriental de los Andes, es decir, en el actual territorio argentino, a los 43 o 44 de latitud Sur, justo en la mitad y al oeste de la provincia del Chubut. Según puede observarse en el mapa, su ejido no pertenecía a Chile - está del lado Este de los Andes- ni a la Argentina, que aparece como país limítrofe al Norte y al Este. Sería una suerte de enclave, en neto territorio del Plata -facilitado por cadenas montañosas al Norte, Este y Sur- al Oeste, antes de tocar los flancos de la cordillera. Un río innominado corre casi de Norte a Sur, dándole agua a la República. La capital es Salem, situada en el centro del país, donde ocupa un cuadrado de un kilómetro y medio de lado. La estructura de Salem es de damero, con calles que tienen 27 metros de ancho, lo que da sobrada holgura al movimiento ciudadano. Si nos atenemos al plano, son siete manzanas por lado del cuadrado urbano. Los árboles dan fresco y sombra a las calles. Las casas son de dos plantas, todas iguales, con un jardincito amplio. El asiento del gobierno está en el centro mismo de la ciudad. Ésta cuenta con una biblioteca, tres escuelas, un cementerio y el Museo de Curiosidades Naturales.La organización social dispone que todos los habitantes son hermanos y se deben mutua ayuda. Sólo no trabajan las viudas y los huérfanos, a cargo del Estado. Nadie puede poseer más de 20 hectáreas. El gobierno tiene dos poderes. Por un lado el Ejecutivo y, por otro, el Legislativo, que es el Senado: el pueblo elige tres representantes con carácter vitalicio. Los ciudadanos, para ser considerados tales, deben tener 25 años, estar casados y ser de religión protestante. Los católicos no participan del gobierno. La República fue fundada en el siglo XVII por 150 familias holandesas al mando de Alphen, su primer gobernador. Llegaron en tres barcos -uno naufragó en el Estrecho- que transportaban herramientas, semillas, alimentos para los tiempos de posible escasez, medicamentos, armas, libros sobre artes, oficios y ciencias, y diez casas prefabricadas para instalarse provisionalmente. Venían a bordo, además, 200 niños huérfanos: 100 varones y 100 niñas. Es interesante la condición de huérfanos, pues de esta manera, al no tener raíces en Europa, se radicarían en la tierra chubutense.REINOS IMAGINARIOSSalem tiene cuatro puertas de acceso. La entrada a la República está prohibida a los españoles. Los habitantes deben guardar sigilo sobre el lugar de emplazamiento del Estado. El delator es ejecutado.La República de los Césares es uno de muchos reinos imaginarios trazados en el siglo XVIII. Se trata de una utopía con una peculiaridad en el género: narra la génesis de la misma, a partir de la expedición a tierras australes del grupo segregado de holandeses. Es una suerte de éxodo, como el de los ingleses a tierras de América del Norte, los peregrinos del May Flower. Es una propuesta protestante enclavada en el seno del Virreinato del Río de la Plata, bajo el dominio de su Católica Majestad de España. Esta utopía inglesa, disfrazada de holandesa, ¿es un divertimento imaginativo?, ¿es un adelanto de proyecto posible?, ¿es un diseño estudiable y aplicable en la tierra "desolada y vacía"?, ¿se trataba del diseño prematuro de una primera invasión inglesa? Se sabe que los ingleses asocian con eficacia sueño y realidad, imaginación y proyecto. Tal vez, John Burgh estaba dibujando fantasiosamente lo que otros intentarían anclar en la realidad. La utopía inglesa del siglo XVIII es coincidente con intentos y logros de Albión en el Plata, concretados en 1806 y 1807.Para confirmar cómo la Ciudad de los Césares sigue viva en el siglo XX en el imaginario popular del Chubut, recuerdo una versión oral de un nativo de Esquel (ver recuadro), que recoge Berta Vidal de Battini, en uno de sus diez tomos de Cuentos y Leyendas Populares de la Argentina.*Presidente de la Academia Argentina de Letras(1) Un informe del primer establecimiento, leyes, formas de gobierno y policía de los Césares: un pueblo de Sud América, en nueve cartas. De Mr. Vander Neck, uno de los senadores de la Nación, a su

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martes, 14 de octubre de 2008Resumen de La ciudad de los Césares1.-El libro describe una ciudad encantada en la Patagonia, aún hoy despierta la imaginación y seduce a muchos para ir en su búsqueda. Desde hace tres siglos se realizan expediciones para encontrarla.Es sabido que la leyenda de La Ciudad de los Césares formó, tempranamente, parte del imaginario argentino. Nacida en el siglo XVI, fue cobrando vida y variantes. Y tras ella se lanzaron infructuosamente exploradores, misioneros y aventureros que batieron el suelo nacional.Promediado el siglo XVIII, la leyenda ya se había abierto camino más allá del consumo interno del Virreinato del Río de la Plata. En Londres, en 1764, James Burgh publicó una ficción curiosa(1): Burgh se presenta sólo como editor de un conjunto de nueve cartas que un habitante de la Ciudad de los Césares, nada menos que uno de los senadores de la Nación, Mr. Vander Neck, enviara a un amigo suyo en Holanda. Esta correspondencia apócrifa describe desde dentro la ciudad y está en boca de uno de sus gobernantes. Esto ya es una originalidad: que sea un habitante, no un visitante ocasional, quien describa la organización interna de este reino abreviado. La Ciudad o República de los Césares está situada en la vertiente oriental de los Andes, es decir, en el actual territorio argentino, a los 43 o 44 de latitud Sur, justo en la mitad y al oeste de la provincia del Chubut. Según puede observarse en el mapa, su ejido no pertenecía a Chile -está del lado Este de los Andes- ni a la Argentina, que aparece como país limítrofe al Norte y al Este. Sería una suerte de enclave, en neto territorio del Plata -facilitado por cadenas montañosas al Norte, Este y Sur- al Oeste, antes de tocar los flancos de la cordillera. Un río innominado corre casi de Norte a Sur, dándole agua a la República. La capital es Salem, situada en el centro del país, donde ocupa un cuadrado de un kilómetro y medio de lado. La estructura de Salem es de damero, con calles que tienen 27 metros de ancho, lo que da sobrada holgura al movimiento ciudadano. Si nos atenemos al plano, son siete manzanas por lado del cuadrado urbano. Los árboles dan fresco y sombra a las calles. Las casas son de dos plantas, todas iguales, con un jardincito amplio. El asiento del gobierno está en el centro mismo de la ciudad. Ésta cuenta con una biblioteca, tres escuelas, un cementerio y el Museo de Curiosidades Naturales.La organización social dispone que todos los habitantes son hermanos y se deben mutua ayuda. Sólo no trabajan las viudas y los huérfanos, a cargo del Estado. Nadie puede poseer más de 20 hectáreas. El gobierno tiene dos poderes. Por un lado el Ejecutivo y, por otro, el Legislativo, que es el Senado: el pueblo elige tres representantes con carácter vitalicio. Los ciudadanos, para ser considerados tales, deben tener 25 años, estar casados y ser de religión protestante. Los católicos no participan del gobierno. La República fue fundada en el siglo XVII por 150 familias holandesas al mando de Alphen, su primer gobernador. Llegaron en tres barcos -uno naufragó en el Estrecho- que transportaban herramientas, semillas, alimentos para los tiempos de posible escasez, medicamentos, armas, libros sobre artes, oficios y ciencias, y diez casas prefabricadas para instalarse provisionalmente. Venían a bordo, además, 200 niños huérfanos: 100 varones y 100 niñas. Es interesante la condición de huérfanos, pues de esta manera, al no tener raíces en Europa, se radicarían en la tierra chubutense.REINOS IMAGINARIOSSalem tiene cuatro puertas de acceso. La entrada a la República está prohibida a los españoles. Los habitantes deben guardar sigilo sobre el lugar de emplazamiento del Estado. El delator es ejecutado.La República de los Césares es uno de muchos reinos imaginarios trazados en el siglo XVIII. Se trata de una utopía con una peculiaridad en el género: narra la génesis de la misma, a partir de la expedición a tierras australes del grupo segregado de holandeses. Es una suerte de éxodo, como el de los ingleses a tierras de América del Norte, los peregrinos del May Flower. Es una propuesta protestante enclavada en el seno del Virreinato del Río de la Plata, bajo el dominio de su Católica Majestad de España. Esta utopía inglesa, disfrazada de holandesa, ¿es un divertimento imaginativo?, ¿es un adelanto de proyecto posible?, ¿es un diseño estudiable y aplicable en la tierra "desolada y vacía"?, ¿se trataba del diseño prematuro de una primera invasión inglesa? Se sabe que los ingleses asocian con eficacia sueño y realidad, imaginación y proyecto. Tal vez, John Burgh estaba dibujando fantasiosamente lo que otros intentarían anclar en la realidad. La utopía inglesa del siglo XVIII es coincidente con intentos y logros de Albión en el Plata, concretados en 1806 y 1807.Para confirmar cómo la Ciudad de los Césares sigue viva en el siglo XX en el imaginario popular del Chubut, recuerdo una versión oral de un nativo de Esquel (ver recuadro), que recoge Berta Vidal de Battini, en uno de sus diez tomos de Cuentos y Leyendas Populares de la Argentina.*Presidente de la Academia Argentina de Letras(1) Un informe del primer establecimiento, leyes, formas de gobierno y policía de los Césares: un pueblo de Sud América, en nueve cartas. De Mr. Vander Neck, uno de los senadores de la Nación, a su amigo de Holanda, con notas del editor. EN EL FONDO DEL LAGO “Dicen en el lugar que la Ciudad de los Césares quedó enterrada, por un terremoto, en el valle donde estaba asentada, y que después se formó allí el lago de los Palos. En el fondo del lago se ven enormes árboles que han quedado sumergidos por un movimiento de tierra que obstruyó la salida natural del agua. La gente cree ver casas y torres de iglesias. Algunos dicen que en diversas oportunidades, cuando andan de viaje, han visto la ciudad desaparecida, pero que no todos pueden verla. En esa zona, la tradición ha conservado el asiento de la Ciudad desaparecida desde muy antiguo.” 2.-La Ciudad encantada de la PatagoniaLa leyenda de la Ciudad de los Césares o Encantada de la Patagonia, fue el último gran mito de la conquista americana. Tuvo una vida muy larga que supervivió a la conquista misma. Comenzó en 1529 y duro hasta fines de XVIII.La también llamada Ciudad errante, Elelín o su más

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conocido nombre de los Césares, es una ciudad de plana cuadrada, como Buenos Aires; de piedra labrada y edificios techados con tejas. Sus templos eran de oro macizo. El pavimento también es de oro macizo. En algunas versiones está en un claro del bosque; en otras, en una península; otras dicen que esta en el medio de un lago, con un puente levadizo para la única puerta que le da acceso. Abunda en ella el oro y la plata, de la cual están forradas las paredes, con estos metales también se hacen asientos, cuchillos y rejas de arado. Tienen campanas y artillería, las cuales se escuchan de lejos. Algunos dicen que al lado de ella hay dos cerros, uno de diamante y el otro de oro.Sus habitantes son altos, rubios y con barba larga. Hablan una lengua extraña, aunque en algunas versiones es el español. Se dedican al ocio, y no tienen enfermedades. O son inmortales o solo mueren de viejos. Algunos dicen que son exactamente los mismos que fundaron la ciudad, ya que no nace ni muere nadie en la Ciudad Encantada. Tienen indios a su servicio, y algunos custodian el camino que lleva a ella. Algunas versiones dicen que son dos o tres ciudades (sus nombres son Hoyo, Muelle y Los Sauces). Tienen vigías para detectar la proximidad de intrusos e impedirles el acceso. Hay versiones que dicen que es invisible para los que no son habitantes de ella, a veces uno la puede ver si es justo o al atardecer o el viernes santo. Se la puede atravesar sin siquiera darse cuanta. Algunos dicen que es errante, o sea, que para encontrarla hay que limitarse a esperarla en un sitio.En 1764 el ingles James Burgh publicó una ficción sobre la Ciudad de los Césares, en la que la describía como una utopía.La Patagonia es un escenario helado, desconocido. El clima es muy frío, con pocas lluvias. Los vientos son constantes, del oeste a una velocidad de 80 km. por hora. Se forman tormentas de arena. El agua escasea y el combustible también, así como la caza, que eran los guanacos únicamente. Un lugar inhóspito para la búsqueda de una ciudad de ensueño.Pero ¿De donde proviene este mito? ¿Quiénes lo persiguieron sin encontrarlo?En la conquista de América se gestaron muchas leyendas, todas salidas de la mente imaginativa y ávida de fortuna de los conquistadores, bastaban unas palabras o gestos de los indios para que se creara una leyenda. Las hubo por doquier, la fuente de la juventud en Florida, Las Siete ciudades de Cíbola al norte de México, El Dorado, buscado desde el Caribe hasta el Amazonas, la famosa Sierra de la Plata y el Rey Blanco den la zona del Río de la Plata y por fin la más longeva de ellas la Ciudad de los Césares de la Patagonia. Estas ultimas eran un reflejo del esplendor de los Incas de Perú comentado por los indios a los conquistadores, los cuales solo querían escuchar donde estaba el oro y la plata. La Ciudad de los Césares también tiene como origen las historias de náufragos abandonados y conquistadores perdidos a lo largo de la Patagonia.La Ciudad Encantada de los Césares surge a partir de varios hechos que ocurrieron a lo largo de la conquista de nuestro territorio, pero de uno en especial, que ocurrió durante el viaje de Caboto. En el año 1527 Caboto funda un fuerte llamado Sancti Spiritus en la confluencia de los ríos Carcaraña y Paraná, es el primer asentamiento de Argentina. Mientras él preparaba una expedición río arriba, en 1528, manda una partida a explorar el interior del territorio. Parten en noviembre 14 hombres liderados por el capitán Francisco César. Un hombre audaz este César, se interno hacia el oeste. Antes dividió su pequeña columna en tres partes: una que fue hacia el sur, a la tierra de los querandíes, de la cual nunca mas se supo; otra se internó en las tierras de los carcarañás, de la cual tampoco se supo nada mas, y por ultimo la tercera, al mando de César, siguió el curso del río Carcarañá, hacia el Noroeste. Esta tercera columna fue la única que volvió al fuerte, siete hombres que anduvieron 250 o 300 leguas (1400 o 1700 km.), durante tres meses.Volvieron contando maravillas. Según ellos, y lo corroboraron no solo el capitán, sino sus soldados, en las declaraciones que hicieron posteriormente en Sevilla, cuando procesaron a Caboto, son sus palabras, "habían visto grandes riquezas de oro e plata e piedras preciosas".A esta incursión de Francisco César algunos autores la hacen llegar hasta el Nahuel Huapí y otros hasta el Perú, donde se habrían entrevistado con el Inca.Seguramente los pobres habrían bagado erráticamente rendidos por el hambre y la fatiga, hasta toparse con la cordillera, en la cual los indígenas les habrán contado de la riqueza de los Incas. Esas riquezas las atribuirían a la ciudad maravillosa, la ciudad encantada, que pasaría a llamarse la Ciudad de los Césares, en honor a Francisco César y a sus valientes que la habrían descubierto. Esta aventura constituyó el núcleo original del mito de la ciudad encantada que fue ubicada desde las pampas y la cordillera, hasta la costa atlántica y la Patagonia austral.A esto se agregaron los náufragos que habían quedado en la Patagonia de las fallidas expediciones de Alcazaba, el Obispo de Plasencia y las ciudades que fundo Sarmiento de Gamboa mas tarde abandonadas. Alcazaba intento poblar la Patagonia en 1534 dejando su vida y algunos náufragos en la zona. La expedición del Obispo de Plasencia que intento cruzar el Estrecho de Magallanes dejó 150 hombres refugiados en tierra, de los que nunca se supo mas nada. Lo mismo le ocurrió a los pobres pobladores de las dos ciudades que fundó Sarmiento de Gamboa en el Estrecho. En 1584 funda las ciudades luego teniendo que abandonarlas a su suerte. Habían soldados y 58 colonos, 13 mujeres, 10 niños y 26 obreros. Nadie se acordó de ellos en España, años mas tarde, en 1587, el pirata inglés Tomas Cavendish encontró a dieciocho de ellos, sobrevivientes de una de las ciudades en la cual se habían juntado todos. Le impresiono tanto el aspecto de esa pobre gente que la bautizo Puerto Hambre. Esto no le impidió robarse la artillería y llevarse a uno de los habitantes como guía.Según la imaginación estos pobres náufragos que seguramente murieron de hambre o a manos de los indios, formaron parte de la Ciudad de los Césares, algunos dicen que fueron ellos los que la fundaron. También formaron parte de ella los incas huidos de Cuzco después de la prisión, a manos de Pizarro, de Atahualpa. Otros fueron los pobres habitantes de la ciudad chilena de Osorno que tuvieron que huir hacia el sur, en

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1599, perseguidos por los araucanos, nunca mas se supo de ellos, hasta 1790 no se vuelve a hablar de Osorno.Conquistados por todas estas historias partieron muchas expediciones en su busca. Las mas importantes y serias fueron las de Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias), que sale de Buenos Aires en 1604, y la de Gerónimo Luis de Cabrera que la busca desde Córdoba en 1622. Ambos buscan la ciudad a través de las pampas. El padre Mascardi y el padre Menéndez salen desde Chile y la buscan cruzando la cordillera de los Andes. Marcardi realiza dos viajes en 1670, otro en 1672 y el ultimo en 1673, durante el cual pierde la vida. Menédez realiza varios viajes, entre 1783 y 1794, en busca de la mítica Ciudad de los Césares, fue el ultimo viajero que la busco.El vulgo de los últimos tiempos del periodo colonial siguió creyendo en el mito, y los indios siguieron contando leyendas de ciudades encantadas en el fondo de los lagos, en lo alto de montañas.