respiraciÓn artificial: una memoria sentido al …

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RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA QUE ENTRE LÍNEAS DA SENTIDO AL PERIODO DEL “PROCESO DE REORGANIZACIÓN NACIONALEN LA ARGENTINA REQUISITO PARCIAL PARA OPTAR AL TÍTULO DE MAESTRÍA EN LITERATURA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA 2013 CAROLINA SERRANO DUQUE Directora: Dra. ERNA VON DER WALDE URIBE

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RESPIRACIÓN ARTIFICIAL:

UNA MEMORIA QUE ENTRE LÍNEAS DA

SENTIDO AL PERIODO DEL “PROCESO DE

REORGANIZACIÓN NACIONAL” EN LA

ARGENTINA

REQUISITO PARCIAL PARA OPTAR AL TÍTULO DE

MAESTRÍA EN LITERATURA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

2013

CAROLINA SERRANO DUQUE

Directora:

Dra. ERNA VON DER WALDE URIBE

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Yo, CAROLINA SERRANO DUQUE declaro que este trabajo de grado, elaborado

como requisito parcial para obtener el título de Maestría en Literatura en la Facultad de

Ciencias Sociales de la Universidad Javeriana es de mi entera autoría excepto en donde se

indique lo contrario. Este documento no ha sido sometido para su calificación en ninguna

otra institución académica.

CAROLINA SERRANO DUQUE

15 de agosto de 2013

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Agradecimientos

A mis papás por su apoyo incondicional y único. A Alejandro Laserna, por caminar a mí

lado en el viaje de la vida y de los sueños, incluso en los caminos hacia dos monografías

simultaneas.

A mis amigos y amigas que sintieron este trabajo casi como propio. A José Antequera, por

orientar y aportar gran parte de las ideas a este documento.

A la profesora Erna Von der Walde, porque sus observaciones permitieron fortalecer y

sintetizar el sentido literario, histórico y político de esta monografía.

Y a todos los que piensan que la literatura, la responsabilidad política, la memoria histórica

y la vida, son inseparables tanto en la acción como en la contemplación. Vivir bajo los

ideales es recordar, actuar, emprender, imaginar y soñar que el mundo puede cambiar.

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TABLA DE CONTENIDO

INTRODUCCIÓN ................................................................................................................. 1

1 LA MIRADA ESTÉTICA .......................................................................................... 6

1.1 Un acercamiento a Respiración artificial ................................................................ 7

1.2 Las voces narrativas ............................................................................................... 11

1.2.1 Renzi, voz del primer y segundo capítulo ...................................................... 14

1.2.2 Los documentos de Enrique Ossorio y el narrador heterodiegético en el tercer

capítulo 17

1.2.3 Renzi y Tardewski, voces de Descartes ......................................................... 28

1.3 Personajes intelectuales y fracasados: coraje intelectual y fidelidad a la verdad . 32

1.3.1 Emilio Renzi ................................................................................................... 35

1.3.2 Marcelo Maggi ............................................................................................... 37

1.3.3 Enrique Ossorio .............................................................................................. 40

1.3.4 El Senador Luciano Ossorio ........................................................................... 42

1.3.5 Vladimir Tardewski ........................................................................................ 46

1.3.6 Francisco José Arocena .................................................................................. 48

1.3.7 Personajes femeninos ..................................................................................... 49

1.4 El archivo como modelo narrativo ......................................................................... 53

1.4.1 El archivo de la memoria ................................................................................ 56

1.4.2 Pruebas documentales..................................................................................... 57

2 LA MIRADA HISTÓRICA Y EL ORIGEN DEL “PROCESO” ............................ 61

2.1 La historia argentina en sus restos ......................................................................... 62

2.1.1 El Rosismo ...................................................................................................... 63

2.1.2 De la unificación a la caída de la Unión Cívica Radical ................................ 66

2.1.3 De la restauración de la oligarquía al golpe de 1943 ...................................... 71

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2.1.4 El Peronismo: 1946-1955 ............................................................................... 74

2.1.5 La Revolución Libertadora: 1955-1966 ......................................................... 76

2.1.6 La Revolución Argentina y la profundización del autoritarismo: 1966-1973 80

2.1.7 El retorno y el derrumbe del Peronismo: 1973-1976 ..................................... 82

2.2 “El Proceso” y la desarticulación con el pasado y la verdad de los hechos........... 87

2.3 Relato estatal, ficción criminal .............................................................................. 96

3 MEMORIA: REVERSO DE LA HISTORIA OFICIAL ........................................ 102

3.1 La memoria como sentido de orientación y articulación narrativa ...................... 103

3.2 La historia de las derrotas vs. la historia oficial................................................... 110

3.3 Memoria, traición, conspiración y revolución ..................................................... 113

4 CONCLUSIONES .................................................................................................. 119

BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................... 122

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La persecución suscita así una peculiar técnica de

escritura y con ella un peculiar tipo de literatura, en

que la verdad sobre los asuntos cruciales se presenta

exclusivamente entre líneas.

Leo Strauss.

Leer entre líneas –como si siempre hubiera algo

cifrado- es de por sí un acto político.

Ricardo Piglia.

El cuerpo y el deseo (de escritura), en tanto territorios

de cruce entre el yo y los otros, entre la historia íntima

y la colectiva, le disputan a los autoritarismos el

espacio simbólico de la memoria.

Sandra Lorenzano

Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen

a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por

ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que

se encuentran directamente, que existen y transmiten el

pasado.

Karl Marx

El pasado es indestructible. Tarde o temprano vuelven

las cosas, y una de las cosas que vuelven es el proyecto

de abolir el pasado.

Jorge Luis Borges

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INTRODUCCIÓN

Este trabajo se produce en medio de una coyuntura política y social muy importante en

Colombia. El desarrollo de iniciativas y la generación de propuestas encaminadas a la

construcción de la memoria, en el marco del reconocimiento del conflicto armado interno y

las negociaciones para la terminación del mismo, redefinen la importancia de la Memoria

Histórica y el Deber de Memoria en nuestro país.

Con la aprobación de la Ley 1448 de Víctimas y Restitución de Tierras (2011), no sólo se

ha reconocido el conflicto armado interno, sino que se ha promovido la formulación de

políticas encaminadas a recuperar la memoria, conocer la verdad, dignificar y reparar de

forma integral a las víctimas1 del conflicto y de la violencia sociopolítica. El

reconocimiento de prácticas participativas para la construcción de espacios para la memoria

como archivos, museos y centros, como por ejemplo el Centro de Memoria, Paz y

Reconciliación (2010) como una iniciativa del distrito capital, el Centro de Memoria

Histórica y la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas, creados en el

marco de la ley antes mencionada, son muestra de los logros en cuanto a la importancia de

la memoria, la verdad y la reivindicación en Colombia.

A diferencia de la Ley de Justicia y Paz2 (2005), la Ley de Víctimas establece en el Artículo

143 que “El deber de Memoria del Estado se traduce en propiciar las garantías y

1 En el presente trabajo se entiende como víctimas no sólo a las personas que “han sufrido un perjuicio,

especialmente un ataque a su integridad física o mental, un sufrimiento moral o una pérdida material, o un

ataque grave de sus derechos fundamentales […]” como lo define las Naciones Unidas en la Declaración

sobre los principios fundamentales de justicia para las víctimas de delitos y del abuso del poder, sino también

a esos sufrimientos ligados a las causas, las resistencias y las luchas sociales. En ese sentido, las víctimas son

sobretodo, sujetos políticos que además de sus sufrimientos, fueron despojados de la vida política.

2 Ley 975 de Justicia y Paz (2005) define el Deber de Memoria como “El conocimiento de la historia de las

causas, desarrollos y consecuencias de la acción de los grupos armados al margen de la ley deberá ser

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2

condiciones necesarias para que la sociedad, a través de sus diferentes expresiones tales

como víctimas, academia, centros de pensamiento, organizaciones sociales, organizaciones

víctimas y de derechos humanos, así como los organismos del Estado que cuenten con

competencia, autonomía y recursos, puedan avanzar en ejercicios de reconstrucción de

memoria como aporte a la realización del derecho a la verdad del que son titulares las

víctimas y la sociedad en su conjunto”, sin que el Estado impulse o promueva “ejercicios

orientados a la construcción de una historia o verdad oficial que niegue, vulnere o restrinja

los principios constitucionales de pluralidad, participación y solidaridad”.

A pesar de los logros alcanzados y de la importancia actual de la memoria, la verdad, la

dignificación y la reconciliación, Colombia sigue siendo un país en donde “el pasado no

pasa” porque la guerra continúa. La falta de comprensión social sobre la importancia del

reconocimiento de los acontecimientos y de las prácticas de confrontación violenta y de

dominación, que han siguen generado nuevas batalla con respecto a las versiones y el

sentido, casi siempre encabezada por oficialismo, no sólo ha dificultado la dignificación y

reivindicación de las víctimas y de la sociedad víctima, sino que ha hecho de la memoria un

espacio de discusión mucho más controvertido y ambiguo de lo que ya es3.

Pensar en la memoria es una tarea que implica cambios frente a la dialéctica, el devenir, la

indiferencia, la amnesia inconsciente, así como las manipulaciones constantes. La memoria

es un fenómeno actual, tanto en Colombia como en el mundo que permite por un lado,

articular el presente a través de las huellas del pasado como dotación de sentido y por el

otro, esclarecer la verdad de los hechos y la responsabilidad de los diferentes actores y

sectores de la sociedad, así como dignificar y resignificar la vida de las víctimas más allá

mantenido mediante procedimientos adecuados, en cumplimiento del deber a la preservación de la memoria

histórica que corresponde al Estado” (Artículo 56). 3 Antes del Proceso de Nuremberg, la llamada historia oficial, legitimó no sólo la narrativa hegemónica sino

también el perdón y la paz, a través de la necesidad del olvido, lo que hizo que el silencio se estableciera

como legítimo. “La vieja concepción asociada a la idea de la ‘memoria peligrosa’, ligada a la venganza y la

imposibilidad de superar lo traumático, encontró su límite en la naturaleza y gravedad de lo ejecutado por el

proyecto nazi-fascista. Y es que ninguna venganza era posible ante los aparatos de producción de la vida al

servicio de la muerte industrializada. Más allá, su desvelamiento como proyecto surgido en el seno mismo de

la exacerbación del culto a la Modernidad y al progreso, lo configuraron como posibilidad latente y repetible”

(Antequera Guzmán 47).

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simples indemnizaciones económicas; aportar a la democracia, la construcción de paz y la

solución política del conflicto, etc.

La memoria también sirve como sentido de orientación para resistir, enfrentar y transformar

el pasado y el presente de inhumanidad, con miras hacia un futuro más justo y humano, que

dignifique y reivindique las luchas sociales y políticas de las víctimas, más allá de hacer

visibles sus sufrimientos. Incluso, es necesario como asegura José Antequera que la

sociedad defina “su papel frente a las realidades que comienzan a reconocerse a partir de

claves claras de identificación que le permitan comprender que lo sucedido a las víctimas

nos ha ocurrido a todos y que hacen de la memoria un derecho exigible” (Antequera

Guzmán 14).

El presente trabajo se justifica sobre la idea de fortalecer el debate acerca de la importancia

de la memoria en Colombia y en el mundo, la cual es entendida según el concepto definido

por el profesor Alfredo Gómez-Muller como “narración que confiere sentido general a un

período”, a través de la articulación narrativa de la multiplicidad de hechos del pasado y el

presente, sin desligar la verdad factual y siempre diferenciando lo humano y lo inhumano

(Gómez Muller 12).

Si la memoria es un ejercicio de reconocimiento del pasado y su articulación con el

presente, la escritura es un espacio para llevar a cabo ese ejercicio, es decir, un espacio para

construir memoria. Por tanto, es uno de los medios de lucha contra la amnesia pero también

contra el silencio, la desarticulación, la pérdida del sentido, la manipulación de la creencia

y por supuesto, la amnistía. Vincular la ficción con la memoria da la posibilidad de articular

el presente, a través de huellas y rastros del pasado y así significar los hechos reales y el

sentido general de la historia.

El compromiso académico, pero sobretodo político y profesional del presente trabajo está

directamente relacionado con la importancia de la literatura y las expresiones estéticas

como espacios de dotación de sentido y de significación de diversas experiencias. La

literatura, en la cual todos los cruces y espacios son posibles como la política, la memoria,

la desintegración, la dominación, lo público, lo privado, etc., logra a través de los límites

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del lenguaje, recomponer lo real y restaurar con palabras los hechos reales, creando un

discurso que no es ni verdadero ni falso (Piglia, Crítica y Ficción 13).

Desde un compromiso político y profesional, el presente es un trabajo académico que

pretende demostrar cómo Respiración artificial (1980) del escritor argentino Ricardo

Piglia, NO-VELA los hechos reales y NOVELA lo que ha sido borrado por el relato estatal,

a través de una memoria que entre líneas le da sentido al período de la última dictadura

militar argentina. A través del secreto, el uso de la alegoría, la digresión, la multiplicidad de

voces que se entrecruzan y de la reproducción de fragmentos de testimonios, la novela

construye una memoria entre líneas que articula narrativamente los hechos del pasado con

los del presente de inhumanidad.

Así, el objetivo del presente trabajo es analizar a Respiración artificial como una

representación estética que surge en plena dictadura militar argentina para darle sentido al

“horror del presente” (Piglia, Respiración artificial 193), a partir de huellas y rastros del

pasado que permiten recuperar el sentido de orientación y comprender los hechos reales.

La aproximación a la novela y su análisis literario, se basan en el convencimiento de que la

novela muestra entre líneas diferentes hechos reales que le dan sentido al periodo de la

última dictadura militar argentina. Por lo mismo, la novela no surge como una esencia sino

como un efecto del horror y la represión, manteniendo una tensión secreta con las

maquinaciones del poder, produciendo su contraposición. Piglia, a través de la ficción logra

narrar entre líneas la experiencia del terror y la represión, esa experiencia que está más allá

de las palabras y que genera una nueva relación no sólo con el uso del lenguaje, sino con la

memoria, el sentido mismo de esa experiencia y el futuro.

El primer capítulo hace un análisis literario de la novela, adoptando tres estrategias de

lectura: primero, desde un acercamiento general a la obra, con el fin de contextualizar al

lector con la novela; segundo, analizando las voces narrativas en cada uno de los capítulos,

con el fin de diferenciar la voces de los personajes, pero también de visualizar cómo la

noción de verdad tiene la estructura donde el otro es el que habla; tercero, haciendo un

acercamiento a los personajes como intelectuales fracasados que desde el distanciamiento o

el exilio, buscan como si fueran unos investigadores las huellas que les permita conocer la

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5

verdad de la historia. Finalmente, se abordará el archivo como modelo narrativo compuesto

por cartas, citas, un diario, reproducción de discursos, recortes de periódicos, etc.

El segundo capítulo se centra en una mirada histórica que analiza el conjunto de procesos,

de ciclos de desarticulación y alianzas sociales que se dieron en la Argentina y que llevaron

a la dictadura del “Proceso de Reorganización Nacional” (1979-1983). Para esto se

abordará, primero el Rosismo (1835-1852), luego la unificación y consolidación del

Estado-nación al primer golpe de Estado (1880-1930). Luego se analizará por separado

cada uno de los momentos que llevaron a que la democracia argentina se convirtiera en un

repertorio de violaciones al Estado de Derecho y a los Derechos Humanos de la sociedad,

que terminaron en el sexto golpe de Estado llevado a cabo el 24 de marzo de 1976 y que

termina el 10 de diciembre 1983. Luego de esto, se analiza cómo la dictadura desarticuló el

pasado argentino con el presente de inhumanidad, haciendo que la sociedad perdiera el

sentido general de su historia, ese sentido de orientación que permitía entender que la

pesadilla del presente no era coyuntural, sino que hacia parte de un devenir histórico, de

una línea de continuidad, de una voz secreta que venía desde el origen mismo de la patria y

del Estado-nación.

Por último, el tercer capítulo analiza cómo Respiración artificial construye una memoria

entre líneas que mediante huellas y rastros del pasado, le da sentido al presente, ese sentido

que restaura la experiencia4 de vivir “el horror del presente” (Piglia, Respiración artificial

193). Así, el capítulo expone cómo desde la resistencia la novela de Piglia enfrenta la

maquinaria estatal dotando de sentido a “todos los lectores de la historia” (47), quienes

podrán leer en el pasado las huellas del presente, para reconstruir y reivindicar

simbólicamente5 “el modelo y representación de las glorias perdidas del pasado” (126) y

del presente. Si resiste y se recupera la capacidad de comprender y de significar el horror,

será posible quizás, resistirse frente a los sometimientos y visualizar el porvenir.

4 Desde el epígrafe de la novela, ésta hace referencia no sólo la experiencia de vivir en medio del horror, sino

el sentido mismo de esa experiencia: “We had the experience but missed the meaning, and approach to the

meaning restores the experience” T.S. Elliot. “Tuvimos la experiencia pero perdimos su significado, y el

acceso al significado restaura la experiencia”. 5 Lo simbólico se entiende en el presente trabajo como “la instancia de producción de la inteligibilidad

práctica e histórica” (Gómez Muller 13).

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1 LA MIRADA ESTÉTICA

¿Se puede usar la ficción para narrar el horror?

Ricardo Piglia. Rodolfo Walsh y el lugar de la verdad.

¿Qué estética puede atreverse a entrar en el infierno

cuando los muertos permanecen aún insepultos? ¿Qué

memoria construir desde el abismo del silencio?

Ricardo Forster. Las almas de los muertos.

Ricardo Piglia crea una obra de suspenso e intriga que se resiste a la homogeneidad,

resaltando la pluralidad y la multiplicidad de hechos, historias y versiones. Las historias

entrecruzadas y fragmentadas de Respiración artificial están compuestas por materiales

ideológicos, literarios, filosóficos, históricos y políticos de otro tiempo y lugar. Desde un

discurso de resistencia situado en un espacio que Piglia ha denominado al “borde de las

tradiciones centrales” (Piglia, Tres propuestas para el próximo milenio (y cinco

dificultades) 13), esta novela narra entre líneas la experiencia de vivir en medio del horror y

la represión.

Respiración artificial es una novela en la que las críticas al totalitarismo son muy claras,

incluso desde lo literario. Se resiste a contar una única historia, para contar en la voz de

varios narradores, múltiples historias, relatos y versiones, como parte del intento por

conocer la verdad de la historia1. La coexistencia de multiplicidades no sólo es una

1 La dedicatoria de Piglia dice: A Elías y a Rubén, que me ayudaron a conocer la verdad de la historia. Según

el crítico literario, Daniel Balderston, Piglia le informó que Elías y Rubén, son dos de los miles de

desaparecidos. (Balderston 174).

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7

característica de los personajes y de las voces narrativas, sino de la novela, pues la

pluralidad de ideas y discursos se presentan sin cesar como una “ley constante de la

narración que se propaga en diversas direcciones, suscitando la complicidad del texto

mismo. Éste, espejo burlón o fervoroso de textos múltiples, ofrecidos en relectura

excéntrica desde un centro itinerante que se complace en desorbitar la linealidad

paradigmática, es también el cifrado espejo de sí mismo, que el lector recompone, a partir

de entreverados índices: ‘seguros’, probables o ficticios” (Sazbón 121).

Para entender cómo se articulan los hechos del pasado con los del presente de la dictadura

en Respiración artificial, es necesario aproximarse a la obra a través de la mirada estética,

esa mirada que vislumbra el sentido mismo de la novela y descifra su escritura secreta; eso

que “está escondido, separado del conjunto de la historia, reservado para el final y en otra

parte” (Piglia, Formas Breves 127).

1.1 UN ACERCAMIENTO A RESPIRACIÓN ARTIFICIAL

Es difícil hacer una síntesis de Respiración artificial y por tanto caracterizar una historia

principal, debido a lo compleja y fragmentada que es su estructura narrativa, ligada sin

lugar a duda a las condiciones en las que la novela fue escrita.

Respiración artificial (1980) fue publicada en medio de la última y más cruel dictadura

militar argentina (1976-1983), autodenominada “Proceso de Reorganización Nacional”, la

cual estableció un proyecto totalitario centrado en el terror, la desarticulación de la

sociedad, la tergiversación de los hechos, la intimidación, la eliminación física, la falta de

diferenciación entre lo humano y lo inhumano, el silenciamiento, la anulación de lo ético y

lo político, la exclusión de una memoria común y por tanto, la construcción de una

memoria artificial.

La pregunta del comienzo de la novela hace referencia a la necesidad de no entrar en el

juego de caracterizar una historia única y totalizante, en contraposición a lo que hace la

historia oficial: “¿Hay una historia? Si hay una historia empieza hace tres años. En abril de

1976 cuando se publica mi primer libro, él me manda una carta” (Piglia, Respiración

artificial 11). Un insignificante evento editorial y un evento íntimo y privado como es la

llegada de una carta coinciden con la fecha histórica en la que se da el golpe militar que

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8

inicia el periodo denominado “Proceso de Reorganización Nacional”, situándolo en el

trasfondo, sin mencionarlo. Los efectos, sin embargo, se sienten a lo largo del relato, pues

los intentos de articular una historia se ven socavados permanentemente por la estrategia

discursiva del régimen militar, el cual desarticuló los relatos, las historias y las versiones

que configuraban el imaginario social.

La historia que narra la novela empieza entonces, unos días después del golpe del 24 de

marzo de 1976 que da inicio a la dictadura más cruel e inhumana de todas, caracterizada

por las desapariciones, torturas y la eliminación física, intimidando a toda la población y

vulnerando todo tipo de derechos en una sociedad.

Dos veces en el texto se pregunta “¿Cómo narrar los hechos reales?” (17, 51), una vez en

esa primera carta que versa sobre la historia y luego en una entreverada disquisición sobre

literatura, la misma pregunta planteada por voces narrativas distintas (una es Maggi en esa

primera carta a Renzi, la otra en boca de Renzi, vía Tardewski) ¿Cómo narrar lo que no se

puede? ¿Cómo transmitir la experiencia del terror sin caer en la información? ¿Cómo darle

sentido a esa experiencia sin que se conviertan en una representación figurada?

Theodor Adorno en las variantes de su frase más reconocida, “Escribir poesía después de

Auschwitz es un acto de barbarie”, se refiere, a la imposibilidad que existe al narrar el

horror de la realidad. “No se puede escribir poesía después de Auschwitz”; “Imposible

escribir bien, literalmente hablando, sobre Auschwitz”. Hay acontecimientos inhumanos

que son muy difíciles de narrar y significar a través del lenguaje, por eso Piglia propone

que se narre desde el desplazamiento, desde la voz de los testigos, de esos sujetos anónimos

que conforman la sociedad en el lugar de una enunciación personal. “La literatura” dice

Piglia, “sería el lugar en el que siempre es otro es el que habla. […] Salir del centro, dejar

que el lenguaje hable también en el borde, en lo que se oye, en lo que llega de otro” (Piglia,

Tres propuestas para el próximo milenio (y cinco dificultades) 37).

Piglia en su primera novela muestra diferentes situaciones vividas en medio de la realidad

represiva de la última y más cruel dictadura militar, pues como él mismo lo afirma “la

novela, o más bien la ficción, [...] supone la posibilidad de elaborar los materiales más

variados […] todo se puede ficcionalizar: historias de amor, teorías, batallas, silogismos

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9

[…] No es un problema que dependa de los contenidos sino del tratamiento” (Piglia, Por un

Relato Futuro; Diálogo Ricardo Piglia - Juan José Saer 11).

La trama novelística de Respiración artificial es fragmentada; está compuesta por

digresiones, entrecruzamiento de géneros, códigos propios, mensajes cifrados, palabras

sueltas y frases aisladas que hacen referencia a una realidad imposible narrar. La novela

también exige un lector que tenga las herramientas necesarias para entender la novela y

darle sentido a sus múltiples historias y versiones.

No obstante la complejidad analítica con la que se desarrolla la novela, esta cuenta con una

estructura que permite establecer un orden narrativo. La obra está dividida en dos partes y

cuatro capítulos. La primera parte, titulada Si yo mismo fuera el invierno sombrío, cuenta

con tres capítulos y cuatro subcapítulos correspondientes. La segunda parte, titulada

Descartes, consta del cuarto y último capítulo compuesto por tres subcapítulos. Allí se

hace, como anota Edgardo Berg, “un uso deliberado de las jergas privadas de la crítica

literaria y el ensayo cultural. Ahora, la teoría se introduce de manera exasperada, haciendo

de ella una historia de suspenso, una trama policial” (Berg 72).

El título de la primera parte, Si yo mismo fuera el invierno sombrío, corresponde a un

cuadro de Frans Hals, aunque en realidad pertenezca a Jean Louis Hamon (1821-1874).

Esto es importante si se considera que el retrato más conocido del filósofo Descartes (título

de la segunda parte de la novela), fue hecho por Frans Hals.

La primera parte es epistolar y consiste en la correspondencia entre Emilio Renzi –un

escritor apolítico al que solo le interesa la literatura- y su tío Marcelo Maggi, un historiador

amateur. Los dos hombres no se conocen, pero Renzi ha escrito una novela sobre la azarosa

vida de su tío y Maggi le escribe, una vez publicada la novela, para rectificar lo que

considera impreciso o equivocado. En el curso de la correspondencia se adentran en

discusiones sobre el origen de la desventurada República Argentina y el sentido de su

proceso histórico. La clave se encuentra, según Maggi, en la excéntrica vida de un

personaje del siglo XIX, Enrique Ossorio, el abuelo de su suegro.

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10

La búsqueda por encontrar el origen del fracaso nacional, lleva a Maggi a trabajar por años

el archivo inédito de Ossorio, quien a finales de 1837 se vuelve secretario privado de Juan

Manuel de Rosas y se convierte en uno de sus hombres más cercanos. Sin embargo, hacia

1838 conforma un complot en contra de Rosas, que al ser descubierto, Ossorio decide

exiliarse en Montevideo donde es considerado un espía doble por los exiliados. De ahí en

adelante viaja por diferentes países, hasta llegar a la ciudad de California en busca de oro,

donde logra hacer una gran fortuna, para finalmente instalarse en Nueva York, donde

escribe diferentes textos, que conforman su archivo personal, entre los cuales están unas

cartas dirigidas a personajes importantes de la época que hacen referencia al porvenir de la

nación, así como una novela utópica titulada 1979, en donde plasma sus esperanzas.

Maggi empieza a investigar el archivo personal de Ossorio para encontrar allí el origen del

fracaso de la historia argentina. Sin embargo, debido a diversas complicaciones y

contratiempos inesperados -como la interceptación de las cartas por parte de Arocena, el

funcionario censurador-, Maggi decide entregarle el archivo junto con todo el trabajo

realizado por él a alguien de su entera confianza, a su heredero, su fiel testigo y confidente,

su sobrino Emilio Renzi, quien debe encargarse de descifrar los documentos, reescribirlos y

si es necesario publicarlos.

Hacia marzo de 1977, casi un año después del inicio de la comunicación epistolar entre

Maggi y Renzi, este último viaja a la ciudad de Concordia a encontrarse con su tío, sin

sospechar que ese viaje será el inicio de una investigación hacia el pasado que le permitirá

reconstruir la verdad de los hechos y el sentido general de la historia argentina.

A su llegada a Concordia, Renzi conoce a Tardewski, el amigo polaco de Maggi, con quien

entabla una conversación intelectual en un café. En la conversación están presentes algunos

rasgos de la personalidad de Maggi, junto con la historia de diversos personajes, entre los

cuales están el hijo natural de un noble ruso; un alemán que durante el nazismo ordenaba

los archivos científicos nazis; un hombre que mató a su mujer mientras limpiaba su

escopeta; un poeta llamado Bartolomé Marconi y la horrible mujer que le escribe cartas

increíbles; e incluso un supuesto encuentro entre Kafka y Hitler en el Café Arcos de Praga.

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Maggi finalmente no llega a la cita, por lo cual Tardewski le entrega a Renzi los

documentos y le dice que en ellos encontrará la clave de la ausencia de su tío, junto con su

autobiografía, pues esos documentos eran el único medio que tenía Maggi para hablar de sí

mismo y de narrar los hechos reales del presente. Así, los personajes investigan a través de

los documentos del pasado, el origen de los avatares políticos de la República Argentina y

con este, el sentido del periodo de la dictadura del “Proceso de Reorganización Nacional”.

El tema de la novela es la investigación que llevan a cabo los personajes para conocer la

verdad de la historia2 que ha sido omitida por la dictadura, y así darle sentido a la pesadilla

del presente; el modelo narrativo por su parte, es el archivo compuesto por diversos

documento, recortes de periódicos, fotos, “textos, cartas, informes, y un Diario” (Piglia,

Respiración artificial 28)

Respiración artificial narra entre líneas los hechos reales del presente, a través de voces

narrativas que a su vez reproducen discursos, para así poder hablar de los años más

represivos de la dictadura militar, articulando narrativamente la multiplicidad de hechos del

pasado con el presente. Así por ejemplo, mientras el tiempo narrativo de la novela utópica

de Ossorio titulada 1979, va de “marzo de 1837 a junio de 1838 (Bloqueo francés, Terror)”

(84), la novela de Piglia va de abril de 1976 a 1979 (los tres años más represivos de la

última y más cruel dictadura militar argentina, Terrorismo de Estado).

1.2 LAS VOCES NARRATIVAS

La teoría de la relatividad. La presencia del observador

altera la estructura del fenómeno observado. Así la

teoría de la relatividad es, como su nombre lo indica, la

teoría de la acción relativa. Relativa, de relata: narrar. El

que narra, el narrador. Narrador, dice Meier, quiere

decir: el que sabe.

Ricardo Piglia, Respiración Artificial

En Respiración artificial la multiplicidad de voces suelen confundirse, al no ser muy claro

quién habla, quién escribe, quién oye, quién lee citas, etc. En la novela se entrecruzan

múltiples relatos, versiones, voces narrativas, personajes fracasados y voces marginadas,

2 La dedicatoria de la novela es: A Elías y a Rubén, que me ayudaron a conocer la verdad de la historia.

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para narrar los hechos reales omitidos por la dictadura. Piglia hace de su novela el lugar

para que ese otro que ha sido silenciado por la dictadura pueda narrar la verdad de los

hechos, esa verdad que se presenta como una ficción donde siempre otro es el que habla.

Piglia sale entonces del centro, deja “que el lenguaje hable desde el borde, en lo que se oye,

en lo que llega de otro” (Piglia, Tres propuestas para el próximo milenio (y cinco

dificultades) 37).

La dificultad de narrar los hechos reales del presente hace que las voces narrativas le cedan

el lugar de la enunciación a otro que pueda hablar acerca de esa verdad social que se

contrapone al oficialismo. En ese sentido, la historia que cuenta la novela hace parte de un

relato parcial, incierto y fragmentado que debe ajustarse a otras versiones e historias para

que pueda entenderse el sentido general de la historia de la novela, así como de la historia

argentina.

Las voces narrativas se entrecruzan y se cubren entre sí, a lo largo de la novela, gracias a la

reproducción, síntesis y atribución de discursos, como el caso particular de Renzi y

Tardewski. La voz narrativa de Enrique Ossorio por su parte, se comporta por momentos

más como un autor que como un narrador, mientras el narrador heterodiegético

desconocido resalta el carácter literario de la novela, no sólo por alternarse con las voces

narrativas de los personajes, sino por ser un narrador desconocido y omnisciente. Con

excepción del narrador heterodiegético omnisciente, cada una de las voces narra una

historia que trae en sí misma múltiples historias y versiones acerca de la vida de otros, así

como del pasado y el presente de la Argentina. Esas historias, versiones y relatos se

presentan a través de la reproducción de “citas de las citas”, como una superposición de

múltiples voces narrativas, ya que como dice Marta Morello-Frosch “las discusiones y

comentarios se hacen entre dos personas por lo menos, que mediatizan a menudo las ideas

de un tercero […]. Insistencia en la cultura y en la historia como algo traslaticio, transitivo

y altamente socializado, aunque en la narrativa aparezcan muy pocos personajes” (Morello

Frosch 150). Así por ejemplo la voz narrativa de Renzi dice con respecto a la mujer que le

escribe cartas a Marconi:

[…] eso fue lo que dijo la mujer, dijo Marconi, me cuenta Tardewski (167).

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Incluso, en la novela es necesaria la reiteración, es decir, que el discurso indirecto de una

voz sea confirmado por el discurso directo de otra:

Tardewski […] ha abierto el cajón. Ha sacado unas carpetas. Y ha vuelto hacía aquí a

entregármelas. Ha dicho que estos papeles, ahora, son míos. Son suyos, ha dicho

Tardewski. (224).

Eso dificulta aún más la posibilidad de saber con certeza quién narra, quién reproduce

discursos y a quién, pues existe la dificultad misma no sólo de narrar los hechos reales, sino

de contar una historia que tiene a su vez múltiples historias, versiones, así como personajes

reales y ficticios. “No se puede responsabilizar a una sola voz con esta historia que

involucra a muchísimas otras” dice Jorge Fornet, porque finalmente en la novela nadie tiene

la última palabra; incluso, muchas veces “la historia no llega de fuente directa sino

tamizada por la subjetividad del oyente” (Fornet, El escritor y la tradición. Ricardo Piglia y

la literatura argentina 93).

En contraposición a la cita de Wittgenstein, Sobre aquello de lo que no se puede hablar,

hay que callar (Piglia, Respiración artificial 171), Piglia narra, a partir de diversas voces

que se entrecruzan y confunden entre sí, las historias que circulan en la sociedad

fragmentada de la Argentina de la última dictadura militar. Desde la restricción y el

distanciamiento con respecto a la palabra propia, Piglia construye una ficción destinada a

narrar los hechos reales, a decir la verdad oculta por la historia oficial, haciendo que las

voces narrativas reproduzcan a su vez discursos de otros y poder decir lo que no se puede.

En el primer capítulo aparece la comunicación epistolar entre Renzi y Maggi; en el

segundo, aunque la voz es la de Renzi, la que domina es la del senador Luciano Ossorio; en

el tercero, aparecen parte de los documentos de Enrique Ossorio, posiblemente cartas o

apartes del diario del mismo, que pueden ser parte de correspondencia que le envía Maggi

al senador Luciano Ossorio y que son interceptadas por Arocena. Sin embargo, también es

posible pensar que los documentos de Ossorio están intercalados con ocho cartas

reproducidas por el narrador heterodiegético, que tiene a su cargo el relato de la censura en

manos de Arocena. En el cuarto y último capítulo Renzi vuelve a ser la voz narrativa, pero

está vez junto con la voz de Tardewski.

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1.2.1 RENZI, VOZ DEL PRIMER Y SEGUNDO CAPÍTULO

La voz que da inicio a la novela es la de Emilio Renzi. Según Piglia, Renzi es una mezcla

entre una figura policial y una figura literaria del investigador:

Una primera persona que no narra su propia historia, es decir, una primera que cuenta

la historia de otro ([…] Renzi cuenta la historia de Maggi), una historia en la que está

implicado y a la que conoce sólo parcialmente. Esa posición permite incorporar

testimonios, pesquisas, citas, hipótesis que funcionan como las que un crítico construye

cuando investiga en un libro o en una época. (Piglia, Crítica y Ficción 128).

Renzi comienza el relato diciendo que si hay una historia empieza en 1976, cuando se

publica su primera novela, por la cual su tío Maggi le envía una carta que viene con una

foto en la cual hay un poema inglés que sirve de epígrafe al relato:

¿Hay una historia? Si hay una historia empieza hace tres años. En abril de 1976,

cuando se publica mi primer libro, él me manda una carta. Con la carta vienen una foto

donde me tiene en brazos […] La foto es de 1941; atrás él había escrito la fecha y

después, como si buscara orientarme, transcribió las dos líneas del poema inglés que

ahora sirve de epígrafe a este relato. (Piglia, Respiración artificial 11).

El relato al cual hace referencia Renzi puede ser su segunda novela. Sin embargo, aunque

Respiración artificial puede ser la materia prima del relato de Renzi, difícilmente es la

novela misma, pues aunque su voz de inicio a la historia, a medida que esta avanza se van

introduciendo distintas voces y situaciones que hacen dudar la autoría de Renzi.

En la primera parte de la novela la voz de Renzi muestra de sí, a un personaje que mira el

mundo desde la literatura, pero a la vez, a un personaje que se comporta más como testigo

que como protagonista, informa de sí mismo lo necesario para luego dar lugar a otras

voces. Es capaz de desplazarse y poner en su lugar voces ajenas, como lo hace con Maggi

en el primer capítulo y con el senador Luciano Ossorio en el segundo. Por el contrario, en

la segunda parte Descartes, Renzi casi no tiene voz en la narración, sin embargo, sus

intervenciones en las diferentes conversaciones son para inducir, especular y generar una

discusión intelectual.

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Renzi cuenta que en abril de 1976 publica su primer libro titulado La prolijidad de lo real3,

basado en la vida y la desaparición del hermano de su madre, Marcelo Maggi, quien estuvo

preso por tres años, por haberle robado a su esposa Esperancita una fortuna para escaparse

con su amante, la Coca. Sin embargo, cuando Esperancita muere encuentran una carta,

dirigida a su esposo, donde admite que el robo nunca sucedió.

La historia de la fuga de Maggi con su amante sirve de base para la novela que ha escrito

Renzi, un relato “con aire faulkneriano”, en que usa como eje la genealogía familiar.

Maggi, el joven de brillante porvenir, recién recibido de abogado, se casa y a los seis meses

desaparece; llena de resentimiento, su esposa inventa un robo que lleva a Maggi a la cárcel.

Tras la publicación de La prolijidad de lo real Maggi le envía una carta a su sobrino que da

inicio al relato y que ubica desde el inicio el problema que guía la novela: “¿Cómo narrar

los hechos reales?” (17). La comunicación epistolar entre tío y sobrino es la forma de narrar

toda la primera parte de la novela y de dar inicio a la historia: “Esa fue la primera carta y

así empieza verdaderamente esta historia” (17).

Esa comunicación epistolar, sin embargo, en vez de ser reproducida textualmente es

parafraseada y resumida por Renzi, pues según él no tiene sentido la reproducción literal de

esas cartas, ya que en su relectura no encuentra “ninguna evidencia clara que pudiera

haber[le] hecho prever lo que pasó” (22).

Son cinco cartas en total las que conforman la comunicación epistolar: dos cartas son

escritas por Renzi y tres por Maggi. Aunque pareciera que esas cartas van a girar en torno a

la vida de Maggi, Renzi aclara que el centro de la correspondencia fue la investigación que

3 En julio de 1978, dos años antes de la publicación de Respiración artificial, Piglia publicó un texto titulado

La prolijidad de lo real. Este resultó siendo, con algunos cambios, el primer capítulo de la novela.

En dicho texto, el libro de Renzi se titula Respiración artificial y no La prolijidad de lo real, y en vez de ser

publicado en abril de 1976, se publica en abril de 1968. Es posible que la historia del texto empiece en 1968,

pues en el año de la publicación del texto (1978) era mucho más arriesgado ubicar la historia, ya que la

Argentina estaba pasando por los años más atroces y represivos de la dictadura (1976 a 1979). Por el

contrario, cuando se publica Respiración artificial en 1980, había llegado a la Argentina la Comisión

Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que promovía y validaba la creación de organizaciones en

defensa de los derechos humanos, lo cual generó el resurgimiento de espacios de reflexión política, social y

cultural que habían sido desarticulados y silenciados por la dictadura.

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su tío se encontraba realizando acerca de la vida de Enrique Ossorio y toda la verdad de su

época:

En realidad, más allá de esas noticias, más allá de las polémicas que entablábamos de

vez en cuando, lo que terminó por convertirse en el centro de la correspondencia de

Maggi conmigo fue su trabajo sobre Enrique Ossorio. Estaba escribiendo desde hacía

tiempo ese libro y los problemas que se le presentaban empezaron a cruzar las cartas.

(25).

Renzi cuenta que él empieza a reconstruir, a través de las cartas de su tío, la historia de

Ossorio, para convertirse sin saberlo, en el heredero de la investigación. A través del

resumen de las cartas por parte de Renzi, es posible saber que Maggi, debido al contexto de

la Argentina, estaba pasando por varios inconvenientes y contratiempos:

De hecho, la historia de Enrique Ossorio se fue construyendo para mí, de a poco,

fragmentariamente, entreverada en las cartas de Marcelo. Porque él nunca me dijo

explícitamente: Quiero hacerte conocer esta historia, quiero hacerte saber qué sentido

tiene para mí y lo que pienso hacer con ella. Nunca me lo dijo de un modo directo pero

me lo hizo saber, como si en un sentido ya me hubiera nombrado su heredero, como si

previera lo que iba a pasar o lo temiera. (26).

Mientras en el primer capítulo Renzi aclara que no tiene sentido la reproducción literal de

las cartas, en el segundo, reproduce textualmente la conversación que establece con el

senador Luciano Ossorio, nieto de Enrique Ossorio y suegro de Maggi. Aunque Renzi es la

voz narrativa del segundo capítulo, la conversación recae en el discurso del senador. Esto

lleva a que tanto el senador como Maggi, sean personajes con una función narrativa más

prominente que el mismo Renzi, el cual, a pesar de ser la voz narrativa del primer y

segundo capítulo, cede su voz a ambos personajes. Estos, a su vez, no reproducen discursos

ajenos, sino que hablan tanto de los demás como de sí mismos.

A diferencia del resumen correspondiente a la comunicación epistolar entre Renzi y su tío,

la reproducción de la conversación entre Renzi y el senador es textual y se hace a través de

comillas, aunque con constantes intervenciones más reiterativas que explicativas por parte

de la voz narrativa del primero:

“Puede llamarme senador”, dijo el senador. “O ex senador. Puede llamarme ex

senador”, dijo el ex senador” […] “Pero vista la situación actual quizás sería preferible

y no sólo preferible sino incluso más ajustado a la verdad de los hechos y el sentido

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general de la historia argentina que me llame usted, ex senador”, dijo el ex senador.

(43).

Finalmente, en toda la primera parte de la novela Renzi se mueve entre una voz narrativa de

un testigo que cuenta muy poco de sí mismo, para recoger las palabras de los demás

personajes, a saber de Maggi y el senador Luciano Ossorio, quienes transmiten fragmentos

de la historia de Enrique Ossorio. Su voz narrativa se comporta de distintas maneras:

cuando reproduce la correspondencia con su tío, se comporta como un coprotagonista;

cuando expone literalmente la conversación con el senador en la primera parte, o con

Tardewski en la segunda, se comporta como un testigo participante; cuando habla acerca de

sí mismo, se comporta como el protagonista de su narración, o cuando narra la vida de

Maggi, actúa como un personaje secundario. (Pons 56).

1.2.2 LOS DOCUMENTOS DE ENRIQUE OSSORIO Y EL NARRADOR

HETERODIEGÉTICO EN EL TERCER CAPÍTULO

Mientras el primer y segundo capítulo, parecen ser parte de la novela epistolar narrada por

Renzi, el tercero reproduce documentos de Enrique Ossorio y entra un narrador

heterodiegético que reproduce las cartas censuradas por Arocena, el personaje censor de la

dictadura del “Proceso”. Esto, no sólo dificulta saber si el tercer capítulo también hace parte

de la novela epistolar de Renzi, sino también la posibilidad de saber con exactitud si los

documentos de Ossorio forman parte de las cartas que Maggi le envía al senador Luciano

Ossorio y que son censuradas por Arocena, o simplemente hacen parte de la reproducción

del diario o cartas no enviadas de Enrique Ossorio.

El tercer y último capítulo de la primera parte de la novela es quizás el más complejo, por

tanto, el que ha más generado interpretaciones de diverso tipo. Según Jorge Fornet, en este

capítulo “se reproducen fragmentos de los papeles de Ossorio y entra la narración de

Arocena y la lectura que éste hace de las cartas interceptadas, incluidas algunas de Renzi y

Maggi” (Fornet, El escritor y la tradición. Ricardo Piglia y la literatura argentina 91).

Para Kathleen Newman, en el tercer capítulo “aparece el diario de Enrique Ossorio y las

ocho cartas” censuradas por Arocena. “Los fragmentos del diario de Ossorio sirven para

reiterar el problema del análisis histórico y para comentar las cartas con que se superponen.

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Cada carta contiene (u oculta) información sobre la situación política actual” (Newman

188).

María Cristina Pons por su parte, afirma que el tercer capítulo está compuesto por dos

voces narrativas básicas: “la de E. Ossorio y la del narrador anónimo heterodiegético”, y

advierte que la narración de Ossorio “puede ser parte tanto de su diario como de su

correspondencia” (Pons 68). Los documentos de Ossorio, sean cartas o fragmentos de su

diario, dice Pons, “cuestiona la posibilidad de que hayan sido realmente leídos por aquellos

que Ossorio tenía en mente en el momento de su escritura” (72). Así Pons considera que el

tercer capítulo “es la reproducción de escritos de E. Ossorio de diferentes épocas, las cuales

a su vez, se alternan con la narración de la actividad de censura que lleva a cabo Arocena”

(89).

La incertidumbre con respecto a las voces narrativas está directamente relacionada con la

dificultad de contar una historia que tiene a su vez múltiples historias y protagonistas. “No

se puede responsabilizar a una sola voz con esta historia que involucra a muchísimas otras”

(Fornet, El escritor y la tradición. Ricardo Piglia y la literatura argentina 91). Sin embargo,

lo único que si es claro con respecto a las voces o narradores del tercer capítulo, es que el

narrador heterodiegético tiene a su cargo el relato de censura en manos de Arocena.

El tercer capítulo se compone por la alternancia de diversas cartas, unas escritas por

Ossorio y posiblemente reproducidas por Maggi como parte de la correspondencia que éste

le dirige al senador Luciano Ossorio, otras interceptadas por Arocena y reproducidas por un

narrador heterodiegético desconocido. Esa alternancia proporciona pistas y claves para

identificar algunos aspectos formales de Respiración artificial, visualizando a la vez el

contexto en el que la novela fue escrita, ya que las cartas que escribe Ossorio y que lee

Arocena son la unión de dos textos diferentes que dejan ver algunas de las situaciones

represivas de la Argentina de la dictadura como las torturas, las desapariciones, el exilio,

los asesinatos y por supuesto, la censura.

La voz narrativa de Enrique Ossorio ocupa el primer nivel de la narración, ya que a

diferencia de las demás voces no hay ninguna voz que lo introduzca. Tampoco reproduce

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discursos ajenos, por el contrario, se centra en escritos, cartas o reflexiones propias que le

permiten mostrarse como autor, narrador y personaje.

El tercer capítulo inicia precisamente con la narración de un escrito de Ossorio, el cual

puede hacer parte de varios de los documentos que conforman su archivo privado: cartas no

enviadas, informes o fragmentos de su diario. Desde el primer capítulo de la novela, la voz

narrativa de Renzi, menciona la existencia de esos documentos, como parte del archivo que

la familia Ossorio conservó durante más de cien años antes de que fueran conocidos

públicamente, incluso antes de que el senador se los entregara a Maggi:

Fue el viejo, por otro lado, el que empezó a hablarme de Enrique Ossorio, que era su

abuelo, y me dejó ver el cofre con el archivo de la familia. La lectura de esos papeles y

el romance con la hija vinieron juntos […] (Piglia, Respiración artificial 21).

Gracias a la comunicación epistolar entre Maggi y Renzi, se sabe que las cartas de Ossorio

fueron escritas por él mismo cuando se encontraba en la ciudad de Nueva York con la idea

de escribir una novela utópica. En una de las cartas Maggi dice:

Luego se instala en Nueva York, dispuesto a dedicarse a la literatura. Pasa noches

enteras encerrado en una pieza del East River escribiendo textos diversos (entre ellos

una novela utópica). (27).

Maggi manejaba los documentos inéditos conservados por la familia Ossorio durante

casi cien años. Son esos papeles lo que el padre de Esperancita pone en sus manos:

textos, cartas, informes y un Diario escrito por Ossorio en Norteamérica. (28).

Son nueve en total las cartas o fragmentos del diario de Enrique Ossorio que hacen parte de

su archivo, el cual es trabajado por Maggi. La primera carta o fragmento hace referencia al

porvenir de la Argentina en cien años, como una especie de utopía construida en un tiempo

futuro que permite prever un porvenir lleno de discrepancias, luchas constantes, homicidios

y masacres:

Preveo: disensiones, divergencias, nuevas luchas. Interminablemente. Asesinatos,

masacres, guerras fratricidas. Estoy solo en la ciudad de Nueva York y me pregunto:

¿Qué ha cambiado? […] Creo que nuestra vida no ha sido más que un solo error

insensato. Ya no podremos retroceder. Lo que hemos hecho está hecho. […] He

pensado escribir una utopía: narraré allí lo que imagino será el porvenir de la nación.

[…] ¿Cómo será la patria en 100 años? ¿Quién nos recordará? A nosotros ¿Quién nos

recordará? Sobre esos sueños escribo. Así, yo escribiré sobre el futuro porque no

quiero recordar el pasado. Uno piensa en lo que vendrá cuando dice: ¿Cómo puede ser

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que no haya podido ver entonces lo que ahora parece tan evidente? ¿Y cómo puedo

hacer para ver en el presente los signos que anuncian la dirección del porvenir? Sobre

esto y también sobre mi vida he comenzado a reflexionar y por eso le escribo. (70).

La siguiente carta o documento hace referencia a la Autobiografía de Ossorio, a través de

cuatro Antepasados. El primer antepasado es el de sus abuelos: “Uno de mis abuelos

prosperó en el humanitario comercio de comprar esclavos”; el segundo es el de su padre:

“Mi padre era un hombre desencantado. Fue soldado porque así lo exigieron los tiempos”

(73); el tercero es el de su madre: “Mi madre era de la estirpe altiva y vagabunda de los

bohemios de este mundo, pero nunca lo supo” (74); el cuarto y quizás el más importante de

los antepasados, hace referencia a su propia traición, la cual según él, será juzgado por la

historia y por sus contemporáneos:

En cuanto a mí, nací Enrique de Ossorio, pero he desechado esa partícula cuyas

resonancias ofenden la razón de mi época […] Releo mis papeles privados. Han pasado

desde entonces diez años y, sin embargo, siento que he vuelto a colocarme otra vez en

el lugar de la traición […] Ahora soy un traidor de mi propio pasado del mismo modo

que antes fui un traidor a mi propio provenir. Ustedes prefieren perseverar en la lealtad

a los errores, hacer como si lo que ahora sucede hubiera estado previsto y premeditado

en aquellos tiempos. Pero yo sé que no fue así: yo estuve donde había que estar para

saberlo. (75, 76).

Los siguientes escritos hacen referencia a la vida de Ossorio en el exilio, para luego

centrarse en sus ideales y reflexiones políticas que van encaminados a la elaboración de una

novela utópica “escrita en el exilio y por él” (85), visualizando el porvenir de la patria:

Ahora bien, he pensado hoy: ¿Qué es la utopía? ¿El lugar perfecto? No se trata de eso.

Antes que nada, para mí, el exilio es la utopía. No hay tal lugar. El destierro, el éxodo,

un espacio suspendido en el tiempo, entre dos tiempos. Tenemos los recuerdos que nos

han quedado del país y después imaginamos cómo será (cómo va a ser) el país cuando

volvamos a él. Ese tiempo muerto, entre el pasado y el futuro, es la utopía para mí […]

¿Qué lecciones he sacado de esa otra experiencia vivida por mí en el mundo alucinante

de la utopía? Que en su persecución todos los crímenes son posibles. Y que sólo

podrán alcanzar el reino suave y feliz de la pura utopía aquellos que (como yo) han

sabido arrastrarse por la mayor degradación. (78).

Según los escritos de Ossorio, su novela utópica no debe reconstruir un espacio inexistente

o imaginario, sino ponerse una cita con el propio país en una fecha establecida en el futuro.

La novela, se llamará 1979 y tendrá como epígrafe: “Cada época sueña la anterior, Jules

Michelet” (80).

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Si los documentos de Ossorio hacen parte de sus cartas, estas la novela no permite saber

con exactitud si fueron leídas por los destinatarios que él tenía en mente cuando las

escribió. Sin embargo, desde el primer capítulo se sabe gracias a la voz narrativa de Renzi,

que la correspondencia estaba “dirigida a Rosas, a De Angelis, a Sarmiento, a Alberdi, a

Urquiza” (27), y que el eje central de las mismas era la futura unión nacional. Esos rasgos

permiten ver la característica principal del tercer capítulo y una faceta que se tematiza en

toda la novela: la escritura de diversos documentos no serán leídos por quienes estuvieron

destinados, como es el caso de las cartas que intercepta Arocena, el censurador.

En medio de las cartas de Ossorio aparece el narrador heterodiegético desconocido,

que tiene a su cargo el relato de la censura en manos de Arocena, el personaje que

intercepta cartas y pretende descifrar el mensaje secreto de las mismas. El narrador a

diferencia de las voces, es el único que presenta literalmente las cartas que hacen parte

de su relato, es decir las cartas que el censurador pretende descifrar, junto con el

resultado de su interpretación, dejando ver tanto los pensamientos, como las formas de

desciframiento utilizadas por Arocena, así como las absurdas conclusiones a las que

este llega. Esto hace que el narrador tenga un carácter literario que lo diferencia aún más

de las voces narrativas, pues conoce y controla todo con respecto a la historia que narra.

Siguiendo lo dicho por María Cristina Pons, este es un narrador omnisciente y autónomo ya

que no es introducido por ninguna otra voz narrativa y porque se ubica dentro de la

“realidad” ficticia de las voces, al narrar sobre diversos personajes, “que corresponden a

una realidad donde un ser que conozca el pensamiento de otros no es aceptable más que en

la ficción. Dentro de la “realidad” de los narradores-personajes, este narrador disiente y nos

remite a alguien que lo ha creado, a un autor. Nuevamente surge el interrogante de si es

Renzi su creador” (Pons 92).

Ocho cartas interceptadas y censuradas por Arocena, son el instrumento principal del

narrador desconocido, las cuales hacen parte fundamental de su relato, pero no son el relato

mismo. El narrador heterodiegético reproduce como en un lugar de cruce, las voces que han

sido silenciadas por la dictadura, los mensajes que la máquina del mal ha grabado en la

carne de las víctimas, poniendo a otro en el lugar de la enunciación, es decir, dándole voz a

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esos sujetos que han sido los testigos de sí mismo o de los hechos de inhumanidad llevados

a cabo en el periodo del “Proceso de Reorganización Nacional”. Esa posición del narrador,

para darle lugar al testimonio se define porque, según el mismo Piglia, “el testigo certifica

la verdad y permite que el otro que escribe vea la escena y pueda narrarla, como si fuera

otro. Ir hacia otro, hacer que el otro diga la verdad de lo que siente y de lo que ha sucedido,

ese desplazamiento, este cambio en la enunciación, funciona como un condensador de la

experiencia”. (Piglia, Tres propuestas para el próximo milenio (y cinco dificultades) 18)

En la novela y en la literatura, como el mismo Piglia lo dice, existe “una diferencia muy

importante […] entre mostrar y decir” (Piglia, Tres propuestas para el próximo milenio (y

cinco dificultades) 27), por eso mismo, las cartas que reproduce el narrador heterodiegético,

a simple vista parecen no decir mucho de forma directa, sin embargo, dejan ver la

experiencia de vivir en medio del terror y la represión de la dictadura militar como el exilio,

las torturas, las desapariciones, etc.

Inmediatamente después del texto de Ossorio que da inicio al tercer capítulo, viene la

primera carta interceptada por Arocena. En ella, Maggi le dice al senador que debido a unos

inconvenientes y malos tiempos, ha decidido abandonar la ciudad de Concordia y

entregarle los documentos que ha venido investigando sobre la vida de Enrique Ossorio a

alguien de su entera confianza, a su sobrino Emilio Renzi, para que éste continúe, termine y

si es necesario publique el trabajo:

Mi querido don Luciano: siempre me acuerdo de usted y si no he escrito antes es

porque en estos últimos meses he tenido algunos contratiempos (linda palabra esa, tan

metafórica). Me parece que otra vez voy a tener que empezar a moverme […]. La

época por otro lado no nos ayuda a volvernos sedentarios […].

He seguido trabajando en el Enrique Ossorio: bastante fascinado por la etapa de Nueva

York; solo y aislado […] Hay una carta que le escribe a Alberdi en agosto del 50, que

me ha impresionado. “Desconfiar: eso sé”, le escribe […]. Veo bien el trágico destino

que nos espera, sobre todo a usted, Juan Bautista […] Es de la clase de hombres que no

transige y esa clase de hombre, en los tiempos que se avecinan, tendrán dos caminos: el

exilio y la muerte […]. (Piglia, Respiración artificial 71).

Esa primera carta interceptada anuncia la lucidez de Enrique Ossorio, quien prevé a

mediados del siglo XIX el trágico destino de la Argentina, donde a lo largo de la historia

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primará el exilio o la muerte. A partir de esa primera carta, el narrador heterodiegético va a

reproducir el trágico porvenir de la Argentina de la época del “Proceso”, ese presente de

inhumanidad nombrado entre líneas.

Así por ejemplo, en la segunda carta interceptada hace referencia a los argentinos exiliados

por la dictadura, “los argentinos del exterior” que tanto extrañan la tierra natal. En ella, un

académico exiliado llamado Roque, le escribe al único de sus amigos que continúa viviendo

en la Argentina y le pregunta entre algunas otras cosas, si es posible publicar en plena

dictadura militar:

Los muertos y los amigos (vos entre ellos) se me aparecen en los sueños. Así son las

cosas en esta época: para encontrarse con la gente que uno quiere hay que dormir […]

Se extraña la tierra natal; las noticias que llegan son confusas y más bien sombrías.

Nadie entiende qué seguís haciendo vos ahí. ¿Con quién te ves? ¿Se puede publicar?

Parecés el último de los mohicanos. Tendrías que saber que no siempre las fidelidades

a la tribu son geográficas. Los líricos y filósofos chinos […] solían ir al exilio como los

nuestros van a la academia. (77).

En otra carta, una joven llamada Echevarne Angélica Inés le escribe al Señor Intendente

acerca del horror de las torturas. Por eso ella se hace llamar “la cantora oficial”, porque es

la encargada de revelar las torturas de la dictadura del “Proceso de Reorganización

Nacional”:

Sucede lo siguiente, señor Intendente: me han hecho una incisión y me colocaron un

aparato transmisor disimulado entre las arborescencias del corazón […] Yo lo veo todo

por ese aparatito que me han puesto […] Una ve este descampado y no se imagina lo

que yo he visto: cuánto sufrimiento. Al principio sólo podía verlo al finado. Acostado

en una cama de fierro, tapado con diarios. Hay otros así, al fondo de un pasillo, piso

de tierra apisonado. Cierro los ojos para no ver el daño que le han hecho. Y

entonces canto para no verlo sufrir. No quiero verlo sufrir y entonces canto, porque yo

soy la cantora oficial […] ¿Por qué tengo que ser yo la que debo verlo todo? [...] Yo vi

las fotografías: mataban a los judíos con alambre de enfardar. Los hornos crematorios

están en Belén, provincia de Catamarca. Los pájaros vuelan sobre las cenizas. (81,

82)4.

En la cuarta carta reproducida por el narrador heterodiegético, un peronista y trabajador del

campo llamado Juan Cruz Baigorria recurre a palabras mal escritas para hablarle a su hijo,

4 La negrilla es propia.

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24

un posible ex integrante de la “Juventud Peronista” que está exiliado en Winesburg, Ohio,

acerca de algunas situaciones que ha vivido la Argentina a lo largo de la historia, como las

constantes crisis económicas y las masacres cometidas por los dominadores y militares

desde el gobierno de Mitre. En la carta el hombre escribe:

Acá se trabaja que ni te digo y se gana cada vez menos. Desde que se murió el General

no hay nadie que se acuerde de los pobres. Pero de eso no te escribo, por las dudas.

(86).

Baigorria luego de recordar con anhelo los primeros años del gobierno de Perón denuncia, a

través de palabras mal escritas, la masacre a un grupo de personas que hacían parte de las

Ligas de la Juventud Peronista, de los cuales “no queda nada”:

Le voy a escribir a mi compadre Anselmo Arnaldo Maidana. Está de oficial panadero

en Ezpeleta, provincia de Buenos Aires. Quién te dice, empiezo de nuevo, otra vida;

me instalo en la Capital. Me hubiera ido en el 46, esos sí que fueron tiempos felices,

creo que todo habería andado mejor, a vos no te hubiera pasado lo que te pasó. En este

pueblo de mierda, ¿quién se escuende? Los cazaron a todos como si estuvieran

rabiosos: de las Ligas no queda nada. A los pobres nos vienen jodiendo desde la época

de Mitre, como decía el finao de mi padre. (86)5.

Sin embargo, Baigorria como todo un peronista que cava hondo en el surco de la esperanza

argentina, le escribe a su hijo que “lo último que se debe perder es la Esperanza” y que por

eso siempre debe hacerse respetar y que nunca agache la cabeza. “Que el mundo da vuelta,

da vuelta y al final las cosas van a quedar al derecho […] El fuego pa’ calentar tiene que

venir de abajo”, le escribe Baigorria a su hijo recordando al general Perón (87).

En la quinta carta aparece por primera vez Ángela, la “bella enviada y/o discípula” de

Maggi. En ella, Renzi le escribe a Maggi que recibió la visita de Ángela y que por supuesto

seguirá sus “misteriosas (y apasionantes) indicaciones”, porque además tiene la sensación

que detrás de su vida hay algo oculto, como un secreto, cultivado quizás por su profesión de

historiador, dedicado “a hurgar en el misterio de la vida de otros hombres (de otro hombre:

Enrique Ossorio)” para terminar por parecerse él mismo –Maggi- “al objeto investigado”

(90).

5 La negrilla es propia.

Page 31: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

25

Una joven que se hace llamar Juana la loca le escribe a su hermano, Martín Carranza, un

estudiante de postgrado en Oxford, la sexta carta reproducida por el narrador. En ella, Juana

la loca habla de sus papás, sus gustos, la situación actual de la Argentina y sobre Ángela:

Esto es un opio fenomenal. Buenos Aires parece Catamarca […] El otro día papá dijo

que si las cosas siguen así este año vamos a pasar el verano en Europa (Otro secreto:

parece que quiere comprar una casa en París). (95).

Es importante aclarar que Ángela es la discípula de Maggi, que aparece en la quinta carta

interceptada por Arocena. Maggi según el senador Luciano Ossorio, debe cuidarse y

resguardarse debido a las “interferencias, graves riesgos” (63). Juana la loca le cuenta a su

hermano que un amigo suyo de la facultad fue a decirle que Ángela está enferma y que la

internaron de urgencia, por eso mismo que no le escriba:

Dice que Ángela está enferma, que la internaron de urgencia y que no le escribas; vino

a eso (me lo repitió dos docenas de veces; él sí que está convencido de que soy una

retardada: que la internaron el 14 y que no le escribas, etc.). ¿Así que tenías una

Ángela escondida? Te odio. (96).

Juana la loca, sin embargo, parece “no percibir lo que oculta el vocablo internar (usado

eufemísticamente, durante la dictadura, por detener)” (Fornet, El escritor y la tradición.

Ricardo Piglia y la literatura argentina 99). Por otro lado, Juana la loca dice que Buenos

Aires parece Catamarca, lo que hace pensar de inmediato en Echevarne Angélica Inés,

quién relaciona en la tercera carta los hornos crematorios en los que metían a los judíos,

con la provincia de Catamarca, donde los pájaros vuelan sobre las cenizas (82).

Luego de la reproducción de la sexta carta, el narrador describe el trabajo interpretativo de

Arocena, basado en la búsqueda de mensajes cifrados y códigos “subversivos”, que

finalmente no se ajustan a su interpretación:

Arocena separó el recorte que venía en el sobre. Londres 9 (AFP). Premio. Martín

Carranza, estudiante de post-grado en el Departamento de Física de la Universidad de

Oxford recibió ayer en ésta el premio único al mejor “paper” del año […]. Premios,

pensó, se progresa […] Trabajó cerca de una hora con esa carta. La dividió en

fragmentos y cada fragmento en frases y cada frase en palabras y en letras. Buscó

expresiones anagramatizadas, letras repetidas. Al final conocía casi de memoria ese

texto y podía percibir con claridad su lógica […] Volvió a leer. […] Había algo que no

concordaba. (Piglia, Respiración artificial 96, 97).

Page 32: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

26

Inmediatamente después de la sexta carta reproducida por el narrador, aparece un texto de

Ossorio para cuestionar la manera en que el Protagonista de su novela utópica debe

descifrar las cartas del porvenir:

¿Cómo descifrar entonces esas cartas? ¿De qué modo comprender lo que anuncian?

Están en clave: encierran mensajes secretos. Porque eso son las cartas del porvenir:

mensajes cifrados cuya clave nadie tiene. ¿De qué modo entender allí lo que viene y se

anuncia? El Protagonista sospecha, insiste, se mueve a ciegas. (97).

Aunque las cartas del porvenir de Ossorio escritas en 1979, nunca son reproducidas por su

voz narrativa ni por ninguna otra, es posible pensar que esas son las cartas interceptadas por

Arocena en plena dictadura militar argentina y reproducidas por el narrador desconocido.

“¿Cómo descifrar entonces esa cartas? ¿De qué modo comprender lo que anuncian? Están

en clave: encierran mensajes secretos. Porque eso son las cartas del porvenir: mensajes

cifrados cuya clave nadie tiene” (97). Las cartas del porvenir de la novela utópica de

Ossorio, son posiblemente las cartas interceptadas por Arocena, las cuales que dejan ver el

presente de inhumanidad de la Argentina del “Proceso”, a través de claves políticas,

históricas y textuales.

Luego de hacer referencia a las cartas del porvenir, el narrador heterodiegético aclara que

existen dos cartas más, una de ellas “dirigida a una extraña dirección en Buenos Aires:

escrita a mano, en una hoja con membrete de un hotel de Bogotá” (97). La otra, una “Carta

cifrada de Nueva York. De Enrique Ossorio a Marcelo Maggi” (102); algo extraño si se

piensa que Ossorio murió cien años antes, aunque no tanto si se tiene en cuenta que este

personaje en uno de sus textos, dice que su novela utópica es epistolar y que las cartas de

por si son “una forma de la utopía”, pues envían mensajes al futuro:

Primero: la correspondencia en sí misma ya es una forma de la utopía. Escribir una

carta es enviar un mensaje al futuro […] La correspondencia es la forma utópica de la

conversación porque anula el presente y hace del futuro el único lugar posible del

diálogo. Pero además existe una segunda razón. ¿Qué es el exilio sino una situación

que nos obliga a sustituir con palabras escritas la relación entre los amigos más

queridos, que están lejos, ausentes, diseminados cada uno en lugares y ciudades

distintas? [...] Está entonces bien elegida por mí la forma de esa novela escrita en el

exilio y por él. (85).

Page 33: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

27

Lo importante de las dos últimas cartas es que el narrador desconocido, a través de la

descripción del trabajo interpretativo de Arocena, explica el arte de la elipsis de la novela,

en la cual lo más importante de una historia nunca debe ser nombrado. “La historia secreta

se construye con lo no dicho, con el sobreentendido y la alusión” (Piglia, Formas Breves

108). Incluso, esa es la misma ley referida por el poeta Bartolomé Marconi en la segunda

parte de la novela:

En un poema que trata sobre el artista, la palabra artista no tiene que aparecer y menos

en el título. ¿Es una ley o no es una ley? En literatura, dijo, lo más importante nunca

debe ser nombrado. (Piglia, Respiración artificial 148).

El narrador entonces, a través de las dos últimas cartas interceptadas por Arocena,

proporciona elementos fundamentales acerca de los rasgos formales de Respiración

artificial, incluso, aporta las claves necesarias para interpretar su estructura:

El mayor esfuerzo consistía siempre en eludir el contenido, el sentido literal de las

palabras y buscar el mensaje cifrado que estaba debajo de lo escrito, encerrado entre

las letras, como un discurso del que sólo pudieran oírse fragmentos, frases aisladas,

palabras sueltas en un idioma incomprensible, a partir del cual había que reconstruir el

sentido. Uno, sin embargo, tendía que ser capaz (pensó) de descubrir la clave incluso

en un mensaje que no estuviera cifrado. Por eso cuando al final se dedicó a leer la

última carta y encontró la clave casi a primera vista y vio aparecer otro texto dentro del

texto. (98).

Así, tanto el lector de la novela de Piglia como el protagonista de la novela utópica de

Ossorio, deben moverse a ciegas y trabajar con lo que está implícito, con el sobrentendido y

la alusión para reconstruir el sentido de la novela, a partir de su historia oculta:

Era como moverse a ciegas, tratar de captar un hecho que iba a pasar en otro lado, algo

que iba a suceder en el futuro y que se anunciaba de un modo tan enigmático que jamás

se podía estar seguro de haber comprendido. El mayor esfuerzo consistía siempre en

eludir el contenido, el sentido literal de las palabras y buscar el mensaje cifrado que

estaba debajo de lo escrito, encerrado entre las letras, como un discurso del que sólo

pudieran oírse fragmentos, frases aisladas, palabras sueltas en un idioma

incomprensible, a partir del cual había que reconstruir el sentido. Uno, sin embargo,

tendía que ser capaz (pensó) de descubrir la clave incluso en un mensaje que no

estuviera cifrado. Por eso cuando al final se dedicó a leer la última carta y encontró la

clave casi a primera vista y vio aparecer otro texto dentro del texto. (95)6.

6 La negrilla es propia.

Page 34: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

28

La primera parte de la novela termina con la novena carta escrita por Enrique Ossorio, el 30

de julio de 1850, la cual conforma el subcapítulo más breve de todos:

Escribo la carta del porvenir (103).

Puede verse que mientras Enrique Ossorio expone en sus cartas la forma de su novela

utópica, así como el tiempo y el tema de la misma, aparece el personaje que intenta

descifrar los códigos y mensajes ocultos de las cartas interceptadas por él mismo, el cual

siempre cree encontrar en éstas las claves de su lectura. Esto permite pensar que Arocena,

el censurador, podría ser el protagonista de la novela de Ossorio, el hombre que recibe

cartas del futuro que no le están dirigidas. Arocena tiene además el privilegio de leer como

si las cartas de Ossorio hicieran parte del presente, incluso, “convierte todas las cartas, los

personajes, el presente, en la utopía (o más bien ucronía) soñada por Enrique Ossorio. Éste

escribe en 1850 un relato que tiene lugar en 1979, leído por un personaje de 1837-1838.

Todos los tiempos coexisten en el ahora de la lectura, reactualizados así por Arocena”

(Fornet, El escritor y la tradición. Ricardo Piglia y la literatura argentina 84). En la lectura

transgresora de Arocena, la cual es reproducida por el narrador heterodiegético, todos los

tiempos conviven en la pesadilla del presente de la dictadura militar.

1.2.3 RENZI Y TARDEWSKI, VOCES DE DESCARTES

Los intentos por buscar el enigma de la vida de Enrique Ossorio, así como encontrar el

origen de la desventurada República Argentina, quedan interrumpidos en la primera parte

de la novela. En la segunda parte titulada Descartes, el relato central es el dialogo

intelectual entre Renzi y Tardewski en torno a la figura de Marcelo Maggi.

Renzi y Tardewski como voces narrativas y como personajes, se mueven como afirma

María Cristina Pons, “en un límite ambiguo, oscilando entre ser meros personajes cuyas

palabras son reproducidas en estilo directo y/o indirecto, y ser narradores secundarios que

cuentan su historia” (Pons 61). Como personajes, son capaces de oír durante horas las

palabras que anuncian otro tipo de verdad y que se contraponen a la historia oficial; como

voces narrativas reproducen esa verdad de forma fragmentada y confusa.

Por eso, las voces narrativas de Renzi y Tardewski atribuyen su discurso a otras voces y

unen la narración del uno con el otro, como si fueran una sola voz. A su vez, reproducen las

Page 35: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

29

conversaciones en las que estuvieron como testigos, es decir, narran lo que alguna vez

oyeron y no necesariamente lo que alguna vez dijeron. Así, en toda la segunda parte de la

novela las historias narradas no son expuestas de la fuente directa, sino a partir de la

subjetividad de Renzi y Tardewski como oyentes y testigos. Por ejemplo:

Eso, pero dicho de un modo mucho más bello y enigmático, fue lo que dijo la mujer,

contó Marconi, me cuenta Tardewski. (Piglia, Respiración artificial 167).

Renzi y Tardewski como voces narrativas, no interpretan hechos o discursos pues sus

intervenciones son meramente atributivas. Los que interpretan, reflexionan o analizan tanto

el pasado, la pesadilla del presente y los discursos, incluyendo los de ellos mismos, son los

personajes.

Aunque el tema central del dialogo entre Tardewski y Renzi es la vida de Marcelo Maggi,

la imagen y el destino de este son interrumpidos por historias y digresiones que

aparentemente evaden las referencias directas en torno al contexto represivo de la dictadura

militar. Tardewski es el encargado de narrar la historia de las digresiones para no hablar de

Maggi:

Como usted ha comprendido, dice ahora Tardewski, si hemos hablado tanto, si hemos

hablado toda la noche, fue para no hablar, o sea, para no decir nada sobre él, sobre el

profesor. Hemos hablado y hablado porque sobre él no hay nada que se pueda decir.

(222).

Para no hablar de Maggi, la voz de Tardewski se centra en las experiencias vividas por

algunos personajes que frecuentan el Club Social de Concordia, como las de un ex conde

ruso llamado Antón Tokray y la un ex nazi llamado Rudholf Von Maier. Antón Tokray,

cuenta Tardewski es el hijo natural de un noble ruso, que sufrió todas las desventajas de la

revolución, al nunca recibir siquiera alguna compensación (118). Tokray aprovechando las

alteraciones producidas por la historia, decide salir de Rusia y luego de infinitas penurias

llega a la Argentina, instalándose en la ciudad de Concordia, donde abre “un salón,

dedicado a propagar por medio de la enseñanza personal, los ritos, modales y maneras de la

sociedad distinguida de la Rusia zarista. Tardewski cuenta que esa forma de trabajo le

funcionó muy poco, porque “el peronismo le tiró el negocio a la mierda con su populoso

desdén por la observancia y conservación de las virtudes aristocráticas” (119).

Page 36: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

30

Maier por su parte, es un ex nazi que al igual que muchos alemanes, nunca se enteró de la

existencia de los campos concentración hasta “los procesos de Núremberg, a los que siguió,

según dice, con atención horrorizada pero ya en Buenos Aires […] Ni siquiera participó en

la guerra: su colaboración bélica consistió en ordenar archivos y la biblioteca científica de

una sección especial de los SS dedicada a la investigación genética” (119).

Maier en una conversación que oyen Tardewski y Renzi, habla acerca de la frenología,

“una de las pocas ciencias casi exactas que se pueden aplicar a la moral”. La frenología

dice Maier, viene de:

freno, de frenar, del latín: detente César, o sea control. Logia, de logia, en latín,

primera acepción: sociedad secreta; lógica en su segunda acepción, o sea

conocimiento. Ciencia lógica del control. Se controla a los criminales, a los

inadaptados. Se los clasifica según la forma del cráneo. Es básica, dice Maier, la forma

del cráneo. La maldad siempre ha obedecido una estructura geométrica […] Círculo

vicioso: como sucede siempre en las expresiones sediméntales en el lenguaje se

decanta ahí una vieja sabiduría (120, 121).

Siguiendo la lógica de la narración cifrada de Respiración artificial, las historias de estos

dos exiliados europeos, narran una historia oculta. El exilio, la experiencia del desterrado y

la ignorancia de la sociedad civil frente a los campos de concentración, hacen parte de la

historia oculta; pero también la verdad social hace parte fundamental de esa historia secreta.

Si existe una ciencia lógica del control que controla a los criminales, a los inadaptados,

según su propia clasificación, existe entonces una sociedad secreta, que desde la “acepción,

o sea conocimiento” busca la verdad social, a través de las experiencias vividas en medio

del horror, “la maldad” y la represión (120). La sociedad secreta a su vez, usa “el lenguaje,

toda esa distinción natural que la marea de la historia no ha borrado”, para conservar y

preservar la memoria, para darle sentido a la experiencia, no como “una afrenta, ni una

colaboración abierta con el régimen” (124), sino como una forma de resistir y luchar, como

“el movimiento de conciencia que […] lleve a la derrota del régimen y a la restauración”

(125) y logre la “representación de las glorias perdidas del pasado” (126).

Hay otras historias aparentemente no muy relevantes narradas por Tardewski, como la de

un hombre que mata accidentalmente a su esposa mientras limpia una escopeta, o la de

unos enfermos que se pelean en un hospital por la única cama que da hacia una ventana.

Page 37: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

31

También está la historia de un hombre que mata a sus cinco hermanos, así como la historia

de una mujer extremadamente fea, que le escribe hermosas cartas al poeta Bartolomé

Marconi. Luego vienen dos historias mucho más significativas: la primera tiene que ver con

una discusión entre Renzi y Marconi sobre el papel de Borges y Roberto Arlt en la

literatura argentina; la segunda tiene que ver con un descubrimiento que hace Tardewski

acerca de las relaciones entre el nazismo y la obra de Franz Kafka.

La historia del posible encuentro entre Hitler y Kafka es un café en Praga es reproducida

por la voz narrativa de Renzi en la segunda parte del cuarto capítulo. Renzi es el encargado

de narrar la vida de Tardewski, diferenciando la reproducción del discurso del senador

Luciano Ossorio en la segunda parte del primer capítulo, por el uso de las comillas. Sin

embargo, en el discurso de Tardewski la voz de Renzi interviene constantemente

cumpliendo una función alegórica y conservando siempre su voz narrativa:

¿Se sirve más vino? Dijo entonces Tardewski y de a poco empezó a retomar el relato

de su vida. Si le he hablado de todo esto, dijo, es porque yo mismo, claro, soy un

fracasado. Quiero decir un fracasado en el verdadero sentido, es decir, dijo, alguien que

ha desperdiciado su vida, que ha derrochado sus condiciones. He sido, dijo, lo que

suele llamarse un joven brillante, una promesa, alguien frente a quien se abren todas

las posibilidades. (169).

En la primera parte de la novela, Si yo mismo fuera el invierno sombrío, la voz de Renzi se

desplaza constantemente confundiéndose con otras voces. En la segunda parte, Descartes,

como afirma Susana González, “Renzi más que dispersar, condensa; más que abrir

instancias caóticas del relato, sobresale su intento por organizar, por ordenar. Aunque

mayormente no narra, su foco se concentra en un relato y en unos pocos personajes. Un

narrador en primera persona: Tardewski, da lugar a los enunciados de Renzi” (González

Sawcsuk, Ficción y crítica en la obra de Ricardo Piglia 148).

Las historias y las digresiones narradas tanto por Renzi como por Tardewski, son formas de

expresión oblicuas, es decir, formas de evadir las referencias directas “y de crear un

discurso agónico que se resiste a ir al grano” (Fornet, El escritor y la tradición. Ricardo

Piglia y la literatura argentina 89).

Page 38: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

32

Únicamente hasta la mitad de la segunda parte, Tardewski narra su último encuentro con el

profesor Marcelo Maggi. Sin embargo, lo hace desde la reproducción de citas, haciendo que

la voz narrativa de Tardewski al igual que la de Renzi, se muestre más como un testigo que

atribuye discursos. Como dice María Cristina Pons, “Esta similitud de estilos entre ambos

narradores crea el efecto de un relato continuado a cargo de una sola voz, efecto que se ve

reforzado por el perfecto empalme, en cuanto a la secuencia de acontecimientos narrados,

de una narración con la siguiente” (Pons 62).

1.3 PERSONAJES INTELECTUALES Y FRACASADOS: CORAJE INTELECTUAL Y

FIDELIDAD A LA VERDAD

La clase de hombres que no transige y esa clase de

hombre, en los tiempos que se avecinan, tendrán dos

caminos: el exilio o la muerte […] extraña lucidez.

Nadie lo escuchaba y estaba solo: quizás por eso habría

aprendido a pensar como es debido; así piensan los que

ya no tienen nada que perder.

Ricardo Piglia. Respiración artificial

Los personajes son en su mayoría intelectuales fracasados que discuten sobre literatura,

filosofía, historia y política. Según Marta Morello-Frosch, ellos “viven para hablar, para

comentar, para reflexionar, escribir y leer en una forma u otro” (Morello Frosch 152). En

cuanto narradores, ceden o atribuyen sus voces a discursos ajenos, mientras que como

personajes reflexionan en torno a ideas, teorías, hechos y experiencias de sí mismos como

de los demás.

Algunos críticos han señalado que los personajes pasan de los centros geográficos y

culturales al fracaso, debido al destino o al azar. Según Jorge Fornet, los personajes:

Son outsiders empujados por el destino hacia la periferia. En otro tiempo, casi todos

parecieron llamados a cumplir grandes misiones […]. Todos ellos parecen, cada uno a

su manera, una suerte de exilio que, como al predecesor Enrique Ossorio, los obliga a

ver el mundo de modo peculiar, a pensar el mismo presente histórico desde los límites.

(Fornet, El escritor y la tradición. Ricardo Piglia y la literatura argentina 72).

Mientras Enrique Ossorio pasa del heroísmo a la traición, el senador pasa de hacer parte de

la oligarquía y del poder político a estar aislado y rechazado, incluso por sus propios hijos.

Page 39: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

33

Maggi, el abogado y Tardewski, el filósofo, renuncian a sus exitosas carreras y terminan

dictando clases de historia y filosofía respectivamente, a estudiantes de una pequeña ciudad

llamada Concordia. Renzi por su parte, ha escrito una novela con poco éxito, pero logra

gracias a la reaparición epistolar de su tío Marcelo Maggi, escribir una segunda novela

hecha de cartas, citas y mensajes cifrados.

Según Victoria Ángel, los tres personajes principales: Enrique Ossorio, Maggi y Renzi, han

escrito o proyectado escribir una novela que fracasa o queda incompleta. Enrique Ossorio,

por ejemplo “se suicida y deja unas cartas al lector del futuro; esto es, deja la posta a

alguien más para que haga su novela”; Maggi por su parte, pretende hacer un libro sobre la

vida de Ossorio, pero al final desaparece y le deja los manuscritos a su sobrino para que

este termine su trabajo. Finalmente, Renzi logra publicar una novela, aunque con muy poco

éxito, acerca de la fuga de su tío con la Coca (Ángel Alzate 47).

Para Susana González, los personajes “están dislocados o buscan algo que está en otro sitio

y hasta en otro tiempo (Marcelo Maggi, Enrique Ossorio); y se definen por esa traslación o

están en un sitio y lugar que no corresponde al esperado (Luciano Ossorio, Tardewsky)”.

(González Sawcsuk, Ficción y crítica en la obra de Ricardo Piglia 145).

Por su parte, José Sazbón señala que los personajes, además de fracasados son a su vez,

traidores y héroes:

Traidores al lugar que les asigna la clase, la profesión, la norma consensual, la historia

vaciada de utopía, son todos los héroes que exhiben el lugar censurado, el otro lado del

hecho, el posible contradictorio […] A todos se les acaban las palabras, porque lo que

se debe decir no puede ser escuchado: consensualmente indescifrables, ilegibles, son

descifrados siempre desde otro lado. (Sazbón 137).

En un tiempo pasado, la mayoría de los personajes parecían tener importantes misiones

dentro del poder político, económico o cultural, eran “agentes de la “conciencia” y del

discurso” (Foucault 9). Sin embargo, por el destino o el azar caen en el exilio, el fracaso, el

encierro, el distanciamiento y la clandestinidad, para enfrentarse con el enigma de la

historia que ha estado en manos de los vencedores y los dominadores de cada época,

llevando “al límite la noción de responsabilidad civil del intelectual” (Piglia, Tres

propuestas para el próximo milenio (y cinco dificultades) 14).

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34

La periferia, el distanciamiento, es la forma que tienen esos personajes aislados de pensar lo

político e histórico. Desde la periferia, los personajes luchan por conocer la verdad de la

historia, pero también, luchan contra las formas de poder: en el orden, la verdad, la

conciencia, el discurso. Se resisten a las formas establecidas por el poder, para luego

“hacerlo desaparecer y herirlo allí donde es más invisible y más insidioso” (Foucault 10).

Los personajes intelectuales pero a la vez sujetos aislados, parecieran estar obsesionados

por conocer las versiones ocultas que contradicen la verdad oficial. Según Daniel

Balderston, tres de los personajes principales, Renzi, Maggi y Tardewski,

[…] parecen casi perversos en sus inclinaciones intelectuales, buscando lo heterodoxo,

el testimonio secreto o suprimido que es excluido de los informes oficiales y que

contradicen la verdad recibida. Sus insinuaciones de que existe otra versión de la

historia, la verdad de sus historias o relatos, ofrecen un contraste con el ejemplo que

dan como intelectuales fracasados: es decir, el individuo puede no lograr decir la

verdad pero su fracaso nos permite vislumbrar parte de ella, y los tres ejemplos

particulares, al permitirnos vislumbres de diversas parcelas de la verdad parcial,

pueden aclarar la noción de verdad histórica, aportando una imagen esencial de la

Argentina como idea metafísica y realidad histórica. (Balderston 175).

Los personajes son “un ejemplo de lo que puede entenderse por eso que algunos llaman

coraje intelectual y fidelidad a la verdad. […] Lo[s] desespera la sola posibilidad de no

poder llegar a la verdad” (Piglia, Respiración artificial 171) y por eso, desde el fracaso, la

distancia, el exilio, el aislamiento o la clandestinidad, luchan por conocer la verdad de la

historia. Investigan documentos sobre el pasado, para darle sentido a la pesadilla del

presente. Sin embargo, la búsqueda por conocer la verdad de la historia es intervenida por

Arocena, el funcionario censor que recibe cartas que no le están dirigidas y que busca en

ellas los mensajes secretos de esas historias que son sociales.

Los personajes inician entonces, una investigación hacía el pasado para encontrar desde el

fracaso personal, el origen del fracaso de la historia argentina. En ese sentido, la

multiplicidad de hechos que explican el origen de la dictadura militar, se convierten en el

enigma mismo de la novela. El fracaso personal de los personajes que los lleva al exilio, se

convierte en la metáfora que permite hablar de una verdad que ha sido omitida. Cada uno

de ellos brinda su fórmula para resolver el enigma de la historia nacional y encontrar la

verdad de los hechos, a partir de su interpretación y posición, ya sea la del conspirador

Page 41: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

35

(Ossorio), la del escritor (Renzi), la del materialista histórico (Maggi), la del político (el

senador), la del filósofo (Tardewski) y la del censurador (Arocena).

Así, esos seres marginados, exiliados y fracasados en su búsqueda desesperada por conocer

la verdad de la historia que ha sido eliminada, denuncian entre líneas la maquinaria

anónima que desarticula el sentido que permite entender la pesadilla del presente. “Son

ellos, esos seres insignificantes y díscolos, los voceros de la solapada denuncia contra la

dictadura que anima a la novela” (Fornet, El escritor y la tradición. Ricardo Piglia y la

literatura argentina 74).

1.3.1 EMILIO RENZI

Uno de los personajes más claros y constantes en la escritura de Ricardo Piglia es Emilio

Renzi, el cual posee rasgos autobiográficos y aparece en todas sus novelas, así como en

gran parte de sus cuentos y ensayos:

Emilio es mi segundo nombre y Renzi mi segundo apellido. Me llamo Ricardo Emilio,

y Renzi es el apellido de mi madre. De manera que Emilio Renzi ha sido un personaje

en todas las cosas que he escrito; aparece de entrada en los primeros relatos de La

invasión y ha habido incluso algunos ensayos firmados por él. Es una especia de doble

heroico que tiene ese nombre secreto, por así decirlo. De manera que el nombre Emilio

circula por las cosas que escribo. (Fornet, Conversación con Ricargo Piglia 36).

Emilio Renzi personifica en Respiración artificial la mirada estética de Piglia. “El joven

artista, el esteta que mira el mundo con desprecio” (Piglia, Crítica y Ficción 93), al cual lo

único que le interesa en el mundo es la literatura, lo cual genera una tensión entre la mirada

estética de él y la mirada histórica de su tío Maggi. Esa tensión es la que va fortaleciendo a

lo largo del relato la conciencia de Renzi, quien a pesar de no estar interesado ni en la

historia ni en la política, tiene rasgos que explican porque su tío lo eligió como su testigo y

confidente. A Renzi por ejemplo, en cuanto a lo político solo le interesa el estilo, el barroco

radical de Hipólito Yrigoyen7; con respecto a lo histórico, piensa que después del

descubrimiento de América no ha pasado nada en la Argentina que merezca la más mínima

atención, pues únicamente ha habido nacimientos, muertes y desfiles militares:

7 Uno de los fundadores del partido político Unión Cívica Radical (1891) y el primer presidente elegido por

voto popular en la Argentina en 1916.

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36

Por mi lado, ningún interés en la política. De Yrigoyen me interesa el estilo. El barroco

radical. ¿Cómo es que nadie ha comprendido que en sus discursos nace la escritura de

Macedonio Fernández? Tampoco comparto tu pasión histórica. Después del

descubrimiento de América no ha pasado nada en estos lares que merezca la más

mínima atención. Nacimientos, necrológicas y desfiles militares: eso es todo. La

historia argentina es el monólogo alucinado, interminable, del sargento Cabral en el

momento de su muerte, transcripto por Roberto Arlt. (Piglia, Respiración artificial 18).

Al comienzo de la novela Renzi se presenta en un tiempo y espacio determinados: un

escritor frustrado de aproximadamente 38 años, que publica en abril de 1976 su primera

novela titulada La prolijidad de lo real, la cual no tiene mucho éxito, por lo cual se siente

frustrado y decide escribir una segunda novela, cumpliendo su ilusión de “escribir alguna

vez una novela hecha de cartas”, porque según él, “no hay novelas epistolares en la

literatura argentina” (33).

Renzi sobresale entre muchos enunciados que se interponen en la anécdota. Interroga

constantemente para explicar, pero sobre todo es el personaje que oye y observa (González

Sawcsuk, Ficción y crítica en la obra de Ricardo Piglia 147). Es el testigo que reclama tanto

Marcelo como el senador Luciano Osorio, por eso, es el heredero de la información

encargado de reconstruir la verdad de historia argentina a partir de los restos, los

testimonios, las cartas de su tío y del archivo de Enrique Ossorio. El senador nombra a

Renzi su testigo pues es su único interlocutor. Le cuenta todo aquello cuya historia no ha

olvidado para borrar los afluentes de su memoria y denunciar a aquellos que a lo largo de la

historia, se han encargado de desangrar al país, es decir a esos que han cumplido “la

función de los enterradores, de los sepultureros” (Piglia, Respiración artificial 56).

En el trascurso de la novela, Renzi demuestra que sabe observar y oír, por eso, como voz

narrativa, reproduce el discurso de otros, es decir, le da voz a los que han sido silenciados.

Parecería, “que Renzi atraviesa en los dos apartados de la novela las etapas que separan a la

juventud de la madurez. Llega a Concordia un Renzi seguro de sí, maduro y hasta con una

actitud de imposición de sus ideas, ya no se cuestiona, ahora afirma” (González Sawcsuk,

Ficción y crítica en la obra de Ricardo Piglia 152). Comienza siendo un personaje apolítico

al cual solo le interesa la literatura, pero gracias a su iniciación hacia la política y la

historia, termina siendo el encargado de investigar los documentos de Enrique Ossorio y

posiblemente de publicarlos. Renzi es el personaje intelectual que ante el fracaso de su

Page 43: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

37

primera novela, empieza a oír diversas versiones e historias que lo convierten en el

heredero de la información, por tanto, en el encargado de dar a conocer “las palabras que

anuncian otro tipo de verdad” (Piglia, Respiración artificial 214), esa verdad social que

hace referencia a los hechos reales que le dan sentido al presente de la dictadura militar.

1.3.2 MARCELO MAGGI

Comprender la realidad es cosa reservada

exclusivamente al pensador histórico-político.

Robert Musil. El hombre sin atributos

Marcelo Maggi es “un historiador proustiano, la contradicción que supone un historiador

proustiano”. La importancia de su nombre radica en “la relación entre el recuerdo

proustiano y la reconstrucción del pasado por un novelista […] y su equivalente realizado

por un historiador” (Fornet, Conversación con Ricargo Piglia 36).

Emilio Renzi se refiere una sola vez en la novela a su tío como “my uncle Marcel” (Piglia,

Respiración artificial 36), al reaparecer de forma epistolar en su vida, desde la distancia,

convirtiéndose en el único y verdadero triunfo estético de Renzi. Maggi reaparece para

iniciar la educación política e histórica de su sobrino, pues únicamente a través de la

historia y la política es posible entender y darle sentido a la pesadilla del presente.

Maggi es un ex abogado, radical8 y comunista que se dedica a enseñar historia argentina a

jóvenes incrédulos e hijos de comerciantes de una pequeña ciudad llamada Concordia. Se

sabe que en algún momento de su vida, Maggi empieza a interesarse en el filósofo que pasó

años trabajando en una sala de la biblioteca del Museo Británico: Carlos Marx, quien por

más de 30 años, escribió las notas y bosquejos que luego se convertirían en el primer

volumen de El Capital, publicado en 1867 tras la insistencia de su amigo Federico Engels,

autor de El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado; libro que según Renzi,

su papá guardaba en un cajón, junto con los recortes de periódico acerca del

encarcelamiento de Maggi:

8 Simpatizante del partido de la Unión Cívica Radical (UCR).

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38

Me acuerdo de los recortes de diarios donde se hablaba del caso [de Maggi],

escondidos en un cajón más o menos secreto del ropero, el mismo en el que mi padre

guardaba […] el libro de Engels sobre El origen de la familia, la propiedad privada y

el Estado, junto con cartas, papeles y documentos diversos, entre ellos mi propia

partida de nacimiento. (Piglia, Respiración artificial 12).

Maggi representa al historiador materialista que piensa que la única manera de ser lúcido es

pensar desde la historia, pues la historia es el lugar donde consigue aliviarse de la pesadilla

de la que trata de despertar. Con la inversión de la frase de Stephen Dedalus, el personaje

de James Joyce -“la historia es una pesadilla de la que trato de despertar”9-, Maggi aclara

que la pesadilla no es la historia, sino el presente de la dictadura militar. Por eso mismo,

enseña a sus alumnos lo que él denomina “la mirada histórica” (Piglia, Respiración

artificial 17), porque únicamente a través de la historia es posible interpretar el devenir de

la sociedad argentina, es decir, esos acontecimientos que llevaron a vivir la pesadilla del

presente.

Sin embargo, la mirada histórica también tiene la ventaja, como dice Kathleen Newman

“de hacer que los horrores de la realidad actual no sean tan abrumadores, porque prevé un

futuro mejor y más justo” (Newman 182). Por eso, en situaciones en que parece que nada

cambia, que la pesadilla del presente se torna eterna, la historia para Maggi “prueba que

hubo otras situaciones iguales, clausuradas, en las que se terminó por encontrar una salida.

Los rastros del futuro están en el pasado, el fluir manso del agua de la historia gasta las

piedras más firmes” (Piglia, Crítica y Ficción 91).

Maggi también representa al hombre moral, al cual no le interesa el éxito individual ni el

dinero, pues siempre actúa desde las virtudes y la educación sentimental que le exige

cuestionar, juzgar y hacer lo correcto en el momento correcto y de forma correcta, sin

necesidad de aplicar las normas (Mejía Quintana 107). Por eso mismo, es el hombre que

lucha por la justicia y la verdad, sabiendo que el más alto de los bienes no es la vida misma,

sino la preservación de la propia dignidad.

9 El personaje de la obra Ulyces de James Joyce dice: “History, Stephen said, is a nightmare from which I am

trying to awake”.

Page 45: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

39

En medio de la pesadilla del presente la vida pública y privada de Maggi, como

representante de los historiadores materialistas de sociedad civil argentina, es alterada por

la persecución, que posiblemente llevan a su desaparición y muerte. Maggi, el hombre que

lucha por la justicia y la verdad le pide a su sobrino Renzi, máxima discreción respecto a su

situación actual pues en medio de la dictadura es claro que no tiene vida privada:

Debo pedirte, por otro lado, la máxima discreción respecto a mi situación actual.

Discreción máxima. Tengo mis sospechas: en eso soy como todo el mundo. De todos

modos, ya te digo, actualmente no tengo vida privada. (Piglia, Respiración artificial

16).

Maggi, el profesor marxista que enseña a jóvenes incrédulos sobre historia argentina, sabe

que no tiene vida privada, por tanto sabe que está en peligro, que los militares posiblemente

le harán una emboscada para capturarlo y asesinarlo. Hacia 1978, dos años antes de la

publicación de Respiración artificial, y dos años después del inicio de la historia de la

novela, el militar Roberto Eduardo Viola10

, en nombre del Presidente de facto de la

dictadura, emitió una directiva secreta señalando que el ámbito educacional continuaba

“siendo objeto de una creciente infiltración y capacitación ideológica marxista” (Viola).

Las políticas educativas de la dictadura fueron políticas de exclusión, pues por un lado,

limitaron el contenido de la enseñanza a través de la prohibición de textos, autores y temas

específicos entre ellos los de Marx o cualquiera relacionado con el marxismo y por el otro,

desarticularon las organizaciones estudiantiles y los sindicatos de docentes, eliminando

toda posibilidad de participar en la toma de decisiones de carácter educativo11

.

Así, Maggi previendo que tanto su ideología marxista como su lucha por la justicia y la

verdad lo podrían llevar a la muerte, inicia una correspondencia con su sobrino, su

heredero, Emilio Renzi, quien debe continuar y publicar la investigación que él está

realizando sobre la vida de Enrique Ossorio. Maggi, finalmente no se encuentra con

sobrino, pero previendo su desaparición, le deja a Tardewski, su amigo polaco, los

10 Presidente de facto de la Nación Argentina del 29 de marzo al 11 de diciembre de 1981.

11 Durante el ‘Proceso de Reorganización Nacional’, a través de decretos y leyes, “se destacaba el poder de la

educación tanto como instrumento para la infiltración subversiva como para la lucha contra aquella. A este

elemento se sumó el recurso de la violencia, en el marco de una concepción de estrategia global contra la

subversión desarrollada por el terrorismo de Estado” (Comisión de Educación de la Asamblea Permanente por

los Derechos Humanos 19).

Page 46: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

40

documentos de su investigación, lo único de lo que Maggi necesitaba desprenderse para

quedar libre:

En un sentido, dijo [Tardewski], este libro era la autobiografía del profesor. Este era el

modo que tenía él de escribir sobre sí mismo. Por eso pienso que en estos papeles

encontrará usted todo lo que necesite saber sobre él, todo lo que yo no puedo decirle.

Encontrará ahí, estoy seguro, la clave de su ausencia. La razón por la cual él no ha

venido esta noche. Allí está el secreto, si es que hay un secreto. Esto que él quiso

dejarle, esto que él quiso que usted viajara hasta aquí para buscar, es lo único que

realmente interesa y puede explicarlo. (224).

Incluso, es posible que Maggi personifique esos sujetos que fueron eliminados físicamente

por su ideología marxistas, cometida por los militares en el plan “Operación Claridad”, la

cual fue implementada con la creación de organismos diseñados para ejecutar todo el

sistema de control ideológico que hacía parte de los ámbitos educativos y culturales desde

1976 hasta 1983 (Comisión de Educación de la Asamblea Permanente por los Derechos

Humanos 20).

Previendo su posible desaparición, Maggi no sólo logra que los documentos se lleguen a su

sobrino, sino que inicia la educación política e histórica del mismo, dejándole a través de

sus cartas, una herencia histórica y política, así como la conversación con el senador, las

citas filosóficas de Tardewski y los documentos de Ossorio, los cuales articulados permiten

conocer la verdad de la historia argentina, esa verdad que ha sido eliminada por la dictadura

y que le da sentido al periodo del llamado “Proceso”.

1.3.3 ENRIQUE OSSORIO

En el primer capítulo de la novela, la voz narrativa de Renzi describe ciertas características

de Enrique Ossorio, el personaje que desencadena varios acontecimientos que trascenderán

tanto en el tiempo como en el espacio, afectando las vidas de los demás personajes de la

novela (Ángel Alzate 43).

Es hijo de un coronel de las guerras de Independencia y uno de los fundadores del Salón

Literario12

. Hacia 1827 se vuelve secretario privado de Juan Manuel de Rosas, pero once

12 En 1837 surgió un grupo de jóvenes entre los que se encontraban Esteban Echeverría, Juan Bautista

Alberdi, Juan María Gutiérrez y Vicente Fidel López, que se identificaban con la clase política que había

protagonizado el proceso independentista hasta la organización unitaria de 1824, y adherían a las ideas del

Page 47: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

41

años después hará parte de un complot clandestino en contra del dictador. Cuando el

complot es descubierto Ossorio huye a Montevideo donde es considerado por los exiliados

un espía doble. En 1848 viaja a los Estados Unidos y se instala en Nueva York, ciudad en la

que escribe su autobiografía y planea una novela utópica del porvenir. Dos semanas antes

del destierro de Rosas, derrotado por Justo José de Urquiza13

(1801-1870) en la batalla de

Caseros14

(1852), Ossorio se pega un tiro en la cabeza. Tras su muerte, será su esposa

Amparo y parte de su familia los que conserven por más de cien años los documentos

inéditos, “los papeles, los recuerdos de la infamia” (Piglia, Respiración artificial 28), que

luego serán trabajados por Maggi y posiblemente publicados por Renzi.

Por otro lado, Ossorio es el historiador utópico, el historiador del porvenir que desde el

exilio habla del lugar de la verdad. Ossorio es muy posiblemente la representación de Juan

Bautista Alberdi, el gran desterrado de la historia argentina del siglo XIX, el que “se

embarca en secreto, como un extranjero, con el baúl donde lleva sus papeles” (Piglia,

Crítica y Ficción 43). Ambos, en medio del destierro y la distancia política acceden a la

verdad y escriben acerca de ella, anticipando los debates futuros y el desventurado porvenir

de la República Argentina. En sus últimos años de vida, ambos envían cartas a amigos y

destinatarios desconocidos, dejando plasmado en sus documentos “los sueños muertos de la

patria” (44).

Enrique Ossorio es el suicida y el traidor, pero también es el héroe utópico, confuso y

desdichado que lucha por el progreso y la felicidad de la patria. Sacrifica su propia vida por

la causa política y la libertad de su país, “una libertad que, sin embargo, no ha de llegar”

(Piglia, Respiración artificial 69). En el exilio se vuelve el historiador del porvenir, el

hombre que visualiza en el destierro los signos que anuncian el trágico destino de la

Argentina; un destino colmado de disensiones, divergencias, luchas, así como interminables

romanticismo europeo y la democracia liberal. Ellos crearon el Salón Literario, que fue cerrado por la

dictadura de Juan Manuel de Rosas. 13

Justo José de Urquiza (1801-1870). Federalista y opositor de Rosas. Fue varias veces gobernador de la

provincia de Entre Ríos y presidente de la Confederación Argentina 1854-1860. Permaneció 18 años el poder. 14

El 3 de febrero de 1852, se enfrentaron 24 mil hombres de Urquiza contra 23 mil de Rosas en la batalla de

Caseros. Fue la batalla más grande de América del Sur, ganada por Urquiza.

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42

“asesinatos, masacres, guerras fratricidas” (70). Él sabe que nada cambiará, que la historia

argentina no será más que un error insensato del cual no se podrá retroceder.

Ante la desolación por el destino de su patria, Ossorio se propone escribir una utopía, una

“novela escrita en el exilio y por él” (85). Aunque sabe que las cosas no van a cambiar

desea plasmar sus esperanzas, escribir lo que imagina será el porvenir de la nación. Él, al

estar “en una posición inmejorable: desligado de todo, fuera del tiempo, un extranjero,

tejido por la trama del destierro” (70), es capaz de ver la presencia de la ficción en la

realidad, de imaginar su patria en cien años. Por eso, escribe una novela utópica “donde

sólo se presenten los posibles testimonios del futuro en su forma más trivial y cotidiana, tal

como se le presentan a un historiador los documentos del pasado” (83). El protagonista de

su novela es un “historiador que trabaja con documentos del porvenir (ese es el tema). El

modelo es el cofre donde guard[a] [sus] papeles” (84).

Según Victoria Ángel, para Enrique Ossorio:

el pasado y el futuro se conectan directamente a partir de la utopía que proviene de

fuentes diferentes: del exilio, que es el presente desde el que escribe; del otro como

materialización de la ambición, y por último de la traición, ya que al inventar la

historia el escritor la reescribe, y por lo tanto, la traiciona. Para este conspirador, la

utopía no se sitúa en un lugar imaginario, sino es un tiempo futuro, que resulta ser el

tiempo presente del relato de Renzi. (Ángel Alzate 127).

Así, desde el exilio, desde el borde de las tradiciones del siglo XIX, el traidor, el

conspirador, planea una novela utópica titulada 1979, no como parte de la escritura de una

obra que narre la historia argentina tal cual ha sido, sino como reescritura imaginaria de una

obra maestra del porvenir utópico, que permita anunciar el porvenir de la sociedad

argentina. Sin embargo, es posible pensar que Ossorio nunca haya concebido esa novela

utópica, sino que haya sido una creación de Maggi para poder hablar del presente de

inhumanidad de la dictadura militar, como parte de una pesadilla visionaria del pasado.

1.3.4 EL SENADOR LUCIANO OSSORIO

El senador Luciano Ossorio, es nieto de Enrique Ossorio, hijo de un caballero muerto en

duelo en 1879, padre de Esperancita, la difunta esposa de Maggi y heredero de una fortuna

liquidada por unas tierras públicas conseguido con el oro de su abuelo.

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43

El senador personifica la memoria, el testigo de la muerte, ya que testimonia “la violencia

ejercida sobre una tradición” (59), es decir, esa violencia que a lo largo de la historia

argentina ha dejado una proliferación incesante de la muerte y se ha establecido como la ley

de la Nación. En su papel de testigo, lucha por sobrevivir y expresar la verdad del país, esa

verdad que logre articular las narraciones del pasado con los hechos del presente, así como

los crímenes cometidos a los largo de la historia argentina por los dominadores de cada

época, los cuales han creado a su conveniencia un discurso que justifica su accionar

criminal:

¿Se da cuenta hasta dónde me he acercado, hasta qué punto sé de qué se trata? Pero no

puedo, sin embargo, concebirla a la Idea, no puedo, sin embargo, concebirla, aunque

estoy para eso y es por eso que duro, por eso no me extingo y permanezco. Pero tengo

un solo temor”, dijo el senador. “Un solo temor y es éste. Que en la sucesiva atrofia

que le iban dejando los años, en un momento determinado, pudiera llegar a perder el

uso de la palabra. Eso, dijo, era su temor. “Llegar a concebirla”, dijo “y no poder

expresarla” (Piglia, Respiración artificial 47).

El senador y su familia hacen parte de la oligarquía argentina, ese selecto grupo que

gobernó el Estado Nacional desde sus orígenes. Eso es posible saberlo, debido a que en la

carta que inicia la novela, Maggi le dice a Renzi que Esperancita, su difunta esposa e hija

del senador era tan misteriosa como la oligarquía que la había engendrado:

[…] es loca, siempre cago parada […] porque alguien le dijo que era más elegante.

Antes de morir dice que yo no la robé. Así de misteriosa es la oligarquía y esas son las

hijas que engendra. Gráciles, ilusorias, inevitablemente derrotadas (15).

Por otro lado, debido a la visita que Renzi le hace a don Luciano, se sabe que gracias a la

Ley Sáenz Peña (1912), la cual establece el voto secreto, universal y obligatorio, el nieto de

Ossorio es elegido senador entre 1912 y 1916. Por eso mismo, él se hace llamar senador y

no ex senador, porque “en ese tiempo el cargo era casi vitalicio”, a diferencia del contexto

presente, donde los partidos y el parlamento fueron eliminados por la Junta Militar. A pesar

de no legislar y de ser un ex senador, aunque nadie lo oiga, él sigue haciendo discursos, por

eso prefiere que lo llamen senador:

“Puede llamarme senador”, dijo el senador. “O ex senador […] Ocupé el cargo entre

1912 y 1916 y fui elegido por la ley Sáenz Peña y en ese tiempo el cargo era casi

vitalicio, de modo que en realidad tendría que llamarme senador […] Pero vista la

situación actual, quizás sería preferible y no sólo preferible sino incluso más ajustado a

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44

la verdad de los hechos y al sentido general de la historia argentina que me llame usted,

ex senador […] Porque hablando con propiedad ¿qué es un senador sino alguien que

legisla y hace discursos? Pero ¿Cuándo no legisla? Cuando no legisla se convierte

automáticamente es un ex senador. Ahora bien, si uno mantiene ese cargo, o mejor, de

esa función, la particularidad de hacer discursos, aunque nadie lo oiga y nadie lo

contradiga, entonces, en un sentido, uno sigue siendo un senador. Por lo tanto, prefiero

que me llame usted senador”, dijo el senador. (43).

El senador es un exiliado interno que dice conocer a la clase dominante de la Argentina.

Conoce bien a esos “caballeros”, “gentlemen”, “Señores” que por aferrarse a la riqueza y al

poder han cumplido a lo largo de la historia “la función de los enterradores, de los

sepultureros” (57). Como figura dirigente de las filas conservadores, el senador asiste a un

evento público el 25 de mayo de 1931, cuando un borracho le pega un tiro que lo deja

paralitico por el resto de la vida. A partir de ese momento, el senador se percibe a sí mismo

como el personaje que “recibe e intercepta los mensajes del pueblo soberano” (46), y define

su función con la necesidad de unirse al pueblo soberano para combatir el poder y herirlo

allí donde es más invisible e insidioso.

Luciano Ossorio, un viejo que lleva 50 años postrado en una silla de ruedas y que a pesar

de haber sido senador entre 1912 y 1916, su único logro parece haber sido administrar unas

tierras públicas y ganar en las filas conservadoras “la posición más expectable que

influyente reservada a cualquier terrateniente que condescendiese de manera activa en ellas,

sin aportar especiales dotes políticos a la empresa” (Halperín Donghi 167). Él, junto con

Maggi, el profesor que enseña historia argentina a hijos de comerciantes y chacareros de la

pequeña ciudad de Concordia, sueña con derrocar el poder en manos de la oligarquía y los

militares, con la ayuda de la peonada, del pueblo trabajador:

En realidad, [dice Maggi], yo empecé a visitarlo, por encargo del partido durante la

segunda abstención: sabíamos que estaba cambiando y queríamos ver si nos ponía la

firma en un documento contra el fraude, porque el viejo había estado entre los

fundadores de la Unión Conservadora en la época de la ruptura entre Roca y Pellegrini

y después había sido senador y tenía mucho prestigio. El viejo firmó de lo más pancho,

y eso que era primo hermano del general Uriburu. Pero con estos papelitos no vamos a

ningún lado, decía. Ma qué voto secreto ni qué niño muerto. Hay que armar a la

peonada. Hay que armar a la peonada, decía el viejo, ¿no se dan cuenta? A estos

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45

calzonudos hay que correrlos a tiros. La peonada, decía el viejo, ¿con quién está?

(21).15

El senador, un viejo agente de la conciencia manipuladora y del oficialismo, sueña con

unirse al pueblo y poder decir la verdad, como si fuera la voz de esos “millones de hombres

que nunca tienen acceso a la palabra, es decir, que no tienen la posibilidad de expresar

públicamente sus ideas en un discurso que sea oído y transcrito taquigráficamente” (44).

Por eso, según Maggi, el senador “es el único que vale la pena entre toda esa banda de

tilingos” (19), porque desde que le pegan el tiro que lo dejó paralitico, lucha desde el

aislamiento, “contra las formas de poder allí donde es a la vez su objeto e instrumento: en el

orden del saber, de la verdad, de la conciencia, del discurso” (Foucault 9).

El héroe postrado, inmovilizado, paralizado pero no vencido es el traidor más claro del

poder político y la dominación. Para el senador decir la verdad significa traicionar a los

dominadores y a los vencedores de cada época, por eso denuncia el carácter arbitrario y

ficticio del poder compuesto de los circuitos materiales y corruptores. También desacraliza

el origen del poder y contradiciendo la legitimidad de la dictadura del presente y

anticipando su futuro fracaso a través de las rocas del pasado que desgasta lo que parecía

tan firme y rígido. Logra ver como ningún otro personaje, “la dialéctica de Señores y

Esclavos trabajada por la erosión de los primeros y el avance de los últimos” (Sazbón 138).

En medio de la pesadilla del presente, el senador para resistir a las atrocidades del poder

político, así como a la desarticulación de su ficción criminal, inventa un sistema de

vigilancia que le permite recibir mensajes secretos, cartas cifradas:

[…] he inventado un sistema de vigilancia sobre el cual no puedo entrar en detalles”.

Recibía, dijo, menajes, cartas, telegramas. “Recibo mensajes. Cartas cifradas. Algunas

son interceptadas. Otras llegan: son amenazas, anónimos. Cartas escritas por Arocena

para aterrorizarme. Él Arocena, es el único que me escribe: para amenazarme,

insultarme, reírse de mí; sus cartas cruzan, saltan mi sistema de vigilancia. Las otras, es

más difícil. Algunas son interceptadas. Estoy al tanto”, dijo. “A pesar de todo estoy al

tanto”. (Piglia, Respiración artificial 45, 46).

15 La negrilla es propia.

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46

Sin embargo, el sistema de poder intercepta, prohíbe e invalida los mensajes secretos a

través de Arocena el funcionario censor, quien a su vez le escribe cartas al senador para

amenazarlo, aterrorizarlo, insultarlo y reírse de él.

1.3.5 VLADIMIR TARDEWSKI

Tardewski16

es el filósofo amigo de Maggi que vive por fuera de la historia. El polaco

nacido en Varsovia tiene como única ilusión escribir un libro hecho de citas y ha construido

su vida a partir del fracaso individual. Es “un académico sin academia; un universitario sin

universidad; un polaco sin Polonia; un escritor sin lenguaje” (195).

A sus 23 años decide irse a Cambridge, Inglaterra para hacer un doctorado en filosofía

dirigido por Wittgenstein, quien le ofrece la posibilidad de tener una carrera académica

exitosa. Ante este ofrecimiento, Tardewski se visualiza como un gran filósofo que en el

fondo no quiere llegar a ser, lo cual lo hace huir en el verano de 1939 a Varsovia, donde lo

sorprende la Segunda Guerra Mundial. Él sin embargo, en vez de regresar a Londres,

decide ir a Marsella y tomar el primer barco, el cual se dirige sin él saberlo, a un país

completamente desconocido, a la Argentina. En aquel viaje Tardewski inicia el camino por

el fracaso que soñó en su juventud:

Durante un tiempo, dijo, incluso en medio de una situación general desesperada, las

oportunidades de éxito se siguieron presentando y más de una vez, dijo, fue necesaria

la ayuda del azar para lograr que un joven brillante como se suponía que yo era,

alcanzara la altura más plena de ese fracaso que él había descubierto, tardíamente pero

con tal certeza, como la única verdadera forma de vivir que puede considerarse de un

modo cabal, filosófica. (175).

Tardewski llega a Buenos Aires y además de caer en las desgracias del mundo intelectual

argentino, le roban todas sus pertenecías. Vive entonces “una reproducción en miniatura,

16 Podría estar basado en el escritor polaco, Witold Gombrowicz. Según el crítico Juan José Saer, es imposible

no admirar a Gombrowicz cuando en medio de la guerra fría y de perderlo prácticamente todo, fue capaz de

reflexionar la cuestión del comunismo y no las consignas de occidente: “[…] no se es, cuando se es escritor,

ni comunista, ni liberal, ni individualista, ni nada, y consignas y teorías sólo reproducen la cristalización

infecunda en Argentina, primero porque su exilio obligatorio lo mandó, más lejos todavía de lo que estaba en

Polonia del centro de Europa, hacia el arrabal de occidente, pero también porque el lugar en que cayó se

debatía desde hacía años en la misma problemática. Fue, como se dice, una desgracia con suerte, porque, de

hoja seca y anónima llevada por el viento de la contingencia, gracias al carácter atípico e su destino de

exiliado, excesivo en relación con el de otros emigrados que se integraron plenamente en la cultura

occidental, pasó a ser, de toda intemperie, signo, paradigma y emblema”. (Saer 779).

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47

pero real, de la Europa arrasada por la guerra” (187), lleva sobre su “espalda la cruz

polaca”, “las ruinas de su patria” (190). Ante su fracaso intelectual en la Argentina y su

robo, piensa en un hecho extraordinario que había descubierto en la biblioteca del Museo

Británico, con el cual podría demostrar sus conocimientos a los círculos académicos

argentinos, pues para él “el orgullo intelectual es lo último que se pierde, aunque uno se

haya convertido en una escoria” (183).

El descubrimiento se trataba de un supuesto encuentro entre Kafka y Hitler en un café de

Praga, y con esto “las relaciones entre el nazismo y la obra de Franz Kafka” (185). Ese

hallazgo no sólo fue el que llevó a Tardewski a socavar sus convicciones filosóficas, sino

que el que lo llevó a la Argentina. Los datos acerca de la vida de Kafka, le sirven para

documentar y asegurar una verdad que otros no saben, al igual que a Maggi los documentos

de Ossorio le permiten asegurar un descubrimiento cuya verdad otros no saben o prefieren

callar. Tardewski y Maggi son entonces los personajes que necesitan “mayor seguridad en

las pruebas documentales” (184) para comprender qué es lo que realmente buscan y hacia

dónde deben dirigirse.

Cuando Tardewski llega a Concordia, sin ningún lazo social, siendo un individuo sin

pasado y sin ilusiones, conoce a Marcelo Maggi, quien se convierte en el único que

entiende su situación y su fracaso personal. Ambos se convierten entonces en “la unidad de

los contrarios”: Maggi el “hombre de principios, que solamente puede pensar desde la

historia”, Tardewski “el escéptico, el hombre que vive fuera de la historia” dejándose

“arrastrar por su propia utopía personal” (194).

Tardewski es el personaje intelectual que busca la lucidez en la soledad, en el corte con

cualquier lazo social y en el fracaso. Es “un fracasado en el verdadero sentido […], alguien

que ha desperdiciado su vida, que ha derrochado sus condiciones” (163). Busca

conscientemente el fracaso, incluso plantea una teoría sobre el hombre fracasado como

encarnación moderna del filósofo, teoría que según Maggi, no es más que una

racionalización ya que un hombre solo siempre fracasa. Es el paradigma del marginado: El

joven brillante con importantes ideas y proyectos, una promesa dentro de los intelectuales,

quienes le ofrecen todas las posibilidades, pero que al final termina cumpliendo la

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48

“cualidad destructiva” que siempre había buscado, “esa rara lucidez que se adquiere cuando

se ha conseguido fracasar lo suficiente” (163).

1.3.6 FRANCISCO JOSÉ AROCENA

Personifica la mirada vigilante, el funcionario censor que prohíbe e invalida el discurso y el

saber de la sociedad. Busca en ocho cartas interceptadas códigos y mensajes “subversivos”,

tergiversando el sentido de las mismas. Sin embargo, esas cartas contienen secretos que

escapan de la comprensión del censurador que “lee las cartas del pasado y del presente con

un sistema paranoico de decodificación que arma una perfecta pero falsa teoría

conspirativa” (Rodríguez Pérsico 50).

El senador Luciano Ossorio es el único personaje de la novela que nombra a Arocena,

quien a su vez, es el único que le escribe al senador, para amenazarlo y burlarse de él:

“Recibo mensajes. Cartas cifradas. Algunas son interceptadas. Otras llegan: son

amenazas, anónimos. Cartas escritas por Arocena para aterrorizarme. Él, Arocena, es el

único que me escribe: para amenazarme, insultarme, reírse de mí; sus cartas cruzan,

saltan de mi sistema de vigilancia. Las otras, es más difícil. Algunas son interceptadas.

Estoy al tanto”, dijo […] “Hay alguien que intercepta esos mensajes que vienen a mí.

Un técnico”, dijo, “un hombre llamado Arocena. Francisco José Arocena. Lee cartas.

Igual que yo. Lee cartas que no le están dirigidas. Trata, como yo, de descifrarlas.

Trata”, dijo, “como yo de descifrar el mensaje secreto de la historia”. (Piglia,

Respiración artificial 46).

Arocena es el único personaje de la novela que lee sin pasión y sin historia, y que además

nunca evoca ni retiene recuerdos. Su intento por descifrar los mensajes de las cartas

interceptadas, se basa en la desconfianza y en la crítica. Trabaja con hipótesis de códigos

supuestamente cifrados, en donde todo es un indicio para encontrar las claves que le

permitan descubrir el mensaje secreto de la historia de las cartas, pues para él, “un código

también es un mensaje” (102).

El resto de personajes a diferencia de Arocena, generan conocimiento desde la

interpretación y socialización escrita o verbal de hechos históricos, situaciones políticas,

teorías literarias y filosóficas. Por el contrario, Arocena debido a su trabajo como

censurador, no socializa ni se comunica con otros; él solo produce hechos a través de su

lectura transgresora y su verdad particular:

Page 55: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

49

Buscó expresiones anagramatizadas, letras repetidas. Al final conocía casi de memoria

ese texto y podía percibir con claridad su lógica […] De pronto comprendió que había

una recurrencia entre las palabras subrayadas, una especie de repetición fija. El código

podía estar en las letras que seguían al final de cada corte. Reconstruyó la carta a partir

de esas separaciones y volvió a organizarla, pero la clave no era esa. Había algo que no

concordaba. (97).

La interpretación o el desciframiento que hace Arocena de los mensajes secretos basados en

la desconfianza, son producto de su papel como censurador y de su limitado conocimiento

de las historias y personajes de la novela. Su visión es entonces sesgada, “no puede percibir

ese despliegue de estructuras narrativas ni a los discursos mismos, más allá de las cartas

que ha censurado […] carece de los códigos para descifrar esos mensajes: una visión total

de la historia y el contexto en que esos textos fueron producidos” (Pons 111).

1.3.7 PERSONAJES FEMENINOS

Según Piglia, la política y la literatura en Respiración artificial están en manos de las

mujeres. Ellas “son decisivas en la trama de la novela: empezando por la Coca, que

desencadena (en sentido literal) la vida de Maggi, y terminando con Ángela, que al caer

cierra la historia. Pero lo que no está narrado […], lo que sostiene secretamente la intriga

sólo debe ser revelado parcialmente (y nunca por el propio novelista)” (Piglia, Crítica y

Ficción 128).

Además de la Coca, está Lisette Gazel, la joven adivina amiga de Enrique Ossorio;

Echevarne Angélica Inés, la cantora oficial y testigo del sufrimiento de las torturas; Ángela,

la bella enviada y/o discípula de Maggi; Juana la loca, la joven lectora de Freud y el

psicoanálisis que habla sobre la desaparición de Ángela; y Elvira, la mujer que hace el aseo

en la casa de Tardewski y que da indicios sobre la muerte de Maggi.

Lisette Gazel es la joven prostituta negra amiga de Enrique Ossorio, con la cual habla de su

novela utópica, ya que ella “sabe leer el porvenir en el vuelo de los pájaros marinos: es

supersticiosa como una gata. Su piel es de seda negra” (Piglia, Respiración artificial 70).

Lisette aparece por primera vez cuando Ossorio dice que en su novela habrá una adivina

parecida a Lisette:

Hablo del tema de mi relato con Lisette. Ella me dice: ¿Pondrás tú ahí una mujer que

como yo sabe leer el futuro en el vuelo de los pájaros nocturnos? Pondré, le digo,

Page 56: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

50

quizás, en mi relato, a una adivina, una mujer que, como tú, sepa mirar lo que nadie

puede ver (80, 81).

El personaje testigo de las torturas17

y asesinatos es Echevarne Angélica Inés, nombre

invertido como si hiciera parte de una tarjeta policial o médica. Ella y el senador Luciano

Ossorio, son los personajes que hablan de forma más explícita del contexto de la dictadura.

Angélica aparece en una de las cartas interceptadas por Arocena dirigida al señor

Intendente; en ella escribe que es la testigo del sufrimiento y el dolor producto de las

torturas y los constantes asesinatos y que por eso cierra los ojos para no ver tanto dolor, y

canta, porque es “la cantora oficial”. Sin embargo, sabe que si habla acerca de las torturas

nadie le va a creer, o peor aún le sacarán las vísceras como a Evita Perón, porque “ella

también veía todo”:

Sucede lo siguiente señor Intendente: me han hecho una incisión y me colocaron un

aparato transmisor disimulado entre las arborescencias del corazón […]. Yo lo veo

todo por ese aparatito que me han puesto; como una pantalla de TV. Una ve este

descampado y no se imagina lo que he visto: cuánto sufrimiento. Al principio sólo

podía verlo al finado. Acostado sobre una cama de fierro, tapado con diarios. Hay otros

ahí, al fondo de un pasillo, piso de tierra apisonada. Cierro los ojos para no ver el daño

que le han hecho. Y entonces canto para no verlo sufrir […] canto, porque yo soy la

cantora oficial. Si yo digo las imágenes que pasan por el dije nadie me cree. ¿Por qué a

mí? ¿Por qué tengo que ser yo la que debo verlo todo? Por ejemplo está ese muchacho

que me busca, que me está queriendo ver. Y está el Polaco. Polonia. Yo vi las

fotografías: mataban a los judíos con alambre de enfardar. Los hornos crematorios

están en Belén, Palestina. Al Norte, bien al Norte, en Belén, provincia de Catamarca.

Los pájaros vuelan sobre las cenizas. ¿O no lo dijo Evita Perón? Ella también veía todo

y le sacaron las vísceras y la llenaron de trapo, como a una muñeca. […] He sido

designada como testigo de todo ese dolor […] Tengo que ser la Cantora oficial […]

(82).

El muchacho que busca a Angélica y que la quiere ver puede que sea Renzi, mientras que el

polaco puede que sea Tardewski. A través de un lenguaje aparentemente incoherente, ella

relaciona a Polonia con su país, al holocausto nazi con el Auschwitz argentino, con la

última dictadura militar. También es ella la encargada de adelantar implícitamente la

presencia de Hitler en la novela, al igual que el senador con Wittgenstein y Kafka; ambos

17 Durante la dictadura militar, cualquier ciudadano estaba incluido en la categoría de los ‘enemigos de la

Nación’. La metodología implementada consistió en la desaparición de personas, las cuales eran llevadas a

centros de detención clandestina, operada por las Fuerzas Armadas, donde se los sometía a interrogatorios

basados en torturas físicas.

Page 57: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

51

personajes aparentemente desde la locura y la incoherencia de sus discursos, narran la

verdad de los hechos del presente y le dan coherencia a la segunda parte de la novela:

Descartes.

Ángela, aunque a primera vista es un personaje casi imperceptible, es fundamental dentro

de la intriga de toda la novela, incluso aparece en varias ocasiones. La primera, en una de

las cartas resumidas por Renzi, en la cual él le escribe a su tío sobre la visita de Ángela, su

“bella enviada y/o discípula”, y que por supuesto seguirá sus misteriosas indicaciones:

Querido Marcelo: Recibí la visita de la joven Ángela, tu bella enviada y/o discípula

(palabra extrañamente erótica, discípula, como si se declinara ahí, al mismo tiempo, la

disciplina pedagógica y la prostitución) y seguiré tus misteriosas (y apasionantes)

indicaciones. Uno tienen siempre la sensación de que atrás de tu vida hay algo oculto,

un secreto que cultivas como otros las flores de su jardín. (90, 91).

Más adelante, otro personaje femenino irrumpe en la novela para hablar nuevamente de

Ángela y decir que ha sido internada de urgencia. En una de las cartas censuradas por

Arocena, una joven que se hace llamar Juana la loca le escribe a su hermano Martín

Carranza, un estudiante de Oxford, y le cuenta acerca de algunas noticias terroríficas. Al

final de la carta, Juana la loca le dice a su hermano que Ernesto, su compañero de la

Facultad, fue a verlo para hablarle de Ángela:

Dice que Ángela está enferma, que la internaron de urgencia y que no le escribas; vino

a eso (me lo repitió dos docenas de veces; él sí que está convencido de que soy

retardada: que la internaron el 14 y que no le escribas, etc.). ¿Así que tenías una

Ángela escondida? Te odio. (96).

La joven aunque no perciba que el término internar durante la dictadura militar era “usado

eufemísticamente […] por detener” (Fornet, El escritor y la tradición. Ricardo Piglia y la

literatura argentina 99), Arocena, el censurador sí tiene bastante claro el término, pues

escribe en cursiva “internada”:

Se levantó y juntó las otras cartas. En una ficha escribió: Ángela “internada” el 14.

Concordia. Renzi, llega día 27. (Maggi) Martin Carranza: postgrado en Oxford. Pronto

llegarían nuevos mensajes que hablarían de física cuántica o de los peces de colores.

(Piglia, Respiración artificial 96).

La detención de Ángela por parte de los militares, trae a colación tanto la tragedia que vive

la sociedad argentina, como el posible final de Maggi. Ella, aparece por última vez casi al

Page 58: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

52

final de la novela, cuando Renzi y Tardewski, luego de permanecer en el bar y de tener

varias discusiones intelectuales, deciden ir al hotel donde se hospeda Maggi. Renzi

menciona a Ángela en medio de una pequeña descripción que hace del cuarto de su tío, con

alusiones, a su vez, a pequeñas pistas que hacen referencia al “Proceso de Reorganización

Nacional”, a través de tachones y palabras en cursiva:

Desde los ventanales del cuarto, que es amplio, se ve el río, al fondo entre los sauces.

Hay un escritorio contra la pared. Una cama. Un ropero. Un sillón. Algunos libros

sobre una repisa […] Después me acerco al escritorio que está limpio […]; en un

costado de la mesa hay un anotador donde se lee: Llamar a Ángela (lunes) y después

algo escrito a lápiz y tachado con el marcador rojo. Sólo se distingue con claridad la

palabra seminario y después otra, casi ilegible, que puede ser proyecto o proceso o

quizás prócer (156).

Finalmente está el personaje de Elvira, la mujer que le ayuda a Tardewski con el aseo de la

casa. Ella aparece dos veces: la primera, al comienzo de la segunda parte, Descartes y la

segunda, hacía el final de la novela. Tardewski luego de darle vía telefónica las

indicaciones a Renzi, para su encuentro, Elvira le pregunta con quién hablaba, y Tardewski

responde que con un sobrino del profesor que fue a buscar unos papeles. Ella no le cree y le

dice que tenga cuidado, que no se mezcle, por lo cual Tardewski le explica que el profesor

decidió irse de viaje y que por eso habló con su sobrino para que fuera a verlo a él, a

Tardewski. Éste le dice que posiblemente el profesor regresa ese mismo día y Elvira le pide

que no mienta, que a ella no le mienta. Esta mujer no le cree al polaco, porque es

consciente de las circunstancias del país por tanto, sabe que Maggi no se ha ido de viaje y

que mucho menos va a regresar, porque ha desaparecido. Por eso, le dice a Tardewski que

“no se mezcle”, porque a él podría pasarle lo mismo.

Su segunda aparición se da hacía el final de la novela, cuando Tardewski le dice a Renzi

que vive sólo, pero que hay una mujer que se ocupa de la casa y que trabaja con él “desde

hace años […] El profesor la quería mucho”, dice Tardewski. Él, enseguida se rectifica y

dice que en realidad había querido “decir que el profesor la quiere mucho” y que a veces

“basta que alguien falte unas horas para que hablemos de él como si hubiera muerto” (161).

En Respiración artificial las mujeres personifican las “locas” cantoras que dan pistas para

reconstruir la verdad oculta de la historia, la realidad innombrable de la dictadura militar

Page 59: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

53

argentina como las torturas, las desapariciones, los centros de detención clandestinos, los

asesinatos, el exilio, etc. Según Hedgardo Berg, las mujeres personifican a “las traidoras,

locas-cantoras”, que sirven como “puente para la reconstrucción de la historia, dice[n] la

‘verdad’ del relato, se constituye[n] como un dispositivo narrativo que entreteje” la historia

(Berg 75).

1.4 EL ARCHIVO COMO MODELO NARRATIVO

En realidad, me escribía Maggi, trato de usar esos

materiales que son como el reverso de la historia y trato

de ser fiel a los hechos, pero a la vez quiero hacer ver el

carácter ejemplar de la vida de esa especie de Rimbaud

que se alejó de las avenidas de la historia para mejor

testimoniarla.

Ricardo Piglia. Respiración artificial

En regímenes dictatoriales como los que se dieron en el Cono Sur el terror, la represión

clandestina, la injusticia, la ilegalidad, el totalitarismo y la clandestinidad, fueron la norma

del accionar estatal. Es de esperar, entonces, que no se tengan registros de muchas acciones

clandestinas. Sin embargo, por tratarse de regímenes con altos mandos, que contaban con

una organización burocrático-militar, así como con instituciones policiales y de

inteligencia, es posible que su práctica haya implicado generar registros, hacer informes,

organizar documentos y archivos (Jelin, Introducción. Gestión política, gestión

administrativa y gestión histórica: ocultamientos y descubrimientos de los archivos de la

represión 3).

Tales son los casos de Paraguay y Brasil, en donde existen documentos de confesiones

firmados bajo tortura. Parece, en cambio, que en la Argentina no se llevaron a cabo

“documentos firmados, sino acciones represivas clandestinas inmediatas. Si las órdenes y

víctimas fueron o no registradas en documentos escritos permanece como una incógnita, ya

que no se han encontrado archivos militares” (Jelin, Introducción. Gestión política, gestión

administrativa y gestión histórica: ocultamientos y descubrimientos de los archivos de la

represión 5)

Page 60: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

54

Durante los años del “Proceso de Reorganización Nacional”, se instauró una rigurosa

censura sobre la cobertura de la represión, prohibiendo desde cualquier punto de vista,

informar acerca de episodios de enfrentamientos armados o hallazgos de cadáveres (Olmo

182). Sin embargo, gracias a la necesidad liberadora o la enorme posibilidad de que el

régimen desapareciera los rastros que esclarecieran la violencia política y las violaciones a

los derechos humanos, surgieron resistencias personales y colectivas que activaron

documentos y archivos alternativos, para transmitir y conservar mensajes de denuncia sobre

la desaparición forzada de personas y los crímenes de Estado en general, que pudieran

servir como registros de lo sucedido.

En medio de silencios, de voces acalladas y negadas, Piglia publicó una novela compuesta

por historias fragmentadas, digresiones, voces narrativas que ceden su voz a otros y

personajes fracasados que dan cabida al archivo como modelo narrativo compuesto por

documentos inéditos de más de cien años, que conforman “la gran máquina poliédrica de la

historia” (Piglia, Respiración artificial 54), frente al mandado de la dictadura que establece

una sola visión de la historia argentina.

El archivo y la investigación funcionan en todos los planos de Respiración artificial, para

establecer una relación especifica con la verdad, a partir de posibles testimonios de víctimas

de la dictadura militar, así como de los sectores dominados y vencidos por el Estado a lo

largo de la historia argentina. A partir de diversas muestras documentarias (cartas, un

diario, recortes de periódicos, citas y anotaciones) la novela narra la multiplicidad de

hechos del presente de la dictadura, a través de las huellas y rastros del pasado. “Su

metáfora fundacional es el archivo, el corpus inicial de la Historia, o, si se prefiere, la

reinscripción de la escritura, la efusión que la memoria promete a quien sepa leer” (Sazbón

121).

La búsqueda de acontecimientos que revelan el origen, el momento de ruptura de la historia

argentina, es el enigma que envuelve toda la novela y da cabida a la existencia de

personajes intelectuales, investigadores y fracasados, que buscan descifrar el secreto que

los documentos guardan y resguardan. “Escribí todo el libro”, afirma Piglia, “y me di

Page 61: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

55

cuenta que el archivo era exactamente lo que no debía estar en el libro. Empecé con él y

terminé desapareciéndolo. La novela ya era eso” (Campos 105).

El archivo funciona en la novela para articular una verdad que deber reconstruirse. “Es una

especie de novela policial al revés, están todos los datos pero no se termina de saber cuál es

el enigma que se puede descifrar” (Piglia, Crítica y Ficción 90). Incluso, con el archivo

empieza y termina la novela, para articular varias historias, discursos y personajes. El papá

de Renzi por ejemplo, guarda en un cajón secreto del ropero los textos de Engels y de T.E.

Van junto con cartas, papeles y documentos diversos, entre ellos la partida de nacimiento

de su hijo, así como los recortes de diarios que hablan de la desaparición de Maggi con su

amante la Coca. Por otro lado, los documentos de Maggi y los cuadernos donde Tardewski

registra sus ideas y citas, surgen de un cajón que funciona como un archivo. Enrique

Ossorio y el senador también resaltan la existencia de archivos privados, el senador le

entrega a Maggi el cofre con el archivo de la familia y Ossorio descubre que el modelo de

su novela utópica es el cofre donde guarda sus papeles:

Un historiador que trabaja con documentos del provenir (ése es el tema). El modelo es

el cofre donde guardo mis papeles. (Piglia, Respiración artificial 84).

Los personajes cobran sentido con la existencia del archivo, pero también son los

encargados de clasificar y velar por la conservación del mismo, guardando documentos que

abarcan desde deseos personales por conservar cosas de forma ocasional o de manera más

sistemática cuando miembros de una familia, juegan el rol de guardianes de la memoria

familiar (Catela 199). Los documentos de Enrique Ossorio, por ejemplo, son archivados por

su esposa Amparo y luego por su nieto, el senador Luciano Ossorio, quien a su vez se los

entrega a Maggi, el historiador amateur, para que investigue y trabaje en ellos como parte

del reverso de la historia oficial. El trabajo investigativo de Maggi se centra en rastros y

testimonios que expliquen el origen, la razón de la dictadura militar. Sin embargo, como si

previera lo que iba a pasar o lo temiera, Maggi decide entregarle el Archivo con los

documentos y el trabajo adelantado a Renzi, quien a su vez debe continuar con la

investigación, para finalmente publicarla.

Page 62: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

56

1.4.1 EL ARCHIVO DE LA MEMORIA

El archivo como el modelo narrativo registra precisamente el archivo de la memoria de los

vencidos, de los que alguna vez fueron derrotados por el poder político y la clase

dominante. A través del archivo de la memoria de las víctimas de los crímenes de Estado, la

novela denuncia el horror, el “modelo clásico del Estado convertido en instrumento de

terror” (Piglia, Respiración artificial 216), para reivindicar “el murmullo incesante de las

víctimas, las palabras que anuncian otro tipo de verdad” (214). El archivo que leen e

interpretan los personajes, se convierte en el archivo que conforma la novela como tal, en el

cual es posible descubrir una historia abierta y modificable, que a su vez da las

herramientas necesarias para entender el presente de inhumanidad y visualizar la verdad

oculta.

Desde una escritura opuesta a las técnicas del poder y al oficialismo, Piglia hace del archivo

su punto de partida:

En realidad empecé trabajando la novela con la idea de hacer un archivo. Me tentaba la

idea del archivo como forma. Necesitaba una fuente histórica que me sirviera de base

para el archivo y entonces empecé a armar un personaje, que es Ossorio. La idea de

trabajar con un personaje que fuera la inversa de Sarmiento. O sea el que perdió, no el

que llegó primero. Alguien que fue compañero de Sarmiento, que hace el exilio y

demás, pero que en lugar de volver después de caído Rosas, de ser presidente, se mata.

Este personaje es el que en Respiración artificial arrastraría la problemática de la

historia argentina. (Piglia, Crítica y Ficción 112).

Con un personaje histórico inventado como base, Piglia construye un personaje que analiza

no necesariamente la historia como tal, sino el ejercicio de un historiador tan dedicado

como Marcelo Maggi, quien investiga en el misterio de la vida de Enrique Ossorio el origen

del fracaso de la historia argentina, para desestabilizar el relato estatal, cuya visión de la

historia ha sido el instrumento legitimador del poder.

Finalmente hay un testigo, Emilio Renzi, el personaje que debe oír con atención y desde

lejos las distintas versiones de la historia, para garantizar que el archivo de la memoria se

conserve, pues no sólo han de servir para visualizar el pasado de la desventurada República

Argentina, sino para entender los hechos de inhumanidad cometidos durante la dictadura

del “Proceso de Reorganización Nacional”. Porque no sólo está el archivo de la familia

Ossorio trabajado por Maggi, sino también el testigo que ha oído y observado con atención,

Page 63: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

57

y que posiblemente va a narrar o dar a conocer la verdad de la historia, alguien que lucha

para que la corriente de la historia no borre esa verdad. Como una especie de contra-relato

político e histórico. (Piglia, Tres propuestas para el próximo milenio (y cinco dificultades)

27).

Por eso, Renzi debe encontrarse con el senador Luciano Ossorio, con Ángela y con

Tardewski, para conocer distintas versiones de la historia sobre las cuales él, desde su

mirada estética y su iniciación hacía la investigación política e histórica, pueda narrar la

verdad de los hechos, en contraposición al relato estatal que desarticuló el pasado y el

presente, por tanto desintegro a la sociedad, para inventar una memoria artificial y una

experiencia impersonal.

Sin embargo, también hay otros testigos como el senador Luciano Ossorio y Echevarne

Angélica Inés, quienes a diferencia de Renzi, han sobrevivido para no dejar que la historia

se borre. El senador le cuenta a Renzi cómo la muerte se desborda a su alrededor, mientras

Angélica Inés, le escribe una carta al Señor Intendente que hace referencia a las torturas.

Ambos han sobrevivido para contar el horror y la represión clandestina. El senador dice que

“la muerte fluye, prolifera, se desborda a [su] alrededor”, convirtiéndolo en el personaje

que debe “dar testimonio de la proliferación incesante de la muerte, de su desborde, [él es]

su testigo, su memoria, […] su mejor encarnación” (Piglia, Respiración artificial 49).

Echevarne Angélica Inés por su parte, es el personaje testigo de las torturas y asesinatos. En

su carta dirigida al Señor Intendente, le escribe que ha “sido designada como testigo de

todo ese dolor”, es decir, la testigo de las torturas y asesinatos, por lo cual debería ser

nombrada “la Cantora oficial” (82).

1.4.2 PRUEBAS DOCUMENTALES

Respiración artificial trabaja con el murmullo de la historia, a través de pruebas

documentales y materiales que son como “un tejido de ficciones, de historias privadas, de

relatos criminales, de estadísticas y partes de victoria, de testamentos, de informes

confidenciales, de cartas secretas, delaciones, documentos apócrifos” (Fornet,

Conversación con Ricargo Piglia 18). La novela no narra ni describe la pesadilla del

presente tal cual ha sido, sino que construye un relato donde sólo se presentan los posibles

Page 64: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

58

testimonios del presente de inhumanidad en su forma más trivial y cotidiana, tal como se le

presentan a un historiador los documentos del pasado (83), es decir a través de pruebas

documentales.

Sin embargo, el corpus de datos, de pruebas documentales que conforman la novela no

habla por sí solo, está compuesto por diversos fragmentos de cartas, diarios, documentos,

citas, etc., que deben ser interpretados y utilizados por las voces narrativas de los

personajes o por el narrador heterodiegético. Según Marta Morello-Frosch “la novela

designa también el necesario poder mediatizador de la memoria personal, de los testigos, de

los actantes y los lectores que pueden ‘dar fe’, sustentando lo enunciado en los textos o

cuestionando su veracidad” (Morello Frosch 150). Surge entonces la duda acerca de la

veracidad de los documentos, “informes y deposiciones, en momentos históricos

específicos. Pero la memoria puede también mentir, […], o ser incompleta. Textos orales y

escritos deben entonces ser leídos, descodificados e insertados en otra cadena significativa”

(150).

Con la carta que le envía Maggi a Renzi en abril de 1976, unos días después del golpe que

da inicio al “Proceso de Reorganización Nacional”, “empieza verdaderamente [la] historia”

(17) que narra Respiración artificial. “Casi un año después”, al año de haberse cumplido el

golpe, en marzo de 1977, Renzi va a encontrarse con su tío, “muerto de sueño en el vagón

destartalado de un tren que seguía viaje al Paraguay” (17). En ese momento empieza tanto

para Renzi como para “los lectores de la historia” (47), el viaje “hacia el pasado”. Sin

embargo, sólo hasta el final de ese viaje es posible comprender “hasta qué punto Maggi lo

había previsto todo” (17), incluso, los encuentros entre su sobrino con el senador Luciano

Ossorio, Ángela y Tardewski, quienes se encargan a su vez, de vislumbrar otras versiones

que conforman “la gran máquina poliédrica de la historia” (54), porque no hay una historia

única y verdadera circulando por la sociedad. Así, al final de la primera carta que inicia la

historia, Maggi le dice a Renzi que es necesario que conozca otras versiones:

PD. Por supuesto tenemos que hablar. Hay otras versiones que tendrás que conocer. Espero que

vengas a verme. Ya casi no me muevo, he engordado demasiado. La historia es el único lugar

donde consigo aliviarme de esta pesadilla de la que trato de despertar. (Piglia, Respiración

artificial 17).

Page 65: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

59

Respiración artificial podría ser entonces, la ilusión de Walter Benjamin, quien tenía la

ilusión de “producir una obra que consistiera sólo en citas”. Esta ilusión benjaminiana

puede ser trabajada en las palabras de Tardewski o de Renzi, pues mientras la ilusión del

primero “es escribir un libro enteramente hecho de citas” (Piglia, Respiración artificial 16),

la del segundo “es escribir alguna vez una novela hecha de cartas” (33). Ambas ilusiones se

convierten en la estrategia narrativa utilizada por Piglia para narrar los hechos reales, a

partir de distintas versiones de la historia que se resisten al oficialismo y al relato estatal.

La novela podría ser incluso, “una especie de herencia tardía del siglo XVIII [ya que] los

hombres que vivían en esa época todavía confiaban en la pura verdad de las palabras

escritas” (31). El archivo y la correspondencia se convierten prácticamente en la única

forma de comunicación en la novela, ya que anula la pesadilla del presente y hace del

futuro el único lugar posible de diálogo, “situación que obliga a sustituir con palabras

escritas la relación entre los amigos más queridos, que están lejos, ausentes, diseminados

cada uno en lugares y ciudades distintas” (85). La comunicación y la relación entre los

personajes se construyen desde la distancia, como si el cuerpo de la sociedad hubiera

también hubiera sido fragmentado. “Si la no continuidad de los cuerpos reduce

sensiblemente las posibilidades de asociación, se insiste en la continuidad de los mensajes,

en la supervivencia de una red significativa que no debe interrumpir, ni siquiera en la

ausencia de un miembro” (Morello Frosch 151).

Los personajes de la novela se escriben aunque conozcan la vulnerabilidad con respecto al

medio elegido para comunicarse, debido a las “interferencias, graves riesgos” (Piglia,

Respiración artificial 63) como dice el senador. Sin embargo, la regularidad de la

comunicación no es un a priori que los personajes asumen en algún momento. “El

contenido de las cartas asume un enunciado cultural aparentemente neutro. Se habla de la

familia, de los amigos, de cómo escribir, de la mirada histórica y del sobrevivir en una

ciudad provinciana” (Morello Frosch 151).

El archivo también es la única forma de mantener una relación con el país que se ha

perdido o que se ha obligado a abandonar, pues activa la memoria que como articulador

narrativo de la multiplicidad de hechos del pasado con la pesadilla del presente, dándole

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60

sentido a la experiencia del horror y la represión de la última y más cruel dictadura militar

argentina.

***

Si “Respiración artificial se escribió como la educación de Renzi, la educación de un tipo

que mira el mundo desde la literatura y que pasa por una iniciación” (Piglia, Crítica y

Ficción 110), es necesario dejar a un lado la mirada estética y centrarse en la iniciación

hacía la mirada histórica. Para esto, es necesario “avanzar hacia el pasado” (Piglia,

Respiración artificial 17), y enfrentarse con la historia de un país que no es el propio pero

también, con un país que como en el propio la alternación de una Ley ha sido la violencia

ejercida sobre la tradición de los oprimidos.

A pasar de la enorme distancia entre ambos países, nada se interpone, porque “la corriente

fluye, mansa […], fluye la corriente de la historia” (59). Esa corriente “ayuda a captar el

aspecto de la historia en sus restos, en sus desperdicios, porque es el verdadero aspecto del

pasado” el que ha condenado a ambos países a vivir y a sobrevivir “en los desiertos

calcinados del presente” (62).

El presente análisis no puede evitar entonces, la tentación de aludir frecuentemente a eso

que une la mirada estética con la historia, la memoria y la política. Si la mirada estética

permitió ver las estrategias narrativas, los límites del lenguaje que permiten nombrar lo

indecible, aún hace falta avanzar hacia el pasado de la Argentina y mirar los

acontecimientos históricos que llevaron a vivir la experiencia del horror y la represión de la

última dictadura militar, la cual tiene un origen. Sobre la mirada histórica y el origen del

“Proceso de Reorganización Nacional”, se hablará en el siguiente capítulo.

Page 67: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

2 LA MIRADA HISTÓRICA Y EL ORIGEN DEL

“PROCESO”

El proceso histórico es, en resumidas cuentas,

semejante a un proceso jurídico, con cien clausulas,

anexos, conciliaciones y reservas, y sólo sobre esto se

debe fijar la atención.

Robert Musil. El hombre sin atributos

Comprender la historia es prepararse para comprender

el mundo. Ningún pueblo podría sobrevivir sin

memoria. Y la historia es la memoria de los pueblos.

Luis Puenzo. La historia oficial (1985).

El anterior capítulo se propuso identificar la experiencia literaria con la cual es posible

percibir y transmitir la realidad desde la mirada estética. Sin embargo, es preciso desviar la

mirada hacía la historia, porque no hay otra manera de entender el “presente, el horror del

presente” en el que fue escrita y publicada Respiración artificial (1980), “que pensar desde

la historia” (Piglia, Respiración artificial 193), como dice la voz narrativa de Tardewski

refiriéndose a la última conversación que tuvo con Maggi.

Este capítulo se centra en analizar por separado cada uno de los procesos históricos que se

dieron en la Argentina desde el Rosismo, pasando por la consolidación del del Estado

Nacional (1880), momento en el cual los militares se autoproclamaron como representantes

de la reserva moral del país y la grandeza de la Nación, hasta el llamado “Proceso de

Reorganización Nacional” (1976-1983).

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62

Es necesario entonces, analizar el conjunto de procesos históricos, de ciclos de

desarticulación y alianzas sociales que se dieron en la Argentina antes de la última

dictadura militar y que, como afirma Marcelo Cavarozzi en Autoritarismo y democracia

(1955-1996). La transición del Estado al mercado en la Argentina, “generaron una

sucesión de equilibrios precarios alternativamente rotos y restablecidos. Sobre todo, porque

las imágenes de equilibrio y empate pueden llegar a sugerir la ausencia de cambios y […]

una situación de inmovilidad en la que reiterativamente se retorna al punto inicial”

(Cavarozzi 10).

2.1 LA HISTORIA ARGENTINA EN SUS RESTOS

El mundo sería horroroso si sus acontecimientos

desaparecieran sin hacer ruido, sin hacer constar el

relieve de su existencia.

Robert Musil. El hombre sin atributos

Para buscar el “lugar donde pueda decirse lo que pasó” (Piglia, Respiración artificial 24),

eso que terminó en el golpe del 24 de marzo de 1976, es necesario “captar el aspecto de la

historia en sus restos, en sus desperdicios, porque es el verdadero aspecto del pasado el que

[…] ha condenado [a la Argentina] a ese destierro” (61) o a vivir en “los desiertos

calcinados del presente” (62).

Respiración artificial, escrita y publicada el medio del “Proceso de Reorganización

Nacional”, expone “el orden que legisla la gran máquina poliédrica de la historia” (54), esa

línea de continuidad, la razón que explica el estallido del “barril de pólvora” el 24 de marzo

de 1976. La novela intenta “explicar eso que viene desde el fondo mismo de la historia de

la patria, a la vez único y múltiple” (66) que permita entender el golpe de 1976 y con él, “la

alteración de una Ley, la violencia ejercida sobre una tradición. […], esa violencia, esa

“torsión” [que ha formado] un círculo. Una muerte detrás de otra. Ahora bien, ¿dónde se

inicia esa cadena que encadena los años para venir a cerrarse [en la última dictadura

militar]? ¿Dónde se inicia? ¿No [sería] esa la sustancia [del] relato?” (59).

¿Cómo se inicia? ¿Dónde se inicia? Esa es la sustancia que envuelve el relato de

Respiración artificial. “Entonces hay un origen no determinado. Un origen donde todo

comienza [pero] ese origen es un secreto, o mejor, el secreto que todos han tratado de

Page 69: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

63

ocultar. O por lo menos el secreto que han desplazado lejos del lugar debido” (59). La

novela narra entre líneas la planicie árida y salina, la extensión, “la vastedad más inhóspita”

(59) que hay “entre el origen y el fin”; entre el origen de esa Ley que impone la violencia a

manos de los vencedores y la más cruel dictadura militar argentina.

Con la carta que da inicio a la novela en abril de 1976, se inicia, también, una investigación

que marca todo el relato. En ella, el interés de Renzi por conocer su historia familiar se va

transformando en su educación histórica y política, gracias a la enseñanza de su tío, quien

está pasando por diversos problemas. En 1977, un año después de la primera carta, Renzi

inicia su viaje investigativo “hacia el pasado”; viaje que se sitúa en cuatro momentos

históricos significativos: El primero es el Rosismo (1835-1852), a través de la vida de

Enrique Ossorio, secretario privado de Juan Manuel de Rosas en 1837, pero que a mediados

de 1838 se convierte en espía del unitario Juan Lavalle. El segundo es la consolidación del

Estado Nacional en 1880, con la entrada de Luciano Ossorio, nieto de Enrique Ossorio, que

hace parte del selecto grupo de la oligarquía que gobierna la nueva República y que más

adelante es elegido Senador (1912–1916). El tercero es el nazismo, que aparece debido a

las investigaciones que hace Tardewski, el cual afirma que Kafka y Hitler se conocieron en

un bar de Praga. Finalmente, está la pesadilla del presente, es decir, los años más represivos

de la dictadura del “Proceso de Reorganización Nacional”.

Respiración artificial hace referencia a más de un siglo y medio de historia argentina,

empezando con la dictadura de Juan Manuel de Rosas y terminando con los primeros años

de la dictadura del “Proceso”.

2.1.1 EL ROSISMO

La revolución emancipadora del 25 de mayo de 1810, termina en 1835, cuando la

legislatura de Buenos Aires le otorga todo el poder público al gobernador Juan Manuel de

Rosas, convirtiéndose en el principal dirigente de la Confederación Argentina (1835-1852),

así como en el primero en instalar un régimen del terror, el cual, más de un siglo después

será rememorado. Durante todo el mandato de Rosas, la Argentina no contó con una

Constitución propia, lo que le permitió convertirse en lo que hoy se conoce como un

presidente de facto o un dictador.

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64

Bajo la idea del restablecimiento del orden y la paz, acompañado con el lema “Federación o

muerte” y “¡Mueran los salvajes unitarios!”, Rosas mantiene la hegemonía, impulsando los

criterios federales y teniendo el control de la prensa, del comercio, del territorio y de los

asuntos exteriores de toda la Confederación. Además de perseguir a profesores e

intelectuales, arrasó sistemáticamente lo construido por el presidente Bernandino Rivadavia

(1826-1827); implantó un régimen de horror y de sumisión, extralimitando su poder y

dominación; excluyó de todos los cargos públicos a sus opositores y no fueran federales;

borró del escalafón militar a los oficiales sospechosos de oposición, incluyendo a los

exiliados.

La llamada generación del 37, fue quizás el primer grupo intelectual de la Argentina que

logró cierta influencia a partir de dos instituciones culturales, “El Salón Literario” y una

sociedad secreta fundada en 1838 por Esteban Echevarría, “La Joven Argentina”, sociedad

secreta fundada por Echeverría en 1838. Domingo Faustino Sarmiento, Juan Bautista

Alberdi, Esteban Echevarría, Juan Manuel Gutiérrez y Vicente Fidel López hicieron parte

de la generación ilustrada marcada filosófica y políticamente por el romanticismo y el

liberalismo, que vivió en carne propia las consecuencias de la dictadura de Rosas (Ramírez

339). La investigación, el análisis y la reflexión se convertirían, parte fundamental del

proceso constitucional y nacional posterior a la caída de Rosas, con bases claras para la

organización de la República Argentina, acompañada de una naturaleza y vida social

instituida en el fundamento de la literatura nacional, que llevaría a la creación de una

conciencia nacional basada en la civilización europea y occidental.

El grupo conocido como la generación del 37 intentó ser una alternativa a federales y

unitarios, respaldando una organización nacional mixta. Se pronunciaron en contra de la

política de Rosas y fueron perseguidos por la Sociedad Popular Restauradora, conocida

como la “Mazorca”, un grupo armado al servicio de Rosas que se dedicó a asesinar en

espacios públicos a todos los opositores del gobierno, preferiblemente en las plazas para

propagar el terror y la intimidación a toda la sociedad. La persecución a la generación, los

lleva vivir el exilio en Montevideo.

En Respiración artificial hay una importante analogía entre la época de la dictadura del

“Proceso” y la de Rosas. Para Maggi, el historiador amateur, en la vida de Enrique Ossorio

Page 71: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

65

y toda la verdad de su época, se encuentra el origen de la desventurada República

Argentina. Ossorio, el hijo de un coronel de las guerras de Independencia y uno de los

fundadores del Salón Literario, una institución creada por la generación del 37, es al mismo

tiempo secretario privado de Rosas y miembro de un complot clandestino en contra del

mismo, encabezado por el jefe militar del Partido Unitario, Juan Lavalle.

Al revelarse el complot, Ossorio huye a Montevideo donde es considerado por los exiliados

de la generación del 37, un espía doble, lo cual lo lleva a iniciar un largo viaje por América,

instalándose finalmente en la ciudad de Nueva York, en donde se pegará un tiro en la

cabeza dos semanas antes de la derroca de Rosas en manos del federalista y opositor Justo

José de Urquiza (1801-1870) en la batalla de Caseros, el 3 de febrero de 1852. Rosas

finalmente, se exilia en Inglaterra, mientras Urquiza asume el gobierno provincial.

Maggi intenta entonces mostrar a través de su investigación, “el movimiento histórico que

se encierra en esa vida tan excéntrica”. Ossorio es para Maggi, la representación de “una

tendencia latente en la historia de la constitución de un grupo intelectual autónomo en la

Argentina durante la época de Rosas” y del “Proceso de Reorganización Nacional” (Piglia,

Respiración artificial 29).

Es necesario volver al pasado, buscar el origen de la desventurada República Argentina “el

horror del presente” (193). Así, la novela remite a través de las voces de Renzi y Tardewski

en las palabras de Maggi a la necesidad de “pensar desde la historia” (193), empezando por

buscar en la vida de Enrique Ossorio y “toda la verdad de su época” (25), es decir, el

Rosismo, lo que llevó a vivir la pesadilla de la dictadura. Tanto en la dictadura de Rosas

como en la última dictadura militar, la idea de orden y paz legitimaron el terror, la

represión, la censura, la muerte y el exilio. Por eso, en una de las cartas interceptadas por

Arocena, un intelectual exiliado en Caracas le escribe al único de sus amigos que sigue en

la Argentina y le dice que ellos son como la generación del 37:

PS. A veces (no es joda) pienso que somos la generación del 37. Perdidos en la

diáspora. ¿Quién de nosotros escribirá el Facundo?. (Piglia, Respiración artificial 78).

La pregunta sobre quién escribirá el Facundo de Sarmiento, además de interrogar acerca de

las claves del país, es una pregunta a quién escribirá desde el exilio acerca del horror y la

Page 72: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

66

represión de la dictadura, quién consolidará un sistema de interpretaciones políticas,

históricas y literarias que sirvan como instrumento para descifrar e interpretar los enigmas

de la dictadura.

En la Argentina, la construcción de la patria pasa por la apropiación y la nacionalización de

la lengua. La literatura se convierte en el espacio del establecimiento del origen, de la

descendencia y la tradición, de la consumación del proyecto. “Facundo consolidó un

sistema de interpretaciones en el que las generaciones posteriores leyeron la política y la

literatura. También el medio de conocimiento histórico como instrumento para descifrar los

enigmas de la guerra civil y el rosismo” (Girona Fibla 116).

2.1.2 DE LA UNIFICACIÓN A LA CAÍDA DE LA UNIÓN CÍVICA RADICAL

Hacia 1879, con la muerte en duelo del hijo de Enrique Ossorio y padre de Luciano

Ossorio, se da el primer caso de crimen de honor juzgado en una sesión pública. Ese hecho

de honor es un momento definitivo, cuenta el senador, ya que “la justicia se separó y se

independizó de una mitología literaria y moral del honor que había servido de norma y de

verdad. Por primera vez la norma de la pasión y del honor dejan de coincidir […] y se

instala una ética de las pasiones verdaderas” (Piglia, Respiración artificial 52).

Los “gentlemen”, los “Señores” descubren, según Luciano Ossorio, que deben enfrentarse a

otros, es decir, que era “con otros frente a quienes debían probar quién era el Esclavo” (53),

demostrando “su hombría” y “su caballerosidad”, uniéndose entre ellos para matar a

quienes no se resignaban a reconocerles su condición de Señores y de Amos. Como por

ejemplo […] a los inmigrantes, a los gauchos y a los indios” (53). La muerte en duelo de su

padre, “el abnegado militante mitrista1 que en algunos momentos de distracción acumuló

un inmenso botín territorial” (Halperín Donghi 168), es según Luciano, “un acontecimiento

[…] que acompaña y permite explicar las condiciones y los cambios que llevaron al poder

al general Julio Argentino Roca” (Piglia, Respiración artificial 53) en 1880, y con él, a la

oligarquía y a los militares, quienes conjuntamente convirtieron a la Argentina en una

especie de genocidio y asesinato continuo.

1 General Bartolomé Mitre (1821-1906). Fue gobernador de la provincia de Buenos Aires y Presidente de la

República entre 1862 y 1868.

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67

Con las “Campañas al Desierto” el general Julio Argentino Roca2 estableció la necesidad

“de exterminar3 a los indios salvajes y bárbaros de Pampa y Patagonia”, llevando a cabo un

plan organizado de exterminio de varios grupos étnicos. Nace entonces, en 1880 el Estado

Nacional de la Argentina: “historia excepcional latinoamericana, Estado-nación nacido a la

luz del balcón a Europa, comunidad cuya retórica mestiza es singular porque en el discurso

histórico hegemónico” todos hacen parte de la inmigración como parte de la idea de nación

blanca (Rufer 259). Comienza la ejecución del proyecto de la llamada “generación del 80”,

conformado por la oligarquía4 y encabezada por Roca y José Pellegrini, quienes bajo la idea

de orden y progreso, inmigración europea y alfabetización, exterminio indígena y

construcción de una nación blanca, inician a la bandera de la opresión, es decir, el origen de

la barbarie y la represión del Estado argentino.

Con el primer mandato de Julio Argentino Roca (1880-1886), inicia entonces el proyecto

de la República oligárquica, cuyos objetivos principales fueron: una Nación construida a la

imagen de Europa; una política de Estado encaminada al exterminio de los pueblos

indígenas; un sistema político liderado por la oligarquía y sostenido por el fraude electoral

organizado; separación Iglesia-Estado con la sanción de las leyes de Matrimonio Civil,

Registro Civil y Educación Común, que genera el fin de las relaciones diplomáticas con el

Vaticano; una población homogénea mediante la enseñanza primaria gratuita, obligatoria,

mixta y laica para todos los habitantes del país (iniciativa de Domingo Faustino Sarmiento,

autor de Facundo (1845), entonces director del Consejo Nacional de Educación), junto con

el servicio militar como fuente de formación cívica y moral, impulsado con valores y

símbolos del ejército; una política económica basada en la agroexportación y la apertura del

capital extranjero especialmente de Gran Bretaña; finalmente, la inmigración europea como

2 Presidente de la Argentina dos veces, la primera entre 1880 y 1886, y la segunda entre 1898 y 1904. A su

vez, fue el militar con mayor rango y prestigio del país. Influyó en la política y economía argentina durante

más de 30 años, a través del Partido Autonomista Nacional, liderado por él mismo y varias alianzas. 3 Es importante mencionar que el término “exterminar”, no surgió como parte del discurso del poder político

de las “Campañas al Desierto” de Roca, sino muchos años antes. En 1820 por ejemplo, el gobernador de

Buenos Aires Martín Rodríguez, ya hablaba de “exterminar a los indios, tanto nómadas como sedentarios”.

Años después, en 1844, Sarmiento citaba en el diario El Progreso la pregunta: “¿Lograremos exterminar a los

indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar” (Rufer 298). 4 Argentinos con ímpetus y modales europeos que no vienen de familias ilustres sino de campesinos. Su poder

viene de la alianza con los ingleses. Mientras la Argentina le vende cueros, lana y carnes congeladas a Gran

Bretaña, ésta vende productos industriales y controla las grandes compañías, los bancos y los ferrocarriles.

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repoblamiento tras el genocidio cometido a los indígenas, y que a la vez permitiera el

proceso de construcción que asegurara la mano de obra del modelo agroexportador, basaba

en la exportación de productos primarios muy económicos, y la importación de

manufacturas de alto costo.

Respiración artificial expone que durante la unificación y la consolidación del Estado

Nacional de la Argentina, inicia el negocio de la tierra pública y con él, el genocidio de “los

barbaros”, de los indígenas, en favor de la “hombría” y la “caballerosidad” de “los

civilizados”, de la oligarquía argentina, que va a acompañar a lo largo de la historia el

fortalecimiento del papel del ejército, a través del suministro de diferentes valores y

símbolos. “Los recuerdos de los grandes hechos de armas y de los héroes militares

conformaron la visión de una Argentina creada por sus generales” (Comisión de Educación

de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos 8). El papel del ejército finalmente

convergirá en el golpe de 1976 y el inicio de la dictadura más cruel e inhumana de todas las

de la historia argentina, en la cual “los barbaros” de la subversión se convertirán en el

principal enemigo de la nación y del orden, mientras el ejército en “los civilizados”.

Don Luciano, cuenta Maggi a través de la voz narrativa de Renzi, “había estado entre los

fundadores de la Unión Conservadora en la época de la ruptura entre Roca y Pellegrini y

después había sido senador y tenía mucho prestigio” (Piglia, Respiración artificial 21).

Entre 1912 y 1916 Luciano es elegido senador de la República gracias a la Ley Sáenz Peña

(1912) que establece el voto secreto, universal y obligatorio. Debido a que “en ese tiempo

el cargo era casi vitalicio”, él se hace llamar “senador”, aunque en medio del presente de

inhumanidad de la última dictadura militar, se desarticuló el régimen democrático en su

totalidad, prohibiendo los partidos políticos, el parlamento, los discursos, las

organizaciones sociales, etc. Por eso, él mismo le dice a Renzi:

sería preferible y no sólo preferible sino incluso más ajustado a la verdad de los hechos

y al sentido general de la historia argentina que llame usted ex senador”, dijo el ex

senador. “Porque hablando con propiedad ¿qué es un senador sino alguien que legisla y

hace discursos? Pero ¿Cuándo no legisla? Cuando no legisla se convierte

automáticamente en un ex senador. (43).

El senador Luciano Ossorio, dice Maggi, “es el único que vale la pena entre toda esa banda

de tilingos” de la oligarquía (19). Su parálisis le generó “una rara lucidez y le fue haciendo

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69

cambiar el modo de pensar”, tanto que “empezó a identificar la patria con su vida” (20). Su

cambio inició en 1931, cuando en medio de un festejo del 25 de mayo5 le pegan un tiro que

lo deja paralitico para el resto de su vida. Sin embargo, 19 años antes, en 1902, Don

Luciano como parte del selecto grupo de la oligarquía, compra con la fortuna heredada por

su abuelo Enrique Ossorio, “medio partido de Bolívar a veinte pesos la hectárea en un

remate judicial amañado por la gavilla de Ataliva Roca”6 (20), hermano del entonces

presidente Julio Argentino Roca. Uno de los proyectos para el progreso de la nueva Nación

argentina, era repartirle a los nuevos dueños del país las hectáreas conquistadas por los

militares después del genocidio de indígenas y la apropiación de tierras públicas. Maggi le

dice a Renzi en una de sus cartas que el senador decía que él estaba paralitico al igual que

la Argentina:

Estoy paralitico, igual que este país, decía. Yo soy la Argentina, carajo, decía el viejo

cuando deliraba con la morfina que le daban para aliviarle el dolor. Empezó a

identificar la patria con su vida. Tentación que está latente en alguien que tenga más de

3.000 hectáreas en la pampa húmeda […] De vez en cuando hablaba de eso y el

remordimiento no lo dejaba dormir. Los milicos metieron a todos los gringos en un

tren carguero, contaba, y los mandaron al infierno, por el lado de las salinas de Carhué.

¿Qué se habrá hecho toda esa pobre gente?, decía el viejo, que en el fondo había

empezado a pensar que el tiro en la columna se lo tenía merecido. Si sabré yo lo

bárbaro que hay que ser en este país para llegar a algo, decía el viejo. (Piglia,

Respiración artificial 20).

En la Argentina, así como en varias de las culturas dominantes de América Latina, durante

la configuración del Estado Nacional predominó el estilo imitativo, la debilidad creativa, la

disgregación, así como la inestabilidad y polarización de los valores. Aunque la coyuntura

internacional favorecía a la economía de ese país, con el paso del tiempo la cultura

dominante tuvo que hacer cambios estructurales, debido a la presión ejercida por gran parte

de la sociedad que no se veía representada en esa cultura establecida por el reciente Estado-

nación. Algunos de ellos, fueron los inmigrantes, en su mayoría anarquistas y socialistas7,

5 El 25 de mayo de 1810 se lleva a cabo la independencia de la Argentina frente a los españoles.

6 Gracias a la labores del hermano del presidente Julio Argentino Roca, Domingo Faustino Sarmiento, inventa

el verbo “atalivar”. “Decía Sarmiento como quien recita un proverbio: El presidente Roca hace negocios y su

hermano ‘ataliva’. Quería decir cobra la coima”.

7 Con el fin de controlar la expansión del socialismo y el anarquismo, en el segundo mandato de Julio

Argentino Roca se sancionó la Ley de Residencia (1902), que aprobaba la expulsión de extranjeros activistas

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así como la clase trabajadora, quienes en 1891 se unieron para crear el partido de la Unión

Cívica Radical (UCR), el cual fortaleció su accionar político, alcanzando dos importantes

conquistas: la Reforma Universitaria (1918) y la Ley Sáenz Peña (1912) que estableció el

voto secreto, universal y obligatorio (Comisión de Educación de la Asamblea Permanente

por los Derechos Humanos 8).

En 1916 se llevaron a cabo las primeras elecciones presidenciales, dando como ganador a

uno de los fundadores del partido radical: Hipólito Yrigoyen, uno de los políticos más

queridos y populares de la clase trabajadora argentina. Aunque la UCR se convirtió en el

partido político hegemónico, gobernando ininterrumpidamente entre 1916 y 1930, la

oligarquía siguió controlando la economía y manejando gran parte de los sectores políticos

del país.

El primer gobierno de Yrigoyen (1916-1922), se caracterizó por defender la Independencia

argentina frente a las potencias, anticipar las leyes de jubilación, así como implementar las

ocho horas de trabajo, abrir universidades para las clases populares y uniformar con el color

blanco a todos los niños y niñas de los colegios públicos. A nivel internacional, se estaba

llevando a cabo la Primera Guerra Mundial (1914-1918), permitiéndole a la Argentina

aumentar sus exportaciones agrícolas.

Con la finalización de la guerra y con la recuperación de los países europeos, el exceso de

oferta y excedentes agrícolas a nivel mundial, llevaron a la caída de las exportaciones y a

los conflictos sociales internos que “provocaron un quiebre en las relaciones entre el

ejército y el presidente Yrigoyen. El ejecutivo Nacional esperaba que los uniformados se

subordinaran a sus políticas y recorría a ellos cada vez que necesitaba controlar los

descontentos sociales o intervenir alguna provincia. Por su parte, en las filas militares había

inquietud puesto que las Fuerzas Armadas rechazaban el rol político que les asignaba el

Estado” (Comisión de Educación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos

9).

contrarios al régimen y la Ley de Defensa Social (1910), que instauró la detención preventiva de sospechosos

anarquistas.

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71

Hacía 1922 fue elegido presidente de la República el supuesto radical Marcelo de Alvear,

quien a diferencia de Yrigoyen, mantuvo buenas relaciones con la oligarquía y con las

Fuerzas Armadas, formado “una política nacionalista e industrialista en nombre de la

defensa nacional […] [respondiendo] a la idea de que los militares argentinos se hacían de

ellos mismos como cuerpo técnico moderno” (9). Tuvieron que pasar 61 años de historia

para que un presidente elegido democráticamente le pasara el gobierno a otro ciudadano

elegido de forma análoga. En 1928 Alvear le entrega el gobierno a Hipólito Yrigoyen, lo

cual se vuelve a repetir solo hasta 1989, cuando Raúl Alfonsín es sucedido presidente por

Carlos Menem.

El segundo gobierno de Yrigoyen se convierte en una fuerte amenaza para una oligarquía,

la cual no se asentaba más en el modelo agroexportador del proyecto inicial, sino en

actividades que pretendían controlar toda la economía del país. La necesidad de una

oligarquía comerciante que pretendía recuperar el poder político para aumentar sus

actividades económicas, sin depender de una política y modelo económico que dificultara

la orientación de sus recursos, sumado a la crisis económica mundial del 29, generó una

inestabilidad política en la Argentina, muy conveniente para la oligarquía, pues “impedía la

legitimación de otro grupo social y les permitía echar mano a la maquinaria estatal en

función de sus necesidades” (Comisión de Educación de la Asamblea Permanente por los

Derechos Humanos 9).

Las Fuerzas Armadas por su parte, que ya habían alcanzado cierto tipo de poder, así como

espacios políticos importantes, también consideraban a Yrigoyen como una gran amenaza,

pues con él al mando, no sólo era difícil adquirir armas y todo lo relacionado con la

industria militar, sino que entorpecía sus intereses de convertirse en una fuerza política

clara, para limitarse a las funciones específicas establecidas por el gobierno nacional.

2.1.3 DE LA RESTAURACIÓN DE LA OLIGARQUÍA AL GOLPE DE 1943

El 6 de septiembre de 1930, el gobierno de Hipólito Yrigoyen fue derrocado por el primer

golpe militar de la época constitucional, el cual creó una nueva etapa en la historia

argentina, conocida como “la era militar”. Como señala María Cristina Pons en Más allá de

las fronteras del lenguaje, “el gobierno que comienza con el gobierno de facto de Uriburu

marca el inicio de un patrón que perdurará por los siguientes cincuenta años: la

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72

intervención militar en la política argentina, cuadro que se completa con una economía de

avances y retrocesos que contribuyó a la inestabilidad del país” (Pons 9). El golpe no fue

liderado únicamente por los militares al mando del general nacionalista José F. Uriburo,

sino por los sectores dominantes y conservadores de la sociedad civil, opositores de

Yrigoyen: la oligarquía.

A partir de ese momento las Fuerzas Armadas empiezan a constituirse como una fuerza

política actuante dentro del régimen democrático, perfilándose como el verdadero

representante del sentir nacional. Comienza entonces, la historia casi interminable en donde

la represión, las protestas y la violación de los Derechos Humanos y del Estado Social de

Derecho son la Ley: la violencia ejercida sobre la tradición de los oprimidos.

Un año después del golpe, el 28 de septiembre de 1931, la UCR proclama la fórmula

presidencial de Alvear, la cual es prohibida por el gobierno golpista, llevando a que el 27 de

octubre del mismo año, los radicales declaren la abstención electoral. El 8 de noviembre de

1931 por fraude electoral, gana la presidencia uno de los organizadores del golpe que

derroca a Yrigoyen, el general Agustín Justo (1932-1938). Se inicia el periodo conocido

como la década infame, debido a los constantes fraudes electorales encabezados por el

gobierno, que diez años después llevará al golpe militar liderado Juan Domingo Perón.

En Respiración artificial, gracias a la voz narrativa de Renzi, es posible visualizar algunas

referencias al pasado político de Maggi. Hacia “el año 33”, durante el mandato de Agustín

Justo, opositor de Yrigoyen y de los radicales, Maggi conoce a la Coca, pues debido a que

es radical, tiene que esconderse por un tiempo “en un boîte de Rosario que regentaba un

correligionario que había sido comisario de policía. La Coca trabajaba ahí” (23). Tiempo

después, “por encargo del partido durante la segunda abstención”, conoce al senador

Luciano Ossorio, para ver si “ponía la firma en un documento contra el fraude, porque el

viejo había estado entre los fundadores de la Unión Conservadora en la época de la ruptura

entre Roca y Pellegrini y después había sido senador y tenía mucho prestigio. El viejo firmó

lo más pancho, y eso que era primo hermano del general Uriburu” (21). Sin embargo, el

senador dice que con esos papeles no se llegaría a nada, que lo mejor es que los militares

sean corridos “a tiros” por el pueblo, armando “a la peonada”:

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73

Pero con estos papelitos no vamos a llegar a ningún lado, decía. Ma qué voto secreto ni

qué niño muerto. Hay que armar a la peonada, decía el viejo, ¿no se dan cuenta? A

estos calzonudos hay que correrlos a tiros. La peonada, decía el viejo, ¿con quién está?

(21).

Se sabe, gracias a la primera carta que Maggi le envía a Renzi, que el primero es un preso

político. Cerca de las elecciones de 1943, querían acabar con todos los radicales, dice

Maggi. Sin embargo, esas elecciones terminaron en el segundo golpe:

Fueron un millón seiscientos y monedas, pesos del año 42, resultado de herencias

varias y de la venta de unos campos de Bolívar (campos que yo le hice vender con

santa intención, como ella reprocha bien, aunque no fui yo quien le hizo morir a los

parientes de los que hereda. […] Le devolví la plata y los intereses. […] Si estuve

preso y si salí en los diarios fue porque soy radical, hombre de don Amadeo Sabattini8

y en ese tiempo nos querían reventar porque se venían las elecciones del 43 que

después pararon en el golpe de Rawson. (¿Tampoco te contaron esa historia?)

Estábamos desorientados los radicales, sin los ímpetus de las épocas heroicas, cuando

defendíamos a tiros el honor nacional y nos hacíamos matar por la Causa. (15).

Las hectáreas de Bolívar que le compró el senador a Ataliva Roca en 1902, son las mismas

hectáreas que Maggi le hace vender a Esperancita en 1942, “con santa intención”. El fraude

electoral sigue presentándose, generando el golpe del 4 de junio de 1943, que derroca al

entonces presidente Ramón S. Castillo. Este fue encabezado por los generales José Pedro

Ramírez, Arturo Rawson y varios oficiales de tendencia nacionalista que proclamaban la

democracia y seguían al entonces coronel Juan Domingo Perón, uno de los líderes del

recién creado Grupo de Oficiales Unidos (GOU), quien fue designado Secretario de

Trabajo y Previsión Social. Gracias a esto, Perón logró acercarse a trabajadores y

sindicalistas, quienes en 1946 lo llevarán a la presidencia.

El pasado político de Maggi y su encarcelamiento es ampliado un poco más por el senador,

quien tiene bastante claro que el golpe que derroca a Yrigoyen en 1930, es el inicio de la

intervención política por parte de la Fuerzas Armadas, intervención que durará más de 50

años:

“Yo le dije”, dijo, “hay que pasar la tormenta. Así como viene va para largo, le dije.

Los conozco bien, le dije, a éstos los conozco bien: vinieron para quedarse. No creas

8 Médico y político, miembro de la Unión Cívica Radical (UCR). Es elegido gobernador de la provincia de

Córdoba en 1936, en medio del primer régimen militar originado por el golpe del 30.

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74

una palabra de lo que dicen. Son cínicos: mienten. Son hijos y nietos y biznietos de

asesinos. Están orgullosos de pertenecer a esa estirpe de criminales y el que les crea

una palabra, está perdido. Pero él ¿qué hizo? Quiso ver las cosas de cerca y enseguida

lo agarraron. ¿Qué mejor lugar que mi casa para esconderse?”, dijo el senador, “Pero

no. Salió a la calle y fue a la cárcel. Ahí se arruinó. Salió desencantado. ¿A usted no le

parece que salió desencantado? Yo había llegado a la convicción, en esas noches,

mientras el país se venía abajo, de que era preciso aprender a resistir”. Dijo que él no

tenía nada de optimista, se trataba más bien, dijo, de una convicción: era preciso

aprender a resistir. (45).

Hacia el año de 1945 se vivieron en la Argentina momentos de tranquilidad, seguridad,

regocijo y exaltación nacional, pues las grandes mayorías confiaban en Juan Domingo

Perón. Desafortunadamente para ese entonces Maggi era un preso político radical, por lo

cual pasa “lo mejor de la soirée en la cárcel” (24). A su salida en 1946, con el surgimiento

del el peronismo, “el país estaba tan cambiado que parecía un extravagante, una especie de

dandy de la generación del 80 recién desembarcado de la máquina del tiempo” (24).

2.1.4 EL PERONISMO: 1946-1955

Para las elecciones del 24 de febrero de 1946, Juan Domingo Perón es elegido presidente de

la Argentina. Ese día da inicio a un periodo presidencial apoyado por las dos cámaras del

Congreso, lo que generó la desestabilización de los partidos políticos tradicionales y del

dominio de la oligarquía. Por primera vez en la historia de la Argentina es exaltado un

sector antes excluido: el pueblo y la clase obrera.

En Respiración artificial, gracias a la voz narrativa de Renzi, se sabe que Maggi cuando

sale de la cárcel en 1946, el país está tan cambiado que él mismo dice que “parecía un

extravagante, una especie de dandy de la generación del 80 recién desembarcado de la

máquina del tiempo” (24). Según Maggi muchos jóvenes se reunían en la plaza de Mayo

para escuchar al presidente Perón, quien recomendaba “cavar hondo en el surco de la

esperanza argentina” (24).

El primer gobierno de Perón (1946-1952) se caracterizó por un fuerte impulso a la

participación del Estado en la dirección y regulación de la economía, centrada en la

redistribución de los ingresos a favor de los sectores medios y bajos, llevando al

sostenimiento del mercado interno e incluso, a la cancelación de la deuda externa, la cual

dejó de existir luego de muchos años. La política social peronista llevó a cabo la

Page 81: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

75

reglamentación de “los convenios colectivos de trabajo, el estatuto del peón, el salario

mínimo vital y móvil, y las vacaciones pagas, entre otros” (Comisión de Educación de la

Asamblea Permanente por los Derechos Humanos 10).

En general, hubo grandes cambios políticos, sociales y económicos en el país; por primera

vez, la clase obrera participaba en el ámbito político; la política económica se instauraba en

la redistribución de los ingresos; se creaban empresas de servicios públicos nacionales y; se

nacionalizaban las empresas extranjeras, especialmente las controladas por los británicos:

los ferrocarriles, la telefonía, las empresas de gas y electricidad. “Pero la reforma más

importante fue la nacionalización del Banco Central desde donde se manejaba la política

monetaria, crediticia y el comercio exterior” (Romero 32), junto con la aprobación en 1947,

de la ley que le concede a las mujeres, el derecho a elegir y a ser elegidas, gracias a la

iniciativa de Eva Perón.

Con la Reforma Constitucional de 1949 Perón es reelegido presidente en 1951, en contra de

lo pensado por los radicales y los partidos de oposición. Sin embargo, su segundo mandato

cambia drásticamente con respecto al primero, pues debido al inicio de la caída de la

economía, el gobierno no sólo se acerca a los Estados Unidos y rompe sus relaciones con la

iglesia católica, sino que da inicio a la demagogia, el propagandismo, el abuso de poder, el

uso de la fuerza y la exclusión a cualquier grupo opositor. Se obstaculizaron las actividades

opositoras dentro y fuera del Parlamento: los partidos políticos fueron relegados, la escena

política perdió importancia y fue considerado como ilegitima cualquier acción por parte de

los partidos, de las organizaciones y de los sindicatos no peronistas.

Los opositores empezaron a comparar al entonces sistema político como a un régimen

totalitario que debía erradicarse por completo, para así poder instaurar un régimen

democrático estable, fundamentado en el parlamento y en los partidos políticos. El

presidencialismo vuelve entonces a decaer, sucumbido por el golpe de Estado del 6 de junio

de 1955, el cual es “promovido por un amplio frente político que incluyó a todos los

partidos no peronistas, los representantes corporativos e ideológicos de las clases medias y

las burguesías urbana y rural, las fuerzas armadas y la Iglesia” (Cavarozzi 19).

Page 82: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

76

Maggi sale de la cárcel en 1946, al iniciarse el gobierno de Perón. Pero Maggi no alcanza a

comprender la nueva coyuntura política del país. “Salí en el 46”, dice Maggi,

y el país estaba tan cambiado que yo parecía un extravagante, una especie de dandy de

la generación del 80 recién desembarcado de la máquina del tiempo. Los muchachos se

reunían en la plaza y nosotros lo escuchábamos al Chino que nos recomendaba cavar

hondo en el surco de la esperanza argentina (siempre le gustaron las imágenes agrarias

a ese hombre) (Piglia, Respiración artificial 24).

Maggi, el preso político radical, no alcanza a comprender que por primera vez en la historia

el Estado argentino se estaba centrando en los sectores medios y bajos urbanos, así como en

políticas sociales encaminadas a darle a la clase obrera importantes beneficios. Sin

embargo, cuando Maggi empieza a entender cómo funcionaba el sistema político peronista,

“ya había pasado todo” (24), es decir, ya se había dado el golpe que derroca a Perón e inicia

el “otro circo”, el régimen de la Revolución Libertadora antiperonista, “con el capitán

Gandhi, la Junta Consultiva, el Tirano Prófugo y toda la parafernalia” (Piglia, Respiración

artificial 24).

2.1.5 LA REVOLUCIÓN LIBERTADORA: 1955-1966

El golpe que derroca al “Tirano Prófugo”9 el 16 de septiembre de 1955 da inicio a la

autodenominada Revolución Libertadora y junto a ella, a la creciente militarización de la

política en la Argentina. Durante este periodo, César Fernández Albariño, torturador que se

hacía llamar “el capitán Gandhi”10

estuvo a la cabeza del aparato represivo del frente

antiperonista y fue miembro además de “la Junta Consultiva”11

, uno de los organismos más

importantes del nuevo régimen.

Los líderes que derrocaron a Perón, en oposición al su gobierno “totalitario” y a su modelo

político basado en una relación directa entre líder y masas, alzaron la insurrección con el

objetivo principal de llegar a la democracia y a la libertad, restableciendo los modelos

9 Durante varios años el periodismo escrito y radial se referirá al general derrocado Juan Domingo Perón

como “el dictador depuesto” y “el tirano prófugo”.

10 Se dice que tenía en su escritorio el cráneo de Juan Duarte, hermano de Evita Perón.

11 La Junta Consultiva Nacional fue un organismo de la Revolución Libertadora, creado el 28 de octubre de

1955 y puesto en funcionamiento el 11 de noviembre del mismo año, hasta el 1 de mayo del 1958. Estaba

integrada por el Vicepresidente de facto y por 18 políticos designados por algunos partidos políticos

seleccionados por el poder militar. El Partido Peronista y el Partido Comunista, así como otros partidos

menores y de carácter provincial, quedaron excluidos de la Junta.

Page 83: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

77

parlamentarios y los partidos políticos no peronistas. El general Eduardo Lonardi, cercano a

los sectores nacionalistas y católicos, asume la presidencia provisional el 23 de septiembre

de 1955 y en pleno discurso en la Plaza de Mayo, intenta acercarse a los sindicalistas y

peronistas, diciendo que no hay “ni vencedores ni vencidos” (Cavarozzi 143). Ante la

presión de los sectores liberales y antiperonistas de las fuerzas armadas, quienes exigen la

represión del peronismo y del sindicalismo, se da la caída de Lonardi y la subida de Pedro

E. Aramburu, en noviembre de 1955. En una entrevista que le realizaron a Perón ocho años

después del golpe, diferencia su revolución y con la denominada Revolución Libertadora

que lo derroca:

[…] el peronismo realizó, entre 1945 y 1955, una revolución que transformó al país;

pero llegó al gobierno por el voto de los argentinos y no por el empleo de violentos

medios de lucha, como sucedió en 1955, cuando el peronismo fue despojado de su

legítimo poder (Cavarozzi 207).

A finales de 1957, al acercarse las elecciones y ante la prohibición de la candidatura de los

peronistas, el candidato de la dividida Unión Cívica Radical Intransigente12

, Arturo

Frondizi, inicia conversaciones con Perón para conseguir apoyo del electorado peronista. El

23 de febrero de 1958, Frondizi es elegido presidente.

Durante los diez años de la Revolución Libertadora, el objetivo principal de la misma, fue

un fracaso constante. Aunque en 1955 Perón es derrocado, el peronismo no lo es,

convirtiéndose en un movimiento opositor más importante de la Revolución. Incluso, luego

de que empezaran a fusilarse varios civiles y militares peronistas, el fortalecimiento interno

del peronismo fue aún mayor, llevando a la independencia del movimiento obrero frente a

la figura de Perón. La Revolución por su parte, derogó la Constitución Nacional reformada

en 1949, sin embargo hacia 1957 la asamblea constituyente controlada por los partidos

políticos no peronistas, no pudo acordar una nueva constitución, por lo cual fue necesario

volver al texto del siglo XIX. El 23 de marzo de 1962 los militares con el apoyo de algunos

partidos, derrocaron al Presidente Arturo Frondizi, elegido democráticamente en 1958. José

12 La Unión Cívica Radical, al no llegar a un acuerdo durante la Convención Nacional para escoger a su

candidato presidencial, es dividida en dos: La Unión Cívica Radical Intransigente, liderada por Arturo

Frondizi), y la Unión Cívica Radical del Pueblo, liderada por Ricardo Balbín.

Page 84: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

78

María Guido (titular provisional del Senado), asume entonces la presidencia de la

República Argentina.

El fracaso de la democracia se dio en gran medida, por las diferencias entre los tres frentes

antiperonistas: el populismo reformista, el desarrollista y el liberal. El primero, promovido

por el radicalismo dividido13

, apoyaba el modelo que promovía los intereses de la clase

obrera y la burguesía urbana, limitando el capital extranjero, parecido al modelo peronista;

el desarrollista, que aseguraba la necesidad de profundizar el capital extranjero para

mejorar así, la economía del país; y el liberal, que promovía la erradicación del peronismo,

así como una política económica basada en la no intervención estatal y en un incentivo a

gran escala del sector privado, en favor de la industria (Cavarozzi 23-25).

El fracaso de la política entre 1955 y 1966 se debió a alianzas y conflictos de los grupos

que abogaban por intereses propios en cuanto a políticas económicas, y a estrategias que

pretendían excluir o reintegrar al peronismo del sistema político argentino. “La lógica de

esta compleja interrelación fue gobernada principalmente por las oscilaciones pendulares de

aquellos partidos, organizaciones empresarias y sectores militares que expresaron y

articularon la posición liberal” (Cavarozzi 27); posición que no había sido ejercida durante

gran parte del periodo, pues aunque los liberales lograron la proscripción del peronismo,

fueron obligados a dejar a un lado sus objetivos políticos y económicos. Esto hizo que a

mediados de los 60, los liberales optaran por realizar una estrategia antidemocrática que

eliminara cualquier tipo de mediación política, inclusive la de los partidos y el parlamento.

Los militares por su parte, a partir de 1955 comenzaron a intervenir de forma más directa

en la política argentina. Durante los primeros años de la Revolución Libertadora, el papel

de los militares se centró en excluir al peronismo del proceso electoral y de las instituciones

del Estado, y en cierta medida a erradicarlo junto con comunistas y cualquier simpatizante

de estos dos modelos, a través de un discurso basado en la supuesta protección de la

democracia. También presionaron las iniciativas políticas del gobierno constitucional de

13 El Partido Radical, con la caída de su líder en 1930, Hipólito Yrigoyen, fueron proscritos de las elecciones

hasta 1945, apoyando la salida económica progresista y la oposición peronista. En 1956 el partido se dividió

en la Radical Intransigente, que apoyaba el peronismo y la Radical del Pueblo, que apoyaba la proscripción de

los militares.

Page 85: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

79

Frondizi al imponer sus propios intereses en los asuntos públicos, con la amenaza constante

de derrocarlo, si éste no cumplía. Pero hacía 1960, ciertos sectores de las Fuerzas Armadas

se dieron cuenta que con el modelo de intervención propuesto por ellos mismos, no habían

logrado suficientes beneficios por haberse restringido a las alternativas dadas por los

gobiernos constitucionales. Esto llevó a una fragmentación dentro de las fuerzas militares y

a enfrentamientos armados entre mandos de las fuerzas armadas (Cavarozzi 39, 40).

En el momento del golpe que derroca en 1962 al presidente Frondizi el ejército está

dividido en dos bandos: los azules y los colorados. Ambos, estaban compuestos por

militares antiperonistas que habían participado en el derrocamiento del líder popular, a

pesar de sus diferencias en cuanto a lo que significaba en la Argentina el movimiento

peronista:

Los colorados los consideraban como un movimiento de clase sectario y violento que

había socavado los fundamentos de la jerarquía social […] los azules, consideraban

que el peronismo, a pesar de sus excesos y de su demagogia, era una fuerza nacional y

cristiana que había permitido salvar a la clase obrera del comunismo, constituyendo

[…] un verdadero bastión contra la subversión. Esta opinión era compartida por los

industriales y la gran patronal que apreciaban el sentido de compromiso de los

dirigentes sindicales peronistas. Los azules se identificaban con la clase dirigente,

nacionalistas y tradicionalistas modernizadores y privilegiaban los valores de

obediencia y disciplina dentro de las Fuerzas Armadas. (Comisión de Educación de la

Asamblea Permanente por los Derechos Humanos 11).

Durante los enfrentamientos llevados a cabo entre 1962 y 1963 los colorados fueron

derrotados, provocando la revaluación y reorganización de su intervención política, así

como el compromiso de llevar a cabo elecciones libres que dieran fin al régimen militar. El

12 de octubre de 1963, Arturo Illia, candidato de los Radicales del Pueblo, es elegido

Presidente de la República. En su mandato (1963-1966), los militares no intervinieron en

política y se dedicaron a realizar las funciones establecidas por el gobierno constitucional;

sin embargo, nunca estuvieron de acuerdo con su función ”profesional”, facilitando la

reunificación del ejército y las Fuerzas Armadas alrededor del general Onganía, quien

exponía la necesidad de una doctrina de “seguridad nacional”, en la cual “las fuerzas

armadas debían asumir la responsabilidad única en el manejo de los asuntos públicos, con

la consiguiente exclusión de los partidos políticos y de los comicios y los mecanismos

parlamentarios” (Cavarozzi 40, 41).

Page 86: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

80

Perón por su parte, promovió desde España en 1964 la reorganización del peronismo bajo

el Partido Justicialista. El intento de Perón de regresar a la Argentina, luego de hacer escala

en Rio de Janeiro, se vio frustrado por las autoridades brasileras, quienes le impidieron

continuar su camino. Los peronistas organizaron un Plan de Lucha a través de innumerables

huelgas encabezadas por sindicalistas peronistas. Las huelgas, sumadas a la idea de los

militares de dar por terminado el régimen semidemocrático y fundar por completo un

régimen no democrático, permanente y estable, así como la molestia de los liberales,

quienes no se habían visto favorecidos con las políticas establecidas entre 1955 y 1966,

llevaron al golpe de Juan Carlos Onganía.

2.1.6 LA REVOLUCIÓN ARGENTINA Y LA PROFUNDIZACIÓN DEL

AUTORITARISMO: 1966-1973

El 28 de junio de 1966 se lleva a cabo el quinto golpe de Estado en la Argentina,

encabezado por el general Juan Carlos Onganía y apoyado por algunos sindicalistas,

derrocando al presidente constitucional Arturo Illia. El objetivo principal del golpe, es

modernizar el país y la grandeza de la Nación, que alguna vez inició la llamada oligarquía a

finales del siglo XIX, y finalmente solucionar los problemas no resueltos por los partidos

políticos, suspendiendo sus actividades y las del parlamento. La “fórmula institucional de la

‘Revolución Argentina’ se vio coloreada […] por una retórica corporativista que puso el

énfasis en la gradual articulación de ‘consejos de la comunidad’ encargados de canalizar las

actividades de las organizaciones sociales y de servir como mecanismos consultivos y

asesores de las autoridades” (Cavarozzi 50).

Para lograr los objetivos establecidos por Onganía, el régimen militar se vuelve mucho más

autoritario, represivo y centralizado que en los periodos anteriores. Los diferentes actores

dejan a un lado los límites que ellos mismos habían establecido en medio de sus

interacciones sociales, sin importar las consecuencias destructivas de los individuos y de la

sociedad en general. Comienzan las intervenciones quirúrgicas por parte del sistema de

poder con el objetivo de curar a la sociedad, la cual es sometida “a tratamientos brutales en

los cuales la generalización y extensión de la represión estatal las más de las veces ejercida

en la transgresión de las propias normas legales fue sólo uno de los ‘remedios’ aplicados”

(Cavarozzi 14).

Page 87: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

81

Al poco tiempo de haberse instalado la Revolución Argentina, comienzan a presentarse

situaciones que desestabilizan la política establecida por Onganía. Se extienden las medidas

antisindicales que en un comienzo procuraban forzar de forma prudente la aceptación de las

políticas del gobierno; el discurso autoritario va perdiendo legitimidad en la sociedad; la

vulneración de los derechos y la fuerte represión hacía algunos sectores de la sociedad es

cada vez más visible y violenta; finalmente, las Fuerzas Armadas deciden no seguir

originando “una represión más sistemática y severa que la aplicada hasta entonces, como lo

requería un Onganía que había perdido noción, asimismo, de los que estaba ocurriendo,

bajo la superficie, dentro de las instituciones militares” (Cavarozzi 55).

Como consecuencia se da en la Argentina un periodo nunca antes visto en su historia. La

sociedad civil cuestiona fuertemente el papel del poder político a manos de los militares y

surgen fuertes grupos de resistencia que luchan por la dominación social, derrocando a los

militares. De esos grupos de resistencia salieron dos movimientos muy importantes: el

movimiento obrero y el movimiento estudiantil. “La resistencia de estos movimientos

convergieron en varias protestas conjuntas, de las cuales la más importante es la conocida

como el Cordobazo, el 29 de mayo de 1969. La consecuencia inmediata de la resistencia

popular, fue la caída de Onganía y su remplazo por el general Marcelo Levingston”

(Comisión de Educación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos 11). A

partir de mayo de 1969, la sociedad civil establece fuertes protestas y conflictos

encaminados a cuestionar el papel del sistema de poder, lo que permitirá el resurgimiento y

el accionar de la subversión14

.

En 1970 los partidos políticos, apoyados por el entonces comandante y líder del ejército,

Alejandro A. Lanusse vuelven a restablecerse. La crisis social es percibida en las constantes

revueltas populares y en el fuerte accionar guerrillero, generando al año siguiente el

segundo Cordobazo que derroca al entonces presidente Levingston, el cual, según los

14 ‘Montoneros’ fue uno de los grupos guerrilleros más notables, quienes secuestran y asesinan al ex

Presidente de facto Aramburu. Otros grupos guerrilleros que se crearon fueron: las Fuerzas Armadas

Peronistas (FAP), creadas en 1968 por miembros del sindicalismo peronista revolucionario, las cuales se

presentan públicamente el 3 de enero de 1970; Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), creadas en 1966

con un enfoque guevarista, pero que en 1971 se vuelven peronistas; por último, el Ejército Revolucionario del

Pueblo (ERP) con enfoque troskista-no peronista, que hacía 1971 es el grupo guerrillero más fuerte en su

accionar.

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82

militares, no los representaba. Por el contrario, la representación es percibida en el general

Lanusse, convirtiéndose en el tercer presidente militar del periodo. Él, al reconocer las

limitaciones del gobierno militar, se compromete a finalizar con el régimen, a través del

“Gran Acuerdo Nacional” (GAN), un pacto político entre los diferentes partidos que

conduciría a las elecciones de 1973.

Con el GAN sube la tensión entre Lanusse y Perón, quienes buscan ser los principales

candidatos presidenciales. Desde España, Perón promueve el accionar guerrillero al

sostener que eso “no es violencia, es justicia”. Lanusse por su parte, sabiendo que Perón

puede ganar las elecciones debido a la alianza entre el peronismo y algunos partidos, crea

una cláusula que le impide al líder postularse para la presidencia. Perón, luego de 17 años,

vuelve a la Argentina el 17 de noviembre de 1972 y designa a Héctor J. Cámpora como

candidato del Frente Justicialista de Liberación, el cual es apoyado por la Juventud

Peronista –estudiantes universitarios y profesionales- y por “Montoneros”, lanzando la

consigna: “Cámpora en el Gobierno, Perón al Poder”.

2.1.7 EL RETORNO Y EL DERRUMBE DEL PERONISMO: 1973-1976

Yo en el 73 interpretaba la realidad impulsada más por

la emotividad que por la lógica política. Hoy mi visión

del pasado es totalmente distinta. Vivíamos el fanatismo

ideológico. Creo que la revisión no tiene que ser a

partir de estos últimos años, sino que va mucho más

allá. Crecimos a partir de una cultura política y una

conciencia civil equivocada. Tuvimos que pasar por esa

hecatombe para darnos cuenta del valor de la vida y el

respeto de la democracia.

Ricardo Piglia. La ciudad ausente

El 25 mayo de 1973 sube a la presidencia, después de 18 años, un gobierno peronista,

encabezado por Héctor Cámpora, el cual además de proponer un proyecto nacional y

popular opuesto al imperialismo, firma un decreto de indulto a todos los presos políticos de

la dictadura de la llamada Revolución Argentina. La fórmula del nuevo presidente reafirma

el descenso de los sindicalistas y el auge de la izquierda peronista, a través de la dirección

de las provincias y universidades más importantes, así como de cargos públicos y bancadas

en la Cámara de Diputados. Dentro de su gabinete de ministros es designado Ministro de

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83

Bienestar Social José López Rega, más conocido como “El brujo” -por su interés en la

ciencia esotérica- de orientación derechista.

Mientras los sectores populares radicalizados en la “Juventud Peronista” esperaban que el

peronismo acelerara su proyecto, los sectores conservadores del peronismo -sindicalistas y

empresarios-, promovían el Pacto Social que establecía un modelo moderado en el aumento

de salarios, posterior congelamiento y “suspensión de los mecanismos de negociación

colectiva salarial por un plazo de dos años y su reemplazo por un compromiso del

Ejecutivo de implementar las medidas necesarias para mantener el poder adquisitivo del

salario […] El Pacto Social incluía también medidas en otras áreas de política económica,

además de la distribución del ingreso y el control de precios” (Jelin, Conflictos laborales en

la Argentina. 1973-1976 8).

El 20 de junio de 1973, día en que Perón vuelve definitivamente a la Argentina, es

organizada una bienvenida en el aeropuerto internacional de Ezeiza. Sin embargo, esta

terminó en el enfrentamiento entre el peronismo conservador vinculado a López Rega y la

Juventud Peronista, dando lugar a la llamada “Masacre de Ezeiza”, que dejó más de 200

muertos.

En su primer discurso, Perón hace caso omiso de lo sucedido en la Masacre, generando

molestia en los sectores de izquierda. De ahí en adelante los discursos de Perón se centran

en “la necesidad de privilegiar la participación organizada y canalizada a través de los

causes “naturales” por sobre las movilizaciones populares inorgánicas y reafirmar los

preceptos tradicionales de la doctrina justicialista en detrimento de las temáticas del

socialismo nacional y a las cuales Perón había prestado eco a menudo durante los últimos

años de su exilio” (Cavarozzi 69).

En Respiración artificial, una de las cartas interceptadas por Arocena hace referencia a

alguien que se hace llamar Enrique Ossorio, le escribe a Marcelo Maggi, acerca de la

posible llegada de Perón a la Argentina. Una mujer llamada Raquel, quien se hospeda en un

hotel en la ciudad de Nueva York, dice que espera un contacto, pero que si hay problemas,

le envíen un telegrama que diga felicidades Raquel:

No hay novedades. Espero el contacto […] Si hay dificultades y tengo que volver,

espero un telegrama. Que diga: Felicidades, Raquel (Piglia, Respiración artificial 101).

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84

Arocena sigue aplicando las técnicas para descifrar la carta y luego de dos horas de trabajo,

reconstruye el mensaje oculto:

Raquel llega a Ezeiza el 10, vuelo 22.03

Miró la frase. Estaba ahí, escrita en el papel. Raquel llega a Ezeiza el 10, vuelo 22.03.

¿Y si no fuera así? ¿Quién podía confiar? Raquel: anagrama de Aquel. Escribió Aquel

en una ficha. La dejó aparte […] Cada palabra podía ser un mensaje. Cada letra. […]

¿Quién llega? ¿Quién está por llegar? A mí, pensó Arocena, no me va a engañar. (101,

102).

Es posible que la reducción de “Raquel” a “Aquel”, haga referencia a los intentos de Perón

por volver a la Argentina, tras su exilio en España. Según algunos críticos, entre ellos

Daniel Balderston y Marta Morello-Frosch, Aquel “era una manera velada de referirse a

Perón en el período previo a su regreso del exilio” (Balderston 176).

Al mes del regreso definitivo de Perón, el 13 de julio de 1973, Cámpora renuncia a su

mandato y se convoca a nuevas elecciones. El 23 de septiembre de 1973 con más del 60%

de los votos, Juan Domingo Perón es elegido nuevamente presidente, junto con su

compañera de fórmula y esposa, María Estela Martínez de Perón, más conocida como

Isabel Perón. Respecto a la figura de Perón y lo que representaba para los argentinos, Luís

Alberto Romero señala que:

La figura simbólica de Perón, una y muchas a la vez, había llegado a remplazar a su

figura real. Para todos, Perón expresaba un sentimiento general de tipo nacionalista y

popular, de reacción contra la reciente experiencia de desnacionalización y privilegio.

Para algunos esto se encarnaba en el líder histórico, que, como en 1945, traería la

antigua bonanza, distribuida por el Estado protector y munificente. Para otros, Perón

era el líder revolucionario del Tercer Mundo, que eliminaría a los traidores de su

propio movimiento y conduciría a la liberación, nacional o social, potenciando las

posibilidades de su pueblo. Inversamente otros, encarnando el ancestral anticomunismo

del movimiento, veían en Perón a quien descabezaría con toda la energía necesaria la

hidra de la subversión social […] Para otros muchos, Perón era el pacificador, el líder

descarnado de ambiciones capaz de encausar los conflictos de la sociedad, realizar la

reconstrucción y encaminar al país por la vía del crecimiento. (Romero 34)

Con la victoria de Perón, la izquierda peronista es excluida del movimiento, mientras los

sectores conservadores fortalecen su poderío encabezado por José López Rega, quien

controla el gabinete ministerial. Dos días después de las elecciones, la organización

“Montoneros” cobra su desplazamiento del poder, enfrentándose a los sectores

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85

conservadores del peronismo, comenzando con el asesinato del Secretario General de la

Confederación General del Trabajo (CGT) y mano derecha de Perón, José Ignacio Rucci.

El Congreso por su parte, promueve varias reformas entre ellas, la ley sindical y el código

penal que sanciona las protestas y las actividades de los grupos considerados subversivos.

Esto produce la renuncia de gobernadores, intendentes y legisladores cercanos a la

“Juventud Peronista” y “Montoneros”.

Durante 1973, las Fuerzas Armadas se mantuvieron por fuera de los conflictos nacionales,

“cultivando la imagen de la paciencia de los militares. Pero tras el asesinato del jefe de

policía, Alberto Vilar, deciden intervenir y empezar a liquidar a la guerrilla, ya que se

consideran la única fuerza capaz de enderezar el destino de la nación que, ante sus ojos, se

hunde” (Girona Fibla 29). El movimiento de guerrillas urbanas Montoneros”, fue uno de

los pretextos del golpe del 24 de marzo de 1976, en nombre de la “guerra contra la

subversión” y la “Seguridad Nacional”.

El 19 de enero de 1974 se produce el ataque a la guarnición militar de Azul provincia de

Buenos Aires, por parte del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), quienes tenían las

intenciones de: demostrar que Perón era defensor de las Fuerzas Armadas, demostrarle a los

trabajadores que podían conducirlos a la revolución social y conseguir armamento

necesario para guerra. Perón por su parte, acusó de “tolerancia culposa” al gobernador de la

provincia de Buenos Aires, haciendo que éste renunciará a su cargo. Poco después, Perón

promueve un golpe a la provincia de Córdoba provocando la destitución de su gobernador,

Obregón Cano.

El 1 de mayo en conmemoración al Día del Trabajo, en medio de su discurso, Perón

expulsa de la Plaza de Mayo a “Montoneros” y a la izquierda peronista, refiriéndose a ellos

como “imberbes y estúpidos” (Cavarozzi 167). Para ese entonces, López Rega crea la

Alianza Anticomunista Argentina “la triple A”, una fuerza de represión paramilitar

dedicada a la persecución, el secuestro, la tortura y la eliminación de la izquierda argentina,

llevando a cabo cientos de asesinatos entre ellos a subversivos, líderes políticos, curas e

intelectuales.

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86

El 1 de julio de 1974 a sus 78 años de edad, muere Perón. El gobierno queda en manos de

su esposa Isabel Perón y el poder político en las de López Rega, lo que obliga a la

organización “Montoneros”, principal blanco de “la triple A” a salvaguardarse en la

clandestinidad y aumentar su accionar armado. A comienzos de 1975 se rompen las

relaciones entre el gobierno y la Confederación General del Trabajo (CGT), la central

sindical más importante de la Argentina, por lo cual, Isabel Perón recurre al apoyo de las

Fuerzas Armadas y de los empresarios. Como consecuencia, el gobierno firma un decreto

que autoriza al ejército a eliminar a la subversión, marcando así un importante y a la vez

devastador acontecimiento en la historia del gobierno peronista, ya que “las fuerzas

armadas recuperaron nuevamente la iniciativa política, y junto a ellas, los sectores de la

gran burguesía que habían quedado a la defensiva desde 1973. A partir del tercer trimestre

de 1975, los militares […] empezaron a manejar el tiempo de la política en función de un

proyecto de liquidación del régimen democrático que iba mucho más allá de la

coparticipación que, cada vez más desembozadamente, les ofrecía Isabel Perón” (Cavarozzi

72).

A la crisis política se le suma la crisis económica. El recién nombrado Ministro de

Economía, Celestino Rodrigo, lanza un plan de ajuste conocido como el Rodrigazo, el cual

entre algunas otras cosas, devalúa la moneda a más del 100% y sube el precio del

combustible y de los servicios públicos, sin aumentar los salarios. Esto hace que la CGT

promueva un plan de lucha con huelgas generales, movilizaciones y reclamos salariales,

desestabilizando al gobierno y generando la renuncia del Ministro López Rega, quien

abandona el país y se exilia en España.

Hacía 1975 varios sectores de la sociedad argentina fueron capaces de percibir, a través del

devenir histórico y el núcleo mismo de la sociedad, las tensiones secretas del poder político

y los militares. En marzo de 1975, un año antes del golpe de 1976, Piglia fue capaz de

percibir en la coyuntura del presente las líneas básicas de la dictadura del Proceso de

Reorganización Nacional. En una carta dirigida a los directores de la revista Los Libros,

Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano, aclara que, por las diferencias existentes en cuanto a la

caracterización de la coyuntura política de la Argentina, decidía renunciar a la participación

de la revista. Según el escritor, “la política represiva, reaccionaria y antipopular de Isabel

Page 93: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

87

Perón […] favorece el golpe de estado y alienta a los personeros del imperialismo yanqui

que trabajan por la restauración”:

Nuestras diferencias respecto a la caracterización de la coyuntura política nacional se

han agudizado en los últimos meses. Nunca pensamos que la revista debía ser el

resultado de una coincidencia absoluta y desde el principio existieron discrepancias y

diferencias de opiniones. Estas diferencias no entorpecían el trabajo en el comité de

dirección porque se daban en el marco de un acuerdo de fondo: la revista,

coincidíamos, debía definir su lugar en el campo cultural en relación con la

contradicción principal que ordena hoya las distintas fuerzas en pugna en la sociedad

nacional. Es decir, la revista debía tratar de definir su práctica específica en función de

la lucha del pueblo con el enemigo principal de nuestro país: el imperialismo

norteamericano.

Resolver a partir de esa contradicción principal la colocación y las tareas de Los Libros

en el campo cultural significa, de hecho, definir el carácter y la relación de las fuerzas

en juego en la sociedad. Creo que hoy nuestras discrepancias son de fondo porque

suponen dos modos distintos de concebir esa relación de fuerzas. El eje de nuestra

discrepancia es la evaluación del gobierno de Isabel Perón. Caracterizar a este gobierno

como nacionalista y tercermundista significa, a mi juicio, no tener en cuenta que el

sector de la gran burguesía hegemónico en él avanza cada día más en su política de

claudicación y abierta conciliación con el imperialismo norteamericano, traicionando

así los objetivos de la liberación en defensa de los cuales el pueblo luchó contra la

dictadura militar. Este gobierno no representa de una manera directa los intereses del

imperialismo y en este sentido identificar su política con la política de la dictadura

militar proyanqui es confundir al enemigo principal. Pero apoyar a Isabel Perón y

pensar que la presidenta resiste la ofensiva golpista es no tener en cuenta que la política

represiva, reaccionaria y antipopular de Isabel Perón, en verdad, favorece el golpe de

estado y alimenta a los personeros del imperialismo yanqui que trabajan por la

restauración (Piglia, A mis compañeros Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano).

Finalmente, durante el tiempo transcurrido entre el Rodrigazo y la caída de Isabel Perón, las

Fuerzas Armadas se veían a sí mismas como el único sector capaz de cambiar radicalmente

tanto a la sociedad como a la política argentina. En noviembre de 1975, cuatro meses antes

del golpe, el teniente general Jorge Rafael Videla anunció “que si para matar a un

guerrillero tenían que matar a 500 inocentes, así lo iba a hacer” (Girona Fibla 29). Y así lo

hizo.

2.2 “EL PROCESO” Y LA DESARTICULACIÓN CON EL PASADO Y LA VERDAD

DE LOS HECHOS

Page 94: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

88

Esperamos de la historia cierta objetividad, la

objetividad que le conviene; nos lo demuestra la forma

con que la historia nace y vuelve a nacer; siempre

procede de la rectificación de la manipulación oficial y

pragmática del pasado por las sociedades

tradicionales.

Paul Ricoeur. Historia y Verdad

La dictadura que inició el 24 de marzo de 1976 con el golpe liderado por el teniente general

Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio Eduardo Massera y el brigadier, Orlando Ramón

Agosti estableció en la Argentina un proyecto totalitario centrado en la desarticulación

entre la narración de los hechos y la verdad, la falta de diferenciación entre lo humano y lo

inhumano, el silenciamiento de miles de voces sociales, la anulación de lo ético y lo

político, la desintegración de la sociedad, la manipulación de una narración común centrada

en el relato estatal y por tanto, la construcción de una memoria artificial.

El 24 de marzo de 1976 se inicia en la Argentina el llamado terrorismo de Estado, que a

diferencia del Estado militar15

, construye su poder militarizando la sociedad y

desarticulándola a través del terror, el control, la intimidación y la eliminación física de

miles de personas, acompañada con la desarticulación de estructuras y mediaciones

políticas y sociales. Esto llevó a que gran parte de la sociedad perdiera la capacidad de

entender la realidad y por tanto, de darle sentido a la pesadilla del presente, a la experiencia

del horror y la represión. Según el presidente de facto, el teniente general José Rafael

Videla, la sociedad argentina enferma y caótica, motivó el trastrocamiento de los valores

tradicionales y llevó a la subversión, incluso de los valores esenciales del orden y del ser

nacional (Cavarozzi 247).

El autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”16

desarticuló los proyectos

sociopolíticos del pasado argentino, delimitando al individuo a un ente netamente privado:

15 Militarización de la sociedad.

16 Presidentes de Facto del Proceso: Jorge Rafael Videla (24 de marzo de 1976 - 29 de marzo de 1981);

Roberto Viola (29 de marzo de 1981 - 11 de diciembre de 1981); Leopoldo Galtieri (22 de diciembre de 1981

- 17 de junio de 1982); Reinaldo Bignone (1 de julio de 1982 - 10 de diciembre de 1983).

Page 95: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

89

desprovisto, desposeído, privado de voz, privado de presencia pública. Se monopolizó la

verdad de la historia, en cuanto la retórica estatal “garantizaba el restablecimiento de la

degradada situación en que cayera el gobierno anterior y aseguraba la posterior instauración

de una democracia republicana. La emergencia de la situación y la transitoriedad de las

medidas adoptadas justificaban el autoritarismo y la severidad con que iban a ejercerse”

(Girona Fibla 28, 29).

Partiendo de una fuerte crítica al sistema político democrático y a la debilidad de los

Estados preexistentes, que se ataban a demandas populares, la dictadura sometió los

derechos y las garantías de la sociedad civil en favor de la guerra contra la subversión,

redefiniendo al país en términos de exclusiones. La Argentina fue caracterizada “como una

sociedad en guerra, con lo que se configuraban como prioritarias las tareas militares de

extirpación del cáncer subversivo en todas sus ramificaciones” (Cavarozzi 80). Las Fuerzas

Armadas se autodefinieron como responsables del destino y del orden nacional fundando el

alma del totalitarismo en el cual se construye un “Uno” –el Estado- y un “Otro” peligroso -

la subversión-, que debe ser perseguido, controlado y finalmente eliminado para lograr el

saneamiento social.

El orden se transformó en la necesidad de acabar con el “otro”, el cual era definido de

tantas maneras que cualquiera podía convertirse en ese otro que debía ser eliminado:

[…] toda acción clandestina o abierta, insidiosa o violenta que busca la alteración o la

destrucción de los criterios morales y la vida de un pueblo, con la finalidad de tomar el

poder o imponer desde él una nueva forma basada en una escala de valores diferentes.

Es una forma de reacción de esencia política ideológica dirigida a vulnerar la el orden

político-administrativo existente que se apoya en la explotación de insatisfacciones e

injusticias, reales o figuradas, de orden político, social y económico. (Comisión de

Educación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos 20, 21).

Todo individuo que pretende trastornar los valores fundamentales es un subversivo, un

enemigo potencial de la sociedad y es indispensable impedirle que haga daño.

La Subversión es un fenómeno psicótico que, enmascarado en una ideología, se crea en

el campo político. (23).

Una de las estrategias fundamentales de la dictadura fue la intimidación. En mayo de 1977

por ejemplo, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, el general Ibérico Saint Jean

pronunció un discurso en el cual la intimidación fue la principal maniobra:

Page 96: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

90

Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores,

después […] a sus simpatizantes, enseguida […] a aquellos que permanecen

indiferentes y finalmente mataremos a los tímidos. (Comisión de Educación de la

Asamblea Permanente por los Derechos Humanos 23).

El mismo día del golpe, salió el Comunicado N° 19 de la Junta Militar que establecía a la

represión como el medio necesario de reorganizar al país, en cuanto a las relaciones

económicas, sociales, políticas y culturales:

Se comunica a la población que la Junta de Comandantes Generales ha resuelto que sea

reprimido con la pena de reclusión por tiempo indeterminado el que por cualquier

medio difundiere, divulgare o propagare comunicados o imágenes provenientes o

atribuidas a asociaciones ilícitas o personas o grupos notoriamente dedicados a

actividades subversivas o al terrorismo. Será reprimido con reclusión de hasta diez

años, el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare noticias,

comunicados o imágenes, con el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar las

actividades de las Fuerzas Armadas, de Seguridad o Policiales (Junta de Comandantes

Generales).

Con la idea de conducir el destino de la Nación y establecer el orden, el autodenominado

Proceso no se reconoció en el pasado de la Argentina, para facilitar la desarticulación con

respecto a los atroces hechos del presente, eliminando la diferenciación entre lo humano y

lo inhumano y deslegitimando cualquier forma de intervención, que obstaculizara

“inventa[r] una memoria artificial y una vida falsa” (Piglia, Formas Breves 52).

Fue así como los militares instalaron un plan deliberado, que profundizó radicalmente el

esquema de persecución y exterminio iniciado por la “Triple A” de López Rega, a través de

una amenaza contundente contra las luchas sociales y contra cualquier tipo de articulación

que diera la posibilidad de entender y conocer la verdad de la historia.

La dictadura del Proceso, al igual que varias de las dictaduras latinoamericanas de la época,

respondió a factores internos y externos generados durante el contexto de la guerra fría, así

como al interés por acaparar la riqueza en pequeños sectores de la sociedad17

, junto al auge

de las luchas sociales y la reivindicación política de las masas.

A los pocos días del golpe, en la voz de Videla la dictadura dirigió un mensaje por la

cadena nacional de radio y televisión, explicando el objetivo del Proceso, centrado en el

17 En la Argentina de 1970, el 10 % más rico de la población ganaba 12 veces más que el 10% más pobre. Sin

embargo con la crisis del 2001 los ricos ganaban 43% veces más. (Klein 578).

Page 97: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

91

cierre definitivo de un ciclo histórico y la apertura de uno nuevo, cuya característica

fundamental era reorganizar la Nación (Comisión de Educación de la Asamblea

Permanente por los Derechos Humanos 17).

El cierre definitivo de un ciclo histórico consistió en redefinir y reorganizar el sistema

político, la estructura económica y el comportamiento de la sociedad civil. Reorganizar el

país en términos económicos implicó el establecimiento de un modelo de apertura sobre la

producción industrial, que había sido antes del golpe el eje fundamental de la dinámica

económica de la Argentina. “Se trababa de una industria orientada al mercado interno con

un significativo grado de concentración económica donde el capital extranjero era

predominante tanto por su incidencia dentro de las grandes empresas como por su ritmo de

crecimiento” (Basualdo 13).

Para lograr el crecimiento económico que asegurara el bienestar humano, era necesario

según el Ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz, reorganizar la economía

acabando con la industria nacional e imponiendo un modelo económico de apertura y

valorización financiera que aumentaba la rentabilidad de los sistemas financieros y excluía

a los sectores subalternos. El modelo de acumulación congeló los salarios, disolvió la

Confederación General del Trabajo (CGT), privatizó los servicios públicos, eliminó las

alianzas con los sectores populares, etc.

La regresiva distribución de ingresos, el predominio del capital sobre el trabajo y el

aumento de la exclusión social, llevaron al nivel más alto de explotación de la

Argentina, afectando a millones de asalariados y agudizando la crisis económica, que

finalmente estallaría por completo 24 años después con la crisis del 200118

. La nueva

estructura económica y social establecida por los militares consolidó la economía de

los sectores dominantes que estaban asociados al capital financiero internacional,

controló a los sectores populares y acentuó la concentración del ingreso y la exclusión

social (Basualdo 14).

Una de las víctimas de las dictadura, el escritor y periodista Rodolfo Walsh, contempló que

el modelo económico de acaparamiento de riqueza por una pequeña minoría, era más un

contratiempo que una derrota definitiva. “Las tácticas terroristas de la Junta habían

18 Solo hasta el 2001, 25 años después del golpe que dio inicio a la más cruel dictadura, la Argentina estalló

en protestas contra las medidas de austeridad del Fondo Monetario Internacional, derrocando en tres semanas

a cinco presidentes.

Page 98: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

92

conmocionado al país, pero Walsh sabía que la conmoción, por su propia naturaleza, es un

estado transitorio. Antes de que lo ametrallaran en las calles de Buenos Aires, Walsh estimó

que pasarían unos veinte o treinta años antes de que los efectos del terror cedieran y los

argentinos recuperasen el equilibrio, el valor y la confianza, y estuvieran dispuestos a

luchar por la igualdad económica y social” (Klein 581).

Reorganizar el país en términos sociales y políticos, implicaba un modelo de Nación

correspondiente a los valores “morales, occidentales y cristianos”, que desarticulaba

cualquier tipo de mediación entre el Estado y la sociedad civil a través de la exclusión, el

silenciamiento y la eliminación física de cualquier forma de resistencia y oposición

percibida. El terrorismo de Estado instaurado por los militares “produjo la desaparición de

gran parte de una generación cuyo correlato fue la parálisis de la sociedad lograda por

medio del terror” (Comisión de Educación de la Asamblea Permanente por los Derechos

Humanos 13). Ese terrorismo fue instaurado en todos los ámbitos de la sociedad, a través

de detenciones, secuestros, desapariciones forzosas19

, torturas en centros de detención20

,

homicidios, apropiación de niños21

, censura, autocensura, exilio, etc.

Según la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas –CONADEP-, el 30% de

las víctimas del terrorismo de Estado fueron obreros, mientras el 21%, estudiantes22

seguida

de empleados, profesionales y docentes. La siguiente es la distribución de desaparecidos

según la profesión u ocupación:

Obreros......................................................................................... 30,0%

19 Hubo miles de desaparecidos: la CONADEP constató más de 9.000 casos. Sin embargo, los organismos de

Derechos Humanos hablan de más de 30.000 personas desaparecidas.

20 Los centros clandestinos de detención y torturas (más de 300), eran laboratorios del horror, en los cuales se

detenía, torturaba y asesinaba a miles de personas. Estaban situados en el centro de las ciudades con nombres

bastante reconocidos: la ESMA, el Vesubio, El Garaje Olimpo, El Pozo de Banfield, La Perla.

21 “Durante la dictadura, los militares consideraban que los hijos de los desaparecidos debían perder su

identidad. Por eso los hacían desaparecer y los entregaban a familias de militares. Ellos pensaban que la

subversión era casi hereditaria o que se trasmitía a través del vínculo familiar. De la misma forma que a los

hijos de desaparecidos se intentó quitarles su familia, a la sociedad en general se intentó quitarle esos

antecedentes que, como los padres de esos chicos, eran considerados subversivos” (Diario Página 12). 22

La operación conocida como la “Noche de los lápices” es quizás la más conocida internacionalmente

debido a la película con el mismo nombre. Esta se desarrolló entre agosto y octubre de 1976 e implicó el

secuestro y desaparición de estudiantes secundarios de la ciudad de La Plata, que estaba luchando en defensa

de un boleto estudiantil.

Page 99: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

93

Estudiantes................................................................................... 21,0%

Empleados.................................................................................... 17,8%

Profesionales................................................................................. 10,7%

Docentes....................................................................................... 5,7%

Conscriptos y personal subalterno

de las Fuerzas de Seguridad........................................................... 2,5%

Amas de casa............................................................................... 3,8%

Autónomos y varios........................................................................ 5,0%

Periodistas.................................................................................... 1,6%

Actores y artistas........................................................................... 1,3%

Religiosos..................................................................................... 0,3%

(CONADEP 480).

La desarticulación de las mediaciones entre el Estado y la sociedad civil también implicó la

desarticulación de la Nación, de la ciudadanía y de lo popular como referentes colectivos.

Se desarticuló la Nación, entendida como la identidad colectiva expresada a través de

simbolismos que definen un “nosotros” antagónico a unos “otros”; la ciudadanía como la

igualdad en términos de derechos, en donde se piensa que el poder del Estado se basa en el

consenso de la ciudadanía, por tanto que su mediación implica el derecho a la protección de

la misma frente a las acciones del Estado y sus instituciones; y finalmente lo popular, que

involucra las luchas y organizaciones sociales en nombre de los sectores menos favorecidos

de la población, que sirven como portavoz de demandas a favor de la justicia social.

(Plotnik 533).

La desarticulación de las mediaciones hizo que los militares surgieran como los

restauradores del orden y los normalizadores de la economía. La exclusión de los sectores

populares imposibilitó la generación de alternativas que cuestionaran al régimen y al nuevo

modelo de acumulación, excluyendo cualquier tipo de intermediación entre el Estado y la

sociedad civil, tales como: sindicatos, partidos políticos, el Congreso, la Corte Suprema de

Justicia, los juzgados, las organizaciones sociales, los gremios de profesionales, etc.

La dictadura de 1976 constituyó el estallido total de la represión y la exclusión, más que la

apelación a un mejor porvenir, pues se desarticularon los sectores populares que surgieron

Page 100: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

94

con gran fuerza durante el primer gobierno de Perón constituyendo una cultura oficial

centrada en el populismo y el antiimperialismo, junto con una economía basada en el

desarrollo de la industria nacional, se restauró el principal interés de “los gentlemen”, de la

oligarquía, de los sectores dominantes.

Al año de haberse cumplido el golpe, el escritor y periodista argentino Rodolfo Walsh,

desde la resistencia clandestina distribuyó el texto titulado Carta abierta de un escritor a la

Junta Militar, en el cual expresaba que la dictadura se había encargado de restaurar y

potencializar los intereses de los sectores dominantes, esos sectores “que traban el

desarrollo de las fuerzas productivas, explotan al pueblo y disgregan la Nación” (Walsh 2).

Al día siguiente Walsh fue asesinado, su casa fue allanada y sus escritos fueron destruidos.

Sin embargo, hoy en día su texto/carta sigue siendo una resistencia concisa y lúcida en la

que se visualiza no sólo la verdad contrapuesta al oficialismo, sino la responsabilidad

política y social civil de un intelectual, llevada hasta el límite y la muerte:

El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a

cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo

término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde.

En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel

Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara

males que ustedes continuaron y agravaron.

Ilegitimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos

recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 del ochenta por

ciento de los argentinos y se sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del

pueblo, único significado posible de ese ser nacional” que ustedes invocan tan a

menudo.

Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de

minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivas, explotan al

pueblo y disgregan la Nación.

Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los

partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror

más profundo que ha conocido la sociedad argentina. (Walsh 2).

La dictadura concentró finalmente, la más grande derrota popular de la historia argentina

desde el golpe que derroca a Hipólito Yrigoyen en 1930, al eliminar a la mayoría “de los

cuadros políticos que hacían posible la organización y movilización de los sectores

populares, abortando la lucha social por medio del asesinato y el terror” (Basualdo 15).

Page 101: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

95

A la sociedad civil le fue vedada la capacidad de cuestionar, pensar y analizar los

acontecimientos, pues la clave de la dictadura no era necesariamente el olvido, sino la

manipulación de la memoria y de la identidad. La dictadura construida sobre las bases de

una memoria artificial y un pasado desarticulado, manipuló la forma de interpretar la

realidad, distorsionando la temporalidad y la forma de interpretar el pasado de la Argentina,

haciendo que se anulara la posibilidad de construir socialmente una narración común que

articulara el pasado y el presente. La sociedad argentina finalmente quedo extraviada en

una red que remitía a un centro cuya única construcción se basaba en una ficción criminal

que hacía creer para subsistir.

La imposibilidad de tener en medio de desintegración una memoria común, se centró en la

temporalización del pasado y del futuro como exterioridades completamente separadas del

presente (Gómez Muller 23). Un presente manipulado y artificial, en el que sólo se oía la

historia oficial como parte de la racionalidad estratégica y cerrada del Estado que inventaba

para producir “una memoria incierta y una experiencia impersonal” (Piglia, Formas Breves

51).

Al reducirse la distancia existente entre realidad y entendimiento, la sociedad argentina

perdió el sentido de orientación y con él, el acceso al sentido que restaurara la experiencia

de vivir en medio de la represión y el terror23

. “Sin una historia”, sin una narración del

pasado que explique el exceso de realidad, cualquier sociedad es “intensamente vulnerable

frente a aquellos dispuestos a aprovecharse del caos para su propio beneficio” (Klein 596).

Con la eliminación de cualquier línea que permitiera darle sentido a la experiencia

represiva, a la sociedad argentina le fue difícil comprender que el golpe de 1976 no fue

coyuntural, sino que hizo parte de una línea de continuidad, de un pasado que no se

reconoció en un presente desarticulado, y que por el contrario se convirtió en “un secreto, o

mejor, el secreto que todos […] desplaza[ron] lejos del lugar debido” (Piglia, Respiración

artificial 59).

23 Por eso el epígrafe de T.S. Elliot en Respiración artificial: “We had the experience but missed the meaning,

and approach to the meaning restores the experience”.

Page 102: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

96

Finalmente, cuando en la Argentina se sacrificó la democracia y se instauro por completo la

represión y los actos de inhumanidad como únicos medios para alcanzar el orden, se

desarticularon no sólo las mediaciones entre el Estado y la sociedad civil, sino el pasado

con los hechos del presente, perdiendo el sentido de orientación y entendimiento frente a la

realidad. La desintegración, la desarticulación afectaron el sentido mismo de la experiencia,

así como de lo político, al reducir lo político en estratégico, es decir, a separar radicalmente

lo ético de lo político (Gómez Muller 22).

2.3 RELATO ESTATAL, FICCIÓN CRIMINAL

Una sociedad se eleva desde la brutalidad hasta el

orden. Ya que la barbarie es la era del hecho, es pues,

necesario que la era del orden sea el imperio de las

ficciones, pues no hay poder capaz de fundar el orden

en la sola coacción de los cuerpos por los cuerpos. Se

hacen necesarias fuerzas ficticias.

Paul Valery. Estudios literarios

Lo que quisiera decirles, de un modo tal vez algo

apresurado y esquemático, pero a fin de cuentas

bastante justo en lo esencial, es que creo poder afirmar

que el discurso histórico en tanto práctica consistente

en contar la historia, ha permanecido por mucho

tiempo emparentado con los rituales de poder, como

sucedió sin duda en la antigüedad y aún en el medioevo.

Es decir, me parece que el discurso de lo histórico

puede ser entendido como una especie de ceremonia,

hablada o escrita, que debe producir en la realidad una

justificación y un reforzamiento del poder existente. En

suma, tengo la impresión de que desde los primeros

analistas romanos hasta el medioevo avanzado y

directamente hasta después del siglo XVII, la función

tradicional de la historia fue la de enunciar el derecho

del poder y de intensificar su esplendor.

Michel Foucault. Genealogía del Racismo

El poder político de los militares en la Argentina, no se explica únicamente desde la

llamada “Era Militar” surgida en 1930. La legitimidad social que le permitió a los militares

presentarse como los conductores del Estado y los representantes de la reserva moral, “en

cumplimiento de su obligación irrenunciable”, estaba dada mucho antes del golpe de 1976,

Page 103: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

97

como se vio en el primer apartado del presente capítulo. La legitimidad de los militares no

radicó en el carisma de un líder, ni en la ideología de un partido, ni en una fuerza pura, sino

“en el fundamento particular de un sistema político en el cual las Fuerzas Armadas son un

componente esencial” (Quiroga 20).

Desde la configuración del Estado Nación en 1880, el ejército desplegó una serie de valores

y símbolos que asentaron la creación de un ser nacional, llevándolos a un lugar dominante y

protector. Sin embargo, hasta 1930 con la participación política de los militares, estos

iniciaron el camino que desembocó en la última y más cruel dictadura de la Argentina.

Cuando en 1976 los militares dejaron de ser una institución del Estado y se convirtieron en

el Estado mismo, las fuentes de su legitimidad ya estaban dadas dentro de la sociedad

argentina. Incluso, si se observan sus discursos, es posible ver la visión que tenían los

militares de sí mismos, como protectores y representantes de la patria:

Proclama del 6 de septiembre de 1930. El general José Félix Uriburu derroca al

presidente Hipólito Yrigoyen

Hemos aguardado serenamente en la esperanza de una reacción salvadora, pero ante la

angustiosa realidad que presenta el país al borde del caos y la ruina, asumimos ante él,

la responsabilidad de evitar su derrumbe definitivo [...] Al apelar a la fuerza para

liberar a la Nación de este régimen ominoso, lo hacemos inspirados en un alto y

generoso ideal.

Proclama del 4 de junio de 1943. Golpe del GOU (Grupo de Oficiales Unidos)

contra el presidente Ramón Castillo

Las Fuerzas Armadas de la Nación, fieles y celosas guardianas del honor y las

tradiciones de la patria, como asimismo del bienestar, los derechos y las libertades del

pueblo argentino, han venido observando silenciosa pero muy atentamente, las

actividades y el desempeño de las autoridades superiores de la Nación. [...] Dichas

fuerzas, conscientes de la responsabilidad que asumen ante la historia y ante su pueblo

-cuyo clamor ha llegado hasta los cuarteles-, deciden cumplir con el deber de esta hora,

que les impone SALIR EN DEFENSA DE LOS SAGRADOS INTERESES DE LA

PATRIA.

El 6 de julio de 1943, el presidente militar Pedro Pablo Ramírez les explica a sus

camaradas el golpe del mes anterior

Las Fuerzas Armadas cumplen con abnegación y patriotismo una noble y anónima

tarea en los cuarteles y en los buques, verdaderos templos de virtudes cívicas. Es en

ellos donde los ciudadanos aprenden, mejor que en otros ambientes, que el culto que se

rinde a la tradición de nuestros héroes sólo puede ser comparable al que tributamos a

Dios y a la Patria.

Page 104: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

98

17 de septiembre de 1955. Primer mensaje del general Eduardo Lonardi

sublevado en Córdoba contra Juan Domingo Perón

La Armada, la Aeronáutica y el Ejército de la Patria, abandonan otra vez sus bases y

cuarteles para intervenir en la vida cívica de la Nación. Lo hacemos impulsados por el

imperativo del amor a la libertad y al honor de un pueblo sojuzgado, que quiere vivir

de acuerdo a sus tradiciones y que no se resigna a servir indefinidamente los caprichos

de un dictador que abusa de la fuerza del gobierno para humillar a sus conciudadanos.

El 13 de noviembre de 1955, en reemplazo de Eduardo Lonardi, asume la presidencia

el general Pedro Aramburu

La ardua misión de restablecer el imperio del derecho y restituir al país a una auténtica

democracia debe confiarse a hombres que por toda trayectoria de su vida constituyen la

más segura garantía del cumplimiento de sus principios.

Proclama del 29 de marzo de 1962, por parte de las Fuerzas Armadas ante el

derrocamiento de Arturo Frondizi

Las Fuerzas Armadas han tomado hoy una grave responsabilidad ante la historia. No lo

han hecho sin meditar sobre las razones y las consecuencias de su acción y sin agotar

previamente todas las instancias que la situación política y jurídica de la patria les

ofrecía.

Acta de la Revolución Argentina, el 28 de junio de 1966, encabezada por el

general Onganía

Esta trágica realidad lleva ineludiblemente a la conclusión de que las Fuerzas Armadas,

en cumplimiento de salvaguardar los más altos intereses de la Nación, deben adoptar,

de inmediato, las medidas conducentes a terminar con este estado de cosas y encauzar

definitivamente al país hacia la obtención de sus grandes objetivos nacionales.

Proclama del golpe del 24 de marzo de 1976. La Junta Militar derroca a la

presidenta María Estela Martínez de Perón

Frente a un tremendo vacío de poder, capaz de sumirnos en la disolución y en la

anarquía; a la falta de capacidad de convocatoria que ha demostrado el gobierno

nacional; a las reiteradas y sucesivas contradicciones evidenciadas en la adopción de

medidas de toda índole, a la falta de una estrategia global que conducida por el poder

político enfrentara a la subversión, a la carencia de soluciones para problemas básicos

de la Nación cuya resultante ha sido el incremento permanente de todos los

extremismos, a la ausencia total de los ejemplos éticos y morales que deben dar

quienes ejercen la conducción del Estado, a la manifiesta irresponsabilidad en el

manejo de la economía que ocasionara el agotamiento del aparato productivo, a la

especulación y la corrupción generalizada, todo lo cual se traduce en una irreparable

pérdida del sentido de grandeza y de fe; las Fuerzas Armadas en cumplimiento de una

obligación irrenunciable han asumido la conducción del Estado. (Comisión de

Educación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos 14).

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99

En cada uno de los golpes, las palabras del ejercito fueron desarrollando como dice

Tardewski según Renzi, refiriéndose al nazismo, “sueños gangosos, desmesurados, en los

que entrevé su transformación en [la Junta], el Jefe, el Amo absoluto de millones de

hombres, sirvientes, esclavos, insectos sometidos a su dominio” (Piglia, Respiración

artificial 214). Esos discursos de los comandantes en Jefe de distintos momentos históricos,

lo que decían como dice el mismo Piglia “eran relatos fundacionales, todo el tiempo, sobre

el lugar del Ejército en la tradición nacional, sobre las relaciones entre el Ejército y la

población civil, a quién tenía que matar el Ejército, a quién tenía que defender, cómo

construía el lugar del enemigo, quién era el héroe en ese relato paranoico y criminal”. Esto

era lo que la Junta Militar querían que la gente creyera (Piglia, Crítica y Ficción 192).

Los discursos militares, esas “palabras prepara[ron] el camino, [fueron] precursoras de los

actos venideros, la chispa de los incendios futuros” (Piglia, Respiración artificial 215);

chispas que finalmente estallaron en el “barril de pólvora” (215) el 24 de marzo de 1976,

haciendo que la Argentina se convirtiera “en una inmensa colonia penitenciaria, […] en una

máquina del mal que graba su mensaje en la carne de las víctimas” (215).

Los militares hicieron creer que la nueva conducción del Estado centrada en “valores éticos

y morales”, podía llenar el “vació de poder” y solucionar los “problemas básicos de la

Nación” enferma, únicamente si se sanaba el cuerpo social y se extirpaba el cáncer de la

subversión, a través del terrorismo de Estado.

Debido a que la intensificación de la represión y la coerción era un hecho, le fue necesario a

los militares crear una ficción que se encargara de imponer el orden y la seguridad, a través

del silenciamiento de voces sociales y la eliminación de resistencias. El relato estatal

inventó las formas narrativas más ficticias y eficaces jamás antes vistas en la Argentina,

sobrepasando incluso, a la mayoría de las novelas de ese país (Piglia, Crítica y Ficción

106). La dictadura fue sustentada en el relato estatal, en una máquina de hacer creer una

versión única de los acontecimientos.

La ficción dejó de ser algo opuesto a la realidad y se convirtió en el dispositivo necesario

para sostener la versión oficial omnipresente: el relato médico. “En la época de la dictadura,

circulaba un tipo de relato “médico”: el país estaba enfermo, un virus lo había corrompido,

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100

era necesario realizar una intervención drástica. El Estado militar se autodefinía como el

único capaz de operar, sin postergaciones y sin demagogia. Para sobrevivir, la sociedad

tenía que soportar esa cirugía mayor. Algunas zonas debían ser operadas sin anestesia. Ése

era el núcleo del relato: país desahuciado y un equipo de médicos dispuestos a todo para

salvarle la vida” (Piglia, Crítica y Ficción 105, 106).

La necesidad de conseguir el orden y la seguridad nacional, de elevar a la sociedad desde la

brutalidad, dividió a la Argentina del Proceso -especialmente entre 1976 y 1979- en dos.

Por un lado, estaban las Fuerzas Armadas como los actores legítimamente visibles,

encargados del saneamiento del cuerpo social enfermo, y por el otro, la ciudadanía como

los espectadores pasivos que sobrevivían a la forzosa etapa de ordenamiento y recuperación

de la salud pública (Cesareo 502). Esto llevó a que durante los primeros años del Proceso el

silenciamiento social fuera general, debido a la intensidad de la represión y coerción.

Durante esos años se oía únicamente la voz del Estado, el único narrador de la historia era

el Estado, que para imponer un modelo económico basado en la apertura, creó la cultura de

la represión y con ella, el aislamiento social.

La sociedad argentina quedó inmersa en las contradicciones del relato estatal y de su intriga

doble, que iba de lo literal a lo cifrado para ocultar la represión y el terror, para “encubrir

una realidad criminal, de cuerpos mutilados y operaciones sangrientas” (Piglia, Crítica y

Ficción 106). Algunos términos como guerra, cáncer subversivo, disciplina, seguridad,

orden, autoridad, etc., ocultaban los términos reales del terrorismo de Estado y la coerción.

El lenguaje cifrado y alegórico convivía “paradójicamente con aquellos que designan la

gestión concreta del régimen vigente (violencia, militarización, tortura, secuestro): la

guerrilla se liquida como subversión; las víctimas se convierten en desaparecidos; las

Madres de Mayo son las locas” (Girona Fibla 33).

La desarticulación con el pasado, la fragmentación social y la falta de entendimiento de la

realidad, marcaron el “nuevo ciclo” instaurado por los militares durante la dictadura. El

terrorismo de Estado, la amenaza y la intimidación indiscriminada, llevaron no sólo a la

eliminación física de miles de ciudadanos, sino al silenciamiento, la parálisis y la pasividad

de casi toda la sociedad argentina. El Proceso de Reorganización Nacional fue entonces,

“un nombre que la gente redujo con exquisito sentido de la ironía al de “Proceso”. Este

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101

nombre recordaba inevitablemente el mundo literario de Kafka, en el cual, aun cuando las

normas nunca son explícitas, todos sufren sus consecuencias” (Balderston 171).

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102

3 MEMORIA: REVERSO DE LA HISTORIA OFICIAL

Estamos atravesando por todos los derrumbes de los

que fuimos testigos. Vivimos con ellos y no a su margen.

No existen, por lo tanto, excusas para los

ocultamientos. Aunque la verdad, antes y ahora, sea un

prejuicio, no tenemos otra posibilidad que correr en su

búsqueda ignorando el cálculo instrumental que

pretende remplazarla. La verdad está cerca de la estéril

felicidad del conocer, lejos de esa instrumentalidad que

desde hace años hemos colocado en la mira principal

de nuestra crítica.

Héctor Schmucler. Carta a la intemperie

Más allá de la barbarie y del horror que hemos vivido,

en algunas páginas de nuestra literatura persiste una

memoria que nos permite, creo, no avergonzarnos de

ser argentinos.

Ricardo Piglia. Crítica y ficción

Luego de mirar la historia argentina, de pintar un cuadro histórico que “echar[a] luz sobre

el pasado de [la] desventurada república” (Piglia, Respiración artificial 72), es necesario

analizar cómo Respiración artificial desde la responsabilidad ética y política de un escritor

como Ricardo Piglia busca acceder a lo que ha sido omitido por el relato estatal, articulando

narrativamente imágenes del pasado con la multiplicidad de hechos del presente de

inhumanidad, sin disociar lo narrativo de la verdad, ni lo político de lo simbólico (Gómez

Muller 13), en contraposición a la tergiversación y desarticulación del “Proceso”. La

memoria es entonces la que permite captar en la novela el aspecto de la historia en sus

restos, en sus desperdicios, porque es el verdadero aspecto del pasado el que condenó a la

Argentina a vivir el terror y la represión de la última dictadura militar.

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103

3.1 LA MEMORIA COMO SENTIDO DE ORIENTACIÓN Y ARTICULACIÓN

NARRATIVA

No se debe permitir que nos cambien el pasado. ‘Haced

que el país antes orgulloso de él no lo insulte ahora’,

decía Pophan.

Ricardo Piglia. Respiración artificial

“La verdad no se nos escapará”; esta frase, que

procede de Gottfried Keller, designa el lugar preciso en

que el materialismo histórico atraviesa la imagen del

pasado que amenaza desaparecer con cada presente

que no reconozca mentado en ella.

Walter Benjamin. Tesis de filosofía de la historia

Según Piglia, el Estado argentino a lo largo de la historia ha construido ficciones. “El

Estado narra”, dice Piglia, “y el Estado argentino es también la historia de esas historias.

No sólo la historia sobre los cuerpos, sino también la historia de las historias que se cuentan

para ocultar esa violencia sobre los cuerpos” (Piglia, Tres propuestas para el próximo

milenio (y cinco dificultades) 23). Varias novelas argentinas, entre ellas Respiración

artificial, construye historias opuestas, en tensión con las historias del Estado.

Para Piglia durante la época de la dictadura, esas ficciones del Estado, estaban centradas en

un relato “quirúrgico, un relato que trabajaba sobre los cuerpos. Los militares manejaban

una metáfora médica para definir su función. Ocultaban todo lo que estaba sucediendo

pero, al mismo tiempo, lo decían, enmascarado, con un relato sobre la cura y la

enfermedad” (23). Decían que la Argentina era un cuerpo enfermo, que tenía un cáncer –la

subversión- y que los militares tenían la función de extirpar como médicos más allá del

bien y del mal. Los militares adoptaron la metáfora médica del cáncer para desgarrar y

mutilar a los enemigos del orden y del progreso para salvar. Existía en ese relato “dos

historias, una intriga doble”, dice Piglia, “por un lado el intento de hacer creer que la

Argentina era una sociedad enferma y que los militares venían desde afuera, eran los

técnicos que estaban allí para curar, y por otro lado la idea de que era necesario una

operación dolorosa, sin anestesia” (24).

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104

Todo lo que estaba oculto aparecía en ese relato médico del cáncer. Por un lado la

enfermedad de la sociedad argentina, el cáncer que se estaba propagando cada vez más y

por el otro, los militares como los únicos médicos capaces de curar y extirpar el cáncer

mediante una cirugía drástica. “Es necesario operar hasta el hueso y sin anestesia”, decía el

general Videla, extirpar el cáncer de la subversión. Ese discurso, dice Piglia “era propuesto

como una suerte de versión ficcional que el Estado enunciaba, porque decía la verdad de lo

que estaban haciendo, pero de un modo a la vez encubierto y alegórico” (24).

Como se vio en el capítulo anterior, la relación entre secreto y poder cruzó prácticamente

toda la historia de la República Argentina, incluso desde sus orígenes. Sin embargo, esa

relación no sólo estableció al Estado, sino también a los sectores dominantes, las Fuerzas

Armadas e incluso la sociedad argentina en cuanto tal. Solo hasta 1976 la relación entre

secreto y poder llegó al límite, creando un sistema en donde la ficción estatal era la única

verdad y el secreto era el fundamento de su poder.

Durante la dictadura la noción de verdad fue establecida por la voz del Estado, que narraba

una realidad en la que existía un sistema de estimulación y de causalidad, una forma de

explicar una red social ininteligible y contradictoria, que desarticulaba los hechos reales.

Eran como soluciones compensatorias, historias con moraleja, narraciones inteligibles, pero

a la vez eran historias de terror (Piglia, Tres propuestas para el próximo milenio (y cinco

dificultades) 25).

Frente a la desarticulación del pasado, la falta de entendimiento, el cambio de sentido y la

manipulación, Piglia publica su primera novela. El escritor argentino al igual que Kafka

supo “oír, por debajo del murmullo incesante de las víctimas, las palabras que anuncian

otro tipo de verdad” (Piglia, Respiración artificial 214), y construyó una novela que entre

líneas le da sentido a la experiencia “el horror del presente” (193). La novela de Piglia

surge entonces, como “resistencia de lo real o de su opacidad” (32), para trabajar una

tensión con las maquinaciones del poder y articular el presente de la dictadura con el

“sentido general de la historia argentina” (43).

En contraposición al relato estatal que desarticula el pasado, manipula la memoria colectiva

y la identidad de la sociedad, Respiración artificial busca descubrir el secreto que el Estado

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105

manipula, revelar entre líneas esa verdad que está suprimida (Piglia, Tres propuestas para el

próximo milenio (y cinco dificultades) 21), poniendo en tela de juicio, la posibilidad de

establecer “la verdad” de la historia oficial, a través de una memoria cifrada que articula

narrativamente la multiplicidad de hechos del pasado y del presente de inhumanidad.

La memoria cifrada de los personajes que “viven para hablar, para comentar, para

reflexionar, escribir y leer en una forma u otra” (Morello Frosch 152), es la encargada de

darle sentido a la pesadilla del presente, a través de huellas y vehículos de reconocimiento

del pasado. La novela narra de una voz a otra, de un relato a otro, de un testigo a otro, una

memoria paralela a “la maquinaria anónima del […] totalitarismo” (Piglia, Respiración

artificial 216), articulando narrativamente la trama perdida con “el horror del presente”

(193), a través de las diversas interpretaciones de la historia por cada uno los personajes

marginados y fracasados. Las muestras documentarias que están consignadas en la novela,

no sólo deben ser interpretadas por los personajes sino por “todos los lectores de la

historia”, quienes como dice el senador Luciano Ossorio, “podrán leerlas […] en el

momento indicado” (47).

La articulación narrativa del pasado con el horror del presente, parte de la búsqueda de una

verdad que finalmente nunca es revelada, pero que sin embargo sirve “como modelo y

representación de las glorias perdidas del pasado” (126) y como dignificación simbólica de

las víctimas del totalitarismo, no necesariamente desde sus sufrimientos, sino desde sus

ilusiones, luchas, causas y resistencias.

Según Daniel Balderston, “hay una verdad en la historia, una verdad que […] puede ser

conocida parcialmente en vez de cabalmente. La dedicatoria1 de Piglia también oscila entre

un derecho de acceso a la verdad de la historia universal o a una verdad más específica

(probablemente argentina)” (Balderston 174). Así, los personajes y su insinuación acerca de

otras versiones de la historia, da la posibilidad de saber que también hay versiones que

confrontan la historia oficial: “Hay otras versiones que tendrás que conocer” (Piglia,

Respiración artificial 17) le escribe Maggi a Renzi; “ya nos veremos (por fin), charlaremos

1 A Elías y a Rubén que me ayudaron a conocer la verdad de la historia. Según Daniel Balderston, Piglia le

dijo personalmente que “la dedicatoria son dos de los miles de desaparecidos” (Balderston 174).

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106

interminablemente hasta dejar bien aclaradas nuestras respectivas versiones de la historia”

(91), le escribe Renzi a su tío en una de las cartas censuradas por Arocena.

Maggi a su vez insiste que Enrique Ossorio es la figura histórica simbólica de la Argentina,

debido a su vida como traidor, exiliado y visionario del futuro (el presente de los demás

personajes), por lo cual considera su vida excéntrica como un testimonio, “el reverso de la

historia” (29). Según Daniel Balderston ese reverso de la historia implica que:

la verdad como es a veces ‘vislumbrada’ es lo que está ausente, lo que está suprimido u

oculto, o lo que no está expresado en un documento histórico o ficticio. Esta oscura,

excéntrica opinión sobre la verdad histórica coexiste en la novela con el ejemplo de los

personajes principales, cada uno de los cuales daría su ‘verdad de la historia’ […]

Piglia y sus personajes no desisten del intento por determinar la verdad, pero sus

intentos por alcanzarla atestiguan […] la noción de que la verdad preside nuestro

mundo desde un lugar remoto, quizá finalmente inalcanzable. (Balderston 176).

La novela gracias a su tono elusivo “que se contradice a sí mismo y por su aproximación

fragmentada a la verdad, sugiere de una manera muy poderosa la presencia de la

persecución o un estado mental inquisitorial en el país en que fue escrita, y muestra cómo

un escritor ingenioso puede eludir a los inquisidores” (176).

La memoria se manifiesta para significar los hechos reales del presente y mostrar una

verdad parcial de esos hechos. La memoria cifrada de los personajes es en Respiración

artificial la que permite hablar de forma fragmentada de la verdad de los hechos. En el

capítulo dos por ejemplo, la memoria es el eje que concentra la tensión de la novela, a

través de la vida del senador Luciano Ossorio. Según Susana Zanetti, la importancia de

vincular la literatura con la memoria, se manifiesta según las formas de significación de lo

real:

la Historia se transforma en memoria y esta memoria se construye a partir de la mezcla

de voces y discursos, de restos, de fragmentos que dan nueva dimensión a lo anónimo

y colectivo de los sujetos […]. La fragmentación o la dispersión del acontecer histórico

o de sus actores es una de las perspectivas fundamentales […]; la otra, es la conjetura.

Quien enuncia interpreta o fabula, conjetura, cede la palabra o se desdobla, asume

diversos lenguajes. (Zanetti 10).

Tanto la memoria como la historia son aspectos que según Susana González convergen en

el senador Luciano Ossorio, quien representa la memoria, el testigo de la muerte y enlaza

su genealogía con la historia. Ha sido testigo de varios hechos a lo largo de su vida, pero su

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107

angustia radica en no poder expresar con palabras esos hechos, es decir, no poder dar

testimonio, “en llegar a perder el uso de la palabra. […] Llegar a concebirla, […] y no

poder expresarla” (Piglia, Respiración artificial 47). Susana González afirma que en el

segundo capítulo, la novela enlaza dos fuerzas contrapuestas:

Por un lado, el exceso de palabras que se manifiestan en la abundancia de relatos,

historias, testimonios, biografías, cartas, documentos que recorren toda la novela; y por

otro, el vacío que define la alocución de Ossorio ante la posibilidad de la pérdida de la

expresión en sus distintas formas. Emilio Renzi es el elegido para ser testigo. […] Es el

que desea enterarse, para contar; y eso es el historiador: testigo para dar testimonio. Si

bien el principal narrador es otro personaje, Tardewski, su interlocutor es Emilio.

(González Sawcsuk, Ficción y memoria: narrador y estrategias discursivas en la

literatura hispanoamericana contemporánea 107).

El senador a pesar de estar postrado en un silla de ruedas por más de 50 años de no poder

expresar con palabras la verdad de los hechos, no está vencido, pues como él mismo afirma,

ha resistido, su convicción se basa en “aprender a resistir” (Piglia, Respiración artificial

45). Él resiste para contarle a su único interlocutor, la historia que no ha olvidado y borrar

de su memoria aquello que quiere mantener alejado de sí mismo. Por eso, desarrolla de

forma incoherente, a través de la voz de su testigo –Renzi-, una especie de censo de las

víctimas de la historia y con este, los sucesos del pasado como responsables del horror del

presente.

Por otro lado, la ilusión del senador es derrocar junto con Maggi y con “el pueblo

soberano” a los dominadores. Maggi por su parte, el posible desaparecido de la dictadura,

“el hombre de la persistencia de los principios de justicia y verdad […] capaz de ser fiel en

la vida al rigor de sus ideas” (225) y del que “no hay nada que se pueda decir” (222), lucha

sin importar los riesgos, por dejarle los documentos que él ha venido trabajando a Renzi.

Con la intermediación de Tardewski, Maggi finalmente alcanza su objetivo y Renzi al final

de la novela recibe los documentos. Al respecto dice Tardewski en la voz narrativa de

Renzi:

Por eso, sin duda, el profesor lo ha enviado a usted a verme. Porque yo soy el que no

puede decir nada sobre él.

Por eso creo, dijo Tardewski, el profesor me ha dejado lo único de lo que necesitaba

desprenderse para quedar libre. Desprendido de todo lo que en realidad tenía, ahora, él,

esté donde esté, el profesor, ahora ya no tiene nada que temer.

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108

Por eso, dijo Tardewski, él me dejó a mí esos papeles para que se los entregara. Si no

ha venido es porque, en el fondo, ya no es necesario. Más importante, dijo, fue dejar

esos papales, decidirse a abandonarlos y elegirlo a usted para que los recibiera. (224).

En ese sentido, los documentos que llegan a manos de Renzi, un sujeto que no ha

experimentado personalmente los acontecimientos del pasado y no le interesan los del

presente de inhumanidad, ya que solo piensa desde la literatura, conforman la memoria

histórica de Respiración artificial. Siguiendo lo dicho por Paloma Aguilar, la memoria

histórica que construye la novela a través de la interpretación de Renzi, es una “memoria

prestada de los acontecimientos del pasado que el sujeto no ha experimentado

personalmente, y a la que llega por medio de documentos de diverso tipo” (Aguilar

Fernández 44). Esos documentos de diverso tipo, son en la novela la correspondencia entre

Maggi y Renzi, las citas de Tardewski y los documentos que conforman el archivo de

Enrique Ossorio.

La memoria es entonces, la estrategia utilizada por Piglia para enfrentar la maquinaria

estatal y la historia oficial, y así dotar de sentido a “todos los lectores de la historia” (Piglia,

Respiración artificial 47). La memoria no necesariamente es siempre recuerdo de lo

ocurrido, sino también “otra memoria” (Piglia, Respiración artificial 55), impuesta que se

encarga de desarticular el pasado con respecto al presente.

Respiración artificial es una “restitución suicida del silencio” (222), pues además de

contraponer las “palabras saturadas de mentiras y de horror” (221) creadas por esa “otra

memoria” impuesta, destaca la importancia de tematizar, buscar y conocer, así sea de forma

fragmentada, la verdad de la historia que se ajuste a los hechos reales del horror del

presente y al sentido general de la historia argentina.

La necesidad de buscar y conocer la verdad de la historia, empieza por encontrar a través

de imágenes del pasado, la materia con la que está construida la “otra memoria” (55), esa

memoria de la que el senador dice que ha tratado de soltarse durante años, que lo “ha tenido

atado a las mareas del pasado, a sus corrientes subterráneas”, y que para no ahogarse en

ellas está “obligado a reflexionar; no ver eso que flota y se hunde, no dejar que se acerque”

(55). Esa “otra memoria”, dice el senador a través de la voz de Renzi, enlaza “de un modo

férreo los eslabones dorados de la muerte […] la riqueza” (57) y la corrupción. Sin

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109

embargo, gracias a “esa memoria […] que está hecha de palabras y mensajes cifrados” (55)

puede reflexionar y comprender “que la muerte y el dinero están hechos […] de la misma

sustancia corruptora” (56) y que son la causa del horror del presente, de la última la

dictadura militar.

Frente al relato estatal que inventa una memoria artificial, existe una memoria cifrada que

articula la multiplicidad de hechos del pasado con el presente como dotación de sentido

(Antequera Guzmán 35). La novela construye una memoria cifrada y común que le da

sentido al horror del presente, como parte de una experiencia que aunque es vivida

subjetivamente por las víctimas, es compartida y compartible social y culturalmente a

“todos los lectores de la historia” (Piglia, Respiración artificial 47) a través, de palabras

sueltas y mensajes cifrados. En la novela, es posible entender gracias al personaje que

representa la memoria, el senador Luciano Ossorio: “yo soy la muerte; soy su testigo, su

memoria” (Piglia, Respiración artificial 49), que la memoria y él como su representante, es

“el eslabón que no se ha perdido, que nunca se perderá”, por tanto, ese esfuerzo “por

retomar esa coherencia lógica, esa propiedad perdida que viene del pasado” (57) y que

permite entender “el presente del presente” (193).

Respiración artificial trabaja entonces, con la tensión entre la “otra memoria” construida

por los dominadores y vencedores de cada época que omite la verdad de los hechos y

excluye la posibilidad de una memoria común, y con esa “memoria […] hecha de palabras

y mensajes cifrados” que permite recuperar el sentido de orientación que articule

narrativamente lo que se ha perdido, sin disociar la verdad factual, ni lo político de lo

simbólico (Gómez Muller 13). Pero la verdad en la novela, es una verdad fragmentada e

indirecta, se busca y se tematiza, pero a la vez se lucha, se construye y se registra entre

líneas. “Una noción de verdad que escapa a la evidencia inmediata, que supone primero

desmontar las construcciones del poder y sus fuerzas ficticias y por el otro de rescatar las

verdades fragmentarias, las alegorías y los relatos sociales” (Piglia, Tres propuestas para el

próximo milenio (y cinco dificultades) 30).

De ahí la importancia de Kafka en Respiración artificial, pues en él los proyectos

imposibles y atroces de Hitler, se convierte en la pesadilla que hace parte de “la utopía de

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110

un mundo convertido en una inmensa colonia penitenciaria” (Piglia, Respiración artificial

215). El Proceso releído por los lectores de la historia y del “Proceso de Reorganización

Nacional”, no es solo la acumulación del terror y la represión, “sino una condena de la

memoria: el crimen más hediondo de K. es no acordarse de su crimen” (Avelar 211).

Respiración artificial al igual que El Proceso, se construye contra el olvido y la

desarticulación. La “otra memoria” construida por el relato estatal, “no es más que una cita

en la inmensa biblioteca del burócrata estatal: memoria que deviene impersonal, impura

sucia, hecha de citas” (Avelar 211).

La memoria cifrada, “ese sentido tan difícil de captar. Opuesto en apariencia al

movimiento histórico” (Piglia, Respiración artificial 30), es la que permite recuperar la

capacidad de entender, articular y enfrentar el terror y los efectos generales del

sometimiento, como reivindicación simbólica frente a las prácticas represivas (Antequera

Guzmán 39). Esta memoria se percibe en la novela cuando se elude el contenido, el sentido

literal de las palabras y se busca el texto dentro del texto, es decir, el mensaje cifrado que

está debajo de lo escrito, eso que según el narrador heterodiegético está “encerrado entre

las letras, como un discurso del que sólo pudieran oírse fragmentos, frases aisladas,

palabras sueltas en un idioma incomprensible” (Piglia, Respiración artificial 98), a partir

del cual se reconstruye el sentido mismo de la novela, así como el sentido general de la

historia argentina.

3.2 LA HISTORIA DE LAS DERROTAS VS. LA HISTORIA OFICIAL

Sólo a la humanidad redimida le cabe por completo en

suerte su pasado.

Walter Benjamin. Tesis de filosofía de la historia

Durante la dictadura del “Proceso”, los militares desarticularon del presente los

acontecimientos del pasado argentino y junto a él, las luchas sociales encaminadas a la

soberanía nacional, la libertad y la justicia social.

En medio del terrorismo de Estado vinculado a los crímenes contra la humanidad, las

prácticas de sometimiento, los conflictos, etc., siempre se ha tenido como esencia y

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111

resultado una versión única y totalizante que a la vez funciona como una ficción criminal

omite la verdad de los hechos, eliminando de la historia las versiones y las interpretaciones

acerca de lo ocurrido. Esto se resume en la famosa frase según la cual “la historia la

escriben los vencedores”, a partir de una imagen creada para legitimar su poder e imponer

una historia única. Sin embargo, esa historia oficial escrita por los vencedores está basada

en “una ‘victoria’ violenta” (Antequera Guzmán 40).

En relación a la frase de “la historia la escriben los vencedores”, Piglia dice en relación a la

tradición de los vencidos:

La historia la escriben los vencedores y la narran los vencidos. Hay un relato que va

por abajo, que tiene que ver con la derrota, no con la exclusión ni con las minorías,

sino con los sectores que han sido dominados y vencidos por el Estado. (Piglia, Crítica

y Ficción 192).

Piglia es el escritor que sabe oír, que está atento al murmullo de la historia, a los relatos que

circulan en la sociedad, pero también el que los imagina y los reproduce. Si el Estado

desarticula el pasado con el presente e impone el silencio en la censura de la palabra,

Respiración artificial construye o reproduce relatos anónimos y fragmentados que resisten

y muestran interpretaciones alternativas y alegorías, “relatos que le dan voz a los

marginales, fomentan micropolíticas contraestatales” (Rodríguez Pérsico 54). Las voces de

los desesperados, fracasados, aislados, exiliados y locos conforman, así sea de forma

fragmentada “la historia de las derrotas” (Piglia, Respiración artificial 15), esa historia que

representa la memoria de lo perdido, pero también de la resistencia y la oposición. Según

Daniel Balderston, “Piglia parecería considerar su misión como novelista la de insuflar vida

a los muertos y a los agonizantes en la Argentina: dar voz a los desaparecidos, insuflar vida

en el pasado. La metáfora es desesperada pero apropiada” (Balderston 177).

“¿Hay una historia” en Respiración artificial? (11). Si hay una historia es la de las derrotas,

esa historia que ha sido invisibilizada por los vencedores y dominadores de cada época. La

historia de las derrotas es el contra relato estatal conformado por pequeños relatos,

ficciones anónimas, testimonios que se intercambian y circulan, para convertirse en “el

contexto mayor de la literatura”. Por eso, como el mismo Piglia dice, “la novela fija esas

pequeñas tramas, las reproduce y las transforma” (Piglia, Tres propuestas para el próximo

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112

milenio (y cinco dificultades) 25). Así, frente a la historia oficial existe la historia de la

derrotas “como modelo y representación de las glorias perdidas del pasado” (Piglia,

Respiración artificial 126) y “el horror del presente” (193).

Sin embargo, como “en literatura […] lo más importante nunca debe ser nombrado” (Piglia,

Respiración artificial 148), como dice el poeta Marconi, Respiración artificial construye

una memoria cifrada que dote de sentido, pero también, gracias a los elementos propios de

la literatura como la metáfora, la alegoría, los tonos y los sentidos figurados, construye

implícitamente un discurso alternativo al de la dictadura: la historia de las derrotas, esas

luchas, causas y resistencias sociales de los que ya no están, de los que han desaparecido.

Por eso, Maggi le dice a Renzi en una de sus cartas:

Hay que hacer la historia de las derrotas. Nadie debe mentir en el momento de la

muerte. Todo es apócrifo, hijo mío. (15).

Así, de forma fragmentada e indirecta la novela remite a la historia de las derrotas,

construida por la memoria de los vencidos, de esos “millones de hombres” que como dice

el senador, “nunca tienen acceso a la palabra, es decir, que no tienen la posibilidad de

expresar públicamente sus ideas en un discurso que sea oído y transcrito taquigráficamente”

(44). A través del movimiento histórico que se encierra en la vida de Enrique Ossorio, el

traidor y el suicida que solo piensa en la verdad y en la libertad de su patria, ese personaje

que luego de constituir un grupo intelectual de la Argentina y ser secretario privado de Juan

Manuel de Rosas, termina convirtiéndose en el reverso de la cultura y del poder político, es

decir, en la representación del traidor de la dominación y por tanto, la representación de los

vencidos, de los oprimidos y de las víctimas.

A través de pequeñas tramas, voces narrativas que se alternan, así como versiones e

interpretaciones que se reproducen o se sintetizan, Respiración artificial desestima a

quienes hacen discursos y utilizan el lenguaje para dominar y legitimar su poder. La

multiplicidad de voces, discursos, versiones y relatos fragmentados niegan y se resisten a la

historia oficial creada por “aquellos elegidos para expresar con palabras la verdades de su

tiempo” (43). En ese sentido, es posible seguir lo dicho por Idelber Avelar, para quien la

novela narra dos historias: “la de Ossorio y Maggi –historia de un presente que trata de

Page 119: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

113

reconocerse en la derrota pasada- y la de Emilio Renzi y Tardewski –historia de un presente

que trata de elaborar un repertorio narrativo con el cual se puede narrar la ubicuidad de la

derrota” (Avelar 213).

Los personajes leen e interpretan cartas y documentos que conforman el archivo de la

memoria, desde el cual es posible visualizar y reconstruir la historia de las derrotas, a partir

de varios acontecimientos importantes de la Argentina como: el Rosismo, la unificación y

consolidación del Estado-nación, el surgimiento y la decadencia de la oligarquía, el

peronismo y el “Proceso de Reorganización Nacional”. La novela muestra un mundo donde

el azar y la incertidumbre se encargan de perfilar el destino de los personajes, pero también

el de la historia argentina. Por eso mismo, es también una novela que trata sobre las vidas y

los mundos posibles, por tanto, trata sobre el fracaso, incluso, el mismo Piglia aclara que el

fracaso supone el hecho de haber querido vivir otra vida, de haber querido hacer algo que

no se pudo. “Una suerte de vida paralela, de vida posible que no se llega a realizar pero que

anula el sentido de lo que realmente se vivió (Piglia, Crítica y Ficción 111).

La novela fragmentada de Piglia narra la historia de las derrotas, pero también de la

esperanza, porque como afirma Daniel Balderston: “Su lectura o escritura salteada de la

historia argentina es una historia de derrotas de frustraciones, pero también, debido a su

misma lucidez, de alguna esperanza” (Balderston 177).

Respiración artificial es entonces, una novela que se resiste a la historia oficial y con ella a

la verdad establecida por la dictadura. Entre líneas, articula la multiplicidad de hechos del

pasado con el presente, así como las narraciones que han sido excluidas, para hacer la

historia de las derrotas y con ella imaginar la utopía del porvenir.

3.3 MEMORIA, TRAICIÓN, CONSPIRACIÓN Y REVOLUCIÓN

La literatura es una forma privada de la utopía.

Ricardo Piglia. Crítica y Ficción

Algunos han perdido las ilusiones, se han vuelto

sensatos y conformistas. Corren el riesgo de convertirse

en funcionarios del sentido común. Para pensar bien,

quiero decir para ser lo contrario de un bien pensante,

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114

hay que creer que el mundo se puede cambiar. Hay que

estar en un lugar excéntrico, opuesto al orden

establecido, fuera de todo. No tengo confianza en nada

ni soy un hombre optimista, pero justamente por eso

creo que hay que aspirar a la utopía y a la revolución.

Sólo por amor a los desesperados conservamos todavía

la esperanza, solía decir un amigo de Brecht.

Ricardo Piglia. Crítica y ficción

La novela también narra la historia de la esperanza, basada en la utopía del porvenir, es

decir, en la revolución2. La articulación con el pasado se convierte también en la chispa de

la esperanza que permite no sólo sobrevivir en medio del horror, sino resistir, porque como

dice el senador: “Los duros siempre son vencidos por el dulce fluir del agua de la historia”

(Piglia, Respiración artificial 61).

A través del dulce fluir del agua de la historia, también es posible imaginar “el mundo

alucinante de la utopía” anhelado por Ossorio en la novela (79). Y en esa lucha y

persecución por alcanzar el reino de la utopía “todos los crímenes son posibles” (79), por

eso, la traición se vuelve el medio necesario para alcanzar la utopía. En Respiración

artificial todos los personajes son traidores, traidores del centro, de la tradición cultural, de

la historia oficial y del lugar de origen, por eso ocupan la posición del traidor fracasado que

anhela la utopía:

El traidor [dice Ossorio], ocupa la posición clásica del héroe utópico: hombre de

ningún lugar, el traidor vive entre dos lealtades; vive en el doble sentido, en el disfraz.

Debe fingir, permanecer en la tierra baldía de la perfidia, sostenido por los sueños

imposibles de un futuro donde sus vilezas serán, por sin, recompensadas. Pero ¿de qué

modo serán recompensadas en el futuro las vilezas del traidor? (79).

Así, a la tensión de la novela entre la memoria, la desarticulación, el exilio y la utopía, se le

suma la traición y con ella, la conspiración. “Los escritores actuales”, dice Piglia,

“buscamos construir una memoria personal que sirva al mismo tiempo de puente con la

2 “Cuando yo digo utopía pienso en la revolución”, dice Piglia. “La comuna de París, los primeros años de la

Revolución Rusa, eso es la utopía. Y eso es la política. Ser realista es pedir lo imposible. Baudelaire y Marz

tenían los mismos enemigos. ¿O vamos a entender ahora la política como la renovación parcial de las cámaras

legislativas o los vaivenes de la interna peronista? En este pasís hay que hacer la revolución. Sobre esa base

se puede empezar a hablar de política” (Piglia, Crítica y Ficción 94).

Page 121: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

115

tradición perdida. Para nosotros, la literatura nacional tiene la forma de un complot: en

secreto, los conspiradores buscan los rastros de la historia olvidada” (Piglia, Memoria y

tradición 66).

El exilio interno y externo, el distanciamiento, el fracaso, la traición, el aislamiento y la

locura se convierten en la novela en “una forma de la utopía. El desterrado es el hombre

utópico por excelencia” escribe Ossorio en sus documentos “vive en la constante nostalgia

del futuro (Piglia, Respiración artificial 30). La novela imagina un porvenir utópico en

donde la historia y la memoria común, no sean instituidas por el poder político, sino por las

“grandes masas” (62), como condición ética que reivindique las resistencias y haga posible

lo humano. En la memoria común del provenir utópico, recordar lo inhumano es

comprender lo sucedido y no permitir que se repitan acontecimientos de inhumanidad

(Gómez Muller 27).

Frente al secreto y la desarticulación de la dictadura, una memoria que articule y le dé

sentido al presente, pero a la vez un complot que planifique acciones paralelas y mundos

alternativos. Respiración artificial es una novela que construye una memoria entre líneas,

pero también es “una ficción potencial, una intriga que se trama y circula y cuya realidad

está siempre en duda” (Piglia, Teoría del Complot 10). Por eso, esta debe ser leída como si

siempre hubiera algo oculto y cifrado, al igual que los personajes leen los documentos y

buscan el mensaje secreto de la historia.

Arocena, el funcionario censor, trata de descifrar las cartas que intercepta. Pero también lo

hacen los demás personajes, que como conspiradores buscan el secreto que la historia

oficial ha omitido. El senador Luciano Ossorio por ejemplo, dice que Arocena al igual que

él, lee cartas y trata de descifrarlas, “Trata, como yo de descifrar el mensaje secreto de la

historia” (Piglia, Respiración artificial 46). Renzi le escribe a Maggi que tiene la sensación

de que él oculta algo, “que atrás de [su] vida hay algo oculto, un secreto que [cultiva] como

otros las flores del jardín” (90). Maggi por su parte, le dice a Renzi que sus cartas le

parecen graciosas, “demasiado interrogativas, como si hubiera un secreto. Hay un secreto,

pero no tiene ninguna importancia” (23). Maggi a su vez, es el personaje que queriendo

descifrar los documentos de Enrique Ossorio, termina por “descubrir que son los

Page 122: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

116

documentos los que se han apoderado de [él] y [le] han impuesto sus ritmos y su cronología

y su verdad particular (25).

En la búsqueda que hacen los personajes por encontrar el mensaje secreto de la historia,

Respiración artificial perfila la utopía del porvenir, la revolución. En medio de situaciones

extremas, de la experiencia del horror y la represión, la novela muestra que es necesario

aprender a resistir y a pensar crudamente, para luego trabajar sobre intrigas y acciones

alternativas como la revolución, porque a través de la revolución será posible vencer a los

dominadores y vencedores de siempre, porque así como el movimiento del agua “desgasta

con el tiempo la dureza de las piedras”, los dominadores “los duros siempre son vencidos

por el dulce fluir del agua de la historia” (61).

Respiración artificial expone entonces, la más seria teoría de la revolución, la cual ha sido

sin embargo, no ha sido muy analizada por los críticos, quizás por la misma forma cifrada

de la novela. Entre los documentos de Enrique Ossorio, se dice que su amiga Lisette Gazel,

la adivina de piel negra sabe mirar lo que nadie más puede, “sabe leer el porvenir en el

vuelo de los pájaros marinos” (Piglia, Respiración artificial 70). Eso es precisamente lo que

hace Ossorio y es repetido en las palabras del senador, a través de la voz de Renzi:

Soy todos los hombres de la historia, soy el pájaro del mar que sobrevuela la tierra firme:

abajo, lejos del aire límpido que desplazo con mis alas al volar, abajo, en las planicies

heladas, a la izquierda, casi sobre las últimas estribaciones montañosas, lejos del mundo, de

su tumulto, lejos de su lúgubre claridad, hay grandes masas, grandes masas que parecen

petrificadas pero que sin embargo se deslizan, se mueven, a pesar del reflujo, avanzan,

crujen al deslizarse, como los grandes témpanos de hielo. Evaluar la lentitud, el ritmo de

esa marcha depende de la altura que haya alcanzado en su vuelo el pájaro marino, cuando

más alto vuela el pájaro marino, el albatros, y cuanto más se arriesga y se adentra en la

tierra firme, con mayor nitidez puede vislumbrar la incesante movilidad, el avance de esas

masas. Sus ritmos no pueden ser evaluados por ningún hombre aislado, por ningún

particular. ¿De qué sirve exigirles mayor velocidad si su tiempo no es el nuestro? ¿De qué

sirve la urgencia frente a la solidez inflexible de ese avance? (61, 62).

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117

Antes de esto, el senador hace referencia a una polémica en la que el mismo Piglia había

participado como parte de los intelectuales de izquierda de la Argentina y de América

Latina: la toma del poder político a través de la revolución. Según Jorge Fornet, para una

parte de la izquierda “no había otra vía que la lucha armada ni otro método que la lucha

guerrillera; otros, rechazaban la teoría del foco y veían la solución del conflicto en la lucha

de clase” (Fornet, El escritor y la tradición. Ricardo Piglia y la literatura argentina 76). Eso

explica lo dicho por Ossorio en las palabras del senador:

“Admito que no tengo ninguna esperanza. Hombres ciegos hablan de una salida, no hay

una sola salida. Debemos aprender del agua cuyo movimiento desgasta con el tiempo la

dureza de las piedras. Los duros siempre son vencidos por el dulce fluir del agua de la

historia. (Piglia, Respiración artificial 61).

Según Kathleen Newman, la posible descripción sobre la teoría de la revolución sugiere

“que los que estuvieron en la lucha armada, y hasta las políticas de los partidos de izquierda

en la Argentina, se equivocaron al evaluar la marcha de la historia o, más específicamente,

el estado de la clase obrera” (Newman 187).

También es posible pensar que la teoría de la revolución va encaminada a la inevitable

derrota del poder político por parte de las “grandes masas”. Los dominadores, los

“enemigos” que están en el “otro frente”, han empezado a mostrar “la heterogeneidad de

aquello que [ellos] pensaron idéntico a sí mismo”. Lo que parecía unido y sólido,

“comienza a fragmentarse, a disolverse, erosionado por el agua de la historia”. Esa derrota

de los dominadores es tan inevitable, como para las masas es inevitable seguir soportando

su indiscriminado uso de poder que desde el pasado, ha dejado una “proliferación incesante

de la muerte”. Los dominadores no podrán resistir; a diferencia de ellos, los oprimidos, los

derrotados, han aprendido a sobrevivir y a resistir. El senador rememorando los ideales de

Ossorio, hace referencia a la revolución como la única salida al presente de inhumanidad:

Del otro lado, en el otro frente, se muestra ya la heterogeneidad de aquello que nuestros

enemigos siempre pensaron idéntico a sí mismo. Lo que podía pensarse unido, sólido,

comienza a fragmentarse, a disolverse, erosionado por el agua de la historia. Esa derrota es

tan inevitable para ellos, como para nosotros es inevitable soportar el lastre que nos ha

Page 124: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

118

dejado en la memoria su maniática presencia, su cinismo, su calculada perversión. ¿O acaso

ha dejado alguna vez de fluir desde el pasado, la proliferación incesante de la muerte? […]

Ellos, nuestro enemigos, ¿con qué convicción resistirán? ¿Qué convicción podrá ayudarlos

a resistir? No podrán resistir. Ellos vacilan, atados a la aridez del porvenir. En cuanto a

nosotras a nos-otros, hemos aprendido a sobrevivir, conocernos la sustancia cristalina,

incesante, casi líquida de la que está hecha nuestra capacidad de resistir. La paciencia es un

arte que tarda siglos en ser aprendido. Y nosotros sólo le damos valor a la profesión de una

virtud cuando hemos notado la completa ausencia de ella en nuestros enemigos (62, 63).

Frente al Estado que inventa desde sus orígenes el fantasma de un enemigo poderoso

(indígenas, radicales, peronistas, subversivos, etc.) que amenaza el orden establecido y el

bienestar, existe un gran complot que implica la revolución y en donde los personajes

fracasados y aislados son los grandes conspiradores. Si la memoria es en Respiración

artificial la articulación narrativa de los hechos del pasado con el presente de inhumanidad,

el complot es entonces la “articulación entre prácticas de construcción de realidad

alternativas y una manera de descifrar cierto funcionamiento de la política” (Piglia, Teoría

del Complot 13).

Así, aunque pareciera que en medio de la pesadilla del presente no hay esperanzas, son las

imágenes del pasado y con ellas “el dulce fluir del agua de la historia” (Piglia, Respiración

artificial 61), las que reconstruyen el sentido de la experiencia del horror y la represión, con

miras a un porvenir utópico más justo y libre que se ajuste a “la coyuntura revolucionaria

en la lucha en favor del pasado oprimido” (Benjamin 190).

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119

4 CONCLUSIONES

Piglia alrededor de tensión existente entre memoria, desarticulación, exilio, utopía, traición

y complot, construye su representación estética. Esa tensión sin embargo, no aparece

tematizada como tal en Respiración artificial, no hay elementos explícitos sobre la

desarticulación generada por la dictadura, o la necesidad de construir una memoria que

oriente, y mucho menos cómo funcionan las maquinaciones del poder, y cómo derrotarlas a

través de la utopía y la revolución. La novela muestra entre líneas las maquinaciones del

poder y con ellas la experiencia del horror y la represión clandestina, así como la forma en

que el poder se ha legitimado a través de fuerzas ficticias.

“La experiencia del horror puro de la represión clandestina” dice Piglia, “una experiencia

que a menudo parece estar más allá de las palabras, quizá define nuestro uso del lenguaje y

nuestra relación con la memoria y por lo tanto nuestra relación con el futuro y el sentido”

(Piglia, Tres propuestas para el próximo milenio (y cinco dificultades) 31). En medio de la

experiencia vivida en medio de la dictadura, el escritor argentino construye una

representación estética, una novela que a través de la memoria resalta la multiplicidad de

relatos y hace que el pasado se convierta en una presencia viva en el presente (Sánchez 22).

En Respiración artificial la memoria se apoya en la historia, pero no reconstruye los hechos

como datos fijos, sino que por medio de huellas y rastros del pasado, dota de sentido el

presente de inhumanidad. Piglia en oposición a la ficción estatal, escribe una novela

fragmentada que reconstruye la trama perdida, la historia de las derrotas en la cual es

posible ver los rastros y huellas que han dejado los procesos históricos, las relaciones de

poder y las formas de violencia en la Argentina. Las marcas en el lenguaje y el cuerpo de

las víctimas, se presentan entre líneas para articular el pasado con la pesadilla del presente y

reconstruir el sentido de la experiencia del horror y la represión.

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120

Con esto se cumple lo dicho por el mismo Piglia, para quien la literatura construye la

historia de un mundo perdido y sin sentido, por tanto construye la verdadera historia, esa

que ha sido omitida por la dominación y el poder político. Frente al relato estatal que

establece una historia oficial, única y totalizante con el objetivo de producir efectos

concretos en la realidad, está la literatura como su negación y contraposición, por tanto

como la contrarrealidad instaurada. “Si la política es el arte de lo posible, el arte del punto

final, entonces la literatura es su antítesis. Nada de pactos, ni transacciones, la única verdad

no es la realidad. Frente a la lengua vigilante de la real-politik” (Piglia, Crítica y Ficción

123), la voz de los marginados, la memoria de las víctimas y la historia de las derrotas,

como parte de la necesidad ética y política de resistir para articular narrativamente el

pasado oprimido con el presente de inhumanidad, sin disociar lo narrativo de la verdad de

los hechos, ni lo político de lo simbólico (Gómez Muller 13).

Al borde de los géneros, pero también de la historia, la verdad y la ficción, la novela

concede un espacio posible para la construcción de la memoria en medio de la dictadura.

Construye entre líneas una memoria que vincula a la sociedad más allá de las víctimas y

que trasciende con el paso del tiempo, a través de huellas e imágenes del pasado, no como

una verdad detallada sino como horizonte político y centro de lucha frente a la ficción del

Estado. Desde la marginalidad, desde el borde de las tradiciones centrales, Piglia hace una

representación estética que busca la verdad en la voz de los marginados, el reconocimiento

del pasado oprimido capaz de “provocar el verdadero estado de excepción” de Benjamin, la

verdadera utopía del porvenir.

Así la construcción de la memoria se transmite en la novela desde una narración

fragmentada que más allá de ser un reflejo de la realidad, está constituida por generalidades

e interpretaciones por parte de los personajes, en las que la iniciación y el aprendizaje -

como el caso de Renzi-, son más importante que el rigor histórico con que se presenta

(Aguilar Fernández 6). El pasado de la Argentina cobra sentido en su articulación con el

presente, pero a la vez la interpretación del pasado y el presente son parte de un proceso

subjetivo que se construye a partir del dialogo, la reproducción de discursos y la

comunicación –epistolar- de los personajes.

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121

Finalmente, la estructura abierta y fragmentada de Respiración artificial es parte de una

resistencia, una oposición y una lucha al presente de inhumanidad. Articula las huellas del

pasado con el presente como forma de resistencia a las maquinaciones del poder, ahí donde

el poder es más insidioso: en el lenguaje y en la construcción de sentido.

Page 128: RESPIRACIÓN ARTIFICIAL: UNA MEMORIA SENTIDO AL …

122

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