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RESEÑA DE LIBROS

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RESEÑA DE LIBROS

RESEÑA DE LIBROS

CUENCA TORIBIO, J. M.: Estudios sobre el catolicismo español contemporáneo, volumen Il/, Servicio de publicaciones de la Universidad, Córdoba, 2002, 160pp.

La necesidad de emprender nuevas investigaciones de mayor en­vergadura sobre la historia de la Iglesia en la España contemporánea, desechando visiones estereotipadas, tergiversaciones ó interpretaciones simplistas-nada infrecuentes en manuales y monografías, incluso entre los de factura reciente-, queda de sobra probada a lo largo de estos cua­tro estudios. Especialmente el primero, dedicado a establecer un balance historiográfico provisional en dicho terreno entre 1976 y 2000, un poco, como allí mismo se explica, a modo de continuación de un trabajo suyo publicado hace algo más de un cuarto de siglo. La persistencia de técnicas de investigación, puntos de vista y estrategias aplicadas bastante trasno­chadas, más que la falta de financiación o de apoyos -los pocos con que acostumbran contar hoy las Humanidades- por parte de organismos públicos y privados - universidades, diócesis, entidades crediticias o gubernamentales-, explican la debilidad y atraso en la amplia parcela del pasado hispano que nos ocupa. Efectivamente, queda aún mucho por hacer, empezando por las visiones de conjunto sobre la historia de la Iglesia española contemporáneo, cuyos resultados, por el momento, no han logrado cubrir todos los objetivos necesarios. Mejores han sido los

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frutos recolectados por monografías sobre aspectos más concretos --co­rrespondencia vaticana, nuncios, visitas ad limina, .. , circunstancia que pone de manifiesto una manquedad fundamental en el campo historio­gráfico: el dominio de la anarquía, cuando no el caos organizativo, hecho que motiva la heterogeneidad en la calidad de los trabajos de investiga­ción realizados en el solar hispano. Se imponen la planificación y el siste­matismo, así como frecuentar más a menudo la interdisciplinariedad, para corregir estos defectos. Con todo, como se nos asegura, la solvencia de algunos veteranos y jóvenes investigadores garantizan la continuidad e incluso la consecución de importantes logros en el presente y el porvenir.

En el panorama de autores y títulos, que tan bien demuestra co­nocer el profesor Cuenca Toribio, debemos señalar algunos puntos fun­damentales que ayudarán al lector a no extraviar la senda, paliando la ausencia de un enfoque temático que, como él mismo nos indica, hu­biera sido deseable por su mayor completitud. Sería necesario de cara al futuro invertir un mayor volumen de esfuerzos en historiar las institu­ciones de la Iglesia, las congregaciones y órdenes religiosas, la predica­ción, la formación del ordo clericalis, las posturas ante diferentes iden­tidades geográficas y culturales, los estudios monográficos a escala diocesana ó las empresas de carácter estatal y autonómico. De mayor dedicación, cuantitativa y por parte de investigadores de solvencia, han disfrutado cuestiones como la masonería, la Inquisición-nuestro co­nocimiento sobre ella decrece al aproximamos a su ocaso-, la vertien­te religiosa del carlismo, las síntesis divulgativas de carácter biográfico ó monográfico, la región catalana. A medio camino entre algunos lo­gros iniciales y gran cantidad de trabajo pendiente, se sitúan los análisis en tomo al catolicismo y la "cuestión social", la labor asistencial... Val­gan esos puntos suspensivos como invitación a la consulta de las pági­nas sobre las que hemos basado esta apresurada recapitulación.

Los dos estudios siguientes sitúan su atención en el comienzo de la crisis de la Restauración, periodo decisivo en la conformación de las raíces de la España del siglo XX. El impacto de 1898 en el catolicismo español y los círculos y sindicatos confesionales en Andalucía son los ternas abordados. En cuanto al primero, se trazan las líneas maestras de las corrientes de cambio que sacudieron a la Iglesia española durante el complejo y conflictivo lustro de 1898-1903, sin excluir la mención de algunos de sus antecedentes y consecuencias en los períodos anterior y posterior. Ambiente semejante al resto de Europa se respiraba entonces

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en las contradicciones entre tendencias modernizadoras y retardatarias. Si, por un lado, el "Desastre de Cuba" puso freno al delicado proceso de integración de los católicos en el régimen canovista, alentando el reac­cionarismo y "ultramontanismo" de ciertos sectores, por otro se afian­zaron los esfuerzos desplegados en el campo del "cristianismo social" en suelo español. Es interesante hacer notar el repliegue de la Iglesia, reticente a decantarse por el partidismo en la política del momento. Así, el movimiento de las "Ligas Católicas", extendido por la totalidad del suelo patrio, se orientó en mayor medida a los debates entre las distintas tendencias confesionales, al margen de una falsamente atribuida subor­dinación a los políticos del viejo "turnismo" para combatir a la oposi­ción obrera y republicana. Las corrientes de cambio durante el tránsito a un nuevo pontificado, el componente católico en los nacionalismos peninsulares-dinamizados por la crisis- , la oleada de anticlericalismo y su negativo impacto en la sociedad española-una nueva ocasión per­dida por todos para lograr la concordia - , los aspectos culturales y educativos, las relaciones Iglesia-Estado, completan el resumen de los aspectos que allí se abordan.

A modo de adelanto de un más amplio estudio sobre esta faceta en España, de futura aparición, reconstruye en el tercer capítulo el desa­rrollo de los círculos y sindicatos católicos en una de las regiones donde aquellos vivieron una situación de mayor arcaísmo y debilidad, en con­sonancia con su general situación de rezago con respecto al país. La pervivencia de ese modelo inicial de los "círculos" hasta el régimen primorriverista ó, aún más, hasta la contienda de 1936, cuando en el resto de la nación subsistían únicamente de modo apendicular, fue, en efecto, uno de sus rasgos fundamentales. Constituye, además, el trabajo una suerte de estado de la cuestión, al recurrir a todos los estudios reali­zados hasta el momento de cada una de las provincias, heterogéneas y diferentes entre sí en el desarrollo tanto de los acontecimientos como de la investigación de los historiadores. La división natural entre Alta y Baja Andalucía, al tener en cuenta la fisonomía de las explotaciones agrarias predominante en cada zona, facilita la estructuración del tema. Considerada en su momento más propicia la primera para impulsar los proyectos del catolicismo social, la difusión de círculos y sindicatos fue allí más tentacular y rápida, aunque menos adelantada que en las pro­vincias occidentales. En éstas últimas ha de destacarse a Córdoba, tanto por contar con un mayor número de estudi?s sobre la cuestión, como

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por ejemplificar de modo paradigmático las tres fases en que puede periodizarse el fenómeno y su decaimiento, debido al abandono y olvi­do de su apoyo y financiación a tan prometedora empresa por parte de las oligarquías y clases acaudaladas-sin cuya colaboración era impo­sible resolver la cuestión social en Andalucía, una vez pasado el peligro revolucionario del "Trienio Bolchevique". Es necesario acometer nue­vos trabajos para avanzar en nuestros por ahora incompletos conoci­mientos sobre el tema, abandonando las sesgadas, cuando no unilatera­les interpretaciones al uso que subrayan el formalismo y espíritu patemalista como descalificación del. fenómeno asociacionista católi­co obrero.

Cierra el volumen el tan breve como exquisito artículo sobre la diócesis toledana en la contemporaneidad, en el cual el profesor Cuen­ca añade a su basamento de solventes monografías materiales prove­nientes de la pintura y literatura, que tan útiles testimonios pueden apor­tarnos a los historiadores, cimentando el tan caro don de la evocación de los ambientes y personajes pretéritos.

El amplio caudal informativ~cuánime, sugerente, orienta­dor--contenido en tan modesto número de páginas es, en definitiva, uno de los méritos fundamentales que pueden y deben adjudicarse tan­to al libro como a su autor, que una vez más revalida sus credenciales de pionero y uno de los máximos conocedores de la temática reseñada.

RAFAEL ALFARO Indagación del Otoño (Premio Rorentino Pérez Embid de 2002)

José Manuel Ventura Rojas

Autor de la segunda generación de posguerra o del posveintisie­te, también conocida como promoción desheredada o del 50, Rafael Alfaro (El Cañavate, Cuenca, 1930) es poeta de "escondida senda", como él titula la única antología que tiene de su obra. Efectivamente, a pesar de los muchos premios cosechados en su larga trayectoria literaria -entre ellos, el José Hierro, el Tiflos, el Boscán o el Nacional de Literatura de El Salvador-, su poesía ha sido siempre fiel a la explora­ción de sí mismo y al desciframiento del misterio de la realidad. Quie-

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nes hemos seguido sus pasos poéticos, sabemos que es autor de profun­da raíz meditativa.

Sin duda, pertenece a una estirpe poética concreta: la que arran­ca modernamente de Luis Cemuda y tiene en Francisco Brines su eslabón último más celebrado. Igual que éstos, Alfaro entiende la poe­sía - y cito palabras de Brines, si bien las podía haber escrito nuestro poeta- como "un proceso de desvelamiento; de conocimiento,[ ... ] Trata de descubrir el sentido de la vida. A veces llega a exponer una moral, individual o colectiva, que le ayuda al hombre a vivir más complacida­mente, o al menos más reconciliado con su tránsito mortal".

Centrada en la temporalidad, la mirada elegíaca de Alfaro en­tiende el fluir de la vida como paso ineluctable hacia la muerte. De la existencia humana, al final, sólo quedan el mundo inconsistente de los recuerdos y el momento estático que se capta cuando se hace una fotografía. En el fondo, un pensamiento así expresa un gran amor a la vida, y es de esa tensión entre el sentir íntimo y el irremediable paso del tiempo de donde surgen los versos principales de este poeta.

Indagación del otofío refleja, pues, en sus tres apartados, lo que en líneas generales se puede afirmar de la obra lúica de Alfaro: que es poesía sobre la temporalidad; revela un constante empeño por elucidar la realidad y descubre un profundo gozo en el hecho de existir. Ade­más, desde el título, manifiesta una orientación escrutadora, situándose el poeta en un tiempo concreto de las estaciones del hombre: el otoño. (También Brines, por cierto, tiene un libro de madurez con un título del mismo aire, El otoño de las rosas, donde se dan la mano esplendor y fatuidad de todo lo vivido). _

Con frecuencia, muchos poetas que escriben poesía autobiográ­fica, cuando llegan a la madurez _y es el caso de Alfara_ tienden a presentar en los títulos de sus libros una síntesis de su andadura vital. Lo hacía Jorge Guillén en la última etapa de su existencia, con aquel título revelador, Final; lo ha hecho López Anglada ya septuagenario con La distancia del sábado; Rafael Morales con Entre tantos adioses; Rafael Montesinos con el inédito La vanidad de la ceniza; el propio Brines, con La última costa; y, ahora, Alfara con Indagación del otofío, donde el otoño no es sólo la materia sobre la que indaga sino, inevita­blemente, desde la que indaga. En todos los casos, estamos ante un tipo de poesía que revive el tópico de senectute, espacio vital que tradicio­nalmente se ha concebido de un modo estoico y que en Alfaro trae

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también visos cristianos, no de mera conformidad frente el aniquila­miento a que se ve sometido el ser humano en su discurrir temporal.

Desde la "Alquimia del otoño" -como titula uno de sus poemas­, es decir, desde Ja madurez, nuestro poeta otea su vida; se ve niño y, a la vez, adulto. Así, descubre que fue feliz en aquel reino de la infancia, cuando el tiempo era sólo un nombre y la verdad el atributo de las cosas; gozosamente, era dueño de una mirada inocente, podía tocar el cielo, eran suyas "la luna y las estrellas" y latía en su pecho "un ritmo lento de inmortalidad". Sin que nos diga por qué, el descubrimiento de la muerte significó la llegada del conflicto pues empezó a tomar con­ciencia del paso del tiempo y de su propia existencia; desde entonces, la mirada inocente del niño se convirtió en una mirada triste de hombre adulto que se despide de su vida; y donde antes tocaba el cielo, luego sólo cupo la contemplación; donde antes era la vida, luego fue la sobre­vida; y todo porque, según nos dice en el poema "Encamación", la muerte, o sea, la conciencia de la muerte, no es una conquista, sino una herencia: ser hombre es asumir irremediablemente la condición mortal.

Pero el pensamiento de Alf aro tiene su contrapartida: aclara que el amor -el que es donación~ salva de la muerte; el amor y, sobre todo, la música. Los seguidores de su poesía recordarán que él tiene un poemario titulado Tal vez mañana (1978) donde abunda en estas ideas. Traigo ahora dos ejemplos del libro Indagación del otoño que reflejan lo que digo: respecto al amor salvador, el poema que titula "Tú no puedes morir ... ", que acaba: "Tú no puedes morir porque te amo ... "; respecto a la música, el segundo apartado del libro _"Interludio" lo titula_, monotemático, donde nuestro poeta revive el pensamiento neo­platónico frailuisiano en el que se dan la mano la música material y la inteligible; o mejor dicho, una lo lleva a la otra. Al llegar a este punto, quiero señalar que Alf aro no es un poeta nústico en el sentido genuino del término, puesto que sus versos no hablan de la música celestial o divina, sino de la que interpreta o crea un compositor. El poema "Res­ponso a Mozart" puede servir de botón de muestra de lo que afirmo: "Hoy he sabido / que no existe la muerte, que la vida / será ya eterna en esta partitura/ picoteada de semicorcheas/ como estrellas sonoras.[ ... ]".

En líneas generales, lo que hasta el momento he expuesto se refiere al contenido general del libro. Ahora, voy a dar algunas ideas orientadoras de los motivos y técnicas que predominan en Indagación del otoño.

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De entrada, hemos de saber que felicidad, eternidad e inocencia son dones en la poesía de Alfaro, objetivos inalcanzables en el marco temporal de la vida. Lo más cercano a esas realidades es la infancia y, en su lugar, los recuerdos: recordar es, pues, el paraíso; no recordar, en sentido metafórico, el infierno.

Como suele ocurrir en el desarrollo del peregrinar humano, en los versos de vida de Alfaro no hay un discurso siempre igual sino que éste se muestra variable, de acuerdo con los estados de ánimo y las distintas circunstancias que originan su poesía. Sabiéndolo, es fácil descubrir en ella un par de motivos que la iluminan.

El primero es la construcción de un ámbito de gozo y pena entretejido por los recuerdos que, como los pájaros, vienen y van; se posan en la memoria y él los alimenta evocándolos lo mismo que si fueran aves a las que se les da de comer en la palma de la mano y que, luego, se marchan. Así, el poema "Igual que las palomas", un texto que traigo aquí porque refleja esa imagen a la que él recurre con frecuencia en sus últimos poemarios: la de los pájaros. Y a el titulo de otro libro suyo, Los pájaros regresan a la tarde (1995), daba idea del significado singular que tenían estos animales. Así pues, los recuerdos son como los pájaros _en el caso de Indagación del otoño, como las palomas_, que se echan a volar y regresan trayendo, unas veces, recuerdos gratos; otras, recuerdos tristes, corno en "Imposible regreso".

El otro motivo le viene dado a Alfaro ya en su libro Los cantos de Contrebia (1985) por la figura del viajero. En la obra de nuestro poeta, el viajero es ese ser desarraigado que va a la busca del paraíso perdido, de esa felicidad que la vida nunca puede darle. De nuevo, en Indagación del otoño tenemos un poema de tales características: "Des­pedida" se titula. En él se expresa con contención la tragedia del hom­bre que descubre la precariedad de la existencia humana y la situación de indigencia en la que se encuentra, lo que le lleva a terminar llorando ante su propio fracaso; poema, por cierto, que me recuerda a aquel otro, "El adiós", del libro A modo de esperanza, de José Ángel V alente, otro poeta de la generación de Alfaro.

Y junto a estas claves iluminadoras, quiero destacar la técnica del desdoblamiento, a la que nuestro autor recurre para contrastar el hombre que es con el que será. Particularmente, siento preferencia por el poema "Se busca", donde el gesto de un beso en los labios genera la imagen del paso del tiempo y donde la referencia a la piel es proyec-

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ción de uno en otro ser, ya que como viene a decir el poeta, el nombre de la muerte está escrito en el de la vida. De similares rasgos, aunque proyectado el personaje poemático no en el niño que fue, ni en el hombre que dejará de ser, es el soneto titulado "Nuevo mármol", en el que Alfaro revive la ocasión en que introdujo sus pies en la marca que los de su padre habían dejado en la nieve; acto que le sirve para re­flexionar sobre su propia identidad.

Del mismo interés es el empleo que hace del tú en lugar del yo para hablar de sí mismo, técnica por otra parte habitual en la poesía moderna, que, al igual que el desdoblamiento, es una manera de distan­ciarse el poeta de sus propios acontecimientos, como si lo que él nos cuenta le ocurriera a otro.

Aunque la mayoría de los textos de Indagación del otoño están escritos a partir de una honda impresión, los hay que responden a una técnica muy común entre los autores de la generación de Alfaro; me refiero a la composición de lugar, de sabor ignaciano: nuestro poeta tiende a veces a presentar una escena, y esa escena es motivo luego para una reflexión emotiva. Ejemplos tenemos en las composiciones "El placer de la lectura o en "Nuevo mármol".

Por otra parte, en su disposición formal, el libro comienza con un poema titulado "Otoño negro" y acaba con "Otoño blanco", es decir, muestra un sentido orgánico del tema que trata. En ese planteamiento, el tono negativo con que arranca el poemario, donde lo otoñal presagia la muerte, se reconvierte al final del libro en un tono más esperanzado, de afirmación del existir.

Así las cosas, quiero añadir que nuestro poeta sabe darle a sus composiciones alcance universal y lo hace de manera literaria, es decir, recurre a tropos tan habituales como las metáforas, las hipérboles, las ironías; además, a modos expresivos frecuentes, tanto repetitivos (ge­minación, aliteración, consonancias ... ) como amplificativos (de carácter argumentativo o acumulativo), pero, sobre todo, es poeta de abundante sentido apelativo (así, por ejemplo, tiende al empleo de formas impera­tivas: déjame, préndele, respóndele, míralo, etc.), fruto de la gran con­ciencia dialógica que se advierte en su poesía y que le es tan propia. En definitiva, Indagación del otoño es un libro que deja poso, asiento; que sabe a poesía selecta y que, desde luego, coge, emociona; nada en él es huera literatura.

Carmel o Guillén Acosta