r'equien por un amigo[1]

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 RÉQUIEM POR UN AMIGO El 16 de enero pasado falleció Manuel Lugo Meléndrez, el último del grupo de destacados mochitenses de ímpetu gallardo, de principios admirables y voluntad de hierro que, en torno al luchador social Margarito Quiñónez Escamilla, se unió para fundar el ejido de Corerepe, en el valle del Fuerte, en el municipio de Guasave. Con la pérdida de este herma no de ideales se termina el sueño de crear un ejido mo de rn o, pr ós pe ro, qu e tuvi er a los ma yo res avances tecnol óg icos pa ra su funcionamiento óptimo y mejorara su productividad. La organización, sumada a la tecnific ación, redundaría en el beneficio de los miembros de esta importante comunidad agraria sinaloense. Manuel Lugo Meléndrez formó parte de varias directivas ejidales. Poco después de la muerte del fundador del ejido fue presidente del Comisariado ejidal. Siempre se distingui ó por ser un promotor dinámico de los proyectos en benefici o de la comunidad de Corerepe, por lo cual tuvo el respecto y el reconocimiento de los ejidatarios como el más fiel exponente de la lucha, del trabajo y de la justicia social por la cual nace el núcleo ejidal. La sola evocación lleva a la emoción al recordar el entusiasmo que puso en su apoyo al fundador del ejido, Margarito Quiñonez Escamilla, en los momentos más difíciles que sorteó el ejido después de que fuera fundado. Manuel Lugo Meléndrez siempre estuvo defendiendo, en la primera fila de la  batalla, la integridad del ejido frente a los embates que, a toda costa, pretendían desintegrarlo con todas las artimañas y de la más baja estopa posible. La muerte de Lugo Meléndrez fue muy sentida por la población de Corerepe. Los viejos y nuevos ejidatarios lo despidieron con la conciencia clara que con su desaparición física se estaba presenciando la pérdida definitiva del último auténtico líder de la comunidad ejidal . Cuando se le dio el último adiós había la tristeza implícita  por perder aquello que sabes que jamás se ha de recuperar. Si hacemos un recorrido histórico vemos que Manuel Lugo Meléndrez fue de los  primeros en trasladarse a vivir a la zona urbana de Corerepe ya que, apenas dotado el ejido el 6 de agosto de 1956, llegó en compañía de su esposa, la Sra. Arcelia Picos; ahí formó su familia, en el seno de la comunidad agraria.

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RÉQUIEM POR UN AMIGO

El 16 de enero pasado falleció Manuel Lugo Meléndrez, el último del grupo de

destacados mochitenses de ímpetu gallardo, de principios admirables y voluntad dehierro que, en torno al luchador social Margarito Quiñónez Escamilla, se unió para

fundar el ejido de Corerepe, en el valle del Fuerte, en el municipio de Guasave.

Con la pérdida de este hermano de ideales se termina el sueño de crear un ejido

moderno, próspero, que tuviera los mayores avances tecnológicos para su

funcionamiento óptimo y mejorara su productividad. La organización, sumada a la

tecnificación, redundaría en el beneficio de los miembros de esta importante comunidad

agraria sinaloense.Manuel Lugo Meléndrez formó parte de varias directivas ejidales. Poco después

de la muerte del fundador del ejido fue presidente del Comisariado ejidal. Siempre se

distinguió por ser un promotor dinámico de los proyectos en beneficio de la comunidad

de Corerepe, por lo cual tuvo el respecto y el reconocimiento de los ejidatarios como el

más fiel exponente de la lucha, del trabajo y de la justicia social por la cual nace el

núcleo ejidal.

La sola evocación lleva a la emoción al recordar el entusiasmo que puso en su

apoyo al fundador del ejido, Margarito Quiñonez Escamilla, en los momentos más

difíciles que sorteó el ejido después de que fuera fundado.

Manuel Lugo Meléndrez siempre estuvo defendiendo, en la primera fila de la

  batalla, la integridad del ejido frente a los embates que, a toda costa, pretendían

desintegrarlo con todas las artimañas y de la más baja estopa posible.

La muerte de Lugo Meléndrez fue muy sentida por la población de Corerepe.

Los viejos y nuevos ejidatarios lo despidieron con la conciencia clara que con su

desaparición física se estaba presenciando la pérdida definitiva del último auténtico

líder de la comunidad ejidal. Cuando se le dio el último adiós había la tristeza implícita

 por perder aquello que sabes que jamás se ha de recuperar.

Si hacemos un recorrido histórico vemos que Manuel Lugo Meléndrez fue de los

 primeros en trasladarse a vivir a la zona urbana de Corerepe ya que, apenas dotado el

ejido el 6 de agosto de 1956, llegó en compañía de su esposa, la Sra. Arcelia Picos; ahí

formó su familia, en el seno de la comunidad agraria.

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Consciente de lo importante que es la educación, a sus 8 hijos les dio una carrera

 profesional, lo que merece todo el respeto. A sus hijos les inculcó un alto sentido ético

desde el hogar y con el ejemplo de su trabajo. Sobre estas decisiones se crea un mejor 

estado, un mejor país. No hay vuelta de hoja y él lo sabía, la educación es la herramienta

de la libertad del hombre en sociedad.

Si pensamos en su batalla cotidiana vemos que, desde que el ejido le entregó su

 parcela, siempre se dedicó a cultivarla con esmero hasta el final de sus días, dando un

ejemplo de apego a la tierra (una tierra que con ahínco lograron arrancar a los

terratenientes en beneficio de 230 padres de familia campesinos, censo con el que se

formó originalmente el ejido).

Corerepe, como lo hemos dicho, es una comunidad ejidal enclavada en el Valle

del Fuerte, con una importante historia de lucha por las reivindicaciones de sus

agremiados. Este ejido se explica, se forma, se logra y se crea por la entereza de un

grupo de personas como Manuel Lugo Meléndrez que mantuvieron su apoyo

incondicional, económico y moral, a su guía y fundador Margarito Quiñonez Escamilla.

Asimismo, una vez dotado el ejido, Lugo Meléndrez, mantuvo una actitud

 positiva, aportando ideas para el desarrollo del centro agrario, por eso su muerte caló

hondo en la conciencia del ejido de Corerepe, ya que hombres como él no nacen todos

los días, de eso hay plena certeza entre sus compañeros ejidatarios que lo conocieron y

compartieron sus ideas para detonar el progreso en el ejido.

Con la desaparición física de Manuel Lugo Meléndrez, a sus más de 88 años de

edad, el ejido queda huérfano de verdaderos dirigentes, se han ido ya todos aquellos que

le daban certidumbre a este núcleo humano del norte del estado, se han ido todos y esa

sensación de indefensión es abrumadora hasta la solemnidad, es inquietante porque el

silencio devorador parece consumir la esperanza de todos aquellos que soñaron y

lucharon por un espacio común, como es el ejido en toda la extensión de la palabra.

En el aniversario de los primeros 50 años de fundado el ejido de Corerepe, el 6

de agosto de 2006, el que escribe, en la presentación de su libro Corerepe. Ejido y

  Agrarismo en Sinaloa, contó con los importantes comentarios de Manuel Lugo

Meléndrez junto con los académicos oriundos de Corerepe, Prudenciano Moreno

Moreno y Rito Terán Olguín; la historia viva relatada por boca de Manuel Lugo dio

gran relevancia al acto.

El legado que deja Manuel al ejido trasciende a la comunidad y pasan al corazónde la población, para erigirse como el baluarte histórico del cual penden las

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generaciones futuras para construir una sociedad mejor, más justa, más digna, y por qué

no decirlo, más combativa.